la misión integral de la iglesia. el cristianismo ante los desafíos de nuestro tiempo

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1 La misión integral de la iglesia. El cristianismo ante los desafíos de nuestro tiempo V Conferencia Latinoamericana de Evangelización San José de Costa Rica, 9-13 de julio de 2012 Dr. Juan José Tamayo-Acosta Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, de la Universidad Carlos III de Madrid Buenas tardes, tengan todas y todos ustedes, hermanas y hermanos. Deseo expresar mi agradecimiento por haberme invitado a participar en la V Conferencia Latinoamericana de Evangelización (CLADE V), organizada por la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Es un honor y una responsabilidad que asumí desde el primer momento como un servicio a la reflexión teológica de las comunidades cristianas latinoamericanas en perspectiva ecuménica. La presencia en este Foro me ha permitido conocer a los fundadores de CLADE, René Padilla, Samuel Escobar, Pedro Arana, verdaderos padres de la Iglesia, quienes en la inauguración recordaron las experiencias más importantes y los momentos más significativos de las cinco ediciones de CLADE. ¿Y las madres de la Iglesia, dónde estaban? En la inauguración destacó por su brillantez en el discurso dirigido a los más 800 participantes Ruth Padilla, que bien puede calificarse de “joven madre de la Iglesia”, además de las cantantes que transmitieron mensajes de esperanza. La invitación a participar en este evento me ha permitido visitar de nuevo Costa Rica para compartir con todas y todos Ustedes la experiencia de la fe en Jesús, el Cristo liberador, la esperanza en el reino de Dios en la forma de comunidad en éxodo y el amor de Dios y a Dios y al prójimo en la forma de solidaridad con los marginados y excluidos, que son los preferidos en el banquete del reino. Son las tres virtudes teologales comunes a los creyentes en Jesús de Nazaret, cualquiera fuere la comunidad o congregación cristiana a la que pertenezcamos. Esa es la base del ecumenismo y de la unidad de los cristianos y cristianas. Mi exposición tiene tres partes: lo que he visto y he vivido estos días en CLADE V, las líneas de fuerza que sustentan la arquitectura de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, que comparto, y los desafíos a los que dicha Fraternidad debe responder hoy en la misión integral de la Iglesia.

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Presentación del Dr. Juan José Tamayo en CALDE V

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    La misin integral de la iglesia. El cristianismo ante los desafos de nuestro tiempo

    V Conferencia Latinoamericana de Evangelizacin

    San Jos de Costa Rica, 9-13 de julio de 2012

    Dr. Juan Jos Tamayo-Acosta

    Director de la Ctedra de Teologa y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacura, de la Universidad Carlos III de Madrid

    Buenas tardes, tengan todas y todos ustedes, hermanas y hermanos. Deseo

    expresar mi agradecimiento por haberme invitado a participar en la V Conferencia

    Latinoamericana de Evangelizacin (CLADE V), organizada por la Fraternidad

    Teolgica Latinoamericana (FTL). Es un honor y una responsabilidad que asum desde

    el primer momento como un servicio a la reflexin teolgica de las comunidades

    cristianas latinoamericanas en perspectiva ecumnica. La presencia en este Foro me ha

    permitido conocer a los fundadores de CLADE, Ren Padilla, Samuel Escobar, Pedro

    Arana, verdaderos padres de la Iglesia, quienes en la inauguracin recordaron las

    experiencias ms importantes y los momentos ms significativos de las cinco ediciones

    de CLADE. Y las madres de la Iglesia, dnde estaban? En la inauguracin destac por

    su brillantez en el discurso dirigido a los ms 800 participantes Ruth Padilla, que bien

    puede calificarse de joven madre de la Iglesia, adems de las cantantes que

    transmitieron mensajes de esperanza.

    La invitacin a participar en este evento me ha permitido visitar de nuevo Costa

    Rica para compartir con todas y todos Ustedes la experiencia de la fe en Jess, el Cristo

    liberador, la esperanza en el reino de Dios en la forma de comunidad en xodo y el amor

    de Dios y a Dios y al prjimo en la forma de solidaridad con los marginados y

    excluidos, que son los preferidos en el banquete del reino. Son las tres virtudes

    teologales comunes a los creyentes en Jess de Nazaret, cualquiera fuere la comunidad

    o congregacin cristiana a la que pertenezcamos. Esa es la base del ecumenismo y de la

    unidad de los cristianos y cristianas.

    Mi exposicin tiene tres partes: lo que he visto y he vivido estos das en CLADE

    V, las lneas de fuerza que sustentan la arquitectura de la Fraternidad Teolgica

    Latinoamericana, que comparto, y los desafos a los que dicha Fraternidad debe

    responder hoy en la misin integral de la Iglesia.

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    1. Lo que he visto y vivido estos das

    La convivencia con Ustedes estos das me ha permitido conocer muy de cerca

    comunidades vivas, activas, festivas y celebrativas, que son parte fundamental de la

    ecumene latinoamericana: y, quiz, lo ms importante de la FTL. Una teologa sin

    comunidad es como un ro sin agua. Una comunidad sin teologa es como un barco que

    va a la deriva. Teologa y comunidad se complementan y enriquecen.

    1.1. Comunidades que comparten experiencias, grupos en red que viven relaciones

    simtricas, no jerarquizadas, en sintona y correspondencia con la primera comunidad

    de iguales formada por Jess de Nazaret y con las comunidades fraterno-sororales del

    cristianismo primitivo.

    1.2. Vivas: La vitalidad se manifiesta en la iglesia que nos abre sus puertas y nos acoge,

    cuyo nombre no puede ser ms evanglico y jesunico: Vida abundante. La vitalidad

    se siente cada momento del da y de la noche en la alegra desbordante, el saludo

    efusivo, la experiencia orante, la fuerza de la P(p)alabra, la preocupacin por el otro, por

    la otra, la sensibilidad hacia las personas que sufren..

    1.3. Activas: La mayora de las comunidades aqu presentes dan mltiples muestras de

    actividad, sin caer en el activismo; una actividad que vive a diario la opcin por las

    personas ms vulnerables de la sociedad de mltiples formas, una de ellas es su

    ubicacin en lugares de marginacin y la solidaridad desbordante que trasciende las

    fronteras de la propia congregacin y se extiende al mundo de los nios y nias, jvenes

    y adultos que viven en situaciones de pobreza, exclusin, marginacin e inseguridad

    estructurales.

    1.4 Festivas: La fiesta es una constante en este evento como manifestacin de la vida

    abundante que se ha expresado a travs de los grupos musicales de los diferentes

    pueblos de Amrica Latina con una gran riqueza de gneros musicales. Una fiesta

    cargada de sentido ldico. Sin fiesta, la experiencia religiosa se anquilosa.

    1.5. Celebrativas: La fe que no se celebra termina por morir y desemboca en apata.

    Todo lo contrario a lo vivido en CLADE V, donde la fe se expres a travs de una

    permanente celebracin desde la maana a la noche con una gran riqueza de smbolos,

    como corresponde al cristianismo vivo y activo de las comunidades all reunidas.

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    2. Lneas de fuerza identificadoras de la Fraternidad Teolgica

    Latinoamericana

    Cuando recib la invitacin para participar en este evento me pidieron que hiciera

    una lectura de las lneas de fuerza de la orientacin teolgica de la FTL. Y eso es lo que

    quiero hacer ahora en este segundo momento de mis reflexiones. Leyendo sus textos,

    escuchando sus intervenciones y teniendo delante el discurso de la presidenta de

    CLADE V, Ruth Padilla, comparto con Ustedes las siguientes lneas identificadoras que

    aparecen explcita o implcitamente en sus documentos y que re-leo y re-interpreto

    desde mi propia experiencia y mi anlisis teolgico:

    2.1. La misin constituye el encargo fundamental de Jess a los creyentes, coloca el

    anuncio del reino de Dios y su justicia en el centro de la tarea evangelizadora y

    relativiza las instituciones eclesisticas, que se convierten en medios, no en fines, para

    llevar a cabo la misin encomendada por Jess.

    2.2. El compromiso, la praxis, emana directamente de la fe como verificacin y

    autentificacin del envo y del mensaje. El compromiso es el momento que refleja las

    evidencias del Reino de Dios en la historia.

    2.3. La reflexin es un momento fundamental del quehacer cristiano. Pensar la fe es

    tan necesaria como practicarla. Pensamiento y prctica se complementan y enriquecen

    mutuamentre. Pensar la fe impide caer en el irracionalismo. No podemos caer en el

    credo quia absurdum de Tertuliano, ya que hay razones para creer. Impide caer

    igualmente en el activismo, que no deja tiempo para pensar Pero tampoco podemos

    incurrir en intelectualismo, que convertira al cristianismo en un proyecto de salvacin

    solo a travs de la inteligencia y, por ello, reservado a los sabios.

    2.4. La Fraternidad Teolgica Latinoamericana, leo en sus textos, es una plataforma

    de dilogo entre sectores distintos e incluso distantes. Me parece un paso fundamental

    este del anatema al dilogo, del pensamiento nico al pensamiento plural, de los

    conflictos por motivos religiosos a los encuentros interreligiosos. Esta actitud es

    conforme al pluralismo en los todos los campos. Poltico, cultural, religioso, eclesial,

    etc. Existen diferencias en la manera de entender la fe, de vivir la esperanza y de

    practicar el amor. Y esas diferencias no pueden ser motivo de distanciamiento, y menos

    an enfrentamiento, sino ocasin para el dilogo.

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    2.5. La interpretacin bblica contextual ha supuesto una verdadera revolucin,

    incruenta, claro est, en la lectura de los textos sagrados del cristianismo. As los textos

    dejan de ser documentos mudos del pasado y hablan al presente, al tiempo que se dejan

    interpelar por los problemas de los hombres y de las mujeres de cada poca en que son

    ledos. La interpretacin contextual es el mejor antdoto para no seguir leyendo la Biblia

    con los ojos del pasado, sino con los del presente. El contexto obliga a ejercer la

    circularidad hermenutica, que peda Bultmann: de la palabra de Dios a la sociedad y de

    esta a aquella. Se trata de una circularidad no cerrada sobre s misma, sino dinmica y

    mutuamente enriquecedora. O de seguir, segn el mtodo de Carlos Mesters, el

    tringulo hermenutico, que tiene en cuenta e pre-texto, el con-texto y el texto en

    permanente dilogo. A travs del crculo hermenutico o del tringulo hermenutico los

    textos cobran vida y adquieren nuevo significado para nuestra vida y para nuestro

    tiempo.

    2.6. La herencia es parte irrenunciable de la misin de los cristianos y cristianas en

    el mundo. No partimos de cero, el cristianismo no comienza con nosotros. Tiene ya una

    larga historia y un multisecular pasado, que conforman la tradicin y que hemos de

    gestionar adecuadamente. La tradicin recupera lo mejor de nuestro pasado, en el que

    no podemos instalarnos, pero al que no podemos renunciar, sino queremos quedarnos

    sin races. Ni todo tiempo pasado fue mejor, ni todo tiempo pasado puede reducirse a

    ruinas que haya que demoler. Por eso hay que saber heredar la herencia con sentido

    histrico, no mtico, con actitud crtica, no meramente apologtica, con profundo

    respeto, ni con desdn, con comprensin, no con desprecio. Pero no podemos quedarnos

    instalados en lo heredado, en lo recibido, sino que hay que ir ms all.

    2.7. Ir ms all, mirar al futuro es otra de las ideas que aparecen en sus textos.

    Totalmente de acuerdo. El futuro es el tiempo del reino de Dios, del cristianismo, de los

    cristianos y cristianas. Y, sin embargo, con frecuencia, en las iglesias, en su disciplina,

    en su teologa, en su organizacin, en su moral, en su normas jurdicas sucede todo lo

    contrario: su tiempo es el pasado, donde nos refugiamos, especialmente si tenemos una

    situacin privilegiada en la iglesia, en la sociedad, en la profesin, etc., y nos ponemos a

    salvo de los problemas que nos acechan en el presente. Preferimos mirar al pasado en

    busca de parasos perdidos donde encontrar seguridad que mirar al futuro confiando en

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    la novedad de la historia y en la sorpresa que nos depara la promesa de un cielo nuevo y

    de una tierra nueva por construir.

    2.8. La mirada al futuro nos sita ante la utopa, que en el lenguaje jesunico y

    evanglico es el reino de Dios, reino de vida, que es el lema de este evento. La utopa

    requiere una actitud muy poco cultivada poco entre los cristianos y cristianas y menos

    predicada por los funcionarios de Dios, entrados en la fe como adhesin a verdades

    inmutables. Me refiero a la esperanza, que es la virtud de ojos abiertos para contemplar

    el futuro; de pies giles para caminar; de manos juntas en actitud orante para implorar

    la llegada del reino; de voluntad firme para trabajar por su realizacin; de manos unidas

    para derribar las murallas que nos separan y construir la solidaridad desde abajo; de

    brazos abiertos para acoger a cuantos piden hospitalidad.

    La tendencia de las iglesias, al menos desde el punto de vista institucional, es con

    frecuencia a deshistorizar y eternizar el reino de Dios, pasando por este mundo como

    por brasas sin hacer pie en la historia y remitirlo al ms all de la vida; a convertir la

    esperanza en espera pasiva, de brazos cruzados y de pies atados, confiando en que sea

    Dios quien lo haga todo.

    2.9. Llegamos as a la misin integral de la Iglesia, que es el santo y sea de la FTL

    y debe actualizarse en cada momento. Integral es lo contrario a parcial, sesgado. Remite

    a la integridad de vida, de mensaje. Implica coherencia entre el pensar y el actuar. A

    veces, sin embargo, se da otro sentido a integral hasta desembocar en integrismo, que

    es su ms grave patologa y se traduce en actitudes y prcticas fundamentalistas.

    2.10. La misin integral se lleva a cabo a travs del discipulado integral que yo

    reformulo as: discipulado igualitario, no clnico, de hombres y mujeres en el

    seguimiento de Jess, de su mensaje de fraternidad y sororidad y de su causa de

    liberacin.

    2.11. Si el cristianismo no quiere convertirse en un proyecto universalista abstracto,

    debe ubicarse en los diferentes contextos en que est presente. Si quiere tener autoridad

    e influir positivamente en la marcha de la humanidad, debe escuchar el grito de los

    pobres y oprimidos y de la naturaleza depredada. Si quiere ser una oferta creble de

    sentido y de vida que motive e interese a quienes se anuncia, debe encarnarse en los

    climas culturales de cada lugar y momento histrico. Si quiere hacer propuestas

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    histricamente significativas, debe conocer y tener en cuenta la identidad histrico-

    cultural de cada pueblo o comunidad a quien se dirige. En otras palabras, el cristianismo

    debe ser contextual. Es la condicin necesaria para la traduccin de la universalidad en

    la prctica. Sin contextualidad, la universalidad del cristianismo se torna universalismo

    globalizante, imposicin autoritaria, uniformidad doctrinal y, en definitiva,

    imperialismo.

    Pues bien, el contexto, o, si se quiere, la sea de identidad histrico-cultural y socio-

    poltica de la FTL es la realidad latinoamericana en toda su riqueza y complejidad,

    como se expresa en su mismo nombre. Lo que exige conocer dicha realidad y ubicarse

    adecuadamente en ella, pero no de manera esttica, sino dinmicamente, como es la

    propia realidad. El acontecer latinoamericano de las ltimas dcadas pasa por distintos

    procesos de cambio que Boaventura de SouSa Santos resume en estos tres: transicin de

    los regmenes dictatoriales a verdaderas democracias con mayor grado de participacin

    popular de la ciudadana y de integracin de sectores otrora excluidos; transicin de los

    colonialismos europeo y estadounidense a una verdadera descolonizacin: transicin del

    capitalismo neoliberal hacia un camino que conduzca a un nuevo socialismo

    latinoamericano del siglo XXI, que ya ha entrado en la agenda poltica de no pocos

    pases (A esquerda tem o poder poltico, mas a direita continua com o poder

    econmico, en Caros amigos, marzo 2010, 44).

    Hay todava un cuarto proceso que se est produciendo en Amrica Latina y que es

    subrayado por el telogo Jos Comblin: la transicin de un Estado separado y distante

    de la sociedad hacia un modelo de organizacin del Estado en el que los empobrecidos

    detenten el poder de decisin y los gobernantes escuchen y obedezcan al pueblo

    (Marcelo Barros, El proceso bolivariano y la contribucin de Jos Comblin, Eduardo

    Hornaert, ed., Nuevos desafos para el cristianismo: la contribucin de Jos Comblin,

    DEI, San Jos de Costa Rica, 2012, 65).

    En los ltimos lustros se han creado en Amrica latina importantes espacios de

    integracin como: ALBA; UNASUR, MERCOSUR, CELAC, basados en la solidaridad,

    la complementariedad, la cooperacin y el respeto a la soberana de los Estados, como

    alternativa a otros intentos de integracin comercial, como el rea de Libre Comercio

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    de las Amricas (ALCA), basados en la hegemona, la competitividad, el logro del

    mximo beneficio y la dependencia.

    3. Identificar los desafos

    El cristianismo no es una religin mtica, sino histrica. Por eso ha de ubicarse en

    cada momento histrico para no convertirse en resto arqueolgico o estatua inmvil de

    sal. La integridad y radicalidad en la forma de vida requiere identificar, terica y

    prcticamente, los desafos de nuestro tiempo. Es precisamente lo que voy a intentar

    hacer a continuacin como tercer momento de mi reflexin y como aportacin ms

    personal, respondiendo al pedido que se me hizo cuando fui invitado a participar.

    Vayan unas observaciones previas. La identificacin de los desafos no

    unidimensional, sino que tiene carcter dialctico, con su cara y su cruz, sin caer en el

    catastrofismo, que generalmente desemboca en pesimismo y fatalismo, pero tampoco en

    el triunfalismo, que suele traducirse en optimismo ingenuo. Los desafos deben ser

    analizados en toda su complejidad, no quedndose en la superficie de los fenmenos,

    sino yendo a las races, a las causas ms profundas. Hay que atender a los diferentes

    factores que intervienen: personales y estructurales, sociales y polticos, culturales y

    econmicos, religiosos y medioambientales, diacrnicos y sincrnicos.

    Los desafos no se dan solos y aislados, sino en interaccin, interrelacin e

    interdependencia. Han de ser estudiados interdisciplinarmente. No hay ciencia alguna

    que agote el estudio de todos los fenmenos que se producen en nuestra sociedad. Son

    necesarias todas las disciplinas si se quiere tener una visin de conjunto. Hay que evitar

    que una disciplina domine sobre las dems e imponga su metodologa, hoy, por

    ejemplo, la economa. Con ese enfoque paso a identificar aquellos desafos que

    conforman el cambio de era que estamos viviendo y que son especialmente

    significativos para el cristianismo.

    3.1. Pobreza estructural y movimientos de lucha contra la pobreza

    La pobreza estructural es el primero y el ms importante desafo, ya que afecta a las

    condiciones materiales y vitales de miles de millones de nuestros congneres y en cuya

    lucha estn comprometidos organizaciones y colectivos de todo el mundo. En los pases

    menos desarrollados el hambre es la causa directa o indirecta de un 58% de las muertes

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    que se producen en el mundo. En un informe de 2010, el Instituto de Recursos

    Mundiales (WRI) prev que en 2050 los nios desnutridos en todo el mundo sern 25

    millones, que habr que sumar a los 150 millones que sufren hambre hoy.

    El problema del hambre tiene solucin, pero los organismos internacionales y los

    gobiernos nacionales no tienen voluntad de resolverlo. Un ejemplo. El presupuesto de la

    FAO en 2008 fue de 870 millones de dlares, Al ao siguiente subi a 930 millones.

    Comprese esta cifra con los 700.000 millones de dlares que el gobierno de los

    Estados Unidos desvi para impedir la quiebra del banco de inversin Bear Steans, las

    hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae y la aseguradora AIG en septiembre de 2007

    (confirmar). Pues bien, el presupuesto mundial que se dedica a luchar contra el hambre

    es infinitamente inferior a dicha cifra (Vernica Caldern, Somos demasiados?: EL

    PAS, 6 de noviembre de 2009).

    La pobreza crece y los empobrecidos son cada vez ms numerosos. Es, sin duda,

    el hecho mayor de nuestro tiempo y el que ms golpea, o debe golpear, la conciencia de

    los seres humanos. Un ejemplo clamoroso. Entre 1980 y 2001 se duplic el nmero de

    personas que en el frica Subsahariana viva con menos de un dlar y pas de 164

    millones a 316 millones.

    El poder econmico est cada vez ms concentrado. El crecimiento econmico no

    va a acompaado de polticas de igualdad. Todo lo contrario: genera ms desigualdad y

    mayor distancia entre ricos y pobres. A tal situacin le es aplicable la afirmacin que

    haca ya en 1770 Oliver Goldsmith en The Deserted Village: Mal le va al pas, presa de

    inminentes males, cuando la riqueza se acumula y los hombres decaen. As lo vea

    tambin Adam Smith: Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz, si la mayora de

    sus miembros son pobres y desdichados.

    Podemos afirmar que, desde finales del siglo XIX hasta avanzada la dcada de los

    setenta del siglo XX, en las sociedades avanzadas se produjo una importante

    disminucin de las desigualdades debido, entre otras, a las siguientes causas:

    progresividad en la tributacin, subsidios de los gobiernos a los sectores ms

    desprotegidos de la sociedad, generalizacin de los servicios sociales, garantas frente a

    las situaciones de crisis.

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    Hoy sin embargo, ha habido un importante retroceso en este terreno y han

    aumentado las desigualdades. Veamos algunos ejemplos. En 1960 haba 30 personas

    empobrecidas por cada persona rica. Hoy hay 80 empobrecidos para cada persona rica.

    Casi la mitad de los seres humanos del planeta, el 46%, viven en situacin de pobreza y,

    de ellos, 1200 millones se encuentran en un estado de extrema pobreza.

    En Estados Unidos y en el Reino Unido, que constituyen el epicentro del

    capitalismo de mercado desregulado, constata Tony Judt, han reaparecido las

    diferencias entre ricos y pobres en niveles extremos. En 2005, el 1% de la poblacin

    estadounidense detentaba el 21,2 % de la renta nacional. En 1968, las ganancias del

    director ejecutivo de General Motors, sumando sueldo y beneficios, eran sesenta

    mayores que las del trabajador tpico de dicha empresa. Hoy, el sueldo del director

    ejecutivo de la misma firma de Wal-Mart es novecientas veces superior al que percibe

    un empleado medio. El patrimonio de la familia fundadora de Wal-Mart que, en 2010

    ascenda a 90.000 millones de dlares, era similar a la fortuna del 40% de

    estadounidenses con ingresos ms bajos, es decir 120 millones de personas.

    La desigualdad en renta, riqueza, salud, educacin y oportunidades es hoy en el

    Reino Unido mayor que en dcadas anteriores. Lo demuestran tres indicadores: el Reino

    Unido es el pas que ms nios pobres tiene de toda la Unin Europea; la diferencias en

    los salarios es tambin la mayor que en ningn pas, salvo Estados Unidos; los nuevos

    empleos creados entre 1977 y 2007 se encontraban en el extremo superior e inferior de

    la escala salarial (Tony Judt, Algo va mal, Taurus, Madrid, 2010, 27-30).

    La desigualdad en el reparto de la renta y de la riqueza en Espaa crece de manera

    alarmante, segn la ltima edicin del Barmetro Social (www.barometrosocial.es). Los

    beneficios empresariales superaron a los salarios en el primer trimestre de 2012. Las

    acciones empresariales han tenido una revalorizacin superior al 300% entre 1994 y

    2010, mientras que los salarios se han revalorizado cuatro veces menos, es decir, en un

    69%. Entre 2005 y 2009 el patrimonio de las familias ms ricas se ha incrementado en

    medio billn de euros, al tiempo que la cuarta parte de las familias ms pobres han

    sufrido una reduccin de ms de 4.000 millones, segn la Encuesta Financiera de las

    Familias del Banco de Espaa).

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    Tambin los salarios se reparten de manera desigual en Espaa. Entre 2007 y 2012

    el desempleo se ha incrementado del 8,3% al 24,4%. La situacin se agrava en el caso

    de los desempleados de larga duracin, que han pasado del 23,7% al 43,3%., y en las

    familias donde todos sus miembros activos se encuentran en paro, que han subido del

    3,3% al 10,1%. Espaa es en 2012 el pas de la Unin Europea de los 27 con mayor

    ndice de desempleo de la poblacin activa. Las desigualdades en salarios por sexo y

    edad han sufrido un importante aumento durante los diez ltimos aos. La retribucin

    salarial media de las mujeres, que en 2000 era el 22,7% inferior al salario medio

    general, diez aos despus subi al 31,5% (Carlos Pereda, Creciente desigualdad en

    Espaa, en xodo, 114, junio 2012, 55-56).

    En Amrica Latina se estn produciendo elevados ndices de crecimiento

    econmico, pero no van acompaados de la disminucin de la pobreza ni generan

    polticas de igualdad. El continente latinoamericano es el ms desigual del mundo. La

    inequidad en el reparto de la riqueza es uno de los ms graves problemas que vive

    Amrica Latina. El 20% ms rico controla el 56,9 % de los recursos y el 20% ms

    pobre apenas tiene un 3,5%. La mayor inequidad se da en Brasil, donde el 10% de la

    poblacin ms rica concentra el 50,6% de la riqueza, mientras que los ms pobres tienen

    solo el 0,8%. Le sigue en ndices de desigualdad Mxico, pas en el que el 10% de la

    poblacin posee el 42% de los ingresos y los ms pobres alcanzan el 1,3%

    La globalizacin neoliberal, lejos de minorar las desigualdades, las incrementa,

    hasta anegar a continentes y sectores de poblacin enteros y sumirlos en la pobreza

    estructural. El Informe del PNUD de 1997 sobre Pobreza y desarrollo en el mundo lo

    expresaba con una metfora muy expresiva: La globalizacin es una marea de riqueza

    que supuestamente levanta a todos los barcos. Pero los hay que tienen ms agua debajo

    que otros. Los transatlnticos y los yates navegan mejor, mientras que los botes de remo

    hacen agua y, algunos, se hunden.

    Los rostros de la pobreza y de los empobrecidos en todo el mundo son muchos.

    Tambin en Amrica Latina: nios de la calle y los ancianos y ancianas solos y sin

    cobertura social; desempleados crnicos y excluidos por la globalizacin neoliberal;

    campesinos sin tierra; afrodescendientes a quienes se discrimina por el color de la piel;

    indgenas, que siguen muriendo antes de tiempo, como deca Bartolom de Las Casas, y

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    se ven privados de sus tierras, de su lengua, de cu cultura, de su organizacin social;

    mujeres doble, triple y hasta cudruplemente oprimidas. Son estas personas, estos

    colectivos, estos sectores, quienes estn pagando las consecuencias de una crisis que

    ellos no han causado.

    Los rostros de los empobrecidos no mienten. Son la mejor expresin y el resultado

    de la inhumanidad de una parte de la humanidad insensible al sufrimiento humano, de

    una actitud insolidaria, egosta e inmisericorde, as como del carcter selectivo -

    darwinismo social- del sistema capitalista partidario de que perezcan los ms dbiles; un

    sistema que defiende la existencia de una poblacin sobrante, cada vez ms numerosa, a

    quien no se le niega su dignidad y a quien no se le reconoce el derecho a la vida.

    De la indignacin por tamaa inhumanidad surge la protesta y la lucha de los

    movimientos sociales contra la pobreza en sus diferentes manifestaciones, la ltima de

    las cuales es la de los Indignados que incluye a personas de todas las edades, de

    diferentes tendencias ideolgicas, y que est extendido por todo el mundo al grito de

    no somos mercanca en manos de polticos y banqueros. La indignacin se dirige

    contra los cuatro poderes que dominan el planeta: el financiero: la Banca y las agencias

    de calificacin o, mejor, de descalificacin; el poltico: los dirigentes alejados de la

    ciudadana; el militar, en torno a los Ejrcitos, las organizaciones de defensa y el

    creciente armamento militar; el meditico: los grandes grupos de comunicacin y los

    censores de internet.

    3.2 Globalizacin neoliberal y movimientos alterglobalizadores

    La lucha de clases al modo clsico como confrontacin directa entre quienes

    detentan la propiedad de los medios de produccin y quienes carecen de poder

    econmico ha podido perder intensidad. La clase obrera est sufriendo un proceso de

    desclasamiento, desidentificacin y diversificacin, que dificulta la lucha contra el

    poder econmico que domina el mundo. Significa esto que ha desaparecido la lucha de

    clases, el conflicto entre empresarios y trabajadores, y que ya no tiene razn de ser la

    confrontacin entre ricos y empobrecidos? En absoluto. La lucha de clases sigue

    existiendo a nivel global y de manera ms acusada, pero ha cambiado de escenario:

    ahora tiene lugar entre los globalizadores y los alter-globalizadores y es ms

    encarnizada.

  • 12

    Los primeros tienen su epicentro en Davos, una especie de montaa sagrada donde

    el Dios del mercado revela las nuevas tablas de la ley del neoliberalismo a los

    seguidores de Hayek y Friedman, segn la aguda descripcin de Manuel Vzquez

    Montalbn en un artculo titulado Imperialismo que, escrito hace una dcada, tiene

    hoy plena actualidad: Si prospera la lgica neoimperial, el valor de lo poltica,

    econmica y estratgicamente correcto quedara por encima de los presupuestos

    beneficiantes del liberalismo. La Teologa Neoliberal, revelada por un dios a Hayek en

    la cumbre de Monte Peregrino, se supeditara a la Teologa de la Seguridad, revelada a

    Ariel Sharon en el Sina. Probablemente se trataba del mismo Dios. Ese Dios

    especializado en aparecerse en montaas sagradas para anunciar los cambios de horarios

    ticos y las rebajas de los derechos humanos, gran liquidacin, fin de temporada (EL

    PAS, 2 de abril de 2002).

    Con una brevedad y exactitud excepcionales Vzquez Montalbn expone en este

    prrafo los momentos estelares de constitucin de la teologa de la globalizacin

    neoliberal, los padres de la misma, Hayek en lo econmico y Ariel Sharon en lo militar

    yo aadira hoy a Bush, Blair y Aznar en lo poltico, los tres cruzados del siglo XXI,

    que ocuparon militarmente Afganistn e Irak-, su contenido fundamental, que

    actualmente se reduce a la Seguridad como nuevo dolo del sistema, y sus carencias, que

    se concretan en la permanente transgresin de los derechos humanos en aras de esa

    Seguridad, que se ha convertido en una especie de dios Moloc. Los globalizadores, sin

    representacin democrtica alguna, dominan sobre los gobiernos, elegidos

    democrticamente, a quienes imponen la dictadura de los mercados, y convierten a los

    ciudadanos en mercanca y simples consumidores.

    Inspirados en el Consenso de Washington, los globalizadores han defendido la

    desregulacin, el Estado mnimo, la privatizacin de los servicios pblicos, la baja

    tributacin, la evasin de capitales,etc. Tras la crisis, empero, su discurso poltico y su

    prctica econmica han dado un giro de trescientos sesenta grados y ahora defienden la

    intervencin del Estado, que est inyectando sumas ingentes de dinero pblico para

    reflotar el sistema bancario en bancarrota y nacionalizando empresas en ruinas.

    Los alterglobalizadores han creado el Foro Social Mundial, se renen en Porto

    Alegre, Mumbay, Nairobi, Belem de Par, Dakar, y luchan por la utopa de otro mundo

  • 13

    posible, donde se instaure la democracia econmica frente al imperio de los mercados,

    la democracia participativa frente a la puramente representativa, y por el logro de la

    emancipacin social de la humanidad. Los dos criterios o principios que rigen dicha

    lucha son la igualdad y la unidad de los seres humanos, por una parte, y el derecho y el

    reconocimiento de las diferencias como formas de solidaridad y de compartir. La

    armonizacin entre ambos principios tiene lugar a travs del dilogo multilateral en sus

    diferentes dimensiones: inter-cultural, inter-cosmovisional, inter-tnico, inter-religioso,

    inter-tico, inter-poltico, inter-econmico, inter-continental, inter-espiritual.

    3.3. Pervivencia del patriarcado y respuesta del feminismo

    El patriarcado sigue ejerciendo el poder en todos los terrenos de la vida y lo hace

    cada vez de manera ms desptica contra los sectores ms vulnerables de la sociedad,

    sobre todo, las mujeres, los nios y las nias. La estructura patriarcal se deja sentir en

    las religiones, en la vida poltica, en la economa, en el trabajo, en la familia, en la

    representacin parlamentaria, en la educacin, en los medios de comunicacin, en el

    mundo empresarial, en la ciencia, en la organizacin de la sociedad, en la vida

    cotidiana. Los discursos polticos, la teora de los derechos humanos, el mundo del

    derecho, el mundo de los saberes, la propia teora del conocimiento siguen teniendo

    carcter androcntrico. Nada escapa al poder del patriarcado, que es omnmodo y

    omnipresente.

    Una de los instrumentos habituales o, mejor, de las armas del patriarcado es el

    maltrato sistemtico y la mltiple violencia fsica, simblica, laboral, religiosa,

    poltica, educativa, etc.- contra las mujeres, los nios y las nias. Violencia y maltrato

    que arrecia y llega al feminicidio en la medida en que las mujeres logran nuevas

    conquistas en su camino hacia la emancipacin, que el patriarcado no puede soportar.

    Como respuesta al poder omnmodo del patriarcado han surgido y se han

    desarrollado durante los dos ltimos siglos los movimientos feministas con sus

    diferentes tendencias: feminismo socialista, feminismo de la igualdad, feminismo de la

    diferencia, ecofeminismo, en lucha contra la discriminacin de gnero y a favor de la

    igualdad, no clnica. El feminismo se caracteriza por ser un movimiento social y una

    teora crtica de la sociedad, que lucha por el pleno reconocimiento de las mujeres como

    sujetos morales, polticos, intelectuales, etc., por la emancipacin de las mujeres de todo

  • 14

    tipo de discriminacin a la que se ven sometidas y por sus derechos sexuales y

    reproductivos como derechos humanos, que muchos pases democrticos y organismos

    internacionales no han incorporado a sus legislaciones.

    El feminismo lleva a cabo una revolucin incruenta que recurre a la fuerza de la

    razn frente a la razn de la fuerza, a la que apela sistemticamente el patriarcado para

    frenar las luchas de las mujeres. Cuanto mayores son los logros de los movimientos

    feministas, ms radical y extrema es la violencia ejercida por el patriarcado en todos los

    terrenos en los que detenta el poder, desde el econmico hasta el poltico, hasta el

    militar, pasando por el religioso, el jurdico, el empresarial, el domstico y el educativo.

    3.4. Depredacin de la naturaleza y conciencia ecolgica

    La depredacin de la naturaleza es una constante en la historia de la humanidad. El

    ser humano, que conforme al segundo relato bblico de la creacin, fue colocado en el

    jardn de la creacin para cultivarlo y protegerlo, se ha convertido en su principal

    agresor. La agresin contra el medio ambiente se viene agudizando en los ltimos siglos

    por mor del actual modelo de desarrollo cientfico-tcnico de la modernidad, que

    siguiendo los principios conocer es dominar y saber es poder, se cree dueo y

    seor de la naturaleza con derecho a usar y abusar de ella a su antojo. Los humanos

    somos los nicos seres vivos que con una irresponsabilidad rayana en la locura

    destruimos nuestro propio hbitat, nuestro hogar, que es la naturaleza.

    Aun sin negar la gravedad de la crisis ecolgica en otros momentos de la historia, lo

    cierto es que, tiempo atrs, como observa Leonardo Boff, la integridad del planeta

    Tierra y la conservacin de la vida de la humanidad estaban garantizados. En la crisis

    actual, no. La especie humana puede desaparecer y la Tierra verse gravemente herida.

    El proceso sistemtico de agresin a la naturaleza, e indirectamente al ser humano,

    iniciado en los comienzos de la modernidad, se ha acelerado en las ltimas dcadas por

    mor de las nuevas tecnologas que representan una grave amenaza para el futuro de la

    vida y la supervivencia de la humanidad. La Carta de la Tierra avisa y el que avisa no

    es traidor, dice el refrn- de la gravedad de la situacin y nos pone ante el siguiente

    dilema: O hacemos una alianza para cuidar unos de los otros y de la Tierra o corremos

    el riesgo de autodestruirnos y de destruir la diversidad del planeta.

  • 15

    Asistimos a un creciente empobrecimiento que afecta a la Tierra y a los seres

    humanos. A la Tierra, porque cada vez va perdiendo ms selvas, ms suelos frtiles, ve

    mermada la biodiversidad y sufre la contaminacin de las aguas, del aire, de los

    alimentos, del cuerpo humano. A la humanidad, porque se va perdiendo la solidaridad

    interhumana, la compasin con las vctimas, el cuidado de los congneres y de la

    naturaleza, y el respeto por todo lo que existe.

    Pero la crisis est creando, a su vez, una nueva conciencia ecolgica, que da

    lugar al nacimiento de un nuevo paradigma en las relaciones de los seres humanos entre

    s y de estos con la naturaleza, cuyas principales categoras son la sostenibilidad, la

    espiritualidad y el cuidado, que Boff expone en su obra El cuidado necesario (Trotta,

    Madrid, 2012).

    La sostenibilidad es un trmino procedente del campo de la economa, que

    significa el uso racional de los recursos escasos de la Tierra, sin perjuicio del capital

    natural, mantenido en sus condiciones de reproduccin y de co-evolucin, teniendo

    presentes a las generaciones futuras, que tambin tienen derecho a un planeta habitable

    (p. 14). La sostenibilidad implica: a) una economa que respeta los lmites del

    ecosistema y de la Tierra; b) una sociedad regida por la equidad y la justicia a escala

    mundial; c) un medio ambiente que, debidamente preservado, atienda las demandas

    humanas, las presentes y las futuras. Estamos ante una categora global que va ms all

    de la economa y repercute en la sociedad, la cultura, el arte, la poltica, la naturaleza y

    la vida de cada ser humano. La sostenibilidad no empieza y termina en el presente, sino

    dirige su mirada al futuro para garantizar unas condiciones fsico-qumicas y ecolgicas

    a la naturaleza y a los hombres y mujeres de las siguientes generaciones.

    La espiritualidad no debe ser entendida solo ni principalmente en su sentido

    religioso. Trasciende dicho campo y se sita en los terrenos de lo humano y de lo

    csmico. La espiritualidad no requiere pertenencia o afiliacin a una organizacin o

    comunidad religiosa. Es una dimensin fundamental del ser humano. Le es inherente,

    como la sociabilidad, la corporeidad, la praxis, la subjetividad, la historicidad, etc.

    Pertenece, por tanto, a su sustrato ms profundo. Para Boff, ser espiritual es despertar

    la dimensin ms profunda que hay en nosotros, que nos hace sensibles a la solidaridad,

    a la justicia para todos, a la cooperacin, a la fraternidad universal, a la veneracin y al

  • 16

    amor incondicional. Y controlar sus contrarios (p. 15). Sin espiritualidad, cree, no hay

    tica, ni sostenibilidad, ni cuidado que se mantenga mucho tiempo en pie.

    La sostenibilidad viene a ser el lado objetivo, econmico y social de la gestin

    de los bienes naturales y de su distribucin. El cuidado representa el lado subjetivo,

    afectivo, actitudinal y tico del proceso y es el eje estructurador de una nueva relacin

    no agresiva ni destructiva, sino amorosa y respetuosa con la naturaleza. Se trata de un

    arte, ms que de una tcnica, e inaugura un nuevo paradigma de relacin tridimensional

    ser humano-vida-Tierra y de convivencia armnica entre naturaleza, Tierra y seres

    humanos. El presupuesto del cuidado es que estos son parte de la naturaleza y miembros

    de la comunidad bitica y csmica, y tienen la responsabilidad de protegerla y re-

    generarla.

    El cuidado revoluciona la concepcin de la inteligencia y de la razn vigente

    durante siglos en la cultura moderna, que privilegiaba el carcter instrumental, analtico,

    utilitarista y funcional. En el nuevo paradigma no se elimina ese tipo de razn, sino que

    se pone el acento en la inteligencia sensible y cordial, como complementaria, pero

    tambin correctora, de la utilitarista.

    3.5.Neocolonialismo y descolonizacin

    El colonialismo no desaparece con la independencia de la mayora de los pueblos

    otrora conquistados. Sigue vivo y activo en todos los campos bajo formas ms sutiles de

    dominacin. Lo expresa con gran lucidez y de manera muy certera la antroploga

    Liliana Surez Navaz: El colonialismo no es un periodo histrico superado, un fsil

    inerme. Es una semilla que an da sus frutos, reproduciendo una caracterstica

    administracin del pensamiento y sustentando un sistema de extraccin de la mayora

    de explotacin del planeta... Aunque el sistema poltico de los imperios coloniales en

    sentido estricto qued felizmente en el pasado, sus secuelas estn presentes en las

    nuevas formas de imperialismo econmico y poltico (y religioso, aado yo) liderado

    por capitalistas neoliberales en todos los rincones del mundo. Esta globalizacin tan

    trillada tiene efectos perversos para las mujeres. Aunque ciudadanas, estas dinmicas

    nos estn empujando hacia una mayor pobreza, ms responsabilidades nuevas, formas

    de migracin, nuevas formas de control y violencia (Liliana Surez Navaz y Rosalva

    Ada Hernndez, eds., Descolonizando el feminismo. Teoras y prcticas desde los

  • 17

    mrgenes, Ctedra-Universitat de Valncia-Instituto de la Mujer, Madrid, 2008, 31-32).

    Ese anlisis es perfectamente aplicable al colonialismo en Amrica Latina en sus

    diferentes manifestaciones.

    Como respuesta a la pervivencia del colonialismo se han puesto en marcha

    importantes procesos de descolonizacin en los diferentes campos del quehacer humano

    y del saber: las religiones, el feminismo, la teora del conocimiento, la ciencia, los

    modelos de produccin, las formas de organizacin social y poltica, los movimientos

    sociales, la reformulacin de la teora de los derechos humanos, la tica, la propia

    teologa de la liberacin. Se est produciendo una revalorizacin de los saberes, las

    formas de pensar y de imaginar el mundo, as como de los modelos de organizacin de

    la sociedad de los pueblos originarios.

    En Amrica Latina se estn produciendo importantes avances en los procesos de

    proceso de descolonizacin a travs de cambios constitucionales, nuevas formas de

    participacin poltica, del reconocimiento del protagonismo de las mujeres, de los

    pueblos indgenas, de las comunidades afrodescendientes y del campesinado como

    sujetos de ciudadana, de la que antes se vean privados carecan, y actores de

    transformacin social. La descolonizacin avanza a buen ritmo y se concreta en

    liberacin de la dependencia de las grandes potencias, la afirmacin de la dignidad

    nacional de los pueblos y el reconocimiento de la identidad plurinacional de los

    Estados.

    Ahora bien, el proceso de descolonizacin en Amerindia no est terminado. Tiene

    no pocas carencias y sigue siendo una tarea y desafo. Sugiero las siguientes propuestas

    que pueden contribuir a llevarlo a feliz trmino:

    - Cuestionar las visiones etnocntricas que se han centrado en la descolonizacin

    poltica y econmica, pero han descuidado la etnia, el gnero, la cultura, la religin, y

    no han tomado en consideracin el estrecho e indisociable vnculo entre racismo,

    imperialismo, prcticas e ideologas patriarcales en los procesos de descolonizacin de

    Amerindia.

    - Elaborar teoras poscoloniales que incluyan las categoras antes indicadas y que

    ofrezcan nuevas herramientas de anlisis ms acordes con la diversidad cultural de los

    pueblos de Amerindia.

  • 18

    - Crear nuevas estrategias de lucha para construir sociedades descolonizadas

    inclusivas, inter-culturales, inter-tnicas, inter-religiosas e inter-identitarias, sin que

    ninguna cultura, religin o etnia sea hegemnica.

    3.6. Choque de civilizaciones, diversidad cultural e interculturalidad

    La primera dcada del siglo XXI se ha desarrollado bajo el siglo del choque de

    civilizaciones conforme al guin de Samuel P. Hamilton, para quien las guerras y los

    conflictos del futuro no se producirn entre las clases sociales, porque estas han

    desaparecido Huntington dixit-, ni entre las ideologas, porque estamos en el final de

    ideologas, y lo que impera es el pragmatismo en la soluciones. Tampoco sucedern

    entre los sistemas polticos, porque no existe ms que un nico modelo, el demcrata-

    liberal, que ha conseguido vencer a todos los dems, sobre todo al fascismo y al

    comunismo e imponerse en todo el mundo, con algunas excepciones que pronto dejarn

    de serlo. Los conflictos en el siglo XXI no tendrn lugar entre las naciones, porque las

    fronteras estn establecidas de manera estable y no se prevn sobresaltos. Quiz se

    sucedan algunas escaramuzas por algunos lmites geogrficos no fijados

    adecuadamente, pero no darn lugar a enfrentamientos armados. Por lo mismo, no habr

    enfrentamiento entre modelos econmicos, porque, tras la cada del Muro de Berln y

    del derrumbe del socialismo real, existe un nico modelo, el neoliberal, que ha logrado

    triunfar sin apenas resistencia en todo el planeta gracias a la estrategia ideolgica de la

    globalizacin realmente existente, de su mismo signo.

    Entre qu fuerzas contendientes se darn entonces los conflictos en el futuro? La

    fuente esencial de conflicto en este mundo nuevo responde Huntington- no ser

    fundamentalmente ideolgica ni fundamentalmente econmica. Las grandes divisiones

    de la humanidad y la fuente predominante del conflicto sern de tipo cultural. Las

    naciones Estado seguirn siendo los actores ms poderosos en la poltica mundial, pero

    los principales conflictos de dicha poltica se producirn entre naciones y grupos de

    civilizaciones distintas. El choque de civilizaciones dominar la poltica mundial. Las

    lneas divisorias entre civilizaciones sern los frentes de batalla del futuro (El choque

    de civilizaciones y la reconfiguracin del orden mundial, Paids, Barcelona, 1997, 17).

    A continuacin Huntington dibuja un mapa de civilizaciones, todas ellas marcadas

    por la diferencia religiosa, entre las que puede producirse el choque, pero pone el acento

  • 19

    en el conflicto entre Occidente y el Islam, a quien califica de de la ms violenta de las

    tres religiones monotestas. Hace una defensa encendida por la superioridad de

    Occidente que debe unirse en torno a los Estados Unidos como eje hegemnico

    vertebrador del mundo.

    La teora de Huntington no es, ciertamente, una descripcin objetiva de la realidad

    humana e histrica, que resulta mucho ms compleja que su reduccin a una sucesin

    de guerras por la hegemona. El choque de civilizaciones no es una ley de la historia que

    se haya cumplido inexorablemente y que deba cumplirse en el futuro, por mucho que se

    empeen sus idelogos y los polticos que desearan llevarlo a la prctica en la escena

    internacional. Se trata, ms bien, de una construccin ideolgica al servicio de las

    potencias hegemnicas que buscan legitimar su podero y dominio sin lmites sobre la

    humanidad.

    Como alternativa a la teora de Huntington, que le horrorizaba, Mohammed Jatam,

    presidente de Irn de 1997 a 2005, cre la iniciativa del Dilogo de civilizaciones en e

    la ha implicado a hombres y mujeres del mundo de la ciencia, de la cultura, del arte, de

    la poltica, de la filosofa, activistas sociales, juristas, etc. Su tesis es que las

    civilizaciones no han tenido guerras entre ellas. Estrictamente hablando, las guerras del

    pasado no eran conflictos entre civilizaciones, sino entre imperios, entre potencias

    expansionistas. Las causas de la guerra estn en los fanatismos, no en las creencias

    religiosas. Lo que las motivan son los intereses ilegtimos, el recurso a la fuerza, el uso

    de la violencia para garantizar esos intereses y la marginacin de los depotenciados por

    parte de los que detentan el poder. La civilizacin islmica ha heredado mucho de las

    civilizaciones persa, romana, griega, hind, china La civilizacin occidental tambin

    se ha dejado influir por la civilizacin islmica Hoy nosotros, en el mundo islmico,

    podemos aprovechar mucho de los logros de Occidente, declaraba en una entrevista a

    ngeles Espinosa con motivo de su visita a Espaa en 2002 (EL PAS, 31 de diciembre

    de 2002).

    La respuesta a Huntington vino tambin del intelectual palestino y profesor de

    literatura comparada de la universidad de Columbia Edward W. Said, quien calific la

    teora del choque de civilizaciones como choque de ignorancias. Huntington, afirma

    Said, concibe errneamente las civilizaciones y las identidades como entidades

  • 20

    cerradas y aisladas, y reduce la relacin entre ellas a guerras de religiones y conquistas

    imperiales. Esa concepcin no puede ser ms sesgada y falseadora de la realidad. Las

    civilizaciones e identidades se han construido en confrontacin y en dilogo, en

    intercomunicacin e interaccin, a travs de intercambios culturales, comerciales, etc.

    La tesis del choque de civilizaciones concluye el intelectual palestino- es un truco

    como el de la guerra de los mundos, ms til para reforzar el orgullo defensivo que

    para una interpretacin crtica de la desconcertante interdependencia de nuestra poca

    (Choque de ignorancias: EL PAS, 16 de octubre de 2001).

    Una traduccin del dilogo de civilizaciones en el terreno poltico ha sido la Alianza

    de civilizaciones, propuesta por el presidente del Gobierno espaol Jos Luis Rodrguez

    Zapatero en septiembre de 2004 en la Asamblea General de las Naciones Unidas,

    patrocinada por el primer ministro de Turqua Tayyip Erdogan, apoyada por la Liga

    rabe, la Organizacin de la Conferencia Islmica y numerosos pases, y asumida por la

    ONU, que cre un Grupo de Alto Nivel integrado por personalidades relevantes del

    mundo de la ciencia, la cultura, la poltica y las religiones, y un Alto Comisionado . Sus

    objetivos son: a) fomentar el conocimiento y el respeto del otro, el entendimiento

    mutuo, el reconocimiento y aprecio por la diversidad y la conciencia de la

    interdependencia entre los pueblos y las naciones; b) luchar contra el terrorismo sin

    recurrir a la va militar y resolver pacficamente los conflictos. La alianza se establece

    entre Oriente y Occidente, con especial referencia al mundo rabe-musulmn, en cuatro

    campos prioritarios: la educacin, la inmigracin, la juventud y los medios de

    comunicacin.

    Ya en la dcada de los 70 del siglo pasado el intelectual francs Roger Garaudy

    haba defendido el Dilogo de civilizaciones en una obra emblemtica del mismo ttulo

    (Cuadernos para el Dilogo, Madrid, 1977), tras su participacin en el dilogo entre

    marxistas y cristianos, que contribuy a desdogmatizar ambos sistemas de creencias y

    facilitar su encuentro en el terreno tico y prxico. La historia de la humanidad en el

    futuro, deca Garaudy entonces, no puede centrarse en Occidente, que nunca ha

    demostrado una superioridad cultural, sino que se ha caracterizado por una utilizacin

    militar y agresiva de las tcnicas de las armas y del mar. Es necesario recuperar las

    dimensiones emancipatorias que se han desarrollado en las culturas y civilizaciones no

    occidentales.

  • 21

    Para llevar a cabo un proyecto planetario de cara al futuro, que sea realmente

    para todos y diseado por todos, el cauce adecuado es el dilogo de civilizaciones, que

    define en los siguientes trminos:

    - Es la lucha contra el aislamiento pretencioso del pequeo yo y la afirmacin

    de la verdadera realidad del yo, que es ante todo relacin con el otro y relacin con el

    todo.

    -Es la toma de conciencia de que el trabajo no es la nica matriz de todos los

    valores y que, adems de l, estn la fiesta, el juego, la danza como smbolo del acto de

    vivir.

    - Es interrogacin sobre los fines, el valor y el sentido de nuestras vidas y de

    nuestras sociedades que permita una transformacin de los seres humanos y de las

    estructuras.

    - Es poner en tela de juicio un modelo de crecimiento ciego, sin finalidad

    humana, un crecimiento cuyo nico criterio es el incesante aumento cuantitativo de la

    produccin y del consumo.

    El dilogo de civilizaciones:

    - Ensea a concebir el futuro no como plcida creencia en el progreso, ni como

    simple extrapolacin tecnolgica de nuestros proyectos, sino como la aparicin de algo

    radicalmente nuevo.

    - Ayuda a los seres humanos, en el plano de la cultura, a abrirse a horizontes

    infinitos.

    - Exige, en consecuencia, una poltica que no sea solamente del orden de los

    medios, sino del orden de los fines, que tenga por objeto, criterio y fundamento, una

    reflexin sobre los fines de la sociedad global y una participacin de cada cual, sin

    alienacin de poder, en la bsqueda y realizacin de esos fines.

    - Requiere descubrir una nueva dimensin de la poltica y de la cultura y activar

    una libertad que sea participacin de cada cual en el acto creador (Dilogo de

    civilizaciones, Cuadernos para el Dilogo, Madrid, 1977, 228).

  • 22

    Tras estas y otras iniciativas de dilogo entre culturas y civilizaciones, cada vez es

    mayor la conciencia que humanidad est adquiriendo de la diversidad cultural, que

    caracteriza nuestro mundo. Diversidad que declara el fin del etnocentrismo, se opone al

    choque de civilizaciones, que convertira el mundo en un coloso en llamas, y aboga por

    una sociedad intercultural, interreligiosa e intertnica.

    La respuesta de Occidente al pluralismo cultural es la recalcitrante reafirmacin de su

    superioridad y la gradual eliminacin o sojuzgamiento de las culturas minoritarias

    consideradas ancestrales, anticuadas y contrarias a la lgica productivista y a la

    racionalidad econmica del mercado. Las culturas minoritarias se defienden de dicho

    imperialismo reafirmando su identidad cultural, abierta a otras identidades y practicando la

    interculturalidad conforme a las mejores tradiciones de su historia.

    La diversidad cultural es un hecho incuestionable, como demuestra la historia de las

    culturas, que hoy se produce en el mismo territorio por mor de las migraciones, el turismo,

    las relaciones comerciales, los contactos culturales, los intercambios universitarios, etc. La

    diversidad comporta un enriquecimiento en todos los terrenos y posibilita un dilogo

    mltiple. No es, o no tiene que ser, un obstculo para la convivencia, sino una oportunidad

    para buscar espacios de encuentro entre diferentes.

    La diversidad requiere el reconocimiento de la diferencia no como anomala o

    patologa de lo humano, sino como una de las mejores expresiones de la riqueza de lo

    humano. Hay ms riqueza en lo mltiple que en lo nico, en lo plural que en lo uniforme.

    Y junto al reconocimiento, la diferencia como derecho y el derecho a la diferencia, como

    valor a potenciar y no a reprimir, a celebrar y festejar. El filsofo iran Jahanbegloo habla

    de la necesidad de celebrar la diversidad, la pluralidad y las diferencias (La

    solidaridad de las diferencias, Arcadia, 2010, 37). Boaventura de Sousa Santos presenta

    la utopa de Foro Social Mundial como una utopa democrtica que celebra la

    diversidad, la pluralidad y la horizontalidad (Foro Social Mundial, Icaria, Barcelona,

    2005, 111).

    Si, por emplear los trminos de la dialctica hegeliana, la tesis es el choque de

    civilizaciones y la anttesis, el dilogo de culturas y civilizaciones, la sntesis es la

    interculturalidad, que entiendo como comunicacin simtrica, interrelacin armnica e

    interaccin dinmica de diferentes culturales, filosofas, teologas, concepciones

  • 23

    morales, sistemas jurdicos, modos de pensar, estilos de visa y formas de actuar, en un

    clima de dilogo entre iguales y sin jerarquizaciones previas. En la interculturalidad no

    hay una absorcin de una cultura por otra, pero tampoco independencia, sino

    interdependencia e interocularidad, correlacin y dilogo; no hay una jerarquizacin

    previa y apriorstica de culturas, sino reconocimiento de la igualdad de las mismas (Juan

    Jos Tamayo, Otra teologa es posible. Pluralismo religioso, interculturalidad y

    feminismo, Herder, Barcelona, 2012, 161-189).

    3.7. Fundamentalismos, guerras religiosas y dilogo entre religiones

    Los fundamentalismos, la intolerancia y las guerras por motivos religiosos son

    algunas de las ms graves manifestaciones patolgicas que recorren la historia de las

    religiones desde los orgenes de la humanidad hasta nuestros das. El fenmeno

    fundamentalista suele darse en sistemas rgidos de creencias religiosas, que se sustentan

    en textos considerados revelados por la divinidad o las divinidades, en definiciones

    dogmticas de los mensajes divinos y en magisterios infalibles fijados por las

    autoridades religiosas encargadas de velar por la ortodoxia doctrinal. Las religiones

    monotestas constituyen el caldo de cultivo y el terreno mejor abonado para el

    surgimiento y desarrollo de los fundamentalismos, ya que se sustentan en la creencia en

    un solo y nico Dios, considerado universal, que impone su voluntad a toda la

    humanidad, premia a sus fieles y castiga a quienes no creen en l (Juan Jos Tamayo,

    Fundamentalismos y dilogo entre religiones, Trotta, Madrid, 2009, 2 ed.)

    Movimientos fundamentalistas existen, y cada vez con ms fuerza religiosa,

    influencia popular y relevancia poltica en las tres religiones monotestas: en el

    judasmo, los ultraortodoxos, cada con mayor influencia en la vida poltica a partir de

    los principios teolgicos considerados revelados Pueblo elegido y Tierra prometida;

    en el protestantismo, el pentecostalismo, vinculado con frecuencia a planteamientos

    polticos neoconservadores y a opciones econmicas neoliberales; en el catolicismo, el

    integrismo, defensor de la Contrarreforma de Trento y contrario a las reformas del

    concilio Vaticano II; en el islam, las corrientes islamistas, defensoras de la islamizacin

    de la sociedad como condicin necesaria para su regeneracin moral.

  • 24

    Amn de su ubicacin en grupos radicales reaccionarios, los diferentes

    fundamentalismos religiosos estn instalados en las cpulas de las religiones y son

    alentados con frecuencia por los propios dirigentes, quienes transmiten el mensaje de

    que fuera de su religin no hay salvacin y fomentan actitudes intransigentes en las

    propias comunidades religiosas (Juan Jos Tamayo y Mara Jos Farias, Culturas y

    religiones en dilogo, Sntesis, Madrid, 2009, 19-44).

    Elementos comunes a los fundamentalismos religiosos son los siguientes: lectura

    descontextualizada de los textos sagrados, a los que se reconoce un solo sentido, el

    literal; renuncia a la mediacin hermenutica; renuncia a la precomprensin en la

    lectura de los textos; segregacionismo en la forma de vida; condena de la modernidad;

    crtica de la evolucin; absolutizacin de la tradicin; lenguaje realista; renuncia al

    lenguaje simblico; condena del pluralismo; persecucin de la increencia y del

    humanismo secular; sacralizacin de los espacios pblicos.

    Los fundamentalismos religiosos desembocan en comportamientos intolerantes

    contra los creyentes heterodoxos de las propias religiones, contra los creyentes de otras

    religiones y, de manera especial, contra los increyentes. La radicalizacin de las

    identidades religiosas suele desembocar identidades asesinas, por utilizar el certero ttulo

    del libro de Amin Maalouf (Identidades asesinas, Alianza, Madrid, 2001).

    Del fundamentalismo a la violencia hay solo un paso y las religiones lo dan con

    frecuencia en contradiccin con sus mensajes de paz. Es lo que observaba entre los

    cristianos Baruc Spinoza, que haba sufrido en su propia carne la exclusin de la comunidad

    juda, y que es aplicable a no pocos creyentes de otras religiones: "Me ha sorprendido a

    menudo ver a hombres que profesan la religin cristiana, religin de paz, de amor, de

    continencia, de buena fe, combatirse los unos a los otros con tal violencia y perseguirse

    con tan terribles odios, que ms pareca que su religin se distingua por este carcter

    que por lo que antes sealaba. Indagando la causa de este mal, he encontrado que

    proviene, sobre todo, de que se colocan las funciones del sacerdocio, las dignidades y

    los deberes de la iglesia en la categora de las ventajas materiales, y en que el pueblo

    imagina que toda religin consiste en los honores que tributa a sus ministros(Tratado

    teolgico-poltico, Alianza, Madrid, 1986, 66).

  • 25

    Los fundamentalismos se dan tambin fuera de los mbitos religiosos. He aqu

    algunos ejemplos: el fundamentalismo poltico, que considera vlido un nico modelo

    organizativo de la sociedad, la democracia liberal; el econmico, que absolutiza el

    mercado y solo reconoce como vlido el paradigma econmico neoliberal; el patriarcal,

    que establece como canon de lo humano los atributos y valores varoniles, recurre a la

    violencia contra las mujeres los nios y las nias como grupos humanos ms

    vulnerables y convierte al varn en dios; el cultural, el cultural, que considera la cultura

    occidental superior a la que deben someterse y adaptarse las dems culturas,

    consideradas subdesarrolladas mientras no lleguen a los niveles de progreso de la

    cultura que detenta la hegemona; el democrtico, que consiste en la absolutizacin e

    imposicin, incluso violenta, de un determinado modelo de democracia, que se aparta

    con peligrosa insistencia de los senderos de la duda para revestirse de certezas cada vez

    ms resonantes: mercado, globalizacin, competencia (Juan Luis Cebrin,

    Fundamentalismo democrtico, Taurus, Madrid, 2003, 20).

    Los diferentes fundamentalismos tienen en comn una serie de elementos que

    enseguida los hacen reconocibles: absolutizacin de lo relativo, que desemboca en

    idolatra; universalizacin de lo local, que desemboca en imperialismo; generalizacin

    de lo particular, que desemboca en pseudo-ciencia; consideracin de lo opinable como

    dogma, que desemboca en dogmatismo; simplificacin de lo complejo; eternizacin de

    la temporal, que desemboca en teologa o filosofa perenne; reduccin de lo mltiple y

    plural a uno y uniforme, que desemboca en pensamiento nico; sacralizacin de lo

    profano.

    Pero si es verdad que avanzan los fundamentalismos, tambin lo es tambin que

    crece, y en mayor medida si cabe, la conciencia cada vez ms acusada del pluriverso

    religioso. Lo pone de manifiesto la historia de las religiones, que es un largo viaje por la

    geografa y por el tiempo en busca de las huellas religiosas dejadas por el ser humano en

    las diferentes culturas. Esta disciplina muestra la gran creatividad mtica, sapiencial,

    ritual, tica y simblica de la humanidad. Da cuenta de la desbordante imaginacin de

    los seres humanos en la bsqueda de caminos de salvacin tanto inmanentes como

    trascendentes Muestra, a su vez, la pluralidad de manifestaciones de lo divino, de lo

    sagrado, del misterio en la historia, la diversidad de cosmovisiones y sistemas de

    creencias religiosas, las mltiples tendencias espirituales, todos ellos nacidos y

  • 26

    radicados en distintos contextos culturales y sociales, la pluralidad de mensajeros,

    profetas, personalidades religiosas, la diversidad de preguntas en torno al sentido de la

    vida y al sinsentido de la muerte, las ms variadas respuestas a dichas preguntas sobre el

    origen y el destino del mundo, el sentido de la historia y el lugar del ser humano en el

    universo y en la historia, la diversidad de mediaciones histricas a travs de las cuales

    se han expresado las religiones.

    La diversidad religiosa hoy no se da solo en los diferentes territorios o mbitos

    geoculturales, sino en el mismo territorio. Es uno de los hechos mayores de nuestro

    tiempo: el paso de sociedades monorreligiosas a multirreligiosas. Es una

    transformacin que se ha producido con gran celeridad en los ltimos decenios, sobre

    todo por mor del turismo y de la inmigracin, por razones comerciales y laborales.

    La diversidad religiosa no constituye una amenaza para la vivencia y el

    desarrollo de la propia religin. Todo lo contrario, es una ventaja porque contribuye a

    enriquecerla. En la cosmovisin cristiana occidental dominante, por ejemplo, existen

    elementos espurios, que estn muy alejados del mensaje originario del cristianismo y de

    los primeros seguidores de Jess de Nazaret y de los que puede prescindirse, sin que

    ello suponga traicionar el mensaje y la praxis liberadores del Evangelio. Todo lo

    contrario, la renuncia a dichos elementos es condicin necesaria para la recuperacin

    del ncleo autntico de la fe cristiana. La diversidad religiosa, la aceptacin del

    pluralismo y la apertura a otras religiones no conducen al relativismo, como tampoco a

    la crisis de las creencias y a la prdida de la prctica religiosa. Diferentes estudios

    sociolgicos coinciden en que los pases y las ciudades con mayor grado de diversidad

    religiosa poseen los ndices ms altos de creencia y prctica religiosas, mientras que los

    pases de religin nica se caracterizan por ndices ms bajos.

    El fenmeno de la pluralidad religiosa constituye uno de los principales desafos

    de nuestro tiempo, cuya respuesta no son solo los fundamentalismos, que acabamos de

    analizar, sino tambin el dilogo interreligioso a travs de mltiples iniciativas en todos

    los terrenos: foros polticos, sociales, religiosos, teolgicos, jurdicos, y en los diferentes

    entornos: locales, regionales, internacionales. Cada vez es mayor el nmero de encuentros

    entre expertos en ciencias de las religiones, lderes religiosos, telogos y telogas,

    comunidades, dirigentes polticos, que estudian el fenmeno religioso en toda su

    complejidad, reconocen su importancia en la historia de la humanidad y analizan

  • 27

    crticamente su funcionalidad socio-poltica. Estos encuentros estn contribuyendo muy

    positivamente a desactivar las tradiciones violentas de los diferentes sistemas de creencias

    y a activar la herencia pacificadora tambin presente en los distintos credos religiosos

    Ciertamente, el dilogo interreligioso constituye la mejor alternativa a los

    fundamentalismos. Pero no un dilogo ocioso, de sobremesa, donde se habla

    descomprometidamente de todo lo divino y lo humano y se critica al vecino religioso de

    manera despiadada o se le trata con desdn, sino un dilogo globalmente corresponsable

    con los graves problemas de la humanidad, del planeta Tierra y del cosmos.

    El reconocimiento del pluriverso religioso genera tambin en la ciudadana y entre

    los creyentes de diferentes religiones y movimientos espirituales un clima de respeto a los

    variados sistemas de creencias, como ya advirtiera Voltaire en el caso de Inglaterra en sus

    Cartas filosficas, de 1734, hablando de la diversidad de religiones en Inglaterra: Este es

    el pas de las sectas. Un ingls, como hombre libre, va al Cielo por el camino que ms le

    acomoda Si no hubiese en Inglaterra ms que una religin, sera de temer el despotismo;

    si hubiese dos, se cortaran mutuamente el cuello; pero como hay treinta, viven en paz y

    felices.

    3.8. Inmersos en la cultura de los derechos humanos y en su transgresin sistemtica

    Vivimos inmersos en la cultura de los derechos humanos, una cultura que, por

    una parte, suele considerarse universal tanto en su fundamentacin y su contenido como

    en su desarrollo normativo y que, por otra, es cuestionada en su formulacin conceptual,

    su regulacin jurdica y su aplicacin con frecuencia selectivamente excluyente.

    A su vez vivimos inmersos en una cultura que transgrede los derechos humanos

    de manera sistemtica, no slo en el plano individual, sino tambin, y de manera muy

    acusada, en el estructural e institucional, a veces con el silencio -cmplice?- e incluso

    con la colaboracin necesaria de los organismos nacionales, regionales e internacionales

    encargados de velar por su cumplimiento, la mayora de las veces para proteger los

    intereses de las grandes potencias y de las empresas multinacionales bajo el paraguas de

    la globalizacin neoliberal. Pareciera que los derechos humanos fueran todava la

    asignatura pendiente o, en palabras de Jos Saramago, la utopa del siglo XXI.

    El neoliberalismo niega toda fundamentacin antropolgica de los derechos

    humanos, los priva de su universalidad, que se convierte en mera retrica tras la que se

    esconde la defensa de sus intereses, y establece una base y una lgica puramente

  • 28

    econmicas para su ejercicio, la de la propiedad, la de acumulacin, de la propiedad, del

    poder adquisitivo. En la cultura neoliberal los derechos humanos tienden a reducirse de

    propiedad. Slo quienes son propietarios, quienes detentan el poder econmico, son

    sujetos de derechos.

    Como ya viera perspicazmente el ilustrado consecuente Condorcet hace dos

    siglos y medio, quiz la libertad ya no sea, a los ojos de una nacin vida ms que la

    condicin necesaria para la seguridad de las operaciones financieras. Comentando tan

    lcida afirmacin, Tony Judt, de quien tomo la cita, aade: Las revoluciones de aquella

    poca corran el peligro de fomentar la confusin entre la libertad para hacer dinero... y

    la propia libertad. Y yo aado: en ese peligro ha cado el neoliberalismo (Algo va mal,

    Taurus, Madrid, 2010, 46).

    En la base de la negacin de los derechos humanos se encuentra la negacin de

    la dignidad humana. Comparto la tesis expuesta por Jrgen Habermas en La

    constitucin de Europa (Trotta, Madrid, 2012): la dignidad del ser humano es la fuente

    moral de la que todos los derechos fundamentales obtienen su sustancia. Efectivamente,

    as lo pone de manifiesto la Declaracin Universal de los Derechos Humanos en dos

    momentos de su desarrollo: en el Prembulo, donde se afirma la la libertad, la justicia

    y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrnseca y de

    los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, y en el

    artculo 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

    Los derechos humanos, reconoce Habermas, poseen un rostro jnico y miran

    simultneamente en dos direcciones: a la moral y al derecho. En otras palabras, tienen

    un contenido moral y la forma de derechos positivos. La dignidad de la persona es

    precisamente el gozne conceptual que permite realizar la unin de ambas direcciones.

    El respeto a la dignidad de toda persona requiere el reconocimiento de los

    derechos de libertad liberales, como la inviolabilidad y libertad de movimientos de la

    persona, del libre comercio y de la libre prctica de la religin, que surgieron para evitar

    la intromisin del Estado en la esfera privada. Requiere, asimismo, el reconocimiento de

    los derechos democrticos de participacin. Unos y otros son considerados derechos

    fundamentales clsicos. Pero no bastan. Las experiencias de exclusin, miseria y

    discriminacin demuestran fehacientemente que los derechos fundamentales clsicos

  • 29

    logran un valor igual para todos los ciudadanos, en feliz expresin de Rawls, cuando

    se ponen en prctica los derechos sociales y culturales, cuyo objetivo es reducir las

    grandes y graves desigualdades sociales y la exclusin de colectivos e incluso

    continentes enteros de la vida social y cultural.

    Los derechos humanos afirma Habermas- siempre han surgido de la

    resistencia contra el despotismo, la opresin y la humillacin La apelacin a los

    derechos humanos se nutre de la indignacin de los afectados por la violacin de su

    dignidad humana (p. 16). El actual movimiento de los Indignados, que se ha extendido

    por todo el mundo, responde precisamente a la indignacin por la negacin de la

    dignidad de colectivos, pases, regiones y continentes enteros. La Primavera rabe, por

    ejemplo, es una respuesta al despojo de la dignidad de que fueron objeto los pases de

    dicho entorno geopoltico por mor de gobernantes autcratas. Cuanto mayor y ms

    profundo es el despojo de la dignidad, mayor y ms dolorosa es la herida del ser

    humano y ms fuerte resuena el grito de los Indignados por todo el planeta.

    3.9. Violencia y paz

    En la obra Sobe La paz perpetua, de Kant, publicada en 1795, poco despus de

    la firma de la paz de Basilea entre Francia y Pars, podemos leer: Esta facilidad para

    hacer la guerra, unida a la inclinacin que sienten hacia ella los que tienen la fuerza y

    que parece congnita a la naturaleza humana, es el ms poderoso obstculo para la paz

    perpetua. Kant, siempre tan oportuno, tan certero, tan actual! (presentacin de A.

    Truyol y Serra, y traduccin de J. Abelln, Tecnos, Madrid, 1998, 6 ed.).

    La paz es uno de los bienes ms preciados y anhelados por la humanidad, pero,

    al mismo tiempo, uno de los ms frgiles y amenazados. Rastreando las huellas de la

    historia humana, en vano buscaramos un estado duradero de paz. A lo ms,

    encontraramos armisticios, breves periodos intermedios entre dos guerras, que no son

    precisamente remansos de paz, sino tiempo dedicado de manera calculada a preparar

    nuevas guerras. La humanidad -o al menos sus dirigentes, tambin los religiosos-,

    pareciera seguir la consigna belicista de Cicern: "Si quieres la paz, prepara la guerra".

    El siglo XX no ha sido una excepcin a la irracionalidad de las guerras. Se ha

    afirmado, y creo que con razn, que fue el ms violento de la historia de la humanidad.

  • 30

    Los cien aos posteriores al 1900 fueron, sin duda, los ms sangrientos de la historia

    moderna afirma Niall Ferguson-, mucho ms violentos , en trminos relativos como

    absolutos, que cualquier anterior. No hay parmetro que compare el hecho de que la III

    Guerra Mundial ha sido la mayor catstrofe de tos los tiempos provocada el hombre

    (La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de Occidente (1904-

    1953), Debate, Barcelona, 2007). Los hechos son tozudos al respecto y no parecen

    desmentir dicha afirmacin: dos guerras mundiales con 70 millones de muertos; decenas

    de guerras regionales y locales alentadas la mayora de las veces por las potencias

    occidentales con millones de muertos, refugiados, trasterrados, desplazados, heridos,

    discapacitados. Especialmente sangrientas han sido las guerras de Espaa, Corea,

    Vietnam, Camboya, los Grandes Lagos, Yuguslavia, etc.

    No se pueden olvidar los genocidios: el armenio provocado por los turcos; las

    atrocidades cometidas por el ejrcito japons tras la toma de Nankin en 1937; el

    Holocausto causado por el nazismo; el genocidio de Pol Pot, que asesin al 20% de la

    poblacin camboyana; las constantes agresiones del Israel contra el pueblo palestino;

    los asesinatos de prisioneros de guerra por parte de las naciones democrticas; la

    depuracin tnica en Yuguslavia; la eliminacin de poblaciones indgenas enteras en

    Amrica Latina; los feminicidios. Las dictaduras han dejado otro reguero de millones de

    muertos

    Los avances cientficos del siglo XX no slo no lograron minorar las guerras,

    sino que incrementaron su capacidad destructiva. El armamentismo constituye la

    segunda industria ms importante del mundo, despus del petrleo. El poder nuclear ha

    demostrado una capacidad destructiva total. El siglo XX demostr la gran capacidad

    destructiva del poder nuclear y el carcter mortfero de las nuevas tecnologas. La

    guerra en el siglo XX se torn total e ilimitada, e involucr a la poblacin civil (Erik

    Hobsbawn, Historia del siglo XX 104-1991, Crtica, Barcelona. 1995).

    El siglo XXI, recin estrenado, parece seguir la misma estela. En 2000 se

    produjeron 33 conflictos armados. Los datos blicos durante el siglo XXI, recin

    estrenado no son ms halageos. Segn el Journal of Peace, el ao 2000 se produjeron

    33 conflictos armados. Global Security.org contabiliza 37 conflictos desde la pimavera

    de 2010 hasta el presente. Durante los ltimos 10 aos las guerras han provocado la

  • 31

    muerte de dos millones de nios y nias, un milln de hurfanos o separados de sus

    familias, seis millones de heridos graves y discapacitados, quince millones de

    desplazados y refugiados.

    A la violencia generada por la guerra nuclear y por las guerras convencionales

    hay que otra tan destructiva o ms: la violencia estructural del sistema capitalista, que se

    salga con decenas de millones de muertos cada ao. En su anlisis sobre la violencia,

    Ellacura establece tres tipos: la estructural, la revolucionaria y la represiva. La

    violencia originaria y raz de las dems violencias sociales es la estructural, que se

    caracteriza por la violencia del sistema y se encarna en instituciones sociales y

    econmicas generadoras de injusticia en todos los rdenes y legitimadas poltica e

    incluso legalmente. Es una violencia que se encuentra en el propio sistema y que a veces

    est por encima de la subjetividad de las personas y de la conciencia de las

    colectividades humanas. Es, al mismo tiempo, injusta y destructiva, porque mantiene a

    la mayora de la poblacin en la pobreza y atenta contra el tejido de la vida.

    Ellacura llama la atencin, a este respecto, sobre la complicidad del Primer

    Mundo en las situaciones de violencia estructural que sufre el Tercer Mundo, como la

    colonizacin llevada a cabo a travs de la lucha armada, ayer, y el orden injusto

    internacional y la injerencia poltica, hoy. Las fuerzas ms poderosas del mundo son

    responsables de la violencia estructural mundial, negadora para la mayor parte de los

    pueblos de la satisfaccin de las necesidades bsicas y del respeto a los derechos

    humanos fundamentales. Las grandes potencias y las polticas de bloques son

    enormemente responsables de la violencia en el mundo Ignacio Ellacura, La teologa

    de la liberacin frente al cambio sociohistrico en Amrica Latina, en Varios,

    Implicaciones sociales y polticas de la teologa de la liberacin, Escuela de Estudios

    Hispanoamericanos e Instituto de Filosofa, Madrid, 1990, 50).

    La violencia represiva es la continuacin la respuesta del Estado y de las clases

    dominantes a toda forma de protesta de los movimientos populares, sea pacfica o

    violenta. Para ello se recurre a la violencia legalizada y a la violencia estrictamente

    terrorista -terrorismo de Estado-, como sucedi con los asesinatos de lderes populares,

    sindicalistas, cristianos, de monseor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San

    Salvador, de las religiosas norteamericanas, de Ellacura y sus compaeros. Para

  • 32

    justificar dicha violencia se apela al peligro en que se encuentra la seguridad del Estado

    y, con frecuencia, a la amenaza comunista.

    La tercera forma de violencia es la revolucionaria, que no es originaria, sino

    derivada, ya que constituye la respuesta organizada a la violencia originaria, es decir, a

    una situacin donde se niegan los derechos humanos y la vida misma en forma de

    opresin, represin y muerte. En situaciones extremas, cuando no ve solucin a la

    injusticia estructural, se torna lucha armada, que debe distinguirse de la lucha terrorista.

    Pone como ejemplo de violencia revolucionaria no terrorista las luchas sandinistas de

    liberacin y su decisin de desechar la pena de muerte tras el triunfo de la revolucin.

    En principio cree Ellacura- esta forma de violencia liberadora, en respuesta a

    casos extremos de violencia estructural y terrorista, no tiene por qu ser vista como una

    forma de lucha de clases ni tiene por qu ser promovida desde sentimientos de odio o de

    venganza; ms bien, tiene un carcter universal y representa la lucha de los oprimidos

    contra las estructuras opresoras, desde la identificacin con los ms pobres y con un

    propsito de justicia (1990: 87).

    No oculta, sin embargo, los peligros que este tipo de violencia encarna: la

    respuesta todava ms violenta de la parte opuesta, el poner por delante la conquista o el

    mantenimiento del poder y el convertir esta conquista en fin postergando

    indefinidamente el verdadero fin de la lucha revolucionaria que es la liberacin de la

    injusticia estructural y de la miseria, el modo de interpretar la lucha, que puede llevar a

    venganzas y odios personales y/o grupales. Con todo, cree que estos peligros no

    pertenecen a la esencia misma de la lucha revolucionaria y reconoce la moralidad y

    coherencia cristiana de la violencia revolucionaria en situaciones muy concretas. Pero,

    aun as y todo la considera un mal.

    Rechaza tajantemente la lucha revolucionaria que toma la forma de terrorismo,

    entendiendo por tal las acciones violentas llevadas a cabo contra personas indefensas

    que ponen en peligro su vida o su integridad fsica. Excluye tambin el odio como

    motivacin de la violencia revolucionaria, ya que el enemigo es una persona, a la que

    hay que liberar de su funcin opresora o represora, no una presa a la que hay que

    eliminar.

  • 33

    Se decanta por la resistencia activa y por la presin social efectiva, y en el caso

    de una confrontacin armada entre violencia estructura y violencia revolucionaria como

    la que se dio en El Salvador, siempre se mostr partidario de favorecer procesos de

    negociacin, convirtindose l mismo en uno de los principales negociadores.

    Ellacura responde a quienes acusan a la teologa de la liberacin de propiciar la

    violencia y la incitacin al odio de la lucha de clases, haciendo una importante

    aseveracin: que la teologa de la liberacin surge de la vivencia profunda del estado de

    violencia y de los actos de violencia, verdadero entramado social, econmico y poltico

    de Amrica Latina, y se propone eliminar dichos actos y superar dicho estado. La

    teologa de la liberacin se propone la desaparicin de la violencia en todas sus formas,

    pero no cree que todas las formas de violencia no sean unvocas y menos an

    uniformes. Hay unas violencias peores que otras. Antes de condenar la violencia en

    abstracto se interroga por las distintas maneras que reviste y por sus efectos a partir de

    dos criterios, la situacin real de las mayoras populares y la opcin por los

    empobrecidos.

    3.11. Revoluciones cientficas

    Vivimos tiempos de revolucin biotica y biogentica, que se manifiesta a travs

    de importantes avances, en su mayora beneficiosos para la humanidad, que contribuyen

    a crear mejores condiciones de vida y aliviar el dolor de los seres humanos, pero que

    plantean, al mismo tiempo, no pocos interrogantes existenciales, ticos y religiosos.

    Entre dichas revoluciones cabe citar la descodificacin del genoma humano, la

    experimentacin con clulas embrionarias con fines teraputicos, las tcnicas de

    reproduccin asistida que permiten resolver satisfactoriamente la esterilidad, la

    planificacin familiar, el control de la natalidad, los derechos sexuales y reproductivos

    de las mujeres, la eutanasia y la muerte.

    3.12. Increencia y despertar de las religiones

    Vivimos tiempos de increencia. sta no es una situacin coyuntural o un

    fenmeno pasajero. Constituye una de las seas de identidad de la modernidad

    occidental, que va penetrando en otras tradiciones culturales La increencia tiene tres

    manifestaciones principales hoy: la indiferencia religiosa, el agnosticismo y el atesmo.

    La primera es la ms extendida y va asociada, con frecuencia, a la crisis de valores, al

  • 34

    desinters por la poltica, a la renuncia a plantearse las preguntas por el sentido de la

    existencia humana, pero tambin al antitestimonio de los creyentes que, lejos de dar

    ejemplo con su vida de lo que creen, son inconsecuentes y viven instalados en una

    permanente contradiccin entre sus creencias y sus prcticas.

    El agnosticismo tiene lugar en ambientes intelectuales y parte del

    reconocimiento de los lmites de la existencia humana en el camino de acceso a Dios y

    a la trascendencia en genera. Se trata, en la mayora de los casos, de una actitud

    intelectual honesta que desemboca en la defensa de la libertad del ser humano y en la

    prctica de actitudes ticas humanistas, nunca en actitudes antirreligiosas. Se muestra

    respetuosa de las creencias y a veces tiene afinidades con la experiencia mstica. La

    principal caracterstica de las personas agnsticas en la coherencia entre su modo de

    pensar y su modo de vivir y de actuar.

    La tercera manifestacin de la increencia es el atesmo que tiene distintas

    modalidades: cientfico, humanista, moral, etc. y responde a diferentes motivaciones:

    preservar la libertad y la dignidad de la persona, mantener la autonoma de la ciencia,

    salvar la fundamentacin autnoma de la tica, superar los modelos polticos

    teocrticos, muchos de ellos tirnicos en nombre de Dios, afirmar la autonoma de la

    poltica, etc.

    Creo importante recordar que el Concilio Vaticano II (1962-1965) en su

    Constitucin sobre la Iglesia en el mundo actual (GS) reconoce la responsabilidad no

    pequea en cuanto que, con el descuido de la educacin religiosa, o con la exposicin

    inadecuada de la doctrina o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y

    social, han velado, ms bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religin

    (GS, 19, subrayado mo).

    Asistimos tambin a un nuevo despertar de las religiones y a un retorno de

    Dios. Despertar, unas veces sincero y autntico, acompaado de una praxis liberadora, y

    otras patolgico, ya que lo que resurgen son los viejos fundamentalismos excluyentes y

    el Dios que retorna no es el Dios misericordioso y clemente, lento a la ira y rico en

    clemencia, el Dios de la paz y de la justicia, sino el dios de la guerra, el dios de los

    ejrcitos, que incita a sus seguidores a combatir en su nombre contra los creyentes de

    otras sistemas religiosos y contra los increyentes. . Lo que despierta no es la teologa de

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    la liberacin, sino el discurso religioso de la prosperidad, que utiliza un lenguaje

    bancario, comercial, ms propio del mundo de las finanzas que el de la gratuidad, y un

    discurso ms propio de la ideologa neoliberal que de la tica evanglica.

    Hay con todo otras manifestaciones del despertar de las religiones, que cuestiona

    las actitudes violentas e insolidarias de los sistemas de creencias, activan sus

    dimensiones liberadoras, fomentan el reconocimiento y el respeto a la diversidad de

    creencias y el dilogo interreligioso en torno a unos mnimos ticos que contribuyan a la

    regeneracin moral de las religiones y de la sociedad.

    3.13. Tiempos de idolatra y de autenticidad de la fe

    Vivimos tiempos de idolatra. La increencia se mueve en el horizonte de las

    ideas; la idolatra, en el de los intereses, preferentemente econmicos. La idolatra es el

    pecado mayor para las religiones monotestas: la