kosik, karel - la arquitectónica

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EL TRIUNFO DEL METODO SOBRE LA ARQUITECTÓNICA La ciudad está sufriendo en la época moderna una profunda trans- formación. Los datos estadísticos indican que en los países indus- triales más desarrollados del mundo la mayoría de Ia población vive en las ciudades, pero semejantes conclusiones son inexactas. La ma- yoría de la población no vive en ciudades sino en urbanizaciones o en suburbios. [Qué significa la transformación de la ciudad en urba- nización y cuál es la relación entre la esencia de la época moderna y esta transformación? La cuestión consiste en saber si Ia esencia de la época moderna se manifiesta en Ia arquitectura, si la arquitectura es un fenómeno a partir del cual se puede interpretar qué es en realidad nuestra época. Semejante planteamiento despierta dudas y objeciones. Citaré tres. La primera puede formularse del siguiente modo: cuando Ia filosofía se ocupa de temas que tradicional y legítimamente perte- necen aI ámbito de la arquitectura y el urbanismo, ¿no está yendo más allá de sus propios límites y no se está entrometiendo irreflexi- vamente en un terreno ajeno, donde sus pretensiones están conde- nadas a fracasar? ¿Está legitimada Ia frlosofía para hacer objeto de su investigación a la ciudad, Ia casa, Ia dominante, Ia urbanizacíón, duplicando así el trabajo de disciplinas ya consagradas? Cuando la filosofía se plantea qué es una ciudad y una casa, qué significa la transformación de la ciudad en urbanizaciones y suburbios, no rei- tera Ia labor de otras ramas del conocimiento sino que va más allá, hasta donde estas especialidades no llegan por sus medios, hasta lo que no quieren ni pueden resolver. Cada especialidad entiende la actividad que le es propia, pero no sabe investigar sus premisas !- en este sentido es acrítica. La misión de la frlosofía, en cambio,

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Kosik, Karel - La Arquitectónica

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Page 1: Kosik, Karel - La Arquitectónica

enicio. Se convertiríaüo de los agentes de Ia

rno de ios Peldaños de

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ryio es la PoIís' Su ho'

odación. Por eso Puede

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1991

EL TRIUNFO DEL METODOSOBRE LA ARQUITECTÓNICA

La ciudad está sufriendo en la época moderna una profunda trans-formación. Los datos estadísticos indican que en los países indus-triales más desarrollados del mundo la mayoría de Ia población viveen las ciudades, pero semejantes conclusiones son inexactas. La ma-yoría de la población no vive en ciudades sino en urbanizaciones o

en suburbios. [Qué significa la transformación de la ciudad en urba-nización y cuál es la relación entre la esencia de la época moderna yesta transformación?

La cuestión consiste en saber si Ia esencia de la época moderna se

manifiesta en Ia arquitectura, si la arquitectura es un fenómeno apartir del cual se puede interpretar qué es en realidad nuestra época.

Semejante planteamiento despierta dudas y objeciones. Citarétres. La primera puede formularse del siguiente modo: cuando Iafilosofía se ocupa de temas que tradicional y legítimamente perte-necen aI ámbito de la arquitectura y el urbanismo, ¿no está yendo

más allá de sus propios límites y no se está entrometiendo irreflexi-vamente en un terreno ajeno, donde sus pretensiones están conde-nadas a fracasar? ¿Está legitimada Ia frlosofía para hacer objeto de

su investigación a la ciudad, Ia casa, Ia dominante, Ia urbanizacíón,duplicando así el trabajo de disciplinas ya consagradas? Cuando lafilosofía se plantea qué es una ciudad y una casa, qué significa latransformación de la ciudad en urbanizaciones y suburbios, no rei-tera Ia labor de otras ramas del conocimiento sino que va más allá,hasta donde estas especialidades no llegan por sus medios, hastalo que no quieren ni pueden resolver. Cada especialidad entiendela actividad que le es propia, pero no sabe investigar sus premisas

!- en este sentido es acrítica. La misión de la frlosofía, en cambio,

Page 2: Kosik, Karel - La Arquitectónica

estiear aquello que se

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El rnruxro rm uÉrooo soBRE r,A AReurrocrót.¡Ice 55

Más esencial que la arquitectura como actividad especializadaes la arquitectónica como delimitación histórica de Ia realidad. Enla antigüedad se fundaban ciudades y había arquitectura porqueIa propia disposición de la realidad era arquitectónica. En la época

moderna Ia arquitectura se va convirtiendo en un sistema construc-tivo basado en la técnica y la ingeniería porque la disposición básicade la realidad es antiarquitectónica. La antigüedad era consciente de

la arquitectónica de Ia realidad y lo expresaba con palabras como

logos, polentos o polis. En estos términos fundamentales y fundacio-nales toma la palabra la disposición arquitectónica de Ia realidad.Las épocas históricas o bien tienen arquitectura porque son arqui-tectónicas o no Ia tienen porque remplazaron la arquitectónica poralgo que exteriormenfe puede parecerse a la arquitectónica o inclusollamarBe así, pero que por su esencia es solamente una imposturao un sucedáneo. Parecerse a la verdad y no serlo significa vivir en1o no verdadero; Ias épocas que remplazanla arquitectónica por unsucedáneo o un símil, convierten lo no verdadero en elemento básicode su existencia. La arquitectura moderna produce y reproduce los

cimientos antiarquitectónicos de la época moderna. Y como la época

moderna ha perdido arquitectónica carece también de una verdade-ra arquitectura. La situación de Ia arquitectura moderna no es poreso sólo cosa de arquitectos y urbanistas sino que se refiere a todos ya cada uno de nosotros; mientras Ia época moderna siga negando Iaarquitectónica seguirá produciendo anticiudades, es decir aglome-raciones modernamente equipadas como sucedáneos de espacios de

convivencia y habitación humanos y dignos de Ia gente.

Y, finalmente, hay una tercera objeción que pone en duda que sea

necesario dar un rodeo y tomar un desvío a través de la arquitec-tura para determinar la esencia de Ia época moderna. Contra esta

objeción es posible utilizar como argumento la obra del hombre que

protagonizó la génesis de la modernidad de la filosofía y del mundo:Descartes.

Descartes fundamenta su método, que pretende ser el punto de

partida de todo conocimiento verdadero, en términos e imágenestomadas de Ia construcción; hasta cierto punto, la arquitectura y lafrlosofía moderna, o sea Ia filosofía de Descartes, incluso se identi-

Page 3: Kosik, Karel - La Arquitectónica

56 Rnrr,nxroNrps ANTEDILWTANAS

fican. Describe el conocimiento tradicional que existía hasta enton-ces como una obra construida sobre cimientos vetustos, ruinosos, en

los que se mezclan conocimientos verdaderos e incorrectos; separara los unos de los otros significaría un esfuerzo interminable. Pero

si desmontamos Ios propios cimientos toda Ia obra se vendrá abajoy será posible construir unos cimientos nuevos, sólidos, inconmovi-bles, y sobre esa base levantar el edificio del conocimiento y el mun-do modernos. El conocimiento tradicional se parece a un hermosopalacio construido sobre arena y con cimientos frágiles.

En la primera de sus "Meditaciones", Descartes señala el dudoso

valor que tiene todo aquello que está construido sobre bases inesta-bles: "[...] de suerte que me era preciso emprender seriamente, unavez et:' la vida, Ia tarea de deshacerme de todas las opiniones a lasque hasta entonces había dadq crédito, y empezar todo de nuevodesde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constanteen las ciencias." Un filósofo que sienta fundamentos nuevos, firmes,para un conocimiento seguro, se parece a un constructor, pero a unconstructor moderno que, como un ingenieto, ttaza eI plano de unaciudad futura según sus propias consideraciones. EI Discurso delmétodo contiene en su segunda parte, intitulada "Reglas básicas delmétodo", un párrafo importante en el que se describe Ia diferenciaentre las ciudades viejas y las nuevas, regulares, trazadas por unsolo ingeniero. Este párrafo tiene una importancia clave. Descartesparticipó como oficial en la expedición bélica de los ejércitos que

en 1620 sofocaron el levantamiento checo. La llegada del inviernolo obligaba a pasar el tiempo en el campamento -en latín cam-pus- y en este alojamiento militar provisional se entregaba a sus

pensamientos, como dijo, explicando el principal de ellos -el des-

cubrimiento del rnétodo- mediante Ia diferencia entre las ciudades

nuevas y las viejas. Mientras que Ia ciudad vieja, o sea medieval, es

obra de distintos maestros, surgida de la aglomeración de Ias obras

más diversas, Ia ciudad nueva es proyectada, o sea planificada yconstruida, por un solo ingeniero y constructor. Las ciudades vie-jas son un conglomerado de edificios pequeños y grandes, de calles

tortuosas y accidentadas, que las hacen parecer un producto de lacasualidad y no de Ia razón. La perfección es producto de un solo

E_ :,

hombre, de un mae=jurista, mientras qu,nas suelen ser imper

El método es el ndad, la irregularidaizacióny el orden. Eltre la gente, en el mrconvierte en una espnas anulando sus pasus diferencias ¡- lescomo un únicohombtingeniero, el único iuno sólo ciudades si¡rotructor cuyas obras :único constructor. elentiende como premida y ordenante no sositúe por encima de rel constructor jefe. eJ

mentes, que utiliza alizadores. Los indiriiIas diferencias enr¡e r

y es común para todrt:En la palabra foa:

proporcionar algo de nto el compás como el res al mismo tiempo cortambién eI movimienr,imparable en el que lorealidad transparenrepasser es el paso: el m.,

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7

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El rmuu¡o nol lrÉro¡o soBRE ra AReurr¡cróNrce 57

hombre, de un maestro, de un constructor, de un ingeniero, de unjurista, mientras que las cosas en Ias que trabajan múltiples perso-

nas suelen ser imperfectas.EI método es eI modo de superar el fraccionamiento, la casuali-

dad, la irregularidad, el caos, la divergencia, de lograr Ia sistemati-zación y eI orden. El método salva la diuersid,ad, y la desigualdad en-

tre la gente, en el método y a través de él Ia pluralidad de gentes se

convierte en una especie de único hombre: unifica a todas las perso-

nas anulando sus particularidades, su casualidad, su desigualdad,sus diferencias y les permite comportarse con respecto a Io que es

como un único hombre. El método es ese único constructor, el únicoingeniero, eIúnícojurista que es capaz de proyectar adecuadamenteno sólo ciudades sino Ia realidad toda. El método es ese único cons-

tructor cuyas obras son hermosas y bien ordenadas. De modo que elúnico constructor, el único ingeniero, el único jurista que Descartesentiende como premisa de una planificación de la realidad ordena-da y ordenante no son una sola persona, un único individuo que se

sitúe por encima de todos los demás. El único es eI método, que es

el constructor jefe, el ingeniero jefe, eI jurista jefe que unifica lasmentes, que utiliza a los individuos como sus exponentes y sus rea-lizadores. Los indiuiduos ejecutan sus mandoúos. EI método superaIas diferencias entre razas, naciones, religiones y actitudes moralesy es común para todos sin diferencias.

En la palabra francesa com-posser (compasar: arreglar, medir,proporcionar algo de modo que ni sobre ni falte) están contenidos tan-to el compás como eI tiralíneas, y el método, que ordena la realidad,es al mismo tiempo compás y tiralíneas. En esta palabra está incluidotambién el movimiento, el pasar: el método es un proceso continuo e

imparable en el que lo casual y desorganizado se transforma en unarealidad transparente, segura y manipulable. La base de Ia palabrapdsser es el paso: el método avartza paso a paso, garantiza precavidoel avance general hacia delante y se convierte así en instrumento de

un garantizador, seguro y confrado proceso de dominación no única-mente de la naturaleza sino de todo lo que hay. El método esla segu-

ridad de la gradual y confiada dominación de la realidad.

Page 5: Kosik, Karel - La Arquitectónica

58 Ro¡'lnxloxps ANTEDTLUVTANAS

En cuanto se descubre el método comienza Ia época de su victo-riosa marcha por el mundo: la historia se conüerte en historia de

la utilización total y de la realización universal del método. Por eso

es que Descartes concibe la ciencia, basada en eI método, como unaconstrucción que reposa sobre cimientos no sóIo firmes y segurossino también udlidos de una uez pard siempre, dados de una uez

para siempre, que no pueden ser estremecidos por ningún cambiotemporal. La construcción no hará más que crecer, enriquecerse,perfeccionarse, aumentar en altura y extensión. En cuanto se hayansentado los firmes cimientos ya sóIo queda construir sobre ellos, o

sea realizar y precisar lo que ya ha sido proyectado y planificado.La esencia de la época moderna es la uictoria del método sobre la

arquitectónica.De ello se deriva que la arquitectura de la época mo-derna (y todo lo que la caracteríza,Ia transformación de las ciuda-des en urbanizaciones, eI surgimiento de conglomerados y anticiu-dades, al igual que Ia aparición de nuevas dominantes que oprimeny ensombrecen a las dominantes tradicionales que eran el templo,Ia catedral, el ayuntamiento, el castillo, el palacio, el teatro, el par-lamento, etcétera) es la manifestación y la realízación del métodotriunfante.

El método cuyos principios formuló Descartes es diferente delantiguo concepto. El método moderno es el modo en eI que eI hom-bre se asegura el dominio sobre todo Io que hay -no sóIo sobre lanaturaleza sino también sobre el tiempo, sobre el pasado y el futuro,sobre la historia, sobre las ideas, etcétera-. Un filósofo, Descartes,descubre el método no sólo para toda la gente sino también para úo-

dos los tiempos futuros. EI método manda, y estar a la altura de lostiempos significa convertirse en su realizador, ponerse plenamentea su servicio; quien pretenda, como señor indudable, dominar a lanatrraleza y a toda Ia realidad tiene que convertirse en sieruo delmétodo.

EI hombre de la época moderna introduce entre sí mismo y larealidad no únicamente los instrumentos y las máquinas, como

creía aún Hegel, sino además un sistema que funciona y medianteel cual domina la realidad. La inventiva se orienta a conseguir que

eI sistema funcione sin averías, de manera automática y perfeccio-

E

nándose constant,un sistema que s€

garantiza el domitochenta del siglo rDer Wille zur ]Iotideas importantes

1) la ciencia se hz

ría tal como ia2) la época mode

sino por el del

Pero en el tran.de toda la realidadcionamiento sólo l¡funcionamiento oFen funcionamienrofrecuencia, su solruépoca es una form¿vertido en una re-cy está a su senicircumplir tal o cualnuno de los modos iro, mejor dicho. se ifunciones. Para queen el marco de un ibién la arquitecturaexigencias de la épo

Según sea el seite de la época en cu(épocas y revelan lonante. A tal domi¡a

: "Me di cuenta de q::e ,

siempre tienen algo q._:etán los rascacielos corocdespués, también tend¡a

Page 6: Kosik, Karel - La Arquitectónica

El ruuNno osl I\4É1rooo soBRE te, enqurrncróNIca

nándose constantemente. EI hombre moderno es eI constructor de

un sistema que se perfecciona y funciona automáticamente, que Iegarantiza el dominio de la realidad. En unos fragmentos de los años

ochenta del siglo xx cuyos recopiladores publicaron bajo el título de

Der Wille zur Macht (La uoluntad de poder), Nietzsche expresa dos

ideas importantes:

1) la ciencia se ha convertido en funcionamiento y no es ya sabidu-ría tal como la entendían aún los pensadores renacentistas,

2) la época moderna no se caracteriza por eI triunfo de la cienciasino por el del método sobre la ciencia.

Pero en el transcurso de los últimos 100 años la transformaciónde toda Ia realidad se ha radicalizado de tal modo que ya no es fun-cionamiento sóIo la ciencia sino que en el funcionamiento y como

funcionamiento opera toda Ia realidad. Y como todo se ha convertidoen funcionamiento y toda la realidad se conecta con su marcha, su

frecuencia, su soltura, su rutina, también Ia arquitectura de nuestraépoca es una forma de funcionamiento. La arquitectura se ha con-

vertido en una re-construcción de las premisas del funcionamientoy está a su servicio. Estar en funcionamiento significa funcionar,cumplir tal o cual función o una serie de ellas. La arquitectura, como

uno de los modos del funcionamiento, cumple determinada funcióno, mejor dicho, se limita a sistematízat y garantizar una serie de

funciones. Para que la realidad moderna funcione y esté en marchaen eI marco de un funcionamiento garantizado y controlable, tam-bién la arquitectura debe transformarse si pretende responder a lasexigencias de la época.

Según sea eI señor que domina cada época, así será Ia dominan-te de Ia época en cuestión. Las dominantes diferencian las distintasépocas y revelan Io que cada una de ellas es. A tal señor, tal domi-nante. A tal dominante, tal señor.l Es distinto eI dominus, el señor

r "Me di cuenta de que esas ciudades (Nueva York, Chicago, Sidney, Melbourne)siempre tienen algo que se llama City, esa zona financiera y comercial donde es-

tán los rascacielos como grandes grupos escultóricos. Creo que en Praga, antes o

después, también tendrá que surgir algo por el estilo. Me imagino en Pankrac o en

59

Li

a ia época de su victo-

¡nri¿ne en historia de

sai i.¿l método. Por eso

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60 Rprr-pxrotns ANTEDILIJvIANAS

que gobierna aIIí donde la ciudad construye una Acrópolis, del de

la ciudad sobre la cual dominan la catedral, el castillo, eI ayunta-miento y el teatro. ¿CuáIes son las dominantes de Ia época moderna?

¿Lo son los rascacielos, Ios altos edificios de las cadenas comercialesy los bancos, los palacios de cultura y los estadios deportivos, queestán exclusivamente aI servicio de intereses mundanos y sólo soninstalaciones con finalidades prácticas para cubrir las necesidadesde gentes convertidas en productores y consumidores?

El señor que domina nuestra época está oculto, es poderoso, om-nipresente, salta a la vista pero precisamente por eso no llama laatención y pasa desapercibido, se pierde y desaparece para conver-tirse en la más trivial de las obviedades, que es lo que en realidades. El señor oculto de la época moderna (dominus absconditus) es

Ia continuidad y la omnipresencia del funcionamiento, la petrifica-ción y la divinización de únicamente uno de sus componentes: eltransporte. Todo está sometido al transporte y a su servicio; él es elsoberano en marcha a quien ceden eI paso la naturaleza, la historia,los monumentos, la moral, dejando vía libre a su expansión. Estedictador omnipresente tiene poderes ilimitados y Io somete todo asu sus necesidades, pone a Ia realidad a su servicio. Es eI señory el maestro de la transformación generalizada y de Ia perversiónuniversal. Lo que por su esencia está dedicado a la relación entre lagente y al encuentro, lo que la tradición construyó y reconoció como

lugar para Ia estancia y el contacto entre las personas -la calle y laplaza- todo eso se convierte hoy en un espacio del que es expulsadolo humano, lo ciudadano, lo público, lo político. Estos espacios hansido conquistados por el transporte, que degrada, avasalla, rebaja y

Sporilov un gran grupo escultórico de rascacielos formando una especie de contra-peso con respecto al montículo cuya dominante es el castillo de Praga. Me Io puedoimaginar.", Vaclav Havel, "Conversaciones desde Lany'', publicado en Lid,oue No-uiny [Diario Popular] el 18 de abril de 1995.

Esta üsión urbanística da por supuesto y üve en la esperanza de que Pragase convertirá pronto en una de las frliales del anónimo señor planetario y que lacatedral y el castillo, símbolos del cristianismo y del Estado checo, mirarán, al otrolado del río, hacia un monstruo de cemento armado que represente al poder real enla ciudad y en el país.

E

convierte las callecies para eI aparc

Es típico que el

-bajo tierra, porrelaciones y conervela que en lugarIa comunicación dte-, aparec€ üná r

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que se ha transfozoon politihón o elnado con Dios. -urestá constantemense incorpora una ymejante ser ürienmáquina, claro que

con Ia obra del marLhomme-machi

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de los intereses de

y sus sistemas. Po.

a esta criatura espna, de una aüdez ,

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se transforma en usos elementos v losTambién la arquitetos reflexionan sobrestablecen su misióque deben cumplir_

rJulien Offray de I-a \ft

Page 8: Kosik, Karel - La Arquitectónica

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lG ¡ep.esente al Poder real en

El rnruu¡'o uor, ruÉrooo soBRE LA AReurr¡cróNrca

convierte las calles y las plazas en simples vías de paso, en superfr-cies para el aparcamiento de vehículos.

Es típico que el transporte, el traslado, el tránsito, la locomoción

-bajo tierra, por tierra o por aire- denominen al conjunto de sus

relaciones y conexiones mediante el término comunicación; esto re-vela que en lugar de la comunidad, de la colectividad humana -dela comunicación de las personas entre ellas y con todo lo que exis-te-, aparece una comunicación reducida y empobrecida; Ia comuni-cación de un lugar con otro lugar, de un punto con otro.

En el dominio del transporte se pone de manifiesto la forma enque se ha transformado el hombre de la época moderna: no es elzoon politihón o el zoon logon echon, y ya ni siquiera el ser relacio-nado con Dios,"unterwegs zu Gott"; se ha convertido en un ser que

está constantemente de viaje, de üaje hacia lo frnito y limitado, que

se incorpora una y otra vez aI funcionamiento de sistemas útiles. Se-

mejaqte ser viviente es literalmente I'homme-machine, eI hombre-máquina, claro que en un sentido que sóIo tiene en común eI nombrecon la obra del materialista francés.2

L'hom,me-machine significa que todo lo que el hombre edifica yconstruye lo hace desde un punto de vista nada claro y en defensa

de los intereses de un ser incapaz de prescindir de las máquinasy sus sistemas. Por eso ordena la realidad como espacio destinadoa esta criatura especial que es una simbiosis de ser vivo y máqui-na, de una avidez sin límites con una inteligencia a su servicio. Laposición dominante del transporte en la época moderna es una de

las manifestaciones del triunfo del método sobre Ia arquitectónica.La omnipresencia del método y su dominio significa que la realidadse transforma en un sistema funcional que absorbe los más diver-sos elementos y los degrada convirtiéndolos en componentes suyos.

También la arquitectura está integrada en é1. Cuando los arquitec-tos reflexionan sobre su trabajo y piensan en la situación de su oficioestablecen su misión,la definen determinando las funcíones básicasque deben cumplir.

2 Julien Offray de La Mettrie.

61

Page 9: Kosik, Karel - La Arquitectónica

62 Rpmpxrol¡ns ANTEDILITvIANAS

En la Carta de Atenas, de 1933, en cuya formulación participósignificativamente Le Corbusier, se atribuyen a la ciudad cuatro

funciones elementales: la ciudad es lugar de residencia, de trabajo yde diversión, y estas tres funciones deben estar divididas y situadasen tres espacios separados. El transporte, como cuarta función ele-

mental, comunica las tres zonas disociadas. Y como Ia gente vive enun sitio, trabaja en otro y busca diversión, entretenimiento y ocio,

al transporte le corresponde una misión extraord,inariamente im-portante; se convierte en el nervio que permite que la ciudad, como

conjunto de tres funciones espacialmente separadas, funcione. En7925 Le Corbusier plani-fica para eI centro de su Ville Contempora-ine síete niveles distintos destinados aI tráfico: en el más profundositúa la estación para el transporte de larga distancia; en el piso

siguiente, la de los trenes suburbanos; luego, el metro, Ios autobu-ses y el espacio para los peatones. En el penúltimo nivel ubica lasvías rápidas circulares metropqlitanas y en el último, el más alto, elaeropuerto. Al transporte le corresponde una función clave, sin él laciudad deja de funcionar.

1993

LA CIUDAD Y

La viuda del poeta rsobre su marido en ltran alrededor de u¡por la ciudad, el des¡una y ottavez regr€rflictos, es expulsadode la estepa.

Podemos pregunt¡terísticas diferenci¡lsiste acaso la crisis r

de ella Lo poético? Dbásicas:

¿En qué consiste Idernas o es expulsaü

¿Qué les ocurre a l¡ya no reside en ellas?

¿Cómo catactertzztde la ciudad?

1. Lo poético que desaelementos: la hermc¡la manera en que desciudad moderna.

Los pintores helente qué es lo íntimo. I¡temente triüales

-urtrozos de pan, una jarpintores con una üda I

Page 10: Kosik, Karel - La Arquitectónica

l formulación particiPó

t€n a Ia ciudad cuatro

residencia, de trabajo Y

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b: en el más Profundo

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núltimo nivel ubica las

d ütimo. eI más alto, eI

¡ función clave, sin éI Ia

1993

I"A CIUDAD Y I"A ARQUITECTONICA DEL MUNDO

La viuda del poeta ruso Osip Mandelshtam escribió unas memoriassobre su marido en las que los acontecimientos y los hechos se cen-

tran alrededor de una imagen fascinante: el poeta y el señor luchanpor la ciudad, el déspota echa de Ia ciudad al poeta, el poeta intentauna y otravez regresar a Ia ciudadhasta que, tras una serie de con-

flictos, es expulsado definitivamente y perece en algún Iugar lejanode la estepa.

Podemos preguntarnos si esta imagen no nos muestra las carac-terísticas diferenciales del destino de la ciudad moderna. ¿No con-

siste acaso la crisis de la ciudad moderna en que ha desaparecido

de ella lo poético? De dicha imagen se derivarían tres cuestiones

básicas:

¿En qué consiste lo poético que desaparece de las ciudades mo-

dernas o es expulsado y desterrado de ellas?

¿Qué les ocurre a las ciudades y cómo se transforman si Io poético

ya no reside en ellas?

¿Cómo caracterízar aI poder o al señor que expulsa a Io poético

de Ia ciudad?

1. Lo poético que desaparece de las ciudades modernas incluye treselementos: Ia hermosura, la grandeza,la intimidad. Intentaré que

Ia manera en que desaparecen muestre qué es Io que ocurre en laciudad moderna.

Los pintores holandeses del siglo xvII nos enseñan perfectamen-te qué es Io íntimo. Los objetos de uso diario, corrientes y aparen-temente triviales -un vaso, una pipa, un plato, un limón cortado,

trozos de pan, una jarra- reviven de pronto en los cuadros de lospintores con una vida nueva, distinta, mostrándose desde una pers-

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64 R¡¡'lnxIox¡s ANTEDILWIANAS

pectiva que nos había pasado desapercibida: tienen un aspecto rnrí-gico y nos sorprenden por su insólita belleza. No debe engañarnosla denominación, no son cosas muerfos, naturalezas muertas. Lascosas corrientes se muestran vestidas de fiesta; sóIo entonces, cuan-do están apartadas de su funcionamiento habitual y descansan ais-Iadas del ruido de las conversaciones y las ocupaciones de los sereshumanos, dejadas a su propio arbitrio, sóIo entonces se percibe suíntima relación con la gente y se nota que Ia gente, rodeada porellas, vive gracias a ellas en un ambiente mágico, fascinante, queproduce alegría y satisfacción.

EI hombre del siglo xx pierde esta relación íntima con las cosaspor dos motivos: uno de ellos es que eI ritmo de la vida se ha acele-rado, Ias premuras y las prisas empujan a la gente y no le permitendetenerse y mantenerse unos en compañía de otros, cultivando conlas cosas de su entorno una relación de admiratiua permanencia.Laprisa es enemiga de la confianza y la intimidad, allí donde la gentetiene prisa y no tiene tiempo, allí donde la empuja eI temor ante Iaposibilidad del retraso y la tardanza, aIIí no hay lugar para relacio-nes de proximidad.y confianza entre la gente y de Ia gente con lascosas; en lugar de Ia confianza aparecen la distancia y Ia frialdad,el cálculo frío y las consideraciones utilitarias y pragmáticas a lasque les son ajenas lo prodigioso y lo deslumbrante. La gente de laactualidad no está rodeada de cosas que Ie sean familiares. Unarelación de intimidad con las cosas únicamente puede surgir cuan-do su número es limitado, cuando no son inabarcables. La épocamoderna, en cambio, nos lanza una cantidad insóIita de cosas, de

artefactos, de informaciones, de modo que eI hombre ya no está ro-deado de cosas amables y próximas sino que está inundado y arras-trado por una corriente de incontables productos, informaciones ysensaciones. Las cosas no rodean al hombre sino que lo desbordancomo una corriente constante y acuciosa que lo cerca y Io esquiva.Diariamente se fabrica una cantidad innumerable de cosas que an-tes o después se convierten en residuos. Las cosas se producen rá-pidamente y con la misma rapidez se desgastan o son remplazadaspor otras más nuevas que las envían aI basurero. EI pintor que trasla segunda guerra mundial intentó reflejar ia magia y el encanto de

las cosas habitualrel desarrollo tecnolmarginalidad o de.(Georges Braquer.

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Ias cosas habituales, de las cosas cotidianas, recurrió a objetos queel desarrollo tecnológico ya había dejado fuera de uso, sumidas'en lamarginalidad o destinadas aI museo: el arado, la bicicleta, la barca(Georges Braque).

Estos objetos pictóricos nos transmiten intimidad y cercanía,pero también la nostalgia de 1o perdido, de lo ya casi desaparecidoy pretérito.

Y dado que la ciudad moderna es una gran fábrica, un gran de-pósito y un gran almacén de esta constante corriente de cosas queaparecen vertiginosamente y desaparecen con rapidez, ya obsoletas,ello no puede dejar de tener consecuencias con respecto a su perfily su atmósfera. En el presuroso transporte y la acumulación de co-

sas y personas, la ciudad pierde la proximidad y la intimidad, suatmósfera está cada vez más determinada por la enajenación y laindiferencia, sin magia ni misterio.

2. Antes de la primera guerra mundial, el escriior austriaco Hugovon Hofmannstahl visitó Grecia y describió su encuentro con las es-

culturas arcaicas del siglo vt antes de Cristo en un ensayo tituladoInstantes en Grecia.

Me permitiré citar de este texto un largo pasaje que es una claray arrebatadora introducción al significado de lo sublime, de lo quesignifica para el hombre el encuentro con Io sublime. Hofmannstahlentró en una sala del museo en Ia que había, formando un semi-círculo, cinco estatuas de mujeres con largas túnicas. Hofmannsta-hI describe sus sensaciones durante su encuentro con Io sublime yal mismo tiempo dice en qué consiste lo sublime. El encuentro conlo sublime arroja al hombre fuera de las relaciones habituales y lotraslada a un mundo distinto, desconocido, misterioso. Y aquel aquien le ha sido concedida la posibilidad de aproximarse a lo su-blime y divisarlo es arrebatado por el asombro y el espanto, mira aIo sublime pero no soporta el peso de esa mirada, cae de rodillas yqueda postrado, vencido por el misterioso poder de lo sublime. Perocon esta caída, simultdneamente, asciende, es atraído por Io sublime

¡'elevado hacia las alturas. El poeta escribe:

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66 RprlpxroNns ANTEDTLwTANAS

"En ese momento algo me sucedió: el asombro innombrable noprovenía de fuera sino de algún lugar que estaba a inmensa distan-cia del abismo interior: fue como un rayo [...] los ojos de las estatuasse fijaron de pronto en mí y en sus rostros había una sonrisa in-efable [...] estaban de pie ante mí, ajenas, pesadas, pétreas, con losojos oblicuos [...] Son figuras enormes, labradas de un modo mitadanimal, mitad divino ---ron formas macizas, sus rostros son extra-ños, los labios cerrados, las cejas altas, Ias mejillas gruesas con unmentón que expresa vitalidad-. [Son aún rostros humanos? No haynada en esos rostros que recuerde al mundo en eI que respiro y memuevo. ¿No estaré ante algo totalmente extraño? ¿No asoma en losrostros de estas doncellas el eterno pavor del caos?

"[...] Sus cuerpos se levantan como un templo sobre unas piernasprodigiosamente fuertes. Su santidad no se enmascara."

¿Quiénes son estas figuras.?, se pregunta eI poeta austriaco. "Enestas doncellas, me respondo con la seguridad de un sonámbulo, re-side el secreto de la infiniúud. Quien estuviera a su altura no podríaaproximárseles con la vista, sino de un modo al mismo tiempo másrespetuoso y más audaz. Y debería ordenarle a su ojo que mirasey mirase, pero luego caería y se derrumbaría como quien ha sidoderrotado." "En las figuras pétreas de estas mujeres se muestra eIsecreto d,e la infinitud y quíen las ve experimento, como un ser finito,el secreto de la infinitud."

He creído conveniente citar este largo pasaje del texto del poeta,en eI que de un modo alavez sugerente y comprensible se retrata Iosublime, o sea el mismo fenómeno que en 1790 describió en términosfilosóficos Kant. No puedo evitar una referencia aI contexto histó-rico. En 1756 publica el inglés Edmund Burke su famoso ensayosobre lo sublime y lo bello ('A philosophical enquiry into the originof our ideas on the sublime and beatiful") en el que no sólo separa ydivide sino que opone lo bello a lo sublime como ámbitos totalmen-te diferentes. Y Kant, junto con Schiller y Hegel, son los primerosen deducir todas las consecuencias filosóficas de esta revolucionariadiferenciación. En tanto que Io bello nos sigue manteniendo ata-dos al mundo de Io sensible, lo sublime significa un repentino es-

tremecimiento en el que nos liberamos de la trama y las redes de la

realidad sensorialcontacto, como sersublime tiene unahorror, eI dolor ¡- e

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L¿. ctuo¡l Y IA ARQUITECTÓNIC¡, tnr, UUr.¡OO

realidad sensorial, superamos nuestras Iimitaciones y entramos encontacto, como seres finitos, con la infinitud. La experiencia de Iosublime tiene una extraña estructura, comienza con el asombro, elhorror, el dolor y el miedo, tras Io cual vienen las fases siguientes,caracterízadas por el relajamiento, la alegría, la elevación. Cuandose encuentra con Io sublime el hombre siente al comienzo miedo yhorror, pero ambos lo conducen hacia arriba,lo sublime se muestraasí como un poder que libera y eleva aI hombre. En Ia experienciade lo sublime eI hombre no queda preso de una sensación de horrory espanto que lo mantenga hundido, aterrado, sino que es Ianzadohacia arriba, elevado.

Kant apunta que la sensación de lo sublime tiene una estruc-tura similar a Ia del sentimiento moral de respeto (die Achtung): sitengo respeto por Ia ley moral me someto a ella, soy en relación conesta Jey una persona que actúa con temor de violar la ley, que se

comporta igual que aquel que teme por la vida de otro. Pero, simul-táneamente, en este sometimiento a la ley, eI hombre se libero. Si elhombre obedece a la ley moral se Ie somete y se pone a su servicio,se hace libre, su sometimiento se convierte en elevación y liberación.Esta especial unión de sometimiento, miedo, horror, espanto y libe-ración, emancipación, aliüo y elevación, forma la estructura tantode lo sublime como del respeto y la dignidad.

A los anáIisis de Kant sobre 1o sublime, Hegel aporta dos impor-tantes comentarios. EI primero se refiere a la definición de Io subli-me. Lo sublime, dice Hegel, no es sino un intento de expresar Io in-finito. Pero como 1o infinito está excluido del conjunto de lo objetiuoy no es comparable con ello, lo infinito, en su infinitud, es indecibley está por encima de cualquier intento de expresarlo mediante algofinito. Por eso, no podemos decir con propiedad que los fenómenosnaturales, las montañas, el mar, Ia puesta del sol o Ias creacioneshumanas, ya se trate de esculturas, templos o construcciones, seanfenómenos sublimes, porque lo sublime es incomparable con cual-quier fenómeno u objeto finito. En las formaciones naturales y lascreaciones humanas la sublimidad únicamente se manifiesta, se

trasluce, pero no está incorporada a ellas ni materialízada en ellas.EI hombre tiene sentido de Io sublime y, en la medida en que lo

67

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68 Rp¡'lnxIoNos ANTEDILTTvTANAS

tiene, percibe las formaciones naturales como manifestaciones de Iosublime y también es capaz de crear obras en las que intenta expre-sar la sublimidad y la infinitud.

Lo sublime no está incorporado de manera primaria a ningúnobjeto fuera de nosotros sino que es en esencia tn mouimiento quenos arranca de lo cotidiano y Io trivial, que transforma nuestra de-pendencia del sistema de necesidades materiales en necesidad me-tafísica de la verdad, la belleza, el bien, lo poético. La sublimidades un poder que no conduce al hombre a Ia irrealidad, aI ámbitode la fantasía vacua, sino un respeto productivo y fundacional quehace habitable eI mundo y lo protege de caer en la mediocridad. Lasublimidad no consiste en estar por encima de lo que sucede sino enun poder que libera a Ia gente del yugo de los estereotipos, de la es-

terilidad, de Ia imitación, y es un poder transformador, fundacional.Con eso se relaciona eI segundq comentario de Hegel: la puesta enduda o el cuestionamiento en cuanto a que todas las épocas tengansentido de lo sublime. Hegel escribe que los salmos del Antiguo Tes-tamento nos ofrecen un ejemplo cásico de la verdadera sublimidad.Admiramos en ellos.una mente con la fuerza necesaria para tenderhacia lo alto. Los griegos pusieron de manifiesto su sentido de losublime al esculpir las estatuas antiguas y al construir sus templos.También eI cristianismo tenía sentido para lo sublime, como lo de-muestran las corales y la construcción de las catedrales. Pero, ltíenesentido de lo sublime la época moderna? Esa es una pregunta clave.

Una época que carece del sentido de lo sublime pierde tambiénel acceso a lo infinito y enmascara esta pérdida instalando en lugarde lo infinito una incesante y confusa serie de finitudes, de objeti-vos y metas finitas, de objetos y artefactos finitos, de informacionesy sucesos finitos: remplaza precisamente Ia carencia de infinitudmediante la proliferación y la expansión de una infinitud impropia,falsa, de una cantidad infrnita de finitudes momentáneas, proviso-rias, superficiales. Al perder el sentido de lo sublime, el hombre caeen lo finito y en lo fútil, se convierte en su prisionero, pierde elpodercapaz de librarlo de la mezcla de lo triüal y lo prosaico, de metas yobjetivos utilitarios y puramente pragmáticos.

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L¡, clut¡o y I,a AReulTEcrótuce opl tr,tuxpo 69

La época moderna es una época de mudanzas: lo falso se imponecomo transmutación. El lugar de la sublimidad, de la que eI hombreperdió el sentido en eI siglo >o<, lo ocupan la soberbia y la arrogancia.Las construcciones que edifrcan los hombres del siglo >x ya no son unreflejo o una manifestación de la sublimidad sino una prueba tan-gible y un testimonio de Ia altanería, es decir de Ia arrogancia y lasoberbia. El hombre de la época moderna se siente muy por encimade todo porque todo lo ha reducido al papel de materia prima de su

ansia de bienestar, por eso en la construcción de las ciudades el lugarde lo liberador lo ocupa lo imponente, que es su sucedáneo y su imi-tador, Io ocupa una grandiosidad que mistifica y apresa: lo colosal,lo poderoso, lo imponente. El hombre moderno carece ya del sentidode lo sublime y por eso sus edificios son sólo imponentes, no excelsos.

Las construcciones grandiosas no elevan al hombre, no le permitenentra¡ en contacto con lo infinito, sóIo lo atan a un anónimo proceso

de uniformación. En este proceso eI hombre cae en la ilusión de estarpor encima de todo y le da vértigo pensar en todo lo que, como técni-co, es capaz de hacer y construir. Lo sublime, que junto con lo bello yIo íntimo crea lo poético, desaparece de las ciudades modernas de unmodo particular. No es expulsado por la fuerza, no es desterrado poruna fuerza armada sino que se pierde y desaparece aI ser trastocad,o

en algo distinto y la gente, inicialmente, no es consciente de esta mu-danza, no se da cuenta de que en lugar de lo sublime lo que dominaen la ciudad moderna eslo imponente. AIIí donde todo es dominado ydirigido por la prisa y Ia premura como ritmo normal de la üda, allídonde la gente no tiene tiempo para detenerse, desaparecen tambiénel tíempo y el espacio para lo sublime. La premura y lo sublime se ex-

cluyen. EI asombro que invade aI hombre cuando se topa con Io subli-me, que Io deja sin respiración, clavado en el sitio, es completamentedistinto del pavor glacial que produce Io grandioso, lo imponente, lo

colosal, que devora al hombre y Io priva de la capacidad de reflexio-nar críticamente y distanciarse; Io implica en un proceso imparablede apresuramiento por el que transitan interminablemente masasde personas, de cosas, de informaciones, de placeres.

¿Y qué ocurre si la trivialidad y la ordinariez -ese funciona-miento cotidiano que abastece a la gente no únicamente de lo ne-

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70 RonloxloNos ANTEDILWTANAS

cesario sino también de lo superfluo- se alzan y se materíalízanen las imponentes construcciones de las ciudades modernas y consu imponente grandiosidad y su aspecto adquieren Ia apariencia de

ser sublimes? ¿Qué ocurre sí Ia tríuialidad se impone a todo y cualmoderna soberbia ocupa el lugar de Ia sublimidad, aparenta ser su-blime y exige el reconocimiento y los honores correspondientes? Esentonces cuando se produce la fatal mudanza, cuando la sublimidaddesaparece de las ciudades modernas y es suplantada por la altane-ría masiva, por la arrogancia de lo trivial.

¿Cuál esla manero normal, habitual, en la que se expulsa de lasciudades modernas a lo poético y se lo remplaza por Io no poético ylo antipoético? La manera más extendida y habitual en la que lasciudades se ven privadas de lo poético es una transmutación uní-formadora, humillante, degradante: Ia bello se torna bonito y agra-dable, lo sublime se hace imponente, la intimidad de las cosas es

suplantada por la agresividad.Lo poético, expulsado de las ciudades modernas de las más di-

versas maneras, no es un embellecimiento externo y ulterior queadorna algo que en realidad es prosaico. Lo poético es un poder quesintetiza y une, allí donde Io poético es eliminado, reprimido, expul-sado, se deshace la comunidad, la ciudad, Ia polis, y la degradaciónse convierte en Ia medida que todo lo determina. La comunidad, Iaciudad, se degradan hasta convertirse en un sistema de necesídadesgrandioso, que se amplía y se perfecciona constantemente. Allí don-de eI "sistema de necesidades" ejerce en la ciudad y en Ia realidad elmonopolio del poder y la dictadura se debilita e incluso desapareceIa necesidad metafísica de Io poético, de lo verdadero, de Io sublime;la vida de la gente se degrada y se reduce a Ia obtención de cosas,

placeres e informaciones, a garantizar eI confort y el lujo.Si Io poético, de uno u otro modo, por la fierza o disimulada y

pacíficamente, es expulsado de las ciudades y de Ia convivencia de

Ia gente, desaparece la comunidad de Io finito y lo infinito, Ia gen-te pierde el acceso a Io infinito y queda prisionera de la invasivaagresividad de una finitud trivial y pragmática. Todo es atacadopor una transformación patológica que degrada a las cosas y a laspersonas.

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Le clulen y r,¿. AReuITEcróNrce ool r,tur.loo 77

3. ¿Qué le ocurre a la ciudad si lo poético es expulsado o desaparecede entre sus muros? Si desaparece Io poético la ciudad pierde olmismo tiempo la arquitectónica, se convierte en una ciudad dondela arquitectónica falta.Perc una ciudad que ha perdido Ia arquitec-tónica ya no es más que una imitación o una caricatura de ciudad,en realidad se ha transformado en una anti-ciudad.

¿Qué es la arquitectónica? El actuar y eI saber arquitectónicosdeterminan qué es esencial y qué es secundario, definen la meta (üe-

los) que motiva todo lo que se hace. La arquitectónica es una diferen-ciación que no solamente distingue Io esencial de Io secundario sinoque también otorga a Io principal, a lo importante, a Io sustancial,un puesto elevado y lo define como eI sentido de todo lo que se hace,

en comparación con lo cual todo lo demás es auxiliar, concomitante,suplementario y dependiente. La arquitectónica es una articulacióny un"ritmo de la realidad en el que la vida se divide en trabajo ytiempo libre, en guerra y paz, en actividades necesarias y útiles, poruna parte, y en actividades elevadas y bellas, por la otra, estando

-y esa es Ia esencia de la arquitectónica- lo primero sometido a losegundo: lo secundario responde a lo sustancial. La guerra se hacepor la paz, parala paz, eI trabajo para el tiempo libre, las cosas úti-Ies para Ias cosas hermosas, como dice Aristóteles.

La arquitectónica significa que Ia gente, en su vida, da prioridada algo y únicamente en la medida en que logra vivir esa diferenciavive dignamente. La arquitectóníca deterrnina y prescribe que es ne-

cesario trabajar y hacer la guerra pero que hay que dar prioridad aIa vida er'paz y aI tiempo libre; es necesario hacer las cosas necesa-

rias y útiles pero debe darse prioridad a las cuestíones bellas en elsentido del término griego to halon; lo elevado, lo digno, lo sublime.

Pero, ¿qué ocurre si Io secundario, lo auxiliar, Io instrumental, se

rebela contra eLtelos, contra eI sentido, si ocupa eI puesto de mandoy pone a las actividades que Aristóteles denomína bellas a su ser-vicio? En ese momento, en el mismo instante en que se produce esa

rebelión, Ia arquitectónica se hunde, la época entera cae en manosde un saber y un actuar anti-arquitectónicos, es decir de un caos

en el que las diferencias desaparecen, en el que la gente deja de

reconocer lo que está arriba y lo que está abajo, lo que avanza y Io

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72 Rprlnxrol¡ns ANTEDILLIVTANAS

que retrocede, tal como caracterizí Musil al siglo xx. ¿No son lasciudades modernas el testimonio y la imagen de este hundimientode la arquitectónica? Y si es cierto que las ciudades de cada épocadependen de su manera de ser, Io inhóspito de las ciudades y su pro-longada crisis nos dicen algo sobre Ia esencia de la época moderna.La época moderna es una época no arquitectónica, y es por eso que

sus ciudades están en crisis.Pero eI hundimiento y la caída de la arquitectónica se mani-fiesta

aun de otro modo. Tras Aristóteles, Kant, en la época moderna, es

el pensador en cuya filosofia desempeña un papel clave la arqui-tectónica. La parte final de Ia Crítica de la razón pura se denomi-na "La arquitectónica de Iarazón pura". La arquitectónica implicaque nuestro conocimiento no puede ser un simple agregado o unaacumulación de conocimientos sino su unidad sistemática interior.Y este conocimiento no puede ser rapsódico, fragmentario ni fraccio-nario, sino que debe config.rr"r I" unidad de varios conocimientosbajo una sola idea. En un sentido profundo y original, la arquitec-tónica de la raz6n significa que el hombre está determinado por larelación y la dependencia entre un número finito de preguntas:

qué puedo saber,qué debo hacer,qué puedo esperar,qué es lo que prefiero.

Ninguna de estas preguntas por separado ni todas ellas en con-junto pueden ser reducidas a una unidad sistemática de conocimien-tos, a un sistema que se perfecciona, sino que se mantienen perma-nentemente

-cotno preguntas- fuera del sistema y no pueden ser

transferidas al sistema. Pero esta vacilación y esta falta de claridadconsistentes en entender Ia arquitectónica como un sistema articu-lado que crece desde dentro permiten suponer que Ia arquitectónicase identifico con un sistema que se perfecciona, con lo cual pierdesu carácter original. EI segundo modo en el que la arquitectónicadesaparece es su transformación en un sistema que se perfecciona yse expande. En la época moderna las ciudades ya no se fundan, sólo

crecen, se extiendY si surgen ciuda,y sagrado como e

establecido por Iaadministrativos ¡-y la cultura.

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Le ctut¡l y tA AReuITECTóNrca o¡l t,tuNoo

crecen, se extienden, se apoderan de los espacios aún no habitados.Y si surgen ciudades nuevas no se fundan mediante un acto festivoy sagrado como en eI pasado, sino que se edifican según un planestablecido por la raz6n técnica como una aglomeración de edificiosadministrativos y para eI funcionamiento habitual de la industriay Ia cultura.

La razón solamente es arquitectónica en la medida en que actúasistemáticamente y se realiza como el arte del sistema, pero durantetoda su actuación al mismo tiempo sabe que su punto de partida eslaconexión interna de las cuatro preguntas mencionadas, que no pue-den ser reducidas a un conocimiento sistemático. La arquitectónicade la razón es una confrontación productiva de la propia razón enla que laraz6n sabe que no puede caer en Ia tentación de considerarque su tendencia al sistema y a Io sistemático es suúnica actividad:por esp vuelve una y otra vez a las preguntas y a la interrogacióncomo fuente inagotable de toda su actividad. En cuanto las cuatropreguntas básicas dejaran de ocupar a la razón y eI perfecciona-miento de Ia sistematízacíín del conocimiento se convirtiera en suúnica actividad, perdería su arquitectónica y ya sólo funcionaríacomo razón del sistema. La razón arquitectónica se convertiría enuna razón parcial, sistemática y generadora de sistemas.

La ciudad moderna vive como un sistema qlue funciono: vive enIa medida en que funciona. Funcionan las canalizaciones, la electri-cidad, la distribución de gas, Ia recolección de basura, Ios abasteci-mientos, el transporte: en cuanto se interrumpe el funcionamientode estos servicios intercomunicados e interconectados, Ia ciudaddeja de vivir, se convierte en una ciudad muerta. El conflicto en-tre el gobernante y lo poético tiene lugar en las ciudades modernascomo un antagonismo entre la funcionalidad de los servicios, que ladominan y la ocupan (incorporando a esta funcionalidad tambiéna la gente), y Io poético, que no funciona, que simplemente es, entanto que se niega a someterse a la dictadura del funcionamiento,retrocede, se ve expulsado y se refugia en los contados oasis y refu-gios en los que pervive: en los museos, Ias galerías, las bibliotecas,Ios teatros, pero sin disponer ya del poder suficiente para recoruer laciudad y determinar su atmósfera global.

73

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74 R¡rloxroNps ANTEDTLWTANAS

En los años veinte y treinta de nuestro siglo, un dictador cuyonombre todo el mundo conocía, expuisó al gran poeta ruso Madel-shtam de Moscú y consiguió por fin su propósito cuando Io mandóa morir a un campo de concentración. Pero, ¿cuáI es eI nombre delpoderoso dictador que en toda la tierra expulsa de las ciudades a

lo poético, les impone a las ciudades Io prosaico, las transforma encrecientes y expansivos sistemas sin arquitectónica? ¿Conocemos eInombre de ese dictador que sigue aún en el poder? ¿,O es que nosomos capaces de hallar eI nombre de ese dictador porque aún nohemos descubierto su existencia y le atribuimos Ia culpa de Ia pro-Iongada crisis de las ciudades a factores secundarios o a fenómenoscasuales?

El dictador que decide el destino de las ciudades modernas ejecu-ta su obra también en los países democró,ticos y ninguna de las de-mocracias ha encontrado hasta-ahora una defensa eficaz contra é1.

Ese dictador es fuerte porque actia en eI anonimato y nosotros nohemos sido capaces de describirlo e identificarlo. Uno de los prime-ros que detectó el fenómeno de este innominado dictador modernofue Alexis de Tocqueville. La coherencia de su profundo sentido crí-tico se manifiesta cuando dice: "La cosa es nueva [...] palabras viejascomo despotismo o tiranía ya no sirven." La opresión a la que estánexpuestas las democracias modernas no se parece a nada que hayaexistido en el pasado. Tocqueville recalca: "La cosa es nueva. Hacefalta, pues, intentar definirla, ya que no soy capaz de darle nom-bre." Este moderno oculto e innominado dictador tiene el asombrosopoder de "degradar a los hombres sin atormentarlos". Tocquevilleesboza una imagen global del futuro de los individuos modernos enla democracia: "Si trato de imaginar cuáIes puedan ser los nuevosrasgos con los que pueda llegar a implantarse el despotismo, veo

una multitud ingente de hombres semejantes e iguales que giranincesantemente sobre sí mismos a la busca de pequeños y vulgaresplaceres con los que satisfacen las necesidades de su alma." El autorde De la democratie en Amerique conLinúa: "Por encima de ellos se

eleva un poder inmenso y tutelar que se encarga él solo de asegurarsus goces y de vigilar su suerte. Es absoluto, minucioso, regular,previsor y benigno."

En 1897, cuanci,saneamiento v Ia cescritores, los her¡definitorio, "Besticrio progreso de la rtde la ciudad iba ac,.

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L¡ clut¡¡ y IA AReuITEcróNrc¡. tor, ltuNoo

En 1897, cuando se estaban haciendo en Praga grandes obras de

saneamiento y la ciudad se modernizaba, salieron a la palestra dos

escritores, los hermanos Mrstik, con un ensayo que lleva un títulodefinitorio, "Bestia triumphans", en el que advertían que el necesa-rio progreso de Ia reconstrucción, eI saneamiento y la modernizaciónde Ia ciudad iba acompañado de intervenciones poco sensibles y quejunto con edificios deplorables se estaban demoliendo joyas de laarquitectura para dejar lugar a construcciones modernas para fi-nes empresariales y comerciales que les produzcan beneficios a suspropietarios. En aquella época, hace cien años, parecía como si losescritores defendieran Io anticuado contra Io progresista, como sipretendieran frenar la modernidad en nombre de un pasado obsole-to. Pero resultó que también gracias a ellos Praga se conservó comojoya de la arquitectura y no sucumbió totalmente a Ia parcialidady la ceguera modernistas. Dos escritores valientes de aquella épocacomprendieron que la construcción de edificios aburridos, inhabita-bles, que se parecen uno a otro como gotas de agua y a los que lessienta bien eI apelativo de "máquinas de vivir", no es culpa de losarquitectos sino que responde aI dominio del espíritu de los tiempos:la falta de espiritualidad, la anti-espiritualidad. En las relacioneshumanas, afirman los escritores checos, se aplica cada vez más "ladeshonestidad, la venalidad, Ia corrupción", Ia gente se deja arras-trar por "la loca pasión de Ia hipocresía", es cegada por consignasajenas y por una cultura de apariencias, mientras que la culturaverdadera perece.

Mientras Ia época moderna esté dominada por Ia bestia trium-phans

-que se impone como nivelación y Io conecta todo, incluidasIa cultura y Ia arquitectura, al acelerado ritmo del sistema- la poe-

sía, la belleza, Ia sublimidad, Ia intimidad estarán condenadas auna posición secundaria y marginal. Hace cien años, dos escritoreschecos pidieron que las personas aprendieran de nuevo ahacer poe-

sio mientras construían casas y ciudades, que reactivaran el deseo

de uiuir en ellas de un modo poético, bello y graho, de habitarlas, nosóIo de residir en ellas.

En una conversación entre representantes de diversas opinionesy generaciones sobre qué nombre darle y cómo caracterizar al poder

75

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76 RrrlnxroNns ANTEDILWIANAS

que domina Ia época moderna y marca la fisionomía de las ciudadesactuales, debería oírse también una importante opinión de 1824.En sus lecciones sobre la filosofía de la religión, Hegel pone en con-tradicción Ia realidad de la Grecia Antigua, a la que denomina "lareligión de Ia belleza", corr Ia realidad de Ia Roma Imperial, a Iaque atribuye denominaciones ultrajantes: Ia religión de Io funcional,del egoísmo, del provecho. Mientras para Hegel Grecia era por sufilosofía, su tragedia y su comedia, pero también por su esculturay su arquitectura "un ejemplo inalcanzable", Ia Roma Imperial eraa sus ojos Ia personificación de la decadencia. En relación con estopronuncia Hegel su curiosa opinión según Ia cual la evolución de

Europa tras la Revolución Francesa se parece cada vez más a lasituación de la Roma antigua, que explica del siguiente modo: enun caso y en eI otro, en Ia Roma antigua y en la época moderna, eIsofista se convierte en Ia figuraprincipal,la que determina eI conte-nido de la actuación, de la reflexión, del sentimiento, de la creación.EI hombre es Ia medida de todas las cosas, pero el hombre reduci-do y empobrecido aI papel de productor y consumidor, para quientodo es material destinado a hacer la vida más fácil, más cómoda,a realizar objetivos egoístas, individuales o colectivos. Cuando esteegoísmo, claro está que encubierto por frases moralizadoras, trepaaI pedestal y se impone como valor supremo aI que se todo Io demásse supedita, desaparecen necesariamente Ia belleza y la vivacidadmoral, Ia realidad se desintegra en una multitud de deseos, objeti-vos particulares e intereses, en una pulverización de placeres y es-

tados de ánimo inmediatos. Para esto, que necesariamente implicala descomposición de la comunidad humana (la polis), utiliza Hegelun término muy adecuado: das menschliche Tierreich, el bestiariohumano.

El sofista, Ia figura principal de la época moderna, construyela ciudad a su imagen y de acuerdo con sus necesidades; por esocrea ciudades que son un conjunto de equipamientos funcionales,un sistema de servicios que funciona a la perfección, un sistemade placeres, de consumo de cosas e informaciones, al que se sometetambién lo poético, es decir lo bello, lo sublime, lo íntimo. Cada épo-ca construye las casas y las ciudades a su imagen y semejanza, por

eso los resultadrse convierten notambién en un e-.-

claro está que cose reconocen en esu verdadero aspbelleza y su gran(románticos alemamusicalidad.Ia

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'.-la banalidad se conse desploma. El mor-rr¡iba y la caída haci

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Ln clur¡.o y I-A AReuITEcróNIcA DEL MUNDO

eso los resultados de su edificación (de su actividad constructiva)se convierten no sólo en una encarnación visible de su imagen sinotambién en un espejo en eI que cada época se ve, se mira a sí misma;claro está que con el importante añadido de que hay épocas que nose reconocen en este espejo o que se niegan a tomar en consideraciónsu verdadero aspecto y se refugian en ilusiones infundadas sobre subelleza y su grandeza.La ciudad no es, como creían los clásicos y losrománticos alemanes, música petrificada, o sea lrt n'¿onLln'Lento a lamusicalidad. La ciudad, en su versión moderna, es más bien unamanifestación perceptible, es decir visible, audible y sensible de laesencia de Ia época moderna, o sea de una época que ha perdido laarquitectónica o ha renunciado a ella y la ha remplazado por algototalmente distinto, por un sistema que funciona.

El destino y eI futuro de la época moderna dependen de que vuel-va a elLcontrar la arquitectónica perdida o que permanezca en ese

sucedáneo de la arquitectónica que es eI omnipotente y cada vezmás perfecto sistema funcional. La esencia de la época moderna es,

por Io tanto, la contradiccíón entre este sistema seguro de sí mismoque ejerce eI monopolio de la realidad y esa esperanza aun no des-pertada de salvación del mundo que es la arquitectónica. ¿Qué es

Ia arquitectónica que el mundo actual echa tanto de menos y sin lacual eI hombre no puede vivir como un ser digno? La arquitectónicadel mundo es la unificación de Io sublime con lo trivial, de lo dura-dero con lo provisorio, del avance con la posibilidad de detenerse.Laarquitectónica es una cohesión del tiempo, el espacio y el mouimien-lo, de modo tal que cada uno de los tres elementos mencionados se

une a su contrario, el tiempo de la arquitectónica es Ia unidad recí-proca de Io duradero con Io provisional; si lo huidizo, lo provisorio,elimina y expulsa a Io permanente Ia arquitectónica se desploma.La arquitectónica une a Io sublime, lo patético y lo monumental con

lo corriente, Io trivial, lo banal, y en esta unión le permite también a

lo trivial hacer alarde de su poesía. Pero si lo sublime desaparece yes remplazado por la imponencia técnico-racionalista Ia trivialidady Ia banalidad se convierten en vulgar mal gusto y la arquitectónicase desploma. EI movimiento arquitectónico incluye eI ascenso haciaarriba y la caída hacia abajo, la provisionalidad de la prisa y la posi-

nnll

mia de las ciudades

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78 Rtrr,nxtoNos ANTEDTLWIANAS

bilidad de detenerse, la continuación hacia delante y la posibilidaddel regreso. Pero si el movimiento apresurado del sistema funcionalse convierte en la única forma de movimiento y la gente se conformacon su tempo la arquitectónica se desploma.

La fundación de una ciudad como un acto festiuo en eI que se

renueva y se confirma Ia arquitectónica del mundo es un aconte-cimiento. Si hoy ya las ciudades no se fundan sino que sólo se am-plían, crecen y se desbordan, eso significa que eI acontecimiento hasido eliminado del mundo como algo innecesario y la arquitectónicaen esta realidad ya no tíene sitio, ha sido privada de su sitio. Laciudad es eI sitio donde sucede el acontecimiento. La ciudad, como

sitio, es un acontecimiento.El español y el francés, a diferencia del alemán y de los idiomas

eslavos, etc,presan con absoluta obviedad la conexión entre el lugary eI acontecimiento: el lugai", tener lugar, auoir lieu. La ciudad, eneI sentido verdadero y original de la palabra checa ciudad (mésto),

es un acontecimiento situado, un acontecimiento que se produce endeterminado sitio (misto). La ciudad es un acontecimiento que se

produce como diferenciación entre Io esencial y lo inesencial, Io su-blime y lo trivial. EI hombre que está ligado a tal lugar no está

atado al terruño natal, a los bosques paganos, pero en esta lígazóna un sitio participa del acontecer y los acontecimientos en Ios que se

decide sobre el destino de Ia libertad y la sublimidad, de la belleza yIa poesía. En esta atadura a un sitio, el hombre se hace responsablepor los acontecimientos que en tal sitio acontecen. Esta atadura alsitio de los acontecimientos no ata a la gente sino que la convoca a

la responsabilidad liberadora, pone a todos ante la interrogante de

si Ia ciudad seguirá siendo el sitio de los sucesos, del acontecer, de

Ia historia y de los acontecimientos, y por lo tanto también de la co-

rrespondiente diferenciación, o si menguará hasta convertirse en unun sistema en funcionamiento, sin historicidad ni responsabilidad.

Las ciudades no son puntos ni espacios geométricos sino ámbitosde los acontecimientos y los sucesos. La crisis de las ciudades mo-

dernas es la manifestación de una contraposición en la que se deci-

dirá si los sitios y los acontecimientos van a cambiar, si se van a con-

vertir en sistemas cada vez más amplios, en los que eI acontecer se

verá reducido ade las más divecapaces, en con(conservaT ]- rencomo unidad deClaro que eso si

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L¡ cruo¡o y LA ARquITECTóNIc¿, onl uuxoo

verá reducido a la compenetración, la perfectibilidad y la seguridadde las más diversas funciones, o si estos sitios tradicionales seráncapaces, en condiciones de un progreso científico técnico insólito, deconservar y renovar su historicidad y su estructura arquitectónicacomo unidad de Io banal con Io sublime, de Io prosaico con lo poético.Claro que eso significa que Ia ciudad tendría que convertirse en unpoder capaz de defender, contra Ia voluntad de expansión y la agre-sividad de Io utilitario, de Io banal, de lo prosaico, a la arquitectóni-cay a lo poético. Lo que amenaza a las ciudades modernas es que Iopoético, lo arquitectónico y Io sublime se vean rodeados, engullidos yahogados en el mar de lo trivial y lo pragmático; la iglesia, eI templo,el municipio, el teatro, como símbolos de Io espiritual, son rebasadosy rodeados por construcciones prosaicas que están al servicio delconsumo y de Ia administración. Antes, Ias dominantes de Ia ciudaderan la iglesia, el templo, el municipio y el teatro, en tanto que hoyestas dominantes se ven deglutidas y ensombrecidas por dominan-tes prosaicas y banales, aunque imponentes y grandiosas.

La ciudad es un vivo, un visible testimonio de lo que es Ia época;la época se encarna en Ia ciudad. En el destino de Ia ciudad modernase puede leer hasta dónde ha ido a parar toda Ia época moderna. Loque les ocurre a las ciudades, Io que les pasa, es un elocuente y fielreflejo de lo que le pasa a toda la época moderna. El dictador del quehablé al comienzo de esta reflexión, el que determina la fisonomía,Ia marcha y la vida de las ciudades modernas, le impone también sudictado a la época: los destinos de las ciudades y los de la época sondecididos por un dictador que, a diferencia de aquellos que teníannombre propio y que en el siglo xx fueron derrocados, muertos y se-miolvidados, sigue dominando y parece ser invencible.

¿Qué nombre podemos darle a este dictador? ¿Tomaremos paraéI prestada la denominación de bestia triumphans?, ¿es más adecua-da la de "el sofista moderno"? o ¿recurriremos aI término intraduci-ble de Martin Heidegger y diremos que la época moderna, incluidassus ciudades, es dominada por das Gestell (el marco o Ia estructurade un sistema)? Si mis afirmaciones son correctas se desprende de

ellas una conclusión: ni el mayor de los esfuerzos de los arquitectosde más talento podrá por sí solo cambiar el destino de las ciudades

79

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80 Rprlnx¡orqrs ANTEDILITvTANAS

modernas si la época entera ha perdido su arquitectónica. para queIas ciudades se conviertan de nuevo en sitios de articulación arqui-tectónica y las gentes puedan habitarlas como unidades de lo trivialy Io poético, o sea lo sublime, lo bello y lo íntimo, Ia época modernadebe librarse de ese poderoso dictador anónimo que es al mismotiempo su mistificador y su ocupante.

Es ese dictador anónimo quien decide que Ia gente se vea aplas-tada y engullida por una continua avalancha de informaciones, deimpresiones, de artefactos, de cosas que de todas maneras acabanpor perderse en un acelerado proceso: se desgastan. En esta pre-nxurcr no hay tiempo para detenerse. Pero allí donde no hay tiempopara detenerse el hombre no puede habitar ni Ia ciudad ni Ia tierrapoéticamente y de Ia vida de la gente desaparece Ia memoria. Lamemoria no es originalmente la capacidad de traer a Ia mente lascosas y las cuestiones pasadas. Le memoria significa originalmenteque el hombre tiene en la mente lo que ocurre, mientras que la pér-dida de Ia memoria significa que la mente de la gente está ocupadapor cuestiones secundarias que bloquean y paralizan la salvadora yliberadora acción'de la verdadera memoria. Por eso eI hombre debeIiberar su memoria del aluvión de cosas insustanciales, debe ha-cer memoria de quién es en realidad como hombre. Y en este hacermemoria, en este despertar del recuerdo será consciente de que eIprimer paso para la salvación o la fundación de las ciudades es larenovación de la arquitectónica del mundo.

1993

En 1940 -la segrEisnerl escribió echa2 en el que afien Macha casi sierperceptible: la parme es propio. lo gt

Pavel Eisner Iel poeta le daba adel que percibíantemporáneos no ercriticaban (como TPalacky) elogiabarescasez de ideas prquiera sus más fieradores, lo juzgabaépoca y amoldabansus estrechas opini

¿Entendemos nleerlo palabra porproseguimos en es¿t

bras concepciones o

: Pavel Eisner, lingili_--¡¿ductores al checo de lcBrod, Thomas Man¡r). IIpersa y el español. Auto- Karel Hynek Macha ( li(Mayo) es uno de los libn