la neurosis histerica

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Histeria y Contratransferencia. Jaime Coloma Andrews. Relacionar histeria y contratransferencia supone un afán de potenciar el tratamiento del neurótico a través de comprender como ambos conceptos amplían las posibilidades de operatividad de un proceso terapéutico. Si bien la revisión de esta díada , sin duda aporta a la discusión sobre cómo mejorar el trabajo en psicoterapia, es necesario estipular que su ligazón puede generar la espectativa de una mayor eficiencia pronóstica derivada de acotar el campo de trabajo. Esperar que el tema implique describir distintas formas contratransferenciales correspondientes a un diagnóstico de histeria. Es tentadora la posibilidad de encontrar especificaciones fantasiosas y conductuales de una clase específica, que permitan al terapeuta prepararse para un paciente tipo. Sin embargo, por lo menos en el criterio que sustento, esto es algo desalentado por los fundamentos del pensamiento psicoanalítico. Y la relación de estas dos ideas especifica tanto lo psicoterapéutico como lo psicoanalítico. Lo psicoterapéutico, porque contratransferencia y transferencia son nociónes que sólo se justifican como fenómeno emergente en una psicoterapia. Y, psicoanalítico, porque estas concepciones han surgido en el contexto de la disciplina psicoanalítica.

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La histeria desdeuna concepcion psicoanalitica.

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  • Histeria y Contratransferencia.

    Jaime Coloma Andrews.

    Relacionar histeria y contratransferencia supone un afn de potenciar el

    tratamiento del neurtico a travs de comprender como ambos conceptos amplan

    las posibilidades de operatividad de un proceso teraputico. Si bien la revisin de

    esta dada , sin duda aporta a la discusin sobre cmo mejorar el trabajo en

    psicoterapia, es necesario estipular que su ligazn puede generar la espectativa de

    una mayor eficiencia pronstica derivada de acotar el campo de trabajo. Esperar

    que el tema implique describir distintas formas contratransferenciales

    correspondientes a un diagnstico de histeria.

    Es tentadora la posibilidad de encontrar especificaciones fantasiosas y

    conductuales de una clase especfica, que permitan al terapeuta prepararse para un

    paciente tipo. Sin embargo, por lo menos en el criterio que sustento, esto es algo

    desalentado por los fundamentos del pensamiento psicoanaltico. Y la relacin de

    estas dos ideas especifica tanto lo psicoteraputico como lo psicoanaltico. Lo

    psicoteraputico, porque contratransferencia y transferencia son nocines que slo

    se justifican como fenmeno emergente en una psicoterapia. Y, psicoanaltico,

    porque estas concepciones han surgido en el contexto de la disciplina

    psicoanaltica.

  • 2 Jaime Coloma Andrews

    No es esperable, por tanto, que la revisin de tales items aporte a un

    conocimiento establecido sobre una metodologa de trabajo tendiente a obtener

    datos objetivados. Los datos, en este campo, estn inexorablemente atravezados

    por una perspectiva terica y corresponden metodicamente a un enfoque sobre el

    investigar, el pensar y el conocer, no necesariamente subjetivo, pero s, poco

    objetivo. De hecho es una perspectiva que incluye, dentro de sus revisiones

    tericas, una profunda reflexin sobre la ndole del objeto, y, por lo tanto, de la

    objetividad. Estimula y se acoge a una revisin acuciosa sobre los criterios

    tradicionales respecto a lo cientfico.

    Entiendo, dentro de lo psicoanaltico, que todo encuentro teraputico es,

    cada vez, nuevo y singularizado. A mi entender, el diagnstico nosolgico es

    imprescindible en una primera etapa de acceso al paciente, en la cual su rol est

    destinado a emitir una indicacin. No obstante entiendo que, despus de esa

    primera etapa, la actividad diagnstica es continua, activa y abierta durante todo el

    proceso de trabajo psicoteraputico. Esta actitud emerge y fundamenta una

    concepcin sobre la enfermedad mental en la cual lo neurtico, lo psictico, lo

    perverso, lo psicoptico, son emergentes de un proceso que ondea en distintas

    estratificaciones y niveles de organizacin mental y emocional a lo largo de todo

    trabajo psicoteraputico.

    Los signos orientadores para acomodarse diagnosticamente en este flujo,

    son la transferencia y la contratransferencia. Andr Green considera que la

  • 3 Histeria y Contratransferencia

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    transferencia funda la experiencia psicoanaltica. La contratransferencia, por tanto,

    corresponde en el terapeuta a la transferencia del paciente. Vale decir, ambas

    condiciones, articulan en la relacin entre terapeuta y paciente, la marca de lo

    inconciente. Considerarlas como el modo privilegiado de acceso a la comprensin

    del paciente, disminuye la inevitable asimetra que caracteriza necesariamente toda

    intervencin psicoteraputica. En el mbito de lo transferencial ambos integrantes

    son efecto de un sujeto de lo inconciente, por definicin. La capacidad del terapeuta

    reside en su disposicin a trabajar con el material aportado por el paciente, en su

    decisin de mantener un encuadre y en su apertura diagnstica e interpretativa

    respecto a la evolucin de un proceso cambiante. La efectivida teraputica surge,

    segn mi criterio, de las intervenciones que el terapeuta pueda seleccionar desde

    esta actitud.

    Juan David Nassio seala que si consideramos a la histeria desde un ngulo

    descriptivo y partimos de los sntomas observables, esta se presenta como una

    entidad clnica definida. En cambio, dice, si la encaramos desde un punto de vista

    relacional, concebimos a la histeria como un vnculo enfermo del neurtico con el

    otro y, particularmente, en el caso de la cura, con ese otro que es el psicoanalista.

    Durante muchos aos la teora psicoanaltica estuvo prientada por lo que SF

    consider el imperio del princio del placer. Ronald Fairbairn, en la dcada del

    cuarenta, modific sustancialmente esta idea al establecer que la libido no busca

    primariamente placer sino objeto. Se instala as la primaca de lo vincular en el

    pensamiento psicoanaltico, pero, por sobre todo, el peso de los sentimientos de

  • 4 Jaime Coloma Andrews

    dependencia como centrales en los avatares de cualquier vnculo. Cualquier

    propuesta terica desata una intensa discusin y, obviamente, tambin ha ocurrido

    esto con los postulados de Fairbairn. Sin embargo su propuesta permite pensar,

    aunque polemicamente, sobre la posibilidad de entramar a los conceptos

    transferenciales, tan caros a lo psicoanaltico, una consideracin tambin de lo

    particular y novedoso que reside en el vnculo teraputico. Particularidad y

    novedad que posibilita un trabajo con espectativas y no una parlisis teraputica

    derivada de un afn de exclusivista de convertir lo psicoanaltico en un pura

    investigacin de lo inconciente sin la bsqueda de cambios favorables par llevar

    una mejor vida cotidiana.

    Volviendo a lo planteado previamente, preferir, en todo caso, considerar

    mas bien "lo histrico" que la histeria, para poder tener presente esta condicin

    como modo de darse de un material de sesin, que no encorseta al terapeuta en una

    mirada definitiva. De esta manera citar a Nassio respecto a lo que el estipula para

    la histeria, como aquello que aparece cuando el material est atravezado por lo

    histrico.

    El dice: "Es de imaginar hasta qu punto el yo histrico, para histerizar la

    realidad, debe ser maleable y capaz de estirarse sin discontinuidad desde el punto

    ms ntimo de su ser hasta el borde ms exterior del mundo, y cuan incierta se

    torna entonces la frontera que separa los objetos internos de los externos." "Esta

    singular platicidad del yo instala al histrico en una realidad confusa, medio real,

    medio fantaseada, donde se emprende el juego cruel y doloroso de las

    identificaciones mltiples y contradictortias con diversos personajes, y ello al

  • 5 Histeria y Contratransferencia

    5

    precio de permanece ajeno a su propia identidad de ser y, en particular, a su

    identidad de ser sexuado. As pues, el histrico puede identificarse con el hombre,

    con la mujer, o incluso con el punto de fractura de una pareja, es decir que puede

    encarnar hasta la insatisfaccin que aflige a sta."..."El histrico, desatando el

    conflicto o despejndolo, sea hombre o mujer, ocupar invariablemente el papel del

    excludo. Precisamente lo que explica la tristeaza que suele agobiar a los histricos

    es el hecho de verse relegados a este lugar de excludos. Los histricos crean una

    situacin conflictiva, escenifican dramas, se entrometen en conflictos y luego, una

    vez que ha cado el teln, se dan cuenta, en el dolor de su soledad, que todo no era

    ms que un juego en el que ellos fueron la parte excluda. En estos momentos de

    tristeza y depresin tan caractersticos descubrimos la identificacin del histrico

    con el sufrimiento de la insatisfaccin: el sujeto histrico ya no es un hombre, ya no

    es una mujer, ahora es dolor de insatisfaccin. Y, en medio de este dolor, queda en

    la imposibilidad de decirse hombre o de decirse mujer, de decir simplemente, la

    identidad de su sexo. La tristeza del yo histrico, concluye Nassio, responde al vaco

    y a la incertidumbre de su identidad sexuada." Y agrega: " En suma...en cualquier

    relacin...se presenta como un lazo insatisfactorio, erotizador y triste, enteramente

    polarizado alrededor de la tenaz negativa a gozar".

    El autor citado despliega una excelente descripcin de una histeria. TaL

    como lo he expuesto, prefiero tomar tal decripcin como una informacin muy sutil

    de una material histrico. Algo que, segn ciertos criterios psicoanalticos,

    corresponde a un buen nivel de desarrollo mental.

  • 6 Jaime Coloma Andrews

    Cuando David Liberman se refiere a los sujetos con perturbaciones a

    predominio sintctico, incluye en ellas a las histerias. Esta caracterizacin global

    alude a "personas que muestran una marcada disposicin a beneficiarse con el

    tratamiento psicoanaltico". Cuando esto coincide con "una ptima capacitacin

    por parte del analista" se preservan las reas pragmticas y se facilita un "dilogo

    analtico con sentido teraputico", al mantener "analizando y terapeuta"..."un

    universo comn de sentidos". Las histerias "se comprometen con lo que dicen, si

    desconfan lo dicen, saben por principio y casi sin necesidad de que el analista lo

    haga saber, que ellos pueden ser tanto y mejor ayudados en la medida que sean

    capaces de hacer abstraccin de la persona del terapeuta, de aceptar su presencia y

    de dar de si mismos el mximo de sinceridad"... al estilo de la "confianza bsica o

    de la "alianza teraputica".( 8 ) Michael Balint atribuye al mbito de lo edpico

    condiciones similares a las que Liberman adjudica a los pacientes con distorsin a

    predominio sintctico. Seala que las interpretaciones "claras, concisas, bien

    fundadas, oportunas"... "corresponden al nivel edpico, es decir, presuponen que...

    "sean experimentadas por el paciente como interpretaciones", en las cuales "el

    lenguaje adulto resulta un medio de comunicacin apropiado y digno de

    confianza". ( 1 )

    Liberman considera que dentro de ste grupo se encontrara el "paciente

    ideal". Dice que estas personas son "las que ms contribuyen al proceso teraputico

    y las que menos exigen del terapeuta para que dicho proceso siga su evolucin

    natural". ( 8 )

  • 7 Histeria y Contratransferencia

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    Pese a que tales criterios se originan sin duda en una exigente experiencia y

    reflexin clnica, su exposicin me resulta ms til si la combino con lo que Donald

    Meltzer llama "Estados sexuales de la mente". La distincin que este autor hace de

    lo que l llama sexualidad adulta o infantil, sexualidad perversa o polimorfa,

    sustentan un criterio que propugna la menor preocupacin por el comportamiento

    del paciente, en favor de la interpretacin de su conducta como representacin de

    diversos estados mentales. Especialmente la consideracin de lo perverso como

    una actuacin de componentes narcissticos y destructivos, revestidos por una

    seduccin libidinal, constituye una advertencia interesante para el terapeuta. El

    afn de curar a ultranza puede ser atrapado por una seduccin histrica, que est al

    servicio de ambiciones perversas, conduciendo al terapeuta a quedar envuelto en

    proyectos omnipotentes de cura que satisfagan las necesidades infantiles y

    narcissticas dolorosas, pero inevitables para ciertos pacientes, cuando los

    sentimientos de dependencia se hacen intolerables. En este sentido el material

    siempre est amenazado por el repudio a la dependencia y al lmite de aquello que

    se encuentra ms all de las posibilidades de acceso del sujeto. Esta amenaza

    moviliza distintos recursos y la bsqueda por parte del paciente en distintos

    estratos de su personalidad para protegerse de tales precariedades.

    Si tomamos en cuenta lo expuesto anteriormente citando a Liberman y a

    Balint, cuando el material se organiza, limpiamente desde lo histrico, el terapeuta

    debera estar menos demandado a una actuacin contratransferencial, porque su

    paciente, guado por su vaco e incertidumbre dolorosa, propone una vinculacin

    que no debera estimular regresiones contratransferenciales, sino mas bien

  • 8 Jaime Coloma Andrews

    posibilitar al terapeuta la mantencin de su encuadre y de su capacidad de pensar.

    En este sentido un material plenamente histrico, representante, al decir de

    Meltzer, de estados sexuales polimorfos y no perversos, cuando estimula

    actuaciones contratransferenciales en el terapeuta, est dando cuenta de algo que

    corresponde a las fragilidades propias de la estructura del terapeuta y no a algo

    impulsado por el paciente.

    Histeria y contratransferencia se relacionan, entonces como dos conceptos

    que pueden guiar a un terapeuta estimulado por la observacin de lo actual, capaz

    de considerar que el pasado est siempre actuante en un proyecto abierto a

    posibilidades teraputicas derivadas de una capacidad de escuchar, de observar,

    de considerar lo particular de cada ser humano y lo particular de cada encuentro,

    entre los cuales el encuentro psicoteraputico se juega por una rearticulacin de los

    elementos que atascan el devenir de un paciente.