la ola - morton rhue

Download La Ola - Morton Rhue

If you can't read please download the document

Upload: manu-medina

Post on 25-Sep-2015

220 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

La Ola - Morton Rhue

TRANSCRIPT

  • Cuando el profesor Ben Ross aborda durante laclase de historia el periodo del nazismo, losalumnos no pueden entender elcomportamiento ciego de los alemanes ni porqu se dejaron manipular. Ellos nuncahubieran permitido algo as, se habranrebelado contra los dspotas. El profesordecide llevar a cabo un experimento parademostrar cmo se pueden desarrollarcomportamientos autoritarios, y probar que loque pas en Alemania puede repetirse encualquier lugar y momento. Sin embargo, elexperimento se le va de las manos y empieza atomar dimensiones peligrosas. Ben Ross y susalumnos aprendern una leccin que noolvidarn jams. La Ola se basa en hechosreales que tuvieron lugar en la clase de historiade un instituto de Palo Alto, California.

  • Morton Rhue

    La olaEl experimento en la clase de historia

    que fue demasiado lejos

    ePUB v1.0rosmar71 10.09.12

  • Ttulo original: The waveMorton Rhue (seudnimo de Todd Strasser), 1981.Traduccin: Soledad Sili y Blanca Rissech

    Editor original: rosmar71 (v1.0)ePub base v2.0

  • 1Laurie Saunders estaba sentada en la sala depublicaciones del Instituto Gordon, mordiendo la puntade un bolgrafo. Era una chica bonita, de pelo cortocolor castao claro y una sonrisa casi perpetua, queslo desapareca cuando estaba preocupada omordiendo un bolgrafo. ltimamente haba mordido unmontn de bolgrafos. En realidad, no tena ni un solobolgrafo ni lpiz en la cartera que no tuviera la puntadesgastada de tanto mordisqueo nervioso. En cualquiercaso, le ayudaba a no fumar.

    Laurie ech una ojeada a la sala, que era un cuartopequeo, lleno de pupitres, mquinas de escribir ymesas de calco. En aquel momento, tendra que haberhabido chicos en cada una de las mquinas, escribiendoalgo para El cotilleo de Gordon, el peridico delinstituto. El equipo de diseo y maquetacin tendra quehaber estado trabajando en las mesas de calco,preparando el prximo nmero. Sin embargo, no habanadie ms que Laurie. El problema era que fuera haca

  • un da esplndido.Laurie oy el chasquido del plstico de su bolgrafo

    al romperse. Su madre ya le haba advertido que un damordera un bolgrafo hasta romperlo y que se tragaraun trozo de plstico, que se le clavara en la garganta yla ahogara. Una cosa as slo se le poda ocurrir a sumadre, pens Laurie.

    Mir el reloj que haba en la pared. Faltaban slounos pocos minutos para que se acabara la clase. Nohaba ninguna regla que dijera que se tuviera quetrabajar en la sala de publicaciones durante los ratoslibres, pero todo el mundo saba que la prxima edicinde El cotilleo tena que salir la semana siguiente. Nopodran dejar sus frisbees, sus pitillos y sus bronceadospor unos das para que el peridico saliera a tiempo poruna vez?

    Laurie guard el bolgrafo y empez a recoger suscuadernos para la prxima clase. Era imposible. En lostres aos que haba formado parte del equipo, Elcotilleo no haba salido nunca puntual. Y ahora que eraella la jefa de redaccin no haba cambiado nada. Elperidico saldra cuando todo el mundo encontrara el

  • momento de ponerse a trabajar.Laurie cerr la puerta de la sala de publicaciones y

    sali al pasillo. Estaba casi vaco; todava no habasonado el timbre que indicaba el cambio de clase y slohaba unos cuantos alumnos. Laurie pas por delantede varias puertas, se par al llegar a una clase y mirpor la ventana.

    Amy Smith, su mejor amiga, una chica menudita, depelo grueso, rizado y rubio, se esforzaba por aguantarlos ltimos minutos de la clase de francs del seorGabondi. El ao anterior, Laurie haba tenido francscon el seor Gabondi y lo recordaba como una de lasexperiencias ms aburridas de su vida. El seorGabondi era un hombre bajo, de piel oscura y macizo,que siempre pareca estar sudando, incluso en plenoinvierno. Cuando daba clase, hablaba en un tonomontono y soso, capaz de dormir al mejor de losalumnos y, aunque el curso no era difcil, Laurie todavase acordaba de lo que le haba costado sacar unsobresaliente.

    Ahora, al ver los esfuerzos de su amiga pormantener el inters, Laurie pens que necesitaba que la

  • animaran un poco. As pues, colocndose donde Amypudiera verla y Gabondi no, empez a poner los ojosbizcos y cara de idiota. Amy se llev la mano a la bocapara contener la risa. Laurie hizo otra mueca y su amigaintent no mirar, pero no poda resistir la tentacin devolver la cabeza para ver qu haca. Entonces Lauriepuso su famosa cara de pez: se tir de las orejas, pusolos ojos bizcos e hizo un puchero con los labios. Amyhaca tantos esfuerzos por no rerse que las lgrimas lecorran por las mejillas.

    Laurie saba que no deba hacer ms muecas. Mirara Amy era muy divertido; se rea por cualquier cosa. SiLaurie haca algo ms, su amiga acabara por caerse dela silla y rodar por el suelo entre los pupitres. Pero nopudo resistirse. Se volvi de espaldas a la puerta, paradarle ms emocin, frunci el ceo e hizo un mohn, yentonces se dio la vuelta.

    En la puerta se encontr con un seor Gabondienfurecido. Detrs de l, Amy y el resto de la clase seestaban partiendo de risa. Laurie se qued helada, peroantes de que Gabondi pudiera echarle una reprimendason el timbre y la clase entera sali en tromba al

  • pasillo. Amy se le acerc abrazndose la barrigaporque le dola de tanto rer. Gabondi se quedmirando a las dos chicas que, cogidas del brazo, sedirigan a la clase siguiente, ya sin aliento para seguirriendo.

    En el aula en que daba historia Ben Ross estabainclinado sobre un proyector, intentando poner unapelcula entre todo aquel lo de rollos y lentes paraproyectarla. Era la cuarta vez que lo intentaba y seguasin conseguirlo. Desesperado, se pas los dedos por supelo castao y ondulado. Nunca en su vida haba sidocapaz de manejar una mquina, ya fueran proyectores ocoches; incluso el surtidor de autoservicio de lagasolinera local le llevaba de cabeza.

    Nunca haba podido comprender por qu era tantorpe para estas cosas; por eso, cuando se trataba dealgn chisme mecnico, se lo dejaba a Christy, sumujer. Ella daba clase de msica y canto en el InstitutoGordon, y en casa tena a su cargo todo lo que exigierahabilidad manual. Christy bromeaba a menudo y decaque a Ben no se le poda encargar ni que cambiara una

  • bombilla, pero l aseguraba que eso era unaexageracin. Haba cambiado muchas bombillas en suvida y slo se acordaba de haber roto dos.

    Hasta ese momento, en los dos aos que l y sumujer llevaban en Instituto Gordon, Ben se las habaarreglado para ocultar su falta de habilidad mecnica o,mejor dicho, para que pasara inadvertida, porque habaquedado eclipsada por su fama de joven profesor contalento. Los alumnos de Ben hablaban de su intensidad,y de que se entusiasmaba y se interesaba tanto por untema, que no podan evitar interesarse ellos tambin.Decan que era contagioso, lo cual significaba que eracarismtico. Saba metrselos en el bolsillo.

    El resto de profesores no era tan unnime en susopiniones. Algunos estaban impresionados por suenerga, dedicacin y creatividad. Decan que saba darun aire nuevo a sus clases y que, cuando era posible,trataba de ensear a los chicos el aspecto prctico yrelevante de la historia. Si estaban estudiando unsistema poltico, divida la clase en partidos polticos. Siestudiaban un juicio famoso, peda a un alumno querepresentara al acusado, a otros dos que se encargaran

  • de la defensa y la acusacin, y luego elega a un jurado.Sin embargo, haba otros profesores que eran ms

    escpticos sobre el proceder de Ben. Algunos decanque lo nico que le pasaba era que era demasiadojoven e ingenuo, y que por eso pona tanto entusiasmo,pero que en unos cuantos aos se calmara y empezaraa dar las clases bien: con mucha lectura, pruebassemanales y clases ms formales. A otros lo que no lesgustaba era que no llevase nunca traje y corbata enclase. Y haba uno o dos que confesaban quesimplemente le tenan envidia.

    Pero lo que ningn profesor poda envidiarle era suincapacidad total para manejar un proyector. Por muybrillante que pudiera ser, en aquel momento slo podarascarse la cabeza y contemplar la maraa de celuloideque haba en el aparato. Los chicos de su clase dehistoria iban a llegar dentro de pocos minutos y hacavarias semanas que quera pasarles aquella pelcula.Por qu no le habran dado un curso sobre cmocolocar una pelcula para poder proyectarla?

    Ross volvi a ponerla en el carrete y renunci amontarla. Seguro que entre los chicos de su clase

  • habra algn prodigio de los audiovisuales que sabraponer el aparato en marcha en un momento. Volvi asu mesa y sac un montn de hojas que quera entregara los alumnos antes de que vieran la pelcula.

    Mientras hojeaba los deberes, Ben pens que lasnotas eran lo que caba esperarse. Como decostumbre, haba dos excelentes, los de LaurieSaunders y Amy Smith. Haba un notable, y luego elhabitual montn de bienes y suficientes. Haba dosinsuficientes. Uno era de Brian Ammon, quarterbackdel equipo de ftbol americano al que pareca gustarlesacar malas notas, aunque Ben estaba convencido deque tena capacidad para hacerlo mucho mejor si seesforzaba ms. El otro insuficiente era de RobertBillings, el perdedor de la clase. Ross movi la cabeza.Aquel chico, Billings, era un verdadero problema.

    Fuera, sonaron los timbres, y Ben oy el ruido delas puertas que se abran de golpe y a los alumnos queinvadan los pasillos. Era curioso que los chicos salierantan rpido de una clase, pero llegaran a la siguiente apaso de tortuga. Ben crea que, en general, ahora elinstituto era un sitio en el que los chicos podan

  • aprender mejor que antes; pero haba unas cuantascosas que no le gustaban. Una de ellas era la falta deinters de los alumnos por llegar a tiempo; a veces seperdan cinco o incluso diez valiosos minutos de claseesperando a los rezagados. En sus tiempos, si noestabas en clase despus de que sonara el timbre porsegunda vez te habas metido en un lo.

    El otro problema eran los deberes. Los chicos yano se sentan obligados a hacerlos. Ya poda gritar,amenazarlos con suspenderles o con castigarles, quedaba lo mismo. Los deberes casi se haban convertidoen algo opcional. Como uno de los alumnos de catorceaos le haba dicho pocas semanas antes: Claro que sque los deberes son importantes, seor Ross, peroantes est mi vida social.

    Ben se ri. Vida social.Los chicos estaban empezando a entrar. Ross vio a

    David Collins, un chico alto y atractivo, corredor delequipo de ftbol americano. Era tambin el novio deLaurie Saunders.

    David, crees que podras poner en marcha elproyector? pregunt Ross.

  • Claro que s contest David.Mientras Ross le miraba, el muchacho se puso de

    rodillas al lado del proyector y empez a trabajar condestreza. En pocos segundos ya tena la pelcula lista.Ben sonri y le dio las gracias.

    Robert Billings entr arrastrando los pies. Era unchico de constitucin fuerte, que llevaba siempre losfaldones de la camisa colgando y el pelo enmaraado,como si no se molestara nunca en peinarse cuando selevantaba de la cama por la maana.

    Vamos a ver una peli? pregunt al ver elproyector.

    No, idiota contest otro que se llamaba Brad,que disfrutaba atormentndole. Al seor Ross legusta montar el proyector slo para divertirse.

    Brad intervino Ross. Ya basta.Haba bastantes alumnos en la clase para que Ross

    empezara a entregar los deberes.Muy bien dijo, en voz alta, para atraer la

    atencin de los chicos. Aqu estn los trabajos de lasemana pasada. En general, estn bastante bien.

    Empez a pasar entre los pupitres para dar a cada

  • uno su ejercicio.Pero voy a advertiros una vez ms. Estas

    redacciones cada da estn ms descuidadas explic,levantando una para que todos la vieran. Mirad esto.Es realmente necesario hacer tantos garabatos en losmrgenes?

    Los chicos se rieron.De quin es? pregunt uno.Eso no importa. Ben puso bien las hojas que

    tena en la mano y continu repartindolas. De ahoraen adelante, voy a empezar a bajar la nota de todos losdeberes que estn muy sucios. Si os equivocis o tenisque hacer muchos cambios, preparad una copia nuevay limpia para entregrmela. Entendido?

    Algunos chicos asintieron con la cabeza. Otros nisiquiera le escuchaban. Ben se coloc delante de laclase y baj la pantalla. Era la tercera vez en esesemestre que les hablaba de los deberes sucios.

  • 2Estaban estudiando la Segunda Guerra Mundial y lapelcula que Ross haba seleccionado para su clase eraun documental que mostraba las atrocidades cometidaspor los nazis en los campos de concentracin. En laclase a oscuras, los chicos tenan los ojos puestos en lapantalla. Vean a hombres y mujeres esculidos, tanmuertos de hambre que ya no parecan ms queesqueletos cubiertos de piel. Personas con unas piernasen las que lo ms ancho eran las rodillas.

    Ben ya haba visto esta pelcula u otras parecidasmedia docena de veces, pero el espectculo de unacrueldad tan inhumana y despiadada por parte de losnazis todava lo horrorizaba e indignaba. A medida queavanzaba la pelcula, Ross se diriga a la clase conemocin.

    Lo que estis viendo tuvo lugar en Alemaniaentre 1933 y 1945. Fue obra de un hombre llamadoAdolf Hitler, que primero haba sido criado, mozo decuerda y pintor de brocha gorda, y que luego se dedic

  • a la poltica despus de la Primera Guerra Mundial.Alemania haba sido derrotada en esa guerra, habaperdido su liderazgo mundial, tena una inflacin muyalta, y haba miles de personas hambrientas, sin trabajoy sin techo. Para Hitler eso supuso una oportunidadpara ascender rpidamente entre las filas del partidonazi. Abraz la teora de que los judos eran losdestructores de la civilizacin y de que los alemaneseran una raza superior. Hoy da sabemos que Hitler eraun paranoico, un psicpata y que, literalmente, estabaloco. En 1923 le metieron en la crcel por susactividades polticas, pero en 1933 l y su partido sehicieron con el control del Gobierno alemn.

    Ben hizo una pausa para que los alumnos pudierancontinuar viendo la pelcula. Ahora podan observar lascmaras de gas y los cadveres amontonados como side troncos de madera para los hornos se tratara. Losesqueletos humanos que todava estaban vivos tenan asu cargo la horripilante tarea de apilar los cadveresante la mirada vigilante de los soldados nazis. Ben sintique se le revolva el estmago. Se pregunt cmopoda alguien obligar a los dems a hacer esas

  • barbaridades.Los campos de exterminio eran lo que Hitler

    llamaba su solucin final del problema judo. Sinembargo, no slo los judos fueron enviados all, sinotambin todas las personas que los nazis juzgaron comono aptas para formar parte de su raza superior continu explicando. En toda Europa oriental, estaspersonas eran conducidas a estos campos en manadasy, una vez all, las obligaban a trabajar y a sufrir hambrey torturas, y cuando ya no servan para nada lasexterminaban en las cmaras de gas. Sus restos iban aparar a los hornos crematorios.

    Ben hizo otra pausa y luego continu.La esperanza de vida de los prisioneros en los

    campos de concentracin era de doscientos setentadas. Pero muchos no resistan ni una semana.

    En la pantalla se vean los edificios en los queestaban instalados los hornos. Ben pens que podacontar a los chicos que el humo que sala de laschimeneas era el de los cuerpos quemados. Pero no lohizo. Ver la pelcula era ms que suficiente. Gracias aDios el hombre no haba inventado la manera de hacer

  • que en las pelculas se transmitiera el olor, porque lopeor de todo habra sido el hedor, el hedor de la mayoratrocidad cometida en la historia de la raza humana.

    La pelcula iba a terminar y Ben acab con suexplicacin.

    Los nazis mataron a ms de diez millones dehombres, mujeres y nios en sus campos de exterminio.

    La pelcula haba terminado. Un chico, que estabaal lado de la puerta, encendi las luces de la clase. Benvio que la mayora de los alumnos estaban anonadados.No se haba propuesto conmocionarles, aunque s sabaque la pelcula les iba a impresionar. Muchos deaquellos muchachos se haban criado en una pequeacomunidad de la extensa zona residencial de losalrededores del Instituto Gordon. Eran hijos de familiasestables de clase media y, a pesar de que los medios decomunicacin estaban saturados de la violencia queimpregnaba la sociedad en la que vivan, eransorprendentemente ingenuos y estaban acostumbradosa sentirse protegidos. En ese momento, algunos inclusoempezaron ya a hacer el tonto. Todo el horror y elsufrimiento que reflejaba la pelcula deba de haberles

  • parecido un programa ms de televisin. RobertBillings, que estaba sentado cerca de la ventana, estabadormido, con la cabeza entre los brazos. En cambio, enlas primeras filas, Amy Smith se estaba secando algunalgrima. Laurie Saunders tambin pareca muy afectada.

    S que muchos estis impresionados dijo Ben. Pero si os he trado hoy esta pelcula no ha sidoslo para conmoveros. Quiero que pensis en lo quehabis visto y en lo que os he dicho. Hay alguien quequiera hacer alguna pregunta?

    Amy Smith levant enseguida la mano.Dime, Amy.Todos los alemanes eran nazis? pregunt la

    chica.Ben movi la cabeza.No, la verdad es que slo menos de un diez por

    ciento de la poblacin alemana perteneca al partidonazi.

    Entonces, cmo no intent alguien detenerles?No puedo decrtelo con seguridad, Amy.

    Supongo que estaran asustados. Los nazis podan seruna minora, pero eran una minora sumamente bien

  • organizada, armada y peligrosa. No hay que olvidarque el resto de la poblacin alemana estabadesorganizada, sin armas y atemorizada. Habanpasado adems por una poca de inflacin espantosa,que haba arruinado al pas. Es posible que algunostuvieran la esperanza de que los nazis pudierandevolverles la prosperidad. En cualquier caso, despusde la guerra, la mayora de los alemanes dijo que nosaba nada de estas atrocidades.

    Eric, un chico negro que se sentaba en las primerasfilas, levant la mano a toda prisa.

    Eso es una estupidez. Cmo se puede matar adiez millones de personas sin que nadie se entere?

    S dijo Brad, el chico que haba estadomolestando a Robert Billings antes de empezar la clase. No puede ser.

    Ben vea que la pelcula haba impresionado a lamayora de la clase y se alegraba. Daba gustocomprobar que se preocupaban por algo.

    Bueno, lo nico que puedo deciros es que,despus de la guerra, los alemanes afirmaron que nosaban nada de los campos de concentracin ni de las

  • matanzas dijo a Eric y a Brad.Entonces fue Laurie Saunders la que levant la

    mano.Pero Eric tiene razn aadi. Cmo

    pudieron los alemanes quedarse tan tranquilos mientraslos nazis andaban matando a la gente delante de susnarices y decir luego que no lo saban? Cmopudieron hacer algo as? Cmo se atrevieron adecirlo?

    Lo nico que puedo aseguraros es que los nazisestaban muy bien organizados y eran muy temidos repiti Ben. El comportamiento del resto de lapoblacin alemana es un misterio. Por qu nointentaron detenerles? Cmo pudieron decir que no losaban? La verdad es que no conocemos la respuesta.

    La mano de Eric estaba otra vez en alto.Pues lo que yo puedo asegurar es que no dejara

    nunca que una minora tan pequea dirigiera a lamayora.

    Claro que s dijo Brad. Yo no dejara queun par de nazis me metiera tanto miedo como paradecir que no me haba enterado de nada.

  • Haba otras manos levantadas pero, antes de queBen pudiera dirigirse a alguno de los chicos, son eltimbre y todos salieron corriendo.

    David Collins se levant. Su estmago estabareclamando comida a gritos. Se haba levantado tarde yno haba podido zamparse el desayuno de tres platosque acostumbraba a tomarse todos los das. Por muchoque le impresionara la pelcula que les haba enseadoel seor Ross, no poda dejar de pensar que haballegado la hora de la comida.

    Mir a Laurie Saunders, que continuaba sentada ensu sitio.

    Venga, Laurie. Tenemos que llegar pronto alcomedor. Ya sabes las colas que se forman.

    Pero Laurie le hizo seas de que se fuera sin ella.Ya me reunir contigo ms tarde.David frunci el ceo. Se debata entre esperar a su

    novia y llenar su estmago protestn. Venci elestmago y se fue por el pasillo.

    Despus de que David se marchara, Laurie selevant y mir al profesor. Ya no quedaban ms que unpar de alumnos en la clase. Y, salvo Robert Billings,

  • que acababa de despertarse de su siesta, eran los queparecan estar ms afectados por la pelcula.

    No puedo creer que todos los nazis fueran tancrueles dijo Laurie a su profesor. No me puedocreer que pueda haber nadie tan cruel.

    Ben asinti.Despus de la guerra, muchos nazis intentaron

    justificar su conducta diciendo que ellos no hacan msque cumplir rdenes y que, de no haberlo hecho, loshabra matado.

    Pero eso no es excusa argument Laurie,moviendo la cabeza. Podan haberse escapado.Podan haber luchado contra ellos. Tenan ojos y uncerebro. Podan pensar por s mismos. Nadie obedece,sin ms, una orden as.

    Pues eso es lo que dijeron.Es un asco respondi Laurie, moviendo la

    cabeza de nuevo con voz temblorosa. Un verdaderoasco.

    Ben asinti; estaba totalmente de acuerdo.

    Robert Billings intent escabullirse al pasar por

  • delante de la mesa de Ben.Robert dijo el profesor. Espera un

    momento.El chico se qued helado, pero no quiso mirarle a la

    cara.Duermes bien en casa?Robert asinti, como atontado.Ben suspir. Llevaba un semestre entero tratando

    de entender a aquel chico. No poda soportar que losotros se burlaran de l y le desesperaba ver que elmuchacho no hiciera nada por participar en las clases.

    Robert, si no empiezas a participar en clase, voya tener que suspenderte. A este paso, nunca te darn elttulo.

    Robert mir un momento al profesor, peroenseguida baj la mirada.

    No tienes nada que decir?Robert se encogi los hombros.No me importa.Qu quieres decir con eso de que no te

    importa?El muchacho dio unos pasos hacia la puerta. Ben

  • saba que le molestaba que le hicieran preguntas.Robert.El chico se par, pero sigui sin mirarle.Tampoco iba a servirme de nada.Ben no saba qu decir. El caso de Robert no haba

    por dnde cogerlo: era el hermano pequeo relegado ala sombra de su hermano mayor, que haba sido laquintaesencia del alumno modlico y alumno populardel campus. En el instituto, Jeff Billings haba sidolanzador de la liga; ahora estaba en la cantera de losBaltimore Orioles y estudiaba medicina cuando elequipo no jugaba. En el colegio, haba sido un alumnode excelentes que sobresali en todo. Era el tipo dechico que ni el propio Ben habra aguantado en supoca de instituto.

    Al ver que nunca iba a poder competir con suhermano, era como si Robert hubiera decidido tirar latoalla sin ni siquiera intentarlo.

    Escucha, Robert dijo Ben. Nadie esperaque seas otro Jeff Billings.

    Robert le mir un momento y luego empez amorderse nerviosamente la ua del pulgar.

  • Lo nico que te pedimos es que lo intentes.Tengo que irme manifest Robert, mirando al

    suelo.No me importan los deportes insisti Ben.Aunque el chico ya haba empezado a dirigirse

    lentamente hacia la puerta.