la ciudad como lugar

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    ACE Vol.1, nm. 3, febrero 2007 | LA CIUDAD COMO LUGAR.

    Jos Mara Silvestre Geuna

    LA CIUDAD COMO LUGAR

    Jos Mara Silvestro Geuna, Dr. Arquitecto

    C/ Ermita de Bellvitge 54 6 1, Hospitalet de LlobregatBarcelona, 08907. Eapaa

    Josep Roca CladeraCatedrtico de Arquitectura Legal Derecho Urbanstico y Valoraciones. ETSABBarcelona, Espaa

    Este artculo est fundamentado en una investigacin doctoral recientemente culminada y que lleva por ttulo: Laciudad en busca del lugar: Una mirada interpretativa a la luz de las experiencias de Barcelona; tesis desarrollada porel Dr. Arquitecto Jos Mara Silvestro Geuna y dirigida por el Dr. Arquitecto Josep Roca i Cladera, catedrtico de laEscuela Superior de Arquitectura de Barcelona de la Universidad Politcnica de Catalua (UPC).

    Remisin Artculo: 27-1-2007

    Palabras Claves: ciudad y arquitectura, habitar urbano, lugar y no lugar, responsabilidadprofesional del arquitecto.

    Resumen:

    El tema que a continuacin se desarrollabusca analizar desde la arquitectura y laactividad del arquitecto en especial en elmbito de la construccin del espacio la

    importancia del concepto del lugar en laciudad, entendido ste como el espacio mspersonal del ser humano, es decir, como suhogar en su sentido ms propio y msextenso.

    En este contexto, la temtica escogida seconvierte en un reto a la hora de reflexionaren la ciudad desde la perspectiva del lugara partir del mismo hecho del habitarhumano para intentar desde ah arrojar luz

    sobre la propia actividad del arquitecto,orientada a crear espacios que permitan lahumanizacin de las personas. Desde estengulo, el habitar humano el lugar personaldel hogar no se agota a los mbitos mspropios y prximos (la vivienda o el espaciolaboral) sino que, trascendiendo tambinstos, busca interpretar y construir otros msamplios (la ciudad en su conjunto) desde unespecfico habitar urbano. Figura 0:Foto de Plaza de los Fueros, Vitoria

    de Eduardo Chillida y Lus Pea-Ganchegui

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    1. Aproximacin al tema

    Al reflexionar acerca del concepto del lugar y el rol que posee en la configuracin del espaciourbano, as como sobre la responsabilidad profesional del arquitecto a la hora de configurar elespacio, nos parece oportuno subrayar algunas consideraciones previas de ordenantropolgico. En este sentido, al referirnos al concepto del lugar en la ciudad, se asume comopunto de partida la nocin de persona humanacon la intencin de esclarecer el origen mismodel habitar humano. Bajo este marco contextual, es importante sealar desde el comienzo queel basamento en el que se asienta toda esta reflexin parte de asumir como marcoantropolgico una visin personalista.

    Esta visin personalista destaca la unidad indivisible del ser humano; es decir, la unidad entresubjetividad personal y corporeidad humana. Max Scheler (2000), concretamente, distingueentre leib:es decir, corporeidad humana(cuerpo vivido) y korper: cuerpo cosificado(cuerpoexterior). Segn esto, el ser humano no slo tiene cuerpo, sino que sobre todo es tambincuerpo. Gracias a ese vnculo esencial original con la subjetividad personal, el cuerpo propioparticipa de una dignidad y un status antropolgico prcticamente equivalente al de lasubjetividad personal con la que est ntimamente ligado.

    Partiendo de esta visin profunda de la persona, la calidad de vidadel ser humano dependemuy estrechamente de la calidad de vida dada a su corporeidad (al cuerpo vivido, existencial,personal). Por esta razn, es fundamental disponer de espacios o lugares idneos paranuestro cuerpoque permitan encontrarnos con nosotros mismos (pensar, auto-conocernos) ocomunicarnos con otras personas (gozar de relaciones interpersonales familiares ycomunitarias), algo por supuesto mucho ms importante que contar simplemente con

    ciertos espacios que, aun facilitndonos bienestar corporal externo, frecuentemente no ayudano incluso dificultan en la prctica humanizarnos.

    2. La persona humana: un lugar y espacio a su medidaHabitar no es slo vivir, nos dice Caturelli (1984), si por vivir se entiende al acto de alojarse deforma meramente somtica o externa como lo realiza cualquier animal. Slo el ser humanohabita. Ms an, este filsofo ha escrito muy certeramente en su Metafsica del habitarhumano, que el habitar es un acto propiamente humano, que implica a todo el hombre, con latotalidad de su naturaleza, que no es puramente espiritual sino tambin corporal. Por ello,

    porque el hombre habita, necesita edificar su casa como lugar fsico de su habitar () [As]:Quienes hacen su casa o quienes adecuan a s mismos la casa que les toca hacenparticipar al edificio de su habitar ms profundo (p. 23).

    En este sentido, el mencionado autor, hablando del habitar y de la necesidad del ser humanode construir su lugar, sostiene que la persona construye su casa como inevitable condicinfsica de su habitar" no teniendo sentido, as, un razonamiento inverso, pues tener "habitacin ocasa fsica, es consecuencia del habitar humano. Es muy posible que se relacione,superficialmente, esta reflexin sobre el habitar humano con la doctrina de Heidegger", explicaCaturelli, y ms adelante sugiere que la "casa slo existe porque el habitar del hombre la

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    requiere por su naturaleza corpreo-espiritual" (p. 23-24). En este contexto, la casa es larespuesta a la necesidad ms profunda del habitar del ser humano. Asumiendo esta dimensinhonda del habitar y recordando que la persona es una unidad singular entre subjetividad y

    corporeidad, se puede concluir que el cuerpo es el lugar original en donde habita lasubjetividad personal (Vase Figura 1).

    De la misma forma, Caturelli subraya que la casa o el edificio que el hombre hace se comportacomo acto segundo y condicin fsica del habitar metafsico del hombre, al poner de relieve yexpresar de algn modo, la totalidad del ser del hombre (p. 23). Incluso Bollnow (1969, 119)explica que habitar no es una actividad cualquiera al lado de otras muchas, sino que es unacaracterstica esencial de la persona que determina su relacin con el mundo en total, puesmediante el habitar el ser humano puede llegar a su plenitud personal.

    Figura 1: El origen del habitar: los dos momentos del habitar humano.Fuente: Elaboracin propia

    En este sentido, el lugar es recordando la relacin existente en el ser humano entresubjetividad-corporeidad el espacio vivido con profundidad por la subjetividad personalde

    cada uno; un espacio en el que uno notaque forma parte (de algn modo) del propio ser(esdecir, con el que se siente identificado); un espacio con el que uno tiene una relacinprolongada(es decir, que forma parte de su propia biografa o historiapersonal); un espacio enel que abundan las relacionescon sus elementos materiales o personales (vinculacin con elentorno). De este modo, el prototipo de lugar es el hogar: el espacio-lugar en donde lasubjetividad est llamada a sentirse ms identificada, el ms conformador de la propiabiografa-historia de la vida personal, el ms ntimo espacio a la hora de favorecer lasrelaciones con su entorno: con las cosas materiales de ese lugar y, sobre todo, con laspersonasque lo habitan y con las que se est llamado a trabar unas relaciones de intimidad, atravs del dialogo, de la comunicacin humana (Vase la Figura 2).

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    Figura 2: El lugar como hogar; Nota: la interaccin con otros lugares a consecuencia de la cualidad comunicativa delser humano. A partir de esta condicin dialgica de la persona se desarrolla la apertura (la espiral dialgica) hacia otroslugares, haciendo posible la configuracin del espacio urbano de la ciudad.Fuente: Elaboracin propia

    Mi cuerpo es el lugar original en donde habita mi subjetividad personal (es decir, el lugarexistencial espacial de mi subjetividad personal interior). Desde este presupuesto bsico y,

    por extensin, tambin micasa, mi porcin de ciudad ms vivida, mi ciudadentendidas comoextensiones construidas de mi cuerpo estn llamadas a serverdaderos lugares construidospara que habite mi ser personal y me humanice con plenitud, desde los aspectos msmateriales hasta aquellos morales y espirituales ms elevados. Asimismo, el lugar es elespacio existencial (humanizador o personalizador) del ser humano, a diferencia del espacioabstracto o fsico (fro), es decir, de los no lugares. O, tal como lo expresa Caturelli (p. 23):el hombre pragmatista y activista que ha derramado fuera su interioridad metafsica, apenas sise aloja en un lugar(sea el que fuere) perdiendo el encanto y la profundidad del habitar, () altrocarse en una yuxtaposicin planificada de lugares de mero alojamiento.

    2.1. Ser humano y espacio urbano: la idea del lugar en la ciudad

    El ser humano construye su casa como inevitable condicin fsicade su habitar. Este habitarntimo de la persona, es decir, el lugar materializado en el mbito de la casa da cobijo a lacomunidad primera, otorgando as una residencia a la clula bsica de la sociedad: la familia.En este contexto, Bollnow (1969), hablando de las condiciones de la habitabilidad, explica quela casa, concebida como espacio de proteccin y cobijo de la persona, no puede ser entendidaexclusivamente como mbito para que habite solitariamente el individuo. El habitar, y por endesu lugar primario, la casa, debe ser interpretada desde un habitar en comunidad, pues la vida

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    del ser humano se materializa en familia. La historia de vida comunitaria del hogar desarrolladaen una atmsfera de intimidadtiene su referente primero en el hogar, en la casa.

    Desde una perspectiva similar Caturelli (1984) subraya que la casa, como la habitacin fsica arquetipo del habitar de la subjetividad en la corporeidad, adquiere su significado en elhogar; de ah su palabra originaria, domus, cuyo concepto tambin se remite al de familia, al detemplo Incluso, l nos explica que la familia requiere de una casa, de un domicilio comoresguardo de la intimidadde su habitar. Por esto, dice que el habitar supone intimidad, y laintimidad exige la interioridad. Adems, la familia no se basta a s misma totalmente, por loque la intimidad de su habitar se religa a las otras familias (pp. 23-24)

    De esta manera, el bien propio de la familia sigue explicando Caturelli no es el bien delpadre ms el de la madre y el de los hijos, sino un todo virtual, es decir, un bien comnque esdiverso del de cada uno de los singulares, al cual cada uno se subordina y que es el mejor biende cada uno. Luego, existe un hilo conductor que liga el habitar de la familia, su bien comn yel bien comn y el habitar de las otras familias. Y como este bien no basta para realizar el finde la familia, necesariamente se religa en lo que tiene de comn a las otras familias. Cadafamilia, por eso, no slo implica lo ms ntimo del habitar humano, sino que lo religa al habitarde las otras en lo que tienen de comn. Expresado de otra forma, podra decirse que el serhumano para poder ser necesita del habitar colectivoque tiene como base el bien comn de lacomuna, constituida por los moradores que la habitan. As, en la medida que la comunay susciudadanos posibilitan el habitar singular de la persona humana, crean el habitar urbano. Deah que este autor subraye que en cuanto habitar humano, todo habitares, en el fondo, habitarurbano. Este supuesto es fundamental pues la hiptesis general que gua esta reflexin es queel ser humano se hace an ms pleno cuando trascendiendo su crculo individual: el delpropio lugar-hogar llega al habitar urbano, en el que prima la comunicaciny la comunidad.

    Si la casa es el habitculo fsico del habitar humano, los edificios de una ciudad estn llamadosa ser la respuesta fsica del habitar colectivo de una sociedad, que orientada al bien comnpermite la realizacin del habitar ms humano de sus ciudadanos. Urbs, explica Caturelli,significa la comunidad de moradores que la constituye, y como acto segundo la materialidadpor la que est hecha. Es decir, representa el habitar urbano que se materializa en ladimensin fsica de la ciudad. Por esta razn, la ciudadest llamada a ser un espacio en el quehabite el ser humano, del mismo modo que lo es la corporeidad humana en la que habitaprimariamente la subjetividad personal. Por el contrario, cuando la ciudad, en su globalidad, oen algunas partes de sta no permiten el habitar, solo puede decirse que posibilita elalojamientoen espacios que se materializan en no lugares.

    2.2. Del lugar al no lugar: la ciudad deseada

    En la unidad esencial entre la subjetividad y la corporeidad del ser humano radica el origen delhabitar humano, insistiendo de nuevo aqu que es el propio cuerpo el lugaroriginal en el quehabita la subjetividad personal. A la par, como se ha visto, el ser humano construye su casacomo inevitable condicin fsica de su habitar, es decir, como acto segundo del habitaroriginario como persona. Sin embargo, el lugar ms prximo al ser humano, despus de sucorporeidad, es el hogar, el lugar por antonomasia, en donde el espacio es vivido con

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    profundidad por la subjetividad personal, en donde uno nota que forma parte de s mismo, delpropio ser (el lugar como espacio propio de identidad). En el mbito del hogar el ser humanosiente que las cosas que le rodean son parte de su propia historia, de su biografa personal;

    hay una abundante relacin con los elementos materiales o personales relacionados con elentorno (el lugar como espacio histrico y relacional).

    As pues, el prototipo del lugarcomo ya se ha dicho anteriormente podemos decir que esel hogar. Slo en un segundo momento lgico, las calles que lo rodean, el barrio en el que seinscribe, la ciudad en su conjunto, estn llamadas a ser vividas como extensiones de micorporeidad, es decir, y en cierta medida, como extensiones del hogar o como un hogar degrandes dimensiones (Vase la Figura 3). Recordemos lo dicho en prrafos anteriores, ellugar, al ser un espacio vivido por el ser humano como parte de s mismo, se transforma enespacio existencial lugar humanizado, personalizado, a diferencia del espacio fsico (fro yabstracto) en donde el ser humano ha derramado su interioridad ms honda, alojndosesimplemente de forma externa y transformando as los lugares en no lugares; espacios estosltimos en los que la persona humana ya no habita sino que se limita a alojarse, como hasealado Caturelli (1984).

    Figura 3: La ciudad como un sistema de lugares-hogaresFuente: Elaboracin propia

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    Por otra parte, en Arquitectura y narratividad Paul Ricoeur (2002) sugiere, que el lugarno sloes el envolvente primero (el hueco) donde poder establecerse, como lo entenda Aristteles.Ms bien el lugar, segn este autor, es un mbito que se construye como fruto de una

    dialctica entre dos estados de la persona: el refugio y el desplazamiento. Precisamente, elespacio de la ciudad es en parte el resultado de ambos movimientos. Sin embargo, estosmovimientos no son siempre vividos como una extensin de la corporeidad humana a travs delos lugares. Michel de Certeau (1996) seala con precisin que el lugar se organiza a partir dela relacin entre el lugar de donde se sale (un origen) y el no lugar que produce (una manerade pasar). La experiencia del vagabundeo nos dice este autor multiplica y rene laciudad, haciendo de ella una inmensa experiencia social de privacin de lugar (p. 116).

    De esta forma, si el espacio urbano no es vivido en plenitud por el ser humano (habitado,existencializado), la ciudad puede convertirse, en algunos de sus mbitos o en la totalidad desus espacios, en un no lugar, en una yuxtaposicin de sitios annimos, deshumanizados, enverdaderos guetos urbanos. Esto tambin sucede, dice de Certeau, en muchas de nuestrasciudades, al vivir fsica o externamente en ellas pero sin llegar a hacerlo de la manera propiahabitando en un lugar vivir en las ciudades sintindonos y buscando integrarnos desde elhogar (arquetipo del lugar), pasando por nuestras calles vecinas, el barrio, hasta la ciudad.Haciendo esto se deja de lado ciertas actitudes de escape el vagabundeo que buscan vivirimaginariamente en otros lugares lugares soados , o simplemente no viviendo sinarraigarse en el lugar los mbitos cotidianos como parte expandida del espacio mas personaldel hogar.

    En este sentido, es importante sealar que la existencia de lugares en la ciudad permite al serhumano arraigarse, al poder contar con espacios pensados (proyectados) y construidos a sumedida. En estos mbitos es posible existencializarla vida de la persona al configurarse comolugares antropolgicos, sugiere Marc Aug (2004). Si un lugar puede ser un sito con identidad,relacional e histrico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni comorelacional ni como histrico, define un no lugar, explica este autor (p. 83). Asimismo, sealaque los no lugaresson la medida de nuestra poca; medida cuantificable que se podra tomaradicionando, despus de hacer algunas conversiones entre superficie, volumen y distancia, lasvas areas, ferroviarias, y toda una multiplicidad de mbitos que van entretejiendo unacompleja red de cables o sin hilos, que producen una comunicacin contacto tan extraaque nos acercapero que no nos comunica al individuo ms que con otra imagen de smismo (pp. 84-85).

    El citado autor comenta adems que los no lugares se caracterizan por una multiplicidad de

    rasgos tpicos de la cultura actual; uno de ellos la trasgresin de la palabra a travs del usoambiguo que se hace de ella. Podra decirse que si la palabra es al lugar lo que la actividadhumana es al espacio cuando es vivido, la trasgresin del significado, generador de no lugar,ms que desarrollar espacios existenciales (mbitos en donde el ser humano pudiese arraigar)genera sitios annimos en donde la preponderancia de los desplazamientos personas,mercancas e informaciones slo adquieren sentido en el puro trnsito y en la velocidad. Enestos mbitos, el espacio que se construye no es un sistema, una relacin de lugares, sino msbien sitios testimonios de flujos, o ms bien, no lugares convertidos en espacios de flujos.

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    Sin embargo, un lugar se caracteriza por ser mbito con significado, por tener un sentidoinscripto, por poseer un carcter simblico, y adems por haber sido puesto en accin esesentido inscripto, explica Aug. Por el contrario, el no lugar se identifica por ser un espacio

    exclusivamente simbolizado. En mbitos con estas caractersticas lo que prevalece otrorasgo particular de los no lugares es la soledad despersonificada en conexin silenciosa (losespacios de los aeropuertos, de las autopistas, de los centros comerciales, etc.). Todo locontrario ocurre en los lugares en donde es posible generar recorridos, itinerarios, pocossujetos a los horarios precisos y estrictos, tanto de salida como de llegada. A diferencia deesto, en un no lugarreina la actualidad y la vigencia del tiempo presente; un tiempo que tiendea la bsqueda de lo instantneo. En estos sitios se vive en el presente, dice Aug, y continaexplicando que en estos mbitos el espacio parece como si estuviese atrapado por el tiempo,como si no hubiera otra historia ms que las noticias del da o de la vspera, como si cadahistoria individual agotara sus motivos, sus palabras y sus imgenes en el stockinagotable deuna inacabable historia en el presente (pp. 107-108). De este modo, el tiempo en el espacio delos flujos, es decir, en los no lugares, a diferencia del tiempo existencializado en el espacio(vivido en un lugar), no es un tiempo vivencial, sino ms bien un tiempo cosificado.

    Todo esto, nos hace pensar en la necesidad imperiosa de contar con verdaderos lugaresen lasciudades que mitiguen la existencia de tiempos y espacios de anonimato e incomunicacinpropios de los no lugares. Puede resultar conveniente recordar que, la presencia de lugarespermite al ser humano vivir con plenitud, ejerciendo el acto de habitar, pues, a diferencia delmero alojamiento sicosomtico de los animales, el ser humano es slo quien habita, tal comocomenta el filsofo Caturelli: para el hombre y slo para el hombre, ser es habitar. Acto elde habitar que ha de proyectarse desde el interior de la persona en armona consigomismo hacia el espacio cotidiano de la casa, de aquella porcin de ciudad ms vivida poruno, en definitiva, de la ciudad donde uno vive. Por todos estos motivos, parece oportuno dirigir

    nuestros esfuerzos a crear urbes que puedan ser concebidas y vividas como extensionesconstruidas de nuestro cuerpo, como verdaderos lugares-hogares, en donde pueda serposible habitar. Si esto es as, entonces la persona podr humanizarseno slo a nivel materialsino sobre todo lograr anmicamente desarrollarse con plenitud.

    3. La arquitectura y el arquitecto: su responsabilidad profesional

    El arquitecto tiene la posibilidad de ejercitar una virtud prcticaa travs de la creacin de unproyecto, explica Muntaola (2001). Asimismo, l sigue diciendo que a lo largo del ejercicioproyectual lo que debe hacer el arquitecto, ejercitando su tica, es crear un modelo a partir de

    prever la forma fsica (sin ser el constructor), el uso social (sin ser el usuario) y la esttica ysignificado cultural de la obra (ciudad o edificio) sin poder verla nunca acabada (p. 116).Adems, este autor seala que la actividad del arquitecto es compartida por el pedagogo y ellegislador. Todos, constructores de un proyecto social, edifican el futuro de una sociedad. Ellegislador estableciendo leyes, el pedagogo formando a la persona y el arquitecto dando forma,a travs del proyecto arquitectnico, a la interaccin (a la comunicacin) social de unacomunidad.

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    Resulta muy significativa la relacin descrita con tanto acierto por Aristteles al comparar elacto arquitectnico de proyectar la ciudad con el que posee el legislador al prever el futurodesde el propio proyecto. En este sentido, buena parte de la labor profesional del arquitecto, de

    su sentido y finalidad, depende de la visin social y cultural, de la educacin que lpromueve, a travs del proyecto arquitectnico. Muntaola explica que el equilibrio emotivo-racional, artstico-cientfico, social-fsico, etc. (todo habla de procesos sostenibles) cabevalorarlo como un camino para convivir y para conseguir un medio social y fsico mejor paratodos. Fin homnimo para la pedagoga y la actividad del legislador. Asimismo, subrayaadems que si con el proyecto se consigue favorecer la construccin social y cultural es porquese han podido articular las cualidades individuales del proyecto y la capacidad colectiva derepresentar un dilogo (p. 116).

    As, cuando se proyecta, es decir, cuando se disea sin esa premisa de reconstruir un dilogosocial, la consecuencia es la generacin de unos arquitectos autistas, unos genios solitariosque no se comunican con la sociedad. El citado autor aade, haciendo referencia a Platn, quelas casas escriben las leyes sociales sobre las paredes de nuestras ciudades (p. 116) y, quelos nios podran comprender que el espacio de las urbes y las leyes se encuentran inscritas

    en el lugar1. Por eso, tanto la ciudad como la arquitectura, en cuanto hechos sociales, seencuentran ntimamente unidas a las transformaciones culturales que se van suscitando apartir de los cambios fsicos, ecolgicos histricos Cambios que, por otra parte, deberan setransparentados tanto en las personas como en las formas de la ciudad.

    Tener en cuenta el lugar y su forma como medio capaz de desarrollar la comunicacin humana(la socializacin de una comunidad) nos permite comprender y proyectar el orden social en lamaterialidad del espacio arquitectnico a travs de un dilogo entre la cultura y el proyecto deun lugar desde una virtud prctica arquitectnica. Dicho de otro modo, es decir, mediante elejercicio de una moral prctica o virtud sabia en la proyeccin del espacio para vivir, de unlugar hogar, habra que saber en qu consiste el ejercicio de este hbito prctico de laarquitectura a fin de adecuar la enseanza y las prcticas del arquitecto hacia estos objetivos.Muntaola (2000), al hablar sobre la dimensin tica de la topognesis, explica la moral comoarquitectura del pensamiento aristotlico e insiste que tanto la tica como la poltica son partesde una misma realidad, pues ambas necesitan para su ejercicio de lo moral.

    Asimismo, este autor insiste en todo un debate sobre la arquitectura como prctica de unavirtud-sabiaque posee enormes repersecuciones. Por una parte, aquella se encuentra llamadaa construir lugares ms all de una corriente estilstica imperante en la arquitectura o de unestilo en particular. De este modo, nos dice el autor, el proyecto tico de Aristteles acaba con

    un paradigma arquitectnico: la suma virtud y sabidura se dan en un saber comportarsearquitectnico, es decir, en un saber comportarse que es capaz de reflexionar sobre elpasado y el presente, conformando un futuro mejor para todos. Y esto es precisamente lo quese necesita para prever el futuro de una ciudad en la cual todos vivan con comodidad, belleza yseguridad (p. 67). En definitiva, la creacin o la aproximacin, siempre dinmica y permanente

    1 Muntaola (2003) explica, hablando del concepto de transparencia en la arquitectura, que el ser humano necesitaparticipar desde el proyecto, y ms aun, en la vivencia del espacio a partir de un equilibrio entre sensacin yconocimiento (p. 37-38). Tensin que el filsofo griego Platn la denominaba con el trmino Khra; una fuerza quepodra decirse es el principio del mundo. Adems, en otro escrito sobre Educacin y arquitectura: el proyecto comoestmulo para la inteligencia Muntaola (2004) sostiene que la Khra se estableces como base del espacio y lugarhumano, articula el cosmos con la historia, la naturaleza biolgica con la naturaleza social (p. 116).

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    del desarrollo de unos espacios para vivir, necesita no slo de las leyes inmutables de laspiedras del hacer arquitectnico, sino tambin de la practica tica desde la formulacin del lasleyes por parte del legislador.

    A la labor del arquitecto y legislador se sigue la necesaria e irremplazable tarea delprofesor (del pedagogo), formador de la persona desde la ms temprana edad, hasta laeducacin de arquitectos llamados a ser y, por tanto a estar capacitados para resolver lacomplejidad del lugar indagando en la complejidad del propio ser humano y en el contextodonde la persona vive. Finalmente, Muntaola (2001) subraya la necesidad de educar en laarquitecturaintegrando el espacio y el tiempo con todas las otras disciplinas, haciendo quetodas sean cualitativamente arquitectnicas, es decir: ticas. Paradojas de la historia, pero noabsurdidades; la arquitectura, piedra de toque de la tica, es justamente, hoy, uno de loscampos ms claros de la especulacin, el poder de mafias duras y puras y el campo de batallade la violencia por un lugar para vivir (p. 120).

    Conclusiones

    A modo de conclusin, parece oportuno subrayar que la actividad profesional del arquitecto (suresponsabilidad profesional) debera estar orientada a la construccin de lugares a medida delser humano; un tipo de construccin que contemplara as las necesidades humanas desde unenfoque global. Dicho esto de otro modo: lo realmente importante no es slo orientar laactividad arquitectnica a la resolucin de aspectos funcionales y utilitarios, sino tambin a lacreacin de mbitos capaces de sensibilizara las personas a travs de formas espaciales queexpresen la armona, la belleza... Para lograr este cometido, habra de esforzarse en captar las

    razones del lugar (la historia que lo envuelve, su cultura, sus valores simblicos, etc.)buscando para ello situarse en la mentalidad viva del usuario en su tarea proyectiva yconstructiva.

    Esta creacin del lugar que el arquitecto busca hacer, intentando colocarse en el lugar de quienlo va a vivir, nos hace pensar en la responsabilidad de ste a la hora de preservar, renovar ocrear las condiciones ptimas que permitan el desarrollo del habitar humano. Creacin querecuerda tambin el valor del lugar como puenteentre la historia y el ser humano, vlida para elespacio singular de la vivienda, para los sitios dedicados a las actividades laborales o para elespacio pblico de la ciudad. Al hilo de este pensamiento, el arquitecto debera, ya desde elproyecto, ejercer su tica, creando un modeloque prevea la forma fsica del espacio sin ser l

    su constructor, indagando el uso social que se le dar al lugar, sin que como arquitecto sea elpropio usuario, desarrollando una esttica a partir de incorporar significado cultural a la obra(edilicia o ciudadana), aun en el caso de que no la vea terminada.

    Asimismo, habra de tenerse en cuenta que uno de los inconvenientes ms importantes conque se enfrentan los arquitectos, mayoritariamente dedicados al proyecto, es su escasaimplicacin a la hora de crear ciudad. En efecto, la construccin de la ciudad est en manosde promotores, especuladores inmobiliarios, etc. Sin embargo, la falta de un planteamientoterico claro que oriente el proyecto arquitectnico, el insuficiente trabajo multidisciplinar en elcampo de la arquitectura y el urbanismo, y la escasa integracin de la gestin del urbanismo,

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    tiene como resultado distintos tipos de actuaciones urbanas que no logran constituir un todounitario; es decir, da lugar a actuaciones que no favorecen la creacin de ciudad. Se entiendeas que la actividad del arquitecto quede actualmente recluida, en el mejor de los casos, a

    actuaciones particulares a travs de la realizacin de proyectos puntuales.

    Finalmente, convendra sealar nuevamente, en cuanto a la responsabilidad profesional delarquitecto, que sta no slo debera restringirse a los lmites que una ley o normativa prescribe.Ciertamente, nada de lo expuesto anteriormente puede resultar posible si el arquitecto no llegaa asumir, a nivel de conciencia y sensibilidad, una teora del lugar como la que se ha intentadoesbozar en este artculo. Adems, es necesario y urgente que el arquitecto reasuma su lugaren la sociedad atendiendo a varias razones. Entre ellas recordamos aqu tres. La primera esque el arquitecto, desde el proyecto y la construccin ms discreta, debe sentirse constructorde ciudad, en vez de un simple tecncrata. La segunda razn a tener en cuenta es que elarquitecto ha de saber captar las razones del lugar (la historia envolvente, su cultura, susvalores simblicos, etc.), intentando para ello situarse en la mentalidad viva del usuario alacometer su tarea proyectiva y constructiva del espacio construido, sea ste singular ocolectivo-ciudadano. La tercera razn se dirige a concienciar al arquitecto a cambiar dementalidad; experimentar una formacin y transformacin permanente. Cambio que ha deempezar desde la propia preparacin del arquitecto, en las escuelas superiores de arquitecturauniversitarias, as como tambin a los Colegios Profesionales de Arquitectura. Sin esamentalidad slidamente conformada, lo ms usual que puede esperarse del arquitecto es quese limite a proyectar y a realizar con eficacia construcciones firmes, tiles, e incluso atractivas.

    A la luz de todos estos comentarios, la tarea del arquitecto se perfila ms interesante yresponsable: su actividad consiste ahora, tanto a nivel edilicio como urbano, en crearverdaderos lugaresa la medida del ser humano, dirigiendo los esfuerzos a la construccin de

    espacios y temporalidades que humanicen a las personas construyendo ciudad.

  • 8/3/2019 La Ciudad Como Lugar

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    ACE Vol.1, nm. 3, febrero 2007 | LA CIUDAD COMO LUGAR.

    Jos Mara Silvestre Geuna

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