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LA SOCIEDAD A LA DERIVA.

Volumen II.

Progresión de las causas del proceso de "di-función y degrado".

INDICE.

APRECIACIONES INICIALES.

PARTE I. TOMA DE CONCIENCIA DE LA CONDICIÓN DE “DEGRADO” ADQUIRIDO.

CAPITULO 1. Necesidad de toma de conciencia responsable de la entidad y nivel del "degrado" funcional.

CAPITULO 2. Características y magnitud de las "causas” de la decadencia

como hechos de conocimiento formativo esencial.

PARTE II. FACTORES DE DESEQUILIBRIO FUNCIONAL EN DEVENIR PROGRESIVO.

CAPITULO 3. El fenómeno "corporativo" como causa central al origen de la inanición y desarticulación del aparato productivo (introducción).

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CAPITULO 4. Dominio de la orientación “corporativa”.

CAPITULO 5 Hábito generalizado al desenvolvimiento "di-funcional".

CAPITULO 6. Aspectos de considerar provocan-tes de manifestaciones de “degrado”. PARTE III. MOTIVOS EXTREMOS DEL “DEGRADO” DE LOS DIVERSOS SECTORES Y DE LA ENTERA SOCIEDAD. CAPITULO 7.

Los mecanismos deficitarios y el incremento de la deuda. Forma "di funcional" de compensar los desequilibrios económicos internos.

CAPITULO 8. Repercusiones de las “populistas" tendencias políticas en el estado de la sociedad.

CAPITULO 9. Efectos concomitantes destinados a incrementar el “degrado”.

PARTE IV. EL PROCESO DE “TRANSFORMACIÓN” Y LA INSUSTITUIBLE OBLIGACIÓN DE AFRONTAR EL “JUSTO CAMINO” FUNCIONAL.

CAPITULO 10. El “justo camino” funcional.

PARTE V. EL NIVEL DE “DEGRADO” ALCANZADO Y EL MEDIO MAS EFICIENTE PARA CONTRARRESTARLO.

CAPITULO 11 La posición democrática en la reconstrucción de una sociedad en “desequilibrio funcional”. PARTE VI MODO MAS EFICIENTE PARA CONTRARRESTAR EL “DEGRADO” ALCANZADO.

CAPITULO 12. El proceso de transformación de reconstrucción.

PARTE VlI. EJEMPLO DE INCOMPATIBILIDAD IDEOLÓGICA EN LAS

CONFIGURACIONES PROGRAMATICAS.

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APRECIACIONES INICIALES. El profundo "degrado" funcional de la sociedad es un hecho consumado, claramente verifica-ble en las posiciones y comportamientos generales de cualquier nivel, y sobre todo por la existencia indudable y concreta de datos corroboran-tes. El proceso incontrovertible y comprobado responde a “agentes causales” (lo han generado y desarrollado) a quienes atribuir responsabilidades aún más serias y graves de haberle dado origen, el de proyectar y agravar el fenómeno en modo dominante a lo largo del tiempo.

Las indicaciones destinadas a tratar de ubicar con la mayor exactitud el centro de la conformación temática a desarrollar, tienen por finalidad evitar (empleando las formas mas límpidas posibles) la introducción de justificaciones "di-funcionales". Condiciones de distorsión capaces de tejer una trama o velo tendiente a confundir o entremezclar las cartas en juego, enmascarando o trastocando (con la reconocida habilidad a disposición de estos mecanismos) la más precisa y real atribución de responsabilidades del "degrado” a los agentes productores.

Sin una correcta, equilibrada, rigurosa, minuciosa y categórica exposición de los agentes responsables causales del "degrado",

se continuará a viajar al interno de una densa e indescifrable tiniebla, de cuya confusa visión difícilmente saldrán a la luz

los fundamentos al origen de la decadencia. Bruma bajo la cual no es posible esclarecer con certeza ningún aspecto, castigando en primer plano y con superficialidad a los culpables de turno de algún fracasado plan económico, de considerar hechos mínimos del todo complementarios respecto a las muy bien mimetizadas y protegidas “causas reales del degrado" (continúan impertérritas su macabra danza de des-articulación).

Es preciso perseverar por el camino de la verdad a fuerza quizás de ser repetitivo, reincidente en establecer con mayor claridad puntos de referencia. Porque la bruma del vago entendimiento se disipará cuando el completo y veraz acertamiento de la o las verdades "causales" (así como los rayos del sol atraviesan las tinieblas) despeje sin ningún tipo de compromiso las incógnitas ocultas. Estableciendo con solidas razones argumentales, discernimientos lógicos e interpretaciones ajustadas de distintos ángulos la estricta realidad los hechos y consecuencias de las "causas del degrado", será posible efectivamente encontrar puntos de referencia dispuestos a hacerse presentes a la hora de re-ordenar la “Reconstrucción”. Ello permitirá liberarla de todos los “aspectos causales” re-conducibles a la incontenible decadencia. Aspectos "causales" de identificar y analizar en su acción desde los estadios iniciales de la conformación "di-funcional" de los ordenamientos responsables.

Tratar de encuadrar la verdad de los hechos de definir in-aferra-bles, pues escapan de las manos a cada momento

porque sumida en “di-funciones" dispuestas a desvirtuarla y enmascararla,

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constituye el intento del todo constructivo de esta parte de la tarea.

La actitud se considera constructiva a los fines de una resolutiva y rigurosa identificación y calificación de acción de los agentes causales del "degrado", único justo medio para hacer posible combatirlo y desterrar-lo. La función analítica esclarecedora es motivada por una justa apertura a una concreta esperanza, en la convicción de la factibilidad de una trascendente "transformación". Para ello es preciso identificar las "causas" del "degrado", conocerlas y definir-las pragmáticamente, para finalmente erradicarlas en todas sus formas y redes de condicionamiento general.

Tarea compleja de abordar las "causas del Degrado". Para ello se hace necesario meter mano a un gelatinoso complejo magma de cuyo completo esclarecimiento, depende en esencia contar con los elementos y argumentos para eliminar radicalmente los influencian-tes factores negativos, re-conducibles a la decidida decadencia de la sociedad.

El “degrado" es de considerar una seria e insidiosa enfermedad social. Así lo indican la variedad de los síntomas manifestados identificándolo en un grupo de enfermedades asociadas,

capaces de afectar muy seriamente la salud de la colectividad y de ser ubicadas como “agentes causales” de proceder a erradicar.

PARTE I

TOMA DE CONCIENCIA DE LA CONDICIÓN DE “DEGRADO” ADQUIRIDO.

CAPITULO 1.

Necesidad de toma de conciencia responsable de la entidad y nivel del "degrado" funcional.

En este primer contacto no se entiende entrar en el análisis de los mecanismos "causales" del "degrado". Se comienza por hacer resaltar la grave importancia del proceso dada la confusión conceptual reinante en la mayor parte de los planos sociales. El proceso no resulta reconocido o considerado, ni siquiera percibido como un fenómeno existente. Es por ello necesario inicialmente (punto de referencia prioritario) dar cuerpo y ubicación con razones generales, a la toma de conciencia del significado y proyección del termino"degrado", y verificar cuanto la anómala composición de alteraciones de función le incumben en la forma de desenvolvimiento de la sociedad.

Así como la sociedad ha extraviado la brújula de las formas y consecuencias de sus comportamientos

políticos, económicos, productivos etc.,

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así ha perdido el sentido de las reales condiciones presentes respecto a la capacidad de legitimar o no

los atributos para definir-la como libre, soberana, respetable, digna etc.

El estado general de la sociedad de des-ubicación o desorientación acentuada, sirve en parte para evadir del compromiso y de la angustia representada por un serio y riguroso análisis de la situación, si en tal modo se tiende subconsciente-mente a disminuir la tensión provocada hasta reducirla a condiciones no relevantes.

La actitud de transposición se convierte en un proceso de autodefensa del todo justificado, especialmente para quienes poco pueden hacer para remediar la situación. No obstante ello es importante no perder de vista, tener las ideas claras al respecto. La finalidad analítica es el establecer contacto con el esclarecedor conocimiento de la situación, para hacer posible intervenir consciente y responsable-mente cuando llegue el momento de la "reconstrucción". Esclarecer las “causas” se hará indispensable para tomar una justa y precisa posición y colocarse en condiciones de tomar conciencia del real nivel de magnitud alcanzado por el "degrado". Esto resulta una indicación primaria fundamental para una correcta ubicación de tan desbastan-te problemática. Si no se llega a captar la magnitud de la "di-función" general adquirida por la sociedad, no será tampoco posible establecer las precisas y determinantes dimensiones de intervención de los agentes "causales" generadoras del "degrado".

Haber la justa real percepción de las condiciones de la indigna forma de vida alcanzada,

perdida de identidad, de orgullo de pertenencia y desintegración de la “colectividad”,

gravitará en manera determinante sobre el nivel de importancia de atribuir a las "causas" como motivan-te del fenómeno.

La sociedad realiza la mayor parte de sus actividades remunerativas con características orientadas a configurar un "di-funcional" sistema, con un alto porcentaje de improductivo accionar en el ámbito material.

La ausencia de una productividad real ha originado la necesidad de replegarse a un encadenamiento de "trabajos de conveniencia", mecanismo generador de ocupación de calificar “parasitaria”, no provistas de una finalidad realmente destinada a crear concretas dinámicas de crecimiento y desarrollo material de la comunidad. Una especie de puestos remunerados cuyo resultado realmente productivo es una ficción difícil de percibir, en tanto los esfuerzos personales en el desempeño de las tareas se harían merecedores de un muy diverso y mas positivo concreto aporte no presente.

El ordenamiento de “conveniencia” destinado a mantener artificialmente los equilibrios laborales en el ámbito de un sistema de escasa concreción material o no industrializado (evitando con ese “di-funcional” medio una mayor desocupación), ha generado una masa de tareas de compensación al interno de los grandes centros habitados configurando formas primordiales de ocupación “improductiva”.

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Esta “di-funcional” condición adquirida en el desenvolvimiento de actividades las presenta como funciones amortizadas y diluidas en el hábito, de reconocerles en realidad un escaso o nulo valor productivo.

La situación así planteada hace del todo imposible distinguir o establecer la diferencia existente

entre "como y para que se trabaja" de "como y para que se debería trabajar” (entendiéndose por esto último

la real producción de bienes materiales de consumo).

La ausencia de percepción de la magnitud diferencial, la determinante distancia “productiva” de separación entre una y otra "forma de trabajar", al punto de condicionar seriamente el destino de la comunidad, es una grave falencia de conocimiento (oprime con la desconocida fuerza de un enorme ignorado peso sobre el entero cuerpo social). De estos desfajases al interno de los distintos sectores sociales (no percibidos como tales porque forman parte de una hábito operativo), es posible observar su presencia con natural regularidad constituyendo un silencioso pero dominante modulo invasivo.

La placida, insidiosa invisibilidad de acción del "degrado" se ha ido apropiando de los distintos planos funcionales sociales, enmascarando la comprensión de la gravedad de ese estado de cosas, no perfectamente detectada.

Por otra parte esta no plena toma de conciencia estimula a creer en posibilidades de éxito, de alguna mas justa aplicación de un otro "programa o plan de conveniencia o receta económica" (uno de los tantos patentados como validos del sistema), siempre distante del central nódulo productivo.

La justa evaluación de la magnitud de las condiciones de "degrado" del tejido social en el ámbito de sus mecanismos productivos, permitirá asumir posiciones bien definidas respecto al tipo de proceso necesario a implementar para erradicarlo.

Si se continua a creer respecto a la “productividad real” se trate de un problema de escasa repercusión e importancia o peor no existente, se comete un grave error de apreciación. Trastocar los valores y entidades de los factores de "degrado" efectivamente en juego, cambia el tipo de posición respecto a su eventual tratamiento.

Un "degrado" incipiente o limitado (poco interfiere en las condiciones de vida social) requiere modos de supera-miento poco incisivos reduciéndose a controlarlo con precisas reformas. Un grave "degrado" generalizado responsable directo e influyente de la distorsionada forma de vida de la colectividad dominada del fenómeno, es justo se someta sin contemplaciones a un proceso de completa erradicación de todas las fuentes en grado de provocarlo.

En esta ultima circunstancia adquiere características fundamentales la instauración de un minucioso, capilar sistema Informativo-educativo, presente como claro material argumental para establecer justas netas diferencia. Diferencias entre una sociedad funcional-mente organizada y eficiente (mantiene en equilibrio sus distintos sectores), proyectándose hacia el bienestar y el progreso y otra "di-funcional, desorganizada, e

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ineficiente" en total desequilibrio operativo consecuentemente encaminada al atraso, el empobrecimiento y el endeudamiento. Es necesario con un preciso esquema informativo recomponer la validez de posiciones éticas de evaluación, destinadas a tomar en seria consideración la gravedad de la situación imperante en el campo realmente productivo, no para darle contornos dramáticos, mas bien para evitar continuar a interpretar con ligereza circunstancias de muy seria entidad, merecedoras de otro tipo de enfoque y atención (es justo ser preparado a reconocerlo). La sociedad continúa a caer en el "degrado", sin percibir consciente-mente la angustiosa sensación de precipitar en una incontrolado e indigno proceso, mas bien de considerar una placida y fluida decadencia no capaz de provocar serias consecuencias. Es como si el hábito al "degrado" hubiera originado una coraza protectora insensible a cualquier tipo de circunstancia por negativa esta se presente, asumiendo el resignado criterio de “solo es posible aceptar lo que venga". Una posición de inercia, de inmovilidad, de incapacidad de reacción, imbuida de una tal resignación, símil a aquella característica de las sociedades extinguidas o en extinción devoradas por sus propias limitaciones y contradicciones, pero sobre todo por el mantenimiento de la obcecada posición de no reconocer los graves errores de gestión en todos sus ámbitos funcionales.

Las reacciones resultan del todo extemporáneas o con escaso criterio de fondo

cuando se presentan en los momentos explosivos de las “crisis”, en cuyo de-curso

los grupos mas afectados resultan víctimas de los ajustes (antes o después suceden a las estampidas "di-funcionales").

Tampoco en esos momentos se pone en juego el "degrado" como tipo de desenvolvimiento del entero sistema, aspecto analítico critico integrado ni siquiera vislumbrado o tocado como argumento general de parte del cuerpo social.

Las reacciones están dirigidas casi exclusivamente a los responsables de turno del "ultimo programa reformista", fracasado en búsqueda de modificar la situación. Dadas las condiciones de “degrado" y de su configuración a lo largo de la forma de vida de la sociedad, resulta extraño no se vislumbre la más mínima posibilidad de emerger implementando serias y rigurosas posiciones analíticas, en la intención de identificar la concreta idiosincrasia de los puntos obscuros jamas proyectados a la luz. No introducirse en rigurosos vitales esclarecimientos propuestos con un claro análisis de la situación, elaborando explicaciones adecuadas a identificar un fenómeno impalpable como el "degrado" (in-aferra-ble pero cuyas consecuencias aparecen con concreta consistencia), significa mantener a la colectividad en la obscuridad y al margen de una problemática, cuyo necesario supera-miento depende de una improbá tarea de su total competencia.

Si de la toma de conciencia del entero cuerpo social (y de su convencido re-posicionamiento) dependerá el éxito del imprescindible proceso de "transformación de

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reconstrucción", resulta un acto fundamental e indiscutible proponer-le a furor de razones un cuidadoso y meticuloso análisis de todos los aspectos a esclarecer.

El esclarecimiento publico se apoyará en la decidida participación de una adecuada información imbuida de su vital importancia.

Activada en modo de llegar repetidamente y con claro sentido de justo equilibrio argumental

a todos los ámbito de la colectividad. La toma de conciencia del cuerpo social de las condiciones de sus "degrado" avanzado será una ardua y paciente tarea. En ningún momento de su seno han hecho irrupción fuertes tendencias dotadas de validas convicciones soportadas por el peso de irrebatibles posiciones conceptuales (serias, aguerridas y eclécticas), en grado de poner de relieve la verdadera matriz "di-funcional" de su general tipo de desenvolvimiento. No se ha presentado una concepción analítica (al margen de las inútiles ideologías políticas convencionales) fuerte de lógicas razones, dispuesta a afrontar como un desafío cultural una profunda y veraz interpretación del proceso, haciendo el punto real de la situación para exponerla como una forma de pensar necesaria a re-establecer las justas condiciones de los parámetros vigentes. Del "degrado" no aparece el mas minino vestigio y por tanto es considerado un ente inexistente de quien ninguno ha advertido la presencia.

La toma de conciencia del cuerpo social respecto a su general estado de “degrado" (lo afecta en todos sus sectores), es un acto según un correcto planteo conceptual, organización y ejecución, indispensable de ser llevado a cabo. Su comprensión y aceptación es el punto de referencia o fulcro básico insustituible e indispensable para involucrar desde el inicio a la comunidad en el proceso de "transformación".

Cometen un grave e irreparable error quien o quienes entienden manipular a la colectividad en algún proyecto,

instrumental-izando mecanismos de consenso, sin haber presentado sobre la mesa de juego

todas las cartas concernientes a las condiciones reales de la situación. Sin una profunda aceptación y reconocimiento de todas las partes sociales de los graves y macizos de toda índole errores cometidos (ordenamientos políticos, económicos, productivos, de trabajos etc.-etc.), o sin una colectividad poseída por la firme convicción de la necesidad de un "general cambio purificador" destinado a impulsarla a desprenderse de los mecanismos “degradantes”, difícilmente un proceso de “transformación” podrá llegar a buen fin. A este punto solo el iluminan-te rayo de luz de las certezas conceptuales capaces de esclarecer las densas nubes de la interminable lista de desfajases, permitirá abrir las puertas a la escritura de un nuevo libro en blanco.

Libro en blanco proyectado a inserir una historia completamente distinta (seria, sacrificada, humilde y honestamente concebida) dispuesta a afrontar el digno y orgulloso camino de la "reconstrucción" con justa fe y esperanza.

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1.) El conocimiento de la entidad del "degrado" como el mejor antídoto para contrarrestar ''magias y santones''. Uno de los mayores peligros siempre latentes en el seno de la sociedad, ante las permanentes dudas, in-certezas y desorientación creadas por una total ausencia de posiciones claras respecto al "degrado" (en apariencia un maligno fantasma presente sin alguna justificación), es la tacita y relevante predisposición general a producir y aceptar "fantasías mágicas" intencionadas a "exorcizar" el mal y resolver los acuciantes problemas con alguna “receta especial”.

Las condiciones de "di-función" dominante como forma de desenvolvimiento de la sociedad,

presenta un campo extremamente favorable al tipo de "soluciones de conveniencia”,

destinadas a superar momentáneamente una situación pero concreta-mente a no resolver nada".

Si los pequeños mecanismos "di-funcionales de conveniencia” de escasa envergadura y cantidad, empleados para afrontar situaciones de relativa importancia operados en el habitual quehacer cotidiano, son de considerar mecanismos usuales en el ámbito de relación, ello no significa establecer un necesario limite a su utilización.

No es de interpretar con el mismo criterio cuando este mecanismos no encuentra impedimentos a desarrollarse en los ámbitos mas importantes del quehacer social (el empleo de "planes di-funcionales de alto vuelo"), proyectados a involucrar seriamente el destino y la forma de vida de la colectividad.

Como medio abierto a las mas preclaras "concepciones mágicas” siempre dispuestas a ofrecer la disponibilidad a ser ejecutadas, encuentran un normal ámbito de desenvolvimiento en el regular comportamiento social (otorga la capacidad de obtener soluciones aun cuando imposibles).

La total confusión y desorientación conceptual del estado de las cosas genera la proliferación de "santones" ideológicos, en cuyo ámbito la gente busca refugio y confort para mitigar situaciones de extrema angustia.

En el campo social el recurso se traduce en un estado de latente espera (esperanza) de algún milagro o hecho al margen de la realidad. Hecho en grado de restituir un hálito de confianza. Ante la ausencia de una eventualidad mas consistente, es natural sostener y esperar en quien aún sin muchas razones, ofrece recuperar el paraíso perdido no pasando por el indefectible y tremendo purgatorio.

A esta altura de la avanzada condición de "degrado" de la colectividad los responsables de turno de los programas “salvadores”, destinados periódica y sistemáticamente a ser colocados al centro absoluto de las “culpas” del fracaso, esconden no sin justificación suficiente a explicar una incontenible decadencia portada a siempre un mayor empobrecimiento, déficit y endeudamiento.

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En la desorientación general la necesaria aplicación de “plan o receta económica” es de atribuir a una no bien identificada y reconocida falencia, atribuible a ordenamientos ideológicos, políticos, productivos, económicos cuyas deficientes funciones se han revelado del todo insostenibles en la obtención de algún éxito. El “milagro de conveniencia” obligado en parte a remover las creencias ideológicas (circundan como una nube anómala todo el contexto conceptual hundiéndolo irremediablemente en el "degrado"), finalmente no es aceptado porque no plenamente actuado, terminando así por no producirse ni siquiera en ese anormal modelo.

La sensación es aquella de la existencia de una anomalía de base originada en las líneas de un ordenamiento ideológico dominante,

constituido en un maléfico catalizador capaz de imposibilitar todo intento de re-conversión de la situación,

obligada a retomar sistemáticamente una y otra vez su indefectible dirección en el sentido del incremento del "degrado".

La aseveración toma cuerpo aunque si ésta impresión se presenta con las características de in-aferra-bles e indefinibles fantasmas. La jamas explícita puesta en juego de la existencia al interno de los ordenamientos sectoriales sociales de mecanismos anormales de ignorada presencia (dan lugar a un sistema integrado en "degrado"), crea una particular condición de angustia y de temor en la incapacidad de comprender el porque del proceso. Ello lleva a un resignado estado de pasividad y aceptación a lo inexplicable asumiendo un penoso "fatalismo religioso". En un medio social sumido en la confusión cuya única certeza aún no identificada es la continuidad en su de-curso del proceso de "degrado", los culpables se sienten victimas, mientras estas según el avanzado estado de decadencia resultan en lineas generales inexistentes.

Es preciso hacer emerger claramente las reales responsabilidades de todos y cada uno de los sectores sociales ,en la instauración de la "di-funcionalidad" como forma de desenvolvimiento generalizado, considerando este tipo de comportamiento como fuente generadora del “degrado". Ello probará indefectiblemente cuanto el entero cuerpo social es victima de sus propias culpas, sin cuyo absoluto reconocimiento el proceso de "reconstrucción de transformación" es de observar como un inalcanzable utopía.

Si la sociedad no encuentra en quien depositar su confianza para ser conducida,

ella misma no es merecedora de confianza si acepta o de alguna manera

apoya a quienes la embarcan en planes "milagreros".

El proponer el “milagro” es un escabroso y deshonesto modo de buscar una coartada, una escapatoria de "conveniencia" para evitar comenzar (desde abajo) con la humildad del sacrificado y riguroso esfuerzo. Posición de quien debe iniciar modificando el devenir de su propio ser para llegar finalmente a repulir la forma de vida del magma infame del "degrado" colectivo.

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Existe la posibilidad de recomenzar en base a un principio dirigido a impulsar seriamente por el buen camino, y es aquel de afrontar con realismo y coraje, el empobrecimiento, las nefastas ideologías populistas, el módulo improductivo, la indignidad del déficit y del endeudamiento, los privilegios etc. reconociendo con convicción, la "di-funcional” forma de vida general de la entera sociedad (se ha dado durante demasiadas décadas).

Al decir de Alberdi en su bosquejo de las "bases" "se es un país pobre

y como tal es necesario implantar un ordenamiento humilde y riguroso,

que teniendo en cuenta las condiciones existentes se proyecte paso a paso,

asentado los pies sobre bases ciertas y seguras". Considerarse humildemente pobres como la realidad lo ratifica (ademas de pobres “degradados” y endeudados), significa iniciar por recomponer comportamientos con todas las virtudes necesarias a ser empleadas en estos casos, disponiéndose a subir los peldaños construyendo por completo una nueva historia.

Si se piensa a reconstruir a partir de la utilización de mecanismos

"di-funcionales de conveniencia”, se irá al encuentro de una continuidad en el incremento del "degrado".

La humildad nacida de la consciente aceptación de una definida condición de empobrecimiento y endeudamiento fruto del mal funcionamiento, permite encuadrar la situación con las razonables certezas de cuanto el magnánimo paquete de "derechos" (todos se sienten autorizados a requerir), se ha evaporado simplemente porque no se tiene la posibilidad económica, no se produce riqueza suficiente para sostenerlos. En este caso sin buscar diabólicos responsables, es preciso ser claramente concretos y concisos para establecer: los "derechos se han perdido porque no se produce la suficiente riqueza material para solventarlos". Los derechos obtenidos por una sociedad (los vuelca sobre si misma) no son el producto de una “etérea gracia recibida”. Es la justa consecuencia acreditada a una colectividad , cuando su funcionalidad en todos sus ordenes se traduce en la suficiente eficiencia para merecerlos. Bajo el delirio de una forma de pensar dominada por la"di-funcionalidad", una sociedad en bancarrota alberga la convicción de gozar de "derechos" cuya práctica es directamente consecuente e inherente a las riquezas producidas (para el caso decididamente deficitarias, insuficientes o inexistentes).

No es necesario introducirse en intrincadas dialécticas ideológicas

para corroborar cuanto comunidades dominadas por la demagogia de

"el gozar de los mayores derechos", han terminado por demostrar un concomitante detrimento

de la real capacidad de sostenerlos.

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El des-avanzo de los gastos generados por el sostenimiento del sistema de “derechos" por encima de las riquezas generadas para concretar-los, han llevado a debacles económicas difícilmente controlables. La ideologías dispuestas a exhibir y hace flamear presuntuosamente las banderas de los "derechos", deberían bien cuidarse de solventarlos e incrementarlos cuando no se producen con creces la concreción de riquezas adecuadas a hacer posible el proyecto. Si ello no sucede y los "derechos" se devoran una inicua productividad (generando déficit y endeudamiento para sostenerlos), estos se convertirán con el tiempo en indigencia, empobrecimiento y miseria, mostrando el lado real de la medalla. Las sociedades soñando con "mágicos benefactores" y no con los serios y rigurosos héroes empeñados en darle una digna identidad, se hacen merecedoras del destino de "degrado" surgido de su elección. Héroes aplicados en forjar encomia-bles ordenamientos intelectuales, plenos de sabiduría, sentido común y verdadero amor; pasan desapercibidos bajo la onda de inabordables fantasías. Las "crisis", representan el momento justo para oportunistas del tipo "milagreros religiosos", convencionales aduladores de las masas sociales quienes entrando en juego terminan por dar el golpe de gracia en hundir el barco, mantenido a flote penosa-mente después de soportar tantas tempestades.

La sociedad es hora deje de encandilarse con fatuos fuegos de artificio

desvanecidos fugazmente en la obscuridad, dejando el rastro de una efímera luminosidad

pronta a sumir en una aún mas profunda nebulosa.

Las "crisis" y las condiciones de "degrado" se superan realmente afrontando y eliminando las reales “causas” provocan-tes, e implementando ordenamientos destinados a superarlos integralmente. Para una mas justa comprensión de la gravedad del estado de "degrado" crónico del cuerpo social, se hace indispensable antes de proponer y poner en juego un ordenamiento programático de "reconstrucción", advertir la necesidad de toma de conciencia de parte de la sociedad del punto real de la situación. La gravedad de la situación no hace ya posible dejar de lado a la sociedad o llamarla a participar pasivamente, o de continuar a involucrarla en el "degrado" como un cuerpo extraño al mismo, cuando sin duda ha contribuido a configurar-lo. Es necesario afirmar con claridad y responsabilidad en nombre de todos cuanto el tipo de juego practicado hasta aquí, resulta imposible continuar a jugarlo (ha llevado a un tangible desastre).

Un claro signo de imprescindible re-conversión de posición

comenzará a partir del interno mismo de la colectividad, (plagada de "di-funciones" sectoriales),

en modo de colocarla delante de sus propias y para el caso determinantes responsabilidades.

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Resulta del todo falaz y "populista" no descargar en la sociedad el peso de un"degrado" generado de un grupo de personajes fantasmagóricos, pero también producto de sus propias transgresiones. Un proceso de "transformación" se verificará plenamente, cuando la entera colectividad se llame a encuadrar su funcionamiento, dentro de normas distintas a aquellas "di-funcionales” practicadas habitualmente. La comunidad es necesario tome conciencia de desenvolver sus actividades dentro de un sistema u ordenamiento compaginado "di-funcional-mente" (resulta improductivo y deficitario), con esfuerzos personales diluidos en la incompetencia de mecanismos destinados a dar como resultado un balance negativo.

“Transformar" indica como termino una magnitud trascendente en la entidad de los "cambios" indispensables a poner en marcha un difícil proceso de "reconstrucción". La sociedad para entrar en tal proceso (parte activa y fundamental) es preciso re-dimensione profundamente su posición, ante argumentos dispuestos a considerar valido e insustituible desechar la arbitraria mutación comporta-mental presente en todas las actividades.

Por otra parte ante el palpable y concreto estado de descomposición y "degrado" de los ordenamientos y por consecuencia de todos los ámbitos comporta-mentales, las consuetas "reformas" resultan un expediente insuficiente a producir un "fenómeno de cambio", como aquel de practicar si se entiende llegar a los resultados impuestos por las circunstancias.

Una condición de avanzado"degrado" no se recicla con “reformas”,

se hace necesario una completa “transformación del entero sistema funcional.

Los "cambios" necesarios a cancelar las "causas del degrado" a desmantelar y eliminar para dar seguridad de acción y resultados al proceso de "transformación", son de una magnitud y profundidad tal de requerir una completa reorganización de los ordenamientos. (de ser totalmente reconstruidos a los fines de una eficiencia y suficiencia funcional). Acercándose a una encrucijada decisiva, o se va al encuentro de una verdadera y responsable "transformación" del desenvolvimiento comporta-mental general de la forma de vida del entero cuerpo social, o se entrará en la incierta obscuridad de una progresión desconocida.

O se toma plena conciencia de la "degradada" forma de vida de la sociedad y del riesgo del crecimiento exponencial del fenómeno en su continuidad, eligiendo la única alternativa valida para ir en búsqueda de una imprescindible "reconstrucción".

O antes o después la caída, no permitirá aferrarse a ninguna incruenta solución en la posibilidad de detenerla. Es necesario despertar aunque brusca y repentinamente el espíritu critico y auto-crítico del entero cuerpo social, en respuesta a las concretas argumentaciones concernientes al "degrado" (el proceso general afecta al desenvolvimiento comporta-mental de todo el contexto). Con este resorte se pone en juego el real campo de las responsabilidades,

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evitando la “di-funcional posición de conveniencia” de parte de sectores, seguramente en búsqueda de identificarse como víctimas no como pertenecientes al grupo infractor.

El reconocer la sucesión de continuos caóticos desaciertos de dogmas venerados, llevando a los ordenamientos al limite de la mas inaudita confusión ideológica, será presentado públicamente según posiciones interesadas en dar un panorama minucioso - riguroso, basado en simples elaboraciones sustentadas en razones lógicas. La colectividad es necesario acepte con convicción los conocimientos adquiridos por las argumentaciones destinadas a describir causas, características y consecuencias del "degrado” ocasionado, asumiéndolas como un justo y sincero medio destinado a reconocer una situación dada.

Es indispensable utilizar mecanismos conceptuales útiles a crear las condiciones

de promover una clara respuesta a un proceso de “transformación trascendente e integral”,

como único modo de encarar y afrontar el de-curso de una forma de vida organizada

según un cierto criterio de eficiencia funcional. Es preciso actuar con centrada atención en desarticular los ficticios contextos configurados por el ámbito ideológico político (sustenta sus posiciones con inoxidable adhesión religiosa), que como en una bufa interpretación teatral de bajo fondo continua a repetir sus escenas en una espectral obcecada posición conceptual.

Es fundamental al cuerpo social comprender en la mas ecuánime versión analítica, el triste espectáculo ideológico basado en dogmas ya inaplicables (se han demostrado un total fracaso), así como resulta imprescindible cedan el centro de la atención para convertirse en un elemento "causal" del "degrado” existente.

Aun bajo los efectos de un profundo dolor emotivo la colectividad es preciso tome la decisión de extinguir, cancelar la influencia de ideologías, directa o indirectamente responsables de haber sumido a la sociedad en el más profundo "degrado" de su historia.

La des-articulación argumental de las fuerzas ideológicas "degradantes" (continúan a ser utilizadas políticamente

con la seguridad de generar consensos suficientes para alcanzar el poder), necesitan ser afrontadas y desconectadas

de su falsos virtuosos preceptos.

En tanto aferrándose a las re-manidas fórmulas, no pocos personajes interesados tratan de usufructuar la influencia del pasado, con versiones aún plenas de contenidos deforman-tes. Escalar el poder político en nombre de la "causa o el dogma" populista más preciado es un "caballo de batalla" siempre útil y ventajoso para abrirse camino. Es preciso dar serias propuestas informativas-formativas para terminar con un triste y escuálido circo ideológico, siempre presente con sus nostálgicos y empobrecidos

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personajes quienes envejecidos y maltrechos tratan de sobrevivir fuera de un tiempo sin ya alguna opción útil de proponer. 2.) Re-composición integral del cuerpo social respecto a la entidad del "degrado" adquirido. El subconsciente mantenimiento de una posición de primer plano adquirido en el “pasado” (primera mitad del siglo transcurso) cuyo crecimiento y desarrollo había colocado a la comunidad a asumir una condición de privilegio en el ámbito internacional, no puede ser sostenido ni ostentado en la actualidad, porque ya no responde de ninguna manera a los atributos otorgado en aquella condición.

Este reconocimiento a la real situación actual resulta una fundamental toma de posición (ubicación del cuerpo social), de disponerse como las circunstancias lo obligan con la suficiente humildad, sentido de culpa y reconocimiento respecto a la "degradada" forma de vida adoptada.

La justa posición permite recomponer y reorganizar todo un panorama operativo,

implementando las motivaciones a partir de los más elementales y primarios pasos dados

por la "pobre República" al decir de Alberdi, en modo de ponerse

(digna y orgullosamente) en marcha para forjar el futuro.

Las condiciones reales de la colectividad la muestran empobrecida y detenida en el tiempo pero además con el agravante respecto a los primeros pasos de la República, de encontrarse sufriendo la crónica y penosa enfermedad del "degrado". Un esfumado proceso anómalo capaz de someter a la sociedad a un estado de inconsciente droga-dicción comporta-mental (para liberarse será necesario un gran espíritu de sacrificio y una enorme capacidad de esfuerzo interior).

Ya no es tiempo ni existen posibilidades para las soluciones mágicas, o de fiarse a fábulas bien intencionadas, cuya moral revelará la sumada presencia de circunstancias "degradantes".

La "moral de la fábula" siempre cierta y lógica es de relacionarse con cuanto o no, una sociedad halla realizado concreta-mente para desarrollarse, dar dignidad, bienestar, orgullo de pertenencia y progreso a su forma de vida, así como el ganado respeto de otras comunidades en reconocimiento a un serio y riguroso ordenamiento.

La "moral de la fabula" se desprende irremisiblemente

(según el ejemplo procurado de la misma) de los hechos expuestos

y no de aquellos cómodos de "conveniencia" conducentes a ratificar positivos

negativos resultados. A nada sirve el juego de enredos en el intento de disimular el "degrado" hasta hacerlo pasar desapercibido.

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Es tan fácil como irrelevante contar historias de tabernas interpretadas por cada uno a su manera, pensar, decir y girar las opiniones como se desea y según propios intereses, tal como ocurre cuando se fabrican las "di-funciones de conveniencia" sin duda más atrayentes, simpáticas y ventajosas de aquellas rigurosamente funcionales y veraces. Un giro de “di-funciones” en torno al vacío no coincide o mas bien evade una bien definida enseñanza: la realidad cierta es una y precisa. Ella concuerda con la "moral de fábula", del todo distinta cuando no opuesta a la pretendida interpretación de “conveniencia. El hecho concreto es irrefutable en cuanto el "degrado" existe y es responsabilidad del entero cuerpo social. La consecuencia de aspectos comporta-mentales de los distintos sectores configura un panorama de mecanismos anómalos, incrementados por las pululan-tes “di-funciones” de quienes campean a su gusto en el desenvolvimiento de las actividades en general.

Al actual momento crucial es indispensable estar en las condiciones mas adecuadas, (libres de influencias y prejuicios) para percibirlo en su real magnitud, implicándose en la necesidad de encuadrarse dentro de un bien definido camino a seguir.

El programa de "transformación" requerirá dada la critica situación creada,

un severo y escrupuloso pragmatismo dotado de una irrenunciable sentido común

producto de una lógica racionalidad.

La conducción conceptual se asumirá la responsabilidad de planear un ordenamiento surgido en respuesta a un justa evaluación analítica de la situación, proyectándose con cautela, paciencia, y seguridad de movimientos, dejando el menor margen posible a los errores de concepción y por lo tanto de índole aplicativa. El nivel de "degrado" alcanzado demarca un limite de seguridad no ya factible de sobrepasar o atravesar, sin llevar a la sociedad a hacerle correr el irreversible riesgo de la "desintegración y disociación".

No existen ya más posibilidades para tentativos aproximados, deleitaros, ni para parciales recetas salvadoras, ni de programas inseridos a furor de un necesario supera-miento de instancias de “crisis”. El nivel de "degrado" no permite ni considerar o aplicar plante-os inciertos, no portadores de un trascendente contenido de inatacable rigurosidad.

Si por desinformación o desinteresada irresponsabilidad la sociedad considera lo más adecuado continuar a subsistir en la "di-función y degrado" en su desenvolvimiento general, por contrapartida es justo también acepte la propia posición de la decisión tomada, considerándose directa responsable en todos sus planos del recrudecer del empobrecimiento, el atraso, el caos, ocasionados por la persistencia de mecanismos anómalos por ella sostenidos.

La sociedad en todo su cuerpo activo y en todos sus sectores representativos, no puede evadir a sus propias responsabilidades con escuálidas estratagemas, ni hacerse más de lado, o desentenderse arbitrariamente, ni descargarlas sobre otros

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componentes, o sentirse solo victima; de un hecho de grave importancia como lo es el "degrado funcional generalizado" donde toda ella se halla involucrada en manera completa e integral.

Es de considerar agotados todos los recursos salvadores de “conveniencia” proyectados en la más variadas gamas de “créditos externos”, empréstitos requeridos a entidades internacionales, bonos del tesoro, privatizaciones y ventas territoriales. Aniquilados todos los recursos para tratar de continuar a subsistir en la "di-función y el "degrado" dando cuerpo a una situación nunca resuelta; se supone habrá llegado el momento de terminar drástica-mente con un proceso cada vez más denigrante.

Cuando se toca fondo es preciso comprender, aceptar y decidirse a "cambiar". Dar un vuelco total a una situación insostenible y por ello afrontarla revolucionaria-mente (sentido trascendente a la importancia requerida por la necesaria "transformación"). La intención de este apartado es la de llamar la atención de la entera sociedad habituada a no ser jamás involucrada directamente en el propio “degrado". Es necesario se enfrente con la responsabilidad de ideologías superadas, de su in-eficiencia, de su vena improductiva, de su ausencia de actualización organizativa, y de tantos aspectos mancomunados bajo el signo del déficit ( derechos del trabajo y de jubilación cubiertos con recursos “di-funcionales), conformando un cuadro todo de re-ordenar y reconstruir. Cuando todas y cada una de las partes sociales parecen tener razón en las diversas cuestiones bajo un protector manto de "degrado" (enmascara el entero contexto) es muy probable o mas bien seguro, ninguna la tenga. Tal como ocurre en los comportamientos dominados por las "di-funciones" tendientes a buscar soluciones exentas de consecuentes razones lógicas, en el infructuoso intento de avalarlos o justificarlos.

No es por cierto difícil si cada uno suficientemente preocupado

por sus propios problemas pierde de vista la percepción de cuanto la entera sociedad

esta arriesgando la “disociación”. Condición si observada con cierta proyección y objetiva razón

de constituir un hecho de mucho mayor gravedad

de las consecuentes directas repercusiones personales.

El nivel de importancia de la eventualmente denominada "crisis de degrado" tiene por finalidad subrayar las razones lógicas impulsadas a crear la necesidad de una respuesta trascendente a la misma, avalada por una participación en primera persona de la colectividad. Participación activa corroborada de una imprescindible aceptación y adecua-miento de la sociedad a una conformación programática, apoyada de la convicción, humildad, disciplina y disponibilidad requerida por un real proceso de"transformación".

Sin una colectividad bajo un positivo esfuerzo destinado a comprender e interpretar el sentido profundo de la necesaria "transformación", sin una participación activa, directa, convencida, decidida y entusiasta, presentada de una comunidad unida y dispuesta a un

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disciplinado sacrificio; el mejor proyecto de "reconstrucción" no tendrá razón de existir (ya abra fracasado antes de ponerse en juego.

CAPITULO 2.

Características y magnitud de las "causas” de la decadencia como hechos de conocimiento formativo esencial.

En el amplio y determinante proceso de "degrado" resulta fundamental proveer a la configuración de un completo análisis destinado a una correcta y cristalina información capaz de establecer e indicar las "causas básicas” de la puesta en marcha de los mecanismos "di-funcionales".

La información- formación consecuente también se encargará de difundir las características esenciales de las “di-funciones” en modo de individualizar, desenmascarar y poner al descubierto los agentes de diversos tipos encuadrados dentro de esa índole.

Se definen como "causas básicas" aquellas destinadas a cimentar y proyectar el esqueleto de sostén de las consecuentes

"variables complementarias" surgidas de aquellas originales

(han dado lugar al proceso). Las "causas complementarias", constituyen cuantitativa-mente la masa de mayor envergadura y se han ido incorporando subsidiariamente al proceso, contaminando e invadiendo en modo “di-funcional” los distintos ámbitos y estratos comporta-mentales de las actividades desarrolladas por la colectividad. El proceso se prolonga a lo largo del tiempo con lentitud y la insidiosa proyección de una enfermedad crónica (se desarrolla sin presentar claras manifestaciones de su existencia).

Su progresión pasa generalmente desapercibida así como inadvertidas las distorsiones (se demuestran de escasa entidad por cuenta propia). Sumándose van lentamente invadiendo y dominando las formas comporta-mentales productivas sectoriales y entre sectores.

La capacidad de acción de las "causas de degrado" se verifica en la natural predisposición del proceso,

a enmascarar como eficientes puntos de referencia ideológicos

substancialmente erróneos (pasan a ser considerados principios de indiscutible validez).

El "degrado" se proyecta posteriormente sostenido por mecanismos de hábitos, dispuestos a interpretar aspectos, bajo la visión de configurarse según se desean y no como son en realidad.

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Esto abre las puertas al apoyo incondicional a posiciones inconsistentes ("degradadas") quienes sostenidas con indiscutible adhesión, se convierten en pilares conceptuales de deslumbrante fuerza. Los paraísos fundados en las buenas intenciones ideológicas son una variante distorsionada de la realidad basada en la elaboración de deseados sueños, validos en cuanto tales en el abstracción espiritual pero fácilmente trastocados en pesadilla, cuando se encuentran con concretos obstáculos insalvables demostrativos de su inconsistencia. Creer posible a partir de buenas intenciones obtener los mejores resultados posibles (aquellos imaginados por todos), es una presuntuosidad seguramente castigada en su momento con un duro acto de punir.

Las sociedades podrán obtener tantas magnificas metas mejorando su forma de vida, pero pensar en plasmarlas

a partir de proyectos basados en buenas intenciones, es de considerar un hecho imaginario

(observado con sentido común y humildad es preciso descartar). El "degrado" en este caso es la consecuencia de un cumulo de “proyectos plenos de buenas intenciones”, destinados a en su momento aplicativo a tropezar brusca, violenta y continuamente con aspectos reales dotados de la fuerza de alejarlos cada vez mas del camino previsto. A continuación para evitar desviaciones en la imaginada progresión del proyecto de alcanzar (concreción de las “buenas intenciones”), el sistema se avala de “di-funciones” tratando de reconquistar inútilmente la linea prevista. En efecto a los fantásticos preceptos ideológicos terminan por contraponerse las condiciones efectivamente imperantes (indefectiblemente encuadradas dentro de las reglas de la real eficiencia). El "degrado"como fenómeno de descomposición social no es de fácil comprensión. Responde a una serie de aspectos cubiertos por el velo de las buenas intenciones: produce el efecto contrario al deseado como quien tratando primorosamente de hacer lo mejor posible su tarea termina por descompaginar-la. El delicado y al mismo tiempo insustituible paso consistente en definir e identificar los hechos "causales" del “degrado” para ponerlos en directo contacto con la sociedad, es un acto de tan delicada competencia como de vital importancia, para hacer factible un proceso de "transformación".

El aspecto de mayor gravitación parece radicar en el planeo y programación

de la orientación de las argumentaciones dispuestas a despejar la enmarañada madeja,

porque en ella se cobijan las erradas convicciones conceptuales sostenidas en el ámbito

de la conformación ideológica de la comunidad. La motivación programática se llevará a cabo con un proceso regido por una equidistante razón lógica, transluciendo permanentemente el bien definido espíritu constructivo a la base de toda la acción.

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Si bien indudablemente critica no recaerá en los mortifican-tes y vulgares lugares comunes utilizados regularmente (han fomentado la división del cuerpo social). La convicción de la existencia del "degrado" y la comprobación e identificación de los agentes "causales" surgirá necesariamente de un proceso de persuasión argumental plagada de lógicas razones. Jamás responderán a un plateo forzado porque la disuasión de actuar interviene sobre un fenómeno de origen puramente ideológico, cuya justa comprensión y alusión será racional y cuidadosamente elaborada, de lo contrario originarán instintivas negativas reacciones.

La tarea de revertir conceptual-mente los ordenamientos "di-funcionales" clarificando el sentido de un tipo de desenvolvimiento general erróneo, aceptado como justo y regular cuando en realidad no responde a las necesidades de eficiencia, representa motivar a tomar una posición de alguna manera contrapuesta al planteo de ideologías sostenidas con emotiva religiosidad (será preciso desactivar con delicado y sutil tacto argumental). La comunidad sometida a una obcecada posición dogmática es el ámbito preciso con quien entrar en contacto.

Con un valido y didáctico material informativo y formativo será necesario fundamentar hechos, consecuencias y resultados,

por fortuna claros, concretos y confirmados, dispuestos a señalar la verdadera situación

de posiciones conceptuales justas de indicar como "causas del degrado".

Esta identificación y definición de acción ideológica colocada a la base de la forma de pensar y operar de los distintos ámbitos y sectores sociales (política, productiva, social, económica etc.), refleja parte del contexto responsable de los advenimientos "causales del degrado". Consecuentemente cumpliría con la fundamental acción de establecer firmes lineas de elaboración analítico-critica, destinadas a identificar aquellas mas relacionadas y adecuadas a utilizar para evitar se repitan “di-funciones” en el proceso de “reconstrucción". Esta acción de información-educación con fines constructivos de cumplir al interno de todos los sectores sociales, es una tarea tan delicada y paciente como imprescindible al acto de un proceso de "transformación".

Es necesario tener en cuenta la dificultad del cuerpo social en el desprenderse de una pesado al cuanto perjudicial e inútil herencia ideológica, dotada emotiva-mente de las mejores intenciones. Herencia proyectada a inducir, apoyar y seguir programas y ordenamientos carentes del fundamental vínculo de eficiencia indispensable a dar coherencia a la forma de vida.

Formulas ideológicas constituidas en un lastre negativo, de ser dejadas de lado, abandonándolas definitivamente

para reconstruir los principios fundamentales a una digna actitud comporta-mental.

Actitud propia de una comunidad eficiente y madura decidida a forjar su destino en la disponibilidad al sacrificio.

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El delicado y cuidadoso proceso de estudio y elaboración del programa de Información-formación del campo social, comprenderá los múltiples aspectos generales (políticos, productivos, sociales, económicos, etc.), intervinientes en manera individual o asociada a generar la condición de"degrado", y cuya acción será descripta siguiendo la línea del análisis y la crítica realizada por encima de las partes. El importante proceso de Información -formación, responderá a un minucioso y equilibrado programa dotado de una planificación soportada por etapas bien definidas, abarcando el completo espectro analítico, centrado sobre una substancial y amplia documentación de hechos y consecuencias, transmitidas en forma didáctica y capilar al entero cuerpo social. Aparece fundamental a la concreción de este proyecto “informativo-formativo” intervenir en forma directa sobre posiciones ideológicas, de quienes deriva la apertura a una indeterminada cantidad de hechos "di-funcionales" preámbulo del "degrado". Una especie de virus dominante destinado a enturbiar y anular la capacidad de pensar llevándola a proponerse y re-proponerse según formas de comportamiento "degradantes" (pasan desapercibidos como tales dada lo habitual de su utilización). El trabajo Informativo-formativo de re-conversión del cuerpo social es una tarea plagada de dificultades (si erróneamente afrontada conducirá a una in-disponibilidad reaccionaria).

Colocar a la colectividad en condiciones de revelarse significa hacer vanos

todos los esfuerzos tergiversando la intención del proyecto. Convertiría la determinante función de acercamiento

a un exitoso proceso de "transformación" en un irreversible y funesto fracaso.

Difícilmente se puede afrontar con éxito el hecho de revertir trastornos de desenvolvimientos comporta-mentales crónica-mente arraigados en el seno de la colectividad, sin contar con la propia disponibilidad, humildad y constricción participativa, en el acto de develar las justas razones capaces de invalidar dogmas, preceptos e ideologías. Sin un bien demostrado lucido equilibrio la tácita transmisión de una sensibilidad constructiva y de límpida intención, el proyecto puede ser fácil y/o intencionadamente mal interpretado y acogido. Buena parte de la disponibilidad a una apertura positiva a la aceptación del proyecto, dependerá de la calidad y nivel de la posición analítica. Sera preciso tenga bien en cuenta evitar gratuitas e inútiles recriminaciones o de colocarse en el plano de dispensador o ejecutor de justicia. El desarrollo temático seguirá una linea conceptual en modo de identificarlo claramente como propulsor de análisis e interpretaciones basadas en razones lógicas, siempre y sistemáticamente al margen de cualquier contexto ideológico.

El trabajo de información-formación asumirá la bien definida condición,

como en su tiempo aquel "Alberdiano" de ser exclusivamente puesto al servicio e interés de la sociedad.

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Un programa propuesto con rigurosidad y en términos para ser mas justos hasta despiadados (si se considera útil a una positiva reacción), en la descripción de conformaciones y repercusiones “di-funcionales”, de enfoques ideológicos contradictorios, o generadores de distorsión con sus mecanismos de "conveniencia", pero mostrando al mismo tiempo una clara transparencia en el esclarecimiento destinado a reconstruir justos parámetros comporta-mentales del cuerpo social. El proyecto Informativo-formativo reflejará nítida-mente sin vestigios de sombras y a partir de razones basadas en discernimientos lógicos (en modo claro, tangible y concreto), los aspectos y el porque la colectividad ha llevado su forma de vida al "degrado". El análisis se elaborará en forma tal de presentarse con un criterio de base totalmente independiente, equidistante y equilibrado respecto a los condicionamientos ideológicos, imbuido del justo sentido común para establecer el acertamiento de justas, lógicas connotaciones.

De la conformación analítica del proyecto se desprenderá con certeza su única intención, aquella de ir en búsqueda de revelar la verdad.

Certezas sobre hechos y consecuencias de aspectos conceptuales y circunstanciales,

capaces de desencadenar y colocar en un primer plano dominante el proceso de "degrado".

La linea de la base analítica permitirá instaurar y definir en paralelo el real concepto de eficiencia, otorgando la posibilidad de establecer la justa distancia de todos aquellos aspectos "di-funcionales", cuyas buenas intenciones alejan al análisis de las necesarias certezas argumentales. Las circunstancias plenas de confusas condiciones hacen difícil una convergencia dirigida a percibir y establecer las mas correctas posiciones, ya sean estas políticas, productivas, culturales, folcloristas etc. La completa independencia y esterilidad del proyecto respecto al contexto ideológico general es un hecho definitivamente califican-te. La intención de re-conversión conceptual social resultaría carente de valor y se revelaría del todo inútil, si el análisis se condujese contemplándolo bajo la particular e interesada visión de alguna de las partes involucradas directamente en el proceso de "degrado". Este probablemente seria un proyecto de configuración "di-funcional" de conveniencia generado en una iniciativa invalidan-te. Las partes sociales responsables del "degrado" son las menos indicadas para presentar plante-os intencionados en generar un completo esclarecimiento conceptual de las “causas generadoras. Por otra parte resultan las menos interesadas en revelar propios aspectos negativos concernientes en manera directa porque ni siquiera los consideran en grado de provocar alteraciones “di-funcionales”.

El análisis crítico formativo responderá a un particular encuadramiento destinado a enfocar la sociedad

en el completo campo de sus actividades, desmenuzando en forma concisa y directa

el esclarecimiento de las "di-funciones" de desenvolvimiento de los mecanismos en general.

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El proceso Informativo-formativo, desde su elaboración analítica hasta el contacto directo y capilar con el cuerpo social, se asentará en un palpable e imprescindible espíritu constructivo, de concebir como acto consecuente a contribuir a un más eficiente y exitoso proceso de "transformación" (de considerar imprescindible paso previo).

La finalidad es la de alcanzar el consenso público con una posición y exposición basada en un análisis configurado en discernimientos lógicos, con el aporte del material necesario preparado a llegar a cada integrante de la colectividad (contactarlo con sus propios medios racionales), finalizado a crear las condiciones para liberar de la oprimen-te confusión conceptual inmovilizan-te del no "cambio" ideológico. La importante tarea Informativa-formativa no entrará de ninguna manera en los carriles divisionistas, bajo cuyos escuálidos enfoques se plantea "quienes son los buenos y quienes son los malos". Superficial y dispersora posición de clásica índole "populista" substrayendo del centro de la atención los fundamentales “fenómenos causales” del "degrado" general, para tratar de individualizar los accidentales culpables del caso. El análisis centrará su tarea de esclarecimiento en la identificación “causal original y consecuente”, ubicados a la base del dominio de los mecanismos"di-funcionales" y del “degrado" a los mismos conducentes.

La eficiencia del proyecto se apoya en la localización de la base conceptual de las "causas"

y en evaluar con razones de discernimiento lógico el nivel de importancia o nocividad de cada una de ellas

en fomentar o recrear el "degrado".

La identificación "causal" servirá a proponer los agentes realmente responsables del "degrado", e a indicarlos a los efectos de ser tenidos en consideración para ser eliminados del espectro comporta-mental y operativo, es decir de directa utilidad a la conformación del proceso de "transformación". Para establecer una primera posición de equidistancia general y producirse en resultados analíticos libres de todo condicionamiento teniendo como único punto de referencia la certeza de las argumentaciones, sería preciso un planteo de estudio capaz de considerar (a igual nivel de importancia formal) todos los aspectos y circunstancias emanados del entero cuerpo social del primer al último sector o componente de actividades. A partir de una completa visión integral sera posible comprender e interpretar un fenómeno tan desbastan-te como extendido a todos los planos, tan profundamente arraigado como habitualmente aceptado y ejecutado (según la entidad del "degrado" en una colectividad acostumbrada a desenvolverse en ese medio). Natural y lógica consecuencia de un esclarecedor proceso constructivo, es desechar en la planificación, elaboración y ejecución del proyecto informativo-formativo, toda discriminación conceptual que pierda de vista el riguroso equilibrio y el siempre medular, reflexivo y calculado sentido analítico, coherente-mente prevalen-te en el contexto integrado con el fin de asegurar la fidelidad al enfoque de las simples o complejas problemática tratadas.

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Así como la colectividad se ha presentado unida en todos sus ámbito para desencadenar el "degrado",

así cada una de sus partes o sectores, desde aquellos más preponderantes a los mas irrelevantes serán sometidos a un riguroso análisis comporta-mental.

Simplemente porque todos (de una u otra manera), se encuentran involucrados y es necesario reconocerles

algún tipo de participación en el nefasto fenómeno.

1.) El proyecto Informativo-formativo y el campo "Ideológico". La tarea de elaboración analítica actuante en el medio ideológico tropezará con un obstáculo no racional de tener en particular consideración de parte de las argumentaciones vertidas. Estas se verán involucradas con aspectos de difícil gestión de tratar con gran tacto y delicadeza (ello no significa exento de rigurosidad y de claridad en las aseveraciones).

Son los aspectos fundados en lo “incondicional” como la emotividad, la fidelidad ideológica y el profundo sentimiento “religioso de pertenencia a las mismas" de considerar el mas difícil escollo de afrontar por el campo informativo-formativo. Este particular ámbito dominado por la irracionalidad, representa en la exposición de los motivos "causales" del "degrado" un imponente desafío cultural e intelectual. Será fundamental el permitir vislumbrar y corroborar en las componentes sociales el porque los "dogmas" involucrados se han hecho responsables (quizás involuntariamente) de un incontrovertible proceso de "degrado" en la forma de vida de la colectividad. La delicada tarea se muñirá de sensibilidad porque la fidelidad es tan pura y sincera y si bien va respetada a la base del sentido de su configuración, tiene la absoluta necesidad de ser tratada como una "fidelidad mal orientada, sustentada sobre formas conceptuales de difícil o mejor imposible configuración práctica".

La pureza de la fidelidad respecto al significado motivan-te (del todo respetable)

no tiene ninguna relación con el hecho de cuanto el factor "dogmático" lo merezca realmente.

Por otra parte la fidelidad resulta un acto inmediato e irracional consecuente a la exacerbación directa de la predisposición a aderezar y transmutar fantásticamente situaciones. Por ello se presentan como concretos portadores de "di-funcionales" mecanismos de "degrado" entrando en una transposición de valores del todo anómala.

Las fantasías ideológicas apenas esfumadas abandonan a cada uno a su propia suerte, como cuando el espejismo de un deseo desvanecido, se reencuentra con el árido camino de la verdad (aparece siempre mas agresivo cuanto más se contrapone a la realidad).

Desenmascarar las fantasías ideológicas es una tarea improbá e ingrata

(todos las veneran como un respiro de gracia divina), pero definida-mente destinadas a descartarse

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cuando de por medio esta en juego la dignidad de la forma de vida de una sociedad.

Por ello el análisis Informativo-formativo se proyectará por la justa y rigurosa línea del estudio del esclarecimiento pragmático, concreto y lógico de los eventos, conductor hacia un conocimiento veraz y preciso de formas, acontecimientos, consecuencias y resultados de los "agentes causales” presentes en continuidad y cantidad a lo largo del penoso proceso de "degrado". La función esclarecedora perdería su justo sentido así como el proyecto Informativo-formativo, si se aceptaran formas de desarrollo analítico condimentadas con derivaciones ideológicas, cuyo valores se han revelado probada-mente ficticios y por lo tanto causantes irrefutables del estado de "degrado”. Es de aceptar de parte de ciertas posiciones programáticas sustentadas por concepciones ideológicas se revelen concebidas y aplicadas en modo erróneo. Es del todo irracional e ilógico continúen a tener vigencia y se trate de emplearlas obcecada-mente, cuando responsables con sus principios y formas de organización y ordenamiento del claro y rotundo fracaso evidenciado y ratificado por el profundo "degrado" colectivo. Si la masa social rehúsa por partido tomado o por fidelidad ideológica emotivo-sentimental, a aceptar adquirir del proyecto de “información-formación” el conocimiento esclarecedor sobre los agentes conceptuales "causales" de base del “degrado” (son involucradas las posiciones ideológicas); caerá sobre la comunidad el total peso de la mas completa irracional irresponsabilidad.

Es bajo el mandato de la consuetudinaria irresponsable obcecación en la pre-valencia de continuidades ideológicas,

donde el imprescindible proceso de "transformación-reconstrucción" se hundirá ya en las primeras faces de navegación.

Porque no existe “ fidelidad” inducida en obscuro empecinamiento a oponerse y sabotear un proceso de "transformación", imprescindible a "reconstruir" un eficiente ordenamiento y funcionamiento de las actividades; en convertirse en la mas decidida condena por propia irracional mano a proseguir una forma de vida cada vez más deplorable e indigna. Será en el interés de cada miembro de la comunidad dispuesto a ponerse en contacto con el material informativo -formativo elaborado, a conformar sus propios y desapasionados razonamientos (analizando las lógicas expuestas); a adquirir la preparación necesaria para llegar a las personales evaluaciones y conclusiones. En el especifico sector ideológico aparte de las característica de la conformación conceptual, son los acontecimientos y relaciones sucesivas cuyo entrelazarse ha hecho posible un incremento encadenado a dar la consecuente extensión del "degrado" a todo el contexto social.

Todo el contexto en torno a la componente “ideológica” constituye un amplio espectro de factores

necesitados de esclarecedoras respuestas de parte de la acción analítica.

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El contenido decadente de los eslogan utilizados como medio directo de promoción, proyectos de una declarada privilegiada posición de poder internacional, derechos

ostentado para facilitar la manipulación del poder, des-articulación de la escala de valores de preparación personal; son el inicio de algunos pocos aspectos proyectados a esparcir

en manera incontenible el dominio de las “di-funciones” en todos los ámbitos organizativos.

El análisis será necesario elaborarlo proyectado hacia el mantenimiento de un equilibrado sentido común, basado en la evaluación re-dimensionada de los argumentos conceptuales y capaz de mantener siempre presente su finalidad esencial, aquella de lograr la "re-consideración analítica de las posiciones ideológicas" para poder aviar con buenas posibilidades de éxito el proceso de "transformación para la reconstrucción".

La inducción al personal análisis de conciencia sobre ciertas "religiosas arraigadas" posiciones ideológicas, constituye el punto de partida fundamental para ser tratado con cada componente de la colectividad, quien será introducido con válidas argumentaciones a entablar propias deducciones lógicas y tomar contacto directo con los germen-es "dogmáticos" instauradores del "degrado" configuran-te la forma de vida del cuerpo social. El éxito de un eficiente programa integrado de "transformación de reconstrucción", presentará gran margen de seguridad cuando cada uno de los componentes de la comunidad se haya primero "transformado a si mismo" respecto a su conformación ideológica, adoptando las posiciones mas acordes a una justa interpretación y aceptación de los beneficios acarreados siguiendo las normas de correcta funcionalidad.

Para desembarazarse del "degrado generalizado" es del todo prioritario a cada integrantes del cuerpo social,

hacerlo con su propio y arraigado "degrado ideológico"

cualquiera la tendencia involucran-te. La re-dimensión ideológica personal a todos los efectos (tratando de llegar al conocimiento de las problemáticas con razonamientos ciertos y veraces) es una actitud individual fundamental, porque la "lealtad a ultranza" es a este punto un claro síntoma de inconsciente irresponsabilidad, Una posición destinada a alejar hasta hacer improbable o imposible, el real éxito de un programa de " trascendente transformación" (cualquiera el nivel de perfección conceptual alcanzado por el mismo). La “lealtad” personal representa una de las más puras dotes si ofrecida con criterio y no emocionalmente a elegidos bien definidos aspectos privilegian-tes: sentido común, profunda capacidad intrínseca, espíritu de sacrificio y otras virtudes, pero sobre todo la responsabilidad y rigurosidad en aplicar excelsos principios bases por cuyo intermedio recompensar la particular recepción de tal dono. Una sociedad no es orgullosa de la bien ganada digna respetabilidad de su forma de vida, porque ha tratado siempre y de cualquier manera de complacer todos los deseos de los múltiple sectores componentes. Lo es porque se ha dado una línea de principios seria, rigurosa y dispuesta a seguir las sacrificadas normas impuestas por la calificación de "eficiencia” en el ejercicio de sus propias funciones.

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Si las ideologías como ocurre con aquellas "populistas" responden

como es su intención a todos los deseos de los componentes sociales adeptos al “dogma”,

por irreverente par-adoso el resultado es el "caos y el degrado".

Con la buena intención de cumplir con los deseos de las partes no se concretan aquellos más superlativos, y se termina además en el opuesto: no implementar siquiera las mas elementales e indispensables necesidades cotidianas. Las colectividades ubicadas dentro de una decorosa eficiencia de función general, prefieren el rigor de decir “no” a sobrepasar limites (es la elemental linea justa a seguir). No será en manera alguna una ideología plena de fantasías de improbable concreción quien asegurare un sistema sólido, digno y riguroso, procuran-te a sus componentes un honorable nivel vida.

Si una sociedad concomitante a un eficiente ordenamiento comporta-mental de sus actividades ha adquirido un nivel de riqueza creada, suficiente a instaurar mecanismos cada vez más justos y adecuados a una mejor y mayor distribución del bienestar y progreso, proyectarse en tal sentido hacia el mejoramiento general resulta un hecho consecuente del todo improrrogable e insustituible. Una situación difícil o mejor imposible de alcanzar cuando se deja arrastrar por las promesas ideológicas. Es la magnánima buena intención de distribuir aquello aún no generado concreta-mente en el campo productivo, el mas garrafal error de cometer por los modelos imbuidos de “facilismo”.

Solo cuando efectivamente la riqueza elaborada hace factible y suficiente el recabar los fondos reales,

emprenden vuelo los mas justos mejoramientos.

Con la puesta en marcha del proceso contrario (partiendo por distribuir mucho mas de aquel poco a disposición), se verificará el de-curso opuesto, proponiendo como meta el empobrecimiento, la indigencia, el desprestigio. La adquisición de la determinante importancia otorgada a las pautas de responsabilidad en el desenvolvimiento comporta-mental de las actividades desarrolladas por la sociedad (están a la base de ordenamientos serios y riguroso), es preciso se coloquen al centro de la proyección del consenso hacia las ideologías.

Bajo este aspecto el proyecto de Información-formación tendrá en particular consideración la condición conceptual de “eficiencia funcional” imprescindible, a regular las posiciones ideológicas pues de fundamental relevancia para las nuevas generaciones.

Es necesario una clara separación argumental entre ideologías reconocidas como agentes "causales" del "degrado" (reconocen viejas, inconscientes y desoladas cepas), y aquellas capaces de configurar una digna forma de vida: reconocen Por un lado un completo estado de deficitario desorden con las características de una desbastan-te peste, orientada a demoler un cierto eficiente

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desenvolvimiento comporta-mental y productivo, sostén indispensable de la colectividad. Por el otro, una sociedad capaz de funcionar dentro de reglas de “eficiencia funcional” sin conquistas espectaculares, asegura con sólidos mecanismos, un paulatino y progresivo incremento del bienestar general y del progreso. Claras y fundadas alternativas a las nuevas generaciones dejadas en manos a adultos fieles a símbolos y dogmas de medieval índole ideológica-religiosa, proyectando en custodia un contexto dominado por las "di-funciones y el degrado".

No es para nada extraño dada la caótica, confusa y degradada situación heredada, encontrar a las jóvenes generaciones a quienes no se les ha esclarecido el porque se ha llegado a tan bajo nivel de decadencia (sin orientación analítica o desconociendo las "causas" provocan-tes), deambular en la más profunda desorientación ideológica. Cuando no existe explicación “causal” o resulta del todo insuficiente o banal (sin la posibilidad de vislumbrar ninguna luz de verdad), no es difícil recurrir a la violencia como un acto de desesperada rebelión en la intención de destruir de alguna manera, hasta la ultima y obcecada piedra percibida y generadora de "di-función y degrado".

La situación de “rabia extrema” no es necesariamente hija de arbitrarias conjuras.

Es consecuencia natural de la espontánea reacción

ante el inconcebible círculo vicioso dispuesto a girar como un enloquecido “carrusel”

en torno a las mismas fracasadas concepciones ideológicas. Para no continuar a repetir exasperan-tes maniobras inducidas siempre bajo el control de alguna ideología "populista" o muy cercana a ella, el entero cuerpo social comenzará por desprenderse de tabúes y pre-conceptos, frases superficiales pre-confeccionadas, mecanismos como el "eslogan" nacido del bajo fondo del intelecto etc. Estos mecanismos por demasiado tiempo han contaminado trágica-mente la manera de pensar, reduciendo al raciocinio a un inútil adminiculo, no respetado ni tomado como justo punto de referencia. Toda la colectividad desde el primer al último componente meterá su capacidad de discernimiento ideológico en discusión, tratando de conocer su posición como medio involucrado en el proceso de "degrado”, adoptando una fundamental intención auto-crítica no a fines de culpar sino para re-proponer una más útil y mejor condición, actitud indispensable para abrir las puertas a los "cambios de transformación".

En la arbitraria, cómoda y egocéntrica condición de sentirse al margen de toda responsabilidad

o de no considerarse participe en el proceso de "degrado", se encuentra

el mayor enemigo de la tarea de "reconstrucción de la forma ideológica de pensar”

del entero cuerpo social.

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La terminante convicción destinada a hacer innecesaria toda reflexión auto-crítica, produce un efecto paralizante del proyecto de información-formación, similar a la posición sostenida por la "fidelidad irracional absoluta". El intento de poner al descubierto las reales "causas" del “degrado”, aún introduciendo en juego las propias falencias ideológicas o comporta-mentales (de alguna manera han contribuido a darle cuerpo), abre las puertas a una disponibilidad al "cambio de transformación" en todas las esferas, política, productiva, económica, comercial etc. es decir en el entero ámbito de actividades desenvueltas por el cuerpo social. Esta posición es un paso cultural indispensable y la sociedad tiene la suficiente capacidad para afrontarla y desarrollarla. Su justa contribución si en parte dispersa en el tiempo responde a un tipo de formación general de indudable valor. Las óptimas condiciones intrínsecas ya demostrada por el cuerpo social en los inicios de la “República” llevándola a un puesto de privilegio en el orden internacional en poco tiempo, hace aún mas incomprensible e intolerable el penoso espectáculo de la "degradante" decadencia ideológica alcanzada. La contradicción existente entre el nivel medio de capacidad de la sociedad y el "degrado" alcanzado (la agobia y consume indignamente), exponen la total incompetencia de las ideologías consensual-mente llevadas al poder de conducción social, y la in-eficiencia de las configuraciones programáticas propuestas.

2.) Relación Degrado-Corrupción. En general el "degrado" y la "corrupción" son términos fáciles de confundir presentándose usualmente como sinónimos, cuando en realidad responden a aspectos definida-mente diferenciados, si bien de considerar complementarios en ciertas instancias evolutivas. La "corrupción" es un aspecto localizado e inherente al desenvolvimiento de las diversas actividades, de interpretar como un ingrediente anómalo de aceptar con resignación, simplemente porque es parte inevitable del juego en cuyo ámbito se movilizan las dinámicas de negociación de todo tipo, políticas, económicas, productivas etc. y los mecanismos afines en relación. En tal sentido todas las sociedades, desde las mas honestas a las mas deshonestas, comprendiendo todo el espectro intermedio albergan focos de "corrupción".

Los argumentos vertidos entienden establecer cuanto

no son los fenómenos de negociación parasitarias y al margen de las convenciones formales,

es decir aquellos complementarios como la "corrupción",

suficientes a actuar en manera determinante en la producción de situaciones conducentes

a la particular condición dé “degrado".

En realidad son los ordenamientos ideológicos generales conformados según un entero contexto programático destinado a permitir y estimular el desarrollo de mecanismos "di-funcionales", desarrollados en el ámbito de todas las actividades (promovidos por las

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cómodas ventajas generadas), a dar lugar al mas extenso y complejo proceso de “degrado”. No son los fenómenos de "corrupción" los que conducen al "degrado", es el dominio de este el destinado a producir las condiciones para un notable incremento de aquellos.

Aquí también el facilismo analítico (conviene a mantener las condiciones de "degrado" existentes pues en ello va la propia subsistencia ideológica), centra sobre los visibles "corruptos" identificados toda la responsabilidad y el fardo de las culpas de atribuir, a las "aparentes causas" de las crisis de momento.

La "corrupción" sirve de pantalla de "conveniencia" para evitar

una consciente y rigurosa identificación, definición y encuadramiento

analítico-conceptual, a los fines de revelar real y concreta-mente

los origines, consecuencias y expansión de las "causas concretas y veraces del proceso de degrado".

Por ello el proyecto informativo-formativo se apoyará en un análisis meduloso y equilibrado pero también dotado de coraje para tratar con rigurosidad y clara exposición de razones lógicas, intocables tabúes, quienes colocados en un altar de religiosa adoración, necesitan ser abordados y estudiados bajo la lente de un ecléctico discernimiento intelectual.

Es preciso llevar a cabo un correcto y pragmático análisis realmente finalizado a comprender e interpretar las justas razones, dispuestas a hacer imprescindible y necesario terminar de crear insostenibles fábulas mistifica-doras. Fábulas llenas de buenas intenciones y como tales intocables. Pero si en la practica estas “fabulas” han contribuido en manera conspicua a generar un dominante "degrado” en la forma de vida de la colectividad, resulta incomprensible continuar a cultivarlas y aplicarlas como validas cuando por una simple y elemental razón lógica son de descartarse, no ser tenidas siempre en la mas alta consideración. No es justo ni lógico tener en pie "ideológicas razones místicas” cuando se proyectan como interesada respuesta a escuálidas posiciones re-aseguran-tes del predominio consensual, apoyándose en figuras religiosamente veneradas. Estas posiciones están relacionadas exclusivamente con los mas despreciables compromisos del poder.

3.) Consideraciones en conclusión.

El fundamental proyecto informativo-formativo como central acto de comunicación social,

destinado a esclarecer con rigurosidad y asepsia analítica

las "causas, consecuencias y extensión del degrado", tiene la función de dar plena y completa luz

al indispensable justo conocimiento

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de los hechos motivan-tes del mismo.

Esclarecimiento realizado con la consecuente y fundamental finalidad de “informar-formar” a los componentes de la sociedad, reconstruyendo con argumentaciones analíticas el devenir de los efectos condicionantes del proceso de “degrado”, así como sus propias acertadas o desacertadas formas de pensar y comportarse ideológica-mente. Lo importante es generar una límpida y disponible auto-crítica dispuesta a sugerir se vislumbre la necesidad del "cambio de ruta" impuesta por las claras circunstancias de la situación imperante. El aferrarse sistemática e irracionalmente (modo religioso) a formas ideológicas desequilibradas, embarcando al grueso de la colectividad en obcecadas y destructivas aventura negando toda posibilidad de intento de “recambio” conceptual; es de considerar una posición tan rígida e inmovilizada de provocar un inconcebible suicida bloque al imprescindible proceso de renovación de operar.

La fidelidad estructural a ideologías decadentes o a todas aquella surgidas de sus cenizas,

no han servido a movilizar fuerzas profundamente reformistas, alentadas a seguir nuevas vías

o al menos capaces de controlar con eficiencia el cada vez mas dominante “degrado".

La sociedad ante la “invariabilidad de la forma de pensar política”, constituye un contexto inerme, incapaz de reaccionar o colaborar, en tanto continúe a darse como punto de referencia formas ideológicas cuyo contenido han contribuido al desarrollo del "degrado". Un proceso de "transformación" como ya resulta imprescindible poner en acción, tendrá éxito si los profundos, obligados y generalizados "cambios" a implementar son acompañados de una completa re-dimensión de los parámetros ideológicos al interno del cuerpo social, acto esencial para reunir las condiciones de intervenir activa e integralmente en el proceso. La participación activa de parte del entero cuerpo social es imprescindible. En realidad como no puede ser de otra manera resulta del todo imposible solucionar los problemas sin involucrarlo en primera y determinante persona.

Resulta obvio afirmar: sin un profundo "cambio" en la conformación y comportamiento ideológico de la sociedad

(amplia disponibilidad a desembarazarse de su “pasado”), el proceso de "transformación"

como tantos otros de menor envergadura serán condenados al fracaso. En respeto a la fundamental y determinante importancia del entero cuerpo social en la realización de un proyecto de “transformación”, se funda el acto de otorgar esencial valor al primer paso operativo en tal sentido.

Primer paso basado en una cuidadosa y minuciosa articulación de un programa informativo-formativo, destinado a hacer tomar contacto a la sociedad con los agentes y circunstancias "causales del degrado".

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PARTE II

FACTORES DE DESEQUILIBRIO FUNCIONAL EN DEVENIR PROGRESIVO.

CAPITULO 3.

El fenómeno "corporativo" como causa central al origen de la inanición y desarticulación del aparato productivo

(introducción).

1.) Condiciones distorsionan-tes generalizadas al origen del proceso de "di-función y degrado" .

La configuración del aparato productivo es decir el destinado en esencia a la concreción de los bienes materiales de consumo y los correspondientes a los servicios estatales, asistenciales, educacionales etc. se propuso bajo el ejido "populista" bajo un tipo de organización de índole "corporativa".

Canalizados en ese sistema todos los sectores sociales se vieron involucrados en un ordenamiento cuyas partes responden a un ente centralizado, encargado de controlar todos los movimientos y el de-curso de las relaciones entre los componentes de las actividades productivas.

La conformación "corporativa" de las actividades desarrolladas en general al interno de la sociedad

e impuesta como modelo en la era del proyectado crecimiento industrial,

signó desde el inicio el destino del aparato productivo condenado a perimir por inercia operativa.

La intención de la organización corporativa de asegurar a la colectividad un más seguro y elevado margen de justicia social, llevó a la situación de dificultar su concreción por una detención de las dinámicas productivas originadas en contraposiciones de intereses sectoriales. Ello provoco condiciones de continua inestabilidad traducidas en una disminución de las riquezas generadas (colocando a riesgo la capacidad de solventar los derechos concebidos). En efecto el tiempo fue confirmando el crónico incremento de la condición deficitaria del sistema productivo, condicionando a adquirir lenta pero indefectiblemente (para cubrir las razones sociales) un endeudamiento cada vez más conspicuo.

Las sufridas condiciones observadas en las actividades en general

como consecuencia del largo y constante proceso de desarticular del aparato productivo,

son propio el resultado de la populista aventura de promulgar y ejercitar el "poder corporativo".

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El fenómeno "corporativo" afectó en manera particular el regular proceso de los mecanismos productivos.

Los mecanismos productivos desenvuelven sus funciones con eficiencia en todos los planos de sus distintos ámbitos de realización, particularmente aquellos relacionados con el crecimiento de las actividades, dentro de un bien definido campo de acción: va de la capacidad de competir a la actualización tecnológica, de ampliar el espectro de productos, a mantener siempre activo el campo de la investigación. El sistema corporativo destinado a producir un significativo desarrollo de la justicia social ofreciendo a las distintas partes una participación directa en el crecimiento del “protegido” aparato productivo, en realidad dio lugar a un convulso y distorsionado proceso. En el contradictorio de-curso se fueron desatando los nudos relacionados a un cierto particular criterio productivo en el desenvolvimiento de las actividades. Ello creó un complejo juego de engranajes dirigen-ciares entorpecedores de la acción dinámica de los sectores (en lugar de complementarse se contraponían unos a otros por “desacuerdos ideológicos”).

La permanente tensa situación de "tira y afloja" entre los sectores sociales ligados al aparato productivo

produjo una condición de contraste entre los mismos, traducido en una inmovilidad del sistema

(lentamente lo fue rindiendo cada vez mas ineficiente e insuficiente). Numerosas son las circunstancias internas o externas coadyuvantes a crear periódicos problemas en los lábiles y cambiantes mecanismos productivos de afrontar y resolver, pero si estos se originan a partir de un ordenamiento ideológico encausado a llevar a un primer plano la lucha entre los sectores (mancomunados le dan vida útil); es de atribuir esta anómala condición al sistema adoptado para conducirlo. Es propio la configuración "corporativa" (tantos reconocidos estudios indican como responsable de la des-articulación hasta llevar a la completa in-eficiencia ) y no a factores secundarios a quienes se les otorga un intencional y exagerado resalto; el agente "causal principal" de la descomposición del aparato productivo y del consecuente nivel y forma de vida de una sociedad.

En este apartado se tratan de indicar los aspectos o circunstancias más determinantes re-conducible al "estado actual" de la condición entre los diversos sectores sociales. Se vierten apreciaciones acerca de la orientación adoptada y practicada por diversas décadas, destinada a guiar el desenvolvimiento de los distintos sectores componentes el complejo espectro constituido por las actividades productivas. Por “Aparato productivo” se considera integralmente la mayor parte de las funciones o actividades desenvueltas por la colectividad, quien expresa sus dotes mas preciadas cuando coagula sus esfuerzos en la eficiencia adquirida por las cualidades de ese medio, traducidas en bienestar, dignidad, independencia, respetable identidad y proyección en el futuro.

La presencia de las mejores condiciones (se proponen configurando regularmente

una eficiente forma de vida de la colectividad)

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dependen en su mayor parte de la disposición, gestión y el funcionamiento

de su APARATO PRODUCTIVO.

En cuanto al burocrático e inmovilizan-te ordenamiento corporativo, es de destacar la complaciente participación de la colectividad en su configuración, fundando asociaciones y sectores según propias actividades, proyectando y y estructurando el orienta-miento re- conducible a la incorporación de los mecanismos "di-funcionales" adoptado por el aparato productivo. La orientación corporativa inicialmente atrayente bajo la faz representativa de los sectores fue consensual-mente sostenida por la masa social, convencida de cuanto el sistema constituyese el mejor medio para obtener y mantener nivelado el importante plano de la justicia social, así como se vislumbró la posibilidad de obtener por su intermedio "poder de decision" en el ambito productivo. Aquello no previsto de los ordenamientos corporativos ha sido el in-concluyente desarrollo de las negociaciones entre sectores desde el punto propiamente productivo y de la imponente organización burocrática conformada al interno de los mismos para la gestión de los actos tratados. Si los acuerdos son conducidos por partes abiertamente contrapuestas y no complementarias el “mostruo inmovilizan-te” del "aparato productivo" aparece dominante. De allí a confundir y transponer las funciones secundarias (tratados) con las primarias, representada por las problemática relacionadas con la eficiencia, capacidad de competitividad, de incorporación de artículos, de innovación tecnológica etc. etc.; el paso es del todo imperceptible. La errada transposición de finalidades de secundarias en fundamentales y de estas en secundarias, es uno de los mecanismos anormales de considerar como punto de referencia y de partida a las transgresiones de las condiciones de eficiencia en el ordenamiento de los factores. A este punto la introducción de las "di-funciones y del degrado" no presenta más obstáculos formales.

Tan estrechamente legada resulta la relación entre la conformación de las asociaciones de actividades

y la defensa de los derechos sociales, de convertir al sistema corporativo

en un inamovible bastión ideológico conceptual. Inútil objetar expresando todas las contradicciones, trastornos y obscurantismos

dinámicos dentro de cuyos complejos engranajes el “sistema corporativo” reduce a la esterilidad al aparato productivo,

al punto de no generar riquezas suficientes para solventar los derechos defendidos.

La fama atribuida al “corporativismo” de “muralla de la defensa social” una vez introducido en modo parasitario pero con todos los honores en el aparato productivo, parece destinado a acompañarlo por siempre o mejor hasta destruirlo. La sociedad es preciso descubra el enjambre “di-funcional” creado al interno del sistema u ordenamiento “corporativo” dispuesto en “asociaciones”, sustentado por el modelo

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"populista” para estimular el desarrollo del aparato productivo. Ello constituyó un grave error conceptual si destinado a producir el efecto opuesto al buscado.

Si bien la masa social obtuvo preciadas conquistas en los primeros momentos estas se fueron diluyendo en manos del sistema, capaz en plena inconsciencia de estrangular y ahogar las dinámicas y libres iniciativas, privadas de desenvolverse según una eficiente proyección de las actividades.

El sistema "corporativo" con las mejores intenciones trató de construir

un "fuerte de protección" del aparato productivo. Terminó finalmente por desamparar realmente a todos sus sectores

y aún actúa como enfermedad dominante, mientras la colectividad se revela todavía a aceptar su desastroso operado.

A continuación se tratará de proponer bajo diversos ángulos aquella de considerar la anomalía determinante de lo improductivo, impuesta por la activación del “sistema corporativo". Amparado en su intención de bien general, con sus métodos se convierte en realidad en una fuente de indigencia, pobreza y atraso, como no puede ser de otra manera en una sociedad proyectada a comprometer seriamente bajo sus efectos la eficiente funcionalidad de su aparato productivo.

CAPITULO 4.

Dominio de la orientación “corporativa”.

1.) De-curso analítico. Se recrean referencias temática ya de algún modo expuestas con la finalidad de dar una coherente articulación a las connotaciones. La ideología identificada como "variante criolla conservadora” si bien es de otorgarle una irrefutable responsabilidad de base en los trastornados mecanismos de función social, no es de indicarla como responsable directa a la instauración de ordenamientos y comportamientos introductorios al degrado", aunque si en realidad (una vez instaurados) los sectores por ella representada, han aceptado de buen grado, aprobar y aplicar mecanismos de "conveniencia" en propio beneficio.

Fue la "ideología populista de masa" con sus medidas programáticas quien puso en marcha un sistema híbrido, tendiente a dar satisfacción a los opuestos

sectores sociales, trabajadores-empresarios, otorgando

poder de decisión en los asuntos productivos a los primeros

y componiendo un ordenamiento proteccionista para los segundos.

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El prolongarse del dominio "populista conservador" con el consecuente acentuarse de la inmovilidad industrial y de las injusticias en el campo social laboral, condujeron a la natural e inevitable irrupción de la "ideología populista de masa". Irrupción del todo justificada en una total ausencia de un justo y profundo impulso reformista, de revisión y actualización programática de parte de la "variante conservadora” convertida por tal fundamental omisión, en responsable directa e indiscutible de la aparición en escena del modelo "populista de masa". Las buenas intenciones propuestas por el plan "populista de masa" sufrió vistosas distorsiones desarticulan-tes. Si bien conceptual-mente respondía a un proyecto de considerar idealmente válido, se concretó dando lugar a un proceso práctico-aplicativo confuso y del todo arbitrario. Ignorando las posiciones jerárquicas traspasó y otorgó cargos de poder en el campo de las relaciones productivas, delegándolo en representantes de escasa preparación pero rígidamente afirmados a la línea ideológica conductora.

Las "di-funciones” simplificadoras irrumpieron en todos los ámbitos productivos con el beneplácito general,

y en los momento iniciales este estimulo del descontrol pareció insuflar nuevas energías.

Ello no fomentó la "intención de ser mas productivos" mas bien estimuló la proyección

de la ventajosa diferencia de posición y económica de ello derivada.

En la puesta en marcha del proceso de "degrado" de las actividades productivas, es preciso colocar en primer plano como agente “causal” la profunda distorsión sufrida del proceso a partir de una exacerbación ideológica, apoyada en el poder de decisión adquirido por las asociaciones de sector. La situación originó una profunda y aguerrida división entre las partes sociales intervinientes en la concreción del entero campo productivo. La aplicación ideológico-política otorgando una mayor amplia dosis de poder volcado hacia una de las partes sociales componente del aparato productivo (el operario) generó una desestabilizan-te tensión entre los sectores, dando lugar a la paulatina pérdida de la "unidad de acción” en la realización de las actividades. Un grave error de forma de conducción política proyectada como una arma de doble filo, pues si por un lado contaba con el apoyo consensual incondicional de una parte, por el otro creaba las condiciones para configurar una contra-parte también dispuesta incondicionalmente a una decidida y compacta oposición.

Una conducción operativa del aparato productivo conformada de tal manera (disociada)

ya no puede considerarse dentro de la norma. Con tales particulares características es de definir-lo

como un sistema u ordenamiento "di-funcional” y por lo tanto tendiente a promover "degrado".

En el período “Populista de masa” bajo un justo intento de despegue industrial, faltó el equilibrio necesario en la conducción política para situarse por encima y al margen de las partes sociales como indiscutible garante de equidad. Promovió en cambio (sostenido en

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la propia total convicción) una decidida acción programática destinada a privilegiar ciertos sectores de la colectividad, generando el presupuesto inicial de “disociación”. La fundamental condición rectora en la realización de una programación de conducción central es estar dotada de un profundo respeto por los distintos sectores componentes del contexto productivo, teniendo en particular consideración ubicarse en una posición de equidad. Esta regla esencial necesaria a ser respetada por la conducción política en sus ordenamientos y comportamientos, fue transgredida abiertamente adquiriendo el significado de punto de referencia bien claro. Con ello definía e identificaba netamente la posición y los propósitos de encuadre del aparato productivo. La posición política de parte típica-mente ”populista” se revelará del todo errada desde el punto de vista de su proyección operativa, respecto al fundamental aspecto del mantenimiento de la compacta integridad del cuerpo social, requisito sin cuyo esencial aporte dar vida a una nueva conformación del aparato productivo resulta del todo estéril. Una segunda consecuencia de esta toma de posición política volcada a identificarse con determinados sectores sociales (operarios) es la puesta en marcha y consolidación de un peligroso estado de antagonismo entre las partes pertenecientes a las distintas opuestas fracciones y con ello dar inicio a lacerantes e incontrolables divisiones al interno del aparato productivo.

Los iniciales esbozos de difíciles problemáticas sociales

originado en el marcado antagonismo de las partes productivas, recrudecerán con el tiempo

adquiriendo una grave magnitud e importancia, reflejándose en un neto fraccionamiento ideológico en el seno del cuerpo social.

La actitud “de parte” asumida por la conducción política confirmará constituirse en el punto de referencia de una insidiosa y sutil sucesión en cadena de contrastes entre las partes antagonistas, basadas en mutuas posiciones arbitrarías y en búsqueda de una linea de compensación en el intento de mantener el equilibrio de la jerarquía funcional.

Las actitudes arbitrarias de los sectores dominantes mueven a las partes atacadas a tratar de contrarrestar utilizando otros tantos tipos de medidas arbitrarias (no resultando menos erróneas). El todo termina por configurar las condiciones ideales para poner en juego el libre e incontrolado desarrollo de los mecanismos "di-funcionales". No se discute la actitud de una Ideología de identificarse con un determinado sector social. Según su linea programática era de ser rescatado de situaciones de injusto desequilibrio respecto a los otros componentes de la compagine productiva.

Se considera en cambio un error de gran importancia una vez asumida la conducción política y disponiendo del poder de gobernar a toda la comunidad, adoptar posiciones bien definidas e identificadas con una clara y precisa parcialidad, por otra parte dotada de una visible y al cuanto interesada ostentación.

Como ya expresado la conducción política de una comunidad es preciso

sustente como principio o regla fundamental

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la condición de una presencia al margen y equidistante

de los sectores componentes el cuerpo social.

Su posición es obligada a interpretar una ecua y ética representación de autoridad, imprescindible a conducir y regular los distintos intereses y complejas diferenciadas problemáticas, propias del diversificado tejido de actividades y planos de desenvolvimiento de la sociedad. Por justificado aparezca a una conducción política identificarse con sectores de la sociedad con la intención de dedicarles la prioridad de los fines perseguidos, antes o después se revelará un acto perjudicial provocando serias repercusiones directamente al interno del cuerpo social, con reacciones y contraposiciones irreconciliables y lesionando gravemente su unidad. Resulta un grave error conceptual identificar la conducción política con precisas posiciones ideológicas sectoriales. Tal actitud acrecentará su relevante nivel negativo con el pasar del tiempo, cuando endurecido el antagonismo se convierta en la "causa" fundamental de insolubles divisiones cuyos efectos disociadores acentuarán el proceso de "degrado" generalizado. Una conducción política abiertamente identificada con ciertos sectores sociales, no dispone de otro camino para consolidar su poder de aquel de otorgar capacidad de decisión, a las partes a las cuales dedica preferentemente sus esfuerzos (ofrecen el sostén consensual) limitando en lo posible aquella de la contra-parte.

1.1.) Ejercicio del ordenamiento “corporativo”.

La intención del modelo “Populista de masa” de tratar de restablecer un justo re-equilibrio

en las condiciones de vida de los distintos sectores sociales, indujo a la estructuración

de un ordenamiento de defensa y protección de los derechos de la componente mas indefensa

(laboral-operaria) traducida en una organización con características de tipo "corporativo".

La implantación de una organización de asociaciones como ordenamiento de configuración en el ámbito de las relaciones de los distintos sectores sociales, resulta cuando se convierte en un sistema dominante del aparato productivo, una estructura estrangulan-te, sofocante de la libre justa dinámica estimulante del crecimiento de las actividades. La constitución de “asociaciones” destinadas a defender y consolidar los derechos de los múltiples y diversificadas actividades configuran-tes el aparato productivo, representa una preciosa arma cuando su acción dispone de un plano de diálogo complementario entre grupos, o como elemento capaz de llamar la atención sobre situaciones de conflicto de solucionar. Desvirtúan su función y finalidad respecto a su nivel de competencia, cuando dotadas de un desmesurado poder de decisión. En tal condición crean influencias del todo

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indiscriminadas dispuestas a incrementar los fenómenos conducentes a la desunión de las partes sociales componentes el aparato productivo.

En su regular y civil posición de defensa y consolidación de los derechos adquiridos

las “asociaciones” se conforman para representar los distintos aspectos laborales,

sin disponer de poderes en hacerlos aplicar indiscriminadamente.

Como es lógico en una colectividad moderna y organizada las diversas actividades proceden a encuadrar la defensa de sus condiciones operativas en el específico campo de pertenencia y sin ninguna participación, posición o injerencia política. El cuerpo integrado de las asociaciones constituye una institución integrada destinada a controlar la justa aplicación de los derechos laborales en los sectores productivos y de ninguna manera grupos involucrados en el poder político. Por el contrario deben mantenerse alejadas del influjo político (en una adecuada posición de equilibrio). Ello las autoriza a cumplir con eficiencia sus propias funciones, presentándolas como genuinas estructuras plenamente responsables de sus justas limitadas finalidades y de los intereses representados.

Estas asociaciones merecen respeto y son de considerar autenticas representantes con todas las cartas en regla

para cumplir su función, siempre y cuando permanezcan al margen de dejarse seducir y caer

en la tentación de acompañar y sostener ideologías políticas.

Dentro de la particular y fundamental condición de la toma de distancia del medio político, la función esencial de este tipo de organizaciones como manifestación de vital expresión y presencia social, radica en el desarrollo de los propios ámbitos de interrelación . Su situación es una clara posición complementaria a los intereses generales de la colectividad. Las asociaciones entablan la proyección de sus problemáticas con diálogos constructivos para llegar a acuerdos o conclusiones equilibradas y beneficiosas, pero sobre todo mirando a la conservación de la homogeneidad productiva integral (cada parcialidad forma parte). Encuadradas las diversas actividades productivas componentes la comunidad dispuestas en asociaciones en defensa y consolidación de los propios derechos, ellas constituyen una institución (si responde a una adecuada posición y funcionamiento) cuya presencia resulta indispensable al interno de la colectividad.

Si por el contrario estas asociaciones se organizan como entidades destinadas a proponerse según una posición

con miras a proteger e incrementar propias condiciones e intereses

(desentendiéndose de otros sectores o al resto de la comunidad), adquieren las características de “grupos cerrados

a la obtención de definidas finalidades” (corporación).

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Bajo esa sólida conformación se convierten en entidades capaces de influenciar el movimiento productivo imponiendo propias condiciones. Cuando la posición adquirida les permite acercarse, contactar y presionar al poder político para obtener mayores ventajas, todo el “complejo asociado” entrará en una ruinosa guerra por la pre-valencia de privilegios "corporativos". Si las conducciones políticas basan la consolidación del poder (esto ocurrió indiferentemente tanto con el "populista conservador como con el de masa") en el apoyo de las asociaciones en su sostén consensual, dotándolas de una posición determinante y dominante en el ámbito de las decisiones generales, esas entidades adquieren perjudiciales característica “corporativas”, cuya incidencia interfiere con grave negación en el desarrollo evolutivo dé la sociedad. El contacto directo con la conducción política a-fachadas a la factibilidad de disponer de una dosis de poder aunque reflejo, hace de las “asociaciones” colocadas en esas condiciones sentir la proximidad de una situación, bajo cuyo ejido concretar privilegios ventajosos. Por otra parte los dirigentes de las “asociaciones copartícipes ideológicos” de la conducción del poder, encuentran vía libre al camino de la carrera política proyectada a comenzar al interno de las propias organizaciones, en estos casos ya estructuradas según una conformación partidaria.

Las condiciones de interrelación ideológica comunica en forma directa la conducción política

a las “asociaciones de sector” en conjugado apoyo y sostén, conformando una estructura monolítica

en la obtención de las propias finalidades. En tal situación una y la otra se aseguran mutuamente la posibilidad de ejercitar posiciones de privilegio sobre el resto de la sociedad valiéndose del poder adquirido. Llegado a este punto la disputa por acentuar los propios privilegios entre las “asociaciones” ya ideológica-mente componentes de la conducción política, crea un estado de deformación "di-funcional" de interrelación entre las mismas. Se hallan unidas y al mismo "tiempo en lucha por intereses de poder” (eso si ya totalmente distante de las propias naturales características de función). Otra anomalía importante surgida en la específica conformación “corporativa” de lucha entre las “asociaciones” es la ruptura del justo criterio igualitario, destinado a privilegiar los grupos mas condicionantes. La disponibilidad de un cierto poder aplicativo establece un orden de prioridad en base a las “asociaciones” de mayor gravitación numérica e importancia de función en el ámbito de la sociedad, adquiriendo mayor poder de decisión y con ello la posibilidad de darse mayores privilegios.

Las deformaciones al interno del proceso se van sumando, atentando cada vez más seriamente

contra la regular posición de las “asociaciones”, convirtiéndolas con el indiscriminado agregando de "di-funciones"

en un poder paralelo a la ideología política de conducción.

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La condición de confusión generalizada creada por el entrelazado intercambio de poder entre la conducción política y las asociaciones sectoriales (cada una de las partes intenta hacer prevalecer sus propias variantes), constituye un hecho determinante en la institución del dominio "di-funcional corporativo” y del consecuente "degrado" derivan-te. Las “asociaciones sectoriales” posicionadas en un evidente cuadro de decisión dominante en el ámbito del poder general, adquieren una enorme capacidad de intervención en la distorsión de las correctas reglas de comportamiento tanto productivo como de acción de la entera colectividad. El “sistema corporativo” sólidamente consolidado arrasa con sus razones basadas en "buenas intenciones", principios y fundamentos esenciales y todo aquello dispuesto a obstaculizar el cumplimiento de sus finalidades.

Las medidas y disposiciones de las “asociaciones corporativas” dotadas de poderes generales basados en las buenas intenciones,

constituyen el más cómodo vehículo al pleno dominio de las "di-funciones" y de su extensión a todos los ámbitos

de las actividades productivas desenvueltas por el cuerpo social. Los “mecanismos corporativos” igualmente determinantes en su acción a las disposiciones de poder emanadas de la conducción política, colocan a las “asociaciones de sector” en un plano de decisión totalmente anómalo, con serias negativas repercusiones sobre la interrelación entre los distintos componentes de las fuerzas productivas. Este "di-funcional" montaje de acoplamientos destinado a reforzar el poder ideológico de conducción política, altera hasta hacer irreconocible la esencia de las funciones de las “asociaciones” representantes de las actividades productivas. Por otro lado las dota de una peligrosa capacidad de decisión general, desarticulando arbitrariamente el nivel general de equidad (van consideradas todas las partes sociales). Los privilegios asumidos de unas “asociaciones sectoriales” en detrimento de otras, crearán como consecuencia una división irreconciliable entre las partes receptoras de diferente tratamiento. La distorsionada situación de las “asociaciones sectoriales” a cierto punto constituyen el punto de referencia inicial de desunión del cuerpo social. Cuando en su devenir evolutivo recrudecen y se hacen más agresivas las luchas entre partes, el hecho termina por concretar una neta y clara escisión de la comunidad en fracciones opuestas.

La condición de “disociación social” abre las puertas a precarias, inestables condiciones relacionales,

y en ese campo la "di-función y el degrado" juegan de patrones indiscutidos

alentados de la negativa situación creada. De esta manera las “asociaciones de sector” destinadas a la defensa de los derechos sociales se convierten en “estructuras corporativas”, porque a su modo sostienen y aseguran la permanencia de las actividades no importa al costo deficitario por ellas representadas.

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Desde el punto de vista de un correcto encuadramiento de su posición funcional, la independiente y al mismo tiempo integrada coalición de la amplia y diversificada gama de “asociaciones” convalidan-tes, las múltiples actividades desenvueltas en el seno de la comunidad (convenientemente institucionalizadas); es de considerar la forma más adecuada de representación de inquietudes en el del ámbito productivo de la sociedad. El ordenamiento cobijará a las asociaciones al mismo nivel de importancia en el ámbito de decisión y se fijará estrictos limites éticos en el desenvolvimiento de función y en el tipo de iniciativas adoptadas. Este tipo de forma representativa resulta útil a un correcto mantenimiento de la evolución de los derechos civiles de la sociedad, cuando investida de las funciones específicas de competencia y en el contexto de las materias ocupadas en las transacciones propias de interrelación.

Es absolutamente de evitar a la conducción política otorgar a las “asociaciones” la posibilidad de intervenir

en las decisiones del poder. Ello dará lugar seguramente a profundas e irreversibles distorsiones

al interno del delicado y siempre volcánico cuerpo social. La capacidad de las “asociaciones” de compartir o disponer de cierto espacio en el campo del poder de decisión político en el ámbito de los mecanismos productivos, constituye una grave interferencia en el ordenamiento de competencia circunscripto a la realización de sus especificas funciones.

Los campos organizativos reservados a cada específico ámbito productivo, a cuyo compito los responsables responderán con una preparación y capacitación bien determinada, para afrontar y resolver de la manera más adecuada la presencia de complejas problemáticas, se depositará en manos de las personas mas idóneas a tal fin. Se evitará la invasión de aquellas con un poder de decisión originado en las oficinas de las “asociaciones” dominantes, porque conniventes con la conducción política.

La inversión en el nivel de valores de las jerarquías de capacitación en el ejercicio de funciones dirigentes,

provocarán una deficitaria consecuente condición comprometen-te de la eficiencia y competitividad productiva.

Un sistema "corporativo" estructurado según sus negativas metas fundadas en el mantenimiento y consolidación de la "di-funcional" capacidad de poder de decisión (se ha apropiado y dispone), es un tipo de conformación productiva capaz de ocasionar grave e irreversibles trastornos en el regular funcionamiento de una sociedad. Desde la in-eficiencia a la insuficiencia, de lo improductivo a la ausencia de competitividad, del incremento del déficit y del endeudamiento como paliativo, a la disociación de la colectividad para llegar al "degrado" en el desenvolvimiento del entero paquete de actividades generales; encadenan al “modelo corporativo” a una espantosa capacidad de inhibir o destruir la fuente basal del sostenimiento de una colectividad, su “aparato productivo”. No es de extrañar dada la anormal posición asumida por el "asociacionismo corporativo" y las duras contraposiciones de intereses opuestos a su internos, cuanto ningún tentativo

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de supuesto "pacto social" correctamente planeado, halla llegado a buen termino o dado algún positivo resultado productivo.

Es de sud-rayar y por ello se recalca cuanto el "corporativismo al poder"

interviene como consecuencia negativa en el proceso de “disociación”. Disociación establecida entre

los sectores sociales productivos tanto abierta a desarrollarse como difícil de contrarrestar.

Las partes componentes de un mismo cuerpo (el aparato productivo) en lugar de privilegiar el entablar una fluida y prolífica interrelación en búsqueda del mejoramiento, crecimiento y desarrollo de las actividades se propone en una escuálida lucha:

- Los unos para mantener e incrementar el poder de decisión concedido por la conducción política e imponer sus iniciativas. - Los otros (disponen de menor poder) para buscar de contra atacar con cinismo, tratando de aprovechar al máximo y en modo desjuiciado los medios para incrementar el patrimonio económico, justificados por la precaria posición de debilidad. La condición de oposición limita notablemente las decisiones empresariales cuya autoridad no se sabe cuando podrán ser denegadas. En un sistema productivo de “asociaciones corporativas” con una de las partes con mayor poder de decisión sobre la o las otras (quienes por su parte detienen el poder económico), la lucha se entabla no respecto a posiciones sobre derechos o válidas iniciativas productivas en común.

Los puntos en cuestión son los intereses materiales y de ejercicio de autoridad, situación portante a determinar una tajante acción disociadora en el cuerpo social. La conducción política tomando abiertamente partido por determinados grupos de asociaciones ha contribuido a conformar un negativo pero compacto sistema corporativo. Ello desencadena un proceso de medio-largo período proyectado a la desintegración del aparato productivo.

Ratificando conceptos:

Las asociaciones constituidas para producir, defender, consolidar y acrecentar razonables derechos, representan si actuantes en sus específicos ámbitos un importante instrumento dirigido a establecer un equilibrado desarrollo del progreso social.

Por el contrario la distorsión en la posición de sus funciones, dando lugar a entidades corporativas con la fuerza de imponer sus propias condiciones en el campo de las actividades, conduce a crear fenómenos de acción y reacción entre las partes suficientes a desarticular y desintegrar el aparato productivo hasta rendirlo inexistente.

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Las condiciones de alterada finalidad creadas en torno a las asociaciones representantes de las actividades desempeñadas por el cuerpo social organizadas corporativamente, están destinadas a dar lugar a una profunda y nefasta conmoción: por un lado afectando gravemente al aparato productivo, por el otro interviniendo con un natural efecto reflejo sobre los distintos planos de conducción programática de la entera comunidad, ofreciendo una buena oportunidad de generalización a las "di-funciones y al degrado".

El influyente y dominante “consorcio corporativo” elevado al plano operativo de decisión similar al del poder político,

asume la conducción de los destinos de las relaciones sociales

en todos los aspectos y en particular el productivo, extendiéndose por acción de vasos comunicantes

a todos los ámbitos de la comunidad.

Como lógica consecuencia se desprende cuanto la desmedida importancia adquirida por el “sistema corporativo” en el dominio del poder general de decisión, hará inevitable una lucha entre partes y sectores en la obtención de puestos de primacía, para prevalecer según propias iniciativas e intereses, en la siempre mas alargada organización destinada a asegurar la vigencia de la “di-función de conveniencia”.

La justa consecuencia del pleno dominio de la configuración y estructuración "corporativa" se presenta: cuando después de haber afianzado y ajustado todos los mecanismos de su nefasta instauración adquiriendo una completa seguridad de inserción, ello coincide con los claros y netos síntomas de la detención, del estancamiento, del anquilosamiento, del preocupante aumento de lo improductivo y del incremento del déficit y del endeudamiento general del estado. Finalmente su anómala configuración es confirmada por una caída vertical del aparato productivo (en su desarticulado accionar se va desmoronando en modo incontenible).

El sistema corporativo parásita la productividad sin fomentarla, más bien la rinde deficitaria, hundiéndola inexorablemente

sobre la base de su propio tipo de organización. El “sistema corporativo” gracias a un ordenamiento re-aseguran-te de su subsistencia, tamiza y contrarresta todo tipo de iniciativas productivas no en grado de soportar la asfixiante gama de requisitos plenos de derechos, reclamos sociales y otros oprimen-tes indicadores, orientados en realidad a satisfacer las necesidades burocráticas de las “asociaciones”. En tal modo obtienen la contradictoria acción de bloquear el dinámico, pero lábil e incierto movimiento de inserción de nuevas actividades. De cualquier manera la fortaleza organizativa del “sistema corporativo” mantendrá el dominio del poder de decisión sobre la conformación del aparato productivo, aún cuando este haya embocado el camino de un inexorable y ruinoso fracaso.

Ante críticas situaciones todas las partes sociales componentes (aún aquellas contrapuestas en las más duras luchas intestinas) se mantienen estrechamente unidas cuando se trata de defender las “di-funcionales” ventajas materiales obtenidas y emanadas del anómalo mecanismo.

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Los unos por recibir el apoyo ideológico de la conducción política (sectores operarios) los otros también muy bien soportados por el "proteccionismo" (sectores empresariales), dispuestos a dar continuidad al hecho de facilitar y favorecer notablemente una subsistencia sin competición, simplificando en forma arbitraria sus gestiones. Dos son las consecuencias más serias acarreadas por la anormal organizada posición "corporativa” de los sectores productivos.

- Perdida total de la posición y finalidades esenciales configurando un monstruo pleno de buenas intenciones en grado de generar los peores resultados imaginables.

- Configuración de una poderosa y unida máquina de " propia protección", destinada a enhebrar tantas y tan variadas arbitrariedades de llevar a la desintegración al entero aparato productivo, manteniendo no obstante ello la incolumidad del propio sistema.

Las legislaciones laborales y empresarias plagadas de medios de "protección",

han conformado un infranqueable fortaleza "corporativa", proyectada a mantener en pié

un “aparato productivo” inerme, ineficiente, deficitario, con el inexorable destino

de desplomarse como un castillo de naipes ante la presencia del más leve suspiro.

Eliminadas todas las insidiosas e innumerables problemáticas dispuestas a renovarse constantemente en torno a la natural inestabilidad de los aparatos productivos, asegurada la completa connivencia de todas las partes; inesperadamente las actividades en lugar de crecer y desarrollarse sin obstáculos y en la más paradisíaca de las ambientaciones se desintegran dejando de existir. Esto evidencia claramente cuanto la dominante organización "corporativa" del aparato productivo, no es un gran bien para el mismo sino precisamente el contrario. El fenómeno "corporativo" en su forma mas desarrollada, por una parte satisface la "protección" de la mayor parte de los derechos laborales y empresariales, pero por la otra lleva a las actividades productivas a un proceso de “profunda inmovilidad interna”. Las necesarias dinámicas maniatadas contradicen abiertamente todos los principios rectores finalizados a hacer posible la eficiente funcionalidad del sistema. Los peligros subsecuentes para la sociedad introduciéndose en el campo minado constituido por el poder dominante del "asociacionismo corporativo" dispuesto en férrea estructura, conducen seguramente a la colectividad a la descomposición del esqueleto básico de principios y fundamentos rectores de los regulares funcionamientos de un eficiente y suficiente “aparato productivo”.

El aberrante sistema “corporativo” llevado inevitablemente hasta sus últimas consecuencias

se hace añicos como una enorme vitrina hecha pedazos de su propio peso,

sometida a su fragilidad e inconsistencia de fondo.

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La sociedad ya con todo su contexto de actividades inmersas en la paralizante e irrenunciable estructuración, se encuentra presa en los férreos garfios del "asociacionismo corporativo".

A la condición “corporativa” aún cuando todo se va desmoronando paulatinamente a su paso le resta la posibilidad de transitar un irreversible pero con-genial camino, aquel de continuar a moverse dentro del "degrado generalizado" (tanto más se recorre mas incrementa su gravedad). La comprensible gama de razones capaces de justificar el advenimiento al poder de las asociaciones organizadas corporativamente, considerando a las mismas como representantes de todas las actividades desarrolladas al interno de la sociedad, termina por revelarse un sistema proyectado a sumir a la eficiente productividad en el mas profundo caos de descomposición, conduciendo plácida e inconscientemente a la colectividad al "degrado".

Cuando el macizo “aparato corporativo” domina los mecanismos operativos de todo el espectro social,

es de considerarse del todo improbable liberarse del mismo con formulas convencionales.

En efecto así como todos los intentos de "reforma" del ordenamiento productivo se han más o menos rápidamente desprestigiado y han sido abandonadas, el monolítico “aparato corporativo” ha continuado con el apoyo de todas las asociaciones a proseguir impertérrito su camino guía hacia lo improductivo, la in-eficiencia, la insuficiencia en el desenvolverse de las actividades, dejándose llevar por las dulces ondas portadoras al "degrado".

El evolucionado sistema de “asociacionismo civil” destinado a obtener, defender, consolidar y adquirir nuevos justos y equilibrados derechos en el ámbito del desenvolvimiento de las actividades productivas, mediante un honesto intercambio de posiciones entre las partes sociales, se convierte utilizada como un arma representativa del “poder” en una entidad de índole "corporativa". Entidad en grado de generar consecuencias degenerativas de incalculable magnitud, afectando gravemente en el mayor anonimato todas las cualidades más representativas de una colectividad llevándolas al colapso y finalmente a la desintegración.

1.2.) Agravamiento de las deficiencias del aparato productivo con el incrementarse de los "vicios" del poder "corporativo".

La aparente loable posición de otorgarle a las “asociaciones corporativas” el poder de diseñar los mecanismos de funcionamiento del aparato productivo, constituye en cambio, un importante paso en el desmantelamiento de normas bases. Las normas bases en un sistema de tal índole tienen el valor y el significado de la eficiencia y la suficiencia. Al inicio los efectos aparecían positivos y florecientes enmascarados por las medidas alimentadas por la utilización de los dineros "a fondo perdido" provenientes de las reservas acumuladas por el “estado” (se intentó dar un impulso al desarrollo de las actividades productivas de índole industrial).

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Esas medidas sumadas al "proteccionismo" (cobijó a todas las partes sociales en el proyecto), favoreció el desarrollo “corporativo”, considerado en un primer momento como un sistema mágico en grado de generar un justo desarrollo y bienestar general. La consolidación subsiguiente del “sistema corporativo” rindió apetitosos resultados a partir de sus prebendas de "protección” acercándolo al dominio del poder o al menos a una parte del mismo.

La obtención de la finalidad de obtener privilegios originó contemporáneamente la instauración

entre las diversas “asociaciones” tacitas contraposiciones

en busca de ocupar los puestos más destacados en la escala del poder.

Los intereses en juego resultan cada vez mas estimulantes y la posesión del dominio de la conducción de las disposiciones aplicativas, alimenta el desarrollo al interno de las “asociaciones” y de sus cuerpos burocráticos. Estos otorgan mayor consistencia en la capacidad de definición. Las asociaciones tratan de consolidar o superar sus posiciones dentro del contexto “corporativo” y se encierran cada vez mas en el intento de mejorar la situación de los propios intereses. El conflicto surgido del posicionamiento respecto al poder crea como consecuencia alianzas o malestares intestinos, haciendo sus juegos aun utilizando mecanismos desleales sobre un plano de funciones desnaturalizadas.

Los motivos de las regulares relaciones de interacción entre las “asociaciones”, se ven tergiversadas respondiendo a propios intereses, y esto descompagina aun más la compleja trama integrada del tejido social. El diversificado ámbito de “asociaciones” con tantas voces distintas en sus múltiples faces componen un espectro con lógicas condiciones de inestabilidad. Constituye un grupo institucional organizado con fines determinados en “gestiones sectoriales” y al mismo tiempo se encuentra ocupando inesperados planos de poder (no le corresponde ni es preparado a ejercer la gestión).

Las ''di-funciones" de relación del “sistema corporativo” pone en pugna a las asociaciones intervinientes

(intentan obtener, consolidar o ampliar posiciones de poder). Ello genera una suplementaria tensión interna

llevando a un deterioro progresivo e irreversible de su ya enrarecido advenimiento.

El antagonismo entre los distintos sectores del “sistema corporativo” se va intensificando con el sobrevenir de los acontecimientos, creando profundas grietas de discordia cada vez más marcadas y agresivas. Se introduce además en rutas guiadas por ilógicas e irrazonables condiciones para tratar de mantener de alguna manera soldada la hegemonía del grupo.

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Las compensaciones de “conveniencia” buscando de suavizar distancias entre las partes en la artificial situación creada por las posiciones de poder, recurren a soluciones "di-funcionales" (servirán para originar en cadena otras del mismo tipo). El irrefrenable fenómeno es símil al observado en la transmisión de los vasos comunicantes, en este caso las distorsiones se suman y agravan agregándose. La pugna entre las distintas asociaciones por el predominio del “aparato corporativo” es importante porque perder posiciones significa ser sometido, y con ello castigado con la pérdida de ingresos y posiciones de poder.

El ejercicio de la “di-función” mueve a la mentalidad de operar para tratar de mantener un inexistente equilibrio,

y el utilizo del módulo alcanza lenta pero irremisiblemente todos los ámbitos del quehacer social.

En el específico campo de las actividades los delicados y precisos mecanismos reguladores de la productividad, desde el punto de vista de eficiencia de realización en sus distintos planos de desenvolvimiento tienen en cuenta un sinnúmero de factores. Estos sufren permanentes variaciones al interno de su contexto desequilibrando arbitrariamente su ya delicada condición de inestabilidad, re-conducible a proponer las actividades en el terreno de la insuficiencia e in-eficiencia, es decir a ser improductivas.

La acción improductiva mas acentúa sus defecciones, más el “aparato corporativo” pone en juego disposiciones y medidas "di-funcionales", para tratar convenientemente de disimularla. El recurso resulta el único plausible para mantener incólume la “estructura corporativa” pero condenando al aparato productivo a su descomposición. El mas visible plano de lucha entre sectores (el clásico laboral - empresarial) se plantea según un juego plagado de hipocresías, de movimientos velados, camuflados, con las partes empleando todos los medios sin exclusión de golpes prohibidos, para darse como meta mantener a flote sus propios intereses. Porque cuando ciertos grupos sociales obtienen un mayor poder en el juego corporativo, los otros para ponerse a cubierto de una contienda desigual, operan con astucia y hasta con mala fe para evitar caer bajo la conducción de aquellos dominantes de la situación (manipulándola en beneficio de los propios intereses y en detrimento consecuente de aquel de los demás).

En el ámbito del juego del “dominio corporativo” con la particular intención de mantener disposiciones en el propio favor,

los distintos grupos en pugna, llámense, trabajadores, empresarios, artesanos, comerciantes,

agricultores, ganaderos etc. tratan de mantener privilegios de sector

recurriendo a todo tipo de trama de índole "di-funcional”.

Este estado de permanente conflicto al interno del “sistema corporativo”, la constante preocupación originada en el siempre explosivo mecanismo de interrelación entre las partes, se presenta en un plano extremamente determinante. Ello convierte a las

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primarias y fundamentales problemáticas referidas a la calidad, actualización mecánica innovación y eficiencia del aparato productivo, a ser aspectos totalmente complementarios o de segundo orden. En estas condiciones el deterioro de las bases en sustento de la conciencia productiva, se desvanecen en la confusa tiniebla de las "di-funciones" (todo lo solucionan llevando al "degrado”). "Di-funciones" convertidas con el transcurrir del tiempo en instrumento indispensable a nivel de sus razones de “conveniencia”, para cubrir los enormes baches dejados a sus espaldas del “aparato corporativo”. Resultan a cierto punto el único medio disponible para moverse en el reino de la irracionalidad operativa, o culto conducente a un incremento ingobernable de la in-eficiencia y la escasa productividad.

A este punto a poco sirve proclamar con exasperada incitación la necesidad de “producir”,

porque la férrea-mente consolidada “estructura corporativa”

conduce en modo irreversible por el camino opuesto.

1.3.) Efectos sociales del “poder corporativo”. Las discusiones de los grupos asociados en el seno de una misma familia social no parece peligrosa para el mantenimiento de la unidad de la misma, si no intervienen dominantes factores ideológicos o adquisición de posiciones de poder. Estas condiciones terminan por originar una profunda división adquiriendo las características de una lacerante y permanente herida abierta. El ser dotadas de un poder por encima de las propias funciones coloca a las “asociaciones” en el peligroso terreno de la inevitable lucha de intereses. La obtención de posiciones de privilegio significa el dominio de formas operativas o de parcelas económicas, substancialmente importante al interno de un “sistema corporativo” al centro de las decisiones del aparato productivo. El utilizo de "di-funciones" en la contrastada y escabrosa lucha intestina por el poder entre los distintos sectores fomenta resentimiento, y si bien ello no compromete la imprescindible unidad “corporativa” (única condición para asegurar la subsistencia del sistema), crea al interno de la sociedad un clima de ocultos rencores, cuya presencia adquiere los signos de un claro síntoma de separación, división en innumerables corpúsculos disociados. A nivel de conjugación el proceso de “disociación” no puede evolucionar de otra manera cuando las distintas partes pertenecientes a una estructura “corporativa “ ostenta poder de decisión.

La “disociación de la sociedad” con la aparente unión de las distintas “asociaciones”,

es el par-adoso al cual se llega a través de una férrea “estructuración corporativa”.

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Puestos en juego el poder de decisión y valencias económicas como recursos a disposición, mientras el escenario parece ser el mismo (unidad), la temática de la obra representada varía fundamentalmente hasta convertirse, de una seria y útil convicción en una disocian-te tragicómica lucha por la obtención de escuálidas metas. El “bien común de las asociaciones” ve trastocada la búsqueda con el diálogo civil relativo a los propios y justos derechos sociales (función regular), en una burda "mis in escena" donde invocando esas voces, se debate por obtener, sostener y aumentar la gama de privilegios alcanzados (di-función).

Sometiendo a un planteo retrospectivo a las “causas de origen” a la implantación de un férreo “aparato corporativo”, con determinante poder de decisión en el campo de la conducción de los mecanismos productivos extendido a todo el ámbito social, se podrían establecer dos formulas de irrupción:

- Un primer ordenamiento corporativo “populista conservador” incorporó bajo ese ejido la componente empresarial, excluyendo aquella directamente operativa o laboral propiamente dicha.

- Un segundo ordenamiento corporativo "populista de masa o propiamente dicho" se implementó con la intención de establecer un estado de equidad entre los derechos y obligaciones del entero cuerpo social y por consecuencia cada asociación representante de actividad pasó a formar parte de ese medio institucional. Este tipo de ordenamiento corporativo constituyó la respuesta opuesta al estadio precedente del poder económico, conformando a su vez un dominio del ámbito operativo laboral.

Eligiendo el mecanismo inverso o más bien buscando re-equilibrar todo el cuerpo social en el proyecto, o mejor tratando de cubrir los desniveles sociales generados por el ordenamiento "populista conservador" en domino del poder económico, el modelo “corporativo” "populista de masa" pasó de un extremo al otro. Este ultimo resultó mucho mas negativo porque contrapuso a la “inmovilidad productiva” de la contra-parte, el fenómeno del "degrado productivo" en el proceso concebido, afectando grave y finalmente a quien más se entendía proteger (trabajador - operario). El poder de decisión alcanzado por las “estructuras corporativas” de una u otra configuración terminó por politizarlas, al punto de hacerlas tan ineficientes como destructivas.

Tales deficitarias actitudes alejaron definitivamente del justo y fundamental estudio y desarrollo de las iniciativas productivas,

de cuyo crecimiento y evolución depende efectivamente la posibilidad de cumplir

con la concreción de derechos y ventajas de obtener. La justa y equilibrada función entre las partes aplicativas continúa a no realizarse, simplemente porque ello no se reduce a un hecho retórico. Radica en una bien implementada y previa concreción de producción de riquezas materiales. El resto ha sido una triste y engañosa parodia de uno y otro modelo "populista” (mecanismos de desmantelar y de desechar en pleno). En el amplio período temporal a disposición tanto uno como el otro han demostrado claramente, cuanto los “aparatos corporativos” dotados de capacidad y poder de decisión, constituyen un arma inhibid-ora del “aparato productivo” de incalculable potencia.

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Por par-adoso bajo el “dominio corporativo” de los grupos ideológicos “populistas de masa”,

más animados de la intención de restablecer el equilibrio social, se conjugo la formula más efectiva a desarticular y empobrecer

la eficiencia del “aparato productivo”. Las ideologías “populistas conservadora y de masa o propiamente dicha” dando lugar a formas “corporativas” dominadas por esas tendencias se han constituido en indeseables extremos ("inmovilidad" el uno, "proteccionista" el otro), capaces de distorsionar, imposibilitar el desarrollo de una programación coherente y paulatina dentro de las regulares normas canónicas de un eficiente e indispensable medio productivo. Si en un inicio el dominio del modelo "populista conservador" instauró su propio tipo de “estructura corporativa” con relaciones entre las partes sociales ciertamente injustas, una vez invertidas las posiciones con el dominio del "populista de masa” la situación se reveló injusta en el sentido opuesto, e incluyó dos graves consecuencias complementarias complicando y "degradando" el panorama general de las actividades:

- Un relevante y profundo proceso disociador del tejido social productivo. - Serios trastornos en los mecanismos de base de función del aparato productivo implicado en una caída vertical de la capacidad de rendimiento, eficiencia y competitividad etc.,tanto de influir en modo directo y determinante en el nivel de las condiciones de vida de la colectividad (empobrecimiento - déficit - endeudamiento).

Cuando las asociaciones representantes de las múltiples actividades desarrolladas al interno de la sociedad discuten preferentemente del cumplimiento de sus propias posiciones e intereses de poder, en lugar de privilegiar el sentirse conscientes responsables de mantener en constante eficiencia el aparato productivo (fulcro esencial del nivel de la forma de vida de la sociedad), la malversación, descomposición y el "degrado" de esa entidad es un hecho descontado. Profundizando el sentido de responsabilidad de todas las partes componentes del aparato productivo, respecto a la justa toma de conciencia de la vital importancia de dedicarse plena e intensamente, al mantenimiento de la eficiencia y actualización en la concreción de todo el espectro de actividades (van incluidos en primer plano sacrificios y renunciamientos); es posible forjar el camino del bienestar y el progreso común. La capacidad de una sociedad de considerarse realmente capaz de regir y promover la calidad de su forma de vida, de crecer y desarrollarse mostrándose interesada en proyectarse hacia el progreso, es una condición totalmente opuesta a las escuálidas luchas entre “asociaciones corporativas” (han perdido el sentido de la representación adquirida).

Resulta fundamental a nivel del ordenamiento interno (atañe al desenvolvimiento de las actividades productivas),

la posición de equidad de tratamiento hacia las distintas “asociaciones”

según un integrado cuadro orgánico institucional de pertenencia.

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Toda transgresión a las reglas de equilibrio (dotar de algún arbitrario privilegiado poder de decisión a ciertas “asociaciones” representativas), es de considerar una grave arbitrariedad ideológica, con directas desbastan-tes repercusiones sobre la eficiencia del aparato productivo. Las funciones internas y de interrelación real destino de las “asociaciones” en representación de las actividades, forman parte de las múltiples facetas de garantía en la búsqueda de cristalizar programas destinados a impulsar a la colectividad a mejorar el nivel civil del complejo panorama laboral.

La tarea de las “asociaciones” constituye el empeño civil por un enriquecimiento relacional - cultural

(mediante la utilización del justo diálogo constructivo), con cuyo implemento una sociedad mira a la evolución y al progreso evolutivo

en el campo de las ideas del mejoramiento productivo. Si por ideológicas condiciones "di-funcionales" el “sistema asociativo” se coloca al centro del poder de decisión con posibilidad de manipularlo a propia voluntad, ésta transgresión a la finalidad de sus funciones convierte a la institución reguladora de las relaciones entre las partes productivas en un ente anómalo (no destinado a cumplir una especifica acción representativa). Si se hubiera evaluado correctamente la magnitud de las nefastas consecuencias de un cierto tipo de poder dominante de “naturaleza corporativa” (ocasionadas en el seno de las actividades productivas), responsable-mente no se habría puesto en practica algún intento de configurar-lo.

Creer posible o factible desembarazarse de un “sistema corporativo”

férrea-mente consolidado es cometer

serio, superficial y peligroso error de apreciación.

La lenta y segura configuración de su arquitectura bajo un solido trazado robustecido y extendido de consistentes raíces de “conveniencia”, hace de la conformación “corporativa” dominante una estructura profundamente arraigada en la fuente de deseos idealizados alimentados de fantasía, de alcanzar según el cuerpo social por medio de la misma. El “poder corporativo” de inocua apariencia al inicio se va en realidad potenciando silenciosamente, revelándose activo portador de un contenido explosivo con gran capacidad de destrucción de la integridad social, y con cuya cronicidad resulta cada vez mas difícil intentar desactivarlo. El continuo agravarse de la enfermedad destinada a afectar la eficiencia del aparato productivo (pasa totalmente inadvertida), caracterizada por el invaden-te insidioso e in-observado "degrado" consecuente y dominante; condena al “corporativismo” en primera persona a considerarlo absoluto responsable de la instauración y el radicalizarse del proceso. Las difundidas "di-funciones" adquiridas por los “mecanismos corporativos” en función del poder dominante, hace impracticable todo tentativo de cambiar con métodos

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convencionales (reformas), la dirección de "degrado" y decadencia impresa al “aparato productivo” .

La irremisible descomposición del “sistema productivo” caído en las inexorables

arenas movedizas del “corporativismo”, no podrá liberarse del mismo

utilizando métodos complacientes como aquel de las “reformas”.

La introducción de cualquier “reforma” se revelará ineficiente o mejor no actuante. Porque resulta imposible pretender de las “asociaciones corporativas” asuman una determinación conjunta para desarticular todo el andamiaje construido por ellas mismas, para dotarse de un apetecible poder de decisión regulando a voluntad la manipulación de los intereses en juego. El proceso de desintegración provocado por el “sistema corporativo” dominante “disociando” las partes sociales, tiene el fatal similar significado de posiciones encuadradas al mismo tiempo como unidas y contrapuestas. Ocurre como en los pueblos constituidos por etnias diversas condenados por sus propias limitaciones e intereses a convivir y a estar en lucha permanentemente. Este continuo alternarse de estar unidos y de combatirse los conduce a llegar a extremos inconcebibles, al punto de continuar a defender posiciones aún cuando se agravan las condiciones de pobreza e indigencia, aceptando insensiblemente seguir precipitando en el vacío de la desintegración y el propio exterminio. La situación anormal creada por el “dominio corporativo”, por un lado hace necesaria la unidad de las asociaciones para continuar a mantener el poder del entero sistema, y por el otro una permanente tensión entre las partes en juego manifestado por el estado de alerta y mutua desconfianza (preventivamente define el medio).

En presencia de un “sistema corporativo” dotado de acción dominante, la relación entre los sectores sociales

no se caracteriza por la constructiva discusión centrada en el mejoramiento del “aparato productivo” origen inicial del medio.

La atención está dirigida a destacar y afirmar las contraposiciones en el prevalen-te ámbito del poder (respecto a los intereses en juego).

Las hipócritas aceptaciones de una supuesta igualdad entre las partes revertidas por posibles contrapartidas "di-funcionales", tratan de compensar divergencias destinadas a seguir una dirección delineada por los sectores dominantes. Las disposiciones aparecen digitadas y destinadas a seguir las claras direcciones ideológicas indicadas por las “partes asociadas” detento-ras del poder de decisión. La composición resultante de todo el contexto se apoya en acomodaciones de “conveniencia” en el intento de mantener una cierta condición de compensación, a las decisiones discriminatorias establecidas por los sectores dominantes.

Cuando el “aparato corporativo” es dominado con el apoyo de la ideología de conducción política,

por asociaciones prácticamente ge-meladas con la misma, lo importante para aquellas que no cuentan con ese sostén

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es elaborar mecanismos negociables, no importa si productiva-mente "di-funcionales" o no.

De ese modo se trata de compensar las desigualdades con maniobras cuya proyección, se sustente preferiblemente en los más conspicuos rendimientos de las escasas actividades productivas. En el confuso y desarticulado ámbito “corporativo” es lógico considerar la escasa o nula importancia (en el delicado juego de arbitrariedades y "di-funciones” de subsistencia sectoriales) dada por la organización a ocuparse realmente del fundamental aparato productivo. La grave influencia negativa del “poder corporativo” una vez delineadas tales condiciones en manos de unas asociaciones en detrimento de otras, se traduce en una capacidad de decisión dirigida a los propios beneficios de aquellos sectores destinatarios de privilegios, no puesta al servicio de la entera colectividad sobre el aparato productivo.

El estado de "di-función" en cuanto a las finalidades de las “asociaciones corporativas”,

constituye una amplia e iluminada entrada a un patético parque de diversiones.

En tal dislocado movimiento es posible consumar desequilibrios sociales de la mas variada índole

y con ello encontrar un vasto campo abierto en la recreación de corrupciones de todo tipo.

La colectividad dominada de decenios e impregnada hasta saturarse de un sistema “corporativo di-funcional" y arbitrario, es justa cuando indica la corrupción (más bien "degrado") en el cual se haya inmerso el sector político. La sociedad resulta en cambio injusta no reconociendo en su propia textura cuanto en función del dominante “corporativismo”, ella misma se encuentra en todos sus ámbitos asediada por una incontrolable corrupción ya convertida en "degrado", pues involucradas la mayor parte de las actividades productivas desarrolladas al interno de su seno.

Con el afianzarse del “poder corporativo” las iniciativas individuales con nuevas propuestas de actividades sufren un proceso de estancamiento. Consecuencia lógica a la puesta en marcha de mecanismos de interferencia destinados a obstaculizar la capacidad de decisión, de quienes directamente sostienen las propias responsabilidades materiales de afrontar los proyectos, bloqueados además por una conformación burocrática interna asfixiante.

El sistema “corporativo” crea en su momento de auge un clima de insoportables in-certezas colocando a todas las partes sociales unidas en la conjura anti “cambio”. Ello elimina la posibilidad de dar lugar a concurrentes molestos (competitividad). A cierto punto el “andamiaje corporativo” ha encontrado una forma adecuada de equilibrio "di-funcional". Por un lado un grupo de asociaciones continuaba a sumar derechos adquiridos, el otro contrapuesto y no dotado de mayor poder veía protegida su subsistencia a partir de un

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complaciente y conveniente diseño, para asegurar no ser perturbado por nuevos entes productivos (hubieran obligado a entablar molesta competición). Dadas esta bien definidas condiciones el circuito de organización "di-funcional" monolítica del dominante “sistema corporativo” se cierra en un abrazo de fierro. Incluye fraterna-mente a todas las partes sociales sumiéndolas en la más profunda y corrupta inercia productiva, evitando al mismo tiempo toda posibilidad de irrupción de agentes perturban-tes de tan oleado y afirmado mecanismo.

La conducción política en un primer momento deriva parte del “poder” premeditadamente al “sistema corporativo”

(para obtener el grueso del consenso ideológico), manteniendo aún la mayor parte del mismo.

Lentamente en forma insensible termina por cederlo completamente creyendo equivocadamente de conservarlo.

La conducción política pierde finalmente el poder en manos del “sistema corporativo”.

El “sistema” ha adquirido una capacidad de organización y decisión en grado de condicionar y sobrepasar claramente la de los altos planos jerárquicos de conducción (la invasión de campo resulta incontrolable). La ideología “populista propiamente dicha” ostenta a este punto el completo poder consensual, en tanto el “sistema corporativo” lo detenta en aquel específico en correspondencia al vital aparato productivo, y en tal sentido las cartas jugadas por uno y por otro aseguran en conjunción la subsistencia de ambos a lo largo del tiempo. El “sistema corporativo” con esta movida ha completado su absoluto dominio sobre el campo productivo, así como el estrangulamiento por inmovilidad conceptual y operativa de las actividades desempeñadas por la sociedad.

La invasión dominante del “poder corporativo” en el ordenamiento de la mayor parte de las actividades

estableciendo los mecanismos según sus propios dictámenes,

llevó a la conducción política a perder el control jerárquico natural de la situación productiva.

Si bien la conducción política detentaba formalmente el poder general, ya no disponía de alguna capacidad de decisión para modificar las reglas del juego “corporativo” en el ámbito productivo (representa el centro del funcionamiento de una sociedad).

La capacidad de decisión respecto al ordenamiento del aparato productivo está sólidamente consolidada en manos del ente “corporativo dominante”, quien recoge, avala y aplica en acción directa el apoyo consensual de una sociedad hipnotizada y devorada por el sistema. Todo tuvo comienzo con una posición política ideológica dispuesta a crear las condiciones para el desarrollo de un dominante “fenómeno corporativo”, otorgándole una consistente dosis de poder en el ordenamiento de un deseado, paradisíaco, floreciente e incontenible proceso de incentivo productivo.

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De allí las asociaciones receptoras del mayor poder de decisión, integradas plena y "religiosamente" con la ideología de conducción política, iniciaron a generar un “proceso de independencia corporativa”. Adulando y afirmando su insobornable apoyo a la conducción política, conforman una fortificada y propia estructura de poder destinada lentamente a invadir todos los estratos productivos. Sin ostentarlo domina y se apodera de todos los resortes y engranajes del aparato productivo, estableciendo una “di-funcional" y férrea comunión entre todas las partes sociales componentes. Estas si aún contrapuestas en las luchas internas se compactan sólidamente para mantener en vigencia el sistema en defensa y promoción de los propios privilegios e intereses.

Moral de la fábula: quien o quienes dominan el “aparato productivo” de una sociedad,

(fundamental en todo sentido a la misma), dispone directa o indirectamente

de todos los otros sectores incluido aquel aparentemente prevalen-te de la conducción política.

En el tejido de la paciente telaraña “corporativa” quedan apresados y prácticamente inmovilizados panoramas reformista del aparato productivo de todas las índoles. Ideologías políticas, económicas o de grupos militares quienes de una u otra manera intentaron horadar la fortaleza “corporativa”, poniendo al descubierto sus graves vicios o tratando de corregir deficiencias improductivas, se revelaron intentos vanos pues nada han podido contra la compacta muralla del ente y de sus destructivos privilegios. Una vez afirmado, “el poder corporativo” extendió sus mecanismos a todos los medios. Inútiles resultaron todo tipo de decisiones gubernamentales en crear las condiciones para oponerse a la distorsionada organización productiva. Las decisiones gubernamentales eran prácticamente inmovilizadas cuando trataban de poner en juego medidas intencionadas a comprometer o hacer peligrar el sistema corporativo dominante. Subsiguiente-mente las “saludables medidas” adoptadas eran seriamente condicionadas por movimientos de desaprobación partidas del “sistema corporativo”, aislándolas y creando en su entorno una estrategia de clara incompatibilidad operativa.

La agresiva posición “corporativa” fuerte de su dominante poder, conducía indefectiblemente a abandonar todo tentativo de reforma de las condiciones imperantes en el ámbito productivo, bajo la pena de arriesgar de ser abatido por una revuelta general.

Llegadas a ciertas circunstancias la sociedad ya no está conducida ni en el ámbito productivo ni en el general

por posiciones sostenidas por las conducciones gubernamentales civiles o militares o quienes la ostenten.

El poder es emanado a la distancia, sólidamente y en las sombras,

amparado en las “entidades corporativas”, preferentemente intencionadas

a asegurar la subsistencia del propio "dominio”.

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Una vez obtenido el dominio del poder real del aparato productivo en general (tácito pero efectivo), las asociaciones pertenecientes al complejo operativo “corporativo” traman una intrincada y consistente telaraña en torno a los gobiernos de turno. Si se hace necesario el sistema dispone de dispositivos de automática reacción destinados a mantener el control de la situación, con la finalidad de perpetuar en el tiempo el resolutorio e infranqueable escudo de protección (masa popular) fundamental refugio de su notable y demoledor poder. En el ámbito estrictamente productivo el “sistema corporativo” actúa con gran sentido de oportunismo, desincentivando con medidas de obstrucción todas aquellas actividades proyectadas a conducir a un crecimiento dinámico generalizado.

Una “cambiante situación productiva” es difícil de controlar y por lo tanto motivo de riesgo,

sobre todo si con ello se vislumbra la posibilidad de romper el cerco de inanición (protege el nefasto ente).

El más peligroso enemigo de “un sistema corporativo” (detenta el poder de decisión del complejo productivo de la sociedad en todos sus ordenes), es aquel de perder el control de la situación y con ello la privilegiada ubicación como centro de origen y distribución de todas las disposiciones. Ello sucede si se alteran los mecanismos de “conveniencia de las relaciones en "di-función", dentro de cuyo hábitat todas sus partes o diversos sectores siguiendo propias arbitrarias inclinaciones terminan por convivir. Lo importante es identificarse unitaria-mente en la defensa de una situación estática (inamovible- in-variada) de base, protegida por las medidas previstas y adecuadas destinadas a asegurar nada cambie en el desenvolvimiento del contexto general.

Los mecanismos rectores de la cohesión o coexistencia “corporativa” entre los distintos sectores,

constituyen un verdadero ordenamiento "di-funcional” de como llegar a lograr los mejores resultados

para obtener una forma de vida basada en la "protección, la in-eficiencia y lo improductivo”.

Bajo el dominio “corporativo” el aparato productivo de la sociedad se encuentra en un estado de parálisis en movimiento. Si bien existen actividades que fabrican a suficiencia, otras representadas por la mayor parte lo hacen insuficiente-mente. Lo mas importante es verificar cuanto dentro del amplio contexto integrado, una in-cuantificada cantidad de personas no son plena ni racionalmente utilizadas. Bajo el ejido “corporativo” la supuesta dinámica propia de un aparato productivo adquiere la configuración de un espectáculo plagado de "di-funciones de conveniencia". Esencialmente el sistema consiste en cubrir el plano de maniobras ocupacionales pero sin algún consistente efecto de rendimiento real, o perdiéndose en el intrincado laberinto burocrático orientado demoler, anular, desmoralizar todo tentativo de sustraerse a sus inmovilizan-tes principios. Esta situación se ve confirmada en diversos trabajos escritos en búsqueda de explicar la situación creada. Uno cuenta ya con diversas décadas y definía productiva-mente a la

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sociedad como una entidad “que intentaba avanzar con el freno de mano activado”, perteneciente a un libro cuyo titulo recitaba “la maquina de impedir".

La ventaja ofrecida por el “sistema corporativo” dominante es aquella de darse las condiciones para disponer

de una posición privilegiada proyectada a evadir responsabilidades, tratando de elaborar y aplicar

soluciones”di-funcionales” es decir sin afrontarlas realmente.

El sistema así configurado presenta ademas los mejores posibilidades para pasar desapercibido y es mas hasta como sufrido receptor de injusticias. La prueba de la no percepción de las nefastas consecuencias de su dominio sobre el aparato productivo, es aquella de atribuir desenfada-mente siempre a otros factores su deficitaria insuficiencia e in-eficiencia. El sistema “corporativo dominante” tiene en la parcial-inanición controlada, la aliada mas apropiada para perdurar en el poder.

La libre circulación de estímulos destinados a provocar un proliferar de iniciativas productivas diversificadas e innovadoras, favoreciendo el inserirse de nuevas formas de enfocar el desarrollo de actividades; constituye un notable peligro al mantenimiento de la necesaria integridad del “corporativismo dominante”. La amplitud, vivacidad y dinámica factible de ser alcanzada por el fenómeno resulta difícilmente controlable. Si la implantación y control de aplicación de reglas necesarias a mantener las condiciones de inmovilidad sobre todos los planos de las actividades sociales, es la premisa esencial de sustento de la continuidad del “poder corporativo”; es obvio cuanto un crecimiento abierto, libre y dinámico del aparato productivo es de considerar el mayor enemigo del sistema.

La "máquina de impedir” corporativa condicionó durante un prolongado período de continuas frustraciones a recurrir a engendrar formas de trabajo complementarias,

fuera del medio productivo real como un modo de generar ocupación

(el mismo sistema sin desarrollarse no era en condiciones de crear). Formas complementarias de definir accidentales

porque no orientadas a concretar reales bienes materiales. De esta manera comercio menor o ambulante, intercambio de servicios de escaso nivel, tareas basadas en tramitaciones o de intermediación burocrática, se constituyeron en una importante gama de formas satélites que entrelazadas entre sí contribuyeron a dar lugar a una necesaria cierta manera de fuente de trabajo (improductiva). El freno y la inercia en el cual el "modelo corporativo" sumió al aparato productivo real (concreto generador de bienes materiales), lo deterioró paulatina e irremisiblemente, mostrando el predominio sobre las iniciativas de las anquilosadas reglas del sostenimiento y mantenimiento del sistema. Los estáticos y repetitivos mecanismos del “aparato productivo” real respondiendo a lineas tan negativamente inhibitorias, condujeron reproducidas y transportadas en el tiempo al colapso de las actividades.

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La herrumbrada inmovilidad termino por dar como consecuencia un nivel productivo tan deficitario de considerarlo in-influyente en cuanto al valor de representación económica, es decir respecto a las posibilidades de cubrir las necesidades de base esenciales a mantener una digna forma de vida de la sociedad.

Múltiples son las causas, motivaciones y erróneas evaluaciones re-conducibles a la "quiebra industrial",

pero la mas crónica-mente determinante recae en la responsabilidad

de la conformación y “dominio corporativo” generado en torno a las actividades productivas.

El dominio de las “asociaciones” pertenecientes a todos los sectores sociales invocando representar el único e irrenunciable bien social, han continuado a ejercer su interesada y destructiva influencia sobre el “aparato productivo” (persiste en ser parasitario aun cuando del modelo se obtiene un puñado de migajas). Aun actualmente el “sistema corporativo” se resiste a abandonar una exhausta fuente de recursos incapaz de sostenerlo. Se mantiene aferrado a la espera de "tiempos mejores" conservando un cierto “poder” y continuando a proclamarse presuntuosamente defensor de los derechos sociales, según una hipócrita y cínica posición. Siguiendo al pie de la letra su “di-funcional” criterio no se considera “culpable” sino “victima”. En realidad el “sistema corporativo” no tiene ninguna intención de reconocer sus graves responsabilidades en la desastrosa condición productiva creada. Seguramente invocando su posición de "defensor de los derechos de todos” tentará de rehacer y ocupar un espacio cuando la situación mejore, para retomar el dominio del entero poder en el ámbito productivo.

El sistema de asociaciones corporativas dominante difícilmente se atribuye alguna responsabilidad en el "fracaso del aparato productivo". Como defensor de los derechos sociales parece presentarse al margen de toda sospecha.

Por otra parte muy difícilmente la sociedad productiva o mejor improductiva (cree y se siente protegida por el sistema corporativo), alce el dedo para indicar las profundas defecciones del mismo. Ello la obligará a reconocer las propias y determinantes responsabilidades en la instauración del nefasto ordenamiento. El derrumbe final del “aparato productivo” anunciado ya de largo tiempo en profundo y definido deterioro, acompañado finalmente de una consistente y casi definitiva cerrada de fabricas de todo tipo, representa la ultima y lógica consecuencia de un proceso dominado por un de-curso de "gobierno corporativo" apoyado por el consenso social.

El “ente corporativo” con su poder de decisión

estableció reglas de juego del todo viciadas de incompatibilidad productiva.

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Un de-curso el de las actividades productivas regidas por el "corporativismo dominante", plagado de vicios y deformaciones respecto a las rigurosas reglas de base, a partir de cuyo respeto se implementa la tan importante cuanto determinante línea de crecimiento y desarrollo material, único medio en grado de dotar de dignidad y evolutivo incremento de bienestar a la comunidad. La conformación "corporativa dominante" con su "di-funcional" ordenamiento ha incitado, acentuado y agravado las condiciones de inercia y descomposición abatida sobre el medio productivo, reducido a adquirir las características de un ente amorfo o burocrático y obligando a crear fuentes de ocupación improductiva. El advenimiento “populista de masa” ha afrontado la instauración de un proceso de activación de las actividades industriales basado en un modelo de “corporativismo al poder”. Ello condujo después de un largo y corrosivo de-curso de "degrado", a la liquidación masiva de la mas conspicua parte del “aparato productivo”.

La liquidación masiva del campo industrial ha sido fruto de un proceso de crónico incremento de la "di-función"

caracterizado por el avanzar indefectible de la in-eficiencia improductiva. Todo ello ante la imposibilidad de introducir válidas reformas

bloqueadas por los férreos e inamovibles mecanismos implantados por el dominio “corporativo”.

Los lábiles, complejos y cambiantes factores indicadores de la eficiencia de las actividades productivas: adopción de nuevas tecnologías, fluido adecua-miento a las variables de competición, innovación e investigación impulsadas por los requerimientos de mercado etc. etc., no pueden coexistir con ordenamientos monolíticos del sistema. Ordenamientos cuya razón de ser es el mantenimiento del "estatus" dominado por la inercia y la inmovilidad, controlados por principios de índole “corporativa”. Debido a ello en las ultimas décadas las actividades productivas de bienes materiales de consumo (industriales), nunca se constituyeron como lógica y regularmente ocurre en el pilar de asiento del bienestar y el progreso general de la colectividad. El “aparato productivo” así deficitaria-mente conformado podría representarse como un cansino tipo de movimiento rítmico fuera de tiempo. Los intentos de darle una dinámica necesaria para colocarlo en su justa dimensión por una causa u otra (interferencia corporativa) en ningún momento alcanzaron la eficiencia cualitativa y cuantitativa suficiente.

Las actividades productivas de considerar la locomotora trajinante capaz de impulsar a una comunidad al bienestar y al progreso,

cubriendo ademas los déficit provocados por los siempre negativos gastos públicos,

solo contribuyeron a incrementar la magnitud del endeudamiento. Probablemente un “aparato productivo” eficiente no hubiera llegado a contrarrestar totalmente un déficit levitado por una burocracia ingobernable desatada al interno de todos los sectores, pero presentándose como un punto de referencia autorizado y en

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equilibrio no habría contribuido con su propio descalabro a condimentar los ya sazonados componentes encaminados por la vía del "endeudamiento".

A un cierto punto cuando se ha tratado de modificar las reglas del juego productivo "di-funcional-corporativo”, los mecanismos de distorsión estaban ya profundamente arraigados y dominantes. Las reformas por otra parte relativas se demuestran ante la declarada enfermedad insuficientes o mejor perjudiciales.

La situación de inmovilidad creada en torno al aparato productivo era ya tan oxidada y encastrada en su dinámica funcional, de revelarse contraproducente el intento reformista de cambiar las condiciones.

Llevando el “aparato productivo” a un mercado abierto en el intento de salvarlo,

se intervino para dar el golpe de gracia a un enfermo crónico quien bajo un aniquilan-te proceso de "degrado",

ya no hubiera resistido, superado o aun menos como ha sucedido aceptado el desafío de "transformarse".

Las condiciones de total anacronismo plena de contradicciones respecto a las justas normativas de encuadre de los proceso productivos, conducía indefectiblemente a la destinación de un desastroso fracaso.

Tan opuestos se presentaban los mecanismos productivos reales a aquellos orquestados por el “dominio corporativo”, de considerar cualquier intento de reforma (finalmente impostergable) tan estéril como contraproducente. Las reformas inducían a virulentas reacciones defensivas del dominante parasitario sistema. El “aparato productivo” de índole y dominio corporativo se desplomó en modo penoso apenas se confronto realmente con las “reglas de norma“, rectoras del eficiente funcionamiento de las actividades industriales (fabrican concreta-mente bienes materiales de consumo). El pleno “dominio corporativo” se prolongó demasiado tiempo sobre la conformación del “aparato productivo”, incrementando paso a paso su parasitismo y consecuentemente su deficitaria in-eficiencia. Su relevante posición consensual al interno de la sociedad contribuyó a acentuar el dominio de planos de decisión de índole política, económica y social. Sectores de conducción política y económica se vieron obligados a aceptar una posición de subordinación formal, presentándose imposibilitadas de concretar cualquier tipo de acción "anti-corporativa".

La plena consolidación del poder de determinación en manos de las “asociaciones corporativas”,

provocó una distorsión en la posición

de los planos jerárquicos de conducción social quienes vieron relativizadas su capacidad de decisión.

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Los gobiernos o intentos de gobierno cualquiera haya sido su índole (civil o militar) resultaron simples marionetas. Trajinadas de una u otra manera en la estrategia del “juego corporativo” eran destinados a claudicar indefectiblemente. El “corporativismo” con sus mecanismos avalados por el consenso social, se constituyó en el centro colector de las “asociaciones” representativas ejerciendo un poder "di-funcional" de notable envergadura. Por par-adoso el “corporativismo” ostentó su posición de defensor de los derechos sociales y al mismo tiempo el hecho de conducir al “aparato productivo” a un profundo proceso de "degrado". Una forma "di-funcional" de protección social la “corporativa”, de permitir la sobre-vivencia de ciertos derechos, mientras destruía los fundamentos reales de índole productiva de indispensable aplicación, para asegurar la existencia digna, decorosa e independiente de la colectividad.

La distorsión productiva invalidada desde el punto de vista económico por el “sistema corporativo”, embarcó a la propia sociedad a quien entendía defender en un proceso de atraso y empobrecimiento, desarticulando las características más importantes de su forma de vida.

El Corporativismo se atribuye las mejores intenciones

y quizás entiende haberlas respecto a la sociedad, pero en realidad su influencia

sobre la organización de las actividades productivas, la coloca al comando de una trampa tan bien urdida

de hacer muy difícil liberarse de ella. Una trampa perfectamente camuflada al punto de pasar totalmente desapercibida y considerando la tan loable función (proteger y consolidar los derechos de todas las partes sociales), es tarea difícil reconocerle un rol tan determinante en el proceso de "degrado" productivo de la comunidad. La posición del " corporativismo" rodeado de un halo de "sensible tendencia a la ecua redistribución" raramente es percibida como un instrumento desencadenante de profundos conflictos productivos, cuyo efectos en cambio provocados por el anómalo sistema están destinados en sus faces dominantes a conducir a un proceso de "degradante" demolición de las actividades. Por otra parte los mecanismos “corporativos” aparecen aparentemente cuando no ejercen una acción dominante, ocupando el inofensivo terreno de atemperar graves situaciones.

La evolución hacia el “dominio corporativo” (abierta las puertas a la asunción del poder) es paulatina e insensible . Justifica su progresión embanderando su comportamiento dentro del atento humanitario rol siempre dispuesto a "aliviar las cansadas espaldas de la colectividad".

Cuando el “ángel custodio” se ha convertido en monstruo

difícil es comprender como ello haya podido suceder, y menos aún identificar sus responsabilidades

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en el proceso de "degrado". El poder de decisión en manos de las “asociaciones corporativas” en el ámbito productivo, constituyó en esas precisas circunstancias una desbordante y autorizada fuente de "di-funciones", invadiendo con ellas la sociedad en todas sus actividades y en el más inocente de los anonimatos. La capacidad de conducir a la colectividad por el camino del "degrado" productivo en forma lenta y pasando totalmente desapercibido, tal como es propio de los procesos de dominio corporativo, es posible encuadrarlo como un fenómeno de corrosión subterránea. Fenómeno dispuesto a minar las bases substanciales de las válida reglas útiles a un eficiente funcionamiento de las actividades y con ellas las relaciones de todo tipo al interno del cuerpo social (económicas, comerciales, financieras etc. etc.).

La acción nociva del "corporativismo” aparece tan bien encubierta del encantado sortilegio de buenas intenciones, de hacer sumamente dificultoso presentarlo claramente en su real negativa investidura a los ojos de la sociedad. De allí su capacidad demoledora cuando dotado de poder dominante, pues continúa a presentarse travestido, enmascarado de desinteresado representante de un necesario servicio, intencionado a cumplir la imprescindible función de paladín de la justicia social.

Una vez instaurado con solidez el “poder corporativo” resulta

extremamente difícil o mejor del todo improbable desembarazarse del mismo.

La sociedad convencida de la bondad de sus funciones no aceptará el intento de eliminarlo.

Por vía de las más civiles "reformas" productivas todo bosquejo de cambio pasará por el tamiz de las “justas discriminaciones corporativas”, y de ser aceptado corre el serio y seguro riesgo de ser insuficiente (de escasa o ninguna utilidad). No es factible de parte de quien genera el "degrado" aceptar medidas destinadas a revertir-lo o cancelarlo. La irreversibilidad improductiva del camino seguido de una sociedad guiada por un proceso de índole “corporativo dominante” aparece tan determinante-mente establecido, porque aún cuando el multiplicarse de las formas de “degrado” no encuentran mas resortes para salvar el sistema buscando culpables en otros planos, este oculta sin dificultad sus preponderantes responsabilidades. Aún en las circunstancias más extrema de inestabilidad productiva el sistema “corporativo” sale indemne de la situación, presentándose siempre dispuesto a continuar con toda su buena intención a demostrarse el defensor de “derechos sociales” o de quienes se encuentran en la indigencia o en la desesperación de la desocupación. Para el caso no importa o pasa desapercibido si el mismo resulta uno de los primeros responsables. El colmo esta representado de la ilógica contradicción de finalidades a la base del “sistema corporativo”. A partir del mantenimiento de los mecanismos cerrados e inmovilizados a sustento del poder de su estructura, continúa a incidir como motivo

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fundamental sobre la decadencia del aparato productivo, acompañado bajo su conducción consensual-mente por la sociedad hacia el “degrado”. El peligro consecuente invisible a los ojos de la sociedad radica en la inmaculada permanencia del “poder corporativo”. El sistema habiéndola llevado al extremo del "degrado" productivo se atribuye aún y posiblemente continué consensual-mente a hacerlo, el derecho de poder seguir a establecer las condiciones del juego.

El “corporativismo” en un notable acto de prestidigitador se presenta por arte de magia en condiciones de trastocar

(con toda su capacidad de "di-función"), la indigencia por el mismo provocada,

en la única fuente o punto mas indicado de apoyo para sobrellevarla.

Pasando al ámbito de las evaluaciones analíticas el "resurgimiento social" se hará factible, identificando y determinando la grave y nefasta “acción causal” del dominio “corporativo”, tanto en el medio productivo como en sus repercusiones directas sobre el contexto general.

La sociedad como directa interesada será informada y formada con un adecuado análisis argumental probatorio de la desbastan-te acción originada por el ordenamiento “corporativo dominante”, colocando a este factor en primer plano entre los agentes causales mas determinantes del avanzado "degrado" productivo y general.

El proceso de "transformación" llegará a alcanzar el éxito prefijado, si puesto en condiciones de erradicar

la mentalidad y concepción “corporativa dominante”, en particular en el ámbito de las actividades productivas

y de todas aquellas en general. El “corporativismo dominante” será esclarecido y combatido como lo demuestra su delicada temática con un capilar proceso de información y formación social basada en razones lógicas, objetivando las enormes fisuras conceptuales configura-tes su posición argumental respecto al “aparato productivo”. También se presentarán clara y severamente las terribles consecuencias de un poder representativo de tal tipo, respecto al nivel de "degrado" capaz de provocar en la forma de vida del entero cuerpo social.

El proceso de desintoxicación “corporativa” se implementará inicialmente con un paciente, didáctico y completo ciclo de re-educación acerca de la forma de pensar sobre el mismo. Re-educación también relativa a la des-activación del círculo vicioso dispuesto a identificar en el “sistema corporativo dominante”, el tácito defensor de los derechos sociales a partir de cuya posición el desbastan-te fenómeno es considerado subconsciente-mente de la comunidad un aliado siempre de fiarse. Es preciso implementar un articulado juego de mecanismos formativos serios y eficientes para cumplir tan importante difícil función.

1.4.) Repercusiones de las relaciones distorsionadas entre los diversos sectores componentes las asociaciones corporativas.

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El imaginario signo destinado a conformar una estructura de decisión dominada por las partes sociales, idealizando inicialmente la posibilidad de una intervención paritaria entre los distintos sectores productivos en un fructífero intercambio de formas de pensar (llevando a las soluciones mas ecuánimes de las problemáticas), produjo en cambio un proceso de división en bloques contrapuestos.

Con el correr del tiempo y la legitimación políticamente otorgada, dotando de poder de decisión

a cierto bloque de asociaciones representativas (privilegiando unas a otras)

se terminó por profundizar contraposiciones.

Las contraposiciones llevaron a una abierta división constituyendo el primer acto hacia una situación convertida en el de-curso del proceso en una tajante división social. El de-curso de desunión del cuerpo social originado por un fuerte antagonismo ideológico, actúa al interno del tejido colectivo caracterizando un tipo de drástica separación, que corroe severamente la unidad de base imprescindible a mantener cohesivo el contexto general de la comunidad. Si de alguna manera resulta en cierta medida aceptable una contraposición entre gobierno y sociedad, considerando a esta unida en una determinada posición, no lo es en absoluto cuando esa neta y seria división se crea al interno del cuerpo social, seccionan-dolo en troncos diametralmente opuestos.

De la presencia en el cuerpo social de esta última variante “disociadora”, se desprenden

complejas condiciones dispuestas a resquebrajar la fundamental

unidad de base de la colectividad.

La desunión ideológica nacida en las propias vísceras de la sociedad, convertida en lucha abierta entre bloques representativos en campo por la preeminencia de los propios principios, constituye el contexto ideal, para iniciar lenta, insensible e inexorablemente el camino de la desintegración.

Las partes contrapuestas enrocadas en sus múltiple y propias razones han dejado de lado el diálogo constructivo, para dar lugar a un irreconciliable “proceso de disociación”. La disociación ideológica al interno del cuerpo social es un fenómeno puro. Puesto en juego inicialmente por el confronto político, encuentra una respuesta formal y en apariencia de parte del “sistema corporativo dominante” consolidado (utiliza este disenso como necesaria representación teatral). El fenómeno de acomodación de “conveniencia” entre los sectores en respuesta al mantenimiento del dominio del poder del entero “complejo corporativo” (están interesadas partes y contra-partes), conforman así un estable pacto de convivencia para la subsistencia de los propios privilegios. En los momentos de grave dificultad el “sistema corporativo” presenta a las primitivas partes beligerantes obligadas a establecer una estrecha unión, aparentemente ficticia pero

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fuertemente condicionada a solidificarse dado el desmantelamiento del aparato productivo, dispuesto a involucrar sin discriminación a todos los sectores sociales (la unión hace la fuerza).

El "cuerpo corporativo" plagado de "di-funciones", se presenta

como único refugio de todos los sectores para continuar a subsistir dentro de un “aparato productivo”

que se desmembrá sin solución de continuidad. Cuando bajo el “dominio corporativo” los mecanismos rectores del “aparato productivo” han alcanzado un nivel cualitativo y cuantitativo tal de “di-funciones" de poder ser gobernados solo bajo ese tipo de óptica de comportamiento, se origina una necesaria connivencia entre partes sociales totalmente contrapuestas.

Esta actitud representa un hecho probatorio de cuanto el ente “corporativo dominante” no es preocupado por defender derechos sociales, sino por conservar los propios privilegios. Lo esencial (ante las dificultades presentadas por el aparato productivo) para mantener a flote el insondable “sistema corporativo”, es aquel de producirse en una consecuente comunión de “conveniencia”. En tal modo cada parte (principios dejados de lado) continuará a recabar los propios privilegios, permitiéndose predominar en sus respectivos campos, laboral, empresarial, comercial etc. La convivencia actual de las partes sociales, tan contrapuestas en momentos de euforia distributiva al punto de considerarse enemigas, es la forzada consecuencia de la descomposición y "degrado" del aparato productivo, quien condiciona al "corporativismo" a compactarse para afrontar las insidias de una situación crítica con poco de usufructuar.

Las mutua protección entre las sectores corporativos en un sistema productivo

cada vez más deficitario y desmantelado, termina por ser un medio indispensable

para contrarrestar siempre mayores falencias recurriendo con frecuencia a medidas “di-funcionales".

La “unidad de conveniencia” aparece el único medio para tratar de taponar mecanismos productivos, cada vez más alejados de la realidad e invadidos de un "degrado" también ya dominante. El atenuarse de las duras y agresivas iniciales contraposiciones y la tendencia de apoyarse mutuamente entre los miembros corporativos, no es el resultado de esclarecedores intercambios de ideas en reconocimiento a la necesidad de sostener la unidad social. Es la consecuencia de un forzado pacto de subsistencia, con las partes tratando de superar la decadente e interminable caída del “aparato productivo”, arrastrando al “sistema corporativo” (lo parásita) a adecuarse a la desfavorable circunstancia.

Los mismos bloques sociales en encarnizada lucha al inicio, cuando el aparato productivo anunciaba un fantástico desarrollo

y presentaba la posibilidad de un fructífero aprovechamiento, se han visto obligados para tratar de sobrevivir

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dada la denigrante posición deficitaria de las actividades productivas, a mancomunarse para dividir las migajas del "degrado".

Todas las partes sociales, laboral, empresaria, comercial, de dirigentes, públicas y privadas han establecido formas de compromiso siguiendo una línea de compensación (si bien de índole "di-funcional”) necesaria a permitir un indispensable juego de interrelación entre las partes. Comprendieron la necesidad de estrechar las filas si el “sistema corporativo” entendía sobrevivir según sus métodos, a la cada vez mas creciente in-eficiencia improductiva.

La interrelación en este caso es "di-funcional" respecto a aquella adoptada en respuesta a las funciones institucionales de las “asociaciones” bajo las reglas de sus reales finalidades, construida con un fluido contacto entre las partes y configurando con los diversos mecanismos de sus actividades el aparato productivo en su dinámica integral. Con el incremento del “degrado” del “aparato productivo” la distorsionada relación entre las partes, caracterizado por duras contraposiciones y profundas divisiones, influenciadas por los ricos recursos iniciales de distribuir en el campo “corporativo”, se vio obligada a re-dimensionarse drástica-mente.

El forzado retorno a la fraterna interrelación entre sectores contrapuestos es simplemente la consecuencia de la difícil y critica situación productiva. Por ello es de considerar una medida de “conveniencia" destinada a atemperar un "degrado" tal, de hacer precipitar el desenvolvimiento de las actividades en forma irrefrenable en el precipicio de la deficitaria in-eficiencia.

Por par-adoso la situación de"degrado" avanzado del aparato productivo

provocado por el “dominio corporativo”, encuentra una momentánea tabla de salvación

para los desmantelados sectores sociales, con la sobra-vivencia del anómalo sistema

(de una u otra manera en él se ve involucrada la entera comunidad). Los mecanismos "di-funcionales" terminan por constituirse en un vallado defensivo. Vallado defensivo desesperado y destinado a claudicar porque si realizado en base al instrumento “corporativo” (responsable del "degrado" productivo), difícilmente será en grado de oponerse o de contener la fuerza de la realidad no modificada. Algo así como tratar de obtener la "salvación eterna" poniéndose en manos del "demonio".

Se podría afirmar: de "di-funciones” en búsqueda de compensar con medidas de “conveniencia” distorsiones a las reglas productivas, está empedrado el camino del "degrado". Llegado al punto de un crónico estado deficitario del “aparato productivo” con un incontrolable incremento de esa condición, cuanto las partes sociales componentes del “sistema corporativo” constituyan un grupo con mayor o menor poder de decisión inicia a tener poco o ningún valor. Lo importante es mantener vigente el ordenamiento caracterizado por el “dominio corporativo” regulador a su “di-funcional” manera de los mecanismos llamados

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productivos, no obstante no tenga ninguna influencia en un cambio de rendimiento de los mismos.

El sostenimiento artificial del “dominio corporativo” aparece como la única manera convencional disponible

para no precipitar en el descalabro productivo. Como se revelará in extremo (fin del improductivo de-curso) es un paliativo destinado a contribuir a prolongar la agonía.

Bastará una leve brisa, el tímido soplo de un niño de no más de cuatro años empeñado en apagar las velas de la torta que lo festeja (representado en el particular caso por la liberación del mercado de los bienes materiales de consumo) y el maltrecho “aparato productivo” se desplomará sin ofrecer la mas mínima resistencia.

Un aparato productivo implantado en las arenas movedizas de "di-funcionales" mecanismos “corporativos”, sostenido en pie porque resultaba el resorte de sobra-vivencia de buena parte de la sociedad ocupada en actividades genéricas, no por su eficiente funcionalidad . La implantación del “sistema corporativo dominante”, destinado con el modelo de “asociacionismo” a defender los derechos sociales de la entera comunidad en el desenvolvimiento de actividades, desencadenó el fenómeno inverso a partir de la autodestrucción del aparato productivo, fuente natural de los recursos materiales para llevar a la práctica y ejercitar plenamente las premisas motivan-tes.

1.5.) El proceso de "degrado" en la relación entre sectores “corporativos”. En el planteo ideológico de configuración del "sistemas de asociaciones corporativas dominantes" que ha caracterizado e influenciado a la luz o a la sombra el ordenamiento político - económico - social y específicamente aquel del aparato productivo; la "di-función" provocada por la desigualdad del poder de decisión entre los bloques componentes (operarios - empresarios) resulta un dato in-contrastado.

El hecho de cuanto la ideología "populista de masa" se identificara y tomara posición en favor de ciertos sectores sociales,

indicó además de una preferencia formal la determinada intención de dotar a aquellas

“asociaciones decididamente partidarias”, de un mayor poder de decisión

respecto a otras consideradas en el plano opuesto.

Esta indicación resultó clara y directamente aplicada dentro del complejo rompecabezas, constituido por las innumerables “asociaciones” de considerar como integrantes del mundo productivo en general:

Trabajadores de la industria, de la sanidad, de la educación, de los servicios estatales etc.

Empresarios Dirigentes de toda índole.

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Artesanos Comerciantes etc.-etc.

En las condiciones iniciales cuando las riquezas de usufructuar eran abiertas a todo tipo de requerimiento, ello no derivo (como la institución de asociaciones regular indica) en fluidos diálogo constructivos imbuidos de la esencial finalidad de mejorar las condiciones de rendimiento del “aparato productivo” en la fundada iniciativa de hacerlo crecer y desarrollar. Derivo en cambio en una decidida toma de posiciones antagónicas respecto a condiciones de índole ideológicas bien definidas, dividiendo todo el contexto en dos bloques contrapuestos. Tomadas las posiciones surgió el bloque dominante o sea aquel involucrado ideológica-mente con la conducción política, quien por otra parte había puesto en juego el sistema de "protección" (amparando también al sector empresarial) bajo cuyo mecanismo se proyectó el desarrollo del aparato productivo.

En sus inicios el “aparato productivo” si bien al inicio escasamente proyectado a la industrialización, inmovilizado en el crecimiento, respondía en pleno a las premisas de eficiencia, es decir correctamente estructurado en los aspectos relacionados con la funcionalidad.

La configuración industrial se propuso

en un primer momento, elemental, premeditadamente poco incentivado a crecer,

de ninguna manera planteado y organizado para desarrollarse “funcional-mente".

Los bloques opuestos de “asociaciones” disputándose los mejores puestos en la distribución de "justicia y proteccionismo" en el marco de una nueva conformación, crean las condiciones para poner en juego un férreo nódulo corporativo. Los sectores según su atribución ideológica rápidamente constituirán la parte dominante y la dominada, convergiendo estratégica-mente en la construcción de una única (aunque disociada) estructura gobernante del completo desenvolvimiento del “aparato productivo”. En la necesaria convivencia entre los bloques opuestos nacen las "di-funciones de conveniencia" utilizadas por cada parte, la dominante y la dominada, para extraer propias y privilegiadas ventajas del "proteccionismo" (ampara a ambas).

De esta manera se ponen en juego medidas y contra-medidas de los bloques quienes a golpes de “di-función” tratan de equilibrar, mantener o posiblemente incrementar los fáciles beneficios y ventajas ofrecidas a sus componentes por el “corporativismo dominante”. La acomodación de “conveniencia” entre las partes opuestas para sobrellevar las confusas alternativas de la ficticia interrelación, permite la incorporación de sectores productivos atraídos por la posibilidad de utilizar medidas "di-funcionales". Notan en tal ámbito una congruente y desjuiciada forma de encontrar una acogedora y al cuanto ventajosa casa dentro de la organización.

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En una condición de “dominio corporativo” la actividad con intención de desarrollar sus funciones

fuera de ese modelo se exilia. Se aísla de tal manera del círculo productivo

al punto de no poder integrarse a los mecanismos de comercialización, impuestos por el sistema a todo el contexto

según sus propias leyes de protección. Cuando la "di-función" aplicada por la mayoría de los sectores asociados constituye una forma de comportamiento común y generalizado de la “estructura corporativa”, la condición anormal de los mecanismos empleados dejan de considerarse tales justificándose dentro de una normal “lógica de conveniencia". Llegado un momento las lógicas de “conveniencia” abordan el entero contexto corporativo. A ese punto el tipo de desenvolvimiento “di-funcional” de los mecanismos ya no puede ser revertido a menos de no descompaginar gravemente el sistema. Por otra parte las "lógicas de conveniencia" resultan el único medio para compensar defecciones originadas en similares tipo de formas precedentes (encadenamiento de los mecanismos “di-funcionales”). Esta condición del nivel de progresión del "degrado corporativo” ubica al “aparato productivo” en un punto de no retorno a las bases de suficiencia (encargadas de regular un eficiente funcionamiento del mismo).

El dominio "di-funcional" impuesto por el comportamiento “corporativo” sobre el aparato productivo

lo conduce en forma irremediable a un creciente nivel de "degrado", plasmado en la practica por el déficit

de rendimiento e in-eficiencia de las actividades desempeñadas por la colectividad.

La posibilidad de recuperar vigencia por parte de los puntos de referencia fundamentales (rectores del funcionamiento del aparato productivo), tratando de re-encuadrarlos dentro de las reglas específicas de eficiencia y competitividad cuando el nivel de "degrado" es avanzado, ya no es factible si el todo se encuentra bajo el dominio “corporativo”. Ante tales precisas condiciones resulta inútil tratar de revertir la situación con medidas o reformas convencionales, porque dominado el entero contexto productivo por mecanismos “di-funcionales compensadores de conveniencia”. El sistema ubica al “aparato productivo” como un dependiente de la inmovilidad corporativa seguida conceptual-mente por la tendencia proteccionista del sistema. El "ordenamiento de conveniencia" es una ilación de arbitrariedades conceptuales a los fines de crear las condiciones aparentemente razonables (concordadas) en la obtención de la finalidad central “corporativa”, la de concretar inmerecidas ventajas sectoriales en el campo de las transacciones, no aquella de la eficiencia funcional productiva . El contexto así confeccionado coloca a las partes o sectores representativos en la favorable condición de desenvolverse sin mayores escrúpulos y sin correr el peligro de proponerse en visibles incomodas posiciones, en tanto la "di-funcional" forma de comportamiento es una "praxis" generalizada a todo el sistema productivo-corporativo.

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Que la forma de “razonamiento di-funcional compensador de conveniencia” se halla extendido mas allá del campo productivo “degradando” el modo de pensar y de comportarse de todos los ámbitos sociales, lo demuestran algunos ejemplos de aspectos generales reveladores de una fuerte tendencia a la lógica de la arbitrariedad en el afrontar las problemáticas.

* Situación “di-funcional” aceptada como lógica Numero 1. Es incompatible con un equilibrio lineal de discernimiento disponer de una consistente red de entidades financieras con la capacidad de hacer circular un importante flujo de masa monetaria, cuando el déficit productivo lleva a la sociedad a ser una de las mas endeudadas de la tierra y en práctica permanentemente al borde de la bancarrota.

* Situación “di-funcional”aceptada como lógica Numero 2. Entra en el terreno del desequilibrio se importen una enorme gama de productos de las más variadas índoles (de los poco costosos a los más suntuosos) en tanto la sociedad deficitaria productiva-mente no genera suficiente bienes materiales en justa contrapartida. Claramente el mecanismos es factible incrementando la “deuda”, de considerar a los efectos de la tendencia de la forma de pensar, un termino de escasa o nula importancia en tanto basta adoptar tal posición de “conveniencia”.

* Situación "di-funcional" aceptada como lógica Numero 3.

Es considerar como un hecho natural y casi descontado la casi obligada disponibilidad de otras sociedades a mitigar la "desgracia de la propia improductiva condición", suministrando capitales destinados a sufragar los déficit, sin pretensiones de garantías o de inmiscuirse en la forma de operar aunque re-conducible a perseverar en el “degradante” modelo.

* Situación"di-funcional" aceptada como lógica Numero 4. Es una penosa ilusión estar convencido de poder corregir y revertir las características de un sistema productivo crónica y gravemente deficitario e incompetente en la gran mayor parte de sus áreas, sumido en un “dominante asfixiante “corporativismo” con un adecuado Plan Económico. Existirá una razón “causal” de fondo si después de muchos tentativos ninguno de los numerosos Planes Económicos aplicados ha tenido éxito. La razón lógica elemental discurre: "es inadecuado imponer lo complementario (un tipo de ordenamiento económico), cuando el ingrediente fundamental dominante a contrarrestar continúa a ser la base “corporativa proteccionista” en la forma de desenvolvimiento productivo de las actividades (orientación deficitaria generalizada). Forma de vida improductiva aun férrea-mente enclaustrada en el dominio de “asociaciones corporativas”, quienes continúan a tener plena e inamovible vigencia conceptual en el seno de la comunidad. La razón impone “primero eliminar la enfermedad para poder asegurar a la rehabilitación el suficiente éxito”.

*Situación "di-funcional" aceptada como lógica Numero 5.

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Es presuntuoso suponer cuanto a partir de medidas económicas parciales y espectaculares para controlar la inflación, se presenten las condiciones para una maciza afluencia de inversiones de capitales, cuando es inexistente el ejercicio de reglas de base substancial a la eficiencia del aparato productivo (deficitario y dominado corporativamente). Un inversor extranjero se decide a arriesgar si en la evaluación el medio se halla liberado de obstáculos y surge la posibilidad de obtener particulares y numerosas ventajas. Si los empresarios de otras latitudes encuentran las mejores condiciones para invertir sus capitales bajo la “corporativa” área productiva local, el índice de des-ubicación y obnubila-miento de la razón es absoluta.

* Situación"di-funcional" aceptada como lógica Numero 6.

Siempre en el terreno de la inversión de capitales resulta ilusorio considerar lógico presentar como valida una estructuración productiva deficitaria y “corporativa”, ejemplo de un tipo de desastrosa gestión, e imponer a quienes vienen a construir fuentes de trabajo. los mismos "degradados" mecanismos cuyos ruinosos resultados están a la vista.

*Situación "di-funcional" aceptada como lógica Numero 7.

Es de definir una efímera pantalla de “conveniencia “considerar el camino mas lógico y sano a seguir recurrir a un fácil artificio monetario (dólar), para resolver los problemas a la base de la hiperinflación, cuando esta es directa consecuencia de la improductiva o mejor del déficit productivo de la sociedad sumida en grave "degrado". Con el mismo se obtendrá un cierto beneficio en la estabilización del ejercicio monetario pero ninguna solución de fondo.

Lo realmente justo y lógico es identificar reconocer e indicar las “causas anómalas” presentes en todos los sectores del sistema productivo y señalar los diversos componentes sociales directos responsables del anómalo proceso “deficitario”.

El “equilibrio de función interna” será factible poniendo en marcha un real proyecto de “re-estructuración”, en modo de combatir y desterrar los agentes causales radicados en todos los planos productivos, e indicando las lineas de realización de un drástico programa de transformación dotado de las integrales correcciones necesarias a ser efectuadas,

Basándose en artificios de intervenciones parciales no será posible obtener el necesario cambio radical, destinado a modificar el entero comportamiento productivo y económico de una comunidad, inmersa crónica-mente y en todos los ámbito de sus actividades en un proceso de "degrado" generalizado. La hiperinflación es un fenómeno complejo destinado a establecer la incompatibilidad productiva de la entera colectividad respecto a la cobertura de sus necesidades, y se genera como consecuencia de un profundo desajuste entre diversos factores de base, comprendiendo el quehacer del entero cuerpo social y como es obvio la formulación de sus ordenamientos. No será una técnica monetaria utilizada como vehículo para contener la inflación tomada como base para procurar una cierta estabilidad, el nódulo central de todos los

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fundamentales aspectos necesitados de ser transformados para alcanzar la meta de una verdadera “reconstrucción”. Porque sin una profunda "transformación" de la configuración de la forma de vida del entero cuerpo social y en todos sus sectores, la comunidad así como no ha logrado estabilizar seriamente su moneda, no será en grado de incorporar aquella estable al sistema ante la imposibilidad de no "degradar-la".

* Situación "di-funcional" aceptada como lógica Numero 8.

Es un acto de inconsciencia desinteresarse o considerar un hecho accidental y no fundamental el mantener el nivel de estabilidad de la moneda. Constituye un punto de referencia de la dignidad y de la calidad de vida de la sociedad, así como la carta de presentación de las características organizadas o desorganizadas de su configuración estructural. La estabilidad o inestabilidad de un signo monetario indica o no la lógica y razonada forma de funcionar en general de una sociedad.

Cuanto más estable es una moneda, tanto menor son las distorsiones productivas y económica ostentadas por una colectividad en el ordenamiento y desenvolvimiento de las actividades. Cuando la condición de "degrado avanzado" producido por conveniencia o por necesidad invade los múltiple aspectos del quehacer de una sociedad, para contrarrestarlo y entablar una lucha con la posibilidad de derrotarlo, es imprescindible poner sobre la mesa, identificar y describir con precisión las características de todas las cartas trucadas del maso configuran-tes el anómalo fenómeno. Las reformas eliminan algunas cartas trucadas del maso pero no todas. Ello resulta totalmente insuficiente continuando a convalidar el juego "degradado". Bajo este aspecto en tanto reste una sola carta anómala no será posible considerar las bases del juego en condiciones de desenvolverse regularmente.

Las “reformas” resultan “di-funcionales” cuando aun restando cartas trucadas en el mazo, el proceso realizado es considerado “suficiente” a los fines de normalizarlo. Para llegar a concretar un real proceso de "transformación" es necesario poner al descubierto la verdad de todas las “causas de base generadoras de degrado” y con ellas la no pocas falencias puestas en practica por el entero tejido social en todos los campos, para defender ideologías o privilegios privados de alguna justa razón lógica de eficiencia. No es importante individualizar los culpables del caso (fácil justificación superficial e inútil). Lo es develar la anormalidad ideológica-conceptual organizativa o de de-curso operativo, al gobierno del andamiento de los procesos dinámicos conformados y realizados en connivencia con los sectores sociales. Llegado un momento es imprescindible identificar con profundo y sentido coraje y auto-crítica y con la humilde clarividencia de quien considera fundamental reivindicarse (en aras de un eficiente proceso de “reconstrucción”), los propios errores y responsabilidades “pequeños o grandes” en las innumerables y relacionadas "causas" generales nutrientes del "degrado".

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Resulta inútil, contraproducente, carente de razón lógica sostener aún posiciones ideológicas o justificaciones "di-funcionales", para continuar a trucar y a viciar un panorama necesitado ante todo de un total esclarecimiento, único medio capaz de liberar del dominante obscurantismo (basa su fuerza en el reino de la confusión y la desorientación), en ausencia de un justo conocimiento de los hechos. El real e imprescindible proceso de "transformación" partirá de una esencial posición inicial imponiendo:

Primero: Identificación y cancelación de todas las cartas trucadas (agentes causales de base) para evitar mantengan seguramente “degrado" el juego.

Segundo: Desempaquetar un nuevo mazo de cartas cristalino y transparente en toda su pureza de impresión, único modo de recomenzar a establecer en los jugadores un desenvolvimiento encuadrado dentro de las justas reglas, exponiendo la propia capacidad y en igualitaria condición sus posiciones.

1.6.) Condiciones de cronicidad de la "di-funcionalidad" productiva de la sociedad.

A lo largo del prolongado tiempo de vigencia de los mecanismos “corporativos y de supuesta protección” del “aparato productivo”, se ha creado una natural ficticia aceptación de regularidad de funcionamiento del sector. En realidad es deficitaria-mente insuficiente a cubrir las necesidades de una forma digna de vida de la sociedad. El desenvolverse de las actividades al interno o dentro de un determinado orienta-miento ideológico se pueden conformar según característica de definir "di-funcionales", aunque así no lo consideren los componentes sectoriales. Habituados por decenios a esa particular forma operativa de cumplir las tareas indicadas o programadas dentro de sus respectivos campos de acción productiva, sorprende a los miembros del sistema como parte interesada y no llegan a aceptar, sentirse atribuir un "degrado" de tal magnitud. No alcanzan a comprender la proyección hacia una mas extendida problemática general. No es la unidad o los grupos de trabajo en su específica tarea el centro de la distorsión del “aparato productivo”.

Es en la configuración “corporativa y de protección” rectora de los mecanismos generales reguladores de las actividades, donde nace, se consolida y se agrava el "degrado" del sistema productivo.

Las unidades de trabajo son los anónimos peones sobre quienes se apoya

la estructura productiva corporativa, al mismo tiempo halagados y utilizados

como determinante pantalla ideológica del sistema (afirmado en ese fundamental consenso consolida su dominio).

Cuando la confusión y la desorientación comienzan a crear un estado de posición indefinida y las problemáticas ponen dudas al sistema de “asociación corporativa”, por su fracaso en el campo productivo y el orden "di-funcional" tambalea, la masa laboral por ella supuesta-mente protegida inicia a manifestarse obnubilada, trastornada, aferrándose desesperada-mente a ese punto de referencia.

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El sistema productivo “corporativo” es reconocido por la masa laboral como el único bastión bajo el cual buscar protección y a cierto punto a nadie interesa cuanto funcional o di-funcional es su forma de operar, en tanto represente el punto de referencia para tratar de mantener puestos de trabajo. A este punto pretender de la masa laboral respuestas razonadas con discernimiento lógico acerca del porque de la "degradante" debacle del “aparato productivo”, es del todo improcedente. En tal caso difícilmente se renuncia a defender la considerada tabla de salvación salarial. En estas circunstancias la masa laboral de siempre convencida en la fuerza de protección de las “asociaciones” las defenderá contra viento y marea, aún cuando estas habiendo contribuido a llevar al “degrado” al “aparato productivo” cuenten ya poco.

La masa laboral continúa a sostener el “sistema corporativo” como el chico empecinado en sostener una posición equivocada. Obligado a iniciar una y otra vez los deberes comete siempre los mismos errores, simplemente porque está convencido de no haber cometido ninguno.

De cualquier manera la masa laboral acuciada del desvelo de la desocupación y de la indigencia,

trata por fuerza de tomar una difícil distancia del contexto.

Quizás una distinta visión le permita afrontar la compleja situación

con una amplitud de panorama antes ignorada. No es ni será para nada fácil a una colectividad habituada a jugar en el desenvolvimiento de sus actividades con mecanismos “di-funcionales", adaptarse a las reglas estipuladas a seguir el lógico camino de funcionamiento productivo indicado como eficiente y suficiente. Eficiencia necesaria a generar las riquezas dispuestas a cubrir los gastos de los servicios sociales esenciales y eventualmente crecer y desarrollarse, o crear un real siempre mas alto nivel de bienestar social (y consecuentemente nuevos puestos de trabajo). La construcción de un “aparato productivo” guiado por la razón de discernimiento lógico (único mecanismo para organizar ese campo), resulta un paso indispensable en la instauración de un verdadero y exitoso proceso de "transformación". El avanzado "degrado" amplia-mente expandido incontenible y crónica-mente instalado en todo el ámbito productivo, presenta un panorama al proceso de "transformación" plagado de incógnitas, cuya espina mas importante es la posición ideológica de la masa laboral. De la disposición, preparación y convencida aceptación de la comunidad de un determinante cambio trascendente, necesario para convertir el “aparato productivo” en el verdadero centro del movimiento social hacia un correcto restablecimiento de su responsabilidad funcional (le atañe porque señala su propio destino), dependerá en su mayor parte el éxito de cualquier serio proceso de "reconstrucción". Ello significa implementar y concretar un proceso impactante para nada indiferente, un terremoto dispuesto a hacer tabla rasa con tabúes ideológicos.

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Los cambios profundos seguramente motivarán una incomprensible perplejidad social,

como la tribu en manos del curandero verse obligada a aceptar el medico

llamado a intervenir la apendicitis del jefe moribundo. No faltarán netas oposiciones, resquemores y posiciones retrógradas o más bien ideologías suicidas (preferirán continuar con sus estériles cultos) proponiéndose como irrenunciables sostenedores del modelo vigente, porque atemorizados de los “cambios” no por evaluaciones de mayor peso. Dejándose conducir por la lógica del "degrado" se podría sostener: "si durante tantas décadas se ha vivido en la "di-función corporativa productiva" manteniendo siempre una cierta condición operativa, existirá alguna forma de “nuevo mecanismo de conveniencia”, para continuar a "arreglarse" sin tener necesidad de cambiar en nada las cosas. La mediación conciliatoria de “conveniencia” permitiendo la permanencia de la inmovilidad (todos se hallan habituados) como lo establece la precedente apreciación, ya no es posible ponerla en juego, no lo acepta el haber llegado al límite de la situación presente. A la altura del "degrado" productivo alcanzado no es posible emplear medidas para hacer tiempo. El multiplicarse de las complicaciones ya no permite aceptar soluciones distorsionadas como respuesta. Para el especifico y determinante caso “productivo” las soluciones fáciles no son aquellas mas factibles. No existen formulas mágicas o milagrosas, ni inteligentes artificios de “conveniencia” (transacciones indoloras) dispuestas a modificar realmente las cosas. Resta como justa opción ejercitar profundos “cambios” estructurales y funcionales capaces de originar un verdadero vuelco de la situación.

Si no se cancela la vigencia de los mecanismos “corporativos” aprisionan, esclerosan, inmovilizan y ahogan

toda posibilidad de dar vida a una dinámica adapta, no existen reales soluciones al respecto.

Es preciso generar un verdadero espectro de cambios integrales

de las condiciones productivas de las actividades.

Conocidas las "causas" y los hechos re-conducibles al "degrado del aparato productivo”, requerirá una justa y rigurosa evaluación el determinar una clara posición respecto a la sistemática eliminación de los aspectos "degradantes", así como establecer las características de configuración y aplicación del programa de "transformación". En prevención a los contragolpes jugados seguramente por el crónico sistema productivo "di-funcional", será necesario crear las condiciones para asegurar a los cambios implementados no ser contrarrestados con maniobras de “conveniencia”, destinadas a diluir el programa hasta hacerlo inocuo, ineficiente y terminar por anularlo con el desprestigio

Para evitar a la nueva configuración productiva el riesgo de diluirse

(en ello el aparato “corporativo” es maestro), sería mas directo iniciar por desmantelar totalmente

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el contexto burocrático a sostén del entero sistema,

aislando los activos componentes de los altos niveles.

El proceso de purificación permitirá a las “asociaciones” recuperar la posición de función institucional dedicada a su especifico compito. Pensar al igual de quienes se opondrán a los profundos y necesarios cambios del aparato productivo, interesados a continuar a transitar el “di-funcional” camino precedente considerando "la cuerda de los desaciertos es irrompible aun cuando ya estirada al máximo”, constituye un grave e inconsciente error de evaluación. Siguiendo una elemental lógica de discernimiento, las cuerdas ya estiradas al límite más se las continúa a estirar más posibilidades de romperse tienen. Creer la cuerda tesa al extremo irrompible es un deseo no una realidad y como tal apenas esta lo desvanece (poniendo en juego su definida concreta condición), la esperada intención esfuma como por arte de magia dejando un repentino vacío. Llama la atención y desconcierta no poco la indiferente negligencia del campo intelectual en aceptar el estado de las cosas sin encontrar fuertes, decididos y bien argumentados reclamos a un imprescindible proceso de "transformación" general. Es como si una profunda resignación hubiera invadido todos los ámbitos y una agónica abulia entornara (como el telón cae lentamente anunciando el fin de la última escena) las dramática vicisitudes de la sociedad sin motivar alguna reacción.

Sería necesario un fuerte impacto intelectual. Como despertarse después de una pesadilla con un brusco sobresalto

e improvisamente tomar conciencia de la realidad del "degrado” productivo y general.

Una iluminada búsqueda de la verdad llamada a provocar un estado de reacción y no de pasividad.

La línea de los argumentos válidos e irrefutables será siempre el método mas sabio y eficiente para hacer comprender cuanto el presuntuoso sueño ideológico de la industria con fuerza de potencia, configurado conceptual-mente y llevado a la practica en modo anómalo, era destinado a convertirse en una larga pesadilla conducente al "degrado" productivo.

El sobresalto y la conmoción coincidentes con el despertarse de la pesadilla es la consecuencia del contacto con la realidad. Acto real positivo destinado a abrir la conciencia a la necesidad de un diverso tipo de posición y capaz de establecer la diferencia sueño - pesadilla, comprendiendo cuanto entre un sueño equivocado y una pesadilla no existe ninguna diferencia.

CAPITULO 5.

Hábito generalizado al desenvolvimiento "di-funcional".

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La capacidad de moverse en el ámbito de una lógica "di-funcional" abre la posibilidad a cualquier tipo de enfoque (aunque presente el riesgoso limite de la incompatibilidad), de ser adaptado con un mecanismo de “conveniencia” a una enmascarada linea de coherencia.

En esta línea las falencias de discernimiento pasan desapercibidas y permiten hilvanar enteros proyectos,

apoyados en una razón complementaria sobrevolando y "degradando" aquella virtuosa.

El mecanismo una vez masificada su practica y actuado con labilidad y ambigüedad de razón, facilita enormemente las “soluciones de conveniencia”, tanto mas simples de concebir, como fatigosas e inútiles el afrontar con justas medidas la verdadera resolución de las problemáticas. Convierte con gran ductilidad erróneas concepciones o aparentes soluciones en un medio utilizable pues acomodado a justificar su función. Así por ejemplo, la simple, evidente verdad representada por el hecho: la sociedad en general "gasta más de aquello producido o es decididamente improductiva" por otra parte fácilmente deducible de las cuentas del estado o balance y de la magnitud alcanzada de la deuda interna, externa y de los títulos emitidos en continuo incremento; no es puesta en juego con una clara y definida posición. Posición convertida en responsable comunicación de la gravedad de la situación, obligando en cierto modo a identificar responsable-mente las causas y soluciones reales.

El problema es derivado convenientemente y en forma "di-funcional" hacia otros planos justificantes, diluyendo y desviando la entidad de la realidad central hasta colocarla en una posición del todo complementaria, terminando por ser considerado un accidente superable o mas aún carente de importancia.

Dilucidando los acontecimientos del mismo modo: poca importancia asume

el improductivo espectro social constituido por factores generadores de déficit,

o la complementaria in-eficiencia e insuficiencia demostrada actuando "di-funcional-mente" en modo genérico.

No se atribuye al contexto social alguna responsabilidad o mejor ignorándolo como causa, descargando con convencimiento todas las culpas en las equivocadas soluciones de las crisis a las individualidades involucradas o al fracaso de las “recetas” o “planes económicos”. Cuando se encubren o trastocan las posiciones y niveles de responsabilidad comporta-mental así como aquellas de considerar, claras y definidas explicaciones esclarecedoras, las versiones terminan por revelarse un confuso torbellino de opiniones de “conveniencia”. En estas condiciones no resulta para nada extraño si las verdaderas razones, las justas causas y las reales consecuencias son desvirtuadas al punto de aparecer irreconocibles. Resulta lógico bajo estas circunstancias afirmar cuanto las verdaderas “causas” de las distintas problemáticas, se presenten más difíciles de identificar y de poder actuar con certeza en contrarrestarlas.

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En el contexto “di-funcional” las discusiones surgidas de las problemáticas se desenvuelven en un ámbito argumental dotado de cierta cohesión pero siguiendo la dudosa linea de las “buenas intenciones”. Estas disponen de un reconocido valor dominante aun cuando no respondan a razones lógicas.

A nivel de cuerpo corporativo generalmente las cosas tratadas se mantienen con alguna variación en el campo intrascendente o de “conveniencia”, conservando en esencia su inicial característica con el agregado de alguna “di-función” re-ordenadora, destinada a satisfacer y reafirma nuevos tipos de falsas soluciones (nada resuelven realmente).

La "di-función" todo lo resuelve taponando la herida para salir de la situación,

actuando con medidas de “conveniencia” sobre factores necesitados de momentánea re-acomodación,

pero sin variar demasiado las condiciones dadas si ello significa atacar posiciones de sectores sociales interesados.

En realidad el juego actúa como un paliativo re-ubicando situaciones de cierta criticidad, cuando en fondo continuarán a ser realizadas de la misma manera. Una forma de dilatar, de ganar tiempo, de eludir con la inserción de mecanismos de “conveniencia” el afrontar problemáticas con seria y crítica responsabilidad, seguidas del consecuente implemento de necesarias medidas difíciles de tomar (desentonan gravemente en un contexto configurado bajo el signo de la distorsión). El hábito a la configuración y utilización de mecanismos “di-funcionales” crea el peligro de no ser capaz de diferenciarlos de aquellos realmente funcionales, embebido en el frecuente ejercicio de no distinguir o cancelar la real y fundamental justa razón lógica. A la pregunta útil a ubicar y definir un contexto comporta-mental general delante a una determinada problemática, no es difícil las respuestas no muevan a particulares expectativas como si los interrogantes carecieran de importancia (mágico desinterés de la “di-función por la importancia de la realidad):

Tres simples interrogantes cuyas respuestas pueden ser

de índole FUNCIONAL O DISFUNCIONAL

Interrogante número 1.

- La sociedad consume y gasta por un valor mayor de aquello capaz de producir como riqueza real ?

Respuesta: Funcional SI - Di-funcional NO.

Interrogante numero 2.

- El Aparato productivo genera riquezas suficientes en calidad y cantidad como para ser considerado eficiente?

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Respuesta Funcional N0 - Di-funcional SI. La razón afirma la respuesta tildada como FUNCIONAL en ambos casos se desprende de un

“continuo incremento del endeudamiento en parte destinado a cubrir déficit del balance interno” (indicativo de la insuficiencia productiva).

Interrogante numero 3

- La sociedad expendiendo más de aquella relativa riqueza real producida y disponiendo de un “aparato productivo” ineficiente, es posible pueda alcanzar una forma de vida digna, con posibilidad de incrementar su bienestar ?

Respuesta: Funcional NO - Di-funcional SI. |

lógica razón consecuente. El comportamiento "di-funcional" sin ignorar las consecuencias y conclusiones fruto de un razonado discernimiento lógico de las problemáticas afrontadas, las desarticula hábilmente hasta hacerlas intrascendentes intentando con ello atenuar las consecuencias originadas por la gravedad de ciertas situaciones. Un modo banal y poco eficiente de restar dramatismo a serios y complejos trastornos o anomalías justificándolos con indicios superficiales, cuando no infundados y al límite del todo deshonestos, siempre en nombre de la inmaculada buena intención de proteger el “no cambio”.

De esta manera los frecuentes actos de re-acomodar, de re-adaptar, de maquillaje de la realidad, se convierte en un acto debido pues sirve a mantener latente una útil confusión a los fines de sostener un cierto estatus (aunque este sea condenado a perimir). Dentro de un panorama general de definirse a predominio comporta-mental “di-funcional”, los intentos de cambio o de reforma de índole convencional conducido por el sector político o económico llevados al poder por el consenso, resultan tan parciales como finalmente inútiles porque inseridos en un contexto extraño destinado al fracaso sin mayores atenuantes y exento de toda posibilidad de éxito.

Para la "di-función dominante" resulta un juego de niños utilizar medios dispersores tendientes a diluir, esterilizar, trastocar, re-adaptar, re-acomodar a propio placer y finalidad los proyectos presentados hasta desvirtuarlos y obtener beneficios aun sobre ellos.

Al punto de "degrado" alcanzado por las actividades desarrolladas al interno de la comunidad,

las “reformas parciales” de un sistema con condiciones generales así distorsionadas

configuran un cóctel explosivo no correctivo. El hábitat a la forma de pensar y comportarse en manera "di-funcional" es como el chico habituado le soporten travesuras ya sean estas simples, pesadas o malignas.

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La condescendiente situación de complacencia el niño la considera a todos los efectos una tácita aceptación a su comportamiento, proyectándose a extremos siempre mas incitantes, sin otorga ninguna importancia a los advertimientos cada vez mas cargados de tensión. Grande será su sorpresa y su dificultad de comprensión cuando se encuentre recibiendo una soberana paliza con la cual antes o después la situación estaba destinada a regularse. Las "di-funciones" enmascarando primero los advenimientos y después el desencadenarse de las problemática propiamente dichas, evita a aquellas personas inmersas en el sistema elaborar la preparación y capacidad para comprender y tomar conciencia de la realidad de las situaciones presentadas. Esta condición de "di-función" propone confuso y no bien definido ni delineado el real contexto en torno a las circunstancias negativas, no permitiendo establecer la verdadera dimensión de las distorsiones y con ello el tipo de proceso necesario para superarlas. Tanto el chico como la sociedad subestimando o ignorando los advertimientos, reduciendo su importancia a meras sugestiones y con ello creyendo ser inmunes a las consecuencias, se encontrarán en la difícil y también incomprensible situación (no han percibido la gravedad de la misma) de rever el "di-funcional" esquema de la forma de pensar, operar y comportarse. El proceso de "cambio" de la forma de pensar llegado a ciertos extremos será necesario realizar-los con rapidez, en el chico porque en su defecto las palizas llegarán cada vez con mayor frecuencia, en la sociedad porque la gravedad de las problemáticas no realmente resueltas complicaran cada vez más seriamente la forma de vida.

Lo importante es comprender el haber llegado al limite, pues no restan margenes para continuar a ejercitar "di-funciones"

como centro de la forma operativa en el desenvolvimiento de las actividades.

La deformación del hábito a la utilización de formas de pensar y comportarse "di-funcional” lleva a procurar una des-conexión con las lineas del razonamiento lógico, e induce a navegar sin reguardo y con convencida seguridad en el sin obstáculos mar de las incongruencias, conducido por el proceso según un instintivo acto de reflejo condicionado.

El de-curso lleva a una apertura anómala a formas de pensar y comportarse irreal, orientado a proponerse con arbitraria naturalidad fuera de la razón lógica. Actitud finalizada a construir y aceptar como norma factible la transgresión a las esencias conceptuales rectoras de principios fundamentales, cuya tergiversación significa distorsionar-los adaptándolos convenientemente a las necesidades del caso. En sociedades regidas por mecanismos "di-funcionales" en las cíclicas "crisis" desencadenadas con violencia, resulta muy difícil o mejor imposible identificar las verdaderas causas responsables. El sistema dominado de las distorsiones pre-vede y pone en juego una condición de indescriptible confusión, actuante a manera de densa cortina de humo destinada a amparar las decadentes posiciones ideológicas.

Las responsabilidades caerán sobre un grupo

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y en particular sobre quienes han cometido el error

de hacerse visible en primera persona. En tanto el contexto mas profundamente involucrado

continuará a moverse en las sombras amparado en la confusión.

Una sociedad desenvolviendo su forma de vida preferentemente en un campo "di-funcional" pone en manos del anómalo hábitat adquirido, su bienestar, su dignidad, su unidad, su identidad, su soberanía etc. porque éstas son las irreparables pérdidas originadas por este tipo de forma de pensar y comportarse (capaz de pesar gravemente sobre el destino de proyección de futuro. La "di-función" en la forma de pensar y comportarse se ha inserido y arraigado férrea-mente como estilo habitual en el desenvolvimiento de las actividades, tanto de índole estatal como privado, cubriendo todos los ámbitos de la colectividad. Los mecanismos internos y de relación reguladores de lo expresado y operado por las actividades productivas y sus asociaciones representativas de sector, están predispuestas y sujetas a ejercitar "di-funciones" de conveniencia, distorsionando y haciendo incoherentes e ineficientes las precisas reglas de funcionamiento y resultando en término generales "improductivas".

Las reglas de eficiencia del funcionamiento productivo

resultan por otra parte indispensables a una colectividad para cerrar el circulo virtuoso y proyectar-la en el bienestar y el progreso,

totalmente contrapuesto al ”di-funcional" vía expedita para llegar al “degrado”.

Cuando la actitud "di-funcional" constituye un consuetudinario hábitat operativo, apoyada por la consensual aprobación de todas las partes sociales, plenamente satisfechas de poder moverse en forma arbitraria; resulta una tarea plagada de desmoralizan-tes obstáculo (al limite de la imposibilidad) tratar con medios convencionales de detener el proceso de "degrado" dominante. Es indudable cuanto todas las sociedades rendirán pesadas cuentas, ante la congrua presencia de aspectos funcionales distorsionados. Caer bajo el dominio de esa manera de pensar y comportarse implica un serio y comprometido riesgo de "degrado" en la forma de vida de la comunidad. 1.) Posición relativa al proceso de "transformación". Establecido el haber llegado al límite de la utilización de "di-funciones" de todo tipo, ideológicas políticas, económicas, productivas comerciales, financieros etc. es preciso tomar conciencia de lo inevitable de incidir con decisiones rigurosas y en cierto modo extremas, para contrarrestar el fenómeno implementando un serio proceso de "transformación".

Aparece de primordial importancia (al punto de desplazar otro tan esencial

como el de la configuración programática),

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el proyecto apoyado en la indispensable y fundamental hecho de involucrar al entero cuerpo social,

en aquello de definir como el instintivo reclamo a la proclama del necesario

re-apropiarse del respeto y dignidad de "identidad".

Estas condiciones son de re-adquirir porque perdidas a partir del reconocimiento, aplicación y vigencia de rigurosas reglas de implementar y seguir a nivel social, y de considerar un punto de referencia insustituible en apoyo del “proceso de reconstrucción”. Es preciso exista una absoluta compenetración entre el cuerpo social y el proceso de "transformación" en la absoluta necesidad de llevar adelante el proyecto.

El proceso se afrontará con rigurosidad, equidad y justos lógicos profundos "cambios", con la convicción de la imposibilidad de continuar: primero en el camino del siempre mas invaden-te "degrado", segundo recurrir a correctivos del todo insuficientes a reconstruir sistemas generales, plagados de anacronismos y contradicciones de tal magnitud de negar cualquier posibilidad de rescato con los medios convencionales. Las condiciones generadas por las invaden-tes y desbastan-tes concepciones paralizantes de la productividad y del espíritu de iniciativa de una importante parte del tejido social (ya crónica y difusamente extendido), será factible erradicarlas si por la convencida y aprobada voluntad de una larga mayoría se decide extirpar sin contemplaciones la seria enfermedad "di-funcional degradante" de la sociedad.

O la grave enfermedad va controlada y cancelada con la severidad requerida por el caso o la sociedad corre el serio riesgo de pasar a un proceso de desintegración con todos los peligros consecuentes a tales condiciones creadas.

Las crónica y nuevas "di-funciones" conceptuales y operativas

si bien se presentan como indefinidos fantasmas difíciles de afrontar, tienen en cambio características y consistencia real.

Esta condición fantasmagórica sumada a la intención de no entender reconocer la existencia de una tan abstracta componente, crea una situación de oposición al proceso de "transformación". Oposición de ser tratada y desarticulada minuciosamente con argumentaciones eficientemente centradas, y dispuestas a esclarecer sin dejar lugar a dudas ni medias tintas sobre los puntos claves en cuestión. A nivel productivo el riesgo de re-composición del “corporativismo” (como el dragón de las mil cabezas resurja y se recree como bien es en grado de hacerlo) es de considerar un hecho del todo factible. Del todo probable se presente con un nuevo vestido, con su siempre in-contrastada propuesta de salvador de los derechos sociales. El desmoronamiento del edificio "productivo corporativo de protección" indicará el inicio de un tiempo distinto, dotado del significado de la necesidad de construir una nueva forma de vida involucran-te la entera colectividad.

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El acto provisto de gran humildad iniciará por reconstruir

la forma de vida del completo campo productivo, a partir de los principios y fundamentos de "base"

de la más elemental razón lógica imperante en ese medio, buscando recomponer actualizado

el espíritu de las seguras y concretas

realidades de las concepciones Alberdianas. Una cicló-pea pero indispensable tarea esencial destinada a hacer tabla rasa con posiciones ideológicas y condiciones operativas en todos los sectores inductoras al "degrado”. A partir de un subsuelo incontaminado es preciso iniciar a levantar ladrillo por ladrillo solidas paredes dentro de cuyo ámbito, se haga posible encuadrar ordenamientos dignos, decorosos y respetuosos de una forma de vida funcional-mente eficiente del entero cuerpo social. Un proceso cuya finalidad de reconstruir se persiga siguiendo un claro y buen definido camino de realizar, con la convicción de considerarlo único pasaje para convertir la decadencia y el “degrado” en una digna y respetable forma de vida. El proyecto tendrá en consideración los aspectos básicos fundamentales relacionados con el acerbo cultural de la sociedad, obligándose a responder a programaciones idóneas, respetuosas y responsables de configurar las condiciones de vida. Ello permitirá a la entera colectividad apreciar, sostener, demostrar en el reconocimiento del tipo de organización y comportamiento dado, el orgullo por un justo valor de identidad.

Es hora de desenmascarar milagrosas concepciones necesariamente de descartar y archivar,

así como poner al descubierto las verdaderas "di-funciones" de toda índole puestas en juego,

con directa participación del entero cuerpo y sectores sociales.

El proceso, comprobación, identificación y descripción minuciosa y rigurosa de las “causas del degrado" y su puesta en vitrina por la información, resulta un acto fundamental. La determinación de los hechos “causales” permitirá tomar debidas notas destinadas a orquestar precisas contra-medidas para evitar vuelvan a repetirse. Un programa de "transformación" no aceptará por principio contaminación alguna en sus planteo y configuración con viejos, incongruentes vicios estructurales, por inocentes o bien intencionados estos aparezcan (relación directa, indirecta o accidental con agentes causales del "degrado"), porque un proceso de ese tipo no puede darse el lujo de correr el mínimo riesgo de obscurecer la clara, límpida imagen de presentar. Por otra parte es también preciso dejar de lado de una vez por todas la inconsciente predisposición de embarcarse en "recetas milagrosas" (inseridas por imperiosa necesidad), siempre heterogéneas y contrastantes respecto al contexto y por lo tanto un cuerpo extraño intencionado a dar lugar a "lo di-funcional en lo d-funcional".

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El milagro real lo producen actos capaces de involucrar a una entera sociedad

en ordenamientos sacrificados, rigurosos (la interesan integralmente), no una “receta”.

Tales ordenamientos no respondiendo a posiciones ideológicas definidas

no ahorran esfuerzos y responsable comportamiento a ninguno. Un milagro de desear profunda, fervorosa y sentidamente pero también fantasioso y difícilmente realizable, es aquel de una “total amnesia liberatoria del pasado y del presente" incumba sobre la entera sociedad. El milagro convertido en una intensa nube obnubilan-te es preciso se desplace abarcando toda la extensión del territorio. Proyectado como en las fábulas encantadas en la obscuridad y en el silencio de la noche, cancele sin dejar rastros en la memoria de ninguno desde las diversas ideologías "populistas" con los estériles y escuálidos desencuentros, hasta incluir el indigno "degrado": También justamente por arte de magia, la entera sociedad se descubra capaz de una forma de pensar y comportarse, regida por principios y fundamentos funcional-mente lógicos y razonables. La amnesia total y purificadora permitirá iniciar sin ningún tipo de condicionamiento o influencia de lo ocurrido en el siglo pasado, un nuevo e incontaminado camino. Liberado finalmente del dominio de dogmas ideológicos agobiantes y de maquinaciones "degradantes".

Libres de poder usar las capacidades de quienes se disponen con convicción a iniciar a aprender y aplicar las justas reglas,

para ordenarse a pensar y comportarse como una sociedad madura y responsable,

orgullosa de haber construido una imagen respetable visible a los demás y a si misma.

Una sociedad dispuesta a cumplir con natural desenvoltura los requisitos fundamentales necesarios a animar la forma de pensar y comportarse de sus hijos con el ejemplo, y premie transmitiendo el propio orgullo, laboriosidad, esfuerzo de capacitación, honestidad, espíritu de sacrificio; evitando el sacrílego acto de desincentivar-los o colocarlos en el terreno de confundir el real valor de los mismos. Un milagro factible de concretarse probablemente a partir del enorme esfuerzo de "generar la propia amnesia" (involucra a la entera sociedad), acto indispensable para cancelar definitivamente un indigno de-curso de acontecimientos, plagado de desencuentros y arbitrariedades dirigidas a conducir a la sociedad por el camino del "degrado".

Fundamental resulta el “milagro de la amnesia reparadora y tonificante”

capaz de cancelar radicalmente agobiantes experiencias, proyectado a permitir a la colectividad presentarse

libre de persecutorias obsesiones tan negativas como condicionantes.

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CAPITULO 6.

Aspectos de considerar provocan-tes de manifestaciones de “degrado”.

Este apartado se desarrolla en base a las condiciones ofrecidas por cinco aspectos fundamentales sobre cuyas espaldas gravan las consecuencias de las manifestaciones de "degrado". 1.) Consecuencias de la difusa extensión de la forma "di-funcional" de pensar y comportarse en el ámbito social. La forma "di-funcional" de pensar y comportarse en el modo de afrontar las problemáticas cotidianas de mayor o menor relieve, involucra a esta altura de la difusión y transmisión del "degrado" a casi todas las actividades desenvueltas al interno del cuerpo social. El "degrado" de los sectores, político, productivo, económico, comercial etc. plagados de “di-funciones" y condenados a continuar a emplearlas para seguir las líneas de un sistema conducido con esas características, incentivan el incremento de la enfermedad en su acción de propagarse insidiosamente y sin obstáculos.

El "di-funcionalismo" generalizado a todos los sectores e inserido de largo tiempo

en extensa y sólidas bases arraigadas crónica-mente, parece haber llegado a un punto de su dominio

de considerarlo prevalen-te en el modo de pensar y comportarse de la gran mayor parte del entero cuerpo social.

La magnitud y cronicidad del dominio de la forma de pensar y comportarse “di-funcional” del grueso del cuerpo social, así como la convencida condición adquirida de la inexistencia de cualquier síntoma de "degrado" en los mismos, ponen en seria duda la posibilidad de poder superar el problema utilizando programas sustentados en algún tipo de “reformas convencionales”, orientadas a actuar en manera parcial y limitada sobre las manifestaciones consecuentes del fenómeno. En relación a la magnitud alcanzada por el fenómeno de “degrado” un “plan de reformas” en un ámbito convencional resulta un resorte del todo insuficiente destinado al fracaso, como ha sucedido con tantos intentos parciales utilizados por el sector económico. Los métodos correctores se han revelado incapaces de reorganizar un sistema general conformado, orientado y consolidado, bajo mecanismos de una "organización di-funcional" fundada en sus propias leyes, resuelta a ser conducida por ese tipo de reglas.

Una y otra vez los tentativos de “planes económicos” de diversa índole

se han encontrado con el sólidamente implantado y dominante sistema “di-funcional”,

y una y otra vez habiendo obtenido mayores o menores resultados parciales,

han terminado sumidos en ruidosos fracasos.

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Por otra parte si para atenuar los efectos de trascendentes cambios de transformación se entiende contemporizar con ciertas condiciones existentes de índole "di-funcional", será seguramente imposible llegar a obtener el resultado previsto, en tanto la enfermedad continúa a contaminar las nuevas posiciones hasta desvirtuarlas y hacerlas estériles e ineficientes. El análisis de la situación actual permite establecer sin reservas (a este punto de la condición de “degrado” adquirido), la necesidad de emplear un tratamiento capaz de erradicar por completo la enfermedad "di-funcional", cancelando todos los aspectos hasta involucrar los residuos, semillas o vestigios, porque por su capacidad de recidiva no tardarán en re-inserirse y tomar una vez mas cuerpo y desarrollarse. No es lógico además continuar a incurrir en errores de forma de reconducir sistemáticamente al fracaso, por no haber valorado integralmente todos los aspectos a tener en consideración (la virulencia adquirida), antes de poner en practica un plan. Ceder una vez mas podría significar caer definitivamente en manos del “degrado". Uno de los aspectos mas ásperos de resolver es la “toma de conciencia de la sociedad” acerca de sus propias culpas en la proyección e incremento del "degrado".

La desinformación "populista" la ha colocado en la posición de víctima

y por lo tanto en el cómodo papel de critico espectador de los acontecimientos,

cuando en realidad es a nivel de sus sectores “asociados” responsable directa de los mayores males funcionales.

Ello crea un problema de difícil gestión. Los extremos limites de "degrado" alcanzado por el entero cuerpo social, resulta un brusco e inesperado impacto difícil de comprender, absorber y aceptar, sin una instintiva reacción primaria de oposición a la atribución de las propias responsabilidades. La desinformación acerca de sus propias falencias (ha vivido perennemente ajena) necesariamente adulada de los modelos "populistas" para usufructuar de su consenso, presentan a la sociedad además de gravemente enferma de "di-funcionalidad", con una absoluta carencia de preparación, incapacidad e indisposición para poder enfocar con una adecuada posición las “causas reales” del anómalo proceso. La absoluta convicción de inocente victima (así la colectividad se considera siempre “causal-mente” fuera de los acontecimientos) lo demuestra la actitud generalmente adoptada cuando se desencadena una de las "crisis", cuya explosión va directamente dirigida a la identificación de culpables de turno. Culpables considerados como tales los responsables mas visibles de algún Plan económico finalmente desmantelado, victima aparte de las propias limitaciones, de las "di-funciones y el degrado" dominante.

La sufrida artillería social sumida en la rabia se descarga en una caza a las brujas,

mientras las "di-funciones y el degrado", continúan con una anónima irónica sonrisa

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a declararse una vez mas dominantes patrones de la situación.

Los culpables inmolados, representan en realidad una descarga de conciencia general, (reivindica la sobreentendida inocencia de la sociedad), porque "si no fuera por un grupo de inescrupulosos" todo funcionaría perfectamente. En tanto verificado por el tiempo con la caída e inhumación de los responsables de las crisis, las cosas no cambian mayormente o mejor continúan bajo un dominio natural de las condiciones de distorsión.

La colectividad iniciando un nuevo pero similar inconcluso proceso, por un lado continua a mantener activo el estado de “enfermedad di-funcional" por el otro inicia la búsqueda de algún otro "proyecto fantástico", capaz de cambiar todo sin tocar las anómalas bases "degradantes", sobre cuyos alfombrados trayectos tiene la intención de continuar a desenvolver todo tipo de actividad sectorial. De esta manera se repite periódicamente con regularidad cíclica y con obcecado idéntico mecanismo un proceso destinado a “cambiar” solo el titulo del programa, no el de-curso anómalo de un modelo condenado al in-suceso (subalterno a la “di-función).

El proceso sigue una linea simple de describir: inicia por la presentación de un proyecto “fantasioso y aparentemente innovador

pero en realidad inmóvil”, sigue un de-curso pleno de dudas y contradicciones

conducentes a la decadencia del plan, hasta llegar a la “crisis” plena de desilusión y rabia

por un fracaso casi siempre anunciado. El de-curso aunque renovado por el tipo de proyecto presenta siempre la anómala características del inserirse de un cuerpo extraño dispuesto a repelerlo “el campo social dominado de "di-funciones", con un in-influyente efecto consecuente (como si se tratase de esterilizar un camión lleno de inmundicia volcando al interno de su carrocería un litro de desinfectante). El tragicómico carrusel continua cada vez a recrear sus vicios de base. El fracaso de los proyectos destinados a controlarlo sirve de estimulo a reforzar, acentuar y agravar el dominio "di-funcional". El dominio “di-funcional” encuentra en cada nuevo Plan Económico nuevas formas de manifestarse y de consolidar su posición producto de su convivencia con los mismos. La total ausencia del reconocimiento de propias responsabilidades de parte del cuerpo social es fácil de percibir. Sistemáticamente el fracaso de los Planes de reorganización es siempre e infaliblemente culpa de quienes lo han proyectado jamás de la comunidad instrumento determinante encargado de llevarlo a la practica. Entre un proyecto y el otro, entre una crisis y otra, el "degrado" dominante continúa su incremento, silencioso y perseverante, tal como se extiende el desierto o como progresan las enfermedades crónicas e insidiosas siguiendo una inexorable e invaden-te acción corrosiva.

Sin prisa y sin pausa el "degrado" continúa a incrementar su magnitud

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con desesperante lentitud, inflexibilidad y total anonimato.

Tan anónimo de no presentar ostentosas manifestaciones, ni aún cuando se ha adueñado de tal forma de las situaciones de colocarlas totalmente bajo su dominio. La imposibilidad de establecer el nivel de magnitud adquirida, se hace comprobable en sus muy nefastas consecuencias cuando ha alcanzado un extrema acción dominante.

Ello hace necesario combatir el “degrado” con indeclinable tenacidad, decisión y obstinadamente. Cuando ha alcanzado el nivel dominante configura sus más impactantes manifestaciones, Las condiciones creadas en su favor juegan un rol preponderante y se presentan como el mayor y más difícil obstáculo de superar para erradicarlo. 2.) Consecuencias de la fractura social al interno del “aparato productivo” provocadas por ideologías discriminatorias. La conducción política con su posición ideológica alimentó privilegios de poder de un determinado grupo de “asociaciones” de sector sobre otros, dentro de un sistema productivo configurado sobre las bases de un dominio "corporativo".

Esta posición “sectorial selectiva” se expreso en consecuencia originando un “revisionismo”

de considerar provocan-te de una neta fractura al interno del cuerpo social,

dando lugar a bandos en abierta lucha. Al interno del diverso complejo de actividades componentes el aparato productivo, es justo exista una dinámica de intercambio de opiniones, ideas y hasta de discusiones constructivas, dispuestas a afrontar, mejorar y a solucionar problemáticas surgidas en la interrelación de las partes.

El sistema para conformarse de común acuerdo y afrontar todos los objetivos encuadrados dentro del desenvolvimiento de las actividades, es preciso mantenga y nutra una fuerte e indispensable unidad y cohesión general (articulada en el dialogo y no por necesidad). Unidad y cohesión no referida y en este caso, sólidamente consumada entre las partes para sostener las "di-funcionales" ventajas otorgadas a todos los copartícipes del “dominio corporativo”. Dentro de tal modulo anómalo, significa unión dirigida a la necesaria conservación del sentido de bloque indispensable a mantener el notable poder sobre la configuración productiva.

Mecanismo en total contraposición con aquel proyectado a cumplir sus funciones

dentro de un cuadro o ámbito institucional de las actividades productivas seriamente implementado.

La real unidad básica de los sectores representa directamente la acción conjunta de fuerzas dinámicas inmersas en un mismo campo, teniendo como esencial finalidad aquella de mostrarse estrechamente unidas a los fines del mejoramiento productivo.

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Un instrumento así utilizado de gran utilidad para establecer necesarios intercambios de interrelación, y para planificar y concretar en común el determinante proceso propiamente dicho, de incentivo del constante crecimiento cuantitativo y cualitativo de las actividades en función. La lucha institucional por mantener posiciones ideológicas o de privilegios entre las asociaciones contrapuestas, no tiene alguna relación con las funciones propias y especificas creando ademas un contraproducente clima de teso antagonismo.

La configuración de un incompetente “asociacionismo” es el resultado de la introducción en el medio-productivo

del "proteccionismo y del “poder corporativo”. La clara distorsión de las particulares finalidades de “asociación” de los distintos sectores componentes el aparato productivo, convertidas de complementarias (control del mantenimiento y cumplimiento de condiciones adquiridas) en factor determinante, presentándose como directas protagonistas en la discriminación u orientación de las características de configuración de las actividades; constituye una grave transgresión conceptual operativa y tendrá efectos directos sobre la des-articulación y descomposición del aparato productivo. Cuando la libre iniciativa productiva pasa por los tamices burocráticos de la componente ejecutiva “corporativa”, el juego de actividades queda sujeto a una discrecional inmovilidad reguladora de los niveles de competitividad y rendimiento de los productos (paraíso de la protección). A nivel de las anómalas funciones de “asociaciones” el "degrado" llega a graves extremos, incrementado con la descomposición del “aparato productivo” y la consecuente pérdida de su importante valor intrínseco en la forma de vida de la sociedad (se ha ido extinguiendo en las agrias luchas y enfrentamientos entre los sectores corporativamente dominantes del poder de decisión).

La insoluble situación de "degrado" del aparato productivo (al limite de la desintegración), es la consecuencia de una serie de factores conjugados en su capacidad de distorsión.

Aspectos como: - el "proteccionismo”. - el impropio poder del sistema productivo de índole “corporativa”. - la "di-función de “conveniencia” operadas por las “asociaciones” para salvaguardar arbitrariamente sus posiciones. - la desconfianza entre las partes sociales fomentadas por el desigual tratamiento de la conducción política, decididamente identificada ideológica-mente con un determinado grupo de “asociaciones”. - la interesada propia independencia de cada “asociación” enfocada como una forma enrocada en sus propia estructura (claro sentido de división)

establecen la imposibilidad de crear el justo clima y sobre todo la posición de una fundamental y primaria finalidad, aquella de hacer crecer y desarrollar el aparato productivo.

Un enfoque tan viciado como el expuesto lleva inexorablemente al "degrado" productivo.

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La condición de desintegración provocada por casi un espontáneo y consecuente desmantelamiento, arrastra a la desaparición de actividades fuentes de trabajo y de riquezas necesarias a solventar gastos sociales indispensables. Lleva también a la caída vertical de todos los procesos concurrentes a generar riqueza, internos a la colectividad.

La sociedad llegada a las condiciones limites de "degrado", se ve precisada a aceptar incondicionalmente

cualquier tipo de salva-taje extremo, aunque ello implique la perdida de la soberanía

o de la identidad de la moneda. La única opción es adecuarse a afrontar con medidas riesgosas y de poco probada eficiencia, un "degrado" del “aparato productivo” al limite de un natural e irrefrenable desmantelamiento. El proceso de “degrado” es de atribuir en su mayor parte a las “di-funcionales” confabulaciones del cuerpo social, quien de una u otra manera ha permitido, contribuido, estimulado, tomado posiciones en favor del operado; avalando un campo ideológico conceptual de organización y conformación del sistema, que se ha demostrado un desbastan-te tornado precipitado despiadada-mente sobre recursos humanos imperdonablemente desperdiciados. No es una sociedad respetable aquella dispuesta a conducir a su “aparato productivo” a un indigno "degrado - destrucción”. Lo es aquella mancomunada e integrada dispuesta a construir rigurosa y respetuosa de las leyes y normativas de base, el andamiaje fundamental de las actividades en general, manteniendo una fluida, dinámica y responsable relación entre las partes sociales; hechos demostrados por la eficiencia-suficiencia puestas en juego en el ordenamiento y desempeño de sus funciones y con ello la calidad del sistema país.

En la conformación y aplicación ideológica estructural errónea

implementada sobre todo el sistema productivo y la “religiosa” aceptación y actuación de esos designios

de parte del cuerpo social, se hallan los responsables del "degrado- destrucción” consecuente.

Justamente ante la ausencia de un “aparato productivo” reactivo (presencia de síntomas graves de deficitaria decadencia incrementada con el correr del tiempo), arrastrando crónicos males cuya síntesis “causal” se sintetiza en la triada "Proteccionismo, Corporativismo e Inmovilidad", es que la entera sociedad manifiesta una impotente incapacidad convencional de superar el problema. La colectividad si crece y progresa continua a incrementar su capacidad de crear riqueza, por una parte entabla constructivos diálogos e intercambios de ideas llegando hasta expresar posiciones de disidencia, por otra se mantiene sólidamente unida en cuanto a las finalidades de obtener en todos sus sectores (desarrollo productivo).

Esta prevalen-te condición y predisposición del cuerpo social constituye el punto de referencia representado por la prioritaria obtención de los puntos de coincidencia,

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necesarios a impulsar y encanalar diálogos constructivos con la clara intención de procurarse los métodos para alcanzar ciertos niveles de prosperidad.

La dinámica impulsada a la prosperidad nace de un proceso productivo

construido sobre la racionalidad y equidad de las relaciones integradas,

involucran-tes todos los sectores, sin discriminación ni diferencia de ninguna índole.

Porque en el fraccionamiento de los sectores productivos originados por la irrupción de factores ajenos y distorsionan-tes de índole ideológica o comporta-mental, se presentan las raíces de una división proyectada a atentar contra la integridad del sistema y por lo tanto sobre su capacidad de generar riquezas. La división condiciona además a cada parte a luchar independientemente por su propia subsistencia. Esta errónea disposición del sistema lleva a desentenderse del resultado productivo (tema esencial) de obtener a partir de una activa participación mancomunada de esfuerzos dirigidos en tal sentido. La productividad propuesta en cambio con un ordenamiento sujeto a una "ideología política” involucrada en el proceso, sostenida por un “proteccionismo y corporativismo dominante", a dado lugar a la antítesis de las condiciones necesarias a las lineas de eficiencia presentadas precedente-mente.

Por otra parte el “crecimiento de lo improductivo “ en juego de largo tiempo,

ha sido siempre camuflado o disimulado de manera de hacerlo aparecer menos importante de su real entidad.

El hecho se consumó en el vano intento de cubrir las apariencias de un deficitario proceso finalmente concluido en modo tan contradictorio como previsible (anónima debacle).

Debacle material anunciada de la desintegración del “aparato productivo”, agravado por un prolongado arrastre de lo improductivo, al origen en el tiempo de un descomunal endeudamiento necesario de contraer para compensar, la incapacidad de generar riquezas suficientes a cubrir los indispensables gastos de servicios sociales internos (continuo y creciente estado deficitario). Se presenta a continuación un ejemplo de "múltiples di-funciones" involucran-tes de una manera u otra la mayor parte de la sociedad configurando un operado capaz de encadenar distorsiones:

- Al oculta-miento y sustentamiento de un ordenamiento productivo deficitario, insuficiente e ineficiente.

Se agrega. - El endeudamiento con instituciones o entidades crediticias internacionales y nacionales para continuar a sostener la arquitectura de un “aparato productivo” deficitario e incompetente (incapaz de sostener los gastos internos elementales).

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Se agrega. - El endeudamiento condenado a no cancelarse sino a incrementarse (creciente "degrado" del aparato productivo), alcanza niveles de considerar "impagable".

Se agrega. - A la imposibilidad de pagar la deuda (en realidad aumenta porque el "degrado" productivo también lo hace), se suma el incremento del déficit ante la imposibilidad de pagar los intereses por aquella generada.

Se agrega. - Crecimiento de los gastos sociales a nivel de la prestación de los servicios materiales y por la necesidad de cubrir la desocupación proveniente del “aparato productivo” de bienes reales, con una compensan-te "ocupación de refugio" (de índole asistencial).

El indigno “degradante” encadenamiento de concomitancias negativas, re-conducibles en primera persona el erróneo y obcecada-mente sostenido ordenamiento productivo bajo el dominio de “asociaciones protegidas de índole corporativo”; es un hecho trascendente involucran-te la entera sociedad. La colectividad (si bien no le fueron razonada y detalladamente explicados los peligros de símil organización productiva), en su mayor parte opto consensual y activamente por el mantenimiento del nefasto sistema. Las "di-funciones" destinadas a tratar de proteger lo improductivo muy probablemente para evitar trastornos generalizados, aplicadas en un campo de vital importancia en la determinación de la forma de vida de una sociedad (crecimiento y desarrollo de las actividades); terminó por crear una problemática tan grave e indigna de colocarla al límite extremo de exponerla al "asta del remate" por insolvencia.

El estado de inconsciencia adquirida en torno al hecho

del posible éxito del comportamiento "di-funcional”, motiva la ficticia convicción de introducir este tipo de razones

en todos los ámbitos, olvidando la necesidad

de descartar-lo de raíz como posición, cuando se trata de abordar el “aparato productivo”.

En general todos los medios y personas son prontos a utilizar formas "di-funcionales" de “conveniencia” para afrontar (no resolver realmente) todo tipo de problemas, aun los mas importantes y sin mayores complicaciones. Ello permite no recurrir a rigurosos y sacrificados método de comportamiento. La "di-función" es una forma adecuada para acomodar situaciones, sin llegar a la casi siempre onerosa condición de "hacer obligada-mente lo necesario para solucionar efectivamente los problemas''. Podría definirse como un estadio intelectualizado de la “viveza criolla” pero siempre de considerar una forma de transgresión a la regla. La “convicción di-funcional”, mezcla de emotividad, sentimentalismo y "venta-jera viveza criolla" abre las puertas a la posibilidad de salir de un atolladero o de una situación de crisis, sirviéndose de un medio improbable, carente de un completo respaldo lógico, pero evitando en el inmediato las consecuencias derivan-tes.

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Representa también la creencia transportada al fantástico deseo totalmente infundado: toda propuesta dotada de buena intención

(solo por ello) se concretará como y cuando se entienda ponerla en practica.

En realidad plasmar las buenas intenciones no depende de sentimientos, estos constituyen un marco embellecedor del todo. La naturaleza del lógico ordenamiento del proceso será el encargado de concretar-las realmente según las características del planteo.

Para el caso de la configuración de un eficiente “aparato productivo” es preciso recurrir a un ordenamiento riguroso, sacrificado, fundado en un laborioso esfuerzo y dotado de un gran espíritu de colaboración, humildad y anónima participación activa. Dones de poner a disposición para obtener una solidaria y consolidada conformación de conciencia de grupo, sobre todo cuando se trata de abordar la importante meta de alcanzar, el concretar un eficiente aparato productivo.

El "degrado crónico" consolidado y persistente en su incremento,

aparece como un fenómeno irreversible a las curas convencionales porque ya proyectado a originar

"di-funciones" sobre "di-funciones precedentes". 3.) Consecuencias de la anómala configuración ideológica del sector político y sus repercusiones sociales. La “política” como componente social de importancia presenta características respecto a la configuración de las tendencias ideológicas dominantes, de considerar "di-funcional". Desde la forma de proponer la conformación ideológica, continuando por el modo “populista” de establecer contacto con la sociedad, hasta llegar al ejercicio del poder, las tendencias políticas utilizan mecanismos de escasa cara-tura en el campo de comunicar. Medios al margen de las específicas, respetuosas y responsables reglas necesarias a constituir una linea de obligado y justo respeto hacia el entero cuerpo social, indispensable a enaltecer y prestigiar la importante y delicada función de representación. Sin este imprescindible contorno de austera y sentida responsabilidad por la función pública ejercida, la política adquiere características de una profunda carencia de valor intrínseco. No en grado de dotarse, enriquecerse o entornarse de esa necesaria aureola de imprescindible señorial respetabilidad.

Las ideologías “populistas” de distinta índole

tratando de colocar la política “mas a la mano", la bastardean reduciéndola a una forma mas civilizada del "caudillismo primitivo"

pero no distante en su contenidos ni de la tendencia a la exaltación de la personalidad.

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Las tendencias de las formaciones representativas sustentadas en “ideologías populistas”, se han conformado siguiendo un criterio ambiguo de definir en términos de "di-funcional-mente democráticos". Una especie de “democracia de conveniencia” adaptada a las características requeridas del sujeto sustento consensual, y desenvuelta con absoluta comodidad entre la forma de pensar a la vez “democrática y anti-democrática”. Si bien no existe ninguna válida objeción a las sociedades de producir formas de democracia adapta a sus propias características, ello es válido siempre y cuando respeten y confirmen en su configuración de base conceptual, cuanto las ideologías empleadas se encuentran rigurosamente dentro de esa linea (sin sufrir peligrosas distorsiones folclóricas).

Probablemente inducida por las circunstancias impuestas por los acontecimientos,

la sociedad ha manifestado una definida inclinación a interpretar las formas ideologías políticas,

como un acto dirigido directamente a sostener a los personajes en grado de encarnar-la.

no dirigida a apoyar líneas conceptuales intelectualmente concebidas,

Esta clara predisposición a personalizar las tendencias políticas transfiriendo las concepciones ideológicas a un plano subalterno respecto a quien o quienes las encarnan, disminuye notablemente el nivel del valor de atribuir y calificar este tipo de “democracia”. Así conformada se aleja no poco de los cánones bases de sus fundamentos. La identificación de las ideologías encarnadas directamente en los personajes representativos, es una tendencia de la sociedad puesta de manifiesto en todos los momentos políticos.

- Durante la preeminencia de la "variante criolla conservadora" ello se verificó a partir de la condescendencia rayana en la obediencia, hacia los personajes poderosos, quienes en los distintos ángulos del territorio se constituían en el centro de referencia de decisión, emisor de las disposiciones a ser seguidas por el grupo o contexto social (aun hoy en el ámbito provincial continua a configurarse de idéntica manera).

- Durante el periodo del dominio "populista de masa" la personalización se centra en un único y carismático persona je, de cuya mano la sociedad aceptaba hacerse conducir, como el niño se siente protegido llevado de la mano del padre. La clara tendencia casi instintiva o automática en la búsqueda del líder o los lideres de apoyar y sostener en función directa como un baluarte representativo de una ideología, para identificarse visceral-mente con la misma, califica a la vida política como poco afirmada en términos exquisitamente “democráticos”. La desviación "populista" en general tiene mayormente en cuenta el poder personalizado, del todo prevalen-te sobre el contenido propiamente dicho de la ideología. Por el contrario un definido “sistema democrático” coloca a la ideología en substancial posición básica, pues fruto de un elaborado, ajustado, concienzudo y minucioso trabajo de equipo. Grupo de elementos quienes aunando preparación e inteligencia se producen en

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ordenamientos programáticos serios, rigurosos y responsables, destinados a guiar a la colectividad por los justos caminos de bienestar y progreso. Personajes fundamentales inmersos en anónimas elaboraciones (difícilmente llegan a recoger el merecido reconocimiento).

La formación política de una sociedad con pre-valencia a la predisposición de apoyar

un cierto tipo de modelo "populista" (se ampare bajo cualquier tendencia),

constituye el evidente síntoma de una escasa y distorsionada instrucción cívica,

única capaz de definir los aspectos centrales configuran-tes

las características de un regular “sistema democrático”. Esta "di-función" se incrementa hasta adquirir condiciones inaceptables cuando las tendencias políticas toman partido, identificándose con una u otra específica parte del contexto social, proyectándose programática-mente en beneficio de uno u otro sector según lo manifestado en las propias proclamas.

Las formaciones políticas para ser consideradas de pública utilidad tendrán en prioritaria consideración la unidad de base imprescindible y primaria de reinar al interno del cuerpo social, elaborando ideologías y afrontando la conducción del poder, en modo de mantener el equilibrio del contexto integrado proponiendo una acción por encima de las partes. Es preciso predomine sobre todos los aspectos el criterio de integración con un cuidadoso y escrupuloso operado en tal sentido, sosteniendo (coherente-mente consolidada y asegurada) la linea de acción mancomunada del contexto social. Ámbito social de mantener por todos los medios unido, siempre predispuesto por las múltiples y diversificadas posiciones y funciones existentes, a “disociarse” cuando entran naturalmente en juego las condiciones necesarias a producirla.

Resulta "gravemente di-funcional" desde el punto de vista político ideológico

exaltar indebidamente diferencias y contraposiciones entre las partes sociales,

motivando serias divisiones al interno del cuerpo y peor aun identificándose con ciertos sectores.

La búsqueda del "líder" también

puede ser interpretada como un síntoma del reconocimiento de una no preparación

procurada por una condición de inseguridad, desembocada en la necesidad de encontrar un papá protector

y a él derivar la solución de todos los problemas. Este tipo de afirmación emocional si bien comprensible y en muchos casos producto de la total anómala des-protección social sufrida de algunos sectores, absolutamente de aceptar como incuestionable reacción, es de descartar en pleno cuando se trata de analizar y evaluar el contenido conceptual de las ideologías políticas.

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El análisis de una “ideología” impone una desapasionada particular toma de distancia, porque a la inversa del “padre dispuesto a da sin recibir” aquella se encuentra imposibilitada de hacerlo por propia necesidad de configuración y razonada subsistencia (debe obligada-mente recibir productividad- para dar justos derechos). Cuando la sociedad se identifica con una ideología política proyectando su confianza en un personaje paternal, identificándolo como el único elegido y depositario de las más justas e inamovibles verdades institucionales, se ha creado un mecanismo dominado por la emotividad y el sentimiento y ello contradice las retóricas cartas en juego. Aun cuando justificada, bajo esa situación creada la democracia ve tambalear y caer los principios exponentes de sus más importantes cualidades.

En el campo de la “democracia real” las ideologías políticas van analizadas "desapasionadamente”. Solo a partir del razonamiento basados en discernimientos lógicos (no condicionados de la emotividad y el sentimiento), se está mas cerca de obtener las certezas necesarias a conceder un justo y útil consenso. En caso contrario la democracia resiente de "di-función de conveniencia". Adaptada emotiva y sentimentalmente a las circunstancias ideológicas, todo termina por considerarse siempre sistemática e irreprochable-mente en manera favorable.

Una conducción política enarbolada por una tendencia consensual mayoritaria

presenta el aval de las cartas en regla en el aspecto complementario (no suficiente).

Es la posición de comportamiento en el ejercicio del poder la encargada de definir

el completo valor democrático de una ideología y de quien o quienes la representan.

La “di-función democrática” se presenta a la base misma de la conformación política personalizada, expresando en esas características de su tendencia las condiciones de la transgresión conceptual. En efecto la ideología en lugar de encontrarse al centro indiscutido de la propuesta política, adquiere una identidad complementaria al "líder" (la proyecta y la hace aplicable). Los pormenores ideológicos confluyen en un personaje determinante a cuyo alrededor se desenvuelve todo el proceso. En el político como en otros ámbitos de la sociedad existe una marcada diferencia entre la esencia de las normas (se encuadran los principios y condiciones de configuración y desenvolvimiento de las ideologías políticas), y la conformación y aplicación generalmente "di-funcional" en el campo de su elaboración, forma de presentación y puesta en práctica. No es de extrañar la escasa preparación política del cuerpo social, cuando las ideologías puestas en juego o las tendencias de aquellas desprendidas, son la viva y tangible representación de conformaciones “populistas”, llamadas a proponerse con frases hechas y fáciles y a formas de exponer decadentes del todo des educativas al respecto. Sería preciso de parte de la vertiente ideológica (en su modo de componer y expresar fundamentos), tomar conciencia de su importancia formativa en el desarrollo del mas profundo y digno sentido cívico -político de la sociedad.

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En el respetuoso sentido de amor a la comunidad, las ideologías políticas constituyen un instrumento conceptual producto de un meditado proceso de elaboración, comprendiendo e interpretando con el justo rigor y equilibrio lógico los múltiples factores destinados a interesar el bienestar de la sociedad.

El complejo ideológico es de tratar con la minuciosidad de un estrecho tamiz decantado de las más diversificadas opiniones

para llegar a controladas conclusiones, cuya finalidad será aquella de ser consideradas

como las mas certeras y equilibradas factibles de obtener, proponer y practicar.

La posición de equilibrio respecto a una ideología es posible obtenerla, interpretando las distintas problemáticas de los más variados puntos de vista y jamás unilateral-mente. En el proceso de “transformación” las ideologías también contemplarán el perfecciona-miento de su composición inicial, con una capacitada y respetuosa tarea de re-acondicionamiento crítico, contribuyendo si necesaria a una justa re-dimensión temática argumental. La revisión sera realizada al interno de una “junta adjudicataria” destinada a los específicos fines a de analizar e interpretar el contenido y la forma aplicativa de las ideologías, otorgando eventualmente el aval de idoneidad democrática de su configuración, autorizándolas o menos a hacerse pública y proyectarse en el seno de la sociedad. La política y las ideologías que la nutren tienen la importante y delicada función de poner en juego el devenir de una sociedad.

No es tolerable ni responsable permitir la presencia en el juego político de formas ideológicas destinadas a comprometer seriamente, en un sentido u otro el justo equilibrio de las razones sociales, proyectándose con mecanismos conceptuales y aplicativos “degradantes" de la forma de vida de la sociedad; tal como han demostrado de poder hacerlo los modelos "populistas conservador y de masa".

Las ideologías políticas antes de ser autorizadas a ponerse en ejercicio,

será necesario rindan un imponente prueba de su valor y equilibrio conceptual,

tan selectiva como la responsabilidad de asumir cuando la colectividad

les otorga el dono de un consenso mayoritario. Por otra parte una ideología moderna se conformará en sus distintos planos dándose la condición de evolucionar conceptual-mente, siguiendo con dinámica fluidez el de-curso de las permanentes y consistentes variaciones impuestas en rápida sucesión por el progreso, a así poderlo acompañar en las múltiple y siempre nuevas prospectivas por él ofrecidas. Bajo este aspecto observando las conformaciones políticas desde un plano panorámico universal, este determinante sector respecto al ritmo de evolución seguido por el progreso tecnológico traducido en cambios fundamentales en las formas de vida material de las

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sociedades, se presenta como uno de los ámbitos mas esclerosados, al punto de poder calificarlo casi como retrogrado o al menos muy claramente no a la altura de la situación.

En tantas sociedades la política da la impresión (aún en aquellas más desarrolladas) de constituir un peso, un informe lastre de mantener tan inútil como retrogrado, porque parte de un espectáculo destinado a legalizar la forma de vida de una colectividad.

La “política” y por ende las tendencias ideológicas (aparentemente diversificadas pero genéricas),

se propone detenida en el tiempo, desactualizada

respecto al dinámico contexto impuesto por el progreso material.

La “política” no parece dispuesta a darse formas nuevas más acordes con las circunstancias y advenimientos surgidos en estos tiempos, cayendo ademas con facilidad en serias incongruencias e incomprensiones demostrando marcadas limitaciones en la conducción de los movimientos funcionales de las sociedades. Tal como si sus “inmovilizadas” estructuras se presentasen rígidamente incapaces de gobernar los complejos nuevos mecanismos, surgidos del constante cambio provocado por el rápido proceso de desarrollo evolutivo (obliga a modificar frecuentemente las estrategias aplicativas). Si esta situación de incompatibilidad de adecua-miento es visible en sociedades desarrolladas (las propias dinámica obligan a un minino de actualización), resulta incomprensible continuar a inmolarse sentimentalmente en sostener ideología perimidas, pertenecientes a otros contextos históricos (poco y nada relacionadas con mecanismos y problemática de estos tiempos).

Si las formas más avanzadas de conformación política aparecen distanciadas de las problemáticas surgidas del vertiginoso y macizo ritmo impreso por el progreso material productivo y tecnológico, al punto de presentarse ineficientes en la resolución de las nuevas condiciones de funcionamiento; es posible timbrar como prehistóricas o de la edad de piedra ideologías coloniales o de masa (aún navegan las convulsas aguas de base "populista" y de índole personal).

Vieja política personalizada destinada en estos tiempos a dar lugar a limitados esbozos de considerar elementales o primarios, respecto a la compleja y trascendente función necesaria de ser ejercitada por un proyecto ideológico.

Un proyecto político actual es obligado a responder

configurando un programa totalizan-te y flexible, producto

de una justa y responsable tarea de equipo. Grupo de mentes relacionadas

(en elaboración y critica) capaz de dar vida a ordenamientos integrados

totalmente renovados y transfigurados.

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Si una cualidad esencial es justo dote una ideología política de estos tiempos, es aquella de considerarse siempre imperfecta e incompleta, de manera de sentirse dinámica-mente dispuesta al cambio tal como las circunstancias dominantes de progreso lo imponen. Es posible dictaminar respecto a una ideología política de estos tiempos, la necesidad de predisponerse a aceptar como sobreentendido, cuanto la suya sea una propuesta temporaria. Propuesta pasible de caducar en eficiencia si no resulta permanentemente actualizada, manteniéndose en estrecha relación con el progreso evolutivo, componente siempre en condiciones de proponer cambios trascendentes. Ello se hará factible cuando las ideologías políticas presenten un amplio margen de funcional flexibilidad, imprescindible a adecuarse convenientemente a las nuevas circunstancias actuantes, sin provocar fuertes contradicciones con sus propios preceptos.

- Condiciones de elaboración responsable de una ideología política.

La elaboración de una ideología política responderá a condiciones particulares (la califiquen y autoricen:

- - Es lógico y aceptable cuanto una persona o grupo de ellas pueda llevar

acabo una concepción ideológica y darle forma construyendo un proyecto político. - - Consecuentemente un grupo designado (capacitado en materia) tendrá

en consideración el contenido del proyecto. Lo analizará, interpretará, discutirá y emitirá una evaluación conjunta del mismo.

- - Si el programa por su conformación y contenido resulta ser aceptado se pasa a la segunda etapa.

- - La segunda etapa implica una re-elaboración general del proyecto, referida solo a la parte formal (principios generales de respetar). Se encarga si necesario de re-introducir el modelo dentro de los limites de sus especificas funciones respetando los propios cánones conceptuales establecidos.

- - El trabajo en equipo de especialistas permitirá enriquecer y dar rigurosidad y coherencia al entero ordenamiento ideológico, pues cuanto mas minuciosa y diversificada-mente elaborado, mas sometido a interpretaciones de distintos puntos de vista se presente, mayor equilibrio lógico será en grado de configurar.

Con este ejemplo de evaluación se entiende hacer resaltar la delicada importancia de una ideología política y cuanto ella puede influir y condicionar el destino de una colectividad, cuando pasa a formar parte interior es decir de la forma de sentir y pensar del cuerpo social. Con el esquema de normas de constatar ejemplificadas se trata de presentar el enorme acto de responsabilidad implicado en la instauración de cualquier nueva ideología política.

Una ideología política será cuidadosamente estudiada y analizada en su forma y contenido, porque interesada a condicionar en manera determinante todos los ámbito de la vida de una sociedad (tanto de mejorarlos como llegar a desarticularlos acarreando graves consecuencias). La rudimental conformación ideológica introducida por iniciativas personales, pasará por el tamiz de un análisis y estudio complementario hasta convertirla en una cuidadosa y

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respetuosa expresión, totalmente adherida a los cánones cualitativos específicos, rindiéndole adapta a las justas normas éticas y morales en aval de su contenido.

El equipo destinado a depurar-la, enriquecerla y equilibrarla, le dará la consistencia y la coherente categoría necesaria,

autorizándola así a ponerse en contacto o comunicación con el cuerpo social.

El proceso de adaptación y control previo resulta indispensable para un mejoramiento y control de las eventuales nuevas ideologías, no para censurarlas o coartarlas mas bien para cumplir con la fundamental función de protección, de las mejores condiciones de la forma de vida de la colectividad. Colectividad casi siempre inerme y no preparada a recibir todo tipo de propuesta y fácilmente influenciable, de dogmas desencadenantes fantasiosas aventuras sustentadas en el campo de la emotividad y sentimiento. 4.) Consecuencias del “terciario ocupacional” en compensación a la pérdida de las fuentes de trabajo en el ámbito de los bienes materiales de consumo.

Ante el terminante "degrado" del “aparato productivo” y la ausencia de posibilidad de desempeñar tareas en la realización de bienes materiales de consumo (movilizan con riquezas reales el mercado interno y externo), se ha creado una forma de actividades suplementarias a cobertura también de la supletoria desocupación. Actividades basadas en mecanismos de intermediación y aún de intermediación de la intermediación, cubriendo una amplia gama de formas de interrelación ocupacional.

Así nace y se desarrolla sobre todo en las mayores ciudades una vasta gama de ocupaciones en fondo improductivas,

destinadas en gran parte a cubrir necesidades de servicios,

terminando por constituir actividades más o menos retributivas involucran-tes un alto porcentaje de la población.

La deplorable condición de "degrado" adquirido del “aparato productivo” propiamente dicho, y del consecuente estado de no ocupación creado de la calamitosa situación de su desintegración, se desprende "el área de actividades complementarias”, de considerar a nivel de refugio ocupacional cuyo proliferación cubre los “modos de ocupar” mas sofisticados.

La respuesta a un “aparato productivo” decadente y sin prospectivas, derivó en una continua búsqueda sino productiva fantasiosa para sobrevivir, coadyuvada por aquellas procedentes de las últimas generaciones de ocupaciones proyectada en el área de servicios. La situación desahogaba la necesidad de puestos de trabajo con la gran proliferación de actividades en correlación con las mas diversificadas formas de servicios, tal de considerar a la sociedad en tal aspecto una de las mas desarrolladas de la tierra.

Una absurda contradicción "di-funcional" si la lógica contra-parte

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base fundamental al multiplicarse de las ocupaciones complementarias, dependientes de un significativo

(notable desarrollo de aquella encargada de crear riquezas productivas materiales reales),

se presenta en avanzado estado de “degrado". Las “actividades de servicio” crecen según norma consecuente, tomando como punto de referencia el constante incremento del desarrollo de la propia capacidad social de producir riqueza material, siguiendo un natural proceso de cobertura de nuevas necesidades. La "di-funcional" condición destinada a convertir el área de actividades de servicio en una importante y masificada forma de trabajo, sin por ello estar directamente relacionada con un paralelo activo crecimiento y desarrollo de la producción real de bienes materiales, (más bien el contrario), constituye el máximo monumento de alegar a la vigencia de un avanzado estado de "di-función". En una configuración regular de la relación de las componentes "área de producción de bienes materiales reales - áreas de servicios", corresponde con un taso ocupacional de uno y otro, al menos de magnitud similar si no se entiende privilegiar largamente (como seria lógico) la primera voz indicada. En extremo la similitud de la magnitud ocupacional entre uno y otro ámbito está a indicar: a un determinado desarrollo de la producción real de bienes materiales, sigue un crecimiento de acompañamiento del área de servicios.

Cuando esta disposición de armonía entre las "áreas" no es respetada y se sostiene arbitrariamente,

en base al reemplazo de la producción de propios bienes materiales de consumo reales

con aquellos provenientes de la importación, las condiciones para un incremento de la condición de debacle

hacen su presentación oficial.

Apenas el sistema financiero (sostiene con pingues ganancias el anacrónico andamiaje) decide retirarse a tiempo, previniendo el derrumbe del edificio en cuanto el desequilibrio de relación entre la propia área productiva y aquella de servicios de seguro lo pre-anuncian; una buena parte de la "di-funcional ocupación terciaria" se esfuma como por arte de magia causando un brusco impacto a ese tipo de ocupación. La preeminente ocupación en el área de servicios resulta "di-funcional" porque no conformada sobre bases operativas correctas y antes o después se revela una dinámica ficticia, sin ninguna base solida apoyada en soluciones coherentes y definidas.

La extensa área de actividades de servicio implementada y desarrollada en base al movimiento de bienes materiales de consumo de importación, no representa el reflejo lógico de fundamento, en tanto el índice toma como punto de referencia la propia riqueza material generada. Por ello se confirma un tipo de ocupación (en servicios o terciaria) sin un apoyo cierto, suspendida en el aire, dispuesta en manera arbitraria y cuyo sostenimiento depende de una serie de circunstancias de “conveniencia”, dispuestas a intervenir valiéndose de una forzad-ura "di-funcional" (falsa cobertura de fuentes de trabajo).

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Las circunstancias hilvanadas en ventajas de momento como podían ser la conveniencia de los productos importados o las posibilidades financiarías para adquirirlos, o la necesidad de disponer de una gama de productos mas amplio de aquellos realizados por el medio interno, no en grado de ser competitivos y en situación de plena "inmovilidad", se reveló un espejismo de ocupación terciaria.

El castillo de naipes preveía en base a la forzada estabilidad monetaria establecida la llegada de fuertes inversiones provenientes de toda la tierra. El “mágico de-curso” en prospectiva permitía transitar rápidamente de la inflación a constituirse en una de las "grandes sociedades" (cuando ya era difícil ser pobre y honesto). Apenas desmantelado el castillo de “buenas intenciones” la ocupación en el área de servicios se desplomo ruidosamente.

Una área ocupacional de servicios en fuerte incremento no apoyada en una base productiva real

de elementos materiales de consumo de índole propia, condición indispensable para constituir una relación dinámica

consecuente entre las fases (productiva propiamente dicha -servicios de comercialización)

es un artificio "di-funcional" destinado a caer en el fracaso. En cierto modo ambas áreas son complementarias y dependientes una de otra, aunque aquella de “servicios” depende en absoluto para desarrollarse o al menos para existir, del soporte de un propio eficiente “aparato productivo”, dotado de una consistente dinámica de crecimiento. Ello actúa como estimulo a configurar un real incremento del sector secundario (el primario y fundamental es el productivo propiamente dicho).

El predominio anómalo alcanzado por las actividades en las áreas de servicio, sobre aquellas productivas de consumo propiamente dichas, fue el resultado de la convergencia de una suma de circunstancias (llevaron a provocar esas consecuencias). Resulta palpable y demostrativo de la "di-función" imperante cuanto el entero andamiaje ocupacional en el área de “servicios”, se construyó en torno a un fenómeno accidental e irregularmente inserido en los mecanismos formales, con el solo futuro de desmoronarse en cualquier momento o cuando los ejercicios financieros no consideraran ya más crediticio utilizar el artificio.

Existe por lo tanto una estrecha correlación entre pasar de "di-función en di-función",

a pasar de "fracaso en fracaso” simplemente porque emplear ese medio no presenta otra alternativa.

En tanto la sociedad deambula obnubilada como el púgil al borde del K.O, confusa y desorientada tratando de sobrevivir al caos o mejor a siempre nuevas formas de caos. 5.) Consecuencias de las graves falencias formativas de índole ideológica en un contexto político en "degrado" avanzado. Las ideologías políticas empleadas como medio para tomar posesión del poder, el desjuiciado tentativo de halagar y ponderar al cuerpo social para obtener su consenso, las

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irresponsables promesas de advenimientos del todo improbables, la tendencia personal como identidad de los modelos, son algunos de los aspectos de la anómala configuración de este importante apartado de la colectividad.

La condición de considerar de clara índole degenerativa la componente ideológica,

hace imprescindible incitar, motivar y convencer a la colectividad a emprender una completa acción

de re-dimensión de su conformación política. Después de demasiadas décadas de confusión y desorientación respecto a las justas condiciones de configuración de las ideologías políticas (carentes emblemática-mente de un depurado y calificado ordenamiento), es del todo natural la incapacidad social de discernir en torno a ellas. Si la sociedad ha sido llevada a un terreno de total incomprensión respecto a una justa orientación ideológica política, también ello es ratificado por una pronunciada carencia de preparación y la escasa correcta formación al respecto. En realidad ideológica-mente ha sido sometida a permanentes hechos orientadas a contribuir sumir en el "degrado" a todo el contexto político. Al respecto resulta difícil obtener respuestas en conciencia de una cierta lógica (no basadas en la prevalen-te emotividad o el sentimiento de lealtad y reconocimiento), dispuestas a contribuir a un razonado y aceptado "mea culpa" ideológico, útil a abrir otras puertas indispensables a generar cambios en un ámbito necesitado de una inevitable reconstrucción.

Es tiempo de tomar la debida distancia del pasado ideológico político y establecer una línea de frontera conceptual, proyectada a establecer clara y racionalmente las falencias de las viejas prácticas ideológicas nocivas, re-conducibles al “degrado” y de cuyas consecuencias se nutre en manera irrefutable el presente,

Por otra parte continuar a sostener lo insostenible por una vieja obligación de lealtad o reconocimiento,

significa traicionar el futuro de la sociedad, condenada según ese camino lo señala a sobrevivir en el "degrado".

El proceso de " transformación" encuadrará nítida y definitivamente “todo aquello de no volver a repetir” en el ordenamiento de “reconstrucción”, y dentro de ese particular grupo se encuentran las ideologías políticas al centro de la acción, por su esencial y determinante influencia en el de-curso hacia el "degrado". La "transformación" se proyecta como un horizonte de alcanzar basado en un espíritu dispuesto al renunciamiento, a la abnegación y al sacrificio, si prevalece decididamente la intención de recuperar la dignidad, la identidad y la capacidad de independencia real, extraviadas en las obscuras tinieblas del "degrado". Proyecto de afrontar abandonando ciertas viejas y desgraciadamente fracasadas concepciones. Las apreciaciones vertidas acerca de la deficiente conformación “política” de la comunidad en general, ya bajo el plano ideológico, ya referido a la escasa o distorsionada preparación o formal instrucción cívica del cuerpo social, constituyen condiciones

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determinantes a los hechos secuenciales (dan continuidad al "degradado" sistema en ejercicio).

En las circunstancias dadas el anómalo sector político moviéndose sin mayores obstáculos

en el regular y formalmente democrático campo convencional, continúa impertérrito

(aceptado tal como es) a desenvolverse con naturalidad en su rol

de unos de los interpretes centrales del proceso de "degrado". Uno de los actos fundamentales de ser realizados por el proceso de “transformación”, será aquel de cambiar totalmente las características ideológicas y comporta-mentales del desenvolvimiento político. Solo interviniendo drástica-mente sobre esos ámbitos sera factible cancelar las causas del "degrado" del sector. La necesaria “transformación” política es natural consecuencia de las condiciones existentes en ese campo.

Una sociedad conducida por un sector político dotado en su ejercicio de suficiente capacidad, rigurosidad, sentido de justicia social y eficiencia en sus funciones, no necesita recurrir a un proceso de “reconstrucción” del propio ámbito. Difícilmente una sociedad históricamente dispuesta según un serio y canónico índice de organización y ejercicio político, ofrece campo al desarrollo de "ideologías de barricada", verbigracia "Populistas", cuyo inserirse justificado o menos termina por generar un aberrante estado de desorientación y descomposición social.

Precedente-mente la ausencia injustificada de una lógica redistribución material basada en el impulso del desarrollo industrial "variante criolla conservadora”, está a indicar el inicio y la persistencia de deformaciones conceptuales, traducidas en una habitual forma de comportamiento re-conducible a caracterizar el sector político como consuetudinario receptor y portador del “degrado".

En un sector político abierto a las "degradantes ideologías di-funcionales - populistas",

todas las reglas y principios rectores inherentes a las delicadas cuanto públicas finalidades

de este importante y decisivo componente social,

pasan a ocupar un lugar tan subalterno como irrelevante.

Como las transparentes pruebas a disposición lo confirman, la política convencional incluyendo todos los componentes (ideologías, formaciones partidarias, representantes de todos los niveles, consenso avalado por el cuerpo social), no presenta las características, las condiciones necesarias y suficientes para superar y cancelar su invaden-te predisposición a provocar "degrado".

Los posibles intentos de cambiar las reglas del juego "di-funcional" mediante la incompetente política convencional existente, se diluirán como substancias adjuntas absorbidas por un “degrado" capaz de convertirlas en propio nutriente alimento.

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El deplorable estado presentado por las actividades políticas convencionales, ha generado un sector gravemente “di-funcional” convertido en una desorbitada fiesta pagana, cuya orgía genera una sucesión de estados de confusión en el desesperado y desvaído intento de tratar de comprender y aferrar la naturaleza de los acontecimientos. La credibilidad de la "degradada" política cuyo convencional ejercicio está plagado de "di-funciones" ideológicas consecuencia de profundas y arraigadas raíces populistas, será factible reconstruirse a partir de una radical propia y completa "transformación".

La “reconstrucción” es necesario asuma tal trascendencia de re-proponerla según una nueva

re-dimensión y re-ordenamiento general (conformación y estructuración normalizada),

acorde con la importante función de competencia. La vigencia de los modelos "populistas" por propia presencia o por directos derivados colaterales, han invadido la escena política ya de tantos decenios ”degradando el contexto di-funcional", hasta hacerle adquirir las características de una entidad insegura e incompetente. Entidad incapaz de establecer líneas integradas y coherentes decididas a producir programas y efectos en búsqueda de soluciones ciertas a las serias acuciantes problemáticas sociales. La política invadida y dominada ya de demasiado tiempo de "di-funciones y degrado" “populistas” de una y otra parte, transita un merecido calvario de insuficiencia, habiendo perdido el sentido de orientación, tropezando y desplazándose como un borracho tratando desesperada-mente y sin conseguirlo de encontrar el camino de casa. Probablemente quienes conforman y ejercitan la política de mayor consenso no comprenden o aceptan, el haber jamás tenido bases ideologías competentes y responsables. Responsables y encuadradas seriamente en los respetables principios realmente democráticos existentes pero extraviados en la "degradada" fiesta populista.

Las fórmulas seriamente democráticas se presentaron esporádica-mente,

y en ningún momento por una total ausencia de cultural cívica

fueron acompañadas del consenso social necesario.

También en este aspecto es preciso reconocer culpas en todo el contexto colectivo, quien por propia convicción o interés de tipo ideológico -económico (ámbito corporativo), quien por no preparación y ausencia de cultura política, quien por adoración fundamenta-lista. En este caso de indiferente omisión en ir al encuentro de otras fuentes ideológicas a disposición, el cuerpo social se presenta en pleno responsable del "degrado". Un proceso de "transformación" en manos de la política convencional vigente terminará por hacer el fin de las innumerables “recetas”, destinadas con el tiempo a ser llevadas al fracaso, saboteadas por las argucias del entero medio social (con su operado “di-funcional” sistemáticamente las desarticula).

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En manos de la “política convencional” de índole "di-funcional” el proceso de “transformación” será

descompuesto a regla de arte, rápida o pacientemente así como cada proyecto de “cambio”

hasta convertirlo en una inicua contradicción. Al desprestigio seguirá una ruidosa “crisis” para concluir con la identificación y condena de los responsables del proyecto. Finalmente la política convencional plagada de “di-funciones y de degrado", habrá demostrado cuanto solo bajo ese signo la sociedad debe continuar a ser conducida. Desde el punto de vista contextual general la "transformación" representa un proceso cuya orientación de base se impondrá la cicló-pea tarea (así merece de ser dimensionada), de re-fundar el “sector político” en sus principios y fundamentos cardinales, aquellos al centro y cimiento de las características culturales primordiales de la forma de pensar y comportarse (definen y caracterizan una sociedad funcional-mente eficiente). Si bien el proceso de "transformación" se verá obligado a dejar de lado a la política convencional, no resulta adecuado utilizar en ese plano formas y medios de conducción de Índole exclusivamente técnicas. No se considera conveniente por resultar del todo insuficiente disponer un correcto montaje de los mecanismos de "transformación", sin intervenir con el mismo nivel de importancia sobre aspectos tanto o más esenciales. El comportamiento puramente técnico tal como ya ha ocurrido en la aplicación de las “recetas” fracasadas, se basa en la perfección programática de un ordenamiento organizativo sin tener en consideración la reacción de la sociedad. Esta dejada a su arbitrio hará por hábito un uso “di-funcional" del proyecto, y con toda probabilidad no tardará en conducirlo hacia una distorsionada condición de “conveniencia”, orientada a corroer, desvirtuar y desarticular el proceso de rectificación para rendirlo ineficiente.

Los proyectos esencialmente técnicos fracasan pese a reunir todas las condiciones de eficiencia

primero por insertarse forzada-mente en un contexto "di-funcional" dominante (de norma en general los contradice),

segundo porque la sociedad se presenta no preparada a desenvolverse dentro de nuevos mecanismos

diversos de aquellos habituales. Resulta imprescindible a todos los efectos cumplir con un primer y fundamental paso, proponiendo una eficiente, conspicua y tenaz tarea formativa dirigida directamente a la comunidad.

Una rigurosa información-formación de tipo argumental-conceptual, de ejercitar como inicial paso de esencial importancia para contar con el imprescindible dono de una activa participación social en cualquier proyecto. Porque la sociedad (en su incredulidad e incompetencia) no comprenderá el alcance de la solución técnica de los problemas y por lo tanto arrestará su inapreciable colaboración, si

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no es suficientemente informada y preparada con válidas razones argumentales a sustento del proyecto. El punto fundamental a desarrollar es aquel de un detallado, completo y exitoso análisis explicativo dirigido a todo el cuerpo social, capaz de reflejar con claridad y limpidez la real situación actual y la solución propuesta en un comprensible y didáctico curso informativo-formativo.

El proyecto sujeto a una cuidadosa elaboración

se apoyará en una seria, respetuosa responsable acción (no de eslogan)

dirigida a todos los estratos de la colectividad, dando avío a la faz mas importante

del proyecto de “transformación” en manos de una imprescindible aceptación de la comunidad.

Todas las raíces conceptuales de los acontecimientos (no los accesorios hechos de crónica de evitar), pasarán bajo la atenta y minuciosa lente esclarecedora de un microscopio analítico suficiente a emitir argumentos basados en razones lógicas, y si adquieren las características de critica lo harán en función de diferenciar con claridad lo normal de lo anormal.

La finalidad de la importante tarea será la de comunicar

dotándose del mayor sentido común (como un padre condescendiente y comprensivo

pero al mismo tiempo severo e intransigente), una plena y real descripción y ubicación de los hechos,

sus causas” y consecuencias de re-conducir al “degrado político- productivo- económico, social etc.”

Se ha retornado a tratar esté aspecto de información - formación porque afín al tema expuesto, se lo considera un tema cardinal, delicado y espinoso como lo es ponerse en directo contacto con la sociedad. También porque esencialmente imprescindible a un positivo de-curso del proceso; pues del éxito de una veraz asepsia del hecho comunicativo depende ademas del proceso de "transformación", cualquier tipo de proyecto empeñado en revertir la situación de "degrado". Sin la convencida estrecha colaboración de una colectividad plenamente involucrada, estimulada a una activa participación activa, difícilmente o mas aún decididamente de considerar imposible, superar el imponente obstáculo de afrontar.

PARTE III

MOTIVOS EXTREMOS DEL “DEGRADO “ EN LOS DIVERSOS SECTORES Y DEL ENTERO CUERPO SOCIAL.

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CAPITULO 7.

Los mecanismos deficitarios y el incremento de la deuda.

Forma “di- funcional" de compensar los desequilibrios económicos internos.

1.) El endeudarse considerado como mecanismo regular operativo. El permanente e indigno recurso de recurrir a la solicitación de prestamos a las instituciones o entidades de crédito internacionales como medio para cubrir el deficitario balance interno, ha terminado por constituirse en un"di-funcional mecanismo habitual”, cuya notable magnitud y continuo incremento va considerado un hecho de regular necesidad.

La indiferencia en aceptar esta situación y el total despreocupado desinterés en torno a este problema

como si fuera inexistente, indican el nivel de "degrado extremo" alcanzado

en el afrontar las gestiones y las responsabilidades respecto al medio externo

(directa representación de la imagen de la sociedad).

El "un día se va a pagar" propio de quienes han perdido dignidad, orgullo, identidad, respetabilidad por si mismo y por las demás, ha cancelado la actitud de responder adecuadamente a las obligaciones, sin experimentar el mas mínimo sentido de culpa o de angustia, como se supone se debería reaccionar ante una situación de tan grave entidad. Una deuda de larga trayectoria regularmente incrementada por un lado para cubrir el ámbito pasivo de los intereses generados por la misma, por el otro, porqué así lo hacia necesario la constante condición deficitaria del balance interno. Una deuda a nivel de sociedad no contraída para concretar mecanismos tendientes a motivar el desarrollo con un serio y seguro proyecto de crecimiento destinado a superar condiciones infraestructura-les, cuyo mejoramiento funcional incluía y posibilitaba la restitución de préstamos. El mecanismo permitía simplemente continuar a subvencionar la "degradada" sistemática situación de las salidas (gastos) ver superar las entradas (riqueza real producida).

La posición de “endeudado crónico” de pasiva resignación

es condenada a sucumbir enarbolando una bandera de remate

que antes o después así continuando es preciso izar, tal como ha ocurrido con el declarado famoso “defaut",

una forma elegante de designar el estado de una colectividad en quiebra.

El inverosímil procedimiento de recurrir sistemáticamente a nuevos prestamos como una praxis de rutina, ha sido utilizado regularmente con grave "di-funcional" naturalidad, al punto de haber reducido hipócrita y cínica-mente su importancia a un inofensivo, in-

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influyente estado de cosas (al decir con ridícula suficiencia: al momento oportuno podrá ser superado sin mayores inconvenientes). El incremento del nivel de irresponsabilidad demostrado en el campo de la “deuda” hasta llevarlo al punto de una inmadura condición, como el niño no da importancia a introducir los dedos en la toma de la corriente eléctrica, coloca el "degrado" en ese ámbito a un nivel de magnitud de tal entidad de considerar a los planos de conducción de la sociedad en manos de la mas absoluta e irreverente inconsciencia. La situación de endeudamiento parece dejada a su libre albedrío (no se intenta siquiera de contrarrestar o detener). Adoptando simple y desenfada-mente la solución mas denigrante, se ignora con convicción su existencia. La deuda continua su plácido y desenvuelto camino de agravamiento tal como un curso de agua sigue su trayecto. Las consecuencias no son negligentemente tenidas en consideración. No llama la atención la cada vez mas estrangulan-te relación de dependencia hacia las entidades prestatarias, quienes al respecto y ante la continua y siempre creciente insolvencia lógicamente acrecientan la presión de los intereses, tal como justamente merece una dislocada sociedad para nada respetable.

Al extremo de una posición delirante se podría afirmar: “en realidad poco importa la entidad de la deuda

o el nivel alcanzado o si será posible pagarla o no".

Lo realmente importante a la entera sociedad es proseguir con su ritmo de vida. El desaprensivo modelo resulta conveniente o al menos desjuiciada-mente útil a conducirse por un camino, al cual no se entiende en algún modo renunciar a transitar-lo (cómodo). La aceptada y consuetudinaria "di-función" desenvuelta por hábito de la sociedad la proyecta a requerir en cambio del consenso otorgado a la conducción política, el mantenimiento de ese distorsionado comportamiento respecto, por ejemplo a las obligaciones de endeudamientos contraídos, al punto de sostener con convicción llegado un momento: “las mismas no deben ser pagada o restituidas”.

La voz del consenso grita “en di-función”: “porque pagar a quienes tienen mientras nosotros nos debatimos en problemas insolubles". La clásica influencia "di-funcional" entre la sociedad y quienes la representan (para disponer del consenso actúan en consecuencia a las acciones requeridas), finalmente no libera ética-mente a ningún sector de sus responsabilidades en la debacle.

Un estrecho vinculo relajado y normal (entre sociedad y quienes la representan) en un sistema regular, se hace insostenible y plagado de incoherencias y contradicciones bajo el dominio "di-funcional".

En un sistema "degradado" sociedad y conducción político - económica

intercambian posiciones para llegar sistemáticamente

siempre al mismo punto de coincidencia

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el de la exaltación de la "di-función" como solución.

La relación conducción política - sociedad se mueve como una ronda girando en torno a si misma sin ir de ninguna parte, una dinámica repetitiva en torno siempre al mismo punto, así el “degrado" como el remolino se alimenta a si mismo. El "degrado" es delirante juego de superposiciones y a quien cae en su intrincada red resulta muy difícil llegar a liberarse (si no se emplean métodos precisos y justos prácticamente imposible). La astronómica magnitud del endeudamiento acumulado y su continuidad en acrecentarse es el resultado de una crónica extrema enfermedad de las estructuras sociales, ya políticas, productivas, burocráticas, comerciales, etc. sistemáticamente deficitarias. Tales condiciones han generado a lo largo del tiempo una bola de nieve. Creciendo multiplicaba la entidad y los efectos de la "dependencia" o mas claramente la perdida de la independencia económica (en directa estrecha relación con la capacidad de decidir). Porque cuando la magnitud de la deuda adquirida y la clara permanente condición deficitaria de la sociedad pone en muestra la imposibilidad de amortizarla, tendiendo ademas a incrementarla, resulta consecuencia natural depender de las decisiones de quienes subvencionan el proceso.

El anómalo proceso esta destinado a proveer artificialmente un cierto equilibrio económico interno

tan provocado como realmente inexistente. Las exigencias y connotaciones

dirigidas a inducir a un cierto tipo de comportamiento al respecto

de parte de los entes prestatarios, es un lógico hecho consecuente de aceptar.

Las sucesivas caídas en nuevas formas de deudas imposibilitan defender las propias e inalienables cualidades de una sociedad a la base de su identidad y orgullo, extendido al recrudecimiento de incumplimiento de pactos establecidos, a la incapacidad o a la ausencia del espíritu de iniciativa para tratar de revertir el proceso de endeudamiento, hasta llegar al no reconocimiento pleno de las obligaciones adquiridas, motivos entre otros demostrativos del extremo nivel de "degrado" alcanzado. El de-curso del endeudamiento caracterizado por: el no reconocimiento de las obligaciones adquiridas, la pérdida de la independencia económica y con ella de la capacidad de decidir, la necesidad de aceptar o proponer intereses onerosos para continuar a recibir prestamos porque corren serio riesgo de no ser pagados como es efectivamente cierto, son la consecuencia de una posición "degradante". Posición cuya contrafigura "funcional-regular" es de representar con una simple razón lógica: "no es justo endeudarse para solventar gastos no factibles de ser cubiertos con reales riquezas producidas". Esto prueba como una "di-función" provoca y justifica otra encadenando una interminable serie e incrementándose hasta hacerse dominantes y conducir al "degrado".

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Una "di-función" constituye un hecho promotor de una solución de “conveniencia” (ficticia) cuyas consecuencias resultan imprevisibles. Tal como ocurre en el “bien intencionado caso del endeudamiento inicialmente destinado a cubrir los gastos internos", un método de continuar a ser practicado para revelarse en el tiempo una insoluble bomba de tiempo de insospechada, sorprendente e incontrolada magnitud explosiva.

A cierto punto todas las negociaciones tratadas sobre el "endeudamiento",

se basan en posiciones "di-funcionales", porque

de acuerdo a la convencional condición existente y a la situación creada,

éstas no permiten otro tipo de maniobra de aquella sujeta a ese tipo de mecanismo.

Si la sociedad no produce riquezas para sostenerse, resulta elementalmente lógico no amortice la deuda y aún de no hacerlo ni siquiera con los intereses. Ante la imposibilidad de actuar funcional-mente o sea "restituir puntualmente las obligaciones adquiridas", no resta otra alternativa: negociar a nivel "di-funcional" con soluciones de “conveniencia”, tratando de obtener condiciones de no considerar eficientes o ventajosas sino temporarias y plagadas de especulaciones. Entrar en el juego de las "di-funciones" es como recibir de la cabeza a los pies una abundante descarga de miel. Puede llevar una vida eliminar todo vestigio de ella. Por otra parte el cuerpo social centrando su mayor atención en subsistir de la mejor manera posible, conformará su defensa "di-funcional" respecto a la deuda manifestando un total desinterés por el caso (la deuda es un problema del gobierno y no de la sociedad). La deuda es un aspecto de no afrontar ni siquiera argumental-mente, y es sometida a un proceso de cancelación al punto tal de llegar al "extremo di-funcional" de desconocerla. Adquiere el significado de no haber sido contraída o aquello consecuente, "no necesariamente deshonesto considerar el no pagarla” (apreciaciones sostenidas por absurdos pretextos "di-funcionales").

Subconsciente-mente el grave problema de la “deuda” se re-dimensiona hasta hacerle adquirir,

arbitrariamente, un escaso nivel de importancia en búsqueda de re-asegurar

una situación general ya de por si sumamente inestable. El colmo de la "di-función y el degrado" es decidir la “no restitución de la deuda” en tanto las condiciones vigentes no lo permitan (tratando de evitar inútiles sacrificios), cuando en realidad dadas las circunstancias no se es mínima-mente en condiciones materiales de hacerlo.

Una determinación aquella de la no restitución de prestamos destinada a dar por sobreentendido la imposibilidad de recurrir a otros.

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No obstante ello cuando serán justamente negados nuevos pedidos, con sorpresa no se comprenderá el porque.

En realidad la situación implica la necesidad de afrontar una re-composición interna del equilibrio entre riqueza real producida - gastos de consumo generados.

El colmo del “degrado" en el campo del endeudamiento se ha presentado ante la tácita admisión de la total imposibilidad de restituir la deuda (una forma di-funcional de no pagarla), pretendiendo en base a este reconocimiento contar con continuar a recibir préstamos (aún mas difícilmente retornarán a sus fuentes naturales).

El crónico déficit interno es la consecuencia no de la presencia de algunos factores corregibles.

Es el definido resultado de una "des-organización productiva degenerativa”,

extendida a todo el cuerpo social a lo largo del tiempo. Situación de superar rompiendo la inercia conceptual ideológica operativa dominante, en grado de mantener inmovilizados contra el invisible muro del "no cambio" a todos los estratos sociales. La " desarticulada degeneración productiva generalizada" tan absolutamente dominante, inutiliza cualquier tipo de intento programático convencional (planes económicos), porque como cuatro gotas de agua en el desierto poco influye o puede influir en una sociedad plagada de comportamientos "di-funcionales", acompañada de una tal preeminencia de estas características conceptuales y operativas de poder considerarla en pleno proceso de "degrado". Los "planes económicos" tratando de proponerse al centro de las problemáticas mas espinosas, en realidad se sitúan realmente en su periferia y entablan una desigual lucha con el medio ambiente, intentando de modificar algunos comportamientos "di-funcionales" (resultan siempre insuficientes a dar vuelco a la situación).

El cuerpo social desde la clase más pudiente, a la media hasta llegar a la más pobre o indigente,

se aferra a la substancial posición del "no cambio" en el desenvolvimiento

de la forma de vida (no importa cuanto "di-funcional" esta resulte).

Tal actitud contradice emotiva y no racionalmente hechos llamados a considerar una realidad totalmente diferente.

La gran mayor parte de la sociedad desde los más poderosos (sobre todo estos) a los más indigentes adicta a “reformas de conveniencia” (aquellas destinadas a mejorar todo sin cambiar nada), constituye sin lugar a dudas la componente mas importante y determinante hacia quienes dirigir el primer paso informativo-formativo. Primer paso de riguroso y descarnado esclarecimiento de la situación, si se entiende llevar a buen termino un proceso de "transformación".

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Será también consecuentemente indispensable cuanto el cuerpo social en un profundo, articulado y juicioso examen analítico, ponga sobre la mesa las cartas de la verdad, desenmascarando propios vicios, contradicciones e incongruencias. Para alcanzar un justo resultado será preciso se eviten sobre todo elaboraciones de “conveniencia” siempre dispuestas a generar confusión en las referencias. 2.) El inconcebible fenómeno de "emigración". El "fenómeno de la emigración" de los fundamentales recursos humanos es la natural consecuencia de una inmovilidad decadente de un aparato productivo "degradado", haciendo deambular en provisorias y artificiosas fuentes de ocupación (áreas de servicio con escasas o nulas posibilidades de permanencia y desarrollo), a una cantidad de jóvenes y menos jóvenes en búsqueda de una ocupación, de considerar un inestable refugio temporario. El flujo emigratorio puede a grandes rasgos descomponerse en dos grupos: Por un lado una fuerza de relevante formación calificada sin posibilidad de inserirse en la materia en la cual es preparada, decide intentar ubicarse en otras sociedades (ofrecen mejores perspectivas). Por el otro un nutrido contingente de desmoralizados ya pérdidas las esperanzas, o exhaustos de repetidas experiencias fracasadas en el precario campo laboral, ofrecido por la selva de actividades de subsistencia accidental: se embarcan esperanzados en la dura, triste y desconocida aventura del destierro.

Sin disponer de alternativas locales se va en búsqueda de un futuro decoroso en otras tierras

(la sociedad no lo ofrece), con la ilusión de encontrar otras condiciones

de ordenamientos mejor organizados en un nunca bien calculado salto en el vacío.

El sufrido contragolpe mas inesperado se origina en la total no preparación a las condiciones de la forma de vida encontrada en la toma de contacto con otras sociedades. El lastre de las fantásticas "di-funciones" dominantes de la sociedad de proveniencia, crea en una imaginaria y totalmente equivocada elaboración de suposiciones, un panorama completamente distinto de aquel con el cual se toma contacto.

Una realidad diversa regida según sus propias leyes, sobre todo de rendimiento productivo, percibido como sumamente distinto respecto al existente en el ámbito social originario.

Pronto se comprende la necesidad de adaptarse a un tipo de medio desconocido y fundamentalmente diverso. Ello crea un inicial estado de ansiedad, angustia y des-ubicación, porque la forma de vida "di-funcional" de proveniencia, es absolutamente la contra-parte de la concreta y real condición de comportamiento en colectividades funcionan-tes con una cierta eficiencia.

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La obligada adaptación en cuanto se refiere a la forma de trabajo, pone de manifiesto una carencia de preparación respecto a la continuidad de concentración, ritmo e intensidad del nuevo fenómeno afrontado. Este y otros aspectos constituyen un calvario re-educativo, en el sentido de someterse al diverso mecanismo de trabajo y de convivencia si se ha aceptado integrarse a esa forma de vida.

Resulta inadmisible (absurda consecuencia del "degrado") una sociedad con todas las condiciones favorables y necesitada de un flujo inmigratorio destinado a enriquecer la posibilidad de proyectarse en búsqueda de sus reales potencialidades, genere un "di-funcional" proceso inverso de "emigración".

La sociedad fundó inicialmente su rápido progreso en una imponente y diversificada inmigración, sobre cuya base construyó el evolucionado caleidoscopio capaz de dotarla de una calidad humana en grado de proyectar-la a los planos altos de la escena mundial. Solo hallando justificación en un profundo “degrado” es factible llegar a revertir la situación.

Así como no presenta las condiciones de continuar a acoger como seria necesario nuevas linfas, no es capaz de evitar a sus propios hijos la abandonen, impulsados a hacerlo en razón a la profunda des-articulación dominante (no les permite esperar en una “digna" y decorosa forma de vida). Al inicio del de-curso histórico como República el todo respondió a un ordenamiento organizativo vital, nacido bajo el empuje del ansia de progreso. Las justas condiciones llamaron a la inmigración con el más apropiado "grito", el de mas, mejor e ilimitada posibilidad de proyección de la forma de vida. En su momento se procuró crear las condiciones más adaptas a recibir un importante flujo inmigratorio porque era el mejor recurso para crecer y desarrollarse. La notable extensión y calidad territorial, la escasa población en relación con esas entidades, la posibilidad de configurar una forma de subsistencia en un primer periodo de contacto con el medio, un diseño “republicano” constitucional asegurando la integración de todos los “hombres de buena voluntad"; han creado las justas condiciones para quienes buscaban mejorar o cambiar su forma de vida encontraran las puertas abiertas para hacerlo.

Los advenimientos “populistas” en sus consolidadas variantes,

han desvirtuado cancelando y sumiendo en la "inmovilidad y el degrado"

las condiciones favorables al regular flujo "inmigratorio".

Con ello se cerró el continuo aporte de nuevas fuentes de mano de obra y consumo,

hasta el punto de llegar a revertir-lo maléfica-mente en el inexplicable y contradictorio "fenómeno de emigración”.

La sociedad, nacida, crecida y desarrollada, bajo el signo característico de la “inmigración", dominada de extraños y macabros fuegos de artificio ha sido llevada a un

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inconcebible "degrado", y hoy ve partir a sus hijos porque no puede ofrecerles las bases imprescindibles necesarias a darse una digna y decorosa forma de vida. La situación lleva a un nostálgico-triste estado de estupor destinado a provocar una incrédula sensación de exteriorizar solo como vergüenza.

Una vergüenza no percibida al interno como tal sino como un acto de abandono. Considerar el emigrar un acto de “abandono es una abstracción “di-funcional”. Tal posición desconoce en el avanzado estado de "degrado", la real y determinante causa de la toma de tan sufrida decisión.

El considerar el "emigrar" como un abandono es como el caso de la señora

que engaña al marido con frecuencia y cuando éste la deja dice de haber sido abandonada.

El fenómeno "emigratorio" es la mas tangible prueba del profundo "degrado" generalizado de la sociedad. Es el fruto de la proposición de un futuro sin esperanza de cambio. Por otra parte el "degrado" da la convencida sensación de tener características irremediables, de continuar su camino sin mostrar indicios concretos de poder revertirse. Es como si signados por la fatalidad, etapa tras etapa se fuera al encuentro inexorablemente a estadios cada vez más deplorables. La "emigración" constituye un punto de referencia sintomático evidente: clara, desconsolada, inapelable, desesperanzada demostración del irrefrenable"degrado" dominante de la forma de vida de la sociedad. El “degrado” consecuente a la instauración de mecanismos plagados de insuficiencias, constituye una relevante alteración concretada en colectividades inmersas en comprometen-tes desequilibrios funcionales, dominadas por la inmovilidad productiva y su in-eficiencia. La ingobernable vorágine conduce a la sociedad a incrementar las condiciones deficitarias con efectos paralizantes sobre el crecimiento y desarrollo, imprescindibles para crear fuentes de ocupación real.

La "emigración" en general es el resultado de una compleja conjunción de factores negativos,

Revela la presencia de un deficiente ordenamiento organizativo con pre-valencia de luchas de privilegios

por adueñarse o mantener el poder, oscilando entre el dominio de tipo feudal y las burocracias corporativas.

No es de extrañar (dada la inmovilidad productiva en un medio no predispuesto a "cambios substanciales”) se entienda la emigración a nivel de poder de conducción social, como un fenómeno positivo para desahogar tensiones, convirtiendo una desocupación insostenible en una tolerable. Otra posición de “conveniencia” (trastoca lo negativo en positivo).

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La absoluta indiferencia y desinterés en las cadenas de personas, observadas después de cada crisis disponerse en consulados y embajadas de otras latitudes con la esperanza de trasferirse, representa el claro síntoma de la des-afección y desunión social. Cada uno se ve precisado a interesarse en resolver sus propios problemas de subsistencia.

Los extremos representados por el fenómeno de la "emigración" no es un hecho accidental o una moda.

Es un bien definido movimiento originado en una condición de vida dominada

por una inestabilidad llevada al limite de la capacidad de soportar.

Las permanentes marchas y contramarchas de las arbitrarias planificaciones hacen imposible programarse dentro de un ámbito de actividades regularmente realizables, sin correr el serio riesgo de verlas desvanecer de improviso. El riesgo de encontrarse repentinamente fuera del juego de accidentales actividades generadas en un medio "di-funcional" y por lo tanto del todo permanentemente precarias, es un hecho consumado de aceptar. La "emigración” es sin duda una decisión extrema consecuencia de una sucesión de experiencias re-conducibles a la imposibilidad de percibir el advenimiento de un “cambio trascendente”, como es necesario realizar para poder salir realmente de un asfixiante "degrado". La sociedad dispone de una imponente cualitativa y cuantitativa riqueza territorial reuniendo de base todas las condiciones fundamentales para crecer y desarrollarse. Por ello resulta inexplicable se demuestre incapaz de dar una digna forma de vida a sus hijos y es más los induce a emigrar dando lugar a la mas grande ignominia de su "degrado".

El insustituible drenaje provocado de la "emigración" ya de quienes ostentan una preparación profesional o técnica, ya de fuerzas de trabajo en su mayoría jóvenes de considerar mano de obra útil a generar riquezas reales, mientras en el propio medio casi todo se presenta "por hacer"; es el tangible ejemplo de la inmovilidad, de lo improductivo, de la incompetencia y desinterés de gestión, bajo cuyo tenebroso estancamiento la sociedad se resigna a su "degrado de desintegración”.

La "emigración" nace y es directa consecuencia de un sistema generador de riquezas materiales

caído en un "di-funcional” mecanismo basado en la "producción inmóvil". Mecanismo constituido

por actividades aviadas a realizarse siempre dentro de mismo nivel de calidad y cantidad

suficiente a asegurar su ubicación en el mercado interno.

Desde el punto de vista de un moderno “aparato productivo” el intento de mantener las actividades en un estado de estancamiento en el temor (según "di-funcionales" concepciones ideológicas), de provocar con el advenimiento de nuevos mas dinámicos mecanismos serios trastornos a la forma de vida cultural de la sociedad (mas bien en

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defensa de propios poderosos intereses económicos); resulta tan difícil de aceptar como imaginar cuanto ese modelo pueda ser peor al ya nefasto en vigencia. El mantenimiento del depreca-ble sistema conviene sobremanera a quienes consideran fundamental para sus intereses, sostener con su arcaico desenvolvimiento el seguro ordenamiento. En efecto según la inmóvil base presente es mas simple a los poderes económicos dominantes continúan a mantener con mayor facilidad y en manera indefinida el control de la situación productiva a ellos interesada. Si resulta poco inteligente al avestruz esconder solo la cabeza creyendo no ser visto, quienes niegan el necesario “cambio trascendente”, representan el elefante que esconde la punta de la trompa pensando así también de no ser visto. La condición estática de inmovilidad hace sentir erróneamente protegido a quien ostenta el poder. La no percepción de claras y definidas realidades puede imprevista-mente trastocar las condiciones arbitrariamente puestas en juego.

Emigrar es una decisión necesaria de ser tomada

cuando no es posible conformar un propio programa, con un cierto orienta-miento de las reglas del juego

a ser respetadas y en base a ello compaginar la personal forma de vida.

Cuando no existen certezas básicas porque los mecanismos “di-funcionales” las trastocan permanentemente, para acomodarlas a las también distorsionadas necesidades de “conveniencia” del momento, se crea un natural estado de confusión y desorientación interesado a adquirir características de sistema. El todo representa una obnubilada imagen del futuro (a los jóvenes aparece totalmente indescifrable). Esta situación repetida y re-propuesta regularmente produce un estado de inseguridad, angustia, frustración, dudas y temores por el futuro, conduciendo finalmente a la decisión de emigrar. La inestabilidad y precariedad de desenvolvimiento habitual, conducida por formas ideológicas tortuosas o inescrupulosas (se modifican según el andamiento de las circunstancias y aún contradiciendo sus propias concepciones), infunde consecuentemente una lógica confusión y desorientación. Si a esta deficitaria forma de conducción se agrega la propia capacidad de la sociedad de adaptarse en "di-función" a todas las situaciones y de encontrar y aplicar artificiosas soluciones de ese tipo (sin previo aviso y arbitrariamente), alterando aún los simples programas personales de subsistencia con las consecuentes condiciones de vida trastocadas bruscamente; las premisas para "emigrar" adquieren sólidos fundamentos. Las desarticuladas “recetas” condenadas sistemáticamente al fracaso repetidas una y otra vez con los mismos similares resultados negativos y con consecuencias para la sociedad siempre mas empobrecida y sin esperanza de revertir la situación, llevan a la extrema y sufrida decisión de emigrar, presentándose como único medio para liberarse de un insidioso laberinto (no parece haber otro modo de salir).

Para la mayoría de los "emigrados"

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el acto de ir en busca de otras soluciones, aparece como una forma de dejar atrás,

de desembarazarse de una pesadilla infinita (los acontecimientos conducen a un siempre mismo tortuoso y obsesivo final).

El repetirse del enfermizo hecho de girar en torno a los siempre “di-funcionales” conceptos ideológicos, desencadenan un obsesivo circulo vicioso y la incapacidad de oponerse y combatir seriamente el "degrado" presente en todos los campos, crea una situación de inaceptable inanición, de resignada impotencia. Esto reproduce un estado de regresión comporta-mental en total contradicción con las "ganas de hacer" . La gente joven ante la carencia de incentivos reales (no se presentan) busca en la emigración un camino para realizarse como persona. Es sin duda la parálisis parcial de las fuentes de producción real la causa de fondo de la emigración. La ausencia de una dinámica productiva realmente interesada a dar lugar a un proceso de crecimiento y desarrollo, generadora de bienes materiales concretos movilizan-tes la creación de fuentes de trabajo, originan un vacío tan profundo como determinante en el ordenar bajo justos parámetros la forma de vida de la sociedad.

El ordenamiento "inmóvil corporativo productivo" es respetado y defendido como una condición de mantener extendido a todos los ámbito sociales y va de los altos responsables de las grandes compañías industriales, comerciales, agrícolas, ganaderas, empresas del estado etc. hasta aquellas laborales configurando la imperecedera forma de “asociación”.

La sociedad en un tiempo llamaba a la inmigración de masa, la albergaba y le permitía darse un futuro

y lo hacia dinamizando un creciente desarrollo. Se ha convertido en una entidad tan aúlica y viciada

de des-organización y escuálidos intereses, de no llegar a cobijar bajo reales fuentes de trabajo

a la propia gente obligada a emigrar. La retrograda e inconcebible tergiversación trastoca la necesidad de siempre mayores fuerza de trabajo para alimentar el sostenido empuje del crecimiento, en la otra perversa cara de la moneda con cada vez menores posibilidad de desarrollo e impulsada decididamente a seguir el camino de la involución y el empobrecimiento, indicativas de una condición de decadencia. El proceso productivo con características "retrogradas", es la consecuencia de aspectos de base mal funcionan-tes o ineficientes, proyectados a una acción "anti-funcional", termino arbitrario destinado a definir la presencia de mecanismos provocados para que la sociedad "no funcione".

El mecanismo “anti-función” es un “diabólico” dispositivo

armado para actuar en sentido contrario, generador de una dinámica opuesta a la creación

de las necesarias condiciones a estimular las actividades, de proponerse según su natural predisposición a crecer y desarrollarse.

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La anómala transfiguración de la sociedad de natural receptora de inmigración en generadora de emigración, da una clara composición de lugar de la magnitud de su "degrado" productivo. Es como si una persona seria y responsable se hubiera convertido en un adolescente inmaduro, irresponsable y caprichoso. Si quienes venían de otras tierras lo hacían atraídos por condiciones o posibilidades para nada cómodas pues hijas concretas y reales del esfuerzo, el sacrificio y la laboriosidad, algún incentivo importante existiría como el impulso a crecer, desarrollarse y progresar, para continuar a llamarse los unos a los otros. Si algún inmigrante creyó en encontrar oro por la calle esperando ser recogido, o enriquecerse trabajando poco era rápidamente disuadido de un serio y severo ordenamiento, exigente pero al mismo tiempo capaz de abrir las puertas a las múltiples posibilidades ofrecidas por una sociedad abierta a la dinámica. Las condiciones permitían forjarse y obtener bienestar pero sabiendo de antemano y seguramente ninguno le regalarla nada.

Las primeras grandes e importantes inmigraciones construyeron las estructuras básicas de la sociedad,

dándole una notable tajada de su formación cultural.

Se han adaptado a un ordenamiento riguroso y en cierta medida injusto, pero permitiendo a ellas mismas crecer desarrollando a la entera comunidad.

El ordenamiento resulta discutible y probablemente hoy inaplicable, pero con innegables resultados positivos avalados por dos hechos: uno, la posición de vanguardia alcanzada por la sociedad en poco tiempo, dos, de esas generaciones pocos inmigrantes retornaron a sus tierras de origen (encontraron satisfactoria la elección). Aparece superfluo y del todo interesado criticar ordenamientos rigurosos y serios, probablemente plagados de defectos pero suficientes a cumplir en su momento con la finalidad de dar un comportamiento funcional a la forma de vida de la sociedad. Así también resulta ridículamente ilógico colocar en altares religiosos aquellos plenos de buenas y samaritanas intenciones destinados a llevar a la “degradante" situación de inducir a la emigración y no a la inmigración.

El hecho de emigrar resulta un acto de indefectible necesidad, en la intención de buscar encaminar la propia existencia en el contexto de un cuerpo social con la presencia y función de ordenamientos y reglas, adecuados a orientar o programar en modo regular la forma de vida.

Es comprensible la presencia de desmoralizan-tes dudas

para quien tratar de darse una familia aun dentro de las formas más simples,

cuando los hechos comporta-mentales en el ámbito social pueden revertirse de improviso.

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En un medio “di-funcional” las condiciones de trabajo varían con la mayor naturalidad (improvisamente) cuando no sufren bruscas y terminantes cancelaciones, desubicando todo el contexto de medidas tomadas hasta posicionar-las en niveles de intolerable inestabilidad.

Es difícil adaptarse y muy fácil equivocar decisiones en la extravagante alquimia "di-funcional", solucionando algunos problemas y descompaginando otros quizás mas importantes en el desenvolvimiento de la sociedad. Sociedad también puesta en la condición de variar permanentemente estrategia de trabajo para adecuarse al juego, donde es posible realizar o esfumar todo y el contrario de todo, sin ponerse de manifiesto el mas mínimo síntoma de contradicción. Las dinámicas movilizan-tes al bienestar y al progreso se traducen en un trajinante empuje hacia el crecimiento y desarrollo de la producción de riquezas, induciendo y motivando consecuentemente con la inmigración a acrecentar las huestes de mano de obra (multiplican las posibilidades individuales y colectivas). Convertidas por el contrario en mecanismos aúlicos provocan involución y retraso con ordenamientos de inamovibles "di-funcionales" características, y en tal caso la “emigración” es un hecho natural. En esta posición la sociedad pasa de ser "el país de las maravillas al país de las pesadillas". Si el fenómeno “emigración” es de considerar también fundado en falsas expectativas, (difícilmente se concretan en su total dimensión), es culpa de agregar al "di-funcional" desenvolvimiento de la sociedad. Pese a encontrarse en pleno "degrado" continua a alimentar a su interno falsas prospectivas, del todo irrealizables en determinadas condiciones estimulando como de costumbre fáciles fantasías.

La mayor frustración del “emigrado” al contacto con el nuevo medio, nace justamente de la brusca relación con una rigurosa y concreta realidad

(no se encuentra habituado). Los artificiosos vuelos "di-funcionales"

de propia proveniencia necesitan ser cancelados rápidamente

si se entiende aceptar reglas del juego ciertas en otros modos de vida. Los fantásticos ideales concebidos fuera de la realidad en el bagaje del emigrado a su partida, serán rápidamente re-dimensionados en ambientes, donde lo primordial-mente requerido es vivir con los pies sobre la tierra.

Inicialmente los sueños no serán desechados sino dejados de parte para oportunamente, cuando con esfuerzo y tenacidad se hallan logrado las condiciones necesarias tratar de concretar-los. Todo sigue un curso riguroso, lógico y real de duro camino, ofreciendo en cambio la posibilidad a los sueños poder llegar a realizarse. Respecto a los “emigrados” pertenecientes a ordenes profesionales en cuya formación la sociedad ha participado con una contribución económica, el intento de reclamo de restitución de los gastos ocasionados para ese tipo de instrucción

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resulta de todo "di-funcional", porque a la clara lógica de norma la rebate y contradice el hecho consecuente:

si esa colectividad no se ha producido en un proceso de crecimiento y desarrollo en grado de absorber y aprovechar ese material humano para proyectarse con mayor empuje en el fenómeno de progreso, sus derechos se pierden porque la preparación de alto nivel se presenta inutilizada y por lo tanto innecesaria alguna forma de restitución no factible de ser empleada en su específico campo.

La sociedad no puede atribuirse derechos sobre personas (se han sacrificado adquiriendo una preparación de alto nivel), coartando la búsqueda de otros horizontes o no permitiendo desarrollar en otros medios sus propias y específicas actividades.

Resulta inútil permanezcan en el ámbito de una colectividad cuando ésta en el mejor de los casos, le ofrece alguna inestable artificiosa actividad de intermediación.

La “emigración” es un intolerable fenómeno en una sociedad insuficiente e ineficiente

a movilizar orgánica y dinámica-mente las riquezas ofrecidas por el propio territorio.

CAPITULO 8.

Repercusiones de las “populistas" tendencias políticas en el estado de la sociedad.

1.) Continuidad de las ideologías “populistas”.

Una importante responsabilidad en el agravarse del proceso de "degrado" y su crónica extensión en el tiempo,

recae en la "continuidad" con la cual las “ideologías populistas” o sus formulas derivan-tes

se han perpetrado en el tiempo. El apoyo incondicional de la mayor parte del consenso social adicto al dogma original invocado por quienes se definían continuadores de la línea, dio lugar a un proseguir de las formas de ordenamiento de índole “populista de masa” destinadas a acentuar las manifestaciones de "degrado". La dominante fidelidad religiosa sostenida hacia la primacía consensual de la ideología adoptada por el modelo “populistas de masa", indujo a los nuevos políticos a considerar indispensable tomar esa bandera para poder encontrar abiertas las puertas re-conducibles al poder.

Nació así dentro del ámbito ideológico una lucha interna

por el dominio de la representación, introduciendo en el proceso de prosecución del modulo

la formación de corrientes internas. Estas se han disputado y

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y continúan a hacelo por el cetro del seguro consenso (la sociedad aún hoy sostiene la “dogmática concepción política”).

A la sombra de la ideología madre y sobre todo del fiel consenso a disposición, se alineó una amplia cantidad de discípulos invocando cada uno derechos de patrones del movimiento, constituyendo grupos intencionados a atribuirse la capacidad de mejor representar el mantenimiento de la verdad ideológica. A este punto es de considerar a la ideología “populista de masa” haberse revelado un ordenamiento (confirmado por los hechos) pleno de buenos propósitos como destinado a fracasar en sus proyectos, capaz ademas de provocar una caótica lucha a su interno. Lucha siempre exenta de claras propuestas programáticas y proyectadas principalmente a invocar ser los destinatarios más directos y fieles de la concepción original. Si bien la presencia de una alta proporción del sector político responde como base a la concepción “populista de masa” y quienes la representan se avalan del sostén del consenso social (indicando claramente una configuración formalmente democrática); ello no significa cuanto el sistema resulte evidentemente decadente y "degradado", desde el punto de vista del contenido conceptual de las tendencias “ideológicas” en juego. En efecto el cuadro ideológico de este tipo inserido en el sector político (de escaso nivel de calidad conceptual), adolece de contenidos genuina-mente democráticos, aspectos manifestados con una acción gubernamental desprovista de una seria conformación programática, y menos aun productora de cambios integrales y coherente-mente afirmados en un de-curso responsable y rigurosamente proyectado.

Toda la fase operativa parece ser el fruto de medidas surgidas de la necesidad,

apresurada-mente inseridas para controlar crisis desbordantes, seguramente no nacidas de conducciones políticas eficientes.

El circulo vicioso: consenso social - modelo “populista de masa” > modelo “populista de masa” - consenso social

consolida un hecho puramente de formal regularidad. Ello no enriquece, limita, inmoviliza la posibilidad de un desarrollo ideológico político, sumergiendo en un

“degradante” estancamiento a este fundamental sector. El ejercicio de la alternan-za política ha quedado reducida a un "di-funcional" repetitivo, continuativo monólogo incapaz de ofrecer alternativas y por ello imposibilitando al sistema de producir y conducir programas con integrales cambios trascendentes. Las “recetas” introducidas arbitrariamente para salvar una situación de crisis, jamas han formado parte de una minuciosa y rigurosa elaboración programática integral, presentada públicamente dentro de un planteo orgánico de gobierno. La continuidad de la línea “ideológica populista de masa” (pocos beneficios y tantos desaciertos) impertérrita timonera de la insostenible actual situación de "degrado", domina aún la acción del campo político revelándose como un voluntario mecanismo nocivo, obsesiva-mente repetido como un inconsciente deseo manifestado en modo irrefrenable.

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Ese dominio ha originado un profundo empobrecimiento de todo el contexto ideológico.

Las supuestas fórmula alternativas han debido caer en proyectos mas o menos “populistas”,

para llegar a adquirir un consenso habituado a ese "di-funcional" modo de ofrecer

y de ponerse en contacto con la sociedad". El "degrado" del sector político acompañado de aquel político de la sociedad, han llevado a conformar un contexto predispuesto a incrementarse en el tiempo, configurando una crónica anómala condición difícilmente o mejor imposible de ser revertida siguiendo la linea de mecanismos convencionales. Las graves "di-funciones" manifestadas al interno del sector político en todos los ámbito de su conformación, de la calidad intrínseca de las ideologías representativas, a las finalidades interpretadas por las mismas en su rol de conducción social, lo colocan en una condición de insuficiencia e incompetencia democrática (desvirtúan y anulan su aparente configuración legal institucional). La permanencia al poder, ya de una manera, ya de otra (con alguna breve in-influyente temporal alternan-za) de la ideología “populista de masa” o de algunas de las variantes surgidas de su seno, ocupan casi el entero arco temporal político.

Las variantes fruto de oportunistas divergencias o discrepancias internas no el producto de profundas y minuciosas revisiones auto-críticas, continúan a prevalecer en el “consenso social” y a contribuir con sus acrobáticos malabarismos anti-crisis a aliviar momentáneamente la situación para luego incrementar el "degrado".

La política así concebida y aplicada no es el resultado

de un concienzudo y orgánico proyecto programático, es la consecuencias

de salvoconductos y conjeturas ideológicas de variadas raíces de un mismo árbol, tratando de coexistir sin integrarse.

La democracia así representada por el actual "degrado" político, se ha convertido de un útil dono a disposición de la sociedad en un instrumento sin ninguna gravitación, en la capacidad de crear ordenamientos capaces de cambiar realmente la situación o al menos destinadas a llamar crudamente la atención de la grave decadencia. Otro de los aspectos reductor de la política a un estable “cuerpo corporativo del estado”, es aquel surgido del consenso social pronto a otorgar el dominio absoluto y permanente a la ideología “populista de masa” o a cualquiera de sus variantes acreditadas.

Este monopolio ideológico ha cancelado el imprescindible juego de dos o tres ideologías paritarias, destinadas por propia presencia a enriquecer y diversificar el diálogo político re-proponiendo la esencia de un sistema de considerar democrático. La dificultad de ganar adeptos en un sistema ideológica-mente cerrado con el apoyo mayoritario fiel y religiosamente dirigido a sostener una posición o alguna variable de la

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misma, describe un cuadro de régimen anti-democrático generado a partir del propio consenso social.

La situación generada no posibilita la necesaria incorporación

de nuevas formas conceptuales más sanas, sobre todo si no inspiradas en el negativo y limitan-te culto de personalismos o de “dogmas” consecuentes.

La política cumple o cumplirá con una inteligente, seria, rigurosa y responsable función, si organiza con meticulosidad bajo las normas de eficiencia y justicia, las dinámica de todo el complejo y diversificado aparato social planificando, programando y coordinando sus movimientos. Si en cambio se reduce a un ente proyectado en el campo de "buenas y fantástica intenciones", actúa por aproximación tratando de satisfacer exigencias primarias propias de una sociedad en “degrado” o ejercita sus funciones librado a intuiciones, a planes inconexos o improvisados; el obscuro destino de la colectividad esta señalado por cada vez mas profundas tinieblas. Desde el punto de vista de las presiones ideológicas no todo el "degrado" político es de atribuir al “populista de masa”. La "variante criolla de conservadora" también a su manera tendió las redes para no perder las riendas del poder si bien se desinteresa de hacer política. Por un lado desapareció de la escena visto la total ausencia de consenso a disposición, por el otro con gran habilidad se mimetizo y se introdujo en el ámbito "populista de masa".

Ambas formulas “populistas” bajo los graves problemas del "degrado"

conformaron un "frente mixto", asegurándose el mantenimiento del poder, ya político, ya económico,

beneficiándose cada una en su campo. Los padres patrones económicos conservadores para seguir manteniendo el poder del propio ámbito sobre todo en los medios provinciales, no hesitaron a entrar a formar parte de la legión "populista de masa" (por imposibilidad de proponerse y recibir suficiente consenso social por cuenta propia).

De este modo la mayor preocupación de muchos de aquellos pertenecientes a la “variante criolla conservadora” se desvanecieron. Con esa actitud de confusión de roles confirmaron el mantenimiento del poder de decisión en el propio ámbito de actividades.

El acto de reivindicación del propio poder asegurado con el pasaje al grupo "populista de masa”, se consumó hábilmente sin el mas mínimo cargo de conciencia ideológico. El pasaje les permitió ademas contar con un fiel y constante consenso social. El método resultó un hecho a medida para cumplir con personales finalidades quedando a cubierto los dos aspectos motivan-tes fundamentales, conservar el poder de decisión económica e integrarse a una formación política re-aseguran-te de la tranquilidad de acción dada por el necesario consenso.

A este punto bajo el mismo techo de la casa "populista"

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se acomodan y conviven todos aquellos que de una u otra manera

con la protección del fiel e inmutable consenso social, se aseguran la posibilidad de continuar sin obstáculos

y en sus distintos ámbitos la demoledora acción degradante.

De esta manera la armada populista del "degrado" constituye una extraña combinación de cuyo planteo no es posible esperar coherencia e idoneidad integrada, porque dotado de una consistencia de resultar inatacable al limite de lo indestructible, como lo demuestra el mantenimiento in-contrastado del consenso y del poder. Una posición extremamente sólida aún a la vista de las irrefutables pruebas de la cadena de desastrosas gestiones, quienes continúan indefectiblemente a recibir el mayor consenso del cuerpo social (quizás porque canceladas otras alternativas). La extraña relación entre política y sociedad constituye la mejor pauta para definir la presencia in-contrastada del "degrado".

Las tendencias o formaciones “políticas populistas” con sus campos ideológicos sembrados de buenas intenciones tratan a su modo (necesario para mantener el consenso) de complacer a la sociedad en base a “di-funciones".

La sociedad favorablemente condicionada por el valor intrínseco de las intenciones e incorporada en pleno a los mecanismos "di-funcionales" (la hacen sentir libre de comportamientos rigurosos), se identifica consensual-mente con quienes le ofrecen facilidades destinadas a generar "degrado". En la secuencia precedente se presentan condiciones de relación de considerar con facilidad ilógicas, y así lo serían si las ideologías políticas y la sociedad fueran entidades diversas e independientes como justamente deberían ser. Se presenta del todo lógicamente "di-funcional" cuando han llegado a adquirir tan profunda interrelación de parecer formar parte de una sola entidad.

“Política y sociedad” constituyen una consensual entidad “di-funcional” integrada,

comunicada sin una precisa e indispensable frontera de separación. Oxidadas sobre sus propios mecanismos

continúan a repetir sus exiguos movimientos siempre los mismos y "degradantes".

Esta "di-funcional" simbiosis ideología política-sociedad constituye un difícil obstáculo de superar en el camino de “reconstrucción” de ambos sectores. El profundo e impalpable "degrado" de relación ideológico político-sociedad, constituye una anómala entidad dominante influenciando seriamente ambos componentes, y desencadena al interno de la sociedad presiones unilaterales convirtiéndola al mismo tiempo en dominada y mandante, de una forma ideológica cuyo contenido se ha revelado "di-funcional". Esta impalpable y compleja confabulación político social "degradante" generalizada es fácil de verificar analizando los hechos acaecidos.

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Después de largo tiempo una formación política en cuyo seno se congrego de siempre la parte de la sociedad opositora a las ideologías “populistas”, obtuvo el consenso para llegar al poder y ejercerlo. Esa conducción política fue destituida antes de completar el mandato. Lo importante del caso no es establecer si esa conducción ha sido eficiente o no, sino de la real causa del porque ocurrió el hecho.

Probablemente los partidarios de esa línea política o quienes se volcaron a ella por protesta o desaprobación, ya habituados a desenvolverse dentro de mecanismos "di-funcionales" (afianzados y dominantes en el largo periodo de hegemonía ideológica populista), han considerado inaceptable soluciones inclinadas al tentativo de prescindir de ellos.

Este hecho expresa cuanto aún las formaciones políticas

consideradas como opositoras al sistema (difícil establecer a este punto cuanto menos populistas),

han sido arrastradas también ellas al proceso de "degrado" comporta-mental

adoptado por la sociedad como válida forma de vida.

La o las formaciones políticas opositoras se demuestran conceptual y aplicativa-mente también invadidas inevitablemente de la condición "di-funcional" dominante en el campo social. Se encuentran a seguir en sus expresiones más formales, establecer sin rendirse cuenta o saber el porque un fraterno abrazo de coincidencias con la ideología populista contrastada. Bajo éstas condiciones la diversidad de índole conceptual expuesta por la oposición, resulta respecto a aquella consensual mas radicada en seno social, un elemento de contraste del todo irrelevante o mejor inexistente. Es como si a este punto la entera sociedad se encontrase devorada por una única conformación ideológica, aquella dispuesta a responder al común requerimiento y tacita exigencia de continuar a imponer el mantenimiento de las condiciones "di-funcionales" existentes, colocando invariablemente en primer plano la defensa de los derechos de cada sector (a su modo están convencidos de merecer). A este punto la sociedad "degradada" impone con el consenso sus leyes sobre el "di-funcional" propio comportamiento a la política, innegable responsable de haber introducido ideológica-mente el sistema de “conveniencia”.

La política se encuentra así impotente, imposibilitada de actuar ordenamientos

contrarios a todo aquello de siempre predicado, sostenido con fuerza y determinación.

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La conducción política abrazando y dejándose llevar por las ideas “populistas”, ha perdido además de su prestigio la brújula y en un alto porcentaje el mando de su determinante actividad.

Si la finalidad de gobernar es la de guiar con autoridad, tomando distancias de las incidencias ideológicas y sociales para poder dar ciertas, validas y responsables lineas de referencia; a este punto dada la transposición operada (la sociedad gobierna la política y esta acepta ser gobernada), la función de conducción integralmente considerada según su identidad y valores es de considerar acéfala. Es posible afirmar en ausencia de una conducción política libre de condicionamientos y contaminaciones complementarias (conformando un juego de palabras):

Ideologías políticas “di-funcionales” “degradaron” consecuentemente la sociedad, quien a su vez imbuida de la condición adquirida obliga a la política a no actuar de otra forma, no soportando alternativas a ese habitual modo de comportamiento general.

El serio "degrado" conjugado relacionando e influenciando “política y sociedad” cierra en un hermético circulo su acción, negando razonables posibilidades de poner en practica trascendentes intenciones de cambio. Por otra parte dominados por las "degradantes" circunstancias (circundan y aúnan política y sociedad), no será tarea simple tratar de esclarecer, informar y formar acerca de la “identificación de las causas” destinadas a encuadrar y definir la naturaleza del anómalo proceso.

Resulta penoso afirmar la total imposibilidad de parte de la política convencional,

entendiendo como tal aquella surgida de la representación y el consenso social, reunir las justas condiciones para afrontar

un serio y trascendente proceso de "reconstrucción". Política convencional no particularmente preparada e intencionada al ”cambio” así como desautorizada y maniatada por la sociedad. Sociedad obligada a hurgar dolorosamente y sin piedad en torno a sus responsabilidades hasta reconocerlas, si intencionada a asumir la justa posición de único imprescindible vehículo indispensable a la ansiada “reconstrucción”. La sociedad cuenta en manera determinante en un proceso de “reconstrucción” siempre y cuando se presente con total convicción a sufrir un profundo re-dimensionamiento de sus posiciones comporta-mentales. La activa disponibilidad significa estar de acuerdo o aceptar la necesidad de un trascendente cambio de transformación al interno de todos sus sectores. Hecho que implica interesarse en conocer, informarse y formarse acerca de las reales “causas” del "degrado".y de las pertinentes soluciones consecuentes.

Ejercer y configurar “política” no significa sistemáticamente "degrado". Es la calidad de los elementos en juego

desde las ideologías al entero propio cuerpo

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del sector representativo y campo social en todos los planos, quienes deciden el nivel

de eficiencia o in-eficiencia presente a cumplir con la delicada función de competencia.

Las ideologías vigentes y sus derivados interviniendo directamente en la conformación de representación, arrastran un pasado pleno de desaciertos consecuentes a formas programáticas de definir de tan presuntuosos como imaginarios propósitos. Se proponen carentes de la calificada rigurosidad y humilde responsabilidad de considerar aspectos fundamentales a caracterizar un proyecto político. El acceso a la política de personajes llegados sin haberse asumido el esfuerzo y la responsabilidad de prepararse para cumplir con eficiencia esa específica y delicada función (aún cuando de considerar elementos honestos y de consenso), constituye un limitan-te hecho y los revela insuficientes a desempeñar una actividad pública representativa. Con el mismo rigor es preciso encuadrar a la ideologías políticas siempre y todas concebidas con las mejores intenciones, de dotar al entero cuerpo social de las más altas y justas propuestas de vida, pero pocas veces reúnen las condiciones necesarias a realizar solo la mitad de aquello prefijado.

Resulta al límite de una "patriótica responsabilidad política"

no tanto el acto de concebir una ideología como el analizar

con extrema posición auto-crítica, las consecuencia provocadas por su aplicación en el campo de la forma de vida de sociedad.

El contexto en mutua- influencia “Política-sociedad - Sociedad-política” promueve e incrementa mutuamente y en general la condición de “degrado”, proyectando el todo hacia lo ingobernable y constituyendo un peligroso mecanismo (ambas partes resultan responsables).

Esta grave situación es consecuencia: - de un sector político no dispuesto a conformarse según formaciones cuyas

ideologías respondan a una elaboración seria, rigurosa, minuciosa y equilibrada respecto a su propia estructura, así como de responsables auto-críticas sobre las posibles consecuencias y repercusiones de su acción sobre el cuerpo social, exhibiendo plena conciencia de la determinante importancia de preservar la unidad y compacta integración de la colectividad.

- de una sociedad con escasa o confusa educación cívica, no calificada convenientemente en identificar formas ideológicas para tomar distancia de los latentes peligros de los beneméritos modelos “populistas”, cuyo apoyo incondicional se agrava con una irracional fidelidad similar a aquella profesada a los dogmas religiosos. La sociedad en ningún momento supo identificarse con políticos de raza. Han pasado desapercibidos o ignorados a una mayoría sistemáticamente desinteresada, personajes ejemplares y altamente capacitados, así como sus importantes al cuanto pocos espectaculares proyectos políticos.

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La mayor parte de la sociedad ha siempre manifestado la tendencia de buscar en quien fuera en grado de encandilar-la con magnificas fábulas el prototipo de conducción, demostrando una incontrolada predisposición a la magia. Encontró la forma más adecuada de ofrendarse involucrándose en concepciones ideológicas plena de fantásticas metas, rodeadas de grandilocuentes proyectos (cuanto mas ambiciosos tanto mas enfervorizaban el apoyo a la causa). En este caso el cuerpo social juega un importante papel en el incremento de su propio "degrado" con su deficiente comportamiento político. Decididamente propensa a dar crédito a formas ideológicas dotadas de efectos milagrosos para solucionar las serias problemáticas, desinteresada o en franca oposición respecto a proyectos reactivos a la habitual "di-funcional" forma de vida, desechando la instauración de cambios trascendentes si se siente involucrada en el proceso en primera persona.

Si en la política confluyen (entre otras cualidades) la seriedad, la honestidad, la austeridad y la respetabilidad para cumplir con eficiencia su función; la colectividad en general es imprescindible se dote de una cultura, imprescindible a permitirle reconocer el verdadero valor de las ideologías, así como saber establecer el nivel de preparación y aquel humano de quien elegirá como representante institucional. En un supuesto camino de "transformación" de índole convencional, improbable y pleno de interrogantes y con respuestas plagadas de dudas (no reúne las condiciones necesarias para garantizar y asegurar el resultado impuesto por la envergadura de la empresa); la “justa política” es el instrumento mas indicado a afrontar la problemática y encargarse directamente de conducir las acciones.

Para llegar a ese “justo nivel” la política convencional

es imprescindible inicie por ”transformar" su entera conformación en todos sus planos

ya ideológicos, ya de formaciones o partidos, ya representativas.

Para superar el invaden-te y consolidado propio "degrado" es necesario se someta a un nuevo radical ordenamiento de re-estructuración. Por otra parte resultará inútil todo tentativo de "transformación" del sector, si no se pone en práctica un eficiente modelo decidido a incidir sobre todos los planos de su estructura, y suplante conceptual e integralmente los mecanismos vigentes. Tarea de afrontar con notables, extremas dificultades, porque el sector político como otros componentes sociales se presenta oxidado por una larga inmovilidad, con los engranajes estática-mente encastrados firmemente unos en los otros de largo tiempo. El sólido bloqueo es difícil de re-acondicionar en su regular funcionamiento. Ya de demasiado tiempo no se presenta capaz de responder a exigencias dinámicas dejadas de practicar.

Es difícil pensar cuanto de la vieja máquina “política” cubierta de densas telarañas, paralizada de largo tiempo,

surja un vital hálito de renovación convirtiéndola improvisamente en una moderna entidad

de evolucionado crecimiento ideológico.

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Esperar esto ocurra es colocarse a la altura de los "mágicos deseos di-funcionales" tan idealmente esplendidos como irrealizables. Las deformaciones acentuando con el tiempo el estado de "degrado" del sector político no le otorgan ni las condiciones ni la autoridad suficiente para afrontar con éxito, primero su propia "transformación", segundo aquella y aun mas compleja destinada a ser actuada sobre el entero sistema social. La política así como se ha conformado dispone de escaso espacio de movimiento. No le será fácil afrontar con decisión un profundo análisis auto-crítico re-conducible a retractarse y declarar con plena convicción, la "mea culpa" en el empleo de proyectos ideológicos fracasados (inicio de auto proceso de “transformación”).

Sin el acto de definir de límpido “patriotismo auto-crítico”, la política y sus ideologías

no se liberarán de fervorosos dogmas de cuya “causa” se ha sentido siempre servidora, y en grado de condicionarla, acosarla y oprimirla

al punto de estrangularla tan lenta como inexorablemente.

Las componentes dogmáticas de índole religiosa han trastornado la política haciéndola respetuosa de una obsecuente fidelidad, obligándose a mantener una irracional discriminación de conveniencia de los hechos, en modo de continuar a aplicar preceptos identificados con las ideologías.

Una enorme "di-funcionalidad" en un campo como el político, necesitado del devenir ideológico a la base de la evolución de las formas de concebir los ordenamientos, destinados a regir la siempre “cambiante” forma de vida de la sociedad. Para seguir la dinámica de los procesos evolutivos es preciso cometer la infidelidad de cambiar ideas consideradas infalibles (podían serlo en un determinado momento), pero perdiendo actualidad también lo hace su eficiencia y por ello o son radicalmente re-actualizadas o directamente desechadas. Si la política para poder usufructuar de la connivencia consensual con la sociedad, se ha hecho eco participando activamente y aprobando la lealtad religiosa de la colectividad hacia ideologías llevándola a endiosarlas, todo intento de hacerse de parte se halla bloqueado, porque improcedente no responder al consecuente y estimulado acto de fidelidad al dogma. Esto evidentemente limita enormemente sus posibilidades de implementar "cambios trascendentes'', e impide a la política de actuar todo aquello factible de demostrarse un acto infiel al sagrado dogma ideológico.

El milagro de la conversión política (de "degradada" en virtuosa)

con sus mismos componentes, es como creer en la posibilidad de cuanto el demonio en un acto de arrepentimiento confiese sus pecados,

y comience a rezar con toda convicción

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para convertirse en un ángel (esperando esta provocación sea desmentida de los hechos).

La escasa convicción de un proceso de "transformación" sostenido por la política convencional, se afirma en uno de los tantos hechos dispuestos a definir su prolongado transitar en el degrado". El caso esta representado por la obscura, ignorada y hasta en algunos casos indigna fin, acaecido a respetables e idóneo personajes políticos, altamente capacitados precipitados en la ignominia en el intento de dar un límpido aporte al sector. No pocos de ellos o no han sido descubiertos en sus cualidades o han sido triturados o devorados por el sistema. Forman parte de un material humano desaprovechado y de cuyo contribución la política se ha visto privada ilógica-mente por una "di-funcional" conformación del sector y del contexto social (lo acompaña con su consenso). Si la política convencional es un instrumento indispensable a una sociedad civil y regularmente desarrollada en un ámbito realmente democrático, es de prescindir de ella cuando conjugada con la entera sociedad, se ha proyectado en el camino de la "di-funcionalidad y el degrado" sin siquiera alguna testimonian-za de reprobación.

La política en "degrado" hace fácil uso de la demagogia o mas claro un engaño utilizado

para convencer y exacerbar en sus creencias a quienes desean ser engañados.

Cuando la “demagogia” resulta un arma bien aceptada y frecuentemente practicada constituye un habitual instrumento de convicción. Finalmente todos, políticos y sociedad terminan por cree seriamente en la “conveniencia” de certezas "di-funcionales". La digna organización de vida, el orgullo de la identidad y la conservación de la real independencia, es el tesoro de salvaguardar mas relevante de una sociedad y la política es custodia de esas cualidades. La política "degradada" no hesitará utilizando maniobras "di-funcionales" a poner en juego esas tan preciadas cualidades lógicamente en nombre de “buenas intenciones”. Un grave impedimento seriamente condicionante del honesto comportamiento político, propio de las “ideologías populistas” y de ese tipo de conformación del entero sector, es la imposibilidad de cumplir con la difícil obligación de explicitar con claridad las irrefutables realidades existentes. No es de definir como honestidad política descargar profundas distorsiones o resquebrajamientos organizativos crónicos (fundadores del "degrado") en predecesores culpables de males circunstanciales del momento (fracaso de las recetas). Tampoco lo es en una clásica actitud "di-funcional" de “conveniencia” afirmar superficial-izando “todo se va a solucionar en poco tiempo y con nuevas ideas”. No es menos negligente exponer "ciertas realidades”, sin tomar esta actitud como un necesario punto de referencia a insistir para obtener consecuentes efectos educativos. Si la política no es la única responsable del "degrado" general, su constante deslizarse por los planos inclinados de la "di-funcionalidad" en búsqueda de enmascarar y cubrir el indigno déficit improductivo o el permanente acrecentarse de la deuda, en un continuo

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moverse en la tormenta cambiando orientación; dejan clara constancia de cuanto también ella como tanto otros sectores se encuentra en un "degrado" avanzado.

Respecto a las componentes ideológicas, la política se presenta configurada por formaciones

dispuestas según un cuadro símil a un grupo de marionetas, aparentemente distintas pero intrínsecamente iguales

diferenciándose solo en superficie (en relación con la vestimenta endosada).

Cuando la ausencia de preparación, la incapacidad en el desempeño de la específica función o el obcecado empecinamiento, dominan el nutrido y diversificado campo de representantes de la colectividad, el "degrado" político - social es un hecho consecuente y descontado. La presente y ya de larga data debacle política no es posible en algún modo atribuirse arbitrariamente a formas de procedimientos más o menos recientes.

En realidad es la consecuencia de decenios de dominio de formas ideológicas y de contextos sociales, movilizados en torno a concepciones de escaso nivel en su calidad argumental (serios principios de organización social). Los modelos ideológicos ubicados como guía de la sociedad son destinados y preocupados a mantener la hegemonía y perpetrarse en el poder, no responden a una tendencia definida, se acomodan en “di-función" según una disponibilidad a los acuerdos de “conveniencia”; moral de la fabula terminan por dejar los problemas no resueltos y en agravamiento con consecuencias desbastan-tes para el equilibrio funcional social.

Los modelos ideológicos “maniobra-bles” compaginados para sostener todo y el contrario de todo,

se relacionan perfectamente con los mecanismos de “conveniencia”

estimulando el incontrolable crecimiento de las "di-funciones".

Los “modelos maniobra-bles” se presentan dotados de gran ductilidad es decir basados en premisas tan ambiguas de poder ser substituidas cuando se han demostrado fracasos, por otras conceptual-mente opuestas, sin necesidad de sentirse obligadas a reconocer haber cometido error alguno. La composición permite dar poca importancia al fracaso y menos aún a las consecuencias provocadas por la “premisa causal”, de la misma o de aquella reemplazante en tanto de unas y la otra se desconocen los efectos. Las ideologías populistas o símiles presentan características múltiples e indefinidas al punto de concederles un amplio margen de movimientos (evitan compromisos y responsabilidades de envergadura). Una especie de "va donde te lleva el viento", así cuando "el viento cambia bruscamente de dirección" (crisis) el sistema se adecua, poniendo en práctica una "receta" dotada de maniobras destinadas a retomar la nueva dirección del viento, no importa a donde este conduzca. De la misma manera la sociedad resulta trajinada políticamente como una hoja al viento.

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A disposición de las distintas direcciones posible es impulsada sin una orientación definida, tanto como para mantenerse en suspensión. En estas precarias condiciones de in-certezas todo depende del viento, y como para la hoja lo mas importante es mantenerse en suspensión aún cuando sea presente una suave brisa, todos sus resortes estratégicos están simplemente dirigidos a subsistir sin caer a tierra. Es consecuencia obvia cuando el viento cesa, la hoja sin capacidad de propia decisión y dependiente del viento, cae a tierra.

La sociedad como una hoja dependiente del viento, no es dispuesta o se desinteresa

de regir independientemente su destino. Así corre el inminente seguro riesgo de terminar a tierra

y con grandes posibilidades de ser pisoteada. El entero sector político y la sociedad fiel sostenedora de sus distorsionadas ideologías, es preciso tomen conciencia del limite extremo alcanzado por el "degrado", no ya lejano de llevar al caos, a la desintegración y al imperio de la barbarie. Ello es una lógica conclusión a un tan prolongado acumulo de desaciertos, deformaciones y malformaciones político sociales. Los fenómenos obscuros en continua agregación sumándose han adquirido una magnitud a pocos pasos de resultar incontrolable, en la esperanza de no llegar nunca el momento de también ser incapaces de responder al empleo de "di-funcionales" mecanismos. El general cuadro político con sus ideologías y representantes y la sociedad siempre dispuesta a dar un consenso "fácil”, han contraído una cuantiosa deuda respecto a un riguroso privilegiado apartado donde prevalen las razones lógicas (sin ser la cuenta final ya se esta pagando a caro precio).

Es inútil, inapropiado ademas de inmaduro continuar a girar en torno a mecanismos "di-funcionales”,

encargados de suplantar la desesperación con una esperanza

apoyada en arenas movedizas y por lo tanto condenada a derrumbarse. La política (con sus novelescas, mediocres ideologías y representantes) y la sociedad (siempre pronta a seguir caminos de "conveniencia" y a desechar aquellos responsables), es preciso tomen conciencia de la necesidad de esclarecer y eliminar las “causas” de fondo de tan deplorable condición de "degrado" alcanzado. La política y la sociedad es imprescindible se presenten con una abierta disponibilidad a reconstruirse, a partir de una mutua conformación totalmente distinta, tan diversa de considerar la primer acción útil liberadora el no reconocer siquiera alguna bondad en aquella plagada de "di-funciones". Las "di-función" creó la pelota o el balón con manija para poder usarlo mas "cómoda y convenientemente". Con el tiempo el balón o la pelota continuó a recibir manijas para cada vez ser mejor dominado.

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A este punto en ausencia del desarrollo lógico de la propia habilidad necesaria a dominar-lo (el balón o la pelota), será al menos necesario aceptar la imposibilidad de continuar a inserir manijas al infinito (está cercano el momento de no haber mas espacio para otras). La "di-función" es como "la viveza criolla", cuando exagerada, chabacana se convierte en una escuálida broma de mal gusto destinada a dar lugar a una mueca de disgusto, no a mover a una sonrisa. En este plano de disgustosa, incontrolada "di-función" han entrado los comportamientos políticos.

Ejemplo de “di-funcional” comportamiento político extremo: Los títulos de estado vendidos al exterior por cuya ausencia de fondos de restitución se ofrece una re-negociación de haberes desfachatada-mente vergonzosa es de calificar como "trufa ideada y ejecutada de imbéciles". “Trufa”

porque así se define esa forma de operar (pagos no respetados) "Ideada y ejecutas de imbéciles"

porque por “determinante para la subsistencia momentánea de la sociedad”, ello no compensa mínima-mente el enorme desprestigio ocasionado.

En todo caso el hecho resulta un muy eficiente ejemplo práctico de la amplitud de los mecanismos “di-funcionales”, porque no son los visibles culpables de turno (los encargados de declarar la cesión de pagos de los bonos externos por "defaut") los directos y únicos responsables. Es el de-curso del proyecto previo destinado a crear una situación claramente encuadrada en aparentes inocentes contornos “di-funcionales” con la intención de hacer factible una fantástica idea para salvarse, no cambiando nada en el desenvolvimiento del ámbito interno. Hecho de considerar desde cualquier lógico punto de vista perteneciente a un acto de “delincuencia su-real”. El proyecto en toda su entidad "di-funcional" se origina en la necesidad de taponar y controlar la gran inflación precedente o quizás cuantos otros escondidos y no resueltos problemas entre los mil existentes, provocan-tes del sideral endeudamiento. “Hiperinflación” proveniente de una interminable cadena de “di-funciones” hilvanadas en el tiempo, con un acumulo tal de dar lugar al “degrado” e incrementarlo con facilidad, fruto de continuas irresponsabilidades perdidas en las sin razones del reino populista.

2.) El “degrado” productivo y la ausencia de un sector empresarial dinámico. Una particular mención diferenciada la merece el grupo medio-bajo de empresarios menos privilegiados, obligados en muchas circunstancias a luchar en manera encomia-ble para subsistir en un medio hostil, aceptable cuando forma parte de las justas reglas de juego productivo pero constituyendo un obstáculo insalvable si es necesario navegar en las turbulentas aguas de una sociedad dominada de "di-funciones corporativas".

Existe en cambio una clase “empresaria poderosa” con tendencia a la inmovilidad

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o al menos a implementar una producción de magnitud regulada o mejor controlada.

Este tipo de empresaria-do desde el fortificado balcón de una consolidada e inatacable posición

regula sus movimientos según la "conveniencia" del caso.

En estas circunstancias la "conveniencia” prevalece sobre el espíritu de "incentivo productivo progresivo" propio de las actividades destinadas a generar riquezas reales. El modelo de “conveniencia” configurado ofrece una forma de acción de características renunciatarias, de espíritu opuesto a aquella interesada a inducir crecimiento y desarrollo. La posición medida y limitada en su movimientos y sin arriesgarse en peligrosas ostentaciones, permiten mantenerse al margen de las miras del modelo “populista de masa”, atenuadas en sus efervescentes arengas de otros tiempos no constituyendo a este punto ningún peligro. De parte suya los empresarios agrícolas ganaderos gozan del prestigioso salvoconducto de acreditarlos justamente como eternos sostenedores de una dislocada sociedad, que en realidad ellos mismos han contribuido en buen modo a conformar de esa manera.

De cualquier forma las poderosas empresas “campesinas” han establecido un justo distanciamiento del resto de la sociedad.

Éste sector supone sea el mejor método para evitar las eventuales complicaciones surgidas del verse involucrado

(seguramente se harán presentes) en convulsas danzas folclóricas y populistas de desconocido final.

En un campo generalizado (incorpora al entero cuerpo) el espíritu empresarial dotado de un dinámico estimulo productivo motivan-te a crear una atmósfera de alentar siempre nuevas iniciativas en relación con una mayor cantidad, calidad o diversificación de los artículos, es reemplazada de una atenta, controlada pasividad, proyectada a mantener las condiciones dadas. Esta actitud de precaución por un lado es plenamente justificada por la inestabilidad del medio, por otro extremamente limitan-te al punto de poner fuera de juego la existencia de un centro motor de expansión destinado a incrementar el crecimiento de riquezas. Si bien esta "di-funcional" inercia productiva es de considerar un acto de cautela respecto a las complejas e imprevisibles condiciones generales (mueven a la prudencia), también es indice de una clara indolencia y una indiferente toma de distancia de los acontecimientos.

La extraña situación coloca al empresario potente en cuanto a su relación con la sociedad

en la posición de “divorciados habitando en la misma casa”. Este distanciamiento originado en una serie de factores justamente aceptables, no se establece en cambio respecto al utilizo de “conveniencia”. Caído el proteccionismo (liberación del mercado) el sector empresarial se desinteresó de prepararse y formarse a un nuevo tipo de comportamiento, no ofreciendo ningún tipo de batalla para abordar nuevas propias posiciones.

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Si una sociedad es crónica-mente deficitaria (consume y expende más de lo producido) resulta evidente la presencia de un alto nivel de anómala des-organización social, pero también es un claro síntoma improductivo. Esto en buena parte recae en la incapacidad empresarial a dar lugar a una adecuada dinámica en la creación y funcionamiento de las actividades. Es la componente de dirigentes de las mayores empresas la encargada de promover y estimular el desarrollo en continuidad, de iniciativas capaces del reavivar e incrementar el campo productivo.

El permanente caos económico hace posible dar válidas explicaciones de ciertas posiciones empresariales,

pero resultan justificaciones "di-funcionales" aquellas destinadas a disimular

la inercia, la pasividad, la ausencia de una dinámica de cambio necesaria a afrontar el imprescindible tipo de nuevo desarrollo.

El empresaria-do tampoco puede considerarse destinatario de particulares inmerecidos castigos, porque también él usufructuó “di-funciones de conveniencia” tal como le fueron concedidas o jugo por propia cuenta. La función de una empresa de relieve aun cuando la sociedad se debata con grandes dificultades, es tratar de erigirse en el punto de referencia (la otra cara de la moneda), opuesto a la inmovilidad, al atraso o a la resignación, a no dejarse estar buscando la posibilidad de crecer. En modo "di-funcional" el empresario consolidado se adapta a seguir el paso de los acontecimientos, al punto de preocuparse central-mente de mantener su condición, desinteresándose por completo de caer o no en formas operativas "degradadas" de aplicar si se hacen necesarias (con el tiempo procuran condiciones improductivas). Es fácilmente comprensible la imposibilidad de requerir a esta posición empresarial de comportamiento ultra-defensivo un constante mejoramiento y actualización tecnológica, ampliación de la gama de artículos producidos, permanente contacto con las cambiantes variables de mercado; ello directamente no esta en sus planes.

El empresario de relieve asegurada sus funciones en la consolidada inmovilidad,

también él en medio del caos y la vorágine "proteccionista-corporativa", se ha conformado, estructurado y operado en manera "di-funcional", utilizando estos mecanismos crediticios en beneficio de su actividad.

En las condiciones de obligado desenvolvimiento irregular las empresas se han habituado a obtener "di-funcionales" ventajas, y por ello es probable se presente la real dificultad para estas entidades a contribuir en tales condiciones a un real proceso de "transformación". Las observaciones precedentes constituyen un modo de constatar cuanto los ámbitos sociales, aún aquel perteneciente al sector empresarial, no es exceptuado de intervenir en generar el proceso de "degrado" (aunque también lo ve afectado). Ningún sector social puede declararse exento de ser promotor y al mismo tiempo afecto del proceso de "degrado", porque de una u otra manera la estrecha relación entre las

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distintas áreas y la cronicidad y extensión del fenómeno, hace imposible a alguna parte declararse incólume o no responsable. Vistas las condiciones de" degrado" generalizado es de descartar cualquier intento empresarial conciliatorio. Pese a los numerosos y justificados atenuantes de adjudicar al sector; no resultan suficiente a evitar hacer recaer sobre el mismo una buena dosis de responsabilidad en la negativa improductiva condición general. Ante la prolongada presencia temporal de "di-funciones" y del consecuente “degrado” corporativo de protección (se desenvolvían las actividades productivas involucrando todos los sectores componentes), es del todo improbable o mas bien imposible alguno de ellos (el empresarial) no presentase síntomas de profunda distorsión en su forma de comportamiento.

Es también lógico reconocer cuanto la conducta empresarial en "di-función”

se “degradase" como medio de asegurar la propia subsistencia, adaptándose de “conveniencia” voluntaria o involuntariamente

a un ámbito regido por ese tipo generalizado de comportamiento.

Lo mas importante respecto al presente es la real condición actual del sector empresarial, dado el fundamental significado de esta componente social en el ámbito de la conformación del destino de la forma de vida de la sociedad.

La respuesta a las condiciones reales del empresaria-do después del proceso de "degrado” queda circunscripta a la evaluación del interrogante planteado por: “cuanto resta de la genuina conformación estructural empresarial después de haber sido distorsionada del “proteccionismo” y las consecuentes adaptaciones de “conveniencia” al mismo”. La silenciosa y progresiva tarea del "degrado" en perseverante acción, asume en estas circunstancias y en el importante sector empresarial, una minuciosa capacidad de descomponer los múltiples y complejos aspectos característicos de la actividad de dirigente, cuya extensión y magnitud en ese campo operativo es de establecer.

Cuanto haya sido desbastado por el “degrado" el nivel de eficiencia empresarial y cuanto hayan quedado intactas las cualidades es todo de comprobar. La importante posición del sector empresarial en al ámbito funcional de la sociedad, pone de resalto la relevante tarea de implementar delicados método destinados a erradicar las "di-funciones", como forma de comportamiento de dirigentes en el medio productivo. Esta acción dependerá también de la capacidad de análisis introspectivo a partir del reconocimiento “empresarial” de sus limitaciones y falencias en el ejercicio de sus especificas funciones. Solo tomado como punto de referencia una reflexiva auto-critica constructiva, será posible reencontrarse con un ambiente dirigente eficiente, capaz de darse una formación mental y espiritual actualizada propensa a afrontar con pleno dominio de los medios, los difíciles desafíos de un volcánico presente.

Respecto a la posible prevención de la gravedad del "degrado" del cuerpo empresarial,

es de definir

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según la proyección de resultados productivos, como profundamente arraigado y extendido,

involucrando bajo diversos aspectos al nódulo dirigente en su forma conceptual y operativa.

La mayores limitaciones surgen de una no preparación en la gestión de los mecanismos productivos, en relación a aquellos empleados en el campo de la libre empresa y del necesario contacto con la concurrencia internacional. A este punto de las comunicaciones globalizan-tes, la indispensable capacidad de desplazamiento dentro de los parámetros de funcionamiento internacionales (incumben en todos los medios productivos), obligan a moverse al campo de dirigentes con un nivel de eficiencia resultado de una preparación dinámico-profesional, suficientes a responder con tempestividad y flexibilidad a las permanentes nueva exigencias del sistema. Mecanismos complejos con grandes espacios libres a ser sometidos a las variables de las continuas nuevas iniciativas, pasadas a formar parte directa y activa de la “empresa” tal como lo reclama el hecho productivo propiamente dicho. Es de considerar al cuerpo empresarial “proveniente del pasado” (en particular aquel destinado a generar bienes materiales de consumo), conceptual-mente distorsionado. Apoyado en el "di-funcional" proyecto proteccionista, se ha conformado con los defectos de un niño viciado portado a satisfacer sus propios intereses y no a constituir un serio, respetable y realmente eficiente grupo de comando. El proteccionismo hace a las “empresas” tan vulnerables como el pez lo es fuera del agua.

Del "di-funcional” proteccionismo productivo, se configuró un cuerpo empresarial distorsionado

destinado a conducir al entero sistema al "degrado". Un "degrado" propio

muy bien acompañado y coadyuvado de otros sectores creando una nefasta cadena relacionada o mejor perfectamente mancomunada.

Los “empresarios” humildemente es justo acudan a una real actual escuela formativa para el caso, si entienden rendirse realmente productivos y prestar su importante, eficiente contribución a toda la sociedad. El aprendizaje los ubicará a la altura de sus nutridas gamas de responsabilidades (propias del hecho de dirigir) es decir en condiciones de realizar sus funciones con justa eficiencia, honestidad y dedicación, para constituirse en un sector fundamental merecedor del más alto respeto de la colectividad.

En fin la “empresa poderosa” es necesario introduzca la otra faz positiva de la moneda, opuesta a aquella negativa ofrecida por el recuerdo de un empresaria-do estimulado con prestamos del estado a crecer (en el propósito de inducir a renovar maquinarias y medios productivos), convertidos en dineros utilizados de mil modos menos en aquel indicado para mejorar y modernizar el nivel tecnológico de las propias actividades.

CAPITULO 9.

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Efectos concomitantes destinados a incrementar el “degrado”.

1.) Los medios de comunicación y entretenimiento como factores coadyuvantes de distorsión.

El frenético dinamismo de las fuentes de comunicación y entretenimiento actuando con singular vivacidad y siempre renovado ímpetu sobre el medio social, constituye un espejismo en notable contraste con la crónica, pasiva y perseverante improductiva real condición ofrecida por la colectividad.

Los nutridos medios de comunicación-información ponen de manifiesto

con sus fluidas y competentes organizaciones, la tempestividad necesaria para mantener

permanentemente actualizadas las noticias de hacer llegar a la sociedad.

También en el campo de los entretenimientos audio-visuales, es posible establecer un espectro de empresas, finalizadas a ofrecer una amplía gama de calificar como de exterminadas fuentes internacionales de espectáculos de todo tipo. Toda esta completa y eficiente estructura productora de información y entretenimiento estableciendo contacto a partir de una eficiente distribución en el entero contexto social, abre las puertas a una mayor y continua actualización en el campo del conocimiento de advenimientos o noticias, así como permite el acceso virtual a un amplio e infinito panorama de formas de esparcimiento. Por otro lado la ininterrumpida continuidad de estos servicios, genera una dependencia tan posesiva de condicionar diversos aspectos de la forma de vida influenciando el contexto anímico. Las circunstancias o acontecimientos transmitidos y recibidos ajenos a la propia existencia, crean un estado de distanciada virtualidad al punto de considerar las problemáticas propias y reales, una parte de desechar pese a ser obligados a convivir con ellas.

La información y el entretenimiento adquiriendo una posición dominante en el ámbito de la forma de vida

de una sociedad en "degrado" se convierten en el distendido refugio de tensiones y malhumores,

induciendo a recurrir con frecuencia y continuidad a la utilización masiva de estos medios de evasión.

Así los servicios informativos y de entretenimiento con vigencia 24 horas sobre 24, crean hábito a una forma de aturdirse proyectando a pensar con propias elaboradas ideas en manera esporádica. En una sociedad con una normal funcionalidad la información y el entretenimiento ocupan un lugar complementario o al menos así debería ser.

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En una colectividad en "degrado" convertidos en elementos de participación determinante de la forma de vida, se revelan sin proponerse instrumentos generadores de un estado de continuo, rítmico y acelerado lavado de cerebro. Condiciona también a no disponer del tiempo suficiente para ejercitarse en la elaboración de propios razonamientos (no condicionados) relacionados con si mismo, el en torno personal o los problemas de la sociedad. En efecto el conocimiento en rápida sucesión de los innumerables hechos y problemas surgidos en el ámbito terrestre a cada momento, desde los más banales a los más complejos, no dejan tiempo a pensar o al menos resulta insuficiente al necesario ejercicio de ese tipo de capacitación. Ejercicio-necesario a compaginar y consolidar una lógica razón para afrontar las diversas propias problemáticas de vida.

En las dominantes condiciones de intervención sobre la forma de vida de la “información y el entretenimiento”,

es de considerar una consecuencia lógica la presencia de un modo de pensar

influenciada por todo tipo de noticias recibidas (afluyen numerosas y constantemente del entero globo terrestre).

Los servicios de “información y entretenimiento” se convierten en invaden-te instrumento proyectado a esconder, in-activar, disminuir, magnificar, enmascarar hechos adornados de contradictorias opiniones. Tal pan-demonio termina por distorsionar los comunes mecanismos destinados a conducir a una precisa equilibrada toma de conciencia de advenimientos o circunstancias del propio medio o de índole general. El rumoroso espectáculo montado por la “información y el entretenimiento” en frenética e ininterrumpida continuidad actúan como un hipnótico. Si por un lado crea un estado de distensión, por el otro genera un modelo conducente a abstraerse de la realidad. Su perseverante acción de penetración condiciona e influencia comportamientos y forma de pensar, esterilizando o reduciendo el “supuesto nivel formativo” de estos medios. El normal ejercicio de analizar, interpretar, evaluar y finalmente emitir las propias razones después de haber llegado a construir una cierta composición de lugar, es un proceso interceptado por emociones y sensaciones paralelas de otra índole, distrayendo la atención y llevando a conclusiones en general apresuradas y por ello distorsionadas. La determinante intromisión de los medios de “información y entretenimiento” (parece generar una especie de enajenación) alternado y mezclando fantasía y realidad, provoca una confusa transposición de valores y una interpretación superficial del contenido de las informaciones, de las aventuras seriales y por correlación aquellas concretas propiamente dichas.

La acción conjugada “información entretenimiento” conforman una manera de pensar poco proclive

a ejercitarse en el reflexivo campo de la coherencia,

o de dilucidar con razones lógicas bien definidas la dimensión de las distintas problemáticas

y de los múltiples aspectos puestos en juego en el análisis de las mismas.

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El conflicto entre los factores en juego crea una condición de cándida des-ubicación, con la capacidad de convertir (retornando al ámbito ideológico social “di-funcional”) un estado de bancarrota real, en un limitado hecho virtual. El acto se vive como un film ya finalizado destinado a desvanecerse, sin dejar rastros ante la sucesiva presencia de otro acontecimiento. La condición de enajenación por exceso de información, demuestra la dificultad de afrontar un proceso de toma de conciencia social sobre la entera problemática existente (por presencia de un factor externo actuante como encubridor por confusión).

De este panorama de ficción-realidad se desprende una sociedad dispuesta a percibir

la condición de "bancarrota declarada", tomando una "di-funcional" distancia de “conveniencia”

en modo de amortizar la gravedad del evento. El hecho de la “bancarrota” se propone como un desagradable film. La colectividad ha asistido al mismo como espectador, la proyección la ha conmovido pero llegado a la palabra fin todo concluye en ese momento. El espectador como tal se separa de todo el contexto del film y a partir de ese momento ya no tiene, pierde contacto con el mismo (tal como ocurre con la bancarrota). Una abstracción justa en conclusión de un film, del todo incorrecta y desubicada cuando se trata de un hecho real. Resulta una seria "di-función" relativizar la realidad hasta llevarla a confundir con la virtual ficción de un film. Ello hace difícil atribuir a los hechos su verdadera magnitud e importancia. Esta situación crea una condición de “inconsciente negligencia” esfumando y ocultando los netos contornos de la realidad. Atenuando sus repercusiones o haciéndolos pasajeros disminuye en buena medida la verdadera importancia a los acontecimientos. El nutrido y diferenciado aparato de información y entretenimiento ocupando un predominante espacio en la vida de la sociedad, en lugar de constituir un justo complemento es en la mayor parte de los casos al centro atención y por ello de condicionamiento.

La masiva incorporación ya de diversas décadas de los mas variados y nutridos medios de “información y entretenimiento”,

han participado a saturar todos los espacios del tiempo libre

y aún a invadir de alguna manera aquellos laborales. Efectivamente en cierto modo han coadyuvado

a generar un despreocupado “degrado” de la forma de pensar.

En una sociedad predispuesta a la fantasía, a dar lugar al posible sobre la realidad, si bien crea las placenteras condiciones de pensar con cierta convicción: “todas las soluciones (aún de los mas graves problemas) se resuelven con extraordinarias ideas surgidas ocasionalmente”, constituye en su imaginario modo un condimento mas al estimulo del “degrado”.

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El proceso de “conveniencia” proclive a exaltar la fabula hecha posible, desplaza con la virtualidad de imágenes y palabras la importancia esencial y primaria del concreto esfuerzo, del espíritu de sacrificio, del eficiente rendimiento laboral, de la capacidad de “cambio”, sin cuya presencia todo el resto son fugaces fuegos de artificio. La transposición "di-funcional" del posible imaginario con las intransigentes y necesaria reglas rectoras de la realidad, crea un estado de confusión traducido en una forma de inconsciente irresponsabilidad.

A través de tal posición es aceptable y factible desmentir o no considerar la existencia de comportamientos "di-funcionales", o a ignorar una extrema condición de "degrado" al punto de resultar sorprendente-mente del todo desconocida. Un modelo bien definido de irreal atenuación de las problemáticas mas serias, quienes esfuman sus características perdiendo buena parte de su real negativa consistencia.

La dependencia a la difusión “informativa y de entretenimiento” con a disposición un aparato de servicios sumamente desarrollado,

adquiere las características (cuando una sociedad adopta tal sistema a plenos votos),

de un instrumento influencian-te. Componentes

tendientes a desviar o trastocar la propia manera de pensar, respecto a la realidad de hechos y acontecimientos de todo tipo.

Ocupado la mayor parte de los espacios libres por un sistema de “información y entretenimiento” estimulado a proliferar, se cultiva una colectividad insípida, desinteresada de sus propias responsabilidades, inocua, resignada. También una sociedad a la espera de finalizar el turno de trabajo, para ir a casa a embutirse de informaciones o a entretenerse con alguna ficción útil a desentenderse de la propia realidad. Un modo subconsciente de tratar de evitar de tomar un desmoralizan-te contacto con la misma. El común pasivo des-entendimiento o toma de la justa distancia del “medio informativo” corresponde con una sociedad dotada de una cierta lógica funcional, basada en ordenamientos serios y rigurosos, en grado de evitar-le entrar sin apropiadas razones en contacto con aspectos no relacionados con los centrales problemas personales o del propio grupo familiar. Cuando en cambio la colectividad se encuentra a afrontar cruciales problemáticas (comprometen en modo trascendente las condiciones generales referidas a su forma de vida), desviar la atención con fuentes de “información o entretenimiento”, suplantar los hechos reales con aquellos ficticios, tratar de evitar de tomar decisiones sufridas pero necesarias; para finalmente recurrir a la fantasía con el objeto de darle un sentido de “conveniencia”; es un signo extemporáneo de desinterés e incapacidad de justa reacción. La profusa y continua difusión de noticias permanentemente en juego en todos los ángulos de la tierra de las mas diversas índoles o niveles de gravedad, lleva a una "di-funcional” confronto de “aceptación de conveniencia”, respecto a los hechos acaecidos en el propio medio.

La interminable cadena de noticias negativas, conduce a una complaciente tendencia a minimizar

aceptando con tolerante resignación

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todo aquello presente al interno de la propia colectividad.

Una actitud “derivan-te de conveniencia” porque no es atenuando la importancia de los propios problemas desde el punto de vista de su atenuación, que más seriamente se los evalúa y soluciona, en particular cuando la magnitud de los mismos asumen un nivel trascendente. El mecanismo informativo martillando con un constante afluir de “noticias de toda índole”, crea un permanente estado de atención, cubriendo con el rápido ritmo impreso lapsos de tiempo afirmado en abarcar buena parte del día. El intensivo mecanismo es indudablemente una respuesta al indice de aquello requerido de la sociedad, satisfecha con la masa de noticias en las cuales se aturde.

La dependencia mediática no crea serios problemas de comportamiento (de considerar de escaso valor),

pero refuerza notablemente la acción de "inmovilidad de pensar y reflexionar con profundidad

acerca de las propias certezas y convicciones".

En lugar de ser un instrumento de esclarecimiento contribuye a crear una mayor tasa de confusión, dada la diversificación del material ofrecido y la superficialidad de las orientaciones en la interpretación de los argumentos. El tiempo dedicado a adquirir la capacidad de razonar con discernimiento lógico (necesita ser ejercitado con regularidad según personales mecanismos), ha sido casi completamente reemplazado por una apasionante variedad de noticias, así como por los cotidianos y espaciosos medios de “entretenimiento” producidos sin solución de continuidad. Tampoco es posible atribuir un gran valor formativo a las noticias. Emitidas en un ágil y ritmado contexto (espectáculo) provocan rápidas reacciones a los acontecimientos informados, con accidentales momentos de algunos vestigio de razones lógicas. En general las informaciones dadas en inmediata sucesión al momento de ser recibidas resultan des-informativas en cuanto a la justa evaluación de sus contenidos.

Es de considerar de índole complementaria o in-influyente

“la utilidad formativa mediática”, a un medio social

habituado a hacer un exagerado uso (dependencia hacia la información y el entretenimiento así generado).

El proceso de "degrado" presentado por la colectividad en su forma general de pensar y sobre todo de evaluar equilibrada-mente y con certezas argumentales situaciones de fondo de su forma de vida, reconoce profundas y mucho más determinantes raíces causales.

Resulta no obstante en consecuencia agravante a una sociedad en "degrado", la presencia de un servicio de “información y entretenimiento” dotado de condiciones

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motivan-tes la "di- función” de la forma de pensar, actuando a modo de apoyo o acompañamiento a la natural disposición y desarrollo en tal sentido de todo el contexto.

Si a los entes de “información y entretenimiento” no es justo atribuirles responsabilidades directas en el proceso del "degrado" precedente-mente provocado, es imposible negar a tan importantes medios de difusión y contacto con el cuerpo social, haber contribuido y contribuir a consolidar (no intencionalmente) el nivel de tan nefasto fenómeno.

Ante la imponente masa de información y entretenimiento orquestados por las distintas fuentes y en circulación cotidiana, la atención transportada con continuidad de uno a otro argumento y motivos más diversos, produce un claro efecto dispersor sobre problemas al centro obligado de los hechos a tener en bien mayor consideración (importancia de sus repercusiones). Los mas serios problemas terminan en cambio por diluirse y confundirse perdiendo el fundamental valor de su contenido en una interminable maraña de noticias (en el ritmado juego la ultima cancela velozmente la atención suscitada en la precedente). Bajo este aspecto los servicios de información y entretenimiento cumplen al pie de la letra y sin dejar espacios vacíos con el viejo y siempre actual simple dicho romano: "al pueblo es necesario darle pan y circo para que no piense".y en este caso al menos el circo funciona con plena eficiencia. No ha sido difícil al campo de la “comunicación” (fácil tendencia a provocar "dependencia") invadir con una programada y activa organización todo el ámbito a disposición, involucrando en su mayor proporción al entero cuerpo social. Así ha creado en el mismo una resignada porque satisfecha pasiva complicidad a dejar las cosas como están, precisa atmósfera fabricada del "degrado” para seguir imperturbable su dominante camino.

Es de indicar porque presente y activa, la contribución de los servicios de “información y entretenimiento”

(seguramente del todo inadvertida y mucho menos intencionalmente provocada),

a la causa del mantenimiento e incremento indirecto de las condiciones de "degrado".

Del caótico sucederse de acontecimientos planetarios (en su mayoría reprobables) presentados por la información en continuidad, es consecuente sirvan indirectamente a producir confronto comparativo. El confronto facilita la "di-funcional" posición de conveniencia "después de todo las cosas aquí no van tal mal porque observando como va el resto del mundo, en tantas otras partes están aun en peores condiciones". Si bien es fuera de toda discusión la esencial función de las fuentes de “información y entretenimiento” (indudablemente de gran utilidad pública), cuando estos medios asumen tal importancia de gravitar influenciando la forma de vida de una sociedad y en alguna manera acentúan sus características "dí-funcionales", resultan actividades de destacar con un cierto efecto negativo.

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2.) El innatural inserirse de planes económicos en un contexto social en "degrado".

En sociedades conducidas por proyectos político de índole “populista” se coloca a la “economía”

y a los miembros de esa entidad (ocupados en hacer cuadrar los ingobernables balances generales), al centro de todas las responsabilidades aun aquellas no pertinentes.

A la “economía” toca no solo confirmar como es justo la situación existente, asume además por propio peso la total responsabilidad (erróneo), de asegurar las mejores condiciones del desenvolvimiento a la forma de vida. Es bien radicada idea de cuanto las periódicas “crisis” separadas por un tiempo mayor o menor, se consideren momentos de superar con un "plan económico", sistemáticamente expuesto como un salva-vida a la situación creada, dando lugar a una ficticia posición de conveniencia. Es una convicción general considerar las “crisis” el ser provocadas por errores surgidos de la mal encarada utilización de los recursos económicos.

Una clara posición “di-funcional” definida en general conceptual-mente de la siguiente manera:

“La sociedad funciona perfectamente aquello no funcionan-te son la normal conducción en las “crisis” de los programas o Planes económicos".

En lugar de buscar las justas causas y graves motivaciones en la desastrosa "di-función" productiva de la sociedad y establecer un serio ordenamiento general para bien orientarse en las soluciones integrales, se trata de descubrir el artificio de “conveniencia” de algún “ “plan económico” capaz de superar el desorden generalizado. Un engendro dispuesto a seguir una adecuada teoría para mantener in-variadas las condiciones generales vigentes. La total ceguera de la sociedad en el ámbito económico continua obcecada-mente a no dejar de responsabilizar por entero al "ente encargado en cuanto tal”, es decir los mecanismos empleados en desarrollar los “planes de salva-taje” basados en modelos técnicos. De los mismos no emergerán las soluciones a las graves condiciones organizativas en cuyo marisma deambula sin destino fijo el entero aparato productivo. Es la configuración del entero aparato productivo ineficiente atrasado, deficitario e inmovilizado, quien juega el papel preponderante en la inhibición y des-articulación de todo intento de re-ordenamiento económico. Planes de considerar inoperantes y finalmente culpables, pero no los mayores responsables del continuo fracaso de las iniciativas.

Esperar con el inserirse de mágicos “planes económicos” resurgir de las improductivas ruinas,

acumuladas por la sociedad prosiguiendo a enhebrar "degradados" ordenamientos

(aun la conducen), es ir en búsqueda de un imposible.

En consecuencia resulta también errado tratar de encontrar el inexistente culpable en esos medios.

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Si además los “planes” son impulsados a actuar por necesidad y no por convicción, pasan a formar parte de un subterfugio intento de retorno al sentido común. El instrumento se revela extremamente débil para entrar en colisión con las compactas redes “di-funcionales” siempre atentas y dominantes (una vez centrado el enemigo comenzará su lento y desbastan-te proceso de eliminación). Es fundamental al cuanto simple hilvanar las secuencias negativas bajo cuyo signo se han propuesto sistemáticamente los salvadores “planes económicos”, circundados de atentas "di-funciones y degrado". Estos alertas, consistentes, difusos y afianzados dominadores del medio organizativo y comporta-mental del entero cuerpo social, no podrán ser destronados de su enajenante poder sino con decisivos integrales cambios trascendentes de fondo de la forma de vida productiva de la colectividad.

El “plan económico” de turno en el intento de afronta el "degrado" en condiciones de parcial interlocutor del mismo,

será desarticulado hasta rendirse inconexo, inofensivo, vituperado y finalmente utilizado como objeto

sobre quien descargar las responsabilidades del fracaso. Los “planes económicos” para poder cumplir con eficiencia sus finalidades de re-ordenamiento general, es indefectible formen parte de un contexto integrado, con capacidad de intervenir en todos los planos sociales y teniendo en consideración y procediendo sin restricciones ni condicionamientos, a la interrupción y eliminación de las tramas conceptuales y operativas "di-funcionales". Tramas protectoras de la in-eficiencia y la inmovilidad con la fuerza de detener la posibilidad de desarrollar la esclerosada y deficitaria estructura productiva. Resultará totalmente estéril y condenado al fracaso cualquier intento de “plan económico”, si primero no se produce una transformación de reconstrucción cultural del entero ámbito productivo, entendiéndose por tal el completo contexto capaz de incluir todos los tipos de actividades.

Es infundado pensar en alguna tesis económica como único instrumento capaz de cambiar

un determinado deficitario ordenamiento de las actividades productivas. Sin una total reorganización y reconstrucción

del sistema productivo no se presentarán las lógicas posibilidades a un “plan económico”

de prestar una función determinante.

Un “plan económico” estará condenado al fracaso si la sociedad no cambia substancialmente y en la medida adecuada toda la base operativa de su comportamiento productivo.

Es del todo irrefutable cuanto una sociedad con un modelo productivo deficitario, necesite rever prioritaria-mente esa situación para superar su entera posición cultural al respecto (al origen de la situación creada). La pretensión por parte de un “plan económico” de revertir la situación deficitaria de la productividad sin tocar la cultura de base “errada” al origen del fenómeno (continua a

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generarse en tal modo), es una de las tantas absurdas posiciones en el afrontar las problemáticas sociales, sin por supuesto llegar a obtener una concreta y real efectiva solución de las mismas. Las "di-funciones y el degrado" han penetrado tan profundamente en todos los estratos sociales de considerar también los factores "economía" y “formación de una cultura productiva”, estrecha e intrínsecamente relacionados en función de eficiencia; capaces de generar convenientemente tergiversados el resultado opuesto traducido en rotundos deficitarios fracasos.

Antes de cualquier intento o Plan de naturaleza puramente económica es necesario reconstruir las condiciones de la “cultura productiva” de la sociedad. Ello comprende una completa re-interpretación y re-disposición conceptual y operativa en la forma de realización del entero contexto de actividades.

Solo reuniendo esenciales condiciones bases de eficiencia funcional, será factible responder con la justa predisposición y disponibilidad a los efectos de un “proyecto económico”. Cuando la cultura productiva está plagada de "di-funciones" y sumida en el "degrado", no existe “plan económico” operante al externo de un sistema madre así conformado, en grado de cambiar una situación de esa índole. Resulta lógico requerir al “departamento de la economía” se ocupe de establecer, controlar y regular los mecanismos inherentes a su competencia y realizar-los con eficiencia (establecer con precisión los distintos aspectos condicionantes del balance general). Es impensable e injustificado exigir a un “plan económico” genere de por si un cambio trascendente y definitivo en un delicado campo como el productivo, cuando se halla plagado de dominantes "di-funciones" de todo tipo, desde las ideológicas a las operativas férrea-mente arraigadas en todas las actividades y en todos los planos de ejercicio. Es específicamente a este campo de indicar centrar la necesidad de proceder a su total reconstrucción.

Es casi obvio considerar prácticamente imposible la re-composición

de un deficitario “aparato productivo” con exclusivas maniobras económicas. Es como solicitarle a un cartel indicador

solucione todos los problemas del tránsito.

Poco puede hacer un “plan económico ante un “aparato productivo” sometido en todos sus ordenes a un continuo proceso de descomposición cada vez más asediado de complicaciones y deficiencias estructurales. Condiciones de "degrado" acumuladas factibles de ser superadas realmente, sometiendo a sus ordenamientos a una completa reconstrucción de transformación. Un “plan o método económico” adquiere validez ejecutiva cuando componente de un proyecto destinado a transformar el entero sistema productivo en todo su contexto

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integrado, con la estrecha colaboración de todos los sectores en juego, según un proceso dispuesto a concretar una adecuada re-estructuración.

Transformar significa implementar un “nuevo” ordenamiento

de acción generalizada a todos los niveles, contemplando y resolviendo los múltiples aspectos en juego,

paso a paso pero inexorablemente realizando el proceso en toda su completa tesitura.

En un campo menos dominado del “degrado” la aplicación de “recetas parciales” en organizada sucesión crean menor convulsión general, y propuestas con una acción paulatina podría ser mas aceptable como método para poner en marcha reformas (siempre y cuando sea posible contar con la total disponibilidad de los sectores afectados y afectan-tes).

El hecho invalidan-te de tales mecanismos esta dado por la magnitud del “degrado” alcanzado y la segura in-disponibilidad de quienes temen (y son tantos) verse en la necesidad de modificar su linea de conducta. A ese contrastado punto es de considerar cualquier tipo de “reformas” (aun las mas incisivas), del todo insuficientes e incapaces de obtener las finalidades previstas. Las medidas parciales representan un inicuo contenido fácilmente superable del in-contrastado dominio de las estructuras organizadas en “di-función” (practica-mente demostrado en varias ocasiones). El “plan económico” en su intento de re-ordenamiento general forzosamente afrontará los sistemas en "di-función" tratando de corregir sus nefastas consecuencias. Sistemas capaces de ejercer un dominante dominio en el campo práctico y no entendiendo renunciar a la privilegiada posición adquirida, apenas agredidos responderán sin piedad con su subrepticia desbastan-te artillería pesada, desmantelando con ostensible superioridad de fuerza aquella pequeña y parcial puesta en acción por la "receta" económica para entablar el combate.

El fenómeno de "acción y reacción" entre cualquier “plan económico”

por fuerza en búsqueda de un re-ordenamiento de los factores en juego, y la "di-función" adoptada por los mismos

en su habitual desenvolvimiento, será fácilmente definido en su favor por el “degrado” dominante.

La notable diferencia de medios, circunstancias y condiciones puestos en campo por uno y por otro, encaminan a conducir sin alternativas al seguro fracaso al “plan o receta económica”. De esta manera los “planes económicos” impuestos por necesidad en la milagrosa búsqueda de soluciones mágicas a crónicos, recalcitrantes y dominantes problemas (cuyo acumulo no resuelto se desencadena en las “crisis”), se proponen penosa-mente tratando de eludir y abatir "di-funciones" en la impar tarea de implementar maniobras correctoras de un ordenamiento y comportamiento productivo demasiado "degradado".

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Finalmente dominado por las contradicciones desarticulan-tes de los mecanismos reformadores del “plan”, en plena desesperación el “proyecto salvador” termina por adoptar extremas determinaciones para sostener su intención. Las medidas forzosamente agresivas en combatir las “di-funciones” coloca al “plan o receta económica” de frente a un obstáculo insalvable, la oposición del entero cuerpo social volcado en sostén del mantenimiento del “degradado” estatus.

A este punto el “plan económico” del caso habiéndose ubicado en una posición decididamente incomoda, por un lado aislado de la opinión pública, por el otro obligado a tomar medidas indispensables para obtener algún resultado; ha creado por lógica necesidad de justificar su existencia la irreversible situación de haber firmado su condena de muerte.

Un “plan económico” proyectado con la finalidad de re-ordenar y recomponer

un estado de “crisis” del funcionamiento productivo (comprende todas las actividades),

llegado un momento de su de-curso encuentra un insuperable obstáculo: presentar su entero complejo aplicativo

a operar en un campo dominado del ejercicio de las “di-funciones”.

Revelarse o en el mejor de los casos no colaborar o demostrar predisposición a criticar el modelo “reformador” puesto en juego, recibe la cordial oposición de refractarias disidencias (no importa cuanto esa programación responda a justas medidas económicas). La inapelable predisposición a no aceptar “cambios” es suficiente a llevar al fracaso al proyecto. Estas negativas consecuencias finales (sistemáticamente llevan al fracaso los “planes económicos”) es una clara indicación de cuanto ellos son “el complemento a lo fundamental” y no el instrumento esencial a una real y concreta “reconstrucción” del sistema. Sin lo “fundamental” representado por una "transformación" de la cultura de organización del “aparato productivo”, capaz de reestructurar completamente el sistema desde sus bases conceptuales y operativas, el resto (cualquier “plan” inserido en el contexto "degradado") fracasará demostrándose ademas una inútil perjudicial consecuencia. Después de repetidas experiencias de distintas índoles económicas insistir en hacer recaer sobre un “plan”, la responsabilidad de un cambio trascendente y coherente re-conducible real y concreta-mente a una cierta reconstrucción del sistema productivo, es una obcecada y "di-funcional" decisión.

Es evidente ante los indefectibles fracasos considerar a los “planes económicos”

un medio insuficiente. Representa solo uno

de los numerosos anillos de la integrada cadena de conjugar, necesaria de poner en juego

para atacar con éxito el proceso de "degrado" productivo.

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Un “plan económico” ante tal poderoso rival generalizado resulta un arma extremamente limitada, de considerar prácticamente a merced del sistema "degrado" (hábilmente lo dejará actuar hasta no sentir peligrar su dominante posición de primacía). Por ello el necesario proceso de "transformación" no asentará sus bases de “reconstrucción” en el ámbito económico propiamente dicho como eje de acción. No es factor primario sino consecuente al profundo cambio de implementar en la cultura conceptual y operativa productiva del entero cuerpo social. Cuando la sociedad se de un eficiente y actualizado funcionalismo productivo (el "degrado" lo ha reducirlo a un penoso estado deficitario), será posible actuar un “plan económico” calificado a implementar efectos correctivos de mejoramiento, a cuya acción está limitadamente destinada su finalidad.

Un “plan económico” es un medio realmente útil a re-ordenar o implementar nuevas fórmulas, actuando en el campo de una sociedad ya encuadrada dentro de las reglas de un eficiente funcionamiento productivo.

El arbitrario inserirse de un “plan económico” en un contexto critico como ejecutor líder de las reformas,

ademas del consueto fracaso ocasiona disloques y trastornos más peligrosos

de las distorsiones intencionadas a corregir. Otro aspecto de considerar en un ámbito "di-funcional" es la ausencia de coherencia conceptual entre el “plan económico” y la ideología de la conducción política encargada de introducirlo. Esto se ha verificado (llevando la experiencia al extremo) en la última incompatible combinación entre partes de definir como una de las innovaciones más forzada-mente distorsionadas, impuesta por la desesperada situación creada por la “hiperinflación”. En efecto en una temeraria "di-función de conveniencia" se han asociado un “plan económico liberal” y una conducción política “populista de masa”. Una convivencia obligada-mente actuada para superar las insostenibles insidias de la “hiperinflación” en una clásica operación de “conveniencia”, actuada según fundadas incompatibilidades ideológicas y destinada a proyectarse plena de desencuentros cada vez más frecuentes y disputados. Si bien el proyecto se propuso un amplio margen de acción, produjo algunos aislados bosquejos en el ámbito económico -financiero pero no obtuvo alguna repercusión en el ámbito productivo y burocrático.

La fantástica-mágica asociación "populista-liberalismo" fruto de una inconsciente extrema actitud “di-funcional”,

resultó un instrumento capaz de poner en contacto una mezcla explosiva provocan-te el más caótico y destructivo resultado jamás alcanzado.

Es también cierto en descarga de la desesperada asociación anti -inflacionaria en tal decisión se cumple inexorablemente:

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cuanto mayor gravedad adquiere la invasión o acción desbastan-te del "degrado", mayor potencial será necesario asuma el antídoto para obtener algún resultado.

Conceptual-mente la mezcla explosiva era potencialmente incontenible en su tendencia a detonar:

- Por un lado la parte populista de masa, proponiéndola en su natural posición dotada de la buena intención de solucionar la hiper-inflación y al mismo tiempo tratar de satisfacer a todos los sectores cambiando en poco el sistema general.

- Por el otro el “plan económico” liberal, convencido de actuar un programa orgánico con medidas y disposiciones de acuerdo a sus principios, pretendiendo reconducir a la descarriada sociedad “degradada" por el camino de la re-conversión.

La extraña asociación en tanto se mantiene no manoseada resta dentro de un cierto equilibrio inestable, pero apenas es puesta en discusión como es inevitable suceda cuando el “degrado” dominante se siente ofendido, detona provocando una fuerte explosión. Esta vez la inocua utilización de una "di-función" más bien destinada a generar formas de escape de la realidad (crisis) se vio involucrada en una grave explosión social. Cuando las "di-funciones" se juegan a cierto nivel, como el hecho de asociar el modelo “populista de masa” y liberalismo, tendencias más bien de imposible coexistencia, el resultado puede pasar del fracaso a la catástrofe. 3.) La imposibilidad de cambiar formas comporta-mentales "di-funcionales" dominantes mediante “planes económicos”.

* La dolarización imaginaria.

El artificio de la "dolarización" producto de una alta dosis de capacidad imaginativa y de realización, se ha constituido en una de las más estrepitosas "fábulas criollas" concebidas y llevadas a la práctica.

Ha sido un notable ejemplo de conocimiento puesto al servicio de la elaboración y utilización

de resortes económicos y financieros, en función de un modelo destinado fundamentalmente

a obtener la estabilización monetaria.

Técnicamente aplicable se presentó en cambio como un sufrido desafío también destinado a fracasar, después de un largo y nunca del todo afianzado proceso.

No podía ser de otra manera cuando las fantásticas buenas intenciones luchan sin futuro y sin la suficiente extrema radical “transformación trascendente”, de un arraigado, complejo y extendido “degrado" generalizado no destronado de su dominio. Un proceso técnicamente factible, trastocado en una "fantasía irrealizable" si no acompañada de la disponibilidad ideológica de todo el contexto, es decir interpretado

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como parte de un integrado paquete programático (involucran-te todos los ámbitos sociales).

La sociedad, parte esencial interviniente en el proyecto (el principal actor para poder realizar-lo) debe ser convenientemente motivada en todos los aspectos necesarios a ponerlo en practica, en modo de rendirla participante activa indicando los mejores mecanismos aplicables para transformarse funcional-mente en todos sus campos, imprescindible a obtener los resultados previstos.

La directa puesta en marcha del ”plan” rodeado de la total desinformación

como si se tratase de un proyecto donde la sociedad actúa de espectador, es de aceptar cuando se busca mejorar

una condición de funcionalidad ya existente.

En el planteo de la "dolarización" la sociedad se ha encontrado con un acto consumado, probablemente inevitable pero de explicar amplia y convenientemente en cuanto a su necesidad, de-curso y formas aplicativas, presentándose en cambio el hecho como una imposición de aceptar. Un hecho de tal importancia (el cambio de valor del signo monetario y de su virtual de-localización como centro de los intercambios), va seguido de un serio, completo y permanente proceso de información y formación al respecto, así como de un reajuste general de todos los ámbitos de actividades.

Si la implantación básica del necesario nuevo ordenamiento se pone en practica sin pre-aviso, la sociedad continuando con su "di-funcional" forma de vida adaptará la nueva moneda a su regular comportamiento de siempre y no al contrario como el proyecto seguramente suponía debía suceder.

El llegar a una definida y prestigiosa meta, el sentirse capaz de orquestar los mecanismos para alcanzarla,

no va considerado como un hecho unilateral necesitado solo de la factibilidad del responso técnico.

Cuando de una manera directa o indirecta se interviene sobre la forma de vida de una sociedad, es necesario tener en cuenta una serie de factores de índole comporta-mental cuya comprensión y justa interpretación, así como su gestión, constituyen aspectos de aún mayor importancia respecto al valor técnico de la propuesta propiamente dicha.

Si no se tiene en consideración esta fundamental premisa y no se precisa con certeza explícita-mente el orden de ubicación de los factores, primero preparación y re-ordenamiento social, segundo el “plan económico” tergiversándolos, antes o después, justa o injustas las reacciones, se crearán situaciones de contraste destinadas a hacer precipitar el programa. No se pone en discusión la eficacia y el valor técnico del programa de estabilización monetaria elaborado y puesto en práctica por profesionales capacitados y de experiencia. Se considera en cambio incomprensible el haberío inserido sin tener en cuenta o desentendiéndose del dominante poder de las crónicas "di-funciones y degrado"

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comporta-mental productivo del entero cuerpo social, cuya deficitaria acción llevó a la caótica hiperinflación.

El "plan de dolarización" pecó de presuntuosidad sintiéndose detentor del triunfo sobre la hiperinflación,

pero en los otros numerosos y escabrosos aspectos de tratar y resolver se mantuvo suspendido por un hilo demasiado tenue,

al punto de no comprometer seriamente el dominio de las "di-funciones y el degrado"

bajo la pena de ser devorado por los mismos siempre en acecho.

El de la estabilización monetaria ha sido en líneas generales un “plan” eficaz bajo el específico ángulo técnico, pero careció de humildad y desconoció sus limitaciones y como ocurre con la habitual fantasía en el encarar las cosas, se intentó pasar directamente del suelo al peldaño mas alto de la escalera tratando de evitar el esfuerzo de subirlos uno por uno. Una manera de abordar la forma de proceder demostrativa de la ligereza empleada en el afrontan regularmente las distintas, pero siempre símiles problemáticas productivas y burocráticas. Se mantiene viva la convicción de evitar soluciones rigurosas y reales de llevar a cabo paso a paso (laboriosa y quizás penosa formula necesaria a conducir al éxito), con la introducción de una maravillosa idea mágica capaz de improviso o en pocos movimientos, de convertir lo peor en lo mejor sin ocasionar sufrimiento alguno. Por ello ganan fácilmente (de alma) el consenso social aquellas propuestas espectaculares, así como quienes con delirante inconsciencia tratan de llevarlas a cabo.

En las muy graves problemáticas necesitadas de radicales concretas soluciones,

la fantasía creativa es sin duda un arma de utilizar

pero con riguroso, meticuloso y responsable cuidado. El mayor perjuicio de ocasionar de parte de un “plan económico” es aquel de ser revocado o destituido de sus funciones sin haber completado su ciclo.

Cuando la gestión sufre una brusca interrupción de su de-curso privándolo de continuar con sus estrategias operativas, al desplomarse el proyecto se pierden todas las supuestas ventajas obtenidas con el mismo.

El “plan de conversión” desestimando factores de determinante capacidad de condicionamiento, demostró una grave superficialidad en afrontar cuestiones de considerar de fundamental importancia para el integral de-curso del proyecto.

El prioritario análisis del contexto integrado del estado de "degrado" avanzado del entero “aparato productivo”, hubiera dado claras justificaciones de la imposibilidad de un “plan económico” de intervenir con éxito y con su sola presencia, en modificar mecanismos “di-funcionales” amplia-mente extendidos y radicados al interno de la sociedad cuando por decenios continuaban a incrementar su dominio.

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Conocer todos los aspectos interesados habría dado la posibilidad de establecer la magnitud del ámbito de intervención (no solo económico), para poder llegar a obtener un real resultado de “transformación integral”.

El definido conocimiento de la compleja situación habría permitido establecer

la magnitud de la gama de influencias, identificadas como sumarias contradicciones de eliminar

y en condiciones de pesar sobre el suceso completo del “plan”. Respecto a la factibilidad aplicativa del “plan” y de su posibilidad de establecer mecanismos técnicos capaces de concretar un proceso de “Re-conversión monetaria”, se oponen las argumentaciones racionales destinadas a definir la práctica como “realizable o irrealizable”, según evaluaciones surgidas del discernimiento lógico sobre los múltiples aspectos en juego.

Si bien la técnica puede responder a los hechos con mecanismos factibles de ser concretados, éstos por su propia naturaleza no hacen lo mismo con las razones lógicas genéricas (a distancia terminan por imponer sus justas consideraciones). Esta apreciación entiende aceptar la posibilidad de equiparar la relación peso-dolar (técnicamente factible), pero ello no significa en algún modo cuanto el proceso pueda llegar a concretarse en modo completo y sobre todo mantenerse realmente a lo largo del tiempo.

Difícilmente signos monetarios podrán mantener un equilibrio de valor, cuando responden a sociedades

con modos, comportamientos y capacidad productiva, de entidad cuantitativa y cualitativa

tan diferentes de considerar incompatibles o mejor in-confronta-bles.

A mediados de los años sesenta la sociedad había iniciado a dar concretas señales de decadencia y se dejaba andar en los primeros tramos del "degrado" productivo, de cualquier manera de escasa entidad respecto al inoperante estado actual. En ese tiempo la diferencia del poder adquisitivo del peso y del dolar era ya de notable entidad. Los dorares no circulaban libremente y ni siquiera era posible contra-cambiarlos de alguna manera. La real diferencia existente entre el poder adquisitivo de una y otra moneda en relación con el contexto productivo y económico de ambas sociedades, era vistosamente distante y establecer algún tipo de relación real entre las mismas era del todo insostenible (indice de valores sumamente inestables). Si se compara la relación de valor peso-dolar (vigente años sesenta) y el fenómeno técnico obtenido con la paridad de la convertibilidad se proponen consecuentes interrogantes de difícil respuesta:

- Es posible en los momentos de instauración del “plan de re-conversión” con un "degrado" productivo y económico diez veces mayor a los años -sesenta,

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establecer apoyado en una razonada factibilidad técnica la paridad entre peso-dolar ?

- Es posible a una moneda como el peso sometida en ese momento a un proceso de de-valuación hiperinflacionaria, fiel reflejo de un profundo desequilibrio productivo y económico en incontrolable "di-funcionalidad y degrado", pueda responder en el tiempo (más allá del realizable hecho técnico) a las requerimientos de una paridad con un signo como el dólar considerado como punto de referencia ? Aparece del todo evidente cuanto la factibilidad técnica de los mecanismos económicos propuestos a concretar de un día para el otro un sistema paritario entre signos monetarios, poco o nada se relaciona con la capacidad de las sociedades en juego de mantener realmente las condiciones y consolidar-las con el tiempo. Es el equilibrio de desenvolvimiento funcional productivo y económico quien otorga el nivel de valor de un signo monetario y no una arbitraria concesión basada en el contrario. Un signo monetario adquiere estabilidad o la recupera, porque al interno de un eficiente ordenamiento lenta y sacrificada-mente la sociedad y quienes la conducen van anulando desequilibrios y construyen nuevas formas de comportamiento reemplazando aquellos “degradados".

Con humildad y perseverancia y una justa línea de conducta se establecen las medidas destinadas paso a paso a re-equilibrar el sistema en todos sus ámbitos. Consecuentemente la moneda irá adquiriendo una estabilidad en relación a los reales resultados obtenidos en el re-equilibra-miento funcional de todo el sistema.

Resulta un reprobable acto de presuntuosa inconsciencia, hacer los tramites y embarcarse

en una crucera transatlántica de gran lujo, cuando

aquello a disposición en el bolsillo no alcanza siquiera para darle la propina al camarero.

El “plan de conversión” en si hubiera sido determinante como forma operativa si parte de un integrado contexto de “transformación”. Un proceso proyectado a contemplar, interpretar y encauzar contemporáneamente los múltiples ámbitos “di-funcionales” en juego, sin cuya "re-conversión" la monetaria con el tiempo se ha revelado del todo extemporánea y desubicada. La ausencia de una real valoración de las condiciones de "di-funcionalidad" del contexto, constituyen fundamentales puntos de referencias, para evaluar la situación y establecer las eventuales formas de adoptar en los procedimientos. Esta actitud ha condenado la "re-conversión" como un acto de extrema negligencia, dado el erróneo desinterés expresado en la ponderación de aspectos primarios en tanto se han demostrado determinantes en el fracaso del proyecto. Una sociedad esposada con "di-funciones" productivas de toda índole "degrada" en el comportamiento de sus mayores sectores de influencia, va de las estáticas burocracias provinciales a la inmovilidad empresarial configurando un amplio contexto; no piensa seguramente (cuando de la noche a la mañana un inservible peso vale un dólar) se trate

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del inicio de un necesario proceso de "transformación". El hecho es de atribuir a un advenimiento “milagroso” predisponen-te a privilegiar continuar a vivir como se es habituado, con una moneda fuerte y sin haber hecho nada por ganárselo.

No bien comprendido el significado de la "re-conversión"

o mejor entendido el fenómeno desde el usual punto de vista "di-funcional",

se llegó al presuntuoso delirio de considerar continuar a comportarse dentro del ámbito "degradado"

sin adoptar trascendentes cambios (bastaba tomar como moneda el dólar).

Desinteresándose por completo de todas las condiciones requeridas por el “dólar” para ser “dólar” y continuando a abordar una forma de vida en todos los ámbitos con las habituales características (han conducido a la hiperinflacion), las cosas solo podían terminar con una bandera de remate, eso si con el termino elegante de "defaut" también sinónimo del mas claro "bancarrota fraudulenta”. Así como la sociedad se siente con derecho a adornarse con los últimos descubrimientos tecnológicos, se desinteresa y desentiende con la mayor y más convencida desenvoltura de una deuda externa indicadora de su crónica deficitaria incompetencia. La arraigada condición de déficit en incremento por si sola llega antes de llegar a la “bancarrota”, a las tres-quintas partes del total de deudas acumuladas por todo el resto de las colectividades conjugadas en tal sentido.

De cualquier modo el mayor milagro de los tiempos “populistas” se ha consumado.

Una sociedad improductiva y deficitaria en plena "di-función y degrado", se ha dado el lujo

de tener entre manos el “dolar” utilizándolo como moneda propia.

En sociedades serias y evolucionadas los “planes económicos” no son los medios elegidos para afrontar situaciones de extrema gravedad, sino programas compuestos de materia política, económica, sociológica financiaría etc. Los programas se dinamizan, relacionan y evolucionan en el tiempo, conservando una línea de conducción estable, coherente e integrada.

La actualización programática es la consecuencia de la permanente atención fijada en el análisis y evaluación, de las condiciones generales de todos los factores concurrentes a definir las características de funcionamiento de la colectividad. El precipitarse de la situación hiperinflacionaria llevó a recurrir al urgente salva-taje con el inserirse del “plan de re-conversión” y se revelo útil a taponar eficientemente condiciones llegadas al límite de lo insostenible. Ello no significa cuanto el “plan” haya adolecido de un completo, profundo y riguroso estudio entre disciplinas, en modo de generar la justa y lógica respuesta de todos los complejos aspectos conducentes a ese punto crítico.

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Como siempre ha ocurrido en el ámbito político convencional se llegó a la aplicación del “plan”, por motivos de urgencia o necesidad de dar un vuelco a una “crisis” desencadenante de un caos monetario incontrolable, no como consecuencia de una meditada decisión largamente analizada, profundamente re-visionada y con-dividida. El todo inmerso en el “degrado” se vio simplificado y entornado de la mas absoluta normalidad de concepción y aplicación aviado por el facilismo "di-funcional" (se ha operado por décadas en el alto campo de las decisiones de conducción). Es preciso asumir con absoluta convicción la posición primaria y fundamental de hacer conocer a la sociedad en forma argumentada y didáctica, todas las falencias y “di-funciones" (la aquejan y la "degradan"), haciendo sentir responsable a cada sector de sus propios errores.

La sociedad no va ni adulada ni subestimada como creen los profetas del consenso.

En realidad no depositan alguna confianza

en interpelar a la colectividad para hacerla recapacitar y aceptar sus responsabilidades.

O se confirma una cierta seria convicción (una sociedad dispuesta y convencida a afrontar un trascendente cambio de transformación), o de lo contrario el "degrado" no encontrará algún obstáculo en continuar su camino destructivo hasta llegar a obtener la desintegración. Quienes dejan de parte a la sociedad por considerarla incapaz de rehabilitarse y participar con convicción en un difícil y sacrificado proceso, desechan menospreciándola el único y mas determinante componente, para obtener los reales cambios trascendentes necesarios a resolver el caso.

En situaciones extremas dentro de los grandes cambios imprescindibles a implementar, el primero y esencial es la toma de conciencia de parte del cuerpo social de la irreversible necesaria concreción de un proceso de completa "transformación", como único medio para darse una digna, decorosa y respetable forma de vida. Posición destinada a fundarse ineludiblemente en la convencida comprensión y aceptación del entero cuerpo social.

Todo intento de programar un proceso de transformación

considerando a la sociedad un amorfo instrumento de maniobrar respecto al invaden-te "degrado",

o combatirlo sin buscar de obtener su incondicional apoyo, será una lucha

estéril, incompleta, destinada al sistemático fracaso. La fundamental primaria importancia otorgada a la información-formación del entero cuerpo social acerca del real estado de la situación y sus “causas”, hace del proceso de "transformación" (de acuerdo a la variedad de las circunstancias en juego), una delicada empresa de analizar y estudiar minuciosamente en todos sus detalles, en modo de no dejar margenes de reacción a tentativos "di-funcionales".

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Si reconstruir significa rehacer a partir de la destrucción, él o los ordenamientos encargados de realizar-lo responderán a calificados e integrales mecanismos, teniendo en consideración todos los ámbitos de actividades desenvueltas por la colectividad. En relación a la función del especifico Plan de re-conversión instaurado para poner freno a la hiperinflacion, bajo este aspecto resultó un elemento adapto pero parcial. Si bien eficiente en la concreción de su premisa esencial, es de considerar como una prestación de “primeros auxilios” desde el punto de vista de la utilidad de su proyección resolutoria general. Como parámetro estabilizador de la "degradada" forma de vida productiva constituyó un suntuoso artificio, una ilusoria contradicción. Bajo un inmutado contexto el hecho se concluyó en una fragorosa ruptura, como esos globos inflados hasta hacerlos explotar.

El artificio como un colosal equivoco terminó sin ser sometido a explicación válida, como tan descomunal “di-función” se merece.

El “dólar” era de tomar como punto de referencia monetario y no como creía el fácil convencimiento general convertido en una forma de parámetro propio y permanente. Condición imposible simplemente porque la sociedad con sus "degradados" mecanismos y comportamientos productivos no sostuvo y no era en grado de hacerlo, el valor real de esa moneda. Naturalmente la falsa situación paritaria continuó a pro-traerse y para mantenerla fue preciso incrementar deudas y sistemas de prestamos. En realidad el "dólar" es la representación de un instrumento de intercambio en forma de moneda. El mantenimiento de su ejercicio no depende de un programa económico centrado en ello.

El dólar como nivel de valor representa directamente el reflejo de la calidad de eficiencia funcional de una sociedad, cuyas características productivas son totalmente opuestas a aquellas presentadas por la colectividad, necesitada de usufructuar del artificio de la “re-conversión” para liberarse de la hiperinflación.

No se conquistan ciertos niveles de preeminencia (repercuten en el fuerte valor de una moneda)

simplemente operando un “plan económico”.

Se lo hace mediante la eficiencia aplicativa de los mecanismos funcionales

demostrativos de la validez de los comportamientos productivos. De acuerdo a las apreciaciones precedentes se podría afirmar: la sociedad ha hecho circular dólares como moneda propia, pero desde el punto de vista de su capacidad económica nunca ha sido realmente patrona de la posesión de los mismos. En consecuencia no es para nada fuera de lugar considerar la evaporación por arte de magia de los depósitos en dolares como un hecho natural, porque en realidad una vez terminado el sortilegio el preciado juguete era inexistente.

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Cuando se torna a la realidad del valor o no valor de la propia moneda (representa la verdadera condición económica-productiva de la sociedad), los dólares justamente se volatilizan o desaparecen hasta no recuperar la posición de su valor efectivo restableciendo la regular diferencia con un signo monetario débil.

El artificio de la “dolarización" ha originado una descomunal confusión, de considerarla responsable de haber parangonado y equiparado realidades económicas - productivas extremamente diferentes.

4.) La “corrupción” como justificación de conveniencia a la condición adquirida de “degrado” generalizado. La corrupción propiamente dicha profusamente imperante en los ámbitos representativos y dirigentes en general (sobre todo político- burocrático) utilizada como justificación primordial para explicar la grave situación existente, resulta una indicación inconsistente con fachada de “conveniencia” y a cuyo desarrollo en ningún modo es posible atribuirle la mayor responsabilidad en el nivel de “degrado” alcanzado. Innegables y confirmadas las escuálidas maniobras signadas de los abundantes fenómenos de corrupción.

En su imperceptible esfuma-tura las formas difusamente “di-funcionales”

utilizadas por gran parte del cuerpo social en el ámbito y comportamiento de sus múltiples actividades,

también son de considerar una “corrupta” manera de desempeñarse.

La masiva “corrupción” en sus múltiples tipos de manifestaciones inicia con su posibilidad de difundirse a partir de la factible tergiversación de principios y fundamentos (“di-función”). Estos interpretados de diversos modos permiten prescindir del contexto ético-moral quien al desaparecer autoriza a encontrar siempre una justificación aceptable a los hechos. Abrir las puertas a las “di-funciones” y hacerlas formar parte del contexto conceptual y operativo en todos los ordenes, es aceptar la irrupción de la “corrupción” consecuente promoviendo los comportamientos como funcionales cuando no lo son (trastocando su sentido). Maniobra incorrecta e intencional de considerar un intento de “corromper” justas reglas de interpretación. La “corrupción” existe como hecho irrefutable en todas las sociedades aún aquellas dotadas del mayor decoro funcional. Es una consuetudinaria componente y las colectividades se ven obligadas a convivir con ella y aceptarla como esas inversiones a fondo perdido tratando de mantenerla controlada. Todas las sociedades sobrellevan la adicional y negativa carga de la “corrupción”, con la correcta posición de considerarla como un acto imposible de erradicar completamente del contexto general de las relaciones y funciones humanas, aceptando con resignación

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soportarla, combatirla, pero sin creer posible liberarse por entero de la misma (cruzada religiosa). Al interno de las relaciones sociales (a nivel de las múltiples actividades) la “corrupción” en mayor o menor magnitud, es parte siempre latente de los mecanismos y resulta inevitable convivir con ella.

Cada transacción (se combinan millares en un solo día)

desde la de mayor calibre a la más intrascendente,

abre la posibilidad de ser el mandante o el receptor de algún tipo o forma de “corrupción”.

La “corrupción” no es de encuadrar como perteneciente a determinados contextos como aquellos más expuestos a la opinión pública (representantes políticos). Abarca una amplía gama de tipos operativos y se presenta con modos, características y magnitudes diferentes. Es posible encontrarla formando parte y capaz de desarrollarse en todos los ámbitos. Aplicando el criterio menos restrictivo y mas descriptivo del termino “corrupción” también se lo puede identificar con los comportamientos intencionalmente "di-funcionales" interesados en transgredir, por ejemplo, normas y fundamentos de eficiencia productiva. Es factible por lo tanto encuadrar como “corrupción” (porque de una forma de la misma se trata), un estado de "degrado colectivo" como aquel presente en la sociedad. Las "di-funciones" en premeditada acción de “conveniencia” y con tal dominio y desenfado aplicativo fuera de las reglas, es posible poder considerarlas una forma de "corrupción generalizada" no importa si ellas son de pequeña o gran relevancia. Muchos aspectos corroboran-tes las relaciones de los distorsionados sectores productivos, financieros, comerciales, de intercambio realizados al interno de una sociedad en "degrado" avanzado, se trastocan fácilmente en transacciones “corruptas”. Ello es posible porque en una colectividad dominada por el “degrado" en todo los propios ámbitos y en sus interrelaciones, las transacciones a norma de regla y aquellas "di-funcionales" son consideradas útiles del mismo modo.

Bajo los innumerables y obscuros aspectos negativos

(dormitan en el anonimato de una sociedad en "degrado"), las múltiples expresiones de pequeña entidad

alentadas por un campo abierto a las "di-funciones", adquieren sumadas una corporeidad tal

de poder calificar a una colectividad así conformada, dominada por la "corrupción" .

En un medio dominado por el “degrado" todos los sectores empeñados en actividades, operarios, empleados, empresarios, comerciantes, burócratas, representantes políticos, profesionales, mano de obra de todo tipo, agricultores, ganaderos, artesanos etc.;

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desenvolviéndose en una enmarañada trama distorsionada (de una u otra manera involucra a todos), se ven obligados a recurrir con regularidad a formas “corruptas” de operar. También es posible incluir en el campo de la “corrupción” la condición de pre-delincuencia autorizada, operante sobre todo en el ámbito financiero con entidades basadas en el empleo de mecanismos orquestados "di-funcional-mente". Un tipo de “corrupción” de definirse "anti-norma", porque propone proyectos cuyas “di-funcionales” reglas promociona-les, están destinadas a ser deliberadamente no respetadas. Mucho más clara y visible resulta aquella “corrupción” presente en todos los campos de dirigentes y representantes ya políticos, de asociaciones, corporativos etc. En realidad (intencionados o no a corromperse) forman parte de engranajes depravados, inmersos en un medio dominado por el "degrado" y por lo tanto tendiente a aceptar las reglas de un tipo de juego “corrupto”.

Una sociedad plagada de mecanismos "di-funcionales" afecta en tendencia y prácticamente

a este tipo de comportamientos, desencadena así operando

una enorme masa de pequeñas “corrupciones” (así es de definir la utilización de transgresiones en el propio beneficio).

Aun casos en apariencia más ajenos a hechos de “corrupción”, dadas las particulares condiciones de “degrado” avanzado de la sociedad pueden adquirir esa connotación.

Entran dentro de este obscuro ámbito (de considerar como justo acto de “corrupción”) quienes exigen el cumplimiento de “derechos adquiridos” de parte del “Estado” (aumento de las jubilaciones), aún cuando este insolvente por déficit no puede sufragar-los sino con un incremento del endeudamiento de la entera sociedad. La posición de los efectos requeridos adquiere el significado de la obtención de una propia ventaja en detrimento de los demás. No es justo se pretenda cumplir con seguridad derechos establecidos perteneciendo a una sociedad en avanzada condición de "degrado", a cuyo desarrollo también como parte integrante cada uno ha contribuido a fomentar.

El estar convencido a exigir un propio derecho

aún cuando con ello procura un déficit a la sociedad, convierte

a quien lo invoca con convicción en un “corrupto” (si bien en manera del todo inconsciente).

5.) El tras-curado sentido de orgullo de pertenencia. El orgullo de pertenencia es un determinante aspecto destinado a-acomunar integrantes de una sociedad (sienten el honor de integrarla).

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Tal sentimiento enaltece y estimula la validez de los propios principios y fundamentos, proyectados a sostener y robustecer la unidad y con ella la capacidad de acción de todo el contexto. Es un sentimiento no motivado en una reacción espontanea e instintiva (como parecería indicarlo su naturaleza primaria). Nace y se desarrolla en base a la validez de los hechos concretos propuestos por una sociedad en sus realizaciones, traducidas en la capacidad de darse cada vez mas dignas y mejores condiciones de vida. El real orgullo de pertenencia está en relación directa con los concretos actos califican-tes de la sociedad, aquellos realmente demostrativos de eficiente organización y ordenamiento, y de cualidades tendientes a impulsarla al bienestar y el progreso. Una sociedad siente el orgullo de pertenencia cuando rige con equilibrio y eficiencia todos los ámbito sectoriales, según orientaciones ideológicas capaces de reflejarse en serios y estables comportamientos para crecer desarrollarse y evolucionar aumentando las riquezas y su consecuente ecua distribución.

El orgullo de pertenencia no es un estado emocional dispuesto a existir

de por sí independientemente cualquiera se presente la condición de vida de una sociedad.

En el estado de "degrado" se manifiesta en forma superficial como sobrentendida recitación de afirmación patriótica. Se recurre a él no por convicción sino para mantener algún punto de referencia en medio de la confusión y la desorientación, en tanto no se reconocen motivos concretos a sentir real “orgullo”. El orgullo de pertenencia no es un sentimiento superficial. Como lo indica el término es la consecuencia de claras manifestaciones concretas de cualidades y capacidades expresadas y traducidas en realidades, dentro de un justo y equilibrado, normal, funcionamiento de serios y rigurosos ordenamientos sociales. Ordenamientos indicativos de una sociedad consciente de sentirse dotada de una eficiente laboriosidad, un sustancioso empeño productivo realizado en el respeto de principios y fundamentos rectores de los comportamientos. Si bien el orgullo de pertenencia es un importante estimulo cuando muñido de un destacado nivel de importancia (adquisición de características determinantes), lo es aun mas como valor de ponderable legado dejado a las generaciones venideras (encontrarán en un respetable funcionamiento social el mejor incentivo para conservarlo e incrementarlo). Si los padres de una sacrificada generación piensan de haber obtenido pocas satisfacciones porque empeñados en "transformar" una sociedad "degradada", se habrán hecho acreedores a la mas importante y difícil virtud: ser venerados con real admiración de los hijos por la obscura pero fundamental tarea de re-fundación ética y material.

El orgullo de pertenencia cuando existe y se ha conformado sobre bases fundadas,

constituye para una sociedad una siempre

renovada reserva de fuerza inigualable.

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Es la silenciosa y anónima capacidad de sacrificio sin esperar ser retribuida (puesta al servicio del bien común) quien arquitectura los aspectos mas nobles y ejemplares. Perdurando e incrementándose con el tiempo construyen realmente el porque de un verdadero y consciente orgullo de pertenencia. Una sociedad "degradada" ha extraviado su “orgullo de pertenencia”, y esto experimentado y confundido como tal es un incumplido y desesperado acto de rabia por haberlo perdido. El real “orgullo de pertenencia” es la consecuencia de una calificada linea de desenvolvimiento general, dispuesta a mantener y recrear una alta calidad humana basada en principios y ordenamientos materiales y comporta-mentales, impuestos por la sociedad a si misma para conformarse según una digno y respetable modo de vida.

Los valores emanados de una sociedad con un actuante nivel de calidad humana de convivencia y relacional, así como referido a la obtención de resultados concretos puestos de manifiesto por la validez expresada en la eficiencia de su conformación organizativa, constituye el más destacado símbolo de base proyectado a enaltecer y preservar el real “orgullo de pertenencia” a una sociedad, así como incitante estimulo motivan-te a las nuevas generaciones a seguir el mismo camino.

Si las sociedades tienen alguna obligación primaria respecto a las nuevas generaciones

(sin algún derecho o justificación de eludir), no es dejarlas dotadas de grandes riquezas,

sino de un digno decoroso, eficiente y justo funcionamiento.

En el delicado y fundamental aspecto del devenir histórico de una sociedad se pone de manifiesto la enorme importancia de la responsabilidad de quienes con justas proyecciones ideológicas, promoviéndolas o sosteniéndolas se convierten en los defensores de los reales valores intrínsecos (componen y alimentan el sentido de “orgullo de pertenencia”). Un bien incalculable de salvaguardar como lo es el “orgullo de pertenencia” exige eximios comportamientos del alto campo representativo, necesariamente volcado a centrar sus formas ideológicas y procedimientos en una rigurosa e insuperable línea critica, gobernada inexorablemente por principios éticos y morales. El “orgullo de pertenencia” cimienta sus bases reales y se concreta en sus mejores valores, a partir de personajes e ideologías representadas por la parte mas calificada (cultural, ética y moralmente preparada) a desempeñar funciones, dotadas de los atributos de formal conocimiento así como aquellos de austeridad y de acentuado equilibrio emotivo y de comunicación.

El verdadero “orgullo de pertenencia” como forma genérica de la cualidad de toda la sociedad

(se siente la interior satisfacción de ser parte), es un magnífico, in-aferra-ble

pero bien concreto atributo colectivo quizás el más importante de ser ostentado por una comunidad.

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El orgullo de pertenencia es una condición obtenible si una sociedad es dispuesta a ganársela porque para sentirlo realmente, es necesario existan las pruebas concretas y consecuentes a esa válida reacción.

El “orgullo de pertenencia” se conjuga con la presencia de una suficiente preparación cultural social en tal sentido, en grado de interpretarlo y configurar-lo en sus reales características. Se lo distorsiona fácilmente cuando asociado a la incapacidad de discernir lógicamente sobre sus profundas bases interiores de configuración, se lo confunde con las superficiales proclamas (demagogias) de las ideologías populistas (lo convierten en un gritado patrioterismo interesado).

Un efectivo “orgullo de pertenencia” se produce

bajo el signo de numerosos aspectos positivos en concordancia

(fijan una respetable línea de ordenamientos y comportamientos), concretos motivos para darle su justa posición.

El ennoblecido y verdadero sentido de orgullo de pertenencia nace, crece y se desarrolla en torno a personajes y acontecimientos de alta calidad humana. Representantes de una austera y humilde sabiduría exentos de estériles personalismos, fundan un patrimonio cultural dispuestos a reconocerlos e indicarlos como puntos de referencia, encargados de guiar la conformación y organización de la justa manera de vida de la colectividad. La sociedades "degradadas” son la consecuencia de la presencia demasiado prolongada de personajes y formas ideológicas de bajo nivel y de la adopción de una descarriada forma de pensar y comportarse (hace caer en una grotesca y decadente encrucijada el vilipendiado “orgullo de pertenencia”). A este punto de la actual condición existente es de interrogarse que tipo de “orgullo de pertenencia” puede generarse:

- Cuando los “degradados” niveles de los máximos dirigentes y representantes o los comportamientos generales de la sociedad se debaten en un campo dominado por las “di-funciones”: - Cuando de mas de cinco décadas se continua a creer que el bienestar general, el progreso, la justicia social, el fantástico imperio de los derechos igualitarios, se obtienen con programas basados en buenas intenciones o de eslogan grandilocuentes. - Cuando continúan a a repetirse fantásticos “planes” dispuestos a convertir mágicamente el reino del desorden y de la negligencia en el edén mas organizado y potente de la tierra. - Cuando se esta convencido de ser el Estado quien crea puestos de trabajo inventándolos de la nada usando solo un poco de buena voluntad.

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- Cuando los mecanismos productivos se hallan en manos de criterios inmovilizan-tes y muestran una incapacidad manifiesta en producir riquezas y efectiva fuente de ocupación.

Estos son algunos ejemplos de los tantos "cuando” factibles de enumerar. Si es aceptable considerar al orgullo de pertenencia como un sentimiento tácitamente siempre presente, los fundamentos (activan y sustentan su concreta credibilidad), nacen se arraigan y justifican en personajes y acontecimientos relevantes capaces de estampar un timbre de indeleble y genuino valor comporta-mental, dotando de importancia y respeto el devenir evolutivo de la sociedad. Personajes y hechos de real valor e integridad orientados a dar a la colectividad estimulantes y reconocibles pruebas y respuestas de justa y profunda grandeza en los momentos de forjar los principios rectores. Claras respuestas tendientes de por si a construir una propia y justificada estima de pertenencia social (el orgullo es solo el termino representativo). La admiración y respeto hacia merecedores personajes clarividentes, dotados de profundos conocimientos, temperamentales o equilibrados pero de gran nobleza y claridad en la forma de pensar, imbuidos de una natural estoica humildad en las posiciones humanísticas. Gama de valores (con todos los comprensible limites humanos) de individualizar en los personajes representativos para poder fortalecer realmente el “orgullo de pertenencia”.

Personajes con alta calidad humana y una rica y humilde preparación intelectual,

dispuestos a rechazar las banalidades o la promoción de la propia persona,

que consideren inadmisible entornarse de privilegios materiales,

así como descartar magnificencias o pomposos inadecuados honores.

Personajes (por ser tales) con la capacidad de pasar pese a su excelso nivel, anónima-mente desapercibidos, confundiéndose con el común de la sociedad, comportándose naturalmente con discreción y ascetismo (define realmente la grandeza interior). Bajo este aspecto la sociedad extremamente confundida y desorientada, es preciso se detenga a recomponer las propias ideas acerca de "cuales tipos de personajes” desea la represente. Es necesario se re-diseñe una escala de valores reales al interno de la sociedad a quienes consignar los puntos de referencia de ser considerados. Es preciso dar lugar a una reforma interior destinada a permitir analizar y evaluar según un elaborado criterio fundado en humanísticos valores, finalizado a ubicar y designar responsable-mente a las personas adecuadas en los puestos justos.

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Resulta imprescindible un adecua-miento funcional a las necesidades de conducción social,

interesado a configurar y suscribir el “consenso” basado en programas coherentes,

y en ordenamientos orientados en razones propuestas con discernimiento lógico e integrado.

Una sociedad dejándose llevar de la imaginación y la fantasía, de una credulidad fácil y de conveniencias, demostrando particular y definida tendencia por elegir sus representantes entre quienes la impactan en manera mas llamativa y vistosa (pleno de simpatía y de encantos personales), prorrumpen-tes en pomposas promesas de indoloras reformas; solo podrá dar lugar a un denigrado y humillado “orgullo de pertenencia”. Si estar al "servicio del pueblo" tiene el prioritario significado de reconocerse en quienes:

- tienen una escasa preparación cultural y formación educativa general, presentando una clara limitación o incapacidad formativa y operativa para ocupar roles relevantes. - son poco proclives al ejercicio de análisis y evaluaciones de diversos campos conceptuales, es decir fieles y religiosos discípulos ideológicos. - presentan poca disposición a abrirse a interpretaciones válidas y esclarecedoras de las “causas” reales del invaden-te ”degrado”. - insisten en la utilización de demagogias y deprimentes eslogan, cuya sola exposición constituyen un acto denigratorio de la cultura social.

el verdadero, noble y acreditado sentido de “orgullo de pertenencia” se convierte en una penosa farsa, en una ridícula marioneta fuera de su propia y válida realidad. Por otra parte no es en absoluto confirmado cuanto haciéndose representar de personajes plenos de sacras intenciones, cuya mejor virtud (probablemente la única y mal utilizada) es la de auto-proclamarse "defensor del pueblo", presente la necesaria e imprescindible preparación para llevar a la sociedad por el camino mas adecuado. Caso típico de quien alentado de la mejor intencionado lleva a la ruina. No serán las banderas de las buenas intenciones esfumadas en el fracaso, aquellas destinadas a ser inseridas en el exigente pergamino definitorias de las verdaderas virtudes (cimientan el concreto y real incentivo del orgullo de pertenencia). El comportamiento social virtuoso reconoce y se inclina respetuosamente ante una escala de valores capaz de establecer un justo orden de jerarquías, el individualizar y ponderar la actitud de determinar la real ubicación de los verdaderos valores, ubicándolos al centro de la atención en la elección de quienes se asumirán la responsabilidad de representar a la sociedad. Porque el complejo y cambiante laberinto implicado en la conducción de una sociedad, crea exigencias de preparación en la necesidad de responder a precisas connotaciones

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generales, de difícil identificación y actuación cuando con realismo es preciso individualizar el camino de la “eficiencia funcional”. En todo ello las buenas intenciones constituyen un sentimiento sobreentendido (existe de por si) pero nada relacionado con los concretos obstáculos de superar.

La efectiva conformación de un real “orgullo de pertenencia” proviene

de la justa consideración y evaluación de las cualidades de las lineas comporta-mentales en general,

de cuyo valor adquirido se desprenderá un mayor o menor respeto

hacia los responsables de conducir la sociedad. El dominio de los bien intencionados al son de teatrales composiciones, banderas desplegadas y cántico festivos desencadenantes fantasiosos entusiasmos, constituyen la nostálgica puesta en escena de la coreografía en penumbras de un orgullo de pertenencia avergonzado (prefiere esconderse en el dolor de no reconocerse). El reconocimiento y respeto hacia una escala de valores intelectuales y humanísticos de parte de una sociedad no tiene el significado de un acto de sumisión de ninguna especie, por el contrario establece los parámetros del nivel formativo y educativo adquirido demostrando el alto índice de preparación de sus integrantes (a pensar y actuar a esa altura). Es la conformación de la sociedad en torno al reconocimiento de los valores intelectuales, técnicos y humanísticos y a la capacidad de premiar y distinguir esos componentes (consecuentemente la representaran a altos niveles), el punto de referencia esencial proyectado a enaltecer y reforzar realmente el “orgullo de pertenencia”.

Son las condiciones y posiciones tendientes a ennoblecer las virtudes del comportamiento social

(principios básico para el desarrollo efectivo del “orgullo de pertenencia”), quienes afianzan

el concepto de unidad e integración imprescindible a reinar al interno de una colectividad

para rendirla indisoluble y fecunda.

El verdadero “orgullo de pertenencia” proyectado sobre las justas y lógicas bases a rendirlo determinante-mente útil en mantener cohesionada la sociedad (tanto en la forma como en los momentos difíciles), en nada se relaciona con los grotescos pronunciamientos de definido degradado patrioterismo. Arengas destinadas a girar en torno a frases, tonos o emociones provocan-tes generalmente de índole divisionista. Cuando la sociedad desconoce y hasta cierto punto reniega de la capacidad intelectual puesta a disposición de una honesta y humanística responsabilidad de servicio, el proceso de "degrado" encuentra las puertas abiertas al inserirse material de las fáciles proclamas llenas de buenas intenciones.

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La predisposición a negar a las capacidades humanas disponibles un lugar en posiciones de alto nivel, invalida la posibilidad de un renacimiento impulsando al “orgullo de pertenencia” a retraerse en el deprimente minusvalore de estos tiempos. La sociedad se encuentra inmersa de diversas décadas en la “di-función y el degrado”estimulados por el dominio de insidiosas ideologías “populistas”. Bajo esos sistemas por propia intención destinados a disminuir y trastocar los valores intelectuales éticos, humanísticos tradicionalmente opuestos a sus preceptos, el “orgullo de pertenencia” se desdibuja hasta perder su gratificante brillante-za.

En el ejido del dominio “populista” el real “orgullo de pertenencia” (exaltan-te de validas normas de comportamiento),

ha entrado en un proceso de hibernar decidido a dormir un largo sueño de ausencia.

En las actuales circunstancias el “orgullo de pertenencia” de la sociedad queda reducido a obscuros vestigios del pasado, también "degradado" por inconsistentes y "di-funcionales" revisionismos. Desde largo tiempo la sociedad en su entero complejo ha hecho poco o nada (sino más bien el contrario) para sentirse realmente orgullosa.

Los intentos para reivindicarse han carecido de la corporeidad y convicción general necesaria (suficiente y totalizan-te) a producir una respuesta relevante, como a este punto resulta imprescindible para generar un trascendente cambio en la "degradada" situación creada. Es posible elaborar y sentir un real “orgullo de pertenencia” cuando una sociedad se ha dado las condiciones para demostrar con pruebas concretas, un eficiente ordenamiento de funcionamiento y comportamiento traducido en un estilo de vida digno, respetable y responsable-mente configurado.

Porque ningún tipo de real “orgullo de pertenencia “ se origina y tomar cuerpo en una sociedad:

- Cuando no se ha dado ordenamientos productivos serios, eficientes y suficientes para cubrir sus propios servicios esenciales. - Cuando privilegiada de un territorio rico y de exterminadas dimensiones, (regularmente exento de calamidades naturales), no ha usufructuado a suficiencia de su enorme potencial natural para forjar un desarrollado bienestar y progreso general. - Cuando para sostener y alimentar su "di-funcionalismo” productivo se ha endeudado en manera indigna e irresponsable. - Cuando por su inmovilidad e incapacidad de crear nuevas fuentes de ocupación, ha visto con indiferencia "emigrar" a sus propios hijos.

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La natural condición intrínseca del “orgullo de pertenencia” para adquirir real consistencia y valor, será confirmado por hechos concretos convalidan-tes surgidos de la forma de vida expresada por la sociedad. Por ello un verdadero orgullo de pertenencia se cimienta en el nivel de calidad del modo de vida y en las reales condiciones por él producidas. El “orgullo de pertenencia” constituye un sentimiento de importante valor y representa uno de los pilares mas sólidos de una sociedad, capaz de unirla y cohesionar-la para desafiar con convicción todo tipo de obstáculo y afrontarlos con decisión y entereza. Para el justo mantenimiento de este fundamental sentimiento basado en los verdaderos valores, las buenas intenciones y los mágicos proyectos desvanecidos en la niebla de los resultados inciertos, no disponen del mínimo espacio para poder incorporarse al mismo. Un real “orgullo de pertenencia” es un sentimiento fundado sobre la base de concretos valores, y a partir de esa condición reacciona con la fuerza de las mas válida y consistente substancia, ante cualquier desconsiderado ataque, constituyendo un concreto apoyo a serios actos de decisión. Cuando proviene en cambio de sociedades "degradadas" el “orgullo de pertenencia” tiene la endeble y empobrecida estructura dictada de la ausencia de valores. Por ello su reacción se reduce a la toma de posiciones formales carente de todo signo de importancia.

El “orgullo de pertenencia” es un sentimiento puntado sobre la calidad humana

y si no soportado y sustentado en válidos avales,

se retrae en una desesperada al cuanto inútil acción de autodefensa,

porque en esa situación se presenta inconsistente y por lo tanto inerme e inutilizable.

Por otra parte una sociedad perdido el real “orgullo de pertenencia” se encuentra desprotegida de un impalpable pero fundamental escudo, esencial para sentirse amparada de una estructura dispuesta a representar un respetable manto de protección (motivan-te a la justa defensa de la subsistencia y de la unidad). Una sociedad sin un real “orgullo de pertenencia” o con uno falso originado en un grotesco patrioterismo, ha minado sus mas profundas bases porque incrédula-mente y con irreverencia "di-funcional" lo ha hecho de parte, tratando de disminuir e ignorar la importancia de los auténticos valores substancialmente transgredidos y por él excelsamente representados. El “orgullo” sentido por cada miembro hacia la sociedad de pertenencia es como aquel de los padres hacia sus hijos (derivación natural).

El “orgullo genérico” es una reacción natural visceral nacida de la directa y estrecha relación entre las partes, sin la intervención de otros factores (emotiva condición interior).

El “orgullo real” es aquel generado concreta-mente por las cualidades desprendidas de comportamientos, actitudes, iniciativas, ordenamientos justos y responsables etc., cuyo

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índice de valores lleva al entero contexto social a una propia verdadera estima y consecuentemente a merecer el respeto de otras colectividades. PARTE IV

EL PROCESO DE “TRANSFORMACIÓN” Y LA INSUSTITUIBLE OBLIGACIÓN DE

AFRONTAR EL “JUSTO CAMINO” FUNCIONAL.

CAPITULO 10.

El “justo camino” funcional.

La aparente incomprensible situación del profundo plano de "degrado" alcanzado por la sociedad, se expresa como un tremendo contrasentido respecto a las condiciones del apreciable nivel general presentado por su formación de base. El reconocimiento de la existencia de consistentes agentes causales de la decadencia, es de definir como una tragedia de la confusión y de la desorientación.

En el yergo local podría describirse como "el buen muchacho cuyas malas compañías, los malos consejos y las circunstancias de ellas derivadas lo han conducido por el errado camino o mejor el camino de la perdición”.

El errado camino elegido no conduce a ninguna parte y ello no parece interesar a una sociedad extraviada

(no sabe donde se encuentra ni a donde se dirige), pero continua a transitar-lo ignorando resignadamente su destino.

La confusión y desorientación aumentan el difícil panorama cuando aun no se ha percibido cuanto el camino abordado es errado. Ello permitiría retornar al punto de partida y recomponer estrategias para encontrar aquel justo. Se continua en cambio a transitar en el equivoco avanzando cada vez más en esa trayectoria, aumentando la dificultad de encontrar las propuestas justas. Ante la ausencia de una definida posición y estrategia destinada a cambiar radicalmente la situación, el proceso de “degrado” continua a desenvolver sus dinámicas sin obstáculos en tanto

al estado actual no se conoce con certeza - La línea a seguir para guiar a la sociedad por el “justo camino”. - Cuales las condiciones reales necesarias a cumplir para recorrer el “justo camino”. - Bajo que tipo de ordenamiento conceptual es preciso estructurar la organización general para hacerla transitar por el “justo camino”.

Estos argumentos son el elemental inicio de un extenso y completo planteo necesario de afrontar, bajo los auspicios de una rigurosidad conceptual de ser presentada prioritaria-

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mente sobre todas las formulas actuadas (en fondo se ha cambiado solo la fachada de la "di-funcionalidad” y el degrado "imperante). Los planteo o variantes aún vigentes a regir la conducción política y económica constituyen un híbrido de adecua-miento, aun lejano de embocar el "real justo camino". (faz de movimientos extraviados en el ámbito de los mecanismos convencionales). Se suceden en continuación ensambles ideológicos "di-funcionales" en correspondencia con modificaciones de considerarse medidas intermedias a caballo de varias posiciones. Versiones más relacionadas con modelos no diferenciados demostrativos de la inexistencia de un proceso destinado a generar cambios trascendentes, tal como se impone para afrontar una situación sumida en la confusión y la desorientación. La sociedad necesita una decidida, verdadera e imprescindible "transformación" de la forma de vida.

Se indican algunas de las modelos “convencionales de reformas” para “no cambiar nada”: - Emprender y sostener un camino adaptado a reorganizar con nuevas medidas “di-

funcionales” y de "conveniencia" los problemas mas apremiantes. - Proponerse abordar un camino basado en fantástica perspectivas aunque

aparezca plagado de inciertas dudas e incógnitas. - Eligir un camino reformador pero formulado según características dispuestas a

cambiar el menos posible las condiciones de los ordenamientos vigentes. - Individualizar oportunamente una "receta" adecuada al caso.

Un “plan o sistema” proveniente de escuelas de economía dotado de mecanismos innovadores, capaz de trastocar la situación valiéndose de un nuevo experimental método (de aplicar como cura pero no de adoptar como fórmula permanente).

- Crear una camino nuevo sin renuncias ideológicas. Un desafío destinado a contactar y aplicar un sistema de soluciones sin renunciar a mantener concepciones y mecanismos "populistas". No importa cuanto se hallan demostrado a todos los efectos fracasos de la sociedad, por cuanto parece decidido considerarlos “valores de acompañarla por siempre".

- Hallar un nuevo camino sin necesidad de llegar en el afrontarlo a una atenta y previa justa evaluación de agentes causales del "degrado", y menos aún concretar una suficiente "auto-crítica" generalizada a todos los sectores sociales. Estas formulas giran siempre en torno a métodos "di-funcionales" interesados al mismo tiempo a evadir y confirmar la realidad presente, y por lo tanto insuficientes, impotentes a originar los trascendentes cambios de "transformación" de imponer una eficiente solución a la problemática. En realidad la base elemental de la dirección del camino justo a seguir, es simple, lineal, rigurosa y coherente con los mecanismos indicadores de eficiencia, bajo cuya acción se establecerán las condiciones y características de reunir de parte del integrado y "transformador" proyecto. Es indudable el haber llegado a una crítica situación límite tal de hacer imprescindible identificar un “camino justo”, que permita recuperar la dignidad, el bienestar, la propia respetable identidad perdida; recurriendo a un ordenamiento capaz de responder a una

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conformación conceptual calificada, rigurosa, responsable e intencionada a llamar a viva voz a un adecua-miento general a la entera sociedad. El proyecto implicará un completo re-ordenamiento integrado de todos los ámbitos de re-diseñar estructural y funcional-mente, constituyendo un contexto del todo nuevo y con participación activa de todos los sectores sociales. Esta acción conjunta del completo ámbito social ofrecerá una respuesta adecuada, no sosteniendo la inmovilidad sino disponiéndose según una abierta condición al "cambio”.

La convicción de apoyo al cambio de transformación por parte del cuerpo social

implica un necesario, justo y lógico advenimiento "auto-crítico",

donde será necesario poner en resalto y someter a esclarecimiento

las actitudes" degradantes" asumidas en todos los distintos ámbitos.

De la efectiva y rigurosa re-dimensión analítica surgirá la plena y genuina razón, de la necesidad de cancelar una forma de concebir y conformar la sociedad del todo anómala. La entera sociedad es justo se sienta (cada sector en su campo) responsable del “degradado” estado de cosas. Se proyectará “civilmente” a aceptar con total convicción lo insostenible de continuar a configurar una forma de vida, basada en planes, método, sistemas inducidos a surtir efectos temporales pero destinados a continuar a hacerla transitar por el camino del degrado".

Un arraigado y generalizado fenómeno resultado de distorsionados y erróneos ordenamientos conceptuales y operativos habitualmente practicados y extendidos a todos los ordenes sociales.

El reconocer la necesidad indefectible de “transformarse” de parte de la sociedad,

es indudablemente una difícil y fuerte escoza de absorber, así como la determinante importancia de adquirir

la disponibilidad y convicción de la "necesidad de trascendentes cambios".

Inútiles y estériles resultan las trilladas opiniones y discusiones en torno a las líneas acordes con formas ideológicas superadas y obsoletas, decididamente fracasadas (útiles a servir de escudo y sostener posiciones y escaladas personales). Posiciones capaces de continuar a sostener obsesiva-mente cuanto “recreando las causas del fracaso es posible superarlo”. Fracaso fundado en una incontable proyección de errores conjugados en una interminable cadena interesada en esencia a estimular el incremento del "degrado". Para entrar en la mentalidad de nuevo proyecto será necesario ante todo, cambiar la forma de pensar (ideológica) sobre las concepciones de base al centro de la configuración

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política de la sociedad, porque si se continua a seguir las líneas existentes no se crearán las condiciones para superar y evadir del “degradado” sistema. Las reformas si no se abandonan las erróneas concepciones ideológicas de base (dejándolas al margen), agravarán la situación insiriendo otros ingredientes más pesados al ya indigesto mascullo vigente.

Para la necesaria “transformación” es preciso elaborar y abordar un proyecto dotado de extrema rigurosidad y porque no de criterios-a audacia, proclive a conducir con virtuosos principios y fundamentos a recuperar ordenamientos y comportamientos plenos de eficiencia. Proyecto conducido con sentido común y sobre todo imbuido de humildad y modestia, aspectos necesarios a ubicarse en la posición concreta y correcta mediante la distancia temporal.

Las sociedades configuradas según criterios de ordenamientos equilibrados

tienen bien claro cuanto la esencia de su correcto funcionamiento no depende de las ideologías puestas en campo. Ser en “equilibrio funcional” es la consecuencia

de la idoneidad aplicada por la entera colectividad en moverse con naturalidad

en medio de las necesarias reglas destinadas a encuadrar el éxito colectivo de los resultados a obtener.

Las ideologías y las posiciones políticas tienen una influencia del todo complementaria en la forma genérica del desenvolvimiento social.

El peso real de la conducción esta en manos del ordenamiento de base responsable de responder a una probada eficiencia. Una entidad capaz de controlar, coordinar y reajustar según prefijadas líneas de eficiencia la continuidad y estabilidad del de-curso evolutivo. La real interpretación de la llamada seguridad social no radica en la mayor o menor entidad de la toma o posesión de derechos. La estabilidad de seguridad está en realidad representada por la consistencia de la base procuran-te, sostenida por una eficiente estructura producto de lineas de comportamiento operativas y estables. Estabilidad regida de elaboraciones técnico -económicas procuradas y avaladas por la lógica e incorruptible verdad numérica, surgida de la interrelación de los múltiples factores actuantes confluyen-tes a integrar el gran caleidoscopio productivo, de cuyo contenido emergen resultados dotados de suficiente coherencia (riqueza generada superior a los gastos producidos), necesaria al de-curso de una equilibrada forma de vida de la colectividad. La real interpretación de la estabilidad social tal como el termino lo indica, hace referencia a la continuidad de las condiciones de base del ordenamiento central del sistema. Este asegura su necesaria autonomía en una sociedad funcional-mente eficiente con mantenimiento en equilibrio de los parámetros numéricos contrapuestos (riqueza producida - gastos generales).

La estabilidad es de considerar tal cuando la sociedad

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se desenvuelve dentro de mecanismos de funcionamiento

con una equilibrada y reconocida eficiencia funcional, es decir cuando no es periódicamente sujeta a sufrir

trastornos conceptuales de las reglas generales.

La modificación de las reglas generales necesarias a tratar de controlar las “crisis” económicas provocadas de "di-funciones y degrado”, convierten la necesaria estabilidad en precaria inestabilidad, consecuentemente precursora de una real condición de "inseguridad social”. El “justo camino” para una consolidada seguridad social es aquel del riguroso, poco espectacular y respetable trazado indicado por la estabilidad afirmada en una adecuada capacidad productiva real, proyectada a mantener al menos en equilibrio - riqueza generada y gastos provocados. Sobre el tema de la seguridad social y de su indispensable necesaria estabilidad, no subsiste ningún espacio para el inserirse de sistemas cuyas concepciones ideológico - económicas, ponen a riesgo al mantenimiento de esta básica propiedad. De ella depende el cumplimiento de justas reglas de civilidad de la entera colectividad.

En este contexto de base las promesas fantásticas plagadas de las mejores intenciones

cuyos grandilocuentes pero deshilvanadas formas, comprometen los puntos focales de ordenamiento central

(a la base de la estabilidad de la seguridad social), no resultan responsable-mente aceptables.

La correcta funcionalidad de la sociedad (le otorga estabilidad a sus desenvolvimientos generales) no se comprometerá o entrará en un posible terreno de riesgo improductivo, porque hacerlo significar atentar contra la seguridad interna. La estabilidad de funcionamiento es una condición virtuosa. En una sociedad "'di-funcional" la inestabilidad productiva constituye el centro promotor de su "degrado”. El "camino justo" no significa como se podría entender con un enfoque "di-funcional" encontrar el filón de oro capaz de cambiar la forma de vida por arte de magia. Simple y realmente basta darse una virtuosa configuración integrada dispuesta a abordar, construir y transitar un “camino”, regulado por normas re-conducibles a un “eficiente equilibrio funcional”. Camino dotado de métodos y mecanismos coherentes según una línea conceptual y operativa estable.

El entero complejo así configurado otorga "seguridad" a una determinada forma de vida

regularmente encanalada hacia balances de beneficio positivo,

naturalmente promotores de equilibrio, bienestar y progreso, en base al justo y distributivo esfuerzo de todos.

Una forma de vida fuera del contexto previamente citado convierte a la sociedad en un heterogéneo y disperso grupo humano, plagado de problemáticas y contradicciones de llevar a la inestabilidad y a la inseguridad.

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Intentar con “di-funcionales” soluciones de “conveniencia” contrarrestar crisis deficitarias (hiperinflación -dolarización) sin llegar a dominar completamente la situación de "degrado" significa antes o después: batalla perdida indefectiblemente. Los efectos de mayor benéfica importancia verificados al interno de una sociedad sigue un ordenamiento estructural y funcional virtuoso según sus posibilidades, y esta destinado a construir los cimientos con intervención de todos los componentes del fundamental proceso, partiendo de la instauración del propio y mutuo merecido respeto. Porque ser realmente respetable como entidad social delante a si misma y a los demás, es un aspecto fundamental en el refuerzo de la propia identidad y en directa relación con el justificado orgullo en el mantenimiento de las condiciones de real, total independencia económica y política (caracteriza a una colectividad plenamente soberana).

La elección del "justo camino a seguir" con todos sus obstáculos y sacrificios, llevará a la obtención de una propia definida valorización, capaz de hacer crecer y desarrollar la propia estima de la sociedad como cuerpo integrado. Este constituye el primer y esencial paso de realizar para poder concretar cualquier tipo de “cambio trascendente de reconstrucción”.

Por otra parte como las pruebas lo demuestran claramente, las sociedades subyugadas por los "mágicos caminos"

adornados por encandilan-tes prestidigitadores ideológicos, corren el muy serio riesgo de introducirse

en decadentes e irreversibles procesos de "degrado". Establecer el "camino justo" significa también elegir lineas de organización, ordenamiento y comportamiento conforme a reglas de eficiencia funcional (concurren y recurren a una lenta elaboración de mecanismos virtuosos). Mecanismos virtuosos encadenados y condicionados los unos a los otros, componen un cuadro de esquema base generador de un estado de "estable seguridad social", directa y concreta demostración de una equilibrada coordinación entre las dinámica de los múltiple aspectos intervinientes. La sociedad "di-funcional y en degrado" permite verificar en todos sus ámbitos o sectores desde el político al económico, del empresarial-laboral al comercial, una bien definida tendencia a la realización de actividades con la intención de concretar-las en el menor tiempo posible y entornadas del mas alto rendimiento económico, derivado comporta-mental orientado a introducir en el camino de las distorsiones éticas. Es evidente cuanto las sociedades caídas en "di-funciones y degrado" se ven seriamente obligadas y empeñadas, en convertir tantos aspectos de su forma de vida en manera trascendente, para transitar con la adecuada mentalidad por el "justo camino".

Es precisamente la conversión a nivel del “cuerpo social” uno de los motivos

merecedor del mayor análisis y atención dentro del proyecto de “transformación”,

porqué de fundamental importancia para obtener el necesario completo éxito.

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El mayor inconveniente radica en encontrar la forma de poder desembarazarse del difundido y pesado lastre de los módulos re-conducentes a los mecanismos "di-funcionales", habitualmente presentes y practicados subconsciente-mente en las lineas de conducta. Un tipo de comportamiento generalizado de considerar una anómala carga adquirida y aplicada en todos los campos personales, de grupos, entidades, asociaciones institucionales cuya empresa de re-conversión resulta tan imprescindible como difícil de encaminar en una correcta rehabilitación. En una sociedad afecta de "di-funcionalidad crónica" el entero contexto ha aprendido a jugar el “vale todo”. Cuando esto resulta regularmente practicable cualquier tipo de justificación al alcance de la mano es aplicable y válida. Determinar el "camino justo" constituye un paso real para eliminar las "di-funciones y el degrado", pero para lograrlo es imprescindible de parte del entero cuerpo social conocer y aceptar las nuevas y distintas condiciones puestas en juego (de ser respetadas por cada uno de los diversos ámbitos).

El "justo camino" no se elige ni se afronta sin tener plena conciencia de conocer a fondo

y dar respuesta a las condiciones de ser cumplidas implícita e indefectiblemente.

Solo la presencia de tales condiciones autoriza a afirmar y demostrar de estar realmente transitándose.

Las nuevas modalidades impresas en el "justo camino" obligan a todos los sectores del entero cuerpo social (cada uno dentro de sus propias responsabilidades) a afrontar un analítico planteo preparatorio formativo respecto a:

- El claro conocimiento y justa interpretación de las “causas” de las "di funcionalidad y el degrado" social existentes y en plena vigencia. - Una propia auto-crítica de la genérica forma de pensar y operar. - Adquisición de la necesaria convicción y disponibilidad a un proceso de "transformación" .

Si no se opera un cambio trascendente (fundamental y primario) en la forma conceptual de pensar del entero cuerpo social, el "justo camino" encontrará obstáculos de participación de considerar del todo determinantes en el fracaso del proyecto. Para dar curso a un proyecto dotado de tan trascendentes cambios será imprescindible de parte del entero cuerpo social y consecuentemente de cada uno de los sectores componentes, reconocer con convicción la necesidad de poner todo en discusión por aquello de "quien se sienta libre de culpa tire la primer piedra". En una colectividad en plena "di-funcionalidad y degrado" restan todas las piedras existentes por tirar, porque cada uno ensimismado en su absurda posición cree tener derecho y razón de hacerlo para declararse libre de culpa.

El “degrado” de la forma de pensar se ha traducido en una continua e interminable pedrea

de sin razones durada décadas. Décadas plagadas de "di-funciones" no reconocidas como tales

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al punto que nadie se siente responsable o culpable de las mismas.

Por otra parte es hora de tomar la responsabilidad de "cambiar por cuenta propia". Negarse a hacerlo es demostrarse dependiente, fácil presa del primero en ofrecer las condiciones personales mas ventajosas (bien puede ser el mago de turno en búsqueda del consenso para acceder al poder). La disponibilidad y predisposición a este tipo de hecho es de ser cancelado de la forma de vida de la sociedad, porque los mecanismos fantásticos de las fracasadas fábulas se han demostrado fórmulas conceptual-mente opuestas al "justo camino". Lograr un trascendente cambio de "transformación" dirigido a definir en buena manera la dirección del "justo camino", implica tomar conciencia de la real magnitud del proceso de concretizar en su conformación.

“Transformar” indica ir mucho más allá de la "reforma". Por ello es preciso encauzar sus fundamentos conceptuales y de acción según una información y formación correcta y exhaustiva, abordando los cambios esenciales de recorrer explicándolos en modo claro en todos los campos y sectores sociales. Ello permitirá entablar una relación de real conocimiento de las características del "justo camino" y de las notables diferencias con cualquier otro ya transitado.

El "único camino" responderá a un tipo de ordenamiento basado en el restablecimiento de un

“eficiente equilibrio de función” del entero contexto social, a cuyas características será imprescindible el mismo se adapte.

Cuando la sociedad ha sido fundada como República, los cambios trascendentes no se hicieron inicialmente para mejorar súbito los niveles de las condiciones de la forma de vida, sino para dotar a la comunidad de un particular funcionamiento totalmente distinto al presentado en el momento de ser liberada (virreinato). En el "justo camino" también el aspecto más importante es la validez del sistema puesto en juego, no las eventuales ventajas económicas mas o menos inmediatas en grado de ser generadas por el mismo. La "transformación del Virreinato del Río de la Plata, sistema monárquico en otro el Republicano de índole conceptual totalmente diversa, fue la elección del “justo camino”. El hecho llevó a la independencia y también (de similar importancia), el pasar de un tipo de funcionamiento social a un otro conceptual-mente distinto en casi todos sus aspectos.

La independencia fue el acto mas espectacular mientras la elección del sistema de ordenamiento “republicano”,

el fundamento de base de mayor importancia.

La independencia si bien significaba adquirir la libertad era ante todo destinada a cambiar trascendente-mente una estrategia de vida, que controlaba, impedía, enclaustraba un dinámico y adecuado crecimiento y desarrollo de la forma de vida de la sociedad. La concreta y trascendente "transformación" de Virreinato en República hace adquirir un importante y desconocido valor a los sentidos de independencia, de identidad y de orgullo de pertenencia.

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Estos capitales fundamentos pasan a un plano de "degradado" complemento si la sociedad no se presenta capaz de avalarlas realmente, siguiendo virtuosas líneas de ordenamientos y comportamientos en respeto y reflejo de su primaria importancia. No obstante el decisivo golpe de mano (“transformo” un contexto humano dependiente en una sociedad libre primero y Republicana después), muchos fueron los inconvenientes de superar estoicamente en los confusos albores, hasta llegar a identificar el proseguir del "justo camino". Pese a todas las dificultades, contradicciones y desencuentros originados en el turbulento medio de una sociedad apenas nacida obligada a vivir convulsos períodos iniciales, en virtud de la preciada, fundamental y clarividente tarea de personajes dotados de palpitante pasión y capacidad; se llegó a establecer el "justo camino" de ser transitado, a partir de un ordenamiento adecuado para poder crecer y desarrollarse en estabilidad y seguridad (material Alberdiano etc.).

Ya en esos momentos iniciales el "justo camino" había sido bien identificado y laboriosa y entre mil obstáculos

eficientemente construido. Lo prueba la posición de importancia

alcanzada por la sociedad en el consenso mundial solo después de ochenta años de vida como República constitucional.

La columna vertebral del nódulo conceptual central rigiendo con sus principios y fundamentos las bases, aseguraron la eficiencia de funcionamiento de un ordenamiento indicador del “justo camino” útil. Bases de notable jerarquía, de fresca, preclara vigencia de ser sostenidas inmaculadas en su esencia, recreadas sin transgredirlas, de considerar puntos de referencia precioso pues promotoras conceptuales de un notable impulso evolutivo de la sociedad. No resulta aceptable relacionar estas sólidas bases plenas de connotaciones imprescindibles a afirmar la "seguridad" y estabilidad hacia una digna forma de vida de la sociedad, con el contenido y la propuesta de formas ideológicas desencadenantes del fenómeno inverso, caracterizado por la inestabilidad, la inseguridad, el desorden ético y moral directamente re-conducible a la "di-funcionalidad y el degrado" en todos los ordenes de actividades.

Una sociedad endeudada al extremo, incapaz de saber administrase, improductiva al punto de no cubrir sus propias necesidades, dispuesta a venderse a quien le solvente sobrevivir en el déficit, despersonalizada por haber perdido su real orgullo de pertenencia;

ha llegado a un punto de criticidad límite a fuerza de elegir sistemáticamente ya por fidelidad ideológica, ya por incompetencia

el “camino errado”. Es de considerar probablemente en modo taxativo haber llegado el momento de comprender y aceptar como única solución posible al dominante "degrado" afrontar

el "justo camino".

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PARTE V

LA DEMOCRACIA Y LAS CONDICIONES IDEOLÓGICAS POLÍTICAS DE LA SOCIEDAD.

CAPITULO 11.

La posición democrática en la reconstrucción de una sociedad en

“desequilibrio funcional”.

Los programas, método y formulas de ordenamiento ocupadas con dedicación, equilibrio, desinterés, energía y decisión en estructurar el particular proceso de "transformación" para dirigirse por el "justo camino", se someterán desde el punto de vista democrático a un certero y discriminado análisis, en el sentido de ubicuidad, tipo y oportunidad en relación con las circunstancias específicas del caso. A los fines civiles de una sociedad evolucionada dentro de los cánones funcionales de un ordenamiento eficiente, el “democrático convencional”, resulta el "tipo de sistema más" adecuado y representativo para afrontar y resolver las distintas problemáticas de índole política, económica y social presentados por una sociedad en manera natural y regular. El punto crucial y en alguna forma determinante es establecer la real capacidad y validez de la “democracia” convencional en su lábil estructura, en el afrontar con sus medios un proceso de re-conversión de crónicos y profundos desordenes y desajustes conceptuales y operativos (según la sociedad requiere ser rehabilitada).

En particulares circunstancias y a partir de las intrincadas problemáticas presentada por la “democracia”

al interno de sus mecanismos de procedimiento, el “sistema convencional” no ofrece las condiciones mas adaptas

a controlar y revertir un arraigado estado de dominante "degrado" de la sociedad.

Esta apreciación toma como punto de referencia el tipo mas puro de “democracia” a nivel de representación política, y no a los fundamentales y numerosos aspectos dentro de los cuales se encuadra la libertad de expresión etc. etc. En general la magna flexibilidad y las naturales condiciones de "equilibrio inestable" de todo el contexto representativo, constituye una de las relevantes cualidades de los sistemas realmente democráticos, pero difícilmente se presentan como el tipo de conformación estructural más adecuada a superar situaciones conceptuales, organizativas y comporta-mentales sumidas en un crónico y avanzado estado de “degrado". Para poder emerger del complejo magma de las condiciones de “crisis” permanente y profunda (con características específicas afecta a la entera sociedad), en el acto de desmantelar y comprometer su andamiaje estructural inmerso en la "di-función y el degrado", se hace imprescindible planificar un ordenamiento de base identificado con el

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caso, capaz de contemplar, enfocar y afrontar con equilibrio y facilidad de maniobra los distintos aspectos a tener en consideración.

La formula del nódulo central u ordenamiento de base será la consecuencia

de un minucioso y certero análisis. El integral proyecto elaborado

será dotado ideológica-mente de total asepsia y en modo de reunir todos los requisitos necesarios

para conducir por el "justo camino".

La concepción y aplicación de un definido proyecto (se asume la responsabilidad de "transformar" una colectividad "di-funcional" en una virtuosa), se dará como única finalidad la de establecer las condiciones para enmarcar a la misma en un cuadro de eficiencia funcional integrada. Ello no puede depender, de humores diversos, sensaciones o disparidades, debates o discusiones ideológicas (por otra parte se han revelado del todo "degradantes"). Para el caso desde el punto de vista de la interpretación de las finalidades conceptuales, poco es de esperarse inicialmente del cuerpo social, respecto a un proceso de “transformación" dirigido a ofrecer rigurosa virtud en cambio de desordenada magia "di-funcional".

La sociedad se halla seriamente condicionada de una deformada utilización de la “democracia”,

participe activa de ideologías y fórmulas populistas,

sostenidas irracionalmente con fidelidad religiosa, con la posibilidad de transportar el "degrado" político

a todos los restantes ámbitos. Sumergido en un total “desconocimiento causal real” de la crítica situación atribuida siempre a circunstancias en realidad irrelevantes o complementarias, el entero cuerpo social continuará a sostener como válidas las decadentes fórmulas ideológicas conducentes al "degrado", haciendo responsable de la insostenible condición de grave "di-función" general a los visibles o accidentales culpables o responsables de turno del último fracaso. En el particular caso de la sociedad "degradada" es preciso establecer una clara y nítida diferencia entre la "democracia" convencional como la mejor forma representativa de conducción institucional, y la imposibilidad operativa de este sistema en rendirse realmente útil enmarcado en un proceso de "transformación".

En el proceso de “trascendentes cambios” la colectividad para ser substraída del “degrado" dominante

en todos los sectores y contexto de actividades, es necesario se ponga en juego la posibilidad

de “transformar” los mecanismos convencionales de conducción. Existe una incompatibilidad conceptual entre el sistema democrático propiamente dicho, (tal como formalmente se lo considera) y su distorsionada conformación y aplicación tendiente a dar lugar a una "democracia di-funcional".

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Terminologías aparentemente paralelas o relacionadas pero con características conceptuales diferentes, como lo indica el adecua-miento a las necesidades de “conveniencia ideológica” dominante del consenso social (representa en su esencia en realidad una "democracia" conceptual-mente distorsionada). La sociedad bajo un sistema "democrático di-funcional" es decir habituada a una variante distorsionada de la misma (aún cuando formalmente todo el contexto parece ponerla en justa práctica), trastocada por los mecanismos políticos folclóricos desconoce los principios y fundamentos conceptuales a la base de la existencia integral del sistema.

Por otra parte no resulta difícil imaginar el trágico fin reservado

a un “trascendente proyecto de transformación de reconstrucción”,

en manos de un sistema formalmente distorsionado presente como una caricatura de la democracia.

En el campo del ejercicio convencional de la "democracia" en plena vigencia, bajo el aspecto conceptual y de dirigentes nada cambiará respecto a los habituales enfoques "di-funcionales" (continuarán a conducir de un fracaso al otro). En tanto el cuerpo social entrará siempre en el mismo juego de dar su consenso a quienes mejor proponen seguir con mayor fidelidad religiosa sacros dogmas populistas. En sociedades cuya "democracia" ha sido aplicada con vistosas distorsiones (desvirtuándola notoriamente en su más clara esencia), sería necesario como primer paso re-propongan el verdadero conocimiento, de las reales normas de funcionamiento del sistema y solo superada esta faz formativa de “instrucción cívica”, ponerlo en practica. Resulta alusivo a escuálidas proclamas libertarias de tipo político referirse a la "democracia" como uno de los grandes bienes a disposición de una sociedad, sin recalcar con firmeza cuanto para poder gozar la dote de practicarla integralmente es imprescindible (como en tantos otros importantes aspectos), adquirir en el amplio entero contexto social la profunda y no fácil formación conceptual del caso. Formación necesaria para practicarla y hacerla practicar por representados y quienes representan, en sus fundamentales y completas cualidades y propiedades.

Sin las cualidades esenciales la “democracia” como ocurre con frecuencia es un termino factible de ser interpretado de mil maneras diametralmente distintas.

Se cree resulte imposible a una sociedad practicante una "democracia di-funcional de conveniencia",

llevar a cabo a través de esa formula un trascendente proceso de "transformación"

destinado a configurar conceptual y operativamente un proceso de “cambio”

de considerar la antítesis de lo representado por aquella. Para una sociedad más vale carecer de un sistema de características "democráticas di-funcional", de haberlo y ser impulsada por el mismo hacia un estado de incontenible "degrado"avanzado.

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El sistema "democrático di-funcional" y el "degrado" social son efectos perjudiciales de acción colateral, uno y otro se estimulan en un desarrollo paralelo. Evidentemente la importancia de un proceso de "transformación" de una sociedad en crónico y progresivo "degrado" avanzado, implica después de un minucioso y riguroso análisis y evaluación de la situación, establecer y utilizar los medios mas adecuados a las circunstancias para obtener los concretos resultados impuestos por el proyecto. El sector “político convencional” ofrece limitaciones extremas de definir de total incompetencia para afrontar un proceso de "transformación".

Es de agregar cuanto el formal sistema “democrático di-funcional” vigente,

manifiesta síntomas de particular “distorsión de conveniencia”

en la conformación conceptual y aplicación de sus contenidos. Distorsión de atribuir a las tendencias “ideológicas populistas” componentes el sector político (gozan del mayor consenso).

La acción de desvirtuar los signos del sistema democrático, de parte de las ideologías populistas con consenso social dominante operado a nivel de conducción política, se ha acentuado con el de-curso y ejercicio ejecutivo.

Las distorsiones van incrementándose a medida que las "di-funciones" desarticulan todos los sectores, haciendo necesario un mayor y más discriminado uso del poder para mantener propias posiciones. El seguro mantenimiento del consenso mayoritario del contexto social otorga una formal cobertura a la configuración "democrática", avalada por características frecuentemente plebiscitaria (con ella la misma se manifiesta y justifica).

La democracia en su configuración real contrasta irremediablemente con el "autoritarismo" populista” autorizado por el consenso, dando lugar a la variante de “conveniencia” y generando un empasto convertido de "di-funcional" en anómalo. En este irregular entremezclarse de vectores conceptuales la "democracia" ha perdido sus condiciones, cualidades, propiedades y características esenciales, para convertirse en un sistema “adaptado convenientemente”, a dar una cobertura formal y otorgar a todo el ámbito político una fachada institucional regular a su desenvolvimiento.

El fenómeno de distorsión dispuesto a una buena distancia diferencial del concepto original,

podría identificarse como "conformación democrática di-funcional de conveniencia" .

Si el contexto ideológico -político-social-operativo ha asumido características sistemáticas de conformación y aplicación tan particularizadas, de poder definir-las con diversos términos pero de ninguna manera un tipo de "democracia real en todos sus aspectos

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esenciales"; es de considerar una decisión desacertada otorgar a la “política” la capacidad de llevar a cabo un complejo y trascendente proceso de "transformación". Es de agregar el total habito de la sociedad a interpretar como regular este tipo diferenciado de formulación "di-funcional" de la democracia. Ello completa un cuadro político-social también él necesitado de ser sometido a una trascendente "transformación". Si es necesario mantener particular atención en torno a la forma de interpretar y ejercitar la "democracia" por parte de sociedades habituadas a manejarse dentro de ella; (respetando la esencia de sus fundamentos conceptuales o retornando prontamente a los mismos cuando se sobrepasan sus frágiles límites), la empresa resulta inaccesible cuando ya ha sido largamente utilizada en "conveniente di-función” por los medios actuantes a su interno.

Probablemente sería mas apropiado a una sociedad

adoptar la “democracia” en una situación de virginal introducción en lugar de utilizarla "di-funcional-mente". Esta última situación crea una condición

de confusión y desorientación conceptual acerca de la misma a ese punto difícil de re-dimensionar.

La "democracia" como forma institucionalizada de representación y conducción de las sociedades, constituye un importante punto de referencia humanístico-cultural-evolutivo. Por su exquisita conformación es de considerar como una meta ideal a la cual es preciso acercarse lo más posible, para procurar a partir de ella las mejores condiciones de vida a la colectividad. La "democracia" representa una riqueza difícil o mejor imposible de llegar a poseer plenamente, escapa de entre las manos con facilidad resbalando de las mismas cuando más se cree haberla aferrado. Es un sistema de configuración de vida necesitado de ser adecuadamente comprendido, respetado y sobre todo analizado hasta captar los contenidos interiores de su espíritu, tanto en sus fundamentos como en las determinantes esfuma-turas desprendidas de los mismos. La democracia en función de su labilidad y de sus subsidiarias subjetivas esfuma-turas dotadas de una intrínseca importancia conceptual resultan de simple distorsión. La transgresión de esfuma-turas pasan fácilmente desapercibidas haciendo inobservables las "di-funciones de conveniencia” utilizadas frecuentemente para aderezarla (se producen y gravitan sobre la calidad de su entera posición).

En realidad son los conceptos satélites (completan y refuerzan los fundamentos esenciales de la "democracia"),

aquellos mas determinantes a constituir la sutil base de apoyo de las características más jerarquizan-tes

y de quienes emanan las posiciones conceptuales mas consistentes de su frágil juego ideológico.

Es un término necesitado de una delicada interpretación integral.

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La superficial identificación de "democrática o anti-democrática" vertida como grosera versión de una situación dada, solo es justo atribuirla a casos de extrema visibilidad (aunque existe en numerosas variantes). La "democracia" en sus mejores niveles de conformación y aplicación, tiene una estrecha relación directa con la calidad cultural cívico evolutiva adquirida del entero cuerpo social, al punto de considerar su real aplicación un irrefutable hecho consecuente.

Las sociedades con ideologías políticas de escaso relieve o de índole “populista”,

se presentan (dada la escasa cultura cívica general)

imposibilitadas de implantar formas altamente desarrolladas de "democracia real".

Por su textura conceptual y por sus particulares características humanísticas, la "democracia” en su acepción mas excelsa tiene la necesidad imprescindible de disponer, (para una más justa conformación y aplicación practica), de personajes de conducción dotados de una alta calidad humana, porque solo a partir de esta especial contribución se hace posible verificarla en todos sus valores. Se podría establecer la existencia de dos tipos de "democracias": aquella única (refleja en forma inmaculada todas sus virtudes y designios humanísticos), y todas las innumerables secuelas (múltiples variables particularizadas), quienes adoptando ese termino la distorsionan mas o menos notoriamente desvirtuando su real contenido conceptual. De lo precedente-mente expresado se desprende la gran importancia del nivel adquirido de preparación y formación democrático alcanzado por una sociedad, es decir cuanto la capacidad y experiencia cívica cultural presentada por la misma respecto al tema; resulta prioritario a un ejemplar ejercicio del sistema. Para el caso en particular la sociedad aparece no preparada, discapacitada de los reales fundamentos democráticos, porque no ha tenido contacto directo con el espíritu verdadero de ese fenómeno.

La condición de no preparación se refleja claramente

en el hecho de cuanto hayan pasado totalmente desapercibidos

personajes integralmente representativos y fieles al “diseño democrático”,

no habiendo recibido el más mínimo consenso de la colectividad empeñada en adorar

imperiales aventuras populista.

El hilo directo de comunicación entre la "democracia" y la necesidad de disponer y de proponer personajes de alta calidad y preparación humanística y cultural, demuestra (para llegar a obtenerla y practicarla) la necesidad de adquirir o poseer una suficiente preparación de índole general al respecto, imprescindible si se entiende alcanzarla en su forma más noble.

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Esta condición no se refiere exclusivamente a los personajes centrales destinados a intervenir en el proceso de conducción. Es distintivo a una definida intención de formación o preparación media del entero cuerpo social, destinada a facilitar el reconocimiento del modelo genuino de aquellos convenientemente disociados (de no considerar dotados de las mismas cualidades). Bajo el aspecto de la cultura cívico intelectual una de las mayores y peores "di-funciones" de la sociedad, es aquella de no haber respetado y reconocido personajes quienes imbuidos de humildad, manifestaban su capacidad de pensar según conocimientos y reglas proyectadas a concebir razonamientos dotados de discernimiento lógico, en resumen altamente democráticos.

Personajes y estructuras ideológicas caídos en el olvido o sumidos en su tiempo en la indiferencia,

no respetados ni reconocidos por su nivel democrático. Desprestigiados y despojados

de su verdadero valor y hasta lacónicamente despreciados,

porque no conformes a los dominantes modelos “populistas”. Personajes con importantes dotes de estadistas penalizados por pasar desapercibidos (con escaso e insuficiente consenso), superados con facilidad del fascino del "degrado" imperante, tratando sin éxito de proponer ordenamientos concebidos sugiriendo cambios de ruta cuando aun existían buenas posibilidades de inserir-los y obtener positivos resultados. Personajes caídos en el polvo y el fango de retorcidos juegos de poder, de despreciable y escuálidas elaboraciones y retro-escenas útiles a incrementar el "degrado". En tanto predominaban en el poder elementos de bajo nivel designados y propuestos por los calibrados esquemas corporativos, dispuestos y preparados a responder con todo el apoyo al dominio de la "di-función". Representantes de un sistema basado en la condescendencia y en la obsecuencia ideológica, utilizadas como instrumento de primer plano para gozar de un seguro mayoritario consenso y con ello del dominio del poder.

En el campo ideológico-político posiblemente democrático resulta esencial

(antes de instaurar cualquier tipo de fundamento conceptual), retornar empírica y pragmáticamente a restablecer

un orden de niveles basados en el conocimiento y capacidad de pensar

humanístico, filosófico, sociológico, político. Forma de pensar capaz de construir

un inexistente material de consulta de alto rango intelectual.

Elaborar un instrumento finalizado a identificar realmente una nueva y verdadera configuración "democrática" de la sociedad. Material de consulta de utilizar como guía esclarecedora de una real forma de pensar "democrática", de tomar como punto de referencia o base de conocimiento esencial por la

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jerarquía de su contenido (solo presente en la única versión "di-funcional" prácticamente ejercitada).

El alto nivel de jerarquía del pensar realmente democrático corre paralelo (fraterna-mente hermanado) a una lógica y razonada forma de vida funcional y eficientemente diseñada.

Desde el inicio animado por el ejemplo de los mas insignes próceres formados en las más prestigiosas universidades de Europa y América, el conocimiento, la preparación y la capacitación han signado de siempre las características evolutivas mas nobles de la sociedad. Personajes cuyo convencido impulso ha indicado la importancia del definido destino de educación progresista de la colectividad. Talentos naturales en contacto con las nuevas y revolucionarias ideas de la época, generadas en las mas jerarquizadas calderas de avanzada de la tierra, han dado vida a un ordenamiento “Republicano” tan inmerso en el futuro, de presentarse aun hoy conformado por frescas y actuales raíces fundadas en la responsabilidad y prosperidad de todos.

PARTE VI

EL NIVEL DE “DEGRADO” ALCANZADO Y EL MEDIO MAS EFICIENTE PARA CONTRARRESTARLO.

CAPITULO 12.

El proceso de transformación de reconstrucción.

1.) Condiciones del “degrado” existente. La condición de"degrado" avanzado afectando el ordenamiento funcional de la sociedad en sus distintos sectores, crea una situación de descompenso habitual en incremento (no ha sido posible ni superar, ni contener con planes o reformas). Con ésta dominante situación de base las intervenciones parciales implementadas sobre ciertos aspectos, pecaban de escaso valor integral y potencialidad siendo destinados al fracaso. Las soluciones "di-funcionales" de los “planes” o tentativos parciales mantenían a flote la nave sin sacarla del grave estado de emergencia, porque se obturaban algunas entradas de agua y contemporáneamente se abrían otras nuevas.

La nave:

- de las grandes ilusiones y de los milagros políticos y económicos - de las fantásticas e irrealizables proclamas.

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- de la amplia gama de derechos adquiridos (no suficientemente cubiertos por una insuficiente productividad real), reducidos por causa de fuerza mayor y cuyo mantenimiento se traduce en generador de déficit. - de las grandes empresas re-aseguradas en su subsistir porque cobijadas bajo el manto del proteccionismo. - de una sociedad según ella crédula e inocente, cuando en realidad responsable en su entero contexto y en cada uno de sus sectores. Sostenedora con su consenso de arbitrarios mecanismos al interno del aparato productivo, derivados en la instauración y de-curso de un incontenible “degrado".

continuando a seguir obcecada-mente la misma errada ruta parece destinada a hundirse irremisiblemente.

Es preciso tomar conciencia cuanto prosiguiendo a transitar la ruta del "degrado" no existe ninguna posibilidad de mantener la nave a flote. O se abandona la errada ruta de "degrado" (conduce a la desintegración por disociación), afrontando con decisión una dirección distinta y cargada de rigurosa responsabilidad o toda la sociedad sucumbirá en el inevitable naufragio. La nave ha resistido demasiados embates al punto de hacer indescifrable cuanto soportará una nueva serie de obstáculos. Confiar el salva-taje en manos de algún milagro improviso es "un acto di-funcional" vano e inútil, alimentado por el sabor amargo de la resignación.

Es necesario llevar a la sociedad a puerto y re-construir la nave

prescindiendo en la transformación, de todos aquellos defectuosos aspectos

destinados a contribuir en las seis o siete últimas décadas a convertirla

en un cascajo, incapaz de ir hacia alguna parte. Para hacer posible una total re-estructuración de transformación de la nave (tal como resulta imprescindible para rendirla nuevamente navegante), es fundamental implementar la seria tarea de afrontar y dilucidar las reales causas del “degrado” procedentes del pasado y del presente. Consecuentemente dar vida a un ordenamiento general de reconstrucción (capitalizando la negativa experiencia para no repetir errores cometidos). Fundamental a nivel ideológico resulta la desaparición de todas las siglas aderezadas con "ismos" (tanto han contribuido a desencadenar las "di-funciones y el degrado" generalizado), capaces de esterilizar todo tipo de manifestaciones de dinámica productiva y de ordenamientos innovadores. A nivel económico cualquier tipo de proyecto se convertirá antes o después en un fracaso, si no se comienza por establecer cuanto la sociedad es en su entero contexto improductiva y deficitaria, orientada a consumir más de aquello real y materialmente producido.

La nueva nave se reconstruirá teniendo en cuenta sacar justo provecho en el identificar

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la naturaleza de las causas de las falencias cometidas.

Ello evitará cometer los errores precedentes, seriamente condicionantes de su calidad y por ende de su capacidad de navegar.

La nave surgirá re-dimensionada y notablemente mejorada, fundada en la plena capacitación generada a expensas del fracaso de la experiencia anterior. Clara y significativa consecuencia implícita en la imperiosa y terminante necesidad de dar una dirección de composición, totalmente diversa a las bases de funcionamiento de aquellas dispuestas a "degradar". En razón del prolongado tiempo de inanición, la nave se está hundiendo por incapacidad de moverse por cuenta propia, habiendo permanecido mas inmóvil de aquello que se ha desplazado, reteniéndose justo rever todos los planos y materiales de construcción. Ello significa afrontar un nuevo e integral proyecto basado en la obligación de poner en discusión el completo contexto social en todos sus ámbitos.

Re-fundar una “Segunda República” significa sobre todo dar vida a un nuevo proyecto de sociedad,

nacida después de inspirar una bocanada de aire fresca (no contaminada de "di-funciones") capaz de darse una forma de vida valida y seria, digna y respetable.

Es preciso llegar a la plena comprensión y convicción de cuanto la "degradada" nave destinada irremisiblemente a hundirse, representa la decadente forma de vida de la sociedad. No es lo mejor tratar por todos los medios de salvarla así como se halla. Por el contarlo es preciso y más justo desecharla, primero porque los esfuerzos para mejorarla en sus actuales condiciones son del todo vanos, segundo y más importante, porque es preciso cancelar conformaciones estructurales en correspondencia con un período o época de "degrado" sin atenuantes. Es preciso tomar la decisión de terminar por desechar la nave en avanzado estado de "degrado" para transformarla al punto de dar vida a una nueva. Ello significa :

- terminar con “programas, planes y recetas” destinados a cambiar las decadentes situaciones y condiciones de la forma de vida de la sociedad, porque jamas han llegado a finalizar su cometido y mucho menos obtener los resultados integrales prefijados.

- terminar con el dominio de ideologías “di-funcionales” dominantes de siempre la escena institucional, proyectadas a corromper el ámbito del razonamiento democrático.

- terminar con la opresión del sistema corporativo de conducción sectorial y asociado (ha inmovilizado al entero medio productivo).

- terminar con la vergonzosa reducida productividad de bienes materiales. Pone en muestra una colectividad “deficitaria” (trata de resolver los problemas “endeudándose”).

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- terminar con una distribución del territorio de tipo colonial desaprovechando los beneficios y el desahogo provocado de una lógica redistribución de riquezas naturales.

- terminar con los "arraigados" modos culturales de todo tipo, provinciales y nacionales, políticos y económicos, de la forma de producir y educarse.

- terminar con el culto de la personalidad según la índole del “caudillo”, adoptando la idea del papá protector (piensa y decide aquello de hacer o no), encargado de llevar de la mano a la sociedad como si fuera un niño inmaduro necesitado de ayuda para atravesar la calle y configurar su destino.

- terminar con personajes "bien intencionados y de buena voluntad” pero no preparados e incapaces porque con esas condiciones no se conduce a una colectividad por el "justo camino". Los buenos deseos no bastan En base a ellos también es factible afirmar “el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones”.

- terminar de insistir con orientaciones ideológicas cuyos fundamentos se han revelado repetida y sistemáticamente propensos al fracaso.

- terminar de confundir la participación a una concepción política con un indeclinable acto de fe de mantener según un “religioso” sentido de inamovible y supremo bien espiritual. Este decálogo para cancelar la "di-función y el degrado" son algunos de los innumerables motivos centrales del deteriorado estado de la nave (de recordar se mantiene penosa y accidentalmente a flote). Constituyen de por si suficiente justificación para tomar la decisión de proceder a desprenderse de todo lo perimido presente en ella, re-convirtiéndola hasta hacerla irreconocible a los viejos “di-funcionales” ojos. Resulta a este punto una sabía decisión desprenderse de todo aquello que ha procurado al viaje convertirse en pesadilla. No crea ninguna carga emotiva de conciencia desecharlo, simplemente por haber llegado al extremo de presentarse como un inservible y averiado trasto irrecuperable. La nave sin un timón en condiciones de conducirla (se desplaza sin rumbo fijo) incapaz de intentar cambios trascendentes necesarios a hacerle recuperar eficiencia y suficiencia, es a la espera de un pasivo y del todo improbable milagro o de una irremediable fin. El enorme y desbastan-te invasivo "degrado" de la nave, va de la herrumbre generalizada a la "di-funcional" y obsoleta sala de máquinas, pasa de los instrumentos bloqueados, inmóviles y en desuso hasta llegar a las filtraciones (inundan la bodega); hacen del naufragio un hecho inevitable e irreversible. El continuar a tratar de salvar la nave por el presuntuoso hecho de no reconocer los propios errores ideológicos cometidos en su construcción, merecería en tal obcecada posición, el duro castigo de una humillación sin precedentes. La condición de "degrado" avanzado hacen inútiles los intentos reformistas propuestos. Resultan vanos e incapaces a cubrir el determinante descompenso dominante en todos los ámbitos.

La incompatibilidad operativa del entero contexto hace necesario

“re-fundar integralmente el ordenamiento de la forma de funcionamiento de la sociedad".

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La implantación de cualquier tipo de reforma parcial (tratando de imponer una reorganización para controlar y disminuir el "degrado"), parece destinada a obtener el efecto contrario. El tratar de contrarrestar la acción del “degrado” dominante lo estimula a generar reacciones dispuestas a incrementarlo. Las repercusiones están destinadas a recrear el escenario de situaciones y acontecimientos fieles a la cita con nuevas y más profundas “crisis”. Re-fundar integralmente el tipo de funcionamiento de la sociedad significa introducir a la misma en un proceso de "transformación para la reconstrucción", equivalente a darse una nueva y más eficiente gama de ordenamientos sectoriales. Ordenamientos disciplinada-mente compuestos según una base conceptual y operativa, destinada prioritaria-mente a combatir las anomalías de posición, “di-función y degrado" presentes en todos los estratos sociales (fenómeno de desarticular y eliminar del panorama habitual operativo).

El “nuevo ordenamiento” aislará su función, previniendo y descartando con cuidadosa minuciosidad

toda posible vía de contaminación, con el exterminado y desarrollado espectro de agentes “causales”

(han llevado al "degrado"). Como nuevo ordenamiento no es necesario pensar en la implantación de un riesgoso cuerpo extraño. Para tomar contacto con congenia-les puntos de referencia propios de alta y actualizada calidad, basta recuperar-los de la historia en su integridad conceptual. Las referencias enmarcan y constatan un ya presente ordenamiento de sustento intelectualmente válido y avanzado, dispuesto a responder a las formas de configuración de una sociedad seria, digna, respetable y bien definida, como el espíritu de sus personajes fundadores. En esos sabios ordenamientos se encuentran perfectamente descriptos y trazadas las bases primarias esenciales de apoyo a un particularizado y actual fecundo proceso de "transformación".

Bases de considerar el plano madre de consecuentes y necesarios nuevos cimientos sucesivos,

es decir guía substancial de adaptar a líneas de comportamiento general en relación con las actuales normas

de un “eficiente equilibrio de función” de la sociedad.

En tanto las “Bases” plasmadas ya presentes, de minuciosa, rigurosa concepción gozan de la capacidad de establecer las condiciones primarias necesarias a construir una eficiente sociedad. y es contenido en el material “Alberdiano”.

Un material: - de irreprensibles estudios y análisis dotados de gran sabiduría y valor

humanístico en el tratar la concepción de los aspectos fundamentales.

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- de formulación de preceptos (datados 150 años atrás) dotados de la frescura y la actualidad de los grandes trabajos intelectuales de valor universal.

- de rigurosa configuración con la capacidad de conducir a una sociedad por el

"justo camino", demostrando el indeleble sello de respetuoso y respetable ordenamiento, seriamente proyectado a encuadrar la forma de vida dentro de las mejores reglas. El proceso de "transformación" resulta al estado límite de la situación un acto insustituible e improrrogable.

El indefinido de-curso de conducción y ordenamiento social se ha demostrado a lo largo del prolongado período de vigencia, un motivo de estimulo al dominio de la "di-función y el degrado" incapaz de contrarrestar el fenómeno (por el contrario mas bien a desarrollarlo). Los medios empleados han tenido la acción de un paliativo temporario, sin detener o mejor incrementando el progresivo de-curso del "degrado" (ha continuado impertérrito el camino de provocar cada vez mayor decadencia). 2.) La condición de "degrado" avanzado y la disponibilidad a convertirse en colonia. Las sociedades independientes “di-funcionales” corren en estos tiempos el riesgo de ser colonizadas en modo no político, sino económico, comercial y financiero. Inmersas y dominadas por ordenamientos “sumergidos en un progresivo degrado", oprimidas por sus desequilibrados balances internos, fruto de la inmovilidad y deficiencia productiva, se ofrecen mansamente a ser dependientes de quienes se prestan a financiar o a continuar a solventar la indigna y deficitaria forma de vida.

La disponibilidad a ser coloniza-ble haciendo referencia en estos tiempos a la faz económica en tanto de aquella política es mejor y mas conveniente desinteresarse, es la natural consecuencia de la crónica y progresiva inestabilidad y desequilibrio productivo típico de sociedades "di-funcionales” y en avanzado estado de “degrado", ya totalmente incapaces de dominar mínima-mente la entidad de su condición deficitaria. La disponibilidad a ser colonizados cuando el avanzado estado de “degrado” lo propone como un hecho de escasa importancia, marca el alto, profundo nivel de decadencia de un cuerpo social en el aceptar todas las condiciones, aún las mas deplorables o no éticas con tal de mantener su "di-funcional" sistema dentro de un cierto (anormal) orden. Ante este tipo de denigrada posición el proceso de transformación es y debe ser aceptado como un imprescindible hecho de llevar a cabo. Los próceres fundadores consideraron en su momento imprescindible e impostergable el proceso de "transformación" de la Colonia en República independiente, porque las condiciones de sumisión tanto política como económica al Reino Central servían a enriquecerlo y a presentarse bajo una bien definida prospectiva, el de prestarle un sumiso servicio. Condiciones consideradas insoportables e indignas. La misma trascendencia (imprevisibles consecuencias de algún modo de colonización) tiene la necesaria decisión de “trasformarse”, respecto a circunstancias en las cuales una

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fracasada forma de ordenamiento mete en serio compromiso la digna existencia de la sociedad, impotente de desembarazarse de una dominante "di-función y degrado".

La anomalía funcional del sistema es justo remover-la, pero aun mas imprescindible resulta

extirparla en sus mas profundas y numerosas raíces y en sus atormentados contenidos,

para dar lugar a una nueva, límpida y racional conformación organizativa.

Para ello es preciso preparar y dar lugar a una nueva generación a tomar las riendas del caso, suficientemente preparada en los necesarios conocimientos a fin de dar vida a nueva República. Un grupo de jóvenes altamente capacitados y humanística-mente dispuestos y convencidos al imprescindible y trascendente “cambio”. Dotados de las mismas condiciones intrínsecas de los próceres fundadores, personajes llenos de fervor patriótico así como formados, capacitados e intelectualmente sumamente preparados. Aquellos habían sido enviados por los padres a las mas prestigiosas universidades emergiendo plenos de progresistas proyectos que no dudaron en poner en practica. También en este caso es necesario la presencia de jóvenes proyectados a descubrir en el horizonte de la "transformación" los albores de una renovada y diversa República. No es el momento en el cual de una u otra manera se ha retornado a ser Colonia, de aceptar resignadamente de abandonarse, de dejarse estar, de llorar sobre la impotencia sintiéndose incapaz de algún tipo de justa reacción.

Es preciso dejar taxativamente de ponerse en manos de quienes viviendo de la "di-función y el degrado" han hecho de tal condición un dogma insustituible. Por otra parte imposibilitados en absoluto de "transformar" porque obcecada-mente convencidos, inhibidos por una inamovible forma de pensar y por ello descartados de hecho de ser empleados en el acto de "cambiar.

La sociedad llega en su primer instancia a ser indirectamente colonizada monetaria-mente,

porque no habiendo mantenido parámetros dignos de su moneda (hiperinflacion),

ha sido necesario buscar un punto de referencia estable (dolar) en el intento de frenar el incontrolado desequilibrio

vorazmente descompensado por el crónico balance improductivo y la magnitud del déficit.

También es posible considerar una forma de colonización a la lógica sumisa aceptación de los mecanismos financieros, legados al enorme cuantitativo de deudas acumuladas con entes internacionales. Esos entes no solo dictan, imponen sus leyes justamente autorizados por las escasas posibilidades de verse restituir esos emolumentos, creando de por si una dependencia de no indiferente importancia.

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La "colonización" así configurada es de hecho mucho mas grave y de mayor entidad de aquellas incitantes a la independencia, pues es esencialmente el fruto del dominio de la "di-función y el degrado" nacidos de distorsionadas e irresponsables formas de ordenamientos internos. La “colonización original” era el producto de un predominio militar dispuesto a ejercitar el poder arbitrariamente a partir de una apropiación indebida. Aquella virtual aceptada, no declarada pero a todos los efectos colonia, es el producto no de extraños fantasmas llegados de otras partes, sino de una propia incapacidad o de un indigno, indecoroso, inexistente orgullo de pertenencia, en grado de dilapidar banal e irresponsable-mente con incorrectas gestiones un equilibrio funcional de la sociedad a disposición de sus propias manos. La “di-función y el degrado" ha llevado a la situación limite de dar lugar a un estado de “colonización indigna”. Porque bajo la apariencia de una incrédula inconsciencia, lo real y más importante es la carencia del coraje cívico de reconocer abiertamente la culpa de haber sostenido erróneas posiciones (respondieran estas a cualquier origen ideológico). Resulta un acto de justa re-dimensión confirmada por la realidad de los hechos, la necesidad de una plena auto-condena de los proyectos ideológicos “populistas” de ambos frentes (conservador y de masa).

Esos frentes por demasiados decenios han actuado con un efecto desbastan-te

en todos los ámbitos y sectores, desintegrando los aspectos éticos fundamentales.

Aspectos al centro de la justicia y la eficiencia conceptual y practica, bases indispensables

y a cuyo interno se desenvuelve una sociedad funcionan-te. Es hora de poner fin al interminable desmoralizan-te calvario ético y moral. Para ello es esencial un descarnado proceso de esclarecimiento y clara exposición de la "di-funcional y degradada” situación creada (existe concreta e indudablemente), sin cuya elocuente revelación todo resulta inexplicable. Una prueba del extremo "degrado" alcanzado lo demuestra el hecho de la absoluta ausencia de cumplir con la exigencia de una completa, minuciosa, profunda explicación del porque de un proceso, cuyas graves consecuencias se presenta con continuidad en su cruda realidad. Resulta realmente extraño o de aceptar si se comprende la intención compensadora de los mecanismos "di-funcionales” competentes y desarrollados en camuflar el "degrado", no exista un movimiento empeñado en analizar y desentrañar las verdaderas “causas” del proceso. Hechos indudablemente existentes por aquella certeza “causa - efecto”; destinado a esclarecer los motivos de tan profunda e indigna decadencia. Movimientos intelectuales capaces de afrontar un completo y despiadado análisis retrospectivo llevando a luz los porque" (existentes y numerosos), de un fenómeno de "degrado" constituido en un problema de primer orden, de cuya entidad a esta altura no es posible "di-funcional-mente" desinteresarse.

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El "degrado" parece haber completado su circulo de fortificación defensiva evitando la posibilidad de ser desenmascarado. Su existencia no es siquiera puesta en consideración. Las explicaciones completas e integrales en la búsqueda de tratar de ponerlo al descubierto no son en condiciones de proponerse. Las formas de critica generales expuestas no hacen correr ningún peligro al “degrado”, pues fundadas en parciales, incoherentes posiciones, detenidas en la superficialidad de los episodios del momento. Consideraciones relativas a las habituales divagaciones o explosiones de opiniones de corto aliento, intrascendentes a los efectos de identificar las verdaderas “causas” del prolongado fenómeno regresivo.

En las fantasías milagreras el "degrado" no se genera, es un accidente de de-curso de no definir de esa manera,

porque se supera fácilmente apenas se encuentre y se ponga en practica

una “receta mágica” capaz de revertir la situación (en alguna parte existe).

Esta forma "di-funcional" de pensar (deja siempre viva la posibilidad de una solución a través de una visión irreal) motivan-te formales realizaciones de “conveniencia”, también es aplicable a la nave destinada a hundirse agobiada de sus irremediables achaques. A la sociedad "di-funcional y en degrado" no le importa conocer las “causas” que han llevado a la nave a la irreversible condición de naufragar. Le interesa encontrar el milagroso y fantástico programa para evitar la nave se hunda, y convertirla además en un transatlántico de lujo, como recién salido del astillero y dotado de los últimos y mas actualizados adelantos tecnológicos. 3.) El "degrado" y los grupos sociales. El "degrado" extendido a todos los ámbitos del cuerpo social es posible (si bien en forma arbitraria e informal), discriminarse según su tipo de repercusión:

* El grupo de la gran masa social. En este estrato social el "degrado" se refleja en forma directa en el desenvolvimiento de la forma de vida, y en las siempre cambiantes posiciones adoptadas por las necesidades de sobra-vivencia. Las circunstancias imponen la adopción de comportamientos "di-funcionales" de utilizar indiscriminadamente, plenamente justificados en la constante inestabilidad de desenvolvimiento de este estrato social. Las "di-funciones" operadas responden a actitudes conformadas en simples e instintivos mecanismos destinados a obtener las más ventajosas condiciones, sin estar a pensar cuanto resulten retórica-mente honestos.

* El grupo intermedio o de dirigentes.

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Conformado por quienes tienen una posición de nivel medio en general se desenvuelve con desenvoltura en el propicio y libre campo de "di-funciones", encontrando en ellos fácil cobertura para desarrollar abiertamente los mecanismos de “conveniencia” (le permiten un amplio y no condicionado espacio de movimiento). En este grupo toman posición dirigentes de todos los planos operativos como por ejemplo, aquellos pertenecientes a los ámbitos comerciales, industriales, financiarlos, de los entes del estado nacionales y provinciales, representantes de las asociaciones corporativas etc.

La "di-función" básica de los pertenecientes a este grupo se sintetiza en la posición de

"hacerse el bueno y gaucho con todos pensando así mejor defender e incrementar propios intereses".

* El grupo de los mayores poderes

De siempre han observado las vicisitudes sociales provenientes de las "di-funciones y el degrado" desde la ventana como tranquilos espectadores porque nunca han corrido, ni corren riesgos de ninguna naturaleza.

El "degrado" no los ha afectado mayormente. Se han dispuesto preventiva y estructural-mente para resistir los peligrosos e imprevistos embates del mismo, respondiendo y apoyándose también a su vez en "di-funcionales" mecanismos. El medio así configurado permite obtener a propias notorias posiciones, arbitrarias ventajas adjuntas (a ciertos altos niveles económicos no son de desaprovechar).

* La sociedad en su contexto integrado.

El “degrado dominante” cuya gravedad conduce a la decadencia, a la in-eficiencia e insuficiencia en la capacidad de generar riquezas reales, así como al empobrecimiento provocado por una continua condición de estancamiento por el escaso crecimiento de la acción productiva, es la consecuencia de un devenir signado por un inducción dirigida en tal sentido del entero cuerpo social.

Bajo el aspecto de la intervención en el proceso de “degrado” llegado a posiciones dominantes, es de considerar a las sociedad en sus distintas componentes a igual nivel de importancia en la generación de causas y concausas motivan-tes, así como a la participación activa en el decadente proceso.

Las componentes establecidas (el grupo de la gran masa social - el intermedio o del plano de dirigentes - y el de los mayores poderes a disposición “económicos y de conducción y ordenamiento social”), intervienen con sus propios aportes a incrementar el proceso de “degrado” dando una consistencia integrada a la cada vez mas firme configuración del mismo

PARTE VII

EJEMPLO DE INCOMPATIBILIDADES IDEOLOGICAS EN LAS CONFIGURACIONES PROGRAMATICAS DE

“PLANES Y RECETAS ECONOMICAS”.

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EJEMPLO DEMOSTRATIVO “La extraña pareja ideológica”

El hábito político de aferrarse indiscriminadamente a dogmas, concepciones o principios, inamovibles y religiosamente respetados (jamas puestos en discusión) típico de las conformaciones ideológicas "populistas", se refleja claramente en los rígido mecanismos corporativos dominantes del desenvolvimiento operativo del entero tejido social. Esta posición de rígida fidelidad en mantener inalteradas las bases rectoras de la forma de pensar ideológica, otorga al sistema de conducción de las distintas esferas sociales una petrifican-te condición conceptual, ubicándolo en plena contradicción con los necesariamente ágiles, flexibles y variables mecanismos necesarios al sector productivo (accionar para ser eficiente y competitivo en su acción evolutiva). El colapso del sistema productivo y el consistente y permanente déficit en generar riquezas provocado por el mismo, creó ante la presencia de una de las más graves “crisis” la obligada necesidad de recurrir a la introducción de formulas diversas al interno de la ideología “populista de masa” al poder de conducción. A la urgencia del caso no interesan cuanto las tendencias de pertenencia fueran estas liberales o de otra índole. Lo importante era salir de la critica encrucijada creada (hiperinflación), acto en conclusión después de décadas dispuestas obcecada-mente por fidelidad dogmática a seguir el camino del "degrado" productivo.

El rígido ordenamiento desprendido de la ideología confirma la necesidad de una forzada dolorosa apertura,

en un momento de desesperación operativa con perdida del control de la situación,

porque los habituales paliativos "di-funcionales" ya no surtían ningún efecto.

Bajo el influjo de la difícil circunstancia presentada, se conjugó un apresurado y desarticulado concierto de ideas (de tendencias opuestas) dando lugar a un proceso lejos de ser considerado coherente. No obstante ello la inserción de las nuevas iniciativas (ya de por si contrarias al dominio de las "di-funciones"), permitió de alguna manera establecer un control sobre un sistema con un total dominio en el empleo de las mismas. De todo ello surgió un híbrido particularmente aderezado, caracterizado por estar constituido de enfoques ideológicos completamente divergentes. En un primer momento dado el difícil estado de “crisis” de superar, se establecieron formas operativas poco cohesivas aceptadas resignadamente sin mayores contrastes. De esta manera la precaria situación (incontrolable hiperinflación) se pone en manos de un “plan” o programa con una estructuración del todo arbitraria, en función aplicativa: “de índole liberal, de sostén “populista de masa”, conjunción de ideologías política y económicamente contrapuestas. El Plan o receta responde:

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- Por un lado representada por la forma ideológica “populista de masa" a cargo de la conducción política con el mayor consenso social. Dispuesta según un ordenamiento de orientación productiva "corporativa -asociada” cubre el modelo improductivo del sistema con la emisión monetaria, como forma "di-funcional" de costear los deficitarios gastos generales.

- Por otro configurado según la forma ideológica de conducir la economía de índole "liberal". Llamada a intervenir de urgencia para tratar de re-ordenar un cuadro general ingobernable, precipitado rápidamente en el ultimo periodo en una indomable hiperinflación.

La interrelación entre diversas formas de pensar es un indispensable instrumento si utilizado como regular modelo constructivo y con ductilidad y coherencia. En diálogos habituales estables e integrales constituye un medio notablemente enriquecedor del necesario juego e intercambio de opiniones sobre el cual fundar un proyecto común de conducción social. El intercambio de opiniones evidencia y corrige limitaciones de las distintas formulas, dando lugar a la posibilidad de concepciones intermedias, capaces de aproximar a soluciones mas equilibradas y eficientes (dialogo constructivo).

El “dialogo constructivo” difícilmente ocurre con formas ideológica en abierta extrema contraposición

como aquellas indicadas en el ejemplo. En efecto después de un periodo de acción concordada (no de considerar cohesiva o estrechamente unificada integralmente), en cuyo momento y forzada por las apremiantes circunstancias era preciso dar una visión de cierta función conjunta, comenzaron a tomar cuerpo y a aumentar de intensidad las insidias de las contraposiciones ideológicas (en ningún momento habían cesado de existir). Las inevitables contraposiciones debilitaron el proceso y terminaron por abrir una brecha en paulatina y constante expansión, capaz de condicionar al “plan” aplicativo a sufrir un de-curso de desintegración de sus efectos. Como no podía ser de otra manera el incrementarse del desentenderse terminó por asumir las características necesarias para reducir a todo el andamiaje construido sobre bases de arenas movedizas, en una endeble estructura al punto de desintegrarse perdiendo sus partes por el camino. El intento dadas las condiciones contrapuestas de las ideologías auspician-tes, es de considerar desde el inicio imposibilitado de llegar a cumplir por completo su finalidad.

El “plan” inserido arbitrariamente dentro de un contexto ajeno a sus principios, por un lado controló la hiperinflación por otro creo un “degrado complementario" (si bien de otra naturaleza siempre de él se trata), minusvalorando la moneda utilizada como punto de referencia. En realidad el desesperado tentativo de una conjunción tan arbitraria, constituyó un intento de alto nivel "di-funcional" en busca de hacer convivir formas ideológicas absolutamente incompatibles. Esta conjunción se convirtió en una bomba de tiempo ya activada que colocada en las condiciones de explotar lo hace produciendo consecuencias desbastan-tes.

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La “liberal” y la “populista de masa” resulta una conjunción ideológica solo factible de ser operada ("liberalismo" económico considerado pragmáticamente -"populista propiamente dicho” de índole corporativa, proteccionista y de tendencia asistencial). de una conducción social al delirante estado de una total impotente exasperación creada por el dominante “degrado”.