la inexistencia del rol del psicólogo

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La inexistencia del ro l del psicólogo (Crónica de un servicio de Salud Mental) Javier Castillo Cuando fui a entrevistarme con el psicólogo de uno de los centros de Salud Ment al , que funcionan en nuestro país, partía de una idea me- diatizada por el contacto previo que había tenido con este tipo de servi- cio y que me llevaban a pensar que la forma de funcionamiento de éstos dejaba muchas cosas que desear y de entre ellos, de forma especial, el papel poco claro que el psicólogo juega en este tipo de trabajos. Sin embargo, no esperaba que esta rea- lidad se viera confirmada de forma tan cruda por el profesional a quien iban dirigidas mis preguntas. La primera de éstas se dirigia ha- cia la función básica de este tipo de centros , asi como el rol que viene a jugar el psicólogo en este colectivo . La respuest a a esta segunda parte no puede ser más clara , «no creo que exist a el rol del psicólogo en este servicio». Partiendo de aquí me facilitó una serie de datos interesan- tes de ser analizados. El objetivo básico de los servicios de Salud Mental es la rehabilitación de los pacientes que, en algunos ca- sos , previamente han estado inter - nados en el manicomio y general las condiciones para que no se vuelva a producir el internamiento o no se produzca por primera vez. Es claro que este objetivo se inscribe dentro de los presupuestos de la llamada psiquiatría democrática, que preten- de acabar con los manicomios, faci- litando una atención que no aísle y favorezca la adquisición de habilida- des sociales básicas, que vayan en beneficio de un aumento de la cali- dad de vida del paciente. El perfil de atención es, como cabe esperar, el del cuadro psicótico y en muchos casos bastante deteriorado . El equipo lo compone un número importante de profesionales; 3 psi- quiatras, 1 psicólogo, 1 ATS, 1 asis- tente social, 1 monitor, 3 auxiliares psiquiátricos, 1 administrativo. El di- rector del centro es un psiquiatra. Es lógico que entre un número im- port ante de profesionales aparezcan dis crep ancias y que exista una direc- ción que dote al servicio de coheren- cia, pero lógicamente dentro del res- peto al papel que el profesional tie- ne asignado y, por tanto, a sus com- petencias . Pero , ¿y el psicólogo? ¿Qué papel tiene asignado? En boc a de nuestro colega, «las migajas de la psiquiatría». No es nuevo que la llamada «locu- ra» haya sido y es un tema casi ex- clusivamente médi co . Sigue exis- tiendo por parte de algunos prof e- sionales de la psiquiatría un de spr e- cio a la labor que el psicólogo podría reali zar y que a mi entender se tor - naría básica. Entre estas labores po- dríamos incluir la de la psicoter apia. En el centro objeto de est e análisis la ps icoter apia con psicóticos está prohibida por parte del director ; aun- que los otros dos psiquiatras por bajo mano permiten se realice algu- na actividad de estas característi - cas, en la mayoría de veces compar- tida con ellos (existen problemas de espacio y el psicólogo no tiene des- pacho propio). No se trata de entrar en una jus- tificación teórica de la psicoter apia con psic óticos, pero pienso que en la actualidad es un hecho innegable su utilidad, dependiendo del tipo de psicosis y del d eterior o que ésta ten- ga su más o menos validez. Desde la psicoter apia de apoyo a una de cor- te más o menos analítico, podemos encontrar un buen complemento a la labor farmacológica que el psiquiatra lleva a cabo. No podemos olvidar que justamente las críticas de la psi- quiatría d emocrática van hacia la «momificación del paciente» y esto, evidentemente , se ve favor ecid o con una farmacologización abusiva y exclusiva. No podemos ocul tar la realidad de que algunos pacient es por su det erioro se vean abocados casi irremediablemente a esta situa- ción, pero ¿por qué renunciar, a ni- vel general, a un instrument o que puede servirnos de gran utilidad? Al hablar de esta cuestión, surgió de forma inevitable un tema que a nuestro pare cer tiene gran importan- cia en el análisis de estos probl e- mas, la form ación del psicólogo . Nu estro colega me comentaba cómo la pobre form ación con que la facul - tad dota a los profesionales que se van a dedicar al ámbito clínico es un fact or básico a la hora de plantearse un nivel de competencias importan- te. La sensación de «tener muy poca idea»junto con la aparente coheren- cia del lengu aje biolo gist a del psi- quiatra, que en muchos casos ni si- quiera es comprensible, son elemen- tos que contribuyen a la sensación de inferioridad del psicólogo. Aun- que esto es muy real, tampoco po- demos olvid ar como contr apartida que existen múltiples cursos de es- pecialización impartidos por escue- las e institucion es que, aunque no de forma tot al, van posibilitando el acceso al mundo de la form ación clí- nica, siendo la psicoterapia un ele- mento básico dentr o de este campo. y dentro de la necesaria form ación , ¿por qué el psicólogo no puede rea- lizar prácti cas en los servicios de Sa- lud Mental? T ambi én p odrí a mos habl ar de otras funciones, como la contribu- ción en el diagnósti co y la valoración de actividades realizadas en vias a la reh abilit ación del paciente , pero esto se queda en «pasar algún test» y alguna «entrevista de información». Tampoco vemos que las institu- ciones contribuy an a mod ifi car el pa- norama. Conselleria, en prin cipi o , deseaba que los psicólogos depen- dieran de servicios sociales y ahora con el traslado de transfer encias al 7

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Page 1: La inexistencia del rol del psicólogo

~~DOSSIER--------

La inexistencia del roldel psicólogo

(Crónica de un servicio de Salud Mental)

Javier Castillo

Cuando fui a entrevistarme con elpsicólogo de uno de los centros deSalud Mental , que funcionan ennuestro país, partía de una idea me­diatizada por el contacto previo quehabía tenido con est e tipo de servi­cio y que me llevaban a pensar qu ela form a de funcionamiento de éstosdejaba muchas cosas que desear yde entre ellos , de forma especial , elpapel poco claro que el psicólogojuega en este tipo de trabajos. Sinembargo, no esperaba que esta rea­lidad se vier a confirmada de formatan cruda por el profesional a quieniban dirigidas mis preguntas .

La primera de éstas se dirigia ha­c ia la fun ción básica de este tipo decentros , asi como el rol que vien e ajugar el psi cólogo en este colectivo .La respuesta a esta segunda part eno puede ser más clara , «no cr eoque exist a el rol del psicólogo eneste servicio». Partiendo de aquí mefacil itó una serie de datos int eresan­tes de ser analizados.

El objetivo básico de los serviciosde Salud Mental es la rehabilitaciónde los pacientes que , en algunos ca­sos, previamente han estado inter­nados en el manicomio y general lascondiciones para que no se vuelva aproducir el internamiento o no seproduzca por prim era vez . Es claroque este objetivo se inscribe dentrode los presupuestos de la llamadapsiquiatría democrática, que preten­de acabar con los manicomios, faci ­litando una atención que no aísle yfavorezca la adquisición de habilid a­des sociales básicas , que vayan enbeneficio de un aumento de la cali­dad de vida del paciente. El perfil deatención es , como cabe esperar, eldel cuadro psicótico y en muchoscasos bastante deteriorado .

El equipo lo compone un númeroimportante de profesionales; 3 psi­quiatras, 1 psicólogo, 1 ATS , 1 asis­tente social , 1 monitor , 3 auxiliares

psiquiátricos , 1 administ rativo. El di ­rector del centro es un psiquiatra.

Es lógico que entre un número im­portante de profesionales aparezcandiscrepancias y que exista una dir ec­ción que dote al servicio de coheren­cia, pero lógi camente dentro del res­peto al papel que el profesional ti e­ne asignado y, por tanto , a sus com­petencias . Pero , ¿y el psicólogo?¿Qué papel tiene asignado? En bocade nuestro col ega, «las migajas de lapsiquiatría».

No es nuevo que la llamada «locu­ra» haya sido y es un tema casi ex­c lusivamente médi co . Sigue exis­ti endo por part e de algunos profe­sion ales de la psiquiatría un despre­c io a la labor que el psi cólogo podríareali zar y que a mi entender se tor­naría básica . Entre est as labor es po­dríamos incluir la de la psicoterapia.En el centro objeto de este análisisla ps icoterapia con psicóticos es táprohibida por parte del director ; aun­que los otros dos psiquiatras porbajo mano permiten se realice algu­na actividad de estas característi ­cas, en la mayoría de veces compar­tida con ellos (exist en problemas deespac io y el psicólogo no tiene des­pacho propio) .

No se tr ata de entrar en una jus­tificación teórica de la psicoterapiacon psic óticos, pero pienso que enla ac tualidad es un hecho innegablesu utilidad , dependiendo del tipo depsicosis y del deterioro que ésta ten­ga su más o menos validez . Desd e lapsicoterapia de apoyo a una de cor­te más o menos analítico , podemosencontrar un buen complemento a lalabor farmacológica que el psiquiatr alleva a cabo. No podemos olvid arque justamente las críticas de la psi ­quiatría democrática van hacia la«momif icación del paciente» y esto ,evidentemente , se ve favorecid ocon una farmacologización abusiva yexclusiva. No podemos ocul tar la

realidad de qu e algunos pacient espor su deterioro se vean aboca doscas i irremediablement e a es ta situa­c ión, pero ¿por qué renun ciar , a ni­vel general, a un instrumento quepuede servi rnos de gran utilidad?

Al hablar de esta cuest ión, surgióde form a inevitable un tema que anuestro parecer tiene gran importan­c ia en el anális is de estos probl e­mas, la form ación del psicólogo .Nuestro colega me comentaba cómola pobre form ación con que la facul ­tad dota a los profesion ales que sevan a dedicar al ámbito clínico es unfact or básico a la hora de plant earseun nivel de competenc ias importan­te. La sensación de «tener muy pocaide a» junto con la aparente coh eren­c ia del lengu aje biolo gista del psi ­quiatra, que en much os casos ni si­quiera es comprensible, son elemen­tos que co ntribuyen a la sensaciónde inferioridad del psicólogo. Aun­que esto es muy real , tampo co po­demos olvid ar como contrapartidaque existen múltiples cursos de es­pecialización impartidos por escue­las e institucion es que , aunqu e node fo rma total , van posibilitando elacce so al mundo de la form ación cl í­nica, siendo la psicot erapi a un ele­mento básico dentro de este campo.y dentro de la necesaria form ación ,¿por qué el psicólogo no pued e rea­lizar prácti cas en los servic ios de Sa­lud Ment al?

T ambi én podríamos habl ar deotras funcion es , como la cont ribu­c ión en el diagnósti co y la valoraciónde actividades realizadas en vias a lareh abilit ación del paciente , per oesto se queda en «pasar algún te st»y alguna «entrevista de información».

Tampoco vemos que las institu ­c iones contribuyan a mod ifi car el pa­nor ama. Conselleri a, en prin cipi o ,des eaba que los psicólogos depen­dieran de servic ios sociales y ahoracon el traslado de transferencias al

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------DOSSIER--· ....-.--Inst ituto Valenciano de Salud. ¿Dequién dependeremos?

Es claro que el problema de defi ­nición sigue siendo básico . pero loes también aclarar que la llamada «lo­cura» ha dejado de ser exclusiva­mente médica. haciendo falta unaeducación dirigi da tanto a la socie­dad en ge neral como al médico y po-

lít ico en particular que pongan enevide ncia la necesaria colaboraciónde numerosos profesionales y entreellos, el de l psicólogo. para la buenainervenció n en estos problemas .

El análisis realizado se ha concre­tado en uno de los centros que fun­cionan en Valencia y, por tanto , sepuede esp erar que en otros existan

funcionamientos muy distintos, don ­de incluso el papel del psicólogo seavalorado y potenciado , pero existeun a real id ad general innegable ,nuestras competencias depend endel libre arbitrio del psiquiatra quenos dirija .

Anotaciones en torno a lareforma psiquiátrica

Pedro T. SánchezCentro Salud Mental Massam agrell

Hace aproxi madamente dos añosse inic ió un proceso de reforma delos se rvic ios de salud mental de laDiputac ión de Valencia. El present etrabajo , es una refl exión sob re el de­sarrollo del ob jet ivo prior itario deesa ref orma: la creación de un dis­posit ivo de salud mental comu nitaria.

El prim ero paso estructural (y elúnico realizado hasta el momento)fue la apertura de 19 Centros de Sa­lud Ment al, que siguiendo la ordena­c ión de las áreas sanit arias, atiende nuna determinada zona ge ográfica . Aestos centros fueron adscritos equi ­pos mult idisc iplinares compues tospor personal que proced ía de loshospitales psiquiát ric os . Así. porejemplo, el CSM de Massamagrell.en el cual trabajo , está adscrito alÁrea Sanitaria 04 , junto al CSM deSagunto . El equipo del CSM de Mas­samagrell es tá compues to por 3 psi­quiat ras , 1 psicólogo , 1 ATS . 1 asis­tente social, 1 administrativa, 1 mo­nitor y 3 auxil iares psiquiátri cos .Nuestra zona de trabajo es la com­prendida ent re Puzol -Vinalesa-Albo­raia, que se corresponde aprox ima­damente a L'H ort a Nord , con una po­blación cerca na a los 96.000 ha­bi antes .

Los CSM se inst auraron como es­truc turas inte rmedias entre la socie­dad y los hospitales psiqui átricos ,

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por ello sus func iones principalesson la asistencia en la comunidad , elfilt raje de la demanda de hospitaliza­ción y el apoyo a la reinserc ión delos pacientes crónicos deshospitali­zados. Es obvio pues , que en prin ci ­pio , los CSM no se crearon paraasist ir a la comunidad , sino en lacomunidad .

ASISTENCIA

La consecuenc ia dir ecta del asen­tamiento de l equipo en la comuni­dad , fue la necesidad de imp licar yco laborar con los demás profesiona­les present es en la zona, dada lagran dive rsif icación existente en losrecursos y competencias ent re dife­rentes organismo s e instituciones.Desde nuest ro punt o de vista, la sa­lud ment al no debe ser en ningúncaso el reducto de unos grupos pro ­fes ionales . Adem ás, la experienciaind ica que un fac tor fund amentalpara evitar el etiquet amiento y mar­ginación de las person as con trans­tornos ment ales , es la impli caciónmás amplia posible de los agentessociales y asistenci ales del entorno .

Actualmente, en este grupo estánen tratamiento aproximadamente 2personas por cada 1.000 habitantes(no incluyéndose en nuestro campoasistencial ni las To xicom anías , ni laSM infanta-juvenil para los que exis-

ten otros equipos especializados) .De los cuales , al menos el 85 % soncrónicos (con largo tiempo de evol u­ción) y en torno al 67 % pre sentandiagnósticos de Psicosis . Adem ás ,se colabora habitualmente con otrosprofesionales , especialmente en elasesoramiento de diagnósticos y tra­tamientos .

Desd e est a perspectiva, creemosnecesario hacer las siguientes re­fle xiones sobre la planificac ión asis­tencial en la salud mental comu­nitaria:

- La ac tual dispersión de recur­so s y competencias crean abundan­tes prob lemas en la planificac ión yactuación, que rev ierten perjudicial­ment e en la atención a la pobl ación ,por lo que se hace nec esario la uni ­ficación y estructuración de todaslas competencias y recursos desdeun sol o organismo sanitario . As ícomo debe ría inst itucionalizarse lacooperac ión entre dicho organismosanitario . Así como debería institu­cion alizarse la cooperación entre di­cho org anismo y los servicios socia­les dado que normalmente junto alos t rastornos mentales se encuen ­tran problemas sociales .

- Actualmente en la comu nidadexisten escasas estructuras asisten­c iales , de forma que se producensalt os cualitativos entre una instan-