la cabaña del tío tom harriet beecher stowe

Upload: felope-cuellar-martinez

Post on 10-Oct-2015

81 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    H A R R I E T B E E C H E RS T O W E

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    3

    CAPITULO 1

    EN EL CUAL EL LECTOR ES PRESENTADO A UNHOMBRE MUY HUMANITARIO

    UNA tarde desapacible del mes de febrero se hallabansentados frente a una botella de vino dos caballeros en elcomedor de una casa del distrito del..., del Estado deKentucky. Los sirvientes se haban retirado. Parecan discutirun asunto serio.

    Hemos dicho dos "caballeros" por conveniencia del len-guaje, porque a uno de los interlocutores no se le hubieracredo perteneciente a la clase de hombres a quienesgeneralmente se aplica ese titulo. Era un individuo de bajaestatura, tosco, de facciones ordinarias, y con ese airepetulante de los hombres de baja estofa encumbrados por lafortuna. Iba ostentosamente vestido con prendas de diversoscolores. Los dedos, grandes y ordinarios, estaban cuajados deanillos y llevaba una gruesa cadena de oro con un puado de

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    4

    dijes de portentoso tamao. Su lenguaje estaba salpicado deexpresiones groseras.

    Su interlocutor, el seor Shelby, tena, por el contrario,todo el aspecto de un caballero, y el de su casa indicabaopulencia.

    -El asunto puede quedar arreglado en la forma que ledigo -dijo Shelby.

    -No puedo cerrar trato en esas condiciones, seorShelby -repuso el otro, interponiendo una copa de vino entrela luz y sus ojos.

    -Ha de tener usted en cuenta, Haley, que Tom es unhombre que sale de lo corriente, y vale esa cantidad; estrabajador, honrado y capaz, y maneja mi granja con laprecisin de un reloj.

    -Esa honradez ser como la de todos los negros.-No; digo que es honrado en la verdadera acepcin de la

    Palabra. Tom es bueno, trabajador, de buen corazn yreligioso. Se le bautiz hace cuatro aos y creo que siente deveras la religin. Yo le he confiado todo cuanto poseo ysiempre lo he hallado leal y recto.

    -No va usted a deducir que yo sea de los que no creenen la religiosidad de los negros -dijo Haley-. En el ltimoenvo que hice a Nueva Orlens iba uno que era un santo,por lo bueno, amable y pacfico. Por cierto que hice un buennegocio con l, porque lo haba comprado barato y lorevend en seiscientos dlares. S, seor, s; la religin es unacualidad muy recomendable en un negro Si esautnticamente religioso, sin fingimiento.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    5

    -Pues Tom es religioso de verdad -repuso Shelby- Elotoo pasado lo mand a Cincinnati solo, para ciertosasuntos mos, y me trajo quinientos dlares. "Tom -le habadicho-, confo en ti porque creo que eres un buen cristiano ys que no me engaars". Y Tom volvi puntualmente. Yoestaba seguro de que volvera. Declaro que siento de verastener que desprenderme de Tom. Avngase usted a quesaldremos totalmente la cuenta con l. Por poca concienciaque tenga, espero que acceder.

    -Yo tengo una conciencia como puede tener otrohombre de negocios -repuso el tratante-, y adems estoydispuesto siempre a hacer todo lo posible por complacer alos amigos; pero, en este caso, comprender usted que unsolo individuo es poco.

    -Entonces, dgame, en qu condiciones hara el trato.-No tiene usted algn esclavo que agregar a Tom?-Hum! No puedo deshacerme de ninguno, y si he

    consentido en vender algn esclavo, ha sido obligado por lanecesidad.

    En aquel momento se abri la puerta y entr unmulatillo cuartern de cuatro a cinco aos de edad. Haba ensu tipo algo bello y atrayente. Su negro cabello caa formandorizos en torno de su redonda carita, embellecida por unosgraciosos hoyuelos, y sus ojos, grandes y oscuros, llenos deviveza y de dulzura, miraban con curiosidad por entre lasabundantes y largas pestaas. El vistoso traje a cuadros rosa yamarillo, bien hecho y muy limpio, haca resaltar su infantilbelleza. El aire de cmica seguridad con que se present,

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    6

    aunque templado por cierta modestia, delataba que estabaacostumbrado a los mimos del amo.

    -Hola, Jim Crow! -dijo el seor Shelby, tirndole unracimo de uvas-. Toma eso!

    El cuartern corri mientras su amo rea.El chico se acerc y el amo le dio unas palmaditas en la

    rizada cabeza y le acarici la barbilla.-Ahora vas a ensear a este caballero cmo cantas y

    bailas.Enton el chico una de esas canciones grotescas,

    comunes entre los negros, con voz clara, acompaando sucanto con cmicas contorsiones de manos, pies y cuerpo.

    -Bravo! -dijo Haley, tirndole un gajo de naranja.-Ahora Jim, camina como el viejo to Cudjoe cuando

    tiene reumatismo -dijo su amo.Las piernas de Harry se curvaron como las de un

    paraltico, y en seguida, con el cuerpo encorvado yapoyndose en el bastn de su amo, ech a andar como unviejo.

    -Muy bien! Este chiquillo es una alhaja! -dijo Haley-.Vaya -aadi palmeando en el hombro a Shelby-, agregueusted el chico y trato hecho! Dgame si esto no es ponerse enrazn.

    En aquel momento se present una joven cuarterona deunos veinticinco aos. No haba ms que mirar al muchachopara comprender que aquella mujer era su madre. Tena losmismos ojos grandes, oscuros y vivos; las mismas largas pes-taas, los mismos rizos en el sedoso y negro cabello. El matiz

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    7

    dorado de su rostro dejaba entrever en las mejillas un ligerotinte rosado que se aviv al ver la mirada del desconocido,clavada en ella con descarada admiracin. El vestido realzabalas lneas de su esbelto cuerpo; una mano fina y bien formaday un pie y un tobillo dignos de la mano, eran detalles delaspecto general que no escaparon a la viva mirada del tra-tante, que estaba muy acostumbrado a observar los mritosde un buen artculo femenino.

    -Qu hay, Elisa? -pregunt el amo.-Vengo en busca de Harry, seor.De un salto, el chico se ech en brazos de su madre,

    mostrndole las uvas. La joven se apresur a retirarse con suhijo en brazos.

    -Vive Dios que es un excelente artculo! exclam eltratante-. Con esa muchacha puede hacer usted una fortunaen Nueva Orlens. He visto en ms de una ocasin pagar mildlares por muchachas no ms bonitas que sa.

    -Gracias, no quiero hacer mi fortuna as -dijo secamentemster Shelby.

    -Vamos a ver, cunto querra usted por esa chica? Yodara...

    -No la vendo -respondi Shelby-. Mi mujer no consen-tira deshacerse de ella aunque le dieran su peso en oro.

    -Las mujeres dicen siempre eso porque no calculan nada.Si se les enseasen las alhajas que pueden comprarse con elpeso de una persona en oro, ya vera cmo cambian deopinin.

    -De eso no hay que hablar, seor Haley.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    8

    -Pero el chico s me lo dejara usted -repuso el tratante-.Debe reconocer que el trato que le propongo es razonable.

    -Pero, para qu quiere usted el muchacho?-Es que tengo un amigo que se dedica a este ramo del

    negocio. Compra chicos lindos para criarlos y venderlos. Unmuchacho de buen tipo sirve para abrir la puerta y para serviry cuidar a sus amos. Se pagan buenas cantidades por ellos.

    -Preferira no venderlo -dijo Shelby pensativo-, porquesoy muy compasivo y me repugna quitarle el hijo a la madre.

    -Bah! En verdad? Ah, s, es natural! Le comprendoperfectamente. A veces es muy desagradable tener algo conmujeres. Yo tambin detesto las escenas de dolor ydesolacin. Tanto me disgustan, que procuro evitarlas. Y siusted aleja la madre por un da o por una semana, todo sepasar sin ruido, y quedar terminado a su regreso si suesposa le da algunos pendientes, un vestido u otra cosa paraconsolarla.

    -Temo que eso no sea posible.-Que Dios lo bendiga! Ignora que estas criaturas no

    son como nosotros? Olvidan pronto, si se hacen bien lascosas.

    Y tomando un falso aire de sinceridad, continu:-Hay quien dice que este comercio se opone a los senti-

    mientos de la Naturaleza; pero yo no lo creo as. Verdad esque rara vez empleo los medios de que hacen uso algunostraficantes, jams arranco un hijo de los brazos de su madrepara venderlo a su vista, porque esto las hace gritar comolocas, bastando semejante turbacin y desorden para averiar

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    9

    la mejor mercadera. En Nueva Orlens conoc unamuchacha vctima de una escena de stas. Un da quisieronquitarle su hijo, pero ella, enfurecida, lo estrech entre susbrazos, lanzando gemidos como una leona herida. Slo elrecordarlo me eriza los cabellos. Al fin, le quitaron el nio;pero se volvi loca y muri a la semana. Eso produjo unaprdida de un millar de dlares.

    Se detuvo, apoy los brazos en el silln y continu:-Los elogios en boca propia sientan muy mal; pero digo

    esto porque es notorio que soy uno de los que han llevadomejores rebaos de esclavos; siempre los he entregado sanosy gordos, habiendo experimentado menos prdidas que otrocualquiera. Esto lo debo al celo con que los cuido. S, seor;la humanidad es la regla de mi conducta.

    Dicho esto se ech a rer, festejando su propia gracia.Eran tan originales las manifestaciones humanitarias deltratante, que Shelby no pudo menos que acompaarle en suscarcajadas.

    La risa del seor Shelby anim al tratante a continuar susreflexiones en esta forma:

    -Lo ms raro -dijo- es que nunca he podido hacercomprender estas ideas a ciertas gentes. Toms Locker, el deNatchez, mi antiguo socio, es un muchacho excelente, perosin piedad para los negros. Sin embargo, jams ha comidopan un hombre ms bueno que l. Yo le decaincesantemente: "Toms, por qu cuando se quejan losesclavos los mueles a palos? Eso no est bien, es indiscreto.No ves que as se les va la fuerza por la boca y que si les

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    10

    cierras ese camino buscarn otro? Adems, as se enferman,se debilitan y el mismo diablo no les obligara a trabajardespus. Por qu no los tratas con bondad? No crees que ala larga esto te proporcionara ms ganancias que todos losgolpes y todas las amenazas?" Nunca quiso hacerme caso,tanto que tuve que separarme de l, aunque era un buencompaero y muy entendido en los negocios.

    -Y su mtodo le ha producido mejores resultados queel de Toms Locker? -pregunt Shelby.

    -S, seor; evito siempre toda escena desagradable. Sitrato de vender un muchacho, en vez de quitrselo a la madrede los brazos, lo tomo cuando est lejos de sus padres,cuando menos piensan en l. Una vez terminado el asunto,todo marcha por s solo, pues cuando pierden todaesperanza se aplacan. Los negros no son como los blancos;ya saben que una vez vendidos no tienen que esperar volvera ver a sus padres, sus hijos o sus hermanos.

    -Creo que no ha de ser tan fcil separar a los mos.-Pues yo s. Le sirven a usted por que son sus esclavos,

    pero no por adhesin. Un negro que rueda de una parte aotra, que ha pertenecido a Tom, a Harry y Dios sabe a quin,no puede abrigar en su corazn ninguna ley porque los lati-gazos que martirizan sus espaldas secan en l lossentimientos generosos. Me atrevera a apostar, seor Shelby,que sus negros estaran en cualquier casa tan bien como en lade usted. Naturalmente, todos creemos que lo nuestro es lomejor, y a m me parece, sin que esto sea elogiarme, que tratoa los negros mejor de lo que ellos se merecen.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    11

    -Bueno -dijo Haley, despus de un rato de silencio-, enqu quedamos?

    -Pensar el asunto y hablar con mi esposa -respondiShelby-. Mientras tanto, es conveniente que no diga ustednada por ah, porque si se corre la voz entre mis esclavos, noser cosa agradable llevarse de aqu ninguno.

    -Cuente con mi silencio. Pero no olvide que tengomuchsima prisa y necesito saber lo antes posible a qu deboatenerme -dijo Haley, levantndose.

    -Pues bien, venga esta noche de seis a siete, y le dar larespuesta -dijo el seor Shelby.

    El tratante salud y sali del comedor.-Quin pudiera echar a puntapis a ese individuo! -dijo

    para s el seor Shelby cuando vio cerrarse la puerta-. Perosabe que me tiene entre sus garras. Si se me hubiera dichohace algn tiempo que tendra que vender a Tom a uno deestos canallas, hubiese contestado: "Es tu criado un perropara tratarlo de esta manera?" Y ahora va a serlo. Y el hijo deElisa tambin! S que voy a dar un disgusto a mi mujer Ytodo por una maldita deuda!

    El seor Shelby era bondadoso, de buen corazn einclinado a la indulgencia para con los que vivan a sualrededor, y jams haba dejado que faltase nada que pudiesecontribuir a la comodidad fsica de los negros de su finca.Pero se haba metido en grandes y atrevidas especulaciones yhaba contrado importantes obligaciones, gran parte de lascuales haban ido a parar a las manos de Haley. En estos

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    12

    antecedentes est la clave de la conversacin que acabamosde transcribir.

    Al acercarse a la puerta, Elisa haba odo algo de la con-versacin; lo suficiente para saber que el tratante haca ofertasde compra a su amo, y la esclava, al salir con su hijo, sehubiera detenido de buena gana para escuchar, pero en aquelmomento la estaba llamando su ama y tuvo que alejarse.

    Crea haber odo al negrero hacer una proposicinacerca de su hijo. Su corazn lata con violencia, einvoluntariamente oprimi a su nio con tal fuerza, que elmuchacho la mir asombrado.

    -Elisa, muchacha, qu te pasa hoy? -le dijo su ama, alver que Elisa, despus de haber derribado el costurero, letraa una bata, en vez del vestido de seda que haba pedido.

    -Ay, seora! exclam Elisa-. El amo est hablando conun tratante en el comedor. Le he odo.

    -De qu crees que trataban?-Creo que el amo quiere vender a mi Harry!-Venderlo! No digas disparates! Bien sabes que el amo

    no tiene negocios con esos tratantes del Sur, y nunca hapensado vender ningn criado mientras se haya portadobien. Quin crees t que querra comprar a tu hijo? Tefiguras que todo el mundo tiene puestos los ojos en l comot? Vamos, anmate, y treme el vestido que te he pedido.

    -La seora no dara nunca su consentimiento para...-Qu disparate, muchacha! Puedes estar segura. Lo ne-

    gara como si se tratase de vender mis propios hijos.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    13

    Tranquilizada por el tono de seguridad de su ama, Elisase puso a peinarla, olvidando sus temores.

    La seora Shelby era de gran clase, tanto intelectualcomo moralmente. A la magnanimidad y generosidadnaturales de las mujeres de Kentucky, una sensibilidad yprincipios morales y religiosos, que pona en prctica congran energa. Su esposo, aunque con alguna tibieza, respetabalas creencias de su mujer y oa con cierta veneracin susopiniones y sus consejos. Dbale ilimitadas facultades paraproceder en pro de la comodidad, instruccin ymejoramiento de sus esclavos, aunque en ello no tornaba lparte directamente.

    Como la seora Shelby ignoraba los apuros financierosde su esposo y slo conoca la bondad de su carcter, habasido sincera en la incredulidad con que haba acogido lassospechas de Elisa.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    14

    CAPITULO 2

    LA MADRE

    ELISA haba sido criada por su ama, desde su infancia,como una muchacha a quien se quiere y se mima. Cualquieraque haya viajado por el sur de los Estados Unidos, habrpodido notar el aire de distincin y la finura de las maneras ylenguaje de las negras y mulatas. La gracia natural va casisiempre unida en ellas a una belleza muy notable y a unexterior agradable.

    Bajo el cuidado protector de su ama, Elisa haba llegadoa la mayor edad sin caer en esas tentaciones que hacen que labelleza sea una herencia fatal para una esclava. Habase ca-sado con un joven mulato, listo y simptico llamado GeorgeHarris, que era esclavo de una finca inmediata, de eseapellido.

    Este joven haba sido alquilado por su amo para trabajaren una fbrica de bolsas, donde era considerado como el

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    15

    mejor obrero por su destreza y su ingenio, pues, entre otrascosas, haba inventado una mquina para cardar camo.

    Hombre de buen tipo y de agradables maneras, era elfavorito de todos en la fbrica; pero como a los ojos de la leyeste joven no era un hombre sino otra cosa, todas susexcelentes cualidades estaban sujetas a la intervencin de unamo vulgar, ignorante y tirano. Al enterarse ste de la famadel invento de George, fue a la fbrica a ver lo que habahecho su inteligente esclavo, y el fabricante lo recibi conentusiasmo.

    Le ensearon la mquina inventada por George, el cual,lleno de alegra, hablaba con tanta soltura, se mostraba tanresuelto y tena un tipo tan varonilmente hermoso, que suamo comenz a experimentar una desagradable sensacin deinferioridad.

    Quin era su esclavo para andar inventando mquinas ytratando de codearse con los caballeros? Aquella situacin nopoda seguir; era preciso ponerle trmino, y l se lo pondra,llevndoselo a casa y ponindolo a trabajar la tierra. El dueoy los operarios de la fbrica se quedaron atnitos cuando elamo reclam de pronto los jornales de George y anunci su4intencin de llevrselo a casa.

    -Pero, seor Harris! -objet el fabricante-. No le parecedemasiado precipitada esa decisin?

    -Qu ha -de serlo! No es mo ese hombre?-Estoy dispuesto a aumentarle el jornal.-Nada, nada! Yo no tengo por qu alquilar mis esclavos

    ms que cuando se me antoje.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    16

    -Basta tener en cuenta la invencin de esa mquina aleg uno de los otros peones.

    -Ah, s! Una mquina para ahorrar trabajo, verdad?Eso es lo que hacen los negros en cuanto se les deja. Cadauno es una mquina de ahorrar trabajo! Pero ste tiene quetrabajar!

    George se haba quedado como petrificado al orpronunciarse sentencia por un poder que saba que erairresistible. Respiraba entrecortadamente; sus ojos relucancomo ascuas, y quiz hubiera estallado de un modo peligrososi el bondadoso industrial no le hubiera dicho en voz baja:

    -No te opongas, George; vete con l, por ahora. Yo pro-curar hacer algo por ti.

    El tirano observ el cuchicheo, y se confirm en sudeterminacin de no dejarse arrebatar su vctima.

    George fue llevado a la casa de su amo, y se le dedic alos trabajos ms duros y penosos. El joven haba podidoreprimirlas palabras irrespetuosas; pero el relampagueo de susojos y la nerviosa contraccin de su entrecejo, hablaban enun lenguaje natural que no poda reprimir, signos quedemostraban que el hombre no puede convertirse en cosa.

    Durante el feliz perodo de su estancia en la fbrica,George haba conocido a Elisa, y se haba casado con ella.

    Durante aquel perodo en que gozaba de la confianza ydel favor de su jefe haba tenido libertad para entrar y salir.La boda fue muy bien acogida por la seora Shelby, a quienle agradaba unir a su hermosa predilecta criada con unhombre de su clase, que pareca adecuado en todo para ella.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    17

    Recibieron la bendicin nupcial en el gran saln de la casa deShelby; adorn ella misma con flores los hermosos cabellosde su esclava y ajust sobre su preciosa cabeza la flor deazahar y el velo nupcial. Nada falt en aquella boda: niguantes blancos, ni vinos, ni dulces, ni los convidados queadmiraron la hermosura de la novia y la indulgenteliberalidad de su ama. Durante dos aos, Elisa vio a sumarido frecuentemente. Slo vino a turbar su felicidad lamuerte de dos hijos a quienes quera con pasin.

    El nacimiento de Harry la consol. Aquel pequeo serfortaleci su alma y estrech los vnculos de sus afectos, yElisa volvi a ser feliz hasta el da en que su marido fuearrancado brbaramente a un bondadoso patrn para quedarsometido al frreo yugo del propietario legal.

    El industrial, fiel a su palabra, visit al seor Harris unao dos semanas despus de haberse llevado a George, cuandocalcul que se habra enfriado el calor del momento, y portodos los medios trat de convencerlo para que lo devolviesea su habitual ocupacin.

    -No se moleste en hablar ms -dijo malhumorado elamo de George-. S lo que me hago, seor, y entiendo misnegocios.

    -No pretendo inmiscuirme en ellos; slo creo que debehacerse cargo de que va en inters de usted cederme esehombre en las condiciones propuestas.

    -Demasiado me hago cargo. Observ los cuchicheos quehubo entre ustedes el da que lo saqu de la fbrica; pero no

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    18

    conseguir usted nada. Este es un pas libre, caballero; esehombre es mo, y yo hago con l lo que me da la gana.

    George perdi la ltima esperanza; no tena ante s msque una vida de trabajo rudo y vil, cuyas amargurasaumentaban las vejaciones e indignidades que poda imaginarel ingenio del tirano.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    19

    CAPITULO 3

    ESPOSO Y PADRE

    LA seora Shelby acababa de salir a hacer una visita, yElisa de pie en la veranda, segua con mirada triste el cochede su ama, cuando una mano la toc en el hombro. Sevolvi, y una sonrisa ilumin sus hermosos ojos.

    -Eres t, George? Me has asustado! Soy muy dichosaen verte. La seora ha salido a pasar la tarde fuera... Ven a micuarto, donde nadie nos estorbar.

    Hablando as, lo condujo a una hermosa piececita muyaseada, inmediata a la veranda.

    -Qu dichosa soy! Por qu no sonres? Por qu nomiras a nuestro Harry? (El nio estaba all, en pie, mirandotiernamente a su padre al travs de los bucles de su cabelleray prendido de las polleras de su madre). Verdad que estencantador?

    -Ojal no hubiera nacido! -dijo George con amargura.-George! Por qu dices eso? Ha ocurrido algo malo?

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    20

    -S, Elisa; todo es miseria para nosotros. Soy un pobre,un msero esclavo sin amparo, y no puedo hacer ms quearrastrarte conmigo. De qu sirve tratar de hacer algo, querersaber algo, intentar algo?

    -S, es muy triste todo, querido George. S lo que hassentido quedarte sin tu trabajo en la fbrica, y s que tienesun amo muy cruel; pero ten paciencia y quiz...

    -Que tenga paciencia! -exclam interrumpindola-. Nola he tenido? He dicho algo cuando me sac sin razn deun sitio donde todos me manifestaban afecto? Yo leentregaba honradamente hasta el ltimo centavo de misganancias... y todos decan que trabajaba bien.

    -S, es espantoso; pero ese hombre es tu amo.-Amo mo? Y quin lo hizo amo mo? Eso es lo que

    yo digo... Qu derechos tiene sobre m? Soy tan hombrecomo l: soy mejor que l; entiendo ms de la industria quel; s dirigir un trabajo mejor que l; escribo mejor... y s leermejor que l...; y todo lo he aprendido, todo, por mi propioesfuerzo, no gracias a l... Es ms: lo he aprendido contra suvoluntad, y ahora, qu derechos puede tener para hacer dem una bestia?

    -George! George! Me asustas! Nunca te he odo hablaras. No me extraa que sientas lo que dices, pero, ay!, tencuidado...

    -He sido prudente y he tenido harta paciencia... pero lamedida lleg a su colmo... ni mi espritu ni mi cuerpo lopueden soportar. Aprovecha todas las ocasiones parainsultarme y humillarme. Yo esperaba limpiarme de mi

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    21

    inculpacin y quedar tranquilo, y crea que trabajando conardor, hallara algunos momentos para dedicarme a la lecturay al estudio. Pero, cuando ms ve que puedo trabajar, ms mecarga la mano de trabajo.

    -Y qu piensas hacer, amado mo? -exclam Elisa condolor.

    -Ayer -continu George- estaba cargando un carro depiedras, y su hijo estaba all restallando el ltigo, tan prximoa las orejas de mi caballo, que el animal se espant. Le rogude la manera ms humilde que cesase en su juego; pero nome hizo caso y continu. Trat entonces de sujetarle lasmanos, y comenz a gritar diciendo a su padre que yo lehaba pegado. Su padre lleg furioso, y dirigindose a m medijo: "Yo te har ver quin es tu amo"; y atndome a unrbol, cort varias varas, y dndoselas a su hijo le dijo que mepegase hasta que no pudiese ms. Y lo hizo; pero algn da seacordar de ello.

    Y la frente del pobre esclavo se oscureci, y sus ojosbrillaron de una manera que hizo temblar a su pobre mujer.

    -Ten fe, George. Mi ama dice que cuando todo pareceque se pone en contra nuestra, debemos creer que lo disponeDios as.

    -Eso pueden decirlo los que se sientan en sofs y van encoche; pero si los pusiera en mi sitio, me parece que les re-sultara ms dura la vida y no hablaran as. T, en mi lugar,no te conformaras. .. Ni te conformars ahora, si te digotodo lo que tengo que decirte. An no lo sabes todo.

    -Qu ms puede suceder?

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    22

    -Vers. Ultimamente ha andado diciendo el amo que fueun tonto dejndome casar fuera del lugar; que aborrece alseor Shelby y a todos los suyos, porque son superiores a l,y que t me has pegado la altivez. Ha dicho tambin que nome dejar venir ms aqu, y que tendr que tomar otra mujery establecerme en su finca. Al principio no pasaba de amena-zar, pero ayer me dijo que tena que tomar por mujer a Mina,o sino me vendera a quien me llevase lejos de estos lugares.

    -Pero eso no puede ser!... Nosotros estamos casadospor la iglesia, como los blancos -dijo Elisa con sencillez.

    -No sabes t que los esclavos no pueden casarse? Nohay en el pas ley que lo autorice. Yo no puedo alegar queeres mi esposa si se le antoja al amo separarnos. Por esoquisiera no haberte conocido... Por eso quisiera no habernacido... Y hubiera sido mejor que no hubiera nacidonuestro pobrecito Harry. Todo esto puede ocurrirle a ltambin.

    -Oh! Pero el amo es muy bueno.-S, pero, quin sabe? ... Puede morir... Y entonces sabe

    Dios en qu manos ira a caer... Te aseguro, Elisa, que cadagracia de Harry es para m un pual que me traspasa el cora-zn. Valdr demasiado para que no lo vendan!

    Estas palabras hirieron lo ms hondo del alma de Elisa;alzse ante sus ojos la visin del tratante. Con nerviosoademn se asom hacia la terraza, a donde su hijo se hablaido a corretear y sinti impulsos de comunicar sus temores asu marido, pero se contuvo.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    23

    No, no; bastante tiene que sufrir el pobre! -pens-.Adems, no es cierto. El ama no me engaa nunca.

    -Adis, Elisa -dijo George tristemente-. No tedesanimes.

    -Te vas, George? A dnde?-Al Canad -dijo irguindose-, y cuando est all te com-

    prar. Es la nica esperanza que nos queda. Te comprar a tiy a nuestro hijo, si Dios me ayuda.

    -Dios mo! Y Si te apresan? Oh, sera espantoso!-He aqu mi plan, Elisa: el amo me ha mandado traer

    una carta a estos alrededores para mster Symmes, que vive auna legua, poco ms o menos, de vuestra casa. El se habafigurado que yo he querido referroslo todo, porque se gozacon slo pensar que puede molestar a la gente de Shelby,pero yo volver a casa con aire resignado..., comprendes? ...como si nada pasara. Yo he hecho algunos preparativos, ydentro de ocho das se me buscar. Ruega por m, Elisa;quiz Dios te oiga.

    -Rugale t tambin. George.-Bueno, adis -dijo George, tomando las manos de Elisa

    y clavando los ojos en los suyos, sin moverse.Quedaron en silencio. Luego lloraron amargamente,

    como personas cuya nica esperanza de volverse a ver es tandbil como la tela de araa. Por fin, los dos esposos sesepararon.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    24

    CAPITULO 4

    UNA NOCHE EN LA CABAA DEL TIO TOM

    LA cabaa del to Tom era una choza de troncos,contigua a la "casa vivienda", como el negro designaba a laresidencia de su amo. Tena delante un trozo de jardncultivado con esmero, en el que, a su debido tiempo, todoslos aos se producan fresas, frambuesas y otros muchosfrutos y legumbres.

    Toda la fachada de la cabaa estaba cubierta por unagran begonia escarlata y una rosa multiflora, que,enroscndose y entrelazndose, apenas dejaban entrevervestigios de los troncos que formaban el pequeo edificio.Multitud de plantas ostentaban su magnificencia bajo lainspeccin de la ta Cloe, y constituan su orgullo y su alegra.

    Entremos en la casita. Ha terminado la comida nocturnaen la casa vivienda, y ta Cloe, que presidi su preparacincomo cocinera principal, ha dejado a los criados en la cocinael cuidado de recoger y lavar la vajilla, y ha ido a sus ocultos

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    25

    territorios a preparar "la comida de su viejo". Es, pues, taCloe la que encontramos junto al fogn, dirigiendo el condi-mento de ciertos manjares contenidos en una cacerola, de lacual se desprenden emanaciones de algo apetitoso. Redondo,negro y reluciente es el rostro de la cocinera. Su rollizo sem-blante irradia satisfaccin bajo la almidonada cofia; pero,como todo hay que decirlo, no deja de notrsele cierto aire depresuncin; porque todos consideran a ta Cloe como laprimera cocinera del lugar.

    Por ahora, la ta Cloe est muy ocupada en cuidar susartn y su horno; no la interrumpamos en su interesanteocupacin, y visitemos el resto de la cabaa.

    En un rincn de ella se ve una cama cubierta con unacolcha blanca como la nieve. Un gran pedazo de tapiz sehalla tendido a su costado. Aquella parte de la cabaarepresenta el saln, y se la trata con una gran consideracin.Se la defiende todo lo posible de las incursiones de loschicos, y cuando la ta Cloe toma posesin de ella, cree haberconquistado una plaza en las altas regiones de la sociedad.

    En otro rincn haba otra cama de pretensiones mshumildes. La pared de encima de la chimenea estabaadornada con unos cromos, reproduciendo escenas bblicas yun retrato del general Washington.

    En un tosco banco del rincn haba un par de chicos delanuda cabeza, ojos negros y mejillas gruesas, tratando deensear a andar a otra negrita ms pequea. Esta, como todoslos bebs de su edad, procuraba dar un paso, vacilaba y caa;

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    26

    pero cada nueva tentativa era saludada con nuevasaclamaciones por sus hermanos.

    Una mesa estaba colocada frente al hogar, cubierta conun mantel, y sobre sta, copas y platos de vivos colores.Junto a aquella mesa estaba sentado el to Tom, el mejorcriado del seor Shelby, y como se trata del hroe de nuestrahistoria, debemos describrselo a nuestros lectores.

    Era un hombre grande, ancho de pecho y fuerte; unnegro lustroso y corpulento, cuyo rostro, de rasgosnetamente africanos, se caracterizaba por una expresin debuen sentido, grave y sereno, unido a gran bondad ybenevolencia. Haba en su aspecto algo de respetuoso ydigno, junto con una sencillez confiada y humilde.

    En aquel momento estaba muy ocupado en copiar unascartas en una pizarra que tena ante s, operacin que hacalenta y torpemente, y que diriga el nio George, muchachomuy despierto y alegre, de trece aos de edad, que paree a dase cuenta de la dignidad de su posicin como instructor.

    -As no, to Tom -deca con viveza al ver que llevabacon mucho trabajo el rabillo de la "g" al lado contrario-. Esaes una "q. No lo ves?

    -Ah, ya! Es as? -replicaba el to Tom, mirando con airerespetuoso y admirado a su joven profesor.

    Con qu facilidad hacen las cosas los blancos! -dijo taCloe mirando con orgullo al nio George-. Cmo escribeya! Luego vendr por las noches a leernos las lecciones. . .

    -Pero, ta Cloe, mira que tengo un hambre atroz dijoGeorge- No estar ya hecho ese pastel?

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    27

    --Casi, nio George - respondi ta Cloe.Y la ta Cloe quit la tapa de la marmita y descubri un

    pastel, de cuya preparacin no se hubiera avergonzadoningn profesional de la ciudad. Sin duda era ste el platoprincipal de la comida, porque la ta Cloe comenz aalborotar el cotarro.

    -A ver, Moiss, Pete..., quitaos de en medio, negritos!...Polly, rica, mam va darte una cosa muy buena! Ahora, nioGeorge, deje los libros y sintese con mi viejo a comer salchi-cha y una buena cantidad de pastelillos para empezar.

    -Queran que comiese en casa -dijo George-; pero yosaba que aqu me ira mejor, ta Cloe.

    -Y ha acertado, cario -dijo la ta Cloe llenndole elplato de humeantes pastelillos-. Ya saba que la vieja Cloeguarda lo mejor para usted -y diciendo esto, la vieja lo sealcon un dedo, dirigindole una tierna mirada.

    -Empecemos ahora con el pastel -dijo George.-Tom Linco1n -dijo George con la boca llena- dice que

    su Jenny es mejor cocinera que t.-No hay que hacer caso a los Linco1n -repuso ta Cloe-.

    Tienen poca importancia a nuestro lado. Son personas respe-tables, pero no saben lo que es bueno. Comparen al nioLinco1n con el nio Shelby! Pero y la nia Lincoln? A verSi puede compararse con el ama! Vamos, vamos, no mehablen de los Lincoln! -y la ta Cloe movi la cabeza, con airede desprecio.

    Al seorito George no le caba en el cuerpo un bocadoms, y, por lo tanto, tuvo tiempo de fijarse en el grupo de

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    28

    lanudas cabecitas y relucientes ojos que lo mirabanfamlicamente desde el rincn opuesto.

    - Eh, t, Moiss, Pete! -dijo, partiendo grandes trozosde pastel-. Queris un poco? Ta Cloe, crceles ms pasteles.

    Y George y Tom se retiraron a un confortable asientojunto a la chimenea, mientras que ta Cloe, despus de habercocido un buen montn de pastelillos, se puso en la falda ala negrita ms pequea y comenz a llenar con ellos,alternativamente, la boca de la negrita y la suya, y a repartirlosentre Moiss y Pete. En cuanto a los dos muchachos,prefirieron devorar su parte tirados por el suelo, y viniendode vez en cuando, para variar de placer, a tirar de los dedosdel pie a su hermanita.

    -Largo de aqu! -deca la madre-. Os vais a estar quie-tos? Andad con cuidado o veris en cuanto se marche elnio!

    Difcil sera explicar el significado de esta amenaza; perolo cierto fue que produjo muy poca impresin a lospequeos.

    -Son tan revoltosos -dijo el to Tom-, que no se puedenestar quietos.

    -Ha visto su merced qu negrito ms malo? -dijo taCloe con cierta complacencia, sacando una vieja toallaguardada para estas ocasiones, humedecindola con un pocode agua de una tetera desportillada y quitando con ellas loschurretes de la cara y de las manos a la pequea. Cuando lahubo pulimentado, a fuerza de frotarla, se la puso a to Tom

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    29

    en las rodillas, y ella se puso a guardar los restos de lacomida.

    -No es una perlita mi negrita? -dijo el to Tom levan-tndola en el aire y apartndola de s para contemplarlamejor, y luego, levantndose, la sent sobre uno de susanchos hombros.

    -Ta Cloe, eres la cocinera ms grande de la comarca. Aver cundo me haces unos pastelillos de banana, que tantome gustan -dijo George antes de retirarse.

    -Bueno, amito, bueno; ya le avisar para que venga otranoche.

    Cuando el nio se march, ta Cloe acost a loschiquillos, y luego de arroparlos, volvi a la cocina con Tom.

    -Tenemos suerte con nuestros amos -dijo Tom-.Cuando pienso que podamos haber cado en manos dealgn desalmado como el amo del marido de la pobre Elisa...

    Los dejaremos comentando su buena suerte e iremos aver qu pasaba mientras tanto en el comedor de los Shelby.

    El tratante de esclavos y el seor Shelby se hallaban en elcomedor, y la mesa estaba llena de papeles.

    El seor Shelby estaba contando unos billetes de banco,que empuj despus hacia el tratante, el cual los conttambin.

    -Est bien -dijo-. Ahora, a firmar.El seor Shelby trajo hacia s los documentos de venta y

    los firm. Haley sac de una maleta muy deteriorada unpergamino, y despus de mirarlo un momento, se lo entregal seor Shelby, que lo tom con ansiedad.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    30

    -Bueno; ya est hecho el negocio! -dijo el tratante.-Ya est hecho! -repiti el seor Shelby, en tono bajo, y

    lanzando un largo suspiro, repiti: -Ya est hecho!-Parece que no se queda usted muy contento.-Haley -repuso el seor Shelby-, espero que tendr pre-

    sente que me ha prometido por su honor no vender a Tomsin saber a qu clase de gente va a parar.

    -Eso acaba usted de hacer -dijo el tratante.-Sabe usted que me han obligado a ello las

    circunstancias replic Shelby con altivez.-Comprenda usted que tambin pueden obligarme a m

    -dijo el tratante-. Sin embargo, har todo lo posible porbuscar a Tom un buen acomodo. En cuanto a que yo le tratemal, no tenga cuidado. Si por algo debo dar gracias a Dios espor no haber sido cruel con nadie.

    Despus de las teoras que el seor Shelby haba odo enboca del negrero, esta protesta no poda bastar para tranquili-zarlo; pero no pudiendo exigir ms, dej marchar al tratante yse qued solo, fumando un cigarro.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    31

    CAPITULO 5

    SENTIMIENTOS DE LA PROPIEDAD VIVIENTEAL CAMBIAR DE DUEO

    EL seor Shelby y su esposa se haban retirado ya a sushabitaciones para acostarse. El marido estaba sentado en unabutaca leyendo unas cartas; la seora deshaca las trenzas desus cabellos que con tanto esmero haba arreglado Elisa porla maana. En vista del abatimiento y la palidez de su sir-vienta, le haba dado permiso para retirarse, y como estaocupacin, que no acostumbraba a desempear, le recordase,naturalmente, la conversacin que haba tenido aquellamaana con la cuarterona, se volvi a su marido y le dijo conla mayor indiferencia:

    -Di, Arturo, quin era ese hombre tan ordinario que hacomido hoy con nosotros?

    -Se llama Haley -respondi Shelby con intranquilidadHaley! Pero quin es se y qu tiene que ver contigo?

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    32

    -Es un sujeto con quien tuve algunos negocios la ltimavez que estuve en Natchez.

    -Y se ha convidado l mismo a comer en nuestra mesa?-No; lo he convidado yo, porque tenamos que arreglar

    ciertas cuentas.-Es un tratante de negros?-Cmo se te ha ocurrido eso? -pregunt Shelby.-Es que Elisa vino despus de comer, muy apenada, llo-

    rando y diciendo que estabas hablando con un negrero, y quele haba odo hacerte un ofrecimiento de compra de su hijo.

    -Conque dijo eso? -repuso Shelby, volviendo a suspapeles y fingiendo que lea. Y pareci por algunos minutosabsorto en la lectura, pero sin notar que tena el papel alrevs.

    "Por ltimo -pens interiormente-, tendr que saberlo, yas ms vale cortar por lo sano".

    -Yo le dije a Elisa -continu la seora, sin dejar de pei-narse- que era una tonta, que t no habas tenido trato nuncacon esa clase de gente. Yo s que nunca has pensado envender ninguno de nuestros criados, y menos a semejantesujeto.

    -Siempre he pensado y dicho eso -repuso el mi pero elcaso es que estn mis negocios en una forma que n puedosalir adelante, y tendr que vender algunos.

    -Pero no a un tratante como se! T no hablas en serio.-Lo siento muchsimo; pero s hablo en serio -dijo

    Shelby-. Le he vendido a Tom.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    33

    -Qu ests diciendo! A ese hombre tan bueno y tanfiel! Al que ha sido leal criado tuyo desde chico! Ay, Arturo!... T, que le has prometido la libertad! ... T, que le hashablado de ella cien veces...! Entonces ya puedo creer todo!Ahora puedo creer que venders a Harry, al hijo de la pobreElisa! -exclam la seora con tono apesadumbrado.

    -Bueno; ya que has de saberlo, sbelo de una vez: hevendido a Tom y a Harry, y no s por qu se me ha decensurar por una cosa que todo el mundo hace a diario.

    -Pero por qu has elegido a esos dos entre todos? -dijola seora-. Por qu vendes sos, si tienes que vender al-gunos?

    -Porque son por los que me pagan mejor. S, podrahaber elegido otros. Me ofrece un excelente precio por Elisa.

    -Qu infame! --exclam con vehemencia la seora.-Yo no lo escuch. De modo que no me quites toda la

    buena fama.-Perdname, Arturo mo -dijo la seora Shelby, conte-

    nindose-. Me he encolerizado. Me tom por sorpresa... Perome permitirs que interceda por esas pobres criaturas. Tom esun hombre fiel y de corazn noble.

    -Lo s..., pero de qu sirve todo eso? No puedo reme-diarlo.

    -Por qu no haces un sacrificio pecuniario? Estoy dis-puesta a sobrellevar la parte que me toque en las molestias,Arturo; yo he procurado con toda la sinceridad de que escapaz una mujer cristiana cumplir mis deberes con esas po-bres criaturas. Las he cuidado, las he instruido, las he obser-

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    34

    vado y conozco sus pequeas preocupaciones y sus alegrasde muchos aos; y cmo podr alzar la cabeza entre ellas, sipor una msera ganancia vendemos a un ser tan noble comoTom, arrancndole todo lo que le hemos enseado a amar yapreciar? He hablado con Elisa de su hijo.. ., de sus obliga-ciones para con l como madre cristiana. Cmo podrmirarle a la cara sin que piense que todo lo que le he dicho esmentira?

    -Me desespera, Emilia, que esto te apene tanto, lo sientovivamente -dijo mster Shelby-; pero esto no salva misituacin. No quera decrtelo, Emilia, pero nuestra tristealternativa es la de que si no vendo a esos dos, tengo quevender cuanto poseemos. Haley tiene en su poder hipotecasmas muy fuertes y si no pago en el acto, puede arruinarme.He realizado todos los fondos que he podido, he pedidodinero, agotando mi crdito, pero no ha bastado. Eraindispensable completar la cantidad con esos dos esclavos.Haley se ha encaprichado con ese chico, y sin l no sehubiera contentado. No he tenido ms remedio que ceder.

    La seora de Shelby se qued en silencio y comopetrificada.

    Fue a dejarse caer sobre un silln, ocultando la caraentre las manos y exhalando un profundo gemido.

    -Ah! -exclam-. La maldicin del Seor pesa sobre laesclavitud! Maldicin para el amo y maldicin para el es-clavo! Pude creer que del mal podra hacerse jams un bien!La obsesin de un esclavo bajo una legislacin como lanuestra es un pecado! Desde la infancia lo he sentido y

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    35

    pensado siempre as; y aun casada he sentido lo mismo; perocre que podra purificar esta prctica detestable y que, afuerza de esmero, bondad y educacin podra hacer anuestros esclavos tan dichosos como los hombres libres.. .Qu insensata fui!

    -Pero, mujer, ni que fueras abolicionista!-Abolicionista! Ay! Si supieran ellos todo lo que yo s

    sobre la esclavitud... ! Entonces s que podran hablar. Qupueden decirme ellos? No he mirado siempre con aversinla esclavitud? Jams la he considerado como una institucin.

    -En esa parte difieres con hombres de gran saber y muypiadosos. Te acuerdas del sermn del domingo?

    -Poco me importan semejantes sermones y no volverms a orlos en nuestra iglesia. Los ministros del Seor nopueden evitar el mal menos que nosotros; pero a lo menosque no lo defiendan y menos lo justifiquen, porque estosubleva mi nimo.

    -Emilia -dijo el seor Shelby-, siento mucho que tomeseso con tanto calor. Ya te he dicho que todo es intil, que esasunto concluido, que Haley tiene las escrituras de venta, y teaseguro que puedes agradecer a Dios de que el mal no seamayor. Ese hombre ha podido arruinarnos; y si t loconocieses como yo, comprenderas que nos hemos esca-pado de una catstrofe.

    -Tan cruel es?-Cruel, precisamente no. Es una barra de acero,

    digmoslo as... Un hombre que no vive ms que para elnegocio y la ganancia.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    36

    -Y ese miserable es dueo de Tom y del hijo de Elisa!-A m me causa profunda pena, y no quiero pensar en

    ello. Haley desea acabar pronto el asunto y tomar posesinmaana. Yo me marchar muy temprano, para no presenciarnada. T lo mejor ser que dispongas un paseo en coche acualquier parte y te lleves a Elisa para que la cosa se haga sinque ella la vea.

    -No, no -repuso la seora-. Yo no quiero ser cmplice niauxiliar en este cruel asunto. Ir a ver al pobre Tom y loacompaar en su pena! Quiero que vean l y su mujer quesu ama tiene sentimientos acordes con los de ellos y porellos. Y en cuanto a Elisa, no quiero ni pensarlo.

    Los esposos Shelby no sospechaban que suconversacin tena un oyente.

    Contiguo a la habitacin haba un gabinete, cuya puertaJaba a la galera exterior, y cuando la seora mand retirarse aElisa aquella noche, sta tuvo la idea de esconderse en aquelaposento, desde el cual. con el odo pecado a la juntura de lapuerta, no haba perdido una sola palabra de la conversacin.

    Cuando los esposos se quedaron en silencio, Elisa selevanto y sali cautelosamente. Plida, trmula, con los labiosapretados, pareca una mujer distinta de la tierna y tmidacriatura que haba sido hasta poco antes.

    Ech a andar por la galera, se detuvo ante la puerta delcuarto de su ama, alzando las manos en muda invocacin alos cielos, luego se desliz hasta su cuarto. Era unahabitacin limpia y agradable, situada en el mismo piso quela de la seora de la casa. Tena una soleada ventana y un

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    37

    estante con libros y diversos juguetes y objetos de capricho,de los regalos que le hacan por Pascua. Tena tambin unpequeo ropero: aqul era su hogar, su casa, y en ella hubieravivido feliz. All, en la cama, dorma Harry con sus largostirabuzones cayendo alrededor de su rostro. Con su boquitarosada, con sus manitas extendidas sobre el embozo y conuna sonrisa que iluminaba su semblante como un rayo desol.

    -Pobre nio! Desgraciado hijo mo! -dijo Elisa-. Te hanvendido: pero tu madre te salvar.

    Ni una lgrima brot de sus ojos, pues en esosmomentos slo sangre destilaba el corazn.

    Tom un trozo de papel, y escribi precipitadamente:"Querida amita: no me crea ingrata ... No siempre piense

    mal de m ... He odo todo lo que habl anoche con el amo, yme voy ... Voy a ver si salvo a mi hijo.. . Dios la bendiga y lapremie por sus bondades!

    Acto continuo abri una cmoda, hizo a escape unpequeo con ropa de su hijo y la meti en un pauelo que seat a la cintura, sin olvidar de tomar algunos juguetes para suHarry, entre ellos el preferido: un pequeo lorito de madera.Como es natural, lament tener que despertarlo; pero el chicodespus de algunos instantes, se incorpor, y empez a jugarcon su lorito, mientras Elisa se echaba el chal sobre la cabeza.

    -A dnde vas, madre? -pregunt al verla.-Calla! -le dijo Elisa, tomndolo en brazos-. Un hombre

    malo quiere llevarte a un calabozo oscuro, muy oscuro,

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    38

    dejndote sin mam; pero tu mam te va esconder, y huircontigo para que no te lleve.

    Luego abri la puerta que daba a la terraza y se alej ensilencio.

    La noche estaba fra y serena. Las estrellas brillabancomo diamantes y la pobre madre procuraba abrigar con suchal al nio, que se agarraba a su cuello con sus bracitos.

    El viejo "Bruno", el perrazo de Terranova, que dormaen la puerta, se levant gruendo al acercarse Elisa; pero stalo llam por su nombre, y el animal se dispuso a seguirla,moviendo la cola y como preguntndose con su inteligenciacanina: qu significa este paseo nocturno?

    A los pocos minutos llegaban a la ventana de la cabaadel to Tom. Elisa se detuvo y dio unos golpecitos en losvidrios.

    -Dios! Dios santo! Qu es esto? -exclam ta Cloe,sorprendida, apresurndose a descorrer la cortina-. Aposta-ra a que es Elisa! Pues tambin viene "Bruno", porque se lesiente rascar en la puerta! Vstete pronto viejo!

    Y la luz de una vela de sebo que to Tom se haba apre-surado a encender, cay de lleno sobre el aterrorizado sem-blante de la fugitiva.

    -Dios te bendiga...! Quin haba de esperarte por aqu,Elisa! Ests enferma, o que te pasa?

    -Voy huyendo.... to Tom..., ta Cloe... Me llevo a Harry...El amo lo ha vendido!

    -Que lo ha vendido? -repitieron ambos, con espanto.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    39

    -S! -dijo Elisa con firmeza-. Esta noche he estadoescuchando lo que hablaban, y he odo al amo decir a la niaque ha vendido a Harry y a usted, Tom, a un tratante-, y quepor la maana se va a ir y que el tratante vendr hoy mismo allevrselos.

    Cuando Tom se dio entera cuenta de lo que Elisa, taninesperadamente, le haba comunicado, cay desplomadosobre una silla y baj la cabeza, anonadado por la noticia.

    -El seor tenga piedad de nosotros! -exclam ta Cloe- -Qu ha hecho Tom para que el amo lo venda?

    -No ha hecho nada... El amo no quera venderlo, y a laseora, siempre tan buena, la o suplicar e interceder pornosotros; pero l dijo que era intil: que tena deudas con esehombre, y que si no le pagaba lo que debe, se vera obligadoa deshacerse de todo cuanto posee. S; le he odo decir queno haba eleccin posible entre vender a usted y a mi hijo ytener que venderlo todo. El amo est muy triste; pero y elama...? Quisiera que la hubieran odo ustedes hablar! Hagomuy mal en abandonarla; pero no tengo ms remedio.

    -Oye, t! -dijo ta Cloe-. Por qu no te vas tu tambin?Vas a aguardar a que te lleven ro abajo, adonde matan a losnegros de hambre y de trabajo? Yo quiero morirme mejorque ir all! Todava tienes tiempo! Vete con Elisa! Tienespase para ir y venir a todas horas. Yo te preparar tus cosas.

    -No, no... No me voy... Que se vaya Elisa... Ella tienemotivos! Si es preciso que me vendan a m, so pena de ven-derlo todo, malbaratndolo, mejor que me vendan a m solo.Creo que podr soportar los trabajos como cualquier otro.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    40

    Es mejor que me vaya yo solo, que no tengo nada quedeshacer y venderlo todo. No hay que perjudicar en nada alamo, Cloe; l cuidar de ti y de los nios.. .

    Volvise hacia la tosca cama, llena de lanudas cabecitas.Inclinse sobre el respaldo de la silla, y se cubri la cara conlas manos. Aquellas lgrimas no se diferenciaban de las quevierte un padre o una madre sobre el atad de su nico hijo,porque aquel hombre tena un corazn selecto como el decualquiera.

    -Esta tarde -dijo Elisa, que segua en la puerta de la ca-baa- vi a mi marido; pero entonces no sospechaba lo queiba a ocurrir. A l lo han echado al ltimo lugar, y me dijoque iba a escaparse. Procure usted hablarle, si puede. Dgaleque me he ido y por qu me he ido; que voy a ver si puedollegar al Canad. Dgale que lo quiero, y que si no vuelvo averlo ms... -y se volvi de espaldas y permaneci as unmomento. Luego aadi con voz trmula:

    -Dgale que sea todo lo bueno que pueda y que procureencontrarme en el reino de los cielos. Llame a "Bruno"-agreg-. Encirrelo aqu. Pobre animal! No debe venirconmigo!

    Luego, tras de unos cuantos adioses, y una cuantas ben-diciones, oprimi a su hijo entre sus brazos y se alej silen-ciosamente.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    41

    CAPITULO 6

    EL DESCUBRIMIENTO

    DESPUS de la conversacin de la noche anterior, losesposos Shelby tardaron en conciliar el sueo, y por eso selevantaron ms tarde que de costumbre al otro da por lamaana.

    -Qu le suceder a Elisa que no viene? -dijo la seora,despus de tocar varias veces la campanilla, sin resultado.

    El seor Shelby se hallaba ante el espejo asentando lanavaja de afeitar, y en ese momento entr un sirviente negrocon el agua caliente.

    -Andy -dijo su ama-. Llgate al cuarto de Elisa, y dile quehe llamado tres veces. Pobrecita! -aadi suspirando.

    Andy volvi, con los ojos espantados y la boca abierta.-Seora! Seor! Los cajones de Elisa estn abiertos y

    todo est tirado por el suelo. Yo creo que se ha escapado.El seor y la seora Shelby se dieron cuenta de la

    verdad.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    42

    -Se conoce que sospech algo y huy! -dijo Shelby.-Le doy gracias a Dios! -exclam la seora-. Dios quiso

    que fuera as!-Mujer, no digas tonteras! Si se ha escapado me va a

    ocasionar un disgusto serio. Haley vio mi indecisin en loque a la venta del muchacho se refiere, y creer que me hapuesto de acuerdo con ella para la fuga. Eso toca a mihonor! -y el seor Shelby sali apresuradamente.

    Durante un cuarto de hora todo fueron gritos, carreras,portazos y caras de espanto asomando ac y all. Slopermaneca silenciosa la persona que poda haber proyectadoalgo de luz sobre el asunto: la ta Cloe. Silenciosamente, conel rostro antes risueo, ensombrecido, se dedicaba a hacerpanecillos para el desayuno, como si no viese ni oyese, ni sediese cuenta de la agitacin que reinaba en torno suyo.

    Cuando se present Haley fue saludado por todos losnegritos, espetndole las malas noticias.

    -Es extraordinario lo que ocurre, Shelby! -dijo Haleycasi a gritos y entrando bruscamente en la sala-. Parece que lamuchacha ha huido con el pequeo.

    -Seor Haley, aqu est mi esposa -dijo Shelby.-Usted dispense, seora -dijo Haley, inclinndose

    ligeramente y con el entrecejo muy fruncido-. Repito que estoes extraordinario. Es verdad lo que dicen, caballero?

    -Seor mo -replic el seor Shelby-, si desea entenderseconmigo, debe usted adoptar las maneras de un caballero.Andy, toma el sombrero y el ltigo del seor. Hgame elfavor de sentarse. S, seor; siento decirle que la joven,

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    43

    alarmada por lo que oy, o por lo que hayan podido decirleacerca de este asunto, ha huido anoche con su hijo.

    -Esperaba ms lealtad en el trato, lo confieso -dijo Haley.-Hace usted el favor de decirme qu debo deducir de

    esa observacin? --dijo el seor Shelby, volvindose con vi-veza-. Si hay algn hombre que ponga mi honor en duda, notengo ms que una contestacin para l.

    Amedrentado por estas palabras, el tratante replic entono algo tmido, "que era enfadoso para un hombre quehaba tratado un asunto lealmente verse defraudado de aquelmodo".

    -Seor Haley -dijo Shelby-; Si yo no conociese que tieneusted un motivo de disgusto, no le hubiera tolerado laincorreccin y rudeza de su entrada en mi casa. Perodeclarado esto, no estoy dispuesto a tolerar que se me haganinsinuaciones indicadoras de sospecha que yo he incurridoen alguna informalidad en este asunto. Adems, estoydispuesto a prestarle a usted toda la ayuda necesaria pararecuperar lo que es suyo. As, lo mejor es que no se ponga demal humor, que tome algo para desayunarse, y luego veremosqu es lo que conviene hacer.

    La seora de Shelby se levant diciendo que sus ocupa-ciones le impedan acompaarlos a la mesa, y encargando auna cuarterona que sirviese a los seores el caf, se retir.

    -Parece que no le es muy simptico a la vieja este hu-milde servidor suyo -dijo Haley.

    -No estoy acostumbrado a or hablar de mi esposa conesa libertad -replic secamente el seor Shelby.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    44

    -Usted dispense, ha sido una broma.Nunca ha producido la cada de un gobierno la

    sensacin que produjo la noticia de la venta de Tom entresus compaeros. Era el tema de todas las conversaciones, lomismo, en la casa que en el campo. La fuga de Elisa -sucesosin precedentes- era tambin importante para estimular la agi-tacin general.

    Sam el negro, como se le llamaba porque era mucho masnegro que los dems del lugar, estaba revolviendo el asuntobajo todas sus fases con una justeza de visin y con tanestricta mira de su bienestar personal, que hubiera honrado acualquier patriota blanco de Washington.

    -S, soplan malos vientos por aqu -repiti-. Bueno...Tom se va... Su puesto queda para otro negro.. . Y por quno ha de ser para este negro?

    -Eh, Sam! El amo quiere que ensilles a "Bill" y a "Jerry"-dijo Andy, cortando el soliloquio.

    -En seguida! Y qu ocurre ahora, sabes t?-Bueno. Vamos con el seor Haley a buscar a Elisa.-Ya lo creo que la atraparemos. Va a ver el amo todo lo

    que Sam puede hacer!-Ah! Pero te advierto una cosa -dijo Andy-. Ms vale

    que lo pienses dos veces, porque el ama no quiere que laencuentren.

    -Cmo sabes eso? -pregunt Sam.-Estas orejas se lo han odo decir esta maana, cuando

    llevaba al seor el agua para afeitarse. La seora me envi abuscar a Elisa, y cuando le dije que se haba escapado, se

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    45

    levant, exclamando: "Dios sea loado!". En cambio, elseor, cre que se volva loco; pero l se recompondr, y yo slo que hago. Ms vale ponerse de parte de la seora; te loaseguro.

    -En este mundo las apariencias engaan. Yo hubiera ju-rado que la seora habra revuelto cielo y tierra por encontrara Elisa.

    -Sin duda; pero no ves, viejo negro, que la seora noquiere que Haley se lleve al hijo de Elisa? Esa es la madre delborrego.

    -Ah! -dijo Sam.-Otras muchas cosas pudiera decirte, pero estamos per-

    diendo el tiempo, y la seora te ha llamado. Anda a buscarlos caballos.

    Sam comenz a moverse con prisa, y poco despus sepresent llevando los caballos. El de Haley, que era un potroespantadizo, coceaba y daba saltos, tirando de las riendas quelo sujetaban.

    -Ah, ah! exclam Sam-. Eres inquieto? -y al decir estoanim su rostro negro una expresin maligna-. Yo te harestar tranquilo.

    Precisamente aquel sitio estaba sombreado por una granhaya, y en el suelo, alrededor del rbol, haba una porcin debellotas desprendidas de sus ramas. Con una de estas bellotasentre los dedos, Sam se acerc el potro, y con el pretexto dearreglar la silla introdujo bajo sta la aguda bellotita, de talmanera, que cualquier peso que se echara encima de la silla

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    46

    excitase al animal sin dejarle ningn araazo ni heridaperceptible.

    -As! --dijo--. As te quedars quieto!En aquel momento se asom a un balcn la seora

    Shelby.-Cmo has tardado tanto, Sam?-Dios la bendiga, nia! Los caballos no se ensillan en un

    minuto. Adems, se haban ido a los prados del sur.-Vas a ir con el seor Haley para ensearle el camino y

    ayudarle. Ten cuidado con los caballos. Ya sabes que Jerryestaba cojo la semana pasada. No lo apures mucho.

    La seora dijo estas palabras ltimas recalcndolasmucho.

    -Fese la seora de su negro -dijo Sam guiando un ojo.-Andy -dijo Sam, volvindose a su sitio bajo las hayas-,

    no me extraara que ese seor se llevase una costalada almontar. Ya sabes que eso puede pasarle a todo el mundo.

    -Ya! exclam Andy, denotando que se haba hechocargo de lo que quera decirle su compaero.

    -Ya ves que la seora quiere ganar tiempo... Yo har algopor ella. Me parece que cuando estos caballos se vean sueltospor el bosque y empiecen a saltar, no va a poder darse prisa elseor.

    -Y t, figrate -continu Sam- que el caballo del seorHaley hace todo lo contrario, y se planta, y nosotrosseguimos corriendo y no podemos ayudarlo... ;.eh?

    Y Sam y Andy soltaron la carcajada.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    47

    En aquel momento se present Haley en la terraza. Untanto apaciguado por las varias tazas de caf que haba in-gerido, sala sonriendo y hablando con bastante buen humor.

    -Bueno, muchachos -dijo Haley-. De prisa, eh....? Nohay que perder tiempo.

    -Ni un momento, seor -dijo Sam entregando a Haley larienda y sosteniendo el estribo.

    En el instante en que Haley se hubo sentado en la silla,el brioso potro dio un brusco salto, y lo arroj de espaldas aunos cuantos pies de distancia. Sam corri a sujetarlo de lasriendas, pero slo consigui meterle por los ojos las puntasde las hojas de palma de que iba cubierto, excitando ms alcaballo, el cual, con gran furia, derrib a Sam pasando porencima de l y se lanz por el llano con tanta velocidadcorno si hubiera tenido las alas de Pegaso. "Bill y "Jerry",que Andy, fiel a su promesa, haba soltado a su vez. siguieronla pista de su compaero, asustados con los gritos y laalgazara que armaban los negros.

    Sigui a esto una escena de confusin. Sam y Andycorran y gritaban; ladraban los perros, y Moiss, Fanny, Mikey los dems pequeos, corran, gritaban y armaban una al-garaba infernal.

    El caballo del negrero, ligero y fogoso, pareca estar deacuerdo con los negros en este juego maligno. Se detena unmomento como para dejar que un negro se acercase a aga-rrarlo de las riendas, pero luego, de un salto, se esquivabaescabullndose por un sendero del bosque.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    48

    Haley corra de un lado para otro, maldiciendo. El seorShelby procuraba en vano dar instrucciones a gritos desde elbalcn, y la seora, desde la ventana de su cuarto, se rea,sospechando algo de lo que haba en el fondo de aquellaconfusin.

    Al fin, a las doce, lleg Sam montado en "Jerry" y lle-vando de la brida al caballo de Haley, chorreando sudor,pero con los ojos centelleantes y las fosas nasales dilatadas,demostrando que el espritu de libertad no haba sido do-meado todava.

    -Ya lo tenemos! -exclam el negro-. Si no es por m,sos no hubieran hecho ms que ruido. Pero le ech lamano!

    -T! -refunfu Haley-. Si no hubiera sido por ti nadade esto habra pasado.

    -Dios me bendiga, seor! Y he estado persiguindolohasta quedar baado en sudor!

    -Bueno, bueno! -replic Haley-. Lo cierto es que me hashecho perder cerca de tres horas. Vamos andando.

    -Seor --dijo Sam-. Ahora slo estamos para descansar, ylos animales estn hechos un mar de sudor. El seor debadejar la partida para despus de comer. Hay que refrescar unpoco los caballos. Ese se ha cado y "Jerry" cojea un poco.Yo creo que a la seora no le gustar vernos salir de estamanera.

    La seora de Shelby, que con gran regocijo haba en-treodo esta conversacin desde la terraza, resolvi desempe-ar su papel. Acercse, y expresando su sentimiento por el

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    49

    accidente de Haley, lo invit a almorzar, diciendo que la co-cinera pondra inmediatamente la mesa.

    Despus de reflexionar, Haley acept, aunque de malagana, y Sam condujo los caballos a la cuadra.

    -Hola! Has visto, Andy, has visto? -grit Sam luegoque estuvieran lejos de sus amos-. Cmo vociferaba! Y yoentre m deca: "Grita, grita, perro viejo. Agarra tu caballo sipuedes, y si no, espera que yo te lo lleve". Y la seora, hasvisto cmo se rea desde su ventana?

    -No; estaba tan aturdido corriendo tras los animales!-Mira, Andy -dijo Sam con gravedad, mientras se dis-

    pona a lavar el caballo de Haley-. Yo he adquirido la cos-tumbre de observar las cosas, lo cual sirve de mucho. Teaconsejo que te dediques a ello desde joven, porque la ob-servacin es la que diferencia a un negro de los demshombres. Has visto esta maana de qu lado soplaba elviento? Has comprendido lo que deseaba nuestra patronasin dejarlo entrever? Esto es lo que se llama observacin, fa-cultad preciosa, comprendes?

    -Yo creo que si no es por m, t no hubieras visto tanclaro.

    -T no eres un muchacho que promete mucho, enverdad -continu Sam-. Tengo una alta idea de ti, y sinavergonzarme, puedo copiarte algunas ideas. Es preciso nodespreciar a persona alguna, porque a veces el ms hbil tienela vista turbada. Entramos? Opino que la patrona nos va adar buen bocado.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    50

    CAPITULO 7

    LA LUCHA DE UNA MADRE

    Es imposible concebir una criatura ms desolada queElisa cuando se alej de la cabaa del To Tom.

    Los peligros y los sufrimientos de su marido y de su hijose mezclaban en su mente, dndole una sensacin confusa yperturbadora del riesgo que corra al dejar el nico hogar quehaba conocido en su vida, al alejarse de la proteccin de unaamiga a quien amaba y reverenciaba. Adase a esto que todopareca decirle adis; los sitios en que haba crecido, losrboles en los cuales haba jugado, las enramadas por dondeen das ms felices haba paseado tantas noches con sumarido.

    Pero ms fuerte que todo era su amor materno. Su hijoera bastante grandecito para caminar a su lado, y en casodiferente se hubiera contentado con llevarlo de la mano; peroahora le produca escalofros slo la idea de soltarlo de sus

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    51

    brazos, y lo oprima contra su pecho, mientras caminabavelozmente.

    En un principio la novedad y el temor desvelaron alnio, pero su madre reprima con tanto esmero hasta el ruidode su respiracin y le repeta tan de continuo la seguridad deque si estaba callado le salvara, que se agarr suavemente alcuello de su madre y no volvi a interrumpir el silencio sinopara dirigir algunas tmidas preguntas, cuando se sentadominado por el sueo:

    -Tendr necesidad de estar despierto, mam?-No, querido mo, duerme Si te sientes con sueo.-Pero Si me duermo, no me dejars llevar?-No, con la ayuda de Dios -dijo su madre palideciendo.Los lmites de la granja, del jardn y del bosque pasaron

    por delante de ella como un torbellino, tal era la velocidad desu carrera; y dejaron a un lado los sitios que le eran familiares;continu sin descanso, hasta lograr que los primerosresplandores de la aurora la hallasen en el camino real, lejosde cuanto conoca.

    Haba ido muchas veces con su seora a visitar en elpueblo de T..., no lejos del ro Ohio, y conoca bien elcamino. Pasar de all, huir cruzando el ro eran los primerospropsitos de su plan de fuga; ms all, slo podra esperaren Dios.

    Cuando empezaron a pasar vehculos por el camino,Elisa comprendi que su precipitado paso y su aireperturbado podan despertar sospechas, por lo cual puso a su

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    52

    hijo en el suelo y reanud la marcha tan a prisa como creypoderlo hacer sin chocar.

    Estaba muy lejos de los lugares donde era conocidapersonalmente; pero aun cuando la encontrase algnconocido, pens que la misma bondad de sus amos evitaratoda sospecha y nadie podra creerla fugitiva. Adems, comopor el color claro de su cutis no poda suponrseladescendiente de negros, a menos de examinarladetenidamente, y como su hijo era blanco tambin, le era msfcil pasar inadvertida.

    Confiada en estas presunciones, se detuvo al mediodaen tina granja para descansar y comprar algo de comer paraHarry y para ella, porque como el peligro disminua con ladistancia, haba cedido la tensin nerviosa y se senta cansaday hambrienta.

    La duea de la granja, excelente mujer, a quien nopesaba tener alguien con quien hablar, admiti sin examen lahistoria de Elisa que pretenda "hacer un pequeo viaje parapasar ocho das con unos amigos", que en el fondo de sucorazn esperaba que saliese cierto.

    Una hora antes de ponerse el sol llegaba al pueblecito deT..., junto al ro Ohio, cansada, con los pies doloridos, perollena de valor y esperanza.

    Despuntaba apenas la primavera; el ro vena subido demadre e impetuoso, y grandes masas de hielo se balanceabanpesadamente aqu y all en sus revueltas aguas. El estrechocanal que formaba el ro estaba lleno de tmpanosamontonados, formando una superficie flotante, que,

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    53

    cubriendo toda la anchura del ro, llegaba de un extremo aotro.

    Elisa se detuvo a contemplar este aspecto desfavorablede las cosas, comprendiendo que no poda circular la barcazade transbordo, por lo cual se dirigi a una posada de la orillapara hacer algunas indagaciones.

    La hotelera, que estaba preparando la comida, suspendisus operaciones al escuchar la voz de Elisa, y volvindosepregunt:

    -Qu hay?-No hay por aqu una barcaza o un transbordador para

    ir a B... ? -pregunt Elisa.-No! Las barcas no pasan ahora.El gesto de desaliento de Elisa choc a la mujer, y

    pregunt:-Necesita cruzar el ro? Parece que est muy inquieta.-Tengo un hijo en gran peligro -dijo Elisa-. No lo he

    sabido hasta anoche, y hoy, he dado una gran caminata es-perando encontrar un transbordador.

    -Qu contratiempo! -exclam la mujer, sintiendo des-pertarse sus simpatas maternales-. Lo siento muchsimo porusted... Salomn! -llam, asomndose a una ventana.

    Un momento despus se present en la puerta unhombre con delantal de cuero y manos muy sucias.

    -Oye, sal -dijo la mujer-. Va a llevar ese hombre losbarriles esta noche?

    -Ha dicho que lo intentar, si no hay demasiado peligro.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    54

    -En una finca de ah al lado -dijo la mujer dirigindose aElisa-, hay un hombre que tiene que pasar unas cosas estanoche, si se atreve. Como ha de venir a comer aqu, leaconsejo que se siente y lo espere. Qu lindo muchacho!-aadi.

    Pero Harry estaba extenuado y lloraba de cansancio.-Pobrecito! No est acostumbrado a andar y le he dado

    una caminata. .. --dijo Elisa.-Pues mtale en ese cuarto -dijo la mujer abriendo la

    puerta de una alcobita, donde haba un lecho.Elisa ech en la cama a su hijo, retenindole una manito

    entre las suyas hasta que el nio se hubo quedado dormido.Por lo que a ella tocaba, no haba descanso posible.

    Consumida de impaciencia, echaba vidas miradas sobre lasaguas que corran lentamente entre ella y la libertad.

    Dejmosla en este punto para volver a susperseguidores.

    Aunque la seora Shelby haba prometido que la comidaiba a servirse "en seguida", tard bastante.

    Pero sucedi en esta ocasin, como en tantas otras, quehaba que contar con la huspeda. As es que, aunque laorden haba sido terminante, y aunque media docena de j-venes emisarios la haban llevado a la ta Cloe, esta dignataria,rezongando y moviendo la cabeza con gesto de mal humor,prosegua sus manipulaciones con una lentitud que hastaentonces no haba sido su caracterstica.

    Por algo los criados suponan, cada uno de ellos por ra-zones distintas de los dems, que la seora no se incomo-

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    55

    dara por la tardanza, por lo que cada uno puso algo de suparte para aumentarla.

    -Me alegro de que el amo no se haya ido esta maanacomo pensaba -dijo Tom-. Eso lo hubiera sentido ms quemi venta. A l quiz le pareciese natural, pero para mi hubierasido muy duro, porque le conozco desde pequeito. Pero hevisto al amo, y ya empiezo a reconciliarme con la voluntaddel Seor. El amo no poda remediarlo; ha hecho bien, perome temo que las cosas no marchen bien cuando yo falte. Elamo no puede cuidar de todo, como yo lo haca. Eso es loque me preocupa.

    Son la campanilla y Tom fue llamado a la sala.-Tom -dijo su amo amablemente-; quiero que sepas que

    tendr que entregar mil dlares a este caballero Si no acudes adonde l te mande. Hoy tiene que dedicarse a otros asuntos,y tienes el da por tuyo. Ve a donde quieras.

    -Gracias, seor -dijo Tom.-Mucho cuidado con hacer a tu amo una jugarreta de las

    que acostumbris los negros -dijo el tratante-; porque lecobrar hasta el ltimo centavo si no te presentas. Si mehiciera caso, no se fiara de ninguno de vosotros.

    -Seor -dijo Tom-, ocho aos tena yo cuando mi amalo puso en mis brazos. No tena usted todava un ao. Y elama me dijo: "Tom, ste va a ser tu amito. Ten cuidado del". Y ahora le pregunto: He faltado a mi fidelidad?

    Al seor Shelby se le llenaron los ojos de lgrimas.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    56

    -Mi fiel Tom -repuso-; bien sabe Dios que dices la ver-dad, y si yo pudiera evitarlo, no te vendera por nada delmundo.

    -Y ten la seguridad, corno que soy cristiana -aadi laseora-, que sers redimido en cuanto pueda reunir el dineronecesario para ello. Caballero -agreg dirigindose a Haley-;entrese de quin es la persona a quien se lo venda, y haga elfavor de comunicrmelo.

    -Si tiene esa intencin -dijo el tratante, lo conservar unao en mi poder, y se lo volver a vender.

    -Y yo se lo comprar dndole una buena ganancia -dijola seora Shelby.

    A los esposos Shelby les molestaba el descaro del tra-tante; pero comprendan la necesidad de reprimir sus sen-timientos. Cuanto ms srdido e insensible se mostrabaaquel hombre, mayor era el temor que senta la seora Shelbyde que lograse capturar a Elisa y a su hijo, y, por tanto,mayores eran sus motivos para entretenerle, empleandotodos los artificios femeninos.

    A las dos de la tarde, Sam y Andy trajeron los caballos, alparecer muy descansados y vigorizados.

    Sam, que vena de poner aceite a la lmpara, se acerclleno de celo y apresuramiento. Cuando Haley se aproxim,el negro discurra elocuentemente sobre el resultado infaliblede la expedicin que iban a hacer, y que no se frustrara, ensu opinin.

    -Supongo que vuestro amo tendr perros? -preguntHaley, con aire pensativo, al disponerse a montar.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    57

    -Una porcin! -dijo Sam-. Ah est "Bruno", que es granladrador, y adems, cada uno de nosotros tenemos unperrillo.

    - Pero tu amo no tiene perros para seguir el rastro de losnegros.

    Sam comprendi lo que quera decir; pero conserv suexpresin de simpleza.

    -Todos los perros tienen muy buen olfato. Seran unosbuenos perros y de buena nariz, si se les ensease. Toma,"Bruno"! -grit, llamando al adormilado terranova, que vinohacia ellos.

    -Que te ahorquen! -dijo Haley-. Montad!Los negros montaron sobre sus respectivos caballos.-Voy a tomar el camino que va derecho al ro -dijo Haley

    al llegar a los lmites de la finca-. Es el camino que siguen.S una buena idea -dijo Sam-. Pero hay dos caminos que

    van al ro: el nuevo y el viejo. Cul va a tomar el seor?Andy mir a Sam, sorprendido; pero confirm lo que

    deca.-Lo digo -continu Sam-, porque yo me inclino a creer

    que Elisa ha tomado el camino antiguo, porque es el menostransitado.

    -Si no fuerais unos malditos embusteros -dijo Haley,meditando unos momentos.

    -Claro es -dijo Sam- que el seor puede hacer lo quemejor le parezca. El seor puede tomar el camino nuevo, silo cree mejor; a nosotros nos da igual.

    -Seguramente habr ido por el ms solitario -dijo Haley.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    58

    -Eso no lo dira yo -dijo Sam-. Las mujeres son muyespeciales. Nunca hacen lo que uno piensa que haran.

    Esta profunda opinin del sexo femenino no logrinclinar a Haley a tomar el camino nuevo, y anunciando queira por el otro, pregunt a Sam cunto tardaran en llegar al.

    -Est ah, un poco ms arriba -respondi Sam, guiandoun ojo a Andy-. Yo nunca he ido por l y podemosperdernos.

    -Sin embargo, quiero ir por ese camino -dijo Haley.-Es que me parece haber odo que est cortado por mu-

    chos cercados inmediatos al ro.Acostumbrado Haley a equilibrar la balanza de las pro-

    babilidades con mentiras, pens que se inclinaba del lado delcamino viejo. Crea que Sam, haba mencionado involunta-riamente aquel camino, y sus tentativas para disuadirle de quelo siguiese, al hacerse cargo de lo que haba revelado, loatribua a su deseo de no encontrar a Elisa. As, pues cuandoSam lo llev hasta el camino, Haley se intern por l: seguidode Sam y Andy.

    En realidad, el camino era muy antiguo; pero haca mu-chos aos que no lo utilizaba nadie, por haberse construidoel nuevo.

    Sam, que se mostraba muy animado, finga observar elcamino, exclamando de vez en cuando: "All se ve un som-brero de mujer". No es Elisa eso que se ve en aquellahondonada...?" Pero siempre lanzaba estas exclamaciones enlos puntos ms tortuosos, donde era muy molesto avivar el

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    59

    paso, de suerte que mantena a Haley en estado de agitacinconstante.

    Despus de cabalgar durante una hora, descendieronhasta un corral perteneciente a una gran finca agrcola. No sevea all un alma, porque todos los labriegos estaban en loscampos; pero como el corral se alzaba a travs del camino,era evidente que su jornada en aquella direccin haballegado a un final definitivo.

    -No lo deca yo? -dijo Sam con aire inocente-. Cmoha de conocer ms el pas un seor forastero que los que noshemos criado en l?

    -T, bribn -dijo Haley-, sabas lo que iba a suceder.-No lo he dicho y sin embargo no me ha querido hacer

    caso? No he repetido que estaba cerrada esta va y que noesperaba pudiramos atravesarla? Andy bien me ha odo.

    Lo que deca Sam era cierto, y el tratante tuvo que volvergrupas en compaa de su escolta para buscar el caminonuevo.

    Como consecuencia de todas estas dilaciones, hacaunos tres cuartos de hora que Elisa haba acostado a su hijoen a taberna del pueblo cuando llegaron all susperseguidores Elisa estaba asomada a una ventana mirandoen otra direccin cuando la descubri la viva mirada de Sam.Haley y Andy venan algunos pasos detrs. En semejantecrisis, Sam se las arregl de modo que saliese volando susombrero, lo cual le dio pretexto para lanzar una sonora ycaracterstica interjeccin, que llam la atencin de Elisa. La

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    60

    joven se ech atrs, y los jinetes pasaron rozando la ventanapara dar vuelta la casa, buscando la puerta.

    En un momento pareci que se concentraban mil vidasen Elisa. En la habitacin donde estaba su hijo haba unapuerta que daba al ro. Tom en sus brazos a su hijo y salt alas gradas que conducan a la orilla. El tratante la vio en elmomento de desaparecer en un descenso hacia la orilla, ytirndose del caballo y llamando a voces a Sam y Andy,corri tras de la joven como el sabueso detrs del ciervo. Enaquellos breves momentos le pareci a Elisa que sus pies notocaban el suelo. y en un instante se encontr junto al agua.Los perseguidores iban a alcanzarla, pero con esa fuerza queda Dios a los desesperados, lanz un grito, dio un saltoenorme y, salvando la corriente de la orilla fue a caer sobreun tmpano de hielo que flotaba ms all.

    Era imposible dar un salto tan desesperado sino por lalocura. Haley, Andy y Sam, atnitos ante aquel espectculo,lanzaron grandes gritos levantando las manos al cielo.

    El enorme tmpano de hielo, sobre el cual haba cadoElisa se hunda y rechinaba bajo su peso; pero esto no laamedrent. Profiriendo gritos inarticulados y con la energaque da la desesperacin, saltaba de uno en otro tmpano,escurrindose, cayendo y volvindose a levantar de nuevo.Haba perdido sus zapatos, las medias se haban hecho pe-dazos, la sangre sealaba cada uno de sus pasos; pero Elisano senta nada, hasta que, como en un sueo, entrevi la otraorilla y una mano tendida hacia ella que la ayudaba a subir.Estaba en el Estado de Ohio!

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    61

    -Eres una muchacha valiente, quienquiera que seas!-dijo el hombre.

    Elisa conoci el rostro y la voz del hombre que lehablaba.

    Era el dueo de una granja, no muy distante de suantigua casa.

    -Ay, mster Symmers... ! Slveme... ! Escndame!-Pero, qu es esto? -exclam el hombre-. Si sta es la

    chica de la casa de Shelby!-Mi hijo... ! Lo han vendido... ! Ah est su amo...!

    -dijo, sealando a la orilla de Kentucky-. Ay, mster Symmes,usted tambin tiene un hijo!

    -Si que lo tengo -repuso el hombre ayudndola a subir laempinada cuesta-. Adems a m me gusta la gente valiente.

    Cuando hubieron llegado a lo alto, se detuvo el hombre.-Celebrar poder hacer algo por ti -dijo-. pero no tengo

    adnde llevarte. Lo mejor que puedo hacer es decirte quevayas all -aadi sealando una gran casa blanca de la calleprincipal del pueblo-. Ve all; es muy buena gente. All nocorrers peligro, y adems te auxiliarn. Estn acostumbradosa esto.

    -Dios lo bendiga! -dijo Elisa con fervor.-No habr ocasin. Lo que he hecho no vale nada.-No le dir usted a nadie dnde estoy?-Por quin me has tomado? Claro que no! Vamos,

    anda. Te has ganado la libertad, y la tendrs, muchacha, te loaseguro.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    62

    Elisa apret al nio bien contra su pecho y ech a andarrpidamente. El hombre se qued mirndola.

    -Tal vez dir Shelby que mi comportamiento no es muypropio de un buen vecino: pero, qu va a hacer uno? Si lsalvase a unas de mis esclavas en igual trance, no le reclamaranada y estaramos en paz. Siempre que he visto una criaturacorriendo sin aliento para salvarse, perseguida por los perros,no s por qu me ha sido imposible entorpecer su huida.

    Haley permaneci como un espectador atnito de laescena, hasta que Elisa desapareci tras de lo alto de la orillaopuesta.

    -Ha estado bueno el golpe! -dijo Sam.-Esa chica debe de tener el demonio en el cuerpo! -dijoHaley-. -Saltaba como un gato monts!-Bueno, ahora -dijo Sam- espero que el seor no nos

    har probar ese camino. Yo no me siento con valor para ello.-y acab la frase con una carcajada.

    - Yo os har rer de otro modo! -dijo el tratante,asestndoles un latigazo en la cabeza.

    Pero los negros se agacharon y salieron corriendo por laorilla hasta donde haban dejado los caballos.

    -Buenas noches, seor -dijo Sam- Mi ama debe estarcon cuidado por Jerry". El seor Haley no nos necesitarms.

    -En manera alguna la seora querra que hiciramospasar sus caballos esta tarde por el puente que utiliz Elisa yhaciendo a Andy una sea, puso su caballo al galope seguidode su compaero.

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    63

    El viento traa el rumor de sus gritos y de sus carcajadas.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    64

    CAPITULO 8

    LA HUIDA DE ELISA

    ELISA realiz su desesperada travesa del ro entre lassombras del crepsculo. La niebla gris de la tarde, alzndosedel ro, la envolva cuando desapareci remontando la orilla.As, pues, Haley regres a la taberna para meditar lo queconvena hacer.

    La mujer lo introdujo en una pieza pequea, cuyas pare-des estaban revestidas de tapices ordinarios. En medio habauna mesa cubierta de hule, alrededor de la cual haba variassillas de madera con respaldo muy alto y de pies bastantedelgados. Un banco de madera serva de butaca en aquelhogar. Haley se sent para meditar sobre la inestabilidad delas cosas humanas.

    -Para qu poda servirme ese maldito chico, que ha sidocausa de que me haya visto tratado como un tonto?

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    65

    Le sac de sus meditaciones la estrepitosa voz de unhombre, que acababa de desmontar. Haley corri a laventana, exclamando:

    -Esto se llama providencia! Me parece que es TomLocker.

    Haley se apresur a salir. De pie, junto al mostrador, enun rincn de la tienda, haba un hombre moreno, musculoso.de ms de seis pies de alto, y ancho en proporcin. Llevabaun sobretodo de piel de bfalo con el pelo hacia afuera, quele daba un aspecto feroz, perfectamente de acuerdo con todoel aire de su fisonoma. Las lneas de su rostro expresabanuna violencia brutal. Iba con l un compaero de viaje queen muchas cosas era su reverso. Este sujeto era bajo ydelgado, flexible y felino en sus movimientos. Sus negros ypenetrantes ojos tenan una expresin particular, como siestuvieran en acecho de algo. Su fina y larga nariz seprolongaba como si ansiara penetrar hasta el fondo de lascosas. Llevaba el pelo, que era negro y fino, peinado haciaadelante, y todos los movimientos y evoluciones de sucuerpo expresaban una sagacidad rara y cautelosa. Elhombrn se llen hasta la mitad un vaso de aguardiente puroy se lo bebi sin decir una palabra. El hombrecillo, depuntillas y alargando la cabeza a un lado y a otro, y comoolfateando la botella, concluy por pedir un jarabe de menta.

    -Quin haba de pensar que iba a tener la suerte de en-contrarte? Cmo ests, Locker? -dijo Haley acercndose.

    -El demonio! -fue la corts respuesta-. Qu te trae poraqu, Haley?

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    66

    El hombre cauto, que ostentaba el apellido de Marks,suspendi sus sorbitos y mir con desconfianza a Haley.

    -Te digo que ha sido una suerte el encontrarnos, amigoTom! Estoy en un trance apurado y tienes que ayudarme.

    -Eso ni qu decir -gru el amigo-. Se har lo que hagafalta. Qu te ocurre, hombre?

    -Es amigo tuvo este seor? -dijo Haley mirando condesconfianza a Marks-. Socio, quiz?

    -S, es socio mo. Eh, t, Marks! Este es un compaeroque estuvo conmigo en Natchez.

    -Mucho gusto en conocerlo -dijo Marks, tendiendo unamano larga como la garra de un cuervo-. El seor Haley?

    -El mismo -repuso Haley-. Ahora, seores, creo quepodremos hablar de un asunto en este cuarto. T, viejozorro! -dijo al hombre del mostrador- Llvanos agua caliente,azcar y "gnero legtimo" en abundancia para pasar el rato.

    Encendieron luces, atizse el fuego en la chimenea y lostres amigotes se sentaron alrededor de una mesa bienprovista.

    Haley dio comienzo al pattico relato de sus disgustos.Locker escuchbale con ceuda y spera atencin. Marks

    levantaba de vez en cuando la vista, y prestaba gran atencina todo el relato, cuya conclusin pareci regocijarle.

    -Conque se la han jugado? -dijo-. Je, je. je!-Estos negocios en que entran muchachos dan muchos

    disgustos -dijo Haley con tristeza.-Si consiguiramos una casta de mujeres que no les im-

    portase de los hijos -dijo Marks-, sera uno de los ms

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    67

    grandes progresos modernos conocidos-. Y ro de su propiochiste.

    -As es -repuso Haley-. Yo nunca me lo he podido ex-plicar. Los muchachos dan mucho que hacer a las madres, ycualquiera creera de que se alegraran de que se los quitasende encima; pero no es as. Y cuanta ms guerra da un chico, ycuanto menos sirve para nada, ms apego le tienen.

    -Bah! -dijo Locker-. Es que ninguno de vosotros sabishacer las cosas! A m no me ha dado disgusto ninguna mu-chacha!

    -No? Cmo te las arreglas?-Yo compro una muchacha, y si tiene hijos le pongo un

    puo en la cara y le digo: "Mira, si sale una palabra de tuboca, te machaco la cabeza. Este chico es mo y no tuyo, y tno tienes nada que ver con l. Voy a venderlo en cuantotenga ocasin. Ten cuidado de no escandalizar, porque te vasa arrepentir". En cuanto le hablo as, comprenden que novale jugar, y no me molestan.

    -Eso s que podamos llamarlo nfasis -dijo Marks, pun-zando a Haley con el dedo en un costado, riendo-. EsteTom habla claro! Je, je, je! Me figuro que as te entendern,porque los negros tienen la cabeza bastante dura.

    -Mira, Tom -dijo Haley-, eso est muy mal; siempre te lohe dicho. Ya recordars que cuando ramos socios enNatchez solamos hablar de esas cosas y yo te demostrabaque lo mismo se consegua tratando bien a la gente que tra-tndola mal, y que es conveniente mirar por el da en quevayamos al otro mundo.

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    68

    -Bah! -exclam Tom-. No me marees con tus tonteras.-Pues yo -repiti Haley- he llevado y llevar mi negocio

    de modo que me permita hacer dinero en cantidad y deprisa;pero el negocio no es todo, ni el dinero es todo, porquetenemos un alma. Yo creo en la religin, y uno de estos das,cuando deje arreglados mis asuntos, pienso atender a mialma.

    -Atender a tu alma! -repiti Tom desdeosamente-Bscala bien, a ver si la encuentras.

    - Qu ganas tienes de llevar la contraria, Tom! -dijoHaley.

    -Haz el favor de callarte! -refunfu Tom-. Ya estoyharto de tu charla piadosa.

    -Vamos, seores! Eso no tiene nada que ver con el ne-gocio -dijo Marks-. Discutir no conduce a nada. Tratemos delos negocios. Vamos a ver, seor Haley: conque usted quiereque nos encarguemos de la captura de esa muchacha?

    -La muchacha no es ma; es de Shelby; mo es el chico.He sido un tonto al comprar ese mono.

    -T eres un tonto por lo general -gru Tom.-Vamos, Locker, djate ya de bufidos -dijo Marks- El

    seor Haley nos est proponiendo un buen negocio. Estatecallado, pues ya sabes que estos tratos son mi especialidad

    -Vamos a ver, seor Haley: cmo es ella? Qu es ella-Blanca y bonita y bien criada. Podra darle a Shelby por

    ella ochocientos o mil dlares y ganar en la reventa.-Blanca y bonita... y bien criada -dijo Marks-. Podemos

    hacer un negocio por nuestra cuenta. Nos apoderamos de

  • L A C A B A A D E L T O T O M

    69

    ella y del chico, entregamos al seor Haley el chico y llevamosa la muchacha a Nueva Orlens para negociarla.

    Tom cuya gran boca haba permanecido abierta duranteesta comunicacin, la cerr de repente como cierra la boca unperrazo al atrapar un trozo de carne.

    -Ver usted -dijo Marks a Haley- nosotros tenemosjueces amigos en todos los puntos, y esto facilita nuestro ne-gocio. Tom realiza la captura, y yo me presento bien vestido,cuando hay que hacer la declaracin. Un da msterTrounknor, de Nueva Orlens; otro da me presento dicien-do que vengo de mis haciendas de orillas del ro Pearl, dondetengo setecientos negros; otras veces soy un pariente lejanode Henry Clay o de cualquier antiguo hacendado deKentucky. Tom es excelente cuando hay que andar a palos ya puetazos; para cosas tranquilas no sirve. Pero si hay al-guien en el pas que sepa prestar un juramento con msgravedad que yo, me dejo cortar la cabeza.

    Tom Locker, que era un hombre de pensamiento ymovimientos lentos, interrumpi a Marks en ese punto,dejando caer el puo sobre la mesa, haciendo retemblar todala cristalera y diciendo:

    -Se har!-Hombre, no es preciso que rompas los vasos! -dijo

    Marks-. Gurdate los puos para cuando sea necesario.-Y yo no voy a tener parte en la ganancia? -dijo Haley.-No tienes bastante con que te entreguemos el chico?

    -replic Locker-. Qu ms quieres?

  • H A R R I E T B E E C H E R S T O W E

    70

    -Hombre, ya que os proporciono este asunto, algo ha devalerme; por ejemplo, el diez por ciento de las ganancias.

    -Pero es que crees que no te conozco, Haley? -replicLocker lanzando un tremendo juramento y pegando unpuetazo en la mesa- Si te figuras que vas a engaarme!Crees t