la implantación de los nuevos canales digitales y el problema del consumo televisivo

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LA IMPLANTACIÓN DE LOS NUEVOS CANALES DIGITALES Y EL PROBLEMA DEL CONSUMO TELEVISIVO Curso de Verano “El estudio de las audiencias en los medios de comunicación. ¿ Más allá de la dictadura del audímetro ?. UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Prof. Dr. D. Francisco SIERRA CABALLERO * Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (SEJ-456) Facultad de Comunicación UNIVERSIDAD DE SEVILLA Avda. Américo Vespucio, s/n Isla de la Cartuja 41092 Sevilla E-mail: [email protected] www.grupo.us.es/cico

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LA IMPLANTACIÓN DE LOS NUEVOS CANALES

DIGITALES Y EL PROBLEMA DEL CONSUMO

TELEVISIVO

Curso de Verano “El estudio de las audiencias en los medios

de comunicación. ¿ Más allá de la dictadura del audímetro ?.

UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Prof. Dr. D. Francisco SIERRA CABALLERO *

Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y

Cambio Social (SEJ-456)

Facultad de Comunicación

UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Avda. Américo Vespucio, s/n

Isla de la Cartuja 41092 Sevilla

E-mail: [email protected]

www.grupo.us.es/cico

INTRODUCCIÓN

Ningún medio de comunicación – afirma categóricamente

Michel Serres - es universal. Por el contrario, son todos

regionales. Esto es, todo medio es isomorfo con respecto a una

lengua. El espacio de comunicación lingüístico, nuestro espacio

de comunicación, no es isótropo. Existe no obstante el objeto

técnico como comunicante o comunicado universal. La tecnología

tiende, en consecuencia, a homogeneizar los flujos, usos y

patrones culturales. El objeto del que nos ocupamos en la presente

conferencia, la TDT, representa en este sentido un nuevo

dispositivo o equipamiento que concentra numerosas

transformaciones y dinámicas de interacción social, marcando

nuevos tópicos y lugares comunes.

De acuerdo con Neil POSTMAN:

1. Toda cultura es alterada con cada innovación tecnológica.

2. El cambio tecnológico produce ganadores y perdedores.

3. Toda tecnología es portadora de una filosofía.

4. Los medios informativos tienden a mitificarse.

Desde este punto de vista, la posibilidad de contar con una

oferta multicanal y multiservicios derivada de la implantación de

la TDT, a la par que amplía las oportunidades de negocio y las

formas de consumo bajo demanda según la “economía del

contador”, plantea nuevos retos en el estudio de audiencias. En la

medida que la tecnología digital amplía las posibilidades de

detectar y registrar hábitos de consumo gracias a nuevas técnicas

y métodos de medición en línea, y que, como apuntaba Postman,

toda tecnología es portadora de una filosofía que origina procesos

sociales de innovación, el proceso contradictorio y abierto de

construcción del nuevo sistema de mediación televisiva digital

exige cuando menos replantear numerosas cuestiones sustantivas

sobre la instancia de la recepción. Pues, entre otras razones, tal y

como advierte Gonzalo Abril, “los lenguajes multimediales no

sólo contribuyen a desarrollar una nueva inteligencia

sensomotora, sino todo un modus operandi epistémico que

Maragliano caracteriza como criticismo mundano, horizontal y

participativo” (Abril, 2003: 17).

Ciertamente, la variedad y compleja aplicación de las

tecnologías digitales en las formas contemporáneas de acción

colectiva dan cuenta de un nuevo y productivo imaginario que

abarca desde el activismo contrahegemónico, a la vinculación de

redes temáticas en los blogs, o la movilización de multitudes

proliferantes por las comunicaciones móviles:

“El espacio interconectado y ahistórico de los flujos tiende a imponerse a los lugares, cada vez más

segmentados e incapaces de compartir códigos culturales. Martín Barbero (…) dictamina que en el

mundo contemporáneo la idea y la experiencia de la identidad desbordan los marcos interpretativos

tanto de una antropología de lo tradicional-autóctono (es decir, la lógica del lugar), cuanto de una

sociología de lo moderno-universal (es decir, la lógica de los flujos). Pues hoy las identidades, cada vez

más multilingüísticas y transterritoriales, se constituyen no sólo de las diferencias entre culturas

desarrolladas separadamente sino mediante las desiguales apropiaciones y combinaciones que los

diversos grupos hacen de elementos de distintas sociaedades y de las suyas propias” (Abril, 2003: 18).

Vale en este sentido la pena preguntarse cómo la televisión

digital puede alterar las formas dominantes de mediación. Pero

tomando en cuenta la advertencia de Postman sobre la tendencia a

mitificar los medios de innovación informativa. Como nos

recuerda Herbert Schiller, “las nuevas tecnologías siempre han

sido introducidas con la promesa de un enriquecimiento cultural

para todos, educación para los menos privilegiados, mayor

diversidad y tecnología para integrar a la más remota y

depauperada aldea” (Schiller, 1993: 72). Históricamente, el

reduccionismo tecnológico constituye la ideología y filosofía de

la historia como evolución natural, al aislar el fenómeno de la

comunicación humana de su contexto socioeconómico para

considerarlo exclusivamente como un problema técnico. En este

escenario, pensar las audiencias más allá del audímetro significa

contextualizar el hecho de la recepción y las innovaciones

tecnológicas digitales en el marco más amplio de los cambios

socioculturales de este principio de siglo en la modernidad

líquida. Sólo en este contexto podemos imaginar los límites

estructurales a las nuevas demandas de consumo de los públicos y

el futuro papel de la audiencia que prefigura batallas como la de

News International Corporation por el control del hogar

multimedia de la oferta de televisión digital, Internet y las

comunicaciones telefónicas.

Raquel Paiva advierte que este tipo de estrategias más que

democratizar los medios reestructura y ajusta la función

mercadológica al nuevo entorno tecnológico y social para atender

las especificidades y segmentación de las audiencias según las

exigencias de la globalización dominante en verdad trata de

comprometer el modelo de desarrollo de acuerdo a los mismo

principios que rigen la estructura tradicional de mediación. “De

acuerdo con esta visión, la fragmentación y segmentación de

contenidos son más una ilusión de proximidad, en la medida que

parecer ser una respuesta a nuestros intereses sólo como

consumidores” (Camponez, 2002: 167). Así, la información en

línea, más que una revolución copernicana en la forma de encarar

el periodismo, se trata de una revisión del punto de vista

periodístico en la producción noticiosa a fin de atender las

demandas de la ciudadanía y los requerimientos institucionales de

la democracia formal representativa. Existen no obstante,

experiencias innovadoras que sitúan a la audiencia en un nuevo

papel o función social.

En los suburbios marginales de Francia, por ejemplo, una

iniciativa de la Escuela de Ciencia Política de París, con apoyo de

YAHOO, ha recibido más de 200.000 visitas mensuales

convirtiendo el BONDY BLOG en una nueva forma de

periodismo de inmersión en el territorio virtual y urbano del

barrio más conflictivo de París en un momento de explosión

social e insurgencia que ha permitido al discurso periodístico

canalizar espacios de expresión y reflexividad social originales

(http://yahoo.bondyblog.fr).

Fenómenos por otra parte de la red como YOUTUBE nos

muestran la importancia del proceso de redefinición de la cultura

actual que la nueva ecología informativa digital viene

prefigurando. El acto diario de difusión de más de 60.000 nuevos

videos en Internet da cuenta del proceso de democratización

cultural y de apropiación social que los ciudadanos vienen

protagonizando. En coherencia, parece precisa una reingeniería

del imaginario de la praxis cultural de las audiencias,

revolucionando las formas de investigar y pensar las técnicas y

mediaciones informativas en un tiempo de subversión de los

dispositivos de expresión ciudadana.

La ruptura de los viejos patrones de jerarquía y autoridad

características de las estructuras convencionales del clasismo

modernista proyecta una imaginería de progreso y dinamismo

social transformando a los sujetos en “individuos móviles”, según

señalara Raymond Williams. Si tuviéramos que resumir las

principales características de la Sociedad de la Información que

justifican este giro teórico en el modo de pensar e investigar la

comunicación, desde el punto de vista de la recepción, nos

atreveríamos a destacar cuatro rasgos principales:

1. Desfundamentación. La narrativa de las redes concibe la

mediación como un proceso proliferante de multitudes y

colectivos múltiples que trazan puentes y comparten códigos

culturales. Por ello, es preciso pensar la recepción desde la

constatación de la radical singularidad y diversidad de las

audiencias.

2. Descentramiento. Las nuevas narrativas deconstruyen la

estructura cognitiva dominante en las múltiples identidades

dando lugar a otro tipo de actor social o sujeto de la

recepción.

3. Interculturalismo. La perspectiva distributiva de análisis de

la recepción, fundado en el principio demoliberal de la

igualdad hoy debe hacer frente al hecho irreductible de la

diferencia.

4. Dialogicidad. El e-gobierno y las tecnologías interactivas de

la era digital apuntan la constatación de nuevas praxis y

diálogos entre grupos y culturas diferentes. Este proceso

tiene lugar en medio de una crisis de la mediación y de los

mediadores, a la par que la exigencia de nuevas formas de

reconocimiento y conocimiento social que pase de la lógica

cartesiana y monádica al pensamiento crítico, polivalente y

dialógico de la investigación como praxis social.

La popularización del iPOD, el intercambio en las redes P2P o el

exitoso desarrollo de iniciativas como YOUTUBE apuntan en

esta dirección la emergencia de un nuevo contexto de recepción,

la implantación de nuevos hábitos y lógicas culturales de

consumo informativo. Como resultado, a la vez que se ha ido

flexibilizando esa definición de identidades individuales o

grupales, el reconocimiento de la diversidad y la diferencia, de las

múltiples variables y experiencias históricas de consumo y

apropiación social de las nuevas tecnologías es norma común en

el estudio de las audiencias. Este desplazamiento no es nuevo, ni

deriva de la irrupción de lo digital en el ecosistema mediático.

Desde los años setenta del pasado siglo, el creciente interés por el

estudio de la cultura a cargo de la Teoría de la Comunicación ha

traído, de la mano especialmente de la investigación

latinoamericana en comunicación, una progresiva revalorización

de los aspectos referidos a la identidad cultural. Hoy esta tradición

de los estudios de audiencia debe revisar sus supuestos y

confrontar las nuevas realidades emergentes.

Nuestra conferencia tratará de apuntar algunas ideas a este

respecto. Anticipo que sin ánimo de concluir un problema que,

como apuntaba al principio, apenas comienza a ser pensado y

definido.

LÓGICAS SOCIALES Y AUDIENCIAS EN LA TDT

Una primera aproximación que quisiéramos apuntar es la

necesidad de contextualizar el estudio de la recepción en marcos

más amplios, decíamos, que los estrictamente mercadológicos o

tecnomediáticos. Bernard Miège propone, por ejemplo, el estudio

de las lógicas sociales de la comunicación por comprender las

tendencias y estrechas relaciones existentes entre sociedad civil,

identidad cultural y desarrollo a partir de los medios y nuevas

tecnologías de la información. Los intercambios y fluctuaciones

entre sistema de comunicación y sociedad contribuye, en sus

diferentes componentes:

- A las modificaciones de los modelos de consumo.

- A la evolución de las funciones sociales y las formas de

organización productiva.

- A la reformulación del sistema educativo.

- Y a las transformaciones de la cultura política (Miège,

1992).

Ahora bien, como decíamos, ningún cambio se produce de

forma automática, por acción de la tecnología. Toda innovación

mediática tiene lugar en un contexto determinado, sujeto a ciertas

condiciones estructurales y políticas específicas. En el caso que

nos ocupa de la TDT, el “servicio está siendo introducido en un

ambiente de demanda poco claro y acompañado por un deseo

político de aceptación universal en un periodo de tiempo

relativamente corto, que dado los patrones de adquisición de oros

medios y servicios comunicativos, se revela altamente

problemático” (García Leyva, 2007: 55) por varias razones que

vamos a tratar de enumerar brevemente.

Primero, el contexto de implantación de la TDT es un

paisaje social heterogéneo y diverso en el que coexisten una gran

variedad de grupos y subculturas sociales en pugna por la

hegemonía que está dificultando, por un lado, la implantación de

la nueva oferta, y por otra parte el dominio y control de los usos

creativos y no subsumidos del consumo cultural de la audiencia.

Por otra parte, la cibercultura, la mediación digital inaugura, en

segundo término, formas no convencionales de participación

ciudadana glocal que deben ser analizadas y cuyo desarrollo

contradice o desarrolla de forma precaria lo que hemos definido

en este curso como dictadura del audímetro. Así por ejemplo, “la

digitalización permite hoy ampliar notablemente los servicios

interactivos y sus prestaciones. En el caso de la publicidad, por

ejemplo, el espectador podría acceder a información

complementaria sobre el producto o servicio publicitado. Sin

embargo, la plena realización de la interacción está condicionada

por la capacidad de proceso y almacenaje de los equipos

receptores, su disponibilidad a un precio asequible, la evolución

en los hábitos de consumo y la existencia de las redes con canal

de retorno” (García Leyva, 2007: 35).

De momento, las preocupaciones industriales sobre el uso y

utilidad de los descodificadores y sistemas interactivos que

afectarán a la demanda y desarrollo industrial del sector han

prevalecido en este proceso. La incógnita de la recepción sigue,

por ello, siendo el agujero negro de la Televisión Digital

Terrestre:

“Al darse por conocido el perfil del consumidor se ha dado por supuesto la demanda

contribuyendo con ello al manifiesto círculo vicioso inicial en el que se encontró el servicio. La

instauración de la televisión digital, por el contrario, debe tener en cuenta verdaderamente, y en la

medida de lo posible, las inquietudes, gustos e intereses de las audiencias y guiarse por un principio de

acceso abierto de mayor alcance que el existente” (García Leyva, 2007: 178).

El universo de la recepción es, en definitiva, un territorio

apenas explorado en el consumo televisivo digital. En esta nueva

ecología de la comunicación, la audiencia vive el mutismo de una

relación clientelar basada en el desconocimiento y compleja

previsión social.

En su estudio García Leyva, demuestra de hecho cómo se ha

configurado un ciudadano-usuario como cliente, condicionado por

su capacidad de pago supuestamente protegido en sus capas más

vulnerables a través de la defensa del interés público y de e-

accesibilidad.

Ahora bien, el descentramiento y movilidad de las nuevas

prácticas de consumo hacen difícil un análisis distributivo, entre

otras razones porque, pese al realismo pragmático de los estudios

de audiencias, las formas de ver televisión están cambiando. El

acceso a Internet y la disponibilidad en el hogar de recursos

multimedia, junto con la proliferación de nuevos canales, ha

desequilibrado la distribución del consumo audiovisual entre los

usuarios. Las televisiones en abierto tratan de responder a estos

nuevos hábitos posicionándose en la red para tratar de captar a los

usuarios que han abandonado la pequeña pantalla. Entre el

empeño por controlar los contenidos y centralizar la producción, y

fidelizar las audiencias, las televisiones optan por financiar

acuerdos con empresas como YOUTUBE para promocionar y

difundir sus contenidos o marca. Es el caso por ejemplo de

Antena 3 y Cuatro, la primera además con unportal propio abierto

a los usuarios (tuclip.com) y presencia en la telefonía móvil de

nueva generación a través de Vodafone Live. La mayoría de

cadenas de televisión trata en efecto de desarrollar plataformas de

distribución de videos en Internet para disponer de un espacio de

difusión de sus propios contenidos. Proyectos como JOOST, de

televisión bajo demanda, participada por CBS, VIACOM e

INDEX VENTURES, entre otros, son aún marginales, pero

anticipan la cultura audiovisual compartida basada en tecnologías

P2P. El éxito de este modelo ilustra a este respecto el modo de

consumo audiovisual que emerge en el nuevo ecosistema

mediático. Por ello, grandes empresas como NBC o ABC emiten

series como Perdidos o Mujeres Desesperadas en streaming para

ser descargados por los usuarios. El éxito de este modo de

difusión está garantizado. Más de 42 millones de episodios han

sido bajados con gran impacto publicitario, más aun que la

televisión convencional.

Y además se espera que en los próximos tres años el número

de hogares recibiendo el servicio de TDT se duplique,

especialmente en países como España con baja penetración del

cable y el satélite.

En este escenario, es preciso plantearse :

- Tipos de acceso de la ciudadanía a los nuevos canales

digitales.

- Grado de conectividad.

- Formas de socialización de la nueva cultura informativa.

- Tipos de participación pública en los contenidos y

consumos culturales.

En este nuevo ecosistema informativo, es preciso definir

indicadores de uso y consumo:

- Qué percepciones comparten las audiencias:

o De impactos, beneficios y usos.

o De los servicios.

o De los contenidos y ofertas culturales.

o Del medio o canal.

- Qué usos tienen lugar en cada conexión:

o Servicios utilizados de la TDT.

o Petición de usos de servicios.

o Aplicaciones realizadas.

o Usos personales, familiares o institucionales.

o Total de servicios usados en cada conexión.

o Tiempo, coste y accesos realizados.

- Es preciso desarrollar estudios longitudinales:

o Frecuencia de consumo.

o Cambio de hábitos.

o Cambio de patrones culturales.

o Cambios en la demanda.

o Cambios en las aplicaciones usadas.

- Por supuesto, necesitamos conocer el grado de satisfacción

de los usuarios con un sistema en proceso de implantación:

o En relación a cada servicio provisto por la TDT.

o Con la relación coste/tiempo.

o Con relación a los contenidos y variaciones de la

oferta.

Por otra parte, necesitamos desarrollar nuevos indicadores de

estudio del consumo televisivo desde una perspectiva

sociocultural, tratando de comprender los impactos de las TDT en

el espacio simbólico, en el campo cultural, analizando:

- Actitudes, valores y conocimiento:

o Difusión de la cultura digital.

o Autonomía de los actores locales.

o Nuevos valores e innovación tecnológica.

- Comunidad y apropiación social:

o Uso de la TDT por organizaciones e institucionales

locales.

o Aplicaciones al desarrollo local.

o Impacto en la educación y ocio cultural.

o Desarrollo económico territorial.

- Impacto en la estructura social:

o Alcance del sistema de la TDT por hogares.

o Porcentaje usuarios.

o Empleo e industria cultural asociadas.

Por supuesto, como bien saben, los indicadores deben reunir al

menos seis condiciones para su validez en el desarrollo del

conocimiento de las audiencias a este respecto :

- OBJETIVIDAD. Los indicadores no pueden ser ambiguos

ni variables. Sujetos diferentes deben poder registrar y

definir de la misma manera su valor. Por definición, un

indicador es unidimensional y consistente.

- ADECUACIÓN. La pertinencia del mismo debe ajustarse

al objeto del proyecto. Digamos que la consistencia de todo

indicador debe ser atribuible al contenido de evaluación. En

función de la naturaleza del objeto y su complejidad, el

indicador o sistema de indicadores varía.

- CUANTITATIVO. Los indicadores, en tanto que medibles

y objetivables, son básicamente cuantitativos, si bien

podemos incluir indicadores cualitativos.

- DESAGREGABLES. Los datos relativos al objeto de

análisis deben ser manipulables.

- PRÁCTIVO. Considerando la naturaleza aplicada del

proyecto, es preciso que los indicadores sean fácilmente

aplicables, con un coste razonable, útiles y socialmente

replicables.

DE LA TELEVISIÓN A LA TELEPASIÓN

ADMINISTRADA

La televisión en abierto ya no es lo que conocíamos hasta la

fecha. La oferta y consumo homogéneos de los canales

generalistas, o en Europa, el sistema audiovisual monopólico de

Estado ha sido desplazado por un sistema multicanal y

policéntrico de creciente segmentación de la audiencia. La

multiplicidad de opciones plantea en este sentido nuevos

problemas desde el punto de vista de la recepción. El nuevo

televidente tiene ante sí numerosas cadenas locales que, a corto

plazo, se multiplicarán con la TDT, junto a la televisión vía

satélite y la oferta que terminará por imponerse a través de

Internet. Esta fragmentación de la audiencia y la consecuente

especialización temática de los canales plantea en primer lugar un

problema económico-político de sostenibilidad. La

superabundancia de oferta de la TDT no se corresponde con los

hábitos de los espectadores que suelen moverse entre siete y trece

canales del total en el marco de complejas formas de fidelización

y suscripción en la que se cruzan identidades culturales frágiles,

fragmentarios códigos y diferentes pautas de conexión. Según

aumenta la oferta de contenidos, disminuye, por otra parte, la

atención y aumenta, en consecuencia, el product placement y el

arte publicitario, la creatividad implosiva que sorprende y ataca a

los públicos para motivar su reacción y cautivar el interés

paralelamente al marketing en red y a la guerrilla mercadológica,

llamada marketing viral.

En este escenario, soñar con una ampliación de las formas y

modalidades de consumo es cuando menos discutible. Primero,

porque el espectador hiperactivo es un mito prefabricado por la

industria informática y el software propietario que orienta y limita

el consumo por la concentración de las industrias. Por otra parte,

porque todo proceso de innovación es relativo y limitado. Los

estudios sobre hábitos y efectos cognitivos de la televisión

demuestran que, ante la sobresaturación de oferta informativa, los

públicos tienden a normalizar sus hábitos de consumo

restringiendo a un máximo de diez canales su selección del

conjunto de posibilidades, como apuntábamos antes.

La mudanza de las inestables prácticas del consumidor-

zapeador, la veloz inercia de navegación sobre la oferta está

llevando por otra parte a una estricta economía de previsión

social. Así, los publicitarios procuran, como hemos apuntado,

capturar a las infieles audiencias en las redes de la interactividad y

las técnicas de la audiometría.

Pero prosigamos con nuestra argumentación inicial.

Decíamos que la progresiva fragmentación de los públicos limita

la capacidad de financiación de los medios y, por otra parte, la

búsqueda de receptores tendería a rebajar la calidad de los

contenidos. En qué se traduce esta deriva. Primero, y antes que

nada, no cambian radicalmente los tipos de consumo. La

multiplicación de canales refuerza por ejemplo claramente el

dominio del audiovisual estadounidense. En España, por poner un

caso cercano, los jóvenes de 12 a 25 años seleccionan

preferentemente entre el conjunto de producción, cinco series de

origen americano (Los Simpson, Mujeres desesperadas, The OC,

Futurama y Las chicas de Gilmore).

La relativa democratización de los contenidos digitales no

garantiza, en suma, con las sofisticados sistemas digitales de

procesamiento de información, un conocimiento y proximidad

mayor de las audiencias. La reorganización de la televisión local

con el Plan de Impulso de la TDT y la Liberalización de la

Televisión por Cable y de Fomento del Pluralismo más que sanear

el sector ha restringido el acceso de operadores y

homongeneizado el espectro de las audiencias. Las restricciones

presupuestarias por el régimen de libre competencia limitan hoy

de hecho la voluntad de conocimiento del consumo y demandas

no inducidas de los públicos. Aunque desde su lanzamiento la

demanda no haya dejado de crecer, a las audiencias “se las conoce

más por sus aspectos cuantitativos que cualitativos, lo que permite

afirmar que sus gustos, intereses y necesidades son escasamente

consideradas y que ello contribuye al ocultamiento de su

dimensión político-cultural”:

“La TDT no sólo no ha promovido la participación ciudadana en la producción de los mensajes

o la toma de decisiones, sino que no ha mejorado la elección para el espectador ni ha aumentado su

interacción en y con los programas, evidenciando con ello que si bien con el actual Gobierno las lógicas

de la rentabilidad social y cultural ganaron mayor peso discursivo, su expresión concreta en opciones de

política no ha prevalecido en las diversas actuaciones, cargadas, en realidad, de fuerte contenido

político a corto plazo, y por momentos también económico” (García Leyva, 2007: 442).

La Asociación para la Implantación y el Desarrollo de la

Televisión Digital Terrestre (IMPULSA TDT) que integra a los

operadores de ámbito nacional, la FORTA y Abertis Telecom se

ha limitado a poner en marcha un portal web para informar a los

ciudadanos y profesionales del sector sobre el proceso de

implantación de la TDT y las situaciones originadas por el

proceso de apagón analógico. La campaña iniciada en marzo del

pasado año para la implantación de la TDT ha pasado

desapercibida para la mayoría del público. “Por otra parte, la

participación ciudadana en el debate por la digitalización del

sector televisivo se reduce a la intervención voluntarista y muchas

veces limitada, por lo específica, de asociaciones de colectivos

que no han podido establecer aún con la Administración canales

decisivos de expresión y mucho menos de actuación. Al no existir

el mecanismo de la consulta pública, su participación sólo se

integra en instancias como la Comisión de Seguimiento de la

TDT y el Foro Técnico de la Televisión Digital, y es por ello más

formal que real” (García Leyva, 2007: 434).

Por resumir, el receptor no sólo ha estado ausente sino que

ha sido condenado a emular las lógicas sociales de la mediación

tradicionales. Y el estudio de audiencias no ha procurado variar su

imaginario, incurriendo como consecuencia en múltiples

contradicciones. Y es que, como señala Watzlawick, el problema

del contexto de conocimiento lleva a la aprehensión inapropiada

del objeto de estudio. Al no poder aprehender la complejidad de

las relaciones entre un hecho y el marco en el cual se inserta,

entre el organismo y su entorno, el investigador tiende a atribuir

al objeto de estudio propiedades que no posee salvo por extensión

del mismo u otros contextos o, como sucede en muchos casos, por

conformidad con la visión industrial de la comunicación.

Debemos por ello, cuando menos plantear una crítica a

ciertas visiones de la interactividad y el audiovisual digital como

escenario de una renaciente democracia cultural. La concepción

del espectador emancipado en función del potencial de las nuevas

tecnologías tiene, según Schiller, un punto ciego: la imposibilidad

de ubicar dónde reside el poder en estos nuevos medios. Desde

mitad del siglo XX, “el esfuerzo de Occidente por detener y

desviar el movimiento casi global en pro de un cambio del orden

internacional informativo-cultural ha recibido apoyo de las

explicaciones sobre el poder cultural basados en el auditorio

activo. Esta teoría ha servido para minimizar, si no para poner en

duda, la influencia del poder cultural concentrado de los medios”

(Schiller, 1993: 204). Como consecuencia, la nueva teoría de la

recepción ha terminado por separar los argumentos político-

económicos sobre la producción de cultura del análisis en torno a

las formas elementales de consumo privado.

En otras palabras, el problema de la privatización de los

consumos culturales de la investigación cualitativa es que ha

idealizado las formas de mirada sobre lo social de los receptores

absorbida en su fascinación por captar y descubrir los momentos

de aprehensión simbólica de la realidad, sin que se cuestione

quién produce el sentido y qué significa en términos ideológicos,

los modos y contenidos del consumo cultural. En definitiva, se

obvia con frecuencia de manera muy simplista el hecho de que la

familiaridad del tono con que se utiliza el lenguaje de los medios

disfraza las coacciones y constreñimientos del código

estructurado por el aparato de dominio. La metodología se hace

doblemente difusa por el plegamiento único de la investigación

comunicológica, carente de una flexión ideológica sobre el primer

acercamiento al objeto de la recepción. Como resultado, la

desigualdad básica en el orden social y en la posesión de capital

simbólico es aceptado como consustancial a este orden por los

propios Estudios Culturales de Audiencias. Ahora bien, no es

cierta la idea de Schiller que interpreta la tesis del auditorio activo

como “optimista en cuanto al pluralismo social” e ignorante en

cuanto a la estructura de clases. Tampoco se ajusta al contenido

de este nuevo enfoque teórico, ni es consustancial a ella, el

acriticismo sociológico. Si bien es cierto que “las teorías que

ignoran la estructura y el locus del poder de representación y

definición, y en su lugar enfatizan la capacidad individual de

transformación del mensaje, presentan poco o ningún peligro para

el orden establecido” (Schiller, 1993: 210) la mirada

antropológico cultural que nos propone es más que adecuada y

pertinente para estudiar procesos de innovación como los de la

TDT.

PRINCIPIOS DE LAS NUEVAS PRÁCTICAS DE

CONSUMO TELEVISIVO

El desarrollo de la TDT exige que reformulemos el modelo

funcional de análisis de la recepción asumiendo cuatro principios

básicos:

1. La emergencia del receptor. El receptor es a la vez objeto y

fuente de las mediaciones que han configurado el sentido de

la comunicación. Pero al mismo tiempo el receptor ha sido

el gran ausente en los esfuerzos democratizadores de los

medios masivos de información. Como advierte Orozco, la

reivindicación del receptor, su emergencia como sujeto

activo en el proceso mismo de intercambio informativo

significa el reconocimiento de la amplia y contradictoria

diversidad cultural, resituando histórica y culturalmente la

situación misma de toda relación comunicativa. Esto es,

“reconocer al receptor individual y colectivo como un sujeto

activamente en el escenario social es un imperativo al

mismo tiempo teórico y práctico, para una articulación

pedagógica alternativa de los derechos de comunicación

desde la sociedad” (Orozco, 1994: 47).

2. El consumidor de la TDT deja de ser audiencia para resurgir

como multitud. La idea de multitud es una categoría

ambivalente, por un lado designa la producción social del

Capitalismo Cognitivo basada en el saber y el lenguaje; y,

por otro lado, la crisis de la forma-Estado. La multitud

designa el espacio intermedio entre el individuo y lo

colectivo acotados en lo común (lenguaje, intelecto,

comunicación). Multitud significa – escribe Virno –

pluralidad, existencia social y política contrapuesta a la

unidad, esto es, la singularidad creativa: “Para la multitud,

el colectivo no es centrípeto, huidizo. No es el lugar en el

cual se forma la voluntad general y se prefigura la unidad

estatal. En la medida en que la experiencia colectiva de la

multitud no debilita, sino que radicaliza el proceso de

individuación, queda excluida por principio la posibilidad

de que de tal experiencia se pueda extrapolar un rasgo

homogéneo; queda excluido que se pueda delegar o

transferir cualquier cosa al soberano. El colectivo de la

multitud, en cuando individuación ulterior o de segundo

grado, fundamenta la posibilidad de una democracia no

representativa. Recíprocamente, se puede definir la

democracia no representativa como una individuación de lo

preindividual histórico-social: ciencia, saber, cooperación

productiva, general intellect” (Virno, 2003: 68). “El Uno no

es más una promesa, sino una premisa. La relación trabajo,

política y pensamiento debe ser redefinida desde la

multitud: Los muchos deben ser pensados como

individuación de lo universal, de lo genérico, de lo común

compartido. Así, simétricamente, cabe concebir un Uno que,

lejos de ser algo conclusivo, sea la base que autoriza la

diferenciación, aquello que consiente la existencia político-

social de los muchos en tanto muchos” (Virno, 2003: 26).

3. La recepción es el lugar de natural construcción de los

significados que produce toda interacción comunicativa:

Porque todo mensaje es polisémico y el receptor un sujeto

histórica y culturalmente determinado. El reconocimiento de

la función mediadora de la comunicación se basa en el

hecho de las interrelaciones existentes entre enunciador y

enunciatario, por un lado, así como por la asunción

dialéctica del movimiento de lo social, que modifica

tecnologías, lenguajes y actores públicos, por otra parte. Las

mediaciones culturales presentes en los procesos de

recepción televisiva interfieren en la producción de sentidos

que se inscriben en el tiempo histórico y lugar social de los

actores de la comunicación. “El receptor no nace, sino que

se hace. El receptor va constituyéndose en tal debido a la

mediación ejercida por los mismos medios y mensajes sobre

sus procesos de recepción, así como a sus múltiples

aprendizajes en otros escenarios sociales, experiencias y

condicionamientos contextuales y estructurales” (Orozco,

1994: 111). Por otra parte, el proceso de recepción forma

parte activa de las actividades cotidianas en la construcción

social del sentido. En cuanto fenómeno complejo, antecede

y trasciende el momento mismo de exposición ante los

medios. La recepción “no se circunscribe al mero momento

de interactuar directa y/o físicamente con los mensajes de un

medio, sino que trasciende esa situación, fusionándose con

las prácticas cotidianas de la audiencia” (Orozco, 1993:

109). Las variables de género, mensaje o medio están

relacionadas directamente con la cultura y las instituciones

primarias de socialización. La manera de exponerse a la

cultura mediática depende del modo de consumo y el

sentido cultural del proceso mismo de comunicación que

asume como hipótesis de partida todo receptor. La recepción

o el consumo cultural es además un proceso de mediación

múltiple que requiere ser problematizado. El retorno al

sujeto es pues el retorno a la problematización de las formas

de sociabilidad. Un abordaje conceptual suficientemente

amplio y en profundidad del fenómeno de la comunicación

no puede prescindir de su inserción en el universo general

de la cultura. Desde una perspectiva cultural totalizante,

parece cada vez más conveniente por ello la estrecha

vinculación de las actividades comunicacionales con la

cultura y la dinámica política de la sociedad. El paradigma

crítico que propone la investigación integral de la audiencia

trata por ello de estudiar sistemáticamente “los procesos de

percepción, negociación, apropiación-resistencia y

producción comunicativa que realizan distintos segmentos

de las audiencias al poner y contraponer referentes y

condicionamientos con aquellos proporcionados por los

medios y al estructurar y ser a la vez estructurados por

diversas mediaciones” (Orozco, 1993: 108). Se trata de un

tipo de investigación holística y estructural más que

causalista, es más cualitativa que distributiva, y más

comprensiva que predictiva. El paradigma cualitativo opera

en los intersticios de la res extensa cartesiana. “Es en esas

zonas de indeterminación, de incompletud, de inconscientes,

de fracturas, de carencias, de reflexividades, donde puede

operar la investigación” (Rodríguez Villasante, 1993: 24) y

donde podríamos comprender qué sucede al otro lado de la

pantalla con la TDT.

4. Conocer las audiencias en la era digital exige una mirada

cualificada y una investigación de calidad. Esto es,

necesitamos un enfoque comprensivo y cualitativo de las

audiencias. La importancia de la investigación cualitativa

como reflexión en proceso es más que adecuada a la

experiencia en un contexto y una cultura principalmente

procesual, en la que los cambios a recorrer para alcanzar

algo son tan importantes como el resultado obtenido.

Incluso en términos pragmáticos y mercantiles, lo

cualitativo puede moldear mejor al cliente-consumidor. No

casualmente el marketing ha desarrollado esta técnica para

el lanzamiento personalizado de productos y mensajes, pues

favorece un mejor conocimiento de las percepciones y

sentimientos del usuario. Las técnicas cualitativas preguntan

el por qué, el cómo de los procesos más que el qué de los

resultados. Esta perspectiva ofrece pues numerosas ventajas:

- Los métodos y técnicas cualitativas permiten abordar

sistemas complejos como las redes de convergencia digital.

- Su enfoque multisectorial de los problemas permite la

participación no especializada de los sujetos objeto de

investigación.

- Ello permite la generación colectiva de un gran número de

ideas disminuyendo así las incertidumbres en el proceso de

toma de decisiones.

- La realización es sencilla y directa.

- El coste económico es menor, facilitando las sinergias

productivas de la investigación.

5. El análisis de redes. “El espacio virtual no es más que otro

de los nombres para referirse a la noosfera, es decir, a la

copresencia de signos e ideas producto de la cultura humana

y del infinito conjunto de maneras de organizarlas. Son las

conciencias asociadas de los autores-lectores-navegadores

dentro del ciberespacio las que producen y actualizan este

espacio virtual. Puesto que los individuos pueden participar

simultáneamente en numerosas comunidades virtuales

deben entenderse a manera de organismos entremezclados y

permeables entre sí en lugar de separados o susceptibles de

aislar a los individuos en guettos” (Lévy, 2002: 161). El

análisis de redes debe ser aplicado en este marco lógico. Al

respecto hay que recordar que tenemos dos paradigmas de

análisis de redes sociales: estructural o de sistemas sociales

(nomotéticos) y el análisis histórico (ideográfico). En este

ámbito, podemos aplicar los avances de corrientes como:

- El small-world networks. Análisis de redes de interacción en

sistemas complejos.

- Power-law or scale-free link distribution. Diseminación de

información en pequeños grupos.

- Social Capital. Portencial social producido en la vida de las

personas a partir de redes sociales, normas y confiabilidad

(PUTNAM).

- Structure x Agency. Relación entre estructura y agentes

(actores colectivos, y movimientos sociales en esferas

institucionales).

Como ven, debemos aprender a pensar de otro modo. . . . Más aún

creo que deberíamos comenzar a pensar quiénes son los sujetos,

esos que ocupan los índices de audiencia. . . sería el momento

incluso de romper los hábitos del juicio sobre la recepción a favor

de una práctica investigadora más arriesgada que busca crear más

que predicir. . . y pensar y comprender más que capturar. ….. que

busca, en fin, comunicar los mundos de vida. . . . . . GRACIAS.

BIBLIOGRAFÍA

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digital” en Revista Científica de Información y Comunicación, Servicio de

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* Francisco SIERRA es Profesor Titular de Teoría de la Información y Director del

Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social

(COMPOLITICAS). Director de REDES.COM, es en la actualidad Secretario

Internacional de la Unión Latina de Economía Política de la Información, la

Comunicación y la Cultura (ULEP-ICC). Decano de la Facultad de Comunicación de la

Universidad de Sevilla, es autor, entre otras publicaciones, de “Políticas de

comunicación y educación. Crítica y desarrollo de la sociedad del conocimiento”

(Gedisa, Barcelona, 2006).