la prensa sin gutemberg

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  • 8/9/2019 La Prensa Sin Gutemberg

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    JEAN-FRANOIS FOGEL

    BRUNO PATIO

    La Prensa sin GutenbergEl periodismo en la era digital

    www.puntodelectura.com

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    Jean-Franois Fogel es uno de los grandesperiodistas y ensayistas franceses de la actua-lidad. Despus de trabajar para la Agencia France-Presse, el diario Libration, las revistas Le Pointy Le Magazine Littraire, ocup el cargo deasesor del diario Le Mondeentre 1994 a 2002,as como de su versin digital, Le MondeInteractif, desde ese momento.

    Bruno Patio, formado en la edicin literariaen Hachette Livrey antiguo corresponsal en Chilede Le Monde, es actualmente el presidente deLe Monde Interactif, as como el director de pu-blicaciones de Tlramay el presidente de laAsociacin Europea de Editores Online.

    Ambos autores imparten docencia en la Fun-dacin Nuevo Periodismo Iberoamericano, pre-sidida por Gabriel Garca Mrquez.

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    JEAN-FRANOIS FOGEL

    BRUNO PATIO

    La Prensa sin Gutenberg

    Traduccin de Sofa Tros de Ilarduya

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    Ttulo: La Prensa sin Gutenberg

    Ttulo original: Une Presse sans Gutenberg

    Grasset & Fasquelle, 2005

    Traduccin: Sofa Tros de Ilarduya

    De esta edicin: mayo 2007, Punto de Lectura, S.L.

    Torrelaguna, 60. 28043 Madrid (Espaa) www.puntodelectura.com

    ISBN: 978-84-663-1975-1

    Depsito legal: B-16.771-2007

    Impreso en Espaa Printed in Spain

    Diseo de portada: Ordaks

    Fotografa de portada: Carles Allende / age fotostock

    Diseo de coleccin: Punto de Lectura

    Impreso por Litografa Ross, S.A.

    Todos los derechos reservados. Esta publicacinno puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,

    ni registrada en o transmitida por, un sistema derecuperacin de informacin, en ninguna formani por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico,electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia,o cualquier otro, sin el permiso previo por escritode la editorial.

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    Al equipo del MIA

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    ndice

    Agradecimiento on line . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    El nuevo rgimen de la prensa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13El rey de los navegadores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

    El contexto de la obra abierta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55El aspecto de la red . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75El santuario on line . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95La centrifugadora digital. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119Lo escrito y las palabras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141El final de los medios de comunicacin de masas. . . . . 163

    Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179Notas y fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181

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    Agradecimiento on line

    Este ensayo procede de una experiencia. A princi-pios del verano de 2000, se propuso a los autores, junto aotras personas, elevar la audiencia y la rentabilidad de lapgina Web que cre el diarioLe Monde. Desde enton-ces, Jean-Franois Fogel y Bruno Patino participan en el

    desarrollo del periodismo on line. Por lo tanto, su expe-riencia es, segn se quiera interpretar, irrisoria unoscuantos aos, o enorme, puesto que abarca ms de lamitad de la historia de los sitios informativos de Internet.

    Este universo de pioneros, que elaboran ellos mis-mos sus instrumentos, an no es ms que la suma de lasprcticas que se aplican. La nueva prensa es tan jovenque carece de teora, historia y manual actualizado de lasinnovaciones. Que las convicciones sean convergentesno acorta las distancias entre los responsables de los dia-rios digitales. El anlisis de los hechos les ense la natu-raleza de sus proyectos, las respectivas funciones de laspersonas y de la tecnologa y el lugar prometido a Inter-

    net dentro del mundo de los medios de comunicacin.Todos tienen en comn haber inventado y aprendido a lavez lo que, desde ahora, es el oficio de un tipo de prensa

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    que muestra unas diferencias abismales respecto a la es-crita y a la audiovisual.

    Este saber profesional, que se revisa sin cesar el

    progreso obliga, es el producto de todos en general yde nadie en particular. Constituye el contexto de la refle-xin que aliment este libro. Aunque los autores sean losnicos responsables del contenido de las siguientes pgi-nas, no obstante, quieren expresar su agradecimiento aaquellos que les inspiraron y estimularon a edificar el pe-

    riodismo on line del futuro.

    [Este libro deja de lado el trmino Web y se quedacon el de Internet. Estas dos palabras indican dos rea-lidades. Para visitar una pgina, un internauta utiliza elnavegador de su ordenador en la red del World Wide Web.

    Ese mismo internauta enva y recibe los correos electr-nicos a travs de otro programa que mueve sus mensajespor Internet, una red de redes, entre ellas la Web. EnFrancia, el lenguaje corriente designa con una nica pa-labra, Internet, el campo de esas dos actividades y, msampliamente, a todo lo que se alcanza en la red cuandose navega. Para mayor comodidad, en el libro se respetaese uso.]*

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    * En espaol, el trmino Internet se utiliza ms como la conexinque te permite acceder a la red y la pgina Web o los sitios de internet alas direcciones concretas que se visitan. Por este motivo, hemos incluidoen la traduccin estos trminos. (N. de la T.)

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    El nuevo rgimen de la prensa

    Es una antigua historia. Un agente de aduanas ins-pecciona un camin. El conductor no transporta ningu-na carga. El aduanero le permite pasar la frontera sinmayor preocupacin, pero, durante aos, ve que ese mis-mo chfer llega a la aduana, y siempre de vaco. Ningunode los registros realizados al vehculo que conduce revela

    la presencia de mercanca alguna, ni de un escondite. Nose puede culpar al agente de que, en momentos de deses-peracin, desmonte el camin pieza a pieza, puesto queresulta evidente que en esos viajes se trafica con algo.

    Unas horas antes de jubilarse, en el momento enque acaba su ltima jornada laboral, nuestro aduanero veaparecer al mismo conductor, no aguanta ms. Tras unainfructuosa y definitiva inspeccin, le promete impuni-dad y le suplica que revele el fraude. Se acab le di-ce, esta noche dejo la aduana, pero para poder disfru-tar en paz de la jubilacin, antes de marcharme, necesitsaber qu traficas: drogas, divisas, pasajeros clandesti-nos? Dos palabras abaten al futuro pensionista: Trafi-

    co camiones.Los pioneros del periodismo digital, durante mu-

    cho tiempo, han contado este chiste, identificndose con

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    el camionero. Porque sus compaeros de otros mediosde comunicacin, los proveedores, incluso los accionis-tas y colaboradores han fantaseado con lo que propor-

    cionaba la prensa on line. Para unos, eran peridicos quese distribuan de un modo ms rpido. Para otros, la se-al de una radio o una televisin liberada de las ondas yde la obligacin de emitir de continuo. Algunos conside-raban que se trataba de transmitir la informacin de lasagencias de prensa, directamente del productor al consu-

    midor. Y an otros pensaban que slo significaba un aa-dido a las listas de las noticias ms consultadas que Googleo Yahoo!actualizan incesantemente.

    A menudo, una maldicin se incorporaba al carga-mento. Los cancerberos de la tica predecan la venta online de entradas para espectculos en la seccin Cultu-

    ra y la aparicin de corredores de bolsa en la de Eco-noma. Los doctos consideraban a los periodistas delnuevo medio unos aprendices de brujo dispuestos a ma-tar la letra impresa. Y algunos paranoicos detectaban de-trs de las pginas digitales de prensa a un Gran Her-mano con residencia en Washington, una globalizacinde la informacin al servicio de las multinacionales o, alconfundir ciberespacio con lugar de libertad, la promo-cin de una utopa libertaria.

    Esta perspectiva tergiversada, que presume una car-ga y no ve el camin que la transporta, es la deuda de re-conocimiento para con el periodismo on line. Se desco-noce lo especfica que resulta la actividad. Las pginas

    que difunden msica, venden viajes o subastan cualquiertipo de objetos, ofrecen escuchar la misma msica de unCD que se ha comprado en una tienda de discos, subir al

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    mismo tren o al mismo avin que con un billete adquiri-do en una agencia, u obtener el mismo objeto que adju-dica un subastador. Las pginas de informacin escapan

    a esta similitud. Lo que se muestra en la red no se com-para con lo que proporciona el periodismo, ni con un li-bro, un peridico, el cine, la radio, ni con la televisin.

    En Internet ha nacido una nueva prensa, con supropia identidad, su lenguaje y un crecimiento tan vivoque desafa a sus competidores. El miedo a perder lecto-

    res en beneficio de las pginas digitales informativas seconvirti en la rutina de los peridicos, antes de quetambin se preocuparan por ello los medios audiovisua-les. No obstante, este juego de resultado cero, en el queun medio ganara en audiencia y en ingresos publicita-rios lo que el otro perdiese, es una visin falsa, estrecha

    de miras, y sin base de una ruptura histrica.Igual que cualquier otro gremio que se enfrenta auna revolucin tecnolgica, el periodismo se ofusca.Quiere creer que con que se proporcione a Internet unpuesto suplementario bastar para que los mismos me-dios de comunicacin de masas ocupen un lugar alrede-dor de la mesa de la informacin y jueguen la misma par-tida delante de una audiencia muda. Los primeros pasosde periodismo on line barren esa quimera. Internet no esun soporte ms; significa el final del periodismo tal y co-mo se ha vivido hasta ahora. Sometido a la omnipresen-cia de un medio nuevo, despojado, poco a poco, de lacompetencia con los distintos soportes, revisa cada da

    un poco ms su relacin con la audiencia. La prensa bajoel rgimen de Internet no ha iniciado un nuevo captulode su historia, sino ms bien otra historia.

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    EL TERCER ATAQUE

    A principios del siglo XXI, el impacto meditico se

    mide con la vara del terrorismo. Los ataques asesinosque se realizaron contra Nueva York, Madrid y Londres,en menos de un lustro, han mostrado, en cada ocasin, elcampo de accin de Internet, la forma y la influencia delas informaciones que circulan por la red. Esas tres con-vulsiones mundiales dieron la medida de la red universal,

    convertida desde entonces en referencia para los mediosde comunicacin.Al contrario de la creencia generalizada, el hundi-

    miento de las torres del World Trade Center de NuevaYork, el 11 de septiembre de 2001, no demostr el poderdel nuevo medio. Ese da, mientras la prensa audiovisual

    bate rcords de audiencia, muchos de los diarios digitalesviven un fracaso que an recuerdan los editores. Los queno se averan, se cuelgan en la jerga del medio, debidoa un nmero demasiado elevado de visitas, ofrecen unapgina, dos o tres como mucho, con un artculo y algu-nas fotos, para simplificar las operaciones de un sistemadesbordado por la audiencia. Internet todava no est a laaltura de un acontecimiento planetario.

    Tras el 11 de septiembre se dijo: nunca ms,una frase que se repiti desde entonces, no buscando ex-presar la necesidad de acabar con el terrorismo, sino enalusin a las tcnicas imprescindibles para enfrentarse aun aumento considerable del trfico en Internet. Los edi-

    tores comprendieron que existe una expectativa por par-te del pblico y que responderan a ella si dispersasen loscontenidos, textos, fotos y pginas, en distintos puntos

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    de la red, desde donde sera ms fcil difundirlos. Los si-tios ya no se conciben como medios que emiten desde unnico punto, al igual que un peridico o una emisora, sino

    como proveedores de flujo dentro de una red planetaria.Lgicamente, el 11 de marzo de 2004, cuando se

    producen los atentados contra los trenes de cercanas queconducan a los viajeros a la estacin de Atocha, en Ma-drid, la mayora de los diarios digitales baten sus rcordsde audiencia, principalmente en Europa. En el seno de un

    trfico que ya se ha hecho fluido, la presencia de planos,grficos, foros, ychats, muestra que el medio supera lostextos y fotos a los que, en un principio, limit sus conte-nidos. Pronto, las pginas Web deEl PasyEl Mundo, fa-mosas por su grafismo interactivo, ofrecen animacionesque se copian por todas partes, debido a que muestran

    una representacin clara y dinmica de las explosionesmltiples de bombas y de la consecuente investigacinpolicial. A partir de entonces, Internet se sita en la pri-mera fila de los medios de comunicacin por su capacidadde reaccin, y ya dispone de sus propios triunfos.

    Ahora bien, cuando Internet adquiere toda su di-mensin es con los atentados en los transportes pblicoslondinenses del 7 de julio de 2005. Durante toda la jor-nada puesto que como en los anteriores casos, el terro-rismo golpea a la hora en que se abren las oficinas, enla red circula un contenido diversificado dentro de untrfico, cuya difusin est a la altura de una de las gran-des metrpolis del Planeta. As, del milln trescientos mil

    navegantes que visitan la pgina de The Guardian, ms demedio milln se conectan, la lengua obliga, desde Esta-dos Unidos. Los internautas madrileos, que conocen el

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    horror de un atentado semejante son quienes totalizan elmayor nmero de visitas desde una ciudad europea, des-pus de los londinenses, quienes pretenden estar infor-

    mados sobre lo que les depara la suerte. Internet cumplecon todas las expectativas: con las de Estados Unidos,potencia interesada, con las de la emocin de una capitalque fue el anterior objetivo de los terroristas, y con las dela necesidad de informacin local; pero ese medio de co-municacin, en esta ocasin, va ms lejos, al ampliar el

    permetro de su pblico y los lmites de la red.En primer lugar, se deshace la frontera entre los pe-riodistas y la audiencia. Unos pocos minutos despusde la primera explosin, ya habamos recibido las prime-ras imgenes del pblico, cuenta Helen Borden, direc-tora de informacin de la BBC. Las vctimas de los aten-

    tados utilizan las cmaras y los teclados de los telfonosmviles para nutrir un periodismo formado por ciudada-nos que informa a todo el Planeta. Efectivamente, en lapgina Web de la BBC, los testimonios se ensamblan co-mo un puzzle de imgenes y palabras que cubre la capi-tal, incluidos los hospitales y el laberinto del metro y, deinmediato, se reproducen en sitios de todo el mundo. LaBBCyMSNBC.com, una direccin americana, ofrecenincluso un peridico ntimo on line a las personas que hi-cieron las aportaciones ms pertinentes, para que vayanms all del testimonio de su experiencia como supervi-vientes del atentado, y relaten lo que vino despus: laatencin mdica que recibieron, las reacciones a su alre-

    dedor, las preguntas de los periodistas, etctera.La marea de la expresin espontnea es tan fuerte

    en veinticuatro horas: veinte mil correros electrnicos,

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    ms de mil fotos y veinte vdeos tiles, que provoca lacada de una segunda frontera: la que separa Internet delresto de los medios de comunicacin. Las cadenas de te-

    levisin BBC, ITV y Skynews y los diarios The DailyMailyThe Guardian, adems de usar los testimonios quecogen de Internet para preparar la informacin, difun-den, unas los vdeos y los otros, en primera pgina, lasfotos que han capturado en la red. El pas que invent elmodelo de Periodismo anglosajn, el cual se sustent

    en la leyenda de los diarios de Fleet Street, y que designapor medio de una palabra cariosa, The Beeb, a su radio-televisin pblica, ve cmo Internet se convierte en elprimus inter paresde los medios de comunicacin, mien-tras l vive su da ms peligroso desde la Segunda GuerraMundial.

    Se trata de uno de esos momentos en los que se des-garra el velo que oculta el futuro. Internet se halla a la al-tura de las expectativas que gener durante sus primerosaos de existencia. El medio acta como proveedor de losotros medios y distribuidor para el pblico, receptor yemisor de informacin, y, al mismo tiempo, es contenido,canal de difusin, centro de archivos continuamente ac-tualizado, adems de foro de debates. En ese despliegue,ni siquiera falta la afirmacin de un formato interactivopropio del periodismo on line, puesto que las versiones di-gitales de la BBC y de The Guardian publican sus princi-pales reportajes en blogsms que por medio de artculos.

    En una red abierta, donde ya entonces cerca de mil

    millones de internautas podan producir, agrupar y mo-ver informacin, no queda ningn especio reservadopara los periodistas. Por otra parte, las pginas Web de

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    informacin slo recibieron el 5,6 por ciento de los nave-gantes de Internet de la capital inglesa durante el ataquecontra la ciudad. Pero el periodismo no es lo mismo que

    el flujo de noticias: la manera en que stas se reciben re-sulta tan importante como el contenido. nicamente,cuando est equilibrado el tringulo, en cuyos ngulos sesita el acontecimiento, el tratamiento periodstico y lareaccin de la audiencia, un medio se muestra en armonacon la informacin. Y los terroristas de Londres, sin que-

    rerlo, proporcionaron esa demostracin on line: Internetqued situado, de verdad, en el corazn del periodismo.

    TODOS ON LINE

    La irrupcin de otro medio, dentro del universo dela prensa, es un nuevo episodio de una historia ms cortade lo que se piensa. El diario an reina en solitario en to-do el mundo el libro todava no es un soporte perio-dstico y los documentales continan siendo anecdti-cos dentro del cine, cuando la radio emite noticias porprimera vez. Precisamente, el 2 de noviembre de 1920,en Estados Unidos: la emisora KDKA, de Pittsburg,marca el inicio de la informacin a travs de las ondas,con el anuncio del resultado de una eleccin presiden-cial. Hace falta que transcurran ms de diez aos fueentonces cuando los dos tercios de los hogares america-nos disfrutaban de receptores para que esa innovacin

    provoque la guerra de la prensa contra la radio, poriniciativa de los peridicos, que an se nombran a s mis-mos como la prensa.

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    Ms all de las batallas, el armisticio final es el quemejor describe ese conflicto, el primero entre dos me-dios de comunicacin. El acuerdo Biltmore, en alu-

    sin al hotel neoyorquino donde se firm, en diciembrede 1933, establece que las emisoras de radio slo difun-dirn dos boletines informativos al da, que stos no so-brepasarn los dos minutos cada uno, y que se emitirnmucho despus de que los diarios de la maana y de latarde estn en la calle. Adems, no se puede citar ningu-

    na noticia que suceda dentro de las ltimas veinticuatrohoras, y todos los boletines acabarn con la frase recu-rrente: Para ms informacin, consulte su diario local.

    Por supuesto, este acuerdo es papel mojado. La vi-da de los medios de comunicacin desde la aparicin delperidico moderno, a mediados del sigloXIX, es una lu-

    cha sin tregua para captar la atencin de la audiencia. Ytambin una doble derrota histrica de los empresariosdel gremio. Efectivamente, cuando se cre la radio, se im-puso la idea de que la produciran los editores de prensaescrita, puesto que se consideraba que saban dirigirse alpblico; lo mismo que, ms tarde, se crey que la televi-sin nacera a partir de las radios que conocan el signi-ficado de la palabra emitir. Poco se confirmaron estospronsticos. Los gestores, aferrados a sus conocimien-tos, intentaron en vano aplicar los viejos modelos eco-nmicos a los nuevos medios. La radio y la televisin ladesarrollaron unos recin llegados al mundo de la comu-nicacin.

    As pues, todo haca creer que Internet tambin se-ra un territorio para distintos emprendedores. Pero,aunque los primeros lderes de las pginas comerciales y

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    de los portales sean, en efecto, completamente nuevos,como, por ejemplo, eBay,Amazon, o Yahoo!, los sitios deinformacin resultan una excepcin. Casi todos se apo-

    yan en cabeceras anteriores a la creacin del medio: enEstados Unidos, NBC, CBS, USAToday o, en menor me-dida, CNN yThe New York Times; en Alemania, DerSpiegel, adems deNetZeitung, una excepcin que nacion line; en Argentina, Clarn; en el Reino Unido, la BBC;en Francia,Le MondeyLEquipe.

    En el terreno de la prensa, Internet no ha seguido elmodelo histrico de la radio o de la televisin, sino msbien el del libro impreso, que naci cuando las bibliote-cas rebosaban de manuscritos copiados a mano. En elmomento en que apareci la prensa digital, la nica con-dicin indispensable para convertirse en editor on line

    era disponer de un contenido texto, luego imagen, so-nido, y por ltimo vdeo para incluir en Internet. Co-mo consecuencia se da una situacin de competenciaparticular: este medio naci del movimiento interno delas empresas de prensa, que se mostraban ms atentas alos efectos que Internet causaba en su rentabilidad, y noa los cambios de fondo que intervenan.

    Miramos el presente a travs de un retrovisor. Ca-minamos marcha atrs hacia el futuro, se indignabaMarshall McLuhan, el primer terico que consider unmedio de comunicacin como una experiencia personal,en lugar de un contenido. Los primeros pasos de Internetle dan la razn: buscando en el retrovisor lo que proceda

    del papel o de las ondas para reproducirlo en la red se ha-ce caso omiso de la experiencia vivida frente a la pantalladel ordenador. Adems de la difusin del contenido de

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    los otros medios, Internet ofrece un enfoque distinto,tan renovado y mezclado que desestabiliza el propio fon-do del periodismo escrito y audiovisual.

    El primer afectado, la prensa escrita. Romper el la-zo entre la escritura y la imprenta, que se estableci entiempos de Gutenberg, es, por fuerza, una revolucin.Por ms que el texto, gracias a Internet, supere los lmi-tes de difusin de una publicacin impresa, tambinpierde su condicin de referente. Si se confronta al soni-

    do, al vdeo y a las animaciones interactivas, se componecon caracteres que pueden modificarse de tamao y re-producirse a travs del copiar/pegar, deja de ser el empe-rador de los signos para convertirse en una seal anodi-na, que se muestra en las pantallas de todas las redes.

    Las dificultades a las que se enfrentan los diarios de

    los pases industrializados que revisan precio, formato yfrmula de redaccin, las origina esta nueva experiencia:la generalizacin de la lectura en pantalla. La cual liberaa los lectores de la sumisin al texto. Un informe de laAsociacin Mundial de Peridicos lo reconoce: La his-toria de los peridicos gratuitos y de su implacable desa-rrollo expone es, de hecho, la historia de una nuevageneracin. Se le puede llamar la generacin de Inter-net Los ms jvenes no asocian la idea de lectura conla de esfuerzo. Para ellos, la lectura es puramente visual,un ejercicio similar al de ver la televisin, la pantalla deun ordenador o de un telfono mvil. La flexibilidad dela lengua inglesa ya ha creado el trmino viewpaper

    (diario visual), en lugar de newspaper (diario de actuali-dad), para designar a los diarios que responden a esa ex-pectativa.

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    Elshock para la prensa audiovisual no ha sido me-nor. Aqu tambin, Internet ofrece una difusin por todala Tierra, pero ese beneficio de influencia en el espacio

    se paga con un menor control del tiempo. Todo evolu-ciona segn las predicciones que formul, en 1955, Ni-cholas Negroponte, fundador del laboratorio de los me-dios de comunicacin en el MIT: La tecnologa sugiereque, con la posible excepcin de los acontecimientos de-portivos y de las noches electorales, la televisin y radio

    del futuro se encauzarn de manera asincrnica. Las ra-dios y televisiones on line ofrecen igualmente la difusinen directo que boletines de informacin o programasque comienzan a gusto de cada uno. Esto marca el finalde la audiencia, de la escucha colectiva que funda la re-trasmisin de los acontecimientos y la presentacin de

    noticias en directo.La equivocacin sera creer que, de este modo, In-ternet se limita a despojar a todos los medios de lo queposeen de nico, quitando al escrito el monopolio del tex-to y a los audiovisuales el sincronismo de la escucha, a finde beneficiar su propio flujo, mltiple, reactivo, interac-tivo. El rgimen de Internet es mucho peor: erosiona lacompetencia entre las formas de periodismo, ya sea escri-to, audiovisual y, a fortiori, de prensa on line. Acaba con lasdefiniciones rgidas del pasado: la radio anuncia la noti-cia, la televisin la muestra, el diario le proporciona un en-foque De una pgina a otra, todos los contenidos desfi-lan por la misma red, con una nica etiqueta: disponible

    en Internet. En la pantalla, lo especfico de cada prensa seconvierte en simples variaciones de una nica experien-cia, el periodismo difundido por Internet.

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    EL OTRO MUNDO

    Que una metfora represente a Internet como un

    universo virtual no disminuye en nada la nueva y bienreal obligacin de los periodistas. stos siguen la marchadel mundo; pero, a partir de ahora, existen dos mundos:el real y el ciberespacio. El segundo apareci de un modoexplosivo: entre 1993 y 1997, el nmero de sitios aumen-t de 250 a 2.450.000; empresas, instituciones, asociacio-

    nes, individuos se convierten en medios de comunica-cin on line. El desafo que Internet lanza a la prensa nose dirige tanto a la invencin de un medio o a la apari-cin de un soporte como a esa repentina proliferacin dela comunicacin de la que hay que dar cuenta.

    Durante la creacin de los primeros peridicos mo-

    dernos, la prensa informaba sobre la actividad de las eli-tes polticas, financieras, universitarias, culturales, etc-tera. El progreso de la democracia, la subida del nivel devida y la difusin de una cultura de masas han llevado aaadir a ese primer trabajo un seguimiento de la vida delas sociedades, de la evolucin de los conocimientos y dela crnica de los hechos ms diversos. La creacin de In-ternet no invalida esos enfoques, sino que obliga a com-pletarlos con un tercer paso: dar cuenta de una sociedadde la informacin que se extiende sobre la red mundial, yno se confunde con las elites o la sociedad a secas.

    Se trata de una dimensin del periodismo tan nuevainformar sobre la informacin, que, a menudo, pasa

    desapercibida. Sin embargo, da forma a las Webs de infor-macin desde que se crearon, principalmente en 1996 y1997. Esta exigencia que se ejerce sobre una cultura nueva,

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    qued establecida de manera perfecta a travs de un estu-dio desarrollado en el propio seno de los primeros sitiosque se estaban creando en Estados Unidos. El objetivo de

    ese trabajo consista en seguir cmo los equipos pasabande colgar en la red textos preparados dentro de las redac-ciones clsicas al ejercicio de un periodismo propio deInternet. La conclusin del autor, Pablo Boczowski, pro-fesor de organizacin en el Instituto Tecnolgico de Mas-sachussets, es que no hubo transicin sino ruptura. El

    equipo de redaccin se ve obligado a seguir y producir lainformacin on line, por lo tanto, debe girar en torno aotra cultura donde la propia noticia parece cambiar cuan-do pasa de la tinta sobre el papel al pxel en la pantalla.

    Un peridico, subraya el universitario, se elaboraalrededor de un grupo de profesionales de prensa que re-

    caban la informacin fuera de la redaccin, dentro de lasociedad, para luego darle forma y publicarla. Sin em-bargo, una redaccin on linevive constantemente comoun grupo productor de informacin en un medio dondela produccin de las noticias es la tarea de una multiplici-dad de grupos distintos que pertenecen o no a la prensa.En lo esencial, las noticias on line no nacen del intercam-bio entre el periodista y sus fuentes, ni de las negociacio-nes entre los periodistas y los redactores jefes constataPablo Boczowski, sino que parecen nutrirse amplia-mente de las relaciones entre los otros grupos que pue-blan de manera creciente el mundo de la informacin.

    Esta diferencia recuerda, evidentemente, a los dos

    elementos clsicos del espionaje:Humint(Human Intelli-gence), la informacin que los espas recaban a travs delcontacto con los seres humanos, ySigint(Signal Intelli-

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    gence), la obtenida gracias a la intercepcin de las comuni-caciones. Aun con un contenido similar, estas dos fuentes,por suerte para los lectores de John Le Carr o de Tom

    Clancy, ofrecen distintas perspectivas. Entre la redac-cin on liney la que no lo es, la distancia entre sus puntosde vista nunca ha sido tan marcada, pero todava sucedeque un pionero de la prensa on line permite adivinar unasorpresa retrospectiva despus de la vigilia a la que se havisto obligado: So con ser periodista y me paso diez

    horas al da delante de la pantalla de un ordenador.Un medio de comunicacin como Internet, que laaudiencia, la competencia, las fuentes de informacinutilizan continuamente para rivalizar con la prensa, en-tindase desmentirla, exige, en efecto, vigilar a cada ins-tante el flujo global de la comunicacin. Las redacciones

    de las pginas Web fueron las primeras en valorarlo, pues-to que nutran a ese medio, sin embargo, el conjunto dela prensa no tard en experimentar las exigencias queimpone una red abierta, en funcionamiento continuo:aceleracin incesante del flujo de informacin y compe-tencia sin lmites. En 2002, a travs de un manifiesto ti-co que agit a los periodistas de todo el mundo, dos ame-ricanos, Bill Kovach y Tom Rosenstiel, establecen untexto que denuncia las recientes desviaciones de su ofi-cio, donde aparecen los efectos inducidos de la existenciade Internet. Ciertamente, el nuevo medio crea o fomen-ta los cinco rasgos negativos, dentro del paisaje mediti-co, que lamentan esos periodistas: desarrollo de un ciclo

    ininterrumpido de la informacin, aumento del poder delas fuentes frente al de los periodistas, posibilidad abiertaa todas las personas de difundir informacin, progreso

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    de la polmica en detrimento de la informacin y abom-bamiento de los temas sensacionalistas para agrupar auna audiencia dispersa entre los distintos medios.

    Sin embargo, una vez que se han mezclado todos lossoportes, los periodistas no pueden ignorar Internet.Desde finales de los aos noventa, las redacciones creanpara su uso interno unas guas de la red con listados delas pginas Web. Este instrumento, que resulta banal enlas redacciones que siguen una poltica basada en la cali-

    dad, no se elabor para ayudar a escuchar la radio o ver latelevisin. Lo cierto es que, a menudo, Internet es la ni-ca visita fuera de la redaccin que tienen tiempo de hacerlos periodistas ms sedentarios y los jefes.

    La opinin pblica, explica Walter Lippman, en suobra del mismo nombre, publicada en 1992 y an vigen-

    te, est educada por una prensa cuyos responsables,puesto que no ven todo por ellos mismos, utilizan los es-tereotiposde su cultura, con el fin de decidir lo que con-viene publicar sobre unas pginas que nunca han visita-do, o sobre unos problemas que jams han estudiado. Laactualidad es tan rica, justifica de manera convincente,que sin estereotipos, juicios rutinarios, sin un despreciobastante brutal a la sutilidad, el redactor jefe morira r-pidamente por exceso de actividad. Internet se asientacomo un proveedor de estereotipos definitivos. Permitecambiar de Web desde la silla del director, con un simpleclic del ndice. Ms an, toda la redaccin puede utilizarlas mismas fuentes que el jefe. No obstante, de esto re-

    sulta una paradoja: los periodistas que informan sobre elmundo real cuelgan estereotipos y referencias dentro delmundo virtual. La prensa esta dividida entre dos mundos.

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    INDGENAS E INMIGRANTES

    La fractura que provoc la llegada de un nuevo me-

    dio no es una contrariedad desconocida. Victor Hugo ha-ce alusin a ella enNuestra Seora de Parscon el retrato delarchidicono Dom Claude, que contiene un comentariosobre las Epstolas impresas en Nuremberg el ao 1474.Era escribe el terror del sacerdocio ante un nuevoagente, la imprenta. Era el espanto y la admiracin del

    hombre del santuario frente a la prensa luminosa de Gu-tenberg. Al plpito y al manuscrito, a la palabra hablada ya la palabra escrita les alarmaba la palabra impresa

    A da de hoy, Internet despierta pasiones similares.Mas, a falta de un Victor Hugo de lo digital, nadie se en-tretiene narrndolo. Sin embargo, quienes desarrollan el

    nuevo medio se quedan horrorizados cuando escuchan alos heraldos anunciar Los peridicos han muerto, anhace falta que se enfre el cadver para ser conscientes deello, o al leer, en un informe de cualquier autoridad re-conocida, que las pginas Web de informacin son Eldepsito de cadveres para los despachos de las agenciasde prensa, un material de segunda mano y unos artculosreciclados de los peridicos de la maana. Ningn me-dio tiene asegurada una u otra suerte. La prensa, todoslos medios mezclados, van sencillamente a reconstruirseo a construirse en funcin de las realidades que se hanhecho inevitables: la primaca de Internet; la obligacinpara un medio de organizar su presencia en la red; y, por

    ltimo, la coexistencia de dos mundos, el real y el virtual,que los periodistas deben cubrir. ste es el nuevo rgi-men de la prensa en la era digital.

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    Y ni pensar esconderse en el exilio! De eso da fe,desde 1995, Rupert Murdoch, presidente de News Cor-poration, el nico empresario de la comunicacin al que

    puede reconocrsele haber comprometido su patrimo-nio en todos los medios y en casi todos los continentes.Cuando le toca el turno de hablar a una audiencia sobrelos directores de las redacciones, aquel que en un primermomento se burl del futuro de Internet, se describe enlos siguientes trminos: Soy un inmigrante en el uni-

    verso digital. Y explica: Yo no he sufrido el sndromede abstinencia de Internet, ni mam de un ordenador. Enlugar de eso, he crecido en un mundo tremendamentecentralizado, donde las noticias y la informacin las con-trolaban muy de cerca algunos redactores jefe, que eranquienes juzgaban qu podamos y qu debamos saber.

    El periodismo de la era digital se encuentra en el po-lo opuesto: descentralizado, interactivo, abierto, innova-dor. Se respira otro aire. Quiz, porque muchos de los pe-riodistas que trabajan on line, por su edad y formacin, sonindgenas del mundo digital. Seguramente, porque re-sulta imposible difundir la informacin hacia Internet, losPalmsy los soportes electrnicos nmadas sin ir de la ma-no con el usuario. Ese nuevo universo es el de los mensa-jes instantneos, el de la comunicacin en cualquier lugary en todo momento, dentro de un paisaje que prolifera, yaparece parcelado en terminales de ordenador, consolasde videojuegos, asistentes personales inteligentes, telfo-nos mviles, pero tambin cada vez ms en revistas, ca-

    denas de televisin y de radio, que nunca antes existi.Con la primera generacin de Internet, la que mo-

    dific la economa de los servicios Bolsa, bancos, viajes,

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    ventas por correspondencia, etctera, y cre unos cam-pos nuevos como las subastas o, precisamente, la infor-macin on line, la prensa no se fue a pique, sino ms bien

    al contrario. Gracias a la generalizacin de las conexio-nes de alta velocidad tambin arranca, lo que, a menudo,se ha dado en llamar Internet 2.0, una nueva oleada decreaciones o redefiniciones de actividades que se apoyanen la posibilidad de una distribucin de tecnologas dedatos, tales como pelculas, bancos de imgenes, y en un

    intenso trfico, adonde cualquiera va a buscar todo loque se haya en Internet para nutrir su sitio. Internet haampliado tanto su influencia que, segn un estudio reali-zado en catorce pases por la Universidad de UCLA, esel primer medio que consigue mermar el tiempo dedica-do a la televisin, invirtiendo as una tendencia universal

    al alza que ya duraba cuatro dcadas.Cmo ser la prensa, y cmo ser la prensa on lineen un mundo en el que Internet rechaza los lmites hastael punto de estar disponible en todas partes, sin preocu-pacin alguna por la conexin o a la velocidad de la trans-misin? Nuevas respuestas se darn a esas preguntas, sinque los inmigrantes como Rupert Murdoch exporten denuevo sus contenidos o sus marcas desde otros medioshacia Internet. En esta ocasin, se trata de construir ununiverso de la informacin que sea natural para los ind-genas de lo digital. No se excluye ningn soporte, perotampoco nada garantiza que la prensa conserve la nece-saria funcin mediadora entre la audiencia y la informa-

    cin. Ni siquiera es seguro que sus especificidades conti-nen siendo significativas en el furioso hervidero de lacomunicacin. Bill Clinton, quien literalmente vio cmo

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    emerga Internet durante su presidencia de Estados Uni-dos, elabor la primera poltica de promocin de estemedio de comunicacin; por otra parte, en sus memo-

    rias, redacta la esquela de defuncin de las diferencias:Las lneas divisorias seala entre prensa tradicio-nal, diarios sensacionalistas, publicaciones partidistas,debates polticos televisados o radiados estn en trancede desaparecer.

    La frontera entre los medios se ha vuelto tan tenue

    que basta con el calor del debate partidista para que sedesvanezca. Ante esta situacin, pueden considerarse dosactitudes. La primera, la ms normal, es la denuncia quese alza sobre el mal camino que han tomado los mediosde comunicacin con la confusin entre los programasde informacin y de variedades, la proliferacin de temas

    frvolos y con los peridicos que han aparecido distribui-dos como folletos. Conviene recordar que mediocri-dad y medios son trminos que proceden de la mismaraz latina, seala el escritor Nick Toshes.

    La otra actitud, la nuestra, al contrario, se basa en laconviccin de que el periodismo, al que han afectado lastecnologas digitales, con Internet a la cabeza, no ha da-do largas para reinventarse. Y de un modo natural, lo hi-zo all donde se vio obligado a innovar: on line. Las pgi-nas Web de informacin son las primeras respuestas, nohace falta decir que desmaadas, a las expectativas de losindgenas del universo digital. Pero estas respuestas ha-blan elocuentemente del futuro de la prensa. On liney en

    otros soportes.

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    El rey de los navegadores

    Conviene desconfiar de las fechas. Una historiaconsidera el novelista Graham Greene no tiene niprincipio ni fin; arbitrariamente, se elige un momento dela experiencia para mirar hacia el pasado o el futuro. Ala historia del periodismo on line, que, de momento, nadaprev su final, no le falta un principio. A uno u otro lado

    del Atlntico, segn se haga referencia a la creacin de laredArpanet, tejida entre dos universidades del norte deCalifornia, o bien a la de la red World Wide Web, promo-vida por fsicos del Centro de Estudios e InvestigacinNuclear de Ginebra, la primera malla del medio que enla actualidad pone en comunicacin a la Tierra enteranace en dos das distintos de 1990.

    Si se toma como punto de partida el primer conteni-do de prensa pagada que se cuelga on line, el inicio tiendea considerarse, ms bien, el 19 de enero de 1994, cuando,en California aparece una edicin electrnica del PaloAlto Weekly. Pero siendo honestos, sin salir de SiliconValley, se prefiere la fecha de la reunin informal de dos

    hombres alrededor de una taza de caf, algo ms al este,en Mountain View. Jim Clark, un ingeniero de casi cin-cuenta aos, entonces presidente de Silicon Graphics, se

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    confa a un amigo en la cocina de su casa. Est a punto deechar por tierra un proyecto que siente como propiodesde hace varios aos: la fabricacin del Telecomputer,

    un ordenador personal para la masa, destinado a sustituiral cine, la radio, la prensa, las bibliotecas, al mismo tiem-po que a asumir el lugar del televisor en las cocinas ame-ricanas.

    Esta mquina es demasiado avanzada para su tiem-po, abandono, dice. Sin embargo, esa renuncia le per-

    mite disponer de capital; busca otro proyecto. Marc An-dreesen, su amigo, duda si soplarle una idea: tambiningeniero, ha creado en la Universidad de Illinois,Mo-saic, un instrumento que permite consultar la nueva redde Internet. No obstante, le parece lento, poco cmodo,triste. No ve cmo podra montar una empresa alrede-

    dor de Internet. Clark no comparte su opinin. Para l,a principios del ao 1994, slo importa una cosa: a pesarde los obstculos tcnicos, veinticinco millones de perso-nas ya se conectan a la red. Y el mercado potencial sepuede calcular con facilidad: toda persona que sepa leer ydisponga de un ordenador. El 15 de diciembre de 1994,se pone en circulacinNetscape 1.0, el primer navegadorde Internet.

    ConNetscape, la prensa llega a Internet y cambia denaturaleza. Lo que podra haber sido un elemento aadi-do a un nuevo soporte, es decir, la historia de un conteni-do que aparece en la pantalla de un ordenador, en lugarde en la televisin, en las ondas de radio o en el papel, se

    convierte en una nueva forma de navegar dentro de la in-formacin.Mosaic, el nico instrumento disponible hastaentonces, permita encontrar pginas en la red tecleando

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    su direccin, una suma de letras y cifras que empiezan porhttp://, el principio de URL (Uniform Resource Locator),que es tanto como decir un paquete de signos abstruso.

    Cambiar de pgina implicaba conocer la direccin de lasiguiente pgina. Internet tena la rgida eficacia de unabase de datos donde se encuentra todo a condicin decontar con el cdigo.Netscape hizo de Internet un mediopara la prensa. Mejor an: un medio que dispone de unasventajas jams conocidas.

    Un navegador permite no tener que reducirse a lasdirecciones y utilizar los enlaces que aparecen en las pro-pias pginas para pasar de un sitio a otro, saltar de pginaen pgina, e ir de elemento en elemento. Cuando el restode los soportes slo ofrece pasar las pginas o cambiar decadena, Internet facilita el transporte de doble desplaza-

    miento: navegar de pgina en pgina, o surfear de enlaceen enlace. Jim Clark pensaba crear una empresa, masabri un universo, el ciberespacio, donde existen infini-tos caminos para la informacin. Se inicia una nueva erapara el periodismo.

    DE LA AUDIENCIA A LA RED

    La frase de promocin de la pelculaAlien resumemuy bien la nueva problemtica de la prensa electrnica:En el espacio amenaza nadie puede orte gritar.Del mismo modo, en el ciberespacio, nadie sabe que un

    periodista difunde un contenido de redaccin. As pues,para el editor de una pgina Web de informacin, su ta-rea principal, esencial, obsesiva, es recibir y luego que se

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    repitan las visitas de los que navegan o surfean por el ci-berespacio, donde nadie sabe gritar para anunciar un con-tenido on line. De ah surge lo fundamental del trabajo

    diario: vigilar los caminos de entrada de dnde lle-gan los visitantes?, e, igualmente, los caminos de salidaadnde van?. En Internet, un sitio no es tanto undestino como una etapa: la fluidez del trfico determinael xito.

    Aqu, las palabras tienen su importancia. Los profe-

    sionales de Internet en un principio recurrieron a tres fa-milias de terminologa para describir su actividad: la delflete (shipping) la utilizaron en mayor medida los inge-nieros; la prensa, durante un tiempo, promovi su voca-bulario de publicacin (publishing) a fin de destacar laspginas, el autor, lo escrito; pero pronto se impusieron

    por s mismas las metforas espaciales. Se habla de ruta,direccin, sitio, visitante, etctera. Los sitios de informa-cin en Internet habran podido conservar la terminolo-ga de su medio de origen y construir un universo alrede-dor de la idea de publicacin o difusin. Sin embargo,son las palabras que aluden al movimiento en el espaciolas que, en todas partes, describen los caminos que utili-zan los internautas.

    La radio y la televisin miden su eficacia a travs dela audiencia que recluta un programa. La prensa escritacuenta la poblacin que compra sus publicaciones y esti-ma la que las lee. En ocasiones, para conocer mejor losmecanismos de su negocio, los editores de esos medios

    llegan an ms lejos y, minuto a minuto, pgina a pgina,contabilizan lo que el pblico lee, ve y escucha. El conte-nido es su ltima observacin: Qu pblico muestra el

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    perfil de qu contenido? En Internet, la referencia de laprensa es el trfico: Cules son los itinerarios que los vi-sitantes disean sobre la red a travs de las pginas y de los

    enlaces que conectan esas pginas? Hay que conocerlospara sacar partido de ellos, tanto en el mbito de la re-daccin como en el de la publicidad, y, tambin, a fin deintentar construirlos ms eficaces.

    En teora, esa ocupacin no es nueva. Se trata de unosproblemas que, desde 1736, las matemticas han estudia-

    do con el nombre de grafos. El matemtico LeonhardtEuler quiso, por aquel entonces, determinar si era posi-ble dar un paseo por Knigsberg pasando una nica vezpor cada uno de los siete puentes de esa ciudad prusiana.La respuesta negativa fund la Teora de los Grafos. Des-de esa fecha, el cuerpo terico se ha ampliado con un re-

    nado de vitalidad, Internet obliga, en una versin comn-mente conocida como la Teora de las Redes, que estudiala propagacin de una accin, por ejemplo, la bsquedade un buen interlocutor o la circulacin de un virus, en-tre una poblacin de seres humanos o de ordenadores.

    Por supuesto, en la prctica todo resulta ms com-plicado: Knigsberg contaba con siete puentes que nocambiaban de posicin, mientras que un editor, a menu-do, vigila un sistema dinmico formado por centenaresde miles de pginas conectadas por millones de enlacesque permiten visitas que cada mes se cuentan por millo-nes. Unos programas especficos, comoXITI, registran ycombinan los desplazamientos de los internautas en cada

    sitio, a fin de producir un ocano de cifras, cuyo anlisisdiario revela ms que las reflexiones sobre los conteni-dos. Internet es claramente una nueva prensa, eso explica

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    los fracasos de los medios reconocidos que desembarca-ron en formato on line con el nico argumento de uncontenido de calidad: el semanario Time, por ejemplo,

    inventor del newsmagazine, que contina siendo su mspoderosa expresin, tantea en busca de un camino triun-fal en Internet.

    Renunciar a las convicciones adquiridas en la pren-sa escrita y audiovisual no es cosa fcil. Pero, una vez lo-grado, todo se vuelve ms sencillo, porque este nuevo

    medio se rige por lo que podra llamarse la ley de los cua-tro caminos: un visitante utiliza fundamentalmente cua-tro tipos de itinerarios para dirigirse a un sitio. Cuatro yno ms, puesto que el nmero de los que escriben la di-reccin URL, el http//seguido de letras y cifras que, enteora, es el quinto itinerario, resulta insignificante.

    El primer camino para un internauta consiste enacudir a los sitios que ha agregado a su lista de favoritosdel navegador. Por lo tanto, aparecer entre los favoritoses el objetivo de todo sitio de Internet. Cada internautapuede elegir un nmero ilimitado de sitios, sin embargo,los estudios demuestran que conserva una media de cin-co. Una vez elegidos, los favoritos forman las etapas deun recorrido que poco se modifica. El diarioEl Paslleva cabo un intento muy ilustrativo. En 2002, cuando ya lovisitaba una amplia audiencia, decidi cobrar una cuotapara acceder a su pgina. Muchos internautas, por no pa-gar, lo borraron de su lista de favoritos. Como conse-cuencia de los atentados terroristas de Madrid, pas a ser

    gratuito y de libre acceso durante una semana. Lo anuncia travs de una campaa de publicidad. Por mucho queen ese momento se produjera un elevado consumo de

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    informacin en Espaa, su audiencia on line aument po-co: el sitio haba dejado de estar en la lista de favoritos yesa ausencia no cuenta con un remedio a su medida.

    El segundo camino revela una accin dinmica: setrata de no limitarse a recibir la visita del internauta, sinode enviar a su buzn de correo electrnico un emailoun newsletter. Este mtodo explica por qu los sitios ofre-cen a la audiencia remitirle boletines gratuitos, a menu-do, varias veces al da. El internauta que lo acepta confa

    su direccin al sitio. El boletn que se le expide contieneuno o varios enlaces que, si se accionan, conducen al na-vegante a una pgina del sitio. El mtodo es eficaz, perocada da resulta ms complicado utilizarlo porque losspams(envos salvajes) saturan los buzones de correos. Sor-prendentemente, los boletines sobreviven a esa dificul-

    tad debido a una especie de autonoma: son una publica-cin en s, original, editada con atencin, y ocupa supropio lugar junto a las pginas del sitio, entre los conte-nidos que prepara el equipo de redaccin.

    El tercer camino carece de autonoma y supone con-seguir que otro sitio, socio o proveedor retribuido, colo-que en su pgina un enlace anlogo al que se introduceen un boletn. En Internet, que se ha desarrollado a tra-vs de una forma complicada de colaboracin, abundanlos acuerdos gratuitos por los que dos sitios se respaldanmutuamente con la esperanza, cada uno, de seducir a losnuevos visitantes para que repitan la visita. Y tambin,los propios internautas realizan esa misma operacin a

    travs de sitios comunes, compartiendo las listas de favo-ritos o invitando a sus amigos a visitar los sitios en los queincluyen sus imgenes, vdeos y msica.

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    Esta actuacin externa no siempre se solicita. Se pue-de dar el hecho de que un usuario enve espontneamen-te un enlace por correo electrnico a alguna persona cer-

    cana. Este mtodo explica las envidias que despiertan losgrandes ataques con virus dentro del universo electrnico:Melissa, I Love You, Anna Kournikova, etctera. En cadaocasin, mientras la prensa denuncia un perjuicio, siem-pre hay un editor on line soando: si en lugar de propagarun programa destructor, esos virus contuvieran la pro-

    mocin de un sitio, el problema de que se oiga un gritoen el ciberespacio estara solucionado. Una reflexin re-veladora: la prensa on line no se ve, como los otros sopor-tes, con un contenido frente a una audiencia, sino msbien generando un trfico en la red. Por lo dems, si ol-vidase esa realidad, la importancia del ltimo camino que

    utilizan los internautas estara ah para recordrselo: elrecurso a los motores de bsqueda ya es algo generalizado.

    EL CUARTO CAMINO

    El recuento de los tres primeros itinerarios se ha he-cho rpidamente: los favoritos apenas cambian, se para-sitan los envos a travs del correo electrnico, el sumi-nistro de un enlace por medio de un tercero continasiendo aleatorio; falta el cuarto camino, la utilizacin deun motor de bsqueda. A menudo, para un navegante,informarse consiste en incluir en ese motor una o dos pa-

    labras claves que ha escuchado, ledo o visto en un mediode comunicacin o en una conversacin. Entonces, elmotor utiliza un algoritmo, una sucesin de sencillas

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    operaciones realizadas en un orden determinado: bs-queda de la palabra clave en las pginas, consulta de unalista de sitios establecida anteriormente, revisin de pa-

    labras cercanas a la clave en los diccionarios, copia de re-sultados de bsquedas similares, etctera. A fin de cuen-tas, el motor ofrece la respuesta en forma de un listadode enlaces que conduce hacia unas pginas que propor-cionan la informacin a travs de Internet.

    El motor ms utilizado es Google. Un algoritmo po-

    deroso y universal. Un escolar que no consigue hacer losdeberes, un investigador en busca de referencias o un tu-rista extraviado lo interrogan de idntica manera: goo-glean, o se meten en Google. En Francia, aparece co-mo pgina de inicio en un tercio de los ordenadorespersonales conectados, y se utiliza en el 78 por ciento de

    las bsquedas. En Estados Unidos, su cuota de mercadoes menor, aunque contina siendo el lder: entre un 37 yun 47 por ciento de las bsquedas, dependiendo de lasfuentes consultadas, en un pas donde el 84 por ciento delos internautas utilizan regularmente un motor.

    Google conduce a la mayor parte de los visitantes ha-cia los sitios de informacin. Este motor representa cer-ca del 40 por ciento de las visitas diarias que reciben laspginas Web con poca presencia en las listas de favori-tos, frente al 15 por ciento de las que acuden a una pgi-na de envergadura. No obstante, para todos es la palancade crecimiento ms eficaz. Hasta el punto de que unaparte del trabajo de un sitio consiste en influir en el algo-

    ritmo de Google para conseguir una mejor posicin en lalista de enlaces. En ocasiones, esta tarea la realizan mili-tantes que quieren expresar su opinin. De este modo,

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    durante algunas horas, al teclear la palabra Golfo, apa-reca como primer enlace un sitio cuyo tema era el presi-dente francs Jacques Chirac. Miserable failure (Mise-

    rable fracasado) igualmente conduca a una biografa deGeorge W. Bush, su homlogo americano.

    En trminos profesionales se trata de un bombar-deo sobre Google, exactamente lo que procuran evitarlos sitios de informacin que hacen lo mismo, como quienno quiere la cosa, para aparecer en cabeza de la lista de

    enlaces, sea cual fuere la palabra elegida de la actualidad.Pginas encapsuladas dentro de otras pginas, palabrasescritas en blanco sobre fondo blanco, invisibles para elinternauta pero no para el navegador, pginas de arquitec-tura simulada: nunca se acaba la serie de trucos cuyo obje-tivo es generar una buena indexacin del sitio en Google,

    quien, por su parte, no deja de defender la neutralidad desu algoritmo. El inters que despierta el motor eviden-cia la verdad que se aplica a todos los sitios, incluidos losde la prensa on line: la informacin presente en Internettiene menos importancia que los enlaces que permitendar con ella.

    Google lo crearon dos estudiantes de la Universidadde Stanford, Larry Page y Sergey Brin, y debe su nombrea un neologismo que se forj a partir de la palabra goo-gol. En 1938, el matemtico americano Edward Kasnerpidi a su sobrino que inventara una palabra para desig-nar el nmero compuesto de la cifra uno seguida de cienceros: como es de imaginar, fue el chico de ocho aos

    quien propuso la palabra googol. Desde el principio,Google apuesta por la amplitud del mbito que pretendecubrir. Se fija como misin dominar toda la informacin

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    disponible en Internet. Y lo consigue ms all de cual-quier expectativa: el 56 por ciento de las bsquedas quese realizaron a travs de Internet, en el mundo entero, a

    principios del ao 2005, utilizaron ese motor. En la mis-ma fecha, cuenta con un repertorio de ms de ochocien-tos mil millones de pginas, antes incluso de extender suesfuerzo a la construccin de una biblioteca y una video-teca universales.

    A la hora de concebirse, cualquier motor de bs-

    queda se enfrenta a una alternativa. O primar la perti-nencia: la fiabilidad del resultado en relacin con la soli-citud del usuario; o los resultados: la rapidez a la hora deofrecer soluciones. Desde su creacin, Google eligi laopcin opuesta a la de los motores de bsqueda docu-mental que utilizaban hasta entonces los profesionales:

    frente a la calidad prefiri la cantidad, a da de hoy, anmuestra el tiempo invertido para encontrar los enlaces.Hay que precisar que ese intervalo, a menudo, es infe-rior al segundo?

    La apuesta no careca de riesgo: la eleccin de la per-tinencia habra hecho que el internauta tuviera que pagarpor la bsqueda una espera de varios minutos. Poniendoel acento en los resultados, Google se ha convertido en unnavegador en s mismo, un instrumento que se utiliza pa-ra pasar de inmediato hacia otra pgina de la red. A me-dida que se desarrolla su alto rendimiento, muchos inter-nautas utilizan Google en lugar de agregar una direccin asus favoritos. Desde ese momento, el cuarto camino ga-

    na terreno al primero.Tanto ms, puesto que el motor de bsqueda no ha

    dejado de mejorar su pertinencia. Ofrece respuestas varia-

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    bles, capaces de afrontar la complejidad sin por ello ha-cer nada forzosamente complicado. Google convierte lalabor del internauta en la ms sencilla posible, al intro-

    ducir todo el universo en el rectngulo blanco de un es-pacio que registra los datos, donde se teclean unas pocaspalabras. Esto se convierte en una formidable competen-cia para los sitios de informacin: el acceso a los datos esms fcil y ms personal que en cualquier otro medio, in-cluso que en cualquier otro sitio. Adems, constituye

    otra forma de navegacin, no ya entre las pginas o losenlaces que puedan figurar all, sino entre las palabrasque el motor decidi guardar.

    As pues, el ciberespacio donde se encuentran los si-tios de informacin se parece cada vez ms a un video-juego, y, fundamentalmente, a uno de los primeros, Su-

    per Mario. Como el personaje que durante tanto tiemporein en la Game Boy, el internauta sigue su camino, prue-ba nuevas rutas, se equivoca, da marcha atrs intentandocontinuamente llegar ms lejos. De modo semejante aun videojuego, Internet reduce las tres dimensiones delespacio a las dos de la pantalla. Para los nios que desdemuy pequeos han utilizado ese entretenimiento surgeuna evidente similitud entre el universo de la informa-cin y el del juego.

    Igualmente, los adultos tambin se divierten a su ma-nera: Dave Gorman, un matemtico britnico, a cuentade su Googlewhack, escribi una obra de teatro, un libro yuna serie de televisin: el relato de sus aventuras en bus-

    ca de los otros cincuenta y cuatro Dave Gorman queaparecan en Google. Pero cuando lo que entra en juegoes la informacin, el motor de bsqueda no resulta tan

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    gracioso. Es una competencia que se afana, con xito, encambiar el periodismo.

    ALGORITMO,MI SEMEJANTE,MI HERMANO

    Para ser honestos, a la hora de dirigirse a la audien-cia, el periodismo de Internet ya no es el nico asunto quepreocupa a los periodistas. En Francia, ningn sitio de in-

    formacin recibe tantas visitas como Google Newso Yahoo!News, unas pginas de informacin que ofrecen a los fran-cfonos las noticias del da sin la colaboracin de perio-dista alguno. Aunque para ser completamente francos, enlugar de noticias, presentan el eco de las noticias. La listade las informaciones ms presentes en la red, lo que cons-

    tituye una diferencia de grado: en lugar de un inventariode los hechos dignos de mencin en el mundo, lo que seofrece es una relacin detallada de la representacin me-ditica de esos hechos. Y a la audiencia, en Francia, igualque en cualquier otro lugar, eso le parece sorprendente.

    Internet ha impugnado de golpe la jerarqua de lainformacin que establecen los periodistas con los titula-res que se publican en la primera pgina de los diarios oencabezan los informativos de la radio y la televisin. Laidea de que existe una espera compartida de esos gran-des titulares ha quedado barrida por el xito de las listascompuestas de manera automtica. En todos los sitios,incluso en los que originalmente crearon los medios de

    calidad, los internautas se vuelven sin moderacin haciauna presentacin de la informacin clasificada: los con-tenidos ms frecuentes, los que se han colgado en la red

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    ms recientemente, los ms consultados, los que ms re-comienda la audiencia, los que ms se reenvan por co-rreo electrnico, los que ms comenta la audiencia, etc-

    tera. Esas listas que genera un ordenador establecen unperiodismo de palmars. Se identifican con una evolu-cin donde la tinta fluorescente de un rotulador con elque se subraya el texto sustituye a las notas de sntesis. Laformulacin de lo esencial desaparece ante la distincinde lo mejor. As se instala la cultura del best of en los si-

    tios de informacin y, con ella, la presencia de los algo-ritmos. Los de Google Newso Yahoo! News, que se limitana enumerar la frecuencia de las informaciones en la red,fueron la avanzadilla. La generacin que los sigui vams all del recuento para elegir las noticias que consul-tarn los internautas. Ya en otro terreno, las selecciones

    les corresponden a los algoritmos. El conductor de unautomvil confa en el navegador GPS para saber los vo-lantazos que deber dar a lo largo del itinerario. El mel-mano acepta que su iPoden posicinshuffle determine lasiguiente cancin que escuchar a travs de los auricula-res. Ni uno ni otro cuenta con motivos para considerar elmundo de la informacin tan particular como para tenerque elegir las noticias.

    El pionero de los algoritmos de seleccin es una gransuperficie on line:Amazon. Esta tienda, creada en 1994,no cuenta con la compra por impulso ni con la adquisi-cin imprevista que provoca la visin de un objeto, loque puede llegar a representar ms de un tercio del volu-

    men de negocio de las grandes superficies de productosculturales. De esta flaqueza,Amazon ha sacado fuerza aldesarrollar un algoritmo de recomendacin automtica

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    que se nutre de los datos de los usuarios. Durante cadacompra, ofrece otros productos que pueden ser semejan-tes al adquirido, o coherentes con el conjunto de bienes

    comprados anteriormente. La reaccin de impulso seproduce como respuesta al clculo de una mquina enlugar de a la vista de un objeto.

    La televisin americana ha vivido una evolucinidntica con la aparicin de Tivo en 1999. Este decodifi-cador/registrador digital es al mismo tiempo un ordena-

    dor y un grabador de programas. Lo simboliza el picto-grama de un aparato de televisin sonriendo, y proponesugerencias a los telespectadores. Tivo, de hecho, manejaperfiles de uso. Al principio, los telespectadores indicansus intereses o las emisiones que retienen su atencin.Tivo las graba. Al conectar el aparato, el usuario dispone

    de un men elaborado sobre lo que le interesa. Pero Tivoaprende con la experiencia: su algoritmo modifica lasofertas en funcin de lo que el telespectador realmenteve. Poco a poco, su programa se mezcla con los gustosdel usuario.

    Tivo tuvo un discreto inicio, sin embargo, los obser-vadores pronto destacaron que quienes lo usan no dejande hacerlo. Son unos telespectadores que cambian deuniverso. Desde entonces, Tivo ha experimentado ungran crecimiento. A principio de 2005, lo instalaron tresmillones seiscientos mil hogares americanos. Los adoles-centes que lo han manejado no pueden ver la televisinsin ese instrumento de seleccin. Tal y como indica la

    pequea protagonista de la pelcula de Spielberg,La gue-rra de los mundos, cuando le dice a su padre que quiere verla televisin: Realmente, sin Tivo nos aburriremos.

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    En el mbito de la informacin on line, evidentemen-te, el algoritmo se instala al final de la cadena, a expensasdel periodista que se diriga a la audiencia. Programas

    como Topix, oFindory, que se experimentaron en EstadosUnidos, antes de extenderse ms all de la lengua ingle-sa, apartan al editor que elabora el sumario y al redactorque prepara la pgina principal. La realizacin de los su-marios se lleva a cabo, de un modo completamente auto-mtico, segn los criterios de un usuario.

    Topix naci en 2002, y dos aos ms tarde ya era todoun xito. En 2005, ocupa el lugar nmero veintitrs delas fuentes de informacin de Estados Unidos, con dosmillones de visitantes, y una progresin del 297 por cien-to respecto al ao anterior. Permanentemente explorams de diez mil sitios de informacin, y extrae de ellos

    los contenidos pertinentes con el objetivo de actualizartrescientas mil pginas, que suponen otros tantos temastratados. En lugar de confiar esta tarea a unos editoreshumanos se explica a los nuevos internautas, Topixutiliza su propia tecnologa.

    De momento, cuenta con treinta mil pginas sobreese mismo nmero de ciudades y cerca de cincuenta milpginas dedicadas a personalidades, y lo que pretende esdesmenuzar la realidad de un modo tan fino que cada na-vegante encuentre en l sus artculos.

    Findory an llega ms lejos con su propuesta: el al-goritmo que selecciona el contenido corrige la progra-macin inicial del usuario. Este ltimo puede equivocar-

    se cuando cree que le interesa una noticia, peroFindorysabe lo que realmente ha visto. Su algoritmo es, sin nin-gn tipo de hipocresa, ese semejante, ese hermano que,

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    antao, Baudelaire saludaba en los lectores sin, no obs-tante, permitirles la eleccin de sus propias lecturas.

    Greg Linden, el creador del sistema, aplica aqu el

    modelo con el que ha contribuido a construir paraAma-zon el consejo personalizado. Ningn otro sitio de ac-tualidad dice extrae su informacin de tantas fuen-tes diferentes, ni sigue tan bien los puntos de inters, niposibilita encontrar con tanta eficacia la informacin quenecesitan los lectores.Findory les proporciona una am-

    plia cobertura de los acontecimientos mundiales, ayu-dndoles a encontrar la informacin pertinente en lajungla de la actualidad diaria. Al hacer eso, traza el re-trato de su algoritmo como el de un periodista perfecto,un profesional de la comunicacin que se pone al servi-cio de una sola persona en cada ocasin.

    ESE MUNDO QUE SE VA

    El guin ya est escrito. Y el desenlace es el que te-men los responsables de las empresas de prensa que hanvisto cmo Internet invade el universo de la informa-cin. Todos ellos han visto y comentanEpic 2014, el mu-seo de la historia de los medios de comunicacin, una pelculade animacin disponible en la red desde mediados de2004. En un principio, la historia acaba mal para la pren-sa escrita, y luego para la prensa a secas: el algoritmoarrambla con toda la apuesta, y esa oscura prediccin se

    conoce a travs de Internet.Esta obra maestra de la persuasin, realizada por

    Matt Thomson y Robin Sloan, pone un cuidado extremo

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    en explicar cmo el poder de informar escapa a los me-dios tradicionales para caer en manos de aquellos quecontrolan la navegacin por Internet y sus parmetros.

    La fuerza del montaje la sostiene su categora de ficcin:se presenta como un documento perdido en un museoque aparece a mitad del siglo XXI. El relato de un comba-te que se entabla el ao 1989 y parece ya olvidado. Esalucha se salda, en 2014, con la victoria absoluta de losprotagonistas digitales. En esa fecha, The New York Times,

    el diario ms prestigioso del mundo, sale del mercado.Deja de ser un peridico informativo de amplia difusinpara convertirse en una carta profesional sobre papelReservada a una elite y a los mayores.

    Desde principios del sigloXXI, los previsores difun-den un pesimismo crepuscular con respecto a los peri-

    dicos. Ted Turner, fundador de la cadena de informacincontinua CNN, en 1991, ya predeca el final de los dia-rios impresos para el ao 2001. El presidente de TheNew York Times, Arthur Sulzberger (hijo), se rea de elloen una conferencia que tena lugar un ao antes de la fa-tdica fecha, al tiempo que aluda a otras previsiones: ladel autor de Parque Jursico, Michael Crichton, quien, en1993, describa a los peridicos como la siguiente espe-cie a extinguirse, o la de un dirigente de Microsoft, quienauguraba que los diarios dejaran de publicarse en 2018y, cuando se encontraba con editores de prensa, los salu-daba con un Veo muertos a mi alrededor.

    La previsin estadounidense ms reciente es igual

    de pesimista, aunque ve ese horizonte ms lejano. PhilipMeyer, editor de The Vanishing Newspaper(un diario quedesaparece), en 2004, afirm que las ventas de los peri-

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    dicos, desde 1995, bajan un 5 por ciento al ao en Esta-dos Unidos, y un 3 por ciento en Europa. Prolonga esascurvas y anuncia que el ao 2040 ser el del final de los

    diarios impresos; en abril de 2040, para ser ms precisosen esta crnica de una muerte anunciada. El informe dela Comisin sobre el plan, que se public en Francia amediados de 2005, apuesta por un desenlace ms rpido:el ao 2011 marcar el final de la prensa de pago.

    Sin embargo, quin tiene el poder de hablar as? Se

    conoce la clave de los guiones de la catstrofe: sus etapasdeben seguirse una a otra de manera natural para que eldesenlace aparezca ineludible. Por supuesto, basta conun simple clculo estadstico para que todo se relativice:si se suceden diez etapas, y cada una de ellas tiene una tasade probabilidad de realizacin del 80 por ciento, slo

    queda un 10 por ciento de posibilidades de que se produz-ca el desenlace. Pero, esto es precisamente lo que pro-porciona su fuerza de conviccin a la pelculaEpic 2014.Lo fundamental de las primeras etapas ya ha tenido lugar.Todo lo que se anunci, entre 1989 y 2004, ha sucedido.

    De manera resumida, Tim Berners-Lee cre WorldWide Web, a finales de 1989;Amazony su algoritmo na-cieron en 1994; Google, en 1998; Tivo, en 1999. De los si-guientes aos, los autores destacan la creacin de Bloggerpor parte de la compaa Pyra Labs, el instrumento depublicacin que proporciona los blogs. Y, sobre todo, elaumento de capacidad de Google destaca la actividad: en2002, lanza Google News, y en 2003 compra Blogger.

    2004 pasar a la historia como el ao en que todoempez, se escucha decir a la voz grave del narrador de lapelcula. Entonces empieza la ficcin, construida alrededor

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    del enfrentamiento entre Googley Microsoft, con los pro-ductores tradicionales de informacin como vctimas co-laterales. Esa carrera armamentista termina con la derrota

    de Microsoft. The New York Timesse limita a una accincontra Google, en justa defensa de su derecho a la propie-dad de la informacin. En vano. Dentro de ese futuroimaginado, Google compra Tivo, e integra el conjunto desus servicios alrededor de una plataforma que ofrece al-macenar on line la informacin que quiera conservar cada

    usuario, convertido en el dueo del nivel de acceso a suscontenidos, que pueden ser completamente privados odisponibles para todos. Jams ha sido tan fcil para cual-quier persona crear y consumir lo que producen los me-dios de comunicacin, explica el narrador.

    En el momento en que se fusionan GoogleyAmazon,

    Googlezon, el producto de su alianza, introduce en escenaunos resultados inigualables de las bsquedas, un motorde recomendaciones personalizado, y una enorme in-fraestructura comercial. Todos los parmetros del inter-nauta ahora reposan en las manos de una nica empresa:datos geogrficos, demogrficos, hbitos de consumo yde frecuencia, puntos de inters, y pertenencias sociales.Cuando estalla la guerra de la informacin, en 2010, nin-gn rgano de prensa tradicional est en condiciones deejercer una funcin dentro de esa lucha.

    Todo ha pasado a ser una cuestin de algoritmos queGoogle no deja de mejorar, hasta crear, el 9 de marzo de2014, elEnvolving Personalized Information Construct

    (EPIC, construccin evolutiva de informacin personali-zada). A partir de ese momento, Googlezon est en condi-ciones de producir de manera dinmica una informacin

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    adaptada a cada usuario, filtrando, clasificando, modifi-cando y publicando los datos que extrae de cualquier ori-gen: peridicos, agencias, blogs, correos electrnicos,

    imgenes de telfonos mviles, reportajes de vdeo, etc-tera. En el mejor de los casos concluye el comenta-rio,EPICofrece un abanico ms amplio, ms profun-do y ms diverso que ninguna otra informacin anterior.En el peor, no deja de ser una sucesin de hechos diver-sos. En l casi todo es falso, limitado, superficial y sensa-

    cionalista. PeroEPICes lo que hemos querido, y su xitocomercial ha convertido en caducos los debates sobre lademocracia y la tica del periodismo.

    Es se el futuro? Sergey Brin, cofundador de Goo-gle, cree que los lmites de su algoritmo son los sistemasque, a da de hoy, se usan para acceder a l. Las panta-

    llas, los teclados, las conexiones an insuficientes queforman la experiencia del internauta y que, de momento,desalientan a los usuarios del papel y a los partidarios dela radio o la televisin. A pesar de todo, el futuro de laprofesin de informar se juega en la red. Su inmensidad yel nmero creciente de usuarios transforman en gigantesa las empresas que gestionan la navegacin y en enanos alas que producen contenidos. En el mbito de la infor-macin, Google parti de cero, pero desde entonces, tieneen sus manos un arma nuclear, confirma Rusty Coats,uno de los consultores ms reconocidos de Internet.

    Producir la informacin cuenta muy poco: aparecedisponible en todas partes. En cambio, dominar la bs-

    queda y su transmisin pasan a ser las actividades funda-mentales. Cualquier medio de comunicacin que se ins-tala on line se somete a esta jerarqua dentro de un nuevo

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    juego en el que los hombres rivalizan con los sistemas. Losprimeros no han perdido la partida de antemano, al me-nos, no todos, y los segundos, no la ganarn definitiva-

    mente hasta el final. Porque el guin de la catstrofe pa-dece una falla matemtica, perfectamente demostrable.El algoritmo no puede abarcar todo lo que pretende al-canzar. Trabaja dentro de un marco con unos lmites queha establecido la Teora de las Redes: a pesar de su in-mensidad, Internet sigue siendo un sistema finito, donde

    la eficacia de una accin no puede repartirse uniforme-mente. El algoritmo se instala en el centro del juego delos medios de comunicacin, pero se parece al patriarcaldictador del novelista Gabriel Garca Mrquez: posee tan-to poder que nunca ser el nico dueo de su poder.