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LA TEORA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA CONTEMPORNEA: EL CASO DELMARXISMOAuthor(s): Marcos KaplanSource: El Trimestre Econmico, Vol. 50, No. 198(2), NUMERO ESPECIAL 50 aniversario (Abril-Junio de 1983), pp. 677-711Published by: Fondo de Cultura EconmicaStable URL: http://www.jstor.org/stable/23395699 .Accessed: 28/02/2014 17:10
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LA TEORA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA CONTEMPORNEA: EL CASO DEL MARXISMO
Marcos Kaplan
I. Introduccin
El Estado aparece como foco, resultado y causa de la crisis poltica que afecta a la mayora de los pases latinoamericanos; como actor primor dial en la sociedad, con una gama creciente de funciones y poderes, y un
papel decisivo en la reproduccin del sistema o en su eventual transfor macin. Su anlisis crtico, su redefinicin en diferentes modelos de des arrollo y sociedad han sido hasta hoy insuficientes e inadecuados. Los intentos de investigacin del sistema poltico y del Estado aparecen ya en ilustres precursores del siglo xix y comienzos del xx. Estos esfuerzos se acercan cada vez ms a una teora del Estado, desde las dcadas de 1930 y 1940. Ello se da bajo el efecto y por los estmulos de nuevas
fuerzas, estructuras y procesos, en las cuales las dimensiones externas e internas se entrelazan. Se trata en lo que sigue de explorar las implica ciones del nuevo sistema mundial en emergencia; del desarrollo socio
poltico de los principales pases latinoamericanos; de la situacin de
socilogos y politlogos, y la evolucin especfica del marxismo como la corriente quiz ms influyente en la teora del Estado.
II. El contexto general
Desde 1930 la Amrica Latina es reinsertada en un sistema internacional en transformacin. A travs de crisis econmicas, polticas y militares de
repercusin mundial, se van dando los mecanismos y formas de la inter
dependencia asimtrica entre las naciones; de la concentracin del poder mundial en dos superpotencias a la cabeza de bloques, sus enfrentamien
tos, conflictos y entendimientos y de una nueva divisin mundial del tra
bajo.1 Una nueva constelacin dominacin-dependencia-desarrollo desigual y
combinado se interioriza al entrelazarse con tendencias y formas del cam bio en el seno de los principales pases latinoamericanos. Crisis y moder
1 Sobre el nuevo sistema internacional vase M. Kaplan, "La concentracin del poder pol tico a escala mundial", El Trimestre Econmico, Mxico, nm. 161, enero-marzo de 1974; M. Kaplan, "Lo viejo y lo nuevo en el orden poltico mundial", Jorge Castaeda (comp.), De recho econmico internacional, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1976.
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nizacin de la agricultura y de la sociedad rural, hiperurbanizacin e
industrializacin, modificaciones de las clases, nuevas formas de conflic to poltico, intervencionismo estatal, son supuestos, componentes y resul tados de un crecimiento neocapitalista tardo y dependiente o perifrico.2
Este crecimiento se traduce en una creciente heterogeneidad de la so
ciedad; la superposicin y entrelazamiento de viejas y nuevas pautas de
organizacin econmica y de estratificacin social; la emergencia y con solidacin de nuevos grupos. El proceso de cambio resulta menos de la accin deliberada de una clase, grupo o lite, que de factores accidenta
les, impersonales, externos a los pases latinoamericanos (crisis econmi
cas, polticas, militares; nueva divisin mundial del trabajo; enfrenta mientos entre superpotencias y sus bloques). O bien son subproductos involuntarios e imprevistos de medidas coyunturales que los gobiernos toman en favor del sistema tradicional y de los grupos dominantes.
Cuestionada y debilitada su hegemona, reducidos algunos de sus po deres, la oligarqua conserva otros y los usa para controlar y manipular a otras clases y grupos, a partidos y Estados. Por autotransformacin
adaptativa se convierte en nueva lite oligrquica, y se muestra como la sociedad tradicional flexible y permeable para absorber fuerzas y componentes del cambio, desgastarlas y reorientarlos, conservando as lo esencial de sus intereses y del sistema. Correlato de ello es la aparicin tarda, la debilidad, el apaciguamiento, la falta de proyecto autnomo, del empresariado nacional en sentido estricto, de las clases medias inte lectuales y profesionales, de los trabajadores y marginales urbanos, y de las mayoras campesinas. Estas clases y grupos se demuestran capa ces de actividad, de crtica y hasta de impugnacin contra la dominacin
tradicional, pero no de afectarla gravemente, y menos an de destruirla
para imponer una hegemona alternativa. La clase dominante pierde en
parte, y las otras clases no ganan, la capacidad efectiva de regir a la
nacin.
Los procesos de crecimiento, cambio y conflicto tienen una natura leza sorpresiva y un carcter desigual y combinado. En ellos se entrela zan elementos de progreso, de estancamiento y de regresin; se superponen fuerzas y formas correspondientes a diferentes etapas, modos de produc cin y regmenes, sin restructuraciones totales que integren los diversos
componentes y procesos bajo el signo de alguna racionalidad prevalecien
2 Jorge Graciarena, Poder y clases sociales en el desarrollo de America Latina, Buenos Ai
res, Paids, 1967; Antonio Garca, Atraso y dependencia en Amrica Latina. Hacia una teora latinoamericana del desarrollo, Buenos Aires, El Ateneo, 1972.
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te. A la heterogeneidad de clases y grupos se agrega la proliferacin y confusin de las ideologas, sus diferenciaciones y enfrentamientos, pero tambin sus acercamientos, coincidencias, influencias mutuas, comunidad
de rasgos y efectos. En el mismo proceso la mayora de los partidos tiende a estereotiparse y esclerosarse, a desajustarse respecto a los rpidos cambios y a las condiciones nuevas; se reducen su representatividad y su
capacidad de accin respecto a las clases y los grupos, las instituciones, los conflictos y procesos. Clases y grupos tienen bajos niveles de cohe
sin, de conciencia, de representacin poltica eficaz, de aptitud para formular e imponer sus intereses y proyectos y hacerlos aceptar por gran des bases sociales.
Se multiplican las trabas para la creacin y el uso de formas racio nales de accin poltica, y para el consenso sobre fines y tareas nacio
nales, sus medios e instrumentos. Se vuelven frecuentes y normales las
divergencias irreducibles, las situaciones de incoherencia, de empate in soluto (entre clases y grupos, instituciones y partidos) y parlisis. Se dificulta o imposibilita la clara formulacin de los problemas, el logro de decisiones para la accin sobre cuestiones bsicas del desarrollo.
A partir de las interrelaciones entre la declinacin y descomposicin de las condiciones y estructuras de la dominacin oligrquica y del Es tado tradicionales, por una parte, y los requerimientos y efectos del neo
capitalismo perifrico por la otra, se abre una fase de crisis poltica, de intervencionismo estatal y de neofascismo sui generis. Estas tres dimen siones en conjunto proveen los principales condicionamientos y desafos
para la teora del Estado en la regin. El crecimiento neocapitalista desplaza y disuelve formas anteriores
de dominacin y explotacin, instaura sus propias bases y condiciones de existencia y reproduccin. Masas de poblacin, correspondientes a viejas y nuevas clases medias y populares, son liberadas de jerarquas tradicio nales estrictas; se las restructura y moviliza, se las incita a multiplicar sus expectativas y necesidades, sus demandas y presiones por una parti cipacin ampliada. Por otra parte, el neocapitalismo favorece ciertas em
presas y ramas, clases y regiones (minoritarias), en desmedro de las
restantes y mayoritarias ; despliega una dinmica de marginalizacin ; mul
tiplica las tensiones, los conflictos y los antagonismos. La estructura social
y de poder sigue reservando a la nueva lite oligrquica y a rdenes ins titucionales aliadas (sobre todo las fuerzas armadas) los centros de deci sin y accin polticas. Los requerimientos de acumulacin y rentabilidad de la gran empresa exigen un alto grado de concentracin del poder y la
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imposicin de un orden autoritario extremo para la sumisin de las ma
yoras. La lite oligrquica y sus aliados (internos y externos) encuentra cre
cientes dificultades para asegurar la reproduccin y crecimiento del sis tema. La clase dominante se divide en fracciones que compiten entre s
y hallan obstculos para resolver el problema de la hegemona. El conge lamiento estructural de la participacin no impide totalmente la moviliza cin de masas; la refuerza y acelera en muchos sentidos; genera y ali menta tensiones y conflictos de absorcin y control difciles; incrementa el nmero, la envergadura y las proyecciones de las tendencias crticas e
impugnadoras. La tendencia a la entropa general del sistema se acenta y mani
fiesta en situaciones recurrentes de conflicto social, inestabilidad polti ca, agrietamiento de la legitimidad, apertura de una brecha de consenso
(respecto a la lite oligrquica, al sistema y al Estado), insuficiencia de la coercin tradicional, vacos de poder, crisis de hegemona. Ello se manifiesta y repercute a travs de la extrema proliferacin de ideologas, y de movimientos, partidos y regmenes, que aparecen a la vez como re
flejo, como continuidad y como intento de superacin de la crisis. Salvo el caso de Cuba, estos intentos polticos no destruyen las bases
ni los componentes del sistema tradicional de dominacin y explotacin; lo afectan en mayor o menor grado, pero al mismo tiempo y de diferentes maneras, por los logros y por los fracasos, lo conservan y refuerzan. La lite oligrquica y la derecha nacional e internacional aceptan, y en al
gunos casos promueven y aprovechan, estos experimentos, como imposi cin inevitable, mal menor, alternativa provisoria. Al mismo tiempo, ellas
siguen juzgando a tales tendencias, movimientos y regmenes como de masiado representativos o tolerantes de las masas populares y de sus ne cesidades; recelosos u hostiles hacia los intereses y exigencias de la gran empresa y de la derecha; poco compatibles u opuestos respecto a los modelos de crecimiento y modernizacin; instrumentos inconscientes o
cmplices deliberados de un proyecto destructor del sistema.
Expresin abigarrada de una crisis poltica virtualmente permanen te. esta gama de ideologas y movimientos, de partidos y gobiernos, con
tribuye a dificultar a la vez el mantenimiento de la vieja hegemona oli
grquica; su renacimiento y continuidad bajo formas y con instrumentos diferentes; la democracia liberal de participacin ampliada. A la lite
oligrquica y a los grupos e instituciones que se constituyen y giran a su alrededor o con ella se entrelazan y alian, se les plantea la contradic
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cin entre las exigencias del modelo a implantar y promover, y los rasgos
y efectos de la crisis poltica. Aqullas combinan en ello la percepcin realista de los riesgos y desbordes de masas; la reaccin anticipatoria para impedir una actualizacin irreversible de las amenazas; el pnico que distorsiona la visin y el juicio y presenta como ya existente la mera
posibilidad de cumplimiento incierto. Se busca entonces resolver definiti
vamente el problema de la hegemona mediante soluciones que se apro ximan a un modelo fascista sui generis o se confunden con l.
Crisis poltica como la arriba caracterizada, desarrollo del interven
cionismo estatal y de su autonoma relativa, y emergencia de un fascismo
especficamente latinoamericano (fenmenos a los que luego se vuelve) configuran en conjunto el contexto en el que surgen los politlogos y sus esfuerzos por la construccin de una teora del Estado desde y para la
regin.
III. El politlogo: Emergencia, naturaleza, situacin
Las presiones participativas y redistributivas de importantes sectores de las clases medias favorecen los canales de la educacin, la cultura, la ciencia y la tcnica, sobre todo a travs del sector pblico y la universi dad.3 Dada la saturacin relativa de las profesiones liberales tradiciona les se busca una alternativa en las ciencias sociales, en universidades donde profesores y alumnos presionan por la diversificacin curricular,
profesional y ocupacional, constituyen una oferta de nuevas disciplinas, especializaciones y sus productos. Esta oferta se va entrelazando con la demanda de nuevas especializaciones, a partir y a travs de los problemas de sociedades en rpidos y conflictivos procesos de cambio, y a partir de diversos actores: la propia universidad, el Estado, los partidos, la gran empresa nacional y la fornea, los organismos internacionales, las univer sidades y fundaciones extranjeras. Campos problemticos y actores en
competencia y conflicto reciben las ofertas de personal, informacin,
prestigio, poder, capacidad operativa desde las ciencias sociales en vas
de institucionalizacin acadmica, y ofrecen apoyos, posibilidades de ca
pacitacin, de financiamiento y empleo, demandas especiales y condicio
nantes, intentos de manipulacin y control. Los grupos profesionales de
la ciencia poltica y otras disciplinas sociales amplan sus bases y fuerzas, a partir de las actividades e instituciones en que se insertan y operan.
3 Para una elaboracin ms amplia vase M. Kaplan, La ciencia poltica latinoamericana en la encrucijada, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1970, y La investigacin latino americana en ciencias sociales, Mxico. Jornadas 74, El Colegio de Mxico, 1973.
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Segmento de la capa de intelectuales, reclutados primordialmente en
la clase media urbana, politlogos y socilogos polticos despliegan una
ambivalencia en el pensamiento y los valores, las actitudes y comporta mientos, las actividades y sus resultados. Por una parte, a travs de la
profesionalizacin, incorporan pautas de rigor cientfico y eficacia tcni
ca, de idealismo poltico, de racionalidad e innovacin sociales. Los efec
tos de la situacin contradictoria (miembros de clases medias inestables
dentro de sociedades en crisis), de las movilizaciones populares, de las
alternativas ideolgicas y polticas (en el pas, la regin, el mundo) crean
en numerosos politlogos y socilogos un estado de frustracin y males
tar difuso, actitudes crticas e impugnadoras, de disponibilidad como
agentes potenciales de cambio, de simpata con formas y contenidos de
tipo reformista o revolucionario. Ello coexiste con fuertes aspiraciones de ascenso social, poder, prestigio, ingreso, y con la fascinacin por la
poltica y la administracin del Estado, como canales de realizacin y fuentes de satisfaccin.
Por otra parte, politlogos y socilogos polticos carecen de integra cin y homogeneidad, como grupo y en sus orientaciones, enfoques y prc
ticas; no llegan a ser grupo articulado, constituido en grandes cuerpos o en instituciones prestigiosas; no se convierte en actor orgnico y eficaz
para defensa de sus intereses ni para presionar por una parcela de poder. De manera ms condicionante, para ninguna de las clases fundamentales
ni para la sociedad, los politlogos y socilogos polticos no llegan a cons
tituirse como capa de intelectuales orgnicos o parte de ella, a presentarse ni a operar como tal. La dbil emergencia y la incompleta afirmacin de
la sociedad civil frente al Estado, los bajos niveles de conciencia colectiva
y de debate y consenso pblicos sobre los problemas nacionales, la escasa
penetracin de la vida social por el espritu crtico-cientfico, confluyen
para que la ciencia poltica y la sociologa no se conviertan en prctica socialmente justificada.
Politlogos y socilogos no se ven forzados ni autorizados a la adop cin de una perspectiva de praxis, ni a darse los medios idneos para su
avance. Su imagen y su actividad aparecen como esotricas, irrelevantes, hasta subversivas. Se constituyen como enclaves tolerados y ncleos se
cundarios en instituciones pblicas y privadas (universidad pblica, aca
demia privada, empresa, consultora, Estado, funcionariado internacio
nal). La precariedad de sus bases y poderes se ve adems amenazada
por el terrorismo ideolgico y prctico de grupos hegemnicos y dominan
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tes, derechas polticas, instituciones represivas, regmenes autoritarios y neofascistas, y por algunas variedades del sectarismo de izquierda.
Se genera as en politlogos y socilogos un sentimiento compuesto de inseguridad, discontinuidad, desarraigo, aislamiento, inoperancia e irrelevancia. Ello refuerza las tendencias a la enajenacin, a la integra cin ficticia (incorporacin acrtica de modelos tericos, ideolgicos y
polticos, y en movimientos, partidos y regmenes) ; al dogmatismo y al
sectarismo; a la competencia por oportunidades y recursos insuficientes; a la multiplicacin y choques de agrupamientos rivales, de estrategias y tcticas.
Politlogos y cientficos sociales en general reaccionan ante la crisis
de diversas maneras, que pueden reducirse a dos tipos polares: el cienti ficismo tecnoburocrtico, que en la teora del Estado se orienta hacia las tendencias prevalecientes en la ciencia poltica de los Estados Unidos; el
compromiso radicalizado, que se adhiere a diversas tendencias del mar xismo. Ello no excluye una gama de combinaciones entre ambas tenden cias fundamentales.
IV. Marxismo latinoamericano y teora del Estado
Los intentos de investigacin del Estado desde los aos 1940 y 1950 no se producen en una sucesin linear y excluyente, cada una de cuyas fases
formas se expresara por el monopolio de una teora o escuela que su
peraran y destruiran a las predecesoras. La sucesin real incorpora sin
destruir los precedentes y logros previos ; los confronta, entrelaza e inter
fertiliza. Una primera fase-forma abarca los anlisis directamente motivados
por tomas de posicin respecto a conflictos y resultados polticos, inves
tigaciones histricas sobre la formacin de la nacin y del Estado, es
fuerzos jurdicos (derecho constitucional).4 En una segunda fase-forma se introducen y avanzan variedades del
marxismo y de la izquierda no marxista (anarquismo), as como tem
pranas expresiones de un pensamiento protonacionalpopulista y protodes arrollista que coinciden tangencialmente o se superponen de manera
parcial con el pensamiento de la izquierda. Todas ellas son expresiones de una gama de motivos: politicopartidistas, intelectuales, disciplinarios
4 M. Kaplan, Formacin del Estado nacional en Amrica Latina, Santiago de Chile, Edito rial Universitaria, 1? edicin, 1969; Jos Luis Romero, Las ideas polticas en Argentina, Mxi
co, Fondo de Cultura Econmica, 1* edicin, 1946, edicin actualizada de 1969, y bibliografa all citada.
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y profesionales, y no siempre se refieren de modo primordial o exclusivo al problema del Estado, pero apuntan hacia l o con l se superponen. Se trata tambin con frecuencia de inquietudes y actividades fuera de la ins
titucionalidad acadmica, marginales a ella, o que marchan de lo aca
dmico a lo poltico. En esta fase se observan influencias de estudiosos
extranjeros, ms o menos exiliados, y de nacionales aislados que emergen
y avanzan autnomamente pero sufren la influencia de los primeros.6 Una tercera fase-forma corresponde a la recepcin de algunas varie
dades de la sociologa norteamericana y euroccidental. Ello se da primero en sus modalidades clsicas pero, sometida luego a la crtica desde n
gulos y por razones diferentes, la influencia interiorizada se relabora
para adecuarse a los ataques, por una parte, y los efectos de las crisis
polticas y de los nuevos regmenes del Cono Sur por la otra.6
Contempornea de la tercera, entrelazada con ella, pero tambin con
algunos aspectos y tendencias de la segunda, la cuarta fase-forma est
representada por tareas y productos de organizaciones internacionales, en
especial la Comisin Econmica para Amrica Latina (cepal). Durante los despliegues y vicisitudes de la tercera y cuarta fase-forma
el marxismo pasa por un proceso complejo y contradictorio. El mismo con
5 Para referirse slo al caso de la Argentina recurdese la presencia e influencia de Rodolfo
Mondolfo, sus investigaciones y enseanzas sobre el marxismo y otras tendencias de la filosofa
y la teora polticas, v. g r., Marx y el marxismo. Estudios histrico-crticos, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1960. Cofundador y organizador financiero de la Escuela de Francfort, Felix Weil trabaja e investiga en la Argentina de los aos treinta y cuarenta, y publica su The
Argentine Riddle, Nueva York, The John Day Co., 1944. Temprano e importante esfuerzo sobre los orgenes del Estado nacional argentino es la obra de Mirn Brgin, en parte preparada dentro de dicho pas, Economic Aspects of Argentine Federalism, Cambridge, Mass., Harvard
University Press, 1946. Cabe recordar las contribuciones de Jos Luis Romero, "Las ideas..
op. cit., y La experiencia argentina y otros ensayos, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1980; Silvio Frondizi, El Estado moderno, Buenos Aires, Editorial Losada, 1944, La realidad argen tina. Ensayo de interpretacin sociolgica, tomo I. La sociedad capitalista, tomo 2. La revolu cin socialista, Buenos Aires, Ediciones Praxis, 1955 y 1957; de Sergio Bag sobre la econo ma y la sociedad coloniales de la Amrica Latina y el papel del Estado metropolitano; de Milcades Pea, sobre las relaciones entre clases y poder poltico, la industrializacin depen diente, las fases de la historia argentina, la crtica al Estado populista, etctera.
6 Ejemplo importante de esta fase-forma es Gino Germani, Poltica y sociedad en una poca de transicin. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Buenos Aires, Editorial Paids, 1962, y Sociologa de la modernizacin, Buenos Aires, Paids, 1971. Influido a la vez por la ciencia poltica norteamericana y euroccidental, y por el marxismo, y preocupado por la nece sidad de una ciencia poltica aplicada a la especificidad latinoamericana, se destaca la obra de Helio Jaguaribe, sobre todo sus tres volmenes: Sociedad, cambio y sistema poltico; Desarro llo poltico: sentido y condiciones; Crisis y alternativas de Amrica Latina: Reforma o Revo
lucin, Buenos Aires, Paids, 1972. La tendencia originada en la ciencia poltica norteameri cana e influida por los fenmenos polticos recientes del Cono Sur, se manifiesta en los tra
bajos contenidos en The New Authoritarianism in Latin America, editado por David Collier, Princeton University Press, 1979.
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trapone y entrelaza el avance de las variedades dogmticas; su relativa
recepcin y su respetabilidad e influencia mayores en medios acadmicos
y polticos y en organizaciones internacionales ; los efectos crticos de nue
vos fenmenos latinoamericanos y mundiales; la resurreccin o el naci
miento de orientaciones heterodoxas; la multiplicacin de crisis, diferen
ciaciones y conflictos interiores; los intentos de superacin en diferentes direcciones.
El pensamiento marxista aparece tempranamente en la regin, y se
despliega a partir y a travs de los primeros partidos socialistas; de la
polmica con izquierdas no marxistas (anarquismo, positivismo europeo) ; del efecto de la Revolucin rusa y de los primeros partidos comunistas, incluso sus disidencias; y el papel de intelectuales aislados, nativos e in
migrados, sin partido u otra forma de militancia poltica pero con influen
cia directa e indirecta. El marxismo que se incorpora a la regin carece de una teora del
Estado que sus fundadores y primeros continuadores no llegaron a elabo rar de modo completo y sistemtico. A ello se agregan los efectos produ cidos por la versin especfica de Engels despus de la muerte de Marx
(esbozo de un materialismo dialctico, evolucionismo continuista) ; por las vicisitudes de publicacin de las obras postumas de Marx; por el predo minio de interpretaciones simplificadoras y canonizadoras por parte de defensores y de adversarios. Frtiles en otros aspectos, los principales te ricos de la II Internacional despliegan tambin tendencias reduccionistas
y economicistas que no ayudan al avance de la teora del Estado. Esta vertiente representa la primera entrada del marxismo en la Amrica La
tina, a travs de los primeros partidos socialistas desde fines del siglo xix.7 El reduccionismo se contina y refuerza, tras la Revolucin rusa y el
surgimiento de la URSS, con los nuevos partidos comunistas de la Am rica Latina y el triunfo del estalinismo como sistema e ideologa. Ello terminar por ser ideologa dominante en la praxis poltica y en la cien
tificoacadmica, dentro y fuera de la izquierda. El problema del Estado recibe una tarda e incompleta atencin por
las principales figuras del partido bolchevique, antes y despus de 1917.
7 Sobre la falta de una teora completa del Estado en Marx y Engels vase H. Lefebvre, De Ftat, 4 volmenes, Paris, Coll. 10/18, Union Genrale d'Editions, 1976, passim; Kostas
Papaioannou, Marx et les marxistes, Pars, Flammarion, 1972; Maximilien Rubel, Karl Marx Essai de biographie intelectuelle, Marcel Rivire, Pars, 1957; George Lichtheim, El marxismo. Un estudio histrico y crtico, Barcelona, Anagrama, 1971; Hal Draper, Karl Mary?s theory of rvolution, volume I: State and Bureaucracy, Nueva York y Londres, Monthly Review Press, 1977; F. Chatelet, E. Pisier, Kouchner y J. M. Vincent, Les marxistes et la politique, Paris, Presses Universitaires de France, 1975.
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En los mejores esfuerzos de N. Bujarin y N. Lenin, y en sus ms impor tantes iguales y seguidores, los intentos de teora del Estado se tien de
una peculiar combinacin de teorizacin y pragmatismo, de economicismo
y productivismo, de formalismo jurdico, de reconocimiento de la auto
noma relativa y eficacia real de lo superestructural y de voluntarismo
poltico.8 La primaca del estalinismo impone tambin en la Amrica Latina
a travs de los partidos comunistas, sus simpatizantes y periferias una versin del marxismo que se define por el dogmatismo, el escolasti
cismo, el autoritarismo (de partido y de Estado), las restricciones al
pensamiento crtico y creador, el desplazamiento del mtodo por el sis
tema, el reduccionismo y el determinismo mecnico. El pensamiento mar xista en la Amrica Latina se estanca y retrasa durante dcadas. Los an lisis sociolgicos y polticos de mayor seriedad y fertilidad proceden de marxistas independientes de los aparatos de la izquierda o de investiga dores paramarxistas o no marxistas.9
De acuerdo con el modelo politicocultural que adoptan los partidos y tendencias de la izquierda latinoamericana, el cientfico social como todo intelectual lleva los estigmas de un doble pecado de origen clasista
y de profesin, que slo se puede superar por la integracin en el prole tariado y las masas, pero a travs de una mediacin necesaria. Un partido y slo uno se autoerige en expresin de los trabajadores y del pueblo, como vanguardia revolucionaria, fuera de la cual no hay redencin y se est condenado a la impotencia o a la traicin.10
8 Vase Stephen F. Cohen, Bujarin y la revolucin bolchevique, Espaa, Siglo XXI Edito res, 1976; Adam B. Ulam, Lenin and the bolsheviks, Glasgow, Fontana Collins, 1977; Umberto Cerroni, Teora poltica y socialismo, Mxico, Era, 1973; Lucio Colletti, Frorn Rousseau to Lenin, Monthly Review Press, Nueva York, 1972.
9 De marxistas independientes, y de investigadores paramarxistas o no marxistas, debe ha cerse mencin especial como precursores, de las inquietudes y reservas sugeridas por A. Gramsci en sus "Cuadernos de crcel"; Boris Souvarine, Stalin A critical survey of bolshevism, Nue va York, Octagon Books, 1972; Anton Ciliga, Au pays du mensonge dconcertant, Pars, Li brairie Gallimard, 1938; Karl Korsch, Paul Mattick, Anton Pannekoek, Otto Rhle, Helmut Wagner, La contra-rvolution bureaucratique, 10/18, Paris, 1973. Vase tambin Martin Jay, The dialectical imagination A History of the Frankfurt School and the Institute of Social Research, 1923-1950, Boston y Toronto, Little Brown and Co., 1973.
10 Sobre el estalinismo, sus rasgos y efectos, tanto polticos como culturales y cientficos, vase Roy A. Medvedev, Let History JudgeThe origins and consquences of Stalinism, Nue va York, 1973; Robert C. Tucker, editor, Stalinism Essays in Historical Interprtations, Nueva
York, W. W. Norton and Co., 1977; Anton Antonov-Ovseyenko, The time of Stalin Portrait of a tyranny, Nueva York, Harper and Row, 1980; Andr Stawar, Libres Essais Marxistes, Pars, ditions du Seuil, 1963; Herbert Marcuse, Soviet Marxism A critical analysis, Plican Books, 1971; Rudolf Bahro, The alternative in Eastern Europe, NLB, 1978; Yvon Bourdet, Qu'est-ce qui fait courir les militants, Paris, Stock, 1976.
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TEORA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 687
Como consecuencia, los hechos sociales y polticos no son analizados
para crear leyes generales, conclusiones especficas y orientaciones para una accin apropiada. Sabidura, verdad, eficacia, residen necesaria y fatalmente en el partido y en el Estado, predestinado a expresar y dirigir a las masas. Se parte de una lnea poltica prestablecida por dirigentes infalibles, para ilustrarla, justificarla y aplicarla al pie de la letra. Las
ciencias humanas y sociales, sus teoras, mtodos, tcnicas y resultados, sus especialistas, sufren una condena a priori y global, estn bajo sospe cha; son rescatables y ejercibles slo como servidores de las instancias
superiores de la organizacin poltica y de la ortodoxia que ellas fijan. Convertido el marxismo en ideologa y lenguaje de decisin, el pro
yecto poltico deja de apoyarse en el proyecto cientfico; se disocia del movimiento intelectual contemporneo, en las ciencias sociales y en las
naturales; se vuelve impermeable al desarrollo de los problemas tericos
y empricos y a los desafos de la praxis, rechazados contra toda evi dencia.
En la ciencia y en la sociologa polticas prevalecen el reduccionismo, el determinismo, el mecanismo lineal, en la teora y en la prctica (en coexistencia y entrelazamiento con el voluntarismo). Ello se da ante todo en el anlisis de las relaciones entre infraestructura y superestructura, categorizacin que se niega a someter al examen crtico. Aqullas y, en versiones posteriores, las instancias de la sociedad, son escindidas entre
s, jerarquizadas, vinculadas como exterioridades estticas, unas condicio nadas y determinadas por las otras. Se ignora el papel de las mediciones,
y la realidad, autonoma y eficacia propias de todos los aspectos y niveles
del sistema social, sus interdependencias constitutivas. El reduccionismo se da en dos variedades, estructuralista e instrumental, en parte coinciden
tes o identificadas, en parte contradictorias. En la primera versin la infraestructura, las fuerzas productivas y las
relaciones de produccin, su articulacin como modo de produccin, son definidas como una instancia homognea, regida por una lgica y una
causalidad propias, autoconstituida y autorregulada. La infraestructura
constituye, unifica y reproduce a la sociedad y desencadena sus cambios
por las contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones de produc cin. Independiente de las otras instancias, la infraestructura tambin las
crea, condiciona y determina, de modo mecnico y unilineal, a travs de relaciones de exterioridad. Poltica y Estado son productos, reflejos, apn dices de la infraestructura; expresan sus contradicciones y limitaciones, siguen sus vicisitudes y variaciones. La lgica econmica sobre todo en
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688 EL TRIMESTRE ECONMICO
el capitalismo pero no slo en l impone las funciones, las modalidades
organizativas, las polticas generales y particulares, las actividades con
cretas del Estado, incluso las no econmicas. Un papel secundario es
atribuido a otras influencias, contradicciones y conflictos. En la versin instrumental las fuerzas, relaciones y estructuras de
dominacin poltica derivan, tambin por determinacin externa, mecni ca y unilineal, de las fuerzas, relaciones y estructuras de clases. El poder poltico es slo una superestructura, un producto y un reflejo, un mero
apndice del poder econmico y social de la clase dominante. La con
ciencia unificada y la voluntad deliberada de aqulla, postulada como
principal sujeto histrico en accin, crea y conforma la cultura y la ideo
loga, el sistema poltico, el Estado y el derecho. El Estado aparece como excrecencia e instrumento de la clase dominante. Su gnesis es atribuida slo a la dialctica de la formacin y de los antagonismos de clases. Es el Estado de la clase que, por dominar en lo econmico y lo social, se vuelve tambin polticamente dominante; lo instrumenta, lo controla y usa desde su interior a la vez que por las presiones que ejerce sobre l desde
fuera; determina sus modalidades de organizacin y funcionamiento, sus
personales, la elaboracin y contenido, la ejecucin y resultados de sus
polticas. Entre clase dominante y Estado se establecen relaciones objetivas, de
las cuales las subjetividades son meros reflejos. El personal, los conflictos
y procesos de la poltica y del Estado no se determinan por factores in trnsecos a ellos. Este determinismo extremo y mecnico implica un an lisis indiferenciado de la funcin de representacin de los intereses de
clase, aplicable a todos y a cualesquiera de los que cumplen actividades
polticas y estatales. Se desdea el anlisis de las relaciones competitivas en la conquista y el ejercicio del poder; de las contribuciones especficas del personal poltico a la reproduccin de las estructuras de clases. Se
niega, por una parte, la heterogeneidad de la clase dominante y del Es tado y las posibilidades de divergencias y conflictos entre una y otro, y
por la otra, la posibilidad de grados de autonoma relativa del Estado. En ambas variedades y en sus combinaciones, fuerzas productivas y
relaciones de produccin, conflictos y dominaciones de clase, son favore cidas de modo excluyente como esencia creadora, principio gentico, cla
ve de inteligibilidad, en relacin con lo cual todo lo superestructural apa rece como conjunto de fenmenos derivados, sin concrecin, especificidad ni autonoma. La instancia poltica y sus sistemas, el Estado, el derecho, no pueden convertirse en objetos especficos, tericamente constituidos ni
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TEORIA. DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 689
empricamente investigables, de la ciencia ni de la sociologa polticas. Unas y otros slo pueden hacer lo que la base econmica y/o la clase
dominante indican y disponen. Sus tareas se reducen a la garanta de las
condiciones extraeconmicas de la formacin social; al mantenimiento de
la dominacin de clases; al control y solucin de los conflictos sociales; todo ello ms por la coaccin que por el consenso. Privados de realidad
y lgica propias, de autonoma y de capacidad retro actuante, de funciones
coproductoras y correproductoras de lo infraestructura! y de lo clasista, lo poltico y lo estatal se identifican con una sola forma de dominacin, un solo tipo de problemas y conflictos, de procesos y objetivos, de recursos
y mtodos, de logros. Poltica y Estado se vuelven evanescentes e irrea
les, y de escasa importancia, en s y en su ubicacin estructural, en sus dinamismos esenciales, dentro del modo de produccin y de la formacin social. La insuficiencia analtica, crtica, creadora se da en las di mensiones negativas como en las positivas; en la prctica cientfica como en la accin social y poltica.
En sus diferentes variantes el reduccionismo se identifica con un pen samiento causalizante y finalizante, que induce a concebirlo todo, en la teora como en la prctica, como un inmenso encadenamiento de causas
y significados sobreimpuestos. Por el aspecto causalizante (cientfico) los efectos estn ya por entero contenidos en las causas. El cambio no es con cebido como creacin de algo nuevo sino como proceso modificatorio
cuantitativo; desplazamiento entre dos tipos dicotmicos polares, a tra vs de un movimiento en el cual el estadio de partidas predetermina y prefigura el estadio de llegada. Los procesos se dan dentro de un tiempo lineal, orden particular de sucesin, anlogo a la coexistencia en el es
pacio, disminuido en su creatividad y en su novedad, mero marco de re
ferencia, pura yuxtaposicin. En el aspecto finalizante (socialpoltico) se atribuye desde el exterior
a las sociedades, a las clases y a las instituciones misiones de las cuales
ellas no tienen conciencia en cuanto a su existencia ni a su necesidad de
cumplimiento. El movimiento de la sociedad y de la historia se subordina a una providencia laicoterrenal, identificada con quienes se arrogan el derecho de hablar en nombre de otros.11
Una primera consecuencia de esta orientacin causalizante-finalizante es la tendencia a la supresin de la historia, de lo nuevo y lo inesperado,
11 He desarrollado ms ampliamente este problema en M. Kaplan, Estado y sociedad, Mxico, un am, 1* edicin, 1978. Vase tambin Cornelius Castoriadis, L'institution imaginaire de la
socit, Pars, Seuil, 1975, adems de sus interesantes anlisis sobre la naturaleza de la socie dad sovitica y sus proyecciones futuras.
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690 EL TRIMESTRE ECONMICO
del azar y la coyuntura, de la creatividad; la proclividad al optimismo incondicional en la fatalidad del triunfo del proyecto al que se adhiere,
que se identifica con y opera como un fatalismo desmovilizador. En segundo lugar, una concepcin esencialista de las clases, en s
mismas, en sus papeles y conflictos, se vuelve principio simple y exclu sivo de explicacin de la poltica y del Estado. Las clases son analizadas
y evaluadas como entidades preconstituidas de una vez para siempre, de finidas slo en trminos de relaciones de produccin, fuera del proceso real de hacerse y deshacerse, de rehacerse y redefinirse. La presentacin de las clases como homogneas, sin divisiones internas significativas, ig nora o desdea las diversidades estructurales, la variedad de expresiones y tendencias, de actitudes y comportamientos, de representaciones com
petitivas, de organizaciones, proyectos y estrategias. El criterio de clase es convertido en principio gentico y filiador de todo rasgo, tendencia y conducta de tipo ideolgico y poltico. Las clases (cuntas?, cules?, cmo?) son declaradas nico sujeto sociohistrico y nico antagonismo importante. Se ignora y desdea la heterogeneidad y pluralismo de los actores sociales, sus expresiones y tendencias, sus conflictos y sus moda lidades de organizacin y accin.
En tercer lugar, el poder es percibido y evaluado de manera simpli ficada, como reflejo e instrumento, sin consideracin de la diversidad de niveles y aspectos, formas y mecanismos, procesos y resultados. La pol tica es considerada, de manera ambivalente, por una parte, como produc to y reflejo de otras instancias, subordinada e instrumentalizada por s
tas, criticable por ello, y por otra parte, como objeto de manipulacin maquiavlica en funcin del proyecto alternativo al cual se adhiere. Ello
implica ante todo el escamoteo de los fenmenos de triple alienacin: la
separacin y autonoma de la poltica respecto a la sociedad, y el cre ciente dominio de la segunda por la primera; la independencia relativa
de la organizacin poltica respecto a clases y grupos de origen y de base ; la especializacin de las estructuras polticas, la profesionalizacin de la
poltica y la creacin de intereses propios de los polticos profesionales. Se ignora o desdea adems la realidad y la posibilidad de la poltica como conjunto de actores y actividades, estructuras y procesos, por y a travs de los cuales las sociedades y sus componentes fundamentales se asumen y operan sobre s mismas ; estructuran, desestructuran y restructu ran poderes y significados; analizan y crean alternativas.
Respecto al Estado se oscila entre dos actitudes polares. Una lo percibe y presenta como aparato-reflejo e instrumento, condenado a un solo tipo
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TEORIA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 691
de funciones, sistema cerrado en el cual la mayor parte de los actores y fuerzas sociales no pueden participar ni competir por su control ni por su modificacin. A ello corresponde la crtica destructiva y el rechazo total de todo Estado. Este radicalismo desdea o ignora la problemtica del Estado como actor con autonoma relativa, forma de alienacin y opresin de la sociedad civil y sus miembros. Ello puede coexistir y en trelazarse con la otra actitud polar, de fetichismo y adoracin del Estado
(el de la propia nacin, o el de la nacin que se adopta como modelo
externo) como panacea universal. En este segundo caso se promueve el
proyecto de conquista del Estado, por reforma o por revolucin, para controlarlo y usarlo tal como es, no para sustituirlo por una nueva forma de Estado o de organizacin poltica.
En cuarto lugar, la opcin socialista es identificada con el "socialismo real" de la URSS o de otros pases de su bloque o fuera de ste. Esta acti tud lleva a la negativa de aplicar el mtodo y las categoras de anlisis
y evaluacin que se usan para el capitalismo y los sistemas que lo prece dieron, al rgimen modelo. Se acepta la definicin de ste como socialis
ta, con base en la autoproclamacin de sus lites de poder, a la juridicidad formal, a la identificacin entre estatificacin de medios de produccin y planeacin centralizada con socialismo integral. La ideologa oficial y el
rgimen politicojurdico formal no son analizadas con sus modalidades reales de organizacin y funcionamiento ni con sus resultados (control de los resortes de poder poltico, de informacin, de coaccin y persua sin, por quines y cmo; modos de generacin de la plusvala, y de distribucin y uso del excedente). Esta especie de esquizofrenia epistemo lgica obstaculiza los avances hacia una ciencia poltica de fundamentos
y alcances universales.
V. Reacciones ante la crisis
Comparadas con las realidades y crisis de la reciente historia latinoame
ricana, las diferentes variedades de marxismo dogmtico, sus perspectivas reduccionistas, deterministas, mecnicas, triunfalistas, fatalistas, y la
aplicacin de las mismas a los anlisis cientficos y a las propuestas pol ticas, han sufrido algunos correctivos rigurosos.
Ante todo, el proceso histrico contemporneo de la Amrica Latina ha sido sinuoso y accidentado, y no se ha cumplido en acuerdo estricto o
aproximativo con las previsiones y esperanzas de grupos e individuos iden tificados con los enfoques analizados. Han faltado, ms all de lo expli
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692 EL TRIMESTRE ECONMICO
cable y admisible, la previsin de los triunfos y de las derrotas, el apro vechamiento de los primeros y el anlisis crtico y autocrtico de las
segundas, la contribucin a los esfuerzos desplegados por la superacin de regresiones.
Ello va ligado, en segundo lugar, con la ausencia o debilidad del reconocimiento de la heterogeneidad y pluralismo de los actores so
ciopolticos: clases, pero tambin sus segmentaciones internas, otros gru pos, instituciones, movimientos, partidos, Estado; de la variedad de sus
expresiones y tendencias (economicocorporativas, sociales, culturalideol
gicas, polticas), de sus representaciones y direcciones alternativas y competitivas. De modo similar, no abundan los reconocimientos sobre la inexistencia de modelos predeterminados y predestinados fatalmente a la
hegemona y al triunfo, de estrategia y organizacin, de proyecto histrico
y de sistema de remplazo. La proposicin dogmtica de una correspondencia finalmente necesa
ria entre clase obrera y masas populares con un grupo o partido de van
guardia como nica racionalidad historicopoltica ha impedido la consi deracin de los problemas de sobrestimacin de s, de voluntad de poder, de personalismo caudillesco, de burocratizacin y de autoritarismo en los
grupos autoerigidos en direccin revolucionaria. Ello ha ido de la mano con la visin distorsionada y ambivalente de las clases trabajadoras y populares, que oscila entre la sobrevaluacin retrica o mstica y la sub estimacin real. Su percepcin y su evaluacin fluctan entre el status de actores que podran liberarse a s mismos y liberar al resto de la socie
dad, y el de vctimas en minora y necesitadas de tutela y redencin por representantes y dirigentes externos a ellas. De estas clases y de las otras tambin poco o nada se sabe o se quiere saber, en cuanto a qu son, cmo viven y piensan, qu sienten y quieren, qu hacen y cmo lo hacen,
qu potencial poltico tienen y podran actualizar, de qu modos, en qu proyectos y alianzas. Como correctivos de la realidad a un discurso ideo
lgico presentado como teora y anlisis emprico, las clases dominadas
de la regin no se han adherido necesariamente a partidos y movimientos
autoproclamados como direccin revolucionaria, y s a organizaciones y regmenes de tipo nacionalpopulista, desarrollista o democraticoliberal. A la inversa, clases, grupos, coaliciones que se identifican con el sistema de
dominacin, han sido subestimadas en sus capacidades de conservacin y reajuste de sus intereses, instrumentos y formas de accin.
En tercer lugar, politlogos y socilogos polticos de diversas tenden cias radicales no han contribuido de modo muy significativo a "la larga
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TEORIA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 693
guerra superestructural" (Gramsci), a la combinacin de crticas y desmi
tificacin de las formas dominantes de cultura, ideologa y ciencia, de
defensa y reafirmacin de las dominadas, y de participacin en modali
dades posibles de una contracultura, como parte de un proceso de lucha
por el poder y para el triunfo de una poltica, una sociedad y una esta tificacin alternativas.
En cuarto lugar, la visin reduccionista de la poltica como reflejo heternomo e instrumento subordinado reduce su anlisis a una combina cin de aparatos e instrumentos para una dominacin de clase, a travs del maquiavelismo cnico, la manipulacin autoritariovertical y la coac cin abierta. Se la simplifica en la propuesta de opciones, por el privilegio de la violencia como nica forma eficaz de solucin de conflictos. Se desacreditan y descartan dimensiones importantes de la poltica, como la
negociacin, la transaccin, el acuerdo, la alianza. Se impone una falsa alternativa entre reforma y revolucin.
La democracia es ignorada o menospreciada. Junto con y ms all de su inclusin en consignas reivindicatoras, ella es identificada slo con su forma liberalburguesa (interpretada de modo simplificador), expresin poltica de un capitalismo declarado inviable y condenado al derrumbe, a usar para la preparacin de una revolucin que llegar ms temprano
que tarde por decreto inapelable de la historia y llevar tambin fatal mente a un modelo determinado de socialismo. Si la democracia es ficti
cia e irrealizable en la fase previa a la revolucin y a lo que se define como socialismo, el advenimiento de la una y del otro la privan de im
portancia y necesidad. La reivindicacin de la primaca de la sociedad civil sobre el Estado pieza central en la perspectiva de Marx es aban donada en favor de un refuerzo del segundo y la subordinacin o anula
cin de la primera, dentro del futuro sistema que se propone. The last but not the least, la crisis mundial del marxismo oficialdog
mtico en las ltimas dcadas lleva consigo el cuestionamiento de la
idea de una Meca marxista, como un modelo de sistema y de mtodo; la
reivindicacin del pluralismo y del policentrismo ; la conciencia de la ne cesidad de nuevos instrumentos tericos y prcticos, de nuevos valores y formas aplicables a las especificidades espaciales e histricas. Se reivin
dica el valor de la teora y de la metodologa, de las tcnicas y de la
verificacin emprica, de la imaginacin sociolgica y de la creatividad
polticas. La teora del Estado comienza a ser asumida como tarea expl cita y primordial.
Las reacciones de independencia, crtica y creatividad se dan en el
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694 EL TRIMESTRE ECONMICO
marxismo latinoamericano de manera temprana pero no generalizada. Aparte de precursores solitarios como Jos Carlos Maritegui, en la d cada de 1940 surgen figuras y esfuerzos de exploracin terica, emp rica y poltica. Hacia los aos 1950 y 1960 la apertura se ampla y pro fundiza, con nuevas promociones de investigadores y/o militantes, ms o menos afiliados al marxismo, ms libres y crticos, a la bsqueda de
enfoques adecuados a la importancia de los desafos polticos.12 En la Amrica Latina como en otras regiones el dogmatismo se
desacredita y quiebra, pero resiste y se recupera, sobrevive o renace bajo formas modificadas. As, las variedades del capitalismo monopolista de Estado reconocen en grados y con matices variables la importancia de la dimensin poltica para el anlisis de la reproduccin capitalista y para la perspectiva de una lucha contra el sistema. La conservacin de un enfoque economicista, entre estructuralista e instrumentalista, reduce sin embargo la contribucin efectiva a la renovacin de esta problemti ca. A las contradicciones y tendencias autodestructivas del capitalismo que revelan la insuficiencia de la espontaneidad econmica se une la alta socializacin de la produccin para hacer converger los intereses de las
grandes corporaciones y los intereses capitalistas genricos como sistema. Se dan as el acuerdo entre monopolios y Estado, la intervencin y pla neacin del segundo para resolver las dificultades de la acumulacin. El
poder del Estado sigue, sin embargo, sometido a la omnipotencia de la
economa, a las exigencias de la valorizacin del capital. Reducido a ser vidor de los monopolios, subordinado o en fusin con ellos, limitado en los contenidos y alcances de sus intervenciones, obligado a operar en per juicio de las otras fracciones y clases, el Estado, su personal y sus pol ticas, carecen de realidad, lgica y dinmica propias, de intereses dife renciados y de cualquier grado de autonoma.13
La influencia de Louis Althusser y de sus seguidores en la regin, como proyecto de neodogmtica, se presenta y despliega ante todo como
ideologa de ghetto, reservada a ciertos especialistas del conocimiento y 12 Crticas en diversos momentos a la perspectiva predominante en la izquierda latinoame
ricana, entre otras, son: Silvio Frondizi, La realidad argentina, volumen II: La revolucin so cialista, Buenos Aires, Ediciones Praxis, 1957; M. Kaplan, Poltica y vida cotidiana, Buenos Aires, Coleccin Liberacin, 1960; Teodoro Petkoff, Proceso a la izquierda, Barcelona, Editorial Planeta, 2^ edicin, 1976.
13 Sobre el capitalismo monopolista de Estado y sus crticos vase Trait marxiste
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TEORA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 695
en menor grado de la praxis poltica. Ella se presenta como saber
justificado por el rigor epistemolgico; pretende legislar sobre el conoci
miento, separar en ste lo cientfico como pureza y lucidez de lo ideol
gico como impureza y adulteracin. Se circunscriben los campos y n cleos del saber purificado; se legitima y mantiene su fragmentacin y su
monopolio por especialistas (aunque se manifieste la preocupacin por la
totalidad). Ideologa encubierta como ciencia, el althusserismo pretende la recu
peracin de una ortodoxia ontolgica; intenta el anlisis escolstico del marxismo que desemboca en el autoencerramiento y la redundancia. La identificacin abusiva del orden de sucesin de los textos de Marx con la
gnesis y avance de la teora pretende justificar la subestimacin de las obras de juventud (filosficas pero tambin politicorradicales) y sobres timar las de madurez (cientficas), y asumir as una periodizacin, una coherencia y una rigurosidad excesivas en el pensamiento de aqul. Una
parte de la obra econmica (inconclusa) de Marx es presentada como el nico y verdadero marxismo. A partir de los textos sacramentados se produ cen comentarios escolsticos, como prolegmenos especulativos estructura listas a una futura ciencia marxista por construir. El aferramiento esco lstico a Marx y otras autoridades marxistas desconoce o desdea a otras
grandes figuras, marxistas y no marxistas, del pasado y del presente; a los movimientos de grupos e individuos en la historia; a la naturaleza
y la evolucin reales del capitalismo y de los regmenes posrevolucio narios.
El pretendido aislamiento del saber puro como eje de la praxis inte lectual y social enmascara una tendencia a la unidad de conocimiento e
ideologa, identificada a su vez con un partido y un Estado, en subordi nacin y para servicio de ellos, que a su vez la politizan, la instituciona lizan e instrumentan. Combinacin de escolstica y especulacin, de cien cia y de ideologa, el althusserismo se da de hecho como operacin de retirada estratgica y de recuperacin encubierta de la dogmtica oficial, en lo intelectual y en lo politicoestatal. Aqul contribuye a retrasar el avance en el anlisis crtico de la naturaleza real de los partidos comu nistas y del rgimen sovitico y similares, y en la recuperacin del poten cial crtico del pensamiento marxista. Su adaptabilidad a la divulgacin en forma de manual, y la coincidencia de su inspiracin y de su contenido con los intereses y la voluntad de poder de grupos radicalizados de la clase media, explican la notable aunque temporal difusin del althusseris mo en los pases latinoamericanos. Todo ello, unido al restringido marco
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696 EL TRIMESTRE ECONMICO
histrico de referencia, y al desdn por la investigacin emprica y por la participacin activa en las praxis y procesos de la sociedad y de la
poltica, hacen que la contribucin de este autor y sus seguidores al des
arrollo de una teora del Estado en la Amrica Latina haya oscilado en tre lo negativo y lo nulo.14
Ms compleja y estimulante ha sido la influencia de Nicos Poulantzas, de su esfuerzo persistente y en continua transformacin, aunque finalmen
te inconcluso, por la conceptualizacin y el anlisis del Estado capitalista
y de su autonoma relativa. Al margen o contra el reduccionismo econo micista ms en su versin instrumental que en la estructuralista Poulantzas contribuye hasta cierto punto a que en la Amrica Latina se
fortalezcan los intentos de rescate y reivindicacin del peso propio de lo
poltico y de lo estatal. A las distinciones entre poder, poltica y Estado,
y a la no identificacin ni reduccin del poder a las relaciones de clase ni al Estado, se agrega un Estado capitalista que se niega a ser instru
mentado por clases externas a l, y que condiciona y determina la divi sin social del trabajo, las relaciones econmicas y las relaciones ideologi copolticas que en conjunto definen las clases. No slo las clases dominan tes sino tambin las dominadas son reconocidas como sujetos histricos y parte de relaciones que el Estado incorpora como algunos de sus elemen
tos constitutivos. Tambin se reconoce la presencia e importancia de otras
relaciones, conjuntos y movimientos sociales que contribuyen a complicar y dinamizar la sociedad y el Estado y pueden competir por su transfor macin.
La separacin entre lo econmico y lo poltico que es propia del modo de produccin capitalista, las contradicciones y limitaciones de la estruc tura socioeconmica y de clase, determinan la tendencia a la autonoma relativa del Estado, sus funciones de control y solucin de los conflictos,
y de garanta de las condiciones de reproduccin del sistema, su organi zacin y sus polticas especficas, sus modalidades de actuacin. La ne cesidad de la autonoma relativa del Estado es referida sobre todo a las tareas de desorganizacin de la clase obrera, a la organizacin de la clase dominante y de su bloque en el poder bajo hegemona de una fraccin, al logro de cohesin y unidad para la formacin social. Han sido final mente estimulantes la distincin entre Estado, poder de Estado, aparato
14 Entre las numerosas crticas a L. Althusser y su escuela vase H. Lefebvre, Au-del du structuralisme, Pars, Anthropos, 1971; J. M. Vincent et al., Contre Althusser, Pars, Coll. 10/ 18, 1974; Raymond Aron, Marxismes imaginaires, Pars, Gallimard, 1970; George Lichtheim, From Marx to Hegel, Nueva York, Herder and Herder, 1971 ("A new twist in the Dialectic", pp. 143-159).
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TEORIA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 697
de Estado (el esqueleto o andamiaje material como naturaleza y sustancia
propias del Estado, y realizacin de su poder), luchas de clases, y la
definicin de Estado. ste se identifica con una condensacin de relacio
nes de fuerzas entre clases dominantes y dominadas, y de ncleos, focos o lugares de poder, que aqul realiza por medio de la hegemona que instaura.15
La Escuela lgica del capital de Berln utiliza un procedimiento de
derivacin que, a partir de los conceptos bsicos de la economa capita lista, intenta reducir las relaciones estructurales de aqulla con el Estado, su lugar y naturaleza en la sociedad burguesa. La instancia poltica se
constituye por separado de la econmica. Un Estado relativamente aut
nomo y aparentemente neutral, con existencia propia fuera y sobre la so ciedad civil, y con capacidad de representacin (ilusoria) del inters co
mn, se presenta como forma indirecta y abstracta, impersonal y general de la dominacin de clase. Este enfoque ha contribuido al tratamiento del Estado como fenmeno componente de la superestructura pero tambin de
la infraestructura, puente entre lo econmico y lo poltico. Esta contribu
cin se ha visto limitada en la Amrica Latina, en parte por las dificul
tades y limitaciones del propio enfoque (deduccionismo de categoras en
cadenadas, deslizamiento desde lo abstracto a lo emprico, no demostra cin satisfactoria de la posibilidad y necesidad del Estado separado y autnomo, ni de la naturaleza de su intervencionismo). Por otra parte, esta corriente es recibida y usada en la Amrica Latina ms para con firmar y reforzar los argumentos apriorsticos sobre los lmites de la intervencin del Estado que para proseguir la conceptualizacin y el
anlisis emprico del Estado, sus posibilidades de autonoma, sus dimen
siones como campo de fuerzas operantes dentro y fuera de l.16
La corriente de la crisis fiscal del Estado17 tambin se esfuerza por
superar la categora metafrico-conceptual infraestructura-superestructura,
15 Se ha tenido en cuenta, sobre todo, N. Poulantzas, "Prliminaires l'tude de l'hgemonie dans l'tat", Les Temps Modernes, Pars, noviembre de 1965, nm. 234; Pouvoir politique et
classes sociales de Vtat capitaliste, Paris, Librairie Franois Maspero, 1968; "Les transforma
tions actuelles de l'tat, la crise politique et la crise de l'tat", La crise de l'tat, bajo la di
reccin de Nicos Poulantzas, PUF, Paris, 1976. 16 Sobre la Escuela lgica del capital de Berlin vase J. M. Vincent et al., L'tat...,
op. cit.-, John Hollowan y Sol Picciotto (comps.), State and Capital A Marxistdebate, Lon
dres, Edward Arnold, 1978; Tilman Evers, El Estado en la periferia capitalista, Mexico, Si
glo XXI Editores, 1979; Ernesto Laclau, "Teoras marxistas del Estado: Debates y perspecti
vas", N. Lechner (comp.), Estado y poltica en Amrica Latina, Mxico, Siglo XXI Editores, 1981.
17 Vase James O'Connor, The fiscal crisis of tke state, Nueva York, Saint Martin'a Press, 1973; J. O'Connor, The corporations and the state, Nueva York, Harper and Row, 1974.
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698 EL TRIMESTRE ECONMICO
la vision de la primera como homognea y autorregulada, condicionante
y determinante de la segunda. Se induce la necesidad de introducir la me
diacin de elementos polticos y culturalideolgicos en la infraestructura
y en el funcionamiento del sistema, especialmente el papel de organizacio nes, acciones y luchas de clases, de grupos de inters y de presin y po der, crisis polticas. Aunque se reconoce la especificidad, autonoma y capacidad propias de lo politicoestatal, falta la elaboracin de su ubica cin estructural en el capitalismo, y en sociedades pre y poscapitalistas.
Con Gramsci, y con las vicisitudes de su recepcin por el Partido Co munista italiano, el socialismo marxista dentro y fuera de aqul hace im
portantes contribuciones en una lnea antirreduccionista e historicista. Son reivindicadas la superestructura, la hegemona de clases, la poltica y el Estado como articuladores del bloque histrico. El replanteo teoricoprc tico se ha dado en los problemas de las formas de poder y dominacin; los sujetos de prcticas polticas y de hegemonas; la diversidad de con
tradicciones, conflictos, antagonismos y campos problemticos; la falsedad de alternativas polares (reforma o revolucin, comunismo estalinista o socialdemocracia neocapitalista) ; nuevas formas de polticas, de Estado y sociedad.18
La obra de Gramsci, sin embargo, ha influido en la Amrica Latina mucho ms a partir y a travs de una recepcin cannica y coadyuvante para una recuperacin de la ortodoxia dogmtica, que de su potencial criticoprctico y de la experiencia de la izquierda italiana, dentro y fuera del Partido Comunista, la cual se recibe con sospecha, como expresin y parte de alguna insidiosa operacin revisionista. En un sentido similar es sugestivo que la influencia de Althusser y sus discpulos haya sido ms visible y generalizada que la de la Escuela de Francfort, la de Henri Le febvre y, en general, otros marxistas independientes, crticos y hetero doxos.
Sobre la vertiente marxista se han ejercido tambin las influencias de la sociologa norteamericana y la de algunos organismos pblicos in ternacionales.
El avance de la sociologa predominantemente norteamericana, a par tir de los aos cincuenta, se da por la primaca de las orientaciones es tructural funcionalista, del desarrollo poltico, de la teora de la moder nizacin y, ms recientemente, de una variedad readaptada a las con
18 Adems de los ineludibles textos de Gramsci y sus principales comentaristas vase tam bin Giorgio Napolitano, La alternativa eurocomurrista, Barcelona, Editorial Blume, 1977 ; Wolf
gang Leonhard, Euro-Kommunismus-Herausforderung fur Ost und West, Munich, C. Berteslmann
Verlag, 1978.
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TEORIA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 699
diciones regionales y por efecto de los regmenes del Cono Sur de la
concepcin del autoritarismo burocrtico.19
Las organizaciones internacionales con sede en la regin sobre todo
la cepal-onu incorporan gradualmente la problemtica del Estado a
sus tareas. A partir de una preocupacin exclusiva o predominante por el
crecimiento cuantitativo, la teorizacin del neocapitalismo latinoamerica
no, los obstculos a dicho crecimiento y al cambio social, la emergencia de formas y consecuencias de aqullos, obliga a la incorporacin de con
tribuciones sociolgicas y politolgicas. La temtica de las estructuras de
poder, de la planeacin nacional y de la integracin regional, de la de
pendencia externa, suscita anlisis, diagnsticos y modelos que, aunque
dignos de inters y debate, logran una limitada capacidad de explicacin
y de influencia reguladora del crecimiento y del cambio, y no se compro meten con el esfuerzo de diseo y aplicacin de una estrategia de desarro
llo integral.20
VI. Posibles opciones
Desde los aos cincuenta se dan en la regin otros intentos autnomos y crticos de construccin de una teora del Estado de inspiracin marxista, entre ellos los del autor de este trabajo, al que para terminar se hace una
referencia sinttica.
Junto con una toma de posicin sobre la teora del Estado, y de in
vestigacin sobre la formacin del Estado nacional en la Amrica Lati
na,21 se parte de la comprobacin que, si bien las races del papel decisivo del Estado en el desarrollo latinoamericano se encuentran en los periodos colonial y de estructuracin primaria durante el siglo xix, es en las lti mas dcadas que tal fenmeno se despliega en su plenitud y en sus ml
tiples proyecciones, y a ello se ha dirigido el esfuerzo ms reciente de este autor.
En el contexto del proceso de cambio que antes se indic (insercin en nuevo orden internacional de alta polarizacin y en nueva divisin
mundial del trabajo, instauracin y avance del neocapitalismo tardo y
19 Vase nota 6. 20 Vase Comisin Econmica para Amrica Latina (cepal), El desarrollo social de Am
rica Latina en la posguerra, Buenos Aires, Solar/Hachette, 1963; El pensamiento de la CEPAL, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1969; El cambio social y la poltica de desarrollo social en Amrica Latina, Nueva York, Naciones Unidas, 1969; Ral Prebisch, Capitalismo pe rifrico-Crisis y transformacin, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1981.
21 Vase Marcos Kaplan, Formacin del Estado nacional en Amrica Latina, Santiago de
Chile, 1* edicin, Editorial Universitaria, 1969; M. Kaplan, Estado y sociedad, Mxico, unam, 1' edicin, 1978.
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700 EL TRIMESTRE ECONMICO
dependiente, crisis poltica), el Estado y los grupos politicoadministrati vos que lo encarnan y controlan van extendiendo continuamente sus inter
venciones y funciones, sus mbitos y actividades, sus poderes e instrumen tos. El Estado tiende a convertirse en un Leviatn criollo, dual y ambiguo, inclinado a una autonoma relativa de alcances variables, contradictoria
pero slo en ltima instancia limitada.22 La instauracin y avance del neocapitalismo tardo no pueden resultar
de un proceso espontneo ni autorregulado. Su emergencia supone y re
fuerza la primaca de empresas monopolistas nacionales y extranjeras, la
postergacin o el sacrificio de empresas nacionales no monopolistas, de
clases medias profesionales, de trabajadores y marginales urbanos y de
grandes capas campesinas. Las grandes empresas protagonistas y benefi ciadas del modelo de crecimiento y sociedad son prisioneras de sus in
tereses, estn sometidas a la necesidad de valorizacin de sus capitales, y a las coacciones de la competencia, del mercado y de los conflictos de clases. Ellas no pueden producir las condiciones socioeconmicas, las re
gulaciones generales y especficas, las garantas polticas, que requieren actividades no rentables, o de grandes riesgos y largos plazos, pero son
prerrequisitos insustituibles para la existencia y progreso del sector pri vado, para la satisfaccin de necesidades de las clases mayoritarias y para la reproduccin del sistema en su conjunto. El desinters y la re traccin de los monopolios crea vacos y puntos de estrangulamiento en el desarrollo. La propia accin de la gran empresa privada, las tendencias a la entropa del neocapitalismo, rompen el equilibrio relativo en la re
produccin del capital y del sistema, en el reparto del trabajo social y entre las ramas de produccin.
El Estado debe as asumir la garanta de las condiciones generales de
instauracin, y estructuracin, de reproduccin y crecimiento del neoca
pitalismo tardo, sobre todo a travs de sus funciones de organizacin colectiva y polticas socioeconmicas. El Estado y su sector pblico regu lan la disponibilidad y uso de los diversos recursos, en funcin de las necesidades que contribuyen a reconocer y jerarquizar, a travs de las
opciones que crean y de los fines que favorecen. Sus intervenciones inciden tambin en la distribucin de bienes, servicios e ingresos entre
22 Vase "El Leviathan criollo", Revista Mexicana de Sociologa, Mxico, ao XL, vol. XL, nm. 3, julio-septiembre de 1978, y "Estado, acumulacin de capital y distribucin del ingreso en Amrica Latina", Comercio Exterior, Mxico, vol. 29, nm. 4, abril de 1979. Tambin M.
Kaplan, Problemas del desarrollo y de la integracin de Amrica Latina, Caracas, Monte vila
Editores, 1968, y El Estado en el desarrollo y la integracin de Amrica Latina, Caracas, Monte
vila, 1969.
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TEORIA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 701
clases y sectores, regiones y objetivos. El Estado asume la regulacin y la gestin de servicios pblicos, de la infraestructura econmica y social, de las actividades de base y de avanzada. El Estado contribuye a la for
macin del ahorro ; es principal productor, comprador y vendedor de bie nes y servicios ; realiza sus inversiones y estimula directa e indirectamente la inversin privada. A travs del empleo burocrtico, los servicios socia les y las transferencias mantienen el nivel de ocupacin e ingreso y la
capacidad adquisitiva de la poblacin; es tambin regulador del mercado
y de las condiciones de competencia y monopolio. Estado y empresas p blicas tienen un papel decisivo en el financiamiento pblico de la produc cin, y en el enfrentamiento de la sobreacumulacin que amenaza a mo
nopolios nacionales y extranjeros, a travs de diversos mecanismos de
desvalorizacin del capital social. Uno y otras operan como mecanismos de socializacin de riesgos y prdidas de las grandes empresas, de au mento de sus beneficios y tasas de acumulacin, y de descarga de los costos de esta funcin sobre empresas no monopolistas, clases medias y populares (impuestos, inflacin).23
Esta accin comienza por ser complementaria o supletoria de la gran empresa privada, sin tratar en principio de remplazara ni subordinarla. La intervencin del Estado tiende, sin embargo, a expandirse, y con ello su autonoma relativa, ms all de este primer horizonte, en la medida
que debe combinar las garantas de valorizacin de los capitales con las de reproduccin del sistema en su conjunto, y con la atencin a las de mandas de empresas no monopolistas, clases medias dependientes y gru pos populares de la ciudad y del campo. La autonomizacin relativa del Estado y de las lites politicoadministrativas se realiza y refuerza tambin
por el manejo de factores sociopolticos a travs de sus otras funciones. El Estado institucionaliza las relaciones sociales y de mando-obe
diencia en que se funda, las funciones que asume, la creciente gama de
mbitos, estructuras y procesos en que se implica: econmicos (moderni zacin productiva y empresarial, relaciones sector pblico-sector priva do, lazos y flujos internacionales) ; sociales (vnculos y conflictos entre
clases y grupos) ; culturales-ideolgicos (contradicciones entre los reque rimientos de la modernizacin y la democratizacin, y las exigencias de
un control autoritario sobre grupos y conflictos amenazantes del orden) ;
polticas (manejo de nuevas formas de luchas de clases, reacciones com
23 Vase nota 22, y tambin Marcos Kaplan (comp.), Corporaciones pblicas multinacionales
para el desarrollo y la integracin de Amrica Latina, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1972.
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702 EL TRIMESTRE ECONMICO
pensatorias frente al debilitamiento de la legitimidad y el consenso y a los vacos de poder). Las presiones de movimientos nacionalistas, populis tas y socializantes impone al Estado la adopcin de instrumentos para los
intentos de reducir la dependencia, el atraso, la injusticia, las limitacio nes de la democracia formal. Un nuevo derecho en emergencia autoinsti tucionaliza un poder estatal cada vez ms intervencionista y autoritario;
fija y reajusta las reglas del juego sociopoltico; impone una coherencia mnima sobre la heterogeneidad disgregante de fuerzas y conflictos; con
tribuye a la instauracin de condiciones para el neocapitalismo; regula la distribucin de bienes y servicios, ingresos y oportunidades, entre cla ses y grupos.
El Estado debe al mismo tiempo reforzar su aparato politicoadminis trativo de dominacin y sus funciones de coaccin social. Con el aumento de la gama de problemas, grupos, conflictos y crisis que se vuelven ob
jeto de las funciones del Estado, su aparato se expande y complejiza en poderes, recursos, mbitos de actuacin. El Estado modifica sus insti tuciones tradicionales, y les agrega otras nuevas, en las que se entrelazan burocracias pblicas y empresariales, partidos y sindicatos, administra ciones semigubernamentales o formalmente independientes, formas de se
miplaneacin, modalidades de participacin poltica y administrativa de las fuerzas armadas y de la tecnoburocracia.
A travs de este proceso, el Estado aumenta y refina las lites polti cas y administrativas, las tcnicas de gobierno y gestin, las instituciones e instrumentos de intervencin, las capacidades de control y promocin. La maquinaria estatal se hipertrofia en s misma y en sus gastos. El Es tado se concentra y centraliza como aparato, como actor y como foco de
poder; se redefine en su naturaleza y en su operacionalidad; adquiere un
carcter difuso y emprico que desborda su institucionalizacin formal; sufre perturbaciones en su diferenciacin como Estado, se segmenta y complica en su seno, ve obstaculizada la realizacin de sus polticas.
El aparato poltico y administrativo es parte y posibilidad de xito
de las funciones de coaccin social. El Estado refuerza su monopolio de la violencia, de los medios de coaccin, control, decisin y direccin de la
sociedad; de regulacin de las clases y grupos, sus relaciones y conflic tos. Un subsistema de control mantiene a clases y grupos dentro de los
lmites compatibles con los caracteres y requerimientos del sistema, y re
gula las demandas en su nmero, alcance y formas, a travs de una com
binacin de coaccin abierta e induccin del consenso (activo y pasivo). El Estado tiende al encuadre ideolgico y poltico, administrativo y
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TEORIA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 703
policial de la nacin; avanza su intrusin en la existencia privada y en
la cotidianeidad ; supervisa, promueve y politiza a las instituciones, pri vndolas de autonoma. El crecimiento global y la centralizacin totali
zante del poder se despliega a travs del ascenso del Ejecutivo en detri
mento de las otras ramas de gobierno; del uso monopolista y sesgado de
la informacin y de la comunicacin de masas; de la tecnificacin de la
vida poltica y administrativa; del avance de la tecnoburocracia, de la
militarizacin del poder y del aumento de la represin. En consecuencia, el Estado subordina y masifica a la sociedad, la atomiza y mecaniza; la
convierte en cuerpo amorfo, sin rganos de expresin, de participacin ni de autocontrol; supervisa, manipula y uniforma clases, grupos, insti
tuciones y regiones. A travs del subsistema de control y de sus otras funciones, el Estado
se erige en instancia arbitral sobre las clases, grupos e instituciones; re
gula sus relaciones y conflictos; impone formas de compromiso social y poltico. l proporciona las sedes, marcos y mecanismos para la unifica
cin poltica de las fracciones de la clase dominante, y para las solucio nes al problema de la hegemona. En relacin con las clases medias y po
pulares, por una parte el Estado crea y garantiza condiciones generales de dominacin y explotacin. Por otra parte, bajo la presin de movimientos
y partidos nacionalistas, populistas, desarrollistas (liberales) o de izquier da, el Estado cumple intervenciones favorables a dichas clases y sus ex
presiones polticas, para el logro de consenso favorable al grupo hege mnico, al equipo gobernante y al sistema (regulacin de la explotacin excesiva, satisfaccin de necesidades obreras y populares). El Estado re
gula el ascenso y la incorporacin parciales de grupos subalternos y do
minados, limita su participacin efectiva en el poder y el ingreso, crea lealtades nacionales para la integracin interna y las relaciones con el exterior.
A travs de sus funciones cidturalideolgicas y educacionales el Es tado es productor de recursos humanos, de informaciones organizativas (saber qu y por qu, saber cmo), sociales, de ciencia y tcnica y de re
glas generativas (normas, valores, modelos de personalidad y de conducta) para la socializacin, regulacin e integracin de grupos e individuos. El Estado opera a travs de la educacin formal y de la pedagoga cotidiana, de los medios de masas, de las instituciones y prcticas culturales y cien
tificotcnicas, de las organizaciones corporativas y las Iglesias.24
24 Vase M. Kaplan, Estado, cultura y ciencia en Amrica Latina, The United Nations Uni
versity, Tokio, 1981, y "Desarrollo cientfico y tecnolgico en Amrica Latina: Obstculos y
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704 EL TRIMESTRE ECONMICO
En sus funciones de relaciones internacionales el Estado tiene un pa
pel central para la constitucin y modificacin de la dependencia exter
na, y para la instauracin y avance del neocapitalismo perifrico como la cara interna de aqulla. El Estado, sin embargo, rara vez llega a ser mero instrumento pasivo de grupos e intereses extranjeros. Su tenden
cia, por el contrario, es a la asuncin del papel de mediacin y arbitraje entre los grupos internos y externos, entre la sociedad nacional y las
metrpolis, entre la autonoma y la dependencia. Sus polticas naciona
listas, vacilantes y errticas pero recurrentes, permiten canalizar hacia el
exterior fuerzas y tendencias internas que podran amenazar al sistema
y disponer de bases nacionales movilizables para reforzar la capacidad de maniobra de las lites gobernantes respecto a los Estados y corporacio nes de potencias hegemnicas y pases desarrollados. Las reivindicaciones
nacionalistas y las demandas de un nuevo orden internacional buscan, al mismo tiempo, la renegociacin de la dependencia, el logro de ventajas dentro del actual sistema mundial y el fortalecimiento de la autonoma relativa del Estado.25
En el despliegue de las funciones y actividades que se indic, el Es tado se coloca por encima de la sociedad neocapitalista-perifrica y de sus
clases; proporciona condiciones y garanta de existencia y reproduccin
para un sistema incapaz de lograrlas por el funcionamiento espontneo o
por la accin exclusiva de una fraccin o clase dominante, de unidades
productoras privadas y del mercado.
Unidad global resultante de interrelaciones entre partes que lo gene ran y constituyen, pero dotada de cualidades y capacidades propias, el
Estado interviene en las condiciones que lo generan, las estimula y des
arrolla, trabaja en su propio avance. El Estado aumenta sus funciones,
poderes y capacidades; se vuelve organizador; estimula metaorganizacio nes y metasistemas que operan como superaciones evolutivas; hipertro fia, acumula y centraliza poderes, incrementa sus intereses propios como
institucin y grupo. De epifenmeno de la sociedad pasa a ser su epicen tro, se separa cada vez ms de ella, establece con ella relaciones simbi
ticas y parasitarias. El aumento del estatismo se entrelaza con el refuerzo y la autonomi
zacin del personal poltico y administrativo, de la tecnoburocracia civil
y militar. El neocapitalismo tardo y dependiente suscita particularmente
perspectivas", Cuadernos del Centro de Documentacin Legislativa Universitaria, Mxico, NAm, nm. 5, julio-septiembre de 1980.
25 Vase nota 1 y M. Kaplan, "Dilemas del dilogo Norte-Sur", Pensamiento Universitario, Mxico, nm. 48, febrero de 1982.
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TEORA DEL ESTADO EN LA AMRICA LATINA 705
la politizacin, la escisin entre poltica y sociedad, la tendencia de la
primera a la autonomizacin y al monopolio de la iniciativa social. Las estructuras politicoestatales se especializan, sus personales se profesiona lizan y desarrollan intereses y poderes propios, estn ms determinados
y condicionados por su actuacin en y para el Estado que por cualquier otra circunstancia, incluso las filiaciones y relaciones de clase (de origen y de apoyo). Ello es igualmente cierto del otro sector que, junto con los
dirigentes y cuadros polticos, integra la lite gobernante, es decir, la bu rocracia administrativa, como capa social especfica y como tipo de or
ganizacin. Ella cumple funciones de mediacin y regulacin respecto a clases y grupos, establece relaciones de poder con unas y otros, los hacen
depender del Estado y de ella misma para su existencia y progreso. Una
parte de la burocracia se recluta en sectores no dominantes (medios y populares) que encuentran en la funcin pblica un mecanismo de exis
tencia, de ascenso y participacin. Ciertos grupos burocrticos cambian su mentalidad y su perspectiva respecto a la sociedad y a los grupos ma
yoritarios, los toman en cuenta y organizan, para mejor controlarlos y manipularlos, los convierten en base y clientela. En y alrededor de la burocracia se generan subsistemas de poder y constelaciones de intereses
que refuerzan su expansin autnoma. Como expresin extrema de esta tendencia, las fuerzas armadas se
politizan, asumen la tutela de la nacin, tienden a convertirse en lite tecnoburocrtica que converge con sectores de la tecnoburocracia civil en acuerdos y alianzas. La tecnoburocracia civil-militar esboza una conversin en sociedad aparte en el Estado, centro autnomo de decisiones y de in tereses especficos.26
Sistema dinmico en sociedades complejas y cambiantes, mediador y rbitro, el Estado se ve afectado por clases e instituciones, sus intereses
y proyectos, sus movimientos y conflictos; debe recurrir a estrategias y tcticas que mantengan su supremaca. Aqul y las lites politicoadminis trativas deben en parte presentarse y en parte ser instancia autonomizada
y superior, fuerza dominante de la sociedad, respecto a todas las clases y grupos. Las divisiones de la clase dominante en fracciones competitivas, su incapacidad para la conciencia y voluntad unificadas como tal, la obli
gan a recurrir y someterse a las lites politicoadministrativas como "apo
26 Vase M. Kaplan, "50 aos de historia argentina (1925-1975) : El laberinto de la frus tracin", Pablo Gonzlez Casanova (comp.), Amrica Latina: Historia de medio siglo. I. Amrica del Sur, Mxico, Siglo XXI Editores, 1977; M. Kaplan, "Militarismo, armamentismo, dependen cia: El caso de Amrica Latina", Amrica Latina, Academia de Ciencias de Mosc, nm. 11, 1980.
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706 EL TRIMESTRE ECONMICO
derados especializados en la razn de Estado". A travs del Estado, la clase dominante termina de estructurarse como tal, de resolver el proble ma de la hegemona, y es defendida contra sus enemigos internos y ex ternos. El bloque del poder no es monoltico sino heterogneo, minado
por contradicciones entre fracciones de clases, influido y erosionado por otras clases y grupos, y diversos movimientos sociales. Diferentes sec tores y ramas del Estado pueden volverse sedes del poder de clases o fracciones no dominantes, intentar incluso sacudir su yugo para apro piarse de todo el poder. El fortalecimiento del Estado y de su autonoma relativa requiere una neutralidad aparente-real, tanto ms eficaz cuanto ms sus dirigentes y cuadros piensan y actan a partir de sus propias categoras polticas, que funcionan como mediaciones, y cuanto ms con vencidos estn de su propia imparcialidad.
La democratizacin en el reclutamiento poltico hace operar mecanis mos de promocin individual y grupal que dentro de lmites variables abren los organismos del Estado a individuos provenientes de niveles me dios o inferiores. Competencias y confli