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La misteriosa estancia de los Fagoaga en Londres Salvador Méndez Reyes UNAM Prolegómenos La familia Fagoaga, una de las más prósperas de la Nueva España a fines del siglo xvm y principios del xix,1 tuvo una interesante partici- pación, aunque muy poco conocida, en los movimientos independen- tistas de lo que llegaría a ser México. Al respecto sostiene la investiga- dora Guadalupe Jiménez Codinach: “Es importante mencionar que esta familia es crucial para que podamos entender el papel que desempeñó la aristocracia criolla en el proceso de emancipación, especialmente en el ámbito internacional [...]”.2 En un trabajo anterior hemos visto el caso de José María Fagoaga,3 ahora nos abocaremos al análisis de la actuación de otros dos miembros de dicha familia y de un pariente Villaurrutia, en la capital del imperio británico desde 1809 hasta 1816, aproximadamente, en contacto y colaboración con figuras tales como Francisco de Miranda, Andrés Bello, fray Servando Teresa de Mier, José Blanco White, entre otros. En el movimiento autonomista de 1808, encabezado por el Ayunta- miento de México, que contó con el apoyo del virrey Iturrigaray, pero que fue ferozmente suprimido por algunos peninsulares encabezados por Gabriel de Yermo y por la mayoría de los integrantes de la Audien- cia, los Fagoaga se dividieron, ya que los jóvenes José Francisco, here- dero del primer marqués del Apartado, y José María daban su apoyo a su pariente Jacobo de Villaurrutia,4 uno de los cabecillas del movi- miento autonomista, mientras que José Juan y José Mariano Fagoaga, al igual que el primer marqués del Apartado, sostenían la postura penin-

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Page 1: La misteriosa estancia de los Fagoaga en Londres...el año de 1790 [...]”.9 El español Manuel Cortés Campomanes, cercano colaborador de Francisco de Miranda en Londres, informó

La misteriosa estancia de los Fagoaga en Londres

Salvador M éndez Reyes UNAM

Prolegóm enos

La familia Fagoaga, una de las más prósperas de la Nueva España a fines del siglo xvm y principios del xix,1 tuvo una interesante partici­pación, aunque muy poco conocida, en los movimientos independen- tistas de lo que llegaría a ser México. Al respecto sostiene la investiga­dora Guadalupe Jiménez Codinach: “Es importante mencionar que esta familia es crucial para que podamos entender el papel que desempeñó la aristocracia criolla en el proceso de emancipación, especialmente en el ámbito internacional [...]”.2 En un trabajo anterior hemos visto el caso de José María Fagoaga,3 ahora nos abocaremos al análisis de la actuación de otros dos miembros de dicha familia y de un pariente Villaurrutia, en la capital del imperio británico desde 1809 hasta 1816, aproximadamente, en contacto y colaboración con figuras tales como Francisco de Miranda, Andrés Bello, fray Servando Teresa de Mier, José Blanco White, entre otros.

En el movimiento autonomista de 1808, encabezado por el Ayunta­miento de México, que contó con el apoyo del virrey Iturrigaray, pero que fue ferozmente suprimido por algunos peninsulares encabezados por Gabriel de Yermo y por la mayoría de los integrantes de la Audien­cia, los Fagoaga se dividieron, ya que los jóvenes José Francisco, here­dero del primer marqués del Apartado, y José María daban su apoyo a su pariente Jacobo de Villaurrutia,4 uno de los cabecillas del movi­miento autonomista, mientras que José Juan y José Mariano Fagoaga, al igual que el primer marqués del Apartado, sostenían la postura penin­

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sular de obedecer a la Junta establecida en Sevilla, en ausencia del rey Fernando vn.

A fines de 1809 llegaron a Londres el segundo marqués del Apar­tado, José Francisco Fagoaga y Villaurrutia,5 su hermano Francisco Fagoaga y su primo Wenceslao de Villaurrutia, quienes pronto entraron en contacto en esa ciudad con el equipo de Francisco Miranda, “El Pre­cursor” de la independencia hispanoamericana. No deja de llamar la atención desde un principio el viaje de estos aristócratas novohispanos a Inglaterra y su temprano contacto con Miranda. En una biografía de Francisco Fagoaga, Alamán menciona que “[...] los grandes sucesos de Europa que tuvieron principio en la invasión de España por Napoleón, le hicieron [a Francisco Fagoaga] emprender con el Marqués su her­mano un viaje a Inglaterra”.6 Sin aclarar más sobre el motivo del viaje.

Existen algunos antecedentes de la relación de la aristocracia novo- hispana con Inglaterra y con Francisco de Miranda. En 1785 el conde de la Torre Cosío, el de Santiago y el márques de Guardiola enviaron una nota secreta al rey Jorge m de la Gran Bretaña, “[...] por la cual se viene al cabo de que, dichos nobles, después de conspirar en México contra la monarquía española, resolvieron pedir y pidieron su valiosa ayuda al rey inglés, con el fin de que éste apoyara un movimiento emancipador de la Nueva España [...]”.7 Se enviaba como delegado para conferenciar con las autoridades inglesas a un tal Francisco de Mendiola, nombre que nos suena muy parecido al de Francisco de Mi­randa, quien en una propuesta dirigida a las autoridades británicas en 1790, menciona que “[...] México trataba su Independencia con la Inglaterra en 1773 [...]”.8 y el mismo caraqueño, en una nota dirigida al ministro inglés William Pitt, decía ser “[...] agente principal de las Colonias Hispanoamericanas y nombrado por la Junta de Diputados de México, Lima, Chile, Buenos Aires, Caracas, Santa Fe, etc., para acer­carse a los Ministros de s .m .b . a efecto de renovar, en favor de la inde­pendencia absoluta de dichas colonias, las negociaciones entabladas en el año de 1790 [...]”.9

El español Manuel Cortés Campomanes, cercano colaborador de Francisco de Miranda en Londres, informó a éste, el 30 de diciembre de 1809, de la llegada a esa ciudad de los tres miembros del clan Fagoaga-Villaurrutia y de un misterioso encargo que los llevaba hasta esas latitudes, en una misiva que dice:

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No ignorará usted el arribo a ésta del Marqués del Apartado, con su her­mano [Francisco] y un primo llamado Villaurrutea [sic por Villaurrutia, se trata de Wenceslao, hijo de Jacobo de Villaurrutia]: estos personajes son verdaderos marqueses criollos, y puede usted juzgar de ellos sabiendo que el tal marqués está bien impuesto de las cosas de Europa que desea infini­to cumplir con el encargo que le han dado las monjitas de Guadalupe, que es dar un abrazo a Fernandito. 10

No sabemos a qué se refieren con estas últimas palabras. ¿Se trata, acaso, de una alusión a la sociedad de los Guadalupes? Por el momen­to las fuentes consultadas no nos dan ninguna pista al respecto.

Parece ser que el hombre que sirvió de contacto entre los Fagoagas y el equipo de Miranda en Londres fue José María Antepara, persona­je nacido en Guayaquil, quien había vivido en México, donde se había inmiscuido en negocios relacionados con la minería y seguramente con los Fagoaga. Francisco de Miranda lo llamaba en ocasiones su “amigo mexicano” y “[...] memorandos encontrados entre los manuscritos de Miranda indican que este camarada se hallaba vinculado a los jefes mexicanos que estaban descontentos con el régimen español [...]”.11 En agosto de 1809, Cortés Campomanes se había enterado de la llegada a Londres de Antepara y en carta a Miranda le había informado lo que le comunicó el recién llegado, por ejemplo que en “[...] México se trata­ba] la cuestión de la independencia desde antes de las circunstancias actuales, pero desde ellas con mucho más calor [...]”. También que los mexicanos esperaban ayuda de los norteamericanos para obtener su independencia. Sostenía que en Nueva España “[...] todos los hombres de circunstancias y de riquezas esta[ban] en la obra”. Antepara creía que Miranda “[...] sería útilísimo en México, pero conoce que le sena a V. difícil el ir allá; sin embargo por Nueva Orleans la cosa presenta menos obstáculos”.12

Los Fagoaga prom otores de la labor difusora de M iranda

El Colombiano

De la colaboración de los Fagoaga y Antepara con Miranda y su equipo de asistentes, entre los cuales estaban Manuel Cortés Campomanes,13

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un misterioso Dr. Constancio,14 un inglés de nombre Gould Francis Leckie, y James Mili, conocido intelectual escocés padre de John Stuart Mili, surgió el periódico El Colombiano. Los Fagoaga aportaban los fondos necesarios para la edición y distribución, Antepara, su front man15 ecuatoriano, era el coeditor junto con Miranda. Este y Cortés Campo- manes eran competentes colaboradores en materias militares. El Dr. Constancio, Gould Francis Leckie y James Mili eran buenos conocedo­res de asuntos diplomáticos. José Blanco White, célebre español angli- cizado, trajo consigo de la Península documentos oficiales que se publi­caron en El Colombiano y posteriormente en su periódico El Españolé

Una carta de Antepara, quien firma “Alerta”, a Miranda nos da luz sobre la participación de los Fagoaga en El Colombiano y en el movi­miento emancipador, por su importancia la citamos completa:

Nec magis vituperandus est proditor patriae, quam communis utilitatis, ac salutis, desertor, propter suam utilitatem, aut salutem, Cicer. De Finibus, L.3, 19.nAsí quieren nuestros mexicanos dar principio al periódico [efectivamente, ese fue el lema de El Colombiano]: me agrada mucho el tema; y tanto más cuanto que les vitupera la apatiquez que los caracteriza. De los cuatro [¿el marqués del Apartado, su hermano Francisco, Villaurrutia y Antepara?] que nos juntamos hice yo el detalle de V. el viernes y me expliqué con aquel fuego que V. me habrá advertido. Ellos ansiaron a mi llegada por saber el resultado. Lo oyeron, silenciaron, &c. y sin titubear, como por una madurada prevención. Son de sentir “se debe absolutamente conceder la liga defensiva, evitando en que se [s/c] pueda la ofensiva, y aún están cerca de ésta en caso de forzosa”, todo bajo la cualidad de asentarse que se abraza este partido en las circunstancias presentes, y hasta que no varien. Me convencieron absolutamente de la necesidad y utilidad de asen­tir a él, y soy ya del mismo modo de pensar, después que en la misma sesión se me relataron los planes y sus autores sobre este punto tratado ya antes de la caída de Iturigaray, que antes no me habían confiado. Suplicamos pues a Vmd. que dé calor y movimiento, en la firme inteli­gencia de que el fuego es inextinguible: que arden en él toda la Colombia [Hispanoamérica] sin la falta de uno; y que aun cierto de Sarracenos son ardidos en él. Yo estoy obligado a acompañarlos y hasta la noche quizá no nos podremos ver. Doy a Vmd. esta noticia para que no se pierda instan­tes. Una escuadra con 20 mil de desembarco al pasado del que estuvo favorecido por la del Brasil va a salir de esta Isla, a l e r t a . 18

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“La apatiquez que los caracteriza”, dice Antepara de los Fagoaga y al parecer toda la carrera política de los Fagoaga se caracteriza por una moderación extrema, una gran discreción y prudencia.

Volviendo a El Colombiano, diremos que aparecieron cinco núme­ros de este periódico quincenal, del 15 de marzo de 1810 al 15 de mayo de ese año. En el primer número se dio una explicación de la necesidad del periódico en ese momento de crisis. La invasión napoleónica de la Península Ibérica llevaba a una casi sujección total de España. Era imperativo, en consecuencia, dar en las páginas de El Colombiano toda la información necesaria para que los lectores actuaran juiciosamente en sus regiones [en Hispanoamérica], dada la situación en Europa. Mario Rodríguez sospecha que el verdadero editor pudo haber sido James Mili, quien, como un historiador típico, señaló a sus lectores his­pánicos que con frecuencia los documentos habían aparecido primero en otras lenguas y por ello podría haber cambios del texto original. Solamente un editor perfeccionista como Mili, sostiene Rodríguez, era capaz de mencionar este aspecto. La organización del texto estaba en el estilo Mili: Introducción, advertencias y el punto uno: la Junta Central española era ilegal desde su inicio.19

Los números dos y tres de El Colombiano contenían documenta­ción acerca de la actividad militar de los franceses en España; la repro­ducción del decreto de la Regencia española del 14 de febrero de 1810, prometiendo a los americanos un nuevo orden y una vida digna. Observaciones sobre España de Sir John Moore, quien enfatizaba el imbécil liderazgo de la Junta Central en la guerra. Se reproducía un dis­curso del marqués de Wellesley, secretario británico del Exterior, en el que achacaba los problemas de los ingleses en España a la inútil Junta Central. También se insertaba el Manifiesto (1808) de Carlota Joaquina (hermana de Femando vn y esposa del príncipe regente de Portugal, que había trasladado su corte a Brasil), quien alegaba sus derechos dinásticos sobre Hispanoamérica.20

Los números cuatro y cinco siguieron el mismo formato documen­tal, pero estuvieron dominados por un artículo excepcional que quedó truncado (“Se continuará”) en el último número. Su título: “Pensamien­tos de un inglés sobre el estado y crisis presente de los asuntos en Sudamérica”. Posiblemente su autor era James Mili, ya que en el artícu­lo se hacía referencia a que había publicado mucho sobre la futura feli­

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cidad del Nuevo Mundo, alusión, entre otros, a sus artículos publicados en Edimburgh Review (enero y julio de 1809). El artículo “Pensamien­tos [...]” fue reproducido enteramente en la Gazeta de Caracas del 25 de enero de 1811.21

Miranda envió ejemplares de El Colombiano a algunas autoridades inglesas, entre ellas al futuro duque de Wellington, a quien le decía:

Tenemos en este momento aquí en Londres algunas personas nativas de México y del Perú, quienes me presionan mucho acerca de los asuntos de sus países; sin embargo, no hemos hecho grandes progresos. Le envío los dos números de El Colombiano, que imprimen aquí a sus expensas, a fin de transmitir los acontecimientos más esenciales de Europa a sus conciu­dadanos del Continente Colombiano.22

Algunas de las personas que recibían en Nueva España El Colom­biano eran, en la ciudad de México: Jacobo de Villaurrutia, José María Fagoaga, el canónigo José Mariano Beristain, el Cabildo, el marqués de Guardiola, el marqués de San Juan de Rayas, el conde de Medina, José Rincón Gallardo, el marqués de San Miguel de Aguayo; en Veracruz, José Mariano Almanza, José Ignacio Pavón; en Querétaro, Miguel Domínguez.23 La lista es altamente significativa por incluir personajes de la élite novohispana involucrados en el movimiento autonomista de1808, o en el posterior de 1810, además de dos comerciantes de Ve­racruz a los que posteriormente se les trataría de vincular con el movi­miento de Javier Mina.

Paper Assault

El Colombiano era sólo una parte de las producciones documentales en las cuales colaboraron financieramente los Fagoaga. Otro de los pro­yectos mirandinos que apoyaron éstos fue la difusión de documentos revolucionarios por toda Hispanoamérica, lo que Mario Rodríguez llama el Paper Assault. Parte de éste consistía en cartas a los cabildos de Caracas y Buenos Aires (julio 20, 24, 1808). Estos dos centros foca­les debían enviar copias a Bogotá y Quito, los de Caracas; a Lima y Santiago de Chile, los de Buenos Aires. El 10 de septiembre de 1808 el

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mismo procedimiento se aplicó a nuevos centros focales: México y La Habana, a quienes les fueron enviados materiales diferentes, los cuales fueron copiados y remitidos a los centros focales sudamericanos, al igual que copias de los centros sudamericanos también llegaban a los puntos de la América media. La mayoría de la primera tanda de cartas (julio a septiembre de 1808) alcanzaron su destino; pero gran parte de una segunda tanda (octubre 6 a 20 de 1808) fue interceptada por auto­ridades inglesas. Pero nuevas copias, con diversos documentos adjun­tos fueron realizadas por el equipo de Miranda y gracias a la asistencia financiera mexicana, legajos de esos documentos circularon a través de Hispanoamérica a finales de 1810.24

La correspondencia de Miranda con los ayuntamientos contenía un manual completo de información para los americanos que quisieran ini­ciar sus revoluciones regionales. Se les enviaba documentación inglesa relativa a cómo podían establecer una legislación sabia, asimismo se remitían copias de documentos clave acerca de la actuación de Miranda en las distintas revoluciones de finales del siglo xvm, al igual que tes­timonios de filósofos políticos que les sirvieran para establecer sus gobiernos nacionales. Como afirmaban algunos espías españoles: Mi­randa estaba enviando “instrucciones revolucionarias” completas a los cabildos hispanoamericanos, pero siguiendo “la máscara de Fernando”, es decir instruyéndoles que reconocieran la soberanía nominal de Fer­nando vil, para que de esa manera ganaran tiempo para establecer sus propios gobiernos, evitando cualquier choque inmediato de los distin­tos grupos raciales y sociales, y unificando las Américas con vistas al desarrollo de su papel histórico futuro. Miranda brindó esta explicación del Paper Assault en una carta, fechada el 9 de septiembre de 1808, al almirante británico Alexander Cochrane.25

Otro de los proyectos financiados por los Fagoaga fue una nueva edición del manuscrito del jesuíta peruano expulso Juan Pablo Visear- do: “Carta a los españoles americanos”, con una nueva adición, firma­da por Antepara, en la que se exhortaba a los hispanoamericanos a unir­se al movimiento de emancipación.26

La Carta de Viscardo fue enviada a Hispanoamérica junto con las últimas remesas del Paper Assault y posiblemente acompañada de una sección introductoria de un proyectado libro de William Burke, Dere­chos de la América del Sur y México, que posteriormente salió publi­

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cado en Caracas en 1811. “William Burke” era en realidad el seudóni­mo con el que escribieron sobre América Latina, James Mili y el cono­cido filósofo británico Jeremy Bentham, quienes tenían amplio interés en dicha región. Posteriormente, el mismo seudónimo fue utilizado por Juan Germán Roscio y otras figuras del movimiento emancipador en Venezuela.27 La sección introductoria de William Burke contenía ideas progresistas acerca de los derechos del pueblo, a favor del constitucio­nalismo moderno y de la tolerancia religiosa.28

South American Emancipation

Hubo una publicación más a la cual dieron su apoyo los Fagoaga. Se trata del libro South American Emancipation. Documents, Historical and Explanatory Shewing the Designs wich have been in Progress and the Exertions made by General Miranda fo r the South American Emancipation, during the last twenty-five years (Londres: R. Juigné, 1810), editado por Antepara, quien finalizó el prólogo en septiembre de 1810. Según Rodríguez, el verdadero editor fue James Mili, asistido por Miranda y Thomas Molini, el secretario de Miranda. La oposición británica en el Parlamento ayudó a subsidiar esta publicación en un esfuerzo por persuadir al público de esa nación de apoyar a Miranda en la liberación de Hispanoamérica, un objetivo que proyectaba un gran potencial para la prosperidad inglesa a largo plazo. Aunque Miranda, inseguro del apoyo inglés, trató de conseguir una contribución substan­cial de los Fagoaga, a cambio de la cual consentiría que apareciera el nombre de Antepara como editor y que éste aportara un prólogo.29

El autor en quien nos hemos venido basando en estos aspectos de la colaboración de los Fagoaga en la obra publicitaria de Miranda sugiere que quizá éstos escogieron usar el nombre de Antepara para quitarse cualquier sospecha de su participación en la publicación y difusión de la documentación de Miranda.30

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Los F agoaga y la Logia A m ericana

Es conocida la existencia de una sociedad secreta que agrupó a criollos residentes en Europa con la finalidad de que buscaran la independencia de Hispanoamérica. Dicha sociedad fue llamada con diversos nombres como Logia Americana, Sociedad de los Caballeros Racionales y Logia Lautaro. Algunos atribuyen la fundación de este organismo a Francisco de Miranda en Londres,31 la logia de Cádiz fue fundada por el patriota argentino Carlos María de Alvear, según declaración de fray Servando Teresa de Mier.32 Esta se hallaba vinculada con la sociedad matriz de Londres.33 Aunque la sociedad adoptó algunos formulismos masónicos, parece ser que no estaba afiliada a la masonería, aun cuando Miranda y Alvear sí lo estuvieran.

Es un hecho que el marqués del Apartado, su hermano Francisco y su primo Wenceslao de Villaurrutia fueron miembros de la logia de los Caballeros Racionales número 7, en Londres, junto con otro mexicano, el célebre fray Servando Teresa de Mier. Mientras que en la logia nú­mero 3 aparecían los siguientes mexicanos: Miguel Santa María,34 Vi­cente (Vázquez) Acuña (alias Tacones),35 Joaquín Lacarrera Ortiz y José Herrera. Lo anterior está comprobado debido a que un corsario particular interceptó la correspondencia procedente de Londres dirigi­da a la insurgente Caracas, en ella se incluía una carta de Alvear a Ra­fael Mérida, en la cual menciona los nombres de los nuevos afiliados, entre ellos el márques del Apartado.36 Las autoridades realistas de Coro enviaron copia de esta documentación al virrey de Nueva España; llama la atención que las autoridades realistas novohispanas aparente­mente no hayan ejercido acción alguna en contra del marqués del Apartado, a pesar de que sabían de su participación en la logia ameri­canista de Londres. En otra comunicación de Alvear a Mérida, conte­nida en el mismo paquete, se menciona: “Habiendo llegado a esta ciu­dad con los hermanos Zapiola,37 San Martín,38 Mier, [¿Wenceslao de?] Villaurrutia y Chilavert, hemos fundado por orden de la logia número 3 una con el número 7 [...]”.39

La logia americana sirvió para dar cohesión a todo el movimiento emancipador hispanoamericano. En diversos países de Sudamérica, como Argentina, Chile y Perú, fue fundamental en su proceso de libe­ración, con el nombre de Logia Lautaro. Se dice que este nombre se

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debe a Bernardo O ’Higgins, otro de los miembros destacados de la logia, quien cuando estaba en Inglaterra le dijo a Miranda: “Mirad en mí, señor, tristes restos de mi compaisano Lautaro; arde en mi pecho ese mismo espíritu que libertó entonces a Arauco, mi patria, de sus opresores”.40

R elación de los F agoaga con la com unidad hispanoam ericana de Londres

La participación del clan Fagoaga en la logia americanista de Londres, así como su colaboración con la labor difusora de Miranda en pro de la emancipación hispanoamericana, nos muestra el activo papel que desa­rrollaron los tres miembros de esa familia en la importante comunidad hispanoamericana que se formó en la capital británica en la segunda década del siglo xix, en la cual figuraron destacadas personalidades latinoamericanas, varias de ellas ya mencionadas, junto con los espa­ñoles liberales exiliados a raíz de la restauración absolutista de Feman­do vn en 1814.41

En 1810 la Junta de Caracas había nombrado como sus comisiona­dos ante el gobierno británico al futuro Libertador Simón Bolívar,42 a Luis López Méndez y como secretario al ilustre Andrés Bello. Aunque Bolívar pronto regresó a sus lares; López Méndez y Bello se quedaron en Londres, incluso pasaron a residir en la casa de Miranda, en Grafton Square, en donde se conservaba la enorme biblioteca del Precursor y también donde se reunía la logia americanista. Los Fagoaga y el padre Mier entablaron de esta manera estrecha amistad con el caraqueño Bello.43 De 1816 data una carta de uno de los Fagoaga a Andrés Bello que transcribimos por su importancia:

Martes, 31 de julio de 1816.

Mi estimado amigo. Esta mañana, en el Museo [Británico], me preguntó Mr. Blair,44 de número 69, Great Russel Street, si conocía algún español capaz de corregir una traducción española de la Biblia; y acordándome de usted, le dije que conocía uno que, por el perfecto conocimiento de su len­gua, y su buen gusto en literatura, me parecía muy a propósito; pero que

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ignoraba si sus ocupaciones le permitirían emprender este trabajo. Si una de estas mañanas tiene usted lugar de pasar a su casa, diciendo que va de mi parte, o sólo dando su nombre, puede informarse del asunto mejor de lo que yo lo puedo hacer. Después de las diez, no es seguro encontrarlo en casa. Yo no voy a la de usted, porque, tengo mucho que hacer, a pesar de que mi viaje no se verificará hasta el sábado o domingo.

De usted, afectísimo amigo - J. Fagoaga.45

Aunque Amunátegui dice que la carta anterior es de José María Fagoaga, nosotros pensamos que más bien pudiera ser del marqués del Apartado, ya que la carta está firmada J. Fagoaga y podría ser de José Francisco Fagoaga, que era el nombre del marqués. Sabemos que éste había abandonado Inglaterra, junto con su hermano Francisco, a media­dos de 1815 para retomar a la Nueva España, pero en La Habana se encontró a su primo José María, quien había sido deportado a España por órdenes del virrey Calleja, ante esta circunstancia, el marqués y su hermano decidieron acompañarlo a la Península Ibérica, donde perma­necieron algún tiempo,46 para después volver a la Gran Bretaña y salir de ella en agosto de 1816, como se menciona en la carta recién trans­crita.47 Dicha carta nos hace recordar que Bello vivía en un estado de penuria,48 que J. Fagoaga de alguna manera trata de aliviar recomen­dándole para un trabajo digno y adecuado que el venezolano aceptó a la postre. La carta también nos indica que su remitente era un hombre culto que asistía al Museo Británico y redactaba bien.

La amistad del marqués del Apartado con Bello continuó, ya que en una carta que le envió fray Servando al sabio caraqueño por mano del marqués, que de nuevo se dirigía a Inglaterra en 1826, le informa de su estado de salud y afirma “[...] como le certificará a Ud. nuestro común amigo el marqués del Apartado que lleva esta carta [...]”. Menciona Mier que a través del marqués le envía uno de sus escritos que es una respuesta a una encíclica papal. Añade el regiomontano: “[...] Pensaba escribir a nuestro buen amigo el Sr. Blanco [White], de quien al mismo tiempo que de Ud. recibí una carta; pero el marqués [del Apartado] es carta viva [...] Diga Ud. al Sr. Blanco que soy siempre su amigo inva­riable y de todo corazón, y que con él mismo saludo a Mier. [¿John?] Moore que me dice estar en Escocia”.49

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Otro hispanoamericano ilustre con quien convivieron los Fagoaga en Europa fue el guayaquileño Vicente Rocafuerte, con quien hicieron un viaje, partiendo de Londres hacia Rusia, en 1813; de San Peters- burgo

[...] fueron siguiendo la retaguardia de los ejércitos rusos que empujaban a los franceses hacia el Elba, presenciando así el gran espectáculo que presentó el Norte cayendo con todo su enorme peso sobre el imperio francés. La deserción de los aliados de Na­poleón y la adhesión a la gran coalición de la Suecia, la Prusia y finalmente de la Austria y de todos los príncipes de la confedera­ción del Rhin, abrió toda la Alemania a la curiosidad de nuestros viajeros que la recorrieron desde Viena hasta las costas de Holanda en donde se embarcaron para volver a Inglaterra [...] en 1814.50

En 1815 llegó a Inglaterra el entonces joven Lucas Alamán, proce­dente de Francia de donde trajo a fray Servando “[...] para no dejarlo perecer en* París donde no tenía recursos ningunos”.51 Alamán mencio­na haber tratado en la ciudad del Támesis a los Fagoaga y a Blanco White. A fines del año mencionado el guanajuatense abandonó la Gran Bretaña para regresar a París. Posteriormente Francisco Fagoaga y Ala­mán visitarían juntos diversos lugares de Italia, Suiza y Alemania. Si Alamán se involucró en las actividades independentistas de los Fagoa­ga y hasta qué punto, es algo que está por saberse. Don Lucas declara solemnemente en su Historia de México, “ [...] que ni en México ni en Europa, ha pertenecido nunca a sociedad alguna secreta, de ninguna clase o denominación [...]”,52 lo cual nos lleva a descartar la posibilidad de que Alamán se hubiera afiliado a la Sociedad de Caballeros Racionales en Londres; a pesar de ello, puede ser que no haya sido ajeno a las actividades del clan Fagoaga en dicha ciudad.

Un conocido político latinoamericano del siglo xix, Juan García del Río, recordaba en su autobiografía su precaria situación económica cuando vivió en Londres y añadía: “Muchos americanos distinguidos, a quienes tuve la honra de tratar en esos años en Inglaterra: los Srs. Fagoaga, Alamán y Villaurrutia, procedentes de México [...] conocen este periodo de mi vida”.53

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Epílogo

Según las investigaciones de Jiménez Codinach,54 el marqués del Apar­tado tuvo un importante papel como fiador de la expedición de Javier Mina a Nueva España, ante los comerciantes ingleses que aportaron fondos para poder realizarla. Éste y otros aspectos relacionados con la vinculación de los Fagoaga con la insurgencia y con la masonería del rito Escocés en México los desarrollaremos en un trabajo futuro.

Notas

1. La bonanza minera del Pabellón “convirtió al (primer) marqués del Apar­tado y a sus hermanos en los particulares más ricos de México, o quizá del mundo, en su tiempo”. Según Henry George Ward, en su obra México en 1827, Ia reimp., trad. de Ricardo Haas, est. prel. de Maty F. de Sommer, México, f c e , 1995 (Biblioteca Americana), p. 618.

2. Guadalupe Jiménez Codinach, La Gran Bretaña y la Independencia de México (1808-1821), trad. de Mercedes Pizarro Suárez e Ismael Pizarro Suárez, México, f c e , 1991, p. 280.

3. Salvador Méndez, “La élite novohispana en transición: el caso de José María Fagoaga”.

4. Jacobo de Villaurrutia era hermano de Magdalena de Villaurrutia, quien casó con el primer marqués del Apartado, Francisco Manuel Fagoaga y Arosqueta.

5. De aquí en adelante cuando digamos marqués del Apartado nos estaremos refiriendo al segundo marqués del Apartado.

6. Lucas Alamán. “Biografía de D. Francisco Fagoaga”, en Documentos di­versos (Inéditos y muy raros), comp. de Rafael Aguayo Spencer, México, Jus. 1946, tomo m, p. 340.

7. Isidro Fabela, Los precursores de la diplomacia mexicana, 2a. ed., México, Porrua, 1971 (Archivo Histórico Diplomático Mexicano, 20), p.8. Vid. también Jules Mancini, Bolívar y la emancipación de las colonias españolas desde los orígenes hasta 1815, Medellín, Bedout, 1970 (Bolsilibros Bedout, 69), p.93, en donde cita que la carta credencial de Francisco de Mendiola, fechada el 10 de noviembre de 1785, se encuentra en Record Office, Chatham Correspondence, núm. 345.

8. Francisco de Miranda, “Propuesta en consecuencia de la conferencia teni­da en Hollwood el 14 de febrero de 1790”, en Diario de viajes y escritos

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políticos, edición de Mario Hernández Sánchez-Barba, Madrid, Editora Nacional, 1977 (Biblioteca de la Literatura y el Pensamiento Hispánicos, 18), p. 337.

9. Citado por Fabela, op. cit., p. 18-20.10. Cortés Campomanes a Francisco de Miranda, Londres, 30 de diciembre de

1809, citada por Pedro Grases, en advertencia editorial a El Colombiano de Francisco de Miranda y dos documentos americanistas, Caracas, Instituto Nacional de Hipódromos, 1966 (Colección Venezolanista, serie “Testimonios”, 1), p. x l i v . Sub. en el original.

11. William Spence Robertson, La vida de Miranda, trad. de Julio E. Payró, edición revisada y compulsada por Pedro Grases, Caracas, Banco Indus­trial de Venezuela, 1967, pp. 296-207.

12. Cortés Campomanes a Miranda, Londres, 23 de agosto de 1809, citada por Pedro Grases, op. cit., pp. x l i i - x l i i i .

13. Este madrileño había participado en 1796 en la Península Ibérica en la frustrada Conspiración de San Blas, de carácter republicano, a consecuen­cia de ella fue enviado a prisión a Venezuela, en donde participó en la Conspiración de Gual y España.

14. Escribía artículos en periódicos británicos con el seudónimo de “Las Casas”, según Robertson, op. cit., era un hispanoamericano, probable­mente mexicano, aunque otro autor dice que probablemente había nacido en España o Portugal, de padres hispanoamericanos. Vid. Mario Rodrí­guez, William Burke and Francisco de Miranda. The Word and the Deed in Spanish America s Emancipation, Lanham, Maryland, University Press of America, 1994.

15. Así lo llama Mario Rodríguez, en op. cit. p. 261.16. íbid. p. 266.17. No merece mayor vituperio el que traiciona a la patria que aquel que, por su

particular provecho y salvación, deserta del provecho y salvación común.18. Antepara a Miranda, Londres, s.d., citada por Pedro Grases, op. cit.,

p. x x v i i i . Subs. nuestros.19. Rodríguez, op. cit., pp. 266-267.20. Ibid., p. 267.21. Ibid., pp. 267-268.22. Miranda a Arthur Wellesley, Londres, 5 de abril de 1810, en Grases, op.

cit., p. xxxi. Sub. nuestro.23. Jiménez Codinach, op. cit., p. 281, quien cita una lista que se encuentra

publicada en el Archivo de Miranda, vol. xxm, pp. 362-363.24. Rodríguez, op. cit., p. 513.25. Ibid., pp. 513-514.

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26. Ibid., pp. 261-262.27. Ibid., p. 520 y passim.28. Ibid., pp. 524-525.29. /¿?/¿., pp. 262 y 516.30. Ibid. p. 262.31. Mancini, op.cit., pp. 268-270; Robertson, op. cit., pp. 157-158.32. J. Hernández y Dávalos, Colección de Documentos para la historia de la

guerra de Independencia de 1808 a 1821, México, 1877-1882, vol. vi, pp.820-821. Cit. por Guadalupe Jiménez Codinach y Teresa Franco Salas, introd. a Pliegos de la diplomacia insurgente, México, Senado de la Repú­blica, 1987, p. xxix.

33. Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sudameri­cana, Buenos Aires, e u d e b a , 1968, vol. i.

34. Nació en el puerto de Veracruz, participó en la Independencia de la Gran Colombia y fue constituyente en Cúcuta, posteriormente se convirtió en el primer embajador de Colombia en México. Casi al final de sus días logro que España reconociera la Independencia mexicana, a través del Tratado Santa María-Calatrava. Vid. Omán Roldán Oquendo, Don Miguel Santa María. Liberal veracruzano, político americanista y notable diplomático, México, Ediciones Eguiara y Eguren, 1981, 341 pp.

35. Fundó una filial de la Sociedad de los Caballeros Racionales en Jalapa. Vid. Virginia Guedea, “Una nueva forma de organización política: la socie­dad secreta de Jalapa, 1812”, en Amaya Garritz (ed.), Un hombre entre Europa y América, Homenaje a Juan Antonio Ortega y Medina, México, u n a m , Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, pp. 185-208.

36. Documento publicado por José R. Guzmán, en “Fray Servando Teresa de Mier y la Sociedad Lautaro”, en Anales Instituto Nacional de Antro­pología e Historia, época 7a., tomo i, 49 de la colección, 1967-1968, pp. 275-288.

37. José Zapiola proporcionó información oral y escrita sobre la Logia Lautaro al historiador argentino Bartolomé Mitre, quien la aprovechó bien en op. cit., y en su Historia de Belgrano y de la Independencia argentina, Buenos Aires, 1887, Vid. Juan Cánter, “Las sociedades secretas y litera­rias”, en Ricardo Le vene (ed.), Historia de la nación argentina. Desde los orígenes hasta la organización definitiva en 1862, 3a. ed. , Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1961, vol. v, pp. 163-265.

38. El futuro Libertador José de San Martín.39. En Guzmán, op. cit., pp. 282-283. Sub. nuestro.40. Cit. por Salvador de Madariaga, Bolívar, 4a. ed., Buenos Aires, Sudame­

ricana, 1975, vol. i, p. 229.

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41. Vid. María Teresa Berruezo León, La lucha de Hispanoamérica por su independencia en Inglaterra (1800-1830), pról. de Francisco Solano, Madrid, ediciones de Cultura Hispánica, 1989, 655 pp. Asimismo, Vicente Llorens, Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra (1823-1834), 3a ed., Valencia, Castalia, 1979.

42. Según diversos autores como, por ejemplo, Mancino, op. cit., Bolivar per­teneció a la logia americanista.

43. Sobre la relación entre Bello y Mier véase el excelente artículo de Ernesto Mejía Sánchez, “Don Andrés Bello y el doctor Mier”, en Anuario de Letras, u n a m , Facultad de Filosofía y Letras, 1972, pp. 105-132.

44. William Blair “[...] conservador del Museo Británico, médico, patriota, apóstol social y devoto de la Biblia [...]”. Vid. Sergio Fernández Larrain, Cartas a Bello en Londres (1810-1829), Santiago, Editorial Andrés Bello, 1968, p. l x x v i . La entrada que consigna, sobre dicho personaje, The Dictionary of National Biography. The Concise Dictionary Part 1. From the Beginnings to 1900, Oxford University Press, 1969, es la siguiente: “Blair, William (1766-1822), surgeon; surgeon to Lock Hospital, the Asylum, Finsbury and Bloomsbury dispensaries, female penitentiary, Pentonville, and New Rupture Society; M.R.C.S.; edited ‘London Medical Review and Magazine'; published works on surgical and miscelaneous subjects, including stenography and cipher writing'*.

45. J. Fagoaga a A. Bello, Londres, 31 de julio de 1816, en Miguel Luis Amu- nátegui, Vida de don Andrés Bello, Santiago, Pedro G. Ramírez, 1882, p. 146.

46. Alamán, op. cit., pp. 340-341.47. Jiménez Codinach, op. cit., p. 282, menciona que Francisco Fagoaga soli­

citó en julio de 1816 “[...] un pasaporte para viajar a España. Ese docu­mento se expidió con la aprobación del rey Femando vn”.

48. El gobierno británico, por intercesión de Blanco White y de Lady Holland, concedió una pensión a Bello y Mier, en diciembre de 1815, Vid., Mejía Sánchez, op. cit., p.120 y Jiménez Codinach, op. cit., p. 290.

49. Mier a Bello, Palacio Federal de México, 19 de noviembre de 1826, en Fernández Larrain, op. cit., pp. 168-170.

50. Alamán, op. cit., pp. 340-341.51. Cit. por José C. Valadés, Alamán, Estadista e historiador, la. reimp.,

México, u n a m . Coordinación de Humanidades, 1977, p.68.52. Alamán, Historia de México, México, Instituto Cultural Helénieo-FCE,

1985 (Clásicos de la Historia de México), vol. v, pp. 712-713, nota 12.53. Domingo Amunátegui Solar, Recuerdos biográficos, Santiago de Chile,

1938, p.55.54. Jiménez Codinach, op. cit., pp. 280-333.