koch, christof - la consciencia, una aproximación neurobiológica

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0 9 O 2 6 8 PREFACIO Debemos saber. Sabremos. í.;um/i'í> i‘/i / n ¡típula J i' Dtivnl ( jilbcrl , íju/Ii'muí/jco íj/l'huíh Ya me había lomado una aspirina, pero seguía el dolor de cabeza. Tumbado en la cama, no podía dormir por las punzadas de la muela de abajo. Para alejar de mi cabeza esa sensación de dolor, reflexione sobre por qué me dolía. Yo sabía que la inflamación de la pulpa dentaria enviaba actividad eléctrica por una de las ramili- caciones del nervio trigémino que termina en el tronco del encéfalo. Tras pasar por más etapas de activación, al final el dolor era generado por células nerviosas situa- das en las honduras del prosencéfalo. No obstante, nada de esto explicaba por qué me sentía fatal. ¿Cómo es que el sodio, el potasio, el calcio y otros iones chapo- leando por el cerebro provocaban esa sensación tan atroz? lista prosaica manifestación del venerable problema mente-cerebro, allá en el verano de I98X. me lia tenido ocu - pado hasta el día de hoy. E.l dilema meme-cucrpo puede expresarse en forma sucinta mediante la pre - gunta siguiente: «¿Cómo es que un sistema físico, como el cerebro, puede experi- mentar algo?» Por ejemplo, si un sensor de temperatura acoplado a un ordenador llega a calentarse mucho, el procesador quizás accione una luz de alarma. Sin embar- go, nadie afirmaría que el flujo de electrones por la puerta del transistor que cierra el interruptor de la luz hace que la máquina lenga un mal día. Entonces, ¿cómo es que la actividad neural puede originar la sensación de dolor ardiente? ¿Hay algo mágico en el cerebro? ¿Tiene esto que ver con la arquitectura, con el tipo de neuro- nas implicadas o con sus patrones de actividad electro-química asociada? Hl asunto se vuelve más misterioso aún cuando reparamos en que buena parte de —si no casi todo— lo que sucede dentro del cráneo no es accesible a la intros- pección. Efectivamente, la mayor parle de nuestras acciones cotidianas —atarnos los zapatos, conducir, correr, subir escaleras, las conversaciones simples— llevan pues- to el piloto automático mientras la mente está ocupada en cosas más importantes. Esas conductas, t,en qué difieren neurológicamenle de las que dan lugar a sensacio- nes conscientes? En este libro busco respuestas a estas preguntas en un marco neurocientífico. Abogo por un programa de investigación cuya principal finalidad sea descubrir los correlatos neuronales de la consciencia, los CNC. Estos constituyen el conjunto más Pequeño de mecanismos y sucesos cerebrales que bastan para cierta sensación espe-

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Neurociencia

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0 9 O 2 6 8

PREFACIO

D e b e m o s sa b er . S a b r em o s . í . ; u m / i ' í > i ‘ / i / n ¡típula J i ' D tiv n l ( j i lb c r l , í j u / I i ' m u í / j c o í j / l ' h u í h

Ya me había lom ado una aspirina , pero seguía el do lor de cabeza . T u m b a d o en la c am a , no podía do rm ir por las punzadas de la muela de abajo. Para ale jar de mi cabeza esa sensac ión de dolor, reflexione sobre por qué me dolía . Yo sabía que la inf lamación de la pulpa denta ria enviaba act ividad eléctrica po r una de las ramil i- cac iones del nervio t r igém ino que termina en el t ronco del encéfalo . Tras pasar por más e tapas de act ivac ión, al final el do lor era generado por célu las nerviosas si tua­das en las honduras del prosencéfalo . No obstante , nada de esto exp licaba por qué me sentía fatal. ¿ C ó m o es que el sodio, el potas io , el calcio y otros iones c h ap o ­leando por el cerebro provocaban esa sensación tan atroz? lista prosa ica manifestación del venerable p rob lem a m ente -ce rebro , allá en el verano de I98X. me lia tenido o c u ­pado hasta el d ía de hoy.

E.l d i lem a m em e-cuc rpo puede expresarse en forma sucinta m edian te la p re ­gunta siguiente : «¿C ó m o es que un sis tema f ís ico, c o m o el cerebro , puede exper i ­mentar a lgo?» Por e jem plo , si un sensor de tem pera tura acop lado a un ordenador llega a calentarse m ucho , el procesador qu izás acc ione una luz de a la rma. Sin e m b a r ­go, nadie af irmaría que el flujo de e lectrones por la puerta del transis to r que cierra el in te rruptor de la luz hace que la m áquina lenga un mal día. En tonces , ¿ có m o es que la act iv idad neural puede orig inar la sensac ión de do lor a rd ien te? ¿H ay algo m ág ico en el c ereb ro? ¿Tiene esto que ver con la a rquitectura , con el tipo de neu ro ­nas impl icadas o con sus patrones de act iv idad e lec tro -qu ím ica asoc iada?

Hl asun to se vuelve más mis te r ioso aún cu an d o reparam os en que buena parte de — si no casi t o d o — lo que sucede den tro del c ráneo no es accesib le a la intros­pecc ión. E fec t ivam en te , la m ayor parle de nuestras a cc iones co tid ianas — atarnos los zapatos , conducir , correr , subir escaleras, las conversac iones s im p le s — llevan pues­to el pi loto au tom ático mientras la mente e s tá o cu p ad a en cosas m ás importantes. Esas conduc ta s , t,en qué di fieren neu ro lóg icam enle de las que dan lugar a sensac io ­nes consc ien tes?

En este libro busco respuestas a estas p reguntas en un m arco neurocientíf ico. A b o g o p o r un prog ram a de investigación cuya principal finalidad sea descubr ir los correla tos neu ronales de la consc iencia , los C N C . Estos constituyen el con jun to más P equeño de m ecan ism os y sucesos cerebrales que bastan para c ierta sensación e sp e ­

18 LA CO NSC IKNC1A

cífica consciente, e lemental c o m o el colo r rojo o comple ja c o m o la impresión sen ­sual, misteriosa y p r imigen ia susci tada al obse rva r la imagen s e h ática de la sobre ­cubierta del libro. Describ ir los C N C es uno de los desafíos c ientíf icos fundam en ta ­les de nuestra época.

Para l legar al m eo l lo de l a su n to t en g o qu e a ce rca rm e todo lo posib le al lugar d onde la g o m a toca el a sfa l to , en los e sp ac io s inte rs t ic ia les en tre la ex p er ien c ia fenom én ica y la sus tanc ia c e reb ra l co rp ó rea . D o n d e m ejor se han ex p lo ra d o estas regiones ha s ido en la p e rce p c ió n v isua l , razón por la que este l ibro se cen t ra en la visión, si bien no de m anera exclusiva . Exam inaré los da tos clínicos pertinentes de carácter a n a tó m ic o , n e u ro f is io ló g ico , p s ico ló g ico y c l ín ico y los en tre te je ré en un gran tapiz qu e c o n s t i tu y a un m a rc o n u ev o para p en sa r en la base neu rona l de la consc iencia .

Este libro va d ir ig ido a cualqu iera que tenga curios idad po r un antiguo debate que ha vuelto a desper ta r la imaginac ión de los f i lósofos, c ientíf icos , m édicos , inge­nieros y seres pensantes en general de nuestro t iempo. ¿Q ué es la consc iencia? ¿C óm o encaja en el orden natural de las cosas? ¿Para que és buena? ¿Es exclusiva de los seres h u m an o s ? ¿P o r qu é tantas de nuestras acc iones evitan la consc iencia? Las respuestas a estas p reguntas de te rm inarán una nueva imagen de lo que es ser humano. Esta im agen , qu e aún ahora está em erg iendo lentamente , contradice muchas de las im ágenes t radicionales a las que h em os tom ado cariño. ¿Quién sabe dónde nos l levará esta búsqueda? C o m o escrib ió lord D unsany, «el hom bre es algo pequeño y la noche es g rande y está llena de prodigios».

Las ideas exp resadas en estas páginas son fruto de una intensa colaborac ión con Francis Crick en el Inst i tu to Salk, de La Jolla (Cali fornia), al norte de San Diego. Nos co n o c im o s en 1981 en T üb ingen , A lemania , mientras discutíamos con Tomaso Poggio sobre la func ión de las espinas dendrít icas. C uando después me tras­ladé al Insti tuto Tecno lóg ico de M assachuse t ts , en C am b r id g e , y, con S h im on Ull- rnan, ideé m odos de exp licar la a tención visual sobre la base de redes neurales arti ­ficiales, S h im on y yo v isi tamos a Francis pa ra tener un v igoroso y est im ulante inter­cam bio de ideas du ran te una sem ana . El r i tm o de nuestra interacción se intensificó cuando pasé a ser p rofesor en el Inst i tu to de T ecnolog ía de Cali fo rn ia , en Pusadena, a dos horas de coche de La Jolla.

El interés de Francis por las bases bio lógicas de la consc iencia , que se rem o n ­ta a la época in m ed ia tam en te poster ior a la Segunda Guerra M undia l , conf luyó con mi desenfrenado en tu s ia sm o po r pensa r sobre la a tención visual y la consc iencia en un marco com pu tac ional y trazar m apas en c ircuitos neurobiológicos . N uestras e sp e ­culaciones conjuntas adoptaron una forma concre ta con el redescubr imien to de la actividad de picos (potenc iales de acc ión) oscila tor ia y sincronizada en la corteza visual del gato a finales de la d écada de 1980. Francis y yo pub l icam os nuestro pr i ­m er informe, «Towards a neurobio logica l theory o f consc iousness [Hacia una teoría neurobio lógica de la consc ienc ia ]» , en 1990. A m ed ida que con tam os con da tos nu e ­vos y nuestro punto de vista evo luc ionó para abarcar m últ ip les aspectos de la c o n s ­ciencia, m an tuv im os un r i tm o constan te de publicaciones . En los ú l timos c inco años, he pasado dos o tres d ías al mes en la casa de Francis . Por razones personales, él decidió no aparecer c o m o coau tor de este libro. N o obstante , para subrayar la p ro ­piedad com ún de las ideas exp resadas en el m ism o , a m enudo pongo «nosotros» o

PREFAC IO 19

«nuestro» para refer irme a Francis y a mí. Sé que esto es a lgo inusual, pero la nues­tra es una co laborac ión inusual.

A unque lie c o n s e rv ad o el en tu s ia sm o , adqu ir ido en mi j u v en tu d , por ciertos f i lósofos g r iegos y a lem an es — Pla tón, S c h o p e n h au e r . N ie tzsche y el jo v en Witt- genste in — , mi e s t i lo de esc r i tu ra p rocu ra segu ir la t radición an g lo sa jo n a de c la r i ­dad. La gu ía de The E co n o m is t para e sc r ib ir lo re sum e así: «D ec ir lo de la m a n e ­ra más sencil la posib le .» In tento ser c la ro en la d is t inc ión entre lo qu e se sabe y lo que es mera e sp ecu lac ió n . A por to re fe renc ias a la l iteratura en n u m ero s a s notas . Estas tam bién a luden a c o m p le j id ad es que qu izá no sean de in te rés para el gran públ ico . La p r im era ve? qu e sa le un té rm in o técn ico se pone en cu rs iva y m ás a d e ­lante se explica en el g losar io .

Si el l ec to r es n u e v o en es tas l ides, su g ie ro que e m p ie ce l ey en d o el c ap í tu ­lo in t roduc to r io y la e n tre v is ta de l f inal , la cual re su m e de un m o d o in fo rm al mis o p in io n es sobre d iv e rs o s tem as . El materia l técn ico n u ev o e s tá c o n te n id o en los cap í tu los 2, 9, I I . 13 y 15, m ien t ras que los cap í tu lo s 14 y 18 s ig u en un a línea m ás e specu la t iva .

Uti lizo este libro en un curso de inic iación a la neurob io log ía de la co n sc ien ­cia. El material d idác t ico , incluidos deberes y versiones stream ing de todas mis c la ­ses, se halla en: w w w .k lab .ca l tech .ed u /cn s l2 U .

Ahora me gustar ía dar las gracias a todos los que han hecho posible este libro.Primero, na tura lmente , Francis C’rick. Sin su constan te guía , sus ideas y su

c reatividad, este libro s im plem ente no existi ría. Todas las ideas fundam enta les aquí incluidas han sido publ icadas duran te los años que he es tado con Francis. Él leyó e h i¿o comentar ios acerca de num erosas versiones del m anuscri to . D ed ico este l ibro a Francis y a su aguda e intransigente búsqueda de la verdad , al m argen de a dónde le lleve, y a su sensa tez y su capacidad para acep tar e legan tem en te lo inevitable . No c o n o /c o a nadie c o m o él.

Con los años me he beneficiado, una y otra vez, de !a grata hospi ta l idad y del maravi l loso arte culinario de Odile C'rick, e sposa de Francis , y he tenido pocas o p o r ­tunidades para corresponderle . Fue ella quien sugirió el título del libro durante uno de nuestros frecuentes a lm uerzos en su so leado patio de La Jolla.

El p rog ram a de investigación l levado a cabo en mi laboratorio es intenso, absorbente y p ro fundam en te sat isfactorio. Tam bién bastante caro. A lo largo de los años he gozado del generoso respaldo de d iversas inst ituciones. Fn p r im er lugar, el Insti tuto de Tecnología de Cali fornia , bajo la d irección de David Balt imore. Vaya oasis — una torre de m a r t i l— m agníf icam ente p reparado para la búsqueda de la ver­dad con mayúscu las . La f inanciación externa ha corr ido a cargo de la National Sc ience F oundat ion , el National Inslitule o f Health , el National Instíla te o f Mental Health, la Off ice o f Naval Research , la Defense A dvanced Research Project Agency, la W. M. K eck F oundat ion , la M cD onne l l -P ew F oundat ion , la Alfred Sloan F o u n ­dation , la Swartz Foundat ion y la Ciordon and Betiy M oore Foundation.

Gracias a mis a lum nos , com pañe ros post-docto ia les y colegas , que junto con mi hijo A lexander y mi hija Gabrie le leyeron parles clel libro y br indaron un p e n e ­trante feedback: Larry Abbot t . Alex Backer, Randolph Blake . FÁlward Callawav. M ichael H erzog , Karen H ey m an , Anya Hurlbert , ( .¡abrid K re im an . G i l íes Laurenl, Davit) L.eopold, N ikos Logothe tis , Wei Ji M a , John M aunse l l , Farl Miller, David

20LA C O N S C I l iN C I A

Mihier Anthony Movshon. W ¡lliani New M im e, Bruno Olshausen, l.eslie Orgcl. Curl

Piho Javier Pe'rez O rne. Toniaso Poggio. John Reynolds. Roben Rodieck. David

Shciiiherj! Wolf Smsier. Larr> Squire. Nao Tsuehiya. lindel Tulv ing. E lizabelh Vla-

hos. Unan Wandell. I’amck Wilken y Semir Zeki

Kcspecio a las bases concerníales de mi programa de investigación He sacado

mucho piovccho de discusiones con los filósofos Ti ni Bayne. Ned B lock. David

Chahncrs. Pal Churchland, Dan Dennell. Ilya Farber y Alva Noe.

fie lemdo la fortuna de conlar con nueve lectores entusiastas del manuscrito

completo: John Murdzeck, editor profesional del desarrollo, y ocho aficionados a

la consciencia. Tim Bayne. Joseph Bogen. Conslan/.e Hofstotler. O liver L ando ll,

l-nist Niebur. Parshkev Nachev. Javier Perez-Orive y R u ffin Van R u llen . Tres

colegas - Bruce Bndgeman. McKell Cárter e Ilya Farber— dedicaron tiempo y un

inmenso esluer/o a corregir cuidadosamente las pruebas del manuscrito completo.

1.a perseverancia > el interminable flujo de sugerencias de todos estos lectores resol-

vio muchos desaciertos, graves y leves, y mejoró enormemente la legibilidad del

libro Muchas gracias. Mi editor, Ben Roberls, dirig ió con autoridad todo el proce­

so, desde el primer manuscrito hasta el volumen que el lector nene en las manos.

Como un verdadero bibliófilo, se empeñó en lodo momento en alcanzar los niveles

óptimos [amo para la forma como para el contenido. Los dibujos e imágenes, desde

la esplendida cubierta hasta las páginas finales, las figuras en el texto, la fuente y la

disposición global, se deben a Emiko-Rose Paul y su equipo del Echo Medical

Media \ a Mark Stuart üng . Leslie Galen, de Integre Iechnical Publishing. revisó

lodos v cada uno de los caracteres entre los dos sujetalibros y supervisó lodo el pro­

ceso de producción. No podia haber pedido un mejor equipo de profesionales.

Al final queda mi familia más cercana, sin la cual estoy perdido: Edith. Ale-

xander. Gabriele. v nuestros compañeros cánidos. Trixie. Nosy y Bella. No tengo 111 idea de |)or que soy tan afortunado de estar con todos vosotros.

"1 ahoia im ito a los queridos lectores a que disfruten del libro.

F’asademi, agosto de 2003

C a p í t u l o 1

INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA CONSCIENCIA

La ( lUisciem n¡ es !<> t/ue h a ré re<i/mente inso lub ie, el />r<>blcma m en te-i uerpo ... S in eons< iencia .

el p ro b lem a m e n te -cu erp o seria m ucho /nenos in teresan te .C on co n sc ien c ia p a re ce im posib le .

IX- W hai Is It L ike lo l ie a H at.', de Tiiom as Naoi-.l

En la novela inacabada de T ilomas M am i. Ixis co n fesio n es d e l e s ta fa d o r t e l i \ K n tll . el pro lesor K uckuck habla con el m arques de Venosta sobre las ires etapas fundamentales v m is te r iosas de la creación. P n m e io está la c reación de a lgo — a saber, el u n iv e r s o — desde de la nada. El segundo acto de la génesis es el que e n g e n ­dró vida a part ir de materia mueria . inorgánica, El tercer acto mis te r ioso es el naci­m iento de la consc ienc ia ' v de los seres consc ien tes , capaces de re flexionar sobre sí m ism os , desde la materia orgánica. Los seres h um anos y al m enos a lgunos anim ales no sólo detectan la luz. m ueven los ojos y real izan o tras acc iones , s ino que también tienen - sensac iones» asoc iadas a estos sucesos. Lisie s ingular ra sgo del m undo pide a gri tos una explicac ión. La consc iencia s igue s iendo uno de los en igm as clave al que hace trente la coMnovisión cient ífica .

1.1. ¿ Q U É D E B E SER E X P L IC A D O ?

En los anales de la historia , los hom bres y las muje res se han preguntado por qué som os capaces de ver, oler, re flexionar sobre nosotros m ism os o recordar. ¿ C ó m o surgen estas sensac iones? La pregunta esencial en el núcleo del problema m en te -cuerpo es la siguiente: ¿C u a l es la relación en tre la m en tí1 consc ien te y las in teracc iones e lec tro q u ím ica s en e l cu erp o que dan lu í’a r a la m ism a'.'- El sabor sa la ­

1. La pa labra consc i enc ia viene del lat ín c o n ^ c ie n n a . palabra com puest a de cuín (con o junios) y sc ire (.saber).

2. E n las d iversas d isc ip l inas no ha surgido nin gún uso con sensú a! de té rm inos ob je t ivo s \ su b ­je t ivos. En el con junto del l ibro a dopto la s igu iente co nvenc ió n ; d v ie a in n y con thn ui son té rm inos o b je ­t ivos que puede n ser opera t ivos (véase D enne i . 1991). co m o en «la ret ina detecta el dest el l o rojo, y el o b s e rv ado r p re si ona con el ded o c o m o respuesta». La de tecc ión y la c onduc ta p ueden p roduc ir se en

22 l A C O N SC IL \C l\

do y la textura crujiente de las patatas fri tas, el inconfundible o lor de un p e n o que ha estado m ojándose ba jo la lluvia o la sensac ión de co lea r de unas minúsculas a g a ­rraderas a un par de metros por enc im a del úl timo punto de apoyo de un acanti lado, ¿cóm o surge lodo esto de redes de neuronas? Esias cual idades sensoriales, los c o m ­ponentes básicos de la experienc ia consc iente , han sido denom inados tradieional- mente qualia . El en igm a es: ¿ C ó m o puede un sistema físico tener q u a lia 7

A dem ás , ¿por qué es un q u a l f de te rm inado y no o tro d iferente? ¿Por qué el color rojo l iene este aspecto, bien dist in to de la sensación de ver el azul? Estos no son s ímbolos abstractos , arb itrar ios: representan a lgo s i^n ifu a n co para el o rgan is ­mo. Los f i lósofos hab lan de la capacidad de la mente para representar u ocuparse de cosas. Sigue siendo un mis te r io el m odo en que el signif icado surge de act ividad eléctrica en las inmensas redes neurales que const ituyen el cerebro. La estructura de estas redes, su conectiv idad , sin duda de sem peñan un papel ; pero ¿ có m o ? 3

¿C óm o es que los seres humanos y los animales pueden tener experiencias ' ' ¿Por qué la gente no puede vivir, engendrar y criar hijos sin consciencia? Desde una posi­ción subjetiva ventajosa, esto parecería no estar vivo en absoluto, sería como andar sonámbulo por la vida. Entonces, ¿por qué. desde la perspectiva de la evolución, existe la consciencia? ¿Qué valor de supervivencia está vinculado a la vida subjetiva, mental' '

En la tradición haitiana, un zombie es un muerto que. gracias al poder mágico de un brujo, debe representar los deseos de la persona que lo controla. En filosofía, un :.on¡- bie es un ser imaginario que se comporta y actúa com o una persona normal pero que carece totalmente de vida consciente, de sensaciones y sentimientos. Un /om bie espe­cialmente insidioso llegaría incluso a mentir si afirmara que está experimentando algo.

El hecho de que sea tan difícil imaginar un panorama así es una prueba fehaciente de la fundamental importancia de la consciencia en la vida cotidiana. Según el famoso comentar io de René Descanes — hecho en el contexto de establecer su exis tencia— , puedo determinar con certeza que «soy consciente». No siempre, no mientras duermo sin soñar o cuando estoy anes tesiado, pero a menudo: cuando leo. hablo, salto, pienso, analizo o me limito a permanecer sentado y admirar la belleza del m u n d o 4

ausenc ia de conscienci a. Ut i l i zo sen sa c ió n , p e rc e p c ió n , visión , e x p e l ía n n i, /nen ie y sen tim ien io en su sentido ob jet ivo , c o m o en <>sensación consc ie nt e» y así sucesivamente . Ya que estoy con el tem a de la conve nc ión , ah í va otra. En to do el l ibro uso co n o c im ien to c o n s n e n te la w a ren ess) y co nscienc ia (cons- eio usn ess) c o m o sin ón im os. A lgu n o s espec ial is tas dist inguen entre am bos po r raz ones on toióg ica s (Cha lm ers. 1996), concep tu a le s (B lo ck. 1995) o psicológicas (T uK in g , 1995). En nuestro caso , pocas pruebas em p ír i cas ju st if i can una d is t inc ión laí (n o obstan te , véase L a m m e , 2003 ). Q u iz á en el futuro tenga que revisar este pun ió de vista. Cu ri o sa m ente , la l i teratura cien tíf ica co n te m p or ánea no fom enta el uso de la pa labra consc ie nc ia {con sc io u sn ess) mien tras que considera aceptabl e aw a ren ess (c o n oc i­mien to consciente ) . Es to es m ás un reflejo de las tendencia s socio lóg icas que una idea pro funda.

No está clara la relación exact a entre qualia y signif icado (véase la an tología de C ha lm ers , 2002) 4 Hab la ndo con p ro p ie dad , no sé si el lector es co nsci ent e o no ¡Q uizá se a un zombie ! N o o b s ­

tante, dado que acuia y hab la c o m o yo , porq ue am b o s cerebros son parec idos, y porq ue el lector y yo com part im os la m is m a he rencia evo lu tiv a , p re su m o con buen c ri ter io q ue tam b ién es consciente . A c tu a l ­mente . nuestro co n oc im ie n to c ien tíf ico de la consc ie nc ia n o b as ta para d em ost ra r esto , pero lodo lo re fe ­rente al m undo natural e s com pa ti b le con esta suposic ión . El so lip s ism o m e n ta l lo niega y sost iene que sólo e l propio m i i c i o es v erd adera m en te consc i ent e mien tras todos los d e m á s son zombies. Parece poco convincente o bastante arbi trario. Al fin y al cabo , de todas las pe rs onas que hay en el m u n d o, por que tic e, «el e sc og ido pa ra la consci enci a?

IM R O L H t 'U O \ AL L ST l'D IO DL LA t O N SC ILN C IA 23

FJ mis te rio se agranda cuando caem os en la cuenta de que g ian parte de lo que sucede en el cerebro evita la consc iencia . C ier tos exper im en tos electrof is io lógicos dem uestran que la act ividad furiosa de legiones de neuronas quizá no sea c a p a / de genera r un recue ido o una percepción consc iente . En una acc ión refleja , si vemos que un insecto se desl iza por nuestro pie sacudirem os éste instantánea y v igorosa­m ente . aunque sólo más tarde reparemos en lo sucedido. O bien el cuerpo reaccio­na ante una visión ate rradora , una araña o un a rma, antes de regis trarla consc ien te ­mente: las pa lm as se vuelven sudorosas , aum entan el r i tm o card íaco y la presión sanguínea . \ se libera adrenalina. Io d o esto pasa antes de saber que tenem os miedo y por qué. M uchas conductas sensoriom otoras re la tivamente com ple jas son rápidas y no c o n sc ie n te s de m o d o sem ejan te . Eln e le c to , la c lave del e n t r e n a m ie n to c o n ­siste en e n s e ñ a r al c u e rp o a e je cu ta r con rap idez una serte c o m p le ja de m o v i ­m ien to s — devo lve r un saque, evitar un puñetazo , a tarnos los co rd o n es de los zapa­to s — sin p e n s a r e n ello. El procesam ien to no consc iente se ex tiende has ta los e s t ra ­tos m ás e le v ad o s de la m ente . S ig m u n d Frcud sos ten ía qu e las ex p e r ien c ia s en la in fanc ia — sobre lodo las de na turaleza t rau m á tica — pueden de te rm in a r p ro funda­mente la conducta adulta de una manera 110 accesib le a la consc iencia . Buena parte de la crea tiv idad y la toma de decisiones de alto nivel se p roducen sin pensam ien to consc ien te , cues t ión tratada más a fondo en el capítulo 18.

Así. gran parte del llu jo \ el reflujo de la vida d ian a tiene lugar fuera de la consc iencia . A lgunas de las mejores pruebas de e llo son clínicas. Veamos el ex tra ­ño caso de la paciente neurologica D. F. Fs m e a p a / de ver formas o reconocer im á­genes de objetos co tid ianos , pero sí puede coger una pelota . A unque no sabe decir cuál es la o r ientación de una de lgada abertura parecida a la de un buzón (¿es hori­zonta l?), puede in troducir en eila háb ilm ente una carta (figura 13.2). Al es tud iar esos pacientes, los neuropsico logos han deducido la ex is tenc ia de a je n ie s zom bie en el cerebro que evitan la consciencia; es decir, 110 implican a la consc iencia ( recorde­m os que en la segunda nota de este capi tu lo he equ ipa rado consc iencia y conoc i ­miento consc ien te - con.siiousnes.s, aw arenes.s — ). Listos agentes están ded icados a tareas estereo típ icas , c o m o el m ovim ien to de los o jos o la co locac ión de las manos. Por lo c o m ú n funcionan con m ucha rapidez y no t ienen acceso a la m em oria exp l í ­cita. En los capítu los 12 y 13 volveré sobre estos temas.

Así, ¿por qué no es el cerebro un gran con jun to de agen tes zom bie? Si así tuera , la v ida podría ser aburrida; pero dado que estos agentes obran con celer idad y sin e sfue rzo , ¿po r qué necesi tam os la consc ienc ia para nada? ¿Cuál es su función? En el cap í tu lo 14 sos tengo que la consc iencia da acceso u un m odo de procesam ien to de libe rado y de uso general para p lanif icar y considerar una futura línea de acción. Sin consc ienc ia e s ta r íam os peor.

La consc ienc ia es un asunto muy personal. Una sensac ión 110 puede t ransmi­tirse d i rec tam en te a a lguien sino que , por U> genera l, se encierra en el m arco de otras experienc ias . In ten temos explicar la experienc ia de ver el co lor rojo. A cabaremos re lacionándolo con otras percepciones , po r e jem plo , «rojo c o m o una puesta de sol»o «rojo c o m o una bandera china» (esta tarea se torna casi imposib le cuando nos co m u n icam o s con una persona ciega de nacimiento). P odem os hablar con sentido sobre las re laciones entre d iferentes exper ienc ias , pero 110 acerca de una sola. Fisto también debe ser exp licado .

24 LA COMSC IEM IA

A quí leñem os, pues , el f le tamento de nuestra búsqueda: com prender c ó m o y por qué las bases neura les de una sensación consc ienle e specíf ica están asociadas a esla sensación y 110 a otra, o a un es tado to ta lmente no consciente; por qué las se n ­saciones están est ructuradas c o m o lo están, c ó m o adquie ren significado, y por qué son personales; y, por ú l timo, c ó m o y por qué m uchas conductas tienen lugar sin consciencia.

1.2. E S P E C T R O D E R E S P U E S T A S

Desde que a m ed ia d o s del s ig lo x v n D esca r te s pub l icó E l in tu id o de l h o m ­bre, f i lósofos y c ien t í f icos han r e f lex io n ad o sobre el p ro b lem a m en te -cu e rp o en su fo rm a actual . N o o b s ta n te , has ta la d é ca d a de 1980 la inm ensa m ayor ía de los traba jos en las c ien c ia s de l c e re b ro no h ic ie ro n n inguna re fe renc ia a la c o n s c ie n ­cia. En las ú l t im as dos d é ca d as , f i ló s o fo s , p s icó logos , c ien t íf icos cog n i t iv o s , m édicos , n e u ro c ien t í f ico s e inc luso ing en ie ro s han p u b l icad o m o n to n es de l ibros y m onograf ías con el p ro p ó s i to de «d escu b r i r» , «exp licar» o « recons ide ra r» la consc iencia . B u en a pa r te de e s la l i te ra tura es m era m en te esp ecu la t iv a o carece de p rogramas c ien t í f icos d e ta l lad o s pa ra ha lla r s i s te m á t ic am e n te las bases neurona- les de la c o n sc ie n c ia , p o r lo que no con tr ib u y en en nada a las ideas an a l izad as en este libro.

Antes de exp o n er el enfoque que Francis C r ick . mi co laborador de tantos años, y yo hemos ut il izado para abo rdar estos prob lem as, exam inaré el panorama fi losó­fico para familia rizar a los lectores con a lgunas de las posibles categorías de res­puestas que se han con tem plado . Tengam os presente que aqu í sólo aparecen a p u n ­tes de bolsi llo tipo h istor ie ta .1

Le.i consc iencia d epende de un u lnui innuneria l

C om ú n m en te se a tr ibuye a P la tón, patr iarca de la fi losofía occidenta l, el c o n ­cepto de persona c o m o a lm a inmortal encerrada en un cuerpo morta l. Pla tón tam ­bién sugirió que las ideas t ienen una exis tencia real y son e te rnas . Poster iormente , estas opiniones p latónicas fueron absorbidas en el N u ev o Tes tam ento y constituyen el fundam ento de la doc tr ina c lá sica católica rom ana sobre el a lm a . La c reencia de que en el núcleo de la consc iencia radica un a lm a trascendente e inmortal es am plia ­mente compar t ida por m uchos c redos y re ligiones de todo el m undo . ' ’

5. No pu edo hacer jus t i cia a la sofis t i cada natu ral eza de estos a rg um ent os. Cua lq u ie r pe rsona mieresada en todas sus suti les \ ucl las deber ía consu l ta r las an to log ías f i losóficas de B lock. Flanagan y G u /e l dc re (1997) y de M etz in ge r (1 995) El l ibro de lexto de la f i lósofa Pa tr icia C h u rc h la nd (2002) a n a ­liza di ier ent es aspecto s del p ro b le m a m en te -c ue rp o hac ie ndo h incap ié en la neuroc ie nc ia pert inente. Tam bién recom ie ndo la conci sa y a m en a m onogr af ía de Searle (1997) Para las rep ercusio nes de esas discusiones entre teó logos, vease Brow.il, M u rp hy y M a lo ny (19 98) y el ref lex ivo M cM u ll in (2000) .

6. Al haber sido ed u cad o en una devot a fami l ia ca tól ica ro m ana , me sien to muy pró x im o a este parecer. El l ibro de Flanaga n (2002) ex p lo ra el conf l ic to en tre la idea de a lm a (y libre albedrío ) y la o p i ­nión ci enn li ca mode rn a qu e t iende a negar am b o s (véase tam bién Murp hy. 1998).

IV I RO in CCION AL L S T ID IO DH LA C'ONSC ILN C IA 25

En ia época m oderna , Desearles d ist inguió entre res extensa —sustanc ia física con alcance espacial que incluye los espír itus anim ales que corren po r los nervios y llenan los m ú s c u lo s — y res c o y iia n s . la sus tancia pensante . A f irm aba que res co g i­tan. s era exclusiva de los seres hum anos y daba origen a la consc iencia . La divis ión ontológica de Descartes constituye la verdadera defin ic ión de dualism o: dos formas de sustancias, a lm a y materia . A nter io rm ente , Aristóteles y Tomás de A qu ino hab í ­an pro puesto fo rm as más endeb les de dualism o. Los más famosos de fensores m o d er ­nos del dua l i sm o son el f i lósofo Karl Popper y el neurofis ió logo y p rem io Nobel John Lccles.

A unque coheren tes desde el punto de vista lógico, las posturas dualis tas f irmes 110 casan con las ópticas c ient íf icas. Espec ia lm ente p rob lem ático es el m o d o de inte­racción del a lm a y el cerebro . ¿ C ó m o y dónde se supone que tiene lugar? Cabría p resum ir que e s ta in te racción fuera com pa t ib le con las leyes de la física . N o obs­tante. esto requeri ría un in te rcambio de energía que hay que just if icar . ¿ Y qué pasa con esa sustancia mis te riosa una vez que muere su portador, el c ereb ro? ¿Flota por ahí en una suerte de h iperespacio . c o m o un fan tasm a?7

P odem os evitar el concep to de esencia inmater ial si p resuponem os que el alma es inmorta l y com ple tam en te independiente del cerebro, Así queda c o m o a lgo ine­fable, indetectable . un «fan tasm a en la máquina» según una frase acuñada por Gil- be rt Ryle, fuera de la ciencia,

La consc iencia no p u e d e com prenderse p o r m edios c ien tíficos

Una tradición fi losófica bastante dis t in ta es la postura «mistérica»,* según la cual los seres h um anos son incapaces de en tender la consc iencia s im plem ente por­que es d em as iado comple ja . Esta lim itación es o bien formal, de princip ios (¿cóm o puede un sis tema com prenderse tota lmente a sí m ism o .’), o bien de carácter p rácti­co , ex p resada c o m o un p esim ism o sobre la incapac idad de la mente h um ana para llevar a cabo las necesarias y eno rm es revis iones concep tu a les (¿qué posibilidades tiene un simio de en tender la rela tividad general? ).

Otros f i lósofos af irman no ver c ó m o el cerebro físico puede generar consc ien ­cia y que , por tanto, todo programa c ientíf ico que pretenda exp lora r sus fundam en­tos tís icos está condenado al fracaso. Es éste un a rgum ento de r ivado de la ignoran­cia: la actual ausencia de razones convincen tes en favor de un vínculo entre el c e re ­

7. Popper Fa.-. les (1977) afi rm aha n que las m ie i acc ioncs c e re b ro alma están <. nnv.i -<>. ai.uli-. por el pr inc ipio de ince ri i dum bre ele Heis enberg . según el cual es imposible co n oce r con e \ a c l i t u d > a la \ e / la pos ición y el m o m e n to de un sis tema m ic roscóp ic o , pe r ej em p lo , un elec trón h n I9M-) Lccles pos­tuló que la men te consc i ent e afecta a la p robab il idad de l iberación de \ e s i eu la s en las sm apsi s de un m o d o que no viola la conse rvac ión de la e n e m a aunqu e basta pala influir en la co nduc ía tlel cerebro. Es tas ideas no han sido rec ibidas con en lu sL n m o por la co m u n i d ad científ ica. De todas m anera s, io que es a len tador en la monograf ía de Popper y Lccles (1977) es que am b o s se toman en s e n o la co n sc i en ­cia. Dan po r suplíoslo que las sensa c iones son un p roduc lo de la e \ o l u c i ó n que pule a gri los alguna tun ción (véase c o n cr e t am ente Lccl es. 1991) Tras tantas decadas de condu c ti sino qu e de jaba la conscienci a tota lm ente de lado, fue aquél la una op inión desiacab le

H. h.l te rm ino m isté r ico se debe a F la naga n ( I992 l . que lo u l i l i / ó para desc rib ir los en fo ques de 1 ueas (1961) . Nagel (1974» y M c G m n (I<W1).

26 LA CO NSC IEN C IA

bro y la consc iencia no puede tomarse c o m o prueba de que el vínculo no exista. Naturalmente, pa ra re sponder a estos cr íticos, la c iencia deberá presenta r las p rue ­bas e ideas pe rt inentes que lo sustenten.

Aunque los c ient íficos tal vez nunca entiendan del todo — ni siquiera los fun­damentos, no d igam os en la p rác t ic a— el func ionam ien to del cerebro y la génesis de ia consciencia , es p rematuro llegar a esta conclusión. La neurocicncta es una disc i ­plina joven, que está acum ulando conocimientos nuevos con m étodos cada vez más perfeccionados a un ri tm o impresionante . No hay motivo para sacar ninguna conse ­cuencia derrotista cuando buena parte de este desarro llo aún ha de seguir su curso. ¡Sólo porque un especial is ta concre to es incapaz de com prender cóm o surge la co n s­ciencia no vamos a deducir que está fuera del alcance de toda comprensión humana!

La consciencia es ilusoria

Otro tipo de reacción filosófica ante el d i lem a mente -cuerpo consiste en negar que haya prob lem a alguno . III exponente c on tem poráneo más notorio de esla idea bastante contra in tu it iva — con origen en la tradición c o n d u c t i s ta— es el f ilósofo Daniel Dennel, de la Universidad de Tufts. En C onsc iousness E .xplained , Dennet mantiene que la consc ienc ia , tal com o la concibe la mayoría de la gente , es una ilu­sión intr incada, m ediada por los sentidos en connivenc ia con output motor y respa l­dada por construcc iones soc iales y aprendizaje. A unque reconoce que las personas a fi rman ser consc ien tes y que esta creencia persistente — pero e r ró n e a — debe ser explicada, niega la re al idad interna de los aspectos inas ibles de los q uaiia . C ree que la manera habitual de p ensa r en la consc iencia es abso lu tam ente equ ivocada. D e n ­net trata de exp licar la descripción en ¡creerá perso n a de la consc iencia mientras rechaza los aspec tos de la descripción en p rim era p erso n a que la vuelven res is ten­te a la reducción.9

Tener do lor de m uelas consiste en expresar, o querer expresar, cie rtas c o n d u c ­tas: deja r de m as ticar con ese lado de la boca, huir y e sconderse hasta que el dolor haya remit ido , hacer m uecas , etcétera. Estas «disposic iones reac tivas" , c o m o él las l lama, son reales. Pero , según Dennet , no lo es la virulencia del dolor. Esta esquiva sensación no e x is te .10

9 Un a de sc ripc ión en ter cera persona rec onoc e só lo sucedo* ob je t ivo s, c o m o , por e je m p lo , la lu/. üe una d e t e rm inada longilud de o n da que incide en la ret ina hac iendo que la pe rs ona exc la m e «veo rojo» , mien tras la d e sc ripc ión en p rim era pe rsona t iene que ve r con su cesos subje t ivos , c o m o la s e n sa ­c ión de «rojo». El fal lecido Fra nci sc o Várela clas if icó el p ro g ra m a de tra zado de m apas de exper iencia s en p rim era perdona en la neu ro feno m en o lo \’ia del ce rebro (Várela, 1996).

10. Rem i to al lec tor al l ibro de Dennet (1991) y a Denne l y Kin.sboume (1992) . Vé ase Ryle (1 949) para un p re cede n te en la t radición condu c lua l . Para una puest a al día de sus op in iones, véase Dennel (2(M)I). l :n su l ibro de 1991. D enne t apunt a ce rte ramente a la idea de tea tro c a rte s ia n o , un único lugar del ce re b ro donde debe p roduc ir se lu pe rcepc ión co nsci ent e (obsé rvese que el lo no e xc luye la p o s i ­bi l idad de un co n ju n to d is tr ibu ido de pro cesos neu ron ale s qu e exp re se n la consc ie nc ia en cualquie r m om ento ). Sugi ere tam bién un m o d e lo de bo rra do res m ú ltip le s pa ra da r cu enta de d iversos aspecto s descon cert an te s de la consc ie nc ia , c o m o el papel no intui t ivo del t i empo en la organización de la e x p e ­riencia. La escri tur a de D enne t se caracte riza por su hábil uso de f loridas me tá fo ra s y ana log ía s, a las que os exces iv am ente a fi cionado . Es difíci l rel ac ionar las con m ecan is m os neurona le s espec íf i cos.

INTRODUCCIÓN AL E ST I'D IO DI- LA CO NSC IEN C IA 27

Dada la cen tra l idad de las sensac iones subjetivas en la vida co tid iana, harían tal la extraord ina r ias p ruebas factuales pura llegar a la conclusión de que ios qualia y las sensac iones son i lusorias. Los a rgum en tos fi losóficos, basados en el anál isis lógico, incluso cu an d o resultan re fo rzados por resultados p roceden tes de la ps ico lo­gía coízniliva. no son lo bastante convincen tes para ocuparse del cerebro real —con todas sus s u t i le zas— de una m anera concluyen te . El m étodo f ilosófico es el más indicado para fo rm ular preguntas , pero no tiene un gran historial dando respuestas . El enfoque provisional que adopto en este libro pasa por considerar las experienc ias en pr imera persona c o m o hechos en bruto de la vida y tratar de e xp l ica r lo s ."

Im co n sc ien c ia requ iere leyes fu n d a m e n ta lm e n te nuevas

A lgunos han c lam ado por nuevas leyes c ientíf icas para explicar el en igm a de la consc ienc ia y no tan sólo más hechos y principios sobre el cerebro. En el m ara ­villoso La n ueva m en te de l em p e ra d o r , Rogcr Penrose , de la Univers idad de Oxford , sostiene que la física de hoy día es incapaz de exp licar las capac idades intuit ivas de los m atem áticos — y, por ex tensión , de la gente en general. Penrose cree que una teoría de la g ravedad cuántica —aún pendiente de fo rm u lac ió n — explicará c ó m o la consc iencia h u m an a puede llevar a cabo procesos que n ingún o rdenador digital (Turing) podría e jecutar. Con jun tam en te con el anestesista Sluart H am eroff , de la Univers idad de A r i /o n a en Tucson , Penrose ha sugerido que los microtúbulo*. p ro ­teínas c i toesquelé t icas au ioensam bladas que se hallan en todas las células del c u e r ­po. están c r í t icamente implicadas en la m ediación de es tados cuán t icos coherentes en g randes pob lac iones de n e u ro n as .12

A unque Penrose ha generado un vigoroso debate sobre hasta qué punto puede decirse que los m atem áticos t ienen acceso a c iertas verdades no com pu tab les y ace r­ca de si éstas pueden ser e jem pli f icadas m edian te o rdenadores , sigue s iendo abso lu ­tamente mis te r ioso el m odo en que la gravidad cuán t ica podría explicar c ó m o se p ro ­duce la consc ienc ia en de te rm inadas c lases de materia muy organizada . Tanto la consc ienc ia c o m o la g ravedad cuántica presentan rasgos en igm áticos , pero llegar a la conclusión de que , por tanto, uno es la causa del otro parece bastante arbitrario .

11. Es to es terr eno resbaladizo. Dennel rep lica que acepta' - in genuam en te Lis sensac iones com o hechos a exp lic a r es una ap uest a pe l igrosa; que hab la r J e ve rdade ros i/u a lm es una acc ión m uy id eo ló ­g ic a se m eja n te a p re su p on e r Ja exi .s lenaa de la «verdadera m ag ia » . a lgo l leno de im pli cacio nes ep is te ­mo ló g ic a s (D en n e l . 2004»

12. Los libros de Penros e (Penrose . 1989. 1994) se cueni an entre las de sc rip c iones más Incidas \ m e jo r escri ta s qu e he leído de las m aquin as de In rm g . los teo remas de ( ió de l , la in formá ti ca y la t ís i­ca m ode rn a . N o obst an le , d ado qu e am bas m onogr af ía s se o cupan solo teóri ca mente de la mente y el ce re b ro , son igua lm en te no tab les por la ausenc ia casi com p le ta de análisis serios sobre psico log ía o neu- roeiencia. Ham ero ft y Penrose (1996) e sb o /a n su propuesta de que lo.-, microlúbu los , compon en te s im p o r ­tantes del a ndam ia je ce lular , son c rucia les en los p ro cesos que su b yac en a la consc i enc ia . 1:1 talón de Aq uil es de esta idea es la tal la de m ecan is m os bio l i s ieos que perm itan a las neuronas. > no a cualquie r célu la del c u e rp o , lo rm ar ráp id am en te coali cio nes en ampli as regiones ce rebra le s en base a los electo s de coherenc ia cuánt ica . N a tu ra lm ente , se supone que iodo e s 'o tiene lugar a la tempera tu ra co rporal , un e n lo m o bast an te host il al m an te n im ien to de la coher en c ia cuánt ica en escala s m acro sc óp icas. Para una crí t ica c on tu nden te , véase G ru sh y C h urc h la nd (199?).

28 LA CO NSC IEN C IA

Dada la falta de pruebas de e fectos m ecán ico-cuán t icos macroscópicos en el c e re ­bro, no seguiré más con esa idea.

El fi lósofo D avid Cha lm ers , de la Univers idad de A rizona en Tucson , ha e sb o ­zado una propuesta alternativa en que la información t iene dos aspectos: uno real i­zable fís icamente que se utiliza en los o rdenadores , y o tro fenom énico o experien- cial que es inaccesible desde el exter ior. En su opin ión , cua lqu ier s is tema procesa ­dor de in formación , desde un term osta to a un cerebro h um ano , puede ser consc ien ­te al m enos en c ie r to sentido rud im entar io (si bien C ha lm ers admite que seguramente « co m o termosta to» no se siente gran cosa). A un q u e la audacia de dotar de experienc ia a todos los s is temas que representan in formación tiene cierto a tract i­vo y e legancia , no me queda cla ro c ó m o se puede verif icar c ient íf icamente la h ipó ­tesis de Cha lm ers . De m om en to , sólo p odem os acepta r este p a n p siq u ism o de nues­tro t iempo c o m o una h ipótesis p rovocadora . C on el t iempo, sin em bargo , una teoría expresada en el lenguaje de la teoría de las p robabil idades y la fo rm ación podría resulta r necesaria para c o m p ren d er la consc iencia . A un q u e se acepte al m arco de Cha lm ers , hay que encontrar una estructura más cuanti ta tiva . ¿Cie r tos t ipos de a rq u i ­tec turas p rocesadoras , c o m o las imponentes arquitecturas para procesam ien to pa ra ­lelo versus en serie, faci litan el desarro l lo de la consc ienc ia? La riqueza de la e x p e ­riencia, ¿está re lacionada con la cantidad o la organizac ión de la m em oria (m e m o ­ria compar t ida o no, jerárqu ica o no. estát ica o d inám ica , e tc é te ra )?11

Pese a que no podem os descartar que la explicac ión de la consc iencia pueda requerir leyes e sencialm ente nuevas , a ctualm ente no siento la necesidad imperiosa de dar este paso.

La consc iencia requ iere conducía

La d esc r ip c ió n en a ciiva o sen so r io m o to ra de la c o n sc ien c ia sub raya el hecho de que no p o d e m o s co n te m p la r un s is tem a ne rv ioso de m ane ra a is lada. Es parte de un ser v ivo en un hábita t que , m ed ian te innum erab les in le racc iones sensorio - m otoras a lo largo de su v ida, ha adqu ir ido c o n o c im ie n to sobre el m odo en que aciúa el m u n d o ( inc lu ido su p rop io cu erpo ) . Este c o n o c im ien to se ut il iza con d e s ­treza en los e n cu e n tro s en cu rso co n el m undo . Los d e fenso re s de e s ta idea a d m i ­ten que el c e reb ro sus ten ta la p e rcep c ió n , pero sos t ienen que para la consc ienc ia no basta la a c t iv idad neu ra l , y que es inútil b usca r co rre la to s o causas físicas de la consc ienc ia . Lo que g e n era sensac iones es el o rg a n is m o en fu n c io n am ien to met ido en un en to rn o c o n c r e to .14

A unque los de fensores de la óptica enac tiva recalcan at inadam ente que p o r lo com ún la percepción se produce en el con tex to de la acc ión , m e sulfura su de sa ten ­

13. R eco m ie n d o encarec idam en te al m en o s ho jea r el l ibro de C h a lm er s (1996) , en concr et o el capítulo 8. Para un en fo que teó ri co de la consc i enc ia pa rt i en do de m ed id as de com p le j i dad y de teoría de Iü in fo rm ac ión , véase Tononi y Ed e lm an (19 98) y E de lm an y Ton oni (2000) . Nage l (1998) ana liz a el panpruqu ismo j

14. n.l man ifi esto de este m ov im ien to es O ’Regan y N oe (2001) . Vé ase tam bién N oe (20 04) y Járvjl chto (2000) . Los an tecede n te s his tóricos del m o v im ien to en act ivo en f i losofía y ps ico log ía son (Mcrlcau-Pon iy. 1962) y (G ibso n , 1966). respec tiv amente .

INTRODUCCIÓN AL ESTU D IO DE LA CO NSC IEN C IA 29

ción a las bases neurales de la percepción. Si hay algo de lo que los c ientíf icos eslán razonablem ente seguros es de que la acl ividad cerebral es tam o necesaria c o m o sufi­c iente para la sensib ilidad bio lógica. El respaldo em pír ico de este h echo deriva de m uchas fuentes. Por e jem plo , en los sueños , un es tado muy consc ien te , están inhi­bidos casi todos los m úscu los voluntarios. Es deci r, cada noche, la mayoría de noso ­tros exper im en tam o s episodios de sensac iones fenom én icas pero no podemos m o v e m o s .13 Otro e jem plo es el de la es t im ulac ión cerebral d irec ta con impulsos e léctr icos o m agnét icos , que or ig ina percepciones sim ples , c o m o deste l los de luz. co loreada , fundam en to de las actuales investigaciones sobre d isposi t ivos neuropro- lés icos para los c iegos. A s im ism o , m uchos pacientes son tan desd ichados que pier­den el uso de su sis tema motor , sea durante episod ios b re v e s 16 o de m odo p e rm a ­n e n te ,17 y aun así s iguen e x per im en tando el m undo .

Mi conclusión es que la acción 110 es necesaria para la consc iencia . Natural­m ente , esto no equiva le a decir que el m ov im ien to del cuerpo , ¡os ojos, los m ie m ­bros, e tcétera . 110 sea importante para co n fo rm ar el pensam ien to consc ien te . ¡Claro que lo es! Sin em bargo , la conducta no es es t r ic tam ente necesaria para que se p ro ­duzcan los qualia .

Lxt co n sc ien c ia es una p ro p ied a d que surge de c ie n o s sis tem as b io lóg icos

La hipótesis de trabajo de este libro es que la consc iencia surge de rasgos neu ­ronales del c e re b ro . Is Seguram ente la com prens ión de la base material de la cons

15. Duran te pe río dos de ac t ividad de su eño acentuad a , desde luego lo* o jos se m ueven . Revon suo (2000) v F lanaga n (2000) ex p on en una perspectiva general sobre la form a y las funcio nes s u p u es ­tas del co n te n id o de los sueños .

16. U na form a pasa jera de parál is is es uno de los rasgos carac ter íst icos de la narc<>lep\iu. un tr ast orno neurol ógico . El sujeio afe c tado por una em oc ió n tuerte r isa, a /o ra m i en l o . có le ra , en tu s ia s ­m o — pierde repen ti nam en te to no m usc u la r e sq uelé t ic o sin queda rs e inconsc iente . Estos ataques cata- p lé c iico s puede n dura r varios minu tos > deja r al pac ien te l i rado en el sue lo, tot a lm ente incapaz de m o v e r se ni de hacer señal alg una , pero p le nam ente consc ie nt e de su en to rn o (ü u i l l e m in a u l l . 1976; Sic- ge l , 2000).

17. Los má s e spec tacula re s t ienen el sind ro m e en cerrad o (F e ld m a n m 1 c>71; véase tam bién C'ele- >ia). T o m e m o s el c a so d e J e a n -D o m m i qu e Bauby. d ir ec to r de la re\ isla francesa de m o d a qu \ iras un a apopl e j ía masi va , sólo c onservó la capac idad de m ove r los ojos arr iba > abajo. Red ac tó un libro sobre sus exper ienci as interiores usa ndo los m ov im ien tos de los ojos a m o d o de cód ig o Morse . Le Sca¡>- hatuJre el te PapiH on ( t r aducid o c o m o Lm esca fa n dra v la m a r ip o sa ), de 1997. e,-. un l ibro ex ira ñamen te ed if i can te e in sp ir ador escri to en unas cir cunsta nc ia s atroces. Si se hubie ra rolo el ú l i imo víncu lo con eJ m u n d o , el m o v im ien to vertical de sus ojos. ¡Haub> hab ría s<do co n den ad o u w w r unu vida oIciuj me n te consc i ent e con un asp ec to casi de muerto! El y otros pacien tes pa rec idos pe rc iben el m undo cons c ie n te m en te , si bien esto no se ha e s tu d iado de manera si st emáti ca . Los adicto.', pa ra hea do .s. a l a d o s en la nota 24 del cap ítu lo 7, const i tuy en otra p rueba ev iden te de que puede n coexis t ir la absolu ta lulla de m ovil idad y la consc ie nc ia .

18. Un si s te m a l iene p rop iedades em erg en te s si ésta s no son pose ídas por sus parles. En esto no hay a lu siones míst ica s ni ríe* a ^ e . En este sentido , las leyes de la herencia em erg en de las p ro piedades mole cu la re s del A D N y otras m ac ro m olé cu la s . o la inici ación \ iu pro pagac ión del po tencial de acción en las f ibras axona le s em erg en de lo:, atr ibuios de los canale s ¡(juicos con tro lados por voltaje insertados en la m e m b ra n a ne uron a l . Para una in troducc ión general del p ro b le m a de la em erg enc ia , véase Becker- m ann . Flohr, y K im . 1992.

30 I.A CO NSC ICNCIA

ciencia no requiere a lguna t ís ica nueva y exó tica , s ino más bien una va loración m ucho más p ro funda de c ó m o func ionan redes su m a m e n te ¡n tercoiiectadas (ori lla ­das por un gran n ú m ero de neu ro n as he te rogéneas . Se subes t im an c o m o rutina las capacidades de las c oa l ic iones de n e u ro n as para ap render de in te racc iones con el ento rno y de sus p rop ias ac t iv idades in te rnas. Las p ropias neuronas indiv iduale s son entidades c o m p le ja s co n m o rfo lo g ía s ún icas y miles de inputs y outputs . Sus in te r ­conex iones , las s in o p s is , son m áq u in a s m o lecu la res que van equ ipadas con a lg o r i t ­mos de aprend iza je que m od if ic an su f u e r / a y d in ám ica en m uchas escalas t e m p o ­rales. Los seres h u m an o s ten e m o s poca ex p er ien c ia con una o rgan izac ión tan i n m e n ­sa c o m o ésta. A s í pues , inc luso los b ió logos se e sfue rzan po r c o m p re n d e r las p ro ­piedades y la cap ac id ad de l s i s tem a nerv ioso .

Se puede e s tab le ce r un a ana log ía razonab le con el e n co n a d o debate que hubo a pr incipios del s ig lo x x sobre el v i ta l ism o y los m ec an i s m o s que subyacen a la herencia , ¿ C ó m o p u ed e la s im p le q u ím ic a a lm acen ar toda la in form ación necesaria para especif icar un ind iv id u o ú n ico? ¿ C ó m o puede la q u ím ica exp licar que la d iv i ­sión de un único e m b r ió n de rana en la fase de dos célu las da or igen a dos re n a ­cuajos? ¿Es to no requ ie re a lg u n a fue rza v ita l is la , o una nueva ley de la física , c o m o defendía Erwin S ch ro d in g er?

La dificultad p r inc ipa l a la que se en fren taban los inves t igadores de la época era que 110 pod ían im a g in a r la gran espec i f ic idad inherente a las m olécu las ind iv i ­duales. Quizá q u ien m e jo r lo ex p resó fue W il l iam Bateson . uno de los genet is tas ingleses más d e s tacad o s de la p r im era parte del s iglo xx . Hn >u cr í t ica de 1916 de The M e ih im ism o f M c n d e lu m H ered itx , l ibro del p rem io Nobel T i lom as Hunt M o r ­gan y sus co lab o rad o re s , se lee:

Las propiedades de los objetos animados están, en cierto modo, ligadas a una base material, qui/.á en algún grado especial a la cromatina nuclear; y no obstante es inconcebible que partículas de eromatinu o de cualquier otra suslancia. por compleja que sea, posean esas capacidades que deben ser asignadas a nuestros factores o genes. La suposición de que las partículas de cromatina, indistinguibles enlre sí v efectiva­mente homogéneas en casi cualquier test conocido, pueden, por ^u nalurale/a m ate­rial, conferir todas las propiedades de la vida supera el alcance incluso del materia­lismo más convencido.

Lo que B a teson y los o tros no sabían en tonces , hab ida cu en ta de la tecno log ía d isponible , era q u e la c ro m a t in a (esto e s , los c ro m o s o m a s) es h o m o g é n e a sólo e s ta ­dís t icamente , e s t an d o c o m p u e s ta po r c an t id ad es a p ro x im a d a m e n te iguales de las cuatro bases nuc le ica s , y qu e la secu en c ia lineal ex ac ta de los nuc leó t idos cod if ica los secretos de la he renc ia . Los genet is tas subes t im a ron la cap ac id ad de estos n u ­cleótidos para a lm acen ar prod ig iosas can t idades de información. Tam bién in frava lo ra­ron la a som brosa espec i f ic idad de las m o lécu la s p ro te ín icas , qu e ha re su l tado de la acción de la se lecc ión natural a lo largo de unos cu an to s miles de m il lones de años de evo luc ión . En el e s fu e rzo p o r c o m p re n d e r la base de la c o n sc ien c ia no deben repet irse esos erro res.

Una vez m ás , doy p o r sen tado qu e la base física de la consc ienc ia es una p ro ­piedad que surge de in te racc iones e spec íf icas entre n eu ronas y sus e lem en to s . Pese

I \ I RO Dl C e I 0 \ Ai. L S T I DIO DI-, LA ( ( >\S( 11 \(. IA 31

;i que la consc ienc ia es p lenam en ie com pa t ib le con las leyes de la Tísica, no es fac- lible p redec ir o c o m p re n d e r aquel la a parti r de éstas .

1 ..V MI EN1 O Q U E ES E M P Í R I C O , P R A G M Á T I C O

Para a v a n / a r en es tas dif íc i les cu es t io n es sin q u e d a rm e a ta scad o en e s c a r a m u ­zas que d is t ra igan la a tenc ión , tendré qu e hace r a lgunas supos ic iones sin just if icar­las con m u ch o deta l le . Q u i / á m ás ade lan te haya que revisar , o incluso rechazar , estas h ipótesis p rov is ionales de t rabajo . Ll f ís ico, y pos te r io rm en te b ió lo g o molecu lar , M ax D e lbrück de fend ía ><EI Princ ip io de la D e jadez L im i tada» c u a n d o se t rataba de exp er im en to s . R e c o m e n d ab a p o n e r a p ru eb a las cosas de un m o d o ráp ido y a p rox i ­m ad o para ver si func io n ab an . A pl ica ré este principie) al t erreno de las ideas sobre el cerebro .

U na d e fin ic ió n de ¡raba¡o

Casi lodo el m u n d o t iene una ¡dea genera l de qué s ignif ica se r consc ien te . Según el fi lósofo John Searle . «la consc ienc ia consis te en los e s tados de sensib i l i ­dad . sensac iones o p en sa m ie n to co n sc ien te qu e co m ie n za n po r la m a ñ a n a cu an d o nos desp e r tam o s sin haber soñado y s iguen a lo largo del d ía hasta qu e c ae m o s en c o m a , nos m o r im o s o nos \ o l \ e m o s a dorm ir , o . en o tras c i rcu n s tan c ias , pe rdem os el c o n o c im ie n to » . '1' Si pido al lec tor que desc r iba lo que ve y r e sponde de una m a n e ­ra ad ecuada , de m o m e n to daré por supues to qu e está consc ien te , Es necesa r ia c ie r ­ta fo rma de a tenc ión , pe ro no su fic iente . D esde un punto de vista o pe ra t ivo , la c o n s ­c ienc ia hace falla para larcas 110 ru t inar ias que ex igen re tención de in formación d uran te varios segundos.

A unque bastante im prec isa , esta de f in ic ión prov is ional ya nos vale para e m p e ­zar. A m edida que la c ienc ia de la c o n sc ien c ia av an c e , será n ecesa r io re f in a d a y expresar la en té rm inos n eu ronales m ás p recisos . M ien tra s 110 se c o n o zc a m ejo r el p rob lem a , una de f in ic ión m ás formal de consc ienc ia es suscep t ib le de se r en g añ o s a d em as iad o rest r ic t iva , o am b as cosas. Si es to parece ev as iv o , t ra tem os de de f in ir un g en . ¿Es una un idad es tab le de t ransm isión hered i ta r ia ’ ¿ U n gen ha de cod if icar un so lo en z im a? ¿ Q u é hay de los genes es t ruc tu ra les y los genes regu ladores? ¿ U n gen co rresp o n d e a un se g m en to con t inuo de ác ido nuc le ico? ¿Q u é hay de los hu rones? ¿ N o sería más lógico de f in ir un gen c o m o el A R N 111 m ad u ro t ranscri to , de spués de

19. La defi n ic ión . lo m a d a de Searle (1 997) . e x c lu v c un ám b it o ci l icio J e exper ie nc ia s a n í s c íen le s qu e n o rm a lm e n te 110 se recuerdan : sueños v n u l o s que no p ueden d tl c i e nc i a r sc de la vida real . Las defin ic iones nías de ta l l adas de la coriseienc ia no son mas út iles l \ n e j e m p lo . Nchil l v P lu m |200(M. ilos neu ró logos qu e a l i enden a p ac ie n te s con d e te ri o ro n e u ro lou ieo u rave . dec la ran : " ( ' u a n d o m en o s , la consc i enc ia h u m a n a no rm a l consta de un c o n o c i m ie iu o c o nsc i en te del \ o o rd e na d o t e m p o ra lm en t e en se rie, o rg an izado , re st r ing ido \ re fl ex ivo . > el e n l o m o . A l i e n a s , es una exper ie nc ia de can ti dad \ c o m ple j idad g ra dua l» . A u n q u e mil d e sde el pl into de visi.i c l í n i co , esta d c l in i u o i i p re su p on e noc io nes de consc i enc ia o c o n oc i m ie n to co n sc i en te , del vo. etcé te ra . L' ()\U>ni f in ; l is h ¡)¡< iim u u \ no es m ucho mejor: bajo el ep íg ra fe de - c o n s c i e n c ia " t iene o c h o en r ia d as , v do c e ba)o el de ‘'Consc ie n te -

32 l.A C O N SU LN C IA

haber sido ed i tado y e n s a m b la d o ? A c tua lm en te se sabe tanto de los genes que una definic ión sim ple p rob ab lem en te se ría insufic iente . <.Por que ha de ser m as lácd de li - nir a lgo tan escu rr id izo c o m o la c o n sc ien c ia? -0

H is tó r icam en te , en genera l se han logrado avances c ieniff icos impor tan tes en ausencia de de f in ic iones lo rm ales . P o r e jem p lo . O h m . A m p é re y Yolta lo rm ula ron las leyes í en o m e n o ló g ic as de l f lujo de la corr ien te e léctrica m u ch o antes de que en 18^2 T h o m p s o n descubr ie ra el e lectrón . Por tanto, de m o m e n to adopta re la d e f in i ­ción de t rabajo de consc ienc ia indicada antes y \ e r e m o s hasta dónde llego con ella.

La c o n s a i’tu ia no es exc lu s iva de los seres hum anos

Es verosímil qu e a lg u n as especies de an im ales — c o n cre tam en te m am ífe ro s — posean algunos de los rasgos de la co nsc ienc ia , aun q u e no necesa r iam en te todos; que vean, o igan, hue lan y. p o r lo d e m á s , exper im en ten el m undo . Desde luego, cada especie tiene su p ro p io y ex c lu s iv o sensor io aco p lad o a su n icho eco lóg ico . Pero \ o doy por supuesto q u e e s tos an im a le s t ienen sensac iones , e s tados subje t ivos. C ree r otra cosa denota p re su n c ió n y equ iva le a burlarse de todas las p ruebas e x p e r im e n ta ­les de la con tinu idad de co n d u c ta s entre los an im ales y los se res hu m an o s . Todos som os hi jos de la N a lu ra le /a .

fisto es e s p ec ia lm en te c ie r to en el caso de los m o n o s y los s im ios , cuya c o n ­duc ta , desarro l lo y e s t ruc tu ra cerebral son ex trao rd ina r iam en te sim ilares a los de los seres h u m an o s (hace falta un exper to para d is t ingu ir un m il ím e t ro cúb ico de tej ido cerebral de m o n o del co r resp o n d ien te troci to de te j ido cereb ra l h u m an o ) . De h ech o , el m e jo r m o d o de e s tu d ia r a c tu a lm en te el p e n s a m ie n to co n sc ie n te sobre los e s t í ­m u los se basa en c o r r e la c io n a r re spues tas n e u ro n a les de m o n o s en t re n ad o s co n su conducía . D a d o este p a rec id o , los e x p e r im en to s a d e c u a d o s co n p r im a te s 110 h u m a ­nos — l levados a c a b o de una m an e ra h u m an a y é t i c a — son un e l i c a / m e d io pa ra descubr ir los m ec an i s m o s qu e subyacen a la co n sc ie n c ia .21

Por supues to , los se res h u m an o s dif ie ren e sen c ia lm en te de lodos los dem ás organ ism os en c u an to a su cap ac id ad para hablar, b l verdadero lenguaje permiie al H om o sa p ien s rep resen ta r y d i fund ir co n cep to s a rb it ra r iam en te co m p le jo s . El len ­guaje c o n d u ce a la e sc r i tu ra , la d e m o c rac ia rep resen ta t iva , la re la t iv idad genera l y el

20. Vcu sc K ell e r (2CKK>) y R id ley (2(X)3) pura la a cc id e n t a da histor ia del té rm in o « yenes» , y Ohurc h la nd (1 986 . 2(K)2) y. en c o n c r e t o , el en s a y o J e F a rb er y C h u rc h la n d (1 9 9 5) para el papel de las de l ln ic io ne s en la cienc ia

21 U n a s p a l a b ia s sob re a lg u n as de las a p ro x i m a d a m e n t e 2(K) e sp ec ie s de p ri m a te s , de las que los seres h u m a n o s son só lo u na . Ll o r d e n de los p r im a le s se d iv id e en do s su b ó rd en es , p ro s im io s ( l i te ­r a lm en te «antes de los monos*') y a n tro p o id e s , q ue c o m p r e n d e a los m o n o s , los si m io s y los se re s h u m a ­nos. Lxi sten do s su p e r l a m i l i a s de m o n o s con dist int a d is t r i buc ió n geográ fi ca : m o n o s d e l N u e v o M u n do y m onos d e l Viejo M u n d o . L o s del Vi ejo M u n d o , enlre los que se in c luyen los b a b u in o s y los n m cu co s , l i d i e n el c e re b ro m á s g ra nde y c o n m á s c i r c u n v o l u c io ne s qu e los del N u e v o M u n d o , se crí an f á c i l m e n ­te en cau ti v id ad y no est án en pel ig ro de ex tin c ión . Se su e len u sa r c o m o s i s t e m a de m o d e lo s p a ra la o rg an i /a c io n del c e re b ro h u m a n o . Los g o r ila s , los o ra n g u ta n e s y las dos esp ec ie s de ch im p a n cés c o n s ­t i tuyen los g ra n des \ im io \. D adas sus m u y desa rr o l l adas c a p ac idad es c ogn i l i va s y su p a re n te sco con los seres h u m ano^ s s im io s se han l l evado a c a b o p o c as in vest igac iones in vasivas. La m a y o r p a n ede lo que se s. ’ , l íos p ro cede de au topsia s.

I M K O I H L L I O N A L l i s !'(. D I O I ) L I . A ( Ü \ S C II A L (A 33

o rd e n ad o r M ac in io sh , ac t iv idades e invenc iones qu e e scap an al a lc ance de nuestros am ig o s an im ales . Hn m uchos a s p e a o s de la vida c i \ i l i / a d u , la p r im ac ía de l lengua ­je ha d a d o or igen a la c reencia — entre fi lósofos, l ingüistas y o íros — d e qu e la c o n s ­c ienc ia es im pos ib le sin el lenguaje v q u e . po r lanío , so lo los se res h u m an o s pueden sentir v p rac t ica r la in trospecc ión . A u n q u e es lo acaso sea c ie r to en un g rado l im ita ­do con respec lo a la consc ienc ia de la p rop ia iden t idad (c o m o en ".sé qu e esloy v ien ­do el c o lo r ro jo») , los d e m a s da los o b ten idos en pac ien tes de ce reb ro hen d id o , nifiov au tis ias . es tud ios sobre la e vo luc ión > c o n d u c ía an im al son p len am en te c om pa t ib le s con la postura de que al m en o s los m am ífe ro s e x p er im en tan las v is iones y los so n i ­d os de la v i d a . "

A c tu a lm en te no se sabe en que m ed id a la pe rcepc ión co n sc ien te es co m ú n a ¡od(>s los an im ales , lis p robab le que la c o n sc ien c ia guarde c ie r to g rado de c o r r e l a ­c ión con la co m p le j id ad de l s is tem a ne rv ioso del o rgan ism o . Los ca lam a re s , las a b e ­ja s . las m oscas de la fruta e incluso las lom brices in test inales son cap a ce s de piola g o n i / a r co n d u c ía s bastante com ple ja s . Q u i / á tam bién ate soran c ie r to nivel de c o n s ­ciencia ; tal \ e / . tam bién pueden sen t ir dolor , ex p e r im en ta r placer, y ver.

/C 'on io p u ed e e n te ca rse la co n sc ien c ia de una n u m era c ie n tíf ic a ’.'

La c o n sc ien c ia adop ia m uchas fo rm as , pero q u i / a lo m e jo r sea e m p e z a r con la más fácil de inves tigar. 1:1 es tud io de la visión presen ta varias venta jas re spec lo a los d e m á s sen t idos , al m enos cu an d o se trata de e n ie n d e r la co nsc ienc ia .

Ln p r im er lugar, los seres h u m an o s son cr ia turas v isua le s, l is to se refle ja en la gran can t idad de tej ido cerebral d e d ic ad o al anális is de im ágenes y en la im p o r tan ­cia de la visión en la vida cotid iana . Por e je m p lo , si un ind iv iduo está resfr iado , se le lapa la na riz y puede l legar a pe rder el sen t ido del o l fa to , lo qu e solo le pe r jud i­ca l ige ram ente . Una perd ida pasa jera de la v isión , c o m o por otra parte sucede en la c eguera c au s ad a po r el r e sp landor de la n ieve , es d em o led o ra .

S e g u n d o , las p e rcepc iones v isuales son in tensas y a b u n d an en in fo rm ación . Las fotos y las pe lícu las es tán m uy e s t ruc tu radas , pe ro son láci les de m an ip u la r m e d ia n ­te eí u so d e grá f icos g enerados p o r o rdenador.

T ercero , c o m o ya seña lara el jo v en f i lósofo Arilun S c h o p e n h au e r en 1X13, la visión es el sen t ido m ás fácil de engañar , h s to se pone de m an i f ies to en infinitas i lu ­siones. T o m e m o s la c eg u era in d u cid a p o r el m o v im ien to : una serie de luces azules m o v ié n d o se aJ aza r se su pe rponen en tres p un tos am ar i l lo s m uy d es tacad o s pero es tac io nar io s . Están f ijos en a lgún lugar de la pan ta l la , y al c ab o de un rato, uno, dos o incluso los tres pun tos de sap arecen sin más.-*' ¡Ya no están! Ls una visión a s o m ­brosa: la revuel ta nube azul e l im in a los pun tos am ar il lo s del c a m p o visual, pese a

22. La c re en ci a J e que só lo son c o nsc i en te s los seres h u m a n o s \ que los a n im a le s son m e io s a u tó m a ta s . d e l e n d id a m e m o r a b le m e n te por D ese a rl e s, e sl aba nuiv d i lu ru h d a IV io cada v e / m en o s d e s ­pués de DanAiii y el auge de las e x p li c ac io nes ew > hm vas. Ni) obst an te , inc lu so hov d ía hav qu ie nes sos llenen que el len gua je es c ond ic ió n sine qu a non para la c o n sc i enc ia (M a c p ha i l . I9' )N| . ( ¡ n ü i n (2001) es Ja r e fe re nc ia c la si ca de visión gener al d e ] j consc i enc ia en el c o n ju n t o de) /v in o an im al

23. La c eg ue ra in duc id a po r el m o v im i en t o lúe de sc ub ie r ta po r B o n n c h . C o n p c r m a n y Sagi ( 2001).

34 l.A C O N SC IH M IA

que éstos s iguen e s t im u lan d o la re tina. ' I ras un b r e \ e m o v im ien to de l o jo . los p u n ­tos aparecen de nuevo . A u n q u e este tipo de f enóm enos sensoria les poco tienen que ver con la « in tenc iona l idad» , el s ign if icado espec íf ico de la consc ienc ia , el «libre albedrío» y o tros co n cep to s que desa f ian a los f i lósofos, co n o ce r las bases neuromi- les de las i lus iones v isua les puede reve larnos m u ch o sobre sobre las bases tís icas de la consc iencia en el cereb ro . Hn los pr imeros t iem pos de la b io logía m olecu la r . Del- brück se centró en la genét ica de los fagos, s im p les virus que v iven a cos ta de b a c ­terias. El lector qu izá p en sab a que el m o d o en que los lagos t ransmiten m lo rm ac io n a sus de scend ien te s es a lgo irre levan te para la herenc ia hum an a . Pues no es el caso. A s im ism o , la c reen c ia de Eric Kundel de que la hum ilde b abosa m ar ina . - \ / > / v . s k i lema m ucho que en se ñ a rn o s ace rca de las e s t ra teg ias m o lecu la res v celu lares que subva- cen a la m em or ia ha re su l tado ser p ro lé l ica .24

La última, y m ás im por tan te , cues t ión es que las bases neu ronales de m uchos fenóm enos e i lus iones v isua les lian sido inves t igadas en lodo el m u n d o an im al. 1.a neurociencia de la pe rcepc ión ha avan zad o hasta tal pun to que se han cons t ru ido modelos co m p u tac io n a le s razo n ab lem en te c o m p le jo s que han d e m o s trad o su validez para gu iar agendas ex p er im en ta le s y re sum ir los datos .

En c onsecuenc ia , me concen tra re en la sensac ión o consc ienc ia visual. A n to ­nio D am asio . el e m in e n te n e u ró logo de la U n ivers idad de lovva. se refiere a estas formas sensoria le s de l c o n o c im ie n to consc ien te c o m o c o n sc ien c ia e sen c ia l, y las dis t ingue de la co n sc ie n c ia a m p lia d a La consc ienc ia esencial se refiere al aq u í y ahora, m ien tras qu e la am p l iad a requie re un sen t ido del yo — el a spec to aulo rrefe- rencial que para m u ch a gen te tipifica la c o n s c ie n c i a — y del pa sado , así c o m o una antic ipación del fu turo .

Mi p ro g ram a de inves t igac ión deja de lado, de m o m e n to , estos y o íros a s p e c ­tos, c o m o el lengua je y las em o c io n es , lo cual no equ iva le a dec i r que no sean c r í ­ticamente im por tan tes pa ra los seres h um anos . Lo son. Los a fás icos . los n iños con auti smo grave o los pac ien te s que han pe rd id o su sen t ido del yo se hallan m uy im p e ­didos. co n f in ad o s en c l ín icas u hospi ta les . No obs tan te , la m ay o r parte de e l los aún pueden ver y sen t ir dolor. La consc ienc ia a m p l iad a c o m p ar te con la consc ienc ia se n ­sorial la m ism a p o s ic ión m is te r iosa , pero es m u ch o m en o s sensible a inves t igac io ­nes exper im en ta le s , pues estas c apac idades 110 pu ed en e s tud ia rse fác i lm ente en an i ­males de labora tor io , c o n lo qu e se co m p l ica el acceso a las neu ro n as subyacen tes .

H ac iendo h incap ié en mi e lecc ión está la supos ic ión p rov is ional de que todos los a spectos de la c o n sc ien c ia (olor, dolor, visión , c onsc ienc ia de la p rop ia iden t i ­dad. sensac ión de d e se a r una acc ión , sensac ión de es ta r e n fad ad o , e tcétera) em plean u n o o q u izá v a r io s m e c a n i s m o s c o m u n e s . P o r tan to , s a b e r cu á le s son las ba se s neu ronales de un a m o d a l id ad faci l i tará el co n o c im ie n to de todas . D esde una óptica in trospectiva, esta h ipó tes is es bastante radical . ¿Q u é t ienen en co m ú n un son ido .

24. K.indel (2 001) .25, V éase el l i bro de D a m a s i o { 1999). P o d e m o s en con t r a r una fo rm u la c ión c onc i sa de sus ideas

en D am as io (2(XX)). El p s ic ó lo g o co g n i t i v o Ende l Tu lv in g , de la U n iv e r s idad de T o ro n to , hab la de que la pe rc epc ión su p o ne c o n sc i enc ia n o é tu u (c o n oc i m ie n to ) en c en tr a s te con la consc i enc ia a u to n o é iu a (c onoc im ie n to de u n o m is m o ) q u e e s ca ra c te rí st ic a de la m e m o r i a e p is ó d ic a (T u lv in g , 1985). E d e lm an y T o n o n y ( 2 0 0 0 ) ir a ia n d e la c o n c i e n c i a p r im a r i a y B l o ck a lu d e p o r un la d o a la c o n s c i e n c i a f e n o ­m é n ic a y po r o lro a la co n sc i e nc i a re fl ex iva y a la c o n sc i enc ia de la p ro p ia id en tida d (B lo ck . 1995).

I \ I k l )ü l ( C l l ) \ AL K S IT D IO Di: I A t O N S C II.M IA 35

una im agen v un olor'.’ Su c on ten ido parece bastante d is t in to , pose a que los tres e x h ib en c ie r ta aura m ágica. Teniendo en cuen ta c o m o func iona la se lección nalu ral , es p robab le que las sensac iones sub je t ivas a soc iadas a c ad a uno es tén p roduc idas por sucesos \ c ircu itos n eu ronales parec idos .

H a g o re fe renc ia tam bién a l íneas de t raba jo 110 v isua les , c o m o el o l fa to y el c o n d ic io n am ien to p u \ lo n i a n o , en especial si tienen rasgos qu e h agan lácil su e s tu ­d io en el labora torio . D ada la con v en ien c ia de re lac io n a r la c o n sc ien c ia con la act i ­v idad de de sca rga de neu ro n as ind iv idua les y sus d isp o s ic io n es , se rá im p e r io so lle­var a c ab o e x p e r im en to s pe r t inen tes con ra tones . Lil a so m b ro so d e sa r ro l lo de he rra ­m ien tas de b io log ía m o lecu la r c ad a vez m ás e f icaces pe rm i te a los c ien t íf icos m an i ­pu lar ce reb ros de roedores de una m anera cu id ad o sa , de l ic ada y revers ib le , a lgo que ac tua lm en te es im pos ib le con los p r imates .

Ln esle libro 110 se abo rd an los estados a lte ra d o s de la < o n sc ien c ia — h ip n o ­sis . exper ienc ias ex traco rpo ra lcs , sueños lúcido:,, a lu c in ac io n es , m ed i tac ió n , e tc é te ­r a . A u n q u e todos son fasc inan tes e s tud ios de caso sobre la c ond ic ión h u m an a , es di fícil accede r a sus rep resen tac iones n eu ronales sub y acen tes (¿es posib le h ip n o t i z a 1 a un 1110110?). lili ú l t im a ins tanc ia , una teoría exhaus t iva de la c o n sc ien c ia d e b erá dar c uen ta ele esos s ingu lares f e n ó m e n o s .J '

Fkj. 1 1 . Ct>ricLuo.\ Xcuruiutlt \ de lu í ><n\k m u tu. [ m C N C son l-! cunjimU) mínimo di: succsu.s ncu roña le s — aquí, po tenc ía lo s de acc ió n sinc ro n iz ados en n eu ron as p ir am ida le s neo co iuc . i l e - . - s ii l icieuie

pa ra una p e rc e pc i ón .c on sc i e n te esp ec íf i ca .

26, t í l a c k m o re (1 9 8 2) . G r u s e r ) L and is (1 9 9 1) v B lanke el n i (2002) d c sc i i b cn la p si co log ía > la n e u ro log ía de e xper ie nc ia s e x t r aco rp o ra lc s . un f e n ó m e n o f asc inan te q ue , has ta hace p o co , e ra pa tr i­m o n io cas i ex c lu s iv o de los mís t ic os de la new age . La s a lu c in ac io nes , p e rcepc ion es generadas inieriia- m en le en el e s ta d o de vigi l ia que no p u e de n d ist in gu i rs e de las p e rcepc ion es g en er ad as c x ic r i i am cm e . so n un se l lo c a ra c te rí st ico de la e squ iz o fr en ia y o íro s tr ast o rnos Hiemales. Se esta e x p lo ra nd o su base neuronu l m ed ia n te el uso de im ág en es ce re b ra le s (F ri t h. 1996; I ly ich e ct a l. . 1998; M a n lo id > An de l m a n n , 1988; Vogeley, 1999),

36 LA CO N SC IEN C IA

1.4. LO S C O R R E L A T O S N E U R O N A L L S D E LA C O N S C I E N C I A

Francis y yo e s tam os e m p e ñ ad o s en d e scu b r i r los coi re im o s neu ro n a les de la co n sc ien c ia (C N C ) . C ad a vez qu e se represen ta in fo rm ación en los C N C . som os consc ien tes de ello . El ob je t ivo es a v e r ig u ar cuál es la serie m ín im a de m eca n ism o s V su ceso s n eu ro n a les q u e co le c tiva m en te son su fic ie n te s p a ra una p e rc ep c ió n c o n s ­c ien te e sp ec ífica (f igura 1.1). Los C N C im plican la a c t iv idad de descarga de n e u ro ­nas del p rosencéfa lo . -7 C o m o e x p o n g o en el p róx im o cap í tu lo , por act iv idad de d e s ­carga en t iendo las secuenc ia s de pu lsos , con una am pl i tud ap ro x im a d a de una d é c i ­ma parte de voltio y una d u rac ión de 0,5-1 inseg, que em i ten las n eu ronas cu an d o son e s t im uladas . P o d e m o s c o n s id e ra r a estos p ica s b inar io s , o p o ten c ia le s de a c c ió n , c o m o el pr incipal o u tpu t de las neu ro n as p rosencefá l icas . E s t im u la r las cé lu las p e r ­t inentes con c ie r ta tecn o lo g ía — aún po r in v e n ta r— que rep ro d u zca su patrón e x a c ­to de po tenc iales de acc ión d eb er ía o r ig ina r la m is m a p e rcep c ió n que m ed ian te im á ­genes , sonidos u o lo res na tura les . C o m o he su b ray ad o unas pág inas antes, doy por supuesto que la c o n sc ien c ia d ep en d e de lo qu e hay den tro de la c ab eza , no fo rzo sa ­mente de la con d u c ta de l o rgan ism o .

La idea de los C N C es s ign i f ica t ivam en te más sutil de lo que parece en la f igu­ra, y también d eb e espec i f ic a r en qu é ab an ico de c i rcuns tanc ias y da tos se m an t i e ­ne la correlac ión entre sucesos neu ronales y pe rcepc ión consc ien te . ¿ L a re lación se cum ple sólo c u a n d o el su je to está de sp ie r to? ¿ Q u é hay de los sueños o de d iversas patologías'.’ ¿L a re lación es la m ism a para lodos los an im a le s . ’ En el cap í tu lo 5 se abordan estas c o m p l ica c io n e s .

Este uso de los C N C da a e n te n d e r que si soy consc ien te de un suceso , los C N C de mi cab eza d eb en exp resa r lo d i rec tam en te . H a de h a b e r una co rresp o n d en c ia exp líc ita en tre c u a lq u ie r su ceso m e n ta l y su s co rre la to s n e u ro n a le s . O t ro m odo de p lantear e s to es d ic ien d o que c u a lq u ie r c a m b io en un e s tad o sub je t ivo ha de a s o ­ciarse a un c a m b io en un es tado neurona! O b sérv ese que no n en e po r qué ser c ie r ­to lo contrar io ; dos es tados n eu ronales cereb ra les d ist in tos pueden ser m en ta lm en te indis tinguibles.

Es pos ib le qu e los C N C no es tén ex p res ad o s en la a c t iv idad o po tenc ia les de

27. M e a t e n g o a una d i \ i s i ó n tr ipart i ta del c e re b ro de los ve rt eb ra dos en p ro se n cé fa lo . trie'.en­cé la lo y ro tnbetu é fa lo . E n genera l , el p ro se n cé fa lo se c o m p o n e de lu n e o c o r t e / a , los g ang l io s basa le s, el h ip o c a m p o , la a m íg d a la , el b u lb o o lf a to ri o y el tá l am o y sus est ru c tu ra s aso c ia das. El r o m b e n ec t a lo c o m p re nd e la p ro tu b e ranc ia , el b u lb o r a q u íd e o y el ce rebelo .

28 . Es te p l a n te a m ie n to s u p o ne q u e . en a u s e nc i a de po r ta d o r t í s i c o . la co n sc i e nc i a n o pu e de e x i s ­tir. O icho de m a n e ra sucinta : no hay m en te sin ma ter ia ,

29 . La id e a de q u e los C N C e s tá n e s tr e c h a m e n te re la c io n ad o s con p r o c e s o s s u bce lu la re s no es tan e x t r a v a g am e c o m o pa re ce . E n los ú l t im os años, los b io fís icos c e lu la re s han r e p a ra d o en que la d i s ­tr i buc ión d e io nes c a lc io e n las n e u r o n a s r ep re sen ta una va ria b le d e c is iv a p a ra ei p ro c e s a m ie n to y a l m a ­c e n am ie n to de in fo rm a c i ó n ( K o c h , 1999). L o s io nes c a lc io e n tr an en e sp in as y den d r i ta s a t r avé s de canal es c o n t ro l a d o s p o r vo ltaje. E s to , j u n t o c o n su d if u s ión , r e g u la c ió n y l i be rac ión de los d ep ós i to s i n tr ace lul are s, o r ig in a rá p id as m o d u la c io n e s loca le s de su c o n ce n t r ac i ón La c o n ce n t r ac i ón de c a lc io , a su v e / , p u e de in l l u ir e n el p o te n c ia l de m e m b r a n a (a tra vés de c o n d u c ta n c ia s de m e m b r a n a d e p e n ­die n te s del ca lc io ) y — al l i gar se a r e g u la d o r e s y e n / i m a s — ac ti va r o d e s a c t iv a r v ía s s eñ a li zad o ra s

IN'l kODL C'CIÓN AL E S l t DIO L)E LA C O N SC IEN C IA 37

acc ión de a lgunas neu ro n as sino , a lo m ejor , en la con cen trac ió n de iones calcio l ibres, ¡n iracelu lares. en las dendr i ta s posí-s ináp ticas de sus cé lu las d i a n a .2** O quizá es tén d i le c tam en te im p l icados los co m p a ñ e ro s invis ib les de las neu ro n as , las c é lu ­la:. {lítales que sus ten tan , nu tren y m an t ienen las c é lu las nerv iosas y su e n to rno en el c e reb ro (aunque es to es im p ro b a b le ) .Ul Pero cu a les q u ie ra que sean los corre la tos , d e b en rep resen tar d i rec tam en te — no in d i r e c ta m e n te — la pe rcepc ión consc ien te p o r ­que ios C N C son todos los que sean necesa r io s para esa exper ienc ia concre ta .

Puede que los C N C estén asoc iados a c ie r ta a c t iv idad e spec ia l en uno o más co n ju n to s de n eu ronas co n a lgunas p rop ied ad es f a rm aco ló g ica s , an a tó m ic as y b io f í ­s icas e spec ia les que han de supera r d e te rm in a d o um bra l y d u ra r una m ín im a c an t i ­dad de t iempo.

C o m o explicaré en el cap í tu lo 14, es bas tan te im p ro b ab le qu e la consc ienc ia sea un s im ple e p i f e n ó m en o . L a consc ienc ia m ás bien a u m en ta la su p e rv iv en c ia de su portador . Esto signif ica qu e la act iv idad de los C N C debe a fec tar de a lgún m o d o a o tras neu ronas . Esta act iv idad p o s t -C N C in fluye en o tras n eu ronas qu e a la larga dan lugar a a lguna co n d u c ta . La m ism a act iv idad tam b ién puede re t roa l im en ta r a la:> neu ro n as de (os C N C y la ses an ter io res de la j e ra rq u ía , lo qu e co m p l ica co n s id e ra ­b lem en te las cosas.

D e s c u b r i r los C N C s u p o n d r ía un im p o r t a n te p a so ad e lan te en el c a m in o h a c ia una c o m p r e n s ió n d e f in i t iv a de la c o n s c ie n c i a . La id en t i f ic ac ió n d e los C N C p e rm i t i r í a a los n e u ro c ien t í f ‘icos m a n ip u l a r su s u s tra to c e lu la r b a s á n d o s e en la in te rv e n c ió n f a rm a c o ló g i c a y la m a n ip u l a c ió n g en é t i c a . Tal vez se p o d r ían c rea r r a to n e s t ra i i sgén icos c u y o s C N C se ac t iv a ra n y d e s a c t iv a ra n co n r a p id e z y s e g u ­r idad . , De qu é c o n d u c t a s se r ían c a p a ce s e s to s ra to n es / o m b i e ? D e e s te d e s c u b r i ­m ie n to tam b ién re su l ta r ía n b en e f ic io s c l ín ico s , c o m o un m a y o r c o n o c i m ie n t o de c ie r ta s e n fe r m e d a d e s m e n ta le s \ la c r ea c ió n de a n e s té s ic o s m á s e f ic a c e s con p o c o s e fec to s s e c u n d a r io s .

Hn defin i t iva , hace falta una teoría qu e l lene el vacio de c o n o c im ie n to , que exp l ique por qué la a c t iv idad en un s u b co n ju n to de neu ro n as es la base de (o qu iza idéntica a) una sensac ión de te rm inada . Esta teoría ha de e x p l ica r c la ram e n te las razones de qu e esta ac t iv idad signif ique a lgo para el o rg a n is m o (p. ej., ¿.por qué

in t i a ee lu la re s que ini ci an la p la st i c id ad > c o n l o r m a n las ba se s del a p rend iza j e . La d m a m i e a del ealcii> en s o m a s y den d r i la s g ru esa s ab a rca la e sc a la t e m pora l co rr ée la (del o rden de c i e m o s de mil is egu iu lo s) pa ra la p e rc e pc i ón . En e f ec to , en el g ri l lo se ha e s t a b le c id o e x p e n m e n i a l m c m e que la c o n ce n t r ac i ón de c a lc io l ibre, in tr ace lul ur , en la in ie rneu ro nu o m e g a gu a rda b u e n a co r r e la c ió n con el g r ad o de e n m a s c a ­ra m i en t o aud it i vo , lina m o d u la c ió n — d e p en d ie n te del t i e m p o de la sensi b i l id ad a u d it i va de eso s ani m a le s (S obe l y T ank , 1994).

30. La s cé lu la s ^ lia lt 's so n tan nu m e ro sa s c o m o las ne u ron a s , p e ro ca re cen de su g la mour. Pre sen tan una co n du c ta len ta que dis ta de la c o m p le j a s ensib i l idad asoc ia da a las n eu ron as ( L a m m g t i u/., 1998). P o r e s o es im p ro b ab le que d e s e m p e ñ e n un papel d ’rec io en la ¡>ercepción. Al guiuts cé lu la s glia les e x h ib e n suceso s « to do o n a d a - p ro p ag a d o re s del ca lc io , s e m e ja n te s a po tenc ia le s de acc ió n , s a h o q ue se p ro ducen en el e sp a c io de s e g u nd o s (C or ne l l- B e l l e l ,il . 1990. S a nd c i s on , I9^(i>.

3 I . El te rm in o «\ acío exp li ca t i vo» tue su ge ri do po r Lev me < 1983) . No hav n in guna gai an u a de que la c ie nc ia vava a de sc ub r i r un a teoría l'inal. ob |Cliva. de la consc i enc ia . C o m o lian sost en id o Ch al m er s (1996) v o íros, q u i / a s h ay a que c o m e n ta r se con algún u p o de dcsci i pe ion 1 isica no icduc li va o c on un d u a l i sm o o n to lo g ic o co n p rin c ip io s p u en le . r igu ro so s \ c u an l i t a t iv os . que vincu len la e s l e í a de las exper ie nc ia s sub je t iva s con la rea l ida d ob je t iva . El t i em p o dirá.

38 LA CO N St IKNC'IA

duele?) y (Je que los í/ iiíi/ui s ientan c o m o sien ten (p. e j.. ¿po r que el rojo tiene un aspecto concre to , tan d ist in to del a z u l ? ) . ' 1

En el c am in o debe resolverse el gran debate en to rno a la cuestión de la re la ­ción precisa entre sucesos neu ronales y sucesos m enta les El fis ic tsu in a f irm a qu e los dos son idénticos: que el C N C para la pe rcepción del co lo r m o rad o c.v la percepción . N o hace falta nada más. M ien tras el p r im ero se mide m ed ian te m ic roe lec t rodos . la segunda es exper im en tada por c ereb ros . Una de las ana log ías prefer idas es la que se establece con la tem pe ra tu ra de un gas y la energ ía c iné t ica p ro m ed io de sus m o lé ­culas. La tem pera tu ra es una variable m ac ro scó p ica reg is trada por un t e rm óm etro , m ientras la energía c iné t ica es una variable m ic roscóp ica qu e para ser es tud iada requie re una serie de h e rram ien tas bas tan te dist in tas. C on lodo, am b as son idénticas. A unque a pr imera vista pa recen d i fe ren tes , la tem pe ra tu ra es equ iva len te a la e n e r ­gía cinética p ro m ed io de las m o lécu las . C u a n to m ás ráp ido se m u ev en éstas , m ayor es la temperatura . N o tiene sen t ido hab la r de la tem pera tu ra o r ig inada en el m o v i ­m iento m o lecu la r ráp ido , c o m o si uno fuera la causa y el o tro el e fec to . U n o es n e ce ­sario y suficiente para el o t r o .12

Llegado a este pun to , no estoy seguro de si esta c ia se de identidad fuerte es válida pa ra el C N C y la pe rcepc ión asoc iada. ¿S o n rea lm en te una \ la m is m a cosa vista desde pe rspec t ivas d is t in tas? Las caracter ís t icas de los e s tados cereb ra les y de los es tados fen o m én ico s pa recen d e m a s ia d o d iferen tes para ser to ta lm en te reducib les unas a otras. S o s p ec h o que su re lación es m ás co m p le ja que la prev is ta tradicional- mente . Por aho ra es m e jo r qu e m an te n g am o s una acti tud abie r ta ante este a sun to y nos concen trem o s en ident i f icar los co rre la to s de la consc ienc ia en el cerebro .

1.5. R E C A P I T U L A C I Ó N

La consc ienc ia radica en el nexo del p ro b lem a m en te -cue rpo . Los exper to s del siglo \ \ l se enfren tan a a lgo m is te r io so , c o m o les sucedía a los se res h u m an o s que hace unos m ilen ios c o m e n za ro n a p regun ta rse sobre la m ente . No obs tan te , los cien- til icos actuales es tán en m ejo res co n d ic io n es que nunca pa ra inves t iga r las bases t ís i ­cas de la consc ienc ia .

Hl mío es un e n foque d irec to que m u ch o s co legas co n s id e ra n ingenuo o poco a tinado. T o m o la ex p er ien c ia subje t iva c o m o dada y doy p o r sen tado que . para que las cr ia tu ras b io lóg icas ex p er im en ten a lgo , es necesa r ia y su fic iente la act iv idad cerebra l . N o hace fa lta nada más . Trato de encon t ra r las bases físicas de es tados f enom énicos den tro de las cé lu las ce reb ra le s , su d ispos ic ión y sus ac t iv idades . Mi p ropósi to es iden t i f icar la na tu ra leza espec íf ica de esta act iv idad , los correla tos n e u ­ronales de la con sc ien c ia , y d e te rm in a r en qué m ed ida los C N C d if ie ren de la ac t i ­vidad que in f luye en la con d u c ta sin c o m p ro m e te r a la co nsc ienc ia .

Este l ibro se cen t ra en las fo rm as sensor ia les de la c o n sc ien c ia — y en c o n c re ­to en la v isión . La c o n sc ien c ia visual es m ás suscep t ib le de inves t igac ión em p ír ica que o tros a spec tos de las sensac iones . Las em o c io n es , el l engua je y un sen t ido del

'2 Sobr e est e te m a hay una a m p l i a l i te ra tu ra f i l osó fica, con m u c h í s im a s v a n an t e s . R e m i to al lector cu rioso a los l ibros de Paticiu C h u rc h la n d . que se o c u pa e x te n s a m e n te del a su n to (1 986 , 2002).

I \ 1 RO I H C C K ) \ Al. K S l i n i O DI-. l A C O N M I h NC 1A 39

\ o v de los o l ios son c ruciales en la \ i d a co t id iana , pero eslas lácelas de la c o n s ­c ienc ia se de jan pa ra nuís adelan te , cu an d o se c o n o zc an m ejo r .sus hases neuronales . C o m o en el interno por c o m p re n d e r la \ ida. d e scu b r i r y desc r ih ir las act iv idades m o lecu la res , biof ís icas > neurofis ioJógicas que const i tuyen los C N C seguram en te a \ u d a r a a re so lver el en ig m a principal: c o m o los sucesos en c ie r tos s is iemas p r iv i­legiados pu ed en const i tu i r el fu n d am en to t ís ico de las sensac iones , o incluso ser eslas m ism as

Sería con tra r io a la con t in u id ad e \ o l u t i \ a c ree r que la consc ienc ia es e x c lu s i ­va de los seres hu m an o s . l )o \ por sen tado que la nienie h u m an a co m p a r te c iertas p rop ied ad es básicas co n la mente an im al — en co n ere io con m a n n ie ro s c o m o los m o n o s \ los ra tones. Paso por alto los fast id iosos deba tes sobre J¿t de f in ic ión e x a c ­ta de c o n sc ien c ia o sobre si mi m edu la espinal es o no consc ien te pero no me lo d ice . A la larga habrá que ac lara r eslas cues l iones , pero ahora sólo im p iden avanzar. N o se gana la guerra l ib rando p r im ero la bata l la ma.s enca rn izada .

L ii el curso de esta e m p re sa p ro lo n g ad a , em pír ica y a largo p lazo , hab rá mete- d uras de pala y s im p li f icac iones exces ivas , pe ro sólo em p e za rá n a verse co n fo rm e pase el t iem po. De m o m e n to , la c iencia ha de acep ta r el desa f ío y e x p lo ra r los fu n ­d a m e n to s de la consc ienc ia en el cerebro . C o m o la im agen m ed io lapada de una c im a m o n tañ o sa cub ie r ta de nieve duran te una p r im era ascens ión , el a tract ivo de de sc if ra r este e n ig m a es irres is tible. C o m o señaló) Lao Tse hace ( lem po, «un viaje de mil k i lóm etros e m p i e /a con el p r im er paso».

A hora que \ a e s lam os en m archa , me pe rm it iré Jam i l i a i i /a r al lec tor con a lg u ­nos concep to s c l a \ e que nos gu iarán en nuestra búsqueda . C o n c re tam e n te d ebo d e s a ­rro l la r las noc iones de represen tac ión neuronal explíc i ta e . im p l íc i ta , nodos e s e n c i a ­les. \ las d iversas lo rm as de act iv idad nerviosa.