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Memorias de un Hombre de Acción: 6. La Ruta del Aventurero Por Pío Baroja

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MemoriasdeunHombredeAcción:6.LaRutadelAventurero

Por

PíoBaroja

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PRÓLOGO

Estasdoshistorias,ElConventodeMonsantyElViajesinobjeto,pareceque fueron escritas, hace años, por un inglés, J. H. Thompson, que viviómuchotiempoenMálaga,dondesededicabaalcomerciodelauva.

Algunosdicenqueel talciudadanonosecontentabaconelcomerciodelsusodicho género al exterior, sino que lo consumía también en zumo y alinterior; pero esta debe ser una de tantas calumnias que se ceban en loshombresdeaspectoycostumbresdistintosdelageneralidad.

Como verá el curioso o indiferente lector, en las dos narracionesthompsonianas aparece nuestro héroe Aviraneta de una manera un tantoepisódica.

Quizá los aviranetistas científicos o aviranetistas de la cátedra nospregunten:¿QuégarantíastieneeseJ.H.Thompsoncomohistoriadorveraz?¿Quégradodecertezapuedenconcederasusafirmacioneslaspersonasseriasysensatas?Loignoramos.

Por ahora, a pesar de haber revisado todos cuantos diccionariosenciclopédicoshancaídoennuestrasmanos,nolohemosvistocitadoentrelosBossuet, los Solís, los Macaulay, los Cantú, los Thiers y otros grandeshistoriadores,magníficosporsuelocuencia,supedanteríaysumoral,quehancontribuído a aburrir al mundo; tampoco se sabe que el dicho Thompsonperteneciera a ninguna academia de buenas ni de malas letras, histórica,arqueológica,lingüísticaofilatélica,locual,unidoaquenotuvo,alparecer,ningunacruz,niencomienda,hahechopensaramuchosquedebióserhombredepocaformalidadydepocaimportancia.

Losdatosquehemospodidorecogerdeesteinglésextravaganteyjovial,proporcionadosporunodesusamigos,sonlossiguientes:

JuanHipólitoThompsonerahijodeundisecadordeanimalesdeHolbornStreet,enLondres,ysobrinodeunfarmacéuticodeSoho,delamismaciudad.

J. H. pasó la infancia en el taller de su padre, entre tigres, serpientes,caimanes, cocodrilos y otros animales disecados, llenos de escamas, garras,uñas, picos, y de furor en vida; y de paja, papel de periódicos, virutas, yserenidaddespuésdelamuerte.

J.H.jugóconlosojosdecristalquehabíanderesplandecerenlascuencasvacíasdelosmonstruos;J.H.sedivirtióconlosdientesafiladosdelasfieras;J.H.seentretuvoconlaslenguasrojasdelasalimañas,conlasplumasdelospavosrealesylascrestasdelasabubillas.

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J. H. vió claramente que un cocodrilo nunca tiene una mirada tanfascinadoracomocuandose leponenojosdecristal,yqueunaserpientedecascabel nunca parece tan de cascabel como cuando se le ata uno de estosadminículosalacola.

Tangrandesdescubrimientoslecondujeronconrapidezalescepticismo.

EstacoleccióndeuniformesbarrocosqueposeelamadreNaturaleza,estaguardarropíaabsurdaycaprichosa, llevóaJ.H.amirarconciertodesdénlarealidad fenomenal y a sentir unagran inclinaciónhacia el conocimientodeesaincógnitaquelossabiosllamamoslonouménico,ytambiénlacosaensí.

Como hemos indicado antes, J. H. tuvo un tío, soltero y de algunaposición.Esteseñor,bibliófiloyexfarmacéutico,quevivíarodeadodelibrosy de estampas, hizo leer a su sobrino las obras de los filósofos, entre ellosBacon,elcaballeroLocke,BerkeleyyKant.

J. H. discutió con sus amigos acerca de las grandes antinomias delpensamientohumano.

J.H.profundizólostresdiálogosentreHylasyPhilonousdeBerkeley,yseconvenciódequeelmundo,lamateria,losastros,elamoryhastalascasasdepréstamos, que a veces frecuentaba por ineludible necesidad, no teníanrealidadobjetiva.

Llevado por estas ideas, o por sus inclinaciones, en vez de dedicarse acosas sanas, decentes y respetables, como la abogacía, el comercio o elpréstamousurario, J.H. sededicóaldibujo, a la caricatura, a lapinturayaotrasabsurdidadesque,engeneral,noconducenmasquea sentirelhambreconviolenciayenhorasintempestivas,enquenosuenanlostresgolpesdelacampanadelcomedordeunhotel.

AJ.H.,ademásdellevarlealaruina,leobligaronaescapardeInglaterra.

—¿Adónde ir?—se dijo J. H.—. ¿En dónde colocar la débil e inseguraplanta?

¿Conocestúelpaísdondemaduranlos limonerosyenelfollajesombríobrillalanaranjadeoro.

EstapreguntasehizoJ.H.,comoMignonenlacancióndeGoethe.

No;noconocíaelpaísdondemaduran los limoneros,ni lamontañaysusenderobrumoso,nilatierraqueseadornaconelmirtodiscretoyelsoberbiolaurel.

NoconocíaJ.H.masquelascallessuciasdeLondresylastabernasdelaCity;ycomounibisdelosquehabíadisecadosupadre,antesdecaerbajoelplomodeuncazadorirrespetuoso,extiendesusalassobrelasaguasdelNiloy

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se lanza en el espacio azul, él levantó el vuelo y se vino a España. SusaventurasennuestropaísleimpulsaronaescribirelViajesinobjeto.

DespuésThompsonhizolaexpedicióndeMissolonghiconlordByron,secasó en Andalucía y acabó olvidando a Kant, a Berkeley, los dibujos, lascaricaturasyvendiendopasas.

Ya sabemos que la mayoría de los críticos suspicaces no creerán en laexistenciadeJ.H.;quesupondránqueesunHomunculuscreadopornosotrosconunafórmulamásomenosvulgar,pensandoqueelinglésjovialnoexisteyque,alomás,esunemboladoqueeleditordeestaobratraedelcabestroparaentreteneralpúblico.

Piensen lo que quieran estos críticos suspicaces, el editor no vacila enafirmar,conlamanopuestaenelcorazónyconlalealtaddeunhombrequedesciende, según su difunta tía, de uno de losmás ilustres caballeros de laantigüedad, contemporáneo del reino, que J.H. vivió, existió, tuvo realidadobjetivaennuestropequeñoeinsignificanteplaneta.

Algunosescépticoshanintentadosembrardudasacercadelaautenticidaddel Convento de Monsant, basándose en hallarse raspados, borrados ysustituídos por otros escritos encima los nombres de los personajes queintervienenenlaacción.

Al mismo tiempo afirman que está cambiado el nombre de la ciudadlevantina que aparece como fondo, pues laOndara que figura aquí no es laOndaradelaprovinciadeAlicante,quenoespuertodemar.

NadadeestohapodidoquebrantarnuestrafeenlaexistenciadeJ.H.yenlaveracidaddesurelato.

Paranosotros,ElConventodeMonsant es tan auténtico, tandemostradocomoelViajesinobjeto.

Sepodráargüirqueambasnarracionesnosonbrillantes,quenotienenlamagiadeestilodeunpoetameridional,queestánescritas,comoquiendice,entono menor; pero todo ello depende de que la visión de J. H. es la visiónescuetaydescarnadadelquemiraycontemplaconlapupilafríadeunhombredelNorte,acostumbrado,comodisecador,averlaentrañadelascosas.

Hechas estas salvedades, para dejar en buen lugar nuestra seriedad dehombreshistóricosynuestrorespetoporlasgrandesverdadesdelafilosofía,la geografía, etcétera, etc., pasamos a copiar los dos relatos de J. H., exdisecador,exacuarelista,excaricaturistayvendedordepasas.

ELCONVENTODEMONSANT

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I.

UNACIUDADLEVANTINA

AorillasdelMediterráneoyenelfondodeunaensenadahayunapequeñaciudadblancacolocadasobrealtacolinayrodeadaporunasierraqueformagrananfiteatrodemontesdesnudosypedregosos.

Ondara, nombre que unos consideran de origen griego y otros de origenibérico, se repliega en la falda de un cerro, promontorio destacado de lacordilleraquepenetraenelmar.

Estepromontorio,llamadoporlosromanosPromontorioOndarœ,tieneunviejocastilloenlacumbre,ydebióserenotrotiempounaAcrópolisdondeseencerrabanlastropasconsucaudillosalallegadadelenemigoyseguardabanlosdioseslaresdelaciudad.

Lagransierra,enanfiteatro,deOndaraselevantaalacercarsealmarenunmontemásalto,denominadoelMonsant.

ElMonsantlimitalabahíadeOndaraporelnorte.Haciael interior tieneunpicachocónicoydesnudo,giganteabrumadoenlasoledad,quedebióserenotro tiempounvolcán,consusaristasysurcos,pordondecorrió la lava.Hacia elmar avanza formandoun cabo, comounaproa formidable rotaporalguna convulsión ígnea en láminasnegras, hendidas por rajaduras, en cuyofondopenetraelaguaygolpeacomounariete.

El desmoronamiento del Monsant ha dejado pequeños archipiélagosrocosos:tritonesnegrosquesebañanentrelosmeandrosblancosdelasolasydelasespumas.

Neptuno y Anfitrite, con su cortejo de nereidas y de sirenas, parecenpresidirestoslocosdesvaríosdelmar.

LaensenadadeOndara,cerradaalnorteporelMonsant,circunscritaporlasierra con sus rocas azules por lamañana ymoradas al anochecer, terminahaciaelsurenunapuntabajadearenaconunfaroensuextremo.Tieneestaensenadadosplayasgrandes,abiertas, llenasdepedruscos,ennegrecidasporlasalgas,yunpuertonaturalalpiemismodelascasas.

Durante el primer tercio del siglo XIX Ondara era todavía pueblo dealgunaimportanciaestratégica;teníauncastilloyunamuralla.

ElcastillohabíasufridomuchodurantelaguerradelaIndependencia;loscañones estaban desmontados; las casamatas, destruídas; por todas partesquedabanreliquiasdeunaluchaviolentaytenaz.

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Lamurallageneraldelpueblo,depocovalordefensivo,erabaja,sinfososni obras exteriores, a trechos aspillerada y a trechos no, interrumpida porbaluartesytorreonescirculares,consuscorrespondientesgaritas.

Esta paredmoderna, blanca y de poca altura, que rodeaba la ciudad, seunía al castillo y tenía hacia el puerto una explanada grande, llamada laGlorieta,yunhornabequeconsusbaterías.

Había, además de la pared baja, que circunvalaba a Ondara, restos defortificaciones,antiguoslienzosdemuralladecolordeámbardoradosporelsoldelossiglosyennegrecidosporelairedelmar.

Unodeéstos,elmásextenso,cerrabaungranbarrancoqueexistíaentreelcastilloyelbarriodepescadores.

Eraunacortinadepiedradegrandesbloquestallados.Loseruditosnosehallabanmuydeacuerdoenseñalarlaépocadeconstruccióndeestamuralla.Unos la consideraban del tiempo de los etruscos, fundadores de la ciudad;otros,deorigenromano.

Los eclécticos afirmaban que había parte de muro antiquísima; otra,romana,yotra,reedificadaporlosárabes.

ElconjuntodemurallasdeOndaralevantadasendistintasépocasseunía,trazandoun8,encerrandoensusdoscírculoselcastilloylaciudad.

SecomprendíaqueantiguamenteOndaradebiódeserfortalezaimportante,casi inexpugnable;del ladodelmar teníaquesermuydifícilsuconquista,ydifícil también del lado de tierra, guardando los pasos de su anfiteatro demontañas.

Todavíafueradesurecintolaciudadpresentabavestigiosdedefensa,yala entrada del puerto, sobre unas rocas, se levantaban dos torrecillas negrasmedioderruídas:una,llamadaelFortín,ylaotra,laTorreta.

La ciudad de Ondara, muy vieja en sus ruinas y muy nueva en susconstrucciones,eracasiensutotalidadmoderna.Únicamentelaiglesiamayor,yalgunascasaspróximasalamuralla,procedíandeedadespretéritas.

Laiglesiamayor,detrazagótica, teníaunafachadapintadadecolorazulclaro,conunaportadabarrocayunagaleríaconrematesenformadejarrones.

Estaiglesiaselevantabaenelcentrodeunaplazoleta,yseerguíasobreelcaseríoondarenseconsutorrecuadradaysucúpuladeazulejosverdes.

Por dentro, la alta navemostraba las nervaduras de sus columnas y susojivaspintadasdeamarillo,yenlasclavesteníaescudoscoloreados.

En lascapillas resplandecían losgrandesaltareschurriguerescos,consuscolumnassalomónicasretorcidas,y las tablasantiguaspintadaspormaestros

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imitadoresdelosflamencos.

OtraiglesiaexistíaenOndara,haciaelpuerto;losarqueólogosnohubiesenencontradoenellabellezaalguna;sinembargo,pintadadeazulyderosa,dabalaimpresióndejuventudydefuerzadeunaaldeanarozagante.

El caserío de Ondara, agrupado en torno de la iglesia, en la colina delcastillo, tenía un aire de inocencia, de beatitud, de paz; parecía un rebañoblancoquerodeaseasupastor.En lasazoteasde lascasassesecabanalsoltraposdemilcolores.Alospocostejadosdelpueblolahumedaddelmarlosllenabademusgoyhacíabrotarenelloshierbalesfrondososyverdes.

Ondaranoofrecíanadadecaprichosonidepintoresco;teníaunbarriodecampesinos y otro de pescadores. El centro lo formaban dos o tres callesbastanteanchas,concomercios importantes.Paseabanporellas losseñoritosdesocupados, los jóvenesmilitares, arrastrando el sable, y los curas, con sugrantejaylasmanosalaespalda,recogiendoelmanteopordetrás.Aciertashoras cruzaban grupos democitas muy garbosas, muy limpias y pizpiretas,quetrabajabanenelembalajedelasnaranjas.

Devezencuandopasabaalgúncocheounatartanadefamiliarica,ylosjóvenes sabían inmediatamente si eraVicenteta oDoloretes, o el padre o lamadredeunadeéstas,laqueibaenelcarruaje.

Fueradelascallescéntricasycomerciales,lasdemáseranrectas,bastanteanchas y desiertas. Las casas, bajas, sin alero, de grandes puertas y rejaspintadas de verde, se alineaban una tras otra, inundadas de sol, comoensimismadasenlacalmasoñolienta.

Lostranseúnteseranescasos.

Sóloporlamañanaseveíanviejasvestidasdenegro,deojosdesconfiados,y algunacon supocodebarba,que sacabanuna llavededebajodelmanto,abríanunpostigoycerrabandespuésdandoungranportazo,manifestandosudesprecioparaelrestodelosmortales.

El barrio de pescadores era lo más pintoresco de Ondara: allí se veíancallesestrechasyencuesta,concasuchaspequeñas,chozas,barcasmetidasenloscorralesyunapoblaciónmarineraexpresiva,exageradaygesticulante.Loshombrestrabajaban,hablando,gritando,ensulenguamediterránea;lasviejas,ennegrecidasporelsol,componíanredesyvelas,yloschiquillosharaposos,conharaposrojos,amarillos,verdes,deloscoloresmásvivos,correteabanconlospiesdescalzos...

Si Ondara no presentaba nada extraordinario desde el punto de vistaarqueológico, poseía una luz mágica que la doraba, la hermoseaba, laconvertía a ciertashoras enuna ascuadeoro, enuna ciudadde fuego,y en

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otrasledabaunairedepueblooriental,deinmovilidad,decalmaydeluz.

Como todas las ciudades delMediterráneo, nacidas del beso suavede latierraconelmar,Ondarateníaalgoarmónicoporencimadelcaosproducidoporlamezclademuchasrazasydediversasgentes.

Eraciudadprovincianaycosmopolita,campesinaypescadora.Enellaelsermáshumilde,elpescadormásmísero,llevabaenelcerebro,porlamismalimitación delmar interior, una idea delmundo.Allí cerca estaba elAfrica,con sus misterios; más lejos, Grecia, Roma, Egipto, con sus ciudadesopulentasdecieloincomparableydesuelofecundo...

ElhabitanteobscurodelAtlánticomiraelmarcomounfinalilimitado;elhabitanteobscurodelMediterráneomiraelmarcomouncamino.

Deahíquizásusuperioridadcolectiva,susentidosocial.

Para un hombre llegado de las costas del Atlántico, las orillas delmarenostrumguardansiempreunasorpresa,queavecestomaaspectodelección.Enestasaguasazulesdelmarlatino,quecantaneternamenteenlascostas,elhombreviveunavidaligerayelástica;allá,aveces,parecesuperficialloqueenotraspartespareceprofundo;allálamareanoamenazaconstantementealhombre como en el Océano, y la vida humana se desarrolla en el contactoplácidode la tierra conelmar;de la tierra,quees lapatriay la ciudad;delmar,queporelremooporlavelaseconvierteenelcaminodelmundo...

Apesardeesto, lamismamagiade ladecoración, lamismaesplendidezdel fondo, hace en estos lugares que el hombre parezca de contornos máslimitados,másacusadosyquizáporestomáspequeño.

II.

ELCASTILLO

El castillo era un peñón árido que se destacaba de la sierra y avanzabahundiendoenelmarsusacantiladosrojosyamarillentos.

Contempladoalolejosapenasseadvertíaenélmasquealgunoqueotrolienzodemuralladecolordeceniza,latorredeseñalesylasbateríasaltasdesucumbre.

Desdeelpuertoaparecíaimponenteconsusparedonesgrandesdepiedra,doradosporelsol;sustorres,susbaterías,susfortines,susgaritasverdinegras,lostraveses,queibantrazandozig-zagporlosglacis,ylosviejoscañones,quemirabanalmar.

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Latierra,rojiza,deentremurallaymurallateníarinconesconalmendrosymelocotoneros, que en primavera resplandecían como ramos de nieve y derosa, y taludes conviñasyhierbas salvajes esmaltadasde flores amarillasyazules.

Subiendoalcastilloyentrandoensurecintoseveíaqueerayaunaruina,unamontonamiento confusodemurallasviejas, griegas, romanas,visigodas,árabesyalgunaqueotramoderna.

Losmilitaresconsideraban la restauraciónde la fortalezacasi inútil,yelGobiernonotenía,alparecer,intencionesdeartillarla.

Elcastilloteníatrespuertas:lapuertadeTierra,quesalíacercadelaplazadelaIglesia;ladelaMarina,quemirabaalmuelle,yladelSocorro,quedabaalcampo.

Esta última, de extramuros, servía para recibir refuerzos y auxilios delexterior en el caso de que la ciudad estuviese rebelada contra el Poder o sehallaraocupadaporelenemigo.

Entrando por la puerta de laMarina y pasando por un puente levadizo,limitado por cadenas y flanqueado por dos garitas, se atravesaba un arco, aunodecuyosladosestabaelcuerpodeguardia.

Allí,enunosbancos,solíaversea lossoldadossentados,mientrasqueeloficialpaseabapordelantedelmuelleofumabaenunamecedora.

Delarcodeentradapartíaunacuestamuyagria,quepasabapordebajodeuntúneldeochoodiezpasosdelargo,yalsalirdeélsedesembocabaenunanchurónconcasamatas,parquedemunicionesyalmacéndepólvora.

Desdeaquíelcaminosebifurcaba;unoibaporlaizquierdamirandoalasierra; el otro, por la derecha, frente al mar. Los dos se encontraban en laexplanadadeunabateríayrodeabanlaciudadela.

El camino de la izquierda pasaba por encima del pueblo, amenazándoleconsusviejas torres, rojizas,guarnecidasconmatacanes,ysusbaluartesdeltiempo de Vauban; luego iba la contraescarpa dando vista a la campiña,limitadaporelanfiteatrodemontañas,quecomenzabaenelMonsantyseguíaporlasotrasalturasqueformabanlasierra.

El camino de la derecha presentaba puntos de vista admirables; tenía alprincipio una batería enlosada, la batería de la Marina, encima mismo delpuerto.

Loscañonesdeestabateríaerandebronce,verdes,conescudosyletreros,y pesadas cureñas llenas de adornos. Era aquel sitio uno de los máspintorescosdelCastillo.Por entre las almenas seveía elmar.Unagaritadepiedras,vacilantes,colgadaenelvacío,conunagujero redondoenel suelo,

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dejabaverelpuertoavistadepájaro.

SaliendodelabateríadelaMarina,elcaminoescalabaunacuesta,corríaporencimadelosacantilados,pasabapordelantedelaCuevadePastor,queterminabaenelmar,yllegabaalabateríadelasDamas.Aquílavistasehabíaalargado,ensanchado,enriquecido.

Más arriba sehallaba labateríadeSanAntón, donde se encontraban losdos caminos que daban la vuelta almonte, y, desde esta batería, subía otrocamino, que escalaba lomás alto del promontorio.Desde aquí se divisabandos o tres pabellones, una torre grande y cuadrada, elMacho, una pequeñaazotea convertida en jardín, elMirador, y una última batería, la batería delRey, sinmuralla ni troneras, desde la cual, losmorteros podían disparar entodasdirecciones.

Deloaltodeaquellaaltísimaexplanadaseabarcabaelpaisajeyelpueblo,exceptoalgunasrinconadasmuypróximasalcastillo.

Dominábasedesdelaaltura,comodeningunaotraparte,lasierra,Ondara,elmarazulylasrocasdelcabodeMonsant.

El pueblo, acurrucado debajo del castillo, tenía un aire ensimismado ysoñoliento; centelleaban sus luceros de cristal, la cúpula de azulejos de suiglesia, sus tejados verdosos y sus azoteas, llenas de ropas blancas. En losalrededores,albordedelassendas,crecíanlasgrandespiterasentrecruzandosusláminasverdesyagudascomopuñales,cubiertasdepolvo.

Hacia la sierra, el campo fulguraba ardoroso y requemado; en las partesbajasalgunospequeñoshuertosdehortalizasregadosporacequiasmostrabansu verdura, y otros más grandes de naranjos brillaban en invierno con susconstelaciones de frutos dorados entre el obscuro follaje. En los repechos yfaldasdelasierraserespaldabanalqueríasrodeadasdebosquecillos,deolivosy de almendros. En las cumbres, los montes secos y pedregosos, comoformados por ceniza y piedra pómez, erizaban sus aristas, y los caminosblancosparecíansembradosdeyeso.

Enuna cuesta, dos filos de cipreses, interrumpidas por cruces de piedra,escalabanunaalturahastallegaralcamposanto.

En lomás elevado del castillo, sobre el antiguo promontorio ardoroso ycalcinado, estaba el jardín del Mirador. Este jardín era un repecho de lamuralla,anejoalpabellóndondevivíaelcoronelquemandabalasfuerzasdela ciudadela. Tenía el Mirador una torrecilla, llamada el Castellet, y unasescalerasparasubiralabateríadelRey.

Desde allí se dominaba el mar, el mar azul, de un color espléndido,intenso,bajoelcielofulgurante.

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Alolejos,sobreunacantiladoqueparecíademármol,brillabalamanchablancadeunpueblecito.

En el Mirador brotaban rosales con rosas de todos colores; jazminesmezcladosconmirtosyconelfollajeobscurodelosnaranjos.Unaadelfa,deflorencendida,parecíaunacascadadefuego.

LacoronelacuidabaconmuchocariñolasplantasdelMirador.

Todos los días, los soldados sacaban agua para regar el jardín de unacisterna, la cisterna del Moro, que era antigua, revestida de piedra yprofundísima.

EnelcastillodeOndarahabíadeguarnicióndoscompañíasdeinfanteríayun destacamento de artillería. Esta pequeña fuerza, que apenas llegaba acuatrocientos hombres, contaba con una oficialidad numerosa,mandada poruncoroneltituladogobernador.

Este, con su mujer, vivía en uno de los pabellones del castillo; en otropabellónhabitaban,consusfamilias,uncomandanteyuncapitán.Losdemásoficialesteníansuscasasenelpueblo.

Porlastardesdeprimaverayotoño,yelverano,porlasnoches,solíahabertertuliaenelMiradordelcastillo.Lacoronelahacíaloshonoresensujardín,eibanasaludarlalosoficialesdistinguidosdelaguarnición.

III.

LOSSOSPECHOSOS

Unatardedemayo,alcaerelsol,despuésdeundíaardorosoysofocante,el puerto de Ondara se veía más animado que de ordinario. Estabandesembarcando dos laúdes de carbón llegados de Ibiza, y volvían almismotiempoderetornolaslanchasdelospescadores.

Elmar estaba azul, de un azul casi negro, tranquilo, sosegado; sobre suanchurabrillaban,comoalasmágicas,lastriangularesvelaslatinas.

El sol poniente iluminaba la tierra. El castillo centelleaba en susacantiladosrojizosyamarillentos.Partedelpueblorefulgíacomounascua,ysaltabanchispasdeincendiodelasvidrieras,deloslucerosydelosazulejos;parte,hundidoenlasombra,sebañabaenunairedecolordevioleta.

Enelmuelle,loscargadores,consusgorrosrojos,ibanyveníanllevandofardos;loscarpinterosderiberaaserrabancuadernasyarmabanlascostillasdelas barcas en esqueleto, tendidas en los arsenales; los chicos jugaban y

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correteaban como gorriones, acercándose a la lancha que llegaba; las viejascomponíanredes,yalgunoscarabineros,sentadosenunbanco,delantedelapuertadelaMarina,hablabanentresí.Mozos,negrosporelsol,conairedepiratas berberiscos, cargados con cuévanos llenos de pececillos brillantes,pasaban delante de los carabineros, pagaban unos cuartos y entraban en lascallesvoceandopescado.

En las tabernas, losmarineros hablaban a gritos; otros, agrupados en lasmesas,oíanlasexplicacionessabiasdealgúnpilotoexpertoydecidido:viejoPalinuro,conocedordelascorrientesydelosvientos...

En esto, a la caída de la tarde, se presentó a unasmillas de Ondara unbarco,queprodujogransorpresaenelpueblo.Eraunnavíodealtobordoque,enaquelmomento,seacercabaconsusvelasblancasdesplegadas,fantástico,comounaalucinación.

Elatalayerodelafortalezahizolasseñascongallardetes,yelbarcoizólabanderaenelcastillodepopa.

LoscuriososdeOndaraseacercaronalpuertoacontemplarelnavío,ylosmilitaresdelaciudadelaaparecieronenlabateríadelaMarinayenlabateríadelReyamirarconanteojosygemelos.

Algunodelosoficialesseacercóalaatalaya,yelatalayero,entonoqueno tenía réplica, dijo que el barco aquel era una polacra de doscientascincuentatoneladas,quellevababanderadelreinodelasDosSicilias.

Sabidoslanacionalidadyeltonelajedelnavío,losoficialesdeguardiadelcastillosepusieronahacercomentariosacercadelobjetoquepodía tener lapolacraalacercarseaOndara.

Estaría laembarcaciónnapolitanaaunamillapróximamentededistanciadelpuertocuandocayeronunasvelas,selevantaronotrasylapolacraquedóalpairo,inmóvil.Entoncessevióquedesucostadobajabaunbotealmar,quepocodespuésavanzaba,afuerzaderemos,haciaelmuelle.

Elcoronel,gobernadordelcastillo,mandóqueunoficialfueraainterrogara los del bote, y quedó él con un anteojo mirando al mar desde la altaexplanadadelaciudadela.

La gentemarinera contemplaba también, con curiosidad, la lancha de lapolacra,queibaavanzando.

Estaseacercó,dejandounaestelaplateadaenelagua,hastaatracarenunadelasescalerasdelmalecóndelmuelle.Inmediatamentebajarontreshombres.

Erandelaspectomásheterogéneoquepuedeimaginarse:uno,alto,grueso,colorado, vestido con un viejo redingote; el otro, también alto, encorvado,amarillo, con aire de enfermo, cubierto con un carrick negro con rayas

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blancas;eltercero,pequeño,engallado,rubio,vestidoelegantementeconfracazuldebotonesdorados,pantalones azules, chalecodegranay cachuchadeoficialdeMarinainglesa.Losdosprimerosparecíanvestidosenunatrapería;al tercero se le hubiera tomadopor un currutacoque iba a unbaile o a unarecepciónaristocrática.

Elhombrealto,aldesembarcar,subiólasescalerasconunsaco;elenfermollevaba un fardel en la mano; el pequeño, rubio y elegante, hizo que unmarinerolellevasealmuelleunagranmaleta.

Eloficialenviadoporelgobernadorseacercóalostresindividuosconelfindeinterrogarles.

Losmarineros del bote, almomento que dejaron a los hombres con susequipajesentierra,separándosedelmuellecomenzaronaremarfuriosamenteysealejarondirigiéndosealapolacra.

—¡Sevan!—exclamaronlosdelpúblicoconsorpresa.

—No; es que van a traer otros—replicaron algunos de esos seresperspicacesquesiempreestánenelsecretodelosacontecimientos.

Los desconocidos acabados de desembarcar se hallaban en el malecón,rodeadosdeuncírculodemarineros,mujeresychiquillos.

—¡Bueno, bueno, basta ya!—gritaba el hombre pequeño y rubio,dirigiéndosea lamultitud—.Noseáis imbéciles.Aquínohaynadaquever.¡Fuera!

En esto, apartando la gente, se acercó a los tres individuos el oficialenviadoporelcoronelgobernador.

—¿Dedóndevienenustedes?—preguntóconvozseca.

—Venimos deGrecia, después de haber tocado enNápoles—contestó elhombrealtoyrozagante.

—¿Sonustedesespañoles?

—No;somosingleses.

—¿QuéhacíanustedesenGrecia?

—Eramoscomerciantes.Losturcossaquearonlaciudaddondevivíamosytuvimosqueescapar.

—¿Yporquéloshandesembarcado?

—Esquenuestro compañero se encuentra enfermoyquería a toda costadejarelbarco.

Unsargentoqueacompañabaaloficialseacercóaélyledijoenvozbaja:

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—Novayanatenerlapeste.

El oficial dió unos pasos atrás. La frase y el movimiento no pasaroninadvertidosparalagente,quealmomentoensanchóelcírculoquerodeabaalostreshombres.

El oficial habló con mucha reserva con el sargento y dijo despuésdirigiéndosealossospechosos:

—Nopuedenustedesentrarenelpueblo.

—¿Porqué?—preguntóelhombrealto.

—Porquetienenqueirallazaretoenobservación.

Losdesconocidossemiraronunosaotros.

—¿No habrá un mozo o una caballería para llevar nuestro equipaje?—preguntóelelegantepequeñoyrubioconvozseca—.Selepagaráloquesea.

Uncampesino,despuésdevacilarmucho,dijoqueélteníaunamulayquelatraería.

Seesperóaqueviniera, se sujetaronencimade lacaballeríael sacoy lamaleta,sefuéeloficial,yelsargento,dueñodelasituación,dijoseveramentealossupuestosapestados:

—Vengan ustedes detrás demí; pero de lejos ¡eh!No hay necesidad deacercarse.

Lostreshombres,llevandoenmedioalenfermo,siguieronalsargentoyalcampesinodelamula.Avanzaronporlaplaya.Detrechoentrechoteníanquepararseparaqueelenfermodescansara.Cruzaronunpequeñobarrioformadopor cabañas y algunas barcazas convertidas en viviendas y adornadas contiestosycajasllenasdetierraconflores.

Allípordondepasabanibanproduciendoexpectación;lavozdequeeranapestadoshabíacorridoporelpueblo.

El sargento, dejando la parte habitada de la playa, se acercó a un arenaldesierto en donde se levantaba una casa cuadrada, medio ruinosa, montadasobreunbasamentomacizodepiedra,queimpedíaqueelaguadelmarentrasedentroenlostemporales.Parasubiralacasahabíaunosescalones.

Veíanse alrededor de ella cajas demercancías abiertas y algunas lanchaspodridas.

—Este es lazareto de Ondara—dijo el sargento—. Aquí van ustedes apasarlacuarentenadeobservación.Bajenustedeslosequipajes.

El enfermo se sentó tristemente en una de las escaleras de la casa

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abandonada,mientraslosotrosdosyelcampesinodescargabanlacaballería.

Hechoesto,elsargentodijocomodespedida:

—Noselespermiteaustedesacercarsea laciudadbajopenademuerte.Porlamañanayporlanocheselestraerápanyrancho,queselesdejaráenlapuerta.Yalosaben.¡Adiós!

El campesino tomó el ronzal de sumacho, cogió el dinero que le dió elhombrerubio,locontóycomenzóaalejarsedespacioporlaplaya.

Sequedaronlostreshombressolos,ymientraselenfermo,envueltoenunamanta,mirabaelmar,losotrosdosentrabanenlacasasolitaria.

Abrieron las carcomidas ventanas. El sitio era destartalado y sucio: unanavecomounasaladehospitalconunacocinapequeñaenelfondo.

—Puesto que aquí tenemos que estar algunos días, vamos a ver silimpiamosesto—dijoelhombrealto.

—Vamosallá—repusoelpequeño.

Sequitaronlosdoslaslevitas,yenmangasdecamisayconuncubocadauno, fueron a orillas del mar a buscar agua. Estuvieron después una hora,armadosdeescobas,barriendoybaldeándolotodo,hastadejarelsuelolimpio.

Terminadaestafaena,sacaronunosjergonesviejosylossacudieronalairelibre.

Elenfermodijoqueteníaganasdetenderse;lepusierondosjergonesenelsuelo,unoencimadeotro,yseacostóenvueltoenunamanta.

Losdoshombressanos,despuésdeacabar la tarea,quedarona lapuerta,cansados,sinhablarse,enunaplácidacontemplacióndelpaisaje.

Ibaanocheciendo.Enfrenteseveíaelmar,rizado,conadornosdeplata;aladerechabrillabanlasmurallasdelcastilloconlosúltimosresplandoresdelsol; a la izquierda se veía una punta lejana azul con un faro, cuya luzescintilabapálidamenteenelcieloincendiadodelcrepúsculo.

Las nubes, grandes y algodonosas, tomaban un tinte cobrizo; el vientofuertedelanochecerrizabaelaguaenpequeñasolas;seguíanresplandeciendoblancas, amarillas, remendadas, las velas latinas a lo lejos. Las barcaspescadoras volvíande dos en dos; la polacra napolitana había encendidounfanalqueparecíaungranlucerovespertino,ycontodassusvelasdesplegadascomenzabaaalejarse,conelairemisteriosodeunaalucinación...

IV.

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ENTIERRO

Por la noche todo el mundo hablaba en Ondara de los tres hombresllegadosenelbotealpuerto,aquienesseteníacomopestíferos.Serecelabaque el capitán de la polacra siciliana los había expulsado de su barco porconsiderarlessospechososdepadecerlapeste.Algunosvecinosafirmabanqueelgobernadordebióprohibirlesterminantementebajarenelmuelle;otros,máspiadosos, decían que no era lícito abandonar y dejar desamparados a unoshombresaunqueestuvieranenfermos.

Los técnicos aseguraban que todo dependía de no tener organizados losserviciossanitarios.Segúnellos,sisehubieraidoconlalanchadesanidadalencuentro del bote lanzado al mar por la polacra, se hubiera impedido eldesembarco.

EnlatertuliadelaseñoradelcoronelHervés,enelmiradordelcastillo,sehabló mucho de los supuestos pestíferos, y un médico militar, don JesúsMartín,yuntenientedeartilleríallamadoEguaguirre,decidieronvisitaralosaisladosenellazareto.

A la mañana siguiente montaron a caballo y se presentaron en la casaabandonadadelaplaya.

Al llegar se encontraron a los dos hombres sanos, al alto grueso y alpequeño delgado, afanados en calafatear un bote viejo. Les saludaron y lespreguntaronquéhacían.

—Aquíestamos—dijoelaltoconunaalegresonrisa—trabajandoaversicomponemosestebote.

—¿Paraqué?

—Para salir al mar. Así podremos entretenernos un poco y pescar ycambiardealimentación.

—¿Yelenfermo?—preguntóelmédico.

—Estáigual.

—¿Quétiene?

—Tieneunasfiebrespalúdicasquelehanconsumido.

—Voyaverle.Soymédico.

Elhombrealtosubiólosescalonesdelacasa,abriólapuertaehizopasaral doctor adentro. Este se acercó a la cama del enfermo. Apenas podíaincorporarseconladebilidad.

EldoctorMartínreconocióalpalúdico,saliódelacasayselavólasmanos

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enuncubodeaguadelmar.

—Estehombreestámuygrave—dijo.

—Sí;yaseve.

—¿Hatomadoquinina?

—Conpocaconstancia.

—¿Cómosealimenta?

—Mal; yaveusted; nosmandan ranchoúnicamente.Ledamos el caldo,quefiltramosporunatela.

—Bueno;puesyaenviaremosotroalimentoyquinina.

—Veremosaversimejora—murmuróelhombrealto.

—No, creo que no—dijo el médico—. Está ya muy depauperado. Noduraráunasemana.

Alsalirelmédicoyelhombrealtoalaplayaseencontraronalpequeñoydelgado, que seguía trabajando en mangas de camisa calafateando el bote,mientraseltenienteEguaguirrelecontemplaba.

—Veoque sonustedesgentequeno sedeja amilanarpor ladesgracia—exclamoeldoctor.

—Estáunoacostumbradoatodo.

—Serádifícilqueponganestalanchaaflote—saltóeloficialdeartillería.

—Yaveremos—replicóelhombredelgado—.Seintentará.

—Les voy a enviar a ustedes—repuso el médico—un bote viejo queteníamospara el serviciode sanidad, yqueyano se emplea.Está feoy sinpintar,peronohaceagua.

—¡Oh,muchasgracias!

Se fueron elmédico y el joven oficial, y al día siguiente había un botedelantedellazareto.Losdosmarinerosquelotripulabanbajaronalaplayay,desdelejos,advirtieronalospestíferosqueallíestabalalancha.

El doctor habíamandado llevarles un aparejodepesca, quevieron en elbotesobreunbanco,envueltoenunpapel.

Durante una semana la vida de los dos hombres fué la misma. Por lamañana se levantaban al amanecer, daban alimento al enfermo, almorzabanellosysalíanapescarenelbote;porlatardevolvíanalmar,ydenoche,unodeloscompañerosvelabaalpalúdicomientraselotrodormía.

Alosochodíasdellegarallazaretoelenfermomurió.

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El hombre delgado escribió al gobernador del castillo y al alcalde. Lesdecía en su carta que había muerto de fiebre uno de los recogidos en ellazareto,coronelinglésalserviciodelGobiernogriego.Añadíaqueelcoronelprofesabalareligiónevangélicayqueporestemotivorogabaalasautoridadesdijerandóndepodíaserenterradosucadáver,paralocualpedíalesfacilitaraninstrumentos:unpicoyunapalaparacavarlasepultura.

Elalcaldecontestósecamentediciendoquepodíanenterraralmuertocercadelaplaya.Cualquiercosaerabuenaparamalvadosherejescomoaquéllos.

Elgobernadormandóadossoldadosconunapalayyunpico.

Losdoshombresdellazaretorecorrieronlaplaya.Encontraronlejosdelacasauntrozodeterrenofirme,dearenapetrificada,alpiedeunacantilado,yallí decidieron cavar la fosa. Hicieron un hoyo profundo y, terminado éste,volvieronallazareto.Despuésvistieronelcadáver,lometieronenelboteyseacercaron al lugar escogido. Tomaron el muerto entre los dos sobre unaescalera,cruzaronlaplayaydejaronelcadáverenlafosa.Elhombrealtosacódel bolsillo una Biblia y comenzó a leer versículos en inglés; el otro leescuchabaatento.Este,decuandoencuando,echabaunmontóndearenaenlafosa y después quedaba inmóvil, apoyado en elmangode la pala.Hecha laobra,losdoshombresvolvieronalbote,ymientrasremabanhablaron.

Elaltoygrandeatendíayrespetabaalpequeño,aquienconsiderabacomocapitán.Estellamabaasucompañeroporsuapellido:Thompson.

—AmigoThompson—dijo elCapitán—,desde estemomento cambiodenombreydepersonalidad.

—¿Cómo?

—Voy a tomar mientras esté aquí el nombre del pobre Mac-Clair, quehemosenterrado.Llevopasaportedesúbditoinglésconmiverdaderonombre,peroprefierousareldeMac-Clair.

—Peroustednosabeinglés,Capitán.

—No importa. Mac-Clair será un inglés que ha vivido en España y enFranciayquenoquierehablarsuidioma.UninglésantiinglésdelaescueladenuestrolordByron.

Llegaronenelbotea laplaya,desembarcaron,encallaron la lanchaen laarena y entraron en el lazareto. Dejaron la pala y el pico en un rincón yleyeron lospapelesdelmuerto.Podían servirparaelCapitán.Al revisar losdocumentosThompsonencontróun sobrepesado.Teníadentroveinte librasesterlinas.

—SehamuertoMac-Clairylasituaciónmejora—dijoThompson.

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—Mac-Clairahorasoyyo—replicóelCapitán—.Noseleocurraausteddecirquehamuerto.

—Ya que usted se empeña, lo haré así. Me acostumbraré a llamar almuertoelCoronel.ElpobreCoronelteníamalasuerte.

Al día siguiente Thompson y el Capitán salieron a pescar como decostumbre.

Asíestuvieronviviendounmes,aislados,sinhablarconnadie.

Difícilhubierasidoencontrarotroshombres tanobedientesa lasórdenesdadasporlasautoridades.Noseacercabanalpuebloconelmenorpretexto.

Alterminarelmes,envezdeirelloshacialagentedelosalrededores,fuélagentedelosalrededoreslaquecomenzóaaproximarseaellos.Unavieja,queteníaunacantinaenunlanchón,sostenidoporcuatromontonesdepiedrasen la playa, se ofreció a hacer la comida y la cena a los dos hombressospechosos.

Estos dejaron el rancho a algunos hambrientos, y los pescadores, viendoquelossupuestospestíferosestabancadavezmássanosyfuertes,sehicieronamigossuyosysalíanapescarjuntos.

Desde el momento que se supo en el pueblo que los desterrados dellazaretonoestabanenfermosnidabanseñalesdeimpaciencianidecólera,laopinióncomenzóamanifestarsecontraellos.Lamayoríaconsiderabairritantequelostaleshombresvivieranenellazaretocomoenunlugardeplacer.

Tambiénlesparecíaunapruebadeindiferenciaabsurdaelquenohubiesenhecho el menor intento de entrar en Ondara, como si la ciudad no lesinteresaralomásmínimo.

—¡Quégentesseránéstas!—sedecíanlosondarenses.

Elgobernador,alsaberquehabíatranscurridoeltiemporeglamentariodecuarentena,diólaordendequenosellevaraelranchoalosdetenidosydequedesalojaraninmediatamenteellazareto.

ElCapitányThompsonmandaronaunchiquilloenbuscadeunatartana.Cuandollegóéstametieronlosequipajesenellayfueronlosdoshombresalpueblo.

Compraronropablancayalgunasprendasquenecesitaban,seafeitaronycortaron el pelo y se presentaron en la fonda de la Marina, en donde lescontemplaronconsorpresa.

Todo elmundo los creía unos lobos demar, aventureros,medio piratas,negros,barbudos,yseencontraronbastantesorprendidosalhallarsecondoscaballeros,unodeelloselegantehastaeldandysmo.

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V.

ELTENIENTEEGUAGUIRRE

Al instalarse en la fonda, el Capitán dijo a la dueña que pensaba estarpocosdías; esperabaunbarcoparamarcharse aFrancia.Thompson aseguróqueéltambiénsedirigiríaaGibraltarcuantoantes.

LafondadelaMarina,endondeseinstalaronambos,erabastantecómodaylimpia.Loscuartosquelesdestinarondabanaunanchobalcóncorrido,quecaíahaciaunhuerto.

Desde este balcón se veía, delante, el castillo sobre los glacis, con suscubos ymurallones, bañados por el sol, que los iluminaba, según las horas,conluzdiferente.

Thompsoncomenzóapintaracuarelas,poniendoporfondolasruinasdelcastillo.

Ocupaba la fortaleza todo el horizonte. Comenzaba por un torreón depiedrarojiza,cuadrado,conmatacanesenlapartealtaysaeterasestrechasyventanasenrejadasenlabaja.

Elsolponientesolíadorarestatorrealcaerdelatarde,yledabauncolordemiel.

Eltorreónseuníaconlienzosdeparedesamarillentas,almenadas,conotratorrequeseprolongabahastaelmar,dejandocubosybaluartesycortinasdepiedra entre ellos. A un nivel más bajo, rodeando la fortaleza, había unamuralla blanca, moderna, con garitas redondas y troneras que limitaba elcaminoderonda.

Desdelapartealtadelcastilloalacontraescarpabajabalacolinaformandogradasdeanfiteatroytaludesdetierra,cortadosendiagonalyenzig-zagporlosmurosdepocaalturadelostraveses.

Enestostaludes,cuyastrincherasestabanmuymalconservadas,brotabantodaclasedehierbas:aquíhabíaunjardincitoconunoscuantosrosalesyunalmendro; allá, unas plantas de viña.Arriba, arriba, se veía el follaje de unlaureldelmiradordelacoronela...

El huerto de la casa era triste; reinaban allí el silencio y la sombra; losnaranjosaltos subíanenbuscade sol,yun limoneromostrabaen sus ramaslimonesmarchitos,atadosaellasconbramantes.Laluzclaraydiáfanadelasmañanas,lareverberacióncegadoradelmediodíaydelasprimerashorasdela

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tarde, el ambiente tibio del anochecer, el silencio, el ruido de agua en laacequiacercana,sumíanaThompsonenunagrandelicia.

En tanto el acuarelista se ocupaba de sus dibujos y de sus manchas, elCapitánibaalpuertoyqueríaprepararsuviajeenseguida.

EnlafondadelaMarinahabíacuatrooficialesyalgunasotraspersonasdemenos importancia. Entre estos oficiales, el que se consideraba, no se sabíaporqué,conmásderechos,eraeltenientedeartilleríaEguaguirre.Eguaguirreteníaelmejorcuartoypagabacomolosdemás.Algunosintentaronprotestarde esta distinción injustificada; pero Eguaguirre siguió siendo el hombremimadodelacasa.

Eltenientetuvo,alllegaraOndara,dosdesafíos,queprodujeronunagranemoción en la ciudad.En el primerohiriógravemente a su adversario en elcuello;enelsegundoledieronunaestocadaenelpechoqueleobligóaestarenlacamacercadeunmes.

La patrona trataba a Eguaguirre con gran consideración. Los demásoficialesdelafondanoseatrevíanatutearlecomoasuscamaradas.

JuanEguaguirreerapocoquerido.

Su impertinencia, su frialdad, su tendencia al malhumor, su manera dehablarcondespreciodeloshombresydelasmujereslehacíanantipático.

EraEguaguirrealto,moreno,esbelto,denarizfuerteybiendibujada,ojosnegros,bigotecorto,patillaspequeñas;elpelo,bastantelargo,conunmechónsobre la frente. Eguaguirre tenía una gran elegancia; los ademanes, siemprefáciles y académicos. Vestido de uniforme, parecía un personaje. Alcontemplarleporprimeravez, seveíaqueeraunorgulloso,unconquistadorquesecreíadignodetodo.

Estaseguridaddealgunoshombres,queconvencenconsuademándequetienen más derechos que los demás, la poseía él en grado sumo. CuandoEguaguirre entraba en algún sitio, sobre todo donde hubieramujeres, era elprimero;sentíalaconviccióndesuvaler,quellegabaacomunicaralosotros.

Por lo que se contaba,Eguaguirre había tenido disgustos en su infancia,cuando vivía con su tío el coronel del mismo apellido que fué encausadodurantelaprimerareaccióndeFernandoVII.

Eguaguirre era puntilloso, de un amor propio exagerado, que disimulabaconafectadaindiferencia.

Elorgulloes,sinduda,plantaquecreceenlasrazasviejasyenlospueblosen ruina. La vanidad es sentimiento de países más jóvenes y con másilusiones.Elorgulloesloquequedaalasrazasycastascaídas.

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EguaguirreeradeunaantiguafamiliaacomodadadeNavarra,cuyacasaycuyosbieneshabíandesaparecido.

Al encontrarse en la mesa de la fonda de la Marina, Eguaguirre y elCapitánsesintieronhostiles.

ElCapitánhablóaEguaguirreentonoligero,cosaquealoficialitoprodujoenormeasombro.

No sólo hizo esto, sino que al segundo día el Capitán comenzó ainterrogarle.

—¿EsustedsobrinodelcoronelEguaguirre?—ledijo.

Eguaguirrenocontestó.

—¿Si es usted sobrino del coronel Eguaguirre?—volvió a preguntar elCapitán.

—¿Porquémelopreguntausted?

—Pornada,porsaberlo.

—¿Esqueyo lepregunto austedquiénes, ni quiénes son susparientes,porcuriosidad?

—No;peropuedeustedpreguntármelo.Yolecontestarésimeparece.

Eguaguirremiróconuna sorpresacrecientealCapitán.El tono ligerodeésteleprodujoverdaderaestupefacción.

Eguaguirreesperóaqueterminaralacomida,yacercándosealCapitánlepreguntódeunmodofríoyseco:

—¿QuéteníaustedquedecirmedelcoronelEguaguirre?

—Yo,nada.Queesunvalienteyunbuenliberal.

—¿Lodiceustedcomocensura?

—No;alcontrario.

LamanoderechadelCapitánhizoentonceselsignodereconocimientodelamasoneríaescocesa,alcualcontestóelteniente.

—Sabía que era usted amigo o enemigo—dijoEguaguirre—, que no eraustedpersonaindiferente.

—Somoshermanos—replicóelCapitán.

—Dígameustedquéquiereustedhaceraquíparaqueleayude.

—Mi amigo Thompson y yo—dijo el Capitán—volvemos de Grecia,donde hemos estado en compañía de lordByron.A la altura de este puerto

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tuvimos que desembarcar y salir de la polacra siciliana donde íbamos porimposicióndelosmarineros,quehabíansupuestoqueThompson,elenfermoyyoestábamoslostresapestados.Respectoanuestrosproyectos,Thompsonquiere marchar a España, y yo pienso ir a Marsella, luego a Burdeos ytrasladarmeaMéjico.

—Creo—repusoEguaguirre—que loquemás le conviene austed es ir aValencia.

—No; nome entusiasma esa idea. ElAngel Exterminador tienemuchosagentesenesasciudadesdellitoralmediterráneo.

—Sí,esverdad—dijoEguaguirreestremeciéndoseymirandoaderechaeizquierda—.EntoncestendráustedqueesperarunlaúdquevayadirectamenteaunpuertodeFrancia.

Trasdeunalargaconversaciónasolas,EguaguirreintimóconelCapitán.Thompson, en cambio, nunca simpatizó con el oficial de artillería. Este eraaficionadoadarlargospaseosacaballo.Thompsonpreferíairapescar.

ElCapitán,buenjinete,comenzóaacompañaraEguaguirreensuspaseosacaballoporlosalrededoresdeOndara.Muchasvecessecruzabanconotrosmilitares jóvenes,y tambiéncon frecuenciaconunadamita rubiaypequeñaque,vestidadeamazonaymontadaenuncaballotordo,marchabamuyesbeltayelegante.

—Es la coronela—dijo Eguaguirre al verla por primera vez yendo encompañíadelCapitán—.EsmísisHervés.

—¿Inglesa?

—Mixta,hijadeunmilitaringlésydeunaespañola.

—¿Perocasadaconunespañol?

—Sí;conelgobernadordelcastillo.

Otrosmuchosdíassecruzaronconlacoronela.

El Capitán llegó a creer que entre la angloespañola y Eguaguirre habíaalgo,yquesussaludosfríosycortesesescondíanunapasiónounprincipiodeamor.

ElCapitán,alparecer,conocíabienlavidaylostiposdelamilicia,porqueprontollegóacalaraEguaguirre.

—Este es un hombre de pasiones—le dijo aThompson—, sensual, pocointeligente.Aunquenomehadichonada,lecreojugadorymefiguroqueestáenrelacionesíntimasconlacoronela.

—Pareceunhombreapático.

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—No,no.Estodolocontrario:deunasensibilidadaguzadaydeunamorpropioenfermizo.Todaesaindiferenciaesunacomedia,unafinta.Eguaguirre,por lo que creo, es un caso curioso. Está en parte, desesperado, porque seconsideracomoliberalperseguidoycreequenovaaprosperarenelejército;porotraparte,losamoresconlacoronelayeljuegoletienenenunacontinuaexaltación...

LahistoriadeEguaguirreerainteresante.

Al poco tiempo después de salir de la Academia, a mediados de 1822,habíasidodestinadoaValencia,dondeseafilióalamasonería.Eguaguirreeravaliente y estaba dispuesto a batirse para ascender en la carrera. En 1823,despuésdelaexpedicióndeBessieres,Eguaguirrebuscólaocasióndesaliralcampo.

El 19 demarzo, los cabecillas realistas Sempere yUlman sorprendieronSaguntoyseapoderarondelcastillo.ElGobiernoordenóalcoronelFernándezBazánquesalieraaatacaralosfacciosos.BazánencontróalosrealistasentreSagunto y Almenara, y, a pesar de que tenía menos fuerzas que ellos, losderrotó.

Pocodespués,BazánseencontrabaenChilchesconlastropasreunidasdeSempereydeCapapéysufrióuncompletodescalabro.

SehabíanunidoSempere,Capapé,Ulman,algunascompañíasdePrastyChambó, y habían colocado sus fuerzas de artillería en un repliegue delterreno.Bazán,alponerseencontactoconlaprimeralíneadelosrealistaslahizo retroceder; los realistas se acogieron a su línea de trincheras. Bazánmandóque, almismo tiempoque avanzaba su infantería, la caballería dierauna carga por uno de los flancos; pero el escuadrón completo, en vez deobedecer,huyócobardementeentodasdirecciones;losrealistasrodearonalosconstitucionales, y éstos, entre los cuales estaba Eguaguirre, quedaronprisioneros.

Los realistas ataron a los constitucionales y los llevaron al castillo deSagunto.

Eguaguirre, que no tenía ideas políticasmuy arraigadas y a quien, en elfondo de su alma, lomismo le daba el rey absoluto que laConstitución, sedesesperó al verse atado como un bandido y conducido en manada comocabezadeganado.

Eguaguirretuvoquedevorarduranteelcaminolosmasviolentosultrajes.¡Lladres! ¡Negres! ¡Chudios!—les llamaban las viejas. ¡Mueran los franc-masones!¡MueranlosasesinosdeElío!—gritabanloshombres.

CuandoEguaguirrellegóaentrarenelcalabozodelcastillodeSagunto,y

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seechóenunmontóndepaja,lloródedesesperaciónyderabia.

Unosdíasdespuésestabaeloficialitotendidoensucamastro,pensandoenla posibilidad de ser fusilado, cuando se abrió la puerta de la mazmorra yaparecierondosmujeres:unadeellas,lamujerdelcabecillaChambó;laotra,ladelcoronelrealistaEspuny,gobernadordelcastillodeSagunto.

Lamujer deChambó era unamoza bravía, deUlldecona, frescachona yguapa;ladeEspunyeradelmismoValencia,unarubiaperfiladayredicha.

Las dos mujeres hablaron con Eguaguirre y decidieron salvarle. Al díasiguiente, eloficial era trasladadodecuarto,ya la semanaestaba libreparaandarporlaciudad.

Entre las dosmujeres, la de Chambó y la de Espuny, se estableció unarivalidad celosa por salvar a Eguaguirre. El oficialito se dejó querer con suindiferenciadesultán.

Un día, Chambó, que era hombre arrebatado y decidido, detuvo aEguaguirre,y,agarrándoledelasolapa,leprovocóaundesafío.

—Notengoarmas—lecontestóEguaguirre,pálidodecólera.

—Yole traeréaustedunsable—replicóelcabecillaensuacentocatalánrudo.

Chambóvolvióalpocotiempocondoscaballosydossables.

—Sígameusted—dijo.

Montaron losdosacaballoy sedirigieronporel caminodeValencia, altrote,sinhablarse.

No haría cincominutos que habían salido cuando dos jinetes, al galope,fuerontrasellos.

LlevabanunparteurgenteparaChambó.

El cabecilla, al leerlo, se enfureció, tiró la gorra al suelo con rabia ycomenzóalanzarjuramentos.

—Espéremeustedaquí—dijoaEguaguirre—.Vuelvoenseguida.

—Esperaré—contestóéste.

Chambódesapareció,seguidodelosdoshombres.Eguaguirrequedósoloyreflexionó.Realmente,eraunatonteríaesperar;teníaelcaminoabiertoanteél;uncaballobueno;eraexcelentejinete.Sedecidió,aflojólabrida,diódosespolazosyselanzócaminodeValencia.

Llegóalaciudad,queestabaalarmadaconlasnoticiasdelavancedelosfranceses.

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Eguaguirre no se unió a las fuerzas constitucionales del generalBallesteros;teníaunaseñoraamigadeinfluenciayseacogióaella.

Esta señora consiguió que Eguaguirre fuese purificado al terminar laguerrayenviadoaOndara.

A pesar de sus maniobras para ocultar el pasado, Eguaguirre no habíapodidoborrardeltodolashuellasensuliberalismo,ylosvoluntariosrealistasdeOndarasospechabandeélyleespiaban.

VI.

ELMIRADORDELCASTILLO

Undía,Eguaguirredijoasusnuevosamigos,elCapitányThompson,quelacoronelaqueríaconocerlosyquelesinvitabaatomareltéenelmiradordelcastillo.Aceptaronlosdosinvitadosconsatisfacción.

Por la tarde, Eguaguirre, Thompson y el Capitán montaban a caballodelantedelafondadelaMarina,entrabanporlapuertadeTierraysubíanlascuestasdelaciudadela.

Thompson,acadapasoseparaba,admirado,entusiasmado,acontemplarelpaisaje.Eldíaeradevientosur,luminosoysofocante;unalanguidezpesadaparecíadesprendersedelcielo,azulobscuro,ydelmar,verdeeinmóvil.

—¡Qué vista más espléndida!—exclamaba el inglés, sacando el pañueloparaenjugarselacara.

ElCapitánsonreía,yEguaguirre,conciertaimpaciencia,murmuraba:

—LaseñoradeHervésnosespera.Nolleguemostarde.

Enpocosminutossubieronalapartealtadelcastillo;pasaronpordelantedeunacasamata,acuyaentradaseveíanunoscuantossoldados;Eguaguirrellamóauno,leentrególasriendasybajódelcaballo.

Thompson y el Capitán hicieron lo mismo, y se acercaron los tres alpabellóndondevivíaelcoronel;llamóEguaguirre,ylespasaronporunpatiohastaeljardíndelmirador.

La señora de Hervés les salió al encuentro, y Eguaguirre hizo laspresentaciones.

Eralacoronelaunamujerdemedianaestatura,másbienbajaquealta,losojosnegros,elpelorubiocastaño,labocadealmendra,elcuelloredondoylasmanosmuypequeñas.

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—¿Estaseñoritaeslahijadelcoronel?—preguntóelCapitán,aunquesabíaquenoloera.

—No;eslacoronelaauténtica—repusoEguaguirre.

—Nomellameustedcoronela,¡porDios!—dijoella.

—Esparaconvenceraesteamigodeloqueesustedydequenoesustedunasupuestahijadelcoronel.

—Esteseñoresmuygalante.

—No; de verdad que parece usted una muchachita soltera—replicó elCapitán—, y hace usted muy bien al protestar de que la llamen coronela,porqueestapalabraparecequehadereferirsesiempreaalgunaseñoraviejayavinagrada.

ThompsoncambióunaspalabrasconKitty;lepidiódespuéspermisoparacontemplar las vistas desde el mirador y desde la batería del Rey. Kitty leacompañó, señalándole los pueblos y los montes que se veían a lo lejos.Thompsonmirabaelpaisajeconexclamacionesdeentusiasmo.

Eguaguirre y elCapitán hablaban.El jardín aquel era pequeño y tupido.Losrosalesylosmirtosestabancuajadosdeflor,yenlasmanchasverdesdefollajedelasenredaderasbrillabanlascampanillasblancas,rojasymoradas.

Enunextremodeljardínselevantabaelcastillejoocastellet,antiguatorredel homenaje, desde donde se dominaban los alrededores casi a vista depájaro,comodesdeunglobo.

RecorrieronThompsonyKitty los rinconesde labatería,ydescendieronporunaescalerilladepiedraaljardín,areunirseconelcapitányEguaguirre.Sesentaronenunasbutacasdemimbreycharlaronloscuatro.

Kitty era hija de un militar inglés y de una señora alavesa, de Vitoria.HabíaquedadohuérfanamuyjovenysehabíacasadoconelcoronelHervés,quelellevabamásdetreintaañosdeedad.

Después de un largo rato de conversación,Kitty les invitó a subir a unagalería abierta que daba al jardín, por unas gradas. Esta galería tenía unosarcos. En ella, un criado estaba preparando un refrigerio. El Capitán yEguaguirretomaroncafé,yKittyyThompson,té.

Desdelagalería,atravésdeloscristales,seveíaelcuartodetrabajodelacoronela.Kitty les hizopasar a sus invitadospara verlo.Tenía unapequeñabiblioteca,unpianoyunarpa,ycuadernosdemúsicaclásicaydecancionespopularesinglesas.

Los entusiasmos literarios de Kitty eran Walter Scott, lord Byron ySchelley.SentíaungranentusiasmoporDianaVernon,laheroínadeRobRoy,

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aquienconfesabahabíaqueridoimitar.TambiénteníaenlabibliotecaobrasdeSterne,FieldingyGoethe.

ElCapitánmirótodosloslibros,lasestampasyunretratodemujerpintadoalóleo.

—¿Quiénes?¿Quizásumadre?—preguntó.

—Sí.

—¿Vive?

—No.Muriócuandoyonací.Nolaheconocido.

—Ajuzgarporelretrato,debíaserunamujerencantadora.

—Todoslosquelaconocieronhablandeellaconentusiasmo.

Kittyquedómelancólica.

Eguaguirre,paraborrarestaimpresión,instóaKittyaquecantara,yella,sin hacerse rogar, cantó acompañándose con el arpa algunas cancionesirlandesas,queprodujeronungranentusiasmoenThompson.

Tras de recibir los plácemes de todos, Kitty fué a la mesita, dondeguardabasuspapelesdemúsica,ysacóelDonJuan,deMozart.

—¡Ah!Mozart—exclamóThompson—.Conozcoalgunasdesussonatas.DicenqueDonJuanesdeunamúsicamuyobscura.

—Yonolocreoasí—contestóKitty.

—Vamos—ledijoaEguaguirre—.Canteusted.

—¡Oh!No,no.PorDios.Esmolestaraestosseñores.

—Deningunamanera.

Eguaguirre insistió en que lo hacía mal; pero, al fin, cantó con granmaestríalaserenatadeDonJuan.

Dehvieniallafinestra.

—¡Admirable!—exclamóThompson—.¡Magnífico!

Eguaguirre perdió su habitual expresión de tedio y quedó confuso ysonrojadodeplacer.

DespuésKittyentonóelairedeDoñaElvira:

Inqualieccesionumi,

y trasdeéste lacoronelayel tenientecantaroneladmirabledúodeDonJuanydeZerlina,

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Lacidaremlamano,

quetuvieronquerepetirunaporcióndeveces.

Daban a la canción una granmalicia y desenvoltura que ocultaba, sobretodoenella,suentusiasmoamoroso.Nohabíanecesidaddesermuypsicólogooyéndolosalosdosparacomprenderquehabíaentreellosalgomásqueunaefusiónartística.

Eralástimaviéndolostanbelloselpensarquesólosaltandoporencimadelasleyesyafrontandoeldespreciodelamultitudpodíanllegaraunirse.

¿Habrían dado el salto?—pensó el Capitán—. Todo hacía creer queEguaguirrenoeradeloshombresquesiententemoracogerlasfloresalbordedelprecipicio.

Despuésdelconciertoydelcantocharlaronlargamente.ElCapitánhabíaconocido a lord Byron, por quien Kitty tenía gran admiración, y contó susentrevistasconelnoblepoeta.TambiénhabíaconocidoalaamazonarealistaJosefina Comerford, y esta dama interesaba de tal manera a Kitty, que elCapitántuvoquedescribirlacongranlujodedetalles.

Al anochecer se presentó en la galería el coronel Hervés, el marido deKitty.

Era un hombre viejo, opaco, frío, con una amabilidad desdeñosa y unamaneradehablarbalbuceante,deparalítico.

KittypresentóalCapitányaThompson,yelcoronel,tomándoleaésteporsucuenta,sepusoaexplicarleunsinfíndemenudenciasburocráticasqueaél,sinduda,leparecíanimportantísimas.

Hablabadeunamanerafatigosaypesada:

—Enestas cuestiones ¡ejem!... hayqueatenerse a laparte ex... po... si...ti... va ¡ejem! como a la dis... po... si... ti... va ¡ejem! ¡ejem! ¿Usted mecomprende?Porquesiustednosefijamasqueenlapartedis...po...si...ti...va ¡ejem! ¡ejem! no podrá comprender el sentido claro y preciso que ellegislador¡ejem!¡ejem!haqueridodaralaley...¡ejem!¡ejem!

Thompson soportó lo más amablemente los ¡ejem! ¡ejem! y lasexplicacionespesadísimasdelcoronel;Kittymientrastantosonreíaconairedeexcesiva amabilidad, y Eguaguirre, con su aspecto habitual de tedio y dedesesperanza,mirabahaciaelmar.

Erayadenoche.Loscontertuliossedespidierondelcoronelydesuseñoraymontaronacaballo.

La noche estaba espléndida. Thompson fué mostrando la Osa Mayor yArturus, la Estrella Polar, la Corona Boreal, Casiopea, en medio de la Vía

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Láctea,ylosgrandesastros,comoCapella,AltairyAldebaran...

Elmarmurmurabaalláabajoyseoíaelrítmicobatirdesusolas.

AlacercarsealabateríadeSanAntónsonóelgritodelcentinela.

—¡Centinela,alerta!

Y después los alertas se oyeron más lejanos, hasta que volvieron aacercarse.

LlegaronalapuertadeTierra.EguaguirrehablóconelcapitándeLlaves,ylostrespasaronalpueblo.

VII.

LOSOFICIALES

En los buenos tiempos en que el castillo de Ondara era una fortalezaimportante, el cuadro del Estado Mayor de la plaza estaba completo y laoficialidaderanumerosa.Habíaentoncesungobernador,eltenientedelrey,elsargentomayoromayordeplaza,elasesor,loscomisarios,elcomandantedeArtillería,elcomandantedeIngenieros,losayudantesyelcapitándeLlaves.

En el tiempo de decadencia del castillo, después de la guerra de laIndependencia,yaestoscargosnoteníanmásvalorqueunvalorburocrático.EnestaépocadelasegundareaccióndeFernandoVII,elcuadrodeoficialesdel ejército no ofrecía el carácter homogéneo de la oficialidad anterior a laguerrade la Independencia;yanoeraéstaexclusivamentearistocrática,sinomezclada; los jóvenes de buenas familias se encontraban revueltos con losantiguosguerrilleros,conlosliberalestraidoresyluegopurificadosyconlosaventurerosabsolutistasquehabíanganadosusgradosalasórdenesdeMosénAntón,elTrapense,BessieresoQuesada.

Entre los oficiales de la guarnición deOndara había individuos de estosdiversosorígenes.

Enunpueblodeescasapoblaciónysinvidapolíticanoera fácilque lasdivergencias ideológicas demilitares y paisanos se hicieranmás intensas, y,efectivamente, allí se amortiguaban; en cambio, las categorías sociales seacusaban y se llegaban a aquilatar los más ligeros matices de riqueza,distinciónysuperioridad.

Kitty había querido influír y suavizar estas diferencias en su tertulia deljardíndelMirador.

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Alprincipio ibanmuchosoficialesde laguarnición; luegocomenzaronafaltary,alúltimo,quedaronunamediadocena.

Delasseñorasnuncafueronmasquedosotres.

Sabido es, y ya lo demostró un fraile en un librito publicado a fines delsigloXVIII, tituladoLospeligrosde las tertulias,queestas reuniones tienenmuchosagarraderosparalasuñasdelDiablo.

Las señoras de Ondara, como la señora doña Proba, que aparece en ellibritodelfraile,creíanmuypeligrosaslastertuliasdeKitty,ynoiban.

Deloshombres,unodelosmásasiduoserandonJesúsMartín,elmédicodelregimiento,hombregrueso,lentoenelhablar,muygráficoyexacto.DonJesús era el más entusiasta de los contertulios de Kitty, un adoradorincondicionaldesuinteligenciaydesugracia.

Otrode loscontertulios temidoporsupesadezeraelcapitánBarrachina,hombrealto,depechosaliente,quesecreíaconquistador.Barrachinateníalosojosnegros,elbigoteretorcido,laspatillascortasyelcolorbilioso.

Barrachina era una buena y estúpida persona, con la mentalidad de unmuchachodediezyseisaños.Nohabíaleídonadaensuvida.Creíaqueserun hombre—y él suponía una gran cosa—era ser un fantoche vestido deuniforme,conelpechomuyabombadoyelademándesafiador.

Barrachina teníamuchoshijos,ymientrassumujerbregabaconellos,élpaseabasuestupidezporelpueblo.

Barrachinahacía la gracia de desacreditar a sumujer; contaba si llevabapostizos, si se apretaba el corsé, indiscreciones que a Kitty molestabanprofundamente.

Otrode los asiduosa la tertulia era el capitánEmbun, aragonés,hombrefuerte,alto,tosco,depómulossalientes,quehabíacampeadoconlosrealistasdeEroles,yestabaenamoradodeKitty.AvecesledecíaaEguaguirre:

—Estamujermevuelveloco—yañadía—:Yestáporusted.

TambiénsolíanfrecuentarelpabellóndeKittyuntenientedeartillería,deanteojos,muy tímido y distinguido, que se llamaUrbina, y que vivía en lamismafondadelaMarina,yunfarmacéuticomuymíopeymuypedante.

Urbina,queteníagranamistadconKitty,nosehablabaconEguaguirre.

El coronel Hervés andaba siempre en compañía de un comandante, donSantos,hombredeaspectohipócritay tanpesadocomoelcoronel.EstedonSantoshablabaenpárrafosredondosycondistingos.Lossinembargo,lossibienesverdad,lossiesciertoque,estabanconstantementeensuboca.

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A sus largas oraciones no se les veía el fin, eran capaces de quitar lapaciencia a cualquiera. Para hacerlasmás exasperantes, terminaba diciendo:¿Está claro? ¿Se da usted cuenta? ¿Ha comprendido usted el sentido? ¿Meentiendeustedbien?

EnlatertuliadeKittysejugabaaltresillo,yavecessecantabaysetocabaelpiano.

De las señoras, únicamente la mujer de un capitán, una andaluza muygraciosa que parecía un chico, iba alguna que otra vez y hablaba comounacotorraeimitabaconmuchachispaatodoelmundo.

VIII.

URBINA

Thompson hizo amistades con Miguel Urbina, el teniente de artilleríatímido y distraído que vivía en lamisma fonda y frecuentaba la tertulia deKitty.

Urbina era hombre de estudio; tenía gran afición y entusiasmo por lasmatemáticasysepreocupabadelosproblemascientíficosdelaguerra.

Estaba desde hacía tiempo escribiendo unas observaciones acerca de lateoríaanalíticadelasprobabilidadesdeLaplace,trabajoqueabsorbíatodosutiempo.

Urbinanopodíacomunicarsusdificultadesysusdudasasuscompañeros,porqueentrelosoficialesdelcastillonohabíaningunoquepasaradesaberlascuatroreglas.

El matemático no tenía amigos. No se entendía bien con los demásoficiales.

NocabedudaqueelEjército,nobleyesforzadoen tiempodeguerra, seconvierte en una baja institución rutinaria en tiempo de paz. El militarformadoenelcampodebatalla,entreelhumodelapólvorayelvahodelasangre, tiene siempre algo superior a su empleo, que borra el carácter de lareglamentación estrecha y de las ordenanzas de una disciplina chinesca; encambioelquenoha tenidomáscampodeacciónque laoficinaoel rincónmalolientedelcuartel,sehaceelmásincomprensivodelosburócratas.

Urbina,queerahombredepreocupacioneselevadas,nopodíaconviviragusto con sus compañeros, que no hablaban con entusiasmo mas que delsueldoydelescalafónycuyoúnicoentretenimientoerajugaralascartas.

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Como hombre tímido y sabio, Urbina había tenido que sufrir muchasbromasdejóvenesoficialesestúpidosypetulantes.

Kitty,quecomprendíalaclasedehombrequeeraelteniente,leacogíaconsumásamablesonrisaysabíatratarlecontantaamabilidad,queelMiradordelcastilloeraelúnicositiodondeeloficialseencontrabaagusto.

Urbina tenía esa timidez que no depende de la inteligencia, ni aun de lavoluntad,sinoqueparecequeestáenlosmúsculos,quesenieganaobedecer.

Eltenienteeracapazdepensarconclaridad,deintentarrealizarlopensadocon audacia, demarchar con ímpetu; pero llegaba unmomento en que susnervios flaqueabany se sentía paralizado.En esta situaciónde azoramiento,cualquier cosa, abrir una puerta, saludar, salir de una habitación, le dejabaconfuso, vacilante, en una actitud de perplejidad que a él le resultabaembarazosa y triste y a los demásmuy cómica. La gente se reía de él, y aconsecuencia de esto, Urbina, al verse tan absurdo y tan poco consecuenteconsigomismo,ibaaislándose.

UrbinayThompsonsehicieronamigosyse lesveíapasearse juntosconmuchafrecuenciaporelcastilloyporelmuelle.Cuandohuboconfianzaentrelosdos,UrbinahablódeKittyydeEguaguirre:

—¿QuévidahacelaseñoradeHervés?—lepreguntóThompson.

—Unavidamuyindependiente.Porlamañanatomasubaño,luegodaunpaseoacaballo,lee,escribe,haceexcursionesenlancha.Alanochecerrecibeasusamigos.

—¿Yelpueblovebienesteespíritudeindependenciadenuestraamiga?

—No. ¡Ca! El pueblo entero está contra ella. Se la considera loca, rara,absurda.

—Noesextraño.

—Luego se habrá usted fijado en queKitty tiene un gran desprecio portodas las vulgaridades y lugares comunes que forman como el caparazónconstantedelagentemezquina.Muchasvecesescapazdellevarlacontrariaauna persona que defiende una opinión cierta, no porque ella piense locontrario,sinoporquetantaseguridadenunaideavulgar,aunqueseaexacta,lerepugna.

—Así,tienequetenermuchasenemistades.

—Figúreseusted.

—Noleperdonaránestaindependenciadeespíritu.

—No. ¡Ca! A un hombre no se le perdona tener ingenio y un poco de

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noblezadeespíritu;aunamujer,muchomenos.

—¡Lástima!

—Sí.KittynoesnadasimpáticaenOndara.Suoriginalidadhaparecidoalas señorasdelpueblounamuestradeextravagancia.Nosepuedeencontrarporahoraensuconductanadadignodetacha,perosecreequenotardaráenencontrarse. Su ingenio y su cultura son muy sospechosos para las damasondaresas.Noqueremosiraverla—dicen—.¡Estansabia!Nospreguntaloslibrosqueleemos,sabiendoquenoleemosninguno.ParaestasdamascuantohaceKitty es una ridiculez y una pedantería. Para ellas todo lo que no seahablar con el novio en la reja, si son solteras, confesarse con el curitajacarandosouocuparsedetrapos,esabsurdo.

—AsíqueKittyestarámuyaislada.

—Completamente.

—¡Parecementira!¡Unamujertansimpática!

—Ytanbuena—repusoUrbina.

—¿Ustedcreequeesbuenadeverdad?—preguntóThompson.

—Sí;muybuenaymuyinteligente.Noencontraráustedenellaenvidia,nirencor,niningúnsentimientobajo;únicamente,orgullo;perounorgullonobledeversesuperioralageneralidad.

—Estohabrácontribuídoalaantipatíageneral.

—Seguramente; Kitty tiene la vaga sospecha de que todas lassuperioridades se pagan. La finura, la gracia, la amabilidad desarman ydomestican un momento a las gentes cerriles; pero es una domesticaciónpasajera,porqueelbrutovuelveprontoaseragresivo.

—¿YcreeustedquehayalgoentreEguaguirreyella?

—Ustedhabránotadolomismoqueyoloquehay.

—¿Qué le parece a usted Eguaguirre? A mí me da la impresión de unegoístafrenético.

—Sí;esungranegoísta;pero,almismotiempo,hombretímido,violentoysensible.Notienefreno;elmenorcontratiempoleamilanaylesumeenunadesesperaciónsombría.

—Pues, siKitty está enamorada de él, como parece—dijo Thompson—,Eguaguirrelaharádesgraciada.

—Sí;porpetulancia,porestupidez,pordarsetono.

UrbinacontóaThompsonlacausadehaberreñidoconEguaguirre.Urbina

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había comenzado a galantear a unamuchacha del pueblo, huérfana, de unafamiliarica,aquienllamabanDoloresytambiénlaClavariesa,yEguaguirreseinterpusohaciendoelamoralamuchachayentrandoensucasa.

El tutor había cogido a su pupila y la había llevado al convento deMonsant,endondeestabaporelmomento.Desdeentonces,Urbinanoqueríatratar con Eguaguirre, y únicamente cruzaba con él algunas fórmulas decortesíacuandoseencontrabaensupresenciadelantedeKitty.

—No quiero tener amistad con él—concluyó diciendo—.Me busca; haintentadodarmeexplicaciones,peroestoydispuestoanotransigir.

IX.

RECOMENDACIÓNDEKITTY

Las guarniciones, como los seminarios y los conventos, tienen todos losviciosylashipocresíasdelosgruposcolegiados.

La proximidad del hombre para el hombre es corruptora: un cuartel, uncolegio,ounconventosiempreseránuncentrodefermentacionespútridas.Alhombre, sin duda, le dignifica la soledad; el campo, cuanto másdeshumanizado,esmássanoparaelespíritu.

Latropadeunpueblo,entiempodepaz,esunodelosmayoresfocosdecorrupción.Únicamente,elcleropuedeponerseavecesalaalturadelejércitoen rapacidad, en lubricidadyenmalascostumbres.Difícil seráencontrar enuna guarnición nada alto, levantado y noble; en cambio la envidia, lamalevolencia,elodiocrecendeunamaneralozanayfuerte.

Pronto se enteraron Thompson y el Capitán de las historias ymurmuracionesdeOndara...

Unatardededíadefiesta,enquetodoelpuebloestabaenelcampo,entróThompson sinmeter ruido en su cuarto y se tendió en la cama.Durmió unrato.Habíadejadolaventanaquedabaalagaleríaabierta,yaldespertarseoyóunrumordeconversación.

Seasomóacuriosear,yvióalcomandantedonSantosquehablabaconunjovenoficialdelafonda.

ElhombredelasperífrasisydeloscircunloquiosexcitabaaljovenoficialaqueespiaraaEguaguirreyalosdosextranjerossospechosos.Thompsonoyótoda la conversación, esperó a que semarcharan losmilitares, y cuando sefueron,salióalacalleabuscaraEguaguirreyalCapitán,queestabanjugando

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altresilloencasadeuncomerciantedelacalleMayor.

Thompsonexplicóloquehabíaoído.

—¿QuéhadichodonSantosdemí?—preguntóEguaguirre.

—Hadichoqueuntíodeusted,quecomenzósuvidamilitardeguerrilleroconMina,fuéperseguidocomoconspirador,en1816,enDenia;quesumismotío castigó con rudeza a los realistas deVillarrobledo, en 1823, y que ustedestáenrelaciónconél.

—¡Bah!Noescierto.Yeloficial,¿quédecía?

—Decíaqueno;queustedesunhombreindiferentealapolítica;quetodassusaspiracionesconsistenentenerdineroyenhacerelamoralasmujeres,yqueesustedelamantedelaseñoradeHervés.

Eguaguirresepusoserioypalideció.

—Tambiénhacontadolahistoriadeunanoviadeusted,aquienhantenidoquemeterenunconvento.

—Nada;quenohaymaneradeviviraquí sinque lagente semetaen loqueunohaceyenloquenohace—exclamóEguaguirrefurioso.

—Ydenosotros,¿nohadichonada?—preguntóelCapitán.

—DenosotroshadichodonSantosquesomosmasonesyquevaamandarlasseñasnuestrasalapolicía.

ElCapitánquedóintranquilo:

—EsehombredebeserdelasociedadElAngelExterminador—murmuró.

—Esprobable—dijoEguaguirre.

—¿Algúnespíapagadoporesasociedad?—preguntóThompson.

—No; pagado, no—repuso Eguaguirre—; el comandante ejerce,seguramente, el espionaje para prosperar, para ascender. Ya no tenemos losmilitaresespañolesguerra,niposibilidaddeellaenmucho tiempo;yanosepuedellegarcomoMina,elEmpecinadooRenovales,enseisaños,desoldadoageneral,ylagentequequierehacercarreraintrigayespía.

ElCapitánestabapensativo.

Lasnoticiasque llegabande lapersecuciónde liberalesenValenciayenCataluña eran para llenar de espanto a cualquiera. Se contaban historiasterribles del Angel Exterminador. Por toda la costa del Mediterráneo lasvenganzasdelosabsolutistaseranespantosas.

AlverlaintranquilidaddelCapitán,Eguaguirreledijo:

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—Notengaustedcuidado.VayaustedaveraKittyyháblelefrancamente.Elcoronelharáloqueellaleindique.

—¿Peronocontaráloqueselediga,sinmalicia...?

—No,no;puedeustedfiarseenKittymejorqueenunhombre.

ElCapitánfuéavisitaralaseñoradeHervésyleexpusosustemores.Ellaletranquilizó,asegurándolequeinfluiríaensumaridoypararíalosgolpesdedonSantos.

ElCapitánvolvióalladodeEguaguirrediciendoqueKittyeraunamujerencantadora.

Unos días después, la señora de Hervés escribía a Thompson una cartarogándolequefueraaverla.

Thompsonfuéycharlaronlargorato.

—¿QuiéneselCapitán?—preguntóKittyconcuriosidad—.Mehadadolaimpresióndeunhombreextraño,deunpersonajedenovela.

—El Capitán es un aventurero—contestó Thompson—; un tipo de estosque,enotro tiempo,hubierasidouncondottiere italianoouncompañerodeHernánCortésenMéjico.

—¿Yusteddóndelehaconocido?

—Yoleconocíenunbarco,aldejarMissolonghi.ElllegabadeAlejandría,deEgipto; había ido aMissolonghi a verse con lordByron, y como el lordestabaenfermo,esperabaeldesenlacedelaenfermedad.Alsabersumuerte,se decidió a volver a Occidente y entró en la misma corbeta griega quenosotros. En ella fuimos a Nápoles, donde nos embarcamos en la polacrasiciliana,enlaquellegamoshastaaquí;elamigomío,quemurióluegoenellazareto, seagravóen la enfermedad; losmarineroscomenzaronadecirquetenía lapeste,yobligaronalcapitándelbarcoadesembarcarlo.Yonoquiseabandonar ami amigo; elCapitán protestó; pero como la tripulación estabacontranosotros,tuvimosquesalirlostres.

—¿YdedóndeeselCapitán?—preguntóKitty.

—Actualmente,essúbditoinglés;perocreoquehanacidoenEspaña.

Hablarondeotrascosas,ydeprontolacoroneladijo:

—UstedesamigodeMiguelUrbina,¿verdad?

—Sí.

—YelCapitán,¿noletrata?

—Muypoco.

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—Dígaleustedquesehagaamigodeél.YolequieromuchoaUrbina.Esuncorazónexcelente.Miguelestáenamoradodeunamuchachaencerradaenunconventodeaquícerca,elconventodeMonsant.

—Sí;mehacontadosusamores.

—¡Ah!¿Lehacontadoaustedsusamores?

—Sí.

—Puesyodesearíaqueustedesleanimaran,leayudasenparaquehiciesealgoporesamuchacha,aunquefueseunalocura.Elquedaríasatisfecho,yellaesposiblequealverlecapazdeunahombradalequisiera.

—Nada,leanimaremos—dijoThompson—;intentaremosimpulsarleaquetomeunaactitudheroica.

Se despidió Thompson de la señora de Hervés, y por la noche contó alCapitánlaconversaciónquehabíantenidoyelproyectodequehablaron.

X.

EXPLICACIÓN

Puesto que nuestra encantadora amiga Kitty ha hecho a usted esarecomendación—dijoelCapitán—,trataremosdeservirla.Amor,conamorsepaga.¿Ustedhacomprendidolacausadeeseencargo,amigoThompson?

—No.

—Pues yo se la explicaré a usted. Kitty está enamorada locamente deEguaguirreyquieretenerloseguro;temealgunaveleidaddesuamanteporesamuchacha encerrada en el convento de Monsant, de que usted habrá oídohablar,que llamanDolores laClavariesa,yvabuscandoqueUrbina secaseconlaDolores.

—¡Bah!¿Ustedcreeentodoloquesecuenta?

—Conozco la historia en sus detalles—replicó el Capitán—. Al llegarJuanitoEguaguirrealpueblo,habíaaquídosmujeresquelospoetastrosdelalocalidad llamaban las dos beldades de Ondara: una era Kitty; la otra, unahuérfana rica, a quien por haber tenido no sé qué cargo honorífico en elCalvario,llamabanlaClavariesa;Kittyteníaelprestigiodesuelegancia,desucultura,desuaspectoextranjero;laClavariesaeraunamujerhermosa,conlaperfeccióndelíneasdeunamodelodePraxiteles.EstaClavariesaeralapupiladeunabogadollamadoVicenteFenoller.Fenoller,unodelosgrandeshombres

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del pueblo, es un señor de gran fachenda, abogado elocuente, regionalistaentusiastaycatólicofanático.Fenollerhacasadoaunhijosuyoconunamujerrica,ypiensacasaralotroconsupupilalaClavariesa.Latíadelamuchachanoesnadapartidariadetalmatrimonio.

Eneste estadode rivalidadentreKittyy laClavariesa, vinoUrbina,y, apesardesutimidezydesuapocamiento,fuéacogidoporlasdosrivalesconsusmásgraciosas sonrisas.Urbina, si hubiera sidounhombrevaliente y depocapreocupaciónmoral,sehubieralanzadoagalantearaKitty;peronotuvobastanteánimoparaello,ysededicóahacerelamora laClavariesa,quealprincipiolecorrespondió.EntalsituaciónsepresentóEguaguirreenOndara.

Al primermes de estar aquí el teniente había dado un escándalo; habíaganadoyperdidofuertessumasenel juego,yhabía tenidoundesafío,enelcualhiriógravementeasuadversario.

EguaguirrecomenzósusamoresenOndaraporpartidadoble:galanteabaaunamuchachadelbarriodepescadoresyalacoronela.Kittysedivertíaconeste galanteo, que consideraba inocente. Eguaguirre, que es un egoístafuribundo,seencontrabamaldedinero,yalsaberqueDoloreslaClavariesaera rica y huérfana, no se cuidó para nada de su amigo Urbina, ni de lacoronela,nidelamuchachadelbarriodepescadores,yescribióaDoloresunacarta de amor. La Clavariesa le aceptó con gran entusiasmo. Estaspermutaciones amorosas fueron la comidilla del pueblo. La coronela seeclipsó, yUrbina hizo lomismo. Entonces Fenoller, el tutor de laDolores,advirtió a ésta que Eguaguirre era un perdido, jugador, mujeriego, que noqueríamasquesudinero.

—El que no quiere mas que mi dinero es usted—le contestó ellaviolentamente,yaseguróqueno,quenolacasaríanconotro.

Fenollercogióasupupila,yconengañoslallevóalconventodeMonsant.EguaguirreseolvidóalmomentodelaClavariesa,yvolvióaserelcaballerodeKitty,queleaceptócontodaslasconsecuencias.

—NocomprendoeléxitodeEguaguirre—dijoThompson.

—Mi querido amigo—replicó el Capitán—; el éxito de Eguaguirre es,como todos los éxitos, un poco fatal y un poco injusto. Hay hombres quetienendisposicionesparaamar,paraquerer,yotrosparaserqueridos.Hablodesdeunpuntodevistacasifísico,sexual.Eguaguirreesdeestosúltimos.Hanacidocon la facultadde ser apeteciblepara el sexocontrario. ¿Cuál es esafacultad?¿Enquéconsiste?¿Cómolahadesarrollado?Nolosé.

—Encuentromuyproblemáticoloqueusteddice.

—Esqueusted cree que lasmujeres se enamoran exclusivamente de los

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hombrespuros,angelicales,delossabios,deloshéroes.

—No,no;yaséqueno.

—Entonces estamos en lomismo.Lasmujeres se enamoran de hombresaltosybajos,buenosymalos,rarosyvulgares;peroentreéstosnocabedudaque hay unos que, sin saber por qué, hacen mover con más facilidad esamaquinariadeafectos,dedeseos,devanidades,de inclinacionesquehayenunamujer.Esossonlosdonjuanes,loshombresinteresantes,loscodiciados...Yunosepreguntaelporqué.¿Esqueestoshombres tienenunaperspicaciaespecial para ver los puntos flacos del sexo contrario? No. ¿Es quecomprenden a las mujeres mejor que los otros? Tampoco. Como todos losdemás,enestascuestionesamorosasdisparansuflechaconlosojoscerrados;pero, a diferenciade losdemás, dan casi siempre en el blanco.Ahorausteddirá:¿Porquédanenelblanco?Porlarazónsencilladequelamujerquehacedejuezydeárbitroeneljuegoestádispuestaacreerqueparaaquelhombreescogidoporelladondedélaflechaestaráelblanco.EslaarbitrariedaddelaNaturaleza.

—Esposiblequeseaasí—dijoThompson—;yo,laverdad,noleencuentronadaextraordinarioaEguaguirre.

—¡Ustedquélevaaencontrar!Niyotampoco.Sonlasmujereslasqueleencuentranalgoespecial.Eslamiradaimpertinente,eslaflema,eseldesdén...Quizá leagradecenvivirexclusivamenteparaellas,cosaquea la largadebeser aburrida. El caso es que Eguaguirre es un Tenorio y que nuestraencantadoraKitty quiere favorecer los amores deUrbina y de lamuchachaencerradaenMonsantparatenerlaexclusivadesuTenorio.

—Sí,sí,esposible,ylosiento.Laverdad,nocreoqueEguaguirrevalgalapenadetantoscuidados.

—AmigoThompson.Estáustedhablandocomounniño.¿Esquevaustedapretenderquelasmujeresnotenganderechoaenamorarsedelosimbécilesydelosegoístas?¿Esquelesvaustedaprivardeesesacrosantoderecho?Puesentonceslesvaustedacercenarlavida.Eslafrutaquemáslesilusiona.

YelCapitánserió,frotándoselasmanosalegremente.

ThompsonquedóalgopreocupadoconlaspalabrasdelCapitán,ycomonoqueríaserunnegadorsistemático,intentóestudiaraEguaguirre.

No encontró en el joven teniente nada que le sorprendiera. Era de unainteligenciamenosquemediana,deunaculturacasinula,orgulloso,sombrío,conunagranfeensímismo.Quizáéstaeraunadesusfuerzas.Otroatractivopodíatenereloficialparalasmujeres,yeraquesuvidaparecíapróximaaunatragedia,aunacatástrofe.

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El egoísmo de Eguaguirre era monstruoso. Kant, en su antropologíapráctica, encuentra que hay tres clases de egoísmo: el egoísmo lógico, elestéticoyelpráctico.

Elegoísmológicojuzgasintenerencuentaeljuicioajeno;elestético,secontenta con su gusto, sin hacer caso de la opinión general, y el egoísmoprácticosubordinatodolodelmundoalavidadeuno.

Eguaguirre tenía algo del egoísmo lógico y del estético; pero el que leposeíaporcompletoeraelegoísmopráctico.Sentíadesdénporlagente,creíadespreciaratodoelmundo,locualnoeraobstáculoparaquefueracapazdeexponer la vida para que los demás, una turba de imbéciles, según él, nocreyesenquealgunavezél,eltenienteEguaguirre,pudieraquedarmalenunasuntocualquiera.

XI.

ELPROYECTO

El Capitán, siguiendo la indicación de Kitty, se hizo amigo de Urbina,quienlecontósusamores.

—AmigoUrbina—ledijoelCapitán—,¿ustedestáenamoradodeverdaddeesachica?

—Sí.

—¿Deverdad,deverdad?

—Sí,hombre,sí.

—¿SeríaustedcapazderaptarladelconventodeMonsantsiellaquisiera?

—Nocreoquefueramuyfácil.

—Lofacilitaremos.Todoescuestióndetenervoluntad.

—¡Ah!Sifueraposible,conmilamores.

—TieneustedquehaceralgoextraordinarioparainfluírenlaimaginacióndesudamaUrbina—dijoelCapitán—.Kittynosayudará.

—¿Querrá?

—Sí.

Fueron a visitar a la coronela, Urbina, Thompson y el Capitán. Leexplicaronlaidea,comosinohubiesepartidodeella,ysecomenzóaestudiarelproyecto.

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PrimeramenteeranecesariohacerunavisitaalconventodeMonsant.

Kittydijoqueellaeraamigadelasuperiorayqueleescribiríapidiéndolepermisoparahacerlaunavisita.

—Estoes loprimeroquehayque resolver—dijoelCapitán—; luego,yaveremossiaUrbina,alverasunoviaseleocurreunainspiracióngenialquehagagranefectoenelcorazóndesuamada.

—¿Amí?¡Ca!—exclamóUrbina—.Nosemeocurriránada.

—Bueno, no se asuste usted tan pronto,Urbina—dijoKitty—.Usted nollevará la dirección del asunto, y no será usted responsable del éxito o delfracasodelaempresa.ElCapitánseránuestrodirector,elPrósperodenuestraisla.

—El Capitán no creo que haya leído La Tempestad, de Shakespeare—replicóThompson—,niquesehayahechocargodelaalusióndeusted;peroyo,quelaheleído,afirmoquenuestroPrósperoesdelomásmaravillosoquepuedeserunPrósperosolamentehumano.

—Nomedenustedesfamaantesdeverlosresultados—replicóelCapitán—.Coneléxitoaceptarélosaplausos.

UnasemanadespuésKittyledijoalCapitánquehabíarecibidounacartadelasuperioradiciéndolaquepodíaniravisitarelconventocuandoquisieran.

—Muybien.

—Iremosunoscuantos—dijolacoronela.

—¿Quienesvamosair?

—Eldoctorysumujer,Urbina,Thompson,ustedyyo.

—¿YEguaguirre?—preguntóelCapitán,indiferente.

—No—contestó ella,mirando con atención al Capitán, para ver si en lacaradeéstesereflejabaalgúnpensamientomalicioso.

ElrostrodelCapitánestabaimpasible.

—¿Cómoharemoselviaje?—preguntóThompson.

—Otras veces hemos salido de Ondara al amanecer. Embarcamos aquí,hastaunpueblecitoqueestáadoshorasdedistancia,dondesueleesperarunatartana. Como vamos a ir más gente que de costumbre, mandaremos quesaquenunoscaballos.Amediatarde,oalanochecer,podemosestardevuelta.

—¿De manera que usted ha estado ya en el convento?—preguntó elCapitán.

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—Sí.Dosveces.

—Dígameustedcómoes.

—¿Quéquiereustedquelediga?

—Hágameustedunadescripcióndeél:siesgrande,sieschico,sitieneunjardín,sinolotiene,cómoestáemplazado,etc.

Kitty hizo una descripción del convento, todo lo detallada que pudo. ElCapitánnosefijómasqueendosdetalles:enqueal ladodelmonasteriosecortaba la tierra, hacia el mar, en un acantilado muy alto, y en que habíamuchaspalomas.

—¿Demaneraquehaypalomas?—preguntóvariasveces.

—Sí,muchas;tanto,quelasvenden.

—¡Ah,lasvenden!Yatenemosunpequeñodato—dijoelCapitán—.Yelacantilado,¿cómoes?

Kittynorecordababiencómoera,ynopudocontestarconprecisiónaestapregunta.

—Otracosa—preguntóelCapitán—.¿Notieneustedunanteojo?

—Sí.

Kitty llamó a un criado, que vino con un anteojo, y el Capitán estuvomirandoconél,observandolacostaylaensenadadeMonsant,delacualnoseveíamasquelaentrada.

DespuésllegóEguaguirre,yThompsonyélseretiraron.

XII.

ELVIAJE

Se fijó como día de marcha un domingo, y por la mañana, antes deamanecer,estabantodoslosqueformabanlaexpediciónenelmuelle.

ElcapitándeLlaveshabíamandadoecharelpuentelevadizo,enlapuertade la Marina, más temprano que de costumbre, y acompañaba a losexpedicionarios,queformabanungrupo...

Era lahoraanterioral alba; lahoradeldespertarde lospuertosyde losbarrios de pescadores; la hora que los antiguos representaban como unamuchacha con alas, vestida con una túnica de color violeta pálido yacompañadadeunalechuzadecolordecrepúsculo.Elcielo,estrellado,estaba

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aún negro; la Osa Mayor se inclinaba hacia el mar, que florecía enfosforescentes espumas, y en el pueblo comenzaban a cantar algunos gallosmadrugadores,quepresentíanlaaurora.

Había, en la popa de una barca atracada al muelle y sujeta por unamaroma,unfarolilloquesebalanceaba.

En esta barca, la Joven Rosario, iban a partir Kitty y sus amigos paraMonsant.

Dosmarineros,ayudadosporlossoldadosdelaguardiadelapuertadelaMarina, pasaron de unamano a otra unos cuantos fardos y varios cestos deprovisionespor la escotilla al interiorde labodegadel falucho.Embarcaronluegolospasajeros;seacomodaronenlosbancos,apopa,sobrelacubierta,yla Joven Rosario se separó del malecón y comenzó a alejarse a fuerza deremos,haciendounruidodechapuzonesenelagua.

—¡Adiós!¡Divertirse!—dijoelcapitándeLlavesdesdeelmuelle.

—¡Adiós!¡Adiós!Hastalavuelta—contestaronlosviajeros.

El falucho era ancho y pesado; los tripulantes, cuatro: dosmarineros, elpatrónyungrumete.

Hacíaunvientofresco;elrelentedelanochedejabalaropahumedecida.Elaguaparecíatancuajadacomoelcielodeestrellas,queibansiguiendoalabarca, palpitando y temblando sobre las olas sombrías, que pasaban porencimadelabismonegrodelmar...

Deprontocomenzóarechinarunagarruchaagriamente;lagranvelalatinase extendió, como una claridad fantástica, en el aire de la noche, que teníaráfagas turbias de luz; dió un latigazo, se inclinó la barca por una de susbordas, y comenzó a marchar de prisa, abriéndose paso entre remolinos deespuma... El horizonte aclaraba por instantes; las estrellas palidecían. Unasnubecillas grises, azuladas, habían invadido el cielo por Levante, y estasnubecillas fueron enrojeciéndose hasta que el sol hizo su salida triunfal,rasandoconsuluzdoradalascrestasespumosasdelasolas.

Lasnubessefueronesparciendoporelcieloengrandescoposrojos,quesesubdividieronyconcluyeronpordeshacerse.

Elgrumete,quecorríaaproaconlospiesdesnudos,sepusoacantar,convozatiplada:

L'airet,l'airet,l'airet

delamatinada.

Delrichestiu,delrichestiu,

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delrichestiu.

—¡Silencio!—legritóelpatrónseveramente.

—Déjeleustedcantar—exclamóKitty—;lohacemuybien.

El muchacho siguió con su canción, cambiando de voces con muchagracia.

Ya la luzde lamañanaalumbraba elmar, y losviajeros seveíanunos aotros.

Kitty iba muy sonrosada y elegante con un chal y una capucha que lecubría la cabeza; la mujer del médico comenzaba a ponerse pálida, algomareada; Urbina estaba preocupado; el Capitán, silencioso, y el doctor yThompsonseentreteníanenhacercabriolasygansadas,exponiéndoseacaersealagua.

AlalejarseaunadistanciadeunpardemillasdelpuertooyeronladianaquetocabanlostamboresycornetasenelcastillodeOndara.

Sevolvierontodosamirarhaciaatrás.Elcastillobrillabacomounaascua.Parecíafundido,incendiadoporelsol;elpuebloestabatodavíaenlasombra,yúnicamenteunrayodeorodabaenlacúpuladela iglesia,quecentelleabaconmilreflejos.

Pocodespuésseoyeronvarioscañonazos.

Seveíaelhumoblancodelasalva,quemanchabaelaireazul,formandounanuberedonda,yunossegundosmástardesonabaelestampido.

—La Naturaleza tiene también cosas cómicas—dijo el Capitán—. Esadiferenciaderapidezentrelaluzyelsonidohaceunefectogrotesco.

—¿Tampoco quiere usted estar conforme con la Naturaleza?—preguntóKitty,riendo.

—Tampoco.

EnestoseizólabanderaenelcastillodeOndara,quecomenzóabrillaralsol.

—¡Hurra!¡Hurra!—gritóThompson,agitandosusombreroenelaire.

—No me ha parecido bien ese hurra cosaco, Thompson—dijoburlonamenteeldoctor—.¿Ustedesquéopinan?

—La verdad es que ese grito del Norte en pleno Mediterráneo pareceintempestivo—contestóKitty.

—Completamenteintempestivo—dijoelCapitán.

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—Yocreoqueelecohaprotestadoconindignación—añadióeldoctor.

—¡Quédudacabe!—repusoelCapitán—.Yomismohevistoundelfínqueseruborizabaaloíresaexclamaciónsalvaje.

—Noseesfuercenustedesmás,amigosmíos—exclamóThompson—,enconvencerme que he hecho mal. Tienen ustedes razón. Había perdido lanocióngeográfica,semehabíaconfundidoenlacabezaelparalelo.Peroahoraestoyorientado,heencontrado laagujademarearycreoqueaestegritonotendránustedesqueponerningunaobjeción.

—Vamosaver—dijoeldoctor.

—¡Evohe! ¡Evohe!—gritóThompsondesaforadamente—. ¡Eh! ¿Qué tal?¿Tengoaireclásico?

—PareceustedunSileno—dijoeldoctor.

—¡Evohe!¡Evohe!—repitióThompson.

—Vausted hacer zozobrar la barca con sus gritos báquicos—exclamó elCapitán.

—Mecallaré;peroustedesconfiesenqueeste¡Evohe!haestadomuybien.

—Yo lo confieso—dijo elCapitán—; la prueba es que el delfín, que ibaantesavergonzadoytristeconsushurras,mehahechounaseñadeamistadyhasonreído.

Hacía poco viento y tardaron dos horas en desembarcar en Alba, unpueblecitodelafaldadelMonsant.

Era el pueblo pequeño y blanco; se destacaba en el cielo azul intenso,colocadosobreunacantiladocalcáreodepocaaltura,rodeadoporunarenal.Brillabaestaparedcomosifuerademármolveteadoymanchadoporalgunasplantas trepadoras. Encima se alineaban casas blancas, cuadradas, comodados,sinalero,querefulgíanalsol.

Al pie del acantilado se extendía la playa, llena de algas de aspectoharaposo.

Labarcaseacercóyencallóenelarenal.

Veíaseésteenaquelmomentollenodegente;unosarrierosdepueblosdealrededorcomprabanycargabanpescadoencarrospequeños,ycontalmotivohabíagranmovimientodeiryvenir.

Los viajeros, dirigidos por Kitty, cruzaron por entre los pescadores,salieronaunacalledelpuebloyentraronenlaposada.

—¿Quéhoraes?—preguntóKitty.

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—Lasocho.

—Entonces tenemos que esperar una hora a que vengan la tartana y loscaballos.

Salierontodosaunagaleríadelmesónquedabahacialaplaya.

Alladodelmarhabíaunconjuntodechozas,unasdepaja,otrasdetablas,encuyoscobertizosytejadosseamontonabancuerdasdeesparto.Entrebarcaybarcasesecabanalsollasropasdelosmarineros.Loschicosylasmujerescavabancon la azadapequeños canales en la arena,paraque lasbarcasquepartían se deslizasen hacia el mar, y ayudaban a subir a las que llegaban,tirandodeunacuerdaquepasabapordospoleas.

Alasnueveenpunto,lamozadelmesónavisóqueestabanlatartanayloscaballosenlapuerta,conelasistentedeUrbina.

KittynotóenaquelmomentoqueelCapitánllevabaenlamanounbultocuadradocubiertodetela.

—¿Quéllevaustedahí?—ledijo.

—Esunsecreto.

—¿Nolopuedoyosaber?

—Sí;esunajaula.Póngalaustedenelcoche,yalediréaustedluegoparaquées.

Lasseñorasyelmédicosubieronenlatartana;losdemás,enloscaballos,ysedirigierontodosporunaramblallenadepolvo,ydespuésporunacuestapedregosa,aescalarlapartealtadeunacantilado,pordondecorríauncaminodeherradura.Estecamino,laVoltadelRosignol,ibarodeandoelmontehastadominarlaensenadadelMonsant,unaensenadacasiredondaconunisloteenmedio,elislotedelFarallón.Aunextremodelaensenadaestabaelconvento.

Alllegarsobrelaalturaycomenzareldescensodelcamino,elcaballodelatartanasalióconuntrotedescompasado,agitandolacollerayuncucuruchode cascabeles que llevaba fijo en ella y que sonaba estrepitosamente en lamarcha.

Los jinetes picaron la espuela a sus caballos, y en hora ymedia estabantodosenelconvento.

XIII.

ELCONVENTO

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Era un magnífico lugar aquel en donde se asentaba el monasterio. SehallabaenunaaltaexplanadadelMonsant,albordemismodelacantiladodela costa; tenía delante un bosquecillo de olivos; encima de éste, un pinar, ymás arriba, cimas ásperas y pedregosas; abajo se extendía el mar, en cuyasuperficieluminosasedibujabalasombradelislote.Alacercarsealconvento,por laVoltadelRosignol, se veía, primeramente, la torre por encimade losviejos y mugrientos tejados, entre los cipreses del camposanto; luego seabarcaba todo el conjunto del edificio, circundado por una muralla conaspillerasyrejas.Dentrodeestamurallaseencerrabalaiglesia,lavivienda,eljardínyelclaustro.

Entre el convento y el bosquecillo de olivos había un raso ancho yempedrado,conunacruzdepiedraenmedio.

Enaquelmomento,unmendigo,envueltoenunaanguarinaparda,dormíaalsol.

Llegaronlatartanayloscaballosalaplazoleta;sedetuvieronybajaronlosviajeros.

Un arco de lamuralla entre dos columnas, con una puerta claveteada ypintadadeazul,dabaaccesoalprimerpatio.Enelfondodeésteselevantabala iglesia, una fachada barroca con guirnaldas y grandes tejas con celosías.Encimadelapuerta,contorneadaporunamolduraretorcidadepiedra,habíaunahornacinaconunaVirgenantiguaesculpidaporalgúnartistagótico,yalos lados de ella se destacaban dos grandes escudos coloreados. La fachadarematabaenunatorreadornadaconvariosjarronesytrescampanas.

Enelpatio,losarrayanesdecrépitosymalcortadostrazabanunrectángulo,yenmediodeésteselevantabaunagrantazademármol,musgosa,olvidadaytriste,queenotrotiempodebiódeestarembellecidayanimadaporelchorrovivodeunsurtidordeaguaclara.

Kittyylosamigosatravesaronelpatioyseacercaronalaiglesia.

—Thompson y yo esperaremos aquí un momento—dijo el Capitán—,luegoentraremos.

Kitty, con la mujer del doctor, el doctor y Urbina, pasaron al patio, yThompson y el Capitán quedaron fuera con el asistente de Urbina y eltartanero.

—Oye,muchacho—ledijoaésteelCapitán.

—¿Quéquiereusted?

—Pasaporahíyllamaaljardinerooalportero,ydileacualquieradeellosque te venda dos palomas, y pregúntale si todas las semanas podrán venderotrasdos.

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—Bueno.

—Toma—yelCapitánlealargóunasmonedas.

—¿Ya,cuidaránustedesdelatartana?

—Sí,estaremosaquí.

El tartanero entró en el conventoy volvió al poco rato condos palomasgrises.

—¿Quéhandicho?—preguntóelCapitán.

—Quevenderántodaslasquesequieran.Ahítieneustedlavuelta.

El Capitán dió una propina al muchacho y cogió las dos palomas, lasexaminó,lasencerróenlajaulayéstaladejódentrodelatartana.

—¿Quévamosahacerahora?—preguntóThompson.

—Yo voy a entrar—dijo el Capitán—; usted se queda aquí, inspeccionaesto y me hace un pequeño plano del conjunto del edificio y de susalrededores.

—¡Peroentoncesnovoyaverelconvento!

—Yaunluteranocomousted,¿quédemonioleimportaverunconventodepapistas?

—¿Yelarte?

—¡Quéarte!Noseaustedamanerado,Thompson.¿Noesunaobradearteelintentar,comointentaremosnosotros,sisepuede,robarunaseñoritadeunconvento?Lecreíaaustedsuperioraesassupersticiones.

—Nohedichonada.EsustedelCapitányleobedezco.

—Bueno.Hastaluegoentonces.

Entró elCapitán en el patio, lo recorrióypasó a la iglesia, ydespués alclaustro.AquísereunióconKittyysusamigos,queestabanencompañíadelasuperioraydeunamujerdeunabellezaespléndida,vestidadenegro.EralaClavariesa.LaClavariesahablabaconKitty,alparecer,comeconunaamigaíntima.

Precediéndolosatodosibaunsacristáncojo,vestidoconunatúnicanegrayarmadodeunllavero,abriendopuertas.

ElCapitánseacercóaUrbinaylepreguntó,señalandoalaClavariesa:

—¿Eslanoviadeusted?

—Sí.

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—Lapuedeusteddecirunaspalabras?

—Sí.

—Dígale usted que una paloma gris que llegará el domingo, por lamañana,alasdocedeldía,letraeránoticiasdeOndaraydeusted.

—¿Quéquiereusteddecirconeso?

—Usteddígaseloenseguida.Queesperelallegadadelapaloma.

Urbina,apretadodecerca,dióelencargoalaClavariesa.

Siguierontodosvisitandoelconvento.

Mientrastanto,Thompsontomabanotasyapuntesdesdefuera.

Comenzabaahacercalor; la luzcegabayel tiempo invitabaa lapereza.Lascigarrasllenabanconsuchirridoelsilenciodelcampo.

Thompson no sabía el propósito definido del Capitán. Hizo primero uncroquisdelosalrededoresdelconventoydelacimadelMonsant,queteníaenunodesuscabezosunaatalayaderruída,deltiempodelosmoros.

DespuésdibujóelconjuntodelmonasteriodesdelaVoltadeRosignol,consus grandes tapias, su arco de entrada, su torre, sus tejadosmusgosos y suscipresesnegrosyafilados.

Luego, abandonando el camino y alejándose de la costa, subió a unbosquecillodeolivos.Estosárbolescentenarios,negrosyretorcidos,parecíanpulpos monstruosos de muchos brazos y de muchas manos que ibanascendiendopenosamentelamontaña.

Desdeaquellaaltura seveía lahuertadel conventoconunagranalbercacuadrada, en la que el agua negra verdeaba. Detrás de los perales y de losmelocotoneros asomaban los cipreses melancólicos del cementerio, comodetrás de la vida aparece lamuerte.Sobre elmar azul revoloteaban algunasgaviotasysobrelatierra,algunaspalomas.

Thompsondejóelbosquecillodeolivosysubióporunpinarhastalapartealta de una cima, desde donde se dominaba la costa al prolongarse hacia elnorte. Al principio quedó extrañado; enfrente brillaba un peñón calcáreoerguido sobre una playa. El sol le arrancaba unos reflejos tan extraños queaquella roca gigantesca, blanca, roja y amarilla, parecía el fantasma de unmontevigíadelmarazul.

Thompsonestuvocontemplandoaquellarocaunmomentoparacerciorarsedequeteníarealidad;luegotemióquedarretrasado,cruzóelpinaryelbosquedelosolivosybajóalapuertadelmonasterio.

SeríanlasoncecuandolosvisitantesdeMonsantsalieronalpatio.

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—¿YporquénohaentradoThompson?—preguntóKitty.

—Teníaquehacerunencargomío—repusoelCapitán.

—¡Quéegoísmo!¿Porquénolohahechousted?

—Esqueélsabemásgeologíaqueyo,ynecesitabaexaminarunaspiedras.Ademásdequelosairespapistasnoconvienenalosluteranos.

—Nodigaustedpapistas.¡Quéhorror!

—¿Esustedfervientecatólica,Kitty?

—Lomásfervientequepuedo.

Entraron unos en la tartana,montaron los otros a caballo y volvieron almesóndeAlba,acomer.

—¿QuélehaparecidoaustedlaClavariesa?—preguntóKittyalCapitán.

—Muybien;unamujerespléndida.

—Cuando estaba en Ondara querían encontrar rivalidad entre ella y yo.¡Quétontería,verdad!

—¡Sí!;haydemasiadadiferenciaentreellayusted—dijoelCapitán.

—¿Verdad?

—Enorme.

—¿Tanta,tanta,creeusted?

—Escomocompararunaestrella,noconungusanodeluz,huyamosdelasexageraciones,comocompararunaestrelladeluzpropiaconunplaneta.

—¿Yellaeslaestrelladeluzpropia?

—No,laestrellaesusted.

—Gracias,Capitán,esustedmuygalante.

—Es usted como esas estrellas pequeñas, brillantes, intensas, que lanzanunamiradaquevibraenelaire.

Kittytomóunaspectomixtodecoqueteríaydetristeza.

—Megustaríasaber,laverdad,loquepiensausteddemí—dijo.

—Lo que siento de usted. Sencillamente, que es usted una mujeradmirable.

—Sequiereustedreírdemí.

—No,no.Esustedunamujerencantadora.

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—Conesoquiereusteddecirquesoyloca,temeraria...¿verdad?

—¿Y quién no lo es? Solamente las gentesmezquinas saben hacerse unescudoconloslugarescomunesylaspreocupacionesgeneralesparavestirsumezquindad. La poca gente noble que hay en el mundo, esa va a pechodescubierto;silehierendeunflechazo,laflechapenetrahastaelcorazón;sivaporunprecipicioysedesliza,lacaídaeshastaelfondo...

—Medaustedmiedo—dijoKitty—,debeustedodiaralasociedad.

—Laodio...yladesprecio—contestóelCapitánentonosombrío.

—Perosinsociedad,¿cómopodríamosvivir?

—Nosé;nimeimportapensarlo.

—Esnecesarioquehayaleyes.

—Sí;asíalmenoshaylasatisfaccióndeviolarlas—replicóelCapitánentonosarcástico.

—YdeEguaguirre,¿quépiensausted?

—¡Eguaguirre!... Tiene un perfecto egoísmo a cubierto de todo ataque.Garitas, baterías, hornabeques, galerías cubiertas: su fortaleza esinexpugnable.Noseperderáporamoralprójimo.

—¿Tanmalolecreeusted?

—No; malo, no. Egoísta, frío, petulante. Tiene grandes condiciones deconquistador.

Kittyescuchónerviosaydemudada.Altranquilizarseunpocodijo:

—¿TambiéntieneustedmalaopinióndeUrbina?

—No.¡Ca!Urbinaesunsantovarón.Entrehacerdevíctimaodeverdugo,preferiráhacerdevíctima;entresermartillooyunque,elegiráseryunque.Yolerespetoylereverencio,ysillegasumartirologiolededicaréunrecuerdoyunapiadosalágrima.

Comieron en el fonducho de Alba y, después de pasar un rato desobremesa y esperar a que transcurrieran las horas calurosas de la tarde,marcharonalaplayayentraronenlaJovenRosario.

ElasistentedeUrbinayeltartanerofueronaOndaraportierra,dandounagranvuelta.

Kitty,quesehabíasentadoapopa,sefijóenelenvoltorioquellevabaelCapitán.

—Nomehadichoustedparaquéeslajaula—dijo.

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—¿Yquiereustedsaberlo?

—Sí.

—Puesllevoaquídentrodospalomas.

—¿Endóndelashacogidousted?

—¿Creeustedquelasherobado?No.Comprendoquehubieraestadomásen carácter robándolas; pero me he contentado con comprarlas en elmonasterio.

—¿Yparaquélasquiereusted?

—Una de ellas servirá para llevar la carta que nuestro amigo Urbinaescribiráasuamada.

—¡Quéidea!PerotendríaqueestaradvertidalaClavariesa.

—Loestá.

—¿Ylacontestación?

—Yosupongoquesenecesitarándoscartasparaquehayacontestación.SilamuchachaseavieneaentrarencorrespondenciaconUrbina,seleenviaránpalomasdelcastillo,deregalo,quedesdeelmomentoquelassueltevolveránasupalomar.

—¡Bravo!Esustedunhombrederecursos,Capitán.

Se desembarcó en Ondara al anochecer, y el Capitán y Thompson sefueronalafondadelaMarina.

Por la noche, los dos dijeron aUrbina que podía escribir una carta a laClavariesa,queiríaalconventollevadaporunapaloma.

Urbina, al saberlo, quedó intranquilo y nervioso, y se puso hacerborradores, que consultó con Thompson, a quien consideraba hombre mássusceptibledesentimentalismoqueelCapitán.

Dosdíasdespuéshabíaqueenviar lapalomamensajera.Se leyó lacartadefinitiva,quesesometióaljuiciodeKitty.Kittyhizoalgunasobservacionesdepsicologíafemeninamuyagudas,queUrbinaatendió,yporlamañanadeldomingo subieron Urbina, Thompson y el Capitán al Mirador del castillo.Kittytomóentrelasmanosunadelaspalomasyestuvoacariciándola.SegúnThompson,eraunejemplardelaColumbaTabellaria.Estaclase,depequeñotamaño, es de gran instinto viajero. El Capitán cogió la carta deUrbina, ladoblóy laatóconunacintaenelalade lapaloma.LuegoKittydejóelavemensajera en el pretil delMirador.Lapalomadióunospasos aun ladoy aotro,despuésselanzóalaire,trazóunagrancurvaparaorientarse,sedirigiócomounaflechahaciaMonsant,ydesapareció.

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—Heescritounatontería—dijoUrbina—.Vaacreerquesoyunimbécil.

—Ya no puede usted recoger la carta del correo—exclamó el Capitánburlonamente.

—Sevaareírdemí.

—¡Quésehadereír!—exclamóKitty.

—¿Creeustedqueno?

—No.Claroqueno.Esustedelhombremásnotablequeheconocidoenmivida.

—¿Cómico?¿Grotesco?

—No.Delicado.Uncarácterbueno,generoso.

Urbina,enunarranquedeemoción,seacercóaKittyylecogiólamanocon intención de besársela; luego no se atrevió y quedó en una actitud deperplejidadtriste.

Al día siguiente Kitty escogió una paloma con pintas del palomar delcastillo, la metió en una jaula, puso en un cartón atado el nombre de laClavariesaehizoque se la llevarauncosarioque recorría lospueblosde lacostayquepasabaporAlbayporelconventodeMonsant.

AlosdosdíaslaClavariesacontestaba,yUrbinaestabalocodecontento.

XIV.

LOSARGONAUTAS

ElCapitán,aquienhabíanaseguradoquenocorríaelmenorpeligrodeserdetenido,decidióquedarseenOndarahastaelfinaldelaaventuradeUrbina.

LosamoresdeKittyyEguaguirreseguíanenelmismoestadodeamablegalanteo;lagentesospechaba;peronadieteníaunindicioclarodelaintimidaddelosamantes.

A las dos semanas de cruzarse cartas entre la Clavariesa y Urbina, eloficial,porconsejodesusamigos,sepusoalhablaconlatíadesunovia.

EstaseñorarecibióaUrbinamuyamablemente,yledijoqueFenoller,eltutor,nocederíadeningunamaneramientrastuvierapoderes.Habíadecididoque Dolores se casara con su hijo, y esta solución le parecía, porque leconveníaaél,tanbuena,quenoaceptabaotra.

EldespotismodeFenollerhabíaproducidotalprotestesyoposiciónenla

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tíadeDolores,queestabadeseandoencontrarcualquiermedioparachasquearaldespóticotutor.

Urbina,alver lobiendispuestaquesehallabaaquellaseñora,pensóquedebíahacerungranesfuerzo.

ConsultóconsuamigoThompsonydespuésconelCapitán.

—¿Usted cree que ella estará dispuesta a escaparse con usted?—lepreguntóelCapitán.

—Yocreoquesí.

—Pregúnteselo usted claramente. Si acepta organizaremos en seguida elplandeevasión.

—Creoqueaceptará.

—Puesnada¡adelante!,comodecíaelgeneralBlüchercuandoseponíalapipa en la boca y un sombrero de mujer en la cabeza. Thompson y yoprepararemoselrapto.Ustedsequedaenelpueblo.FenollerparecequevigilaaEguaguirre,peronoausted.Sisupieraquefaltabausteddeaquícomenzaríaa sospechar. Usted obtenga la contestación categórica de la chica. Le diceustedquesututornocedeyquelatíaestádeacuerdoconusted.

—Esoharé.

—Ymientrastantonosotrosestudiaremoselterreno.

—¿Quévanustedesahacer?

—Comoyosupongoqueportierranosepuedeintentarnada,alquilaremosun falucho por un par de semanas y reconoceremos los alrededores delconvento.

—YolescederéRoque,miasistente.Eslistocomoundiablo.

—Loconozco.Necesitaremostresocuatrohombresmás.

—Esoseencuentrafácilmente.

—Sí; creo que sí. Pongámonos de acuerdo.Nosotros, de todasmaneras,alquilamos el falucho; si no se puede emplear en la evasión, se perderá eldinero,ynospasearemos.

—Bueno;noimporta.

—Enseguidaquenoshagamosconelfaluchoinspeccionaremoslacostayveremoslasposibilidadesdelaempresa;usted,mientrastanto,habráescritoasunoviayrecibidolacontestación.¿Queellaacepta?Pueslecomunicaustedenseguidaelplandefugacontodoslosdetalles;pideustedunalicenciadeunmesodedos,raptaustedalamuchacha,secasausted,ylausDeo.

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—Haremostodoloposibleparaquelacosasalgabien—dijoUrbina.

—Ustednohableniasusamigosíntimosdelproyecto.

—No;nolostengo.

—La cuestión es llevar el asunto con el mayor sigilo, que no hayaposibilidaddeunasospecha,yluegorealizarloconrapidez.

Thompsonfuéelencargadodebuscarlabarca,ytrasdedarmuchospasosinútiles, encontróuncontrabandistademala fama,quevivíaen lapuntadelfaro,queseavinoaalquilarlesufaluchoconcualquierobjeto.

Estecontrabandista,elFarestac,deapodo,erahombrefornido,demedianaestatura,silencioso,negroporelsol,lacabelleraroja,quelesalíapordebajodelgorrocoloradoylecaíasobreloshombros;lasbarbasgrandes,cobrizasyenmarañadas,elpechodeosoy lasmanospeludas.ElFarestacvivíaconsumadre,unamujertambiénrojaytambiénselvática,enunacasuchapróximaalmar,mediocueva,mediocabaña.

El Farestac era un solitario, un insociable; necesitaba espacio, soledad,olas, espumas, huracanes. Este delfínmisantrópico, a pesar de su violencia,teníamuchodecontempladorydequietista.Dionysiosnohubieraencontradopara sus fiestas un sátiro, un sileno, un egipan, en cuya mirada ardiera unfuegotanintensoytansalvaje.

El único amigo y compañero del Farestac era el Rabec, viejo pescadorandrajoso,decarabronceadayllenadearrugas,lanarizdecuervoyelgorrorojoyagujereado.

ElRabecteníavariascicatrices,unaorejacortadayenlaíntegraunanillodeplata.

ElRabeceramalhumoradoysarcástico,ygozabafamademalasangre.Surisa,suraílla,erasiemprecruelysangrienta.

ElRabecteníaunperrodeaguas,elDragó,feo,sucioeinteligente.

EnlabarcadelFarestac,quesellamabalaSargantana(lalagartija),servíade grumete Pascualet, un muchachillo morenito y ágil como un mono. LaSargantanadelFarestacnoeraunabarcalimpiaybiencuidada,sinounabarcaabandonadayharapienta.Ensucascoseveíanmapasdedesconchadosdesupinturaverde,ysusvelasestabanllenasderemiendosdevarioscolores.

LaSargantananoeraunlacértidorespetable,sinounalagartijabohemiayvagabunda,queconocíalassendasdelmalmejorquelasdelbien.

Unatarde,alanochecer,Thompsonconsusacólitos,elFarestac,elRabecyelgrumete,llegaronaOndara;elinglésdesembarcóyavisóalCapitánqueparaeldíasiguiente,porlamañana,ibanasalir.

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Les faltaba un botecillo, que alquilaron, y al otro día, al alba, losargonautas de Ondara salieron en la Sargantana, en dirección delMonsant.Llevaban una escalera, dos azadas, un pico, cuerdas y unas cestas concomestibles.

Hacíaunvientovivo;elfaluchomarchabarápidamente,conlavelagrandeyelfoqueinfladosporelviento,haciendomurmurarlasaguasquecortabaconlaproaydejandounaesteladeremolinosespumosos.

Doblaron la punta del Monsant, terminada en un amontonamiento degrandesrocasqueformabanunacuevaabiertaporamboslados;entraronenlaensenadaysedirigieron,enlínearecta,haciaelislotedelFarallón.

Elislotebrillabaalsol,seco,comountrozodelava,amarilloyrojo,llenoderajadurasydeagujeros,sinunamatadeverdeenlosresquicios.Unodesuslados estaba cortado a pico; el otro se alargaba en una roca horadada, queformabaunarco,pordebajodelcualpasabanlasolas.

Dieronlavueltaalislote,quedesdealgunossitios,alreflejarelsol,parecíaun témpanodehielo;acercaronel falucho,agolpesde remo,hastauncanalangosto,entregrandespiedras,y loencallaron.ElDragó,elperrodeRabec,fuéelprimeroquesaltóatierraysubióalapartealtadelFarallón,espantandoaunanubedegaviotasqueteníanallísunido.

Había,arriba,unapequeñaexplanadaencuestacubiertadeesqueletosdeaves.

Thompson y el Capitán subieron a la explanada y se tendieron acontemplarlacosta.

Brillabaelmar,comounarocaazuldediversosmatices,bajoelesplendordelcieloinflamado.Elaireestabatibio,impregnadodeesenciassalobres.Undelfínjugueteabaentrelasolas.

—Vamos a estar aquí hastamañanapor lamañana—dijo elCapitán—enqueharemosun reconocimientoenelbote.Ahora,cadacualpuedeelegirelentretenimientoquequiera.

—¿Haytantos?—preguntóThompson.

—Sepuededormir,pescar,jugar,bañarse...

—¿Yustedquévaahacer?

—Yomevoyadedicaralainvestigaciónyalareflexión.

ElCapitánsacósuanteojoysepusoacontemplar lacostaylaensenadadelMonsant,queparecíaestrecharentresusbrazoselislote.

Elacantilado,encuyacumbreestabaelconvento,comenzabaenlaplaya

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deAlba;luegoseguíacomounzócalopordebajodelpueblo,eibaelevándose,alalejarsedeél,hastatomargranalturayterminarenunapuntarocosa.

Al comienzo, este acantilado era liso, calcáreo, sin hendiduras; de lejosparecíademármol;luego,alaumentarenelevación,laparedqueformabaseconvertíaenunpeñascal,condesigualdades,consenos,endondepenetrabaelmarytrozosdelmontedesprendidosqueavanzabanenelagua,sembrándoladearrecifes.Enalgunossitios,elsuelorojomostrabasusentrañasdesnudasysangrientas.

AlladocontrariodeAlba,detrásdelaotrapuntadelaensenada,seerguíaaorilladelmarunaroca,queparecíadepiedrapómezporloblancayloseca.

—¡Quéextrañamole!—exclamóThompson—.ElotrodíalamirabadesdeloaltodelMonsant,ysemefigurabaunanubeiluminadaporelsol.

—Sipareceunazucarillo—dijoelCapitán,pocodispuestoamaravillarse.

Desdeallí,elconventosepresentabamuyenalto;noseveíadeélmasqueelcementerioconsuscipresesblanquecinosporelpolvo,unatorrecuadrada,con una galería conmatacanes, adornada por una parra, y unamuralla conaspilleras,quebajabaenzig-zaghaciaelmar.

Elconventotenía,miradodesdeelislote,unairebelicosoyaltivo.

Aladerechadelmonasterioseveíalamanchaobscuradelolivar,yluego,pinaresque ibanreptandocadavezmásclaros,hastadesapareceren laparterocosaydesnudadelmonte.Enunextremo,enunodeloscabezos,aparecíaunaatalayadeltiempodelosmorosconunrestodemurallaagujereadayrota.

—¿Quiénconocebienestossitios?—preguntóelCapitánaThompson.

—ElFarestac.

—¿QuiéneselFarestac?

—ElpatróndelaSargantana;esedelasbarbasrojas.

—Esunpirata.¡Quétipo!Dígaleustedquevenga.

ElFarestac,queestabapreparandoelalmuerzoencompañíadelRabecydelgrumeteenunhornillodehierro,subióaloaltodelislote.

—¿Quéquiereusted?—preguntóenuncastellanorudoalCapitán.

—Siéntateaquí—ledijoelCapitán—¡compañero!—yledióunapalmadaenelhombro.

—¿Compañerodequé?—preguntóelFarestaccontonoburlón.

—Depiratería.Túeresunpirata,¿verdad?

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—¿Yo?

—Si no lo eres en grande, no es por falta de ganas, Farestac. Tu barcodestilacontrabandoypiratería.

—¿Yelbarcodeusted?

—Yo no tengo barco—replicó el Capitán—; soy un pirata de monte.Siéntate;somoslobosdelamismacarnada.

ElFarestacsesentó,mirandoalhombreconsorpresa.

—¿Conocesestatierraqueestádelantedenosotros?—dijoelCapitán.

—Sí.

—¿Bien?

—Mejorquenadie.

—¿Cuántasentradashayenestacosta?

—¿Entradas?

—Sí.¿Cómolesllamanaquí?Calas.¿Cuántascalashay?

—Tres—contestóelFarestac.

—¿Cómosellamaaquelladeenfrente?

—¿Aquélla?

—Sí.

—CaladelInfern.

—¿Yéstaqueestáaquícercadelapunta?

—LadelsCapellans.

—Ylatercera,¿dóndeestá?

—Laterceraestádoblandoestapunta,ysellamadelsAvions.

—¿Poralgunadeellassepuedesubir?

—Portodassepuedesubir.

—¿Porcuálesmásfácillasubida?

—PorladelInfern.

—¿Hassubidotú?

—Sí.

—¿Cuándo?

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—Haráunañolaúltimavez.

—¿Adóndesesale?

—Alcementeriodelconvento.

—¿Tedaríamiedosubirotravez?—repusoelCapitán.

—Menosqueausted—contestóelsalvajemarinosarcásticamente.

—A mí no me da miedo nada, hijo mío—repuso el Capitán, dando unnuevogolpecitoenelhombrodelpatrónysonriendo.

ElFarestacmiróasuinterlocutorconcuriosidadcreciente.

—¿QuévanustedesahacerenlacaladelInfern?—preguntó.

—Vamosasubiralconvento.

—¿Aqué?

—Arobarunamonja.

—Unamoncha.¿Deverdad?

—Sí.Unamonchajovenyguapa.¿Tútellevaríasuna?

—Una joven y guapa ¡ya lo creo!—exclamó el Farestac con los ojosbrillantes.

—Puesnada,escogeunay teayudaremos.FormaremosunaSociedaddeRaptos y Empresas peligrosas reunidas. Razón social: Farestac, Thompson,Rabec,etc.,etcétera.Capital:elqueserobe.

El Farestac, que no entendía bien lo que decía el Capitán, comenzó amirarleconmayorextrañeza.Quizápensóqueestabaloco.

Se comió en la parte baja del islote del Farallón, se pasaron las horaspescandoyalanochecersetendierontodosadormir.

Antes de amanecer, el Farestac despertó a la gente. Se decidió que elRabec, a quien nada se había contado del proyecto, quedara en el islotecuidandodelaSargantanaencompañíadelDragó.Losdemássemetieronenlalanchaysedirigieronhacialacosta.

Enelmarpalpitabantantasestrellas,quesubrillotemblorosoproducíaelvértigo.

EnmediahoraseacercaronalacaladelInfern.Amanecía.

Noeraaquellacalaunpequeñogolfobienabiertoe iluminadopor la luzdel sol, sino un agujero irregular y tenebroso que comenzaba por unahendiduraestrecha.

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Delante de esta hendidura había rocas basálticas blancas y grises queformabancomorestosdeungranpalacio,delquequedaranarcosygaleríasrotos.Albordemismodelaguasalíanpinosporlasgrietasdelaspiedras.Elbote sedeslizóporentre lospeñascos sobreel agua inmóvil,queparecíadecristal,ypenetróenlahendidura.Llegaronhastaelfondoyataronlalancha,yalmorzaron.

Empezaba a entrar por arriba la claridad del sol y se iba viendo poco apoco la extraña configuración de la cala. El mar aparecía blanco, lechoso,entredosparedesnegras,húmedas,llenadeoquedades;yafuera,eraazul,conuncolorturbiodecristal;unareddemeandrosdeespumacubríasusuperficieconungaloneadodeplata.

Comenzó a sonar la campanitadel conventodeunamanera charlatanayalborotadora.

—Vamosahacernuestrainspección—dijoelcapitán.

—Vamos—repusoelFarestac.

Lahendiduraeramásestrechaenlabocaqueenelfondo.Lacalaformabadentrounsenoirregular.Teníaallíunossesentapiesdeanchoycientoveintedealto.ElFarestacasegurabaquehabíaunasendaqueatrechosseconvertíaenescalerayquellegabaaloalto.

Se encontró un resto de camino que comenzaba por el lado izquierdomirandohacia el interior.Al principio iba en una pendiente suave; luego sehacíamásescarpado,rodeabalacalaypasabaalladoderecho.Hastalamitaddelaalturase logrósubircongrandesdificultades; luegohabíaunapartedeveintepiescomounlomodepiedraresbaladizo,quesepodíaescalartrepando,agarrándose a las rendijas. De aquí el camino pasaba por un resalto mediodesmoronado por las filtraciones del agua. Este resalto, que corríaparalelamenteaunahendidurahorizontal,sellamaba,segúndijoelFarestac,elPasdelaRabosa.

Elmarinoencontrabamuycambiada lasendade lacaladel Inferndesdequeélhabíaestadolaúltimavez.

Sindudalasaguasdelluviahabíanidodeshaciendoyarrancandograndestrozosdelaarenaydelapiedracalcárea,echándolaalfondodelacala.

ElPasdelaRabosaterminabaenlapareddeladerecha,enunaoquedadprofunda, de donde salía otra senda a trechos con escalones que subía a laparte alta del acantilado. Esta senda se hallaba interrumpida por undesmoronamientoquedejabaunosquincepiessinpaso.

Al llegara laoquedadelCapitánsedetuvo,ydirigiéndoseaThompson,exclamó:

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—AmigoThompson,¿tieneustedbuenamemoria?

—No;perotengounlápizyuncuadernoquelasubstituyemalquebien.

—Bueno. Vaya usted apuntando todo lo que necesitamos para dejaraccesiblelasubida.

Thompsonfuéapuntandoloqueledijeron:garfiosdehierro,variastablas,cuerdas,etc.

ArreglarondurantelamañanalasubidahastaelPasdelaRabosa.Despuéscomieron.Habíanllevadounhornillodehierro,dondeseguisóysehizocafé.El vino lo echaban a un porrón de hoja de lata, y de allí bebieron todos achorro.

Alcomenzar la tardehicieronunamaniobrade importanciaydepeligro.AtaronconlacuerdaporlacinturaaPascualet;tendierondespuéslaescaleradeun ladodel abismoalotro, sujetándolaenunapiedra lomejorposible, ehicieron que el muchacho atado pasara y afirmara la escalera con grandesclavosporelotrolado.

Hechoestepuente,cruzarontodosporél.PrimeropasaronelFarestacyelCapitán;después,RoqueyThompson.LesfaltabaúnicamenteunoscincuentapiesparallegaralbordesuperiordelacaladelInfert;peroestasubidanoeradifícil, porque había una buena senda. La limpiaron quitándola hierbajosresbaladizos, y cuando comenzaba a hacerse de noche salieron a lo alto delacantilado.

Ahoratambiénlacampanitadelconventoderramabasusnotasdecristalenlacalmadelcrepúsculo...

El Farestac y el Capitán se acercaron al cementerio, mientras Roque yThompsonquedabanen lasesquinasde la tapiamirandoahurtadillaspor sillegabaalguien.

El capitán escaló la tapia del camposanto, y el Farestac le siguió. Seacercaronsaltandotumbasaunapuertaenarcoquecomunicabaconeljardíndelconvento.Estapuerta,pintadadeverde,estabacerradaconcerrojoyllave.

Por una rendija miraron y vieron a la superiora y a otra monja dandoinstruccionesaljardinero.

—Hay que limar la lengüeta de esta llave—dijo el Capitán—. Teniendoabiertoesto,lafugaesfácil...Abriremoslaotrapuertadelcementerioquedahaciaelmar,yenunminuto lanoviadeUrbinapuedeestarenelPasde laRabosa.Vámonos,Farestac.PorhoyhaconcluídosusfuncioneslaSociedaddeRaptosyEmpresaspeligrosasreunidas.

SalieronelCapitányelFarestacdelcamposanto,yreunidosconlosotros

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dosyelchico,comenzaroncasiatientaslabajadaporlasendadelacaladelInfernhastallegaralmar.

—Añadaustedaloquenecesitamos—dijoelcapitánaThompson—unpardelimasbuenasyunatranca.

—Estábien.

Se embarcaron en la lancha. Llegaron al islote, y poco después laSargantana,comountritónjovialyalegrequedejaporprimeravezlaférulade los maestros y de los padres, marchaba hacia Ondara con las velasdesplegadas.

XV.

ELRAPTO

Inmediatamente que llegaron aOndara el Capitán y Thompson fueron averaUrbina.EstelesmostróunacartadelaClavariesa,enlaquesemostrabaanhelantepordejarelconventoydispuestaaescaparse.

—Bueno—dijoelCapitán—;puedeustedescribir a sunoviaquepasadomañana,alassietedelatarde,elsábado,iráustedporella.Dígaleustedqueaesahoraenpuntoestédelantede lapuertadel jardíndelconventoquedaalcementerio.Allí la esperaremosnosotrosy la llamaremos.La lengüetade lapuertaestarácortada.Queabraelcerrojoyentreenelcementerio,ycaeráenlosbrazosdesuadorador.

Urbinaescribiólacartaconestasinstrucciones,lamandóconunapalomadesdeelcastilloyparalatardeteníalacontestación.

Lamuchacha estaba con ansiedad esperando el momento de la fuga; secolocaría a la hora de la cita delante de la puerta del jardín que daba alcementerioy,aloírquelallamaban,descorreríaelcerrojoypasaría.

—Esta noche saldremos a nuestra expedición—dijo el Capitán—. ¿Hapedidoustedsulicencia?

—Sí;Kittyseencargadefacilitármela.

—Despuésdelrapto,¿volveremosaOndara?

—¿Austedqueleparece?—preguntóUrbina.

—Yo,comousted,situviéramosbuentiempoybuenamar,seguiríahastadondesepudiera.

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—Yusted,Capitán,¿quépiensahacer?

—Amínomeimportadejaresto.

—¿YThompson?

—Thompson, si quiere, se puede quedar aquí. Pasaremos por delante deOndara:hayquetraerelbote;enélpuedevolver.

Elviernes,porlatarde,ThompsonyelCapitánmandaronllevaralfaluchotodoslosútilesnecesariosparalaexpedición,yelCapitánañadiósuequipaje.

Salieronamedianocheremolcandounalanchaplana;hacíapocovientoytardarondoshoraslargasenllegara laensenadadeMonsant;a la luzdelasestrellas se acercaron al islote del Farallón, ataron la Sargantana, dejaron alRabec con el Dragó de guardia en el peñasco solitario, y con la lancha seacercaronalacaladelInfern.

ElCapitányThompsonsubieronaloaltodelacantilado,saltaronlatapiadelcementerioycomenzaronaserrarlalengüetadelacerraduradelapuertaque daba al jardín de las monjas. Para el amanecer habían concluído sutrabajo. Demiedo que la puerta chirriase al abrirla untaron sus goznes conaceite.

—La Sociedad de Raptos y de Empresas peligrosas reunidas es unaSociedadprudente—dijoelCapitán—;eldinerodelosaseguradospuedeestartranquilo.

—¿Quécapitalsocialtenemos?—preguntóThompsonalegremente.

—Elqueserobe.NonosqueremosdistinguirdelasdemásSociedades.

Lapuertecilladelcementerioquedabahaciaelmarestabapodrida,ydeunempujónquedóabierta.

—¿Hayquehaceralgomás?—preguntóThompson.

—Nada,esperar.

Terminados estos preparativos, Thompson y el Capitán se acercarongateandoalbordedelacaladelInfernysetendieronenlahierba.

—Creoquevoyapescarunmagníficoreúma—dijoelCapitán,alecharseenelsuelo.

—Encambioveráustedunamanecerespléndido—replicóThompson.

—¿Ustedcreequecompensaunacosalaotra?

—Hombre,segúnlaimportanciaqueseledéalreúma.

—Ysegúnlaimportanciaquesedéalacontemplacióndelamanecer.

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Comenzaba la hora tímida e indecisa de lamañana. Thompson, que erahombredeciertaculturaclásica,recordóloscelebérrimosyconocidosdedosderosadelaAurorayhablódeFaetonteydeTithon.

—Ahoraes laAuroraunamuchachapúdica—dijo—,comounaniñaquevaalaprimeracomunión.Noseatreveamirarnos,llevalacabellerarecogiday el cuerpo cubierto por su túnica blanca; dentro de poco será como unabacanterubia,quenosenvolveráconsuscabellosinflamadosyharáarderlatierraenrubíesyelmarenperlasyendiamantes.

—Asílaquieroyo:enérgica,antirreumática.

—Destruye usted la poesía de las cosas, Capitán, con esos recuerdos detisanasyfranelas.

—Esqueyosoyunhombreantipoéticoporexcelencia.

—Nolocreoasí.

ElCapitánseentretuvoentoncesendesarrollarantesuamigoThompsonelfuncionamientodelaSociedaddeRaptosyEmpresaspeligrosasreunidas,quehabíaideado.

—Sabeustedloqueestoypensandoaloírle—dijoThompsonconseriedad.

—¿Qué?—preguntóelCapitán.

—Que tan fantástica es esa Sociedad como nuestros actos. Es usted unasombraqueestácreandootrasombra.

—¡Bah!Literatura,amigoThompson.¡Sueños!

—Toda la vida es sueño, Capitán. Si en otro tiempo se hubieran escritonuestrasaventuras,loseruditosdehoysupondríanquenoteníanrealidad.

—Noséporqué.

—Losupondrían.Ynocreaustedqueyolosupongoigualmente.No.Yocreoquesomoshombresdecarneyhueso—repusoThompson.

—Yotambién—dijoelCapitán—.Máshuesoquecarne;pero,enfin,hayalgodecarne.

—Esolodiráustedpensandoensímismo,noenmí.

—Sí,me había olvidado de su opulencia, Thompson. Siga usted con suargumento.

—Decía,quesiendonosotroshombresdecarneyhueso¡conquéfacilidadsenosconvertiríaensímbolosdeunviejomito!

—Noveolafacilidad.

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—Yo, sí. Figúrese usted los indicios que tendría el comentarista al leernuestra historia, para creer en un mito y en un mito solar: primeramente,estamos en el solsticio del año; fíjese usted bien: ¡el solsticio del año!;segundo,vamosarobaraunadama.Estadama,laClavariesa,esunabelleza,unagranbelleza;portanto,unaencarnacióndeMithras,delsol,deVenus,delamor;elconventoeslanoche,enqueestáguardadalaluz;UrbinaesMarte,enamoradodeVenus...

—UnMartemuytímido—dijoelCapitán.

—ElsacristándelconventoesVulcano.Ustedhadichoqueescojo.

—Ylorepito.

—El Farestac es la naturaleza salvaje, que se pone a favor de losenamorados.

—¿LaSargantana?

—Lafuerzadelmar.

-¿Yyo?

—Usted será, probablemente, una encarnación deMercurio, dios de loscomerciantesydelosladrones,llenoderecursosparatodo.

—¡Gracias!

—Pascualetyyoseríamosespíritusauxiliaresdepocaimportancia.

—¿YRoque?

—Roque,lafidelidad,queenvezdevestirdeblancoyllevarunallaveyunperro,vavulgarmentedeasistenteenlavidadelosfenómenos.

—NofaltamasqueelRabec—dijoelCapitán.

—ElRabecesunservidordelCerbero,delDragó,deeseperrodeaguasquenospareceinsignificanteyqueelcomentaristadaríaproporcionesdediosinfernal.Respectoaestacala,queseencuentraanuestrospies,unosdiríanqueeralacavernadeTénare,consusfaucesabiertas,pordondebajaronHérculesy Orfeo a los infiernos, según Virgilio; otros, que el antro de la serpientePython; pero el comentarista filósofo y racionalista comprendería que estacuevasimbolizaba lahumedady la lobreguezde la tierracuandonohasidoacariciada aún por los rayos del sol. Ahí tiene usted una pequeña tramamitológica, en donde aparecen Venus, Marte, Mercurio, Vulcano, conacompañamientodefuerzasdemarytierra.Veausted,Capitán,cómonuestroscuerposmortalespuedentomarlasaparienciasdeunsímbolo.

—Descendamos, amigo Thompson, a las realidades de la vida—dijo elCapitán—,porqueestabacanterubiade laAuroraempiezayaamolestarun

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poco.

—DescendamosalacaladelInfern—repusoThompson...

El Mediterráneo se extendía verde, cerca de la costa; más lejos, azulintenso.Elvientoeravivo,ylasolas,alromperse,llenabandeunrebañodecorderosblancoslasuperficiedelmar.

El Capitán y Thompson volvieron al interior de la cala y ayudaron alFarestac,aRoqueyaPascualeteneltrabajodedejarlabajadamásfácil.

Urbina estaba en el colmo del asombro al versemetido en aquel rincónfantástico.

Almorzaronycomieronallá,yalcaerdelatardecomenzaronlosúltimospreparativos.SehizoqueUrbinasubieraybajaradesdeloaltodelacantiladohastaelmar,paraqueseacostumbrara.

UrbinayelCapitánsecolocaronenelcementerio.ThompsonestaríaenelPas de la Rabosa con una antorcha, que encendería al ver llegar a laClavariesa; Roque y el Farestac, en las cuestas resbaladizas, y Pascualet, alcuidadodelalancha.

Alassietemenoscuarto,elCapitányUrbinasalierondelacalagateandoparaquenadielesviera,ycorriendoporelbordedelacantiladoentraronenelcementerio.

Urbinateníaunaspectoencogidoyavergonzado.

—Amigo Urbina—le dijo el Capitán—, hay que adoptar una posturagallarda.Lanaturalidadyelencogimientomodestonosehanhechoparaloshéroes. Recuerde usted a Napoleón, que tomaba lecciones de prestancia deTalma.

Urbinasonrió.

Cruzaron los dos el cementerio y se acercaron a la puerta que daba aljardíndelasmonjas.

Miraronporunarendija.

—Seacercaella—dijoUrbinadepronto,conelcorazónpalpitante.

—Háblelausted—murmuróelCapitán.

—Cuandovenga.

—Andeusted.Novayaacreerquenohaynadie.

—¿Estásahí?—preguntóUrbinaconvozahogada.

—Aquíestoy.

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—Pregúnteleustedsinolaobservan.

—¿Hayalgunamonjaenelhuerto?

—Ahora,sí.Esperauninstante.

Esperaronunosminutos.

—Yanohaynadie.¿Abro?

—Sí.

La Clavariesa descorrió el cerrojo y empujó la puerta, cuyos viejos yenmohecidos goznes chirriaron, y la muchacha pasó al cementerio. LaClavariesadiólamanoaUrbina,quenoseatrevióabesarla.

ElCapitánsujetólapuertaconunatranca.

—¡Adelante!—dijo—.Yasabeustedelcamino.

La Clavariesa y Urbina salieron del cementerio. El Capitánmiró por elresquiciodelapuerta.Noaparecíanadieeneljardíndelconvento.

Cerciorado de la tranquilidad que había, corrió por el cementerio, sedeslizóagatasporeltaludyentróenlacaladelInfern.

—LaSociedaddeRaptosyEmpresaspeligrosasreunidasesunaSociedadprudente—dijoenvozalta—,yeldinerodelosaseguradossehallaenbuenasmanos.

—¿Estamosya?—preguntóThompson.

—Sí.

Elinglésencendiósuantorcha.

LaClavariesa,muydueñadesímisma,comenzóabajarlasendaycruzóelPas de laRabosa riendo.Urbina, con la emocióny el vértigo, vacilaba ytuvoelCapitánquesostenerle.

—¡Animo!—ledijoéste—;unmomentodeesfuerzo.Hayquedominarlosnerviosrebeldes.NovayaustedaestropearnoslosdividendosdelaSociedad.

Urbina se rehizo y siguió bajando el sendero hasta el mar.Afortunadamente para él, estaba obscuro y su novia no pudo notar suturbación.

AlllegaralbotesedejósitioaUrbinayalaClavariesaenlapopa,ylosdemásquedaronreunidosaproa.

—¿Qué,nosalimos?—preguntólamuchachaalegremente.

—Esperamosaqueseadenochecompletaparaquenonosvean.

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SeríanlasnuevecuandolalanchasedeslizóporlahendiduradepiedradelacaladelInfernysedirigióalislotedelFarallón.

UrbinahabíaconsultadoconsunoviasivolveraOndaraoseguiradelante,yéstafuépartidariadeseguiradelante.

EntrarontodosenlaSargantanayataronelboteapopa.

Hacíavientoylasolasveníanerizadasdeespuma.Lagranvelalatinadelbarcoseextendióenelaireyblanqueópálidamenteenlaobscuridad;despuésselargóelfoque.LaSargantanaseacercóaunamilladeOndara.

Seveíaenelambientedelanocheestrelladalavagasiluetadelcastilloyalgunaslucesquebrillabanaquíyalláenelpueblo.

—Bueno,Roqueyyonosvamosenlalancha—dijoThompson.

Thompson abrazó al Capitán y a Urbina, y estrechó la mano de laClavariesa; Roque se despidió emocionado del teniente y bajó al bote. Labarca estuvo un momento inmóvil; Thompson y el soldado comenzaron aremar. Cuando volvieron la cabeza hacia atrás, la Sargantana habíadesaparecido...

A la hora en que la luz de lamañana comienza a filtrarse por entre lasnubes;alahoraenquepalideceVenusylanzasusúltimosdestellosSyrio;alahoraenquelasbrumasseevaporanyapareceelmarazulconsusmeandrosdeespuma,bajo lagranclaridadgloriosadel sol; a lahoraenque seabren laspuertas del día y Faetonte galopa arrastrando el carro de la Aurora por elincendiodelcielo,comenzaronatocararebatolascampanasdeMonsant.

Algograveocurríaalasbuenashermanasparaproducirtantaalarma.

Lasgaviotasquehacíansuprimerviajedeexploraciónporentrelasrocasquedaron sorprendidas de este campaneo insólito; las palomas querevoloteaban alrededor del convento se alejaron en son de protesta; lasgolondrinasylosvencejoschillaronmás;elmismoislotedelFarallónparecióasomarsulomopuntiagudocomoundelfínsobrelasaguaspreguntándoselacausadeestealboroto.

Poco después, desde lejos, se vió entrar en el cementerio unas siluetasnegras, las de varias monjas, dirigidas por la superiora de la Comunidad.Fueron de aquí para allá mirándolo todo; luego se acercaron a la cala delInfernyhuyerondeellarápidamente,haciéndosecruces...

Y, mientrastanto, las campanas de Monsant seguían tocando a rebatodesesperadamente...

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EPÍLOGO

«Málaga,juliode1827.

SeñordonEugeniodeAviraneta.—EnVeracruz.

MiqueridoCapitán:Herecibidosucartaconlosinformescomercialesquelepedíacercadeesaplaza.Muchasgraciasporsudiligenciayamabilidad.Denuestros amigos deOndara no le puedodar buenas noticias.Elmédico donJesús,queestáahoraaquí,mehahabladodeellos.

ElcomandantedonSantos,elqueustedsuponía,yconmotivo,queeraunagentedelAngelExterminador,preparóunlazocontranuestraamigaKittyyEguaguirre,ehizoqueelcoronellossorprendieraenelmiradordelcastillo:aél, estrechando por la cintura a Kitty; a ella, con la cabeza apoyada en elhombrodelteniente.Laescenadebiódeserterrible;alcoronel,queyaestabapredispuestoalaapoplejía,ledióunataque,yquedóbaldadoyparalítico.

Todo elmundo se enteró enOndarade lo ocurrido, y el escándalo en elpueblo fué sonado. Figúrese usted la alegría de las gentes que se creenvirtuosasporquevanalaiglesia,alsaberladeshonraefectivadelacoronela.Kitty ha estado cuidando a su marido. ¿Y sabe usted lo que ha hechoEguaguirre?HapedidoeltrasladoysehamarchadoaBarcelona,dondeandade garito en garito. Tras de la muerte del coronel, Kitty, sola, abandonada,influídaporloscurasdeOndara,haentradoenelconventodeMonsant.

Este Eguaguirre, que siempre me fué odioso por su egoísmo y por subrutalidad,hadeshonrado,haabandonadoanuestrapobreKitty,taningenua,tancariñosa,tanbuena.

¿Semarchitaráenlasoledad,enesesuicidiolentodelclaustro,estamujertandignadeserfeliz?Yoesperoqueno.

Esdeustedmuyamigo,J.H.Thompson.»

«Ondara,diciembrede1827.

SeñordonEugeniodeAviraneta.—EnNuevaOrléans.

QueridoCapitán:Leescriboausteddesdeestepueblo,quetieneparamíprofundosrecuerdosdesdelaépocaenquefundamoslaSociedaddeRaptosyEmpresaspeligrosasreunidas.

En el tiempo que he estado aquíme han contadomuchas cosas, y todastristes.KittymedicenqueseencuentraenfermaenelconventodeMonsant;parecequeestádandopruebasdesantidad.Noselapuedevisitar.

La pareja Clavariesa-Urbina vive en Valencia, y no son tampoco muyfelices.LaClavariesadominaasumarido;letrae,lelleva,lereprochaquees

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pobre.LasobservacionesacercadelateoríaanalíticadelasprobabilidadesdeLaplace,demipobreamigo,sevanaquedareneltintero.Delasdosparejasque tanto nos interesaban enOndara:Kitty-Eguaguirre yClavariesa-Urbina,lasdoshanterminadomal;enlasdoshacaídolopeorylomásbueno.

Como dice el refrán español: «Siempre se quiebra la cuerda por lomásdelgado». ¿Conoce usted las Afinidades electivas, de Goethe? Formulo lapreguntatontamente.YaséquenoquiereustednadaconelastrodeWeimar.

¿SabeustedquehevistoalFarestacymehapreguntadoporusted?Tieneun recuerdo de nosotros extraordinario.Me ha dicho que si estuviera ustedcercairíaareunirseconusted.Siguetansalvajecomoantes.

LaverdadesquecuandoviveunoenunmundotanbestialcomoelnuestrodanganasdemarcharseaunaislacomoladelFarallón,ynotenermásamigosquelosdelfinesylosatunes.

Apesar de estos lamentos pasajeros, ya sabeustedque soyunoptimistarivaldeldoctorPangloss,yquepiensopersistirenmioptimismo.

Suamigocariñoso,J.H.Thompson.»

«Ondara,mayode1831.

SeñordonEugeniodeAviraneta.—EnBayona.

Mi queridoCapitán: Sientomucho que no pueda usted entrar enEspañatodavía, y que tenga usted que estar constantemente detenido ahí. Hoy hecumplidomipiadosamisióndevisitarlatumbadeKitty.HeidoalconventodeMonsant;hehabladoconlasuperiora,unaviejaescuálidayapergaminada,aquienhedichoserhermanodeKitty,y lahepedidopermisoparaadornarconfloreseltrozodetierradondeestáenterradanuestraamiga.

Alentrarenaquelcementerioabandonado,alverelmarazulyelislotedelFarallón,quebrotade las aguas; al llegar alpiede la tumba,dondeduermeeternamentenuestrapobreKitty,helloradocomounniño.

Meperseguíaelsacristán,y,paraquedarmesolo,hesalidodelcamposantoy,enaqueltaludquebajaalacaladelInfern,mehesentadosobreunapiedraaentregarmeamispensamientos.

De todosmis recuerdos relacionadosconOndara, elmás fuerte enaquelmomentoeraeldeuna tardeenqueestuvimosustedyyoenelmiradordelcastillo.Hacía calor.Ustedhablaba conEguaguirre;Kitty, conmigo; ustedesdiscutían de política; nosotros charlábamos acerca de nuestras preferenciaspoéticas.

Kitty recitó entonces la canción del Mignon, de Goethe, que tanto legustaba:

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«¿Conocestúelpaísdondemaduranloslimonerosyenelfollajesombríobrillalanaranjadeoro?»

Talsentimientopusoensucanción,que,alterminarla,teníalosojosllenosdelágrimas.

—Seemocionaustedmucho—ladije.

—Sí.Estacanción,en laquenosehabladenada triste—mecontestó—,mepareceimpregnadadelaideadelamuerte,delacabamiento.Alrecordarlapiensodóndeestaréenterradacuandomuera.

—¿Y en dónde quisiera usted estar enterrada?—dije yo, echando lapreguntaabroma.

—Ahí, en Monsant—me contestó—, al lado del mar, en una tierrainundadadesol.

Yaloestá.

¡Dolor!¡Dolordemorir!¡Dolordevivir!

AlvolveraOndaramehesentadoenunapiedra,enlaVoltadelRosignol,yhetratadodellevarelordenyelreposoamipobrecabezaperturbada.

Nolohepodidoconseguir.

«¿Conocestúelpaísdondemaduranloslimonerosyenelfollajesombríobrillalanaranjadeoro?»«¿Conocestúlamontañaysusenderobrumoso?»

Estos recuerdos de la canción deMignon han ido sumiéndome, durantelargorato,enideacionesvagas,informes,deunadesoladoratristeza,endeseosdelanguidezydemuerte.

He seguido como un autómata el camino, hasta llegar a Alba, y me heparadoadescansaralasombradeunpequeñocementerio,algoretiradodelacarretera,sobreunaltozanoáridoypedregoso.

Hemirado hacia dentro. En el camposanto, abandonado, las ortigas, lascicutas,lasdigitalesylaszarzascrecíanconunafuerzasalvaje.Niunalápida,niunacoronahabíaresistidoelimpulsoavasalladordelafloraparásita,bienabonadaconlosdetritoshumanos;sóloalgunascrucesdemaderapodridaselevantaban entre lamasa espesade loshierbajos; unpájarodepecho rojoycolalargasaltabasobreunadeestascrucesypiabadulcemente...

Aloírle,meheacordadodeotramañanasuave,brumosa,delpaísvasco,enqueestuveoyendolosgorjeosdeunruiseñor.

EracercadeHasparren,unpueblovascofrancés.Habíaestadomásdeunahora, y hubiera estado la vida entera, como los encantados de las historiasinfantiles,oyendoalruiseñor,cuandolascampanasdelaiglesiacomenzarona

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tocar, y el mágico cantor huyó. Entonces entré en el pueblo a buscar unaposada, y almirar a la iglesia con cierto odio, porque sus campanas habíaninterrumpidolaserenatadel ruiseñor,vien la torreescritaestasentencia:Utfugiturumbrasicvita(Comohuyelasombra,asíeslavida).

Aquelterribleapotegmamehizoelefectodeungolpedemaza.

Hoy se me ha venido a la imaginación contemplando el cementerioabandonado de Alba, y al pájaro, que cantaba sobre un trozo de maderapodrida.Luegoestasentenciasehaconvertidoenunpesadoestribillodemicerebro.Yenelpueblo,ydespuésenelbarco,antesde llegarydespuésdellegaraOndara,miespíritunoteníamasqueelmismocomentarioparaloqueibaviendoyparaloqueibaoyendo:Utfugiturumbrasicvita(Lavidahuyecomounasombra).

¡Adiós,amigomío!—J.H.Thompson.»

****

ELVIAJESINOBJETO

PRÓLOGO

UnosdíasdespuésdelraptodelaClavariesaestábamoscharlandoenaquelespléndido mirador del castillo de Ondara, cuando Kitty, la coronela, mepreguntó sihabíaescritoalguna relacióndemisaventurasdesdeque salídeLondres.

—Tengovariasnotas—ladije—,perodispersasysinorden.

—¿Porquénolasordenausted?—mepreguntóella.

—¿Conquéobjeto?

—Paraleérmelasamí.

—Si usted lo desea, lo haré; pero le advierto que es muy probable quetenga usted un desencanto. En mis andanzas no me han ocurrido grandescosas.

—No importa. Cualquier relato, aderezado con un poco de imaginación,puedeserinteresante.

—¡Ah!yalocreo;peroesqueyonotengoimaginación.

—Sequiereustedexcusar,Thompson.

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—No,no.Créameusted.Loúnicoquequiero es prepararle a ustedparaquenosufraunpequeñochasco.

—No lo sufriré. Esté usted tranquilo. Sus impresiones serán para mísiempreinteresantes.

—¡Oh!¡Bondad!—exclaméyo—.¿Porquénoguardaríaentremispapelesunos parlamentos inéditos deCalderón, unos diálogos de Shakespeare, unasbaladas de Burns o unas páginas desconocidas deMozart para traérselas austed?

—Notantamodestia,Thompson.Sequiereustedescabullir.

—No,señora.Cuandoordenemispapeles,aquíestoy.

—¿Daustedsupalabra?

—Sí.

MemarchéalafondadelaMarinaycomencéelarreglodemisnotas.Noerafácil,nimuchomenos.Aveces,yomismonosabíaloquehabíaqueridodecir.Cuandoconcluíunapartedemitrabajo,conungranpaquetedepapeles,fuíaveramiamigaKitty.

—Elviaje sinobjeto—leíen laprimerapágina, con lavozveladapor laemoción.

—¿Lollamaustedasí?—mepreguntóella.

—Sí;perosiloencuentraustedmal,loborro.

—No, no;me parece bien. ¿Le habrá dado usted este título significandoquehahechoustedeseviajealabuenaventura?

—Sí;esoes.Hubierasido,quizá,másexactollamarle«Viajesinobjetonifin»;peronohequeridorecalcardemasiado.¿Sigoadelante?

—Sí;sigausted...

Realmente, esteViaje sin objeto es posible que sea una tontería, porqueestáescritosinpiesnicabeza,deunamaneraconfusaydesordenada.

El señor Leguía, primer compilador de las Memorias de un hombre deacción, tuvo que suprimir del Viaje sin objeto una porción de digresiones:itinerariosdecaminos,clasificacionesbotánicas,recetasdecocina,reflexionesreligiosas,yotrasbagatelasquenoveníanacuento.

Thompson tenía el vicio de expandirse, de dispersarse en el comentario;porotraparte,queríasermuyexacto.AlamaneradeJorgeBorrow,RicardoFox y otros viajeros ingleses, se propuso escribir un viaje con granminuciosidad y lleno de detalles; pero comohombre perezoso y olvidadizo,

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dejabamuchasdesusideasenembrión,yúnicamenteexpresabaenuntítuloloquehubieraqueridohacer.

Enlagranhojarascadecuestionessin tratarydereflexiones inoportunasqueapuntóThompson,entróLeguíaasaco,cortandoyrajando.

DespuésdelapodadeLeguía,eleditoractualhatenidoquehacernuevoscortesenelmanuscrito,paradaralViajesinobjetociertaproporcióndeobradearquitectura,o,porlomenos,dealbañileríamodesta.

Ciertamente,Thompsonnoeraunacadémico,niunclásico,yesposibleque las tragedias de Racine le parecieran grandes monumentos de cartónpiedra.

También hay que reconocer que Thompson no se mostraba siemprehombre serio y razonable, y que muchas veces parecía no comprender ladiferenciaentrelotrascendentalylofútil.

Loúnicoque sepuededecir en sudescargoesqueThompsonnoaspirónuncaaterminarsuViajesinobjetoenelParnaso,porque,deserasí,hubierasido el suyo un viaje con objeto, y él creía que en el segmento de nuestralimitadavidanadatieneobjetonifin.

PRIMERAPARTE

UNAVIDAINSIGNIFICANTE

I.

ELVIAJEROYSUCANCIÓN

Yosoyunhombrequehasalidodesucasaporelcamino,sinobjeto,sinsaber por qué, con la chaqueta al hombro, al amanecer, cuando los galloslanzanal aire su cacareoestridente, comoungritodeguerra, y las alondraslevantansuvuelosobrelossembrados.

De día y de noche, con el sol de agosto y con el viento helado dediciembre, he seguido mi ruta, al azar: unas veces, asustado ante peligrosquiméricos;otras,serenoanterealidadespeligrosas.

Paraentretenermisoledadheidocantando,silbando,tarareandocancionesalegresytristes,segúnelhumoryelreflejodelambienteenmiespíritu.

A veces, al pasar por delante de una casa del camino, cantabamás alto,gritaba,quizáconjactancia,queriendoserescuchado.

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Alguna ventana se abrirá—pensaba—y aparecerá un rostro simpático yjovial.

Noseabríaningunaventana,nosalíanadie;yoinsistíacándidamente,yalinsistiribanbrotandodeaquíydeallácarastorvas,miradashostiles,genteenguardia,queapretabaelgarroteentrelasmanoshuesudas.

Quizá les he ofendido—discurría yo—. Esta gente no quiere nadaconmigo,yseguíamimarcha,alazar,conlachaquetaalhombro,sinobjeto,sinsaberporqué,cantando,tarareandoysilbando...

Durantemuchotiempo,estasoledad,elgraznidodelaslechuzas,elaullidode los lobos, me llenaban de angustia y de inquietud. Entonces intentabaacercarmealaciudad;peroalquererentrarenellameparabanenlapuerta,yme ponían como condición, para pasar, el dejar a la entrada unos sueñosgratos,másgratosquelavidamisma.

No, no; prefiero volver al camino—murmuraba—; y seguía marchandocon la chaqueta al hombro, al azar, sin objeto, sin saber por qué, cantando,silbando y tarareando, estremeciéndome con los rumores del campo, con elruidodelaguaenelarroyoyelcantaragorerodelascornejas.

Después,pocoapoco,medejaronentrarenlaciudadsincondiciones;perodentrode lascallesmesentíahogado,estrechado,sinpoderrespirar,yvolvídenuevoalcampo...

Hoy,algúncamaradamedice:

«Descansa aquí. ¿Por qué no vivir entre las gentes? Hay remansostranquilos, hay rincones donde no se miran unos a otros con faz torva yamenazadora.»

Amigo—respondoyo—,yosoyunhombredepaso,algoquesemueveynoarraiga,unapartículadeaireenelviento,unagotadeaguaenelmar.

Ahorame sucede comoal viajeroqueha creídomarchar a la casualidadpor el fondo de los barrancos, y al llegar a una altura, al ver el caminorecorrido,comprendeque,apesardesusdesviacionesydesuscurvas,llevabainstintivamenteunplan.

Ahora, en el río confuso de las cosas que pasan eternamente, siemprecambiando y buscando su fórmula definitiva (el werden hegeliano), veomiexistenciacomounacosaquehasidoyquehallegadoasudevenir.

Ahora, la soledad no me entristece, ni me asustan los murmullosmisteriososdelcampo,nielgraznidodelascornejas.Ahoraconozcoelárbolenquecantanlosruiseñores,ylaestrellaquelanzasumiradaconfidencialenla noche.Ya encuentro suaves las inclemencias del tiempo y admirables lashorassilenciosasdelcrepúsculo,enqueunacolumnadehumoselevantaenel

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horizonte.

Y así sigo, con la chaqueta al hombro, por este camino que yo no heelegido,cantando,silbando,tarareando.

YcuandoelDestinoquiera interrumpirlo, que lo interrumpa;yo, aunquepudieraprotestar,noprotestaría...

Estepreámbulo,queparecequequiereseralegórico,pusoJ.H.ThompsonasuViajesinobjeto.Suúnica legitimaciónparaestaraquíesquees tansinobjetocomotodoellibro.

II.

DISECACIÓNYFARMACIA

EntreelgrannúmerodeThompsonsquehaproducido Inglaterra,yosoyunodeellos.

Mipadreeradisecadordeanimalesy teníasucasaysu tallerenGray's-Inn-Lane,unacallejuelaquesaleaHolbornStreet.

El sitio, aunque céntrico, espoco frecuentadoporgente rica, ymipadresolía exponer sus ejemplares disecados en lamitad de un escaparate que lecedía un frenólogo de Holborn Street, el señor Fitzhamer, por veinte librasesterlinasalaño.

Anuestracasa,bastantesombríaynegra,apenasledabaelsolalgunosdíasdeverano.Teníamosunaamadegobierno,laseñoraWebster;peroestaseñorallegóaadquirirtantaconfianzaconnosotros,quenonoshacíacaso.

Además,comodecíaunaamigasuyasuspirando,laseñoraWebsterteníaladesgraciadebeber.Estaamigaqueríadaraentenderqueeltomarlacostumbredeiralatabernaeracomopadecereltifusolaviruela.

La señora Webster había perdido la moral doméstica y le parecíanaccidentes insignificantesyquenoafectabanasuhonordeamade llaveselquelacarneestuviesequemadaolaspatatascrudas.

Mipadrenosequejaba.Erauntantoestoico.Ensusbuenostiemposhabíavividoconholgurayganadomuchodinero;despuésfuécayendo,ycayendo,hastaarruinarse.

MipadrefuéelReyLeardelosdisecadores,unReyLearsinCordelia.LasCordeliasnoabundanenelmundo.Mipadretrabajóconafánporconseguirlaelevacióndesushijos,y,efectivamente,loselevóyellosleolvidaron.

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Yoeraelhijomáspequeño.Mishermanosmayoressecolocaronbien;mishermanas llevaron dote al matrimonio; mi padre, que había dado todo sudineroasushijos,sequedó,elpobrehombre,sinunpenique.

Mipadresehallabadispuestoaseguirarruinándoseconmigoyllegaralamayormiseria.

Yolerecuerdoyaviejo.Eraalto,robusto,conelpelomuyblancoylacarasonrosada.

Noheconocidoamimadre,quemuriócuandoyoteníapocosmeses.

Desde lamás remota infancia estoy acostumbrado a contemplar la ruinacomounestadonaturaldemicasa.Mipadremepusoenuncolegioricohastaquenopudopagarmás,yentoncesmesacódeallíconelpretextodequenosmarchábamosdeLondres.

Mientrasestuveenelcolegio,desdelosdiezaloscatorceaños,alvolveramicasameencontrabainvariablementeenlasvacacionesconalgomenos.

Enlaextremanecesidad,mipadreteníaquerecurriraempeñaryavenderlosmejoresmodelosdesusanimalesdisecados,yyovisalirdenuestracasaleones, tigresyserpientes,ejemplaresmagníficosdepiel fina,brillanteysinzurcidos, y quedarse sólo en el taller los zorros calvos, los flamencosdesplumadosylosbuhossinojos.

—¡Cuántasveceshepedidoinspiraciónauncaimándisecadooaunbuitresinplumaspararesolverelproblemadelafamilia!

Yo tenía que elegir una manera de vivir. Mi padre no quería que mededicase al arte de disecar. Suponía que este oficio estaba en baja y mehablabamaldeél.Asíperdíyolamoraldeldisecador.

Mipadreteníavariosamigosquenoleabandonabanensudesgracia:unodeelloseraFitzhamer,elfrenólogo;otro,undisecador,elseñorSammerson,personaje alto, grande, pomposo, irreprochable en el vestir y adornadoconstantemente con un gran paraguas; y, por último, un empleado deFitzhamer, el joven Cheene, hombre delgadito, fino e inteligente, que sededicabaaarmaresqueletosparalosestudiantesdeAnatomía.

Sediscutióentre todos laprofesiónquedebía seguir,y laopiniónde lostresconsultadosfuéquelomejorseríaquemipadremellevaraalafarmaciadeuncuñadosuyoytíomíofarmacéutico,llamadoSamuelCox.

Mipadre teníaviejos resentimientoscon sucuñadoSamuel;peroviendoqueeralaúnicasoluciónparamí,lehablóamitío,yyoentrédepracticanteenlabotica.

Entonces mi padre deshizo su casa y su taller y entró de director en el

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establecimientodeSammerson.

YoestuveenlaboticadeCoxcercadetresaños,ysalínopormiculpa.

Mi tío Samuel era un solterón empedernido que vivía asistido por unaviuda,mistressBlount.

La talseñora teníaunhijoqueestudiabaFarmaciafueradeLondres.Eraestaviudaunamujerdeunoscincuentaaños,ceñuda,mandona,conanteojosyunapapalinablanca.

Mi tíoSamuel le teníamiedoy la esquivaba conmuchoarte.Mi tío erahombredegransagacidad,tandiplomáticocomoTalleyrandycasitanegoísta.A fuerza de egoísmo se había hecho un completo poltrón, y lasrecriminacioneslemolestabanhorriblemente.

MitíoSamuelyyonoshicimosprontoamigos.Alprincipiometratócomoasudependiente,peroluegoseconvirtióenuncamarada.

Así,miinfanciasehadeslizadoparteenel tallerdedisecaryparteenlaboticademitío.Hevividoalladodeunafaunaydeunafloraexótica,enunafaunayunafloramuertayconservada.

En mi niñez he puesto mi hamaca entre los leones, las panteras y loscocodrilos disecados; en mi adolescencia he recogido el maná como losisraelitas,elspermacœticomolosballenerosy lacaneladeCyláncomolosvedasyloscingaleses.

Soyunhombre exótico, oriental y occidental, polar y ecuatorial. Soyunplanetario.

Los tres años de farmacia se interrumpieron con la llegada del hijo demistress Blount. Entonces hubo una serie constante de riñas, de amenazasentrelaviuda,suhijoymitío.

Un día supe con asombro que éste dejaba la botica. La viuda le habíapuestocomocondición,ocasarseconellaodejarlafarmacia.MistressBlountteníacartasendondeeltíoSamuelledabapalabradecasamiento.

MitíonovacilóenaceptarlacesacióndelaboticaysealejódelbarriodeSohoparasiempre.

—Tútevienesporahoraconmigo—medijo.Y,efectivamente,yo,armadodeunoscuantosbártulos,memarchéasucasa.

III.

LOSLIBROSDEMITÍO

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Apesardeserhijodeviejo,mipadrecontabamásdesesentaañoscuandoyonací,soyhombrefuerteydegranvigor.

Según Fitzhamer, el frenólogo, que nos cedía lamitad de su escaparate,dondeexponíamosnuestrosejemplaresdisecadosporveintelibrasesterlinasalaño,misfacultadesmásdesarrolladassonlaadquisividad,lahabitabilidadylareligiosidad.Lavidanohadestacado enmí estas condicionespronosticadasporsufrenologidad.Esposiblequelaculpaseamía.

Noséapuntofijocuálessonlascondicionesíntimasdemicarácter,comonolosabenadieocasinadie.Ladivisadélficadeconóceteatimismonohafructificado en mí. Respecto a los orígenes de mis conocimientos, son elcolegio, el taller de mi padre y la botica de mi tío. En el colegio adquirírudimentosclásicos;lleguéallatínyunpocoalgriego;eneltallerdemipadreaprendí a disecar y algunas nociones de zoología, y en la botica de mi tíocomencé el estudio de la química y de la botánica y abrí las obras de losgrandesfilósofos.

EltíoSamuelsecontabaentrelosmejoresbibliófilosdeLondres.Reuníalibrosycoleccionesdeestampasconunagranperseverancia.Mientrasestuveyoenlaboticasolíaverlellegartodoslosdíasconpaquetesdelibrosyrollosdepapel.

Siselehablabadelclientequehabíavenidoporlatriacamagnaoporelaceitedeescorpión,todavíaenaqueltiemposeusabanestascosas,escuchaba,alparecer,muyatentamente;perolaverdaderaquenohacíacaso.

Cuando abandonamos la botica él y yo, fuimos a vivir a una estrechacallejuela que comunicaba por un arco con la plaza llamada Lincoln's-Inn-Fields. La casa era un edificio negro y alto, que tenía delante un jardinillodesolado.Difícilhubierasidoencontrarunaviviendaquetuvieraunairemástriste.Elhumoylanieblahabíandejadosusparedesnegras,loscristalesdelasventanasempañados.Enelúltimopisoteníasushabitacionesmitío.Estabanéstasllenasdelibrosydepapeles.

Los libros constituían allí unavegetaciónparásita; asomabanpor encimadelosarmarios,pordebajodelassillasydelasmesas.

Todoslosdíasmitíosolíahacercompras,yyoleacompañaba.Ibamosalos baratillos, a las ferias, a las casas particulares. Mi tío tenía alquiladosvarioscuartospequeñosendistintosbarriosdelaciudad,dondedepositabasuscompras.

Yo,alverestosrinconesabarrotadosde librosypapeles, lepreguntéquéqueríahacercontantolibroytantaestampa,siqueríavenderlosoregalarlosalMuseoBritánico;después,cuandocomencéatomarlegustoalacazadellibro

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ydelaestampa,comprendíquelabibliofiliaylaestampofilia,comotodaslaschifladurashumanasqueamenizan la existencia, tienen su finen símismas.Mi tío pasaba por coleccionista humilde, y si alguien le preguntaba sicomprabalibros,decíaqueno,quesusmediosnoselopermitían.

Ciertamente no era mi tío un bibliófilo bastante rico e ilustre parapertenecer al Roxburg-Club de Londres; pero algunos de los individuos deesta Sociedad le conocían y le habían invitadomás de una vez al banqueteanualquecelebrabanenlatabernadeOld-Saint-Albans,invitaciónquemitíoSamuelaceptaba,porqueademásdebibliófiloeraungastrónomoconsumado.

A mi tío lo encontraba siempre en tratos y cabildeos con toda clase delibreros,anticuarios,traperos,comerciantesdepapelviejoyencuadernadores.Uno de los hombres con quien tenía más negocios pendientes era uncomerciantedepapelllamadoTick,dueñodeunatiendadeWhiteHartSreet,callejuela próxima a Drury Lane. Tick, hijo de un judío alemán y de unairlandesa,eraunviejoalto,debarbacana,conlosojosazulesylaexpresiónsonriente.Ensutiendaeradifícilentrar,porloestrechaynegra.Enlamuestraapenaspodíaleerse:

ABRAHAMTICK

COMERCIODEPAPELALPORMAYORYALDETALLE

Delatiendasepasabaaunpequeñopatioatestadodepapelesviejos.

Abraham Tick tenía un hijo de mi edad, William, muchacho fuerte yguapo,conlosojosnegros,lascejasrubiasyelpelonegro.

Según el frenólogoFitzhamer, hay que desconfiar de las personas cuyoscabellosycejassondeuncolordiferente.Nosésientodosloscasos;pero,almenos,enaquél,Fitzhamerteníarazón.

William Tick, a quien todos llamábamosWill Tick, se hizomuy amigomío;mejordicho,yomehiceamigosuyo,porquealpocotiempodeconocerleestabasometidoasuinfluencia.

IV.

LACASADEISRAELSYPIPER

Como mi tío Samuel vió que yo tenía afición a los libros, creyó debíaperfeccionarme en la bibliografía, y me llevó de dependiente a la casa deIsraelsyPiper,deChanceryLane.

ChanceryLaneesunacallejuelaquebajadeHolbornaFleetStreet.Como

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muchasdeLondres,tieneunaespecialidad;esunacalledegentedetoga,delibreríasdeDerechoybanqueros.

Entonces, supongo que ahora seguirá lo mismo, Chancery Lane estabaformadaporcasasaltas,deladrillo,ennegrecidasporeltiempo,labrumayelhumo,yacariciadasmuydetardeentardeporlosrayosdeunsoltraducidoalinglés.

Los colores de esta calle, la gradación de matices de sus paredes deladrillo,losencontrabayomuyagradablesalavista;teníanentonosobscuroslasvariacionesirisadasdelcoralydelnácar.

LascasasdeChanceryLaneerantanindiferentesy tanhostilescomolasdemás londinenses, y un poco más: presentaban al transeúnte puertas biencerradasyclaveteadas,verjasllenasdepinchos,rejastupidas;eranestascasasdeleguleyosdelomásinhospitalarias,delomásfundamentalmentebritánicasquepuedenserunascasas,unaspuertasyunasrejas.

Próxima a la salida de Chancery Lane a Lincoln's-Inn-Fields, y casienfrentedeCursitorStreet,sehallabalalibreríadeIsraelsyPiper.Teníaenlapuerta, sobre la pared roja de la casa, este letrero, medio borrado por laslluvias:

ISRAELS&PIPER,LIMITED

EDITORESDEOBRASDEHISTORIA,FILOSOFÍAYGENEALOGÍA

La librería de Israel y Piper tenía un escaparate pequeño, una tiendareducidaycasisiempredesierta,ydespués,unpasillolarguísimo.

Cualquiera hubiese pensado que aquel establecimiento no tenía apenasimportancia;peroamedidaquesepenetrabaenél, se ibahaciendomayorymostrandosusgrandesgaleríasdecatacumba.

Por un lado daba el establecimiento de Israels y Piper al jardín deLincoln's-Inn-Fields,dondesehallabainstaladalaimprenta.

Losdepósitosdelacasaeraninmensos; los librosformabancallesymáscalles, y de trecho en trecho, por encima de estas calles, había puentes detablasymáslibrosencima.

A algunos pasos de la tienda había una puerta que daba a un gran patioenlosado y cubierto de cristales, y a todas horas estaban allí los empleadosembalando libros en cajas, que luego se cargabanen carros, y a todashorasentrabanlosmozosdelaimprenta,llevandomontonesdepapelenramaenlacabeza.

De losdueños, Israels eraun judíodeunos sesenta años, deojos claros,nariz cortante y perilla blanca.Tenía una amabilidad excesiva y unamirada

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burlona.

ElseñorPipereraunbuen inglés,decabezacuadrada,concaradeperrodogoyairemalhumorado.

ElempleoencasadeIsraelsyPipernomesedujo.TeníamosWillTickyyo un despacho cerca del patio, en un subterráneomuy húmedo y sombrío,donde trabajábamos constantemente; y este vivir de topo, siempre con luzartificial,ensitionegroyhúmedo,memolestabamucho.

WillTickse lasarreglabaparano trabajar,ymepusoalcorrientedesusmañas.

La casa de Israels y Piper tenía grandes curiosidades: se guardaban lasprensasquesehabíanusadoenlacasadesdesufundación, losoriginalesdelas obras publicadas y un gran archivo con ejecutorias y manuscritosheráldicos.

Para preservar estos tesoros de las ratas había cuatro perros repulsivos yunadocenadegatosferoces.

Losperrosenseñabanlosdientesacuantodesconocidoveían,ylosgatossaltaban y bufaban como panteras. Estos animalitos eran hijos de una gataatigrada,queatacabayarañabaalqueseacercaraaella.

Este animal feroz erapara Israels el genio familiar de la casa; lemirabacon el mismo entusiasmo que DickWhittington, el popular personaje, a sufelino,aquiendebíalafortunayelllegarahabersidolordmayordeLondres.

EntrelosdependientesdelalibreríaIsraelsyPiper,mehiceamigo,ademásdeWill Tick, de un joven, PercyHarrison,muchacho simpático, hijo de unlabrador.

Percytendríamiedadymisaficiones,ymeconvencióparaquefueraconél,denoche,aunaacademiadedibujo.Habíavistolosensayosdecaricaturasqueyohacía,ypensabaquepodríautilizarmipequeñotalento.

TodoeltiempoqueestuveencasadeIsraelsyPiper,unañoymedio,fuíde noche a la academia de dibujo; pero noté que, amedida que copiaba deestatua,lapocagraciaqueteníanmiscaricaturasdesaparecía.

SeloadvertíaPercy,yéstereconocióqueelcultivodelarteclásiconomeconvenía.

Percy, almismo tiempo que se perfeccionaba en el dibujo, practicaba lalitografía.Cuandocreyóquedominabaestearte,proyectócomprarunaprensalitográficayútilesparaeloficio,yestablecerse.

FormamosunasociedadWillTick,Percyyyo,ydecidimosabandonaraIsraelsyPiperylanzarnosunpocoalaaventura.

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V.

ELOGIODELALITOGRAFÍA

Los primeros trabajos litográficos que hicimos entre Percy y yo fueronvistasdepueblos,escenaspintorescasy retratosdepersonajescélebres.WillTickvendiólasestampasabuenprecio,yalrecibirelproductodelasventas,consideramosqueunríodeoroentrabaennuestrosbolsillos.

Trasdeestostímidosensayos,intentéyolacaricatura,yunadelasmejoresquehice fuéa favorde los liberalesespañolesyencontradel reyFernandoVII. Esta caricaturame relacionó con algunos españoles, entre ellos, con elhispanoinglés Blanco-White, que acababa de publicar unas cartas sobreEspaña, y que fué, probablemente, el que me sugirió la idea de venir a laPenínsula.

Despuésdemiestampaantifernandina,hiceotrasvarias,quesevendieronmal que bien. Pronto noté que faltaba a mis caricaturas personalidad ycrueldad.NopodíallegaralasátirabrutalyenconadadeunGilray,niadaramis personajes el aire tan típicamente inglés de las estampas de JorgeCruikshank.

—En la caricatura—me dijo Will Tick, que en esto, como en todo,discurríaconmuchaclaridad—haylacepadulceylacepaagria.Túeresdelacepadulce,yenInglaterra,actualmente,esonogusta.

WillTickteníarazón.

Comovique elmercado se cansabaprontodemis estampas, intentédarotroproducto,ymedediquéalaguafuerte.

El agua fuerte es un arte, indudablemente, de más interés, de mayorindividualidadquelalitografía.

Tiene, además, un encanto para el que la cultiva, y es el encanto de lassorpresas. Estas sorpresas proceden de los efectos inesperados de lamordeduradelácidoenlaplancha,ytambiénmuchodelaestampación.

Lalitografía,encambio,notienesorpresaalguna,ysuestampaciónesmásmecánica. Se puede decir que cada prueba de agua fuerte es casi tan únicacomouncuadro;encambio,laspruebaslitográficassontodasiguales.

El procedimiento del agua fuerte me gustó, por ser más personal, máscomplicadoy,almismotiempo,máslibrequeeldelalitografía.

Enlalitografía,vencidaladificultaddedibujaralrevés,estátodoresuelto;

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entantoqueserealizaeltrabajosepuedeseguirsuprogresomirandolapiedradirectamenteoenunespejo;encambio,enelaguafuerte,mientrasserayalaplanchadecobre,éstaesunmisterio.Elgrabadorsuponequeunapartelehasalidobien,quelaotra,mal;creequeestoesdemasiadonegro;aquello,porelcontrario, demasiado blanco; mete la plancha en el ácido, saca después laprueba,ytodassonparaélsorpresas.

Lalitografíaesmáshonrada;enellanosalenimásnimenosqueloquesepone.

Misentusiasmosporelaguafuertemequitaronlaaficiónatrabajarenlalitografía.Megustaba,sí,laestampalitográfica;peromáslasdelosotrosquelasmías.Preferíasercoleccionistadeestampasquelitógrafo.

Realmente,lalitografíanoesungranarte,peroesunartesimpáticodentrode su vulgaridad. Es algo como la canción de la calle, como la melodíapopularizadaporunorganillo.

Lafusióndelalitografíaconelcostumbrismoyconlahistoriaepisódicade la época ha dado origen a una clase de estampas que son los mejoresdocumentosdenuestrotiempo.

Sediráqueestasláminasnosdejanunaimpresiónfalsadelascosas.

Cierto.

Alguno asegurará que el arte debe dar la sensación de la realidad conelementos artificiales y que la litografía hace todo lo contrario: dar unaimpresióndeirrealidadconelementosverdaderos.¿Quéimporta?¿Esquehayunarealidadfueradenosotros?Yo,lectordeKantydeBerkeley,nocreoenmás realidad que la de nuestro yo. Lo demás son disfraces de la MadreNaturaleza,aspectosdelaCosaensíquenosabemoshastaquépuntoexisten,ysisuspresentacionesantenuestrossentidossononoconstantes.

Podrán otros despreciar la litografía como un arte industrial, vulgar einsignificante;paramíhatenidoysigueteniendograndesatractivos.

Estasvistasdepueblos,tanfalsasenconjuntoytanexactasenlosdetalles;estas escenas campestres, tan poco campestres; estos españoles, tan pocoespañoles; estos griegos, tan poco griegos; estos ríos, estas cataratas, estospersonajes, estas amazonas,que son laverdadconvencionaldeunmomentohistórico,nohubieranpodidorepresentarsetanenarmoníaconelespíritudelaépocacomoconellápizligero,amableyunpocobanaldelalitografía.

VI.

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ENPLENABOHEMIA

Percyyyoalquilamosuncuarto,yllevamosaélnuestrosútilesyalgunosmueblesalfiado.

Al principio trabajamos con entusiasmo; luego, poco a poco, fuimosflaqueandoyllegamosanohacernadayamirarcondesdényconciertasornanuestrosinstrumentosdegrabadores.

Will Tick nos sacaba con frecuencia de apuros con la fertilidad de susrecursos.Muchasvecesnosllevabaasucasaparaqueleayudásemos.

Tick,padreehijo,sededicabananegociossospechosos.

Guardaban montones de papel sellado viejo, que les debía servir parafalsificardocumentos.Lavabanycocíanpapelesescritosconaguadecloroylossacabanlimpios;sabíantambiénhacertintaantiguaycalcarfirmas.

Todoslostrabajosdelacasaeranpococlarosymenoslícitos.DuranteeltiempoqueacudíaltallerdelosTick,elnegociomáslegalquehicieronpadree hijo fué decolorar y raspar unas hojas en pergamino de unos libroscapitularesyconvertirlosenparchesdetamboresypanderetas.

Siemprese lesveíaalpadre,alhijoyauncriado,albinoyzambo,enelpatio,sucioynegro,borrandopapelesysecándolosenunaestufa.

AbrahamTickmaniobrabaenaquellascosasquenocaenfácilmentebajolamiradadeunjuez.

Una de sus especialidades consistía en inventar genealogías y falsificardocumentosnobiliarios.La impunidadestabaasegurada.Eramuydifícilquesu trabajo llegara a conocimiento de la justicia, porque el que encargaba lafalsificación de una ejecutoria o de un árbol genealógico era el primerinteresadoenqueningúnperitoexaminaraconcuidadosusdocumentos.

AbrahamTicknospagababiencuandoleayudábamos.Ensutiendaconocímuchagente,porqueelviejoTickteníagrandesrelaciones.Solíanreunirseallíuna porción de tipos que andaban a la husma por las prenderías, librerías ytiendasdeantigüedades.

Yotambiénmedecidíasacarlacomidaalhusmeo,ycomencéaproveerami tío y a unas cuantas personas más de libros y de estampas. Tambiéncomprabaretratos,quevendíadespuésaFitzhamer.Elfrenólogolosutilizabaparasusestudios.Algunasestampasanterioresaltítulonoteníannombre,yyosolía ponerlo almargen con lápiz. Era curioso ver con qué candidez se lasarreglabaelfrenólogoparaencontrarenlacabezadelretratadoloque,segúntodo el mundo, había; cómo adivinaba el espíritu matemático en Pascal, la

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gracia en Voltaire, el sentido astronómico en Copérnico, etcétera, etc. UnaconfusiónmíahizoqueelretratodeFenelónpasaraporeldeMaquiavelo,yeldeFloriánporFouquier-Thinville,yalcontrario:yhuboqueadmirarconquéprecisión Fitzhamer encontró matemáticamente la chistosidad y laastuciosidadenFenelón,tomándoloporMaquiavelo,yladestructividadenelinsípidoFlorián,aquientomabaporFouquier-Thinville.

Nosiempredabayoenelblancoenmispaseosalabuscadeunoscuantoschelines, y entonces Percy y yo nos dedicábamos a comer al fiado. Alprincipio nos preocupábamos de pagar; pero llegó un día en que elpensamientodelmañananonosalterólomásmínimo,ynosdedicamos,desdeentonces,alosplatosmássuculentosyaloslíquidosmásespirituosos,conlavagaesperanzadequealguienlospagara.

Cuando la estrechez era grande íbamos a ver aWill Tick; pero éste nosofrecía ya descaradamente trabajos peligrosos de falsificación, lo que nosalarmaba.

LosamigosdePercyylosmíos,alegrescamaradas,vivíandeunamaneraparecidaalanuestra,dispuestosagozar,asacarlejugoalaexistencia.

Unodeellos,paramíelmásquerido,aquienhabíaconocidoenelcolegio,eraTomásBurton, jovendisipadoyde familia acomodada, de la escueladelordByron,queencontrabatodomuynegroenlavida.

Burtonseenvenenabaconopioy leía librosdeastronomía,de loscualessacabaargumentosparadeducirlamezquindadylamiseriadelavidahumana.

—Lomejorquepuedohacer, enobsequiodemi familia, es arruinarla—decía—,ydespuéssuprimirmeyo.Eldineronoshahechodesdichados.

Otro de los comensales constantes en nuestras francachelas, Joe Flinder,viejoestudiantedeleyes,guardaba,segúndecía,ungranbaúlllenodeobrasmaestras,diezodocepoemasquehubiera firmadoMilton,yuncentenardetragedias y comedias bastante más sugestivas y profundas que las deShakespeare.

Apesardeestapremisa,élpensabaquesepodíaafirmarlaconlaseguridaddeunaxiomamatemático,nohabíaeditorniempresarioparasusobras.¡TaleralaestupidezyelmalgustodelaorgullosaInglaterra!

Otraspersonasse reuníanconnosotros, sobre todoalgunos jóvenes ricosque venían acompañados por Will Tick. Will nos presentaba a ellos comohombres de un talento enorme, bohemios incorregibles, de una existenciapintoresca,desordenadayabsurda.

Percy y yo habíamos llegado a encontrarmuy lógico nuestro sistema devida; generalmente no pagábamos a los proveedores, y los ingresos que

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obteníamosunasvecesporlacompraventadeuncuadro,deungrabadoodeunlibroraro,losempleábamosenunacenaalegre.

Solíamostenergrandesdiscusiones,debatíamosacercade lagloria,de lapolítica,de la literatura,de losmediosdehacerdinero,de laReforma,de laConstitución,yconcluíamosconlascarasinyectadas,cantandoavozengritoel Fantasma, de Cock Lane, los Niños en el bosque, o alguna canciónpatriótica,como¡RuleBritannia!y¡Oh,Bretaña,elorgullodelOcéano!

VII.

DÍASTRISTES

Biencomprendíayoqueaquellavidanopodíadurar,queeraunparéntesismásomenoslargoquesehabíadecerrardeundíaaotro.Efectivamente,elparéntesis se cerró pronto. Una mañana el dueño de la casa nos avisó quehabiendo aguardado mucho tiempo el cobro de nuestros alquileres, ya nopodíaesperarmás.Nosdabaunplazodeveinticuatrohorasparadesalojarlahabitación.

PocodespuésdeesteavisollegóFlindersconlanoticiadequeBurtonseacababade suicidar.Al entrar sumadre en su cuarto se lohabía encontradotendidoenelsueloymuerto.

Lanoticiamehizounagranimpresión.

Percy,Flindersyyohablamoslargorato,yyomeolvidédemisapuros.

Hubiéramosidoadarelúltimoadiósanuestroamigo;perotemíamosquela familia no nos quisiera dejarle ver, considerándonos como gente perdidaquequizáhabíaarrastradoalsuicidaasumalfin.

DecidimossaliryacercarnosalacasadeBurton.Albajarlasescalerasunmuchachometrajounacarta.

Decíaasí:

«QueridoThompson:Siteenvíanestacarta,esquemehabránencontradomuerto.Mevoycongusto.Unapretóndemanosybuenasuerte.

Burton.»

Discutimos si había hecho bien, si había hecho mal nuestro camarada,porque no hay nada que remueva tanto el espíritu como esa negación de lavidadelsuicidio.

Hablando de Burton salimos a la calle. Era al anochecer. Hacía uno de

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estos días de otoño de Londres en que el cielo, invariablemente sombrío,descarga aguaceros sobre aguaceros; toda la gran urbe exudaba humedadnegra y polvo de carbón, y los hombres, los caballos y los perros searrastrabansobreelfangodelascalles,mientrasalgunospocosprivilegiadosseaburríanensuspalaciosomirabanporlaventanadelcluboporelcristaldelcochealosdesharrapadosrebozadosenelbarro.

LlegamosacasadeBurtonynonosquisieronrecibir; taleserannuestrastrazas. Volver a la habitación de noche, despertando a la vecindad, hubierasidoexasperaralpropietario.Pasamos lanocheapie firmeypor lamañanamepresentéamipadre.

Hablamos, me sermoneó un tanto y me dijo que debía ir a ver a mishermanos.Yo le contesté que no.Mis hermanas se sentían orgullosas de suposición;estabancasadasconpersonasdecalidadynolesgustabapensarquetenían un pariente perdulario.Mis dos hermanasmayores eran de lamismamadera;deunegoísmoperfectoydeunaindiferenciainsolenteporlasuertedelafamilia.Noibanapreocuparsedemí,aquienapenasconocían.

Mediómipadreunospeniques,loúnicoquetenía;comíyfuíaveramitío.LedijequemehallabaenunasituacióndifícilyquehabíapensadopedirtrabajoaWilliamTick.LuegolecontélosprocedimientosqueempleabaWill.

—Sí,loshaheredadodesupadre—dijomitío—.Sevequeestangranujacomotodoslosdesufamilia.Tencuidado,notevayanaarrastraradarunmalpaso.AbrahamTickestáhaciendoconstantemente falsificaciones; túdibujasalgoyquerránutilizarte.Noseastonto.Haztodaslasdeudasquepuedas;pontu firma en todos los pagarés que te traigan; pero nada de imitar letras,facturas,sellosocosaporelestilo.Estoeslacuerdaolostrabajosforzados.

Laobservacióndemitíomehizomella;yopensabalomismo,aunquenomehabíaplanteadolacuestióntanclaramente.Elerauntruchimánlistoysuconsejonocayóenolvido.

VivíunosdíasencasadeTickencerrado,pintandoárbolesgenealógicos,yun díaWill me trajo unas láminas de un banco de la City para que yo lascalcarayluegolasestamparaPercy.

Pretextéqueno teníavista.WillTickse riódiciéndomeque lohiciera,oquesino,memarchase.Yooptépormarcharme.

—Temorirásdehambre—medijo.

—No;porquemitíomehaencargadohaceruncatálogodesubiblioteca.

WillTickmeinsultó,llamándomeestúpidoyegoísta;yyofuíenbuscademi tío.Lecontéel caso; cómomehallabaperseguidopor los acreedores, laproposicióndefalsificaciónquemehabíahechoWillTick,ylepedíqueme

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cedieseunadesusmadriguerasdelibrosymedieradecomer,acambiodelocualyo leharía el trabajoqueme indicarade copiaode calco.Despuésdevacilar mucho mi tío aceptó y quedamos de acuerdo en que le restauraríaalgunas portadas y documentos antiguos. Fuimos los dos a una casucha delbarriode Islington.Eraun zaquizamídelúltimopiso, llenodemontonesdelibrosqueconservabanpolvodemuchosaños.

Untabernerodelaesquina,conocidodemitío,metraeríalacomidaynomeprestaríaniunpenique.

Toméposesióndemicuchitrilycomencémistrabajos.

Todoel inviernolopaséasíencerrado.MirabadesdemipalomarelcielobajoysombríodeLondresconelhumoespesoquesalíadelaschimeneas.Porlamañanahacíalasrestauracionesparamitío,ydespuésestudiabafrancésyespañol,porqueteníaelproyectodeescaparmedeLondres.

Denochelosratonesmehacíancompañíayveníanadevorarlosrestosdemicomida.Algunasvecesatabaconunbramanteunacortezadequesoymedivertía retirándola cuando se echaban sobre ella los pequeños y graciososroedores.

Losdíasbrumososynegrosmeentrabaladesesperacióndenohacernadaymemetíaenlacama.

VIII.

EXAMENDEMISAPTITUDESPORELSISTEMAMÉTRICODECIMAL

Unodeaquellosdíasenquemehallabamásaburridoaúnquedeordinario,hice este cuadro de mis aptitudes morales e intelectuales por el sistemamétricodecimal:

CONDICIONESDEJ.H.THOMPSON

Amoraltrabajo.5por100.

Benevolencia.10»

Egoísmo.15»

Valorpersonal.5»

Sentidoerótico.10»

Moralidad.5»

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Espíritureligiosoysuperstición.21/2»

Adquisividad(estiloFitzhamer).21/2»

Sociabilidad.10»

Instintodevagabundez.15»

Después del cuadro sinóptico de mis aptitudes, comencé el de misconocimientosporelmismosistemamétricodecimal,ymeresultóéste:

Dibujo.10por100.

Literatura.10»

Filosofía.5»

BotánicayFarmacia.10»

Artededisecar.15»

Geografía.5»

Lenguas.5»

Por una fantasía como ésta, el frenólogo Fitzhamer cobraba bastantedinero;encambio,yonomecobrénadaamímismo.

Miinterésenestaépocaconsistíaenelevarmisconocimientoslingüísticos(5por100,segúnelcuadro)aun10oaun15por100.

Aprendíaelespañolyelfrancéssinmaestro,yteníalasospechadequeibaaentendérsemecondificultades.Sobre todo lapronunciacióny lapropiedaddelaspalabrasmefallarían.Mepasaríaprobablementeloquealinglésdeunacaricatura francesa, que entra en un café deParís y para pedir:Garçon, unebouteille de biere, hace un esfuerzo de memoria y dice: Celibataire, unebouteilledecercueil!

Estaconfusióndelascervezasconlosataúdes,lomásquepodíaproduciresqueseburlasendeuno.

Aunque comprendía que no me las arreglaría fácilmente, no mepreocupaba estomucho.Lo difícil paramí era dar el primer paso, cruzar elcanaldelaManchaydesembarcarenelContinente.

Había pensadomarchar a España. Sentía hambre de sol y de cielo azul;estabacansadodeencierro,delluviasydebarro.

HabíaleídobastantesobreEspaña;nocreía,nimuchomenos,quefueraunpaísdedeliciasenqueacadapasoocurrieranaventurasextraordinarias;peropensabairallí.

Aunquesoyoptimista,nosoydelosqueabriganunaconfianzaexcesivaen

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loshombresyenlascosas,yquesedesilusionanalmenortropiezo.Mifuerzaestá en la perseverancia y en la resignación estoica. He sido siempre másespectadorqueactor;lavidamehadadolaimpresióndeunacomedia,avecesamable,avecesaburrida.Tengolasdecisionestardas.Henecesitadosiempreel aguijón de la necesidad imperiosa para lanzarme a la acción. Si estanecesidadimperiosanomeazuza,mirolosacontecimientosconcalma.

Muchas veces he dicho: Veremos a ver esto adónde nos arrastra; y heseguido a la deriva, bastante indiferente, mientras no aparecía la cruel yurgentenecesidad.

MiviajeaEspañaeracuestióndemomento.AvecescreíasiseríamejorquedarmeenLondres.Misacreedoresestabandespistados,¿perocómovivirasíconstantemente?Laquietudmeibaenmoheciendo;necesitabahaceralgo,aunquefuesentonterías:andar,correr,cambiardeescenario...

IX.

ULTIMAHAZAÑAENLONDRES

Un día leí en un periódico el descubrimiento de una falsificación debilletes deBanco y la prisión de los falsificadores y encubridores, entre loscuales se encontrabami amigo PercyHarrison.Will Tick no aparecía en lalistadelospresos.

¿Sería extraño al asunto? ¿O se habría escabullido de las garras de lajusticiaconarte?

Dadasuhabilidadysumaña,eracosamuyprobable.

Unas semanas después iba yo muy envuelto en mi gabán raído, y másenvuelto aún en una niebla espesa y rojiza, a casa demi padre, cuandomeencontréaWillTickhablandoconunamujer.

Me paró; le dije claramente que suponía que el instigador de lafalsificación por la cual habían prendido a Percy era él; peroWill Tickmedemostró,conargumentos,quenoeraciertamisospecha.

Sus razones mitigaron la cólera que sentía en contra suya, y hablamoslargamente.LedijequepensabamarcharmeaEspaña.

—¿Tienesdinero?—mepreguntó.

—No.

—¿Sabesaquiénlepodríamossacarunoscuartos?

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—¿Aquién?

—Amipadre.

—¿Cómo?

—Tu tío ha dejado en depósito cuarenta libras esterlinas en casa de mipadre para que le compre la biblioteca de un anticuario que hamuerto.Mipadrehavistolabibliotecaysientetenerlanecesidaddecomprarlaparatutío,porqueenesabibliotecahayalgunoslibrosdevalor;perohadadosupalabraynosepuedevolveratrás;perderíaunbuenparroquiano.

—Entoncesnohaynadaquehacer.

—Sí, hay mucho que hacer. Mi padre, al menor pretexto que tenga,devuelvecongustolascuarentalibrasesterlinas.Túvienesconmigoamicasa,ledicesamipadrequetutíohacambiadodeparecer,yteentregalascuarentalibras,quenoslasrepartiremos.

—No,no.Yonohagoeso.

—Loharéyoportucuenta;peroesnecesarioquetútepresentesconmigoyrecibaseldinero.

Vacilé,porquelacosameparecíaunpocodura,tratándosedeunhombrequeme había favorecido comomi tío Samuel; pero pensé también: «Si noaprovecho esta ocasión, ¿cuándo seme presentará otra? Hay que decidirse.¡Adelante!»

FuimosacasadeTick,yWillhablóasupadre.

Elviejofalsificadorescuchólargotiemposonriendo,moviendolacabezaenademánnegativo,hastaquesedecidió,ysacandodeuncajónlascuarentalibrasesterlinasmelaspusoenlamano.Willmeempujóalasalidaymedijo:

—¡Vengamiparte!

Lediveintelibras;luegomepidióqueledieraotrascincoporlacomisión.

—No;notedoyunamás.

—Bueno.Eresunroñoso.¡Adiós!

Coneldineroenelbolsilloyelespíritullenoderemordimientosunpococómicos, me fuí a los muelles y averigüé que, pocas horas después, alamanecer,salíaunpaquebotparaBurdeos.ComotemíalaindignacióndemitíoSamuel,aquienquizáyanopodríapedirnuncanadaenlavida,leescribíuna carta desde una taberna contándole la hazaña que habíamos realizado aexpensas entre Will y yo. Le decía que obraba impulsado por una fuerzamayor.Despuésescribíotracartaamipadredespidiéndomedeél,yalrayarlamañanabajabaenelbarcoporelTámesis,caminodelContinente.

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—Veremosloquenosreservaeldestino—murmuré,mientrasmeacercabaalaborda,mareadoyconlamanoaplicadaalabocadelestómago.

X.

LOSDESTINOSABSURDOS

Cualquiera,alleerlafrasefinaldelcapítuloanterior,supondráqueyosoyunfatalista.No;nolosoy.Nolosoy,peronoandolejosdeserlo.Estaideadefatalidadesunpococonfusa.Encerrandolaideadepredestinación,esparamífalsa;perosignificandosólodestinación,mepareceexacta.

Nocabedudaquesiunomarcaenunpapelunaseriedepuntos,sepuedenuniréstosconunalínea;tampococabedudaquelatallíneatendráuncarácter:serárectaoquebrada,ypresentaráunafiguraespecial.Aestafigura,despuésde hecha a posteriori, le llamaremos necesidad, destinación, y si estuvierahechaapriori,lellamaríamosfatalidad,predestinación.

Enelpunto1delalíneanosabemosdóndevaacaerelpunto2,nienelpunto2cuálvaaserel3;perotrazadoslospuntos2y3,podemosasegurarque de ningunamanera, aunque se deshiciera el Universo, podrían estar enotrositiomasqueenelqueestán.

Tales reflexiones me hacía yo, tendido en un banco de la cubierta delpaquebot,amedidaquesalíamosdelcanaldelaManchaysemeibapasandoelmareo.

Cuando se disipó por completo pensé que sería práctico inventar unafinalidadparamiviaje al llegar alContinente,y semeocurrióunapequeñahistoriabasadaenmitío,elsargentoCox,quehabíasidouncalaverayhabíaestadoenlaPenínsulaconlastropasdelgeneralMoore.Meparecióquenadiese incomodaríaporqueascendieseunpocoenelescalafónami tío,ydecidíllamarle el comandante Cox. El comandante había muerto en la Península,dejandounapequeña fortuna,queyo ibaa recoger, ¿cincomil libras?, ¿seismillibras?Creoquenadieseenfadaríasielevabalaherenciaadiezmillibras.

Animadoporunaperspectivatanagradable,melevantédemibancoymepuseapasearmeporlatoldilla.

Habíaotro joven,pocomásomenosdemimismaedad,que llevabaportodo equipaje una caja de tabaco; nos pusimos a hablar, y, llevado por esanecesidaddeconfidenciaquesesientealviajarsolo,lecontémihistoria.

—¿AsíquevaustedsinobjetoalContinente?—mepreguntó.

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—Sí.

—Puesamímepasalomismo;perocomosoyenelfondofatalista,creoqueadondemellevelacasualidadallíestaríafijadomisino.Aquídondemeve usted, salgo de una cárcel, donde he estado durante algún tiempodeshaciendocuerda.

—¿Hizoustedalgunafalsificación?

—No;yoestabaenrelacionesmercantilesconunabandadeladronesquemealimentaban.Unavezproyectaronunroboenunhotel.Cadacualteníasumisión;yoeraelencargadodeecharunpedazodecarneconláudanoalperro.Medieronel frasquitoy, comoyo soydesmemoriado, lodejé enun rincón;luego lo confundí con una botella de una salsa, y eché salsa a la carne queteníaquecomerelperro,y,claro,nosedurmió.Resultóquelapolicíaestabaavisada,yquemehabíanvistoecharlacarnealperro,yquenosprendieronatodoslosladrones,amíconlabotelladelasalsa.Cuandolecontéloocurridoa mi abogado, éste dijo en el juicio que yo era un joven muy virtuoso, yexplicócómohabíacaídoenmanosdemalhechores,quemehabíanenviadoconunfrascodeláudanoyunpedazodecarneparaechárselaalperro,yyohabíadejadoel láudanoycogidounabotelladesalsapara rociarconella lacarnequeibaaecharalguardiándelacasa.

Reconocierontodoslosjuecesqueyoeraunjovenvirtuoso,ymeecharonalacalle,dondeempecéamorirmedehambre.

Entoncesentré en sociedadconunparde individuosque sededicabanaesenegociobastantelucrativoquellamanlosfranceseschantage.Llevabanyaen preparación uno importante; tenían documentos de un político, con loscuales pensaban sacar mucho dinero, y me enviaron a mí a hacer laproposición.Lleguéyoacasadelpolíticoconlalecciónaprendida;peronosécómome las arreglé, que confundí todo lo que tenía que decir; descubrí eljuegodemissociosehicequenosmetieranatodosenlacárcel.

Comolaotravez,meabsolvieron,yconsiderándome,sinduda,comouninconsciente,me llevaron a un asilo, donde he estado durante algún tiempohaciendoestopa.

Al salir del asilo pensé simi porvenir estaría en explotar a lasmujeres.Elegíunamuchachaquemepareciódócil,ycomencéacultivarlaconelfindevivirasusexpensas;peroseinterpusounhombre,luchéconél;nosllevaronajuicio,ytodoelmundocreyóqueyoeraunidealistayquemehabíapegadoconmirivalpordefenderaunadama.

AyerestabaenHydePark,alanochecer,pensandoenlamaneradequitaraunaseñora,acompañadadeuncaballero,uncollarquellevaba,cuandoviqueelseñorquehablabaconestadamaeraelpolíticoaquienhabíamosquerido

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explotar.Esteseacercóamíymedijo:

—Sinohablasdeloquehasvisto,tedaréveintelibras.

Yonohabíavistonada.Alarguélamanoyrecibíunbillete.FuíalArcodelmármolymiréelbilletealaluzdeunfarol.Erabueno.

Por la mañana compré un traje, comí y me vine a este barco. Voy adesembarcar en Francia, en donde no sé qué haré.Ya que no puedo ser uncriminalhábil,intentaréserunapersonahonrada.Sinopuedoserniunacosaniotra,mededicaréalcomercio.

El joven fatalista se encogió de hombros y yome volví a tender enmibanco.

XI.

ENMEMORIADEBURTON

ElpaquebothabíaentradoenBurdeos.Eldía,demayo,estabaespléndido;el sol, brillante. Hacía un ligero vientecillo del norte. Como no llevabaequipaje, salí inmediatamentedelbarco, fuí a la terrazadeuncaféy estuvecontemplando la gente que pasaba y elmovimiento del puerto. Sentí ciertasoñolencia y hubo unmomento en que cerré los ojos y estuve desvariando.CreíencontrarmeentremisamigosdeLondresyqueinterpelabaaBurton,quemeescuchabamuertoysonriendo.

J.H.Thompsonponeaquíeldiscursoquedirigióalasombradesuamigo,queaunquenovienemuyacuentoloinsertamos:

—¡Qué error el de suprimirse así delmundode los vivos!—ledice a suamigo—.¡Quéerror,queridoBurton.Habiendoestesolyesteairepuro,yestecieloazul,surcadopornubesblancas,yestasgentesquevanyvienen,yestasextrañasaparienciasdelaCosaensí!¡Quéerror,amigoBurton,elsuprimirse!

Oh,no;yonotediréqueestoshombresvalganlapenadeserhablados,nique estas mujeres sean Ofelias románticas y puras, no. Es posible que lamayoríadetodosellosseanganadovacuno,oquizádecerda;pero¡quécielo!¡quéluz!¡Cómosesientelasangrequecirculaporlasvenas!

¡Quéerror,amigoBurton,eldesuprimirse!

No, yo no trataré jamás de convencerte de que el amor y la fraternidadhumananazcancontantafacilidadcomolasalgasenelmar,niquelaamistadpura sea una cosa corriente.Yo reconozco, de buen grado, como tú, que lamayoríadeloshombressomosegoístasybestias,¿peroquédudacabedeque

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loshayinteligentesybuenos?

Ciertamente,yonocreoenlasgrandespalabras;soynihilistadetodoslosnihilismos, y ateo de todos los ateísmos; pero, aun así, amigoBurton, ¡quéerrormásgrandeeldesuprimirse!

Verdadquetodoloquenosrodeaesfugitivo,esinasible;peronosquedaelmomento,¡elminuto!¡Cosaadmirable!

Sí, quizá las grandes palabras se encuentren un poco vacías; pero encambiolaspequeñas,¡quéllenasestán!

Una conversación agradable, unamujer bella quepasa, unabocanadadeairepurodeundíadeverano,unlibroentretenido...

—¡Quéerror,amigoBurton,eldesuprimirse!

Tú afirmarás que nuestra vida no es nada, que un guiño de una estrellarepresentamásquetodaslasexistenciashumanas.

Yotecontestaréque lagrandezay lapequeñezson ideasrelativas,yquelos soles de la Vía Láctea y los rayos de Sirio o de Aldebaran sonmenostrascendentalesparaeseseñorquepasayparamíquela lámparaquesenosapagaporlanoche.

Sí, amigo Burton; ese infinito del Universo que tanto te preocupaba es,después de todo, un infinito de negaciones, y esas nebulosas de estrellas nodebentenermásimportanciaparanosotrosquelasnubesdechispasquesalendeunafragua.

Túme dirías, bajando a la vida fisiológica, que cuando el engranaje denuestrasruedasinterioreschirria,todoesmolestiaydolor.Esverdad.

Peroaunasí,enlosintervalosdeldolorsepuedeencontrarmomentosdeplacidezydereposo.

¡Quéerror,amigoBurton,eldesuprimirse!

AsísigueperorandoThompson,hastaquedicequedespertó,abriólosojosy,envezdeverasuantiguocamarada,viólosmástilesdelosbarcos,quesebalanceabanenelpuerto.

XII.

CHARLATANESYSALTIMBANQUIS

Dejé el café y las divagaciones—sigue escribiendo Thompson—y fuí a

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hospedarmeaungarnibarato,desdedondeescribídenuevoamitío.LedecíaqueWilliamTick había sido el inventor de la combinación para sacarle lascuarenta libras esterlinas, y que yo no había hecho mas que dar miasentimiento,porencontrarmeperseguidoporunacreedor,quemepusoenlaalternativadepagarleinmediatamenteollevarmealacárcel.Detantorepetirestainvención,lleguéacreerla.Comunicabatambiénamitíomiproyectodeir a España, y le juraba que si conseguía encontrar trabajo le devolvería eldinero.Tambiénleescribíamipadre.Losdosmecontestaronenseguida;mipadre, dándome consejos;mi tío,menos incomodado de lo que yo suponía.Porloquemecontaba,advertidoporlacartaqueleenviéalsalirdeLondres,había comprado la biblioteca del anticuario antes de que se presentaraAbrahamTick.

Tranquilizado,conrelaciónaesto,medediquéenBurdeos,porunosdías,al dolce farniente. Burdeos me pareció grande, tristón, como un pueblodesalquilado,hechoparacapitaldeungranEstadoyquesequedaencapitaldeprovincia.

Paseando por el pueblo tuve la suerte de encontrar en un tenducho unpaquetedecaricaturas francesascontra los ingleses,quemecostaronquincefrancos.Eranlasfigurasloresventrudosyladysdelgadasyridículas.NohabíapodidodarconellasenLondres.

Lascompréyselasenviéamitío,quienreconciliadoconmigomeescribiópocos días después a Bayona, muy contento, encargándome que cuandoentraraenEspañanomeolvidaradebuscarlasestampasdeGoya.

Pasados seis días en la capital de laGironda, hicemi primer ensayo deviandante.Habíacompradountrajedeveranobarato,unmorraldetela,dondemetílaropaquetenía,yunmapadeFrancia,conlascarrerasdepostas,hechoporJ.B.Poirsonen1821,enParís,en lacalleSaint-JeandeBeauvais.Conestosrequisitosmeechéaandar.

ComomehabíandichoqueelcaminoporlasLandaserapocoagradable,toméporlaorilladelGarona,conlaintencióndebajarhaciaOrthezymarchardeallídenuevohaciaelmar.

Elprimerdíalopasébien,hiceunacaminatadeseisleguasycomíydormíperfectamente.

Elsegundodíahiceunosconocimientosuntantoraros.Enunpueblodelcamino, antes de llegar a Bazas, había une feria y me detuve un poco acuriosearensuspuestos.

EntréenunabarracadefigurasdeceraypasérevistaalospersonajesdelaRevolución,alosgeneralesdelImperio,aMaríaAntonieta,avariasvíctimasyasesinos,yaungrangrupoenqueseveíauncazadordevoradoportigresy

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leones. Aquellos animales no eran una maravilla de exactitud. Me permitíhacer unos gestos desdeñosos ymanifestarmi poca conformidad. Un señorbajeteyrechoncho,vestidodenegro,mepreguntó:

—¿Nolegustanausted?

—Pocacosa.

—Esosanimalessehancopiadodelnatural.

—No.¡Ca!Nopuedeser.

Yexpliquécómoyporquéestonoeraposible.

—¿Loharíaustedmejor?

—Yo,¡yalocreo!SoydisecadordeLondresypintor.

—Sí;enLondressetrabajabienenestascuestiones;peroenParístampocosehacenlascosasmal.NohayquequitarlenadaaParís.

Callé,comonoqueriendocomprometermedemasiado,yentonceseldueñode las figuras de cera me dijo si tendría inconveniente en trabajar para él,modelándole en cera varias alimañas en actitud feroz, y retocando algunasfiguras como la deDanton, la de Fualdés, el asesinado, y otras que habíanperdido el color, pues la gente no se contentaba conver sus caras, sinoquequeríatocarlas.

—¿Tantotiempovaustedaestaraquí?—lepreguntéyo.

—No, me marcho en seguida; pero usted puede venir conmigo en micoche.

Quedamos de acuerdo en que le haría el trabajo y en que él meproporcionaríalosútilesnecesarios,pagaríamisgastosymedaríatresfrancosal día. Me instalé en su carreta de cuatro ruedas, cerrada y con techo, ycomenzamosamarchardespaciocaminodePau.

El dueño de las figuras de cera,monsieur David, era un señor fino quehubierapodidoseracadémico,notariooenterrador.Vestíadenegroyllevabaunacintarojaenelojal.ViajabaencompañíadesusfigurasdeceraydesucriadoMichel.Almismo tiempo quemonsieurDavid, y llevando elmismocamino, iban varias carretas: dos de un domador de fieras, que se decíahúngaro, conun leónviejo, unaspanterasyvariosmonos; un cochedeunaseñoraqueteníacacatúasamaestradas;unfurgóndeundomesticadordefocas,y un tílburi de un charlatán vendedor de específicos, prestidigitador,sacamuelasyfrenólogo.

Enelcaminonosencontramosconsaltimbanquis,gitanos,yalgunamujerharapientaconuncarretóndondellevabaunorganilloylafamiliamenuda.

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En los tres días que fuí en compañía de monsieur David, puse los másbrillantescoloresen lasmejillasdeFualdés, el asesinado;animé losojosdeMaría Antonieta, de Carrier, de Napoleón, de Danton y de Marat, ycomenzabaunosbocetosdefierascuandonosdetuvimosenunaposada,pocoantesdellegaraPau.

Estaballoviendo;semetieronlascarretasenuncorralynosreunimosenun cuarto de la posada, el domador húngaro y su criado, el charlatánprestidigitador, un ventrílocuo, el domesticador de focas, la madama de lascacatúas,monsieurDavidyyo.

Cenamos juntos, y como esta gente es jactanciosa, cada cual contó sustriunfosen losdiferentespueblosdel tránsito.Eldomesticadordefocashizotaleselogiosdesusanimales,quelagentelostomóabroma.ApostóentoncesélaqueenviabaasuBaby,lamejordesusfocas,conunacartaparamonsieurDavid,yaqueselaentregaba.Seaceptólaapuestaysepusodineroenproyencontra.Eldomesticadorsaliódelcuartoalpatioy,pocodespués,vimosalafoca que avanzaba pesadamente con sus aletas por el pasillo, entraba en elcuartodondeestábamos,ofrecíaunsobreque llevabaen labocaamonsieurDavidylehacíaunaceremoniosareverencia.Seaplaudióaldomesticadordefocasya sudiscípulaBaby,que sedieronunbeso.Elcharlatánexplicó susjuegosdemanos,ydespuéssacóunabarajaeinvitóaunapartida.Yocreíquelos demás no aceptarían. ¿A quién se le ocurre jugar a las cartas con unprestidigitador?

Se sentaron en la mesa, y el charlatán, el domador, la madama de lascacatúas,eldomesticadordefocasymonsieurDavidbarajaronycortaronysepusieronajugaralamalilla.Yometendíenundiványmequedédormido.

Amedianochemedespertaronlosgritos.

Todos vociferaban y discutían, y teníanmontones de plata y de cuartosencimadelamesa.

Eldomadordebíadeperdermucho;estabaanhelante,congestionado,conunagruesavenahinchadaenlafrente.Acadamomentosepasabalamanoporlaspatillas.Lamadamadelascacatúasmarchabatambiénmal,ajuzgarporsuairehumillado; eldomesticadorde focas estaba indiferente;monsieurDavidsonreía, y el charlatán, delgado, mefistofélico, tenía un aire plácido einsinuanteyponíaderechounnaipeenlanarizyseguíajugando.

Mientrastanto el ventrílocuo, alto y flaco, con los brazos y piernasrecogidosenlasilla,sacabaunasextrañasvocesdesucuerpo.

Elfinaldeljuegoseaproximaba,y,efectivamente,enunapasada,eldinerodel domador húngaro desapareció y fué a parar amanos del charlatán y demonsieur David. El domador se irguió lanzando juramentos, y los

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gananciosos, con aire compungido y los bolsillos llenos, se prepararon alevantarse.

—Esperenustedes—gritóeldomador—.Medebeneldesquite.Vuelvoenseguida.

Salió el domador, y al momento monsieur David y el charlatán seescabulleron del cuarto. El ventrílocuo, el de las focas y lamadama de lascacatúashicieronlomismo.

Yoibatambiénasalirymedispuseaponermeloszapatoscuandoentróeldomadordenuevoconunlátigoseguidodedospanteras.

Yoquedéhorrorizado.

Alverquenohabíaningúnjugadorsepusoapasearporelcuartofurioso,gritandoyblasfemandoydandotrallazosenelaire,mientraslasdosfierasquetraíasaltabanyenseñabanlosdientes.

Yoestabaespantado.Eldomadorsefijóenmíyseacercóaldiván.

Me dijo burlonamente que el dueño de las figuras de cera y elprestidigitadorlehabíanrobadosudinero.Eranecesarioquelepagaseyo.

—Yo,hombre,¿porqué?

—Porquemehanestafado.Vengaeldinero...Sino...

—Sino...,¿quépasará?

—Searrepentiráusted—ydióunlatigazosobreeldiván,ylasdospanterassaltaroncomogatos.

—Espereusted,espereusted,notengaustedprisaledijeyo,ymelevantéymepusetranquilamentelachaqueta.

—Pronto,pronto—gritóél,asombradodemisúbitaserenidad.

—¡Ah!¿Pronto?Puesahoralevoyadeciraustedunacosa.

—¿Qué?

—Quenolevoyadaraustednada.

—¿No?Ylevantóellátigo.

—No—le dije yo, y le pegué un puñetazo en la barba que lo tumbé alsuelo,derribandounasillaylamesa.

Lasdospanterasseescondieronenunrincónasustadas.

Antesdequeeldomadorpudieralevantarse,abríelcuarto,salíalpatioyde aquí al camino. Crucé la aldea y fuí andando hasta que se hizo de día.EstabaapocadistanciadePau;lleguéaestaciudad,entréenunaposada,me

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lavé,mepusemi traje de señor ymetí el otro en elmorral. Pregunté cómopodríasalirparaBayona.Meindicaronelpuntodondepartíanlasdiligencias,ymeencaminéhaciaélconelmorralconvertidoenmaleta.

XIII.

COMIENZODEUNAAVENTURAROMÁNTICA

EstabasentadoenunbancodelaPlazaRealesperandoquedieranlasochoyseabrieranlasoficinasdeladiligencia,cuandovidosmujeresdelutoqueavanzabanvacilandoymirandoaderechaeizquierda.

Se sentaron en el mismo banco que yo; pero debían estar impacientes,porqueselevantaronpronto,dejandounpaqueteenelasiento.

Alnotarlollaméalasdosdamasylesdiloqueolvidaban.

—¡Gracias! ¡Muchas gracias!—exclamó la mayor de las dos—. No sédóndetenemoslacabeza.

—Sienalgopuedoservirlas,loharéconmuchogusto—lesdijeyo.

—VenimosabuscarladiligenciaquevahaciaOrthez.

—Yotambién;peromehandichoquenohaydiligenciahastaelmediodía.Ahoraúnicamentesepuedetomarunpequeñocoche,quellamanCuco.

—¿Ycuándovaasalir?

—Parecequehastadentrodehoraymedianosale.

—¿Yquéhacemos aquí hora ymedia?—exclamó la joven—.Nosvan aconocer.

—¿Ustedhatomadoelbillete?—mepreguntólaseñoramayor.

—No;todavía,no.

—¿Quiereustedacompañarnos?

—Conmuchogusto.

Nosmetimoslostresenuncaféqueacababandeabrir.

Laseñoramayorteníaunoscincuentaocincuentaycincoaños,yllevabatocas de viuda; la otra era una muchacha, pálida e insignificante, de unosveintitrésaños.

La señora hablaba con un acento nervioso y asustado; la señorita estabacomoapabullada.

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Cuando pasó el tiempo necesario nos acercamos al despacho dediligencias. Esperamos a que prepararan el Cuco, y entramos en él las dosseñoras y un capitán de la gendarmería de Bayona, que había ido a Pau arecibirórdenes,yyo.

Elcapitányyohablamos.Laseñoramayornohacíamasquesaltarenelasiento,deimpaciencia.ElCucomarchabaperfectamente,conunmovimientosuave.

En los diferentes puntos que mudaban los caballos se presentaban losgendarmesypreguntabaninvariablementesinoibanespañoles.

—Point d'espagnols—decía el capitán—.Dos damas francesas, un señoringlésyuncapitándelagendarmeríareal.

—Perdón,micapitán—decíanlosgendarmes,haciendoelsaludomilitar.

—¿Porquépreguntansiempresivanespañoles?—dijeyo.

—Esquese temequehayaporaquíagentesespañolesrevolucionarios—contestóalcapitán.

LlegamosaOrthezporlamañana.Elcapitányyoofrecimosalasseñorasnuestracompañía,ycomoellasaceptaron,fuimoshastasucasa.Elcapitándióelbrazoalamayor,yyoalamuchacha.Llegamosdelantedelapuertadelaverjadeunamagníficaposesiónynosdespedimosdelasseñoras.Elcapitánfuéhaciaunladoyyohaciaelcontrario.Avancéunpocoparalelamentealaverja,queeramáslargadeloqueyomefiguraba,yalvolverviquelasdosmujeresestabantodavíaalaentrada.

—¿Nolesoyen?—lespregunté—.¿Quierenustedesqueyollame?

—No,no—dijeronlasdos,asustadas.

—Loqueustedesquieran—ymepreparéaseguir.

—¿Podría usted hacernos un favor?—me preguntó la señora con su voztrágica.

—Sí,conmuchogusto.

—Querríamosentrarenelparquesinquenosvieraelportero.

—Nosélamanera.

—Hayunapuertachiquita,cerradaconsolouncerrojo,aquí,aunlado.

—¿Ydesdefueracómolavaustedaabrir?

—No, desde fuera ya sé que no. ¿Usted no sería capaz de escalar estaverja?

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—¡Escalarlaverja!¿Ysilevenauno?

—No.Noselevantaenlacasanadiehastamuytarde.

—Bueno;avísenmeustedessiaparecealguien.

Sinmásdejémifardelilloenelsuelo,escalélaverja,bajéporelotrolado,corríhacialapuertapequeñayabríelcerrojo.Lasdosmujeresentraroneneljardínyyosalíalcamino.

Al pasar de nuevo por delante de la puerta de la verja estaba la señoraaguardandoymedijo:

—Quiero darle a usted una explicación y hablar con usted.Venga ustedcuandosehagadenocheaestaverja.

—Sí,señora,vendré.

Mefuíaunafondacon la imaginaciónunpocoexcitada,ydenochemepresenté en laverja.Alpoco rato llegó la señora.Mehablódurantemásdeuna hora con un tono inquieto, lleno de angustia, y me contó,atropelladamente,unaporcióndecosas.

Aquella dama era pariente y almismo tiempo señora de compañía de lamuchacha jovenquehabíavenidoconellaenelcoche.Se llamabamadamaDomesan.Lamuchacha,GabrieladeBeaumont;porloquemedijo,vivíaconsupadre, su tío y una señora amigade supadre,EnriquetaSarrazin, que sehabíahechodueñadelacasadetalmanera,quelosteníapresosatodos,sindejarlessalirdeallí.

Eldíaanteriorestaseñorahabíamarchadodelcastillo,yaprovechandosusalida,GabrielayellahabíanidoaPauahablarconunparienteyaexplicarlelasituaciónenqueseencontraban,peronolehabíanvisto.

Enlacasa,laEnriquetaSarrazinmandabacomodueña,yhabíadispuestocasar a su hijo, que era un perturbado, conGabriela, y estaba aislando a lafamiliadeBeaumontdesusamigosyparientes,de talmanera,queyanadieentrabaenlacasa.Enlosplanesleayudabauncuradelpueblo.

Despuésde todosestosdatos,madamaDomesanmedijoque siyo teníavalor y energía para ello, que me presentara al día siguiente en el castillopreguntandoporelvizcondeBeaumontdeLomagne;queledijeraquellegabadeLondresyqueeraaficionadoalosárbolesya lasplantasexóticas,yquequeríaverelparqueyelinvernadero,ymehicieraamigodeél.

Mesugestionaronlosrelatosdeaquelladamayprometíseguirlaaventura.

Aldíasiguiente,almediodía,mepresentéenelcastilloyllamétirandodelacadena.

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Salióaabrirunporteroviejo,conunagranlibrea;ledimitarjeta,yesperé.

Pocodespuésseabriólaverja,yelcriadomedijoquepasara.

Comencéamarcharporunaavenidaenarenada.Alfinaldeéstaseveíaunedificiogrande,pesado,depiedra,convariastorresdepizarraadornadasconveletas.

A un lado y a otro había árboles centenarios, altísimos, y delante de lafachada del castillo, un estanque oval, de agua profunda y obscura, a cuyoalrededorlashojascaídasenmuchosañosformabancomounmarcodeplata.

Este estanque parecía un espejo negro que reflejase el cielo a través delfollaje de los árboles. Bordeando el estanque nos acercamos al castillo, yentramosenungranzaguán,queparecíaunacripta,conelsuelo,lasparedesyeltechodepiedra.Subimoslaanchaescalera,pasamosunsalóngrandecomounmuseoyfuimosaungabineteelegante,perotambiéntriste,endondehabíadosviejosmomificadossentadoselunofrentealotro,laseñoraylaseñoritadelcocheymadamaSarrazin,unamujerdecara juanetuda,deojosclarosypeloblanco.

El vizconde me saludó amablemente. Era un hombre alto, encorvado ypálido,conunairedetemorydecansancio.

VestíauntrajedeltiempodelImperio,yalandarparecíaarrastrarse.

Su hermano, el caballero de Maslac, era un vejestorio del tipo máscompletodelantiguorégimen;llevabacalzonesdeterciopelodecolor,mediasdeseda,casacaycoleta.Ibaperfumado,pintado,concolorcitosenlasmejillasyenloslabios;losdientes,postizos,ypeluca.Usabaconstantementeunlenteyunatabaquera;enlosdedos,anillos,ydijes,y,allevantarsedelabutaca,seapoyabaenunbastónconpuñodeoro.

LaseñoritaGabrielaymadamaDomesanmesaludaronamablemente,ylaseñoraSarrazinapenassedignómirarme.

ElvizcondedeBeaumont,queteníalamaníadelabotánica,memostróelparqueyelinvernaderodesucastillo.

Elparqueeratristísimo;parecíaquehabíanqueridodarleunairelúgubre,haciendo que los árboles gigantescos estuvieran tan cerca uno de otro que,paseandoporlassendas,noseveíaelcielo.

Elestanquereflejabalasnubescomounapupiladesesperadaysombría.

ElvizcondemeenseñólaantiguatorredelosBeaumont,consusbaluartesysusargollas,quedabanalríoyservíanparaatarlasgabarras.

Despuésdeversusplantasextrañas,dijequeteníaquemarcharme;peroelvizcondemerogóvariasvecesquemequedaraacenaryadormir.Comoeste

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eramiobjeto,mequedéallá.

Lacenafuésiniestra.Elvizcondemirabaaunladoyaotro,comoposeídopor el mayor espanto; el caballero de Maslac, con sus adobes y sus dijes,parecíaunamomiadesenterrada.

Nosehablóenlamesamasquedegenealogías,yúnicamenteelvizcondeinterrumpía esta conversación para disertar acerca de botánica. Después decenarjugaronunapartidadecartasentrelosdosviejos,laSarrazinyGabriela,ymadamaDomesanmeindicóquefueraalabiblioteca,dondehablaríamos.

Efectivamente,fuíaellayhablamoslargamente.Medijo,deunamaneranerviosa y perentoria, que yo, que había sido simpático al vizconde, debíaentrar en la casa y luchar contra la influencia demadama Sarrazin, que lesdominabaatodos.

Despuésmecontó,consutonodramático,lahistoriadeunmuchachoquehabía galanteado largo tiempo a Gabriela, y a quien se había encontradoahogado en el río, y de un hombre misterioso que aparecía de cuando encuandoenlasproximidadesdelcastillo.

Luegomehablódesuvidaydesufamilia.

MedijoqueellaprocedíadelsecretariodeFelipeII,AntonioPérez.

—AlevadirseAntonioPérezdelacárceldelaInquisicióndeZaragoza—me contó—, se refugió en el Bearn y fué protegido por Enrique IV y porMargaritadeValois.AntonioPéreztuvoamoresconunaseñoradeOrthez,ysuhijoseestablecióaquídefinitivamente,ydeélprocedoyo.

SiguiólaseñoraDomesancontandounaseriederelatosdecrímenesydesucesos extraños donde aparecían asesinos, misterios, fantasmas, y llegué apensarsiaquellamujerestaríaunpocoperturbada,ysería,sinproponérselo,una especie de Anna Radcliffe gascona. Por lo menos era un folletín demuchasentregas.

Al pasar a la alcoba queme destinaron, que era inmensa y obscura, nopudedormir.Todalanochelapasépensandoenahogadosymuertos.

Aldíasiguientecomprendíqueaquellasgrandezasnoeranparamí,y,sindespedirmedenadie,conelpretextodedarunpaseo,memarchédelcastilloynovolví.

XIV.

ENLADILIGENCIA

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CorríconmimorralalsitiodondesalíanlasdiligenciasytoméunasientoparaBayona.

MeencontréconelmismocapitándelagendarmeríaconquienhabíaidoaOrthez.Nossaludamosynosdimosnuestrosnombres.MedijoquesellamabaMontmartin,ymeinvitóatomarunacopadecoñac.

En la diligencia iba mucha gente que subía y bajaba en los pueblospequeños,llevandocestasyencargos,yuncomerciantebayonés,consumujerydoshijas.

Unadeellas,por loquecontósumadre, teníaunavozpreciosa,yhabíaobtenidoungranéxitocantandolaCavatina«Unavocepocofá»,delBarberodeSevilla,enunadelascasasdelgranmundodeOrthez.

Laotraseñoritaposeía,segúnsumadre,grandesconocimientosliterariosehistóricos, y sabía el inglésy el español.Había sidomuygalanteadaporunjovenoficialdelaguarnicióndeOrthez,llamadoAlfredodeVigni,quehabíaescritoparaellaunapoesíapreciosa.

Apesardehablaryobastantemalel francés («¡Celibataire,uneboutailledecercueil!),quedéunpocomejorqueelcapitándelagendarmería,puesésteconsideraba que ante las señoras debía tomar una aptitud rígida, como siestuvieraenactosdeservicio.

Quizá influían en su tiesura las frecuentes libaciones, pues aprovechabatodaslasparadasparaintoxicarsecuantopodía.

Con este combustible se reveló en él su fondo de francés, y dijo queNapoleón era un grande hombre, a quien los ingleses habían hecho perecermiserablemente.Habló también de la batalla deOrthez, en queWéllington,conelejércitoaliado,habíabatidoalmariscalSoult,ysedeshizoeninsultoscontraelvencedordeWaterloo.

Elcomerciantebayonésysufamiliaparecíandesoladosaloíresto,ymemirabancomopidiéndomemilperdones.

Elcapitánvióqueyonomedabaporaludido,secalmó,sehizoamigomíoyamenizóelviajeconalgunoscuentosdecuerpodeguardia.

A la tardecita llegamosaBayona,y,pasadoelpuente sobreelAdour, elsargentodelpuestodelagendarmeríapreguntósinohabíaviajerosespañoles.El capitán Montmartin dijo que no, y seguimos adelante hasta la plaza deArmas.

El capitán sintió no sé por qué un vago impulso de simpatía o deremordimiento al despedirse de mí, quizá por haber hablado mal de losingleses,ymeinvitóacenarconélalcafédelComerciotaninsistentemente,quetuvequeaceptar.

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Estabaelcafé,envueltoenunanubedehumo,atestadodeoficialesdelaguarnición.Sehablabaagritos.

Enunamesahabíaungrupodetenientesysuboficiales,yunodeellosleíaunlibroqueacababadepublicarse,deuntalPauldeKock,llamadoGustavoelcalavera.Losqueescuchabansereíanacarcajadas.ElcapitánMontmartinyyonosacercamosalgrupo,yaunqueyoapenasoíalalectura,contagiadoporlarisadetodos,acabéporreírme.

MareadoyalgointoxicadomedespedídeMontmartinymefuíalafonda.Aldíasiguienteme levanté tempranoysalía lacalle.Vimuchosgruposdeespañolesquemedijeroneranrealistas,yentreellosuncurayunfraile,elunoconsugransombrerodetejayelotroconsucerquillo.

Losdostirabanalblancoconcarabinayteníanunamagníficapuntería.

—Son soldados de la Fe—me dijo un francés que debía ser realistaentusiasta.

—No cabe duda que con esa puntería—le contesté yo—han de ganarmuchasalmasparaelcielo.

XV.

MARYLADEBIRIATU

EnlafondadeBayonamedijeronquepodíairaSanJuandeLuzacaballoen un cacolet. No sabía lo que era esto, que resultó un artefacto que encastellanollamanjamugas.

LleguéaSanJuandeLuzenmicacolet;dejéelmorralilloenunfonduchodelasalidadelpuebloyfuíaestirarmelaspiernashacialaplaya.

Mesorprendióunchubascoyentréenuncafépequeñoymesentédelantedeunaventanaconcristales,yestuvecontemplandocómochocabanlasgotasdeaguaenlatierra,ylasnubesquecorríanporelcielo.

Al terminarelchaparrónvolvíalfonduchodelasalidadelpuebloehicemispreparativosparaentraraldíasiguienteenEspaña.

Estaba sentado en la mesa y estudiando un mapa cuando entró unamuchachaapreguntarmesiqueríacenar.Alverla,meparecióqueelcuartoseiluminaba;tanbonitaera.

—¿Ustedmevaaservirlacena?—ledije.

—Sí.

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—Nocreípodersertanfeliz.

Ella se rió. Yo la contemplé embobado. Tenía unos ojos claros azulverdosos,unabocaburlonayuncuerpoligeroyfuertealmismotiempo.EraunfrutodelNortedoradoporelsoldelmediodía.

LepreguntécómosellamabaymedijoqueMary;levolvíapreguntardedóndeeraymecontestóquedeBiriatu,unpueblecillopequeñoasentadoenuncerropróximoalBidasoa.

—Voyaquedarmeaquí—ledije—parapoderverlaaustedmuchosdías.

—Nopodráser—contestóella.

—¿Porqué?

—PorquememarchoaBiriatumañana.

—IréyoaBiriatu.

—Esigual;nomeveráusted.

—¿Tendráustednovio?

—No.

—¿Perotendráustedmuchospretendientes?

—No;tampoco.

—¿Cómopuedesereso,siendotanbonita?

—Noopinantodoscomousted—mereplicóriendo.

—Eso es imposible—exclamé—. ¿Es que los hombres de este país notienenojos?¿Esquesoncomoesospecesdeloslagossinluz,quesonciegos?¿Esquetienenalgunamembrananictitanteperpetua?¿Esque...?

MaryladeBiriatuibayveníatrayendoplatos,haciendopococasodemisfrases.

Cuando se acabó la cena le dije que ya que no podía verla queríamarcharmealamaneceryquemedieralacuenta.

Melatrajoyquisedarledepropinaunluisdeoro.

—No,no—medijo—;guárdeseustedsumonedadeoro.Nolaquiero.

—¡Pero,siyonolapidonadaacambio!

—Es igual; no la quiero. Le hará a usted más falta que a mí. ¡Adiós!Buenasnoches.

J.H.Thompsondice,al llegaraquí,quesemetióensucuartoysacandolápiz y papel escribió una poesía en inglés en honor de la muchacha que

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encontróen la fonda.La talpoesíaesunaespañoladapocoseriaquenonospuedeagradaralaspersonassensatas,ysilatraducimosylacopiamoses,másqueparaotracosa,parademostrarlaextravaganciadelosextranjeroscuandoseocupandeEspaña.Diceasílacancióntraducidaalpiedelaletra:

«AMaryladeBiriatu:

»Tienes losojosazulverdeclaros,Mary ladeBiriatu,como lasolasdelmar; tienes labocaburlonayfrescayelcuerpoágilyarmónicocomoeldeuna diosa. Cuando te veomarchar de aquí para allá, mi corazón tiembla ysienteelmismosobresaltoquesi fueraunapiezadeporcelanadeSèvresenmanosdeunacriadacerril,olacopamásfinadecristaldeBohemiaentrelosdedosdeunchicoatolondrado.

»Eres amable,Mary la de Biriatu, y, sin embargo, eres cruel. Tienes lacrueldadde lafuerza,quenosospecha ladebilidadajena; tienes laexactituddelteoremamatemático,queesuntormentoparalainteligenciaobscura;eressoberbiacomolaNaturaleza,yyosoyhumildecomounacosahumana.

»¡Sitúquisieras!,yosaldríademímismocomoundragóndesuagujero,yseríaelhombremás turbulentoymásdionisíacode la tierra.Perono,no losería;losoyya.

»Me he transfigurado, y las furias anidan enmi corazón. Ya no soy uningléspesadoygrueso;soyandaluzytengosangremoraenlasvenas;tengogarras como las águilas y colmillos agudos como los tigres. Ya no disecofieras,lasmato;yanodiscutoconloshombres,losdomino.

»Ven conmigo, Mary, Mary la de Biriatu. Yo te llevaré en mi caballocordobés, desde el Pirineo a Sierra Nevada y reposaremos al pie de laspalmerasdeAndalucíaalsondelascastañuelasylasguitarras.

»Si quieres que sea contrabandista, Mary, me haré contrabandista; siquieresqueseasalteadordecaminos, loserésinmiedoe imitaréalbandidogeneroso,

elquealosricosrobaba

yalospobresprotegía.

»Paramínohabrámás leyesque tu capricho,Mary,Mary ladeBiriatu;para mí no habrá más cielo azul que el azul verdoso de tus ojos. Con eltrabuco al brazo, montado en mi jaca torda, seré una exhalación. Yo meescabulliré de entre las manos de la justicia y haré llorar de rabia a losalguaciles,yalosalcaldes,yaloscorchetesdelaSantaHermandad.

»¿Hayquedesafiaralrey,alaInquisición,alosángeles,alosdemonios?

»Aquíestoyyo.YorobarélasalhajasdelaVirgenparaadornartugarganta

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ytedarélaBibliadeLuteroparaqueconsushojashagaspapillotes.

»Y cuando el mundo entero esté retemblando con mi gloria como unacaldera de vapor, y mis hazañas sean cantadas por los ciegos, tú, con tumantilladecascoyunapeinetadeconcha;yo,conelcalzóncortoymicapaandaluza,iremoslosdosdelbrazoalacorrida.

»Venconmigo,Mary,MaryladeBiriatu.Miraquesoycapazdetodoporti.MiraquesinotepierdesalmismoRobinHoodconcalañés».

Esta es la absurda e insensata poesía que J. H. Thompson dedicó a lamuchachadelafondadeSanJuandeLuz,dondeestuvohospedado,yquehadesagradadoprofundamenteavariaspersonasrespetablesquelahanleído.

XVI.

LAVENTADEINZOLAS

Despuésdedescargarmicorazónenestosversosmetendíenlacama,mequedédormido,yporlamañana,alamanecer,melevantéysalídecasa.

—Veremosloquenosreservalasuerte—medije.

Anduveunaleguaantesdequesalieraelsol,ymesentéalpiedeunárboly saqué del bolsillo mi mapa de España. Estaba publicado en Londres, en1808, por la casa John Stockdale de Piccadilly, y debió de servir para lastropasdeWéllingtonqueibanalaPenínsula.

—Como no tengo objeto—murmuré—, seguiré elmeridiano. Elmito demitíoelcomandanteCoxyelmeridianoseríanmisdirectrices.

Decidípasarunoodosmesesenelpaísvasco,medioañoenCastilla,eirapararaAndalucía.Estabaenfrascadoenlaobservacióndelmapacuandopasóunachiquillaquesemequedómirando.

Melevantéylapregunté:

—¿EsteeselcaminodeNavarra?

—Sí.

LamuchachaibahastauncaseríollamadoHerburu,yyofuíconella.

Encontréaunaduanero francésaquien ledijeme indicaraelcaminodeEspaña.Memirócondesconfianzaymemostróunsendero.

Siguiéndolo,lleguéaunbosquebastantecerrado,conunaventa,laventadeInzola.Estabaenterritorioespañol.Pedíenlaventaquemepusieranalgo

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decomer,yconungrantrozodepan,dechorizoydequesoyunabotelladevino,mesentéenlahierba,enunprado.Brillabanlasmargaritasylasfloresdelbrezo;unaserpentariamostrabasumazorcarojaentreloverde.Corríaalláunvientecillodelmarfrescoyagradable;elcieloestabamuyazul;enFranciaseveíalallanuraylacosta;haciaEspaña,unlaberintodemontesceñudosysombríos. Unos grillos amenizaban la soledad y un cuco lanzaba su vozirónicaentrelosárboles.

Devoré mis provisiones, y después dirigí un toast elocuente a la viejaEspaña de Don Quijote, y del Cid, y de San Ignacio de Loyola. Añadí aLoyola, para probarme a mí mismo, que este Amadís de Gaula, católico ypapista,nosólono irritabamissentimientosdeprotestantederaza,sinoqueveíaenélunhermosomanantialdeenergíaydetesón.

Después de este toast hicemi segunda libaciónbrindandopor las damasespañolas,loscaballeros,lasmajas,lostoreadores,losgitanos,loscorchetes,losalguacilesylosalcaldes,y,sobretodo,porlabellaentrelasbellas,MaryladeBiriatu.Comomequedabamásvinoen labotellaynoeradesagradable,tuvequebrindarporelmar,porelcieloazul,yhastaporlaCosaensí,ymequedéunmomentodormido.

****

SEGUNDAPARTE

DELPIRINEOAMADRID

I.

LOSPLACERESDELCAMPO

Cuando yo leía de chico las descripciones de los placeres campestres—dice J. H. Thompson—, me parecían una de las cosas más insulsas y mástontasdelmundo.Esextrañocómolaretórica,afuerzaderepetirlasmismasfrases,llegaaborrartodosentidodelarealidad.

LosplacerescampestresenlaspáginasdelosescritoresbucólicosdelsigloXVIIyXVIIIhan sido siempreplaceres amablesy sociales; sevequeparaestosescritoreslaNaturalezaestabarepresentadaporunparquebiencuidado,comoparaFenelónlagrutadeCalipsoeraunodelossubterráneosdeljardíndeVersalles.Losplacerescampestresenlapinturahansidotambiéntansosos,tanamanerados,comolosdescriptosporlospoetas.

Al llegar a vivir en el campo por primera vez, nunca recordé las

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descripcionesquehabíaleídoenlainfancia,niloscuadrosdelospintores.Nomeacordé jamásdeGalatea,nideAmarilis,nideThirsis,nideNemoroso;todas estas amables personificaciones no salieron del estante que lescorresponde en el armario de la guardarropía poética para presentarse amiimaginación.Medesdeñarontantocomolesdesdeñabayoaellas.

Al acercarme al campo, laNaturaleza, en vez de una impresión amable,pastorilybucólica,medióunasensaciónrudaymehablóconunavozásperaydiscordante.

Elvientoylalluvia,elmurmullodelosárbolesenelfollajeyelrumordelarroyo, el caminar por entre las altas hierbas o por el claro del bosquemeprodujeronunasorpresa.

Tuve también otras sorpresas y descubrimientos. Uno de éstos fuéencenderhogueras.

Pocascosasmehanparecidotansugestivas.¡Hacerfuegoalbordedeuncaminoyvercómochisporroteanlashierbassecas,serpenteanlasllamasysedesparramaelhumoporelaire!¡Quégranplacer!¡Quéeternaadmiración!

Siemprepareceunespectáculonuevo, comosiguardaraunoenel fondodel alma el asombro del hombre primitivo, descubridor del fuego al verlevantarselasllamasenelaire.

Esteesunodelosgrandesplacerestristesymelancólicosdelcampo.Mirarlallamadelahoguera,verelhumoquemanchalasclaridadesdelcrepúsculo,mientraslasestrellascomienzanapresentarseenelcielo...

Hoy,alpensarenello,sientomelancolía,lamelancolíadelenamoradodelaNaturalezaunidaalamelancolíadelreumático.

II.

ERLAIZELPANADERO

Después demis libaciones dejé la venta de Inzola y comencé amarcharhacia Vera. Enfrente tenía un enmarañamiento de montañas fragosas yobscuras,decrestasydebarrancos.

Por toda la zona pirenaica vasconavarra ocurre lo mismo: lo trágico yfoscohaquedadoparaEspaña;losonrienteyamable,paraFrancia.

Apesardeesto,elespíritudelosvascosdeunladoyotrodelafronterahaquedadoelmismo;lamismaseriedad,elmismogustoporlostrajesnegros,elmismoairededesilusión.

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Parece que este pequeño pueblo tiene la conciencia vaga de sudesaparición,desuabsorciónporlosdealrededor,ylequedalatristezayelorgullo de los pueblos viejos que se hunden sin dejar apenas rastro de suexistencia.

Bajabadespaciode laventade InzolaaVeradelBidasoacuandooía lolejosel ruidodeunacarreta. ¡Cómochirriaba!Tanprontose laoíacomoseperdía su sonido, como volvía a aparecer. Estas carretas vascas tienen lasruedasdemaderadeunasolapiezaysujetasaleje,loquehaceelrozamientomuygrande.

PreguntabaunosdíasdespuésaloscampesinosenVeraporquéhacíanasílascarretas,almenosporquénodabanseboalosejes,yunomedijoqueconaquel chirrido áspero se divertían los bueyes, y otro, que así no había queavisaranadiedelpasodelacarreta,porqueelchirridodelasruedasavisabasolo.

Ibabajandoalfondodeunarroyo,acuyobordeseveíanvarioscaseríos,cuandomeencontréconunviejoquemarchabaseguidodesuperro.Eraunhombreafeitado,encorvado,conunperfildecuervo.

Entabléconversaciónconély,despuésdesometermeauninterrogatorio,medijoqueandababuscandominas.

EnelinterrogatoriotuvequedecirquiénerayaquéveníaaEspaña,yechémanodelmitoCoxydelaherencia,yexpliquémisplanes.

Elmismo individuomepreguntóquépensabahacer enVera; ledijequepasaríaallíundíanadamásyseguiríaadelante.

—¿Tieneustedposada?

—No.

—Pues yo le llevaré a casa de un paisano amigomío, que le hospedarábarato.

Llegamosaunodelosbarriosdelpuebloalanochecer.Enlohondodeunvalleseveíanunascuantascasasviejasenfila,envueltasenlaniebla;elhumosalíadelaschimeneasenligerascolumnasazules.

Elviejoyyorecorrimosunacallelarga,pasamosporcercadelaiglesiaysalimosalacarretera,aorilladelBidasoa,yenunacasaconunatiendanosdetuvimos.

A la puerta estaba Erlaiz, el panadero; hablaba con un herrador de unafraguapróxima.Elpanadero,unhombrebajo,cuadrado,picadodeviruelas,decarafoscayceñuda,explicabaalgoalherrador,hombregrueso,panzudo,conunasonrisallenademalicia.

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Elpanaderonos recibió ásperamente, al viejoy amí, y aunamuchachaqueestabaenlatiendaledijoquemellevaraaunahabitación.

Crucé la tienda, subí a un cuarto pintado de verde, me lavé y eché unvistazo al pueblo. El vasco es indiferente y un tanto hostil al extranjero;aunque se le hable en español, si le ven a uno extraño, le miran condesconfianza y con suspicacia. La gente a quien pregunté algo, en vez derespondermedándomelosdatosquelespedía,mecontestabanpreguntándomeaquéveníayquépensabahacer.

Estos vascos recelosos suponen que se les tiende un lazo al hacerles lapreguntamássencilla.

Penséquenoestaríamuchashorasenelpueblo.

Alahoradecenarvolvíamiposadadecasadelpanadero,ymehicieronpasar a un comedor, en donde se hallaban el buscador deminas, que habíaencontradoenelmonte,Erlaizyunmilitar.

El panadero,mi patrón, cambiado por completo de aspecto, semostrabasonrienteyamable.Meindicaronmisitioenlamesa,ynospusimosacenar.

Elviajemehabíaabiertoelapetito,ydiunataqueformidablealosplatos,alpanyalvino.Losdemásnosequedaronatrás.Despuésdecenar trajeroncaféy licores,ynospusimosahablaryacantar.Yonohevistocompadresmásalegresqueaquéllos.

Elmilitar,guerrilleroconMinaenlaguerradelaIndependencia,contósushechosdearmas,yelpanaderohablódesusaventurasentierradeCastilla.

Losdosestuvieronacuálmásexagerados.

Estos buenos vascos, cuando se lanzan a ello, son un tanto fanfarrones,como los escocesesdeWalterScott, o como losgascones.Aloírles a ellos,cualquier encuentro de cincuenta hombres contra otros cincuenta es unabatalla deAusterlitz; una aldea con cuatro casas viejas, una Florencia y ungraneroconunatorreeselLouvreoelKremlin.

Después de las hazañas delmilitar y del panadero, el viejo buscador deminas, que se llamaba Bidarraín, nos dió lecciones de botánica y demineralogíapopular,mezcladasconalgunassupersticiones.

Alasdoceymedia,rendidodesueño,mefuíalacama,dormídeuntirónhasta las diez, y, al despertar, pensé si la cena de la noche habría sido unarealidadounafantasía.

Me vestí, bajé a la tienda de Erlaiz y me lo encontré displicente ymalhumorado.

—AhíhavenidoeseviejoBidarraínapreguntarporusted—medijo—.En

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lahuertadebeestar.

ToméelcaféconlechequemesirviólasobrinadeErlaiz,salíalahuertayencontréalviejobuscadordeminas.

Me preguntó si quería dar un paseo con él, le dije que sí y echamos aandar. Bidarraín me mostró varias muestras de mineral, y hablamos demineralogíaydebotánica.LuegolepreguntéquéclasedehombreeraErlaiz,elpanadero,puesmeparecíadegeniomudable.

—Esbuenapersona—medijo—,peromuyviolentoymuyterco.Cuandose le pone una cosa en la cabeza no hay quien le pueda convencer de locontrario.Lehemosqueridopersuadirel tenienteLeguíayyodequeesunabarbaridadquepongaceposenelBidasoaparalossalmonesenépocadeveda;pues los pone, y aunque viniese el obispo y se lo pidiera de rodillas, losseguiríaponiendo.

Bidarraíncontóotrosdetallesdelabarbariedelpanadero.Llegamosamiposada; el buscador deminas semarchó y yo entré en la tienda. Pasé a latahona,yviadosviejasqueamasabanlospanesenunaartesa,mientrasErlaiztrabajabaconlapalaenelhorno.

Murgui,lasobrinadelpanadero,mesirviólacomida;entabléconversaciónconestamuchacha,ylepreguntéquéclasedehombreeraBidarraín.Medijoquepasabaporhombrerico;queteníaminasdeplataydeoro.

También le pregunté aMurgui acerca del teniente Leguía, y, por lo quecontó,dedujequeaésteleconsiderabancomoelenemigodelpueblo.

Por la tarde volvió a presentarse Bidarraín yme llevó a una huertecillacontigua al cementerio, donde se hallaban enterrados dos oficiales ingleses,muertosenelpuebloalpasarlosaliadoselBidasoa,en1813.

DespuésfuimoshastaLesaca,villadondetuvolordWéllingtonsucuartelgeneral.

Bidarraín debió hablar al panadero demis conocimientosmineralógicos,porqueErlaiz,porlanoche,mepreguntósieraingeniero.Ledijequeno,yélpareció no creerme.Me preguntó también si tendría algún inconveniente enver unasminas algo lejanas. Le contesté que ninguno.Dispusimos hacer laexpedición al día siguiente.El panadero, contento, trajo la guitarray estuvocantando.Cantabadeunamanerabárbaraygraciosa.Cuandoterminó,mefuíami cuarto y estuve un rato en la ventanamirando las estrellas, oyendo elrumordelríoyelcantodeunsapo(bufomúsicus),queentreteníasusoledadconsusnotas.

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III.

ELPARADORDESUMBILLA

Bidarraín y Erlaiz me llevaron varias veces a ver sus minas. Estabanempeñados los dos en que yo entendía mucho de minería; pero que, porrazonesespeciales,noloqueríaconfesar.

ErlaizyBidarraínmepidieronquelesescribieravariascartasenfrancésyeninglés,ycuandoyoindiquéalpanaderomehicieralacuenta,medijoquenoledebíanada.

EltenienteLeguíapensabamarcharaElizondoconunoscuantoshombresdesupartida,yyoquedéenacompañarleyseguirdespuésaPamplona.

Con este motivo se decidió obsequiarnos a los dos con una cena dedespedidaenlasVentasdeYanci.

Eramosloscomensales,ademásdelpanadero,Leguía,Bidarraínyyo;dosmilicianosnacionales,sargentoycabodelapartidadeLeguía,yunliberaldeVera,quegastabaantiparrasdeplata,aquienllamabanLaubeguicua(eldeloscuatroojos).

Fuimos todos paseando a las Ventas de Yanci, que distan una legua ymediadeVera;nossentamosabebersidra,ysellamóalventeroyalaventerayselessometióaungraveinterrogatorio.

Erlaiz, Bidarraín y el sargento de milicianos dieron a la consulta unaimportanciasacerdotal.

—Vamosaver,¿quépodemoscomer?—preguntóErlaiz.

—Siquierenustedesuncordero,yaloasaremos—dijolaventera,cantandoalhablar.

—Bueno,uncordero.¿Quemás?

—Yatenemostambiénbuenastruchas.

—¿Truchas?Noestámal.¿Quemás?

—Pollostambiényatenemos.

—¿Pollos?Bueno.¿Quémás?

—Jamónbuenoyapondremos.

Así siguió la ventera explicando las provisiones que tenía, siempreempleando esta fórmula de ya tenemos o ya pondremos. Este ya, de airegermánico,mechocabaverloempleadoatodopasto.

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Después de consultarse con lamirada Bidarraín, Erlaiz y el sargento denacionales, decidieron,de comúnacuerdo,quepusieran todo loquehubieseparanoengañarse.

Dispuesta lacena,seguimosbebiendo,hastaquenosdijeronque lamesaestabapuesta.

Al sargento de los milicianos, hombre alto, de vientre piriforme, se leencandilaronlosojos,yfrotándoselasmanosdegustoexclamó:

—¡Pien, pien! Una puena cena. Esto es lo queme gusta. Puen cordero,puenastruchas,puenpolloypuenvino.¡Acomerr!¡Acomerr!

Comimoscomobuitresybebimoshastaquedarmareados, loquemedióunaideabastantepobredelasobriedaddelosvascos;sehablóconentusiasmodeMina,RiegoyelEmpecinado; con rabia,de las correríasquehacíanporNavarraJuanitoeldelaRochapeaydonSantosLadrón,ysecantóelHimnode Riego, a pesar de que el ventero y sumujer suplicaron que callásemos,porquelescomprometíamos.

SalimosdelasVentasdeYanciamedianoche;losdeVerasemarcharonasupueblo,yLeguía,consusdosmilicianosyyo,seguimoshastaSumbilla.

Nos detuvimos en el parador de San Tiburcio. El sargento del vientrepiriformemedijoingenuamentequeconelpaseoselehabíaabiertoelapetito,yqueibaamandarquelehicieranunassopasdeajo.Lemiréconasombroymefuíaacostar.

Al despertarme por la mañana supe que Leguía había partido con susmilicianoscaminodaSantesteban,dejándomeunacartaparaunamigosuyodePamplona.

Comonoteníaprisayhacíacalor,dejélamarchahastaquecayeraelsol.Estaba en el portal del parador de San Tiburcio cuando se acercó un carrogrande,tiradoporsietemulas.

Elarrierofuésoltandosusanimales,llamándolosunoaunoyllevándolosala cuadra. LaMorena, laMontesina, la Capitana, la Coronela, la Bonita, elVigilanteylaLeonafuerondespacioalpesebre,dondeprimeroselesdiódebeber.

Elposaderomepreguntó:

—¿NovaustedaPamplona?

—Sí.

—Puessiquiereusted,puedeustedirconestearriero.

—¿Nohayinconveniente?...

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—Ninguno.

ElarrierosellamabaMandashay,yeraunhombredeunostreintaycincoacuarentaaños,rubio,conunosojosqueparecíandecristalazul.

Meadvirtióquesiqueríairconélsaldríamosalamañanasiguiente;ledijequetendríamuchogustoenmarcharensucompañía,yleconvidéaunvasode vino. Quedamos de acuerdo; yo me fuí a acostar, y al amanecer mellamaron.

Lamañanaestabafresca;habíaunanieblaespesaqueprometíaundíadecalor.MandashaysacósusmulasyechamosaandarcaminodeAlmandoz.

—Cuandosecanseustedpuedetenderseenlagalera—medijoMandashay.

—No,nomecansotanfácilmente.

La galera española es un carro grande, de cuatro ruedas, tirado por unalargarecuademulas.EnNavarrayenCastillalaViejasevenconfrecuenciaestas galeras; en Castilla la Nueva abunda más el carromato, que tambiénllamancarrocatalán.

Elviajeapiedetrásdeuncarrotienesusencantos.Elqueaproximódeunmodoideológicolagaleracarroalagalerabarco,dándoleelmismonombre,noestabaequivocado.Elparecidodeestosdosmediosdecomunicaciónsaltaalavista.Elbarcoesunacasaqueflota,comoelcarroesunacasaquerueda.Elcarreterotienealgodemarino:esunhombrequepasaynosedetiene,quellevaunaruta,queviveenunmundodesoledad.

Mandashay era un hombre muy interesante y ameno. Cada rincón delcamino le recordabaunahistoria.Aquíhabían salidoa robar aun ricounosenmascarados; allá había vivido una muchacha de cabeza loca que trajorevueltosatodoslosjóvenesdeloscontornos.

EnalgunosmomentosMandashayseagarrabaalagalga,yenotrostirabadelabridadelmachodevaras,gritando:¡Eup!¡Eup!o¡ueschqué!¡ueschqué!

CharlandollegamosaAlmandozyseguimossubiendounacuestahastaelaltodeVelate.Elcieloestabaazulyelsolcalentabadefirme.Nohacíamuchocalorporqueíbamosyaabastantealturaycorríaairefresco.

Amedia tardecruzamosunbosque,quemepareciódebíaservirpara losmisteriosde losdruidas,yfuimosaparara lasVentasQuemadas,enlomásaltodelpuerto.

IV.

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PAMPLONA

Salimos de Ventas Quemadas por lamañana, y emprendimos lamarchahacialavertientedelEbro.

Elpaisajehabíacambiadoenabsoluto.Elcielo semostrabamásazul;elcampo,más seco; en los altos corríanpequeños caballos degrandes colas ytriscabanlascabrasyloscorderos;abajoresplandecíanloscamposdetrigoyalgunoqueotroviñedo.

Al comenzar a descender hacia la cuenca del Ebro, me pareció queempezabaEspaña;todotomabaamisojosuncaráctermástristeymásserio:veíapueblostaciturnos,casasdeparedesgrises,árbolescubiertosdepolvo.

Nos alejamosde la altura amedida que avanzábamos, y fuimosbajandohaciael llano.Enlos trigalesbrillabanlasamapolascomogotasdesangreylosgrillosnosensordecíanconsuschirridos.

Dormimos en Villaba, y al día siguiente entraba yo en Pamplona. MedespedídeMandashayyfuíapararaunaposadadelacalledelaCuria.SaquélacartadeltenienteLeguía;eraparauncapitándeejércitollamadoIriarte.Mepresentéaél,meacogióconamabilidadymeinvitóacomer.

DurantelacomidalehablédelmitoCox,ydecómoesperabarecogerunapequeñafortuna.Entanto,ledije,mehallabadispuestoatrabajarenloquesemepresentase.

—Yusted,¿quésabehacer?—mepreguntóIriarte.

—Séfrancésy,naturalmente,inglés.

—Sí;quizáestolepuedaservirdealgo.

—Tambiéntengonocionesdebotánica.

—¿Botánica?Nocreoquehayaaquínadiequeseocupedeeso.Anoseralgúnherbolario.

—Pueséstossonmisconocimientos.Tambiénsédisecaranimales—añadíconresignación.

—¡Hombre! Eso quizá nos sirva. Aquí hay un profesor que todos lospajarracos y alimañas que le dan los envía a Francia a disecarlos, lo que lecuestamuchodinero.

—Voyaverle.

—Sí,iremosjuntos.

Fuimos,efectivamente;hablamosconél,yyomecomprometíarestaurarle

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algunosanimalesyadisecarledenuevootros,porelsueldodeseispesetasaldía,mientrasduraraeltrabajo.

Disequé para aquel señor un caimán, un águila, un cisne y varios otrosbicharracos.

El capitán Iriarte me recomendó una casa de huéspedes de la plaza delCastilloymetrasladéaella.

Mi vida en Pamplona, mientras tuve trabajo, fué muy agradable. Por lamañanayporlatardetrabajaba,yalanochecerpaseabaporlosalrededores,ycuandonoteníatiempodesobraibaalaTaconera.

Allísereuníanlosaristócratasylosburgueses,losmilitares,lasseñoritas,loschicosyloscuras,yalgunosdíasdefiesta,por lanoche,seponíanunosfarolillosdepapelcolgadosdelosárboles.

Yo cultivaba mucho el mirador de la Taconera, un sitio bonito, desdedondesevenlospueblosdelacuencadePamplona.

Daba conprudencia la vuelta a lasmurallas.Conocía laCiudadela y losbaluartes:eldelaReina,eldeRedín,eldeLabrit,eldelosCanónigos,eldeGonzaga;lascincopuertasylapoternadelaTejería.

Teníaalgunosamigos,porqueelcapitánIriartemepresentóavariosdesuscompañeros,militaresliberales.

Porentonces,entrelosmilitaresylosmilicianosdePamplona,habíagranhostilidad; los militares se manifestaban anticlericales, partidarios de laConstitución; en cambio, los milicianos eran fervientes católicos ymonárquicos,yarmabantrifulcasgritando:«¡VivaDios!»Noparecíasinoqueteníanmiedodequelomandasenmatarlosliberales.Yo,comoextranjero,nodabamiopiniónacercadeestascuestiones.

EnlacasadehuéspedesdondefuíporrecomendacióndeIriarte,erantodosperfectamentereaccionarios,comenzadoporladueña,doñaSaturnina,señoravieja,narigudaycharlatana.

DoñaSaturninaeraunproductoclásicode lasciudades levíticas; tenía laadoraciónporelaristócrata,porelcura,porelDonJuanprovinciano;hablabaconternuradelosmozoscalaverasalborotadores,queibanalostoros,bebíanvinohasta emborracharse y hacíande cuando en cuando alguna canalladayluegoibanaconfesarseconairehipócritaysanturrónalconfesonariodelcuraque pasaba por más severo, que generalmente era el penitenciario de lacatedral.

AlprincipiodeestarencasadedoñaSaturninacreíquesepodríabromearconlascostumbresdelpueblo,ehicealgunoschistesacercadeesecartelqueseponeenciertosdíasen las iglesiasdeEspaña:«Hoyse sacanánimasdel

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Purgatorio»;peroprontoviqueenPamplonalasbromasdeestegéneroteníansuspeligros.

Doña Saturnina la patrona y un sobrino suyo me espiaron y hasta mesiguieronundomingoparaversiibaamisa.Envistadequenofrecuentabalaiglesia,doñaSaturninameinterpelóconvalor:

—Dígameusted,¿ustednoescatólico?—medijo.

—No,señora—lecontesté.

—¿Puesquéesusted?¿Protestante?

—Sí;soydeunaclasedesectaquesellamadelosagnósticos,quesuponequenosesabenadadenada.

—¿PeroustednocreeenlaVirgenyenlossantos?

—Losdemisectacreemosmásbienenlasubstanciaúnica,ypracticamoselcultodelnuestroseñorelYo,ydenuestraseñoradelaCosaenSí.

Aestodijomipatronaqueestavirgenseríamuyimportante;peroquelosmilagros de la Virgen del Camino eran mayores, porque se la había vistoelevarseenelaireyponerseenunmaderoquehayenlaiglesiadeSanCernínde Pamplona, a lo cual yo repliqué diciendo que bien podía la ley de lagravitación,inventadapormipaisanoNewton,serunacostumbreounarutinade la Naturaleza, y de nuestro espíritu, y que, como dijo atrevidamenteProtágoras, todas lascosassonverdaderas,yqueelhombrees lamedidadetodas las cosas, de las que existen como existentes y de las que no existencomonoexistentes.

DoñaSaturninamepreguntósiesteProtágoraseraalgúnsanto;yoladijequesinoloera,podíahaberlosido.

Entonces, doña Saturnina me recomendó que me convirtiese alcatolicismo,yyolatranquilicédiciendoqueestudiaríalacuestión.

EnEspañayenpuebloscomoPamplonatodavíahayungranatractivoenser incrédulo.¿Cuántoduraráesto?Alpasoquevamos,yapoco.Cienaños;doscientosaños.Nada,unamiseria.

Laverdadesque,conelprogreso,seprivaalhombrelibredelosgrandesencantosyemocionesdeserperseguido.

¿Quévaleunincrédulo,unlibrepensadorenunpaísdondetodoelmundopuede serlo impunemente? Nada. En cambio, en plena persecución, ¡quédelicia!Tenerel libroprohibidobienguardado, leerloaescondidas,burlarsepordentrodetodas lasceremoniasymojigangas,yescapardelas tramasdeesta redcon la cual eldespotismo judaico-cristianoha intentadoenvolver almundo.¡Admirablecosa!

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Los incrédulosdebíamosprotestar de la lenidad actual, quenosprivadeunadenuestrasmayoressatisfacciones...

V.

LOSCABALLEROS

EnlacasadehuéspedesdedoñaSaturninaconocíavariaspersonas,gentespintorescas,cuyavidasabíaluegoporlamismapatrona.

Uno de los fijos en la casa era un señor alto, moreno, de pelo blanco,vestido con traje obscuro, y que se paseaba por los arcos de la plaza delCastilloataviadoconunsombrerodecopacubiertodehuleyunalevitalarga,yquecuandohacíafrescoseponíaunaesclavinaazulsobreloshombros.

—¿Quiénesesteseñor?—lepreguntéalapatrona.

DoñaSaturninamediótresocuatronombresdeestoscompuestosylargosqueusanlosespañoles.

—¿Yestecaballeronotrabaja?—preguntéyo.

—No.¡Ca!

—¿Esrico?

—Pocacosa.

—¿Esdebuenafamilia?

—Yalocreo.¡EsunPérezdeCascante!EsdeloscaballerosdeOlite.

Estecaballero teníaunamigoque leacompañabaensuspaseos,elseñorSánchezdePeralta.

DoñaSaturninameexplicólagenealogíadeambos.

—Ninguno de los dos ha trabajado nunca—me decía la patrona conentusiasmo—.Soncaballeros.

Mehizograciaelequipararlaholganzaconlanobleza,loqueenelfondoesmuynaturalylógico.

Todos los días les veía a los dos caballeros dar vueltas y vueltas por laplazadelCastillo,consussombrerosdecopaysusbotas,que lescrujíanalandar.Losdosparecíanmuchomásjóvenesdeloqueeran.Siemprehecreídoque el no discurrir conserva la vida; por eso dijo Juan Jacobo Rousseau, yotroslohabíandichoantes,queelhombrequepiensaesunanimaldepravado.

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MuchasveceshepensadoquelafelicidadestáenserunPérezdeCascanteounSánchezdePeralta,yendarvueltasporlosarcosdelaplazadelCastilloconunasbotasque crujenyuna esclavina azul; pero, puesto en esta actitudespiritual, semehaocurrido sino seríaaúnmásperfectoel serunavaca,oquizáunaostra.

Nohedecididoyo,comocreoquenolohadecididonadie,siesmejorlacienciaunidaa ladesdichayaldoloro laestupidezmezcladaa lafelicidad;pero,sindecidirlo,cuandoveoalgúnvagodeestosfirmesyconstantesensunobleocupacióndenohacernada,siemprepiensosiseráunodeloscaballerosdeOlite,elseñorPérezdeCascanteoelhidalgoSánchezdePeralta.

VI.

LOSESTRATOSSOCIALESDEPAMPLONA

Como era la primera ciudad española que habitaba, quise darme cuentaclaradesucontexturafísicaymoral.Suscalles,susplazas,losrinconesdelamuralla,losconocíapalmoapalmo;graciasaalgunaqueotraamistadyalasexplicaciones de doña Saturnina pude darme también una idea de la vidamoraldelpueblo.

Pamplonaeraunreceptáculodearistócratas,deleguleyos,demilitares,decurasydeperros.Yonodigoqueparatodoelmundoestaclasedepoblaciónseaantipáticauodiosa,no;ahora,paramísíloes,exceptolosperros,porloscualessiemprehetenidounadebilidaddecorazón.

Pamplona semostraba comouna construcción enpisos.En el alto habíados o tres familias aristocráticas, y estas familias tomaban un pococómicamenteunairedefamiliasreales.ApesardequedoñaSaturninaqueríademostrarmecontodosufuegooratorioquelasdosotresfamiliasdelprimertramo social dePamplona eran ilustrísimas, la verdad es que no contaba deellasnadaquevalieralapenadeesculpirseenbronces.

Despuésdeestasdosotresfamiliasdelprimertramoquemirabanalvulgodelospamplonesescomodiciendo:podéisvivir,ospermitimosgraciosamentelaexistencia,habíaotrasseisosieteyademenostono,conalgunostitulillosinsignificantes y algún coche destartado, pero todavía en buen uso, en lacuadra.

Tras de este segundo tramo venía el tercero, formado por los hidalgos,estoshidalgospor losquedoñaSaturninasentíagranrespetoyveneraciónydeloscualesdecía:¡EsunPérezdeCascante!EsunSánchezdePeralta!

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Fueradelelementoautóctono,habíaotrosdoselementosaristocráticos:elejércitoyelclero.Elejércitoensualtaesferallegabaavecesalprimertramo;pero lo más corriente era que se quedase en el segundo; el brigadier y elgeneral alternaban con elmarqués o con el conde, un poco tronados, si noteníanalgunamanchadeliberalismoqueseloimpidiese,porqueentoncesnoalternabanconnadie.

El Gobierno constitucional en esto había defraudado al buen pueblo,primero suprimiendo el título de virrey de Navarra, cosa que a lospamploneses sonaba agradablemente al oído, y substituyéndole por el decapitán general; después, enviando militares inficionados con el virus delliberalismo.Elcleroera,naturalmente,aristocráticoyabsolutista,yelobispomovía todos los resortes de la mecánica pamplonesa. El obispo entraba delleno en el primer tramo de la vida ciudadana. El deán y los canónigosdistinguidos sedistribuíanenel segundoyenel tercero.Aristocracia, clero,ejércitoyclasemediaformabanunpequeñomundo.Pamplona,encerradaensumuralla,eraparaelpamplonésunmicrocosmos.Amí,quellevabatodavíael humo de Londres en la cabeza, me parecía que todo el pueblo vivíaenmohecido, apegado a unas cuantas rutinas y a unos cuantos lugarescomunes.

Avecessemeocurríapensarquenoestabamal ideadoaquelsistemadecategoríasydesubordinaciones.Realmente,elcatolicismoharesueltolavidaasumodo,disciplinándolayencerrándolaenestrechascasillas;esto,unidoaquehadadoalasnecesidadesapremianteselcarácterdevicios,hahechoquelospueblospobrescomoelespañol,quevivenenlaestrechezyenlaincuria,secreanrodeadosdeplaceressardanapálicos.

En parte, esta severidad es una ventaja, porque da a la vida un poco depicante.

Laconstrucción,entramos,dePamplona,teníatambiénsuparteútil.

Cierto que a mí me parecía un poco absurda y mezquina; pero no leparecía,seguramente,lomismoalnacidoenelpueblo.

Laverdadesquetodoelaparatoenfáticoyteatraldelaristocratismo,quepretende imponer el ánimo por su esplendor, se convierte en una muecacómicacuandonovaacompañadodelafortunaodelpoder.

Noesfácilencontrarnadatanimponentecomoesasdamasinglesas,hijasdealgúnalmacenistadecacao,deunprestamistaodeunfabricantedesebocasadas con algún lord. ¡Qué orgullo! ¡Qué majestad! ¡Qué admirabledesprecioporlosdemásmortales!

Estasalianzasdeldineroconlostítulosdanbuenosresultados;encambio,en los sitios donde las familias nobles no pueden abonar sus campos o sus

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cuartelescondineroplebeyo,losaristócratasdegeneran.

SenotaenFrancia,comoenEspaña,enlasciudadesdeprovincia,queelpequeño aristócrata, el hidalgo, el «hobereau», es muchomás feo y menosinteligente que el hombre de la clase media y del pueblo. Esto depende,seguramente, del cuidado de casarse entre gentes de la misma casta, de laendogamia,quedecimoslosantropólogos.

EnPamplona, como en casi todas las capitales españolas,meparecieronlospequeñosaristócratasmuycómicos. ¡Quégente!Unasbocasdesdeñosas,unosgestosdeorgullo,unasmujeresfeasyconbigote,unostiposmorenosyescurridos que parecían micos; muy chatos o con narices de loro; conescrófulasoconherpes.

Esteprestigiodelaaristocracianoescosaqueamímepreocupe;notengola aspiración de saludar al conde ni al marqués, ni siquiera de estrechar lamanodeunPérezdeCascanteodeunSánchezdePeralta.Aunvagabundo,como yo, no le pueden importar gran cosa las superioridades locales ni lascuestiones de etiqueta; tampoco sé si estos condes y marqueses de aquíproceden de las Cruzadas (como todos los aristócratas de los folletinesfranceses); supongo que serán tan antiguos como puedan serlo los deInglaterra;peronohaymásremedioquereconocerquesonmáspobres.Y,laverdad: la aristocracia, concasas suciasydestartaladasyunosmajuelosportoda propiedad; el aristócrata, con un sombrero seboso y un pantalón conrodilleras,nollegaaimponerrespetoniacausargransensación.Esdecir,amínomelaproducía,porqueamipatrona,doñaSaturnina, leproducíagrande.Verdadqueellaveíalosconceptosmásquelosaccesoriosylasformas.DoñaSaturninaeraunpocoplatoniana.

Tras de la aristocracia pamplonesa, venía la clase media, formada porleguleyosycomerciantes,ydespués,elpueblo.

Desdearribaaabajo;desde loaltode lapirámidehasta labase;desdeelprimer tramo hasta el último, Pamplona era un pueblo intoxicado por laclericalina.Laclericalinarebosabaportodaspartes;unaclericalinaactivísima;puesnohabíaapenasunpamplonésquenotuvieradepósitosdeestealcaloideentrelapíamadreylaaracnoides.Eraunaclericalinaqueproducíaunestadodeestuporincurable.

Unagotaenlaconjuntivadeunindividuoloenvenenabaparasiempre.

TodaslasaguasdelArgareunidas,nobastabanparadisolverlaclericalina,lacleritoxinayelácidoclerigálicoqueproducíalaciudad.

VII.

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PHILONOUS

SolíayoandarconmuchafrecuenciaporlaTaconera,ydabacasitodaslastardesunpaseopor las afuerasde lamuralla, loque llamanen el pueblo laVueltadelCastillo.Undíaviqueunperruchomeseguía.Eraunperrofeoypocoestético,queteníacaradepersona,lanasrojizasyunasbarbuchaslaciasdefilósofocínico.

—Bueno,bueno—ledije—.Márchate,queaquínohacesnada.

Seguímicamino,eibapensandoenlarealidadquepodíantenerlascosas,cuandoviamiladodenuevoalperrofeo.

—Estecanmesigue—murmuré—.AversiesundemoniocomoelperrodeaguasqueacompañaaldoctorFaustoasulaboratorio.

Continuémipaseo,ysiguióelperrofeojuntoamí.

—Bueno;quehaga loquequiera—dije—.Sieldestinohadispuestoqueestecanisfamiliarisseamiamigo,nomeopongo.

Pensé que si venía hasta mi casa y se unía a mí, tendría que darle unnombre,ydecidíllamarlePhilonous.

Efectivamente:entróenmicasa, ledidecomery leadopté.Unosmesesdespués,al llegaraTafalla,Philonous riñóconotroperrocongranvalor;elotroperrolemordióenunapataytuvounallagaqueledurómuchotiempo.

Entonces,comotributoasuvalorycomorecuerdoaunhéroegriego,quepadeciótambiénunaúlceraenunapierna,añadíasunombreeldePhilotectes,yasísellamómiperroensuvidaterrena,quenoespocacosaparaunperro.

Philonous era profundo y sentimental. En las circunstancias difíciles secrecía.Aveceseraunpococínico;estabaensuderecho,siendoperroyperrodepobre;avecesmeparecíauncaballero«sanspeuretsansreproche»,comoBayardo.

Yosiempreleencontréunairesocrático.

MeparecíaqueelmejordíaibaasalirMinervadesucabeza.

VIII.

LOSREALISTASFRANCESES

UndíapararonenlacasadedoñaSaturninaunosfrancesesrealistas.

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Estosfranceses,supe,cuandosemarcharon,quehabíanidoareunirseconla partida absolutista de un tal Salaverri, que merodeaba por la ribera deNavarra.

Lostalesfrancesesmefueronpocosimpáticos.Teníanuncriteriopequeñoyestrecho.Elogiaban lopeordeFranciaydeEspaña.Paraellos lacrueldadempleadacon los liberaleseraungranmérito;el talentomilitarconsistíaenhacertodaslasbarbaridadesposiblesenperjuiciodelenemigo.

AsíunvendeanocualquieraeraunmilitarmásilustrequeNapoleón.

Nunca jamás he visto una gente más vanidosa, más necia ni másincomprensiva. Tenían unas ideas extrañas. Según ellos, puesto que losrevolucionarios franceseshabíanguillotinadoaLuisXVI, a sumujery a suhijo, ellos podían, con un derecho natural de represalia, matar a todos loshombres,mujeresyniñosdelUniverso.

La carreta en donde habían ido a la guillotina estos Borbones debía sercomoelcélebrecarrodeJaggernath,delIndostán,quevaaplastandoatodoelmundo.

Así como nosotros, que hemos nacidomil ochocientos años después deCristo, tenemos la culpa de su muerte, según los místicos, y estamosdeshonrados por lamayor omenor bellaquería que hicieron unos supuestosAdányEvaenelparaíso,asítambiéntodos,francesesynofranceses,tenemoslaresponsabilidaddelamuertedeLuisXVIydesufamilia.

¡Qué fanatismo el de aquella gente! Seguramente hubiera sido difícilencontrar en personas de otro país un producto así de amaneramiento, deafectaciónydepetulancia.

Sinohubierasidoporqueteníanmodalesdeseñores,seleshubieratomadoaaquellosfrancesesporunosbrutosferocesyfanáticosquenobuscabanmasqueelexterminiodetodoelquenopensaracomoellos.

Después de conocerles, los absolutistas de Pamplona me fueron casisimpáticos.

Almenoselreaccionarismoespañolesmásnatural:eslaincompresiónylabrutalidadsimple;elreaccionarismofrancéseslaincompresiónadornada;elunoesunaconstruccióndeespíritustoscos,elotroesungóticopestilentedeconfitería.

IX.

CONSPIRACIONES

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Nome ocupaba yo gran cosa de lo que ocurría en Pamplona, ni estabaenterado de sus cuestiones políticas, cuando el capitán Iriarte y un francésemigradoporsusideasrepublicanas,JuanPontecoulant,mellevaronundíaaunaveladamasónicaquesedabaenelbillardeuncafé.

SetratabadecelebrareltriunfoliberalobtenidoenMadridel7dejulio.

Mientrasesperábamosquecomenzase lareunión,Pontecoulant,que teníabonitavoz,cantóLaMarsellesa,ydespués,lacancióndeLosGirondinos,conmuchofuegoygranénfasis:

Parlavoixducanond'alarmes

laFranceappellesesenfants.

Leescuchamoscongustoycoreamossuscantos.

Cuando se reunieron los masones, que casi todos eran militares, secomenzóahablardelaconspiraciónrealistaquesehabíatramadoenNavarrayteníasucentroenPamplona.Yoentoncesmeenterédelosmanejosdelosabsolutistas.

LosprimerosconspiradoresdeNavarrahabíansidoelcuradeBarasoaín;elcanónigoLacarra;un talUriz,deunpueblo llamadoSada,y losmilitaresEraso,JuanitoeldelaRochapeaydonSantosLadróndeCegama.

EstostresúltimoseranantiguosguerrillerosdelgeneralEspozyMinaenlaguerradelaIndependencia.MinaconsiderabaaErasocomoabsolutistadecorazón,peronoaLadrónniaJuanito;aLadrónleteníaporhombredeideasliberales; respecto a Juanito el de la Rochapea, lo miraba como a hombredeslealytraidor.

JuanitoeldelaRochapea,JuanVillanueva,habíasidocapitándelprimerregimientodeladivisiónNavarra,mandadaporMina.

CuandolatentativaliberaldeéstesobrePamplona,en1814,Juanitofuéelquecomprometióconsu impacienciaalcoronelGórriz,ypasándose luegoalosrealistascontribuyóasufusilamiento.

VillanuevaodiabaaMinayleteníamiedo.AlentrarésteenPamplonaentriunfo con la bandera constitucional, en 1820, Juanito se escapó e hizopreguntarasuantiguojefesiteníaquetemeralgodeél.Minalecontestóqueno. Juanito creyó que todo se había olvidado entre los dos y se presentó algeneral,quienlemiródearribaaabajo,condesprecio.

RespectoaLadróndeCegamasehabíalanzadoalcampopordespechoyporrivalidadconlosmilitaresquesepronunciaronporlaConstitución.

Reunidos los contrarrevolucionarios realistas,Eraso, Juanito y los demás

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dispusieron una estratagema para armarse. Eraso era alcalde de Garinoaín,pueblodelvalledeOrba.Erasomandóreunirlascendeasdelvalleehizoqueoficialmente se pidieran a la Diputación provincial trescientos fusiles y susmuniciones correspondientes con destino a los milicianos nacionales. LaDiputación losproporcionó,y los trescientos fusilessirvieronpara formar laprimeraexpediciónrealista.

La política de los católicos siempre ha sido igual. Ellos harán unadeslealtad o una infamia; pero eso sí, la harán con reservasmentales; luegooiránsumisacondevoción,seconfesarán,tendránpropósitodeenmienda,sedaránunosgolpesdepecho,ylimpiosparahacerotracanallada.

Los fusiles del Gobierno sirvieron para preparar unas compañíasabsolutistasbienarmadasyequipadas.

ElgeneralEguía,presidentede la Junta realista,ydonVicenteQuesada,comandantegeneraldelastropasdelreyabsoluto,nombraronjefesaGuergué,aLadrónyaJuanitoeldelaRochapea,quesalieronalcampoycomenzaronaoperar.

El capitán general deNavarra ordenó a las compañías del regimiento deToledoyalaspartidasdemilicianosguardasenlospasosdelafrontera,porsilosrealistasentrabanporFrancia.

SevigilóVera,Zugarramurdi,Maya,elIratiyelRoncal.

Losabsolutistasteníanprotectoresportodaspartesynoselesencontraba;encambio,secapturóenelIratiaochosoldadosfrancesesdesertoresyasucapitán, llamado Adolfo, que intentaban entrar en España con proclamasrepublicanas.

El capitán Adolfo se escapó, gracias a la protección masónica delcomandante español; los otros soldados franceses, presos por losmilicianosnacionalesdeSalazar,fuerontraídosaPamplona.Lagentecreíaquelosibanafusilar,ylesparecíamuylógicoalosbuenoscatólicosqueselesfusilase,porserrepublicanos;peroelcapitángeneralmandóincorporarlosenlasfilasdelejército.

Juan Pontecoulantme dijo queAdolfo era un hijo del generalBerton, yque este general, que por entonces era el jefe de los revolucionarios y conquien más se contaba para la revolución en Francia, había estado en SanSebastián.

El capitán Adolfo vivió oculto en un caserío de la frontera; pero losrealistasdeOchagavialodenunciaronyfuépreso.

Lahostilidadentreelejércitoylosmilicianos,laconspiraciónpermanentede los absolutistas, los rumores que corrían de que los exaltados deMadrid

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intentabanestablecerlaRepública,todoestohacíaquelaprovinciadeNavarraviviese en perpetua agitación. Los realistas pamploneses se escapaban alcampo con armas, y algunos se descolgaban de noche por lasmurallas. Yohubiera estado tranquilo en Pamplona si hubiese tenido medios de fortuna;peromis trabajos de disecación se acababan y era indispensable levantar elvuelo. Así que pusemis papeles en regla, gracias al capitán Iriarte y a susamigos,ypreparémiviaje.

X.

ELCALOR

Salí de Pamplona a mediados de julio. Hacía un tiempo bochornoso; elcieloestabablanquecinodelvahoydelpolvo, loscamposde trigo segados,losmontonesdegavillasenlatierra.Anduveyolargoratoresguardándomeenlas sombras de los árboles y bebiendo en las fuentes; Philonous hacía lomismo.

En las paradas me dedicaba a reflexionar. Una de las cosas que se meocurriófuéelhacerunesfuerzoendominar las impresionesdesagradablesyversipodíallegaracontemplarelpaisajeconelmáximodeecuanimidad.Meparecióqueconesesistemaseencontraríabellezaeinterésentodo.Elprimerensayo del procedimiento lo hicemirando en el valle deOrba una nube depolvosofocanteiluminadaporelsol.

¿Sepuede llegar enesta contemplacióna suprimir eldoloro lamolestiafísica?Esloquemepreguntabavariasvecesenelcamino.

No cabe duda que el carácter de la contemplación es unamás omenosaparentegenerosidad;¿peroesrealonoestecarácter?

¿Nohabráenelfondodenuestrasefusionesestéticasunaraízutilitaria?

Cuandoveunouncampoverdeyseregocija,¿noseráestoelresultadodequenuestrosantepasados,alverloscamposverdes,hansupuestoqueenelloshabíaalgoquecomer?

El segundo punto que intenté dilucidar en el camino fué si lacontemplacióndesinteresadaesbuenaono,ysaquéenconsecuenciaquesiescierto que arrastra a la pereza y al aislamiento, le lleva a uno también abastarseasímismoenmomentospenosos,locualnoespoco.

Elprimeraltoenmimarcha lohiceen laventade lasCampanas,dondetoméunoshuevoscocidosypan,yporlatardeseguíhastallegaraBarasoaín,rendido de cansancio y, sobre todo, de calor. Dormí bastante mal en una

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posadaymelevantéalamaneceracontinuarmiruta.

Eldíaprometíasertanardorosocomoelanterior.

Avancé todo lo que pude por la mañana. Al llegar al puente sobre elCidacos se despertaba una tropa de gitanos. Dos o tres hombres sedesperezabanextendiendolosbrazos,unamujerhacíafuegoconunasramasyunoschicosdormíanalsol,mediodesnudos.

El calor y el bochorno seguían terribles. El cielo echaba lumbre; losmontonesdegavillasparecíanrebañosdeorosobreuncampoceniciento.

Alolejosveíapuebloscontejadosblanquecinosqueconlafuerzadelaluzdel sol me parecían nevados. Las mujeres, montadas en los trillos, dabanvueltaalaseras.

Cuandomásapretabael sol,muertodesudor, lleguéaTafallayentréenunaposada.ElposaderoerahombreamablequenosrecibióbienaPhilonousyamí.

Tafallaesunaciudadcolocadaenunaenormellanura.Tieneunacampiñafértilydeaspectomonótono,formadaporviñedos,trigalesyhuertas.

Estepuebloseme figuróunagranjacolocadaenmediodesus tierrasdelabor.

Por todas partes se notaba el reinado de Baco, de un Baco huraño yviolento.Seveíavinoenlasbarricas,enlostoneles,enlaspalanganas.

PasélatardeylanocheenTafallaenunataberna.

Lagentemeparecióagresivaymalhumorada.Únicamenteestosribereñossehumanizabanhablandodelvino,porelcualteníanunaverdaderaadoración.

Allí el vino es un dios, un dios que hace a los hombres irritables yviolentos.

EntodalariberadeNavarralaagresividadesunacostumbre.

Elcarácterdelosribereñosesdeunapetulanciaquedesconocenlosvascosde la montaña. Al llegar a Castilla esta petulancia se transforma en unaserenidad arrogante, a veces un poco teatral, pero que da cierta idea denobleza.

Unode los rasgos simpáticosqueencontréenestosnavarros, rasgosquequizá es común a todos los pueblos un poco primitivos, fué el tener ciertodesdénporeldinero.

Elamodelaposadadeunpuebloconsideramuchomásalcompadresuyoquealforasterorico.

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Estome parecemuy bien.Yo soy de los que creen que el dinero no esapenas de uno; solamente son de uno los instintos y las pasiones, lasenfermedadesylosdeseos.

Salí deTafalla de noche, antes de que apuntara lamañana, y comencé amarchar.

EntrevíenOlitealamanecer las torresamarillentasdesucastilloyseguíporlaorilladelCidacos.Comenzóeldíamuytemprano.Persistíaelhorriblebochorno; tuve que ir quitándome ropa, y llevándola al brazo. Mi primeraentrevistaconlatierrallanaespañolaerapocograta.Micuerpomarchabaenperpetuoincendio;teníalacararoja,losojosinyectados,lasmanosabultadaspor la sangre.Elmaldito bochorno no desaparecía.El cielo seguía gris y elairecaliginoso.

Almorzamos Philonous y yo en la venta del Morillete, y tuvimos quedetenernos en un pueblo requemado y polvoriento, con unas cuevasagujereadasenunatierrablancayarenosayunagenteásperaydesabrida.

Todoelmundoestabaconplandereñir.Selohicenotaralposaderoyésteme dijo, riendo, que a aquellos navarricos no los bautizaban con agua, sinoconvino.

Inmediatamentequeelribereñobebesemuestrajactanciosoydesafiadorysientedeseosdegolpearodeherir.

En este pueblo, dondeme detuve,me contaba unmozo con satisfacciónquetodoslossábadoshabíaallítrabucazos.Nosepodíantenerfarolesenlascallesporquealdíasiguienteestabanhechosañicos.

OtromozodeUjuéqueestabaoyendodijo,celebrándolo,queensupuebloeraunacosararaundíasinpuñaladasyquehabíahabidouncuraque teníaqueiradecirmisaconeltrabucodebajodelmanteo,porquesinoseburlabandeél.Estomeentristeció.

—En el fondo, la gente no tiene la culpa—dije—. Es la geografía enconnivenciaconlasinstitucioneslaqueproducetalesefectos.

Es imposible que la gente sea civilizada y sociable en una tierra gris,abrasadaporelsol,olvidadaporlaspersonasricas,dondenohayfrescura,nisombra,nimediastintasyalacualnolleganielecomáslejanodelaculturadeEuropa.

Mientras marchaba por estos pueblos, Philonous me producía seriosconflictos,yyo,comoPedro,teníaquenegarlemásdetresveces.

Hacíabarbaridades;undíaentrabaenlacocinadeunaventa,tirabalaollay se la comía; otro salió de una tahona con todo el hocico lleno de harina,perseguidoporeltahonero;tambiénsecomíalospollosquepodía,perosólo

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cuandoestabamuyhambriento.

Muchasvecesno leveía en todoeldía,pero luego,por lanoche, semeacercabaymedabaconlapata,comodiciendo:Aquíestoy,amigo.

XI.

LASMOSCAS

Tantoomásqueelcalormemolestabanenmiviajelasmoscas.Habíaenlas calles de estos pueblos una cantidad inconcebible de moscas, pesadas,pegajosas,repugnantes.

—Mientrashayamoscasenelmundonohabrácivilización—medecíayocontristeza.

Para combatir sus ataques, me puse a filosofar acerca de ellas, en loperniciosasquedebíanseryenlapocacienciaquedemuestralaNaturaleza,que se deja llevar de sus rutinas y de sus lugares comunes de una maneralamentable.

RecordéqueLucianodeSamosata,elcélebresatíricogriego,habíahechounelogiodelamosca,ydeaquíobtuveunacasiluminosaconsecuencia.

Muchos suponen que este escritor fué cristiano, a pesar de que en lahistoriadePeregrinusllamaaCristounsofistacrucificado.

EstedatoparecedaraentenderqueLucianonofuécristiano;peroelelogiodelamoscaparamíesdefinitivo.Daeldiagnósticodelescritorgreco-sirio.

Era cristiano. ¿Hay algo más cristiano que la mosca? La mosca esconstante,persistente,zumbona.

Alamoscalegustaandarenlasllagas,enelpus,enlasbasuras,comoalosverdaderoscristianos.

Algunodiráquea losobisposy a lospapas les agradamáseldinero, laopulencia, el fausto; pero esto no demuestra más sino que las moscas sonmuchomáscristianasquelosobisposyquelospapas.

Lamoscacreceenrazóndirectadelsol,delasuciedad,delosestablosydelascuadras,yenrazóninversadelalimpieza,delaguacorrienteydelagenterazonable.Lomismolespasaalosfrailes.

Sorprendido por tales semejanzas obtuve la ecuación de la cultura en laformaqueexpongoaquí.

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Elíndicedelaculturaseexpresasumandolacantidaddevino,elnúmerode moscas y el número de clérigos, y partiendo el total por el número deárboles.

X(índicedelacultura)=Vino+Moscas+Clérigos

Arboles

LasprofundasconsecuenciasquesedesprendendemidescubrimientolasentregoalaHumanidadfutura.Ellasabráplantarmásárbolesyexterminarlasmoscas.

XII.

ENLASBÁRDENAS

EstandoyoenCaparrososepresentóunapartidademilicianosnacionales,mandada por un capitán que iba de vanguardia de la columna de un jefellamado Iribarren. Saludé al capitán, a quien conocía de Pamplona por seramigodeIriarte,yhablamos.

Me dijo que se había quedado la partida sin cirujano, porque a este lehabíanmuerto,ymepreguntósiyopodríasustituírloporlomenosundía.

—Yonosoycirujano—ledije.

—¡Bah!Paraloquehayquehacer,loharáustedmejorquecualquierotro.Mañanavamosaatacara lagentedeSalaberrí,quecampeaporahí,por lasBárdenas.Necesitamosdealguienqueseacapazdeponerunavenda.

—¿Yelcirujanodeestepueblo?

—Esunodelosfacciososyandaporelmonte.

No tuve más remedio que aceptar; pero puse la condición de no seguirdespuésalapartida;pasadalaacción,yomemarcharíapordondequisiera.

—Bueno.Bueno.Muybien.

El capitán señaló un cabo y ocho hombres para que quedasen a misórdenes.Sacamoselbotiquíndelcirujanoyvimosloquehabía.

Mientrashicimos lospreparativos estuve tranquilo;peropor lanoche, altenderme en el pajar,me vino la idea de que cuando el otro cirujano habíamuerto,elcargoerapeligroso.Luego,laimaginaciónsepusoenmovimientoy fué pintándome con una realidad desagradable las perspectivas que meesperaban.

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Creerqueestosforajidosrealistasibanarespetarleaunoporquellevaseelcarácterdecirujanoodemédicomeparecíaunailusión.

Penséenloquemepasaríasiquedabaheridoalcuidadodeunbarberoenunrincónsucio,conaquellatemperaturaalrojoblanco.

Se me pintaron todos los horrores posibles. Comencé a agitarme de laderechaalaizquierda,sinpoderdormir.

Al amanecer,momentos antes de salir el sol,me cogió el sueño, y pocodespués me llamaron. Estaba tan fuertemente dormido, que tuvieron queempujarme de un lado a otro para despertarme. El sol iluminaba el campo,desoladoydesierto,cuandolapartidasepusoenmarcha.Yoibaaretaguardiaconlascamillas,unasmulasyuncarro.CaminamosduranteunpardehorashastallegaralasBárdenas.Elsitioerasolitarioypobre,deunamonotonía,deuna tristeza y de una fealdad desagradable, agudizada por el tiempobochornoso.La tierra,cenicienta,seextendíacomounmar,ydelantesenospresentabaunascolinasroídasporlaslluvias.

Estabayopensandoquelosrealistasrehuíanelencuentrocuandosonaronlos primeros tiros. Se hallaban los facciosos parapetados en unas lomasblanquecinas.

Mandéyoamishombresconlamayorserenidadposiblequeabriesenelbotiquínehicieransuspreparativos.

Nuestrossoldadossedesplegaronenguerrillaycomenzaronadispararyaavanzar.

Huboqueseguirlos.Lasbalaspasabansilbando,yyovolvíalacabezaaunladoyaotroviolentamente.Unodelosnuestroscayó.Meentróunsudorfrío;meacerquéaél;letoméelpulso.Estabamuerto.

De nuevo tuvimos quemarchar adelante. Los enemigos habían vuelto aocuparotrasposicionesyseguían tiroteando.Losnuestrosfueronavanzandodeunamanerairregularyconsiguieronquelapartidaabsolutistasedisolviera.

Elcapitántuvoqueesperarlargoratoaquesereunieransusfuerzas,quesehabían desperdigado; y mientrastanto, los sanitarios improvisados y yocomenzamos a vendar a varios heridos; y yo sangré a uno que se trajo sinconocimientoenunasparihuelas,yquerecobróelsentido.

Cuandosereuniólafuerza,elcapitánordenólaretiradaynospusimosenmarcha. Los heridos venían a mi cargo en las caballerías y en el carro.Contemplábamos a los lejos Caparroso en un collado y las ruinas de uncastilloantiguo.

IbamostranquilosinternándonosenunsotodeálamosblancosquellamanlaLoberacuandounosrealistasapostadoshicieronunadescargaqueprodujo

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eldesordenennuestrapartida.Sedesordenó lacolumna,comenzóel tiroteopor nuestro lado, y yome vi separado demi gente y enmedio del soto encompañíadePhilonous.

Cuandocesaronlostiroscomencéaavanzardespacio.Ibamarchandoconlasmayores precauciones cuando topé con el cuerpodeun realista heridoomuerto.Meparéparaversivivía;llevabaunpañueloatadoalacinturallenodesangre.Se locortéconelcuchillo;yviendoquepesabameencontréquellevabadosonzasdeoro,cuatrocentenesyvariasmonedasdeplata,quemeapropié porque el hombre estaba muerto. Salí del soto y me acerqué a lacarretera. Estaba rendido de cansancio y de hambre.Debía sermedia tarde.Eché a andar por la carretera en dirección contraria a Caparroso cuando seacercóuncocheviejoydesvencijado.

Enelcocheibanunhombre,quedirigía,yuncura.

Se paró el coche un momento, y yo le pregunté al cochero si podíallevarmealpueblopróximo.

—Sielseñorcuraquiere,amínomeimporta—medijo,contoscoacento.

—Pormí,quesuba—dijoelcura.

Subíymesenté.Elcuraeraunhombreflaco,desmayado,lascejascomodosacentoscircunflejos;lospárpados,apenasabiertos,comodoslíneas,yunlenteenlamano.

LlegamosaValtierraamediatarde;fuíaunaposada-taberna,yloprimeroquehicefuépedirquemepusierandecomer.

Elpueblomepareciógrande,triste,polvorientoyabrasado.

Enlataberna,alamozaquemeservíalepreguntésihacíamuchocalor.

—¿Aquí?—exclamó un hombre interrumpiendo—. Aquí en invierno sehielalaVirgenyenveranosedeshaceelpalio.

Eslacostumbredeestagenteelbarajarsiempreyconcualquiermotivoensuconversaciónlosartefactosreligiosos.

Dormíenelcorral,ydenochesalíparaTudela.

XIII.

REVELACIONDELAESPAÑACLÁSICA

A pesar de que Philonous y yo salimos a media noche de Valtierra,

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llegamosaTudela,rendidosporelcalor,amediamañana.

Entréyoenunaposada,pedíuncuartoymetumbéenelsuelo,porquenopodía aguantar el sofoco del jergón. Tendido y sudando estuve varias horasoyendoelretumbardeunascampanasyelrebuznodeunburro,hastaqueelhambremeindicóqueerahoradelevantarme.Preguntéaquéhorasecenaba,y me dijeron que a las nueve. Cuando empezó a caer la tarde salí conPhilonousalaorilladelEbro,arespirar.Nosemovíaunapartículadeviento.Elcieloestabablanquecinoporelcalor;eltío,muyancho,parecíaarder,conun color rojo de escarlata, sombreadopor los bosquecillos de las riberas; elhorizonteseencendíaconlosrelámpagosdelosmonteslejanos;porelpuente,dearcosdesiguales,pasabanalgunoscarromatos.

Estuve sentado a las orillas delEbro hasta que empezó a obscurecer. Susuperficierojapalidecióylasombradelosbosquecillosquedómuynegra.

Volví a la posada y estuve hablando con el patrón, que era herrador, unviejocanosoconunasantiparrasyairedesabio.Todavíafaltabantrescuartosdehoraparalacena.

Salí de nuevo; había visto al llegar una parte del pueblo moderna,insignificante. Tiré ahora por el lado contrario; seguí una callejuela; luegootra; después pasé un arco. En aquellos callejones estrechos había carrosgrandesllenosdepajaqueinterceptabanelpaso;enlaspuertasdelascasaslagente salía a respirar el aire ardoroso, seco y lleno de polvo; y algunoscampesinosmediodesnudospasabanmontadosenunborricooenunamula.

Unfaroldebajodeunarcobrillabailuminandounahornacinaylapuertadeunaiglesia.Laobscuridadyelpisodesigualmehacíanir tropezandoporlascalles.

Alpasarporunaencrucijadametiraronaguaytierradesdeunbalcón.

Intentévolveracasadelherrador,peromeperdí,ydurantealgúntiempoanduvedandovueltasporlosmismossitiosyrincones.

En esto oí una campanilla, y vi poco después, delante de un portalestrecho, una fila de hombres con cirios en la mano que, sin duda,acompañaban al Viático. Tenían la cabeza para abajo, iluminada por elresplandordeloscirios.¡Quécaras!¡Quéairesdecansancioyderesignación!¡Quémiradasdeabatimiento! ¡Quéespañol! ¿Qué terriblementeespañol eraaquello!

Sinfijarmeenladirecciónechéaandar,salíaunaplazaydeallíencontréfácilmentelaposada.

Elherradoryotrosdoshuéspedesmeesperabanacenar.

Nossentamosalaluzdeuncandil.Unodeloshombreserauncampesino

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deunpueblopróximo,hombredeunoscincuentaaños,deojosazulesypelorubio;elotro,untipodejudíotancaracterístico,quemechocó.

EllabradorteníaunaideadeTudelacomodeunfocodecomodidadesydeplaceres.Yoledijequeelcampopordondehabíacruzadomeparecióáridoyseco;peroélmeaseguróqueerafertilísimo,yesposiblequetuvierarazón.

Elotro,eldelairejudaico,era,porloquemedijo,saludador,mediobrujoymediomédico;hacíaconjurosparaquenoenfermaranlascaballeríasyparaquitar elmaldeojoa losniños,y creíaque teníaprocedimientosespecialesparaalargarlavida.

Ledijequeviéndoleenotrapartelehubieratomadoporunjudíodecastasacerdotal, locualnolemolestó;porelcontrario,medijoquesupadreysufamiliaprocedíandelajuderíadeTudela,yquenoseríararoqueélfuesederazahebrea.

Después de cenar se apagó el candil, me fuí yo a la cama, y tuve queacostarmesinropaporelcalor.Afortunadamente,amedianochecomenzóunatormentacon truenosyrelámpagos,cayóuncopiosochaparrónyrefrescóelambiente.

Dormíunashorasysalíporlamañana.

El aire eraya respirable. Inmediatamentemedirigíhacia la catedral.Mereconciliéconelpueblo.

Apesardeserlamayoríadelascasasdeladrillo,eranhermosas;algunas,verdaderos palacios con grandes puertas, balcones espaciados y una galeríaalta con arcadas en el segundo piso. Empotrados en las paredes ostentabanescudosabultadosysalientesdepiedrablanca,yenlasventanasseveíanorlasesculpidasconlosprimoresdelRenacimientoincrustadasenelladrillo.

Recorriendo este pueblo y luego visitando otros, me expliqué que enEspañalagentedeinclinacionesestéticasnoseamuyentusiastadelprogreso;loviejotieneaquísuhermosuraysunobleza;encambio,lonuevoesdeunamezquindadqueasombraporsusentidodeeconomía,porsusordideztrágicaycompleta.CallejeélargoratoporTudela,alamanecer;¡quénombreslosdelas calles!Calle de laVida, calle de laMuerte, calle del Juicio...; luego lascallesdelosoficios:delasChapinerías,delasHerrerías,delosCaldereros...

Seibanabriendolaspuertasdelascasasysaliendoloslabradoresparasusfaenas; luego comenzaron a pasar mujeres, muchachitas y viejas con sumantilla,caminodelaiglesia,yempezóatocarunacampana.

Divariasvueltasa lacatedralhastaencontrarunapuertaabierta.Entréyestuve sentadocontemplando lamajestuosanave; luegopaséaunacapilla amirarunadmirableretablo.Estabaapoyadoenunconfesonario,porelladode

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larejapordondeseconfiesanlasmujeres.Deprontoaparecióporlaventanillaunacabezagruesadeuncura,y,sinhablarme,mehizoconlamanoungestodequemeacercara.Quedéparalizado,horrorizado.Quizáhabíacometidoyounsacrilegio.QuizámeesperabalaInquisición.

Retrocedí de prisa, salí de la capilla yme dirigí hacia la puerta.Nomeseguíanadie;pero,porsiacaso,memarchéfuera.

Comenzabaahacercalor,pasabanmuchoscurasporlascallejuelas.Lleguéa laplazaymesenté.Habíamercado,puestosdeverduras,decacharros,deinstrumentosdelabranza....

En lasmujeres que correteaban por allí,me pareció vermás claramentequeenloshombresdostiposdistintos:unas,morenasdeóvaloalargado,ojosnegros,melancólicos,deaireuntantojudaico,yotras,conuntipogermano,rubias,conojosazulesoclaros,lacaracuadradaylamiradaenérgicaydura.

Fuí a mi posada. Acababan de llenar de paja el patio, y los montonesdoradosdegavillasloinundabantodo.

Los mozos que habían trabajado, sudando a chorros, estaban bebiendovino.

Este polvo, este calor, esta mezcla de barbarie y de simplicidad, estecontraste de la pobreza de los callejones del pueblo con la pompa de lacatedralmediólarevelacióndelaEspañaclásica,emborrachadaconsusol,consuvino,consufanatismoyconsuviolencia.

XIV.

ELSANTERO

ElsaludadordeaspectojudaicopensabairhastaAgredayfuíconélenelcarro de un ordinario. En Cintruénigo se nos reunieron un santero y unmuchachovizcaínoqueibaaMadridabuscarunaconveniensia,comodecíaél.

Elsanteroeraunhombreflacoydenegrido,conlosojosmuybrillantesyelpelorizado.Parecíauncuervo;llevabaunasotanaraída,unaspolainasyunsombrero ancho colocado encima de un pañuelo negro que le apretaba lacabeza.

El vizcaíno era alto, estrecho, de nariz larga y gruesa, ojos abultados yexpresiónparada.Se llamabaBelausteguigoitia, y teníaun segundoapellidomáslargoqueéste.

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BelausteguigoitiacreíaquelosBelausteguigoitiaseranlaflordesupuebloenVizcaya;queVizcayaera la flordeEspaña,yEspaña, la flordelmundo.Los Belausteguigoitias eran las delicias del género humano, y se podíaconsiderar como un verdadero honor el que este exquisito molde de losBelausteguigoitias siguiera produciendo más Belausteguigoitias yesparciéndolosporelmundo,paraejemplodelosdemásygloriasuya.

La sociedad entera debía estar interesada en el acrecentamiento y en lapropagacióndelosBelausteguigoitiasydesusnarices.

Estevizcaínohablódelasgrandezasdesupuebloydesufamiliadeunamanera tanexagerada,queprovocó la réplica irónicadel saludador,quien ledijo que no comprendía cómo estando tan bien en su casa podía dirigirse aMadrid,apie,enbuscadeunaconveniensia.

El vizcaíno dijo orgullosamente que el saludador era un ignorante y unplebeyo, y el saludador le contestó que había conocido mucha gentefantasmonayvanidosaentre losvizcaínos;peroquenuncahabíaencontradounotanvanidosoytanfantasmóncomoél.

Belausteguigoitiasedióporofendidoynonosdirigiólapalabra.

Discutimosdespuéselsantero,elsaludadoryyodevariascosas; losdoscreían en el diablo como en un personaje que anduviera todos los díascruzándoseensucamino,algocomounperroquesemetieraentrelaspiernas.

—Si yo creyera tanto como ustedes en el diablo y enDios—les dije—,dejaríaaldiabloqueseexplicaraalgunavez,nofueraatenerrazón.

El santero dijo que no había oído nunca absurdo mayor; el saludadormurmuróquequizáestabayoenlocierto.

EnAgredaquedóelsaludador;yelvizcaínodelaconveniensia,elsanteroyyoseguimosenotrocarro,caminodeAlmazán.

El santero tenía que ir a Barahona a cobrar una parte de herencia. Nosinvitóairconél,yfuimoselvizcaínoyyo.Yoestuveaver,delejos,elcampode las Brujas y un pueblo en ruinas que se llama LosHoyos, en donde noquedabamasqueunacasaenpieyalladounahorca.

Porlanochefuimosacenaracasadelcuradelpuebloconelsantero,ynoséporquemedióamílaocurrenciadedecirquenoeracatólico.

—¿Noesustedcatólico?

—No.

—Tenemosunherejeencasa—murmuróelcura,dirigiéndosealama.

Alamujerleentróuntemblortal,quecreíseleibanacaerlosplatosdela

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mano.Nohacíamasquemirarmecongrancuriosidad,paraver,sinduda,sisemeveíanloscuernos.

Interrumpí la cena con un pretexto, y me marché a la posada, y por lanochevinieronelalcaldeyelalguacilabuscarme.Estuvoelalcaldevacilandoen prenderme; pero se decidió por mandarme salir del pueblo a la mañanasiguiente.

Desdeentoncesnovolvíadecir,nienbroma,queeraprotestante.

Seguimoselvizcaínode la conveniensiayyo, apie,nuestramarchaporParedesylaVentadeRíoFríoaentrarenCastillalaNueva.

Hacíamuchocalor;peroestábamosenlasegundamitaddeagosto,yporlanocherefrescabaysepodíadormir.

Devezencuandoencontrábamosarboledas,enlasquesolíamosdescansar.Enestospaísesdondeelárbolescasea,tomatalvalor,queunbosquecillodechopos o de álamos parece un paraíso, unamaravilla de laNaturaleza, algodivinoyadmirable.

EnJadraqueencontramosuncarretero,conquiennoshicimosamigos,yenelcarrodeéstellegamosaAlcalá.

Aquímepareció lomejor tomar ladiligencia,yen ladiligenciaentréenMadrid.

****

TERCERAPARTE

DEMADRIDASEVILLA

I.

LACASADEHUÉSPEDES

LallegadaalasproximidadesdeMadridenundíadeverano,desol,conlatierradesnuda,sincolorporlaclaridadyelpolvo,meparecióuntantotrágicaysombría.LapuertadeAlcalámitigóalgolatristeimpresióndelpaisajequehabía recibido.Nosdetuvimosa laentradade lavilla,ydespuéssubimosalgalope por la calle de Alcalá y llegamos a la de las Huertas, hasta unaadministracióndecoches.

Una chusma policíaca, cínica y desvergonzada, revolvió mi pequeñoequipaje,yunodeellosmedijoqueteníaquetomarcartadeseguridad.

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FuíacumpliresterequisitoymeinstaléenunafondamuymaladelacalledelaGorguera.

LaprimeraimpresióndeMadridfuéparamíconfusa.

Afortunadamente, como venía de pueblos abandonados, no me dió lasensacióndepequeñezydemiseriaquedabaaotrosextranjeros.

Mi primer cuidado fué buscar unmodo de vivir, pues no teníamas queunasmonedasdecobreportodocapital.

FuíalcafédeLaFontanadeOro,toméunrefrescoypreguntéalmozoporel Gran Oriente Escocés. Me dió la dirección y me presenté en la logiamasónica.Salióarecibirmeunhermanoconaspectofrailuno;mepreguntóloquesabíahacer,expuseyomisconocimientosydejélasseñasdemiposada.AldíasiguientemeenviaronunaesquelitadiciéndomequefueraalMuseodeHistoriaNatural,enlacalledeAlcalá,yquepreguntaraporeldirector.

Fuí, efectivamente, y el directorme dijo que podía tener trabajo durantealgún tiempo, y que me pagarían cincuenta duros al mes. Me marchésatisfechoycomencéaacudir todos losdíasalMuseo.Prontoviqueallínotrabajabanadie.Eldirectorteníaporcostumbrenoiralaoficina,ylosdemásempleadoshacíanlomismo.

Después pude comprobar que esta era una costumbre de casi todos loscentrosoficialesdeEspaña.

Comoseveíaenlaprecisióndepasarelmesenterosincobraruncéntimo,fuídenuevoalalogiaymehicieronunanticipodeveinteduros,quedevolvípuntualmentecuandomepagaron.

En seguida que me encontré dueño de algún dinero, pagué la fonda ybusquéunacasadehuéspedes.UnempleadodelMuseomerecomendóaunoficinista amigo, que tomaba algunas personas en familia. Vivía esteciudadano en los barrios bajos, en la calle de la Encomienda, entre la deEmbajadoresyladeMesóndeParedes;sellamabadonNemesioFernándezdela Encina, y era escribiente en la Contaduría general de Valores, con pocosueldo. Su mujer, doña Mencía, patroneaba sus huéspedes, y con esto seayudabaunpoco.

Don Nemesio y doña Mencía me mostraron un cuarto claro y bastanteancho,quemecederían;meexplicaroncondetallesloquesecomíaenlacasa,ymedijeronquemellevaríandiezreales.

AlprincipiosenegaronaaceptaraPhilonous;perocomoyodijequenoquería desprenderme del perro, lo aceptaron, a condición de que lo llevarasiempreconmigoynolotuvieraenelcuartomasquedenoche.

LacasadelseñorFernándezdelaEncinaeraunacasavieja,alaquepor

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unacasualidadledabaelsol; teníamuchoscuartos,conunpisodebaldosasrojasquesedeshacían.

Nohabíaenaquellacasaniunaaristaaplomada,niunángulorecto;todoparecía andarbailando, ymuchasveces seme figurabaque los techosy lasparedesibanavenirsealsuelo.

Alprincipio,lavidaencasadelseñorFernándezdelaEncinameparecióuntantomonótona;peromefuíacostumbrandohastaencontrarlabien.

ElseñorFernándezeraunpocopetulante,yhablabadesufamiliaydesusposesionesdeExtremaduracomounhidalgovenidoamenos.

Sumujer, doñaMencía, una señora de cara pálida y agria, se lamentabasiempre de la carestía de la vida, y tenía que explicarme lo que costabancuantosmanjaresponíaenlamesa.

—Ya ve usted, don Juan—me decía—, este escabeche que está ustedcomiendomehacostadodosreales.Nosabeustedcómoestálaplaza.

Doña Mencía hablaba el castellano como un libro, con unos giros tanacadémicosyunacantidadtaldepalabras,quemesorprendía.

LosotroshuéspedesdelacasaeranunmatrimonioquehabíavenidodeunpueblodeAndalucía.

Los dos, muy viejecillos, tenían cierta gracia, por lo amartelados queestaban.

DelashijasdelseñordelaEncina,lamayoreraunasolteronayamarchitaydemalgenio,quehacía labores.La segunda,muydecidida, ibayveníayestabasiempreenlacalle;ylapequeña,laPaquita,teníaaficiónalascosasdela casa, administraba los caudales familiares e impulsaba a moverse a lacriada, una asturiana que se dormía de pie, se olvidaba de todo y tiraba lassalsasencimadeloscomensales.

El hijo, el más joven de todos, era un diablo; estaba constantementehaciendoruido,pegandoalosgatos,yaspirabaasermilicianonacional.

Lamadreylasniñassepasabanlamitaddelavidacosiendoenelbalcón,debajo de una cortina de lona. Tenían allí algunos tiestos con geranios yclaveles,yparaellaselbalconcitoésteeraunVersalles.

Enfrente, en la vecindad, vivían unos muchachos, y solían pasarse losvecinoscestitasconcaramelosyconcartas.

Lahijamenor,laPaquita,solíabromearconmigoymepreguntabasiteníanoviaenInglaterra.Yolecontestabacontándolementiras,yellamedecía:

—¡Ay,donJuan,donJuan!Esustedunpillo.

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Enelpisobajode lacasa trabajabaunsillero,picadodeviruelas,quesellamaba Deogracias y que tocaba la guitarra; en su tenducho se reunía unatertuliademilicianos.

AllísolíaoírcontarloqueocurríaenMadrid.

Lossábados,elDeograciasysuhijosalíanalportal,elunoconlaguitarrayelotroconlabandurria,ytocabanellosybailabanlaschicasdelavecindad.

LaPaquita,laniñapequeñadedoñaMencía,bailabaconmuchagraciaelbolero.

—Es muy bonita mi niña; ¿no es verdad, señor inglés?—me decía sumadre.

—Yalocreo.

Todos losmuchachos de la vecindad andaban tras ella, y los domingos,después demisamayor, aparecían en la calle tres o cuatro lechuguinos conairedeTenorio.

II.

DIGRESIONESSOBREELPAÍS

En la sillería de Deogracias, como en el taller del Museo de HistoriaNatural,comoenlamesadeLaFontanadeOro,adondesolíairdecuandoencuando por la noche, no se hacíamas que discutir de política.Quizá no serazonaba gran cosa; pero se ponía en las discusiones mucho fuego yapasionamiento.

El presenciar estos altercados me dió la idea de que España perdía porcompletosuantiguahomogeneidad.Elpaísnopodíatransformarseenbloquey se escindía violentamente. El Gobierno revolucionario había dado unacarrera en una senda obscura y estaba ya perdido, sin poder orientarse. Suempujón había desgarrado más el espíritu del país y no era posible ya unzurcido. La clase pobre en Madrid seguía su vida a la antigua, en suscallejuelasestrechasysórdidas,y tenía susmajosy susmajas, susmanolas,sustoreros,susbravucones,susmenestrales,queempeñabanelcolchónparairalostoros;susmaestroszapaterosyherreros,quetrabajabanenunportalillooen la calle; sus aguadores, sus rateros, susmozasdepartido, sus ciegosquetocabanlaguitarraenlosrincones...

Laclasedirectoraquería transformarestorápidamente,ycomonopodía,sequejabadelpueblo.

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Les pasaba lo que a algunos extranjeros que habían venido a EspañacreyendoquelaRevoluciónibaacambiarelpaísenunmomento.

—Esto no es Europa—solían decir, y hablaban de París, de Londres, deBruselas.

Lostalesfranceseseinglesessuponíanquenohaymasqueunfigurínparavestiralospueblosyunmodo,unoeindivisible,dehacersudicha.

Esto,porlomenos,noestáprobado.Yo,pormiparte,creoquecadacualdebebuscar la felicidada sumanera;cadacualbebeen la fuentede lavidacuandopuedeycomopuede.

Muchagentecreequenohaymasqueunafelicidadparaelindividuo:serrico,respetable,etc.,etc.;perohayhombresquesonfelicescontemplandounpaisaje,otrosinterviniendoenunaintriga,otrospensandoexclusivamenteenlasmujeres,otrostrabajandoenunlaboratorio,otrosmirandouncampoverde.La vida de cada uno tiene sus directrices. El poder seguirlas lo másexactamenteposibleeselsentirsebien,ylomismopasaenlospueblos.Claroqueestonosepuedeconseguirfácilmente;pero,¿porquéhemosdecreerqueno hay para el hombre mas que una clase de felicidad? ¿Por qué hay quepensarqueúnicamenteelvotoyelsistemaparlamentarioy loque llamanlademocraciaeslafelicidadyelprogresodelospueblos?

Algunos dicen que para saber si las cosas son buenas no hay mas queconfrontarlasconlarealidad.¿Perocuáleslarealidad?

Haymuchagentequecreeque larealidadessólo lo tangible,comosieltacto fuera un sentido de exactitud matemática. Tan realidad es una piedracomounanube;nohaymásdiferenciaquealapiedraselesienteconeltactoycon losojos,ya lanubesólocon losojos.En laNaturalezamismanoesfácil distinguir la realidad. Y si en la Naturaleza no es fácil distinguir larealidad,¿cómosevaadistinguirenloshechossociales?

CuandoyodiscutíaconmisamigosdeMadriddepolíticaydefilosofíameteníanporunperturbador.

—Nuestras conclusiones están demostradas; son definitivas—afirmabanellos.

Esnotableelafándelospolíticosdeconcluír,denodejarnadaquehaceralosquevengandetrás.

Esto es lo definitivo, lo verdadero, lo inatacable—dicen los de los ojosmiopes,ylocreencándidamente.

¿Qué sabemos nosotros qué es lo definitivo y lo que no lo es? ¿No varodandolaverdadporelmundoycambiandodeaspectodeépocaenépoca?Másdefinitivoquelademocraciayelparlamentarismoparecióensutiempo

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Júpiterconsucortejodedioses,ysevinoabajo;másdefinitivohaparecidoJehová, y ya se retira entre bastidores con su cortejo de profetas de barbanegraydenarizdeloro;tanverdaderocomoelsistemadeCopérnicosecreyóeldeHiparco,corregidoporPtolomeo...

¡Qué imprudencia más ridícula hablar de lo definitivo! ¡Qué ganas decerrarpuertasquehandeabrirlosquevengandetrás!

PoresoyolesuelodecirconstantementeaPhilonous:

—Amigocan.Dejemoslasconclusionesparalosimbéciles.

III.

SALIDADEMADRID

ElambientedeMadrid,debromaydevidapicaresca,mecogióamídelleno.ViquenosetrabajabaapenaseneltallerdelMuseoyquenadietomabaaquelloenserio,ehicecomolosdemás:ircadavezmástarde,yacabarpornoaparecer.Algunosamigosmasonesmedijeronquemientrasellossiguieranenelmandodisfrutaría del sueldo con seguridad; pero que cuando salierandelPodernoduraríamiempleomásqueunasemanaalosumo.

Escribí a Will Tick diciéndole lo que había hecho en mi viaje, y mecontestóunalargacarta;mecontabaquelehabíannombradosecretariodeunasociedadde filohelenos deLondres, y que él, a su vez,mehabía nombradoagente de esta sociedad en España. Añadía que para juniome girarían unacantidad a Sevilla con el objeto de que comprara armas y las llevara aGibraltar, yme indicaba que si yo conocía algunas personas simpatizadorasdelmovimiento libertador de Grecia iniciara una suscripción yme quedasecon los cuartos. Pensé que si no encontraba otro recurso acudiría a éste,preparándomedeantemanoalgunamáximajesuíticayunagruesadereservasmentales.

Mientrastanto, ya sin ocuparme de mi destino mas que para cobrar,comenzabaatomarlegustoaMadrid:formabacorrillosconlosliberalesylosserviles,oía las letaníasde losciegose ibaa lavueltade los torosaver lasmanolasenloscalesinesyalospicadoresconlosmonosabiosenlasancasdeloscaballos.

UnapersonaconquiensolíareunirmecasitodoslosdíaserauntalPatricioMoore, ex fraile español, de origen irlandés, exaltado y afiliado alcarbonarismo.

Con él andaban dos italianos de aire muy misterioso, con los bigotes

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erizados, y un cómico, hombre de ciertas condiciones geniales en su oficio,peroqueabusabadelalcoholeibaenronqueciendopormomentos.

Todos ellos eran republicanos y vivían en una exaltación perpetua,hablando y perorando constantemente. Yo me encontraba con ellos casisiempre en desacuerdo y me parecían proyectos utópicos los que ellosconsideraban realizables, y al contrario. Una de las cosas que se discutía atodashorasentreelloserasidebíahaberunaodosCámarasrepresentativas.Parecíaimposiblequeunacuestiónasípudieraapasionaralagente.Claroquealpuebloestoleteníasincuidado;peroellossuponíanqueelpuebloeraunaentidadquehabían inventadoyqueservíapararealizar lasmásestúpidasdelasutopías.

NocomprendíanestosreformadoresqueseencontrabanenEspañaenunaminoría insignificante, porque no sólo en el campo, en donde todos eranrealistas, sino enMadridmismo, no estaban los liberales con relación a losservilesenproporcióndeunoadiez.

PatricioMooreysusamigosmetachabandepocoafectoalnuevorégimenydequemirabalascosasseriasconindiferencia.Yonopodíaentusiasmarmeenelmismogradoqueellosnillegaralapasiónardienteporunacuestióndepalabras.

CuandolossoldadosdelduquedeAngulemasepresentaronenlafrontera,la expectación pública se hizo enorme: algunos creían que si entraban losfrancesesvolveríaunaépocacomoladelaIndependencia;perolamayoríadelagenteveíaquelosmomentoserandistintos.

En la tertulia de Deogracias, el sillero de la calle de la Encomienda,explicóuncriadodelcondedeMontijocómosuamoestabatrabajandoporelpartidoquellamabandelosanillerosomoderados,ycómoestabandeacuerdolosgeneralesO'Donnell,Ballesteros,MorilloylosamigosdeMartínezRosaenintentarelcambiodelaConstitución.

EstemismocriadodeMontijo,liberalacérrimo,noscontóunaescenaqueocurrióenelpalaciodelconde,en laplazueladelAngel,entreMontijoyelEmpecinado.

Montijo había convidado a comer a D. Juan Martín y a su ayudanteAviraneta y les esperó en compañía de una muchacha, querida suya. Sesentaron los cuatro a la mesa y hablaron de cosas indiferentes. Cuandoacabarondetomarelcafé,MontijoinvitóalEmpecinadoapasarasugabinete.Elayudantequedósoloconlamuchachaycomenzóagalantearla;ellasereía.Enestoseoyóunestrépitodevoces;lamuchachallamóalcriado,seforzólapuertadelgabineteysevióalcondedeMontijodebajodeunamesagritandoy al Empecinado amenazándole con el bastón en la mano. La muchacha

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empezóachillar;peroelcondeletapólaboca,yelEmpecinadoysuayudantese fueron.Unode loscriadoshabíavistoyoído loocurrido.Elcondehabíatratado de convencer al Empecinado de que era necesario cambiar deGobiernoyacabarconlaConstitución;despuéslehabíaintentadosobornar,yenvistade la frialdaddelguerrillero ledijoconcólera:«Esustedunbruto,incapaz de sacramentos». Entonces el Empecinado, enfurecido, le dió talbofetónalcondequeletiróalsuelo,yenarbolandoelbastónintentópegarle.

Elcriadoquenoscontóestonosdiótantosdetalles,quenonosdejódudaalgunadequelaescenaeracierta.

AlentrarlosfrancesesenEspaña,lacóleradeunosyeldesalientodelosotrosseacentuó.

PorestaépocahubouncambiodeministerioymedijeronenelMuseoquehabíansuprimidomiplazayqueestabademás.

Teníaguardadoalgúndinero,ycomonomeconveníaesperar,medecidíamarcharmeaSevillasintardanza.Hicemimaleta,yconmisdocumentosenreglayunarecomendacióneficazparalalogiamasónicadelOrienteEscocés,dispuseelviaje.

MedespedídelseñorFernándezdelaEncinayfamilia,quemedijeronquemequedaraconelloshastaencontrartrabajo,ytoméladiligencia.

Quise llevarconmigoaPhilonous,peroelperroseopuso.Alsubiryoalcoche se me quedó mirando como diciendo; Esto no es lo pactado entrenosotros;ydandounavuelta,sefué.

Ledediquéunrecuerdosentimentalyseguíadelante.

Enelcamino tuvimosun ligero tropiezoconunapartidade realistasquemandabaunsacristán,lugartenientedePalillos.

EntreAndújar yCarmona se habló constantemente, en la diligencia, delpeligro de encontrar partidas de bandoleros; pero no las encontramos, yllegamoscontodafelicidadaSevilla.

IV.

DESEVILLAALACÁRCELDESANLÚCAR

LleguéaSevillaconbastantedineroparaesperarunmes.Erayaverano;hacíauncalorrespetable.

Acudíalalogiamasónica,dondetrabéalgunosconocimientos,yestuveen

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casadeunbanquero representantedeBeltrándeLis,elcualmedijoqueenseguidaquerecibieraelavisodelosfilohelenosdeLondresmepagaría.

Este banquero me presentó a varias personas, entre ellas a una inglesaviuda,laseñoraLandon,yasusobrinaMercedes.

El tiempo que estuve en Sevilla lo pasé bien. A pesar de las trifulcaspolíticas,lavidaeraallíalegre.Sebailabaentodaspartes;yyo,siguiendoelejemplodeotrosseñores,fuíaunaacademiadebailequedirigíaunhidalgoapellidadoAlvarezdeAcuña.AlvarezdeAcuñaeraunadelaspersonasmásseriasdelaPenínsula.Pocoshombresponentanbuenafeensusacerdocio.Eldaba a la ciencia del baile todo lo necesario, y cada pirueta suya tenía laestabilidaddeunaxiomaylatranscendenciadeundogma.

AlvarezdeAcuñaeraunhombrecitopequeñoycanoso,conunacaratanmoviblequeparecíadegoma.Exagerabalagesticulacióndetalmodo,queyomefigurabasiharíagimnasiaconlacara.Vestíaconunapulcritudexcesivayteníalacostumbredetaparselabocaconlamanoderecha,comoconsiderandocínicoelmostrarunamelladesudentadura.

En la academia de Alvarez de Acuña conocí a mucha gente joven; sesupuso, no sé por qué, que yo era hombre rico, y aunque afirmé repetidasvecesqueno,nosemecreyó.

Mientrasyomedivertía, los asuntosdeEspaña ibandemal enpeor; losfrancesesocuparonMadrid,ypresenciésuentradaenSevillayelalborotoquearmaronlagentedeTrianaylosgitanosencontradelosliberalesyafavordeFernandoVII.

Una día de agosto recibí una carta deWillTick en la quemedecía quefueseaCádizyesperaraallíunbrick-barcaquevendríaconuncargamentodefusilesparaMissolonghi.

Todoelmundomedijoquepor tierra seríamuydifícil llegar aCádiz,yquemeprenderían.

Tomé enTriana un barquito de vapor que se llamaba elGuadalquivir, ybajando el río lleguéhastaBonanza.Desembarquéy fuí a hospedarme aunfonduchollenodeoficialesfranceses.

Ibaasalirinmediatamente,cuandoeldueñodelafondamerecomendónosaliera.

—Pues¿quépasa?—pregunté.

—Pasa, que la playa de Sanlúcar está llena de ladrones y bandidos y alextranjeroquelopescanlocosenapuñaladas.

—¿Nohayvigilancia?

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—Sí; andan rondando patrullas francesas de caballería, infantería ygendarmes.

—PuesyonecesitotrasladarmeaSanlúcarparairaCádiz.

—Leseráaustedimposible.

—¿Porqué?

—PorquetodoslosbarcosdeestospuertosylosvaporesdelGuadalquivirestán embargados por las autoridades francesas para llevar municiones alPuertodeSantaMaría.

—¿Yquésedicedelaguerra?

—LagentedicequeCádizresistiráyamuypoco.

Me acosté sin resolver el plan de viaje. Dormí profundamente, y a lamañanasiguientemeencontrésorprendidoalverqueentrabanenmicuartounsargentoycuatrosoldadosrealistas.Veníanaprenderme.

—¡Esto es una equivocación!—exclamé yo—. Yo soy una personapacífica.

—Sí, será cierto—me replicó el sargento—; pero tenemos la orden deconducirleaustedpresoaSanlúcardeBarrameda.

Pensé sime habría denunciado el fondista; aunque ésteme juró que nohabíahabladoanadiedemipresenciaallí.

Pagué la fonda, tomé un calesín para preservarme del sol de fuego quecaía,yalpaso,yescoltadoporloscuatrosoldados,salimosdeBonanza.

Elsargentoderealistassubióconmigoenelcalesínyfuimoshablando.Mecontó que era bodeguero y cachicán de un rico propietario de Sanlúcar queestaba en Cádiz con los liberales, y que él había tomado el partido deinscribirseenlaMiliciarealistaparadefenderlosinteresesdesuamocontralabarbarie de los absolutistas, que estaban fanatizados por algunos frailes yclérigosfuribundos.

Llegamos al pueblo de Sanlúcar, y entre grupos de campesinos y desoldados franceses nos acercamos a casa del comandante de voluntariosrealistas.

Entramosenunasaladeestasdelospueblosespañoles,llenasdecortinas,quetienenairedecapillitas,ymellevaronalapresenciadelcomandante,queestabaencompañíadeuncura.

Elcomandanteeraunhombrerechoncho,deunoscincuentaaños,conlosojoschiquitosynegros,lacaramuycarnosayrojayunalevitaentallada.Lesaludéycomenzóainterrogarme.

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Conferenciarondespuéselclérigoyelcomandanteymedijeronqueteníaqueiralacárcelpública.

Protesté,perofuéinútil.

Salí en compañía del sargento; tomamos de nuevo el calesín y bajamosdelantedelacárcel,enunaplazacuadrada.Elsargentodiódosaldabonazos,abrió un soldado un rastrillo, y pasamos adentro por un corredor hasta otrapuerta.Sevolvióallamar:sedescorrieronvarioscerrojos;giróunpostigo,yunhombreviejoy seco, conunagorrilla en la cabeza,mehizopasar a unacuadragrande,dondehabíaunoscienhombres;unossentados,otrostendidos,unoscharlandoyotrosfumando.

Saludé a derecha e izquierda, sonriendo amablemente, y me retiré a unrincón.

—Esunfrancés—decíanunos.

—No;esuninglés.

Enestodoshombresennegrecidosymalencaradosseabanlanzaronamí,ycogiéndomeunodeellosdelabarbillamedijo:

—Oigauzté,inglé.Yazabelaobligasióndeloznovatoz.

—Nosénada.¿Quéobligaciónes?

—Apoquineuztéaquílamitádeldineroqueyevayhagacuentaquenozhaentendío.

—¿Yo?¡Ca!—exclamé.

—Vamoz,cabayero,zuelteuztéeldinero—dijoelotroconsorna—,queennuestrazmanozeztarámázzeguro,porqueaquíhaymuchagenteperdíayzelopodríanrobar.

Volvíyoaagitarlacabezaconenergíaenseñaldenegación,yunodelosmatones,metiéndomelamanoenelbolsillo,mesacóelpañuelo.

Leagarréyo inmediatamentede la chaqueta, y como le tenía sujetoy élqueríaescaparse,sedesgarrólachaquetahastaelhombro.Elmatón,alverlaprenda de vestir rota, dijo que la estimabamás que a su propia piel y queaquellaofensanosepodíalavarmasqueconsangre.Efectivamente,abriólanavaja;peroyo,conunarapidezextraordinaria,leagarrédelamuñecayselaestrujé con tal fuerza que tuvoque soltar el arma, dandounos chillidos quecreíquelehabíarotoelbrazo.

Elotromatónsemeacercódelado,conlanavajaescondidaenlamanga;pero acerté a darle una patada tan definitiva en la partemás redonda de suindividuo,queledejéenpotenciapropincuaparahacer,aestilodeFielding,

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unaluminosadisertaciónacercadelospuntapiéseneltrasero.

Despuésdelabatallarecogílanavajadelprimermatón,queeraunanavajarealista,puesenlahoja,aunlado,ponía:«Mueropormirey»,y,enelotro:«Peleoagustomatandonegros».

Lariñamíahabíaproducidountremendoestrépitoentre lospresos;unosestabanamifavor,otrosencontra.Segritabaysechillabaconexageracionesyfrasescómicasqueselanzabanunosaotros.

—Quetraiganelzantoóleoparaeztezeñó,porquelovoyamatar—decíauno.

—EncomiéndezeuztéaDioz—gritabaotro.

Enestoentraronloscalabocerosrepartiendoestacazosadiestroysiniestro,seguidosdelalcaide.Elalcaideprendióalosdosmatonesymeinterrogó.Eraunhombretuerto,alto,seco,membrudoymalencarado.

Le conté lo que había ocurrido y decidió sacarme de aquella cuadra yllevarmealaalcaidía.

V.

NIEVESLAALCAIDESA

Encompañíadeltuertosalídelacuadra,recorríunlargopasillo,subimosunaescalerademaderayentramosenunahermosacasa.Era laalcaidía.Enunasalita,cosiendo,habíaunamujer.Eltuertomedijoqueerasuseñora.SellamabaNieves.

Era laNieves unamujer soberbia, de unos treinta años,morena, de tipoárabe,losojosnegros,rasgados,elpelodeébano,losdientesdeslumbrantesylabocapequeña.HabíanacidoenCeuta.

Explicóeltuertoasumujerloquemehabíapasado.Nossentamos.Luegoeltuertohablólargorato.Eraunaventurero.HabíasidosargentodeartilleríaenOrányvividomuchotiempoentrelosmoros.

Elalcaide,despuésdecontarmelargashistoriasmuyinteresantes,dijoasumujerquemearreglaradoscomidasaldía,mepusieraunacamaymellevaraloquebienlepareciera.Dichoesto,elhombresemarchóynosquedamoslaalcaidesayyosolos.

Mepreguntóquiénerayporquémehabíanmetidoen la cárcel, y se loconté.Estuvimoscharlandoamablementelargorato.

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Por la noche, antes de la hora de cenar, vino el tuerto yme dijo que elcomandantedelosvoluntariosrealistas,elamodelpuebloenaquelmomento,habíasabidomiriñaenlacárcelconlosmatones,loquelehizomuchagracia,yañadióquepodíaestaryoenlaalcaidíacontranquilidadhastaqueseenviarala remesadepresosaSevilla,yquemeautorizabaparasalirapasearpor laciudadconunapersonadeconfianza.

—Bueno; entonses zaldrá conmigo—dijo la Nieves—. ¿Eh, qué pareseinglé?

—Yoencantado.Sisumaridolopermite.

—Nada,nada;aquímandoyo.

Semarchóeltuertoyquedésoloconlaalcaidesaylacriada.

Pusieronlamesaydoscubiertos.

—¿Sumaridodeustednocomeconnosotros?—pregunté.

—No;élcomezoloyyotambién.

Mesirviólasopa,unpucherocongarbanzosyjamón,yunbuentrozodecarne, un plato de verdura, luego una perdiz asada, después pescado frito,aceitunasenabundancia,todoestoregadoconvinodeManzanilladeSanlúcarytintodeRota.

Yocomícomounbárbaro,yalgoarrepentidoledijealaalcaidesa:

—Hecomidocomounpríncipe,comounpríncipehambriento;perotemonopoderestaraquímuchotiempo,porqueestodebecostarmucho.

—Teyevarétrezpezetazaldía—dijolaNieves,quesehabíaempeñadoenhablarmedetú.

—¿Trespesetas?

—Zí.

—¡Perosevaustedaarruinar!

—Ezoatinoteimporta.Ahoramevoyaveztirynozvamozalcafé.

Esperéunmomento,ypocodespuéssepresentó laNievesmuypeinada,congrandesrizos,vestidadenegro,conmantilladecascoyunarosarojaenlamatanegradelpelo.

—¿Eztoybienazí?—medijo.

—ComolamismísimadiosaVenus.

—Bueno,bueno;pocazbromaz,quetengomalgenio.

—Pues no sabe usted lo que amíme gustan lasmujeres demal genio,

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patrona—ledijeyo.

—Vamoz,sosón,¡zangregorda!Arréglate.

Laalcaidesamemiró,mearreglólacorbatayseechóareír.

Cruzamosunascalles,salimosalaplazadelaConstitución,queyaeradelaexConstitución,yentramosenuncaféllenodegente.

La Nieves y yo llamamos la atención de todos los espectadores; lasmujereshablabandemí;asegurabanqueerauninglésmillonarioyliberal;losfrancesesseentusiasmabanconlagraciayelgarbodelaNieves.

—¡Oh, quelle belle fille!—se les oía decir—. ¡C'est un vrai tiped'andalouse!Voilàunavéritablemanola.

Salimosdelcaféyestuvimospaseandoporlaplaza.

Habíamuchas chicas bonitas, de ojos negros y vivos, en el paseo. Estecantarqueoíporentoncesmepareciómuylegitimado:

Paraalcarrazas,Chiclana;

paratrigo,Trebujena,

yparaniñasbonitas,

SanlúcardeBarrameda.

Alasoncedelanochemipatronasecansódepasearynosvolvimosalacárcel.

VI.

LASRECOMENDACIONES

Aquella nocheme acosté en una hermosa cama y dormí hasta las ocho.Poco después la Nieves abrió la ventana y me trajo un vaso de lecheazucarada,conunatorta,ymedijoquela tomasebiencalienteyquenomelevantasehastalasdiez.

—Señora—le dije—:me trata usted demasiado bien; yo debo ser quientengaelhonordeservirausted.

—Amínomellamezzeñora.Erezuntonto,inglé.

—Sí;perosoyuntontobiencuidado.

Melevantédelacamaymevestí.

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—Ahoravamozazalir—dijoella.

—Bueno.

Salimosalacalleyfuimosalaparroquia.

—Le advierto a usted que soy protestante—le dije, para ver quécontestaba.

—¿Quéme cuentaz con ezo?—exclamó ella con desgarro—. ¿Que erezhereje?Pueshijomío,diloenaltavoytellevaránalpalo.

Yo quise convencerla seriamente de que todo el mundo tiene derecho aprofesarsus ideas religiosas;peronomehizocasoyfuénecesariooírmisa,tomaraguabenditayhastadarsegolpesdepechocomounverdaderopapista.

Alsalirdelaiglesiamedijo:

—Ahora vamoz a ve a mi comadre, que ez prima del comandante devoluntariozrealiztaz,aversihasealgoporti.

—Vamosdondeustedquiera.

Lacomadreeraunamujeronamorenazayatrevida.

—¿Dedóndehazzacadoaezteinglezote?—ledijoamipatrona,alverme.

LaNieves le contó loquemehabíapasado;dijoqueyoeraun inocentecompletoyquequeríaqueellahablasealcomandantederealistasparaquenohicieranunacharranadaconmigo.

Lacomadredijoqueharíaloquepudiese;peroquelaNievesdebíahablartambién al primo de una amiga del ama del cura que era consejero delcomandante.

Por la conversación resultaba que no se hacía absolutamente nada en elpueblomasqueporrecomendaciones.

Estareddeinfluenciasydemanejosmaquiavélicosloteníatodominado.

Era imposible que hubiese así la más ligera sombra de justicia en elpueblo.

DespuésdelavisitaalacomadredelaNievesvolvimosalacárcel.

Estuveseisdíasenlaalcaidía.Paranoquedartorpeconlainmovilidadylabuena alimentación me dedicaba a hacer gimnasia; luego hablaba con mipatrona.

LaNieves llevabay traía a sumaridocomoauncordero; ellavestía lospantalones en la casa, y, según las malas lenguas, empleaba de cuando encuandoycongraneficaciaunavaradefresno,conlacualdevolvíalarazóna

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sumarido,quelaperdíaenlataberna,porlomenosunavezporsemana.

Porloquemedijeron,estacostumbrelainauguróunanochequeeltuerto,de mal humor, quiso emplear con su mujer el mismo procedimiento queempleabaconlospresos;esdecir,eldelgarrote;peroellaseloquitóatiempoylesupoadministrar talpalizaqueel tuertoquedóconvencidoparasiempredelasuperioridaddesumujer.

VII.

ENELCAMINO

AlosseisdíasdevivirencasadelaNieveslacomadresuyameavisóquealamañanasiguienteibanatrasladaralospresosaSevilla;yoiríaacaballoconelsargento.

Efectivamente; antes de la siete se presentó la escolta a la puerta de lacárcel.Sacarondeellaunosochentapresos,cincuentamilicianosysoldadosprisionerosdelTrocadero,yelresto,dedelitoscomunes.

El comandante de realistas y la comadre de la alcaidesa vinieron asaludarme,ylaNievesmeabrazócasillorando.

Subí a mi caballo, y al lado del sargento, que montaba una linda jacacordobesa,salimosdelpueblo.

Llegamos a las tres horas a una venta del camino entre Sanlúcar yTrebujenaysedetuvonuestracomitiva.Alospresosdedelitoscomunesselesmetióenuncorral,debajodeuncobertizo;a lospolíticosse les llevóaunacuadra,ynosotros,elsargentoyyo,quedamosenelventorro.

Entramos en la cocina, que era enorme, y hablamos con la ventera.Nosdijo que si no queríamos esperar podía darnos al momento una sopa, unpuchero,unacazueladearrozconconejo,unplatodecallosyensalada.

—¿Quélepareceausted?—mepreguntóelsargento.

—Queluegoestarde,comodecíamipatrona.

Nossentamosenunamesitapequeña,dispuestosacomer,cuandoestallóungranescándaloenelzaguán;salimosaverquépasabayvimosaungrupodeoficialesfrancesesacompañadosporunapequeñaescolta.

Hablabandeunamaneratandespóticaytandesagradable,queparacortarlas explicaciones salí yo al portal yme ofrecí a servirles de intérprete y deamistosocomponedor.

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Los francesesqueríanhabitacionesparados jefes; el ventero se laspudoproporcionar.

Arreglada la cosa comimos el sargento y yo en paz en un rincón de lacocina.

Habíamosdadobuenacuentadelasopa,delcocidoydelarrozconconejo,eíbamosacomenzarconloscalloscuandomeacordédelospresosliberalesqueveníanconnosotros,ydije:

—¿Habrácomidoesapobregente?

—Sí,algotendrán.

—¿Quiénessonestospresospolíticos?

—Son catalanes—me dijo el sargento—que estaban en el ejército deCádiz.ParecequehicieronunasalidadelaislaalospinaresdeChiclanaysevieron rodeados por los franceses. Quisieron resistir, pero lamitad de ellosmurieron,ylosdemásquedaronprisionerosconelteniente.

—Bueno;vamosallevarlesestafuentedecallos.Lescompraréunospanesyunasbotellasdevino.—Lohiceasí; entramosenuna tejavana,yhabléyocon el teniente catalán, quien me confesó que tenía un hambre que se lenublabalavista,yquenuestraapariciónenelcorralconlafuentedecallosylospaneslehabíaparecidomássublimequetodaslasaparicionescelestes.

Alasdoshorasde llegara laventaelsargentodió laordendemarchaynosformamostodos.

Unodelosmilitaresfranceses,comandantedelagendarmeríareal,estabaenelbalcóndelaposada.

—¿Es que es usted el jefe de esta canalla de soldados de la Fe?—mepreguntóenfrancés,deunamaneraincisivayseca.

—Estacanalla seha formadograciasa laprotecciónya loscuidadosdeustedeslosfranceses—ledije,inclinándome.

—Yalosé.EsunavergüenzaparalaFrancia.¿Encalidaddequévaustedconesatropa?

—VoycomoprisioneroaquemeidentifiquenenSevilla.

Elcomandantemediósunombreysusseñas,ofreciéndoseporsimepodíaserútilenalgo,yechamosaandar.

—¿Quélehadichoaustedesefranchute?—mepreguntóelsargento.

—Mehapreguntadoporquéibaenlacomitiva.

—¡Quégente!Setienenquemeterentodo;yasecreenotravezlosamos

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deEspaña.

AlsalirdelcaminodeTrebujenaydesembocaren lacarreteraquevadeJerezdelaFronteraaLebrija,seacercóanosotrosunescuadróndecaballeríaespañola.Ibandiezodocejefes,entreellosunedecánfrancés,escoltandoaungeneral.

Elgeneraleraunhombreyaviejo,decaracorrecta,patillasblancas,ojosclarosyaspectomalhumorado.

Unodelosjefesdelescuadrónseparóapreguntaralsargentoquiénerayo,y el sargento preguntó a su vez a un soldado quién era el general queescoltaban,a loquecontestódiciendoqueeradonFranciscoBallesteros,unmilitardelosliberalesexaltadosqueacababadecapitulardeunamaneramásquesospechosa.

AlanochecerllegamosaLebrija,yelsargentoyyofuimosenviadosacasadeunlabradorrico,deideasliberales,quenostratómuybien.

****

CUARTAPARTE

PRISIONERO

I.

ELSALÓNDECORTES

Eldía27deseptiembrede1823,alasoncedelamañana,llegábamoslospresosalacapitaldeAndalucíayhacíamosnuestraentradatriunfalenmediodegritosymuerasydealgunoqueotrotomatepodridootronchodeberzaconquenosobsequiabaelpueblosoberano.

Fuimostodosapararalasubdelegacióndepolicía.

ElsubdelegadoestabaenAlcaládeGuadaira,ynosrecibiósusecretario.

Interrogóal sargento rápidamenteymandóque llevarana lospresospordelitoscomunesalacárcel,alossoldadoscatalanesalacomandanciamilitar,yamíalSalóndeCortes.

Elsargentodistribuyósufuerzaymeenvióconunsoldadoamidestino.AquelSalóndeCorteseraunantiguocuarteldeartillería,queanteshabíasidocolegiodejesuítas.Merecibióelalcaide,unandaluzdeunossesentaaños,aquien llamabanel señorPepe,hombrequeparadarmayorbrilloa su figura

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vestíaunfracviejoyunsombrerodecopa.

—¿Ezuztéinglé?—medijo.

—Sí,señor.

—Nozéziestaráuztébienaquí,porque loz inglezezonmuyamigozdecomodidadez;perovéngazealzalón,yayízeencontraráentrecabayeroz.

Entré en el salón, y fuímuy bien acogido por aquellos señores liberalespresos.

El señor Pepe, el alcaide, me alquiló dos colchones y una almohada, ybuscando sitio para hacer mi nido encontré una pequeña tribuna vacante,dondemeinstalé.

Pocodespuésdelmediodía,lospresossedisponíanacomerenlasmesas,formando grupos. Como yo no pertenecía a ninguno de ellos,me senté porseparadoenunbancoymepreparéacomerunpocodepescadofritoypan,quemevendióelalcaideporseisreales.

Losdelamesainmediatameinstaronaquemereunieseconellos;lesdilasgracias,diciendoqueno teníaganas;perodosseñoresse levantaron,meagarraron,mepusierondepieymeobligaronasentarmeasulado.

Comimos admirablemente, y algunos de aquellos sevillanos me dieronbromapormifaltadeapetito.

—Unmuchachocomoéste,comouncastillo,yademás inglés—decíaunviejo—,setragatodoloquelepongan.

Después de comer y de tomar café se quitaron las mesas, y unos sepusieronafumarsentadosenlassillas,yotrosapasearporlaantiguaiglesia,comosiestuvieranenunaplazoleta.

Hubodiscusiones violentas, interrumpidas por chistes; luegoun señor sesubióenunasillayechóundiscursomuy retóricoque fuéestrepitosamenteaplaudido.

Aquellomedabauna impresiónunpocorara:nosepodíacomprendersiibaenseriooenbroma.

La mayor parte de los presos eran caballeros y ricos propietarios deSevilla.

Se pasó la tarde así, y al anochecer comenzaron a entrar en el salón lasfamilias,losparientesyamigosdelospresos.

A lahoraestaba llena laantiguacapilla.Seencendieron las lámparas, sepusieronmesasdejuegoyelsalónseconvirtióenungrancafé.

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Asistieron también muchos oficiales de artillería y algunos jefes de laguarnición.

Yomepaseé con un coronel llamadoRosales y un canónigogrueso queestabadetenidocomoliberal:elcanónigoMolinedo.

El coronel Rosales y el canónigo dijeron que las noticias deCádiz eranmuymalasyqueelGobiernoconstitucionalhabíahechoproposicionesdepazalosfranceses.

A las once se dió la orden de evacuar el salón por las familias y genteextraña.Cadacualsedispusoaacostarse;yomemetíenmitribuna,ytendidoenelcolchónpasélanocheenunsueño.

II.

LASEÑORALANDON

Aldíasiguientemedespertétemprano,melavéymevestí,ysalíapasearporlosclaustrosdelconvento.

LedijealseñorPepe,elalcaide,quemepermitierahacergimnasiaenelclaustro,porquemeapoltronabaestandoquieto.

El señor Pepe debió desconfiar, porque puso un subordinado suyo, unhombrebajitoyrubio,paraquemevigilara.Noteníaaquelguardiánunairetranquilizador.Semefiguróconocerle,aunquenosabíadequé.

Hiceunaporcióndeflexionesenelmontantedeunapuerta,bastantefuertepara sostenerme amí, y anduve después con lasmanos, con la cabeza paraabajoylospiesparaarriba.

Meencontrabaenestaactitudcuandooírisasdemujer;volvíamiposiciónnaturalymeencontréconlaseñoraLandonysusobrinaMercedes.

—Haceustedunasplanchaspreciosas—medijoMercedes,burlonamente.

—Sí,nolashagomal.Y¿quélastraeaustedesporaquí?

—Vengoporusted—medijolaseñoraLandon—.Mehablaronayerdeuninglésqueestabapresodelasseñasdeusted,yvenimosaverle.

Yomeinclinémuyreconocido.

AñadiólaseñoraLandonqueconocíamuchoalsubdelegadodepolicíadeSevilla,donLorenzoHernándezdeAlba,yqueinmediatamentequevolvieradeAlcaládeGuadairalehablaríaparaquemedejaranenlibertad.

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—YosupongoqueustednoseráningúnBruto.¿Nohabráustedmatadoaningúntirano?

—No,no.Anoserensueños.

—Entoncescreoquelelibraremosausted.

Ledimismásexpresivasgracias,ylaseñoraLandonañadióquemandaríaenviar una cama y ropa blanca para mí, y que encargaría a una fonda micomidayalmuerzo.

—Señora—ledije—,quenomemandenmuchacomida,porquelacomerétodaymepondrépesadoynopodréhacerestosejercicios.

LaseñoritaMercedessereía.Charlaronunlargoratoconmigo,dijeronquevolveríanaldíasiguienteysefueron.

Yomereuníconelcanónigogruesode lanocheanterioryconun jovencapitánquesellamabaIscar.

Iscareraunhombremuynerviosoymuyvivo,quehabíatomadoparteenvariosmovimientosrevolucionarios.FuéelbrazoderechodelgeneralPorliercuandoésteintentólevantarseenGaliciaconelmarquésdeViluma.Fracasadala empresadePorliery fusiladoelgeneral, aquien llamabanelMarquesito,Iscar, Viluma y los demás complicados estuvieron presos en La Coruñadurantealgúntiempo.

—HatenidoustedlavisitadeunaseñoraprincipaldeSevilla—medijoelcanónigo.

—Sí,laseñoraLandon.

—Los sevillanos que están aquí han quedado un poco asombrados de lavisita,ydicenquedebeustedserhombredegranfamiliayposición.

—No,no.Soydefamiliamodesta.

Elcanónigosonrióconincredulidad.Enestopasóelhombrecitorubioquemehabíavigiladomientrasyohacíagimnasia,yelcapitánIscarseabalanzóaél.

El hombre rubio miró antes a derecha e izquierda con gran alarma,hablaronlosdosunratorápidamenteysesepararon.

—Estoestállenodemisterios—medijoelcanónigo.

Volvimos al salón; pero la estancia allí no era del todo grata. Entre lospresoshabíaenfermosensuscamas,algunosdetifusydedisentería;nadiesehabíacuidadoderesolverelmododeventilarlaantiguaiglesia,yelambienteerayairrespirable.

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Yodecidídejarlatribunayponermisdoscolchonesenelclaustro,apesardequetodoelmundoconsiderabaestocomounaextravagancia.

III.

LATORRE

ElúltimodíadelmesdeseptiembreentraronenelviejoedificiodelSalóndeCortesunanuevaremesadenacionalesprisionerosdelTrocadero.Estabanasustados.Hablé con algunode ellos, yme dijeron que temían por su vida,pueshabíanfusiladovariosdelossuyosenelcamino.

Elmismo día el Salón deCortes se desocupó ymás de lamitad de lospresos vecinos de Sevilla quedaron libres, gracias a las gestiones delsubdelegadodepolicía.Estamezcladeseveridadydelenidadmepreocupaba;avecesmefigurabaqueseibaaimplantarelterrorblancoporlosrealistas;aveces,quetodoeraunabroma.

Al parecer, esta divergencia dimanaba de que en ocasiones mandaba elcapitángeneral,yenotras,elsubdelegadodepolicía.

El capitán general quería fusilar a todo el mundo, y, en cambio, elsubdelegado de policía pretendía dejar en libertad a los presos políticos; deaquí esta desigualdad de procedimientos tan inquietante y tan absurda. Yoestabasinsaberaquéatenerme;tanprontomeparecíaaquellounacomediaderisa, como una cosa seria. Los presos se escapaban con el asentimiento delsubdelegado; pero de cuando en cuando se ponía a uno en capilla y se lefusilabaporordendeunconsejodeguerra.

Unamañana,antesdealmorzar,vinoavisitarmelaseñoraLandonconsusobrina; me dijeron que el subdelegado había dado orden de dejarme enlibertad;peroqueelsecretarioseoponíadiciendoqueelcapitángeneralhabíaescritorecomendandolamayorvigilanciaconlosextranjerossospechosos.

—Así que tendrá usted que estar unos días más—terminó diciendo laseñoraLandon.

—No me importa gran cosa el encierro—le contesté—; lo que medesagrada es ir a comer al salón, en donde ya no se puede estar por lapestilenciaquehay.Simetrasladaranaotrolado,estaríabien.

—¿Adóndequiereustedqueletrasladen?

—¡Quéséyo!Aunrincóncualquieradeesteviejoedificio.

—Espereusteduncuartodehora.Voyahablarconeljefedelcuartel.

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Me quedé con la señoritaMercedes, queme imponía un poco, ymediahoradespuésentrólaseñoraLandonconuncomandantedeartillería.

Elcomandantedijoquetodoeledificioestabaocupadoporlatropaylospresospolíticos.

—El único local vacío que hay—siguió diciendo—es una pequeñahabitación en el campanario, la antigua vivienda del campanero. En estemomento laocupaun sargentoguardaalmacénquehapuesto allí suoficina;perolepodemosdecirquesevaya.

—Vamosaveresahabitación—dijolaseñoraLandon.

—Vamos—repuseyo.

Fuimos las dos señoras, el comandante y yo; recorrimos un claustro,pasamosunapuerta y salimos a unpatio abandonadoy llenodehierbas.Elcomandanteabrióunapuertamacizadeunatorre,pasamosunpequeñozaguánempedradoysubimosporunaescalerilladepiedra,decaracolhastaelprimerpiso.

Lahabitacióndelguardaalmacénconsistíaenuncuartocomoungabinetey una alcoba. El cuarto tenía una gran ventana con rejas, y la alcoba, unaaspillera.

—¿Quélepareceaustedesto?—mepreguntóelcomandante.

—Muybien.Meconviene.

—¿Legustaausted?—medijolaseñoraLandon.

—Sí,mucho.PiensoinmortalizarestatorrellamándoladesdeahoralatorredeThompson.

El comandante mandó desocupar el local e hizo trasladar mi cama.Mepusieronunamesitayunasilla,y laseñoraLandonprometióenviarmeunostomosdesirWalterScott.

—Aquí puede usted dedicarse a contemplar Sevilla. Desde lo alto delcampanariosedominatodalaciudad—medijoelcomandante.

—Aprovecharéelpermiso.

—¿Supongo que no se escapará usted, señor inglés?—me dijo luego elcomandantealdarmelamano.

—Siencuentroocasión,creoqueloharé.

Elcomandanteseechóareír,ylaseñoraLandonyMercedeshicieronlomismo.

AldíasiguientedeocuparmiceldaenlatorredeThompson,miamigala

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señoraLandonmeenvióloslibrosprometidos.Estuveleyendoalgúntiempoycuandomecanséme fuí apasearal claustroconel canónigoMolinedoyelcapitánIscar.

Denoche subí a lo altodel campanario,desde cuyobalcónpaséhorasyhorascontemplandoSevillaalaluzdelaluna.VeíalaGiralda,lospináculosde lacatedral,algunas torresycúpulas lejanasquenoconocíay los tejados,bañadosdeluzplateada.

IV.

«MARESERENITATIS»

Muchas extravagancias, absurdos e insensateces escribió Thompsondirigidosalaluna,alaquecontemplabaporlasnochesdesdeelbalcóndelatorre.Entresusnotasfragmentarias laúnicaque tieneunpocodesentidoesésta,tituladaMareSerenitatis,yquediceasí:

«Entre los nombres extraordinarios y poéticos que los astrónomos hanpuestoenlageografíadelaluna,ningunoparamítansugestivocomoelMardelaSerenidad(MareSerenitatis).

Antiguamentedebíancreerqueestosmares lunares teníanaguayoleaje;hoysesabequesonllanuras,oquedadesentremontesycráteresvolcánicos.

Comoese supuestomar tuyo, ¡ohLuna!, nosotrosquisiéramosque en elespíritu humano hubiera también otro mar de la Serenidad en una regiónocultaeinexplorada...

¡Quéadmirabledescubrimientosería llegaraélporentreun laberintodemontañasabruptas!

Estemareserenitatistendríaunaguamássutilqueladelaslagunasdelasaltascumbres,yseextenderíabajouncieloclaroysinbrillo.

Yo no le pediría a estemar placeres indignos de un espíritu noble, ni elolvidodelasaguasdelLeteo,sinolaclaridad,lacomprensióndelosenigmasde la vida, de nuestras brutalidades, de nuestros fanatismos y de nuestrasviolencias.

Allí me gustaría verme, sin cólera y sin humildad, limitado ante laNaturalezaytranquiloenmilimitación;allímegustaríavermiespíritulimpiodepososturbiosymalsanoscomouncristalbrillandoalaluzdelsol.

Desgraciadamente, ni en ti, vieja Selene, pequeño satélite, ni en nuestroespírituhumano,tanpequeñocomotú,existeesemardelaSerenidad».

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V.

ELFRAILE

ElsegundodíademiprisiónenlatorrenovinieronlaseñoraLandonysusobrina;encambio, tuvelavisitadelcanónigoMolinedoydelcapitánIscar.Por lo que dijo el canónigo no quedaban ya presos en el Salón de Cortes,exceptounosmilicianos, a los cualesquerían trasladar aotropueblo.El reyiba a llegar a Sevilla, y los realistas habían pensado, como un número defestejos para agasajar a Fernando VII, hacer una degollina de negros; y elsubdelegado de policía, siempre paternal con los liberales, se disponía a irsacandodeSevillaa losmáscalificadosy llevarlosaotraparte.MolinedoeIscarsaldríanaldíasiguiente.

El absurdo seguía; persistía el régimen mixto de severidad y debenevolencia.Sefusilabaalaspersonasmásinocentesysedejabalibresalasmáscomprometidas.

ElcapitánIscarmedijo:

—¿Sabe usted aquel hombre bajito y rubio, algo bizco, que estuvovigilándoleaustedporordendelalcaide?

—Sí.¿Quélehaocurrido?

—Quesehaescapado.

—Pero,¿noeraunvigilantedelacárcel?

—¡Ca!Esunconspirador.

Iscarmecontócómohabíaengañadoaloscarceleros.

—Y¿quiéneraesehombre?

—Esunodelostiposmásrevoltososdelaépoca.SellamaAviraneta,yhasidoelbrazoderechodelEmpecinado.

—AhoraquemehablausteddelEmpecinado, recuerdoaesteAviraneta.Le he visto una vez con el general en el café de La Fontana deMadrid.Y¿ustedleconocíadehacetiempo?

—Sí;yoleconocíadesdelaintentonadePorlier.YofuícomoemisariodePorlieraveralEmpecinadoasufincadeCastrillodeDuero,yallíhablamosAviraneta,élyyo.

Se fueron Iscary el canónigoMolinedo;yo subí al campanarioy estuve

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contemplandoSevilla,iluminadaporlosúltimosrayosdelsol.

Aldíasiguiente,porlamañana,aldespertar,experimentéladesagradablesorpresadeveraunfrailedominicoqueentrabaenmicuartoacompañadodelsargentoguardaalmacén.

Era un fraile grueso, panzudo, con un aire de ballenato putrefacto, lasbarbasrubias,elpelorojoyensortijado,queparecíahechoconvirutas,ylosojosdemíope.

—Hijomío—medijo el fraile con un acento andaluzmuymeloso—, hesabidoqueestáspresoyvengoaofrecertelossocorrosdelareligión.Supongoquetendráscargadalaconcienciayqueunaconfesióngeneralaliviarátualma.

—¿Esquehanpensadoahorcarme?—preguntéyoalsargento,saltandoencamisadelacama.

—No,no.Estepadrehavenidoaquíaconfesaraotrospresosyhaqueridoverleausted.

—¡Puesasísemueraderepente!—murmuréparamisadentros.

—¿Noquiereustedconfesarse?—mepreguntóelpadre.

—No,yono soycatólico—exclamé—.Soy inglésyde la religióndemipaís.

—Tienesqueabandonaresaherejía,hijomío.

—Sitengoqueconvertirmeporlafuerza—murmuréyo—,miconversiónno tendráningúnvalor.Mehe educado en la religión reformadayno tengomotivoningunoparacreerqueseafalsa.Simedanargumentos,lostomaréencuenta.

No me atreví a decir que el protestantismo, como el catolicismo, meparecíanformadospormitosmásalejadosdelarealidadqueeldelaCosaensí.

El frailemeechóunapláticade lasmás ramplonas;en suacentodulzónmedijoqueelmomentodelamuertepodíaestarmuypróximo;quehabíaqueprepararseparaesteinstanteterrible,yquemetraeríalibrosreligiosos.

Semarchóelfraileconelsargento.Saltéde lacama,mevestíybajé lasescalerashastalapuertadelatorre.Teníaéstauncerrojopordentroydecidícorrerloparaquenomesorprendieranvisitascomoaquella.

Acababa de echar el cerrojo cuando oí un ruido de pasos en el pequeñoportal.

—¿Quiénestáaquí?¿Quiénes?

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—¡PorDios,caballero!—dijounavoz—.Nomepierdausted.

—¿Peroquiénesusted?Aver.Vengausteda la luz,quenosveamos lascaras.

Subimos al primer piso y quedé atónito al ver unamuchacha vestida desoldado.

—Nodigaustednada,porDios—exclamó.

—Yoquévoyadecir,sisoyunpreso.

—¿Esustedunpreso?

—Sí.

—Puesyohevenidodisfrazadadesoldadoadarleunpapelaminovio,enelqueleexplicabapordóndesepodíaescapar;peroprecisamenteestamismanochelehansacadodeSevilla.Alsaberloheintentadomarcharme;peromeheencontradolapuertacerrada,yparaquenomevieranmehemetidoaquí.

—Pueslevaaustedasermuydifícilsalir.¿Notraíaustedropademujer?

—No.

—Veremosquésehace.Subausted.

La muchacha no era melindrosa. Nos repartimos los colchones, y elladurmióenlaalcoba,yyo,enelgabinete.

Al otro día la Tránsito, así se llamaba la chica, arregló el cuarto y lolimpió,mientrasestabalapuertadelatorrecerrada.Despuéstuvoquesubiralcampanarioypasareldíaallí.

VI.

EVASIÓN

Al día siguiente decidí estudiar el terreno para ver si era posible unaevasión.

Meacostémuytempranoymelevantéalamanecer.Bajélasescalerasdemiencierro,abrílapuertayexploréelpatio.Estepatio,endondeselevantabalalatorre,sehallabaenlosadoycircunscritoportresparedesaltísimasyotranotanaltaqueleseparabadeunjardínpobladodeárboles.

Examiné la tapiamásbaja y vi quehabía una antiguaventana cerrada aunaalturadetresocuatrovaras.

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Si esta ventana no tenía reja, por allí debía de ser fácil pasar al jardínvecino.

Vienelpatiounabarrica,laempujéylallevédebajodelaventana;bajédemicuartounasillaylapuseencima.Despuésmesubíalasilla,yconunpaloconpunta,metiéndoloenelresquiciodelaventana,lleguéaabrirla.Nohabíareja.Cerrélaventanaymevolvíalatorre.

Alasnuevedelamañanavinoavisitarmeelsargentoguardaalmacénquehabíaocupadolatorreantesqueyo.Traíavarioslibrosmísticos,enviadoparamíporelfraile.

Me dijo que ya no quedaban presos políticos, pues todos habían sidotrasladadosfueradeSevilla,mientrasestuvieraelreyenlaciudad.

—Yconmigo,¿quévanahacer?

—Nosé.Amímehanordenadoquelepongauncentineladevistayqueleencierreconllavedesdemañana.

—Puesesunabroma.

Me convenía hacer algunas investigaciones antes de que se cerrase lapuerta,yaldíasiguiente,antesdelalba,bajéalpatio.

LaTránsitoquedaríaenlaventana,ysiveíaasomarseaalguientiraríaunapiedrecitaalsueloparaavisarme.

Cogí la silla en unamano, bajé las escaleras, abrí la puerta de la torre,marché hacia donde estaba la barrica y la coloqué debajo de la ventana, yencimalasilla,ydespuésapulsoentréporlaventana,llenándomedearañazoslacaraylasmanos.

Paséalotrolado,aljardínvecino;meagarréalaramadeunárbolybajépor el tronco hasta la tierra. Estaba el huerto en el mayor silencio; se oíaúnicamenteelpiardelospájarosenelfollaje.Crucéeljardínsinhacerruido.

Me acerqué al árbol que estabamás inmediato a la pared que daba a lacalle; trepéporél,yderamaenramalleguéalbordede la tapiaymiréconprecaución.Dabaaunacallejuelaestrechaydesierta.La tapia tendríaseisosietevarasdealto.Medierontentacionesdesaltar;peronoquisedejarsolaaTránsitoyvolvíaljardín,luegoalpatioydespuésamitorre.

Hechalaexcursiónmelavéymeacosté.

Al día siguiente, al levantarme de la cama, vi que en la puerta había unartillerodecentinela,conlabayonetacalada.

—¿Esquenopuedosalir?—lepregunté.

—Esaeslaordenquemehandado.

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Al mediodía se presentó la señora Landon. Le dije que mi asunto secomplicaba;que teníauncentineladevistayquemeencerrabanen la torreconllave.

—Yovoyaversimeescapo—continuédiciendo.

—Haráustedmuybien—exclamóella.

—¿Ustedmepodríaayudar?

—Sí,sí;dígameustedloquenecesita.

Yoteníapensadomiplan.

—Necesitaré un cordel de ochenta varas de largo, del grueso del dedomeñique.

—¿Yesocómolovoyaentraraquí?

—Usted mañana me regalará un almohadón; dirá usted que es micumpleaños,ydentrodelalmohadónvendrálacuerda.

—Muybien.

—Además, tomaráusteddosbotellasde Jerez,vacías,queconserven lasetiquetas,lasllenaráusteddeaguarrás,lascerrarámuybienymelasenviaráconelalmohadón,comoregalo.

—Descuideusted;todoestosehará.¿Cómopiensaustedsalir?

—Voy a hacer una escalera con el cordel que usted me traiga, y medescolgaréporlatorre.

—¿Ydespués?

—Despuéspasaréaljardíndealladoporunagujerodelatapia,ydeestejardíniréalacalle.Loquequisierasabersonlassalidasdelacallequevaporahídetrás.

LaseñoraLandonyyonosasomamosalaventanaenrejada,yyolemostrélascopasde losárbolesdel jardínpróximo,queasomabanporencimade latapia.

—YolepodríaenviaraustedunplanodeSevilla—dijolaseñoraLandon—.Pero¿paraqué?Esmejorotracosa.¿Mañanaserálaescapatoria?

—Sí,siustedmemandaelalmohadón.

—Esovendrásinfalta.¿Aquéhorapiensaustedescaparse?

—Dediezadiezymediadelanoche.

—Aesahorahabráenesacallejuelaunapersonaapostadaqueleesperaráyleacompañará.

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Semarchó la señora, y yo pasé el día con lamayor impaciencia. Por lamañana me despertaron, trayéndome los regalos de la señora Landon: elalmohadónylasdosbotellasdeaguarrásdisfrazadasdeJerez.Alvermesolorompíelalmohadón,saquélacuerda,ylaTránsitoyyocomenzamosahacerlaescala.Reservéuntrozodecordeldeunasochovaras.

Cerré el cerrojo de la puerta de la torre y estuvimos trabajando en elcampanario.

Desdeallíadvertimoslagrananimacióndelpueblo.

Iba a entrar el rey de España en la ciudad. Todos los balcones se veíanengalanadosconcolgaduras, conarcosde triunfo, ramasy flores.Lascallesestabanatestadasdegente.

—Por laorilladel ríoseveíancochesycalesinesque ibanhacia la torredelOro,yporloscaminoslejanosseadvertíangruposdelabradoresapieyencaballerías.

—¡Puebloestúpido!—exclaméyoelocuentemente—.EntusiásmatecontuFernando.Cuandoleconvengaaestetruhántecalentarálasespaldas.

Entodoeldíaterminamoslaescalaentrelamuchachayyo.Alahoraderetretabajéyoa lapuertade la torre.Estabacerradacon llave.Escuché.Noandabanadieporelpatio.

Comencémispruebas.Laescalanobastaba;lefaltabancincooseisvarasparallegardesdeelbalconcillodelcampanarioalpatio.Estuvepensandoenlamaneraderesolverestadificultad,ymedecidíaañadiralaescalaunacuerdahechaconuntrozodesábana.

—Yobajaréprimero—ledijealaTránsito—;esperaréenelpatioysilbaré.Siacaso,cuandollegueusteda lacuerdahechaconlasábanalefaltafuerzaparasostenerse,larecogeréenbrazos.

Lamuchachadijoquenoteníamiedo.Entoncesyovaciémisdosbotellasdeaguarrásenlapalanganayfuíembebiendolaescalayeltrozodelasábana,hastaqueempaparoncasitodoellíquido.Elrestoloechéporunagujeroenelzaguándelatorre.

Despuésatélaescalaalbarandadodepiedradelbalcóndelcampanario,yfuí echándola abajo.Hecho esto,metí una caja de pajuelas en el bolsillo, ysaltéalladodefueradelbarandadoyfuídescendiendocondificultadeshastaalcanzaraltrozodesábanayllegaralpatio.

Silbé suavemente, y noté, por la cuerda, que la escala se agitaba y lamuchacha comenzaba a bajar despacio. Antes de que llegara al trozo de lasábanayoacerquélabarricaymesubíaella.AlllegarlaTránsitoaltrozodesábanapudesosteneralamuchachaporlospiesyluegoporelcuerpo.

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Veníalamuchacharendida.

—Descanseusted—ledije—.Ahoravamosaverunbonitoespectáculo—añadí.

Saquéeleslabón,elpedernaly lamecha;atéunapajueladeazufreeneltrozodesábanaenqueterminabalaescalaylapeguéfuegoconlamecha.

Ardió la pajuela, después el pedazo de sábana, luego la escala, de unamaneratandiscreta,queparecíadesaparecerporartedemagia.

Concluída esta parte, acercamos la barrica al ventanillo que comunicabaconeljardíncontiguo;hicepasaralamuchacha,luegopaséyo,cruzamoseljardínysubimosporunárbolalatapia.

Atéeltrozodecuerdaquellevabaaunaramagruesadeunárbolylapuntalaechéfueradelatapia,hacialacalle.

—Yomedescolgaréprimero—ledijealaTránsito—;luegolarecibiréenbrazos.

Medeslicépor cercade laparedydescendí fácilmente.Despuésbajó lamuchacha, que se desolló las manos, y estuvo a punto de derribarme alsostenerla.

Paraquenadieloadvirtiera,desdelacallehiceunovilloconlapuntadelacuerdaylatiréalotroladodelatapiahaciaeljardín.

—Ahora¿quéhacemos?—preguntólaTránsito.

—¿Ustedtienesitioadondeir?

—Sí.

—Puesentoncescadacualporsulado.

Laestrechélamanoymeseparédeella.Lanocheestabaobscura;nohabíaunalmaporaquellasinmediaciones.

Didosvueltasarribayabajoporlacalle,cuandosemeacercóunamujerdepobreaspecto.

EralaseñoraLandon.

—Sígameusted—medijo.

Laseguí;enlascallescéntricassesentíaelgranbarullo;habíacomparsasdeguitarrasypanderetasygentequecantabacancionesalusivasalaentradadel rey. Los curas y frailes pasaban seguidos del populacho, hablando yaccionando,ycapitaneandoapatrullasdedesharrapados.

TodoserangritosyvivasalreyabsolutoymuerasalaConstitución,alos

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herejesyalosnegros.

VII.

LACASAABANDONADA

SiempretrasdelaseñoraLandonlleguéaunacallemuylejanadelacárcelyme detuve delante de un gran caserón. Cruzómi guía un portal, pasé yodespués de ella; llegamos a un patio con jardín; luego a otro patio, y meencontréenunacasagrandeyabandonada.LaseñoraLandonmellevóaunasala con una alcoba con columnas.Memostró unamesa con viandas ymedijo:

—Ceneustedyacuéstese.

—Muybien.¿Nadamás?

—Puedeustedestarconlaluzencendida;peronovayaustedconellaalashabitacionesquedanalacalle.Estacasaestádeshabitadaytienedossalidas.Siporunacasualidad,quemeparece improbable,vinieranabuscarleporelladopordondehemosentrado,puedeustedescaparseporestaotraparte.Lallaveestáenlapuerta.

—Bueno.Entendido.

—¿Quiereustedalgunacosa?

—Sinolemolestaausted,lediríaquecreequeseríaconvenienteelquefueraustedmañanaalSalóndeCortesahacercomoquevaavisitaralpresoyverloquedicendesufuga.

—Sí,sí;tieneustedrazón.Asíloharé.

Dicho esto, la señoraLandonmedió las buenas noches ymedejó solo.Cené,meacostéydormíperfectamentehastalassiete.

Melevantéaestahorayrecorrílacasa.

Las habitaciones que daban a la calle estaban cerradas; el suelo y losmuebles,cubiertosdeunacapadepolvo.Enlosgrandesespejosdeslustradosmeveíaenlasemiobscuridadcomounduende.

Salí al momento al jardín. Era grande, tenía naranjos y palmeras ycomunicabaúnicamente con el de la señoraLandon.Unaparedmuy alta loseparabadeunconvento.

Mepaseéunahora,escudriñéenunantiguo invernadero,con laspuertas

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podridasyloscristalesrotosydespuésentréenlacasa;recorrílossalones,yen uno encontré un armario abierto lleno de libros encuadernados enpergamino. Casi todos estaban en latín, y únicamente vi en castellano lahistoriadelaconquistadeMéjico,porelcapitánBernalDíazdelCastillo,yellibrodemipaisanoWilliamBowles,laIntroducciónalaHistoriaNaturalyalaGeografíadeEspaña.

Leí alternativamente uno y otro libro y me engolfé de tal modo en lalectura,quecuandomiréalrelojeranlasdoce.

Bajé al jardín, y la señora Landon, desde su ventana, me dijo que meacercase.

Había estado en la cárcel, y al llegar al patio de la torre se habíaencontradoconlosartillerosasombradosyrisueños.

—Elingléshavolado—ledijoelsargentoguardaalmacén.

—¿Cómo?¿Hahuído?—lepreguntóella.

—Sí.

—¿Pordónde?

—Puesnosesabe.Esunmisterio.

Elsargentolecontóqueporlamañana,alverlapuertacerradapordentro,habíancreídoqueel inglésestaríaenfermoy llamaron repetidasveces,yenvistadequenocontestabadescerrajaronlapuertayentraron.Enelcuartodelpreso se vió que estaba rota una sábana de la cama; en el campanario seencontró una peineta de mujer, y en el zaguán de la torre un fuerte olor aaguarrás.

Algunoscreíanqueelingléshabíahuídoporartedemagia.

Enaquelmomentodoscapitaneshacíanuninformepararesolvercómosehabíapodidollevaracabolaevasión.

Después de contarme esto, la señora Landon mandó que me pasaran lacomida,yporlatardemedediquéaleer.

AltercerdíadecautiveriolaseñoraLandonvinoavisitarmeymedijoquehabíavistoalsubdelegadodepolicíaylehabíaconfesadoqueyoestabaensucasa.Elsubdelegadoleadvirtióquenomepresentaraenlacalle,peroquenoteníanecesidaddeesconderme.

ElmismodíalaseñoraLandonmeindicóquemeibaallevarporlanocheacasadeunsastre;ledijequeenaquelmomentoyonoteníadinero,aloquecontestóqueno importaba.Como la señoraLandonera tandominante, tuvequecederyfuíconellaencocheaveralsastre,quellegabadeGibraltar.

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Era este sastre un francés de caricatura inglesa: alto, flaco, con loshombrosmás altos que la cabeza, la cara juanetuday amarilla y las piernasdelgadas. No le faltaba para ser un tipo de Gillrray mas que llevar laspantorrillasalaire,coletaypapillotes,yunaranaenlamano.

Elsastrenoselogiósustelascongrandesextremosynosmostrósustrajeshechos.

La señora Landon escogió una levita verde botella que, según dijo, meveníamuybien,doschalecosdepiquéyunpantalónclaro.

Despuéspasamosporunasombrerería,dondemecompróunsombrerodecopa;luego,porunazapatería,yvolvimosconnuestrascompras.

—Ahora, señorThompson, va usted a hacer lo siguiente:Mañanapor lamañana, antes de que se hayan levantado mis criadas, irá usted al sitio endonde paran las diligencias con unmaletín en la mano; esperará usted quevengauna,yenseguidatomaráusteduncoche,darálasseñasdemicasa,ysepresentaráustedaquíyllamaráalapuerta.Pasaráustedpormisobrino.

Hice lo queme dijo, y al día siguiente llamaba a la puerta haciendomipapeldeextranjero.Lacriadamehacíaentrarenlasala,ylaseñoraLandonmerecibíaconunamezcladedisplicenciayafecto,comosifueradeverdadunparienteimportuno.

VIII.

DILEMA

LosdíassiguientesfuípresentadoalosamigoscomosobrinodelaseñoraLandon,yllegóestaseñoraaestartanbienensupapeldetía,quemeacusabadeholgazányvagabundo,comosimeconocieraafondo.

Aunquelopasababien,meaburríasinsalir;teníagrandesconversacionesconMercedes, a quien llamaba mi prima, en broma. Le conté mi vida sinocultarle nada, y ella me habló de su novio, un muchacho de Sevilla, queestabaenelejército,porquiensentíalaseñoraLandonungranodio.

Undía,laseñoraLandonmellamóasugabinete,ymedijo:

—HablaustedbastanteconmisobrinaMercedes.

—Sí.

—Misobrina,que,comohabráustednotado,esbastantecoqueta,tieneunabonitarenta,yleconvendríaausted,queesunvagabundosinuncuarto.

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—Ciertamentequemeconvendría—ledije—;perocomoyo, aunque seaun vagabundo, no soy un granuja, ni siquiera un ambicioso, no tengopretensionesconrespectoaella.No.Conozcomisituación.

—Nomeentiendeusted—dijolaseñoraLandon—.Nomeparecemalquesedirijaustedaella.

—Perohayuninconveniente,señora.

—¿Cuál?

—Queellatieneunnovio.

—Sí;unmiserablebotarate,raquítico,inútilparatodo.

—Peroellalequiere.

—Pues piense usted que no le quiere. En fin, ya sabe usted. Si ustedconsiguequeMercedesolvideaesemico,ustedaquíseráelamo;sino,yasepuedeustedmarchardeestacasacuantoantes.Ochodíasledoydeplazo.

TuveunaconferenciaconMercedes,yledijeloquemehabíaexpuestolaseñoraLandon.

—Mehadadoochodíasparahacersuconquista.ComoyonomesientoningúnDonJuan,mevoyamarchar.

Ellamedijoquenomefuera;perocomoeldilemaerairmeocasarmeconella,Merceditasoptóporquememarchase.

—¿Tieneusteddinero?—medijo.

—No.

—Yonotengomasquedosmonedasdecincoduros,queselasofrezco.

—No;noquiero.

—Lastendráustedquetomar.

—Bueno;lastomaré.

—¿Ycuándosevausted?

—Mañanamismo.LlevarédelabibliotecaestelibrodeHistoriaNaturaldeWilliamBowles.

—Sí,sí;puedeustedllevárselostodos,siquiere.

Al anochecer salí de la casa y fuí a ver al banquero y representante deBertrándeLis,porsiteníaalgunanoticiadeInglaterra.

Al entrar en la cárcel le había escrito aWill Tick diciéndole lo quemepasabayencargándolequesiteníaalgoquedecirmeescribieraalbanquerode

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Sevilla.

Elbanqueromedijoquenolehabíanescritoabsolutamentenada.

Únicamente sabía que, por encargo de los filohelenos de Londres, seestaban comprando armas en Algeciras, que se llevarían en un barco quepasaríaporelEstrechoconvoluntarios,endirecciónaGrecia.

Volvíacasa,yporlanocheescribíunacartaalaseñoraLandondándolelasgraciasporsusbondades,yalamanecermevestímiredingoteviejoy laropa que había sacado deMadrid; abrí la puerta, crucé Sevilla y me dirigícaminodeJimena.

IX.

DEVIAJE

TomémicaminohaciaGibraltarporUtrera.Eraaprincipiosdenoviembreyhacíaunhermosotiempoparaviajar.Lashorasdesolapretabaelcalor,peronodeunamaneramolesta.

Solíadormirenelcampo;comprabapanenlospueblos,yconpanyfrutamealimentaba.

MesirviómuchoellibrodeWilliamBowlesquehabíasacadodecasadela señora Landon, y gracias a sus indicaciones pude desayunarme con losfrutos del madroño (arbustus unedo), del alfonsigo (pistacia vera) y delalgarrobo (seratonia silicua), que produce vainas azucaradas. También tuvequeexplotar,enmalasocasiones, laglycyrrhizagladiaoregalizyelopuntiavulgarisohigochumbo.

Lopasabamalquebiensiguiendomicaminocuando,alcomenzarasubiruna sierra, entre El Bosque y Ubrique, me encontré con un aldeano quemarchabaconsuhijaaGibraltar;losdosacaballo.

Elerahombredecincuentaaños,muymorenoymuyseco,conpatillasyagrises.Ellatendríalomásunosquinceodiezyseis,yerapreciosa,delgada,fina,conlosojosnegros,llameantes,lacararedondayloslabiosrojos.

Hablamoslargamenteelhombreyyo;medijoqueviajabaconfrecuenciayquehacíacontrabando.ElsellamabaelseñorJuan;laniña,Milagros.Yolescontéquiénerayalgunasdemisaventuras,ylosdosserieronmucho.

—Vaya,mónteseustedalagrupademicaballo—medijoél—,quemevadandopenaverlecaminarapie.

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Subí al caballo y seguimos conversando ymarchandopor entre breñalessecos,abruptos,interrumpidosmuydetardeentardepormataspolvorientasylentiscos.

Enlospicachosáridos,quemadosporelsol,seveíanalgunascabras,ylaságuilasvolabantrazandograndescurvasporelaire.

—¿Yqué?¿Notieneustedmiedoalosbandidos?—medijodeprontoella.

—Yo,ninguno.¿Amíquémevanahacer,sinotengouncuarto?

—Quitarlelavida.

—¿Paraqué?

—¿No le han ofrecido allí en Sevilla un seguro para los ladrones?—mepreguntóél.

—Amí,no.¿Esquehayunseguroasí?

—Sí,señor.EntodaAndalucíatieneustedseguroscontralosladrones.Elpropietarioqueviajaynoquiereserrobadopagaunacantidadalasociedad,yéstaledaunsalvoconductoyavecesunapequeñaescolta.

—¿PeroelGobiernonohacenadaparaacabarconestainmoralidad?

—Nada.ElGobiernodelaConstituciónparecequehaqueridohaceralgo;perocon laentradade los franceses sehaacabado todoelorden,y lagenteperdidaandaporloscaminoscomoPedroporsucasa.

Mientras el señor Juan hablaba, su hija me examinaba con una miradacuriosaeirónica.

Ibamos marchando por un mal camino ardoroso y polvoriento, por lasierra,entregrandesencinasyalgarrobos.

AntesdellegaraUbriqueparamosenunaventadelcamino.

—¿Ustedharánocheaquí?—medijoelseñorJuan.

—¿Esbuenaventaésta?—lepregunté.

—Muybuena.

—EsquenomequedanmasqueunaspocaspesetasparallegaraAlgecirasynomeatrevoagastarlas.

—Notengaustedcuidado.Nolellevaránaquícasinada.

Bajamosenlaventa,yelventero,untiponomuybienencarado,nosllevóa los tres a la cocina.Estuvimoscharlando, cenamos,ydespuésdecenar searmóunbailoteodepadreymuyseñormíoconlaMilagrosyotraschicasdelaventayunosmozosarrieros.

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Los tales arrierosme parecieron un tanto desvergonzados.El señor Juanmepresentóaellos.

Se llamaban el Gavilán, el Moreno, el tíoMalaspulgas y el Manquillo;todosibanmuyelegantes.

Mechocóqueobedecieranal señor Juanciegamente,y éstemedijoqueeransusmozos.

YotuvequebailarylucirlashabilidadesquehabíaaprendidoenSevillaenlaacademiadeAlvarezdeAcuña.

—¡Oléporelinglés!¡Ahílasangrecitagitana!¡Vayacalor!—megritaban.

Estuvimosdebromahastamedianoche.

Cansado y con el recuerdo de laMilagros en el cerebrome eché en uncolchónymequedédormido.

Despertéyaentradalamañana.Bajéalacocinaynohabíanadie.Llamé,nomecontestaron.Lapuertaestabacerrada.

Entréenuncuartopróximoa lacocinaymechocóverenunrincóndostrabucosyvariospaquetes.

¿Quizá aquél era un nido de contrabandistas? Salí al zaguán y quedéatónito y espantado al ver en el suelo un reguero de sangre. Este regueromanchaba el portal y la cocina, seguía por un corralillo y terminaba en unrincón, donde la tierra estaba removida. La idea de que allí acababan deenterraraunhombremesobrecogió.

Entoncesrecordévagamentequedenochehabíaoídoruidoyrumoresdelucha.¿EsteseñorJuanysuhijaysusmozosseríanbandidos?

Me pareció que no cabía duda, y sin pensar en más escalé la tapia delcorral,saltéalcampoysalíamarchasforzadascaminodeUbrique.

Al registrarme los bolsillos vi quemehabían robado el pocodinero quellevaba,dejándomesolamenteunasmonedasdecobre.

X.

UNLOCO

PaséUbrique,pueblobastantemísero,endondetodoelmundosededicabaahacercontrabandoconlamayorimpunidadyacoserpetacasdecuero.Mechocóquesevendieraeltabacodecontrabandoalavistadetodoelmundo,y

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medijeronqueelGobiernoespañolnoseatrevíaamandaraduaneros.

Los ubriqueños estaban dispuestos a defender su prerrogativa de hacercontrabandoconlasangredesusvenas.

DesdeUbriquemeinternéenlasierradelosGazulesylleguéaJimena.

Entraba en este pueblo por una callejuela cuandome vi seguido por unhombrealto,delgado,moreno, con losojosmuyhundidosy labarbanegra,manchadadeplata.Meesperabaalgúnnuevopercance.Medetuvedispuestoaafrontarelconflicto.Elhombresemeacercóymedijoconunavozbronca:

—¿Esustedgodo?

Hice un gesto de extrañeza, que lo mismo podía ser afirmativo quenegativo.

El hombre debió creer que decía que sí, y sacando una hoja del bolsilloexclamó:

—Tomeustedyleausted.

Cogí el papel, que era un impreso, y comencé a leerlo. Se trataba de unmanifiesto anticonstitucional completamente absurdo en donde se protestabade las impiedades de la época. Elmanifiesto terminaba diciendo: «¡Viva lareligión!¡VivaelCid!¡Vivaelhonorcastellano!¡AbajoelviljudíoquemoraenGibraltar!

»DadoenJimenadelaFronterael15deagostode1823.—YoelRey.»

Despuésde leerelpapel sonreí, comprendiendoqueaquelpobrehombreno andaba bien del caletre, e hice una señal de asentimiento, y el loco,agarrándomedelbrazo,medijo:

—¿Mereconoceustedcomosoberano?

—Sí,señor.

—¿MetraeráustedlacabezadeltraidorRiego?

—Ahoramismo.

—¿Sabeusteddóndeestáesepillo?

—Sí;necesitaríaunacuerdaparaatarlo.

—Ahoravengoconella.

Ellocoechóacorreryyomemetíenunaposada.Pedínoticiasdeaqueldesdichado,ymedijeronquelascuestionespolíticaslehabíansorbidoelseso;sehablótambiéndelosbandidosquemerodeabanenlasierra;peroyonodijenadaniindiquéquelosconocía.

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PorlatardesalídeJimena,ypocodespuéscomencéaverelmar.

El paisaje cambiaba; se veían grandes piteras y chozas con el tejado deramajeydehierba.

Yaenfrentedelabahíaencontréaunguardiadelresguardo,quemeindicóelcaminodeAlgeciras.

XI.

ELCOPO

LleguéaAlgecirasundíadenoviembreporlamañana,cansadoysinunamonedadecobre; antesdeentrar enelpueblomeacerquéa laplayade losParedones,yviendoquenohabíanadiemedesnudé,dejé la ropasujetaconunapiedraymemetíenelmar.

Elaguaestabatemplada;mefrotéelcuerpoconmanojosdealgassecasyconarena.

Elbañomequitólacomezóndelcaminoymedióungransueñoymuchahambre.

MehubieragustadosercomoelasnodeBuridán,quemehubiesenpuestoa un lado una ración de comida y al otro unos colchones, para demostrar,eligiendo,queteníalibrealbedrío.

Como no estaba de suerte, no pude satisfacer mis dos necesidades decomerydormir,ymedecidíporaquellaquenomecostabanada,ymetumbéalladodeunabarca,demaneraqueelsolnomedieseenlacabeza.

Dormíbastanteshoras,ycuandomedespertémeencontrérodeadodeuncírculodemuchachosyde algúnhombre,haraposos todos,quememirabanhablandoyriendo.

—Esteesungigante—decíauno.

—¡Ca!¡Esunelefante!

—Pueslaspataslastienedecamello.

—Novayaaserunballenatoquesehaescapadodelajaula.

—¿Aquévaaveniraquíunballenato,compadre?

—Quizáquieratomarleccionesparasacarelcopo.

—Señores—dije yo, incorporándome—, no soy nada de lo que dicenustedes;soyunciudadanoinglésqueenestemomentobostezadehambre.

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—¡Ah!Esuninglé—exclamarontodos.

—Pues,nada—dijouno—:sitieneustedtantacarpanta,tireusteddelcopoconnosotrosytendráustedsuparte.

—Tiraréaunqueseadeunacarretaporcomer.

Quizáelhombrehabíahechosuofrecimientocon ironía;peroalverqueyoaceptabasuproposiciónsequedósorprendido.

Me enteré en qué consistía el copo;me quité la levita, que dejé en unacasetadelaplaya,cogíunacuerdadeespartoconuncorchoenlapuntaymepuseatirardelasirgacomolosdemás.

Teníamosyalasredescercadelaplayacuandosenosacercóunvejete.

—Nocogeréismásdedospájaros—nosdijo.

Elpronunciabapáharos.

—Asírevientes,pájarodemalagüero—murmuréyo.

Sesacóelcopo,salieronenlaredunamontonamientodepecesgrandes,ydepececillos,ysepresentaronenseguidavarioshombresaofrecerdineroporelpescado.Seterminólasubastaysesacaroncincuentareales,delosquemecorrespondieronamítres.Alparecerfuéunabuenapesca.Concluídalafaenamelavéymepuselalevita.

—¿Dóndecoméisvosotros?—ledijeaunodelosmuchachoscompañerosmíosdetirardelcopo.

Cadaunomeindicóunsitiodistintoymedecidíairaunfigónconunoaquien llamaban Cara e perro, que me inspiró más confianza. Comí en elmuelle, en una taberna, cerca de donde sale al mar el río de la Miel, yfraternicé conCara eperro, elCurrichi, elMojama, elChirri, elRondeñoyotrospersonajesdistinguidos.

Estaba pensando en el problema de acostarme cuando se presentó en latabernaunhombredeunosveinticincoaños,encompañíadeunviejo.

Eljovenseacercóalamesa.

—Tú,Chirri—dijodeunamaneraimperiosa—,veteacasadelNacionalydilequemañanaestélistoparalassiete.

ElChirriselevantóinmediatamenteysalióescapado.

—¿Quiénesesteseñor?—preguntéyo,señalandoalhombredelbigote.

—Este esPaquito, nuestropatrón—medijeron—,el amode la redde laquehatenidoustedquetirarestamañana,ydelosbotes.

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—¿Elnosueleestarallá?

—No;éltienedosbarcas,unagrande,conlaquehaceelcontrabando,quesellamaelLince,yotramáspequeña,laConsolación.

Al mismo tiempo el dueño de las barcas y el viejo que le acompañabadebíanhablardemí.Paquitollamóaunodelosmuchachosqueestabanenmimesa,quedespuéssemeacercó.

—Elpatrón—medijo—quierehablarconusted.

Melevantéyfuíasumesa.

—Siénteseusted—medijoPaquito—ytomeustedloquequiera.

Mesentéypedíunatazadecafé.

Eraelpatrónunhombredeunostreintaaños,delgado,seco,curtidoporelsolyelairedelmar,conlosojosbrillantesyelbigotenegro.

—¿Esustedinglés?—mepreguntódepronto.

—Sí,señor.

—Mehancontadoquehaestadoustedestatardetirandodelcopo.

—Esverdad.

—¿Hasidoporcapricho?

—No.Por ganar unos cuartos para comer. Semeha concluído el dineroquetraía...

—Esoestábien.Puedeunosermáscaballeroqueelverbodivinoytenerlasmanoscallosasdeltrabajo...¿VieneusteddeGibraltar?

—No,vengoporFrancia.

—Y,oigausted,¿havenidoustedaEspañaporpasearnadamás?

—No.

Y en seguida echémano del mito Cox y lo desarrollé ante los ojos delpatrón.

—¿LehagustadoaustedEspaña?

—Mucho.Esunpaísporelquetengogransimpatía.

—Chóquelausted.Nolefaltaaustedmásqueunacosaparatenermedesuparte.

—¿Yes?

—Elserliberal.

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—Pueslosoy.

—Esusteddelosmíos.¿Cómosellamausted,señoringlés?

—Yo,Thompson.

—Bueno,señorThompson,aquítieneustedunamigo.

—Muchasgracias.

—¿Quénecesitaustedporelmomento?

—Unsitiodondecomerydormirhastaquememandendinerodemipaís.

—Vendráustedamicasa.¡Hala,vamos!

Salimos de la taberna, tomamos por una calle en cuesta a salir a unahermosaplaza, y de allá seguimospor una avenidahasta detenernos enunacasitadeunpisosoloconunapuertagrandeyunescalón.

—Paseusted,Thompson—medijoPaquito,yyopasé.

XII.

LAFAMILIADELPATRÓN

MepresentóPaquito a sumujer y a sumadre y ordenódespués quemearreglaran un cuarto. Estuvimos hablando de varias cosas. Paquito, comotodoslosliberalesespañoles,altosybajos,teníalapreocupacióndelapolíticay me preguntó acerca de las costumbres parlamentarias inglesas, estascostumbresqueson,segúnparece,ungranhonorpara todoinglés,aunqueamí,laverdad,mehandejadosiempreuntantoindiferente.

Luegohablamosde laposibilidaddeque lareacción,entronizadapor losCienMilHijos de SanLuis enEspaña, se sostuviera o no. Paquito tenía laesperanza de un movimiento revolucionario. A mí no me parecía estoprobable, y menos próximo, porque la mayoría de la gente había quedadocansadadelosensayosinfructuososdelosconstitucionales.

Acabadanuestra charlame llevaronauncuartopequeñoy encaladoquemecedieron.

Paquito semostrabaen sucasa, apesarde su liberalismo,perfectamentetiránico. Era exigente, gruñón; todo lo que hacían los demás le parecíadetestableyúnicamentemanifestababenevolenciaparasusfaltas.

Lamadreeraporelestilo:unaviejaquereñíaporcostumbreyhablabaconunarapidezincomprensibleparamí.Siempresequejabadefrío.

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Muchas veces que yo estaba sofocado por la tibieza del ambiente le oíalamentarsedequenocerrabanlaspuertas:

—¡Jesús!¡Diosmío!¡Quéfríohacehoy!¡Mequierenmatar!¡Yonopuedoresistir este viento, que corta! SantoCristo de laAlameda, ¿por qué nomehabráquitadoDiosdeenmedio,queno sirvomasquedeestorboa todoelmundo?

Asíibaestaviejaengarzandoquejasyconjurandotodoslossantosysantasdelcalendario.

LamujerdePaquitoparecíaunaprincesitacondenadaavivirentrepiratas.Teníaunaireresignado,unosojosclaros,ingenuosyunagransuavidad.ErahijadeunmilitarquehabíaguerreadoenAmérica.Habíaquedadohuérfanamuy niña. Se llamabaDolores.Me pareció que en la casa no la guardabanconsideraciónalgunayquelahacíantrabajardemasiado.

Elmatrimonioteníaunchicoyunachica.Elchicoeraunsalvajedeseisosiete años, despótico y mal educado. Yo estuve muchas veces a punto decalentarle las orejas porque se manifestaba de muy mala intención. Elchiquillollegóatomarmeodio.

AlcuartooquintodíadellegaraAlgecirasfuíaveralcónsulinglés,quemeproporcionótrabajoparaunatemporada.

Le dije que estaba en relación con los filohelenos de Londres, y él meinformódequeibaallegarunbarcoconsoldadosparaGrecia.

CuandocobréeldinerodelcónsulhabléconDolores,lamujerdePaquito,paraquemedijeraloqueteníaquepagarporestarensucasa.

Nospusimosdeacuerdo,yquedéallá,enmicuartitopequeño,escribiendoypintando.Porlatardesolíadarunpaseoporlaplaya,yrecorríatambiénlascallesdelpueblo,consusgrandescaseronesblancos,conbalconadassalientes,adornadas con hierros barrocos, sus rejas, sus canalones y sus persianaspintadasdeverde.

PaseabatambiénporlaplazaAltayporunaavenida,cuyasbocacallesibanadaralabahía,yporlascualessedivisabaelcieloyelmar.

Como se estaba en un período de política revuelta, todos los días habíaalgún acontecimiento. A medida que los ministros de Fernando VII seapoderabandelPoderlarepresióneramayor.Sehacíanprisiones,yllegabanconstantementecuerdasdepresosqueelcomandantedelcampodeGibraltar,donJoséO'Donnell,enviabaalospresidiosdeAfrica.

Un día vi en la plaza Alta un espectáculo triste. Un constitucional, unhombre viejo, de noble aspecto, se escapó de la cuerda; dos voluntariosrealistas le siguieron gritando: «¡A ése! ¡A ése!» La gente fué tras él, le

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cogieronyapaloslodejarontendidoenelsuelo.

Elpuebloenteromanifestabaungranfervorrealista;sehabíasustituídolalápida de la Constitución por otra con el letrero: «Plaza del Rey», con lasarmasde la ciudadyuna corona.Paquito, que estaba señaladocomo liberalexaltado,nosalíaapenas,ymuchos,entreellosyo,leaconsejaronquefueraaGibraltaryquenoviniesemasquedetardeentarde.Estofuéloquehizo.

Yome alegré mucho, no por la seguridad de Paquito, queme tenía sincuidado, sino por hablar libremente con Dolores. La verdad es que me ibaenamorandodeellapormomentos.¡Eraunamujer tansimpática, tanbuena!Nomecansabadeoírla.

Ya sé yo que hay unmandamiento, no se cuál, que dice que no se debedesear lamujerdelprójimo;peroesto siempremehaparecidouna tontería;yo,nosólodeseabalamujerdemiprójimo,sinoqueselahubieraquitadosihubiesepodido.

CuandoDolores quedó sola con su suegra y los chicos, yo le decía quesaliera,quenoestuvierasiempremetidaencasa.

UndomingodimosunavueltaporlabahíaenelLince,unabarcagrande.ElChirriibaalcuidadodelavelayyoaltimón.

Estabaelcieloazulyelmarcasitanazulcomoelcielo.

EnfrentesedivisabaelPeñón,deuncolorgrisdeceniza,obscuroen lossitioscubiertosdebosqueyalargadohastalapuntadeEuropa...

Doloresmehablódesuinfancia,delaqueconservabaunrecuerdoconfusode idas y venidas por colegios de distintas ciudades;me contó una serie deniñeríasconverdaderagracia.Yolehacíamilpreguntasyleoíaencantado.

El barcomarchaba suavemente; veía desarrollarse antemis ojos la líneaquebradadelosmontesformadaporlasúltimasramificacionesdelasierradelosGazules.

AlolejosaparecíalaserraníadeRonda,losmontesdeGaucínyCasaresylosdeEstepona.

MáscercalasierraCarbonera,conSanRoqueenunalto;ElCampamento,a orillas del mar, y luego La Línea sobre el arenal que une la tierra conGibraltar.

—Vamosya—dijoDolores—,quelamadreestaráesperando.

—¿Quéprisatieneustedparavolver?—lepreguntéyo.

—Sí,hayquehacerlacena.

—Deje usted la cena; por un día cenaremosmás tarde. ¡El día está tan

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hermoso!

—Bueno—replicóella.

Seguimos hablando. Avanzamos hasta la salida de la bahía. Estaba elEstrechollenodebarcos,quenavegabanconlasvelasdesplegadas.Pasamoscercadelasmurallas,llenasdelíquenes,delaislaVerde.

Ahora se veía el otro extremo de la gran bahía casi circular, la PuntaCarnero, y a lo lejos, la costa de Africa, el acantilado blanquecino de losmontesdeSierraBullonesyelpicodelaAlminadeCeuta.

Seguimos hablandoDolores y yo largo rato, y al caer la tarde le dije alChirriquevolviéramos.

PasamosdenuevopordelantedelaislaVerde.Elsolibaretirándoseconlentitud,ibaescalandolascasasdeAlgeciras,brillabaenloscristales,subíaalos tejados, los abandonabae iluminabael campanariode la iglesia conunaclaridadrojiza.Lasierraparecíaacercarse,yalborrarsesusreplieguestomabael aspecto de una muralla que se levantara tras del pueblo. Las casas sedestacabanconmásclaridadalaluzfríadelcrepúsculo.

El cielo tomaba un color de escarlata por el lado del mar y éste ibabrillandoconresplandoresderosa.

Al desembarcar, al acercarnos a Algeciras, las ventanas de las casascomenzaban a iluminarse; se oía en las tabernas rasguear de guitarras y sesentíaunolorfuertedeaceitefrío.

DesdeelmuellefuimoshastalaplazaAlta.

Alpasarhaciacasaoíamoslaretretaenuncuartel.

Dosdíasdespuésestabaenmicuartoescribiendo,cuandosemepresentóPaquito,conunairegrave,dramático.

Meadvirtióquemeteníaquehablar;hiceademándeoírle,yderepentemedijoqueyoeraunsinvergüenza,uningratoyuncanallaqueestabacortejandoa su mujer. Negué yo el hecho, y entonces él me replicó que el domingoanteriorhabíaidoapasearenlalanchaconDoloresyquelehabíadichoqueeramuyguapayotraporcióndecosas.

—¿Quiénlehadichoaustedeso?

—MichicoyelChirri.

Mecalléynorepliqué;élsiguióinsultándome,ydespuésinsultandoasumujer.

Estonolopudesoportarysalté.

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Ya furioso, le dije que era un botarate y que sumujer valíamillones deveces más que él; que le tenía por un vanidoso y un farsante; que suliberalismoeraunamentira,porquenoeramasqueenvidiaporlosquepodíanyvalíanmásqueél,y,enúltimotérmino,queestabadispuestoabatirmeconélapuñetazos,anavajazosoa tiros,porque leconsiderabaunode losseresmásdespreciablesymásridículosdelatierra.

Mi indignación le enfrió a Paquito, y sin contestarme nada se marchó,dejándomesoloeiracundo.

XIII.

MACCLAIR

Despuésdenuestrariña,todalafamiliadePaquitosetrasladóaGibraltar,yyoquedéenunacasadelavecindad,enlamásprofundadesesperación.

Seguía trabajando para el cónsul, cuando recibí un carta de Will Tickanunciándome que pocos días después pasaría el Estrecho, en dirección aGrecia,unaexpedicióndefilohelenos.

AntesllegaríaaAlgeciraselcoronelMacClair,queibaacomprararmasymunicionesdeguerra.

Saldría yo a recibirle al muelle y le reconocería, por ser un tipo alto ydelgado,vestidoconunulsternegroconrayasblancas,yquellevaríaunbultocuadradoenvuelto en tela encerada en lamanoderechayunparaguas en laizquierda.

Efectivamente, lo reconocí. EraMac Clair un hombre delgado, seco, deaire enfermizo. Tenía el pelo rojo, rizado, patillas cortas, bigote grueso yanteojosazules.Pordebajodelulsterusabaredingotedecolordecastaña.

LlevéamicasaaMacClair,yaldíasiguientefuimosencocheaTarifa,donde recogimos varias cajas de fusiles, escondidas cerca de la playa, y lasembarcamosenunagabarra.

ElcoronelMacClairmarchódespuésaGibraltar,dondecompróuncientodefusilesespañoleseingleses.

Elcoronelmedijoquemeavisaría la llegadadelpaquebotqueveníadeLondresconlosfilohelenos.

Efectivamente, quince días despuésme avisó.Con un tiempomuymalosalimoslosdosenunfalucho.

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Fuimos hasta Tarifa, en donde teníamos nuestras cajas de fusiles, lasembarcamosyesperamostodaunatardeytodaunanoche.

Al día siguiente, el coronel reconoció el bergantín Fénix, al queesperábamos.

Nos acercamos al barco, queparecíaungranpeznegro sobre el agua, yentramosenél.

Al pasar por delante de Algeciras se me humedecieron los ojos con elrecuerdodeDolores.

EstascuartillasleíamistressHervés,enelmiradordelcastillodeOndara,unatardedeverano.

Mi aventura en Grecia, quizá por ser insignificante, no la he escritotodavía.Nosésilaescribiréalgunavez.

Itzea-VeradelBidasoa.—Octubre,1916.

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