la emocionante historia del colegio prehistórico

8
LA EMOCIONANTE HISTORIA DEL COLEGIO PREHISTÓRICO Amelia Andrés y Dolores Carcelén

Upload: mar-abellan

Post on 28-Mar-2016

212 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

cuento de amelia 2ºA y su mamá

TRANSCRIPT

Page 1: La emocionante historia del colegio prehistórico

LA EMOCIONANTE HISTORIA DEL COLEGIO PREHISTÓRICO

Amelia Andrés y Dolores Carcelén

Page 2: La emocionante historia del colegio prehistórico

LA EMOCIONANTE HISTORIA

DEL COLEGIO PREHISTÓRICO

Era un día como otro cualquiera en el

colegio público Reina Sofía. Llegaba con

el tiempo justo, como siempre, cuando sonaba

el timbre y las filas se deshacían rumbo a las clases. Allí estaban todos

animándome ¡Corre Amelia, corre!, decían Mateo, Carmen, Rocío, Ana, Marta

y Vera. Mientras, Juani, con su faldita y sus piernas de quinceañera,

esperaba paciente. Y es que la maestra, cuando llegas por los pelos al

colegio, procura hacer la vista gorda. Manoli, la directora, empezaba a hacer

gestos para que todos entráramos y el conserje, Ramón, pudiera cerrar la

puerta. Y es que el día que nos esperaba no era para dormirse en los

laureles.

Yo no llevaba chándal, ni ninguno de mis amigos. Íbamos preparados

para hacer un viaje en el tiempo, de esos de mentira, claro. Yo llevaba un

vestido de leopardo y un hueso de plástico recogiéndome el pelo. Iba

disfrazada de una mujer de la prehistoria de 7 años, de esas que pintaban

en las paredes de las cuevas las cacerías con sangre y barro. Todo el grupo

iba igual, de una época maravillosa en la que no había que ducharse ni

existían los cepillos de dientes o los del pelo. Hace miles de años, no había

que estudiar matemáticas ni lengua y Mari Pili, Yolanda y Leonor, en lugar de

enseñar religión, música e inglés, explicaban a los niños cómo se quitaban los

piojos, se cazaba a los animales o se buscaba una nueva cueva. Me imagino la

prehistoria como una época salvaje en la que los niños vivían miles de

Page 3: La emocionante historia del colegio prehistórico

aventuras en plena naturaleza, sin coches, sin bolas y sin Nintendo, aunque

también sin palomitas de microondas y sin chuches

de colores. Seguro que era divertidísimo.

……………………………………………………………………………………………………….

Pero volvamos a la realidad. Ya estábamos en clase. Unos disfrazados de

hombres prehistóricos y otros de dinosaurios. Los hombres y estos bichos

enormes no llegaron a convivir, pero a nosotros nos hizo ilusión mezclarnos.

Iban disfrazados hasta los maestros. Don Jesús daba un poco de

miedo porque se había hecho un disfraz de velocirraptor que estaba genial.

No sé por qué motivo el jefe de estudios había elegido un disfraz de un

carnívoro terrorífico y veloz, cuando el que más nos gustaba a todos era el

de diplodocus, que solo comía hojitas y no carne como el de Don Jesús.

Tengo que confesar una cosa. A mí también me gustaban los

carnívoros, como el rex o el velocirraptor. El problema era que mi madre se

había empeñado en que mis amigos y yo iríamos más monos vestidos con

nuestros huesos en la cabeza y las pieles de imitación en el cuerpo. Pero es

que yo odio los vestidos. Como quería que mi madre estuviera contenta, ideé

un plan con mis amigos. Ahorramos un céntimo de allí, un euro de allá y todo

lo que nos daban para chuches lo guardábamos en la hucha de la hermana de

Mario, que, aunque era pequeñaja, guardó el secreto.

Antes de que nos diéramos cuenta, nuestros dientes estaban blancos

y nuestra hucha llena de dinero para comprar cartulinas de colores. El plan

estaba claro. Teníamos que hacer unas caretas terroríficas de

velocirraptores y rex, que dibujaríamos entre Samuel y yo. Mateo tenía que

aprovechar una distracción de sus padres para echarse en la cartera un

puñado de disfraces de dinosaurios que guardaban en la cueva de Chinchilla

desde hacía años.

…………………………………………………………………………………………………………………………………………

Page 4: La emocionante historia del colegio prehistórico

El colegio era una locura. Mientras subíamos a clase, los pasillos estaban

llenos de cromañones y bichos prehistóricos. Un hueso que se caía, un hacha

de piedra por el suelo, las paredes decoradas con dinosaurios y pinturas

rupestres… nadie se iba a dar cuenta del cambio. Cuando por fin llegamos a

clase, el club de los siete puso en marcha el plan.

Juan, que no dudó en ayudarnos, empezó a fingir que le dolía la

barriga y acto seguido nosotros hicimos lo mismo. Juani pensó que otro virus

pululaba por la clase y que si no corríamos al baño aquello iba a empezar a

oler muy mal. Al final, lo conseguimos. Salimos los ocho con nuestras

mochilas y fuimos directos a los servicios. No había moros en la costa. Los

pasillos estaban vacíos y las clases cerradas con los alumnos preparándose

para la gymkana. Pero, qué podíamos hacer. Teníamos que elegir entre el

baño de los chicos y el de las chicas; no podíamos separarnos en esta

aventura. Rocío y Carmen lo tenían claro, no iban a pisar el de los niños. A

Marta y a mí nos daba igual y Mateo decía que en el de las niñas no entraba

ni vivo ni muerto. Menos mal que lo convencimos. Bueno, en realidad es que

Diana apareció de repente gritando que nos escondiéramos, que Juani se

estaba preguntando por qué éramos tan tardones. Sin pensarlo, nos metimos

los nueve en el baño de las chicas; abrimos nuestras carteras y empezamos a

disfrazarnos. El resultado no estuvo mal. No dábamos el miedo que daba Don

Jesús, nos faltaron algunos disfraces, pero estaban chulísimos.

………………………………………………………………………………………………

Cuando llegamos a clase ya estaban todos preparados para salir y habían

acudido los alumnos de Pilar Morón. Aprovechamos la confusión para

colarnos en el mogollón sin que se notara que ahora éramos dinosaurios.

Pronto nos reunimos todos en el patio.

Page 5: La emocionante historia del colegio prehistórico

Decenas de cromañones bailaban en el centro y los dinosaurios

merodeaban en el porche. La verdad es que se notaba que eran caseros,

menos en el caso del traje de Don Jesús. Se sabía que era él por las gafas,

sin embargo, hasta la piel parecía de reptil y algo le estaba pasando en la

miraba. Me pareció ver que sus ojos de volvían amarillos y se lo conté a

Carmen, pero pronto me lo quitó de la cabeza. –Amelia, los dinosaurios no

existen, estará enfermo-

Seguía la música, seguía el baile y todos parecían muy felices, pero

nosotros hicimos un corro y empezamos a susurrar en secreto. Aquello no

era normal. Don Jesús también había crecido y nos miraba como con cara de

hambre. No vamos a negarlo. Teníamos más miedo que vergüenza. El colegio

estaba cerrado a cal y canto y parecía que nadie veía lo que nosotros, que

estábamos pendientes de Don Jesús desde que lo vimos por la mañana.

Movía la cola como un reptil, no como si fuera de trapo. Incluso me pareció

verle una lengua rara, como la del dragón de Komodo que vi una vez en un

documental de la 2. No cabía duda de que algo le había pasado a este

maestro y ya no le quedaba rastro alguno de persona. Teníamos un

velocirraptor entre nosotros y había que cazarlo.

Era el momento de que el club se pusiera a pensar. Primero, con nueve

no teníamos ni para empezar. Debíamos hablar con disimulo con toda la clase

porque la unión hace la fuerza. Mateo y yo decidimos correr hacia la

biblioteca a leer cosas de dinosaurios para ver cómo podíamos cazarlo.

Rocío, Ana y Carmen tendrían que observar a los cromañones y pedirles las

armas que consideraran más efectivas. El resto tendría que ir pasando la

voz de lo que había sucedido para que todos los alumnos tuvieran cuidado

con el velocirraptor.

……………………………………………………………………………………………………………………………………….

Page 6: La emocionante historia del colegio prehistórico

En la biblioteca, Mateo y yo vimos que el velocirraptor, al apoyarse sobre las

dos patas traseras, no tenía muy buen equilibrio. La que pudimos leer,

aunque estábamos nerviosos y muertos de miedo, es que lo mejor sería

hacerlo tropezar y echarnos todos encima para atarlo. Era imprescindible

que el club hubiese hablado con todo el colegio para unirnos en el ataque.

Más tarde, si sobrevivíamos, podríamos ver con detenimiento qué había

pasado con don Jesús ¿Se habría transformado? ¿Se lo habría comido el

velocirraptor? ¡No podía ser verdad lo que estaba pasando!

………………………………………………………………………………………………………………….

Al llegar al patio todos estaban advertidos y preparados, pero Don Jesús

parecía muy nervioso. De hecho, el velocirraptor ya no llevaba ni gafas; no se

parecía en nada a él, ¡era un auténtico carnívoro de la prehistoria! Menos

mal que el arma estaba preparada. Íbamos a utilizar una cuerda con piedras

a los lados que el hermano de Mateo, Nacho, que era más mayor y fuerte

que nosotros, tiraría con fuerza alrededor de las patas.

Actuamos con rapidez porque no sabíamos en qué momento el

dinosaurio iba a empezar a atacar muerto de hambre. En un descuido, Nacho

lanzó con fuerza; se le enredaron las patas, el dinosaurio cayó y todo el

colegio se lanzó sobre él atándolo por todas partes. Cuando todo acabó, el

impresionante reptil parecía una momia.

Los maestros no podían ni hablar del susto, pero Juani reaccionó y nos

dijo que lo subiéramos entre todos al comedor ¡Qué locura! Tendríamos que

llamar a la policía, pero quién se iba a creer que teníamos un dinosaurio

encerrado en el colegio ¡Íbamos a ser noticia de portada de todos los

periódicos; saldríamos en los telediarios y en los informativos de la radio! El

colegio se iba a convertir en un zoo de la prehistoria. Miles de niños de todo

el mundo vendrían a ver al jefe de estudios más raro de la historia…

Page 7: La emocionante historia del colegio prehistórico

…………………………………………………………………………………………………………………………………….

-¡Amelia! ¡Amelia! ¡Despierta!- Cuando mi madre me despertó no me lo podía

creer. Todo había sido un sueño. No había ni club, ni velocirraptor, ni

cromañones, ni nada de nada. Como todas las mañanas, me tomé mi vaso de

leche con una tostada hasta arriba de mermelada de fresa; me lavé los

dientes y la cara; me vestí y emprendí camino hacia el colegio. Era tal la

desilusión, que caminaba como si me pesaran los pies. Había parecido tan

real…

Cuando llegamos al colegio, por los pelos, como siempre, me llamó la

atención una larga cola de gente que daba la vuelta al colegio. -¿Qué pasa?

¿A qué esperan aquí?- preguntaba mi madre. –Hemos venido de todos los

rincones de la provincia para ver al profesor velocirraptor. Dicen que no es

peligroso, que hasta firma autógrafos- Mi madre pensaba que aquello era un

sueño, que no podía ser verdad. Pero dentro del patio me esperaba toda mi

clase guiñándome un ojo. Era tan real como que me chiflan los dinosaurios.

Page 8: La emocionante historia del colegio prehistórico