la silla del aguila

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“La silla del Aguila”, obra menor de Fuentes La picaresca del viejo PRI Por Carlos Ramírez Si de su obra narrativa no directamente política La región más transparente es la más importante, desafiante y propositiva, en su literatura política La silla del águila quisiera ser una especie de su testamento literario. La muerte de Artemio Cruz fue una requisitoria contra la clase política que traicionó a la revolución mexicana. Cristóbal Nonato operó como una llamada de atención hacia el vendaval reaccionario en el poder. Y Los años con Laura Díaz se concretó a una revisión histórica de un siglo mexicano pero todavía visto desde fuera. En estas obras había destellos del Fuentes conocedor de las entrañas del Ogro priísta pero no se había decidido a encarar el tema de manera más directa, pero sin cuajar una verdadera obra de arte. La silla del águila puede considerarse la versión literaria de Tiempo mexicano. La intención política a priori se detectó desde la dedicatoria: “A los compañeros de la Generación Medio Siglo, Facultad de Derecho de la UNAM: la esperanza de un México mejor…” Se trataba, pues, de un libro intencionadamente político. Los personajes tenían algunos rasgos de políticos del pasado y los hechos históricos se repitieron. Al final, el libro puede leerse más como un catálogo de frases que antes deambularon por columnas políticas, mesas de café y pasillos del poder, que como una verdadera novela. Su contenido tuvo un forzado escenario político, demasiado artificial. Fuentes había quedado dominado por el contenido o la intención. No había en el libro párrafos escritos como verdadera literatura. Pareció un pastiche de sucesos políticos muy conocidos y de frases hechas sobre la política a la mexicana.

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“La silla del Aguila”, obra menor de FuentesLa picaresca del viejo PRI

Por Carlos Ramírez

Si de su obra narrativa no directamente

política La región mástransparente es la más importante,desafiante y propositiva,en su literatura política La silladel águila quisiera ser una especie de su testamentoliterario. La muerte de Artemio Cruzfue una requisitoria contra la clase política quetraicionó a la revolución mexicana. CristóbalNonato operó como una llamada de atenciónhacia el vendaval reaccionario en el poder. YLos años con Laura Díaz se concretó a unarevisión histórica de un siglo mexicano perotodavía visto desde fuera. En estas obras habíadestellos del Fuentes conocedor de las entrañasdel Ogro priísta pero no se había decididoa encarar el tema de manera más directa, perosin cuajar una verdadera obra de arte.La silla del águila puede considerarse laversión literaria de Tiempo mexicano. La intenciónpolítica a priori se detectó desde ladedicatoria: “A los compañeros de la GeneraciónMedio Siglo, Facultad de Derecho de laUNAM: la esperanza de un México mejor…”Se trataba, pues, de un libro intencionadamentepolítico. Los personajes tenían algunos rasgosde políticos del pasado y los hechos históricosse repitieron. Al final, el libro puede leerse máscomo un catálogo de frases que antes deambularonpor columnas políticas, mesas de caféy pasillos del poder, que como una verdaderanovela. Su contenido tuvo un forzado escenariopolítico, demasiado artificial. Fuentes habíaquedado dominado por el contenido o la intención.No había en el libro párrafos escritoscomo verdadera literatura. Pareció un pastichede sucesos políticos muy conocidos y de fraseshechas sobre la política a la mexicana.La estructura narrativa de La silla deláguila quiso ser novedosa: una novela que searma a base de cartas entre muchos protagonistas.Su tiempo es futurista. En declaracionesa Héctor Aguilar Camín en el programatelevisivo “Zona Abierta” de Nexos, en marzodel 2003, Fuentes confiesa que su librofue inspirado en Maquiavelo y su modelopolítico fue Adolfo Ruiz Cortines. “Es una

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novela que escribí siguiendo muy de cerca deMaquiavelo, leyendo mucho a Maquiavelo”.Y “la figura que representa al viejo sistemaen la novela es claramente Adolfo Ruiz Cortines,que ya tendría 180 años en la novelapero que sigue sentado en el café de La Parroquiaen Veracruz con un loro hablantínque dice lemas del PRI todo el tiempo y quepronuncia los lemas de su sabiduría política”.

Pero el juego fue desafortunado. El libroEl príncipe de Niccoló Machiavelli es un tratadode lo que debe ser la política; La silla deláguila fue una novela de lo que fue la políticaen un caso concreto. En todo caso, la novelade Fuentes quiso tener a veces un aire deEl padrino, de Mario Puzo, porque se trataríade una perversión de la política. Situada enel año 2020, el intercambio de cartas ocurrióporque el gobierno de Estados Unidos habíacastigado al de México por la falta de apoyoa la invasión estadunidense a Colombia y elregateo de petróleo mexicano. Como sanción,Washington desconectó los satélites que usabaMéxico y con ello rompe con todo tipo decomunicaciones. Los mexicanos, en consecuencia,regresaron a los tiempos de las cartasentregadas por mensajeros. Aquí Fuentes falló.A pesar de su experiencia literaria, Fuentesno logró conformar un discurso de novelaporque los personales no pudieron definir uncontorno creativo. Tampoco pudo explotar lariqueza literaria del género epistolar tan ricoen sus posibilidades pero al mismo tiempo tandesafiante en sus exigencias estilísticas.Fuentes no creó personajes autónomos.Todos dependieron de sus propias definiciones.La mano del autor fue obvia. Los personajesliterarios, así, resultaron meros pretextos paradar a conocer los pensamientos del autor. En laliteratura eso ocurrió con frecuencia --“EmmaBovary son yo”, declaró Gustav Flaubert--,pero la solidez de las invenciones se sustentóen la capacidad de dotar a los personajes deautonomía literaria. Fuentes operó como elventrílocuo de sus personajes. Al terminar ellibro, el lector se queda con la impresión deque no leyó una novela --el mundo autónomode la literatura-- sino que dispuso de un rosariode aforismos, frases, anécdotas, pero contadaspor una misma voz con diferentes nombres sincumplir con las reglas de la autonomía de lospersonajes, como si la prioridad fuera decir, nocontar. Si Machiavelli convirtió a su príncipeen una versión de “si yo fuera hombre de poder”,Fuentes escribió La silla del águila paralamentarse del mundo político que vivió y queavaló. Y peor aún: como un reclamo a los priístasque ejercieron el poder y llevaron al país ala decadencia, la debacle y la descomposiciónLa novela La silla del águila quedó, pues,como una requisitoria de corresponsabilidad.

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Toda la fauna de la política mexicana desfilaen el libro: presidentes, consejeros, gabinetes,gobernadores, alcaldes, periodistas y muchosotros. La confluencia de tantos personajes extravíala novela. Y Fuentes no quiso escribirun texto que retratara el ejercicio del poder enMéxico, sino una parodia de la política. Haypárrafos que resultan trazos superficiales depersonajes y los deja como caricaturas grotescas.Por ejemplo, Javier Zaragoza Sénecale escribe a María del Rosario Galván: “soy elPepito Grillo de su conciencia. Saco del arma-

rio mi colección de principios éticos. Acaso miesperanza secreta, María del Rosario, es que miconciencia quede a salvo aunque la realpolitikse vaya por el lado del pragmatismo. La realpolitik,sabes, es el culo por donde se expele loque se come --caviar o nopalito, pato a l´orangeo taco de nenepil--. Los principios, en cambio,son la cabeza sin ano. Los principios no van alexcusado. La realpolitik atasca los inodoros delmundo y en el mundo del poder tal como es,no tienes más remedio que rendirle tributo a lamadre naturaleza”. La literatura en el ejerciciode crear personajes autónomos que cuenten surealidad, no el uso de personajes como muñecosque hablan, todos, como el autor.El rango de novela política no fue alcanzadopor La silla del águila. Fuentes parecióno haber leído a Fuentes. En su libro En estocreo, su diccionario de la vida, Fuentes dauna definición de la novela:Es por ello que la novela no sólo reflejala realidad, sino que crea una realidad nueva,una realidad que antes no estaba allí --DonQuijote, Madame Bovary, Stephen Dedalus--pero sin la cual no podríamos concebir larealidad misma. Así, la novela crea un nuevotiempo para los lectores.Las definiciones de novela de Fuentes sonestrictas. “La novela hace visible la parte invisiblede la sociedad”. Y “la novela dice loque la historia no dijo, olvidó o dejó de imaginar”.La novela, dirían otros novelistas, es laconstrucción de un mundo autónomo, autosuficiente,que no necesita del mundo real parajustificarse. En este contexto, La silla del águilano cumpliría los requisitos de una novelasino que sería una especie de parodia de unarealidad que ya conoce el lector o que necesitaestar presente para entender la obra. Al final,esta novela de Fuentes no es sino una versiónliteraria --fallida, pero con intenciones de novelapor la ficción de sus personajes-- de suvisión del mundo político mexicano e internacional.Como si años después de haber escritoTiempo mexicano, Fuentes quisiera hacer unaversión literaria de esos ensayos.Pero no lo logra. Da la impresión de queFuentes redactó un catálogo de frases de la políticamexicana y luego las fue esparciendo en

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cartas de políticos tomados de la realidad. En lanovela incluyó párrafos lamentables, superficiales,inexplicables: “conozco su filosofía (carta deSéneca al presidente Lorenzo Terán). Ya pasó laépoca del autoritarismo, cuando sólo la voluntaddel Presidente contaba, de Sonora a Yucatán,como los sombreros Tardán que se han vuelto aponer de moda, ¡la de vueltas!” Metáforas fuerade lugar, superficiales, anecdóticas.Novela, pues, fallida que revela el hartazgoy a veces el asco del autor hacia la políticamexicana. Pero es el Fuentes que trabajó comoembajador de Luis Echeverría en Francia, elFuentes que participó en el consejo consultivodel PRI durante la campaña de López Portillo,el Fuentes que ha expresado su esperanza deque políticos priístas salven al país, el Fuentesque sigue teniendo fe en la recuperación del sistemapolítico priísta. Es el Fuentes escritor, noel fallido Maquiavelli del priísmo en el poder.Como novela política, La silla del águila nocumplió sus intenciones. No pudo desbancar aLa sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán,sin duda el punto de referencia de las novelasmexicanas sobre el poder ya institucionalizado.Y como creación quedó muy debajo de otra delas novelas políticas más contemporáneas peromejor logradas: El dedo de oro, de GuillermoSheridan. En La silla del águila el Fuentes ensayistano pudo ser desplazado por el Fuentesnovelista. Al final, la novela sobre el sistemapresidencialista quedó como una obra menor, decircunstancia, superficial y poco literaria.Los errores habían sido de origen. “El ancianodel portal (Ruiz Cortines con 180 añosde edad), terribles cosas, es un Maquiavelo”,le dijo Aguilar Camín a Fuentes y éste aceptólo apretado de la conclusión. Pero se trataríande dos personalidades diferentes en escenariospolíticos distintos. Fuentes pareció hacer unalectura mecánica, acartonada de Machiavelli:el consejero del Príncipe. Pero Machiavellifue mucho más que un simple consejero. Susideas fueron las de un hombre de Estado. Encambio, el personaje central de La silla deláguila, el “anciano del portal”, era un simplehombre del poder y para el poder, como sipersonificara a caricaturas de un Machiavellicontadas en tarjetas por asesores priístas

La lectura de esta novela de Fuentes dejóla impresión de haberse basado en un Machiavelliportátil, de solapas de libro, a trasmano.En la novela se revelan momentos en que sepercibe el desconocimiento que tiene Fuentesde Machiavelli. El Ruiz Cortines del texto reduceal escritor florentino y todo su esfuerzofilosófico a una sola frase que, por lo demás,no se localiza en ninguna de las líneas de Elpríncipe: el fin justifica los medios, esencia dela aplicación de las ideas de Machiavelli en elconcepto de maquiavelismo de referencia común.

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Los personajes políticos de La silla deláguila son ambiciosos y, paradójicamente, nocumplen las tres condiciones que Fuentes ledijo a Aguilar Camín que delineaban las ideasde Machiavelli: virtud, fortuna y necesidad. ElRuiz Cortines que domina la novela de Fuentesfue diseñado por las contravirtudes: ambición,impunidad y corrupción.La lectura sesgada que hizo Fuentes deMachiavelli llevó su novela a personajes decaricatura. La verdadera declaración del filósofoy politólogo florentino tenía una dimensiónde gobierno: “haga, pues, el príncipe lo necesariopara vencer y mantener el Estado, y losmedios que utilice siempre serán consideradoshonrados y serán alabados por todos”. El objetivode consolidar el Estado en Machiavellies el verdadero pilar de su obra: “el príncipeno debe preocuparse de incurrir en la infamiade aquellos vicios sin los cuales difícilmente sepodría salvar el Estado”. Y agrega: “trate, pues,un príncipe de vencer y conservar el Estado”.

La concepción de que el fin justifica losmedios sería la esencia del pensamiento deMachiavelli que quiso documentar Fuentescon el caso de México en La silla del águila.El análisis de esa conclusión acreditada a Machiavelliha generado confusiones y ha llevadoal concepto de maquiavelismo como el sistemade lograr los fines cualquiera sin detenerseen los medios para conseguirlo. Se trataría, siacaso, de una conclusión parcial y manipuladapara definir un subgénero del pensamientode Machiavelli. Aún si se acomodaran las palabrasescritas por el pensador florentino paraarmar la frase en cuestión, el trasfondo fuesiempre su concepción de Estado. En una cartaenviada a Piero Soderini y fechada en el inviernode 1512-1513 (Epistolario 1512-1527,de Niccolo Machiavelli) y escrita en el contextojustamente de la escritura de El príncipe, elflorentino afina sus razones en el ejercicio delpoder: “débese en las cosas juzgar el fin quetienen y no los medios con que se hacen”.Al final, las propuestas de Machiavelli fueronen el sentido de crear las bases de la unidadde una nación ya no tanto en las monarquíasabsolutistas y corruptas sino en la institucióndel Estado. Su dedicatoria a Lorenzo de Medicillevaba la intención de que usara el contenidode El príncipe como la base de un gobierno querescatara a Italia del caos. Y la salvación sólopodría encontrarse en un príncipe absolutistaque consolidara el Estado a través, ciertamente,del ejercicio de medios poco éticos en el cortoplazo pero para el fin social de salvar Italia.Fuentes cometió otro error de concepción:suponer que Machiavelli era solamenteEl príncipe y su contexto monárquico. Peroel pensador florentino escribió otra gran obra--que de ninguna manera contradice la anterior--:

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Discursos sobre la década de Tito Livio,sin duda uno de los textos fundacionalesde las ideas políticas sobre una república. Elprimero fue un libro de recomendaciones paraconsolidar la fuerza de un príncipe pero enfunción del Estado. El segundo se concretó arecomendaciones sobre el buen gobierno enuna república. En la dedicatoria a Lorenzo deMedici, Machiavelli explicó que El príncipeera el conocimiento apretujado en unas cuantaspáginas de “cuanto yo he aprendido” paraque el príncipe pudiera usarlo en el ejerciciodel poder. En la dedicatoria a Zanobi Boundelmontiy Cosme Rucellai de Discursos sobre ladécada de Tito Livio, Maquiavelli destaca quese la dedica a quienes no eran príncipes y queno podrían ofrecerle empleo.Fuentes le dijo a Aguilar Camín que habíaescrito La silla del águila junto con la lectura--o relectura, se presupone-- de El príncipe. Ala vista de la novela, pareciera que el mensaje

del escritor mexicano había sido trasladar a larealidad de México el pensamiento y la realidadmedieval de Machiavelli. Lo malo fue queno debió tratarse de una especie de remarkingde una obra clásica del pensamiento políticouniversal, sino de ajustar interpretaciones literarias.Y el primer tropiezo de Fuentes selocalizó en su incomprensión de Machiavelli

Fuentes leyó a Machiavelli y su príncipe comoliteratura, no como hechos históricos. Y llevóel esfuerzo a producir una novela que hizo énfasisen los hechos históricos de México, no enuna versión literaria de la realidad priísta mexicanacomo un caso maquiavélico de ficción.La incomprensión de Fuentes sobre Machiavelliera subsanable. Hubiera bastado conleer las 36 páginas que le dedicó al escritorflorentino su amigo y compañero de luchas ygeneración en El Espectador, Enrique GonzálezPedrero, en el libro La cuerda floja, de1982. Estudioso de Machiavelli y Gramscicomo pocos, González Pedrero El maquiavelismono es, se concluye con la lectura del breveensayo, un recetario de la perversidad delpoder por sí misma. Machiavelli escribió en elcapítulo XVIII “que hay dos maneras de combatir,una con las leyes y otra con la fuerza”.Pero el florentino nunca perdió de vista queel objetivo del ejercicio del poder era la consolidacióndel Estado como la instancia paragarantizarle la felicidad a la sociedad. Pero nodel Estado como un leviatán hobessiano, sinocomo una institución política. Como “nada satisfacelos deseos insaciables de los hombres”,los hombres mismos crearon la instituciónpara controlar esos deseos insaciables: “Machiavelli--escribió González Pedrero-- partede este dato para interpretar el origen de lavolubilidad, de es idiosincrasia inestable de

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los hombres que lleva de la mano a la formacióndel gobierno: a la necesidad del Estado.El Estado surge para encauzar, satisfacer en loposible y también poner límites a <los deseosinsaciables de los hombres>. Un gobierno <noes otra cosa que contener a los súbditos de maneraque no te puedan o deban ofender>”.La clave de Machiavelli, por tanto, radicaen el concepto del Estado. Y no se trata de unogro filantótropico ni de un Leviatán sino de unconjunto de instituciones para el bienestar dela persona. González Pedrero le otorga especialimportancia al capítulo XVIII de El príncipeporque ahí el gobernante enfrenta la necesidadde usar la fuerza y el mal pero para buscar elbien. En esas circunstancias, el gobernante nodeberá de olvidar las “cinco cualidades”: piadoso,leal, íntegro, compulsivo y religioso. Denueva cuenta en esta parte del libro Machiavelliregresa a la dialéctica del fin y los medios.“De las intenciones de los hombres, y más aúnde los príncipes, como no pueden someterse aapreciación de tribunales, hay que juzgar porlos resultados. Cuanto haga un príncipe porconservar el poder y la integridad de sus estadosse considerará honroso y lo alabarán todos,porque el vulgo se deja guiar por las aparienciasy sólo juzga por los acontecimientos”.En este contexto, La silla del águila notuvo ninguna comparación con El príncipe olos Discursos de Maquiavelli. El escritor florentinoacuñó una especie de manual para el

ejercicio del poder en función de la búsquedadel bienestar de los ciudadanos. Fuentes,en cambio, escribió un libro para recuperarel perfil de un político mexicano que nuncaquiso ser un príncipe al estilo de Machiavelliy sólo se quedó en un maniobrero delpoder para encumbrar a una clase políticamexicana en las estructuras del poder y encontra de los intereses de los ciudadanos. Larelación entre el príncipe de Machiavelli yel Ruiz Cortines de Fuentes fue superficial yrespondió sólo a una lectura maniquea de laobra del pensador florentino.Los personajes del mexicano no alcanzaronla dimensión de arquetipos sino que seagotaron en meras referencias picarescas conalgunos políticos del pasado priísta recientejustificados con algunas frases aisladas deMachiavelli. El México de Fuentes sería,así, la anti Italia de Machiavelli. En el florentinohubo razonamiento, conocimientoshistóricos, percepción inteligente de las monarquías,escenarios históricos y propuestasde ideas políticas originales. En el mexicanoexistieron sólo algunas frases del anecdotariopolítico de los políticos, todos ellos caricaturizadoshasta la ignominia. Machiavelli definiólos contornos de un Estado como contrapuntode las monarquías absolutistas y decadentes

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y Fuentes apenas dibujó las pilleríasde políticos sin ninguna educación filosóficani política, el Estado brilló por su ausencia yel contenido de su novela no serviría ni paragobernar alguna alcaldía en cualquier parteabandonada de México.Fuentes no llegó más allá de Ruiz Cortines,el “anciano del portal”, sin duda el antipríncipe machiavelliano. Algo ha jalado aFuentes hacia ese político veracruzano quegustaba de jugar dominó y que fue recordadopor sus frases picarescas sobre los políticos.En el ensayo “Radiografía de una década”,en Tiempo mexicano, Fuentes fue muy generosocon Ruiz Cortines:“Practica la castración con guante blancode todo impulso pasional que ponga en peligroel estado de cosas institucional. Promuevela dignidad exterior de las instituciones ysus representantes; si han de hacerse negocios,que sea a la chita callando y sin boato.Asimila la autoridad presidencial con el destinode la Patria, operación que exige apelara toda una retórica que identifique al poderpresente con los grandes nombres y luchasdel pasado, aunque en definitivas uno y otrosse excluyan. Convence a los enemigos de laleyenda revolucionaria de que la obsecuenciaformal al mito en nada menoscaba sus derechosadquiridos, siempre y cuando éstos sedediquen a prosperar en silencio y no se levanten,con una ideología expresa, contra elestilo gubernamental que tiende a satisfacertodas las exigencias de clase: con una retóricapermanente y alguna concesión oportuna--ya que no con un programa radical—las

del pueblo y con una concesión permanente--aunque sin una retórica que necesariamentetendría que contradecir la oficial) las de laburguesía. Ni el radicalismo de Cárdenas niel derechismo de Alemán: el gobierno mexicanose ubica en el espacio puro, vacío e ilocalizabledel centro. Desde ahí dirime, obsequia,advierte, cumple funciones de árbitro ypadre benévolo de todos los mexicanos, sindistingos de clase o de ideología; levantael templo de la unidad nacional, iglesia quedistribuye hostias a unos cuantos, tacos a lamayoría, sermones idénticos a todos, excomunionesa los descontentos, absolucionesa los arrepentidos, conserva el paraíso a lospudientes y se lo promete a los desheredados.Tal es el estilo oficial de la década: el del régimenclásico mexicano presidido, sucesivamente,por Ruiz Cortines y López Mateos”.La fascinación de Fuentes por Ruiz Cortinesno pareciera tener una explicación lógica.Un escritor tan duro con sus críticas haciael sistema político priísta logró encontrar a ungobernante paternal, una especie de Corleonede El padrino de Mario Puzo: malo pero bueno,

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asesino pero con sentimientos paternales.Por eso puso a Ruiz Cortines como el hiloconductor del sistema político de La silla deláguila. Se vio en el libro una especie de nostalgiahacia los buenos de un sistema políticopriísta malo. ¿De dónde salió esa atracciónfatal de Fuentes por Ruiz Cortines? No hayelementos racionales. Ruiz Cortines formóparte de la clase política que traicionó a larevolución mexicana y por tanto debió de habersido incluido en las críticas severas.José Revueltas fue implacable con RuizCortines en su ensayo México: una democraciabárbara, publicado en 1958 y en elque analizó la sucesión presidencial de RuizCortines a Adolfo López Mateos y en el quenació como instrumento de política mayor elfenómeno del tapadismo, la forma en que elpresidente saliente esconde a su verdaderosucesor para evitar el canibalismo políticode los otros aspirantes. En el prólogo a laprimera edición, Revueltas destacó el renacimientode la conciencia obrera --marxista,al fin-- y las movilizaciones de telegrafistas,maestros, ferrocarrileros y campesinos y lareactivación de la izquierda como la únicafuerza capaz de oponerse realmente al PRI.En su ensayo --que sin duda debió de habersido leído por Fuentes--, Revueltas llega a ladefinición del Estado priísta: “Estado ideológicototal y totalizador”, porque “el secretode esta dominación total no se encuentra enotra parte que en la total manipulación por elEstado del total de las relaciones sociales”.¿Cómo puede un gobernante con estosdefectos haber atraído la benevolencia de uncrítico del sistema priísta? La única pista selocaliza en la relación de Fuentes con MiguelAlemán Velasco, hijo del ex presidenteMiguel Alemán. Veracruzanos los dos, RuizCortines recibió el poder precisamente deAlemán. Fuentes y Alemán pertenecieronal grupo del Medio Siglo, a quien está dedicadaprecisamente la novela La silla deláguila en la que tiene a Ruiz Cortines comoel prototipo del príncipe bueno. Fuentes yAlemán se conocieron en la Escuela de Derechoy editaron una revista que se llamóprecisamente Medio Siglo. A ese grupo pertenecierontambién Sergio García Ramírez yPorfirio Muñoz Ledo, entre otros. Alemán,por cierto, escribió una biografía política noanalítica sobre Ruiz CortinesFuentes, por tanto, navegó entre dosaguas: las de la izquierda con El Espectadory Política y las del sistema con Alemán. Y Lasilla del águila pertenece a ese Fuentes institucional,vinculado al PRI y al sistema priísta.

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Publicado en 18 Brumario # 23 del miércoles 14 de diciembre de 2011. www.noticiastransicion.mx