la guerra ruso japonesa

11
· EL IMPERIO DEL ZAR CONTRA EL SOL NACIENTE La guerra que estalló a principios del siglo xx entre Rusia y Japón nació de la determinación de ambos países de ampliar su esfera de influencia en Asia oriental. Sería la primera derrota de una potencia europea a manos de un puebl&asiático desde los tiempos de Gengis Khan. EMPAR REVERT, PERI ODISTA

Upload: pepeabc

Post on 26-Dec-2015

54 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Guerra Ruso Japonesa

TRANSCRIPT

rusO~japonesa · EL IMPERIO DEL ZAR CONTRA

EL SOL NACIENTE

La guerra que estalló a principios del siglo xx entre Rusia

y Japón nació de la determinación de ambos países de

ampliar su esfera de influencia en Asia oriental. Sería

la primera derrota de una potencia europea a manos de

un puebl&asiático desde los tiempos de Gengis Khan.

EMPAR REVERT, PERIODISTA

icolás 11 estaba exultante. Tras un largo dece­nio como sobe­rano, su pueblo al fin le demos­traba la devo­

ción que tanto anhelaba, la confian­za total que hasta e ntonces só lo había hallado en su esposa Alexan­dra y sus queridas hijas. Toda Rusia reaccionaba como una sola voz con­tra el ataque japonés a la base im­perial en Port Arthur. Bien, no toda. Algunas fi guras de la corte, pocas, presintieron los peligros que una guerra encerraba para una Rusia tan grande como frágil. El ministro Ser­gei Witte era la principal de ellas.

El rezagado y la excepción -Recién estrenado el siglo xx, Rusia era un gigante con pies de barro, un país atrasado que suplía la decaden­cia de sus estructuras políticas, eco­nómicas y sociales con un incesante crecimiento territorial. La figura del zar ostentaba aún el poder absoluto, y en e! caso de Nicolás 11 eso era un verdadero problema. Los asuntos de estado eran una carga para él, desco­nocía sus claves y adolecía de una indecisión exasperante. En su entor­no se afirmaba incluso que las medi­das las tomaba en función de! último consejero de la corte con quien hu­biese hablado. El conde Witte, tan estimado por su padre, e! zar Alejan­dro 111, era un ministro capaz, pero no podía evitar menospreciar a Ni­colás, que a su vez e ncontraba mo­lesto al político heredado.

El imperio de los Romanov no ha­bía abordado con firmeza el cami-no de la modernización capi-talista, yel tímido desarrollo de una burguesía em ­prendedora y una débil industrialización no lo­graban equilibrar el peso de la colosal ma­sa de campesinos in­mersos en la pobreza

Sergei witte, ministro del zar Nicolás 11.

76 HISTORIA Y V I DA

y la insatisfacción. Siguiendo su iner­cia conservadora, la Rusia zarista bus­caba su propia justificación a ojos del pueblo a través de guerras victoriosas. El país había crecido continuamente durante centurias, pero, impedida su expansión hacia e! oeste y el sur euro­peos, sus miras desde mediados del siglo XIX se fijaban en Oriente.

La permanencia de estructuras se­mifeudales también había sido una

característica esencial de la socie­dad japonesa hasta ese mo­

mento. Aislada durante si­glos de todo contacto con

e! exterior, la tenaz pre­sión de Estados Uni­do s y E uropa para obtener concesiones comerciales llevó a su organización tradicio­nal a una crisis irrever-

sible. Sin embargo, y a diferencia del resto de

El emperador Mitsuhito inaugura la feria industrial de Tokio, 1904. Dibujo japonés.

los países as iáticos, que, empezando por China, tuvieron que verse postra­dos de rodillas ante e! imperialismo occidental, el Japón que emergió de esa crisis estaba decidido a tratar con el hombre blanco de igual a igual.

Tras un serio proceso de revisión, el Imperio nipón retuvo los que con­sideraba sus máximos valores -patrio­tismo, lealtad, diligencia- y los com­binó con los modelos políticos y la tecnología del propio Occidente. Un ejecutivo similar al alemán, una cons­titución elaborada a partir de las exis­tentes en Europa y Estados Unidos, un código penal de corte francés, un ejército basado en el prusiano, una flota a imagen y semejanza de la bri­tánica ... Bajo el reinado de! empera­dor Mitsuhito el poder pasó a manos de oligarcas plenamente involucrados

en esta misión. La sociedad japonesa conoció un rápido proceso de moder­nización, y a finales del siglo XIX Ja­pón era ya una potencia en posición de desempeñar un papel de primer orden en Asia oriental.

El rival imprevisto - La resolu­ción nipona se puso de manifiesto muy pronto, en la guerra chino-japo-

pida victoria nipona sobre China sor­prendió y alarmó a las potencias occi­dentales, en particular a Rusia, que no esperaba hallar competencia en la región. A expensas de Pekín, San Petersburgo se había anexionado de­cenios antes la isla de Sajalín y una amplia zona al norte del río Amur. Ahora acariciaba la idea de extender su influencia por Manchuria y la es­

Japón combinó sus valores tradicionales con modelos políticos de Occidente

tratégica península de Liaotung. En ella, Port Arthur garantizaría a la marina imperial una salida al mar libre de hielos durante todo el año, algo que el puerto de Vladivostok, mucho más al norte, no podía ofrecer.

nesa de 1894-95, derivada del cho­que de intereses entre ambos países sobre Corea. El coreano era un esta­do ligado a China por vínculos tribu­tarios y juzgado por el gobierno de Tokio como el trampolín natural para su expansión en el continente. La rá-

Este último objetivo pareció irse al traste con la firma del tratado que ponía fin a la guerra entre China y Japón. Tokio reconocía la indepen­dencia formal de Corea -reservándo­se, eso sí, privilegios comerciales-, pero, como recompensa por ~~ p. 81

Destinados a enfrentarse Rusia y Japón caminaban hacia una guerra en y por unos territorios que ninguno de los dos poseía: Corea y Manchuria. Sería a costa del Imperio chino, atrapado entre ambos conten­dientes y humillado como resultado.

LA NECESIDAD. La colonización de Asia oriental representaba para los rusos casi un imperativo. Rusia poseía unas dimen­siones insólitas, pero la mayor parte de su territorio era yermo, demasiado mon­tañoso o frío para obtener rendimiento de él. Japón, por su parte, dependía cada vez más de la importación de alimentos y materias primas, puesto que su agri­cultura no crecía al mismo ritmo que su industrialización, y la clave para corregir esa insuficiencia se hallaba también en sus vecinos del este asiático.

Corea y Manchuria proporcionaban, además, otro tipo de recursos. La prime­ra era rica en hierro y carbón; la segunda, en madera y minerales. Así, Rusia y Japón estaban destinados al enfrentamiento. Japón lo advirtió y se preparó para ello.

MOTIVOS PER­SONALES. A raíz de los incentivos económicos, exis­tía una clara ani­madversión entre rusos y japoneses, agravada por mal­entendidos y faltas de tacto. El propio Nicolás 11 (en la ima­gen) albergaba un odio personal hacia los japoneses. En 1891, coincidiendo con el montaje del Transiberiano en Vladivos­tok, el entonces heredero fue en visita oficial a Japón con seis buques de gue­rra. No es todo: una de las naves se lla­maba Koreyetz (Corea) y otra Manjour (Manchuria). En la ciudad de Otsu, un ofi­cial nipón salió de la multitud e hirió a Ni­colás con una espada en la cabeza antes de ser reducido. El Zarevitch no supo apreciar el calibre de la provocación ru­sa, ni tampoco ver el incidente como un episodio aislado. Lo interpretó como una muestra de la naturaleza japonesa.

OC T UBRE 200~ 77

Escalada en Asia oriental El previsible choque entre rusos y japoneses marcó el principio del fin del Imperio zarista y el albor del expansionismo nipón en Oriente.

PRIMER FRENO A JAPÓN

La Triple Intervención (Rusia, Alemania y Francia) impe­dirá la anexión con el pretexto de que supondría una amenaza permanente para China. Japón debe confor­marse con Formosa (faiwan), las Pescadores y una in­demnización adicional, que Rusia presta a Pekín.

Abril. Tratado de Shlmo- -Guerra chino-japonesa noseki. Japón reconoce por la supremacía en la independencia for-Corea. Rápida victoria mal de Corea y prevé la nipona. ____________ , anexión de la península

de Liaotung.

Rusia y Japón rubrican un acuerdo sobre la independencia de Co­rea, permitiendo el predominio de los in­tereses comerciales japoneses en el país.

Formosa (Taiwan)

.(

.' , OCÉANO PAcIFICO

Rusia ocupa Manchuria y penetra en el norte de Corea. Ante las presiones de Japón y Gran Bretaña, acuerda retirarse de la región a lo largo de varias fases.

I Guerra de los Bóxers. Una rebe-lión xenófoba en China causa la intervención de una expedición europea, a la que se une Japón.

1y1_189~-95- 1895 -1896----1897----1898---1899-1900---- 1901 ------

Empieza la cons­trucción del ferro­carril transiberiano entre San Petersbur­go y Vladivostok.

78 HISTORIA Y VIDA

Rusia consigue de Chi­na el derecho a cons­truir, y a defender con sus propias tropas, una importante sección del Transiberiano a través de Manchuria.

Rusia arrebata al go­bierno chino la conce­sión de Liaotung, con Port Arthur, por un período prorrogable de 25 años.

Todas las potencias han firmado ya tratados con Japón revocando anti­guas cláusulas de extra­territorialidad.

Tras una coexistencia ini­cial en Corea entre rusos y japoneses, se perfilan tensiones. Empiezan las negociaciones entre am­bos países, que obtienen pocos resultados.

PUERTO TRAMPA

Port Arthur, en el extremo de la península de Liaotung, no era fácilmente defendi­ble. En primer lugar, estaba rodeado de montañas, de modo que si un enemigo tomaba posiciones en cual­quiera de ellas era sencillo

acabar con la flota. En se­gundo lugar, la entrada al puerto tenía poca profundi­dad, y sólo se podía acceder a él o salir a mar abierto con marea alta. Por último, la po­ca amplitud del puerto di­ficultaba enormemente la maniobra de las naves.

Trincheras japonesas en la guerra contra Rusia, c 1904.

Alianza anglo-japonesa. Reconocía los intereses especiales de Japón en Corea y estipulaba que, en caso de guerra entre Japón y Rusia, si entra­ba en liza un tercer país Gran Bretaña se uniría a su aliado.

Rusia incumple la segunda fase del acuerdo de eva­cuación de tropas de Manchuria y pi­de a China nuevas concesiones. Con el apoyo de Gran Bretaña y Estados Unidos, el gobierno chino resiste.

o 6 de febrero. Tras fallar las negociaciones sobre las hege­monías en Manchuria y Corea, Tokio rompe relaciones diplo­máticas con San petersburgo.

o 9 de febrero. La marina ja­ponesa ataca a la flota rusa destacada en Port Arthur. La infantería desembarca en el puerto de Seúl, Corea.

• 10 de febrero. Japón de­clara la guerra a Rusia.

o 13 de abril. El buque del vi­cealmirante Makarov topa con una mina en PortArthur. Maka­rov y su tripulación mueren. Ja­pón ostenta el control del mar.

o Finales de abril. El zar deci­de enviar a Port Arthur a la flota del Báltico, que pone al mando del contralmirante Rozhestvenski.

o Mayo. El I EjérCito japonés atraviesa el río Yalu, pasando de Corea a Manchuria. EIII Ejér-

cito desembarca en la penínsu­la de Liaotung.

o Junio. Los japoneses entran en el puerto de Dairen, evacuado por los rusos.

o Junio-agosto. Las tropas rusas en Manchuria intentan romper el cerco de Port Arthur sin re­sultados.

o Agosto. Contraofensiva nipo­na. Los rusos se retiran hacia Mukden.

o Octubre. La flota del Báltico, a las órdenes del almirante Ro­zhestvenski, zarpa de Rusia.

UN MAL TROPIEZO A su paso por el canal de la Mancha, los rusos abrieron fuego sobre barcos de pes­ca británicos confundién­dolos con naves japonesas. El incidente se llevó a una comisión internacional de in­vestigación. Se solucionó con disculpas rusas y una in­demnización.

- 1902 ---1903 --------- 1904 --------1905 -------------------

Fuerzas niponas cerca de Fak4JTIen. China, 1904.

• 2 de enero. port Arthur se rin­de tras un asedio de 156 días. Oleada de protestas en Rusia contra el sistema zarista.

• 22 de enero. Domingo San­griento. La guardia del Zar dis­para contra una multitud en San petersburgo.

• 18 de febrero-10 de marzo Batalla de Mukden. Las fuerzas niponas infligen al ejército za­rista graves pérdidas. tste se repliega al norte de Mukden.

• Mediados de abril. La flota del Báltico alcanza el mar de la China Meridional.

• 27-29 de mayo. Batalla de Tsushima, que propicia la ren­dición rusa .

• 27 de junio. La tripulación del acorazado Potemkin se amoti­na en el mar Negro y se reúne con los trabajadores en huel­ga en Odessa. La represión da lugar a unos 2.000 muertos y 3.000 heridos.

• 6 de agosto. Apertura de la conferencia de paz de Ports­mouth (EE UU).

• 5 de septiembre. Firma del tratado. Japón recibe la península de Liaotung y de la parte meridional de la isla de Sajalín, se reconoce su pro­tectorado sobre Corea y se establece la evacuación del ejército ruso de Manchuria.

OC T U BR E 2 00~ 79

La disparidad de fuerzas

Nicolás 11, como la mayor parte de sus consejeros antes de que estallase la guerra, subestimó terriblemente a su adversario: estaba convencido de que Japón nunca tendría la fuerza suficiente para atacar a una nación europea. Sin embargo, el Imperio del Sol Naciente apenas necesitó 18 meses para ganar su segunda guerra modema.

Rusia ' Japón • Rígida. Ataque en formación cerrada. Se desaprovechaban los flan­cos y se obviaban tácticas que implicaran algún tipo de coordinación.

Estrategia • Flexible. Se basaba también en el ataque en formación cerrada, pero se adaptó a las circunstancias a lo largo de la guerra.

-_ . - - -_ •• - _ •••• _ _ o ____ •• __ • ________ • • _ _ __ - • _ _ •• ____ • ___ • ___ •• ____ • ___ • ____ • ___ •• ____ • __ •• - _ _ _ - __ ._. __ ____ • _ __________ • ___ ". ___ • ___ • ___ _ __ ____ • ______ _ ..... ',,;.: __ :: ....... _

• Supeditado a la jerarquía. Las operaciones se planificaban de antemano y los mandos intermedios no tenían libertad de actua­ción, de modo que cualquier imprevisto desembocaba en el .caos.

. --- .. -- -. ---- .. ---- . ---- -- -. . ---. --- -. --------. -- ......... ------------ -- -- ... -- .... -.. --------i:

• Insuficiente. La mayor parte de la infantería procedía del cam­pesinado. Los mandos, aunque profesionales, eran aristócratas por lo general indolentes y desconocían los instrumentos de la guerra moderna, como la telegrafía inalámbrica o la señalización lumínica.

• Remota. Sólo los mayores de 50 años habian tenido alguna ex­periencia bélica.

• Laxa . Los batallones y las tripulaciones eran indisciplinados. La altivez generalizada de la oficialidad les privaba de la confianza de los soldados.

-----~".._._._--_._--_._._--_._. __ ._--_._._--_._----_._.----

• Baja. La situación social en Rusia, la es­casez de medios y la dureza de las condi­ciones en combate minaron la confianza de las tropas.

• Escasa. En la burocracia militar, afec­tada de nepotismo y corrupción, la mal­versación de fondos era un problema habitual e incontrolado.

• Obsoleto. La infantería continuaba utili­zando la bayoneta, que se había probado ineficaz ya en la guerra franco-prusiana (1870-71). Los barcos contaban con artillería para el combate, pero no para prácticas.

• Caóticos. Llevaba un mes transportar batallones y suministros de Moscú a Mukden a través del Transiberiano. La mayor parte de las provisiones tuvieron que obtenerse en las cercanías. En cuanto a la flota, dependía del carbón, cuyo aprovisionamiento era compli­cado en zonas sin aliados .

Mando • Con independencia. Se es­peraba iniciativa de los mandos en todos los niveles .

• Óptima. El Ejército estaba profesionalizado. Gran parte de la oficialidad se había formado en el extranjero y estaba al co­rriente de las innovaciones en armamento y comunicación .

...... --_ .. --_ .... _-------------- ---------------.---... • Reciente. Los japoneses habían triunfado contra China cinco años atrás.

• Férrea. Los superiores, sin privilegios aristocráticos, dis­frutaban de la lealtad absoluta de sus filas.

• Alta. Los japoneses estaban imbuidos de un ferviente pa­triotismo.

_ ... ------_ .... ---_ ... _-_._- _ .. _----_ ._- -- --_._--- -_ ._----_._---._----_._------------_._--_._-

Innovación

Armamento

• Constante. La mayor parte de la indemnización obtenida del triunfo contra China se invirtió en naves de fabricación británica, y sus propios astilleros crecían con rapidez.

• Actualizado. Las prácticas eran permanentes. Para la flota se in­ventó un explosivo con que rellenar los obuses, la shimosa, capaz de incendiar las naves enemigas.

• organizados. El sistema de aprovisionamiento japonés estaba mejor diseñado y disfrutaba de la ventaja de tener que recorrer unas distancias mucho menores. Su flota no tuvo que desplazarse lejos de sus puntos de suministro de carbón en ningún momento.

. ___ __ . ____ . . __ ___ _ . ____ . . . ___ . _____ _____________ . _______ .. ______________ _____ . __ . ____ . __ J._ ___ ..l. ______________________ __ _____ ___ __ ___ __ _____ ___ ______ _____ ______________________________ _

• Desastroso. Los rusos, carentes de una red, contrataron agentes a toda prisa, pero las rivalidades entre departamentos impidieron un trabajo coordinado.

• Inexistentes. En 1904 sólo había 11 en todo el Ejército, de los que únicamente dos sabían leer en japonés, ninguno de ellos en Port Arthur durante el asedio.

80 HISTORIA Y V ID A

Espionaje

Intérpretes

• Eficaz. Organizó su propia red y se benefició de la británica (el único servicio de espionaje profeSional del mundo hasta entonces). Se dedicó a difundir información falsa para desorientar a los rusos.

• Numerosos. Además, todos los oficiales japoneses estaban obli­gados a dominar una segunda lengua.

~~ p. 77 SU victoria, arrancaba al Im­perio chino la entera península de Liaotung. Adiós al puerto libre de hielos. Y no sólo se trataba de eso. Witte logró hacer ver al Zar el riesgo de la presencia japonesa en tierra fir­me: si Japón se instalaba en Liao­tung, estaba claro que no se deten­dría allí. San Petersburgo recabó el apoyo de sus aliados europeos, Fran­cia y Alemania, para obligar a los ja­poneses a renunciar a sus demandas sobre la península china. El Imperio nipón tuvo que ceder a las presiones y contentarse con Formosa (Taiwan) y las islas Pescadores, más una cuan­tiosa indemnización.

El pueblo japonés albergó un profundo resentimiento por lo que consideró un trato humillante. Yese resentimiento se convirtió en autén­tica indignación sólo dos años des­pués, cuando el imperio del Zar dejó al descubierto sus intenciones. Rusia impuso al gobierno chino un acuerdo

por el que obtenía la concesión de Liaotung -con Port Arthur- duran­te 25 años prorrogables. Japón se ne­gaba a abandonar sus planes de ex­pansión, así que , a la vista de los acontecimientos, tuvo dos cosas cla­ras: que necesitaba aliados y que el enfrentamiento con Rusia era bas­tante más que probable.

Promesas incumplidas - Las relaciones diplomáticas ruso-ja­ponesas empeoraron en 1900 a raíz de la de­nominada guerra de los Bóxers, en que el esta­llido de una re­vuelta xenófoba en China desencadenó ~ la intervención de un . e con tmgen te europeo.

La guerra ruso-japonesa según una caricatura rusa de la época.

Tropas francesas luchan en la ciudad china de Tianjin durante la rebelión bóxer, 1900.

A él se unió Japón para impedir que Rusia tomara ventaja de la situación, pero los nipones no pudieron evitarlo.

El foco más activo del movimien­to xenófobo se encontraba en Man­

churia, precisamente donde las fuerzas rusas eran ma­yores. El Imperio zarista lo aprovechó para ocupar toda la región, a lo que Gran Bretaña y Japón

respondieron con una enérgica protesta. Tokio prestó a China todo el apoyo de que fue capaz para con­tribuir a su resis­tencia. Cediendo

al fin a las presiones, los rusos decidieron fir­

mar un acuerdo con el gobierno chino que pre-

OCTUB RE 2005 81

Un viaje absurdo Dos titanes frente a frente

ROZHESTVENSKI ALREDEDOR DE ÁFRICA

A principios del siglo xx, en la era del vapor, el pOderío nacional todavía se medía por la capacidad de la flota. Nicolás 11 estaba convencido de que la rusa era la mejor del mundo, y tenía una pobre opinión de la armada japonesa.

• ZINOVI PETROVI­eH ROZHESTVENSKI (1848-1909)

Severo e iracundo, pe­ro también encantador cuando lo consideraba oportuno (era amante, por ejemplO, de la es­posa de Makarov, el almirante enviado a di­

obsesión por el orden y la disciplina y su in­corruptible carácter no eran comunes entre los de su posición pro­fesiona l. Antes de la guerra contra Japón había sido comandan­te de la flota del Bálti­co. En el juicio por la

UN DISPARATE. Cuando los ni­pones atacaron Port Arthur. el Zar decidió enviar hasta allí su flota del Báltico, rebautizada co­mo Segundo Escuadrón del Pa­cífico. Ello suponía circunvalar Africa, porque los británicos, no beligerantes pero aliados de Ja­pón, controlaban Gibraltar y el canal de Suez. La misión se en­comendó a Rozhestvenski. tste preveía el desastre. "Nos hemos vuelto miserablemente débiles y ( ... ]la loca empresa de nuestro mal reputado escuadrón no tie­ne ya con qué contar. ni siquie­ra con la buena suerte", escribía un mes después de zarpar.

ción a ratos péslrna, gol¡:;: de los oficiales, desmayos por la sed y el calor, mordiscos de ra­ta y cucaracha ... Aparecier la tuberculosis y la malaria. Hubo rebeliones en varias naves y al­guna deserción, tres casos de demencia y un suicidio.

rigir la flota de Port Arthurl, Ro­zhestvenski era uno de los 'l1ejores hombres de la marina I usa. De orígenes modestos, su

derrota en Tsushima, celebrado en 1906, se autoinculpó, pero la sentencia le declaró inocente. Vi­vió retirado sus últimos años.

• HEIHACHIRO TOGO (1847-1934) Nació en el seno de una familia samurái perteneciente a uno de los clanes que apo­yó al Emperador contra el gobierno militar. To­ga era ambicioso y te­naz, lo que le granjeó

distinguió en varias contiendas, incluida la guerra contra China. En 1904 se le enco­mendó el mando de la flota que debía enfren­tarse a los rusos. Con­vertido en héroe tras la batalla de Tsushima, fue nombrado jefe del

SUFRIMIENTO. El viaje duró siete meses, de octubre de 1904 a mayo del año siguiente. La tri­pulación soportó una alimenta-

LA DESESPERACiÓN. A medio trayecto, tras la caída de PortAr­thur, el Zar se empeñó en que Rozhestvenski esperase la llega­da de otro escuadrón, formado por las viejas naves que éste ha­bía desestimado. Las semanas pasaban y el aburrimiento de los hombres desembocó en nume­rosas peleas. Rozhestvenski se desesperaba, sabedor de que regalaba un tiempo precioso a los japoneses para recomponer sus fuerzas. Así era.

algunos problemas por su actitud rayana en la desobediencia. Deci­dido a ser marino, estudió en una academia naval inglesa durante siete años. De vuelta en Japón se

Estado Mayor Naval y miembro del Consejo Supremo de Guerra. Recibió el títu lo de conde y se le encargó la educación del príncipe heredero Hi rohito.

veía la evacuación de las tropas de Manchuria en varias fases .

japón encontró en Gran Bretaña el socio occidental capaz de avalar sus objetivos frente al resto de las potencias imperialistas. Ambos com­partían el mismo recelo por la expan­sión rusa en Asia. En el caso británi­co, su mayor inquietud era el interés del Zar por Afganistán, que ponía en peligro la seguridad de India, la joya de la Corona. La alianza anglo-japo­nesa rubricada en 1902 reconocía las pretensiones de japón sobre Corea, pero básicamente servía a Tokio para adoptar una postura mucho más fir­me en su pugna con Rusia.

La primera fase de evacuación de las tropas rusas de Manchuria se llevó a cabo puntualmente, pero cuando

82 HISTO RIA Y V IDA

llegó el momento de poner en marcha la segunda fase, en 1903, Nicolás 11 decidió no sólo no cumplirla, sino ob­tener de China nuevas concesiones en la región. Con el apoyo diplomáti­co de Gran Bretaña y Estados Unidos -interesado también en mantener el statu quo en la zona para proteger sus propias concesiones comerciales-, el gobierno chino resistía a las ambicio­nes rusas . Mientras tanto, Tokio in­tentaba solucionar la crisis por la vía diplomática antes de recurrir a las armas. Ofreció a Rusia el reparto de zonas de influencia: japón reconocía la hegemonía rusa en Manchuria si el Imperio zarista hacía lo propio con la japonesa sobre Corea.

En San Petersburgo, la propuesta contó con el favor de algunos de los

miembros de la corte, como Sergei Witte, en ese momento apartado del poder por el Zar y que, consciente de las flaquezas del Imperio, siem­pre había abogado por una expansión por medios distintos de los militares. Sin embargo, Nicolás 11 no accedió a la oferta ni propuso alternativas. Confiaba en que, como decían algu­nos de sus consejeros, japón no iría a la guerra. El inmovilismo se pro­longó hasta que, a principios de ene­ro de 1904, Tokio optó por romper las relaciones diplomáticas. Días des­pués la marina nipona atacaba por sorpresa a las fuerzas rusas desta­cadas en Port Arthur.

Estalla la lucha - Pese a lo inespe­rado del ataque japonés y de la poste-

rior declaración de guerra, Nicolás 11 no se alarmó. Japón era un país mi­núsculo, con menos de un tercio de su población y con unas fuerzas que, aun modernizadas, habían iniciado su carrera militar con una primitiva kata­na entre las manos. El Zar se dedicó

reales. En Manchuria los efectivos rusos eran inferiores. Los refuerzos podían llegar únicamente por el ferro­carril transiberiano, que todavía no estaba listo para el transporte de gran­des cantidades de hombres y sumi­nistros. Si resultaba necesario asistir

Las ventajas rusas respecto a los japoneses eran más aparentes que reales

a la flota de Port Arthur, apenas podría contarse con la de VI a­divostok, impedida por los hie-los, ni con la del mar Negro, que por convención internacio­nal tenía prohibido atravesar el estrecho del Bósforo, mientras

a paladear su flamante popularidad, que por otro lado parecía echar tierra sobre las todavía desorganizadas muestras de descontento social.

Sin embargo, las ventajas del Im­perio ruso eran más aparentes que

que la del Báltico tendría que rodear Africa antes de llegar a la zona de con­flicto. A pesar de todo esto, en San Petersburgo, como en casi toda Euro­pa, primaba la convicción de que la gran Rusia saldría vencedora.

Frente al ataque de la flota japo­nesa dirigida por el almirante Togo, el afamado vicealmirante ruso Maka­rov, al mando en Port Arthur, apostó por una estrategia ofensiva que arre­batara a los nipones el dominio del mar Amarillo. Sus objetivos se trun­caron cuando, al regresar al puerto tras una incursión, su nave topó con una mina. Murieron Makarov y casi toda la tripulación del barco. Los ja­poneses tuvieron desde ese momen­to el control absoluto del mar.

Ante el inesperado revés, el Zar puso al contralmirante Rozhest­venski a la cabeza de la flota del Bál­tico, que tendría que prepararse para emprender una travesía de varios meses hasta Port Arthur. Rozhest­venski, un mando competente y se-

OCTU BR E 2 00~ 83

Portsmouth, nuevo insulto El menguado botín de Japón tras la guerra motivaría en el país más resentimiento.

Entre agosto y septiembre de 1905 se celebró en Portsmouth, Estados Uni­dos, la confe­rencia de paz entre rusos y japoneses. El presidente

Theodore Roosevelt (en la imagen), que actuó de mediador, recibiría el premio Nobel de la Paz en 1906 por sus gestio­nes. Pero el encuentro demostró que Occidente seguía sin tomar en serio a Japón. El Zar, a través de su emisario sergei Witte, se negó en redondo a pa­gar indemnización alguna. Tokio, que debía liquidar los altos intereses gene­rados por las deudas que contrajo para la guerra, fue obligado a aceptarlo.

ACUERDO SIN LÓGICA. Pese a haber ganado el enfrentamiento, el Sol Na­ciente sólo obtenía la concesión rusa en Liaotung y la mitad de Sajalín, una is­la congelada. Rusia salía bastante bien parada del desastre. Como expresaba The New York Times: "Una nación de­rrotada sin remedio en cada batalla de la guerra, con un ejército capturado y el otro aplastantemente aniquilado y con una flota barrida de los mares, dictaba sus propios términos al vencedor".

EN LA MEMORIA. Japón protestó enérgicamente ante Estados Unidos por denegarle su justa recompensa y albergó un inquebrantable rencor hacia los norteamericanos. El portaaviones Akagí que encabezó el ataque sorpresa a Pearl Harbar en 1941 (motivo de la entrada de EE UU en la Segunda Guerra Mundial) exhibía la misma bandera que ondeó en el buque Mikasa del almiran­te Togo en el ataque a Port Arthur.

84 HISTORIA Y VID A

Trincheras en Manchuria. A la dcha., llegada a Portsmouth de los diplomáticos nipones para negociar la paz con Rusia.

vero, tan respetado como temido por sus hombres, accedió con una peti­ción. Él al menos era consciente de que Port Arthur caería antes de su llegada, y solicitó el refuerzo de la flota -básicamente un amasijo de chatarra- con la compra a Argentina y Chile de siete cruceros de fabrica­ción reciente. Su solicitud se aceptó, pero no se llegaría a cumplir.

Mientras tanto, un ejército japo­nés atravesaba el río Yalu, pasando de Corea a Manchuria, y poco después un segundo contingente desembarca­ba en la península de Liaotung. Port Arthur estaba rodeado. En cuestión de semanas, las fuerzas niponas en­traban en el vecino puerto de Dairen, evacuado por los rusos. Los intentos del general Kuropatkin, comandan­te de las tropas rusas en Manchuria, de romper el cerco de Port Arthur no culminaron con éxito y, tras una con­traofensiva japonesa, los rusos se vie­ron , además, obligados a retirarse al

norte, hacia Mukden. El destino de Port Arthur estaba sellado.

De Port Arthur a Tsushima -En enero de 1905, tras un extenuan­te asedio de cinco meses, la ciudad se rendía. Rozhestvenski no se había equivocado. Sus naves, que habían partido de Rusia a finales del año an­terior, se hallaban aún en Madagas­car. El desastre causó una honda im­presión a lo largo y ancho del Imperio y atizó el activismo de la oposición, que pedía reformas sociales y liber­tades políticas. Pocas semanas des­pués de la caída de Port Arthur, una multitud pacífica reunida ante el Pa­lacio de Invierno en demanda de mejoras era dispersada a tiros por la guardia del Zar. El episodio, que pasó a la historia como el Domingo Sangriento, se cobró más de cien muertos y dos mil heridos.

Sin embargo, la pérdida de Port Arthur no había decidido la guerra. Pese a las mermas territoriales, el grueso del ejército ruso seguía in­tacto. Las tropas del Zar y las del Mi­kado se enfrentaron en la batalla de

Mukden y, esta vez sí, los japoneses infligieron graves daños al ejército ru­so, que no tuvo más remedio que re­plegarse al norte de esa ciudad. Man­churia se había convertido de pronto en un sueño fuera de su alcance.

Quedaba Rozhestvenski, la última esperanza del Zar. Al contralmirante, en cambio, no le quedaba ninguna. Con los medios de que disponía, esta­ba convencido de que navegaba hacia el desastre. Desoídas sus opiniones al

A finales de mes, Togo y Rozhest­venski, ambos hombres de gran pe­ricia militar, se enfrentaron en el es­trecho de Tsushima. Fue un duelo a la altura de sus aptitudes, pero el con­tralmirante volvía a estar en lo cierto. La flota del Báltico no estaba en con­diciones. Fue casi completamente destruida y su comandante capturado.

La rápida firma de la paz - La derrota en Tsushima y los aires de

rebelión interna convencieron al Zar de la necesidad de ne­gociar la paz, para lo que reha-

Tras la guerra, el prestigio japonés creció como la espuma en el resto de Asia

bilitó al conde Witte. Japón, pese al triunfo, tenía la misma prisa, porque el esfuerzo bé-

respecto, se resignaba a perder la vida en combate, aunque dispuesto a con­vertirse en un enemigo difícil de ba­tir. Mediado mayo, dejaba atrás las costas de Indochina. Sus órdenes eran unirse con la flota de Vladivostok, ahora libre de hielos. Se decidió por la ruta menos mala, aun sabiendo que era la más directa hacia la armada ja­ponesa: a través del golfo de Corea.

lico había dejado exhausto al país. Ambos contendientes acep ­taron la oferta de mediación del pre­sidente estadounidense Theodore Roosevelt, y en agosto se inauguró la Conferencia de Portsmouth. El Sol Naciente logró el control de la península de Liaotung y de la parte meridional de Sajalín, el protectora­do sobre Corea y la evacuación del maltrecho ejército ruso de Manchu-

ria. En realidad, menos de lo que esperaba. Aun así, el prestigio japo­nés creció como la espuma en el res­to de Asia, que no previó el dominio, tanto o más feroz que el occidental, que la nueva potencia impondría sobre buena parte del continente en los años siguientes. Para la Rusia autocrática representó un paso más hacia la tumba. El estallido de la Re­volución de 1905, aplastada a fina les de año, fue el prefacio de la que, do­ce años después, derrocaría dramá­ticamente a Nicolás 11. Hyv

I PARA SABER MÁS

ENSAYO

CONNAUGHTON. Richard. Rising Sun and Tum­bling Bear. Londres: Cassell, 2003. En inglés. NISH. lan. The Origins of the Russo-Japanese War. Londres: Longman, 1985. En inglés. OKAMOTO. Shumpei. The Japanese Oligarchy and the Russo-Japanese War. Nueva York: Columbia University Press, 1970. En inglés. PLESHAKOV. constantlne. La última armada del Zar. El épico viaje a la batalla de Tsushi­ma. Madrid: Turner, 2003.

INTERNET

The RUSSO-Japanese War Research Society \N'WW.russojapanesewar.com

OCTUBRE 2005 85