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La Imaginería de pasta de caña de maíz dos casos en Zacatecas: El Señor de Guerreros y El Señor de Jalpa Edgar Gutiérrez García El inicio de mi curiosidad acerca de la producción escultórica novohispana, incluso antes de haber comenzado mi formación profesional como Restaurador, comenzó cuando tuve el primer contacto visual con dos grandes esculturas de pasta de caña de maíz en Zacatecas, para mí y mi opinión como conservador-restaurador las mas significativas son el Señor de Guerreros y el Señor de Jalpa, sin menospreciar las demás producciones en este material tan enigmático como el Señor de la Parroquia ubicado en la Catedral Basílica de Nuestra Señora de los Zacatecas, el Señor de la Asunción del Templo de Teocaltichillo en Jalpa, Zacatecas, los Cristos de Villaseca pertenecientes al acervo del Museo de Arte Sacro “José Campos Mota” del Templo Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe, “Guadalupito”, algunos no muy conocidos como el Cristo del Templo de la Vera Cruz en Río Grande, o los resguardados como el caso del Presbiterio del Templo de la Inmaculada Concepción de María, mejor conocido como Santo Domingo. Todos ellos de una construcción ligera y endeble pero con un fuerte apego devocional y de identidad con sus pueblos y parroquias. El estudio e investigación de la escultura producida en el periodo novohispano es complicado, debido a la escasa bibliografía referente al tema y por el anonimato que rodea a este tipo de producción artística. La poca producción de escritos e investigaciones al respecto y en concreto a los bienes muebles o por destino, contenidos en nuestro estado es escasa y la que hay poco socializada, al contrario de la referente al patrimonio edificado o del patrimonio intangible. Manuel Romero de Terreros con su primer trabajo de 1930 dedicado exclusivamente a la escultura: Breves apuntes sobre la

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La Imaginería de pasta de caña de maíz dos casos en Zacatecas: El Señor de Guerreros y El Señor de Jalpa

Edgar Gutiérrez García

El inicio de mi curiosidad acerca de la producción escultórica novohispana, incluso antes

de haber comenzado mi formación profesional como Restaurador, comenzó cuando tuve

el primer contacto visual con dos grandes esculturas de pasta de caña de maíz en

Zacatecas, para mí y mi opinión como conservador-restaurador las mas significativas son

el Señor de Guerreros y el Señor de Jalpa, sin menospreciar las demás producciones en

este material tan enigmático como el Señor de la Parroquia ubicado en la Catedral

Basílica de Nuestra Señora de los Zacatecas, el Señor de la Asunción del Templo de

Teocaltichillo en Jalpa, Zacatecas, los Cristos de Villaseca pertenecientes al acervo del

Museo de Arte Sacro “José Campos Mota” del Templo Diocesano de Nuestra Señora de

Guadalupe, “Guadalupito”, algunos no muy conocidos como el Cristo del Templo de la

Vera Cruz en Río Grande, o los resguardados como el caso del Presbiterio del Templo de

la Inmaculada Concepción de María, mejor conocido como Santo Domingo. Todos ellos

de una construcción ligera y endeble pero con un fuerte apego devocional y de identidad

con sus pueblos y parroquias.

El estudio e investigación de la escultura producida en el periodo novohispano es

complicado, debido a la escasa bibliografía referente al tema y por el anonimato que

rodea a este tipo de producción artística. La poca producción de escritos e

investigaciones al respecto y en concreto a los bienes muebles o por destino, contenidos

en nuestro estado es escasa y la que hay poco socializada, al contrario de la referente al

patrimonio edificado o del patrimonio intangible. Manuel Romero de Terreros con su

primer trabajo de 1930 dedicado exclusivamente a la escultura: Breves apuntes sobre la

escultura colonial de los siglos XVII-XVIII es un referente y base esencial de todo estudio

y conocimiento del tema, los mas específicos al tema de la pasta de caña de maíz:

Imaginería en pasta de caña de Andrés Estrada Jasso en 1975. Y no se puede dejar de

mencionar la obra monumental de Manuel Tuossaint: Arte colonial en México. Para las

esculturas en Zacatecas encaminadas a las de pasta de caña de maíz es el pequeño pero

sustancioso escrito El Santísimo Cristo Señor de Guerreros del Prbo. José Campos Mota

y el único referente al tema. Este breve estudio tiene como finalidad socializar la labor de

los imagineros novohispanos y en especifico la técnica de la pasta de caña de maíz, al

igual que las representaciones de Cristo veneradas en nuestro entorno cercano.

“...ellos son los inventores, porque cogen la caña de maíz y le sacan el corazón,

que es a modo de cañeja, pero mas delicada, y moliéndola, se hace una pasta con

engrudo que ellos llaman tatzinueni, tan excelente, que se hacen de ellas las

primorosas hechuras de los Cristos de Michoacán.”

Alonso de la Rea, Crónica, 1649

La cultura tarasca o purépecha (p’urhéoecha o p’urhé) floreció en el periodo post-

clásico mesoamericano, aproximadamente del año 1200 al 1600 d. C. y tiene como

núcleo la región oriental del actual estado de Michoacán. Los tarascos, como muchos

otros pueblos acostumbraban llevar consigo a las guerras sus ídolos para que con su

cercanía les favorecieran la victoria. Cuando las esculturas que representaban a sus

creencias no podían ser puestas a salvo caían en manos de sus contrarios para ser

destruidas, esto acrecentaba la ira sus dioses. Para solucionar la destrucción de las

esculturas de piedra y su transporte encontraron una inteligente solución, realizar una

copia de una materia tan ligera que un solo tininiencha pudiera llevarla a cuestas, así

podría ser mas fácil de rescatarla y la talla original quedar resguardada en un lugar

seguro. De esta forma es como nace ésta técnica escultórica netamente tarasca y única

en el mundo.

Ya tenemos por demás comprendido, que los indígenas mexicanos conquistados

eran herederos de gran talento artístico y sensibilidad, la técnica purépecha de la pasta

de caña no desaparece, si no se transforma, se cristianiza. Reprodujeron cuanto llegaba a

sus ojos, todo lo proveniente de los reinos de Castilla tanto escultura como pintura

aplicando sus métodos y su interpretación. Pues bien, en la época novohispana la

producción escultórica es muy sobresaliente tanto para adornar como para evangelizar, la

talla de madera, la imaginería en pasta de caña y el labrado de fachadas en piedra, no

solo por su cantidad si no por su calidad que hasta la fecha causan admiración de propios

y extraños. Uno de los primeros registros referente a la escultura novohispana la

fechamos en 1520, donde Hernán Cortés acota acerca de la gran plaza de Tlatelolco: “cal,

piedra labrada y por labrar adobes, ladrillos, madera labrada y por labrar de diversas

maneras”.1

Ahora los mismos corazones de caña que le dieron forma a sus ídolos eran materia

para realizar cristos de devotísimas formas. De variados nombres se identifica el material

con el que se realizan los Cristos de Michoacán, para la mayoría de los especialistas y el

mas común es “pasta de caña” otros aludiendo a la parte utilizada “médula” o “corazones

de caña de maíz”, “cañas descortezadas y secas” o también “fibras largas de la caña de

maíz”, o mas común aun es “pasta de caña” o “pasta de Michoacán” en un ámbito mas

popular puede ser “de cañita”, “gabazo de caña” o “aguazol”. La preparación original de la

caña para la producción de las imágenes, como el caso de el Señor de Guerreros y el

Señor de Jalpa es todavía un misterio, la producción actual de esta imaginería por hábiles

1 Hernán Cortés, Cartas de Relación, México, Porrúa, 1973

artesanos de Michoacán nos hace pensar que así se realizaba en la época novohispana.

ya que es transmitida de generación en generación. De alguna manera tuvieron que

extraer el azúcar contenida en la caña de maíz, se dice o se puede suponer que las cañas

eran sometidas a una corriente de agua, para que ésta arrastrara los azúcares y después

secadas al sol, se pulverizaban y se aglutinaban para formar una argamaza que les

permitiera el modelado.

Las imágenes en su interior contienen una estructura hecha de las mismas cañas,

formando una base tanto piernas, brazos y torso, para dar mayor estabilidad se

rellenaban de papel y telas. Los imagineros preparaban un engrudo que le llamaban

tatzingueni con el que unían la estructura principal, mismo que lo utilizaban para realizar

la propiamente dicha “pasta de caña”. Esta mezcla hoy en día es preparada con el

mucílago de nopal (baba), sábila, algunas hojas de las higueras y uno de los ingredientes

principales es una orquídea que crece en esta región, de la cuál se aprovecha solo su

bulbo y provee la consistencia pegajosa. Quizá este ultimo ingrediente sea el que provee

a las imágenes su capacidad de sobrevivir a los deterioros mas comunes de la escultura,

como los ataques de xilófagos. Una vez que la estructura o esqueleto, esta bien seca y

estable se prepara la pasta para darle el detallado a la escultura, con hábiles manos

moldean cuerpo y rostro, al igual que manos y cabellos. Para esculpir el cendal, muchas

de las veces son auxiliados por telas que empapadas en el taztingueni le dan forma a la

única prenda que portan los cristos, pocas veces podemos apreciar la prenda original de

la escultura, ya que la tradición popular acostumbra a agregarle un cendal donado por la

comunidad que se le cambiará cada año, casi siempre para el día en que se celebra su

fiesta.

Todo este proceso debe ser realizado en días soleados y sin humedad para que

todo pueda secar a la perfección, se bruñe el cuerpo de la escultura con piedras lisas de

río así se eliminan todas las asperezas de la pasta, es finalizado el trabajo con las

encarnaciones, ya dependiendo del gusto del escultor o del donante, se policroma se deja

la pasta de caña con su color natural. Como encarnación entendemos aquellas zonas de

la escultura que imitan la piel, para un Cristo es el cuerpo completo, los detalles del rostro,

las llagas y el cabello forman parte de la policromía. Para realizar la policromía y la

encarnación había técnicas y materiales especiales, muchas imágenes de pasta de caña

llegan hasta nuestros días con su color original obscurecido por el paso del tiempo, la

preciosa pátina, algunas otras sufren intervenciones desafortunadas que no nos permiten

apreciar el material de factura de las imágenes.

“...han de ser tales y tan escogidos como los que usa la iluminación y se han de

moler en el agua con la misma limpieza que hemos dicho, salvo que en el lugar de

la templa de la goma, se ha de usar la yema del huevo fresca, con medio cascarón

de agua dulce y clara batida hasta que levante espuma, con esta templa se han de

mezclar los colores para el estofado sobre oro bruñido, emprimado con albayalde

todo lo que se a de colorir”

Francisco Pacheco, El Arte de la Pintura, 1756

El surgimiento de los gremios en la Nueva España está relacionado con el desarrollo de la

sociedad, las primeras ordenanzas que se expidieron datan de 1524 siendo los herreros

los primeros en obtenerlas, ellas constan en las Actas de Cabildo de la ciudad de México.

En cuanto a estructura general, los gremios novohispanos conservaron la forma europea

original. 2 A los indios de les permitió ser parte del círculo selecto de los escultores de la

2 María del Consuelo Maquívar, El imaginero novohispano y su obra, 1995, Instituto Nacional de Antropología e Historia. p. 39.

Nueva España, mediante las ordenanzas de 1568 se les da el permiso de ser examinados

y los mas hábiles obtener el permiso como escultores y nombramiento como maestros

pudiendo establecer su taller y tienda. Nos hace suponer por la calidad expansión de la

escultura de pasta de caña en conventos y templos importantes en la Nueva España los

imagineros michoacanos estaban agremiados.

El Señor de Jalpa, es una escultura de pasta de caña de maíz que representa a

Cristo yacente, aproximadamente de 1.60 metros, va adosado a una cruz de madera muy

sencilla sin marcas ni inscripciones, documentos contenidos en el Archivo Parroquial de

este municipio no revelan la fecha exacta de la llegada de la escultura a estas tierras, se

dice al respecto de forma oral que el Canónigo Don Felipe de Santa Ana comenta

respecto a esta escultura: “siendo párroco el Sr. Pbro. Don Francisco de Paula Robles,

encontró unos viejos documentos en las notarías (téngase presente que el archivo

parroquial fue quemado durante la revolución del primer cuarto del siglo actual) que la

santa imagen fue donada a los naturales de Xalpa, por el V. P. Fray Antonio de Segovia

que misionó por estos lugares a raíz de la conquista”.3 Fray Antonio de Segovia llegó a la

Nueva España en la segunda barcada de franciscanos, hacia 1531, su labor principal era

la de catequizar a los naturales, para esta tarea portaba en su pecho una pequeña

imagen de la Inmaculada Concepción de María realizada junto al lago de Patzcuaro, por

manos indígenas, purépechas y sin duda de pasta de caña de maíz, su tarea

evangelizadora lo hace llegar hasta los Cañones de Juchipila donde va donando

imágenes a lo largo de los asentamientos franciscanos, así podemos deducir que el

Señor de Jalpa (Xalpan) pudo llegar a estas tierras en el siglo XVI.

3 Juan N. Carlos, Historia de Jalpa, 1994

Muchos sucesos históricos han ocurrido en los territorios sureños de nuestro

estado, desde la llegada de Diego Hernández de Proaño en 1532 y expulsado por los

Caxcanes en 1540 por la rebelión del Mixtón, la llegada del Virrey Antonio de Mendoza

con sus aliados tlaxcaltecas que esclavizarían a los pocos Caxcanes que quedaban,

hasta la aparición de los primeros Insurgentes zacatecanos en la Guerra de la

Independencia, el paso de Miguel Hidalgo y Costilla en 1811, la intervención francesa en

1864, hasta la organización de un grupo cristero llamado “Libres de Jalpa” en 1927,

acontecimientos observados bajo la vista perenne de una escultura de tes obscura como

las manos del imaginero que la realizó.

Esta escultura como un bien mueble es suceptible a los deterioros al

envejecimiento natural, sus usos, los agentes del medio ambiente y las alteraciones

provocadas por el hombre, ya sea de manera accidental o negligente. En la década de los

años noventa sufrió una transformación muy desafortunada, se sometió a un proceso de

restauración, que no se le pudiese llamar así como tal ya que no se respetaron los

criterios intervención sobre una obra de tal magnitud histórica y devocional. La

intervención sobre una obra se debe realizar sin falsear al original, sin cubrir partes de la

obra, sin añadidos, respetar la historia y factura de las imágenes, utilizando materiales de

calidad que resistan al paso del tiempo, para que ya una vez restaurada poder hacer una

lectura de la obra que sea congruente con su tiempo de creación.

“La restauración debe dirigirse al establecimiento de la unidad potencial de la obra de arte, siempre

que esto sea posible sin cometer una falsificación artística o una falsificación histórica, y sin borrar

huella alguna del transcurso de la obra de arte a través del tiempo”.

Cesare Brandi, Teoría de la Restauración, ALIANZA FORMA, 2007, p. 23

Como resultado final de esta desafortunada intervención, el Señor de Jalpa ya no

conserva su color original, mostrando un color de tonos rosáceos que no nos permiten

leer su material constituyente, pensando que podría ser una escultura de simple mayólica

o resina, las manifestaciones de la pasión fueron repintadas con tonos inapropiados para

representar la sangre humana. Se le han integrado objetos ajenos a la talla, como

cendales variados, pelucas de cabellos naturales, coronas de espinas y en las últimas

décadas porta la tiara de las protestades. Los métodos de conservación realizados en

esta escultura son mínimos pero acertados, se ha promovido no exponerlo a peligros

como transportarlo en procesiones y el contacto directo con las personas, todo esto

aunado a la técnica escultórica de los imagineros y a la miel de las orquideas, tatzingueni,

le han permitido llegar hasta nuestros días.

Otro ejemplo de la maestría de la técnica de la imaginería purépecha es el Señor

de Guerreros, escultura de pasta de caña de maíz de Cristo en la cruz, todavía podemos

observar en ella el color original, de tez morena, obscura como las tonalidades de la

azúcar quemada. Al contemplar esta imagen, finalmente resguardada en una de las

capillas laterales del Templo de Guadalupito no se podría imaginar el espectador o devoto

de la historia tan peculiar de la misma. Esta historia nos remonta a 1540 cuando llega a la

Nueva España Alonso de Villaseca, antes de contraer matrimonio viene a Zacatecas a

trabajar en los minerales y donde en poco tiempo llega a ser uno de los principales

mineros de la ciudad. Ya en 1563 formaba parte de los mas acaudalados, con una

devoción por la Pasión de Jesús y en especial por la crucifixión manda a hacer un gran

crucifijo a Michoacán para su devoción particular en su hacienda de campo, al norte de lo

que era la Villa de Guadalupe. Al fallecer todo pasa a manos de su única hija, Mariana de

Villaseca, casa con Agustín de Guerreros, de ahí proviene el nombre de la escultura,

Señor de Guerreros, de los Guerreros o de Guerreritos.

Los documentos mas antiguos donde nos podemos dar cuenta del culto al Señor

de Guerreros datan de 1726, hablan de la construcción de una capilla de mampostería, ya

que la anterior, por solo ser una casa de campo y no una gran hacienda fue hecha de

simples adobes, la capilla nueva debería tener bóvedas y campanarios, y algunas

habitaciones para que hicieran la función de presbiterio, mismo documento da cuenta de

los gastos y materiales que se invertirían. La imagen es trasladada al Santuario de

Nuestra Señora del Patrocinio, hacia 1728 para poder concluir la nueva capilla, por

reclamos de sus herederos regresa a la Hacienda de San Antonio en 1731, y de ahí a su

nueva capilla. Ya en su nuevo recinto su devoción es tal que en el estado de Durango se

erige una capilla con una copia de la imagen. Se sabe de una profanación de la Capilla

del Señor de Guerreros al rededor de 1845, un asesinato ocurrió dentro de inmueble, por

lo cual la imagen es trasladada nuevamente a la Santa Escuela, hoy el Templo del

Sagrado Corazón de Jesús, en la capital del estado, debido a la exclaustración de la

Hermandad que de la Escuela de Cristo en 1859 esta sea posiblemente llevada a

Tlantenango, de lo cuál no se tiene certeza alguna.

Afortunadamente aparece en la historia de esta imagen michoacana José Campos Mota,

que siendo sacerdote en la Parroquia de los Sagrados Corazones en Guadalupe se le da

en donación en 1926 por estar en un lugar ruinoso, la Capilla de la Ex Hacienda de

Bernárdez y corriendo un peligro inminente por la persecusión religiosa, nada se sabe de

como llegó ahí o si realmente fue estuvo en el sur del estado. Por la situación política se

decide el Cristo sea escondido en un lugar de Guadalupe, donde permaneció 16 años,

sufriendo deterioros. Ya en 1942 cuando el Padre Campos toma las riendas del curato del

Templo de Guadalupito lo lleva consigo y al conocer la imagen el pintor Francisco Goitia

se ofrece para restaurarlo. Examinó minuciosamente la escultura, se dio cuenta de la gran

antigüedad y la magnífica técnica con la que estaba realizada, decide restaurar con los

mismos materiales. Los daños mas evidentes en la escultura eran la pérdida de dedos,

una rodilla y un gran hueco que los roedores le hicieron en la cabeza. El Padre Campos

preocupado por tener los materiales para la restauración de la imagen le hace llegar

pintor un gran pedazo de madera de colorín, a lo que le responde: “No necesito madera

de colorín; la imagen no es de madera; tenemos algo muy bueno. Esta escultura es de

caña de maíz, es de las que hacían antiguamente los indios. Voy a conseguir cañajotes

de maíz y de esa misma materia tengo que valerme para restaurarla” 4 Francisco Goitia

respetando los criterios de la restauración culmina su trabajo, impecable, sin alterar la

forma y el color de la escultura.

“Limpió y reparó la cruz que es de maderas finas, con incrustaciones de metal, parece que son de

de plomo y sinc, en forma de estrellas. También tiene incrustados cuadritos de hueso, que tienen

grabados todos los instrumentos de la pasión: el Divino Rostro, el cáliz, etc. etc. La cruz no era la

original, pues en la parte posterior tiene algunos letreros, no todos legibles; pero se lee el año de

1774” 5

Prbo. José Campos Mota

Con estos dos breves casos nos podemos dar cuenta de la habilidad de los

purépechas, que con la similitud de los rasgos físicos la gran devoción que producen en

los pueblos. El devenir histórico desconocido o sin difusión y el olvidado de las esculturas

como el Señor de Guerreros, pero afortunados todos en poder tenerlas en nuestro acervo

cultural del estado.

4 Prbro. José Campos Mota, El Santo Cristo Señor de Guerreros

5 Ibidem 4

Anexo fotográfico

Compilación fotográfica, donde al centro una de las imágenes mas antiguas (posiblemente 1930) de la Parroquia del Señor de Jalpa se observa con su color original.

Estampa aproximadamente de 1950, donde, el Señor de Jalpa con color original y añadidos.

Detalles del estado actual, Señor de Jalpa, Jalpa, Zacatecas. Fotografías: Edgar Gutiérrez García

El Señor de la Asunción, Teocaltichillo, Jalpa, Zacatecas, escultura de pasta de caña. Fotografía: Edgar Gutiérrez García

Cristo articulado, escultura de pasta de caña, Presbiterio Santo Domingo, Zacatecas. Fotografía: Edgar Gutiérrez García.

Cristo, escultura de pasta de caña de maíz, Altar Mayor Templo de Santo Domingo, Zacatecas. Fotografía: Edgar Gutiérrez García.

Cristo, escultura de pasta de caña de maíz, Capilla de la Vera Cruz, Río Grande, Zacatecas. Fotografía: Edgar Gutiérrez García.

Señor de Guerreros, Templo Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe, “Guadalupito”, Zacatecas. Fotografía: Edgar Gutiérrez García.