la adrenalina y el peligro

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La Adrenalina y el peligro FEB 4 Publicado por MªIsabel López Cuando el ser humano se enfrenta a un peligro, la necesidad de supervivencia le ha enseñado a responder de tres maneras: se queda inmóvil, huye o ataca.Quedarse inmóvil sirve para intentar pasar inadvertido, sin embargo la decisión entre atacar o huir depende de las posibilidades de éxito que cada uno cree que tiene. Tanto para atacar como para huir, necesita poner en marcha distintos mecanismos físicos: el corazón se acelera para bombear el máximo de sangre posible y oxigenar los órganos vitales, las pupilas se dilatan para permitir la entrada de más luz y mejorar la visión, los movimientos intestinales se paralizan, ( no es momento de según qué cosas ), hay un aumento de presión sanguínea , así los vasos sanguíneos más importantes aumentan su capacidad de circulación y los más pequeños disminuyen su calibre, se movilizan las reservas de energía convirtiendo el glucógeno en glucosa para ser utilizado rápidamente por los músculos. Todo ello es gracias a la adrenalina, secretada en situaciones de riesgo, ya sea por una razón real para ello como para

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Función del neurotransmisor. Adrenalina y la relación con el peligro.

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Page 1: La Adrenalina y El Peligro

La Adrenalina y el peligroFEB 4

Publicado por MªIsabel López

     

     Cuando el ser humano se enfrenta a un peligro, la necesidad de supervivencia le ha enseñado a  responder  de tres maneras: se queda inmóvil, huye o ataca.Quedarse inmóvil sirve para intentar pasar inadvertido, sin embargo la decisión entre atacar o huir depende de las posibilidades de éxito que cada uno cree que tiene.

     Tanto para atacar como para huir, necesita poner en marcha distintos mecanismos físicos: el corazón se acelera para bombear el máximo de sangre posible y oxigenar los órganos vitales, las pupilas se dilatan para permitir la entrada de más luz y mejorar la visión, los movimientos intestinales se paralizan, ( no es momento de según qué cosas ), hay un aumento de presión sanguínea , así los vasos sanguíneos más importantes aumentan su capacidad de circulación  y los más pequeños disminuyen su calibre, se movilizan las reservas de energía convirtiendo el glucógeno en glucosa para ser utilizado rápidamente por los músculos.

     Todo ello es gracias a la adrenalina, secretada en situaciones de riesgo, ya sea por una razón real para ello como para situaciones ficticias. Piensa en cómo te sientes cuando ves una película de terror. Aunque sea ficción, son un

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estímulo que el cerebro interpreta como situación amenazante, y responde tal y como ha estado haciendo a través de los tiempos. Pero la liberación de adrenalina, tiene otro efecto colateral, que es la secreción de dopamina la cual proporciona una sensación de bienestar.

          Últimamente escuchamos eso de “adictos a la adrenalina “y que se trata de personas que necesitan sensaciones fuertes para sentirse bien. Veamos qué hay de verdad en ello.

          Adicción a la adrenalina como tal no existe como patología, ni en los manuales médicos ni psicológicos. Podemos encontrar sin embargo varios comportamientos relacionados con las conductas de riesgo y que pueden ser explicados por diversos mecanismos:      En el Síndrome de Pontius, un desarrollo anómalo de dos pares craneales de gran importancia, y algunas alteraciones neurológicas relacionadas con dicha anomalía, provoca una sobreproducción de adrenalina, y por tanto las personas que lo poseen necesitan liberarla, así,  sienten inclinación por realizar actividades de riesgo .Pero este síndrome no es tan común como pueda parecer por la facilidad con la que se habla de adicción a la adrenalina, por el contrario se trata de una alteración que se puede considerar de rara incidencia.

          Se habla también de los buscadores de sensaciones, quienes buscan sensaciones y experiencias nuevas, intensas, complejas y que pueden caracterizarse por impulsividad, osadía, extroversión y también puede haber psicoticismo.  

         Los rasgos de personalidad de algunas personas, les llevan a realizar determinados tipos de conducta considerados peligrosos. Se ha comprobado que un número elevado de personas que practican deportes extremos, manifiestan características de ansiedad, presentan rasgos psicóticos y neuróticos, manía o necesidad de control por ejemplo. La búsqueda de sensaciones, sentirse capaces de llevar a cabo acciones que la mayoría ni se plantea, corriendo incluso un gran peligro… Es más probable en los hombres, y cuando aparecen responsabilidades familiares, este tipo de comportamiento disminuye. ¿Qué lleva a estas personas a correr estos riesgos innecesarios para la supervivencia? Para algunos es una manera de liberar el estrés, aunque para otros, estas conductas pueden llegar a ser resultado de un comportamiento autodestructivo, o lo que se busca es tener una imagen que le distinga del resto , siendo un comportamiento narcisista e incluso agresivo, sobre todo en los más jóvenes, o en aquellos que sienten rechazo por la autoridad.

     ¿Eso quiere decir que todos los que practican deportes extremos tienen estas características? No, por supuesto que no. Para ello debemos diferenciar las actividades de riesgo en las que el riesgo se corre sin más, sin precauciones, y las actividades de riesgo normalmente actividades físicas deportivas de

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aventura ( no siempre es deporte ) en las que el riesgo puede ser controlado. Las posibilidades de accidente y sus consecuencias son mayores en el primer caso, por supuesto, y en el segundo, hay una preparación previa, una forma de control y concentración, una habilidad desarrollada, por tanto es una actividad muy distinta. Pensemos en la diferencia entre correr con un coche en una autopista a 230Km/h, una conducta peligrosa en sí para quien la práctica y desgraciadamente para alguien que se cruce en su camino, respecto a un corredor de F1 en la que hay un entrenamiento físico importante, medidas de seguridad tanto en el vehículo como en el circuito, o sin ser tan elitistas con las posibilidades de sentir la velocidad extrema y la liberación de adrenalina, la sensación de montarse en una montaña rusa, también ahí los riesgos están controlados, no se trata de un deporte pero es una sensación a la que muchos les encanta y en cuanto pueden se suben de nuevo( confieso que me incluyo entre ellos).  Así que si te identificas en alguno de estos grupos de personas, ya sabes si es peligroso, normal y/o gratificante incluso saludable y por supuesto si necesitas ayuda en el caso de que puedan representar un peligro para ti o para quienes te rodean.