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Libro socio económico sobre República Dominicana.

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Agustín Perozo Barinas

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6 Agustín Perozo Barinas

La TríadaISBN: 978-9945-489-33-0Agustín Perozo Barinas2012

Editorial SANTUARIOAv. Pedro Henríquez Ureña No. 134,La Esperilla, Santo Domingo, Rep. Dom.E-mail: [email protected]://editorialsantuario.blogspot.comTels.: 809 412-2447; 809 637-1918

Edición al cuidado de Isael Pérez

Diagramación y diseño de portada: Amado Santana

Impresión: Editora Búho

Impreso en República DominicanaPrinted in Dominican Republic

La impresión de este libro tuvo el patrociniode Envasadora Comercial del Caribe, EIRL (ENVASA)

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La Tríada 7

A mis hijas Nathalia y Chiara.

A mi madre Blanca Kais Barinas, escritora y poetisa, quiencorrigió este libro e inspiró “Génesis” y “El cacaotal”.

A mis hermanos (as) y a sus descendencias.

A mi padre Agustín Perozo Fermín.

A los jóvenes comprometidos con su país,dueños del porvenir.

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Índice

Plática abstrusa | 13La Tríada | 19

La Tripleta (y los tripleteros) | 21La sangre de los mártires | 23

J’accuse | 25Si se calla el cantor | 27

p x n = p² | 29¿Calcadoras de infortunio? | 31

Las dos caras del querer | 33La familia dominicana | 37

La juventud deformada | 41La juventud empoderada | 43

El derecho de equivocarse | 45El abstencionista | 47

Psittacus, la parlanchina | 49«Cien años no es nada» (merengue apambicháo) | 51

El cenáculo de los encrespados | 55Las manchas en el sol | 59

La leonera de Babel | 61El Leviatán criollo | 63

¿Sociedad o tramoya? | 65Un purgatorio antillano | 67En la unidad, la fuerza | 69

Pobre niña rica | 71

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La clase media | 73In media via | 75

La burocracia parasitaria | 77Un día de rutina | 79

«Víveres del Campo» | 81¿Una política salarial? | 83

El señoreaje | 87Un convite en Cocolandia | 95

NaCl | 99De espaldas al mar | 101

Dos más tres, son siete | 103Así ganamos todos | 105

¿Emprendedores o expoliadores? | 109La terrible democracia | 111

Los emprendedores (en una terrible democracia) | 113Los “4 Fantásticos” | 115

Libertad versus libertinaje | 119Evolución hacia la dicta-blanda | 123

¿Cómo vamos, Sancho? | 129El Parquecito de los Vagos | 135

Un jarrón azul | 141La fiesta de la democracia | 143La feria de la demagogia | 147

Un paseo a Puerto Hermoso desde San Cristóbal | 149La naturaleza violada | 151

Hacia «Los Frutales de Perozo» | 153La letanía de Jeremías | 163

El río Cibao y la siembra | 167Génesis | 171

El cacaotal | 173Tiempos de tempestad | 175

En la mente de un soñador | 177

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La verdad, si no es entera, se convierte en aliada de lo falso.

Javier Sádaba.

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Plática abstrusa

Aribaldes afinaba una melodía propia mientras caminabapor una senda en un parque capitalino. Le preocupaba el dramahumano que percibió en un reciente periplo por el interior delpaís: hombres, mujeres, ancianos y niños atribulados. La pobla-ción con oropeles y tecnologías disponibles como nunca en suhistoria, aunque no todos compartiéndolas.

En ese escenario vagaban los perros, los llamados ‘el mejoramigo del hombre’, en un aguante errante. Nuestra naturalezaisleña vulnerada. Los ríos, lagos y mares descompuestos, las erosio-nes extendidas y los aires viciados. Algo anda mal.

Su amigo Demófeles le esperaba recostado a un árbol quecreía suyo en un sendero contiguo al canto de la desnivelada cal-zada. Luego de intercambiar los saludos habituales impone untema metafísico para neutralizar la saturación de cuestiones polí-ticas en los medios. De antemano sabía que era puro teorizar perola tarde invitaba a ello.

—Aribaldes, ayer olvidé preguntarte por qué buscas enfren-tar a la gente ante sus más duras realidades si será más de lo mis-mo, ya que no razona.

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—No olvides Demófeles, que la gente se obliga a razonar unpoco cuando hay crisis espinosas en sus bolsillos.

—¿Te refieres a crisis como la actual? Con ésta, hasta yo razono.—Pues ve preparándote a razonar mucho más. Ayer te pro-

puse hablar sobre «un nacimiento envés» y no pusiste atención. Sino interrumpes te explico.

—Prometido. Pero dame la versión liviana.—Haré el esfuerzo. ¿Tienes recuerdos de los primeros tres

años de tu vida?—No.—Entonces se puede decir que llegaste al mundo como una

tabula rasa como dijo el filósofo Locke. Como un paño en blanco.Sin memorias, ni conocimiento, sin normas; nada. Simplementeuna esponja mental sensorial e instintiva. Una especie de robotbiológico que evolucionó para aprender de su entorno.

—¡Vaya usted a ver!—¿Me estás poniendo atención?—Claro que sí. Sólo me expresé... ¡Qué!, ¿no puedo?—Bueno... Con el tiempo y valiéndonos de aquella senten-

cia de que ‘nadie escapa al ambiente que le rodea’ vas tomandoconciencia, lo que no es más que el conocimiento de ti mismo y detu medio. Como naciste siendo una tabula rasa lo que absorbistede tus circunstancias eso eres tú, como un ser conductual. Dime sihasta aquí vas comprendiendo.

—¿Por qué preguntas? No te he interrumpido.—Al tratar de explicarte esto ayer me saliste con una. ¿Sigo?—Unjú...—Desde que tienes conciencia de ti mismo, sabes que no

eres otro, ni puedes serlo. «Tú» eres «tú». Como una ventana aeste mundo. A tu realidad cotidiana. Ya sabes, como ser históricoque eres tienes un pasado, vives un presente y esperas un futuro.

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Pero en tu realidad y actualidad tienes una barrera hacia atrás queno puedes cruzar.

—¿Una barrera?—Sí. Y está justo antes de tu nacimiento. No obstante sabes

que de esa interrogante viniste. Y puedas racionalizarlo o no, aúncon las interpretaciones que te han impuesto en la vida, sencilla-mente estás aquí, donde otros estuvieron y donde otros estarán. Ydesde donde tú también partirás... ¿Nos vamos entendiendo?

—Estoy tratando. Pero sigue, pues fui yo quien empezó.—Cuando mueras retornarás a ese enigma del que viniste.

Puedes interpretarlo como la nada pues no tienes memoria de esepasaje. Pero no es la nada pues en éste ‘tu presente’, en esta di-mensión existencial, percibes la llegada o partida de incontablesseres vivos. ¿Voy muy rápido?

—Hablando de nada, para nada...—Podemos inferir entonces que de esa dimensión ignota que

venimos es la misma hacia donde partimos. Que la muerte es el finde la unidad biológica que somos así como la procreación y poste-rior nacimiento es el inicio de ella. Por lo tanto naces como tabularasa, tu interacción histórica con tu medio evoluciona en una enti-dad que eres tú y que al morir retornas a esa condición previa. Tuprogresión o regresión humana no se pierde pues ya es parte delhaber colectivo que se mantiene. Esto es la sociedad humana desdeo hacia donde parten y vienen nuevas entidades humanas, constan-temente. ¿Y qué tal si tú repites cíclicamente este proceso?

—Eso suena a reencarnación. No es nada nuevo.—No repetirías siendo «Demófeles». En el siglo XIII Jalaoddin

Rumi escribió: “Morí como mineral y me convertí en planta. Morícomo planta y ascendí a animal. Morí como animal y fui hombre.¿Por qué debería yo temer? ¿Cuándo fui menos por morir? Yodebo evolucionar. Todo, excepto Dios, transmuta.”

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—¿Algo como: “nada se crea, ni se destruye; sino que se trans-forma?”

—Algo así. ¿En tal caso no te convendría siempre llegar comotabula rasa a un medio superior? Más desarrollado que el que tetocó antes. ¿Acaso no somos los que forjamos el futuro delegandoal porvenir un mundo mejor o peor? Si vemos tantas injusticias,muchas inexplicables y nos resistimos a aceptarlas como eventosaleatorios que acaecen y así quedan en la historia de los tiempos,podríamos aceptar que hay una renovación cíclica del ser.

—Sugestiva la tesis, pero ¿dónde lleva?...—Si la presunción fuese válida desearíamos siempre arribar

a mejor puerto. A una mejor sociedad. Dentro de esta suposiciónlo que haga en esta vida repercutirá en la evolución o regresión dela humanidad. Si aspiro a esa sociedad superior más equilibradaentre la ciencia progresiva y los valores humanos donde puedatener mejor ventura en todas las esferas del vivir, debo aportar enésta para que así sea.

—¿Y si no?—Si no, contribuyo a una deshumanización del mundo en

el cual podría manifestarme nuevamente para sufrir en carne yhueso esa realidad. Socialmente nada sobreviene súbitamente. Haycausas. Analizándolas vemos que malas acciones humanas derivanen malas consecuencias sociales que soportamos todos.

—Vaya, ¡parece que te desayunaste con una enciclopedia!Lo que entendí es que lo bueno o malo que haga en esta vidabeneficia o afecta la humanidad y a un proceso evolutivo hacia elbien común. Y que en un futuro yo pudiera renacer como unente distinto nunca menos de lo que fui antes para disfrutar osufrir las condiciones de ese mundo eventual donde toda acciónmía en esta vida repercutirá allí. ¿Y quién o qué avala lo que sugierescon esto?

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—Entendiste al menos el concepto. La respuesta no la pue-de acreditar nadie pues como te dije es una incógnita.

—¿Ni Dios?—Ya esperaba una. Te expuse mi modo de pensar sobre la

partida de esta vida como «un nacimiento envés». Recordando alCándido de Voltaire diría que Dios nos puso el terreno y nosotrosdebemos cultivarlo. De ahí mi motivación para estimular a la gen-te que quiera escuchar a que razonen y labren su propio destino.Pero uno que derive en su bienestar.

Demófeles suspiró profundo mientras intentaba digerir men-talmente otra abstracción excéntrica de su amigo. Se retiró delárbol que hacía suyo para seguir el paso a Aribaldes quien lucíamás animado silbando su melodía acoplada al viento inquieto queagitaba las hojas.

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La Tríada

Winston Churchill escribió que “el vicio inherente del ca-pitalismo es la injusta distribución de las riquezas; y el vicio inhe-rente del socialismo es la justa distribución de las miserias.” Se nosimpuso la primera.

Los partidos tradicionales que han desgobernado nuestro paísdesde 1966 y que conforman una triple alianza, apodada en estelibro como «La Tríada», no revelan cuánto ha pagado RepúblicaDominicana en amortizaciones de capital e intereses por la suma-toria de empréstitos que han manejado durante más de 40 años.

Y como derivación al informe sin retoques, el desglose deltotal de la deuda nacional consolidada que parece exceder los vein-titrés mil millones de dólares ya entrada la segunda década delsiglo XXI. Como informan que estamos mejor materialmente, loque en infraestructuras y tamaño de la economía es cierto, es ati-nado preguntarse a qué costo.

Los infalibles economistas, financistas, banqueros y demásrecetarios tienen todo tipo de fórmulas, interpretaciones y pro-yecciones, sumados a un irrebatible juicio que nos hace casi olvi-dar que de su clase nos llegaron los fraudes bancarios tanto ennuestro país como en las potencias mundiales, siendo muchos de

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sus protagónicos actores “brillantes” genios de las mejores univer-sidades del Primer Mundo.

Estos fraudes han potenciado la pobreza en el planeta demanera histórica y la lección no ha sido aprendida. Estos intelec-tos apoyados en estructuras políticas dominantes recomponen supropio desbarajuste privilegiando los intereses que en principiogeneraron la debacle financiera. En el caso dominicano es La Tría-da la que sustenta esos marcos de poder. Y los ciudadanos, los quevotan a favor y los que se abstienen en contra, validan su perma-nencia. Unos por acción y otros por omisión.

Cada partido tradicional se ha constituido en una especie decompañía por acciones, donde la ganancia, no el interés social, essu esencia primordial. Estos tres partidos comprimidos en La Tría-da maniobran como una corporación multinacional. Impersona-les, insensibles, inhumanas, donde el lucro lo es todo. El Estadodominicano es la mejor ubre, sin dolientes. Desde irregulares ce-siones de tierras del Estado hasta la adjudicación de otros bienespúblicos. Así como la usurpación de recursos y activos corrientesen los ministerios y otras instituciones.

Periódicamente se denuncia alguna irritante degradación delerario pero si la cabeza de turno de La Tríada no reacciona a favordel interés nacional nada detiene a los depredadores. Los intoca-bles mutiladores del futuro.

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La Tripleta

(y los tripleteros)

Un demagogo «tripletero» es un monolito indolente. Lassecuelas sociales de su accionar les son indiferentes. No reaccionaante la presencia de tantos dominicanos que circulan con sus pri-vaciones. El mal que obra, que perdura por generaciones, no lointimida ni le afecta pues se siente ajeno al mismo.

Esa polilla se asocia con sus iguales para priorizar sus intere-ses en una corporación de partidos corruptores y clientelistas queha dañado y aspira continuar dañando a la República Dominica-na. Se presume que un 20% del Presupuesto Nacional se esfumapor prácticas corruptas. Con la búsqueda insaciable de sus pro-pios objetivos pretende ser absuelta in aeternum de toda culpa oseñalamiento en el poder judicial vigente. Deos pacem precari, puesya vamos quedando sin opciones, y que el estreno de las llamadasaltas cortes no concluya en un fiasco espectacular para esta naciónperturbada. Precationes facere...

La crisis económica y el pesado fardo del servicio de la deudahace insostenible pactos sociales con La Tríada. Cientos de milesde dominicanas y dominicanos desprovistos de sustento básicoprotestarán en más frecuente avenencia. Los aparatos represivos

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del Estado también estarán expuestos a esta realidad con sus miem-bros de baja jerarquía tolerando con ingresos deprimidos.

El clientelismo que sostiene a La Tríada, con el cual alcanzócasi un 70% consolidado del universo elector en el 2012, cuestamucho dinero al fisco. Es una estrategia muy dispendiosa mante-nida por estructuras electoreras de los partidos / gobiernos de LaTríada que en su alternancia asumen una política sistematizada deendeudamiento imprudente. El cumplimiento de esos compro-misos financieros limitará los recursos para esta perniciosa prácti-ca de compra de votos y conciencias.

Sacudirse de La Tríada será un logro histórico para la socie-dad dominicana tan vejada, manipulada y expoliada. Sólo en eseterreno a conquistar para ensanchar el conocimiento, el trabajodigno y la solidaridad podrá el pueblo dominicano empezar aesperanzarse en un nuevo destino.

No de caprichosas ilusiones, sino el que la educación y laformación ciudadana les señale para su efectivo desarrollo comolo lograron otras naciones devastadas por guerras el siglo pasado yresurgieron en su previa condición de potencias mundiales.

La denuncia comprometida de miles de indignados disper-sos se fundamenta en la pobreza evidente en toda la geografíanacional. El uso de las tecnologías de la comunicación y las redessociales los aglutinará de su dispersión para endurecer una ‘posi-ción de oposición’ a tantos desatinos deliberados y orquestadospor esos ‘malos dominicanos’ a los que aludía el Patricio Juan Pa-blo Duarte.

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La sangre de los mártires

L a democracia y la libertad que se pretendió alcanzar consangre de tantos dominicanos dolientes de la Patria, y hasta deextranjeros, durante la tiranía de Trujillo y tras su desapariciónfísica, no fue posible. Fueron mártires que dieron sus vidas paraque legiones de desfalcadores del Estado se enquistaran en el po-der como lo han hecho en casi 50 años a partir del 30 de mayo de1961 drenando toda posibilidad de prosperidad seria y sosteni-ble en la sociedad dominicana. Nuestra democracia es puro nego-cio y nuestra libertad simple libertinaje.

Hay que reclamar, como impertinencia onírica, la fiscaliza-ción de los patrimonios de estos políticos para determinar si elorigen de esos bienes son lícitos, o fruto del peculado durante susgestiones administrativas, y si esto último fuere el caso, sancionar-los de acuerdo a la ley.

Pero en las monsergas legales de los fiscales anticorrupción,con sus figuraciones y alegatos, apologistas del status quo, no en-contramos expectativas para ello pues “las clases no se suicidan”.Nadie está obligado a desnudar el origen de su fortuna.

Tenemos una sociedad inmadura, delineada así por La Tríadapara su manejo oportuno, a la vez que promueve la desarticulación

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y dispersión de los insatisfechos aplicando manuales de mercado-tecnia donde la colectividad se reduce a un mercado electoral.Continuar persuadiendo a la gente con estas denuncias pareceríacuesta arriba por el limitado alcance que tiene un individuo en lasociedad.

La Tríada manipula la opinión pública maleable con galima-tías y el añejo artificio de pan y circo. A los que no se encorvan losestereotipan como envidiosos resentidos, rebeldes obstinados o sim-ples labradores del desierto. Para esta clase política huera, rancia ycorrupta ‘lo que sirve, no sirve’.

Asociada a banqueros, latifundistas, grandes comerciantes eindustriales que prosperan con el fruto del trabajo de casi 10 mi-llones de almas, discursan al mismo tenor sobre la honestidad y laprudencia. Hasta llegan a creérselo en su propia fábula que sien-do ficción no deja de ser real el desgaste a la fibra nacional. Unapenosa consecuencia es un capital social que se debilita progresi-vamente atizando la doctrina de ‘todos contra todos’. Si ya fuerancosas del pasado fuera más cómodo ver hacia el futuro sin estepesado anclaje. Pero el escamoteo sigue, tan campante...

Estos marrulleros son un riesgo para una genuina democra-cia. Aquella por la que tantos buenos dominicanos y dominicanasofrendaron grandes sacrificios y en miles de casos hasta sus pro-pias vidas. Esas muertes no se consumaron para premiar expolia-dores del patrimonio nacional.

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J’accuse

Quien vivió una dictadura sabe valorar la democracia.Quien la valora lucharía por salvaguardarla y ello implica unrosario de reflexivos compromisos. Si la democracia deja dedesempeñar su papel fundamental de promover el desarrolloy bienestar de la gente, con libertad, entonces empieza su oca-so. Una valiosa proporción de la sociedad dominicana no creeque este sistema promueva su prosperidad. Empero existe unamasa significativa de la población sujeta al clientelismo que es deuso exclusivo de la camaleónica clase política gobernante des-de 1961.

Para evitar que ese segmento defina los resultados de las pos-teriores elecciones presidenciales a favor de uno de los candidatosde La Tríada es preciso exponer en la ciudadanía abstencionista lagrave complejidad de la situación actual y el apremio por su votocomprometido al interés nacional.

Una parte relevante de la deuda social acumulada tiene suraíz en una incorrecta racionalización del Presupuesto Nacional yen el robo de bienes públicos. La sobrevaluación del material gas-table para las instituciones públicas (como los insumos hospitala-rios y papelería) y de otros consumos corrientes, ha sido tan nefasta,

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aunque menos gravosa, que la misma práctica en la construcciónde obras de infraestructura.

De igual manera los injustificados y excesivos emolumentosde altos funcionarios con su larga estela de incentivos, las mayús-culas y arbitrarias pensiones, las comisiones exorbitantes, etc. Lacantidad, variedad y gravedad de actos dolosos en contra del Es-tado Dominicano son una vergüenza para los impasibles, que afin de cuentas también pagarán la factura. Mantener una posi-ción firme contra la rapiña en las arcas públicas, en todas sus ver-tientes y formas, no es un simple enunciado. Es una responsabili-dad colectiva.

Cada recurso extraído del erario y usufructuado ilícitamentepor funcionarios y particulares vulnera la felicidad de la sociedad.Erosiona recursos para educación, que es la plataforma intrínsecadel desarrollo de los pueblos y menoscaba las aspiraciones poruna consistente institucionalidad que reafirme el cumplimientotaxativo de las leyes.

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Si se calla el cantor

Citando a Emile Zola: “Mi deber es hablar. No tengo de-seos de ser un cómplice.”

Ya no hay acontecimiento escandaloso que asombre a nues-tra sociedad ni sorprende el marcado interés de La Tríada, el mis-mo pollo prestidigitador de tres vistosos y coloridos plumajes al-ternativos, de coartar la denuncia individual de genuinos símbo-los de la vergüenza, que sienten que su nivel de tolerancia ya sedesbordó y buscan exponer públicamente toda degradación en elmanejo de los recursos del Estado.

Algunos funcionarios de alta a mediana categoría llegan al trenadministrativo gubernamental sin patrimonios de consideración yen unos pocos años atesoran bienes excesivos como para ser acumu-lados honradamente en corto tiempo. El ciudadano pensante sabeque ese saqueo se deriva del erario y es lógico que concluya que lospasivos que genera ese pillaje se saldarán con impuestos aplicados ala sociedad en general. En resumen, los pagarán los tributarios.

Si se aventura a denunciar un dolo, los ‘tripleteros’ le dedica-rán epítetos mordaces de toda índole para descalificarlo. SamuelRichardson escribió en el siglo XVIII: “Fueren las malas accionesa pasar sin censura, las buenas perderían su recompensa; y el vicio,

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al ser puesto palmo a palmo con la virtud en esta vida, se toparíacon la aprobación general.”

Cuando se denuncia un evidente timo contra el patrimoniopúblico se conmina al ciudadano denunciante a que presente suimputación ante los tribunales competentes, pero éste no cuentacon los instrumentos para formalizarla. Es el Estado que tiene lasinstituciones, como la Cámara de Cuentas, la Dirección Generalde Impuestos Internos y el Departamento para la Prevención dela Corrupción, más otros andamiajes jurídicos para supervisar, fis-calizar y auditar a los funcionarios públicos y, si hubiesen incurri-do en malversaciones, sancionarlos.

El popular esquema de pan y circo culmina en la incalifica-ble impunidad de los ingentes desfalcadores dado que las institu-ciones públicas y sus titulares llamados a preservar los bienes delEstado operan como entelequias. El voto, ese espejismo del ‘poderdel individuo en las urnas tripleteras’, también se ejerce para quelas gestiones de los políticos, dentro y fuera del poder, sean trans-parentes y sujetas a todo escrutinio público, al menos en teoría.

Si no lo son es un deber denunciarlos activamente. Aunqueuna de las escasas vías, sino la única, que tiene el ciudadano paraproyectar las denuncias es la prensa comprometida. Que el actode “denunciar” se mute en “concienciar”. En desplumar este po-llo tripletero tricolor hasta desnudar y evidenciar sus ciertas ca-racterísticas degradantes.

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p x n = p²

Donde “p” es la pobreza y “n” la tasa de natalidad

A bonamos una pobreza ancestral que se empeña en reprodu-cirse a sí misma con una tasa de natalidad que no se ajusta a las limita-ciones de sus familias. Esta pobreza debe ser auxiliada a terminar conese ciclo de multiplicación imprudente subordinado a un viciado pa-ternalismo estatal y a la natural urgencia sexual reproductiva.

El crecimiento demográfico descontrolado es perjudicial paracualquier sociedad y peor aún para una sociedad subdesarrolladacomo la nuestra. Las fórmulas para enfrentar esta situación, algu-nas bien intencionadas, se degradaron en su aplicación. Los po-bres condenan su pobreza, por lo tanto, no deben replicarla. Pro-crear previendo carestías para su descendencia es algo cruel e in-sensible. Esto no es producto del amor sino de la irresponsabili-dad. Los recursos del Estado que garantizarían un pleno desarro-llo de cada nuevo miembro en la sociedad se van estrechandodesplegándose así un círculo vicioso de más pobres y menos me-dios para lidiar con sus necesidades.

A los gobiernos les correspondería orientar en lenguaje llano elvínculo entre la pobreza y la natalidad extemporánea, entendiendo

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por extemporaneidad la insuficiencia en el tiempo de medios sos-tenibles de la familia que permitan la formación adecuada de unniño o una niña desde su nacimiento hasta su adultez productiva.Les correspondería educar, sensibilizar y concienciar asiduamen-te sobre el control natal con persuasivas y permanentes campañasmediáticas de cobertura nacional. Coordinar la publicidad gu-bernamental con la del sector privado motivando a éste últimocon créditos fiscales por asistir esta propuesta de concienciaciónnacional.

También patrocinar métodos solidarios de asistencia socialque respeten la dignidad humana y sean instrumentos para avan-zar la condición de la gente, no para deshonrarla, como ocurrecon programas de asistencialismo electorero. La sociedad huma-na se compone de «seres humanos», no de cornejas ni iguanas,como parecen creer los demagogos infectos que gorronean delerario. Por ello, una sociedad sana estaría compuesta de ciudada-nos desarrollados en sus potencialidades y dones naturales. Soli-daria con los que presenten limitaciones y desventajas involunta-rias. Una sociedad con estos equilibrios presenta mejores oportu-nidades para el progreso individual, siempre en armonía con lacolectividad.

La pobreza no es nobleza, como inculcan algunos. A estasalturas es aberrante y vergonzoso para la humanidad su propor-ción de pobres. A la pobreza material le sumamos la pobreza delintelecto y la del ser existencial. Bertrand Russell escribió: “En elpresente sería técnicamente posible eliminar la pobreza por com-pleto, si los hombres desearan más su felicidad que la miseria desus enemigos.”

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¿Calcadoras de infortunio?

Entre la dicha y la incertidumbre dará a luz. Sacará de lastinieblas. Alumbrará. Un ser capaz de este prodigioso acto natu-ral es superior.

El hombre dominicano ha diseñado y dispuesto la sociedadactual donde no se ha correspondido a cerca de tres millones dedominicanas humildes que sobrellevan un precario desarrollohumano. Cientos de miles de ellas subsisten en la extrema pobre-za. En barrios populares y zonas rurales muchas lucen y se com-portan como hembras del paleolítico. No como madres de estesiglo, por falta de formación y educación.

Los comprometidos sociales denuncian al vacío esta realidadque perjudica colectivamente. En tiempos tan orientados al liber-tinaje hedonista, a menudo el sexo imprudente entre adolescen-tes deriva en inoportuna preñez. Así, parir es un episodio resul-tante, no un compromiso para criar formalmente. Las carencias einseguridades de los hijos de estas madres, en un entorno inicuosin oportunidades de avance, será entonces una realidad angus-tiosa para ellas y una eventual carga para la sociedad.

Estos hechos pesan más que las desgastadas propuestas recicla-das (fórmulas demagógicas y enunciados retóricos) tan reiterativos

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en conferencias y congresos. El reconocimiento a cada mujer aflo-rará cuando se reformen las condiciones para su bienestar condignidad en todo su ciclo vital en una sociedad inspirada en, pory para sus mujeres, iniciadoras de vida.

Un Estado garante de sus derechos debe gestar cuatro ele-mentos prioritarios: una estricta formación familiar, una íntegraeducación académica, el control natal y un trabajo digno. Es fran-camente inhumano no educar y formar a nuestras mujeres paraque eviten procrear más hijos de lo que indique la prudencia y losrecursos en perspectiva. Concebir un niño es una responsabili-dad enorme que se mantiene durante muchos años. Sin educa-ción, sin formación y sin trabajo, la mujer dominicana que aún nohaya logrado romper sus cadenas seguirá siendo prisionera de susactuales circunstancias.

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Las dos caras del querer

—¿Has leído sobre esta locura de hombres maltratando yhasta asesinando a “sus” mujeres?, pregunta Demófeles gesticu-lando con los dedos el símbolo de las comillas.

—¿«Sus»?, interpela Aribaldes.—Lo expreso así porque creen que sus compañeras son “sus

objetos”. No seres libres que han decidido compartir parte de susvidas con ellos hasta que decidan que ya no puede ser, por cuales-quiera razones. Es su derecho.

—¿Quieres oírme discurrir sobre eso?—¿Qué crees?—Pues mejor leerás algo con una propuesta incluida.Aribaldes rebusca en una carpeta repleta de artículos, letras

de canciones y dibujos. Saca una hoja y se la pasa a Demófeles conun escrito a mano en ambas páginas. Se lee un título que dice “Lasdos caras del querer”:

El amor de pareja, manantial inagotable de pasiones inconfe-sables, ilusiones delirantes, conmovedores desvelos y de vibrantes ins-piraciones de creaciones artísticas, también es la misma puerta alinfierno de Dante cuando no se comprende correctamente y se some-te éste a la cordura.

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Es la suma de muchas otras emociones, desde las sublimes prome-sas de los enamorados hasta las ardorosas uniones carnales, que seenreda en cada pareja de modo peculiar. Puede apoderarse como undios perverso de las mentes y voluntades de las personas llevándolos alborde de un abismo mental y al crimen pasional en su más vil mani-festación. Muchos amantes en su ruta al tormentoso camino del des-amor no se someten a la sentencia de que: “el tiempo benéfico al pasar,va poniendo morfina en cada herida, y opio en el corazón para olvi-dar.” Este sentimiento también resulta de, y responde a, estímulos físi-cos muy relacionados con la producción de hormonas, como son la sero-tonina, la dopamina y la oxitocina, que alteran el estado anímico delas personas. A esta última se le llama la hormona del amor... Es lanaturaleza cumpliendo sus propias reglas para preservar la especie.

La naturaleza engatusa para envolver a todas las parejas haciael embarazo lo cual, sin no hay controles, lo hacemos activamente.Ésta procura crear fuertes lazos en la pareja para mantenerla uniday los hijos sean formados mental y físicamente con estabilidad. Luegocomienzan las responsabilidades del hogar que pueden culminar enun hastío sexo-marital ya cumplida la tarea natural de procrear.Pero no aún la responsabilidad de criar.

Tan vital es esta última que hay otra prudente sentencia quedicta: “No son padres los que procrean, sino los que crían.” Y añadá-mosle, criar bien.

Una persona con traumas en su formación o con una inclina-ción genética a la violencia y a los celos patológicos, o todas fusiona-das, adolece del potencial necesario para cometer agresiones contrasu pareja o ex pareja si ve que pueda ser “abandonado(a)”. Toda unacultura popular, desde canciones hasta posturas machistas que culti-van el desamor más allá del arte puro y simple, endurecen la depen-dencia de quien ya no quiere continuar la relación, malograndotoda posibilidad de reflexión racional.

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Este drama ha ido tan lejos que se escuchan temas populares confrases como: “mata a esa perra” o “pégasela al pendejo”. En medio deestos contextos se agravan los celos. El sentido de posesión y la ley de lacostumbre se imponen en las mentes. Surge la ofensa, el maltrato, laagresividad verbal y la auto condena: “Eres mía o de nadie más.”;“Tú arruinaste mi vida y yo acabaré con la tuya.”; “Sin ti, ¿para quévivir?”; “Si no te hubiera conocido...”, y así muchas otras hirientesexpresiones.

El desamor visto desde estas perspectivas es una peligrosa condi-ción mental que afortunadamente es tratable y curable. Es en esepunto donde debe consultarse un psicólogo o un psiquiatra para eva-luación, tratamiento y seguimiento a la situación. Es un trastornotemporal como la embriaguez pero que no se alimenta del alcohol–aunque éste lo empeora–, sino de emociones incontrolables, presio-nes e inseguridades.

En nuestro país, el acto de recurrir a un psiquiatra o unpsicólogo es sinónimo de demencia lo que es un grave error depercepción general que debemos cambiar con permanentes cam-pañas para concienciar, y se entienda que acudir a ellos no sola-mente es necesario y responsable, sino que también será bien vistopor la sociedad.

En algunas naciones desarrolladas consultar un psiquiatra ‘fa-vorito’ sugiere asumir status porque “de poetas y locos, todos tenemosun poco”. Estos profesionales tienen el conocimiento y las herramien-tas para determinar a tiempo si la persona muy afectada emocional-mente por el ‘síndrome del desamor’ está a punto de iniciar unacadena de eventos agresivos contra su pareja y de sí misma.

Para enfrentar lo que ahora es un ‘problema de salud pública’ elMinisterio de Salud debería promover más consultorios de atenciónpsicológica y siquiátrica gratuita en todo el país. Ni los consejerosdefensores, ni el Ministerio Público con medidas restrictivas pueden

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por sí solos prevenir estos actos lamentables que tienen ya visos dedesgracia nacional. Un psicólogo o un psiquiatra sí pueden ser ladiferencia. Pero hay que hacerlos accesibles a la población e inducir-la a que acepte la propuesta.

—Los agresores serán los primeros en criticarte esto –comentaDemófeles al terminar la lectura, y le retorna la hoja.

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La familia dominicana

Es ya frecuente ver bacanales cerca de las iglesias ignoradaspor las autoridades. Con ello se exhibe la conmovedora descom-posición de nuestra sociedad donde prosperan las industrias delalcohol, el tabaco, del azar y otros vicios y contravalores. El hom-bre ya le teme más al hombre que a las bestias. Albert Camusescribió: “La influencia de Dios permite al hombre preservar lahumanidad; pero cuando la Gracia desaparece, la dignidad delhombre se desvanece con ella.”

Un volante, lo mismo que un pistón o un pedal, es un com-ponente totalmente inútil si está aislado de un correcto acopla-miento a su mecanismo. De la misma manera lo es un individuoformado en una familia disfuncional. Puede convertirse en unciudadano díscolo sin que encaje en parte alguna. La familia fun-cional, además de ser el rebaño cardinal de la sociedad y repro-ductora de sus miembros, es también la preceptora germinal deéstos.

Una sociedad puede caer en una trampa trágica de dos ver-tientes que se retroalimentan a sí mismas. Las familias disfuncio-nales procrean individuos con inutilidad social potencial; éstos ali-mentan el círculo estableciendo a su vez otras familias disfuncionales

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que procrean más individuos inutilizables en la sociedad y así, comouna enfermedad, se va agravando el problema hasta dañar el cuerposocial y desintegrarlo si no se detiene el proceso. Una familia dis-funcional es aquella que no garantiza debidamente las necesida-des fundamentales de sus hijos, como son la alimentación, salud,vivienda, educación, valores, certidumbre, sana recreación, esta-bilidad familiar... Es una máquina para crear desarraigados socia-les en su forma más dramática y alarmante.

El freno a esta tolvanera es un reto generacional. Revertir eldaño causado a los individuos producto de familias disfunciona-les es perfectamente posible pero oneroso a la sociedad. Ésta debereorientarse enfocándose en la formación de familias funcionalespara romper el redondel que nos encierra en esta tribulación. DavidMacKay escribió: “Ningún éxito en la tierra puede compensar elfracaso en el hogar.”

Siendo la política la actividad de gobernar y organizar unpaís, sus poderhabientes, los políticos, deben ser referentes mora-les y administradores pulcros de los recursos que se destinan parael desarrollo humano y, necesariamente, rehabilitar la familia do-minicana.

A los demagogos, parásitos del erario, les conviene la existen-cia de familias disfuncionales que les proporcionen persistente-mente una buena cuota de inadaptados que sean aprovechablesdentro del asistencialismo ‘clientelar electorero’ tan arraigado enel sistema democrático dominicano, para validar y perpetuar supermanencia en el manejo del Estado y sus recursos. Exponenteorías de patio que sugieren que el clientelismo es necesario parauna mejor redistribución de las riquezas nacionales y que el enri-quecimiento ilícito de los funcionarios a costillas de los fondos pú-blicos también lo es para la creación de una nueva oligarquía capi-talista con capacidad gerencial que promueva nuevas inversiones.

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Asimismo plantean que el país debe apostar a una economíafutura de capital intensivo, similar a la helvética, pero sin suizos.Imponen esas doctrinas a nuestros jóvenes socavando la posibili-dad de que la política se asuma como una práctica moral. Losactos tienen consecuencias y las imprudencias se pagan.

Las aberraciones sociales que nos asedian cada día tienen suorigen en las ligerezas y las acciones irresponsables motivadas porla voracidad de poder y opulencia de politiqueros que han desar-ticulado el país por décadas. ¿O nuestro grado de institucionali-dad lo desmiente?

La formación de familias funcionales requiere masivos recur-sos en educación. A mayor desarrollo intelectual de los miembrossociales, mayor es la proporción de individuos aptos para contri-buir con un mejor desempeño en su entorno social, comprometi-dos con sus derechos y deberes. Los recursos deben apropiarse,especializarse y fluir, así como también debe capacitarse, supervi-sarse y actualizar a los ejecutores de éstos para que se aprovecheníntegra e intachablemente, con resultados cuantificables.

No obstante, nada de esto será posible sin que un alto por-centaje de la sociedad consciente del problema decida que las co-sas deben cambiar, no simplemente de caras en las instancias delpoder público, sino de criterio administrativo, conductas y ejecu-torias. Tanto es irrealizable en la misma medida que así lo creamoso se nos imponga esa actitud de descreimiento.

El sector corporativo dominicano tiene estadísticas confia-bles sobre nuestra población y su composición. Con reformas sinposturas transigentes se pueden identificar las fuentes presu-puestarias para un modelo de reivindicación familiar a favordel surgimiento de nuevas generaciones sin el lastre vigente.No es una propuesta para otras sociedades. Es para la nuestra,ineludiblemente.

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La juventud deformada

A ctualmente, con las novísimas tecnologías en casi todocontexto de la vida de los jóvenes, las que ni imaginamos posiblesen nuestra mocedad, estamos ante un entorno complejo para ma-niobrar. Estas modernas técnicas de comunicación y los novedo-sos códigos de conducta imponen mucha dificultad para adecuarseacentuando la brecha generacional.

La juventud del siglo XVII tenía similares particularidadesconductuales que nuestros adolescentes modernos a juzgar por elensayo Juventud y vejez del filósofo inglés Francis Bacon:

“Los jóvenes son más adaptados para inventar que para juz-gar; más adecuados para hacer que para proponer; y más amolda-dos para nuevos proyectos que para oficios establecidos... Los jó-venes, en la conducta y manejo de sus acciones, abarcan más de loque aprietan; agitan más que lo que aquietan; vuelan hasta el fi-nal, sin consideración de los medios y niveles, persiguen algunosprincipios nuevos con los que ellos se han tropezado casualmente;les inquieta innovar, lo que genera inconvenientes desconocidos;usan remedios extremos al principio; y lo que duplique todos suserrores no lo reconocerán ni se retractarán; como un potro sin do-mar, que no se detendrá ni girará. Los adultos objetan y consultan

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demasiado, se aventuran muy poco, se arrepienten muy pronto,rara vez llevan el quehacer a casa para tiempo completo y se con-tentan con la mediocridad del éxito.”

Mientras mejor sea el entorno que reciban de nosotros comogeneración previa, mejores serán sus coyunturas para desplegaroportuna y prudentemente su impetuoso afán de búsqueda y des-cubrimiento; a la vez que frenen en su más peligrosa curva exis-tencial que es la natural inclinación hacia la gratificación inme-diata, fuente ésta de los comportamientos perturbadores que hoyadvertimos por doquier. El novelista inglés Samuel Richardson losimplificó: “Los jóvenes son a veces muy ingeniosos en descubrirartificios para engañarse a sí mismos”.

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La juventud empoderada

L a juventud es un ascenso en la montaña de la vida dondenunca se vislumbra un descenso ni final; sólo en la adultez llega-mos a la cima y vemos la declinación y el fin. Durante esos añostodo parece posible y lo imposible no importa. Estas son las con-diciones que permiten a la juventud, como en una carrera de re-levo, asimilar de cada generación pasada y continuar su evolu-ción; tanto lo bueno como lo reprochable. Restarle oportunida-des por malas gestiones en nuestra generación es mutilarle un fu-turo viable. El terreno de acción de los jóvenes es el que heredande nosotros.

A la generación que nos precede se le atribuye buena partedel número de descarriados que tenemos en el presente. Así comonuestra generación será responsable de los próximos. Si la nuestrano ha creado, ni se obliga a crear, las condiciones apropiadas paraasegurarle a nuestra juventud un buen horizonte de oportunida-des cuando hayan completado sus estudios y madurado su forma-ción no podemos culparlos por desempeños mediocres.

El atontamiento impuesto solo se invalida con la educación yformación familiar. También con el deporte y las artes. En clubesculturales, deportivos y en las bibliotecas. La Internet promueve

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el conocimiento facilitando el acceso a información pero es lamisma fuente de inversión de valores, el consumismo y el indivi-dualismo.

Los jóvenes deben conocer las raíces de los daños ocasiona-dos al país ya que deberán transformarse en los neutralizadores delos voraces que engullen su porvenir. Tienen que prepararse paraese desafío con visión e interés, autodisciplina, perseverancia ycompasión por sus semejantes. Sin la prerrogativa de una buenaeducación, integral y de rigurosa obligatoriedad, son motores sintimón. Y lo incontrolable no es útil dentro de estructuras organi-zadas como debe ser toda sociedad. La savia de los jóvenes es sacrapues en ella anida la pasión que renueva lo habitual y lo estático,pero a la par de la fogosidad inclinada a lo pernicioso si la forma-ción no es la correcta.

Ya es atardecer. Aribaldes se reclinó en su mecedora banilejapara extasiarse con un sol que se recogía entre imprecisas nubesgrises y ambarinas. Escogió la canción “La juventud” de CharlesAznavour para abstraerse... De los jóvenes ha aprendido a no en-vejecer.

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El derecho de equivocarse

En un sistema democrático un votante sin suficiente tinopara evaluar y desentrañar las propuestas programáticas de loscandidatos en un torneo electoral es maleable a promesas dema-gógicas de viejo cuño pero de probado resultado, y en el peor delos casos, con dádivas y prebendas, que a fin de cuentas no es otracosa que echar un hueso a cambio de la masa.

Un pueblo con pobre enseñanza es como un niño traviesoe irreflexivo. Actúa por emociones e instintos básicos, no porrazonamiento ni discernimiento lógicos, pues le falta aún desa-rrollar suficientemente sus herramientas intelectuales para ejer-cer con criterio y compromiso su derecho al voto. Que una po-blación con el voto manipulado decida su destino es como po-ner al cuidado de la casa a un infante con una caja de fósforosen mano.

Sin embargo, está en su derecho votar como le plazca en elsistema “para contar narices” como lo definió Nietzsche, pues ensu entendimiento las consecuencias negativas, si las hubiera, lle-garían después o especula que tal vez no le afecten en lo absoluto.Su sentido de inmediatez marca todo su accionar. Gratificaciónpresente, nada de “mañana”, que quizás nunca llegue.

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En el otro extremo tenemos un régimen “democrático” y suspatrocinadores que justifican y escudan este estado de cosas. Unreino entre el desafuero y el despropósito. Son aquellos que sebenefician ampliamente de este método embaucador que garan-tiza su permanencia parasitaria. Los electores no contaminados,los que pueden producir cambios reales, deberán reaccionar antela arbitrariedad y expoliación a que han sido sometidos durantecinco décadas luego de la muerte física de Trujillo en 1961.

O seguiremos bailando, como autómatas, al mismo tono di-sonante sorteando lo evidente hasta que la cruda realidad nos to-que directo al bolsillo. El derecho del pueblo de equivocarse nopuede coartarse. Pero las consecuencias las pagamos todos, justospor pecadores. Lleva a la decepción y la ruina. No tiene otras con-secuencias.

Hay jóvenes que entran a este sistema político, año tras año,con derecho al voto y que son presa fácil del discurso demagógicode los politiqueros. Una educación de calidad ilustraría a estasmentes para que no sean objeto conducente a lo reiterativo. Lajuventud compone una determinante proporción del sufragiouniversal en nuestro país. Constituye más de la mitad del total dela población. Si no es tutelada ejercerá su derecho de equivocarsevarias veces, cada cuatro años, hasta consumar la disolución delgenuino Estado Social y Democrático de Derecho en RepúblicaDominicana, proceso del cual ya tenemos síntomas ciertos.

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El abstencionista

Un abstencionista en un sistema democrático es un ser dor-mido. Los acontecimientos políticos, sus orígenes y consecuencias,resultan sin su más mínima participación. Sin pretenderlo es cóm-plice por omisión del tejemaneje reprochable de los politiquerosdemagogos de turno y fortalece la vigencia de esa claque desfalca-dora de los recursos nacionales. ¿Podría despertarse antes que estapesadilla lo trunque? El sistema que amamanta a los politiqueros loha confundido y embotado mientras sobrelleva esta opresión.

Menos de dos millones y medio de electores, muchos de és-tos subordinados al clientelismo e impelidos como ganado al ma-tadero, fueron suficientes para llevar al poder a uno que otro delos candidatos de La Tríada en el 2012. Ese régimen tripartitodeformador y debilitador del Estado de derecho, de nuestros va-lores acostumbrados y del bienestar colectivo, sumiendo de pasoal resto de la población en los severos contextos con los que lidiadía tras día.

El más penetrante argumento para sacudir al abstencionistaes su propia condición. Por su inacción siente en su existir cotidia-no los efectos que lo golpean incesantemente mientras ve su cali-dad de vida involucionar. Pero su sueño es profundo. Lo alimenta

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el escepticismo y la suspicacia. Sin querer serlo, es enemigo de símismo. Hay que limarle el filo de su entendimiento. Sacudirle ensúbita expansión ese patrón errado de alineación del pensamien-to y arrastrarlo a su verdad inmediata. Acercarle la campana aloído. Agudamente sonora, que espante estremeciendo concien-cias, volteando hamacas y reiniciando voluntades.

Despertarlo requiere ese estridente mecanismo que no pre-tenda convencer con sutilezas. Sino con hechos evidentes e indig-nación acusadora. Lo justificadamente irritante hasta que busqueel faro que lo guíe como al creyente su Biblia. Un punto radiantede fe por donde se perciba valorado y sus capacidades aprovecha-das. No un faro en suspenso, sino enérgico contra La Tríada y suderrotero.

Deberá rebelarse con una postura reactiva ante todo un pron-tuario de iniquidades que le provoca angustia. La deficitaria eco-nomía dominicana, condición derivada de su imprudente con-ducción, lo obligará a reclamar y maniobrar en resistencia contrael despropósito y reducir a sus proponentes y aprovechadores.Liberado de su sueño tóxico, habrá ganado él y nuestra sociedadque es la Patria misma.

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Psittacus, la parlanchina

C on el control de los medios de comunicación masiva porgrupos de poder en nuestro país, podríamos terminar como coto-rras, repitiendo lo mismo que reiteradamente se nos presenta enesos medios. Si bien no es común leer información sin distorsionesinteresadas en la prensa actual, hay publicaciones e informativosindependientes que tienen la verdad como consigna.

Para los enemigos de Quisqueya, que los tiene, “divide y ven-cerás” tiene una utilidad superlativa. Nos han impuesto diferen-cias de orden político muy profundas diseñadas en gran parte porintereses pecuniarios que maniobran en el electorado. La Tríadaestá contaminada por esos grupos que accionan a favor de susobjetivos excluyentes y los entrampados en la manipulación de sudiscernimiento son utilizados para esos fines.

Sin unidad de principios y voluntades entre dominicanos,respetando y valorando las diferencias objetivas propias de unasociedad democrática, los debilitadores de República Dominica-na ganan terreno y no sólo en expresiones figuradas. Si los cuatromillones y medio de electores que ejercieron su voto en el 2012

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persisten en su condición de papagayos machacones para las eleccio-nes del 2016, nuestra democracia seguirá degradándose en unaherramienta para la división politiquera del pueblo dominicano.

Con la grave crisis financiera pendiendo de nuestros cuellospodemos recorrer el camino hacia un descalabro nacional comoborricos y cacatúas en caravanas circenses, desunidos y alienados,inutilizándonos mutuamente.

La “política” secular criolla ha seguido evolucionando comoel arte de la perversidad. Es dominio de los capaces de concebirlay ejecutarla con ese criterio maquiavelista. Con un razonamientoreduccionista se concluye que tenemos genuinos políticos por unflanco y simuladores por el otro. Los primeros, percibidos comouna minoría desfasada. Dentro de casi dos millones de abstencio-nistas en el 2012 quien no ejerció su voto secundó la perpetua-ción de demagogos en el poder. En consecuencia, cada dominica-no es fundamental en prevenir mayores deterioros sociales en el2016 (y en el 2020, 2024...) que los que evidencia diariamente.Debe activar dos instrumentos básicos para reencausar un rumboerrado: su juicio independiente y su voto con dignidad.

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«Cien años no es nada»

(merengue apambicháo)

Entrado el 2012 el Gobierno Dominicano publica un “Co-municado sobre la Aprobación de la Ley Orgánica de EstrategiaNacional de Desarrollo de la República Dominicana, 2030, porel Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo”. Veintiséispalabras, solamente en el epígrafe. Resuenan entonces las apro-baciones en el Congreso Nacional, y su posterior promulgaciónpor el Poder Ejecutivo, de la Ley General de Educación, la Ley deMunicipios y el Distrito Nacional, la Ley de Electricidad... La ven-taja de éstas es un encabezamiento más corto.

A Trujillo, tirano y déspota, se le reconocen crímenes, dolos ydespojos de toda índole y crueldad, destacándose como el temamás escrito y documentado en República Dominicana desde lafecha del ajusticiamiento, aparte de los 31 años de su régimenunipersonal.

La clase política dominante, compactada en La Tríada y apo-yada sobre la base de su pirámide que es la masa que ha ejercido elvoto, ha tenido cincuenta años desde la muerte de Trujillo paravertebrar una mejor sociedad que la heredada a partir del 30 de

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mayo de 1961. En este prolongado período “democrático” hanocurrido repetidos desfalcos al Estado Dominicano, horrendosasesinatos políticos –incluidos jóvenes colmados de justificadasinquietudes–, imposición del analfabetismo funcional como ma-niobra política y una deuda financiera consolidada a niveles asom-brosos en nuestra historia.

En contrapeso a esta citada ley orgánica aparece un inéditomerengue apambicháo. Es el «Opus Ripiá’o 2061». La letra con-siste en unos parrafitos, más estribillo coreado, con muy pobremétrica y rima. Debe bailarse con jaleo entre vocablos y dice:

En cien añosmenos dos mortales que los pasan,cambia entera la humanidad.Los políticos del 61ya bien remataron la mitad.

Para la otra parteigual cantinela.Quieren la misma recetay sin seguridad.

¡Otro cuento na’má,pá’los del montón;otro cuento na’má,pá’la situación!

¿Qué modelo económicosin pobreza,si sigue la corrupción?No hay trabajo

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que ennoblezca,ni se educa la población.

¡Otro cuento na’má,pá’los del montón;otro cuento na’má,pá’la situación!

No son necesarios versados intelectos para concluir que lacorrupción se reduce con voluntad política apegada a la legalidad.Y la pobreza con intensivas inversiones permanentes en educaciónde calidad, formación integral, entornos productivos sostenibles ysalarios dignos. Sin duda las opciones tradicionales ya están agota-das y es burdo reciclaje lo que se presenta al electorado.

Habrá una tarde fresca el 21 de noviembre del 2061, co-menta Aribaldes a Demófeles, en la que nueva gente se sentará arazonar sobre esta época en una terracita en San Cristóbal. Qui-zás esa tarde tendrán una vespertina tacita de café criollo esperan-do por ellos.

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El cenáculo de los encrespados

L a fría manipulación de estadísticas por nuestros gobier-nos, donde casi todo luce bien encaminado, es diseño de funcio-narios arteros enquistados en la abultada burocracia gubernamen-tal. Maquillan desfalcos entretanto devengan exorbitantes ingre-sos sin correspondencia alguna a posiciones y responsabilidadessimilares en el ámbito empresarial. Otros se han consagrado a con-cebir y materializar negocios turbios con el Estado, el cual es casisiempre el perjudicado. La consiguiente acumulación de esas for-tunas compiten hoy con capitales tradicionales creados durantemuchas décadas de lícitos dinamismos empresariales.

Los gobernantes tripleteros, en complicidad con algunas cua-drillas del sector privado, le han impuesto de manera temerariaun mal rumbo al país. Esta succión permanente de activos delEstado ya ha resultado en una nación empeñada y de arbitriorestringido. Tienen en nómina a su servicio algunos cronistas ve-nales como si fueran una banda de apologistas del sistema. Dies-tras lenguas y plumas que apañan podredumbres y justifican esteestado de cosas ante una lánguida opinión pública.

Con frecuencia los medios nos hostigan con un nuevo escán-dalo de uno u otro funcionario que lesiona el erario y que no será

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puntualmente sancionado pues es simple politiquería organizadapor y para comerciantes de la política. A pesar de las retocadasestadísticas de fantasía, los compromisos financieros, la deuda so-cial acumulada, la descomposición de nuestros valores acostum-brados, la sistemática hiper-fragmentación del mapa político y ladesbordante migración haitiana, empujan a la República Domi-nicana hacia algo peor de lo que ya advertimos.

La postura ‘oportuna’ de los planificadores de las políticasfiscal, monetaria y presupuestaria es apostar a un crecimientorobusto y sostenible del Producto Interno Bruto (¿sin imponde-rables?) cuya progresión contrapese las cargas financieras del paísa mediano y largo plazo. Si nuestra economía va por buen cami-no, como corea la banda tripletera de turno en el Palacio Nacio-nal, ¿por qué tantos préstamos para financiar déficits cada vezmayores?

La verdad es efectiva para articular denuncias. Dos millonesde abstencionistas tienen en su voto la prerrogativa para prescin-dir de lo ya probado durante casi cinco décadas de permanente“democracia”. Tenemos resultados muy claros para ver y sentir.

Si la institucionalidad implica el apego a las leyes y al ordena-miento jurídico con sus supeditadas garantías, estamos aún lejosde materializar ese ideal. Lo que hemos avanzado materialmenteha tenido un costo social enorme y una involución execrable de ladignidad humana. Muchos encrespados reclaman menos denun-cias y más propuestas realizables que deriven en remedios eficacesa problemas nacionales de larga data. Pero la solución es un lide-razgo que responda al bienestar común por encima de todo inte-rés particular, con la suficiente voluntad para que así sea, bajo elamparo de leyes que encarnen una impermutable justicia social.

Si las cabezas del entramado político enquistado en el poder nosirven, todo propósito, por bueno que sea, acabará en un zafacón de

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sugerencias bajo el rótulo de ‘quimeras prescindibles’. No cabe pro-puesta alguna para solucionar problemas nacionales, ni forma posi-ble de aplicarla, si la cabeza de turno no tiene la certeza y la volun-tad para realizarla desde el poder. El romano Cicerón dijo: “Si ha-cemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos.”

Nuestro país podría caricaturizarse como la cueva de Alí Babay es, citando a Voltaire, “una comedia para el que piensa y unatragedia para el que siente.” Recorra el país para quitarse su ven-da impuesta. Converse con la gente para desentrañar la realidadmás allá de toda duda. Si termina indignado, bienvenido sea alcenáculo de los encrespados.

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Las manchas en el sol

Para los entronizados en el poder (una tensión que tam-bién se quiebra), si señalas las manchas en el sol eres un ingratopor advertir éstas y no únicamente la luz. Pero resulta que irreba-tiblemente hay manchas solares. En física, éstas tienen un origengravito-electromagnético en la superficie solar. Pero si se escogiórelacionar estas manchas con un cuestionable ejercicio del poder,entonces estas manchas no son de origen físico, sino moral.

En 1961 había dos millones de pobres en República Domi-nicana. En el 2012, cincuenta años más tarde, luego de gobier-nos análogos que han correspondido a administraciones emana-das de La Tríada, tenemos seis millones de pobres, y en aumento.¿Proporcionalidad? ¿Ha crecido el país?

Indudablemente. Así como su pesada deuda financiera y supobreza. Ambas condiciones han originado secuelas que gravitanen toda la sociedad mientras ostentamos letrados demagogos quecoquetean en campaña con los necesitados. Evaluando sus pero-ratas citemos al general Dwight Eisenhower: “un intelectual es unhombre que usa más palabras de las necesarias para decir más de loque sabe”. Permutemos el término “intelectual” por “demagogo”. Elamor desmedido por el poder nace del miedo y de la inseguridad del

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ser. Nuestros gobernantes han evolucionado bajo esa premisa conel agravante de sus egos deformados por acólitos. Hay quienesacogen a los perspicaces pensadores políticos del pasado y hanadoptado aquellas teorías engañosas para gobernar y, para con-trarrestarlos, hay quienes los enfrentan. En medio de la disputa,siempre la pobreza, como una condena. Fernando Morán noslegó que: “La descripción de la miseria no desmonta el mecanis-mo que la engendra.”

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La leonera de Babel

Nuestros solapados politiqueros han sido muy creativos es-tableciendo un sistema seudo-democrático que parece lo que noes, permitiendo el ascenso y permanencia en el poder de figurasque sin un revestimiento y maquillaje legal proporcionado poreste sistema bien podríamos llamarlos ‘partidócratas alternantes’.Impulsan y utilizan medios institucionales mutilados para desa-rrollar programas de Gobierno de, para y por los comerciantes dela política que nada tienen que ver con corregir las privacionesacumuladas de la gente por más justificaciones cosméticas y esta-dísticas maniobradas que se presenten a la sociedad.

El torpe manejo del endeudamiento por los gobiernos tri-pleteros, con su festín de préstamos, compromete nueva vez laautonomía financiera del país. La deuda nacional consolidada,junto a la desbordante migración haitiana, son las mayores ame-nazas a la seguridad nacional. En adición, compromisos desapro-vechados en abultados gastos corrientes e infraestructuras sobre-valuadas que no garantizan retornos compensatorios presionanesta centrífuga de empréstitos sobre empréstitos que ya excediólímites prudenciales y eventualmente sobrepasará nuestra capaci-dad de pago. ¿O nos socorrerá el PIB?

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Estos gestores de calamidades ya cebaron sus arcas. Es unasunto de poder y dinero. La premisa de amar el poder per se y nonecesariamente el dinero, pasó a la historia. Ir al Estado “paraservir, no para servirse” es una ficción quijotesca para esos aprove-chados simuladores. Para ellos el pueblo es una chusma truhanes-ca y sus recursos son botijas sin dueño providencialmente destina-dos para un grupo de pícaros organizados en nuestra partidocra-cia, amasijo del clan «La Tríada».

Si estos poderes exceden la capacidad de control que pudie-ra imponer la sensatez entonces el designio de crecimiento de unaeconomía basada en préstamos mantendrá su curso a costa delfuturo equilibrio financiero del país fomentando una mayor po-breza material y humana en las mayorías. Ya se perciben los efec-tos, sin ponerles o quitarles nada.

Son tan evidentes que hablan por sí solos, pero es precisoorganizarlos en conceptos potables para su fácil digestión por elpueblo sencillo quien pagará las consecuencias de estos desatinos.Tal vez con la indignación espoleada y la esperanza renovada pue-da cohesionarse la urdida dispersión de fuerzas sociales. Este pue-blo acéfalo puede ser la fuerza motriz para el cambio reformadorsi lo decide, voto más voto, o si acorralado, ¿quién sabrá cómo?...

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El Leviatán criollo

Cuando el Estado es secuestrado como franquicia de unaminoría soberbia el ciudadano común termina con sus derechosreducidos. La sociedad llega a ser rehén de algo que se puedeinterpretar como un Leviatán bíblico en cuyo dominio hacer po-lítica no es para los puros y en el que la razón no ilustraría a unelectorado alienado.

Los tentáculos de este Leviatán someten a los que lo sostienencon los elementos más efectivos en el corazón de muchos hom-bres: la codicia y la vanidad. Ninguno se desliga del dinero. Sonde naturaleza insaciable. Vicios parasitarios que drenan los recur-sos de la nación -humanos, urbanos, hídricos, costeros, forestales,económicos, ambientales, etc.- hasta exponerla a la inviabilidad.

Este engendro se regenera con vital puntualidad si su exis-tencia es amenazada. Es ingenioso y falaz. Cuando es denunciadosentenciosamente, lo niega, como el adúltero. Luego expone siste-máticamente sus faltas, hiperbolizándolas hasta generar apatía enla sociedad. El propio juicio de muchos ciudadanos ajenos al pi-llaje se nubla.

De esta manera, malversar y corromper son temas soporífe-ros en mentes tan martilladas diariamente que no confrontan el

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origen de sus males en este señorío corruptor de voluntades. Éstasse creen libres y se engañan a sí mismas con una ilusión de unmejor porvenir que nunca llega pues sólo para los apoderados delLeviatán criollo hay provecho material a cambio de su subordina-ción y colaboración política.

En las elecciones del 2012 el 70% de la población domini-cana con derecho al sufragio votó por los candidatos de La Tríada,nuestra muy criolla estructura ‘partidócrata tripartita’ que se rein-venta y recicla constantemente. El camuflaje del camaleón en suhábitat simbolizaría la combinación colorida de estos redundan-tes partidos tradicionales y a sus satélites.

Con una mayoría mecánica La Tríada ha habilitado todo lodesmedido e inicuo. Y el abstencionista como una marioneta havalidado lo imperante pues “quien calla, otorga”. La sociedad do-minicana será estirada aún más hasta que el degolladero se quie-bre. Al presente vive como se le impone, con dignidad negociada,en permuta del despeñadero que está más adelante que será elcumplimiento de las obligaciones financieras del país.

Mientras la ubre otorgue, este Leviatán criollo, que no esotra cosa que La Tríada misma, perseverará hasta que se le permi-ta; incluso con coacciones y chantajes contra los cuestionamientoslegítimos a su existencia en nuestra democracia figurada. Entretanto, continúa el endeudamiento acelerado, el deterioro de losservicios públicos, el desempleo, la delincuencia y la imposiciónde agregadas cargas tributarias para financiar su permanencia.

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¿Sociedad o tramoya?

En Cándido de Voltaire leemos: “¿Creéis –dijo Cándido–que los hombres siempre se han dado muerte cruelmente unos aotros como ahora; que siempre han sido mentirosos, patrañeros,traidores, ingratos, pícaros, idiotas, ladrones, truhanes, glotones,borrachos, miserables, envidiosos, ambiciosos, sanguinarios, ca-lumniadores, libertinos, fanáticos, hipócritas y necios?” Hemosperdido el asombro en nuestra sociedad y el individualismo prag-mático impuesto a la gente como agenda existencial retrata la rea-lidad como en estas líneas de Cándido.

Es común y de rigor enseñarles a nuestros hijos que descon-fíen de todos. Agravado el tablero por potentados cicateros coli-gados a políticos demagogos cuya consigna es el lucro excesivo yuna incontinente pasión por el poder. Persisten en un crecimien-to económico continuo, depredando en el proceso como un cán-cer, recursos naturales y humanos. Una sociedad con estos valoresretorcidos no es la aspiración de los buenos dominicanos encade-nados a esta aberración encarnada por La Tríada con sus escánda-los de corrupción, las impunidades y los odiosos privilegios defuncionarios que deshonran una población desatendida.

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Un purgatorio antillano

Si a este país, saturado con marcadas carencias materia-les, con una malograda institucionalidad y con sus fibras socia-les en descomposición, le agregamos la adversidad de la in-seguridad ciudadana entonces tenemos un purgatorio en nues-tro suelo, reflejado en un capital social en franco deterioro. Elcosto social y económico de la delincuencia debe influir para in-vertir en prevención desde sus raíces asentadas en la pobreza.Es una vorágine de gastos y dolores: Gastos en hospitales públi-cos para atender heridas ocasionadas por delitos violentos y poraccidentados en vehículos de todo tipo, principalmente moto-ristas. Gastos legales del ministerio público para completarlos expedientes consiguientes y darle seguimiento a estos pro-cesos. Gastos penitenciarios para mantener una población co-rreccional en aumento. Si escandaliza la suma de estas parti-das al sufrimiento que se expone debemos concluir que hayque destinar mayores recursos para contraponer las causas. ¿Quéotra cosa podría sensibilizar a los gobernantes tripleteros que nohaya podido en medio siglo? O, sin novedad alguna será comoMirbeau: “les affaires sont les affaires”.

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También se cuestiona: ¿qué calidad de libertad es aquella asedia-da por el desorden y la inseguridad? Con un cuadro ennegrecido porel ya habitual “caliesaje”, mezcla de pesquisa, oficio y vicio, que vulne-ra la privacidad de los ciudadanos. El político tripletero anhela sercomo una risible y patética caricatura de un “petit Fouché”. Gobier-no tras gobierno se producen nuevos caciques que no son referentesmorales que garanticen el retorno de la tranquilidad. Son cada díamás avispados en exprimir una nación necesitada.

Por más estadísticas que presenten para su propio consumo,más del sesenta por ciento de la población dominicana es humil-de (47% pobre y 21% en pobreza extrema). Ésta se clona a símisma y a su contexto, por la limitación educativa impuesta desdearriba por generaciones. Como dijo el poeta romano Lucanus, es“la pobreza, madre de la humanidad”.

Cientos de miles de dominicanos adultos están enajenadoscon un inédito oscurantismo criollo, un martilleo rítmico, alcoholy motoconcho. La mujer dominicana sigue soportando en su co-cina con los calderos «boca abajo» y los jóvenes, con pocas oportu-nidades, están expuestos a las mismas precariedades de sus padres.Estas mujeres y jóvenes están atrapados en una crisis que no cedey la única vía es aguijonear las voluntades de los buenos dominica-nos para reclamar una suerte existencial distinta a esta expiación.

Se proyecta en spots publicitarios de bebidas alcohólicas y depromoción turística a un pueblo feliz que enfrenta las vicisitudescon alegría en las esquinas y en los patios. Al recorrer los barriospopulares y los campos se palpa otro escenario. Una permuta deesta retorcida realidad por algunas horas a la semana de sonorafrancachela no es felicidad. Es el absurdo intercambio de “ungustazo, un trancazo”. Y comúnmente el trancazo es mayor. Entamaño y rango.

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En la unidad, la fuerza

República Dominicana, por la extensión de su territorio yel tamaño de su población no debería exceder cinco regiones políti-cas y de orden. En cada región un gobernador, un comandante poli-cial y un comandante militar a los que respondan sus subalternosprovinciales. Basta inspirarse en las celdas de una colmena para deli-mitar las zonas a intervenir desde esas estructuras. El mapa políticodel país ha sido fragmentado de tal forma que su control se hace cadavez más disperso. Los recursos no se priorizan y se diluyen las estrate-gias. Continúa la rancia costumbre de organizar cumbres, designarcomisiones o discursar sin resultados efectivos apreciables.

La delincuencia arropa nuestra sociedad. No solo la de ca-rácter violento, como los homicidios, sicariato, feminicidios, atra-cos y violaciones, sino también los tipificados como fechorías decuello blanco, categoría donde entra la rampante corruptela en elEstado. En cuestión de algunos años se nos ha venido de golpeesta situación que bien pareciera incontrolable. No hay un solodía en que el alma no se perturbe al oír o al leer en los medios deprensa de uno u otro suceso desgarrador en la familia dominicanao de prevaricaciones en el Gobierno, agravándose las particulari-dades de éstos.

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La ciudadanía demanda estructuras policiales y militares de-puradas y mejor entrenadas con menor número de efectivos (puesestá hipertrofiada) que incorpore la eficiencia y la competencia.Con una rigurosa supervisión que se apoye en amargas sancionescontra la infracción de las normas y sus juramentos ante la socie-dad. Que sean bien remuneradas con un progresivo paquete sala-rial garantizándoles salud, vivienda, seguridad social y educacióncomo contrapeso a la preparación calificada, la dura inspección ya los correctivos inflexibles a toda transgresión.

No ha habido voluntad política para aplicar cinco reglas im-perativas: formación, supervisión, prevención, sanción y retribu-ción. Sin unidad de criterio, no hay consenso. En ese elementoestá la fuerza para combatir el crimen. El escudo chileno tienecomo lema la inquietante frase de «por la Razón o la Fuerza». Peroprivilegian la razón sobre la fuerza. Sólo se recurre a esta últimacuando no tiene lugar la primera.

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Pobre niña rica

Se extrae de Política, Politiquería y Demagogia el siguientepárrafo: “En la historia de nuestro país hay ejemplos de políticosde genuina probidad, que sacrificaron estoicamente todo interéspersonal en beneficio de los superiores intereses de la Patria. Sinembargo, su ejemplo no fue seguido por todos. Y se impuso unaactitud que, al convertirse en la de la mayoría, transformó el tra-bajo noble del auténtico político en una actividad que pasó a sersinónimo de pago de favores electorales, prebendas y beneficiospersonales. Desnaturalizada de ese modo, la política llegó a ser enla práctica más que nada politiquería y demagogia.”

Pero no solamente los políticos se cuestionan. Algunos em-presarios se adjudicaron de forma muy argumentable empresas ytierras estatales luego del ajusticiamiento de Trujillo. Otros hanestado envueltos en graves escándalos de corrupción como los frau-des bancarios de la década de los ochenta y peor aún, los quecausaron el colapso de cuatro grandes bancos del sistema en elperíodo 2003-2004 y cuyos platos rotos, de tres de ellos, se esta-rán pagando durante décadas en el Banco Central.

El saldo de los compromisos financieros (la artificiosa rela-ción de deuda en proporción al PIB) que se heredará de La Tríada

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será una espinosa cortapisa para un proyecto político que respondaa los intereses nacionales. Pero no es irrealizable. Europa y Asiapudieron renovarse del polvo de las dos guerras mundiales. Re-pública Dominicana es rica, tomado en cuenta sus potenciales enrelación a su tamaño y a su ubicación geográfica. Pero es trágica-mente rica. En ella aún se socializan los costos y se privatizan losbeneficios. Reformar y afinar la administración de todos sus re-cursos ya no es aplazable.

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La clase media

Eurípides escribió en el año 420 AC: “Hay tres tipos deciudadanos. Primeramente los ricos, que son indolentes y siempreansían más. Luego los pobres, que no poseen nada, están cargadosde celos, malquieren a aquellos, y son fácilmente manipulados porlos demagogos. Entre estos dos extremos subsisten los que hacenal Estado seguro y acatan las leyes.”

En República Dominicana, en un extremo tenemos ricos querepresentan menos del uno por ciento de la población. Algunos sonmiembros de añejas familias empresariales que aportan positivamen-te al desarrollo del país. En la otra esquina tenemos los pobres deQuisqueya, que representan un 68% de la población y cuyos ingre-sos no cubren adecuadamente sus necesidades básicas. Continúanentrampados en un círculo vicioso de pocas oportunidades de ade-lanto educativo con pobre formación y civismo, sumado a una marca-da inversión de valores que los expone a una serie de inconductas. Tam-bién exhiben una alta tasa de natalidad imprudente lo cual generamayor dependencia del paternalismo estatal y del asistencialismo clien-telar en complicidad malsana con la partidocracia tradicional.

Con este escenario llegamos a la clase media, segmentada ensubcategorías. Es el animal de carga para tributar. Las exenciones

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e incentivos a los intereses de los ricos y las nulidades e incompe-tencias de los pobres, se saldan en esta esfera social. Proporcional-mente tributa más que esas otras dos clases. Su nivel académico lefacilita el análisis crítico y es menos vulnerable a la demagogia ysus discursos retóricos. Tiene una gran incidencia en transformarel manejo del Estado si converge en un renovado e intransigentequehacer político que exija y ejerza los cambios obligados desde elpoder.

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In media via

En un discurso en 1992, Bill Clinton pronunció estas pa-labras: “En los últimos doce años, el gobierno ha servido a losricos y a los intereses particulares. Millones de ciudadanos de cla-se media han pagado más al gobierno y han recibido menos enretorno. Los resultados han sido devastadores números récord depersonas sin trabajo, escuelas que están fracasando, millones sinadecuados servicios de salud, y calles y vecindarios más peligrosos.Es tiempo para un cambio, tiempo para líderes decididos a acep-tar responsabilidad y listos para poner el poder de la Presidencia atrabajar por la gente.” Cualquier similitud a la actualidad domi-nicana es pura coincidencia.

Muchas empresas son máquinas replicadoras de pobreza condécadas de operaciones que no han demostrado lo contrario. Estaclase empresarial no estimulará cambios, salvo aquellos que sirvanpara reforzar sus proyectos. El país necesita un rumbo donde elpobre aspire, y pueda, dejar de serlo.

Donde el acaudalado continúe en sus bregas monetarias y asu dedicación por logros materiales creando oportunidades dedesarrollo con inversiones orientadas a la innovación, al alto valoragregado y las exportaciones. Pero sin instituir ni fomentar la

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pobreza con bajas escalas salariales porque eventualmente evolu-ciona en fricciones sociales con grupos radicalizados. El rico en-cuentra fórmulas de mantenerse durante las crisis cíclicas y el po-bre maneja, aunque penosamente, la pobreza que se le impone.Incentivos y exenciones para los ricos y asistencialismo y circo paralos pobres. Mientras la clase media debe valerse por sí misma.

Entre ricos y pobres es necesaria una clase media vigorosa yaque es el amortiguador que evita la aguda polarización de los ex-tremos sociales. Si ésta no revisa sus afinidades políticas con LaTríada, o se abstiene de votar, seguirá pagando más platos rotos enconsecuencia. En este sistema, su voto con tino es su propio bistu-rí para corregir en parte el problema.

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La burocracia parasitaria

Muchas frases se han escrito sobre el trabajo, tales como:el trabajo dignifica al hombre, el trabajo todo lo vence, el trabajote libera, etc. El hombre inició sus afanes con la caza, la pesca, larecolección y luego la agricultura. En el ínterin aprendió a apa-sionarse con la guerra y el pillaje.

Así, en aquellos tiempos lejanos, un agricultor sembró unbanano, consagró meses y esfuerzo en racimarlo entretanto unavispado coterráneo se dedicó, imperturbable, a observarlo. Éste,ya viendo henchido el racimo lo robó, dejando al sembrador consu mata, pero sin banana alguna... Despojar al prójimo del frutode su trabajo es un viejo oficio.

El trabajo contemporáneo implica producir bienes o servi-cios. Si no se producen éstos, no podemos consumirlos y ahí ter-mina la historia. Trabajando producimos, y en consecuencia, con-sumimos para vivir. Es un círculo tan vital como lo es nacer, cre-cer, reproducirse y morir. Ya casi nadie produce lo que consume.Gana dinero para comprarlo. Este divorcio entre el consumo y laproducción directa ha monetizado la mente de la gente. El dine-ro, La merde du diable, es el ideal primario. Pondere dichos como:“Quien da lo suyo, a pedir se queda”; “Un amigo es un peso en el

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bolsillo”; “Vales lo que tienes”; “A friend in need, is a borrowerindeed”, etc.

Los burócratas de turno, cómodos en sus despachos con suscortes de recaderos, tratan de resaltar las virtudes del trabajo. Su-brayan el inestimable aporte de sus funciones. Para esa gente, comoescribiera Ambrose Bierce, el trabajo es un proceso en el que A seapropia de algo de B. En este caso A, son ellos y B, el erario.

Muchos de estos ‘laboriosos’ funcionarios intervienen en lu-crativos negocios con el Estado, donde éste casi siempre pierde, yno poco. Disfrutan de innecesarios privilegios dispendiosos cu-biertos por el Estado Dominicano. A un pueblo despellejado leexhiben vehículos fastuosos con chofer incluido, pues eso “vende”en el imaginario de poder de la población.

Administrar y dirigir es trabajar. Sin administración y direc-ción no hay organización posible. Muchos burócratas son admi-nistradores o directores que contribuyen a que las instituciones,las estructuras productivas y las direcciones recaudadoras del Es-tado funcionen bien, organizándolas. Tienen funciones específi-cas y éstas se miden, en teoría, por el desempeño en sus obligacio-nes a cambio de un paquete salarial e incentivos. Hay que trabajarpara producir.

Peter Drucker decía muy acertadamente que “un trabajadorno es un costo, sino un recurso”, pero hay que cuantificarlo comoresultado (costo/beneficio). ¿Cómo se describiría un funcionario,sin funciones, que cobra sin trabajar? ¿Al funcionario, con funcio-nes, que devenga en desproporción a su desempeño y responsabi-lidades? ¿Al que no trabaja, o trabaja poco, percibe en disonanciacon sus labores y discursa sobre «el trabajo»? La deshonestidad enestas posiciones sigue lesionando la confianza pública.

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Un día de rutina

L a definición de parásito es odiosa: Ser vivo que se alimen-ta de otro causándole perjuicio. El Gobierno Dominicano es unaestructura viva, pues lo componen seres humanos donde algunospueden ser parásitos de la organización y de su propia especie.Con funciones equivalentes en el sector privado, ¿cuánto deven-garían estos funcionarios en retorno a un rendimiento similar des-empeñado en el Gobierno? ¿Qué se puede hacer para corregireste mal? Si no hay voluntad política que emane de una sociedadhastiada que exija a través de un accionar enérgico contra esteparasitismo, no habrá forma.

En un matutino se publicó un artículo que expresaba: “Lareiteración de una conducta honesta en medio de una sociedadsustancialmente corrupta, puede verse como una gran vagabun-dería, pues exponerse a ser destruido moral y materialmente en-frentando la corrupción, es dejar a nuestras familias desprotegi-das en forma poco responsable.” Si tomáramos en serio ese su-puesto, ¿quién entonces promoverá la ética en el manejo de losrecursos del Estado? ¿el que roba o el que lo denuncia? El bienestarde nuestros hijos no debe procurarse con corruptelas. Superioresson los que inculcan el estudio y la formación familiar rescatando

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aquella estrofa: “Estudia y no serás cuando crecido, ni el juguetevulgar de las pasiones, ni el esclavo servil de los tiranos.”

No obstante la sentida presencia de los corruptos en la buro-cracia estatal, hay muchos funcionarios preparados, éticos, dili-gentes y consecuentes con el país. Son los nobles empleados pú-blicos que asisten a su institución a trabajar, a rendir resultados.Son los necesarios y deben ser protegidos por la Ley de Adminis-tración Pública contra la politiquería que les causa incertidum-bre. Pero hay que deshacerse de los que, en un día de rutina, nosienten el rigor del trabajo y cobran por el esfuerzo.

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«Víveres del Campo»

En ruta a su casa, Aribaldes se detuvo a comprar unos víveres,ya salcochados para llevar, en un establecimiento de ambiente típico,muy ordenado y concurrido. Un cartel decía «Víveres del Campo».

En la fila le antecedía un delgado señor, corto de estatura yentrado en años, con las marcas del tiempo y del trabajo bienlabradas en su piel de aspecto casi metálico...

—Este negocio ha sido buena idea y despachan rápido–comentó el caballero.

—Todo lo que haga rendir el peso y tenga calidad, bienveni-do sea. Usted luce bien duro todavía. ¿Fueron los víveres?

—En parte. Y una vida de trabajo “del bravo”. Ahora vanmás ligero.

—Usted debe estar hoy bien desahogado.—¡Qué va! Tengo una pensión de cinco mil pesos mensuales

que no alcanza para nada. Mis hijos me alivian, los que salieronbuenos. Y ya usted sabe, para enfermarse es mejor morirse. Salemás barato.

—Pero, por simple curiosidad, si trabajó toda su vida, ¿cómoterminó así? ¿Se lo bebió, se lo jugó, lo botó en juergas? El juego ylas mujeres son como un agujero negro en los bolsillos.

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—Hice de todo un poco, aparte de criar mi familia. Fui guar-dia en los 50 cuando Trujillo. Trabajé en fincas, entre los 60 y 70haciendo de todo. Luego en dos factorías en una zona franca enlos 80. Y de seguridad a partir de allí, hasta que me pensionaron.

—Más de cuarenta años de trabajo ¿Entonces?—Nunca hice de nada lujoso. No me rendían los cuartos, en

ningún tiempo. Nada... Sólo mucho trabajo y poco dinero. Comoa fin de cuentas le dije a mi último patrón: «No trabajé con ustedpara mí, sino con usted para usted».

—O sea, ¿su trabajo siempre benefició más a los patronosque a usted?

—Soy la muestra. ¿No cree?—Se nota, para ser sincero.Llegaron al final de la fila donde las ágiles despachadoras espe-

raban. Un sencillo “hasta luego” y cada quien a su cotidianidad.

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¿Una política salarial?

El prójimo sin libertad ni derechos. La esclavitud en sudefinición más clásica la conocemos por miles de años. Aunque seconsidera que la esclavitud está abolida en casi todo el planeta,ésta tiene otra cara, otra modalidad moderna...

Partamos conque la canasta básica para una familia domini-cana de cinco miembros era de aproximadamente 26,000 pesosmensuales en el 2012. Que casi el 70% de los trabajadores nodevengan aún sobre los 10,000 pesos mensuales netos. Que ape-nas ambos padres laboran, por falta de disponibilidad de trabajo,pero en el mejor de los casos ambos trabajan y cubren el total dela canasta familiar. Hasta aquí tenemos una familia con un presu-puesto restringido pero suficiente.

Vamos a las familias de igual número que no llegan ni remo-tamente a cubrir el 60% de la canasta familiar, que son una abru-madora mayoría. Sus miembros que trabajan perciben ingresosnetos bajo los 6,000 pesos mensuales, en su gran proporción, opor lo menos el mínimo establecido para cada categoría de em-pleadores. Estos trabajadores, sin hacer referencia al batido tér-mino de “explotación”, que laboran de 8 a 10 horas diarias, 5½ ó6 días a la semana, salen macilentos de sus plazas de trabajo.

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Y el día y medio o tal vez dos días de asueto del fin de sema-na, no son de esparcimiento, sino de mortificación tratando dezanjar las privaciones que le impone la situación a sus familias. Enel caso de muchos, sus opciones se reducen a su “libertad y dere-cho” para acudir y refugiarse en el sano abrazo de las iglesias, eldeporte, las artes o la cultura; y en otros tantos, buscar compensarcon otras actividades informales, algunas no santas.

Se ha dicho que el dominicano no es entusiasta de trabajaren su tierra pero desde que emigra a Estados Unidos o a la UniónEuropea, lo hace diligentemente. Esto tiene una respuesta sim-ple: se le retribuye mejor. La falta de oportunidades dignamenteremuneradas en nuestra sociedad ha impulsado, un ejemplo en-tre otros tantos, actividades informales como el «motoconchismo».

Un «motoconchista», que no produce nada material exceptolo que cobra a sus usuarios compelidos a utilizar este medio detransporte, ofrece un servicio caro y riesgoso, y difícilmente com-pleta los 400 pesos netos diarios en promedio, en un servicio ex-puesto a considerable peligrosidad para sí mismo y el usuario, endos vertientes: la delincuencia y el alocado tránsito criollo.

Y por otra parte, en el ámbito del empleo formal, es de ac-tualidad proponer “aumentos” a la clase trabajadora, donde losempleadores no indexan los salarios anualmente en relación a lainflación acumulada durante el período. La inflación erosiona elpoder adquisitivo de los ingresos de los trabajadores y, cuando yaes insostenible la poca capacidad de compra de éstos en función asu salario nominal, se le propone el “aumento”, el que también sele regatea para amañar la percepción del artificio. Indexar los sa-larios no es aumentarlos en términos prácticos. Quizás como me-tonimia lo es, pero no en lo radical.

Cuando el salario se indexa periódicamente a los trabajado-res, que es un derecho por su energía aportada a la producción de

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bienes y servicios, simplemente mantiene el mismo poder de com-pra que el período anterior por la misma carga de trabajo. Laindexación salarial no aumenta la capacidad de compra del traba-jador. Simplemente la iguala al período precedente en función dela inflación acumulada. Por lo tanto, no es un aumento. Un au-mento incrementa la capacidad de adquirir bienes y servicios enrelación al ciclo previo. Si sencillamente se indexa el salario, nohay aumento de esta capacidad.

Citando los contenidos académicos se resume que: “El sala-rio real está dado por la cantidad de bienes que un trabajadorpuede adquirir con el volumen de dinero que recibe por su activi-dad. Es decir, el salario real es su poder de compra. El salarionominal, en cambio, representa el volumen de dinero asignadopor el cargo que ocupa el trabajador. Si el salario nominal no seactualiza de forma periódica y existe un período de inflación, elpoder de compra del trabajador se reduce (recibe el mismo nivelde ingresos pero sólo le alcanza para comprar menos productos).”

La inflación, que es un negocio desde la perspectiva del se-ñoreaje del que escribiremos en otra oportunidad, afecta directa-mente el ingreso de los trabajadores y su calidad de vida. La in-dexación salarial anual sería una conquista, como también unapolítica de aumentos reales, objetivos y consensuados entre lostrabajadores y empleadores. Siendo el salario un costo en la pro-ducción, su incremento conlleva también aumento en los precios,pero no necesariamente en la misma proporción. Un agregado enlos salarios representa mayor consumo, que es mayor demanda.Es un elemento inflacionario pero también un motor al creci-miento productivo para suplir esa demanda ampliada.

Los estudios y experiencias de otros países están disponiblespara promover una política salarial equilibrada que beneficie tan-to al empleador como al trabajador, ambos creadores de riqueza.

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Pero desde el criterio de “ganar-ganar”. Cuando una parte ambi-ciona ser asimétricamente más beneficiada que la otra y en detri-mento de esta última, es allí donde se agrieta la avenencia y laequidad.

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El señoreaje

El señoreaje, el gravamen más regresivo e injusto de todos,es feudo capitalismo fiduciario que cobra tributos por trabajar,por consumir y por ahorrar.

“Retención y apropiación de riqueza escudadas en el Esta-do de Bienestar Ilusorio, donde la imparcialidad en la conce-sión de recursos, el ordenamiento social y la provisión de capitalhumano y bienes públicos quedan endosados, inapelablemente,a un ente benefactor supraindividual que confiere derechos sub-jetivos en permuta de imponer obligaciones ineluctables, en sumayor parte económicas, liquidables en dinero, como son losimpuestos, tributos y contribuciones.” Fernando Suárez, El im-puesto inflación.

Para que entendamos mejor, repasemos algunos conceptosbásicos del origen del dinero. Una sociedad que aspire a crearmayor riqueza y distribuirla más equitativamente como aquellode que “a cada quien de acuerdo a sus capacidades y de acuerdo asus necesidades”, debe interpretar bien la naturaleza del dinero.Citemos al dramaturgo francés Jules Renard: “Lo que distingue alhombre de los otros animales son las preocupaciones financieras.”Veamos...

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Trueque:Sin la existencia del dinero, la gente debió intercambiar bie-

nes tangibles por otros que recibían en retorno. Era el trueque,que era en extremo limitante ya que muchos productos perecíanfácilmente o eran difíciles de transportar. Además, si una mujerrequería, digamos, huevos, y tenía solamente sacos con maíz, en-tonces ella debía encontrar una persona con huevos que quisieramaíz.

Adicionalmente, objetos grandes a menudo no son divisi-bles. Un vendedor de carretillas, ante el interés de un compra-dor con 12 sacos de maíz, podía no necesitar tanto de ese grano.Pero así mismo, el vendedor no tenía nada que aportar que nofuera la carretilla completa. Debido a estas dificultades, artícu-los ampliamente disponibles y divisibles, como abalorios o sal,fueron con frecuencia medios de intercambio: esto es, dinero.Las palabras salario y soldado (sale dare), por ejemplo, tienen suorigen en la sal.

Monedas:Alrededor del año 2000 antes de Cristo (a.C.), el metal, que

era atractivo y duradero, llegó a ser el medio de intercambio en elOriente Medio. Para el siglo VII antes de Cristo, el bronce estabasiendo fundido en China, con forma de cuchillos y espadas enminiatura, y a los cuales se le asignaba un valor fijo. Los precurso-res de las monedas modernas aparecieron en Lidia, en lo que esahora Turquía oriental, entre el 690 y el 650 a.C. Eran unas rús-ticas pepitas fundidas de electrum, una aleación natural de oro yplata que se hallaba localmente. Su valor dependía de su peso.

Papel moneda (billetes):El uso del papel moneda se cree empezó en China entre los

siglos VII y IX a.C. para rebasar escasez de monedas. En Europa,en tiempos medievales, notas de crédito –equivalentes a notas

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bancarias– se intercambiaban entre los comerciantes que se cono-cían y confiaban mutuamente. Más adelante, esa práctica crecióen la cual los orfebres dieron recibos por el oro dejado a su cargo,y estos recibos era intercambiados como dinero.

Durante los siglos XVIII y XIX, los primeros bancos priva-dos, entonces bancos centrales, asumieron ese rol. Emitían notasbancarias, cada una de las cuales eran –pagaré–. Esta palabra, o“nota”, todavía aparece en muchos billetes –papel moneda–. Hastalos años 30 del siglo pasado, cuando muchos países, incluido losEstados Unidos, salieron de un estricto patrón oro.

Los tenedores de las notas bancarias eran facultados, al me-nos en teoría, a reclamar de su banco emisor que las notas fueransaldadas en oro. Desde entonces, sin embargo, los billetes hanrecobrado la condición de lentejuelas primitivas –un medio deintercambio que tiene valor solo porque se confía en él-.

Cheques y tarjetas de crédito:Tanto los cheques como las tarjetas de crédito son esencial-

mente “pagarés”, respaldado por la persona que firma el cheque,o, garantizado dentro de ciertos límites, por un banco o compa-ñía de tarjetas de crédito. Al presente, prácticamente en todo elmundo, el cómputo electrónico ha reemplazado a los billetes ymonedas en muchas de sus operaciones. Las transacciones se lle-van a cabo enteramente en la pantalla de una computadora, sinun rastro de metal o de papel.

Dinero:El dinero en sí mismo no es riqueza, sino su representa-

ción. Es un medio por el cual la gente puede intercambiarbienes y servicios que sí tienen un valor. El dinero es un peda-zo de confianza que se pasa de mano en mano y que puedefácilmente ser acumulado sin caducar. Tiene valía siempre ycuando la confianza perdure, conservando su común aprecio en el

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tiempo, constituyendo un medio de acumular valor de uso y can-jear riqueza al portador.

Para que sea confiable, se supone que el dinero debe existiren oferta limitada. Si hay demasiado, la gente confía menos enéste. Entonces quiere más y más dinero a cambio de bienes y ser-vicios. Puede convertirse en prácticamente inservible, como entiempos de inflación crónica.

Pero si hay muy poco dinero, la gente no puede expandir susactividades porque no pueden encontrar el crédito en forma depréstamos para mantenerse operando mientras desarrollan susnegocios. Esto puede conducir a depresión económica, o rece-sión, lo cual significa pocas inversiones, insuficiente dinero en losbolsillos de la gente para crear demanda por bienes y servicios, yescasos empleos.

Inflación:La inflación es un desequilibrio económico caracterizado por

un alza general, duradera, acumulativa, y más o menos fuerte delos precios. Clásicamente la causan, entre otros factores tal comoel “señoreaje”, un exceso de demanda de bienes y servicios, comotambién mayores costos de producción. El desequilibrio de unsolo sector de la economía, como sucede con los actuales preciosdel petróleo y las materias primas, provoca un alza de precios delos bienes y servicios y esta elevación de precios se propaga inme-diatamente al resto de la economía.

La inflación en un país produce la erosión de la moneda na-cional, reduciendo su poder adquisitivo. Ciertamente produceventajas para todos los agentes económicos que tienen deudas enmoneda nacional porque pueden devolverlas en una moneda de-preciada, pero perjudica en contrapartida a todos los agentes acree-dores, empobreciéndolos. En concreto, las empresas tienen ten-dencia a obtener en períodos inflacionarios márgenes de beneficios

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reales (es decir, corregidos por las variaciones de los precios) muydébiles. Los ahorristas, por lo mismo, se empobrecen en períodosinflacionarios. Hay una tendencia a reducir sus ahorros, lo quetiene como efecto encarecer el crédito, ya que las institucionesfinancieras que reciben los ahorros elevan los tipos de interés conla esperanza de atraer más ahorristas.

La inflación tiene, sobre todo, el efecto de enmascarar larealidad de las cosas. Nadie –salvo los ahorristas y empresarios-tiene la impresión de perder algo en un período inflacionariomoderado. Todos comparten la idea de que sus ingresos estánindexados sobre el alza de precios y están persuadidos de que susdeudas quedan aliviadas por la erosión monetaria. De hecho, lainflación engendra un empobrecimiento real del conjunto delos agentes económicos. Casi todo el mundo cree ganar algo –oal menos cree no perder–, pero a mediano plazo todo el mundose empobrece.

Señoreaje:Entonces tenemos que la inflación beneficia a los deudores

en moneda nacional. Y los gobiernos se endeudan también enmoneda nacional. De hecho, en el caso dominicano, tienden a serindividualmente los mayores deudores en pesos. Pero antes deahondar sobre el “señoreaje”, sus propósitos y consecuencias, ¿quées?... El término se refiere a los señores feudales que se beneficia-ban del arbitrio de acuñar moneda, generalmente en metales pre-ciosos, como el oro o la plata.

Cuando el feudo se endeudaba, diestramente limaban lasmonedas ya en circulación, obteniendo así –de ella– oro y plata,para acuñar otras monedas suplementarias con las cuales paga-ban sus deudas. Por esta razón vemos monedas del período feudalseccionadas en los bordes. De aquí la expresión “señoreaje” a estetributo de origen feudal.

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En el presente, no es otra cosa que la capacidad de los go-biernos de imprimir dinero fresco para obtener bienes y serviciosa cambio de esos nuevos trozos de papel –inorgánicos-. O sea, esel total de bienes y servicios, o renta, que los gobiernos adquierenimprimiendo dinero en un período determinado, por lo cual es,efectivamente, un tributo impuesto por los gobiernos a los agen-tes económicos privados.

También se le denomina “impuesto inflación” o monetiza-ción de deuda. En la verborrea de los economistas, el impuestoinflación –o señoreaje– es igual a la tasa de inflación multiplicadapor el saldo real de dinero en manos de los agentes económicosprivados, como usted. La reducción del valor real de su saldomonetario causada por este tipo de inflación es el impuesto infla-ción, que es la cantidad de recursos reales que los gobiernos ledetraen al imprimir dinero nuevo y con ello generar inflación.

¿En qué beneficia esto a los gobiernos? Comprendamos... Elgobierno quiere adquirir nuevos equipos y maquinarias por 10,000millones de pesos para apoyar programas agroindustriales de lar-go alcance orientados a fortalecer las exportaciones del país, perono tiene capacidad para gravar (con nuevos impuestos). Entoncestiene opciones como pedir prestado del público (v.g. certificadosdel Banco Central) que es más deuda, o imprimir los 10,000 mi-llones para comprar los equipos.

En realidad, los gobiernos que quieren financiar sus déficitsa través del señoreaje no imprimen simplemente nuevo dinero,sino que utilizan un procedimiento indirecto. En primer lugar,Hacienda autoriza al gobierno a pedir prestado el importe equi-valente al déficit presupuestario (los 10,000 millones, por ejem-plo), imprimiéndose y vendiéndose la correspondiente cantidaden nuevos bonos gubernamentales. Sin embargo, los bonos noson vendidos al público, sino que Hacienda pide (o requiere) al

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Banco Central que los compre. El Banco Central los paga im-primiendo 10,000 millones de pesos en moneda nueva, dándo-selos a Hacienda a cambio de sus bonos. Este nuevo dinero en-tra en circulación cuando el gobierno lo gasta (compra los equi-pos y maquinarias agroindustriales). El gobierno recauda el im-puesto inflación –señoreaje- imprimiendo moneda (o haciendoque el Banco Central la emita) y usándola para comprar bienesy servicios.

Este impuesto inflación es pagado entonces por cualquiermiembro del público que posea dinero, como usted, porque lainflación erosiona su poder adquisitivo. Por ejemplo, cuando lainflación es del 10% anual, una persona que mantenga dinero enefectivo pierde el 10% de su poder adquisitivo y, por tanto, cier-tamente paga un impuesto del 10% sobre su reserva real de dine-ro. Los gobiernos a su vez captan recursos a través de otros im-puestos y tributos; directos –como las placas vehiculares-, indirec-tos –como el Itbis-, aranceles a las importaciones, etc. y abonan ala deuda pública, ya devaluada por la inflación concebida por elseñoreaje. El señoreaje es literalmente «pan para hoy y muchahambre para pasado mañana». Con el paso del tiempo, el nivel devida de los ciudadanos se va deteriorando, incluyendo salud pú-blica, alimentación (malnutrición), seguridad ciudadana y edu-cación (analfabetismo funcional), como ya lo padecemos en Re-pública Dominicana. Es el efecto perverso de una política mone-taria cínicamente irresponsable.

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Un convite en Cocolandia

En un episodio de propuestas improvisadas contra la po-breza durante una peña en la encantadora playa sancristobalensebautizada como “Cocolandia” de Palenque, un Aribaldes quijo-tesco planteó:

—¿Cómo emplear, a partir del 2013, a 600,000 domini-canos y 600,000 dominicanas, en un período de ocho años (osea, 150,000 empleos anuales) con un salario mínimo de 10,000pesos mensuales, que se indexe cada dos años en relación al Ín-dice de Precios al Consumidor (IPC) acumulado en el período yque disfruten de un aumento salarial real de un 25% cada cincoaños?

Demófeles le espetó, luego de un escueto cálculo aritmético,que emplear toda esa gente, un millón doscientas mil almas, cons-tituiría un monto de ciento cincuenta y seis mil millones de pesosanuales para el presupuesto nacional, además de que indexandoesa figura cada dos años, más el aumento de un 25% cada cincoaños, implicaría sobre los treinta y nueve mil millones de pesosadicionales anualmente, y que son pesos con un poder adquisitivodefinido a la fecha de la implementación de ese plan. A esto ha-bría que sumarle el paquete de incentivos y derechos laborales.

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—¿Hay otra forma de enfrentar la pobreza? –le cuestionóAribaldes, con determinación.

Analizando todas las estadísticas de crecimiento de nuestraeconomía, con cifras de cientos de miles de millones de pesos encada giro de lo que se expone desde el Gobierno, Demófeles pen-só que su amigo no estaba tan atolondradamente perdido en unlimbo ni que tuviera un juicio confuso. No obstante, la curiosidades como un fiero erizo entre barbilampiñuelos. Le debatió al ‘es-clarecido hidalgo’ cómo se emplearía esa multitud y con prestezaéste alegó que:

—Nuestro país está aún por hacer. Específicamente dondetiene mayor fortaleza en capacidad productiva con ventaja com-parativa en el Caribe insular. Como son las industrias agropecua-rias y la piscicultura. Deberían ser desarrolladas a través de inver-siones permanentes y asesorías técnicas para asumir valor agrega-do, innovación e integración vertical, para impulsar así el poten-cial de exportación en sus operaciones.

—¿Y crees que esta gente pudiera producir más que su costolaboral para que una proposición de tal magnitud sea práctica ysostenible?

—La paga es sencillamente 500 pesos diarios. Si no pode-mos emplear esa cantidad de gente en ese período en las condi-ciones propuestas, y obtener un retorno por la productividad so-bre esos 500 pesos diarios por individuo, entonces derivaríamosen lo mismo que tenemos actualmente.

Demófeles admitió que replicó ventajosamente. La cálidaplaya esperaba. Había un ambiente muy chispeante y acogedor.Se distanció del grupo para bañarse por cuarta vez en ese refugioparadisíaco y no le fue posible contener una última pregunta:

—¿Y cómo mejorar la formación y enseñanza para un mejorrendimiento de esta gente a emplear?

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Mientras Aribaldes hacía un enigmático gesto, le contestó:—En el hogar empieza la buena educación. Sin esos valores,

todo va torcido. En la familia está la solución. No lo olvides... Enla familia.

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NaCl

Después del hambre, la sal es el condimento por excelen-cia para sazonar alimentos, pues con hambre casi todo sabe bien.La sal tiene cientos de usos probados. Nuestro país posee saladaresde importancia como las cooperativas de Montecristi, las Salinasde Baní, una menor en Azua y una mina de sal gema en Barahona.

Es una aberración que nuestro país, dos tercios de una islacaribeña con excelente exposición solar y vientos cálidos en costasapropiadas para la producción de sal, importe cerca del 70% delcloruro de sodio que consume su población e industria alimenta-ria. ¿Y por qué importamos tanta sal? Para los cerebros que hanadministrado nuestro país en el previo medio siglo turnándose elbotín y llevando a República Dominicana a enfrentar obligacio-nes financieras y deudas sociales impresionantes, todo es muy sim-ple. Es más lucrativo importar sal que producirla localmente. Esla apuesta “conveniente” que contamina todo lo demás.

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De espaldas al mar

Nuestros productores podrían beneficiarse con mejor ac-ceso a los mercados de las islas del arco inferior antillano con unapequeña, pero eficiente, marina mercante, para competir con Co-lombia y Venezuela en nuestra región. No tenemos un buque es-cuela, insignia de un país productor / exportador en el Caribe,que privilegie su producción y manufactura donde existan venta-jas comparativas para ofertar bienes con valor agregado, calidad,innovación y competitividad, especialmente a los sectores Horecaen esos mercados.

Podrían ser conservas de las hortalizas producidas en inver-naderos, las mermeladas banilejas, los dulces cibaeños, compotasde frutas tropicales, bombones gourmet de chocolate y café, etc.Exportamos productos primarios como el café, cacao, azúcar, ba-nanos, hortalizas, mangos y aguacates, pero hay que industriali-zarlos con mayor competitividad para satisfacer el mercado inter-no y exportar. Hemos sido muy eficientes exportando mentes aca-démicas, artistas, prostitutas, deportistas y mano de obra, que re-presentan remesas sobre los tres mil millones de dólares anuales anuestra economía. Clonemos ese empuje para fabricar y exportarproductos terminados. ¿Un ejemplo? Relanzando el cultivo de

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cocotales extensivos en todo el nordeste como en Samaná y hacialos litorales sureños. El coco es una de las palmeras que ofrecemayor versatilidad, no sólo por las zonas donde puede cultivarsesino por la cantidad de subproductos que proporciona. A la llega-da del Almirante Cristóbal Colón a las costas caribeñas no viococos. Éstos son de origen indonesio y fueron plantados después.Cruzaron los mares con los exploradores europeos. Apliquemos lamisma receta pero invertida.

Hasta en nuestra dieta parecemos más continentales que is-leños, consumiendo más ganado y pollos que pescados y mariscos.Hace siglos nuestros ancestros llegaron por mar (españoles y afri-canos) y en nuestros días miles de dominicanos arriesgan sus vidaspara emigrar por ese mismo mar. Nuestro mercado es limitado y,exceptuando Haití, las demás posibilidades están fuera de nues-tras costas. No somos competitivos en el Caribe insular porqueexiste un oligopolio de navieras y por el poco tránsito marítimodesde nuestros puertos a esas islas, lo que encarece el transportepara servirlas. La propuesta de una marina mercante ágil es larespuesta.

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Dos más tres, son siete

Jonathan Swift escribió: “Quienquiera que haga crecer dosespigas de maíz o dos briznas de hierba sobre un punto de suelodonde sólo una antes crecía, merecería más de la humanidad yharía un servicio más esencial a su Patria, que toda la raza de polí-ticos puesta junta”.

Parece insólito que nuestro país no fabrique compotas conlas frutas y hortalizas que produce. Exportamos materias primascomo cacao y azúcar pero no las hemos industrializado vigorosa-mente. En los últimos 50 años no hemos desarrollado una culturade producción orientada a la exportación de bienes con valor agre-gado. Nuestros industriales disfrutaron de un mercado cautivopor décadas, pero no para innovar ni adecuarse a mercados exter-nos, excepto en tabaco y ron, como aquel merengue.

Una gran parte de esos esfuerzos industriales se concentra-ron en el impulso de factorías convertidoras de materias primasimportadas en productos terminados para consumo local y en al-gunos casos para el mercado haitiano. Las inversiones extranjerasen el renglón turismo exceden las de capital criollo. Operadoresturísticos cobran en los países de origen para hospedar los vera-neantes en complejos hoteleros, o resorts, establecidos en nuestras

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playas bajo la modalidad de “todo incluido”. Esas divisas quedanfuera del país, pero adentro los egresos de caja. En consecuenciamuchos de estos resorts presentan pérdidas contables anuales ysus pagos al fisco son mínimos por concepto de Impuesto sobre laRenta.

Tenemos un sector eléctrico que es un gran negocio para losgeneradores y para los usuarios que no pagan. Y un trauma parael fisco y para los usuarios que pagan. Una electricidad cara conun servicio inestable. Con un alto déficit que cubre el Estado, osea, el pueblo dominicano. Nos sofocan con fórmulas, criterios,evaluaciones. A fin de cuentas, año tras año, encaramos una ba-lanza de pagos en negativo que empeora. Simplemente no produ-cimos tantos dólares exportando como los que consumimos im-portando.

Las remesas del dominicano ausente, sobre todo el que resi-de en los Estados Unidos, han sido un sostén capital para nuestraeconomía. Ésta no invierte recursos para la captación de esos dó-lares / euros como lo hace en el caso de infraestructuras y exencio-nes fiscales para el fomento del turismo y las zonas francas. Pero alargo plazo ese flujo de remesas se reducirá ya que las nuevas ge-neraciones de dominicanos nacidos en esas potencias no tendránvínculos con la Patria de sus padres emigrados.

Por este camino, en las próximas proyecciones presupuesta-rias anuales de la Nación la suma de las partes podrían resultar enmenos que el todo. Las partes siendo las recaudaciones por la Di-rección General de Impuestos Internos, la Tesorería Nacional y laDirección General de Aduanas. Y el todo siendo el PresupuestoNacional.

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Así ganamos todos

Sobrellevando las estadísticas manipuladas, relegandonuestra realidad con indiferencia olímpica, es bastante proba-ble que continuemos consumiendo alta tecnología en telecomu-nicaciones mientras padecemos de intelecto y entendimientotruncos.

Sin mezquindad se reconoce la inversión pública en infraes-tructuras como el Metro de Santo Domingo, el Corredor Duar-te, la autopista del Coral, el Boulevard del Atlántico, la autopistaeléctrica, presas hidroeléctricas, la carretera y aeropuerto de Cons-tanza, la proyectada carretera Cibao-Sur, entre otras obras deimportancia que responden al desarrollo nacional. Asimismo,mejoras administrativas en varias instituciones, instauración de lasaltas cortes, implementación de programas sociales, el ServicioNacional de Salud, el sistema de seguridad social, etc. De igualforma, inversiones del sector privado en otras vías como la auto-pista Santo Domingo / Samaná, en aeropuertos y puertos, en ge-neración de eléctrica eólica, en el puerto turístico de Sans Souci,en proyectos inmobiliarios, en industrias agropecuarias, etc. Apesar de los graves señalamientos por las sobrevaluaciones escan-dalosas que han enturbiado la construcción de estas obras y los

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contratos amañados, lesivos al patrimonio nacional, de cesión yarrendamiento de los bienes públicos.

Sin duda la economía dominicana ha crecido considerable-mente pero de modo proporcional a la deuda nacional y a la can-tidad de desheredados. Al favorecer una política de crecimientoeconómico sobre las políticas de desarrollo humano se han sacrifi-cado los intangibles y nuestro índice de felicidad es de los másbajos de Latinoamérica. Aquí se aplicaría lo escrito por el argenti-no José Narosky: “Quien cambia felicidad por dinero, no podrácambiar dinero por felicidad”. Además, si la Constitución y lainstitucionalidad (sí, subrayado) entrañan el apego a las leyes, lajerarquía de los derechos, el ordenamiento jurídico y sus garantíasresultantes, estamos aún lejos de materializar esos ideales. Lo quehemos avanzado materialmente ha tenido un costo social enormey una involución execrable de la dignidad humana.

Para los buenos dominicanos ha sido en vano aspirar a go-biernos que hayan emanado de elecciones sin el favor de los tre-mendismos clientelares. En consecuencia tenemos una burocra-cia gubernamental y un Congreso Nacional dispendiosos en ex-ceso que pagan a sus flamantes funcionarios y asambleístas remu-neraciones y pensiones que exceden las condiciones económicasdel país. Esto va contra el concepto mismo de que al Estado se vaa servir, no a servirse. Ninguna institución estatal o poder del Es-tado debería ser vía de ascenso social para incapaces succionado-res del erario. Mientras no se adecue la calidad del gasto públicoal interés nacional será el mismo espectáculo acostumbrado.

La corrupción es un engendro de mil cabezas. Es un sistemaque frecuentemente no premia los méritos, la capacidad, la ho-nestidad, el desempeño y los resultados sino la mediocridad y laturbiedad, hijas éstas del compadreo y la politiquería. No es otracosa que rapacería institucionalizada.

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Los tribunales son fuentes de escándalos por sentencias lige-ras. Los congresistas, mientras lucran retribuciones y estipendioslujosos dicen representar a un pueblo que tiene seis millones depobres infortunados. Si se intenta auditar los patrimonios de loscorruptos criollos el total siempre es menor que la suma de suspartes en oposición al concepto de sinergia. Tácito dijo sobre losromanos en Cartago: “Han hecho un desierto, y lo llaman paz”.Hay teorías que proponen como axioma que para poseer un ele-mento en un sistema cerrado hay que privar de éste a alguien, osea, la suma cero. Esto sólo se confirma si no se suman nuevoselementos a ese sistema: o sea, producir. Y hay que distribuir justay equilibradamente lo derivado. Así ganamos todos.

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¿Emprendedores o expoliadores?

Todos necesitamos de los demás. Nadie, con una azada,pincel, machete, pluma o arpón en las manos, por laborioso, vi-sionario, organizado, frugal y austero que sea, puede en el aisla-miento forjarse acaudalado. Algunos poseen y desarrollan habili-dades para utilizar a los demás hasta lograr objetivos –también aldinero y sus diversas alternativas modernas -, pero en esencia es‘con los demás’ aunque no necesariamente ‘por y para los demás’.Y guste o no, ‘sin los demás’ es un ingrato argumento para noaceptar enfoques reivindicativos ‘de los demás’.

La pobreza no es consecuencia en términos absolutos de los pro-cesos de acumulación de capital aunque de estas causas sí se derivaparte de su evolución. Los capitales de inversión, estando comprome-tidos contra la pobreza, se beneficiarían de un mercado con mayorcapacidad de consumo en una sociedad mejor preparada, con unamejor tracción para crear riquezas. Encasillando la sociedad cuantita-tivamente, sólo como masa crítica, donde un pobre es escuetamenteun consumidor, ha tenido sus consecuencias negativas desde unaóptica de sensibilidad y humanidad hacia el prójimo.

Los pobres, los huérfanos de futuro en esa suerte, para no sermanipulados otra más de tantas veces en elecciones venideras por

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La Tríada tricolor deben recordar lo incumplido. Su indigenciapuede reducirse y deben aspirar a extirparla algún día. No obs-tante no será posible sin la participación de ellos mismos, determi-nados a liberarse de su condición. El pobre embotado no sabecómo lograrlo pero gobiernos responsables, derivados de comi-cios genuinamente democráticos (no de charadas), pueden edu-car, formar y emplear a su gente para reducir la pobreza.

Mientras tantas niñas y niños sufran la falta de sustento yestabilidad en su desarrollo, y para prevenir que sus mentes evolu-cionen en la maldad humana, aquellos quijotes accionan sin exci-taciones insípidas por una mejor sociedad que resguarde y formea esas criaturas como futuros ciudadanos productivos, dueños desu porvenir. El ser humano tiene aún un largo camino que reco-rrer para lograr vivir con el bien como norma existencial. Los malessociales que aborrecemos hoy son en parte el resultado de escar-necer a los llamados idealistas y espontáneos postuladores del bien.Y de la incapacidad de contener la podredumbre de los depreda-dores del fruto ajeno.

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La terrible democracia

Durante su recorrer democrático la sociedad dominicanaha estado entrampada en un alternativo ‘entre el malo y el peor,opto por el malo’. Y con este embeleco se han reciclado y relevadolos tres partidos dominantes. Para manipular la opinión pública,en las encuestas que divulgan en los medios se exhiben como unapolarización de la sociedad en general, no de una proporción deésta. A la sazón, bajo este esquema, esa mayoría relativa siempregobernará sobre una mayoría absoluta. Quien esté del lado de losabstencionistas validará y perpetuará, sin querer queriendo, a lospolitiqueros en el manejo del Estado; y las consecuencias las pal-pamos día tras día, agravándose.

La práctica política no es un ejercicio de santidad. Organi-zar y gobernar un país implica hacerlo con las masas, acopio demortales disímiles entre sí y que muchas veces tienden a las pa-siones desenfrenadas. Son masas ansiosas compuestas por indivi-duos con desiguales formaciones, vivencias, necesidades y ambi-ciones. Y este drama se intrinca aún más por esa individualidaden las conductas.

Por muy lejos, la auténtica democracia no ha sido la reali-dad dominicana, ni la es, en ninguno de sus procesos políticos

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“democráticos”, evaluando cómo se maniobraron y en qué deri-varon las elecciones presidenciales, congresuales y municipales delas últimas décadas. En este simpático sistema que se resiste a nece-sarias transformaciones tenemos cargos electivos, como regiduríassobreremuneradas en las alcaldías municipales, que se conquistancon menos de dos mil votos.

Los ingresos consolidados de los diputados, los senadores ylos ministros levantan las cejas. Estos estipendios son inmoralespor más que se quieran justificar con argumentos y cotejos. Sonsuccionados de las arcas públicas de un país sumido en demasia-das carencias. Con las mayorías desprovistas de un grado acepta-ble de desarrollo intelectual para entender programas de gobier-no propuestos por los aspirantes no podrán elegir juiciosamente asus gobernantes. Sin la participación de las masas no será posiblereformar este sistema y persistiremos, por decisión propia, en nues-tra «democracia a la criolla».

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Los emprendedores

(en una terrible democracia)

Pretender igualdad entre desiguales, es desigualdad. Quientenga más talento que otros en cualquier área del potencial hu-mano, que lo aplica y lo acciona con trabajo, disciplina, persisten-cia, mesura en el gasto y habilidad en la inversión y la organiza-ción productiva y rentable; si posee mayor destreza en identificarlas oportunidades y capitalizarlas a su favor; si sus dones, capaci-dad de esfuerzo y visión son superiores a sus semejantes, no hayargumento válido que se sostenga para igualarlos en condicionesy facultades.

Sin embargo, los talentos de estos privilegiados para crearexcedentes en un sistema económico abierto deberían ajustarse atoda ley de equilibrio. Como nadie puede ejercer plenamente suscapacidades en un ambiente desolado, sin otros humanos, es lógi-co que éstos también prosperen satisfaciendo sus necesidades enretribución a su condición de instrumentos para la realización delos objetivos de los demás. La desproporcionalidad genera inestabi-lidad que en las esferas sociales se traduce como resentimiento quepuede agravarse según el nivel de insatisfacciones acumuladas hasta

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mutar en una descarga demandante de reivindicaciones. Es apre-miante un modelo económico equitativo y sostenible, reactivo a larealidad. Que implique bienestar colectivo por el cual cada em-prendedor pondere si su superación contribuye al interés social osi promueve, en cambio, la desgracia ajena.

La descomposición social y la deficiente educación de nues-tro pueblo alimentan el círculo vicioso donde el corrupto se nutresin oposición de una sociedad que, teniendo una población abúli-ca, no es capaz de frenarlo. Tomando en cuenta que por cadadenuncia, reclamo o detracción se insta paralelamente a propues-tas compensatorias, propongamos la verdad. Si se asumiera ésta,sería la guía para procurar corregir tantas “torpezas” –entre comi-llas, para ser benévolo con los diseñadores y ejecutores de estadesventura nacional–. Teatro infortunado que en la actualidadhiperboliza su drama por ser mayoritariamente joven nuestra po-blación. El país no presenta sanas expectativas a mediano plazocon este modelo que patrocina podredumbres. Sólo hay porvenirpromisorio en las mentes de los ‘demócratas’ de turno con susrecuentos mediatizados con recursos del erario.

Salvador Díaz Mirón escribió: “Nadie tiene derecho a lo su-perfluo, mientras alguien carezca de lo estricto”, y con este enun-ciado figurado podemos inferir lo que no se ha logrado en la so-ciedad dominicana donde no es tema de discusión que la mayoríaestá subempleada y alienada; por lo tanto, subyugada. Para el quese arriesga a envejecer es mucho más conmovedora su realidad enesta «terrible democracia».

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Los “4 Fantásticos”

Según las declaraciones de nuestros ambidiestros finan-cistas, los créditos bancarios deben canalizarse hacia los aventa-jados emprendedores dechados de impecable gerencia adminis-trativa y organización metodológica, de aguda visión empresa-rial, con adecuado conocimiento técnico y suficiente capital decontrapeso. La tecnología y la informática, si bien indispensa-bles, son meras herramientas. ¿Cuál es la cacareada “competen-te y diestra gerencia”? ¿Cuáles son los resultados de su “know-how”?

Con esa argucia se han privilegiado de las facilidades banca-rias concentrándolas a su favor. El meollo de la deuda nacional esen gran parte el corolario de sus imprudencias y desafueros. Comouna sociedad en su conjunto, secularmente hemos demostradoser malos administradores en términos generales. ¿No es éste unpaís que ha sido, y aún lo es, mal administrado? ¿Empalaga estadeclaración? Surge otra capciosa interrogante: Seis millones depobres con una capacidad de consumo restringida, ¿no es el re-sultado de una pésima administración durante medio siglo? Nues-tros pobres toleran con mansedumbre ya que no tenemos invier-nos que todo encarecen y nuestro clima permite producir víveres,

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frutas y hortalizas todo el año. Cuando no hay chuleta optamospor el “pollo verde” (aguacate)...

El fenecido Presidente Joaquín Balaguer, no muy dado aendeudar sus administraciones durante sus 22 años en el poder,dijo dos frases memorables para evocar: “República Dominica-na es un país rico, pero mal administrado” y “la corrupción sedetiene en la puerta de mi Despacho”. Irónicamente, en su régi-men divido en dos períodos, se institucionalizó y profundizó lacorrupción y también colapsó la eficientísima AdministraciónPública organizada con puño de hierro por el tirano Trujillopara dar paso a una burocracia pesada, costosa, ineficiente ycorrupta.

¿Debemos culpar a los políticos solamente? No. Es todo unentramado. Una muestra entre muchas es la explotación de lossulfuros para extracción de oro en Cotuí. La negociación de esecontrato minero se gestionó mal y el Estado Dominicano percibi-rá menos beneficios por ese recurso metalífero no renovable. Eseconvenio fue negociado por ‘especialistas’ designados en repre-sentación de los “intereses nacionales”, los cuales pesaron menosque los “intereses particulares y corporativos” (un viejo hábito acos-tumbrado), aprobado en un amañado Congreso controlado porlegisladores ‘comerciantes de la política’ y sancionado por el Eje-cutivo sin mayores observaciones.

Se ha insinuado que nuestra banca privada es confiable paraasumir una reciente propuesta de convertir a la República Domi-nicana en una ‘economía de capital intensivo’ desplazando la prio-ridad de producir más y mejor. La deuda en el Banco Central,llamada eufemísticamente ‘cuasi fiscal’, se originó y detonó den-tro de una inextricable crisis financiera de ese sector. Pretenderuna economía de capital intensivo suena bien, pero ¿dónde estánlos capitales de inversión? Si están disponibles, ¿por qué nuestra

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onerosa deuda?, ¿acaso se piensa en los fondos de pensiones? ¿o enlos capitales que fluyen de los “4 Fantásticos”?

Las facilidades crediticias para bienes de consumo (casi todosimportados) tienen tasas de interés mucho más competitivas quelas dirigidas a los proyectos agroindustriales orientados a la expor-tación. ¿Factor riesgo? La masiva deuda que heredó el país en elBanco Central fue producto de excesiva confianza en sus banque-ros y en las instituciones supervisoras. Representaron un mayor ycostoso riesgo.

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Libertad versus libertinaje

L a formación de una sociedad necesita de individuos quedeseen organizarse, o sean obligados a ello, en una comunidaddentro de un territorio para interactuar entre sí y ser gobernadoscon reglas, sean éstas consensuadas o impuestas por la fuerza. In-cluso las tribus nómadas se ajustan a este fundamento.

Jurídicamente, la ley es una norma que ordena, prohíbe oregula alguna cosa. En este país agrícola, ganadero y turísticohay más abogados que agrónomos, veterinarios y guías turísti-cos combinados. Por lo tanto, somos especialistas en leyes. Lastenemos ordinarias, adjetivas, sustantivas y orgánicas. Ostenta-mos todo un andamiaje jurídico e institucional que rivaliza conalgunos de Latinoamérica. Pero nos apasiona legem ferre et per-ferre deincepsque leges violare pues no nos entusiasma ser benemoratus.

Hipotéticamente el ser humano nace ‘libre’ en su estado na-tural. Para vivir en relativa armonía en comunidad debe cederparte de sus derechos naturales al cuerpo social que se estructuradentro de normas que constituirán los derechos / deberes de losindividuos y regularán, en principio, su conducta ante esa socie-dad organizada.

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La libertad, como concepto relativamente moderno, es la capa-cidad que tienen las personas de hacer o no una cosa y de hacerla deuna manera u otra. La libertad así entendida es un producto invalua-ble del ser humano, probablemente uno de los de mayor jerarquíapues la creatividad y la iniciativa, fuentes de la invención y el desarro-llo, emergen de ella. Lo acordado entre el individuo y la sociedad yainvestida como la rectora de la ley le garantiza al primero sus arbitrios.La transgresión y decadencia de estos mandatos es un contexto quepone en riesgo esa conquista. Pero la ley también ampara interesescreados. Legítimos e ilegítimos. Pero si una ley es ratificada por elpoder que señala la Constitución, sea justa o no, es legal. Y de ahísurge la dicotomía entre la verdad real y la verdad legal.

Si las instancias de la sociedad que instituyen, administran yaplican las leyes faltan al acuerdo entre ésta y el individuo, o si éstefalta a lo establecido, entonces habría confrontación. La desobe-diencia a las leyes difunde el desorden y deteriora la coexistenciaen la sociedad. Emerge el libertinaje que es ‘la libertad excesiva enla que no se respeta la ley, la moral, los derechos ni la libertad delos demás’. No irrumpe súbita ni fortuitamente. Es un procesogradual que se ceba de la indolencia y la complacencia. BernardShaw dijo: “Libertad significa responsabilidad. Y es por eso quelos hombres la recelan.”

Los padrinos del libertinaje individualizan cada vez más susintereses excluyentes quebrantando las normas de convivencia yla cohesión social. Con el deterioro de las fibras sociales se patroci-na la infracción a las leyes hasta degenerar en la privación delderecho a favor del libertinaje en todo el cuerpo social. Es unadescomposición escalonada que se advierte cuando los principioséticos que deben sustentar un Estado de derecho están podridos.

Se propaga todo tipo de corrupción en las esferas públi-cas y privadas afectando sobre todo las arcas públicas, pues el

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sector privado, aunque puede convertirse (y de hecho lo hacemuchas veces) en corruptor, tiene controles más eficientes paraproteger su patrimonio. No así un Estado débil y permisivositiado por una “entropía criolla”. Esas pérdidas acumulativaslas asume también la población humilde. Los pasivos aumen-tan y su amortización recae en estos pueblos que terminan conun capital social empobrecido y una permanente crisis agrava-da más allá de lo tolerable dando paso a protestas frecuentes,pudiendo surgir una potencial ingobernabilidad. Este proce-so de disolución social puede revertirse fortaleciendo la insti-tucionalidad más allá de las disertaciones y derogando leyesratificadas en cámaras legislativas que representan estructurasque prosperan en el desorden. Éstas imponen un limbo entrelo legítimo y lo legal.

En otra arista de La Tríada, esta estructura financia cínica-mente su continuismo con recursos públicos ya que “son propie-dad del pueblo y una proporción del 70% de los votantes, en sulibérrima potestad para sancionarla o no, al refrendar con sus vo-tos al sistema decide que pueden utilizarse en campañas electora-les para beneficiarse de alguna manera en compensación de loque le extraen en impuestos”. Interpretado así se acciona en efec-to el engranaje político-tripletero pervirtiendo aún más la ya en-deble institucionalidad del país.

El férreo dictador chileno Augusto Pinochet escribió enPolítica, Politiquería y Demagogia: “La libertad se ha definidocomo la facultad del hombre para obrar de una u otra mane-ra, o simplemente, de abstenerse. El concepto de libertad sebasa esencialmente en que el hombre es responsable de susactos. El libertinaje es, en cambio, el desenfreno en las accio-nes; es decir, el entregarse desordenadamente a vicios o de-fectos.”

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El libertinaje debilita todo lo que pudiera frenar los objeti-vos degradantes que ‘empañan y empeñan’ el futuro de Repúbli-ca Dominicana. La disyuntiva entre la libertad o el libertinaje estázanjada: sea la primera la dominante.

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Evolución hacia la dicta-blanda

“El régimen de Augusto Pinochet no es una dictadura, esuna ‘dicta-blanda’. Dictadura fue la del tirano Rafael Trujillo.”Expresión escuchada en Santiago de Chile en 1984. Algo sor-prendido, decidí consultar un diccionario para valorar las defini-ciones del verbo ‘dictar’: 1. Leer o decir algo para que otro loescriba. 2. Dar o anunciar una ley, norma, sentencia. 3. Impulsar-nos a hacer algo la razón, la conciencia o los sentimientos. Esteverbo es sinónimo de decretar y antónimo de derogar. Busqué elantónimo de dictadura, que es la palabra ‘democracia’ y sus defi-niciones: 1. Forma de gobierno en que los ciudadanos eligen a susgobernantes por votación. 2. País gobernado de esta forma. Apro-veché para leer las definiciones de ‘tirano’: 1. Persona que gobier-na sin tener derecho, imponiendo lo que ella quiere. 2. Personaque pretende mandar sobre las demás y que todas hagan lo queella quiere.

Resumí que hay una diferencia entre tiranía y dictadura. Todaslas tiranías son censurables, pues concentran el poder en un soloindividuo para provecho personal y es, por necesidad, excluyen-te. En cambio, las dictaduras pueden ser buenas o malas, inde-pendientemente de sus doctrinas, de la misma manera que hay

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buenas o malas democracias, pero agregando que una mala de-mocracia se niega a sí misma. La democracia es el sistema políticoidóneo por excelencia, pero actuando bajo sus preceptos éticos.O es democracia o es una feria de charlatanes.

En República Dominicana un sistema demagógico partido-crático disfrazado de democracia tiene secuestrada, vía las arcaspúblicas, a una mayoría relativa por medio del clientelismo, apro-vechando el bajo discernimiento y las miserias de las masas domi-nicanas. Esto va creando las condiciones adecuadas para que, ago-tados los recursos para sostener el sistema clientelar, la frustraciónpopular contra este régimen “democrático” dé paso a propuestasdictatoriales.

Se entendería que una dictadura surgida de ese descontentopopular prescindiría por un tiempo de un Congreso que le cuestaal erario unos cinco mil millones de pesos anualmente. La funcióndel Congreso es legislar, representar y fiscalizar. Sondeando lapoblación se concluye que una mayoría no se siente representadapor los legisladores electos en sus respectivos municipios.

En cuanto a fiscalizar, sería una broma plantear que fiscali-zan el incumplimiento de las leyes o la corrupción que sangra losrecursos nacionales. Y sobre su función de legislar, quedan cortosen ello para costar tanto al país. Pasan leyes que, o representanintereses exclusivos –políticos / económicos–, o que sencillamenteno se cumplen. Aparte que, como agravante, legislan para su pro-pio beneficio.

En esa hipotética dictadura se incluiría la figura jurídica delperjurio en el sistema judicial. Sin esta herramienta es casi imposi-ble luchar contra la corrupción pública y privada. Contra co-rruptos y corruptores. También se complementaría el Código Pro-cesal Penal con un Código Penal similar al de los Estados Unidos,que contemple el cúmulo de penas según la gravedad del crimen.

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Esa posible dictadura pondría un tope a los paquetes salaria-les de los funcionarios públicos. Ningún funcionario público demayor jerarquía debe exceder ingresos mensuales sobre los cientocincuenta mil pesos –todo incluido–, y en los cargos ministerialesno más de trescientos cincuenta mil pesos –todo incluido–. A laadministración pública se va a servir, no ha servirse. De ahí sunombre: servidor público.

Una eventual dictadura apoyaría la carrera administrativa,donde las posiciones políticas se circunscriban a los altos cargosministeriales. El Estado no pagará a ningún empleado públicobajo los diez mil pesos mensuales. No fomentaría la vagancia enoficinas públicas y cada posición en el Gobierno deberá teneruna función específica con resultados cuantificables.

Le daría mayor peso dentro del Gobierno al Ministerio deAdministración Pública (MAP) para que implemente y fiscalicelas funciones y el desempeño de los empleados públicos, más alláde las buenas intenciones o compromisos de cualquier índole.

Endosaría la preeminencia de los derechos humanos, quedeben garantizar el derecho a la vida y la integridad individual delas personas. Así como los derechos a una educación de calidad, altrabajo y remuneración dignos, a una suficiente y equilibrada ali-mentación, a la salud con amplia cobertura, a la vivienda decente,a la seguridad ciudadana, a la vejez con certidumbre, a procesosjudiciales imparciales. Estos también son irrenunciables derechoshumanos con los que la Comisión de Derechos Humanos deberíaentregarse más a fondo, de igual modo.

Fomentaría el estudio, el trabajo y la producción. Instituiríala tanda única en las escuelas públicas. Apoyaría consistentemen-te los politécnicos y la educación superior, privilegiando carrerastécnicas que correspondan al desarrollo sostenido de la produc-ción nacional. Exigiría una elevada docencia impartida por un

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profesorado competente. Favorecería la formación cívica, la liber-tad sin libertinaje y el respeto de las leyes –puntualizando el res-peto al derecho ajeno–.

Establecería el salario mínimo para los empleados públicosen diez mil pesos mensuales, indexados cada dos años en relaciónal Índice de Precios al Consumidor acumulado al período. Em-plearía a un millón dos cientos mil dominicanos y dominicanas enproyectos de producción nacional orientada a las exportaciones yel consumo local. Redefiniría, para estos proyectos, la tenencia dela tierra. Ésta tributaría, produzca o no, para impulsar la produc-ción en las mismas.

Una posible dictadura aplicaría sin titubeos la Ley de Migra-ción, rediseñándola si fuese necesario, para salvaguardar la sobe-ranía e identidad nacional. Honraría el fragmento de nuestroHimno Nacional: “Ningún pueblo ser libre merece, si es esclavo,indolente y servil. Si en su pecho la llama no crece, que templó elheroísmo viril.”

Revocaría, a cualquier costo prudencial, todo tipo de con-tratos leoninos en perjuicio del Estado Dominicano. Nos enorgu-llecería de nuestra dominicanidad, reprobando los trastornos im-puestos a la Nación. Es justo reconocer la valiosa trayectoria dealgunos grupos industriales y banqueros íntegros que sí han im-pactado positivamente en nuestro desarrollo. Pero el sector priva-do no garantiza por sí sólo que el país enderece tantos entuertos.

El Estado Dominicano debe imponerse aplicando las políti-cas que logren los propósitos a favor de sus legítimos intereses, queno son otros que los del pueblo dominicano. Políticas impuestaspor un liderazgo visionario tanto en planificación e inversión comoen regulación y fiscalización. Un liderazgo transformador con vo-luntad para cambiar lo que no conviene. Que esté libre de com-promisos con círculos que prosperan con las cosas como están.

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Pero no hay que encresparse. Esta dictadura es la del imperiode las leyes. Es la dictadura de la ley que puede coexistir dentro deun sistema genuinamente democrático. Si el sistema vigente nocorrige su rumbo, un frustrado pueblo huérfano de porvenir ges-tará su propia ‘dicta-blanda’, como lo intentó en 1965 y en 1984,si se agravan aún más sus penurias.

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¿Cómo vamos, Sancho?

Es mal negocio ser parte de un 30% de la población que seabstuvo de votar en las elecciones nacionales del 2012 y que sesentirá representada en un virtual 0% en los poderes del Estado.La indiferencia ciudadana sobre la irresponsable conducción delEstado es tolerable hasta que las consecuencias les toca a cada uno,como ya se traduce en inseguridad generalizada, en mayores car-gas impositivas, en cuestionables ejecutorias gubernamentales yen precarios servicios básicos.

También en un legal y legítimo 4% del Producto InternoBruto para la educación, incumplido reiteradamente por el Go-bierno. Y en limitadas oportunidades para los egresados de uni-versidades, institutos y politécnicos, etc.

Entre tanto, mantenemos funcionarios con ingresos excesi-vos que los cubre perfectamente un presupuesto donde no sólodraconianas exacciones tributarias son el pivote sino también el se-ñoreaje y el endeudamiento. Estos politiqueros, esgrimiendo su lógi-ca de que “el poder es para usarse”, ya investidos como burócratas ysumados a sus asociados del sector privado, se presumen ‘superhom-bres’ y los tributarios más abajo somos el medio para ellos evolucio-nar en casi semidioses, posicionados más allá del bien y el mal.

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Intocables, inequívocos, laudables, inobjetables. ¡Tenemos elprivilegio de contar con ellos, sin cuya guía y valores tendríamosuna existencia laberíntica!

Con el país cargando una deuda consolidada sobre los 23,000millones de dólares al 2012 y engordando, nos dicen que la mis-ma es perfectamente manejable pues debe evaluarse en correla-ción al Producto Interno Bruto y éste va en crecimiento. Un PIBque va en progresión apoyado en préstamos. ¿Hasta qué puntoesto es viable? Los cerebros infalibles e incontestables que abun-dan en la recargada burocracia dominicana oportunamente nospresentan las puntuales explicaciones e interpretaciones.

Según sus estrategias, tomando más prestado, mientras loscapitales de las potencias fluyan buscando mejor rentabilidaden estas economías emergentes, dinamizamos la nuestra, crece elProducto Interno Bruto y habrá un punto de retorno con éstaya fortalecida en un ambiente futuro de estabilización de la eco-nomía mundial y se recuperaría la capacidad de desmontar ladeuda acumulada en un tiempo razonable... Que el endeuda-miento puede explicarse como un pasivo proporcionalmenteinverso a esa capacidad de pago. Todo está bien, todo va bien,nos dicen.

Asombrosamente esta clase gobernante, que se turna en elcarrusel tricolor de La Tríada, es creativa. Desfalca y luego se aprestaa promover leyes contra la corrupción sin que se exijan auditoriasindependientes a las gestiones de sus funcionarios y promover even-tuales sanciones, hasta con carácter retroactivo, si se comproba-ran dolos.

“Haremos” como si no hubiesen desgobernado un sólo día.En las elecciones del 2012 se repitieron los dos mismos candida-tos punteros de las celebradas en el 2000. ¡Doce años después del2000, las mismas figuras tripleteras! En las del 2016 y 2020

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habría un reciclaje similar de las condidaturas. La Tríada reciclasu propio liderazgo y la alternancia democrática se apolilla en elproceso. El sistema no entrará en crisis mientras la economía sesostenga en niveles tolerables y ese punto de tolerancia sólo loconoce la población dominicana.

No hay lugar a dudas, que todo está bien, todo va bien, nosdicen... Sin embargo, hay una contrariedad para mantener el cir-co indefinidamente: el aprieto económico en los bolsillos de unapoblación con cada día más irritantes carencias. Toda acción tra-moyista desviadora de escrutinio de la situación actual pierde supropósito campanudo ante ésta.

Entonces, abstraído en pensamientos, Aribaldes decidió ca-minar en una serena mañana de mediados de julio por un sinuosocamino de tierra a través de un collado de San Cristóbal. Aún eltrémulo rocío se agrupaba en pompitas de cristal entre ramillas yhojas que jugueteaban con un fresco céfiro que se apresuraba desdecolinas engalanadas con difuminados tonos de verde, mientras unroncal canturreaba una apacible melodía... ¡Todo está bien, todoirá bien!

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Parroquia Nuestra Señora de la Consolación en San Cristóbal

Monedas dominicanas "Enriquillo"

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Tramo de la Autopista Duarte

Monumento a los Héroes de la Restauración en Santiago de los Caballeros

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El Parquecito de los Vagos

L a llovizna había amainado media hora antes de la horaconvenida y Aribaldes, que gustaba de la puntualidad, asegurócinco pesos en sus bolsillos y tomó la calle. Se dirigió al Parqueci-to de los Vagos, o Plaza 6 de Noviembre, lindante a la antiguaIglesia Sagrado Corazón de Jesús frente al Ayuntamiento Muni-cipal en la Avenida Constitución de la benemérita ciudad deSan Cristóbal.

Era una caminata por la calle Sánchez, vía adyacente al Insti-tuto Politécnico Loyola, bajando desde la Avenida Luperón don-de vivía con sus padres y hermanos. Eran las siete y media de lanoche. Aquel día jueves, treinta de agosto de 1979, había trans-currido como otros tantos de verano en el San Cristóbal ‘román-tico’ de entonces. Una persistente y ligera brisa del Sureste refres-có la atmósfera particularmente calurosa ese mes.

Del pavimento parcialmente cubierto con hojas empapa-das por la lluvia emanó un olor terroso muy particular que re-tendría la memoria por toda una vida. Los perros que habitabanen los barrios del pueblo inquietaban con incesantes ladridos.Algo los mortificaba. En su trayecto Aribaldes recordaba tresserenatas dadas la noche anterior en un recorrido que inició con

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cinco amigos y que concluyó con dos, más o menos a la una de lamañana.

El Parquecito de los Vagos, contiguo al Casino, era un puntode reunión de muchos jóvenes sancristobalenses formados en lasdécadas de los sesenta y setenta. De ahí su pintoresco nombre.Todo se comentaba bajo la tutela de un busto del Patricio JuanPablo Duarte en el centro de la pequeña plaza. Se compartían loscigarrillos, las inquietudes del momento, los chismes del día y seorganizaban los “serruchos” antes de “romper la taza”.

Desde allí unos marchaban al Casino, otros a la boite Mon-tecarlo del Hotel San Cristóbal o a la boite La Plaza en la callePadre Ayala. Algunos a la terraza del Hotel Constitución o al In-termezzo. Todo dependía del monto del “serrucho” para cubrir elconsumo en esos establecimientos.

Los más pasivos iban a la heladería o al cine Duarte, am-bos frente al Parque Central. O hacia donde Chichita Barinasy sus afamados pasteles en hoja. Los enamorados del momentoa “hacer su esquina” de rigor... La vellonera del Hotel Consti-tución atraía con canciones de baladistas y boleristas en volu-men prudente pero había que organizar los exiguos presupues-tos disponibles antes de sentarse en esa terraza a disfrutar deunas “frías”.

Se estaba pendiente y se compartía información sobre las fies-tas ‘quinceañeras’ de las compueblanas adolescentes. En esos cum-pleaños se podía socializar con las muchachas que casi no salían desus casas aparte del colegio o actividades familiares. También eraimportante asistir “para dejarse ver” a la “presentación en socie-dad” de las señoritas del pueblo y a otros eventos que se celebra-ban en el Casino.

Era conveniente mantener presencia con galantería hidalgaque sólo las serenatas y las rosas podían suplir. Se complementaba

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con “labia diestra” pues a falta de otras prerrogativas para con-quistar las muchachas se entendía que las féminas se enamorabanpor el oído, al menos en ese entonces. Casi todos tenían algo depoeta y algunos su cuota de “loco”, estigma obligado para los bo-hemios o inadaptados de la época. Y si la personalidad era contes-tataria se le enganchaba el mote de “comunista”.

Aribaldes llegó siete minutos antes, compró dos mentas “deguardia” y un cigarrillo Montecarlo en la “paletera” ubicada enla acera, justo al lado de un viejo hidrante. Había que “hacerrendir el menudo”. Cuando Demófeles se presentó ya había ungrupo de por lo menos trece jóvenes en camaradería, cada quiencon una historia para contar. Lo que no se decía mortificaba elalma.

Demófeles se adueñó aquella noche de la atención de todoscon sus invenciones. Poseía un curioso talento para narrarlas quese creía lo desarrolló mientras entretenía al grupo en el ParquePiedras Vivas, entretanto se esperaba la salida al mediodía de lasestudiantes del Colegio San Rafael frente a la Parroquia NuestraSeñora de la Consolación.

No todo era estudio y deporte aunque San Cristóbal se ca-racterizaba por fomentarlos con firmeza y era una comunidadreconocida por ello. También había tiempo para compartir entreamigos. Los cuchicheos y las carcajadas resultantes en estas noc-turnas peñas juveniles en el Parquecito de los Vagos se escucha-ban en todo el entorno sobre todo alrededor de la glorieta delParque Central justo al cruzar la calle Padre Borbón. Ese “otro”parque, o Plaza de la Constitución, era visto como una aburridazona de veteranos y cocheros excepto cuando la Banda Municipalde música animaba el ambiente con sus marchas y boleros los jue-ves y domingos. El tránsito en San Cristóbal era muy bajo en laépoca, tal vez no más autos que coches.

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Aribaldes se divirtió ese rato con los cuentos de Demófeles ylos amigos que acudieron al encuentro. Casi a las diez todos toma-ron su rumbo repartidos en tres pequeños grupos separados. El“paletero” tuvo una buena venta de mentas y cigarrillos sueltoscon estos muchachos.

La brisa persistente de la tarde aún continuaba. Con pre-ocupación se había informado en los noticiarios sobre un podero-so ciclón que amenazaba las Antillas Mayores el cual podría man-tener una trayectoria al sur de la isla por el mar Caribe.

Luego de caminar unas cuadras junto a Demófeles y otroamigo por la Avenida Constitución pasando la Gobernación Pro-vincial, Aribaldes decidió retirarse a su hogar en la Avenida Lupe-rón casi en la cuesta del Castillo del Cerro. Para variar regresaría acasa atravesando el Parque Radhamés frente al Mercado Munici-pal. En la noche sentía seductora esa arboleda rememorando unatórrida aventurilla en uno de sus bancos.

Sin embargo, al cruzar el parque sintió que el viento ya eradistinto a la brisa de la tarde ese día. Era más denso, quizás muycargado. Caminó con cierta aprehensión por un presentimientopero no llegó a inquietarse demasiado.

Ya en la casa buscó su esquina, tomó su guitarra y reinició lapráctica de cuatro canciones en inglés, idioma que se esforzabapor aprender: ‘Share the Land’, ‘Imagine’, ‘Vincent’ y ‘WildWorld’. Tenía planes para el día siguiente en el Parquecito de losVagos donde fanfarronearía sobre sus avances con esas cancionesy las que ya dominaba de Silvio Rodríguez. En la próxima “dom-plinada” debía ser el centro de atención...

Pero Aribaldes estaba equivocado. Aquel día siguiente vier-nes 31 de agosto de 1979 el huracán David entró por la playa dePalenque y asoló en horas de la tarde aquel San Cristóbal ‘román-tico’ que nunca se recuperó como tal.

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Hoy se recorre un San Cristóbal más dinámico. Una ciudadque se desarrolla buscando responder a los problemas que hansurgido por su rápido y caótico crecimiento. Aunque no se trans-formó totalmente con el impacto de aquel destructivo fenómenosolo bastó un lustro luego del acontecimiento para que diera ini-cio en firme al nuevo San Cristóbal que se aprecia al presente.

El otro San Cristóbal antes del huracán David permaneceen la memoria de los que lo vivieron. Muchos de aquellos mucha-chos emigraron. Otros se quedaron. Algunos regresaron. Perotodos llevan consigo con nostalgia esas remembranzas imborra-bles de lo compartido durante esos años mozos en el Parquecitode los Vagos de San Cristóbal.

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Un jarrón azul

“...Porque ese cielo azul que todos vemos/ ni es cielo ni esazul. ¡Lástima grande/ que no sea verdad tanta belleza!”. Versosatribuidos al español Bartolomé Leonardo de Argensola...

Sobre un vetusto y terroso muro enladrillado, reposa unjarrón azul de tamaño mediano sin impresiones visibles y superfi-cie levemente lisa. Muestra dos asas curvas en cada lado que loembellecen. Contiguo al muro que es un primer plano ante unhuerto, que por su cuidado evoca un vergel, descansa una mece-dora de pino claro de amplio porte. También hay verticalmentedispuesto un curioso barrilito pardo que a forma de mesita sostie-ne una perfilada copa de cristal muy delicado y terso junto a unabotella descorchada de un vino tinto francés. Es un “La Tâche” deBorgoña pero no se distingue claramente la cosecha en la pajizaetiqueta algo raspada pero parece leerse ‘1985’ ó ‘1988’.

En este entorno Aribaldes medita. Piensa que muchos somosproclives a confundir lo cierto por lo tramado. La verdad por lamentira... Se acomoda en la mecedora, vierte vino en la copa yaprecia la tarde de cielo despejado y deslumbrante de esos díasfrescos con inquietas brisas en marzo. Un marcado interés se cen-tra en el jarrón azul. Pero no tanto en el objeto en sí, sino en sucolor. Es azul. ¿O no lo es, quizás? Decide cotejar esos métodos

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oficiales de análisis, conclusión y presentación de las realidadessocio / político / económicas de la nación y ver cómo se desempe-ñarían con este jarrón.

Anticipadamente duda que sea azul. Es un primer paso muyrevelador. Sin dudar no es posible objetar “verdades aparentes”.Coloca un celofán amarillo traslúcido ante el jarrón. Llama a De-mófeles, que estaba de paso, y le cuestiona sobre el color del ja-rrón mientras sostiene el pedazo de celofán entre el espectador yla pieza. —Lo veo verde –responde despachadamente Demófe-les, algo intrigado por la pregunta, y se retira presuroso antes deotra ocurrente consulta de su estrafalario amigo.

La población dominicana, la mayoritaria, entró al siglo vein-tiuno con mal rumbo. Pero los datos oficiales exponen casi todo locontrario. ¿Entonces la percepción es la verdad?, murmura Ari-baldes, mientras aún delibera si este Grand Cru de Côte de Nuitses cosecha ‘85 ú ‘88... Si se altera la percepción, la verdad es rela-tiva, y siendo relativa, es moldeable. ¡Qué apropiada engañifa paraacomodar informes estadísticos deformando verdades! Se reclinaen la mecedora con un ligero impulso hacia atrás y encomia en supensamiento al artesano que la fabricó en Matanzas de Baní. Evo-ca aquel otro español, nombrado De la Serna, quien escribiera“no hay mejor destino que el de supervisor de nubes, recostado enuna hamaca, mirando al cielo”. —Debió imaginarse estos subli-mes cielos dominicanos para expresarlo– musita.

Para nuestros facundos demagogos la verdad desfigurada creaun escenario ideal para manipular a un electorado coartado porla desinformación para asimilarla así. Pero no se puede sostenerperpetuamente el celofán amarillo ante el jarrón e irremisible-mente se mostrará como evidentemente es... un jarrón azul.

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La fiesta de la democracia

En la ciudad de Nueva York, Virgilio Gómez Suardí (†)enunció: “quien quiera saber, que se compre un viejo”. Ellos sonlos depositarios de la experiencia.

Ilustrar con la verdad posee una virtud. Se apoya en hechosevidentes. Nunca en elucidaciones complacientes. Aunque hoy sepopularicen en la juventud frases malintencionadas como “meespanta la verdad, prefiero una gran mentira...”

Un jueves, alrededor de las seis de la tarde, la parada de lasguaguas «Expreso Ruta B» hacia San Cristóbal lucía muy activaen el Parque Independencia en la Capital. Una joven universita-ria, bella trigueña chilena de largo pelo negro azabache, abordóel minibús. Ya sentada escucha, casi involuntariamente, las con-versaciones que espontáneamente se van desarrollando entre lospasajeros, muchos desconocidos entre sí.

Son quejas por la situación del país. Notó que algunos plan-teaban análisis a los problemas nacionales y propuestas para resol-verlos casi todos. Desde la corrupción y la delincuencia hasta laenergía eléctrica, entre otros. Era un jolgorio complementado conmúsica popular en alto volumen. Luego de media hora de distrac-ción el chofer se apiada de los pasajeros, baja el volumen y parte.

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La agraciada muchacha decidió hace unas semanas conocerde la política, pero la percibe como algo ajeno. Concluyó que elpoder político es la herramienta para una mejor o peor nación,según su uso. No cree en ideologías, sino que desea ‘vivir’, no sim-plemente ‘sobrevivir’. Al concluir sus estudios universitarios no vebuenas perspectivas de trabajo con ingreso digno. Hay demasia-dos jóvenes graduados cada año, como en una producción enserie, esperanzados en un mercado laboral incierto.

Decidió consultar un diccionario de la lengua española que habíacomprado en un remate de libros usados en los entornos de la univer-sidad. Buscó el término «política»: 1. Actividad que tiene como finali-dad gobernar y organizar un país. 2. Forma de actuar, estrategia. Y unpolítico no es otra cosa que alguien que se dedica a la política.

Su pasajero inmediato era un personaje con porte de bohe-mio quien de soslayo vio el diccionario abierto y comentó:

—Es una buena opción para sacar respuestas básicas a mu-chas inquietudes.

—¿Cree usted?—Lo creo y lo reafirmo.—Acabo de leer la definición de ‘política’.—Sí. Por curioso lo vi... ¿Puedo explicarte más sobre el tema?—Claro.—Un político es como un gerente. De la misma manera que

sucede en el sector privado, hay buenos y malos gerentes. Con ladiferencia que los malos gerentes, cuando no hay complicidades,no duran mucho en el sector privado.

—Los jóvenes percibimos la política como algo complicado,aburrido y dañino.

—¿Qué tendría de “complicado, aburrido y dañino” gober-nar y organizar un país?, ¿a quiénes les es de interés que se inter-prete así?

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—¿A los políticos?—¡Exacto! Habría que señalar a nuestra partidocracia domi-

nante que es la beneficiaria de esa interpretación impuesta a buenaparte de la juventud y a otros segmentos importantes de la pobla-ción para inmovilizarlos, para que no se involucren en política.

—¿Con qué fin?—Al no participar en política pasan estadística y efectiva-

mente al segmento abstencionista. Entonces piensa en lo que ex-presó el economista inglés Arnold Toynbee: “el mayor castigo paraquienes no se interesan por la política es que serán gobernadospor personas que sí se interesan”.

—¿Y acaso no necesitan gente?, ¿votos?—La Tríada, que aglutinó a cuatro millones y medio de domini-

canos de los seis y medio aptos para votar en el 2012, no ha diseñadoesta componenda hasta la desidia radical pues también debe conquis-tar mentes ingenuas con pan y circo. Maquilla la trama como “la fiestade la democracia” cuando es en realidad “la feria de los demagogia”.

—¿Para qué?—Para embaucar gentes incautas que necesita para justificar

los números mágicos en este sistema politiquero y los demás, con-fundidos, marchan a formar filas en el abstencionismo bajo el lemade “no voto por nadie, pues todo es lo mismo”. Farsas, tránsfugas“botellas”... ¡Se repetiría la misma zafra para el 2016, 2020, 2024...!

—Entonces, ¿es un callejón sin salida?—Si continúa logrando, como lo ha logrado, que la política

se perciba como un oficio mañoso, de malas artes, seguirá secues-trando el sistema político y de ahí al Estado y sus mieles.

—¿Cómo funciona esa receta?—A mayor número de abstencionistas es más fácil manipular

una mayoría relativa entre dos o tres partidos demagógicos los que,en su maniobrar en el tiempo, se convierten en los «tradicionales».

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—¿Y por qué tantos jóvenes no acaban de despertar?—Porque La Tríada justifica su accionar y sus propósitos con un

arsenal de doctrinas y prácticas embaucadoras. Pero los resultados des-nudan sus intereses excluyentes en los que está asociada de una u otramanera y que no responden al bienestar de la sociedad en su conjunto.¿O acaso vamos bien en educación, por citar un solo ejemplo?

Así, el bohemio y la joven prosiguieron conversando sobrepolítica durante el trayecto. Minutos más tarde arribaron al Par-quecito de los Vagos de San Cristóbal.

—Me llamo Aribaldes. Y puedes tutearme que no soy tanviejo. ¿Te llamas?

—Gema. Gema Jacqueline...—¿Dónde vives? –pregunta el bohemio.—En Madre Vieja Sur. Pero hoy dormiré en casa de una

amiga en la Padre Ayala.—¿Aceptarías un helado en el parque Piedras Vivas?—Parece buena idea pero, ¿por qué usaste el término ‘feria

de la demagogia’?—Vamos por el helado y te explico allá. ¿Has leído el ‘Soneto

de Amor 78’ de tu compatriota Pablo Neruda?—No.—Mis versos preferidos de ese soneto dicen: “Soy un pobre

hombre dispuesto a amar a sus semejantes/ no doy, no vendo espi-nas/ alguien sabrá tal vez que no tejí coronas sangrientas, que com-batí la burla/ ...yo pagué la vileza con palomas.”

Ya era anochecer. Caminaron las cuatro cuadras hasta la he-ladería contigua al Colegio San Rafael. El torrente de ‘motocon-chistas’ abrumaba haciendo lucir la Avenida Constitución comoun colmenar mecánico. Luego de comprar sendos helados decidensentarse unos minutos en un banco del parque frente a la ParroquiaNuestra Señora de la Consolación, que es más tranquilo.

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La feria de la demagogia

—Tienes un curioso nombre...—Lo sé pero ya te acostumbrarás.—Explícame lo de la ‘feria de la demagogia’.—Tomemos de nuevo tu diccionario y leamos la definición

de ‘demagogia’: 1. Intento de conseguir el apoyo de los demás porcualquier medio, sobre todo con falsas promesas.

—Eso me es familiar.—Es la exaltación de las pasiones del pueblo. Un demagogo

no es un político. Es un politiquero. La política tiene un fin supre-mo, pues gobernar y organizar un país es una virtud colectiva.

—Voy comprendiendo.—En cambio, la demagogia o politiquería, es perniciosa. To-

dos sus ramales acomodan negocios y abusos contra los recursosdel Estado.

—¿Y cómo puedo aportar para contener esto?—Memorizando de tu diccionario las definiciones de ‘políti-

ca’ y ‘demagogia’ e involucrarte en algún proyecto, que te persua-da con hechos, que la práctica responsable de la política es perfec-tamente posible.

—Dame una razón que justifique el intento.

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—Para que este ideal tenga el sabor de una verdadera «fiestade la democracia» que es el sistema político que debemos madu-rar pues envuelve, en todos los órdenes, las aspiraciones de pros-peridad y bienestar de los pueblos.

—Curioso el destino. Apenas abrí el diccionario en la paraday apareciste de la nada. Con pocas palabras tengo claro el asunto.

—¿Volveré a verte?—Es obvio que sí. Este domingo a las cinco de la tarde en la

heladería. ¿Me comprarías otro helado?—La luna hatomayorense que quieras, Gema. Hasta la mis-

ma luna...Les cayó encima la prima noche y era hora de marcharse.

Aribaldes acompaña a Gema Jacqueline hasta la casa de su amigaen la calle Padre Ayala y se despiden con un tímido beso en lamejilla.

En el trayecto a su hogar repara en lo reiterativo. Un puebloque avanza al ritmo y melodía que se auto impone. Se dice que“todo según el color conque se mire”. Que cada quien interpretaen su medio de acuerdo a su propia condición. No obstante, tar-de o temprano las crudas e innegables realidades del día a día delas mayorías tocarán incluso a los que deciden excluirse del dra-ma. Todos deberemos involucrarnos para desenmarañar el bulto,antes que se enrede más este tinglado.

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Un paseo a Puerto Hermoso

desde San Cristóbal

L a ciudad de San Cristóbal se ubica entre altozanos y ce-rros replegados en la base de la Cordillera Central, donde se ex-tiende un valle que hiende los ríos Haina, Nigua y Nizao. El tra-yecto de Aribaldes desde aquí hasta la apartada zona de deslum-brante entorno costero llamado Puerto Hermoso fue de apenastres cuartos de hora. En la ruta, más al suroeste, deja atrás la ciu-dad de Baní, siguiendo una sinuosa carretera flanqueada por pre-dios agrícolas de diversos cultivos, destacándose los árboles demango con copas de verde oscuro que contrastan con un fondopanorámico de montes lejanos, secos e imponentes.

La tala indiscriminada de árboles madereros como la caoba yel guayacán, la cría de chivos y la presencia de puercos cimarronestuvieron un impacto ambiental que se extiende en esta sabana, aho-ra árida y pedregosa. Los médanos impresionaron a Aribaldes pocoantes de llegar a Las Salinas, poblado de pescadores y salineros.

Aquella mañana en Puerto Hermoso era, y aún es en la memo-ria de Aribaldes, una seducción a los sentidos. Ninguna pinceladaantojadiza de cirros muy dispersos en aquel cielo desbordantemente

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azul y quebradizamente claro desentonaba. Auras marinas agita-ban desbocadamente las aguas de aquella bahía contenida antemansas dunas, manglares y cerros solitarios. Impreciso entenderdonde comenzaba o concluía toda la imagen.

Fascinado con la contemplación del lugar, caminó hacia unatracadero que no aseguraba equilibrio alguno, pero allí, entre lospilares de derruidas maderas salpicadas de salitre, las torcidas olasencontraban alguna forma de pausado ritmo. Entró en ese ama-rradero que sobresalía de esas aguas con tantos matices azulados ycargadas de incontables pececillos. En aquellas orillas plateadas seextasió de esta naturaleza asombrosa.

Allí le narraron que en esta bahía tuvieron que protegersedos navíos españoles de un mal tiempo rumbo al cacicazgo deJaragua en 1499. Y que también se refugió aquí el AlmiranteCristóbal Colón el 30 de julio de 1502 en trayecto a Jamaicapor causa de un ciclón. Ese mismo año se inició la explotaciónde las salinas en Puerto Hermoso, nombre éste dado por el mis-mo Almirante.

A su regreso a San Cristóbal llevó consigo una de las másgratas y estimulantes experiencias de su vida. Transitar sin prisasesta admirable comarca de tan apasionante geografía tropical.Concluyó que las mágicas noches de luna llena en Puerto Hermo-so, recorriendo sus manglares en una de las diversas barcas dispo-nibles en el ancladero, difícilmente tienen igual en nuestras costasantillanas.

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La naturaleza violada

El café matinal tiene mejor aroma y sabor en una terracitatípicamente ordenada en San Cristóbal bajo la sombra de un altoguayabo arqueado, rodeado de diversos tarros de barro con plan-tas ornamentales que parecen testigos de todo cuanto se departeallí. Se respira una atmósfera campestre.

No faltan las piedras rebuscadas y otros tantos adornos quecuelgan del árbol o reposan en muros, tablitas o paredes, pero sinsaturar ni perder una armoniosa disposición. Este rincón, refugiode inquietas avecillas, muestra inestables vistas del firmamentoentre ramas y hojas del guayabo. En este retiro es lectura obligato-ria la prensa matutina.

Aribaldes y Demófeles llegan cada mañana a escudriñarentre las diarias ediciones temas de su interés. Sentir leyendo,en esas piezas rectangulares de papel impreso, un país que lesduele.

—¿Y la naturaleza? –cuestiona Demófeles, sorpresivamente.—Casi todo está depredado y arrabalizado –confiesa Aribal-

des–. Al menos para el que ve, no para el que pretende recorrernuestra Quisqueya con las anteojeras de los pencos de acarreo“para no ver lo que ve”.

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—¿Cómo crees que puedo transmitir el alcance de este dañoa los depredadores y contaminadores?

—Admiro tu inquietud que lamentablemente no será aten-dida. Pero tratemos. Tápate la boca y la nariz ahora y no respireshasta donde aguantes... toma tu tiempo.

Aribaldes alcanza una guayaba y Demófeles obedece mien-tras se pregunta a sí mismo por qué se expone a estos ensayos de suamigo que sin pecar de anodino le reencauza los pensamientos.

—¡Aire, aire! –exclama Demófeles aspirando una bocanadafresca luego de varios segundos.

—Mi buen amigo, qué pronto justipreciaste el aire. Lo quedas por sentado pues es abundante y gratis, sencillamente te faltópor menos de un minuto y cederías cualquier fortuna por un sim-ple hálito si no tuvieras opciones.

—Muy convincente... –masculla Demófeles para sí.—Somos tan necios que no valoramos esto, ni el agua crista-

lina. Hemos olvidado que también somos naturaleza a pesar detantas frivolidades que nos vamos imponiendo. Ya es poco lo quebaja por la garganta que sea enteramente natural.

—No te declaro loco porque la originalidad puede justifi-carte como pretexto.

—Eso dicen...—Pero ingenuo al fin, cuando se me ocurre conversar sobre

estos temas me asedian con diatribas.—El desagravio para los escarnios lo tienes en el prólogo de

La batalla de los libros de Jonathan Swift. Las ponzoñas en ti tie-nen que deshacerse.

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Hacia «Los Frutales de Perozo»

Aribaldes y Demófeles estaban muy animados una noche afinales de enero. Preparaban un viaje por un día y medio en unamotocicleta Enduro 125cc desde San Cristóbal a Villa Vásquezen la Línea Noroeste. Tenían que buscar una muestra de aguapara reguío de un proyecto frutícola llamado «Los Frutales dePerozo», pionero en esas latitudes a mediados de los 70, y analizar-la en la Capital. Arreglaron sus mochilas con lo necesario y seretiraron a dormir temprano...

Ya en la madrugada se apresuraron pues clarearía en unahora. Los amaneceres se parecen todos, si no hay lluvia. Unos másfrescos, otros menos. Se despidieron de sus parientes quienes mos-trando preocupación los bendijeron con sentenciosos consejos.Todo estaba en orden con la motocicleta, sus mudas y suficientedinero, aunque no mucho. Aribaldes conducía ya que Demófelesera muy bueno montando caballos y mulas pero no motos. Llega-ron a la Capital en veinte minutos y se dirigieron a la AutopistaDuarte aprovechando el aún escaso flujo vehicular. Ya estaba acla-rando hacia el Este y se sentía la brisa muy fría.

—¿Puedes oírme? –gritó Aribaldes.—¿Qué? ¡Habla fuerte y sin escupirme que apenas te oigo!

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—¡Si nos mantenemos a esta velocidad llegaremos a Santia-go en menos de dos horas!

—¡Pues disfruta el paisaje y atiende la autopista!El sol irrumpió en el horizonte dispersando nubes de ruti-

lantes bordes plateados con matices grises y azulados. Sólo se escu-chaba el viento y el persistente sonido del motor. Intercambiabanalgunas frases cortas y en media hora pasaron por Villa Altagraciadonde extensos naranjales bordeaban la ruta. El paisaje iba tor-nándose cada vez más montañoso. Los montes desplegaban tona-lidades aceitunadas. Aún el día no les daba de lleno para exhibirsus verdes contrastantes. Los geólogos afirman que esta isla es muyantigua. Estas montañas son parte de la Cordillera Central, la máselevada de las Antillas con alturas sobre los tres mil metros. Tansólo a un par de horas de estos macizos boscosos abundan las pla-yas cálidas de fascinantes azules, algunas verdemar. Pasando porBonao y sus llanuras sembradas de arroz entraron al Valle del Ci-bao. Se detuvieron en una posada techada de canas para desayu-nar y tomarse el obligado café matinal. A esa hora ya el lugarestaba repleto de viajantes.

—Sabes Aribaldes, no recuerdo cuántas veces he repetidoeste trayecto y cada vez me impresiona más su belleza.

—Esta tierra merece mejor suerte. ¿Viste el “banderéo” ayeren San Cristóbal?

—Sí.—Muy probable que nos toque pasar por algunos en Santia-

go. La mayoría de esos ingenuos no lograrán nada con esos parti-dos, excepto lo que les dan al momento.

—Pero ciertos sociólogos y politólogos insisten que esto esnecesario como válvula de escape de las masas. En cada períodoelectoral muchos ciudadanos se creerán importantes y por mo-mentos diluirían su anonimato en este mundo.

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—Pero la realidad se resumirá en la voluminosa deuda fi-nanciera que heredarán de La Tríada y que podría estrangular laeconomía nacional.

—Si el PIB continúa creciendo y reduce la proporción por-centual de la deuda en relación al mismo, como plantean los de-fensores de tan alto endeudamiento, entonces también habrá re-cursos para el desmonte de esos compromisos.

—¿Los ‘tripleteros’ han propuesto programas viables, sin en-deudamientos adicionales, para que eso suceda? ¿O sencillamenteapoyan sus proyecciones en los “4 Fantásticos”?

—¿Los “4 Fantásticos”?—Sí. Las remesas, la inversión extranjera, más impuestos y el

lavado de activos.—Muy ocurrente... Las propuestas que han hecho son ya

reiterativas.—Unjú... Bueno, barriga llena, corazón contento. Sigamos

nuestra marcha.—Con Dios.—¡Con Dios!Retomaron la autopista siempre escoltados por esos montes

engalanados de verde. Más adelante, antes de pasar a la altura dela ciudad de La Vega, el trayecto los premió con hermosas panorá-micas de campiñas a cada lado de la autopista. Las faldas de laselevadas montañas eran potreros bien cuidados que se distinguíanen la distancia.

—¡El ecoturismo es un diamante por pulir en RepúblicaDominicana! –exclamó Aribaldes.

—¿Qué? ¡Habla más alto!—¡Te lo diré en Santiago!Luego de casi dos horas de camino dejaron atrás las cumbres

de la Cordillera Central que ahora se divisaban lejanas hacia el

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sureste y tenían de frente la Cordillera Septentrional, menor enalturas y extensión. En ella podían ver el monte Diego de Ocam-po como un centinela de la ciudad de Santiago de los Caballeros,segunda en tamaño en Quisqueya luego de la ciudad Capital.

Apurando su viaje se dirigieron a la carretera que conducía ala Línea Noroeste. Cruzaron frente al Monumento a los Héroesde la Restauración, símbolo de esta urbe también llamada “Ciu-dad Corazón” por estar ubicada en el centro de esta fértil regióndel Cibao. Ya en la vía más angosta, franquearon pequeños pobla-dos y parcelas. Algunos eran de cierta importancia urbana. Pro-ducían tabaco, arroz y bananos. Con el paso la zona se tornabamás árida y calurosa. Tenía un aspecto monótono, casi desérticocon numerosos cerros agrestes cubiertos de torcidos cambronales.Sobresalían los cactus erizados de curiosas formas verticales. Loschivos prosperaban en este entorno seco.

—¡Aribaldes ten cuidado con los chivos!—¡Me preocupan más los chivatos!—¡Muy chistoso! ¿Sabías que esos chivos saben a orégano?—¡La brisa no me deja oír!—¡Que saben a orégano!—¿Qué?—¡Te digo en Villa Vásquez!Con un sol que quemaba en estos litorales costeros llegaron

al pueblo de Villa Vásquez. Era una comunidad principalmenteagraria. El viaje fue agotador y se alojaron en una casa de huéspe-des ubicada en la avenida principal. Dada la escasa pluviometríaen toda la zona las parcelas agrícolas tenían reguío por canales, laprincipal causa de hordas de mosquitos.

Descansaron un rato en sendas mecedoras previo al almuer-zo en el lugar. Luego del mediodía se encaminaron en su monturamecánica a la finca localizada en Villa Copa, unos cuatro kilómetros

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más al noroeste, cerca del cruce a Castañuelas. Cruzaron un canalde riego y en unos pocos minutos llegaron al frutal. Intercambia-ron saludos con el encargado Nicanor que los esperaba y proce-dieron a recorrer la finca a pié en la parte más próxima a la rigola.

—Nicanor, ¿cómo van las cosas por acá últimamente?—Ya uté vé... aguantaíto no má. Lo conuco han parío bien

éte año.—¿Y Soñé y tus tres muchachos?—Soñé en su bohío regando ei patio y lo muchachone dan-

do caipeta. Travieso, pero me han salí’o bueno.—¿Pero bien en la escuela?—¡Oh, sí! ¡Con eso no jugámo! Si no cojen ecuéla e pai co-

nuco na má. Ello lo saben...—Es una buena noticia. Mantenlos disciplinados con eso.Mientras Nicanor y Aribaldes conversaban, Demófeles se

adelantó para analizar las matas, el suelo, las frutas. Cuando el soldescendiera más empezará el reguío de los predios para que nohaya mucha pérdida de agua por evaporación. Ésta se bombeabadesde el canal principal hasta otro secundario dentro de la finca,ingeniado como un alto muro de tierra que la dividía para poderdistribuir el agua por gravedad.

En este proyecto agrícola el preciado líquido representaba unsensible costo en equipos y mantenimiento, en combustible y en la-bor de reguío. En algunas partes de la finca, sin la inclinación necesa-ria del terreno, se usaban aspersores. Estos predios eran áridos perofértiles si eran irrigados periódicamente. Pero la alta salinidad del sue-lo era un serio problema para los árboles perennes como los frutales.

Se habían plantado principalmente naranjas valencianas ytoronjas rubí. También aguacates y mangos injertos. Una siembrade hortalizas que prosperaba allí no resultaba afectada por la sali-nidad del suelo por ser de ciclo corto.

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No era una simple huerta, sino algunas ochenta tareas distri-buidas para el cultivo de berenjenas, cebollas y ajíes. Además otrasdoscientas tareas eran cultivadas con tabaco negro cuyas hojas erancolgadas para secar en pintorescas enramadas para luego “andu-llarlas”. Como los frutales no eran aún adultos había una siembrade plátanos y guineos dispuesta entre las “carreras”.

—Demófeles, ¿qué ves?—Que ya tiraron el fertilizante en las matas. ¿Es triple 15?—No. Es otra fórmula. Se aplicará el foliar mezclado con el

funguicida y el fijador en un par de días pues el agrónomo quierepotenciar el efecto de todo. El análisis de suelo y el foliar se loentregaron hace un par de semanas.

—Se va a regái hoy pa que se disueiva ei abono. Se tiró étamañana. Lo trabajadore tan limpiando ei tabaco y un grupo va amojái cuando se prenda la bomba.

—Nicanor, vamos con Demófeles a darle un paseo en el trac-tor para que veamos cómo están las “chinas” del fondo.

Fueron hacia una de las enramadas donde había dos tracto-res afuera. Uno muy grande con una desyerbadora y otro media-no con un equipo de fumigación instalado. Aribaldes mandó aretirar aquel equipo para ir a dar un recorrido en la parte másdistante de la propiedad que colindaba en unos cerros escabrososcon arbustos espinosos.

Con el tractor ya liberado se aprestaron a partir, con Aribal-des conduciendo. Los tres con sombreros de cana muy castigadospor el sol candente de aquella hora. Aún los mosquitos no ataca-ban demasiado. Se escuchó en la distancia el encendido del gene-rador que alimentaba la bomba sumergible.

—¡Oye Demófeles! En un rato empieza el reguío.—Me llevaré la muestra del agua para que analicen el

nivel de salinidad actual. Recuerda que una sugerencia era mojar

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regularmente estos terrenos con esa agua y drenarlos para bajarsu salinidad, pero si el canal trae más sal estamos en lo mismo. Opeor.

—Y no hay otra agua. Ésa o nada...En su recorrido por las partes limítrofes de la finca, que tenía

unas tres mil seiscientas tareas, los cítricos, mangos y aguacatesprosperaban saludablemente. No obstante, la salinidad y sus se-cuelas futuras por su sobresaturación en los tejidos de las plantaspreocupaban a Demófeles.

La sal en exceso es tóxica para los humanos y también paralos frutales. Aunque hay plantas halógenas como la uva de pla-ya, la almendra silvestre y el coco, que aprovechan terrenossalinos.

Regresaron a la enramada a dejar el tractor. Ya los regadoresestaban irrigando con sus palas en mano. Era una tarea para prác-ticos pues la suave corriente no debía arrastrar el fertilizante sinohumedecerlo para que penetrara en la tierra alrededor de las co-pas de los árboles donde se concentran los vellos absorbentes delas plantas. Un supervisor se mantenía al tanto que cumplierancon la técnica.

—¡Nunca ha dejado de apasionarme cómo el agua da vida!Es estimulante verla fluir en estos suelos sedientos para integrarsea las plantas.

—Muy cierto. Y sin plantas, las que demandan agua siem-pre, no hay mundo animal. La cadena alimenticia empieza conellas.

—¡Y véa cómo la de’peidician en ei pueblo en ná! Diquelavando motore’ y carro. ¡Ello no comen hierro!

—Es la realidad Nicanor. Sin prioridades existenciales racio-nales sólo valoramos lo inmediato y el consumismo.

—No sé lo que uté dijo, ¡pero pa’mi ei agua e’sagrá...!

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—Eso mismo Nicanor. Es sólo otra manera de decirlo. Va-mos Demófeles, para que lleguemos a Montecristi que quiero verel Morro.

—Déjame bajar al canal para tomar la muestra del agua.Ya con la muestra fueron con Nicanor a su vivienda a salu-

dar a su mujer y a los muchachos. Compartieron un café negropreparado en colador pues “colá’o en greca, no’é café”, segúnSoñé.

Con muchas carencias desde el prisma de prioridades de loscitadinos, esta familia se veía alegre si se mide esa condición por lacantidad y la espontaneidad de sus retozos.

—Mira Demófeles, el consumismo urbano que se sujeta alrito de que “la satisfacción de una necesidad automáticamentegenera una nueva y más compleja” produce mucha ansiedad. Yésta, junto a las enfermedades, son las adversarias de la felicidad.

—Sí, pero hay otro dicho que aconseja “el dinero no es lafelicidad, pero cuando se va parece que se la lleva.” Además, lateoría cuántica especula que la incertidumbre es obligatoria puesla tranquilidad total es parálisis...

—¿Y tú qué crees Nicanor?—Yo toi tranquilo con mi mujéi y mis’ijo. Nunca faita agua

en ei pozo. Ei conuco, la sei gallina y mi trabajito con utéde man-tiene éta casa. ¡Aquí tó el mundo é flaco pero bien rendío!

—Demófeles, Nicanor te acaba de responder. No opino más...—Entonces, ¿nada es absoluto, sino relativo?—Creo...—¡Pues entonces esta sentencia no debe ser absoluta en su

conclusión o se contradice en sí misma!—Bien sabes que no ‘conceptualizo’. Soy como las hojas, ‘fo-

tosintetizo’. Me das luz solar, suelo y te proceso como en la fórmu-la 6CO2 + 6H2O => C6H12O6 + 6O2...

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—¡Tú’tá jodóne! Me pintas de filósofo y tú finges ser alqui-mista. Descríbeme la felicidad en palabras que hasta Nicanor en-tienda.

—Nicanor, ¿has escuchado «Desiderata»?—¿Y quién no?. En la vellonera dei Feimín en ei pueblo.—Esa es una fórmula probable de la felicidad. No se explica,

se alcanza. ¡Y vamos ya, que nos cae el día!Despedida, subida en la moto y partida hacia Montecristi.

Tres en uno. Poco más de media hora de rodaje y llegaron a esaciudad costera. Desde su puerto se exportan cientos de miles decajas de bananos cada año, principalmente a Europa. También po-see la mayor salina de la isla. Condujeron hacia El Morro, un impre-sionante cerro con forma de dromedario dormido. En un miradornatural allí apreciaron la bahía y el océano Atlántico. Conversaronsobre una idea que habían llamado «Víveres del Campo», esperandoel atardecer. Luego retornaron a Villa Vásquez pues había que des-cansar. Al día siguiente, muy temprano en la mañana, partieron devuelta a San Cristóbal con la muestra de agua. Cada viaje a «Los Fru-tales de Perozo» era inspirador y así lo era el regreso a San Cristóbal.

Años después, la alta salinidad y acidez del suelo de la fincaenfermaría los frutales. Esto, junto a mayores costos de irrigación,empeoraron el sostén económico para mantener el fundo comoun todo. Al presente es apenas una evocación de un ensayo visio-nario para desarrollar frutales en las superficies yermas de un paísque posee cientos de miles de tareas baldías en el Norte y el Sur desu territorio. Su orografía influye en que las nubes cargadas quellegan más regularmente del océano Atlántico descarguen su hu-medad cuando tocan las cadenas montañosas de la isla y el resul-tado son aires secos con muy pocas precipitaciones al otro lado delas sierras y cordilleras. Esto origina la aridez y la consecuente sali-nidad y acidez de esos terrenos.

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Hay potencial para cultivar productos de ciclo corto quesoporten estas condiciones climáticas y de suelo. Especias comoel orégano o la alcaparra. Frutas como el cactus de la tuna y lapiña. Y otras, como la sábila y la malagueta para extraer aceitesnaturales.

La agricultura en nuestro país es una actividad de muchosriesgos. Está expuesta a severos fenómenos atmosféricos, plagas eincertidumbre en los precios. Para los capitales privados no es atrac-tivo invertir en el desarrollo de estas áreas pues orientan sus inver-siones hacia sectores más rentables y de mucho menor riesgo comolas telecomunicaciones, las finanzas, el turismo y el entretenimiento,el sector inmobiliario, obras de infraestructura vial, el comercioimportador y el transporte.

Algunos proyectos agropecuarios extensivos han prosperadoen regiones con límites pluviométricos aceptables, como los lati-fundios azucareros, ganaderos y citrícolas. Pero los productoresde mangos y aguacates luchan por mantener la rentabilidad desus operaciones debido a los altos costos y la inestabilidad de losmercados locales. Los invernaderos tienen buen impulso en lascomunidades montañosas con clima fresco. En Constanza y Jara-bacoa, ambos de la provincia La Vega, y en San José de Ocoa en elSur cordillerano, existe una buena producción de vegetales eninvernaderos orientada a la exportación y al mercado interno.

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La letanía de Jeremías

Mucho tiempo después, Aribaldes y Demófeles están devisita en una comarca de Hato Mayor del Rey llamada Doñana,camino a Viviana. Era también un reino de extendidos samanes,ceibas frondosas y flamboyanes de flores bermellón, pero ya sóloabundan en Vicentillo, más al nordeste.

Luego de un recorrido por estas heredades rememorandoestadías en la infancia deciden descansar en un césped lindante alcacaotal donde algunas matas de cacao proyectan su silueta irre-gular fuera de la arboleda.

A varios pasos desde el camino real hay una típica casita levanta-da con madera de palma y techo de zinc. Está contigua a una peque-ña enramada donde se amarran animales junto a un tendal. El patioes tan grande que contrasta con la moradita ahora deshabitada.

—Un estigma te precede Aribaldes. Se murmura de ti todotipo de oprobios.

—Lo sé. Los “Aribaldes” no somos monjes. Parecería que ser-lo es pertenecer a una especie incomprendida y en extinción.

—Pero es sólo un apelativo.—No es sólo eso. Es una forma de vida. Y un modo de pen-

sar. Total, las comidillas de los aviesos nunca me han importado.

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Decía Jorge Luis Borges que “uno se parece a lo que la gente dicede uno”. Siendo así, ¿debería preocuparme?...

Aribaldes, con una frialdad no acostumbrada, se acomodaen una peña de arenisca gris aprovechando la sombra del cacao.Con una ramita vuelca hojas y guijarros en la tierra como si repa-sara sobre algo nostálgico y distante.

—¿Sabes lo que sí me preocupa, aunque ya no me desvela?Un sistema torcido que te empuja a ‘adaptarte o reventarte’.

—¿Cómo así?—Te narro lo siguiente... En Guayacanes, cerca de San Pe-

dro de Macorís, un berlinés decidió radicarse en esa franja playe-ra. Era conocido por dos refranes alemanes que siempre prorrum-pía luego de algunas cervezas: “Borgen bringt Sorgen” y “Wie gewon-nen, so zerronnen”. Este teutón se quejaba de que a pesar de con-ducir bien en este país, como lo hacía en Deutschland, eran co-munes las colisiones menores con los conductores locales.

—Supongo que decidió transitar a pie...—No. Mi padre le sugirió que condujera tan temerariamen-

te como lo hacen los ‘nativos’. Así lo hizo y al cabo de unos mesesno había tenido ningún accidente.

—Tienes razón, aunque disgusta decirlo...—Gran parte de nuestra población ha perdido la civilidad y

hasta el pundonor. Además, se resiste a reflexionar sobre sí misma,atacando a quien lo haga de buena voluntad. El último comenta-rio que recibí por ser un preocupado social fue “si no te gusta,múdate.”

—Te entiendo. Si fuera un comentario aislado no importa-ría, pero es una actitud arraigada en muchos.

—Entonces opté por no preocuparme demasiado o me con-vertiría en un amargado. ¿Te imaginas llegar a viejo y sobre eso,amargado?

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—¿Y a mí entonces? ¿Qué me sugieres?—Como yo, mantente siempre dispuesto para el que quiera

compartir una actitud dinámica de que las cosas pueden cambiarcuando se quiere. Pero teniendo claro que, sin imposiciones, estanación debe continuar delineando su destino. Sea manipulada ono, es su decisión. Shakespeare escribió: “Dueños de sus destinosson los hombres. La culpa, querido Bruto, no está en las estrellas,sino en nuestros vicios.”

—Llovió algo ayer. Mejor vamos a ver el río.—Buena idea, Demófeles.

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El río Cibao y la siembra

Iniciaron la caminata hacia el río Cibao. No se sabe si lollamó así algún ‘cibaeño’ o si fueron los taínos ya que es un voca-blo propio de su lengua. En esta zona hubo asentamientos indíge-nas. Subieron una loma que permitía en su ascenso una panorá-mica campestre de verdores intercalados.

Mientras una plétora de mariposas blancas y amarillas revo-lotea entre estos pastizales distinguen algunas nubes plomizas enun horizonte quebrado por montes lejanos. Es un efecto bucólicoque dura poco cuando se va descendiendo hasta llegar al río, otrorauna corriente sana y vital donde bullían peces, jaibas y camaro-nes. Ya es apenas un riachuelo con excesiva lama sobre enmoheci-dos pedruscos en sus riberas.

—¿Ves Demófeles? Nos estamos depredando a sí mismos. Con-sumimos de la tierra y nos importa un bledo protegerla en retor-no. Una marca comercial ya importa más que una delicada flor enun prado.

—Como dijiste una vez, veremos si los dominicanos reacciona-mos a tiempo o nuestros descendientes tasarán los despojos en el 2061.

—Tal vez sea yo el que esté equivocado. Cuando recorro losbarrios residenciales de la clase pudiente y media alta en Santo

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Domingo y Santiago, o las zonas de descanso en las montañas deJarabacoa y Constanza o las franjas costeras de recreo de PuntaCana y La Romana, pienso en que todo se percibe y se juzga deun color muy distinto al que yo distingo.

—Te han sensibilizado las miserias de los más desposeídos enSan Cristóbal...

—Puede ser. Los ‘tripleteros’ me acusan de ‘sensiblero y que-joso impenitente’ pues no establezco un equilibrio en mis apre-ciaciones socioeconómicas. Opinan que estoy parcializado y con-taminado por las carencias que veo día tras día entre esos infor-tunados.

—Difiero de esos detractores. Si los necesitados fueran losmenos estaría de acuerdo. Pero son la mayoría. No obstante, serpobre no es ser un santo. Muchas veces se lucha por ingratos quete sacrificarían en el mismo momento que vean provecho en ello.

—Eso lo tengo claro. No peno por aquellos que han abraza-do la ruindad humana.

—¿Alguna vez sembraste para que otros cosechen?—¡Claro que sí! Ya no me involucro como continúan ha-

ciéndolo tantos ingenuos que terminan convirtiéndose, a la cortao a la larga, en tontos útiles de terceros. Su buena fe aprovechadapor los astutos magos de la rapacidad. Casualmente, anoche escu-ché la canción de los Ángeles Negros, “A ti”... ¿La conoces?

—Sí, y lamentablemente ésa es la realidad. ¿Y en política?—Toreo los políticos que evolucionan alrededor de etiquetas

doctrinarias, demolidas todas en su práctica. ¡Que la derecha, elcentrismo, la izquierda, la liberal! Nos falta la ‘espacial’... Mi polí-tica es la justicia. Lo justo en todo y para todo, por retórico queparezca.

—¿Y qué es ‘lo justo’? ¿Qué es ‘la verdad’? Por denunciaruna injusticia hace unas décadas atrás, que hoy puede tener otro

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contexto, te costaba hasta la vida. Y hace doscientos años la televi-sión y el avión, por ejemplo, eran una fantasía.

—El judío austriaco Ludwig Wittgenstein expresó que:“todo de lo que pueda pensarse, puede pensarse claramente.Todo lo que pueda decirse, puede decirse claramente.” Es undespiste asumir que la noción de ‘justicia’ y ‘verdad’ son estáti-cos en el tiempo y en el espacio. Se estiran y se amoldan con ladinámica de realidades que evolucionan también. Lo que notransmuta es la trascendencia de humanidad y compasión queencarnan.

—¿Siempre culminan en el bien común?—Eso pienso...—Estás muy lejos de Maquiavelo, del pragmatismo, del rea-

lismo histórico...—No del todo pues soy utilitarista.—Eso de que “¿si no me eres útil, no me sirves?”—Eso es un extremo. Yo intento ver utilidad en las cosas y en

los actos.—Bueno, te adelanto que nosotros conseguiríamos sólo dos

“votos inútiles” en este tipo de sistema ‘democrático’. El tuyo, elmío y nada más.

—¿Ves?... Para hoy, éste es un postulado: “los artífices de laperversidad nos aventajarían con poco esfuerzo.”

—¿Insinúas que no hay nada que hacer?—Sigamos la siembra Demófeles. Quizás algún día la cose-

cha será buena y la recogeremos nosotros. O al menos gente debien, más adelante.

Hora de partir. Caminando cuesta arriba los sorprende unrepentino destello seguido casi de inmediato por un trueno. Seescucha un rumor uniforme de lluvia que avanza entre los árboles,no tan cerca aún, pero se adelanta rápidamente. Los dos amigos

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corren loma arriba, luego loma abajo, hasta llegar resoplando a larústica enramada.

La lluvia los alcanzó algunos pasos atrás. Allí esperarán buenrato hasta que este cerrado aguacero escampe, ya agotadas suslanzas quebradas de luz y de estruendo, para entonces retornar aSan Cristóbal con nada en las manos que no sea el hermoso re-cuerdo de una visita al cacaotal de la poetisa Blanca Kais Barinasen Hato Mayor del Rey.

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Génesis

Es tal la tierra donde un labrador hincó la simiente dimi-nuta, la empeñada en ser más que desnuda materia y transmutar-se de raíz estática a inquieta agitación motora, ya como francahacedora de huellas. Allí emprende la historia.

Entre pasos y caídas vamos creciendo y la resuelta mujer velapor sus hijos. Un paso, una caída... y le preocupa la proporción.Quiere más de uno por menos de la otra con una dedicación quele apurará toda su savia por estos retoños. Delineará el mejor ho-rizonte existencial posible para ellos y éste será su inmarcesibledesvelo hasta que ese anhelo se forje realidad. Es la madre.

El ser que mayores impresiones estampa. Casi todo pasaje denuestra existencia la lleva grabada. Cada madre, una ilusión. Peroella, génesis de vida, no se aquieta con la figuración pues quien lainicia, celosamente la custodia. Consume la suya por estas nuevasque le germinaron en las entrañas. Es su familia primordial quecompone una invaluable célula social dominicana.

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El cacaotal

Un cacaotal centenario en Hato Mayor del Rey está reple-to de relatos. De noche pululan dos tipos de cocuyos; únicas lucesnaturales en las noches nubladas, sin estrellas y sin luna. Coros degrillos y cigarras disputan al silencio el tenue susurro del céfironocturno agitando en danza los ramajes.

Comentan que cerca del río ‘sale la cigüapa’. Que en el man-go al lado del camino ‘aparece un ajusticiado’. Y que en luna lle-na, las yagüas iluminadas que cuelgan de las palmas, ‘son muertosacechando...’

Durante el día se siente el aire húmedo en las extensas arca-das formadas por árboles de cacao y sus rugosas ramas de colorcastaño muy oscuro, casi ennegrecidas, que concluyen en hojaslisas de textura crujiente. Vibrantes rayos solares atraviesan estosfrondosos arcos mostrándose como pinceladas etéreas de luz.

En este enclave arbolado sobrecoge una atmósfera místicade silencio y soledad. No una quietud angustiosa. Un canturreode escurridizos pájaros autóctonos distraen el pensamiento... Siem-pre hay inquietas brisas atrapadas allí, por donde un apagado ymonótono golpeteo de agua sugiere que un afluente debe estarcerca.

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Cautivan al visitante los majestuosos amapolos, los javillas es-pinosas y los enhiestos yagrumos con las hojas cenicientas, que alasomo de la lluvia despliegan su envés blancuzco. Bajo la sombrade esos gigantes arbóreos proliferan bejucos y arbustos urticantes,como el fogaraté y la pringamosa. Es un dominio de avispas, cule-bras y lagartos.

Las rendidas hojas del cacaotal forman una alfombra par-dusca, de diferentes ocres y formas, que amortigua todo paso eneste exuberante entorno tropical. Cada mayo, sus troncos abriga-dos por irregulares superficies de verdín, rebosarán con innúme-ras florecillas blanquecinas junto a cientos de mazorcas verdes,naranjas o amarillas. Sus granos aromáticos serán entonces exqui-sito chocolate, delicia inseparable del amor.

El cultivo del cacao, originario de México, tiene la ventajosaparticularidad de preservar la capa vegetal del suelo y de favore-cer su agricultura orgánica. Es una materia prima cuya demandava en ascenso en los mercados internacionales. Tal vez no deba-mos importarla nunca, como nos sucede ya entrada la segundadécada del siglo XXI con buena parte del café y el maíz que con-sumimos. Sin embargo, la industria chocolatera gourmet, con sualto valor agregado y potencial exportable, aún está en pañales ennuestro país esperando un mayor desarrollo.

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Tiempos de tempestad

Esta mañana Aribaldes decide retozar con su guitarra desinuosas líneas y superficie delicada al tacto que refleja tonos deluces circundantes. El día había empezado plomizo con una at-mósfera húmeda y de aires activos. Muchas irregularidades en elfirmamento. Un sol reflejado en bordes de nubes amorfas y cam-biantes en rápida sucesión. Ahora de grises, ahora de plata. Otrasblancas desmenuzándose y moldeándose con otros perfiles, aquí yallá.

Una silla de pino y güano ya domada por el uso le proporcio-na la inclinación precisa a Aribaldes para fundirse como esculturaa su guitarra. Un rayo de luz se escabulle entre las nubes y sedesordena entre sus pestañas. Arruga la cara completa como unaalfombra plegada. Entonces elige «La tempestad» en 4/4 como lapieza de turno. Toda la composición en un matiz allegro que vacon su estado de ánimo.

El tiempo fluye como las semicorcheas en este compás mien-tras evoca con esta pieza de Ferdinando Carulli las gotas de lluviaen un infantil comportamiento. Demófeles se presenta con unaexpresión inquietante.

—Buenos días Aribaldes.

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—Buenos días. Tu cara me intriga. ¿Qué me comentas hoy?—Es la situación del país. Algo confundido, me pregunto

qué hacer...—Para responder a esa turbación un inagotable cantautor

dominicano muy versado en la realidad de nuestro pueblo llanoescogió aquella frase de «los pueblos tienen los gobernantes quemerecen» y habría que agregarle que nuestros politiqueros le an-teponen la premisa de ‘el fin justifica los medios’.

Se han “embotellado”, los que leen, El Príncipe y más recien-temente Las 48 Leyes del Poder, libros que valoran más que a laBiblia misma. Como agravante acomodan a sus intereses, con elu-cidaciones superficiales, a pensadores como Nietzsche.

—¿Y a qué lleva esto?—A que la única forma de enderezar las cosas es cambiando

la cabeza del cuerpo social por una que sirva. Mientras manten-gamos en el poder líderes mesiánicos y corruptores la nación se-guirá su curso de descomposición acelerada. Ya tenemos una ge-neración joven con cientos de miles de ellos sin rumbo definido,exhibiendo valores cuestionables y con muy vagas esperanzas.

—¿Y asumiendo que la cabeza apropiada se le injerte a estedegenerado cuerpo social no tendremos algo parecido a unFrankenstein?

—No necesariamente. Nietzsche sentenció que “la sociedad queno excreta, se pudre”. Hay que trabajar con lo bueno que queda ydoblegar enérgicamente, con la ley, a todo lo que se resista al biencomún. Para simplificar esta madeja de cosas podríamos educar más,formar mejor y convivir dentro de la legalidad. Por lo menos...

—Entonces no hay que tirar la toalla como casi me conven-cen los insidiosos.

—No, mientras decidas vivir en tu tierra y no desterrar a tushijos en medio del desaliento.

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En la mente de un soñador

En aquella terracita orientada al Sur, cuatro mecedoras ro-dean una mesita circular repleta de periódicos. La esencia de gua-yaba madura se percibe tenuemente y recuerda cuán sobrada esesta tierra. Allí Aribaldes busca seducir a su orquesta en miniatu-ra, como llamó Beethoven a la guitarra, y quien por su tez fueraapodado ‘el moro alemán’.

Hay un libro abierto. Es la autobiografía del matemático in-glés Bertrand Russell. En el prólogo Demófeles pudo leer: “Trespasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han goberna-do mi vida: el anhelo de amar, la búsqueda del conocimiento yuna pertinaz compasión por el sufrimiento de la humanidad. Todoun mundo de desamparo, pobreza y dolor hacen mofa de lo quela existencia humana debería ser.”

—Es parte de nuestra pesada cruz –le comenta Aribaldes–.El hombre ha morado miles de años en su mismo erial y se resistea superarlo.

—Cierto. Ni la ciencia ni la tecnología lo han moderado.Ahora es más soberbio y voraz. Dime del ecosistema.

—Muy bien. Como ejemplo, hay cuatro razones para quelas carreteras de las regiones áridas del Sur y la Línea Noroeste

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sean bordeadas por árboles, como el guayacán y la caoba, y no seha hecho. Amén de las riberas de todos los ríos.

—¿Cuatro razones?—Sí –le expone Aribaldes enumerando con los dedos... Para

compensar el calor que genera el asfalto y así refrescar el ambien-te, para purificar el aire, para prevenir la erosión y por último,para la rehabilitación forestal.

—No hay dudas sobre eso. Y si pretendemos desarrollar aúnmás el ecoturismo, esto sería una quinta razón. Pero si me pongoidealista tengo una sexta...

—¿Cuál?—Por amor a la Naturaleza, que es el Creador en su infinito

accionar.—Con ésa, en un auditorio profano se te reirían en la cara.—Aunque dijo un poeta que “en desolada noche/ o lecho

postrero/ muy pocos los ateos”.—La petulancia encadenada al hombre, Demófeles. Mas

desde otro enfoque, no se hace porque no hay lucro en eso paralos ingenieros contratistas de obras viales, ni está contemplado enlos programas de reforestación, excepto en algunos tramos de laautopista Duarte.

—Pero seamos optimistas y agradecidos. El país se ha desa-rrollado materialmente y continúa haciéndolo. Incluso afirmó unode nuestros gobernantes, formado por La Tríada, que somos un“modelo de desarrollo a seguir”.

—Claro. Y si le quitas lo material, ¿qué queda? Yo veo la gen-te también...

—Entiendo.—Este acelerado crecimiento material, sin fusionarle el de-

sarrollo integral de la gente, le pone demasiado peso al barco yhasta pudiera hundirlo. Nos hemos convertido en excelentes

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gerentes de nuestras miserias interiores, las que reflejamos tam-bién en nuestro medio vital, resultando en una calidad de vidadecadente.

—¿Así que no veremos los árboles en los proyectos viales niuna reforestación sostenida en las franjas ribereñas de los ríos...?

—Ojalá veamos que sí. A la larga, los árboles prevalecerán.Durante millones de años lo han logrado.

—Y en beneficio de nuestra tierra La Tríada cederá algúndía. ¡Habrá quienes honren esa conquista!

—Tal vez, Demófeles, tal vez... Huxley nos legó una pauta:“asimila la verdad para hacer lo correcto”.

Dando por concluida la plática, Aribaldes resume la ejecu-ción de «La tempestad» de Ferdinando Carulli, no sin antes pul-sar en arpegio las notas del acorde Do mayor devolviendo unaseña de despedida a Demófeles que ya se marchaba y acto segui-do, para mayor vibración a la escena, pulsa simultáneamente lascuerdas del mismo acorde. En la tarde, piensa, practicará “Cana-rios” de Gaspar Sanz. Muy difícil la pieza, rezonga, ¡pero nuncaimposible...!

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Esta edición de La Tríada, de Agustín Perozo Barinas, constade una tirada de 1,000 ejemplares y se terminó de imprimiren el mes de junio de 2012, en Santo Domingo, RepúblicaDominicana.