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Titulo de la edicidn original: The organization of social life: The perspective of polítical anthropo-1010', in People in Culture. A Survey of Cultural Anthropology © J. F. Bergin Publishers, Inc.

New York, 1980

Traducción: Antonio J. Desmonb

Portada: Julio Vivas

© EDITORIAL ANAGRAMA, 1982 Calle de la Cruz, 44 Barcelona-34

ISBN 84 - 339 -0506 - 6 Depósito Leial: B. 27039-1982

Prrnted in Spain

Gráficas Diamante, Zamora, 83, Barcelona-I8

INDICE

Capítulo I LAS FUNCIONES POLíTICAS EN LAS SOCIEDADES CON Y

SIN ESTADO

I. LAs FUNCIONES POLfTICAS EN LAS SOCIEDADES

PREE$TATALES

Introducción ¿Cuáles son las funciones políticas? Funciones políticas en las sociedades sin y con Es­

tado. La composición social . Niveles de integración sociocultural en las socie­

dades sin Estado y sus procesos políticos ca­racterísticos .

II. LA SOCIEDAD POÚTICA y LA ECONOMíA POÚTICA .

Sociedad primitiva versus sociedad política . El principio organizativo de la sociedad política:

el Estado . La división de la sociedad política .

_~ orígenes del Estado . La sociedad política: esferas pública y privada Sociedad política e individuo .

7 7 8

12 14

22 39

® 43 47 51 55 57

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Factores internos y externos en la formación del Estado: la teoría de la conquista

Bibliografía.

Capítulo II

LAs FUNCIONES DE LAS SOCIEDADES CON ESTADO .

Las funciones duales del Estado . El Estado y el gobierno de un territorio El desarrollo de la teoría del Estado . La comunidad y las sociedad política de los mono

goles y los antiguos judíos. El surgimiento de las clases sociales La evolución de la sociedad política y los orígenes

de la ley . La persona jurídica, el grupo corporativo y el

Estado . El mito del liderazgo en la sociedad política Las funciones cambiantes de la sociedad política Bibliografía .

61 66

69

69 83 86

95 101

lOó

113 120 126 141

Capítulo 1

Las funciones políticas en las sociedades con y sin Estado

l. Las funciones políticas en las sociedades preestatales

INTRODUCCION

En el tomo V,I Ira Buch1er se ha ocupado de diversos sistemas de parentesco, de las terminologías del paren~ tesco y de los intercambios matrimoniales que contribu­yen a la viabilidad de las sociedades humanas al evitar

,.J;l..ue surjan conflictos irresolubles a propósito de las pau­tas sexuales y matrimoniales. Otro trnos de conflictos igualmente irresolubles pueden presentarse cuando per­sonas pertenecientes a un grupo dado o a varios grupos distintos tratan de monopolizar recursos estratégicos co­mo el agua, la tierra, la caza y demás bienes económicos, Hay momentos en que los recursos económicos necesa · rios para la supervivencia son relativamente escasos y eso hace que los grupos humanos compitan por contro­larlos. Un ejemplo de tales conflictos es el ocurrido en

1. El incisivo comentario de Stanley Diamond ha colaborado en gran medida a clarifica¡; los conceptos de la 1 Parte de este capitulo. No obstante, la responsabilidad de la versión final de este material sobre las sociedades sin estado recae sobre el editor de este volumen.

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Africa Oriental entre los pastores y los horticultores por el control de la tierra, en forma de pastos para el primer grupo o cultivo extensivo según el gusto de los últimos.

r Las estrategias y las actividades dirigidas a resolver estos conflictos relativos a las fuenles básicas se deno­minan funciones políticas. La tarea de la antropología po­lítica consiste en determinar la naturaleza de las funcio­nes políticas de las distintas sociedades y el tipo de es­tructuras que llevan a cabo tales funciones. Por estructu­ras políticas entendemos las normas y los principios con arreglo a los cuales se resuelven estos conflictos y la!¡ personas que supervisan el cumplimiento de las normas y los principios.

¿CUALES SON LAS FUNCIONES POLlTICAS?

No existe entre los antropólogos ningún acuerdo so­bre la definición de la antropología política ni sobre la definición de los términos «comportamiento político» o «relaciones políticas».

No obstante, IQs antropólogos de la política suelen interesarse por cuestiones como las siguientes: ¿Tienen sistema político todas las sociedades? ¿Cuál es la relación entre la sociedad política, el gobierno y el Estado? ¿Tie­nen las sociedades sin Estado alguna forma de control político predominante o bien funcionan basándose en el parentesco o. en el paradigma del parentesco y en las obli. gaciones (estructuras de parentesco)? Las respuestas que se han dado a estas preguntas dependen en buena medida de lo que el antropólogo entienda por «comJ2ortamiento politico», «gobierno» y «estado». El constante trabajo de interpretar los materiales etnográficos y la aparición de

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,

nuevas etnografías han dado lugar a definiciones inéditas de los conceptos antropológicos.

Es difícil aportar una definición exacta de «comporta­miento político» que describa de manera adecuada los me­canismos de contra} J mediación que existen en todas las sociedades, en todos los niveles de complejidad sociocul­tural y de desarrollo tecnológico. AlID1nos antropólogos definen los Iprocesos políticos cornq mecanismos colecti­vos mediante los cuales ·se definen los derechos y obliga­ciones publicos y se resuelven los conflictos. Se sostiene que estos mecanismos de control constituyen el «colec­tivo» que regula las acciones dirigidas a la consecución de «objetivos públicos», siendo un \objetivo «público» el que afecta al bienestar de grupo en cuanto conjunto y sólo puede alcanzarse mediante el consenso y la cooperación de todo el grupal Desde el punto de vista de estos antro· pólogos, la natuf-aleza «pública» de las actividades, de­rechos, obligaciones y objetivos distingue a las «activida­des políticas» de las «actividades domésticas», puesto que las últimas se refieren a los derechos, obligaciones y conflictos que afectan a las relaciones entre los individuos dentro de las unidades de parentesco. No obstante, .otros antropólogos sostienen que en las sociedades cazadoras­recolectoras, como las de los aborígenes australianos o los bosquimanos de Afr:kft", no existe diferencia entre las esferas privada y pública de las actividades sociales.) Al­gunos de estos antropólogos sostienen, con el antropólo­go social británico Isaac Shapera (1956), que en tales so­ciedades la política es simplemente un aspecto de 10 so­cial, puesto que todas las actividades sociales tienen lugar dentro de las estructuras de parentesco o de cuasi paren­tesco.

Como veremos en la siguiente sección de este capítulo, el ténnino «sociedaaes políticas» se reserva para los es-

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tados o civilizaciones, con distintos niveles de desarrollo tanto si se basan en la horticultura como si la agricul~ tura es extensiva.(Sólo en las sociedades con Estado rea­lizan las funciones pO'ITi:icas estructuras políticas dife­renciadas de las estructuras de parentesco '(En las socie­dacTes sin ... Estado, todas las actividades de importancia crítica está~ socialmente integradas; como no se ha crea. do ninguna división del trabajo, no existe gran división de las funciones sociales ni diferencia entre las esferas pública y privada de la actividad sociaL' No obstante, las funciones políticas están claramente presentes en estas sociedades. Un ejemplo de función política es la resolu­ción de los conflictos entre dos o más grupos de personas que reclaman derechos exclusivos sobre un territorio que no coincide con los lugares de residencia de ninguno de los grupos de parentesco. En ese caso, tenemos una con­troversia que rebasa los límites de los distintos grupos de parentesco y, por tanto, va más allá del alcance de las funciones de parentesco. (La ~esolución de los conflictos entre grupos de parentesco se denomina «funciones po­líticas». ,Esta's funciones se llevan a cabo aplicando las nonnas tradicionales o mediante decisiones ad hoc adop. tadas dentro del entramado de ras estructuras de paren­tesco. Por esta razón, los antropólogos afirman que en

I las sociedades primitivas (sin Estado) las instítuciones sociales son plurifuncionales, en el sentido d,e que los grupos de parentesco no sólo realizan funciones de pa­re~t~sco sifo10 también funciones políticas, económicas y r~hglOsas SIn contar con estructuras políticas especiales (véase tomo IV, cap. 1, y tomo V, cap. 2).

¿Podemos afinnar que esas sociedades, donde las fun­ciones polí.tica's son realizadas por las estructuras de pa­rentesco, tIenen alguna clase de «gobierno político»? Al­gunos antropólogos han utilizado los términos «gobier-

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, ",

no» y «Estado» como sinónimos,(definiendo el Estado como el gobierno que tiene autoridad sobre un territorio (Margan, 1877), y ~an sostenido que no todas las socie­dades tienen gobierno.} En este contexto, f autoridad» in · dica una autoridad po," encima del parentesco -es decir, ef derecho públicamente reconocido a ejerc.er el pode~, qJJ-e es externa a las unidades de j:l'3:rentesco y que puede coaccionarlas a lá consecución de determinados objetivos y al mantenimiento de determinadas formas de conduc­ta."En la obra clásica African Political Sysrems (Sistemas políticos africanos), publicada en 1940 bajo su, dirección, Meyer Fortes y Evans-Pritchard sostienen que 'sólo las so­ciedades con E'stado tienen gobierno político; definen el «gobierno político» como «autoridad centralizada, admi nistración territorial e instituciones judiciales»: No obs­tante, defienden que todas l~s sociedades tienen organi­-zación política, y Radc1iffe-Brown (1940: xiv) define a ésta como «el mantenimiento de un orden social, dentro de un entramado territorial, mediante el ejercicio orga­nizado de una autoridad coactiva a través del uso, o de la posibilidad del uso, de . la fuerza física» (Radcliffe­Brown, 1940: xiv). Resulta difícil entender cómo las orga­nizaciones políticas así definidas puedan atribuirse a so­ciedades sin Estado. Por ejemplo, los dirigentes dé los bosquimanos de África no tienen derecho a utilizar la fu~za, pero ejercen el liderazgo basándose en el presti gio que obtienen con su reconocida habilidad para reali­zar determinadas actividades o tareas concretas (véase tomo VIII, capítulo 2).

Es fácil entender la naturaleza de las funciones polí­ticas en las sociedades sin Estado si las comparamos con las de las sociedades con Estado, ya que estas últimas nos resultan familiares.

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/

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FUNCIONES POLlTICAS EN LAS SOCIEDADES SIN Y CON ESTADO

Por «sociedades sin Estado» entendemos aquellas so­ci~aCíes que no tienen un territorio claramente delimi . tado y fijo ni funcionarios de d-edicaciÓn exclusiva_ ni derech~ entendido éste como un corpus sistemático de normas escritas a cuyo cumplimiento pueda obligar una burocracia centralizada.

La dicotomía «sociedades sin Estado versus socieda­des con Estado» sim~demasiado las cosas, pues exis­ten varios tipos de sociedades intermedias con formas específicas de funciones políticas . No obstante, (las fun­ciones políticas de todas las sociedades sin Estado -se ba­ran en principios informales de control social inscrusta­dos en las estrus,turas de parentesco "t, por tanto, se dife­rencian tajantemente aeTas funciones políticas de las so­ciedades con Estado. que realizan estructuras políticas dis­tintas de las estructuras de parentesco. Examinemos es­tas diferencias en función de las principales dimensiones de la tipología.

Territorio

( Las sociedades simples, sobre todo las que viven de la caza de animales y de la recolección, no tienen límites territoriales exactaro~.te. . trazados ni constantes dentro delas cuales estén determinadas las fidelidades y obliga­ciOnes de los habitantes.¡ Por ejemplo, se sabe que los grupos de esquimales son permisivos en cuanto a la tie­rra que habitan y no parecen conocer la noción de «vio· lación». Asimismo, los aborígenes australianos carecen de la noción de territorio cerrado, pero establecen espe-

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,

ciales lazos rituales con determinados lugares de los que no quedan excluidos los extraños en situaciones de emer­gencia. La~ bandas de _bo§..q.uiJ.:r1:~nos ~ung ocupan todas las tierras habitables y conocen todOs los lugares donde se pueden obtener alimentos de primera necesidad, aun­que no reconocen límites precisos ni acotados a su alrede· dar.

CUADRO ¡·1 : FUNCIONES POUTICAS EN LAS SOCIEDADES CON ESTADO Y SIN ESTADO

Caracteristicas Sociedades con Sociedades sin Estado sociales y Estado

políticas

Territorio Fijo y bien delimitado. Poco definido y cambian­

". Composición social

Localización del control

Naturaleza del control

Multiplicidad y heteroge- Grupos escasos y horno­neidad de grupos, comu- géneos. nidades, clases, regiones.

Algunas personas traba- Todo el mundo trahaja, jan para otras que no tra· para sí o para su grupo bajan pero mandan . inmedialO.

Separación entre la ciudad y el campo (véase Krader).

Jerárquico, centralizado y burocratizado (Estado).

El estado esta representa­do por una persona (rey, presidente).

Presencia de funcionarios fijos.

Autoridad centralizada; ley escrita; coerción flsi-0..

Autonomía de las comu­nidades o de los grupos de parientes o solidario dades.

Consejo de ancianos y/ o jefe.

Dirigentes rotativos y si­tuacionales.

Innuencia de los dirigen­tes; la costumbre; san­ciones informales.

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e Con la invención de la horticultura y el advenimiento

de los poblados sedentarios, los grupos de parientes y las comunidades se van identificando cada vez más con terri­torios concretos, pero de manera simbólica y no política. Entre estos pueblos todavía es posible observar un cier­to movimiento de la población y un cambio cíclico en el cultivo de las tierras.(Sólo con el advenimiento del Esta­do encontramos una clara delimitación y una propiedad en exclusiva de las tierras que se corresponde con el re­clutamiento, la elaboración de censos, la recolección de impuestos y la determinación territorial de la ciudadanfa y la soberanía;

LA COMPOSICION SOCL~L

( Las sociedades estatales se caracterizan por una gran diversidad de grupos étnicos y raciales, de clases sociales y regiones. Las sociedades sin Estado, sobre todo las so­ciedades más simples y de menor tamaño, son cultural· mente homogéneas a causa de su relativa falta de contac· to con gentes de lenguas y culturas muy distintas. Dentro de las sociedades sin Estado no hay gran división del tra­bajo ni variedad de grupos con distintas tradiciones his­tóriCas. Estos pueblos comparten las mismas creencias, costumbres, valores, herramientas y técnicas (para conse­guir los alimentos y defenderse), y los mismos rituales religiosos l Siguiendo a Diamond, Krader y otros autores de este Panorama, estas sociedades pueden denominarse sociedades «primitivas» o bien, siguiendo a Durkheim,

~ «sociedades de solidaridad mecánica». En ellas no se hace , ninguna distinción entre las personas que trabajan y las

personas para. quienes se trabaja (hombres públicos o go· bernantes), es decir, no existe una división del trabaja

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políticamente sancionada que ponga en relación las ~or­mas impositivas, el trabajo obligatorio y la explotacIón económica (véase Krader, tomo VI, cap. 1).

Como estas sociedades primitivas no suelen contar con olras culturas con las que comparar la propia, no ponen en tela de juicio sus sistemas culturales y suponen que son los únicos p.osibles. Dicho en otras palabras, en estas sociedades se da inevitablemente un cierto letno­centrismo cultural} lo cual no debe confundirse con una sensación de suphioridad cultural ni con intolerancia respecto a otras culturas (lo que es típico de las socie­dades occidentales).

La localizaci6n del control social

'El liderazgo, la influencia, la costumbre y las sancio nes informales . constituyen un conjunto de ideas inter­relacionadas q~e utilizan los antropólogos para definir la naturaleza de las funciones políticas en las sociedades sin Estado y )?ara diferenciarlas de las existentes en las sociedades/con Estado. Todas las sociedades aseguran que la mayor parte de sus miembros vivan según las normas y los valores socialmente aceptados, pero en las socie­dades con Estado esta función de control social se lleva a cabo mediante unos procesos políticos totalmente<i.t!s·

po tituc~Iiz.ad~ El concepto de institucionalización indica que los aerechos p'OTIticos están establecidos y pública· mente reconocidos co~o un conjunto de derechos clara· mente ide;rtificabl~ distintos de los derecho.s de pa­rentesco y de cuyo · cumplimiento se encarga una autori­dad claramente distinta de la autoridad de parentesco.! -

2 Por control socic.l entendemos la confonnidad de las expecta· tiva~ inslitucionaliz.adas en las esferas económica, parental y religiosa

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tsta es la razón de que los antropólogos afirmen que en las socieda~o!J estado las funciones políticas las rea. Iizan '~ructuras políticas es decir, estructuras gue están por encima del pÚentesco. Los a~'I~os' explican las características distintivas de las estructuras políticas con los conceptos de funcionarios públicos, autoridad ce~­tralizada, ~ y coerción física. - _.- --EL LIDERAZGO SJTUACIONAL VERSUS LOS FUNCIONARIOS PÚ­

nLICOS FIJOS. En las sociedades <9n estado encontramos e.ersonas eS2eciaUzadas en cumplir ~nciones políticas como dedicación exclusiva. Los funcionarios políticos ocupan una posición claramente distinta de las posicio­nes e~on9micas y de parentesco y se dice que ocupan u.n cargo} En las sociedades sin estado no hay otr~i­clones que las de .l?are~ con las cualidades de ser .permanentes y constantes. Por ejemplo, en las tribus es. quimales y bosquimanas, ftodos los ancianos se conocen estrechamente unos a otros y toman las decisiones por procedimientos democ;ráticos y colectivos, mediante el con~~jo de ancianos,¡\ en las sociedades con estado, las decIsiones están en manos del rey O del presidente y de otros funcionarios fijOS )

' En las sociedades SIn estado, la aportación personal de los individuos a las necesidades económicas y sociales son más gicazmenteJec.onocidas por toda la sociedad,'

)

de las relaciones sociales. Por con/rol pallaco entendemos las activi. dades y los procesos institucionalizados que son políticos y distintos de las eJ[~clativas in~t~tl4cionalizadas en las esferas del parentesco, de la economla , de la rehglón, etcétera. De acuerdo con nuestra distinción ~ntr.e ~truc.tura versus función, sólo las funciones políticas están mstltuc!onah.~das en las sociedades sin Estado. (Sobre la naturaleza y las dIsfunCiones de la noción de la doble institucionalización de las funciones jurídicas en las sociedades modernas véase Diamond 1971' 42·72.) '. .

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dada la ausencia de estructura de clases y el carácter recí­proco de la cultura primitiva. Por eso, la habilidad de las personas para cazar, para la guerra, para las ceremonias, para las danzas, etcétera, da lugar a dirigentes rotativos

).~~uacionales. ( EI liderazg,o es¿¡¡;;;;Cional porque unas personas son mejores en determin3aas tareas y otras per~ sanas en otras actividades~ Como las actividades no son demasiado técnicas, aunque necesiten una habilidad es­pecial, la mayor parte de las personas tienen bastantes posibilidades de sobresalir en alguna de ellas y sustituir al dirigente previamente establecido. ~sto explica la existen~ cia de dirigen tes rotativos y por qué los dirigentes deben ser constantemente revalidados mediante el desempeño públicamente recon~ido de las tareas importantes . .. ...!n. cluso el «dirigente general», presente en muchas .tribus, tiene que revalidar su papel haciendo regalos mayores de los que recibe.)

Como veremos/ en algunas sociedades sin estado exis.­te un jefe cuyo papel consiste en coordinar la redistri­bución de la riqueza. El jefe era el símbolo de toda la tri­bu y encarnaba la tradición cultural del grupo como con­junto. En las sociedades con Estado, sin embargo, la auto · ridad centralizada ya no representa la tradición común, como veremos, ni los intereses de todos los individuos, puesto que la sociedad con estado está dividida entre quienes trabajan y quienes explotan a los trabajadores, entre los gobernantes y los gobernados.}

La naturaleza del control social

LA I NFLUENCIA DEL LIDERAZGO VERSUS LA AUTORIDAD CEN­

TRALIZADA. Los científicos sociales han definido los con­ceptos de «liderazgo», «poder" y «autoridad» para clad·

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ficar las diferencias entre las distintas fonnas de influen­cia que ejercen unas personas sobre otras. Ya nos hemos ocupado del I<liderazgo situacional». El sociólogo Max Weber aportó definiciones de «poder)) y «autoridad» que están ampliamente aceptadas entre los científicos sociales y CU:!.e también utilizan algunos antropólogos. Según"--We­ber., 'el ~r es la capacidad de influir en el comporta­mient~ de1as personas, incluso. contra su . voluntad) La autond'l.d es el derecho públicamente reconocido a ejer­cer el poder y a respaldarlo .con el uso de la fuerz<j: este derecho puede coexistir (o no coexistir) con la capacidad real del detentador de autoridad para influirenel com­portamiento de las personas. La autoridad así definida s6lo se encuentra en las ~ociedade~ "con Esta"do e implica la existencia de una bur~acia_ centralize2a compuesta de funcionarios con dedicación exclusiva y constante. Los dirigentes de las sociedades sin..Estadb' no disponen de in­fluencia coactiva sobre el comportamiento de las perso­nas. No obstante, poseen esa clase de m/luenri{Lsocial que ejercen las personas que alcanzan y mantieneñ una posición de lidera~go basada en sus personales capaci· dades y caris~Ye.

Si bien ~LJi erazgo se mantiene~mientras el carisma y la capacidad son revalidados por la actuación pública-l mente reconocida, la autoridad, como vemos en las socie- h dades modernas, está a~gada a la posición o el cargo que \ !,e detenta y dura mientras éste se ocupa legalmente. La actuación y la capacidad técnica pe la persona que det~n­ta el cargo es en buena medida independiente del hecho de disponer de la posición.l La idea de posición «legal»

J. Diamond ha mostrado en Dahome)': A Proto-5tate in Africa, que está a punto de aparecer, que en esta situación una mujer puede con­vertirse en el jefe de un clan patrilineal, si bien encama la autoridad tradicional y no la autoridad que conlleva la posición legal.

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nos lleva a ocuparnos de otra importante diferencia entre las funciones de control social en las sociedades sin Esta­do y en las con Estado.

LEY VERSUS COSTUMBRE. Todos nosotros estamos familia­rizados con el concepto de _ley», puesto que siempre somos conscientes de las consecuencias legales de casi todo cuanto hacemos. La ley ha sido definida de distin­tas formas. según se siga la tradición de la jurispruden­cia inglesa, donde la leyes la norma de conducta que im­ponen los tribunales. o la tradición de la Europa conti· nental, donde la legislación y los códigos escritos son prerrequisitos esenciales de la ley. Ninguna sociedad pre­lit~raria posee I~~es escritas. pero algunas, como la de los indios pueblo, tienen un consejo que desempeña cier­tas funcion-es de nuestros tribunales./ Los tribunales, que están....compuestos de especialistas e intérpretes de la ley con dedicación exclusiva ... no existen en las sociedades sin Estado, que en realidad están gobernadas por las familias y por «el tribunal de la opinión pública .. \ Esta última expresión, por supuesto, es una metáfora que se utiliza para expresar la eficacia de la opinión púb'lica como for­má de sanción social.

¿Qué es la ley? El antropólogo norteamericano E. A. Hoebel (1954) sostiene que el elemento esencial de la ley no consiste en la existencia de tribunales sino en el legítimo uso de la fuerza física. Para Radcliffe Brown,[Ie­yes son aquellas normas de comportamiento que se man­tienen mediante la sistemática aplicación de la fuerza por parte de la autoridad políticamente organizada. :E.ste reserva el término ccostumbre_ para todas las demás san· dones que no impone la autoridad constituida, sea ésta política, militar o edesiástiCa-) Todas las demás definicio-

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nes de la ley propuestas por los antropólogos parecen im­plicar que la ley no es posible sin la presencia de especia­listas con dedicación exclusiva y constante, sean jueces o autoridades políticas. Definida de esta maneraJ!iu~Y no es evidentemente una característica universal dela~ socIe:­dades humanasJ,pero Pospisil (1958) ha -definido la ley de una forma q e considera universalmente aplicable.

Más importante que la aplicación universal de la de­finición de la leyes el problema de porqué muchos pue· bIas preliterarios se conforq1an con Üillta dTcacia a las costumbres y-normas sOciales~@Fm¡'no-"costumbre», en cuanto contrapuesto al de ley J (Diamond, 1970, expresa adecuadamente el ocespíritu» de las relaciones sociales de estas sociedades.{ Las sociedades primitivas se caracteri­zan por la homogeneidad social y cultural, lo que signi­fica que las personas que viven en sociedades simples y preliterarias están de acuerdo en las creencias y valores comunes y, consiguientement~, se adaptan a las conven· ciones y costumbres sociales¡ Efectivamente, los niños aprenden la forma de vida qúe ven mientras crecen. En las sociedades muy simples y pequeñas, ni siquiera los adultos suelen presenciar costumbres y formas de vida distintas y llegan a creer que la suya es la única manera de vivir. En parte, esto nos ayuda a entender porqué las costumbres se mantienen sin cambios.

Además, sea por el pequeño tamaño de algunas sociedades preliterarias o sea porque se trate de grupos de parientes interrelacionados y organizados, las persa-. nas se conocen unas a otras y participan en una interac­ción Jace.to-face. Como consecuencia, se ven llevados de forma natural a adecuarse a las mutuas expectativas y obligaciones para evitar caer en el ostracismo como con­secuencia de la murmuración y de las presiones de la opi­nión pública. "J:.sta es una de las razones de que el «prin·

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cipio de reciprocidad~ de Malinowski constituya el prin­cipio básico del orden social y del control social en las sociedades primitivas (y también en las sociedades moder­nas). Malinowski decía que las personas se adaptan a las normas sociales para cumplir las expectativas sociales porque saben que ésta es la única manera de hacer que las otras personas se adecúen a las expectativas de uno. Por esta razón, las normas sociales de las sociedades pre­literarias se denominan propiamente folkways, mores y costumb'res mejor que leyes, puesto que esta última no ción implica, en último término , la idea de coacción física aplicada por la autoridad política mediante sanciones le­gales en las sociedades gobernadas por un aparato es­tatal.

Con toda seguridad, en las sociedades preliterarias hay abundancia de lo que Radcliffe-Brown llama «sanciones negativas no organizadas», como -er ostracismo, basadas en· creencias de brujería y hechicería así como en la obli­gación de compensar las pérdidas materiales y los tras­tornos sociales. No obst<lnte, la clave para entender la na· turaleza de las \funciones políticas en las sociedades sin Estado radica en el carácter profundamente religioso y «moral» de las relaciones sociales. Por «relaciones. mora­les .. entendemos que las p~rsonas actúan porque se sien­ten impulsadas por obligaciones recíprocas y sentimien­tos personalizados de nat~raleza religiosa y parental ) 1::s­to significa que, mientras( en las sociedades modernas las normas sociales y las exp""ectativas recíprocas están en bue na medida definidas por consideraciones utilitarias y mo­netarias, en las sociedades primitivas están definidas, e impregnadas. de profundas creencias religiosas y senti­mientos parentales interiorizados) que son el origen de las

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motivaciones básicas del comportamiento de las personas. En la Introducción hemos explicado que la sociedad pri­mitiva es pluriluncional porque, por ejemplo, una acti­vidad concreta es posible que resuelva al mismo tiempo funciones económicas, religiosas y polfticas. Puesto que las creencias religiosas y las tradiciones culturales se com­parten por encima de las unidades de parentesco, no hay necesidad de estructuras politicas, en cuanto conjunto diferenciado de estructuras institucionalizadas, para obli­gar al cumplimiento de las funciones económicas y pa­rentales institucionalizadas. Hemos afirmado que los pdn. cipios de equidad y reciprocidad de expectativas operan en la esfera de las preocupaciones colectivas. Esto es posi­ble dado que las normas religiosas y culturales sirven de modelo del comportamiento social correcto y todo el mun­do las conoce, y como sanciones de las que nadie puede escapar sin convertirse en un marginado,,'

El carácter informal de las funciones políticas que se desenvuelven dentro del entramado de las estructuras de parentesco se da en todas las sociedades sin Estado. Vamos a distinguir ahora los principales tipos de sacie. dades sin Estado y a examinar brevemente las pdncipales formas de las funciones políticas que encontramos en eUas.

NIVELES DE INTEGRACIóN SOCIOCULTURAL EN LAS SOCIEDADES SIN ESTADO Y SUS PROCESOS POUTlCOS CARACTERISTICOS

Los antropólogos har( clasificado las sociedades huma nas segün los «:niveles» o .estadios. de tecnología y com­plejidad socíaTJ No existe ningún acuerdo sobre la me­jor manera dé clasificar estos niveles o estadios, sobre

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cómo interpretar la evolución de un estadio cultural a otro ni sobre cómo entender el papel desempeñado por la tecnologla en esta evolución. Todos los antropólogos coin­ciden, sin embargo, en qu~ las técnicas de subsistencia de una sociedad pueden ejercer una profunda coacción so bre la naturaleza de la organización política y social. Las sociedades que basan su subsistencia en la horticultura, en el pastoreo o en la agricultura pueden producir may" res cantidades de alimentos que las SOCiedades que sub­sisten de la caza, la pesca o la recolección de productos espontáneos.) La producción de alimentos permite asen· tamientos grandes y fijos, mientras que los primeros gru· pos humanos tuvieron que mantenerse en constante mo­vimiento para buscar comida, La mayoda de las socieda· des recolectoras son sociedades de subsistencia; es decir producen tantos alimentos como se necesitan para la sub· sistencia (culturalmente definida), pero no trabajan de forma compulsiva, de manera que habitualmente no es posible que se produzcan diferencias en cuanto a la acu­mulación de riqueza' En lo.. producción de alimentos, se puede obligar a las personas a producir más de los que se necesitan para el consumo inmediato y entonces se acumula un excedente. Como veremos" el cultivo de los alimentos está correlacionado con el aumento de la po­blación, la especialización ocupacional, la diferenciación en estratos sociales y la aparición de las clases socioeco­nómicas.

La distinción entre sociedades recolectoras y produc· toras de alimentos es una clasificación fundada en las técl1icas de subsistencia que prevalecen.)También se pue­den combinar criterios sociales y cultÍlrales para clasi. ficar las sociedades humanas. Iulian Steward (1955) ha propuesto los «: niveles de integración sociocultural», don­de cada nivel se caracteriza por una nueva forma de

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,

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estructura interna y otra de integración (tales como las formas de cooperación, de interacción social y de con­trol social). Desarrollando las ideas de Steward, Elman Service (1971) ha afirmado que podemos distinguir va­rios niveles de creciente «complejidad estructural,.. En

// su opinión, las partes de cada nuevo estadio cultural son más numerosas, más especializadas y más firmemente interrelacionadas por mecanismos de integración que las partes que componen el estadio anterior. l Service dis­tingue cinco niveles de integración sociocultural: la ban­da, la tribu, lajefatura. el Estado primitivo y la civiliza­CiOñ arcaica. Estos niveles se conciben constituyendo una secuencia evolutival en el sentido de que algunas socie­dades de banda se transforman en sociedades tribales, algunas · sociedades tribales en jefaturas, y así sucesiva­mente (Service, 1962). -eVO, ut.lONtSVlO -

Procesos poli1icos en las sociedades de banda

(Antes de la domesticación de las plantas y los anima­les, todas las sociedades se procuraban los alimentos me­diante la caza y la recolección de una gran variedad de flora y fauna. Si bien todas las sociedades en el nivel de la banda son cazadoras y recolectora~ no todos los caza­dores y recolectores se mantienen en el nivel de integra­ción sociocultural correspondiente a la banda. La razón es que circunstancias excepcionales han hecho que (algu­nas sociedades cazadoras-recolectoras sean más produc­tivas que otras; esta productividad ha permitido concen· traciones de población y complejidad en las estructuras sociales y políticas, incluida la jerarquía sociatpusente en el nivel de la banda. Por ejemplo, a lo largo de la costa noroccidental de América del Norte, que es rica en re-

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cursos alimenticios marítimos y fluviales (sobre todo en grandes salmones), los kwakiutl vivían en comunidades complejas y estratificadas (jefaturas) pese a no saber nada sobre la domesticación de plantas y animales. Igual­mente, la abundancia de bellotas permitió a los recolec;to res del centro de California formar grupos sociales de mayor complejidad que los típicos de todas las socie­dades situadas en el nivel de integración sociocultural correspondiente a la banda. No obstante, sólo se conocen unas cuantas sociedades cazadoras-recolectoras con ni­vel de integración sociocultural por encima del correspon diente a la banda.

( Las balliÍa.s..son .. .glJ:!~mpuestos de 30 a 100 perso. nas ~e se_desplazan par~a7.ar y recoger alimentos sil .. vestres y que en oc_asjones se reúnen para hacer expedi­ciones cooperativas o para las ceremonias grupales. \Ejem . plos bien conocidos de sociedades de bandas se ehcuen­tran entre los esquimales, los aborígenes australianos. los onas y los yaganes de América del Sur, los isleños an. ~a~an y losl ~osquim.anos de Africa~ La característica dis­tmtlVa del lllvel de Integración sociocultural correspon diente a la banda no es el tamaño de la población, sino las normas culturales que integran a las familias me­diante ell inte:cambio d: :egalos y socios matrimoniales y la cooperaCión en actIVIdades colectivas, como las ce­remonias religiosas, las expediciones bélicas y las gran­des expediciones de caza y pesca.\

Según Service (1962; 1971), sóld cuando un grupo de familias están unidas por normas de exogamia y de resi dencia matrimonial puede hablarse de «banda». Puesto que estas dos normas crean reglas matrimoniales preci­sas y la formación de grupos residenciales de familias que cooperan, transforman la mera aglomeración de fa­milias yuxtapuestas e'n grupos integrados.

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Los antropólogos que se han ocupado de 105 procesos políticos de sociedades en el nivel de banda afirman que ésta {debe cumplir al mEmos tres funciones políticas: 1) imponer la conformidad para prescribir-el comportamieI:'--to y sancionar las desviaciones; 2) coordinar las activida· _ des COleC~'vas y públicas; 3) mediar en los conflictos y resolverlos (véas¡ Goldschmirlt, 1959: 92; Scrvice, 1966: 48, y 197 : 53){ La primera función se ejerce a través del proceso de aculturación, puesto que de hecho las costumbres se interiorizan por su «caráct~r moralJ y su profunda cualidad gratificante de que hemos habla-do antes. La sanción del comportamiento desviado se produce enla mayoría de los casos merliantesañCíones '" informales y el principio de reciprocidad mencionado. La función coordinadora la llevan a cabo los dirigentes cuyo carácter carismático, rotativo y situacional ya hemos tra· tado\ Ahora explicaremos brevemente la mediación o «fun. cionés de adjudicación».

Los conflictos y las peleas son inevitables donde hay seres humanos. Las venganzas de sangre pueden comenzar como peleas normales entre individuos que .han recibido ofensas reales o imaginarias. Una pelea entre parientes suele resolverla otro individuo de mayor edad emparen· tado con las dos partes en litigio. Si uno de los conten­dientes está claramente equivocado, la opinión pública decide automáticamente la discusión.! Las bandas consti­tuyen sociedades igualitarias y por regla general funcio­nan basándose en decisiones unánimes y no en la regla de mayoría;j Si no hay ningún pariente común o acepta ble para ambos contendientes, o bien si la disputa es ver· daderamente discutible de por si, la solución se encuen­tra mediante los debates simulados, que pueden adoptar diversas formas. Un ejemplo interesante de tales debates es el «duelo cantado» que practican los esquimales. Los -26

contendientes tienen que superarse mutuamente ento­nando habilidades según una forma de exposición conven­cional. El veredicto se decide por la intensidad de los aplausos. Los aborígenes australianos practican el lanza· miento «ritualizado» de lanzas. El acusador arroja lanzas de forma ritual, desde una distancia prescrita, contra el ofensor y este último tiene que esquivarlas. La rapidez, la exactitud y la fuerza de movimientos determinan la cantidad dt; aplausos. El perdedor debe dejarse herir hasta que el vencedor quede finalmente satisfecho. Otra forma de debate no letal es el ((.duek> a golpes de pecho» que utilizan los yanomamo de Venezuela para decidir las disputas de poca importancia y reducir las hostili· dades entre grupos enfrentados. Se elige un hombre de cada uno de los grupos en litigio y se van turnando en golpearse el uno al otro en el pecho hasta que uno de ellos cae derribado.

r (La solución de las disputas entre dos bandas o entre cierto número de distintas comunidades es una cuestión más compleja y peligrosa que entre individuos. Puesto

¡ que las bandas son grupos cerrados de parentesco, cual· < quier ofensa contra un miembro de la banda recibe una respuesta comunitaria.) No obstante, existen mecanismos para impedir la guerra o la venganza de sangre entre bandas, de los que destacan los «encuentros expiatorios». Los aborígenes australianos nos proporcionan, una vez más, un ejemplo típico. Cuando se comete un homicidio, el homicida debe exponerse al lanzamiento de lanzas de los parientes del muerto. La vendetta queda cumplida en cuanto el homicida resulta herido, aunque la campen· sación no sea total desde el punto de vista físico. {Mu­chas veces el agresor es castigado por su propia b~nda antes de que la otra tome la represalia ) De este modo se

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evitan las venganzas de sangre y se mantiene el equilibrio entre las bandas.

La guerra es un serio problema en todas las socieda· des; en las sociedades cazadoras-recolectoras puede ser aún más serio, pues dado su pequeño Jamaño cualquier pérdida de población constituye una amenaza directa a los recursos económicos y defensivos de todo el grupo. En realidad,fguerras entre bandas ocurren muy rara vez, pues la orgahización social y la economía operan contra la viabilidad de guerras totales prolongadas.) Por algo no hay autoridad centralizada, sin la que son ~mposibles las actividades bélicas prolongadas. Además, la economía recolectora -cazadora impide la acumulación de alimen­tos y. por tan~o, limita las posibilidades de una guerra dilatada. Sobre todo, en las sociedades de banda carece de sentido la expansión o la conquista territoria~ En las sociedades tribales ni siquiera parecen conocerse las ideas de expansión e incursiones, que deben considerarse in­ventos culturales de las sociedades civilizadas (es decir, políticas).

Los procesos políticos en las sociedades trihales

La producción de alimentos se extiende rápidamente a p,artir de los primeros centros de domesticación de ani­males y cultivo de plantas que capacitan a las socieda­des productoras para expulsar y aislar a las bandas ca· zadoras-recolectoras o bien convertirlas en sociedades pro­ductoras de alimentos. Las sociedades con cultivos tras· laticios u otras variedades de horticultura y con pastoreo, se clasifican en el nivel tribal de integración sociocultu­raL Las tribus son ..grupos más numerosos que las ~an­

das; están compuestas de grupos de parentesco locales

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vinculados por alianzas matrimoniales y princIpIos de filiación urulineal que proporcionan una justificación de las alianzas políticas provisionales.~

Pero ¿existe en realidad un nivel tribal de integración sociocultural distinto del de la banda? Morton Fried (1975) sostiene que no existen datos antropológicos para mante­ner que las tribus, en cuanto grupos integrados en sen­tido económico, político y territorial, fueran anteriores al origen de las sociedades con, estado. Arguye que las so-­ciedades con Estado dan un mínimo de organización a poblaciones superpuestas y muy vagamente definidas para conseguir el control político. Las diferenciaciones que se establecieron, cualquiera que fuese su mínimo grado de integración, se debían al contacto con las sociedades con Estado (Fried, 1975). No nos concierne a nosotros resol­ver el problema histórico de si las tribus existían a un cierto nivel de organización antes del advenimiento de las sociedades con estado o después, aunque muchos da­tos corroboran el punto de vista de Fried. Nos interesan mucho más los mecanismos políticos necesarios para man· tener unidos a grupos que, después de la producción de alimentos, crecen de tamaño y crean asentamientos per­manentes-.! .. E~umento .4cl-tarnaño de lfl..población si~;.tí­fica la proliferación de grupos de parentesco y res 'en­ciales, que pueden no quedar efectivamente integrados sólo mediante las nonnas de residencia matrimonial y la exogamia. De hecho, las leyes de reciprocidad de los bie· nes y de los socios matrimoniales necesariamente se vuel­ven tenues y difusas cuando aumenta el número de grupos. \ .

Entonce$. ¿en....qué se diferencian las bandas de las tri­bus? ¡Ejemplos de tribus son los cheyenes de las llanuras de los Estados Unidos, los navajos del suroeste, los nuer del Nilo, los jívaros de América del Sur y los anaguta del

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norte del centro de Nigeria. Las bandas son asociaciones de familias, mientras que las tribus son asociacione~ de grupos de parijDtes, compuestos a su vez de familia~ En otras palabras. la tribu es una «fusión de grupos plurifa · miliares cada uno ae ellos del orden de una bandaf (Sah­Iins, 1961)1 La tribu es una sociedad se~entaria: una sociedad cÓmpuesta de muchos segmentos siendo el seg­mento el grupo plurifamiliar mínimo qu explota colec­tivamente una zona de los recursos tribales y constituye una entidad residencial todo el año o la mayor parte del mismo (ibídem). Más allá de esta definición inmediata, los límites, y por tanto la definición de la tribu, pueden de ­terminarse mediante los límites lingüísticos, los límites del matrimonio preferencia l y el sentimiento subjetivo de los límites. La tribu se compone de «sistemas políticos pluricéntricos» que se integran cuando surge la amenaza de presiones exteriores y recuperan la autonomía en cuan· to pasa la crisis . Los sistemas políticos pluricéntricos se determinan según la localización de la autoridad; pueden ejercerlos (1) los grupos de filiación unilineal (2) los gran­des hombres (3) asociaciones y sociedades secretas (4) los g,rupos de edad, y (5) consejos o asociaciones de pueblos y ,:,¡;upos territoriales .

• ~entro del sistema de linajes, mantiene la autoridad el miembro de mayor edad del grupo de filiación local que controla la distribución de los bienes y actividades laborales (ef. tomo V, cap. 1). La ancianidad dentro de la linea de filiación de varón sitúa al individuo en estrecha proximidad con los espíritus de los antepasados difuntos; esta asociación sobrenatural sanciona y perpetúa la auto­ridad de los ancianos.

Los grupos locales que componen la tribu tienen un dirigente que puede ser el portavoz del grupo y/o presi ·

' rur las ceremonias. Puesto que el poblado necesita un

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~ director de ceremonias, la posición del dirigente puede mantenerse y suele ser cubierta por. uno de sus descendientes o bien por el hombre más anCIano. El dirigente ha sido denominado «cabecilla» para in~i­car que tiene más autoridad simbólica que real, p~opla de un cargo permanente. De hecho, el dirigente no ejerce las funciones de un funcionario público fijo; ni puede adoptar decisiones colectivas por su propia cuenta ni tiene privilegios peyorativos, pero ocupa una posición notable por su distinción y prestigio.

En determinadas sociedades tribales (como en Mela­nesia), junto al cabecilla existe una categoría más influ­yente de dirigentes denominados «grandes hombres», que sacan su prestigio de su habilidad personal. su fuerza, su poder de persuasión y generosidad. Los grandes hombres gozan de una influencia especial siempre que las tareas cooperativas importantes y las amenazas exteriores exi· gen la movilización y coordinación de los recursos de todo el grupo, Básicamente, su liderazgo es situacional.

No obstante, el liderazgo situacional o simbólico y otros mecanismos indirectos de control (comunes tam­bién a todas las sociedades de banda) no bastan para in­tegrar a las tribus grandes (sobre todo cuando están com­puestas de gran número de grupos) y mucho menos para resolver los conflictos entre las grandes tribus. En el ni· vel tribal de integración sociocultural, encontramos un mecanismo característico de la integración tribal e in­tertribal, las asociaciones pan tribales, y en determinadas zonas ecológicas el sistema de linajes segmentarios.

Los ejemplos clásicos de sistemas de linajes segmen­tarios se encuentran entre los nuer, un pueblo nilótico, y los tiwi en Africa (de los que se trata en el tomo V, cap 2). Lo peculiar de estos dos sistemas tribales es que, aunque están compuestos de segmentos autónomos como otras

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tribus, pueden expansionarse territorialmente desalojan­do a otras gentes anteriormente establecidas. Los antro· pólogos explican que tal expansión es posible gracias a las funciones de la tribu en cuanto totalidad, por encima del nivel de los linajes. Muchas veces se desconoce en las sociedades tribales lás lineas genealógicas exactas en­tre varios linajes, y tampoco importa, pero 1.3.s tribus con linajeS""Segmen anos establecen un árbol genealógico com­pleto y preciso de todos los linajes. Por ejemplo, los an­tepasados de dos linajes fueron hennanos y por tanto sus dos linajes pertenecen a uno más amplio; el antepa­sado del linaje más amplio fue hermano del antepasado de otro linaje amplio, y así sucesivamente hasta conec­tar genealógicamente todos los linajes con el antepa­sado del que procede toda la 'tr-:mui Esta estructura je-_ rárquica compuesta de lazos genealógicos aporta unidad al conjunto de la tribu, y en consecuencia, ésta puede­actuar como una entidad corporativa contra-Ios enemigos exteriores.

Los «segmentos primarios» del sistema de linajes seg· ment~stáT1-conectados-por el mecanismo de la «opo-­sidón complementaria .. y la cestabilidad estructural lt. Por oposicíón complementaria se entiende que los segmentos no actúan por separado sino como bloques, en el sentido de_ que todo conflicto entre dos segmentos se expande automáticamente a los demás linajes con los que estos están emparentados, de manera que se van formando bloques de alianzas cada vez mayores. Este mecanismo autoexpansivo de alianzas se auto limita también, puesto que se detiene en el punto en que ambos bloques contie­nen grupos de hennanos opuestos. En otras palabras, el principio de la oposiciÓn complementaria canaliza los conflictos alejándolos de los linajes emparentados.

Por «estabilidad estructural .. entendemos que los sis-

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temas. .de..Jinajes -segmentarios no son sistemas perma. nentes, sino sÜle.mas activados "por las p.resiones de los fact?r=s exteriores que unifican los linajes. En cuanto cesa la oposiciÓn o la amen8ZS1~erior, el sistema de li­najes deja de existir como mecanismo integrador de toda I~ tribu. Este sistema no exist~as .. t¡::ibus--sin--linajes m, ~or. reg!a ~eneraI. en ~as tribus que se mueven por ternton.os mdlsputados, debido a que los segmentos me­nores tienden a convertirse en autónomos y discretos (Sahlins, 1968).

Las asociafisLnes .J2antribales constituyen el mecanis­mo más tipjco y universal de integración tribal. Una sOci:;!-ad no es una tribu por el mero hecho de constar de cierto número de bandas yuxtapuestas, sino porque tiene un mecanismo integrador que engloba la creciente dife. renciación y fragmentación de la sociedad . . :rodos los seg­m:ntos tribales anteriormente mencionados, como las

(unIdades domésticas, los grupos locales, las comunidades y las ,a~deas, comparten una base residencial o proximi­dad f¡s!~a, con excepción de las parentelas y los linajes, cuyos miembros no necesariamente viven juntos.]

La proximidad física de los grupos residencia es es el res~ltado de los lazos genealógicos, los factores eco­lógICOS .y las necesidades económicas y defensivas, y no necesan~mente el resultado de sus funciones explícitas. En :eahdad, l~ asociaciones pantribales se originan a partIr de las fUnCiones explicitas para 'cuya realización se han or~anjzado. Ejemplos de asociaciones pan tribales son las SOCiedades secretas, las sociedades de grupos de edad ~as. asocia~~ones encargadas de las ceremOnias y para ob: Jetlvos ~Ihtares; sus miembros por regla general pasan por .en~lma ~e los linajes y los grupos tribales. Estas aSOCIaCIOnes mtegran a toda la tribu~ Las asociaciones por grupos de edad comprenden a todos los hombres de una

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~eterminada edad que. juntos, van pasando por los dis­tmto~grupos de edad, como los jóvenes guerreros, los guerreros adultos, los ancianos jóvenes, etc. Se encuen­tran frecuentemente en Oceanía, en África y entre los in­dios americanos. Además de llevar a cabo las funciones de iniciación, pueden servir de instrumentos para la for­mación de grupos corporativos, como los éjércitos, y para la real!zación de funciones políticas a través del consejo de ~~clanos, que tiene influencia en el proceso de adoptar decIsiones. Entre los pastores karimojong de África orien­tal, todos los asuntos que afectan a los problemas públi­cos y al bienestar general se pasan por el sistema de g:upos de edad. Los movimientos del ganado, la emigra­ción de los campamentos, la autodefensa, las expedicio. nes bélicas y los acontecimientos rituales importantes se organizan y dirigen bajo los auspicios del sistema de grupos de edad. Estos no sólo proporcionan un senti­miento tribal y de unidad, sino que también pueden crear lazos intertribales porque en ocasiones están coordinados con los conjuntos de edad de las tribus vecinas.

Un importante vínculo pantribal es el clan. Hemos dicho a menudo que las sociedades con filiación unilineal no buscan a sus antecesores en todos los pasos hasta lle­gar al .ápice, como hacen las sociedades de linajes seg­mentanos. Esto es especialmente cierto cuando el nú. mero de linajes se multiplica y extiende por un territorio grande. En tales casos, cierto número de tribus compar­te la creencia en un antepasado mítico común, sin trazar las exactas conexiones genealógicas entre todos los lina­jes. Un clan puede abarcar gran cantidad de personas. Entre los ashanti de África, por ejemplo, había ocho cla­nes matrilineales con una población total de aproximada. mente medio millón de personas, y entre los ganda de África oriental había entre treinta y cuarenta clanes patri-

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lineales con alrededor de un millón de personas. Quienes pertenecen al clan se distinguen por el nombre común del clan, con frecuencia un nombre de animal o de ob­jeto, que muchas veces deben evitar o respetar. Dado que los miembros del mismo clan comparten la creencia en un antepasado comun,seconsideran parientes entre sí y tienen la obligación de. ayudarse mutuamente. Además, no pueden casarse entre sí y de esta manera se evitan con­flictos matrimoniales entre los miembros del mismo clan. Se deben casar fuera de su propio clan ~ de esta manera

1 se establecen lazos de solidaridad entre diversos clanes. Este es otro ejemplo de cómo las reglas de parentesco

(estructuras) cumplen las funciones políticas de asignar derechos, mediar en los conflictos e imponer el control social en general.

Procesos políticos de las jdaturss

¿efaturas, ~ ~ocied.ede5- jc.mrquizadas.-con autoridad centraJ.., se encuentran m P.olinesi.a (así, entreJ2Uilropian), en Melanesia (entre los trobJiandeses), en América CeJ;l9 t ral ;--en la -costa septentrional de An:.érica del Sur, en el sudeste de los Estados Unidos, en la costa norocciden­tal de América del Norte, en Af rica y entre algunos pastores aSiáticos.iLOs factores ecológicos parecen tener importancia para explicar Jos orígenes de las sociedades jerarquizadas. Debido a las diferencias ambientales, re­giones diversas se especializan en la producción de dis­tintos productos. Las sociedades tribales tienen relativa mente fácil acceso a tales productos, gracias a su movi­lidad. Pero las sociedades con técnicas agrícolas avanza­das tienden a vivir permanentemente en determinadas zo­nas, lde modo que la diversidad de artículos accesibles a ,

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todos los grupos s6lo puede conseguirse mediante la crea. ció'n de mecanismos redistribuido res. I::stos aseguran que los artículos circulan desde los productores a un centro que los reenvía a las comunidades locales.

Según algunos antropólogos, otro factor que puede ha­ber contribuIdo a originar la dirección centralizada es la creencia en la transmisión de la fuerza y el carácter de padres a hijos. En algunos casos, este tipo de creencia puede haber favorecido la transmisión del papel de los grandes hombres y, por tanto, originado tal vez jefes hereditarios. Esta hipótesis no parece absolutamente im­probable si tenemos en cuenta que 1" ley de la primoge­nitura se encuentra en casi todas laJ'. jefaturaS\ (Service, 1975: 74). Esta explicación mixta de los orígerles de la jefatura en nombre de factores ecológicos y creencias demuestra la complementariedad, más bien que el carác ter conflictivo, de las explicaciones ecológicas y simbó­licas.

La centralización del poder político para la organiza. ción de los intercambios regionales y la guerra, probable­mente, fue en un primer momento provisional, y la elec .· ción del dirigente central debió basarse en las capacida­des de los individuos. Una vez creado el cargo de jefe, la situación cambia. El redistribuidor tiene «poder» y alto rango, porque es quien ocupa el cargo, y pueden concen­trar poder en sus manos reservándose una parte de los excedentes para sí, para sus esposas y sus criados, y para desarrollar artesanías especiales. Sobre todo, puede ex­tender su poder a las esferas religiosas y políticas. Puede asignar trabajo para crear complejos mágico religiosos y para construir obras públicas, como sistemas de regadío, que posteriormente estimulen la productividad. La so­ciedad que crea una jefatura suele triunfar en su compe­tencia con otras tribus para acceder a los recursos vaHo-

sos, aunque no frente a las que poseen fuertes sistemas de inajes segmentados. El éxito de las sociedades con jefa­tura en los proyectos deregadío, en la guerra y en otros empeños colectivos debe catalog.arse entre los factores que posiblemente favorecen sus orígenes y su perpetua­ción.

Junto a las prácticas chamanísticas de las sociedades tribales, m las jefaturas encontramos rituales comuni­tarios con implicaciones sociales má.$ amplias. La extrac­ción_de un. excedente permite a las jefaturas la forma­ción no sólo de artesanos sino tambiélL de sacerdotes es­pecializados. De hecho, tanto los cargos sacerdotales como los seculares los desempeña la familia del jefe y, en algu­nas ocasiones, los papeles de jefe y de supremo sacerdote recaen en el mismo individuo. La jefatura es una estruc­tura teocrática y jerárquica que con frecuencia proyecta su modelo sobre lo sobrenatural, donde las deidades se clasifican según las líneas del sistema de grupos jerarqui­zado~ por el parentesco.

\ ~n las jefaturas, el rango se fundamenta en la distan­cia genealógica respecto al jefe; cuanto más estrechamente se esté emparentado con el jefe, mayor es el rango del individuo. ) Tales rangos no deben confundi rse con un sistema dd clases, porque no dividen a toda la sociedad en grupos gobernantes y propietarios, por un lado, y artesanos, trabajadores y masas campesinas, por otro. La -º-ivi~ón económica entre los estratos sociales no es tajante, pero tiende a ser una gradación continuada des­de lo más alto hasta 10 más bajo, sin consecuencias eco­nómicas y políticas o bien con consecuencias de poca monta.

A causa de la disposición jerárquica y la dirección re­lativamente centralizada{ las jefaturas son ~ociedades con una organización más ligera que las tribus~ no están

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total y permanentemente organizadas. La unidad de acti-­vidad productiva sigue siendo la unidad doméstica y'sólo en las sociedades con estado encontramos economía .... po­lítica. Las aldeas se unen para determinados empeños cooperativos, pero con frecuencia rompen y mantienen su sistema económico autónomo.\Se dan excedentes de producción y desigual control de 16s bienes, pero no exi\ te propiedad privada en el sentido estricto del términol Los jefes no cuentan con el uso legal de la fuerza y los jefes locales no pueden exigir por la fuerza el cumpli­miento de los tributos. Las estructuras permanentes, cen­tralizadas y burocráticas , con el monopolio legal de la

J fuerza, son características de las sociedades con Estado. ~ Las sociedades de jefatura constituyen un estadio de tran­

sición entre las sociedades sin Estado y las sociedades con I::stado{!o sociedades políticas en la terminología de K.ra­der). 3'610 en las sociedades con Estado las estructuras de parentesco se diferencian y subordinan respecto a las estructuras políticas. La forma en que el gobierno estatal introduce las divisiones políticas y las demás divisiones sociales y perpetúa las formas de explotación social me­diante el monopolio del poder político y el uso legal de la autoridad, será el tema de que nos ocupamos en la segun­da parte de este capítulo y en el Capítulo 2.

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*" ll. La sociedad política y la economía política

~Las sociedades ~rnana.LsUsn. clasificado según su hablfat natural, fuera el desie,no, las mo~s,Ja selva tropical o el litoral; según su tecnolosja, e~Jas que tenían instrumentos de piedra o metal o poseían el roo­'tor de vapor; se,gúñ su~ácticas. religiosas y sus sistemas de parentesco.):Estas clasificaciones son irrelevantes para definir la soc~dad política) A~í noyotros . dividimos l~ sociedad en dos clases. En la primera,10s individuos sólo trabajan para sus familia~ara ellos mismos. o bren para los bienes comunes del gru;ro inmediato, vecinos, p.,a­rie'"Otes o ambos simultáneamente; no cultivan.j;!ara q~ie­nes están fuera de esta e~.fera. En la segunda, están quie nes trabajan o cultivan para otros, pero este trabajo no

4. Estos capítulos son nuevos desarrollos de mis anteriores formu­laciones (1968 y 1963). Las recientes obras sobre la formación del estado son A. P. d 'Entreves, The No/ion o[ lhe Slate, Oxford, 1967, y GOI~ver_ nis el GouvernanlS (Gobc'71adDs y goberml1¡tes). Iohn Gillissen ed. So­ciété lean Bodin, vol. 22. Bruselas, 1969.

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tiene reciprocidad; éstas son las sociedades políticas\ Más adslaRte &'ir ver&--pol qué-utilizamos este término. En la primera clase de sociedad existe la unidad de lo no di­ferenciado. A véces se las denomina sociedaaes primítivas, sociedades de solidaridad mecánica, sociwades goberna­das por el status o sociedades de relaciones personales.! En éstas todo el mundo trabaja con tal de que tenga ca­pacidad, incluso los dirigentes sociales, los sacerdotes y chamanes, si los tienen, cuando no están celebrando las ceremonias de sus cultos locales. Estas sociedades sólo mantienen pequeños contactos con objeto de ayudarse mutuamente; y dentl:.Q de. ellas los distintos NUPosJoca les, familias ' y parientes ..... producen las mismas cosas y dependen fundamentalmenteae sus propias fuerzas para subsistir. Tal era la vida de los pueblos de Australia, de los que los más conocidos son los aranda, o bien de los esquimales del Polo Norte antes de la llegada de los euro-peos. i

Por trabajo o cultivo, palabras que hemos mencionado, entendemos la actuación directa sobre la naturaleza que rodea a los individuos, en primer término sobre la tierra, dando lugar a cosechas y cuidando ganado; asimismo el trabajo de desplazarse de un sitio a otro para tales culti­vos, de intercambiarlos por los productos de otros luga-

5. Henry Sumner Maine (1861) distiniUió entre las sociedades bao sadas en el status personal y las basadas en el contrato formal. Lewis H. Morgan (ISn) distinguió entre las sociedades basadas en las relaciones personales y las sociedades basadas en el territorio y la propiedad. Emile Durkheim, 0" the Divisio" 01 Social LAbor, trad. de G. Simpson, Nueva York, 1933 [versión cast.: De la división del tmbaio social, Schapire, Buenos Aires] distinguió entre la solidaridad orgánica y la mecánica. Mediante la solidaridad mecánica cada grupo reproduce lo que hace el inmediato. Mediante la solidaridad orgánica, los grupos dependen mutuamente para la producción. Ferdinand Ton· nies (1957) hilO la misma distinción que Maine con otras palabras. Max Weber distinguió entre sociedad particular y universal. y ley. Todas estas distinciones abarcan el mismo campo.

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res, Y de trasladarlos al luga¡- donde se realiza el con­sumo definitivo. La esfera de.... estas actividades excede ahora el grupo local, alcanza el conjunto de la sociedad. En las sociedades políticas, como las de Grecia y Roma de la antigüedad, en las regiones del mundo gobernadas por los imperios orientales o bien en las sociedades polí­ticas de la Europa moderna, del tipo que luego se llevó a América y a otros continentes, los grupos de produc­tores locales están imbricados en un intercambio más extenso de 'sus productos. Las mercaderías que intercam­bian son sus mercancías; los intercambios dan la medida de la densa interacción entre las comunidades producto­ras, en una medida que no se encuentra en las sociedades primitivas.[Ahora.las comunidades se hacen.cada vez más dependientes entre sí y disminuye su autonomía, La ~es­fera de sus actividades ya no es la unidad "doméstica fa­miliar ni la localidad; el trabajo de la tierra, las cosed}as y el ganado , la alfarería y otras industrias artesanales se realiza ahora dentro de la esfera de la sociedad cOffi9 conjunto; es trabajo social o cultivo social )

Desde el punto de vista de los individuos de la socie­dad política, sus relaciones entre sf y su vinculación al gru­po social quedan transmutadas; el cambio resulta para ellos más maravilloso que la obra de una varita mágica. Aquéllos.. para guienes se realiza el trabajo social )!3 no son miembros de la misma comunidad, pues se ha roto la vida en común; surgen nuevas relaciones entre las dos divisiones, la de quienes realizan.el trabajo directo y la de aquellos para quienes se realiza. Dónde vive uno, en qué comunidad, o qué parientes tiene ya no son cuestiones decisivas; el facto.r determinante dentro de la sociedad lo constituyen el trabajo social y las relaciones sociales que. conlleva, El tejido social de la comunidad primitiva es fino y está lleno de agujeros. El tejido social de la so

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ciedad política, aunque dividido, es espeso y complejo de diseño.

La sociedad política tiene otra forma de divisió,ri. En la sociedad primitiva no hay diferencia entre las esferas pública y privada, no existe vida pública ni privada, pues estas sociedades suelen ser simples en cuanto a organiza­ción y demasiado pequeñas para garantizar tal separa­ción, Desde luego, existen secretos de clan, secretos den­tro del sexo femenino que no se comparten con los varo­nes y, al revés, secretos que los varones ocultan a las mujeres en las sociedades primitivas. Pero cuán diferentes son los secretos militares de una nación moderna o los secretos comerciales de una empresa moderna; estos se­cretos forman parte de la vida pública de la sociedad po­lítica y se mantienen al margen de la vida privada y fa­miliar del mismo militar o del hombre de empresa. Por el contrario, hay que buscar mucho para encontrar tal separación entre lo público y Jo privado en la literatura etnográfica que se ocupa de la vida de los pequeños gru· pos en aldeas y bandas. No obstante, en la sociedad polí­tica existe otra diferencia. Quienes hacen trabajo social o cultivan siguen en las aldeas y comunidades mucho des­pués de que se haya formado la sociedad política. Aqué­llos para quienes se hace el trabajo son los hombres nue· vos, o los primeros en separarse de la comunidad, los primeros en aparecer como individuos, los primeros cuya vida pública queda separada de la privada, y son los hom- ~ bres públicos, los gobernantes y su séquito.

La sociedad política es algo más que la mera suma de estas comunidades: consta de un centro de gobierno con el que están relacionadas las distintas unidades de produc­ción. :E:.ste es otro de los sentidos en que- está dividida la sociedad política; se trata de la separación entre la ciudad y el camp.Q.. Pero para tener una socieaaa;- estas division-es

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deben superarse. Los medios para superar las separacio· nes y las divisiones de la sociedad política son públicos y formales; {el gobierno actúa mediante la legislación, la fuerza y la amenaza de la fuerza., Las fuerzas informales de la unidad de la vida social, que encontramos en las sociedades primitivas, dejan paso en la sociedad política a las fuerzas formales, públicas y oficialmente reguladas de la ley y el orden. La esfera autónoma hasta entonces del grupo local, la banda o la tribu se transmuta ahora, por lo que la misma, sociedad resulta cambiada. La sacie· dad se convierte en una sociedad dividida: la' economía de la sociedad política es la economía política.

Una vez definido nuestro campo y los términos que le aplicaremos, intentaremos ver en los próximos capítulos, en primer lugar, qué significan en la práctica. A conti­nuación entraremos más despacio en una sociedad concre­ta y particular, la de los mongoles de Asia central. Yo he tenido la suerte de viajar por esta parte del mundo y haber estudiado a las personas que viven allí durante un cierto tiempo. Estos datos procedentes de mis viajes y estudios quedarán reflejados en el último de estos dos capítulos. Al final haremos algunas observaciones sobre la sociedad política en la América actual. Mediante la comparación global, la naturaleza de la sociedad política, sus ventajas y limitaciones quedarán al descubierto.

EL PRINCIPIO ORGANIZATIVO DE LA SOCIEDAD POLlTICA, EL ESTADO

Como consecueQtia de las relaciones.....del trabajQ..§.2" dal, la sociedad política es una socieda.P..dLvid.i.da;....al~ mo tiemP9 está unific3!s!,a, pero de una foona nueva, por la imposición de la autoridad centralizada que ac~úa des-

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de fuera. j El monopolio de la autoridad radica ÚIPra c!e lQs grupos locales y constituye una tegai:ª-.o.Jmperfección f'xterior que reca.e sobre elw~ .La divis.ión ya no es entre grupos locales, SIDO que atraviesa toda la sociedad polí· tica e integra los grupos locales de manera distinta a como se integraban antes; pero uno de los estratos socia­les de los grupos locales, aldeas y comunidades está com. puesto por aquéllos que cultivan directamente la natura­leza; el otro es ese estrato social de la sociedad política que se beneficia del trabajo. (Aquí beneficio no significa dinero, pues el dinero sólo desempeña un pequeño papel en las comunidades de que hablamos. Beneficio se uti­liza aquí en el sentido literal y significa «para quien se hace el trabajO».) Hasta la formación de la sociedad po­lítica, las comunidades han sido segmentos que se podían romper entre sí sin grandes pérdidas; eran elementos de la sociedad política. Ahora están integrados en la nueva unidad social a través de su relación con la economía po~ lítica. El estrato social que se ha separado, desprendién­dose de las comunidades, controla y dirige la sociedad política. Nos ocuparemos ahora de las instituciones de esta nueva dirección y control de la sociedad.

La sociedad política es una sociedad con Estado ' el estCulo es el princil?io central organizativo de la sociedad política y de ninguna otra; y no hay ningún otro principio organizador de la sociedad política que no sea el Estado. El estado no es lo mismo que la sociedad política, perb surge dentro de e~ La sociedad política es aISº--concre­to, experimental y speciaL Tiene una economía pol~ o vinculación del trabajo social, tiene una función mili­tar, una función religiosa, etcétera. La sociedad política, como cualquier otra, tiene miembros; no hablaremos en este sentido de quienes forman parte del (Estado, sino sólo de sus instituciones y órgano! El Estado es el yrincipio

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de organización que opera a todo lo ancho de la sociedad política; ...a-eLpRRcipio absttacto del monopolio-de-la autoric!.ad central enJa..suciedad política. Se ha identifi· cado el Estado con el gobierno universal de la ley y con la norma racional; hasta qué punto puede afirmarse eso lo estudiaremos críticamente más adelante. Al ser un principio abstracto, el Estado no actÚa prácticamente. ni opera por medios directos. sino a través--dtH;Us-érgano . El estado es el principio formal de organización de la so­ciedad política y actúa a través de. or.,gaJilimosJormales, que están debidamente constitujgps";,c..actúan.poF-pfoced4-mient0.2....formaTe5. La sociedad política, como cualquier otra sociedad, tiene tantos aspectos formales como in­formales; el Estado es una pura cuestión formal. Está constituido de ley, está constitui,do por y. a través de la ley, y constituye la ley en su vertiente pública. El EstadP es el principio formal de la organización de la vertiente pública de toda la sooiedad política; esa organización tiene una localización central o gobierno central; Ahora adoptaremos otra forma de aproximación. La ce~traliza­ciÓn del gobierno, o de la autoridad, o de un grupo for­malmente constituido, se ha convertido en el principio de la sociedad política: ese principio es el Estado. Dicho otra vez, la autoridad central alcanza a toda la sociedac política;- eo=;stado es el principio de la alltoridad celltral de un grupo formal sobre el conjunto de la sociedad polí­tica y Sobre todos los demás grupos que existen en su in­terior. A veces se utiliza la palabra «Estado» para indicar una determinada nación, el Estado de Dinamarca o de Is­rael, por ejemplo. Evitaremos semejante uso. (Krader, 1968.)

_La sociedad polític<!.Jl ser una sociedad dividida. e.s necesariamente una sociedad comJ?ki'l Tiene el mismo sentido que sociedad civilizada. Las sociedades no civi-

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¡izadas, o bien en este sentido las sociedades no políticas, suelen resultar complejas, por sus sistemas de parentes­co o por su culto religioso, pero no lo son en cuanto a la organización y las relaciones de su economía política y de su sociedad, como las que aquí hemos expuesto. En las páginas que siguen procederemos desde la exposición general de las relaciones de la sociedad de la economía política hasta la caracterización de sus rasgos específicos. Podremos fijar, como veremos, en qué condiciones se formó por primera vez la sociedad política; si bien la fecha es aproximada, no obstante podemos inferir cuándo y d6nd~ ,tuvo lugar este proceso que hizo época y bajo qué condicIOnes. Entre las distintas formas de sociedad, hay una que sobresale para nuestro objetivo. Las demás for­~as ~e sociedad pueden mencionarse con objeto de dis.­tmgUlrlas de la sociedad política, pero no estudiaremos las. sociedades f?rmadas por bandas, como los grupos socIales de esqUimales, las bandas paiute del centro de California, los bosquimanos del desierto de Kalahari en Af.,:ica meridional, los pigmeos de África central y los is­lenas del sudeste asiático, las bandas cazadoras de Nueva G.uinea y del centro de Australia. Había, y en cierta me. d.Ida todavía ~ue~an, miles de tales grupos, de tecnologfa simple, organización económica simple y pequeño tama. ño; en tales grupos la subsistencia procede fundamen~ talm~nte de la caza y la recolección de animales y plan­tas silvestres; yen tales grupos una banda de un centenar de personas sería grande F~jste....gr.an variedad de orga. nizaci?nes soci~l~s entre estas bandas, en un extremo, y la SOCiedad polillca en el otro; las organizaciones de Jos indios de las llanuras de AmÚica del Norte y de los is­leños p~li~esios pueden aducirse como ejemplos; alguoas de las ultImas, en cuanto al tipo, se aproximan a la ca­tegoría de sociedad polí tica.

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Donde primero tenemos noticia _de sociedades políti­cas en los tiempos antiguos es en Oriente, en el valle del Nilo, en los ríos Tigris y Eufrates y en las regiones veci­nas. Estos fueron los primeros pueblos que escribieron; existe una estrecha relacióI1- entre la escritura y la for­mación del Estado, entre los documentos, los escribas, los archivos y los archíveros, y el aparato -del estado. Miles de años después, 'Ja sociedad política surgió en el centro de Asia en unas condiciones que fueron recogidas por los historiadores chinos y persas\ Estos documentos están en riquecidos por la épica de 1>Ürcos y mongoles, y puesto que tengo alguna familiaridad con estos pueblos, al ha­ber viajado por Asia central, el desarrollo de la sociedad política en esta parte del mundo será el asunto de la últi­ma parte de cstas páginas. De paso trataremos el impac­to de la sociedad política en la vida humana y el signifi cado, el retorcido significado, que tiene para nosotros. Estamos tan cerca del fenómeno que podemos observar sus efectos sobre nosotros mismos, pero mediante la con­ciencia crítica podemos ganar una cierta perspectiva sobre el régimen a que estamos sometidos.

LA DIVISIóN DE LA SOCIEDAD POLíTICA

La sociedad política es una sociedad dividida en cierto número de sentidos. De éstos, mencionaremos dos. (1) La sociedad está cOIJWuesta por la clase de los ricos y la cla';'e de los pobres. V. Gordon Childe, el famoso arque~ logo británico, señaló que, hasta un determinarlo mo­mento, en la arqueología del Próximo Oriente las tumbas estaban provistas de un amueblamiento funerario más o menos igual en cuanto a riqueza. De ahí deducimos hasta qué punto no había grandes diferencias entre los vivos

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en cuanto a riqueza . ~ás allá de ese punto, la pompa funeraria es de dos clases: los enterramientos de los po· bres se diferencian notable~nte de los aelos grandes. En ese-purrtcr,-situado alrededor ael año -4000 a : a e C:-;-ptRte­mos decrrqueccimenzó l a sociedad política en. eJ.~i­mo Orie~te. La misma secuen~ia se ha apreciado en la ar­queologUn fel syr d..e_Sibeda alrededor del año 1000 a. de C. La ~soc[edild política, pues, tiene un origen real y una localización en eLespacio_y en eL tiempo, o bien muChos, pues este proceso se repite en diversas partes del mun· do.~ Hemos definido la sociedad política en general como una sociedad con Estado. Ahora precisaremos esta defi­nición en la secuencia temporal. (2) La primera aparición del estado no es lo mismo que la primera aparición de la sociedad política. La sociedad política expele el estado, que es el producto de la sociedad dividida y política,

6. La prueba testimonial de las tumbas es una prueba compleja. Por una parte. los suntuosos funerales de los grandes, los ricos y las figuras públicas de la sociedad política contrastan con los sencillos enlierros de las épocas anteriores y con las inhumaciones sencillas de los pobres en la misma sociedad. Por otra parte, la riqueza no es totalmente consumida por los ricos y por las ofrendas a los muertos. los dioses, etc. También se convierte en nueva producción; ya hemos mencionado el gran aumenlO de los productos en la sociedad política. M. H. Fried ha señalado el hecho de que muchas personas que pueden identificarse cumo jefes, dirigentes. etc., se entierran con sencillez, incluso a veces lan pobremente, si no más, que los restantes micm· bros de su comunidad dentro de la sociedad política. Pero estas dos relaciones deben distinguirse. El dirigente de la aldea no cs una per­sona diferente del resto de la aldea Que tiene a su cargo. Es igual que sus. compañeros de aldea en cuanto al trabajo que realiza , en cuanto a nqueza, etc. Se encarga de la recaudación de los impuestos; esta es su responsabilidad en muchas partes del mundo. Estos impuestos los reciben de él, que actúa en nombre de la aldea, los órganos del estado. El dirigente no fonna parte de la aristocracia ni de la clase dominante, por regla genera!. Por el contrario, debemos identificarle con personas como el jefe del clan entre los mongoles, del que nos ocuparemos más adelante. Esta persona puede no ser más rica que los demás ntiembros de su clan, pero estaba considerada como de la clase superior por los antiguos mongoles, según sus documentos pnti­guos. Véase: V. Cordon Childe (1936 y 1944) Y S. I. Rudenko (l9!Ó).

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pues el princlplO de la centralización de la autoridad se establece dentro de la sociedad política. Hace unos cinco mil años, en el Nilo.! el Tigris y el J:.uh-ates, aparecier oñ los centros de pod!r ..Qolíticq.- Ca !.éU1aQlQ& que alrededor del 3000 a. de C. surgió de forma clara el Estado en el Oriente más remoto. El poder central está claramente definido y mantiene instituciones encargadas de los do­cumentos, escribas y centros religiosos que colaboran en mantener el centro de la autoridad.

Los gobernados son los cultivadores de la tierra, los artesanos de los P9blados y ciudades , los pastores, los transpo rtistas de bienes, los trabajadores de las minas y las canteras, los marineros, los pescadores y los caza­dores. Vinc.lllados gorj a costumbre a su aldea de origen, estos individuos no son libres; están sometidos a un se­ñor con el fin de evitar la inanición o bien están escla­vizados por captura en la guerra o por deudas. Estas son las principales formas de servidumbre en los tiempos an­tiguos. La primera es la más antigua: la servidumbre por tradición. La introducción de la esclavitud es otra vía y tiene otra historia, pues la esclavitud se conoce en mu­chas sociedades sin que haya diferencia ni oposición de clases sociales tal y como encontramos aquí. Los esqui· males no tienen sociedad política, sin embargo conocían la esclavitud antes de caer bajo los méritos y deméritos de la civilización; era un lazo personal entre el amo y el individuo o la familia en condición de servidumbre.

Quie~e dedican a .§SLcultivadores.J2.roducen.no sólo 10 suficiente e ra sí lJ1i§mos. sinQ un exced!.,nt.7.Aue !ll-ªn­tiene a los gobernantes _ Consideremos ahora estas dos formas, el trabajo excedente y el producto excedente, por separado. El bloque de construcción del sistema agríco­la de las sociedades políticas de la antigüedad era la fa­milia. Producía cereales, lana para las ropas y otras fibras,

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y consumía 10 que producía; la unidad de producción'y la unidad de consuIllQSonstituida por la familia campesina, y por la aldea campesina de la que forma parte, ha du rada miles de años, hasta nuestro tiempo. Los trabaja­dores modernos forman parte de una unidad económi­ca, la unidad de producción que es la fábrica o la oficina donde trabajan y donde ganan su sueldo; pero la unidad de consumo sigue siendo la familia en la sociedad moder­na, hablando en términos generales. De distinta manera ocurría entre los campesinos; allí, en el Nilo de la anti · güedad, como en cualquier otro lugar de África, Asia y América en la actualidad, dondequiera que actualmente vivan y trabajen campesinos, la unidad de producción y la de consumo coincide por norma; es la familia. Por regla general, la aldea está compuesta de familias cuyas funciones económicas son las mismas; la aldea campesina constituye una comunidad en su mayor parte autosuficien­te. Produce para sus propias necesidades, el excedente que recoge el estado en forma de impuestos y algunas mcr. cancías que intercambia con otras aldeas. Por regla ge­neral, tenemos una economía de aldea campesina cuando se retiene más de la mitad de la producción y se aporta menos de la mitad al estado, a las otras aldeas y a las ciudades. Puesto que las ciudades necesitan alimentos, ropas y materiales para calentarse procedentes del cam po, éste debe proporcionárselos, sea mediante intercam­bio directo con las ciudades o sea indirectamente apor­tando impuestos al estado. Estos graneros también su­ministran la manutención de los campesinos en épocas de hambre; éste es el punto a que se refiere la historia bíblica de José en Egipto, quien interpretó el sueño del Faraón como una predicción de los siete años de escasez y los siete años de abundancia. Durante los siete años de escasez el Faraón tuvo que proporcionar alimentos a

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la plebe, que era quien originalmente los producía. En. tonces fueron a recoger sus productos. En este caso, los organismos estatales desempeñan un papel directivo, apor­tando una organización racional de la economía, evitan­do, de ser posible, los excesos de la dirección en cuanto a demasiado abundante o demasiado escasa producción y almacenamiento.

LOS ORlGENES DEL ESTADO

t ","" r _El Estado surgió p~r primera vez en las tierras esca-

sas de agua de Oriente Medio, donde, para poder practi­car la agricultur~era menester controlar el agua. Al prin­cipio, la acumulación del agua mediante presas y canales caía bajo la responsabilidad de la aldea o de la unidad local de parentesco de la SOCiedad;} el arqueólogo francés Alexandre Moret sostiene que esta unidad local de paren­tesco era el clan. Mediante la actuación del Estado se or­ganizaron los grandes planes de regadíos que dieron fa­ma durante muchos siglos al Oriente Medio. Se constru­yeron con el trabajo de los campesinos: este trabajo era obligatorio. Una vez cumplidas sus propias necesidades med iante la producción de la familia y de la comunidad, tra~jaban para el Estado. El trabajo de los campes~ obligatori~ O libre, no sólo satisfacía ahora sus propias neceSidades, sino que proporciona a un excedenfeque mantenía al reY.;aTa corte, ª-.Jos saceraotes erel templo, a los gobernadores, a los recaudadores de impuestos, a los generales, a los supenrisores y a los capataces de esclavos. Los sacerdotes eran los depositarios de la sabiduría y regulaban la tecnología del año agricola de regadío, con­tando con la observación de los cuerpos celestes median. te los cuales, en Egipto, por ejemplo, se predecían las

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crecidas y sequías del Nilo. Esta predicción era necesa­ria porque sin las aguas del Nilo la agricultura no hubie­ra podido mantener a la población del Egipto faraónico (Moret, 1926; Adams, 1966).

El exceden tu e presentaba en dos formas principales: era recolectado por el Estado como impuestos en espe­cies:- c~ál~cfera, o bien como impuestos en forma de trabajo . EI-populacho trabajador era explotaao, pero la "'valoración de esa explotación no es sencilla. Comen­cemos por la aldea y la familia campesinas, o bien por la vida de la comunidad. Vemos ahí pocos signos de divi­sión en clases o de pompas y mercaderías suntuosas. La vida es homogénea; el contraste entre la riqueza y la po­breza es pequeño. Más allá de la aldea están los campos en que trabajan las familias, las acequias que cavan y cuidan, los caminos que llevan de una aldea a otra y a la ciudad. El excedente recogido Qor los recaudadores de im­E.uestos en forma de productos agrícolas se almacenaba en los graneros públicos; el excedente de trabajo cons· truyó pirámides, templos, palacios, canales de riego, pre­sas, grandes caminos, explotó las canteras y construyó con madera los barcos a todo lo largo del Nilo. La lista es compleja porque las aportaciones de los organismos es­tatales mediante el almacenamiento de grano, la dirección de los regadíos y la observación astronómica no son de ninguna manera despreciables.

Estas funciones directivas del Estado son de tres cla­ses. Las primeras pertenecen al tamaño o escala de la empresa; las segundas, a la cantidad de esfuerzo necesa­rio para llevarlas a cabo. Al unirse muchas aldeas en la sociedad política, se introdujeron cierto número de nue­vas interrelaciones entre las aldeas, entre las comunida­des de clanes, etc. El tamaño de las empresas creció, .para lo cual fue necesario cierto número de supervisores y ges-

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tores. Además, los supervisores. 10<; científicos y los téc· nito· s no estaban en todas y cada una de las aldeas, sino que coordinaban su trabajo desde un lugar central. El Nilo se desbordaba y llevaba agua a los cultivos egip-' cios. Las predicciones temporales de estas inundaciones, se basaban en observaciones y cálculos astronómicos, pero ninguna aldea se ocupaba de estas funciones. Dada la magnitud del empeño, las ejercía un grupo de personas para muchos distritos. De este modo. el gasto público de esfuerzo quedaba en este sentido racionalizado. Sólo era posible emprender actividades en gran escala si coopera­ban muchas aldeas, pero eso exigía supervisión, unas per­sonas que dieran las órdenes y otras que las llevaran a la práctica. También en este segundo sentido se racio· nalizaba el esfuerzo público. El esfuerzo era universal­mente aplicado a todo lo largo y lo ancho del imperio por hombres que vigilaban que se aplicara de manera uni­forme. Este es el tercer sentido en que el esfuerzo pú­blico era racionalizado y sometido al control de la direc· ción. Los campesinos podian dirigir los regadíos en un breve trecho de los alrededores de la aldea o- la comu­nidad campesina. o quizás de un distrito, en coopera­ción con otras aldeas. Pero los empeños mayores reque­rían la escritura (con excepción de los incas), documen­tos, escribas cualificados y personal directivo, lo mismo que las predicciones de las inundaciones del Nilo. El estado tenía el monopolio de la escritura y de los docu­mentos escritos, a través de sus órganos; los campesinos por su parte eran analfabetos. El ejército de campesinos y esclavos que cavaba y cuidaba de las acequias de riego estaba controlado por capataces y negreros. El núcleo racional de las funciones del estado puede percibirse rá­pidamente y ya ha sido expuesto por el sociólogo alemán Max Weber. Pero en la cumbre de estas funciones de di-

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rección y racionalización, se erigió el gran misterio y pa­vor de la realeza. La ideología de la soberanía se expresa en el antiguo Egipto representando al rey en las planchas de pizarra grabadas con un tamaño varias veces mayor que el de los individuos de menar importancia. En la antigua Mesopotamia, los reyes no se representaban a sí mismos como dioses, sino como sus representantes en la tierra; algo del pavor que envolvía al dios se asociaba con el rey y toda ofensa contra el monarca era una ofen­sa contra el dios (Weber, 1922, 1946 Y 1947). El filósofo inglés Hobbes puso en claro la función del temor gara gobernar aIpueblo; a ésto sólo añadiremos que el temor se aplicaba entonces para mantener el control sobre toda la sociedad política y en especial sobre los cultivadores de la tierra.

Los problemas de la gestión, dirección y control de la sociedad política son enormes. La crítica del Estado y de la sociedad politica no apunta contra las funciones ra ­cionales de los organismos estatales del pasado, sino con­tra los medios por los cuales se obligaba a los campesi­nos a someterse al cumplimiento de estas funciones; asi­mismo se dirige contra la pompa, el espectáculo, la vana­gloria, la ambición, las ilusiones y desilusiones asociadas a la creación del Estado y que colaboraban a la manipu­lación del campesinado. La pompa y la ceremonia contri­buían a alegrar la vida con su función de entretenimien­to; servían para mantener unido el conjunto social. Los antropólogos ingleses han explicado el papel de la mo­narquía inglesa en estos términos. Pero esta pompa está asociada con el interés particular: quienes dirigen las ceremonias no lo hacen como un fin en sí mismo ni por el conjunto social, sino por lo que obtienen de ahí.

Además, la critica del Estado se dirige no sólo contra el pasado sino también contra el presente. ¿ Cuáles son

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las alternativas al Estado? Limitamos la cuestión a los costes mensurables. Existen grandes sumas de dinero que se apartan de los fondos públicos para fines improduc­tivos; los o.rganismos del Estado son la mano muerta del pasado. Por ejemplo, los gastos militares, los gastos para el propio interés y para el mantenimiento de los estable­cimientos del Estado, constituyen una gran carga pública. Están directamente conectados con las desiguales asig­naciones del tesoro común, en las que unos se benefician a ~sta de o~ros. Por tanto, nosotros pondremos en cues­tión la continuidad del Estado, sus organismos y la socie­dad política en su forma actual. I!.sta es una crítica for­mal que surge de la misma definición inicial de la socie­dad política, en la que unos trabajan para otros. La des­igualdad en la actual distribución de la riqueza social proviene de esa desigualdad primigenia.

, LA. SOGIFID¡j¡lrpOl:.ITICA, ESFERAS PÚBLICA Y PRIVADA

La sociedad olítica es una sociedad dividida en las esferas de lo J2;úblico y d;"lo privadC!. Ya hemos menciona­do el excedente de trabajo y producción en la sociedad política. Parte de este excedente tiene la forma de im­puestos en trabajo y en especies , y de esta forma aban­dona la esfera privada donde fue originado y producido. La esf~ra privada, como recordaremos, es la..lªmilia .. }: la c?mumcíad de ~ cuando se miran hacia dentro7l1acia Sl mismas. Cuando miran hacia fy,era, la esfe~j:vaQa se entrel~za con el organismo recaudador dumpues~os y, a partIr de ahi, el excedeIlte producido por la fwilia y la comunidad revierte en la esfe.ta-PüWica. donde se deposita en el tesoro estatal como producto agrícola;" el

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excedente de trabajo construye las pirámides y demás grandes obras públicas: Las funciones del estado se sitúan por completo en la esfera pública, que además incluye la ciencia astronómica y la tecnología del control hidráu­lico. Todas estas funciones se reúnen en el culto del esta · do y la ideología que conlleva de apoyo a los gober.nantes del antiguo Egipto, Babilonia y China.

De hecho, algunas de estas funciones son, o fueron en su momento, necesarias, y-otra's no. Pero todas fueron y son presentadas como precisas, tanto si realmente lo son como si no. Además, hoy podemos distinguir con mayor claridad entre las funciones necesarias y superfluas del estado en sus orígenes y en su temprana historia, lo que no debía estar tan claro en aquella epoca. Nosotros no criticamos a los antiguos egipcios por no haber sabido distinguir lo necesario de lo superfluo. El prehistoriador K. A. Wittfogel ha hecho una importante contribución en estas cuestiones, pero no ha logrado hacer esta distinción en su interpretación de los materiales de la antigüedad (1962). Los órganos del Estado llevan a cabo una función gestora racional en el sistema económico. Algunas de las funciones racionales que realizan estos organismos ya las hemos mencionado. La crítica del Estado, y de la teo­ría de la función gestora-racional, no niega lo que tienen de positivo las actividades de los organismos del Estado, pero quienes proponen la teoría gestora no han tenido en cuenta el lado negativo, la manipulación y el control de los campesinos, que son reducidos a meras cosas, a instrumentos para los fines de otros; y no han consegui­do mostrar que el cuIta del Estado y del rey tiene por objeto, entre otros, el mantener a los campesinos en esa condición de instrumentos. El culto del Estado no es una manifestación desinteresada de la coherencia del conjun ­to social, sino una manifestación que favorece a una parte

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del conjunto. La..mnción...gestora-racional de los organis­moS del Estado debe separarse de la manipulación y explo­tación de los agricultores por los mitos y por los láti­gos, de la misma fonna que es necesario separar el núcleo terrenal de la sociedad política de las neblinosas nubes del mito del Estado que lo envuelven.

SOCIEDAD POLlTICA E INDIVIDUO

La histod'l de la sociedauolítica es la historia del \ individualismo. En el amanecer de la sociedad p01ítica, los primeros individuos quedaron libres de los lazos de sus parientes y vecinos; se convirtieron en los primeros gobernantes. La libertad del Lndi,.j~uo se fue difun.di.e.n:_ do....gradualmente ..x..J~ercader.es_de.Ja....antigua....RolIJa tiepen el derecho...sW,.xestriccione§....&.cQmer:ciau contra- 1 tar librement!;:, La libertad de esto,á. individuos no se ex­tendía a todos los hombres del...Imperio "'TOmano. Se li· mitaba a los ciudadanos romanos, que en primer lugar sólo eran los varones adultos. Además se excluía a los esclavos, quienes superaban · con mucho el número de los cÍudadanos. Sin embargo, los derechos de los mercadeil res que eran ciudadanos romanos no estaban librementE; establecidos en la Inglaterra isabelina de los siglos XVI y XVII. Entonces, mil años despues de la decadencia del 1m_ o

perio romano, estos derechos tenían que ser ajustados i y negociados. La soberanía de la autoridad central creció \ y se quiso consíderar absoluta. "'E poder del individuo siguió el mismo camino. El historiador F. W. Maitland comenta: «Por primera vez el Estado Absoluto se enfren-tó al Individuo Absoluto» (1950). Se refiere al siglo XVI

y al primer período .del capitali~mo.--· Pero si bien la soberanía era ilimitada en los dominios

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de la reina Isabel 1, el individuo no era igual de libre. Se esperaba que pudiera llegar a serlo y la doctrina indi­vidualista expresaba tal esperanza. Los filósofos incluso buscaron dar un fundamento a esa doctrina. Los comer­ciantes tenían mucho que ganar ahí. Y a lo largo de los siglos siguientes, la libertad del individuo y la doctrina o doctrinas del individualismo hicieron grandes progre­sos. En el siglo XVII, los comerciantes franceses consi­guieroñCle los ministros de Luis XIV el derecbo a circular libremente con sus bienes, sin restricciones gubernamen­tales; este derecho se resumió en la frase laisser ¡aire_

\ No obstante, Luis XIV fue considerado un monarca abso­lutista. En 1776, la Declaración de Independencia Ameri­cana puso de manifieSto la oposición de las colonias ya li­bres a las restricciones comerciales de los ingleses. Eviden­temente las medidas limitado ras del comercio fueron mo­tivos para la Guerra Revolucionaria Americana. En aquel mismo año, Adam Smith, el primer autor de un texto extenso sobre- economía política, atacó a los hombres de Estado que se entrometían en las cuestiones económi­cas por ser «animales insidiosos y ladinos» (1776).

I La filosofía individualista cayó en la trampa que sus propios defensores se tendieron. Habían construido el mundo de la humanidad sigu iendo el ejemplo del indi­viduo aislado que se asocia libremente con sus semejan­tes para formar una sociedad. Este ejemplo contiene dos debilidades. La primera es una absoluta falacia: todos los datos de la antropología cultural apuntan que no es así como se forman las sociedades; por el contrario, ni una sola descripción etnográfica de la vida social de un pue­blo apoya esta noción de sociedad. No obstantt;, los ideó· lagos del contrato social no podían saberlo, pues estas descripciones y la comprensión de su significado se intro­dujeron en épocas posteriores. La segunda debilidad la

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VIVIeron conscientemente y trataron de solventarla. Aun­que construyeron la imagen de la humanidad a partir del individuo, ese individuo es una débil caña sobre la que descansa todo el fundamento de la sociedad, incluido el 1 estado y el derecho, pues el individuo sin limitaciones puede amenazar a la sociedad como consecuencia de la \ avaricia, el miedo, la vanidad o la desilusión. Un ejemplo !. lo constituye el principe caprichoso o engañado cuyo in· digno juicio tiene fuerza de ley, respaldado por jueces, hombres arma40s y carceleros. Los teóricos de la ley natural tuvieron que salir de los Jímites del individuo y de la psicología..in.dividual. Sin embargo, arguyeron que el todo social carece de sustancia; es una especie de col· gadizo cuyos sostenes son los individuos~ El correctivo contra la obstinación de Jos príncipes radica en la ley de la naturaleza, que es la fuente de la justicia. I~P..oEndose, en el derecho natural romano, 10 ampliaron; la Iiberta~ e igualdad de todos los seres humanos, la justicia y equi ¡ dad para toda la humanidad que encontraron allí, la con­virtieron en el fundamento de la ley en todos los pueblos y lugares. Llegaron a esta solución dando por supuesto qub la leyera toda la sociedad, es decir, reduciendo las re­laciones sociales a las relaciones legales. En lugar de par .. tir -de las múltiples relaciones de la sociedad y del ser humano, tomaron una sola: la leyes el aspecto formal; no se ocuparon del informal. Ni siquiera concedieron el debido peso a todos los aspectos de la ley, sino que con­centraron su atención en el aspecto público.

Es necesario dar la vuelta a la idea de ley. Actualmen­te se considera la ley como una artimaña para locos y así la caracterizó Charles Dickens en sus novelas. Además, muchos valoran la ley moderna como una mala ley, pues lo es en buena medida; Edward Gibbon alabó a los anti­guos locrios por practicar lo contrario. Pero en el pasa·

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do se ha esgrimido la ley para defender a los débiles del terror de los príncipes. Cuando la heroica Mariana Pineda dirigió la rebelión contra el tirano español Fernando VII, por lo que fue ejecutada en 1831, tomó como divisa «Ley, Libertad, Igualdad .. . No se refería a la ley del tirano sino a la ley natural. La condena de la ley por los autores li­berales actuales no es la última palabra; el apoyo de la ley por parte de los rebeldes del pasado pesa en su con­tra. LaJey- natural fue en SLL tiempo una doctrinaJiberal y un refugio del pueblo .

. Bodin, Hobbes y otros muchos después se han ocu­pado de la autoridad soberana. El núcleo de la idea es que en la sociedad política se crea una autoridad central bien definida, mientras que en las sociedades que no soñ po­líticas la autoridad es difusa. Esta distinción tiene una larga historia; Ci~n afirmaba que la autoridad des­cansa en el senado y el poder en el pueblo (Cicerón, 1967). Su distinción no sólo describe de dónde procede la auto­ridad del estado. sino que también proporciona el funda­mento para distinguir entre las sociedades con estado y sin él. El pueblo romano ex istía antes de que hubiera senado o cualquier otra forma de autoridad central. En esto fueron claros tanto Cicerón como Maquiavelo. Pero el poder del pueblo es difuso y sólo se concentra cuando se Jorrncr Ja sociedad política, como ocurrió en la antigua Roma, siendo el senado de esa sociedad una de las for­mas en que se ha asumido históricamente la autoridad centralizada del Estado.

En la sociedad potitica existe un centro con el que está relacionado todo uso de la fuerza pública, es decir, oficial y legítimo. El monopolio del uso de tal fuerza, o bien de la amenaza de aplicarla, aparece en tal socie­dad; el organismo del Estado en cuanto instrumento de este monopolio no tolera ningún otro centro, condenándo_

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10 por ilegal. (Él monopolio de la fuerza conduce al mito del absolutismo ~ esta pretensión monopolista constituye el nucleo terrena que ancla los globos de la soberanía ab· soluta que han flotado desde los tiempos de Bodín '; No existe ningún poder soberano o gobierno absolutol 'Luis XIV reinó en la época del absolutismo. Pero cuá¿ poco significa el absolutismo de Luis XIV, cuán limitada era la amplitud de su poder, lo pone de manifies to la prác· tica: vendió el derecho a cobrar impuestos a quienes desearan invertir en tales empresas; sus ministros sólo se ocupaban. en comparación con la actualidad, de una pequeña cantidad de tareas de gobierno. Las naciones más poderosas de la actualidad, las superpotencias, están rodeadas y se rodean unas a otras median te convencio­nes, acuerdos y mensajes que van y vienen. La manifes­tación de la opinión e1 un país da lugar a una reorienta­ción de la ley en otro. ~beranía absoluta es un mito ]

FACTORES INTERNOS Y EXTERNOS EN LA FORMACIóN DEL ESTADO, LA TEORIA DE LA CONQUISTA

El Estado, sus orígenes y su fonnación se han conside­rado hasta ahora a través del estudio de las fuerzas que actúan en el interior de una sociedad política dada . ..EJ

,Eri&en del Estado lo han buscado (ilgunos media~e el examen de las fuerzas radicadas fuera de la socIedad, con;o ~l caso de la conguista de ~ociedad por ot~a. La teoría de la conquista ha sido defendida por cierto número de autores, singularmente por Gumplowicz y Op­penheimer. Esta conocida teona define la sociedad con Estado como una sociedad dividida en clases; se rechaza la idea de que el Estado se encuentre en todas las socie-

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dades humanas. Se parte del supuesto de que la sociedad que-hay-dentro derEstado estaba originalmente compues­ta parias- pueblos distintos , uno conquistado y otro conquistador, de manera que la sociedad política se forma mediante dos clases sociales, convirtiéndose los conquis­tados éÍl explotados y subyugados y los conquistadores en explotadores y gobernantes. Pero con objeto de expli­car la creación y el mantenimiento del poder de un gru­po social sobre el otro, se proponen teorías de la lucha por la existencia entre los grupos sociales. Esta lucha se resuelve mediante la conquista de los campesinos por los pastores. Con objeto de explicar la superioridad de los pastores, se han introducido algunas especulaciones sobre la psicología ' de los pastores; éstos aprenden a apacentar personas a través del apacentamiento del ganado. Es ocio· so pregunt ;v'se si no ha habido casos de poblaciones campesinas que hayan conquistado a pueblos de pastores. Toda esta «explicación» no explica nada. Quienes la pro­ponen interpretan los libros de historia y de etnología y encuentran casos que encajan con sus teorías. Eran personas informadas, pero no estaban especializadas en ciencias críticas ni llevaron muy allá las demostraciones de su explicación.tLa teoría de la conquista reduce y sim­plifica esos factores, al excluir las relaciones fundamen­tales dentro de los grupos sociales y las relaciones entre el grupo y el medio ambiente que 10 rodea o las rela­ciones culturalesJ No se explica la guerra: simplemente

7. La teoría de la conquista fue propuesta por Ludwig Gumplowicz (1875 y 1883) (una autocritica se encuentra en su Gescllichre der Slaats­theorien, 1926, p. 418). Lesler Ward, Albion Small y A. J. Todd popu· larizaron en América las teorías de Gumplowicz, Fueron desarrolladas por Franz Oppenheimer (1926). Richard Thurnwald escribió sobre el pastoreo de animales y la psicología de los paslores (1931.1935). V~ase también Fricdrich Ralzel (1896-1898).

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se utiliza para explicar otra cosa, pero al final no explica nada ..

Un subtópico de la teoria de la conquista es la de la usurpación del poder. Ahora la escena se traslada al inte­rior de la sociedad y el factor que se coloca en primer término es la conquista dentro de la misma sociedad. Pa­samos a la historia de Asia central. El orientalista W. Rad­loff creía que el Estado se creó de este modo y llamó la atención sobre la toma del poder por un hombre fuerte entre los kirguises, nómadas turcos del siglo XIX. El pro· pio Radloff presenció la usurpación en la que el dirigente de un pequeño grupo, junto con sus hijos y partidarios, se apoderó del poder de un grupo mayor. En este razo­namiento hay una falacia que pronto queda al descubier­to: por definició~, la usurpación es una tom~ ilegítima del poder. Par ejemplo, el emperador romand BasUisGo reinó ilegalmente, por usurpación, en 47'5-416 d. de C. Pero 'eso sólo significa que en la sociedad rbmana debía existir una autoridad central antes de ese momento. No podemos buscar el origen del Estado por este procedi­miento, que sólo es la sustitución de un poder soberano por otro, una vez ya creada la sociedad política dentro de un determinado pueblo. Tiene que exist ir previamen­te una autoridad central. Pero dejando al margen la cues­tión de lógica, hemos conseguido algunos datos que son relevantes para los temas a plantear: .Ia sociedad política es una sociedad dividida; en eso están de acuerdo Oppen­heimer, Gumplowicz y Radloff. Es una sociedad con una autoridad cen tralizada, mediante la cual un grupo o cla· se social gobierna y explota a otro. Además, hemos visto que es una sociedad en la que la clase de los individuos que han llegado al poder desarrolla una ideología indivi­dualista, que es la expresión de la conciencia de clase. Todo esto son partes del cuadro que tratamos de com-

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poner; aunque no son las más fundamentales, pues de­penden de una serie anterior de actividades y relaciones sobre las que ya hemos llamado la atención; los facto· res de la economía política que explican el cambio de las relaciones entre las clases dentro de la sociedad (Rad­Joff, 1893).

R. H. Lowie llamó la atención sobre otro factor: las asociaci~~ que se crean dentro de la sociedad durante la fomurdón del Estado. Los indios de las grandes llanu­ras del oeste norteamericano cazaban búfalos en grupo. Con objeto de evitar robos, tenían asociaciones de hom­bres armados que supervisaban las cacerías de búfalos y mantenían la paz dentro de la sociedad. Lowie sostiene que los indios de las llanuras no estaban organizados en sociedfÍd política, sino que la autoridad central emer· gía de, estas asociaciones; contiene, dice Lowie, el ger­men del B:Jtado (1922; también MacIver, 1926). Esta idea

e es importatrte, pues introduce otro factor, uE..X~ctor inter-no a la sociedad -y-que nosotros hemos tenido en cuenta en las páginas precedentes. Lowie se centra en la función policial de la sociedad, agregando al mismo tiempo una nueva dimensión gracias a su descripción de la organiza­ción económica y social de los indios de las llanuras. Las observaciones sobre los kirguises que hizo Radloff y las de Lowie sobre los indios cuervo, los materiales procedentes de las historias de Egipto, Grecia, Germania y Mongolia, forman todos parte del proceso de forma­ción del Estado que hemos expuesto. Lowie proporciona un paso intermedio de la formación de la sociedad polí. tica. La limitación de esta teoría consiste en que las aso­ciaciones policiales no se encuentran en todas partes. Los mongoles y los turcos tienen otra forma de estado incipiente, basado en otros tipos de instituciones socia­les: el clan, el principado y el séquito del príncipe. No

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se trata de asociaciones en el sentido habitual del término. Es difícil ver en la historia de cualquier sociedad políti· ca particular el proceso entero de la formación; aún es más difícil reducir la formación del Estado a la función de una institución política.

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Capítulo 11

Las funciones de las so~des con Estado -

• • •

LAS FUNCIONES DUALES DEL ESTADQ

El Es,tado se oeura de las funciones internas ara man­t er a paz, ~s c9.?lun!.c;. s as f:se.tll.<lS-de..alimen­tos para las époe~n$,gidad . .La~ civ,il se mantiene medrant~ e1. casUgo de los ¡;lelincuen.tes..-la..-fir.roeza~ de.la justicia~SQn de . los...Q.~2§. s;:1~ las gentes de1._ reino~AI principio tuvo muy poco que ver con la tecno-

- logí;..y los recursos, el bienestar pÚb..!k.o y el cuidado de los ancianos y enfermos:Para favorecer el interés del culo to estatal de los sacerdotes, la educación estaba restrin­gida a un pequeño númeroJie..personas y la mayor parte de la plebe era analfabeta. El comercio....prillado no ere una cueStión de interés_ público...ni estaba sometido al c6'ntrol del estado en la antigiledad. Estas afirmaciones han sido resumidas por el historiador Maine, quien sos· tuvo que los imperios ete Egipto, Persfa y demás eran estados recaudadores de impuestos. Añadió a la lista la polis griega, como la antigua Atenas, defendiendo que el Imperio romano fue un empeño de nuevo cuño, cuyas

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,

"" -~ func~es iban.J!Lás~U~e.L me,.¡g recaudar imEuestos. Si el Imperio romano es lo último de lo antiguo o lo prime­ro de lo nuevo, es decir, si las funciones del Estado aumen­taron en el Imperio romano y hasta qué punto, todo eso es discutible.!

Las funciones interiores del estado y las funciones ex­teneres de la guerra. son al mismo tiempo actividades nue· vas y no nuevas. Todas las sociedades, de la clase que sean, las combinan;-las que tienen una organización .más simple se ocupan de la injusticia. castigan a los delincuen­tes, mantienen la paz y se defienden cuando son ataca das{ Ljl.s sociedades políticas también realizan estas...lun­ciones. pero con una diferencia. Disponen de grupos que cobran- u'na tasa por süs servicios ~ Si se comete un delito dentro de una banda de esquima1es, por ejemplo, si un individuo asesina repetidas veces, entonces varios hom­bres fuertes expulsan aJ criminal del grupo. Por regla general, eso significa una sentencia de muerte, dados los rigores del Polo Norte. Los individuos que se encargan

..l. Sobre las funciones duales de los órganos del Estado. véase mi Forma/ion 01 Ihe State, "Introducción". Sobre las innovaciones roma­nas, véase Sir Henry Maine, Lee/l/re 0/1 the Early His/Ory 01 lrutitu­trons, Londres, 1875. Paul Bohannon (ULaw and Legal rnstitutions~, en lnternational Encyc10padiCl 01 ¡he SociClI Sciel!ces, D. Shils, ed .. Nue­va York, 1963) escribe: "Hay, pues, al menos dos aspectos de las instituciones jurídicas que no comparten otras instituciones de la socicdad.~ (l) Sólo las instituciones jurídicas interfieren en el fun­cionamiento de las instituciones no-jurídicas. (2) Las instituciones ju­rídicas tienen normas que determinan sus propias actividades ('eyes "adjetivas~ en el leniuaje de Icremy Bentham y Iohn Austin) y nor­mas o reafirmaciones (leyes sustantivas) que determinan las activi­dades de otras instituciones. Entendió lo fundamental de la ley, pero no fue lo bastante lejos. No se trata únicamente de la ley, que se ocu­pa de su propio funcionamiento asl como del funcionamiento del con­junto O resto de la sociedad. Hemos visto que lo caracteristico de la sociedad poUtica es que todos los 6rganos del Estado tenian activi­dades duales que Bohannon sólo atribuye a la ley. Esta función dual, que en las sociedades primitivas s610 eltiste en un grado modesto, como en estado embrionario, se desarrolla posteriormente en la so­ciedad política.

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de expulsar al malhechor no cobran ni esperan ninguna recompensa. No estamos tratando de proponer a los es­quimales como modelo del control del delito; el ejemplo de los esquimales se cita únicamente como alternativa a nuestros usos. Lo que estamos proponiendo es que el estado, a través de sus organismos, s~. en_~rRª de fun­ciones q,ue .Ieali~an todas las socIedades. Pero, en la so-. ciedad política, estas funciones las desempeñan los or­ganismos del estado a dos niveles: en primer lugar, para llevar a caóo los servicios de mantenimiento interior o. de defensa exterior; en segundo lugar, .para mantener al propio órgano de l<!, autoridad. Este último factor tiene a su vez una función dual: n¡antiene y preserva el estado en cuanto tal; y proclama y protege los intereses de quie­nes se benefician de la organización interna de la socie dad política, de quienes obtienen posición y ventajas par­ticulares a partir de ésta (H oebel , 1954).

Con objeto de entender esta segunda división de fun­ciones, volvamos a la composición de la clase de los ricos y poderosos en la sociedad política. Hemos visto que bue­na parte de la sociedad política vivía y sigue viviend? en comunidades campesinas, y la mayoría de la humant· dad es campesina incluso actualmente. Tienen unas po­cas funciones especializadas, pero la mayor parte de las tareas de las aldeas, como sembrar, cosechar y preparar alimentos y ropas son realizadas itÓffiQgénea.!1lente por todas las familias; el individuo no sobresale. La poesía es poesía popular, la canción es canción popular. Las di­ferencias entre el talento de uno y otro cantante se re· conocen dentro de la aldea, pero la explotación del talento mediante sistemas comerciales, salas de concierto, agen · cias de conciertos y giras de conciertos, con publicidad y fama mundiaL constituye una vida completamente dis-

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tinta de la que se da dentro de la aldea, aun cuando exis­tan diferencias internas . .No ¿ e alienta al individuo.} la in­dividualidad Ao.-se_cultiva en este sentido. No existe la ideciÍOgía del individualismo, ni del culto al «genio», al inteligente y al poderoso. Todos estos son rasgos del gran mundo situado más allá de las aldeas, aunque de vez en cuando alguna aldea copia esas prácticas del exterior, las imita, mima y caricaturiza en su floklore. El individuo ~ale al .r:ompe¡: sus conexiones con la aldea, cuya comunidad y carácter comunitario ya hemos mencionado.

Estos nuevos individuos, que se han agrupado aparte, constTIuyen una clase de la sociedad política. Cuando nos ocupemos de la historia de Asia central veremos cómo han llegado a constituir esa clase. Una ez ...separadasJas ocupaciones públicas y las privadas, observamos que es· ros inClividuos se encargan de las cuestiones públicas. El Estado es el órgano que utiliZan y aplican en su propio interés. Estos intereses son intereses de clase; los indivi­duos son individuos de clase. A veces sus intereses son idénticos a los del Estado, los de la clase dominante como conjunto y los de la sociedad como conjunto) Pero pue­den oponerse a cualquiera o a todos éstos. Los individuos buscan su beneficio personal al igual que los demás miem­bros de su clase, pero pueden hacerlo traicionando secre· tos de estado o bien vendiendo armas al enemigo. Pecunia non olet, el dinero no huele, es el consejo del romano a su hijo; no importa de dónde proceda. Sólo es verdad hasta cierto punto. Va demasiado lejos quien busca su beneficio a costa de toda la sociedad. Friedrich Engels definió el estado como el órgano de la clase dominante sobre las demás clases. Es así, pero es más: el orgªnis· mo d~ Estado es el Q!g!lno 'lEe . reprime los excesos de los individuos que actúan contra los intereses del Estado,

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del conjunto social :x.. d~ .su.....E!:,opia clase (Engels, 1909; Hegel, 1894; Marx, 1867).2

En la crítica del Estado, hemos incluido la gestión ra· cional entre sus funciones. ¿Existe otra alternativa para que se realicen estas funciones sin la sobrecarga del inte* rés personal, del egoísmo, de la mística y el culto del Estado? El Estado es una organización elitista, gu~lec· dona <! . unos- J.1e_:dÍrJ.JálL::!y~publicq. los. asunt~s públicos. Los .. ministros del gabine te y demás aftCis funcionarios'" no sólo obtiéñen ventajas materiales, sinotambie-n la gratificación psicológica que les tributan los medios de difusión, yeso repercute en sus;ntereses en cuanto particulares. Aquí el interés público se distancia del privado. Por ~I lado público, es difícil de~carrjlar el estado, pues toda su organización ti~ne una funGión de automantenimiento. Los ejércitos, los tribunales de justi­cia,los agentes de policía y sus órganos de propaganda se mantienen a sí mismos y preservan al Estado en pri­mer lugar, así como a la sociedad y a los ciudadanos par­ticulares en segundo lugar. En este sentido,~l interés púo blico E!.ecede al interés privado. En la Andbasis, Jeno­fonte describe una banda de guerreros griegos que lucha· ron, como mercenarios a sueldo, para preservar no la na­ción persa sino la persona pública de su rey. O bien tome­mos un ejemplo de los tiempos modernos: las armas ató­micas y los puestos de mando militares están enterrados debajo de tierra; las poblaciones andan sin protección por la superficie de la tierra. La guerra atómica destruirá a quienes se supone que protegen los militares. Las ciuda· des medievales estaban rodeadas de murallas, que todavía son visibles en algunos lugares de Europa, Asia y Africa;

2. Véase Lawreoce Krader , 1973. "The Works of Marx and Engels in Ethnology Compared". h!lernafimral Review of Social His/Ory, 18, 2.

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tras estas murallas se protegía toda la plebe de la ciudad y no sólo los militares. Este no es el caso de la guerra moderna. El Estado tiene la función Jle proteger la socie­dad mediante-Su órg;ño, el e,itrcito. ~ la ftiñeión dual dé automantrnimiento. Ahora la- segunda función se ·na convertido en un fin en s·í miSmo y la primera, hl" fun­ción funaamental, ha quedado olvidada. El poder militar del Estado-en--la-eFa nuclear ha ido demasiado lejos.

Desde su concepción, los organismos del Estado tienen la función dual de controlar los asuntos públicos y de automantenimiento; tienen la función adicional de con­trolar también a los individuos desde su concepción; éso tos tienen una característica que los distingue del resto de la sociedad, a saber, su individualidad en cuanto clase, que debe ser limitada. Los órganos del Estado llevan a cabo esta función en interés del automantenimiento. Los individuos han ido demasiado lejos en la búsqueda de beneficios sin tener presente el bienestar y el interés del conjunto, al igual que el órgano armado del Estado ha ido demasiado lejos en la búsqueda de su automante-­nimiento a expensas del conjunto. La crítica del Estado adopta ahora un doble aspecto. Si pueden perseguirse las ventaras particulares de unos cuantos a expensas del tra· bajo de muchos es una pregunta que se ha planteado tan­to en los tiempos antiguos como en los modernos. Pero por encima de ésto se sitúa la segunda cuestión: no sólo las mayorías son privadas de las compensaciones por su trabajo; el conjunto de la sociedad también resulta per­judicado. Los individuos particulares que dañaban los intereses de toda la sociedad en la antigüedad mediante la venta de secretos o annas a los enemigos quedan su­perados por idénticas manifestaciones de los intereses en los tiempos modernos. El organismo del Estado está dise­ñado para contener estos intereses cuando van demasiado

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lejos. Pero los mismos organismos estatales se han exce--......Qido-ahora demasiado, han puesto sus propios intereses

por delante de los intereses del conjunto e incluso por delante de los intereses de la parte favorecida del con­junto, que en principio estos organismos deberían prote­ger. Tal fue la advertencia del presidente Eisenhower res · pecto al complejo militar-industrial, que persigue sus propios intereses y ventajas a costa del conjunto de la sociedad, incluso de la parte favorecida de esta última; el complejo militar·industrial ha convertido en enemigo a otra parte de la clase dominante.

La mítica decimonónica del Estado surgió al no com­prenc1eT'5ieñ sunaturrueza. En Francia, el Estado fue mistificado por J.2.§~Iili.ge ~tre, ~uyo ma.es~o fue Ed · mund Burke. Si observamos la excelente descripción de fas doctrinas de Maistre que presenta Henri Miche1 (1965), encontramos un capítulo titulado .. La reacción en Fran~ cia». Podríamos esperar que aquí reacción significara un movimiento contra la Revolución Francesa o bien las fuerzas de la reacción en general. Por el contrario, se tra­ta de la reacción contra la doctrina individualista de Hob­bes y Rousseau. Si bien esto es importante, y ya hemos visto las consecuencias de esta doctrina, con respecto a Maistre es más importante saber que reaccionaba no tanto contra Hobbes y Rousseau. Maistre deseaba res taurar la monarquía católica, que había sido derribada por la Revolución Francesa. La soberanía, afirmaba, ema­na de Dios, «manifiesta a Dios» y es absoluta por natu­raleza. Se trata de un nuevo desarrollo de la op inión de William Blackstone, otro pensador conservador, que de­duda la ley humana de la ley divina. La búsqueda, por otra parte de Maistre y su correligionario el vizconde de Bonald, de un orden sobrenatural donde no hay orden terrenal supone un gran paso adelante de la reacción

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conservadora. Maistre y Bonald odiaban la Revolución Francesa. Su ideá del Estado era teocrática. con Dios a la cabeza. siendo todos los súbditos siervos de Dios; en realidad. la doctrina se formuló como reacción contra la Revolución Francesa (Maistre, 1965; también l\1ichel, 1896). El lector ya habrá visto cómo la filosoCía política conservadora de Blackstone a Burke y de Maistre y Bo· nald actúa en forma de reacción. Tendremos ocasión de ampliar esta línea de pensamiento con los casos de John Austin, Heinrich van Treitschke y Thomas Malthus.

John Austin fue un abogado inglés, seguidor de la filosofía utilitarista de Jererny Bentham, que sostuvo que el estado tenía una sustancia absoluta y una soberanía independiente de las matizaciones y reservas humanas y sociales. Pero el Estado, escribió Hobbes, es un artificio de los hombres. Maistre y John Austin lucharon a brazo partido con el problema que ellos mismos se plantearon, pero es una explicación artificial decir quc el poder del del Estado es absoluto, como ellos sostuvieron. La reac­ción francesa retrocedió con este argumento hasta los principios divinos, colocándolos al mal'gen de toda dis, cusión fáctica y racional. John Austin fue 10 bastante austero para tratar de evitar la inaccesible infabilidad de la teocracia, pero no resolvió el problema al afirmar que el poder del Estado es absoluto (1832).

Que las instituciones de la sociedad política tienen una doble función, que es al tiempo la función de cuyo cumplimiento se encargan y la función de automanteni­miento, resulta evidente cuando examinamos las relacio · nes de la ley y el control social. Uno de los primeros des­cubrimientos de la ~ociología fue constatar que toda so­ciedad tiene alguna clase de control sobre sus miembros y sobre el conjunto. Estos controles, en su mayoría, son i!!lplícitos o informales. En la S0ciedad política hay una

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gran tendencia a explicitarlos y fonnalizarlos, y las cien­ciassocialh nan colaborado en gran medida a esta am­pliación de las actividades del Estado; pero, no han reci­bido el suficiente reconocimiento por los servicios pres­tados al Estado. John Austin fue notable por sus aporta· ciones en este sentido. Con objeto de ampliar y maximi­zar su teona del Estado y la ley, su escuela sostiene que «todo cuanto el soberano permite es por orden suya». No se permite lo que es consuetudinario sino lo que el soberano decide. En consecuencia, la tradición o la cos­tumbre social deben retroceder, diceAüStin, .ante.Ja auta-'" ridad del Estado. La doctrina de Austin avanza en direc­ción contraria a la que relaciona el Estado y la ley con la sociedad, entendiéndolos como instituciones de un con­creto tipo de sociedad. Lo que hizo la escuela de Austin, la Escuela Analítica de Jurisprudencia, consistió en ale­jar el control de los miembros de la sociedad de la pro, pia sociedad y depositar ese control en la soberanía del Estado. Esta asignación es preferencia; asigna al Estado lo que no le corresponde. La doctrina de Austin asigna a la soberanía aquello que nalca en la sociedad en cuanto un-rodo: el control de sus miembros. Se ha dicho que la costumbre es rey. Esto lo niega Austin. La idea de que la costumbre es rey la aplican a las llamadas sociedades primitivas algunos etnólogos que a continuación agregan que en las sociedades civilizadas el reyes el rey, el par­lamento o la ley. Lo mismo parece decir Austin. La doc­trina está equivocada por igual en ambas facetas. En todas las sociedades somos criaturas de costumbres; los órganos de la sociedad política son órganos de la socie­dad, de la costumbre; el Estado es el principio de tal órgano. Austin llegó incIus;; mas lejos, defendiendo que la ley tiene dos características básicas que la definen: fuerza y orden. Dio mayor peso al elemento fuerza. Otro ---

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tanto hizo Oliver Wendell Holmes, un liberal que ocupó un puesto en el Tribunal Supremo de los Estados Uni­dos y que sostuvo que la coacción o la amenaza de su aplicación tiene mayor efecto para el cumplimiento de la ley que ningún otro elemento, sea la razón o cualquier otro. :E:sta ha sido desde hace mucho la doctrina liberal dd Estado. La doctrinfl. conservadora del Estado 'pone el énfasis en el orden y el actual grito de los conservadores es que desean ley y orden.

Podemos aproximarnos~ problema del poder del es­tado desde un~p.untº de vista negativo o desde un punto de vista de positivo. Comencemos Por el negativo. El Es­tado es el principio de la centralización del poder en la sociedad política. Es ~ principio del monopolio y~ ~ralización ~~ autor~ad de una Saciedad- por eE9,: ma de tpdas las clases, segmentos y grupos de esa sacie: dad. Hay cierto número de centros alternativos de pode~ son, en primer lugar, los l'artidos políticos. Los quebñm­tadores de la ley individuales y los gángsters no constitu­yen un peligro para el estado, pues responden en su ac­tuación a la ideología dominante, quebrantando en rea­lidad las menos leyes posibles y obedeciendo la mayoría de ellas cuidadosamente. Simplemente llevan la ideología reinante del individualismo a sus últimas consecuencias El conflicto de Jos partidos dentro d'el Estado tampoco e~ un peligro para el Estado. Aquí radica la primera consi­deración negativa. Los partidos no pueden cometer nin· guna traición mientras se mantengan dentro de la eSfera política de la actividad nacional. Los partidos partidarjm¡ de la revolución social constituyen el polo negatLvo del Estado y de la nación porque se mueven. fuera de la es­fera política establecida. Pretenden un cambio social ab­s01uto, como el realizado por el partido de V. 1. Lenin en 1917 y el de Mao Tse·tung en 1949. Esto no lo compren-

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dieron Robert Michels, Heinrich van Treitschke ni los modernos teóricos liberales (Michels, 1959; Treitschke, 1916).

La cuestión fue absolutamente entendida por los hom­bres de acción, Otto van Bismarck en el siglo XIX y J. Ed­gar Hoover en el xx. El partido político que sólo se ocu­pa de las cuestiones políticas situadas dentro del entra­mado social existente y que se hace cargo de las cuestio­nes políticas formales es absolutamente distinto del parti­do político que busca la subversión revolucionaria de la sociedad y se sale de los Iímite~ formales de la política legal. Debe quedar claro ~e las instituciones políticas y los especialistas del estado han perfeccionado las cues· tiones de forma y las han separado de la sustancia social, para su beneficio y provecho. Los partidos políticos lea­res, tanto de derechas como de-irquierdas, se ocupan de las cuestiones políticas formales; no llevan a cabo un cambio social, sino que sólo lo aparentan. Su legislación se refiere a reajustes de detalle y en esto responden a las exigencias populares. Son partidos a los que es aplicable el término traición, pues actúan dentro del entramado social en que el término tiene sentido. ~sto Jo resume la siguiente aleluya del siglo XVII:

~La traición nunca prospera. ¿Por qué razón? Si prosperara nadie la llamaría traición.

Los partidos de revolucionarios, por el contrario, no ac­túan dentro del entramado de la sociedad en que puede aplicarse el término. Oponen otros modelos de propie­dad, moralidad y ley a los existentes . En cuanto personas privadas pueden diferir o no de quienes defienden el or­den establecido, pero llevan la distinción entre las rela­ciones públicas y las privadas más Jejas que los conser­vadores. La razón es que los conservadores se identifican

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con el ejercicio público de la propiedad, la moralidad y la ley; han hecho suyo el orden establecido. Los liberales y los reformadores sociales no se han distanciado del or­den existente de propiedad, ley y moralidad; pretenden reajustes mínimos a la vez que se mantiene el conjunto. Por el contrario, los partidos reyolucionariQS RWenden la subversión del Conjunto, incluidas ley y moralidad. Por tarltb, no pueden cometer ninguna traición, pues recha­zanJa Jlremisa en que se basa la traicÍón: la solidaridad

] la lealtad al conjunto. Que esa doctrina de la revolu­ción social opere mediante la creación de un partido po­lítico, que constituye una criatura característica de la so. ciedad liberal democrática, es una singular paradoja his­tórica.

Además, por lo que respecta al aspecto negativo del poder del estado, Treitschke, el teórico e historiador del estado en la Alemania de Bismarck, fue el ideólogo del poder predominante de esa Alemania y escribió sobre su misión civilizadora. Pero con objeto de afirmar el poder, trató de separarlo de las clases sociales. Esta separación o negativa de Treitschke fue demasiado lejos. Inmedia­tamente agregó que la sociedad está dividida en una cla­se aristocrática ordenada por naturaleza y una subclase, Ni siquiera se dignó mencionar esta última, refiriéndose únicamente al grupo aristocrático. Las implicaciones prác. ticas de ésto son las siguientes: el pode'r ejecutivo del Estado enmarca a la clase aristocrática en cuanto opinión e información. No fue más allá en la Alemania de Bis­marck y tropezó con grandes problemas. El moderno po­der ejecutivo del Estado, en Estados Unidos, Gran Bre­taña u Holanda, enmarca la opinión de grupos más am o plios, desde las cámaras de comercio, los sindicatos y los ayuntamientos, todos los cuales presionan sobre el poder ejecutivo. Pero todos estos grupos, en la medida

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en que son leales, actúan dentro del entramado de la sociedad civil : no ponen en cuestión las instituciones bá­sicas nllas relaciones deIi'i'ro del sistema económico y de la sociedad. - - -

Hemos hablado del aspecto negativo del asunto, que es la perspectiva de quienes separan absolutamente el estado de la sociedad y de quienes convierten el estado en un ser absoluto. En el aspecto negativo, hemos visto que la autoridad del estado no es absoluta, ya que no existe una c~tegoría absoluta y atemporal del Estado y de su soberanfa. Hobbes tenía razón cuando escribía sobre el Estado como dios mortal. Sólo en el siglo XIX se puso en claro hasta qué punto el estado está ligado a la his­toria, determinado por las condiciones y relaciones so­ciales de la sociedad política, y que se abolirá cuando queden abolidas tales relaciones y condiciones. Quienes se benefician del poder político están interesados en ha· cer que el estado parezca imperecedero. Escriben sobre la voluntad del Estado y difunden el mito de su inexo­rabilidad, en cuanto independiente de los seres humanos y de la sociedad. Convierten el principio abstracto en una fuerza real y poderosa. Pero no ven que el Estado es una institución social que monopoliza el poder de la sociedad en manos de unos pocos cuyos intereses ya he­mos examinado. Lí! tendencia hacia el monopolio y la centralización tiene un meollo racional, cuyas funciones pue1lén ponerse al descubierto. Al mismo tiempo, hay a quienes interesa ver lo que ocurre. No está ordenado por naturaleza, como creía Treitschke, ni por Dios, como opi­naba Maistre. Es la obra de una institución social puesta en manos de un grupo humano, de una persona colecti­va. Esa persona es una persona jurídica dotada de pode­res por' los' representantes de la sociedad para ejercer el poder ejecutivo, para ocupar un cargo público en una

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sociedad política, la sociedad en que se han separado las esferas de lo público y de lo privado, la sociedad don­de el orden legal y la representación se han definido y ex­plicitado. La persona jurídica decreta u ordena mediante la ley que se -paguen impuestos y se cumpla el servicio militar. Esta persona está legalmente sujeta a tales órde­nes, por ser ta.mbién una persona jurídica del país en que se ejerce el poder del Estado. El organismo del Estado que promulga las órdenes, esgrime el poder ejecutivo y busca monopolizarlo y centralizarIo; estos organismos llevan a cabo su misión mejor o peor. Este es el núcleo social o terrenal del poder absoluto o soberano del Esta­do. Los peligros de los centros alternativos de poder los reconocen los organismos del Estado y éste trata de dis · minuirlos, pues la premisa básica del aparato estatal es ­el monopolio del poder. El monopolio absoluto es un sueño, un deseo . También las empresas comerciales sue­len tener ese sueño monopolista.

Oponiéndose a Austin, Maine .2!0'puso su propiaJeo· ría del Estado y de la ley. Llamó la atención sobre la na­turaleza autónoma de la ley tal como la había puesto de manifiesto Austin. Los fallos conceptuales, sostuvo Mai­ne, radican en la falta de influencia exterior sobre la ley. Pero Maine no pasó de las influencias morales en cuanto conformadoras de la ley desde fuera, y no reconoció nin­guna más. En Maine se encuentra la misma ceguera que en Treitschke; no se preguntaron cómo mandan los ór­ganos del estado, quién manda ni por qué medios. En el siglo xx, H. J. Laski (1936) no logró clarificar la relación entre la sociedad y el estado, pero su equivocación, en cuanto a tal distinción, es distinta de los errores de Mais­tre y Treitschke. La reacción católica francesa y los círcu­los imperialistas germanos identificaron voluntariamen­te el Estado con la sociedad.

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EL ESTADO Y EL GOBIERNO DE UN TERRITORIO •

Las relaciones entre el Estado y el- gobierno no son complejas sino que han sido complicadas, en realidad mistificadas, por los filósofos y los teóricos que han es­crito sobre el Estada......P:ara comenzar, el Estado es uno y los sobiernos múltiples_ Algunos han escrIto sobre el Estado griegó o sobre ¡el Estado capitalista o sobre el Es­tado' riioderno. Pero la sociedad griega incluía, como una de sus instituciones, el Estado; y tenía otras instituciones sociales, como el comercio, la religión y la enseñanza. Pe-ro confundir el Estado en general con la forma de go· bierno, denominando a esta última el Estado griego, sería lo mismo que confundir la educación en general con I las prácticas de la Academia de Platón o bien la filosofía en general con la de Platón_ Los servicios prestados por Aristóteles son múltiples, pero no puso en claro la cues­tión de la política griega, y en este aspecto su explicación está por debajo del nivel que necesitamos. Parte de nues­tras dificultades surgen de este fallo. La utilización del término Estado capitalista o Estado moderno, que actual" me"ntc es habitual, en lugar del Estado en Grecia y en la sociedad capitalista, contiene el mismo error de base. Pero si bien el Estado es un principio abstracto, el go­bierno ~es concreto y práctico, al igual que la sociedad, sea política o de otra clase. El Estado no actúa más que a través de los órganos del poder ejecutivo, la policía o los recaudadores de impuestos; a través del órgano que es el poder legislativo, el parlamlmto, el congreso o los Estados Generales; éstos y otros organismos constitu· yen en conjunto el g9bierno. Las funciones gubernamen­tales o de g.o!lien;lO J¡e encuentran en todas las socieda­des, sean o no sociedades políticas~ Dada la oscuridad de la cuestión del Estado, David Easton (1963) ha urgido

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a que el término se suprima del vocabulario de la ciencia política. El caso de Maistre ejemplariza las dificultades a que han hecho frente estos hombres. Maistre propuso que la legislación sólo puede ir de arriba hacia abajo, en forma de órdenes y ucases, y esta opinión arbitraria también engañó a John Austin. La confusión entre el Esta­do, el poder del Estado, el gobierno teocrático, el Estado en abstracto y las leyes concretas dieron lugar a que auto· res como Bastan y el antropólogo social Radcliffe- Brown desearan la abolición del concepto de Estado, por con fusa e inaplicable, pero la confusión no radica en el con­cepto, por mucho que haya sido ofuscado por quienes lo utilizaron. Con toda seguridad, no siempre resulta tan fácil detectar el interés o la tendenciosidad de un deter­minado autor ni corregirla como en el caso de Maistre y Bonald, pero puede hacerse, pues el interés de los auto­res por la voluntad del estado como norma dominante resulta transparente si se analiza desde un punto de vista crítico.

El antropólogo norteamericano Margan (1877) expuso explfcitamente la gran lección de toda la doctrina evolu­cionista: nada es intemporal ni eterno. El aforismo del fi­lósofo antiguo Heráclito era que todo cambia. Aristót.eles transformó este aforismo en ley de las cosas terrenales, que toman existencia y dejan de existir. Los economis­tas políticos de los siglos XVIII y XIX, por el contrario, bus­caron construir una ley de la propiedad como ley natural y eterna, según la creencia de que la ley natural, como la ley de los medas o de los persas, es inalterable. Karl Marx demostró que eso no era cierto y que quienes lo afirman estaban interesados en prestar ayuda y poder a los detentadores de la propiedad. Margan demostró que la propiedad no es eterna sino que más bien se trata de una fase pasajera'· de la evolución humana y de una

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fase salvaje y descontrolada. ~ado ..ha.. sidQ cpnver­tido asimismo en una entidad metafísica e imperecedera. , Vivimos aho!:,-a en sociedades con Estado, pero no así nues­tros antepasados.

Todos los yueblos tiene..!!.....!!9 territorio. Los etólogos han estudiado la territorialidad de los lagartos, las ratas y las abejas. Nosotros únicamente nos ocuparemos de la cuestión del territorio en relación con la sociedad polí · tica y el Estado. Las sociedades con Estado y las socieda­des sin Estado son UñRlades territoriiles, pero difieren en su relaciOñ""""c"blr}os-respectivO"s terñtorios. La sociedad política, a través de los órganos del Estado, está equipada con mapas, mojones, descripciones y artículos de trata­dos. A través de sus órganos militares y diplomáticos, defiende incluso los trozos de tierra inútiles; cualquier in­cursión, sea por tierra o por el espacio aéreo de una na ­ción, puede dar lugar a una guerra. De nuevo se pone de manifiesto el servicio dual del Estado. La sociedad tiene su territorio, la sociedad política tiene su territorio, que el Estado defiende. La invasión del territorio social cs rechazada porque privaría a la sociedad de sus medios de subsistencia, los terrenos de caza o las ¡riBeras 'de pes­ca. La sociedad política defiende sus intereses económi­cos, los intereses de toda la sociedad y rechaza tales in­vasiones. Pero también reacciona porque la invasión es una disminución de su poder; desde ese momento y en esa misma medida queda amenazada la autoridad del Es tado.

La relación entre la sociedad política y su territorio es compleja. La relación entre el individuo y la comuni­dad o la sociedad no política es simple, o Singular, mien­tras que las relaciones entre el individuo y la sociedad política y el Estado son complejas; son duales, para co­menzar, al igual -que las relaciones entre sociedades po·

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líticas. La respuesta a un estímulo o el aprendizaje de c~mo llevar a cabo un impulso pSicológico puede ser dlrec.to y simple o bien reforzado, complejo y superde­termmado. Se refuerzan los factores del aprendizaje, aprendemos más deprisa, más y retenemos durante más tiempo y mejor lo que hemos aprendido cuando han sido re~orzados; este ejemplo no se saca a colación para ex. pltcar la naturaleza del Estado, sino a manera de ilus­tración de la doble función de sus órganos. El Estado es u.o? superdetenninacióo, por reforzamiento y superimpo­slclón, de las relaciones entre los individuos dentro de l<! sociedad política. La sociedad no sólo está interesada en los medios de subsistencia, la defensa y el mant;;i­miento de la paz interior; la sociedad política debe de­fen~er todo esto y ~as instituciones que lo defienden y realIzan, luego tambIén sus propias instituciones· defieñ­de a~ mismo :iempo sus propios interesesy ios q~e h~cen funclOnar el Instrumento social, la institución que es la socíedad política. ~

EL DESARROLLO DE LA TECnUA _EL IIi;S]'AI!IO -Eduard Meyer ... el gran historiador del mundo antiguo,

s~stuvo que en todas las sociedades humanas hay estado, ~mguna existe sin estado. Este punto de vista lo compar­tIeron Jos etnólogos Wilhelm Koppers y,J::. A. Hoebe!. Es­tos hombres identificaron el principio de la organización humana con el Estado, sin distinguir entre las diferentes el.ases d~ sociedad. En el primer aspecto no hay ninguna diferencia, pues en todas las sociedades humanas cQllo~i das existe ~@Ila Clase de organización. No obstante, sólo encontramos .Estado en las sociedades poJiticas. y ~-;tc tipo de sociedad no se encuentra en todas partes; se en-

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cuentra en una clase concreta de sociedades, que en nú­menrsoñPOCas:p-~ro que en ei momento actual' abarcan la mayoría de la humanidad:" Nosotros afií-ma-rnnrque -la p~turaae "Mey~ppers y Hoebel es insostenible por­que aúna 10 que debe separarse (Meyer, 1925; también Lips, 1938; Koppers, 1963; Hoebel, 1959). A. R. Radcliffe­Brown ha rechazado la categoría de Estado, llegando a las mismas conclusiones que E. Meyer, aunque desde el polo opuesto. Ambos ponen de manifiesto el rasgo común a todas las sociedades humanas de la organización, el pri­mero dentro de la categoría Estado y el otro en fonna de su ausencia o redundancia. Meyer Fortes y Mervyn Meg­gitt han llegado más recientemente a posiciones afines a la de Radcliffe-Brown (Radeliffe ·Brown, 1940). Todos es­tos autores han subrayado el rasgo común de todas las ·organizaciones sociales humanas. Nosotros presentaremos los mismos rasgos comunes transmutados en formas nue· vas dentro de la sociedad política.

La sociedad de la economia política se encuentra en unos grupos de personas y no en otros, y más bien en época tardia que temprana. Los antropólogos tienen a su alcance grandes secuencias temporales, hablamos del gé­nero Horno en ténninos de millones de años y de la es­pecie Horno sapiens de treinta o cincuenta mil años. Poi­tanto, podemos decir que el surgimiento de la sociedad política, que comenzó hace unos seis mil años, es relati· vamente reciente. La primera característica de la sociedad política, ya la he~os mencionado, es que unos individuos trabajan para otros, y éste es el principio del trabajo ~cial en la economía política. La segunda es el Estado y la soberanía del territorio~ la iIamada autoridad polÍtica. Dada su naturaleza abstracta, el Estado ha ;ido objeto de gran cantidad de especulación metafísica a partir del principio de la soberanía; buena parte de esta especula-

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ción no es inocente, sino que representa las opmlOnes de los portave,fes de los distintos sistemas polí'ticos, como son la monarquía, la oligarquía, la aristocracia, la buro­cracia, la democracia, la anarquía, etc" y sus correspon­dientes intereses económicos. Por tanto, la teorla y. más concretamente, la ideología del estado no es un tema sil(lple, hl nosotros pretendemos simplificarles; además, se ñaVísto complicado y mistificado por quienes tenían interes en hacerlo. ........:....

El prim.!!:.~cuparse del Estado de una forma que conduce directamente a lliiesfros planteamientos es Aris · tóteles (1964) que escribió sobre la ciudad-esta'do griega o paUs. Conoció otras formas de sociedad humana.} pero consideró quela -vida ae la «polis» era distinta de las de­más formas sociales, introduciendo do,! este modo la dis­tinción entre sociedades con y sin estado, básica desde nuestro propio punto de , vista; no obstante, Aristóteles no se quedó ahí; sostuvo que la sociedad precede al indi , viduo, al igual que el todo a las partes. El todo com­prende a las partes y la sociedad comprende a los indi­viduos. Aristóteles entendió con mayor c1aridadJas rela­ciones entr:...}a soci~dad ,iJgs seres humanos ~e Jos auto, res oe los siglos XVII y XVIII, que actuaron, consciente­mente o no, como ideólogos del individualismo. ArisJóte-les entendió que existe una J;«p1ación necesada _entre una socie.fl~.d Y. ~tra. Pero el problema sigue pendiente: l'q~ entendi'a--~1eléS por Estado y por sociedad? Si en­tendía que el Estado Y la sociedad de la an tigua Grecia eran lo mismo, tendría una visión muy amplia del uno Y ¡nuy estrecha de la otra. Escribió que eI-ser_QP!D.a.no es por naturaleza un animal político o bien un animal que, por naturaleza, vive en la pólís;si viviera en otra parte o en otras condiciones, eso disiparía o cambiaría tal natu . raleza. El ser humano es, pues, un animal de la polis.

Pero Aristóteles sabía que existían otras sociedades hu­manas distintas de las polis griegas, pues escribió sobre Persia y Egipto, donde no se encuentra la polis. Si, según Aristóteles, el hombre es un animal de la polis, quizás po­dría entenderse que el objetivo final de toda la vida hu­mana, y la meta hacia la que tiende la sociedad humana, es la vida política. Cuando se realice ese objetivo, todos los individuos, griegos o no, serán animales políticos. Es· cribió que los seres humanos son animales, pero que la naturaleza humana difiere de la naturaleza de los anima­les; la vida social de las abejas, por ejemplo, es distinta de la vida social de la humanidad. Hemos de reconocer que una parte de nuestras premisas fundamentales fue­ron asentadas por Aristóteles: él incluyó la especie huma­na dentro de los animales, luego en el reino de la na­turaleza. No somos dioses. Pero, añadió, tampoco somos bestias; hay una diferencia entre la sociedad humana y la sociedad animaL Minnó que la vida en sociedad es ne­cesaria para la humanidad, pues de lo contrario seríamos dioses o bestias. Además, Aristóteles introdujo la premi­sa de las variedades de sociedades humanas. A estos prin­cipios fundamentales añadimos nosotros la dialéctica de la antropología moderna que se refiere a la mutua de­pendencia de la sociedad y el individuo humano.

Sin embargo siguen existiendo puntos dudosos. Aun­que l\:ristóteles fue un pensador claro y dotado, no esta­mos seguros de comprenderlo siempre de manera acer­tada, distantes como estamos de él por miles de años y muchas épocas culturales. No está claro que distinguie.­ra entre la sociedad política y el Estado. Su uso de la polis puede significar ambas cosas. Además, nosotros he­mos-.su'puesto .que sostu..v.o que la polis erala meta final del desarrollo de la humanidad. tsta es nuestra interpre­tación, resultado de llevar a la Politica de Aristóteles otras

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partes de su filosofía no necesariamente relacionadas. ~sto es un elemento etnocéntrico de la formulación de At'istóteles.-o bien una interpreiaclon de la_ que es s-uscep­tibIe y de la que debe iíberarse. La moderna ciencia em· pírica antropológica tiene muchas debilidades, pero una de sus fuerzas radica en su sensibilidad al pensamfento etnocéntrico, la conciencia de las diferencias ent~ las sociedades y la expresión consci~nte de tales difer~ias. Cuando aplicamos el término político, gue rastreamos hasta Aristóteles, no queremos señalar ninguna política especial, tanto si tenía ese sentido para Aristóteles como si no. Por último, las diferencias internas de las socieda­des políticas, aunque sean muy grandes, son pequeñas cuando se comparan con las diferencias entre las socie­dades politicas y las sociedades sin Estado. Política es un término conveniente y sólo eso. Podríamos haber tomado el término dellatfn civitas, civis, de donde derivan ciudad, civil, sociedad civil y sociedad civilizada, que signif,ican lo mismo. Tomar los términos técnicos del latín o del griego antiguos es un convencionalismo de las ciencias mo­delnas.

Los romanos no tuvieron un sólo pensador de la talla de Aristóteles, pero su filosofía política fue bien expresa da por sus juristas y comentaristas del derecho civil, y por Cicerón, Séneca y Marco Aurelio. Para el pensamiento romano, la sociedad política se resumía en el término res publica, el interés público, la causa o el asunto público. En el uso de la antiita Roma, las esfer?-s pública y priva­da de la vida estaban separadas; ambas eran usos de la sociedad poBtica. En consecuencia, las relaciones fami­liares y las relaciones entre los parientes próximos cons­tituyen la esfera privada de la vida social, siendo la púo blica las relaciones con la ciudad y el Estado. Par el con· , trario, los antiguos germanos constituyen un caso de tran-

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sición hacia la sociedad política y la formación del Esta­do. Tácito escribió sobre las prácticas gennánicas en el siglo 1 d. C.: «Lo que articula la infantería y la caballe­ría no es una agregación azarosa, sino los parientes de la familia y los vecinos» (1939). La esfera privada aún no está completamente separada de la pública como en nues· tra vida social actual, pues el antiguo ejército germánico estaba formado por escuadrones de parientes que con­fiaban entre sí. La legión romana no se basaba en absoluto en este principio, sino que más bien estaba formada co­mo nuestros ejércitos.

El primero que expuso la idea moderna del Estado fue NiColás MaqülaveIo, que vivió a comienzos de la era de la moderna sociedad europea y escribió en el primer cuar­to del siglo XVI. Lo que distinguía el tiempo de Maquia­velo del pedOtlu-anterior era el grado de libertad de movi­mientos de las personas entre la ciudad y el campo; aqueo llas mismas personas estaban obligadas o persuadidas para ir del uno al otro. El status de los ciudadanos y de los campesinos estaba mudando. La nueva forma de so­ciedad producida por el movimiento de la población sus­tituyó a las formas de vinculación a la tierra, que fue un rasgo caracteristico del feudalismo medieval. Este movi­miento fue introducido en Italia a través de la persecu ción de beneficios de los ricos, a través de la búsqueda de tierra y subsistencia de los pobres. El nuevo pueblo era libre, al menos en las formas legales, para desplazar­se de un lado a otro sin estar vinculado. Su Florencia nativa estaba gobernada a su vez por un consejo de veci­nos ricos y los duques de la familia Medid; fue capaz de percibir la generalidad por encima de los acontecimien­tos fugaces. Los prejuicios populares no fijaron su en­tendimiento en una forma única y la brillantez de su es­tilo aforistico cuadraba con la claridad de sus ob:<:erva-

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ciones. No lo embaucó la pompa de los príncipes y se mostró amigo del pueblo y enemigo de los grandes. Fren· te a esta nueva forma de vida en sociedad, Maquiavelo encontró el término que la abarcara en su integridad. Su interp!~ió!Ldel término estado es el origen de donde deriva, directa o indirectamente, su uso en inglés y en otras lenguas europeas. El problema de Maquiavelo era a( mismo tiempo particular y 'general; se refería al pro· blema general de la sociedad política de pasada, pero su principal preocupación fue su propia ciudad, su tierra y su tiempo (1532).3 Pero Maquiavelo no sólo dio con el término englobador del Estado, se familiarizó ampliamen­te con su forma de llevar los asuntos. No respetó secre-

3. Jean Bodin, Hobbes, Samuel Pufendorf y G. W. Leibniz se ocuparon sobre todo de los problemas de su tiempo y envolvieron estas preocupaciones en grandes generalizaciones. Estos hombres eran gran. des inteligencias, pero hay pocas pruebas sobre la acumulación de 'conoci"mientos, que nosotros consideramos necesarios para actuar científicamente. Con objeto de dejar más claro este punto, permítase­nos echar una ojeada a otras ciencias. Isaac Newton dijo que alcanza· ba a ver más lejos porque estaba montado en los hombros de unos ¡i¡pntes, los grandes físicos que le pre<:edieron: Galileo, Kepler, Tycho Brahe o Copémico. La historia de las ciencias sociales difiere de la historia de las ciencias naturales a este respecto: está más vinculada al tiempo y en la actualidad es perceptible la tendencia de las cien· cias sociales a demoler la obra de las generaciones precedentes. To­memos, en antropología, el ataque contra lo evolucionista decimonó­nico. L. H. Morgan por Franz Boas y Robert Lowie. por una parte, y por Radc1iffe-Brown, de otra. La escuela histórica de Boas es atacada a su vez por L. A. White; el viejo estructuralismo de Radc1iffe.Brown ha sido derribado por el nuevo estructuralismo de Claude Lévj·Strauss. La no acumulación de las ciencias sociales del presente y del pasado es en parte consecuencia de la falta de disciplina y de tradición. En este sentido, las ciencias sociales son revolucionarias pero no son obje· tivamente revolucionarias. Sólo subjetivamente son revolucionarias; sólo se derrocan a si mismas. Claude Bernard, el ¡mn médico y cien· tífico, calificó a la ciencia de revolucionaria. De hecho, su ciencia médica fue revolucionaria, pues subvertió el tratamiento de los en· rermos y el ejercicio de la medicina en todo el mundo. Fue objetiva­mente revolucionaria. Las ciencias sociales tienen la sociedad a que corresponden y reflejan; la sociedad tiene las ciencias sociales que se merece. Cada cienlífico social q\le derroca a sus predecesores res· ponde. con o sin ingenio, a las cambiantes condiciones sociales y

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to ni misterio de Estado. El nomhre de Maquiavelo se asoció con el demonio en la Inglaterra isabelina y en Europa. Los monarcas odiaban al hombre que puso al descubierto sus políticas y negocios, sin respetarlos por íntimos que fueran. Por tanto, los lacayos de esos desca­rriados monarcas denigraron a Maquiavelo. J::ste no se permitióJantasías, mientras que la autoridad del estado segrega con entusiasmo la fantasía de la sublime sobe· ranía, . eterna, omnipotente y absoluta. Los hombres de talento son. sobornados, lisonjeados y seducidos para que la pinten. Pero menos de un siglo después de Maquiavelo, los juristas Althusius y Gracia demostraron los límites de la soberanía mediante las normas marítimas y los es· trechos canales internacionales, donde ninguna nación tenía derechos exclusivos, y mediante las leyes de la gue..­rra, por las que naciones debían reconocer los derechos de los combatientes, de los no combatientes, de los pri· sioneros, de los' diplomáticos, de los lugares santos, etcé· tera (Althusius, 1964; Gracia, 1654). Además, dentro de su propio dominio, incluso los regímenes más tiránicos atienden los ruegos y amenazas de la opinión extranjera. El monopolio del poder es un anhelo de los dirjgentes--ª.e la socieoáQpolítica; representar eJ pOder en términos absolutos no es menos un anhelo ni, sin embargo, deja de ser una fantasía.

Poco d"e~és de ~ époc.a-de- Maquiavele,Bodin se puso fa tag omana y escribió Los seis libros de la re­públrea, por la que entendía el Estado_ Bodin pretendió establecer el significado del Estado en términos de sobe·

a su vez será dejado de lado cuando hayan cambiado tales condi­ciones ·sociales. Esta limitación del pensamiento es e l historicismo o vinculaciÓn de la leoria a su época. Nosotros podemos ir más allá de las limitaciones, al menos en parte. si somos conscientes de las limitaciones y criticas con ellas y con nosotros.

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ranía y determinar en qué fundamentos puede apoyarse esta soberanía. Propuso que se basa en la fuerza y que es absoluta. El Estado había llegado a ser vi,sto por algu­nos como un derecho divino de los reyes, como un objeto religioso al margen de la vida cotidiana. El mito del Es­tado como suprema santidad de las santidades ha servido a los fines de los dictadores, los monarcas ambiciosos, los magnates y sus lacayos. Nadie ve en el estado lo que es, una institución de la sociedad, hasta el siglo XIX. Pero de ahí- se deduce que s'u soberanía no es absoluta, sino que dependen de cierto número de relaciones, tanto del interior de la sociedad como de las relaciones interna­cionales entre diversas soberanías (Bodin, 1586).

Hobbes aplicó su doctrina del individualismo sin con­cepci~icamente para convertirla en lo contrario. Aunque se refirió a sí mismo como contemporizador que se había resfriado ppr ir a recoger un préstamo para sus amos, vio con claridad en lo relativo al Estado. Aunque tenía una familiaridad servil con los reyes, su aforismo sobre el estado no les resultó cómodo, pues llamó al es­tado el Leviatán: un artefacto humano. No es dios, afir· mó, pues está sometido a leyes, y la primera de éstas es que aparece y desaparece; es grande, pero es mortal, como todas las cosas humanas. Nosotros ampliamos esdi para que no signifique ninguna nación determinada sino el estado en general. Su doctrina de la naturaleza artifi­cial del Estado fue atendida por muy pocos.

M. H. Fried (1960 y 1.967) ha escrito oSobre la evolu­ción del estado y de la sociedad estratificada, hacjepdo ver que la sociedad estratificada es una evolución de las for­mas anteriores de sociedad y que el Estado emergió de manera parecida en la sociedad estratificada. Se m'ovió en' la misma dir:ec~ión que acabamos de exponer, aunque con una importante diferencia. En contra de la opinio.n

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de Fried el estado no es una clase de sociedad ni emerge de l~ sO::i~dad del mis~o modo que una sociedad brota de la forma precedente de la misma. Es necesario distin· guir entre el Estado y cualquier forma de sociedad, pero Fri~d no lo hace, pues habla de la «sociedad del Estado». Además, ha escrito sobre la sociedad estratificada de un modo que a veces tiene algo en común con la idea de la sociedad política y la economía política que hemos adelantado; pero la idea de estratificación puede incluir otras formas distintas que la estratificación relativa al trabajo social. Así, la característica específica de la es­tratificación, escribe Fried, es el acceso a los recursos estratégicos, pero iestratégicos» puede interpretarse de diversas maneras. De los distintos recursos de la sacie· dad, sólo hay uno que sea «estratégico» en la sociedad política, como ya hemos demostrado, y es el trabajo so+ cial. Evitaremos el uso de la palabra recursos sobre este particular, puesto que tiene la connotación de materias primas y similares: si bien el trabajo social no es una cosa, la actividad humana en condiciones inhumanas 10 convierte en una cosa. La palabra «estratégico. no es muy afortunada, porque deriva del léxico militar, de las operaciones bélicas, etcétera. Es necesario llamar a las cosas por su nombre.

LA COMUNIDAD Y LA SOCIEDAD POLlTJCA DE LOS MONGOLES Y LOS ANTIGUOS JU!lIOS

En la sección que sigue ofrecemos una descripción et· nográfica de unos cuantos casos de transición de la socie­dad prepolítica a la política y nos ocuparemos de la evo­lución de la "Sociedad política que conduce al origen de la ley. La documentación etnográfica procede de la socie-

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' . .

dad qu~ he teni~o el privilegio de visitar y estudiar y de las antiguas socIedades de los griegos y los judíos, con las que estamos familiarizados.

Los. ~ongoles vivían, y en una medida importante si . guen vivIendo, en pequeñas comunidades nómadas' estas comu,nidades son grupos de parientes cuyo par:ntesco se. :stablece ~or la descendencia de padre a hijo. Las fa* ml~.las son dIstintas de las nuestras. No se forman me. diante el matrimonio. Lo usual es que el varón mongol permanezca con la familia de su · padre y que la esposa se. ~a a esta familia, abandonando la propia; allí la fa* mdl~ se centra .. en el padre; es patrilocal, desde el punto de .vIsta del ~lJO. Son grandes familias, compuestas de vanas generacIOnes que viven juntas; no se disuelven con e! matrimonio de los hijos y se continúan a lo largo del tiempo. La comunidad de aldea está compuesta por estas familias, que constan de grupos estrechamente emparen tados de hermanos y primos varones, sus esposas, hijos, antepasados y personas agregadas procedentes de comu* nidades que se han roto. Estas comunidades de parientes de la aldea se agrupan en clanes, los clanes en confede­racion~s de c1an:s y las confederaciones en principados; y en CIertas ocasIOnes los principados han constituido un imperio. l:!-f'!Illili.~"" tal c~ la ven los IQQngoles, es el centro de los círculos crecientes que son estas institucio.­neS: Esta idea de circulos concéntricos crecientes es un mito, pero ~n mito práctico ~ara Jos mongoles, que lo creen y actuan en consecuencIa.

La aldea mongola de parientes fue una institución ca _ munitaria, pero estaba lejos de ser una institución del com~nismo pri~itivo .. La familia era la unidad de pro­duCCión y al mismo tiempo la unidad de consumo y de ahorr? para el futuro. Los mongoles eran y san pastores que VIven de. los. productos de sus rebaños de ovejas,_ ca ...

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bras, vacas, caballos, camellos y yaks domésticos, de los que obtienen lana, cuero, leche y carne; los mongoles re­cogen el estiércol de los animales para combustible, ya que su hábitat son los pastos esteparios, muy abundantes en hierba pero pobres en leña. Utilizan los animales como bestias de carga, para tirar de los carros, que transpor­tan las personas y los objetos, al tiempo que las ideas y costumbres. A continuación de la familia, la aldea es la unidad más amplia de interacción social, de mutua ayuJa y de lealtad; pero la familia le precede. Sin em* bargo, la aldea comI?arte los pastos, la hierba, el agua y el camino de unos pastos a otros en régimen comunita* rio; en esta medida, es una comunidad en el sentido lite­ral del ténnino; la comunidad es una cuestión práctica, esencial para la vida diaria de las personas, pero está poco representada en la épica o poesía folklórica; no es tan importante como la familia y la línea de filiación común, el clan. - Las ciudades de los antiguos gennanos y de los mo· dernos mongoles todavía retienen ciertos rasgos de inte­reses materiales comunes así como también de intereses no materiales. Ese vestigio son los pastos comunitarios._ En Europa central ha habido una larga lucha por los de­rechos sobre las tierras forestales, que se prolonga hasta el siglo xx, para dilucidar si debían declararse terrenos comunitarios de los campesinos o reservarse al disfrute privado de la nobleza. Los mongoles retienen el rasgo comunitario, ocupan de forma comunitaria sus pastos y los caminos que van de unos a otros. Pero estas comu­nidades se rompían en las distintas familias patriarcales en los momentos problemáticos; no tenían unidad ni representación de la unidad, tal como una causa o una bandera. Las familias que podían se salvaban en las épo. cas de guerra, peste o hambre. De~tro de estos límites,

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la aldea de parientes basada en la lealtad y la prestación de mutua ayuda es accesible a quienes la necesitan, has­ta un cierto punto; la familia estaba más estrechamente entretejida y era de mayor ayuda en estas cuestiones. Toda la aldea mongola luchaba para defender sus pastos, sus caminos y los campamentos de la aldea, pero su poe­sía habla sobre todo de la familia, de la línea de filiación y de las grandes aventuras de los ptincipes y los prin­cipados.

En la Europa del siglo XVII era habitual llamar al es· tado commonwealth (riqueza común, república), pero

• Thomas Hobbes, en su uso del término comnlOmveafth, descartó el sentido de compartir la riqueza en común, siendo el tema de este título la sociedad política. Ade­más, commoll"weafth es el término correspondiente a Mas­sachusetts cuando se fundó la Unión, pero este uso fue desechado en el Federalist (1787) por Alexander Hamil· ton, John Jay y James Madison. La Inglaterra de Hobbes, los Estados Unidos y el Massachusetts de los tiempos his­tóricos no son en realidad commor/wealths. En todos ellos se distingue entre 10 mío y lo tuyo, tanto en la propiedad privada de la riqueza como en el poder productivo de la misma. El Bastan Common (Terreno comunal de Bas­tan) fue en otros tiempos unos pastos cuyo acceso com­partían todos los que vivían en sus alrededores, un vesti· gio de los antiguos usos de diversas comunidades euro­peas. Pero este uso es distinto del que refieren Hobbes y los fundadores de Massachusetts. En este último uso, cornmonwea/th se refiere a la prosperidad común y a la mutua protección; y no a compartir comunitariamente la riqueza. La conexión que existe entre compartir los intereses materiales y el interés común de defensa y segu­ridad la percibieron los antiguos germanos, pero escapó a Hobbes y a los norteamericanos. Ningún interés mate·

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rial común existe en la sociedad politica, sólo el aspecto de la defensa común, del que ya noS hem~s. ocupado al tratar de la función dual de la sociedad polítIca.

La separación de los intereses materiales de la comu· nidad del interés político común del Estado es un rasgo de la sociedad política bajo todas sus formas. Antes he­mos mencionado el pasaje de Tácito donde muestra que los antiguos germanos que describe estaban en curs~ ,de transición, desarrollando una forma de sociedad pohtlca y de Estado. Tamqién los mongoles presentan esta. evO­lución; retienen determinados rasgos de la, comuOl~ad, pero han vivido bajo príncipes durante mIles de anoS, y a lo largo de este tiempo la comunidad de intereses se ha convertido fundamentalmente, aunque no po~ comple. to, en una cuestión política; el aspecto económIco, de la comunidad se mantuvo, pero su rel~ción co~ el mterés político de toda la sociedad, en el pen?d~ cláSICO, del qu~ ahora nos estamos ocupando, estaba hmltado y fue mO,dt­ficado. El uso de Hobbes y la forma de soc.ie.dad políttca a que se refiere habian completado la translcl~n; el Esta­do estaba totalmente desarrollado yeso era aSI desde mu-

cho antes en su país. . . La civilización de los antiguos judíos convIrtIÓ las es­

trechas relaciones entre los grupos de pa~ientes en la ~ey de las relaciones de la nación, Las rela:Io~es comuDlt~­rias se dividieron entre las relaciones publicas y las pn: vadas, y en medio de todas se formó el Est~do; la, rela­ción colectiva de Moisés con el pueblo se dlf~rencló en la relación de la esfera pública de la n:~narqula y l~ es­fera privada del círculo cotidiano y farnlhar: las rogatIvas, las prácticas sanitarias y las bue~as aCCIOnes. ~ que quedó fue la relación colectiva contmuada, en un tIempo difusa en el conjunto de la comunidad, pres~rita. ahora por el servicio público, por una parte, y las obligacIOneS y

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deberes privados por otra. El rey David, en cuanto mo­narca, te~ía una rel~ción pública con todo el pueblo; Moi. sés todavla mantema una relación con el todo colectivo' la relación de Moisés con la comunidad entera continú~ la d.e ~b.raham. Esta relación colectiva, esta capacidad del mdlvlduo para. hablar en nombre del conjunto, para representar el conjunto, duró hasta los tiempos históri­c~s y quedó sin resolver durante la diáspora. Es el con­flIcto entre la comunidad y la sociedad política dentro de la sociedad política.

. ~o existe secreto alguno sobre la intimidad de los Judíos en los tiempos antiguos (Horkheimer y Adorno, 1972); Abraham, Jacob y Moisés dudaron y buscaron sig­nos de su fe en el exterior: el carnero de Abraham la zarza ardiente de Moisés. Los suyos eran conflictos ~ri . v~~os que más tarde fueron compartidos como tradi­ClOn por tod~ el. ~ueblo. La unidad de lo popular con y a. través del.mdlv,duo no había desaparecido, la transi­clón a la SOCIedad política no estaba completamente con­sumada, las esferas pública y privada no estaban separa. das del todo. Incluso después de la conquista de los ju­díos, la d~strucción de Jerusalén y la diáspora, se mano tuvo la u~ldad de la tradición popular, que los judíos lle­van c~nslgo desde hace miles de años. Las relaciones de la socle~a~ política no se abandonaron durante este tiem­po y eXIstió un conflicto irresuelto entre la unidad del f?lklore judío, por una parte, y la oposición entre judíos nco~ y pobres por la otra. Además, las oposiciones de los coml~nzos de la sociedad política del antiguo Israel desa­parecleron en la diáspora, para ser sustituidos par nue­vas formas de oposición en la Edad Media y en los tiem­pos m?dernos. ~a civilización de _ ~ada pueblo difiere del mrnedlato; ~I mIsmo tiempo,~r.9blemano es únic~en­te el curso total de la evolución, que tiene rasgos comu-

lOO

nes, sino también en qué punto del curso de la evolución fiene esto lugar: en conexión con el último punto se po­nen al descubierto rasgos únicos y distmtos cursos de evolución. La evolución de la civilización es una combina-

-clón de forma abstracta y de contenido concreto; en abs­tracto, la evolución de la civilización es una, un proceso global, pero en concreto tiene una diversidad de conte­nidos según se trate de la evolución china, azteca, incaica , egipcia, griega, judía, mongola o cualquier otra de las civilizacione~ históricas y prehistóricas. Las relaciones en­tre la fonna abstracta universal y el contenido concreto, entre lo universal y las muchas concreciones son dos ca­ras del mismo movimiento dialéctico, la unión de los opuestos.·

EL SURGIMIENTO DE L.AS CL\SES SOC1Ar.ES

El conflicto de los mongoles tiene las mismas fuerzas encontradas que el judío, pero estas fuerzas, en el mismo tiempo relativo se manifiestan de manera distinta. Ambos pueblos estaban, en el amanecer de sus respectivas his torias, en el proceso de transición de la comunidad a la sociedad política, y buscaremos el mismo proceso evo­lutivo, pero no la misma expresión de los conflictos. He­mos visto que el bloque de construcción de la sociedad mongola es la familia patriarcal y patrilineal, al igual que entre los antiguos judíos. Según el mito de los mongoles, recogido por su épica, se trata de la indestructible célula de la familia, que permanece durante muchos cientos de

4. L. A. White, Julian Stewl'lrd, Marsha!l Sahlins y Elman Service han clasificado un aspecto de la evolución como evolución unilineal y otro como evolución plurilineal. Unilineal y plurilineal son dos aspec­tos del mismo desarrollo.

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años. Bajo coacciones y vicisitudes, deja un grupo y un l~gar y se traslada a otro, pero la línea de filiación tmúa. con·

Gengis Kan gobernó desde 1201 hasta su muerte en 1227 ~obre un imperio que se extendía desde el mar de la Chma hasta el Océano 1ndico, el Próximo Oriente y el este ~e Alemania, abarcando la mayor parte de Eurasia. Gengls Kan nació a mediados del siglo XII; su padre for­mab~ part,e de la pequeña nobleza. Llamó a su hijo Ti­rnuym, q~len a~umió el de Gengis en el momento de su aventura Imperial junto con el título de Kan La 'ó d . . narra­el n ,e su remado en forma épica fue redactada poco despues de su muerte y se conoce como La historia secre­ta, ~e los mongoles. No es sec reta, sino una crónica fa­mlh~r o historia privada. La epopeya es un género fol­kl?nco~ pasa de una generación a la siguiente, no se es­Cribe SIOO que se canta y circu lan muchas entre los pue­blos. ~ongoles y turcos de muchas partes de Asia. Es una t~adlclón colectiva; aunque sólo la cantan cantantes espe­Cia/e:, la .conocen todos y es una propiedad comunitaria. ~a hlstor~a de Gengis Kan, por el contrario, contiene cues­tiOnes privadas, no secretas, pero que se mantienen apar­te del conjunto social. Se trata de una contradicción no resuelta de la historia de los mongoles. Hay otras much s contradicciones. a

La historia secreta contiene pasajes eplcos entremez­clados con narraciones de fluctuaciones dinásticas y gue­rreras. Cuenta la genealogía de los mongoles, que descien. den de un lo~o negro y una gama blanca, y pasa por toda la ~numeracI?n de la linea de filiación durante 24 gene. ra~lOnes. La familia inmediata de Timuyin había sido de­rnbada. ~n los malos tiempos; Timuyin fue apartado de su famlha y comenzó de nuevo con sus hennanos de ar­mas, que se convirtieron en su séquito. Entonces su for-

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tuna cambió, expandió rápidamente su autoridad al prin­cipio por Mongolia, el norte de Tibet y de China. Los paí­ses vecinos estaban débiles y desgarrados por disensiones internas, y el reino mongol creció muy de prisa.

La comunidad mongola de parientes está compuesta de iguales. En teoría, no hay estratificación en su inte· rior, y tenemos que buscar en otra parte la formación ~e las clases sociales en la sociedad mongo la . Una potencial desigualdad introdujo la ley de la primogenitura. Las pro­piedades del padre pasan en bloque a los hijos; si se divi­den, lo hacen en partes iguales; el hijo menor retiene la vivienda del padre, la tienda familiar. Pero el hijo mayor hereda cuantos títulos tenga el padre. Los asuntos de la comunidad los dirige un grupo de ancianos de acuerdo con la ley de la primogenitura; un grupo de comunidades constituye un clan que dirige el primer nacido (por de~ recho de nacimiento). Todos estos grupos Y comunidades son iguales o bien las diferencias de esta tus son cuantita· tivas, son sólo diferencias de grado, hasta este momen­to. Pero incluso antes del imperio del siglo XIlI, los mon­goles eran una sociedad dividida en clases. La familia, la comunidad de parientes y el clan son todos grupos cor­porativos , pero el clan ya estaba dividido en clases en la época de Gengis Kan. El clan, que en principio era un grupo de parien[Cs, se transformó, y la dirección del clan pasó a formar la baja nobleza de la sociedad; dentro de la nobleza, el rango ascendía a partir de ahí: la dirección de la confederación de clanes estaba formada por la alta nobleza; el principado es dirigido por la alta nobleza. y abarca varias confederaciones de clanes. Más allá del prm­cipado está el imperio; todas estas unidades políticas «su­periores. o más extensas han sido fugaces dentro de la historia de los mongoles; en el momento de la creación de la República Popular de Mongolia existían cuatro prin~

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cipa~os de su predecesora, Mongolia Exterior, desde los comienzos del siglo xx.

T:óricamen~e, todos los mongoles eran parientes en­tre SI, descendlan de un mítico antepasado común ato. dos, y compartían una filiación común de 24 generacio­nes tal como traza LA historia secreta. La mítica igualdad de la comunidad se expresa en el mito de la descendencia común y del parentesco de todos los mongoles De hecho la igualdad fue rota por la formación ·tle-la~ clases d~ los pastores y de los nobles; a esta división se agregó la de la clase de los esclavos y los siervos, los individuos que no eran libres, los apresados en la guerra o someti­d?s. ~ servidumbre por deudas o delitos. Lo que crea la

. dlV~slón en clases no es el a~tonamiento de las form"§ soc~s, del clan sobre la comuñIaad y del principado sobre el clan; ~por el contrario, es el hecho de que un gr;:po tr:!~~j~para otro el 9~ha transformado la igua"F­

"",ªaa en deSigualdad. y este grupo, o clase, atraviesa r;: dos lo~~anes. L~s pastores trabajaban para la nobleza y los prmClpes; cUIdan los rebaños que constituyen la ri­q~eza del ~stado; realizan el servicio postal y protegen el remo medIante el servicio militar.

~S clases sociales ~gol~s se formaron al convertir­se.:.. ~ m~n~o.resen_u~Ocie.9a~n economía poRtiZa". H_ablan VIVIdo en las estepas mongolas durante miles de anos; los documentos chinos hablan de los antepasados de los mongoles de las estepas del norte de China las estepas mongol as, en los primeros siglos anteriores 'a la el:a actual. En esa temprana época, los mongoles ya ha­blan comenzado la transición hacia la sociedad política, fonnando parte de la confederación de pueblos que oCU1 paban las ,estepas, con quienes comerciaban los chinos y contra qUlenes luchaban. La igualdad de la comunidad y de la familia se manifiesta en el lazo teórico de paren-

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tesco entre el emperador y los pastores; el lazo de pa­rentesco se da entre iguales o entre quienes sólo están separados por una diferencia de grado, como entre el primer nacido, el segundo nacido, etcétera .. Pe:o esta igualdad o diferencia de grado está en contradlcclón con la aparición de diferencias entre la nobleza y la plebe. $

La ficción del parentesco y de la igualdad se mantuvo en la época imperial y la contradicción entre la comunidad

" y las exigencias imperativas de la sociedad política no !; 'se solucionaron.

, La contradicción tuvo consecuencias prácticas. Un im­perio de millones de personas no puede gobernarse me­diante la aplicación de prácticas originadas en la comu­nidad de aldea de los parientes. Esta consta de unas cuan­tas familias en las que todo el mundo se conoce. El im­perio es gigantesco y anónimo. La vida de la comunidad es colectiva y no hay esferas pública y privada. Hemos definido hasta qué punto se respetaba 10 comunal y la diferencia entre lo tuyo y lo mío. Este conjunto de usos, instituciones, diferencias e indiferenciaciones se llevó al dominio del imperio, donde lo público está separado de lo privado. En La historia secreta hay narraciones de guerreros que reciben preferencia en nombre de su rela ción particular con el emperador; Gengis Kan trató de gobernar considerando ,la tierra conquistada como a un pariente de menor importancia. El imperio resultó in­controlable por estos medios, además por el hecho de que los mongoles no podían gobernar a pueblos con distintas lenguas, diversas costumbres, tradiciones, contradiccio­nes internas y estructuras durante mucho tiempo. Las dificultades exteriores de gobierno se sumaron al conflic­to interior entre el residuo de la comunidad y la sacie· dad política.

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LA EVOLUCióN DE LA SOCIEDAD POLlTICA y LOS ORIGENES DE LA LEY

. El cO,nflicto de la Antígona de la tragedia griega es del mlsm.o tIpo ,que el de Gengis Kan, Abraham y Moisés, y al mIsmo tIempo tiene ciertos rasgos distintivos. Antí­gona desea celebrar los ritos funerarios de su hermano muerto en batalla contra la ciudad del tirano Creonte. EÍ hennano muerto es un perdedor por partida doble ha perdido la vida y, puesto que su causa ha fracasad~, se le condena póstumarnente por criminal y no puede ser en­terrado con las debidas ceremonias. Antígona busca su­b.rePticia~.ente el cadáver del hermano, pues su obliga­ción familiar es mayor que cualquier otra que pueda te­ner Con su ciudad. El rey de la ciudad, Creonte, la con­dena también a ella. El conflicto entre la ley de la familia y la ley de la ciudad-Estado se resuelve a favor de la última; la tragedia es la del individuo que ha asumido las obligaciones familiares y es demasiado débil para oponer­se a las obligaciones del Estado. Hegel construyó un siste­ma de la evolución de la sociedad politica a partir de los elementos de la tragedia griega y las relaciones sociales que ~one de :elieve. Por una parte, están la familia y las relacIOnes pnvadas y las obligaciones contenidas en su interior. En un primer momento, eso es todo cuanto exis­te. Las mujeres, las madres, las hijas, las hermanas y las esposas, llevan consigo su esfera privada y se identifican con el~a .. Por otra parte, existen las relaciones y obligacio­nes publtcas, que entran en conflicto con la esfera de lo privado. En la tragedia griega, lo público sale victorioso; es la esfera de los hombres. Lo cual implica que la socie­dad ha. hecho la transición a la sociedad política y a la formacIón del Estado dentro de ésta. La transición oca­~iona conflictos entre los sistemas y el sacrificio trágico

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de las vidas de quienCS-representan un sistema superado por la forma polftica triunfante (Hegel, 1952). Hegel ex-. plica este conflicto demostrando que la mujer hace la ley de su propia familia; la mujer no vive en el mundo de la sociedad política. Creonte, por otro lado, represen­ta la sociedad política, pero sus relaciones con las leyes son externas, abiertas; no las convierte en propias ni proceden de su interior, ni tampoco conllevan una con­vicción profunda como las obligaciones de Antígona. Por tanto, nosotros nos ponemos del lado de Antígona, con lo que Crean te, aunque tiene a sus espaldas el poder po· lítico, es el débil y una figura tenebrosa.

Pero una vez ql1e se han formado la sociedad política y el Estado, la evolución continúa. Hegel encontró una diferencia entre los primeros imperios y las fonnas po­líticas posteriores. El criterio de esta diferencia lo expu­so en términos de la conciencia ,que tenía el pueblo de su participación en Ja propia historia. (Puesto que hizo de la conciencia, que es un acto mental, el criterio eficiente, se manifestó idealista, al ser la idea el verdadero proceso y sus movimientos los sucesos reales de la historia huma­na. Sin embargo, si tomamos estos movimientos como in­dicadores de la realidad y no como la realidad misma, encontraremos que el sistema dI! Hegel es relevante para nuestras exigencias.) Planteó el movimiento en términos de conciencia de la historia dentro de las distintas socie­dades polí.ticas, eligIendo el imperio de la antigua India como el primer estadio de la sociedad R®tica. AITí no había historia de ninguna clase, en la medida en que He­gel pudo encontrar datos sobre su expresión consciente. La antigua China, como estadio siguiente, tenía una clase de historia y de conciencia histórica, pero sólo de la cro­nología de los acontecimientos, una escueta narración de sucesos. En cuanto mero recuento, no constituye una ex-

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plicación de nada La '. ción del conflicto' dec~~~l:;:ta qU~ actúa 1 COmo explica­canzaron en la t;agedia de ~t,es a que OS~riegos-!ll­mento a ¡a--ñis"tona f ----: l~ona; agregaron un eje­no había sido percibrd~ ;~;~~Jm~~to de ~a historia que

nos introdujeron un elemento ~~e I?OOSs'i:~~o~o:~ I~~ ~~~ g~ron ~ conocer. Las tres civilizaciones, la india la china ~e ~agrhl~gta ~ueron y son literarias; el desarrollo 'evolutivo

15 ona se puede se ui d d en forma de tres estadiosgd

r de ca alluna a la siguiente

l e esarro o E tercer estadio es la historia . .

comprensión' en Gre . - An como acto conSCIente y , Cla, tfgona y Só d ----=.

una actitud respecto I . . era tes a optaron de entenderlos El m a ,os. aContecImientos y a su forma

que las person~s hanO~~~l~:~~zaa;:n::m:aCpi~olp~a hj~torial caso de Antígona lo . t . . . n e conflicto entre d~s ba~ en~nzado es la historia de un

tierra, que expone Creont~~ 'E~o:n~~: Pt::e la l~y de la mas decir que provisional e' J y poral, podda­Por otro 1 dA' mc uso contemporizadora

;~d~~I:d: ej:~1~o~~~¡~:i¡~~e:~~;: ~n~e;~~~~¡~~b~~e¡:.; al sacrificio trágico de una . ~met¡m~ento que da lugar esfera privada de la f T VI a. AntIgona representa la fera colectiva, la Unjda~~r~':n¿u~. s~ ha separa.do de la es · sición a la esfera públ' r la, y se mantiene en opo­Antígona como Crean/ca, que representa Creonte. Tanto mítico de la historia g e. pertenecen al temprano estadio

estaba completamente ::pg:;a~~anddeol la e~ferda pública no P I hi a pnva a ero a storia griega t' .

fera pública se interioriza e~e:e etapa~ posteri~res; la es· despUés del período de la SOCi:d e~tad~o posten~r" mucho mito y la tragedia de A t' a gnega deSCrito por el Sócrates ha interiOrizad~ Igfn~. En el estadio posterior,

e SIstema de los derechos y

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,.

obli~iones_ p.úb.lic9s, los ha asumido, y carga con la res­ponsabilid.!ld de manifestarlos. Pide a los dirigentes de la ciudad de Atenas que tomen nota y debe morir de la cicuta que le exigen beber. No eludirá la obligación de beber el veneno, ha hecho suya la responsabilidad de to· da la moral, aunque se le ofrece la posibilidad de some­terse y salvar la vida. Si no ofreciera su vida, entonces su moralidad, que es la mo;;Üdad pública que abarca también a los d¡';igentes de la ciudad, equivaldría a nada y su lIamaiTúento a rendir cuentas carecería de valor,

Estas son las etapas de la formación de la sociedad política, según Hegel. El conflicto mongol entre la comu· nidad y la sociedad, que condujo al desmembramiento de su imperio. que fue grande en el espacio pero breve en el tiempo, es un aspecto del conflicto entre las esferas públi­ca y privada de la sociedad política. El sino de Moisés, que condujo al pueblo de Israel a la tierra prometida, pero no pudo entrar en ella, es otra faceta del mismo conflicto. Moisés hizo suya la ley, que se convirtió en la ley mosaica, e incluso logró su difusión entre el pueblo, pero éste-no la interiorizÓ. Los judíos de esta época se habían convertido en una sociedad política y, en este proceso, se apropiaron de las obligaciones de la ley, pero sin tener plena conciencia de las obligaciones. El aconte cimiento mosaico de la exposición de las tablas de la ley y de su destrucción no es sino el inicio (figurado) del pro­ceso. J:.ste es el mito; las obligaciones les pusieron de manifiesto su transición a la civilización. Los judíos llevan consigo la carga de su pasado en la antigua vida política de Israel; Moisés y las Tablas quedan a sus espaldas. La duda mosaica y su resolución son actos gracias a los cuales el pueblo se une mediante un acto común de puri­ficación. No es el acto de un individuo sino de la era de

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I

un pueblo. La purificación es el vínculo de toda la so­ciedad y no un hecho de Moisés.

Los griegos, en la época de la tragedia de Antígona, ya habían resuelto el conflicto entre las obligaciones fami· liares y las obligaciones de la sociedad polftica. La tra­gedia de Sófocles es la tragedia del anacronismo, pues la época mítica de la tragedia fue muy anterior a la del dramaturgo Sófocles. La época a que se refiere Antígona, y en la que sitúan sus obligaciones morales, fue muy anterior a la época en que ella entró en conflicto civil con Creonte.

Las historias de Moisés, de Antígona y de los mongo­les son un proceso común de desenvolvimiento de la so­ciedad política. Al principio existe la familia y la comu· nidad. Las esferas pública y privada no están separadas. En un momento posterior, lo público y lo privado se se­paran y se oponen entre sí, siendo ésta la época de for­mación de la sociedad política y del Estado; hemos visto que la transiciÓn se ha realizarlo en los distintos pueblos por diferentes procedimientos. La transición conlleva opo­siciones; el conflicto es siempre distinto, como distinto es el de Moisés y la tragedia de Antígona; difieren en sig nificado, en forma y en contenido. El elemento que com­parten es el conflicto entre el pasaao cQlectivo y el pre­sente divididoJ por lo que el individuo que representa o personifica el. pasado superado es aniquilado. Pero el es­pectador aprende que el aniquilado es él mismo. Su vida actual está dividida y alienada. Estamos alienados en nuestra sociedad y, por tanto, dentro de nosotros mismos.

_El proceso de- diferenci?~n que hemos descrito en lo referente a la antigua sociedad mongola ha dado lug,8L..a ~ divj§ión interna. Este proceso se encllimtra, con evo­luciones afines, en todas las demás sociedades políticas. La clase g,obernada y la gobernante se desarrollan por se-

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parado, en distintos segmentos soci~les y en dist~ntas p~o­p~rcióñes. Las esferas pública y pnvada je la vida ~oclal se desarrollan por separado y en distintas pJ:oporclon.es ; y las comunidades lo hacen aparte del conjunto s~clal; ambas cosas se desenvuelven en distin~as proporclOnes respecto al conjunto global que es la SOCIedad.

Los individuos que son separados y ~e se separa.!! ell~ mísmos deI"as comunidades desarrollan una~las7_ sOcial diferenciada~ como hemos visto en el caso de TI­muyin Ge-;gis Kan y su séquito. Del mismo modo, la co­munidad en que éste nació evolucionó al margen .de la sociedad en general, manteniendo las formas antIguas: Posteriormente el imperio de Gengis Kan se derrumbó, las viejas comunidades prosiguieron sus c~stumbres tra·~ dicionales. Pero al mismo tiempo no pudler~n re~ornar al anterior status, anterior a la época del Impeno. ~ clase dominante habría de permanecer. Estos nu~vos 10-

dividuos tenían su lugar en la sociedad; no podtan eva­porarse y sus intereses se mantuvieron a 10 largo de los siglos siguientes. ~stos son los hombres nuevos, con un lugar claramente señalado en la nueva sociedad; eran más conscientes de su lugar y de sus intereses que los pasto­res mongoles de las viejas comunidades. Para el go~er­nante las comunidades eran el bloque de construc~lón del i~perio y sus miembros, sus súbditos. Las comUnIda­des proporcionaban impuestos que se recole.ctaban en especies (ganado y sus productos, lana: cuero, f¡eltr~, etc.) y en trabajo. En esta última categona, las comumdades aportaban los pastores que se c~idab~n de los ga~ados pertenecientes al emperador, al Impeno, al tesoro Impe­rial y a la nobleza. Proporcionaban mano de obra para la red de comunicaciones en tiempos de paz y mano de obra para el ejército en tiempos de ~uerra. !a~ .clase

dominante, la_diferencia entre el conjunto de la socleda4,.

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y 1é:j.,S .. comunidades estaba clara en la práctica; sus intere. --- . -ses estaban separados. Los hombres que formaban la cor-te, el séquit07los jetes militares, los enviados diplomáti­cos, los administradores y los consejeros de confianza tenían sus intereses personales y sus intereses en cuanto clase. Desde el punto de vista de los pastores, la comuni­dad y la sociedad no eran distintas, los intereses de la comunidad y de la sociedad coincidían y el todo social no _ podía separarse de la clase dominante, pero incluía el inte. rés común. Gengis Kan participó de este sentimiento, al menos de palabra. Parece ser que habló el mismo lengua­je que los pastores y que COmpartía su punto de vista; incluso actuó según estas bases en determinados casos, como ya hemos visto. Sin embargo, sigue en pie que el in­terés de la clase de los individuos separados y que cons­tituyen la clase dominante, despegados de la comunidad mongola, se desarrolló con mayar rapidez, siendo más consciente y claramente expresado que el interés de la clase de los pastores, que seguían en las formas antiguas, en las relaciones sociales antiguas, en las relaciones y los sentimientos de la comunidad.

Antes de la formación de la sociedad política, los mon­goles vivían en unidades sociales conocidas por los do­cumentos históricos y, hasta cierto punto, por las inves­tigaciones arqueológicas. Con la separación de los indivi­duos, de Gengis Kan y su séquito, como clase, la sociedad cambió, las comunidades cambiaron y, en consecuencia, también lo hicieron las relaciones entre ellas. Las rela­ciones entre las comunidades de familias de pastores y los jefes de los clanes mudaron. Ahora el jefe del clan ya no era el primero entre iguales, Sino~ estaba unido a~5.-desigualeSr-a .la clase domjfla-nte~ Los · pastores per­manecieron en las comunidades, sin afectade.s el proceso de individualización. Ni estaban ni están dominados por

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LA PERSONA JURIDICA, EL GRUPO CORPORATIVO y EL ESTADO ~

Una persona es, en un determinado aspecto, un :~: humano vivo y real. Legalmente, .;in embar@. ~.!..pe~r¡",.. es un conjunto de formas, un cuerpo de derec. os :n~ in-- aciones En este sentido foOllal, la persona es h ~encióñ·social, distinta del cuerpo ~iológico. Ut se¡ 1 u~

, uesto de estas relaCiOnes forma es, e as ::~c~o~:: i~or:~males de la sociedad y del organismo bi: lógico. Otras muchas partes del ser h~mano se sum~~li_ éstas, tanto internas como extem~s, pnvad~sl comod~ mo-

e centrémonos en las relacIOnes SOCIa es y, :;~too:n las relaciones sociales formales .. Estas soní, en b 'edida las relaciones jurídicas .. DeCImos «en uc­

uenae;;da» 'arque algunas relaciones formales ~o son na m p ':-x os ¡'mportan ya que se refieren a "d· pero esas Ou n Jun lcas, t Las demás relaciones y normas for­juegos'ddep\ortes"eedca'd son de hecho jurídicas; nos ocu· males e a SOCl

la sociedad véase mis artículos: s. Sobre .Ia p~rs?~a c~ l~ 11eygy~ Diog~mes, ~.o 56, OClubre de 1966;

"Reification In Pnm~tlve s ~I,~d~s Philosophiques, noviembre de 1%7; "Persona et Culture. Le ·vil • TranStlClions of the Ntw York "Dialectic of Person ~d .col~~t~oIY 30 abril de 1968; "Mareel Mauss, Acad.emy of Science.o;. e.n~S,choan~IyÚc Re"itw. vol. 55, 1968. the Ego, and the Person ,

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paremos de éstas en el sentido más amplio. Comenzare­mo~ con la. ~remisa de ruJe la lex .. en el sentido en que ven~os utIhza~do el término, es una institución de Ja sociedad. Cambia confonne cambia la sociedad. Se en­cuentra en toda~ . partes donde hay sociedad, pero las normas legales dlheren conforme difieren las sociedades ~o~emos decu: qu~ .tod?s ~as sociedades persiguen la juS~ t1Cla,. pero la J.us~lcla .slgmfica distintas cosas. Según de .. tenmnadas practicas Jurídicas, la justicia sólo está al al­~ance de I.os miembros de la sociedad y no de los extr-a­~os q~e ~I~en en su interior. De acuerdo con otras prác­ticas .Jundlcas, por el contrario, la justicia es o debe S;er acce~lble ~ todos. Lla~aremos al primer tipo de justicia partlculansta, dependiendo de quien se sea. L1amare~os al seg~ndo tipo universalista. Se supone que no depende de qUién sea uno. En el último caso, la justicia no respeta a las personas. Este último es el ideal de las sociedades con Estado.

~ La.I~y a.lcanza su máximo de formalización, explicitud y Codificación en la sociedad~lítica. No ocurre lo mis­mo en la~ bandas de e~quimales. :esto significa, en pri­mer ¡ugal, que en la s~d-ªd pJllí.tjca hau.specialistas en la l~preparados y de dedicación exclusiv.a,.como los ~h<):"" gadas y_lOS jueces~ ~ue constituyen un grupo especial con un conjunto partIcular de intereses dentro de la socie­d~d política. Sus intereses son dobles; por una parte, ejercer la ley, alcanzar acuerdos, establecer la concordia e~tre la~ partes en conflicto, defender los intereses del cliente, mcluso perseguir un ideal abstracto de justicja; por otra parte, proclamar los intereses del cuerpo legal de ~as instituciones legales de la sociedad. La ley de la sociedad esquimal no la exponen los especialistas esqui­males, pues no cuentan con nadie que se dedique exclusi­vamente a la ley. Sin embargo, aunque esté menos clara·

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mente delimitada, existe en el mismo sentido que la ley en los Estados Unidos. Pero en los Estados Unidos la ley se ejerce por una parte y, por otra, quienes la ejercen la defienden. Esto suele dar lugar a la confusión de que los hombres de leyes defienden la justicia al defender la ley. Es posible y es frecuente que entre tales hombres haya nobles espíritus que antepongan el sentido de la justicia a todo lo demás, aunque sea su propio bolsillo, el de sus clientes o el tesoro nacional. La suya es la má­xima roma,na fial justitia el ruat coelum, hágase justicia aunque se desmoronen los cielos. Pero la defensa de una institución legal no es lo mismo que la justicia; la prime­ra está vinculada a los hombres de leyes, es su ocupación y de lo que viven~_estál2.-.int~.os en._defenderl~ in­cluso a costa del conjunto de la sociedad o de la justicia en abstracto. Quizás incluso antepongan los intereses de la institución legal a los intereses del cliente. En todas es­tas cuestiones se pone de manifiesto un claro conjunto de intereses que entra en conflicto con otros. La persona tiene y defiende un conjunto de intereses, además. En parte, son los mismoS intereses de la clase y del todo so­cial (los intereses públicos); la persona también tiene sus intereses particulares. Todos estos son relaciones socia­les formales y como tales las aplicaremos. No tienen vida propia, aunque puedan dar la sensación de tenerla.

En la teoría y en la práctica de la ley moderna hay dos clases de personas, las reales y las ficticias. La perso­na real no es el ser humano s ino el aspecto legara el ser humano, aspecto que reconoce la sociedad como posee· dar de derechos y obligaciones. La persona ficticia com­parte algunos derechos con los verdaderos seres humanos y da la sensaciÓn de teñer vid; propia. La COf2oración so­ciedad jurídica, pública o privada, comercial o mercan­til es dicha persona ficticia o legal,;. La persona humana, - 115

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si tiene la edad legal, y salud corporal y mental. debe ad. herirse a las prácticas consuetudinadas de la sociedad y obedecer las leyes hasta el punto de ofrecer su vida por el bien común. La persona ficticia estájgualmente some­tida a las normas- y leyes de la sociedad. La idea de per­sOna fi~tiCi3"tiene un pasado que comienza en los tiempos prehistóricos. En la moderna sociedad capitalista, la idea del contrato entre las personas desempeña un papel rele­vante y profundo, habiendo sido propuesto por algunos autores capacitados, aunque descarriados, como el fun . damento para la creación de la sociedad como conjunto. No se trata de nada parecido, pero las personas, la ley de las personas, el contrato y.Ja:]e.y de..los contratos-son esencialeSjjara la dirección de los negocios y los segmen­tos afines -ae la vida social de las naciones y"pueblos mo­dernos. La ley de las personas y de los contratos no va por detrás de ningún otro segmento de la ley en nuestro

. tiempo. La sociedad comercial es una persona legal que, a través de sus representantes debidamente nombrados, puede firmar contratos. No es el individuo quien firma ~l contrato, s~n~ la corRorac~uien se hace r~sponsa­~le del cU11lllhmlento de los términos del contrato, la cor poración quien recibe los beneficios por el cumplimiento del mtslfi-q;Ja-cbrpora-ci~n qmen-eS"' castigada por su in­cumplimiento, mal cumplimiento, negativa a cumplirlo o quebrantamiento general del contrato. El individuo qu~ firma el contrato en nombre de la corpOración será pos­teriormente premiado o castigado en consecuencia.

Henry Maine descubrió que !p corr-oracLón-tien.u J' .2!!:i'?,utc! cardil!!l.de la~rpe~ad (1861). ~sto es impor­tante para el contrato, pues si Jo firma un ser humano mortal, sólo puede responsabilizarse de él durante su limitada vida; pero las obligaciones contratadas pueden exceder los setenta años bíblicos. La persona perpetua o

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corporativa tiene evidentes ventajas para la contratación; de ahí que la teoría y la práctica del contrato y de las leyes de sociedades hayan proliferado codo con codo du­rante los últimos cuatro siglos . • p~ ~responsabilida­des de las personas corporativas difieren de las de- las personas Jturnanas individuales. 1:3s clases de obligacio­nes de las personas ficticias suelen referirse a contratos y no se refieren, por regla general, a actos individuales de robo, asalto, mutilación o asesinato. La corporación es castigada mediante multas o bien, si tiene licencia para realizar detenninados trabajos, se le retira provisional o definitivamente el permiso; la corporación no puede ser ahorcada, pero puede ponérsele fin cancelándole el co­rrespondiente permiso. El ser humano individual puede sufrir todos estos castigos, pero además puede ser encar­celado y ahorcado. La teoría de la corporación se remon­ta a la Genossenschaft sobre la que escribió Gierke, al igual que la teoría de la sociedad en la era capitalista se remonta a la teoría de la corporación o empresa co­mercial.

La corporación es un concepto mucho más amplio que todo eso. Es una especie de grupo corporativo. El clan, el linaje y la familia extensa de los mongoles son tam­bién grupos corporativos. pues sobreviven al fallecimien­to de cualquiera de sus miembros individuales. ~mu.:.

nidad de aldea mongola es también un grupo corpora· tivo o cuerpo; es similar a los gruJ?os corporativos .de oJras muchas sociedades. LO$..j;rupos corpora~ivosJ~enen una existencia que no está vinculada a los Ciclos vitales de sus rfifem6ros individuales; es un grupo formal. con normas para la admisión y expulsi6ñCle~s ñiiembros, porJ~ ue s~ trat~ d~ un &!J.lPO definido y con esquema definido. La corporación puede tener o no tener una fina­lidad fija; puede ser un grupo para fines generales o para

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fines establecidos. Pero en todos los casos carga con de· terminadas responsabilidades y obligaciones sociales: el pago de impuesto es una obligación de las corporaciones en la sociedad política; la provisión de mano de obra para el servicio militar es una obligación de la familia patriar­cal, del grupo de parientes y del clan, entre los mongoles. La corporación es legalmente responsable de estas obliga­ciones, responde de ellas y es castigada, exactamente igual que cualquier persona, cuando no las cumple. Se han encontrado corporaciones en las sociedades origina­rias de Australia y en todas partes, y Fortes y Meggit han hecho la aportación de interpretar correctamente este fenómeno. Si bien han puesto de manifiesto la existencia de grupos corporativos en general, la diferencia entre e!:· tos y los grupos corporativos de la sociedad politica que­da elucidada, lo mismo que la diferencia entre las corpo­raciones de la sociedad política en general y aquéllas de la sociedad capitalista en particular. Evidentemente, las funciones y la estructura de las corporaciones de la so­ciedad política difieren de las mismas en la sociedad no política. ~sto debe reconocerse al mismo tiempo que se reconoce-Ia perpetuidad como un rasgo común de ladas las corporaciones en todas partes (Fortes, 1969).

Ya hemos visto que la teoría del contrato social en el período capitaJista está modelada sobre l~ teoría de la empresa comercial, una clase de corporación que prolife· ró en ese periodo. La teoría del contrato en general se ha modelado sobre la práctica del contrato en este período social; y la teoría de la persona social se ha modelado sobre la persona política y legal del mismo período. El error de estos hallazgos no radica en la utilización de los modelos. Por el contrario, tomamos lo que podemos de nuestra experiencia; es preferible empezar por lo cono­cido y al alcance de la mano. El eITor del contrato social

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y de la teoria del contrato-, y de la teoría de la persona :y el grupo corporativo, no radica en haber supet:ado los limites de la práctica social dQTIde se originó, ni en haber­la generalizado, sino en no haber sabido ver las diferen· cias-entre su forma original y la aplicabilidaa de la teo­ría cuando se saca del contexto de sus orígenes sociales.

Volvamos ahora a la idea de Hobbes sobre el comr monwealth como hombre artificial. Esta idea es al mis­mo tiempo cierta y equivocada. Es correcta en lo que se refiere al Estado, el commonwealz~ El Leviatán, el dios mortal el hombre artificial, es una construcci6n humana, .... un ins;rumento de la socieda-d política. Unproblema que ha p reocupado a muchos es- si el Estado es una persona ficticia y un cuerpo corporativo. La tinta gastada sobre este problema, lo ha sido en vano, Eues ~1 ~stado no es Jlna Eersona ficticia, sino un princillio abst~acto 1 en ab­J..Qluto ninguna clase de_persona. No es activo en cuanto persona, sino que actúa únicamente a través de sus órga· nos financieros, militares, policiales, judiciales y demás instituciones. La corona no es el Estado en mayor medida que un símbolo visible es lo mismo que una idea abstrac­ta. la corona puede estar corporizada en una persona, pero no el Estado. El rey de Inglaterra nunca muere, la monarquía es una corporación, dice el historiador F. W. Maitland (1950). PerQ....el Estado es distinto de las institu­ciones de la sociedad política, de sus ficciones legales, de sus personificaciones y corporizaciones. Los grupos cor­porativos se encuentran tanto en las sociedades políticas como fuera de ellas. ~J Estado no es un grupo corpora­tivo. El grupo corporativo es una persona ficticia en la sociedad política. Los grupos corporativos, como una so­ciedad comercial, son colectivos responsables de sus ac­ciones ante la ley. Se le puede poner un pleito. ~sta es una de las razones de que sea responsable. Una carpora-

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