la psicologia del privado de libertad en el centro penitenciario

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Universidad Libre de Costa Rica Facultad de Ciencias Sociales Carrera de Criminología “LA PSICOLOGIA EN LA VIDA DEL PRIVADO DE LIBERTAD Y EN EL CENTRO PENITENCIARIO” Curso: Penología Profesor: Lic. Guillermo Sáenz Fuentes Elaborado por: Amanda Ávila Chacón 2015 San José – Costa Rica 1

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La pena y, especialmente la que priva de un bien tan preciado como es la libertad, ha de tender a conseguir que el delincuente voluntariamente deje de actuar en contra de las normas establecidas para la convivencia pacífica y adquiera un modo de vida que le permita integrarse en la sociedad de forma no conflictiva. La pena siempre conlleva fines de intimidación o prevención general matizados en las diferentes fases del ejercicio del poder punitivo del Estado

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Universidad Libre de Costa Rica

Facultad de Ciencias Sociales

Carrera de Criminología

“LA PSICOLOGIA EN LA VIDA DEL PRIVADO DE LIBERTAD Y EN EL

CENTRO PENITENCIARIO”

Curso: Penología

Profesor: Lic. Guillermo Sáenz Fuentes

Elaborado por:

Amanda Ávila Chacón

2015

San José – Costa Rica

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Tabla de contenido

Capítulo I Introducción……………………………………………………. 01

Capítulo II Marco de referencia…………………………………………. 02

Objetivo general: Conocer y analizar el rol que desarrolla la Psicología en la vida del privado de libertad una vez que se encuentra cumpliendo una pena en una institución penitenciaria.

Objetivos específicos:

Describir los conceptos de Psicología, Psicología Criminal y Psicología Penitenciaria

Dar a conocer la función del psicólogo penitenciario y explicar el cómo éste aplica el tratamiento psicológico al privado de libertad

Conocer y describir el diagnostico psicológico

Capítulo III Conclusiones y recomendaciones………………………….……. 12 y 13

Bibliografía……………………………………………………………………. 14

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CAPÍTULO I

INTRODUCCIÓN

La pena y, especialmente la que priva de un bien tan preciado como es la libertad, ha de tender a conseguir que el delincuente voluntariamente deje de actuar en contra de las normas establecidas para la convivencia pacífica y adquiera un modo de vida que le permita integrarse en la sociedad de forma no conflictiva. La pena siempre conlleva fines de intimidación o prevención general matizados en las diferentes fases del ejercicio del poder punitivo del Estado.

Los psicólogos, ya sea que su especialidad sea el área forense o penitenciaria, trabajan con personas penadas por hechos que la legislación tipifica como delito, intentando dar pautas de evolución personal.

El tratamiento psicológico en las prisiones consta fundamentalmente de la organización de las sesiones de asesoramiento psicopedagógico, de la psicoterapia grupal así como de la terapia de conducta. La evaluación debe ser individual y mediante observación directa del comportamiento del preso. Todo ello dará al equipo técnico razones suficientes para “clasificar” al detenido en uno de los regímenes y grados, así como de tener en cuenta la voluntariedad del preso a la hora de acudir a terapia o realizar las diferentes actividades que se hagan en el recinto.

Se expone en este trabajo de investigación, el rol tan importante que desarrolla el tratamiento psicológico dentro del recinto penitenciario, tanto en sus aspectos prácticos como teóricos, actuando desde la certeza de que cuanto más avance un preso, más lo hace la comunidad a la que pertenece y que recuperar personas supone evitar futuras víctimas. Las instituciones intentan resolver los problemas extraordinarios, pero los retos ordinarios deben ser superados mediante pactos y acuerdos cotidianos. Los psicólogos contribuyen a ello, a que los privados de libertad aprendan a reconocer y reparar el daño hecho, a que descubran, valoren y diseñen junto a ellos, un proyecto de vida más adaptado.

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CAPÍTULO II

MARCO DE REFERENCIA

La persona aislada y sin contención en su ambiente, tiene motivo suficiente, para ser un delincuente. El crimen es un delito grave social y también significa la violación de la ley moral. Es el acto cuyas consecuencias representan un serio perjuicio tanto para el criminal como para la víctima. La Ley castiga y condena un crimen, separando de la sociedad a quien lo haya cometido, hoy en día con la intención humanística de darle la oportunidad de recuperarse. Ese es el espíritu de la ley aunque no siempre se logre.

Todo crimen puede ser una reacción descontrolada consciente, inconsciente o simbólica frente a un estímulo y casi siempre tiene una motivación. Por alguna razón una persona ante determinadas circunstancias pierde el control y comete un delito. El hombre es la única especie que puede controlar sus impulsos, característica que lo distingue del resto de los animales, sin embargo, ese mecanismo inhibidor en algún momento no funciona provocando una descarga impulsiva que no llega a pasar por la corteza cerebral e impide la oportunidad de reflexionar.

Desde el punto de vista psicológico un criminal es una persona con algún tipo de trastorno mental. En la gran mayoría de los casos se trata de personas que han sufrido experiencias traumáticas de abandono o abuso en la niñez que han alterado su proceso de pensamiento y su conducta o criados en un ambiente con valores opuestos a las normas que rigen en la sociedad en que viven. Las lesiones cerebrales son comunes en las personas que tienen problemas de adaptación, aunque muchas veces no se lleguen a registrar. El cerebro es un órgano que aún no se conoce completamente. Una mente criminal puede razonar coherentemente, como por ejemplo los psicópatas, pero con un razonamiento que parte de premisas falsas. Su modo de ver el mundo difiere del de la mayoría y no puede aceptar las reglas de convivencia, prefiriendo respetar sólo sus propios códigos. No tienen sentimientos de culpa ni remordimientos y pueden pasar desapercibidos, comportándose relativamente en forma normal hasta que delinquen.

El punto de partida para buscar respuestas en comportamientos contrarios a las normas legales sobre todo penales, es el comprender el origen del comportamiento delictual; distintos autores han dado respuestas biológicas, psicológicas y sociológicas, con el objetivo de resocializar y evitar que continúe quebrantando el ordenamiento penal, sin conseguir hasta la fecha disminución en la criminalidad, al contrario la criminalidad sigue en auge, en crecimiento y no se puede frenar. La tendencia para este freno es la penalidad cada vez más represiva, se experimentan toda clase de penas restrictivas de la libertad del ser humano, sin lograr conseguir los objetivos.

La psicología puede intervenir en el contexto penitenciario desde distintas áreas de conocimiento y con finalidades también diversas. Una aproximación científica al mundo de las prisiones detecta enseguida diferentes necesidades -de los encarcelados, del personal y de la organización institucional- que pueden ser objeto de análisis e intervención por parte de la psicología.

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En relación con la propia organización penitenciaria y su personal, y sólo a modo de ejemplo, algunas de las necesidades de las que la psicología puede ocuparse y se ha ocupado son: el clima social de la prisión, los sistemas de relación entre el personal y los internos, la selección, formación y motivación del personal, los estilos de dirección, los efectos perniciosos de los sistemas disciplinarios, la clasificación penitenciaria, los regímenes de vida dentro de las prisiones, etc.

Muchas de estas problemáticas han sido objeto de atención por parte de los psicólogos durante décadas, tanto en América como en Europa, y para su análisis se han empleado conocimientos procedentes de la psicología social, de la psicología de las organizaciones y del trabajo, de la psicología clínica, de la psicología de la personalidad y de la psicología diferencial. La psicología penitenciaria es, de este modo, un campo aplicado, que aglutina todos estos conocimientos y los proyecta sobre el ámbito de las prisiones.

También han jugado un papel importante muchos “voluntarios” que trabajan con ilusión en las prisiones y plantean una perspectiva optimista y esperanzada sobre los encarcelados. Sin embargo, a la psicología y a los psicólogos corresponde el mérito legítimo de haber desarrollado y estructurado, en gran medida a partir de teorías y conocimientos psicológicos, la mayor parte de la tecnología social necesaria para hacer operativo “el ideal de la rehabilitación”.

Otro mérito preferente de los psicólogos que trabajan con delincuentes ha sido no haberse limitado a diseñar y aplicar programas de rehabilitación, sino, además, haber prestado atención a la evaluación de los resultados logrados. Esta tarea evaluativa ha aumentado y mejorado nuestros conocimientos sobre el grado de efectividad de las diversas técnicas y programas que se aplican con los delincuentes.

CONCEPTO DE PSICOLOGIA

Es considerada como aquella ciencia empírica de la naturaleza que investiga, describe, explica y compara sistemáticamente y en todas sus formaciones los comportamientos de los seres vivos, incluso sus vivencias en relación con las condiciones personales y ambientales más diversas. Dicho de otra manera la psicología se ocupa del mundo psíquico de los seres y de su comportamiento en relación con ese mundo.

El término “comportamiento”, que en nuestra definición comprende tanto la conducta manifiesta

ante todo los observadores, con las vivencias de los seres, se refiere siempre al sujeto u

organismo como un todo individual, que percibe, se mueve, piensa, actúa, etc., en relación a su

ambiente, descartando desde el principio las reacciones meramente parciales de algunos de los

órganos o de sus partes. Muchos procesos fisiológicos no son objeto inmediato de la psicología,

aunque su estudio y conocimiento puedan ser indispensables o útiles para la comprensión de

ciertas manifestaciones psíquicas.

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LA PSICOLOGÍA CRIMINAL

Es una rama de la ciencia psicológica que tiene por objeto el estudio de la conducta delictiva y los factores bio-piscó-sociales que inciden en su realización. Al respecto es importante resaltar que no existe un psiquismo criminal diferencial, común y peculiar a los delincuentes. Los procesos afectivos, intelectivos, volitivos y los rasgos de personalidad de un delincuente cualquiera, pueden darse igualmente en personas no delincuentes. La psicología criminal estudiará no solo la conducta y sus motivaciones inmediatas, sino también las circunstancias y otros motivos especiales del protagonista del hecho y que puedan radicar ya sea en la parte consciente o inconsciente de su personalidad.

Cabe resaltar asimismo, que la conducta delictiva no solamente se da como fenómeno individual, sino también como comportamiento grupal: nos estamos refiriendo a la etiología psicología del delito como fenómeno de grupo o de masas, tal como por ejemplo sucede en la rebelión, incendios, secuestros, atentados contra la libertad practicados por determinados grupos movidos por causas psicológicas (odio, venganza, egoísmo, codicia, individualismo exacerbado, ambición, rivalidad, etc.).

Estos delitos pues, no se refieren a la suma de delitos cometidos por personas en particular, sino que son verdaderos fenómenos psicológicos de grupos humanos, por lo que se habla de una psicología criminal colectiva.

PSICOLOGIA PENITENCIARIA

La psicología penitenciaria  es una rama o especialidad de la psicología, y como tal es una disciplina aplicada, que trata de aplicar los conocimientos y técnicas básicas y experimentales propias de la psicología al estudio de la conducta humana en sus diferentes facetas dentro del ámbito legal, en sus diferentes contextos (tribunales, penitenciaría o asistencia víctimas, entre otros).Se nutre de dos disciplinas: la psicología y el derecho.

El derecho trata de estudiar el conjunto de leyes que permiten salvaguardar la convivencia de los miembros de una sociedad y reglar los mecanismos que permitan su cumplimiento. La psicología, como disciplina se encarga del estudio de la conducta humana, en el sentido más amplio de la palabra, incluyendo los procesos mentales. Teniendo en cuenta ambas definiciones se podría reformular la definición de psicología penitenciaria como la rama de la psicología que estudia la conducta humana y sus procesos mentales de cara a configurar las leyes por las que se rige una sociedad, su aplicación y las consecuencias que se puedan derivar de todo ello.El psicólogo estudia a los internos con vistas a comprender e interpretar su forma de ser y comportarse, y de cara a elaborar un informe psicológico final para su clasificación o propuesta de tratamiento.

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EL PSICÓLOGO EN EL PROCEDIMIENTO

Se encuentra vinculado en: fase preliminar, Incoación, Imputación y solicitud de informe, medidas cautelares, reparación, comparecencia. audiencia, medidas, resolución, suspensión del fallo, ejecución de las medidas, seguimiento y modificación de medidas.Su intervención puede producirse a solicitud del juez, fiscal y su representante legal. Se efectúa en todo momento, en la instrucción como en la ejecución de la medida que se haya adoptado. De forma esquemática, se desarrolla en:

FASE PRE-SENTENCIAL

Información y asesoramiento a instancias jurídicas, orientación a la formación de los usuarios de su entorno, valorando la accesibilidad, fiabilidad y validez. Lo realiza obteniendo información y conocimiento del menor y fuentes de información, objetivando las valoraciones, coordinando en los casos concretos los recursos, asegurando la confidencialidad, elaborando un sistema de información útil.

FASE DE RESOLUCIÓN

Aportación psico-socío-educativa y propuesta de intervención, participación en comparecencias y audiencias. Lo efectúa haciéndose acreedor de las circunstancias determinantes de la comisión de los hechos, comunicando información, elaborando y transmitiendo conocimiento, como apoyo a la toma de decisiones, orientando sobre las medidas, de modo que tengan valor educativo, formativo y de reinserción, realizando sugerencias técnicas y ratificando la información.

FASE POSTSENTENCIA

Vincula el seguimiento del cumplimiento, a fin de restaurar un sistema de retroalimentación entre la de medidas y la toma de decisiones judiciales; Para ello conoce las distintas instituciones y servicios, así como los diferentes programas. Elabora un sistema de coordinación con quien ejecuta la medida. Durante el procedimiento, los canales utilizados son: emisión de informe y expresión oral de los criterios: obtención de los datos relevantes y suficientes para la toma de decisiones, agilización del proceso e inmediatez y contingencia de la medida, aprovechamiento de la información ya existente, evitación de duplicidad, facilitación de coherencia entre las distintas fases del procedimiento de ontológicos, corresponsabilidad en las decisiones, búsqueda de la objetividad profesional y humanizar la instancia y el proceso judicial.

Dado lo anterior, cabe reflexionar sobre el porvenir, para consultar que se abre una etapa llena de esperanzas y de retos, donde nuestra labor resulta preceptiva y queda valorada de forma superlativa. Este reconocimiento conlleva consecuentemente la adjudicación de unos medios que faciliten desarrollar el trabajo con la máxima eficacia, dado que el volumen del mismo se incrementa hasta el límite que hace difícil equilibrar la calidad con la inmediatez, que la función y la instancia donde la desarrollamos precisan.

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Acomodar nuestro método a la exigencia de la ley que marca un plazo de 10 días para explorar y elevar informe, requiere de todos los intervinientes en el proceso una capacidad de adaptación y una flexibilidad que diluya el estrés y la ansiedad que los plazos tan breves producen.Junto a ello, hemos de acudir a las innumerables comparecencias y audiencias, lo que permitirá una comunicación fluida con jueces, fiscales y abogados. La variación en el procedimiento y en las demandas que se nos realizan, los obliga a reorientar la actuación, compatibilizando la respuesta estrictamente pericial con la más amplia asesoría técnica, si bien el acento será evaluador, diagnóstico y orientador, pues la ejecución de las medidas escapa a nuestras competencias, correspondiendo a las Comunidades Autónomas.

Asimismo, se ha de diseñar «útiles de discriminación», que permitan discernir a la hora de dar respuesta a los informes que se nos interesa, así como fórmula aproximativa a la realidad del las preguntas dirigidas al mismo, en su declamación. En todo caso resulta irrenunciable para todo psicólogo realizar su cometido con unos mínimos temporales, instrumentales y metodológicos, que sólo él ha de estimar individualmente, de otra forma se devaluaría su intervención, hasta el punto de desmotivar a quien así se condujera, dejando con el tiempo sin razón de ser su participación, al haber vaciado a la Psicología del rico contenido en matices que aporta.

La ley abre nuevas posibilidades de actuación, como: proponer le iniciar la reparación extrajudicial, razonando el porqué de la misma, exigiendo un plus de creatividad y permitiendo el conocimiento de la víctima / perjudicado, con el enriquecimiento de perspectivas que ello supone.

Por último, el psicólogo en este ámbito podrá ser citado para ratificar el informe, una vez entregado su dictamen. Este acto plantea una estrategia de descrédito del experto, se responsabiliza de cada afirmación contenida en el informe, impele a cuestionarse los métodos e instrumentos utilizados, interpelando sobre el conocimiento de cada caso en particular y no salirse de los informes «tipo». Todo ello los obliga a «mantenerse en buena forma».

La ratificación coadyuvará a elevar informes lo más objetivos posibles, limitando tanto las inferencias como las predicciones conductuales y evitando plasmar aspectos dudosos y no resueltos, ciñéndonos a conclusiones que se justifiquen «en base a conceptos válidos o datos empíricos sólidos» Junto a lo reseñado, el trabajo del día a día y el desarrollo de normas y reglamentos llenarán de contenido la reciente promulgación legislativa.

Habrán de posibilitarse los medios para optimizar los resultados de esta ley a fin de concluir una renovada legislación sobre reforma de menores, que dé respuesta a las nuevas demandas sociales.

TRATAMIENTO PSICOLOGICO: TECNICAS MAS UTILIZADAS

Cualquier estrategia de prevención de la futura delincuencia toma cuerpo a partir de una cierta explicación de la propia conducta delictiva. Las principales técnicas de tratamiento utilizadas en la actualidad con los delincuentes –y las concepciones teóricas que se hallan en su base- son las siguientes:

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Problemas emocionales y terapias psicológicas no conductuales

Una concepción tradicional es que los delincuentes experimentan una serie de trastornos emocionales profundos, de los que la conducta delictiva tan sólo sería una manifestación exterior, un síntoma. Según ello, el tratamiento de los delincuentes debería dirigirse a tratar las patologías psicológicas subyacentes. Como resultado del éxito obtenido en la terapia, el comportamiento delictivo acabaría erradicándose. Sobre esta concepción clínica operan un conjunto heterogéneo de técnicas fundamentadas en el modelo psicodinámico o psicoanalítico, en el modelo médico de la delincuencia, o en el paradigma de la terapia no directiva.

Carencias educativas e intervención educativa

Se constata que muchos delincuentes, especialmente los denominados delincuentes marginales, no siguieron en su momento procesos formativos regulares y, consiguientemente, tienen grandes carencias culturales y educativas. La conclusión es obvia: si queremos ayudarles, una de las tareas fundamentales es elevar su nivel educativo mediante programas intensivos que restauren lo que no se hizo en su momento.

El aprendizaje del comportamiento delictivo y la terapia de conducta

Las terapias de conducta suelen basarse en el modelo psicológico del condicionamiento operante o instrumental. Este modelo teórico analiza el comportamiento de las personas en relación funcional con los contextos físicos y sociales en los cuales se produce el comportamiento. Estudia la influencia que estos contextos tienen sobre la aparición, el mantenimiento y el cambio de la conducta humana, incluida la conducta delictiva. Dentro de este modelo, la ley empírica del efecto establece que las consecuencias de una respuesta son un determinante de la probabilidad futura de esa respuesta. Una aplicación muy frecuente de la terapia de conducta con sujetos delincuentes ha sido los programas de economía de fichas, en los que se estructura un sistema de fichas o puntos -de ahí la denominación de economía de fichas-, que son entregados a los sujetos por sus logros conductuales, y que pueden, finalmente, intercambiar por las consecuencias establecidas.

Estas técnicas fueron muy utilizadas durante los años setenta y ochenta, tanto en programas comunitarios como en instituciones juveniles y de adultos.

Los programas ambientales de contingencias

Al igual que las terapias de conducta, los programas ambientales de contingencias se fundamentan en los modelos teóricos de condicionamiento operante, al que ya nos hemos referido, y de aprendizaje social. La teoría del aprendizaje social es una de las explicaciones de la conducta delictiva mejor establecidas por la investigación criminológica. Su principal aportación consiste en haber puesto de relieve el papel prioritario que la imitación de modelos tiene en la aparición y el mantenimiento del comportamiento delictivo. Un ejemplo típico de la aplicación de estos programas lo constituye el sistema de fases progresivas, en que se estructuran una serie

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de unidades de vida o fases, que son distintas entre sí en dos aspectos fundamentales: por un lado en el nivel de exigencia de conducta que se requiere a los sujetos, y por otro en la menor o mayor disponibilidad de consecuencias gratificantes existente en cada una unidad o fase; los sujetos son periódicamente asignados a unas fases u otras en función de sus logros conductuales.

Competencia social e intervenciones cognitivo-conductuales

Estas técnicas se fundamentan en el modelo de la competencia social que realza la necesidad de enseñar a los delincuentes todas aquellas habilidades que facilitarán su interacción con otras personas, ya sea en la familia, en el trabajo, o en cualesquiera otros contextos sociales.Tal vez el programa cognitivo-conductual más completo lo constituya el programa del pensamiento pro social, en el que suelen aplicarse las técnicas solución cognitiva de problemas, entrenamiento en habilidades sociales útiles para la interacción, control emocional de las explosiones de ira, razonamiento crítico sobre la propia conducta y la de los otros, desarrollo de valores, habilidades de negociación y pensamiento creativo. Los programas cognitivo-conductuales son los más utilizados actualmente con todo tipo de delincuentes.

La evitación del ‘etiquetamiento’ o los programas de "Diversión" o derivación

La teoría criminológica del labeling o del etiquetado sugiere que uno de los factores causales del mantenimiento de la conducta delictiva reside precisamente en la estigmatización de los sujetos que realizaría el propio sistema de justicia. Tanto el proceso penal como el encarcelamiento acabarían, de acuerdo con este planteamiento, produciendo un deterioro psicológico de las personas que lo sufren y, además, promoverían la perpetuación de sus carreras delictivas.

Uno de los derivados aplicados de esta perspectiva teórica consiste en sustraer a los jóvenes que han delinquido del tránsito por el sistema de justicia mediante programas alternativos al internamiento, tales como la libertad bajo palabra, la mediación, la reparación, la supervisión en la comunidad y la asistencia social. Se aplican programas de derivación sobre todo en el ámbito de la justicia juvenil.

¿Son efectivas las técnicas aplicadas?

La aplicación de programas rehabilitadores constituye hoy por hoy más la excepción que la regla. De los miles de delincuentes que se encuentran encarcelados, o cumpliendo otras medidas penales, pocos asisten regularmente a programas intensivos de rehabilitación. Por ello, los esfuerzos en esta materia, en lo que concierne a su amplitud, son a todas luces insuficientes para incidir de manera extensa y decisiva sobre las tasas de delincuencia y reincidencia, globalmente consideradas.

Por otro lado, resulta obvio que la reincidencia o no reincidencia en el delito de un determinado individuo es un resultado final al que condicionan muy variados factores (personales, familiares, sociales, laborales, etc.). Dentro de éstos, los programas de rehabilitación pueden mejorar la competencia social del sujeto. Este factor puede ser muy relevante en la prevención de la futura delincuencia, pero, en todo caso es el único.

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EL DIAGNÓSTICO PSICOLÓGICO

El diagnóstico puede ser individual, grupal o institucional. En el diagnóstico individual se busca

lograr un conocimiento de los múltiples y complejos aspectos de la personalidad del delincuente.

Se utilizan por lo regular las siguientes técnicas: historia clínica, test de inteligencia, test

proyectivos, inventarios de personalidad, test de intereses y actividades, entrevistas focalizadas y

abiertas, análisis de casos.

Este arsenal psicométrico debe ser utilizado con un criterio profesional y un enfoque objetivo ya

que si bien proporciona datos relevantes sobre actitudes e inclinaciones de la persona, no ofrece

una certidumbre al 100 % acerca del comportamiento futuro en un momento dado.

Para una realización adecuada de los estudios psicométricos se requiere de una sólida formación

académica del examinador, además de experiencia clínica y sensibilidad personal. La inadecuada

utilización de estas técnicas, cuando no están destinadas para el tratamiento, sino para

diagnosticar a la persona y "proteger" a la sociedad, acerca a los sistemas penitenciarios a

controles sociales de corte totalitario.

En el diagnóstico grupal, se busca conocer las características de un grupo especial dentro del

penal, agrupados por diversas variables: tipo de delitos, edades, escolaridad, etc. Aquí pueden

emplearse las siguientes técnicas: test colectivos de inteligencia, test de personalidad, test

proyectivos, dinámicas grupales de simulación, dramatización, juego de papeles, etc. La técnica

grupal permite desarrollar programas de sensibilización en los internos, lo cual le permite

clarificar valores, actitudes y comportamientos.

En el diagnóstico institucional se intenta conocer las características psicosociales que presenta la institución o la organización. Abarca a todos los niveles de un centro de readaptación social, concebido como organización y como institución. Las técnicas que se utilizan son las entrevistas individuales, test colectivos, análisis de la comunicación organizacional, formal e informal, diagnóstico de procesos organizacionales, del clima organizacional, grupos informales, liderazgo, etc. El profesional de la psicología puede jugar un rol de agente de cambio interviniendo para realizar programas de capacitación dirigidos al personal administrativo y custodios implementando programas de formación de equipos de trabajo, de liderazgo, motivación laboral y de sensibilización en el trato con los y las internas.

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En función de lo anterior, se puede desarrollar un tratamiento adecuado a cada psicodiagnóstico, a través del cual se intente modificar, atenuar la agresividad del individuo antisocial, hacer conscientes aspectos inconscientes en cuanto a las conductas patológicas, sensibilizar al interno en relación a su afectividad, favorecer las relaciones interpersonales estables, lograr que pueda canalizar sus impulsos y verbalizar su problemática.

CAPÍTULO III

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Conclusiones

Con respecto al objetivo general de este trabajo: “Conocer y analizar el rol que desarrolla la Psicología en la vida del privado de libertad una vez que se encuentra cumpliendo una pena en una institución penitenciaria” puede concluirse lo siguiente:

Los problemas surgidos a partir del escaso número de trabajadores de las ciencias sociales en las instituciones penitenciarias, no han de servir de coartada justificadora para declarar posible el tratamiento penitenciario, por lo que considero que merece la pena mantener el ideal de la reinserción social y del enfoque del tratamiento en nuestras prisiones, si bien desde un modelo revisado en aras de una intervención operacional que podríamos resumir en varios puntos:

1. Poseer una concepción amplia del comportamiento delictivo como producto de la interacción individuo-sociedad. El delito exige un estudio multidisciplinario y es necesario para disminuir este problema tanto, una acción dirigida al campo social como el tratamiento del delincuente, preferentemente dentro de la comunidad.

2. La reinserción social debe contemplarse como una meta o posibilidad generalmente, supra-penitenciaria. El tratamiento penitenciario debe estar integrado como el último eslabón de una cadena dentro de una política criminal, preferentemente dirigidas al campo de la prevención del delito.

En este sentido es urgente la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y la aprobación de un nuevo Código Penal que contemple una aplicación más restrictiva de la pena de prisión.

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3. En lo referente al marco del tratamiento, los factores físico-ambientales de los establecimientos y los factores normativos a crear un ambiente penitenciario nuevo que neutralice los efectos nocivos de la prisión. Se trata de conseguir un régimen flexible y humano, un trato conforme a las normas y el respeto de los derechos no afectados por la propia condena.

La reinserción social de un penado está en función de un elevado número de factores personales, sociales y políticos interactuantes; la mayoría de los cuales y los más relevantes caen fuera de la intervención penitenciaria. Las actuaciones del tratamiento ejercidas directamente sobre el recluso serían además de poco eficaces, injustas, si al mismo tiempo no se actúa sobre las estructuras sociales y económicas; sobre el proceso de marginación, el paro y el progresivo empobrecimiento de los más desfavorecidos, sobre las áreas de la gran delincuencia, etc.; campos todos ellos fuera del alcance penitenciario.

4. Por último, es conveniente buscar y requerir la colaboración de otras instituciones y organizaciones sociales, especialmente en lo que respecta a la investigación criminológica y a la investigación del tratamiento penitenciario.

Recomendaciones

1) Es necesario valorar la aportación de la psicología al interior de un centro penitenciario, ya que su intervención permitirá fortalecer los objetivos de readaptación de los internos, sobre todo, si se considera que la situación al interior de dichos centros es realmente explosiva por los problemas de sobrepoblación, rezago en la revisión de expedientes, etc.

2) El profesional de la psicología, en coordinación con otros científicos sociales y de la salud debería permitir con su intervención, disminuir la tensión que existe al interior de los presos y con ello lograr una mejor procuración de justicia, evitando los altos índices de reincidencia y la estigmatización social de los ex convictos.

3) Un verdadero aprovechamiento de la Psicología en las instituciones penitenciarias tiene que darse en el marco de la búsqueda de un auténtico cambio de la institución en su conjunto y en apoyo a los derechos humanos de los encarcelados, de sus familias y de las víctimas de los delitos.

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BIBLIOGRAFÍA

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