la llave y la cruz

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La llave y la cruz Crónica de un desahucio Foto: Carlos Collado

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Crónica de un intento de desahucio en Ciudad Meridiana, Barcelona. Texto: Nico Hache Fotos: Patricia López / Carlos Collado / Nico Hache Grupo de Acción Fotográfica

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La llave y la cruzCrónica de un desahucio

Foto: Carlos Collado

Foto: Nico Hache

“Jugaron con la ingenuidad de la gente”

Conocimos a Jaime hace poco más de una semana, a las siete en Plaza Cataluña. Él era uno de los afectados por la hipoteca que retrataríamos en el marco del Taller de Acción Fotográfica forma-do para participar en el Inside Out Project, del artista gráfico JR.

Jaime llegó puntual, nosotros también. Le extendí la mano, y él respondió girando levemente el torso para ofrecerme su ante-brazo. “Estoy lastimado”, se excusó. Tenía una herida fresca y fea en el puño derecho, un momento de descuido mientras cam-biaba el plato de una ducha.

Enseguida conocimos su historia. La contó como quien cuenta algo muchas veces contado. Paleta de oficio, 45, Jaime llegó desde Ecuador hace doce años dejando mujer e hijos, cuatro, hasta que pudiera establecerse. España vivía entonces en pleno boom del ladrillo y sobraban ofertas de trabajo en la construc-ción. Luego vino la regularización masiva de inmigrantes pro-movida por el Partido Socialista y poco después Jaime pidió la reagrupación familiar para traer a los suyos a Barcelona. Con trabajo estable y un alquiler de poco más de 400 euros mensua-les, la cosa pintaba bien para los Cadena, establecidos en un piso de la zona del Fórum.

“Y entonces se me metió en la cabeza la maldita idea de la hipo-teca. -recuerda Jaime- Mi hermana ya la había pedido y yo pensé que podía ser una oportunidad para dejar de vivir de alquiler y tener una casa propia”.

Frío en Meridiana

Nieva con ganas en Ciudad Meridiana. Es el 2 de febrero, es una inusual ola de aire siberiano que castiga a Europa, es casi obs-ceno este frío que hiela los dedos justo el día señalado para el desahucio de Jaime Cadena y su familia.

Llegamos al 58 de Les Agudes en Ciudad Meridiana, una urba-nización de poco más de 11.000 habitantes en el distrito de Nou Barris, bien al norte de Barcelona, en el límite con Montcada i Reixac. Edificada a partir de 1973, Meridiana es un clásico ejem-plo de las ciudades satélite del franquismo, un conglomerado de bloques baratos apiñados en las pronunciadas pendientes que marcan el inicio de la sierra de Collserola. Barrio obrero, con un 40% de población inmigrante, ha sido escenario de más de trescientos desahucios en los últimos tres años. Hoy toca el de los Cadena, en el 58 de Les Agudes.

Llegamos entonces, cámaras al hombro, y en el portal hay unos veinte y tras ellos Jaime, sobre las ropas de abrigo la camiseta verde de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) con la leyenda “Stop desahucios”. Se alegra al vernos y agradece nues-tra presencia. “La mayor se fue con el niño a casa de una amiga, los otros dos están en casa de mi hermana y el más pequeño en el instituto”. Con sus cuatro hijos y su nieto fuera, Jaime se dispone a atrincherarse en el bajos del 58. “Si me quieren sacar, tendrán que tirar la puerta abajo”.

La llave y la cruzCrónica de un desahucio

txt. Nico Hacheph. Patricia López / Carlos Collado / Nico Hache

Algunas inmobiliarias le negaron el crédito, pero finalmente dio con la que gustosamente le entregaría llave y cruz. Un bajos en Ciudad Meridiana por 255 mil euros, crédito a cuenta de Caixa Catalunya. “Un sábado por la mañana vino el de la inmobiliaria a mi casa y me dijo que firmaríamos la hipoteca”, relata Jaime. En la puerta de la sucursal de Caixa Catalunya, cerrada al público, los esperaban el notario y alguien del banco. Abrieron, entraron, firmó. Antes la inmobiliaria ya había atado todo con doble nudo. Para engrosar la garantía que suponía la nómina de Jaime, ar-maron un documento que acreditaba que él y su mujer trabaja-ban los fines de semana en casa de una señora. Lo falsearon, lo apañaron, y él firmó.

Al principio la cuota mensual era de 900 euros. Después, al ritmo del Euribor, fue subiendo hasta los 1400. Jaime pagó hasta que pudo. Primero pidió pequeños préstamos para pagar el grande, y luego adelantos en el trabajo para pagar los pequeños préstamos con que pagaba el grande. Al final estalló la burbuja y se quedó sin trabajo. En 2009 dejó de pagar, y al colapso económico siguió el de pareja. Su esposa dejó el piso.

Jaime cuenta todo esto como quien cuenta algo muchas veces contado, una historia que a fuerza de ser compartida se digiere mejor. Ya ha tenido dos intentos de desahucio, ambos parados, y faltan días para el tercero.

Jaime. El próximo jueves.

Nosotros. El jueves… ¿y qué harás?

J. A los chicos los mandaré fuera de casa un día antes, ya veré dónde. Y yo ya he reforzado la puerta por dentro, he puesto una barra para trabarla. Si me quieren sacar tendrán que tirar la puerta abajo.

N. Pues allí estaremos para apoyar, Jaime.

J. Muchas gracias, también irá gente de la Plataforma. La otra vez fueron como cincuenta personas. Menos mal que he encon-trado a la Plataforma, no sé qué hubiera hecho sin ellos.

Algunas inmobiliarias le negaron el crédito,

pero finalmente dio con la que gustosamente le entregaría llave y cruz.

Le proponemos hacer la foto, con la única consigna de que ex-prese cómo se siente ante esta situación. El hombre posa serio, se planta rígido y mira fijo a cámara. Le pedimos una frase para acompañar su retrato y no duda: “Jugaron con la ingenuidad de la gente”.

Foto: Patricia López

Foto: Patricia López

Foto: Nico Hache

La espera

Somos unos veinte a la entrada del bloque. Está la cuñada de Jaime, está una periodista de La Vanguardia, está un fotógrafo que viene siguiendo el tema de los desahucios. Y están también otros afectados por las hipotecas, nucleados en la PAH, que se han acercado a brindar su apoyo a Jaime.

El desahucio estaba programado para las 9:30. Son casi las 10 y ahí estamos, en el 58 de Les Agudes, aguantando el frío si-beriano y esperando a los funcionarios judiciales. Los miembros de la Plataforma cantan, agitan porras y despliegan carteles con letras en el suelo para formar la palabra DACIÒ. Jaime aguarda dentro, solo, encerrado en su piso que ya no es suyo. Sólo él, tal vez, sabe lo que piensa.

La PAH

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca agrupa, desde febrero de 2009, a personas con dificultad para pagar sus hipotecas o que ya se encuentran en procesos judiciales de ejecución hipotecaria y a activistas solidarios con la causa. Convertida en espacio de encuentro, ayuda y acción, por un lado organiza concentraciones para parar los desahucios y, por otro, intenta conseguir para los afectados la dación en pago, que significa la cancelación del total de la deuda al momento de entregarse la vivienda embargada.

Cuando una persona deja de pagar su crédito, el banco interpone una demanda que inicia la ejecución hipotecaria. El proceso con-cluye con la subasta del inmueble, y la ley estipula que en caso de no haber compradores -lo que en el actual contexto ocurre con frecuencia- el mismo banco se adjudica la propiedad al 50% de su valor de tasación. La diferencia entre esa cantidad y el monto del préstamo original, más intereses y costas judiciales, constituye la deuda que el banco reclama a la persona insolven-te. Sin casa y con deuda, sin llave y con pesada cruz, la persona hipotecada se encuentra en una verdadera encerrona. En el caso de Jaime, la suma adeudada asciende a 170.000 euros.

Para entender la magnitud del problema a nivel nacional, basta consultar los datos oficiales que cada tres meses publica el Con-sejo General del Poder Judicial. De 2009 hacia aquí, cada tri-mestre se presentan en los juzgados españoles entre 10 y 15 mil procedimientos de desahucio posteriores a ejecuciones por impago de hipotecas. Sólo entre enero y septiembre de 2011 se registraron 42.800 procesos, cifra superior a los 35.000 presen-tados en el mismo período de 2010.

Sin casa y con deuda, sin llave y con pesada cruz, la persona hipotecada se

encuentra en una ver-dadera encerrona.

Foto: Nico Hache

Foto: Carlos Collado

Desahucio parado

Los funcionarios judiciales llegan en taxi. Bajan cubiertos de todo, de la nieve, de las miradas, por grandes paraguas. El coche no se marcha, queda aparcado y a la espera. A sólo diez metros, la barrera humana se mantiene en el portal del edificio. Los fun-cionarios no se acercan, arman pequeña ronda, revisan carpetas y papeles, suben al taxi, se marchan. Sin mayores explicaciones, el desahucio se ha suspendido o pospuesto. A diferencia de otras ocasiones, esta vez no dan nueva fecha. Jaime sale y agradece. Y cuenta que justo ayer recibió respuesta a su solicitud en la Secretaria d’Habitatge: le han denegado el piso de protección oficial que había pedido ante el inminente desahucio. Su espe-ranza era que, considerando el hecho de vivir con cuatro hijos y un nieto, ubicaran su caso en carácter prioritario. Pero ayer llegó la resolución, denegada. Hoy, al menos, la suspensión del desahucio es una bocanada de aire en medio de la catástrofe, es un mes más de techo para él y su familia. Luego se verá, sobre la marcha.

Hoy, al menos, la sus-pensión del desahucio es una bocanada de aire en medio de la catástrofe.

Foto: Nico Hache

Foto: Nico Hache

Diálogo

“Deberíais saber a quién estáis apoyando”. Quien nos habla, en-fadado, es un vecino de Les Agudes 58. Son las 11:30, el de-sahucio ya se ha parado y quedamos sólo unos pocos en el portal despidiéndonos de Jaime. Asistimos a partir de entonces, asu-miendo espontáneo rol de mediadores, a un diálogo que, palabra más palabra menos, transcurre así:

Vecino. Deberíais saber a quién estáis apoyando. Antes de estar aquí, tendríais que informaros y averiguar quién es este hombre.Nosotros: ¿Y qué pretende usted? ¿Que lo echen a la calle?V. No, no quiero que lo echen, pero este señor lleva seis años viviendo aquí sin pagar gastos de comunidad. Casi todos los del bloque somos jubilados, y el señor nunca ha pagado su parte.Jaime. Yo he pagado hasta cuando he podido.V. Mentira, usted nunca ha pagado. Lleva seis años viviendo aquí y nunca ha pagado los gastos.J. Sí que he pagado, hasta el año 2009. Tengo todo los recibos.V. Usted nunca ha pagado, debe tres mil euros de gastos de comunidad. Aquí somos todos jubilados y cobramos pensiones de ochocientos o mil euros, no podemos pagar por todos. Lleva seis años riéndose de nosotros, porque no ha pagado ni cuando podía hacerlo.J. Pero sí que he pagado, hasta el año 2009 he pagado siempre, ¿quiere que le muestre los recibos?V. E incluso cuando hemos ido a hablar con usted no ha querido abrirnos la puerta.J. Yo en su momento hablé con el señor Juan. Yo le pagaba y él me entregaba los recibos, se los puedo mostrar. Después, cu-ando me quedé sin trabajo, ahí si que no pude pagar más.V. ¿Cómo que le pagaba a Juan?J. Claro, en ese momento él era el presidente de la comunidad. Yo le pagaba y él me daba recibo.V. Pero si estamos en juicio con Juan porque se ha quedado con dinero de la comunidad.J. Bueno, yo le pagaba a él, tengo los recibos.V. Eeehhh, igualmente, aunque haya pagado, usted no puede montar fiestas aquí, que somos todos jubilados. La otra vez con-tamos no menos de treinta personas saliendo de su casa.

J. Eso fue sólo una vez. Era el cumpleaños de mi hija e invitó a sus amigos.N. A ver, estamos hablando de cosas distintas. Una cosa son los problemas normales de convivencia que hay en toda comunidad, y otra es la situación de este hombre que el banco quiere dejar en la calle.V. Pero si yo eso lo sé. Los bancos son unos cabrones, y yo sé que en su momento ofrecían incluso más dinero del que la gente pedía. Y luego, claro, uno no puede pagar más, se quedan con el piso y además exigen el pago de la deuda. Lo que usted debería haber hecho es hablar con nosotros, con todos los vecinos para explicar su situación. J. En eso tiene razón, yo reconozco mi error. Debería haber hablado con todos y no sólo con el señor Juan.V. Claro hombre, si nosotros entendemos su situación, no quere-mos que se quede en la calle.

Jaime y el vecino, de quien nunca supimos su nombre, se estre-chan la mano. Cinco minutos de diálogo en el portal solventan seis años de recelo y desencuentro.

Jaime. Yo en su momento hablé con el señor Juan. Yo le pagaba y él me entregaba los recibos.

Vecino: ¿Cómo que le pagaba a Juan?

Foto: Carlos Collado

Foto: Nico Hache

Foto: Nico Hache

Foto: Nico Hache

Dos familias

Desde el Grupo de Acción Fotográfica hemos retratado a unas cincuenta personas afectadas por la hipoteca. Más allá de las singularidades de cada historia, hay algunos puntos en el que todas coinciden.

Primero, la inesperada fortaleza que anima a quienes llegan a situaciones límite, a quienes, aún sabiéndose perjudicados por un macabro engranaje de poderes, eligen salirse del lugar de víctimas y se afirman en la legitimidad de sus luchas.

Segundo, el inestimable valor de los grupos de afecto y perte-nencia, necesario suelo firme en el terremoto, cálido reparo en la tormenta. Hay entonces dos familias, una íntima y pequeña, la pareja, los hijos, y otra ampliada, el colectivo, los que por distintas causas y caprichosos azares han llegado a la misma situación de vulnerabilidad.

Tercero, lo que sostiene esas relaciones, la empatía, la solidari-dad, en última instancia la experiencia humana por excelencia, el amor.

Los afectados por la hipoteca siguen peleando, en desigual con-tienda, contra el abuso y la incomprensión de los bancos. Algu-nos han conseguido el objetivo, otros aún siguen en ello, pero se mantienen unidos y van hasta el final. Les quitan la llave, y ellos devuelven la cruz.

Hay entonces dos familias, una íntima y pequeña, la pareja, los hijos, y otra ampliada, el colectivo.

Foto: Carlos Collado

+ info

- El Grupo de Acción Fotográfica, coordinado por Oriana Eliçabe, participa del proyecto Inside Out del artista gráfico JR. En el marco del festival The Influencers, nos juntaremos fotógrafos y retratados para pegar las fotografías en un espacio público de la ciudad de Barcelona. Para quien quiera sumarse, la cita es el sábado 11 a las 11 en la puerta del Centro de Cultura Contem-poránea de Barcelona (CCCB).

- La Plataforma de Afectados por la Hipoteca se reúne cada vier-nes a las 18:00 en el barrio gótico, calle Obradors 6, Barcelona.

- El Consejo General del Poder Judicial ofrece estadísticas so-bre procesos relativos a temas de vivienda. El documento oficial recoge cifras desde 2008 a 2011 e incluye datos sobre ejecu-ciones hipotecarias y desahucios (estos últimos en el apartado “Lanzamientos”)

Grupo de Acción Fotográfica

Barcelona, enero/febrero 2012

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