la casa de carton-martin adan

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  • 7/22/2019 La Casa de Carton-Martin Adan

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    Martn Adn

    LA CASA

    DE CARTN

    Prlogo de Luis Fernando Vidal y

    notas de Elsa Villanueva

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    La casa de cartn

    Derechos exclusivos. Prohibida la reproduccin parcial o total sinautorizacin expresa de los editores.

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    Edicin al cuidado de:

    Luis Fernando Vidal

    UNA LECTURA DE LA CASA DE CARTN

    Don Censura le tiene cierta ojeriza a Martn Adn. Dice que es 'unmocito' tmido y, al mismo tiempo, atrevido y astuto, y que se vale demuchas argucias para engaar a las gentes

    ESTUARDO NEZ

    Pocos libros como La casa de cartn han sido tan determinantes en el proceso de la

    literatura peruana. Ya desde el momento de su aparicin en 1928, el libro fue

    saludado como fundador de una lnea estilstica y de un desenfado renovador slo

    comparable con Trilce. Y como en ese texto de Vallejo, en La casa de cartnellenguaje asume el carcter de una aventura vanguardista y se yergue corno el eje

    del proyecto que sustenta al relato. El protagonismo del lenguaje, y, por su

    conducto, del libre fluir de la conciencia, son de tal predominancia que la historia

    narrada resulta secundaria.

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    manizado...!, Hay entre las cosas, ligas de socorro mutuo, que el hombre

    impide. Esta penetrante visin del mundo, esta lcida y a la vez desconcertada

    conciencia ante las propias estaciones de la madurez, esta cnica adolescencia que

    quiere acostumbrarse a vivir pese a su incredulidad irremediable, requiere

    obviamente de una expresin que las materialice a cabalidad. Y all la bsqueda delo nuevo, del riesgo de la novedad, y de ah el gran salto, la aventura estilstica,

    aquella excepcin de honor en nuestras letras, como la calificara Jos Jimnez

    Borja. Arguedas lo dira aos despus, llamando la atencin acerca del hecho de

    que todo mundo nuevo precisa de un nuevo lenguaje que lo exprese. Y este relato

    introspectivo que es, primordialmente, La casa de cartn requera de unlenguaje abarcador, con amplios poderes de sugestin, que ligara en frases que

    pasan de una a otra impresin un mundo de aparente trivialidad, pero que

    adquiere riqueza y complejidad al ser procesado por una interioridad atrevida:

    yo record, en alta voz, una tarde remota que, como en un chascarrillo, era ungran huevo frito un sol de oro brillante y en relieve, casi en la periferia de un

    cielo de porcelana acuoso y accidentado una tarde nutritiva que manchaba de

    ocaso la cara hasta la nariz a los poetas glotones. Los cinemas mugen en sus os-

    curos e inmundos pesebres.

    El texto oscila, va y viene, es un conjunto de hechos de memoria que recorren el

    calendario escolar. Son treintinueve capitulillos, separados casi a la mitad por los

    poemas underwood, que trazan, a nivel de historia, el antes y el despus de la

    muerte del entraable Ramn. La casa de cartnpretende constituirse en unasuerte de diario, en el que ms que eventos exteriores al sujeto, se levanta el

    detallado y discontinuo mapa de los procesos de la constitucin de su

    personalidad: mscara en el ms puro sentido etimolgico. El deseo por aprisionar

    la vida es una de las fuentes del libro, fiel reflejo de las contradicciones de sus

    personajes: Di lo que se te ocurra, juguemos al psicoanlisis, persigamos viejas,

    hagamos chistes... Todo, menos morir. Todo, menos morir. Con esta frase ter-

    mina la parte del libro que precede a los poemas underwood y a la revelacin de

    la muerte de Ramn. En ese momento se abre una etapa menos gozosa en la vidade nuestro personaje. Y no slo por el encuentro de la muerte y de la soledad, sino

    por la, desde entonces, constante presencia del desencanto. Un desencanto que

    invade hasta destruir toda expectativa (Ay del que realiza su deseo!), que como

    Schopenhauer destruye la confianza en la mujer (Eres tonta y linda como todas

    las mujeres), corta de un tajo las posibilidades de la existencia (Ah, Catita, la

    vida no es un ro que corre: la vida es una charca que se corrompe! ), castra la

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    imaginacin hasta llevarla al sarcasmo (Un poste se llama Julin porque se deja

    la barba... la barba, de serpentinas del ao 1912. Otro poste llmase Matas,

    porque ese es su nombre. Un pobre poste asmtico de la calle Mott suea con

    comprar un sobretodo de pao francs. Hay postes que miman perros. Hay postes

    amigos de mendigos. Hay postes europeos con ojos verdes de aisladores de cristal.Hay postes de luz. Hay postes de telfonos), es decir que la realidad que poda ser

    un rico surtidor de la imaginacin ms desbordante, y del erotismo y del humor

    que son como rebrotes del deseo por ser y existir, acaba por empobrecerse en el

    tedio de una vida que ha envejecido prematuramente hasta convertirse en el

    bochorno, en ese estarse quieto, en el fastidio encerrado, que es tan parecido al

    horror de la muerte.

    Todo relato cuenta, pero tambin dice, postula una concepcin del mundo; por su

    mediacin, el escritor pretende hacer partcipe a su lector de un conjunto de ideasms o menos articuladas pero, con el transcurso del tiempo, ciertamente

    contradictorias. Este es el proyecto narrativo. Y este basamento es de algn

    modo discernible a partir de una serie de indicios, cuya apreciacin no deja de

    estar sujeta a la propia ideologa del lector. El sistema de elecciones

    formal-significativas del autor es un factor a tenerse en cuenta, para acceder a los

    significados ltimos de un texto; tambin la manera como el narrador asume su

    relato y el punto de vista desde el cual configura a sus personajes; el grado de

    cercana o de alejamiento de tal o cual personaje, la simpata o antipata que

    demuestre por l, delatan la intencionalidad autoral. Como lo hacen, en gradosumo, el tejido de signos y alegoras que nos quedan como la resonancia ms

    profunda de un texto. En La casa de cartn, la historia narrada no solamenteaborda lo que Wolfgang Luchting denomina un tpico de la narrativa peruana: la

    adolescencia, sino que el relato tiene fuertes races autobiogrficas. Por lo menos

    as parecen indicarlo el punto de vista, el grado de proyeccin del narrador sobre

    su personaje central y la persistencia del paisaje interiorizado. Pero este aspecto,

    si bien tiene cierta importancia, no es determinante para la aprehensin del

    proyecto autoral. En este sentido juegan rol preeminente las concienciasmonologantes en su relacin con el mundo exterior y en referencia a la progresin

    del sentir y del pensar. Luis Loayza acota con gran agudeza que los personajes de

    Martn Adn son voluntades inmviles, y que aspiran a ser una pura

    conciencia; son testigos del mundo pero se niegan a actuar sobre l para

    aprovecharlo o transformarlo. Y, en efecto, el personaje-narrador y Ramn son

    lcidas conciencias crticas, dos seres cuya percepcin de las deficiencias y los

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    desbalances son alimento del sarcasmo o de su aristocrtica actitud distanciada,

    pero, salvo los juegos erticos que parece haber vivido el protagonista o el

    lnguido romance de Ramn con la seorita Muler, los personajes de La casa decartnasumen el rol de seres que temen la consumicin por el acto, y como el

    avaro, acumulan potencialidades, que acrecientan con sus crticas a ladefectividad del mundo y de la sociedad. Pero ah la gran trampa, pues mientras

    su conciencia es un fluir continuo y permanente, la inaccin deriva

    paulatinamente en ese quietismo que acaba por anular, pues finalmente la

    destruccin de la realidad termina por sumir en un mundo de idealidades del que

    no hay camino de regreso.

    La casa de cartn, de Martn Adn, es la acabada expresin de ese viaje sinretorno de una adolescencia brillante que no halla, o que no desea encontrar liga

    con el mundo. Es, en tal sentido, un digno testimonio de una soledad esencial, queparece haberse escrito para adquirir distancia respecto de s. Y ah se encuentra

    que el retorno es improbable, porque este joven descredo halla la pizca de sal hasta

    en la ms dulce mirada.

    LUIS FERNANDO VIDAL

    NOTA DE LOS EDITORES

    La presente, es una versin completa de La casa de cartn. Se han confrontadola edicin prncipe de 1928 y la de 1971 que, segn se sabe, fue revisada y

    ligeramente retocada por Martn Adn. Igualmente, se incluye el Prlogo de Luis

    Alberto Snchez y el Colofn de Jos Carlos Maritegui, que formaron parte de la

    primera edicin, publicada en 1928.

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    LA CASA

    DE CARTN

    1923

    PRLOGO

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    Porque, sin duda, este es el arte de vanguardia. A algunos les parece queno y, claro, dentro de una monocordia poltica, todo cuanto no trasuntaafn social, resulta apoltico y retrasado. Si lo fuera, Adn coincidira consu tendencia, con su chuanismo literario en el fondo, aunque la forma

    est brincando de novedades. Novedades superiores a las de casi todosestos seores que pretenden manejar prosa actual entre nosotros, yresultan unos tristsimos simios, que roban metforas y cuentos aBeingolea (traducido previamente al castellano). Siquiera De la Fuente hasalvado su epidermis de este terrible meridiano intelectual de Amrica,la traduccin que dijo algn acertado malvolo de Gaceta y tieneabierto el espritu a vientos que no son de exclusividad espaola, comoen los tiempos de galeones.

    De la Fuente es la vanguardia, por su frescura de imgenes, por sudislocamiento, por su humorismo, por su deportismo en el estilo; peroeste afn de hacer literatura y frases, acusa cierto decadentismo distantedel ritmo rubeniano, pero, no por eso, menos decadente. Lo decadente esaristocrtico siempre, pero hay un vanguardismo de lo decadente, y stees el que practica Martn Adn. Con ello ratifica que en l no ha muerto elcivilista. Simplemente asistimos a su extremauncin. Tiembla en loslabios el requiescat, pero no es tan fcil libertarse de la presin, aninvivita, de las ligas con Index expurgatorum para voluntades remisas

    y ngeles guardianes que se entretienen con msica de pianola. TodavaMartn Adn, que ha salido por obra de las primeras pginas de estelibro, a la literatura, corre el peligro de caer en los brazos de EntreNous, y que su delicadeza convenza a las jvenes suspirosas de esecentro de seleccin, declamacin y pastas. Le respalda tan slo, el relativoaguzamiento crtico de tan virtuosas damas para quienes recin se iniciael ciclo de Rubn, el maldito de otrora y hoy lleno de aristocracias, con suprincesa triste, sus Ledas y sus cisnes, tan desacreditados que hasta han

    desparecido de nuestro Parque Zoolgico.Tiene adems, Martn Adn un prurito fatalsimo de ser disciplinado. Porlo menos, as era Rafael de la Fuente, en la Deutsche Schule. De naceren otro tiempo habra sido partidario de Garca Moreno, y es dueo deuna excelente pasta de soldado. Por eso hay que desconfiar de losmalabarismos y contorsiones de su literatura. Mucha voluntad vigilante

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    ha entrenado ese estilo. Y Martn Adn que es un gran masajista literario,ha adelgazado su manera, la ha obligado a la acrobacia, la ha enseado elvolantn, el triple salto mortal, la cada del ngel y el paso de la muerte, afuerza de cuidados, de firme decisin de ser dislocado. Gitano de su

    verbo, lo rapt cuando apenas balbuceaba, y ha logrado romperle lasarticulaciones para obligarle a todo gnero de piruetas. Luce, por eso, undesenfado que ya quisieran para s los hombres pblicos que marchan aEuropa con la ilusin de Voronoff...

    La Casa de Cartn abre sus puertas frgiles a la curiosidad lectora. Unbuen gusto alerta, unas podaderas incansables, un autntico sentidoartstico han levantado estas murallas de juguetes, en las que Ramntiene sus desvaros adolescentes. Perfectamente adolescentes. El sexo

    asoma, urgente pero inexperto, y hay deleite, disimulado entreexquisiteces verbales, cuando surge Catita, o aunque sea la ta gorda, dela bata de motitas. Est Ramn en la edad en que toda mujer pareceanglica. Pero, as, por eso mismo, La Casa de Cartn va a convertirse enla Casa de Orates, para muchos crticos nacionales. Mal hace MartnAdn en darles de repente, prosa que va a soliviantar lo poco de sentidoque an quede olvidado dentro de sus crneos.

    Ya se hablar de Eguren, cuando asome el libro. Eguren, en efecto, a

    quien dedica el tomo, fue el nmero tutelar de la infancia de Martn. l leense el amor a la palabra arisca y pudorosa; el desafecto por el vocabloduro y plebeyo; el fervor de imaginero renacentista para su prosa; unapatente de artista paciente, tenaz, delicadsimo. Pero Martn se emancipde Eguren, porque no es fcil que nadie pueda permanecer en ese mundonico de Jos Mara. La realidad no la aslan as noms, los poetas. YEguren es en la literatura americana un caso nico y formidable deimaginero efectivamente, suprarrealista, un creador de cosmos, unengendrador de figuras con tcnica y teleologa definitivamentepersonales. Vallejo, el otro gran poeta nuestro, entra a la literatura bajo elsigno de Herrera Reissig, pero le gana la vida. Hay sangre autntica ensus poemas, como hay sueo celeste en Eguren, como hay vida, pero sindolor an, sino crispaciones, todava sin agona, en Martn Adn. A esteadolescente emancipado le hace falta vivir. No ha salido del colegio

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    escepticismo lo que inspira su visin de las cosas, sino una inquietud porhallar lo cierto, y la vacilacin de estar pisando en el vaco. Agona, perosilenciosa y pudibunda. El crepsculo de una suave doncella delsantoral.

    LUIS ALBERTO SNCHEZ

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    a ha principiado el invierno en Barranco; raro invierno, lelo y frgil, queparece que va a hendirse en el cielo y dejar asomar una punta de

    verano. Nieblecita del pequeo invierno, cosa del alma, soplos del mar,garas de viaje en bote de un muelle a otro, aleteo sonoro de beatasretardadas, opaco rumor de misas, invierno recin entrado... Ahora hayque ir al colegio con fro en las manos. El desayuno es una bola calienteen el estmago, y una dureza de silla de comedor en las posaderas, yunas ganas solemnes de no ir al colegio en todo el cuerpo. Una palmeradescuella sobre una casa con la fronda. Flabeliforme 1, suavementesombra, neta, rosa, flgida.2Y ahora silbas t en el tranva, muchacho deojos cerrados. T no comprendes cmo se puede ir al colegio tan de

    maana y habiendo malecones con mar abajo. Pero, al pasar por la largacalle que es casi toda la ciudad, hueles zumar3remotas en huertas aleda-as. T piensas en el campo lleno y mojado, casi urbano si se mira atrs,pero que no tiene lmites si se mira adelante, por entre los fresnos y losalisos, a la sierra azulita. Apenas el lmite de los cerros primeros, cejas demontaa... y ahora vas t por el campo en sordo rumor abejero de rielesfrotados aprisa y en una gimnasia de aires deportivos aunque urbanos.4Ahora el sol mastica jalde 5 una cumbre serrana y una huaca, una

    1Que tiene forma de abanico.

    2Fulgente. Brillante, resplandeciente.

    3De zumo: Lquido contenido en los vegetales, y que se saca exprimindolos o mojndolos.

    Aqu se utiliza aludiendo al aroma que se desprende de los vegetales al exprimirlos.4La 1 ed. 1928 deca: aires deportivos aunque ciudadanos.

    5Color amarillo subido.

    Y

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    mambla6 amarilla como el mismo sol. Y t no quieres que sea verano,sino invierno de vacaciones, chiquito y dbil, sin colegio y sin calor.

    *

    * *

    Ms all del campo la sierra. Ms ac del campo, un regato7bordeado dealisos y de mujeres que lavan trapos y chiquillos, unos y otros del mismocolor de mugre indiferente. Son las dos de la tarde. El sol pugna por

    librar sus rayos de la trampa de un ramaje en que ha cado. El sol uncoleptero, raro, duro, jalde, zancudo. El seor cura prroco saca a susombrero de teja, ladeando la cabeza once reflejos de sombrero alto deseda, de tarro de ceremonia8los once reflejos se juntan arriba, en unaconvexa luz redonda. Ms all de la ciudad, la sima clara y tierna delmar. Al mar se le ve desde arriba, con peligro de caer por la pendiente.Los acantilados tienen arrugas y tersuras impolutas, y livideces ymanchas amarillas de frente geolgica, acadmica. Ah estn, enminiatura, las cuatro pocas del mundo, las cuatro dimensiones de las

    cosas, los cuatro puntos cardinales, todo, todo. Un viejo... Dos viejos...Tres viejos... Tres pierolistas.9 Hay que ganar tres horas de sol a la noche.

    6Montculo aislado de forma redondeada.

    7Charco que se forma de un arroyo pequeo, o el mismo arroyo.

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    Sombrero de teja. El que tiene levantadas y abarquilladas las dos mitades laterales de su ala,en forma de teja: lo usaban algunas rdenes eclesisticas. El sombrero alto de seda, de ala

    estrecha, copa alta y cilndrica, plana por encima y forrado de felpa de seda negra, era llamado

    sombrero de tarro aludiendo a su forma, y se usaba en determinadas ceremonias.9Dcese de los afiliados o simpatizantes del Partido Demcrata o de los admiradores de su

    fundador y lder, don Nicols de Pirola. El pierolismo intentaba restituir el orden y el bienestar

    civiles, oponindose al autoritarismo de la plutocracia capitalina y del militarismo. Para hacerfrente a tan poderosos enemigos, Pirola y el pierolismo buscaron el apoyo popular. En su

    sentido ms amplio, el pierolista es el permanente opositor, el conspirador por excelencia

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    La ropa viene grande con exceso al cuerpo. El pao recepillado seesquina, se triedra,10 se cae, se tensa el pao, hueco por dentro. Loshuesos crujen a comps en el acompasado accionar, en el rtmico tenderde las manos al cielo del horizonte plano que corta el del mar,

    formando un ngulo X. ltimo captulo de la geometra elemental(primer curso); el cielo donde debe estar Pirola. Los mostachos de losviejos cortan finamente, en lonjas como mermelada cara, una brisamarina y la impregnan de olor de guamanripa, de tabaco tumbesino, depauelo de yerbas,11de jarabes criollos para la tos. Una bandera de seiscolores, al henchirse lentamente de un viento muy alto, insensible abajo,acusa flancos de bailarina espaola. Consulado general de Tomesia, pasque hizo Giraudoux con una llanura hngara, dos millonarios limeos,algunos rboles ingleses y un tono de cielo chino bordado. Tomesia, no

    lejos de su consulado general en cualquier parte. Una carreta de heladeropasa tras un jamelgo que cuelga afuera la lenguaza spera y blanquecina.El pobre animal comera con gusto los helados del cubo escondidohelados de esencia de lcuma, sabor opaco y elegante, apenas fro:helados de leche, amplios y lindos como un retrato juvenil de mam allado de pap: helados de esencia de pia que corresponden a los clavelesrojos; helados de esencia de naranja, leves y nada conocidos. Cmosuena la carreta! Con las piedras se va rompiendo el alma la pobre. Y pornada del mundo enmienda ella el rumbo. el rumbo recto hastatraspasar las paredes en las calles sin salida, recto hasta la imbecilidad.Carretita, ven por este csped, que el agua de la fuente mantiene suavepara ti. Hay entre las cosas, ligas de socorro mutuo; que el hombreimpide. El sonar de las ruedas de la carreta en las piedras del pavimentoalegra a la fuente las aguas tristes de la pila. El cholo, con mejillas detierra mojada de sangre y la nariz orvallada12 de sudor en gotas atmicas,redondas, el cholo carretero no deja pasar la carreta por el csped deljardn ralsimo. Los viejos observan:

    Hace filo. Ayer?... lindo da! Diga usted, Mengnez..."

    10Que se quiebra en tres direcciones.

    11De tela ordinaria y de tamao algo mayor que el usual, este pauelo serva para envolver

    alguna hierba medicinal o aromtica que se inhalaba.

    12Lloviznada.

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    Por la maana, al filo de la madrugada, de las fenestras 13de las torres, enun vuelo torpe de pjaros asustados y campanadas mojadas, bajan lasviejas beatas al aquelarre14 de los rboles y los postes en la neblina.Negruras que se mueven de aqu all, brazos infinitos, manosganchudas, consignas medio odas... y la ciudad es una oleografa15quecontemplamos sumergida en agua: las ondas se llevan las cosas y alteran

    la disposicin de los planos. Beatas que huelen a sol y sereno, a humedadde toallas olvidadas detrs de la baera, a elixires, a colinos, a diablo, aesponja, a ese olor hueco y seco de la piedra pmez usada, entintada,enjabonada... Beatas que huelen a ropa sucia, a estrellas, a piel de gato, aaceite de lmpara, a esperma... 16 Beatas que huelen a yerba mala, aoscuridad, a letana, a flores de muerto... Mantos lacios, zapatillasmetlicas... El rosario va en el seno y no suena. A las doce del da, cae elsol, lquido y a plomo como un aguazo amarillo de carnaval antiguo. Lostranvas pasan su cargamento de sombreros. Ay, el viento, qu alegra eneste mar de la seriedad. Se inflan todas las Crnicas y

    Comercios, tanto que uno teme una retromarcha del carro, casi unvuelo sesgado sobre los rieles y los postes. Una garita se pone a salvo de

    13Ventana

    14Concilibulo de brujas.

    15Cuadro que imita la pintura al leo.

    16Aceite de lmpara. Combustible utilizado en pequeas lmparas para el culto de imgenes

    religiosas. La esperma o grasa de ballena era el elemento ms importante para la fabricacin de

    velas destinadas igualmente al culto. Depsito y taller de los antiguos tranvas elctricos a

    Chorrillos; estaba situada a la entrada de Miradores.

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    Ramn se puso las gafas y qued ms zambo que nunca de faz y piernas.Dijo que s y se llen los bolsillos con las manos. Un lucero tembl en elcielo; otro lucero tembl ms ac. El cielo estaba azul de noche, conhilachas de da, con hilos de da, femenino, costureril. Las tijeras delviento sonaban como en una peluquera y uno no saba si era el pelo deuno lo que cortaban o la seda china del cielo. Humildemente, Ramn sedespoj de su esperanza como si se hubiera despojado de su sombrero.La vida, y l que empezaba a vivir... Haba que resignarse, cit aSchopenhauer y resoll profundamente, como durmiendo. Yo preferKempis a Schopenhauer. Nietzsche era un farsante. Ramn no habaledo a Nietzsche, pero s haba odo hablar del Superhombre. El sabaque Superhombre era un alias de Firpo. Empezaba a vivir...El serviciomilitar obligatorio... Una guerra posible... Los hijos, inevitables... Lavejez... El trabajo de todos los das... Yo le sopl delicadamente consuelos,pero no pude consolarlo; l jorob las espaldas y arrug la frente; suscodos se afirmaron en sus... rodillas; l era un fracasado. A los diecisis

    aos!... Ay, lo que le haba acaecido! Casi llora; lo impidi una solteronaen bicicleta. Un lucero crepit en el cielo; otro lucero se apag ms ac.Un perro chusco y transente, nos miraba caminando, mirando atrs. Yole hice letras con los dedos: No es nada. No importune usted. Nosfuimos a Lima. En el asfalto pegajoso, chisporroteaban llantas deautomviles; al fin de cada jirn, un tramonto20de raso dorado; los postesdel telfono se contraluminaban perfectamente; los palomillaspregonaban todava la maana. Volvimos a Barranco en la noche.

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    * *

    20 Ocaso. Puesta del sol.

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    Este era un ingls que pescaba con caa. En una cara larga de terracota, lanariz gruesa y alta; abajo, una boca de fraile, inmvil y sumida, con loslabios dentro; y un Catacaos21pursimo; y una mano afeitada; y una caalarga, larga, larga... Sin duda, era este ingls como todo pescador, unidiota, pero no balanceaba las piernas, antes bien, afirmaba los pies en elriel de soporte, resbaloso como una loza de puro musgoso... Qupescaba este ingls, lampos22 descuidados o tramboyos minsculos? Yocreo que l no pescaba sino un yuyo de hora en hora con una gota al finalque se hinchaba y desplomaba antes que l la cogiera. Poeta?... Nada deeso: agente viajero de la casa Dawson & Brothers, pero pescaba con caa.Y la tentacin de empujarle, y el Catacaos flotando, y la caa clavada

    como un mstil en la arena del fondo...

    *

    * *

    En el embrujado espejo de la calle llovida: gota de leche, el globo opalinode un farol; gota de agua, el cielo arriba; gota de sangre, uno mismo por

    esta estpida alegra de invierno que llega sin aviso... Yo soy ahora elhombre sin raza y sin edad que aparece en los tratados de geografa, conla ropa ridcula, con el rostro sombro, con los brazos abiertos, orientandoyerbas de tinta china y nubes carbonadas el ralo, roto paisaje delgrabado: ac el oeste; el norte, en esta pared; el sur a mis espaldas. Poraqu se va al Asia. Por aqu, al frica. Todo lo que est ms all de lasierra o del mar se acerca de pronto, meridiano a meridiano, en unhombre, por sobre las aguas morenas de la calzada. El turco es el levante

    y el occidente, apretado haz de latitudes: la cara, espaola; lospantalones, franceses; la nariz, romana; los ojos, alemanes; la corbata,blgara; el fardo, ruso; la inquietud, juda... Si vamos por el este, asciendela enumeracin. Si por el oeste, ella desciende. Dakar o Pekn. Alegra

    21Se refiere a un sombrero muy fino de paja de Catacaos.22

    Resplandor, brillo fugaz.

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    aos de liceo deportivo, renos y ardillas, viajes a China, colecciones dearqueologa en una maleta de Manchester en que cabe la civilizacinentera, tabletas de aspirina, olor de aserrn de los comedores de hotel,olor de humo en alta mar, abordo... en cunto haces pensar gringa

    fotfoba, gringa fotgrafa, que vives en una pensin que es un edificiodescomunal con su tercer piso de tablas grises, con sus tristezas deestacin de ferrocarril y de gallinero! Gringa, camino de resolana quelleva a la tundra, a Vladivostock, a Montreal, al Polo, a escuelascientficas blancas de invierno perpetuo, a cualquier parte...

    Pero Ramn no ve en el jacarand tu imagen dilatada por el sol. T, paral eres una gringa medio loca, y un jacarand, un rbol que echa floresmoradas. T eres una cosa larga, nervuda, roja, mvilsima, que lleva una

    Kodak al costado y hace preguntas de sabidura, de inutilidad, deinsensatez... Un jacarand es un rbol solemne, anticuado, confidencial,expresivo, huachafo, recordador, to. T, casi una mujer: un jacarand,casi un hombre. T, humana, a pesar de todo: l, rbol, si nos dejamos depoesas.

    Ramn, yo no pienso en los esplndidos jacarands del Parque. MisAnnie Dol nada tiene que ver en ellos que no sea su anttesis una ant-tesis vegetal, llena de naturaleza y suprema verdad. Pero hay un

    jacarand en una calle escondida que huele a pltano una calle delavanderas, zigzagueante: un callejn de encaladas paredes, sin puertasni ventanas que dan cierta luz de hospital militar o de local escolar recininaugurado. Y el jacarand que est en esa calle es el que yo digo quees la gringa, no s si un jacarand que es la gringa o si la gringa que es unjacarand. Es el rbol no s si muy joven o muy viejo. Ante l dudamoscomo ante los huacos del Museo, que no sabemos si son de Nazca o deChim, si autnticos o falsificados, si negros o blancos. Quizs eljacarand de la calle Mott es joven o viejo a la vez, como la gringa,larguirucho, casi calato del todo, con un solo brazo follado, con unmun de flores violadas. Libre, que parece haberlo echado al aire.Ramn, recuerda. Hemos ido tardes y tardes, t y yo, a la calle Mott a orlas campanadas del ngelus vespertino pompas de jabn tornasoladasque el pueril San Francisco lanza por las cerbatanas de las torres de suiglesia en un cielo para un nio. Ramn, no recuerdas cmo estallaban

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    entonces las campanadas arriba; cmo no haba de ellas ni visin nisonido, sino solamente un fro olor de agua, demasiado breve y leve paraque pudiramos advertirlo al momento en que nos mojaba la cara, vueltaal ocaso? El ocaso era un pltano marchito detrs de los pltanos ilicneos

    de la calle Mott. Pero olvidemos al jacarand y las campanas de SanFrancisco. Recordemos a Miss Annie Dol, turista y fotgrafa, resortevestido de jersey que saltaba de la caja de sorpresa del balneario peruano.Se apretaba un botn, y Miss Annie Dol arrojaba afuera el cuerpo y lasgafas amarillas. El juguete era una atraccin municipal, no se podacomprar, era de todos, absolutamente pblico. La ciudad y Miss AnnieDol... Ella viva de una renta que vena de lejos, fabulosamente de lejos,como una lata de t; ella hablaba un latn que quebraba su dentadura deloza limpia como un cristal, en mil aicos; ella no comprenda las

    campanadas de San Francisco, porque dio en orlas en hebreo, y SanFrancisco no saba lenguas muertas, sino slo hacer pompas de jabnpara alegrar a Dios; ella usaba unas gafas con la misma armadura deconcha25 de las tuyas, pero los cristales de las de ella eran amarillos,antiluminosos. Y t, Ramn, no eres un muchacho neurastnico nipadeces conjuntivitis alguna. Ramn, muchacho normal... Pero la gringase parece, quieras o no, esencialmente... qu s yo... al jacarand de lacalle Mott.

    *

    * *

    En el tranva. Las siete y media de la maana. Un asomo de sol bajo las

    cortinillas bajas.26

    Humo de tabaco. Una vieja erecta. Dos curas malafeitados. Dos horteras.27 Cuatro mecangrafas, con el regazo lleno decuadernos. Un colegial yo. Otro colegial Ramn. Huele a cama

    25Armadura de carey.

    26Las ventanas de los tranvas llevaban en su parte superior unas ligeras cortinas enrollables.27

    Muchacho: empleado menor en tiendas de comercio.

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    llorar por m. Tuve que chupar caramelos de todos los colores y sabores.Mi segundo amor me abandon como en un tango: un malevo...

    Mi tercer amor tena los ojos lindos y las piernas muy coquetas, casicocotas.32Hubo que leer a Fray Luis de Len y a Carolina Invernizzio.Peregrina muchacha... no s por qu se enamor de m. Me consol de sudecisin irrevocable de ser amiga ma despus de haber sido casi miamante, con las doce faltas de ortografa de su ltima carta.

    Mi cuarto amor fue Catita.

    Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequ casi en lanoche, casi en el mar. El recuerdo de ella huele como ella ola, a sombrade cinema, a perro mojado, a ropa interior, a repostera, a pan caliente,olores superpuestos y, en s mismos, individualmente, casidesagradables, como las capas de las tortas, jengibre, merengue, etctera.La suma de olores haca de ella una verdadera tentacin de seminarista.Sucia, sucia, sucia... Mi primer pecado mortal...

    *

    * *

    El puerto quedaba atrs, con su collar de luces y su gorda silueta de amorpara hombre serio y nada gastador. Cincuenta mil almas. Y una alegratan lejos, tan lejos, al otro lado del puerto curva monstruosa en el marel canal de Panam, el Ocano Atlntico, la lnea Grace33y los etcterasdel destino. De pronto l no supo cmo Pars. Y sesenta captulos

    de una novela que l haba estado haciendo abordo: mil cuartillasnegras de letras que le asustaban la cordura a Manuel, cosas de locos,

    32Del francs cocolte, prostituta. Aqu se aplica con el significado de llamativa, desprejuiciada,

    desvergonzada.33

    Se refiere a la compaa naviera Grace Line Navigation Company.

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    gritos, todo sin motivo. La americana34 de l se tens y endureci con esefajo de histeria y conflicto. Porque la novela era un conflicto de histeriasuna mujer se arroj en los brazos del millonario y ste la mordi en elmentn. Autobiografa astral, qu s yo... Un bus silencioso de muelles

    y jebes llev a Manuel en un ahogo de oscuridad y rapidez al hotel. Unaracha de niebla, fro, gara y gas de bencina infl la cortina y dej sobre elalfizar de la ventana un vaho de victrola35 cacucho, adulterio, jarabede bolsitas.... As hubiera abandonado una cigea un nio en la camade una soltera, por equivocacin, por cansancio, por broma... Como enBarranco, ni ms ni menos. El se desvisti. Ya desnudo, no supo l quhacer; quiso salir a la calle, volver a Lima, no hacer nada. Se meti en lacama temprano, aburrido y remoln y se durmi profundamente. Enun momento volvi l a Lima, al jirn de la Unin, y eran las doce del da.

    Un Hudson36sucio de barro se llev a Ramn por una calle transversalque asustaba con sus ventanas trmulas, medio locas. Un ficus mviltransit por la calle densa de seminaristas, busconas y profesores degeometra mil seores vejean, el cuello sucio, la mano larga. Manuelse despert, y ahora era Pars con su olor de asfalto y su rumor de usina ysus placeres pblicos. Manuel visit a los cnsules latinoamericanos; enel Louvre, bajo mamarrachos de colores, una cocota sentimental aban-don una mano suya spera y reseca en las dos de l, cadavricas; enel Moulin Rouge, l pec de veras; en el puente de Alejandro III, unaestrella limea le sonrea en el borde del ala de su sombrero. Y un da lno supo cmo se despert en, Lima, en su frazada azul celeste, bajo lasalazas bobas de su ngel guardin. Ahora era Lima con su olor de sol yguano y sus placeres solitarios; Manuel no supo qu hacer volver aPars, salir a la calle, no hacer nada... Y se qued profundamente dormidootra vez.

    El acantilado henda su escarpe37en ficus, en tierra mojada, en acequias,

    en musgo, en plantas trepadoras, en quioscos japoneses, de arriba abajo,desde la Parroquia hasta la playa. De pronto se torca la siniestra,rampante ruta. Y por un tobogn techado por un lado, luz; por el otro,

    34Tipo de saco sport.35

    Fongrafo. Tocadiscos que funcionaba a cuerda.36Marca de automvil norteamericano.37

    Declive spero de cualquier terreno.

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    una gruta de artificio y una madona invisible, y un milagro de velas quealumbraban bajo goteras se caa en la plataforma.38Una vieja ternuratocaba al piano cosas de Duncker Lavalle, y un violn esconda la voz trasuna italiana obesa, desconocida y millonaria. Un viejo, abajo, en el mar,

    asperjaba39

    a los curiosos de su calva con el agua que le flua, por lasmanos, de los redondos brazos huecos: y el viejo era una bombaaspiracin y dos manos de prroco perdonadoras y joviales. Aqu unoquiere poner letreros suyos sobre las indiferentes puertas apersianadas:"Es prohibido pecar en los pasadizos", "Se suplica a los baistas no hablaren ingls", "No se permite destruir el local completamente", Etctera.Aqu lo posee a uno cierta cultura frentica, infantilista, experimentada yaburrida, crtica y diletante, Paul Morand en un yate de vela, con suamante sin raza y sin orejas, camino de Siam, como en las notas sociales.

    Cendrars, que viene al Per a predicar entusiasmo de explorador bvaroy espontneo: (turistas linchados, plantaciones de trigo y el hombre queestrangula a su destino). Radiguet, paseando en puntillas a su querida,sbitamente afeada de un marido heroico. Istrti, en un tufo de queso deHolanda, bodega de buque y miseria eursica. Todos iguales a los dems,todos indistinguibles, inafiliables secretarios de legacin, herederos defbricas de tejidos, externas de colegios de monjas europeas,universitarios aplazados, beatas que han venido en busca de salud, desanto escndalo, de experimento espiritual Baedecker40excesivo, gua deno s cul Pentpolis vanguardista, nacionalismo inconfesable, tremendacorazonada... Un charlestn41 borracho sacude a una jamona como uncostal lleno de tacos de madera. Un polica se frota las manos ungidas ytunantes. El funicular rubrica modernamente el oficio prerepublicano delacantilado. Lima, Lima, al fin... Y todo no es sino una locura y unestablecimiento peruano de baos de mar, y un criollo y prematuro deseode que Europa nos haga hombres, hombres de mujeres, hombres terriblesy portugueses, hombres Adolphe Menjou, con bigotito postizo y ayuda

    de cmara, con una sonrisa internacional y una docena de ademaneslondinenses, con un peligro determinado y mil vicios inadvertibles, con

    38La bajada a los antiguos baos de Barranco que se deslizaba bordeando el acantilado, estaba

    protegida por un ligero techo de madera que a su vez sostena breves enredaderas.39

    Salpicaba.40Gua turstica. Su nombre deriva del de su editor Karl Baedeker (1801-1859).41

    Baile de origen norteamericano, de moda en los aos 20.

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    dos Rolls Royces42 y una enfermedad alemana del hgado. Nada ms. BadNauheim, Cauterets,43el Pars estival... Nada de eso.

    *

    * *

    Ella tena una blusita parroquial y un dedito ndice muy corts. Maestrafiscal. Veintiocho aos. Salud cabal. Resignacin cristiana a la soltera. Lacarita, muy blanca. La naricita, muy frgil, y unos lentecitos que ataba a

    la oreja derecha una levsima cadenita de oro. Y, sobre todo, jabn deReuter olor blanco y pedaggico. La piel de ella en la nariz era msfina y sensible que en cualquiera otra parte de su cuerpo, aunque estonadie pudo llegar a comprobarlo. Pero, bah!... tambin todo el mundosaba que ella no se casara nunca, y esto nadie poda comprobarlo deantemano, y, sin embargo, ello era verdad. La verdad...!, un entusiasmode fraile misionero, un tema de cornudo frentico, lo malo de un librobueno, lo que sea, pero no la piel de una pedagoga de veintiocho aos,verdad? La nariz de ella la llenaban los lentes de dificultades: ellos eran

    un falderillo que ladraba reflejos. Tambin las costumbres modernas ylas noticias de La Prensa44 fruncan: su nariz, pero menos, menos... Alas siete de la maana, floreca la cara de ella inslita, inesperableflor una mata de begonias de una maceta verde en su ventana, en elalfizar de su ventana, en su casa, en su casa, en su casa. Pin, pin, SanAgustn...45Despus la cara de ella acababa por arriba un cuerpo largo,seguro, firme, de ngel guardin, de virgen prudente, de solteravoluntaria. En un torpe revolotear de sbanas en su alcoba tonto aleteo

    intil de ganso enjaulado se iniciaba la cotidiana vida de la seoritaMuler, negacin del Fisco, mujer de su casa, domstica, longa, blanda,

    42Marca de automvil de lujo.

    43Bad Nauheim, Cauterets: Estaciones termales. Fuentes de aguas medicinales. en Europa.

    Hesse, Alemania, la primera; en Argeles. Francia, la segunda.44Diario limeo. Apareci enlre 1903 y 1984.45

    Popular ronda infantil.

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    ntima y fra como una almohada de cama a las seis posmelidiano. Laseorita Muler todo lo haca bien, con silencio, con indiferencia, condesgana. La taza, en el desayuno, la coga ella con el dedo pulgar y elndice, como en una cita, y toda la mano se la haca unas tenazas vitales,

    duras, inteligentes. Y su dedo ndice, ms curvo que nunca, tenaentonces virtud, exotismo, sonrisa, tristeza de exduque ruso camarero enBerln. A las nueve de la maana, la seorita Muler con las campanadasdel reloj se volva en un instante maestra fiscal, instruccin elemental,sostn del estado: deca que no, y abolaba46 as manos. En la tarde, sesometa la seorita Muler a los rumores, a los colores y a los olores, y tejapoesa con los palillos de sus piernas y de sus brazos, marfiles siemprenuevos como en las encas de un elefante. Posibles disparates desolteroncita: ubicuidad, corona y cetro, un prado celeste, ser un pjaro

    con cabeza de clavel, morir como una santa, ir a Pars... Dormida, soabaella con Napolen jinete en un caballo verde y con Santa Rosa de Lima.Ella solamente lloraba con pauelo. Deca: Bon Dieu, y se rea enescala, sin ganas. No comprenda a Eguren, pero le conoca de vista.Murmuraba: "De ninguna manera"... con los ojos alejadsimos. Y: conmucho gusto. Y: Jess, Jess.... Pona un dedo medio y perpendicularsobre la pgina del libro que lea. Etctera. La seorita Muler so con luna noche, a los tres das de haberle conocido. Anteceda a Ramn en elturno, un coronel que ganaba una Guerra del Pacfico un sueopatritico, de texto escolar nacionalista. Al fin penetr Ramn en lasubconciencia de la seorita Muler; y una noche mi amigo predilecto semeti a fraile: l vena de Palestina, a lomos de mster Kakison: Lima sehizo un ovillo de torres: campanadas caan como piedras en un laberintode terrones; un ngel italiano cant en latn; una trompeta de boy-scoutllam slo a los hombres de buena voluntad; el Jordn escapaba riendo alcielo por el mediojo del puente bonachn47del virrey Superunda; Ramn,en hbito de mercedario y con la luna de Barranco en las manos,

    apaciguaba los elementos y tosa horriblemente la seorita Muler seenamor de Ramn. Ramn no se enamor de la seorita Muler. La se-orita Muler tena veintiocho aos; Ramn, dieciocho, pero a pesar detodo, Ramn no se enamor de la seorita Muler. Desde un milln de

    46De abolar: hacer bolas.47

    Se refiere al Puente de Piedra sobre el ro Rmac.

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    puntos de vista, en un tango largo como un rollo de pelcula, filmaba unavictrola a cmara lenta, el balneario amarillo y desolado como uncasero mejicano en un fotofolletn ganaderesco de Tom Mix. Y, detrsde todo, el mar intil y absurdo como un quiosco en la maana que sigue

    a la tarde de gimkana. Y un tringulo de palomas vulgares se llevaba lospalotes de la seorita Muller en el pico, romnticamente.

    *

    * *

    Un alemn zapatonudo que ola a cuero y jabn sanitario alquil uncuarto lleno de telaraas en casa de Ramn. Haba otro, recinempapelado y tambin en alquiler, pero el telaraoso tena una granventana que daba a un jardn ajeno, lleno de sacos, con un Eros de yesoy una lora terrible sobre la cabeza de ste. Una golondrina que cazabapulgas en el entarimado cuando Herr Oswald Teller, examinaba porprimera vez, atentsimamente, la habitacin con la lupa redonda de sufrente, le decidi a alquilarla sin demora, temeroso de que un tal Herr

    Zemmer o un tal Herr Dabermann llegara a saber que se alquilaba uncuarto con golondrinas y jardn, con Amor de yeso y con aires de mar. Ala maana que sigui a esa tarde, los ojos desengafados y legaosos deRamn vieron bajar de una carreta el retrato de Bismarck, el violn, laspolainas, el Rcksack,48los siete idiomas; el microscopio, el crucifijo y eljarro cervecero de Herr Oswald Teller, quien mudaba de residencia mitKind und Kegel,49 con todo lo suyo. Al fin descendi de la carreta HerrOswald Teller en persona, gordo y mojado como la maana. Vena l al

    lado, y las piernas diminutas se le enredaban en las cerdas de la cola de lamula que balaba la torpe carreta de plancha. 50 La Martinita, mulainmensa, vieja y maosa como una ta poltica... y Herr Oswald Teller

    48Mochila.49

    Frase alemana que puede traducirse por sus equivalentes castellanas: cargar con susbrtulos, irse con armas y petates.50

    Carro de carga halado por muas, con una amplia superficie y dos grandes ruedas de madera.

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    hablaba al carretero de las maanas de Hannover, de la luna llena, de laindustrializacin, de Amrica, de la batalla del Mame... y las erres lesalan del estmago, y las miradas le fluan del cerebro, y los recuerdos lepatinaban en la nieve azulina. Y Herr Oswald Teller par en seco su

    hablar cuando la Martinita par en seco su halar. El negro Joaqunmascaba su jeta, negra e imaginaba el mar, remoto y perpendicular, en elmar de la niebla, por entre las orejas de su mula, con una hosquedad y unhermetismo de dolo javans. La niebla del mar ola a mariscos, y el marestaba suspenso en la niebla. Se desat sobre la vereda una lluvia, oscura,densa, parva, breve, de peridicos ilustrados alemanes, FliegendeBltter, Garten und Laube revistas de cartulas en que habadesnudos horribles, csmicos, bravos jbilos de una pinturaarquitectural, wagnerizante... Despus, todo estuvo en el cuarto de

    Herr Oswald Teller. Herr Oswald Teller lo acomodaba todo. El pregn deuna lechera cay, inesperado, en medio del cuarto y, al cabo de unminuto, las seis campanadas de las seis de la maana. Las seis campana-das de las seis de la maana se las meti Herr Oswald Teller en unbolsillo de la cazadora, y el pregn de una lechera lo prendi en el peinecon que se peinaba la calva (un da, Herr Oswald Teller dijo a Ramnque, al peinarse, l se senta feliz, ola establos, se crea en Hannover; y elpregn de la lechera todava era en el peine un reflejo de luz campesina,celeste y quieta). En las tardes, en las largas prenoches del invierno deUrna, Herr Oswaldo Teller, desde su cuarto mohoso, anegaba la casa demsica y genialidad. Mozart, liquidado, descenda las escaleras y seempozaba en las oquedades como una lluviaza que hubiera traspasadolos techos. Ramn rabiaba. Retreta clsica... Brrr... Msica vieja,intransigente, que se impone a la admiracin de los veinte aos, a fuerzade advertencias, de horribles advertencias de abuela llenas de sensatez...y Ramn se alargaba en su butaquita, y se endureca. Y escuchaba yacababa marendose, con una flauta mgica en los tmpanos.51

    *

    51Se refiere a la obra de Wolfgang Amadeo Mozart.

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    * *

    Lul vesta una batita fiesca y dura como una hoja de col. Su rostro de

    mueca de solterona, tena los colores demasiado vivos. Haba sin dudaque dejarla envejecer, descolorarse. Daba ganas de colgarla al sol, de latrenza. Lul era el terror de las beatas parroquiales regaba tachuelas enlas bancas del templo; llova el agua bendita sobre las fieles; enamorabaal sacristn, desconcertaba el coro; pisaba todos los callos, apagaba todaslas velas... y era buena: una almita pura que slo quera alegrar a Dioscon sus travesuras. Lul era una santa a su manera. Y en medio de aquelrebao apretado y terco de santas a la manera eclesistica, la santidad

    salvaje y humana de Lul descollaba como una zarza sobre un sembrode coliflores.

    *

    * *

    Malecn, el ltimo de Barranco yendo a Chorrillos. Zigzagueante,marina en relieve tallada a cuchillo, juguete de marinero, tan diferentedel malecn de Chorrillos, demasiada luz, horizonte excesivo, cielo obesoen cura de mar. Malecn de Chorrillos. Superpanorama, con una cuartadimensin, de soledad... y todo el mar vara con los malecones en ste,viaje de transatlntico; en se, ruta de Asia; en aqul, la primeraenamorada. Y el mar es un lo de Salgari, o una orilla de Loti, o unbarco fantstico de Veme, y nunca es el mar glauco, de zonas lvidas,

    incoloras, con hilos de palillos, pleno de costas mnimas y lejanas flacas.El mar es un alma que tuvimos, que no sabemos dnde est, que apenasrecordamos nuestra un alma que siempre es otra en cada uno de losmalecones. Y el mar nunca es el mar fro y nervudo que nos apretaba,en sus lujurias estivales, la niez y las vacaciones. Malecn lleno deperros lobos y nieras inglesas, mar domstico, historia de familia, el

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    bisabuelo capitn de fragata o, filibustero del mar de las Antillas,millonario y barbudo. Malecn con jardines antiguos de rosales dbiles ypalmeras enanas y sucias; un foxterrier ladra al sol; la soledad de losranchos se asoma a las ventanas a contemplar el medioda; un obrero sin

    trabajo, y luz, la luz del mar, hmeda y clida. Malecn con cuadros decsped seco, la inquietud de la primera cita con la muchacha que nosambamos del todo sobre este malecn hay un cielo diverso, quedetona junto al cielo del mar. Malecn con slo una hora de quietud: lade las seis de la tarde, los dos cielos gemelos, uno sin solucin decontinuidad, los dos con las mismas gaviotas y melancolas.

    ** *

    Sol amplio, duro, firme, del acabar de febrero. No hay sombra posible eneste medioda, artificial, exacto, inalterable. La noche no llegar nunca.Son las dos de la tarde, y el sol an est a la mitad del cielo en unaatraccin, terca y boba de la tierra. Resplandece el yeso de las calles el

    blanco, el amarillo, el verde claro, el azul celeste, el gris perlino loscolores perfectos, prudentsimos, de las casas de Barranco. No huele anada sino a calor, solamente a calorun slido olor de airemximamente dilatado. Suenan metales y lozas en las ventanas. Astassin bandera con una cuerda laxa que se hace un lazo encima de lascornisas. La campanada de la una del da deshace en el aire fofo su borrade sonido,52 y cae sobre Barranco en vuelo de parvas, leves blancurasplumn de la hora que vol al mar. Fin de almuerzo que es soledad de

    calles, y argentino, clido silencio, y rebrillar de calzadas de redondaspiedras aurferos, de piedras de lecho de ro, sedientas y acezantes. Unacarreta se lleva en su chirriar y en su golpear toda la fiebre de un jirn decalles que se han recorrido pesadillas, seres fantasmales, amarguras,

    52Sedimento que forman algunos lquidos. En este caso, figuradamente, sedimento de sonido

    que se deshace en el aire.

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    sstoles y distoles sordos... . El bochorno golpea iscrono los tmpanosde los cristales de las ventanas membranas tensas, dolorosas. Y eljirn, tras la carreta, queda plido, convalesciente, sin dolencia y sinsalud. Y la carreta se va a los extramuros, a quemar el mal de las calles en

    la fogata del ocaso remoto. Platanares en la memoria... Cada ruido chocacon el aire duro y es un golpe. Las tres de la tarde. Y un tranva canta contoda el alma con la guitarra del camino de Miraflores, parda, jaranera,tristona, con dos cuerdas de acero, y en el cuello de ella, la cinta verde deuna alameda que bate el aire del mar. Tranva, zambo tenorio...

    *

    * *

    Ella me grit que me quera con toda su cara, fresca y cubierta ms quenunca de pelusas de toalla; desnuda, fra y jugosa en el mamelucoamarillo como las naranjas por dentro; casi me cay en los brazosloimpidi un aire contrario; le dije que estaba aterradora e inofensivacomo un lobo de mar; no me crey; le temblaron las pantorrillas glteas,

    lvidas; yo la reproch su impertinencia, su impudicia, su mala fe, susdiecisiete aos, sus pies descalzos que podan herirse; ella me advirtique morda como los tramboyos en tierra, y me ense su dentadurapiscina; tambin saba araar, como las nutrias perseguidasdesenvainlentamente las uas nada crneas: calinas opacas; dej que no measustara; bajamos al playn, creo que por una soga, como los gatos de losvapares caleteros;53retornamos a la glorieta en el agua; ella me midi lalocura en los ojos con los suyos; se afirm con un esguince54los tirantes

    de su desnudez en los hombros, plidos, quiso decirme como a los nioscaprichosos: Seriecito, o no hay merienda..., pero temi hacerme llorar.Mi trax de muchacho estudioso la disuadi de mis palabras; me

    53Los barcos que hacen su recorrido tocando todas las pequeas caletas de la costa.

    54Ademn o movimiento que se hace con el cuerpo, hurtndolo o torcindolo para evitar un

    golpe o una cada.

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    perdon; se puso natural; el fijo le radiografi los muslos y le anud losbrazos; mir a lo lejos del muelle redondo; de pronto, en una parbolaestupenda, incomprensible, se arroj en el semimar de los baistas, decabeza, detrs de su peluca invertida, que penda como los tentculos de

    un pulpo de un garfio en el mercado. Hubo que esperarla en la playa,bajo la terraza penumbra de caverna marina entre comerciantesmayoristas cetceos friolentos, peludos, verticales y hedores demarisco humos verdes ; ella sali de su remojn vestida de agua ; yano me quera; los dos, bajo la plataforma; pens en una aguamala55custica y linda, pero no...; la cog de una mano que se escurra como unpez; la arrastr en una dolorosa carrera sobre guijarrones esfricos, hastala luz y lo desierto; se me insensibilizaron los talones; tropezamos lasmanos enlazadas con un riel erecto, intil, que equilibraba una piedra

    tonta en la punta, y nos desunimos; ella quiso ser un riel que no se pu-diera arrastrar por la playa as no ms; una lagartija de azogue se llevuna triste mirada suya; quiso perdonarme con toda su alma y yo no lopermit; se cay el vestido de humedad de ella; golpe la playa con lasrodillas, y dijo que no...

    *

    * *

    En esta tarde, el mundo es una papa en un costal. El costal es un cieloblanco, polvoso, pequeo, como los costalitos que se utilizan paraguardar harina. El mundo est prieto, chico, terroso, como acabado decosechar en no s qu infinitud agrcola. Me he salido al campo a ver

    nubes y alfalfares. Pero he salido casi a la noche, y ya no podr oler losolores de la tarde; tctiles, que se huelen con la piel. El cielo, afiliado alvanguardismo, hace de su blancura pulverulenta, nubes redondas detodos los colores que unas veces parecen pelotas alemanas, y otras

    55Malagua.

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    verdaderamente nubes de Norah Borges. Y ahora tengo que Oler colores.Y el camino por el que voy se hace un cruadrivio.56Y los cuatro caminejosque ha parido el camino chillan como recin nacidos: quieren que se lesmeza, y el viento, que, al venir la noche, se vuelve un mozo cabaretero,

    no quiere mecer caminos: el aire se viste pantalones de Oxford,57

    y no haymanera de convencerle de que no es un hombre. Me alejo del cielo. Y, alsalir del campo, limitado por urbanizaciones, advierto que el campo esten el cielo: un rebao de nubes gordas, vellonossimas, con premios deExposicin, trisca58 en un cielo verde. Y esto lo veo de lejos, tan de lejos,que me meto en cama a sudar colores.

    *

    * *

    Las tardes eran blancas en invierno, y en verano, de un oro rojizo, de unoro creciente que al fin se haca sol un sol que llenaba todo el cielo .

    Las tardes de invierno eran blancas, de una blancura traspasada yluminosa de cristales de sal, y el sol en ellas era un sol de plata con lacircunferencia mellada. Pero en marzo hubo un lunes con la tarde rosa,una tarde de la decadencia de D'Annunzzio, y all todo el mundo seenterneci con la tarde rosa. Largas filas de viejas friolentas (chalesnegros en los pescuezos amarillos de tendondes rojos); viejospanzudos con el amigo que nada es, al lado (cotizaciones del algodn,manos peludas con el anillo matrimonial, y lentes, y anteojos, y gafas, yprpados esfricos, y arrugas que parecan de maquillaje). Pero depronto, lo rosa se puso rojo; y el ocaso fue el de todos los das; y laconcurrencia al cine celeste desaprob que se hubiera alterado elprograma. No se daba Divino Amor? El argumento era de

    56Lugar donde se juntan o convergen cuatro sendas o caminos. Encrucijada.

    57Pantalones de pao de lana gris.58

    Salta, retoza, travesea.

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    D'Annunzzio, el hroe de Fiume, un bachiche59 calvo que haca versos, unhombre inverosmil, una fantasa nacional italiana, un aviador, unperdido, un autor en el ndice,60un espectculo que no se poda perder...Valentino... paisajes de ensueo... Pasin, sacrificio, celos, lujoso

    vestuario, la vida del gran mundo... y, de pronto, nada!, la ramplonaepopeya del esto, el cielo rojo, el cielo sol y la noche como un grito. Larespetable concurrencia se retir pataleando bravamente, correctamente,como cumpla a ella, gente sabidora de sus derechos, gente seria, gentehonorable. Sbitamente el cielo tuvo un vean de placera, y entonces nohubo sol ni esto ni nada: slo hubo unas posaderas al aire, unasposaderas tremendas enrojecidas por un asentamiento largusimo. Laconcurrencia se prometi apelar al alcalde. En la calle Matti, los ficus sedorman a prisa para despertar temprano. En una ventana, un piano

    viejsimo se mora de amor, como el duque de Hohemburgo calva rosa,patillas blancas en no s cul opereta de Kallmann.

    *

    * *

    Nos babamos en la tarde y el mar, a la izquierda del poniente quedisimulaba el muelle como algo prohibido por el municipio y que podahacer clausurar el establecimiento. La mam de Lal se coga de una oladeshecha de la pleamar, ola forzuda, crinosa y torpe como un bfalo enlas espumas buscaba la pobre seora una de sus manos que se llevaba laola. El da anterior un ayer maligno fro fue una de sus zapatillaslo que se perdi, cuando ella not su pie calato, porque pis con l a un

    gringo submarino; la zapatilla no flotaba ya como era de jebe; elgringo asom su amorfa cabeza de buzo; la mam de Lal pidi perdn;el gringo no entendi; la seora hizo un yes, mentalmente,

    59Peruanismo, por italiano.

    60Se trata del ndice Expurgatorio o catlogo de autores y obras que se prohben o que manda

    corregir la Iglesia Catlica.

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    rpidamente, entre dos tumbos. La seora haba encontrado la manoperdida en las de un turco prximo y regocijado, que por turco no debahaber sido permitido de baarse, etctera. Lal me ense el pezn deuno de sus pechos. Yo me escond en el mar. Lal ya poda ser mi novia.

    La seora surgi como un sumergible. Vestida de bao, ella no era ella.Los perniles de la trusa y las mangas del blusn los tena hinchados deagua. Le atravesaba la cara, del pelo al mentn, el chirlo61 de un rojomechn de cabellos mojados, que ella restaaba con la punta morada dela lengua. Un cordn de escapulario le cea, apretado, un hombro comopara una sangra. Desafi la vieja a la baistera, bati el mar y se hizosombra de la sombra de abajo de la plataforma. El ocano mar descendi.Arriba, en una zona azul del cielo, parpade la luna creciente con elpleamar frustrado. Las piedras, que en un ruido horrible haban huido de

    la ruta de la mam de Lal, se nos vinieron a los pies, animadsimas,familiares. La arena corra por abajo quera tumbarnos y llevarnos aaltamar como caracoles. Lal se perforaba las orejas con los meiques;sus ojos y sus dientes castaeteaban. Yo la bes sbitamente, sin motivo,detrs de una ola achacosa y complaciente que no segua adelante; elbeso reson en la tarde como en un teatro. El agua estaba negra y verde amotas. Los rieles del muelle se quebraban y deshacan por abajo enestras de sombra, en sombras de peces, en manchas de sombra... Parecaque todo iba a derrumbarse el cielo con el horizonte en llamas; el mar,lleno de agujeros de oleajes; el muelle con los hierros que se disolvan enel mar. Yo no quera a Lal. Mis dedos estaban arrugados, endureci-dos. Lal sopl sobre ellos un aliento hmedo y tibio de pulverizadorde peluquero. Salimos del bao como del lecho, como de un sueo...Lal bostez.

    *

    * *

    61Herida o cicatriz en la cara, como la que deja una cuchillada.

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    Yo imagino a aquel hombre como una vaga estatura de la que penda unsaco mal cortado. Algunas palabras en el diario de Ramn intentan envano rehacer ntegra en mi cerebro la imagen de aquel hombre,destrozada, dispersa. En un rostro de cera, los ojos de perro, llenos de

    una dulzura que toda era indiferencia. Y uno de los ndices el de lamano derecha, el dedo de los ociosos, el de los cannigos, el de losmuchachos rgido, amarillo de tabaco. Y el bigote ceniciento, de guasdoradas, que pareca brotar de las fosas nasales como una dura humare-da de alquitrn... Y los pantalones, huecos vacos, curvados por rodillerastremendas... As dice el diario de Ramn, el cuaderno de tapas de negrohule lleno de palabras que no s cmo vino a parar en las manos de laseorita Muler, preceptora fiscal y directora del centro escolarRepblica de Hait. Ah, las manos de la seorita Muler...! Cmo se

    movan entre los chismes de escribir y las gramticas de cartn,rudimentos de geografa con anglica limpieza, con fantstica seguridad!Pero estos apuntes no s si sern verdaderamente la imagen que de aquelhombre haba en Ramn o simplemente locuras que se bajaron a losdedos de mi amigo cuando escriba su diario, trasmutados en tontasganas de sealar algo.

    ,Habr existido alguna vez aquel hombre? Habremos soado Ramn yyo? Lo habremos creado Ramn y yo con facciones ajenas, con gestos

    propios? Nos habr llevado el aburrimiento a hacer un hombre? Tenaaquel hombre memoria, entendimiento y voluntad?... Porque yo veoordenarse los datos que dice Ramn ahora mismo, humanamente, en unaatmsfera de verano densa y amarilla. Yo tambin veo a aquel hombredisperso, incompleto, medio locura, medio ambiente, medio verdad, conla barriga de aire y las pantorrillas de horizonte marino, vertical,charadesco,62embromado, al filo de un malecn sin baranda. Quiz todono es sino elementos esenciales, fechas fisonmicas, cruces y maysculas,

    taquigrafa de observador viandante que en un momento dado rehacaen la gorda y crinuda cabeza de Ramn, la imagen de aquel hombre, que,en verdad, exista. Yo siento ahora un deseo de tener delante a aquelhombre para hacerle las tremendas preguntas cuyas respuestas revelan la

    62Propio de una charada o un Juego de adivinacin.

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    Noche, perros huraos y peludos... Sucias ganas de trepar a los rboles,que en broma han florecido una estrella un lucero reventn, burln,zumbn: ficus, Picus, en su otoo de sombra. Miedo del cuco de carade suegra. Catita, camita fra... Calles a la luz elctrica, la pesadilla de una

    carreta, casas chatas con palmeras fabulosas... y un silencio a pedazosque es un pecado mortal.

    Pulcra maana de follajes recin lavados. A veces, una brisa campesina,que, rareza de rarezas!, parece venir de las ventanas, pasa cargando undulce olor de legumbres. Pero ella es, una brisa que escapa en la primeraesquina, y el aire torna a ser vaco y limpio y claro. Una chola bonita, conla cabellera dura, tersa, mojada talla de barro camina absorta,mirando cmo saltan sus pechos, cmo tiemblan, cmo saltan... Una

    cocinera. Las pantorrillas, firmes, feas, pardean las medias blancas dealgodn. Ella ha dejado el cro en la cocina. Y es seguro que ahora nopiensa en l: ahora slo piensa en s misma, en sus pechos que miratemblar, saltar. Aire enrarecido. En vano pasan los tranvas no se oyenada.

    *

    * *

    Nosotros leamos a los espaoles, a nadie ms que a los espaoles. SloRal hojeaba libros franceses, ingleses, italianos, en traducciones de untal Prez, o de un tal Gonzlez de Mesa, o de un tal Zapata y Zapater. As,nosotros tenamos, a pesar de Belda y Azorn, una imagen pintoresca dela literatura universal. As, nosotros supimos la vida eterna como la deDios Padre de ese pobre Stephen Ddalus65 un cuatro-ojos muyinteresante y que mojaba la cama. As, supimos la trastada que seispersonajes jugaron a un buen director de teatro, de cmo le tentaron a

    65 Personaje creado por James Joyce que aparece en sus obras El Retrato del Artista

    Adolescente y Ulises.

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    escribir y de cmo acabaron no existiendo.66As, supimos de un mozoque pretenda ser discpulo del Diablo, como si ste quisieradesprestigiarse en la enseanza.67Y nombres raros que eran hombres Shaw, Pirandello, Joyce le bailaban a Ral en la punta de la lengua

    tteres embrujados por una bruja analfabeta. Conocemos anosotros... Stephen Ddalus no era el de Joyce: Stephen Ddalus era, sinduda, un muchacho ambicioso que soaba con desposarse con unayanqui rica; un muchacho muy inteligente y muy seguro de su conducta,tanto, que enga a un convento de jesutas. En cuanto al hijo dePirandello, opin que era inmoral por parte del padre un cornudocnico imponer a un hijo de quien nada malo se deca, una madreputativa. Ramn se morda el labio. El Discpulo del Diablo era un mozovicioso y testarudo, seguramente lampio. Y tenamos un concepto

    behaviorista de la humanidad.68 Joyce? Un idiota. Pirandello...? Otroidiota. Shaw...? Un tercer idiota, ms idiota an que los dos anteriores,con su concepto histrico de la literatura, sus chistes fallidos y su manade llevar la contraria; y sobre todo esto, casto, viejo y vegetariano; y sobretodo, irlands, es decir, ingls, a pesar del Papa y del home- rule.69

    Nosotros, menos Ral, nos atenamos a la olla podrida literaria espaolay americana. Porque, como en la nsula Baratara,70 es manjar de can-nigos y ricachones.

    All Wilde para los curiosos que pecan por aburrimiento. Vengan losconfidentes asexuales de don Jacinto Benavente, con barba en punta,vientres parablicos y pantalones de fantasa: sus hadas, que saben lascostumbres de la buena sociedad; sus adlteras por mandato delconfesor; sus vidas perfectamente humanas e intiles; sus moralescentrpetas; sus conversaciones cursis, todo lo de Benavente. Y venga,tambin la literatura de Fernn Caballero, literatura credulona y

    66Se refiere a la obra teatral Seis personajes en busca de un autor de Luigi Pirandello.

    67El Discpulo del Diablo de George Bernard Shaw.

    68 El behaviorismo es una teora que reduce el conocimiento del hombre al estudio de su

    comportamiento, de su manera de conducirse. As. tener un concepto behaviorista de lahumanidad consistira en pretender que se conoce el mundo, las cosas y a las personas por los

    rasgos externos de su conducta.69 La Ley de la Propia Casa; es una referencia histrica a la autonoma de Irlanda.70

    Dominio de Sancho Panza en la obra de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.

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    bienaventurada, con licencia eclesistica. Y la de la Pardo Bazn, quehuele a ropero de vieja con vagos efluvios de tomillo, llena de pecadosque no llegan a cometerse piadosa intencin la de la escritora!. Y laacatarrada y brava de Pereda, con sus muchachas severas, sombras,

    ceudas, que se dan al prjimo por amor de Dios. Y la de Prez Galds,prctica y peligrosa, con tsicos y locos y criminales y apestados, pero queel lector ve de lejos sin peligro. Y la de Maeztu, tabla de logaritmos quehuele a agua de Colonia y en la que cabe todo como en un saco de manode Manchester, todo condensado, por supuesto, llena de guarismos,digna, como una solterona inglesa. Y la de Camba, dilogo de ferrocarrilcon un joven sin familia, sin empleo y sin filosofas. Y la del PadreColoma, llena de ngeles prudentes y escamados que no dejan la ctara niun momento, y de cortesanas de buena ndole, y de consejos a los aris-

    tcratas catlicos. Y las digestiones de Baroja, y los maitines de Azorn, ylas vsperas de Valle Incln y las noches de Zamacois. Todo, todo, as,como venga como caiga, pero sin inhumanidades...

    *

    * *

    La ta de Ramn se baaba largo. Con una mano gruesa, mojaba la gorrade trapo, y con la otra, domaba las olas. A veces, una zapatilla asomaba atrecho de su busto insumergible era un pie mataperro. Era una viejaque tema las piedras, gorda, humedona, buena veraneante; vena con elprimer calor y se iba con el ltimo. Alquilaba un ranchito tembln conuna ventana grande y un transparente inmenso.71Un gato que pareca

    una negrita, y una negrita que pareca un juguete... La Parroquia detrs yun fongrafo de lata y palo. El patiecito era un cesto de papeles amarillos:

    71Tela o papel que colocado a modo de cortina delante de las ventanas, sirve para atenuar la

    luz.

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    la ta de Ramn no lea nunca los diarios. Ella escuchaba la retreta72desdeun comedor, en una bata de motas. Una vieja.

    Gorda. Volver en diciembre. Ramn en cambio, no volver nunca.

    *

    * *

    Ahora s que se acab de veras el verano. El verano y el pretexto del

    verano, las muchachas de piernas alegres, los frailes ojerosos, los vocalesde las Cortes de Justicia, el calor, las vacaciones... El pretexto... Lospretextos... Ahora se nos mete el invierno un invierno,extracalendarial, ortodoxamente bergsoniano: 73 pelculas en veintecaptulos. Lima, la sucia Lima, caballista, comercial, deportiva,nacionalista: tan seria... Ahora s que se acab el verano de veras. Hemosvenido, Lucho y yo, al malecn intermedio, al cual hemos bautizado conel nombre de bulevar Proust. S, bulevar Proust malecn, antiguo,valioso, notable, que no es un bulevar por los dos lados, sino por uno

    solamente al otro, sicolgica inmensidad del mar, la acera de la calle enque est la casa de la familia Swann, la puerta sentida en cada una de susmolculas, el clculo infinitesimal de sus probabilidades de emocin,etctera. Arboles...? los faroles troncos de arbustos que la luz tuercey la sombra hace verdes. A las seis de la maana, a las seis de la tarde,son los faroles lo ms vegetal del mundo, de una manera analtica,sinttica, cientfica, pasiva, determinante, botnica, simplsima lostroncos sostienen al extremo superior campanas de cristal que encierranflores amarillas. En el gran invernadero del alba, en la domstica estufadel crepsculo rayos oscuros, hipervegetabilidad, observacin,resumen, esqueleto, verdad, exacta temperatura. Pero ahora no es elmar un lado de calle de novela francesa el mar ahora es el mar con olas

    72Msica popular que interpretan las bandas militares en lugares pblicos.73

    Plenamente liberado de las nociones cientficas del tiempo y del espacio.

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    Lucho, cuentos de Quevedo, cpulas brutas, maridos sbitos, monjassorprendidas, inglesas castas... Di lo que se te ocurra, juguemos alsicoanlisis,78persigamos viejas, hagamos

    chistes... Todo, menos morir.

    *

    * *

    poemas underwood

    Prosa dura y magnfica de las calles de la ciudad sin inquietudesestticas.

    Por ellas se va con la polica a la felicidad.

    La poesa gafa de las ventanas es un secreto de costureras.

    No hay ms alegra que la de ser un hombre bien vestido.

    Tu corazn es una bocina prohibida por las ordenanzas de trfico.

    Las casas rumian sus paces de buey.

    Si dejaras saber que eres un poeta, iras a la comisara.

    Lmpiate de entusiasmos los ojos.

    Los automviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree t queson mujeres viciosas. As tendrs tu aventura y tu sonrisa para despusde la cena.

    78Teora y mtodo teraputico que trata los contenidos subconcientes de la vida psquica.

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    Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.

    El amor est en cualquier parte, pero en ninguna est de otro modo.

    Pasan obreros con los ojos resentidos con la tarde, Con la ciudad y con los

    hombres.

    Por qu haba de fusilarte la Checa?79T no has acaparado sino tu alma.

    La ciudad lame la noche como una gata famlica.

    Y t eres un hombre feliz, quizs el nico hombre feliz. Tienes camisa yno tienes grandes pensamientos de ninguna clase.

    Ahora siento clera contra los acusadores y los consoladores.Spengler es un to asmtico, y Pirandello es un viejo estpido, casi unpersonaje suyo.

    Pero no he de enfurecerme por pequeeces.

    Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: las novelas deVctor Hugo, la democracia, la instruccin primaria, etctera, etctera,etctera, etctera.

    Pero los hombres se empean en amarse los unos a los otros.

    Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.

    Porque no quieren creer que todo es irremediable.

    La polis griega sospecho que fue un lupanar al que haba que ir conrevlver.

    Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.

    Yo no he pecado mucho, pero ya s de estas cosas.

    79Polica poltica rusa.

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    Bertoldo dira estas cosas mejor, pero Bertoldo no las dira nunca. El no semete en honduras y est viejo, quiere paz y hasta apoya a los modera-dos.

    El mundo no est precisamente loco, pero s demasiado decente. No haymanera de hacerle hablar cuando est borracho. Cuando no lo est,abomina de la borrachera o ama a su prjimo.

    Pero yo no s sinceramente qu es el mundo ni qu son los hombres.

    Slo s que debo ser justo y honrado y amar a mi prjimo.

    Y amo a los mil hombres que hay en m, que nacen y mueren a cadainstante y no viven nada.

    He aqu mis prjimos.

    La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.

    Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho no son diosas ni mujeres.

    Yo amo la justicia de las mujeres sin tnica y sin divinidad.

    En punto a honradez, no soy de los peores.

    Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prjimo.

    Nac en una ciudad, y no s ver el campo.

    Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mo.

    En cambio, deseo el cielo.

    Casi soy un hombre virtuoso, casi un mstico.

    Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintesalemanes.

    Me gusta andar por las calles algo perro, algo mquina, casi nadahombre.

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    No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como losotros.

    No quiero ser feliz con permiso de la polica.

    Ahora en las calles hay un poco de sol.

    No s quin se lo ha llevado, qu mal hombre, dejando manchas en elsuelo con un animal degollado.

    Pasa un perrito cojo he aqu la nica compasin, la nica caridad, elnico amor de que soy capaz.

    Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero

    verdadera.

    Andar por las calles como los hombres de Po Baroja (todos un pocoperros).

    Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.

    Pero los hombres tienen posvida.

    Por eso dedican su vida al amor del prjimo.

    El dinero lo hacen para matar el tiempo intil, el tiempo vaco...

    Digenes es un mito la humanizacin del perro.

    El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros.Los pequeos hombres quieren ser completamente grandes hombres,millonarios, a veces dioses.

    Pero estas cosas deben decirse en voz baja siento miedo de orme a mmismo.

    Yo no soy un gran hombre yo soy un hombre cualquiera que ensaya lasgrandes felicidades.

    Pero la felicidad no basta a ser feliz.

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    El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas decigarrillos. Pero sta no es la escena final. Pero ello es por lo que el besosuena.

    Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfeccin,satisfaccin, deleite.

    Cmo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?

    La tarde ya se habr acabado en la ciudad. Y yo todava me siento latarde.

    Ahora recuerdo perfectamente mis aos inocentes. Y todos los malospensamientos se me borran del alma. Me siento un hombre que no ha

    pecado nunca.

    Estoy sin pasado, con un futuro, excesivo.

    A casa..."

    *

    * *

    Muri Ramn cuando ya no le quedaba sino el rastrero y agobiado placerde mirar por debajo de los asientos en los lugares pblicoscine, tranva,etctera. Un da, hondo y vaco, donde rueda uno de hora en horainconsciente, comatoso como en un barranco de piedra en piedra, de rocaen roca. La copa sucia del cielo se llenaba lentamente de azcar, agua

    helada y zumo de limn una nube sedienta chasqueaba la lengua;Ramn muri. Mirar por debajo de los asientos... Ramn se volvi unfumador viciossimo. Apagar el cigarrillo, aflojar la ceniza, burlar alviento, extender el brazo, todo ello le facilitaba celestinescamente el gozode sorprender a los zapatos, casi en paos menores, o de sobremesa, omatando un domingo. Domingo de los zapatos, penumbra debajo de los

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    sillones, con un sbado a las espaldas, medialuz debajo de una mesa...Sobremesa de los zapatos; siestecilla: las caas81se aflojan los pasadores:una capellada82bosteza, el medioda arruga el cuero, cansado de caminartoda la maana: el zapato derecho se echa de lado y ronca. Zapatos en

    paos menores: las orejuelas, de tela amarilla, se ven fuera, ntimas, comouna camisa... Zapatos, viejos silenciosos, en parejas, como espososdesencantados, juntos por los tacos, separados por las puntas. Lo pasado,la vida marital los une para siempre y los aleja en esta hora en quequisieran tener veinte aos l y ella, el zapato derecho y el izquierdo, elmacho y la hembra, el esposo y la esposa tener veinte aos y casarsemal o amancebarse bien... Las botinas y los zapatines de los nios sejuntan por arriba, por las puntas, por el rostro, casi en besos, detrs de unpliegue del delantal de la nodriza. Zapatos adolescentes, elegantes,

    lacios, locos, siempre descaminados, nunca decentemente paralelos...zapatos en la mala edad, en la edad peligrosa, los pulmones dbiles y lasinclinaciones robustas... Zapatos viejos, un alma sola en dos cueros y esteno amarse... Ramn dej los versos que van arriba, escritos a mquina,por el ndice, de un libro suyo que hered con las pginas todava sincortar.

    Zapatos viejos, un alma una sucia capa, de cola entre la plantilla y lasuela un alma en dos cuerpos dos hinchados y reumticos cuerpos

    de cuero rugoso, una sola alma en dos cuerpos... El y ella no quierenverse la cara.

    *

    * *

    Das terribles en que todas las mujeres son una nica mujer en camisa.Das terribles de las entrelineas de Zamacois, terriblemente serias... No,

    81Parte alta de las botas.82

    Puntera de los zapatos.

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    nada de Paul de Kock, mster Kakison. Quince aos y pantaloneslargos...! No, la vida es una cosa muy seria nada menos que una mujeren camisa. Usted no me entiende, mster Kakison?

    Es posible que usted no me entienda nunca. Admirable!... Conque enLondres se vive la vida? Eso no viene a cuento, mster Kakison. Marinacierra la ventana en camisa todas las noches, pero ello no es pecado, porcierto. Por qu no haba ella de hacerlo? Marina, piernas peludas,baista de las ocho de la maana... Baarse a las ocho de la maana en elmar es baarse en el fro, en el cielo, en la hora. Ducha de niebla, masajede calofro, esponjas de indecisin, y la chalana cercana pajarazomarino con las alas de redes plegadas, negras, fatigadas vuelan atrs.Hm... Mster Kakison, usted ha de lavar con bencina las manchas de

    noche que hay en su bata de color de canela. La noche en la bata de uningls contador de la firma Dasy & Bully... Qu dice usted a esto, msterKakison? All right...? Eso no es una respuesta en esta hora y en este pas.Diga usted que yo tengo razn, y usted dir muy bien. S, mster Kakison;dir usted algo de una cordura que no advertir nunca.

    *

    * *

    Paseo de noche. Hemos hallado una calle escondida del cielo por ramajesgraves y densos. Ahora el cielo no existe: se ha arrollado como unaalfombra, y ha quedado desnudo el entarimado del espacio por dondelos mundos caminan saciedad elegante con lentitud, con silencio,con fastidio. Ahora te amo como nunca te he amado, verdaderamente,dolorosamente, no s cmo... A andar por esta calle que nos devuelve lospasos y las voces como una gruta... Un tranva destroza una esquina, ba-rreno de luz y ruido. Por un momento, nosotros sonamos, vibramos enesta zona de noche como todas las cosas ventanas, ventanas,ventanas... Ahora yo puedo ser un hroe con el pecho convexo yensangrentado. Si ahora te raptara yo, t me arrancaras mechones de

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    Al acabar la calle, urbansima, principia bruscamente el campo. De losranchos con sus patiecitos y sus palmeras y sus matas de campanillas secaen las matas de retamas, en los montculos de tierra fofa, en las tapiasde adobe, en los azules montonos del cielo... Piaras83de adobe en los

    azules montonos del cielo... Piaras de asnos en una parda nube depolvo, cargan adobes todo el da de Dios. Aqu, en este suelo fofo y duro,a manchas, yacen las casas futuras de la ciudad, con sus azoteasentortadas,84 con sus ventanas primorosas de yeso, con sus salas convictrola y sus secretos de amor, quizs hasta con sus habitantes mamsprudentes y nias modernas, jvenes calaveras y paps industriales.En un terrn se adivina el rostro de una ta lejana el rostro de una deesas tas terceras que vienen un da de visita a tornar el aire, a beber unvaso de agua helada. Un jacarand muy viejo, que es un inspector

    municipal de ornato, jubilado, mata el tiempo, tan largo, de esta primatarde, haciendo unas pocas flores, de una prolija perfeccin, que, yaacabadas, echa de s, con aburrimiento impasible de mandarn en supalacio de este sbito suburbio. Y en el horizonte, un olor ciego de humobarre la perspectiva de lamos y mamblas de un plido color degranito, casi azules. Una paloma pasa baja llevando en el pico unacampanada de la Parroquia, y la campanada es una paja para el nido.Una cholita tira del ronzal85de una mula inmensa; y la cholita no tienetodava quince aos; y la mula se enterca en no moverse; y la cholitatensa ms y ms el arco de su cuerpo fragilsimo; y la mula se afirma enlas patas delanteras; y yo quiero raptar a la cholita y fugarme con ella enla mula, a la sierra, tan prxima, que sus cimbros me araan la piel de lanariz, hacindome bizquear cuando la miro fijamente. Yo descendera,con la cholita en mis brazos y la mula entre mis piernas, en una simasombra llena de cactos, con una sonmbula seguridad en la pesadillafeliz... Y la mula ha hecho escapar el ronzal de las manos de la cholita, yahora corre, bruta, gacha, curva, en un rpido y sordo pateo, por el

    camino, pegada a la tapia, sin saber a dnde ir... y el ronzal que searrastra medio hundindose en el polvo es la pulcra y perversa irona deun rabo de rata...

    83Manada de cerdos y por extensin, de otros animales.84

    Los techos planos de las antiguas casas limeas estaban cubiertos con una torta de barro ypaja.85

    Cuerda que se ata al cuello o a la cabeza de los animales para sujetarlos o conducirlos.

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    de propaganda, un hombre raro y corto, unas manos secas y venudas...As quieres ser, Catita? Qu he de hacer con tu carta? A esta hora me esimposible de toda imposibilidad, entristecerme. Yo soy feliz a esta horaes un hbito mo. Un bote pescador a la altura de Miraflores, saluda

    con el pauelo blanco de su vela, tan intil en esta atmsfera inmvil,linda, como pintada por un mal pintor. Ese saludo es un saludo a nadie, yesa alegra, alegra de disparate, de pequeez, de retorno, de humildad...Mi cigarrillo tira admirablemente, y es jbilo de juego prvulo, conPelotas y aros minsculos y azules; y es la paz campesina de un olor derastrojo 89 quemado. Ves Catita? T no ves nada porque no estsconmigo en el malecn; pero yo te juro que es as. A m, en la tarde, frenteal mar, el alma se me pone buena, chica, tonta, humana, y se me alegracon los botes pescadores que despliegan la broma de sus velas, y con la

    candela del cigarrillo chiquilln colorado que pierde la cabeza en unajuguetera azul. Y las altas gaviotas moscas negras en el tazn de lecheaguada del cielo me dan ganas de espantarlas con las manos. Cuandoyo tena cinco aos y no quera beber mi leche, ahogaba en ella las moscasque atrapaba con la cuchara, que era red apretada por la luz hastaendurecerse, y las moscas en la leche se volvan hlices. Y ahora,sbitamente, me siento un nio terrible, y me niego a beber la taza deleche del cielo porque no tiene azcar, y es posible que venga mi mamaPatuca, dulce Buda de bano, con el azucarero donde haba pintados unmono vestido de pirata y una mona vestida de holandesa, que hacan unaconexa reverencia sobre la lista azul que atravesaba la panza en toda suredondez... Quiz tu estrella se dulcificara si yo endulzara el cielo conazcar tu estrella, tan amarga; tu estrella, solterona que se enamora delos cometas imposibles; tu estrella, que te lleva por malos caminos deamor. Has odo, Catita? Yo no puedo entristecerme a esta hora aesta hora, la nica de todas las del da en que soy feliz, inconsciente,como los nios; mi hora de tontera; mi hora, Catita. T cataste a

    Ramn, y l no te supo mal. Pues bien, yo ser Ramn. Yo hago mo eldeber de l de besarte en las muecas y el de mirarte con los ojos estpi-dos, dignos de todas las dichas que tena Ramn. Tonto y alado deberaceptado en una hora insular90 celeste, ventosa, abierta, desolada. Yo ser

    89Residuo de las caas o paja de la mies que queda en la tierra despus de segar.90

    De isla. Sola, nica, singular.

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    Ramn un mes, dos meses, todo el tiempo que t puedas amar a Ramn,Pero no: Ramn ha muerto, y Ramn nunca tuvo la cara triste, y sobretodo, t ya has catado a Ramn. S, Catita, es verdad, pero yo no soy unhombre triste. As como estoy a esta hora tonto y alegre as estoy casi

    todo el da. Yo soy un muchacho risueo. Nac con la boca alegre. Mivida es una boca que habla, que come y que sonre. Yo no creo en laastrologa. Acepto que haya estrellas tristes y estrellas alegres. Hastaafirmo que las estrellas tristes son un excelente motivo de sonetocatorceslabo. Pero no creo que nuestra vida tenga relacin alguna con lasestrellas. Ah, Catita. La vida no es un ro que corre: la vida es una charcaque se corrompe. En el da, los mismos rboles, el mismo cielo, el mismoda se refleja en ella. En la noche siempre las mismas estrellas, la mismaluna, la misma noche, A veces un rostro desconocidoun muchacho;

    un poeta; una mujer se reflejatanto ms sombra cuanto ms viejo esel charco y el rostro despus desaparece, porque no eternamente va aestar un rostro contemplndose en un charco. Y el rostro se contempla as mismo. Y el charco apenas es un espejo turbio y mediante. Un viejo esun charco al que ninguna muchacha va a mirarse la cara. Porque la vidade uno es un charco, pero la vida de los otros son caras que vienen amirarse en l. S, Catita. Pero algunas vidas no son un charco, sino unlago, un mar, un ocano donde slo se miran el cielo y las montaas, lasnubes, grandes barcos. As, la vida de Walt Whitman un yanqui medioloco que, por eso, fue un excelente poeta fue un ocano lleno detrasatlnticos. La de Napolen, en cambio, fue un ocano lleno de navosde guerra y de cetceos. La de San Francisco, un piln en que se abrevabaun borriquito con una paloma en el testuz. La de Felipe Segundo, un MarMuerto con un aspecto muy triste y una leyenda siniestra. La de Puccini,un lago alpino, blanco de canoas de la agencia Cook.91La de Bolvar, uncanal peligroso de escollos y miedoso de barricas flotantes. Tu vida, unajofaina92 en que se remoja una brazada de retamas, de olor y color de

    azufre. As es el alma, Catita o agua enemiga o un agua estpidalago, mar, pantano, jofaina llena de agua. Pero nunca una corriente consu direccin y su cauce. Mi vida es un hoyito cavado en la arena de unaplaya por las manos de un nio novillero: un charquito minsculo y

    91Se trata de la agencia de viajes Wagons Lils Cook.92

    Vasija ancha y poco profunda que sirve para lavarse la cara y las manos.

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    arrastre... Medir... Comparar... Pero, no s por qu, yo creo de vez encuando que Sergio no muri nunca; que, a la hora de morir, l har elmuerto; que se dejar enterrar y que, a los dos das, se desenterrar lmismo y volver a Lima a mentir del convento y a principiar vida nueva.

    Ojal sea as... Pero el libro de Eugenio D'Ors ya no podra escribirse, y yono podra llegar a saber nunca cmo era Sergio.

    *

    * *

    l coga una de sus manos de ella. Ella encajaba una pierna gorda,cualquiera, casi ajena, bajo la derecha de l, contrada como en unpuntapi. El rostro de l se encenda de rojo como un farol de trfico obotica de turno en la noche. De pronto, giraba ste y apareca un rostroidntico al anterior pero amarillo. Era la seal de detencin