la luz vivida, juan manuel alfaro

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La luz vivida -Juan Manuel Alfaro- (1981) www.literaturaentrerriana.blogspot.com Juan Manuel Alfaro (1981), La luz vivida. 1ª edición. Ediciones de Tribuna. Argentina:1981.

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Page 1: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La luz vivida -Juan Manuel Alfaro-

(1981)

www.literaturaentrerriana.blogspot.com

Juan Manuel Alfaro (1981), La luz vivida. 1ª edición. Ediciones de Tribuna.

Argentina:1981.

Page 2: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Del autor

CAUCE, poemas con ilustraciones de Jorge Petersen,

Ediciones “Comarca”, Paraná, 1979

Recompensas obtenidas

1º Premio “Juegos florales” poesía joven de Entre Ríos, 1976

1º Premio Salón anual del poema ilustrado de Entre Ríos, 1977

1º Premio Salón anual del poema ilustrado de Entre Ríos, 1978

1º Premio Ediciones Tupambaé, Santa Fe, 1978

1º Premio “Rosalina Fernández de Peirotén”, otorgado por la Asociación Santafesina

de Escritores, 1979

2º Premio “Juegos florales” de Entre Ríos, 1979

“Joven destacado en Letras”, distinción otorgada por la dirección de Cultura del

Gobierno de Entre Ríos, 1979

2º Premio Salón anual del poema ilustrado de Entre Ríos, 1980

1 º Premio “Rosalina Fernández de Peirotén”, otorgado por la Asociación Santafesina

de Escritores, 1981

Page 3: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La luz vivida

Page 4: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Autobiografía

Mi nacer fue temprano y sonoro.

-Mayo era un canasto en los campos amables-.

Crecí entre lo apagado buscándome la espuma.

-Transcurría la rosa, aún, entre mis padres-.

Lo demás es paloma que voló por la vida.

Alguna redondez devorada en las uvas,

el cielo casi en ave,

el desencanto de los albardones,

un corderito cercado por mi infancia,

una muerte al revés y por el aire,

y una casa que el viento y la certeza

han desnudado por los ventanales…

Mi vida tiene ésto de manzana.

Mi fe, esa luz que dan las ramas al quebrarse.

Sucedo en esta ropa que me pongo.

Uso lo imprescindible de las calles

Page 5: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

y trabajo mi pecho entre la gente.

Nazco el futuro sin romper mi padre

y parto lo que soy, en cualquier mesa.

Lo que viene en pan de mí

no es pan de altares…

Estas son todas las veces de mis años.

He vivido mi nombre,

me llevo en lo cantado.

Lo que me tape la muerte

vaya en aire

cuando mi corazón rompa su tronco

y caiga

en la paciente tierra

de esta provincia amable.

Page 6: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

En pleno niño

A Carlos Alberto Colotta

En pleno niño

pude sentir cómo crecía y alumbraba la suavidad

en esos días de arboledas

y sosegados estanques.

Abusadas siestas punzan aún

en el mojado olor de los caballos

y los campos hunden la claridad sobre las madres.

Hubo un llanto allá, contra el relámpago.

Hubo el destello rudo de un relincho

y una higuera a espaldas de la casa.

Por entonces no había crecido lo suficiente el infinito:

todo era un junco que cumplía su desvelo.

A veces la tarde oraba entre los cardos

su dura devoción de biznagales

y un resignado reposo de hondonadas

quemaba las sencillas maderas del poniente.

Page 7: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

El camino era un seco bullir de la abertura…

En las noches emparedaban los padres

sus cansancios

y las sangres graduaban sus cenizas

entre los ceños devueltos a las sombras…

Después, ya era la casa.

Algún grillo invalidaba la vigilia

y crecían los hijos

hasta que un día estallaban

y afloraban sobre la tierra.

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Page 9: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro
Page 10: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Memoria de la espuma

El florecido fuentón

gorjeaba toda la mañana.

Se erizaba el jabón como un follaje de garzas,

y la ropa, niño dormido, descampado,

rememorando inseparables pinares

se volvía lisa,

lisa de piadosa agua

y convergía, olorosa,

en el sencillo silencio de sus ojos

ya casi de penumbra

o de ramita aguada…

Ah pequeño membrillo,

arbolito menudo sombreándonos la casa.

Me queda, por si vuelvo, un ciruelo almidonado,

un delantal con hojas,

una rosa en la cara…

Ahora sé que es vaga la tierra todavía,

que una sombra de hierba puede al fin encallarnos,

porque su sueño aún devana los malvones,

su hebra minuciosa

Page 11: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

remienda el patio con charcos de alhelíes

y el árbol se florece,

se nos ríe de pájaro…

Ay, Gorjeo.

Se desdicen las calles

de aquellas llamaradas.

Énfasis de cigarras, los niños

saltábamos hasta el cielo.

Las glicinas goteaban un vientecito pobre

y ella, paciente de deshojamiento,

nos llamaba a su provincia rosada

y a veces nos sentaba para darnos un pétalo…

Los caminos vinieron

por donde aireábamos el sol,

aletearon sobre las manzanillas

recién enjuagadas de ese cielo todavía constante,

y allí, junto a esas soledades,

junto a ese esmero de cal de nuestra casa blanca,

junto al verano de las sillas de paja, esperaron,

esperaron con su indefensa armonía

los pétalos del pan casero

y el mate cocido silencioso.

-La tierra exprimida

Page 12: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

andaba al aliento de las puertas

y los pasos golpeaban contra el horizonte

donde nuestros sombreros se tapaban de pájaros-.

Todo el atardecer ahora.

El patio a la deriva en la gramilla,

y el fuentón florecido

cruzando la noche por la espuma,

la espuma que aumenta

la ropa de los ausentes…

Page 13: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Los hermanos

Los hermanos, madre,

son todos mis nacimientos.

Largamente en las noches

fue desgranándose tu carne.

En los sembrados pálidos

caía el viento profundo.

Los árboles viajaban memorias y gorriones.

Un tajamar guardaba las yemas de las lluvias

y había un crisantemo que iba y venía al alma.

El candor se fue haciendo pulposo

en los duraznos

y el molino era alto, yo sé que para siempre.

A veces la azada del padre

caía

y un miedo tierno

se llenaba en la tierra.

Iban sombreros lentos al ras de los crepúsculos.

La familia volvía al arroz. Ya era el humo.

Page 14: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La ropa fue obediente

y la latimos todos:

yo sé que algunas veces mi infancia

reiniciaba

la camisita azul

que aromó a mis hermanos.

Aún estoy viviendo de lo que fue tibieza.

Hay hogueras aisladas

terminando las tardes.

Meneaban las lloviznas el humoso desgano.

Hubo noches que el sueño nos mintió

para siempre.

En todo eso, madre,

la voz fue a su milagro.

Ahora estamos sueltos, no somos de tus ojos.

Hay palabras extensas.

Hubo un molino alto.

Page 15: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Poema con diez años

…y sobrevino la azucena.

Viviente de diez años,

vencedor,

desarmado,

cedido a su limpieza inicial

quise los días.

(toco ese liso humo).

Mi presencia agravaba

esa paciencia sola,

extendida y durable

-ahora sé- como las muertes.

Las tardes brillaban

y caían,

y era fácil el corazón entre las salvias…

Corría y me esperaba

en el aire.

Era riesgoso el énfasis

de andar saltando nubes

pero suave y lleno el alivio

de caer al duraznero:

rosado sobresalto

el de aletear junto a las flores vivas.

Ah destrozante cántico…

Page 16: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Cielos aún.

Cielos y tardes.

Del corazón, como de un árbol alto,

un niño cae

con los ojos abiertos.

Page 17: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Tardes con madre

Ojos apaciguados, sí, tardes

que taparon los días

justamente queridos,

sobre las bocas y las dalias

que, amanecidas en su ardor,

nos escoltaban

con sus padecimientos.

Malvones que apasionaron todo

sobre los cercos últimos;

y el movimiento profundo

y penetrante de la lluvia,

que nos daba otros ojos

más suspendidos

y más chapoteantes

por los campos

que terminaban el cielo…

Tardes con tus manos

que deshojaban

y corregían

el destino de las lanas;

que rodeaban

la garza espumosa de la harina

Page 18: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

para que el pan creciera

con los suaves llamados

de mis bocas iguales.

Y el festejo del maíz

abultándose,

abriendo en el <<pororó>>

la primavera del azúcar…

La muerte era arboleda

y éramos sol.

Ojos apaciguados, sí,

y un olor a madera que traía a mi padre

exaltando el destino.

Y la casa de todos yéndose en los rincones.

Y el amor atareado en su blanca costumbre

y el camino pidiéndonos los hermanos mayores…

Ojos con tardes

y unos pájaros altos

picoteando la estrella.

Apagado el milagro, hay humo en la palabra,

el cielo toca el ala

y afianzando los círculos

persevera un molino.

Page 19: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Nacimiento y árbol

Mi corazón se abrió entre los duraznos.

me lavaron el llanto

con un agua orgullosa:

recién cortado renuevo de la lluvia.

Había cedido el pétalo en mi madre.

Mi corazón fue mío para siempre.

En una cuna calma,

casi hueco de árbol,

pusieron mi pequeña sensación de cordero.

Me dieron la azucena

del vellón elegido

y la leche infinita me inició en la blancura.

Andaban mis hermanos la mañana en sus voces.

La casa fue volviendo

de a poco a sus modales

y acaso para darme lo nombrado en la espera

me entregaron un nombre

que es suave todavía…

Lo claro y lo querido

fue haciéndose en las fresias…

Page 20: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Mi padre era un cansancio

que salvaban las tardes…

Al fin, se partió el soplo en mí

como una fruta.

Los años despertaron para siempre

y el árbol, el dividido árbol de los pasos,

se fue de astilla extendiendo mi retoño.

Page 21: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

El regreso

En este polvo

alguna vez

yo fui una línea.

En esta puerta

fue puntual

todo lo suave.

Hay una mesa y un padre

en mi edad recién tendida.

La dicha

vive adentro aún

de la manzana.

Page 22: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro
Page 23: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Celebraciones y agonías

Page 24: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Lo mío

Mi verso es una copa

con demasiada espuma.

Me gusta no preverle su amapola.

Me dejo en él,

para que cuando la muerte

de uvas nómades

me agracie con su vino,

no sea canto lo que de mí se muera.

Page 25: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Los dos

Los dos hemos tenido otros llamados.

Hemos temblado otras exaltaciones felices

y trasluz del pudor

nos hemos deshojado de otra luz

y de otro barro…

(Cálidamente aspiro

tu tremolar de Fresia entre los trenes,

-la visera del guarda

saluda con su pétalo extendido-

tu padre: viviente del vagón

luciendo su llegada

y un arroyito azul plegado en tu vestido…

Aspiro tu niñez asomándose

a los dones de la luz

y a las hojas separadas de la lluvia,

y pienso en mi niño que fui, fluyente de fogatas,

deshojador de perdices,

juntándome en la línea de la brisa

Page 26: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

reverente de charcos.

La siesta ceñida de las parvas,

el encarnado sol del girasol paciente,

el aflorante sombrero de mi padre…

Ah, ganantes del mundo.

Después, la edad en otra fiesta.

La mañana del cuerpo,

el fastidio y la ráfaga

de la rosa irrecuperable.

La primera ascensión a la tristeza.

Los desatentos años…)

Los dos hemos tenido otros llamados,

otras lentas destilaciones.

Hábiles y fugaces trasiegos

desleyeron nuestras señales.

Pero algo vencedor hubo en nosotros.

Resueltamente azul

le enamoramos un niño

a lo terrestre.

Page 27: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

A los altos días perteneces

A Cecilia

A los altos días perteneces.

Al canto del aroma de la menta,

a las manzanas de rojas alegrías,

al pájaro aún en su señal celeste.

A los prudentes árboles que viajan en las noches

acarreando pájaros,

estableciendo sus desembocaduras,

y al corazón que cubre la tierra

cuando se espera el mundo de las lluvias

y quema el girasol su furia abierta

como un tigre de sol,

filo del pétalo…

A la madera y al pan,

a la palabra.

Al fuego y a las uvas.

A mi pureza que desgarré una vez como amapolas

y a mi ternura que llegó a su piedra.

Al niño que yo fui y desarmado rodó

a derramarse en humo

Page 28: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

y al amor que canté

y que detuvo la tierra en mi boca como un pájaro.

A los secretos y a la luz de las fresias perteneces.

Al cielo que se cierra en la quietud de agosto

y a la espuma que abrirán mis manos

cuando yo toque el mar.

A esta provincia recogida en aguas,

a estos campos juntos como uvas

y a estas gentes que nos llevan al hogar

por blandos tréboles.

A las noches que vierten alegrías

como estrellas

y a las otras que cruzan en los muros

tristezas

y ladrillos.

A la paz y a la guerra.

A la buenaventura, a la desdicha.

A todo perteneces, hija mía.

Este es el mundo:

aquí yo fui mi vida y fui mi muerte.

Vive siempre donde tu corazón sea tu patria.

Page 29: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Paraná

A Hectór Nani

Tendría que empezar con un tren

atravesando los campos hechos como mañanas.

Un tren con una madre en el extremo

y un hijo, elegido de sus brazos,

cayendo interminablemente

para que el corazón mereciera sus iguales.

Después, la docilidad de una ropa de soldado

y sobre el hombro

nocturno,

el fusil, como una liebre muerta.

Los hilos inseguros de esas lluvias altísimas

y la plaza más suave,

suave

contraída

y más suave.

Con esto, alguna calle

o una rama con cielo,

los paseos desamparados,

Page 30: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

en la barranca una nube con Juanele.

Un recato silbado en el Parque

entre enamorados de tibiezas primeras,

un sosiego impalpable de sitios distraídos

y tal vez algo de eso quedándose en un pájaro.

Después sobreseído el pecho

de las horas estrictas,

vuelto a mi ropa,

ya capaz de certezas,

la limpieza acechante de tus madrugadas

y algo que me sonreía de la luz o entre la luz…

Todo empezó en un tren.

De alguna forma me apagué en mi madre.

Ah, Paraná.

Pero aquí agregué una casa a la ternura

y mi corazón ha dado sus iguales.

Page 31: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Tarde de junio

No sé, hoy atardece tanto.

Es tan sumisa la blandura del humo,

tan lánguida la ciudad donde las casas se separan

con ceñidas familias

rodeando el diminuto énfasis del brasero.

Ay, hombres encarnados a la orilla

de este río moreno…

No sé, hoy atardece tanto.

Una lluvia se pierde hacia el oeste.

Toda la ciudad tiembla en la lluvia

y se vuelven simples

casi de un trazo los árboles.

Ay, los golpes grávidos del aire.

Page 32: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Esos trenes

Para Adriana

Esos trenes encerrados en la lluvia

bajo el fresco cielo.

Esos trenes, lagartijas

sobre la panza de la siesta.

Esos trenes que pasan

por los agujeros de la noche,

qué traen a mi corazón

sobre la tierra apagada?

Qué traen

que me dejan tristes los huesos

y un perro ladrando en mi ceniza?

Esos trenes que abren

el matorral de las bandadas,

que espantan la suavidad tostada de las liebres

y el orgulloso color de los caballos,

qué traen a mi corazón,

justo hoy que pensaba salir

reluciendo en la mano de mis hijos?

Page 33: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Los blancos días

Ciudad, ya es marzo.

Los blancos días estallan

y las mañanas, vivas como banderas,

mojan mis partiduras solitarias.

Hasta el tope de niño

voy colmando en lo hermoso.

Propio, desmenuzado.

Hueso, palabra, lágrima…

En quiénes vivirá nuestra muerte,

nuestras celebraciones esenciales,

el pez de la sílaba,

el fuego que cumplimos

y dejamos,

el azar y la cita y lo disperso,

lo despierto, lo dormido y lo soñado?

Cumplirá la ceniza

lo que ya dio la estrella?

Alguien se detendrá a elegirnos una rosa

entre la lluvia?

Ciudad, los blancos días estallan.

Page 34: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Hemos sido hueso

palabra

lágrima?

Page 35: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro
Page 36: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La pasante

Qué de mí la advirtió

en la ciudad creada como un pájaro?

De dónde eran los ojos heridos en ella

como en aguas

y esa boca pronta a extenderse

entre ciruelas?

Quién cantaba o moría

en el pétalo pulido de su lengua:

ahogaba flor morena

uva enterrada…

Adónde el corazón que se desmiga?

Adónde el pie ya de empapada luna?

Adónde ibas perdida o buscadora

destrozando en lilas la mañana?

Page 37: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Apenas asentada a mis ojos,

lento pájaro,

con qué ala me vuelas,

me sucedes,

me caes,

me levantas como un cesto muerto

y me llenas la hermosura con duraznos?

De qué besos partidos en la tierra,

cicatrizada rosa

o ancla,

de qué risas saltantes como aguas

y puertas

y derrumbes,

de qué labios espesos de vino y de membrillos

ha saltado tu boca

a cerrarse en la tarde,

a cortar el ocaso?

Mujer, nada nos une

y nada nos separa

mientras la ciudad se pone alta

como un pájaro.

Page 38: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Palabras a Magalí

La verdad, es que hace tiempo

que quiero reclamar tu médula

para ungir mi sombra y mi ceniza.

Congregar tus copos de cansancio,

tu heroísmo de rosa en la mejilla

en esta trastienda de la casa,

en esta cuenca donde consumo

la fugacidad sagrada

de los versos que danzan sobre las roturas de la noche.

Lo pensé en marzo. En desplomados lunes

mis grumos errantes subieron tu nítida corteza

y tiramos las espigas que manaron de los poros…

Después fue en junio. Te esgrimí en las bandadas salvajes.

Te posaste en la música iluminada de mis venas.

Te busqué a dentelladas en mi corazón,

te abrí espejos con mis uñas,

y la lluvia nos destroncó lánguidamente…

Page 39: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Y ahora es septiembre. Este estado manual de la ternura

que nos dispone, entre restos de manzanas,

para atarearnos un júbilo rosado,

una pequeña embestida

horadándonos la espalda…

Le ganamos la memoria a los asombros,

nos escalamos a puñados tibios

y hemos encantado trigo sobre el mar.

Pero en esta trastienda,

cuando desamarro mi regreso,

tú no estás para deshojarme de la grupa

y un potro blanco me conquista

y atraviesa la dócil carne de la lluvia…

Escribo esto

y tú ovillas la lana que consume la tibieza.

Crearás calor sobre los hijos.

Maravilloso sería ser justo:

ayudarte en ese ovillo, por ejemplo.

Page 40: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Amor, celebro tu cadencia

Amor, celebro tu cadencia:

ola

o liebre

incitando los cultivos.

Tus senos frescos como islas,

tus pies, leves aves

invadiendo los vidrios del invierno.

Tus ojos, tierra negra y pura.

Tu boca, poderío de ciruelas

y tus uñas glaciales

y tu corazón de rosa y uvas

y el perfecto mediodía

que circunda tu cintura

y el breve océano

y el oro de tu fuego minucioso

y tu vergüenza, fresca como lluvia,

si te diera este poema…

Page 41: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Amor, palabra de mi cuerpo

y de mi alma,

levántame y padéceme

y arrasa las espumas

hasta reconocer en la noche la manzana

que condena o absuelve

la copa que llenamos con la luz vivida.

Page 42: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Tendría que escribirte…

A mi madre

Tendría que escribirte con arroz,

con uvas,

con la fiesta cristalina

de las fresias.

Con una tarde redonda

de corderos.

Con el malvón de palpitante pétalo.

Con el lino que guiaba los azules

por los campos

y con las lluvias dispersas en las noches

de glicinas lagrimeantes.

Tendría que volver a aquel otoño

que silabeaba las ramas

y los días

redondeando el consuelo de los charcos…

Debería palpar esos veranos

extensos de gorriones,

Page 43: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

de incorregibles cigarras,

de rojo y amarillo borbotón de mariposas,

para poder escribirte con el sueño

que me dividió para siempre,

con la puerta, la mesa, la otra voz de la casa…

Tendría que escribirte con el aire

que empezó los amigos,

los amigos que murieron en el sueño de la tierra

y se quedaron con el fulgor

y el espacio

y la ceniza.

Tendría que escribirte con mis hijos

festejantes de azul,

deseosos de luciérnagas,

pero tómame en aroma de palabra,

recórreme la frente con tu luz vivida,

destíname a tu nombre

y que tus brazos me cuiden de la lluvia.

Page 44: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Una rosa para Omar

He pensado seriamente en esta rosa.

No sé por qué todas las rosas amarillas

arden sobre Rilke?

El borde indefenso de mi madre las juntaba

y nunca he podido separar ese brillo

que caía de ella hacia las rosas

o de ellas hacia mi madre.

Irrumpía en rosas,

era su festejo de esposa por la casa.

El perfil de mi padre

defiende el puñado del florero…

He pensado seriamente en esta rosa

mientras camino al sol

hacia tu sueño

apretado por la tierra.

Page 45: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Antonia

No quiero para ti una ceremonia,

las ceremonias te acompañan.

Ni un adjetivo con su astilla de azúcar.

Cuando la voz es justa, nombra.

Basta decir <<Antonia>>

y ya está plantada la palabra.

Page 46: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Tiempo de brevedad A Carlos Alberto Débole

Page 47: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Alimento

Las estrellas

crecen sobre los caballos.

La vida pesa montoncitos de semillas,

mientras brotamos en los bordes de la mesa

y la madre hierve arroz.

Nos cuidará la noche su puñado de espuma.

Page 48: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La niña

Abre, frutas o piedras de alegría, los ojos,

pajarito voraz

picoteando la risa de la casa.

En su trajín menudo nos vigila,

nos tiende redes,

caemos,

y esgrimiendo los copos de su triunfo

sonríe

y nos saca a correr entre luciérnagas.

Page 49: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La mañana

La mañana espumosa

sube como una garza

y la pasión del patio

nos apresura,

mientras cae la hoja en el aljibe

y ríe de temblores la roldana.

Page 50: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Tarde

El campo se ha alisado en lino.

Mi padre, alto como un sombrero,

está parado en la mitad del sol…

Desde lejos

el horizonte le toca el pecho

con un pájaro.

Page 51: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La espera

Los caballos dispersan la noche.

Estrellas

y cascos

arden

en los nudos del camino.

En el humo llora un niño

y ella remueve la canción

como un párpado.

Page 52: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

El niño y la muerte

Padre,

esos caballos

que trotan a puñados

pisarán también mis caracoles?

Page 53: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

El día de la paz

Los hombres cortan las espigas

con un filo fragante

y sobre la ceniza

se asienta una paloma.

Page 54: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Mujer que salvas

Mujer que salvas

este desramamiento

con que paso la tierra

-osados mis pies sobre un cordel,

mis brazos extendidos como maderas dormidas-

y las cosas que arrastra mi corazón.

Oh mujer que salvas

esas luciérnagas que yo traje hace mucho,

concédeme una semilla que señale tus manos

y ábreme a las bandadas cuando se la hora.

Page 55: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro
Page 56: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro
Page 57: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Epílogo

Page 58: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Toda esta carne de destierro.

Este espejo que vacían los ausentes.

Toda esta voz que tiene el libre olor de las maderas

y este hueso que fulge en las estrellas

está hecho de ti: leña callada.

Está hecho de ti:

roldana y lumbre y piedra de mi casa.

Page 59: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

Orden de los poemas

Page 60: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

La luz vivida

Autobiografía

En pleno niño

Memoria de la espuma

Los hermanos

Poema con diez años

Tardes con madre

Nacimiento y árbol

El regreso

Celebraciones y agonías

Lo mío

Los dos

A los altos días perteneces

Paraná

Tarde de junio

Esos trenes

los blancos días

Page 61: La Luz Vivida, Juan Manuel Alfaro

la pasante

palabras a Magalí

Amor, celebro tu cadencia

Tendría que escribirte

Una rosa para Omar

Antonia

Tiempo de brevedad

Alimento

La niña

La mañana

Tarde

La espera

El niño y la muerte

El día de la paz

Mujer que salvas

Epílogo