la sacerdotisa del mar

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    LA SACERDOTISA DEL MAR

    Dion Fortune

    LA SACERDOTISA DEL MAR

    "Cundo se dar usted cuenta que no tengo otras expectativas que la de seramiga suya?"

    "La seorita Morgan perteneca a una secta de la que era sacerdotisa, la fra

    secta de las profundidades primordiales que exige a cambio el sacrificio de vidashumanas. Conmigo siempre fue muy amable. Yo no poda evitar recordar lo quehaba ledo de los aztecas. Un esclavo era escogido entre las gentes del pueblo yreciba durante un ao todo aquello que l deseara. Al cabo del ao era sacrificadoen un altar mediante la extirpacin del corazn mientras an se encontraba vivo. Alrecostarme sobre las almohadas de seda de la seorita Morgan pensaba queaquello me poda ocurrir a m si no me andaba con cuidado. Segn la tradicin, elcorazn se extirpaba con un cuchillo de oro. Cmo podan conseguir que el orotuviera filo para hacerlo pasar a travs de las costillas?...

    Al volver en mi despus de haber estado inmerso en aguas muy profundas,encontr a la seorita Morgan mirndome a los ojos con tal fijeza que pareca estarhacindome agujeros en el cerebro dentro de mi propio crneo.."

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    CAPITULO UNO

    Aunque para nuestros antepasados se tratase de una virtud, la costumbre deescribir un diario es en nuestros das considerado un vicio. Yo me declaro culpablede poseer este vicio, si de vicio se trata, ya que he escrito un diario durantebastantes aos. Siempre he tenido una gran capacidad de observacin, y bastantepoca imaginacin. Creo que soy ms un Boswell que un Johnson. No creo que midiario sea algo con valor literario pero ha sido para m una vlvula de escape. Sin elcreo que me hubiera estallado la capa de los sesos en ms de una ocasin.

    Hay quienes consideran que las aventuras deben ser verdaderas aventuras, peroes difcil ser aventurero cuando hay personas que dependen de uno. Quizs mi vidahubiera sido distinta si a mi lado hubiera tenido una esposa joven deseosa decompartir la vida conmigo, pero mi hermana era diez aos mayor que yo y mimadre una invlida. Durante mis aos mozos, los negocios de la familia apenascubran las necesidades de los tres. Por tanto, la aventura no estaba hecha para ma no ser que quisiera arriesgar a otros, y esto no hubiera sido justificable en modo

    alguno. De ah mi necesidad de encontrar una vlvula de escape.Todos mis diarios se encuentran en un bal de latn en el tico. De vez en

    cuando me he parado a leerlos pero realmente son un poco aburridos. Quizs todoel placer consisti en haberlos escrito. Son una crnica objetiva de cosasobservadas bajo los ojos de un provinciano. Realmente de poca monta.

    Empec a leerlos para intentar poner en claro algunas ideas, y luego llegar a unasntesis. Es una historia curiosa y difcil de entender. Quizs yo sea la personamenos indicada para valorar esto en su justa medida. Es un captulo extrao de lahistoria de la mente, y los datos tienen ms inters que en cuanto a literatura serefiere.

    Hered el negocio de Inmobiliaria de mi padre. Siempre fue un buen negocio,

    aunque se trabaja con la especulacin. Mi padre nunca pudo resistir la tentacin derehusar un trato. Si una casa haba costado una pequea fortuna en cuanto a suconstruccin, l tena que hacerse con ella. Pero luego nadie quera estasmansiones as que mi negocio no era tan fcil de mantener. Me pas losveintitantos y los treintaitantos aos de mi vida luchando por sacar las cosas aflote. Y realmente a la larga todo empez a funcionar mejor.

    Pero todo empez con una discusin acerca de los problemas de dinero. Fue undomingo despus de cenar. A m en principio me horrorizan las cenas fras. Elvicario haba dicho un sermn que a mi modo de ver era bastante tonto. Pero a mimadre y a mi hermana pareci gustarles. No s porqu pidieron mi opinin. Sinduda, lo mejor que yo podra haber hecho era callarme, pero no lo hice. Todo secomplic y termin dicindoles que yo era quien pagaba la comida en aquella mesa.

    Ellas no estaban acostumbradas a recibir un trato as. Eran asiduas a la Iglesia, yera difcil que alguien las ganara en temas religiosos. Sal dando un portazo, ycomenc a subir los escalones de tres en tres. Fue entonces cuando tuve mi primerataque de asma.

    Ellas me oyeron y vinieron corriendo hacia m. Yo estaba cogido de la barandilla.Entraron en pnico. Yo creo que tambin yo estaba lleno de miedo. Pens que mehaba llegado la ltima hora. El asma es algo alarmante, incluso cuando uno estacostumbrado, y se trataba de mi primer ataque.

    Sin embargo, sobreviv. Una vez tumbado en cama despus del ataque pudeponer en claro mis ideas y lo que haba ocurrido.

    Supongo que me habrn drogado, ya que entraba y sala del estado deconciencia y de mi cuerpo. Se haban olvidado de cerrar las persianas y la luz de la

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    luna daba directamente sobre mi cama. Yo me senta muy dbil como paralevantarme y cerrarlas. As que me dediqu a observar la luna. El cielo estabacubierto por la niebla de las nubes. Me empec a preguntar cmo sera el ladooculto de la luna. La noche siempre me ha fascinado, y nunca he llegado a entenderdel todo la maravilla que encierran las estrellas y el espacio. Ese espaciointerestelar seguramente debe ser el principio de todas las cosas.

    Mientras estaba all, drogado, exhausto y medio hipnotizado por la luna, mimente empez a vagar. El espacio infinito, de color ndigo oscuro, se hizo presenteante m. Era la noche de los Dioses. En aquel silencio y aquella oscuridad debaencontrarse la semilla de todas las cosas.

    Dbil por el efecto de las drogas, mi mente comenz a desprenderse de susbarreras. En todo hombre hay algo similar al lado oculto de la luna. En esemomento yo tena el privilegio de ver mi lado oculto. Era como el mismo espacio enuna noche de Dioses, y all estaban las races de mi ser.

    Sent que me liberaba, y que de aquel momento en adelante mi alma nunca se

    iba a volver a cerrar del todo nuevamente.Fue una experiencia extraa que me llen de felicidad, y que me hizo afrontar la

    enfermedad con entereza. Pens que quizs la propia enfermedad me abrirapuertas que hasta aquel momento haban permanecido cerradas. As permanecvarias horas. Ni siquiera tena deseos de leer por miedo a romper el encanto que sehaba creado a mi alrededor. De da dormitaba esperando la llegada de la noche yde la luna. Al llegar comenzaba el proceso de comunin entre ella y yo.

    En estos momentos no recuerdo muy bien qu nos dijimos el uno al otro, peroen cualquier caso llegu a conocerla muy bien. Rega un reino que no eraprecisamente ni material ni espiritual, sino algo especficamente suyo. En l habaun constante movimiento de mareas, altas y bajas. Estas mareas nos afectan.Afectan el nacimiento y la muerte, y todos los procesos del cuerpo. Afectan elemparejamiento de los animales, el crecimiento de las plantas, y las enfermedades.Tambin inciden sobre las reacciones de las drogas. Llegu a saber de todo estocomulgando con la luna.

    A medida que nuestra convivencia era ms intensa, ms consciente me hice delas mareas, y toda mi vida comenz a moverse con ellas. Mi vitalidad seincrementaba y disminua de acuerdo con las mareas. Incluso mis escritos a la lunaestaban relacionados con los ritmos.

    Entretanto la enfermedad segua su curso normal, como suele ocurrir con todaslas enfermedades. Me senta ms muerto que vivo.

    Mi familia se mostr muy atenta despus del susto que se llevaron. Todo el

    mundo pareca estar muy preocupado por m. Pero cuando llegaron a serconscientes de que sera algo rutinario se empezaron a cansar y despreocuparse dem de un modo espectacular. El mdico me asegur que ningn ataque de stos meprovocara la muerte, as que cuando me vena uno mi familia se lo tomaba confilosofa hasta que hubiera acabado. Todo el mundo se arm de paciencia. Todosexcepto yo. He de decir que nunca me los tom muy filosficamente, y cada vezque tena uno me llenaba de pnico. Aunque uno sabe que no se va a morir, tellenas de miedo al quedarte sin aire.

    Pues como vena diciendo todos parecieron acostumbrarse a mi enfermedad.Luego vino el cansancio. Era un poco pesado tener que llevar la bandeja desde elstano hasta mi dormitorio. Era algo que incluso a m me cansaba, as que decidcambiarme de habitacin. El nico sitio factible pareca ser una especie de calabozo

    con vistas al jardn. Esto sin tener que quitarle a nadie su cuarto. Y debo reconocer

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    Me cont que no tena ms que una pensin de vejez y que gracias a la cabaapoda conseguir algo de dinero dndole t a los ciclistas. En la casa que nosotros leofrecamos a cambio no iba a poder conseguir nada. As que esa era la razn de suterquedad.

    Me vino una especie de oleada cerebral. Si el problema de mi vivienda iba a serun asunto de criados, la solucin estaba ante mis propios ojos. Le ofrec a Sally eltrabajo y los ojos se le llenaron de lgrimas. Segn me cont su perro habamuerto recientemente y se senta muy sola durante el da y muy nerviosa durantela noche. Pareca que a ella le agradaba bastante que yo llenara aquel hueco. Asque todo qued arreglado all mismo. Yo me encargara de poner el lugar encondiciones, y Sally y yo nos mudaramos. Una vez instalados hablaramos de laeconoma del hogar.

    Volv a casa triunfante y se lo cont a mi familia. Pero la idea no parecigustarles. Me dijeron que la gente comenzara a hacer comentarios. Les contestque sin duda una pensionista de la edad de Sally era un partido de lo msconveniente para m. Al fin y al cabo nadie dira nada si ellos no lo hacan antes.

    Nadie tena porqu enterarse que yo me haba mudado ya que el sitio que yo habaelegido no se poda ver desde la carretera. Me dijeron que los criados murmuraran,as que les contest: "Al diablo con los criados". Mi hermana dijo que no podratraer a su club de amigas si yo viva bajo un cariz de pecado con Sally al fondo del

    jardn. "Pues al diablo con el club de amigas!". Sin embargo, cuando mi hermanavio a Sally luciendo el gorrito negro de los das de fiesta tuvo que reconocer que sehaba excedido en sus comentarios. Finalmente todo qued arreglado. A Sally letocaron los establos a m el henar.

    Debo confesar sinceramente que el sitio me encantaba. Mi saln tenia cuatroventanas dando al sur, y la habitacin daba al este as que el sol me despertabacada maana.

    Hice una chimenea de ladrillos, coloqu estanteras de pared a pared y empec acoleccionar los libros que siempre haba deseado. Nunca he podido tener todos mislibros en mi habitacin por falta de espacio, y la idea de tenerlos distribuidos portoda la casa realmente no me satisfaca demasiado. Los libros que poseemosrevelan algo muy ntimo de nosotros mismos. No me gustaba en absoluto que seencontraran al alcance de mi hermana. Adems, con toda seguridad hubierancorrompido a su club de amigas y los criados hubieran tenido mucho que decir.

    Supongo que se trata de un egosmo de mi parte, pero no me apeteca que mihermana visitara el establo. A su modo es una mujer decente y respetada en laciudad, pero no tenemos nada en comn. Era difcil mantenerla alejada. Todocuanto poda hacer era poner un candado en la puerta y que llamara si su deseoera entrar.

    Pero todo result mucho mejor de lo que esperaba. Cometi la torpeza demeterse con el trabajo de Sally. Yo admito que Sally no cocinaba muy bien pero erauna magnfica cocinera. Por otra parte, mi hermana limpiaba muy bien pero nosaba guisar. Sally le dijo que ella trabajaba exclusivamente para m y que senegaba a recibir otras rdenes que las mas. Mi hermana vino a hablarme. Le dijedirectamente que estaba muy contento con Sally y que no iba a echarla. A m megustaba la suciedad. Me haca sentir en casa. La reaccin fue rotunda. Me dijo queno volvera a entrar en el lugar mientras Sally estuviera all, aunque yo meencontrara moribundo. As que lo dejamos en eso, y he de decir que cumplifielmente su palabra.

    En resumen mi compaero Scottie y el doctor eran los nicos que me visitaban.

    Y les encantaba. El problema era que una vez dentro no haba quien los sacara. Yo

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    no tena ms amigo que Scottie. No tenemos nada en comn, pero es la persona enquien ms confo. Hay quienes tienen peores bases para hacer una amistad.

    Cuando yo comenc a trabajar para mi padre, Scottie ya estaba con nosotros. Alo largo del tiempo haba desarrollado ese aire especial de funcionario que ha

    estado en una compaa toda la vida. Al llegar yo hablaba de mi padre como del Sr.Edward, como si su cargo lo hubiese obtenido en tiempos de mi abuelo. Inclusocuando est junto a mi cama no me trata de otro modo que de Sr. Wilfred. Ytenemos la misma edad.

    Scottie siempre me gust. Cuando mi padre muri y todo era una inmensaconfusin, Scottie fue quien arregl los asuntos.

    Al principio de mi enfermedad descubr que yo no iba a servir mucho para losnegocios. No poda soportar la rutina. Nunca he sabido subastar, ni siquiera en mismejores pocas. Mi especialidad consista en valorar. Puedo tasar cualquier cosa aexcepcin de las pinturas.

    El mdico me recomend buscar un socio. Le ped que lo comentara con mi

    familia. Lo hizo y se mostraron de acuerdo. Lo que no les gust es que eligiera aScottie. Montaron un lo tremendo, pero yo ya lo imaginaba. Admito que es de loms ordinario, que su gusto para vestirse es deplorable; pero es ms honesto yamable que cualquier otro. Adems es un buen trabajador. As que me aferr a laidea.

    Despus de haber hecho todos los arreglos convenientes me desentend de larutina, pero continu tasando. Era lo que ms me gustaba. Tena que salir y de estemodo me pona en contacto con gente interesante. En ocasiones se me peda queasistiera a las sesiones de los tribunales como testigo experto.

    Yo estaba muy contento con Sally y con mis libros, y todo el mundo empez acomentar que era endemoniadamente insociable, pero Dios sabe que yo no hubiera

    sido as de haber existido el tipo de sociedad que a m me hubiera gustado tener.As que le saqu partido al asma en la medida de lo posible.

    Le cosas variadas y extraas. Le mucha Teosofa, y esto no podra haberlohecho en la casa. Algunas cosas me gustaron y otras no. La idea de laReencarnacin me interesaba. Esta vida no ofrece muchas esperanzas, as que meembarqu en pensar en otra. Cuando no tena nada mejor que hacer, sola pensaren esto.

    Despus de un ataque de asma siempre tena que permanecer tumbado en lacama por uno o dos das. Sola recostarme, pensar y preguntarme cosas, ydivertirme pensando en mis otras vidas. Es curioso que yo no s crear el argumentode una novela para salvar mi vida, pero puedo construir las ms elaboradas y

    fantsticas encarnaciones pasadas. Es ms, despus de pensar en ellas durante unda entero, soaba con extraordinario realismo.

    Me tumbaba y mi mente alcanzaba un poder de penetracin que no posea enotros momentos.

    Lo curioso de este estado es que sola invertir el sentido de la realidad. Lonormal era lejano a m, pero mi reino interior era rico y mis deseos eran rdenes.Cualquier cosa era factible con slo pensar en ello.

    Tambin desarroll el poder de "sentir con" las cosas naturales. Tuve mi primeraexperiencia cuando me puse en contacto con la luna. Luego comenc a leer algunosde los libros de Algernon Blackwood, y "La proyeccin del cuerpo Astral", deMuldoon y Carrington. Me dieron ideas. Muldoon no tena muy buena salud, y

    cuando se senta dbil debido a su enfermedad poda salir de su cuerpo. El asma

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    tambin debilita. La nica desventaja era que haba que saber cmo regresar alpropio cuerpo. Para ser franco, a m no me hubiera importado no volver en m.

    CAPITULO DOS

    Ya he dicho que mi poder para desarrollar fantasas de reencarnacin se fuedesarrollando de un modo gradual. Esto es cierto en un sentido, ya que no en otro.En ciertos momentos no consegua nada y de pronto daba un salto brusco. Luegovolvan las temporadas en que no ocurra nada y de pronto un nuevo progreso.

    Haba ledo en mis libros de Teosofa que la mejor manera de recordarreencarnaciones pasadas consista en rememorar todo aquello que se haba hecho alo largo de un da en el momento de acostarse. Yo lo intent pero creo que no sirvede nada. De hecho no se piensa hacia atrs sino que la mente se llena de escenasdesconectadas y relacionadas entre s de un modo distinto. Y esto no es lo mismoque un recuerdo de escenas enlazadas.

    Siempre he sentido una fascinacin especial por el Antiguo Egipto. Como en los

    reinos de la fantasa todo es posible, pens que en otra vida yo haba sido unegipcio. Sin duda entre el ahora y el entonces hay un largo lapso de tiempo,durante el cual imagin haber dormido con los gusanos. Pero como esta es unaocupacin bastante aburrida, decid haber sido tambin un alquimista que descubrila piedra filosofal.

    Un domingo por la tarde me fui a la iglesia con mi familia como suelo hacerlo devez en cuando, en pro de la paz, de la tranquilidad y del negocio. Uno tiene quehacer estas cosas al vivir en un lugar pequeo. El sacerdote comenz a leerprrafos de la Biblia y lo hizo muy bien. Nunca imagin que la Versin Autorizadafuese una literatura tan buena. El viaje a Egipto y el oro, el incienso y la mirra, ylos Tres Reyes magos que fueron conducidos por la Estrella. Me qued fascinado.Cuando llegu a casa busqu la Biblia que me haban dado para mi bautizo y a la

    que nunca haba ni siquiera ojeado, a no ser bajo un impulso, y me la le de cabo arabo.

    Le de Moiss que haba sido entrenado en la sabidura de los Egipcios, y deDaniel que haba sido educado entre los babilonios. Hemos odo muchas cosasacerca de Daniel en la cueva de los leones, pero no sabemos nada de l cuandoestuvo sirviendo al rey de Babilonia, y strapa de Caldea. Otra cosa que meinteres fue el curioso negocio de la batalla de los reyes en el Valle, cuatro contracinco. Amrafel, rey de Almiar; Arioch, rey de Elasar; Chedorlaomer, rey de Elana; yTidal, Rey de Naciones. No saba nada acerca de ellos, pero sus nombres eranmaravillosos y me retumbaban en la cabeza.

    Luego estaba Melchisedek, rey de Salem, sacerdote del Supremo Dios, que fue a

    conocer a Abraham, y que trajo pan y vino despus de que la pelea hubieraacabado y que todos los reyes se encontraran en los hoyos llenos de lodo. Quinera este sacerdote de una creencia olvidada a quien Abraham honraba? Yo admitoque hay una cantidad de historias del Antiguo Testamento que no me parecenadmirables, pero hay otras que son fascinantes. As que decid aadirme unareencarnacin caldea.

    Luego sufr una regresin. En la sociedad de Teosofa local haba unaconferencia, as que fui a orla y me pareci bastante buena. Pero despus unaseora se levant y dijo que ella era Hipatia reencarnada. El presidente le dijo queno poda ser ya que Hipatia era la Seora Besant. Hubo una discusin y tuvieronque comenzar a tocar el piano para mitigar los gritos. Me fui a casa bastantedesconcertado Chedorlaomer y Ca dejaron de tener mucho crdito ante mis ojos.

    Me senta un poco avergonzado de mis fantasas de reencarnacin y decid volver

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    a mis antiguos intereses de comulgar con la luna. El ro bajo mi ventana sedesbordaba, y por el sonido se poda pensar que la marea se haba alejado de lacosta. A la altura de nuestro jardn haba una presa que marcaba el final de lamarea. Cuando la marea suba se silenciaba, pero cuando la marea bajaba el ropareca una cascada de plata. Haba tambin un olor diferente que me gustaba, apesar de que no creo que fuera muy puro. El mdico no entenda que un asmticocomo yo pudiera vivir sobre las aguas de un ro. Luego lleg a la conclusin de quese trataba de agua salada. Pero de hecho creo que el asma mejor cuando me hubedesvinculado un poco de mi familia, y cuando les cerr la puerta del establo enplena cara.

    De cualquier modo, el olor del mar me encantaba. El vapor de agua descansabaen una profunda garganta y nunca lleg hasta mi ventana. Pero la visin era la deuna serie de piscinas y lagunas iluminadas por la luz de la luna. Los rbolesparecan barcos en plena navegacin. Cuando la marea bajaba se alejaba de laorilla. El agua salada empujaba hacia atrs el agua fresca de tal modo que lascompuertas de la garganta tenan que abrirse. El sonido era espectacular. Pareca

    como si el mar y la tierra se estuvieran peleando.El agua dulce intentaba empujar hacia atrs el agua del mar. Comenc a

    recordar lo que haba ledo en nuestra arqueologa local. Unos pequeospromontorios se erigan como islas en la marisma salada y los caminos del mar losbordeaban. Estos promontorios cargaban limo que vena de las colinas de Gales. Sila marea suba, las salinas alcanzaban una profundidad de seis pies. Dutch Williamhizo los bancos, y el agua lleg hasta la iglesia. Debido a esto hay compuertas enDickmouth que slo se abren a media marea.

    Entre nosotros y el mar todo es una marisma salada, y la ciudad se erige sobreun promontorio. Detrs hay un cordn sobre el que est la carretera. Volviendo acasa al anochecer uno puede ver las marismas llenas de vapor, milla tras milla.Cuando la luna brilla, parece como si fuera agua, y uno bien podra imaginar que elmar ha venido a inundar la tierra.

    Siempre me ha fascinado la historia de la zona de Lyonesse, con sus iglesiasinundadas cuyas campanas suenan. He salido a navegar en una barca de remos enDickmouth, y he podido ver con toda claridad las paredes y torres de un viejomonasterio. Esto ocurri cuando en cierta ocasin el ro se desbord. Fue unanoche de tormenta.

    Tambin pens en la leyenda bretona de la ciudad de Ys, y de sus magos. Pordeslealtad una noche la ciudad entreg sus llaves y el mar entr y se hizo con ella.Yo comenc a hacerme preguntas acerca de Carnac, y de nuestro Stonehenge.Quines haban sido los hombres que la haban construido, y porqu? Creo quehaba dos adoraciones, una al sol y otra a la luna. Parece ser que por ejemplo para

    los druidas, sacerdotes del culto del sol, las adoraciones al mar eran un culto tanantiguo como para nosotros puede serlo el adorar dlmenes o tmulos.

    Pens y no s porqu que aqullos que adoraban a la luna y al mar debanconstruir grandes fogatas para que el mar viniese y se las llevase. Me imaginabauna gran pira en las rocas que slo dejaba de flamear una vez al ao. La roca debaser negra y deba estar cubierta por el limo del fondo del mar, y de braseros queconservaron el fuego sagrado y enormes peces que no desea ningn pescador.Deba ser una pira en forma de pirmide con llamas azules debido al mar. A medidaque suba la marea el agua lama las llamas. Se oan silbidos hasta que al final lacresta de la pira caa sobre el agua desplegndose. Las olas oscuras llevaran losbraseros y los peces a las profundidades marinas. Estas visiones a veces parecantener un sentido totalmente real para m. En ellas poda hacer lo que raramente sehace en un sueo: poda oler el peculiar y cido olor de madera quemada

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    extinguida por el agua salada.

    Bueno todo continuaba igual, ni mejor ni peor. De hecho creo que en general mesenta mejor. Lleg la primavera y alrededor del 10 de marzo, cuando por supuestoestbamos llenos de trabajo en la oficina, tuve una experiencia de lo ms curiosa.

    El doctor haba decidido darme una buena dosis de narcticos, ya que quera evitarque cayera en una situacin lmite. Mi ltimo ataque lo haba asustado mucho. Meencontraba tumbado y entredormido cuando me sobrevino una visin.

    Me pareca que sala de mi cuerpo y que lo dejaba tras de m, tal como lodescribe Muldoon. De pronto, me encontr en las salinas en Bell Head. Recuerdohaberme sorprendido de los bancos de arena, que eran amarillos y no negros comoson en la realidad. Lo que era agua era agua y lo que era tierra, era tierra. Es decir,no estaba todo mezclado como ocurre en nuestros das.

    Yo me encontraba de pie en un promontorio rocoso. Haba pjaros haciendonidos a mi alrededor. Sobre mi cabeza y encima de un palo haba una antorchaencendida. Detrs mo, en la playa estrecha haba un barquito exactamente igual

    que los observables en los libros de historia. Yo deba alumbrarle el camino.Habamos estado esperando das y das la llegada de un barco que vena desde muylejos. Pareca ser que traera una sacerdotisa a la que debamos adorar. El marrompa los diques y se haca con la tierra. Slo ella podra evitarlo. De pronto, elbarco apareci ante mis ojos entre la niebla y el anochecer. Era una embarcacinlarga y baja, de remos. Su nico mstil portaba una bandera roja. Sobre la banderaestaban bordados los restos fantasmagricos de un dragn carmes.

    Al acercarme yo comenc a gritar. Dejaron caer las velas y se acercaronremando hasta el banco de arena. Al pasar junto a m pude ver una mujer sentadasobre una silla en la popa. Tena un enorme libro sobre sus faldas. Al plegar lasvelas levant la cabeza. Tena una cara plida y los labios escarlata. El pelo largo yoscuro pareca algas sobre el mar. Enlazando el pelo llevaba una banda de oro y

    joyas. Por unos pocos instantes nos miramos cara a cara. Sus ojos eran extraos,como los de una diosa marina.

    Luego desapareci en la niebla del anochecer. Yo saba que iba hacia unpromontorio que se encontraba a algunas millas tierra adentro. All haba un templocon un fuego perpetuo y sagrado para el sol. Debajo haba una cueva dnde elagua suba y se haca con seres vivos. Se rumoreaba que la sacerdotisa del marprecisaba de muchos sacrificios para honrar a su dios.

    Luego tuve que volver en m y ayudar a Scottie con las cuentas, y no tuvetiempo para soar con sacerdotisas.

    En tiempos de mi abuelo haba un seor que se llamaba Morgan y que haba sidopropietario de muchas tierras en la zona. A medida que fue envejeciendo puso sus

    propiedades en manos de nuestra compaa. Luego se march, dejando a una viejahermana a cargo de todo. Parece ser que la seora tena una sobrina, una mujer deorigen extranjero. Seguramente era francesa. La seora dej un testamento endonde la nica heredera era la sobrina. Esto pareca bastante razonable ya que notena descendencia. Le dej todo con la condicin de que tomara el nombre deMorgan. As que nuestra nueva cliente era la seorita Le Fay Morgan.

    Mi padre, trabajando para la vieja seorita Morgan, hipotec todas las tierrasque haban sido la gran esperanza del viejo Coronel Morgan. Compr terrenos enDickmouth, creyendo que sera una ciudad prspera, ya que el ferrocarril haballegado hasta nosotros, y se pensaba que pronto llegara hasta la costa. Pero comosuele suceder, los negocios del ferrocarril se vinieron abajo y no pudo llegar hastael mar. Es decir, se vendi todo lo que tena valor y se compraron cosas que no lotenan.

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    Pensando en un boom turstico mi padre construy hileras de mansionesfamiliares, tiendas y una arcada para la estacin. La arcada era espantosa y sucia.Finalmente logramos alquilar todo pero se obtenan muy pocos beneficios. Debido aesto la compaera de la seorita Morgan, que deba haber vivido como una reinacon la herencia que le toc, slo recibi lo suficiente como para mantener cuerpo yalma juntos.

    Despus de haber hecho los contratos de arrendamiento, el ferrocarril consiguiarreglar todos sus problemas y lleg hasta nosotros. As que todo se revalor alcambiar de manos, pero nosotros habamos alquilado ya por plazo de veintin aos.

    Yo pude comenzar a enviarle cheques ms decentes a la seorita Morgan enpago de sus ltimas propiedades, as que ella goz de algunos aos de prosperidaden compensacin de los malos tiempos.

    Tuvimos que cambiar muchas cosas despus de que los arrendamientos sehubiesen revalorizado. No me pareci conveniente seguir poniendo parches a losmalos negocios de mi padre. Vend varias cosas entre ellas la espantosa arcada,

    que en los ltimos aos haba sido considerada una estructura peligrosa. Pero medio pena vender ms. Pens en llegar a un trato con la seorita Morgan, yencontrar dinero para reconstruir y compartir los beneficios con ella. Sin duda setrataba de un buen negocio.

    Scottie deba ir a Londres para ser testigo de un problema legal de un clientesuyo, y yo le suger que llamara a la seorita Le Fay Morgan. Volvi, como lapaloma de Noah, pero no precisamente con buenas noticias. Se haba encontradocon el escndalo. Parece ser que haba ido a la direccin que apareca en nuestroslibros, y se encontr con una especie de escondite transformado temporalmente enun estudio. Todas las sillas no tenan patas, as que tuvo que sentarse en el suelo.Alrededor de las paredes haba divanes hechos con colchones puestos sobre elsuelo y con colchas persas sobre ellos. Los colchones estaban asociados con camas

    en la mente de Scottie, y no era sorprendente que se encontrara atnito. Elcoment que al ver los colchones supo que algo extrao suceda y al entrar laseora supo que tena razn.

    "Hace cunto que mantenemos negocios con la seora?" pregunt.

    "Slo Dios sabe" le contest. "Su nombre ya estaba en los libros cuando yonac."

    "Buenos, Qu edad crees que tiene?" dijo Scottie.

    "Bueno. Yo tengo 36, y ella ya era mayorcita en la poca de mi padre."

    "Yo le dije que quera ver a la seorita Le Fay Morgan" dijo Scottiepero ellame contest que era la seorita Le Fay Morgan. Entonces le dije que se mantena

    muy bien para su edad, y ella se sonroj y me contest que sera mejor que yoarreglara los asuntos por carta. Le contest que s."

    Por tanto la seorita con la que habamos estado haciendo negocios por aos noera la misma con que se encontr Scottie.

    Aquello nos colocaba en una situacin difcil. Debamos encontrar a la verdaderaseorita Le Fay Morgan? Le echamos una ojeada a la correspondencia, que era tannumerosa como la misma Biblia y la firma era siempre la misma a lo largo de losaos. Las primeras pginas, las de en medio y las ltimas eran las mismas. Fui ahablar con el director del Banco. El y su cajero las miraron y consideraron que todoestaba en orden. Volv junto a Scottie y nos comenzamos a rascar la cabeza.Aquella misma tarde lleg la correspondencia y nos quedamos an ms perplejos.

    Era una carta de la propia seorita Le Fay Morgan anunciando que estaba en el

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    Grand Hotel, en Dickmouth y peda que yo fuera a entrevistarla y mostrarle suspropiedades.

    "Irs?"me pregunt Scottie.

    "Por supuesto que ir" le dije.

    "Pues no lleves dinero".

    CAPITULO TRES

    Me fui a Dickmouth, entr en el Grand Hotel y ped por la seorita Le FayMorgan. Era alta y sutil. Llevaba un turbante de terciopelo negro con un broche dediamante y un abrigo negro de piel con un gran cuello y puos. No poda ver sucara porque el turbante le cubra las orejas. Adems el cuello lo tena subido. Porsus movimientos se poda decir que era una hermosa mujer.

    Es curioso recordar el primer encuentro con una persona que juega un papel tanimportante en nuestras vidas y ver si uno tiene algn tipo de intuicin de lo que va

    a suceder. Me dio la mano y nos presentamos."Sr. Maxwell?"

    "S"

    "Yo conoca a su padre"

    No supe qu decir. No poda decirle cara a cara que era una mentirosa. Laconduje hasta mi coche y no volvi a hablar. Evidentemente era una mujer quesaba mantenerse callada, y esto es algo muy importante si uno sabe cmomanejarlo.

    En el coche se mantuvo silenciosa. Yo sent que tena que decir algo as que hicecomentarios acerca del lugar. Ella asinti y eso fue todo. Pero yo me haca ms

    consciente de su presencia a medida que pasaba el tiempo.Haba planeado un tour circular, y aparcamos el coche en un punto estratgico.

    Entonces supe algo ms acerca de ella. Saba bastante del negocio de inmobiliaria.Conoca trminos de construccin y todos los pequeos trucos, y entenda bien lascosas. Eso no es algo que todo el mundo adquiere, ni siquiera con la experiencia.

    Habamos llegado hasta una casa al final de la explanada. Era una villa bastanteantigua que se eriga sobre sus propios cimientos, pero estaba muy deteriorada ydesde las ventanas se podan ver las marismas alrededor del estuario. Mir y pudever cmo se avecinaba una tormenta. "Ser mejor que esperemos hasta que hayaacabado" dije yo.

    Ella mir las colinas y asinti.

    Nos encontramos en una especie de estudio con un fuego de gas. Not que habaun contador de cinco peniques en la cocina as que met una moneda y encend elfuego. No haba nada sobre lo que sentarse. Pero ella resolvi el problemasentndose en el suelo apoyndose contra la pared. Extendi sus piernas y cruzlos tobillos.

    "Me gusta sentarme en el suelo", dijo.

    "Es por eso por lo que le cort las patas a las sillas?"

    La pregunta me sali inconscientemente, ya que hasta ese momento haba sidoestrictamente profesional con ella.

    Se ri con una risa dorada y profunda que me produjo una sensacin extraa.

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    "Me temo que yo era demasiado para su compaero" dijo.

    "S, me temo que s" le contest, no sabiendo qu decir.

    "No es el tipo de persona a quien se le puedan explicar las cosas" aadidespus, y ambos nos empezamos a rer.

    Sent instintivamente que haba algo especial en la seorita Le Fay Morgan. Eratoda una personalidad, y por tanto se le podan perdonar muchas cosas.

    El agua de la tormenta golpeaba contra las ventanas y distrajo nuestra atencin.Yo quera a toda costa volver a la seriedad profesional, si es que eso era posibleestando sentados en el suelo. Pero la seorita Morgan no quera profesionalismos.Ya haba avanzado bastante y se estaba aprovechando de ello.

    "Quiero hablar con usted" dijo.

    Intent recomponerme y me puse en guardia.

    "Su socio no tuvo ningn problema en llamarme una ladrona. Y si no me

    equivoco ya me estaba llamando una asesina"."Realmente me gustara saber qu ha sido de la seorita Morgan" dije.

    "Yo soy la seorita Morgan"

    No le contest. Llova a cntaros y ninguno de nosotros quera andar con eltiempo que haca. Tampoco era cuestin de levantarse y cerrar la puerta de unportazo.

    "No me cree?"

    "No estoy en situacin de juzgar, pero es difcil verla bien con ese cuello"

    Levant las manos y se desabroch el cuello.

    Era una mujer morena, de ojos marrones y cejas negras, ligeramente aguilea.Su piel era de un color oliva plido. Ms crema que oliva, de hecho. No tenamaquillaje en los ojos ya que no era necesario. Tena los ojos pintados de color rojoescarlata. Tena manos largas y blancas con las uas pintadas de rojo, como si selas hubiera baado en sangre. As que en resumen estaba como para echarle elguante a cualquier soltero del lugar. Al abrirse el abrigo not un perfume aromticopero no dulzn. Era un olor raro, con bastante almizcle.

    "Qu edad cree que tengo?", pregunt.

    La mire. Tena la piel suave y sin arrugas, como si fuera de terciopelo. Nunca enmi vida he visto una piel tan bonita. Pero sus ojos no eran los de una jovencita. Notena patas de gallo y la piel era tersa como la de una mujer joven, pero en los ojos

    tena esa expresin de tranquilidad que slo la da la experiencia. Ciertamente noera una mujer joven, a pesar de su figura. Pero era difcil de creer que se tratasede la seorita Le Fay Morgan. Me volvieron los comentarios de Scottie.

    Pareci adivinar mis pensamientos.

    "As que no cree en el poder de los salones de belleza para preservar la juventudde uno?"

    "No hasta el punto que lo ha hecho usted" dije con franqueza.

    "Ni siquiera con un tratamiento glandular?"

    "Francamente, no".

    "Y suponiendo que esto viene ayudado por el poder de la mente?"

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    Entonces dud. De pronto, me vino a la mente otra cara que haba visto y queme hizo recordar a la suya. Era la cara de la sacerdotisa del mar de mi visin, laque estaba en la gran silla esculpida en la popa del barco leyendo el libro con losgrandes broches.

    El efecto fue extraordinario. Por un momento volv a encontrarme en el estuarioa la hora del crepsculo. Supongo que mi cara debe haber reflejado lo que senta,porque los ojos de la seorita Le Fay Morgan comenzaron a brillar como lmparas.

    Volv en m y la mir. Era una situacin curiosa. Ah estaba frente a m envueltaen sus pieles, y yo con mi viejo impermeable.

    "Yo no soy joven en absoluto" dijo. "Si se fija, ya lo ver. He cuidado mi piel, ymi figura se ha cuidado a s misma, y eso es todo"

    Sus gestos no eran los de una mujer joven, pero su nombre est en nuestroslibros desde haca un siglo. As que por lo menos deba estar en los setenta, y estoera demasiado para creerlo.

    "Bueno, seorita Morgan", dije, "Realmente su edad es algo que no nosconcierne. Enviaremos los cheques a la direccin que lo hemos hecho siempre, yestaremos satisfechos de recibir los recibos. Supongo que no estoy en condicionesde opinar. Usted parece muy joven, pero si opina que es el resultado de loscuidados que se prodiga, no voy a discutirlo"

    "Yo pensaba que usted era un experto en antigedades" dijo ella con unasonrisa un poco sardnica. Me hizo rer. Se levant y comenz a andar por lahabitacin. "Cunto tiempo cree que va a durar la tormenta?" pregunt.

    "No demasiado. Tan pronto como aclare, saldr y coger el coche"

    Intent ver hasta qu punto el silencio entre nosotros nos comprometa. Porsupuesto que ella no era la primera compaera de la seorita Morgan. Es verdad

    que yo no s demasiado de mujeres, pero no hasta ese punto. Algo s que eracierto. Yo no iba a transformarme en un detective ni me iba a meter en una camisade once varas por motivos puramente altruistas. No puede decir que ella megustara. De hecho me produca desconfianza, pero al mismo tiempo me parecaexcitante.

    Me senta muy ansioso. Lo mejor era no hacer nada hasta haber hablado conScottie y Headley, nuestro abogado. No bamos a meternos en un lo si haba algoraro en el asunto. Cruc la habitacin intentando pasar desapercibido. Me dobl elcuello del impermeable y sal por la puerta. Llova a cntaros, y haca tanto vientoque el cuello se me baj. Me fui al coche, recog a la seorita Morgan y la condujehasta su hotel. Se mostr muy maternal conmigo por haber salido en la lluvia.Quera que tomase el t con ella pero me negu diciendo que deba volver a casa a

    cambiarme. No quera saber nada ms del asunto al menos por aquella tarde.Por supuesto ocurri lo inevitable. Me vino un resfriado y tuve un ataque de

    asma.

    La seorita Le Fay telefone a la oficina para concertar una cita conmigo. ComoScottie le dijo que yo estaba enfermo se ofreci a s misma. Se interes mucho pormis sntomas pero Scottie no le dijo nada en absoluto. Finalmente parece ser queuno de ambos colg el telfono aunque nunca he sabido cual de los dos fue.

    Scottie fue a ver a Headley, y le explic la peor versin que pudo, pero Headleyle dijo que se callara. No se puede hacer una investigacin sin pruebas, y no habaninguna prueba por lo que yo poda intuir. Scottie volvi a hablar conmigo, pero mehice el medio inconsciente. Si tienes que sufrir de asma, lo mejor es sacarleprovecho.

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    Scottie volvi a la oficina ms calmado, aunque le hizo la vida imposible al chico.

    El chico que trabaja con nosotros es bastante inteligente. Si lo es para el trabajo,tambin lo es para escuchar las conversaciones. Al haber escuchado laconversacin entre Scottie y la Srta. Morgan haba llegado a sus propias

    conclusiones. Al entrar ella la tarde siguiente preguntando por m, no fue a buscar aScottie sino que, asumiendo toda la responsabilidad, le cont todo cunto saba.

    Pero no slo hizo esto sino que la condujo al stano, luego por el jardn, hastallegar a mi cuartel general. Entraron, y la hizo pasar a mi cuarto sin pararse apensar si yo estaba de acuerdo o no.

    Yo me encontraba en pijama y bata y no precisamente en condiciones de recibira nadie. Gracias a Dios que estaba afeitado.

    "Como soy la responsable de su enfermedad, pens que era mejor venir aexcusarme", dijo la seorita Morgan.

    Yo estaba tan sorprendido que apenas poda mirarla. Adems acababa de recibir

    una dosis de medicacin y esto no permite que la mente funcione con rapidez, yadems uno suelta la lengua con facilidad. Me iba a incorporar en el sof, pero ellame lo impidi cubrindome con una manta, de lo ms maternal. Luego se sent

    junto a m en un gran pouf dnde yo sola poner la bandeja.

    "Por qu no est en la cama?" pregunt.

    "Porque odio estar en la cama. Prefiero levantarme y andar."

    Al no haber conocido mujeres poco convencionales, no saba cmo manejarmecon ella.

    La seorita Le Fay Morgan empez a sonrer.

    "Va en contra de la tica profesional hacer amistad con un cliente? dijo.

    "No. No va en contra de la tica profesional, pero creo que un hombre es tonto silo hace".

    Me mir fijamente y creo que intuy que yo no me encontraba muy bien. No hizocaso de mi impertinencia y contino la conversacin.

    "Qu habitacin tan acogedora tiene usted!" dijo.

    Le sonre con gratitud.

    "Siempre me he preguntado cmo serian las casas de la gente que lo sabe todode casas" dijo.

    Pens que si hubiera visto la de Scottie, o nuestro edificio principal, se hubiera

    quedado muy desilusionada.Empez a andar y mirar mis libros, y yo empec a temblar. No me gusta en

    absoluto que nadie se interese por mis libros. Revelan muchas cosas.Especialmente la seorita Morgan, que deba ser la ltima palabra en sofisticacin yyo no lo soy. Tengo una coleccin miscelnea. Creo que observ mi reaccin. Erauna persona muy perceptiva. Se fue hacia la ventana y mir hacia afuera. Yo no eraresponsable del paisaje, as que eso no me molest.

    Luego oy el sonido del ro.

    "Es el rio?" dijo.

    Asent.

    "El que sale a Dickmouth?"

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    "Este es el Dick estrecho, el ancho an no he podido descubrirlo. No aparece enlos mapas" le dije.

    "No existe. El nombre original de este ro es Naradek.

    "Narrow Dick" es slo una corrupcin de la palabra original"

    "Cmo lo sabe?"

    "Porque siempre me han interesado estas cosas" me dijo.

    "Dnde lo ley?" le pregunt ya que la arqueologa de la zona me interesabaa m tambin y crea saber bastante, aunque esto era una sorpresa.

    Sonri de una forma rara.

    "Si se lo dijera, no me creera, igual que no cree cuando le digo que soy VivianLe Fay Morgan."

    Haba algo familiar en el nombre que distrajo totalmente mi atencin. No podarecordar dnde lo haba odo antes, o que significado estaba relacionado a l.

    Volvi a sonrer. "Soy en parte bretona, en parte galesa" dijo. "Mi padre mellam Vivian inspirndose en Vivian le Fay, la bruja mala joven que estuvo junto aMerlin en su vejez. Quizs me iba bien el nombre pero a la seorita Morgan nuncale gust, lo odiaba. Cuando me dej su dinero estipul que yo tomara su nombre".

    No me agradaba en absoluto or toda aquella sarta de mentiras. No me iba a darpor vencido tan fcilmente, as que no hice ningn comentario y cambi de tema.

    "An no me ha dicho porqu el Narrow Dick viene de Naradek".

    "Le gusta la arqueologa, parece" dijo.

    "Entonces quizs me pueda decir dnde puedo encontrar la cueva de Bell Knowlednde el sol se levanta y baja".

    Estuve a punto de contestarle, ya que saba el lugar exacto dnde se encontrabala cueva. Tena en mente una imagen fotogrfica de ella. Se encontraba en laladera de un monte, y en dnde haba un ro seco que se llenaba slo cuando llova.De pronto record que lo nico que saba acerca de la cueva lo aprend en aquelsueo de la sacerdotisa, y que la mujer frente a m se pareca mucho a ella. Nopoda hablar. Estaba atnito.

    "He tenido una experiencia muy curiosa hoy despus de la inyeccin. So conesta regin en los tiempos prehistricos. Haba una cueva en el mar que ahora yano existe. S de qu cueva se trata. Usted me ha sorprendido con sus palabras,"usted tambin ha soado con ella" dije.

    "No he soado con ella, la he visto en un cristal"."Dios mo, Adonde quiere llegar?.

    "Eso es lo que yo quisiera saber", dijo ella.

    "Imagino que no me creer si le digo que usted estaba en mi sueo. Si ustedcree eso, yo creer que usted es la seorita Morgan. Le Fay o Le Fay Morgan, parael caso es lo mismo".

    Me mir, y sus ojos brillaron como lo haban hecho cuando haba visto el efectoque produjo sobre m el da que se descubri la cara. "S que est diciendo laverdad" dijo despacio. "S que me reconoci cuando le mostr la cara. Pongamoslas cartas sobre la mesa, Sr. Maxwell. Usted dgame lo que sabe y yo har lopropio".

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    As que se lo cont todo. Era difcil ser coherente y por supuesto no empec pordnde deba. Sin embargo ella consigui enterarse de mi relato.

    "Usted lleg a la sacerdotisa a travs de la Luna, ya que la luna rige el mar. Noson dos experiencias distintas sino dos caras de la misma experiencia. Ahora yo le

    contar mi parte y luego usted podr juzgar."

    CAPITULO CUATRO

    Realmente la historia de la Srta. Morgan era increble.

    Sus antepasados haban sido una familia de hugonotes de Bretaa que se habanasentado en Inglaterra cuando tuvo lugar la revocacin del Edicto de Nantes. Sehaban casado con otros refugiados franceses y luego con ingleses, y todo se habadesarrollado pacficamente hasta que el ltimo de la generacin se haba casadocon una galesa. As que los troncos celta, bretn y gales se haban unido. De allvena ella. Soy una fey (hechicera) tanto de naturaleza como de nombre. Luego semuri su padre y ella tuvo que arreglrselas por su cuenta. Se uni a un grupo de

    pantomima, y comenz a abrirse camino. "Mi mayor xito fue cuando interpret elpapel de la Reina Endemoniada en "Jack y la juda Beanstalk"

    Yo le cre. Sin duda deba haber sido una magnfica Mefistfeles femenina. Decualquier modo haba sido una existencia precaria, y cuando tuvo la oportunidad deconseguir un puesto con la Srta. Morgan a travs de un primo comn a ambas, loacept.

    En aquellos das estaba de moda el espiritismo. La vieja Srta. Morgan era unagran aficionada y le pidi a su nueva compaera que la ayudara cuando dio unafiesta para algunos vecinos. La mesa, que hasta ese momento slo se haba movidosobre sus patas, comenz a bailar un jig irlands.

    La seorita Morgan se haba estremecido hasta la mdula de los huesos. Desde

    ese momento en adelante se pusieron a trabajar con todas sus fuerzas. Despus dela mesa consiguieron una Planchette, y la Planchette comenz a hablar acerca deuna cueva: "Si la encuentras encontrars la llave que abre todas las puertas".Naturalmente la Srta. Morgan se qued impresionada al saber que yo me habaenterado de la existencia de la cueva en el modo en que lo hice. Le dije todo cuntosaba desde un punto de vista arqueolgico. Bell Knowle era en realidad Bel, o BaelKnowle, el monte del dios sol, dnde en otros tiempos se quemaban fogatas lavspera del mes de mayo, la noche de Beltane.

    Planchette haba dicho que la cueva se encontraba frente a un ro, y que solallenarse cuando suba la marea. Pero la Srta. Le Fay Morgan no saba que el rohaba desviado su curso en el siglo XIII, y que ahora desembocaba del lado opuestode Bell Knowle. Incidentalmente un monasterio haba sido arrastrado por las aguas.Segn la tradicin el grupo de monjes que vivan all llevaba una existencia untanto disipada, y una noche oscura mientras tena lugar una fiesta, el ro cambi sucurso y acab con todos ellos. Los ojos de la Srta. Morgan brillaban como lmparas.Parece ser que se relacionaba con su historia. Como me senta animado, la invit aque diramos un paseo en bote para inspeccionar el lugar. As que arreglamos unacita. Lo malo sera tener que inventar una excusa para Scottie y mi familia.

    Aparentemente la Planchette les dijo muchas cosas entre las cuales estaba lainformacin del ro Naradek. Esto se consigui a travs de otro mdium que sehaca llamar Sacerdote de la luna. Parece ser que en el continente perdido deAtlanta ya exista un ro Naradek, y fueron los colonos que se hicieron con eldominio de nuestra regin los que dieron origen al nombre del ro. Este mdium

    tambin recit un himno referido al ro.

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    Mi alma se meca Naradek abajo;

    El ro discurra en la vida, gil y enamorado.

    Ella ech la cabeza hacia atrs y comenz a cantar y recitar, con un tono clido ybajo. Yo pens que ese sera mi fin. Ya estaba en sus manos. De un modo quizsincoherente ella me estaba diciendo la verdad, y yo lo saba.

    Uno de los monjes del monasterio logr tener comunicacin con ellos y lesexplic quizs con una cierta ansia que no haban sido unos degenerados comosupona la tradicin sino que se dedicaban a investigar los orgenes de las cosas.Uno de los experimentos que haban hecho haba salido mal y por eso haba tenidolugar la catstrofe.

    Este monje coment que nuestro distrito haba sido el centro de una civilizacinmuy antigua, y que uno de los hermanos haba comenzado a explorar terrenos quenadie haba investigado nunca. Lo que descubrieron los haba dejado tan fascinadosque se metieron de lleno en el asunto. El abad principalmente.

    La Srta. Morgan arregl despus de esto misas para todo el mundo.As que buscaron a alguien ms y esta vez apareci un espiritista que dijo ser el

    que se haba comunicado con el viejo abad a travs del monje. Este individuo eraconocido por el nombre de sacerdote de la luna. Aparentemente estaba ansioso derevivir la adoracin. Parece ser que el viejo Abad quera ponerse a trabajar denuevo. Dios sabe porqu con el ejemplo del monasterio inundado a sus pies. Peroestas cosas tienen un encanto especial.

    La Srta. Morgan comenz a envejecer y Le Fay tuvo que dedicarse a cuidarla day noche. La vieja Srta. Morgan le hizo prometer que continuara con el trabajo tanpronto como pudiera. Le dijo tambin que le dejara dinero bajo esa condicin,aunque por supuesto no apareci en el testamento. Y luego, gracias a midesafortunado padre, se perdi gran parte del dinero. As que todos los planesquedaron en ascuas. Ahora, sin embargo, que las cosas estaban mejorando, laSrta. Le Fay quera volver a investigar y peda mi ayuda. "Me cree ahora?" dijofinalmente. "S, por supuesto"

    Luego entr Sally con el t y se ech hacia atrs como si hubiera visto unaaparicin. Se qued titubeando en el aire. Sin embargo, al final decidi que lahermosa Sra. me poda hacer bien, as que fue a buscar otra taza y cort ms pany mantequilla.

    Arreglamos que tan pronto como yo me encontrara bien yo la llamara al Hotelen Dickmouth, para ir de expedicin en busca de una casa. As que al da siguienteme levant al medioda, fui a la oficina y comenc a ver las listas de residencias enlas zonas de Dickmouth, y Starber que pudieran satisfacer las expectativas de la

    Srta. Le Fay Morgan.Cuando Scottie supo lo que yo estaba haciendo aspir profundamente pero dej

    de quejarse. En Escocia los negocios son los negocios.

    Ella quera algo aislado, con habitaciones amplias y un stano, y que estuvieratan cerca del mar como fuera posible. Blasfem al pensar en la oportunidad quecasi haba regalado y que le vena muy bien. Luego record que s haba un sitio, yque era de su propiedad. Fuera de Dickmouth en el rio Dick haba una granextensin de terreno que daba al mar. Al final haba un fuerte desmantelado que laOficina del Ejrcito haba abandonado; y mi padre la haba recogido para beneficiode los Morgan. El haba pensado que se poda transformar en un buen hotel, con uncampo de golf detrs. Pero se olvid de preguntar acerca del alcantarillado antes de

    comprarlo, y cuando supo que dependa de tanques de agua de lluvia, se dio cuenta

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    de que no sera un buen hotel.

    As que llam a la Srta. Morgan y le dije que el sacerdote de la luna ya tena eltemplo arreglado, esperndola. Le dije que pidiese un canasto de comida en elhotel y convine en pasar a buscarla por la maana temprano.

    Me preguntaba cmo se las iba a arreglar con sus zapatos de tacn alto si yo noconsegua llegar con el coche hasta el fuerte; pero al llegar al hotel vi que se loshaba cambiado por otros ms prcticos pero elegantes. Tambin llevaba unchaquetn suelto gris y verde, con un gran cuello de piel. Sobre l solamente leasomaban los ojos. Los holgazanes que estaban tomando el sol la miraban. Nuncaantes haba tenido la experiencia de ir con una mujer a la que otros hombresmiraban, y sent que la sensacin me agradaba.

    A pesar de que podamos ver la enorme extensin de Bell Head en la parte msalejada de la baha, tuve casi que conducir de vuelta a Dickford antes de hacerlo,ya que el ferry no llevaba coches.

    Sin embargo, pudimos llegar al puente que permite la entrada de las camionetas

    de carbn. Y entramos en las marismas.Aqu la tierra cambi. Este era el pas que yo haba visto en mi sueo cuando

    conoc por primera vez a Morgan Le Fay, si realmente era ella, cosa que yo mecrea a medias.

    Esta parte de la marisma estaba dividida en diques y en los prados se podan verpastar a las vacas. Pero a medida que avanzamos los diques desaparecieron y latierra apareca cubierta de agua y de los viejos dioses. Slo la carretera seencontraba en condiciones y junto a ella haba garzas que no nos hacan ni caso, ypens que si se hablaban como era su costumbre, no nos podran ver mejor que losque nos vean los peces.

    Me volv hacia la Srta. Morgan y le dije: "Aqu es dnde tuve que alumbrarle elcamino entre la niebla la primera vez que la vi".

    No pude ver si sonrea o no dentro de aquel cuello, pero su voz sonaba profunday clida: "Lo recuerda entonces?" "Quizs" dije yo. Y me concentr en conducirya que estaba muy sorprendido de mis propias palabras. Teniendo tan poco que vercon mujeres, suelo ser o bien demasiado brusco o demasiado formal. De cualquiermodo, necesitaba concentrarme en conducir ya que estbamos en un tramo decarretera dnde la hierba estaba muy crecida.

    A nuestra izquierda Bell Knowle surga como una pirmide perfecta entre lasmarismas. Los pinos crecan en los pliegues, pero su cresta era indcil a los vientos.Y bastante nobles vistos desde ese nivel.

    Al pasar le indiqu el hueco que en mi opinin contena la cueva del mar, ydesde aquel punto de ventana que da un montculo de diez pies le indiqu la fosazigzagueante marcada por el resplandor del agua estancada, que era todo lo quequedaba del antiguo ro Dick antes de que hubiese cambiado su curso e inundara elmonasterio.

    Por supuesto ella, siendo mujer, quera desviarse para inspeccionar la zona. Peroera imposible hacerlo ya que no haba ningn tipo de puente ms cerca que el deStarber, a unas tres millas ms adelante. El pueblo ms cercano a Dickmouth, eraste si se lo poda denominar un pueblo. Realmente hoy en da, no era ms que unpueblo de pescadores. En sus tiempos haba sido un puerto bastante grande, y selo mencionaba en el libro del Doomsday como tal, ya que la corriente del romantena el puerto abierto, pero cuando el ro cambi su curso la gloria del pueblo

    desapareci, y ahora solamente los barcos que podan llegar a la playa lo podan

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    usar. Detrs del pueblo, sin embargo, quedaban los vestigios de las lneas largas deladrillos que haban sido desembarcaderos pero que desde entonces haban sidoutilizados como una cantera para construir y pavimentar todo el distrito; y slo lastrincheras que marcaban la base de la construccin permanecan en pie.

    Mi padre haba comprado lo que quedaba de todos estos terrenos y habaconstruido bastante de sus magnficas casas de piedra que no servan para nada.Yo recuerdo muy bien cuando de nio iba con l en su bicicleta antes de que lasmotos se pusieran de moda entre nosotros, y de haber visto los enormes bloquesde piedra partidos en dos antes de ser utilizados. Se trataba de una albaileraverdaderamente ciclpea, y el cemento, rebajado con agua, era de tal consistenciaque era ms fcil cortar la piedra que el material utilizado para unirla. Si yo hubieraconocido el secreto de aquel cemento actualmente sera rico. No tenemos nada ashoy en da.

    Se lo mencion a la seorita Morgan, y se empez a rer.

    "Sabe usted que Starber es el puerto es Ishtar? Ese era el sitio al que yo quera

    llegar cuando usted me hizo tropezar con un banco de arena cuando estaba con susfantasas como ahora?".

    El malecn conduca la carretera a travs del lecho poco profundo del antiguo roDick. Aqu se poda observar con claridad los restos de lo que evidentemente habasido un antiguo sendero pisado por los pies de esclavos, cuando ellos debanconducir los barcos con las velas ya plegadas a travs del cauce zigzagueante delro, de las marismas hasta Dickford. All estaban esperando los hojalateros de lascolinas que vivan detrs del cerro. Aprovechndose de la elevacin del terreno,haba un sendero estrecho que conduca al mar. Seguimos este sendero ya que nosllevaba por una ruta indirecta a la granja en ruinas al pie de Bell Head, que erapropiedad de la seorita Morgan.

    Lo miramos por encima de un muro de piedra que tambin estaba en ruinas queseparaba un patio estrecho del pantano. En su tiempo haba sido blanqueado comoes costumbre en esta zona. Pero la cal haba casi desaparecido, salvo en algunostrozos. Las piedras eran tan grises como la hierba del pantano.

    La casa era baja como una caja, como si hubiera sido dibujada por un nio sinningn tipo de imaginacin. No pareca existir vestigios de un jardn, aunque shaba un trozo de vegetacin exuberante que indicaba dnde haba estado la pila deestircol demasiado cerca de la puerta de atrs. Bell Head tena la forma de un lentumbado, con la cola hacia el mar mientras que la granja estaba ubicada entre suspatas protegindose de este modo de los vientos del oeste. La inclinacin queconduca al pecho del len haba tenido terrazas aunque en pocas ms recienteslas excavaciones haban acabado con ellas.

    La seorita Morgan inmediatamente se dio cuenta de la forma aleonada delterreno, e indicando las terrazas entre las patas dijo: "Ah cultivaban viedos".

    "Quin?", pregunt yo totalmente sorprendido.

    "La gente que haca uso de Bell Knowle como templo. Yo volver a cultivar viassi regreso".

    Luego llegamos a una carretera que haba sido construida por el Departamentode Guerra, y pareca como si alguien en vez de fijarse en el terreno hubieradibujado una lnea con una regla sobre un mapa, dejando que los soldadosexcavaran segn su gusto y gana.

    Esta lnea iba diagonalmente por la ladera inclinada del final de Bell Head, y al

    llegar a una curva estrecha sent miedo de que el coche se fuera hacia atrs

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    rodando. Despus de aquella curva tan peligrosa la carretera segua recta por todolo largo del terreno que daba al mar.

    Encima de nosotros sobre la cima de un montculo haba pilas de piedras que leinteresaban a la Srta. Morgan. Yo no quera que se entretuviera mirndolas, as que

    continu conduciendo hasta que llegamos a la carretera que bajaba y vimos elfuerte. La Srta. Morgan se senta emocionada.

    Era un sitio pequeo y hundido para protegerse de los caonazos, y construidode tiza, por el mismo arquitecto sin imaginacin que haba proyectado la carretera.La puerta estaba desencajada y dimos una vuelta al patio para entrar. Detrs denosotros estaban los cuarteles. Delante, un semicrculo para los caones. Al frentehaba un promontorio que destacaba sobre el agua. En das de tormenta era deimaginar que las olas lo cubrieran fcilmente.

    La Srta. Morgan ech un vistazo y coment que el sitio era ideal para ella. Sinembargo no tena apetito todava sino que prefera subir a la cima angulosa delpromontorio que estaba a unos 50 60 pies del agua. Se qued junto a las olas

    contemplando el mar.Me sent incmodo al verla subir, porque si se hubiera deslizado por aquellas

    piedras, nada la hubiera podido salvar, con aquella marea tan fuerte. As que lallam para que volviera. No me contest, sino que se qued all mientras yo mefumaba tres cigarrillos. Daba un paso hacia atrs cada vez que las olas seacercaban al subir la marea. Su abrigo de pao gris verdoso se confunda con elmar. En aquella oscuridad griscea, los pliegues de su abrigo flotaban como unabandera al viento.

    Luego se quit el sombrero y se solt el pelo que llevaba sujeto con una peinetade concha de tortuga. La mir fascinado. Jams haba conocido una mujer que secomportase as. Me fum un cigarrillo. Sin embargo mi excitacin no habadisminuido al terminarlo. Y como pens que ya llevaba bastante rato all, bajintentando ayudarla a subir.

    Se volvi hacia m y me dio la mano. Yo pens que era para sujetarse, as que sela cog para ayudarla. Pero me hizo bajar junto a ella. Sigui sujetndome.

    "Ven a sentir el mar" dijo.

    Me qued sin hablar apoyado contra el viento, como lo estaba haciendo ella. Nohaca fro, sino que un viento clido nos envolva. A nuestros pies haba unchapoteo insistente de pequeas olitas. Y tambin se poda or el tronar constantede las olas dando contra las rocas. Era fascinante. El mar, profundo y fuerte nosrodeaba.

    Luego comenc a sentir el repiqueteo de las olas contra las rocas. Eran como

    campanas. Era como si el mar estuviera latiendo por dentro. El latido aument, yluego pude or un sonido metlico como si los palacios del fondo del mar estuvieranabriendo sus puertas.

    "Mi querido nio, te vas a caer" dijo ella.

    Me volv, atnito, y me encontr con la seorita Morgan sujetndome la mano.

    Volvimos a bajar por las pendientes, y yo me volva para ver si los dioses delmar nos seguan. Me haba parecido haber estado en el lugar dnde se unen laspuertas de dos reinos.

    Comimos y la llev de vuelta al hotel. Me alegraba que el lugar le gustaseaunque senta haber sido un muy mal compaero.

    Al despedirnos a la puerta del hotel me toc el brazo y me dijo. "Cundo va a

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    darse cuenta que no tengo otras expectativas que las de ser su amiga?".

    Me qued tan sorprendido que no pude pensar en nada para decir. Me pareceque murmur algo sin pizca de gracia y me fui tan pronto como pude.

    CAPITULO CINCO

    Era curioso que en el momento menos pensado hubiese aparecido la compaaque yo necesitaba y que haba estado buscando. Pero no saba muy bien cmomanejar la situacin. Mi manera de comportarme no dejaba traslucir misverdaderos sentimientos. Decid que la prxima vez que me encontrara con laseorita Morgan me tomara un par de copas para ver si mis inhibicionesdesaparecan.

    Pero algo me consolaba. Ella me haba encargado transformar el fuerte en unsitio habitable. As que la tendra que volver a ver no una vez sino varias. Tena laesperanza de que con el tiempo y la costumbre me desenvolvera mejor.

    Estuve viendo qu empresa se poda hacer cargo del trabajo. No quera contratara la gente de siempre por temor a las habladuras. Finalmente encontr la personaidnea. Reparaba iglesias y era un especialista en ese tipo de edificios. En nuestrazona las iglesias eran muy bonitas.

    Este hombre que se llamaba Bindling trabajaba con un grupo. Eran tres hombresms y el hijo de Bindling que era completamente idiota. Iban de un sitio a otro enun carro de heno con un par de caballos. Una vez firmado el contrato tuvieron quesubir con el carro por aquellos senderos difciles. Tampoco eran personas quetrabajaban con mucha prisa. Pero no se detenan nunca. As que finalmenteacababan el trabajo a tiempo, y a veces antes que otras compaas ms ortodoxas.El idiota era un magnfico escultor. El problema consista en que para bajarlo delandamio a la hora de comer no podan hacer sonar la campana porque de lo

    contrario bajaba demasiado rpido arriesgando su vida. Pero realmente era elsostn del grupo.

    El viejo Bindling se march al fuerte y lleg all despus de una semana. Entreuna semana y diez das. Tuvo que subir por aquella carretera del Ejrcito y bordearla curva cerrada. Slo Dios sabe cmo pudo hacerlo. El fuerte haba sido construidopara parar el fuego de los caones, as que era necesario simplemente repararlo,pero la estructura bsica ya exista. Ya no quedaban cristales en las ventanas nipuertas debido a la accin de los viajeros que pasaban por all. Tambinencontraron que haba algo muerto en el agua. Result ser un grajo, y qu difcilera pensar que un simple pjaro hubiese podido volar tan alto y llegar tan lejos.

    Yo soy capaz de realizar el trabajo de un arquitecto aunque no poseo un ttulo,as que mientras el Sr. Bindling y su grupo se dedicaban a pescar el grajo, medediqu a tomar medidas. En principio todos creamos que se trataba de una oveja.

    Mi idea era transformar un sitio que pareca una crcel en un templo para misacerdotisa. As yo la llamaba a la seorita Morgan, aunque por supuestoenteramente a sus espaldas. Nunca me hubiera atrevido a decrselo cara a caraaunque estoy seguro que le hubiera encantado. No se trataba de un trabajo fcil.Era difcil cubrir aquella estructura de piedra. Me dediqu a leer un montn de librosde arquitectura de todo el mundo. La seorita Morgan nunca se lleg a enterar quesu casa segua el modelo de un templo azteca. Tambin me inspir en un viejomonasterio de los Apeninos que haba sido transformado en una villa. El arquitectohaba mantenido la severidad original pero rompiendo la estructura a la altura delas ventanas, y haciendo la prgola ms ligera.

    Puse mis ideas en orden y pens que se acoplaran bien al fuerte. Luego hice un

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    dibujo a escala y se lo mand a la Srta. Morgan que en estos momentos seencontraba en Londres. Me mand una carta muy agradable. "Al ver su habitacinsupe que Ud. era un artista, pero no imaginaba que era un artista de tamaacategora".

    Obviamente era imposible seguir a rajatabla el modelo y tener una prgolacubierta de enredaderas. Cualquier planta con excepcin de la hiedra hubieradesaparecido al poco tiempo, siendo sustituida por hiedra. As que dise unaprgola construida de piedra con plantas marinas y animales esculpidos en lapiedra. Casi me muero al intentar pescar fucos gigantes que me sirvieran demodelo. El viejo Bindling que me salv cogindome del cuello, me dijo quecualquier lugar que va a ser un sitio sagrado siempre pide el sacrificio de una vida,aunque se trate de un humilde y pequeo beln. Debido a sto l slo se dedicabaa reparar iglesias pero no a construirlas. Por supuesto no tena ni la menor idea,que en ese momento estaba construyendo un templo para los dioses del mar.

    Me dediqu a disear los dibujos de la prgola y me qued bastante contentocon los resultados. Se los mand por correo a la Seorita Morgan que en este

    momento estaba de vacaciones en el continente. Parece que le encantaron losdibujos y consigui que los reprodujeran en una revista de arte. Luego los enmarc.Ella nunca lleg a saber que los tuve que volver a dibujar para que el idiota losreprodujera.

    Haba conseguido romper con la monotona del edificio poniendo arcos gticos entodas las ventanas. Haba un puente bastante inestable a la entrada del fuerte.Reemplac la madera podrida por piedra siguiendo el ejemplo de uno que habavisto en Cumberland. La entrada, que tena forma de tnel y que daba acceso alpatio, la decor con enormes puertas dobles de roble, copindolas de una catedraly decorndolas con bisagras de hierro. Las bisagras me las hizo nuestro herrerolocal. Era una verdadera obra de artesana. Mi hermana no dejaba de observarme yde vigilarme. Pero pareca ser que la providencia se puso de nuestro lado, y lasbisagras fueron expuestas en una sala de arte. Luego las llevaron a Londres. Asque nuestra familia consigui una cierta gloria. Mi hermana se fue calmando.Adems, pensaba que la Seorita Morgan andaba por los noventa.

    "An tiene todas sus facultades?" me pregunt un da.

    "Yo creo que s, aunque Scottie opina que es muy frgil".

    "Realmente esta era la opinin de Scottie, aunque no en el sentido que podancreer mi madre y mi hermana."

    Se fueron acostumbrando a que yo me fuera al fuerte. El aire del mar eramaravilloso para mi asma, as que todo pareca estar a mi favor.

    Trabajamos en el fuerte todo el verano, y de decir que fue un xito. Desde latierra pareca las ruinas de una abada ya que tena ventanas gticas. El tejado eraplano y lo tech con piedras como si se tratara de una cabaa de Cotswald. Quedbastante bien.

    Las tres astilleras para los caones tenan escalones de forma semicircular ybalaustradas esculpidas con caballitos de mar y otros animales marinos. Construuna escalinata que llegaba hasta las rocas con pasamanos, ya que no deseaba quela Seorita Morgan se cayera al mar como casi me haba ocurrido a m. Tambinhice un maravilloso balcn serpenteante que daba a la playa. Era una especie decala que daba al mar, justo debajo del sotavento. Aqu llegaban grandes cantidadesde madera. Pens que la Seorita Morgan cocinara con aceite por lo que nonecesitara carbn. Cuando el idiota no tena nada que hacer lo hacamos pescar

    madera, o hacer un fuego. Yo quera conseguir una buena cantidad de madera seca

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    para recibir a la Seorita Morgan. La llama azul de la madera es hermosa.

    Entonces empezamos a trabajar con la curva para que no fuese tan peligrosa.Los camiones de muebles subieron sin problemas aunque he de admitir que fuemuy difcil. Ella envi un hombre y una mujer para que se encargaran de la granja.

    Eran gente de Cornwall, campesinos de mente estrecha. Pero laboraban.Viviran en la granja e iran al fuerte para ocuparse de las tareas domsticas.

    Pusieron el lugar en condiciones, aunque los ltimos toques los tendra que darla Seorita Morgan. Termin mi trabajo y me dediqu a echar una ltima ojeada.Aquella tarde llegara ella.

    Slo poda llegar en el tren de las 5.15. Luego tardara una hora hasta llegar alfuerte, as que yo tena suficiente tiempo.

    Me dediqu a pasear y a despedirme de mis animales marinos. De pronto uncoche deportivo entr por la arcada. Era la Seorita Morgan.

    Me qued tan sorprendido que no supe decir otra cosa que "Hola", que sin duda

    no es la mejor manera de recibir a un cliente."Hola que tal est?" Dijo ella sonrindome. Llevaba una gabardina de seda

    con un cuello duro que le tapaba las orejas.

    Los Trethowens salieron a recibirla, y luego tuve que presentarle al SeorBindling. Yo no quera que el idiota se acercara porque como babeaba y tena otrosdefectos no era muy presentable. Sin embargo, el viejo capataz acudi en miayuda. Le puso una caa en la mano para que se fuera a pescar maderas. Aquellohizo que el idiota se olvidara de la Seorita Morgan.

    El viejo Bindling y yo le mostramos todo, y se qued encantada. El fuerte tenalos cuarteles de los oficiales en una punta y una barraca en la otra. Yo habatransformado la barraca en un mirador y la haba cerrado con ventanas. En elespacio de la estufa haba construido una chimenea con dos asientos en losngulos. En cambio de perros de fuego dise unos delfines gordos que estabansentados sobre sus colas llenas de rizos. Me los hicieron en una fundicin de Bristol.

    Todo el mundo los estaba admirando cuando de pronto ocurri algo que llam miatencin. El idiota Bindling se estaba deslizando por las rocas. No era cuestin dedar explicaciones as que corr hacia l. Pero no pude llegar a tiempo. Lo vi caerhacia el mar y no qued ni rastro de l.

    Me quit la chaqueta con intenciones de ayudarlo. Era un acto totalmenteestpido ya que no haba ni la ms remota posibilidad de salvarlo. Por suerte elcapataz me detuvo. ''De nada vale que des tu vida por la suya dijo".

    Los otros se quedaron paralizados de horror mirando como haba desaparecido elcordero de la luna. El viejo Bindling se levant el sombrero, no en son dereverencia sino para rascarse la cabeza.

    "Bueno no s qu decir", dijo finalmente volviendo a colocarse el sombrero.

    "Quizs haya sido mejor" dijo el capataz.

    "Quizs, pero la sangre es demasiado llamativa en el agua".

    Yo estaba temblando pero la Seorita Morgan permaneci inmvil. Se mostramablemente fra con el viejo, lo que me hizo desconfiar. Record las palabras deBindling, que un templo siempre pide una vida al ser construido. Pues ya la tena.Los dioses del mar lo haban intentado tres veces consecutivas y finalmente lohaban conseguido. En mi sueo la sacerdotisa del mar peda el sacrificio demuchas vidas.

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    La Seorita Morgan me quiso preparar una copa pero no encontr nada as queme ofreci t. Pero yo quera volver a casa. No me senta muy bien y tenasentimientos confusos contra ella.

    Lo sucedido no era culpa suya, pero yo tena la sensacin de que lo que ella

    representaba haba puesto fin a la vida del joven.No intent retenerme al ver que yo no deseaba quedarme, pero me acompa

    para despedirme. Luego el coche pareca no querer arrancar! La noche anteriorhabamos estado usando los faros y se haba quedado sin batera. De haber tenidoun poco de sentido comn hubiera llamado a Trethowen para que lo arrancara peroyo puse todo mi peso sobre el acelerador y no consegu nada. Me inclin sobre elcoche y rec pero de nada vala. La Seorita Morgan llam a Trethowen y l y sumujer vinieron corriendo. Afortunadamente l saba de mi asma. No soy unespectculo precisamente agradable cuando tengo ataques y siempre tengo lasensacin de desagrado de que me vean y al mismo tiempo no me gusta estar solo.

    Me llevaron dentro y me sentaron en un silln, me preguntaba qu se podra

    hacer, ya que no haba telfono y era imposible llamar a un mdico. Me di cuentaque tendra que pasar por ello sin morfina. El propio ataque en sus formas msagudas no suele durar ms de un par de horas, pero siempre son dos horas muylargas.

    Los Trethowen queran prepararle algo a la Seorita Morgan, pero ella no queranada. Se qued mirndome. La o murmurar "Esto es terrible" y me di cuenta queno tena tanta sangre fra como pareca. Anduvo por el cuarto y luego se volvi am. "Dara cualquier cosa por ayudarle" dijo. Pero no se poda hacer nada.

    Luego se sent en el brazo del silln y me rode con sus brazos y yo me inclinsobre ella.

    El ataque pareci mejorar y me qued dormido, ya que hay un punto en que la

    propia naturaleza responde.As que la profeca de Scottie lleg a ser verdad ya que dorm con la Seorita

    Morgan pero no como l pensaba.

    Me consiguieron una cama ya que a la maana siguiente me despert all. Mesenta dbil pero en paz. El ataque haba acabado y mi corazn haba respondidomejor que de costumbre ya que no se poda observar efectos secundarios quegeneralmente viene producidos por las drogas.

    La Seorita Morgan me haba puesto en su propia cama en el ala este del fuerteque reciba la luz del sol a travs de una ventana. Yo me despert al amanecer y viun glorioso camino de oro plido producido por el efecto de las crestas de las olas.

    Era bastante romntico el hecho de despertar al amanecer en la habitacin de laSeorita Morgan y mirar alrededor. Ella lo haba decorado con tonos azules, grises yverdes que producan el efecto de agua de mar transparente.

    El cabecero de la cama estaba esculpido representando una ola a punto deromper. Estaba pintado de plateado con pequeos brotes verde-azuladosiridiscentes y en la media luz del amanecer tena un aspecto realista.

    Todos los objetos del tocador eran de plata y haba un montn de botellas de lasms diversas formas de cristal. Pareca el laboratorio de un alquimista medieval.Slo necesitaba un astrolabio y un atanor y una o dos retortas para completar elcuadro.

    "La seorita Morgan perteneca a una secta de la que era sacerdotisa, la fra

    secta de las profundidades primordiales que exige a cambio el sacrificio de vidas

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    humanas. Conmigo siempre fue muy amable. Yo no poda evitar recordar lo quehaba ledo de los aztecas. Un esclavo era escogido entre las gentes del pueblo yreciba durante todo un ao aquello que l deseara. Al cabo del ao era sacrificadoen un altar mediante la extirpacin del corazn mientras an se encontraba vivo. Alrecostarme sobre las almohadas de seda de la Seorita Morgan pensaba queaqullo me poda ocurrir a m si no me andaba con cuidado. Segn la tradicin, elcorazn se extirpaba con un cuchillo de oro. Cmo podan conseguir que el orotuviera filo para hacerlo pasar a travs de las costillas?...

    Al volver en m despus de haber estado inmerso en aguas muy profundas,encontr a la Seorita Morgan mirndome a los ojos con tal fijeza que pareca estarquemndome agujeros en el cerebro dentro de mi propio crneo.

    Era una sensacin curiosa permanecer all tumbado mirando a la muerte cara acara, pero con placidez. La vida no me deparaba mucho, aunque yo saba quellegando a un lmite me aferrara con intensidad.

    Todos mis intereses giraban en torno a la figura de la Srta. Morgan. La otra

    alternativa era volver a casa, tener asma, pelearme con mi hermana y vendercosas intiles a gente intil.

    Despus de tomar aquella decisin me volv a quedar dormido y cuando medespert la Sra. Trethowen estaba en mi habitacin con una bandeja. Me traa eldesayuno. La Srta. Morgan entr y me habl. Como de costumbre yo no tenamucho que contar. Adems estaba ms afnico que un gallo, y no me habaafeitado. Seguramente tena los ojos rojizos. As que desisti de hablar conmigo.Cogi un libro, y se sent a leer. Haba enviado a Trethowen a enviar un telegramaa mi familia para que no se preocuparan. Decid aceptar la invitacin de quedarmepor un fin de semana. Era incapaz de ponerme en pie, y dudaba de poder hacer enlas siguientes veinticuatro horas.

    Era bastante agradable estar en aquella habitacin soleada con la Srta. Morgan,oyendo el ruido del mar. Aunque ella no me prestara atencin, la senta allconmigo. En ocasiones como sta me parece llegar al alma de las personas. Sexactamente lo que estn pensando y cmo se sienten.

    As pasamos todo el da hasta que lleg la tarde. Desde aquella habitacin nopodamos ver la puesta de sol pero nos llegaba el reflejo. Sali la luna llena y unavez ms pude observar la luz sobre las olas del mar.

    Como sola ocurrirme al ponerme en contacto con la luna, mi otra naturalezaresurga. Yo saba que el mar posea una vida muy intensa y que aqu en el fuerteestbamos en estrecho contacto con l, ya que el mar nos rodeaba tan de cercaque casi ramos como una isla. En pocas de tormenta el roco del mar parecalluvia.

    Toda la habitacin era como agua de mar a la luz del sol. Incluso el vestido quellevaba la Srta. Morgan era verde y su cuello luca un collar de zafiros con formatode estrellas que acaparaban la luz. Era un vestido extrao, medieval de shantungbrillante que dibujaba su figura. El cuello era descolado cortado formando uncuadrado en que le llegaba casi a la cintura. De mangas largas pegadas al brazoacabando forma de boca de pez en los puos. Se haba pintado las uas de un tonogris perla. El efecto era extrao e inhumano.

    De pronto mis pensamiento se vieron interrumpidos.

    "Wilfred. Qu sabes de la luna?"

    Le dije que me haba puesto en contacto con la luna despus de mi primer

    ataque de asma y poda sentir sus mareas, saba cuando actuaban los poderes de

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    la luna. Si decrecan o se fortalecan, si eran fuertes o poderosos o retrocedancomo el mar junto a la playa. Le dije que crea que las mareas de la luna influansobre todas las cosas en una manera de la que no ramos del todo conscientes yque aunque no entenda esto crea que algn da lo llegara a entender. Quizsllegara a saber algo ms mientras permaneca sentado despus del ataque deasma.

    Asinti. "S", dijo. "As te llegar. Si consigues con el asma lo que yo con micristal."

    Le dije que saba que se deba a las drogas. Pero lo neg.

    "Anoche no tom drogas. Aunque sea un hombre enfermo es una de laspersonas ms vitales que he conocido. Y lo curioso es que cuanto ms cado estms vital es. Tiene un tipo de magnetismo extrao, Wilfred. Supongo que ese es elproblema. Quizs usted magnetiza."

    Eso era cierto, porque de algn modo siempre me senta muy vital cuando meencontraba flcido despus de un ataque. Mi mente se pona en estado de alerta y

    lcida, incluso cuando no poda ni siquiera tener una taza entre mis manos. Era enestos momentos, de hecho, cuando tena una lucidez anormal que me habapermitido mirar detrs de la luna.

    La seorita Morgan se acerc a m y me mir con sus ojos oscuros.

    "Ahora se encuentra en ese estado, verdad?", dijo.

    "Hasta cierto punto, s".

    "Entonces digamos qu sabe de m, lo que imagina, cualquier cosa".

    La vi sentada en la silla esculpida y alta en aquella habitacin azul iluminada slopor la luna. Los zafiros alrededor de su cuello atraan la luz de un modo extrao ydibujaban una lnea de fuego fosforescente donde el cuello se une con el pecho. Supelo negro estaba recogido en bandas. Sus cejas eran blancas y sus ojos muyoscuros. S, era la sacerdotisa del mar que yo haba visto en la niebla.

    Y mientras la miraba inclinarse hacia m con sus ojos oscuros y con la miradaintensa me pareci salir del espacio y el tiempo.

    "Nuestra tierra se est hundiendo porque el mar es demasiado fuerte paranosotros. Nuestros diques no pueden pararlo. Est entrando y ganando terrenopaso a paso. Hay un mal en el agua contra el que no podemos luchar y hemosbuscado una sacerdotisa con sabidura. Tenemos un sacerdote aqu pero l dice quees demasiado fuerte para l. Los poderes de la luna se pierden y hay un mal en lasaguas. Debemos buscar una sacerdotisa para la gente del mar. Que venga de latierra bajo el atardecer la tierra perdida y hundida en la que permanece tan poco. Y

    nos han enviado su Ultima Sacerdotisa, una "Sacerdotisa de Mar", que ha sidotambin sacerdotisa de la luna."

    "Y qu dijo la sacerdotisa del mar cuando lleg?"

    "Hizo un sacrificio."

    "Qu sacrificio?"

    "Hombres"

    "Dnde?"

    "En el lado debajo de Bell Kowle."

    "Cmo los sacrific?"

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    "Se encontraban junto al altar de piedra y la marea vino y se los llev. Ella hizosacrificios hasta que el mar se encontr satisfecho."

    Luego volv en m como quien vuelve a la superficie despus de haber estadobuceando a gran profundidad y me encontr con la seorita Morgan mirndome a

    los ojos como si estuviera quemndome agujeros en el cerebro dentro de mcrneo.

    CAPITULO SEIS

    Al da siguiente Trethowen me prest una maquinilla de afeitar. Luego baj y meencontr con la seorita Morgan en el saln. Senta como si el suelo se balancearabajo mis pies, como si se tratara de un barco. Era una sensacin muy distinta delas que suelo tener despus de un ataque de asma.

    La seorita Morgan fue muy amable conmigo, y me dej vagar para estirar laspiernas. Luego me hizo sentar en una silla. Despus de comer me sent mscomunicativo. Siempre soy de lo ms insociable en estas ocasiones, y no lo puedo

    evitar. Sin embargo, despus de haber dormido gran parte de la tarde me sentmejor. A la hora del t era yo mismo de nuevo.

    Nos tumbamos sobre unas sillas plegables y el sonido de una vieja iglesia deStarber nos comenz a llegar a travs del agua calma. No se oa el aire ya que enBell Head el mar nunca est quieto. Una marejada del oeste se comenz a llevar lasrocas en aquella direccin. Comenz a soplar un viento helado y tuvimos queentrar. La seorita Morgan encendi los leos de la chimenea y yo me tumb en elsof mientras ella se sentaba en el pouf con los codos sobre las rodillas. Nosdedicamos a mirar las llamas azules de la madera salada. El tono era azulado ydorado. Las flameantes olas del mar parecan un palo incandescente.

    "Qu haremos con estas paredes?-me dijo.

    Mir la habitacin. La pared que daba al mar era como una sbana de cristal.Slo tenia los pilares de la prgola. En el otro lado las ventanas gticas rompan laestructura. El suelo era de parquet, y an se poda oler el perfume de maderanueva, que es un olor muy agradable. Pero yo no tena ni idea de qu hacer con lasparedes blancas.

    "Yo pondra un panel, o un tapiz. No puede empapelarlo."

    "Qu opina de pinturas?" dijo.

    "De qu tipo? le contest.

    "Escenas marinas".

    Era buena idea. Pero lo difcil era fijar lienzos en una pared llena de humedad.

    "No, no quiero lienzos" dijo"mi idea es pintar directamente sobre la pared"

    "Le ser difcil conseguir que alguien venga" le dije.

    "De ningn modo. Me encantar que usted venga. Conoce la tmpera?"

    "Nunca he trabajado con tmpera" le dije.

    "Bueno, venga y aprenda. Qu le parece la idea? me contest.

    "Est bien".

    Era fcil satisfacer la curiosidad de mi familia dicindoles que haba dormido enel fuerte debido a mi ataque de asma. Mi hermana estaba muy contenta con la

    exposicin de mis dibujos. Senta que la familia haba subido unos peldaos. Serhijo de mam tiene pocas ventajas, aunque tiene la gran ventaja de que nadie

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    piensa que vas a hacer nunca nada malo aunque te alejes.

    Arreglamos para que yo me fuera al fuerte todos los sbados, y me quedara atrabajar all todo el fin de semana. Los lunes volvera a hacer los trabajos de laoficina. Me senta tan feliz como un nio que lo llevan a ver una actuacin de

    pantomima. Cuando cruzaba el puente sobre el Dick vea el cambio de paisaje. Nohay granjas en las marismas. Los granjeros llevan sus bestias a pastar al otro ladodel puente. No hay ninguna construccin ya que corre el peligro de hundirse. Lacarretera misma viene atravesada por un dique. Yo la he atravesado en pocas deinundaciones y es imposible ver la tierra a ambos lados. Slo se ve la lneaserpenteante sobre el agua. No es una experiencia muy agradable.

    Me estaba paseando cuando me encontr con la seorita Morgan. Me dijo quehaba ido a hablar con Trethowen porque quera plantar vias. Me condujo hasta lasterrazas. Eran segn ella vias de Concord que haba trado especialmente deAmrica. Si podan soportar los inviernos de Nueva Inglaterra podran soportar losnuestros. Ni Trethowen ni yo tenamos muchas esperanzas de que salieranadelante. Un cuadro ms atractivo era el del jardn de hierbas que ocupaba la

    terraza ms alta. Yo sub muy despacio y la seorita Morgan hizo como si no sediera cuenta. No me gusta que la gente comente acerca de mi enfermedad.

    Bell Head tiene la forma de una banana, con el lado cncavo dando hacia el sur.Toda esa zona es un acantilado. La colina del Norte tiene mucha hierba y estplagada de conejos. A los pies de la colina hay una playa de piedra. Las terrazas alfinal tienen una inclinacin sur-sureste. Afortunadamente el acantilado nos protegadel sol de la tarde y nos sentamos en un asiento construido de piedra.

    Detrs nuestro haba una roca que sobresala unos cien pies o ms, y que tenacolgantes de hiedra. Un poco ms abajo de la cima se abra la boca oscura de lacueva.

    La seorita Morgan coment que haba una serie de escalones que conducan ala cueva.

    "Si dibuja una lnea que pase por el arrecife, se puede bordear la cueva y llegara Bell Knowle. Desde la cueva sin duda se puede ver el amanecer sobre el cono deBell Knowle".

    Desde dnde nos encontrbamos poda ver los montculos y hundimientos quemarcaban los antiguos caminos que se encontraban detrs de Starber, a mediamilla del mar. Le mostr la lnea del antiguo Dick y la zona de Dickford, donde lospescadores se reunan con sus compradores. Le indiqu la grieta que esconda lacueva marina, y que ahora estaba llena debido a la accin de los aos.

    Ella fij los prismticos en el punto exacto.

    "Observ cmo la orilla del Dick es abajo recta y afilada. Me imagino que lahierba tiene piedra. Seguramente all fue dnde llegu yo mientras buscaba lacueva".

    Me entreg los prismticos y me hizo seguir la lnea de la costa hasta Starber.Se poda observar la apertura del estuario. En ella sobresala un montculo rocoso,sin duda la isla dnde yo haba estado esperando a la sacerdotisa del mar. Mismanos comenzaron a temblar tanto que apenas poda enfocar los lentes. Juro queyo no saba que se encontraba all.

    La seorita Morgan no hizo ningn comentario, aunque seguramente percibi minerviosismo. Pocas cosas se le escapaban. Estuvimos sentados tranquilamentedurante un buen rato, hasta que el sonido de la marea vino desde abajo. Yo vea

    ante mis ojos cmo haba sido la historia de aquella tierra. Poda ver el Naradek

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    entre los juncos, las lneas oscuras de los caminos debajo de la cueva, y lacarretera pavimentada que conduca a ella. En los flancos de Bell Knowle se podanobservar las lneas zigzagueantes del camino que conducan al cono. Pero no eraprecisamente un cono, sino un crculo de piedras erectas, como un Stone-henge deminiatura. Y yo estaba seguro que la sombra p