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e LA EDUCACIÓN EN TENERIFE DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN (S. XVIII): ENTRE EL ESTATISMO MEDIEVAL Y EL PSEUDORREFORMISMO BORBÓNICO MANUEL FERRAZ LORENZO () RESUMEN. El trabajo que presentamos trata de investigar, analizar e interpretar los entresijos de la sociedad tinerfeña durante el siglo xviii, con especial énfasis en las propuestas de tipo escolar a favor de la instrucción y de la cultura ilustradas. Tras el desarrollo del mismo, hemos podido comprobar cómo las pautas educativas teoriza- das y establecidas poco tuvieron que ver con aquella idea ampliamente expresada, re- lativa al desinterés y altruismo públicos. Tampoco se convirtieron —ni lo pretendie- ron— en mecanismo de desgaste social del sistema estamental y de su red de privilegios, sino que desempeñaron el papel de anclaje en el emergente juego político y las nuevas normas y valores propios de la mentalidad finisecular del setecientos. Desde dichas escuelas, creadas y tuteladas por la Real Sociedad Económica de Ami- gos del País en el municipio de La Laguna, el rearme ideológico fue más propicio, si cabe, para hacer llegar a todos los sectores sociales la política despótica y realenga del momento. Tenerife, como «isla adyacente», se convirtió también en un eslabón más de aquella cadena de endeble y efímero reformismo dieciochesco. ABSTRACT. This work tries to investigate, analyze and interpret the ins and outs of Tenerife's society during the 1 e Century. We put the emphasis, particularly, in school proposals in favour of erudite education and culture. After developing chis work, we have realized that the theorized and established educational model had li- ttle to do with that widely expressed idea relating to unselfishness and altruism. Ir neither became —flor pretended to be— a mechanism for the social decline of the class system and its net of privileges; otherwise, it undertook a role of anchorage in the emerging political game and the new rules and values coherent with the mentality of turn of the century. From these schools created and supervised by the «Real Sociedad Económica de Amigos del País» in the municipal area of La Laguna, the ideological recharging was more likely, if anything, to introduce the despotic and monarchical politics of the moment to all the social strata. Tenerife as an adjacent is- land became as well one more link of that chain of weak and ephemeral eighteenth century reformism. (*) Universidad de La Laguna. Revista de Educación, núm. 331 (2003), pp. 265-285 265 Fecha de entrada: 19-11-2001 Fecha de aceptación: 11 - 02 - 2002

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eLA EDUCACIÓN EN TENERIFE DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN (S. XVIII):

ENTRE EL ESTATISMO MEDIEVAL Y EL PSEUDORREFORMISMO BORBÓNICO

MANUEL FERRAZ LORENZO ()

RESUMEN. El trabajo que presentamos trata de investigar, analizar e interpretar losentresijos de la sociedad tinerfeña durante el siglo xviii, con especial énfasis en laspropuestas de tipo escolar a favor de la instrucción y de la cultura ilustradas. Tras eldesarrollo del mismo, hemos podido comprobar cómo las pautas educativas teoriza-das y establecidas poco tuvieron que ver con aquella idea ampliamente expresada, re-lativa al desinterés y altruismo públicos. Tampoco se convirtieron —ni lo pretendie-ron— en mecanismo de desgaste social del sistema estamental y de su red deprivilegios, sino que desempeñaron el papel de anclaje en el emergente juego políticoy las nuevas normas y valores propios de la mentalidad finisecular del setecientos.Desde dichas escuelas, creadas y tuteladas por la Real Sociedad Económica de Ami-gos del País en el municipio de La Laguna, el rearme ideológico fue más propicio, sicabe, para hacer llegar a todos los sectores sociales la política despótica y realenga delmomento. Tenerife, como «isla adyacente», se convirtió también en un eslabón másde aquella cadena de endeble y efímero reformismo dieciochesco.

ABSTRACT. This work tries to investigate, analyze and interpret the ins and outs ofTenerife's society during the 1 e Century. We put the emphasis, particularly, inschool proposals in favour of erudite education and culture. After developing chiswork, we have realized that the theorized and established educational model had li-ttle to do with that widely expressed idea relating to unselfishness and altruism. Irneither became —flor pretended to be— a mechanism for the social decline of the classsystem and its net of privileges; otherwise, it undertook a role of anchorage in theemerging political game and the new rules and values coherent with the mentality ofturn of the century. From these schools created and supervised by the «RealSociedad Económica de Amigos del País» in the municipal area of La Laguna, theideological recharging was more likely, if anything, to introduce the despotic andmonarchical politics of the moment to all the social strata. Tenerife as an adjacent is-land became as well one more link of that chain of weak and ephemeral eighteenthcentury reformism.

(*) Universidad de La Laguna.

Revista de Educación, núm. 331 (2003), pp. 265-285 265Fecha de entrada: 19-11-2001 Fecha de aceptación: 11 -02 -2002

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El examen en romance del sistema cartesiano y Philosofia Cor-puscular y los argumentos contra él, confieso que me agradan, por-que no son materias éstas para entregar al vulgo de seculares y degentes inconsideradas para que los traten y registren con ojos queno penetren en las sutilezas dogmáticas y escolásticas y de ello re-sulta más bien daño que provecho [J. Yo no sé en qué siglo hemosnacido de gente tan Incrédula y arrojada.

(M. Fernández Sidrón, 1735).

El que conoce la gran necesidad que tenemos de maestros hábi-les, capaces de enseñar a leer y escribir bien e imagina que ésta sepodría remediar introduciendo en el Pafs una nueva orden reli-giosa, es fértil en recursos; pero quizás no es muy político, ni en-tiende los verdaderos intereses de la Patria. Tenerife no se hallaciertamente en estado de hacer unos esfuerzos tan gravosos, queacaso haría saltar en pedazos el resorte tan sobrenatural que sos-tiene el demasiado peso que la oprime. Así, dejándonos de ideas,verdaderamente magnificas, pero buenas para otros siglos, tenga-mos la prudencia de pensar en el asunto con más economía y me-nos entusiasmo.

(J. de Viera y Clavijo, 1764').

Como se sabe, el siglo xvut se inicia en elEstado español con el cambio de dinas-tía protagonizado por los Borbones, encuya vara de mando se mantienen demanera inalterable las estructuras delAntiguo Régimen, como consecuenciadel enorme poder acumulado en manosde nobleza e iglesia y de la incapacidadmostrada por la incipiente burguesíapara aliarse con el pueblo o atraérselosocialmente con el fin de hacer valer sudespuntante capacidad hegemónica. Enluear de atacar los fundamentos de laaristocracia y del clero, como sucedió enla mayor parte de los Estados europeos

más proclives a modificar sus respectivasestructuras sociales de carácter feudal,los representantes económicos y las au-toridades políticas optaron por pactaracuerdos que frenaran el desarrollo delcapitalismo en emergencia, dando ori-gen a lo que en el siglo )(IX se convertiríaen una cómoda y deseable relación oli-gárquica entre nobleza y burguesía2.

Esta política de marcado carácter es-tamental, agravada aún más si cabe en elArchipiélaeo al incorporarse tardíamentey en condiciones desventajosas a la mo-dernidad, determinó el secular estanca-miento de la mayor parte de los sectores

(1) Para el tema que se trata se recomiendan los siguientes libros: A.-M. Bernal: «Canarias y su historia:la obra singular de Viera y Clavijo», en VV.AA.: Sena Gratulatoria in honorem Juan Regulo Pérez. Vol. III, Univer-sidad de La Laguna, 1987, pp. 257-265. J. de Viera y Clavijo: El Sindico Personero General. Obra patriótica, es-crita periódicamente en la Ciudad de La Laguna. Edición, estudio introductorio y notas de O. Negrfn Fajardo.Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas, 1994.

(2) De un modo tan gráfico e irónico lo ha expresado Eduardo Fioravanti: «Como toda hija "mal naci-da'', la oligarquía española es el fruto de un adulterio secular entre los aristócratas parasitarios y una burguesíamercantil y financiera. Sin embargo, la cita para ese coito histórico se frustró en el siglo XVIII, ya que la noblezafeudal, temerosa de perder sus privilegios y rasgar sus vestiduras, alargó su supremacía absoluta hasta bien entra-do el Monthly Review, diciembre de 1978 y enero de 1979, vol. 2, núms. 5/6, p. 3.

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de la población, que apenas notaron dife-rencias en las miserables condiciones devida económicas y sociales sufridas enton-ces con respecto a las sufridas por sus máslejanos antepasados. Tengamos presenteque la recuperación económica de las Islashabía tenido lugar a lo largo del siglo xviidebido a la venta de malvasía al extranjero(sobre todo a Inglaterra); pero a finales dedicha centuria y a lo largo de casi todo elsiglo )(vili dicho modelo mostró los sínto-mas de una grave recesión determinadapor la incapacidad de los caldos canariosde competir con la creciente oferta viníco-la lusitana y peninsular. La crisis fue muysevera y sólo cambió a finales del setecien-tos al aparecer un nuevo producto, la ba-rrilla, adquirida por la industria textilamericana y europea con intención de ob-tener sosa natural destinada a la elabora-ción de vidrios y jabones. Durante estaetapa histórica, además, la emigración aAmérica desempeñó un importante papelcomo válvula de escape en el equilibrio so-cial y demográfico; no debemos soslayar lasangría poblacional que para el Archipié-lago tuvo la Real Cédula de 25 de mayo de1678 (y que perduró hasta 1778), común-mente denominada «impuesto de sangre»,por la que cinco familias debían viajar aSanto Domingo, Puerto Rico y demás co-lonias americanas, con la intención de po-blarlas, a cambio de poder exportar 100toneladas de mercancías3.

En este panorama desolador, sólo lasiniciativas de hombres ilustrados en elpoder o próximos a éste marcarían unaparente revulsivo en el devenir de los

acontecimientos políticos y de los proce-sos sociales a finales del dieciocho, aunquenuestro tema de atención sea preferente-mente el educativo y cultural. Antes, sinembargo, debemos valorar lo ocurridodurante la mayor parte del siglo, de acen-drado predominio feudal y de atávicostintes escolásticos en las ideas y en lasprácticas diseñadas en torno a la transmi-sión de los conocimientos y los saberes.

LA EDUCACIÓN DURANTELA LARGA ETAPA ESTAMENTALDIECIOCH ESCA

Como acertadamente ha expuesto el profe-sor M. de Puelles Benítez para el caso delEstado español, «resulta obvio afirmar que,en rigor, no puede hablarse de la existenciade un sistema educativo, en especial por loque respecta a la educación elemental y se-cundaria. La estructura social del siglo xviii[...] es claramente estamental y, por ello, laeducación no puede recibir un tratamientonacional. De hecho, la educación está enmanos de la Iglesia» 4 . En el caso de Cana-rias, esta constatación se hace más evidentepor las limitaciones impuestas por la situa-ción económica vigente, por la despreocu-pación mostrada por los cabildos para con-tratar profesionales que quisieran dedicarsea la enseñanza y por el efecto llamada de lasórdenes religiosas instaladas en las islas (so-bre todo en la de Tenerife) desde comien-zos del siglo xvi, entre cuyas funcionestenían la de impartir sus escasos y sacrosan-tos saberes a la población'.

(3) Vid. A. M. Mutas Hernández: «Canarias en el siglo XVIII: una sociedad en crisis», en R. Fernández(ed.): España en el siglo XVIII. Homenaje a Pierre Vilar. Barcelona, Crítica-Gijalbo, 1985, pp. 413-433; J. Her-nández García: El «tributo de sangre,,. Cinco familias canarias a cambio de cien toneladas de mercancías que se ex-porten a América. Tenerife, Centro de la Cultura Popular Canaria, 1984.

(4) M. de Puelles Benítez: Educación e ideología en la España contemporánea. Barcelona, Editorial Labor,1980, p. 22.

(5) Es necesario especificar que a lo largo del siglo xvn1 hubo en Canarias un total de 45 órdenes religio-sas de hombre, correspondiendo 27 de ellas a Tenerife; le seguía Gran Canaria a mucha distancia con ocho.

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Así pues, hasta finales del siglo xviii, lasprácticas educativas —por llamar así al ruti-narismo memorístico en los contenidos y alautoritarismo disciplinario en las formas— sehabían circunscrito a las escasas escuelasconventuales y parroquiales que, desde la fi-nalización de la conquista y las primeras eta-pas de la colonización, se introdujeron enCanarias para someter a la población y di-fundir las normas, los valores y los compor-tamientos, propios de las formas culturales,políticas y sociales castellanas'. Una educa-ción extremadamente individualista, esco-lástica y dogmática, espiritual y abstracta,que se reducía —según el propio escribanodel Cabildo— a «questiones secas e inútiles»y que, por lo mismo, se mostraba tan ana-crónica y tan escasamente sugerente que«aficionaba poco a los estudiantes». Así seexpresaba el Ayuntamiento a través de susresponsables en súplica al Rey:

... Es cosa triste Señor, que mientras en elglorioso Reynado de V.M. que hará epocaen la Historia de España, se protexen conespecial cuidado las letras, se animan lasArtes, se estiman los Talentos, y se vé ha-cer ä la Razón aquellos grandes progresoscon que se honra la Nacion, y se recientetoda la Monarquía del influxo de un siglocaracterizado con el nombre de Siglo delas luces, y de la humanidad, estén todavíalos fieles vasallos de V.M. en Tenerifetan atrazados, como que carecen de todo

genero de universidad, colegio, seminarioo casa de estudio, y por consiguiente con-denados sus ingenios a la ignorancia, a lainacción y a la falta de ideas justas, sin lasquales no puede ser agradable la sociedad,ni estar floreciente la República'.

Y es que las enseñanzas ofrecidas porlas órdenes religiosas en Canarias fuerondecayendo progresivamente, a pesar, porejemplo, del intento de los agustinos porrenovar sus contenidos y metodologfas tra-yendo a sus mejores maestros de Sevilla yde Baeza. Las rivalidades entre éstos y losdominicos de Las Palmas determinaronque la Universidad que los primeros levan-taron en La Laguna en 1744 a raíz de laBula Aeternae Sapientiae Consilio de Bene-dicto XIV cerrase sus puertas tres arios mástarde, en 1747, como consecuencia de laReal Cédula de Fernando VI dictada el 4 dediciembre. Con esta medida política, secercenaba la posibilidad de ofrecer estudiossuperiores de Gramática, Lógica, Filosofía,Matemáticas, Teología escolástica y moral,Medicina y Derecho civil y canónico en laciudad de La Laguna; a cambio, se adquiríael compromiso de erigir un seminario ecle-siástico bajo la dirección espiritual de losdominicos en Las Palmas8.

No cambiaron las cosas, en lo que acalidad en la enseñanza respecta, con lasprácticas docentes promovidas por losfranciscanos, repletas de dogmatismos

(6) M. Ferraz Lorenzo: «Origen y desarrollo de las modalidades educativas parroquial y conventual enCanarias (s. XVI y )(vil). XIV Coloquio de Historia Canario-Americana. Celebrado en Las Palmas de Gran Cana-ria del 16 al 20 de octubre de 2000. Próxima publicación del Cabildo de Gran Canaria y la Casa de Colón.

(7) Súplica del Ayuntamiento al Rey acerca de la Enseñanza. Firmada en la ciudad de La Laguna, porD. Agustín Gabriel del Castillo Ruiz de Vergara, Lope Antonio de la Guerra y Peña y D. Mateo Fonseca de laSerna, ante D. Gabriel del Alamo y Viera, escribano del Cabildo. 10 de mayo de 1767.

El encabezado rezaba de la siguiente manera: «La Isla de Tenerife, una de las Canarias, recurre a la Piedadde V.M. a exponer, penetrada del mayor respeto, qual es la lastimosa situación en que se halla su literatura porfalta de Maestros habiles, para cultivar los entendimientos en las ciencias mas utiles ala Republica, y ala Iglesia, yla necesidad de que V.M. ponga en ella alguna leve señal de su Real Protección...». Archivo de la Real SociedadEconómica de Amigos del País de Tenerife (de ahora en adelante ARSEAFT), legajo 18.

(8) J. de Viera y Clavijo: Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. La edición original data de1776, la actual de Goya ediciones es de 1982, Santa Cruz de Tenerife, Vol. II, p. 772.

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inquisitoriales y de supercherías fantásti-cas; o las de los jesuitas reservadas a las eli-tes insulares rebosantes de disciplina y téc-nicas mnemónicas. Tampoco losdominicos aportaron novedades dignas deconsideración, a pesar de la reforma queen 1761 introdujeron en algunos de losestudios cursados en los conventos de estaprovincia. Como sabemos, por mandatode su maestro general fray Juan Tomás deBoxadors, se dispuso que en las enseñan-zas de Lógica y de Filosofía no hubiesedictado en las aulas sino que se siguiese elcurso de Goudin, hasta tanto no se publi-cara otro más interesante en el que, al pa-recer, se trabajaba con cierto ahínco.

En los conventos de religiosas —domi-nicas, bernardas, concepcionistas, agusti-nas recoletas y clarisas—, las pautas cultu-rales adquiridas por las niñas fueron aúnmás escasas, elementales y rudimentariasque las obtenidas por los niños en los con-ventos de hombres. En el de las clarisas,por ejemplo, sólo podían ser admitidas ni-ñas menores de seis años para ser educadashasta los siete. A partir de esta edad, úni-camente se les permitía su formación sideseaban ingresar en la clausura como fu-turas pupilas, con el fin de alcanzar el no-viciado; su educación se reducía al conoci-miento de la doctrina católica, alaprendizaje de salmos y misterios y a lapráctica de la vida comunitaria y de lasbuenas costumbresw.

En síntesis, podemos constatar que laenseñanza en estos recintos religiosos dejómucho que desear a aquellos padres o tu-tores que pretendían que sus niños adqui-rieran un conocimiento mínimamentegeneral acorde con las necesidades sociales

de la época. Al parecer, y exceptuando alos agustinos, tampoco las órdenes desti-naban a sus mejores maestros para desem-peñar semejantes ocupaciones, como asílo hacía saber Bartolomé Antonio Mén-dez Montaner en una carta escrita a me-diados de 1775:

En los conventos que hay aquí, por ejemploen los de Santa Cruz, donde hay mas de milniños, sólo hallara Vm. en San Francisco ySanto Domingo, entrambos setenta aochenta niños, hijos de padres que con másconocimientos saben el bien que les hacen,los demás... están vagando por el pueblo y laMarina...; ponen un fraile (como docente) aquien Dios no crio ni para cuidar de frijoles,que mas, para enseñar a los jóvenes, cuyas al-mas necesitan de un Maestro y no de un co-mitre cuya ignorancia auyente a los niñoscon crueles castigos y ponen a los padres ru-dos en la firme resolución de no mandar mása sus hijos, para no verlos martirizados".

Malos y menos maestros, porque a fi-nales de esta centuria (1790) sólo la mitadde los conventos ubicados en Tenerifemantuvieron las actividades relacionadascon la docencia. Así pues, hubo que recu-rrir a los enseñantes pagados —en todo oen parte— por las autoridades insulares,para que el tratamiento dispensado a lacultura tomara nuevos brios. Pero ni si-quiera de este modo se produjo un cam-bio significativo en la concepción que delsaber se tuvo a lo largo de esta época. Vea-mos por qué.

Aunque por acuerdo del Cabildo de1714 se había nombrado maestro de prime-ras letras a Francisco Gutiérrez, cuyo salariono sobrepasó el cahíz y medio de trigo, y

(9) Ibidem, p. 764.(10) Fray D. Inchaurbe: Historia de los conventos de Santa Clara de La Laguna y de San Pedro Apóstol y

San Cristóbal de Garachico. Sevilla, Imprenta de San Antonio, 1937, cap. XVIII, p. 160.(11) Carta dirigida al administrador de Correos de Madrid, Antonio María Martín. Citada por A. Be-

thencourt Massieu: «La enseñanza en Canarias durante el Antiguo Régimen». Lección pronunciada en el actode apertura del Curso académico 1984-85. Centro Asociado de la UNED en Las Palmas, 1985, pp. 16 y 17.

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que a partir de 1725 había sido designadopara el desempeño de las labores docentes elclérigo Domingo Rodríguez con un haberanual de 18 fanegas del mismo cereal, no esmenos cierto que también por acuerdo deesta misma institución pero del año 1767 sesuprimió oficialmente el cargo. El motivoalegado por parte de los responsables políti-cos fue el incumplimiento sistemático de losdocentes con las tareas que se le habían asig-nado, si bien por lo expuesto tendemos apensar que el problema central radicó en lafalta de dotación económica que requeríasemejante servicio social y que estuvo lejosde ser considerado asunto prioritario porparte de las autoridades, ya que nunca esti-maron oportuno desviar fondos de otraspartidas presupuestarias menos imprescin-dibles' 2. 10e ahí que el escribano del Cabildoinsistiese en su súplica al monarca sobre lanecesidad de asignar un fondo financiero—que bien podía ser el procedente de la ex-tinta Compañía de Jesús— para solventareste tipo de problemas.

En todas partes hacen las Matemáticas el fon-do de los verdaderos estudios, por ser ellas queforman el juicio, le dan peso, y lo ponen enestado de saber las cosas con claridad, métodoy precisión; pero en Tenerife, Señor, en don-de se vive de la Navegación, la Agricultura, yel Comercio, y en donde no hay un maestropúblico que enseñe las primeras reglas de laAritmética, ni los elementos de la Geometria,ni los comunes principios de la Nautica, pare-ce indispensable un establecimiento de dichas

ciencias que remedie tales necesidades, y estosolo se puede esperar de la grandeza de unRey sabio que como V.M. desea la felicidadde los Pueblos, quiere que se anime la indus-tria, y procura se destierre la ignorancia, tantocomo la ociosidad...".

En 1767, tras la expulsión de la Com-pañía de Jesús, las críticas vertidas a las en-señanzas impartidas por las órdenes reli-giosas fueron en aumento, por considerarque sus contenidos y metodologías semantenían estancados, cuando no en unindeseable estado de languidez y anacro-nismo, y sin posibilidad de competir conlos maestros y preceptores seglares «quepor oficio e instituto se dedican a la ense-ñanza y procuran acreditarse para atraerlos discípulos y mantener con el productode su trabajo a su familia».

Un ejemplo claro de ello lo tenemos enTegueste, donde el sacristán, D. Juan PérezSánchez, se dedicaba «a enseriar a leer y escri-bir a los muchachos» desde, por lo menos,1787. A sus clases asistían unos 20 alumnosque carecían de todo tipo de medios y mate-riales —tales como cartillas o muestras— paraaprender con un mínimo de aprovechamien-to, por lo que recurría a la Económica paraver si coadyuvaba a remediar tales males'.

Como consecuencia de esta docenciaimpartida por el clero, reducida fundamen-talmente a la enseñanza de la doctrina cris-tiana y, sólo a veces, a la impartición de ele-mentales nociones de lectura y escritura,planteadas «con poca formalidad» (sic)", y

(12) Del siguiente modo valoraba este particular la maestra Elisa Darias: «... Las enseñanzas sostenidaspor el Cabildo de Tenerife, cuya hacienda municipal nunca fue modelo de tales, seguían por la pendiente de lalanguidez con claro perjuicio de la niñez y de la juventud...». E. Darias Montesino: Ojeada histórica sobre la cul-tura en las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife, Librería y tipografía Católica, 1934, p. 57.

(13) Súplica de/Ayuntamiento al Rey...

(14) ARSEAPT, Acta de 14 de enero de 1788.(15) ARSEAPT. RM 130 (20/41), 1776.En 1792, por ejemplo, para reforzar el carácter católico, apostólico y romano de las enseñanzas, el obispo

Antonio Tavira y Almazán (supuestamente jansenista) enviaba una carta pastoral al clero de su diócesis con elsiguiente mensaje: «Para que se logre en todos la completa instrucción que deseamos, y que los que por su estadodeben enseñar y edificar al Pueblo, sepan como es debido, las reglas de la moral Christiana, y quales son las obli-

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dada la finalidad ilustrada consistente en fo-mentar la educación patriótica para conse-guir la prosperidad y la felicidad públicas, enalgunos lugares como La Orotava o SantaCruz se mantuvo la costumbre ancestral deestablecer escuelas particulares sostenidascon las suscripciones económicas de los ve-cinos más pudientes. Esta práctica, ampara-da, defendida y difundida hasta las últimasconsecuencias por parte de los sectores do-minantes, lejos de resolver el problema de laincultura general existente lo incrementóconsiderablemente, al resaltar aún mas lasdiferencias de los grupos que componían laestructura social.

Y ello lo decimos, porque, por ejem-plo, la única escuela de primeras letrassostenida con fondos públicos en La La-guna, ubicada en la casa que había perte-necido a la Compañía de Jesús, se encon-traba en una situación tan «deplorable»,«ruinosa», «lóbrega», «desaseada» (sic) yasistida por una persona tan anciana yenclenque, que incluso el obispo de laDiócesis tras realizarle la visita pertinenteno dudó en exclamar, con cierta resigna-ción, que «a este estado se halla reducidala primera enseñanza de esta Capital deTenerife» 16 . En idéntica situación se ha-llaban los locales destinados a los estu-dios de Gramática.

No más halagüeño era el comentarioexpuesto por Antonio Miguel de los Santos—médico, socio de la Real Sociedad de Cien-cias de Sevilla y, por encima de todo, Sindi-co Personero general de Tenerife— en el Me-morial titulado ,‹Sobre educación de lajuventud en estas Islas», en el que, tratandode elevar el nivel educativo de las jóveneshuérfanas tan numerosas en la Isla, afirma-ba, de manera generalizada, que, «ha l lándo-sela educación de la Juventud en esta Isla enel mayor abandono, debe ser una de las pri-meras miras de este Ilustre Senado el facili-tar los medios de reparar su decadencia17».Pero su propósito no siempre se consiguióen Tenerife y, menos aún, en las demás islasy zonas periféricas. No es de extrañar, portanto, que aparecieran iniciativas privadascomo las expuestas anteriormente y como laideada por Pedro de Sosa para Los Genetosde La Laguna, en 1789, que había traído in-cluso a la maestra desde Gran Canaria paragarantizar el celo y la competencia necesa-rios que la enseñanza de los menores reque-ría. Era una de las escasas propuestas paramitigar lo que el profesor Bethencourt Mas-sieu ha dado en llamar la «infraescolaridad»propia de Canarias, durante el siglo xviii18.

Como vemos, las carencias educativasy, especialmente, la falta de súbditos míni-mamente alfabetos fue tal, que incluso se

gaciones respectivas de su Ministerio, y qual la Santidad de sus funciones, mandamos que en todo Pueblo enque lleguen al número de tres los Eclesiásticos, se tengan Conferencias Eclesiásticas en un día que se fixará decada semana, las quales han de durar por lo menos dos horas, defendiendo cada uno por su turno y antigüedad,sin que se admita excusa ni pretexto, la Conclusion que le toque, y que se haya fixado anticipadamente, procu-rando seguir los Autores de mas sana Moral...». ARSEAPT. RM 116 (20/37).

(16) ARSEAPT. Acta de 10 de mayo de 1788.(17) A.-M. de los Santos: «Sobre educación de la juventud en estas Islas». 1777. Su modelo educativo,

extremadamente utilitario, productivo y servil, se resumía en los siguientes aspectos: «Se las impondría en las la-bores de su sexo en la costura, la plancha, y el servicio de las casas; y tendría el Pueblo la satisfacción de hallar enaquel depósito unas sirvientas bien educadas, christianas, y recogidas, que deberían acomodarse en las casas masdecentes, con intervención del Administrador que se nombrase, con lo que, las que saliesen darían lugar a otras,que de nuevo fuesen entrando al Hospital».

(18) A. Bethencourt Massieu: «La enseñanza en Tenerife en 1790: situación y plan para financiar la do-tación de las escuelas públicas», en Revista de Historia de Canarias. La Ilguna, T. )000/m, núm. 174, Vol. 1,1984-1986, p. 35.

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echó de menos la existencia de una escuelapública en el importante núcleo de pobla-ción de Santa Cruz: ciertamente, en cartaenviada en 1792 por el vicario de esta ciu-dad, Antonio Isidro Toledo, al obispo de laDiócesis de Canarias, Fray Joaquín de He-rrera, se hacía referencia a que no existía «niaun una sola Escuela pública de primerasletras, lo cual es de admirar en un Pueblode bastante vesindario y concurso, pues elque en los dos Conventos que hay de Sto.Domingo y San Francisco se dé Escuela aalgunos Niños es por mera voluntad y depoca atención»'9.

La gravedad de la situación no pare-ció cambiar, habida cuenta de que en-trado el siglo XIX algún que otro testa-mento, como el otorgado en San Juande la Rambla por el capitán de miliciasManuel Vicente Alonso del Castillo, re-flejaba en sus cláusulas la necesidad dedestinar parte de la fortuna a perpetuarun maestro, con el fin de que pudieraeducar a los jóvenes

y fomentar dicha instrucción, estando cier-to de que si no se verifica llegaría el caso deno encontrarse en dicho lugar una personaque pueda ser Alcalde, Diputado, Persone-ro, y fiel de fechos, por no saber leer y escri-bir, y lo que es más, no estar instruidos enDoctrina Christiana; al paso que no habrá.Ministros que sirvan el Altar por falta de

medios para mandar los niños a otrospueblos donde hay escuelas públicas para suenseñanza".

No parecía una petición descabella-da, pues, la expuesta por el escribano delCabildo, sino, en todo caso, tardía y untanto desvaída, si tenemos presente quela población de la Isla era mayoritaria-mente joven y requería de elementos pro-pios para su aprendizaje, y para su inser-ción en el inestable y quebradizo marcode relaciones ocupacionales de la época.Así es, Tenerife, que a finales del si-glo XVIII poseía un censo de población dealrededor de 62.000 personas, contabacon un tercio, esto es, con algo más de20.000 personas, que no habían cumpli-do los 16 arios. Lo curioso es destacarque, de éstos, tan sólo 73 casos aparecíanincluidos en la estadística como estu-diantes, y en ninguno de los empleoscontemplados aparecía la profesión demaestro de primeras letras, de licenciadoen Filosofía o Teología o de preceptor deGramáticam . Se sentaban las bases, portanto, para promover de forma inmedia-ta los estudios que la Isla requería a travésde las políticas generales y las estrategiasparticulares diseñadas por la Real Socie-dad Económica de Amigos del País deTenerife.

(19) Documento fechado en Santa Cruz de Tenerife el 2 de junio de 1792. Citado por S. Padrón Acos-ta: «Apuntes históricos sobre la Parroquia Matriz. La enseñanza en Santa Cruz en 1792 '>, en La Tarde, Tenerife,21 de febrero de 1945. La cursiva es nuestra.

Era frecuente encontrarse familias que, para no someter a sus hijos a un aprendizaje sistemático y rigurosoque les restara tiempo para dedicar al trabajo productivo, los sacaban de los escasos centros públicos y los envia-ban a las escuelas conventuales «porque mientras el Padre está en el coro o embarazado en sus diferentes ocupa-ciones tienen este rato más de divertimiento y muchos más asuetos y vacaciones...». Informe firmado en La La-guna por Nicolás de Amaral, el 30 de junio de 1801. ARSEAPT. Legajo 18.

(20) ARSEAPT. RM 130 (20/41), 1816.(21) No sabemos si en realidad no los había, o es que no los recogía la estadística; lo que sí parece claro es

que estaban peor valorados —o al menos importaban menos de cara al cómputo global de profesiones— que loscuras, sacristanes, abogados, escribanos, jornaleros, comerciantes, militares, criados, etc. Vid. Instituto Nacio-nal de Estadistica: Censo de 1787 «Floridablanca». Provincia de Santa Cruz de Tenerife, edición facsímil, Ma-drid, 1986, p. 543.

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LA EDUCACIÓN DURANTELA EFÍMERA ETAPAESTAMENTAL ILUSTRADA

Una de las actividades prioritarias y, sin te-mor a equivocarnos, una de las más emble-máticas, debatidas y controvertidas porparte de la RSEAPT fue la relacionada con latransmisión de determinados conocimien-tos y saberes, considerados útiles, prácticosy eficaces, en el emergente marco de rela-ciones sociales, comerciales y artesanalesqiue conformaron la segunda mitad del si-

fago xvill. En dicha iniciativa, la Económicaunera sólo imitaba los modelos previa-

mente elaborados por otras Sociedades eu-ropeas o españolas", que tan sólo algunosmeses antes habían propuesto en sus res-pectivas juntas favorecer un mayor augeeducativo e instructivo, como medio máseficaz de «adelantar cuanto pudiera concer-nir al bien común» y de apartar a los jóve-nes «de los desórdenes que la ociosidadtraería consigo». Así pues, intentando bus-car la adecuada utilidad que requería laeducación y la conveniente docilidad queconvenía a los educandos 23 a través del au-xilio de un Estado menos providencial ymás proveedor e intervencionista que el de

épocas anteriores, se pretendía impulsar eldesarrollo de industrias y oficios que reem-plazaran los quehaceres arcaicos y estérilesde antaño, para situarlos al servicio del in-cipiente proceso de despegue económicoque demandaban los sectores de la aristo-cracia reformista de la Isla. Tengamos pre-sente que, en este sentido, ya se había ma-nifestado desde 1775 Pedro Rodríguez deCarnpomanes, al considerar más oportunala creación, desarrollo y enseñanza de todolo concerniente a las agujas de coser, que latan comentada, seguida y defendida lógicaaristotélica".

A continuación veremos cuál fue el ni-vel de los debates suscitados y de las gestio-nes realizadas por los miembros de la So-ciedad Económica para contribuir aldesarrollo de las letras, de las ciencias y dela industria en la Isla de Tenerife, intentan-do comprobar, también, cómo se concre-taron tales iniciativas con el establecimien-to de sus particulares escuelas patrióticas.

PROYECTOS Y REALIZACIONESDE LA RSEAF'T

Al margen de las propuestas elaboradas porlos miembros de la Tertulia de Nava en la

(22) Sin remontarnos a los precedentes europeos de Bretaña, Berna, París, Dublín, etc., la de Tenerifeocupaba cronológicamente el puesto 19 de las 96 Sociedades Económicas que presentaron su solicitud de ins-cripción entre 1763 y 1805. Algunas de las creadas con cierta anticipación y que sirvieron de modelo a las res-tantes establecidas en el Estado, fueron, por ejemplo, la Bascongada, la Matritense o la Sevillana. Para su estudiopueden consultarse los siguientes trabajos monográficos: M. T. Recarte Barriola: Ilustración vasca y renovacióneducativa: La Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Ed. Publicaciones Universidad Pontificia de Sala-manca y Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, 1990; 0. Negrin Fajardo: Ilustración y Educación.La Sociedad Económica Matritense. Madrid, Editora Nacional, 1984; y M.' C. Calderón España: La Real Socie-dad Económica Sevillana de Amigos de/País: su proyección educativa (1775-1900). Universidad de Sevilla, 1993.

(23) Los adjetivos «útil» y «dócil» ya han sido ampliamente analizados por la profesora Julia Varela, enun excelente trabajo sobre esta temática. Cfr. J. Varela: «La Educación Ilustrada o como fabricar sujetos dócilesy útiles», en vv.AA: La Educación en la Ilustración Española. Revista de Educación. Madrid, Ministerio de Educa-ción y Ciencia, 1988, pp. 245-274.

(24) Discurso sobre la educación popular de los artesanos y su fomento. Madrid, p. 35. Citado por J. Sa-rrailh: La España Ilustrada de la segunda mitad del siglo xvni. Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1985 (laprimera edición en francés data de 1954), p. 186; y, también, por Gonzalo Anes: El Antiguo Régimen: Los Bor-bones. Madrid, Alianza Universidad, 1979, pp. 450-451.

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ciudad de La Laguna durante la década delos sesenta, en donde el tema educativo —ensentido amplio y en su versión más secula-rizadora, abanderada por el clérigo e histo-riador J. de Viera y Clavijo— tuvo un carác-ter preponderante, la primera referenciaque debemos apuntar como aportaciónpor parte de la RSEAPT estuvo recogida ensus propios estatutos fundacionales redac-tados en 1777 y publicados en Madrid dosaños después25 . En efecto, ya en el título I,punto VI, se hacía una mención especial alos profesores, a los que a partir de entoncesse les excluía de pagar la cuota de cuatropesos anuales «en consideración a sus me-nores fondos, y a la necesidad de sus luces yexperiencias para cumplir debidamente elInstituto». Era la primera mención realiza-da a los docentes «sobresalientes» (sic), alos que, por cierto, se les equiparaba a losreligiosos de las órdenes regulares, valorán-dolos positivamente no por su estatus eco-nómico, ni siquiera por su origen o reputa-ción social ni gracia divina, sino por suacreditación académica y profesional.

De manera más explícita se hacía ho-nor a la labor educativa en el título XIV,dedicado en exclusiva a las escuelas. Si-guiendo con la idea expresada en las pági-nas anteriores de favorecer la industria ylos oficios, contenida originariamente enel Discurso sobre el fomento de la industriapopular de 1774 y en el Discurso sobre laeducación popular de los artesanos y su fo-mento de 1775, ambos del polifacéticoCampomanes, se recogía en la letra de losestatutos la necesidad de crear Escuelas

Patrióticas, donde, ademas de impulsar laeducación e instrucción de la juventud, seimpartieran conocimientos de Maquina,Dibujo, hilazas y principios matemáticos.Era la plasmación sobre el papel y para elcaso de Tenerife del desideratum expresa-do por el Fiscal del Consejo de Castillapara todo el reino.

MODELO EDUCATIVO PARA EL APRENDIZAJE

DE LOS NOBLES

Aunque la Sociedad Económica, como severá más adelante, se propuso dotar de es-cuelas algunos de los barrios más pobres deLa Laguna, para evitar los vicios, la ociosi-dad y la disolución, esto es, «la irreligión, labarbarie y el desorden (...) de quienes secrían sin más ley que sus pasiones», el pun-to de mira en materia educativa y culturalsiempre fue puesto en el refinamiento dehábitos y conductas, considerados como lamáxima expresión de la elegancia, la com-postura, las buenas maneras, la etiqueta yel ceremonial de la elite económica e ilus-trada que frecuentaba sus salones. Así sedesprende de las actas de las juntas que, ennumerosas ocasiones, abordaban esta te-mática y que vienen a corroborar las pala-bras de George Rudé, cuando afirmabaque la Ilustración —a pesar de ser siempreun fenómeno urbano— no acogió a los po-bres urbanos26.

Estimando que la Sociedad Económi-ca debía promover la educación de la no-bleza, el amor al rey y a la patria formandobuenos socios que conservaran el decoro

(25) Cfr. Estatutos de la Sociedad Económica de los Amigos del Pays de la ciudad de S. Cristo val de La Lagu-na, capital de la Isla de Tenerife, una de las Canarias, con Real aprobación y agregación a la de Madrid. Madrid,Imprenta de Blas Román, año MDCCLXXIX.

(26) «... La Ilustración —expresaba— fue siempre en gran medida un fenómeno urbano (incluso en Fran-cia, los pueblos se vieron afectados de manera marginal); pero había importantes obstáculos que impedían quelas ideas llegaran a los pobres urbanos: entre otros, el precio de los libros, el analfabetismo, la hostilidad de laIglesia y la mala disposición de los aristócratas y de los ricos a dejar que los plebeyos compartieran el lujo de laimpiedad, o incluso que adquirieran una instrucción no derivada de la Biblia...». George Rudé: Europa en el si-glo XVIII. La aristocracia y el desafio burgués. Madrid, Alianza Universidad, 1978, p. 209.

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que les era debido por su sangre, susmiembros decidieron seguir el ejemplo delas Sociedades Bascongada, Valenciana,de la Vera y Tudelana, y elaboraron un re-glamento que definía las líneas de actua-ción y el grado de compromiso de los edu-candos que a sus propias escuelasconcurrirían. Así pues, en el acta de 28 deseptiembre de 1782, rubricada por dos desus más destacados miembros27 , se expo-nía el reglamento que contemplaba estetipo de actividades a realizar.

Para empezar, sólo podían ser acepta-dos los hijos (varones) de los socios de laEconómica o de aquéllos que, aunque nolo fueran, formaran parte de las familiasde mayor distinción y se consideraran no-bles por notoriedad. La edad para ser ad-mitidos estaba comprendida entre los 7 ylos 16 arios y debían saber, como requisitoprevio, doctrina cristiana y leer para con-tinuar sus estudios de Latinidad. Además,su padre (en singular) se comprometía acomprarle los libros que la Sociedad le in-dicara, a sujetarle a las reglas contenidasen el reglamanto y a vestirlo «en quantosea posible de generos de la tierra y que eltal Niño manifieste buenas disposicionesy docilidad para aprender».

La solicitud de entrada y su posterioraceptación formaban parte de un ritual se-lectivo que debía garantizar la pureza delpretendiente. En este sentido, el directorestaba obligado a «informarse secretamen-te de las circunstancias del Niño, y sus pa-dres (en plural), de su docilidad y disposi-ción para aprender». Como vemos, debíaquedar asegurado el respeto al reglamentoy a sus compañeros, y, una vez demostra-das estas cualidades, debía redactar, pre-vio permiso de su padre, la solicitud de

entrada que sería convenientemente ad-juntada a la fe de bautismo. Tras esteformalismo, su candidatura era votadapor todos los miembros de la Junta.

Si el pretendiente era admitido, comoparecía lógico, tenía la obligación de escribira los demás alumnos «participandoles ser sucompañero, y el día en que deberá ir a la So-ciedad». Durante esta sesión, se mantendríade pie y sería presentado por el socio comi-sionado, que era el miembro elegido por laEconómica para que velara por el aprove-chamiento y adelantamiento de los niños,haciendo un seguimiento de su desarrolloeducativo, bien en la escuela o en su casaparticular, y examinándoles de los temas ex-puestos por el maestro con especial énfasisen el amor que debían tributar al rey y a lapatria. Después de oír al secretario y directorde la Sociedad, y una vez prometido su aca-tamiento al reglamento, estaba obligado aabrazar a todos sus compañeros en serial deamistad y unión.

Los alumnos debían ir uniformadosy, cuando demostraran su merecimientoa través de la realización de un trabajopresentado el solemne día de la fiesta delRey, debían llevar también una medalla oescudo de plata pendiente de una cintablanca (como referencia a la isla de Niva-ria) con algunas inscripciones alusivas ala Sociedad tinerfeña. El trabajo o exa-men debía versar sobre catecismo, orto-grafía, aritmética, gramática española,oración en español o en latín, cosmogra-fía, geometría, dibujo y matemática. Unavez obtenida la medalla, era obligatorioponérsela siempre que concurrieran a laSociedad, debiendo sentarse por estrictoorden de antigüedad en la adquisición dela misma28 . Sólo al cumplir los 16 años

(27) Nos referimos a D. Lope Antonio de la Guerra y Peña, regidor perpetuo de Tenerife, y a D. Gui-llermo Domingo Vandenheede, capitán de cazadores del regimiento de Güímar. Ambos habían formado partede la Sociedad desde sus inicios en 1777.

(28) El criterio de la antigüedad fue el más destacado de cuantos se crearon por parte de la RsEAPT paradiferenciar y clasificar a los alumnos que asistían a la escuela. Siempre los recién llegados debían plegarse a las

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debían dejarla para uso de otros alum-nos, ya que ellos pasaban a formar partede la Económica como socios contribu-yentes.

Los días de las grandes funciones ves-tirían el uniforme de la sociedad bascon-gada (enteramente azul con cuello carmesíy botones de metal dorados). Además,tendrían un día al año para disfrutar de losjuegos y de la diversión pero, eso sf, siem-pre que tuvieran «algún objeto y fin ho-nesto y útil» y que fueran previamentepactados con los maestros. El someti-miento y control ejercidos sobre los alum-nos era pleno por parte de los docentes, delos socios comisionados o de los alumnosmayores (llamados así a los que poseíanmayor antigüedad) como se infiere de éstay de otras iniciativas que expondremos acontinuación, y que constatan la idea deque la difusión de la cultura debía hacersedesde el poder como dispensador y orien-tador de la misma, desterrando cualquieratisbo de espontaneidad o improvisacióninfantil.

En el caso de que el alumno no respe-tara los preceptos del reglamento o nocumpliese con las tareas encomendadas,seria reprendido hasta que depusiera suactitud «y de no conocerse enmienda seborrará al incorregible del catálogo de losAlumnos; pues debiendo poner este cuer-po el mayor cuidado en que sus indivi-duos se porten con probidad, honor y de-coro conviene apartar de la comunicaciónde sus alumnos todo exemplo pernicioso».

Por contra, la Sociedad dispondría depremios «cuyo fin es sacar vasallos utiles, ycuidadosos, que sirvan al Rey, y a la Patriacon instruccion, amor, honor y modalesde persona bien criada, de suerte que se

pueda verificar el: virtute insignis et arte».Un libro y una espada se convertirían en ladivisa de la sociedad, además de las meda-llas que para dicha ocasión, y previa con-vocatoria anual, se tenía previsto conce-der. Entre los autores más destacados delos libros que contenían las vitrinas de laEconómica, es preciso citar a Platón, Ci-cerón (del cual se poseían casi todas susobras), Quintiliano, Tácito, Virgilio, TitoLivio, Suetonio, Horacio, Terencio, Eras-mo, Fleury y Tomás de Iriarte.

Éstas eran, a grandes rasgos, las carac-terísticas del proyecto diseñado por losmiembros de la Sociedad Económica paracontribuir a la grandeza que el país reque-ría desde el ámbito de la educación y lasbuenas costumbres de la nobleza. Unasprácticas orientadas al refinamiento dehábitos, al acatamiento de las decisionesadoptadas por la autoridad civil y religiosay, sobre todo, al respeto más absoluto porla figura del monarca considerado santo yseña del sentir patriótico del país, debíanquedar plasmadas en el plan .de estudiosde la Económica lagunera 29 . De estemodo, se fomentaba la «educación públi-ca» desde el poder, sin cercenar, ni siquie-ra refrenar o mermar en lo más mínimo, laactividad privada convertida en piedra an-gular de cualquier tipo de actividad die-ciochesca también en territorio insular.

Insertos en la misma red de privile-gios, de retóricos procederes y estilísticoscomportamientos, habría que hablar delintento de creación del Seminario de No-bles que, a imitación de lo ocurrido enotras ciudades peninsulares, se quisofomentar en la Isla. Así es, al igual queaconteció en Madrid, Valencia o 'Vergara,también en Tenerife se cursó la orden al

decisiones de aquéllos que se consideraban veteranos, de tal modo que incluso esta practica se recogió en el ar-

ticulo 13 del reglamento.

(29) Incluso, como nos recuerda Sarrailh, más que emplear el adjetivo «patriótico» para hacer referenciaal rey, habría que utilizar el de «patriotero» por su especial auxilio de la moral y la religión en su versión más sim-ple y reduccionista. Vid. J. Sarrailh: La España Ilustrada de la segunda mitad de/siglo XVIII..., p. 381.

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comandante general para que, con ayudade dos personas del Ayuntamiento y otrasdos de la Sociedad Económica, se buscarael emplazamiento más idóneo donde pu-diera establecerse un «Seminario para laNobleza y gentes acomodadas de esasYslas» 3°. Del mismo modo, debían bus-carse los medios para organizar las ense-ñanzas, el número de alumnos que pudie-ran ser admitidos, la cuantía de la pensiónque estaban obligados a satisfacer anual-mente, el salario de Maestros y criados, losmuebles indispensables para semejanteactividad, etc.

Pero la realidad social peninsular, almenos en las grandes ciudades, distaba deser la misma que la del Archipiélago, yaquellas enseñanzas para selectos y refina-dos sectores basadas en el aprendizaje de lasprimeras letras, la Gramática y Ortografíacastellanas, Gramática Latina, Retórica,Poética, Lógica, Matemáticas, Dibujo y Fí-sica experimental, no caló en un contextocomo el insular en el que, según palabrasdel profesor A. Macías, «es durante el si-glo xvin cuando se alcanzan las mayores co-tas de miseria y tensión social» 31 . No perda-mos de vista, además, que sólo dos ariosdespués muere el monarca reformista y alario siguiente se inicia la toma del poder enla Francia revolucionaria por parte de laburguesía; ante semejantes circunstancias

no convenía, pues, que la nobleza despun-tara al margen de otros sectores socialescomo había ocurrido hasta entonces. Dehecho, el único seminario que se creó eneste período fue el Conciliar fundado enLas Palmas y destinado a la preparación delclero secular, como compensación de la de-saparecida universidad agustiniana ubica-da en La Laguna en 1744, tal y como he-mos expuesto en las páginas precedentes32.

Por todo lo que llevamos visto, cuan-do los novadores canarios —si se nos permi-te la expresión"— deciden arbitrar las me-didas oportunas para fomentar laeducación útil a la sociedad, de carácterintegrador y armonizador, no pueden de-jar de lado los rudimentos culturales delos sectores más humildes y recelosos delos barrios laguneros y santacruceros.

MODELO EDUCATIVO PARA EL APRENDIZAJEDE LOS POBRES

En efecto, cinco arios después de haberseiniciado las practicas educativas con desti-no a los niños nobles, considerados futu-ros soportes del poder hegemónico insu-lar, también se establecen escuelas para losalumnos pobres como ejercicio de acepta-ción, adaptación y sometimiento respectode los principios y controles dimanados

(30) Real Orden solicitando informes para el establecimiento de un Seminario de Nobles. Madrid, 4 demayo de 1786.

(31) A. M. Macfas Hernández; M. Ojeda Cabrera: Carlos II I y Canarias. Legislación ilustrada y sociedadisleña. Tenerife, Fundación Insides -CajaCanarias, 1988, Introducción, p. )00CVI.

(32) J. A. Infantes Florido: Un seminario de su siglo: entre la Inquisición y las luces. Las Palmas de GranCanaria, El Museo de Canarias, 1977.

(33) Los novadores, estricto sensu, eran hombres de variada procedencia que querían renovar el decaídopanorama intelectual del siglo xvm español. Según Antonio Domínguez, no fueron muchos, ni podemos califi-carlos de geniales; sin embargo, escribieron una página interesante de la historia de nuestro pensamiento. Sinellos, continúa, no hubiera sido posible la posterior generación de ilustrados. A. Domínguez Ortiz: Sociedad yEstado en el siglo XVIII español. Barcelona, Ariel, 1976, p. 110.

En Canarias, este término se justifica por sf mismo, ya que la auténtica reforma ilustrada, al menos desdeuna óptica educativa que trata de hacer converger y de ponderar los aspectos cuantitativos con los cualitativos,no tuvo lugar durante el siglo xvm, ni siquiera en la primera mitad del xix, sino de manera intermitente y efíme-ra a partir de 1868.

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por la autoridad, con la finalidad de crearun nuevo tipo de hombre acorde con laetapa histórica ilustrada y, por encima detodo, despótica, del momento.

De hecho, en los premios que conce-día anualmente la Económica podemoscomprobar cómo en la convocatoria de1786, junto a las distinciones otorgadas aquien propusiese los medios más fáciles ypracticables para el aumento y provechode la pesca de sama en las Islas, a quienrealizara la lista más exacta de los frutos ymanufacturas comerciables, a quien pre-sentase tres cuartillos de aceite ole granillade uva por procedimientos artesanalespropios o a quien hiciese mayor númerode taburetes de paja a imitación de los quese importaban, también se especificaba ladotación de una medalla ó 200 reales «alque discurriere el modo más fácil y practi-cable de establecer en todos los Pueblos dela Isla, escuelas en que se enseñe con for-malidad y aprovechamiento el Catecismo,y a leer, escribir y contat»34.

La respuesta dada a este particulardebió ser nula o poco convincente", por-que escasos meses después, y sin que sehiciera referencia a ningún premio otor-gado, fue el vicedirector de la Económi-ca, D. Santiago Francisco Eduardo,quien realmente propuso —pese a la esca-sez de fondos económicos, como asimis-mo refería— la creación de cuatro escuelasno en los lugares más alejados de la geo-grafía insular, ni siquiera en las áreasmarginales de importantes zonas urbanasde la Isla, sino en la periferia del principalnúcleo poblacional de Tenerife, que eraLa Laguna.

Muchas veces y por mucho tiempo he con-siderado con reflexión el abandono en quese expone a los jóvenes en todos los barriosde esta Ciudad, que distan de su centro, yqué remedio se podría aplicar a tan perni-cioso descuido; que presisamente propa-gandose y transmitiéndose sucesivamente,es una carrera la mas corta para la irreligión,la barbarie y el desorden de la República ydel estado; no pudiendo esperarse por lo re-gular otras resultas de quien se crie sin másley que sus pasiones, y sin otro destino quela ociosidad, madre de los vicios, y origende la disolución...36.

Reprochando que fueran los padreslos responsables de los «exambres de ni-ños» que desde los tres a los siete añosdeambulaban por las calles «para sacudir-se del peso que le hacen dentro de lacasa», realizaba una propuesta o proyectode creación de escuelas que, 19 días des-pués, era asumida prácticamente en suintegridad por los miembros de la Socie-dad. La única diferencia digna de señalarconsistía en el aumento de dos escuelaspara ubicar en Santa Cruz, respecto delas cuatro originariamente propuestaspara La Laguna.

Así es, el 27 de enero de 1787, y trasemitir su aceptación los socios y miem-bros de la RSEAPT, se publicaban las Cons-tituciones (especie de reglamento de fun-cionamiento interno del que se editaron200 ejemplares) en las que aparecía el ré-gimen y gobierno de las escuelas de niñosy niñas pobres que se consideraba oportu-no crear en La Laguna, y, después de algu-nas deliberaciones como acabamos de ex-poner, también en la Plaza de Santa

(34) Premios que la Real Sociedad de Amigos de/País desta Isla de Tenerife ofrece en elibio de 1786, p. 5.

(35) Nos aventuramos a hacer esta afirmación, porque la única propuesta sobre un posible plan de ense-ñanza que hemos localizado está sin firmar y sin fechar, y por su contenido parece de años posteriores. Cfr. «Nu-Ilum bonum datum est mentalibus rneliens scientia.» ARSEAPT. Legajo 18.

(36) Proyecto para el establecimiento de Escuelas de la primera y principal instrucción de la Juventud que sepresenta ala R'Sociedad de Amigos del Pais de esta Ysla de Tenerife, por el substituto Director de este Cuerpo. 8 deenero de 1787, ARSF.:APT. Legajo 18.

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Cruz37. En el texto, redactado como desa-rrollo de los Estatutos de 1777 y de la pro-puesta originaria del vicedirector, se esta-blecía la creación de cuatro escuelas oAmigas en los barrios de San Agustín, Ca-lle Empedrada, San Francisco y Tanquede La Laguna, y otras dos —sin especificarubicación— en el Puerto y Plaza e SantaCruz.

La instrucción prevista se reducía alaprendizaje memorístico de la DoctrinaChristiana —lo que demuestra, una vezmás, la enorme influencia y poder que se-guía ostentando el clero a finales del xvmsobre la educación y los comportamientosde sus súbditos 38— y de algunas laborespropias de su sexo, en referencia a las ni-tias 39 . Además, considerados globalmentelos docentes como «expendedores» de losconocimientos que promovían el aca-tamiento a la ley y el respeto al monarca,eran las Amigas —término, por cierto, cu-yas acepciones no siempre fueron posi-tivas40— las encargadas de transmitir los

contenidos formativos que se programa-ban en las escuelas, relativos a la lectura,escritura, caligrafía y cuentas.

Para ser seleccionadas entre las distin-tas candidatas, debían saber leer (y escribirsi fuera posible), hilar, coser y trabajar elpunto de aguja «acompañando certifica-ción de su respectivo Párroco en que cons-te de su buena conducta, y que sabenDoctrina Christiana con aquella inteli-gencia que se necesita para enseñarla a susDiscípulos». La tesorería de la Sociedadremuneraría a cada una de estas mujerescon un sueldo (en teoría) de 225 reales devellón anual, sin menoscabo de las posi-bles gratificaciones que voluntariamentequisieran aportar las educandas, aspectoéste más que improbable dada la condi-ción de pobreza de las mismas.

Una vez creadas y dotadas económi-camente las plazas (en realidad, con lascantidades de 10 reales de plata al mesó 15 pesos anuales, lo que suponía unaauténtica miseria y, por tanto, una gran

(37) Vid. Constituciones formadas por la Real Sociedad de Amigos del Pals de Tenerife, para el régimen y go-bierno de las Escuelas de niños y niñas pobres, que ha determinado establecer en esta Ciudad de La Laguna y Alza deSanta Cruz, por su Acuerdo de 27 de enero de 1787. Con licencia otorgada en La Laguna por Miguel Angel Baz-zanti, impresor de la Real Sociedad. Año de 1787, 8 páginas.

(38) Del siguiente modo expresa el profesor Gonzalo Anes la idea del profundo enraizamiento religioso:«... Como conclusión de todo lo expuesto, se desprende que el clero español constituía, durante el siglo mil, unestamento privilegiado, sin que hubieran mermado, en lo esencial, sus privilegios, tanto por lo débil de las refor-mas «regalistas» en el terreno de la práctica, como por lo inconmovible de la fe religiosa del pueblo...». GonzaloAnes: Op. cit., p. 88.

Esta práctica oficial perduró con altibajos, como todos sabemos, hasta la publicación de la Constituciónrepublicana de diciembre de 1931.

(39) Todo ello se hacía en sintonía con lo expresado en la «Ley sobre establecimiento de escuelas gratui-tas en Madrid para la educación de niñas y su extensión a los demás pueblos». En el artículo V, punto 1, pode-mos leer lo siguiente: «Lo primero que enseñarán las Maestras ä las niñas serán las Oraciones de la iglesia, laDoctrina Christiana por el método del Catecismo, las máximas de pudor y de buenas costumbres, las obligará áque vayan limpias y aseadas á la Escuela, y se mantengan en ella con modestia y quietud». Historia de la Educa-ción en España, Del Despotismo Ilustrado a las Cortes de Cádiz. Vol. I. Madrid, Ministerio de Educación y Cien-cia, 1985, p. 431.

(40) Si nos atenemos a la definición que del mismo da el Nuevo Diccionario de la Lengua Castellana deRosa y Bouret, editado en París a mediados del siglo xix, la Amiga, además de ser la maestra de escuela de niñaso el nombre del establecimiento donde se impartía el conocimiento, también podía significar «manceba, concu-bina, barragana o compañera». En el Maestro, los matices definitorios cambiaban radicalmente: «El hombreque enseña alguna ciencia o algún arte, el sujeto práctico, perito o inteligente en alguna materia, o que la manejacon habilidad y soltura o desembarazo».

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desconsideración hacia quienes se dedi-caban a estas actividades), la Económicasolfa colocar edictos en las plazas públi-cas con el fin de dar a conocer y, porende, de contratar a aquellas mujeres debuenas costumbres que quisieran optar alos respectivos puestos de trabajo. Habi-tualmente, pues como ya hemos adelan-tado algunas no sabían escribir, era elcura párroco de su barrio el que, ademásde acreditarlas para el empleo, exaltabasus virtudes morales, eclesiásticas y pro-fesionales. Veamos un ejemplo:

El beneficiado de la Iglesia de la Con-cepción en La Llguna, en la linea de lo quevenían haciendo compañeros suyos deotras parroquias, realizó el siguiente infor-me o memorial de una de las candidatas:

Certifico que Josefa García y Mesa destadohonesto vecina desta ciudad y feligresía enla calle a espaldas al convento de PadresAgustinos. Ha vivido y vive con recogi-miento y buenas notas de su conducta; queestá informada en la Doctrina Christiana yse ha exercitado en la escuela a las Niñas yNiños de corta edad yen la labor de sus ma-nos: lo que me consta y es notorio por loque doy este atestado a pedimento suyo ypara los efectos que le convengan41.

Otras veces, era la misma aspirante—extremadamente necesitada de unoscuantos reales de vellón para poder dar decomer a su familia— quien se dirigía a laSociedad, enviando el certificado del pá-rroco y una especie de currículum en elque exponía sus habilidades para regentarel cargo'''.

A partir de entonces, y una vez selec-cionadas las candidatas por parte de la So-ciedad, comenzaban a desempeñar sus ta-reas como docentes. A fecha de 29 deoctubre de 1787, las cinco escuelas crea-das en La Laguna (una más de lo previstoestablecida en el barrio de San Juan, acambio, suponemos, de no haberse creadoninguna en la Plaza y Puerto de SantaCruz)" contaban con sus correspondien-tes Amigas y atendían a un total de 234menores (159 niñas y75 niños) compren-didos entre los 3 y 13 arios de edad. La es-cuela más numerosa, según hemos podidocomprobar, fue la de la Calle Empedrada,cuya responsable era Luisa García de laCueva, a la que asistían con bastante irre-gularidad 50 niñas y 26 niños. La de me-nor asistencia, al menos durante estos pri-meros arios de actividad, fue la del Barriode San Francisco, a cargo de Antonia Rita

(41) ARSEAPT. Legajo 18, documento fechado en la ciudad de La Laguna a 16 de febrero de 1787.

(42) «Ana Medina, viuda, vecina de esta ciudad (...] me presenté a mi respectivo párroco y obtuve el cer-tificado que presento debiendo yo añadir que ademas de saber leer, hilar, coser y el punto de media, se tambiencortar ropa de Hombres y Mugeres y escribir alguna cosa, como se ve por la firma que es de mi puño, y preten-diendo una de las quatro Escuelas o Amigas de esta capital para la enseñanza de Niños y Niñas de ella a que esreducido dicho Edicto.

A V.S. suplico rendidamente se sirva atender a esta mi representación y proveerme de una de dichas Escue-las...».

Curiosamente, esta mujer que llegaría a ser la Amiga del Barrio de El Tanque, y su compañera María de Je-sús, que desempeñaría la docencia en el Barrio de San Francisco, terminarían abandonando sus respectivos car-gos por no reportarles ganancias suficientes para poder sobrevivir. Quizás este sea el motivo que justifique laexistencia de sólo tres escuelas de niñas en 1792. Vid. Actas de la RSEAPT, de 22 de octubre y 20 de noviembrede 1790. Legajo 18.

(43) Aunque a principios de 1787 se mantenían las cuatro escuelas, como apunta Romeu, a partir de oc-tubre de ese mismo año ya se hace referencia a la creación de cinco centros ya la contratación de sus respectivasAmigas. Vid. E. Romeu Palazuelos: La Económica a través de sus Actas. Años 1776 a 1800. La Laguna, Publica-ciones de la RSEM, 1970, p. 66; y A. Cioranescu: Historia de Santa Cruz de Tenerifr. Tomo II, Santa Cruz de Te-nerife, CajaCanarias, 1998, p. 517.

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de Casares, que contaba con ocho niñas yseis niños".

De estos menores, sólo muy pocos sepresentaban a los exámenes previstos porla Económica para acreditarles los conoci-mientos aprendidos, por las reiteradas au-sencias que mantenían durante el curso yel bajo nivel adquirido. Ello nos lleva apensar que la gran mayoría sólo aprendía arezar y, además, en el caso de las niñas, acoser e hilar, despreciando, como habíaocurrido hasta entonces, los rudimentosde la lectura, la escritura y las cuentas, porser contemplados conocimientos innece-sarios y un tanto accesorios en la forma-ción de vasallos prácticos, útiles y, no nosolvidemos, también felices y obedientes.

Cualquiera de las Amigas estaba obli-e gada a admitir en su escuela a todos los ni-

ños y niñas pobres de su barrio y, a losque, no siéndolo, quisieran entrar en lasmismas a recibir la educación «correspon-diente a su sexo». En el contenido referidoa la Doctrina Cristiana, lo más destacadofue el aprendizaje de los ejercicios de pie-dad y religión, puesto que, según se espe-cificaba, «en las escuelas de los países cató-licos es imprescindible el enlace de estosexercicios con las demás instrucciones dela industria y artes». Todas las clases de-bían comenzar con el Alabado, PadreNuestro, Ave María y Credo, dichos envoz alta por alguna niña y repetidos portodos los demás; la finalización era pareci-da: Salve, Actos de fe, Esperanza, Caridady Alabado, con guía y repetición como a laentrada. Estas actividades debían ir acom-pañadas, según los días de la semana, deejercicios de catecismo, letanía, doctrina,

etc. Además de estos preceptos dogmáti-cos, se iniciaba a niños y niñas en lalectura y sólo a las segundas en labores ehilado o punto de aguja, cuidando escru-pulosamente de que no usaran la saliva.

Entre los libros más empleados para laadquisición de los conocimientos, estabanLa ortográfia de la Academia y el Arte deEscribir de Palomares, que, si bien habíansido solicitados desde enero de 1780, llega-rían a la Económica a lo largo del verano de1782. Una década después, el socio de mé-rito de la Económica Bascongada, Josephde Castro, regalaría a la Sociedad tinerfeñael Arte de Escribir del abate Domingo Ser-vidori, Prevenciones dirigidas a los Maestrossobre el método de enseñar el conocimiento delas letras y su unión en Albas y dicciones, Elcompendio del arte de escribir por reglas y sinmuestras, seis cartillas o silabarios y algunaslecciones de Aritmética". A pesar de la im-portancia que suponía contar con estos tra-tados y manuales para avanzar en el apren-dizaje escolar, algunos de los modelosprevistos para que los niños copiaran y me-joraran así su caligrafía dan cuenta de lacarga moral que, a finales de siglo y en ple-no apogeo de ideas ilustradas, se les queríatransmitir: «Nunca te juntes con los malosporque serás otro tal; acompariate con losbuenos para ser como ellos; según fuera tuvida sera tu muerte»; o, esta otra: «Las ver-dades de la Fe, muy amado hijo, son algu-nas veses agradables al Espiritu humano;no solamente por que Dios las ha reveladoy las propone por su Yglesia sino porquequadran a nuestro gusto y las penetramosbien, las entendemos facilmente y son con-formes a nuestras inclinaciones... »46.

(44) Las tres restantes se repartían del siguiente modo: María Marrero, maestra del Barrio de San Juan,contaba con 52 niñas y 20 niños; Josefa García de Mesa, docente del barrio de San Agustín, tenía a su cargo 24niñas y 11 niños, y Juana Remedios, amiga de El Tanque, era responsable de 25 niñas y 12 niños. Las cifrasofrecidas, no obstante, hay que tomarlas con mucho cuidado y en sentido indicativo, pues en numerosas ocasio-nes se contraponen a otras que hemos considerado menos veraces. ARSEAPT. Legajo 18.

(45) ARSEAPT. Tomo 16 (22/16). 1 de noviembre de 1793.(46) La primera no tiene fecha, la segunda data del 25 de octubre de 1788. ARSEAPT. Libro 19.

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Si bien se descartaba el rieor y la dure-za como métodos de adquisición del co-nocimiento para evitar que las escuelas seconvirtieran en «casas de suplicio» (sic),estaba permitido el uso de la palmetacomo instrumento corrector. Por si fuerapoco, la vigilancia ye! control debían estarsiempre presentes para garantizar el pro-greso que experimentaban los alumnos;veamos el siguiente comentario: «Nuncaserá demasiada la vigilancia de las Maes-tras para que se observe toda modestia, ycortesanía en el tratamiento entre las dis-cípulas, moderación de palabra, y com-postura del cuerpo; haciendo guardar elorden de colocación y de silencio corres-pondiente, a fin de que se acostumbren alpudor y ocupación en la edad mas adelan-tada».

Junto a las Amigas, debían velar por elprogreso de las enseñanzas —como hom-bres de confianza de la Sociedad Económi-ca— los Socios Curadores, que en algunoscasos desempeñaban el papel de mecenas alsufragar los gastos de la escuela que tuvie-ron a su calvo; su función consistía básica-mente en distribuir los catecismos y carti-llas, fijar sobre una tablilla los cantos de Fe,Esperanza y Caridad, visitar un par de ve-ces a la semana y en días indeterminadoslos locales donde se impartía la enseñanza,velar el cumplimiento de las maestras y laasistencia de los discípulos, y «las causasque puedan influir en la falta de adelanta-miento, dando cuenta a la Sociedad de loque observaren, para que ponga remedio,si es posible». En alguna ocasión, incluso,se negaron a pagar a las docentes por consi-derar que éstas no cumplían correctamentecon el trabajo asignado.

Con respecto a los exámenes, debe-mos señalar que era una práctica habitualsometer a los alumnos a una serie de ejer-cicios para fomentar «la emulación y, por

consiguiente, sus adelantamientos». Notodos eran evaluados por los miembros dela Económica, como ya hemos expuesto,sino aquéllos que habían evidenciado antesus maestras y socios curadores haber ad-quirido los conocimientos oportunos. Dehecho, ni siquiera una cuarta parte de losalumnos solía asistir a estas pruebas, pre-vistas tanto para los menores de las escue-las de primeras letras como para los alum-nos que cursaban estudios de Gramática.Los primeros debían superar unos ejerci-cios relativos a la realización de obras demano (coser, bordar, etc.), doctrina cris-tiana, lectura, escritura y cuentas; cadaalumno o alumna, no obstante, se presen-taba a la prueba específica de aquelloscontenidos que más dominaba para tenermás probabilidades de sobresalir en ella.Mientras, los alumnos de Gramática sesometían a lecturas y traducciones de tex-tos en Latín. Los que demostraban sabermás, respondiendo de memoria y correc-tamente a los ejercicios expuestos, eranpremiados periódicamente y, con caráctersolemne y boato ceremonial, el día delRey.

Además de estos galardones, como es-tímulo a la aplicación de los menores enun contexto económico y social en el quepasar hambre era algo habitual y observarla «plaga» de mendigos que vagaban porlos pueblos no parecía sorprender a nadie,también estuvo previsto que los socios cu-radores invirtieran algunos maravedíes enfrutas de temporada para regalar a los ni-ños. Por su labor ejemplar y dedicación ala escuela, las Amigas podrían ser igual-mente gratificadas o premiadas según lasConstituciones.

Se desprende de los documentos con-sultados que las escuelas tuvieron conti-nuidad y, así, a partir de 1790, por Provi-sión del Supremo Consejo de Castilla, se

(47) Vid. ARSEAPT. Acta de 9 de noviembre de 1793.

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aprobaba el acuerdo adoptado por elAyuntamiento de la Isla con fecha de 3 dejunio de 1788, por el cual la asignación desalarios de los maestros de Primeras Le-tras, ayudantes, y maestros de Latinidadrecata sobre los fondos de sus propios.Esta medida alivió considerablemente lasituación económica por la que pasaba elproblema de la enseñanza en la Isla, comoformalmente hicieron saber sus miembrosal obispo de Canarias, Antonio de la Pla-za, en agradecimiento a su especial preo-cupación por este particular y a las gestio-nes encaminadas a su resolución".

Sin embargo, lejos de lo previsto ycoincidiendo poco más o menos con laemblemática fecha de la muerte de CarlosIII, el número de escuelas y alumnos ten-dió a la baja; si nos atenemos a los comen-tarios e informaciones que aparecen en lasactas y en los escritos de los socios y res-ponsables de la Sociedad, podemos cons-tatar cómo en 1792 sólo se contabilizantres escuelas de Amigas: la del barrio deSan Agustín, calle Herradores y calle de laRosada; como compensación aparecen,por primera vez, dos de maestros «creadasa solicitud de esta Sociedad Patriótica»49.Otros datos, que constatan este retroceso,indican que en 1795 los discípulos de pri-meras letras que asistían a las escuelas nosuperaban la cifra de 106, y los de Latini-dad apenas llegaban a 54. A finales de si-glo, la Económica casi no se reunía para

debatir los problemas económicos, socia-les y educativos que con tanto ahíncohabía abordado algunos arios antes, lo quedenota el escaso seguimiento realizado alas escuelas, a los docentes y a los alumnos.

Para mediados del siglo xix, la asisten-cia fue todavía más reducida como conse-cuencia de la política estatal de creaciónde escuelas públicas y el declive por el queatravesó esta institución. De hecho, en1849, a dos de las escuelas —ya que no apa-recen datos de ninguna otra— sólo asistíanuna docena de niños por maestras°. Cua-tro arios más tarde, la amiga CandelariaFonseca de Navarro remitía un escrito a laSociedad en el que exponía el cierre de suestablecimiento ante la falta de alumnas,por la competencia y ventajas de otroscentros «no en artes de mano, ni en leer yescribir», sino porque las admitían sintanta formalidad, «a fisca» y, además, des-calzas". Así fueron languideciendo, pro-gresivamente, los apoyos de la SociedadEconómica a la educación, sin que, porotra parte, se volviera a hablar de la necesi-dad de crear escuelas de Marinería, Pilota-je y Dibujo, como en los estatutos y pri-meros documentos se expresaba s '. Lomismo ocurrió con la creación de los estu-dios de las Matemáticas y, sobre todo, conlas escuelas de hilazas que estaban previs-tas establecerse «para ocupar todo el mu-gerío ocioso que hay» (sic), y que sólo to-maron impulso en los arios 20 del siglo xix

(48) La carta de agradecimiento estaba firmada por el Marqués de Villanueva del Prado, D. Lorenzo deMontemayor y D. Juan García Cocho de Iriarte el 6 de julio de 1790. La respuesta del Obispo de Canarias esta-ba rubricada en fecha de 9 de agosto del mismo ario. ARSEAPT. Legajo 18.

(49) Sus maestros fueron Manuel de Losada y Gerónimo Rodríguez. Con destino a la escuela de niñospobres de este último, y con fecha de 30 de mayo de 1792, la Económica había donado 11 ejemplares de la obraParábolas moralizadas.

(50) ARSEAPT. Legajo 19, noviembre de 1849.(51) Ibidem, 15 de octubre de 1853.(52) Debemos precisar que la Escuela de Pilotaje y Marinería concitó grandes debates a comienzo de la

década de los ochenta; véase, si no, el acta de 28 de mayo de 1781. Con respecto a la «Academia de Dibujo»(sic), digamos que no sólo se creó, sino que se dotó de mesas y velones para su alumbrado; sin embargo, talesafanes en los comienzos (1787) se tornaron en decadencia y ocaso pocos años después.

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pese a la insistencia con que fueron conce-bidas desde 1777.

CONCLUSIONES:DEL DESPOTISMO PARA TODOS,A LA ILUS I RACIÓN DE UNOS CUANTOS

Al margen del debate suscitado desde hacealgunas décadas en torno a si hubo Ilustra-ción o sólo ilustrados en España y, por de-rivación, en Canarias 53 , sería injusto y ca-rente de rigor no reconocer la ingentelabor educativa que —pese a sus «limitacio-nes presupuestarias» y a su enorme sentircomo sector dominante y minoritario—desarrollaron los integrantes ilustrados dela RSEAP de Tenerife en el último cuartodel siglo XVIII, para fomentar el aprendiza-je de las ciencias, de las artes y de las letras.Tengamos presente que algunos arios mastarde, concretamente en 1804, sólo exis-tían seis escuelas públicas en todo elArchipiélago, lo que indica a las claras quefue más importante el esfuerzo realizadopor los miembros de esta Sociedad aristo-crática y patriótica que por las «patrióti-cas» autoridades civiles, militares y religio-sas de entonces que siguieron apegadas ala consigna caduca de frenar la difusión dela cultura y el acceso a la educación. Pero,eso sí, digámoslo de una vez, un esfuerzorealizado con vocación de regular los estu-dios y de mostrar los flancos del saber y de

las nuevas metodologías, para cumplir losobjetivos económicos, políticos y socialesmarcados por el poder; se suponía que ellocoadyuvaría a sanear moralmente la socie-dad en una etapa de cambios ponderadosy limitados, que no debían poner en en-tredicho el predomino jerárquico y esta-mental de antaño.

Sin embargo, además de ser una épocade proyectos y de ilusiones, de retoques yambiciones, ale ilustrados y contrailustra-dos, también lo fue de especulaciones e in-decisiones, de desaciertos y errores, de ma-nejos y colusiones. Observemos que lacentralización dominante durante el reina-do de los Borbones, que favoreció el arrai-go nacionalista y progresista al mermar loscontrastes regionales, también determinóprofundamente el ejercicio normalizadorde la razón de Estado, del regalismo a ul-tranza y de la «doctrina oficial» 54 . Y, desdeestas atalayas reformistas y revisionistas, elrearme ideológico se propició para hacerllegar a todos los rincones la voluntad real yfomentar, supuestamente, la condescen-dencia y la felicidad públicas. Algo así,como si una cosa determinara directamen-te la otra, sin reparar en las diferencias so-ciales y en los rasgos estructurales marcadospor el sistema de producción.

En estas coordenadas, pues, la educa-ción habría que entenderla no como la-bor altruista y desinteresada, ni, menosaún, como medida de desgaste social del

(53) Debate que en el caso que nos ocupa nos parece irrelevante, aunque tuviera enorme predicamento yjustificación desde la década de los 60. Ver, por ejemplo, J. Vicens Vives: Historia General Moderna. Barcelona,Ed. Montaner y Simón, 1967, T. II, p. 80; para el caso de Canarias, son ilustrativos los siguientes títulos: V.Morales Lezcano: «"La Ilustración" en Canarias», en Anuario de Estudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas,núm. 11, 1965, pp. 103-127; A. M. Mutas Hernández: «Canarias en el siglo XVIII: una sociedad en crisis», enR. Fernández (ed.): Op. cit., pp. 413-433; C. Fraga González: «Los Ilustrados canarios y sus retratos», en VV.AA.:

Homenaje a Carlos 111 Tenerife, Instituto de Estudios Canarios, 1988, pp. 75-106; M. Ledesma Reyes: «Ilus-tración, Despotismo Ilustrado y Educación en Canarias», en Témpora. Pasado y presente de la Educación,núm. 13-14, Universidad de La Laguna, 1989, pp. 77-89; y J. M. Santana Pérez: Política educativa de Carlos IIIen Canarias. Universidad de La Laguna, 1990; M. Hernández González: La ilustración en Canarias y su proyec-ción en América. Las Palmas, Cabildo Insular de Gran Canaria, Colección guagua, 1993.

(54) Vid. A. Lafuente; J. L. Peset: «Método, educación y felicidad pública», en VV..: La Enciclopedia.Madrid, Cuadernos de Historia 16, 1985, p. 26.

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sistema estamental y de su red de privile-gios, sino como anclaje al emergente jue-go político y a las nuevas normas y valo-res propios de la mentalidad finiseculardel setecientos, que también serán recla-mados por los reformadores liberales delDux a través de principios como centrali-zación, difusión estatal de la enseñanza,secularización, gratuidad y uniformiza-ción.

Tan sólo por eso, creemos, ha merecidola pena rastrear en el pasado para conocer elpunto de inflexión en el que se dio el primerpaso, corto pero firme, para reemplazar laultramontana teología especulativa propia

de las enseñanzas conventuales, por las jan-senistas y útiles luces de la razónprovenientes de las mentalidades másabiertas y preclaras. Una travesía que,como todos sabemos, se retrasó mucho enel tiempo y estuvo plagada de sectarismo,ornato, formalidad y simbolismo, pero quepudo ser recorrida por ilustrados y libre-pensadores para justificar sus propios fines,pese a las altas dosis de injusticia, persecu-ción y violencia social que en determinadosmomentos les tocó sufrir. A ellos y a susproyectos modernizadores (en su vertienteutilitaria, moral y racionalizadora) hemosquerido volver nuestras miradas.

(55) Debemos advertir que, aunque no fuera el caso de la Sociedad Económica Tinerfeña, otras, como lade Las Palmas, llegaron a proponer incluso que se desviaran fondos económicos de los recaudados en los cepillosde las iglesias, para dotar algunas escuelas de primeras letras. Informe de la Económica de Canaria sobre escuelas,1804. Vid., también, A. Bethencourt Massieu: «Política regalista en Canarias. El cierre de los hospicios francis-canos de Guía y La Matanza», en Boletín Millares Carlo. Vol. III, núm. 6, 1982, pp. 459-497.

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