la necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

46
- 113 PREMIO DEL INTERNATIONAL JOURNAL OF PSYCHOANALIYSIS AL MEJOR TRABAJO PUBLICADO DURANTE EL AÑO 2002 La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis Los debates sobre M. Klein y J. Lacan en el Río de la Plata Ricardo Bernardi 1 Introducción Ciertos problemas metodológicos y epistemológicos del psi- coanálisis actual se ponen de manifiesto en forma muy clara cuan- do se estudian las situaciones de disenso teórico o técnico que se producen entre analistas. Frente a las discrepancias, cada una de las posiciones está invitada -al menos en principio- a fundamentar sus afirmaciones, exponiendo las razones en las que se apoya. El 1 La versión original de este trabajo fue publicado en el International Journal of Psychoanalysis 2002.vol 83, part4 p851-873. Una primera versión en español se ha publicado en Psicoanálisis Focos y Aperturas. Montevideo Psicolibros 2001 2. Miembro Titular de A. P. U. - S. Vázquez 1144 - E-mail: [email protected] Montevideo Uruguay. SECCIÓN PLURITEMÁTICA Revista Uruguaya de Psicoanálisis 2003; 97: 113-158

Upload: nguyencong

Post on 11-Feb-2017

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 113

PREMIO DEL INTERNATIONAL JOURNAL OF PSYCHOANALIYSIS ALMEJOR TRABAJO PUBLICADO DURANTE EL AÑO 2002

La necesidad de verdaderas controversiasen psicoanálisis

Los debates sobre M. Klein y J. Lacanen el Río de la Plata

Ricardo Bernardi1

Introducción

Ciertos problemas metodológicos y epistemológicos del psi-coanálisis actual se ponen de manifiesto en forma muy clara cuan-do se estudian las situaciones de disenso teórico o técnico que seproducen entre analistas. Frente a las discrepancias, cada una delas posiciones está invitada -al menos en principio- a fundamentarsus afirmaciones, exponiendo las razones en las que se apoya. El

1 La versión original de este trabajo fue publicado en el International Journal ofPsychoanalysis 2002.vol 83, part4 p851-873. Una primera versión en español se hapublicado en Psicoanálisis Focos y Aperturas. Montevideo Psicolibros 2001

2. Miembro Titular de A. P. U. - S. Vázquez 1144 - E-mail: [email protected] Uruguay.

SECCIÓN PLURITEMÁTICA

Revista Uruguaya de Psicoanálisis 2003; 97: 113-158

Page 2: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

114 -

estudio de estas razones debería permitir comprender mejor losproblemas en discusión, evaluar las distintas soluciones propues-tas e identificar los consensos o los puntos en que no hay acuerdoy necesitan mayor investigación. Más aún: como analistas sabe-mos que es necesario tener presente las fuerzas inconscientes quepueden influir en contra de la aparente racionalidad de un procesodiscursivo. El examen de las fundamentaciones esgrimidas en lassituaciones de disenso debería abrir las puertas a una compren-sión mayor sobre la forma en que está siendo manejado a nivelinconsciente el problema del narcisismo y de la alteridad, que todadiscusión pone en juego. También llevaría a que cada uno de losparticipantes se cuestionara sobre su relación inconsciente con lasteorías analíticas y lo que pueden significar ciertos autores o ideasen la historia personal de cada uno. Si todo ocurriera como lo aca-bo de describir, estaríamos frente a un panorama alentador, en elque las sucesivas generaciones de analistas dispondrían, ante sí,de una visión clara de los progresos realizados por la generaciónanterior, de los diferentes caminos teóricos y técnicos que permi-tirían nuevos avances y de las razones aducidas para preferir unosa otros. Al mismo tiempo, la experiencia del análisis personal per-mitiría manejar mejor la incertidumbre y hostilidad que genera eldebate, así como los conflictos inconscientes y restostransferenciales que inciden en la elección de teoría. Creo que aesta altura nadie duda que estoy describiendo un panorama másideal que real, que en esta era “post”, suena como un sueño delIluminismo3 .

De hecho, los debates o controversias científicas son posi-bles, aunque difíciles. Si observamos los debates que tienen lugar

3. Debemos, con todo, ser cautos al renunciar a los sueños del Iluminismo. La crítica auna concepción demasiado estrecha de la razón no significa que se deba abandonartoda forma de racionalidad. El psicoanálisis mismo nació y sigue ligado a una ciertaracionalidad, como lo expresa Steiner, R. (1995: 442): “In fact, both the scientific andthe curative norms of psychoanalysis imply the acceptance and the use of logical presidiaand moral values which stem from a particular blending of the liberal radical traditionwith the Enlightenment and Romantic traditions of Western European culture withoutwhich psychoanalysis could not have been born”.

Ricardo Bernardi

Page 3: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 115

en psicoanálisis -sea en forma escrita, oral, o a foro interno, estoes, cuando una persona discute un tema consigo misma- encontra-mos que existen una serie de factores que tienden a restringir elalcance de los mismos. El número y la heterogeneidad de las posi-ciones existentes en nuestra disciplina, así como el carácter borro-so de los límites entre ellas, hacen que sea muy difícil, si no impo-sible, tomar a todas en cuenta en el momento de abrir un debate.Incluso las controversias que han tenido mayor repercusión inter-nacional, como las que se dieron en la Sociedad Británica en ladécada de 1940, se limitaron a las ideas dominantes dentro de latradición local. Pero aunque sea necesario aceptar este carácterrestringido de los debates, resulta de suma importancia, teniendoen cuenta la integridad del campo del psicoanálisis, examinar aque-llos debates que se dan entre concepciones psicoanalíticas que di-fieren sustancialmente en sus supuestos teóricos, técnicos yepistemológicos. Este estudio debe realizarse en base a ejemplosparticulares, procurando al mismo tiempo llegar a conclusionesque puedan tener validez general.

Desde el punto de vista histórico, la influencia ejercida porS. Freud no facilitó la creación de una cultura del debate y del libreexamen de las diferencias, favoreciéndose, en cambio, el uso delos argumentos de autoridad y la exclusión de las posiciones di-vergentes. Recién en las últimas décadas se avanzó en forma lentapero segura en el reconocimiento de hecho y de derecho del plura-lismo teórico y técnico del psicoanálisis. Pero la existencia dediversas posiciones hizo necesario clarificar los puntos de acuer-do y desacuerdo entre ellas, para identificar tanto los consensosreales como los puntos abiertos a la discusión. Las controversiascientíficas se convierten, por tanto, en un camino ineludible paraque la disciplina pueda avanzar frente a la diversidad de opinio-nes.

Para que la controversia sea posible se requiere un mínimoacuerdo previo sobre los procedimientos metodológicos y las ba-ses epistemológicas que van a regir en la discusión, de modo quelos argumentos ofrecidos por cada parte puedan ser evaluados decomún acuerdo. Sin embargo, no es fácil lograr criterios compar-

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 4: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

116 -

tidos. Al estudiar la política editorial de las publicacionespsicoanalíticas, D. Tuckett llega a la siguiente conclusión: “Forthose who believe in psychoanalysis, the discipline’s frequent failureto develop an ongoing methodology of rigorous debate to sustainit should be a mayor concern” (Tuckett, 1998: 446). La primeranecesidad es, pues, disponer de procedimientos que permitan dis-cutir acerca de los procedimientos.

Freud había aconsejado llevar los disensos ante el tribunal dela experiencia clínica, poniendo a prueba las posiciones divergen-tes ante casos y problemas clínicos particulares.

Dice Freud (1918 [1914]:48):“As a rule, however, theoretical controversy is unfruitful. No

sooner has one begun to depart from the material on which oneought to be relying, than one runs the risk of becoming intoxicatedwith one’s own assertions and, in the end, of supporting opinionswhich any observation would have contradicted. For this reasonit seems to me to be incomparably more useful to combat dissentientinterpretations by testing them upon particular cases andproblems.”

Pero, en los hechos, al tribunal clínico no le es fácil llegar adecisiones unánimes e incontrovertibles, siendo frecuentes las dis-crepancias acerca de la interpretación correcta de un material. Lainsuficiente confiabilidad de los juicios clínicos constituye un pro-blema en el momento de apoyar en ellos los desarrollos teóricos.Este problema se vuelve más manejable si se distinguen los distin-tos contextos a los cuales pueden pertenecer los juicios clínicos, yen función de estos contextos, los caminos de avance también di-ferentes que se abren.

Señalaré tres tipos de contextos:a) Los juicios clínicos psicoanalíticos pueden ser utilizados parafundamentar decisiones en el campo de las ciencias de la sa-lud. La medicina se ha encontrado con problemas similares defalta de consenso en el campo clínico. El movimiento llamado“Medicina basada en pruebas” («Evidence Based Medicine»,

Ricardo Bernardi

Page 5: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 117

Sackett et al., 1997) intenta hacer frente a la disparidad dejuicios clínicos sobre la eficacia de los tratamientos, desarro-llando procedimientos metodológicos que permitan evaluar elgrado de sustento científico de los distintos enfoques terapéu-ticos. La idea de «tratamientos sustentados empíricamente»(“empirically supported treatments”) es un tema actual de dis-cusión para las distintas psicoterapias, que involucra tambiénal psicoanálisis4 . Es probable que los avances en la investiga-ción sistemática del proceso y de los resultados de los trata-mientos permita responder cada vez con mayor precisión acierto tipo de preguntas, tales como qué enfoque terapéuticobeneficia de qué manera evidenciable a qué tipo de pacientesy por qué medios lo logra. Es probable, también, que los cam-pos vecinos (neurociencias, estudios sobre el desarrollo infan-til, psicología cognitiva, estudios epidemiológicos, etc.) pue-dan aportar conocimientos útiles en relación a algunas otraspreguntas (ciertamente no a todas), que se plantea hoy el psi-coanálisis. Interesa destacar que en todos estos casos los co-nocimientos se apoyan en procedimientos metodológicos biendefinidos, y que cuando ocurren discrepancias, son estos pro-cedimientos los que pasan a constituir el foco de la discusión,pues ellos proveen los criterios en los que se apoya la argu-mentación5.

b) Otras cuestiones que forman parte de las controversiaspsicoanalíticas caen, sin embargo, fuera de este tipo de proce-dimientos estandarizados. Algunas de estas cuestiones sonindecidibles, esto es, no es posible, en el estado actual de los

4. Por ejemplo, en el 42º Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional (Niza,2001) tuvo lugar un Panel dedicado al tema de la Medicina Basada en la Evidencia.

5. Véase, por ejemplo, la discusión en torno a los tratamientos sustentados empíricamenteen la «Special Section» dedicada al tema en: Psychotherapy Research, (1998, vol. 8,Nº2: 115-171). También puede consultarse: Fonagy et al. ,1998,: 52-58 ( “An OpenDoor Review on Outcome Studies in Psychoanalysis”. Publicación electrónica de laInternational Psychoanalytical Association: www.ipa.org.uk)

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 6: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

118 -

conocimientos, decidir acerca de su verdad. Aunque estas pre-guntas puedan referirse a problemas de indudable interés últi-mo o filosófico (por ejemplo, muchos temas de lametapsicología referidos a la naturaleza del inconsciente, dela pulsión, etc.), no existen dentro de la disciplina procedi-mientos que permitan dar una respuesta concluyente a estaspreguntas. Su mención durante el debate, sin embargo, puederesultar útil para brindar información sobre las premisas o elmarco de referencia de cada una de las partes, o bien parafines heurísticos, estimulando el surgimiento de ideas nuevas.

c) Un tercer tipo de cuestiones, situadas en el centro de la in-vestigación clínica y teórica psicoanalítica, suscita otra clasede problemas. Son preguntas que se refieren al significado in-consciente de las experiencias subjetivas e intersubjetivas quese dan en el análisis, y a cuál es la mejor manera deconceptualizar estos descubrimientos clínicos. La discusiónsobre estos temas, en el estado actual de la disciplina, se damayormente en un plano hermenéutico, y los argumentos seapoyan en la intuición clínica enriquecida por la experienciadel propio análisis y en la reflexión crítica sobre los conceptosempleados. Cuando surgen interpretaciones divergentes no sedispone de procedimientos estandarizados para dirimir la cues-tión, ni hay acuerdo sobre si esto sería posible o incluso desea-ble, habida cuenta de la distorsión que estos métodos podríanintroducir en la consideración de ciertos problemas.

Encontramos, por tanto, que en el psicoanálisis tienen cabidadiferentes tipos de preguntas, cuyas respuestas se apoyan en crite-rios de evidencia también diferentes. Es frecuente que en las con-troversias psicoanalíticas se discutan al mismo tiempo cuestionesde diferente naturaleza, sin que se haya establecido previamentecuál es el tipo de procedimiento que se considera válido para abor-dar a cada clase de problemas. Para comprender esta dificultad espreciso tener en cuenta que el psicoanálisis se ha nutrido históri-camente tanto de la tradición científica como de la humanística, y

Ricardo Bernardi

Page 7: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 119

los trabajos psicoanalíticos se acercan a veces más a una u otra deestas tradiciones. Pero los criterios que rigen las controversias, asícomo los procedimientos para lograr acuerdos, difieren en ambastradiciones. Las humanidades no pretenden llegar a consensos delmismo tipo de los que buscan las ciencias. En esto juega un papelimportante el problema de la decidibilidad. Discutiendo las ideasde R. Rorty sobre los problemas de conmensurabilidad en las cien-cias y en las humanidades, Connolly y Keutner (1988: 57-58) ha-cen notar que si bien hay cuestiones decidibles e indecidibles tan-to en las ciencias como en las humanidades, existe una diferenciaentre ambas a este respecto. Mientras la decidibilidad ocupa unlugar central en los asuntos de los que se ocupan las ciencias (almenos en el estado de ciencia normal kuhniana), en las humanida-des predominan las cuestiones indecidibles. El hecho de que elpsicoanálisis incluya en un lugar importante ambos tipos de cues-tiones contribuye para que las discusiones muchas veces no se dendentro de un lenguaje común, sino entre diferentes lenguajes condiferentes regímenes de verdad. Esto obliga a examinar en quémedida los participantes de un debate comparten las mismaspremisas.

Las condiciones necesarias para un verdadero debate

Cuando los argumentos que son convincentes para una de laspartes de un debate, no tienen valor para la otra parte, es frecuenteque esto se deba a que cada una de ellas parte de premisas y su-puestos diferentes, los cuales pueden no haber sido explicitadosen el debate. Al hablar de “premisas” me refiero a los principios ycategorías generales que organizan los conocimientos de una de-terminada teoría; con el término “supuestos personales” designoel contexto de ideas propio de cada autor, que refleja sus experien-cias vitales, incluyendo las experiencias como analista y como pa-ciente.

No es fácil que los participantes de una controversia aceptenponer en discusión sus premisas y supuestos. Esto se debe a razo-

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 8: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

120 -

nes de distinta naturaleza, algunas de las cuales son de orden lógi-co y racional, mientras otras se comprenden mejor desde una pers-pectiva psicoanalítica.

Desde un punto de vista lógico, para que las premisas de cadaparte puedan entrar en la discusión, es preciso que existan al me-nos algunos criterios compartidos que provean una arena neutral,esto es, un campo de discusión que no favorezca a una u otra po-sición. Esto permite que los participantes puedan convertir en temade debate cualquiera de las discrepancias que emerjan en el cursodel mismo; es decir, que en principio podrían ser cuestionadastodas las “verdades” aceptadas por las distintas escuelaspsicoanalíticas. Estos criterios mínimos compartidos no necesitanir, al inicio del debate, más allá de los principios que gobiernan elproceso secundario. Es función de la controversia misma el enri-quecer estas premisas, estableciendo acuerdos progresivos sobrela naturaleza de las cuestiones que son discutidas y sobre los crite-rios que rigen la validez de los argumentos. Pero estos acuerdosmínimos iniciales sobre las premisas pueden ser difíciles o impo-sibles de establecer cuando lo que está en discusión son las reglasbásicas que rigen el uso del lenguaje científico, como ha ocurridoen algunas polémicas recientes (Sokal & Bricmont, 1997,Bouveresse, 1999).

Las dificultades para incluir las premisas y supuestos perso-nales en la discusión se comprenden mejor si examinamos el pro-blema desde una perspectiva psicoanalítica. Las controversias po-nen en juego la relación consciente e inconsciente de una personacon sus supuestos y teorías. En el caso de un analista, sus ideasteóricas y técnicas no tienen sólo un valor intelectual, sino queestán unidas a su historia personal y a sus experiencias analíticascomo paciente y como analista. Poner en cuestión estos supuestosy premisas genera fuertes sentimientos de incertidumbre, reactivalos restos transferenciales originados durante la formación analíti-ca y la vida institucional, y moviliza conflictos narcisísticos. Todoesto tiende a limitar la capacidad de operar con perspectivasreversibles, esto es, a adoptar, aunque no sea más que como ejer-

Ricardo Bernardi

Page 9: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 121

cicio metodológico, la posición de las otras partes. Hacerlo, signi-fica aceptar la posibilidad de que las soluciones que uno mismoadoptó en su vida, como analista o como paciente, puedan ser in-completas o provisionales.

En otra parte (Bernardi, 1992, Bernardi y Nieto, 1989; Bernardiy de León, 1992) me he referido extensamente a la relación in-consciente del analista con sus teorías, así como a la necesidad deexaminar esta relación en el análisis personal o por medio de unareflexión abierta al autoanálisis. Cabe ahora agregar que esta dis-posición personal es necesaria para que un analista pueda enri-quecerse en una controversia científica. Si no existe una actitudabierta a examinar el significado inconsciente de las propias certe-zas, ellas pueden dar origen a procesos de identificación que des-emboquen en un retiro narcisista. Las controversias ponen en jue-go múltiples aspectos personales, entre ellos, deseos de poder oprestigio, lealtades y enemistades de distinto tipo, etc. Pero tam-bién permiten que pueda asomar algo del amor a la verdad. En elcampo del psicoanálisis, el amor a la verdad comienza por estardispuesto a reflexionar sobre uno mismo desde la perspectiva queotro nos ofrece. Llegamos así a un punto en el que convergen laperspectiva epistemológica y la propiamente psicoanalítica: paraque exista un verdadero debate es necesario que se acepte la exis-tencia de un espacio intersubjetivo, en el que las distintas partespuedan regirse por leyes comunes. Guiarse por la lógica del mejorargumento es, en definitiva, mostrar interés por lo nuevo que elotro puede decirme y estar dispuesto a cambiar si es necesario.

En este trabajo quisiera mostrar la utilidad de las ideas de lateoría de la argumentación para examinar algunos de los proble-mas planteados por las controversias en psicoanálisis y para iden-tificar posibles caminos de avance.

La teoría de la argumentación

La teoría de la argumentación ha tenido un desarrollo cre-ciente en los últimos tiempos. Esta rama de la filosofía se sitúa en

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 10: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

122 -

la tradición de la dialéctica y la retórica griegas, y hoy confluyenen ella enfoques epistemológicos, lingüísticos, psicológicos, so-ciológicos, etc. Estudia el modo en que se procede para lograracuerdos en campos en los que no se pueden obtener demostra-ciones necesarias al modo de la lógica o la geometría (Toulmin,1958). Como dice Perelman: “La naturaleza misma de la delibera-ción y de la argumentación se opone a la necesidad y a la eviden-cia, pues no se delibera allí donde la solución es necesaria y no seargumenta contra la evidencia” (Perelman 1983 [1958]:1). En suopinión, si se olvida que las pruebas usadas en la argumentaciónno son verdades lógicamente necesarias, se cae en el fanatismoque intenta imponer esas pruebas como si fueran verdades univer-sales, o en el escepticismo que rechaza la validez de toda adhesióno compromiso en ausencia de ese tipo de verdades.

Toulmin señala que la epistemología debe estudiar los argu-mentos tal como ellos se dan realmente en los diferentes camposcientíficos.

Dice:«In the natural sciences, for instance, men such as Kepler,Newton, Lavoiser, Darwin and Freud have transformed notonly our beliefs, but also our ways of arguing and our standardsof relevance and proof: they have accordingly enriched thelogic as well as the content of natural science» (Toulmin 1958:257).

En consecuencia, lo que propone Toulmin es examinar la his-toria, la lógica, la estructura y el modus operandi de las ciencias,usando la mirada de un naturalista, sin prejuicios importados des-de afuera. Para decirlo en una frase, agrega, lo que se requiere, noes teoría epistemológica, sino análisis epistemológico.

Toulmin utiliza la noción de “campo argumentativo” (“argu-mentative field”) para designar el ámbito lógico en el cual losdistintos argumentos pueden interactuar entre sí. Señala que, se-gún la naturaleza lógica de los argumentos empleados, los camposargumentativos pueden volverse irreductibles (ibid.: 14 - 38).

Este mismo problema ha sido señalado por J. Sandler (1983:36

Ricardo Bernardi

Page 11: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 123

) en otros términos:«To the extent that different psychoanalysts share the samemeaning-space for a concept or theoretical term, they cancommunicate relatively satisfactorily in that particular area.However, it may happen that their meaning-spaces for theconcept are different, and then problems of lack ofcommunication or pseudo-communication may arise».

La escuela holandesa (van Eemeren et al., 1993) hace con-fluir, en el análisis de la argumentación, una dimensión descripti-va y una normativa o ideal, lo que permite realizar una recons-trucción racional del discurso argumentativo y construir un mode-lo ideal de discusión crítica. “The critical discussion model is atheory of how discourse would be structured if it were purelyresolution oriented” (p. 26).

La argumentación es vista como un tipo especial de regula-ción de desacuerdos:

“Our particular choice has been to develop a model thatconstrues argumentation as a methodical exchange of speechacts among cooperative discussants” (p. 22).

Retomando la noción de campos argumentativos de Toulmin,los define como “institutional frameworks that give content to theconduct of argument” (p. 143).

Los campos argumentativos«... provide standards or authority, legitimacy, objetivity,rationality, and acceptability. The field notion, then, stressesthat all argumentative deliberation occurs within somesociohistorical context and that all reasoning is reasoning-in-context.» (p. 143).

Este camino hacia la resolución de las discrepancias implicadiferentes pasos: 1) identificar los desacuerdos entre las dos par-tes; 2) establecer acuerdos respecto de los medios por los cualesdicho desacuerdo puede ser zanjado; 3) permitir una exploraciónindefinida de los méritos de cada posición, culminando con; 4) el

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 12: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

124 -

logro de un acuerdo, o el mutuo reconocimiento de que no es po-sible lograrlo por el momento.

En mi opinión, el acuerdo exigido por el punto 2 (esto es,acerca de los procedimientos para manejar las divergencias), estámuchas veces ausente en las discusiones psicoanalíticas, sin queeste problema sea tematizado en la discusión. En consecuencia, laexploración indefinida, tan amplia como necesaria, de las distin-tas posiciones (tal como lo pide el punto 3) no puede continuar,pues no están identificadas y aceptadas las cuestiones previas queharía falta clarificar para poder continuar el diálogo (p.26).

Van Eemeren et al. consideran que una reconstrucción dialé-ctica del discurso argumentativo debe incluir una consideraciónadecuada de los siguientes aspectos: a) los puntos en cuestión enel debate; b) las posiciones de las partes con respecto a dichospuntos; c) los argumentos explícitos e implícitos que las partesaducen para sus puntos de vista; d) la estructura de la argumenta-ción, es decir, las relaciones entre los argumentos (p.60). El deba-te debería, por tanto, regirse exclusivamente por el valor de losargumentos.

Es bien sabido que en la realidad las controversias involucranno sólo ideas en conflicto, sino también una contraposición deintereses humanos de distinto orden, entre ellos, cuestiones depoder. Para que la controversia sea fructífera es necesario que existauna disposición a aceptar una serie de condiciones previas de na-turaleza psicológica, social, epistemológica y ética, que garanti-cen el reconocimiento del valor de la argumentación. Esto es difí-cil, pero no imposible.

Los temas subyacentes al de la argumentación (la razón, laverdad, la comunicación), están en la agenda de la reflexión filo-sófica contemporánea. La posibilidad de una búsqueda de la ver-dad a través de la comunicación entre los hablantes ha sido anali-zada tanto desde la tradición hermenéutica continental (Dilthey,Heidegger, Habermas, Gadamer), como en la corriente inspiradaen Frege, Wittgenstein, Quine y Davidson. La noción misma derazón, para Habermas, debe ser ampliada, de modo de dar un lu-gar central a los procesos comunicativos que, a través del diálogo

Ricardo Bernardi

Page 13: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 125

y la confrontación, permiten alcanzar consensos libres de presión(uncompelled consensus), en los que la verdad sigue la lógica delmejor argumento.

Los problemas filosóficos referentes al alcance de la interpre-tación de lo que ocurre en otras mentes han sido revisados porDonald Davidson, quien asume una posición externalista, en lacual la comprensión interpersonal sirve de modelo para elautoconocimiento. Desde una perspectiva afín, M. Cavell (1993)señala que el idiolecto de cualquier persona puede, en principio,ser traducido al de cualquier otra: la diferencia de puntos de vistano tendría sentido si no existiera algo común a ellos, algo que esverdadero para los dos, aunque lo digan en forma diferente(Davidson, 1984, apud Cavell, 1993), lo cual reduce las pretensio-nes del escepticismo y del relativismo.

Quisiera volver, desde estos distintos aportes, al tema de lascontroversias en psicoanálisis y, en especial, a las dificultades exis-tentes para constituir un campo argumentativo compartido.

La inconmensurabilidad como estrategia defensiva

En trabajos anteriores (Bernardi, 1989, 1992) señalé la difi-cultad que existe para determinar con precisión en qué medida lasdistintas teorías psicoanalíticas resultan entre sí coincidentes,opuestas (o incluso contradictorias), o complementarias. Planteétambién la posibilidad de que ciertos aspectos de las mismas sehallaran en una relación de inconmensurabilidad en el sentido deKuhn (1962), esto es, que por el hecho de partir de premisas dis-tintas, carecieran de medida común6 . En aquel momento me pare-

6. Kuhn (1962) señala que durante los períodos de ciencia “normal” existe un únicoparadigma dominante. Las “revoluciones científicas” se caracterizan por la apariciónde un nuevo paradigma, que puede no ser conmensurable con el anterior, en cuyo casono queda asegurada la compatibilidad lógica o la congruencia semántica entre ellos.Las disciplinas con múltiples paradigmas plantean constituyen una situación de otrotipo (Masterman, 1972), la cual podría corresponder al psicoanálisis (Bernardi, 1989).

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 14: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

126 -

ció que la inconmensurabilidad dependía de la propia naturalezade las teorías, que tendían a configurar matrices disciplinariasheterogéneas entre sí, organizadas de acuerdo con sus propias ne-cesidades internas de desarrollo lógico y semántico. Hoy en díaestoy dispuesto a revisar esta opinión en el caso del psicoanálisis.

Las teorías psicoanalíticas se vuelven inconmensurables cuan-do sólo se acepta que sus hipótesis puedan ser discutidas a partirde las premisas desde las cuales han sido formuladas. A diferenciade lo que debería ocurrir en un círculo hermenéutico en el cualteoría y experiencia se enriquecen mutuamente, en el caso señala-do las premisas pasan a fundamentarse a sí mismas, limitando laposibilidad de ser cuestionadas desde fuera de ellas o por los he-chos de observación. Britton y Steiner (1994) han llamado la aten-ción sobre la diferencia entre los “hechos seleccionados”, que sonpatrones (patterns) surgidos de la experiencia, y las “ideas sobre-valoradas”, en las que los hechos son forzados a encajar en unahipótesis o teoría previa del analista. En este último caso, los pos-tulados y premisas de cada teoría pasan a determinar qué es lo quese debe considerar verdadero psicoanálisis y qué no. Como conse-cuencia se produce una circularidad en la que, para cuestionar cier-tas ideas, es necesario previamente estar de acuerdo con ellas. Deesta manera las premisas de cada posición se escabullen de todacrítica radical, pues quien parte de premisas distintas no encuentraun campo común para la discusión. Cualquier idea psicoanalítica,por valiosa que sea (p. ej., el conflicto inconsciente, los déficitsprimarios, las ansiedades tempranas, el papel del lenguaje, etc.),puede convertirse en una barrera para la discusión si se toma comopremisa indiscutible, en vez de ser reconocida como una hipótesisque debe ser sometida a escrutinio. Correlativamente, es intere-sante señalar que con frecuencia quienes no coinciden con deter-minadas premisas, tienden a su vez a rechazarlas y desentendersede ellas en bloque, sin tratarlas como hipótesis alternativas, lascuales deberían ser cotejadas con las propias hipótesis. Como re-sultado de esta reducción del campo de la discusión los discursosse vuelven no conmensurables.

Lo que aparece como inconmensurabilidad puede, por tanto,

Ricardo Bernardi

Page 15: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 127

ser explicado como una estrategia defensiva de las propias posi-ciones, que permite limitar el campo argumentativo al círculo deciertas ideas y excluir las hipótesis rivales. La controversia se inte-rrumpe en los puntos de mayor tensión intelectual y emocional,esto es, cuando deben ponerse en cuestión las premisas y supues-tos de cada parte7 .

La situación de inconmensurabilidad puede estar disimuladadetrás de una aparente integración o pseudo-integración de teo-rías. Esto ocurre cuando se utilizan teorías psicoanalíticas muydiferentes entre sí sin que exista ningún tipo de cotejo entre ellas ysin prestar atención a la coherencia interna del razonamiento. Unaintegración verdadera entre teorías, por el contrario, implica la exis-tencia de un debate al menos a foro interno, que asegure unainteracción entre las distintas ideas y la posibilidad de transforma-ción mutua.

¿Por qué cambian las ideas psicoanalíticas?

La controversia presupone una disposición a la búsqueda dela verdad, y por tanto a la recepción de nuevas ideas y a la modifi-cación de las anteriores. De hecho, las ideas psicoanalíticas cam-bian a través del tiempo. Este cambio apareja una serie deinterrogantes: ¿Qué ideas cambian? ¿Cuándo y por qué razones?¿Con qué efectos o consecuencias? El problema del cambio no esexclusivo del psicoanálisis, sino que es un motivo de preocupa-

7. Desde el punto de vista de la teoría de la argumentación este cierre del campo deldebate muestra que existe una falla en las precondiciones pragmáticas del debate, estoes, en la disposición de ambas partes a seguir examinando los fundamentos de lasposiciones y a guiarse por la lógica del mejor argumento. Analizando el discursofundamentalista desde la perspectiva de la teoría de la argumentación, van Eemeren etal. (1993: 164) dicen: “Inconmensurability and the apparent closure of each field tothe objections and challenges of the other are aspects of the way that representatives ofthese fields manage their encounters with one another”. Sobre este punto, en el cual elanálisis puramente lógico es insuficiente, el psicoanálisis, como vimos, tiene muchopara aportar.

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 16: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

128 -

ción en ciencia, dando origen tanto a enfoques normativos (¿cuán-do una teoría antigua debe ser abandonada? ¿cuándo una nuevadebe ser aceptada?), como descriptivos (¿cómo es que ocurre real-mente el cambio de ideas, qué es lo que enseña la historia?).

Muy esquemáticamente, podemos recurrir a tres modelos paraexplicar los mecanismos que llevan a la sustitución de unas ideaspor otras:

a) El modelo científico clásico, en el cual las nuevas hipótesisson aceptadas cuando son capaces de resistir los intentos decontrastación (falsacionismo popperiano), o superan en prue-bas (evidence) a las hipótesis rivales (inductivismoeliminativo).

b) El modelo kuhniano, según el cual un paradigma dominantepersiste a pesar de las anomalías de las que no da cuenta, hastaque entra en una fase de agotamiento de su capacidad paraexplicar hechos nuevos, lo cual lleva al surgimiento de unanueva generación de científicos con otros paradigmas.

c) Modelos hermenéuticos, en los que distintas ideas coexis-ten sin entrar en conflicto ni reemplazarse totalmente, aunquepuedan perder su dominancia. No hay pruebas decisorias nirefutación, ni tampoco agotamiento de una teoría anterior, sinouna competencia entre diversas interpretaciones de la reali-dad, en la cual triunfan las que muestran un poder heurísticomás acorde con las exigencias del momento. Las metáforas yanalogías juegan un papel importante en los procedimientosde comprensión. Estos modelos, de naturaleza marcadamentemetafórica o analógica, pueden verse en todas las cienciasdentro del contexto del descubrimiento, pero son importantessobre todo en las artes, en las disciplinas humanísticas y encampos de estudio poco disciplinarizados.

Cada uno de estos modelos orienta a la argumentación por

Ricardo Bernardi

Page 17: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 129

diferentes caminos. Examinaré los debates en el Río de la Plata enun momento (década de 1970) en el que se produjeron cambios enlas ideas dominantes. Intentaré identificar las razones aducidas parapreferir unas ideas a otras, apoyándome en una reconstrucción dia-léctica del proceso argumentativo. El estudio del contexto en elque ocurrieron los debates permite a la vez comprender el valorpotencial que ellos pueden jugar en el proceso de recepción deideas nuevas.

El contexto histórico de los debates en el Río de la Plata

Existen dos momentos en la historia del psicoanálisis en elRío de la Plata especialmente indicados para el estudio de los pro-cesos de cambio en las ideas. El primero de ellos está caracteriza-do por la recepción y desarrollo de las ideas kleinianas, lo cualtuvo lugar en especial durante la década de 1950. Estas ideas per-mitieron el desarrollo de un psicoanálisis local con marcados apor-tes originales. El segundo momento es aquél en el cual dichas ideaskleinianas con aportes locales hasta entonces dominantes, dieronpaso a una diversidad de influencias, entre las que se destacanciertos autores (Winnicott, Bion, Kohut, etc.), y en forma especial,el psicoanálisis francés, acompañado de una revalorización de lostextos freudianos. Me referiré en especial al debate que se dio en-tre las ideas kleinianas y las lacanianas en el contexto de la décadade 1970, que se caracterizó al mismo tiempo por crisis y cambiosa nivel de las instituciones psicoanalíticas y de la sociedad en ge-neral.

La primera comprobación que surge de la revisión de la Re-vista de Psicoanálisis (APA) y la Revista Uruguaya de Psicoaná-lisis (APU), así como de otras publicaciones de ese período, esque si bien pueden constatarse los cambios mencionados, son es-casos aquellos trabajos en los que un autor discuta las nuevas ideas,examine cómo se relacionan con las anteriores, describa las modi-ficaciones en sus propias ideas, y explicite las razones de sus cam-bios. El volumen sobre técnica de H. Etchegoyen (1986) es uno de

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 18: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

130 -

los que muestra con más claridad un cotejo sistemático de distin-tas posiciones, pero es posterior a la década que estamos conside-rando.

La recepción de ideas nuevas puede comprobarse a través dediversos indicadores: cambios en los índices temáticos de las re-vistas, la frecuencia de descriptores o en los autores referidos enlas bibliografías, etc. En líneas generales, disminuyen las referen-cias a Melanie Klein o a los autores locales y aumentan las citas deFreud y los otros autores mencionados. Si bien no existen investi-gaciones bibliométricas sistemáticas, algunos estudios de este tiporealizados sobre el tema de la contratransferencia (Beatriz de Leónet al, 1998) permiten confirmar esta impresión.

Los cambios no fueron sólo teóricos, sino que afectaron lapráctica analítica. Un estudio realizado en Uruguay (Bernardi etal., 1997) sobre el tipo de interpretaciones relatadas en los traba-jos de miembro asociado muestra un cambio apreciable en variosaspectos. Entre las décadas de 1960 y 1990 decrecieron en formaestadísticamente significativa las interpretaciones transferencialesy las referidas a la agresividad. También disminuyeron (aunque lavariación no alcanza un nivel de significación estadística) las in-terpretaciones dirigidas a la sexualidad, el narcisismo o las quetoman en cuenta la historia infantil del paciente. Desde el punto devista cualitativo el cambio de estilo fue marcado, y resulta másfácil de percibir en aquellas interpretaciones que fueron evaluadaspor los investigadores como poco ajustadas al material del pacien-te. Las interpretaciones con escasa precisión clínica de la décadadel 60 buscaban imponer la teoría kleiniana al paciente: el lengua-je era directo, asertivo y favorecía un diálogo en “ping-pong”. Lasinterpretaciones poco adecuadas de la década del 90 eran abiertas,temerosas y diluidas, dando la impresión de que el analista espera-ba que el paciente llegara por sí solo a alguna conclusión; las de-fensas eran excesivamente contempladas, y la transferencia nega-tiva era más apaciguada que trabajada. Las preguntas, casiinexistentes en los 60, pasaron a ser casi la tercera parte de lasintervenciones del analista en los 90.

Es posible que en estos cambios no sólo hayan influido las

Ricardo Bernardi

Page 19: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 131

nuevas corrientes o autores, sino también la situación misma depluralismo teórico y técnico. La existencia de diversos marcos dereferencia condujo probablemente a una actitud de mayor cautela,y tal vez de cierto desconcierto ante la dificultad para elegir entreellos. Es probable que las controversias que tuvieron lugar en esemomento entre viejas y nuevas ideas hayan resultado insuficientespara clarificar las diferencias entre las diversas opciones teóricas ytécnicas y para plantear caminos que permitieran obtener eviden-cia a favor de unas u otras.

Es un hecho bastante general que las nuevas corrientes quesurgen en psicoanálisis no suelen realizar un cotejo sistemáticocon las otras corrientes existentes, limitándose por lo general aseñalar los puntos más claros de discrepancia o coincidencia conalguna de ellas. En el caso de las ideas lacanianas no era, incluso,fácil establecer su relación con las ideas freudianas o con el restodel pensamiento francés. Incluso hoy, en Francia, no es sencillodelimitar su influencia entre quienes no son sus seguidores, comolo señala Widlöcher (2000).

Las primeras controversias entre el pensamiento kleininanoy el lacaniano

Una de las primeras confrontaciones entre el pensamientokleiniano, tal como era conocido en el Río de la Plata, y el lacaniano,se dio en las discusiones que tuvieron lugar durante la visita de S.Leclaire (discípulo de J. Lacan) a Buenos Aires y Montevideo. Lasdiscusiones en la Asociación Psicoanalítica Uruguaya, en agostode 1972, quedaron documentadas en dos volúmenes que recogenlas exposiciones de Leclaire y los diálogos mantenidos con losmiembros de la Asociación (Leclaire, 1972). Existía ya un ciertoconocimiento del pensamiento de Lacan, que era estudiado poralgunos analistas desde tiempo atrás. En ese mismo año había ocu-rrido la visita de O. y M. Mannoni.

La actividad estuvo constituida por 7 seminarios teóricos y 5reuniones para discutir material clínico, el cual fue aportado por

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 20: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

132 -

los participantes. En cuanto a los seminarios, tuvieron un carácterdialogado, pero, salvo Leclaire, no quedó registrado el nombre delas personas que intervinieron.

Un comentario de Leclaire que aparece en el segundo de ellospermite ver la forma en la que se constituyó el foco de interés:

“Alguien quería (en la primera reunión) que yo hablase denuestra concepción teórica de la fantasía. La otra pregunta...era concerniente a la relación que puede haber entre el len-guaje y fuerza pulsional (...) De todos modos yo pensaba quelas conferencias que tengo que hacer estarían consagradasal problema de la pulsión, del objeto de la pulsión, de la fuer-za de la pulsión y de su relación con... las palabras”.

En el tercero de los siete seminarios se plantea el tema decómo concebir el cuerpo y los mecanismos de introyección.Leclaire, que venía de discutir en la Asociación PsicoanalíticaArgentina sobre temas similares, interroga en forma directa a laaudiencia en estos términos, invitando a la controversia:

Serge Leclaire: “¿Se representan Uds. al cuerpo de otra for-ma que la de un recipiente provisto de algunas aberturas?(...) Si yo les planteo esta pregunta, es porque pienso que estarepresentación es ingenua en demasía y que, sobre todo, ellano corresponde a los datos psicoanalíticos de nuestra expe-riencia” (p.29).

(...)Intervención: “El problema, me parece, es que, cuando Ud.utiliza el término “Körper-ich”: el cuerpo-vasija, usted matala metáfora, la cosifica, porque no se presupone una vasijacerrada, un cuerpo cerrado. (...) O sea, que no creo que hayun afuera y adentro, pero sé que lo incorporo. Es como el yo-cuerpo expresa ese acto, pero no en una vasija que cierra”(p.33)S.L.: “Yo estoy contento de oírlo decir [eso], pero no puedo

Ricardo Bernardi

Page 21: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 133

evitar tener la impresión de que la referencia digestiva de lafantasía de felicidad sigue marcando vuestra forma de utili-zar, por lo menos, el término introyección. Mientras que yopienso que es mucho más importante considerar lo que estáen juego en el proceso llamado de introyección, como unatentativa o una modalidad de integración en la estructura, deintroducir un elemento susceptible de modificar su ordena-miento...” (p. 33).

(...)I: “¿Cuándo Ud. plantea la introducción de un elemento en laestructura, está pensando en un sistema o estructuraintrapsíquica? (p. 34).

SL: “Volvemos a encontrar aquí el “intra” que siempre memolesta” (p. 34).

A continuación Leclaire expone su concepción del cuerpo apo-yándose en el modelo de la banda de Moebius (English: Moebiusstrip). J. Lacan utilizó esta figura de la topología para mostrar suconcepción de ciertas relaciones que a primera vista pareceríanconstituir oposiciones binarias. La banda de Moebius es una figu-ra tridimensional o anillo que se forma uniendo las puntas de unrectángulo o una cinta de papel luego de hacerle sufrir a una deellas una torsión de 180 grados. En el caso del cuerpo, esta figuramuestra que no es posible oponer exterior e interior, pues en labanda de Moebius ambas caras están en continuidad. Los fenóme-nos relacionados con el cuerpo son entonces concebidos como sise tratara de elementos en una estructura. Esta estructura es denaturaleza particular, a saber, un sistema “determinado fundamen-talmente como tentativa de organización de su propia carencia(manque)” (English: lack) (ibid.:28). Al usar este modelo Leclaireestá también tomando distancia del modo en el cual la escuelakleiniana se apoya en la fantasía inconsciente para sustentar susconstrucciones teóricas:

“En el modelo de la banda de Moebius hay sólo una cara. Yo

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 22: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

134 -

prefiero esto como modelo o imagen del cuerpo. Es, cuandomenos, el único modelo que nos permite no entrar en las con-tradicciones fantasiosas del paciente que tenemos que anali-zar. Y como yo decía, siempre es preferible no entrar en lafantasía para poder analizarla” (p. 35 y 36).

La discusión pasa a continuación a centrarse en la importan-cia de la fantasía inconsciente o de los modelos estructurales parala concepción del cuerpo:

I: La palabra elemento en una estructura... no es el lenguajeyo-cuerpo, yo-paciente. Me duele el corazón, es muy claro,aunque no sé cómo ni por qué, porque tampoco sé qué es unelemento. En cambio sé que me devora acá, adentro. Este esel lenguaje yo cuerpo, así hablo y así me explico. En este pla-no esta es la ventaja de este lenguaje. (p. 36-37).

SL: Pero yo lo diría de otra forma. Usted evocaba el proble-ma de los elementos. Yo le hablaba recién de la representa-ción de una superficie, la que me parecía preferible para ha-blar del cuerpo, para figurar, para representar la función delcuerpo” (p.37). (Sigue una explicación sobre la concepcióndel cuerpo de J. Lacan)

I: Cuando Ud. planteó ese papel de la superficie, yo penséque Ud. seguiría hablando de la superficie, pero como mem-brana, como lugar de intercambio. Y que quizás en esto hayuna fuente de diferencias entre el pensamiento que expuso yel que más admitimos. Esta situación de intercambio creo quees el origen de la preeminencia del modelo oral (p. 43).

SL: Le voy a decir por qué no lo hago [hablar del cuerpo dela forma que le sugieren]. Porque yo pienso que no hay otrasustancia en el cuerpo. (...) Pienso que la sustancia mismaestá hecha con estos elementos coincidentes y antinómicos.Es eso lo que constituye la textura misma de la superficie, es

Ricardo Bernardi

Page 23: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 135

decir del cuerpo...” (p. 43).

Quisiera ahora comentar estos diálogos, poniendo énfasis notanto en el contenido de la discusión, sino en el modo de argumen-tar y, en especial, en aquellos aspectos que facilitan o dificultanque las dos hipótesis sean examinadas con profundidad y en piede igualdad. Me limitaré a los primeros dialogados.

La pregunta inicial de Leclaire tiene una forma retórica par-ticular: “¿Se representan Uds. el cuerpo de otra forma que ...?.”Esta pregunta encierra dos aspectos: el modo en que él entiende laposición de la otra parte, y una argumentación en contra de estaposición así entendida. Esta argumentación se centra en dos críti-cas: la ingenuidad y la distancia con la clínica.

Entre las varias respuestas, la que he trascripto es la que darespuesta en forma más directa a la pregunta de Leclaire. Quienhace uso de la palabra rechaza la posición atribuida y la forma dedescripción (“Usted mata la metáfora8 ...”) y reformula el proble-ma en términos de fantasía inconsciente, expresada en un lenguajevivencial. Leclaire reitera su opinión sobre el aspecto digestivo dela metáfora de la incorporación, y propone como alternativa lametáfora de la introducción de un elemento en una estructura (enotras partes del texto señala la necesidad de tomar distancia de labiología para diferenciar el objeto de la necesidad del objeto deldeseo). Pero antes de seguir por este camino, que es el que toma ladiscusión, corresponde examinar con más detenimiento los argu-mentos esgrimidos.

El primer argumento de Leclaire es el de la ingenuidad de laotra posición. En este contexto esta palabra puede tener varias acep-ciones. En un extremo, “ingenuo” implica una descalificación, con-

8. En cuanto al tratamiento de la metáfora, es posible decir, en términos de Lakoff yJohnson (1980), que Leclaire está considerando como una simple metáfora física loque en su origen es una metáfora estructural que da expresión a una gestalt experiencial(p. 101). Este procedimiento argumentativo convierte al adversario en un hombre depaja. En consecuencia se detienen el examen y la discusión de las diferencias a nivelde las premisas, o sea, el papel que juegan las experiencias de proyección e introyecciónen la teorización psicoanalítica sobre el cuerpo.

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 24: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

136 -

notando falta de sofisticación o de mundo (como cuando se diceque un provinciano es ingenuo, por comparación con un habitantede la metrópolis). Nada explícito alude a este sentido, pero el mis-mo no puede dejarse totalmente de lado, pues está presente enmuchas de las controversias que se dan entre las metrópolis y laperiferia. El uso explícito de la palabra “ingenuo” parece más bienreferido a la ingenuidad filosófica, como insuficiente reflexión crí-tica sobre los problemas.

Los oyentes parecen haberlo tomado en este sentido, pues enotro momento dice uno de los participantes:

I: “Creo que hay que separar completamente el sentido delclivaje en la escuela lacaniana y en la escuela kleiniana. M.Klein se imagina un nivel ingenuo, podríamos decir desde elpunto de vista filosófico, mientras que Lacan está mucho máscerca de lo que Heidegger llama la diferencia ontológica...”(p. 111).

Esta atribución de ingenuidad filosófica, al parecer, fue táci-tamente aceptada, dado que no mereció ulterior discusión. Esto esllamativo, pues las referencias anteriores colocaban la discusiónen un nivel filosófico no ingenuo. Diversas intervenciones hicie-ron notar que el objeto interno kleiniano es un objeto dotado deintencionalidad, lo cual situaría el problema dentro de una tradi-ción de la filosofía de la mente que va de Brentano a autores actua-les como Dennet, Davidson, etc. ¿Por qué no se rechazó la atribu-ción de ingenuidad filosófica? ¿Para evitar una controversia fron-tal?

Sin embargo, Leclaire no parece esperar que se eluda estetipo de confrontación, como lo prueba el siguiente diálogo:

I.: “La escuela kleiniana postula como hecho primario laintencionalidad, y Ud. plantea como hecho primario la dife-rencia establecida por la división del sujeto” (p. 26).

SL.: “Plantear como fundamental una intencionalidad es un

Ricardo Bernardi

Page 25: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 137

resto de religiosidad, una forma de poner en algún lugar delcuerpo una intención divina, como lo hace el vitalismo, hayuna energía vital que va hacia algo. Es superfluo” (p. 26).

O en otro momento:

I: “... el parentesco tal vez mayor de la concepción kleiniana,es con un pensamiento como el de Brentano, en el sentido delobjeto constituyendo al sujeto, o de la relación de objeto cons-tituyendo al sujeto”.

SL: “El privilegio acordado al objeto como único constitutivodel sujeto intenta relegar la primacía lógica del significante”(p. 27).

En realidad no encontramos un verdadero examen de los fun-damentos que lleven a preferir los conceptos de intencionalidad yfantasía inconsciente, por un lado, frente a los de significante y dedivisión del sujeto, por otro, o viceversa. Cada parte da por su-puesta la superioridad intrínseca de unos sobre otros, sin que pue-da apelarse a la fuente de esta evidencia.

Si pasamos ahora al segundo argumento manejado por Leclaire(la correspondencia con los datos psicoanalíticos que surgen denuestra experiencia), es llamativa la ausencia de referencias a ma-terial clínico en toda la discusión, pese a que fue invocada porLeclaire en apoyo de su posición. Cuando Leclaire desarrolla sumodo de entender la incorporación como introducción de elemen-tos en una estructura, aportando la metáfora de la banda deMoebius, del lado de los participantes, se argumenta la ventaja deun modelo relacional, basado en los movimientos de proyección eintroyección (“yo pensé que Ud. seguiría hablando de la superfi-cie, pero como membrana, como lugar de intercambio”), y de unlenguaje más apegado a la experiencia clínica (“Este es el lengua-je yo-cuerpo, así hablo y así me explico”). Varias preguntas inten-tan especificar el término “estructura” en relación con las estruc-turas intrapsíquicas, o en relación con la estructura familiar, pero

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 26: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

138 -

estas aproximaciones no son aceptadas como válidas por Leclaire.No hay una adecuada traducción de lo que se entiende como elcarácter transindividual del inconsciente o del campo de accióndel significante a los términos y categorías de la otra parte. No haytampoco una vía abierta para constituir un campo de discusiónque permita tematizar las diferentes premisas.

En definitiva, el examen de los dos argumentos, el de la inge-nuidad y el de la relación con la clínica, quedó detenido y se con-virtió en la presentación de metáforas alternativas.

La dificultad para una referencia clínica común se reitera enlas discusiones de material clínico presentado por los participan-tes. Las cinco reuniones dedicadas a este fin tampoco permitieronavanzar en este sentido, pues chocaron con el hecho de que exis-tían distintos modos de considerar el material. Para la tradiciónkleiniana local la escucha clínica debía jerarquizar en primer lugarlas fantasías transferenciales-contratransferenciales, puesto queellas expresaban los cambios en las relaciones objetales incons-cientes del paciente. Para Leclaire, siguiendo a Lacan, en cambio,el acento debía estar puesto en aquellas modificaciones del dis-curso del paciente a través de las cuales se ponía de manifiesto eldeseo inconsciente.

En la cuarta de las cinco reuniones, Leclaire resume del si-guiente modo las diferencias de enfoque:

SL: “En el conjunto, para darles una idea de la forma en laque nosotros trabajamos, nosotros intervenimos en una for-ma mucho menos sistemática y hay sesiones en las que nointervenimos para nada. [Nosotros intervenimos] Cuando algose impone, del orden de la repetición, de una cierta insisten-cia, de palabras, de figuras, de fórmulas, de evocaciones desituaciones. Mi impresión aquí es que una serie de interven-ciones [del analista] no dejan desarrollar el discurso del pa-ciente. Eso viene a agregar algo a su propio embrollo perso-nal” (p. 181).

(...)

Ricardo Bernardi

Page 27: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 139

“Nosotros no pensamos que la transferencia sea la presenciade sentimientos reales. Nosotros consideramos como transfe-rencia lo que se despliega en el campo de nuestra no-respues-ta al deseo del paciente. (...) Nosotros no respondemos comopersona humana (p. 182).

(...)Si nosotros reintroducimos nosotros mismos representacionesde relaciones interpersonales, atenuamos y en algunos casosanulamos, la especificidad de la relación analítica.

(...) Él (el paciente) habla, es eso lo que le pedimos y basta consaber que las palabras son efectivamente portadoras de lastensiones pulsionales para no tener necesidad de recurrir aesta especie de ambiente sentimental. El sentimiento, por de-finición, es la confusión (p. 183).

De hecho, los comentarios de Leclaire a los casos clínicosanteriormente presentados se habían limitado a aspectos genera-les del paciente y su psicopatología, o a temas teóricos, por másque las preguntas de la audiencia apuntaban a cuestiones muy con-cretas relacionadas con el momento-a-momento de la sesión. Peroestas diferencias en la forma de considerar el material clínico nofueron incluidas entre los puntos a discutir.

La discusión posterior

El cotejo entre las ideas kleinianas y las lacanianas reaparecióen forma esporádica en algunas publicaciones de la década. Losejemplos que he encontrado no son de verdadero debate entre doscontendientes, sino exposiciones realizadas desde el interior deuna de las perspectivas. Pese a este carácter unilateral, permitenestudiar el tipo de argumentación empleado.

Uno de los primeros tópicos discutidos es el de la relación

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 28: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

140 -

entre el Edipo“temprano” descrito por Melanie Klein y el Edipo“tardío”, tal como surge de la relectura de Freud realizada por J.Lacan.

Uno de estos trabajos considera valiosa la contribuciónkleiniana, pero sostiene que debe ser reformulada a partir de laspremisas lacanianas:

“Importa destacar que estas consideraciones no implican de-valuar ni desconsiderar los profundos e importantes aporteskleinianos, sino sólo señalar la necesidad de ubicarlos en elcontexto imaginario al que pertenecen y así poder articular-los más adecuadamente con la estructura simbólica pertinen-te” (Szpilka, 1976: 295).

El autor señala lo que en su opinión constituye la debilidad dela posición kleiniana:

“La concepción de “Edipo temprano” y “Edipo tardío” di-suelve el Edipo mismo. El Edipo es o no es”(...) “Estamos,pues, [en el caso del Edipo temprano” kleiniano] en el centrode un error teórico y metodológico que podríamos rotularcomo inversión y empirización de los tiempos de determina-ción” (p. 294).

Vemos que en este caso se parte de la superioridad de ciertaspremisas (las cuales hacen ver como insuficientes las descripcio-nes empíricas o cronológicas, y sostienen la necesidad de una pers-pectiva estructural) y a partir de ellas se concluye la falencia de laotra posición, por no tomar en cuenta esas premisas de igual ma-nera.

Una postura algo diferente de la misma época es la que sos-tiene que si bien se da en M. Klein la ausencia del concepto defunción simbólica paterna, eso no quita validez a su forma de tra-bajar el problema a nivel clínico. Para Haydée Faimberg, el trata-miento de Richard muestra que M. Klein pudo dar su significadosimbólico a la experiencia de la guerra vivida por su paciente, pese

Ricardo Bernardi

Page 29: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 141

a que ella no disponía del concepto de función simbólica del pa-dre. M. Klein fue, así, capaz de dar “una respuesta desde la clíni-ca a la pregunta que ella no formula en el nivel teórico” (Faimberg,1976: 161). “Pienso que el concepto faltante dentro de la teoríakleiniana es el que articula la idea de ‘ pene ausente’ con la de‘falo’” (p. 157).

En este trabajo, si bien la autora deja explícitamente de ladolos problemas de compatibilidad entre los distintos esquemasreferenciales (p. 149), propone una solución que implica una cier-ta complementariedad, en la que Lacan ofrece el marco teóricogeneral, dentro del cual ciertos aspectos de la clínica kleinianapueden ser revalorizados y formulados de otra manera.

W. Baranger es el autor que realizó una comparación másprofunda y sistemática de las ideas de M. Klein y J. Lacan duranteese período. Mencionaré sólo algunos fragmentos de sus trabajos,en especial aquellos en los que retoma la discusión con las ideasde S. Leclaire9 .

Baranger (1980a y b) intenta delimitar las zonas de validez dela teoría kleiniana y de la teoría lacaniana. Comienza por señalarlas zonas de divergencia entre M. Klein y J. Lacan: el complejo deEdipo, la oralización de la vida pulsional, el objeto total comosíntesis de los objetos parciales, el proceso de formación de sím-bolos, el papel de la introyección y la proyección en la modifica-ción del objeto, la ubicación del pecho como objeto prototipo, elconcepto de objeto parcial como tipo único primitivo de la rela-ción objetal. Señala también coincidencias, como por ejemplo ladescripción de la fantasía del cuerpo fragmentado. (1980a: 133)Da la razón a Lacan cuando critica la noción de paso del objetoparcial al total, cuando marca la diferencia entre demanda y deseo,o cuando muestra el carácter de señuelo del fetiche. Pero no creeque esto permita dar por resuelto el problema de la diversidad decategorías posibles del objeto, ni mucho menos abandonar todos

9. Un análisis de la forma en la que W. Baranger compara las ideas de Klein y Lacan enrelación con el tema de la contratransferencia puede encontrarse en B. de León (2000),y B. de León y R. Bernardi (2000).

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 30: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

142 -

los conceptos de un autor en beneficio de los del otro.Retoma el diálogo con Leclaire, comparando el alcance clíni-

co de las nociones tales como objeto interno, significante o repre-sentación:

“Hablar de representación, como lo hacía Freud, o designificante, como lo hace Lacan, o de Letra, como lo haceLeclaire, no permite dar cuenta del tipo de existencia objetalque Freud describe en “Duelo y Melancolía”. Que no se nosdiga que estos fantasmas son metafóricos, que se trata deobjetos imaginarios. Freud usa a veces el concepto de objetoimaginario (o imaginado, fantaseado), pero no deja ningunaduda de que se refiere entonces a algo muy distinto de lo quedescribe en el proceso de duelo, o algo que sí pertenece alorden de la representación” (1980b: 316-7).

Para Baranger existen diferentes tipos de objetos, que sonirreductibles entre sí:

“No se puede tratar a un fetiche como a un muerto vivo, nicomo a una autoimagen omnipotente. Este es un claro ejem-plo de los casos en que una teoría prematuramente unificadapuede engendrar una técnica simplista” (ibid: 319).

Baranger procura apoyarse en argumentos tomados de la ex-periencia clínica, retomando la discusión con S. Leclaire en base aellos:

“Si renunciáramos al trabajo sobre el objeto, a la reducciónde los clivajes, al movimiento inverso al de la identificaciónproyectiva, renunciaríamos al mismo tiempo, no sólo al con-cepto kleiniano de objeto interiorizado, sino también al con-cepto kleiniano y freudiano de mundo interno. ¿Por qué pen-sar -nos preguntaba Leclaire- siempre los fenómenos en tér-minos de dentro y fuera, introyección y proyección, cuandohay otras categorías posibles...? Porque -podríamos contes-

Ricardo Bernardi

Page 31: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 143

tar- todo un aspecto, muy importante de nuestro trabajo con-siste en lidiar con este tipo de existencia ambigua, dotado deuna cierta sustancialidad distinta de la representación y máscercana al tipo de existencia del sujeto (...) al cual llamamosobjeto interiorizado” (ibid: 320).

Tanto los textos citados, como otros posteriores, dejan la im-presión de una controversia que en modo alguno quedó agotada,si bien sólo logra desenvolverse en forma entrecortada o inclusocircular.

Durante un reciente debate que tuvo lugar en Buenos Aires(2000), entre analistas de orientación lacaniana (J. A. Miller, E.Laurent, y otros) y kleiniana (H. Etchegoyen, S. Zysman, y otros)vemos reaparecer con escasa modificación algunos de los temasmencionados anteriormente.

Dice por ejemplo Miller:

“... la idea de la introyección y la proyección supone la distin-ción de lo externo y lo interno, y sé que para muchos de losasistentes [al debate] es un encuadre mental pensar en estostérminos. Deben saber que Lacan no piensa en esos términos,y su uso de la topología es precisamente para dar cuenta deotra conformación que no se presta a la diferencia de lo inter-no y lo externo.” (Stagnaro & Wintrebert, 2001: 122).

A pesar de los esfuerzos de distintos participantes y en espe-cial de H. Etchegoyen (ibid: 83 y 84) por focalizar el debate enpuntos en los que existía una clara discrepancia (el papel de lasresistencias del paciente, de la envidia y de la voracidad, de larelación con el cuerpo y la biología, etc.), el cotejo de ideas nologra avanzar en relación a los que tuvieron lugar en la década de1970. Aunque el encuentro se anuncia como “una investigaciónclínica compartida”, las referencias a material de pacientes soncasi inexistentes y es posible inferir que habría sido muy difícilencontrar criterios comunes de evidencia clínica.

Ciertamente estas dificultades no son exclusivas de los deba-

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 32: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

144 -

tes que tuvieron lugar en el Río de la Plata. Si se examina la litera-tura a nivel mundial, se ve que la ausencia de una confrontaciónsistemática entre las distintas corrientes psicoanalíticas tiene uncarácter general. Resulta, por tanto, conveniente examinar con másdetención los procesos que obstaculizan el avance de la argumen-tación

Características de la argumentación

¿Pueden encontrarse, con base en lo expuesto, razones queexpliquen cuándo y por qué se detiene el desarrollo de la argu-mentación, y proponerse hipótesis acerca de los caminos que hu-bieran hecho progresar el debate? Creo que estas cuestiones sonfundamentales, pues hacen a la utilidad práctica de este tipo deanálisis.

Volvamos a la discusión con Leclaire. En ella se logró un avan-ce significativo en cuanto a identificar y exponer algunos puntosimportantes de discrepancia. Como vimos, la exploración de losargumentos de una y otra parte permitió confrontar conceptos ta-les como los de intencionalidad, fantasía inconsciente, por un lado,y los de estructura y sujeto dividido, por otro. Pero a partir de estepunto se detuvo el avance: la cuestión quedó formulada en térmi-nos de la superioridad intrínseca de unos conceptos sobre otros,cuestión que, en abstracto, resulta indecidible para el psicoanáli-sis. ¿Qué ocurrió cuando la confrontación se planteó a nivel de laspremisas? El intento de generar convicción ya no se apoyó en elproceso argumentativo dialéctico sino en el poder persuasivo delos enunciados, como ocurre en el género epidíctico, utilizado enla prédica o en las proclamas (Perelman, 1958:62). Las afirmacio-nes se volvieron autoevidentes y se confió en que ellas podíanlograr la adhesión por su sola fuerza expresiva, lo cual conduce apeticiones de principio.

¿Qué caminos hubieran permitido un avance? Existían dos

Ricardo Bernardi

Page 33: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 145

posibles caminos, que resultaron ambos fallidos por razones queseñalaré. Si se querían discutir los conceptos mencionados (inten-cionalidad, estructura, etc.) en su dimensión filosófica, entoncesera necesario situar la controversia en el campo de la filosofía yrecurrir a sus métodos. Pero esto colocaba la discusión fuera delámbito del psicoanálisis, formulando cuestiones que no podíanser resueltas a partir de su método. Esto no significa que el psicoa-nálisis no pueda incluir una dimensión filosófica, pero para quepueda opinar con propiedad sobre ella, es necesario que los pro-blemas sean formulados en términos que permitan hacer referen-cia a las fuentes de evidencia empírica que aporta el método psi-coanalítico. Esto orienta el debate hacia la segunda alternativa: elde la discusión acerca de la utilidad clínica de los conceptos con-trovertidos.

Sin embargo, esta dimensión clínica tampoco pudo ser desa-rrollada, pues faltó un lenguaje compartido que permitiera discutira ese nivel. El tipo de consideraciones sobre los pacientes formu-ladas por Leclaire durante la discusión del material clínico exigíauna aceptación previa de sus premisas de nivel técnico. A su vez,lo mismo le sucedía a Leclaire con el análisis momento-a-momen-to de la sesión, solicitado por muchos de los participantes, el cual,desde su perspectiva, resultaba irrelevante e impropio. Esto deja-ba fuera de la discusión todo un conjunto de conceptos y de mo-dos de abordaje que habían tenido una significación esencial en elpsicoanálisis del Río de la Plata, tales como los conceptos de cam-po, vínculo, situación analítica, contratransferencia, interaccióncomunicativa, etc.

¿Podría haberse constituido un campo de debate que les dieracabida a una y otra perspectivas? Sí, pero ello requería que cadaparte aceptara poner en discusión su modo de considerar el mate-rial clínico, sopesando las ventajas y desventajas de cada uno delos enfoques. El juicio sobre la propiedad o relevancia del análisismomento-a-momento de los movimientos transferenciales o de unaescucha más diferida en el tiempo del discurso del paciente nodebería surgir de una toma de partido previa, sino de un examende los efectos de estas posiciones técnicas sobre el proceso analí-

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 34: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

146 -

tico y los resultados del análisis. Para ello deberían ser discutidaslas ventajas y desventajas de considerar el material de una u otraforma, de dar importancia a los afectos, o a los significantes, deque el analista intervenga de una u otra manera, etc., permitiendoque ambas posiciones se desplieguen en pie de igualdad duranteel diálogo. Hemos visto que esta apertura se logró sólo en algunosmomentos, para cerrarse enseguida. Por tanto, al no poder dar lu-gar a nuevos cuestionamientos sobre los supuestos de cada posi-ción, la controversia se agotó en un punto en el cual podría habersido relanzada.

En las confrontaciones posteriores se dio un cambio signifi-cativo. En la discusión con Leclaire las divergencias se plantearonen términos de posiciones contrapuestas, lo cual llevó a que losargumentos buscaran favorecer una de las disyuntivas frente a laotra. En cambio, en los trabajos ulteriores, si bien se tomaron encuenta algunas zonas de oposición o contradicción entre los dosenfoques, existió al mismo tiempo el intento de encontrar algúntipo de complementariedad o puntos de coincidencia entre ambos.

Tomando estos debates en su conjunto, vemos que los pasossucesivos reclamados por van Eemeren et al., esto es, el acuerdoacerca de cómo proceder frente a los desacuerdos y la exploracióntan extensa como necesaria de las posiciones, encontraron dificul-tades de distinto tipo.

Respecto del primer punto no encontramos una exposiciónclara de los procedimientos o criterios que permitirían demostrarla superioridad de unas ideas o enfoques técnicos sobre otros. Lasdiversas líneas argumentativas con la excepción de Baranger, seapoyaron en el carácter evidente que cada parte atribuía a suspremisas.

Examinando con más detención el tipo de argumentos utili-zado, vemos que no puede afirmarse que en forma explícita o im-plícita se recurriera a los criterios popperianos de refutación o alos del inductivismo eliminativo. Tal vez alguna de las referenciasclínicas utilizadas por W. Baranger en su argumentación podríaneventualmente ser ampliadas en esa dirección (1980c: 55), aun-que este camino no ha sido desarrollado por el autor. Tampoco

Ricardo Bernardi

Page 35: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 147

encontramos que se pueda aplicar el modelo kuhniano de las re-voluciones científicas. Observando la evolución posterior de lasideas kleinianas y lacanianas, tanto en el Río de la Plata como enotras regiones, no resulta adecuado decir que un nuevo paradigmasustituyó a otro, pues las ideas nuevas coexistieron y coexisten engran medida con las anteriores. Continuando el análisis del tipo deargumentación, vemos que tampoco se ha buscado demostrar lafalta de coherencia de una u otra de las posiciones. A lo más, seseñaló la debilidad o inconsistencia de ciertos enfoques (por ejem-plo, el kleiniano) para dar cuenta a nivel teórico de algunos fenó-menos (p. ej., el papel simbólico del padre), o la limitación delenfoque lacaniano para recoger las cualidades emocionales de laexperiencia analítica. Pero, propiamente hablando, no se trata deuna crítica interna, pues ella es formulada a partir de los postula-dos de la otra teoría y no desde premisas comunes. Los argumen-tos basados en la consistencia externa, esto es, la concordanciacon el estado actual de los conocimientos en otras áreas, podríanestar implícitos en la afirmación de Leclaire de la superioridad dela posición estructuralista. Como en casos anteriores, esta supe-rioridad depende de la perspectiva que se adopte como punto departida y la estrategia argumentativa pasa a ser, entonces, el colo-car en la otra parte la carga de la prueba (Gaskins, 1992). Pero siesta estrategia es utilizada por ambas partes, necesariamente secorta la comunicación

En gran medida los debates examinados pueden ser descritoscomo una competencia entre metáforas o modelos analógicos (elcuerpo como recipiente o Banda de Moebius, el complejo de Edipocomo estructura, etc.). Las metáforas y analogías pueden cumpliren la discusión un doble papel. Por un lado sirven para dar expre-sión a intuiciones clínicas que por otros medios no se podrían co-municar10 . Pero esas mismas metáforas pueden convertirse enclichés o estereotipos que favorecen el aislamiento de las teorías o

10 Desde una perspectiva inspirada en Davidson es posible decir que la creación demetáforas expresa las “teorías al paso” (“passing theories”) que el intérprete debedesarrollar para comprender comportamientos verbales inusuales. Mientras que en

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 36: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

148 -

su vaciamiento conceptual (Bouveresse, 1999), si su uso no seacompaña del examen de qué es lo que ellas permiten aprehenderde la experiencia clínica y de cómo facilitan su traducción a térmi-nos teóricos.

Para que las controversias psicoanalíticas progresen es preci-so que logren examinar simultáneamente qué es lo que cada unade las posiciones permite ganar en materia de inteligilibilidad teó-rica y de comprensión clínica. La discusión exclusivamente teóri-ca tiende a derivar hacia la especulación filosófica, así como labúsqueda de evidencia puramente empírica puede desconocer laforma en la que los conceptos teóricos influencian la observaciónde los hechos. La reflexión crítica sobre los conceptos teóricosdebe por lo tanto unirse a la investigación empírica, sea ésta clíni-ca o extraclínica.

La inconmensurabilidad entre las teorías no fue un argumen-to utilizado en la discusión, sino que surgió como efecto de loscolapsos que se dieron en la comunicación. Cuando Leclaire se-ñala que las emociones del paciente no son relevantes en su escu-cha clínica (que atiende a otro tipo de significantes) está diciendoque él toma en cuenta aspectos de los hechos clínicos que sondistintos a los que jerarquiza M. Klein, para quien las ansiedadesque aparecen durante la sesión juegan un papel esencial. En con-secuencia, el hecho refinado (es decir, el que se toma en cuentapara elaborar la teoría) no es el mismo en los dos casos; esto per-mitiría hablar de una situación de inconmensurabilidad empíricaen el sentido de Stegmüller (1979), puesto que las dos teorías noestán hablando, en sentido estricto, de los mismos hechos (Bernardi,1989). Sin embargo puede verse que en principio nada impedíaque Leclaire y sus interlocutores hubieran superado esta situaciónde aislamiento mutuo, examinado las consecuencias clínicas deambas posturas, esto es, los pros y contras de prestar atención a losafectos que surgen en el momento-a-momento de la sesión o de

general se insiste en el papel de las metáforas en la transmisión de significados, paraDavidson las metáforas cumplen una función de creación conceptual, y constituyen unejemplo de interpretación radical (Quintanilla, 1999: 81).

Ricardo Bernardi

Page 37: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 149

abstenerse de intervenir para favorecer la libre asociación del pa-ciente. Las barreras no son de naturaleza lógica, sino psicológica,esto es, la renuencia a colocarse, aunque sea a modo de ensayo, enun punto de vista al que no se considera verdaderamente psicoa-nalítico.

La controversia osciló así entre dos polos. Por momentos fueposible explorar las ideas y los fundamentos clínicos de ambaspartes, pero las más de las veces cada posición se encerró en suspropias premisas, perdiéndose la posibilidad de examinarlas des-de un campo argumentativo compartido.

Los argumentos que no fueron utilizados constituyen tambiénun fenómeno significativo. Estuvo ausente, por ejemplo, la pre-gunta acerca de los efectos que podría tener el que el analista adopteuna u otra postura sobre los resultados del análisis. Leclaire señalaque ambas posiciones darían origen a diferencias a nivel del pro-ceso analítico, pero no se menciona de qué manera esas diferen-cias en el proceso podían llevar a diferencias en el logro de losobjetivos del psicoanálisis. Sin embargo, el problema de la eva-luación de los resultados del análisis estaba siendo discutido enese momento en el Río de la Plata, como puede verse en trabajosde ese período (Bleger, 1973).

Por último, resulta también llamativo que las contribucionesoriginales del Río de la Plata no se hicieran presentes en la discu-sión de las nuevas ideas. Con la excepción de W. Baranger, losdiscutidores recurrieron a las nociones originales de M. Klein, des-provistas de los agregados y modificaciones introducidas en el Ríode la Plata por autores tales como E. Pichon Rivière, H. Racker,W. Baranger, D. Liberman, J. Bleger, etc. Si se me permite la me-táfora, es como si ciertos aspectos del self verdadero del psicoaná-lisis rioplatense hubieran encontrado dificultad para expresarse eneste diálogo. La inclusión de estos conceptos en las controversiashubiera ayudado a dar mayor continuidad histórica al pensamien-to psicoanalítico rioplatense.

Conclusiones

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 38: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

150 -

El estudio de los ejemplos presentados sugiere algunas re-flexiones de carácter más general. Las controversias científicas sonnecesarias pese a sus dificultades. Algunas de las dificultades se-ñaladas más arriba se dan probablemente en todos los campos delconocimiento. Otros problemas, en los que me concentraré a con-tinuación, son propios de los debates que se dan entre teorías que,si bien pertenecen a una misma disciplina, divergen en su formade entender los criterios metodológicos y epistemológicos de di-cha disciplina. Esto ocurre con frecuencia en el psicoanálisis y enlas ciencias sociales. La posibilidad de verdaderos debates entremiembros de diferentes culturas psicoanalíticas constituye un do-ble desafío para el psicoanálisis. Desde el punto de vistaepistemológico pone a prueba la capacidad de la disciplina paracrear un campo argumentativo unitario cuando existen diferenciasa nivel de las premisas. Al mismo tiempo invita a facilitar la crea-ción de este campo por medio de una comprensión psicoanalíticade los factores inconscientes que dificultan el diálogo. Los ejem-plos examinados sugieren también ciertos caminos de avance quetambién parecen tener validez general, si bien estas conclusionesdeberían ser corroboradas por análisis pormenorizados de debatesen otras latitudes.

Cuando las controversias se dan entre enfoques psicoanalíticosque difieren en sus premisas, se vuelve muy difícil circunscribir ladiscusión a determinados problemas teóricos o técnicos. Aunqueen forma no siempre explícita, el examen de los discursosargumentativos muestra que lo que también se pone en discusiónes la forma en la que cada una de las partes concibe la racionalidady la cientificidad del psicoanálisis, es decir, el tipo de razonamien-to científico al que cada parte recurre para sustentar sus posicio-nes teóricas y técnicas. A su vez, los puntos en los que la discusiónse estanca muestran los problemas frente a los cuales la disciplinano logra establecer procedimientos para dirimir las cuestiones plan-teadas que resulten aceptables para todos.

Dos situaciones de este tipo merecen especial atención.

Ricardo Bernardi

Page 39: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 151

La primera de ellas está constituida por la dificultad para dis-cernir la diferente naturaleza de las cuestiones que pueden estarincluidas en el debate. En consecuencia, no se logra identificar lametodología más apropiada para abordar cada una de estas cues-tiones. Por ejemplo, en la discusión referida más arriba acerca delestructuralismo y de la filosofía de Brentano, para que el debateavanzara hubiera sido necesario clarificar primero cuáles eran losdistintos niveles del problema que estaban en juego, distinguien-do el debate propiamente filosófico de la discusión sobre las con-secuencias que estas ideas filosóficas acarrean a nivel de la prácti-ca psicoanalítica. Esta distinción habría permitido llevar la discu-sión también a un terreno accesible a la experiencia analítica. Vea-mos un segundo ejemplo: si la discusión se hubiera orientado ha-cia las consecuencias de ambas formas de analizar, entonces hu-biera sido pertinente debatir sobre las distintas metodologías quepueden poner en evidencia los resultados de los análisis, amplian-do así el campo de la discusión. Poner el énfasis en los problemasmetodológicos lleva a un viraje en el debate, pues supone discutirno tanto sobre lo que se sabe sino sobre cómo se sabe (Tuckett,1998:445).

Un segundo obstáculo que atenta contra el avance de las con-troversias tiene que ver con la dificultad de cada una de las partespara incluir en la discusión sus premisas y supuestos. Cuando cadaposición se encierra en sus premisas se crean las situaciones deaparente inconmensurabilidad que he analizado en este trabajo.En ese caso, las divergencias a nivel epistemológico hacen quesea difícil encontrar criterios compartidos para evaluar la calidadde la argumentación. Sin embargo, como hemos visto, es posiblecrear un campo argumentativo compartido si se acepta compararlas diferentes posiciones a partir de lo que cada una de ellas aportaen materia de inteligibilidad teórica y de eficacia clínica. Másque el cotejo por separado de los argumentos teóricos o clíni-cos, lo que resulta útil en estos casos es la comparación de lasventajas y desventajas que presenta la forma en la que cadaposición articula las ideas teóricas y la práctica clínica.

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 40: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

152 -

Llegados a este punto podemos ver que el logro de consensosno es el objetivo único de las controversias. Debemos más bienprocurar que ellas permitan que las distintas hipótesis en juegointeractúen entre sí y estimulen una mejor fundamentación de cadauna de ellas. De esta forma se favorece el desarrollo de la discipli-na. También podemos esperar que el esfuerzo de mirar un proble-ma desde distintas perspectivas resulte enriquecedor en el planopersonal. Sólo se puede debatir si existe la voluntad de hacerlo, esdecir, si predomina el deseo y la esperanza de que en el curso de ladiscusión encontremos algo que no habíamos pensado previa-mente, o que al menos no lo habíamos pensado de esa forma. Perosi como analistas hemos perdido el deseo y la esperanza de encon-trar algo nuevo, eso quiere decir que tal vez ha llegado la hora deun reanálisis para evitar las consecuencias del burn-out profesio-nal (Cooper, 1986).

Las controversias exigen un particular esfuerzo intelectual yemocional, vinculado a la aceptación del otro en cuanto diferente.La recompensa que podemos esperar de este esfuerzo no resideexclusivamente en una reducción de los desacuerdos: debemosmás bien pedirle a las controversias que nos ayuden a desarrollarteorías mejor sustentadas, que estimulen el examen más cuidado-so de nuestras pruebas (evidence) clínicas, y que nos recuerdenque siempre existen hipótesis alternativas, cuya consideración cui-dadosa puede llevarnos tanto a fortalecer nuestras conviccionesprevias, como a hacernos sentir la necesidad de revisarlas y modi-ficarlas, impulsándonos así a la búsqueda de nuevas ideas.

Resumen

Las controversias forman parte del proceso de conocimientocientífico. En psicoanálisis, la diversidad de posiciones teóricas,técnicas, y epistemológicas hace que los debates sean particular-mente necesarios a la vez que difíciles. La función de las contro-versias, así como los obstáculos para su desarrollo, son examina-dos tomando como ejemplo debates ocurridos en el Río de la Plata

Ricardo Bernardi

Page 41: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 153

(Buenos Aires y Montevideo) durante la década de 1970, cuandolas ideas kleinianas dominantes entraron en contacto con el pensa-miento lacaniano. Se examinan los diferentes discursosargumentativos, utilizando conceptos tomados de la teoría de laargumentación. Las dificultades mayores halladas no dependíande características propias de las teorías psicoanalíticas (por ejem-plo, la falta de conmensurabilidad entre ellas), sino de estrategiasdefensivas destinadas a mantener las premisas de cada teoría asalvo de los argumentos de la otra parte. Un verdadero debate im-plica la construcción de un campo argumentativo compartido, quepermita el despliegue y la interacción de las distintas posiciones, yse guíe por la búsqueda del mejor argumento. Cuando esto ocurre,las controversias constituyen un estímulo para el desarrollo de ladisciplina, aún cuando no logren llegar a consensos. (186 pala-bras)

SummaryThe need for true controversies in Psychoanalysis.The debates on Melanie Klein and Jacques Lacan in the

Rio de la PlataRicardo Bernardi

Controversies are part of the process of scientific knowing. Inpsychoanalysis, the diversity of theoretical, technical andepistemological positions makes the debate particularly necessaryand by the same token difficult. In this paper, the author examinesthe function of controversies and the obstacles to their development,taking as examples the debates held in the Río de la Plata (BuenosAires and Montevideo) during the nineteen seventies, when thedominant Kleinian ideas came into contact with Lacanian thought.The author examines different examples of argumentativediscourses, using concepts taken from the theory of argumentation.The major difficulties encountered did not hinge on characteristicspertaining to psychoanalytic theories (i.e. the lack ofcommensurability between them), but on the defensive strategies

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 42: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

154 -

aimed at keeping each theory’s premises safe from the opposingparty’s arguments. A true debate implies the construction of a sharedargumentative field that makes it possible to lay out the differentpositions and see some interaction between them and is guided bythe search for the best argument. When this occurs, controversiespromote the discipline’s development, even when they fail to reachany consensus.

Descriptores: TEORIA PSICOANALÍTICA / TEORIAKLEINIANA / TEORIA LACANIANA /

Autores-tema: Klein, Melanie / Lacan, Jacques / Baranger,Willy / Leclaire, Serge /

Bibliografía

BARANGER, W. (1976). El “Edipo temprano” y el “complejo de Edipo”.Revista de Psicoanálisis, t. XXXIII, n. 2: 303-314.

————— (1980a). Acerca del concepto lacaniano de objeto. En:Baranger, W. y cols., Aportaciones al concepto de objeto en psicoaná-lisis. Buenos Aires: Ed. Amorrortu: 130-152.

————— (1980b). Conclusiones y problemas acerca del objeto. En:Baranger, W. y cols., Aportaciones al concepto de objeto en psicoaná-lisis. Buenos Aires: Ed. Amorrortu: 306-321.

————— (1980c). Validez del concepto de objeto en la obra de MelanieKlein. En: Baranger, W. y cols., Aportaciones al concepto de objeto enpsicoanálisis. Buenos Aires: Ed. Amorrortu: 46-63.

BERNARDI, R. (1989). The role of paradigmatic determinants inpsychoanalytic understanding. International Journal. of Psycho-Analysis70: 341-347. (También publicado como: El papel de las teorías. El papelde los determinantes paradigmáticos en la comprensión psicoanalítica.Revista de Psicoanálisis , XLVI, 6 (1989): 904-922)

Ricardo Bernardi

Page 43: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 155

————— (1992). On Pluralism in Psychoanalysis. PsychoanalyticInquiry, vol.12 (4):506-525. (Traducción castellana: Pluralismo en psi-coanálisis. Psicoanálisis. APdeBA, vol. XVI, n. 3: 433-456. AsociaciónPsicoanalítica de Buenos Aires, 1994)

BERNARDI, R.& NIETO, M. (1989). What makes a training analysis“good enough”? 4th. IPA Conference of Training Analysts, Rome. (Pu-blicado por la I.P.A. en inglés, español, alemán y francés.) También pu-blicado en: International Review of Psycho- Analysis V. 19 (1992): 137-146.

BERNARDI, R; ALTMANN, M.; CAVAGNARO, S.; DE LEÓN, B.; DEBARBIERI, A.; GARBARINO, A.; FLORES, M.; FRIONI, M.;LAMÓNACA, J.; MORATÓ, R.; SEIGAL, J.; SCHROEDER, D.;TELLERIA, E. (1997). Cambios de la interpretación en el psicoanálisisdel Uruguay entre 1960 y 1990. Revista Uruguaya de Psicoanálisis ;84/85:89-102.

BERNARDI, R. & DE LEÓN, B. (1992). ¿Incluimos nuestros presupues-tos en la actividad de autoanálisis? Revista Uruguaya de Psicoanálisis76: 243-260. También publicado como: — Does our Self-Analysis Takeinto consideration our Assumptions? En: James W. Barron, Ed.: Self-Analysis. Critical Inquiries, Personal Visions. New Jersey: The AnalyticPress.

BLEGER, J. (1973). Criterios de curación y objetivos del psicoanálisis.Revista de Psicoanálisis, v. XXX, n. 2: 317-350.Bouveresse, J. (1999):Prodiges et Vertiges de l’Analogie. Paris: Editions Raisons d’Agir

BRITTON, R. & STEINER, J. (1994). Interpretation: Selected Fact orOvervalued Idea? Int. J. Psycho-Anal., 75:1069-1078

CAVELL, M. (1993). The Psychoanalytic Mind: From Freud to Philosophy.Cambridge: Harvard University Press.

CONNOLLY, J. M. , KEUTNER, T. (Eds.) (1988). Hermeneutics versusScience. Three German’s views. Wolfgang Stegmüller, Hans-GeorgGadamer, Ernst Konrad Specht. Indiana: University of Notre Dame Press,Indiana.

COOPER, D.:1986. Some Limitations on Therapeutic Effectiveness: The

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 44: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

156 -

“Burnout Syndrome” in Psychoanalysts. Psychoanal. Q., 55:576-598DAVIDSON, D. (1984). Inquiries into Truth and Interpretation. Oxford:

Clarendon Press.DE LEÓN, B. (2000). The countertransference: a Latin American view.

International Journal of Psychoanalysis, vol. 81, t. 2: 331-351. [Tam-bién publicado como: de León, B. (2000): Contratransferencia: una pers-pectiva desde Latinoamérica. Revista Uruguaya de Psicoanálisis, 92:71-104.

DE LEÓN, B. & BERNARDI, R. (2000). Contratransferencia. BuenosAires, Ed. Polemos.

DE LEÓN, B.; FRIONI DE ORTEGA, M. ; GÓMEZ DE SPRECHMANN,M.; BERNARDI, R.: (1998). Cambios en la frecuencia del uso de lanoción de contratransferencia, y su relación con los cambios en lasteorías dominantes. (Trabajo presentado al 4º Encuentro del CapítuloSudamericano de la Society for Pshychotherapy Research (SPR): “Inves-tigación Empírica en Psicoterapia”. Montevideo, 25 al 27 de setiembre de1998.

ETCHEGOYEN, R. H. (1986). Los fundamentos de la técnica psicoana-lítica. Buenos Aires, Amorrortu Ed.

FAIMBERG, H. (1976). Richard a la luz de la guerra y de la estructuraedípica. Revista de Psicoanálisis, t. XXXIII, nº. 1: 149-168.

FEYERABEND, P. (1970). Consuelos para el especialista. En: Lakatos yMusgrave (eds.), La crítica y el desarrollo del conocimiento. Barcelo-na: Grijalbo, 1974.

FREUD, S. (1918). From the History of an Infantile Neurosis. SE. 17FONAGY, P. et al. (Ipa Research Committee, 1998). An open door review

of psychoanalytic outcome studies. // www.ipa.org.uk.GASKINS, R. H. (1992). Burdens of Proof in Modern Discourse. Yale

University Press.KUHN, TH. (1962). La estructura de las revoluciones científicas. Méxi-

co, Fondo de Cultura Económica, 1971.LAKATOS, I. (1970). La historia de la ciencia y sus reconstrucciones ra-

Ricardo Bernardi

Page 45: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

- 157

cionales. En: Lakatos y Musgrave (eds.), La crítica y el desarrollo delconocimiento. Barcelona, Ed. Grijalbo, 1975: 455-510.

LAKOFF, G. & JOHNSON, M. (1980). Metaphors we live by. Chicago,University of Chicago Press.

LECLAIRE, S. (1972). Visita del Prof. Serge Leclaire de la EscuelaFreudiana de Paris. Trabajo realizado en la Asociación Psicoanalíticadel Uruguay (Agosto 1972). Tomo I: Seminarios; Tomo II: Seminariosclínicos.

LIBERMAN, D. (1972). Comentarios y contribuciones al trabajo de JoséBleger. Revista de Psicoanálisis, XXX, 2: 343-5.

MASTERMAN, M. (1972). La naturaleza de los paradigmas. En: I. Lakatosy A. Musgrave, La crítica y el desarrollo del conocimiento. Barcelona:Ed. Grijalbo: 159-202.

NIETO, M. (1976). Integración y diversificación entre diferentes esquemasreferenciales. Su utilidad para el desarrollo teórico. (Suplemento de laRevista Uruguaya de Psicoanálisis, nº. 8).

PAZ, C. A. (1972). Comentarios y contribuciones al trabajo de José Bleger.Revista de Psicoanálisis, XXX, 2: 345-350.

PERELMAN, CH.; OLBRECHTS – TYTECA, L. (1958). Traité del’Argumentation. La Nouvelle Réthorique. Editions de la Université deBruxelles, 1983.

Quintanilla, P. (1999). La hermenéutica de Davidson: metáfora y crea-ción conceptual. En: Carlos E. Caorsi (ed.) Ensayos sobre Davidson: 75-98. Montevideo, Fundación de Cultura Universitaria.

SANDLER, J. (1983). Reflections on Some Relations Between Psycho-analytic Concepts and Psychoanalytic Practice. Int. J. Psycho-Anal., 64:35-45.

SACKETT, D. L.; RICHARDSON, W. S.; ROSENBERG, W.; HAYNES,R.B. (1997). Evidence-based medicine. How to practice & teach EBM.New York Churchill Livingstone.

STAGNARO, J.C. & WINTREBERT, D. (Ed.) (2001). Encuentro de Bue-nos Aires. El efecto mutativo de la interpretación psicoanalítica. Bue-

La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis.

Page 46: La necesidad de verdaderas controversias en psicoanálisis

158 -

nos Aires, Polemos.STEGMÜLLER, W. (1979). The structural view of theories. Berlín,

Heidelgerg; Springer Verlag.STEINER, R. (1995). Hermeneutics or Hermes Mess? Int. J. PsychoAnal.,

76: 435-445.SZPILKA, J. I. (1976). Complejo de Edipo y “a posteriori”. Revista de

Psicoanálisis, t. XXXIII, nº. 2: 285-300.SOKAL, A. & BRICMONT, J. (1999). Impostures Intellectuelles. Paris:

Odile JacobToulmin, S. E. (1958). The uses of argument. CambridgeUniversity Press, 1969.

TUCKETT. D. (1998). Evaluating psychoanalytic papers. Towards thedevelopment of common ediorial standards. Int. J. of Psycho-Anal., 79:431-48.

VAN EEMEREN, F. H.; Grootendorst, R.; Jackson, S. ; Jacobs, S.: (1993).Reconstructing Argumentative Discourse. The University of AlabamaPress.

WIDLÖCHER, D. (2000). ¿Qué ha ocurrido con las vías del psicoanáli-sis? Evolución de las prácticas en Francia. Revista Uruguaya de Psicoa-nálisis, 92: 159-174.

Ricardo Bernardi