la familia como factor determinante para la violencia en adolescentes un estudio comunitario
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LA FAMILIA COMO FACTOR DETERMINANTE PARA LA VIOLENCIA EN
ADOLESCENTES: UN ESTUDIO COMUNITARIO
Autores: Adriana Guadalupe Duarte Romero, Mayleth Alejandra Zamora
Echegollen
Institución de Procedencia: Facultad de Psicología, Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla
Palabras clave: Psicología social comunitaria, violencia, consumo de drogas,
adolescencia.
RESUMEN
Introducción: El presente trabajo es una
aproximación a la violencia en la
adolescencia desde la psicología social
comunitaria.
Objetivo: Identificar la percepción social
de la adolescencia y su impacto en la
salud, así como su relación con la
violencia.
Método: Estudio cualitativo en el que se
entrevistaron 6 familias de la comunidad
de San Andrés Azumiatla, Puebla,
pertenecientes al programa Familias
Modelo del CECACVI-BUAP (Centro
Comunitario de Atención a la Vida) con el
fin de conocer su percepción sobre los
aspectos relevantes de la adolescencia,
entre ellos, la salud y la violencia.
Resultados: Las familias consideran que
la rebeldía es una característica inherente
a la adolescencia, perciben a la
drogadicción como un problema de salud
que intensifica la violencia de los jóvenes.
Por otro lado, las familias se consideran
como el eje determinante para que se
presenten estos problemas, y para
revertirlos.
Discusión: La adolescencia suele ser
considerada por el área de la salud, una
etapa de la vida caracterizada por cambios
biológicos. Sin embargo, desde la
perspectiva social y comunitaria, se
explica a partir del cambio de roles y
tareas, por lo cual puede o no presentarse.
En la comunidad de San Andrés
Azumiatla, no tienen claro el concepto de
adolescencia, sin embargo se asocia con
cambios no deseables de conducta, entre
ellos el consumo de drogas, el vandalismo
y la delincuencia.
Conclusiones: Es necesario atender a
este sector de la población, por medio de
talleres orientados a las familias, de
manera que ellas puedan intervenir
oportunamente y evitar dichos problemas.
INTRODUCCIÓN
A pesar de que la Junta Auxiliar de San Andrés Azumiatla se ubica a solamente 20
minutos de la Ciudad de Puebla, sus habitantes consideran que aún están “muy
lejos” de ella. Aunque esta lejanía se entiende en términos físicos de urbanización
(pavimentación, servicio de limpia, drenaje, transporte público, entre otros), al
mismo tiempo, la comunidad identifica muchos de sus problemas como
provenientes de la ciudad: drogadicción, violencia, delincuencia, etcétera.
El presente trabajo es una aproximación al papel que juegan las familias en
la aparición de conductas violentas en los adolescentes de la comunidad de San
Andrés Azumiatla. Los entrevistados consideran que dichas conductas son
causantes de enfermedades, y por lo tanto perciben a los adolescentes como
enfermizos y vulnerables. Por último, se establece una relación entre la violencia y
ciertas características de la comunidad misma, como ubicarse a la periferia de la
Ciudad, ya que se debate constantemente entre lo rural y lo urbano.
OBJETIVOS
Identificar la percepción social de la adolescencia en familias con y sin
adolescentes de la comunidad de San Andrés Azumiatla, Puebla.
Identificar la relación entre violencia y salud en adolescentes.
MÉTODO
Población
La muestra comprendió tres familias que cuentan con por lo menos un miembro
adolescente, y tres familias que no cuentan con miembros adolescentes, de la
junta Auxiliar de San Andrés Azumiatla, Puebla, pertenecientes del programa
Familias Modelo del del CECACVI (Centro Comunitario de Atención al Cuidado de
la Vida) que brinda la Facultad de Enfermería de la BUAP.
Instrumentos
Cuestionario: Para fines de recolección de datos sociodemográficos se
empleó un cuestionario con preguntas cerradas y abiertas. Es éste se
concentraron los servicios básicos, características de la familias y aspectos
generales de los procesos salud-enfermedad de los miembros de la familia.
Entrevista: Se realizó una entrevista focalizada semidirigida, utilizando una
guía de entrevista, en tres momentos: a los padres y los miembros no
adolescentes que integren la familia; a los adolescentes; y a la familia en su
totalidad.
Tablas Inductoras: Se presentaron estímulos gráficos de ocho adolescentes
vestidos de distintas maneras (cuatro hombres y cuatro mujeres), representando
estereotipos de dicha edad, con el objetivo de que los entrevistados describieran
cómo perciben a estos modelos. Posteriormente, se hicieron preguntas acerca de
su situación social, es decir, si estudian o trabajan, cuáles son sus intereses y
pasatiempos, su relación con la familia y su medio social, su salud, y las prácticas
sociales orientadas al mantenimiento de ésta, y si identifican algún miembro
adolescente de su comunidad que comparta algunas de las características que
mencionaron.
Se realizó el pilotaje durante el mes de Febrero, con dos familias: la primera
con dos hijos adolescentes y la segunda sin adolescentes. A partir de la aplicación
de los instrumentos: cuestionario y tablas inductoras, se hicieron cambios menores
en ambos.
El contenido obtenido de las entrevistas y de los discursos recolectados a
partir de las tablas inductoras, se analizaron mediante un procedimiento de
análisis de contenido.
RESULTADOS
A partir del análisis de contenido de la información, se identificó que en las familias
que tienen algún miembro adolescente la percepción de la adolescencia gira
alrededor del cambio de roles y tareas sociales, y en particular de los gustos e
intereses de los propios adolescentes. Es decir, “dejan de ser niños”, y por lo tanto
les gustan otras cosas.
Podemos inferir que en esta comunidad, el inicio de la adolescencia no está
determinado por la edad o los cambios físicos, sino que se trata de una
construcción social que depende del contexto. Por ejemplo, una de las mujeres
entrevistadas, adquirió roles adultos a la edad de 8 años, sin pasar por la
adolescencia debido a que su madre enfermó. Por otro lado, una de las
adolescentes entrevistadas considera que su adolescencia terminará a los 26
años, edad en la que piensa casarse.
En el caso de las familias que no tienen miembros adolescentes, existe una
percepción social en la que la noción de crecimiento es la explicación para el
cambio de comportamiento de los niños y marca el inicio de la adolescencia. A
diferencia del grupo anterior, lo que determina el fin de la adolescencia es la
mayoría de edad o la adquisición de responsabilidades adultas como el inicio de la
vida laboral.
La amplia diferencia entre la percepción social de ambos grupos se explica a
partir de la experiencia directa con hijos que se encuentran en la adolescencia o
que pasaron por dicha etapa. Esto permite que las familias creen teorías del
sentido común más complejas para explicar el comportamiento de sus hijos. Por el
contrario, las familias que no tienen hijos adolescentes proporcionaron respuestas
menos elaboradas, debido a que su relación con adolescentes ha sido más lejana
y menos significativa. Esto se hace evidente cuando las familias señalan las
diversas fuentes de información, las familias sin adolescentes citan fuentes
externas, mientras que las familias con hijos adolescentes se refieren a la
experiencia propia de los hijos.
En relación a la violencia, ambos grupos de familias caracterizan dos tipos de
adolescentes: "buenos” y “malos”. Dentro de la categoría “adolescentes buenos”
se encuentran aquellos que estudian, se preocupan por calificar (es decir, por
obtener buenas notas) obedecen a sus padres y respetan a los mayores. Mientras
que los “adolescentes malos” son aquellos que no estudian, no trabajan, se visten
todo ancho (como cholos), se drogan y se reúnen en las calles o en la plaza,
lugares donde hacen cosas feas o malas. Ambas categorías son excluyentes, de
prescripción social y estereotipadas. Por ejemplo, si usan uniforme son “buenos” y
van a la escuela; si usan ropa ancha son “malos” y no estudian.
De este modo, los eventos violentos en la comunidad son atribuidos a los
“adolescentes malos”. Las prácticas violentas que la comunidad identifica son
peleas entre bandas, asaltos, asesinatos, grafitis, consumo de drogas en público,
acoso sexual a mujeres y faltas de respeto a adultos mayores. Todas ellas afectan
la vida cotidiana de la población, por ejemplo, no salir a ciertos barrios, a ciertas
horas, no mandar a los niños con dinero ni a mujeres solas, evitar a los que
identifican como culpables de dichos eventos, que en general se trata de los
cholos. Asimismo, se tiene la percepción de que la comunidad era mucho más
segura antes y que no se presentaban jóvenes de estas características.
El origen de dichas conductas no deseadas se explica a partir de la familia.
Todas las familias entrevistadas, sin distinción entre aquellas que tienen miembros
adolescentes y aquellas que no, consideran que la familia es el factor
determinante para la aparición de conductas indeseadas y por lo tanto también es
el agente que puede mitigarlas una vez que se presentan.
Existen tres explicaciones sobre la forma en que las familias influyen en el
comportamiento de los hijos:
a) Por omisión: Se presenta cierto comportamiento negativo, pero la familia
no les llama la atención, es decir, no amonestan al adolescente y se
mantiene la conducta.
b) Insuficiente: Se presenta cierto comportamiento negativo, la familia
interviene amonestándolo, llamándole la atención, pero el adolescente no
entiende y el comportamiento persiste.
c) Exitosa: Se presenta cierto comportamiento negativo, la familia le llama la
atención y establece límites hasta que el comportamiento cambia, e
incuso después, para mantenerlo.
Por otro lado, las familias consideran que el comportamiento de los
“adolescentes malos” está íntimamente relacionado al consumo de drogas. Cabe
mencionar que las drogas que se perciben como las más peligrosas son definidas
como drogas de ciudad, refiriéndose a inhalantes (cemento, pegamento, thinner)
que antes no se presentaban al interior de la comunidad. Los entrevistados
consideran que quienes consumen drogas son más propensos a enfermar de
patologías como cáncer y enfermedades mentales (mencionan que no pensar bien
es una enfermedad). Incluso, la drogadicción misma es tiene características de
enfermedad, ya que aquellos que son drogodependientes necesitan algún tipo de
ayuda u orientación para dejar el vicio. Otras conductas nocivas asociadas con
enfermedad son los tatuajes, perforaciones y peleas.
Así mismo, hay una distinción de género en cuanto a las enfermedades que
se pueden adquirir, en donde las mujeres son propensas a contraer enfermedades
más graves o peligrosas, como es el caso de Infecciones de Transmisión Sexual,
y a consumir drogas duras, mientras que a los varones no los consideran tan
propensos a consumir este tipo de drogas o a contraer ITS.
DISCUSIÓN
A partir de los resultados de esta investigación, podemos reafirmar que la
adolescencia es una construcción social, que se produce de maneras distintas en
cada cultura, por lo que ninguna de ellas puede considerarse natural y universal
(Ruth Benedict, cit. en Salinas, S., Moira, R., 2010).
Sobre esto, Mario Margulis destaca la necesidad de estudiar a la juventud
desde varias dimensiones, incluyendo las diferencias de etnia, género, edad,
generación y estratos socioeconómicos, ya que la noción de adolescencia y
juventud varía en función a ellas y a prácticas como el inicio de la vida sexual, de
la vida escolar, las uniones conyugales, la paternidad y el ingreso a la actividad
económica. A pesar de que el género y la edad son los criterios más usuales para
las clasificaciones, existe un acuerdo generalizado sobre la idea de que no hay
juventud, sino juventudes (cit. en Salinas, S., Moira, R., 2010).
Por ejemplo, la adolescencia en Azumiatla es considerada como conflictiva
por los habitantes; la relacionan con prácticas violentas, debido a la presencia de
“los cholos” al interior de la comunidad. En otros estudios, los cholos se relacionan
con fenómenos migratorios, en donde se adoptan formas de vestido y
comportamiento en “el otro lado” que después se reproducen en el interior de la
comunidad originaria (Cerbino, M., 2011).
No necesariamente los cholos son jóvenes que migran y retornan, sino que
también pueden ser “acholados”, es decir, se visten y actúan como cholos, como
una aspiración de “mejor vida” o del sueño americano. (García Peña, P., 2009).
Algunos de ellos son hijos de migrantes que han crecido bajo estas
aspiraciones y expectativas, de forma que la frustración por la imposibilidad de
pertenecer a un estilo de vida fuera de lo rural los convierte elementos
antisociales, relacionados con drogas, delincuencia y las adscripción a bandas
juveniles, que se contraponen a la moral del trabajo y el éxito (Cordero, B., 2007).
En relación a esto, en Azumiatla, se estereotipa la vestimenta de quienes
trabajan en el campo, en la ciudad o de quienes rechazan ambas formas de
trabajo, en este caso, los cholos. Existe una larga tradición en la que el trabajo en
el campo constituía una actividad económica primaria y/o secundaria, sin
embargo, los jóvenes actualmente buscan fuentes de trabajo diferentes a estas,
principalmente en las ciudades.
Esto puede atribuirse a que generalmente en las comunidades conviven lo
urbano y lo rural; se urbanizan los espacios públicos (calles pavimentaras,
alumbrado, estructura de las viviendas, etc.) y se modifican o se desvalorizan
ciertas prácticas rurales, por ejemplo, el trabajo en el campo, y sin embargo se
conservan elementos del estilo de vida tradicional. Esta hibridación cultural (Portal,
M. A., 2001) y la migración, son elementos que llevados al extremo pueden causar
fragmentación social, que implica el debilitamiento de estructuras familiares como
los vínculos afectivos, y la misma estructura simbólica e institucional necesaria en
la sanción de conductas antisociales (Cordero, B., 2007).
CONCLUSIONES
Los fenómenos de violencia que se presentan en la comunidad de San Andrés
Azumiatla, están íntimamente relacionados con la hibridación cultural (ambigüedad
urbano-rural), el debilitamiento de las estructuras familiares e institucionales que
provocan fragmentación social, los fenómenos migratorios, que convierten ciertos
estereotipos en deseables, como por ejemplo los cholos, que representan la
inserción de un latino en el estilo de vida norteamericano y por tanto económica y
socialmente exitoso. Estos factores tienen un mayor impacto en aquellos que se
encuentran en una fase de transición: los adolescentes.
Por lo tanto, es necesario atender a este sector de la población así como a
las familias, vecinos y la comunidad en general, desde una perspectiva psicosocial
que a partir de los conocimientos, necesidades y recursos de la comunidad, se
construyan formas alternativas de resolución de conflictos. Pala ello proponemos
el diseño y aplicación de talleres desde el enfoque comunitario, que permita a los
habitantes involucrarse con el fin de crear redes sociales que consoliden las
estructuras sociales existentes, posibiliten la mejoría de la convivencia, puedan
intervenir oportunamente y evitar dichos problemas de violencia y las
consecuencias que tiene en la salud de los jóvenes y adolescentes de la
comunidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cerbino, M. (2011). “Un diálogo con José Manuel Valenzuela Heridas abiertas
en la frontera México-Estados Unidos: migración, feminicidio y narco-cultura”.
Íconos, No. 39, Enero, Vol. 15, Quito, Ecuador.
Cordero, B. (2007). Ser trabajador transnacional: clase, hegemonía y
cultura, en un circuito migratoria internacional. ISCyH-BUAP: México.
García Peña, P. L. (2009). “De cuerpo amenazante a cuerpo deseado
Paradojas en torno a los varones “echados a perder”: el caso de los cholos
transnacionales”. Desacatos. N°30, Mayo-Agosto, Instituto Pedagógico
Nacional, México.
Portal, M. A. (2001). Vivir la diversidad: Identidades y cultura en dos
contextos urbanos de México. México: CONACYT.
Salinas, S., Moira, R., (2010). Relevamiento de información sobre salud
general y SSR de adolescentes y jóvenes indígenas en Bolivia “Surcando
caminos, develando realidades, esbozando desafíos”. La paz: FCI/Bolivia,
OPS/OMS-AECID.