la n entralgo p. la relaci n medico enfermo historia y teoria (1)

508
PEDRO LAÍN ENTRALGO LA RELACIÓN MÉDICO-ENFERMO HISTORIA Y TEORÍA Revista de Occidente Madrid

Upload: felipe-astudillo-cespedes

Post on 06-Jul-2018

219 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

MÉDICO-ENFERMO
H I S T O R I A Y T E O R Í A
Revista de Occidente
 
L A R E L A C I Ó N M É D I C O - E N F E R M O
Pocas cuestiones hay en la medi
cina contemporánea tan comentadas
tema actualidad candente: el progre
so incontenible de la socialización de
la asistencia médica, la complejidad
a que ha llegado el análisis físico y
químico de la enfermedad, la crecien
te importancia de la psicoterapia, la
novísima ilusión de una medicina ci
bernética (la utopía de un  medicus
ex machina,  si vale decirlo así). ¿Es
hoy posible prescindir de una rela
ción directa entre el terapeuta y el
enfermo? Y, por otra parte, ¿qué
fundamento real tiene y qué perspec
tivas para un inmediato futuro ofrece
la crisis de la asistencia médica antes
mencionada?
ta a ambas interrogaciones. Para ello,
presenta en su primera parte una
historia de las principales vicisitudes
que la relación entre el médico y el
enfermo ha experimentado en el mun
do occidental (en la Grecia clásica,
en las distintas situaciones históricas
del cristianismo, en la sociedad mo
derna secularizada) y explana en su
segunda parte una teoría sistemática
de lo que tal relación debe ser para
un médico deseoso de perfección en
el ejercicio de su arte y sensible a
las exigencias del pensamiento con
temporáneo. Muestra al lector, en
suma, las metas, los conceptos fun
damentales, las actitudes anímicas y
los métodos intelectuales de una me
dicina que aspire con algún derecho
al calificativo de «humana».
LA RELACIÓN MEDICO-ENFERMO
 
L A R E L A C I O
M E D I C O - E N F E R M O
HISTORIA Y TEORÍA
Revista de Occiden te
B á r b a r a d e B r a g a n z a , 1 2
M A D R I D
 
© C o p y r i g h t  by
Revista  de  Occidente,  S. A.
M a d r i d  - 1964
D e p ó s i t o L e g a l :  M.  10.233-1964. — N.° R gt ro . 3 .707 /64
Impreso en España por
  MADRID
 
P R O L O G O 7 
I N T R O D U C C I Ó N
Conceptos fundamentales para un estudio de la relación entre el
m édic o y el enferm o 13 
P R I M E R A P A R T E
HISTORIA DE LA RELACIÓN ENTRE EL MEDICO Y EL
ENFERMO   27  
C A P I T U L O I
L A R E L A C I Ó N M E D I C A E N L A G R E C I A C L A S IC A 33 
De la medicina mágica a la medicina técnica.
I. Fu nd am ento de la práctica hipocrática: la  philía  mé dica 39
II .  M om en to cognos citivo de la relación médica: el diagnó stico
hipocrát ico  j 9
III .  M om en to opera tivo de la relación médica: el tratam iento
hipocrático 78
IV . M om en to ético-religioso de la relación médica: la ética hipo
crática 92
C A P Í T U L O I I
E L C R I S T I A N I S M O Y L A R E L A C I Ó N M E D I C A i o i 
De la  philia  griega a la  amicitia  cristiana. Idea cristiana del amor.
A r t í c u l o I : E L C R I S T I A N I S M O P R I M I T I V O Y L A R E L A
CIÓ N M ED ICA 117
I. La am istad en tre el m édico y el enferm o 117
II .  El diagn óstico 121
III .  El tratam iento 123
IV . La ética mé dica 126
A r t í c u l o I I : L A R E L A C I Ó N M E D I C A E N E L M U N D O
C R I S T I A N O M E D I E V A L 130
I. Fu nd am en to de la relación médica: la amistad entre el mé dico
y el enferm o en la E da d M edia 133
I I .  M om en to cog nos citivo de la relación médica: el diagnóstico
medieval 159
II I .  M om en tos ope rativo y ético-religioso de la relación médica
medieval 169
A r t í c u l o I I I : E L C R I S T I A N I S M O M O D E R N O Y L A R E L A
CIÓ N M ED ICA 178
I. La amistad méd ica cristiana en el m un do m od ern o 182
I I .  E l diag nó stico 185
III .  El tratam iento 191
IV . El m om en to ético-religioso de la relación médica 194
C A P Í T U L O I I I
L A R E L A C I Ó N M E D I C A E N L A S O C I E D A D M O D E R N A
S E C U L A R I Z A D A 1 9 7
La secularización de la sociedad occidental.
I . Es truc tura de la relación médica 198
1. Filantrop ía amistad y camaradería 198.—2. Los tres
modos cardinales de la asistencia médica: asistencia hos
pitalaria asis tencia domicil iar ia consultorio p r i v a d o . . . . 204
494
I I .  Crisis de la relación méd ica  2 4
i. La «rebelión del sujeto» 215.—2 . M om en to social de la
rebelión: medicina y sociedad. Momento clínico de la rebe
l ión: la neurosis como suceso histórico. De Charcot a
F r e u d 2 2 0
S E G U N D A P A R T E
TEORÍA   DE LA RELACIÓN ENTRE EL MED ICO Y EL
ENFERMO   229 
C A P I T U L O 1
L A R E L A C I Ó N M E D I C A E N E L C U A D R O D E L A S R E L A
C I O N E S I N T E R H U M A N A S 235
I. Fo rm as cardinales de la relación inte rhu m an a 235
II .  La relación cuasi-diádica: el conse jo la edu cació n y la asis
tencia méd ica 238
III .  Es tructu ra de la vinculación entre el méd ico y el paciente.
Fin propio modo de la convivencia vínculo propio y comu
nicación en la relación méd ica 242
C A P I T U L O 1 1
L O S M O T I V O S D E T E R M I N A N T E S D E L A R E L A C I Ó N M E
DICA 259 
I. M otivo s del enfermo 260
1. Q ué ha m ov ido al paciente a buscar ayuda médica 261 .
2.   Có m o el paciente ha llegado a sentirse enferm o 271.
3.   Cóm o el paciente ha respo ndid o al hech o de sentirse en
fermo 285
1.
  M odo s de ser méd ico 290.—2. M odo s de ser persona
el mé dico 294.—3.  Dispo sición del médico frente al enferm o. 296
495
II .  La palab ra y el silencio 306
1. Form alidad de la palabra:  a en el enfermo;  b en el mé
dico 307.—2. Co nten ido de la palabra:  a en el enfermo;
b en el m édico 317
II I .  El contac to ma nual 335
IV . La relación instrum ental 344
C A P Í T U L O I V
E L M O M E N T O A F E C T I V O D E L A R E L A C I Ó N M E D I C A . 349 
I. Tip os cardinales de la vincu lación afectiva entre el m édic o
y el enferm o 351
I I .  M utu a relación en tre la cam aradería m édica la am istad méd ica
y la transfe renc ia 358
II I .  Fo rm as viciosas de la relación afectiva en tre el m édico y el
enfermo 373
C A P Í T U L O V
E L M O M E N T O C O G N O S C I T I V O D E L A R E L A C I Ó N M E D I C A . 377 
I. La con cepc ión «clásica» del diag nó stico 378
I I .  E l diag nós tico «integral» o «interpersonal» 385
1. Diag nóstico gen érico 386.— 2. Diag nóstico específico 39 1.
3.   Diagn óst ico individual 392
III .  Am istad médica y diagnó stico clínico 403.
C A P Í T U L O v i
E L M O M E N T O O P E R A T I V O D E L A R E L A C I Ó N M E D I C A . 409
I. La con cepc ión «clásica» del trata m ien to 410
496
Índice
I I .  La con cep ción «científico-personal» del trata m ien to
  4
j
1.
  E n la enfermedad agud a 415.—2. E n la enfermedad
crónica 419.—3.  E n la enfermedad neurótica 427
II I .  Tratam iento médico y amistad 437
C A P Í T U L O V I I
E L M O M E N T O E T I C O - R E L I G I O S O D E L A R E L A C I Ó N M E
DICA 445 
I. M edicina y ética 444
I I .  De recho s y deberes del méd ico y el enfermo 447
III .  Etica médica y religión 454
C A P I T U L O V I I I
C O N S I S T E N C I A S O C IA L D E L A R E L A C I Ó N M E D I C A 4 57 
I. Relación mé dica y sociedad 459
1.
  Consistencia social de la enfermedad individual 460.
2.   Con dición social del m édico 464.—3.  Carácter con stitu
tivamente social de la relación médica. Sociología de la rela
ción médico-enfermo 465
II .  La relación méd ica en la sociedad actu al. 473
1.
  A spec to clínico de la relación médica actual 474.— 2. La
relación méd ica en la me dicina socializada 479
B A L A N C E Y P E R S P E C T I V A 49 1 
497
PROLOGO
A.  lo largo de una vida intelectual consagrada a temas muy diversos
 —en exceso
diversos, tal vez— ,  éste de la relación entre el médico y el enfermo es uno de los
que tnás asiduamente he frecuentado. A .caso no carezca por completo de interés
un breve recuerdo  de las distintas expresiones a que ha dado lugar mi personal
encuentro  con él.
Fue la primera, pronto hará cinco lustros, la composición de mi libro Med ic ina
e His to r i a .  Me propuse en él indagar lo que en la experiencia del médico  tiene
carácter histórico y lo que en ella posee condición trans-histórica. Y al  cabo de
muchas cavilaciones vine a descubrir —pobre Mediterráneo—   que en este  segundo
momento de la experiencia médica se articulan dos ingredientes: uno de orden
subhistórico, los saberes correspondientes  a lo que en el enfermo es naturaleza,
y otro de intención
  las certidumbres relativas a lo que en el enfermo
es persona. Por debaio de las considerables  variaciones biológicas que desde los
primeros homínidos hasta hoy ha experimentado la naturaleza del hombre, algo
invariante hay en ella, y a esa  z
ona
cina científico-natural sea, acéptese la redundancia, verdaderamente verdadero.
Por  encima de las ingentes variaciones históricas que en su expresión ha ido mos
trando la vida humana, algo, cuando un hombre se encuentra amistosamente con
otro —y tal es el caso  del eiercicio  médico, si éste es lo que debe ser—, trasciende
intencional y realmente el constante mudar de la historia. ¿Qué puede ser, qué
es un «encuentro en am istad» entre la persona del enfermo y la persona del
médico ? Este fue el tema principal  de mi primer libro.
Regresé a esa inicial preocupación  varios años más tarde, en las páginas de
La his tor ia c l ín ica .  Una historia clínica ¿qué es, sino el relato de los sucesivos
encuentros  entre dos hombres, el médico y el enfermo ? Y la m edicina de nuestro
siglo ¿qué ha hecho, sino descubrir que ambos, uno en tanto que médico, otro en
tanto que enfermo, son  a la vez  naturaleza y persona ?  La reflexión sobre la
historia clínica había de conducirme •—otra  vez— ' al hecho y a la teoría de la rela
ción entre el  médico y el paciente.
7
A .I
  mismo tiempo que esta reflexión maduraba en mí, la realidad misma de la
  haciéndose
la literatura  científica y en la vida profesional del m édico. Ea  creciente impor
tancia de la psicoterapia, el progreso incontenible de la socialización de la asis
tencia médica y la novísima ilusión de una medicina cibernética  —el  sueño de un
m e d i c u s e x m a c h i n a ,  si vale decirlo
 así
actualidad
 candente.
  Mi
  preocupación,
 que ya en 1940 distaba de ser extemporá
nea, había cobrado  muy urgente vigencia  histórica y social en  i960. Tan ostensible
coincidencia  entre vocación y situación me hi%p concebir  la idea de tratar  de  frente
el problema de la  relación  m édico-enfermo, y con ese fin solicité y obtuve la gene
rosa ayuda de la Fundación «Juan M arch» que me ha permitido estudiar, baio el
título de  Te or í a y r ea l idad de l o t r o ,  el fundamento antropológico sobre que
descansa  el encuentro  terapéutico, así en su realidad como  en su teoría. Poco más
tarde, un curso de conferencias  baio los auspicios de la «Sociedad de Estudios y
Publicaciones», repetido luego en la Universidad de Chile y en el Hospital Vargas,
de Caracas, me llevaba otra
  ve%
  de la antropología general a la medicina teórica.
No hay vida humana sin unidad, aunque a veces ésta parezca haberse quebrado
en las mil dispares vicisitudes de una biografía agitada y cambiante. Y  cuando  la
vocación de esa vida es la intelectual, tal unidad acaba adoptando forma de «siste
ma».
 deshilvanado, certero  o
  «sistema» es el
resultado a que sin proponérselo  llega la m ente del intelectual, cuando la madure^
—fea palabra—   va imponiendo sus limitaciones y regalando sus claridades.
«Igualmente mortal para el espíritu es tener un sistema que no tener ninguno; y así,
el hombre debe decidirse a combinar una y otra cosa», dice un fino a p e r ç u de Fede
rico
 Schlegel.
 Tal  es mi  caso. A l  cabo  de los años, siento que hay en m í el modesto
y mal  cosido  sistemilla de una «concepción científico-personal»  de la medicina, de
la cual es parte esta qui^á farragosa e insuficiente teoría de la relación entre el
médico y el enfermo. Por otro lado, advierto que la realidad del ejercicio  clínico
y el saber de los hombres me desbordan, y entonces me veo obligado a no tener
ninguno. Para quienes me lean con mente  sensible y buena voluntad,  acaso esta
dúplice condición  del libro que ahora se publica sea su meior  cualidad,  su única
cualidad medianamente estimable.
Confieso  con lealtad que, en el mom ento de darlo a la  lu%,
 dos graves temores
pesan sobre m i alma: el temor a la inanidady el temor a la obviedad. Mi implícito
y todavía incipiente sistemilla ¿será no más que un mal letamendismo de cuño
personalista, si se me permite tal expresión ? No se me oculta que cabe una visión
meliorativa de l letamendismo; mas también es posible una visión peyorativa de
él— la que expresaron Marañan, Baroia, Ors  y,  más mati^adamente, Caial—,
8
Prólogo
y temo que alguien, qui^á  con  alguna ra^ón, lance sobre mi intento diatribas aná
logas a las que contra el de Eetamendi se lanzaron:  especulación  de gabinete, re
flexión sobre la clínica por parte de quien no la eierce; o, según una sápida y
vigorosa expresión de Xavier Zubiri, «caldo de caberas». ¿Será así? Mi escolar
atenimiento a la bibliografía actual y mi permanente   consideración  de lo que en
su realidad empírica es la asistencia al enfermo, ¿llegarán a librarme de esa
tan probable censura ?
 obviedad.
 ¿Pensarán algunos de
mis lectores que para este viaie —para el descubrimiento  de que la relación  médica
es una relación a la
  ve%
amistosa—   no eran necesarias tantas alforzas ?  Tal
  ve%.
  escrito,
 y
me parece que algunas de sus páginas pueden ayudar a entender de un modo más
claro y profundo la realidad del ejercicio  médico. ¿A cierto o me equivoco? Esa
impresión mía ¿será no m ás que la vana presunción de un autor impenitente que
no se resigna  a la enoiosa condición  de autor inútil? No lo sé, y  —lo que es peor—
acaso no lo sepa nunca.
Si mi libro no es inane, ni obvio, respec to de la realidad sobre que versa,
los demás reparos que puedan hacérsele  — y que yo mismo le hago—  me parecerán
harto llevaderos. A lguien dirá de él que no ofrece una documentación bibliográfica
exhaus tiva y que, por otra parte, la lleva sobrada para quitarle esa esbeltez que
a veces alcanza la exposición sistemática del pensamiento propio. Declaro que
en más de una ocasión  me asaltó la tentación de prescindir de toda bibliografía.
Pero el ya  mencionado  temor a una  obieción  de «letamendismo», por un
  lado,
  y
el deseo de hacer ver al lector no avisado que mis reflexiones no son vo x in des e r to ,
por otro, me han llevado a consignar en cada capítulo las publicaciones que en
relación con su materia juagué más dem ostrativas. A cepte el lector esa m ención
a título de camino, no a titulo de meta.
Como la indicación bibliográfica, también el estilo expositivo de este libro
posee un carácter oscilante. May páginas que algunos Juagarán demasiado ensa-
yisticas; hay otras, en cambio, que no pocos tendrán por demasiado secas y esco
lares. N o sé si a la postre habré acertado; pero entre naufragar en el Escila de
la vaga brillante^ y chocar contra el Caribdis de la bien ordenada  sequedad,  he
preferido correr este último  riesgo, y ofrecer un apretado hat^ de hechos y de con
ceptos al lector deseoso  de claridad y orientación. «No sólo debemos explicar, no
sólo debemos comprender —ha escrito Viktor von Weizsäcker— ;  debemos  ants
todo concebir, y ésto se hace mediante conceptos» ¿Lo son realmente todos los que
en esta  construcción  mía parecen serlo ? Esta es mi duda, este es mi problema.
A lgo me anima e impulsa, a través de tantas  vacilaciones y perplejidades :
9
Prólogo
la buena amistad de quienes, habiendo  conocido  tal o cual fragmento de este libro,
migaron deseable y oportuna su publicación. «.Enseñan los hombres  —escribió el
anatomista medieval Mondino de  L.u%%i—  por ejercitar su
  inteligencia,
 por salvar
del olvido lo que saben y por  complacer a los amigos». A.lgo eiercitéyo mi caletre
discurriendo y  escribiendo  estas páginas. Menos  seguro estoy de haber salvado del
olvido saberes que valgan la pena.   T?ero  si  esos am igos a que aludo y algunos más
leen con alguna complacencia  las reflexiones que siguen, o al menos una parte de
ellas, me daré por contento. A . unos y otros quiero anticipar  —muy osadamente,
tal ve\—   mi  honda gratitud.
P E D R O L A Í N E N T R A L G O
Madrid,  mayo de 1964.
 
«¿Por  qué al  m é d i c o  y al  p r e c e p t o r  les soy  d e u d o r  de  algo
m á s ,  por qué no
  c u m p l o
  con
  s imp le sa l a r io?
P o r q u e  el  m é d i c o  y el  p r e c e p t o r  se  c o n v i e r t e n  en  a m i g o s
n u e s t r o s ,  y no nos  ob l igan  por el  oficio  que  v e n d e n , s i n o  por
s u b e n i g n a  y  f a m i l i a r b u e n a v o l u n t a d .  Así, al  m é d i c o  que no
p a s a  de  t o c a r m e  la  m a n o  y me  pone en t re aq \ i e l los  a  qu ienes
a p r e s u r a d a m e n t e v i s i t a , p r e s c r i b i é n d o l e s  sin el  m en or a fec to
lo   que  d e b e n h a c e r  y lo que  d e b e n e v i t a r , n a d a  más le  d e b o ,
p o r q u e  no ve en mí al  a m i g o , s i n o  al  c l i e n t e . . . ¿ P o r  qué,
p u e s ,
  d e b e m o s m u c h o
  a
  e s t o s h o m b r e s
 ? No
  lo que nos
v e n d i e r o n v a l g a  más de lo que les  p a g a m o s , si n o p o r q u e
h ic ie ron a lgo  por  n o s o t r o s m i s m o s . A q u é l dio más de lo  n e c e
sar io  en un  m ó d i c o : t e m i ó  por mí, no por el  pres t ig io  de su
a r t e ;  no se  c o n t e n t ó  con  i n d i c a r m e  los  r e m e d i o s , s i n o que me
l o s a d m i n i s t r ó ;  se  s e n t ó e n t r e  los más  so l í c itos pa ra conm igo ,
y a c u d i ó  en los  m o m e n t o s  de  p e l i g r o ; n i n g ú n q u e h a c e r  le
fue one roso , n inguno eno joso ;  le  c o n m o v í a n  mis  g e m i d o s ;
e n t r e  la  m u l t i t u d  de  q u i e n e s c o m o e n f e r m o s  le  r e q u e r í a n ,
fu i pa ra  él  p r i m e r í s i m a p r e o c u p a c i ó n ; a t e n d i ó  a los  o t r o s  en
c u a n t o  mi  s a l u d  lo  p e r m i t i ó . P a r a  con ése  e s t o y o b l i g a d o ,
n o t a n t o p o r q u e
  es
  m é d i c o , c o m o p o r q u e
  es
  amigo .»
S É N E C A ,  de beneficiis,  VI , 16.
«El  más  h o n d o f u n d a m e n t o  de la  m e d i c i n a  es el  a m o r . . .
S i n u e s t r o a m o r  es  g r a n d e , g r a n d e s e r á  el  f r u t o  que de él
o b t e n g a  la  m e d i c i n a ;  y si es  m e n g u a d o , m e n g u a d o s t a m b i é n
s e r á n n u e s t r o s f r u t o s . P u e s  el a m o r es el que nos  h a c e a p r e n
d e r  el  a r t e , y  fue ra  de él, no n a c e r á n i n g ú n m é d i c o » .
PARACELSO,  Spitalbuch,  I .  Tei l .
 
I N T R O D U C C I Ó N
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
 
Nada hay más fundamenta l y e l emen ta l en e l quehace r de l méd ico
que su r e l ac ión inmed ia ta con e l en fe rmo; nada en e se quehace r pa rece
se r más pe rmanen te . Desde que ex i s t e e l hombre sobre e l p l ane ta ,
dos u top ías han p re t end ido qu i t a r a l a r e l ac ión en t re e l méd ico y e l
en fe rmo (en lo suces ivo ,  r. m.-e.  o  relación médica)  su ca rác te r inme
d ia to . La men ta l idad mág ica —dominan te en cas i t odas l a s fo rmas de
v ida que so lemos l l amar «pr imi t ivas» y v igen te , pese a todo , en l a s
zonas más arca icas de las soc iedades cul tas— l leva en su seno la pre ten
s ión u tóp ica de l a  actio in distans,  y po r t an to una c reenc ia más o m eno s
viva en la pos ib i l idad de sanar a l enfermo s in contac to d i rec to con é l .
La men ta l idad t écn ica , a su vez , ha soñado l a u top ía de un d i agnós t i co
logrado med ian te s ignos puramen te ob je t ivos ( c i f r a s ana l í t i cas , t r a
zados gráf icos) y un t ra tamiento l imi tado a la f ie l e jecución de a lgunas
presc r ipc iones e sc r i t a s : o t ro modo de l a  actio in distans
  1
.  Ser ía dema
s i ado nec io , c l a ro e s t á , equ ipa ra r en t r e s í l a abe r rac ión indudab le dé la
utopía mágica y la s iempre crec iente e f icac ia de la u topía técnica : aquél la
ha s ido las t re y es ta o t ra es g lor ia muy a l ta de la humanidad. Pero ba jo
tan abismal d i ferencia , ambas aspi ran a separar f í s icamente e l médico
d e l e n f e r m o , o c u a n d o m e n o s a d e m o s t r a r q u e e l e n c u e n t r o p e r s o n a l
de uno y o t ro no es condic ión necesar ia para e l rec to e jerc ic io de la
med ic ina .
S in r enegar de n inguna de l a s ingen tes conqu i s t a s que l a t écn ica
1
  Bajo e l ep íg ra fe «Der A rz t de r Zukun f t» (E l mé d ico de l por ven i r ) , e l l i b ro de
K . K ö t s c h a u y A d . M e y e r  Theoretische Grundlagen zum A ufbau einer biologischen
Medizin
  (Dresden un d Le ipz ig , 1936) o f rec ía en t re b r om as y ve ras un a r ep resen tac ión
grá f i ca de e s t a u top ía que ahora he l l amado « técn ica» . Sen tado an te un compl icado
cuadro de seña les y mandos , e l méd ico r ec ibe en fo rma v i s ib le o aud ib le todos los
datos que desea acerca de la morfología y la f i s io logía del paciente ( t razados gráf icos ,
q u i m i s m o , f ó r m u l a h e m á t i c a , r ö n t g e n o g r a m a s , e t c . ) , y a t r a v é s d e u n m i c r ó f o n o v a
d i c t a n d o s u s p r e s c r i p c i o n e s t e r a p é u t i c a s . E n p á g i n a s u l t e r i o r e s r e a p a r e c e r á e l t e m a .
15
La relación médico-enfermo
o b j e t i v a n t e h a l o g r a d o , m á s a ú n , c o n p r o p ó s i t o d e l i b e r a d o y c o n s
t an te de a sumi r todas e l l a s en un o rden super io r , e s t e l i b ro in t en ta
m o s t r a r c ó m o e l e n c u e n t r o p e r s o n a l e n t r e e l m é d i c o y e l e n f e r m o
y l a r e l ac ión d i agnós t i co - t e rapéu t i ca a é l consecu t iva son r igu rosamente
impresc ind ib les pa ra una p rác t i ca  humana  del a r te de curar .
Mas t ambién ha rá ve r , e spe ro , que l a r e l ac ión méd ica e s muy de l i
cadamen te sens ib le a l a s mudanzas de l a h i s to r i a . E l con t inuo p rogreso
de los r ecur sos d iagnós t i cos y t e rapéu t i cos modi f i ca , como es obv io ,
la apar iencia más externa de esa re lac ión: en t re un médico sa lern i tano
examinando l a o r ina de su pac ien te y Laennec p rac t i cando l a auscu l
t ac ión med ia ta , e l con t r a s t e no puede se r más no to r io . Los cambios
qu e s in cesa r va ex per im en ta nd o l a conv ivenc ia e n t re lo s ho m br es
a l t e ran , po r o t r a pa r t e , e l fundamento mismo de l a r . m . -e . : l a   polis
he lén ica , e l monas te r io med ieva l y l a c iudad de l s ig lo xx , a lbe rgan
modos de la as is tencia médica que d i f ie ren ent re s í desde lo que en
cada una de esas formas de v ida es más fundamenta l y dec is ivo , es dec i r ,
desde los supues tos an t ropo lóg icos , h i s tó r i cos y soc ia l e s que dan
con ten ido y f igu ra pecu l i a re s a l a r e l ac ión in t e rhumana . Tan to como
«méd ico» , e l m éd ico e s «a t en iense» , «c r i s t iano med ieva l» , «ne oyo rqu ino »
o «moscov i t a» , y lo mismo puede y debe dec i r se de l en fe rmo .
Causas y mot ivos de toda índo le —soc ia l e s , p s i co lóg icos , t écn icos ,
mora le s— hacen hoy e spec ia lmen te p rob lemát i ca l a r . m . -e . Desde e l
punto de v is ta de la as i s tencia médica es pa tente e l conf l ic to ent re la
soc ia li zac ión de l a me d ic ina , inabd icab le ex igenc ia de nu es t r o t i em po , y
l a o r i en tac ión c rec ien temen te pe r sona l i s t a o an t ropo lóg ica de l a pa to log ía
ac tua l . Vacunar a t odos los c iudadanos de un pa í s no e s cosa , po r lo
que vemos , demas iado d i f í c i l ; t r a t a r ps i co te ráp icamente a todos lo s en
f e rmos que lo r equ ie ren se rá , s i e l Es tado l l ega a lguna vez a p ropo
nérse lo , empresa sobremanera a rdua . Y no pa rece más l eve , ya en un
orden puramen te t eó r i co , e l conf l i c to en t r e l a o r i en tac ión f í s i co -qu ímica
de l pensamien to méd ico y los pun tos de v i s t a que hoy r igen l a p s i co
l o g í a p r o f u n d a . ¿ C ó m o c o n c i l i a r d e u n m o d o a r m o n i o s o y c o h e r e n t e
lo que an te un en fe rmo de «neuros i s vege ta t iva» d i j e se Thannhause r ,
va lga e s t e n om b re co m o e jemp lo , y lo qu e an te e se m ism o enfe rm o
di r í a Jung?
De l a conc ienc ia de e s t a p ro funda —y fecunda— cr i s i s ha su rg ido
mi l ibro , as í en su par te h is tór ica como en su par te s i s temát ica . Pero
la adecuada e laborac ión de una y o t ra no ser ía pos ib le s in d isponer de
16
Conceptos fundamentales
un cuadro de concep tos fundamenta l e s , capaces de cumpl i r , r e spec to
de mi ac tua l faena , la función que respecto de la h is tor ia de las a r tes
p lás t i cas cumpl ie ron an taño los  Grundbegriffe  qu e Wölf f lin ide ó; co n
o t ra s pa lab ras , s in d i seña r concep tua lmen te l a e s t ruc tu ra inva r i ab le
de la re lac ión médica . En la cua l es pos ib le d iscern i r , a mi ju ic io , has ta
c i n c o m o m e n t o s p r i n c i p a l e s :
I . E l  fundamento  de la re lac ión médica . Llamó as í a la v inculac ión
que in i c i a lmen te se e s t ab lece en t re e l méd ico y e l en fe rmo , po r e l hecho
de haber se uno y o t ro encon t rado , en cuan to t a l e s , en t r e s í ; v incu lac ión
cuya índo le p rop ia depende , an te todo , de los móv i l e s que en e l en fe rmo
y e n e l m é d i c o h a n d e t e r m i n a d o e s e s u m u t u o e n c u e n t r o .
La r e l ac ión méd ica t i ene , pues , un fundamen to gené r i co y o t ro
dualmente especí f ico . Su  fundamento genérico:  q u e u n h o m b r e p r e s t e
ayuda a l menes ter de o t ro . «Cl ín ica autént ica —ha escr i to , con cer te ra
conc i s ión , J iménez Díaz— es l a que e j e rc i t a un hombre f r en te a o t ro
h o m b r e » . E l h o m b r e e s u n s e r c o n s t i t u t i v a m e n t e m e n e s t e r o s o ,  ens
indigens.  Tien e neces idad d e l cosm os e ne rg é t i co y ma te r i a l , y po r e s to
resp i r a e ing ie re a l imen tos ; n o m eno s neces i ta de los o t ros ho m br es ,
y a s í l o pa ten t i za cuando , que r i éndo lo o no , con e l los se encuen t ra
d e s d e s u n a c i m i e n t o
2
; neces i ta , en f in , a lguna convicc ión personal
acerca de l f in ú l t imo de su exis tencia , y por tan to , c ie r ta re fe
rencia de és ta a un  ens fundamentale,  Dios o un s t i cedáneo de Dios .
L a c o m p l e j a m e n e s t e r o s i d a d d e l h o m b r e — e s p e c i a l m e n t e a g u d a y
sens ib le en c ier tas s i tuac ion es , la enferm eda d en t re e llas—• pid e des de
su mismo seno ac tos de ayuda ; en ú l t imo ex t r emo, ac tos de donac ión
a m o r o s a , p o r q u e t o d a a y u d a q u e n o s e a p u r a o p e r a c i ó n d e c o m p r a v e n t a
e s e n s u e n t r a ñ a m i s m a u n a c t o d e a m o r . T a n t o c o m o   ens indigens,  el
h o m b r e e s  ens offerens,  au nq ue su l i be r t ad co nv ie r t a a veces en ind i fe
rencia o en odio lo que s iempre debiera ser of rec imiento y amor ; y as í
e l b i n o m i o m e n e s t e r - a m o r v i e n e a c o n s t i t u i r s e e n f u n d a m e n t o g e n é
r ico de la re lac ión médica , cuando és ta no se ha l la v ic iada por e l predo
minio o l a exc lus iv idad de o t ros in t e re ses menos nob les .
Ta l fundamen to gené r i co se e spec i f i ca , po r lo que a nues t ro p rob lema
2
  Los o t ros son pa ra e l ho m bre «d i spensadores de se r cósmic >» (a l ime n to , ves t ido ,
e t cé te ra ) y «d i spensadores de se r pe r sona l» ( compañ ía , amor ) . Véase ace rca de e s to
mi l ib ro  Teoría y realidad del otro  (Madr id , 1961) y  Urdimbre afectiva y enfermedad,
de J . Rof Carba l lo (Barce lona , 1961) .
2
17
La relación médico-enfermo
a tañe , según dos d i r ecc iones ca rd ina les , una h i s tó r i co - soc ia l y o t r a
técnica . Las d iversas s i tuac ion es t íp icas de la ex is tencia humana— polis
g r i e g a , m o n a s t e r i o o b u r g o m e d i e v a l e s , s o c i e d a d m o d e r n a , e t c . — ,
espec i f i can de un modo  histórico j social  l a ayu da a l m ene s ter d e l o t r o ;
e l hecho de que e l menes ter se l lame ahora «enfermedad» y e l ac to de
ayuda «as is tencia médica» , concede a és te su especi f icac ión  técnica.
¿Qué es lo que mueve a l en fe rmo a busca r a l méd ico? E l menes te r vu l
gar y t écn icamente l l amado «enfe rmedad» , ¿en qué cons i s t e , en cuan to
sen t imien to de l a p rop ia v ida? Y , po r o t r a pa r t e , ¿qué e s lo que mueve
a l méd ico a encon t ra r se con sus pac ien te s? ¿Por qué l l amamos «as i s t en
cia» — ad-sistere:  de tene r se jun to a o t ro— a l a ayuda que e l méd ico
pres ta? ¿Cómo se ar t icu lan ent re s í la condic ión especí f icamente mé
dica y la pecul ia r idad h is tór ico-socia l de la ayuda a l semejante menes
t e roso? ¿Cómo, por o t r a pa r t e , l l egan a hace r se encuen t ro un i t a r io
y e fec t ivo — enc ue n t ro m éd ico— e l m ov im ien to qu e l leva a l en fe rmo
hacia e l médico y e l que conduce a és te hac ia aquél? Tal es , reducida
a sus cue s t ione s pr inc ipa les , la es t ru c tu ra de l fun da m en to especí fico
de l a r e l ac ión méd ico-en fe rmo .
I I .  E l   de l a r e l ac ión méd ica . Como todo en
cuen t ro in t e rhumano , e l que r eúne a l méd ico y a l en fe rmo se r ea l i za
y expresa según los d ive r sos modos ca rd ina les de l a ac t iv idad de l hom
b r e ;
  un o de e l los e l co gn os c i t i vo , qu e en e l caso de la re lac ión m édica
toma forma especí f ica como  diagnóstico.  D es de e l in ic ia l «en con t rarse
con» —por t an to , desde un mero p r inc ip io de conv ivenc ia—, l a r e l a
c ión co n e l en fe rm o ha pasa do a se r, po r pa r t e de l m éd ico , un «conocer
a» y un «pensar de».
C o n o c e r ¿ q u é ? L a r e s p u e s t a p a r e c e i m p o n e r s e p e r o g r u l l e s c a m e n t e :
conoce r a l en fe rmo en cuan to t a l ; como sue le dec i r nues t ro pueb lo ,
sabe r « lo que e l en fe rmo t i ene» . Bas t a rá , s in embargo , un ins t an te de
e l méd ico —el d i agnós t i co— puede acaece r , y de hecho acaece , aunque
el médico no lo advier ta , según los dos ámbi tos en que la re lac ión
mé dica co bra su rea l idad p ro pia : e l du al y e l soc ia l , e l resu l tan te de la
mutua v incu lac ión de dos ind iv iduos a i s l ados y e l de te rminado por l a
in ter re lac ión de dos en tes soc ia les .
L o q u e c o m ú n m e n t e l l a m a m o s « d i a g n ó s t i c o » e s l a f ó r m u l a c o n d e n -
sada de un c on oc im ien to dua l . «Y o , m éd ico — viene a dec i r e sa fó rm ula— ,
18
Conceptos fundamentales
sé que tú , enfermo, t ienes y padeces en tu cuerpo y en tu a lma ta les
y ta les anomal ías» . ¿De qué índole será la re lac ión dual que une ent re
s í a l enfermo y a l médico? En mi l ibro   Teoría y realidad del otro  he d i s
t i ng u id o t em á t i cam en te e l «dúo» y l a «d iada» . L la m o «dúo» o v inc u lac ió n
ob je t ivan te a m i r e l ac ión con o t ro h o m b re pa ra a lgo que a los d os
nos impor ta , pe ro s i tuado fue ra de é l y fue ra de mí : po r e j emplo , un
negoc io con pa r t i c ión de gananc ia s . L lamo, en cambio , «d iada» o v incu
l ac ión in t e rpe r sona l a mi r e l ac ión con o t ro pa ra a lgo que e s t á en é i
y en mí , que pe r t enece a nues t r a pe r sona l i n t imidad y en e l l a encuen t ra
s u t é r m i n o : a m i s t a d  stricto sensu,  am or . La v incula c ión específ ica en t re
e l médico y e l enfermo ¿es meramente dual o es d iádica? Yo d i r ía que
es  cuasi-diádica. E l en fe rmo y e l m éd ic o se r eún en pa ra e l l og ro d e a lg o
q u e i m p o r t a m u y m e d u l a r m e n t e a l a p e r s o n a d e a q u é l , p e r o q u e e s t á
—o es tará , cuando se a lcance— inscr i to en su na tura leza : la sa lud .
De ahí e l carác ter cuas i -d iádico de la re lac ión médica .
La expres ión cognosci t iva de es ta re lac ión •—el d iagnós t ico— se
rea l i za in i c i a l y pa rc i a lmen te en un ámbi to cuas i -d iád ico . Lo cua l equ i
va le a dec i r que e l d i agnós t i co méd ico no e s nunca e l conoc imien to
de un ob je to pas ivo po r una men te ac t iva y cognoscen te , s ino e l r e su l
t ad o de una con jun c ión en t re l a m en te de l mé d ico •—ac tiva, po r su
pues to— y una r ea l idad , l a de l en fe rmo , e senc ia l e i r r evocab lemen te
do tada de in i c i a t iva y l ibe r t ad ; a l a pos t r e , de in t enc ión . Los f í s i cos nos
d icen hoy que e l ac to de obse rva r c i en t í f i camen te mod i f i ca de a lgún
modo l a r ea l idad de lo obse rvado ; con o t r a s pa l ab ras , que l a r ea l idad
conoc ida « in te rv iene» s i empre en e l r e su l t ado de nues t r a ac t iv idad de
ccnoce r l a . En cuan to f í s i camen te conoc ida , l a r ea l idad es s i empre
«reagente» . Pues b ien , la in te l igencia y la l iber tad de la persona —por
t a n t o , s u i n t e n c i o n a l i d a d — c o n d i c i o n a n a c t i v a m e n t e e l a c t o d e c o n o c e r
l a r ea l idad de u n en te pe r so na l y con t r ibuy en a o to rga r a e se ac to su
rad ica l pecu l i a r idad . No cons t i tuye excepc ión a l a r eg la e l d i agnós t i co
m éd ic o , si de ve ras a sp i ra a se r in t eg ra l o pe r so na l , y n o m er am en te
o b j e t i v o . R e p e t i r é m i f ó r m u l a :  el  diagnóstico médico es, por lo pronto, la
configuración cognoscitiva  de una relación cttasi-diádica entre el  médico y el en
fermo.
Pero nunca se rá e s to so lo , n i s iqu ie ra cuando más pa rezca se r lo .
T a n t o c o m o i n d i v i d u o v i v i e n t e o c o m o « a n i m a l r a c i o n a l » , e l h o m b r e e s
c o n s t i t u t i v a m e n t e — d e s d e l o s g r i e g o s v i e n e r e p i t i é n d o s e — e n t e s o c i a l ,
y como ta l se rea l iza en todas sus ac t iv idades . La s i lenc iosa cena de i
19
La relación médico-enfermo
e remi ta e s en a lguna de sus d imens iones un ac to soc ia l , t an to como
pueda se r lo e l  cocktail-party  m á s c o n c u r r i d o . S i q u i e r a s e a p o r m o d o
defec t ivo , e l so l i t a r io de l ye rmo l l eva en su a lma —y en su cue rpo—
la «sociedad».
Y lo qu e se d i ce de l so l i t a r io , ¿no deberá dec i r se con m ayo r r azó n
de l méd ico y e l en fe rmo? «Cuando veo a un en fe rmo , é l y yo e s t amos
como en una i s la des ier ta» , so l ía dec i r Schweninger , e l médico de
Bismarck . Nada más f a l so , po rque l a en fe rmedad y e l t r a t amien to de l
pac iente se ha l lan  nolens Polens  i nca rd inados en l a soc iedad a que pe r t ene
cen . E l consu l to r io de l méd ico no es una i s l a des i e r t a , s ino un enc lave
o un r e t i ro en e l s eno de una soc iedad ocas iona lmen te inv i s ib le , pe ro
no por e l lo menos r ea l y ope ran te . Cabe hab la r , e s c i e r to , de una r e l a
c ión cuas i -d iád ica en t r e e l méd ico y e l en fe rmo , pe ro a cond ic ión de
tene r muy p resen te que e sa fó rmula supone y man i f i e s t a una v i s ión
abs t r ac t iva , amputadora , de l a r e l ac ión méd ica . Es t a e s p r imar iamen te
socia l , y nunca de ja de ser lo ; só lo amputando ar t i f ic ia lmente los v ínculos
que inse r t an a l en fe rmo y a l méd ico en l a soc iedad a que ambos pe r t e
necen es pos ib l e ve r aqué l l a como pura y s imple con junc ión de dos
pe r sonas ind iv idua les .
Qu ie re e s to dec i r que e l d i agnós t i co de l méd ico  no  p o d r á s e r c o m
ple to s i no es «socia l» , además de ser cuas i -d iádico; en o t ros té rminos :
s i no t i ene en cuen ta lo que en e l cond ic ionamien to y en l a expres ión
de l a en fe rmedad haya pues to l a pe r t enenc ia de l pac ien te a l a concre ta
sociedad en que exis te . No es prec iso para e l lo que la enfermedad en
cues t ión sea una «neuros i s» , en e l s en t ido que hab i tua lmen te dan los
méd icos a e s t a pa l ab ra . Un examen a ten to de cua lqu ie r do lenc ia , aun
que se t r a t e de una neop las i a ma l igna , descubr i r á s i empre en su apa r i en
c ia c l ín i ca ing red ien te s de índo le inequ ívocamente «soc ia l» , de a lguna
manera decis ivos para que ta l enfermedad sea lo que en la v ida de l
enfermo rea lmente es . Como e l e remi ta l leva la soc iedad en su a lma y en
su cue rpo , t ambién l a l l eva , aunque por modo pa to lóg ico , e se so l i t a
r io a la fuerza que l lamamos enfermo
  3
.
I I I .  E l  momento operativo  de la r e l ac ión mé d ica . La ac t iv idad co n
j u n t a d e l e n f e r m o y e l m é d i c o n o s e a g o t a — n o d e b e , n o p u e d e a g o -
3
  So bre e l pr ob lem a de la forzosa «soledad» del enf erm o, véas e m i es t ud io «La
enfe rmedad como exper ienc ia» , inc lu ido en
  Ooio y trabajo
  (Madr id , Rev i s t a de Occ i
d e n t e , 1 9 6 0 ) . M á s a d e l a n t e r e a p a r e c e r á e l t e m a .
2
Conceptos fundamentales
t a r se— en l a ope rac ión noé t i ca a que damos e l nombre de «d iagnós t i co» .
Lo que en e l l a e s conoc imien to debe s i empre o rdenar se y se o rdena ,
de hecho , s i empre , a l a e j ecuc ión de lo s ac tos p rop ios de l  tratamiento:
i nges t ión o inyecc ión de f á rmacos , admin i s t r ac ión de agen tes f í s i cos ,
p rác t i cas d ie t é t i cas , t écn icas ps i co te ráp icas o in t e rve nc ion es qu i rú rg ic as .
Conv iene , s in embargo , no t ene r de l t r a t amien to una idea exces iva
mente t écn ica . Cuen ta S iebeck que e l g ran c l ín i co Erns t von Leyden ,
as t r o de p r im era m ag n i tu d en l a m ed ic ina be r l inesa de 1900, so lí a hace r
a sus a lumnos e s t a aguda adver t enc ia : «E l p r imer ac to de l t r a t amien to
es e l ac to de da r l a mano a l en fe rmo» . Muy c i e r to . Tan c i e r to , que me
parece necesa r io conver t i r l a sen tenc ia en t e s i s t odav ía más ampl i a ,
y ordenar és ta en var ios aser tos de carác ter genera l :
1 . E n su r e l ac ión co n e l en fe rm o y has t a cu an do c ree qu e su ope
rac ión es só lo d iagnós t ica , e l médico e jerc i ta s iempre , para b ien o para
mal , una ac t iv idad te rapéut ica . Ni s iquiera es necesar ia la presencia
f í s i ca de l méd ico pa ra que e s to sea c i e r to . Su p res t ig io soc ia l —poco
o m u c h o , b u e n o o m e n o s b u e n o — , q u e d e m o d o t a n e f i c a z v i e n e o p e
r ando sobre e l pac ien te , desde que en los o ídos de é s t e sonó su nombre ;
e l r ecue rdo que su pe r sona haya de jado , una vez conc lusa l a v i s i t a ;
la conf ianza en la droga maravi l losa que é l conoce y todavía no ha l le
g a d o a l c o m e r c i o ; t o d o e s t e r a p é u t i c a m e n t e i m p o r t a n t e , t o d o p u e d e
se r t e rapéu t i camen te dec i s ivo . P resen te o ausen te , s in é l s abe r lo , a veces ,
e l méd ico nunca de ja de ac tua r sobre e l en fe rmo .
Más ampl i a y p rec i samen te : en e l cu r so r ea l de l a r e l ac ión méd ica ,
no hay ac tos «exc lus ivamente» d iagnós t i cos y ac tos «exc lus ivamente»
te rapéu t i cos . Pa ra e l méd ico , pe rcu t i r e l t ó rax de un en fe rmo es an te
t o d o c o n o c e r c o n p r e c i s i ó n m a y o r o m e n o r a l g o d e l o q u e d e n t r o d e
e s e t ó r a x h a y , m a s t a m b i é n e s e s t a r g a n a n d o — o p e r d i e n d o — l a c o n
f i anza de l a pe r sona a qu ien e se tó rax pe r t enece y , po r supues to , emo
cionar la , a l te rar la a fec t ivamente ; inyectar es t rofant ina en las venas de
u n ca rd iaco e s , desde lu eg o , ac tua r con m ayo r o m en or des t r eza
te rapéu t i ca sobre e l o rgan i smo de l pac ien te , mas t ambién e s so
m ete r a é s t e a un a de te rm ina da p ru eb a func iona l , y po r lo t an to ,
p o s e e r n u e v o s d a t o s p a r a u n c o n o c i m i e n t o m á s p r e c i s o d e l o q u e e n
los senos de su cue rpo acon tece . Quer i éndo lo unas veces , s in que re r lo
o t ra s , e l méd ico nunca de ja de ac tua r t e rapéu t i camen te sobre sus en fe r
m o s .
  El méd ico e s e l p r imero de lo s med icamentos que é l p resc r ibe ,
ha d icho muy ce r t e ra e ingen iosamen te M. Bá l in t .
21
La relación médico-enfermo
2.  D eb e ve r se e l t r a t a m ien to , en consecu enc ia , co m o l a expres ión
opera t iva de l a v incu lac ión pe r sona l cuas i -d iád ica que en c i e r to modo
es la r . m. -e . Para una mirada sens ib le y a tenta , e l t ra tamiento no es la
s imple y f ie l e jecución , por par te de l pac iente , de las prescr ipc iones
te rapéu t i cas de l méd ico ; según l a fó rmula de Vik to r von Weizsäcke r
es ,  por lo menos , «camarader í a i t i ne ran te»  (Weggenossenschaft),  empresa
en que dos hombres , e l méd ico y e l en fe rmo , como t a l e s hombres co
l a b o r a n
  4
. Tan to como «pac ien te» , t an to como e j ecu to r d i sc ip l inado de
l a p r e s c r i p c i ó n y c o m o p a s i v o b e n e f i c i a r i o — o c o m o i n o c e n t e v í c t i m a —
de la s acc iones t e rapéu t i cas qu e lo s ma nua les de f a rma co log ía des
c r iben , e l en fe rmo t r a t ado es « reagen te» ; y no só lo en cuan to se r o rgá
n i c o ,
  a l a manera de l ga to y e l pe r ro sobre que ope ró l a i nves t igac ión
de l f a rmacó logo , mas t ambién en cuan to se r pe r sona l . De ah í l a impor
tanc ia de la re lac ión médica para e l buen éxi to de l t ra tamiento y la ne
ces idad de t ra tar a los enfermos ten iendo en cuenta todos los regis t ros
de su respect iva personal idad , desde e l n ive l in te lec tua l has ta las pecu
l ia r idades de la v ida afec t iva . S i un enfermo se s ien te in te lec tua l y sent i
menta lmen te muy supe r io r a su méd ico , l a d ig i t a l que é s t e l e p re sc r iba
no poseerá toda la e f icac ia te rapéut ica que en o t ro caso tendr ía .
3.  E l t r a t a m i e n t o , q u e , c o m o a c a b a m o s d e v e r , e m p i e z a b a s t a n t e
an te s de que e l méd ico haya dado l a mano a l pac ien te —creo que von
Leyden no se se opondr ía a e s t a ampl i ac ión de su sen tenc ia—, no con
c luye con e l s a ludo de desped ida de aqué l . D icho de o t ro modo : l a acc ión
de «da r de a l t a» e s un ac to t e rapéu t i co , además de se r un ac to d iagnós
t i c o .
  El a l t a t i ene como fundamento p rop io un ju i c io de ca rác te r noé t i co ,
e l j u i c io «Es te hombre e s t á sano» . Mas t an p ron to como l a conv icc ión
se t rueca en comunicac ión , y e l méd ico , de pensa r «Es te hombre e s t á
sano», pasa a dec i r «Tú es tás sano», es tas pa labras suyas —o las que en
cada caso l a s sus t i t uyan— crean una s i tuac ión nueva en su r e l ac ión
4
  Amor y psicoterapia
  (Pa ido s , Bu en os Ai res , 1963) —f ino y en jun d ioso l ib r i to ,
a c u y o c o n t e n i d o h a b r e m o s d e v o l v e r m á s d e u n a v e z — , C a r l o s A l b e r t o S e g u i n e s t i m a
p o c o a c e p t a b l e l a t r a d u c c i ó n d e
  Weggenossenschaft
  p o r « c a m a r a d e r í a i t i n e r a n t e » .
«Compañer i smo de camino» , d ice é l , con indudab le r azón .  Genossenschaft  es, po r
supues to , «compañ ía» ; pe ro e l s en t ido de esa «compañ ía» e s an te todo l a «cooperac ión
o b j e t i v a » .
  Parteigenosse
  es e l «com pañero de pa r t ido » ;
  der Genosse,
  c o m o t é r m i n o
jur íd ico , es «el cómpl ice»; una  landwirtschaftliche Genossenschaft  es un a «coopera t iva
agr íco la» . Por e s to , y pa ra subraya r l a d i f e renc ia e senc ia l en t re  Genossenschaft  («com
p a ñ í a c o o p e r a t i v a » ) y
  Freundschaft
  ( « a m i st a d » ), h e p r e f e r id o t r a d u c i r a q u e l t é r m i n o
po r «camarader í a» . Véa se , en tod o caso , lo que ace rca do l a r e l ac ión t e ra pé u t i c a se
d i c e e n l a S e g u n d a P a r t e .
22
Conceptos fundamentales
cuas i -d iádica con e l enfermo que las oye; s i tuac ión que nunca de jará
de tener a lguna ef icac ia dent ro de la v ida de és te . No pocas veces será
m í n i m a l a i m p o r t a n c i a m é d i c a d e l h e c h o q u e a h o r a d e s c r i b o ; p e r o e n
ocas iones —piénsese en los de l i cados p rob lemas t écn icos y mora le s
qu e p lan tea e l a l ta de c ier tos op era do s y de cas i to do s los enfe rm os
c rón icos— ta l impor tanc ia podrá a l canza r muy a l tos n ive les . A l méd ico
se le enseña a d iagnos t icar la «enfermedad», pero no a d iagnos t icar la
«curac ión» ; y , como vemos , é s t e e s empeño que no ca rece de muy su t i l e s
escol los teór icos y prác t icos .
4 .  Sólo ar t i f ic ia lmente a is lada de su ine lu dib le con to rn o soc ia l
es cuasi-diádica la relación médica; y s i esto era cier to en el caso del
d iagnós t i co , con mayor r azón habrá de se r lo en e l de l t r a t amien to .
En r igo r , e l t r a t amien to méd ico e s po r su e senc ia misma un ac to  social,
aunque t an abso lu ta y pe r t inazmente sue lan desconoce r e s t a r ea l idad los
t ra tados de medic ina c l ín ica .
Concédenle carác ter soc ia l las ordenanzas lega les a que es tá somet ido
en tod os los pueb los cu l tos y , po r sup ues to , e l he cho d e qu e sus p res
cr ipc iones hayan de ser e jecutadas dent ro de los grupos soc ia les a que
e l en fe rm o pe r t enez ca — fami li a , p ro fes ión , am igo s , e t c .— ; más aún ,
c o n t a n d o — o d e b i e n d o c o n t a r — d e a l g ú n m o d o c o n e l l o s , p o r q u e l a
ef icac ia te rapéut ica de los remedios se ha l la sens ib lemente condic io
nada po r e l modo de «es t a r en soc iedad» aqué l sobre que ac túan .
Pe ro e se cons t i t u t ivo ca rác t e r soc ia l de l t r a t amien to v iene an te todo
de te rminado por l a o rdenac ión de l a soc iedad en c l a ses económico-
pol í t icas — n o dejan de exis t ir és tas , ba jo o t ra fo rm a, en los pa íses soc ia l is
t a s—   y p o r la inex ora ble pe r ten en cia de l pac iente a un a de el las . E n la
Aten as de los s ig los v y iv an te s de J . C , d i fe r ía m uy con s ide rab lem en te
la as is tencia m édica , se gú n sus benef ic iar ios fuesen esc lavos , ho m br es
l ibres po bre s u ho m br es libres r icos . M i l se tec ientos años má s ta rd e ,
A r n a l d o d e V i l a n o v a d i s t i n g u i r á d e s d e e l p u n t o d e v i s t a d e l t r a t a m i e n t o
sa r l a de un modo t an pa lad ino , h ipóc r i t amen te s i l enc iada po r todos ,
ta l d is t inc ión segui rá v igente en las soc iedades secular izadas y capi ta
l i s tas de los s ig los x ix y xx . En la propia Unión Sovié t ica , ¿son acaso
igua lmen te d i agnos t i cados y t r a t ados e l  mujik  de la estepa y el jerarca
po l í t i co , t écn ico o mi l i t a r ? Toda conc ienc ia honrada se r ebe la rá , po r
lo menos ín t imamente , con t r a t an no to r i a s d i f e renc ias en o rden a uno
de los más e l emen ta l e s e i nd i scu t ib le s de rechos de l hombre , e l de recho
25
La relación médico-enfermo
a l a r ec ta cu rac ión de sus en fe rmedades ; pe ro mien t ra s l a e s t ruc tu ra
de la soc iedad no cambie de manera suf ic iente , esas d i ferencias perdu
rará n , y en e llas se hará h i r ien tem en te manif ies ta la ine lu dib le co nd ic ió n
soc ia l de l t r a t amien to méd ico .
I V . E l  momento afectivo  de la re lac ión m édica . A de m ás de rea l i
za r se cognosc i t iva y ope ra t ivamen te , l a r . m . -e . s e cons t i tuye como
vincu lac ión a fec t iva ; d i agnós t i co , t r a t amien to y —como ahora se d i ce—
trans fe renc ia fo rman , mutuamente impl i cados en t r e s í , e l t é rmino a
que en def in i t iva conduce e l or ig inar io fundamento especí f ico de esa
re lac ión .
Ta l l azo a fec t ivo posee una t r ama pe r sona l y cua l i t a t ivamen te
he te rogénea ; une a dos pe r sonas , y e s t a s se r e l ac ionan mutuamente
desde dos s i tuac iones v i t a l e s —una en cuan to «enfe rmo» , o t r a en cuan to
«médico»— muy di ferentes en t re s í . A la «cooperac ión i t inerante»
de l pac ien te con su méd ico y de é s t e con aqué l , cada uno apor t a lo suyo ,
as í en e l orden de la acc ión como en e l orden de l sent imiento . El en
fermo pone afec t ivamente en e l la la a f l ic t iva , expectante v ivencia de
su menes ter y una conf ianza mayor o menor en la medic ina y en la
pe r sona que va a t r a t a r l e ; y e l méd ico , su vo lun tad de ayuda t écn ica ,
c i e r t a mise r i co rd ia gené r i camen te humana , l a pas ión que en é l desp ie r t e
la s iempre fasc inante empresa de gobernar c ient í f icamente la na tura leza
y un indudab le ape t i to , s ec re to en unos casos , pa t en te en o t ros , de luc ro
y de pres t ig io . La pecul ia r a fecc ión que enlaza a l médico y a l enfermo
•—llámesela philía,  «amis tad», con los an t iguos gr iegos , o « t ransferencia» ,
con los ac tua les ps icoanal i s tas— es e l resu l tado que en e l a lma de l
uno y de l o t ro de te rmina e s t a dua l y comple ja se r i e de mot ivos .
V . E l  momento ético-religioso de la re lac ión m édica . Lo s ac tos hu
m a n o s — X . Z u b i r i y J . L . L . A r a n g u r e n l o h a n h e c h o v e r c o n e s p e c i a l
e v i d e n c i a — s o n c o n s t i t u t i v a m e n t e m o r a l e s , u n a s v e c e s s e g ú n e l m o d o
de la «mora l idad»  stricto sensu y o t ra s seg ún e l m o d o de l a « inm ora l idad» .
La l ibe r t ad de l hombre l l eva inexorab lemen te en su e s t ruc tu ra un
«para qué», y en ese «para» va obje t iva y subje t ivamente inscr i ta la mo
r a l idad cons t i t u t iva de l a s acc iones humanas .
No son excepción a es ta reg la los ac tos en que se rea l iza la r . m. -e . ,
t engan su p ro tagon i s t a en e l en fe rmo o en e l méd ico . En lo que a l
en fe rmo a tañe , l a i n t r ín seca mora l idad de l a r . m . -e . v i ene an te todo
24
Conceptos fundamentales
conf igurada —supon iendo , c l a ro e s t á , que e l méd ico no sea pa ra e l
pac ien te o t r a cosa que m éd ico — p o r e l «pa ra qué» de la s a lud que busca .
«No hay sa lud cumpl ida— ha e sc r i to R . S iebeck —sin una r e spues t a
sa t i s fac tor ia a la pregunta : Sa lud ¿para qué? No v iv imos para es tar
sanos , s ino que e s t amos y que remos e s t a r s anos pa ra v iv i r y ob ra r»
  5
.
A l a sa lud humana pe r t enece cons t i t u t ivamente un «pa ra qué» no in
c lu ido en e l l a misma , y de ah í que só lo mora l o inmora lmen te pueda
uno es tar sano y querer la sa lud .
En lo que a t añe a l méd ico , en cambio , l a r e l ac ión méd ica mues t r a
su cond ic ión mora l en dos in s t an tes d ive r sos , uno in i c i a l y o t ro t e rmina l .
Como e l Samar i t ano de l a pa rábo la , e l méd ico debe r e so lve r in i c i a l -
men te en e l s en t ido de l a ayuda l a t ens ión ambiva len te que dos t enden
cias espontáneas y cont rapues tas , una hac ia la ayuda y o t ra hac ia e l
abandono , susc i t an s i empre en e l a lma de qu ien con templa e l e spec
t ácu lo de l a en fe rmedad . Se r méd ico e s , po r lo p ron to , ha l l a r se hab i tua l
y p ro fes iona lmen te d i spues to a una r e so luc ión favorab le de l a t ens ión
a y u d a - a b a n d o n o . N o a c a b a a h í , s i n e m b a r g o , e l c o m p r o m i s o m o r a l
de l méd ico . As í i n i c i ado , e se compromiso c rece y se consuma con l a
e j ecuc ión de l ac to de ayuda , que se rá e s fo rzado unas veces y neg l igen te
ot ras , y que persegui rá , según los casos , e l b ien de l enfermo, e l lucro ,
e l p re s t ig io o qu ién sabe s i una ve lada g ran je r i a de domin io y seducc ión .
Et ica por razón de su esencia , é t ica s iempre , la re lac ión médica
m u e s t r a s u e t i c i d a d d e m o d o s m u y d i v e r s o s . M u é s t r a l a c o n r o s t r o
d i s t in to cuando ac túa como v incu lac ión cuas i -d i ád ica y cuando ac túa
como v incu lac ión soc ia l ; pe ro , sobre todo , cuando se l a ve r ea l i zándose
a t ravés de las d is t in tas s i tuac iones que in tegran e l curso de la h is tor ia .
La mora l méd ica de los a sc l ep íadas h ipoc rá t i cos no co inc ide con l a
mora l profes ional de los médicos cr i s t ianos , y és ta , a su vez , d i f ie re
de l a é t i ca de los méd icos agnós t i cos o a t eos . S in mengua de l de recho
a e l eg i r como p rop ia una de e l l a s y a pensa r que hay una mora l méd ica
r igu ros am en te supras i tuac iona l e i nva r i ab le — lo cua l, d i ch o sea en
inc iso , habrá de ser f i losóf ica , h is tór ica y médicamente jus t i f icado—,
el he ch o em pír ico es qu e la co ns t i tu t iva e t ic ida d de la re lac ión m édic a
va adoptando f iguras muy d iversas a lo la rgo de la h is tor ia .
Y pues to que toda é t i ca descansa sobre una v i s ión r e l ig iosa de l
mundo —aunque é s t a sea en ocas iones e l a t e í smo—, l a r . m . -e . s e ha l l a rá
5
  M edizin in Bewegung
  ( S t u t t g a r t , 1 9 49 ) , p á g . 4 8 6 . V é a s e t a m b i é n e l c a p í t u l o
«Salud y perfección del hombre», de mi l ibro  Ocio y trabajo.
25
La relación médico-enfermo
s i empre más o menos exp l í c i t amen te a r r a igada en una de te rminada
pos ic ión de l e sp í r i tu f r en te a l p rob lema ú l t imo de l a r e l ig ión . Tan to
m á s ,
  c u a n t o q u e l a e n f e r m e d a d — c o m o e l m a l , c o m o e l a m o r , c o m o
todo lo que pone en juego l a t o t a l idad de l a ex i s t enc ia humana— t i ene
s iempre pa ra e l hombre , has t a pa ra e l hombre secu la r i zado , un sec re to
quid sacrum.  Los an t iguos l l amaron «enfe rmedad sag rada» a l a ep i l ep
s ia . Desde su p iedad i lus t rada y «f i s io lógica» , los médicos h ipocrá t icos
h ic i e ron no ta r que todas l a s en fe rmedades son igua lmen te «sagradas» ,
po rque todas pe r t enecen a l a na tu ra leza , a l a d iv ina  physis.  Cua lqu ie r
hombre podr í a dec i r l o mismo , aunque su men te se ha l l e a c i en l eguas
del rad ica l na tura l i smo de los an t iguos gr iegos . En la medida y en la
forma que sean , la enfermedad es s iempre más o menos «sagrada» para
quienes la suf ren y la conviven; y lo es en e l doble , ambivalente sent ido
que en la t ín posee e l ad je t ivo  sacer,  po rq ue l a r ea l idad de l acc iden te
morboso se nos mues t ra a la vez «sacra» y «execrable» . En cuanto la
en fe rmedad e s de a lgún modo sac ra y en cuan to e l ac to de a t ende r l a
t iene por esencia carác ter é t ico , la re lac ión médica posee en su cons t i
t u c i ó n u n m o m e n t o i n e q u í v o c a m e n t e r e l i g i o s o .
He aquí , pues , la es t ruc tura de la r . m. -e . Metaf í s ica y ps icológica
m e n t e i m p l a n t a d o e n s u f u n d a m e n t o g e n é r i c o ( e l b i n o m i o m e n e s t e r -
amor) , e l fundamento especí f ico de esa re lac ión —con o t ras pa labras :
l a v incu lac ión r e su l t an te de l encuen t ro en t re e l en fe r ino y e l méd ico ,
cualquiera que sea la s i tuac ión h is tór ica y soc ia l de uno y o t ro— se
rea l iza p lenamente y se expresa en cuat ro d i recc iones pr inc ipa les :
una cognosc i t iva , e l d i agnós t i co ; o t r a ope ra t iva o mod i f i cadora , e l
t ra tamiento ; o t ra a fec t iva , l lámese «amis tad médica» o « t ransferencia»;
otra , en f in, ét ica y rel igiosa; y todas el las deben ser estudiadas dis t in
gu iendo me tód icamente en su r ea l idad su cond ic ión cuas i -d iád ica •—lo
cua l no se rá pos ib le s in c i e r t a v io l enc ia abs t r ac t iva , po rque e l hombre
nunca de ja de ser  %pon politikón— y su co nd ic ión soc ia l . P ien so qu e só lo
as í podrá entenderse con c ier ta suf ic iencia la var iac ión de la re lac ión mé
dica en e l curso de la h is tor ia y , por supues to , lo que es ta re lac ión
in terhumana en s í y por s í misma es .
26
 
P R I M E R A P A R T E
HISTORIA DE LA RELACIÓN
 
Fie l a un , háb i to men ta l muy a r r a igado en mí y muy c la ramen te
pe rcep t ib le en va r ios de mis l ib ros
  1
, p r o c u r a r é h a c e r d e l c o n o c i m i e n t o
h i s t ó r i c o p r e s u p u e s t o d e l c o n o c i m i e n t o s i s t e m á t i c o — l a « h i s t o r i a c o m o
s i s t ema» de l ep íg ra fe y e l p rograma de Or tega—, y consagra ré e s t a
Pr i m era P ar te a l es tu dio de las pr inc ipa les v ic is i tudes qu e la re lac ión
en t re e l méd ico y e l en fe rmo ha exper imen tado en l a h i s to r i a de l mundo
occ iden ta l . Po r l a s r azones que luego ind ico , he p resc ind ido de exami
nar los modos de l a v incu lac ión t e rapéu t i ca an te r io res a l a Grec ia
clásica.
E l cap í tu lo p r imero va ded icado a l e s tud io de l a r e l ac ión méd ica
en la an t ig ua Grec ia . Más. p re c i sa m en te , en e l pe r íod o h ip oc r á t i co de
l a m e d i c i n a g r i e g a . A n t e s d e e s t e p e r í o d o — i n a u g u r a d o , s e g ú n l o s d o
c u m e n t o s d e q u e d i s p o n e m o s , p o r l o s p i t a g ó r i c o s d e C r o t o n a , y n o
por los a sc l ep íadas de Cos—, l a med ic ina he lén ica e ra empi r i smo y
teurgia ; después de é l , e l as t i l lamiento de la pa to logía en escuelas y la
e m i g r a c i ó n d e l o s m é d i c o s h e l e n í s t i c o s a l a m e t r ó p o l i r o m a n a m o d i
f ican la f igura de l d iagnós t ico y o torgan nuevo marco soc ia l a l e je rc ic io
de l a r t e de cu ra r , pe ro no a l t e ran de manera sus t anc ia l l o s p resupues tos
y l a doc t r ina de l a v incu lac ión en t re e l méd ico y e l pac ien te . Nada más
d i s t an te , a p r imera v i s t a , que l a r e l ac ión méd ica de Ga leno con e l em
perador Marco Aure l io y l a v i s i t a de Hipócra t e s a lo s oscuros F i l i s cos
y Si lenos de sus h is tor ias c l ín icas . Con su genia l , pero inc ip ien te saber
t écn ico , Hipócra te s ac túa en cua lqu ie r v i l lo r r io de l a cos ta jón ica .
Seisc ientos años más ta rde , ya en poses ión de un saber ampl io y s i s te
mát ico , Ga leno p rac t i ca su a r t e en los pa lac ios de Roma . No c reo ,
s i n e m b a r g o , q u e u n o y o t r o d i s c r e p a s e n m u c h o e n s u p e r s o n a l i n t e r
pre tac ión de la  philia iatrikê  o «am is t ad méd ica» .
L a
  historia clínica, La espera y la esperanza, Teoría y realidad del otro.
29
La relación médico-enfermo
L a n o v e d a d , f u n d a m e n t a l n o v e d a d , l l e g a r á c o n e l c r i s t i a n i s m o .
Duran te lo s p r imeros s ig los de su ex i s t enc ia h i s tó r i ca —más p rec i sa
mente , desde l a p red icac ión de l Evange l io has t a e l s ig lo x iv—, e l c r i s
t i an i smo no modi f i ca t écn icamente l a med ic ina an t igua : l o s méd icos
c r i s t i anos d i agnos t i can y t r a t an , en e l me jo r de lo s casos , como los mé
d icos de l a An t igüedad g r i ega . Pe ro su r e l ig ión ha cambiado r ad ica l
mente l a i dea de l a r e l ac ión amis tosa en t re hombre y hombre , y e s t e
cambio va a conceder rea l idad y f igura inédi tas a la  philanthropía médica,
y po r ta n t o a la re lac ión en t re e l te ra pe uta y e l en ferm o. E l ca pí tu lo
seg un do d e e s t a P r im era Pa r t e e s tud ia l a p rác t i ca y l a conc epc ión c r i st ia
nas de ta l re lac ión , a t ravés de las t res pr inc ipa les s i tuac iones h is tór i
cas por que e l c r i s t ian ismo ha pasado has ta ahora : e l c r i s t ian ismo
pr i m i t ivo o p re co ns ta n t in i an o , e l c r i s t i an i smo m ed ieva l y e l c r i s t ian i smo
m o d e r n o .
En e l t r áns i to de l a Ba ja Edad Med ia a l mundo moderno , e l c r i s t i a
n i smo in ic i a una ac t i tud nueva f r en te a l a t écn ica . Pa ra e l pensador
cr i s t iano de l s ig lo x in , e l «ar te» —la  tékhnê  he lén ica— es , muy he lén ica
m e n t e ,  recta ratio factibiluim,  «rec ta razó n de las cosas qu e pu ed en hacerse»;
pe ro en cuan to e l hombre s i en ta y p iense con exp l i c i tud y v igor que é l
e s ima gen y seme janza de un Se r in f in i tam en te po de ro so , y po r t an to ,
que nada pa ra é l hay en e l o rden cósmico que  en principio  p o s e a u n a
«necesidad absoluta», los l ímites de lo «fact ible» van a di latarse ante su
m e n t e y b a j o s u s m a n o s d e u n m o d o a l a v e z p r o g r e s i v o e i n d e f i n i d o .
A s í n a c e l a a c t i t u d m e n t a l d e l h o m b r e m o d e r n o f r e n t e a l c o s m o s , y
as í nace rá poco después l a ingen te aven tu ra de l a t écn ica moderna .
La re l ac ión en t re e l m éd ic o y e l en fe rm o , q ue ya e ra nu ev a desd e un p u n to
de v i s t a é t i co , podrá comenza r a se r lo t ambién desde un pun to de v i s t a
t écn ico .
A pa r t i r de l s ig lo xvn i , l a soc iedad occ iden ta l s e secu la r i za . Hom
bres c r i s t i anos y hombres secu la r i zados conv iven en su seno ; y s i endo
las más , e l hombre secu la r i zado , unos y o t ros van a da r inc ip ien te y
pau la t ina r ea l idad secu la r , mundana , a l a s t r e s p r inc ipa le s novedades
que e l c r i s t i an i smo t r a jo a l a r e l ac ión méd ica : l a novedad t écn ico -cos
mológ ica ( e l aborac ión de una t écn ica d iagnós t i ca y t e rapéu t i ca en que
el h o m b re se s ien te ser y es e fec t ivam ente su pe r io r a la nece s idad de l
o rden cósmico) , l a novedad é t i co - soc ia l (p royec to y empresa de abo l i r
pa ra s i empre y por doqu ie ra l a opos ic ión en t re una «med ic ina pa ra
30
Introducción a la historia de la r. m .-e.
r i cos» y una «medic ina pa ra pobres» ) y l a novedad é t i co -pe r sona l (va lo
r ac ión inéd i t a de l amor como agen te t e rapéu t i co y —en l a med ida de
lo pos ib l e— tecn i f i cac ión de l a r e l ac ión amorosa ba jo fo rma de ps i co
t e rap ia ) . Ta les son los mot ivos que cons t i tuyen e l ne rv io de l a r e l ac ión
médica en los s ig los x ix y xx , a la cua l va dedicado e l capí tu lo te rcero
y ú l t imo de la par te h is tór ica de es te l ibro .
31
CAPITULO I
L A R E L A C I Ó N M E D I C A E N L A G R E C I A C L A S IC A
Primero en las co lonias gr iegas de Jonia y Sic i l ia , luego en e l seno
de la met rópol i a ten iense , durante los s ig los v i y v antes de J . C. va a
acon tece r e l hecho más impor tan te de l a h i s to r i a un ive r sa l de l sabe r
méd ico , y uno de lo s ve rdade ramen te dec i s ivos en toda l a h i s to r i a de l a
v ida humana : l a cons t i tuc ión de l a med ic ina como « técn ica» . La r e l ac ión
médica gana con e l lo un n ive l nuevo , canón ico ya pa ra l a med ic ina
u l t e r io r . Vamos a e s tud ia r lo con a lgún de ta l l e . Pe ro acaso no sea inú t i l
examina r p rev iamen te lo s modos de l a r e l ac ión sanadora  qae  en Grecia
y en todo e l p l ane ta p reced ie ron a l i n s t au rado por Alcmeón de Cro tona
y los asc lepíadas h ipocrá t icos .
Desde e l pa leol í t ico has ta esa decis iva hazaña de la Grec ia c lás ica ,
t res han s ido , a mi ju ic io , los t ipos card ina les de la re lac ión sanadora :
l a ayuda e spon tánea , l a cu rac ión mág ica y e l t r a t amien to empí r i co .
L l a m o  ayuda espontánea  a la que se pre s ta a l enfe rm o s ig uie nd o e l
« ins t in to de aux i l io» que ingén i t amen te ope ra en e l a lma humana normal ,
y s in r ecur r i r a u sos t r ad ic iona le s n i a r i t o s mág icos . La madre que
apr ie ta cont ra su regazo a l h i jo febr ic i tan te , y le sus t rae as í a la inc le
m e n c i a d e l a i r e a m b i e n t e , l a n i ñ a q u e a p o y a s u m a n o , c o n á n i m o p r o
t ec to r , sob re l a r eg ión do l i en te de l cue rpo de su he rmano , p rac t i can s in
sabe r lo e s t e p r imar io modo de l a r e l ac ión sanadora . La ayuda a s í p re s t a
da e s , po r supues to , e spon tánea : a l a v i s t a de l s emejan te en fe rmo , e l
impu l so de que e l l a p rocede b ro ta s in de l ibe rac ión en e l a lma , como de
la vena he r ida b ro ta l a sangre .
Una vez d i cho lo que p recede , debe s in demora añad i r se que t a l
«espon tane idad» de l a r eacc ión no impl i ca ve rdade ra «neces idad» , y e s to
por t res razones pr inc ipa les : i .
a
  L o qu e e l e spec tácu lo de un ho m b re
enfe rmo inmed ia tamen te susc i t a en e l án imo de qu ien lo con templa no
3
33
La relación médico-enfermo
e s u n p u t o m o v i m i e n t o d e a y u d a , s i n o u n a a c t i t u d a m b i v a l e n t e , e n c u y o
seno se a r t i cu lan y en t r e s í pu gn an e l ya m en c io na do « ins t in to de aux i lio»
— r e a l , s i n d u d a a l g u n a — y u n a t e n d e n c i a n o m e n o s p r i m a r i a a l a b a n
dono de l en fe rmo . Has ta en e l ca so de l s e r más que r ido , l a en fe rmedad
nos l l ama y nos r epe le ; y ambos movimien tos , e l que nos l l eva hac ia
e l en fe rmo y e l que nos apa r t a de é l , son igua lmen te e spon táneos . Lo
cua l i nd ica qu e e se in s t in to d e aux i l io só lo pu ed e p reva lece r en n os o t r os
merced a un ac to de  decisión. N o d e o t r o m o d o t u v o q u e c o m e n z a r l a
acc ión mise r i co rd iosa de l Samar i t ano . 2 .
a
  A lg o m ás ex ige l a ope rac ión
de ayuda . A l a dec i s ión de r ep r imi r l a t endenc ia a l abandono de l en fe rmo
y da r v í a l i b re a l i n s t in to de aux i l io debe acompañar —más o menos
l ú c i d a m e n t e v i v i d o — u n a c t o d e  apropiación.  Con é l la tendencia se
con v ie r t e en vo l i c ión , y qu ien en sí m ism o v ive la in t e r io r heg em on ía de l
in s t in to de aux i l io puede dec i r que é s t e e s ve rdaderamen te «suyo» .
3 .
a
  La efec t iva e jecución de la ay ud a a l enfe rm o pid e , en fin , po rq ue
d e o t r o m o d o n o s e r í a o p e r a c i ó n h u m a n a , u n a c t o d e proyección,  u n p r o
yec to más o menos expreso y a r t i cu lado de lo s mov imien tos en que t a l
ayuda va a cons i s t i r . Enseñó Demócr i to (Die l s -Kranz , f r s . 276 y 278)
que los impu l sos na tu ra le s de l hombre no l l egan a se r p l enamen te
«hum anos» si n o qued an conf igurados po r c i e r tos  nótnoi o c o n v e n c i o n e s ,
y as í lo mues t ra nues t ro anál i s i s de la ayuda espontánea a l semejante en
f e rm o . M ás o men os co nsc ien tem en te , s egún e l caso y l a pe r so na , l a
espon tane idad de l hombre e s s i empre una ac t iv idad po r é l dec id ida ,
a p r o p i a d a y p r o y e c t a d a .
Co n su ca rác t e r a l a vez e l em en ta l y rud im en ta r io , la ayud a esp on tán ea
es fun dam ento y ge rm en de la r e l ac ión méd ica . Lo e s desde e l p un to d e
v i s t a h i s tó r i co , po rque a s í deb ió de comenza r l a a s i s t enc ia a l en fe rmo
en los r emot í s imos a lbores de l a humanidad , cuando aún no se hab ía
in ic i ado l a Edad que so lemos l l amar «de P ied ra» . Lo es , además , desde
un pun to de v i s t a ón t i co , po rque l a más r e f inada ayuda t écn ica a un
enfe rmo —la ab lac ión de un tumor ce reb ra l o una cu ra ps i coana l í t i ca—
no ser ía en r igor «médica» s i no l levase en su seno, como f ino nerv io
viv i f icador , la apropiac ión , por par te de l te rapeuta , de esa tendencia a l
aux i l io de qu ien padece en fe rmedad .
N o s a b e m o s c u á n d o y c ó m o l o s h o m b r e s c o m e n z a r o n a e m p l e a r
man iobras de ca rác te r mág ico pa ra r e so lve r lo s p rob lemas impor t an tes
de su v ida . Es l íc i to en cualquier caso pensar que la curación  mágica de las
e n f e r m e d a d e s c o n s t i t u y e u n a i n v e n c i ó n h u m a n a r e l a t i v a m e n t e t a r d í a ,
34
La r. m.-e. en la Grecia clásica
porque su v igenc ia pa rece se r nu la o muy escasa en l a s cu l tu ra s más
«pr imi t ivas» . Sea de e l lo lo que quiera , la prác t ica de la magia te rapéut ica
— e n t e n d i d a t a l e x p r e s i ó n e n s u s e n t i d o m á s l a t o — p r e v a l e c e a m p l i a
mente en t re los ac tua les pueb los p r imi t ivos , y a manera de r e l iqu ia su
pers t ic iosa subs is te v iva en las zonas infer iores de no pocas soc iedades
c iv i l izadas .
La es t ruc tu ra de l a ope rac ión mág ica cons ta en e senc ia de t r e s ing re
dientes : una rea l idad que se reputa modif icable (en e l caso de la curac ión
mágica , un en fe rmo) , unos poderes capaces de mod i f i ca r l a (pode res
m i s t e r i o s o s , s o b r e h u m a n o s y , e n p r i n c i p i o , i l i m i t a d o s ) y u n r e c u r s o
para movi l izar esos poderes a l serv ic io de la modif icac ión que se desea .
Ta l r ecur so puede adop ta r , a su vez , t r e s fo rmas p r inc ipa les : l a «v i r tud»
q u e p e r s o n a l y e s t a m e n t a l m e n t e p o s e e u n h o m b r e d e t e r m i n a d o ( b r u j o ,
h e c h i c e r o , c h a m á n , m a g o o  medicine-mari),  la pre su nt a e ficac ia t ra ns
fo rmadora de una fó rmula o un r i to ( l a  epôdê helén ica, e l «Sésa mo » d e las
conse jas a rábigas ; más genér icamente , e l ensa lmo o e l conjuro) y e l es
pec ia l p r iv i l eg io de c i e r tos luga res geográ f i cos , como Ep idauro y l a
I s l a T ibe r ina
  1
.  La rea l idad , en suma, quedar &ia