la biblioteca warburg y su proposito. fitz saxl

12
WARBURG CONTINUATUS Descripción de una biblioteca SALVATORE SETTIS TESTIMONIOS DE Fritz Saxl y Eric l\11. Warburg I NTRODUCCN D E Fernando Checa << coup de dés >>

Upload: mariela-alvarez

Post on 07-Jul-2016

7 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Abraham Moritz Warburg (1866-1929), mejor conocido como Aby Warburg, fue un historiador del arte, célebre por sus estudios acerca de la supervivencia del paganismo en el Renacimiento italiano.

TRANSCRIPT

WARBURG CONTINUATUS

Descripción de una biblioteca

SALVATORE SETTIS

TESTIMONIOS DE

Fritz Saxl y Eric l\11. Warburg

INTRODUCCIÓN D E

Fernando Checa

<< coup de dés >>

TESTIMONIOS

La Biblioteca Warburg

y su próposito

Fritz Saxl

La problemática que plantea la Biblioteca Warburg es la pregunta sobre el alcance y la esencia de la influencia de la Antigüedad en las culturas posteriores. A partir de mi experiencia personal, quisiera intentar describir cómo fue definiendo este planteamiento Warburg, qué caminos tomó él mismo y cuáles propuso a otros para estudiarla y solucionarla.

El modelo del que partía Warburg era el de Jacob Burckhardt. A Burckhardt le repugnaba todo mero atribucionismo en la Historia del Arte, y de hecho su obra más madura - las Reflexiones sobre la Historia Universal- no se inscribe en el campo de la Historia del Arte. De él, Warburg aprendió sobre todo a reflexionar sobre la Historia del Arte en un sentido muy amplio. La herencia de Burckhardt se advierte en el hecho de que Warburg considere que la suya es una Biblioteca de Historia del Arte; y sobre todo, a él le debe su comprensión del Renacimiento. Gracias a Burkhardt contempla ese periodo como la época en la que el espíritu humano alcanzó la libertad. Y también se atiene al punto de vista histórico y filosófico de Burckhardt cuando, más tarde, intenta abarcar la variedad de fenómenos históricos sin partir de ninguna fórmula apriorística: busca lo singular y no la ley de la H istoria Universal.

Y sin embargo, Warburg no fue un seguidor de Burckhardt, sino un sucesor. Al combinarse con la influencia de otros autores, sobre todo de N ietzsche, la influencia de Burckhardt quedó matizada.

A pesar de que N ietzsche debe mucho a Burckhardt, su obra tam­bién supone un considerable distanciamiento de las ideas de este último. Mientras que Burckhardt, por ejemp lo, quiere esbozar imá­genes imparciales de la historia, Nietzsche es un <<animal valorizadon. Y mientras que para Burckhardt, la Antigüedad está asociada a lo apolíneo, para N ietzsche está asociada a lo dionisíaco.

La noción de lo dionisíaco inspiró el pensamiento del joven Warburg y le indicó su camino. También él vio en la época de Rafael un ideal

de humanidad de la mayor pureza y claridad. Sin embargo, considera el Quattrocento como un tiempo de lucha, un tiempo en que lo dio­nisíaco, después de miles de años de letargo, despierta y transforma la vida de los hombres en un remolino que sólo se calmará en el Cinquecento. La mímica dionisíaca lucha en este tiempo de gran excitación contra la arquitectónica apolínea.

Describir esta lucha entre libertad y necesidad en la cultura del Quattrocento será el objetivo vital de Warburg.

Pero el hecho de haberse centrado en el campo de la Historia de la Religión para describir esa lucha - como una guerra entre lo helenís­tico y lo helénico, entre Oriente y Occidente, entre la dependencia pagana y la libertad espiritual del individuo liberado en su pensa­miento- , se lo debe a su tercera gran influencia: la de Hermano Usener.

Del mismo modo que Nietzsche se oponía a Burckhardt, Usener se opone a Nietzsche. Usener se proponía describir la religión de los pueblos de la Antigüedad en toda la riqueza de su realidad, prescin­diendo de reflexiones filosóficas sobre la religión de los antiguos. Usener era enemigo de la <<pobreza de los términos)); gracias a él y a su escuela tenemos hoy una comprensión más profunda - o creemos tenerla- de la rica y compleja experiencia religiosa helenística. Warburg le debe sobre todo a él el conocimiento del paganismo de los antiguos que le permitió concebir el Quattocento como fenómeno del resurgimiento de la religiosidad pagana.

Aparentemente lo que permitió a Warburg encontrar la manera de unir todos estos elementos (el entusiasmo por Florencia y por lo dio­nisiaco, y la vivaz intuición del valor y la fuerza de la religiosidad anti­gua y del miedo a los demonios) fue un impulso exterior: un viaje a América. Sus estudios sobre los pueblos indios le permitieron entrever lo que es el paganismo, y llegó a plantearse el problema así: <<¿Q1é sig­nifica la influencia de la Antigüedad, cuya esencia desconocemos, sobre los siglos posteriores, y qué significa sobre todo para la Florencia del siglo xv?)) . De modo que lo novedoso del pensamiento de Warburg es precisamente que no sólo pregunta acerca del alcance -geográfico y temporal- de esa influencia y su intensidad, sino que su pregunta prin­cipal concierne al significado: ¿de qué naturaleza es la influencia de la Antigüedad en las generaciones posteriores? Y no pretende encontrar una solución al problema a través de la reflexión aislada de un campo de pensamiento, sino crear una metodología para considerar conjun­tamente la Historia de la Religión y la Historia del Arte.

Para mostrar cómo pone en práctica esta metodología de análisis conjunto de los mencionados ámbitos del pensamiento, me centraré en un problema específico del planteamiento de Warburg.

La Biblioteca Warburg y su propósito

Fig. 1a: Rcpn.'Scntaci6n de la estatuaria antigua de una Venus según Salomon Reinach, ca. 1887 Fig. 1 b: Miniarura de una Venus ilustrada en la enciclopedia m edieval Rabanus Maurus

Fig. z: Rcprcscntnciém gráfica de Eva en la puerw principal de la catedral de San Lorenzo, Trogir. Maestro Radovan, 1240

En un manuscrito del año 1023 de la conocida enciclopedia de Rabanus Maurus, un tratado sobre la naturaleza de las cosas, encon­tramos ilustraciones de los antiguos dioses. E n una página vemos a Venus, Cupido y Pan juntos1 (Fig. 1): aunque esas representaciones parezcan muy curiosas, para un historiador es obvio a primera vista que una imagen de Venus como ésa debe remitir d irectamente a un modelo antiguo. Si la confrontamos con la imagen de una estatua antigua advertimos que la imagen medieval se basa sin duda en una escultura an tigua. De modo que si esta Venus resulta tan <<rara)> no es por torpeza del ilustrador medieval, sino porque para él la diosa ya no tiene ningún significado religioso, ni positivo ni negativo (en el siglo XI nadie debió sentirse inclinado a rezar a Afrodita). También desde el punto de vista formal, el modelo clásico carece de interés para él; de modo que para el ilustrador medieval se trata simplemente de ilustrar la enciclopedia.

Observemos ahora una segunda obra medieval, una Eva de la Catedral de San Lorenzo en la ciudad de Trogir, don de el Maestro Radovan vivió alrededor de 1240 (Fig. 2). El Maestro ha tomado una antigua Venus como modelo.2 Este caso es muy diferente al de la ima­gen de Venus en el códice de Rabanus. Allí la Venus era una imagen para un tratado científico sobre la mitología de la Antigüedad, y el

1 Ilustración de una miniatura sacr;t y profana, 1023. Enciclopedia medieval de Rabanus Maurus, ed. ele Ambrogio M aria Amelli, M onte Casino, 1896, lám . CXJI

93

Véase KUTSCHERA- WOBORSKY, Oswnld Yon, Dos Giovanniuorelieftles Spalatiner Vorgebirges. [Deutschót. Staatsdenkmalammt] Bd. XI I. Viena, Jahrb. d. Kunsthist. lnstitutes, 1918, p. 28.

interés tradicional, llamémoslo científico, prevalecía sobre cualquier otro. Pues bien, aunque también aquí el contenido se vuelva secun­dario (para el artista medieval, Afrodita se ha convertido en un modelo de Eva), la Antigüedad constituye ahora el modelo formal para la representación de un contenido puramente cristiano.

Si seguimos ahora la línea de la pervivencia de la Antigüedad hasta el siglo XIV, vemos que gradualmente también los contenidos profa­nos del mundo antiguo llegan a ser importantes para los medievales, incluso en el ámbito eclesiástico, aunque precisamente en esa época su representación visual está más alejada de los modelos antiguos que, por ejemplo, en los tiempos del Maestro Radovan o de aquel códice de Rabanus.

E n los relatos del «amor cortés» encontramos el nombre de la diosa Venus constantemente. E l profano y pagano amor platónico se confronta con el sagrado. Una miniatura del Roman de la Rose representa a Venus con el amante. Me permito incluir el texto que acompaña la ilustración, ya que permite captar su sentido con claridad.

Mais Venus, qui tozjorzguerroie Chastée, me vint au secors: Ce est la mere au deu d'Amors, Qui e secoru maint arnluzt. Ele tint un brandonjlamant En sa main destre, don la jlame A eschaufee mainte dame; Sifu si cointe e si tifee Qp'el resernbla deesse oufee; Do u grant ator que ele avoit

Bien puet conoistte qui ia voit Qu'el n'est pas de religion. N e ferai m· pas rnencion De sa robe e de son oré, N e de son treroer doré, N e de fermail, 1ze de con·rJie, Por ce que trop i demorroie; Mais bien sachiez certainemelll Qp 'ele fu cointe durement .. . 3

Roman de la Rose de Guillaumc de Lorris y Jean de Meun, publicado por Erncst Langlois, Soc. des anciens textes franryais, París, r920, t. 11,

Y. 3420-JS.

La Biblioteca Warburg y su propósito

Fig. 3: Represcntnción gráfica de la Venus del Campanile de Florencia, •3J.1-60

Esta <<Dama Venus>> es totalmente profana y tiene por tanto rasgos de la Venus de Cnido, aunque representa el <<amor cortés•> y no el clásico «Eros>>. Vemos resurgir la fuerza de las personificaciones antiguas, pero la representación -al contrario de lo que ocurría en la catedral de Trogir- no tiene nada del formalismo antiguo, ya que tanto el poeta como el ilustrador presentan a Venus como una encantadora dama del siglo xrv. No obstante, la fuerza de este nuevo paganismo es tan grande que los símbolos paganos se infiltran incluso en la Iglesia.

Como ejemplo quisiera mostrar la representación de Venus en el Campanile de Florencia (Fig. 3). Aquí, Venus es la representante de su esfera planetaria, ya que los relieves que adornan el Campanile de Florencia presentan la concepción medieval del mundo. Las siete esferas de los planetas están asociadas a los siete sacramentos, a las siete virtudes y los siete vicios, a las siete artes liberales y mecánicas y a las ocupaciones de la vida diaria. De modo que nos encontramos ante una imagen del mundo que abarca desde los planetas celestes hasta la vida cotidiana. Por encima de todo, sobre el microcosmos y el macrocosmos, hay que imaginarse a Dios Padre.4 Pero ¿cómo se representa dentro de esa monumental y eclesiástica imagen del mundo uno de los planetas que, según la enseñanza de los Padres de la Iglesia, está dirigido por los ángeles de Dios? Una encantadora dama del siglo XIV aparece sentada ante nosotros y, con un simpático movimiento, saca un pañuelo mientras abraza amorosamente a los

~ Véase SCHLOssm,Julius von, Giusto's Fresken iu Padua und die Vorliiufer der Stan::a del/a Segnalllra,]ahr. der Kunsthisr. Slgen. desAllehr. Kais., XVIll, Viena, 1 896.

95

TEST!MONJOS - fRlTZ SAXL

dos pequeños hijos humanos. Esta Venus cristiana es una hermana de la mujer que protagoniza el amor cortés en el Ronzan de la Rose a la que ya hemos aludido. Y así se introduce en la tradición de pen­samiento cristiano lo antiguo profano, tanto en la iconografía como en la literatura, aunque de momento desprovisto de características antiguas.

Después de los monumentos medievales de los que aquí sólo pode­mos ocuparnos someramente, quisiera detenerme en una obra del Renacimiento en la que Warburg se concentró especialmente. Se tra­ta de los frescos del Palazzo Schifanoia, de los que \:Varburg nos ha dejado un detallado análisis. 5

Este análisis le permitió mostrar el complejo problema central de sus investigaciones: ¿qué significa la Antigüedad para el hombre renacentista? Warburg nos revela en primer lugar el significado de la representación, estructurada en tres niveles: el primer nivel es el reino de Venus, donde la diosa aparece en su carruaje tirado por cisnes como diosa del mes de abril (en el nivel inferior se ven repre­sentaciones de la vida de la corte de Ferrara relacionadas con este mes). Seres raros ocupan el nivel mediano: el toro que asoma por debajo del sol tiene un sentido claro (es sabido que en el mes de abril el sol entra en el Zodiaco del Tauro), pero los otros personajes nos son desconocidos: una mujer con un niño, un hombre con un caballo, un hombre encima del toro con una llave en una mano; pertenecen al reino de la astrología, tan oscuro para nosotros. Cada uno es dueño de ro días del mes, y como el creyente teme su influencia debe dirigir su vida según su voluntad. Es posible reconocer, aunque sólo par­cialmente, a personajes de la Antigüedad en estos demonios, pues han hecho un largo viaje desde Hélade hasta la India. Aunque ahora disfrazados de demonios de diez días, regresan a las regiones latinas. A través de la mediación de persas, árabes y judíos, estos ídolos helé­nicos vuelven a Occidente. Así que Venus se nos presenta en un con­texto muy diferente al del Campanile de Florencia y al del códice de Rabanus. Ahora ya no es tan sólo representante del amor mundano, sino que ha adquirido un nuevo significado para el hombre del Quattrocento: como planeta, dadas sus características matemáticas y mitológicas, Venus domina una parte de la vida; por razones pseudo­matemáticas se asocia a Venus con el mes de abril, de modo que el hombre del Quattrocento, que creía en la astrología - algo común en esa época- tenía que ocuparse de sus asuntos amorosos en el mes de abril; de ahí que los cortesanos y las cortesanas de Ferrara (induda­blemente se trata de retratos en algunos de esos personajes) se hagan representar bajo sus auspicios.

!ta!iemsche Kzmsl und mlernationa/e Astrofogtc im Palazzo SchifanoJa zu Fermra.

g6

La Biblioteca Warburg y su propósito

El significado de la diosa astrológica Venus para el creyente de astrología, lo ilustra magníficamente un manual astrológico medieval y renacentista: la Introducción a la Astrología de A bu Masar, una obra en la que también están enumerados Jos decanatos hindúes que se en­cuenrran en Ferrara.

<<Venus es de temperamento frío y húmedo; se le atribuye el sexo de las mujeres y las hermanas más pequeñas, así como vestidos, alha­jas y joyas con adornos de oro o plata, baños y lavados frecuentes, agradables finezas de la estatura y ocurrencias ingeniosas, amor a la música, a las alegrías y divertimientos,6 tanto a las melodías de todos los instrumentos como a los instrumentos mismos, y la habilidad de tocarlos; asimismo se la asocia tanto a los novios y al compromiso como al aposento de la novia y al rriple derecho al matrimonio; tam­bién a los dulces y suaves olores, Jos juegos de azar y los naipes,7 las horas de ocio sin estudios, el amor, el desenfreno, los reproches amo­rosos, la indolencia, la indignación, el fraude, la mentira y el perjmio repetido. Además se identifica con: el vino, el hidromiel, las bebidas embriagadoras, la embriaguez misma, la lujuria; la prostitución y todo lo que la rodea, natural y conrranatural en los dos sexos, legítimo e ilegítimo, todos los que lo practican y sus descendientes extrama­trimoniales. Además, el amor a los niños, el amor al prójimo, la mise­ricordia, la crueldad inopinada y su padecimiento voluntario, la salud del cuerpo, la debilidad de la mente, la opulencia de las carnes con abundantes grasas, toda diversión, riqueza y distracción, así como la afanosa aspiración a estas cosas, y también las obras de arte refinadas y admirablemente hechas como, por ejemplo, las pinturas excelentes y la invención8 de imágenes, los mercados, los puestos y el negocio de las especies; y, por último, la aspiración a las ciencias, los templos, la jurisdicción, el derecho imparcial•>.

Así que en Ferrara, la Antigüedad no se nos presenta ya bajo ningún disfraz cristiano. Por más que se pueda advertir que el artista que pintó esta Venus tuvo presente el imaginario de la corte medieval y su ideal del amor cortés (de ahí que Warburg· señalara en esta repre­sentación una cierta atmósfera que evoca la de Lohengrin), lo esencial es que el caballero arrodillado no es Lohengrin, ni su dama, Elsa: tanto el caballero como la dama son aquí los planetas Marte y Venus. Esos frescos misteriosos con imágenes de dioses que deciden sobre el destino humano, atestiguan la cosmovisión del hombre nuevo y

6 En el texto latino de la citada edición lntroduc/orimn in as/rouomiam Albumasaris abalclti ocio coutiums libros parliales, Venecia, t so6, p. 108, time locí (léase: lies ioct) .

Texto: lud1 iurrsseris au¡ue alcis (léase: ludí in Jesseris atque altiS).

s Texto: picture al que ji11ure (léase: picture arque jÍicture?).

nos permiten entender cómo afrontaron los problemas del macro­cosmos y del microcosmos los pensadores del Quattrocento. Son, pues, testimonios de la fe en el dictado de las estrellas que determinan el destino de cada individuo. Para los hombres del Quattrocento, la deidad astral posclásica Venus cobró vida real. Ya no se trata de la Venus de Cnido clásica y majestuosa, sino de un ídolo astral helénico: Ishtar, la diosa babilónica del planeta Venus, a la que se dirigen los magos y cuyo poder amalgama tanto sus atributos mitológicos como sus características matemáticas. El pensamiento de esos hombres está formado por el elemento excitante del paganismo de la Antigüedad tardía. El joven Warburg pudo reconstruir la línea histórico- religiosa hasta el siglo xv, cuyos orígenes en la Antigüedad tardía había apren­dido a reconocer gracias a Usener.

Sin embargo, la exultante dimensión dionisiaca es para Warburg tan sólo un elemento, aunque central, de la influencia helénica sobre el ~attrocento. Un mismo camino lleva de la estatua de Trogir del Maestro Radovan, donde la Antigüedad es un modelo formal, a los frescos de Schifanoia. En el trasfondo de la representación es posible advertir a las servidoras de Venus: las Gracias. No hace fal ta la com­paración con ninguna otra representación para demostrar que el grupo tiene como modelo un motivo antiguo. Con el demonio agre­gado al mundo de los ídolos antiguos - que para el hombre del Quattrocento está cargado de un significado religioso inmediato­se filtra también la Antigüedad apolínea en la esfera cultural del medioevo tardío.

Se acerca el momento en que la Antigüedad apolínea vence sobre la dionisíaca, la Antigüedad helénica sobre la helenística.

Fue hacia principios del siglo xv cuando el joven Rafael creó su repre­sentación de las tres Gracias. En ella, este motivo clásico ya no se asocia ni a la astrología ni a la Iglesia. Las Gracias ya no son símbolos de una fuerza que se impone a los hombres, sino de la libertad del hombre para crear lo bello; son únicamente embajadoras de la belleza apolínea. Warburg no escribió la historia de esta liberación. Para él, esta transformación representa, por una parte, un santuario y, por la otra, el empobrecimiento del ideal. Su propósito consistía en des­cribir, partiendo de su propia emoción interior, el acto por el que lo helénico se libera del abrazo del helenismo, la liberación de Occidente del espíritu de Oriente, la belleza del individuo liberado de las cade­nas cósmicas.

Warburg no pretendía ahondar en cómo se originó esta transfor­mación. N uevos estudios, sobre todo los trabajos de Burdach, nos facilitan una comprensión más profunda de este asunto. Burdach demostró la existencia del elemento nacional italiano y expuso hasta qué punto fue decisivo en el surgimiento del Renacirniento.9 U no de

La Biblioteca Warburg y su propósito

los signos más evidentes del interés renacentista por la historia del propio pasado nacional fue el redescubrimiento de los autores anti­guos, parcialmente olvidados durante la época medieval. Warburg también demostró el efecto de este movimiento espiritual en la crea­ción del ciclo de frescos del palazzo Schifanoia.

En la mayoría de los escritos astrológicos de la Antigüedad resul­taría imposible encontrar alguna referencia a Venus como deidad del mes de abril, a Apolo como deidad del mes de mayo, o a Mercurio como deidad de mes de junio, un simbolismo que, no obstante, sí advertimos en las representaciones del palazzo Schifanoia. Pues bien, Warburg descubrió al único autor de la Antigüedad que pudo trans­mitir esta simbología al Renacimiento: el poeta romano Manilio. En efecto, Manilio fue uno de aquellos autores al que, tras haber caído en un completo olvido durante toda la época medieval, redescubrie­ron los hombres del Quattrocento.

Desde mi punto de vista, este hecho nos demuestra claramente la esencia de la influencia de la Antigüedad. La religiosidad de la Anti­güedad tardía, y su astrología matemática-mitológica, domina el pen­samiento de los filósofos del Q!Iattrocento. Burdach y Reitzenstein 10

nos proporcionaron el término de Renacimiento; gracias a ellos sabe­mos que, desde la Antigüedad, la palabra renasci tiene un significado eminentemente religioso, y que tanto en el mundo del hombre de la Antigüedad tardía como en la liturgia cristiana significa <<renaci­miento espiritual». Rienzi y Petrarca utilizaban el término en un sentido religioso. Uno de los objetivos del movimiento que hoy deno­minamos Q!lattrocento era hacer renacer el concepto religioso de la Antigüedad tardía, un concepto tan inquietante para los hombres como tranquilizador (dado su fatalismo); otro objetivo era resucitar la llamada <<belleza clásica>> en la que fundamentar el sentimiento nacional italiano.

Problemática Religiosa

Problemática Filosófica

Historia de las Ciencias Naturales y de la Medicina

Historia General de las Religiones

9 Véase BuRDACH, Konrad, Zt~sammenfosruug seiner um.fosscndeu Einzelstudim in Re.fonnation, Rcnaisumce. Humanismus. Zwti Abhundlungen übcr die Gnmdlage moderner Bilduug 1111

Spracltkunst, Berlín, 1918.

99

Historia General de la Filosofia

10 REITZENSTEIN, Richard, Die ltel/enistisclten Mysterienreligionm, iltre Grwulgetlimkcn utul Wirktmgen, z' ed., Lcipzig y Berlín, 1920,

pp. z6f y 117.

Historia de las Religiones Antiguas

Religiones de la Antigüedad 1ardía

TESTIMONIOS - fRITZ SAXL

Historia de la Cultura Árabe

H istoria de la Filosofía Antigua (Platón)

La Filosofía de la Antigüedad Tardía

y Medieval

Confio en que estos ejemplos basten para ilustrar cómo intentó Warburg dar alguna solución a aquella problemática específica de <<qué significa la Antigüedad para el hombre del Quattrocento>>, a tra­vés de la mezcla de disciplinas diversas, sobre todo de la Historia del Arte y de La Historia de las Religiones. Pero Warburg sólo pudo dedi­carse a una parte de un tema tan vasto como el de la pervivencia de la Antigüedad. Y, hasta el presente, lo esencial de sus trabajos sobre Dante, Shakespeare y Goethe, o sobre la influencia de la escultura de Gandhara y la cultura de los sasánidas, apenas se ha cuestionado o refutado. Cuando Warburg se dio cuenta de que no podría resolver completamente el problema, se impuso la tarea de poner a disposi­ción de otros estudiosos sus materiales para que ellos pudieran con­tribuir a la solución. Pero no se limitó a reunir este material en su Biblioteca, sino que lo ordenó sistemáticamente. He aqui la especifi­cidad de esta Biblioteca: al girar en torno a una problemática, la orga­nización hace surgir el problema a la fuerza. La cima de la Biblioteca es la sección de F ilosofía de la Historia. Baste recordar que allí se encuentran las obras de Burckhardt. Y naturalmente, la Biblioteca incluye secciones que abarcan aquellas partes de la Historia de la F ilosofia, de la Literatura y de la Economía que hacen referencia a la pervivencia de la Antigüedad. Ofrecemos un esquema donde se muestra la ordenación de una estantería: en ella se encuentran sobre todo obras de Historia de las Religiones, Historia de las Ciencias Naturales y de la Filosofia. La Historia de las Religiones está orde­nada del siguiente modo: arriba se encuentran las obras sobre la reli­gión como problema, debajo se encuentran las obras generales sobre la Historia de las Religiones de todos los pueblos, y después, abajo, las obras de Historia de las Religiones Antiguas, especialmente de las de la Antigüedad Tardía, ya que éstas son esencialmente las que perviven. Las obras sobre filosofía están ordenadas de la misma manera, es decir, primero la filosofía como problema: Historia del Idealismo, Historia del Materialismo, etc. luego la Historia General de la Filosofía; y al final la Historia de la Filosofía Antigua. Entre Historia de las Religiones e Historia de la F ilosofía se encuentra, como vínculo, la Historia de las Ciencias aturales. Además, en la biblioteca

100

La Biblioteca Warburg y su propósito

de Warburg se pasa directamente de la Historia de las Ciencias aturales a la Historia de la Cultura Árabe y a la Historia de de la

Filosofía Medieval, que constituyen así una síntesis de Oriente y Occidente, puesto que quienes transmitieron a Occidente los cono­cimientos de medicina y filosofía de la Antigüedad fueron los árabes. Me conformo con este ejemplo y les invito a que se acerquen a las estanterías para observar ustedes mismos la ordenación, pues es tan clara que no hace falta indicación ninguna.

Se ha mostrado un problema en toda su amplitud, y se ofrecen las herramientas necesarias para abordarlo; cabe esperar que, si se utili­zan bien, nos acerquemos a la solución de aquel problema científico que nos señaló un hombre que pasó su vida buscando.

IOI