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La presencia de las víctimas del terrorismo

en la educación para lapaz en el País Vasco

La edición de este libro ha sido posible gracias a la financiaciónde la Dirección de Atención a las Víctimas del Terrorismo

del Departamento de Interior del Gobierno Vasco.

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La presencia de las víctimasdel terrorismo en la educaciónpara la paz en el País Vasco

Galo Bilbao y Xabier Etxeberria

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ÍndiceIntroducción 9

I. Las víctimas del terrorismo 15Víctima y violencia 15Calificación moral de la violencia y las víctimas 17Violencia terrorista 20Qué es terrorismo y quiénes son sujetos del terrorismo 22Algunos rasgos de la violencia terrorista 26Algunos problemas en la caracterización de las víctimas de la violencia terrorista 30

II. Fundamentación ético-pedagógica de la presencia de las víctimas del terrorismo en la educación para la paz 33Asumir la perspectiva de las víctimas 34Educación sentimental, educación moral 40Pedagogía del don recibido 44

III. Sobre el modo de presencia de las víctimas del terrorismo en la educación para la paz 51Pedagogía narrativa 51Pedagogía de los gestos solidarios y los homenajes 64

Anexos

Anexo I. La Coordinadora Gesto por la Paz de EuskalHerria ante la situación de las víctimas de la violencia 711. Definición de lo que entendemos por víctima 732. Situación de las víctimas 773. Necesidades y derechos de las víctimas 864. Reconciliación social 905. Conclusiones 99

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© Galo Bilbao y Xabier Etxeberria, 2005© Bakeaz, 2005

Santa María, 1-1º • 48005 Bilbao Tel.: 94 4790070 • Fax: 94 4790071Correo electrónico: [email protected]://www.bakeaz.org

ISBN: 84-88949-69-3Depósito legal: BI-502-05

Serie General

Director de la colección: Josu Ugarte

Coordinación editorial: Blanca Pérez

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Anexo II. Proposición no de ley del Parlamento vascosobre medidas para paliar la situación de las víctimas del terrorismo 101

Anexo III. Declaración cívica en defensa de la democracia y la libertad, y de respeto a la pluralidad de la sociedad vasca 107Principios 108Compromisos 109

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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Introducción

E l presente trabajo quiere ser una aportación —entre otrasnecesarias— que ayude a cubrir una laguna manifiesta

en la educación para la paz en el País Vasco: la relativa a laescasísima presencia directa en ella de las víctimas del terro-rismo surgido en nuestro contexto.

Entendemos, en efecto, que es una exigencia básica incen-tivar tal presencia, que ayudará de forma decisiva a que secumplan diversos objetivos pedagógicos irrenunciables. Porejemplo, resulta evidente que la educación para la paz tieneque desarrollarse a través de la confrontación con las situa-ciones de violencia; pues bien, lo que de verdad son esassituaciones se muestra en las víctimas, y lo que es la expe-riencia de victimación se manifiesta a su vez, de modo privi-legiado, a través del testimonio de quienes la han sufrido. O,en segundo lugar, no es menos cierto que entre los derechosdebidos a las víctimas está el de su reconocimiento en losdiversos ámbitos sociales, también, por tanto, en el educati-vo; ¿y qué mejor reconocimiento que darles un protagonismoen él? O, en tercer lugar, se insiste con razón en que la edu-cación para la paz debe tener como horizonte hacia el queapunta, la constitución de sociedades pacificadas en la justi-cia y a ser posible en la reconciliación; pero una condiciónbásica para entender cabalmente el alcance concreto de esajusticia y orientarse correctamente hacia procesos de reconci-liación es abrirse al diálogo empático con quienes son los

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De todos modos, el educador puede sentirse satisfecho amedias con lo que aquí encuentre, en el sentido de que nosquedamos en las orientaciones pedagógicas generales, sindescender a propuestas de intervención educativa más con-cretas. Ante ello, y por un lado, hay que tener presente queéstas conviene que sean hechas por los propios educadoresde acuerdo con su creatividad y sus contextos, que son múl-tiples y muy diversos entre ellos. Pero, por otro lado, debereconocerse que las ayudas nunca están de sobra. En estesentido, tenemos que indicar que lo que aquí ofrecemos seinserta en un proyecto más amplio que implica otros pasos.

Este proyecto general lo hemos titulado «La presencia delas víctimas del terrorismo en la educación secundaria. Pro-puestas teóricas y pedagógicas». Lo estamos llevando a caboentre tres entidades —Bakeaz, Gesto por la Paz y el Aula deÉtica de la Universidad de Deusto—, y en su discusión haparticipado un grupo de personas a las que agradecemos sucolaboración (Martín Alonso, Javier Arrese, Itziar Aspuru,José Ángel Cuerda, Susana Harillo, Jesús Prieto, Xesús Rodrí-guez Jares, Juan Manuel Ruiz, Teo Santos y Josu Ugarte). Ycuenta además con el apoyo financiero de la Dirección deAtención a las Víctimas del Terrorismo, del Gobierno vasco.Aquí ofrecemos el resultado de la primera etapa del mismo,el de las propuestas teóricas que persiguen la clarificación, lajustificación y la orientación general. A él le van a seguir otros:elaboración de propuestas pedagógicas más precisas y demateriales didácticos, y diseño y ejecución de un proyecto for-mativo para profesores. Como se ve por el título, pensando enla intervención educativa directa, nos centraremos en la edu-cación secundaria —obligatoria y no obligatoria—. No exclui-mos, por supuesto, las otras etapas, pero entendemos que éstaes especialmente pertinente y delicada, porque los alumnos,por una parte, se encuentran aún en procesos fuertes de socia-lización de los valores y, por otra, se hallan en una edad quees quizá la más propensa para derivar —si no se hacen bienlas cosas— en empatías e incluso apoyos a los violentos.

Nos ha parecido oportuno completar nuestra reflexión conalgunos anexos. Ofrecemos, en primer lugar, un texto sobre las

INTRODUCCIÓN

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más afectados, las víctimas, que, por esta nueva razón, preci-san estar activamente presentes.

Podríamos desarrollar estos argumentos y apuntarotros, pero ésta va a ser una de las tareas que nos propone-mos cubrir en las líneas que siguen. Por eso, los señaladosvalen para nuestro propósito introductorio, para justificaren una primera aproximación que la laguna antes detecta-da respecto a la ausencia de las víctimas, es de tal impor-tancia y naturaleza que el que se cubra se nos muestra unimperativo.

Ahora bien, el educador puede argumentar que la tareano es nada fácil. Que existen obstáculos ambientales y peda-gógicos de diverso tipo a los que resulta complicado hacerlesfrente. Y en eso tiene razón. No se le puede abandonar a susuerte. Tiene una responsabilidad cierta, pero, por un lado, esmuy conveniente que afronte en equipo un protagonismo yuna iniciativa que son intransferibles, y, por otro, tiene dere-cho a recibir determinadas ayudas para ello. Este trabajo pre-tende ser una aportación en esa dirección.

Hemos sintetizado en el propio título —La presencia de lasvíctimas del terrorismo en la educación para la paz en el PaísVasco— el objetivo que nos hemos propuesto. Un objetivo quehemos desarrollado en tres etapas. En la primera hemos trata-do de precisar con detalle quiénes son esas víctimas del terro-rismo que deben estar presentes en la educación para la pazque nos toca estimular desde el País Vasco. En la segundahemos especificado por qué deben estar presentes, ensamblan-do argumentos éticos y pedagógicos. En la tercera, apuntamosal cómo deben estar presentes, ofreciendo las orientacionespedagógicas que consideramos oportunas.

Creemos que al educador puede resultarle de utilidadtodo lo precedente. Y no sólo a él, porque lo que proponemospuede servir también —con las debidas acomodaciones—para esa educación informal que son los medios de comunica-ción, para estimular también en ellos la presencia adecuadade las víctimas. E igualmente puede ayudar al ciudadano engeneral para conformar sus criterios en torno a este tema tancentral para la paz y la justicia.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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educación para la paz en la que la presencia de las víctimas delterrorismo sea realmente relevante y acorde tanto con los dere-chos de las propias víctimas como con las exigencias del pro-pio proceso educativo.

Galo Bilbao ([email protected]) es profesor de Ética en laUniversidad de Deusto y miembro del Instituto Diocesano de Teo-logía y Pastoral de Bilbao. Sus reflexiones y publicaciones se centranen las cuestiones de ética fundamental, ética profesional y ética polí-tica, prestando especial atención en todas ellas a la relación entre laética filosófica y la fe cristiana. En torno a estas cuestiones cabe citarlas siguientes publicaciones: «Abajamiento y gloria. Ética civil y cris-tianismo en diálogo», publicado en la revista Frontera; «Víctimas yeficacia política», incluido en Violencia, evangelio y reconciliación en elPaís Vasco (IDTP-DDB); «Perspectiva filosófica del perdón», en ellibro El perdón en la vida pública (UD); Oinarrizko etika. Lanbideen etika[con Xabier Etxeberria] (UD); «Entre la resistencia y la sumisión: ladesobediencia civil de inspiración cristiana», incluido en Enfoques dela desobediencia civil (UD); e Ingeniería y ética profesional [con JavierFuertes y José María Guibert] (UD).

Xabier Etxeberria ([email protected]) es catedrático de Éticaen la Universidad de Deusto (Bilbao) y miembro del Instituto deDerechos Humanos Pedro Arrupe, de la misma universidad. Es res-ponsable del Área de Educación para la paz de Bakeaz. Profesorvisitante de diversas universidades en América Latina, donde cola-bora habitualmente con organizaciones indígenas y de derechoshumanos, centra su investigación filosófica en los campos de la éticafundamental, la ética profesional y la ética política (especialmente entorno a las identidades colectivas), así como en la vertiente ética delos derechos humanos. En torno a ellos ha publicado numerososartículos, cuadernos y libros, entre los que cabe citar los siguientes:Imaginario y derechos humanos desde Paul Ricoeur (DDB), Ética de ladiferencia (UD), Perspectivas de la tolerancia (UD), La ética ante la crisisecológica (Bakeaz, UD), Ética de la desobediencia civil (Bakeaz), «Lohumano irreductible» de los derechos humanos (Bakeaz), Temas básicos deética (DDB), Ética de la ayuda humanitaria (DDB), y los ensayos «Iden-tidad nacional y violencia. El caso vasco», incluido en el libro Razo-nes contra la violencia. Por la convivencia democrática en el País Vasco,vol. I (Bakeaz), «El derecho de autodeterminación en la teoría políti-ca actual y su aplicación al caso vasco», incluido en Derecho de auto-determinación y realidad vasca (EJ-GV), y «El lugar del diálogo en lagestión positiva de los conflictos y el caso vasco», incluido en Con-flictos, violencia y diálogo. El caso vasco (UD).

INTRODUCCIÓN

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víctimas de la violencia que en 1999 elaboró Gesto por la Paz,titulado La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria ante lasituación de las víctimas de la violencia, y que hemos citado y teni-do presente en el estudio porque lo entendemos en parte pre-cursor y en parte complementario de éste. Y, en segundo lugar,aportamos dos textos producidos por instituciones políticas —el Parlamento vasco y Eudel— que, por un lado, muestranque el diálogo y el acuerdo políticos en torno a lo que se debea las víctimas es posible cuando se persigue honestamente y,por otro, permiten dar un enmarque institucional amplio a laacción educativa —a favor de las víctimas desde las víctimas—que nosotros proponemos. Se trata, en el primer caso, de la Pro-posición no de ley del Parlamento vasco sobre medidas para paliar lasituación de las víctimas del terrorismo, que debe ser destacadapor expresar la voluntad popular de la Comunidad Autónomadel País Vasco, por el amplio consenso que obtuvo en unacuestión como la de las víctimas del terrorismo, en la que elacuerdo debería ser lo normal pero que, sabemos, está resul-tando muy difícil, y porque hace propuestas en conjunto suge-rentes a favor de las víctimas (que hay que ir viendo crítica-mente si se realizan o no). De algún modo, lo que ofrecemos ennuestro estudio puede ser considerado un desarrollo específi-co para el campo educativo de lo que se propone en el núme-ro 2 de esta proposición no de ley. En el segundo caso, hemosincorporado el documento Declaración cívica en defensa de lademocracia y la libertad, y de respeto a la pluralidad de la sociedadvasca. La relación genérica de esta declaración de 2002 (tanto ensus principios como en sus compromisos) con nuestro estudioes clara; la relación específica es más modesta, al no estar explí-citamente centrada en las víctimas. Pero tiene un compromisosobre promoción de «iniciativas de solidaridad activa y dereconocimiento ético de las víctimas» que desarrollaremos a lolargo de nuestro estudio. Además, al expresar el amplio con-senso de la Administración local vasca, se muestra comple-mentario del consenso alcanzado en el ámbito autonómico.

Sólo nos queda reiterar la intención con la que abríamos laintroducción: que lo que aquí se ofrece —leído crítica y perso-nalizadamente— pueda servir de verdad para estimular una

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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I. Las víctimas del terrorismo

VÍCTIMA Y VIOLENCIA

En una primera aproximación, que habrá que matizar, puedeentenderse por víctima toda persona que ha sufrido una vio-lencia. Ello nos lleva a su vez a la necesidad de precisar quéentender por violencia.

Una ya clásica definición de la misma es la que nos ofre-ce Johan Galtung, quien indica que hay violencia allá dondealguien se ve influido de tal modo por las acciones de otrosseres humanos que sus realizaciones efectivas (corporales,psíquicas, culturales) están por debajo de sus realizacionespotenciales. Distingue, a partir de aquí, entre violencia indi-recta y estructural (por ejemplo, que por un orden económicodeterminado mi esperanza de vida, que podría ser de 78años, sea sólo de 58 años por estar en una determinada situa-ción geográfico-social) y violencia directa y personal (quealguien me mate a los 58 años, de modo tal que no podré lle-gar a los 78 que estadísticamente podría esperar alcanzar).Para una educación para la paz en sentido pleno, es muyimportante tomar esta definición amplia de violencia. Detodos modos, para el tema que nos ocupa lo relevante es másbien la violencia directa y personal, aunque con toquesestructurales —de estructura política— que se mencionarán

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y una dimensión instrumental —objetivos que persigueel victimario—, que se entrelazan en las realidadesviolentas de modos muy variados y complejos. Aquí nosva a interesar específicamente la violencia en la que estápresente un objetivo político. Esto es, se tratará devíctimas que han sufrido violencia porque con ella elviolentador pretendía tener una influencia efectiva en elámbito de lo político. Esto no significa menospreciar alas víctimas que han sufrido violencias con otrasmotivaciones, ni significa que las excluimos de losprocesos de educación para la paz. Al revés, concebimoséstos confrontándose con todas formas de violencia.Sólo significa que aquí focalizamos nuestra atención enun sector específico de víctimas.

CALIFICACIÓN MORAL DE LA VIOLENCIAY LAS VÍCTIMAS

Hasta ahora hemos definido la violencia y las víctimas queproduce sin hacer ninguna referencia a su calificación moral.Pero esta referencia es muy importante.

Fuerza y violencia

Para tener presente esta calificación moral, algunos pro-ponen que se hable de fuerza cuando su utilización violentaes moralmente legítima, y que se hable de violencia cuando esilegítima. Por nuestra parte, preferimos hablar de fuerza (sinviolencia) cuando se utiliza con estrategias que no causandaño (noviolencia) y de violencia (con fuerza) cuando causandaño corporal, psíquico o cultural. Aunque para la educaciónpara la paz es muy relevante el enfoque de la noviolencia, novamos a entrar en ello. Aquí nos toca precisar si cabe hablarde violencia legítima frente a violencia ilegítima.

A este respecto, hay quienes, desde una perspectiva másbien jurídica, utilizan la distinción precedente entre fuerza yviolencia para indicar que la violencia del Estado sujeta alegalidad debe considerarse una fuerza legítima, mientras que

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luego. Esto es, las víctimas que vamos a tener presentes son per-sonas que han sufrido una violencia directa de otras personas con-cretas, lo que no quiere decir que tengan que estar aisladas.De hecho, se tratará de personas enmarcadas en organizaciones.

Centrándonos en las expresiones directas de la violencia,podemos definir ésta como el uso de una fuerza que se tiene,o la amenaza de usarla, con la intención de infligir daños cor-porales, psíquicos, simbólico-culturales o materiales a otro y,adicionalmente, de imponerle lo que no desea. De esta defi-nición se desprenden aspectos que deben tenerse muy encuenta:

• Se precisa hacer una distinción entre violentador —el queejerce la violencia— y violentado —la persona que lasufre—, que entran en un cierto modo de relación. Lasvíctimas que tendremos presentes serán personas quehan sufrido una interrelación no querida que han vividocomo coactiva y destructiva (en su extremo, comodestrucción de la vida). Su sufrimiento y daño deben serabordados teniendo en cuenta esta relación traumática.

• Hay que presuponer en el violentador una intenciónespecífica de violencia, con la consiguiente responsabilidadmoral y jurídica inherentes a ella. La sociedad en generalpodrá exigir esa responsabilidad, pero especialmentepodrá exigírsela la persona violentada. En este sentidoestricto, sólo cabe hablar de violencia de la naturaleza, ode los animales, o de los humanos que causan daño deforma no intencionada, y de las víctimas que producen,analógicamente.

• Hay violencia no sólo cuando se utiliza de hecho lafuerza sino cuando existe una amenaza creíble de usarla.Las dos consideraciones anteriores deben aplicarsetambién a esta circunstancia. Esto significa que entre lasvíctimas que deberemos tener presentes no podremosolvidar a las amenazadas, porque en la propia amenazaestá ya el daño.

• En la violencia puede distinguirse una dimensióndirectamente coactivo-destructiva —del violentado—

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al calificativo de víctima —como va a ser nuestro caso—, éstaes aquella persona que ha sufrido una violencia ilegítima. Esdecir, consideraremos víctimas a quienes han sufrido esa violenciailegítima, tanto si ha procedido de las instituciones del Estado enun ejercicio inmoral de las mismas como si ha procedido de quienesse enfrentan al Estado. Dicho de otro modo, no considerare-mos víctimas a aquellos que han muerto por los instrumen-tos de su propia violencia o que han sufrido una violenciadel Estado que está dentro de los parámetros que los dere-chos humanos permiten para proteger la vida y la libertadde todos.

Esta distinción permite asimismo hablar no sólo de vio-lentadores en genérico, sino de victimarios, como aquellosque han ejercido una violencia ilegítima y en los que cae laresponsabilidad por la misma.

El que se dé carga moral al apelativo de víctima significaque reconocemos que ha sufrido una injusticia, según lo cual,por un lado, se puede y debe expresar una solidaridad moralcon ella en cuanto víctima y, por otro, se debe exigir activa-mente que se cumplan con ella los deberes de la justicia repara-dora, en parte concernientes al Estado y en parte concernien-tes al propio victimario.

Con los criterios que vamos proponiendo habrá que asu-mir que la distinción entre víctima y victimario no siempre esnítida. Esto es, hay personas que sólo son víctimas, pero haytambién otras que reúnen a la vez la condición de victimarios(agentes de una violencia ilegítima) y de víctimas (pacientesde ella). En este segundo caso, la condición de victimario noinvalida la condición de víctima, aunque exige los discerni-mientos oportunos a la hora de ejercer la solidaridad y exigirla justicia.1

I. LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO

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la que se ejerce contra el Estado o las regulaciones emanadasde éste debe ser calificada de violencia ilegítima. El tema esimportante porque nos sitúa en el ámbito de lo político, que,como acabamos de decir, es el que aquí nos va a interesar.Pero, de todos modos, formulada de esa manera la distin-ción, no resulta aceptable. Recuerda, por supuesto, la refe-rencia weberiana al Estado como el que ejerce el monopoliode la violencia legítima, pero la legitimidad de la violenciano proviene de la facticidad del poder político, de su con-cordancia con la ley jurídica positiva (legalidad), sino de suconcordancia con la moralidad (legitimidad). Si alguna vio-lencia es legítima, será debido a que respeta los principios yvalores morales.

En este sentido, a priori, ni la violencia del Estado es depor sí legítima, ni la que se ejerce contra el Estado es de porsí ilegítima. De modo general, puede considerarse legítima laviolencia que ejerce un Estado democrático cuando actúa deacuerdo con las exigencias de los derechos humanos, plan-teándose entonces como ilegítima toda violencia que preten-de minarlos total o parcialmente. Dejamos de nuevo de ladola cuestión, muy relevante para los planteamientos no vio-lentos, de si cabe o no hablar de violencia legítima contra unEstado no democrático, porque no es necesario afrontarlapara los objetivos que perseguimos. El Estado español, en elque situamos dominantemente la delimitación que buscamosde las víctimas, entra dentro de los «suficientemente demo-cráticos». Por lo que está claro que la violencia de oposicióncontra él —terrorismo, del que hablaremos luego, en nuestrocaso ETA— es ilegítima incluso si se admite la posibilidad deque en otros contextos pueda ser legítima.

Víctimas y victimarios

La distinción entre violencia legítima e ilegítima nos per-mite avanzar en la precisión de quiénes deben ser considera-das víctimas. Si de un modo genérico decíamos que víctimaes toda persona que sufre una violencia, ahora precisamosque de un modo específico, cuando queremos dar carga moral

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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1. Sólo se puede expresar solidaridad a la persona victimaria-víctima en lo quetiene de persona víctima; y en cuanto a la exigencia de justicia, hay que dis-tinguir entre la legitimidad de la justicia penal acorde con los derechoshumanos que se le aplica en su condición de victimaria, y la denuncia ycorrespondiente reclamación de justicia ante quienes le han hecho víctima yen su condición de tal. Una distinción semejante se impondrá en el capítuloIII cuando se hable de homenajes y gestos simbólicos.

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GAL —calificado en unos momentos de terrorista sin más yen otros de antiterrorista—, y a otros grupos armados asimi-lables al primero o al segundo), que serían el conjunto másnumeroso y significativo. Pero Gesto por la Paz entiende quees importante englobar en la definición a las víctimas de vio-laciones de las atribuciones de las fuerzas de seguridad, y,dada la dificultad real de encontrar un apelativo común,acaba asumiendo el propuesto de víctimas de la violencia, aña-diéndole la especificación de la motivación política y la deque sea violencia ilegal en el caso del Estado.

Aquí vamos a proponer un nuevo apelativo englobantede las violencias que producen las víctimas que queremosdelimitar, el de violencia terrorista, reconociendo que tambiéntiene sus problemas. No pretendemos enfrentarlo al prece-dente, sino ofrecer otro enfoque que puede resultar útil almostrar consideraciones complementarias. Porque de lo quese trata no es de forzar a la realidad a someterse a la defini-ción, sino de hacer definiciones que, en su imperfección paraabarcar la complejidad existente, ayuden a comprender esarealidad —en este caso de las víctimas— y a afrontarla conel correspondiente compromiso ético. A este respecto, lodecisivo es que, tanto con uno como con otro apelativo(entre los que se puede elegir el que se considere más opor-tuno), los colectivos de víctimas a los que nos queremos refe-rir son los mismos.

De todos modos, creemos conveniente hacer dos peque-ñas aclaraciones por lo que respecta al apartado c de la citade Gesto por la Paz antes transcrita: 1) no sólo hay victima-ción desde el Estado cuando las fuerzas de seguridad seexceden en las atribuciones «legales», también la hay cuandoson las propias atribuciones legales —ciertas leyes— las quese exceden en el sentido de no respetar lo que piden los dere-chos humanos, lo que encamina la responsabilidad a quieneslas deciden y las aplican; y 2) no sólo son las fuerzas de segu-ridad en su sentido estricto las que pueden extralimitarse enla aplicación de las leyes: lo son el conjunto de los empleadospor la Administración que se relacionan con el proceso dedetención, investigación, juicio y condena.

I. LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO

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VIOLENCIA TERRORISTA

De acuerdo con los parámetros precedentes, resulta claroque, en nuestro ámbito geográfico —España/Francia desdeel País Vasco—, las víctimas de las que hablamos son aque-llas que han sufrido la violencia de ETA y sus ramificacio-nes, la del GAL y grupos similares (en forma de muerte,heridas y sus secuelas, secuestro, amenazas y coacciones,pérdidas materiales…), y la ilegítima del Estado (irrespetode lo que le exigen los derechos humanos en la lucha contrala criminalidad, en este caso de motivación política). ¿Conqué apelativo se pueden englobar estas formas de violenciaque generan a su vez el tipo de víctimas al que aquí nos esta-mos refiriendo?

En un acercamiento a esta cuestión, hecho por Gesto porla Paz en 1999, se habla de víctimas de la violencia, propo-niéndose como víctimas a «aquellas personas que han sufri-do las consecuencias directas de la violencia específica conmotivaciones políticas que se ha generado en y desde Eus-kal Herria. En esta definición quedarían incluidas: a) las víc-timas del terrorismo de ETA, del GAL y de grupos antite-rroristas de similares características, es decir, personasasesinadas o afectadas, física o psíquicamente, y sus familia-res o allegados, así como las víctimas de amenazas, extor-siones o secuestros; b) las víctimas de la violencia callejera; yc) las víctimas de actuaciones probadamente desproporcio-nadas y que hayan supuesto una extralimitación en las atri-buciones legales de las fuerzas de seguridad en su luchacontra el terrorismo».2

En el mismo documento se reconoce que el apelativotiene sus dificultades, porque las víctimas de la violencia sonen sí un colectivo mucho más amplio y porque puede diluirla referencia a las víctimas específicas del terrorismo (aquíatribuido de modo nítido a ETA, de modo algo confuso al

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2. Véase el anexo I, donde se reproduce íntegramente el documento La Coor-dinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria ante la situación de las víctimas de laviolencia.

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• Es ya lugar común resaltar que el término terror,utilizado con significado político preciso, aparece en elmarco de la Revolución francesa, cuando Robespierre lopropone y realiza de modo implacable (durante un añolargo, entre 1793 y 1794, hasta que él es a su vezejecutado) para que triunfen los ideales de laRevolución, entendiendo que en la fase en que ésta sehallaba la virtud sin terror estaba indefensa, por lo queel terror necesario debía ser visto como emanación de lavirtud (ciudadana). Es decir, en su origen la actividadterrorista es asignada al Estado y ademásjustificadamente, como vía para la implantación de lademocracia auténtica. Pronto, con la propia ejecución deRobespierre, cae para los Estados democráticos lajustificación aducida, pero ello no quiere decir que caigala existencia de Estados que practican elterror/terrorismo.5

• En un segundo momento, el terrorismo es practicadopor organizaciones que se enfrentan al Estado conviolencia, ligadas en general o a reivindicacionesideológicas (anarquismo, marxismo…, y más tardeextrema derecha) o a reivindicaciones identitario-nacionalistas. Suele citarse al grupo ruso NarodnayaVolya —Voluntad del Pueblo— (al que Camus retrata enLos justos), fundado en 1878 para enfrentarse al régimenzarista, como el que lo inaugura. Saben que su violenciagenera ciertos grados de terror —mayor o menor segúnlas estrategias elegidas— que puede incluso serespecíficamente buscado. Estos grupos, en una primeraetapa, justifican el terror como tal. En una segunda, sedesligan del calificativo de terroristas (adquiere paratodos connotaciones ilegítimas, por lo que nadie se loaplica a sí mismo), para pasar a defender el deluchadores por la libertad, la patria o la justicia.

I. LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO

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QUÉ ES TERRORISMO Y QUIÉNES SON SUJETOSDEL TERRORISMO

Decíamos que a los colectivos de víctimas que antes hemosespecificado cabe calificarlos colectivos de víctimas del terro-rismo. Esto pide clarificar qué se debe entender por terroris-mo (quiénes son terroristas y qué tipo de violencia realizan)y a partir de ahí por qué resulta no sólo apropiado sino con-veniente unificar a los colectivos antes citados como víctimasdel terrorismo. El problema está en que esta palabra ha tenidoun uso cambiante históricamente y tiene a su vez un uso plu-ral y ambiguo en la actualidad.3 Comencemos por tratar dedelimitar los sujetos del terrorismo.4

Apuntes históricos del terrorismo

He aquí, para empezar, unas muy breves notas históricasal respecto, sólo con la intención de justificar la extensión queluego daremos a los que cabe calificar de terroristas:

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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3. Una prueba de los problemas existentes en la definición del terrorismo laencontramos en el hecho de que la Corte Penal Internacional no ha inclui-do entre los delitos que atiende los de terrorismo, precisamente porqueencuentra muy difícil definirlo. Algunos organismos internacionales sí quehan propuesto definiciones, sobre todo tras el 11 de septiembre de 2001 —en general, asignan el terrorismo sólo a organizaciones no estatales—,pero resultan bastante discutibles. Las dificultades se acumulan tambiéncuando se pretende distinguir entre el buen terrorismo —la lucha de libera-ción— y el terrorismo propiamente dicho, porque ¿en quién ponemos lacapacidad de discernir? No ciertamente en los violentos, que todos se con-sideran libertadores; tampoco en la historia, que favorece a los vencedores;teóricamente en la comunidad internacional inspirada en los derechoshumanos, pero la inclinación al doble rasero de quienes la lideran es mani-fiesta… Algunos pensamos que aquí late una buena razón más para apos-tar por la noviolencia, en la que el dilema desaparece, aunque haya queafrontar otras dificultades.

4. He aquí algunas referencias bibliográficas mínimas, que tenemos parcial-mente presentes y a nuestro modo, para quien quiera embarcarse más afondo en esta cuestión: U. Beck, Sobre el terrorismo [global] y la guerra, Barce-lona, Paidós, 2003; E. González Calleja, La violencia en la política, Madrid,CSIC, 2002; B. Hoffman, A mano armada: historia del terrorismo, Madrid, Espa-sa, 1999; F. Reinares, Terrorismo y antiterrorismo, Barcelona, Paidós, 1998.

5. Por supuesto el terror es en sí una emoción intensa que se encuentra en los suje-tos que lo experimentan. Practicar el terror/terrorismo es realizar actividadesviolentas de tal naturaleza que provocan ese terror entre los ciudadanos.

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no llegan a ser guerrilla o movimiento revolucionario (aunquealgunos pretendan ser el primer paso hacia ello) y determina-dos aparatos del Estado cuando practican ilegítimas políticasrepresivas. Víctimas del terrorismo pasan a ser entonces todasaquellas que han sufrido esa violencia inhumana e injustificada tantopor parte de los grupos no estatales como por parte del Estado.

Terrorismo y Estado

En nuestro caso —España/Francia desde el País Vasco—vuelven a aparecer los grupos de víctimas que se mencionanen el documento de Gesto, aunque no hay que olvidar que enEspaña, el tercer tipo de terrorismo ha dejado ya su marcabrutal el 11 de marzo de 2004. De todos modos, se imponehacer una precisión importante aunque sea evidente: la acti-vidad de ETA y sus ramificaciones, por ejemplo en la llama-da violencia callejera, se enmarca toda ella en la violenciaterrorista (como en el pasado la del GAL y otras organizacio-nes), lo que hace terrorista a la propia organización, mientrasque para el caso del Estado, sólo hay terrorismo en aquellascircunstancias (excesos en algunas leyes, arbitrariedad judi-cial, malos tratos y torturas, fomento de grupos paraestatalescomo antiterroristas) en las que se quebrantan los derechoshumanos en forma de violencias que tienen las característi-cas de lo que estamos definiendo como terrorismo. En estesentido, es importante distinguir entre Estado terrorista en supropia organización —dictatorial, genocida, etc.— y terroris-mo en un Estado en el que, aun siendo democrático, se danconductas como las citadas. Por supuesto, entre nosotros,sólo cabe considerar la posibilidad del segundo caso.6

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• Un tercer momento es el que podemos estar viviendoahora (lo habría inaugurado de modo pleno el 11-S,aunque tenga precedentes), con la aparición de lo que seestá llamando terrorismo global, por su conexión con laglobalización en la desterritorialización del mismo, en eldiseño y ejecución de los atentados, en las conexionesfinancieras, en la conmoción mediática, etc. Suspretensiones políticas son más inasibles y difusas, sucapacidad y ejercicio de destrucción mucho mayor, lasconexiones con los Estados muy confusas (aparecenindividuos-Estado como Bin Laden), su motivación en elfundamentalismo religioso desinhibe más que en loscasos anteriores la contención de la violencia y alienta ala autoinmolación, etc.

Quiénes son víctimas del terrorismo

En el uso lingüístico dominante hoy en día se califica deterroristas a los grupos armados que podemos situar en losmomentos dos y tres. Desde este punto de vista, víctimas delterrorismo son sólo aquellas que sufren la violencia de estosgrupos (de algún modo es lo que se tiene presente en el cita-do documento de Gesto). Nuestra propuesta, en cambio, ali-neándonos con un uso no tan dominante pero ciertamenteexistente tanto en el lenguaje cotidiano como en la cienciapolítica, es asumir la palabra terrorismo: 1) implicando en ellala connotación moralmente condenatoria que ha acabado portener, que remite a violencia inhumana y por supuesto injus-tificada, que habrá que precisar con más detalle; y 2) hacién-dola abarcante, respecto al sujeto del mismo, de las tres con-creciones que históricamente se han dado. Esto es, hayterrorismo contra el Estado y contra diversas expresiones delorden internacional de los Estados (liderado por la Organiza-ción de las Naciones Unidas), y hay también terrorismo deEstado cuando éste quebranta de manera significativa conalgunos de sus ciudadanos lo que le exigen los derechos civi-les y políticos. O dicho de otro modo, son terroristas los gru-pos insurgentes violentos que por su tamaño y organización

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6. Por otro lado, debe tenerse presente que también en la violencia terroristacaben grados diversos de intensidad. Unas expresiones son fácticamentemás violentas que otras, pero es importante tener en cuenta que, si cubrenlos supuestos que estamos planteando, todas ellas son violencia terrorista y,por tanto, deben ser consideradas como tales. Esto impide caer en trampascomo las de algunos Estados que están justificando lo que llaman eufemísti-camente «uso moderado de la fuerza» para referirse a lo que en realidad estortura, aunque no se exprese en sus grados más brutales.

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influirá en comportamientos políticos que irán en la direcciónbuscada por los terroristas. Por ello, la ciudadanía tiene quesaber resistir al miedo, ser consciente de que los modos eficacesde solidaridad con las víctimas reales pasan por trabajar ese miedode modo tal que no afiance el terrorismo sino que lo combata.

Instrumentalización de las víctimas

Los actos de violencia son planeados desde una perspecti-va firmemente instrumental: más allá del daño concreto que secausa en las víctimas, deben potenciar ese miedo que a su vezse pretende que sirve a un determinado objetivo. Esto condi-ciona la elección de las víctimas y de los modos de victimación.Por un lado, pensando en el objetivo, se eligen víctimas simbó-licas, en general las que se presupone representan el poder con-tra el que se lucha. Por otro lado, pensando en la máxima difu-sión del miedo, es importante la elección aleatoria de lasvíctimas, de modo tal que en su horizonte máximo cualquierciudadano pueda sentirse una víctima potencial. Las diversasexpresiones del terrorismo varían a la hora de combinar laelección simbólica que concentra la población amenazada(aunque se pueden ir eligiendo cada vez más sectores simbóli-cos) y la aleatoria que la difumina, pero en todas ellas hay mez-cla de ambas, pues la elección no puede ser ni totalmente indis-criminada7 (desalentaría a los que se considera potencialesseguidores de la causa terrorista) ni escrupulosamente simbó-lica (dificulta la realización de la violencia y reduce al mínimoel terror).8 Las víctimas elegidas con la lógica simbólica puedenser víctimas que han combatido activa y públicamente el terro-

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ALGUNOS RASGOS DE LA VIOLENCIA TERRORISTA

Especificado el sujeto terrorista, pasemos a especificar su tipode violencia. No es éste el lugar para desarrollar con detallelo que identifica la violencia terrorista, pero sí conviene resal-tar algunos de sus aspectos, aquellos que pueden hacer máscomprensible el tipo de víctimas que genera. Podemos desta-car los rasgos que enumeramos a continuación (que no todaslas expresiones de terrorismo desarrollan del mismo modo).

Motivación política

El terrorismo implica el ejercicio y la amenaza de una vio-lencia destructiva en la que hay una motivación política.Conviene matizar esta cuestión para que no repercuta nega-tivamente en las víctimas. El terrorista suele pretender queesta motivación política dignifica su violencia y de algúnmodo le exculpa de las víctimas que crea, algo que sería nodeseable pero inevitable. Con lo cual la víctima queda en desam-paro, al no ponerse de relieve la desnuda y plena victimación que hasufrido, incluso al achacarle alguna connotación que la predispon-dría a ser víctima. A veces caemos inconscientemente en latrampa de esta lógica y entonces, para no llegar a sus con-clusiones, lo que pretendemos es negar el referente políticode la acción terrorista. Pero éste está ahí. Por eso, lo que con-viene destacar es más bien que cuando una violencia inmo-ral e inhumana se pone al servicio de una causa política,aparte de degradar esta causa, hace más grave si cabe la pro-pia violencia por la proyección social que tiene. Desde estepunto de vista, la cruel victimación de la víctima, tratada conuna pura instrumentalidad, como resaltaremos enseguida,queda totalmente desvelada.

El miedo de la ciudadanía

Esa violencia pretende generar terror/miedo en un deter-minado sector más o menos amplio de la población que setiene como referencia, con la convicción de que tal miedo

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7. De todos modos, en casos muy puntuales, como los atentados terroristas enJapón con gas sarín, puede hablarse de una indiscriminación prácticamentetotal.

8. Cuando hay expresiones terroristas en un Estado democrático, se las trata deocultar lo más posible porque contradicen de frente lo que lo legitima, por loque se reduce el mensaje del miedo —y de forma oscura— a los que se con-sidera terroristas y cómplices. En cambio, en situaciones no democráticas(piénsese, por ejemplo, en la dictadura argentina), el mensaje de terror delEstado es mucho más amplio y manifiesto. Igualmente, las organizaciones

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• Apoyados en los documentos jurídicos internacionales,podemos definir del siguiente modo la tortura: 1) encuanto al acto, supone infligir intencionadamente a unapersona sufrimientos graves, tanto físicos comopsíquicos, tendentes a disminuir-anular las capacidadesy personalidad de la misma; 2) en cuanto a la finalidaddel acto, caben: la tortura represiva que impone uncastigo por lo que el torturado ha hecho, la torturaindagatoria que persigue que el torturado diga la verdadsobre algo —ha sido la razón dominante—, y la torturaintimidatoria que, induciendo al miedo, pretendemotivar determinados comportamientos; 3) en cuanto alsujeto del acto, se indica que debe tratarse deautoridades, funcionarios o empleados públicos, ya seainfligiendo ellos mismos la tortura, ya sea instigándola oconsintiéndola. Según esto, la tortura es un tratodegradante sufrido en el ámbito público en situación dedetención-retención. Desde este punto de vista estricto,víctima de la tortura terrorista es quien la padece a manos deestos empleados públicos.

• De todos modos, matizando lo que se acaba de decir,puede defenderse a este respecto una versión amplia delo público, para integrar en ello todas las expresionessociales que ejercitan o persiguen directamente el poderpolítico. Se introduce así en el ámbito de potencialestorturadores a aquellos sectores que tratan de impactarde un modo u otro en el poder establecido, comomilitares rebeldes, guerrilleros o —es lo que nos

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rismo, mientras que las víctimas aleatorias pueden haber esta-do ajenas a esta lucha. Es importante igualarlas a todas en cuantovíctimas, con todas las consecuencias, aunque luego con las primerasse puedan realizar además iniciativas de apoyo público a su causa.

Grado de victimación

La inmoralidad radical del terrorismo se sitúa en estapura y dura instrumentalización de la víctima, para la que seestá además dispuesto a invertir toda la crueldad que seanecesaria. El grado de victimación está precisamente en propor-ción a esta instrumentalización y, a su vez, la llamada a la justiciay la solidaridad con la víctima encuentra su última referencia en elenfrentamiento a ella, desde el reconocimiento de la central digni-dad de todo ser humano.

La tortura

El acto terrorista más propio del grupo no estatal es elatentado. El acto terrorista por excelencia del Estado es la tor-tura. Hay un tercer acto relevante, el secuestro, que puedeatribuirse a unos y otros, aunque unos lo practiquen enforma de secuestro publificado y otros en forma de desapari-ción. Aquí vamos a referirnos brevemente a la tortura paradefender la tesis siguiente: así como nos ha parecido quepuede ampliarse al Estado la posibilidad de cometer accionesterroristas, igualmente puede ampliarse al grupo terrorista lacondición de sujeto torturador.9 Lo que tendrá consecuenciaspara definir la naturaleza de la victimación:

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ejemplo, se habla a veces, refiriéndonos a la realidad de la violencia contralas mujeres, de terrorismo o de tortura doméstica. Ciertamente, la crueldad deesta violencia llega con frecuencia a superar a la de la mayor tortura. Pero nose trataría tanto de llamar a toda violencia dura terrorismo y tortura, comode buscar la especificidad de las diversas formas de violencia, para comba-tirlas luego en función de la misma, sabiendo que, desgraciadamente, ladureza de la violencia no es prerrogativa de su expresión como terrorismo ytortura. En este sentido, estamos proponiendo una ampliación del sujeto delterrorismo y de la tortura, respecto a interpretaciones más restrictivas, peroa su vez claramente limitada.

terroristas no estatales tienen a veces una elección muy marcadamente sim-bólica de sus víctimas (por ejemplo, la citada Narodnaya Volya o la primeraETA), con lo que su mensaje de terror se concentra también en un sectorreducido, pero en otras ocasiones su elección aleatoria es dominante o susreferentes para las elecciones simbólicas se agrandan (ETA ha avanzadohacia ello claramente en su estrategia de socialización del sufrimiento; la mayorexpresión de lo aleatorio es el terrorismo global).

9. Reconocemos que es delicado hacer este tipo de ampliaciones, porque alfinal se puede diluir la especificidad de la violencia que se quiere afrontar. Por

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víctimas que antes fueron victimarios. Lo que tiene sus bue-nas razones, pero también sus problemas.

Las buenas razones las hemos ido desgranando en lasreflexiones precedentes. En general podría decirse que esbueno que se unifique a unas víctimas que lo son de unasformas de violencia que, aunque contrapuestas en el antago-nismo de los sujetos que las protagonizan, tienen muchospuntos en común y tienden a retroalimentarse mutuamentecuando se dan a la vez. Con todo, no deben ignorarse losproblemas:

• Es normal que quien sólo es víctima tenga un gravísimoreparo psicológico e incluso moral en verse situada enun mismo grupo con quien además de víctima ha sidovictimario, especialmente si este último no muestraarrepentimiento por lo que hizo.

• Las solidaridades sociales espontáneas que tienden acrearse suelen ser no sólo diferentes sino enfrentadas, enla medida en que con las víctimas-victimarios sesolidarizan quienes comparten la causa y estrategia delos victimarios, y para fomentarla, ciertamente en estecaso, hay que denunciar tal solidaridad porque sólodebe tratarse de solidaridad con la víctima en cuantovíctima, pero incluyendo la denuncia de su condición devictimario.

• Es también una tendencia constatable que encircunstancias como las nuestras, en las que estascuestiones están enredadas con el conflicto identitarionacional, las víctimas de ETA se inclinen a exigirsolidaridades que impliquen el rechazo delnacionalismo vasco como tal, y los que se identificancon este nacionalismo se inclinen a minimizar la crudavictimación que una expresión del mismo —ETA—produce y a resaltar especialmente la del Estado. Seríabueno que los primeros discernieran entre loprepartidario de la causa de la vida y la libertad y lopartidario legítimo y plural en torno a la identidadnacional, aunque por la experiencia sufrida es

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interesa resaltar aquí— grupos terroristas.10 En estesentido, víctima de la tortura terrorista es también aquellapersona que la sufre de manos de los grupos terroristas noestatales (piénsese especialmente en el secuestro, perono sólo en él).

• Históricamente, la práctica de la tortura por el Estadoha sido algo público y plenamente legitimado yregulado como estrategia judicial. Con la irrupción delreferente de los derechos humanos, se aceptaoficialmente que no se debe torturar, porque es unatentado contra la dignidad, pero de modo latente sesiguen manteniendo a veces razones consecuencialistas—mal menor para bien mayor— que pretendenjustificarla como excepción. Sólo que, en ese momento, se realiza en secreto, siendo muy difícil de probar.Proponemos que se considere que en los Estados se daal menos el grado de tortura que se detecta en losprocesos judiciales internos y en los informes queelaboran organismos como el Comité contra la Torturade las Naciones Unidas, el Relator Especial de lasNaciones Unidas contra la Tortura, el Comité Europeopara la Prevención de la Tortura o AmnistíaInternacional. Esto significa que la victimación por torturaque se produce en el Estado, en nuestro caso, en el Estadoespañol, debe medirse en función de lo que se dice en ellos.

ALGUNOS PROBLEMAS EN LA CARACTERIZACIÓNDE LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA TERRORISTA

Ya adelantamos en su momento que los criterios que estamosproponiendo de delimitación de víctimas de la violenciaterrorista tienen la consecuencia, por un lado, de unir a vícti-mas producidas por organismos no estatales y estatales y,por otro, de unir a quienes sólo son víctimas con quienes son

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10. A esta tesis podría dársele aval jurídico a partir de una interpretación ampliadel sujeto activo de la tortura que se presupone en el Estatuto de Roma sobrela Corte Penal Internacional y en los Convenios de Ginebra.

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comprensible que se resistan a ciertas distinciones; y esun imperativo ineludible que los segundos se distanciende toda sutil solidaridad con los victimarios que puedenser identificados con su opción identitaria.

Como puede verse, en parte hemos dado ya algunas pis-tas para afrontar los problemas señalados. Cabe, además,añadir lo siguiente. Situar a colectivos dispares en el comúndenominador de víctimas del terrorismo no significa pedirlesque experimenten entre ellos un efectivo lazo de unión; estoes algo que depende de que se desee libremente avanzarhacia ello, con lo que implica (en los victimarios, por supues-to, el arrepentimiento);11 aquí hay que respetar los procesosque decidan las víctimas. Pero, por otro lado, el hecho de queobjetivamente estén situados en un común denominador,puede ser para algunos una llamada a procesos de rupturade barreras, prometedores aunque ciertamente difíciles.

Todas estas consideraciones deberán dejar su huella a lahora de plantear la presencia de las víctimas del terrorismoen los procesos de educación para la paz. Pero ésta es unacuestión que trataremos en el capítulo III.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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II. Fundamentación ético-pedagógica de

la presencia de las víctimasdel terrorismo en la

educación para la paz12

E n este segundo momento de nuestro estudio correspon-de justificar, dar razones que fundamenten ética y peda-

gógicamente la presencia de las víctimas en el ámbito educa-tivo. Esta tarea la vamos a desarrollar en tres pasos sucesivospero íntimamente imbricados:

• En primer lugar, se trata de demostrar la importancia deasumir la perspectiva de las víctimas tanto desde un puntode vista ético como desde otro propiamente político.

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12. En orden a la agilidad en la lectura del texto y al carácter del mismo, hemosrenunciado explícitamente y casi por completo a la presencia de citas y notasbibliográficas. Sin embargo, la honestidad intelectual exige citar, al menosuna vez, los textos inspiradores de estas páginas: F. Bárcena, La esfinge muda,Barcelona, Anthropos, 2001; J.M. Mardones y R. Mate (eds.), La ética ante lasvíctimas, Barcelona, Anthropos, 2003; J.C. Mèlich, Totalitarismo y fecundidad,Barcelona, Anthropos, 1998; J.C. Mèlich, La ausencia del testimonio, Barcelona,Anthropos, 2001; J.C. Mèlich, La lección de Auschwitz, Barcelona, Herder, 2004.

11. Para que ese lazo de unión sea auténtico por ambas partes, ciertamente esnecesario el arrepentimiento del victimario. De todos modos, hay que tenerpresente que el arrepentimiento como tal es un proceso íntimo cuya autenti-cidad se escapa a la constatación externa. Por eso lo que podemos pedir oexigir y verificar empíricamente es más bien: manifestación de dolor por eldaño causado y reconocimiento del mismo, expresión pública de que la vio-lencia que se ejerció era inmoral, petición de perdón, disposición efectiva ala reparación.

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un auténtico trauma cognitivo. De hecho, podemos afirmarque esta perspectiva de las víctimas no ha sido suficiente-mente tenida en cuenta hasta hoy; el conjunto de la filosofíamoral contemporánea en Occidente no se ha visto apenasinterpelado por ella. Pensar desde el punto de vista de lasvíctimas nos llevará con toda seguridad a revisar muchos denuestros principios morales.

Esta justificación metaética de la importancia de las vícti-mas se ve además reforzada por otros argumentos. Podemosafirmar la prioridad de las víctimas tanto desde la perspecti-va ética (hay que responder a sus legítimas demandas de jus-ticia) como desde la perspectiva política (las víctimas sonprotagonistas irreemplazables de los procesos de paz). Sobreello volveremos más adelante.

Esta pretensión de asumir la perspectiva de la víctima noestá exenta de peligros y dificultades, algunos de los cualesconviene recordar aquí:

• No podemos suplantar a las víctimas, ni considerarnostales sin serlo (algo, por desgracia, excesivamenteextendido entre nosotros).

• Ni mucho menos vernos sólo como tales, olvidando quesomos más capaces de ejercer la violencia que desufrirla.

• También hay que mantener siempre la cautela dereconocer que posiblemente no puede hablarse de lamirada o la perspectiva de las víctimas, sino de susmiradas y perspectivas, en plural.14

II. FUNDAMENTACIÓN ÉTICO-PEDAGÓGICA DE LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS…

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• En segundo lugar, entrando ya en el terreno educativo,y a partir de un diagnóstico intuitivo, subrayaremos lanecesidad de una educación sentimental que acojaprecisamente la perspectiva de las víctimas.

• En tercer lugar, centrándonos ya plenamente en laperspectiva pedagógica, ofreceremos los rasgosfundamentales de una pedagogía del don recibido, basadaen la memoria y el testimonio de las víctimas, comopropuesta adecuada para desarrollar y concretar lasreflexiones precedentes.

ASUMIR LA PERSPECTIVA DE LAS VÍCTIMAS

El papel imprescindible de las víctimas

No queremos empezar nuestra reflexión sin desvelar sufi-cientemente la perspectiva desde la cual quiere desarrollarse.Creemos que es imposible educar para la paz en el País Vasco sintener en cuenta a las víctimas del terrorismo. Posiblemente, en lacuestión del mal y la violencia, la mayor autoridad es la de lasvíctimas. Como veremos más adelante, su autoridad es tanto teó-rica como práctica. Por eso, no sólo queremos tenerlas en cuenta,sino que pretendemos elaborar un discurso que se acerque a superspectiva. Queremos intentar asumir la mirada de las víctimas.

Estamos persuadidos de que asumir la perspectiva de lasvíctimas es una condición de necesidad para un auténticodiscurso ético, particularmente si pretende abordar la cues-tión de la violencia. Es más, posiblemente incorporar la mira-da de las víctimas dará lugar a una auténtica revolución ética.Esta revolución lo es porque la realidad se ve de otro modo,radicalmente distinto, con los ojos de la víctima, modifican-do los parámetros de la reflexión racional, biempensante eincluso bienintencionada. Asumir el punto de vista de lasvíctimas (¿no será éste el verdadero moral point of view?)13 es

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13. Ha sido preocupación importante de la reflexión ética descubrir el punto devista moral desde el cual se debe analizar la realidad y argumentar los crite-rios más adecuados de valoración y consecuente actuación. Y, en concreto, la

figura del espectador imparcial ha sido una de las que ha alcanzado mayor for-tuna como representante adecuado de dicho moral point of view. A raíz de lodicho aquí, tal vez convendría sustituir dicha figura por la de la víctima o lade su testigo.

14. Aterrizando en nuestra realidad concreta, esto es muy importante, puesenseguida descubrimos que, junto a las numéricamente mayoritarias vícti-mas del terrorismo de ETA, existen otras procedentes del terrorismo anti-ETA o de los abusos, torturas y violaciones de derechos cometidos por diver-sos miembros o instancias representativas de la organización del Estado.Incluso entre las propias víctimas del terrorismo de ETA, existen distintas

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• Frente a la perspectiva puramente instrumental, puedellegar a ofrecer unos significados que den sentido a laspérdidas sufridas en el proceso de victimación.

• Permite reconocer en ellas el patrimonio común,prepartidista, pero político y no sólo moral, que exigeunidad frente al terror.

• Posibilita salir de la lógica victimaria, que, endeterminadas circunstancias, suele transformarsucesivamente a las víctimas en verdugos y viceversa, oque, como en nuestro caso, nos suele impedir reconocerotras víctimas distintas de las nuestras.

Planteado desde otra perspectiva, pero con el mismo pro-blema de fondo, podemos hacernos la pregunta: ¿cuál es laautoridad política de las víctimas? Creemos que es posiblecontestar estableciendo un doble nivel de autoridad:

• Existe, en primer lugar, una autoridad de las víctimas enel plano teórico, en el de la elaboración de los análisis ydescripciones de la realidad, lo que permite huir detodo tipo de idealismo político. En nuestro contexto, laexistencia de víctimas concretas, con nombres yapellidos, profesiones y afiliaciones, etc., nos impideelaborar discursos generalistas, ideologizados,abstractos. Además, si la realidad de un país, comodolorosamente nosotros comprobamos, no es la mismacon víctimas que sin ellas, su mirada, específica, formaparte de la realidad y ha de ser tenida en cuenta,convirtiéndose en condición para alcanzar la verdad. Lavíctima es una realidad no prevista por el sistemademocrático y por ello complica y corrige todo análisisde carácter político, introduciendo un elemento (laasimetría radical de la víctima) que obliga a cuestionar,revisar y corregir todas las seguridades conceptualesprevias.

• Existe, en segundo lugar, pero no por ello menosimportante, una autoridad de las víctimas en el terrenopráctico. Ellas son ejemplo de realización de humanidad

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• Por último, y no por ello menos importante, es necesariotomar muy en serio (y especialmente en la presentereflexión) las advertencias contra la manipulación delsufrimiento de las víctimas por supuestos principiosmorales.

La autoridad política de las víctimas

En múltiples ocasiones y de muy diversas maneras y for-mulaciones, se ha venido a decir que planteamientos comolos aquí expuestos de asumir la perspectiva de las víctimas,tal vez sean éticamente significativos y valiosos, pero queciertamente no son políticamente relevantes.

Pues bien, asumir la mirada, la perspectiva de las vícti-mas tiene una gran virtualidad política, sobre todo en socie-dades lastradas por el fenómeno terrorista, porque:

• Puede colaborar a desarrollar una concepción y ejerciciode la política que no se base en la violencia.

• Puede estimular a iniciar un proceso de reconciliaciónen una sociedad fragmentada.

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asociaciones y entidades que reflejan su voz de modo diverso y, por supues-to, voces (y silencios) individuales que no se identifican con las declaracio-nes grupales. En otro sentido, puede percibirse también en nuestro contextola pluralidad de víctimas en función de distintos criterios (identificación conel poder, capacidad de presencia mediática y relevancia social, pertenencia agrupos profesionales, etc.) que, aun manteniéndolas igualadas en el sufri-miento y la injusticia, las diferencian significativamente. Esto último es muyimportante tenerlo en cuenta nuevamente para evitar discursos ideologiza-dos: una peculiaridad y paradoja de nuestra realidad actual (en contraposi-ción a lo ocurrido en décadas precedentes) es que la mayoría de las víctimasconcretas que genera el terrorismo de ETA, por su propia condición (políti-cos de los partidos en el poder dentro del Estado, empresarios, periodistas,intelectuales, miembros de la judicatura y las fuerzas de seguridad, etc.) opor el respaldo social que reciben, no se identifican con la imagen abstractae ideal que tenemos de la víctima como el absolutamente débil, indefenso…,aunque comparten con ella su característica básica de sufriente por tratoinjusto. Probablemente, las víctimas de los años setenta y ochenta son, enmuchos casos, todavía a día de hoy, víctimas indefensas, sin cobertura nireconocimiento social adecuado.

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las víctimas le debe acompañar, para evitar todo peligro demero emotivismo, una perspectiva propiamente institucio-nal, política. No basta con ponerse (sentimentalmente) en ellugar del otro; hace falta (políticamente) hacerle un lugar alotro. La política es el arte del reconocimiento del otro, y lavíctima es el radicalmente otro. No hay auténtica política sinreconocimiento, también político, de la víctima.

Este reconocimiento de la víctima como sujeto políticoadquiere una modulación diversa, analíticamente diferenciable:

• Es, en primer lugar, un sujeto político que ejerce unatarea interpelante y crítica, frente a la satisfaccióngeneralizada y el olvido interesado del statu quo.

• Es, en segundo lugar, un sujeto político que demandaprecisamente a la sociedad que se le haga justicia,siendo resarcido en lo posible de los males ysufrimientos padecidos.

• Es, en tercer y último lugar, un sujeto político que tienederecho a intervenir en el debate acerca de lo opinableen el foro público, no teniendo sus propuestas en eseterreno otro valor principal distinto del de las razonesque las justifican y fundamentan.15

Por último, como nota crítica a todo lo dicho, no está demás apuntar una precaución respecto a la esperanza de cam-

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en medio de un contexto de suma inhumanidad. Enellas radica y se expresa la derrota ideológica y políticade la causa por la que las asesinaron (y nonecesariamente la victoria de la causa que ellosrepresentaban). Ellas reflejan, bien el fracaso, bien el malfuncionamiento, del sistema político, la asimetría radicalque cuestiona las evidencias democráticas: un igual hasido desigualmente tratado. La situación moral (y política) excepcional es precisamente la normalidadde las víctimas.

La condición de víctimas es fuente tanto de razón comode derecho. En demasiadas ocasiones hemos identificadoequivocadamente a la víctima como lo otro distinto de la razónpolítica, en vez de reconocer la razón que le asiste, la razón delotro. Posiblemente, es exagerado decir que las víctimas tienentoda la razón (¿frente a quién o en qué?), pero seguramentesus razones son en estos momentos las más importantes. Loque es innegable es que las víctimas, por ser tales, tienen unosderechos sin los cuales no hay democracia ni derecho, esdecir, no hay política que se pueda considerar moral.

Resultaría del todo incoherente que quienes, sin justifi-carlo, han dado un significado político al terrorismo, comoexpresión —eso sí, inaceptable— de un conflicto político,negaran tal significado a las víctimas de la actuación terro-rista. No se puede hacer política auténtica y real entre noso-tros actuando como si no hubiese víctimas. Su presencia esincómoda (incluso se llega a negar su existencia, porquedemanda el correlato de un verdugo), políticamente incorrecta,pero ineludible.

En definitiva, frente a quienes a la vez que considerannecesario un reconocimiento moral, social y material, niegana las víctimas legitimidad para asumir ningún papel y prota-gonismo en los procesos de paz y en la vida política de nues-tro país o incluso creen que esto es el mejor favor que lespodemos prestar, reivindicamos su protagonismo político, enbeneficio no sólo de ellas mismas, sino de todos nosotros, dela sociedad en su conjunto. A la asunción de la perspectiva de

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15. Esta afirmación ha de conciliarse adecuadamente con esta otra: un país, unasociedad en su conjunto, queda definitivamente configurada hacia el futuropor su responsabilidad respecto a determinados acontecimientos generado-res de víctimas en el pasado. Desde esta perspectiva, no parece muy arries-gado decir que, del mismo modo que, por ejemplo, Alemania ha construidosu historia reciente a partir del acontecimiento del nazismo (ejemplificado enAuschwitz) o Estados Unidos todavía hoy arrostra el peso de Hiroshima oVietnam, el hecho de que durante cuatro décadas ETA haya asesinado a cercade mil personas en nombre de una Patria Vasca Independiente, configuraráy lastrará necesariamente el futuro político del País Vasco. Como sugerenciaconclusiva, podemos proponer que si bien las propuestas políticas de las víc-timas no tienen más valor que el de las razones que las justifican, las que pro-cedan de quienes no somos víctimas adquieren mayor valor y legitimidadéticas en la medida en que sean más solidarias con dichas víctimas.

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las víctimas, de sentir con y como ellos, de asumir su pers-pectiva. Hay que crear, en definitiva, una sensibilidad moralnueva que afecte tanto a los ciudadanos como a las institu-ciones sociales.

Ya la tradición ética clásica destacó la importancia de laeducación moral de los sentimientos: «La virtud moral, en efec-to, se relaciona con los placeres y los dolores, pues hacemoslo malo a causa del placer, y nos apartamos del bien a causadel dolor. Por ello, debemos haber sido educados en cierto mododesde jóvenes, como dice Platón, para podernos alegrar y dolernoscomo es debido, pues en esto radica la buena educación» (Aristóte-les, la cursiva es nuestra). Sin embargo, desgraciadamente,han sido los regímenes políticos totalitarios —por ejemplo,«Cerrad vuestros corazones a la piedad» ha sido uno de loseslóganes más terribles del nazismo— y no los democráticoslos que han prestado mayor atención a esta cuestión.

Las dificultades de educar los sentimientos

¿Seremos capaces de educar los sentimientos a partir deldolor de las víctimas? Ciertamente esta tarea no carece deunas dificultades importantes:

• En nuestro contexto cultural, es habitual considerar quelos sentimientos, por ser subjetivos, son difícilmentecompartibles y mucho menos modificables o educables.Tendemos a pensar que es la razón la que puedemoldearse educativamente y la que por intersubjetivatiende a la universalidad. Proponemos armonizarsentimiento y razón, construir una razón que, porapasionada, llegue a ser compasiva.

• En los sistemas sociales autodenominados desarrolladosel sufrimiento es, en todo caso, algo pequeño y odiosoque es preferible que no se vea.

• Hemos de ser conscientes además de que la experienciay la historia nos enseñan, por un lado, que el dolorpropio, por mínimo que sea, es vivido con másintensidad que el ajeno, por desmesurado que sea, y,

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bio social que puedan representar quienes son sus víctimas,pues la sociedad tiene a menudo la diabólica capacidad detransformarlas precisamente en colaboradoras y difusoras desus injusticias.

EDUCACIÓN SENTIMENTAL, EDUCACIÓN MORAL

Escuchando a las víctimas, hemos podido oír a menudo que-jas e interpelaciones que van en una dirección muy específi-ca. La sociedad no ha sido suficientemente sensible a sudolor. Las imágenes, por ejemplo, de los corazones de hielo delos dirigentes políticos o la sensación de ser para sus conciu-dadanos como seres de cristal, no hacen sino expresar más omenos poéticamente esa crítica: hielo (frío, pérdida de sensi-bilidad, dureza, ausencia de vida…) y cristal (invisibilidad,inexistencia, fragilidad…) no quieren decir otra cosa sino faltade sentimiento. Las víctimas del terrorismo consideran queesa insensibilidad es una importante carencia de respuestapor parte de la sociedad. Y una sociedad que no responde demanera adecuada a las víctimas es una sociedad enferma,patológica.

¿Cuál es nuestra enfermedad, nuestra patología? Precisa-mente que nuestro sentir, nuestra sensibilidad hacia las vícti-mas ha sido incorrecto, inadecuado. Mayoritariamentesomos idiotas morales, aislados en la privacidad de nuestraspropias emociones, ajenos a los sentimientos de los radical-mente otros que son las víctimas, e insensibles a las conse-cuencias e implicaciones de nuestros comportamientos sobreellos. En la cuestión de las víctimas del terrorismo es momen-to de reivindicar desde la ética que, junto a la ortodoxia y laortopraxis (sobre las que se ha avanzado de modo notable ennuestro país, aunque queda camino por recorrer), es necesa-ria una ortopatía, un sentir adecuado. Además de la creenciay el comportamiento correctos, requerimos un sentimientoque también sea correcto.

Tenemos, por tanto, ante nosotros una ingente tarea, laeducación sentimental, la educación de los sentimientos de losciudadanos, para que sean capaces de com-padecer a y con

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ante él son elementos movilizadores y con capacidad de con-versión de nuestros propios sentimientos morales, al tiempoque dotan de un significado extraordinario las acciones dereconocimiento a las víctimas que social y políticamente sevienen desarrollando.

En definitiva, es necesario educar desde la mirada excén-trica de la víctima, desde la fragilidad del otro en cuanto víc-tima y no desde la fortaleza de la identidad del yo, cruzandola frontera que los separa pero manteniendo la asimetría quelos distingue.16

La reflexión precedente da pie a estas consideracionesconsecuentes a modo de resumen de este apartado:

• En primer lugar, hay que destacar la importancia de laeducación en virtudes de carácter cívico, en la que laperspectiva del sujeto como agente moral, que desarrollaunas actitudes vitales, fundadas en unos sentimientosadecuados, adquiere una relevancia especial.

• En consecuencia, es conveniente hacer atractiva yvaliosa a la integridad racioafectiva de cada persona laacogida de la perspectiva de las víctimas, aun cuandoresulte problematizadora e incómoda. Todapresentación de la misma como imposición, necesidad uobligación está condenada al fracaso. Ha de llegar a servalorada como deseable, positiva e incluso felicitante.

• La referencia a los sentimientos morales nos indica unanecesidad urgente y prioritaria, sobre todo teniendo encuenta la perspectiva de las víctimas: la educaciónadecuada de los mismos. Se trata no sólo de evitar en lapoblación (y en particular en las generaciones jóvenes)sentimientos de alegría y satisfacción ante el sufrimiento

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por otro lado, que no es nada evidente que lacontemplación del dolor ajeno mueva necesariamente ala compasión.

La importancia de la educación sentimental parasuperar determinados valores y actitudes

A pesar de todo ello, seguimos propugnando la necesi-dad de combatir la violencia terrorista no sólo a través demedidas policiales y legales, pensadas fundamentalmentepara los victimarios directos e inmediatos, sino incidiendo envalores y actitudes arraigados en ciertas subculturas políti-cas, en muchas ocasiones incluso ajenas a las que soportanideológicamente el terror:

• La absolutización de los sentimientos de nación.• La definición de la propia identidad desde pertenencias

exclusivas y excluyentes (identidades asesinas) enoposición irreconciliable a otras pertenencias.

• La polarización de las posiciones ideológico-partidarias.• La formulación de análisis simplistas y erróneos en los

que se reivindica la centralidad o la equidistancia.• La exacerbación de las pasiones en la confrontación

política.• La conversión del adversario político en enemigo a batir.• El fomento de la incomunicación, tanto a nivel político

como social.• La actitud victimista, como autoasignación de una

victimación inexistente.• Etc.

En todas estas consideraciones, y en muchas más que senos ocurra formular, los sentimientos desempeñan un papelfundamental, por lo que su superación demanda lógicamen-te una adecuada educación sentimental. ¿No será asumir laperspectiva de las víctimas uno de los criterios fundamenta-les en ese proceso educativo? Seguramente, el sufrimiento delas víctimas y la vergüenza y responsabilidad que sintamos

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16. Utilizamos aquí un lenguaje con acentos propios de Levinas, algo difícil peroexpresivo. La mirada de la víctima es excéntrica respecto a nuestra propiamirada cuando la tomamos como centro desde el que vemos la realidad. Loque significa que situándonos en ella nos descentra de nosotros, de nuestroencerramiento en nuestro propio yo seguro de no víctima, para establecer unlazo fuerte con ella que pasa por asumir su perspectiva, pero manteniendocon coherencia el hecho asimétrico de que sólo una de las partes es víctima.

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cia de las víctimas en el mismo demanda la existencia de unapropuesta pedagógica peculiar que, al mismo tiempo, la jus-tifique y ejecute en el aula. Basándonos en la filosofía de laalteridad de Levinas, vamos a proponer una pedagogía del donrecibido. Describirla en sus grandes rasgos será el intento deeste último apartado.

Junto a la educación intencional, activa e inquisitiva,marcada por la aprehensión de conocimiento objetivo acercade la realidad en su conjunto, se hace necesario proponer unaeducación no intencional, pasiva y receptiva. Mediante laeducación no sólo aprendemos y sabemos más cosas, sinoque formamos nuestra mente y nuestra subjetividad moral.

Para ello es importante dar prioridad al otro, al radical-mente otro, en este caso la víctima. Ésta, por su propia con-dición, se resiste a ser objetivada; no es algo que someto a mimanipulación, sino alguien que me interpela, transforma yexige una respuesta.

Junto a los hechos, constatables, analizables, clasificablesy previsibles, también podemos encontrarnos con los aconte-cimientos, que no son sino despliegues siempre novedosos,radicalmente provocativos, de la experiencia testimoniadade las víctimas, que adquieren una dimensión ética en loseducandos. La ética se concibe así no como conocimientosino como acontecimiento que interrumpe mi espacio y tiem-po, haciéndome heterónomo y responsable del otro.

En esto consiste precisamente la pedagogía del don recibi-do que proponemos: una actitud originariamente pasiva, deescucha y disposición a ser interpelados por las víctimas encuanto radicalmente otros y que, en consecuencia, provocatransformaciones en nuestra identidad desde una perspec-tiva ética, caracterizada por la responsabilidad hacia dichasvíctimas y hacia la realidad social en la que éstas se hangenerado. De esta forma, los relatos del mal tienen la capa-cidad de producir el bien moral en nosotros y nuestroentorno.

Esta pedagogía del don recibido apenas esbozada, quesería la concreción en el ámbito educativo de la asunción pornuestra parte de la perspectiva de las víctimas reivindicada

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de las víctimas —algo que desgraciadamente ocurre condemasiada frecuencia entre nosotros—, sino de, enpositivo, sentir sincera e intensamente dolor por y conellas, superando también, por supuesto, la generalizadainsensibilidad, apatía, indiferencia y frialdad ante lasmismas.

• La educación en virtudes y sentimientos morales esfundamentalmente narrativa, lo cual haceimprescindible la existencia de personas concretas —algunas víctimas y familiares de éstas son un vivoejemplo de ello— que con su testimonio vital resultenimpactantes e incitadoras de una identificación con ellasy sus actitudes por parte del resto de la ciudadanía.

• Por otro lado, en esta perspectiva, el papel de lasinstituciones y de los agentes sociales y políticosadquiere gran relevancia: son resultado y objetivación,pero también, y a la vez, generadores de virtudescívicas. Por lo tanto, han de reconocerse a sí mismoscomo potenciales educadores morales y no como meroscauces y gestores de la vida social. Esto supone adquirirpor su parte una responsabilidad peculiar que muchasveces echamos en falta precisamente en lasdeclaraciones y comportamientos de los dirigentespolíticos, los líderes sociales o religiosos, o losintelectuales generadores de opinión pública.

• Por último, se hace especialmente necesario un procesode desacralización, de secularización de nuestrosconflictos, sobre todo el político-identitario perotambién, en la medida de lo posible, el estrictamenteviolento-terrorista, que por su misma naturaleza y porel modo histórico como se han desarrollado, comportanunas dosis de irracionalidad, extremismo yabsolutización que no hacen sino agravar la situación.

PEDAGOGÍA DEL DON RECIBIDO

Si lo dicho hasta ahora resulta adecuado, cuando lo proyec-tamos en el ámbito educativo, es fácil concluir que la presen-

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deconstruir y modificar aquél, para que deje espacio a lonuevo ajeno que comporta éste. De ese modo llega aformar parte de mi propia identidad.

• Socialmente, es necesario acceder a un recuerdo no sólocomunitario sino mayoritariamente compartido, que nootra cosa es la tradición, transmitida por la escuela.¿Qué hay que recordar como sociedad, incluso comohumanidad? Entre otras cosas, pero necesariamente, elmal radical, los crímenes contra la humanidad misma.La objetivación de estos actos resulta muchas vecescomplicada y problemática, su realidad se nosmanifiesta compleja y paradójica. Sin embargo, hemosoptado por una definición amplia y múltiple, aunque noindiscriminada, del concepto de víctima y, por tanto, delas injusticias padecidas. La memoria que propugnamosen la escuela ha de ser una que abarque y recoja todaslas injusticias. De ese modo, por un lado, el pasado quenecesariamente construimos será más verdadero. Porotro, cuando el recuerdo del dolor propio se encuentracon el del dolor ajeno, en el diálogo y conocimientomutuos, puede surgir la solidaridad, y también elreconocimiento de las propias injusticias, posibilitadoresde un futuro más justo.

En definitiva, las víctimas han de tener la oportunidad deincorporar a la realidad colectiva el relato de su experiencia.Sus narraciones, su testimonio hablado y también vital, han decontribuir a configurar, no —o al menos, no sólo— una co-munidad constituida exclusivamente de víctimas, sino unacomunidad plural que las asuma en cuanto tales, enrique-ciendo su propia identidad colectiva, en la que precisamentela oposición radical a la violencia terrorista y a su injusticia yla solidaridad con sus damnificados se convierten en señasdistintivas.

Si, parafraseando a Wittgenstein, podemos afirmar quesobre la víctima no puede decirse nada, sólo puede mostrar-se, abrimos el camino a la reflexión siguiente: la memoria delas víctimas ha de estar acompañada de su testimonio.

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al comienzo de este capítulo, ubica la memoria y la narraciónen el centro de la acción educativa. Analicemos brevementeambas categorías.

La memoria

Por lo que tiene de conservación, de necesidad de perpe-tuar un legado o patrimonio cultural, la educación necesitade la tradición y de la referencia al pasado. Por eso no sepuede educar desde la amnesia, el olvido o la falta de memo-ria. Nadie se educa desde el olvido. El olvido sirve parasobrevivir, pero no para formarse. Y sólo es útil como inte-grante necesario de la memoria. Para que el pasado no desa-parezca en el olvido definitivo o reaparezca en nuevas for-mas, es necesario ubicarlo en su justo lugar, que no es otroque la memoria.

Pero el referente de la memoria no es propia o exclusiva-mente el pasado, sino el tiempo en su triple dimensión, y porello esta memoria se despliega y relaciona ciertamente con elpasado, pero también con el presente y el futuro: desde ellase puede recordar el pasado de manera consciente y veraz, secritica el presente y sus logros desde la justicia demandada,y se hace posible construir esperanzadamente un futuro máslibre y compartido.

Ahora bien, habitualmente la memoria pública sueleserlo de los vencedores, no de las víctimas. Destaca loslogros, progresos o victorias desde la mentalidad dominante.Por eso resulta necesario incorporar de manera específica lamemoria de las víctimas en el ámbito educativo, para garan-tizar su presencia adecuada y, de esta forma, posibilitar lapuesta en marcha de dos procesos educativamente significa-tivos y complementarios:

• Personalmente, el valor educativo de la memoria vienedel hecho de que nos permite acceder a un saber acercade la experiencia vivida de los otros y que podemosintegrar bajo la forma de una ética. Al incorporar en mipropio discurso el de la víctima, me siento obligado a

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extremo de comprobar que la experiencia en cuanto vivida esmuy particular y finita, pero su narración carece práctica-mente de barreras.

Sin embargo, hemos de ser conscientes de una limitaciónimportante cuando pretendemos la presencia de las víctimasentre nosotros: su propia e inevitable ausencia. La víctima, ensu sentido más radical y pleno, la que ha sido asesinada, nopuede estar presente. En esas circunstancias aparece unafigura importante y en muchos casos imprescindible: el testi-go. Él, con su relato, testimoniará, hará presente, de maneraparadójica, la ausencia de la víctima y del consecuente testi-monio de ésta. Si ya ni siquiera quedan testigos, se destruyeel testimonio y con él la posibilidad de transmitir lo ocurridoa las nuevas generaciones. Una enseñanza de los derechoshumanos que olvida dichos testimonios se vuelve vacía yfrustrante. La ausencia de víctimas o de sus testigos puedequedar suplantada por la presencia de sus narraciones.

Desde la perspectiva de fundamentación ética y pedagó-gica en la que nos movemos en este capítulo basta, en defini-tiva, concluir diciendo que la narración se convierte en alia-da de la memoria al luchar contra el olvido y la injusticia.Entrar en el análisis del carácter (escrito, visual, auditivo opresencial) de las narraciones o en el del modo de ser abor-dadas en el aula nos abre ya a la perspectiva de las propues-tas metodológicas concretas, que iniciamos en el próximocapítulo.

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El testimonio

Recapitulando varias de las cosas dichas hasta ahora,podemos afirmar que la voz, el testimonio de las víctimas, hade escucharse socialmente y también en el aula: para conocersu dolor, para conocer la verdad de lo ocurrido y para cons-truir un contexto ajeno a la lógica victimaria que subyace a laviolencia.

Pero además el testimonio de la víctima permite a éstarecuperar la libertad perdida (pues no ha elegido su condi-ción, ha sido victimizada involuntariamente) al convertirseen autor de su propia historia. Podemos hablar de una iden-tidad narrativa de las víctimas. De hecho, hay muchas vícti-mas cuyo sufrimiento reclama no precisamente venganzasino narración.

Como seres humanos, y especialmente como educandos,dependemos de manera fundamental del testimonio de losotros (y no tanto del ejemplo, que, autopropuesto, puede lle-gar a ser su manifestación perversa). Estamos inmersos enuna red de testigos, que hemos de saber considerar jerarqui-zadamente: aquí aparece la prioridad de las víctimas y lanecesidad de su presencia en las aulas. Incluso entre ellasmismas, aun habiendo padecido todas, no tienen todas igual-mente capacidad para iluminar la experiencia de mal a quie-nes no han estado presentes.

Ya desde el comienzo hemos de constatar que existe unadesproporción insalvable entre la experiencia de la víctima yel relato que de ella se pueda hacer. Esta inadecuación remi-te al menos a dos razones. La primera es que en muchas oca-siones la narración no procede directamente de la víctima,que, habiendo desaparecido, no puede relatar su experiencia(este hecho nos introduce en la temática del testigo, que abor-daremos a continuación). La segunda, y no por ello menosimportante, es que la experiencia es a veces tan inconcebibleque solamente el artificio del relato puede llegar a transmitir,parcial pero verazmente, la verdad del testimonio. Así, lainadecuación entre experiencia y narración, lejos de impedirla comunicación de aquélla, la posibilita. Y lo hace hasta el

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III. Sobre el modo de presenciade las víctimas del terrorismo

en la educación para la paz

U na vez aclaradas las cuestiones de quiénes son las vícti-mas del terrorismo en el País Vasco y por qué deben

estar presentes en los procesos de educación para la paz, nosqueda responder a la cuestión del cómo deben estar presentes,ofreciendo orientaciones generales que luego habrá que ir con-cretando en estrategias pedagógicas específicas, diversas enfunción de los distintos contextos. Al final del capítulo anteriorapuntábamos ya una pista sobre ello, cuando hablábamos deltestimonio de la víctima que se expresa en forma de narración.A este respecto, la pedagogía de la presencia de las víctimasdeberá ser formulada sobre todo de acuerdo con las pautas delo que podemos llamar una pedagogía narrativa. Junto a ella, yen estrecha relación, debe aparecer también la que denomina-remos pedagogía de los gestos solidarios y los homenajes.

PEDAGOGÍA NARRATIVA

Por qué es necesaria una pedagogía narrativa

La presencia de las víctimas en la educación para la paztiene que enmarcarse en la forma de pedagogía narrativa pordos razones fundamentales.

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con —compasión— que son necesarias para que nuestrainteligencia emocional se haga cargo de lo que ha pasadorealmente. Sólo el relato puede poner de manifiesto loque significa de verdad la violencia interhumana y losretos de justicia y solidaridad a los que se enfrenta.

• Aunque, por supuesto, no cualquier relato. Tendrá queser, para empezar, el relato de las propias víctimas o elhecho al menos desde la empatía con ellas, nunca el delos victimarios. Y, en segundo lugar, el expresado contales recursos y en tales contextos que mueve realmentea ese sufrir con activo que se desarrolla en solidaridad yjusticia. También sobre esto habrá que ir añadiendoalgunas aclaraciones.

El autor de la narración

Avancemos por esta pista última que apunta al autor de lanarración. En general, por lo que acabamos de decir, y en con-sonancia con las consideraciones del capítulo anterior, tieneque ser alguien que de un modo u otro ejerza la función detestigo de la victimación sufrida.

El testigo puede ser: 1) quien ha sufrido la victimación demodo directo —es, evidentemente, el que más autoridadtiene—; 2) quien ha vivido con intensidad esa victimaciónpor la gran cercanía que tenía con la víctima hasta el puntode que le ha convertido también en víctima en el sentidofuerte del término; 3) quien ha presenciado la victimación,viviéndola desde la empatía y la solidaridad; 4) quien, altener noticia de ella, se ha sentido impactado y conmovidode tal modo que ha sido capaz de crear relatos que expresancon autenticidad lo que significa la victimación.

Los procesos educativos deben estar abiertos a las cons-trucciones narrativas que pueden venir de todos estos testi-gos, teniendo presentes estos dos criterios: 1) la autoridadmoral última está en quien ha sufrido la victimación, por loque habrá que intentar que ese testigo esté presente; 2) con-viene, de todos modos, abrirse a todos los testigos, porquecada uno de ellos aporta especificidades que son muy conve-

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En primer lugar, la narración es la estrategia a través dela cual la víctima construye su identidad en cuanto víctima:

• A la pregunta que puede hacerse de «¿quién soy yo?»,se responde contándose a sí misma lo que le ha pasado,en concreto, la victimación que ha sufrido.

• Podrá sobreponerse a esa victimación sufrida —si no esirremediable, como en el asesinato— tanto mejor cuantomejor pueda insertar ese relato en el conjunto del relatode su vida —entrelazado de relaciones— tanto pasadocomo presente y por venir.

• Pues bien, el acto educativo en el que la víctima se hacepresente debería ser contemplado como un acto hechoen tales condiciones que el expresar su identidad comovíctima narrando su experiencia, le ayuda a situar éstaen un contexto narrativo global de su vida de tal calidadque contribuye a ese sobreponerse. En lo que sigue iránapareciendo poco a poco esas condiciones.

• Si la centralidad de la expresión de la identidad está enla narración, no todo se reduce a ella. La experienciasufrida es fuente de interrogantes, de exigencias dejusticia, de llamadas a la solidaridad, etc. Todo ello sehace uno con el acontecimiento de la victimación y debeaparecer en cuanto tal. También sobre esto iremoshaciendo precisiones diversas.

En segundo lugar, la narración es además la estrategiaa través de la cual la víctima comunica a los demás su iden-tidad:

• A la pregunta que podemos hacerle de «¿quién erestú?», la víctima —en cuanto víctima— respondetambién contándonos la victimación sufrida.

• Conviene subrayar a este respecto que hay realidadeshumanas en los otros de tal naturaleza que sólo se llegaa ellas a través del relato. La de la victimación es una deellas, muy relevante además. Sólo el relato puedeintroducirnos en las dinámicas de empatía y del sufrir

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za lo nuclear de la misma y abre a la vez a procesos de recon-ciliación.

Cuando el testigo, además de la condición de víctima,tiene la condición de victimario, o cuando es manifiesto suapoyo a los victimarios, sólo puede ser testigo moral de la vic-timación cuando renuncia públicamente a la conducta y/odefensa de los victimarios. Sólo entonces puede ser convocadoa aportar su testimonio en el marco educativo. La justificaciónde esta postura se encuentra, por un lado, en los límites mora-les de la tolerancia y el pluralismo, que piden que no se inclu-ya en ellos aquello que los destruye; y, por otro lado, en quesólo puede transmitirse el testimonio de la victimación en sí,padecida, cuando se renuncia a toda victimación ejercida.

Formas de narración: la comunicación directa

Hechas estas precisiones en torno al autor de la narra-ción, nos toca avanzar ahora hacia las formas en las quepuede hacerse. Cabe distinguir aquí dos en especial: aquellaen la que el testigo está físicamente presente y se estableceuna comunicación directa, y aquella en la que el testimonio haquedado objetivado en un texto, en el sentido amplio del tér-mino. Comencemos por la primera.

El que el testigo esté presente, sobre todo cuando es la víc-tima directa o muy allegada a ella, tiene una serie de connota-ciones especialmente pertinentes para su impacto educativo:

• Da la fuerza de la presencialidad, del cara a cara, tantopara la víctima que habla —«está ahí»— como para quienla escucha —«se dirige a mí»—. El proceso educativo, enel sentido más noble del término, es un proceso dialógico,que aquí se entabla entre víctima y educandos.

• Esa presencialidad se da en tales condiciones que resultaclaro que la iniciativa de arranque está en la víctima quehabla, mientras que, también de arranque, al educandole corresponde la actitud primaria de escucha receptiva:su palabra será palabra de respuesta, adquiera la formaque adquiera —pregunta, acogida, etc.—.

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nientes, tanto para la comprensión de la victimación comopara las reacciones morales que debe provocar.

Situándonos en el marco educativo, a la hora de convocara él a víctimas concretas como testigos, no cuenta tanto larepresentatividad social de la víctima (que sí debe contar enotros marcos) como la capacidad que tenga para expresarfielmente lo que es el núcleo de la victimación, con modostales que lleguen, como antes hemos dicho, a la inteligenciaemocional de quien escucha. El testigo ha de ser capaz deexpresar tanto la injusticia padecida como el sufrimiento queésta ha generado. Una víctima que testimonia de este modo,al margen o más allá de la representatividad que tenga,representa de hecho a todas las víctimas en cuanto víctimas,al hacerse eco auténtico de ellas.

En consideraciones anteriores hemos discernido en lapalabra y el testimonio de la víctima el nivel prepartidariorelativo a la justicia y solidaridad, que se impone acoger uni-versalmente, y el partidario, que se debe escuchar con respe-to especialmente en la medida en que la víctima lo viva conec-tado con su victimación, pero del que se puede disentir. Puesbien, en el momento educativo del testimonio creemos queconviene destacar el primero y poner en sordina el segundo,algo que puede ser costoso para la víctima que de algúnmodo los unifica, pero que está implicado en la opción por elpluralismo desde y para el que la tarea educativa debe reali-zarse. Nos parece que esta vía es más adecuada que aquellaen la que el pluralismo se expresa a través de la presencia devíctimas con opciones partidarias diferentes, porque en estecaso se da con facilidad un descentramiento de lo que es lavictimación. Aunque cabe conceder que, hecho esto último enciertas condiciones y contextos, podría no ser negativo para loque aquí entendemos debe ser el objetivo primero.

Hay, de todas maneras, un modo de presencias pluralesque puede resultar especialmente pertinente, auque psicoso-cialmente es muy difícil. El que, centrados en lo prepartida-rio, compartan testimonio quienes han sufrido la victima-ción desde campos enfrentados (por ejemplo, de manos deETA y GAL) tiene el valor añadido de que visibiliza con fuer-

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circunstancias adversas; 2) como pide diseñar un modode intervención que favorezca la receptividad yposibilite el manejo positivo de los conflictos que puedanaparecer; 3) como pide igualmente en ellos capacidadpara poner entre paréntesis sus propias opcionespartidarias al programar la presencia de las víctimas.

En todo caso, debería estar claro que las dificultades notienen que inhibir esta presencia de las víctimas —es lo quedesgraciadamente está pasando—, sino solamente empujar aque se dé en las mejores condiciones: 1) para la víctima, parala que debe significar una iniciativa liberadora, por lo que lesupone internamente a ella —aunque eso le toca decidirlo aella misma— y por el reconocimiento y acogida que recibe —lo que está ya decididamente en manos de los responsableseducativos y los educandos—; y 2) para todos los implicadosen el proceso educativo de los centros, a quienes hay que pre-pararles convenientemente para que estén en disposición deescucha receptiva.

Formas de narración: el texto

Si una forma de presencia es la de la comunicación direc-ta, la otra forma, hemos avanzado, es la de la objetivación de lamisma en un texto.

Los textos —en sentido amplio— en los que queda objeti-vada una experiencia de victimación pueden ser de trestipos: el escrito, el auditivo y el audiovisual. Esto es un lugarcomún, pero lo destacamos para que se asuma que la pre-sencia de la víctima del terrorismo en los procesos educativospuede venir dada a través de textos de los tres tipos.

A su vez esos textos pueden tratar de expresar «lo que hasucedido de hecho», o lo que se da en verdad cuando unaviolencia victimaria actúa, aunque para ello se acuda a cons-trucciones imaginarias. Dicho de otro modo: hay relatossobre víctimas que son históricos y los hay que son de ficción.Lo que aquí queremos resaltar es que unos y otros son valio-sos para la presencia de las víctimas en la educación para la

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• Su actitud durante el tiempo de presencialidad puedeser muy educativa si refleja una esperanza sobria en suspretensiones: sencillamente demanda que se atienda asu testimonio, éste se ofrece gratuitamente (recordemosla pedagogía del don recibido explicada anteriormente) yno se impone obligatoriamente, y, por último, eltestimonio tiene para la víctima valorindependientemente de su eficacia en los otros.

• La palabra de la víctima está además acompañada de suexpresividad corporal y de sus tonos, lo que puedeempujar a una intensa intersubjetividad.

• Por último, la propia presencialidad expresa ya yempuja a una respuesta de reconocimiento y solidaridadcon la víctima totalmente concretos. Es en este sentidoun acto de justicia.

De todos modos, hay que reconocer que esta presenciali-dad en el proceso educativo del testigo-víctima tiene unaserie de dificultades:

• A la víctima le demanda: 1) coraje y valentía en lascircunstancias en las que pueda preverse en cierto sectorde los educandos empatía con los victimarios; 2) consistencia personal para que el revivir que suponeel contar en esas condiciones no sea destructivo paraella; 3) capacidad para poner en sordina sus propiasopciones partidarias, de acuerdo con lo que se dijoantes; 4) dotes comunicativo-pedagógicas que unostienen más que otros, o que se tienen para unoscontextos pero no para otros (no es lo mismo hablarante adultos motivados que ante adolescentes en los quelas motivaciones son dispares en intensidad y diferentesen orientación). Todo ello deberá ser tenido en cuentapor la propia víctima y por los responsables educativosal diseñar la intervención educativa.

• A los responsables educativos que impulsan esapresencia de la víctima les toca igualmente asumir suspropias dificultades: 1) también pide coraje en ellos, en

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proceso pedagógico que debe seguirse con ellos. Globalmen-te hablando puede decirse que se trata de un proceso herme-néutico, interpretativo. Por eso, puede sernos útil tener pre-sentes, de modo elemental, ciertas consideraciones depensadores de la corriente hermenéutica, como Ricoeur.17

La interpretación se da tanto cuando escuchamos la co-municación de alguien como cuando nos confrontamos conun texto. Los hermeneutas han prestado más atención altexto, pero lo que se diga a continuación puede valer tam-bién, con las adecuadas acomodaciones y selecciones, a lacomunicación hablada presencial. De hecho, lo interesantepara el proceso educativo es combinar interpretación decomunicaciones presenciales con interpretación de textos.

Condiciones para la interpretación de un texto

Una primera idea que conviene subrayar es que toda inter-pretación presupone una precomprensión de lo que se in-terpreta. Con lo que se quiere decir que sólo abocamos a lainterpretación de un texto —o de un testimonio presencial— sipara nosotros cumple dos condiciones:

• Por un lado, la de tener cierta familiaridad, la deofrecernos ya en un primer acercamiento unaanticipación parcial de la comprensión. Dicho de otromodo: nadie puede interpretar un texto que le resultaabsolutamente extraño. La extrañeza del texto puedetener varios orígenes. Por ejemplo, y por poner un casoextremo, estar en un idioma del que no sabemosabsolutamente nada. Pero también, y aplicamos ya estacuestión a nuestro caso, esta extrañeza puede ser debidaa ciertos prejuicios que funcionan como auténtica barrerapara cualquier comprensión. En concreto, en la medida

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paz, teniendo cada uno de ellos sus ventajas y sus límites.Así, un testimonio objetivado en texto de quien ha sido vícti-ma del terrorismo puede ser especialmente impactante, perono se debe olvidar que ciertos relatos de ficción en torno a laviolencia terrorista tienen una enorme expresividad paracaptar lo que centralmente vive toda víctima del terror.

Si cruzamos los tres tipos de textos con las variables dehistoria y ficción, nos surgen multitud de posibilidades en lasque las víctimas han objetivado su presencia: entrevistas ytestimonios escritos o grabados sonoramente o filmados;relatos de ficción en forma de narraciones breves, novelas,teatro, películas; reportajes en diversos soportes, etc. Loseducadores por la paz —centrados específicamente en la vio-lencia terrorista— debemos estar atentos a recopilar y luegoutilizar, en función de sus formas específicas, toda esta varie-dad de textos.

La objetivación del testimonio de victimación provocauna distancia respecto a lo que significa la presencialidadfísica. Esto supone ciertas limitaciones, ya que desaparecenlas ventajas que antes hemos destacado para la presencia.Pero también tiene ciertas ventajas: el mensaje emitido quedamuy sólido en un texto de algún modo autónomo respecto asus autores con el que puede emprenderse un complejo pro-ceso de interpretación.

De todos modos, no debemos escudarnos en estassupuestas ventajas del texto: 1) ni para evitar la presenciadirecta de las víctimas; 2) ni para acudir exclusivamente atextos —de ficción o no— situados en contextos de violenciaque no son los nuestros, los del País Vasco. Eso sería un esca-pismo, aunque a veces adquiera la forma del autoengaño. Loque aquí postulamos es el recurso a todos los modos de pre-sencialidad, para que se potencien mutuamente entre ellos ycompensen las limitaciones de cada uno.

El proceso pedagógico

Una vez delimitados los protagonistas de los relatos y lasformas que pueden adquirir, hemos de adentrarnos en el

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17. Véanse especialmente los siguientes libros de este autor: Temps et récit III,París, Éditions du Seuil, 1985; Du texte à l’action. Essais d’herméneutique II,París, Éditions du Seuil, 1986; Lectures 2: la contrée des philosophes, París, Édi-tions du Seuil, 1992.

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simplemente encontrará en cada caso confirmación de loque ya tiene asumido. Despertar, por eso, a la capacidadde aprender de verdad, de autocuestionamiento, etc., esuna tarea educativa decisiva.

Interpretación y tradición

Una segunda idea que se debe resaltar en torno a la inter-pretación es que ésta se inserta en cadenas de interpretacionesque implican una tradición. La interpretación está condicio-nada por ellas: para bien, porque sin insertarnos en algunatradición no podemos interpretar; y para mal, porque pode-mos caer en los límites y los vicios que se den concretamenteen la que nos situamos. Pero hay que añadir que este condi-cionamiento no es total: cabe a su vez la crítica y creatividadrespecto a determinadas cuestiones recibidas de esa tradición,ya sea desde interpelaciones a partir de otras tradiciones, yasea apoyados en otros aspectos de la propia tradición. Apli-quemos esta idea a nuestro caso. No es raro que la tradiciónen la que nos situemos —por ejemplo, nacionalista vasca o nonacionalista vasca—, al darnos elementos de interpretaciónde la realidad social y política, nos exponga igualmente alímites y perspectivas que desfiguran la interpretación quepodamos hacer de algunas de las formas de victimación terro-rista. Cuando programemos la interpretación de textos y tes-timonios que se refieren a ella en los marcos educativos de laeducación para la paz, se impone la estimulación de lasdimensiones críticas y creativas que puedan venirnos del con-tacto con la otra tradición y del subrayado de lo mejor denuestra propia tradición. No, normalmente, para negarla,aunque puedan darse casos de conversión, sino para hacerlaevolucionar positivamente. En nuestro caso, para que no obs-taculice la percepción de lo que significa ser víctima del terro-rismo y de lo que pide confrontarse a esa violencia. Esto, porcierto, purificará y mejorará nuestra propia tradición.

Cuando un texto está grávido de sentido, éste se va des-velando en procesos ilimitados de interpretación, que pidenlecturas multívocas, no necesariamente contrapuestas, entre

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en que tengamos una identificación con los victimarios,careceremos de esa mínima precomprensión que seprecisa para que los testimonios y textos de las víctimasque han producido tengan sentido para nosotros. Talidentificación admite grados: si es total y convencida, esprácticamente imposible esperar que resulte viable unproceso hermenéutico de comprensión de la victimaciónterrorista; si no es total, cabe la posibilidad de que porlas fracturas existentes en el sujeto se cuele esaprecomprensión de la victimación que permita avanzaren la comprensión de la misma. Por eso, en la actividadeducativa, nos toca discernir qué prejuicios y modos desensibilidad tienen los educandos —y tenemos loseducadores—, a fin de hacer desaparecer aquellos que seconvierten en murallas para la comprensión y desbrozaraquellas grietas por las que se puede colar ésta. Trabajoque a veces encontramos ya hecho en los alumnos, peroque otras veces está por hacer y que en casos extremoses ciertamente muy difícil.

• Por otro lado, el proceso de interpretación sólo se da si aesa familiaridad elemental con lo que se va a interpretar,le acompaña un cierto grado de extrañeza que,resistiéndose a la precomprensión inmediata, nosprovoca estimulándonos hacia una comprensión quedesbordará de verdad lo que ya comprendíamos. Nointerpretamos, en su sentido fuerte, lo que vemostotalmente claro, sino aquello que nos interroga. A esterespecto, es importante que quienes —tanto educadorescomo educandos— nos confrontamos con textos ytestimonios de victimación terrorista seamos capaces delocalizar la novedad que aportan los mismos, sucapacidad para destruir determinados prejuicios quetengamos y para desinstalarnos, así como susposibilidades para construir en nosotros sentido entorno a la paz y la justicia frente a los procesos deviolencia. Quien parte de que lo tiene todoabsolutamente claro —también desde la propia condenadel terrorismo— no entrará en estos procesos;

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educador es maestro que, sin olvidar la dimensión científica,contribuye a la transformación del ser de sus educandos.

Interpretamos de verdad un texto cuando lo hacemosnuestro, cuando nos lo apropiamos desapropiándonos denosotros mismos para dejar ser al propio texto.18 Debe darseaquí una dialéctica fina en forma de receptividad creativa: porun lado, hay que ser discípulo del texto y responder a las inter-pelaciones que recibimos de él; por otro lado, tenemos queser capaces de hacer recontextualizaciones nuevas delmismo, cruzando el mundo del texto con el mundo de quien lointerpreta. A partir de esta idea conviene subrayar lo siguien-te: la interpretación de los relatos de victimación terrorista enla educación funcionará cuando los sujetos interpretantesestén en esa actitud de receptividad, de apertura a aprender,con la motivación que implica pero también con la concien-cia de insuficiencia. Sólo entonces aprenderemos del relatohaciéndolo nuestro, insertándonos nosotros en él o a él ennosotros. Y sólo entonces las transformaciones que podamoshacer podrán ser consideradas fieles al aliento central delrelato. No olvidemos que sentirse discípulos de esos relatoses sentirse discípulos de las víctimas.

Cuando nos apropiamos de verdad de una comunicacióno un texto, lo transferimos a la vida. Pues bien, hay que defen-der que ese transferirlo a la vida no es ajeno a su comprensión.En ese momento de lo que se trata es de rehacer el mundo yrehacernos a nosotros según la intención del relato interpreta-do. Esto debe suceder de modo eminente cuando nos confron-tamos educativamente con comunicaciones y textos de violen-cia terrorista desde la perspectiva de las víctimas: suinterpretación se cumple de verdad cuando se traduce en suproyección a la vida en forma de compromisos a favor de lasvíctimas, tanto personales como colectivos (por ejemplo, delcentro educativo como un todo, o de una red de centros, etc.).

III. SOBRE EL MODO DE PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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las que hay que preferir en principio aquellas que logranhacer decir más al texto, pero sabiendo que se trata de una pre-feribilidad que no se impone con la evidencia de un axiomamatemático. Apliquemos esta idea a nuestro caso, pero conun matiz importante: cuando se hable de violencia terroristaa partir de la interpretación de los relatos de la misma, cabránversiones plurales que pueden competir entre sí —a vecescompletarse— y que deben hacerlo a partir de ese criterio dediscernir cuál tiene más capacidad de expresar sentido. Peropara que no se caiga en el relativismo que al final destruye lomoralmente más básico en estos modos de victimación, habráque tener muy claro que hay algunas interpretaciones queson moralmente inadmisibles, que deben ser rechazadas, queno pueden competir con las otras en el debate sobre la prefe-ribilidad. Se trata, evidentemente, de las que justifican eincluso las que disculpan la violencia terrorista. La ética demínimos se convierte, así, en el límite de la interpretación.

Entre los hermeneutas del sentido como los que aquítenemos presentes, se insiste en que la explicación es la media-ción requerida, pero secundaria, para la comprensión, que eslo que importa en última instancia. Si se realiza adecuada-mente, tal explicación media entre una interpretación inge-nua y una interpretación crítica. Podemos entender porexplicación todo aquello que nos aportan los saberes científi-cos en torno al texto que vamos a interpretar. Apliquemos denuevo esta propuesta a la interpretación de los textos y testi-monios sobre violencia terrorista en los marcos de la educa-ción para la paz. Puede resultar conveniente acudir a expli-caciones históricas, sociológicas y psicológicas de esta formade violencia, pero sólo si se las sitúa en un nivel de clarasubordinación respecto al sentido moral que debe prevalecer.Esto es, hay formas de explicación que acaban convirtiéndo-se en justificación moral, con lo que se introducen en unterreno que no les corresponde. Deben mantenerse comopuros medios, que podemos utilizar para afrontar la luchacontra esa violencia, al servicio, por tanto, del momentomoral de lo que es la comprensión fundamental de la victima-ción y la correspondiente conducta posterior. En definitiva, el

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18. Evidentemente, ese desapropiarnos no tiene nada que ver con procesos dealienación en los que nuestra autenticidad y autonomía es suplantada porotro. Tiene que ver con el rechazo de una actitud posesiva y cerrada sobre símismo que, cuando se da, funciona como pantalla infranqueable ante todainterpelación externa, en este caso, ante la interpelación del texto.

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del ausente que no puede estar presente, del asesinado).En cualquier caso, aquí nos estamos refiriendo no aactos-gestos que en genérico buscan una educación enconvicciones pacíficas —se han hecho y hacenbastantes—, sino a actos-gestos que la buscan implicandola presencia de las víctimas del terrorismo —se han hechomuy pocos—.

• Estamos pensando, por supuesto, en gestos que hace lacomunidad educativa en cuanto tal. Lo normal es quelos haga en los propios centros educativos, pero no seexcluye la posibilidad de que algunos de ellos los hagaen los espacios públicos externos al centro.

• El objetivo más inmediato de estos actos es el deexpresar el reconocimiento, la solidaridad y el homenajedebidos a las víctimas, y la consiguiente exigencia dejusticia y de condena de las actividades de losvictimarios. Pero, ciertamente, situados como estamosen una tarea educativa, ese objetivo tiene queensamblarse en el proceso de educación en la paz de loseducandos que participen en él, tiene que ser ademásuna actividad explícita de aprendizaje, en el sentido másnoble del término. Desde este punto de vista, habrá quedarle las connotaciones que sean necesarias, y quepueden ser distintas en algunos aspectos de las quetienen los gestos que se hacen según las dinámicas de lasociedad civil. Eso tendrá que ver a veces con el propiocontenido del acto, y en otras ocasiones con el enmarquedel mismo —su preparación y su continuación—.

• Los gestos, a su vez, pueden abarcar diversasexpresiones: acto académico de homenaje y solidaridad,manifestación pública, concentración, conmemoración,proyección fílmica, exposición fotográfica, envío demisivas a alguien, etc.

• Es importante que el gesto, además de su propiamaterialidad, tenga una carga simbólica, tanto en lo querespecta a la solidaridad con la víctima como en lo que respecta al rechazo de la violencia terrorista. Talcarga simbólica acrecienta su potencial educativo.

III. SOBRE EL MODO DE PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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La interpretación como proceso de diálogo

Una última idea. La interpretación es siempre un procesode diálogo. Al menos entre lo que se interpreta y el que lointerpreta. Pero puede a su vez ser muy relevante que se déun diálogo no sólo entre el texto y quien lo lee en sus diver-sas formas, sino entre quienes están interpretándolo de modocompartido. Esto es algo que tiene que ser habitual en el pro-ceso educativo que aquí estamos tratando de iluminar en susorientaciones más genéricas: interpretar dialogadamente. Eneste contexto, el educador pasa a ser aquel que facilita y esti-mula el proceso, proponiendo estrategias, salvando ciertosobstáculos, ofreciendo recursos, coordinando, etc. El verda-dero maestro no es el que revela el sentido verdadero deltexto, sino el que sitúa a los educandos en su proceso de des-cubrimiento creativo e intersubjetivo.

Pensamos que con todas estas orientaciones, que no preten-den ser exhaustivas, los procesos de interpretación de relatosde las víctimas y de la victimación pueden ser realmentefecundos.

PEDAGOGÍA DE LOS GESTOS SOLIDARIOSY LOS HOMENAJES

Ya hemos adelantado que la segunda línea que nos parecerelevante para concretar la presencia de las víctimas delterrorismo en los procesos educativos, tiene que ver con loque hemos llamado pedagogía de los gestos solidarios y los home-najes. Pasemos ahora a desarrollarla. Este modo de presenciase ciñe en sí a actos específicos que cabe describir según estasvariables:

• La presencia de las víctimas puede ser de diversos tipos:presencia física, presencia virtual en una grabaciónsonora y/o audiovisual, rememoración de ella, etc.Ciertamente, para estos actos en especial, la presenciafísica es la más expresiva (también la presencia virtual

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Objetivos de los gestos solidarios y los homenajes

Centrándonos ahora en los objetivos de estos actos, es preci-so hacer diversas puntualizaciones, partiendo del hecho de que elterrorismo implica victimarios, víctimas y víctimas-victimarios.

Lo que estos actos tienen de reconocimiento, solidaridad yexigencias de justicia con las víctimas del terrorismo es uni-versalizable a todas las víctimas en cuanto tales. Debe haberademás una intención explícita de ofrecérselo a todas, de lle-gar sin discriminación a todas ellas, aunque se haga el acto cen-trado en alguna que pueda tener o haber tenido lazos especia-les de proximidad con el centro escolar.

Cuando, además, se quiere convertir el acto en homenaje ala causa que han abrazado o abrazan diversas víctimas, habríaque tener presente lo siguiente:

• Se puede y debe homenajear a las víctimas por la causaa la que sirvieron/sirven en el ámbito de loprepartidario: lucha por el derecho a la vida, laintegridad psicofísica y las libertades civiles yciudadanas. El homenaje pasa a significar compromisode la comunidad educativa con esa causa.

• En la medida en que las víctimas luchen/hayan luchadopúblicamente también por una causa partidarialegítima, volvemos a plantear las prevenciones quehicimos al describir la pedagogía de la narración:entendemos que, teniendo en cuenta el pluralismo quedebe acoger y potenciar la escuela, es más adecuadoinhibir el homenaje explícito a ello (que sí puede hacerseen otros marcos sociales).

• En la medida en que la víctima tiene también lacondición de victimario, el acto de solidaridad con ellaen cuanto víctima debe dejar claro el rechazo a suactividad de victimario y a la causa violenta a la quesirve, precisamente en su condición de violenta.Cualquier homenaje en este sentido es una afrenta paralas víctimas, una segunda victimación, de la que loseducadores debemos distanciarnos con contundencia.

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Relatos y gestos

Estableciendo una comparación entre el modo de pre-sencia que implica el relato y el modo de presencia queimplica el gesto, pueden hacerse las siguientes considera-ciones.

La presencia a través del relato, tal como la hemos des-crito, es por ella misma todo un proceso educativo, con unamuy activa implicación de las víctimas y los educandos.Normalmente, además, pide ser insertada en un recorridoaún más amplio que el que ella misma implica, y en elloestá su fuerza. En cambio, la presencia a través del gesto esen sí mucho más puntual. Tiene la fuerza propia de los actossimbólicos. Pero precisamente por su brevedad, puede estaramenazada de fugacidad y superficialidad, con lo que ellosupone de limitación para una tarea educativa en la que esdecisivo lograr la maduración racional, emocional y moti-vacional de las convicciones de paz y justicia. Aunque, porotro lado, precisamente esa brevedad y esa especificidad depresencia pueden permitir que víctimas que no deseanafrontar la presencia física como relatores de su experienciala asuman de este modo.

Para hacer frente a los riesgos señalados, conviene plan-tearse los gestos con estas tres orientaciones:

• Como mínimo, efectuarlos de tal modo, en lo relativo alcontenido del gesto y a las circunstancias en las que sematerializa, que realicen plenamente el mensaje y lacarga simbólica que tienen.

• Ya en un nivel superior, situarlos en un procesoeducativo de educación frente al terrorismo, en el quesu significatividad e impacto resulten potenciados.

• En el nivel ideal, hay que tratar de articular la presenciade las víctimas a través de sus relatos —según laspautas antes indicadas— con su presencia en los gestos,para que se potencien mutuamente, insertando, porsupuesto, ambas presencias en ese proceso educativomayor que les da todo su sentido.

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ANEXOS

En la tradición de la organización Gesto por la Paz se dael gesto básico de manifestarse contra toda muerte relaciona-da con la violencia terrorista, esto es, también ante la muertedel propio terrorista en circunstancias tales que no lo convier-ten en víctima. Este tema no entra en la propuesta que esta-mos trabajando, centrada en quienes sí son víctimas. De todosmodos, conviene apuntar brevemente que gestos de este tipo,que expresan una solidaridad básica con quienes eran sujetosde dignidad a pesar de lo que hicieron, pueden ser muy ade-cuados educativamente como acompañantes de los anteriorescuando se hacen en tal marco de significaciones que no des-dibujan la distinción moral entre quienes quitan la vida yaquellos a quienes se la quitan, y cuando pretenden apuntara la búsqueda de una sociedad reconciliada.19

La pedagogía de los gestos de solidaridad y homenajecon víctimas presenciales del terrorismo puede encontrarseen algunos aspectos con dificultades similares a la pedagogíanarrativa, que en su momento señalamos, precisamente porel hecho de que entre los educandos —y desgraciadamentelos educadores— cabe encontrar personas que simpatizancon la causa de los victimarios o la comprenden-explican (cir-cunstancia que varía sensiblemente en función de los cen-tros). Esto hace ciertamente conflictivo y problemático todoproceso de solidaridad educativa a través de gestos queimplican denuncia sin paliativos de esa causa. Pero, denuevo aquí, tal dificultad no debe inhibir la iniciativa peda-gógica bajo capa de evitar el conflicto; menos aún bajo capade mantener una neutralidad en ámbitos en los que es ilegí-timo moralmente hacerlo. Al revés, debe empujar a dotarlade los recursos que permitan manejar el conflicto. Para lo quehabrá que tener buenas dosis combinadas de coraje y de pru-dencia en el mejor sentido de esta palabra.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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19. Sobre este tema, y sobre las cuestiones derivadas de la apertura a dinámicasde perdón en el marco de la memoria y la justicia, pueden verse nuestros tra-bajos anteriores: X. Etxeberria, «Homenajes, denuncias, reconocimientos»,Bake Hitzak, 54 (2004), 23-28; G. Bilbao, «Perspectiva filosófica del perdón», yX. Etxeberria, «Perspectiva política del perdón», en VV.AA., El perdón en la vidapública, Bilbao, Universidad de Deusto, 1999, 15-52 y 53-106 respectivamente.

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Anexo ILa Coordinadora Gesto por la Pazde Euskal Herria ante la situación

de las víctimas de la violencia

L a Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria esuna organización que surgió en 1986 como cauce de

expresión de la ciudadanía ante la continua vulneración delos Derechos Humanos, especialmente del derecho a la vida,que se estaba produciendo por la violencia específica genera-da en Euskal Herria. Esta expresión no fue sólo de denunciade la violencia, sino que, desde el principio, ha sido tambiénuna muestra de profunda solidaridad con las personas afec-tadas.

Desde entonces, las motivaciones que nos han llevado aactuar y a tomar determinados posicionamientos respecto adistintos temas relacionados con esta problemática, han sidosiempre de carácter ético y humanitario. La defensa de losDerechos Humanos y, en especial, del derecho a la vida,como sustentador de todos los demás, ha sido y es la basesobre la que nos apoyamos permanentemente.

Una de las preocupaciones más constantes y a la quehemos dedicado más esfuerzos durante estos años, ha sido lasituación de las víctimas de la violencia. Éstas han sido lasgrandes perdedoras de la situación que hemos vivido. Desde

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1. DEFINICIÓN DE LO QUE ENTENDEMOSPOR VÍCTIMA

La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria es cons-ciente de que existe un debate sobre los diferentes calificati-vos (de la violencia o del terrorismo) con que se quiere denomi-nar a las víctimas. Dado que, en general, se trata de unadiscusión más terminológica que sobre la realidad que pre-tende definir, Gesto por la Paz cree que esa controversia nodebe paralizar la urgente y necesaria búsqueda de acuerdospara abordar la cuestión. Aun así y aunque sólo sea por unanecesidad metodológica, es ineludible intentar dotar de uncontenido al concepto de víctima para saber qué es lo que seestá denominando cuando se utiliza dicho término.

Al hablar de víctimas, la Coordinadora Gesto por la Pazde Euskal Herria se refiere a aquellas personas que han sufri-do las consecuencias directas de la violencia específica conpretendidas motivaciones políticas que se ha generado en ydesde Euskal Herria. En esta definición quedarían incluidas:a) las víctimas del terrorismo de ETA, del GAL y de gruposantiterroristas de similares características, es decir, personasasesinadas o afectadas, física o psíquicamente, y sus familia-res o allegados, así como las víctimas de amenazas, extorsio-nes o secuestros; b) las víctimas de la violencia callejera; y c) las víctimas de actuaciones probadamente desproporcio-nadas y que hayan supuesto una extralimitación no acciden-tal en las atribuciones legales de las fuerzas de seguridad ensu lucha contra el terrorismo.

De esta forma y con el fin de englobar estos tres tipos devíctimas, la Coordinadora Gesto por la Paz ha utilizado, a lolargo de todos estos años, el término víctimas de la violencia.Esta expresión tiene la virtud de incluir las diferentes reali-dades descritas en la definición arriba enunciada y, por tanto,recoge con más precisión la complejidad y heterogeneidadque presenta el conjunto de las víctimas.

En su contra, se podría objetar que la denominación víc-timas de la violencia tiene un carácter general y que puede ser-vir para nombrar el resultado de las injusticias en cualquier

ANEXO I. LA COORDINADORA GESTO POR LA PAZ DE EUSKAL HERRIA…

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1989 existe una comisión, la Comisión de Solidaridad conVíctimas de la Violencia, que ha desarrollado una serie deproyectos encaminados a atender las necesidades de las víc-timas y a buscar vías de apoyo social hacia estas personas.

La Comisión de Solidaridad con Víctimas de la Violenciaha desarrollado reflexiones internas en el seno de nuestra orga-nización y ha mantenido numerosos contactos directos convíctimas de la violencia a través de entrevistas particulares,encuentros de grupos de víctimas, etc. El trabajo desarrolladopor esta comisión se ha realizado a través del voluntariado,contándose con la participación de personal especializado. Enlo referente al colectivo de víctimas con las que hemos mante-nido contactos frecuentes, cabe realizar alguna precisión adi-cional. Las víctimas de ETA se encuentran bien representadasy el contacto con ellas ha sido fluido y constante. En lo con-cerniente a víctimas de los GAL y grupos similares, las rela-ciones han sido menores, dado que la muestra es más reduci-da, pero opinamos que han sido igualmente significativas.Mayores dificultades hemos tenido para relacionarnos convíctimas procedentes de organizaciones del autodenominadoMLNV. En este último caso, hemos de indicar que se han man-tenido contactos, pero que éstos constituyen una muestramenos representativa del colectivo correspondiente.

El objetivo de este documento, que ahora presentamos, escontribuir a la tarea urgente de reivindicar a las víctimas quehan sufrido el impacto más doloroso de la violencia vivida ennuestra historia reciente y al necesario debate sobre las actua-ciones dirigidas hacia ellas para reparar, en lo posible, susituación. Partiendo de que nadie posee la verdad absoluta, sedeberán realizar esfuerzos de comprensión y de acuerdo paradefinir las actuaciones más convenientes en este campo.

Lo que a continuación vamos a exponer tiene, sobre todo,el valor de ser el producto del trabajo realizado durante añospor la Comisión de Solidaridad con Víctimas de la Violenciay de ser el resultado de un esfuerzo de reflexión y de con-senso en el que han participado muchos/as miembros de losgrupos locales de la Coordinadora Gesto por la Paz de Eus-kal Herria.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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por la Paz, en lo que sigue dentro de este documento, no va aproponer actuaciones en relación con este tipo de «víctimasvoluntarias» —en el sentido de que ofrecieron el sacrificioinútil de su vida, bien para matar o bien para morir, por unacausa—.

Tras describir lo que entendemos por víctimas, queremosconstatar que estamos hablando de un colectivo muy hetero-géneo, aunque con suficientes elementos comunes en gene-ral, que nos permitirá hablar de ellas en plural.

Con el único objeto de apuntar la variedad de situacionesy problemáticas de las que se quiere hablar, señalamos a con-tinuación distintos elementos que determinan cada caso.

• Existen víctimas directas, es decir, que han recibido laagresión ellas mismas. También consideramos a los fami-liares y/o personas cercanas (cónyuges, hijos, padres,amigos/as, etc.).

• Las víctimas han podido sufrir distintos tipos de agre-siones y, por lo tanto, padecer consecuencias muy dife-rentes:

— ha habido personas que han muerto;— hay heridos/as con secuelas muy diferentes;— personas secuestradas;— amenazados/as;— y, por último, quienes han sufrido pérdidas materiales.

• También hay que tener en cuenta que los responsables delas agresiones han sido, en la mayoría de los casos ETA, ytambién Comandos Autónomos Anticapitalistas, Bata-llón Vasco-Español, GAL, o las Fuerzas del Orden Públi-co cuando sus actuaciones han sido desmedidas.

• Además, las personas que han recibido directamente laviolencia tienen muy distintas profesiones: miembros delejército, miembros de Cuerpos de Seguridad (del Estadoo de la Comunidad Autónoma), políticos y/o represen-tantes de la ciudadanía, periodistas, u otros civiles con osin relevancia pública.

ANEXO I. LA COORDINADORA GESTO POR LA PAZ DE EUSKAL HERRIA…

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ámbito. Sin embargo, el despliegue de este término en el con-texto histórico y en la realidad de nuestra sociedad lo aleja decualquier posibilidad de confusión, porque, en nuestroentorno, pronunciar violencia tiene una primera acepciónmuy concreta, muchas veces incluso reduccionista, que nodeja lugar a la duda.

Asimismo, es cierto que la denominación víctimas delterrorismo, que incluye a las producidas por ETA, GAL y otrosgrupos armados dedicados a sembrar el terror entre unaparte de la sociedad, se refiere al conjunto más numeroso ysignificativo de las víctimas de la violencia. Sin embargo, sedebe tratar de englobar en la misma definición a aquellas víc-timas que, aunque tengan un menor peso cuantitativo, hayansufrido una pérdida irreparable debido a probadas violacio-nes de las atribuciones que otorga la ley a las fuerzas deseguridad. En definitiva, lo que iguala a todas las víctimas es,precisamente, la pérdida irreparable e injusta que han pade-cido a causa de la violencia específica generada en y desdeEuskal Herria, ya sea la terrorista, la callejera o la que hatomado a estas dos como excusa para ser, en algunas ocasio-nes, ilegalmente abusiva.

Por otra parte, la Coordinadora Gesto por la Paz de Eus-kal Herria ha mostrado, a lo largo de toda su trayectoria, susolidaridad y su dolor ante la pérdida de cualquier vida sinatender a las circunstancias que caracterizaran la existenciade la persona desaparecida, como las que acompañaban lasvidas de quienes han sido, parcial o totalmente, responsablesde violencia contra otros seres humanos.

Las manifestaciones de Gesto por la Paz contra todas lasmuertes han supuesto la articulación de una expresiónsocial de afectos puramente humanos, así como la vacunacontra la aceptación de la lógica de la muerte, la propia y laajena, y el desarme moral de quienes distinguen entre muer-tos buenos y muertos malos debido a su contagio de la dialéc-tica de la violencia.

Sin embargo, aunque la solidaridad y el dolor por la pér-dida de quienes estaban en disposición de acabar con la vidade sus semejantes continúe teniendo la misma vigencia, Gesto

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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• La violencia que se ha producido en los últimos años haprovocado bastantes personas heridas, con secuelas de dis-tinto grado, que viven en el presente y se enfrentan al futu-ro condicionadas, tanto ellas como sus familias, por lashuellas físicas y psíquicas que la violencia les ha infligido.

• Por último, queremos hacer una mención especial a loshijos e hijas de las personas que han recibido la violencia.Ellos y ellas han sido, en muchos casos, la razón másimportante de sus madres para seguir viviendo. Sinembargo, a pesar de su empeño, es irreversible que sehan visto afectadas muy directamente y en un períodoclave de sus vidas. En muchos casos, aún no se sabe lasconsecuencias que ello puede acarrear.

2. SITUACIÓN DE LAS VÍCTIMAS

La Comisión de Solidaridad con Víctimas de la Violencia harealizado un análisis de las situaciones y necesidades de lasvíctimas teniendo en cuenta diferentes perspectivas. Este aná-lisis está basado, en gran medida, en los testimonios de dis-tintas víctimas con las que esta Comisión ha tenido la oportu-nidad de contactar a lo largo del desarrollo de su trabajo.

Además de las consecuencias físicas más dramáticas, laviolencia ha afectado a otros aspectos de la vida de estas per-sonas. A continuación, presentamos una descripción de cuá-les han sido y son las situaciones de las víctimas, enmarcadasen el aspecto psicológico, sociológico y jurídico.

2.1. Perspectiva psicológica

Una primera constatación obvia es que la irrupción de laviolencia en la vida de las personas afectadas las marca enor-memente: constituye una ruptura profunda y permanentecon su vida anterior. La gran mayoría de las víctimas buscan,de una u otra forma, una explicación a lo que les ha ocurri-do: quién ha sido, por qué lo han hecho… Estas preguntasquedan en muchos casos sin respuesta, lo que supone unsufrimiento añadido.

ANEXO I. LA COORDINADORA GESTO POR LA PAZ DE EUSKAL HERRIA…

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• Las condiciones del momento de la agresión, másrecientes o alejadas en el tiempo, y del lugar de proce-dencia o residencia de la víctima también han influidoen muchos casos en las consecuencias que de ella se handerivado.

• Por último incluimos, aunque se analizará con más deta-lle con posterioridad, la relación de la justicia con la víc-tima y el apoyo social recibido como elementos que influ-yen en la situación generada por la violencia percibida.

Esta enumeración de los distintos elementos que condi-cionan las vivencias de las víctimas no intenta catalogarlas,ni siquiera proponemos un orden de relevancia entre ellos,puesto que pensamos que ni lo uno ni lo otro aporta nada alobjeto de este documento.

Sólo pretendíamos ilustrar y clarificar la diversidad desituaciones de sufrimiento que se han vivido y se viven. Enefecto, existen distintos tipos de víctimas, pero todas ellasdeben recibir por igual, aunque quizás no de la misma mane-ra, la solidaridad y el apoyo de la sociedad que ha convividocon su dolor.

Por último, antes de pasar al siguiente apartado quere-mos destacar la situación de tres tipos de víctimas, que confrecuencia han quedado olvidados y en los que la violenciaestá condicionando claramente su futuro.

• Las personas que han sido o están siendo amenazadasviven una realidad muy distinta de la que afecta a otrasvíctimas, puesto que su comportamiento en el futuro estádirectamente influido, en cualquier sentido, por el peli-gro y, en algunos casos, miedo, a ser castigados/as. Por lotanto, el efecto de la agresión puede prolongarse indefi-nidamente en el tiempo; de hecho, ni siquiera se puedendeterminar las condiciones en las que una situación deamenaza termina, puesto que es imposible garantizar laseguridad personal, o identificar y detener a los posiblesagresores, o definir con objetividad el grado de credibili-dad de un cambio de situación.

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saciones de chivato, traficante, etc.), la situación psicológicade los afectados se ha visto muy perjudicada, especialmentesi ha influido en el entorno de los hijos (centro de enseñanza,barrio, etc.).

En los últimos tiempos, los familiares de la víctima hanpercibido en los primeros momentos numerosas muestras deapoyo y solidaridad, tanto de representantes de las institu-ciones, como de la sociedad por movilizaciones o reaccionesen su entorno más cercano.

Cabe señalar, por último, que no siempre se ha tenidodesde el estamento correspondiente la sensibilidad necesariapara hacer saber a la víctima lo sucedido. En ocasiones, hasido, incluso, la propia viuda la que ha sido requerida para ira identificar a la persona que había sufrido el atentado.

Evolución en el tiempo

Tras esa fase de desorientación y profunda dependenciase inicia una cierta evolución: comienzan a darse cuenta de loque les ha ocurrido y a aceptar lo «irreparable» de su situa-ción, van teniendo mayor iniciativa y capacidad de organizarsu vida cotidiana y la de sus hijos, aunque siguen recono-ciéndose muy descentradas. Además empiezan a tener unmayor contacto social.

Sin embargo, quedan secuelas: piensan con frecuencia enla muerte, suelen tener sentimientos de culpabilidad, se per-miten difícilmente la sonrisa y la distensión e incluso toleranmal las risas y las bromas de su entorno, pueden sentir odioy agresividad hacia quienes les han privado de su ser queri-do, siguen teniendo grandes altibajos de ánimo, y algunas sesienten olvidadas por las autoridades y la ciudadanía engeneral.

Les afectan enormemente nuevos atentados o noticiasreferentes a ellos o a acciones judiciales.

Al cabo del tiempo, se puede considerar que se llega ados situaciones bastante definidas: falta de superación de lasituación traumática (siguen atadas al pasado y con impor-tantes depresiones y otros síntomas); o, en la medida en que

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Lo más significativo de la situación que padecen las vícti-mas es la fuerte tensión emocional que viven. En algunoscasos, evitan hablar de ello, por lo que el atentado y todo loque rodea al mismo se convierte en un tema tabú en el seno dela familia. La razón de esto es intentar proteger a los hijos/as.A pesar de estas circunstancias, la familia ha sido el principalpunto de apoyo para superar el hecho traumático.

En general, únicamente hacen referencia a la agresión y asu situación respecto a ella si se encuentran en un entornofavorable; hacerlo les permite desahogarse y profundizar ensus sentimientos y elaborarlos adecuadamente, lo cual facili-ta una actitud más positiva en sus vidas.

Es frecuente que tanto las víctimas directas como losfamiliares generen enfermedades psicosomáticas de distintotipo (psoriasis, asma, dermatitis, alergias, o incluso infartos ocánceres).

En las víctimas de atentado constatamos una evolución alo largo del tiempo. Insistimos en que hay particularidadespropias de cada persona, pero hemos ido descubriendo algu-nos elementos comunes que podemos destacar.

Los primeros momentos

Los primeros momentos son duros: no se da crédito, haydificultad para aceptar lo que les ha ocurrido, se producenpérdidas de memoria, insomnio, pesadillas, miedos, descon-fianza… En general, pueden llegar a perder la capacidad deorganizar su vida cotidiana. Es lo que los especialistas deno-minan el Trastorno de Estrés Postraumático.1

Las viudas tienden a depender mucho del entorno cerca-no y se apartan de la relación social, produciéndose lo que losexpertos denominan «embotamiento afectivo».

En los casos en que a la muerte se ha añadido el vacíosocial o incluso la hostilidad (pretendidas justificaciones: acu-

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1. Concepto recogido en la Jornada sobre «Asistencia psicológica a víctimas delterrorismo» organizada por la Consejería de Interior del Gobierno Vasco,1998.

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Por eso, hay que tener en cuenta que la reacción y la acti-tud social ante quien ha sufrido un acto violento influye en lacalidad y el grado del dolor, del resentimiento o del odio. Esdecir, que aunque la sociedad no sea responsable del acto vio-lento, sí tiene una responsabilidad solidaria con las víctimasde la violencia, familiares de víctimas mortales o víctimas consecuelas físicas y/o psíquicas.

En este sentido, como movimiento social, deseamos hacerhincapié en una cuestión que nos ha preocupado durantemuchos años: la subyacente idea de que la víctima algo habráhecho. Es incuestionable que estas apreciaciones han cambia-do considerablemente en los últimos tiempos, pero no porello debemos obviar el incremento de daño causado a la víc-tima en cuestión.

Esta actitud es criticable fundamentalmente por dosaspectos: uno, por lo que supone de dejación de la responsa-bilidad social ante la vulneración de los Derechos Humanoscuando se agrede a una víctima. Otro, porque implica direc-tamente buscar una justificación del asesinato, una culpabili-dad de la víctima.

Por otra parte, las víctimas de la violencia han sido tra-dicionalmente consideradas como una simple fuente deinformación acerca de las conductas delictivas o como testi-gos de esas conductas cuando los casos eran llevados antelos tribunales.

Así, las víctimas han sido sujetos pacientes de la violencia,simples sufridoras de la misma. Su olvido, y aún más su irre-levancia social, tiene mucho que ver con esa concepción de lavíctima como sujeto paciente de los conflictos. En este senti-do, las víctimas se convierten en perdedoras radicales; olvidarsocialmente a las víctimas ha supuesto matarlas de nuevo.

El panorama descrito hasta aquí hace comprensible queen muchos casos la relación de la víctima con la sociedad,entendida en términos genéricos, sea de desconfianza y deaislamiento, en especial, con la clase política en particular yla política en general.

Sin embargo, en los últimos años la sociedad vasca, nava-rra y española ha realizado demostraciones importantes de

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se ha podido «elaborar el duelo», están más centradas en elpresente.

Todas ellas reconocen haber cambiado profundamente yhaber modificado sus valores: en ocasiones, pueden tender alradicalismo, aunque, mayoritariamente, hablan de educar asus hijos en la tolerancia y en la ausencia de odio.

Por su parte, las víctimas sin reconocimiento institucio-nal, o ante las que los agresores son las Fuerzas de Seguridaddel Estado, se sienten, por un lado, indefensas ante las auto-ridades y pueden generar en mayor grado odio y agresivi-dad hacia quienes les han agredido, pero por otro lado eshabitual en estos casos recibir muestras de apoyo por partede ciertos colectivos sociales o de determinados sectores de lasociedad.

Por último, mencionamos en este apartado la situaciónparticular de todas las personas que han sido o están siendoamenazadas. Para ellas la amenaza se convierte en un factor«estresante ambiental continuo» que hace que el problemasea más complejo. Se han podido constatar diferentes efectosde estas situaciones: ansiedad, agitación, insomnio…, enalgunos casos ha llegado a provocar algunas enfermedades uotras patologías que desembocan en manías persecutorias,inseguridad, depresión, sentimiento de culpabilidad, ten-dencia al aislamiento, etc.

En todos los casos, es evidente que el apoyo social a lavíctima ha ayudado a mitigar algunas de las consecuenciaspsicológicas de la violencia, mientras que por el contrario lajustificación social de la agresión las ha agravado.

2.2. Perspectiva sociológica: relación con el entorno

Como hemos indicado en el párrafo anterior, el entornosocial y su reacción han sido y son fundamentales en la expe-riencia traumática de las víctimas. Nada puede suprimir sudolor, pero añadir soledad a su sufrimiento supone aumen-tar la desconfianza, la decepción y la desolación. Ha habidomuchas víctimas que han sido olvidadas o que han sidoestigmatizadas y discriminadas.

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Ellas, por su parte, viven con gran intensidad estos momen-tos y constituyen el colectivo que desea con mayor fervor lapaz. En este sentido, aunque dada la complejidad de la situa-ción que estamos viviendo pudieran tener lugar tentaciones decarácter manipulador de los sentimientos de las víctimas, cree-mos que es injustificado el temor que manifiesta parte de lasociedad a que aquéllas pudieran suponer un freno al avancedel posible proceso de paz.

Las víctimas sí temen que el final de la violencia supon-ga su olvido y las deje solas ante su sufrimiento. Por ello, exi-gen ser recordadas activamente y formar parte de nuestramemoria histórica.

2.3. Perspectiva jurídica

La Administración, la del Estado y las Autonómicas encoordinación, tienen la obligación de proporcionar a las víc-timas los medios para que lleven una vida digna. Entre todosy todas debemos compensar en lo posible a los que sufren elazote de una violencia que a través de ellos ha atentado con-tra toda la sociedad.

En primer lugar, hacemos una breve descripción de lasayudas e indemnizaciones que existen en la actualidad o estánprevistas, destinadas a víctimas del terrorismo o de la violencia.

• Desde la llegada de la democracia, existe un régimen depensiones para aquellos funcionarios civiles o militaresque fallecieran en acto de servicio como consecuencia deuna acción terrorista. Esta medida protectora se amplió,en 1981, para funcionarios ya jubilados o retirados.

• Hay que esperar hasta 1992 para que el Gobierno dicte un Decreto que define ayudas, en forma de pensionesextraordinarias a las personas civiles que han sido o seanvíctimas del terrorismo y que se aplicó con carácter retroac-tivo. Concretamente, en el caso de fallecimiento, la ayudaque contempla esta ley consiste en asegurar que la viuda,y los hijos/as y padres en caso de que dependieran eco-nómicamente de la persona fallecida, perciban a fin de

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solidaridad y de apoyo que, aunque estaban provocadas porsituaciones particulares, pueden concebirse como reconoci-miento al conjunto de víctimas.

Es cierto que para muchas víctimas llegamos muy tarde,y han estado muchos años injusta e injustificadamente solas,pero hemos rebasado el punto de inflexión, lo que nos per-mitirá acertar con la forma más justa de expresar el reconoci-miento al dolor experimentado por todas las víctimas.

Valoramos positivamente la labor realizada por los dis-tintos movimientos sociales y asociaciones que han trabajadoy trabajan en favor de las víctimas de la violencia. Estos gru-pos han hecho posible que las personas afectadas por elhecho violento que se han acercado a ellos, se hayan sentidoacompañadas y tenidas en cuenta.

Además, existen en la actualidad dos agrupaciones devíctimas que no sólo dan voz a las opiniones y reivindicacio-nes de sus miembros, sino que han facilitado la relación entrepersonas que han pasado por las mismas o similares circuns-tancias.

En nuestro trabajo hemos constatado que hay víctimasque, a raíz de la experiencia de su tragedia, han desarrolladogran capacidad de comprensión hacia quienes, como ellasmismas, han sufrido y sufren la violencia. También se apre-cia un deseo de esperanza que, aunque sea frágil, es de valorinmenso. Podemos constatar que, en sus relatos, hay buenasdosis de solidaridad, esperanza y sabiduría. Intentan actuarpara desterrar el odio y los deseos de venganza.

En este sentido, quienes han sufrido la violencia se nie-gan a otorgar a ésta más influencia sobre sus vidas de la queya, de hecho, ha tenido. Se niegan a que el odio envenene susvidas y están abiertas a adoptar posiciones que puedan favo-recer una sociedad reconciliada y en paz.

En la situación actual, en la que se aprecian pasos impor-tantes hacia el final de la violencia, la sociedad experimentacierta urgencia por aliviarse del peso que aquélla ha supues-to. Sin embargo, este deseo no puede confundirnos y hacer-nos olvidar la tarea que aún queda por realizar hacia las víc-timas, esos incómodos testigos directos de lo ocurrido.

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cen, si no ha prescrito el plazo, de acuerdo con la norma-tiva vigente en ese momento. La gestión de estas ayudasse realiza a través de una Unidad de Asistencia a las Víc-timas del Terrorismo, que se creó en el ámbito del Minis-terio del Interior, destinada a mejorar la atención y facili-tar las gestiones a las personas afectadas.

• Todas estas ayudas están dirigidas a las víctimas delterrorismo. Dado que la primera resolución judicial quereconoce a los GAL como grupo terrorista se ha produci-do en el mes de mayo de 1999, sus víctimas no han teni-do ningún tipo de reconocimiento jurídico por parte deninguna de las Administraciones. En este sentido, en1996 el Parlamento Vasco aprobó una Proposición No deLey que insta al Gobierno del Estado y al Gobierno Vascoa adoptar «las medidas pertinentes para que aquellaspersonas que han sido víctimas de las acciones crimina-les del GAL puedan acceder a las compensaciones, ayu-das y otras medidas previstas en la normativa vigente».

• En junio de 1999 se ha tramitado en el Parlamento Espa-ñol un proyecto de Proposición de Ley de solidaridad con lasvíctimas del terrorismo que establece que el Estado abona-rá a las víctimas las indemnizaciones correspondientes enconcepto de responsabilidad civil.2 La definición de laspersonas beneficiarias es suficientemente amplia paraentender que en ella se incluye a las víctimas del GAL yde otros grupos armados.Esta Proposición de Ley supone que el Estado adelantaun dinero al que las víctimas tienen derecho, de acuerdocon lo dictado en la resolución judicial pero, que de otraforma, difícilmente percibirían. De cara a evitar agravioscomparativos, el texto propuesto amplía este derecho aaquellas víctimas cuyos casos no han sido juzgados. Que-remos destacar que esta ley permite garantizar que sehaga efectivo un derecho de las víctimas común, por otra

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mes el doble del salario mínimo interprofesional. Es unaayuda, por tanto, que complementa, si fuera necesario,ingresos percibidos por otros conceptos hasta alcanzaresta cantidad.

• Por otro lado, el Gobierno Vasco reguló, mediante Decre-to en 1988, el establecimiento de un Programa de Ayudas alas Víctimas del Terrorismo, en cumplimiento de la propo-sición no de ley aprobada el 13 de mayo de 1987 por laComisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco.Esta normativa sufrió, con el tiempo, ciertas modificacio-nes que se plasmaron en Decretos de 373/1991 de 18 dejunio y 330/1993 de 14 de diciembre. Estas modificacio-nes supusieron un avance dentro del amparo conferido alos afectados por la violencia terrorista. En Decreto522/1995, de 19 de diciembre, se regula nuevamente elPrograma de Ayudas a las Víctimas del Terrorismo. Estanueva norma pretende ser un escalón más en la protec-ción a las víctimas, al proponer un resarcimiento de latotalidad de los daños habidos en bienes (vivienda habi-tual, vehículos particulares…), así como concesión deayudas de carácter extraordinario y becas de estudio asus hijos/as. Estas ayudas se gestionan a través de la Ofi-cina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, depen-diente del Departamento de Interior del Gobierno Vasco.

• Por último, en el BOE del 31 de diciembre de 1996, sepublica el Programa Estatal de Ayudas a las Víctimas deActos Terroristas. Este programa incluye el resarcimientode los daños, tanto personales como materiales, que seproducen, dando cobertura a las necesidades básicas delafectado o sus familiares, a consecuencia de actos violen-tos. Así, se definen ayudas por daños corporales: Incapa-cidad Temporal, Lesiones definitivas no invalidantes,Lesiones Invalidantes y Fallecimiento; para cubrir Asis-tencia Sanitaria, Ayudas de Estudio y Asistencia Psicoló-gica; por daños materiales y por actividad empresarial.Las ayudas descritas son de aplicación a hechos ocurri-dos con posterioridad al 1 de enero de 1997. Los dañosprovocados por atentados anteriores a esa fecha se resar-

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2. La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria solicitaba actuacionesdel Estado de este tipo en el documento «El trabajo por la paz en EuskalHerria: situación actual y propuestas de futuro», 1995.

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peren, si la habían perdido, la confianza en la sociedad y enla convivencia, y que participen y disfruten con satisfacciónde una sociedad en paz. Para cubrir este objetivo tan ambi-cioso pero indispensable se establecen necesidades de distin-ta índole: unas, de carácter más personal y/o material; yotras, de tipo social y con un carácter más ético.

Es momento de recordar que este documento es fruto deltrabajo que ha desarrollado la Comisión de Solidaridad conVíctimas de la Violencia de la Coordinadora Gesto por la Pazjunto con colaboradores cercanos. Es posible que en esta enu-meración de necesidades no contemplemos situaciones delas que no hemos tenido conocimiento o a las que no hemosdado la suficiente importancia. De cara a evitar que las posi-bles omisiones sean mal entendidas, afirmamos que el crite-rio general en la concesión de ayudas a las víctimas debe serde carácter extensivo y generoso.

En primer lugar, se enumeran las carencias de tipo mate-rial y personal que hemos detectado como fundamentales:

• Hasta la fecha no ha existido por parte de la Administra-ción una oferta de asistencia sanitaria especializada, loque tiene especial relevancia en el campo de la ayuda psi-cológica y/o psiquiátrica dirigida a la víctima de formaindividual o a la unidad familiar que la contiene. Ade-más, se deberían invertir esfuerzos en la formación pro-fesional del personal encargado de atender estos casos yfacilitar espacios de debate acerca de las formas de mejo-rar el servicio e incluso orientar a otros agentes acerca deposibles acciones positivas. En este sentido, existen ini-ciativas privadas, oficinas de atención o equipos de pro-fesionales que suplen en alguna medida esta carencia,recibiendo, alguna de ellas, subvención del GobiernoVasco. Sin embargo, pensamos que la Administracióndebe estar implicada más directamente en este servicio.

• De cara a facilitar la relación de la víctima con su entornosocial es necesario que cuenten en él con personas concre-tas que la acojan, la acompañen y le faciliten esta integra-ción. Esta propuesta consiste en que los movimientos

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parte, a las víctimas de cualquier delito. Aquélla no supo-ne, por tanto, una ampliación de sus derechos.

• También en el Parlamento Foral Navarro se han tomadomedidas similares.

Como se refleja en la descripción anterior, la situación delas víctimas de la violencia en este terreno ha ido mejorandocon el paso de los años.

Sin embargo, se han adoptado medidas que afectan prin-cipalmente a los aspectos económicos y materiales, quedan-do olvidadas otro tipo de carencias, quizás más importantes.Especialmente preocupante es la situación en la que seencuentran aquellas personas que sufrieron las trágicas con-secuencias del terrorismo en sus primeros años.

Con el paso del tiempo, la situación de un número impor-tante de familias no ha mejorado sustancialmente, sino que,incluso, ha empeorado y la concesión de ayudas posterioresno ha conseguido paliar los sufrimientos de aquellos años.

En general, se percibe entre las víctimas un talante críticohacia la Administración: se sienten olvidadas, injustamentetratadas, aburridas por los interminables pasos burocráticosque se ven obligadas a dar.

Por otra parte, también es un hecho especialmente preo-cupante el vacío legal existente respecto a las víctimas delGAL y de grupos similares.

3. NECESIDADES Y DERECHOS DE LAS VÍCTIMAS

Para comenzar este apartado es necesario afirmar que lasagresiones percibidas por las víctimas no son reparables ensu totalidad; es decir, debemos tener claro y reconocer lo quees irreparable y buscar la forma más justa y eficaz de repararaquello que sea posible.

Lo que se pretende, por un lado, es que las víctimas pue-dan tener una vida digna y vean satisfechos sus legítimosderechos como personas agredidas. Por otro lado, es desea-ble que puedan recordar lo ocurrido de forma que estamemoria se convierta en fuerza para vivir el futuro, que recu-

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los que parece que tengan que demostrar, de forma exce-sivamente escrupulosa, que son víctimas de la violencia.

• Es deseable que los servicios de atención a las víctimas dela Administración y los movimientos sociales y/o agru-paciones de víctimas estén coordinados y trabajen encolaboración.

• Dado que, en su momento, determinadas víctimas nopudieron acceder a estas medidas por no tener reconoci-da su condición de víctima, deberán arbitrarse las medi-das necesarias para reparar esta diferencia de trato. Eneste sentido, consideramos que se debe reconocer el dere-cho de todas las víctimas a percibir, con carácter retroac-tivo, todas las ayudas vigentes en la actualidad para víc-timas del terrorismo y las que se definan en el futuro.

Así pues, se debe articular una atención activa, persona-lizada y profesional a las víctimas en el terreno psicológico,laboral, educativo y económico, destinadas al conjunto de launidad familiar y a cada miembro de la misma (hijos/as).

Conviene recordar que, en un Estado de Derecho, laactuación de la justicia debe garantizar la búsqueda de losculpables y su condena. Además, existen otras necesidadesde carácter más social y ético:

a) Reconocimiento social del sufrimiento vivido.b) Recuperar la credibilidad en la convivencia y en la socie-

dad.c) Deslegitimación social de la violencia que las ha conver-

tido en víctimas.

Desde nuestro planteamiento, estos aspectos deben sersatisfechos en el marco de un proceso más global de reconci-liación social.

Creemos firmemente que sólo desde la reconciliación social,las víctimas verán satisfechos totalmente sus derechos legítimos, ypodrán recuperar la esperanza de que estos dramáticos episodiosnunca volverán a ocurrir. Esta cuestión es el objeto del aparta-do siguiente.

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sociales, o personas que a título individual lo deseenhacer, ofrezcan a las víctimas un colchón social que les sirvade apoyo para normalizar su relación con la sociedad.

• El entorno familiar de la víctima, una vez asesinada ogravemente afectada, puede sufrir un deterioro económi-co considerable —hay que tener en cuenta que, por logeneral, las víctimas suelen ser los cabeza de familia—.En este sentido, es necesario que además de las ayudasprevistas en la legislación (pensiones extraordinarias) searbitre la forma de conceder con generosidad ayudas per-sonalizadas tendentes a paliar situaciones difíciles deprever y no contempladas con carácter general.

• Es importante que se faciliten ayudas específicas para lasvíctimas (directas o indirectas, especialmente a loshijos/as) en el campo de la inserción laboral y de forma-ción, a través de becas de estudios. Ayudas de este tipo seplantean en el Decreto del Gobierno Vasco, pero el plazode solicitud de este tipo de ayudas ha sido excesivamen-te corto, por lo que solicitamos mayor flexibilidad quefacilite el acceso a las mismas del mayor número de per-sonas afectadas.

• Consideramos interesante la Proposición de Ley de Ayu-das y Compensaciones a las Víctimas del Terrorismo,debatida en el Parlamento, que posibilita el resarcimien-to que les corresponde a las víctimas en la forma de res-ponsabilidad civil. Creemos que se deben definir unoscriterios generales, flexibles y generosos para su aplica-ción a cada caso concreto y, en este sentido, se ha remiti-do a los grupos parlamentarios una serie de sugerencias.

• La víctima, o el entorno familiar de ésta, se encuentra conuna deficiente oferta de asesoramiento y acompañamien-to legal en el momento de acceder a cualquier tipo depensión o ayuda concedida desde la Administración.Deben ser las administraciones públicas las que asumanla iniciativa de informar y ayudar a la tramitación de lasdistintas medidas de apoyo existentes. No es posible niaceptable dejar a las víctimas solas, de ventanilla en ven-tanilla rellenando extensos y complicados formularios en

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do. En este sentido, consideramos fundamental que seconozca toda la verdad de lo ocurrido a través de la actua-ción de la justicia.

La reconciliación es un proceso que se debe ir desarrollandoen todos y cada uno de los espacios públicos y privados de laconvivencia cotidiana. No comienza ni termina con ningúnacto grandilocuente, aunque sí puede requerir símbolos quenos ayuden a reconocer los pasos que se van dando.

El ritmo con el que se avance será lento y dispar, pero loque importa es que la sociedad entera esté dispuesta a reco-rrer este camino. La reconciliación nos debe servir paracomenzar a vivir y a mirar el futuro con la esperanza, con lacerteza, de que lo ocurrido nunca se volverá a repetir.

Desde Gesto por la Paz apuntamos algunos caminos porlos que se debe avanzar para llegar a la reconciliación social.Son vías paralelas en las que se debe trabajar de forma simul-tánea.

4.1. El papel de la justicia

La reconciliación sólo puede tener una base sólida en lamedida en que se produzca una escrupulosa aplicación de lajusticia. En este sentido, se debe continuar investigando todoslos hechos delictivos que hayan ocurrido, celebrar los procesosjudiciales pendientes, o que de aquéllos se deriven, y ejecutarlas sentencias. La posibilidad deseada por todo el mundo deque no se produzcan más atentados, no puede alterar la obli-gación de perseguir y juzgar a las personas culpables.

El hecho de que se celebre un juicio supone un reconoci-miento público de que se produjo un delito contra alguien enparticular, contra la convivencia de todos; y de quiénes fue-ron sus autores. Para muchas víctimas, al recibir la agresión,comienza un intento vano de racionalizar cómo, quién y porqué les ha sucedido a ellas. Difícilmente alguien les podráresponder a todas y cada una de estas cuestiones; sin embar-go, el que se reconozca que han sido objeto de una injusticia,les ayuda a elaborar el duelo sobre la muerte del ser queridoy a enfrentarse al futuro con mayor esperanza y dignidad.

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4. RECONCILIACIÓN SOCIAL

La reconciliación es, sin duda alguna, una tarea muy difícilpara una sociedad que durante treinta años ha convivido ypadecido la violencia.

Durante gran parte de estos años esta sociedad ha per-manecido en silencio ante los asesinatos de los que éramostestigos. Durante estos treinta años, la convivencia pacífica seha quebrado y la vida sociopolítica se ha distorsionado por lacontinua presencia de la violencia en nuestras vidas.

Durante estos treinta años, cerca de mil personas han per-dido la vida, muchas familias han quedado destrozadas,muchas personas mutiladas para siempre, cientos de presoshan cumplido y cumplen sus condenas lejos de EuskalHerria, muchos ciudadanos y ciudadanas han tenido queemigrar a causa de las amenazas y presiones recibidas, cien-tos de militantes de ETA viven desde hace años en otros paí-ses…, y, ante semejante panorama, siempre aparece la amar-gura de quien ha sufrido la sinrazón de la violencia.

Así pues, diseñar por qué caminos debería transcurrir lareconciliación para que cada vez hablemos menos de losnuestros y más de nosotros, no es tarea fácil porque requeriráun considerable esfuerzo de comprensión, de reconocimien-to de errores pasados, de generosidad, de humanidad…

La reconciliación no incumbe únicamente a las personasmás directamente afectadas, como en ocasiones se interpreta,sino que nos implica a todos y todas las que aquí vivimos.

Sólo con la aportación y el esfuerzo personal de cada unode nosotros se puede perfilar una sociedad que recobre lasalud de un país plural que sepa vivir en el más estricto res-peto al que disiente.

La reconciliación nunca puede suponer pasar la páginade la historia que hemos vivido como si no hubiera ocurridonunca. Por desgracia, una parte importante de nuestrareciente historia se ha escrito con sangre y con mucho dolory no podemos ni debemos olvidarlo.

Todo lo contrario, tenemos la obligación moral de tenermuy presente el dolor que aquí se ha generado y se ha vivi-

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reinserción de sus agresores. Humanamente sería comprensi-ble su interés en este sentido, pero la justicia, como interme-diaria entre la víctima y el agresor, debe procurar de formaobjetiva la reinserción de los penados aplicando criterios queatiendan, fundamentalmente, a la actitud del recluso.

4.2. Dignificación de la víctima

En primer lugar, desde Gesto por la Paz, como movi-miento social, debemos reconocer que en muchos casos lasociedad no ha estado a la altura que las circunstanciasrequerían, especialmente en relación con las víctimas. En losprimeros años de violencia, la sociedad no reaccionó o inclu-so participaba de una escondida justificación desde el algohabrá hecho. Posteriormente, la sociedad ha asumido activa-mente su obligación moral de acoger solidariamente a lasvíctimas; sin embargo, a menudo la respuesta social hadependido en exceso de la víctima concreta, estableciendodiferencias injustificadas entre ellas.

En este sentido, el papel jugado por los partidos políticosha sido, en no pocos casos, negativo, al responder de distintaforma en función de las características de la víctima, y/o noser capaces de separar su obligada reacción ética y humanaante cada uno de los atentados, de la legítima disputa políti-ca entre ellos. Es justo decir que no ha sido una actitud gene-ralizable a todos y cada uno de los políticos ni a sus forma-ciones, y que también han realizado contribuciones positivasencaminadas a acentuar el carácter plural de la respuesta.

Dicho lo anterior, consideramos necesario dignificar atodas las víctimas de la violencia, lo que supone reconocer elinjustificable sufrimiento engendrado y mostrar respeto porél. Aunque no es posible nombrarlas a todas ellas, puesto quecon seguridad se cometería algún inexcusable olvido, debe-mos esforzarnos por contemplar sus experiencias particula-res e incorporarlas al análisis de nuestro pasado y, de estamanera, recuperarlas para el futuro.

Así, se irá elaborando el recuerdo de lo ocurrido, no sólodel dolor padecido por las víctimas de la violencia, sino tam-

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Cavar una fosa común en la que enterrar cualquier restode las sangrantes consecuencias del ejercicio de treinta añosde violencia, supondría agravar la situación de unos familia-res que, además del sufrimiento de haber perdido un ser que-rido, vivirían como un desprecio, por parte de toda la socie-dad, el que no se aplicara la justicia, a la que tienen derecholegal y moral.

Además consideramos que las víctimas, si lo desean,deberían tener derecho a recibir información de los procesosjudiciales que les atañen directamente. Con esta considera-ción no pretendemos alimentar sentimientos de rencor nifomentar el odio hacia el victimario —nada más lejos denuestra intención—, sino reconocer lo que creemos que es dejusticia: el conocimiento, por parte de la víctima, de la verdadde lo ocurrido.

El aparato judicial se interpone entre las víctimas y susagresores para superar actitudes de venganza y, en nombrede la sociedad, ejercer justicia aplicando la ley para tratar deresarcir a unas y castigar a otros.

Una vez que una persona ha sido juzgada y condenada,el sistema penitenciario debe cumplir dos funciones: el puni-tivo, como pago por la afrenta realizada a la víctima y a lasociedad, y la labor de reinserción en la sociedad. Gesto porla Paz ha defendido desde hace años que se fijen unos crite-rios objetivos que evalúen el proceso de reinserción de lospresos. Uno de estos criterios debería ser el reconocimiento,por parte del preso/a, del daño causado. Esto supondría unademostración de un cambio de actitud hacia el delito cometi-do y, sobre todo, hacia la víctima.3

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, las víctimas nodeberían participar ni personal ni colectivamente en la aplicaciónconcreta de la política penitenciaria que regula los procesos de

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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3. Véanse en este sentido los documentos de la Coordinadora Gesto por la Pazde Euskal Herria: «El trabajo por la paz en Euskal Herria: situación actual ypropuestas de futuro», 1995; y «La Coordinadora Gesto por la Paz de Eus-kal Herria ante la situación de los presos y presas por delitos de terroris-mo», 1999.

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Estas iniciativas que pretendan integrar a las víctimas ennuestra memoria social e histórica, deberán contar directa-mente con su voz y su participación a título individual o através de las distintas agrupaciones existentes.

4.3. Proceso social de recuperación de la convivencia

La irrupción de la violencia en cualquier sociedad produ-ce un efecto distorsionador en las relaciones humanas a todoslos niveles. Es evidente que cuando esta situación extrema seperpetúa en el tiempo daña profundamente la convivenciapacífica y se corre el riesgo de producir una fractura social. EnEuskal Herria, la intensificación de la violencia ha llegado aunos límites en los que el deterioro de las relaciones ciudada-nas ha sido considerable.

Un primer paso, absolutamente necesario para recuperarla convivencia, es fomentar el diálogo social. El diálogo debeservir para conocer y contrastar las posiciones de quienopina diferente, e implica un ejercicio cotidiano de tolerancia,de respeto de las diferencias y las discrepancias. Sin embar-go, este respeto en ningún caso debe suponer aceptar la con-culcación de los derechos fundamentales de las personas.

No nos debe asustar el conflicto, puesto que es algo con-sustancial a una sociedad plural como la nuestra; sólo debe-mos saber qué métodos son los adecuados y cuáles no paraenfrentarnos a él. En este sentido, el diálogo es el único mediogenuinamente humano para resolver situaciones de conflicto.

Pero el diálogo sólo es posible si se cumple el reconoci-miento del interlocutor como ser humano, con todos susderechos, sus limitaciones y sus aciertos; si se mantiene unaactitud abierta a la posibilidad de modificar las posturas pro-pias; y se realiza un esfuerzo de empatía hacia el interlocutorcon objeto de ampliar las posibilidades de entendimiento; endefinitiva, el diálogo implica una actitud de tolerancia de losinterlocutores.4

ANEXO I. LA COORDINADORA GESTO POR LA PAZ DE EUSKAL HERRIA…

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bién de la solidaridad recibida. Este recuerdo se podrá incor-porar a la memoria colectiva de la sociedad para la presentey para las futuras generaciones.

Frente a la concepción de que la historia avanza pormedio del uso de la violencia, nosotros defendemos quesólo podremos avanzar hacia situaciones nuevas y provocarun verdadero cambio en la historia, en la medida en querecordemos a las víctimas y las incorporemos a nuestrofuturo. Así pues, creemos que la memoria del dolor de las víc-timas juega un papel determinante en la configuración de nuestrahistoria futura.

La elaboración de esta memoria social supondrá, ade-más, un juicio moral hacia sus agresores y los actos quecometieron.

Para poder hacer memoria social, proponemos dos líneasde trabajo:

• La realización de actos simbólicos de desagravio y recuer-do hacia las personas más directamente afectadas por laviolencia. El objetivo de esta propuesta es que el recuer-do tenga un sentido social y público y que permanezca enla memoria colectiva. Estas medidas podrán concretarseen forma de homenajes, ceremonias, monumentos onombres de calles. En cualquier caso, el sujeto de estereconocimiento, independientemente de cómo sea repre-sentado, debe ser el conjunto de las víctimas.

• Consideramos interesante que se desarrollen iniciativastendentes a divulgar el dolor vivido en estos años de silen-cio. El objetivo de esta propuesta es socializar el pasado eincorporarlo a la historia para evitar su repetición y faci-litar, con ello, que las víctimas no queden ancladas en él,ni se vean estigmatizadas. Para ello se deberían recopilarlas experiencias y sentimientos de las víctimas desde elmomento en que recibieron el zarpazo de la violenciahasta el presente, y elaborar con ello materiales testimo-niales y pedagógicos que supongan un reconocimiento asus vivencias y permitan extraer conclusiones positivaspara el presente y el futuro.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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4. Conceptos recogidos en la carpeta didáctica de Gesto por la Paz, «Educarnosen la tolerancia», 1998.

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pen e intervengan en los debates y propuestas de tipo políti-co de la sociedad en la que viven. Esto se debe producir almargen de su condición de víctimas, sin atribuirles un pesomayor a sus propias opiniones.

Tampoco tendría sentido que los victimarios se arrogaranuna participación política mayor que la que le correspondie-ra a la formación que eligiesen como representante democrá-tico de sus aspiraciones.

4.4. Proceso de deslegitimación del uso de la violencia

La inmensa mayoría de la sociedad vasca y navarra harechazado abiertamente la utilización de la violencia y, enespecial, en cuanto que ésta se ha pretendido ejercer en sunombre. Sin embargo, cuando un ser humano opta por utili-zar la violencia contra otro siente la imperiosa necesidad dejustificar sus actos y tratar de explicar las razones que le hanobligado a agredir a un semejante.

Si verdaderamente apostamos por una sana reconcilia-ción de nuestra sociedad, debemos exigir grandes dosis dehumanidad, de humildad, de esfuerzo, de extrema solidari-dad para que esta convivencia resulte positiva y duradera.

En este sentido, consideramos un objetivo deseable quelas personas que han ejercido o apoyado la violencia hagan elrecorrido completo hacia su reinserción plena en la sociedad.Este proceso ha comenzado por una justificación estratégicadel abandono del uso de la violencia, y terminaría con unareflexión ética de lo ocurrido. Así, al final de este recorrido seproduciría el natural reconocimiento de que no hubo, ni hay,justificación para tanto dolor. Consideramos deseable que,aunque no sea política ni jurídicamente exigible, se pidieraperdón a las víctimas de la violencia.

La petición de perdón y la disposición a otorgarlo nopueden ser impuestas. Al contrario, son actitudes voluntariasque sitúan a las personas en el extremo opuesto al odio y aldeseo de venganza. Van más allá incluso de los exigibleslímites de la tolerancia. Suponen una dosis extra de coraje ybenevolencia.

ANEXO I. LA COORDINADORA GESTO POR LA PAZ DE EUSKAL HERRIA…

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Así pues, la recuperación de la convivencia civilizadapasa por utilizar el diálogo como mecanismo fundamental derelación, siempre y cuando este diálogo esté alimentado poruna actitud de tolerancia.

La sociedad debe, por tanto, asumir la normalización delas relaciones sociales a través del compromiso personal desus miembros de dialogar entre diferentes. En muchos ámbi-tos esto es ya una realidad, pero es importante que se pro-duzca de forma generalizada porque será la única forma dereconciliar esta sociedad dañada y crear un futuro con ciertasgarantías de salud ética.

En este marco, y sólo en este marco, las personas afecta-das más directamente por la violencia se sentirán animadas aparticipar y confiar plenamente en esta sociedad de la que undía se sintieron excluidas, incomprendidas y abandonadas.

La clase política también debe realizar un papel impor-tante en este sentido. Reiteramos que es imprescindible quese produzca un profundo cambio de actitudes entre los polí-ticos, de forma que sean capaces de mostrar, los unos paracon los otros, actitudes de respeto y diálogo, que permitanresolver adecuadamente sus diferencias.

En este sentido, es necesario que se reconozca la existen-cia legítima de proyectos políticos distintos en una sociedadplural como la nuestra. Se deben buscar posibles puntos deencuentro, siempre dentro del respeto a los Derechos Huma-nos de todas las personas, a su dignidad y a su libertad.

Gesto por la Paz viene afirmando desde hace años que noexiste una vinculación necesaria entre las divergencias políti-cas y la persistencia de la violencia. Esto implica que nodeben establecerse uniones perversas entre propuestas deconsenso político y el proceso de abandono de la violencia.

Es decir, no se deben defender propuestas únicamenteporque se crea que van a suponer el fin del problema de laviolencia. Pero tampoco se pueden rechazar dichas proposi-ciones porque no garanticen ese final, o porque reciban laadhesión de quienes apoyaron la violencia.

Esta desvinculación también supone que es deseable quelas víctimas, en tanto que ciudadanos y ciudadanas, partici-

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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5. CONCLUSIONES

1. En primer lugar, deseamos hacer un especial llamamien-to a la sociedad y a los responsables políticos para que lascuestiones referentes a las víctimas de la violencia no seutilicen para escenificar desencuentros y se aborden conuna actitud de respeto hacia las víctimas y con el másamplio consenso social y político.

2. La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria pro-pone que la definición de víctima comprenda a aquellaspersonas que han sufrido las consecuencias directas de laviolencia específica con motivaciones políticas que se hagenerado en y desde Euskal Herria. En esta definiciónquedarían incluidas: a) las víctimas del terrorismo deETA, del GAL y de grupos antiterroristas de similarescaracterísticas, es decir, personas asesinadas o afectadas,física o psíquicamente, y sus familiares o allegados, asícomo las víctimas de amenazas, extorsiones o secuestros;b) las víctimas de la violencia callejera; y c) las víctimasde actuaciones probadamente desproporcionadas y quehayan supuesto una extralimitación en las atribucioneslegales de las fuerzas de seguridad en su lucha contra elterrorismo.En cualquier caso, la discusión sobre la definición aemplear no debe paralizar la urgente y necesaria búsque-da de acuerdos. Además, habrá que admitir que, dada lagran diversidad de situaciones existentes, ninguna serádel todo adecuada.

3. Las Administraciones, tanto la del Estado como las Auto-nómicas, coordinadas eficazmente, deben facilitar elacceso de las víctimas a las ayudas que legítimamente lescorresponden. Especial preocupación merecen aquellasáreas que aún son deficitarias. Además, realizamos unllamamiento especial a que los criterios de aplicaciónsean extensivos, flexibles y generosos.

4. Se debe abordar un proceso de reconciliación social en elque, reconociendo la deuda moral que la sociedad tienecon las víctimas, no se olvide que éstas vean reconocidos

ANEXO I. LA COORDINADORA GESTO POR LA PAZ DE EUSKAL HERRIA…

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Mientras que el ejercicio de la justicia se centra en el nece-sario control de los impulsos personales y colectivos de ven-ganza, el perdón socava su raíz. Pedir perdón no supone unapérdida de dignidad. Conceder perdón no es, en absoluto,olvido. Ambos son actos creadores que afianzan nuevasoportunidades para la convivencia en paz, tanto a quien lorecibe como a quien lo otorga.

Sin duda alguna, el proceso de reinserción plena de laspersonas que han ejercido o apoyado la violencia se debeabordar sin prisa pero sin pausa. Desde nuestra perspectiva,la primera fase debe suponer el reconocimiento del dañocausado y un profundo respeto por el sufrimiento producidoa tantas y tantas personas.

En concreto, en esta primera fase el respeto por el sufri-miento de las víctimas implica que no se realicen homenajesa quienes han actuado violentamente, ni que se les incluya,por estar acusados de participar en la actividad armada, enlas listas electorales de formaciones políticas o en instanciasde las instituciones democráticas.

Asimismo, no se deberían enfatizar supuestos logros dela violencia. En el caso de que esto no fuera así, estas actitu-des ensalzadoras del pasado violento deberían ser criticadas.Las víctimas difícilmente podrían volver a confiar en unasociedad en la que se viva con normalidad que se jalee yhomenajee a quienes han sido sus verdugos.

Somos conscientes de que, quizás, hayamos colocado ellistón de la reconciliación social demasiado alto, pero si elabandono de la violencia va a requerir un proceso largo ycostoso, como está ocurriendo en otros lugares, y el debatepolítico va a necesitar de unas fuertes dosis de generosidad yun cambio radical de actitudes, la reconciliación social bienmerece el esfuerzo de todos y de todas.

La Coordinadora Gesto por la Paz se compromete aaportar todo lo que esté en su mano porque es nuestrocampo natural de trabajo y, sobre todo, porque no conce-bimos de otra manera el futuro de esta sociedad y quere-mos disfrutar de una paz para siempre y para todas laspersonas.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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Anexo IIProposición no de ley del

Parlamento vasco sobre medidaspara paliar la situación de las

víctimas del terrorismo

A la mesa del Parlamento Vasco

Los grupos parlamentarios abajo firmantes tienen el honorde presentar la siguiente proposición no de ley para su deba-te en pleno por vía de urgencia sobre medidas para paliar lasituación de las víctimas del terrorismo.

Justificación:

El pleno del Parlamento Vasco, en su sesión celebrada eldía 28 de junio de 2002, acordó la constitución de una ponen-cia en el seno de la Comisión de Derechos Humanos y Solici-tudes Ciudadanas encargada del análisis de la situación ynecesidades de las víctimas del terrorismo.

La ponencia se constituyó el día 3 de julio de 2002, ydesde esta fecha ha venido desarrollando sus trabajos segúnla metodología y calendario acordados en su seno por susmiembros.

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sus derechos y dignificado su papel. Así, se recuperará laconvivencia pacífica y se deslegitimará socialmente eluso de la violencia. Este proceso debe comprometer los esfuerzos de las ins-tituciones, de la sociedad en general y los movimientospacifistas y partidos políticos en particular y, en especial,de las personas o grupos que han justificado el uso de laviolencia.

5. Nos parece de especial relevancia el papel que puede ydebe desempeñar la Comisión de Derechos Humanos delParlamento Vasco abordando de forma específica lasituación de las víctimas de la violencia, según la defini-ción propuesta. Para ello, es absolutamente necesario quese consiga el consenso entre todas las fuerzas políticas.En este sentido, solicitamos al Parlamento de Navarraque constituya en su seno un foro de encuentro en el quese puedan abordar este tipo de tareas.

6. Desde el reconocimiento del trabajo desarrollado por lasorganizaciones de víctimas del terrorismo en apoyo a las per-sonas afectadas, que ha supuesto una contribuciónimportantísima a cada una de ellas, estamos convencidosde que estas organizaciones pueden llegar a desarrollarun papel clave en un futuro reconciliado de nuestrasociedad.

7. Nuestra organización se compromete a colaborar activa-mente en las diversas iniciativas encaminadas a alcanzarla reconciliación social.

Septiembre de 1999

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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c. Reservar un porcentaje en las ofertas públicas deempleo para facilitar el acceso preferente de quienestengan condición de víctimas del terrorismo.

d. Recalificar la vivienda de VPO que pertenezca a unavíctima del terrorismo para facilitar su venta, y favo-recer su cambio de residencia.

e. Extender a las parejas de hecho las ayudas destinadasa las víctimas.

2. El Parlamento Vasco insta al Gobierno Vasco a que den-tro del próximo período de sesiones elabore y presente aesta Cámara un plan conjunto interdepartamental quetenga como objetivos la educación en la paz y en los valo-res democráticos, y que profundice en la comprensión delos peligros que para los ciudadanos y para el futuro dela democracia, la libertad, la pluralidad y la paz, com-porta la amenaza totalitaria del terrorismo.Este Plan deberá contener entre sus medidas concretas:

a. La puesta en marcha de campañas específicas quesensibilicen a la población vasca sobre el problemadel terrorismo y sus repercusiones. Unas campañasque debieran estar claramente diferenciadas de otrasorientadas más genéricamente a la defensa de losderechos humanos.

b. La celebración de actos conmemorativos anuales y elestablecimiento de una jornada de reconocimiento ysolidaridad con las víctimas. Dentro de estas actua-ciones deben tener cabida la recopilación de testimo-nios, la organización de exposiciones fotográficas, laprogramación de documentales, la realización decampañas publicitarias en prensa, radio y televisión,etc., que profundicen en los valores democráticos yde solidaridad.

c. El fomento en el ámbito de la enseñanza de la edu-cación en valores democráticos, así como la promo-ción de debates en la educación secundaria y uni-versitaria.

ANEXO II. PROPOSICIÓN NO DE LEY DEL PARLAMENTO VASCO…

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Sin perjuicio de la necesidad de seguir profundizando ensus trabajos y continuar recabando las aportaciones y reflexio-nes de todas aquellas personas que sufren la barbarie terroris-ta, los grupos parlamentarios que participan en la ponenciahan considerado conveniente adelantar una serie de propues-tas que puedan ayudar a paliar la situación de las víctimas.

El consenso obtenido en los debates de las reuniones de laponencia durante la primera fase de sus trabajos ha llevado aconsiderar que no puede demorarse la puesta en práctica demedidas y acciones sobre las que existe un acuerdo mayori-tario entre los representantes de la ciudadanía. Consenso quedemuestra la voluntad de obtener una unidad democráticaque presida la lucha frente al fenómeno terrorista.

El abanico de propuestas, pese a lo heterogéneo de lasmismas, tiene una clara unidad, no sólo en la ayuda materialy humana a las víctimas del terror, sino también en la volun-tad de hacer frente al desafío ético y político que la actividadterrorista comporta.

Es por ello por lo que los grupos parlamentarios Mixto-Ezker Batua/Izquierda Unida/Berdeak, Eusko Alkartasuna,Socialistas Vascos-Euskal Sozialistak, Popular Vasco-EuskalTalde Popularra y Euzko Abertzaleak-Nacionalistas Vascospresentan la siguiente proposición no de ley:

1. El Parlamento Vasco insta al Gobierno Vasco a:

a. Impulsar el diálogo de las administraciones públicascon las víctimas, bien a través de los medios tecnoló-gicos más apropiados (línea 900, páginas web…),bien a través de la creación de oficinas de informacióna su servicio, en cada uno de los territorios de laComunidad Autónoma.

b. Incrementar las políticas subvencionales a las asocia-ciones de víctimas del terrorismo y plataformas quetrabajan en defensa de las libertades, no sólo paraque puedan mantener sus actividades, sino tambiénpara poder cubrir con dignidad su funcionamientoordinario.

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memoria de las víctimas o que hiera la dignidad de laspersonas o atente contra sus derechos cívicos.

8. El Parlamento Vasco, desde el respeto a la autonomíamunicipal, sugiere la reconsideración por parte de losayuntamientos de aquellas denominaciones de calles yplazas que pudieran resultar ofensivas para la memoriade las víctimas.

9. El Parlamento Vasco insta a la Asociación de municipiosvascos, EUDEL, a:

a. La reactivación de la Declaración cívica en defensa dela democracia y la libertad, y de respeto a la plurali-dad de la sociedad vasca y puesta en marcha de foroscívicos para defender estos objetivos y respaldar yproteger a los amenazados por el terrorismo.

b. Impulsar en los ayuntamientos iniciativas para que lamemoria de las víctimas pueda estar presente.

c. El Parlamento Vasco se reafirma en el acuerdo adop-tado en el pleno, el día 30 de mayo de 2003, relativo ala compensación económica a los miembros de lascorporaciones locales de la Comunidad Autónomadel País Vasco por el desempeño de sus funciones.

10. El Parlamento Vasco insta al Consejo General del PoderJudicial a la apertura de una ventanilla única en la Audien-cia Nacional, para que, entre otras cosas, se tenga por partede las víctimas una información continuada y lo más por-menorizada posible de la situación en la que se encuentranlas causas que se sigan por delito de terrorismo.

11. El Parlamento Vasco acuerda la creación de una subcomi-sión permanente de víctimas en el seno de la Comisión deDerechos Humanos y Solicitudes Ciudadanas, que entreotros objetivos que en su seno se decidan propiciará:

a. La comunicación con las víctimas, permitiendo reali-zar un seguimiento junto con los responsables insti-tucionales de la situación y la problemática de las víc-timas, de sus quejas y necesidades.

ANEXO II. PROPOSICIÓN NO DE LEY DEL PARLAMENTO VASCO…

105

d. La promoción en los centros educativos públicos yprivados de la reflexión ética y política después decada atentado terrorista a través de circulares especí-ficas del Departamento de Educación, Universidadese Investigación que incluyan las directrices necesariaspara llevar a cabo este tipo de acciones.

3. El Parlamento Vasco anima tanto al Departamento deInterior como al Ministerio del Interior, a continuar susesfuerzos en el combate contra el terrorismo para conse-guir su erradicación, entendiendo que su actuación con-tribuirá a evitar la existencia de nuevas víctimas.

4. El Parlamento Vasco insta al Departamento de Educa-ción, Universidades e Investigación a que, en aplicacióndel acuerdo del pleno de la Cámara de 12 de abril de2002, lidere con los grupos parlamentarios y las autorida-des académicas «un pacto o acuerdo cívico que recoja unplan de medidas consensuado en el seno de la Comisiónde Educación y Cultura y orientado a respaldar a los pro-fesores, estudiantes y personal de administración y servi-cios amenazados, evitar la impunidad de los agresores yavanzar en el restablecimiento de las condiciones de nor-malidad académica que caracterizan a cualquier univer-sidad del mundo, y que permitirá el regreso de los que sevieron obligados a marcharse».

5. El Parlamento Vasco insta a EITB a profundizar en sulínea editorial, en los ámbitos informativos y de debatede manera que coadyuve a que en la sociedad vasca sedifundan los valores éticos, de respeto a los derechoshumanos, de tolerancia, de paz y contra el terrorismo.

6. El Parlamento Vasco insta a la Dirección de Víctimas delTerrorismo a informar a todos los afectados de la situaciónen que se encuentran los procesos abiertos contra los auto-res de los crímenes de terrorismo así como, en su caso,facilitar el que puedan incorporarse en dichos procesos.

7. El Parlamento Vasco insta a todas la administracionespúblicas a la eliminación de pintadas, carteles y a la prohi-bición de cualquier acto público que atente contra la

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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Anexo IIIDeclaración cívica en defensa

de la democracia y la libertad, y de respeto a la pluralidad

de la sociedad vasca

L os Ayuntamientos representan el lugar en el que lademocracia más estrechamente convive con la ciudada-

nía, y más directamente atiende su legítima demanda de par-ticipación. Los Ayuntamientos son, en consecuencia, pilaresbásicos que sustentan todo el edificio del sistema democráti-co. Allá donde la calidad de la democracia de los Ayunta-mientos se degrada, todo el sistema se resiente.

Los Alcaldes y los Concejales, además de representanteslegítimos de la voluntad popular en sus respectivos munici-pios, encarnan los valores más nobles de una ciudadaníapuesta al servicio del bien general. En la mayoría de los casossu dedicación al bienestar de sus ciudadanos se hace a costade un notable sacrificio personal, familiar y profesional.Constituyen, en tal sentido, un ejemplo de civismo altruistay un testimonio de los valores más genuinos de la democra-cia en cuanto gobierno del pueblo y para el pueblo.

Por ello, más allá de nuestras preocupaciones cotidianasen el ámbito municipal, la grave situación en que se encuen-

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b. El estudio del modo más adecuado de hacer llegar alos órganos competentes del Estado, aquellas pro-puestas de modificación legislativa (Ley de enjuicia-miento criminal, Ley de asistencia jurídica gratuita…)que favorezcan y posibiliten la participación de lasvíctimas en el proceso penal.

c. El estudio de la posibilidad de que el ParlamentoVasco o la Dirección de Víctimas del Terrorismo pue-dan personarse sistemáticamente como acusaciónparticular en los juicios contra terroristas.

d. El estudio del compromiso de acompañamiento antelos tribunales, para aquellas víctimas que lo deseen,de una representación de la subcomisión de víctimasdel terrorismo.

12. El Parlamento Vasco acuerda dedicar un monolito enrecuerdo de las víctimas del terrorismo a la entrada de susede, así como sendas placas en memoria de los parla-mentarios asesinados por el terrorismo.

13. El Parlamento Vasco acuerda celebrar, en tanto persista laviolencia terrorista, un pleno monográfico anual destina-do a analizar y debatir la ejecución de los acuerdos alcan-zados en su seno y adoptar las resoluciones pertinentes.

Vitoria-Gasteiz, a 13 de junio de 2003

Antton Karrera Agirrebarrena Rafael Larreina ValderramaG.P. Mixto-Ezker Batua/ G.P. Eusko Alkartasuna

Izquierda Unida/Berdeak

Rodolfo Ares Taboada Carlos Mª de Urquijo ValdivielsoG.P. Socialistas Vascos- G.P. Popular Vasco-

Euskal Sozialistak Euskal Talde Popularra

Emilio Olabarria MuñozG.P. Euzko Abertzaleak-

Nacionalistas Vascos

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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2. Resultan políticamente injustificables, además de ética-mente reprobables, las acciones de violencia que persi-guen la eliminación física de las personas.

3. Ratificamos la Declaración Universal de los DerechosHumanos, siendo el primero y el principal el Derecho a laVida, sin el cual ninguno de los otros puede ejercerse. Deacuerdo con la misma, ninguna persona debe ser someti-da a tortura, maltrato, vejación o amenaza, ni puede serperseguida o agredida por sus ideas o por la representa-ción y defensa democrática de las mismas.Por ello, condenamos las acciones terroristas de ETA queatentan contra la vida, la libertad y la democracia y, porende, contra todos los derechos humanos.

4. La pluralidad de ideas, proyectos y sentimientos de iden-tidad existente en la sociedad vasca es un factor de enri-quecimiento cultural, político y social que debe ser ampa-rado y respetado de forma efectiva mediante la defensaactiva de la libertad de todos y cada uno de sus miem-bros, para que puedan expresar sin ningún tipo de coac-ciones sus legítimas aspiraciones personales y políticas.

5. En una sociedad democrática, todos los proyectos políticosdemocráticos deben ser propugnados, desarrollados y, ensu caso, materializados si cuentan con el respaldo mayori-tario de la ciudadanía, desde el respeto a la posibilidad dela libre representación y la efectiva defensa de distintasopciones políticas, en igualdad de condiciones, utilizando,única y exclusivamente, los mecanismos que la política ylas reglas de juego democrático inherentes al Estado deDerecho tienen para conformar la voluntad colectiva.

6. El respeto efectivo y consecuente de la pluralidad políti-ca es, por lo tanto, comportamiento imprescindible parala convivencia en nuestros municipios.

COMPROMISOS

Sobre la base de estos principios, las formaciones políticas ylos electos como alcaldes y concejales vascos, expresamosnuestra voluntad compartida de:

ANEXO III. DECLARACIÓN CÍVICA EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA Y…

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tran muchos ciudadanos, entre ellos nuestros compañerosamenazados, agredidos y asesinados por la acción terroristade ETA —especialmente los Corporativos del Partido Socia-lista y del Partido Popular—; así como los ataques a la liber-tad de expresión para la defensa de las ideas políticas demo-cráticas, exigen de todos nosotros una respuesta decidida ysolidaria en defensa de la democracia y la libertad, y de res-peto a la pluralidad de la sociedad vasca.

Concernidos por esta realidad, en la reunión celebrada elpasado día 22 de febrero en Ajuria-Enea entre representantesde los Partidos Políticos y de las Instituciones Públicas, seencomendó a nuestra Asociación la tarea de impulsar, en elámbito municipal, el desarrollo de compromisos para ladefensa de la democracia y la libertad, y el respeto de la plu-ralidad e iniciativas en defensa y solidaridad con las perso-nas amenazadas, buscando la máxima implicación política ysocial. En coordinación con las decisiones que se están pro-moviendo desde la Comisión de Seguridad constituida alefecto, en la que participan también Partidos Políticos.

Conscientes de la gravedad del momento, consideramosnecesario renovar solemnemente, en todos y cada uno denuestros Ayuntamientos, nuestro compromiso con la demo-cracia municipal, así como con la libertad, la integridad y laseguridad de nuestros Alcaldes, Concejales y personas ame-nazadas, y con todas las víctimas del terrorismo.

Por ello, las formaciones políticas vascas y los represen-tantes municipales firmantes de la presente Declaración afir-mamos públicamente nuestro compromiso de trabajar ennuestros respectivos ámbitos de responsabilidad para defen-der la Democracia y la Libertad, y hacer efectivo el respeto dela pluralidad de la sociedad vasca, de conformidad con lossiguientes

PRINCIPIOS

1. El respeto y la defensa de los derechos fundamentales delas personas constituyen la base para la organización y laconvivencia ciudadana y de los Pueblos.

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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cio de su labor pública, frente a cuantas acciones ile-gítimas, amenazas, intimidaciones o agresiones pue-dan producirse.

2. Difundir en el ámbito local los principios de defensa de lademocracia y la libertad, y de respeto a la pluralidad y alos derechos humanos, buscando la máxima implicaciónpolítica y social para materializar de forma efectiva suaplicación práctica, municipio a municipio y ayunta-miento a ayuntamiento. A estos efectos, los ayuntamien-tos impulsarán un Foro Local de defensa de la democra-cia y la libertad y de respeto a la pluralidad de lasociedad vasca, abierto a la participación ciudadana y asu red asociativa, que se reunirá periódicamente con elfin de impulsar un espacio de diálogo y de encuentroentre las diferentes sensibilidades sociales y políticas pre-sentes en cada localidad, comprometidas de modo efecti-vo con los principios y compromisos contenidos en lapresente declaración cívica:

• desarrollando iniciativas que permitan dar proteccióny amparo social e institucional a cualquier persona oentidad amenazada, o represaliada por sus ideasdemocráticas;

• haciendo efectiva la defensa de la democracia y lalibertad, y el respeto a la pluralidad de opciones polí-ticas existentes en el municipio.

3. Entendemos que la aceptación y la defensa, de modoefectivo, de los principios y compromisos contenidos enla Declaración cívica en defensa de la democracia y lalibertad, y de respeto a la pluralidad de la sociedad vasca,constituye la base política imprescindible para cualquieracuerdo político.

Eudel, 3 de mayo de 2002

ANEXO III. DECLARACIÓN CÍVICA EN DEFENSA DE LA DEMOCRACIA Y…

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1. Aprobar un Acuerdo Municipal para la defensa de lademocracia y la libertad y de respeto a la pluralidad de lasociedad vasca, que contemple las medidas económicas,normativas, políticas y sociales que sean precisas paraello, implicando activamente al conjunto de la sociedadvasca en su desarrollo. Este Acuerdo Municipal recogeránuestro compromiso de:

• Reafirmar la defensa prioritaria del derecho a la vidacomo principio fundamental de la convivencia.

• Respetar y hacer respetar los derechos fundamentalesde todas las personas.

• Defender el Estado de Derecho, como elemento bási-co de la democracia, y sus instituciones como expre-sión de la voluntad democrática de la ciudadanía.

• Defender la legitimidad y la legalidad democrática detodos los proyectos políticos que renuncian expresa-mente al uso de la violencia como instrumento decoacción para la consecución de los mismos.

• Exigir a ETA que respete la voluntad de la sociedadvasca y abandone definitivamente la violencia.

• Desarrollar iniciativas de solidaridad activa y dereconocimiento ético, social y material a todas las per-sonas que han sufrido y sufren la violencia, la intole-rancia y la conculcación de sus derechos humanos,cívicos y políticos, actuando, incluso judicialmente,como Corporación cada vez que alguien sufra cual-quier tipo de extorsión en este sentido.

• Preservar y defender los derechos de toda la ciudada-nía frente a quien pretenda agredirlos, vulnerarlos ocondicionarlos, con independencia de las característi-cas del gobierno municipal que se constituya o de larelación de fuerzas existente en cada municipio.

• Promover y garantizar en el ámbito municipal el libreejercicio de los derechos de participación y represen-tación política de los ciudadanos, desde el respeto a lapluralidad de todas las opciones políticas, legítimas ydemocráticas, garantizando, solidariamente, el ejerci-

LA PRESENCIA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO…

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La presencia de lasvíctimas del terrorismo

en la educación para lapaz en el País Vasco

Galo Bilbao y Xabier Etxeberria

En este estudio se desarrolla el tema enun-ciado en el título a través de tres etapas.En la primera se precisa quiénes sonesas víctimas del terrorismo que debenestar presentes en la educación para lapaz que nos toca estimular en el PaísVasco. En la segunda se especifica porqué deben estar presentes, tratando deensamblar argumentos éticos y pedagógi-cos. En la tercera se plantea cómo debenestar presentes, ofreciendo las oportunasorientaciones pedagógicas.

Galo Bilbao ([email protected]) esprofesor de Ética en la Universidad deDeusto y miembro del Instituto Diocesanode Teología y Pastoral de Bilbao. Sus refle-xiones y publicaciones se centran en lascuestiones de ética fundamental, ética pro-fesional y ética política, prestando especialatención en todas ellas a la relación entrela ética filosófica y la fe cristiana.

Xabier Etxeberria ([email protected])es catedrático de Ética en la Universidadde Deusto y responsable del Área de Edu-cación para la paz de Bakeaz. Es profesorvisitante de varias universidades en Améri-ca Latina, donde colabora también conorganizaciones indígenas y de derechoshumanos. Sus numerosas publicacionesse centran en las cuestiones de ética fun-damental, ética profesional y ética política(especialmente en torno a la cuestión delas identidades colectivas), así como en lavertiente ética de los derechos humanos.