la idea de europa en francia, 1800-1848

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA Departamento de Historia de las Ideas y los Movimientos Sociales y Poílticos DEL IMPERIO A LA FEDERACIÓN: LA IDEA DE EUROPA EN FRANCIA, 1800-1848. MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR PRESENTADA POR Nere Basabe Martínez Bajo la dirección de la doctora María Luisa Sánchez-Mejía Madrid, 2010 ISBN: 978-84-693-1834-8

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  • UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

    FACULTAD DE CIENCIAS POLTICAS Y SOCIOLOGA Departamento de Historia de las Ideas y los Movimientos Sociales y

    Polticos

    DEL IMPERIO A LA FEDERACIN: LA IDEA DE

    EUROPA EN FRANCIA, 1800-1848.

    MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE DOCTOR

    PRESENTADA POR

    Nere Basabe Martnez

    Bajo la direccin de la doctora

    Mara Luisa Snchez-Meja

    Madrid, 2010

    ISBN: 978-84-693-1834-8

  • Del Imperio a la Federacin.

    La idea de Europa en Francia

    1800-1848 (Tesis Doctoral)

    Nere Basabe Martnez

    Directora: Dra. Mara Luisa Snchez-Mejia

    Departamento de Historia de las Ideas y los Movimientos Sociales y Polticos

    Facultad de Ciencias Polticas y Sociologa

    Universidad Complutense de Madrid

    2009

  • 2

  • When I came Into my parlour and sat down, and took my pen to write,

    My Fairy sat upon the table, and dictated EUROPE.

    Europe: a Prophecy, 1794 William Blake

    El hombre europeo ha consistido en proyectarse, infatigablemente, hacia un mundo y una ciudad siempre en el horizonte, inalcanzable.

    El paisaje europeo es puro horizonte; () la historia es puro horizonte.

    La esperanza europea, 1942. Mara Zambrano

    3

  • 4

  • INTRODUCCIN13

    1. De la geografa al mito: la idea de Europa en el tiempo...14

    2. La idea de Europa en las diferentes escuelas historiogrficas.20 2. 1. Europa, un concepto poltico?..................................................................26

    3. 1800-1848: un tiempo-bisagra36

    5

  • I. LA EUROPA DE NAPOLEN BONAPARTE:

    ENTRE LA HERENCIA Y LA REACCIN

    1. La Europa de Napolen41

    1.1. Del testimonio del Memorial de Santa-Helena al debate historiogrfico..43

    1. 2. Un Plan para Europa: sistemas en liza y esquematizacin peridica ..48

    1. 3. Los medios e instrumentos de la poltica europea...51

    1. 3. 1. Geopoltica...51

    1. 3. 2. Las polticas jurdicas: el Cdigo Civil...57

    1. 3. 3. Las polticas econmicas: el Bloqueo Continental.....61

    1.3.4. Los hombres de la poltica imperial: ministros, diplomticos, ejrcitos64

    1. 3. 5. La poltica dinstica ......71

    1. 4. Ambivalencias nacionales e histricas..74

    1. 4. 1. Enemigo o defensor de las causas nacionales....75

    1. 4. 2. Continuacin o ruptura: de Carlomagno a la Revolucin..78

    2. De la herencia a la reaccin87

    2. 1. La Revolucin frente a Europa....87

    2. 2. Contextualizacin intelectual: idea de Europa y proyectos europeos en tiempos

    de Napolen..98

    2. 2. 1. La Europa ilustrada..98

    Bentham, Kant, Grres: evoluciones en el ideal de la paz universal109

    2. 2. 2. El giro a partir de 1800...114

    La Memoria poltica de Czartoryski (1803-1805).122

    El Proyecto de paz general y perpetua de J. J. B. Gondon (1807)..127

    Le Conservateur de lEurope de Marc-Antoine Jullien (1813)138

    De la Rvolution Europenne de C. J. B. Bonnin (1815)143

    3. Conclusin : Napolen, europesta ?........................................................150

    3. 1. Napolen, hombre de paz..151

    3. 2. El legado de Napolen...160

    6

  • II. 1815: LA NUEVA EUROPA

    Y LA EUROPA RESTAURADA

    1. De la Europa del Imperio a la Europa de la Santa Alianza.169

    1.1. El fin del Imperio....170

    1.2. Las negociaciones de Viena y el Derecho Pblico europeo..177

    1.3. La Santa Alianza..182

    1.4. Conclusiones: la Europa restaurada.188

    2. Una nueva mentalidad para una nueva Europa...197

    2.1. El aliento romntico: Musset y el mal du sicle ..197

    2.2. La Europa cristiana: Novalis, Burke, De Maistre, Chateaubriand.204

    3. Proyecciones y proyectos europeos (1814-1815).220

    3.1. Los liberales frente a Europa...220

    3.1.1. La aportacin de Benjamin Constant.229

    3.2. El Conde de Saint-Simon y la utopa pseudo-cientista de Europa238

    7

  • III. LA DCADA DE 1820:

    LA HISTORIZACIN DE LA IDEA DE EUROPA

    1. Del espacio al tiempo. La nueva escuela historicista y Europa259

    2. La historia, objeto del debate poltico..265 2.1. La Jeune France..268

    2.2. De la historia antigua a a la historia de la Revolucin273

    2.3. Perfectibilidad, progreso y civilizacin..278 2.4. Franois Guizot y la Historia de la Civilizacin europea..288 2.4.1. Una lectura poltica296

    3. Grecia, nueva cuna de la civilizacin europea. La opinin pblica frente a la guerra de independencia griega (1821-1828)...301

    3.1. Entre el Olimpo y el Cielo.

    Miradas cruzadas: Chateaubriand, Constant o Victor Hugo.309

    3.2. El debate en la prensa.316

    3.3. Las primeras chispas del incendio325

    4. De las historias en liza a la historia contrafactual. La inexorabilidad y el porvenir como destino comn.328

    8

  • IV. POLITIZACIN DE LA IDEA DE EUROPA335

    1. La poltica del rgimen de Julio336

    2. La prensa de 1830344 2. 1. Los sansimonianos de Le Globe: la asociacin universal ..345

    2. 1. 1. La vieja poltica....348

    2. 1. 2. La nueva poltica..354

    La nueva Santa Alianza359

    El Sistema Mediterrneo...369

    2. 2. LEuropen de Buchez: la federacin europea...377

    3. La nueva poltica europea en sus textos...387 3.1. La crisis de 1840: punto de inflexin para los proyectos europeos...391

    3.1.1. El resurgir de la paz perpetua410

    4. Extranjeros en Pars: la Constitucin europea de Juan Francisco Sieriz..426

    9

  • V. LAS REVOLUCIONES DE 1848

    Y LA REVOLUCION EUROPEA

    1. La Primavera de los Pueblos443

    1.1. La Revolucin de Febrero...447

    1.1.1. El Gobierno Provisional y su poltica europea...452

    a) El Manifiesto a Europa de Lamartine..457

    b) La causa polaca464

    1.2. La Fraternidad de las naciones471

    2. Fraternidad, democracia y repblica europea:

    Europa en los hombres y los textos de 1848.473

    2.1. Flicit de Lamennais..476

    2.2. La fraternidad de los pueblos: Arnold Ruge y Giuseppe Mazzini.483

    2.3. Ms all de la utopa: Henri de Feugueray y Victor Considrant..490

    2.4. Las profecas poticas de Victor Hugo:

    del Imperio a la Repblica europea.503

    2.4.1. El movimiento de los Estados-Unidos de Europa 511

    3. La popularizacin de la idea de Europa..516

    3.1. Europa en la prensa y los manifiestos..518

    3.1.1. El Diccionario Poltico de los hombres de la Repblica..527

    3.2. La cultura popular: canciones e imgenes de Europa...533

    4. A la sombra de la Revolucin fracasada:

    Del Comit Democrtico Europeo a Proudhon.538

    5. 1848: una revolucin europea? 550

    10

  • 11

    CONCLUSIONES563

    BIBLIOGRAFA571

    ANNEXE (mention de Doctorat europen)...619

    De lEmpire la Fdration (Rsum)....621

    Lide dEurope en France, 1800-1848 (Conclusions).........635

    Agradecimientos643

  • 12

  • INTRODUCCIN

    En plena revolucin de 1848, un Diccionario Poltico publicado en Pars y que

    reuna las grandes firmas de los protagonistas de la flamante Repblica ofreca una

    llamativa acepcin de la voz Europa que, en su significado poltico, comprenda

    lejanos pases como Egipto, la India, o los Estados Unidos norteamericanos1.

    Semejante definicin resulta sin duda llamativa para los lectores actuales, pero, lo era

    igualmente para aquellos hombres que, en plena ola revolucionaria, luchaban por las

    libertades del continente? Qu tipo de creencias as como de experiencias llevaron

    a aquellos autores a considerar la India o Amrica territorios integrantes del espacio

    europeo, o a proponer la ciudad de Alejandra como su capital futura? Y por qu, en

    plena eclosin de los movimientos nacionalistas, tantos hombres compartieron la

    confianza en una inminente unin europea?

    Europa ha significado las ms variadas y diversas cosas a lo largo del tiempo: la

    concepcin de un espacio habitado en comn, de una identidad colectiva y un proyecto

    poltico que siguen siendo objeto de discusin todava a da de hoy. Esta polmica

    alcanz altas cotas en el debate poltico de la primera mitad del siglo XIX, un momento

    clave en el que la experiencia histrica del imperio napolenico y las novedades

    1 La entrada Europa del Dictionnaire Politique, ou Encyclopdie du langage et de la science politiques, prologado por Garnier-Pags (1848), aparece firmada por el ministro de Asuntos Exteriores Jules Bastide, quien tambin apunta a una futura unin europea como fruto necesario del proceso histrico. Nos ocuparemos de este texto, as como de otros semejantes, con ms detalle en el ltimo captulo de este trabajo.

    13

  • polticas revolucionarias impregnaron la reflexin acerca del sentido de Europa. El

    trabajo que aqu se presenta tratar por lo tanto, a la luz de los acontecimientos y en el

    contexto de la ebullicin ideolgica que constituyen estas primeras dcadas de siglo, de

    desentraar el proceso histrico intelectual por medio del cual fue posible la gestacin

    de este gnero de nuevos discursos en torno a esa entidad ficticia o no llamada

    Europa.

    1. De la geografa al mito: la idea de Europa en el tiempo

    Europa, la princesa mitolgica raptada por Zeus, representa ante todo el

    nombre del continente en que habitamos: en sus races etimolgicas se esconde el

    lugar donde se pone el sol. Pero ya de por s como concepto geogrfico, Europa

    resulta un trmino problemtico; Europa es una nocin altamente inestable, con unas

    fronteras imprecisas o incluso mviles, y la dificultad de la delimitacin del espacio es

    un problema que ya se plante en la antigedad, a medida que Europa fue abarcando

    cada vez ms territorio2. Es un trmino robado a Asia, con una religin, un sistema

    poltico que vienen de Asia3, y que sin embargo se reconoce sobre todo como

    oposicin a ese otro continente (las luchas contra los turcos, de las Cruzadas a la guerra

    de independencia de Grecia, iban a ayudar a configurar en buena medida la identidad

    europea). Al mismo tiempo, frente al problema de su frontera oriental, de la

    ambivalencia de Rusia (que precisamente con el Congreso de Viena entrar oficialmente

    en el club de Europa, aunque siempre con matices), destaca el progresivo

    desplazamiento de su centro hacia el oeste4: de ser un concepto en torno al

    Mediterrneo pasa a ser un conjunto de pases del centro y el norte de Europa, y en

    concreto, en este siglo XIX, a ser Francia su corazn, por la primaca cultural heredada

    del tiempo de la Ilustracin y extendida a travs de la poltica de conquistas de

    Bonaparte.

    2 Gollwitzer, 1951, p. 162 3 Pokock, 2002, pp. 57 y ss. 4 The geographical concept of Europe has moved West (Pocock, 2002, p. 60)

    14

  • Pero aqu nos interesa una idea de Europa que va ms all de su referente

    geogrfico; un autor como por ejemplo Oliver Depr ha estudiado la dialctica europea

    entre el lugar y su idea, identificando Europa precisamente como esa utopa, ese no-

    lugar de Toms Moro; pues siendo su delimitacin geogrfica misma un problema, su

    acta de nacimiento tampoco resulta clara: el surgimiento de Europa originariamente

    como un mito griego la situara igualmente fuera del tiempo histrico. El hecho de que

    no pueda definirse por lo tanto ni por su geografa ni por su historia, hace de Europa

    por encima de todo una idea, afirma este autor5. Una idea adems de incontestables

    dimensiones ticas y voluntaristas, configurada a lo largo de los siglos como la idea del

    universal, la invencin de la diversidad en el corazn mismo de la unidad y su

    asimilacin a la idea de libertad. Il est remarquable que lhomme dEurope nest pas

    dfini par la race, ni par la langue, ni par les coutumes, mais par les dsirs et lamplitude

    de la volont , afirmaba el poeta Paul Valry6. De esta manera, Europa se afirma de

    golpe como una idea poltica revolucionaria7, que hace correr ros de tinta en la

    actualidad y se presenta como una cuestin ineludible para los pensadores del

    momento.

    Identificar en qu consiste una idea colectiva de Europa significa tratar de

    identificar sus implicaciones y las convicciones que encierra, las prcticas discursivas y

    los distintos lenguajes que ataen a la identidad europea8 a lo largo del tiempo.

    Histricamente, la identidad de Europa se halla estrechamente vinculada a una

    concepcin de la libertad como el rasgo diferencial de las sociedades europeas (y como

    su fin ltimo, en una concepcin escatolgica), una creencia que triunfa definitivamente

    en el siglo XIX pero que arranca ya en la antigua Grecia9. La historia de la idea de

    Europa acabara caracterzndose as por the history of belief that the constitutional

    state, based upon representation and universal suffrage, is a determining feature of

    5 Sinterroger sur lEurope revient en effet immanquablement sinterroger sur son ide. Le fait quelle ne puisse se dfinir par la gographie ni par lhistoire, par la langue ni par aucune particularit, (), le seul fait de sa pluralit forcent en convenir : si elle nest pas quelque chose , cest que lEurope est une ide (Depr, 2006, pp. 142-143). 6 Valry, 1924, p. 51. 7 Semprn y Villepin, 2006, p. 23. La vocacin de Europa habr sido siempre la de superar una y otra vez sus propias fronteras estrictamente geogrficas, la de marcarse sin cesar una nueva frontera espiritual (Semprn, 2006, p. 78). 8 Pagden, 2002, p. 1. 9 Un gnie de libert impulsado en la Grecia clsica, en opinin de Montesquieu, por las fronteras naturales que posibilitaban la existencia de unidades polticas de tamao medio o reducido (unidades polticas facilitadas por las determinaciones de un paisaje humanizado, paseable, en una de las caractersticas que Steiner -2005- concibe como fundamentales para esa idea de Europa).

    15

  • European political life10; toda una lnea de pensamiento configurada a lo largo del

    tiempo en la que formas como las monarquas absolutistas habran representado una

    aberracin en el camino que va de la antigua Grecia y sus ciudades-estado a la Europa

    de las naciones. Un espacio caracterizado adems diferencialmente como

    eminentemente urbano, que desde los tiempos griegos no se reconoce ms all de los

    muros de sus ciudades (ciudades de las cuales arranca precisamente gran parte de

    nuestro vocabulario poltico, de poltica a civil o civilizacin), y que cubren el

    mapa continental marcado por un persistente localismo; pero al mismo tiempo,

    since the days of the Emperor Augustuss new Rome, there has been a vision of a

    future in which Europe would acquire some kind of unity11. De esta manera se va

    configurando un espacio poltico comn, que se afana en instaurar un orden jurdico

    compartido por todos los europeos, del Emperador Justiniano a Napolen, y una

    religin comn, la Cristiandad, que la dota como ningn otro poder de unidad cultural y

    hasta lingstica, superando las fragmentaciones que sin embargo tambin la

    caracterizan: Europa se presenta as, tal y como la define Curcio, uno de los clsicos en

    el estudio de esta materia, como un objetivo histrico-cultural y no ya geogrfico, capaz

    de reconciliar a la nacin con la humanidad12.

    El tema de Europa es un problema ante todo de carcter histrico-espiritual, y

    de su creacin ms peculiar, la filosofa (que en la concepcin clsica, abarca la ciencia,

    como forma de conocimiento particular de esta regin del mundo). Desde esta

    perspectiva Edmund Husserl situaba como tarea primordial de la filosofa la

    reelaboracin del concepto de Europa en tanto que teleologa histrica de fines racionales

    infinitos13, idea de Europa igualmente compartida por Hans-Georg Gadamer: esa unin

    de la filosofa con la ciencia que convierte a los europeos en poseedores de un poder

    fustico y de una conviccin de haber heredado la tierra, ser la que confiera a Europa

    su unidad, segn Gadamer14 (y que, tal y como mantiene este autor, guarda estrecha

    relacin con la experiencia histrica y la praxis poltica).

    La percepcin de Europa como una entidad superior arranca desde bien

    antiguo: el gegrafo griego Estrabn, del siglo primero, la describa como variada en

    10 Pagden, p. 5. Esta caracterizacin poltica de Europa arranca efectivamente en Inglaterra tras 1648, y va de republicanistas como Jefferson, Rousseau o Kant a liberales como Constant, Guizot o Tocqueville, Humboldt, Stuart Mill o Manzini. 11 Pagden, p. 9. 12 Curcio, 1958, v. II, p. 579. 13 Husserl, 1990, p. 358. 14 Gadamer, 2003, p. 25.

    16

  • forma y admirablemente adaptada por la naturaleza para el desarrollo de la excelencia

    en hombres y en gobiernos15: la oposicin griega physis-nomos es algo que se ha resuelto

    fundamentalmente slo en el mbito de Europa, lectura que podemos encontrar en los

    textos de Hipcrates o Herodoto16; en la iconografa renacentista, a Europa se la

    representa como una reina con Corona17; y ya en la contemporaneidad, esta imagen de

    superioridad quedaba consagrada por el breve artculo de la Encyclopdie que Jaucourt

    dedica a Europa, donde la describe como la parte del globo ms pequea por extensin,

    pero la ms considerable por su comercio, su navegacin, su fertilidad, sus luces, su

    industria, su conocimiento de las artes, las ciencias y los negocios18. Saint-Simon (del

    que nos ocuparemos ampliamente en este trabajo), en Introduction aux travaux sicentifiques

    du XIXe sicle (1808), trazara despus una historia mtica de la humanidad, que se habra

    originado en una planicie llamada Tartaria, y de cuyas variedades de especie humana, la

    europea sera la superior.

    Como consecuencia de stas y otras definiciones de la naturaleza europea,

    pronto acabara aadindose una dimensin ms a la concepcin de Europa: por un

    lado, la idea regulativa de que los modernos Estados, una vez organizados en formas

    republicano-constitucionales, pueden organizarse a s mismas en alguna especie de liga

    (idea introducida por la Paz Perpetua de Kant, y explcitamente desarrollada, tal y como

    veremos, en innumerables trabajos posteriores): The possibility of any kind of federal

    structure, (...), was based upon the assumption of common political practices and

    values19, y estos valores seran los de la repblica representativa y un Derecho pblico

    comn, el derecho de gentes, nica forma de gobierno que hara posible la adopcin de

    la constitucin cosmopolita kantiana y que hoy en da se ha convertido en un lugar

    comn, si no en una idea normativa, del discurso de las relaciones internacionales. Se

    pueden argir las debilidades empricas de tal planteamiento, pero eso no ha hecho

    mermar su importante influencia en la creacin de la idea de la Europa contempornea:

    the initial and prime objective of Europe as a political (and economic) conception is

    to ensure peace20, y es que paradjicamente Europa va construyndose a golpe de las

    conmociones que suponen las guerras sucesivas que dividen y asolan el continente,

    15 Estrabn, Geografa, Libros I-II, 1991. 16 Gollwitzer, 1951, p. 162 17 Cesare Ripa, Iconologa, 1603, Sebastin Mnster, Cosmographia, 1588, etc. 18 Jaoucourt, 1967 (1751-1780), v. 6, p. 212. 19 Pagden, 2002, p. 6 20 Pagden, 2002, p. 7.

    17

  • desde la guerra de los Treinta aos a las grandes Guerras del siglo XX, pasando por las

    guerras napolenicas.

    La idea de Europa contempornea encuentra sus races pues en la resolucin del

    conflicto. Si el Tratado de Westfalia puso fin a las guerras confesionales, consagrando

    en adelante la primaca del poder secular, el Tratado de Utrech de 1713 concluy, en

    palabras de Pocock, a Europe that had outgrown barbarism, fanaticism, and

    conquest, and in its place established a republic or confederation of states held together

    by treaties to which wars were merely auxiliary, and by a common system of civilized

    manner communicated everywhere by commerce21. Se consagra as la bsqueda

    perenne de un ideal de paz eterna y universal, al mismo tiempo que va cerrndose el

    concepto de Europa, excluyendo sucesivamente otros trminos de su definicin, como

    el de barbarie, conquista, despotismo o guerra. La paz mundial constitua ya un objetivo

    en Erasmus o Juan Luis Vives, en los proyectos de Sully o Cruce o en el ms inmediato

    del abad Saint-Pierre, antecesores del de Kant, pero ni sus propios autores los tomaban

    no obstante seriamente en consideracin como proyectos polticos practicables, sino

    que constituan ms bien ideas regulativas. Junto a la sociedad de la paz, emerge

    simultneamente el ideal de la sociedad comercial, con lo que ya desde finales del siglo

    XVIII va pareciendo posible que Europa aspire a una herencia comn, a cierto sentido

    compartido acerca de s mismo; lo que Edmund Burke llamara the great vicinage of

    Europe, o el Marqus de Mirabeau, luniverselle confraternit du commerce.

    Y sin embargo, la segunda consecuencia inmediata de toda esta concepcin

    europea, su gran peligro, es la tentacin imperial, sombra que parece planear siempre

    por encima del ideal: Kantian cosmopolitanism had its origins in an ambition to

    transmutate, to transvaluate, the older European imperial ambitions22. Y es que

    detrs de los ideales, se esconde la sospecha sobre las posibles amenazas que pudiera

    albergar el proyecto kantiano, haciendo del cosmopolitismo, en la prctica poltica, una

    idea de dominacin imperial. Napolen se ve as como heredero de la Revolucin, y a

    travs de sta, de los principios y valores del proyecto ilustrado de paz, emancipacin y

    civilizacin universal; pero su unidad europea, concebida bajo el mando de una nica

    soberana (al igual que el imperialismo proto-germnico), acabara saqueando aquellos

    principios de paz y libertad que hemos venido definiendo como propios de la idea de

    Europa. Otro gnero de proyectos para Europa iban a tomarle inmediatamente el 21 Pocock, 2002, p. 66. 22 Tully, 2002, p. 358.

    18

  • relevo, comenzando a concebir entonces una identidad que no es radicalmente idntica

    a si misma, un pluralismo como sucesor del cosmopolitismo kantiano, que se atribuye

    como tarea principal la difcil necesidad de renunciar al legado imperial que nos ha

    hecho sin embargo lo que somos23. La nostalgia del imperio, el anhelo por reintegrar una

    supuesta unidad originaria perdida, que cubri toda la era pos-romana y medieval (la

    Europa de Carlomagno, la Respublica Christiana) y cuyos brotes perduran hasta bien

    entrado el siglo XX y sus totalitarismos, haciendo de Europa el escenario perpetuo del

    traslatio imperii, sigue constituyendo todava hoy un desafo a superar, tal y como

    defiende Sloterdjik24.

    Consecuencia de aquellos brutales intentos de unidad y de la barbarie de la que

    demostr ser capaz, ya en pleno siglo XX, la civilizacin europea, supuesta cultura de

    la razn, los presupuestos de la idea de Europa sufrieron un radical cuestionamiento,

    que desemboc en una crisis de identidad. Lide dEurope tait une notion morte,

    une ide, une rminiscence, qui naissait aprs la disparition de lEurope 25 ; y sin

    embargo, esta supuesta muerte no hizo sino acelerar, como quedara demostrado muy

    pronto, la urgencia de construir una Europa unida, y la necesidad de afrontar la crisis de

    la idea europea desde nuevas perspectivas capaces tambin de integrar la violencia y la

    destruccin, y hacerle frente. No es casual pues la fecha y las circunstancias en que

    Husserl, en pleno ao de 1935 y en el Crculo Cultural de Viena, a las puertas del

    desastre, imparta su famosa conferencia acerca de la crisis de la humanidad europea,

    en la que persista, pese a todo esperanzado, en su afn por reivindicar la idea de

    Europa con respecto a sus posibilidades y su destino. Algunas dcadas despus, Jan

    Patocka, discpulo de Husserl y que asisti en Viena a aquella conferencia, publicaba en

    1976 sus Ensayos herticos, donde inclua tambin un texto en la lnea del maestro,

    Europa y la herencia europea, que constituye una de las incitaciones contemporneas

    ms potentes, audaces y libres a pensar Europa, a tomar el espritu europeo como

    criterio y objeto de la praxis poltica.

    Madre de la modernidad26, idea refugio como la defini Lucien Febvre,

    lEurope restera toujours une tche 27 ; y Moscovici, Secretario de Estado de Asuntos

    23 One of the objectives of the projects to unify Europe that emerged in the post-Napoleonic era was to undo the deleterious effect of Westphalia while preserving the peace that a Europe of Treaties had been able to achieve, if only precariously (Pagden, 2002, p. 13). 24 Sloterdijk, 2003. 25 Robin, en Gilli, 1994, p. 37. Al tema de la crisis de la idea de Europa dedic Raymond Aron un artculo en 1976, ao precisamente tambin del texto de Patocka. 26 Sloterdijk, 2003, p. 42.

    19

  • exteriores en el gobierno de Jospin, describa as esa concepcin de Europa como

    proyecto y tarea siempre en marcha: LEurope reste () le seul projet politique quon

    puisse proposer aujourdhui au sens noble du terme. Cest la partie projective du

    politique28. De naturaleza proyectiva, s, pero tambin heredera de una gran tradicin,

    la idea de Europa se presenta como smbolo de una memoria y una experiencia29, lieu de

    mmoire por excelencia, formada de palabras y de gentes y que, pese a las crisis, an no

    ha perecido, tal y como defiende Steiner: Mientras haya cafs, la idea de Europa

    tendr contenido30.

    2. La idea de Europa en las diferentes escuelas historiogrficas

    La tarea de definir la propia unidad de anlisis resulta de por s controvertida

    para los estudiosos de la historia del pensamiento poltico31; la historia de las ideas, tal y

    como la concibi Lovejoy, se encuentra adems ante la dificultad de definir qu sea una

    idea: se trata de un concepto, un conjunto de creencias, un acto del pensamiento, una

    teora, una imagen o bien de una ideologa?32 La idea de Europa, enigme sans

    solution 33, se ve especialmente aquejada por esta ausencia de precisin y de consenso,

    hasta el punto de haber llevado a muchos historiadores contemporneos a abandonar la

    bsqueda de todo criterio de europeidad, a falta de resultados precisos34. La literatura

    sobre Europa, en todo caso, ha distinguido tradicionalmente entre imgenes de

    Europa (Europabild, en tanto que representaciones de un espacio imaginario),

    identidades o conciencias europeas (como afiliacin y auto-reconocimiento), e ideas de

    Europa (en tanto que concentracin de significado).

    27 Depr, 2006, p. 150. 28 Moscovici, 2003, p. 122. 29 Semprn, 2006, p. 227. 30 Steiner, 2005, p. 41. 31 Del Zeitgeist de Dilthey, los discursos de Foucault, las ideologas de la Escuela de Frankfurt, las creencias de Bevir o las unit-ideas de Lovejoy a las intenciones de Q. Skinner, los lenguajes polticos de Pocock o los conceptos de Koselleck, muchos han sido los diversos enfoques metodolgicos (con diferentes objetos de anlisis privilegiados) que se han aplicado a este campo de estudio. 32 Talmor, 1950, p. 66. 33 Sloterdijk, 2003, p. 49. 34 Il est inutile de prtendre dfinir une sorte didentit essentielle de lEurope (Schaub, 2008, p. 13).

    20

  • Todas estas diferentes lgicas de reconocimiento de la existencia de determinada

    entidad, que implican lgicas de pertenencia, exclusin o inclusin, imaginarios

    colectivos basados en la experiencia as como aspectos de carcter ms conceptual y

    normativo sirven para trazar una til taxonoma metodolgica35; en la prctica del

    anlisis, no obstante, la diferenciacin entre los tres estratos mencionados del discurso

    europeo no resulta tan ntida, por lo que todos esos aspectos tendrn cabida en este

    trabajo, en mayor o menor medida, y siempre con especial atencin, eso s, al ltimo

    aspecto, aqul del significado (sin perder de vista tampoco, eso s, las crticas a las que

    han sido sometidos semejantes mtodos de aproximacin). La idea de Europa ha sido

    en todo caso abordada desde distintas perspectivas por las principales escuelas en la

    historia de las ideas, cuyas aportaciones ms significativas vale la pena exponer, siquiera

    brevemente, a continuacin.

    Los estudios ms clsicos en historia de las ideas se centraron en su gran

    mayora en la tarea de trazar genealogas entre conceptos, autores y escuelas de

    pensamiento, limitndose, tradicionalmente, al estudio de una serie de autores

    cannicos, basndose en un anlisis literario de los textos. Desde este enfoque, Europa

    se presentaba como una entidad orgnica no-problematizada o cuestionada,

    privilegiando en la narracin las lneas de continuidad sobre las rupturas o puntos de

    inflexin, del mismo modo que se haca patente una insuficiente contextualizacin

    histrica o consideraciones interpretativas de ms largo alcance. En la explosin del

    gnero que sigui a la II Guerra Mundial y acompa los primeros pasos hacia la

    integracin europea, volcados en ese ambiente de entusiasmo generalizado por el nuevo

    proyecto de unificacin, muchos historiadores se aprestaron, con vocacin ms irenista

    que crtica, a fundar la genealoga de esa idea llamada Europa en perspectivas de longue

    dure ( que a veces comprendan veintiocho siglos, como en la obra de Rougemont), con

    afn de apuntalar las bases de una tradicin que en esas dcadas comenzaba apenas a

    ver la luz (y legitimar de paso la futura integracin)36. Trabajos en muchas ocasiones

    brillantes no obstante, que rescataron a la luz numerosos textos y autores hasta

    entonces relegados, y que siguen resultando pese a todo hoy una rica fuente no

    35 Otra propuesta taxolgica es aqulla propuesta por Kaelble, quien distingue tambin tres tipos de aproximaciones: las que se remontan a la Edad Media, las que enfatizan la naturaleza pluralista, y las que focalizan sobre la va de la integracin (Kaelble, 2004, pp. 58-63). 36 These Europe histories of the 1950s wanted specifically to draw a direct line from the ninth Century to the period of integration following the Second World War (Mikkeli, 1998, p. 235).

    21

  • despreciable, con estudios pioneros como el De Gonzague (1944), Lucien Febvre

    (1945), Chabod (1947), Gollwitzer (1951), Dez del Corral (1954), Curcio (1958),

    Rougemont (1961), Duroselle (1965), Bernard Voyenne (1964) o Hay (1968)37.

    El trabajo seminal de Quentin Skinner iba a suponer no obstante, a finales de la

    dcada de los sesenta, una revisin si no frontal ataque a estos estudios clsicos de

    la historia de las ideas y a la disciplina en s38; Skinner reprochaba en l a los autores

    clsicos las maniobras anacrnicas afanadas en plantear cuestiones del presente a

    textos del pasado no concernidos por las mismas, fundando falsos debates filosficos

    de carcter atemporal e imprimindoles una coherencia espuria; reconciliando

    diferencias, creando una historia de carcter evolutivo de los grandes paradigmas

    ideolgicos (una continuidad que slo habra conocido enriquecimientos progresivos)

    en base a un corpus cannico de autores ms o menos arbitrario. Las crticas han sido

    desde entonces numerosas39, y en lo que respecta a estos primeros autores de la historia

    de la idea de Europa se han centrado preferentemente en su abdicacin ante el mito de

    los orgenes y la tentacin de sealar precursores y padres fundadores para una unin

    europea avant la lettre.

    Contra esta atemporalidad en el tratamiento de las ideas iba as a reaccionar la

    Escuela de Cambridge (del propio Skinner a James Tully), abordando las ideas polticas,

    no ya como hechos fenomenolgicos, sino como productos enraizados histricamente

    en su contexto social, poltico, cultural y lingstico (ideas in context); texto y contexto

    han de ser estudiados as de forma complementaria, y en ese sentido, el uso discursivo

    de las ideas adquiere un lugar preeminente en el anlisis, inseparables por tanto de la

    accin y la intencionalidad que dirige tales discursos40. La instrumentacin o funcin de

    37 No todas estas aproximaciones se parecen, no obstante, y as, mientras Denis de Rougemont reclamaba esos 3.000 aos de historia de la idea de Europa, Duroselle, por el contrario, expona La idea de Europa en la historia, alegando que la idea de Europa contempornea, surgida en la inmediata posguerra y como fruto de la misma, es una construccin radicalmente nueva, resultado de una experiencia histrica igualmente indita y que en nada se parece a experiencias y construcciones anteriores. 38 Skinner: Meaning and Understanding in the History of Ideas, artculo aparecido en 1969 y recogido en 2002. 39 Rosanvallon seala as a la dificultad clsica de superar los lmites estrechos de la historia de las ideas, y apuesta para ello por considerar una obra como situada en el campo problemtico sobre el que trabaja. Las ideas no existen en ese sentido ms que como intentos de respuesta a cuestiones que se plantean, tentativas de reestructurar el campo de lo posible y de conjurar la historia a travs de la formacin de representaciones de lo social y lo poltico que reestructuren su inteligibilidad. Las ideas pasaran as a ser infraestructuras, en las que se disuelve el corte entre el mundo real y la representacin del mismo, tal y como apunta Skinner, y perspectiva en la que dice inscribirse Rosanvallon (1985, p. 266). 40 Isaiah Berlin se lamentaba precisamente de que la historiografa inglesa ha prestado tradicionalmente escasa atencin a la Historia intelectual, y reivindica que la controversia acerca de la relacin entre ideas y acciones es una cuestin viva, que s ha sido estudiada en otros pases con ms detenimiento pero que en Inglaterra slo se han ocupado de sus conclusiones ms que de sus mtodos (Berlin, 1979).

    22

  • legitimacin que sufre el uso discursivo del concepto de Europa, en tanto que respuesta

    a los desafos provocados por los cambios polticos y sociales posrevolucionarios,

    resulta as desde esta ptica un aspecto del anlisis insoslayable, que ha de prestar igual

    atencin a su contenido semntico como a los propsitos que encierra; discursos en los

    que apelar a Europa, en fin, tal y como veremos, sirve tanto para criticar el despotismo

    desde una ptica crtica ilustrada o liberal, como para legitimar el orden anterior,

    posteriormente restaurado en 1815, y que hacen en ltima instancia de Europa un

    verdadero concepto en liza si no directamente un arma de batalla.

    Las dificultades, no obstante, de desentraar la intencin oculta de un autor, no

    siempre al alcance de la mano por el contexto, amn de las inherentes dificultades de

    limitar el contexto pertinente que corre el riesgo de otro modo de extenderse al

    infinito, as como de identificar los aspectos determinantes de ese contexto, han

    hecho recaer igualmente no pocas crticas sobre esta metodologa41, que en ocasiones

    corre el riesgo de extraviarse en sesudos estudios de reconstruccin contextual como un

    fin en s mismo, un trabajo de anticuario que, centrndose en el caparazn, olvida la

    perla que esconde dentro42.

    Otros autores se han inclinado por abordar la cuestin de Europa desde

    aproximaciones discursivas y constructivistas; para Delanty o Strath, Europa constituye

    tambin una comunidad imaginaria en el sentido andersoniano, una tradicin fruto de

    la invencin sometida a una constante deconstruccin y reconstruccin en el flujo de

    discursos rivales; concepto ambiguo y contradictorio por lo tanto, sometido a

    constante negociacin y a los distintos espejos en los que se refleja43. Bo Strath, al

    analizar los discursos europestas, distingue entre discursos conscientes y de orden

    reflexivo (en planes de paz perpetua, proyectos de unificacin poltica y dems utopas)

    en los que apelar a Europa adquiere una dimensin normativa-prescriptiva, como ideal

    moral, misin o llamamiento a la movilizacin, frente a otros discursos donde, de

    manera inconsciente y tal vez sin nombrarla, articularla o discutirla abiertamente, la

    idea de Europa permanece pese a todo como referencia o contexto de otros

    argumentos narrativos; Europa, as, servira como categora analtica para la

    41 Crticas de la que Skinner trata de defenderse: It is true that my work is as historical as I can make it. But it is nevertheless intended at the same time as a contribution to the understanding of our present social world (2002, p. 6). 42 Diggins, 1984, cit. en Eggel, 2008, p. 8. 43 Strath, 2000; Rougemont argumenta en el mismo sentido que investigar sobre Europa es construir Europa (1963).

    23

  • comprensin. Para Delanty, por su parte, Europa es una realidad de formas

    cambiantes histricamente construida, subrayando que lo europeo slo se convierte en

    tal bajo el prisma de la mirada retrospectiva, como imagen tergiversada de la

    Modernidad44.

    Objeto pues de narrativas concurrentes que se enfrentan por su definicin, la

    perspectiva constructivista implicara prestar especial atencin a los cimientos

    estructurales y tecnolgicos de tales discursos, determinando qu grupos los controlan,

    sus vas de comunicacin y distribucin, y ponderndolos con discursos alternativos

    en la senda abierta ya por los estudios de Foucault, puesto que no slo ostenta poder el

    productor de un discurso, sino tambin su intrprete; y es que, en tanto que idea e

    identidad colectiva construida, Europa refleja distribuciones discursivas de poder y por

    ello, constituye un indicador relevante para otro gnero de rupturas histricas.

    A estas perspectivas discursivas y estructurales en general se les ha reprochado

    sin embargo un exceso de tecnificacin, que corre el riesgo de caer en un

    reduccionismo lingstico, tal y como apunta Chartier45, que deshumanizara los

    discursos polticos, haciendo de cada autor, privado de toda libertad creativa, un mero

    rehn del lenguaje46. Frente a ellos, aproximaciones de carcter ms literario47 han

    tratado de reivindicar nuevamente la capacidad visionaria de perfilar activamente su

    propio tiempo que muchos de esos autores histricos detentan, reivindicando as las

    fundamentales contribuciones poltico-literarias de un Napolen, un Mazzini o un

    Victor Hugo, en tanto que proveedores de un outillage mental48 capaz de articular la idea

    de Europa ms all de los distintos contextos histricos, volviendo en buena parte as a

    la metodologa de los historiadores de las ideas clsicos49.

    44 Delanty, 1995, p. 3. 45 Chartier, 1982, p. 24. 46 Eggel, 2008, p. 9. 47 Von Essen, 2000, Conter, 2004, Ltzeler, 1998, etc. Sloterdijk ha destacado igualmente el papel de estos visionarios, que con sus textos vienen a iluminar el horizonte: La perspective dune nouvelle cration de forme politique, au-del de lEmpire au-dessus des Etats-nations, avec les tats-nations-, fait apparatre une ralit : la politique du futur dpend dans une large mesure dune modernisation de la fonction visionnaire ou prophtique de lintelligence (Sloterdijk, 2003, p. 77) ; Pour nous, la nouvelle politique commence avec lart de crer des mots qui dsigneront lhorizon aux hommes qui voguent sur le navire du rel (2003, p. 93, en relacin con la necesidad de convertir el translatio imperii hoy en un no-imperio europeo). 48 Febvre, (1944) 1999. 49 Y perspectiva que, en cierta medida, casa bien con lo reclamado por Lucien Jaume, de tomar los textos en consideracin no como productos de una ideologa, sino como productores de la misma (Jaume, 2006, pp. 519-537).

    24

  • Pero lo cierto es que un hecho se convierte en tal por su significado, que es una

    categora eminentemente interpretativa50. Desde el Gnesis, ser equivale a ser nombrado,

    lo que supone un proceso de insercin en el logos, debate que continu en la Edad

    Media con la querella entre nominalistas y realistas. Paul Ricoeur llam ya la atencin

    sobre la relacin entre el proceso de construccin del acontecimiento y su narratividad,

    y Foucault seal a la prosa del mundo como la tarea de atribuir un nombre a las

    cosas y nombrar su ser en este nombre, haciendo del discurso lugar de la ontologa y,

    de toda representacin, filosofa, es decir, teora del conocimiento y anlisis de las

    ideas51. Al mismo tiempo, si la realidad es sobre todo lenguaje, ste tampoco permanece

    aislado, y no puede entenderse si no es en su contexto histrico y social; el discurso se

    articula adems en una cadena de conceptos que tambin ellos poseen una historia

    propia. El giro lingstico y hermenutico de la segunda mitad del siglo XX no han

    hecho sino intensificar esta perspectiva: en la encrucijada entre lenguaje, historia y

    poltica, predomina hoy un generalizado acuerdo acerca del estatuto histrico-

    lingstico de las ciencias sociales52.

    Aplicado a la idea de Europa, esta visin ayuda a precavernos de discursos

    reductores acerca de mitos fundadores, as como de lecturas ontolgicas y esencialistas

    acerca de Europa como un a priori dado. En aras de identificar el significado de una idea

    de Europa, hemos de tener especialmente presentes las prcticas discursivas y los

    diferentes lenguajes relacionados con la identidad europea. En palabras de Pocock, en

    vez de preguntar Qu es Europa? el interrogante a plantear debera ser por el contrario

    What do we mean by Europe? 53, qu queremos decir cuando utilizamos el trmino

    de Europa? Y es que Wittgenstein ya seal que los problemas filosficos, una vez

    convertidos en problemas lingsticos, no encuentran su solucin sino su disolucin,

    por lo que la filosofa consistira fundamentalmente en una investigacin gramatical,

    donde cuestiones como qu es el tiempo?, Qu es el color? se vean sustituidas

    50 For the historian as for the novelist, many crucial events are moments of human understanding, interpretation, cognition. The difference between an event and a non-event lies not in the empirically measurable, outward scale of the happening, but in its significance significance as of then and as of now. And significance is a category less of materiality than of interpretation (Martin Swales, 2004, p. 54). 51 Foucault, 1991, p. 83-125. 52 La lingisticidad y la historicidad son dos dimensiones inherentes a eso que llamamos de manera abreviada el mundo, la experiencia, o la realidad social (Fernndez Sebastin y Fuentes, 2004, p. 12). 53 Pocock, 2002, p. 55

    25

  • por las ms exactas En qu sentido utilizamos el trmino tiempo?, En qu

    circunstancias decimos color? 54

    Desde una pluralidad sin dogmatismos55, una lectura histrica del concepto,

    cuya narracin evite toda lgica teleolgica y armonizadora, nos har darnos cuenta de

    que la idea de Europa es ms fruto del conflicto que del consenso56 (cuya

    problematicidad se muestra patente desde el mismo momento en el que se le confiere

    una definicin sin embargo altamente consensuada como la de unio multiplex)57. Y

    problematizar e historizar la idea de Europa, tomando conciencia de su carcter como

    fenmeno eminente del lenguaje y el discurso a lo largo del tiempo, nos lleva al campo

    de la historia de los conceptos, escuela que ha sabido aunar el historicismo y la

    hermenutica con la historia socio-poltica o la semntica histrica.

    2. 1. Europa, un concepto poltico?

    Aunque el concepto de Europa no aparece en el famoso Geschichtliche Grudbefriffe

    de Koselleck, y a pesar de que la Encyclopdie de DAlambert y Diderot, el primer gran

    diccionario de los tiempos modernos, lo recoge tan slo en su acepcin geogrfica, cabe

    preguntarse si Europa no constituye realmente una categora poltica de primer orden.

    Algunos autores, desde la dcada de 1960, vienen al menos reclamando esta adscripcin

    y lamentando semejante ausencia bibliogrfica; el italiano Federico Cellina, por ejemplo,

    en su libro acerca del europesmo napolenico (1961), subraya la importancia de la

    empresa de dar al concepto de Europa una definicin asunto no abordado hasta

    entonces por la historiografa, condicin previa necesaria para cualquier estudio

    54 Wittgenstein, 1988, prop. 90 y ss. 55 Jaume, 2004, p. 129. 56 Delanty, 1995, p. 2. 57 Frmula vaca sta de la unidad de sus diferencias, el conjunto de sus contradicciones, en opinin de Slotjerdijk (2003, p. 50), pero que se repite una y otra vez en historiadores destacados como Rougemont o Gollwitzer; Le Goff describe por ejemplo la longue dure europea como un proceso dialctico entre los esfuerzos por la unidad y aquellos otros por el mantenimiento de la diversidad (1994, p. 62), y como l, otros muchos.

    26

  • subsiguiente en torno a la idea de Europa58. En sentido idntico, H. D. Schmidt

    sealaba esta flagrante ausencia en los estudios sobre la materia, y lo haca incluyendo

    una relacin verdaderamente exhaustiva de las publicaciones aparecidas hasta la fecha,

    afirmando la necesidad de una herramienta sin la cual, toda historia de la idea de

    Europa, est condenada a fracasar a la hora de determinar el momento y las

    circunstancias que condujeron a la adopcin de Europa como smbolo de inters

    poltico:

    Political and historical studies are still severely handicapped by the absence of

    an historical dictionary of political terms and slogans. () the process of critical political self-understanding and education lacks a vital tool. The great philological dictionaries () are of little help (). International links, historical perspective, and political sensitivity can be found in no dictionary of the English, French, or German language. Littrs French dictionary notes that Europe is the name of a number of heavenly bodies and plays a part in Greek mythology. The Oxford English Dictionary, on the other hand, treats Europe as a proper name and omits it altogether. Without the benefit of competent lexicographical guidance the intensive historical study of the idea of Europe, which has been carried out for the last twenty years, has failed to discover the time and circumstances which led to the adoption of Europe as a symbol of political interest.59

    Ya antes del propio surgimiento de la corriente de historia de los conceptos tal y

    como la conocemos hoy fundamentalmente, la Begriffgeschichte, Schmidt apuntaba

    as, en este notable artculo, a algunos de los aspectos ms relevantes de la compleja

    conexin entre la historia, el lenguaje y la poltica, y que hacan, en su opinin, necesaria

    la tarea de un gran diccionario histrico-poltico que se ocupase de la relevancia de

    poder abordar de una manera crtica la auto-comprensin de los propios actores, el

    inters de una aproximacin a los vnculos internacionales desde una perspectiva

    histrica y, especialmente, la posibilidad de dar cuenta y subrayar las divergencias

    ideolgicas que surgen en el debate poltico aunque recurra al mismo lenguaje.

    The history of a European identity is the history of a concept and a discourse,

    afirma Bo Strth, sosteniendo mi tesis de que el concepto de Europa, ms all de su

    calidad de nombre propio para un lugar geogrfico, cumple ampliamente las

    58 La letteratura europeistica non si in effetti molto occupata di definire il concetto dEuropa e cosi quegli altri concetti di conscienza europea ed idea dellunificazione europea di cui pi oltre si dovr determinare il significato. (...). Si presenta invece senzaltro necessario di affrontare decisamente la questione della definizione di tali concetti. Essi infatti, ed in specie quello dEuropa, proprio esprimono lideale premessa da cui mouve leuropeismo e cos langolo visuale dal quale prende di necessit la mosse qualsiasi studio europeistico (Cellina, 1961, nota en p. 17). 59 Schmidt, 1966, p. 172. Cabe destacar que estos trabajos fueron publicados con anterioridad al Geschichtliche Grundbegriffe, y de ah la reclamacin de un diccionario que incluya estos trminos en su sentido poltico.

    27

  • condiciones histricas de un verdadero concepto poltico, una idea poltica y una

    poderosa metfora movilizadora60. Por su amplio espectro de significados as como

    por su carcter proteico, no cabe duda de que Europa puede ser considerado un

    concepto poltico, un verdadero Grundbegriff, y as lo han visto otros numerosos autores,

    empezando por el clsico Gollwitzer, como los ms recientes Heffernnan, Delanty,

    Den Boer o Eggel61.

    Los conceptos polticos y sociales, lejos de presentar un nico y determinado

    significado, han sido histricamente formados como un campo de batalla en el que se

    despliegan diferentes definiciones concurrentes, diferentes formas de entender la

    realidad y sus posibilidades de transformacin (puesto que incluyen, ms all de una

    estricta referencia a lo ya existente, una determinada voluntad de futuro). Tal y como

    seala Melvin Richter, in contestable concepts, disagreements form an indispensable

    part of the meaning62. Los conceptos conforman as un elemento lingstico clave en

    la lucha poltica63. En tanto que unidad analtica, los conceptos polticos se caracterizan

    por su multivocidad, su ambigedad, su historicidad y contestacin, as como por su

    concentracin de significado; y en ese sentido, Europa constituye tambin un concepto

    polvoco64, cuyo sentido responde a diversas estrategias: el xito de la voz Europa no

    60 The meanings of Europe are a discourse of power on how to define and classify Europe, on the frontiers of Europe, and on similarities and differences. The idea of Europe became, historically and sociologically, a political idea and mobilizing metaphor (Strth, 2002, p. 388). 61 Pomian : lEurope a toujours t investie de contenus multiples, diffrents, parfois incompatibles et dont les poids respectifs, les manifestations et les effets se transforment dans le temps et varient dans lespace (1990, p. 7). Wintle : Europe is a concept in constant flux, defined by what groups of people think it is at any given time (1999, p. 38); Pocock: it constantly meant different things to different people (1994, p. 333), etc. 62 Richter, 2000, p. 138. Una de las ventajas de la Begriffgeschichte es su capacidad de combinar una aproximacin diacrnica, al abordar los cambios de significado a lo largo del tiempo, con una aproximacin sincrnica, al permitirnos estudiar la variedad de significados que un concepto puede tener en un periodo dado; sin perder de vista los contextos lingsticos y socio-polticos (condiciones epistmicas y estrategias discursivas, frente al anlisis filolgico aislado Bdeker, 1998, p. 63-), esta metodologa puede ayudarnos a comprender las controversias conceptuales y sus transformaciones en trminos ms amplios que aquellos del significado. 63 Palonen, 2003, pp. 37-38 64 As lo ve Foerster (1967, p. 8): Europa es un concepto polvoco. Segn se trate de la historia geogrfica, cultural o espiritual, adquiere un contenido distinto. Se delimita a s misma en los conceptos de oeste, occidente, Abendland; todos estos conceptos son muchas veces utilizados como sinnimos. Sin embargo, Europa, en razn de su importante distintivo -el particularismo-, podra tomarse como un concepto contrario a Occidente-Abendland, cuyo ideal estaba constituido por la unidad. Mientras que Occidente, en tanto que continuidad comn cristiana del Imperio Romano, se hallaba todava dentro del desarrollo evolutivo de la idea de reino mundial, que gui desde Alejandro Magno hasta la cada de las ltimas instancias de poder universales de la Alta Edad Media Imperio y Papado-, Europa, por el contrario, descansaba tambin sobre ese desarrollo, pero desenvolvindose segn principios completamente autnomos. Por tanto, designamos como Europa unitaria al grupo de Estados soberanos que surgieron tras la expansin mundial y posterior disolucin del Occidente cristiano, conquistando el mundo y finalizando, tras la II Guerra Mundial, con la forma que entonces adopt (la traduccin de la cita es de mi autora).

    28

  • aconteci por casualidad, nos recuerda Gollwitzer (die Beliebtheit des Wortes Europa

    kommt nicht von ungefhr)65, uno de los primeros estudiosos de esta materia, quien

    estableci el trabajo hoy ya clsico de Eugen Rosenstock-Hssy, Die europischen

    Revolutionen (1931), como el primer intento por clarificar las categoras de Occidente y

    Europa en relacin a sus usos e interpretaciones66.

    Tras su afirmacin de que el xito del concepto de Europa no es fruto del azar,

    Gollwitzer trataba a continuacin de evidenciar, a travs del estudio de aquellos textos

    principales que promovieron su utilizacin (Erasmus, Bodino, Grotius, Leibniz,

    Shaftesbury, Montesquieu, Locke, Hume, Voltaire o Rousseau), hasta qu punto la

    formacin histrica del concepto de Europa corresponde a un proceso intencional de

    secularizacin, contexto en el que habra hecho su aparicin como una figura racional y

    moderna, capaz de abarcar de forma coherente al conjunto de la comunidad ms all

    de la fragmentacin confesional, lo que constituira una prueba de que, superando

    tendencias centrfugas de un espacio europeo dividido en Estados, una cierta cohesin

    inter-europea habra sido mantenida, creando una suerte de patriotismo europeo a

    travs del tiempo. Esta distancia progresiva e incluso confrontacin de la palabra

    Europa con respecto al trmino Cristiandad tambin sealada en los trabajos de Paul

    Hazard o ms recientemente de Pim den Boer67, constituye la tesis principal del

    mencionado artculo de H. D. Schmidt:

    During the 17th century and beginning of the 18th, the term Christianity passed

    to the limbo of the archaic vocabulary and emerged strongly Europe as the unchallenged symbol of the largest human loyalty (...) because all hope for a unitas republicae christianae had been brought to nought by the Reformation.68

    Schmidt sostiene que en el seno del debate poltico de la Cmara de los

    Comunes de la poca fue forjndose de manera progresiva una asociacin que

    vinculaba a Europa con los conceptos de libertad religiosa, balanza de poderes y

    expansin comercial. Mientras que el rey de Francia Luis XIV permaneca vinculado a

    la idea del Reino de la Cristiandad y la Respublica christiana, en los bancos de los Whigs

    iba imponindose cada vez ms la preferencia por el trmino Europa, libre de todas

    aquellas connotaciones religiosas. Schmidt establece desde una aproximacin 65 Gollwitzer, 1951, p. 169. 66 Tambin Federico Chabod, en su obra de 1947, sugera que la historia de la idea de Europa debera comenzar determinando el origen del concepto de Europa: antes que cundo surgi, la pregunta acerca de cundo tom conciencia de s misma se presenta pues como ms perentoria. 67 Hazard, 1961; Den Boer,1995. 68 Schmidt, 1966, p. 173.

    29

  • cuantitativista la frecuencia de ocurrencias de la combinacin estereotipada de

    Protestant Religion y Liberty of Europe, Defence of Europe o simplemente

    Europe en aquellos debates, y gracias a sus resultados fecha la emergencia de Europa

    como un eslogan de partido adoptado por los panfletos e intervenciones de la

    oposicin Whig entre 1680 y 1681:

    The study of English and continental political pamphlets, state papers, and

    official pronouncements offers conclusive evidence that the term Europe established itself as expression of supreme loyalty in the fight against Louis XIV. It was associated with the concept of a balanced system of sovereign states, religious tolerance, and expanding commerce. (). The triumph of William III and the Grand Alliance against Louis XIV, associated as he then was quite wrongly- with the ambitious aims of setting up a universal monarchy and a united Catholic Christendom, brought about the first major stage in the long process of western secularisation, the exchange of Europe for Christendom as supreme political collectivity69.

    A pesar de que el artculo de Schmidt, que bien puede servir de referencia o

    punto de partida a la hora de acometer una investigacin de estas caractersticas, situaba

    la emergencia del concepto de Europa como una expresin poltica en la transicin

    entre los siglos XVII y XVIII, he preferido focalizar mi anlisis en el siglo XIX,

    convencida de que entre los aos 1800 y 1848, con el punto de inflexin de 1815, tuvo

    lugar un cambio semntico de primer orden en el concepto de Europa, as como en su

    relacin con una determinada red de conceptos afines. Peter Burke apunta a que el

    trmino Europa no debe ser estudiado de manera aislada, sino en relacin siempre a

    otras nociones de curso legal de la poca: To determinate what Europe meant to

    earlier generations is impossible, as long as we consider the term in isolation. We need

    to place it within what might be called the repertoire of concepts available for

    expressing group identity70. Y es que, en tanto que pertenecientes a un campo

    semntico, los conceptos mantienen relaciones privilegiadas entre s que no deben ser

    soslayadas: los conceptos vecinos, paralelos pero tambin los antinmicos deben ser

    estudiados cuidadosamente. As, el estudio del concepto de Europa puede ser

    iluminador para otro tipo de conceptos y conexiones entre s, como el Imperio, la

    69 Schmidt, pp. 177-178 70 Burke, 1980, p. 23. Foerster tambin tiene en consideracin esta problemtica de la delimitacin del tema de la idea de Europa frente a otros temas afines: la idea de una unidad poltica europea es distinta, afirma, de aquella sustentada por los movimientos pacifistas y las organizaciones internacionales. La idea de la unidad poltica es algo ms objetivo, y tiene ms que ver con el Estado de Derecho, la jurisprudencia y la prctica poltica, mientras que la segunda tiene ms que ver con aspectos religiosos, ticos y humanitarios; y a pesar de ello, ambas se solapan, matiza, porque en la concepcin de una Europa unida la idea de paz tambin juega un papel importante (1967, p. 8).

    30

  • federacin o la balanza de poderes71, lo que nos lleva a no perder de vista el contexto

    discursivo, y por ende histrico72. Los usos del concepto de Europa, por su parte, en su

    relacin con otros conceptos en el discurso, ponen en evidencia la concurrencia y

    luchas ideolgicas de un determinado periodo, y as, frente al cosmopolitismo abstracto,

    la Repblica de las Letras y la idea de Imperio fruto de la Ilustracin, en el siglo XIX el

    europesmo se convirti en un recurso semntico de carcter ms concreto,

    revolucionado por nociones prximas como la diversidad y la pluralidad, la liberalidad y

    la representatividad, la civilizacin, la fraternidad, el pueblo o la democracia, pero

    tambin de manera inseparable afectado por su gran contra-concepto, la Nacin,

    categora poltica por antonomasia de este siglo XIX, que contesta pero tambin sirve

    de contrapunto a la nocin de Europa, y cuya tensin estalla al alcanzar el ecuador del

    siglo (tras un momento, no obstante, tal y como veremos en el ltimo captulo, en el

    que no se presentan como conceptos excluyentes, sino mutuamente complementarios).

    El concepto de Europa, por lo dems, del mismo modo que otros conceptos polticos,

    no ha conocido una evolucin histrica progresiva y constante, sino que se vio

    profundamente influenciado por las grandes transformaciones del contexto poltico

    continental que agitaron esta primera mitad de siglo, marcando cada una de estas crisis

    un hito en la reconfiguracin de la idea europea, que resulta imposible de abstraer as de

    las luchas y los debates ideolgicos del periodo (la oposicin liberal a la Restauracin, la

    primera emergencia de corrientes democrticas y socialistas), las cuales hicieron

    precisamente de Europa una poderosa arma retrica73, transformado su significado e

    imbuyndolo de una dimensin poltica e histrica de primer orden.

    When did it begin to be said that Europe had a history, and when did it begin

    to be implied that all history was the history of Europe?, se pregunta Pocock74. En la

    71 Pocock, 1994, p. 338. 72 En una aproximacin de la Begriffgeschichte a la Escuela de Cambridge tan reclamada hoy por autores como Richter, Bdeker, Palonen, etc. 73 The historization of the uses marks a discontinuity between ideas, conceived as moves of the agents. The singularization politicises intellectual and conceptual change in so far as in a political situation a plurality of agents are always competing with each other, and in some respects striving for specific shares of power (Palonen, 2003, p. 36). 74 Pocock, 2002, p. 62. Interrogante que recientemente Jean-Frdric Schaub ha rearticulado preguntndose LEurope a-t-elle une histoire? (2008), en un debate que retoma la pregunta ya lanzada en su momento por Peter Burke (1980) acerca de la historicidad de esa entidad llamada Europa, y que sigue hoy abierto. As, autores contemporneos se preguntan: Comment lEurope en est-elle arrive son histoire motrice, et par quoi celle-ci se maintient-elle en marche ? (Sloterdijk, 2003, p. 51) ; pour arriver une conception claire de lEurope en tant que ralit historique, il conviendrait de sinterroger

    31

  • prctica, el concepto de Europa, en principio un simple nombre geogrfico, ha sufrido

    histricamente un proceso de redefinicin trascendiendo su significado hasta el punto

    de ser identificado no con una mera idea del espacio (geogrfico), sino sobre todo con

    una nocin temporal (histrica), concebida de manera dinmica75. El concepto de

    Europa, que evoca realidades a menudo contradictorias y tambin otras an no

    existentes, presenta todos estos aspectos, entre los que destaca su carcter performativo76.

    La historicidad de Europa, tal y como veremos en el captulo tercero, constituye en

    buena medida una invencin de la narrativa ilustrada del XVIII, que presentaba ya la

    civilizacin como una cuestin de grado y desarrollo, y a Europa, como su figura ms

    consumada. Pero ser el momento posrevolucionario, con la experimentacin de la

    aceleracin de los tiempos provocada en los contemporneos, la que dar acta de

    nacimiento a ese nuevo rgimen de historicidad descrito por Hartog que afectara de

    manera especial a la nocin de Europa: The most important result of the

    Revolutionary turmoil for the concept of Europe was that it received an historical

    credence77. La experimentacin de la aceleracin del tiempo tras la Revolucin

    francesa, fenmeno de carcter desconocido hasta entonces, sirvi de impulso

    originario para una nueva escuela histrica, que surgi precisamente de la reflexin

    acerca de la sorprendente novedad de su propio presente. La nueva sensibilidad

    historicista del siglo XIX enriqueci y profundiz el contenido de la idea de Europa,

    buscando en el pasado respuestas a la incertidumbre del presente y haciendo de su uso

    una expresin ms consciente y estrechamente relacionada con interpretaciones

    histricas e ideologas polticas, frecuentemente opuestas opuestas en el sentido de

    que iban a diferir, no slo en lo que respecta al significado del pasado europeo, sino

    tambin acerca de lo que ste debera suponer de cara al futuro78. Esto significa que no

    sur la naissance de lEurope, de sinterroger sur sa naissance comme conscience historique (Robin, 1994, p.47). 75 Y tal y como Koselleck apunta, detrs de esos virajes que transportan desde lo espacial a lo temporal, se advierte la huella de una experiencia histrica incontestable (1993, p. 78). 76 El anlisis de los discursos histricos acerca de Europa alberga en todo caso una clara intencin prospectiva, ntimamente relacionada con el debate actual, por lo que indagar en su papel histrico y poltico en las lizas ideolgicas de la poca puede contribuir tambin a esclarecer el actual debate sobre la cuestin. 77 Den Boer, 1995, p. 68. 78 El principio de modernidad del nuevo tiempo histrico, que determinaba la radical diferencia entre pasado y futuro (entre experiencia y expectativa, tal y como lo describe Koselleck), haca del tiempo presente un tiempo siempre nuevo, en el que el reto del futuro se vea acrecentado exponencialmente. La expectativa de futuro propia del progreso, ideario por antonomasia de este siglo XIX, hizo proliferar toda una serie de pronsticos, profecas, clculos, deseos o esperanzas que constituyen parte de formas distintas del diagnstico histrico y de la accin poltica, y en los que la idea de Europa iba a jugar un papel fundamental, tal y como veremos: en el discurso poltico de la poca, apelar a Europa significa

    32

  • fue slo un proceso de historizacin el experimentado, sino que implica adems un

    proceso de politizacin, en tanto que rasgo especfico ms destacable del concepto a lo

    largo de este periodo: en el siglo XIX, as, [Europe] was seen more and more in

    historical terms, with contemporary political debate forming the frame of reference79.

    Las condiciones principales de la formacin histrica de un concepto poltico

    sealadas por Koselleck se cumplen as para el caso de Europa (temporalizacin e

    ideologizacin), y veremos igualmente cmo se cumplen los otros requisitos

    (internacionalizacin, democratizacin), frente a las tesis de algunos autores

    contemporneos que refutan esta hiptesis de Europa como una verdadera categora

    poltica antes de 194580. Su uso retrico en las luchas ideolgicas y el debate poltico

    emanado de las grandes revoluciones (que nos permitira hablar de una Europa liberal

    pero tambin de una Europa socialista o una Europa reaccionaria, de acuerdo a la

    contextualizacin en los diferentes discursos), enmascara adems un buen puado de

    intenciones y estrategias divergentes tras de s; es el caso, tal y como veremos, de los

    filohelenos reclamando en la dcada de 1820 la independencia de Grecia en base a su

    estatuto de nacin cristiana y cuna de la civilizacin europea, o de los quarante-huitards

    difundiendo el eslogan de los Estados-Unidos de Europa como un desafo que

    responde a los poderes monrquicos establecidos. As, si el proceso de historizacin

    pretendi hacer del concepto de Europa un hecho de necesidad, la confluencia con lo

    poltico lo gir hacia la contingencia y la controversia81.

    Y ms all del clivage ideolgico, no debemos dejar de mencionar en qu medida

    opera otro clivage fundamental, el nacional, que abrira las puertas para un estudio

    comparativo pero que en todo caso queda ms all del alcance de este trabajo. Este

    recrear su pasado pero tambin su futuro en el tiempo presente. Y es que el pronstico, que implica un diagnstico por medio del cual el pasado se introduce en el futuro, se halla tan estrechamente vinculado a la situacin poltica, que formular un pronstico significa ya modificar la situacin, tal y como seala Koselleck (1993, pp. 32-33, 36 y ss.). 79 Den Boer, 1995, p. 70. 80 Del mismo modo en que Metternich pudo afirmar en su da que el nombre de Italia no era ms que una simple expresin geogrfica (cit. en Berindei, 1993, p. 156), muchos todava hoy mantienen presupuestos similares para el nombre de Europa. Sobre este desacuerdo, Jan Ifversen mantiene por ejemplo la tesis de que en estos siglos precedentes primaba el consenso acerca del significado de Europa su significado geogrfico-, y que slo se puede hablar de Europa en un sentido poltico toda vez que empieza a construirse, en el marco de la realidad histrica, una Europa poltica tras la II Guerra Mundial, por lo que toda otra interpretacin no sera ms que una proyeccin retrospectiva (Ifversen, 2007, 2002). Esta Tesis tratar de demostrar, por el contrario, hasta qu punto la idea de Europa constituye, en esta primera mitad de siglo y en el debate francs, una idea verdaderamente poltica, normativa y portadora de distintos programas de futuro. 81 I mean by politicisation both an increase of contingency through the opening up of new questions and an increase of controversiality in the horizon of potential answers to them (Palonen, 2003, p. 75).

    33

  • aspecto s ha sido estudiado, y merece la pena ser mencionado, por la obra de Strth y

    Malmborg, The National Meanings of Europe82. La perspectiva nacional, as como el

    dilogo con su contra-concepto de Nacin, constituyen de hecho un aspecto

    fundamental de la formacin moderna del concepto de Europa que no debe ser

    obviado83; el siglo XIX, en tanto que siglo por antonomasia de los nacionalismos y el

    Estado-Nacin, parecera borrar de la escena intelectual por un momento la idea de

    Europa, relegndola a un lugar marginal, por lo que una historia de la misma, a travs

    de los textos de aquellos que por entonces conceban un futuro poltico con Europa

    como faro para sus aspiraciones de una convivencia pacfica, podra ser considerada

    una historia de utopas y de perdedores en muchos casos, que slo a la luz de la

    construccin europea actual habra despertado cierta curiosidad retrospectiva84.

    La historia de esos supuestos perdedores, que los presupuestos axiomticos

    de la historia de los conceptos acerca de la contingencia de los discursos polticos

    ayudan a recuperar, y cuyo rastro podemos seguir, ms all de los textos clsicos de los

    principales escritores y filsofos, a travs de los escritos panfletarios, discursos polticos

    y peridicos, nos ofrece tal vez una nueva perspectiva, especialmente relevante para una

    cuestin como esta idea menor de Europa, pues se trata de un discurso que muchas

    veces tiene lugar en los mrgenes del debate poltico, en los que aporta sus aspectos

    ms innovadores85. La novedad de estos textos, su escasa difusin y conocimiento en la

    82 Strth, y Malmborg, 2002. Porque Europa no significa lo mismo en el corazn de Francia o Alemania que en pases de la periferia continental, y as por ejemplo en el caso italiano, la nocin de Europa sirvi de horizonte para sus aspiraciones unitarias, mientras que en Espaa fue considerada durante mucho tiempo sinnimo de modernidad, e Inglaterra sostuvo siempre (hasta el da de hoy, y en una asuncin que tambin se forma de manera histrica) una templada distancia plagada de ambigedades y tensiones de exclusin-inclusin. 83 El concepto de Europa se presta igualmente al estudio de lo que Koselleck llam conceptos contrarios asimtricos (Koselleck, pp. 202 y ss.), y que autores como Joo Feres han aplicado ya para el caso de Amrica: un dualismo asimtrico de lgicas de inclusin y exclusin, que protege el espacio poltico interior frente al mundo exterior, pero que como veremos para el caso de Europa, tambin abarca en su formulacin, a menudo, a esa otra totalidad del mundo exterior, equiparndose a la idea de un Estado universal (dado que Europa, durante siglos, supuso la nica cultura mesurable, era muy frecuente que determinados planes relacionados con la realidad de Europa tomaran la forma de proyectos de Estado Mundial Foerster, 1967, p. 8-). Europa se confirma as en todo caso como un lugar mvil y ajeno al espacio. 84 La historia poltica del siglo XIX ha sido de hecho tradicionalmente interpretada y relatada en clave nacional, y slo en los estudios ms contemporneos empieza a plantearse la oportunidad e inters de una aproximacin de carcter transnacional (Mikkeli, Schaub, Haupt, etc.), que pueda devolvernos una imagen distinta de la forjada hasta ahora, contestando aqulla de una historia de perdedores al subrayar, por el contrario, la contingencia de la liza en las ideas polticas. No doubt European consciousness during the nineteenth and twentieth centuries never was a predominant identity. But it was a framework in which Europeans thought, discussed and sometimes also acted () European consciousness was an important topic for contemporaries often underestimated by historians (Kaelble, 2004, p. 69). 85 Puesta en valor de los textos anteriormente conocidos como menores que ha servido de premisa metodolgica para infinidad de historiadores contemporneos (entre los que podemos contar los trabajos

    34

  • mayora de las ocasiones, me ha llevado por otra parte a una exposicin de los mismos

    probablemente ms extensa de lo acostumbrado en estos casos, persuadida del inters

    que presenta no slo su contenido ideolgico, sino tambin sus lneas argumentales y

    usos retricos, en el contexto de las circunstancias y el debate poltico en el que se

    vieron inmersos.

    Porque lo cierto es que, aunque obviamente se trate de una identidad construda86,

    los europeos se caracterizan por haber persistido en ese auto-reconocimiento de

    europeos como formando una unidad, en un sentido que rebasa la mera referencia

    geogrfica, durante los ltimos siglos; una conciencia de s mismos como comunidad

    desde bien temprano, resumida en el nos Europa, sustentado ya por Francis Bacon en

    162387. Una construccin, en suma, llevada a cabo a lo largo de la Historia por tantos

    hombres distintos, queriendo hacer y significar cosas tan dispares, que su proceso de

    existencia acaba dndosenos hoy como una realidad88; examinar de qu manera

    distintos individuos, actuando en la historia, han utilizado este trmino que de

    denominar un continente pas a significar una civilizacin89, ser otro de nuestros

    objetivos, en el camino hacia el estudio de un fenmeno que sustenta adems un

    de Skinner), y que se abordaban de esta manera en el trabajo de Schmidt que hemos tomado como matriz: The main fault of past historical investigations lies in a concentration on literary works and famous men of letters and a neglect of political literature, pamphlets, and diplomatic documents, perspectiva en la lnea tambin de lo expresado por Lucien Jaume (2004, pp. 109-130) y su distincin entre ideopraxias o textos de intervencin poltica y los textos propiamente tericos. Hemos apostado en este trabajo sin embargo por una aproximacin de carcter ms omnicomprensivo, que ane los esfuerzos de esos textos menores o de circunstancias, inmersos en la lucha poltica cotidiana, con el pensamiento de los grandes autores de la poca, cuyas lneas directrices y puertas abiertas para el debate no pueden desde luego despreciarse (y cuyas consideraciones tericas o filosficas tampoco estn exentas en ningn caso de una implicacin en el contexto poltico del momento). Perspectiva esta ltima compartida por autores como Pierre Rosanvallon, para quien no cabe la diferenciacin entre los petits crits obscurs, en los que se leera ms claramente las intenciones y problemas que una poca intenta resolver, frente a los grandes textos clsicos exclusivamente tericos y alejados de la prctica inmediata (Rosanvallon, 1985, p. 266), aspecto que tambin defiende Fernndez Sebastin (2004, pp. 131-142). 86 Pocock, desde su posicin euroescptica que le lleva a tratar de deconstruir la invencin de Europa (1994), se queja al respecto: I do perceive a construction called Europe is being invented and imposed upon me in language that suggests that I must accept it without asking too many questions about what exactly it is (2002, p. 55). En los ltimos aos han sido publicadas otras aproximaciones crticas como las ms reciente de Georges Corm, LEurope et le mythe de lOccident. La construction dune histoire (2009). 87 Cita en Pagden, p. 33. 88 Y como el concepto de Europa puede significar tantas cosas al mismo tiempo, y ante la imposibilidad de abarcar todos esos significados, me veo obligada a anticipar que este trabajo se ocupar preferentemente de aquellas visiones de Europa como unidad, y de sus usos como oposicin poltica. 89 Pocock, 2002, p. 56.

    35

  • marcado carcter normativo, ms all de lo meramente descriptivo (y es que Europa

    parece ser un concepto con una fuerte tendencia a crear realidades avant la lettre90).

    3. 1800-1848: un tiempo-bisagra

    A pesar de esas innumerables historias de la idea de Europa que han sido

    publicadas en las ltimas dcadas, son ms escasas las que prestan una atencin ms

    especfica a periodos de tiempo ms precisos; las hay por supuesto que se ocupan de la

    idea de Europa en el siglo de las Luces, durante el periodo revolucionario y

    napolenico91, pero la poca inmediatamente posterior adolece de una llamativa

    ausencia de bibliografa pertinente92.

    Y sin embargo, los aos comprendidos entre 1800 y 1848 representan un

    periodo trascendental en la historia de Europa, y constituyen todo un laboratorio

    poltico: Tout ce qui tait n'est plus; tout ce qui sera n'est pas encore. Ne cherchez pas ailleurs le

    secret de nos maux93. Las primeras dcadas del siglo XIX se presentan ms que nunca

    como le moment (...) de lavnement dune nouvelle conscience94, le temps de

    prophtes95. La conciencia de encontrarse, en torno a 1800, ante un cambio de poca

    era pues general; Perthes, en relacin a la cada de Napolen, reconoca ya en 1872 la

    inmensurable significacin de estos aos, cuando se reconoce que nuestro continente

    entero se encuentra en un momento de trnsito en el que entran en colisin las

    90 Lo cual justificara de por s el inters de una historia del concepto, y que queda patente en la extraordinaria proliferacin bibliogrfica actual de Historias de la idea de Europa, y a pesar de que, tal y como seala Mikkeli, we can only speculate on what Europe meant to the people of ages past (1998, p. 239). 91 Para el siglo XVIII, pueden consultarse los trabajos de Py (2004), Bottaro Palumbo (de prxima aparicin en Honor Champion, 2009), Blissa (1998) o Bois (1999); estos dos ltimos autores se han ocupado igualmente del periodo revolucionario, y entre los trabajos colectivos sobre Napolen y Europa (utilizados para este trabajo y convenientemente citados en el primer captulo), destacan aquellos de Martin (2002) o Lentz (2005). 92 A excepcin, tal vez, de dos importantes artculos de Pierre Renouvin (1949) en torno a la idea de Europa en el siglo XIX, pero cuya antigedad justificara de por s sola la necesidad de abordar un estudio como el presente. 93 Musset, La confession dun enfant du sicle, 1836. 94 Renouvin, 1949, p. 23. 95 En alusin al ttulo de la obra de Paul Bnichou (1977).

    36

  • contradicciones del medio milenio pasado y el que est por venir96. Del mismo modo

    tambin lo ha destacado Jean Sorel:

    Dans lhistoire europenne, le XIXe sicle se prsente comme un grand tournant. Il est une priode charnire de cette histoire et, plus gnralement de lhistoire de la civilisation dorigine et dessence chrtiennes. On pourrait dire que lhistoire de lEurope sest droule suivant les rgles de la composition symphonique. Les thmes ont t poss par les premiers mouvements, le thme initial de lunit europenne, celui de la dsagrgation politique, et celui, samplifiant sans cesse, de laction civilisatrice. Le XIXe sicle marque en scherzo lapproche du final, o ces thmes vont se heurter, se bousculer, se confondre en un dbordement de sonorits, avant de se rsoudre en un accord ultime o ils fusionneront moins quils ne sy engloutissent 97

    Pierre Rosanvallon denunciaba ya el olvido al que los historiadores han

    sometido tradicionalmente a esta poca (especialmente en lo que se refiere al periodo

    comprendido entre 1814-1848), en tanto que image ennuyeuse dune priode sans

    consistance propre, simple momento de transicin dbil desde el punto de vista

    histrico y del pensamiento, campo en el que no ofrecera nada nuevo98; pero lo cierto

    es que estos aos se insertan plenamente en el periodo que Koselleck ha denominado

    de Sattelzeit (temps-charnire o poca-puente, 1750-1850)99, origen de la

    modernidad y periodo de las principales transformaciones ideolgicas y semnticas de

    nuestra contemporaneidad.

    En estos aos se produce en efecto una vasta transformacin de ideas,

    lenguajes, actitudes y maneras de pensar y actuar, y supone un momento histrico de

    cambio y renovacin del orden europeo en el que van a concurrir en la arena poltica

    diversas concepciones de Europa. En la dcada de la Restauracin se publican as casi

    tantos planes de unidad europea y paz perpetua como a lo largo de todo el periodo

    96 Cit. en Koselleck, 1993, pp. 194-195. 97 Sorel, 1958, p. 196. 98 Rosanvallon, 1985, p. 11. l, por el contrario, apostaba por comprender la monarqua de Julio a partir de ella misma, es decir de sus ambiciones, las tareas que se impone, las representaciones en las que inscribe su accin y el trabajo de su experiencia (p. 270). La ausencia de estudios historiogrficos en torno al periodo de la Restauracin y la monarqua de Julio parece no obstante haber empezado a paliarse si quiera tmidamente- en los ltimos aos. 99 Elas Palti ha estudiado esta nocin de Sattelzeit (2004). La nocin de Sattelzeit es sin embargo cada vez ms contestada por aquellos que cuestionan sus lmites reduccionistas, no aplicables a todos los pases, o incluso por la pertinencia de reclamar una herencia continuada con respecto a una Modernidad supuestamente superada (Eggel, 2008, p. 12).

    37

  • revolucionario100, y el nombre de Europa ocupa el ttulo de muchos de los diarios de

    la poca101.

    En la breve localizacin geogrfica inicial del referente europeo, ya hablbamos

    de un progresivo deslizamiento hacia el oeste, por el que Francia, a travs de su

    supremaca cultural, poltica y finalmente militar, se iba a ver dotada, en el siglo

    diecinueve, de una absoluta centralidad. Pars, capital del siglo XIX, como la defina

    Walter Benjamin, capital de Europa para Victor Hugo, y el pensamiento que en ella

    se cultiva se ven en la obligacin de enfrentarse, a partir de 1815, a la tarea de

    reconstruir Europa y reconstruirse a s mismos, con la responsabilidad redoblada debida

    a la herencia napolenica; para el pensamiento francs de la poca, la tarea de superar a

    Napolen es ms urgente que para nadie, y por eso ser en este pas, capaz de reotorgar

    un nuevo significado a Europa, reinventndola, el mbito donde surjan las propuestas

    ms interesantes para la futura unidad.

    Y ese siglo diecinueve iba a ser sobre todo el siglo del resurgir de la concepcin

    pluralista, basada en la reconstruccin de la visin ilustrada del orden cosmopolita

    sustentado en gran medida sobre las relaciones comerciales. El comercio y la libertad se

    presentan as como las nuevas vas para concluir el proyecto en el que la conquista y el

    imperio haban fracasado: lograr la unidad en la diversidad, ste iba a ser a partir de ese

    momento el principal objetivo comn de todos los proyectos pan-europeos que jalonan

    el siglo, y que los distingue radicalmente de toda tentativa unificadora anterior. En

    palabras de Anthony Pagden (parafraseando a Guizot), lo que hace diferente a los

    europeos es su comn capacidad para ser precisamente diferentes: Europeans have

    more than a shared past; they have a shared history of antagonisms to overcome102.

    Esos antagonismos constituirn la nueva dinmica europea, pero tambin su nuevo

    100 Foerster (1967), ofrece un completo y detallado recuento bibliogrfico de todos los proyectos de paz que emergen entre 1730 y 1830 en todo el continente, y que Swedberg convierte en una tabla grfica para mostrar frecuencias (1994, p. 163): comprobamos as que la cota ms alta se da entre los aos 1789-1800, y que acontece un importante repunte en el periodo comprendido entre 1810-1819. Renouvin, por su parte tambin seala que la proliferacin de este tipo de escritos coincide siempre con los grandes momentos de crisis, como pueden ser los aos 1814-1815, o en torno a 1848: Les projets sont plus nombreux aux heures troubles, lorsque lEurope est lasse ou inquite. Il est naturel qu la veille ou au lendemain dun grand bouleversement, la pense se tourne vers les moyens dviter la guerre ou dassurer la dure de la paix: 1815, 1840, 1848, 1866, 1871, sont donc les dates autour desquelles apparat avec plus dinsistance le dessein dorganisation europenne (1949, p. 4) 101 Como el Journal Europen de Muhrard (Berna, 1817), la Revue europenne (antecente del Correspondant), LEuropen de Buchez... 102 Pagden, 2002, p. 20

    38

  • riesgo, la exaltacin de la diferencia103. Se trata en todo caso del reto de convertir ahora

    los vagos internacionalismos y cosmopolitismos anteriores en modos ms

    concretos y persuasivos de asociacin civil y poltica.

    En la concurrencia de distintas visiones de Europa, tan dispares como pueden ser

    la de los legitimistas de Viena como la de los nacionalistas romnticos de Mazzini, iba a

    centrarse buena parte del conflicto poltico que marca las revoluciones del siglo XIX

    (una discrepancia ideolgica que va ms all, por supuesto, de la mera visin de Europa,

    pero de la que sta ltima no deja de ser un aspecto indisociable); y, sin embargo,

    concepciones tan dispares (Europa como equilibrio de poder, como suma de intereses

    estatales, como armona de naciones o como repblica universal), su