la verdad sobre los incas

153
LA VERDAD SOBRE LOS INC

Upload: daniel-erre-r

Post on 08-Sep-2015

244 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Mitología en torno a la civilización Inca.

TRANSCRIPT

  • ROSELIS VON SASS LA VERDAD SOBRE LOS INCAS
  • ROSELIS VON SASS LA VERDAD SOBRE LOS INCAS ORDEM DO GRAAL NA TERRA
  • Publicado por: ORDEM DO GRAAL NA TERRA Caixa Postal 128 06801-970 - Embu - Sao Paulo - BRASIL Internet - http://www.graal.org.br Copyright ORDEM DO GRAAL NA TERRA 1997 Todos los derechos reservados Registrado bajo el nmero 22.893 en la Biblioteca Nacional, Rio de Janeiro, Brasil Printed in Brazil ISBN-85-7279-038-1 Que este libro traiga alegra y esclareci-mientos sobre la vida del ltimo pueblo ligado a la Luz que vivi en la Tierra. Roseis von Sass
  • "INNUMERABLES SON LAS COSAS QUE EN EL CO-LOSAL MAQUINISMO DEL UNIVERSO CONCURREN PARA TENER INFLUENCIA EN LA 'VIDA' DEL SER HUMANO; NADA EXISTE, SIN EMBARGO, EN QUE EL SER HUMANO MISMO NO TENGA DADO INI-CIALMENTE LA CAUSA." Abdruschin "EN LA LUZ DE LA VERDAD" (Destino)
  • INTRODUCCIN La Historia de los Incas! Verdaderamente se debera decir "Episodios de la Historia de los Incas". Los incas constituan una estirpe de lderes. Esto ya el propio nombre lo expresa. Pues "Inca" significa "seor", esto es, una persona con conciencia del poder y tambin poseedora de ese poder. El poder otorgado a los incas se origin de su elevado saber espiritual, de su amor a la Luz y a todas las criaturas, de su confianza, de su alegra de trabajar y de su pureza... Los historiadores ya desde mucho tiempo procuran descifrar la historia de ese pueblo, sin haber llegado hasta hoy a un resultado..., su surgir misterioso y su repentino desaparecimiento... El "surgir" de los incas les sera comprensible a los investigadores, ya que desde mucho antes de los incas, otros pueblos antiguos haban surgido como un cometa, para perder despus de algn tiempo su importancia y enseguida desaparecer... Sin embargo, lo que ningn investigador hasta hoy ha com-prendido fue el comportamiento de los incas ante los invasores espaoles. Por qu opusieron tan escasa o casi ninguna resistencia ante aquella codiciosa horda espaola? Por qu esa indiferencia? Cmo pudo acontecer que un pueblo culto como ellos, que posea un Estado tan bien organizado, se dejase tiranizar y explotar por un puado de aventureros y asesinos europeos? Para responder tales preguntas es necesario conocer algunos acontecimientos que, cerca de doscientos aos antes de la invasin espaola, comenzaron a desarrollarse... Fueron acontecimientos infelices, que impresionaron profundamente a los incas y los cuales tambin tornan comprensible su extrao comportamiento posterior. Sern narrados en este libro esos acontecimientos, que trajeron consigo tanto sufrimiento. 9
  • Sin embargo, antes que lleguemos a esa parte de la historia, debemos conocer al pueblo Inca. Su vida en los altiplanos andinos casi inaccesibles..., su xodo cuando abandonaron esos valles y despus la fundacin de su nueva patria, la dorada ciudad de las flores... Esa ciudad siempre permaneci como centro del posterior y gran Reino Inca. Tambin su vida en los primeros decenios, as como algunos acontecimientos importantes de ese tiempo en la nueva patria, tendrn que ser mencionados, a fin de poder comprender la ndole y la actitud de ellos ante el mundo exterior... El oro! Los incas siempre estaban rodeados de oro. En los ros, riachuelos y en las rocas, frecuentemente se avistaban extensas vetas de oro. Tambin se encontraban grandes pepitas. Estas daban la impresin de haber sido fundidas otrora, bajo el efecto de fuerte calor y que despus, al enfriarse, se modelaron en grandes pedazos... La mayor parte del oro los incas lo encontraron en las regiones andinas pertenecientes actualmente a Bolivia. Qu es lo que el oro significaba para los incas? Siempre se rodeaban de oro... En el oro vean el esplendor del Sol. Oro significaba para ellos belleza, alegra y adorno. Cubran las co-lumnas y paredes de sus templos con oro... Ya que el oro era parte de su fe, de su religin, pues ese metal an traa en s, segn su opinin, un indicio de la eternidad... La contemplacin del oro provocaba en ellos una especie de iluminacin intuitiva, con la cual creaban sus obras de arte. Eran obras de arte raras, que en nada quedaban atrs de los tesoros egipcios que hoy pueden ser admirados en los museos del Cairo, Pars y Londres. Desaparecidos estn los preciosos tesoros, as como los propios incas tambin desaparecieron delante los ojos de los conquistadores... Apenas algunas pocas piezas de esos tesoros escaparon de la piratera, las cuales pueden ser vistas en el "Museo del Oro" en Lima... Sin embargo, en el "Museo del Oro", no se ven nicamente las escasas obras de arte en oro de los incas que permanecieron conservadas hasta hoy. Junto a esos testimonios de una cultura extinguida, se encuentran tambin objetos que con espanto recuer-10 dan los conquistadores del otrora pacfico Reino Inca de tan elevado nivel. Son las armas de los invasores y conquistadores europeos, vidos por oro... Oro y amias! Un conjunto que en la poca actual no podra ser ms significativo... 11
  • I Primera Parte LA FUNDACIN DEL IMPERIO INCA
  • Captulo I La Cultura Sudamericana Los Pueblos Preincaicos La historia de los pueblos altamente desarrollados que habi-taron hace millares de aos en Amrica del Sur, ciertamente jams ser aclarada totalmente, ya que ninguno de esos pueblos dej un sistema de escritura que pudiera dar informaciones sobre ellos. Podemos hablar de culturas olvidadas, que despertaron reciente-mente el inters de la ciencia. Los pueblos, sus nombres, sus idiomas, fueron llevados por el viento. Mas la cantidad de descubrimientos arqueolgicos indican su elevado grado de cultura. Se descubrieron ruinas que son testimonios del magnfico arte arquitectnico de esos pueblos desaparecidos. Esas piedras en descomposicin hablan en su propia lengua..., sin embargo, dnde est el ser humano capaz de interpretarla? La artesana tambin alcanz un alto grado de desarrollo. Lo mismo podemos decir de trabajos en metales. Esto se tom evidente a travs de los preciosos utensilios y maravillosas joyas de plata y de oro que fueron encontradas. Tambin las cermicas pintadas con colores vivos y las estatuillas de piedra, encontradas en excavaciones realizadas en diversos lugares, son testimonios evidentes del arte de esos pueblos desconocidos. Se habla hoy de culturas Chavn, Tiahuanaco, Paracas, Mo-chica, etc. Son todos nombres de lugares, donde fueron realizados descubrimientos importantes. Forman parte de eso la cultura Nazca y otras ms. Cerca de Chavn y de Huantar, por ejemplo, fueron descu-biertas ruinas de templos y de sepulturas, donde se encontraban 15
  • joyas de plata y de oro artsticamente trabajadas. Esa localidad se encuentra en un valle al norte del Per. Nada se conoce del pueblo que en otro tiempo all habit. En el centro de la regin costera del Per, o sea prxima a Moche de ah el nombre de cultura Mochica se descubrie-ron ruinas y restos de un acueducto de piedra, elevado, testimo-niando tambin el alto grado de desarrollo de un pueblo que all habit en tiempos remotos. Junto a Moche se descubri, adems de eso, una pirmide. En la extremidad truncada haba otrora, y an claramente reconocible, un templo. El descubrimiento de una pirmide, en s, no es nada extraordinario, pues en Amrica del Sur y Amrica Central se encuentran muchas pirmides. Unas bien conservadas, otras desmoronadas o hasta ya transformadas en polvo. La pirmide encontrada cerca de Moche es notable, debido a su extraordinario tamao. De acuerdo con las afirma-ciones de Franz Braumann en su libro "Sonnenreich des Inka" (El Reino Solar de los Incas), fueron utilizados para la construc-cin de esa pirmide ciento treinta millones de ladrillos secados al sol. Distante, al sur, en la desierta Pennsula de Paracas, tambin fueron descubiertos restos de un pueblo culto. Adems de las instalaciones de sistemas de irrigacin y de muchas sepulturas, fueron encontrados en las cavernas de esa pennsula rocosa cen-tenas de esqueletos humanos en posicin sedente. Lo extraordi-nario en esos esqueletos era que las mortajas que los envolvan no haban perdido la vivacidad de sus colores. Esas mortajas estaban constituidas de finos tejidos con bonitos bordados, guar-dadas hoy en diversos museos de Europa y de Amrica del Norte. El aire seco de las cavernas conserv estos tejidos, especialmente impregnados, con toda su belleza hasta la actualidad. Deberan ser mencionadas, todava, las ruinas con la famosa Puerta del Sol, situada al sur del lago Titicaca. El lugar all es denominado Tiahuanaco, por eso la expresin "cultura Tiahua-naco". Todos esos pueblos ya haban superado su punto culminante, antes del surgimiento de los incas. Sus destinos parecen haber sido semejantes al de los romanos, griegos y egipcios. Ellos se desarrollaron hasta cierto lmite, a partir del cual tuvieron entonces 16 una acelerada decadencia, probablemente por motivos relaciona-dos con sus religiones. En contraste con las religiones de Amrica Central, por ejemplo de los aztecas, mayas, etc., en los pases sudamericanos, no se encontraron indicios que sealasen actos de cultos con sacrificios humanos. Cierto da, el pueblo de Tiahuanaco comenz a adorar dolos animales: el puma y el cndor. Ese culto pareca haberse propa-gado a partir de all, pues los mismos dolos animales fueron encontrados en diversas excavaciones en los valles altiplanos de los Andes y regiones costeras. Ahora, todava, algunos esclarecimientos sobre las innume-rables pirmides descubiertas en Amrica del Sur y Central. Se trata siempre de pirmides con peldaos, los cuales conducen hacia un objetivo elevado, generalmente un templo. Ese tipo de construccin surgi poco despus que los sabios de esos pueblos recibieron la noticia de la Gran Pirmide cerca de Gizeh y su significado. Nadie podra imitar esa nica y tan lejana obra. Todos los que conocan el secreto de la Gran Pirmide estaban conscientes de eso. Entretanto, ellos gustaban de ese tipo de construccin. Podran construir otro tipo de pirmide en sus pases. Pirmides de pelda-os. Peldaos que conducan hacia un objetivo elevado. Por ese motivo las pirmides de Amrica del Sur y Central no posean puntas, pero s grandes plataformas donde eran erguidos los templos. Cada peldao representaba una fase de desarrollo en la vida humana, la cual tena que ser vivenciada plena e integral-mente. La subida, muchas veces, era penosa. Todava, sin esfuerzos, jams se podra alcanzar un objetivo espiritual elevado. La subida y entrada a los templos de las pirmides, situados en el alto, era en aquel tiempo un acontecimiento festivo en la vida de aquellos seres humanos. Como en el espritu, as tambin suceda en la Tierra. Quien se quedaba parado, cansado, en el medio del camino, o si retrocediese, en vez de continuar la ardua subida, para ese no habra ninguna realizacin, ya sea en la Tierra o en el espritu. Las doctrinas vinculadas a las pirmides de peldaos eran tan comprensibles y ntidas, que tambin el ms simple ser 17
  • humano poda comprenderlas y aceptarlas con alegra. Eso, sin embargo, no permaneci as. Cierto da, surgieron herejas tambin en esos pueblos, causando poco a poco la decadencia espiritual y finalmente tambin la terrenal. Los Incas Y los incas? Dnde estaban los incas y que hacan mientras los otros pueblos de Amrica del Sur y Central cons-truan templos y pirmides, creando obras de arte que perdu-raron por milenios? Histricamente se sabe que los incas surgieron de modo misterioso, desapareciendo cierto da tambin misteriosamente. Consta que el Imperio Incaico, cuando fue conquistado por Pizarro en 1533, comprenda los pases actualmente denomina-dos: Per, Ecuador, Bolivia, la mitad del norte de Chile y una parte de Argentina. Fue un gran imperio con un sistema de estado ejemplar, constituido por varios pueblos "subyugados"; este im-perio era gobernado con severidad por los incas, que eran todos autcratas. La verdad corresponde al hecho que el Reino Inca estaba constituido por varios pueblos. Aunque, en ningn momento fue utilizada la fuerza de las armas para dominar a otros pueblos. Siempre se trataba de uniones voluntarias, no procuradas por los incas, pero s por los respectivos pueblos. Los incas seran realmente autcratas? Si eran, entonces utilizaban su poder y su influencia siempre en beneficio del conjunto, jams en provecho propio. Realmente desde el inicio, inconscientemente crearon ellos un Estado de promocin social en el ms verdadero sentido de la palabra, pues en todas las pocas daban ms de lo que reciban. Voces! Vienen de muy lejos..., hablan de la grandeza de un pueblo originario de los altiplanos andinos y que en amor, bondad y sabidura, estaba ligado a todo cuanto es creado... Era un pueblo que hace dos mil aos an estaba libre de culpas... "Somos pastores en la Tierra", deca ese pueblo de s mismo. "Pastores en nombre del Dios-Sol, Tnti'!" 18 "Debemos proteger, guiar y ensear, as como nosotros fuimos protegidos, guiados y enseados por poderes superiores..." Buscamos y encontramos a los seres humanos que otrora as hablaban! Pues nada se ha perdido de lo que ocurri desde el nacimiento del primer ser humano en la Tierra. Todo lo que ocurriera en el transcurrir del tiempo permaneci registrado y guardado. No, nada se extravi. Tambin se puede decir que toda la vida humana, que comenz en la Tierra hace tres millones de aos, fue grabada y guardada hasta que todos los destinos humanos se cumplan en la Ley de la Justicia. La Vida en los Altiplanos Nuestra historia comienza cerca de dos mil aos atrs, pero el pueblo que se denominaba "pastores del Dios-Sol Inti" ya exista ha muchos y muchos milenios. Segn las tradiciones ese pueblo tuvo origen en un pas que ha mucho tiempo se haba sumergido en el mar. El pas por ellos llamado "Pas del Sol" se sumergi, s, en las aguas del mar, sin embargo, solamente cuando el ltimo miembro de ese pueblo tambin haba sido colocado en seguridad por los siervos del Seor del Sol... Ya desde muchos milenios ese pueblo estaba constituido por seres humanos que se esforzaban por conocimientos y sabidura, pues eran muy intuitivos a los acontecimientos extra terrenales. Se puede decir tambin que posean incluso el sexto sentido; por eso nada de lo que ocurra entre "el cielo y la Tierra" les permaneca enigmtico. Con respecto a las costumbres de ese pueblo, ya eran en aquel tiempo altamente civilizados. La patria de esos seres humanos, llamados incas, se situaba en los valles andinos, a una altitud de 3000 a 4000 metros y era de difcil acceso. Eran valles cubiertos de pastizales de color verde claro, llenos de savia, con riachuelos de agua cristalina, cascadas ruidosas y pequeos lagos al centro de las montaas. Las grandes guilas y halcones andinos volaban alto sobre los valles, y en las pocas de cosecha llegaban bandadas de pajarillos de los bosques, situados ms abajo, para buscar su porcin de granitos rojos de la quinua silvestre, un cereal parecido al arroz. 19
  • Llamas, alpacas, cabras salvajes, vicuas, pavos y gallinas plomizas de las montaas se alimentaban en los valles y en las lomas, refrescndose en los riachuelos. Todos los animales se apro-ximaban a los seres humanos, sin ningn miedo. Nunca eran cazados ni de forma alguna maltratados. El miedo que el ser humano actual provoca en los animales les era desconocido. Tambin el puma de piel negra y manchas grises no era excepcin en eso. Muchas veces los pumas hembras permitan que los nios jugasen con sus cras. Los incas decan que las madres-pumas venan para presentar orgu-llosamente sus cras a los seres humanos... Los incas siempre estaban rodeados de oro. Granos de oro brillaban al fondo de los arroyos. Grandes pepitas eran encontradas entre los cascajos y en los despeaderos, y filones de oro traspa-saban los paredones de las rocas. El oro significaba para ellos el reflejo del Sol en la Tierra. A pesar de los primitivos medios que disponan, los orfebres confeccionaban diversas joyas, como bra-zaletes, ornamentos para el cabello y tambin vasos, vasijas y campanillas. En los valles, que durante el da eran calurosos, hacan plantaciones de maz, arroz rojo, man, mandioca, zapallos, cacao, una especie de tomate, etc. Los campos de cultivos, que se situaban en las laderas de las montaas y que suban en forma de terrazas, eran apuntalados por murallas hbilmente levantadas. El agua necesaria para las plantaciones era, muchas veces, conducida de fuentes situadas a millas de distancia y en regiones muy altas. Las distancias no tenan importancia para los incas. El principal alimento de los incas, no obstante, era la patata. Existan varios tipos de ellas: tubrculos blancos, cafs, negros, rojos, rugosos y bulbos livianos como una pluma. Con esos ltimos se preparaba una nutritiva y duradera provisin para viaje. De igual forma frutas no les faltaban a los habitantes del altiplano. Ellos buscaban frutas de todo tipo en los valles ms bajos y muy calurosos, en los cuales muchas veces emanaban vertientes de agua caliente. Eran grandes y dulces frambuesas negras y rojas, papayas, chirimoyas, paltas, maraones, pomarro-sas, y, todava, muchas otras especies de frutas. Tambin en las 20 regiones ms bajas recogan grandes y jugosos follajes, una especie de espinaca y hierbas de condimentos. En esos valles, donde frecuentemente imperaba una tempe-ratura tropical, creca tambin una especie de rbol de ungento. El aceite de ese rbol mezclado con el aceite extrado del man era muy utilizado para la proteccin de la piel, tanto por los hombres como por las mujeres. Los incas tambin coman carne. Sin embargo, carne de pavo y de una especie de conejo que proliferaban muy rpidamente. Esos conejos posean un pelaje amarillento muy bonito. Las pieles eran utilizadas de diversas maneras. Animales grandes, como por ejemplo las vicuas, nunca eran sacrificadas. Ellas provean la lana con la cual confeccionaban los ms finos tejidos. Los incas vivan, al igual que sus antepasados, en pequeas casas de piedras, apoyadas a los paredones de las montaas, las cuales eran construidas con tal perfeccin, que desde lejos pare-can parte integrante de la propia montaa. Levantaban tambin construcciones amplias y bajas que servan como "casas del consejo". Como lugares de devociones, escogan las grandes plazas libres, localizadas a mayor altura, en cuyo centro colocaban un pedestal de barro azul. El barro azul era encontrado en grandes cantidades en los sedimentos. Encima del pedestal haba una placa de oro en la cual colocaban una campana de oro. En esas plazas los incas se reunan para sus devociones. Cuando todos estaban presentes, el sacerdote tomaba la campana, taendo cuatro veces; cada vez l se diriga a una de las cuatro regiones del cielo. En pocas pasadas, los interpretes de flautas presentaban sus msicas despus del taido de la campana. De esto, sin embargo, tuvieron que desistir, debido a que el sonido de las flautas atraa tantos animales que la plaza de devociones pareca estar sitiada por ellos. Despus de taer la campana, entonaban canciones, en las cuales expresaban gratitud, felicidad y alegra. Oraciones como la cristiandad las conoce, eran para los incas tan extraas, como para todos los otros pueblos de la antigedad. Jams se habran atrevido a dirigir peticiones al Creador. Tal pensamiento no les habra surgido. Sus canciones estaban totalmente traspasadas por su amor a la Luz. 21
  • Las devociones se realizaban dos veces por mes. Siempre al nacer el Sol. Eran acontecimientos mximos en la vida de esos seres humanos. Hace 2000 aos los incas ya posean un calendario constituido por figuras de piedra. ste en nada quedaba atrs del ms tarde tan famoso calendario de los mayas, que hasta hoy es considerado el ms exacto de la Tierra. Los mayas, por el contrario, recibieron ese famoso calendario de los olmecas y toltecas, de manera que no les cabe tal fama. No Existan Enfermedades Los incas de aquel tiempo no conocan las enfermedades. Nacan saludables, se alimentaban correctamente, realizando tam-bin la respiracin de forma correcta, y as, con salud, podan dejar la Tierra, alcanzando una edad avanzada. Sus sabios ense-aban que la duracin de la vida de cada uno ya estaba determi-nada antes del nacimiento. Y que consecuentemente todas las funciones corporales durante el tiempo previsto ejecutaran su trabajo sin perturbaciones. Por consiguiente, no exista motivo alguno para no devolver el cuerpo a la Tierra, as sin mculas, como fue recibido. La expresin "muerte" era extraa para los incas. Si alguien falleca, entonces emprenda el "gran viaje". Era el nacimiento llamado "la llegada". Una vez que estaban exentos de culpas, nadie tema el "gran viaje". Este era parte de sus vidas, as como el nacimiento "la llegada". Los astrnomos observaban frecuentemente el cielo estelar, siguiendo los extensos y estrechos caminos que conducan hacia arriba, abajo y a los lados y los cuales unan los astros entre s. Esos caminos se asemejan a franjas de neblina blanca y reluciente pudiendo ser vistas apenas por seres humanos capaces de traspasar la materia fsica. Los astrnomos de varios pueblos antiguos conocan esos caminos que unan los astros entre s. Ese conoci-miento los transform en insuperables maestros en el campo de la astronoma... Los incas tenan tambin consciencia que en sus valles haba 22 condiciones de vida apenas para un bien determinado nmero de personas. Por eso cuidaban mucho para no superar ese nmero. Ese fue tambin el motivo por el cual pocos nios nacan. Del sptimo al dcimo segundo ao de vida los nios eran libres. Podan ir y venir, jugando donde quisiesen. Generalmente dejaban los hogares al nacer el Sol, retornando solamente al anochecer poco antes que "los ojos de la noche" brillasen en el cielo. Los nios frecuentemente pasaban sus das en los distantes pastizales, donde jugaban con las cras de alpacas, llamas o carneros. Al sentir hambre, buscaban frambuesas que brotaban en las laderas. Tambin solan entrar en las cavernas con el fin de visitar los pumas o trepaban hasta los nidos de guilas, para ver la cantidad de huevos que haba en ellos. Los padres dejaban, despreocupados, salir a sus hijos, para donde quisiesen. Pues los nios nunca estaban solos. Estaban siempre acompaados por los pequeos, sin embargo, poderosos guardianes, los Pillis. Y los Pillis eran dignos de la confianza que los padres depositaban en ellos. Nunca suceda mal alguno a los nios, aunque bajasen por una pendiente pronunciada o trepasen los farallones hasta los nidos de guilas, de difcil acceso. Generalmente la piel de los nios quedaba repleta de lesiones debido a las piedras y araazos de los espinosos arbustos. No obstante, eso era todo. En el quinto ao de vida, cada nio reciba un nombre. Ese nombre era grabado en un disco de oro que representaba al Sol, el cual era colgado con una cinta alrededor del cuello. Todo inca se enorgulleca de su disco solar, del cual nunca se separaba. Era, de cierto modo, la prueba de pertenecer al Seor del Sol, Inti. El Cometa Los incas eran un pueblo feliz. Feliz en el espritu y feliz en la Tierra. Soaban, todava, con un Paraso, cuando todos los otros pueblos ya haban perdido el camino que conduca hacia ese Paraso. Mucho sucedi desde aquella poca hasta la actualidad. Los valles con sus campos de cultivos, dispuestos en terrazas, desapa-recieron. Erupciones volcnicas, terremotos y desmoronamientos enterraron todo lo que el ser humano otrora edific all. 23
  • Sin embargo, antes que los espritus* de las montaas colo-rir.ni las piedras en movimiento, el feliz pueblo Inca fue condu-cido a un lugar distante. Lejos, hacia un pas donde su destino se cumpliese. Entonces lleg el da que se torn inolvidable para los incas. Haban terminado de reunirse en la plaza de devociones, obser-vando, como de costumbre, hacia el cielo, con el objetivo de saludar al Sol con los brazos levantados, cuando percibieron ia extraordinaria coloracin que haba. El Sol estaba circundado por amplios y coloridos crculos, pareciendo vibrar de alguna manera. Pero no solamente los crculos se movan; ya que toda la atmsfera se encontraba en vibrante movimiento. Antes mismo de saber lo que estaba aconteciendo, escucharon un estruendo. Un estruendo raro mezclado con jubilosas voces. Y antes de comprender lo que estaba sucediendo, varios exclamaron: Un cometa! Un cometa! S, un cometa se mova en el cielo. Un cometa con un rastro luminoso tan extenso, que cruzaba el firmamento de un extremo a otro. Ese no es un cometa comn!, dijo pensativamente uno de los astrnomos. Es de otra especie. Es un anunciador. La llegada de un cometa as, siempre est vinculada en la Tierra a un acontecimiento de mbito mundial. Repletos de fervor y con un anhelo inconsciente en el corazn, todos observaban hacia el cielo. El se aleja de nosotros!, dijo una de las mujeres, mientras las lgrimas le corran por el rostro. Repentinamente todos co-menzaron a sollozar. Lloraban como si un sufrimiento desconocido hubiese estremecido sus almas. Mas tambin en el sufrimiento se esconda una alegra desconocida. Ninguno de ellos saba lo que les suceda. Los sentimientos intuitivos ms contradictorios afluan en ellos. Por qu estamos llorando?, pregunt una joven. Las voces que escuchamos eran repletas de jbilo. Las lgrimas estremecieron a esos seres humanos que no Seres de la naturaleza o entes de la naturaleza (enteales). 24 conocan el sufrimiento y que durante su vida derramaban apenas unas pocas lgrimas. Los astrnomos siguieron con los ojos de su espritu el rastro del cometa A qu parte de la Tierra y a que pueblo habra sido enviado? l anuncia el nacimiento de un espritu de sublimes alturas. Esto ya aconteci varias veces, desde que existen seres humanos en la Tierra!, dijo uno de ellos. El historiador movi la cabeza, concordando. De las tradi-ciones l tena conocimiento de un cometa que ha largo tiempo tambin se hiciera visible en la Tierra, anunciando un nacimiento elevado. El estruendo desapareci y los brillantes colores que envol-van el Sol se apagaron. Quin sera el sublime espritu, que viniera a la Tierra acompaado por un cometa? El sublime en quin todos estaban pensando, naciera, en ese intermedio, en un establo en Beln. Slo que..., ese nacimiento sucedi doce aos antes a la fecha determinada por los dignatarios eclesisticos, como la fecha del nacimiento de Jess. Los incas jams olvidaron el cometa, pues en el mismo da se les cumpli la profeca a ellos retransmitida por sus antepasados. Fue poco antes de ponerse el Sol. Los sabios, todos ellos clarividentes y clarioyentes, se reunieron en una de las casas del consejo. El aspecto del cometa desencadenara en ellos los ms contradictorios sentimientos. Afliccin, alegra, tristeza... Est llegando un mensajero!, dijo el sacerdote, interrum-piendo el silencio. Un mensajero? Alegra y esperanza traspas a todos. Levantaron sus cabezas, escuchando. Casi en el mismo momento escucharon el tintinear especfico de la campana, que anunciaba a los "mensajeros". Les pareca como si todo el aire estuviera impregnado por sonidos de campanas. Repentinamente una neblina blanca traspas el lugar y las campanas silenciaron. Envuelto por la neblina blanca se vea una figura alta. Por un instante se torn visible un rostro moreno de aspecto dorado con ojos indescriptiblemente brillantes, y una voz resonante re-percuti en el lugar. Los sabios se estremecieron con el tono de esa voz... 25
  • "Vengo por orden de un Superior!", reson en sus almas. "Vine a guiarles hacia afuera de estos valles e indicarles los futuros caminos! Otros antes de vosotros, escucharon un llamado semejante, marchndose entonces a cumplir su destino. Hoy ellos viven en el pas de Tupan-an y la felicidad y paz estn con ellos! Vuestros caminos les conducen hacia afuera de estos valles, sin embargo, la direccin es otra. Distante de aqu viven seres humanos originarios de la misma patria espiritual que vosotros. Ahora cayeron en peligro espiritual en la Tierra e imploran por auxilio. Fuisteis escogidos para auxiliar a eses seres humanos que son de la misma especie de vosotros. Tenis la fuerza y sabidura para tal. Ensenles con amor, bondad, dignidad y paciencia! Guenles para que ellos encuentren el camino perdido! En el servir deberis reinar! Preprense, pues luego regresar". El mensajero desapareci, pero el sentido de su mensaje se grab a fuego en sus corazones. No apenas los sabios que estaban en la casa del consejo escucharon la voz de l. Las mujeres y jvenes interrumpieron sus actividades, para escuchar ese mensaje fuera de lo comn que impregnaba sus almas y que se expresaba a travs de su intuicin. Haba llegado el da esperado por ellos inconscientemente. Hacia dnde el enviado los conducira?... La confianza de los incas en su conduccin espiritual era ilimitada. Lo que los poderes superiores decidan, ellos ejecutaban sin vacilar. No haba nada que pudiese perturbar esa confianza. Incertidumbre, inseguridad o miedo del futuro eran sentimientos desconocidos. Por eso, ya al da siguiente comenzaron con los preparativos para el viaje. Y una expectativa alegre invadi sus almas. Necesitaban de ellos... Les era permitido ayudar a otras personas, otros seres humanos desconocidos... Era imposible ima-ginarse la grandeza de esa gracia que les haba sido proporcionada a todos... 26 Captulo II El Camino Hacia la Meta Desconocida La Partida Dentro de pocos das todos los incas estaban preparados para dejar sus valles y marcharse al encuentro de su objetivo desco-nocido. Por primera vez utilizaban las llamas como animales de carga. Desde la ms tierna edad los nios montaban esos mansos animales, sin embargo, nunca haban sido utilizados para cargar alguna cosa. No obstante, cuando la hora lleg, con buena voluntad permitieron que las cargas fuesen colocadas. Se llevaban apenas lo ms necesario. Ropas, mantas y los sacos de dormir para los nios, algunas herramientas, arcos y flechas, semillas, ovillos de lanas y las cuerdas de quipos; como provisin de viaje llevaron los "cunos". Los cunos eran pequeos y duros bollitos preparados con harina de patatas congeladas. Eran muy nutritivos, se conservaban por largo tiempo, siendo almacenados siempre en grandes can-tidades. La partida, sin embargo, demor algunos das. Pues un "Rau-li" se aproxim de Bitur, el sabio, con el fin de darle algunos consejos para el viaje. Entre otras cosas dijo: "Por primera vez depararis con seres humanos enfermos que esperan la cura de vosotros. Juntad musgo rojo, semillas de rboles, resinas y los duros frutitos amarillos y lleven todo eso con vosotros en potes de barro cerrados. El cocimiento de musgo, resinas y frutitos producen un insuperable lquido curativo. Ese lquido cura y limpia las heridas". Cuando el Rauli guard silencio, Bitur agradeci con un gesto de cabeza en seal que entendiera todo. 27
  • El Rauli era un espritu de la vegetacin. Como tal conoca las fuerzas curativas ocultas de las plantas y saba tambin donde y como podran ser aplicadas. Su aparicin fue un acontecimiento del todo especial, y las personas presentan que an tendran que aprender mucho al respecto de otros seres humanos. La composicin del lquido curativo sugera enfer-medades malignas... Apenas el Rauli desapareci, y ya se formaban grupos para recoger resinas, musgos, frutitos y una especie de grosella, en los bosques y valles ubicados ms abajo. En eso se pasaron varios das. Cuando entonces lleg la hora en que por ltima vez ellos se reunieron en sus lugares de devociones, entonando canciones en glorificacin del Dios-Creador. Una de esas canciones tena el siguiente significado: "Seor del Universo! Creador de la Luz! Creador de la Vida! Vives en alturas inaccesibles para nosotros. Vivimos en las profundidades, en un astro. Solamente nuestro amor se eleva a Tus alturas. Acepta este amor. Somos pequeos, sin embargo, tambin somos Tus criaturas!" Entonaban canciones en las cuales vibraba alegra y agrade-cimiento, pero tambin una cierta tristeza. Tristeza porque eran obligados a abandonar sus queridos animales, los. cuales eran libres, y que, no obstante, haban vivido all juntos con ellos. Hasta donde ellos recordaban, los animales siempre fueron sus compaeros. En el da de la partida, casi todos lloraban. Miraban hacia sus firmes y pequeas casas de piedra, hacia el agua conducida a las casas, hacia los campos de cultivos y prados floridos..., pero, la tristeza no dur mucho. El Seor del Sol, Inti, atrajo la atencin de ellos hacia su astro. Maravillados, observaban hacia arriba, y vean amplios crculos coloridos, semejantes al da en que el cometa fue visto en el cielo. Slo que ahora los crculos y las irradiaciones eran ms intensas y resplandecientes. Y todos intu-yeron que Inti les transmita un mensaje. Un mensaje de seguridad y confianza. 28 Inti est sobre nosotros!, exclam una mujer jubilosa-mente. El permanecer sobre nosotros, hacia donde quiera que nos encaminemos! Sonrientes, sealaban todos hacia el Sol. Y los animales permanecen bajo su proteccin!, exclam una joven confiadamente. Inti siempre fue el amo de ellos en la Tierra. Desde tiempos inmemoriales... El sabio San, que caminaba al frente del grupo, llam la atencin de todos para la partida. Y as los incas dejaron su patria terrena, en el sexto mes del ao, el mes de las festividades del Sol. Sin embargo, la felicidad y alegra estaban con ellos. En los primeros das siguieron por los caminos que ellos mismos construyeron. Era la estacin del ao en que las flores brotaban por todas partes en las altiplanicies, y frambuesas negras y rojas maduraban en las laderas, creciendo abundantemente en toda la regin de los Andes. En la noche acampaban en las proximidades de los riachuelos y prados, donde los animales podan pastar. El mensajero no apareci ms. Sin embargo, tenan la certeza, que de alguna manera l nuevamente aparecera, a fin de continuar a indicarles el rumbo. Durante los primeros das los viajantes fueron acompaados por una gran bandada de guilas. Nunca haban visto tantas de esas aves juntas. Las guilas volaban a determinada altura, desapareciendo al ponerse el Sol. Pero al da siguiente estaban nuevamente visibles. Los incas repetidas veces observaban tambin hacia las cumbres de las montaas, y los gigantes de las montaas siempre sealaban hacia ellos. De manera alegre, como si no estuviesen sepa-rndose. Tambin veremos a los gigantes en nuestra nueva y desconocida patria!, se consolaban mutuamente. Si no fuere en las montaas, entonces ser en las nubes. El Nuevo Gua En la maana del quinto da las guilas no aparecieron ms. Fue el da en que el camino construido por los propios incas se aproximaba al fin. 29
  • ,1 IIS guilas nos acompaaron en un trecho del camino y ihom volvieron a sus lugares de nidada!, dijo uno de los sabios i lodos los que an miraban alrededor, a la bsqueda de las aves. OIIMIV despus a lo alto, hacia las cumbres de las montaas que, cubiertas de nieve, brillaban a la luz del Sol naciente, como cascadas endurecidas. Eran, todava, las montaas que conocan y amaban. Durante el da, las laderas rocosas se tornaban calientes como fuego y bajo el fro concentrado de la noche geman y crepitaban estruendosamente al contraerse. Un guila! Un guila!, exclamaron de repente unos nios que estaban arrodillados, y jugaban con cras de gallinas monta-esas al lado de sus animales que pastaban. Era realmente un guila. Un guila de blancura resplandeciente, pareca suspendida, con sus alas abiertas sobre una nube colorida. Paira encima de nosotros, en el aire! Por qu ella no contina volando?, gritaban agitadamente los nios entre s. Entusiasmados, los adultos observaban el guila que ms pareca una aparicin de la Luz. Vamos, marchemos. No debemos dejar esperando a nuestro nuevo gua!, dijo San seriamente. Todos rieron y se alegraron porque el "mensajero" les haba enviado un gua tan extraordinario. Y el viaje continuaba. Los caminos eran, de all en adelante, muchas veces penosos y difciles. Sin embargo, con disposicin alegre y guiados por un guila blanca, continuaban al encuentro de su meta desconocida. El largo viaje trajo a los incas, siempre ansiosos por aprender, muchos conocimientos nuevos y descubrimientos. As surgi entre ellos tambin la idea de construir un camino que pasase entre las montaas, conducindolos ms all, hacia pases desconocidos. Ese camino en el cual posteriormente muchas generaciones tra-bajaron, tambin se volvi realidad. Igualmente la idea de cons-truir puentes surgi entre ellos cuando tuvieron que atravesar a pie un ancho ro. Cierto da, un profundo abismo les interrumpi la continuidad de la marcha en la direccin habitual. Tuvieron que dar una larga vuelta que los llev hasta el lmite de altura donde la nieve era permanente. Fue una ardua caminata, pero tambin ese camino 30 lleg a su fin. Poco antes que el camino comenzase otra vez a bajar, les apareci el risueo Rauli una vez ms. Se encontraba entre algunos bloques de roca sealando agitado hacia Bitur que vena atrs de San. Bitur luego sigui la seal, observando las plantas que el Rauli le indicaba. Se trataba de pequeas plantas, azuladas, se-mejantes a algas, semicubiertas por el agua de la nieve y que crecian entre los montones de piedras. "De esas plantas tambin necesitaris!", dijo el Rauli. "Os recordis vosotros bien de ellas!" Antes que Bitur pudiese preguntar para que serva la planta, el Rauli ya haba desaparecido. Despus de algunos instantes de vacilacin Bitur extrajo un manojo de algas del agua de la nieve, sacudindolas para eliminar el agua y las guard cuidadosamente en su valija de viaje. Despus refreg una hoja, olindola. No obstante, para una pausa mayor, no haba tiempo, pues tenan que continuar para encontrar un lugar donde pudiesen pasar la noche, an antes de ponerse el Sol. Algunos das ms tarde un gran deslizamiento de la montaa les interrumpi nuevamente el camino. Esta vez tuvieron que bajar por un desfiladero. En ese desfiladero habia restos de cermica de todos los tamaos y colores; adems haba algunos jarros intactos, tambin de cermica, pintados de color xido azulado. En el tronco de un rbol cado estaba apoyada una larga placa de piedra, donde se vea, en alto relieve, un ser humano con cabeza de gato. Nadie mostr inters por los restos de esa cultura humana que en otro tiempo existi all. Cada uno de ellos quera dejar, lo ms de prisa posible, ese siniestro desfiladero. Aqu huele a descomposicin!, dijo la mujer de San, mirando alrededor, como si buscase algo. Nada encontrars!, dijo San. Pues la montaa sepult debajo de s, a todos los que aqu vivieron. Todo indica eso. Sepult?, pregunt ella incrdula. No, los espritus de la montaa no matan y no entierran seres humanos! Los seres humanos que aqu vivieron, dijo San explicando, ciertamente fueron advertidos a tiempo para dejar la regin. Esto ellos siempre lo hacen, cuando en las montaas un peligro ame-naza a las personas. 31
  • A la salida del desfiladero hicieron exclamaciones jubilosas. Conducidos por uno de los hombres, los nios llevaban sus animales de monta con seguridad a travs del desfiladero y suban ahora hacia las planicies asoleadas. Llegando encima, la caminata prosigui rpidamente. Queran alejarse lo ms de prisa posible de aquel desfiladero. Al da siguiente tuvieron una nueva sorpresa, pues al lado de una vertiente haban dos esferas de piedra que parecan esculpidas. Cada una de esas piedras tena ms de un metro de dimetro. De dnde vinieron esas piedras? Y quin les dio esa forma? Recuerdan an la piedra que cierto da encontramos en el centro de nuestra plaza de devociones?, pregunt el sacerdote a los que estaban alrededor, acariciando con la mano una de las piedras lisas. Algunos de los ms antiguos se recordaban. Verdaderamente, continu el sacerdote, la piedra de de-vocin era cuadrada, pero fue esculpida de la misma forma que sta. El no necesit decir nada ms. Son obsequios de los gigantes!, exclamaron enseguida algunas de las jvenes que conocan aquel acontecimiento a travs de narraciones. El sacerdote seal afirmativamente con la cabeza. Exactamente como nuestra piedra de devocin, que tam-bin fue un obsequio de ellos. Slo a los gigantes les era posible mover y trabajar bloques de piedra tan pesados. Pero dnde se encontraban los seres humanos considerados dignos de tales obsequios? Hacia donde quiera que observasen nada indicaba la presencia de seres hu-manos. En Las Orillas del Titicaca El viaje an demor meses, ya que frecuentemente fueron intercalados varios das de descanso, por causa de los nios y de los animales. Sin embargo, tan luego estuviesen prontos nueva-mente para viajar, surga el guila en el aire para continuar guindolos. Entonces lleg el da que permaneci inolvidable para cada uno de ellos. Poco antes del medioda se encontraron con 32 una superficie de agua que pareca no terminar. Ellos conocan bien los lagos de montaas y grutas, donde rugientes ros de montaas seguan su curso, pero una superficie de agua tan extensa..., se encontraban en las orillas del ms alto lago de la Tierra, el lago Titicaca. Silenciosos, como escuchando, observaban el movimiento de las olas del lago, donde se reflejaban las ureas y grisceas formaciones de nubes que surgan del sur. Peces, cuyas escamas brillaban como oro a la luz del sol, saltaban hacia fuera del agua, jugando o nadaban veloces, haciendo amplios crculos. Los nios corran de un lado a otro agitados por la margen pedregosa y llamaban cantando a las sirenas del lago. En los lagos montaosos de su antigua patria siempre habitaron sirenas y peces. Cuando los nios estaban con hambre, las sirenas les obsequiaban pescados. Empujaban los pescados hacia la orilla, de tal forma que los nios pudiesen recogerlos. Mientras corran cantando de un lado a otro, los animales permanecan parados en silencio, dando la impresin de que estaban sorprendidos con tanta agua. Apenas de vez en cuando tintineaban las campanillas de oro colgadas en sus pescuezos a travs de cordones rojos. Mientras tanto, los adultos preparaban el campamento para la noche. Entre las mimbreras, arbustos de avellanos, trboles aromticos que crecan en medio de las piedras, albahaca y hierba de lana, pasaron los incas su primera noche en el lago Titicaca. La mayor parte del camino estaba, pues, atrs de ellos... Cuando los velos de la noche pasaron sobre el agua, cubriendo los valles, reson un canto jubiloso, pareciendo pairar sobre el lago. La sirena, pues, nos vino a saludar, a regalarnos conchas y pescados!, murmuraban los nios, sonrientes y felices, al escu-char el canto. Eran cerca de mil incas que haban seguido el llamado del mensajero, a fin de caminar al encuentro de una meta desconocida. Atrs quedaron apenas hombres y mujeres de edad avanzada. Aproximadamente unos cien ancianos haban quedado atrs, ya que su tiempo de vida luego expirara y no deseaban morir durante el viaje. Esas personas, a pesar de su edad avanzada, an daban la impresin de ser jvenes y bellas, sin haber perdido nada de su 33
  • encanto. Hoy en da, todo es totalmente diferente. La vejez es relacionada a las enfermedades y caducidad, y la belleza es considerada solamente como un triunfo de la juventud. Los incas en todas las fases de sus vidas, eran de extraor-dinaria belleza. La fuerza luminosa de sus espritus superiores y la pureza de sus almas se expresaban en sus cuerpos fsicos. Tenan la piel bronceada, cabellos negros y ojos impenetrables, circundados por largas pestaas. Las mujeres usaban sus cabellos en forma de trenzas, no obstante, los hombres cortaban sus cabellos lo ms corto posible, al igual que todos los sabios de antao. Confeccionaban sus ropas de finos tejidos de lana de vicuas. Las mujeres usaban una especie de bata, sin embargo, ms ajustadas; bordaban esos vestidos con hebras de lana de varios colores. Los hombres vestan pantalones y camisas ajustadas, as como camisas sin mangas, amarradas con cordones sobre el pecho. Los nios, hasta los doce aos, se vestan con una especie de mameluco, con el cual podan moverse libremente. En el inicio del perodo de aprendizaje, despus de los doce aos, reciban la misma ropa que los adultos. La vestimenta ms importante de esas personas era siempre el poncho. Los ponchos eran compuestos de dos paos o mantas cosidos juntos con cordeles. Eran hechos de lana ms gruesa y densa, adornados en los bordes con flecos cortos. Gorros de lana que cubran las orejas protegan a adultos y nios de los helados vientos que soplaban por los valles en determinadas pocas del ao. Mientras vivan en sus altiplanos, los calzados de los incas consistan en botas de fieltro. Ellos conocan, de la misma forma que los otros pueblos antiguos, como, por ejemplo, los griegos, el proceso para fabricar fieltro del pelaje de los animales. Adems del disco solar de oro que adultos y nios usaban en el cuello, colgado con una cinta, las mujeres se adornaban con aros de oro decorados con pequeas estrellas tambin de oro. En las trenzas de las nias eran intercaladas cintas azules, en las cuales pendan campanillas de oro. De la misma manera colgaban en el pescuezo de las llamas, los animales de monta de los nios, cintas donde pendan dos o cuatro campanillas un poco mayores. 34 Los incas eran muy limpios. Se baaban en los fros lagos de las montaas, as como en los riachuelos, y posean tambin en sus pequeas casas de piedra instalaciones de bao. La bella y limpia piel de sus cuerpos y rostros era frecuentemente fric-cionada con aceite de blsamo. Sus vestimentas siempre parecan nuevas, pues cuando una pieza del vestuario se quedaba vieja, no siendo posible limpiarla ms, ella era quemada en un foso distante. El andar de los incas era erecto y altivo y siempre estaban conscientes de su elevada misin. A donde quiera que llegasen, llamaban la atencin. De ellos emanaba un misterioso y radiante brillo, que les haca sobresalir en todas partes. Eran lderes innatos; saban conducir a los seres humanos con sabidura y bondad. Sin embargo, eran severos, pues no aceptaban muy bien las debilida-des humanas. Pero todo lo que hacan en beneficio de otros, lo hacan por verdadero amor al prjimo. Todos sus esfuerzos eran en favor del creciente desenvolvimiento espiritual de los pueblos, que ms tarde, poco a poco, se integraron a ellos voluntariamente. Este, con certeza, fue tambin el motivo de la ilimitada confianza y amor que a ellos les era ofrecida, por todos lados. Durante la poca del xodo de los valles, los incas tenan solamente una regla de vida que determinaba todo su comporta-miento. Originaria de sus antepasados y poda ser retransmitida en pocas palabras: "El ser humano recibi la vida como obsequio. Tendr, sin embargo, que tornarse digno de ese obsequio, si quisiere conservarlo. Debe vivenciar la vida, dndole sentido y consistencia a travs del trabajo!" Posteriormente, al crear el Reino de las Cuatro Direcciones del Cielo, ellos emitieron siete reglas de vida que eran determi-nantes para ellos mismos, bien como para todos los dems y en lodos los tiempos. Los incas permanecieron hasta su trgico fin, siempre como un pequeo pueblo lder, y durante largo tiempo solamente con-trajeron matrimonio con personas de su propio linaje. 35
  • Recomienza la Caminata Los incas permanecieron acampados durante cuatro das a orillas del gran lago, despus prosiguieron su caminata. Ese da el guila vol tan alto en el aire, que mal era vista. No obstante, continuaba presente, volando al frente de ellos. Era una caminata repleta de vivencias, a lo largo del lago. Las innumerables aves acuticas, de todos los tamaos y colores... Revoleteaban encima de la superficie del agua o se balanceaban en las olas... Todas las islas, y hasta las menores islas de juncos, parecan ser lugares para nidadas de esas bellas aves... Toda la atmsfera estaba repleta de alegra. Los incas, como an com-prendan el lenguaje de los animales, saban cuan inmensamente felices eran esas criaturas. Con el transcurso de los das de caminata a lo largo del lago, depararon tambin con una especie de castor, que trabajaba afa-nosamente con los juncos y malezas acuticas, construyendo sus diques caractersticos. Encontraron tambin marmotas... Me parece que aqu viven menos animales!, dijo la mujer de San pensativamente. Ciertamente aqu tambin deben vivir muchos anima-les!, opin San. Slo que no se aproximan tanto a nosotros, como estamos habituados. El motivo, solamente lo sabremos cuando conozcamos a los seres humanos a cuyo encuentro caminamos. Los que escucharon tal declaracin de San, estaban profun-damente preocupados. No podan imaginar que existiesen anima-les que evitaban a los seres humanos. Saban que a todos los animales les gustaba, cuando una cariosa mano humana pasaba sobre sus pelos o plumas. La preocupacin que brotaba en sus corazones luego fue alejada. Para ellos no haba un camino de vuelta. Fuese lo que fuese..., tenan que continuar. Pues fueron enviados y un guila les indicaba el camino... Observaban agra-decidos hacia el Sol en lo alto y sus ojos brillaban orgullosos, concientes de su misin. 36 La Regin del Titicaca La regin del lago Titicaca se alter bastante en los ltimos dos mil aos. La copiosa vegetacin con los innumerables bosques de mimbreras dej de existir. Los incontables patos y otras aves acuticas, que se anidaban en las islas y en los juncos, estn casi totalmente exterminados. El mismo destino sufrieron los castores y muchos otros animales de menor y mayor porte, que antigua-mente all habitaban. El exterminio de los animales, sin embargo, comenz con la invasin de los europeos, que, vidos por el oro, trajeron al pas toda suerte de males. Hasta el lago parece haberse alterado. Actualmente el agua parece turbia y sucia, y de la riqueza de peces de otrora casi ni se percibe. Hoy en da, el gran lago est repleto de sapos grandes y pequeos. En el lago restan solamente pocos lugares donde los sapos an no han llegado. Tal hecho los hombres ranas del equipo del investigador del fondo del mar, Jacques Ivs Cousteau, tuvieron la oportunidad de comprobarlo, cuando exploraban ese legendario lago. No encon-traron tesoros. Apenas sapos, sapos que en cantidades increbles habitan aquellas aguas... La isla del Titicaca, que en el tiempo de los incas estaba cubierta con placas de oro, todava, existe. El oro, naturalmente, fue robado ya hace tiempo. La nica cosa que en este lago no se modific, fueron los barcos. Esos barcos an hoy son cons-truidos de juncos amarrados as como ya lo eran hace dos mil aos. Al sur del lago Titicaca habita actualmente un pueblo, los Aimaraes. Se supone que esos Aimaraes sean descendientes de la extinguida "cultura Tiahuanaco". Por tanto, sus antepasados construyeron los templos y casas ya en el periodo preincaico, y cuyas ruinas an hoy son vistas parcialmente en esos sitios. Los antepasados de los actualmente denominados Aimaraes, eran extraordinarios orfebres y tambin se dedicaban bastante a las confecciones de tejidos, aunque no eran constructores. Un otro pueblo tambin, un pueblo altamente desarrollado, que se denominaba "pueblo de los Halcones", habit esas regiones mucho antes de la llegada de los incas. Construyeron templos y 37
  • casas, as como acueductos, y eran un pueblo feliz. Eran felices mientras que su religin an posea la fuerza viva que emanaba de la Verdad... Ms tarde, sin embargo, siguieron las influencias de espritus malignos, y la felicidad desapareci de sus vidas. Sus templos y casas fueron destruidos, y la desgracia se abati sobre todos ellos... Cuando los incas, en su caminata, llegaron a "Tiahuanaco", encontraron solamente ruinas y seres humanos que decan "los dioses nos maldijeron"... Ms tarde los incas irguieron sobre las bases del templo destruido un Templo del Sol, circundado por columnas. Y as fue como Tiahuanaco se transform, en la poca de los incas, en un centro de peregrinaciones, hacia donde muchas personas, de lugares cercanos y distantes, peregrinaban para las Fiestas del Sol. Durante un largo tiempo as permaneci. Pero despus se evidenci que sobre el lugar, realmente, exista una maldicin. Pues cierto da, tambin el maravilloso Templo del Sol de los incas fue destruido, juntamente con todas las dems edifica-ciones... Quedaron apenas ruinas... El Encuentro Fue un da repleto de acontecimientos aqul en que los incas se encontraron con un inmenso campo en ruinas, encontrndose con miembros del arruinado pueblo de los Halcones. San, Bitur y algunos otros sabios entraron vacilantes en esas ruinas de piedras, mientras que los otros permanecieron a distan-cia. Lo que los sabios vean eran columnas derrumbadas, bloques de paredes, cascajos y polvo. Contemplaban silenciosos las innu-merables ruinas. Qu haba sucedido aqu? Terremotos no les eran extraos. Terremotos? Entonces deberan avistar grietas en la tierra..., sin embargo, nada de eso se perciba. En un montn de cascajos se encontraba derribada una figura humana bien esculpida con la cabeza de un halcn... En silencio, los sabios contemplaban la extraa estatua. El artista que cre esto desperdici su talento!, dijo Bitur. Es un dolo! Solamente puede tratarse de un dolo. 38 Un dolo? Ellos observaban perplejos a San, pero luego comprendieron. A travs de las tradiciones y de las propias vivencias espirituales, los sabios del pueblo Inca, saban que la mayor parte de la humanidad haba perdido el camino hacia la Patria espiritual. Y en vez de buscar el verdadero camino, creaban smbolos sin vida y fros..., creaban dolos para s... Este es uno de ellos!, dijo San, recordndose, al ver la estatua, de aquellos de quien las tradiciones hablaban. Pero dnde estaran las personas que hasta hace poco tiempo deberan haber habitado all? No vean seres humanos, no obstante, se sentan observados. Veo apenas sombras de miedo y de desesperacin. Se agarran a los bloques de piedra. Los sabios sealaban con la cabeza, aprobando. San tena razn. Existan sombras... Aproximadamente dos horas ms tarde, surgi un grupo de personas caminando a travs del campo en ruinas. Se aproximaban lentamente, de tal forma como si tuviesen que cargar un pesado fardo. Se detuvieron a corta distancia. Apenas un hombre y una mujer prosiguieron, arrodillndose e inclinando las cabezas a escasos metros en frente a los incas. "Por qu esas personas se arrodillan delante de nosotros?", preguntaban los sabios a s mismos. Esa pregunta silenciosa fue rpidamente respondida. El hombre de aspecto enfermo levant la cabeza, observando a los incas con los ojos nublados de sufrimiento. Vosotros sois los prometidos!... Llegasteis..., agradezco a los dioses por permitirme vivir an... El hablar pareca hacerse difcil para el hombre, pues solamente despus de una pausa ms prolongada l prosigui. Soy uno de los sacerdotes de nuestro arruinado pueblo. Ofendimos a los dioses y a todas las dems criaturas... Ahora tambin la mujer levantaba la cabeza y deca con voz baja, sin embargo, firme: Uno de nuestros videntes nos anunci, poco antes de su muerte, que seres humanos de ropas blancas con discos solares sobre el pecho vendran para ayudarnos en nuestra gran afliccin. Despus de una pausa ella agreg: 39
  • l muri poco antes de caer sobre nosotros la maldicin de los dioses, destruyendo todo lo que ellos mismos, otrora, nos ayudaron a construir. Os levantis, para poder permanecer frente a frente!, dijo San con severidad. La mujer auxili al hombre a levantarse. Las ropas de ambos estaban manchadas y sus rostros angustiados, aunque fuese claramente reconocible que eran de raza noble. La mujer pareca haber ledo los pensamientos de los incas, pues dijo que eran miembros del "Pueblo de los Halcones" y que sus antepasados, conforme las antiguas tradiciones, se originaban de un Pas del Sol... As es!, respondi San. Somos de una misma raza, pues nosotros tambin nos originamos del Pas del Sol! Vosotros sois los seores, permitid que seamos vuestros siervos!, solicit el hombre con voz dbil. Seores?, pregunt San perplejo. Ests engaado. Somos pastores en la Tierra; protegemos, enseamos y guiamos. Nosotros les auxiliaremos. Nuestras lenguas son parecidas. Comprendo casi todas las palabras!, dijo la mujer con una voz en la cual nuevamente vibraba alguna esperanza. Tambin los incas estaban contentos por poder entenderse con las primeras personas que encontraron. Esto facilitara su misin. Repentinamente, gritos surgieron en el aire. Gritos que pare-can venir desde lejos, como un eco. Son nuestros enfermos. Muchos ya fallecieron!..., dijo la mujer. Los gritos que ahora se hacan or como aullidos venan de una casa baja, cubierta por junco, que estaba entre las murallas cadas en una depresin del terreno. Seguidos del sacerdote y de los dems que lo acompaaban, los incas caminaron en direccin de los gritos. Estos silenciaron cuando se aproximaron. "Dioses Blancos" Los incas pararon frente a la casa y solamente con mucho esfuerzo podan esconder el pavor que sentan con el aspecto de 40 las personas, arrodilladas o acostadas en las esteras de junco. Se trataba, en su mayora, de mujeres semidesnudas, horriblemente marcadas, que con dificultades se levantaban al ver a los incas, que se aproximaban, vestidos de blanco. Llegaron dioses blancos! Socorro! Socorro!, grit una mujer, corriendo hacia el interior de la casa. Otras mujeres se arrodillaban y levantaban las manos, supli-cando. Auxilennos..., tiren la maldicin de nosotros... Los incas miraban en silencio y perplejos a esos seres hu-manos que lloraban, pedan y gritaban, y que ahora se arrodillaban todos en las esteras. En ese momento, una anciana surgi de la casa, aproximndose a San. No tengo ms lgrimas. Se petrificaron. No espero ayu-da..., sin embargo, solicito vuestro auxilio..., para los otros..., aydenles..., ellos, todava, merecen!... Despus de esas palabras ella regres hacia la casa con pasos cansados. Bitur fue el primero a superar el pavor. Las aptitudes de mdico en l inherentes despertaban. Deseaba auxiliar y disminuir el sufrimiento de esos infelices... La piel de las mujeres estaba cubierta de grandes manchas rojas, rodeadas de pus. Mientras observaba ms de cerca esas manchas, se record del Rauli. "El Rauli saba de eso y por ese motivo nos dio consejos durante la caminata!", pens l aliviado. Seris curados!, dijo a los enfermos, pues un pequeo ser de la naturaleza os record dndonos plantas medicinales. Despus se alej rpidamente. La preparacin del lquido medicinal demorara algn tiempo. Dnde estn los otros?, pregunt interesado uno de los incas al sacerdote. Al juzgar por las ruinas debis haber sido un pueblo numeroso. La mayora est muerta. Y los otros se marcharon. Por miedo... En realidad huyeron, a fin de distanciarse lo ms lejos posible de este lugar maldecido. Solamente los enfermos se quedaron. Al proferir esas palabras el sacerdote indic hacia diversas direcciones. De hecho, se vean varias casas bajas y largas. El junco verde-gris de los tejados mal se distingua del ambiente. 41
  • Al volver al campamento, Bitur enseguida comenz a trabajar. Cocin el musgo, las resinas y los frutos, transformndolos en una masa concentrada, diluyndola despus con agua y llenando con ella varias jarras ya preparadas para eso. El ardor y la comezn de las heridas probablemente desapareceran despus de ser tra-tadas con esa infusin. No obstante, l no estaba satisfecho, algo le faltaba an. Senta eso ntidamente. Las algas de la nieve!... Era eso..., todava, estaban faltando ellas para la cura. Sosteniendo en las manos un manojo de esas plantas, supo repentinamente que esas raras plantas azules expelan el veneno del cuerpo de los enfermos. La cura debera realizarse de dentro hacia afuera... Prepar una infusin de esas algas, muy amarga, diluyndola y colocndola tambin en jarras. En seguida dej el campamento con un squito de ayudantes, visitando y tratando poco a poco a todos los enfermos. Las heridas fueron pulverizadas primeramente con un polvo obscuro de resinas, y despus cada uno recibi una pequea dosis de la infusin de algas para beber. El tratamiento ayud. Despus de la primera aplicacin, ya mejor el estado de los enfermos. Una semana ms tarde todos estaban recuperados, excepto unos pocos que fallecieron. Bitur se acord agradecido del Rauli. Sin los consejos del pequeo "esp-ritu verde" se habran visto imposibilitados de auxiliar. La noticia sobre la llegada de los "dioses blancos" y de la cura milagrosa de los enfermos, ya considerados como muertos, se propag con la velocidad del viento. Esa noticia fue transmitida hasta los pueblos costeros. Al escuchar esto, inconscientemente en todos los seres humanos, les surgi el deseo de conocer a los dioses blancos. Ms tarde, cuando esos pueblos se unieron a los incas, se dieron cuenta naturalmente, que los incas no eran dioses, sino seres humanos. Seres humanos extraordinariamente bellos y sabios..., sin embargo, criaturas humanas. A pesar de ese conocimiento, muchos, ntimamente, crean que los incas eran descendientes de los dioses o que al menos hubiesen sido enviados por ellos... Tal creencia fue transmitida de generacin en generacin, transformndose en leyenda. Posteriormente, cuando los investigadores se preocuparon del origen de la leyenda de los dioses blancos, supusieron que ella 42 se refera a los europeos. Esto, naturalmente, fue un error. Pues las hordas europeas, que asaltaron y saquearon el Per, les parecieron a los habitantes de all tan horripilantes que muchos pensaron que se trataba de demonios, que escondan sus rostros debajo de "cabellos". Demonios que por algn motivo descono-cido adquirieron forma humana. Los barbudos europeos con sus ropas harapientas y los malos deseos y pensamientos nacidos de ellos, eran de hecho temibles... 43
  • Captulo III El Inicio del Gran Reino La Meta Es Alcanzada Los incas se demoraron apenas unos pocos das en la regin del pueblo de los Halcones. Cuando nuevamente el guila surgi en el aire, por encima de ellos, para continuar guindolos, luego todos estaban preparados. Silenciosos, como de costumbre, se-guan a su gua alado. Sin peso y libres seguan su ruta, y el eterno anhelo por la Luz y la perfeccin, que los completaba, irradiaba de sus espritus. El camino siguiente era fcil y hermoso. Vertientes brotaban en las maravillosas florestas, y algunas regiones que atravesaron parecan parques ajardinados. El suelo estaba cubierto de pasti-zales, arbustos y helchos que nacan entre las piedras. All crecan rboles de troncos rojos, nogales y tambin rboles de frutas sabrosas que los incas ya conocan. El aire estaba repleto de chillidos de los innumerables pajarillos que habitaban esa regin y que confiadamente se paraban en los brazos que les extendan las personas. La alegra de los nios eran las chinchillas que all haba en gran cantidad, y que se dejaban acariciar y cargar de buen agrado. Tambin un gran rebao de vicuas, con muchas cras, pastaban en las proximidades del campamento donde los viajantes pasaron la noche. Ninguno de los incas saba que esa sera su ltima noche de peregrinacin. Sin embargo, que estaban cerca de su meta, eso todos sentan. Fue al da siguiente, aproximadamente al medioda, que su gua alado los dej. El guila descendi, bajando tanto, que casi 44 roz sus cabezas, sigui volando, subiendo lentamente en amplios crculos, desapareciendo de sus vistas. El guila desapareci, lo que significaba que haban alcanzado su objetivo. Tenan solamente que encontrar ahora esa meta. Pues en el lugar donde se encontraban no podan permanecer, como consecuencia de que el suelo estaba cubierto solamente de piedras y cascajos. No demor mucho, y San descubri una ruta estrecha, poco visible, que conduca a travs de montes y montaas hasta un florido valle. El Sol alcanzaba su punto ms alto, cuando los incas entraron en el valle rodeado casi que totalmente por montaas y cerros y que de ahora en adelante sera su nueva patria. Es la tierra del Inti a la cual el guila nos gui!, exclamaron los nios. Todas las flores tienen los colores de l! Los nios tenan razn. El aspecto que se ofreca al obser-vador era deslumbrante. Todas las laderas alrededor del valle estaban cubiertas por un esplendor de flores amarillas. La mara-villa amarilla de fuerte fragancia se asemejaba a las flores de retama. No obstante, esas flores no crecan en arbustos, pero s en rboles bajos. Al juzgar por los gruesos troncos, esos rboles ya deban ser muy antiguos. La alegra y el agradecimiento que los incas sintieron al ver ese valle maravilloso es imposible de describir. Los rostros ergui-dos hacia el cielo estaban hmedos por el orvallo de las lgrimas de alegra. Despus de pocos minutos, el agradecimiento sentido por ellos se transform en un himno de glorificacin en honra al Creador. "Somos apenas criaturas insignificantes en Tu mun-do", cantaban. "No obstante, el Gran Seor, permite que seamos protegidos, enseados y guiados, desde el co-mienzo hasta el fin de nuestra existencia!" Nuestra llegada es para nosotros un tiempo de fiesta. Pero tambin un tiempo de fiesta en todo el valle, pues las flores se encuentran en su ms bella magnificencia!, dijo una de las mujeres con voz baja. La mujer expres lo que todos sentan intuitivamente en sus corazones. 45
  • Los incas jams olvidaron el da de su llegada. Anualmente en esa poca, celebraban una fiesta. La Fiesta de las Flores, dedicada a la Reina de las Flores y a todos los incontables pequeos espritus de las flores, que prepararon tan maravillosa-mente el da de su llegada. Antes de terminar el da les fue proporcionada a los incas una alegra ms. Al anochecer llegaron visitantes. Visitantes muy bien recibidos. La gran manada de vicuas, que horas antes haban visto, acababa de llegar al valle. Un animal atrs del otro trotaban por el estrecho sendero que conduca al interior del valle. Esos bienvenidos "proveedores de lana" no llegaron slo para una breve visita. Permanecieron, y la manada primitiva form una numerosa prole. Tambin poco a poco aparecieron otros animales. Gordas ovejas montaesas, alpacas y llamas. Siempre llegaban en mayores o menores manadas. Esos animales tambin se quedaron y se multiplicaron. Existan bastantes pastizales. Naturalmente, los animales tambin frecuentaban pastizales ms alejados. De acuer-do con su especie, les gustaba emigrar. Sin embargo, regresaban despus de un perodo ms o menos largo, dejando dcilmente que cortasen su preciosa lana... Las chinchillas, de vislumbre azul plateado, se tornaron en inseparables compaeras de los nios pequeos. Tambin esa regin era muy rica en aves. Pavos, un tipo de faisn y grandes codornices llegaban en bandadas. Sin excepcin, todos los animales se sentan visiblemente bien en las proximidades de los seres humanos. El pueblo de los Incas y los animales, an estaban unidos entre s, en amor y comprensin mutua. Todos consideraban los animales como criaturas creadas por el mismo Dios, teniendo por lo tanto los mismos derechos que ellos. Por eso no haba nada de extraordinario en que los animales, todava, se sintiesen atrados por esos seres humanos, sirvindoles alegremente, aunque de manera inconsciente. Con los seres de la naturaleza, denominados por los incas de "espritus de la naturaleza", mantenan una relacin muy especial. Estaban conscientes de que ellos mismos no hacan parte del mundo en que vivan, donde les era permitido desenvolverse. Ese mundo ya exista antes de ellos. Perteneca a los "espritus de la naturaleza". 46 Un antepasado especialmente sabio les leg una doctrina que era transmitida, de generacin en generacin, a todos los nios y nias, tan luego pasasen de la edad infantil. Esa doctrina era la primera leccin importante de sus vidas. Ella deca: "El gran Dios-Creador nos coloc aqu en la Tierra bajo la proteccin de los espritus de la naturaleza! Son nuestros maestros, hermanos, y hermanas! Pero entre ellos hay tambin seores y seoras! Como, por ejemplo, Inti, el Seor del Sol y la Gran Madre de la Tierra, Olija. Todos esos grandes, pequeos e nfimos nos brindan. Nos alimentan y nos visten, completando toda nuestra vida con alegra! Iluminan con luz brillante todos nues-tros das y extienden el velo de la obscuridad sobre nuestras noches, para que nuestros cuerpos puedan des-cansar bien! Nosotros recibimos y recibimos! Sin em-bargo, ninguna criatura puede solamente recibir sin tener que dar algo en cambio! Tampoco nosotros, espritus humanos! Qu reciben de nosotros los espritus de la naturaleza?" Aqu el gran sabio siempre haca una pausa, para concentrar-se. Lo mismo hacan los Amautas* escogidos para retransmitir la historia de su pueblo a las generaciones ms nuevas. "Busqu, en mi espritu, la respuesta para eso", recomenzaba el sabio despus de una corta pausa. "Nosotros, espritus humanos, somos de especie diferente a la de los espritus de la naturaleza. Una otra luz y una otra fuerza mueven nuestros espritus. Esto acarrea tambin otras responsabilidades! Tenemos que mostrarnos dignos de nuestra condicin humana! De-bemos movernos y trabajar, creando un mundo en medio del reino de la naturaleza, un mundo de belleza y armona! Actuando as no seremos entonces solamente los que reciben, mas tambin los que dan! S, que Sabios profesores. 47
  • tambin dan! Pues nuestro amor por todas las criaturas del reino de la naturaleza terrestre es recibido por ellos como un obsequio, proporcionando un brillo especial a su existencia'7. Al anochecer del da de la llegada, toda la regin exhalaba una fragancia de la resina de pinos y pinas. Los incas asaban en sus pequeos hornos de barro el primer pan en su nueva patria. Comenzaba otra fase de sus vidas. Haba mucho trabajo de all en adelante. No obstante, el trabajo nunca les asustaba, pues era para ellos una necesidad vital. Se encontraban frente a un nuevo comienzo. Mas todo lo que era nuevo incitaba sus energas, despertando fuerzas creadoras en ellos latentes. El Lanzamiento de la Piedra Fundamental Algunos das ms tarde los sabios determinaron el punto central de su futura ciudad, marcndolo con una cruz dentro de un crculo. Ellos hicieron la cruz, cuyos largueros medan aproxi-madamente un metro, con piedras de cuarzo semitransparentes que haban trado. Todas esas piedras presentaban linos filones de oro, ordenados de manera especial. Despus de haber diseado la cruz en el crculo, se aproximaron cuatro jvenes. Cada uno cargaba en la mano una delgada lanza de oro, con la punta dirigida hacia abajo. Se colocaron alrededor de la cruz y quedaron esperando. Un silencio impresionante reinaba en las cercanas. No se oa ningn sonido humano. Todos los seres humanos observaban como que encantados hacia arriba, hacia Inti, que al subir pareca envolver a todos con su ondulante luz dorada. El silencio, repleto de luz y vida, fue, de repente, interrumpido por sonidos de trompetas. En ese instante los cuatro jvenes clavaron profunda-mente sus lanzas de oro en la tierra, en los lugares previamente marcados. Cada lanza entre dos largueros de la cruz. Juntas formaban un cuadrado perfecto. Despus que las trompetas silenciaron, uno de los sabios se aproxim del centro de la cruz. Era el astrnomo Pachacuti. En acuerdo con los otros sabios, l explic lo siguiente: 48 "Fundamos hoy en el pas hacia el cual fuimos guiados, un nuevo reino. Los largueros de la cruz indican las cuatro direcciones del cielo. En eso existe un profundo sentido. Significa, entre otras cosas, que nuestro reino est abierto a las cuatro direcciones. Abierto a todas las criaturas humanas que anhelan conocimientos y que ne-cesitan de ayuda!" Pachacuti observ la cruz durante minutos antes de continuar. "El cuadrado es el signo del reino de la naturaleza. Y las cuatro lanzas que forman el cuadrado junto con la cruz representan: el fuego, el aire, el agua y la tierra. Fuimos enviados y guiados hacia ac. Pues que cada uno de nosotros, hoy y siempre, quede consciente de sta misin!" Pachacuti dej el lugar. Pero enseguida comenz a hablar otro sabio que estuviera a su lado. Tan luego estemos en condiciones, colocaremos en ese lugar un pedestal cuadrado, fijando en l una cruz. De tal manera, que usaremos las mismas piedras que ahora constituyen la forma de la cruz en el suelo. Utilizaremos tambin las lanzas de oro. Ellas adornarn las esquinas del pedestal. Un poco ms abajo de ese pedestal habr un pequeo lago, pues para nosotros, incas, el agua es siempre sagrada, una vez que la consideramos un reflejo de la pureza celeste. Una nueva fase de vida comienza ahora para todos nosotros!, dijo un tercer sabio. Era el profesor de historia, Ara-caun. Una fase de vida que tambin nos traer nuevos recono-cimientos espirituales! Jarana, el sacerdote, mene la cabeza afirmativamente. l se aproxim de la cruz, mirando hacia ella visiblemente conmovido. Enseguida pronunci las palabras que finalizaron el solemne lanzamiento de la piedra fundamental. Ellas decan: "Si quisiremos vivir felices bajo la luz del Sol, entonces toda nuestra existencia y nuestra actuacin 49
  • deben ser traspasadas de pureza! As fue hasta ahora y as deber permanecer hasta que el ltimo inca cierre sus ojos en la Tierra!" La piedra fundamental para el Reino de las Cuatro Direccio-nes del Cielo estaba lanzada, y las trompetas repercutieron de nuevo. En ese intermedio, se aproximaron todos los que estaban ms alejados, para ver la extraordinaria "piedra fundamental". Los sabios, que continuaban de pie, aguardando, dieron los esclareci-mientos necesarios. La atencin de todos se diriga a la cruz en el suelo. Era como si cada uno de ellos quisiese grabar )a forma, de la cual pareca salir un encantamiento misterioso. Cuando los incas lanzaron la piedra fundamental, para lo que sera su denominado reino, ninguno de ellos tena conciencia de las dimensiones que ste alcanzara. En vez de reino podramos decir "esfera de la influencia", que comprenda el Per, parte de Chile, Ecuador, Bolivia y una parte de Argentina... En aquel tiempo, pensaban solamente en la ciudad entre las montaas que construiran con la ayuda y enseanzas de sus amigos de la naturaleza. Ms all, sus deseos y pensamientos no alcanzaban. La ciudad por ellos fundada recibi muchos nombres en el transcurrir del tiempo: Ciudad de los Dioses Blancos, Ciudad Dorada, Jardn Dorado, Ciudad de Inti, Patio Dorado, Ciudad de las Flores. Los propios incas la llamaban Ciudad del Sol. No por causa del abundante oro, con el cual siempre adornaban sus casas y templos por dentro y por fuera; tambin no en honra de Inti, pero s en memoria de la maravillosa floracin dorada que les recibi cuando llegaron a su nueva patria. Actualmente, en el lugar de la radiante Ciudad del Sol de los incas, se yergue la ciudad del Cuzco. La ciudad inca fue destruida. Las bases y las piedras de la ciudad fueron utilizadas por los espaoles para la construccin de sus iglesias y casas. La segunda gran ciudad construida por los incas ms tarde recibi el nombre de "Ciudad de la Luna". Actualmente all se encuentra la ciudad de La Paz. La Luna tambin tena para los incas un significado especial. Vean en ella la intermediaria entre el Sol y la Tierra. Tambin para eso haban explicaciones especiales: 50 "Existen en nuestro mundo terreno varias lunas. Visibles e invisibles. Ellas transmiten apenas un reflejo del Sol, no obstante, ese reflejo es suficiente para proporcionar a las aguas, a las plantas y a las criaturas que desenvuelven en la noche sus actividades, la ener-ga solar que necesitan. La noche est repleta de vida y movimiento. Y tambin repleta de silencio! Para que el descanso de las criaturas diurnas no sea pertur-bado. La naturaleza encierra muchos milagros. Todo se encuentra en movimiento. Ininterrumpidamente! No obstante, nada sale de su equilibrio. Son varios siervos del Gran Seor Viracocha* que trabajan en su reino de la naturaleza y celan para que el establecido orden universal no sea perturbado!" Mientras los incas vivieron, la Ciudad del Sol permaneci el centro del gobierno con la residencia del rey. Permaneci, hasta el fin, el centro del Reino. La Extensin del Reino Siguen, todava, ahora algunos esclarecimientos referentes al gran Reino de los Incas. Los incas siempre permanecieron un pueblo relativamente pequeo. Habitaban las dos ciudades fundadas por ellos y as permanecieron. Jams se expandieron ms all. El Reino de los Incas, o digamos mejor, su esfera de influen-cia, asumi extensiones muy grandes, ya que con el tiempo pueblos de todas las especies vinieron a pedir anexin. Se trataba en general de pueblos que ya haban alcanzado un elevado grado de desarrollo y que, no obstante, se rindieron a las influencias de los espritus malignos, habiendo aceptado religiones que no con-ducan al Reino de la Luz, por el contrario, apenas actuaban de modo separador de ese Reino. Zeus. 51
  • Cada pueblo que se una a los incas continuaba con su propio gobierno, escogiendo sus funcionarios de administracin confor-me su voluntad. En tiempo alguno los incas salieron a conquistar un pas y a subyugar su pueblo. El as llamado Reino Inca era en la realidad una confederacin de pases, que en nada perjudic la libertad y los derechos de autodeterminacin de cada uno de sus pueblos. Por el contrario, los incas impusieron dos condiciones para el ingreso a la confederacin. Los respectivos pueblos tenan que se comprometer a alejarse de las falsas religiones y idola-tras, volviendo a la verdadera creencia en Dios. Esa condicin todos aceptaban alegremente, pues cada uno que entraba en contacto con los incas estaba convencido de que ellos tenan un secreto que los destacaban de todos los dems seres huma-nos. Y todos eran unnimes que ese secreto estaba vinculado a la religin de ellos. La segunda condicin exigida por los incas era el aprendizaje de su lengua, el quechua. "Pues sin una lengua en comn", decan los incas, "no podemos tornar a vosotros comprensibles las leyes que forman la base de nuestras vidas. Lo ms importante sigue siendo la religin. Un pueblo unido por una religin que lo conduce a lo alto, al Creador, se tornar espiritualmente fuerte y seguro! As entonces ser mucho ms protegido contra las influencias pro-venientes de las profundidades mortales, tambin contra el miedo y la supersticin". Tambin la segunda condicin fue luego admitida de buen agrado por los pueblos que buscaban anexin. Entonces mandaban siempre un cierto nmero de hombres y mujeres a la ciudad de los "dioses blancos", con el objetivo de aprender la lengua de los incas. Aquellos que tenan ms aptitudes para eso fundaban ms tarde escuelas del idioma en sus propios pases. Esas escuelas, frecuentemente visitadas por maestros incas, eran muy solicitadas por ancianos y jvenes. De esa manera, despus de un cierto tiempo, muchos podan entenderse con los incas, asimilando sus leyes y doctrinas. 52 Comienzan los Trabajos de Construccin de la Ciudad Cuando los incas se establecieron en el centro de ese valle de florido paisaje, sus primeros cuidados fueron con respecto al agua. El agua, no obstante, luego fue encontrada. Jarana, el sacerdote, fue el primero en descubrir la vertiente. l haba seguido por un sendero de animales salvajes, el cual terminaba en un valle prximo, entre las colinas. All vio la pequea vertiente que brotaba entre las piedras, formando un pequeo lago, en un rebajamiento prximo. El estrecho "valle del agua" era maravillosamente bello. De los paredones de las colinas colgaban enredaderas de varios metros de largo con grandes flores azules, de las cuales muchas ya se haban transformado en semillas. Alrededor del pequeo lago crecan follajes con abun-dante savia verde-obscura y entre ellas haba flores de la luna, redondas, de color amarillo y de tallo largo. Jarana permaneci observando encantado. Centenas de pequeos pajarillos del sol estaban colgados en las enredaderas, picoteando las semillas maduras de los receptculos. Chillaban y cantaban, y su canto se mezclaba con el zumbido de los grandes moscardones rojos, que estaban retirando el aromtico polen de las flores amarillas. Tambin pajarillos de la nieve, de larga cola, volaban con gran alboroto por encima del valle. Jarana dej ese bello rincn de la Tierra. Y slo lentamente consegua avanzar, pues de repente el camino herva de pequeos conejos de pelaje azul plateado, que saltaban por encima de sus pies y se paraban sobre sus patitas traseras. Permaneci parado, mirando alrededor. Era anciano. Muy viejo y ya bien prximo al limite de tiempo, que colocara un fin a su existencia terrena. Sin embargo, no poda recordarse de ningn da, en que alguna criatura del reino de la naturaleza no hubiese alegrado su corazn. Con inmenso amor observ a los pequeos animales que saltaban a sus pies, y enseguida retom hacia el campamento. El agua de la vertiente alcanza para todos. Para animales y seres humanos!, dijo l contento. En seguida regres por el camino que conduca hasta la vertiente, seguido por hombres, mujeres y nios. Cargaban jarras y vasos para beber de esa agua que les era ofrecida en su nueva patria. 53
  • Mientras bebamos el agua con alma pura, la salud permanecer en nuestros cuerpos! Pues en el agua reposa el brillo de la pureza y la salud de nuestros cuerpos! Despus de esas solemnes palabras, Jarana fue el primero a llenar su vaso, bebiendo la refrescante agua. En seguida vinieron todos los dems con sus jarras. Lentamente y de forma cuidadosa ellos se aproximaron a la fuente, pues nadie quera pisar y daar las plantas y flores que brotaban por todas partes en los alrededores. No se debe pensar que la construccin de la "Ciudad Dorada de los Incas" dur apenas pocos aos. Esto no habra sido posible. Pues a una altitud de casi cuatro mil metros el ritmo de trabajo es otro. Mucho ms lento. Ningn ser humano puede moverse y trabajar tan de prisa, como en las regiones situadas ms abajo. Los palacetes, los templos, los acueductos magnficamente instalados y los jardines de oro en la ciudad surgieron solamente con el transcurrir de los siglos. Las primeras viviendas construidas por los incas en su nueva patria, se asemejaban a las que haban abandonado. Eran pequeas, bajas y de piedras. No faltaban piedras. Se encontraban por todas partes, de todos los tamaos y formas. Los constructores apenas tenan que ajustaras con perfeccin. La preparacin del material para techumbre paja y junco ocupaba ms tiempo que levantar las paredes. El junco y la paja se utilizaban diversas especies tenan que ser sumergidas en un preparado para tomarlas resistentes e impermeables antes de ser utilizadas. Ese preparado era efectuado con plantas, races y un polvo negro de resina. La resina, no obstante, era la misma que las abejas usaban para tapar las rendijas de sus colmenas localizadas entre las piedras. Despus que el material de techumbre haba permanecido sumergido el tiempo suficiente, era prensado en forma de fardos, para lo cual se utilizaban piedras, y puestos a secar. Las capas acabadas con las cuales cubran los tejados eran finas, duras y brillantes, pero tan impenetrables que ninguna gota de lluvia penetraba. Los incas preparaban el material de techumbre de la misma manera que en su patria anterior, con la diferencia que mezclaban ramas flexibles a la paja. De esta forma sus tejados muchas veces parecan relucientes tapas de canastos, de color caf. 54 Todos los incas trabajaban intensamente. Mientras que una parte de los hombres se ocupaba en la construccin de las casas, otros preparaban los campos de cultivo para siembra. A escasa distancia del centro de la ciudad encontraron glebas de tierra frtil, donde enseguida plantaron las semillas de dos variedades dife-rentes de maz: el rojo y el blanco. El Auxilio para la Construccin Aproximadamente seis meses despus de estar establecidos en su patria florida, los incas recibieron una visita. En una maana aparecieron cerca de veinte hombres, los cuales quedaron parados tmidamente a cierta distancia, esperando. Jarana, Bitur, Pachacuti y Aracaun, que en ese momento trabajaban en una valla con el fin de conducir el agua de la fuente hacia las cercanas de la ciudad, miraron sorprendidos hacia los extraos. Son miembros del pueblo de los Halcones!, dijo Bitur, sonriendo. A uno de ellos yo conozco. Es el sacerdote Sarapilas. Bitur se dirigi a los extraos, saludando al sacerdote con el saludo de los incas: Que el Sol siempre ilumine tu corazn! Sarapilas inclin la cabeza, enseguida mir a Bitur y levant hacia l las palmas de las manos en forma de saludo. Seguimos vuestro rastro. Yo me opuse a eso, mientras pude!, dijo l lleno de pesar. La falsa religin que aceptamos hizo nuestras almas adolecer, cubriendo nuestros cuerpos de heridas. Almas enfermas, no obstante, no se curan con zumos de plantas!, respondi Bitur. Solamente pueden ser curadas por una religin que conduzca nimbo a la Luz, dndoles fuerza para la cura. Idolatra y cultos a dolos no solamente toman las almas enfermas, mas tambin matan el espritu. Sarapilas saba que Bitur tena razn. Por eso dijo: Enfermedades del alma deberan ser curadas por sacerdo-tes. Por verdaderos sacerdotes!, agreg l, consciente de su culpa. Trajisteis enfermos!, dijo Bitur sonriendo. Triganlos Inicia ac. Sus cuerpos tal vez yo pueda sanar; sus almas, no obstante, ellos mismos debern purificar. 55
  • Mientras Bitur y Sarapilas conversaban, los otros se haban aproximado a los forasteros, formando un crculo alrededor de ambos. S, trajimos enfermos!, dijo uno de ellos. Y pedimos que los curen. No nos olvidamos que curasteis enfermos, ya desahu-ciados por nuestros mdicos, por considerarlos incurables. An estamos en deuda con vosotros. Tambin esto no lo olvidamos. De esta vez queremos compensarlos, ayudndolos en la construc-cin de vuestras casas. Podemos preparar las piedras, cortar maderas y aparejarlas, y sabemos tambin cavar vallas para el agua!, agreg con inters aquel que hablaba. Somos veinte hombres fuertes!, dijo uno de ellos ya ms viejo. Vinimos apenas a pagar nuestra antigua deuda y la nueva que vamos a agregar. A los enfermos el sacerdote solo podra haberlos trado. Sanaremos vuestros enfermos en la medida de lo posible, y aceptaremos vuestro auxilio!, dijo Bitur. Los forasteros sealaron con la cabeza, agradeciendo, y volvieron de prisa por el camino de donde haban venido. Algunas horas despus, llegaba a la ciudad inca una larga fila de llamas pesadamente cargadas. Las cargas de los animales consistan en alimentos, lozas, herramientas, tiendas, etc. En seguida lleg una otra tropa de llamas al valle. Las cargas tradas por ellos presentaban un aspecto desagradable. Eran mujeres demacradas y nios desfigurados por una terrible enfermedad de la piel. Las gordas y bien alimentadas llamas, en las cuales esas criaturas marcadas cabalgaban, soltaban bramidos roncos al llegar y ver otras llamas en las proximidades. San recibi a los forasteros, indicndoles los lugares donde podran instalar sus tiendas y acomodar sus enfermos. Bitur ya estaba dispuesto, a fin de preparar los remedios necesarios. Una vez que se trataba de la misma enfermedad de la piel, se poda aplicar los mismos mtodos de cura. Con excepcin de la resina, posea an todas las hierbas necesarias, las cuales haba cuidado-samente secado y guardado. La falta de resina no era problema. Pues posean el polvo negro de resina, el cual se mezclaba al preparado para el material de techumbre. Siguiendo su intuicin, Bitur esparciera cierta vez ese polvo 56 en una herida purulenta de una llama. La herida del animal tena un psimo aspecto. Despus del tratamiento con el polvo de resina, la herida dej de eliminar pus, cicatrizando lentamente. La mezcla de hierbas con el polvo negro de resina ayudaba tambin a los seres humanos. Las heridas purulentas secaban y cicatrizaban bien. Bitur saba, naturalmente, que una enfermedad tan grave de la piel no podra ser curada apenas con un tratamiento extemo de la herida. La purificacin tendra que ocurrir de dentro para afuera. Por eso dio de beber a todos el extracto amargo de las algas de la nieve, que mucho contribua a la cura de esas personas debilitadas. Ese extracto fue hecho con el ltimo manojo de algas que quedaba. Los incas supieron que los sobrevivientes del pueblo de los Halcones se radicaron en una localidad al sur del lago Titicaca, y que ninguno de ellos quisiera volver para el lugar de la desgracia. Nunca ms tendremos un templo propio!, decan. Los grandes, que con sus fuerzas gigantescas nos ayudaron a construir el templo, lo destruyeron cuando actuamos equivocadamente y al actuar as la pureza nos abandon. Perdimos todo. Todo! Sarapilas Confiesa su Culpa Lo que realmente sucedi, y la causa que haba ocasionado la desgracia, los incas la conocieron a travs de Sarapilas durante una reunin de sabios. Nosotros, sacerdotes y sacerdotisas, causamos toda esa desgracia! Nuestro maravilloso templo podra an hoy permanecer en pie. El oro de sus columnas brillaba a lo lejos!, empez Sarapilas con voz llena de tristeza. Cierto da, lleg un hombre desconocido, con un gran squito, para hablar con nuestro supre-mo-sacerdote. El haba hecho una larga caminata, y perteneca a un pueblo que se llamaba pueblo de las Mscaras. Ese desconocido se present como sacerdote enviado por una gran diosa, y quienes primero creyeron en l fueron nuestras sacerdotisas... Esas falsas sacerdotisas, hoy, estn muertas... Sarapilas hizo una pausa. Su cuerpo delgado pareca encor-varse como que sometido a un pesado fardo. 57
  • El rostro desfigurado del tentador estaba marcado por una cicatriz. Aunque ese desfiguramiento no nos sirvi de adverten-cia!, comenz nuevamente l. Su ropa era apretada y negra, encubrindolo desde el cuello a los pies. En la cabeza usaba una corona de pequeas y brillantes plumas de pjaros. Y tena el cuello envuelto por una larga y fina serpiente. Los incas expresaron una exclamacin de sorpresa. Una serpiente?, pregunt Jarana, incrdulo. Era de oro y plata!, dijo Sarapilas, explicando. Pero tambin podra ser una serpiente viva, pues ese malhechor era ms peligroso que cualquier serpiente. Nosotros deberamos ha-berlo matado enseguida y no cuando ya era demasiado tarde. Al comienzo el impostor hablaba bastante de su pueblo. Afirmaba que siempre vivieron de acuerdo con los grandes, pequeos y minsculos espritus, participando tambin de las fiestas prescritas... "De pronto todo cambi!," dijo despus el diablo negro. "Rias irrumpieron por causa de pequeas cosas. Tambin con estirpes v