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TOMO II La Villa

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TOMO II

La Villa

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La Villa de Leyva

A la Villa de Leyva

Ha pasado el tiempo duro y vacilante

sólo quedó la huella estampada en los zaguanes

has tenido para siempre el recuerdo de los triunfantes

con arrogancia, eco y paso de titanes.

Tu planicie al pie de un cerro oscuro

donde en termales calentaron el alma los guerreros

allí tus jardines forman nudos

cual paraíso de ratos placenteros.

Tienes una flora de testimonio yerto

que ha sido encanto desde antes del olivo

como fuera el roble, el encenillo, también el camiseto

que al derribarlos se comenzó el martirio.

Es notorio la majestad de tus arcadas

como estampa del silencio humano

donde rendimos reverencia de templos consagrados,

donde se recrea la villa en el azul verano.

Antes que sauces o de olivos aquí habitaba gente

las que con orgullo y con honor se citan

en amplia historia jamás indiferente

como fueron sus caciques Cupaquén y Saquencipá.

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Los que con dolor vieron parcelar sus tierras

afligidos y despojados de su propio ancestro

usurpado por su adversario que se aferra

a poblar y a encerrar con cardos para formar el huerto.

Dividieron el área de los indios en parcelas

sembraron injusticia y la rudeza que se alarga

como aborígenes la razón se les cancela

y se les convierte en bestias de la pesada carga.

Veinticinco años antes Monquirá con su pendón en alto

se siente afligida por su fundación primero

se buscó el puesto de su paisaje grato

de Villa de Leyva la orden con facultades de Venero.

Nuestros indios lloran por el amargo dolor esclavizante

invadidos por gentes de otros mundos

y desnudos soportan el látigo humillante

donde les late el corazón con dolor profundo.

Todo no ha sido en esta villa de color de rosa

ni tampoco ha sido de mieles que el olivo amargo

sólo el que sufre analiza en cada cosa

donde se observa la tristeza que su pasado guarda.

Es aquí donde la historia recuerda todavía

placeres, duques, marqueses, poetas y escritores

donde nunca ha faltado ventaja, error y tiranía

tierra que siempre ha vivido entre oprimidos y opresores.

Villa, hoy quiero que recibas el recuerdo de tu hijo amado

pero siento con el recuerdo de tu leal firmeza

hoy más que nunca me siento de ti enamorado

por eso Villa de Leyva, te llevaré siempre entre mis brazos.1

José Melquisedec Cortés Cortés

1 Poema publicado en la obra: José Melquisedec Cortés C. Remembranzas de mi tierra. Villa de Leyva,

1999.

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La Villa a principios y mediados del siglo XX

1928

“La primera impresión que hiere el alma, al divisar la Villa de Leiva, es

melancólica, llorosa. Aquellas colinas desnudas, aquel terreno amarillento,

aquella vegetación raquítica, estrujan el corazón…De los tesoros naturales y bien

conquistadas glorias de la Villa de Antonio Venero de Leiva, hoy no queda sino el

recuerdo. El trajín y bullicio que ensordecían, hace dos siglos, sus habitantes, que

tantos eran han sido reemplazados por la inmovilidad y silencio de los mausoleos

(…) la efervescencia democrática niveló con los suelos la casi totalidad de sus muros

y profanó en usos indignos, las estancias de algún modo consagradas por sus

misteriosas reuniones, llegando el humo y hollín que tiznan sus paredes(…)Por las

calles, que en parte conservan la firmeza del secular empedrado, discurren las

sombras, las sombras tan solo de los conventuales de San Francisco, San Agustín y

San Juan de Dios (…)De aquella vida de siglos que fueron, queda un vestigio y síntesis:

el Monasterio de las Descalzas de Nuestra Señor del Carmen”. 2

1952

“Más allá tras el follaje de los sauces solápanse las ruinas del caserío

denunciando la grandeza pretérita. Plantas rastreras se propagan por los vencidos

muros y crecen en contorno hostiles bosquecillos de cactus. En medio de esta

gris confusión de casas caídas y de verdura, suplicante alzan su blanca

geometría las torres de los templos recién enjalbegadas de los templos (…) No se

ha apagado aún en Leiva el eco de los últimos cantos de la Colonia y todavía

persiste en su fisonomía provinciana ese color católico (…) Hay un penetrante

olor a incienso, a hierbabuena y a tomillo que sube de los patios soleados de los

conventos (…) En la monótona aridez de sus ruinas, casi ya convertida en polvo

2 Pablo Desantiago. C.M.F: Membranzas de la Villa. Tip. Voto Nacional, Bogotá, 1929

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de siglos, la ciudad mantiene ese sello castizo de sus orígenes, ese vaho de

antigüedad remota que aprestigia sus muros y recubre de paño misterioso los

ornamentos deshechos o las imágenes mutiladas de sus capillas (…) La ciudad se

levanta adherida así angustiosamente a una tierra que le comunica la

insobornable rigidez de sus líneas (…) La vida se ha detenido en su curso como

sorprendida, de pronto, por cataclismo secular que envolvió en cenizas sus muros

(…) Antes, mediada la Colonia, todo era bullicio y movimiento en el ámbito de

este valle paradisíaco. Llegó a ser el cruce de caminos más importantes de

caravanas que iban y tornaban de la planicie santafereña a la Capitanía de

Venezuela, su población se acreció tanto que excedió, según los cronistas, a las

de centros destinados, por su desarrollo y carácter, a tener más copiosa cifra. Su

producción agrícola alcanzó niveles superiores a los calculados por la Real

Audiencia… (…) Todo aquel aparato de grandeza fue entrando en decadencia

conforme iba muriendo la época dorada de la Colonia (…) El comercio decrecido,

los campos se agotaron y la miseria provoco entonces la lenta emigración de las

gentes (…) Todavía sus mansiones conservan intactas las líneas arquitectónicas

(…) Con cuanta emoción hemos recorrido muchas veces estos sitios ahora

trocados en establos. (…) la casa (del Congreso) se ha derrumbado. Entres sus

escombros ha crecido la hierba donde pacen animales domésticos. Sobre sus

muros rebajados prospera el cactus. El tramo que aún se mantiene enhiesto deja

ver ya las grietas precursoras de su ruina definitiva. Las estancias utilizables que

dan sobre la calle se han habilitado para humildísimo comercio…

Hemos recorrido a Leiva en varias direcciones midiendo casi puntualmente sus

calles. La principal de ellas (…) por julio el tráfago es intenso. Caravanas de

peregrinos acuden de los lugares más remotos en jubilosa romería hasta el

santuario del Carmen (…) De Leiva, de su grandeza, de su pasado histórico no

queda ya sino el trajín de los conventos.” 3

“…esta ciudad que en un tiempo fue grande, está hoy en decadencia. Hay algo

que al mirarla nos comprime el corazón, y es el ver que en donde en un tiempo

lucieron cómodas viviendas, hoy tan sólo se ven paredes derruidas por donde

trepan pencas silvestres. Y son muchas las manzanas que en sus alrededores

podemos contemplar así. Las riquezas naturales de Leiva continúan inexplotadas.

Pero sus gentes son sencillas y buenas, que miran con orgullo las reliquias

históricas que encierra la villa.(…) Y merece, o mejor exige, la atención del

gobierno nacional, para que impida su agonía”. 4

“De la antigua Villa de Leiva no queda nada. El observador puede contar

manzanas y manzanas totalmente destruidas. Parece como si la población hubiera

visto caer una bomba atómica … la vieja casona donde murió Nariño ha resistido el

3 Rafael Azula Barrera: Emoción de la Villa. En: Huellas históricas. Villa de Leiva. Nº 1, diciembre

de 1952. Vol. 1 Bogotá.

4 Lyra del Río: Emoción de la Villa. En: Huellas históricas. Villa de Leiva. Nº 1, diciembre de 1952.

Vol. 1 Bogotá.

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paso de los años, pero ya no puede más…La pieza que habitó Nariño está

destinada para secar maíz y café. De lo alto de una viga cuelga un trapo

desteñido que se nos aseguró ser el emblema de la Patria… En una calle angosta

hay una casa que ostenta en piedra labrada las armas de la Corona de Castilla.

Fue la residencia de la corte virreinal. El viejo caserón, albergue en tiempos idos

de personajes nobles se halla también completamente en ruinas. Hasta hace poco,

los amplios salones estaban destinados para almacenar licores ordinarios…. El

salón principal, con sus amplios ventanales sobre la calle, posiblemente lugar de

fiestas palaciegas, lo ocupa en la actualidad el Concejo de la ex Villa. El edificio

en donde se reunió el histórico Congreso, gracias al empeño de varios vecinos de

Villa de Leiva, está restaurándose afortunadamente. Hace varios meses fueron

iniciados los trabajos que a poco quedaron suspendidos. Fue el Ministro de

Educación doctor Fabio Lozano y Lozano el iniciador de esta obra…retirado él del

Ministerio se paralizó el empeño y no sería extraño que el abandono de los trabajos

consume la ruina del edificio … Le hablan al visitante los vecinos de Villa de

Leiva de los “veneros de galena,” que según algunos análisis, dan el dos por

ciento de plata, y que se tiene por cierto que los vasos sagrados de la iglesia

parroquial y de la del Carmen fueron fabricados con plata nativa de las

minas…Lo cierto es que en la actualidad, nadie sabe a ciencia cierta en dónde están

las ricas minas… el acueducto es desconocido no obstante existir agua potable en la

parte alta de la antigua ciudad; y por añadidura la falta de luz eléctrica hace que

desde las primeras horas de la noche reinen las tinieblas…el llamado hospital, vieja

casona desvencijada que recientemente fue abandonada por los enfermos

amenazados de muerte segura por la lenta caída de paredes y vigas carcomidas

(…) los señores del Concejo y los vecinos importantes de la población, son

denodados paladines de la política y defienden sus partidos aun a costa de la

población que agoniza de abandono y de tristeza (…) La Villa de Leiva ha

desaparecido, pero aún es tiempo de salvar algunos monumentos históricos y de

iniciar serias obras de reparación”. 5

1960

“Hoy es un pueblo melancólico que languidece en añoranzas y pesares a la

sombra del triste saucedal que, en actitud de defensa, guarda compasivo ruinas

de iglesias, conventos y mansiones. Uno que otro edificio… deja adivinar en sus

apariencias la fortuna de otros tiempos. Un fuego invisible calcina implacable el

terreno, va borrando hasta la última huella de vida, y desde el sur avanza

atropellando el cerco de dividivis, cardos y pencos y otros arbustos agresivamente

espinosos que en bravía maleza se adentran por calles y plazas, se cuelgan

desesperados por los agrietados muros, invaden las habitaciones y cubren

irreverentes los seculares empedrados, mientras el ululante viento de la inmensidad

con furia misteriosa golpea sin cesar.” 6

5 Luis Martínez Delgado: La ExVilla de Leiva. En: Repertorio Boyacense, vol. 38 nº. 150-160

6 Fr. Alberto Ariza: Los Dominicos en la Villa de Leiva, 1963

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1968

“El aspecto que presenta hoy en día el núcleo urbano corresponde más a una

índole arquitectónica que se podría llamar“republicana” que “colonial”. En efecto,

en la actual Villa de Leyva predomina la construcción popular adelantada durante

el siglo pasado y en las primeras décadas del presente. Subsisten pocos ejemplos de

construcciones coloniales que no hayan sufrido alteraciones o superposiciones que

hayan cambiado fundamentalmente su aspecto. El encanto y la gracia del conjunto

urbano y de la Villa reside entonces en el sentido de continuidad estética y técnica

con la cual los anónimos constructores de los últimos ciento cincuenta años de la

villa procedieron en su tarea. Así, la ciudad constituye más bien un destacado y

noble ejemplo de un hecho histórico arquitectónico que conviene revalorar: que la

arquitectura y el urbanismo colonial sí tuvieron felices prolongaciones formales y

cronológicas en épocas posteriores a las virreinales”. 7

“Villa de Leyva, es allí donde el paisaje boyacense…cambia con la insólita

solidificación del viento. Ámbito imposible: no absorbe ni destella frescura alguna,

y únicamente los olivos ennoblecen la compostura áspera del campo….es la tierra

del labriego duro y dramático por fuera, aunque en los abismos de su alma se

encuentra lleno de ternura y simplicidad (…) El hecho es que ese paisaje férreo,

diríase tajado con gubia, sirve marco imponente a Villa de Leyva, cuyo blanco de

sus paredones y tapias y el ocre de sus tejados sin sobrecejo de pesadumbre

alguien tuvo que poner a espátula. La “aldea”fue así por muchos años. Pobre,

quieta, ensimismada (…)Más vino el turismo, la fama y, en fin, todo eso se acabó

por convertirla en tarjeta postal. Se olvidó la tradición de la pobreza; se levantaron

palacetes, incluso en su plaza bellamente campesina. Y aquí, precisamente aquí, se

erigió un museo lleno de repulgos, paños de seda escarlata, cintillos de oro y

suntuosa negrura de velludo. ¿Para qué edificar allí, adulterando la noble y

sencilla imagen arquitectónica de esta plaza aldeana, un castillo -sobre el dintel

armas en berroqueña-…?(…)Ha caído, pues, sobre esta aldea, “construida de cal y

silencio,” una falsa tradición(…) que el período histórico dentro del cual se

construyeron o se fueron modificando las casas de Villa de Leyva fue, por lo que

hace a los recursos económicos, pobre. Que no podemos ni debemos vanagloriarnos

de una tradición de palacios y extraordinarias mansiones …” 8

“…es en alguna parte ya llegando a Villa de Leyva, que me siento pasar por unas

línea invisible y que de súbito, irresistiblemente, estoy entrando a otra dimensión de

mi existencia. Aquello me hace pensar en antiquísimas leyendas populares que

cuentan de aquellos parajes encantados, de aquellos linderos, aquellas puertas

invisibles por donde un caminante que anda en busca de algo, traspasa y entra

en una nueva y pasmosa dimensión. Hay una imagen chamanística en la cual un

7 Villa de Leyva. Plan de Ordenamiento Urbano. C.P.U. Universidad de los Andes. Director Luis

Raúl Rodríguez Lamus. Aspectos Históricos-Estéticos: arq. Germán Téllez C. Bogotá, 1968 8 Ernesto Cortés Ahumada: El Barrio de la Candelaria. Banco Central Hipotecario. Bogotá, 1982

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inmenso hexágono, formado por las estrellas más brillantes, centradas en la

constelación de Orión, se proyecta sobre la tierra y traza sobre ella los límites de

un extraño país. Es como un inmenso cristal de roca, una torre prismática de

paredes traslucientes, y dentro de este espacio se operan transformaciones, se

cambian esencias, como en un crisol o en una retorta de alquimista. Quien sepa

penetrar en este cristal y entre al hexágono, se transforma, cambia y comienza a

ver las cosas en otra luz, con distintos ojos (…) El que mire de adentro hacia

afuera ve un horizonte más despejado.

Tal vez es la luz, esa luminosidad tan especial del valle de Villa de Leyva, que

contiene la llave del encanto.. (…) Aquí el tiempo y el espacio se unen. Se confunde

la dimensión geológica, con la prehistórica y con la astronómica. Y el ser

humano se queda pasmado entre el fósil y la vía Láctea. En ninguna parte he visto

brillar más a Venus. No es de extrañar que el Valle de Villa de Leyva haya

significado tanto para los aborígenes de antaño, para las órdenes religiosas

contemplativas”. 9

“La primera vez que llegué a la Villa de Leyva, no estaba preparado para el impacto

que mi espíritu iba a recibir al desembocar en la enorme plaza por uno de sus

costados (…) Mi ánimo quedó como en trance suspendido, degustando dos grandes

impresiones: la grandeza y el silencio. (…) El silencio brotaba de las piedras y

estaba prendido en los muros y en los techos; silencio de escucha más que de

vacío, silencio de acogida como el de una bienvenida que cabalga en el viento. Y la

grandeza era, la grandeza de lo bello manando de los elementos modestos: piedra,

madera, cal y barro; nobles pero auténticos, y porque ausentes allí la pretensión o la

desmesura que son las máscaras del engaño. En suma la grandeza de lo humilde y

de lo pequeño, que se convierte en grande porque cada cosa está en su puesto

adecuado (…) Si se habla de un microclima físico en este lugar, y si el barón de

Humboldt creyó encontrar aquí el más agradable clima de todo el Nuevo Mundo,

podría hablarse también de un clima espiritual o un clima de interioridad envolvente: y

tal fue lo que experimenté desde el primer momento de mi encuentro con esta Villa y

sus alrededores: montañas, desierto, vegas y olivares, sincronizados en armónico

conjunto y habitados por hombres amables(...) por sus cualidades creo que se podría

calificar este lugar como localidad monástica y como zona mística (…)que hace de

éste, uno de esos lugares totalmente otro y diferente, que es susceptible de hacerse de él

no simplemente uno más, sino precisamente El Lugar. Uno de esos lugares por

antonomasia, y como dijo Juan de Castellanos: tierra de bendición, clara y

serena”. 10

“Se entiende que seres privilegiados vayan allí en busca de ese algo indefinido

ofrecido por Villa de Leyva para el reposo del cuerpo, el sosiego de la

inteligencia, el remanso del espíritu y la elación anímica, factores para ese estado

9 Gerardo Reichel-Dolmatoff, prólogo para la obra “Villa de Leyva” de Gonzalo Canal Ramírez,

Canal Ramírez Antares. Bogotá, 1981 10 Eduardo Monzon-Aguirre., OSB (Monje Benedictino, prólogo para la obra “Villa de Leyva” de

Gonzalo Canal Ramírez, Canal Ramírez Antares. Bogotá, 1981

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de alma sacramental en que la Villa lo va sumergiendo a uno cuando se adentra

en su intemporalidad y en su inespacialidad, cuando uno descubre ese efluvio

que le va penetrando por los poros, hasta el corazón y el cerebro, hasta sentirse

en otra época y en otra parte. (…) ¿Y por qué la Villa atrae especialmente a los

jóvenes y a los maduros? Villa de Leyva tiene, como ciertas mujeres y ciertas

urbes, su propia y peculiar seducción (…) Villa de Leyva es apenas el centro del

fenómeno feérico. La periferia en círculos concéntricos hacia ella o de ella, es

parte integrante del todo cabalístico.(…) Como en la Villa de Leyva los

elementos de la crítica y del análisis no están bien establecidos usted es libre de

fabricar su propia interpretación(…) En la Villa no hay tiempo ni espacio

descifrables. El escenario no se parece a ninguno y el tiempo se detuvo varios

millones de años antes, aunque la colonia española intentara removerlo. Si

fuéramos a usar formas adverbiales, no cabrían sino dos: siempre, ahora…” 11

Su Arquitectura

“A partir de su fundación a finales del siglo XVI, la Villa de Leyva ofrece un

desarrollo histórico calificable como ´normal´ en el contexto de lo ocurrido en la

región boyacense (…)Si bien existe prueba documental sobre repartos de tierras

subsiguiente a la fundación, no hay evidencia de ninguna clase que pruebe que luego

de esa repartición se cumpliera en más de un 25% a 30% el mandato de construir

sobre los predios recibidos por parte de los pobladores españoles. En la actualidad no

es posible determinar con certeza absoluta cuánta construcción de los siglos XVII o

XVIII sobrevivió a la inercia socio-económica característica del período colonial; a

los movimientos sísmicos, o a la cuota de desidia y abandono presente en todo

conjunto urbano de la época. Los títulos conferidos por las autoridades coloniales a la

Villa de Leyva, tienen un carácter más simbólico y burocrático que otra cosa y no se

pueden tomar como indicios de grandeza arquitectónica o crecimiento físico. La

documentación colonial sobre la provincia de Tunja tiende a señalar para la Villa de

Leyva un proceso muy lento (por no decir estacionario) de crecimiento demográfico y

económico, amén de cierta pobreza en materia de renta y rendimientos de capital.

Quedaría fuera de cuestión toda riqueza extraordinaria para el modesto poblado del

siglo XVIII, dormido entre escasas sementeras y olivares clandestinos. Para el final del

siglo XVIII, ni la mitad del total de manzanas originalmente repartidas entre los

pobladores españoles había sido ocupada o construida. De igual manera los sucesivos

censos coloniales no llegan a señalar, aún con proverbial optimismo numérico que

los caracteriza, más de 3.000 almas para toda la población, y apenas algo más de

4.000 incluyendo las veredas y corregimientos. Los hitos urbanos de la Villa serán

obra exclusiva del clero regular y las órdenes monásticas, al construir unos pocos

templos y conventos. El contexto urbano quedará establecido por un número

restringido de humildes edificaciones domésticas sin que entre ellas llegase a existir

ninguna calificable de sobresaliente(…)La existencia de la villa ha sido

permanentemente plácida y lenta, y el tono general de su carácter urbano refleja

justamente esta condición (…) La conservación del contexto urbano de la ciudad se

11

Gonzalo Canal Ramírez: “Villa de Leyva”. Canal Ramírez Antares. Bogotá, 1981

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debe precisamente a la quietud socio-económica que le cayó en suerte durante la

época formativa de la república. (…) La muy rigurosa relación entre causa y efecto

en la historia urbana de la Villa de Leyva está expresada en los fenómenos. Gran

parte de la dificultad para identificar como colonial a más de una edificación estriba

en que esa arquitectura vernácula no presenta ningún fenómeno evolutivo ni en lo

formal ni en lo tecnológico, por lo que una casa leyvana de finales del siglo XVII

puede perfectamente pertenecer también a la segunda mitad del siglo XIX (…)El

conjunto urbano de Villa de Leyva presenta las características usuales y comunes a

toda la producción arquitectónica de la época colonial en la Nueva Granada: Una

absoluta unidad estilística, producto de un convenio social respecto de los recursos

formales y técnicos aplicados a la arquitectura y de las limitaciones impuestas por

el sistema económico predominante en la época… Presenta la indudable virtud de

su pureza formal…El siglo XIX y comienzos del XX tendrán en Villa de Leyva una

acción arquitectónica epidérmica primero, cambiando buena parte de los recursos

de carpintería y decoración de época colonial, y luego erigiendo unas pocas casas

más, que difieren marginalmente de sus congéneres de época colonial (…) Se

comprende así el terrible efecto cuantitativo y volumétrico que algunas

edificaciones contemporáneas de gran tamaño han tenido en el tenue y frágil contexto

de la Villa y la grave amenaza que la arquitectura contemporánea tal como se

entiende y se practica en Colombia constituye para la ciudad. Por suerte éste

peligro solo se ha plasmado hasta ahora (1982) en ejemplos tales como la nueva

Escuela Normal…el hotel “Duruelo” y tres o cuatro casas nuevas de gran

tamaño…Bastarán dos o tres edificaciones más de gran tamaño para pervertir

completamente la índole ambiental de la ciudad”. 12

Cuentan los habitantes

“La Villa de Leyva es misteriosa…su misterio está en esos cerros de Iguaque, está

también en la plaza y su campana que era la que más cantaba, se oía hasta Iguaque.

La Villa de Leyva, enantes, en 1914, eran unas pocas manzanas, era todo reducido a la

plaza grande empastada y, allí, había unos árboles grandes: herrerunes, conservos,

olivos, mucho árbol, mucha chichería, un buen mercado y un cabildo antiguo español

de dos pisos, que después derribaron para pasar una cosa de justicia ahí; por ser liberal la

Villa estaba deteriorada, olvidada, poco viviente, pero con el doctor Olaya empezó a

progresar; todo cambió ya cuando hubo carretera y echó a llegar otra gente”. 13

“En 1916, el pueblo era muy bonito y había muy poca gente porque, decían que

después de la guerra, la gente quedó muy pobre y aquí no tenían en qué trabajar los

muchachos; así se fueron saliendo las familias a buscar la vida en otra parte y quedaban

las casas con los solares puro desocupadas. Siquiera volvieron a levantar el pueblito

12

Germán Téllez y Ernesto Moure: Villa de Leyva-Sáchica. Zona Histórica. Estudio Analítico y

Reglamentario. Corporación Nacional de Turismo. Bogotá, 1982 13

Maximino Alfonso Bautista q.e.pd.

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porque eran las paredes todas caídas, los habitantes no aparecían; unos se murieron y

otros se fueron”. 14

“El pueblo estaba muy decaído, mucha gente emigró a Bogotá a educar los hijos y las

familias se fueron casi todas a Bogotá y Tunja; entonces, empezaron a abandonar las

casas y estas, a caerse; el pueblo empezó a cambiar cuando empezó a reconstruirse”. 15

“Hubo una época que Villa de Leyva casi se iba a terminar, eran caserones de adobe y

unos tapiales; por allá por el año cuarenta y cinco, las calles eran llenas de pasto, polvo,

pantano, malos pasos, no había sardineles, se echaron a caer las casas, otras estaban para

caerse y no había quién las parara. Rojas Pinilla le dio vida al pueblo, lo restauró,

porque más antes se estaba terminando; después, hubo una remodelación y echaron a

llegar los turistas y compraron sus pedazos de tierra”. 16

“Villa de Leyva era abandonada, a suelo limpio, con casitas de paja hechas en adobe

por el lado de la plaza de mercado y por la escuela urbana; el resto eran barrancos y

todo abandonado. Los terratenientes eran las familias Neira, Quintero, Morales,

Jiménez, Ruget, Husid”. 17

“El pueblo era chiquitico, no era sino hasta donde está la casa del general Nariño y del

hospital de para acá, cogía todo San Marcos y para el lado del cementerio; y en el barrio

Santander, no existían sino unos barrancos y, cuando estuve estudiando, nos íbamos allá

a comer maíz tostado y a jugar al bocholo y a los mararayes. Las casas eran de adobe y

de cumbrera, de limatón que se llama, habían dos casas antiguas de dos pisos en el

marco de la plaza, y de resto eran casas pequeñas de tapia y de bahareque; no había

empedrado tampoco; y para transportar el agua a la pila, era por un acueducto de piedra,

unas piedras taladradas y pegadas con calicanto, y la gente cogía el agua con caña”. 18

“La Villa fue importante, después ya vino el asunto de los gobiernos y ya se fue

decayendo, quedó muy abandonada. La Villa era muy pequeña, tenía solamente las

cinco iglesias que existen y la plaza; de resto, eran unos solares con paredones de tapia

pisada, adobe y penco por encima; y los cerdos andaban sueltos por las calles, llegaba

cualquier persona con dos o tres burritos y los amarraban en la calle, no había aprecio de

la Villa de Leyva pa’ lo importante que es hoy. En 1950, vino a hacerla revivir el

maestro Pérez, él fue el que ya tomó a dibujarla, a hacerla conocer; el general Rojas

Pinilla, siendo oriundo de la Villa de Leyva, apenas nos dejó una reconstrucción que

hubo de la casa de Juan de Castellanos y la casa de la Fábrica de Licores y, eso sí,

monumento nacional”. 19

“Leyva era todo de paja, en esa época, había como tres mil habitantes en todo el

municipio y en el pueblo poquitos; la gente tenía por ahí sus casitas pero se venían todos

14

Aura María Borrás de Páez 15

Miguel Arturo Ruget S 16

Manuel Rodríguez 17

José María Cubillos 18

Julio Edgar Cortés 19

Noé Leví Cortés C

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para el campo a trabajar. Y como no había zapatos, aquí se andaba con una vainita que

se llamaban quimbas o lanchitas, los sombreros eran de ramo y para la ropa, aquí no

tejían, en Samacá tejían lienzo y se hacía muy buena ropa”. 20

“Leyva era más o menos las mismas casas que hay ahora en la plaza; la casa-museo

Acuña era de un solo piso y luego le hicieron el segundo; solo teníamos muy pocas

casas, la casa donde murió Nariño, donde nació Ricaurte. Las calles eran con pasto, el

mercado era en la plaza y no había nada de turismo; recuerdo que se principió a hacer la

casa municipal21pero no se terminó, tenía un corredor y lo de abajo fue lo que se cambió;

había un corredor en el segundo piso, era una baranda, había oficinas, tal vez el juzgado;

y de ahí para abajo, paredes con tejas era lo que había”.22

“Cuando yo conocí Leyva, en 1925, esto eran solo ruinas, era todo empedrado con una

piedra chiquita y de canto, pero ya se iba acabando ese empedrado y había solo parte en

las calles. La casa del Primer Congreso23 estaba caída completamente ya, no tenía

puertas, no tenía ventanas ni escaleras, solo eran unas cocinas viejas y mero humo; y en

la parroquia, todo eso eran también unas cocinas ahumadas; y la parte de los portales,

esos almacenes no tenían puertas, eran ruinas ya de cocinas ahumadas; y así, por lo

regular, todas las casas.

Las mejores casas que dejaron los españoles no existían ya; y de eso no existe sino la

casa de la esquina de abajo, la de un solo piso que el techo es quebrado; dejaron otra en

la esquina de la plaza y otra donde es la alcaldía y también San Agustín y San Francisco,

eso fue lo que dejaron. Pero también está la casa de Vargas Vila, la casa de Ricaurte, la

casa de Nariño, el convento de los curas dominicanos y el convento de los carmelitas,

que tiene más o menos lo que tengo yo de edad; y mi padrecito, que era carpintero, vino

a trabajar cuando hicieron las primeras obras ahí”. 24

“Me trajeron mis papaes un día sábado, tenía como nueve a diez años, a conocer Villa

de Leyva y, en ese tiempo, no era Villa de Leyva sino Leyva. El pueblo era muy

pequeñito y la plaza grande era pura tierra; y junto a la pila, había una mata de conservo

pero pomposa, hermosamente grande, ahí arrimábamos al mercado cuando veníamos”.25

“Esto no alcanzó a tener cien vivientes en el tiempo que yo lo conocí, la población no

tuvo solución de adelanto, el pueblo era solo el gollete de la plaza; estaba la casa de la

20

Andrés Cortés Cortés y Hermilda de Cortés 21

Se refiere a la casa consistorial. 22

Florentino Sánchez q.e.p.d.

23

El 4 de Octubre de 1812, se instaló allí el Primer Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva

Granada con la participación de representantes y diputados de las provincias. El primer intento por

restaurar la casa lo hizo Fabio Lozano y Lozano, siendo ministro de educación; después, en el gobierno

de Laureano Gómez, el ministro de educación, Rafael Azula Barrera, inició la restauración bajo la

dirección del maestro Luis Alberto Acuña.

24

Alcibíades Robles 25 Adolfo Velásquez

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parroquia, estaba la casa del Primer Congreso pero en ruinas, eso era ahumado, era toda

escombrada y, según los comentarios que se hallaban en ese tiempo, la casa era mucho

más acá de donde está, yo conocí eso y lo ayudé a restaurar ya en mis años de trabajo;

enseguida, venía la casa donde existe la alcaldía que era en ruinas, y vi una restauración

que le hizo a la casa de Juan de Castellanos,26el dueño, Miguel Antonio Borrás; y donde

es la Escuela Anexa, no había población de casas, era un solar grandote.

Otra casa era la de Beatriz Castellanos,27 ahí eran unos artículos de vender chicha, la casa

fue restaurada varias veces, y esa casa era bonita porque tenía toda la geometría de la

antigüedad, tejados quebrados, dos enmaderados; luego estaba la casa de los Morales,

otra casa antigua y seguía otra, no había nada más, meros solares; la población era

raquítica, una casa aquí y otra allá; y eran casas de bahareque y paja de puntero.

El cementerio viejo había sido arriba y al otro lado había una casa de paja; y por el lado

del Duruelo, eran otras casas de paja pero ralitas y los pilonones de lotes. Otra casa vieja

era la de los Jiménez, La Providencia; y donde está la casa de las Ventanas de Hierro,

había unos escombros, una pared grande que dividía un lote de agricultura de maíz y

cebada. Más adelante, el profesor Felipe Salinas, de la Escuela de Ricaurte, tomó eso de

las paredes hacia el sur, donde hoy está el Club de Caza, donde habían unas matas de

olivo, y ahí hizo una granja para enseñarle al alumnado a trabajar en la huerta casera.

En Marmolejo, donde hoy está la antena, había una plaza llamativa para el pueblo darse

su sol y sus oraciones, había una cruz y un zócalo antiguo hecho a puro español, y allá

se hacía la romería del primero de mayo; allá llegaba la gente los domingos para mirar

las pocas ruinas que habían del pueblo y subían por la Laja que llamaban; la Virgen la

26 Actual sede de la alcaldía, construida por el cronista Juan de Castellanos en el siglo XVII. La

arquería está compuesta por doce columnas traídas de Saquencipá, y según la tradición, “representan a

los doce apóstoles”; la casa fue “destinada por él para su capellanía, como lo indica la inscripción

grabada en una lápida de piedra con caracteres latinos, puesta en el dintel de la portada” que

dice:“Que esta construcción sirva de sufragio por mucho tiempo en favor de mi alma, 1607” En

los Portales funcionaron, en época de Juan de Castellanos, diversas tiendas y en su esquina. la Fonda del

Escribano. La casa fue “remodelada” en el siglo XX, por su propietario Don Miguel Ramón Borrás, y

funcionó el Club de Caza y Tiro Antonio Ferro. Juan de Castellanos nació en Alanís, Sevilla, en 1522,

vino a América en 1540 como conquistador y, en 1554, se ordenó como sacerdote en Cartagena; llegó a

Tunja en 1562 y allí murió en 1607. Escribió las “Elegías de Varones Ilustres de Indias,”obra de más de

ciento cuarenta mil versos. En 1579, solicitó al Cabildo de la Villa merced de unos solares que eran

propiedad de Diego de Alvis, compró en la Villa varias propiedades y una estancia con molino en

Sáchica, en la quebrada de Ritoque. En su testamento, de 1604, registra en la Villa: dos fincas, tres

solares juntos hacia la plaza principal, “con construcción de portales de cantería con arcos, y en ellos

ocho tiendas, y a continuación, en los mismos solares, otros edificios de teja y tapias que se van

haciendo,” y según el codicilo, del 24 de noviembre de 1607, “estoy edificando de presente en la Villa

de Nuestra Señora de Leiva…unas casas que han de ser altas, mucha parte de ellas ya edificadas.”

(Fr.Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva). En la Villa vivía su yerno, Pedro de Rivera,

esposo de Jerónima Castellanos, padres del sacerdote secular Gabriel de Rivera Castellanos, dueños de

varias propiedades en la Villa y de una estancia sobre la margen occidental del río Suta, quebrada de

Riveras, adquirida a los herederos del encomendero de Suta, Pedro de Santana, que después heredaron el

presbítero Gabriel y Alonso de Castellanos, nieto y sobrino de don Juan.

27

Se refiere a la casa del Hotel Marqués de San Jorge

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colocaron cuando se construyó el Duruelo. Donde están los pinos, vivió gente y se

sembraba maíz y huertas caseras; el viviente ahí se llamaba Sixto Montañés, que era

Iguaque, y trabajaba con el municipio barriendo la plaza y cargando la basura para el

basurero que era donde está la Caja Agraria, que tenía muchas fachadas iniciadas en

piedra. Después un alcalde, Felipe Sánchez, recogió toda esa basura, unos montonones

recogidos por años, y se la llevó para los chircales para mejorar la producción de los

olivos. En mi juventud, Leyva era muy abastecida, aquí se agricultaba nada más trigo,

cebada, maíz, alverja; y eran grandes casonas y poca gente”. 28

“Villa de Leyva era un pueblo al que no se le veía progreso por ningún lado, no había

ninguna fuente de trabajo, únicamente la agricultura; empezó a tener progreso con la

hegemonía liberal. En ese entonces, la economía eran los impuestos de almotacén que se

cobraban en la plaza por la venta del trigo, la cebada y del ganado; la caja de trigo o de

cebada se vendía a ocho o diez pesos, no era por arroba, y el impuesto era un peso o

cincuenta centavos; otros impuestos, eran el del dividivi y el de la minas de yeso de los

Botero y de la lomas de Monsalve, esos eran los principales ingresos de Villa de Leyva;

antes, eran las rentas del resguardo, las rentas de la chicha, que valían unos quinientos o

mil pesos y eso era un impuesto importante.

El progreso de Villa de Leyva se le debe a Carmen Rosa Morales, que trajo la luz a

Villa de Leyva, y a Joaquín Cuellar, que logró la pavimentación de la carretera de Villa

de Leyva- Sáchica. Me acuerdo que estaba en la alcaldía y vino el doctor Lleras a Tunja,

fuimos con Joaquín a verlo, y él le entregó un pergamino con todas las necesidades de

Villa de Leyva; el doctor Lleras le dijo que no podía hacer todo lo que le solicitaba, pues

la situación del país requería la suspensión de muchas obras, pero le prometió la

pavimentación de Tunja a Villa de Leyva”. 29

“A Villa de Leyva lo conozco desde que tenía siete años y de esa edad uno se acuerda

divinamente de todo, porque sino se acordara entonces no aprendía lo que le enseñaban

en la escuela; tengo setenta y nueve años, yo fui nativo de Gachantivá pero estoy

habitado30acá desde 1951; y como esto era una plaza de toros y allá no se veían, mis

padres me traían a mercado desde cuando yo ya podía caminar, por eso yo me acuerdo

cómo era Villa de Leyva.

Cuando edificaron a Villa de Leyva la hicieron muy grande, eran ochenta y seis

manzanas, y esta plaza grande que es la principal plaza de Colombia; pero lo que pasó

fue lo siguiente, a mí me explicaron en la escuela: en 1895, hubo una guerra de los dos

partidos y los señores conservadores ganaron; Villa de Leyva, todo el municipio, ha sido

toda la vida liberal, aquí no habían más que seis u ocho conservadores, entonces la gente

se fue y quedó abandonada; al dejar abandonado, la agüita cogió y tumbó las paredes de

las casas, que eran todas en adobe y tapia pisada, y apenas quedó el centro.

28

Félix Torres 29

Luis Madero 30

Residenciado.

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Esto era muy bonito, en ese tiempo había mucha religión, habían cuatro iglesias, la de

San Francisco, El Carmen, la Catedral y San Agustín; Villa de Leyva era un estilo

colonial antiguo, uno pasaba por una calle y uno veía sus ventanas, sus barandas, sus

puertas bien hechas; pasaba por otra, lo mismo; ahora todo es diferente porque, como

los de acá no éramos pudientes pa’ edificar, han venido gentes de otras partes y han

edificado a su gusto y se han tirado mucho el estilo colonial, la estética del pueblo.

Lástima que lo hayan dañado, ya hasta las piedras se acabaron; donde es el Banco

Agrario estaban edificando la casa municipal, era todo en piedra labrada, puertas y

ventanas, y en el portón tenía la figura del diablo lo más de bien hecha en piedra, pero

tumbaron toda esa vaina; era en piedra, como labraban los antiguos indios, cuando los

antiguos edificaron a Villa de Leyva”.31

“Antes de venir ya tenía un conocimiento de la Villa por mi padre, él contaba que

esto era muy árido y que no se daba nada; después, leí un libro de Caballero Calderón,

donde decía que Leyva estaba abandonada, que era como una mula muerta a la orilla de

un camino; y en la región, se decía que aquí había mucho leproso.

Cuando llegué a Villa de Leyva, mi impresión fue la de un pueblo donde había gente

y familias muy decentes, el campesino era respetuoso y de una honestidad absoluta;

todo era abierto, la gente era amable y había educación primaria en las escuelas, aunque

no había cultura avanzada; me impresionaba, también, que había mucha cultura política,

no había nunca un altercado o violencia, perfectamente distinto a Chiquinquirá; la gente

no peleaba por nada y, además, aquí mandaba un solo partido, solo habían diecisiete

conservadores, pero no los molestaban por ser minoría; después vino la violencia y aquí

le dieron muy duro. Había mucha más paz, más seguridad y tranquilidad, no había

hippies, no había drogas ni borracheras... era un pueblo perfectamente tranquilo y ahora

la plaza es con una música estridente, eso nunca antes se escuchaba”. 32

“Conocía Villa de Leyva porque, por aquí, había pasado en mis años de estudiante y

me enamoré de este lugar…Villa de Leyva, en 1954, entonces todavía tenía muchísimos

rezagos de su antigua decadencia; es decir, aquí se podían ver todavía cuadras y cuadras

enteras de ruinas, ver uno un paredón y arriba un pedazo de balcón y abajo un portalón y

lo demás ruinas, eso eran ruinas y ruinas; parecía que habían echado la bomba atómica,

esa era Villa de Leyva; sin embargo, había este encanto de la vida pacífica y de la

tranquilidad.

Yo tenía gran amistad con Rafael Azula Barrera; él me dijo: ¿ te atreverías a hacer algo

en la casa del Congreso, en Villa de Leyva, que está hecha una ruina?, entonces le

acepté, vine y lo hice; cuando vine a restaurar, el concejo municipal me pidió un

memorando de lo que, en mi concepto, se podía hacer para mejorar el pueblo y el

concejo lo siguió muy al pie de la letra, eso me valió que tuviera que salir de aquí cuanto

antes. Yo volví después de muchos años, y creo haber tenido gran participación en lo de

la ciudad; claro que hice algunas cosas que, luego, los arquitectos, por lo menos un

31

Miguel Arturo Sanabria 32

Alfonso Páez y Aleja Rodríguez de Páez

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grupo de aquí, se me echó encima ferozmente porque yo hice esa arquería, lo que llaman

el jardín de los próceres, que eso era una tapia de adobe bajita donde la gente hacía sus

necesidades y volvían a su mercado, un muladar espantoso; también, restauré

completamente, y por encargo de Telecom, la Real Fábrica de Licores33 y puse esa

fuente; el municipio me encargó la restauración del convento de San Francisco, la parte

de adelante, e hice un mundo de cosas aquí: unas del gusto de la gente, otras contrarias,

pero hice lo que creía debía hacerse; antes iba a hacer otras cosas, pero, por lo de la

tumbada de los árboles de la plaza, me tocó salir”.34

33

La Real Fábrica de Aguardiente, ubicada en la calle 13 con carrera 8ª, se estableció en 1779

(funcionó tres años en Tunja) en una casa aportada por la villa. Fue adecuada por el maestro Andrés

Moreno, que hizo la traza de la fábrica de aguardiente de Guadalupe (Santander). Inicialmente fue

una casa de un piso, “la cual fue adaptada y ampliada progresivamente, en la medida que el aumento

en la demanda obligó a incrementar la producción, generando nuevas dependencias, hasta la

confirmación volumétrica y espacial de la actualidad (…) Sobre la calle de la Real Fábrica se localiza

el cuerpo principal y más antiguo, conformado en la primera planta por el zaguán de acceso y

dependencias para uso administrativo, en la segunda planta, sobrepuesta más tarde, se localizaban

los aposentos privados del administrador (…) posteriormente… se construyen volúmenes

perpendiculares al cuerpo principal formando la U, comenzando a definirse el patio central…luego se

construyó el volumen sur, que conformaría definitivamente el patio de labores (…) Al extremo sur de

la edificación se crea el patio de leñas.” (Felipe González. Investigación: Pontificia Universidad

Javeriana, Instituto de Investigaciones Estéticas: La casa de la Real Fábrica de Aguardiente de la

Villa de Leyva. Telecom.)

En 1784 es arrendada por seis años a Francisco Rodríguez. En 1791 se construye el canal de

conducción de aguas a los alambiques. En 1791 es administrada por D. José Ruiz Bravo y entre 1796

y 1807 por D. Pedro Borrás. En 1806 se construyen nuevos espacios para la producción y en 1809

se le hacen nuevas reparaciones. La fábrica funcionó hasta 1821 en que se expide la Ley sobre el

desestanco de los aguardientes. La casa, a través del tiempo, tuvo diversos usos y sufrió numerosas

intervenciones y alteraciones, principalmente “agregados volumétricos” y adiciones a su estructura.

Entre 1920 y 1938 funcionó como cárcel, escuela y salón de cine. En 1952, por solicitud del ex

ministro Azula Barrera, se llevan a cabo algunas intervenciones y, en 1956, es “restaurada” por el

maestro Luis Alberto Acuña con fondos suministrados por la Empresa Nacional de Telecomunicaciones,

en el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla y empiezan a funcionar ahí las oficinas públicas,

telégrafo y correo; entre 1982-83, la alcaldía y, entre 1982 y 1989, el juzgado, la notaría, la biblioteca

municipal y las oficinas de Telecom. Entre 1991 y 1994 es restaurada por Telecom, y el diseño del

proyecto de restauración es adelantado por el Instituto de Investigaciones Estéticas “Carlos Arbeláez

Camacho” de la Universidad Javeriana. A partir de 1994 funciona la oficina de Telecom. (Fuente:

Felipe González. Investigación: Pontificia Universidad Javeriana, Instituto de Investigaciones Estéticas:

La casa de la Real Fabrica de Aguardiente de la Villa de Leyva. Telecom)

La destilación, comercialización y consumo de aguardiente de caña aparece en el Nuevo Reino de

Granada a mediados del siglo XVII por medio de la Real Cédula de 14 de septiembre de 1736, en que

autoriza el estanco y la creación de las Reales Fábricas de Aguardiente; a partir de 1776, bajo el período

del virrey Flórez, estas son controladas por la Real Hacienda y se reorganizan las rentas de aguardiente y

tabaco. (Fuente: Felipe González. Investigación: Pontificia Universidad Javeriana, Instituto de

Investigaciones Estéticas: La casa de la Real Fábrica de Aguardiente de la Villa de Leyva. Telecom)

34

Luis Alberto Acuña q.e.p.d.

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17

“En el catálogo de mi exposición,35 afirmé que soy víctima del embrujo de este pueblo,

me despertó infinita sensibilidad y romanticismo; era el año 1955 cuando llegué por

primera vez, invitado por el maestro Luis Alberto Acuña, para pintar un mural en la

casa del Primer Congreso. En mi memoria está que, de niño, para mí era un sueño

conocer Villa de Leyva y cuando vine, la encontré tal como me la imaginé: ruinas y

quedé preso en los muros viejos de este pueblo. Llegué por un camino lleno de polvo,

pero era una esperanza poder ver a Villa de Leyva desde lejos, fue una bella

impresión porque la entrada por Arcabuco dejaba ver la típica aldea, un caserío, donde

aún no había llegado el cemento.

Mi primera impresión fue la plaza principal con unos árboles lánguidos, tristes, pero

bellísimos, una plaza donde llegaba el agua de la Cajita a través de unos tubos en

piedra labrados; el pueblo apenas era una manzana alrededor de la plaza, de resto solo

muñones de muros viejos, derruidos; las tres placitas que habían eran parqueaderos de

animales, de burritos; la plazuela de San Juan de Dios era totalmente lejana, con

ranchos de paja, y en la plaza principal era el mercado.

Luego empecé a conocer a la gente, muy bella gente, gente que se ha muerto ya;

me permitieron conocer casi todas las casas, cosas que ya no existen, por ejemplo:

la casa del Marqués de San Jorge con su patio; la casa de José Antonio Sáenz con

su columna en piedra, en la esquina de la plaza, era bellísima; y hasta hace unos

veinticinco años, tenía el formato de la repartición de solares del siglo XVI36 y el

cuarto de manzana exacto, tenía en ruinas los muros pero estaba completica, no habían

vendido un lote, no le habían cambiado una teja, ¡era mejor conservarla caída que mal

restaurada!, esa casa la destruyeron. Me impresionaron mucho los patios; el de la iglesia

mayor, el de San Agustín, el de San Francisco…pero todo eran ruinas y casonas

particulares que les habían hecho una completa metamorfosis, eso era lo poco que

quedaba como ejemplar; también habían otras: esa casita al frente de San Francisco, por

la calle, es de lo poco que queda, es lindísima, está por dentro llena de humo de carbón,

llena de ese sueño del pasado, ¡no sé qué se podría hacer para conservarla! pero está

destinada a venderse, a destruirse; otras casas importantes eran la casa bajando de La

Roca, que era preciosa; la del molino de los Espitia, bellísima, pero la volvieron

pedazos; había una casa muy linda, que decían fue de Juan Otálora, y llamaron casa del

Fundador pero la destruyeron, también, los mismos dueños; para mí, no queda ni un

diez por ciento de lo que había. En la plaza quedaban también unas casas viejas, como

la de Vargas Vila, que le sigue a la de Acuña, y otra, hacia el sur, que fue de una

familia Solórzano que daba hasta la esquina y fue interrumpida por una casita ahí muy

feíta; la casa de Tulio Jiménez también es nueva, esas casas, creo yo, ya estaban en

35

Exposición organizada por la Alcaldía de Villa de Leyva y realizada en el Convento de San

Francisco , con motivo de su re-inauguración como Centro Cultural, entre el 15 y el 23 de Abril del año

2000.

36

Los españoles utilizaron para el trazado de las nuevas ciudades un “trazado damero y un plano

hipodamico para su construcción” Este trazado tiene la forma de un tablero de ajedrez, en el

centro la plaza y alrededor manzanas con cuatro cuadras con una longitud de 100 varas (80 metros)

por cada cuadra. Tiene un sistema ortogonal, formado ángulos rectos.

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ruinas en 1900. La casa cural era de una planta, no sé cuándo le crearon los dos pisos;

la casa de los Quintero era de una planta, era una casa de principio de siglo pero tenía su

carácter. Después de la casa del cabildo, o sea el banco, estaba la casa de la alcaldía; la

alcaldía estuvo en donde hoy es la Caja Agraria, había un proyecto de construcción y

había una plaquita que decía 1926, eso debió ser un alcalde de apellido Dueñas, el

mismo que dañó la casa de Ricaurte en la misma fecha. Gente vieja, muy culta, me

contaba que ahí era la alcaldía, incluso, un señor me dijo: yo estuve preso ahí; Flaminio

Forero Perry, el dueño de la casa de los virreyes, también me contaba eso; y un

odontólogo, de apellido Solórzano, me invitó a Cucaita para que viera una casa y me

dijo: haga de cuenta que está viendo la alcaldía de Villa de Leyva. La casa del

cabildo permaneció y la de la alcaldía la tumbaron; no existen documentos sobre que

pasó, no sé cómo fue la cosa, pero casi que hubo que dejarle ese lote de la casa

consistorial a la Caja Agraria; en ese momento, Villa de Leyva era más agrícola que

turística, estaba Pedro Restrepo Peláez de alcalde, y vino una especie de amenaza al

municipio, que la Caja Agraria se iba, pero ya se había hecho la gestión jurídica para

hacer un cambio de lote entre el municipio, dueño del lote de la casa consistorial, y

Bavaria, dueña del lote donde está la policía.

Me impactó mucho el entorno, la zona erosionada es realmente impresionante; recuerdo

que en una revista Cromos, del año cincuenta y cinco, el autor decía que no había

podido soportar la erosión, la soledad de este pueblo; en esa época no se sabía que esto

era un emporio de fósiles, que era un emporio de fuertes vientos que todo lo

erosionaban, donde las piedras se detenían como hongos parados. …” 37

“La primera imagen que tengo de Villa de Leyva, era de un pueblito pequeño que

estaba completamente en decadencia; tanto que ya no existía la Oficina de Registro de

Instrumentos Públicos, la habían quitado porque se había ido a menos el pueblo; las

casas estaban en ruina, las cercas de los solares se habían desplomado, había bastante

descuido en el aspecto general, a pesar de que existían sus iglesias y sus plazuelas,

todo estaba en tierra, habían unas calles empedradas ahí en la plaza principal, como la

que quedaba frente al juzgado antiguo donde hoy está el Banco Popular, la calle

Caliente estaba empedrada en laja”.38

“En esa época, una amiga que llegó a visitar a Leyva me decía:¡cómo siento de tristeza

de ver a Leyva, lo que no está caído está en juicio de sucesión!”39

“A Villa de Leyva la conocimos completamente arruinada, en la plaza principal se

hacía el mercado y las fiestas, ahí se centraba todo y bajaba todo mundo a tomar chicha

en la casa que hoy es de los Pastrana,40 y a la otra chichería que era en la casa del

Congreso. La casa de Nariño y el convento de San Francisco eran unas ruinas. Esto era

una población de construcciones sencillas por el español que vivía acá; y cuando Rojas

decretó monumento, que se debía restaurar conforme al original, el maestro Acuña que

37

Antonio Pérez Vargas 38

Vicente Rodríguez 39

Leonor Borrás de Rodríguez 40

Se refiere a la casa de la familia Uribe Arango.

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tenía la tendencia de meter otro estilo español, se puso a pintar escuditos y adornos y no

hubo quién lo frenara”. 41

“Cuando llegué a la Villa en 1955, me pareció un lugar bonito, sencillo, apacible; era

despoblado pero sus calles tenían unas bardas lindas y detrás estaban las casas, ¡qué paz

la que se respiraba en ese entonces!; y siendo joven no sentí esa nostalgia de que aquí no

oyera una música, no había televisión, y la gran diversión era escuchar la radio”.42

“De todas maneras, para Tulio Cesar Jiménez Barriga, lo más importante fue haberle

devuelto a la Villa, aunque todavía no lo hemos logrado en su totalidad, su fisonomía de

aldea típicamente andaluza que mantiene lo mejor de nuestras tradiciones. El cabildo

abierto de 1963,43

señaló los diez puntos que se debían tener presentes para la

restauración y el desarrollo de Villa de Leyva, a fin de que esas obras se hicieran para el

cuarto centenario de su fundación,44 y las gentes de aquí han adquirido un criterio

estético de arquitectura popular española.

A fines de los veinte, toda la plaza principal estaba absolutamente construida; solo había

un pequeño solar entre la casa de la esquina que fue del doctor Germán Roncancio -hijo

de Timoteo Roncancio y Avelina Castellanos- y la casa de la Roca; la casa de Acuña

perteneció a mis abuelos, -Ramón Jiménez Castro45 y Chiquinquirá Amador Solórzano-

se inició de una planta y después construyeron el segundo piso contra la casa que fue de

una tía abuela, Emperatriz Roncancio de Retis,46 y, más tarde, cuando nosotros éramos

grandes, se construyó la esquina y se completó la casa; ahí nacieron todos los Jiménez

Amador. Hacia el sur de la casa eran tiendas de un solo piso y, en la esquina, donde hoy

es la casa de los herederos de Juan Guerrero, en los arcos, toda esa parte hacia arriba

eran lotes; pero, existía, donde hoy es el Banco Popular, la antigua casa consistorial del

pueblo -ahí estaba el cabildo, la alcaldía, la cárcel, el juzgado- que fue demolida para

construir una nueva casa de estilo neoclásico, que tenía un trabajo en piedra muy

hermoso pero que no concordaba con la tradición pura y estricta de la arquitectura

colonial de la plaza y entonces eso se destruyó; y allí construyó la Caja Agraria un

monstruo de edificio que, gracias a la enorme actividad de un alcalde que hubo para el

cuarto centenario, el maestro Pedro Restrepo Peláez, se logró hacer cambiar pues no se

41

Jorge Rodríguez 42

Fermina Gómez 43

Ver Anexo Nº 10 44

En el año de 1967 el senador Plinio Mendoza Neira presentó ante el Congreso un proyecto de ley

para la conmemoración del IV centenario de la fundación de la Villa. El proyecto contemplaba

como base de financiación de la remodelación de la Plaza Mayor y de las obras de restauración

recomendadas por el Centro de Planificación y Urbanismo de la Universidad de los Andes, una

estampilla conmemorativa de las efemérides. Con base en este proyecto se expidió la Ley 5 de 1698,

pero se omitió la autorización para emitir la estampilla y con ello la financiación de la restauración de

los monumentos históricos de la Villa; sólo se limitó a registrar la fundación de la Villa, autorizó una

colecta pública para allegar fondos destinados a la restauración de los monumentos, concedió un auxilio

único de doscientos cincuenta mil pesos, creó una lotería anual hasta 1971, y una Junta Organizadora,

integrada por trece miembros, para administrar los dineros del auxilio.

45

Hijo de Casiano Jiménez Morales, hermano de Liboria Jiménez la abuela del general Rojas Pinilla. 46

Casa que actualmente pertenece a la familia Uribe Arango.

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acomodaba a la condición de nuestra modesta arquitectura colonial. Luego del Banco

Popular, un poco más arriba, venía la casa de Domingo Rojas Jiménez, tío del general

Rojas Pinilla.47

En la esquina del frente estaba la casa de los Sáenz, tal como está; luego, en lo que hoy

es la edificación del convento de los dominicos que da a la plaza, eso eran unas tiendas

de un solo piso y lo demás sencillamente solar; después seguían la iglesia y la casa de la

familia Sánchez que iba hasta la mitad de la cuadra y, hacia la esquina, venía la casa de

la familia de Borrás; la casa donde está la alcaldía era de la familia Ferro, una casa

bellísima e inmensa que tenía solares que venían a dar hasta la carrera de abajo;

enseguida quedaba la casa de la familia de mi tío bisabuelo, don Angel Castellanos.48

Don Juan de Castellanos construyó la totalidad de esa casa pero, en el mismo tiempo de

la colonia ya se había dividido en dos casas que, después pertenecieron a los Castellanos

y los Ferro.

En la plazoleta de Ricaurte o de San Agustín estaban la casa de Ricaurte, que era una

casona como cualquiera de Villa de Leyva, sin corredor ni nada; más abajo, al lado de la

casa donde hoy hay un hotel, venía la casa del tío Diositeo Roncancio y, por la parte de

abajo, cerca de la esquina, conocí una casa de un solo piso que heredó Ernestina Morales

de Rubio, y que hoy creo es de los Cárdenas; por la parte de arriba existía el convento y,

por la calle del costado norte, había unas casas muy humildes, entre esas la de Abel

Pinzón, el zapatero del pueblo; y hacia abajo, una casa que fue de los Neira y Carlos

Rivadeneira y luego venía la casa de Manuel Borrás, en la esquina; y al frente, en lo

que hoy es el Instituto Técnico Industrial, existió la casa de mis bisabuelos, La

Primavera; la casa de Gladys Roncancio, la conocí hace mucho tiempo como casa de

Angélica Roncancio, hija de Guillermo Roncancio; después ahí ya seguía la carretera; al

norte venía el gran lote que fue nuestro y que era el molino del Guamo, de Ramón

Jiménez Castro, y que hoy está en ruinas; esa quebrada era llena de guamos silvestres.

Al frente del molino de Mesopotamia existía la finca Jequeneque, que fue de mi

bisabuelo Timoteo Roncancio y la heredaron Leticia y Oliva Roncancio Castellanos; en

1922, se la vendieron a mi padre y, después, nosotros hicimos la urbanización. Donde

hoy se encuentra la casa conocida como la casa de Ventanas de Hierro, eso era un

potrero y la verdadera casa era en la otra esquina, con unas ventanas de hierro, y dicen

que de ahí se llevaron el lienzo de la Virgen Renovada;49 toda esa manzana después la

loteamos y le vendimos a Federico Castilblanco, a Julio Duran Pombo, a los hermanos

Morales Garzón, y un lote pequeñito al cantor del pueblo, un señor Millán. La casa de la

plaza de la familia Jiménez, fue casa cural; 50 mi padre, en 1915, le compró esta casa a

47

Posteriormente la casa la compró Eustorgio Landinez, padre del escritor Vicente Landinez; más tarde

fue adquirida por la familia Quintero Soto y actualmente solo existe el terreno.

48

Casa que actualmente pertenece a Aleja Morales de Mendoza.

49

Ver Mamá Linda Renovada.

50 La primera casa cural estuvo ubicada “en la esquina NE de la plaza principal” frente a la casa del

Congreso. La casa que fue donada en testamento, en 1734, por el Alférez Pedro García de Torres y su

mujer Francisca López, fue vendida, en 1841, a José María Ferro por $125. También fue casa cural,

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la monja Flor Angela, heredera de Dionisio Rodríguez, quien la había adquirido en un

remate de fábrica que hizo, como en 1870, el mayordomo de fábrica Aquilino Ferro,

abuelo de Mario Husid; luego, mi padre restauró esta casa en su totalidad.

El general Rojas Pinilla lo primero que hizo siendo gobernante, en un consejo de

ministros que se verificó en la casa del Primer Congreso, el 17 de diciembre de 1954,

fue lograr un decreto en virtud del cual la Villa de Leyva se declaró patrimonio

nacional.51 Por otro lado, según la tradición de la familia, el general amaba tanto a la

Villa porque su madre lo esperó y dio a luz en la finca de San Cayetano, vereda de

Montesuárez, en ese entonces de Villa de Leyva.

Y lo que le crea la fisonomía preparatoria para un gran turismo fue esa restauración del

año 1965-1966, porque deja perfectamente consolidada la tradición en el sentido de que

las cosas que se hagan en la Villa de Leyva, por ser un poblado preservado, se hagan

como antes, o sea, en una forma que no se note; así quedó consolidada para la

perpetuidad la idiosincrasia arquitectónica y artística de la Villa de Leyva”. 52

“En la década de los veinte, en los arcos de la casa de Juan de Castellanos, donde hoy

son almacenes, en el primer piso funcionó una asistencia de la mujer de Rafael Castillo;

más abajo estaba la casa de una señora Belén Salazar; y donde está el almacén de

Bernarda Guerrero, funcionó la tesorería; en La Roca, una señora Cándida tenía una

fábrica de velas de sebo; seguía un escombro, un solar abandonado, y después apareció

de dueño un señor Roncancio; más abajo estaba la pieza donde funcionó la botica del

doctor Miguel Ruget; y la casa de balcón de la esquina era de Teodolindo Rodríguez,

que era de Sutamarchán y tenía fincas en el Valle y en la Capilla; en la tienda de

Vicenta, funcionó la botica del doctor Germán Roncancio y el local de más abajo era de

una señora Chaba Neira, esposa de un señor Ismael que era el rematador de pesas de

en el siglo XIX, la casa ubicada en la esquina NO de la plaza principal, hoy propiedad de la

familia Jiménez Barriga, que fue vendida en subasta pública. En 1865, el cura de la Villa, Vicente

Mateus, adquiere la casa de Francisco Borrás, contigua a la iglesia parroquial, en el costado norte; y

posteriormente, en 1888, el cura Mateus se la vende a su hermana María del Carmen Mateus. En

esta casa funcionó el despacho parroquial que estaba comunicado al templo por una puerta lateral. A

partir de 1872 y hasta 1911, la casa cural funcionó en la Capellanía del Monasterio del Carmen y

posteriormente en el Convento de San Martín de Porres, construido por el Padre Saturnino Gutiérrez,

con fondos de los dominicos. En 1949, el Capítulo Provincial de los Dominicos ordena vender los

solares detrás del templo y construir sobre la plaza; en vista de las dificultades para la venta

ordenada, Fr. Alberto E Ariza, Provincial de los Dominicos, hace demoler la construcción en la

parte oriental, “y con los materiales construir sobre la plaza, en dos pisos, conservando el solar

libre para la huerta. Se encarga el P. Vergara de esa obra, que en tres años la deja terminada.”

Fuente: fr.Alberto Ariza . La Villa de Nuestra Señora de Leiva

51

El arqueólogo Luis Duque Gómez, siendo Director del Museo Nacional de Bogotá, presentó un

proyecto de decreto declarando a la Villa de Leyva Monumento Nacional.

52

Tulio Jiménez Barriga

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almotacén.53 Enseguida de la tienda de Vicenta, en un local de una señora Dolores Neira,

fue donde mi padre, Bernabé Casallas, tuvo el primer almacén de víveres para surtir a

los de Villa de Leyva; en 1932, cuando hubo una escasez de plata y todo estaba barato,

en la calle once en Bogotá, a mi papá le daban mercancía en pago del trigo y de la

cebada que llevaba a vender; entonces, él traía frijol, petróleo, sal, ropa y cacao de

harina de chocolate, que llamaba cacao de piedra, y costaba quince centavos. En la

esquina occidental, estaba la casa de Tulio Jiménez con un portón grande por la calle y

tenía un solar que daba hasta abajo, ahí fue la casa cural y funcionaron los primeros

recibos de matrimonio; la casa colindando con la de la familia Jiménez, por la calle del

Carmen, era de un señor Severo Gaona y la pieza que queda en la calle, fue un depósito

que tomó Bernabé Casallas para almacenar las cargas de maíz, trigo y cebada que

llevaba a Bogotá. En la esquina, al frente de la casa de los Jiménez, hacia el sur, había

una casa de adobe de un solo piso, que era de una señorita Ana Rosa Jiménez y de la

señora Elina, ahí funcionó una tienda de Nicolasa González y Soledad Rodríguez, esa

casa luego la reconstruyeron y le pusieron el segundo piso y la compró Luis Alberto

Acuña; la casa que seguía hacia el sur era una tienda de Enrique Rojas, siempre ha sido

de balcón; en la casa de al lado, funcionó la asistencia de Felisa Rodríguez y, luego, la

casa la compró una señora que se suicidó en el cerro.54 En la esquina sur occidental,

existió una herrería de Florencio Páez y Mateo Roldán, y una pieza donde Custodio

Rodríguez tenía una peluquería y venían los del pueblo para que les hiciera la peluca; y

en la esquina, donde hoy hay una casa de dos pisos, la conocí con una casa de un solo

piso y luego la reconstruyeron de dos pisos, fue dueño Elías Sotelo y la dividieron por

piezas. En la casa donde están los arcos, donde Josué Guerrero, eso eran ruinas y un

solar grande de Pablo y Antonio Rodríguez, y donde está la Caja Agraria también eran

ruinas; luego llegó la orden de construir ahí unas paredes grandes de piedra muy bonita,

las piedras las labró un señor Jesús Alvarez, y sucede que no alcanzaron a terminar esa

construcción, la despedazaron y sacaron unas columnas labradas para donde funciona el

terminal, y después ya dijeron que había que construir la Caja Agraria. Más arriba,

donde está el Banco Popular, funcionó la cárcel, el juzgado y la alcaldía - Manuel

Rodríguez dice que era de un piso-; y en la esquina de arriba, era una casa de Eustorgio

Landinez que luego fue de los Quinteros, después se cayó, y ahí tuvo Pachón su

droguería recién venido. La casa de la esquina sur oriental era de un difunto Abraham

Sáenz, de Gachantivá, era casi toda la manzana completa y subía a dar al parque de

Nariño, donde ponían los toldos en la fiesta. La casa cural era de un piso y habían varias

piezas donde funcionaban sancocherías, después la reconstruyeron de dos pisos. La casa

del lado de la iglesia, era del difunto Vicente Rodríguez y le quedó a los herederos, a

Floro Sánchez, donde puso luego una gran tienda. En la casa del lado, hacia el norte,

habían varias tiendas, en el primer piso era el gran almacén de la difunta Guadalupe. La

53

“…de romana o de cajas para medir el maíz y la cebada que se vendía por cajas: dos cajitas era un

cuartillo y una caja grande era la arroba; el trigo si era pesado en una romana, que pesaba hasta catorce

arrobas.” anotación de Gabino Casallas

54

“La señora era muy católica y desapareció; y contaron que se fue para el cerro y apareció ahorcada

allá adelante de la quebrada de Ritoque, se ahorcó con un cordón de un santo, se echó una lazada al

cuello y se colgó a un muelle y quedó de rodilla en tierra; y como por ahí era el camino real a Sáchica,

al otro día la encontraron, los vecinos contaban que había andado por todos esos callejones del cerro,

había bajado y se había ahorcado.” Gabino Casallas

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casa del Congreso era una tienda principal de chichería y ahí, también, funcionaron unas

asistencias de Eufrenia Franco y Eva Quiróz de Neira, después tuvo una refacción. Más

adelante todo era escueto; y donde funciona la Anexa hasta la esquina, era un solar

donde guardaban la madera para la barrera de los toros que fue de Carlos Rivadeneira,

y, cuando lo vendió, funcionó una plaza de ferias; al frente era la casa de las señoras

Castellanos, hermanas de Manuel Antonio Castellanos, y la parte de abajo de la casa de

Juan de Castellanos, era del general Bautista Rodríguez.

Las aguas lluvias bajaban por la mitad de las calles; a la plaza bajaban por la calle de

la Real Fábrica de Licores y corrían por una zanja, a dos metros de distancia de los

portales, y luego seguían por la calle del cementerio; cuando hicieron la carretera,

construyeron un puente. Frente a la Caja Agraria, había una especie de zanja, una toma

de agua que entraba a la pila; esa agua venía por una zanja desde arriba del Gacal, por el

camino a Tunja, y pasaba por donde funcionó el tiro al pichón, ahí había una caja que

repartía el agua para el lado de San Francisco y para la plaza principal. Desde allá

llegaba el agua al pueblo, que pasaba por la actual plaza de mercado, y bajaba por zanja

hasta frente al convento de los dominicos, donde había un cogedero de agua; luego

entraba a la plaza por unos tubos de piedra, unas piedras huecas, y bajaba hasta la pila y

el agua se cogía con una caña para recogerla en vasijas. El agua de la pila bajaba a

unos solares y se utilizaba para regadío; en esa época existía de fontanero un difunto

Pacho Cilaco y, como era el único, el día que no le daban el puesto, quitaba el agua de

la pila y tocaba volver a llamarlo”. 55

“Por el costado oriental de la plaza, donde está la heladería, quedaba el negocio de la

señorita María Teresa Borrás y enseguida estaba la casa de Floro Sánchez; por el

costado norte, en toda la esquina, vivía la familia Rivadeneira; en el año sesenta, había

ahí el Club de Caza y Pesca, tuvieron cantina y salón de baile, y después dejaron decaer

esa cosa; en los arcos había tiendas y un billar; abajo era la casa de La Roca, que ha sido

toda de una sola dueña, ella tenía una tiendita, panadería, pero hotel no tenía. En la casa

de abajo quedaba la botica del doctor Ruget, más abajo había una casa abandonada del

doctor Oscar Roncancio y la casa de más abajo era de Germán Roncancio, ahí el doctor

tenía droguería, y después de que murió pusieron tiendas y la compraron los Rodríguez,

esa casa iba hasta donde está Vicenta; al frente sigue el doctor Tulio Jiménez y lo que

hoy es de Acuña también era de los Jiménez; después estaba la casa donde vivió Vargas

Vila y luego seguía la casa de Pablo Rodríguez, tío de Vicente Rodríguez, y la casa del

lado era de Leandro Castillo, que tenía una venta de comida pero en crudo, un

supermercado; la otra casa, donde hoy hay un hotel, era de Simón Solórzano y la señora

Margarita. Por la calle de arriba, en la esquina donde hay un invernadero ahora, ahí era

la casa de los Landínez, la casa del cabildo era donde está el banco y ahí tenían el

juzgado; y donde está la Caja Agraria, era un lote donde iban a levantar la casa

consistorial y alcanzaron a hacer unos muros de piedra la cosa más divina, los hicieron

Jesús Alvarez, mi papá, y otros canteros más que habían, eran unos zócalos grandes con

varias figuras raras en piedra y, cuando era chino, me daba miedo pasar por ahí porque

veía la figura del diablo; en los arcos, donde hoy es el almacén de Josué Guerrero, ahí

55

Gabino Casallas

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también era un lote de los padres dominicos, ellos vendieron lo que tiene hoy Roque

Igua y Rosa Dueñas, todo eso era un lote de los dominicos”.56

“Cuando se construyó la Caja Agraria, nos tocó gritar a los cuatro vientos: ¡qué

esperpento, Villa de Leyva no merece ese atropello!; y el alcalde de la época, el maestro

Restrepo Peláez, dejó una nota en la gerencia de la Caja Agraria advirtiendo del daño,

pero ya los empleados se habían dado cuenta y entonces mandaron reformar eso, pero

tampoco al estilo aunque mejoró bastante. En la construcción que habían iniciado ahí

antes, para la casa consistorial, existían unas cabezas de leones en piedra y esas piedras

las hicimos arrimar al lote de la policía, pero todo desapareció. Donde funciona el

cuartel de la policía, eso se lo cedió el municipio a la policía mediante acuerdo;

permutaron con la Caja Agraria el lote de la casa consistorial, por un lote que la Caja

tenía en la esquina; la casa de Juan de Castellanos fue comprada por el municipio a don

Carlos Rivadeneira; la casa del lado, hoy de Aleja Morales, era de la sucesión de la

familia del Cura Castellanos”.57

“Así con su quietud y nostalgia, el burgo ha vivido su infancia colonial, su juventud

republicana, su senectud de hoy, 1971. Pero ya ese silencio empieza a quebrarse: el

turismo con sus defectos y ventajas invade el contorno…¿Tiene Villa de Leyva un

estilo colonial? Si nos atenemos a ciertas tesis y a la veracidad de lo presente, la

afirmación habría que ponerla en tela de juicio…lo antiguo auténtico ha sido sustituido

a trechos por el pastiche, y no pocas veces por el esperpento abiertamente

“moderno.”Colonial o no, la arquitectura de la Villa de Leyva resume un ambiente,

una atmósfera popular, una adecuación de su rostro urbano al paisaje….Villa de

Leyva es apenas escenario para un desarrollo turístico… y se compruebe visualmente

cuanto hay de belleza en este idílico ambiente, hoy en trance de convertirse en

próspera ciudad turística”.58

“Llegué a Villa de Leyva, por primera vez, a fines de 1946; era un pueblecito que se

estaba acabando, que estaba terminando su vida, donde no se conocía la palabra turismo,

aquí no venía nadie; había mucha ruina, muy pocas casas, y la gente joven iba

abandonando la población para situarse en otras más prósperas, pues, aquí prácticamente

no había de que vivir. La situación económica era muy precaria porque las tierras en

general son pobres, las mejores son de Gachantivá o de Arcabuco, y la gente vivía era de

la agricultura; las pocas personas pudientes de Villa de Leyva, ya todas vivían fuera y de

las familias principales ya no quedaba casi nadie. Tanta era la miseria en esa época que,

nosotros, los carmelitas, estuvimos a punto de abandonar Villa de Leyva porque no

había medios de vida; no había médico, no había dentista, no había farmacia, no había

un centro de salud, no había nada.

56

Jesús Neira 57 Agustín Neira 58

Pedro Restrepo Peláez: Recado de la Villa de Leiva. El Tiempo, Bogotá, abril 18 de 1971. Restrepo

fue alcalde de Villa de Leyva.

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Villa de Leyva está muy cambiado, la población llegaba hasta el hotel El Edén; después,

en esta parte del convento, la población llegaba hasta la esquina, hasta la casa de los

Gómez, y las casas de atrás que eran donde las monjas recibían a sus familiares, cuando

venían a visitarlas; y ahí vivían, también, las demandaderas que llamaban, que eran las

que les servían externamente al monasterio, eran como nueve o diez, y eran las

encargadas de hacer el pan, lavar la ropa, hacer los mandados y todas esas cosas; por la

otra parte, el pueblo terminaba en el puente del Arco; y detrás de la iglesia de San

Agustín, para arriba, existía una casa en el campo que llamaban La Providencia;

también estaban la casa de los Morales, la de Marcos Buitrago, la de Félix Castellanos, y

de ahí hacia arriba todo eran solares.

En la plazuela de San Agustín ahí no existía más que la casa de Lolita Rivadeneira, la

casa vieja la tumbaron e hicieron esas casa nuevas; en la esquina de abajo, estaba la casa

de don Manuel Borrás y, al frente, donde está el Instituto Técnico, estaba la casa de

Angélica Roncancio, una casa antigua que tenía un corredor con mucho jardín. La casa

de Ricaurte era un corredor con columnas de madera hacia la calle y la casa hacia

adentro; pero dicen que no era la primitiva, dicen que edificaron la actual sobre las bases

que encontraron de la antigua. Por la carrera de Nariño, las casas iban hasta el puente y

la casa de Nariño era con columnas de madera y pilastras de piedra; la parte de atrás es

nueva y esas columnas que tiene fueron traídas de la demolición del convento de San

Francisco de Tunja. Los franciscanos fueron los primeros que llegaron como

evangelizadores misioneros y el mejor convento que tenían en Colombia era el de Tunja,

no como el de aquí que era muy pobre, muy franciscano; y el pueblo, hacia esa parte,

terminaba en San Francisco”. 59

“Hacia el año de 1956 vine a la Villa de Leyva, y la primera impresión que me dio fue

de mucho polvo; uno llegaba en los buses a la plaza y veía que la gente llevaba los

caballos y los colocaba ahí, no tenía nada de turismo. El entorno todo era muy desértico,

muy triste, no se conocía mucho lo de Iguaque, y todo el mundo decía: Villa de Leyva es

desierto, pero uno iba al desierto de La Candelaria y uno decía esto no es desierto; era

tal la pobreza del pueblo que uno decía, ¡pero por Dios!; uno veía una tierra muy seca,

muy descuidada y mucha casa solariega desocupada, pues se decía que muchas familias

habían salido de Villa de Leyva. La Villa era todavía una ciudad muy conventual, la

fiesta del Carmen era grandiosa y era la única; se decía que la tierra tenía algo especial;

y a uno le quedaba la idea de lugares de mucha electricidad en el sentido magnético, eso

se hablaba en esa época, y también se decía que, posiblemente, se había acabado el trigo

debido a ese sentido magnético”. 60

“El pueblo, en la década del sesenta al setenta, era un vívidero rico; era un pueblo de

veraneo muy agradable, tal vez como una consecuencia de lo que hacían los virreyes; y

en la época de diciembre, con un cielo limpio y un clima extraordinario, se llenaba de

gente de todas condiciones; pero, no pasaba de ser un pueblo hecho con materiales

nobles, el barro, la madera y la piedra, con sus casitas bonitas de zócalos de colores, los

troncos gruesos a la salida de las casas para el descanso; tenía unos dos hoteles, como el

59

Padre Rafael Eugenio Mejía 60

Javier Ocampo Lopez

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de Elvira de Madero y el de las Castellanos, que no ofrecía alimentación porque se

dedicaban a distraer al visitante, aunque ellas eran unas expertas cocineras y tenían

fórmulas de los manjares de acá, sobre todo, los besitos de novia y los rosquetes; y

después ya vino el hotel El Edén.

La Villa fue despegando poco a poco, esto se lo atribuyo a la venida de la Paramount

con la película de Los Aventureros, que descubrió esto e hizo un levantamiento total de

la parte física del pueblo, calles, ventanas, puertas, rejas que las había preciosas como

las del Carmen en hierro forjado, y transformó el pueblo porque todas las casas las

convirtieron en hoteles y corrió plata por todas partes; eso fue como en 1968, en ese

entonces un dólar valía cien pesos. Como Villa de Leyva ya ofrecía de todo - clima,

pasado histórico, cierta comodidad hotelera, ambiente religioso- entonces empezó la

gente a venir y aparecieron los guatavitazos, los primeros se lograron corregir y ocultar,

pero ya después fue tal el auge de la construcción que fue desapareciendo esa Villa de

Leyva de antes; por ejemplo, la casa de la Fábrica de Licores se le entregó Telecom, a

Berrío Muñoz, con propiedad del municipio en el segundo piso, y sin embargo, eso se

alteró y hoy es reservado. Cómo sería el pueblo que, cuando vino la embajadora de

Chile, al primer congreso de museos: dijo: ¡pucha si todo este pueblo es un museo! “61

“Cuando regresé a Leyva, sentí mucha tristeza de ver que se caían algunas casas que

yo quería; por ejemplo, la portada de La Providencia, la casa de la esquina de la plaza;

de niño, recuerdo que me llevaban al mercado en la plaza principal con sus árboles, su

piso de tierra colorada y mucho viento, y me daban un cono como rosadito que con la

tierra que levantaba el ventarrón, quedaba como si fuera de chocolate.

Mi tías siempre hablaban de una casa de adobe, donde enseñaban el catecismo unos

frailes, y decían que esa casa tenía alrededor un callejón muy estrecho, un lugar de

castigo, donde encerraban a los indios que no aprendían el catecismo”. 62

Casas

“Por una ventana arrodillada, por un balcón corrido,

por un mirador, ¡cuántas mutilaciones!¡ ¡cuántos lotes

en ruinas! ¡Cuántas culatas feas, cuántos áticos en

lugar de aleros!.” 63

“Próspero Morales me entusiasmó para que comprara esta casa llamada la Quinta de

Los Virreyes; 64 en esa época, existía en el patio la famosa piedra donde azotaban los

61

Roberto Borrás 62

Jaime Castellanos 63

Eduardo Caballero Calderón

64

Casa del Virrey Solis Folch de Cardona, llamada por la tradición “Palacio de los Virreyes”. Solís

decretó el traslado de los indígenas de Suta a Gachantivá y los de Yuca y Pavachoque, a Monquirá.

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esclavos que era, en realidad, una especie de obra artística por la forma como estaba

labrada a mano: sobre la misma piedra se elevaba una columna que se extendía en

dos ramas y, al final, tenía unos huecos donde amarraban las manos de los esclavos,

¡lástima que se hubiera perdido! Esta casa fue de varias personas, yo compré unos

derechos sucesionales y directos, y la fui restaurando con los mismos maestros que

tenían la tradición de la clásica arquitectura colonial española, que constituyó la base

del sector denominado histórico en la Villa, estos maestros eran Mario Robles, Miguel

Cetina y Miguel Espitia que constituyeron la escuela tradicional. La historia de esta

casa, por tradición oral, es que la construyeron en 1572 como sitio de veraneo de los

virreyes; en esta casa existe el salón colonial más grande de Villa de Leyva, tiene

setenta metros cuadrados y siete metros con veinte de altura. La cocina aún conserva

las vigas originales trabajadas con hacha, y las paredes tienen el humo producido por el

fogón de leña. La entrada principal, toda empedrada, tiene cuarenta metros de largo y

lleva al patio central; por esa entrada, llegaba el agua conducida por una tubería en

piedra subterránea. Además tiene una variedad arquitectónica, que no tiene otra

construcción, y es un túnel lateral que rodea tres costados del salón central; yo

supongo que era como sitio de vigilancia de las habitaciones del virrey, precisamente,

ahí hay unos poyos donde se sentaban los alabarderos a custodiar. Esta casa está ubicada

en el camino real a Tunja y, como era sitio de veraneo, la hicieron aislada del centro

de la población. En cuanto a la tradición de la propiedad, según la tradición oral de

varias personas de la Villa que ya murieron, cuando la revolución de 1810, estaban en

esta casa dos hermanas de Amar y Borbón que habían resuelto ir a Vélez, para poder

llegar al Carare, y seguir a la costa. Después, en 1823, la República le adjudicó esta

casa, con sus terrenos, al general Juan José Neira por los servicios prestados en la

independencia; posteriormente, en 1890, era ya de la familia Sáenz; y en 1916, fue

propiedad del general Celso Rodríguez, notario de Moniquirá, de la familia del general

Bautista Rodríguez; después pasó a varias manos”. 65

“Los señores de la comisión para la fundación de la villa, de una vez le pusieron

mano a un solar que más tarde se llamó la Quinta de Los Virreyes, aunque aquí nunca

vinieron virreyes. Esta fue pasando de poder en poder, luego alguien invadió y, más

tarde, pasó esta casa y solar a manos del general de la guerra de los Mil Días, Bautista

Rodríguez; treinta años más tarde, el general se la vendió a mi tía Felisa y a su esposo

Flaminio Forero Ferro. Esta fue casa modelo en la época de la fundación, tiene una serie

de prisiones, tuvo el cepo, el solitario, el muñequero y la horca para los indígenas que

no se sometieron”. 66

“No se sabe cuál es la casa de Nariño;67 en la historia se dice muy claro que Nariño

salía al balcón y miraba para San Francisco, entonces, la casa no era donde está ahora;

era en lo que hoy es un potrero de los herederos de Rafael Castillo”. 68

65

Jorge Nassar 66

Melquisedec Cortés Cortés

67

Antonio Nariño murió el 13 de diciembre de 1823 en Villa de Leyva. Fue enterrado en la capilla del

convento de San Agustín y posteriormente el General Wenceslao Ibáñez Nariño y su hermano Ramón,

nietos del General Nariño, exhumaron los restos de la iglesia en 1857 y fueron trasladados a Bogotá.

Según parece, la casa que se le atribuye no es donde murió, y se le han efectuado varias “restauraciones”.

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“La casa de Nariño era en la casa de Herminia Rueda,69 el cuarto era donde es el local,

tenía una ventana y tenía unas lámparas y una estera en el piso; y ahí siempre se miraba

con cierto respeto, con cierta veneración, porque dicen que esa era la casa donde vivió

Nariño; ya después de los años, apareció que la casa era otra; esa casa era de un tío de

mi mamá”. 70

“Nariño murió en la casa que fue de Herminia Rueda, no en la casa que se dice

actualmente; en 1930, cuando estudiaba en la Villa y me encontraba ya deletreando,

cuando pasaba por esa casa leía la placa que decía: aquí murió el prócer de la

Independencia General Antonio Nariño y Álvarez, diciembre 1923. Más tarde, al seguir

la investigación, pude establecer que el primer dueño de la casa que la gente conoció fue

don Aquilino Ferro, quien se la vendió al padre fray Antonio Galán y este la vendió, en

1925, a la señora Ascensión Castellanos que se la dejó a su hija Herminia Rueda; en esa

casa hubo chichería y era de un solo piso. Recuerdo que mi mamá, Felisa Cortés Rojas,

me decía que, en 1905, ya conocía la placa; y lo mismo decía mi tío, José Demetrio

Neira, y afirmaba que hacía cien años que estaba esa placa; Bernabé Casallas también

decía lo mismo. No nos engañemos, don Julio Antonio Hurtado se fue a la Academia de

Historia de Bogotá y les vendió la idea de que, la casa que hoy dicen, era la casa de

Nariño pero es la gran mentira”. 71

“A mediados del siglo XIX, se adoptó la casa de la familia Guerra Ferro como casa de

Nariño; en 1923, cuando se celebró el centenario de la muerte del Precursor, allí se

colocó una placa y se realizaron los festejos porque se consideraba que esa era la casa

de Nariño. A finales de los años treinta, algunos historiadores controvirtieron esto y

determinaron que la casa era otra, la de la familia Hurtado, con el argumento que desde

el balcón, Nariño contemplaba el Hospital de los Hermanos de San Juan de Dios; y que

desde la otra casa, que era de un solo piso, no se podía ver.

El estado la adquirió, en 1960, a los herederos de Julio Antonio Hurtado; en 1965, fue“restaurada” por

González Varona, y se demolieron algunas partes consideradas“irreparables”; posteriormente, la

reconstrucción quedo suspendida. En una época pensaron entregarla al Ministerio de Defensa,

conjuntamente con unos terrenos “con destino a una Escuela de Artillería y Polígonos de ejercicios

militares con equipos pesados. ( Fuente: N. I.Sáenz, obra citada y testimonios)

68 Jesús Neira

69

Martiniano Rodríguez, escritor de Sutamarchán y padre de Manuel Rodríguez, libró en 1942, una fuerte

polémica con Ramón Correa respecto a la autenticidad de la casa; “…cuando el General Nariño murió, el

convento de San Francisco estaba ocupado por los hijos del seráfico de Asís (franciscanos) y en su

edificio no funcionaba en 1823 el Hospital de caridad, por consiguiente en la casa de dos pisos que

queda en frente al convento de San Francisco, no expiró Nariño: para 1823 los padres franciscanos ya

no vivían en su edificio, y que los claustros, hacían en aquel año las veces de hospital bajo la

dirección de los padres de San Juan de Dios. Los Art 1. y 2, de la Ley de 28 de julio de 1821 dice

que se suprimen todos los conventos de regulares… exceptuando solamente los hospitales. Por la

ley anterior tenían que dejar los padres franciscanos de Leiva su convento” Ramón Correa, Repertorio

Boyacense, Nº.127

70

Manuel Gaona. q.e.p.d 71

Melquisedec Cortés Cortés

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Caballero Calderón, Jaime Posada y Plinio Mendoza Neira, fueron las personas que

presentaron el proyecto para la adquisición de la casa por parte del Estado, a fin de

lograr su restauración. En 1963, intervine con la Presidencia de la República para que

llevara a cabo su restauración; el arquitecto González Varona inspeccionó la casa y se

encargó de la restauración y se adelantó la obra muy lentamente, hasta el punto que

en el 1965 todavía no se había terminado. En la restauración de la casa, se utilizaron las

columnas de piedra de la casa de Juan de Vargas, en Tunja, que estaban botadas en el

solar; también es posible que se hayan utilizado las columnas que quedaron de la

destrucción, que hizo el gobernador Romero Hernández, del convento de San Francisco

en Tunja”. 72

“En la época de mis padres, los pisos de las casas eran destapados, parte empedrados, y

parte entabletada con un ladrillo antiguo macizo y tableta cuadrada; la famosa casa que

hoy en día es el museo de Nariño, tenía los pisos del segundo piso de adobe, los dueños

eran Betsabé de Hurtado y Julio Hurtado, mis padrinos de bautizo; cuando era pequeño,

yo era mandadero de ellos y en esa casa vi un poco de armamento y conocí unos

uniformes del general Nariño, que hoy reposan en el museo del 20 de julio en Bogotá.

La casa antes era una tienda y vendían chicha; también tenían unos palomos inmensos y

unos gallos finos, en ese tiempo, por allá en el cuarenta y cinco, estaban comenzando las

peleas de los gallos”. 73

“La casa que llaman del Marqués de San Jorge74 perteneció al señor Juan de La Barrera;

por tradición de la escritura, ahí dice que era del marqués en la época de la colonia, no sé

hasta dónde sea eso cierto; mi abuelo se la compró a Juan de La Barrera y desde ahí ha

estado en manos de la familia, y el abuelo nos la escrituró a los nietos”. 75

“La histórica casa en que nació Ricaurte prácticamente no existe. Parece que sobre el

sitio en que estuvo, construyeron una nueva, de pésimo gusto. La pieza donde dicen

que nació Ricaurte está revestida de cemento y cuando visitamos la histórica población

estaba ocupada por la maestra de la escuela que funciona en la citada casa”. 76

“La casa de Ricaurte77 la conocí en el año cincuenta y cinco, era de corredor hacia la

calle, con piso de baldosín de cemento y columnas en madera; se notaba que la casa

72

Tulio Jiménez B 73 Ignacio Fitatá

74

Casa del Marqués de San Jorge, don Jorge Miguel Lozano de Peralta y Varaes. Su hija Marina Lozano,

ingresó a la orden carmelita en el Convento de las Carmelitas.

75 Miguel Arturo Ruget 76

Luis Martínez Delgado: La ExVilla de Leiva. En: Repertorio Boyacense, vol. 38 nº. 150-160

77

Allí nació Antonio Ricaurte, el 10 de junio de 1786. Hijo de don Juan Esteban Ricaurte y doña María

Clementina Lozano, hija de la Marquesa de San Jorge, doña María Tadea González Manrique de

Frago Bonis y don Jorge Lozano y Caicedo y Villaveces. La casa fue seriamente alterada en épocas

pasadas, principalmente su fachada. La restauración se inició con el apoyo del ministro de Defensa,

General Gerardo Ayerbe Chaux, quien impulsó la idea de establecer allí un museo de armas.

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había sido profanada y en el muro había una placa de 1926, en homenaje a un alcalde

Dueñas, se suponía que fue ese alcalde el que cometió esa alcaldada: tumbó la casa

original y le creó corredor hacia la calle, solo dejó el cuarto de Ricaurte, pero ya no

conservaba nada y el exterior era espantoso, no tenía nada que ver con el original. La

casa era villaleyvana común y corriente y tenía el portalón en piedra, que está en el

mismo lugar, se entraba por un patio muy amplio y no tenía pila. En el año cincuenta y

nueve, yo estaba en la personería y Próspero Morales en la alcaldía, vino la oportunidad

de reconstruirla, gracias a la visita del ministro de guerra de la época, que se interesó

mucho y nos prometió reconstruirla, no restaurarla. Mandó unos arquitectos, excavaron,

y después vino una certificación; manifesté que tenía conocimiento de como era la casa

originalmente, pues, personas viejas de la villa, como Manuel Neira, Manuel González

y el secretario perpetuo de la Academia de Historia de Boyacá, me habían descrito la

casa. Inicialmente, la idea de los arquitectos era solo cambiar los techos y arreglar

puertas, etc.; yo les manifesté que la casa no era así y les mostré varios dibujos que

había realizado, teniendo como base la información que me habían dado los antiguos,

y hasta una foto de la época, y publiqué los dibujos en el periódico El Siglo y en la

revista de las Fuerzas Armadas. La obra se empezó con base en mis dibujos, al menos se

respetó la fachada y la distribución de los cuartos, pero hubo bastantes inconvenientes,

se hubiera podido hacer mucho mejor; al final les ayudé cediendo algunos documentos

y hasta la cama donde nació el héroe; sobre la autenticidad de la casa no hay la

menor duda, aunque han habido algunas confusiones exageradas que dicen que ahí no

nació Ricaurte.

En la casa de Ricaurte, hay tres manuscritos que no se han publicado, esos me los regaló

Manuel González, contienen datos muy importantes, como el decreto que ordena

empedrar las calles, en 1804; está el dato del lugar de la verdadera casa de Nariño y otro

que certifica la existencia del convento de San Juan de Dios; eso es de un periódico que

se llama el Católico, de 1863, de don Venancio Ortiz.

La Real Fábrica de Licores sufrió varios “acuñazos,” el maestro Acuña le había creado

una especie de garita espantosa hacia la carrera; debió de haber sido muy bella. En la

última restauración le quitaron los sobradillos que tenía en el techo que, además, los

necesita porque las ventanas están a ras del muro, dejaron únicamente el denticulado

que trata de suplir el can de madera típico del mudéjar, y quitaron el techito de la

entrada donde está el escudo de España”. 78

“La cárcel era en la plaza, en una casa vieja donde hoy es la Caja Agraria; recuerdo

que un preso que iba pa’ Tunja, sacó todo el archivo de la cárcel y lo quemó porque ahí

iba el sumario que le tenían, y por eso no pudieron investigarlo; después, la cárcel la

pasaron a donde es Telecom, ahí estuve dos horas preso por liberal”.79

Ricaurte fue declarado “el Primer Piloto que invadió el espacio y ascendió a la gloria en las alas

del ideal patricio, egregio paradigma de los miembros de la FAC ” (Sáenz, Ibíd.) y a él se consagró

la Orden del Mérito Aeronáutico Antonio Ricaurte y la Orden Militar de San Mateo de la Fuerza

Aérea Colombiana.

78

Antonio Pérez Vargas 79

Manuel Rodríguez

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“A la casa consistorial alcanzó a vérsele ventanales, ahí era la alcaldía; después eso era

un muladar, ahí botaban la basura, y cuando cogí la alcaldía se estableció un coso, que

era donde traían los animales que hacían daños y, como habían muchas demandas, ahí

tenían que pagar la multa”. 80

“Donde hoy está la Caja Agraria, había un solar donde se cayó la casa de la alcaldía,

ese terreno era del municipio; y como en 1926, se empezó a construir ahí la nueva casa

consistorial, una construcción neoclásica con la portada y los ventanales en piedra, que

no tenía ninguna concordancia con la arquitectura popular española, era eminentemente

señorial y ajena a las construcciones de la Villa de Leyva; la antigua portada aún existe

en la casa ubicada después del puente de entrada a la villa. De todas formas, esa obra

sufrió un descalabro, la persona que manejaba los dineros no lo hizo correctamente y

se perdieron los fondos, la construcción no se alcanzó a techar y luego se paralizó.

Posteriormente, en 1947, se hicieron diligencias para traer la Caja Agraria, yo les ofrecí

el primer piso de la casa de mis abuelos, que hoy es la casa -museo de Acuña, como

sitio para su sede; ese piso, de la puerta hacia el norte, se acondicionó y allí funcionó

varios años. Como la Caja prosperó y necesitaba más espacio, el alcalde les ofreció el

terreno de la antigua casa consistorial, terrenos del municipio que se extendían hasta

la otra calle donde está la policía actualmente, excepto el lote de la esquina donde están

las arcadas. La Caja Agraria inició su construcción con un diseño del arquitecto Rojas

Arbeláez, que era sencillamente, en el frente, una talanquera de terneros y atrás un gran

telón blanco con dos ventanitas pequeñitas que daban a unos baños; todo se desarrollaba

por dentro, no habían balcones ni ventanales, nada. En ese momento, hacia 1952, el

columnista de El Tiempo, Eduardo Caballero Calderón, escribió un artículo donde decía

que: el arquitecto había colocado un par de ventanitas para cagarse en la mejor plaza

que tenía el país; entonces Pedro Restrepo Peláez, a quien yo traje a la Villa como

alcalde, se enfrentó con el arquitecto y, después de una lucha tremenda, se logró

modificar esa talanquera para ganado y desaparecer las dos ventanitas con el diseño de

una nueva portada”. 81

“Soy nacido en la pieza que es hoy el despacho parroquial, en esa pieza que queda al

lado de Andrés Venero de Leyva. En esa época, la casa tenía todas las piezas que se ven

en la actualidad, pero era de un solo piso; en la esquina donde hoy es la cacharrería

Nariño, ahí tenía mi mamá su asistencia, su restaurante; y en la puerta redonda de arco,

ahí funcionaba la herrería de mi papá, Manuel Neira Vargas, y dormíamos en esa pieza,

ahí fui nacido yo”.82

“Abajo de La Bañadera yo conocí una casona grande y muy linda, compañera con esa

casona que fue de un virrey; habían otras casonas abajo de la Normal, al pie del camino

que iba para Arcabuco, y en después ya parcelaron y ya se acabó la historia”. 83

80

Luis Madero 81

Tulio Jiménez B 82

Jesús Neira 83

Félix Torres

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“El local en los arcos de la casa de Juan de Castellanos era de un tío y de mi papá,

luego lo heredé; eso fue un expendio de miel, afuera habían unos poyos de adobe que

utilizaban los jartos de chicha para dormir y, en las fiestas, ahí hacían cama franca.

Anteriormente estaba bastante caído, eran las solas vigas, se adecuó y ahí funcionó

la Recaudación de Hacienda; luego montaron unos billares; y el local de enseguida,

era una venta de comida con fogón de leña de un viejito Castillo”. 84

“Mi abuelo, Vicente Rodríguez Sáenz, fue el dueño de la casa que ocupó Florentino

Sánchez, se la dejó a su hija Oliva Rodríguez de Sánchez; Pablo Alejandro Rodríguez

era el dueño de una casa que hoy es parte de la casa de la familia Uribe Arango, ellos

unieron dos casas. El lote de la esquina sur de la plaza principal, después de la Caja

Agraria, donde están los arcos y volteando hacia la policía, fue de los Rodríguez y

después nosotros lo heredamos y le vendimos, como en el año cincuenta y cinco, a la

empresa Bavaria para que construyera la agencia de compra de cebada, proyecto que no

se realizó, y Bavaria luego vendió; el lote era inmensamente grande y subía a salir hasta

la carrera, donde está el hotel de Germán Rojas”. 85

“Mi abuelo Abraham Sáenz, que era de Moniquirá, compró esta casa solar a la familia

Ferro en 1911, esta familia la tuvo como hotel. El abuelo, en el local de esquina, tuvo

negocio de panadería y chicha y en la casa vivía por temporadas, pero casi siempre la

tuvo alquilada. El abuelo era comerciante, negociaba en ganado, cultivaba y molía caña

en San José de Pare y era dueño de muchos terrenos en Gachantivá. Anteriormente, él

había adquirido una casa solar a Rosalía Toscano, en la esquina diagonal al convento de

los dominicos en la plazuela de Nariño; posteriormente, vendió esa casa porque no le

gustó la energía que tenía.

Mi papá, José Antonio Saénz, vivía en Gachantivá y le tocó salirse en la época de la

violencia; él se refugió en una finca en las vegas del Cane y allá conoció a mi madre y

se vinieron a vivir a Leyva en 1959. En el solar de la casa cultivaba maíz, frijol, alverja

y hortalizas; la casa cubría prácticamente toda la manzana y fue vendiendo lotes,

principalmente, en la parte frente al parque de Nariño. Con esta casa tengo una

responsabilidad muy grande porque ellos me dieron el ejemplo de conservarla; a esta

casa cada generación le ha puesto su granito de arena, por ejemplo, el abuelo acomodó

cuartos en el corredor del ala occidental, le colocó servicios; y nosotros también le

acomodamos nuevos espacios y locales, para que la casa tuviera una renta para su

mantenimiento, desafortunadamente algunos espacios interiores se han caído86 ”. 87

84

Germán Borrás 85

Vicente Rodríguez 86

El interior está prácticamente caído y sólo conserva parte de sus paredones de tapia pisada y su patio

original. 87

Aida Sáenz

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Barrios 88

“Habían dos cuadras que las cobijaba el nombre de La Providencia: la de los lotes

de la familia Jiménez y la de la carrera tercera hacia la quebrada, hasta donde muriera;

en el otro lado, arriba estaba la casa de una difunta Atanasia Castellanos, que era la

primera vividora ahí, y más abajo estaba una casa vieja con techo de paja que era de

Mateo, el herrero, el papá de Trina; en la esquina que hoy es de Santos, eso eran unos

sitios que se reconocían como que hubiera habido vivienda, ahí se veían unos muñones

de paredes, se veían ruinas; y de ahí en adelante, eso seguía solo.

En la quebrada de San Agustín, al final de la carrera donde está el hotel La Estancia,

hay unas ruinas de una casa contra el río, el dueño era Eurípides Suárez y lo conocí

haciendo ese socavón; fue la única casa de dos pisos que se conoció y se cayó porque

ahí, antiguamente, había un lagrimiadero de agua del barranco y el río lo acosó, porque

venía bastante agua de la toma de Cane que ahí se desviaba cuando no se vendía el agua

para los regadíos. Eurípides dejó la casa para hacerle los pisos, le hacían un piso de

cañas y más encima adobes o tierra, eso fue después de los cincuenta, y le quedó a los

hijos que dejaron eso ahí derrotado, vino un amigo de ellos y se posesionó como

cuidandero; la vivienda no era colonial sino agregada a lo colonial.

Otras zonas nombradas eran: San Agustín por el convento, San Francisco que tenía

unas antigüedades y tenía el nombre por el convento y la quebrada de San Francisco,

que venía del Gacal; estaba la zona de La Palma, que era del Eden pa’ delante; hacia

afuera estaban de nombramiento: La Osada, El Pantano que se nombraba así porque era

una tierra lagrimosa; allá era un molino y ahora están las uvas”.89

“Mi abuelo y mi papá nacieron en una casita frente al cementerio antiguo, mi abuelo

era dueño de las tierras arriba de La Providencia; ahí quedaba la casa paterna, en la

esquina de la carrera segunda; recuerdo que en el patio central salía una luz como de una

guaca, y nos decían que quienes viéramos la luz éramos los predestinados a encontrarla.

Al frente había una barda ancha y abajo, por la calle, estaban los terrenos de un señor

Jiménez Amador. En ese tiempo el agua bajaba por la mitad de la calle, y en La

Providencia había un ojo de agua de donde sacábamos agua cuando había visita; los

lotes que eran de mi abuelo se partieron en diez. Donde ahora está mi casa, en la

carrera segunda, era el sanitario de la casa de mis abuelos, luego seguía la huerta y más

hacia abajo, estaba la casa de los padres de Trina. Recuerdo que me decían que no

fuera por ese lado, Siatama era para nosotros como un nombre de bruja; el papá,

88

“Ahora hay otros barrios nuevos: el de San José Centro que comprende de las calles décima hasta la

decimatercera, entre carreras novena y once. El barrio Los Angeles fueron tierras de Tulio Jimenez y

Julio Restrepo; uno de los primeros habitantes, hace veintisiete años, fue Francisco Sáenz, el nombre se

debe a su vecindad con el cementerio y fue propuesto por Juan Montaña. El barrio Del Carmen, en

honor a la Virgen del Carmen, fue fundado hace veintiocho años por la Junta de Acción Comunal e

impulsado por Gabino Casallas, Domingo Castellanos y Pedro Claver Yagama. El barrio Antonio Nariño,

ubicado en el centro histórico, tiene cuatro manzanas. El barrio de Los Olivos, primero se llamó La

Culebrera y luego Saquencipá.” (Fuente trabajo estudiantes del Itinar)

89

Félix Torres

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Mateo Roldán, era herrero y ahí hacía sus fogatas, sus herraduras, trabajaba bien duro

todos los días pero era muy déspota con las hijas, les pegaba con los juetes para

caballos y, parece, que a una hija le sacó un ojo con una chispa. En la quebrada de San

Agustín lavaba mi abuela, ir allá era todo un paseo, era como ir hoy a Cartagena, y

había que preparar la lavada y el almuerzo desde el día anterior”. 90

Plaza principal de la Villa 91

“La historia es una memoria de la acción del hombre en el tiempo; lo más importante

que he hecho por Villa de Leyva fue la restauración urbana, que se efectuó mediante un

contrato celebrado en 1965 entre la gobernación de Boyacá, siendo yo gobernador, y el

rector de la Universidad de los Andes, Ramón de Zubiría, según el cual el Centro de

Planificación y Urbanismo, CPU, fundado por el arquitecto Luis Raúl Rodríguez, se

comprometía a realizar el Plan de Ordenamiento Urbanístico de Villa de Leyva y, en

desarrollo de esas recomendaciones, empezar a realizar las obras fundamentales de

restauración.92 De esa manera, y para lograr eso, nombré como alcalde de la población

90 Jaime Castellanos

91

Cubre catorce mil metros cuadrados de superficie, el primer proyecto de empedrado de la plaza fue

en la alcaldía de Segismundo Russi.

92

“El Centro de Planificación y Urbanismo –de la Universidad de los Andes- recibió el encargo de

ejecutar un esquema básico que orientara el desarrollo físico (….) preservando el ambiente y

permitiendo la restauración de las partes transformadas. Las primeras recomendaciones del CPU

fueron puestas en práctica en la Remodelación de la Plaza Principal, evitándose así la aparición del

pavimento asfáltico y la piedra pulida…En él se fijan los puntos básicos sobre los cuales deberá obrar

la Administración municipal a fin de que se pueda transformar el conjunto urbano en un verdadero

monumento nacional. Las recomendaciones del estudio no son definitivas. Deben ser analizadas y

complementadas con los estudios posteriores.” (Villa de Leyva. Plan de Ordenamiento Urbano. CPU.

Universidad de los Andes. Director Luis Raúl Rodríguez Lamus. Aspectos Históricos-Estéticos: arq.

Germán Téllez C. Bogotá, 1968)

El estudio comprende: antecedentes; estado actual y posibilidades; aspectos históricos-estéticos;

zonificación y plan vial; realización del plan propuesto ; Carta de Venecia y cartografía. Dentro de las

recomendaciones se buscaba darle a la Villa una estructura básica-ambiental, como el sistema vial, el

aspecto peatonal, la remodelación de la plaza principal, calles y muros de cerramiento. Para las

normas y propuestas especiales de cuidado y restauración se recomienda tener en cuenta los criterios

contenidos en la “Carta Internacional de Conservación de Monumentos Históricos”, llamada “Carta de

Venecia.” Se recomienda: la demolición y traslado del actual hospital que denomina “lacra estética.”

Se anota que el “elemento arquitectónico más insólito y absurdo en toda la ciudad es la arcada que

cierra el pequeño parque vecino a la Real Fábrica de Licores…es un elemento falso, a manera de

pastiche” y se recomienda eliminarlo. Se recomienda la restauración del Convento de San Francisco,

las casas de Nariño y de Los Virreyes. Que se fijen límites de altura, se prohíban cerramientos en

ladrillo o bloque de cemento, así como enchapados, construcción de áticos y cubiertas en Eternit o teja

metálica y placa de concreto; que se use exclusivamente el pañete pintado de blanco con el fin de

establecer una unidad ambiental y cromática. Una de las primeras recomendaciones fue el cierre de

la plaza principal a los vehículos y la creación de un “paseo continuo desde el Claustro de San

Francisco hasta el Convento del Carmen. Se propone una zonificación correspondiente a las zonas

de valor histórico, ambiental o arquitectónico y no implantar una drástica zonificación de usos y en

cambio si “dejar la mezcla vitalizadora de las diversas funciones urbanas.” Se hace un estudio de

suelos y diseño de pavimento para la plaza principal y calles de la Villa. Se dice que “como el

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de Villa de Leyva al sargento Celso Parra Camacho, que tenía una trayectoria de haber

hecho obras en otros municipios, embelleciendo las plazas y con demostración

fehaciente de ser un gran promotor de la comunidad. El sargento Parra, en tal condición,

se posesionó y se puso en contacto con los arquitectos del CPU; y ya una vez resueltas

las cosas relativas a lo que debía ser el ordenamiento urbano, se iniciaron las labores de

restauración de la plaza.93

Cuando la Universidad de Los Andes llegó a trabajar con sus arquitectos, encontró

empedrados antiguos en el costado sur, en el norte, en el oriental y occidental, toda vez

que el del centro de la plaza había desaparecido, y esta se había ido convirtiendo en una

especie de corraleja muy mal tenida en donde había unos arbolitos en pésimas

condiciones. Los ingenieros hicieron un estudio de suelos, y pudieron descubrir que los

empedrados habían sido realizados en tiempo de la colonia sirviéndose de una mezcla

gredosa con humus vegetal que permitía, precisamente, el crecimiento de un abrojo que

rodeaba las piedras; no fue posible emplear esa mezcla, porque eso se fue cuando

existían los esclavos de los españoles y ponían a trabajar las gentes de forma

inconsiderada, pero se empleó una mezcla de arena y gravilla, que se sacaba de la

quebrada de La Palma, que al revolverse con cemento sirvió perfectamente para la

colocación del empedrado de la plaza. Para llegar a la definición de cómo restaurar la

plaza de la Villa, hubo necesariamente una gran discusión entre los arquitectos y se

apeló a la autoridad de hombres muy conocedores de nuestra historia y de nuestras

condiciones de arquitectura y bellezas coloniales, como fueron: el doctor González

Barona, el doctor Carlos Arbeláez Camacho y, luego, el maestro Acuña; entonces, con

el parecer de ellos y de otras muy ilustres personas, se definió que, como decía el doctor

Arbeláez Camacho, al restaurar la plaza había que hacer un cosa que no se notara y lo

que menos se notaba era, precisamente, hacer las cosas como antes; todos estuvieron de

acuerdo, solo que la universidad para darle un poco de movilidad a la plaza y romper un

poco su monotonía de plaza plana, estableció unas ondulaciones que no existían en el

tiempo colonial. De todas maneras, hubo otra discusión: la de si la plaza iba a

convertirse, como todas las plazas del mundo, en una sala de recibo del pueblo, -como es

la del Vaticano, San Marcos, la plaza Mayor de Madrid, el Kremlin, etc.,- o se iba a

dejar eso con arbolitos, jardincitos, fuentecitas y cositas que habían sido, precisamente,

propuestas en el proyecto de remodelación de un arquitecto94ante el Consejo Nacional de

Monumentos, que ya existía y que presidía el doctor Arbeláez Camacho; dicho plano, de

pavimento debe estar de acuerdo con la arquitectura de la Villa se ha decidido un pavimento en

adoquinado de piedra igual o similar al que originalmente llevaron las calzadas” utilizando “toda clase

de piedra redonda o piedra de bola de textura y dureza aceptables” y que además “el tránsito de

vehículos sobre dicho pavimento será restringido o nulo.” En los planos de la plaza principal aparecen

señalados diversos árboles y una jardinera a ras del piso frente a la actual Caja Agraria.

93

En 1952, el Dr. Tulio Jiménez B escribía: “Pretendemos convertir el marco de la plaza en monumento

nacional conservándole y devolviéndole su fisonomía colonial y embelleciéndola por medio de prados

y de arborización autóctona. Proyectamos trasladar a ella el busto de Nariño, y rectangulando la

plazuela que lleva el nombre del Precursor, destinarla para plaza de mercado.” (Tulio Jiménez

Barriga: Emoción de la Villa. En: Huellas históricas. Villa de Leiva. Nº 1, diciembre de 1952. Vol. 1

Bogotá.)

94

El proyecto fue el elaborado por el arquitecto y fotógrafo boyacense Carlos Ulises Salamanca, CAUSA

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filigranas perfectamente ridículas y ajenas completamente a la severidad colonial, fue

rechazado y aceptado plenamente el plano presentado por la Universidad de Los Andes.

En tal virtud, las obras se iniciaron con un empuje extraordinario porque el gobernador

facilitó toda lo que pudo respecto de maquinarias propias de la gobernación, y recibió la

ayuda del Distrito número1, del Ministerio de Obras Públicas, que colaboró eficazmente

con cargadores y volquetas, etc. El ritmo de los trabajos fue intenso, el sargento Parra

era un gran promotor de las actividades comunales y los campesinos contribuían con un

jornal semanal, que pagaban o venían voluntariamente a trabajar en las excavaciones, en

la movilización de la tierra y en los empedrados de la plaza. Así pudimos, el 31 de julio

de 1966, inaugurar la restauración de la plaza y la complementación del pueblo, en el

sentido de aparecer todo pintado de blanco y verde oliva o, también, algunas ventanas y

puertas que se dejaron en color caoba, pues había casas que tenían colorines rojos o

azules de acuerdo con los partidos; más tarde, se cambiaron algunas verjas de mal gusto,

unos tejadillos que habían de teja de eternit, todavía existe uno en la población pero

afortunadamente se ha ennegrecido y no se nota; pero, de resto era sumamente fácil

restaurar la Villa de Leyva porque era un poblado preservado. El CPU de Los Andes

hizo un análisis extraordinario, como aparece en el plan de ordenamiento, de que era lo

realmente colonial en cuanto a monumentos, casas y edificios; y también que era lo

típicamente republicano, que en Villa de Leyva había sido adoptado en una forma muy

acertada y concorde con nuestra índole. La Villa de Leyva logró tener una plaza que,

cuando vino el poeta mejicano Pellicer, dijo que en las oleadas de piedra de Villa de

Leyva y en su arquitectura circundante, se encontraba toda la severidad del imperio

español; periodistas de muchas partes del mundo, pero sobre todo españoles, que han

venido y que conocen mucho de Hispanoamérica y de la arquitectura andaluza, han

dicho que la Villa de Leyva es el poblado que mejor refleja en el mundo hispánico, la

arquitectura popular española. Las recomendaciones del plan de ordenamiento se han

ido cumpliendo y aceptando; y los planes posteriores han sido un acierto en el sentido de

que han adoptado, esencialmente, el espíritu del mantenimiento de la arquitectura

popular española.

Con relación a conservar o no los árboles en la plaza, sencillamente pudieron más que

los argumentos de la Universidad de Los Andes, que no estaban tampoco todos

conformes, mis argumentos porque les dije: si ustedes señores, logran que en la plaza de

Bolívar vayan a sembrar ahora árboles, yo también no me opongo a que los siembren

aquí en la plaza de Villa de Leyva; pero si dejan la Plaza de Bolívar constituida como

el sitio más agradable en donde uno puede ser más importante que la máquina y que

cualquier otra cosa y poder uno deambular y allá reunirse y expresarse, como una

ágora verdadera, y si algún gobernante en Madrid, en el Kremlin, resuelve que van a

sembrar árboles en la plaza, entonces, yo también no me opongo a que se pongan aquí.

La plaza, a un poco más de estar remodelada, se convirtió en el centro de convergencia

de un espectáculo maravilloso que fue, sencillamente, el de setenta mil personas que

vinieron a formar el partido de Anapo y que llenaron la plaza; entonces, esas son las

plazas, las plazas son el ágora, las plazas son la sala de recibo de los pueblos”. 95

95

Tulio Jiménez Barriga

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“El proyecto de Carlos Ulises Salamanca era una mole de concreto, un horror; se

aprobó en el Ministerio de Desarrollo y en el concejo se debatió; yo estaba de concejal

con Floro Sánchez, Agustín Neira, Gratiniano Igua y otro poco de gente, y dijimos no; a

Pablito Jiménez le tocó como personero y dijo: eso de cemento no me gusta”. 96

“Cuando yo vine a restaurar aquí, el concejo municipal me pidió un memorando de lo

que, en mi concepto, se podía hacer para mejorar el pueblo y eso me valió que me

tuviera yo que salir de aquí cuanto antes porque, entre otras cosas, yo decía que la plaza,

de acuerdo con las Leyes de Indias con las cuales se había construido esta ciudad, debía

ser despejada para poder efectuar en ella una serie de actos, como los mercados

públicos, las procesiones, las corridas de toros, y eso que no decía de las elecciones

porque andaban en el rey de España; entonces, yo les dije: lo primero es quitar de la

Plaza Mayor todos los árboles que se han sembrado, y me preguntaron si los buganviles

también porque habían unos hermosísimos, frente a la casa de don Juan de Castellanos,

y yo dije: todos, porque la plaza debe ser empedrada y nada más que en el centro una

fuente, que estaba tapada completamente por unos olivares, y por eso la gente se me

echó encima con lo de los árboles y dijeron que yo había venido a hacer un mal

espantoso”. 97

“En la plaza se iba hacer un parque con sus estacionamientos y jardines, un proyecto

del arquitecto boyacense Carlos Ulises Salamanca, yo era el alcalde y el concejo no lo

aprobó; en esas nombraron a Tulio Jiménez de gobernador, él fue el opositor de ese

parque, y trajo al sargento Parra para la empedrada de la plaza, la gente reaccionó y

protestaba porque se habían quitado los árboles.

La plaza se chupó catorce mil seiscientas y pico volquetadas de piedra, según la

estadística que se llevó; salieron del río Sáchica, del puente para arriba y del puente para

abajo; todo el empedrado de aquí es de esa piedra. El sargento Parra hizo el empedrado

hasta la pila y a mí me tocó terminar la plaza, en mi alcaldía, porque después de que

salió Parra, me volvieron a nombrar. Al sargento Parra le entregamos, para iniciar la

obra de la plaza, un auxilio de sesenta y cinco mil pesos que me dio la gobernación; esa

suma la teníamos en la Caja Agraria con la firma del presidente de la Acción Comunal

que era el señor Roque Forero. La mayor colaboración para la construcción de la plaza

se le debe al campesinado de Villa de Leyva; cada ocho día se citaban por medio de la

policía para que ayudaran con un jornal; aquí venían y se reunían unos sesenta o setenta

obreros, un jornal costaba unos tres pesos; ellos venían a trabajar un día en la semana,

para cargar las volquetas de piedra en Sáchica y sentar piedra. Yo calculo que fueron

más de veinte mil obreros para la construcción de la plaza y las calles, y eso duró como

dos años; el sargento Parra inició la obra y me la entregó hasta la mitad de la plaza, yo la

recibí para continuarla de la pila hacia los portales; la gente del campo venía a trabajar

con mucho gusto, también se notificaban para venir a limpiar las calles; en ese tiempo,

las multas se pagaban en cemento, Floro Sánchez lo vendía y me daba el vale que

pagaban.

96

Roberto Borrás 97

Luis Alberto Acuña. q.e.p.d

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Aquí en la plaza principal se hacían corridas, el municipio tenía al menos unas mil

quinientas a dos mil varas, que se guardaban en el corredor de la alcaldía, y antes de la

fiesta se armaba la barrera; era brutal la cantidad de gente que venía, unos en carro y

otros a caballo y a pie; también, de Venezuela y de Santander venía mucha gente. La

última corrida fue cuando estuve de alcalde y tuve un problema, me pegaron un tiro”. 98

“Vino Celso Parra como alcalde y, para empedrar la plaza, empezó citar a las gentes

de las veredas, cada semana le tocaba a una vereda y los obligaba a venir e hizo ese

empedrado de la plaza y algunas calles. Los árboles los tumbaron, los arrasaron y no

hubo consulta a la comunidad, no se tuvo en cuenta un consenso general, el argumento

era que tapaban la vista de las construcciones, lo último que se había sembrado eran

olivos y buganviles”. 99

“El sargento la principió a empedrar con una plata que había en el tesoro; y a todo el

mundo, a todos los ricos y a todos los pobres, lo mínimo que les sacó fueron diez pesos

o un día de trabajo para ir a cargar piedra, y así se empedró la plaza”.100

“A esa gran plaza una discreta arborización le hiciera desaparecer cierta monotonía

producida por la ausencia total de los árboles legendarios y característicos del panorama

leyvano: olivos, palmas reales, pimientos, conservos, gaques, herrerunes y buganviles

rojos”. 101

“La comentación, cuando lo de los árboles de la plaza, era que no debían haberse

quitado, sobre todo, los cuatro herrerunes que daban por redondo a la pila; la gente

hablaba de eso pero nunca se llegó a decir vamos a oponernos, porque en esa época el

que mandaba mandaba. Dicen que el pueblo antes estaba empedrado; y cuando pusieron

la máquina para rastrillar y levantar ese pasto y poner esta piedra, estaba el empedrado

por debajo”. 102

“A una de las personas que sí se le debe la restauración de Villa de Leyva, es a Tulio

Jiménez; Celso Parra Camacho fue el que empedró la plaza principal, era un sargento

del montón, entendió que limpiar la plaza era tumbar los árboles, nadie protestó; el

sargento salía con dos policías, sacando barriga, a decirle a todo el mundo que había que

pintar, porque la mayoría eran paredes de solares y hacía cumplir la restauración de la

plaza. El mercado se sacó inmediatamente cuando se iniciaron las obras de la plaza y se

fue para la plaza de Nariño, allá duró unos tres años”.103

“El sargento Parra fue alcalde como de treinta y siete municipios, lo nombraron por

asunto de orden público, porque en el tiempo de la violencia había mucho problema; él

llegaba a un pueblo infeliz y hacía parques, cogió mucha fama y lo pedían en todos los

pueblos. En Villa de Leyva era el alcalde cuando la remodelación de la plaza, era la

98

Luis Madero 99

Vicente Rodríguez 100

Alcibíades Robles 101

N.I. Sáenz, obra citada. 102 Vicenta Ruiz de Bautista 103

Jorge Rodríguez

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única persona que podía llevar a cabo ese proyecto, le prestaron la maquinaria y le

pasaron la cuchilla a la plaza, eso eran los barrancos de tierra y traer piedra del río

Sáchica; el sargento prohibió la entrada a la plaza y había que pagar de multa un bulto de

cemento, eso duraron casi ocho meses empedrando la plaza y todo mundo protestó por

lo de los árboles, pues no quisieron el proyecto de los sardineles y más árboles”. 104

“La plaza era medirla y medirla, como si la plaza creciera; yo conocí una parte

empedrada y otra en tierra; y a los cuatro costados la plaza tenía una zanja por donde

bajaba el agua para surtir todas las necesidades del pueblo, el agua llegaba a la pila y

cogía la ramificación para cada casa, la pila fue hecha por un señor Jesús Alvarez que

imitó la que hizo un señor Leitón. En la plaza había conservos, olivos y herrerunes, el

mercado era los sábados y llegaba trigo y miel, que era toda puentana, veleña y

moniquireña; Leyva ha sido un puerto para surtir para Suta, Santa Sofía, Sora, Cucaita,

Sáchica y Gachantivá”.105

“La pila que hay en el centro de la plaza fue construida, en 1883, por un señor Vargas;

en el año de 1920, alrededor habían conservos y herrerunes y debajo de las matas, el

día del mercado se colocaban los puestos de trigo; el costado norte de la plaza, frente

los portales, también tenía herrerunes y conservos y, en la esquina yendo para el

Carmen, había un herrerún grande y, en el costado sur occidental, otras matas de

conservo; al frente de la Caja Agraria había una mata grande de eucalipto, que para la

empedrada de la plaza se derribó con mucho trabajo”. 106

“…fue remodelada la plaza; los cauchos y los buganviles desaparecieron; eliminaron

las aceras, y se empedró todo con piedra de irregular altura, pegada con cemento y

arena de río. La inmensa plaza castellana quedó convertida en una agobiante desolación,

muy apropiada para peregrinaciones de penitencia. La comodidad ciudadana está

pidiendo que se reconstruyan las aceras, en laja de piedras al natural, de dos metros de

anchura y la reforestación con sus cauchos y buganviles”. 107

“La gente no dijo nada cuando tumbaron los árboles de la plaza, este municipio ha sido

muy pasivo; nadie quería que los tumbaran y mucha gente le insinuó al alcalde que no,

pero él ya tenía órdenes estrictas del gobernador que era Tulio Jiménez; entonces, para

que la gente no fuera a protestar, los árboles anochecieron y no amanecieron. Todo el

mundo, al otro día, renegaba contra el alcalde sargento Celso Parra, el directo

responsable, y la gente comentaba ¡qué lástima, que alcalde tan desgraciado!” 108

“Los árboles del contorno estaban a medio desarrollo, los herrerunes estaban perfectos,

había olivos… y unos buganviles preciosos y cuando eso se arrastró con bueyes, era

como arrastrar un florero por la calle; la gente reaccionó con lo de los árboles, hicimos

un movimiento grandísimo como tres o cuatro días, fuimos con la mamá del gobernador,

104

Germán Zubieta 105

José Heliodoro Cortés C 106

Gabino Casallas 107

Fray Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva. 108

Agustín Neira

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Anita Barriga, a la casa del gobernador a protestar y rogarle que no dañara la plaza; nos

recibió muy bien pero en las espuelas, nos dijo: les mando los ingenieros y los

arquitectos pero esto se hace; entonces ya cuando hubo la imposición de la autoridad,

como la gente de Villa de Leyva era muy civilista y obedecía totalmente en forma la

autoridad, dijeron es la autoridad y es su capricho, dejemos que lo desarrolle; vi el

proyecto, lo discutimos pero eso ya era una decisión tomada, nos dio muchísima tristeza

a todos, la gente todavía cogía su agua de la pila con cañas”. 109

“Ya después que llegó el sargento Parra, me dijo venga pa’cá… en esas llegó una

viejita y la puso a sacar hasta los marranos de la calle, ese sí hacía todo fuerte y parejo,

ese sargento componió esa plaza grande, hizo de todo: mandó a traer lajas, empedró esas

calles, todo eso muy bonito”. 110

“Eso ya estaba vestido de los conservos, yo los conocí ya en cosecha; ahí era el

sinvergüenciadero de esperar a las aguadoras de noche, tenían que venir a coger agua

con una caña y su chorote; y entonces, se rompió el chorote ahí por ese juego”.111

“A mi papá Anselmo Borrás, el viejo, le dieron la alcaldía y él compuso la plaza, le

puso unos árboles, sembró unos eucaliptos, un cedro que daba flores de madera y

bungaviles en el contorno de la plaza, pero todo eso lo tumbaron porque dieron orden de

arreglar la plaza; las calles Leyva eran empedradas con piedra chiquita y bien

colocadita.”112

“En la plaza habían unos conservos, palmas y olivos muy antiguos y alrededor de la

pila habían ocho conservos muy lindos; ahora da un aspecto de soledad, como de

tristeza; y el tipo de piedra no deja caminar, ha debido ser laja”. 113

“El pueblo ha cambiado muchísimo, la plaza era en tierra y ahí era el mercado

principal, en el centro estaba la pila y habían unos árboles; también había muchos

toches, mirlas y palomas. Todos los leyvanos no estuvimos de acuerdo con el empedrado

de la plaza, el maestro Pérez protestó, pero como aquí nadie ha sido atrevido, no

protestamos”.114

“En la plaza, alrededor de la pila, había unos herrerones y bajo esa sombra, había unos

zócalos en piedra, altos, donde se sentaban las mujeres que iban con sus chorotes por

agua; ahí era la conversación de amor, los negocios de harina se hacían ahí, los viejos

del pueblo ahí se paraban a conversar….” 115

109

Roberto Borrás 110

Anastasio Guerrero 111

Argemiro Torres 112

Aura María Borras de Paez 113

Aleja Rodríguez 114

Benedicto González 115

Octavio Mendoza Morales

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Mercado

“Todos los viernes muy buen mercado, a que concurren de Vélez y Tunja, y hay

buen comercio. Discúteselo Vélez para que fuese dicho mercado en el lugar del

Santo Ecce Homo; defendiólo don Javier Neira y quedó dicho mercado por la

Villa y a Vélez se le concedió que los lunes de cada semana hiciese su mercado en

dicho lugar del Santo Ecce Homo. Los otros litigios sobre la extensión de la

jurisdicción quedaron por Vélez y por Tunja; esto es, que pretendía la Villa

comprender al Santo Ecce Homo hasta cierta quebrada y esto quedó por Vélez;

pretendía a Chiquinquirá, y esto quedó por Tunja”. 116

“En el mercado mucha cebada, trigo, alverja, haba, fríjol y maíz, de uno y de otro; por

ahí mataban una res y la vendían en el pueblo de Santa Sofía y Suta y Leyva, con una res

había pa’ todos tres pueblos, y se vendían siete huevos por cinco centavos”. 117

“El mercado de la plaza era muy bonito y, la verdad sea dicha, estábamos todos de

acuerdo que el mercadito fuera en la plaza grande; del campo enjalmaban los bueyecitos,

para traer lo que iban a traer y para llevar lo que iban a llevar, y, en ese tiempo, lo traían

a uno a pie limpio desde la vereda, porque no había carro, yo venía descalza, sin

alpargates, dedo al suelo”. 118

“El mercado funcionaba los sábados; de la pila para abajo estaban los puesto de la miel,

que era media plazada de miel; alrededor de la pila era el puesto del trigo y frente al

atrio de la iglesia, estaban los puestos de maíz y cebada; frente al banco, los puestos de

la carne”. 119

“En la plaza todas las tiendas eran de chicha, y en un rincón de la chichería había lo

que llamaban brasero, y allá vendían gallina, almuerzo, chocolate y todas esas cosas; allá

iba toda esa gente que venía a mercado y los de aquí iban a almorzar allá, eso era un

negocionón; el brasero era los sábados nomás para el mercado que era ahí en la misma

plaza; venían de los pueblos vecinos, como Chiquiza, Arcabuco, Gachantivá, a llevar de

aquí para surtir allá; y ya en la noche salían los marranos a hacer el aseo a las calles,

pues eso era mero fango y yerba”. 120

“La vida de la plaza era el mercado, empezaba a llegar la gente a las seis o siete de la

mañana y duraba hasta la una o dos de la tarde; llegaba de todo, llegaba maíz, papa,

yuca, fríjol, haba y la arracacha que traían de Moniquirá, a casco de mula por el camino

de Gachantivá; habían puestos de limonada, de colaciones, dulces de leche, dulce de

duraznos, queso, cuajada”. 121

116

Basilio Vicente Oviedo: Cualidades y Riquezas del nuevo Reino de Granada, 1761. 117

Andrés Cortés Cortés y Hermilda Cortés de Cortés 118

Oliva González 119

Gabino Casallas 120

Teresa Buitrago. q.e.p.d 121

Jesús Neira

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“Había unos piquetes en la mitad del costado de abajo de la plaza, el dueño era el

difunto don Leandro y la señora María Castillo; vendían guarapo, chicha, cerveza y

fritanga y, hacia adentro, había un corral donde los mercaderes llevaban los burritos y

los encerraban allá, el dueño tenía que pagar centavos, no eran pesos; y donde es el

banco hoy, ahí era la cárcel, unas piezas con unas ventanitas.” 122

“El mercado yo lo conocí desde 1922, cuando venía a pie con mi papá a descargar la

miel que traíamos de Moniquirá; dejábamos desde el viernes por la noche los tercios

amarrados, y el día sábado se colocaba el puesto de la miel en la esquina de doña

Vicenta; más de para arriba, quedaba el puesto del trigo y la cebada, y más arriba ya se

formaba el mercado de las frutas, naranjas, plátanos y de todo”. 123

“El mercado, en lo que yo me conocí, se trataba de trigo, cebada, maíz y sal blanca en

terrones que partían con piedras; no mataban ganado sino Cornelio Russi y unos viejos

de Sutamarchán, que los llamaban los Pispires; en unos caballos ellos traían una carne de

allá, y la gente no compraba casi carne porque en estos campos tenían sus ovejas y sus

gallinas; los arribanos traían mulas y burras para llevar de aquí maíz y de allá traían

papa, de tierra fría, y aquí la gente les vendía manojos de avena pa’ las mulas, sacaba la

gentecita más pobre un tercio de avena y la vendía en cinco o diez centavos”. 124

“La plaza era hasta bonita, tenía sus matas y bastantes árboles pero acabaron con todo

eso, fue cuando empezaron a empedrar. En la plaza era todo el mundo con su puesto,

hasta el mercado de ganado era en la plaza, y había mucha chicha, la fábrica principal

era de la difunta Ascensión Castellanos y para las fiestas del Carmen habían unos

cincuenta toldos que vendían chicha”. 125

“Me acuerdo cuando en el cuadro de la plaza vendían guarapito, el tan famoso guarrús,

que era un producto granuladito y de buen sabor porque venía de un arrocito, y la

famosa chichita que era el licor más importante de la región. Ahí donde hoy existe el

despacho parroquial, existía una cantina; ahí se conocía que vendían papas criollas,

menudencias de cordero y la famosa yuca y el nabito y las rubitas, y de sobremesa era el

guarapito, comidas tradicionales que vendían antiguamente”. 126

“El mercado del ganado era en la plazuela de Nariño, por ahí bajaban todos los días

sábados los campesinos con sus respectivos cerdos”. 127

“La vida en Villa de Leyva se ha mejorado, pero también ha llegado mucha gente que

uno no sabe quiénes son; solo quedamos muy pocos leyvanos, unos ciento cuarenta

nomás, y muchos han regresado ya pobres”. 128

122

María Oliva Hernández Avila 123

Manuel Rodríguez 124

Julio Edgar Cortés 125

Simón Pedro Pineda Igua 126

Ignacio Fitatá 127

Luis Madero 128

Benedicto González

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“El cambio en algunas cosas ha sido bueno porque el pueblo se ve más de lujo: más

higiénicamente, más aseado, más históricamente, se ve más construido, se ve con más

comunicación, más histórico; o sea está demostrando su historia, según he oído, lo que

nuestros españoles fundaron”. 129

“El record histórico de esto es invaluable y hay otra connotación en este momento, que

en la difícil situación de este país, es lo único que se conserva con una tranquilidad

espiritual, física y humana; sus animales, sus árboles… le indican a uno que acá puede

venir cualquier persona con el síndrome de paz, acá no admitimos violencia porque la

misma topografía lo impide, y el carisma de sus gentes antiguas lo impide; entonces,

esto es un rincón de paz del país que no tienen con qué pagarse”. 130

“Yo no creo que haya deterioro pero, en todo caso, el pueblo recibe el impacto del

turismo, sobre todo si no hay una conciencia turística; el turismo valorizó las tierras, los

locales, las casas. Al principio hubo mucho control en la construcción, eso era un

encanto, porque en ese momento estaba Guatavita; se tuvo en cuenta el plan del CPU y

había arquitectos que colaboraban en las normas básicas que había que cumplir para la

construcción, evitando que se hicieran barrios piratas y se estirara el municipio

demasiado, conservándolo todo como zona histórica y que se recuperara el entorno.

Cuando volví a coger la alcaldía en 1986, ya habían algunas alteraciones porque para

manejar esto hay que conocerlo y, en las administraciones, apareció gente que no tenía

que ver con Villa de Leyva e hicieron los primeros guatavitazos. Los primeros impactos

fueron los de la Caja Agraria, la Normal, el Instituto Técnico y una o dos casas

particulares; pero el primero en interferir en la parte estética, anatómica, fue el Estado

porque estaba en furor el concreto; hasta 1986 las calles estaban perfectas, sobre todo, la

estética de las casas y de los edificios públicos, que era bajo normas básicas muy rígidas

que se cumplían”. 131

Restauración y ordenamiento urbano

“Mi concepto, muy personal, es que las intervenciones que realizó el maestro Acuña

fueron nocivas; es increíble cómo él, teniendo conocimiento histórico y sensibilidad,

transformó todo: basta ver su casa, nos dejó un pastel de estilo dórico, y existe una

orden de Colcultura de que se desmonte esa portada de su casa;132 esa era una casa

corriente que no tenía mayor incidencia, yo creo que esa casa estaba en ruinas, la

construyó un señor de apellido Daza; Acuña también cogió la casa del Primer Congreso

y la afrancesó completamente, esa era una casita modesta con columnas de madera y la

escalera era por la carrera, también le hizo las arcadas. Esas intervenciones fueron

bastante nocivas porque cundió la idea de que las casas eran ese colonialejo y eso fue un

irrespeto muy grande, tumbar lo original para tener una cosa de orden medio francés; fue

129

María Oliva Hernández Avila 130

Guillermo Borrás 131

Roberto Borrás

132

Ver Anexo Nº 11

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un pésimo ejemplo y la gente quiso imitarlo, creo que el alcalde de esa época era un

señor Miguel Buitrago, de Gachantivá; Acuña traía unos contratos desde Bogotá, que

los hizo a través del general Gustavo Rojas Pinilla, estando Azula Barrera como

ministro de educación, él venía a ser un ejecutivo.

Mi experiencia de trabajo con Acuña, fue el mural que pintamos en la casa del

Congreso, un mural muy elemental, lo hicimos sobre una base de yeso diluyendo

pinturas naturales: tierras con leche y con agua cola; también vino otro condiscípulo,

Rafael Díaz Picón, excelente; nosotros solamente trabajamos, directamente, en ese

mural; de resto, yo le hacía los dibujos y Acuña los pasaba al muro; en esa ocasión,

tuve un pequeño choque con él, porque le pregunté si eso podía resistir un tiempo

a la intemperie; de ahí que, cincuenta años después, ese mural esté casi destruido.

En el convento de San Francisco han hecho profanaciones, tumbaron lo original; por

ejemplo, había un techito de dos aguas que daba a una de las ventanas del frente

principal y, en la reciente restauración, yo le advertí al arquitecto porque conocía, pero

no quiso atender”. 133

“El maestro Acuña fue un desmantelador de todas las reliquias de Villa de Leyva, yo lo

digo porque tenía un camión, y una vez me contrató para que le llevara una cantidad de

retablos y cuadros de la iglesia de San Francisco, que se los había vendido un cura, a la

casa de Juan de Castellanos en Tunja, uno no sabía el valor que tenían esas cosas; sobre

sus restauraciones, si yo hubiera estado de alcalde, no le hubiera dejado hacer el portalón

ese en su casa de la plaza”. 134

“El patrimonio de Villa de Leyva fue pisoteado, el pueblo se preservó porque estaba

aislado, pero, cuando vino la carretera por Sáchica vino la destrucción; las autoridades

no tomaron las medidas necesarias y vino la avalancha del nuevo conquistador de Villa

de Leyva; entonces, las casonas que estaban como cascarones, con los tejados caídos y

las maderas dañadas pero existían perfectas las puertas, las ventanas, todo estaba

perfecto, fueron remodeladas. El casco urbano era, máximo, unas diez manzanas; eran

los dos polos de las iglesias y a su alrededor, por lo general, una o dos a manzanas; las

casas conservaban los solares y de esas casas pueda que se conserve algo, pero lo más

grave no es que se hayan venido abajo, sino los cambios y la partición: uno se paraba en

una esquina y en la otra no había sino una o dos puertas, ahora hay treinta.

El patrimonio está representado en la herencia de los antepasados, el patrimonio

inmueble fueron las construcciones o la forma de construir que heredamos de esa

simbiosis europea-americana, Villa de Leyva fue un pueblo construido por ese sistema

aportado por los españoles y los indígenas. Cuando la villa se acerca más a Bogota, por

tiempo, llega esa avalancha de gente que quiere tener una casa antigua, entonces los

leyvanos empiezan a vender y, además, les parece muy atractivo que empiece a venir

gente de Bogota porque se considera que el turismo es lo mejor, que es el desarrollo y el

133

Antonio Pérez Vargas 134 Luis Madero

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dinero; que es mejor que empiecen a aparecer carros, buses y camiones y música en la

plaza, que tener un señor en la plaza durmiendo la siesta en uno de los troncos que

habían, y viene la destrucción: detrás de esa gente aparece, por ejemplo, la gente del

banco; la Caja Agraria se lleva la casa del cabildo, que tenía una fachada con unas

arcadas y ventanas en piedra tallada y unos paredones de adobe, y la cambiamos por

concreto y hierro. Desafortunadamente, nadie ha puesto el pecho y salido a defender ese

patrimonio, el patrimonio se desapareció; acá miraban con gran admiración, el traer una

platica para desarrollar el pueblo a punta de cemento y hierro, mis tíos decían: estamos

colaborando con el pueblo, vinculamos gente y esa persona compra una finca y

reconstruye la casa porque se lleva la carpintería vieja y trae una nueva.

Pero el peor destructor que le llegó a Villa de Leyva fue el maestro Acuña, porque,

cuando le hacen la encomienda de la casa del Congreso, la transforma, se la roba y

vende las puertas y ventanas, y aparece la bendita columna de la esquina que es

invención suya; y lo repite en la fachada inventada de su casa en la plaza principal, la

esquina la recorta; igual sucede con la Real Fábrica de Licores, la destruye. Acuña tenía

un sello personal, donde hacía una restauración, desaparecía, ipso facto, toda la

carpintería: balcones, puertas y ventanas se iban a Bogotá y todos los anticuarios las

compraban.

La casa de Ricaurte tenía un corredor con columnas de madera, un pequeño pórtico y un

zaguán a mano izquierda, el cuarto donde nació Ricaurte y, al fondo, el patio medio

claustrado y, contra el río, la cocina, un cuarto y una letrina tapada por una puerta. Esa

casa fue totalmente transformada, es casi una casa nueva; de pronto dejaron la pared de

la esquina de la carrera.

San Francisco fue una casona muy linda que siempre estuvo en ruinas, su techo caído,

los árboles salían por las ventanas; pero, vino una alcaldía de Próspero Morales y

aparece Luis Morales Gómez, el tal gestor del Banco Popular cuando Rojas Pinilla, que

viene con muchos abolengos y eso a los leyvanos los obnubiló; entonces, se inventan la

figura del comodato; y como el concejo y la alcaldía se manejaban a punta de trago y eso

era firme aquí, en una de esas le entregan la casona para el hotel y el solar de atrás para

que haga una fábrica de cerámica, ahí están los vestigios, y trae unos ceramistas

mexicanos que tienen una pésima influencia sobre los ceramistas nuestros, eso viene a

repercutir en Ráquira con el centro artesanal y se acaba el caballito de Ráquira.

Este pueblo debe manejarse de manera diferente para rescatar y defender el patrimonio,

que quiten ese estilo llamado leyvano, el guatavitismo, que nada tiene que ver con la

arquitectura de Leyva; el campesino que construyó esto fue un campesino español, un

agricultor, aquí no llegó gente noble ni de sangre azul; eso del noble, del marqués, es un

mito, eran campesinos agricultores; en el campo, ahora los que llegan, lo primero que

hacen es la cerca y la tapia, nunca vimos las cercas, el campesino nunca cercó”. 135

“Las casas eran partes blancas, amarillas, partes de color ladrillo, adobe a la vista, el

puro color de la tierra pisada, y mi papá resolvió pintar el pueblo de blanco; después con

135

Octavio Mendoza Morales

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el tiempo, la gente se fue acostumbrando y empezó a pañetar y cosas de esas. Mi papá y

el gobernador tuvieron muchos problemas por eso, creo que fue en el primer gobierno

de Octavio Patiño Roselli, mi papá se quejaba y el gobernador le dijo: tranquilo que yo

lo respaldo y si es el caso, le mando tropa. Por lo que más protestaba la gente era porque

los obreros que pintaban, como los vaciaban y amenazaban, pintaban las puertas de

blanco. Mi papá hizo otras obras; en esa época, el parque de la casa del Congreso era

una tapia a medias y la gente lo usaba de baño, mi papá la picó y quedó solo el potrero;

el parque de Ricaurte también fue idea de él, dejó la puerta sin reja, y otro alcalde lo

continuó; eso era un potrero donde jugaban fútbol y tejo, y el tamaño es por la piedra

que tiene debajo el parque”. 136

“Esta arquería fue levantada en el siglo XX, no con la intención de introducir un

falso colonialismo, sino que respondió a la necesidad de cubrir un espacio abierto,

conjugando la unidad arquitectónica que debía existir entre dos edificios históricamente

importantes, para lo cual un simple paredón no hubiese sido lo más indicado, sino el

aprovechamiento de un elemento tradicionalmente histórico en la ciudad, como es la

columna dórica romana, es decir toscana, sustentante de una arquería de medio punto,

cuyo antecedente histórico se halla en los soportales de la mansión de don Juan de

Castellanos…”137

“Yo remodelé el parque de Ricaurte, que era todo con lanzas que salieron de los fusiles

de la casa de Ricaurte, le puse la reja, lo reconstruí y le hice la cancha de básquet;

también, hice el parque de los arcos, atrás de la casa del Congreso, y como todas esas

lanzas del parque de Ricaurte se las estaban robando, las pasé ahí ”. 138

“El parque de Ricaurte tenía árboles rodeando toda la plaza; habían conservos del lado

de San Agustín, abajo tenía un cedro nogal, un pomarroso y, de repente, fueron

talándolos y fueron desapareciendo; como en el año setenta y cuatro ya transformaron el

parque”.139

Calles140

“José Raimundo Russi, hizo los primeros empedrados de Leyva que eran en laja”. 141

136

Germán Zubieta 137

N.I Sáenz, obra citada 138

Luis Madero 139

Fermina Gómez

140 En 1638, el alcalde Sebastián de Mayoral, por orden del Cabildo, inicia el empedrado de las calles y

“aderezo de puentes.” Posteriormente, el célebre Dr. José Raimundo Russi, nacido en 1816 en el Valle

del Ecce-Homo y fusilado en Bogotá en 1851, siendo alcalde de la Villa hace empedrar las calles y,

según parece, la plaza principal. Existe también la versión que la empedrada de la plaza sólo fue un

proyecto.

141

José Heliodoro Cortés C

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“Hacia los años veintes en las calles solo había tabaco, marrubio, barbasco, estramonio,

higuerilla y en la noche, salían los marranos a hacer el aseo; el pueblo eran pocas calles,

había una que llamaban la calle de los Tramposos porque decían que la gente que fiaba o

debía, corría puallá ligero y se escapaban pa’ coger pa’l campo; otra, era la calle

Caliente y la calle del Silencio, yendo pa’las monjas del Carmen; había casas de paja, y

después hubo un decreto que echó a tumbar una casa que había en la plaza de Nariño y

otra en Girardot, porque las cuadras tenían sus nombres: La Picona, Girardot, El Reposo

y la Esquina del Chisme, ahí en la plaza principal. Como no habían abierto calles, todo

eran solares y nadie compraba un solar por lo pequeño, nadie parcelaba, nadie medía por

metros ni nada, el área como estuviera se negociaba”. 142

“Otras calles: la de Juan José Neira, la del Silencio (calle 15, carrera 9) por ser muy

tranquila; la de la Real Fábrica, la de San Juan de Dios (en San Francisco); de los

Fundadores, subiendo de la plaza principal al costado sur del parque de Nariño; la

del Árbol, abajo de la plaza de mercado, que se llama así por tener el árbol más viejo

y uno de los más altos de la Villa; la del Carmen; del Olvido (calle 13) porque por ahí

llevan los difuntos al cementerio; de Don Antonio Nariño, donde queda la casa de

Nariño; de San Francisco; del Mesopotamia; de San Agustín; y de Los Virreyes

donde está ubicada la casa de Los Virreyes” . 143

“Yo inicié los empedrados de las calles; la primera fue la del Carmen; la segunda, la

Caliente; y la tercera, la de la subida al Duruelo; cuando eso me sacaron de alcalde y se

inició la obra de empedrar la plaza. Había un empedrado antiguo en la calle de la Real

Fábrica y un personero trajo un buldózer y arrancó todo eso para echarle recebo, también

habían otras calles con ese empedrado antiguo”. 144

Iglesia Parroquial145

“ La Iglesia Parroquial, llamada desde la colonia Catedral, se empezó a construir en

1608 sobre planos del arquitecto Rodrigo de Alvear y reformas del arquitecto

italiano, padre Juan Bautista Celuchini. Trabajaron en su construcción el maestro

Hernando Laitón, el pintor Bernabé de Posada y el decorador leyvano, operario de

142

Teresa Buitrago q.e.p.d. 143

Testimonios diversos 144 Luis Madero

145

“La iglesia parroquial es de las mejores fábricas y bien ornamentadas, y lo más de su ornato se

debe a la devoción de don Javier Neira, que es el principal benefactor de ella y del lugar. Tiene

cerca de 50 varas de largo y 24 de ancho, con dos capillas inmediatas al presbiterio, cuyo crucero lo

quisieron imitar en Chiquinquirá, pero no pudieron.” Basilio Vicente Oviedo: Cualidades y Riquezas

del Nnuevo Reino de Granada, 1761.

Existieron otras capillas, como la de la Inmaculada Concepción que fue construida en 1612; no se

conocen sus ruinas y sitio donde fue levantada; la capilla de Santa Bárbara fue proyectada en 1600

y parece ser que se pensaba construir en el solar detrás de la Catedral “…en el solar que tengo

por encima de la casa de Francisco Ordóñez…que debe tener cuarenta pies de largo por

veintidós de ancho…” (Protocolo de la Villa de 1614)

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la Catedral de Tunja, Francisco Velásquez. Inicialmente, el templo parroquial “fue

muy humilde,”con techo de paja y, en 1599, el cura don Diego Manjares “contrata

con el indio albañil Domingo la reparación del Templo: quitar la paja, poner teja

y atracar los muros.” En 1604, el Cabildo contrata, en Santafé, al maestro Rodrigo

de Alvear para construir un nuevo templo de sesenta varas de largo por once de

ancho, en forma de cruz latina, todo en mampostería, con cubierta de madera y

teja de barro. La mano de obra se contrató en dos mil patacones, la carpintería

por quinientos y los materiales y herramientas en mil trescientos. El remate de

adjudicación recayó en el maestro Gonzalo Sosa, que hizo los planos iniciales; estos

fueron corregidos por el arquitecto jesuita Juan Bautista Coluccini, y el Cabildo

contrató la construcción con el maestro de Galicia, Hernando Laitón, por la suma de

mil patacones de veinte y cien de oro corriente. Parte del dinero fue recolectado

dentro de la comunidad y por el Cabildo a través del Procurador. Las maderas

empleadas se trajeron de los bosques cercanos y de la zona de Monquirá; tal vez,

de la actual vereda de Llano del Árbol.

En 1612 el templo está casi en ruinas y con el fin de iniciar las nuevas obras, se

traslada provisionalmente, en 1618, a la iglesia de San Agustín. En 1627, el

maestro Cristóbal de Morales dirige la obra y, posteriormente, en 1637, la bóveda y

el techo de la capilla de Las Nieves –costado sur-, el interventor es el alcalde Pedro

Sarmiento. Figuran con auxilios: el arzobispo de Santafé, Fray. Bernardino de

Almanza, quien fue enterrado en el templo en 1633, y dejó un auxilio de doscientos

patacones, un ornamento, cáliz y vinajeras, que desaparecen en 1927; el capitán

gallego, Pedro Núñez de Losada, financió la capilla norte, al lado del crucero. El

templo fue inaugurado en 1665 y el archivo parroquial se inició desde 1631, el

libro número uno firmado por el cura Melchor Ramírez de Figueredo. En 1803, sobre

la plaza, al costado norte del templo, se construyeron siete tiendas de propiedad y

para renta de la Cofradía del Santísimo Sacramento; en 1883, el obispo de Tunja,

Severo García, cede “en pleno derecho y a tiempo indefinido,” la Parroquia a la

Orden Dominicana y los dominicos la reciben en propiedad, en 1886, pero sin casa

cural.

La iglesia parroquial fue cementerio hasta 1816, pese a que existía la Cédula Real

del 3 de abril de 1787, que ordenaba que los cementerios estuviesen ubicados fuera

de las poblaciones; en 1816, el capellán castrense, Luis Villabrile, exigió su

cumplimiento y, a partir de 1821, por disposición del visitador eclesiástico Juan

Agustín de la Rocha, se sitúa“en el solar al costado sur del templo con capilla

para funerales y bóvedas.” Este cementerio ocupó el solar a lo largo de la iglesia,

detrás de las cinco tiendas que daban sobre la plaza, hasta 1829 cuando se pasó al

Barrio San Juan de Dios, arriba de la actual plaza de mercado. En 1936, el

párroco Jacinto M. Báez pavimenta la iglesia con baldosín y construye el atrio de

cemento y piedra.

En 1949, el Capítulo Provincial, en vista del deplorable aspecto de las tiendas sobre la

plaza, ordena vender un solar al oriente del templo y con su producto, construir sobre

la plaza. (…) Ante la dificultad para tal venta, en 1950, el Provincial Fray Alberto

Ariza, con la aprobación del Concejo, ordena al Padre Vergara demoler la antigua

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construcción al oriente del templo y con los materiales construir en dos pisos sobre

la plaza; el lote libre por la demolición debe conservarse para huerta del Convento.

Conventuales: Padres Prieto, Vergara, Enrique y Jacinto Báez y Hermano Rincón.(…)

En 1953, se termina la construcción del nuevo edificio y en 1957 se hace refracción

interior y exterior del templo. En la catedral se celebraron los despojos de: Antonio

Nariño, Fray Bernardino de Almanza, Arzobispo de Santafé146

; también allí se celebró

la misa de instalación del Primer Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva

Granada, misa celebrada por el Diputado de Popayán, Andrés Ordóñez y Cifuentes”. 147

“El primer cura fue el santafereño don Juan Hermoso y posteriormente fueron

don Jerónimo Sandoval (1587), don Sancho Ramírez de Figueredo y su hermano don

Melchor Ramírez de Figueredo (1596); este último fue propietario de cinco

estancias de ganado”. 148

“En la catedral se conservan varias pinturas importantes, entre ellas un cuadro de

San Francisco Javier, de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, y un cuadro de las

Animas, de Jerónimo Acero; asimismo, cuadros con las imágenes de San Juan de

Dios, Nuestra Señora de Belén y Nuestro Señor de Monserrate, procedentes de la Casa

de los Hospitalarios.

En los años sesenta, se le hicieron “reparaciones con cemento” al frontis de piedra.

El piso del interior era en ladrillo tabón y fue reemplazado por baldosín y “el atrio

severo, que estaba cubierto de laúdes sepulcrales, con inscripciones y escudos de

personas notables de la Colonia, quedó sepultado bajo una capa de cemento,

“para hacer juego,” como decía el sepulturero, con la gradería”. 149

“La iglesia de la parroquia no fue pintada en el tiempo que yo la conocí, después ya

vino otro reglamento y le quitaron los pañetes, que eran antiguos y le echaron cemento y

otras pinturas. La casa parroquial tiene dos partes, antes era de un piso y yo conocí eso

con piezas en arriendo y unas partes para comida; yo lo ayudé a demoler hasta el

despacho viejo y fue en una sola etapa; esa casita, en el frente hacia la plaza, no tenía

alero ni canes sino unas hiladas que se llamaban de fragüe porque iban esquinadas, el

tejado tenía el ondulado y la gotera caía a la calle; cuando quitaron esos paredones de

tapia pisada, la pared tenía ochenta centímetros y quedó de sesenta, se perdió la estética

del tejado y ya no es lo que llama la colonia, sino es una cosa moderna.

146

Ver Anexo Nº 11 : Fray Bernardino de Almanza 147

Fuentes: Testimonios, Archivo, Archivo parroquial y Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora

de Leiva y Los Dominicos en Colombia.

148

“Hijo del veleño don Gaspar Ramírez de Figueredo y doña Luisa de Torres , quien estuvo casada

con Gonzalo de Peña, gobernador de Caracas. Melchor fue propietario de la Hacienda ganadera (con

400 animales) de Igua, en Gachantivá y además “ dueño de una casa, de dos estancias de ganado

vacuno y de una de pan; 300 cabezas de ganado vacuno, 100 yeguas, 6 caballos, 300 carneros; dos

estancias en Turca.” Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva. 149

N. I. Sáenz, obra citada

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Hacia el parque de Nariño, eso era también de un solo piso; bajo las bases habían

entierros de gente, habían cabezas de difunto, se encontraban los cuerpos secos, la cara

exacta, todo intacto; no se encontraban cajones sino pedazos de camillas y al moverlos

se despedazaban, se les veía todo, otros ya estaban pelados de la misma humedad que

era la que deterioraba eso, y no se supo qué se hicieron porque no había preocupación

por eso.

La casa de para dentro era todo moderno, la gente no hizo oposición ni nada porque era

lo que mandara el párroco, que fue el que hizo esa construcción de dos pisos con

materiales naturales de ahí y la gente colaboraba; nos tocó ir a dar como veinte días de

trabajo para que se hicieran las mismas casonas y le pagaban a uno tres pesos; pero

como habían gentes delicadas, como los papaes de uno, entonces la patriarcada de la

abuela mía vino y dijo: padre, tengo un muchacho, que era mi persona, y el padre

Vergara, dijo: mándemelo; y como todavía me ganaban los adobes, pues, eran unos

adobes de cuarenta centímetros por veinte, me pusieron a hacer bardas y mi abuela,

viendo la gratitud de que me habían dado trabajo, dijo: padre, le voy a dejar este

muchacho veinte días para que ayude en la construcción de la casa, y así yo di los

veinte días consecutivos trabajando sin ganar un peso; después, ya vinieron varias gentes

a ayudar hasta que se formó todo, pero la casa cural antigua era más bonita y tenía piso

en tierra”. 150

“Otro daño fue la construcción de la casa cural, no está de acuerdo con la arquitectura

de la iglesia, hubo muchas críticas, pero como los curas mandan.... igual pasó con las

campanas y los cuadros; habían cuadros grandísimos de Gregorio Vásquez y Ceballos,

me acuerdo que mi madre decía: estos cuadros eran de Vásquez; las pantallas que eran

muy bellas, al bajarlas para limpiarles el polvo no volvieron a aparecer; don Floro

Sánchez siempre peleó por todo eso; habían, también, unos santos antiguos muy bellos,

por ejemplo, el Señor del Huerto que mi madre vestía por tradición en Semana Santa;

pero ¡oh sorpresa! cuando, tiempo después, fuimos a sacar el santo para vestirlo y

vemos un mamarracho horroroso, moderno y terrible; entonces, mi hermano preguntó

por el santo, que había regalado mi abuela, y le respondieron: ese lo cambiamos por

este porque ya estaba muy viejo”. 151

“Cuando era chinche nos contrataban para cantar villancicos en la parroquia, y una

noche en que jugábamos escondidas, nos metimos en una claraboya que había en un

pasadizo en la sacristía y vimos un cajón de difunto y una momia bien seca, uniformada

de azul y rojo, tenía charreteras, quepis y botas, ¡quién sabe si serían los restos del

general Nariño!”. 152

“En la iglesia hay un sitio conectado con la nave central por el patio principal, en la

esquina del patio había una puerta y entraba uno a un patiecito pequeño, yo estudiaba

ahí; un día llegó un zuro ahí y le dije al padre: déjeme darle un flechazo a ver si lo

150

Félix Torres 151

Aleja Rodríguez 152

Agustín Neira

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cogemos vivo, lo cogimos y montamos el negocio con el curita de los zuros; un día,

buscando la zura me subí al tejado y encontré que los techos formaban un cuadro, había

un hueco de cuatro metros por cuatro totalmente sellado, y estaban las ruinas de una

escalera viejísima. Después, un fara comenzó a matar los zuros y buscándolo vi que se

metió en el encielado, me fui con la linterna y comencé a seguirlo, caminé como treinta

metros y llegué a la iglesia y encontré un hueco con unos adobes sueltos, me metí y vi

una cantidad de cajones seguidos, cogí una caja y le pegué el tirón y no olvidaré:

tenía un cadáver con una espada y una cruz en las manos; destapé otro ataúd y lo

mismo, todo eso estaba lleno de muertos. El hueco, me dijo el cura, era porque en la

violencia allá se escondían para salvarse, y que gente que había llegado herida y luego

había muerto, la habían enterrado ahí; una vez, buscando una lámpara, encontré también

una cantidad de calaveras, las cogí, las organicé y las puse en fila”. 153

“Hace como siete años que estaba trabajando con los curas, por detrás de la iglesia, y se

sacó el ataúd de Nariño: estaba vestido completamente con las botas, tenía manillas de

oro, espuelas de oro, tenía las charreteras, el quepis, los escudos y los solo huesitos; y el

cura por allá mandó a traer gente, vinieron y se lo llevaron de aquí para Bogotá, el ataúd

completo”. 154

Iglesia del Carmen

“El padre Páez que era capellán aquí, de 1830 a 1850, fue el que hizo la iglesia, él se

entusiasmó y consiguió que el municipio cediera la calle155 para hacer el templo, el

municipio cedió con la condición de que no se eliminara la calle del todo; entonces las

monjas compraron estos terrenos donde está la plazuela, se tumbó una casa con huerto

que había, y se hizo la plazuela que es de las Hermanas del Carmen, ellas tienen las

escrituras.

A mí me tocó restaurar las dos iglesias porque, en el mil novecientos treinta y pico, le

habían puesto una bóveda de yeso que tapaba el artesonado a la iglesia de Mamá Linda;

153

Germán Borrás 154

Alcibíades Robles

155

“Las monjas carmelitas consiguieron la calle contigua al Monasterio y compraron las casas del

frente para erigir su iglesia. Su Capellán y benefactor, Fray José Joaquín Páez, fue su propulsor.” N.I.

Sáenz, obra citada.

La obra se inició en julio de 1845 y se terminó en diciembre de 1850. Inicialmente se presentaron

varios proyectos. “No encontrando lugar para construir la iglesia, el P. Páez dijo a la Madre Priora:

pida a Dios que se signe manifestar el lugar donde quiere que se haga la iglesia. La Madre le

contestó al día siguiente, que había cumplido su mandato y que había visto una iglesia muy hermosa

construida en la calle pública inmediata al monasterio … la iglesia quedará con todo el largo y ancho

que se quiera, porque se comprarán las casas de enfrente y quedará así, además de la anchura

para el templo, una plazoleta. Y el Templo se construyó en la calle (…) Se hicieron convites para

transportar la piedra…” Pablo Desantiago. C.M.F: Membranzas de la Villa. Tip. Voto Nacional,

Bogotá, 1929.

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lo mismo a la del Carmen, le habían puesto un cielo raso falso que estaba pintado con

los colorines que había promovido entonces Pintuco y, también, se le habían aplicado a

las paredes de la iglesia. La iglesia de Mamá Linda no tuvo altar dorado, yo destruí todo

eso y puse los cuadros antiguos que estaban dentro del monasterio, habían puesto un Vía

Crucis de yeso y saqué el de las monjas, que es ese de papel, y lo mismo el crucifijo, el

cuadro de Mamá Linda se ha conservado tal cual; sin embargo, hace unos años le

pusieron un vidrio antireflectivo, el lienzo se conserva mucho mejor que el de

Chiquinquirá, inclusive, para mí, está mejor ahora que antes, atribúyalo a causas

naturales o sobrenaturales, en eso no entro yo, pero está mejor. Como la iglesia era en

tierra con esterilla y las pulgas, dizque, eran una cosa espantosa, hacia 1930 le pusieron

baldosa, que fue cuando la trajo Cemento Samper de Bogotá, yo la quité y puse el

ladrillo; quería el ladrillo rosado que era el original, pero en ese tiempo no hubo quién lo

hiciera.

El robo de la corona de la Virgen fue hacia 1959, el ladrón entró por la puerta de madera

que da a la plazuela, la rompieron con una cosa eléctrica, subió al altar, rompió el vidrio

y se robó las joyas; el ladrón estuvo preso en el Barne pero eso era imposible recuperar,

la corona tenía, por ejemplo, una amatista que era una de las joyas que le había dado el

arzobispo Mosquera.

La capilla pequeña del Carmen nunca tuvo un altar dijéramos barroco, colonial, era

una capilla pobre; de lo primitivo conserva las imágenes que fueron traídas del

monasterio de Bogotá cuando la fundación, eran quiteñas: la Virgen, Santa Teresa y San

Juan de la Cruz. Las obras de arte que había dentro del monasterio, están prácticamente

todas en el Museo del Carmen; cuando lo fundé, me prestaron en consignación las

carmelitas de Bogotá los cuadros, el de Santa Teresa se devolvió porque lo reclamaron

con el fin de restaurarlo y dejarlo en Bogotá, pues, en el 2006 celebran el cuarto

centenario de la fundación”. 156

“La estatua de la Virgen que está en la plazoleta, fue traída de España en 1911, y fue

hecha por un escultor sevillano. Mi abuela me contaba, que ella reunió a ciertas señoras

y entre todas aportaron huevos para vender en el mercado y con esa platica, con huevos

de a centavo, llegó esa Virgen”. 157

“Fray Joaquín Páez Murcia era capellán de los dominicos, y como no había convento

de curas, entonces también le decía misa a las monjitas del Carmen; cuando estaba él fue

la renovación de la Virgen, y dijo: ¿qué hago con este lienzo?, hay que hacerle una cosa

bonita, entonces hizo un arreglo con el Concejo y se tomó la calle, porque la capillita del

Carmen era pequeñita, y le hizo la iglesia a la Virgen Renovada. La plazoleta del

Carmen fue donada por fray Joaquín para restablecer lo que se quitó, pero que fuera de

las monjitas, y se formó ese rincón tan hermoso del Carmen”. 158

156

Padre Rafael Eugenio Mejía 157

Octavio Mendoza Morales 158

Aura María Borrás de Páez

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Convento del Carmen

“Con el fin de construir el convento, el sacerdote español don Francisco Rincón

Rosquillo donó parte de sus bienes en 1633,159 la española Isabel de Fuentes apoyó

la fundación con catorce mil pesos, joyas y muebles; asimismo, Fray Bernardino de

Almanza160 quién murió en la casa de don Francisco Rincón Rosquillo, ubicada en

el “recinto que hoy ocupa el coro alto del Carmen.”161 Fray Cristóbal de Torres162

apoyó ante la corte del rey el proyecto del monasterio y Fernando IV expidió, el 31 de

diciembre de 1642, la cédula real que lo establecía. “La Orden Carmelitana tomó

posesión del Convento el 8 de abril de 1645. Algunos miembros de la familia del

benefactor, don Francisco Rincón Rosquillo, fueron nombrados Patronos del

Monasterio, con administración de bienes, capellanes que debían ser de su

familia. A la muerte de don Francisco, sus herederos fuéronse quedando con sus

principales haciendas hasta verse reducida la casa a un estado, no de pobreza,

sino de mendicidad”. 163

“En 1634, el presbítero Francisco Rincón entrega su casa de habitación a las

Hermanas y junto con la priora, dan poder a la priora de Santafé y al procurador

real para “que obtengan del Presidente don Sancho Girón, protección y ayuda para el

nuevo monasterio.” El Cabildo envía, a Santafé, una comisión compuesta por los

alcaldes Juan Núñez de Tena y Alvaro de Lara, el regidor Juan Fernández, el capitán

Pedro Núñez de Losada, Juan Cediel y Sebastián de Mayoral, a suplicar que se

mantenga la fundación.164El 31 de diciembre de 1642 sale la Provisión Real y Cédula

de Felipe IV, que se reconoce y obedece en 1645 y, en 1652 , entran en clausura las

hermanas”. 165

159

Acaudalado vecino de la Villa; “tales bienes consistían, según el inventario, en la casa de

habitación con solares y huertas; una hacienda de caña en el vecindario de Moniquirá con sus

servicios de trapiche y seis esclavos para el trabajo; dos haciendas de ganado mayor y menor;

dos terrenos para sembrar trigo, maíz y garbanzos, con 22 yuntas de bueyes y 30 yeguas para el

servicio y las trillas; un molino de trigo; una fragua y cinco jumentos; otras casas y solares en la

Villa y las casas para los capellanes. Dos casitas con solares, hornos y ramadas para la cal, reja

y ladrillos; dos órganos, el uno de 350 pesos de costo y el otro, de valor de mil pesos, que lo

tenía arrendado a la Iglesia Catedral de Santafé, “más otra multitud de cosas.” Igualmente, una

renta de 2.000 ducados anuales.

160

Murió en la Villa de la peste llamada Santos Gil, Almanza se había hospedado y falleció en la casa

del Presbítero Rincón a la edad de 55 años. Ver anexo: Fray Bernardino de Almanza

161

N.I. Sáenz, obra citada. 162

Nacido en Burgos España en 1573. Fue arzobispo de Santa Fé en 1634. 163

Ibid., nota 161. 164

Fuente: fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva. 165

Fuente: Archivos y N. I. Sáenz, obra citada

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“En 1819, Simón Bolívar visitó el monasterio y al darse cuenta de la pobreza de las

monjas, ordenó166que les dieran un auxilio de cien pesos mensuales y, en 1821,

Santander les impuso la obligación de mantener y sostener una escuela. En 1834,

llegó de capellán el dominico Fray José Joaquín Páez Murcia, que asumió la

capellanía hasta 1870, y luego el monasterio le vendió dos solares, ubicados en el tramo

oriental del actual convento de las Carmelitas, para construir la casa del capellán;

cuando las religiosas fueron expulsadas del convento, el 18 de febrero de 1863, se

refugiaron en esa casa hasta el 27 de mayo de 1870, fecha en que regresaron a su

monasterio; en 1876, se nombra a Fray Saturnino Gutiérrez O.P. como capellán del

monasterio y ejerce sus funciones hasta 1911.

“En el temblor de 1825 se desplomaron varios tramos del claustro y el convento

tuvo que ser reconstruido, durante siete años fue convertido en cuartel 167 y la corona de

oro, tachonada de esmeraldas y diamantes de la Virgen de la Renovación, fue

robada; en el convento se conservan dos pinturas de Vásquez de Arce y Ceballos”. 168

Convento de San Francisco

“Fue fundado por los franciscanos en 1614 y en el permanecieron hasta 1821; luego,

fue ocupado por los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios169 y“en permuta que

se perfeccionó más tarde entre la Parroquia y los Hospitalarios por terrenos de éstos

que se destinaron al cementerio viejo,”170 funcionó allí el hospital, llamado de San

Francisco, que fue decreciendo por falta de auxilios y quedó abandonado.

En 1575, durante la primera fundación de la Villa, ya existía el Hospicio de San

Francisco pero duró muy poco tiempo; en 1596, se elevó una súplica a la Real

Audiencia para la fundación del Convento de San Francisco y, en 1613, el capitán

Juan Pérez de Salazar, habitante de la Villa y encomendero de Sáchica, ofrece

para su fundación sus casas y eleva solicitud al Cabildo de la Villa y se funda el

convento en 1614. Nunca tuvieron doctrina, para la época estaba asignada a los

dominicos; fray Pedro Simón escribe, en 1626: “No tiene ahora (los Franciscanos)

166

“Cuartel General de Leiva, a 25 de septiembre de 1819 –Al señor Vicepresidente de las

Provincias libres de la Nueva Granada- He visitado en mi tránsito por esta Villa el Convento de

Nuestra Señora del Carmen, y me he informado de la escasez y miseria a que están reducidas estas

pobres religiosas por falta de fondos. Para aliviarlas he dispuesto que de la renta de

aguardientes de esta Villa se les contribuya mensualmente con 100 pesos, entre tanto restablecen

sus rentas a un pie que les pueda proveer subsistencia. Y lo participo a V.E. para su inteligencia

y cumplimiento. Dios guarde a V.E. muchos años”. Bolívar

167

Inicialmente, el alcalde resolvió convertirlo en cuartel, pero esta determinación nunca se llevó a

cabo; luego se sugirió la posibilidad de destinarlo a una escuela de niñas, lo cual tampoco se llevo a

cabo por una fuerte oposición de las carmelitas. El Convento quedó abandonado. Según parece, las

Hermanas construyeron un arco, que comunicaba el coro de la iglesia con la casa.

168

N I. Sáenz, obra citada 169

Ver en Salud: hospital 170

Ibid., 168.

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doctrina alguna, por haber sido su fundación tan tarde, y tener los indios de su

comarca asignados doctrineros. Tiene de ordinario seis religiosos moradores, y a

veces ocho, que con las limosnas que los vecinos, por su mucha devoción, les

ofrecen congrua sustentación”.

En 1821 se ordenó entregar la Iglesia de San Francisco para Vice-Parroquia; entre

1829 y 1837, fue hospital manejado por los Hermanos de San Juan de Dios, y en

1875 fue restaurado por el español José María Gutiérrez de Alba, se estableció allí

el Centro de Estudios Agropecuarios,171que fue cerrado cuando Gutiérrez de Alba se

retiró de Villa de Leyva. El convento y la Iglesia quedaron abandonados y, en 1888,

fue restaurado por las Terciarias dominicas, que lo sostuvieron hasta 1944; después se

le adjudicó al Colegio de Boyacá.

En 1954, se inició otra restauración y se remodeló el ala occidental para el nuevo

hospital. En 1969, la Empresa Nacional de Turismo “prospecta una nueva

remodelación y lo adapta para una Hostería Turística, en asocio de la Compañía

Turística de Boyacá S.A”.172 En 1990, el municipio lo entregó en comodato a la

Fundación “Colegio Verde de Villa de Leyva,” que tuvo ahí su sede de trabajo;

finalmente, Monumentos Nacionales inicia la restauración del convento y la termina

parcialmente en el año 2000, año en que el municipio, bajo la alcaldía de Germán

Sánchez Pereira, lo destina para Centro Cultural Municipal.173

“En los años treinta, la casa era así como está y la iglesia era muy bien arregladita, la

manejaban las monjas terciarias, las mismas de San Agustín; tenía cuadritos de la Virgen

y de San Antonio, oíamos tocar las campanas y la gente iba a esa misa; el hospital

también lo manejaban las monjitas”.174

“En la capilla de San Francisco, cuando estaban las monjas, también habían cuadros

muy lindos; seguramente cuando cerraron el hospital arrasaron con todo”. 175

“Del convento de San Francisco no se conservaba más que el claustro principal; el

claustro entrando al fondo y toda la parte de atrás la hizo Luis Morales Gómez, cuando

cogió eso como hotel; y existía, donde estaba la cocina, una ramada que era como

pesebrera del convento y allí estaba el horno donde los frailes hacían el pan, no existía

más en esa parte.

La capilla tenía un altar dorado e imágenes; y dicen las malas lenguas, que eso

empezaron a negociarlo los anticuarios, entre ellos solía venir por esa época, Jaime

Botero y el maestro Acuña. La iglesia, inclusive cuando estaba Morales, tenía cosas

171

José María Gutiérrez de Alba, en el Centro de Estudios Agropecuarios, publicó una cartilla sobre

agricultura y ganadería y se dedicó al fomento y cultivo del olivo. Importó de Sevilla, España,

variedades de olivos para la producción, como las de los Umaña, en Sáchica y la de Corredor, en

Monquirá (en “el Infiernito”)

172

Archivo y N I Sáenz , obra citada 173

Archivo y testimonios 174

Aura María Borrás de Páez 175

Aleja Rodríguez

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antiguas: el confesionario, la pila de agua bendita, una pila bautismal, una imagen de

vestir de la Virgen que había en el camarín, algunos candeleros, unos armarios”. 176

“Cuando fui concejal se dio la recuperación del convento de San Francisco, el pueblo

animó a Robertín Borrás para que recuperara eso que estaba perdido, porque un alcalde,

Próspero Morales, le concedió eso a Morales Gómez y llegó el tiempo y no entregaba,

quería apropiárselo”. 177

“La recuperación de San Francisco fue el primero de abril de1982, yo era el alcalde; el

gobernador estaba alarmado con lo de San Francisco, era un problema grave perder un

monumento, una joya. El Municipio había hecho un contrato de arriendo por doce años

con Luis Morales Gómez, el señor sólo pago los cuatro primeros años, la suma era siete

mil quinientos pesos anuales, hizo su hotel ahí, trajo hasta el obispo de Tunja y

manifestó que se quería quedar con el convento; pero como no volvió a pagar, el

municipio le inició varias acciones para que devolviera el bien, -entonces aparecieron

contratos hechizos por todas partes, fotocopias, adulteraciones- y en enero1982, el

nuevo gobernador me dijo: estás resuelto a hacer una cosa, esto no puede pasarse del

primero de abril porque se pierde, y le dije: pues yo me le mido a la cosa, y con el

pueblo empezamos a prepararnos para la recuperación. El primero de abril el pueblo se

tomó San Francisco, yo entré como alcalde con la policía a ver qué era lo que pasaba,

eso fue a las nueve de la mañana y a las tres de la tarde ya tenía todas las oficinas en la

capilla, menos la notaria. Después se me vino el mundo encima, ellos movieron cielo y

tierra para quedarse con el bien; eso era un bien del municipio, y con los procesos que le

entablaron al municipio y al alcalde, se levantó el juicio de pertenencia hasta llegar a

Mosquera, pues después de los agustinos el convento había pasado al Municipio.

Los bienes del municipio se arrendaban porque eran bienes que amenazaban ruina, era

una arquitectura muy costosa de mantener, y en el caso de San Francisco, al salir el

hospital de ahí, se podía caer; entonces los municipios daban esos inmuebles en

comodato, para que alguien los salvara aunque pagara un arriendo barato y, en realidad,

Luis Morales salvó la edificación. Recuperar los bienes y dejar la evidencia era muy

importante, yo me le medí a la cosa, tuve auto de detención y me lo cambiaron por el

pueblo; como alcalde estuve veinte meses pegado a once procesos penales, el municipio

no tenía abogado y me tocaba de mi plata porque el presupuesto del municipio era

irrisorio, nueve millones al año, y había que presentar un pueblo para el futuro; fui a

juicio y salí libre en noviembre del 1984. Al pasar la alcaldía allá, se desarrolló ese lado

de San Francisco, hicimos un estudio de la plazuela que era en tierra, hicimos el puente

y se defendió ese entorno que era tan lindo”. 178

“Eso fue un error que hubo al ceder San Francisco al doctor Morales Gómez, la ley

prohíbe que se enajenen los bienes públicos por más de cuatro años; sin embargo, lo

hicieron por doce pagando la mísera suma de siete mil pesos anuales, y el contrato decía

176

Padre Rafael Eugenio Mejía 177

Benedicto González 178

Roberto Borrás

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que si bilateralmente no se cancelaba, se declaraba prorrogado por otros doce, eso era

con el fin de tener la propiedad a los veinte años. A mí me tocó, en el concejo, cuando

se hizo el rescate, protestó la gente pero yo la moví, la movió Robertín Borrás, y me

acompañaron todas las noches a cuidar allá para que nadie se posesionara, con ser que

primero nos mandaron un capitán con un piquete de policía de Tunja y les dijimos:

bueno, pasarán sobre nosotros pero aquí no dejamos pasar a nadie, porque ustedes no

tienen la razón y saben a qué los mandaron, el capitán no nos pudo decir nada; después

vino el hijo de Morales, con el guardaespaldas y ametralladora, les fue mal ese día, casi

les incendian el carro y les dieron coscorrones; ellos quisieron hacerse a eso a cómo

fuera lugar”. 179

Convento de San Agustín

“Asignan algunos historiadores a San Agustín fechas anteriores a la existencia de la

Villa, lo cual es imposible,180por lo que sólo resta aceptar que su fundación se efectuó

entre los años de 1582 y 1595, fecha esta última en la cual ya existía prior; cabe

señalar que el primero, Fray Mateo Delgado, correspondió dirigir la fundación del

convento de la Candelaria en 1604. En 1603 fue establecido en el convento de San

Agustín un colegio181 con el fin de formar los novicios, pero que, según memorial del

padre Mallot dirigido al rey, también se había formado para que los hijos de los

vecinos estudiasen. Para el año de 1618 ya estaba edificado el templo del convento, y

durante algunos años se utilizó en reemplazo de la iglesia matriz, mientras se hacía

el nuevo edificio. Continúa sirviendo a la comunidad hasta el año de 1835,182 cuando

pasa a ser propiedad del Gobierno. En 1856 la Asamblea de Boyacá lo cede al

municipio, y este a los dominicos, para regresar nuevamente a poder del Estado en

virtud de la desamortización promulgada poco después”. 183

“En 1856 el Cabildo de la Villa, con aprobación de la Asamblea Legislativa del

Estado Soberano de Boyacá, cedió, a los Dominicos, a perpetuidad el Convento e

Iglesia con la condición de establecer en el edificio una escuela para niños

(Escritura Nº 112, octubre 11 de 1859). En 1859, el padre Páez Murcia no acepta la

condición, “la asamblea impone cuota anual de doce pesos para la instrucción. El

Delegado apostólico expide tres decretos: el primero faculta al Provincial para

179

Agustín Neira

180

Napoleón Ignacio Sáenz afirma en su obra que fue “construido en 1573 por Vicente de Requejada,

ermitaño agustino, capellán de Nicolás de Federmán, muerto en Leyva en 1575”.

181

El convento fue, en 1603, centro de estudios de religión y ciencias eclesiásticas al cual llegaron

estudiantes de Santafé y Cartagena, y estuvo habitado por la comunidad agustiniana hasta 1821.

182

Como consecuencia de la ley del 28 de Julio de 1821, del Congreso de Cúcuta, y los decretos

posteriores sobre supresión de las Comunidades Menores y apropiación de sus bienes para

establecimientos de educación, el convento pasó a ser propiedad del gobierno y quedó abandonado en

1837.

183

Alberto Corradine Angulo, obra citada

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aceptar la cesión de San Agustín; el segundo, erige el Convento de Reforma con

noviciado y estudios, bajo el título de Beato Martín de Porres; el tercero ordena

cerrar todo otro noviciado en la Provincia. El Cabildo asume la contribución anual

y libra al convento de esa obligación y el 11 de octubre de1859, el Personero, don

Antonio Morales, otorga la Escritura Nº 122 que legaliza la cesión de San Agustín a

la Orden de los Predicadores; el 31 de diciembre, el Provincial con su Consejo

reunido en la misma Villa, declara erigido el Convento y en 1860, se inaugura el

convento.184” Así, durante dos años, los dominicos se alojaron allí; en 1861, se

suprimió el convento de los dominicos y estos se trasladaron a la casa del capellán

del Monasterio de La Martinica, ubicado en el costado sur de la iglesia parroquial.

En 1872, el padre fr. Saturnino Gutiérrez fundó allí, el Colegio del Sagrado

Corazón, que fue clausurado en 1876 como consecuencia de la guerra civil. En 1877,

las señoritas Umaña y Buitrago tomaron en arrendamiento el edificio y fundaron el

Colegio de Nuestra Señora de Lourdes. En 1880, el padre Gutiérrez fundó la

Congregación de Dominicas Terciarias y, en 1884, esta comunidad regentó el Colegio

del Sagrado Corazón. En 1884, los revolucionarios ocuparon el convento y

desalojaron a veinticinco religiosas, quienes se refugiaron en la casa del capellán

del Monasterio del Carmen y, luego, en la de don Pedro Martín Páez hasta 1886.

Posteriormente, el padre Gutiérrez refaccionó el convento y las Terciarias volvieron

a ocuparlo; en 1888, el Cabildo de la Villa lo cedió a las Terciarias y su colegio

funcionó hasta 1944, cuando las Terciarias se retiraron de Villa de Leyva. Después se

adaptó para la Escuela Normal, en 1942-44, 1953-55 y 1962-64 se le añadieron

tramos de construcción nueva”. 185

“Conocí la capilla de San Agustín, pero ya no tenía el altar primitivo que debió tener;

lo único antiguo que se conservaría es la imagen de San Agustín que está en el Museo

Religioso de El Carmen, es de 1624. Había un altar de madera, conservaba el jardín de

la sacristía que era donde es el garaje al lado de la capilla, ahí no había puerta ni nada,

porque, en ese tiempo, el sacristán cultivaba las flores para el altar”. 186

Convento de los Dominicos

“En 1640 fray Antonio de Mora y fray Joaquín Malcón, conventuales de San

Francisco, fray Francisco de la Villa Real y fray Cristóbal de Bolaños Zambrano,

conventuales de San Agustín, contradicen en el Cabildo la pretensión de los Dominicos

de fundar convento en la Villa, y los secunda el Procurador don Felipe de Otálora. En

octubre, el Cabildo traslada el asunto al Presidente del Reino para que decida lo

que mejor convenga”. 187

184

Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva y Los Dominicos en Colombia 185

Fuentes: Alberto Corradine, N.I.Sáenz, Fray Alberto Ariza 186

Padre Rafael Eugenio Mejía 187

Fr. Alberto E. Ariza: Los Dominicos en Colombia.

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“En 1859, fray Benedicto Bonilla, fundó el Convento de Dominicos bajo el título de

Beato Martín de Porres, que funcionó hasta 1884. Ese año, fray Saturnino Gutiérrez188

edificó el convento contiguo a la iglesia parroquial, con noviciado y estudiantado…

Cuando ya estaba concluido el edificio, con todas sus instalaciones y dotaciones, se

declaró Casa Filial de Tunja; el noviciado y estudiantado pasaron al de Chiquinquirá.

Se trató de restablecer ese convento en Leyva, pero a poco murió el padre Gutiérrez,

y ya en 1912 trasladaron a Chiquinquirá los laboratorios, biblioteca y gabinetes… En

un tramo del convento se instalaron en los años sesenta las Hermanas Nazarenas

Dominicas, con el propósito de establecer para clases populares un Instituto

Politécnico Femenino que llevará el nombre de San Martín de Porres”.189

“Donde está el convento de los dominicos, ese era el cementerio primitivo; cuando

estuve aquí, en el año cuarenta y siete, habían unas chicherías y la construcción era de

un solo piso frente a la plaza, eso lo tumbó el padre Vergara y construyó el actual

convento de dos pisos; y el padre Prieto, que era párroco, fue el que puso a funcionar

esa casa como colegio para el pueblo; eso duró poco tiempo porque su sucesor, aunque

era pedagogo, se aburrió y cerró el colegio”. 190

Museo de Arte religioso

“El museo comenzó en la sacristía de Mamá Linda, que era en un segundo piso, donde

hoy es la portería del monasterio, eso estaba por fuera de la clausura, era un saloncito

largo que tenía escalas por dentro. El museo se inició hacia 1950, un padre carmelita le

pidió a las monjas algunas obras marianas y las cuidaban los novicios; al poco tiempo,

los novicios se trasladaron a Sonsón a seguir sus estudios y las monjas les regalaron

algunas de esas cosas para continuar con el museo; allá recogieron algunas cosas más,

que son las de menos valor, y cuando se cerró el seminario de Sonsón, los trasladaron a

Bogotá y se trajeron esas cosas. Me enteré que eso estaba guardado en cajones porque la

casa no tenía lugar para exponer eso, hablé con el provincial y le dije que: el lugar para

eso era Villa de Leyva, allá va el turismo y se ve que va a aumentar con el tiempo, es un

lugar propio para el museo, y la mayor parte de las obras de valor eran originarias de

Villa de Leyva; entonces, me autorizó a recoger eso y lo tuve guardado en los salones

un tiempo hasta que construí donde es el museo, porque ahí era un solar, y se abrió al

público. Todavía hay mucha cosa guardada porque no hay espacio, lo que hay está muy

amontonado, y el resto está guardado pero no he conseguido la ampliación con la

comunidad; conseguí hace pocos años, del Ministerio de Transporte, una asignación de

188

“Saturnino Gutiérrez, párroco en 1865, se refugia en una casita que queda al frente de las monjas, era el

párroco de las monjas; esta casa era la casa cural de los dominicos pero como los sacaron, la abandonaron,

él se puso a vivir cerquita de las monjas, al frente, mejor dicho, donde hoy es el convento de los padres

carmelitas y entonces, después él construye el convento de los padres dominicos, funda el colegio Antonio

Ricaurte, trae todo lo indispensable para los experimentos de física y química y además, en 1875, funda

las Terciarias Dominicas, allá en San Agustín.” Tulio Jiménez

189

N.I. Sáenz, obra citada. 190

Padre Rafael Eugenio Mejía

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ciento treinta y cuatro millones de pesos para ampliar el museo y acabar de construir el

ala que hace falta para cerrar el claustro del convento, pero la comunidad se opuso y

hubo que rechazar la ayuda que, después, se la dieron al Santo Ecce Homo”. 191

Museo Acuña

“Para los leyvanos está abierta la puerta gratuitamente pero no vienen, vienen algunos.

Me di cuenta que, siendo una ciudad eminentemente estudiantil, no tenían una biblioteca

y abrí la mía, venía el profesorado y el alumnado, me firmaban una boletica donde decía

sobre qué materia iban a investigar y yo buscaba el libro, eso me quitaba mucho tiempo.

Un museo es un motivo de atracción turística, la gente viene aquí a ver cosas y yo los

atiendo si preguntan por mí”. 192

Patrimonio artístico

“Aquí existieron muchas joyas, muchas antigüedades, y venían gentes que sí sabían de

su valor, las compraban por cualquier cosa y se las llevaban; hubo un señor Amaya, que

había puesto una droguería, y se llevó una gran cantidad de objetos antiguos. Donde está

la capilla del Carmen había un altar tallado en madera, lo mismo que en San Francisco,

nunca se supo qué pasó con eso; igual sucedió con muchos objetos de la Catedral, los

saquearon. Hubo una época, entre el cuarenta y el sesenta, que fue de saqueo; venían y

compraban a escondidas, cargaban y trasteaban de noche, no existía una valoración del

patrimonio y no hubo quién estorbara o dijera esto es patrimonio de Villa de Leyva, no

se lo lleven; a Floro Sánchez, los dominicos llegaron a odiarlo porque fue el único que

tuvo la entereza para defender el patrimonio histórico de Villa de Leyva; el padre

dominico Enrique Báez, que fue historiador, también saqueó las reliquias antiguas que

habían; creo, además, que fue el que se llevó la partida de bautismo de Juan José Neira

de Gachantivá”.193

“Aquí estuvo, por los años cincuenta, un abogado de apellido Montejo que compraba y

vendía antigüedades, fuera de que en su casa tenía cosas maravillosas conseguidas en

todos los pueblos de Boyacá, y los curas le vendían lo que él quisiera. Hubo un sacristán

del Carmen llamado Narciso, persona muy buena, que en una forma muy ingenua le

vendía todo lo que él le pedía, los padres ni las monjas se daban cuenta. Cuando murió,

su esposa tenía en la casa una gran porción de cosas que se despreciaban en la iglesia, y

Montejo le compró todo y nunca le pagó nada. Por ese estilo hay muchos personajes

ilustres, decentes, que en esa época se llevaban todo de los conventos y de las iglesias de

Boyacá, pues no existía una clara conciencia sobre el patrimonio y, desafortunadamente,

los curas tampoco tenían una formación artística que les permitiera valorar las obras de

arte”.194

191

Ibid. 192

Luis Alberto Acuña. q.e.p.d. 193

Vicente Rodríguez 194

Tulio Jiménez B

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“Los cuadros y la parte ornamental de las iglesias de Villa de Leyva, los anticuarios de

Bogotá los empiezan a reducir,195aparece Botero, Giraldo, etc., saquean Gachantivá,

Santo Ecce Homo, la parroquia de aquí; lo que dijo Floro Sánchez es cierto: todo

desapareció, los curas decían que iban arreglar la iglesia, la cerraban y negociaban con el

anticuario, cambiaban los cuadros y el campesino no se daba cuenta porque siempre

había un cuadro, así terminó todo en colecciones privadas. En el convento de las monjas

carmelitas conocí muebles valiosos, un escaño supuestamente de la época de Colón, hoy

no hay nada. Las campanas de la iglesia, las bajaron y estuvieron metidas en un

volkswagen, el carro lo alcanzaron a parar en Sáchica, eso fue en el año sesenta y dos

más o menos”.196

“¡Ah campana de Villa de Leyva!, era la que más cantaba, se oía hasta Iguaque; en

Roma, hay una que casi le iguala, pero no dizque le iguala; el padre Gutiérrez la hizo

traer de Moniquirá de donde un difunto Eustaquio Díaz”. 197

“Existió la mejor campana, daba un tono que repercutía hasta el Alto de Tiparuco, eso

era famosísima; y nosotros de chinos, gozábamos tocándola y hacíamos dúos y tríos con

las tres campanas: le sacábamos como unas danzas, unos sones… pero, cuando había

una fiesta mayor, algo solemne, era cuando sonaba la grande; ¡ave María, qué pasó!, un

lujo de campana, y la iglesia tenía mucho adorno, mucho candelabro, eran doce en plata,

no se sabe qué pasó con eso, desapareció”. 198

“El patrimonio más importante de Villa de Leyva era la campana, no la había en toda

Colombia; los repiques eran unos toques lindos que a cualquiera le alegraban el corazón.

Una campana se llamaba San Pedro Claver; la otra, Santa María de Nuestra Señora del

Rosario de Villa de Leyva; la San Pedro Claver fue la que se perdió en el año sesenta y

siete; se la bajaron del campanario, no aparece por ninguna parte: ni rota, ni vencida, ni

pedazos, ni esa cuestión. Cuando teníamos el escándalo de la campana vino un español,

que trabajaba en asuntos de herrería también, y me dijo quiénes podían saber de esa

vaina. Yo soy mayor, soy viejo, y nadie de los copartidarios, de los contemporáneos

míos, ninguno da razón de esa campana.

Eran unas campanas que se oían hasta el alto de Tiparuco, al sur, hasta Sáchica y Santa

Sofía; la oían perfectamente, cuando daba las doce, en Cane que eso queda ya tapado

con el cerro; se sentía hasta la montaña donde sale uno de Arcabuco pa’rriba, donde

llega uno a la planada. Cuando repicaban a misa, se sentían los toques perfectamente,

hoy no; es que hasta el catolicismo se ha perdido por ese motivo, ya no concurre la

misma gente que concurría en esa época; cuando los campesinos sentían la campana

decían: y vámonos a misa, todo el mundo iba a misa, de aquí del valle, de Santo Ecce

Homo, del Muelle.

195

Para más información ver: La villa siglo XX, Convento de San Francisco. 196

Octavio Mendoza Morales 197

Alfonso Maximino Bautista q.e.p.d. 198

Manuel Gaona q.e.p.d.

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Con esa campana fue bautizado Antonio Ricaurte, fue el entierro de don Antonio

Nariño que vivió aquí en Leyva, en la época que lo mandaron a destierro de Bogotá,

recién pasada la guerra de los patriotas, de España con el Nuevo Reino de Granada; con

esas campanas fueron sepultados grandes personajes de Villa de Leyva, como fue el

general Noé Guerra, doña Paulina y Noé Ferro, y siempre que doblaban con la campana

grande decía uno: murió un pesado; cuando moría una persona de baja categoría, era con

la campana segunda; las chiquitas, esas existen ahí todavía, eran para iniciar los repiques

que eran dos, se llamaban el bilongo y el otro.

Las campanas eran casi de la fundación de Leyva; fueron hechas en las minas de cobre,

en una vereda llamada el Altillo, de Moniquirá;199 allí las fundieron revuelto con la plata

que fue sacada de las minas de Villa de Leyva. Mi papá me manifestó que, a esa mina

vinieron unos italianos y sacaron para unos candelabros de plata; esos candelabros se los

llevó, por allá en 1954, un cura Roa y los mandó replatiar en Bucaramanga para

venderlos: doce candelabros en pura plata, en figura de pata de perro, de trípode; había

hisopos, vinajeras y los platos de las vinajeras, todo eso era en plata, todo eso se perdió,

se lo robaron. Todo se lo han llevado, hasta los restos de Nariño.

Aquí hubo un viejito, don Esteban Hernández, fue a reclamar a los curas qué había

pasado con la campana grande y le pegaron una vaciada y le dijeron, que nadie venía

mandar en la casa de ellos, que qué tenía que averiguar lo que no le importaba. Aquí

199

“A tres leguas y media casi al N.O de la Villa de Leiva quedan las minas de cobre, cuyo

laboreo formal ha emprendido una compañía de capitalistas granadinos....Para ir a ellas hay que

trasponer el Alto de las Minas (…), ricamente dotada de árboles...poco antes de llegar a la cuesta se

halla el naciente pueblo Las Quebradas, que es una fracción del antiguo Gachantivá (…) El

descubrimiento de estas minas se debió a la casualidad, pues se refiere que corriendo unos cazadores

detrás de un guardatinajo, allá por los años de 1750, llegaron a la orilla izquierda del río

Moniquirá, y perdida la presa entre los peñascos amurallados de la ribera, repararon que las ocas

fronterizas sudaban una sustancia verde, que llamaron "humo de esmeraldas", de la cual recogieron

cierta cantidad y la llevaron a Velez, donde examinadas por prácticos declararon ser muestras de

criaderos de cobre muy ricos. Juntáronse varios, denunciaron la mina, que tomó nombre del

inmediato río, y comenzaron a trabajarla, calcinando la roca a fuerza de grandes hogueras, para

facilitar el trabajo de las barras, pues en aquellos tiempos en que, según la tradición, gobernaba el

arzobispo-virrey Goingorsa (1782), valía una libra de pólvora 4 pesos, y no podía pensarse en

taladros. Bajo este sistema bárbaro continuaron labrando la mina con mucho provecho, hasta que

la guerra de la independencia vino a paralizar la empresa, en términos que cuando los señores

Montoya y Compañía de Bogota, y Lorenzo y Compañía de Antioquia, se unieron para tomarla el

año de 1842, se hallaban cegados los antiguos socavones y perdido el rastro de las vetas principales

(...) Los trabajos de esta mina se hacen inevitablemente por el sistema de pozos y galerías al través de

las areniscas cuarzosas (...) Tres galerías encontramos abiertas y corrientes. La principal de ellas

perfora el cerro por su base y la portada se halla a ocho metros sobre el lecho del río donde hace un

salto (...) La ganga del mineral es el cuarzo que se presenta en filones numerosos, y de tal manera

variado desde el hialino cristalizado hasta el arenoso cargado de arcilla y mica... a estas masas

cuarzosas acompañan granos y aun nidos de pirita de cobre, indicando con su abundancia o escasez

las del cobre sulfurado y cobre carbonatado (malaquita) (...) La riqueza del mineral sacado de las

vetas comunes varía desde 45 hasta 16 por ciento, dando un promedio de 25 por 100 de un

hermoso cobre amarillo (...) Hay otra galería de explotación en lo alto del cerro que prolongada unos

120 metros , solo ha ofrecido vetas de malaquita concrecionadas, y a veces cristalizada (...) ( El

director de la mina es Bernabe Villafrade)" (Manuel Ancizar: La Peregrinación de Alpha).

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ninguno de los grandes gamonales, de los principales, ninguno reclamó nada, el único

que quiso reclamar por eso fue el finado Floro Sánchez y lo tildaron de loco”. 200

“La campana grande, esa dicen que la bajó el cura Báez”. 201

“Se robaron una campana grandísima que se llamaba María del Rosario, la tocaban

cuando había un muerto; ¡cuántos negocios hicieron con esas cosas!, se enriqueció el

maestro Acuña, el dueño de la casa de la esquina, con las joyas de las iglesias que se las

compraba a los curas, yo trabajé con él y por eso lo digo”. 202

Cementerio 203

“El cementerio era arribita de donde hoy es la plaza de mercado, lo que está cercado en

adobe; eso se acabó por allá en el 1917, imagino yo, porque cuando nací ya lo habían

bajado”. 204

“El cementerio viejo era arriba, conocí las bóvedas hechas en cal y unos trabajados

muy bien hechos ya de decoración; eso eran siembros de unos dueños que decían que

habían comprado el cementerio, la mamá de la señorita Teresa; y al otro lado, había una

casa de paja y por el lado del Duruelo, otras casas de paja pero ralitas y los pilonones de

lotes”. 205

“El cementerio eso era un monte, era como un potrero donde no hacían el aseo hasta un

día que se pusieron a limpiar y a sacar polverera: vereda de Sabana, vereda de Roble,

vereda de Capilla, de todas las veredas... Entonces ya entró el cura que hizo componer

todo eso bien bonito y ahora sí tienen sus casitas pa’ que los entierren ahí y los metan

debajo de tierra”. 206

Hoteles y pensiones

200

Jesús Neira 201

Luis Madero 202

Alcibíades Robles

203

El cementerio fue inicialmente en la Iglesia Parroquial (ver Iglesia Parroquial, “catedral”). En

1829 el nuevo cementerio se construye, con fondos del distrito, en el sitio del antiguo Hospital de

San Juan de Dios (arriba de la actual plaza de mercado), y se señala una zona especial “para los

infieles”. En 1884 se exhuman los restos y se traslada al sitio actual, en la vía que conduce a

Gachantivá viejo, y ese mismo año se ordena cercar el cementerio de los virulentos en la Sabana del

Cane y otras veredas. Para mayor información acerca de los cementerios de los virulentos ver capítulo

sobre salud.

204

Jesús Neira 205

Felix Torres 206

Anastasio Guerrero, “El Alcalde burras”

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“En esa época estaba el hotel de los Castellanos, de la señora Eloísa Castellanos, y no

tenía nombre, estaba en lo que hoy es la casa de Aleja Morales; otro, el de Elvira de

Madero; y mi mamá daba alimentación y posada a gente de confianza, porque todo el

mundo no se podía tratar en esa época; ya cuando Rojas Pinilla declaró esto museo

colonial, de ahí para acá empezaron a montar hoteles”. 207

“Aquí había un hotel de las tías del Chato Castellanos, ellas acabaron el hotel y no había

dónde hospedarse la gente; entonces mi mamá, Elvira de Madero, creó el hotel; eso fue

del año cuarenta y dos hasta el setenta. Acá venían negociantes porque se producía

mucho trigo, cebada, maíz, entonces mi mamá empezó a dar alojamiento y alimentación;

y los sábados como venían personalidades, allá iban a almorzar; mi mamá empezó a

mejorar las piezas y las camas, era una cama muy de primera con tres o cuatro cobijas, y

como nosotros teníamos rebaños de ovejas, toda esa lana la utilizaba en la hechura de

colchones y cobijas que le tejían en Suta”. 208

Hospedería Duruelo209

“Ahí donde está el Duruelo no había nada, eso era una tierra insípida, unos pedregales

del municipio; y dicen que se la dejaron para fortalecer el municipio”. 210

“Eso eran terrenos que el municipio cedió voluntariamente al hotel para los curas, para

ellos tener alguna renta”. 211

“Antes de que se construyera el Duruelo, ese era el sitio donde todos los domingos iba

mucha gente y cortaba leña. La idea de darles eso era a cambio de que hicieran algo útil

para la Villa, aunque inicialmente no iba a ser hotel. Eso se hizo también con el fin de

favorecer la microcuenca de San Agustín; quince años después, me llevé la sorpresa

de que se había recuperado ese peladero y de que sí había valido la pena”. 212

“Los padres carmelitas me solicitaron que les cediera ese terreno, y yo le dije al padre

Constantino, que era el de esa época: pase una solicitud y la estudio y convoco al

concejo y así fue; tuvo varias sesiones en el concejo y se aprobó la entrega del terreno.

Como el municipio no tenía linderos claros y no sabía de quién eran los terrenos, porque

esto tenía muchas estancias y arrendatarios, entonces el concejo aprobó que se le cediera

de los Potreritos para acá -arriba había un pozo muy bueno, el célebre pozo de los curas-

y se le entregaron los terrenos a los padres carmelitas para que funcionara una casa de

207

Jesús Neira 208

Luis Madero

209 Ubicado en un predio de cuatrocientas cuarenta hectáreas en los cerros, arriba del Duruelo, adquirido

por el municipio por “prescripción extraordinaria del derecho de dominio,” en 1968. Escritura:

protocolización Juicio de Pertenencia; Alcalde, Próspero Morales Barrera; Personero, Antonio Pérez

Vargas.Notaria 2, Tunja. Nº 68, enero 26 de 1968.

210

Felix Torres 211

Jesús Neira 212

Germán Borrás

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retiro de ellos, eso no era para hotel. Yo les entregué el terreno, inclusive, yo no conozco

el Duruelo, el padre Constantino me dijo: Luis, tienes que asistir a la inauguración de la

primera piedra, le dije: claro padre, con mucho gusto voy; pero no me invitaron”. 213

“La entrega del Duruelo no fue discutida; después, se hizo una segunda cesión y

ampliaron la que habían hecho; luego ellos compraron una parte, lo que era del difunto

Jenaro López, de la quebrada de San Agustín hacia el norte pasando la quebrada, eso

costó dos mil pesos. Yo estaba en la presidencia del concejo esa vez, y, un padre,

incluso, disgustó conmigo porque la cesión no incluía el pedazo que queda abajo contra

la quebrada, lo pedían para una guardería; yo le dije que lamentaba mucho, pero que este

municipio mientras regalaba con una mano, con la otra pedía limosna y ya se les habían

hecho dos cesiones y no se podía más. Eso era para una casa de retiros y me parece, que

el concejo nunca le cambió de destinación a eso. Como era para bien de Villa de Leyva

la casa de retiros, la presa del Duruelo creo que se hizo cuando se construyó el hotel; no

hubo protesta, todo el mundo estaba complaciente, y poco a poco se acabó la quebrada,

era un agua pura”. 214

“Nosotros en el Concejo aprobamos la donación al Duruelo, y después la venta de otra

parte; en el principio ellos pedían cuatro fanegadas y les dimos ocho”. 215

“Se le cedió un gran terreno al Duruelo, fue un obsequio del municipio de Villa de

Leyva, porque yo he oído decir que alguna gente dice que: gracias al Duruelo vive la

Villa de Leyva, entonces, yo me pregunto ¿qué fue primero, la gallina o el huevo?; es

lamentable la actitud de ingratitud. Yo no era partidario de que le entregaran el terreno

al Duruelo porque, antes, había una oportunidad muy buena para el municipio, por parte

de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, de hacer una escuela experimental de recursos

naturales y eso, para mí, era una maravilla; entonces, yo había hecho un juramento de

que no firmaba eso y, tal vez por eso, me cambiaron como personero; eso era para fines

religiosos y no para explotación hotelera”. 216

“Y nos fuimos a hacer el Duruelo, eso empezó como en el setenta. Yo estuve poniendo

la primera piedra para el Duruelo y conseguimos gente y se arborizó todo eso; ahí yo

duré cuatro años, les enmaderé los salones de la cocina, les hice los plateros, la parrilla,

los baños; después volví, hicimos el otro Duruelo, el segundo, la parte de arriba, y

después hicimos otro pedazo,¡eso todavía lo están construyendo!”. 217

“Inicialmente se pensó en casa de retiros, y la primera escritura que hizo el Municipio

fue como casa de retiros. Un padre español, el padre Constantino, recibió la escritura y

en tres años no hizo nada; sembró unos eucaliptos apenas, que después tuve que tumbar

porque los había puesto en frente donde es el edificio; entonces, me mandaron a mí. Me

puse a estudiar bien la cuestión y vi que era un inconveniente lo que estaba pasando; en

213

Luis Madero 214

Agustín Neira 215

Roberto Borrás 216

Mario Antonio Pérez 217

Alcibíades Robles

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primer lugar, la escritura estaba mal hecha, estaba a nombre de Padres Carmelitas y

resulta que, en Colombia, también hay dos ramas de padres carmelitas: los que llamamos

de la antigua observancia o calzados y nosotros los teresianos, que somos reformados

por Santa Teresa, que llaman en España descalzos; entonces cualquiera podía reclamar y

somos totalmente independientes. Hubo que reformar la escritura, poniendo el nombre

que está registrado jurídicamente en el Ministerio de Justicia, Orden de Carmelitas

Descalzos. Otra cosa era que el terreno que nos daban era muy restringido, subía hasta

la acequia, donde está el primer tramo; de ahí para arriba, continuaba siendo del

municipio. Cuando el municipio nos ofreció eso, pedimos las escrituras y nos dijeron

que no había, hubo que hacer un juicio de pertenencia y, como no reclamó nadie, quedó

a favor del municipio y este desglosó y nos hizo las escrituras. La primera escritura que

recibió el padre Constantino iba hasta la toma; entonces, viendo los inconvenientes que

podían presentarse para la construcción de Duruelo, y que el sitio mejor para construir

era la parte alta y no la de abajo, le pedí al municipio que me concediera más terreno y

hubo mucho problema con eso, no aceptaba el concejo; entonces dije que nos íbamos a

hacer esta obra a Santandercito, donde nos regalaron un terreno con una casa muy

grande que no era más que adaptarla, e inmediatamente el concejo dijo: no, el porvenir

de Villa de Leyva está en lo que van a hacer ustedes, pero con una condición; que no

solamente sea para retiros sino también para impulsar el turismo y otra clase de

actividades que la comunidad crea conveniente. Anulamos la escritura anterior y me

hicieron una nueva con todas esas precisiones, esto fue en 1969.

Estábamos buscando un lugar para hacer esa casa aquí en Villa de Leyva, y la persona

que nos dijo que hiciéramos la obra allá en Potreritos, fue Tulio Jimenez Barriga.

Subimos a verlo y nos gustó y se empezaron las gestiones. Esos terrenos, el municipio

se los había ofrecido a la Universidad de los Andes para hacer no sé si una facultad o

algo así, y no los aceptó porque no había porvenir en Villa de Leyva, según ellos;

después, se los ofrecieron al Foyer de Charité, una institución de caridad francesa.

Cuando empecé Duruelo, los padres anteriores a mí, pensaban únicamente en casa de

retiro en un sentido muy amplio, no solo para retiros espirituales; inclusive, está en los

preámbulos que el título era Instituto de Formación de Líderes Católicos y Retiros

Espirituales o algo así, pero yo amplié eso al turismo porque veía que en ese tiempo ya

Villa de Leyva tenía un potencial turístico extraordinario, como lo tiene actualmente y

todavía hay mucha cosa por descubrir. El Duruelo no es de los carmelitas de Villa de

Leyva, no tenemos absolutamente nada que ver: Duruelo es de la Casa Provincial de

Bogotá. La comunidad ha vivido de las limosnas, las misas, las ayudas que recibíamos

de España de otras comunidades; todavía tenemos ayudas porque no nos sostenemos por

nuestra propia cuenta, no tenemos ninguna propiedad, nosotros vivimos al día”. 218

Molino de la Mesopotamia219

218

Padre Rafael Eugenio Mejía 219

Se intentó hablar con el capitán Landinez pero se negó a conceder una entrevista.

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“El Mesopotamia ha sido escenario de leyendas, de espantos, de fantasmas

encapuchados, de pasos misteriosos y gemidos de almas en pena...” 220

“El dueño del molino de la Mesopotamia era Manuel González, que lo llamábamos el

Camueso, porque tenía una parte de la mejilla más colorada que la otra; a él, en el

gobierno de Rojas Pinilla, le expropiaron la finca y él se fue a Bogotá y murió, tal vez,

de penas...” 221

“Nosotros llegábamos a la Mesopotamia, veníamos de a caballo, y don Manuel nos

daba el potrero para las bestias, dormida para todos y no nos cobraba nada; el señor

Manuel González era de media cara roja y media blanca, no iba a misa sino el día de año

nuevo, el resto del año no lo veían por aquí sino el día de las elecciones; tenía como

ocho hijos y no mandó a cristianarlos,222 los cristianó él mismo. Cuando vino Rojas

Pinilla, el Estado lo desposeyó de la tierra de Mesopotamia, él tenía títulos y todo;

entonces él duró tres días y noches, aquí en la esquina en la carretera, con todo el

equipaje y los hijos llorando; se fueron para Bogotá y allá murió llorando el hombre de

pena”. 223

“El viejo González vivió ahí desde su juventud, lo llamaban también si si si, porque a

todo decía así. Cuando lo expropiaron lo sacaron con soldados, le sacaron todo a la calle

y le cargaron sus cosas en camiones del ejército; y lo que él decía, era que su mejor

amigo lo había expropiado, pues, ahí iba Rojas a bañarse en los termales; eso nos dolió

mucho porque ese viejo no hallaba que hacer. Setenta mil pesos valió eso, yo estaba en

ese entonces en la Personería”. 224

“Lo del Mesopotamia me acuerdo que, el general se lo expropió al viejito González;

eso quedó en veremos, cayéndose la edificación, cuando de pronto apareció Agusto

Landinez como dueño; eso lo habían expropiado para un hotel de turismo y se lo

cedieron a la oficina de turismo que se lo vendió a Augusto; yo le ayudé en esa obra”.225

“En el año 1955, no había Corporación de Turismo, había una sección dependiente del

Ministerio de Fomento y, por intermedio de esta, se hizo la expropiación del

Mesopotamia, el fundamento era para un hotel de bien común para el Municipio. El

general Rojas Pinilla le tenía mucho cariño a Villa de Leyva y quería tenerlo, pero, como

Manuel González no entró en una cifra negociable o no quería venderlo, el gobierno le

inició el juicio de expropiación; yo tomé eso como personero en función de secuestre,

fui a Bogotá a ver que entidad era la dueña y de allá enviaron un visitador, y como el

municipio no podía cuidarlo, se hizo un subarriendo pero eso no le daba nada; lo curioso

es que, en el año 1959, aparece que el señor Landinez le había comprado al Estado, tenía

sus escrituras, y se le hizo entrega formal”. 226

220

N.I. Sáenz, obra citada 221

Manuel Gaona q.e.p.d. 222

Bautizar. 223

Alcibíades Robles 224

Germán Borrás 225

Luis Madero 226

Antonio Pérez Vargas

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“Josué Aponte, personero de Villa de Leyva, casado con una hija del difunto Emiliano

Neira, se opuso a que expropiaran el molino al señor González para un hotel de

turismo”. 227

“El molino era una casona abandonada, yo lo conocí como tierra de nadie, ahí dormía

Julio Corredor, apodado“el comunista,”un viejo simpático, muy amable; entrábamos a

bañarnos ahí en las aguas termales, ese era el sitio de reunión de los niños que venían de

veraneo en esa época. De pronto vimos a otra persona, que comenzó a recuperar la

casona, Julio Corredor se fue y ya tocaba pagar y pedir permiso para bañarse en el pozo.

En el pozo vi culebras grandes nadando, y existía la leyenda de que veían unas mujeres

que se bañaban de noche”. 228

“En el desarrollo de la tendencia del general Rojas Pinilla de ayudar a la Villa, que

tanto amaba, procedió a iniciar negociaciones con un señor Manuel González, el dueño

de lo que se llamaba el Molino de Las Pardo, el molino de Mesopotamia, porque fue de

una familia Pardo, y le pide que le venda los terrenos para efectos de construir un hotel

de turismo para la Villa de Leyva. El general Rojas escogió ese sitio, principalmente, por

el agua; no se le había escapado que allí existía un manantial maravilloso, que era el que

le iba a suministrar todo el agua que necesitara el hotel, que además iba a ser motivo de

embellecimiento, y era un conjunto que como finca estaba prácticamente formado, no

era un sitio metido dentro del poblado, entonces era el más adecuado para el hotel.

El señor González reiteradamente se niega, y habla muy mal del general Rojas y de

todos sus parientes interesados en que acceda a la petición; el general, en un último

intento, le dice a Blanca Garavito de Avila que vaya y hable con el Manchado -que así lo

llamaban porque tenía una mancha en la cara, era quizás el único protestante acá- y le

hace una propuesta muy generosa de trescientos mil pesos, porque habían hablado de

doscientos mil, pero el señor se negó. Se inicia la expropiación mediante un decreto para

hacer un hotel de turismo y con la indemnización correspondiente que fije la ley; eso se

apela por el abogado de González y el tribunal falla la expropiación a favor de la nación,

se ordena el pago del precio acordado por los peritos y el pago de sus honorarios; se le

dio un primer contado al dueño y faltaba, para cumplir la sentencia del tribunal, pagarle

la suma de ochenta mil pesos y otros veinte mil para el pago los peritos.

Como el general Rojas se cayó durante ese proceso, no hubo nadie que moviera las

cosas en el sentido de arbitrar la plata con la Empresa Colombiana de Turismo;

entonces, llegó al Ministerio de Fomento Rodrigo Llorente e insistí para poder pagar la

plata al Manchado y a los peritos; hablé con el jefe de presupuesto, Mariano Aguilar, y

se determinó la partida necesaria y, con el cumplimiento de eso, se terminó la

expropiación en 1958. La Empresa Colombiana de Turismo, fundada por el general y al

frente de la cual estaba Ernesto Carlos Martelo, intervino en la expropiación; él sugirió

227

Benedicto González 228

Octavio Mendoza Morales

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constituir una sociedad por acciones en la que, además de esta entidad, entrara el

municipio, el departamento y los particulares; es decir, una cosa amplia.

Ernesto Carlos Martelo era muy amigo de Cesar Augusto Landinez, que había vivido

muchos años en Cartagena, en su condición de capitán de administración de la Armada

Nacional, y este le dijo al doctor Martelo que: en vez de constituir sociedad y hacer todo

ese embrollo, yo te compro los terrenos y hago el hotel; me comprometo con la nación

a hacerlo y no puedo destinar eso sino para hotel; este respondió: perfecto, la Empresa

de Turismo no es una empresa hotelera sino propulsora del turismo. Me llamaron y

dijeron que ya no hiciera lo de la sociedad porque le habían vendido los terrenos al

capitán Landinez; le dije al doctor Martelo que me encantaba, pero que era ilegal por

una disposición de carácter nacional y que lo que se constituía en favor del bien común,

no se podía volver en favor de un beneficio privado; y le pregunté:¿porqué unos terrenos

que han sido expropiados para hacer un hotel público se los vendes al capitán?¿cómo

sabemos que lo herederos van a darle esa misma designación? y me dijo, que eso estaba

considerado en el contrato de forma tal, que de ninguna manera el terreno del hotel se

desmembré y vaya a destinarse a un uso distinto del hotel de turismo. Me nombraron

como una especie de fiscal de las obras del capitán, yo iba y veía que lo que hacía el

capitán era perfecto; pasando los años, desafortunadamente, el capitán Landinez dispuso

de un globo de terreno y lo vendió; el hotel de turismo se hizo y lo celebramos y fue la

razón fundamental para que la Villa se iniciara como ciudad turística”. 229

Panaderías

“Había la panadería de la señora Nicolasa, era hija de mi abuelo que vivía en la casa

que es hoy del maestro Acuña, ahí tenía su panadería y su tienda y hacía rosquetes,

panes, besitos de novia. En la casa de Los Virreyes tenía parte una de mis primas, ahí

había un horno y ella también hacía rosquetes, besitos y panelitas; había otra panadería,

la de Salustiana de Sotelo, que era en su casa de la calle Caliente”. 230

“Mi mamá trabajaba en la panadería y en la chichería, ella nos dijo: aprendan hijas a

trabajar porque yo no les voy a durar toda la vida, y nos enseñó a preparar la masa, a

preparar la chicha. Cuando me casé, me vine a trabajar al Alto de Pedro Luis, yendo para

el Pozo de La Vieja, hoy vereda del Roble; allá tenía mi chichería y vendía chicha,

guarapo, el guarrús y toda esa cosa; piquete de papas cocinadas y carne y ají, los días

sábado y domingo, eso hace unos sesenta y cinco años. Por ahí pasaba el camino real

que va para Gachantivá, eso era harta gente que bajaba a Leyva a hacer su mercado,

entonces era cuando más se vendía.

Allá también hacía los amasijos, las almojábanas, el pan de agua y la mogolla; se

amasaba con manteca, mantequilla de vaca y miel, y la levadura se hacía con almidones

de chicha…¡y quedaba ese pan una belleza! La harina se molía en el molino de Chacón

y los molinos eran de piedra, los lidiaban con agua; yo compraba el trigo y mandaba a

229

Tulio Jiménez Barriga 230

Heroína Cortés Abril

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que lo molieran; a veces llevaba diez cargas, a veces cinco. Los molinos eran allá al lado

de Gachantivá, donde una señora llamada Trinidad y otro señor llamado Adolfo Pisa. La

leña del horno la conseguíamos de los barzales, uno cortaba la leña y la traía; en ese

tiempo sí se conseguía gente que le ayudara a trabajar a uno, ahora no.

El que quisiera tener la chichería tenía que pagar una ventilla, a veces la ponían por diez

mil o cinco mil pesos según el puesto pa’ vender, eso lo vigilaba constante el Resguardo;

y si una persona iba a hacer contrabando, la gente buscaba sitios para esconder la chicha

por allá entre el barzal, porque si la cogían le sacaban multa o la llevaban y la tenían

demorada en el juzgado. Del Alto de Pedro Luis nos vinimos a la finca del cementerio,

ahí tuve horno para trabajar y el tercero fue aquí, cuando nos vinimos a vivir al pueblo,

hace como unos cuarenta años y puse el mismo negocio. Yo mandaba a vender el pan en

el pueblo y a la plaza, o tenía contratas en las tiendas y ahí lo vendían”. 231

“A mí me gustaba mucho el trabajo del rosquete, pero la salud ya no da; aprendí a

hacer los besitos de novia ensayando, por ahí en el año cuarenta y dos, y en esa época no

se oía decir de eso; no había sino pan de manteca que era pa’ los de corbata, y pa’los

indios el pan de agua y la mogolla, y eso eran fábricas donde hacían ese pan. Los besitos

se trabajaban conforme se trabajan hoy día, el mismo molde, la escasez era el empaque

más bien y en esa época no eran muy solicitados; lo que nos gustaba más bien trabajar

seguido era el rosquete, eso semanal se echaba aquí. Eso es trabajoso y lleva harto costo

y hartos alientos, o sino no se meta; son dos días que hay que ponerle pero seguido,

primero se parten los huevos en una artesa, luego se baten hasta que estén del mero color

de la yema, entonces ya se le echa el azúcar, la manteca de cerdo pero la propia, que esté

fría, la harina y bata y bata, entonces eso levanta ¡qué hermosura!”. 232

Bomba de Gasolina

“Muy pequeño me fui a trabajar a Tunja, duré como unos quince años, luego me vine

para acá; y como ya conocía el negocio de la gasolina, entonces traía canecas y vendía

en galones, tuve los depósitos en el centro, primero donde Fortunato Castellanos, en la

calle Caliente, después me pasé a una casa en la plaza, y luego el municipio me dio

donde es el Banco Popular; ahí yo tenía cuarenta canecas de gasolina, la traía por Puerto

Berrío, eso fue en los cincuenta, era la única forma de surtirse para los pueblos vecinos,

los carros venían de Santa Sofía”. 233

Servicios públicos 234

“El alcantarillado se empezó a hacer hace apenas unos cuarenta años; en las casas había

letrinas solo para excretas humanas, y el resto de las aguas las echaban a las zanjas, a los

231

Alejandrina González de Castellanos 232 Micaela de Torres 233

Benedicto González 234

Para información acerca del agua y acueducto ver apartado: Agua

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huertos, no iban a dar a las quebradas, solo en el colegio de las monjas las botaban a

San Agustín, de resto eran letrinas; eso fue una campaña oficial que hizo un señor

Calderón, que fue el primero que vino a acabar con los cerdos en los solares y a hacer

que cavaran las letrinas”. 235

“El alcantarillado del pueblo fue en el cuarenta y pico, y la luz se le debe a Carmen

Rosa Morales, cuando fue alcaldesa como en los sesenta”. 236

“Villa de Leyva fue de los primeros pueblos que tuvo luz eléctrica237 en esta región, me

acuerdo que el que hacía las instalaciones era Efraín Sánchez; pero había que encender

una linterna para ver el bombillo”. 238

“Pasamos de las tinieblas a la luz eléctrica, la planta la manejaba Luis Pinzón, y había

luz entre las seis y las nueve de la noche”.239

“Me acuerdo que cuando asomaba de noche a la plaza, había un bombillo en la casa

frente a la casa del Congreso y uno sabía que había luz, porque era el único bombillo de

alumbrado público”. 240

“Con la llegada de la planta Pelton todo cambió, se prendía entre siete y diez de la

noche y eso sonaba por todo el pueblo, con eso empezaron a llegar a llegar los radios, las

neveras. La llegada de la televisión fue espectacular para mi abuela, eso fue el cambio

de la vida, cambió su máquina de coser por la televisión, el sitio de costura pasó a ser el

de la tele”. 241

Comunicación

El primer Radio

“Cuando escuché el primer radio, hace sesenta años, todavía estaba en el ejército; yo

me hallé al accidente cuando cambió el gobierno de Santos a López, y entonces ya llegó

el radio. Eran unos radios chiquitos y ya otros más grandes como un taburete, con unas

pilas grandes, como de cuatro o cinco libras, que se metían por debajo por unos

huequitos, y, nosotros, todo el mundo asustado:¡Virgen Santa, qué es eso!, y nos decían:

eso no se atortolen, es que ahora hay un aparato que se llama radio y lo tiene el

gobierno aquí para prepararnos”. 242

235

Miguel Arturo Ruget 236

Luis Madero 237

La primera planta de luz la tuvo el Monasterio del Carmen en 1908. 238

Miguel Arturo Ruget 239

Aleja Rodríguez 240

Germán Borrás 241

Octavio Mendoza Morales 242

Andrés Cortés C.

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“En esa época de los años treinta, no había ningún tipo de distracción, escasamente

había luz eléctrica y medio alumbraba, pues existía una planta del municipio que

prendían a las seis de la tarde; en todo el municipio habían solo dos radios, uno era del

municipio y lo pusieron al servicio de la comunidad en la plaza, en la casa de Oliva

Rodríguez, la casa de don Floro Sánchez, con un parlante en el balcón para que la gente

se aglomerara ahí y escuchara las noticias; eso era más el ruido que cogía, que lo que se

podía escuchar, pero era una novedad y la gente se quedaba una o dos horas oyendo esa

radio; el otro radio era de la familia de Carlos Rivadeneira que eran muy ricos, él era la

única persona particular que tenía radio en su casa. El teléfono era terrible, y las

telefonistas Jimenez bregaban mucho para poder comunicarse con Bogotá, eso era una

hazaña casi imposible”. 243

“A escuchar radio, yo no le tomé ideas a eso, como quien dice importancia, porque

creo que en un radio no hay verdad sino agrumación244 y alharacos, y ahí es donde viene

uno a oír pero no a conocer. Lo mismo la televisión, que tampoco soy amigo por lo que

veo tantas cosas repetidas y repetidas de lo que sí fue verdad, ya pasó; pero, entonces,

con todas esas emociones que uno tiene celebrantes, se va a prender el televisor a ver

que dicen las noticias: ahí se oye pero no se consta, puede ser cierto como puede ser

mentira; entonces estoy más sobre lo seguro porque me doy cuenta de las mentiras al

repetir y repetir, y que se lo hagan vivir a la fuerza porque con la televisión uno está

espantao por todos esos fracasos que ya han pasado; pero como hay un negocio entre el

gobierno y las entidades tienen todo revuelto. La palabra viene de conocimiento propio,

la habladuría se la lleva el viento, entonces es donde uno ya no cree”. 245

243

Vicente Rodríguez 244

Se refiera a abrumar. 245 Félix Torres

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Vida en la Villa

“Enantes no habían jornales grandes sino habían ayudas, ayúdeme una semana, un mes,

que yo voy allá y hago lo mismo; no había plata, toda la plata que conocí eran centavos,

pero en esos centavos había comida abastecida, con ese centavo se viajaba para partes

lejas, como decir de aquí a Chiquinquirá, Tunja, Bogotá, y todavía no destrañaba246 la

escasez de la plata; primero eran diez centavos, luego veinte, hasta que echó a subir a

cincuenta, hasta ahí era vida normal y con eso se podía comprar una fanegada de tierra,

yo me la compré haciendo de cincuenta en cincuenta; entonces, hoy se destraña eso

porque todo son millones de pesos, el que hiciera un millón de pesos andaba por allá en

las nubes, no era palabra real ni tampoco nadie tenía ambición de eso. Antes no había

plata pero había ayuda entre vecinos, la vida ha cambiado y han venido cosas modernas

que son cosas acosadoras.

Había la gente más católica, en ese tiempo se gastaba dos horas de camino pa’ venir a

misa a Leyva, venía la gente desde los límites de Arcabuco cada ocho días a misa y a

mercado, todo se hacía a puro pie de persona, los animales de carga eran animales que

se sacrificaban bajo el dominio del hombre, bajo el dominio de la carga, y hoy ya no es

sino en carro.

El cambio en Villa de Leyva yo lo he sentido en esta forma: en el tiempo de las

primeras casas era más descansado, hoy se siente uno más recogido dentro de la misma

población porque ya no tiene uno las extensiones donde trabajaba en cantidad como

246

Extrañar

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campo, ya se formaron caseríos y se terminaron los solares; la gente de hoy en día ha

sido agregada al sitio, no ha sido raizal, y han venido ejerciendo sus compras que son

necesarias. En ese tiempo de mi juventud todo era abastecido, hoy no hay nada que

mirarle aquí en agricultura, todo se ha recogido, y se ha vuelto más en ruinas que lo que

era en ese tiempo en que la Villa estaba en ruinas”. 247

“Esto era muy solo, podía uno salir desnudo a la calle y nadie se daba cuenta, era de

una soledad única; claro que por las tardes y al mediodía, se veía gente porque estaba el

colegio de las dominicas y la escuela de varones que quedaba en el parque de Ricaurte.

El pueblo era muerto entre semana, únicamente las tiendas que eran la de Floro Sánchez,

la tienda de una señora Inés, la de una tal Teodomila, la de Lucila Bonilla, la piecita de

Marcos Buitrago…la vida en la Villa, antes de volver esto museo nacional y venir la

droga, era bien tranquila y sencilla, se hacía lo que se quería con el tiempo”.248

“Todo como que ha mejorado en la Villa, hoy todo el mundo está arreglado, aseado y

hay educación; en mi época uno no usaba sino por ahí alpargata, y mucha gente ni

alpargata o las usaban era a la cintura: venían a misa y ahí se las colocaban para entrar y

cuando salían era otra vez a la cintura”. 249

“En los portales había unas bancas y ahí pasábamos la noche cuando íbamos al pueblo,

no teníamos quién nos diera posada; en ese tiempo, habían películas en la plaza y con un

centavo se sacaba una mogolla, doña mogolla, pero no como las de hoy día. Por allá en

el pueblo duraba uno los tres días, y a veces duraba uno los tres días en ayunas,

entonces ya hubo reclamo y mandaban bultos de panela y le repartían a dos muchachos

una panela, un pan, un grano…” 250

“En esa época habían bolos y galleras, las mujeres se dedicaban a su modistería; como

no traían tanta cosa, ni almacenes ni nada, ellas se dedicaban a la modistería, a amasar y

al oficio de la casa y más bien poco perniciaban como ahora, la gente era como

reservada”. 251

Vida social

“En el club de Caza y Pesca había un baile cada quince días, todo el mundo y la gente

que venía de Bogotá terminaba allá; la vida en el pueblo era muy sana, habían muchos

bazares; hoy en día la cultura se valora solo por la plata, esto mató a Villa de Leyva”. 252

“La vida social en Leyva era sumamente estirada, cuatro o cinco familias, todas muy

distinguidas, y de ahí nadie se salía; se hacían bailes hasta el amanecer y de ahí salíamos

a misa de cinco, pero no había borracheras; se daban muchas serenatas y los músicos

247

Félix Torres 248

Jesús Neira 249

Ernesto López 250

Simón Pedro Pineda Igua 251

Teresa Buitrago q.e.p.d. 252

Germán Borrás

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eran el muequito Pinzón, Carlos Neira y Anselmo Borrás, era música de cuerda con

requinto, bambuco, pasillos, y cuando ellos no podían era con vitrola de cuerda”. 253

La vida cotidiana en la Villa

“La vida cotidiana de la Villa en el año cincuenta y cinco era una vida muy tranquila,

las calles eran solas y a eso de las once, que salían las alumnas de la clase, era que se

veía gente; aquí solamente había movimiento comercial y de personas, que venían de

otra parte, el sábado en la plaza de mercado y, pasadas las dos de la tarde, ya toda el

mundo desfilaba y quedaba este pueblo robado, robado, no había nadie en la calle; solo

las profesoras de la Normal salíamos a dar una vuelta.

Existía el café de don Pablito, el café Colonial, que primero era en un local donde hoy

está la alcaldía, era el centro social de Villa de Leyva: si aquí venía el presidente, el

gobernador, los personajes, ahí lo llevaban porque no había otro lugar; recuerdo que

había una mesa redonda que era la preferida de los grupitos, se vendía café que ha sido

famoso toda la vida, el agua aromática no se usaba; después de la misa del domingo

donde los carmelitas, la gente se iba para allá y se tomaba un aguardiente o un brandy

con café; el café se abría un rato por la mañana, después como a las diez, y por la tarde

de las dos hasta las seis, y se cerraba porque no había nada más que hacer. De pronto,

aparecía en el pueblo un carro de propaganda y pasaba cine en la plaza o allá en San

Agustín, muy poca gente asistía pues la gente fue toda como muy encerrada.

El club de Caza y Pesca era en la alcaldía, tenía sus miembros y solo asistían ellos y sus

invitados; hacían dos bailes especiales, el día del aniversario del club que era el 29 de

junio y el del 17 de julio para cerrar las fiestas del Carmen, era muy solemne y traían

orquesta de Chiquinquirá, generalmente. Existían dos billares, uno era en la plaza, en el

local de Floro, y otro en los portales, era de Anselmo Borrás, y era un café especial para

hombres; los domingos todo mundo se iba al campo, hacían los paseos a La Colorada y

al Cane, al Pozo de la Vieja, Potreritos, la vida era mucho más familiar y el turismo era

escaso. El turismo de Villa de Leyva eran los padres de familia de las niñas de la

Normal, venían a sacar sus hijas en Semana Santa o en julio y fin de año; además, las

vías de comunicación eran escasas, venían la Garantía y la Flota Boyacá y pasaba un bus

para Chiquinquirá una vez al día; y si lo dejaba, se tenía que quedar en Tunja.

El pueblo comenzó a cambiar cuando empedraron la plaza, entonces empezó a llegar

gente; la plaza era el centro de la vida del pueblo y ahí se veía la gente; los otros lados

del pueblo eran solos, la Villa era hasta el puente de Nariño y de ahí para allá, eran unos

barrancones con unos trigales bellísimos que decían era el mejor trigo de Colombia”.254

253

Alfonso Páez y Aleja Rodríguez de Páez 254

Fermina Gómez

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Tiendas y Cafés

“Las chicherías no eran en el marco de la plaza porque en la parte de arriba eran tiendas

todas decentes, decentes en el sentido de que no se vendía chicha; eran tiendas que

vendían todas las cosas agradables que se importaban, como el brandy, los vinos, las

aceitunas, atún, cigarrillos finos, las tiendas eran la de Florentino, la de Cayetano

Moreno, la de Tulio Castillo y otras más; y había una tienda exclusiva para la venta de

aceite de muelle, decía el aviso: Aceite de Muelle Landinez e hijos. El papá del capitán

Landinez producía con alambiques un magnífico aceite, que era un cáustico y un

remedio formidable para las mataduras de las mulas, que subían por centenares y

centenares de toda la región de Santander y de Moniquirá en su paso para Tunja; esas

mulas llegaban, pernoctaban y aquí las curaban y, desde luego, se llevaban su botella

para las mataduras”. 255

“La tienda que surtía cualquier efecto era la de la señorita María Teresa Borrás, en los

bajos de la esquina de la plaza, donde hoy está la heladería; en la parte de abajo de la

plaza había tiendas de chicha, el círculo de la plaza, excepto la iglesia, era todo

chicherías; la casa de la esquina era de un señor que se llamaba Abrahám Sáenz, de

Gachantivá, y como ese señor era amasando y haciendo chicha, lo pusieron “Abrán

Mogollas.”Leyva era toda construida pero rústica, con unos paredones que se llamaban

tapia pisada y los puentes se hacían de calicanto, el único que queda es el de la salida del

cementerio”. 256

“Don Carlos Neira, a finales de la década del cincuenta, tenía en la esquina de la casa

de Juan de Castellanos una tienda de abarrotes donde vendía de todo, ahí llegaba todo el

mundo a comprar, toda la población circulaba por ahí; después, don Floro y Josué

Aponte montaron su almacén en la plaza”. 257

“Ahora el pueblo me puso Mamá Chenta, esta tienda la puse hace treinta y cinco años,

en este local de la plaza que era de un dueño y la casa de encima de otro; yo le compré a

dos señoras de la sucesión el segundo piso y la casa se puso nueva porque estaba toda

caída. En esa época estaban las tiendas de Roque Igua, la de don Carlos Neira, la de

don Floro Sánchez; ellos tenían almacén grande y nosotros les comprábamos el mercado

para vender aquí.

En la puerta de la tienda había una zanja de agua que venía del cerro para regar los

solares que se sembraban en esa época; en la tienda, mi marido vendía mogolla y

cerveza, aquí llegaba la gente del campo que venía a vender el trigo, el maíz y la cebada.

Había mucha clientela, la de los entierros y las fiestas, pero ya no es lo mismo porque

hay más negocios; enantes, los del entierro le daban cerveza y guarapo a los que

acompañaban al entierro, les daban piquete y todo eso, hoy ya nadie trae eso; y en las

fiestas venía mucha gente de otras partes y del campo, entraban a la tienda, tocaban tiple

y las viejas bailaban el tres con el vaso de cerveza en la cabeza, eso ya no se ve.

255

Tulio Jimenez Barriga 256

José Heliodoro Cortés C 257

Juan Enrique Botero

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Empecé con el aguardiente de yerbas para mi marido que estaba enfermo del

reumatismo y le dijeron que se tomara el guaco con aguardiente, entonces ya a las gentes

se les dio que prepara para venderles y se le aumentó a las yerbitas, es medicinal y sirve

para muchas cosas, como para un dolor de estomago”. 258

“Por allá en el año cincuenta y seis, tuve un café donde era la tienda de don Floro, fui

muy afortunado con ese negocio; se abría los fines de semana hasta las once de la noche

y en el café tenía unos dos billares antiguos”.259

“Nos reuníamos mucho en el billar que manejaba Efraín Sánchez en los portales,

después lo tuvo en arriendo Chepe Quintero y Anselmo Borrás; Efraín tenía la

enfermedad del sueño, se quedaba dormido de pie, moviendo la cabeza y aceptando lo

que le decían. Algunas veces le poníamos periódicos en lo pies y los encendíamos y ni

cuenta se daba”.260

“El café debajo de la casa de Juan de Castellanos era el tertuliadero, lo comenzaban a

surtir a las cuatro de la mañana, y cuando nos íbamos de cacería ahí nos tomábamos

el primer tinto”.261

“El consultorio de mi padre era en la casa de La Roca, ahí instaló su farmacia como en

los veinte, y además era un tertuliadero de los viejos del pueblo: Tulio Jimenez Amador,

Daniel Rubio Vargas, el maestro Rafael Tavera, Alberto Carrasco Urdaneta, ellos se la

pasaban ahí. Mi papá hacía sus consultas y preparaba sus fórmulas magistrales y ahí

conversaban y discutían sobre los acontecimientos de la época”. 262

Cine

“En las escuelas y en el colegio de las monjas se hacía teatro y representaciones;

después Carlos Neira montó una salita de cine en la casa de la Fábrica de Licores, él era

muy aficionado a las películas mexicanas y aquí eso gustaba mucho entre las gentes del

pueblo; y cuando por alguna circunstancia se reventaba la cinta, que era de dieciséis

milímetros, o fallaba el sonido, el pote Carlos seguía narrando la película:” 263

.

La aventura tras “ Los Aventureros”

“Ahí en la plaza yo trabajé, ahora treinta años, con la película de Los Aventureros; eso

son de Estados Unidos, vinieron a filmar una película, se la llevaron y aquí no la han

dado. Acabábamos de empedrar la plaza y llegaron, trajeron un camión F8 lleno de

258

Vicenta Ruiz de Bautista 259

Benedicto González 260

Alfonso Páez 261

Germán Borrás 262

Miguel Arturo Ruget S 263 Ibid.

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billetes nueveciticos y una cantidad de gente. Yo trabajaba en el Carmen y me sacaron

de allá a trabajar con ellos y duré cuatro meses manejando la gente y dirigiendo.

Arreglaron casas aquí y regalaron cosas al convento del Carmen; los padres arrendaron y

ganaron plata, y las monjas ganaron plata de esa y los de aquí también: el alcalde, el

juez, la policía... ¡no hubo quién no ganara plata de esa!

Los Aventureros trajeron gente de Bogotá, de Sogamoso, Duitama, Paipa, Tunja,

Sáchica, Suta, Ráquira, Puente Nacional, Barbosa, Moniquirá, Arcabuco, Gachantivá;

pusieron buses por montones para traer la gente todos los días y llevarlas otra vez a sus

casas a dormir. Tenían que gritar ¡viva el rojo!, pero el rojo era con una capa roja y a

caballo en un caballote y bajando toda la gente... una procesión de gente desde el cerro

para abajo, por esta calle del Duruelo hasta llegar a la esquina. La máquina de la foto

subida en la casa de la esquina de la plaza principal, la de balcón, y eso estaba

fotografiado todo el cerro, toda la gente, y gritando ¡viva el rojo, viva el rojo! y como el

viejo era cojo, algunos gritaban ¡viva el cojo, viva el cojo!

Tocó un trasteo de loza, de camas, burros, caballos, ¡de todo!, hasta bueyes tirando

carros; trabajaban el alcalde, el juez, la policía, profesoras de la Normal, todas las

profesoras, los niños de las escuelas, todo el mundo, hasta el niño más chiquito en eso;

ganaban a quince pesos, a veinticinco pesos; me pagaban mi sueldo, yo manejaba toda la

gente: carpinteros, constructores, enchapadores, pintores, hasta la gente que barría en la

plaza y en las casas; no cabía la gente en la plaza, no cabían en esa plaza que es

grandísima; yo me les volaba en medio de tanta gente, y allá arriba en la plaza de

mercado hacía un grupo de cincuenta entre viejitas y chinitos, los anotaba en una libreta

y venía y sacaba la lista; por la tarde a las cuatro me llamaban y me daban para cada uno

una tarjetica con la plata para pagarles, principiábamos a pagar a las cuatro y acabamos a

las siete de la noche. Me habían dado unas quince fichas, y llegaba la gente pobre del

campo, viejitos y viejitas que ya no arriscaban, me decían ¡y qué sumercé, qué tiene a

ver si me pone trabajo!; el hecho era que pudieran mover la escoba nomás, o los chinos

que pudieran por ahí mover la brocha y pintar del color que uno quisiera, y les hacía

ganar platica; para el almuerzo tenían un hotel grandísimo, traían carnes por montones,

por cargazones de salchichas, costillas de cerdo, costillas de ganado, costillas de oveja,

pollo enlatado, todo eso traían; cuando llegaban las viejitas o los niños, sumercé que el

almuerzo, yo les daba la boleta y les decía, vaya almuerce ligero y se viene y me trae la

ficha; y yo se la pasaba a otro y al otro y a otro, eso le di de comer ¡a quién sabe qué

pilón de gente!; les daban gallina y unos almuerzonones. No ha vuelto a haber tanta

abundancia de comida y de plata como esa vez; la filmación duró como un mes, pero

antes del mes duraron como dos o tres, preparando las casas y las habitaciones; luego de

ahí principió otra vez Leyva a progresar, a reconstruir las casas, a hacer las guardas de

las calles, a empedrar las calles, eso hace treinta años cuando aparecieron Los

Aventureros.” 264

“Los Aventureros fue una gran superproducción de Paramount en 1970; la producción

era inglesa, italiana y americana. Esa filmación marcó un hito importantísimo en Villa

264

Alcibíades Robles

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de Leyva; y en cierta forma, produjo un despegue brutal de la villa. Fue muy importante

económicamente, creo que nunca se volverá ver más plata que esa vez; montaron y

adecuaron dos casas como bancos, y gastaron como veintisiete millones de dólares de

los cuales buena parte se quedó aquí. En esa época el salario de un trabajador era como

ocho pesos, y a la gente les pagaban en el día veinte pesos, que era un billete de alta

denominación, y les daban la comida. Recuerdo que estaba ya el Banco Popular, y

llegaba el distribuidor de cerveza Bavaria a consignar y eran solo billetes nuevos de

veinte pesos; pero a los ocho días ya había uno que otro billetico viejo porque toda esa

plata pasaba y pasaba, y se daba uno cuenta del recorrido que hacía esa plata que,

prácticamente, toda terminó en Bavaria.

Casi todo el pueblo participó, contrataron ciento cincuenta y tres buses para transportar

a los extras de todo el municipio, fue algo gigantesco y trajeron cientos de personas de

fuera: doscientas mujeres de Bogotá, doscientos llaneros con caballos, dirigidos por el

director español de la Escuela de Equitación de Viena. Para la filmación, la Paramount

tomó fotografías hasta de la última teja, duraron más de cuatro meses, trajeron

generadores eléctricos y cerraron prácticamente todo el pueblo y alquilaron numerosas

casas; yo tenía una droguería de veterinaria y la hicieron cerrar tres días y me pagaron

una cantidad de plata; uno de los productores, que trabajaba en la Nasa, compró la

casa que hoy es de Uribe Crane.

El tema de la película era un dictador tercermundista que se llamaba El Rojo, de la

República de Corteguay, ¡hay que ver lo que fue la entrada del Rojo al palacio de

Corteguay!: trajeron un contingente de mil soldados del ejército colombiano, vestidos

con el uniforme de Corteguay, para hacerle una calle de honor. La película dura como

cuatro horas y media y la proyectaban en los vuelos Nueva York-París. Siento una gran

satisfacción porque me patié todo, eran unas vainas magistrales, como los leyvanos que

trabajaron de curas: el señor Rodríguez, don Orteguita, y el arzobispo de Corteguay que

fue Mamerto Mateus, alto, grande, colorado; ¡eso fue la verraquera! Fue tan grande la

utilería de adornos, uniformes, galápagos, ropas de los aventureros, toda ropa inglesa

perfecta, de todo eso, que esa dotación duraron cinco años vendiéndola en unos

depósitos de Bogotá.

Esto fue muy importante en el despegue de Villa de Leyva porque aquí no había sino la

Mesopotamia y tocó habilitar numerosas casas; ellos le prestaron plata a la gente para

que cuadraran camas y los alojaran y, como Villa de Leyva no daba abasto, muchos se

quedaron en Paipa y hasta en el Ecce Homo; esto era un corredor de artistas y taxis de

aquí a Paipa y de Paipa para acá. Prácticamente la nueva plaza de Leyva se estrena con

esa superproducción de cine, la plaza se llenó para hacer las dos tomas, ¿cuánta gente

traerían? Como esa gente bebía muchísimo, sobre todos los europeos, aparecieron una

cantidad de bares y negocios; uno no podía creer que la caseta Matecaña estuviera en

Villa de Leyva con ese servicio, trajeron chef franceses, ingleses e italianos porque

todos los artistas, la producción, la dirección eran de esas nacionalidades. Si uno quería

comida gringa le traían hamburguesas, pero hamburguesas de verdad verdad; otro día,

uno comía tallarines con coca cola servida en vaso de vidrio legítimo, y decían: tome,

lléveselo; y cualquiera decía, te invito a comer esta noche y cada noche lo invitaban a

uno a una vaina distinta.

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También, después, vino una actriz italiana Ornella Muti, que era el símbolo sexual

de los setenta; estaban grabando sobre la loma de la yesera del Emporio, y llegó un

jeep y se bajó una niña envuelta como en una cobija y, de pronto, se la quitó y se botó

al agua desnuda, y el “cura” Castellanos casi se muere, casi le da un infarto, no podía

bajarse del carro; nosotros estábamos frescos porque estábamos habituados a esa vida,

pero al ver semejante mujer, después de nadar un rato viéndola, nos tocó darle la mano

para sacarla. Nunca he actuado como extra, ¡pero me han tocado unas…!

Como en 1968, rodaron aquí Aquileo Venganza; Orgullosos, Malditos y Muertos la

filmaron en el antiguo molino del Guamo, que todavía estaba en pie, la filmó Groffe

que ahora vive en Leyva; trajo a DuPont que era un mago para la fotografía, y a un

cubano que era excelente para las sombras”.265

Juegos de azar

“Aquí se jugaba mucho dado, Villa de Leyva era un centro de dado bestial, aquí venían

de Chiquinquirá, de Moniquirá, de todas partes; se jugaba dado en el café, en el club, en

la plaza en unos cuadros que tenían las matas; la maldición del cura Mendieta fue porque

acá se jugaba mucho dado”. 266

“Aquí se prohibió una vez el juego de dado porque eso era todas las noches, los viejos

amanecían ahí con el pan del desayuno; recuerdo en especial a un viejo que usaba

guantes porque tenía lepra, y al esposo de Vicenta que estaba en los puros huesos. En

los sardineles alrededor de los árboles de la plaza extendían la ruana y ahí jugaban; y

cuando venía la policía escondían la plata y los dados y comenzaban a jugar con unas

vainas que llamaban las tara, que era una parte de la piel del cordero que limaban para

jugar, la tiraban y si lograban que cayera parada entonces ganaban, pero ahí no jugaban

plata, y cuando se iba la policía volvían y sacaban otra vez los dados y sígale al juego;

era tan fuerte que, incluso, uno jugó la esposa y el tipo la hizo ir a cumplir la apuesta,

y jugaban más que todo la finca tal contra la finca tal, no jugaban plata”. 267

“Nos reuníamos por donde hoy está la casa del maestro Acuña, a muchos nos gustaba

el juego del dado; había un señor que lo llamaban Pacho Tomates, y él era el que nos

manejaba un poco y el Loco Bermúdez, las apuestas eran diez o veinte pesos y por

capricho mío perdí más de cien mil pesos de la época; en época de fiestas había un

remate y era permitido el juego de dado, pero en otras no y por eso nos perseguían”. 268

“Acá en la tienda jugaban y mi marido era de esos, a veces jugaban aquí en el

mostrador de la tienda y otras afuera, ponían una ruana en una mata y ahí jugaban, y uno

de mujer era sufrir porque se jugaban la plata. Mi marido jugaba con todos los del

265

Roberto Borrás 266

Luis Madero 267

Germán Borrás 268

Benedicto González.

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pueblo, con don Bermudez, el doctor Ruget, Pacho Tomates, Cristóbal Sáenz, Benedicto

González y una cantidad; yo aguanté hambres, ¡ay Virgen del Carmen!, él se jugaba lo

de la tienda y con cinco o seis barritas de jabón y una o dos libritas de arroz que era lo

que teníamos en la tienda, ahí principiando; él jugó todo eso y eso era llorar, mejor no

recordar”. 269

“Eso era rentas del municipio y venían unos señores de Tunja que remataban los

juegos de junio y diciembre, durante esos dos meses era que se jugaba dados; ellos

ponían las mesas y sacaban el garito, que era el diez por ciento de todas las partidas, y

dicen que más atrás jugaban mucho dado. Al lado del café de don Floro, había un local

especial para jugar dado, que tenía un billar antiguo francés en pizarras de mármol; otro

sitio para el juego de dados era en los portales; venían a jugar de Chiquinquirá, de

Suta, de Ráquira, de todos los lados y mi mamá contaba, que cuando ella iba para la

misa del Carmen, a las seis de la mañana, todavía veía a la gente jugando dado”.270

“En la plaza, frente a los portales, había un puesto donde jugaban bolo, había una

tarima de piedra y contra eso lo jugaban para que la gente no interrumpiera”. 271

Cacería

“…El escuadrón de corceles,

tan trajinado en los cerros,

en sus ímpetus de brega

resopla y tasca los frenos,

pronto a cruzar por los riscos,

pasar los desfiladeros

y atravesar los collados

como cíclopes de fuego

Las impacientes jaurías

que de ingleses descendieron,

amotinadas reclaman

la luz, libertad y fueros:

de sus ágiles siluetas,

con pintas de rojo y negro,

se alzan ramales que azotan

el aire que entra a sus ruedos;

y sobre la plazoleta,

después del nocturno encierro,

unas llegan zalameras

269

Vicenta Ruiz de Bautista 270

Vicente Rodríguez 271

Gabino Casallas

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y otras con impulsos fieros.

Las recuas aparejadas,

trajín de palafreneros,

carpas, mantas, municiones,

fuerza acampar en los cerros.

En Portales, los jinetes

la cita todos cumplieron

el corneta, toca marcha

y en fila sale el cortejo”. 272

“Subiendo la angosta escala,

en patio de árboles secos,

por laderas de peligro

y precipicios de riesgo

los cazadores cabalgan

cien potros de herrajes nuevos

que en los guijarros filudos

sacan chispeantes regueros…

Gente de caballería

en la cumbre toma asiento

y a los miradores sube

cubriendo el campo desierto.

Ecos de campana grande

sacuden bosques y leños

haciendo emigrar las aves

a la paz de otros aleros.

Las huellas van descifrando

diez parejas de sabuesos

del ciervo que fue corrido

por el amo de esos yermos.

Voces de emoción y angustia

en La Hondura se sintieron

y acordes de notas graves

en la sala del concierto.

En boquerones y cumbres

contingentes de relevo

esperan el santo y seña

272 Apartes del poema: “Caza de Ciervos en los cerros de Leyva” de Napoleón Ignacio Sáenz. Villa

de Leyva

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de ir a las líneas de fuego.

En el filo de la sierra

hay movimientos guerreros:

se escucha el toque de alarma

y entra la lidia en comienzo”. 273

“…Que espectáculo asombroso

van ciento cincuenta perros

bien puestos tras un venado

de los monarcas del cerro;

y más de ochenta jinetes

desesperados por verlo;

los unos, para enlazarlo,

otros, por tenerlo impreso.

En sus fotos de colores

abrazándolo del cuello

a mirar en la alcanzada

que sus cachorros mordieron,

muchos con sus carabinas,

ninguno haciéndole fuego,

y todos con la consigna

de ir las ciervas defendiendo…

Bachue sigue desde el trono

lacustre, ritual asiento

del Iguaque proceloso

al deporte principesco;

y en un piélago de glorias

la Villa, panteón procero

sobre el altar de sus mármoles

entre olivos nazarenos….” 274

“En la tradición de Villa de Leyva se cuenta que el Virrey Antonio Amar y Borbón

practicaba la caza de venados en los cerros de la Villa”.

“Las cacerías de venado eran una belleza, los leyvanos hacían aquí cacería: don

Antonio Rivadeneira, que era el dueño de todo Iguaque, don Bautista Rodríguez, el

Jetón Ferro y todos ellos, se reunían y se iban a las cacerías y venía mucha gente; hasta

el gobernador de Tunja. En el cerro había un viejo que tenía un vozarrón espantoso,

entonces, lo llevaban; el yerno de don Antonio daba los perros y le pagaban a un

273

Apartes del poema “Marcha” de Napoleón Ignacio Sáenz, en Villa de Leyva Tradiciones y anhelos.

Bogotá, 1968. 274

Ibid., Apartes del poema “Lidia.”

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arrendatario el cuido para que, cuando se reunieran todos a la cacería, estuvieran listos;

ellos venían y notificaban a toda esa gente y se reunían aquí en la plaza con los perros:

cuarenta, cuarenta y cinco yuntas de perros, eso lo vi yo y estuve en las cacerías.

Se reunían arriba en el cerro, en la finca de Emiliano Neira y de ellos, porque eso era

todo de los Neira; y los cuidanderos, los arrendatarios no podían matar los venados

porque don Antonio los castigaba y les daba sus fuetazos, él era rígido. Cada perro traía

su cuidandero para que lo llevara de la cadena, entramojados llamaban; adelante echaban

un perro que llamaban el trompetero, y cuando el perro hacía guauuuu, entonces

soltaban los perros y empezaban a seguirle el rastro al venado. Pero lo lindo era que una

vez, de las que fuimos nosotros, soltaron los perros y estaban los venaditos en una

planada, y los venados grandes entre las matas entretenían a los perros mientras subían

las venadas con sus venaditos chiquitos para otra parte del cerro; entonces, ahí seguía la

cacería y sí había orden de matar venado, mataban y casi nunca dejaban que los perros

alcanzaran el venadito.

Cuando se entraban los venaditos chiquitos, él los mandaba coger y les rajaba la oreja y

los soltaba, esa era la señal de don Antonio Rivadeneira; yo tengo una cabeza de venado

herrada por él. En una cacería cogimos un venado de esos y está con su marca en la

oreja, eso fue en el cerro entre Leyva e Iguaque, arriba en la Hondura. Yo he caminado

ese cerro de a caballo y a pie; en la cacería montaba en estilo inglés, mis hermanos y

todos los parientes me enseñaron primero a disparar, y, luego, me llevaron en mi yegua

briosa y nos íbamos detrás de los perros y de los muchachos de la cacería a ver la corrida

del venado y todo lo que hacían los venaditos huyendo. Nadie se comía el venado,

decían que la carne no era buena, que era pajuda. Hacían una cacería en julio y corrían

los venados y atravesaban estas calles; acá teníamos un portón de campo abierto y se

entró una venada y se metió al patio de montar a caballo y de manejar animales, y se

echó en el suelo y la dejaron toda la tarde; al día siguiente, madrugamos a sacarla al

llanito de Los Potreritos pero se murió de cólera, se encalambró de la carrera que le

habían echado los perros. Eso era como en los años treinta; en ese entonces, iban

también señoras a la cacería”. 275

“Las celebres ‘corridas de venado blanco’ en los cerros de la Villa, organizadas por

Antonio Ferro, Jetón Ferro, como cariñosamente se le llamaba en los círculos sociales,

era un excelente deportista (…) congregaba centenares de aficionados al arte de la

caza en los eventos cinegéticos y los vinculaba en noble amistad bajo los auspicios

de San Huberto, Patrono de los cazadores”. 276

“El alma de la cacería fue el Jetón Ferro, aquí se reunían ochenta, cien, ciento

cincuenta perros y cazaban venados. El tiro del pichón se le debe a Josué Aponte,

familiar de la señora Rivadeneira; eso fue como en el año cincuenta y dos, cincuenta y

tres, y se hacía donde está la plaza de mercado, que era un barranco; fui uno de los

promotores de hacer esa explanación para el tiro al pichón”.277

275

Aura María Borrás de Páez 276

N I Sáenz, obra citada 277

Luis Madero

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“En esa época, antes de quemar los bosques, todo ese charrascal y arborización que

había, había venado, había tinajo, había armadillo, había zorro, había fara, había conejos,

¡todo eso!; pero en esa época, el que mandaba era un señor don Julio Rojas, el papá del

teniente general Rojas Pinilla, y don Carlos Rivadeneira, ellos no dejaban cazar a todo el

mundo. Los señores Castellanos cuando querían cazar, hacían sus invitaciones a señores

de Moniquirá, a señores de Vélez, a señores del Puente, de esas tres ciudades, y traían

sus perros y se reunían con los de aquí y soltaban la tromba de perros en la parte que

llaman la laguna del Cazadero; paraban el venado y este animal corría por todo lado y la

gente los atajaba y los gritaba, pero no los dejaban matar. Un día, que hubo una cacería

de un venado, lo trancaron por allí y el venado cogió de para acá y se les vino por una

calle y llegó a la plaza y ahí lo cogieron enlazado; dizque tenía doce puntas, como quien

dice, doce años tenía el animalito; decían que la carne del venado no la utilizaban, que

era para los perros.

Yo tenía unos perros de cacería, una perra fina y un perro gozque; y un día nos convidó

Antonio María, que fuéramos a cazar un zorro que le estaba haciendo daño en la huerta

del maíz. Y así lo hicimos, nos fuimos y soltamos los perros y pararon dos zorros dentro

de la huerta; el gozque corrió un zorro por todo ese cerro hasta el lado de Chiquiza. Otra

vez, nos fuimos a cazar de la Rosita pa’bajo y también lo cogimos al animal, allá, en el

potrero de los lambederos; lo único que yo no le dejé a los tiradores, fue disparar a los

avichuchos que salen ahí a posarse; también cazábamos en el barzal de Chacón, ahí

duramos mucho tiempo cazando nuestros zorritos, y matamos como cosa de veinte

zorros”. 278

“Había armadillo, tinajo, conejo, guagua, liebre; pero, hoy, los armadillos toca ir a

traerlos lejos, el fara era muy abundante, y ya no hay daño de gallina porque el zorro se

acabó”. 279

“No hay, en Colombia, venado blanco sino en el cerro de Leyva y en Cúcuta; aquí

Antonio, Pablo, Alejandro y Enrique Cortés, los Becaría del Puente y Vélez, cazaban el

zorro dañino para las gallinas”. 280

“Habían muchos perros finos en esa región del cerro y terminaron con los venados; ya

llegó el Inderena y prohibió eso porque el que menos tenía, tenía tres o cuatro perros; el

acomodado tenía ocho y diez perros”. 281

“En Villa de Leyva había mucho venado, y luego sucede que por las quemas, se fueron

los animalitos; pero, había un señor muy principal de la cacería de venado y se venían de

Chocontá, Puente, Saboyá, Chiquinquirá, Sogamoso y todo eso, al tiro de pichón y a la

caza de venados y entonces ya se fueron acabando los animalitos, pero siempre debe

haber todavía por allá”. 282

278

Ananías Cárdenas 279

Manuel Rodríguez 280

José Heliodoro Cortés C 281

Julio Edgar Cortés 282

Gabino Casallas

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“En la Villa existió un señor, Rafael Rubio, que cazaba con la mente, él era nativo de

Villa de Leyva. Este señor, dice la gente, salía de cacería solo por los potreros a cazar

conejo; le saltaba la liebre, se quedaba mirándola, y la liebre se quedaba quieta y él

iba y la cogía. Tenía esa fuerza mental, hacía de médium, espiritismo, cosas de esas.

Aquí todos eran cazadores y había un club de caza donde hoy está la alcaldía, ahí se

reunían a jugar billar y salían a cazar. Un día, encontraron un venadito y lo empezaron a

corretiar y como llevaban sus arrendatarios, que tenían buen físico y se iban era por el

pie del cerro, entonces, el animalito corría cada vez más hacia abajo y entró por el

Mesopotamia, llegó a la plazuela de Antonio Nariño, bajó, y terminó en la plazoleta de

El Carmen y ahí lo mataron. Después, lo colgaron en un árbol de un solar y duró hasta el

día siguiente, y luego fue el piquete. Había mucho venado, inclusive, había una

variedad no conocida. De Cane pa’rriba, toda la loma hasta llegar al Duruelo, era la

cacería”. 283

“Una vez hicieron los campamentos en el Alto de La Villa, en el Roble, y empezaron y

bajaron los venados: a uno lo mataron en una calle que hoy está cerrada, abajo de

Coomexa; el otro, lo entraron a la plaza y lo cogieron vivo. El difunto José Mono, que

era afiebrado a eso, mantenía sus perros de cacería y se encargó de guardarlo en un

cuarto, y después, como al segundo o tercer día, lo soltó pero con lo que llamaban

pringadera: amarrado de un tendón para que no pudiera correr y los perros lo alcanzaran;

y eso le sucedió al venadito, lo alcanzaron y lo mataron, eso era para cebar los perros;

por el Roble se mató mucho venado”. 284

“Por allá en Iguaque había mucho cazador, aquí tenían mucho placer por la cacería

del venado. Nunca quise ver eso, a ese tipo de crimen no he estado aficionado. Llegué a

conocer dos venados muy grandes pero ya heridos, y oí decir que habían traído un

venado a la plaza mayor; la gente era bien aficionada a la cacería, tenían perros, era su

gran fiesta, afortunadamente desapareció, y acabaron también con los venados”. 285

“Las cacerías de venado eran a caballo; de niño, me iba al anca en el caballo del viejo

Roberto Borrás y regresaba sangrando por las hebillas del caballo, pero no me importaba

con tal de ir a cacería. Siempre cogíamos el camino para Chíquiza, llegábamos a un

sitio que se llama Llano Grande y pasábamos al Vijagual y Mal Paso; esas eran las

zonas de cacería, el venado no pasaba del río Cane. Antes se corrían los venados con

perros, era muy raro que alguien les disparara, además las hembras se respetaban y

los venados aprendieron a defenderse, no le tenían miedo al hombre; pero hoy en

día los están acabando, si es que no los han acabado, cuando estaba midiendo en el

Duruelo, bajaban venados heridos por tiro de carabina”. 286

“Todos salíamos los domingos a distraernos con la cacería, más que todo era de

paloma, y entre octubre y noviembre, era de patos que llegaban del Canadá a las

283

Germán Zubieta 284

Agustín Neira 285

Mario Antonio Pérez 286

Germán Borrás

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lagunas y las zonas inundadas. Como en el año cincuenta, entre todos los amigos

formamos el primer club de Caza y Pesca de Boyacá, se llamó Antonio Ferro, y

funcionó en la casa de Juan de Castellanos, donde hoy está la alcaldía. Eso lo tomamos

en arriendo y posteriormente compramos la mitad de la casa, que antiguamente había

sido de los Ferro, y la otra mitad la compró Carlos Rivadeneira que era el presidente

del club y el más cazador de todos; ahí tuvimos el club como quince años y, luego, el

municipio nos propuso que les vendiéramos para hacer su casa municipal”. 287

“Mis tíos fueron cazadores, eso era una tradición y respetaban las normas de la cacería;

todos tenían buenas armas y perros, había perros para pelo, pluma y recogedores. Los

cazadores salían a caballo desde la noche anterior, le cogían la senda al venado y

soltaban los perros; esto era ideal porque en el Roble es plano y hay unas hondonadas y

ahí encerraban el venado, esos cazadores trataban de hacerlo al estilo inglés: la jauría

perseguía el venado hasta que lo cansaba y luego ellos, a caballo, lo entraban al pueblo y

ahí salía el pueblo y los aplaudía como la gran faena de los cazadores y después había el

piquete del animal con otras cosas y brandy. La cacería era con zamarros, ruana,

sombrero, la escopeta y un revólver y la botella de brandy”. 288

“Tigre en Iguaque”

“Por allá, por Iguaque regresé, y una vez, con otras personas, nos topamos con un

tigre, ¡un tigre grande! Uno de ellos me contó que, como que era una persona ese tigre;

que una noche, por ahí en un alto veían unas luces; se acercaron bien y se dejó ver una

persona; al rato, la luz se fue y apareció el tigre; que eso lo habían visto otros por ahí

en la noche, que un compadre decía, que era un brujo en pena que ya había matado

mucho animal”. 289

“Un señor Montañes, que era de Iguaque y trabajaba en el Municipio, me contó que

estando picando leña se le apareció una leona y con el hacha le dio un golpe y la mató,

él conservaba la piel”. 290

“Contaba mi papá que, por ahí en el año veinte, bajaba al pueblo una leona parida y

recorría todo el pueblo bramando; y como no encontraba nada se regresaba para el cerro,

por ahí se la pasaba y nunca hizo daño a nadie”. 291

“Cuentan que por los años veinte, llegó al pueblo un circo español y una noche se les

escapó un tigre, se escapó para los cerros, tal vez para Iguaque”. 292

287

Vicente Rodríguez 288

Octavio Mendoza Morales 289

Maximino Alfonso Bautista, q.e,p.d. 290

Germán Borrás 291

Jesús Neira 292

Roberto Borrás

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Personajes en la villa

“Villa de Leyva fue un lugar de destierro de una dama casquibana y acá murieron dos

ex presidentes, el doctor Francisco Sande, llamado el doctor Sangre, y Dioniso Perez

Manrique. Los otros personajes interesantes fueron Vargas Vila y Luis Vargas Tejada,

que vino a Villa de Leyva porque la esposa de Juan José Neira, Liboria Acevedo y

Tejada, era de la familia de la madre de Vargas Tejada”. 293

Timoteo Roncancio

“Timoteo Roncancio fue casado con Avelina Castellanos y tuvo un hijo, el doctor

Germán Roncancio, nacido en Villa de Leyva, quien se casó con una ex-monja, de gran

belleza, del convento de las Terciarias dominicas. Avelina Castellanos, hermana de don

Angel, era de los Castellanos del Roble y sus descendientes son el Chato, Hernando y

Eduardo. Hacia 1890, Timoteo Roncancio fue alcalde muy notable de la Villa y metido

en la vida del pueblo, era un hombre temible y muy severo; cuentan que un día de

mercado, sus adversarios políticos hicieron un baile en la antigua casa consistorial y,

como no lo invitaron, dijo: voy a conseguirle la pareja a esos patojos leyvanos; fue y

cogió una burra, que tenía lista con un bulto de miel para salir para el campo, y la

cabestreó para subirla al salón por la escalera pero como se resistió, la alzó con bulto y

todo y la puso en la mitad del salón de baile y les dijo: aquí está la pareja para ustedes

patojos leyvanos miserables y se bajó y ¡quién iba a metérsele sí tenía la mano multada

porque un puño suyo era terrible!”. 294

El pintor Rafael Tavera

“Rafael Tavera estuvo aquí un poco de tiempo, era una persona muy tratable, era amigo

de mi papá que le hacía arreglitos de antiojos, cadenas y cada rato le llevaba el reloj,

porque usaba un reloj de leontina y mi papá también tenía uno de esos; como que era

pintor me parece, pues por ahí lo veía pintando la villa, le conocí unas pinturas muy

bonitas en Tunja; él vivió donde Elvira de Madero y casi siempre estaba montado en su

caballo blanco; yo lo conocí por los años treinta”. 295

“Rafael Tavera, el maestro, llegó a la casa nuestra; mi mamá le dejó una pieza, él iba a

Tunja y aquí duraba uno o dos años, salía a caminar por la plaza y volvía y se encerraba

293 Mario Antonio Pérez.

En Villa de Leyva vivió y murió don Dionisio Pérez Manrique, Marqués de Santiago y Presidente del

Nuevo Reino de Granada destituido por la Corte de España y quien fue confinado en Villa de

Leyva.

Jose María Vargas Vila escritor y ensayista, quien fue maestro de una escuela en la Villa. Tuvo

como alumnos a Ramón Borrás, Arsenio Castellanos, Darío y Mario Ferro, los Neira, Solórzanos,

Quinteros y otros.

294

Tulio Jiménez Barriga 295

Jesús Neira

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en la casa a pintar; él hacía un cuadro y lo vendía, y hasta que no se comía lo último de

la venta del cuadro no volvía a trabajar, el último cuadro que hizo era grandísimo y se lo

llevó para Italia; era una persona rara, claro, un personaje, sus amigos eran el doctor

Oscar Roncancio Mora...” 296

Chepina Rojas

“Chepina Rojas tuvo tienda ahí en la plazuela del Carmen y también cerró su tienda y

dejó que todo se pudriera; su casa siempre era cerrada y llegaron con la noticia de su

muerte, abrieron la casa y la encontraron muerta en su cama, hicieron el levantamiento

del cadáver, y comenzaron a sacar tapetes persas, enlatados podridos, comida podrida,

fruta podrida, ropa húmeda, eso fue un espectáculo ver todo lo de la casa ahí en la

plazuela del Carmen”. 297

General Gustavo Rojas Pinilla

“Rojas Pinilla declaró el pueblo monumento nacional; me tocó, estando de alcalde,

cuando volvió la segunda vez y, como no lo dejaban entrar a Villa de Leyva, tuve que

llamar a la gobernación, eso fue en el sesenta y pico. Según mi mamá, el general Rojas

Pinilla no nació en Tunja; ellos tenían una finca, El Yubineto, que la manejaba el

hermano del general, era cerca a Alsacia, y en esa época era del municipio de Villa de

Leyva, -después fundaron Arcabuco como municipio y esa parte se la dejaron- ahí nació

el General e inclusive conocimos, porque era arrendataria nuestra, a la viejita que lo

recibió que se llamaba Presentación. El General comía donde mi mamá y una noche,

cuando ya aspiraba a segunda elección, le dijo mi mamá: General ¿usted para qué

aspira a ser presidente, para qué más con toda la plata que usted tiene? y él le

respondió: no Elvira, hay que trabajar por el bien del país, yo tuve mis errores, fue lo

que me mató; entonces mi mamá le dijo: General, usted para qué dice que es de Tunja si

usted nació en el Yubineto, ahí está viva la viejita Presentación, la que lo recibió a

usted, tiene como noventa y pico de años, y usted no le ha botado ni un pan; yo le dije a

mi mamá que para qué le decía eso, ella me respondió que había que decir la verdad”. 298

“En esa casa que está al lado de la quebrada del Roble, por el camino a La Rosita, se

le echa la culpa que ahí nació el general Rojas Pinilla, aunque yo conocí tres habladurías

sobre su nacimiento, eso se declaró en tiempo mío, en sabiduría de los anteriores”. 299

“El General nació en esa casa junto del puente al lado de la quebrada los Robles, en la

vereda del Roble, y de ahí lo trasladaron para Montesuárez. Eso me lo contó, y por eso

lo digo, el muchacho que tenía de arriero para sacar sus cargas de maíz el difunto Julio

296

Luis Madero 297

Octavio Mendoza Morales 298

Luis Madero 299

Félix Torres

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Rojas, el padre del general. Los Rojas, el difunto Hermógenes Rojas, mi abuela Rojas

eran de Chíquiza, hay que saber buscarle la hebra al ovillo para poder desenredarla”. 300

“El general Gustavo Rojas Pinilla nace en la finca de San Cayetano, ubicada en ese

entonces en el municipio de Villa de Leyva, en los límites con Arcabuco;

posteriormente, esa parte se le da al municipio de Arcabuco, nace el general ahí pero la

señora tiene una afección en el seno y la llevaban a Tunja. Entonces, en Tunja, bautizan

el niño y el señor párroco pone de su cuenta y riesgo, que es un niño de un día de

nacido.¡ Cómo puede ser posible que el niño fuera de un día de nacido, si de la finca de

San Cayetano a Tunja se gastaba un día entero a caballo! Benditos tunjanos,

avispadísimos tunjanos, se quedaron con el nacimiento del general Rojas Pinilla porque

¡quién refuta al venerable párroco que pone dizque el niño era de un día, el párroco

cómo iba a mentir!

La vereda de Montesuárez en donde estaba la finca de San Cayetano, se incorporó al

nuevo municipio de Arcabuco; entonces, cuando el general Rojas subió al poder, los

villaleyvanos decían: el general nació en Villa de Leyva porque en ese entonces

Montesuárez era de Villa de Leyva; los de Arcabuco dijeron, el general Rojas Pinilla

nació en Arcabuco porque nació aquí en Montesuárez; y los de Tunja dijeron, aquí está

la partida de bautismo que dice un niño de un día de nacido, esto es irrefutable y así se

quedó, irrefutable”.

El General era de la familia, Domingo Rojas Jiménez, tío del general Rojas, era

casado con la hermana mayor de mi papá; mi abuelo se opuso a ese matrimonio porque

era entre parientes, no hubo hijos.

Una vez estando chiquito, viendo desde el balcón una procesión de la fiesta del Carmen

le preguntaron que iba a estudiar, si medicina o derecho, y dijo: nada de eso, yo voy a

ser polvorero”. 301

Un travestido en la villa

“De pronto, a las siete de la noche, en medio de la oscuridad, uno oía a la gente

carcajeándose y cantando: era una comparsa que venía de la plaza mayor y en esa

comparsa venía una dama elegantísima vestida de reina, vestida de rosado con

crinolinas, botando flores y mandando besos; era un travesti feliz desfilando para que lo

miraran, y después de hacer el espectáculo se encerraba; ese era el festival del pueblo, él

salía sobre todo en navidad y era una cuestión del pueblo, esa era la diversión.

Fue todo un personaje; el tipo tenía plata porque su almacén, que era sui generis, le daba

para ir a comprar todas esas ropas. Su almacén estaba ubicado en la mitad de la cuadra

de la calle Caliente, era un socavón con un mostrador de madera, y era algo muy

300

Ananías Cárdenas 301 Tulio Jiménez

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especial, uno quedaba descrestado con una coca, una linterna de pilas, tenía todas las

baratijas imaginables, era una especie de San Victorino de la época, pero con las cosas

de la manera más espectacularmente dispuesta; por ejemplo, tenía colocado en los

lugares más insólitos un espejo y de ahí colgaba un bastón o un paraguas con unos

globos de colores, había dulces, caramelos… pero él nunca estaba detrás del mostrador y

lo hacía a propósito para despertarle a uno el ladrón, la travesura; la tienda estaba

diseñada con tal cantidad de espejos que él veía todo pero uno nunca lo veía, él dejaba

que uno robara y llegaba a la hora del almuerzo a las casas a cobrar, pues, siempre sabía

por los espejos quién lo robaba. Esa tienda estuvo abierta como desde los años treinta

hasta casi los setenta, y cuando cerró el local, dejó que se pudriera con todo adentro”. 302

302

Octavio Mendoza Morales

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El turismo

“Muy eventualmente, pero muy de tarde en tarde, pasaban por aquí turistas, gentes que

venían a ver qué era Villa de Leyva, el turismo es un fenómeno moderno y querámoslo o

no, hay que aceptarlo. Villa de Leyva tiene un turismo especial, sui generis, la gente que

viene o que venía aquí, no era a buscar piscina o discoteca, porque el clima felizmente

no lo permite, esto es todavía tierra fría…que Tulito303 le ponga trabajo a esos gandules y

convierta la policía en guardianes de la paz y la tranquilidad de Leyva que es lo esencial

y siendo lo esencial hay que guardarlo; el turismo de aquí, tiene que tener la persona

deseo de paz y tranquilidad, vienen por eso pero si les damos ruido y escándalo no

vuelven”.304

“De un momento a otro, pensé que aquí llegaba la gente y no tenía información y

empecé a hacer las guías como en el año setenta y cuatro; preguntaba, leía y preguntaba

por otra parte, en especial, al maestro Acuña, luego empecé a anotar y tomar los datos

sobre otros aspectos más interesantes; por ejemplo, don Juan de Castellanos que escribió

la historia de la Nueva Granada en ciento cincuenta mil versos, el asunto de la veranda;

vi que era bueno para la población dar información porque acá llegaban y no conocían,

apenas los datos que les daba Miguelito305que era quien acompañaba siempre a los

303

Se refiere al alcalde de la época, Tulio Jiménez Barriga

304

Luis Alberto Acuña q.e.p.d.

305

Miguelito fue el primer guía turístico, murió accidentalmente llevando unos turistas a la laguna de

Iguaque.

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visitantes. He procurado que los datos históricos y de otra índole sean ciertos y sin

arandelas, toda la guía la hago yo, he tomado datos de libros y preguntado a los que

saben”. 306

“El principal turismo que tuvo Villa de Leyva fue con el Mesopotamia, de ahí para acá

empezó a venir la gente; ellos hicieron contactos, no sé si con el Tequendama o el

Hilton, y empezaron a venir embajadores y americanos”. 307

“El turismo era esporádico, llegaban a acampar en los potreros, venían a buscar fósiles;

del año setenta para acá, empezó el turismo con el festival de cometas y después de la

película de Los Aventureros; esa película sirvió mucho para el turismo y después de

eso empezó la restauración de los museos. El turismo antes era culto, visitaban los

museos y compraban libros de la Academia, no había bullicio ni la rumba, este era un

pueblo muy solo”. 308

“Turismo es una ala grande al pueblo, hay vivienda activa al turismo y recreación

propia, que es la que viene y dice ahora la plata es la que vale; no es el servicio al pueblo

que es dulce, noble y tiene parte de indígena que es lo que reconocemos los viejos y el

nuevo no; el turismo es bien recibido a la llegada pero viene y vuelve esto un mercado,

hemos visto que viene un turista ofreciendo un dinero por un lote y se nos hace mucha

plata, pero nos hace mucha más falta lo que se da en menos precio; entonces, uno por

enamorarse de la plata lo da como puede, pierde la plata, la tierra y todo, eso tiene el

turismo.

El turista cuando lo conocí en el principio de mi vida, era una persona muy seria, muy

activa y tenía hasta caridad con el mismo viviente de aquí porque había la limosna, aquí

había mucho mendigo; y como la tierra era muy estimada y no era a vender la herencia,

el turismo se sostenía y no compraban a la guachapanda, a la estafa, sino a la

legalización”. 309

“El turismo ha creado problemas, son dos o tres días de fiesta y todo lo quieren es

barato, yo por ejemplo, he perdido mucho trabajo, no me llega nada ahora; se ha vuelto

todo más caro y más complicado, ahora ya llegan de otras partes a vender aquí y vienen

a dañar el trabajo”. 310

“Aquí era sumamente barata la tierra pero, cuando se volvió turístico, la gente echó a

venirse a comprar y echaron a encarecer las tierras, les pedían por un lote tanto y ellos

no decían no y nos fregaron a nosotros, porque nos hicieron pagar un jurgo, eso es lo que

nos tiene azotados. Malo es hablar, pero el turista nos tiene tumbados de todas formas: lo

primero por la carestía de tierra y, lo segundo, llegan a cualquier tienda o cantina o

cafetería o lo que sea y les piden por un tinto mil pesos y ellos pagan lo que sea, y

306

Florentino Sánchez q.e.p.d. 307

Luis Madero 308

Jorge Rodríguez 309

Félix Torres 310

Jesús Neira.

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nosotros tenemos que pagarlo a lo mismo sin ser turistas; lo mismo con los arriendos,

antes se pagaba dos o tres pesos por un apartamento, ahora se paga trescientos mil pesos

pero por dos piezas.

Aquí vienen de Bucaramanga, de todas partes, de otras naciones y les gusta mucho por

lo pacífico, aquí todos los días se ve lo mismo, a nadie se le hace mala cara ni nada; pero

ahora hay desórdenes por todos estos estudiantes gomelos que llaman, llegan y se ponen

aquí a jartar y a formar relajo, esos son los que se tiran la humanidad, varios llegan y

compran y tiran la basura, otras llegan y se desnudan, se ve de todo eso”. 311

“Ya harta gente ha comprado, han venido hasta de otras naciones, porque aquí en Villa

de Leyva no hay gente que sea de acá, eso ya vendieron los propios que eran los dueños

de las fincas de Villa de Leyva”. 312

Festivales y eventos

“En 1986, con Marlio Gómez y el padre Uribe creamos el festival de las luces, acá

había una cosa bellísima que era la noche de las candeladas, y como era una época de

bajo turismo para los hoteles, se creó el concurso y ha sido una cosa muy interesante ver

la pólvora manejada por profesionales y, además, se llena el pueblo con el turismo”. 313

311

Miguel Arturo Sanabria 312

Julio Antonio Cuevas 313

Roberto Borrás

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Condiciones de Vida

“Siempre mi costumbre ha sido trabajar, buscar la vida,

cargar leña, cargar jucha …..ahí dure quince años sirviéndoles

y no me reconocieron ni la ceniza de un tabaco…

trabajando esclavamente de día y de noche”314

“Era cierto que había mucha pobreza en los veinte; pero no era solo acá, era de todos

los pueblos de Boyacá”. 315

“Yo tengo mucho que contar, mis sentimientos con claridad, mis sufrimientos, mi

experiencia porque larga vida, larga cuenta; corta vida, corta cuenta; soy un labriego de

sentimientos buenos y mi profesión fue el trabajo, pues, no pude seguir a encumbrar una

carrera; soy buen pión porque nací el día del trabajo, un primero de mayo de 1919; nací

en la vereda de Salto y La Lavandera, he vivido y quiero morir en ella.

En el pueblo era mucha pobreza; en el año veintiocho, al tratar de salir de la ingenuidad,

yo ya llevaba siete años, conocí de botín al alcalde, al señor cura Mendieta y el maestro

de escuela; el resto descalzo y, algunos, tal o cual de alpargatas de fique. La gente vivía

de la ingeniería316 paseándose ahí por la calle; Leyva era muy lindo, en esos solares se

daba de todo, y yo viví y traté de educarme en Leyva”. 317

314

Testimonio de un campesino de la vereda de Capilla 315

Tulio Jiménez B 316

Ingenio. 317

José Heliodoro Cortés C

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“En los veinte, cuando era pequeño, la mayoría de gente era analfabeta, eran

inteligentes de otras cosas; pero, de la sabiduría no había progreso y se veía mucha

pobreza; había mucha gente de balde que trabajaba en las casas, las mujeres traían un

chorote de agua, cargaban leña, para que les dieran de comer. Hoy, el muchacho que

ayer no tenía en que caer, es patrón y toca quitarse el sombrero y decirle don, porque

ellos, por un lado, han tenido un poco más de civilización y, por el otro, se creen más

poderosos que cualquiera; y hay mucha distinción en eso, la gente de ayer era muy

servicial, ayudaban y no cobraban; pero hoy no, son muy cortos de espíritu”. 318

“Cuando niño, por ahí en mil novecientos diez, cuidaba ovejas, unos cuarenta cabros,

de este pedregal para arriba, eso era baldío en esa época. Nuestra alimentación era

maicito, harina de cebada, garbanzo, alverja y arracacha, y por ahí tantico,

despescuezábamos una oveja y comíamos el bocado de carne; mi tía Reyes, como tenía

su guarapería en Sopotá, nos daba por ahí el sorbito de guarapo. Después de que murió

mi abuelita, se descontroló toda la vida de uno, ya no era lo mismo; los abuelos lo

querían mucho a uno, lo estimaban, no lo dejaban desnudo”. 319

“En el año treinta los muchachos como yo, escasamente hacían el estudio porque

estudiaban eran los que tenían plata, no había plata porque era la pobreza absoluta; se

compraba una res por cinco pesos, hoy vale quinientos mil, una finca se compraba por

doscientos pesos, el trabajo era en el campo y todo el mundo era esclavo de los

terratenientes, como el general Bautista, los Neira; generalmente, en toda parte ha

pasado así, no solo en Villa de Leyva sino en todo el país”. 320

“De comer hubo aquí en Leyva una abundancia; a veces, habían unos años que sobraba

comida porque daba mucho garbanzo, mucha arveja, alverjón, fríjol, maíz, cebada, trigo

y, también, a veces venía un verano que duraba tres o cuatro años que no llovía,

sembraban pero no nacía un grano ni para un pájaro, eso duró cuatro años. En todas

estas lomas donde hoy están todas esas cabañas, eso eran erosiones y la gente vivía

debajo de ranchos de tierra, a veces pasaba uno por encima y no se daba cuenta; y al

haber esa escasez de comida aquí, toda esa gente se fue con las familias a tierra caliente

donde había que comer y dejaron eso baldío”. 321

“Yo me empecé a conocer por ahí en el año cuarenta y cinco, hay cosas que tiene

uno en la mente y hay cosas que no se acuerda uno; el cambio en Villa de Leyva es

definitivo, todo diferente según nos criamos, hay una nueva generación, en parte mejor

y en parte no. En esa época había mucha cultura en el modo de vestirnos, la

comida era muy diferente, se cultivaba muy fácil y sin químicos; eso si, nos castigaban

muy duro, al grito estábamos temblando porque sabíamos que se nos venía la mano

dura, pero ya se acabó la humillación.

318

Manuel Rodríguez 319

Alfonso Maximino Bautista q.e.pd 320

José María Cubillos 321

Alcibíades Robles

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Yo era la sute de la casa, la cuba, y fui la que más maltrato recibió porque mi padre

murió, yo no había nacido, y mi madre quedó con siete hijitos; ella trabajaba todo el día,

se iba con doce o quince obreros y echaba surco al que más valiente fuera. Casi ninguno

nos criamos con ella, pero la que más duró fui yo y me regaló a una familia; ellos me

pegaban porque me demoraba a llevar el chorote de agua…una vez me perdí en el

campo y una señora me llevó a dormir a su casa, las camitas eran de varas, cuatro

horquetas, y encima se tendía una estera, y ella me decía: vaya a la tienda y me trae

cinco centavos de panela, pero si se seca esta saliva te cojo a rejo, y eran nueve juetazos

que me reventaban si me demoraba, de comer no me daban, fui muy maltratada. Esa

señora me robó y nunca más se supo de mi mamá ni de nada, pero alguien que conoció

a mi madre, me sacó de esa familia y me llevó a Bogotá, a su casa; a Villa de Leyva

regresé a los diecisiete años, mi madrina me entregó a mi mamá, en la vereda Cardonal,

ya era mujercita, ya venía vestidita, le exigí a mi mamá que yo quería vivir con ella por

los días de su vida, pero como ella era toda la vida con su régimen, brava, entonces yo

no me amañé y me salí a trabajar a Villa de Leyva, a los veintidós años volví habituarme

a Cardonal y aquí estoy”. 322

“Como en el año treinta y ocho, yo estuve trabajando en Villeta de ver que aquí no se

ganaba nada; sufríamos mucho, lo que se recogía se iba a vender y se vendía en casi

nada y esa plata no alcanzaba, ¡hasta las muchachas se fueron en ese tiempo de ver la

escasez acá! Toda la gente estaba pobre, los que tenían su platica eran los ricos, los

acomodados, y nosotros los más fregados, humillados a los que tenían su capital. En

Villeta duré como cuatro años, me vine en el cuarenta y dos, y Villa de Leyva estaba lo

mismo de pobre; la ciudad no era sino aquí de donde es la bomba de don Benedicto para

acá y dar a San Francisco y aquí por arriba nomás”. 323

“Mi papá era de esos hombres que son músicos, él murió y fue sepultado acá, pero

como era casado con otra señora distinta de mi mamá, entonces ella no tuvo modo de

darme escuela porque yo le pedía que me diera; y eso que a uno lo humillaban a ir a

segar, le decían a mi mamá, déjeme la chinita pa’ que me ayude esta semana, y me

mandaban por allá a segar y me pagaban cinco centavos, o como no podían pagar nada

nos daban la bebidita, el guarapo, como eso es natural para el campesino”. 324

“Me llamo Teodolindo porque el cura, a todos los que eran naturales les ponía ese

nombre; habemos hartos Teodolindos en Villa de Leyva. Nací en la vereda de Capilla

en la selva, en una cueva, porque mi mamá vivía con mi papá y por allá trabajaban en

aserríos; y al otro día de nacido, me bajaron cargado en una mochila por un peñasco

abajo, que tiene como unos ocho metros de ancho pero hondísimo, y por ahí era el

camino. Me cuentan que al año de haber nacido, mi mamá se fue y me dejó con mi

abuelita y los hermanos de ella; y de ella no se supo nada, nadie dio razón de nada hasta

hoy; y a mi papá me enseñaron a decirle papá pero él no decía nada, porque en ese

tiempo los hijos naturales no valían nada y decían que eran hijos de maldición. Por ahí

hasta los veinte años me estuve con mi abuela y mis tíos, pero me aburrí porque me

322

María Oliva Hernández Avila 323

Marco Tulio Aguasaco. 324

Eduarda Rodríguez

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ofendía que eran borrachos y todo eso, entonces me separé de ellos y me casé. Me fui a

vivir con mi esposa, hasta hoy hace más de cincuenta años, y por ahí seguí la vida con

ella sin tener ni uno ni otro una cuchara, en la pobreza más grande pero hasta hoy; nos

vinimos al pueblo y trabajaba por ahí en agricultura y en albañilería, en carpintería, y no

me ha faltado trabajo nunca.

Empecé arreglando vasijas esmaltadas, las remendaba con clavos y ganaba a diez

centavos por hueco, y un obrero ganaba diez centavos en todo el día; después en aserrío

de monte fui cocinero de aserradores, cinco centavos por día ganaba y compré un chilajo

de serrucho y herramientas de lo mismo que ganaba; eso era allá mismo donde nací, que

se llama el Cañuelal porque había una caña delgadita. Todo eso era de mi papá, un

pedazo de montaña como de cincuenta hectáreas, y a mí no me dejó ni que hubiera sido

una cuchara de tierra; mi papá se llamaba Rafael Franco Miranda y era gente riquísima,

las tierras las fueron vendiendo y le dejó a cada hijo un pedazo, pero a mí no me dejó

nada; tengo un pedazo que le había cambiado por una hechura de una casa, y así se

quedó.

Después compré un lotecito allá en la Capilla, como una fanegada, y ahí vivíamos con

mi esposa y saqué un empeño pa’ sembrar abajo a la orilla de la carretera, eso era ya

mucho contento por haber quitado de estar con patrón; yo le tuve miedo a los patrones,

pues duré como dos años trabajando en una hacienda donde vivíamos con mi abuela,

pagando obligación: cuando decían avisar tal semana venga a trabajar, había que ir

desde el lunes hasta el sábado, sin ganar nada, la mera alimentación... y el arriendo era

aparte, a dos pesos. ¡Lo que pasé en eso!, me venía desde la Capilla hasta Aposentos,

más acá de Suta, a trabajar donde los patrones, los mismos que habían allá en la Capilla;

me tocaba venirme a pie con un chilajo de azadón y dormir en el corredor con un poco

de gallinas y piscos encima de uno; el desayuno era como a las nueve de la mañana,

unos dos puñados de maíz tostado y changua con mera sal y cebolla; el almuerzo por ahí

a la una, era unos tragos de maíz sancochado, mute; y el día sábado, nos soltaban como a

las cinco de la tarde de allá y llegar hasta la Capilla a pie; eso era terrible pero no duré

sino dos años en eso”.325

“Venimos de una familia muy pobre, mi padre fue muy pobre, fuimos diez hijos,

muertos tres; él para criarnos compró estas tierras en Capilla, negociaba de a poquito

lotes que valían ocho, diez, doce pesos; total, unas seis compras. Era una tierra insípida,

no daba nada, y ya hicimos el ranchito en el año cuarenta y dos, yo ayudaba a apilar

barrito pa’ juntar el adobe. Mi papá cargaba leña en un burro y vendía la carga por ocho

o diez centavos, lo que llevaba a la espalda valía cinco centavos; y cuando estábamos

más grandecitos, a pura pata pelada, nos echaba su carga de leña y las patas echaban

candela; uno buscaba quimbas y se las amarraba con fiquecitos en los pies, y tenía uno

que procurar llegar al pueblo a las doce y ¡apúrele con zurriago! y llegar a tiempo pa’

que le botaran a uno su comidita y con eso se iba manteniendo”. 326

325

Teodolindo Espìtia 326

Simón Pedro Pineda Igua

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“Mi mamá nos crió y aprendí a trabajar, íbamos a la era a trillar con una ramita pa’

ganar lo de la tostada327 y nos daban dos o tres tacitas de cebada o de trigo; en ese tiempo

no pagaban sino dos pesos por el día y en la semana se alcanzaba ajuntar pa’ media

arroba de grano, pero en ese tiempo todo era barato, eso era como en el treinta. No

teníamos finca, mi mamá era muy pobre, éramos tres, y aprendí a negociar en granos al

pie de una prima, ella era mayor, mi tía la mandaba y ella sostenía a la mamá; no

negociábamos en el mercado de Villa de Leyva porque eso se acabó desde que llegaron

los molinos, íbamos a Chiquinquirá y vendíamos cuchuco de cebada, huevos, tunas de

castilla y tunas de las espinosas, otra pepita que se llama hinojo, repollo, cebolla”. 328

“Eso si no sé cuando nací porque no recibo la pensión, y mi mamá ya lleva como seis

años de muerta; nací aquí arriba en la vereda del Roble y no conocí gente ni familia. Yo

me llamo Anastasio Guerrero, el Alcalde de Villa de Leyva. Yo estuve trabajando aquí

desde cuando era pequeño, trayendo la leche y arriando como a seis vacas hasta la

Victoria, abajo a salir a Chacón y échele ¡ay Virgen Santísima!, y ahí me enfermé yo de

una muenda que me pegaron, una muenda pero de cuidado; la muenda fue por una vaca

que estaba en la huerta y en siguiente estábamos nosotros arrunchaditos ahí, y se viene

un loco con ese machete pitado, el tacazo fue duro con el palo, y yo vide un cuadro

chiquitico de la Virgen del Carmen y salí corriendo como un tirón...yo le encomendé a

Dios lo de esa muenda y aquí no se hizo nada; pero, después, lo trajeron para la casa

enfermo y de esa muenda se pagó Nuestro Señor...” 329

“Nací el 14 de octubre de 1914 en Sutamarchán, y me eché a vivir a Leyva a la edad de

dieciocho años, soy más de Leyva que de mi pueblo, aunque allá tengo mi papeleo:

primero bautismo, segundo confirmación, tercero la primera comunión, la escuela,

enseguida el matrimonio… cuando íbamos creciendo, mis papaes nos ponían a que

laváramos la loza, a buscar leña y, también, a moler con la mano y una piedra el maíz pa'

la sopa, tostar cebada y moler en piedra, cernir y sacar harina de cuchuco, todas esas

cosas; cuando ya fuimos siendo grandecitos era al azadón, a la yunta de bueyes y, luego,

a rasguñar la tierra para echarle una pepa pa’ sembrar; que a sacar yerba de los trigos,

sacar toda la maleza y dejar que no quedara con cizaña. Enseguida, me fui yo para la

línea del ferrocarril que venía a cruzar aquí, por Tunja, duré seis meses levantando el

enrielado. En 1930 trabajé en la carretera que viene por Arcabuco, fue a pica, pala y

carretilla, después me pusieron de cadenero midiendo kilometraje y ahí me cansé y de

puro terco me salí, ya llevaba yo siete años y perdí la pensión por bruto... Yo tuve seis

hijos y existen cuatro, son inquilinos en Bogotá; ahora tengo un compañero y vivimos

los dos solos, cada uno nos paladiamos de sí mismos, no permitimos mujer porque

entonces sale más caro el collar que el perro; antiguamente las mujeres eran muy sanas,

hoy en día piden más que las ánimas benditas”.330

“La situación económica, hacia los años cuarenta, yo juzgo que era más bien buena

porque la gente hacía su mercado y toda la gente vestía de paño que se traía de la

327

El grano después de trillado se tuesta y se muele para preparar cuchuco. 328

Anastasia Aguasaco 329

Anastasio Guerrero 330

Adolfo Velásquez

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fábrica de Samacá, había buen comercio y comunicación a caballo a la estación del tren

arriba de Samacá. Las familias de tradición tenían sus fincas pero normalmente vivían

en el pueblo: Morales, Borrás, Rubio, Neira, Rivadeneira, Rodríguez, Ferro, Jiménez,

Solórzano, Ruget, todas familias conocidas. Si había una desmejora en la calidad de

vida era porque a todo el mundo nos atraía la ciudad para estudiar, unos en Tunja y otros

en Bogotá; ahora se ha dado una fuerte influencia externa, con un fuerte impacto

cultural, lo cual ha llevado a una transformación bastante apreciable del pueblo”. 331

“La vida de antes era muy triste, nos faltaba de comer, no nos daban suficiente; en ese

tiempo se araba con bueyes y mis hermanos, como ellos eran grandecitos, eran debajo de

las matas y yo arando, y si no hacía caso ¡póngame juete donde estuviera!; uno sufre

mucho en la vida, conoce muchas necesidades, mi papá me dejó regalada y me daban

una vida muy amarga; después crecí y me fui a conseguir la vida… de pobre es triste la

vida, y pasarla y saber pasarla...”332

“Yo casi no salgo al pueblo, me la paso más bien por los potreros, como uno se

acostumbra a lo que venga porque, por ejemplo, nosotros no fuimos chichólogos,

guaraperos, nosotros éramos a trabajar nuestro ganado, yo montaba y salía a los campos

y toda esa cosa y sembraba; yo aprendí a montar por mi cuenta, a coger una bestia y a

dominarla, la enlazaba muy bien y eso a mí me fascinaba. Cuando compré el potrero de

San Agustín, puse cinco caballos y compré mi buen rejo y enlace y adápteme a los

caballos; después ya vino la Normal, entonces principié a vender la primera botella de

leche a tres centavos, no tenía sino una vaca, no me daba pa’ la leche de la casa, no tenía

sino ese potrero que fue la primera compra que hice a punta de mi trabajo; el otro

potrero fue herencia de mi mamá y esta casa que es muy vieja.333 Yo salía al campo a

sembrar compañías, tomaba empeños y toda esa cosa, eso me dio; con mi mamá

salíamos a comprar el trigo para amasar, yo amasaba con mi mamá y lo llevábamos a

vender a las tiendas, luego principiamos a sembrar un poquito; después, ya me gustó

mucho y compré en el valle de Santo Ecce Homo dos fincas y vendí esas y compré en

Montesuárez, entonces ya me fui acercando más y compré el potrero de San Agustín; me

gustó mucho el lado de Sáchica, en la sabana tenemos un campito, sembrábamos cuando

era joven y desde aquí me iba con la alimentación para los obreros; atrás había mucha

pobreza, la gente no tenía ni alpargatas, pero era lindo que uno llegaba al campo y, la

gente en medio de su pobreza, le servían a uno mazorca, un huevito, cualquier cosa;

podía ser un plato todo viejo, todo roído, con una cuchara de palo pero eso era

agradable, no como hoy que eso es con mucho tenedor, servilleta y vainas, y llega

cualquier señor y uno le dice: fulanito siga y siéntese, le provoca un trago y contesta:

pero si hay whiskey; antes, por ejemplo, delante de un muchacho aunque tuviera

dieciocho años, nadie decía una vulgaridad, eso se respetaba, ahora no hay la nobleza

que había antiguamente, uno se da cuenta nomás al tratar la gente; antes, uno se

acercaba a cualquier caballero y le decía: ayúdeme a trabajar esta semana, a hacer esto

y le respondían: si, con mucho gusto, si puedo, ahora si va uno por equivocación: hola,

qué está haciendo, ayúdeme tal día, le responden ¡ay no me joda!, terrible, porque hay

331

Vicente Rodríguez 332

Oliva González 333

Casa ubicada en el parque de Nariño

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plata; una vez le dije a un señor que me ayudara y me dijo: no señora, vendí un buey, yo

tengo plata”. 334

“La mujer vivía muy humillada, era atrevío el marido; más antes, se levantaba uno a las

dos de la mañana por tarde, eso era tanto que se jodía uno pa’ hacer todo eso a la cocina,

que escoger la cebada y conseguir la leña seca pa’ tostala en el tiesto y, en después de

fría, macháquela bien y aviéntela y escójala y lista pa’ moler en la piedra y no tenía uno

lugar de naitica335más; y que pa’l piquete de los obreros, vaya y llévelo a las nueve y

media porque eran tres comidas y se les daba papa salada, harina, ají y guarapo, y al

medio día era la sopa sino era piquete seco; y cuando había una parva y ya se llegaba la

hora del almuerzo, el marido decía: preste pa cá, yo parto la gallina y le daba a cada

uno la presita, a los hijos y a la mujer, un pedacito....”336

“El fogón era en tres piedras, ¡y cargue la olla pa’los obreros y eche pa’ la cabeza y

váyase!; y los niños ora dejalos dormidos, comiditos, o ir a llevar el almuerzo con ellos

cargados a la costilla y la olla a la cabeza. Yo estropia337 de mi esposo eso no fui, pero

por medio alegatico, inmediatamente se les antojara darle, eso eran dele y dele muendas

a las mujeres, esa era la humillación de ellos, ¡Virgen Santísima, muendiaban por

atrevidos!; la vida era muy dura entonces con los hijos, la brega con los obreros y ellos

con el cinturón era dele juete...”338

La mujer

Conversación entre Josefa y Blasina

- Yo tuve tres hijos.

- Yo siete, tres mujeres, cuatro hombres, y ya tengo dieciséis nietos.

- Soy nacida y criada en Leyva, nací en una vereda que llaman El Roble.

- Yo también nací en El Roble, vivíamos ahí como arrendatarios cuidando la hacienda de

la familia Cortés y nos criamos ahí. Ya después, mi mamá nos echó a traer para acá, que

para estudiar, que para trabajar y así; nos vinimos a buscar y a pagar arriendo, pero eso

es duro porque, verdaderamente, ¡uno qué tierra propia, ni en qué vivir, ni nada!

- Cuando la violencia, me tocaba a yo irme a dormir en el solar debajo de unas matas de

chirimoyo, de limón y curubas; me tocaba quedarme de ver que llegaban y le pegaban a

la gente y se entraban a las casas, eso terriblemente miedoso y yo con mis tres hijas

apenas. El papá de mis hijas se casó con otra y yo me quedé sola con mis hijas, yo no fui

a sufrirle a mis papaes para que me acabaran peor la vida. Ahí les di su poca o mucha

educación pa’ que no se queden como lo dejaron a uno; aun cuando, pa’que sepan poner

su nombre y saber por dónde entran y por dónde salen, que eso ya es mucha gracia saber

uno; yo fui, como dicen, machita pa’ criarlas y nadie se podía arrimar porque como fuera

334

Teresa Buitrago q.e.p.d. 335

Nadita. 336

Filomena Gamboa 337

Estropeada 338

Aracely Cortés de Rodríguez

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les daba, y las saqué adelante y ya por ahí toparon sus maridos y ahora vienen todos los

nietos; la nieta mayor tocó ayudarla a criar, porque el papá de la niña era muy atrevido.. .

- mi marido, tenía ocho días de nacida la niña, se pegaba unas borracheras terribles y

llevaba uno del bulto, si un pedazo de tabla se presentaba con eso le daba a uno, y una

noche llegó y dijo: es que yo la voy a estrangular, la voy a matar; y ni corto ni perezoso

me jondió al piso y de eso me enfermé…él era de Arcabuco, sino que él se vino para acá

al pueblo porque aquí trabajaba con los papaes que eran herreros; él murió ya hace trece

años, murió de la misma perdición, de la misma bebida, le picó el cáncer y hasta luego;

pero fue una vida muy terrible que yo pasé pa’ tener esas criaturas, gracias a Dios que

me dio mucho ánimo, y así me tocara trabajar en lo que me saliera, me iba con tal de que

me ganara un peso pa’ un pan pa’mis hijos”. 339

“En la casa con mis papaes era uno humillado porque no lo dejaban salir; por ejemplo,

yo hilaba, hacía el oficio de la cocina; la educación era poca, un añito. Al marido lo

conocí cuando él llegaba a visitar a mis hermanos y, por ahí, por el lado, eran los

amoríos; y como el matrimonio ya estaba andao, después nos casamos, ¡se sufre después

de que se casa!; él se iba a trabajar y duraba sus quince días por allá, venía el sábado y

después se iba, en esas se la pasaba; los hijos los tuve con partera en la casa, el último si

me tocó ya en el hospital; y las niñas tocaba mandarlas donde la agüelita pa’ que

pudieran estudiar”. 340

“Yo hago blusas de tela y de hilo, y les enseño a varias señoras y con eso ellas han

sustentado a sus familias. Hace como cinco años, yo tuve un sueño; soñé que en esta

casa que tenemos no había casa, que se había tumbado todo lo que había en el lote y, por

la mitad, había una entrada grande. En el centro había una pila de piedra, como la pila

que hay en la plaza, y por los lados eran solas tiendas de artesanías y, entonces, yo creo

que ese sueño puede ser una idea para que, de aquí a mañana, en algún sitio haya eso y

las mujeres puedan aprender a bordar, a coser, a hacer diferentes clases de oficios y

puedan, más adelante, vivir con ese arte que aprendan”. 341

“Nací en una vereda llamada Capilla, de Villa de Leyva, mis papaes fueron muy

pobres; vivían en tierra de arrendatarios, en tierra de ricos, y ellos sufrían mucho por la

falta de que comer; mi papá tenía estancia en poder de don Teodolindo Rodríguez, y el

oficio era cuidar la hacienda de los patrones. Mi hermana me enseñó desde muy pequeña

el tejido de sombrero de clineja;342 y trabajando fui mi trabajito de mano que yo

acostumbré con mi familia: sabía mi mamita, sabían mis hermanas y así venía pasando

mi vida. En la juventud, tuve la posibilitud343 de ayudarles a mis papaes en el trabajo y

en todo, pero a mi papá le dio que yo tenía que casarme y me convení,344¡ay santo Dios

bendito!, a creerme pensando que la vida sería mejor.

339

Josefa y Blasina 340

Antonia de Pineda 341

Pureza Robles 342

Ver Artesanía: fabricación de sombreros 343

Posibilidad. 344

Convine

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Se llegó el día en que conseguí casa, y mi marido no me atendió por haber venido la

criatura mujer; él quería un varón y se puso tan sumamente violento, que nos amenazó

de quitarnos la vida para no mantenernos. A lo que tuvimos la niña, vino una familiar

suya del Tolima y se aposentó en la casita de nosotros; y mi marido, nos echó pa’ la

sabana a comer pasto en un llano, sencillamente a sufrir, tres meses que aguanté ahí yo

con mi niña de un año de nacida, y teniendo nosotros que comer: yo, por ejemplo, tenía

mi buey, mi toro de trabajo, tenía mi novilla ya para dar la cría, tenía siete ovejas, tenía

trece gallinas, y en esos días recogimos la cosecha, cinco cargas maíz, y quedé yo por

puertas, mi ropa quedó allá, el que comer quedo allá; entonces, le dije a un hermano,

¿qué haré yo que me tiene aquí castigada, sin que comer? y me dijo, si se deja robar

entonces yo me la robo, y me llevó a una estancia chiquita que tenía de arrendatario de

un rico y allá me dejó; y mi marido, al ver que no me topó, acabó con la riqueza que

tenía, cuatro lindos terrenos donde se daba que comer, ¡no supe qué hizo las gallinas, no

supe qué hizo las ovejas! y tampoco me dio la sal que quedó en el fogón, era una arroba

de sal, cinco cargas de maíz, cinco panelas… ¡nada me dio!

La finquita donde mi papá nos redució345 era una lindura de finca, ahí mi papá de todo

cosechaba y nos mantenía, y sacábamos el pan de cada día de la tierra porque la tierra

nos daba de comer y comíamos y nos sobraba; pero como ya estaba tan retendido en la

salud, se fue para la tierra y a pocos días ya se fue mi mamita; entonces, al vecino se le

metió que como yo me había quedado sola, no tenía más marido y no conseguía más

hombre pa’ vivir con ellos y también la niña estaba joven pero no se casaba, que la

riqueza que tenía yo, un lote lindísimo con habitaciones y con siembro que me había

dejado mi papá, tenía que ser para él; y como yo no quise, envenenó el maíz en el zarzo,

envenenó las cuatro vacas y un toro, las ovejas se volvieron todas con los ojos verdes,

las gallinas todas bobas, arrancó la mata de cerezo que había en el patio y caían al suelo

los pajaritos con los ojos totiados. Al ver eso, un amigo, que era el que mandaba todo

lo más en la vereda, nos ayudó y tocó dejar la finca tirada y venirnos para acá;eso fue

hace ya más de veinte años, pero yo no olvido mi trabajo en mis sombreros de palmicho

porque fue el que me mantuvo; Nuestro Señor aquí me tiene todavía en vida, con

ochenta y seis años, y ¡quién sabe mis últimos ratos cómo los iré a pasar!”. 346

Servicio militar

“Dicen que el ejército es el salvavidas de la patria, eso me lo hicieron saber cuando

llegué a mandar el fusil; era 1929, estaba yo jovencito pero bien zampao eso si, el

capitán de brigada de Tunja era don Julio Garavito, que era de aquí y nos llevó pa’l

cuartel a cumplir con el deber; y como el canchoso del sargento era a molestarme, dijo el

capitán: de este no se burla ningún soldado aquí, ni nosotros los mayores porque este es

nieto de Antonio Ricaurte.

345

Redujo 346

Dolores Reina

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El general Vasquez Cobo pidió cuarenta tipos del batallón Bolívar, del departamento de

Boyacá, pa’ ir a recibirlo en Tumaco; nos fuimos por carretera y yo creí esa vez que iba

a traer mucho que contar, porque por allá hay mucho que ver, pero no…todo fue hacer

paraje al frente donde llegaban los barcos. Yo allá miraba por una parte y la otra, la brisa

del agua parecía que se veía venir sobre nosotros, y asomó ese barco tan lindo y, ellos,

dos compadres queridos, el doctor Olaya y el general Vasquez Cobo, venían parados al

frente y traían una bandera tricolor de trece por doce metros de ancho, cuando dijo el

coronel Torres:¡armas a discreción, al hombro, vista a la izquierda, atención, presente!;

entonces, eso fue hacerle honores nomás y ahí nos echaron en un carro, pero no pude yo

ver nada el mar, y no tuve nada que traer pa’contar.

A los nueve meses pedí mi salida, yo ya le había dicho al comandante: el soldado

Bautista pide salir, pero me había respondido: como no hay urgencia sino disciplina,

no se puede salir. El patrón fue allá a preguntarme, ahí se adentraron con el comandante

y conversaron, y le dijeron: bueno, señor Neira, se va el muchacho porque usted lo

necesita por allá… así ya salí del cuartel”. 347

347 Maximino Alfonso Bautista q.e.p.d.

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Oficios

Construcción

“Mi trabajo ha sido constante; yo he sido pegador de materiales, lo que viene

conteniendo: ladrillo, cemento, arenas; trabajé con cal y ladrillo. Lo que aprendí se lo

debo a una escuela, Arces, en Bogotá, era una escuela española, allá nos enseñaban lo

perfecto; estuve ocho años de aprendizaje y ya quedé en mejores condiciones que estar

mirando a mi compañero; entonces, fui delegado al trabajo de responsabilidad de

manejar gente que, en eso se sabe, es una parte dura.

En la técnica de antes estaba primero el barro, la piedra bien colocada al frente, y no a

hacha y machete como se ve hoy; fueron piedras traídas del cerro del Gacal, en buey,

eso se conoció porque a yo me tocó traer porque no habían carreteables; ahora es lo que

haga el cemento, se perdió la estética de la piedra, ha venido gente a ayudar a hacer las

casas pero no son el mismo estilo que había antes: sus quiebres, los modos de hacer las

paredes, las mezclas.

Las casas antiguas tenían piso en tierra, pero las de los ricos eran entapetadas en tapetes

de costal hechos al propósito, fue lo que se conoció sobre los pisos de tierra. Las

decoraciones de los pañetes de las casas no estaban a plomo ni a niveles, sino a pura

hacha y machete; las casas eran pañetadas normalmente con cal, tenían un zócalo de

color al gusto del dueño y se blanquiaban con unas tierras de unas minas. Las pinturas

para lo blanco eran traídas del Roble, del camino que va Arcabuco; en Marmolejo

habían unas vetas y de ahí salían las tinturas amarillas, las rojas, las rosadas, las que

quisiera el pintor diluir; las diluciones eran cal viva y échele el barranco de greda blanca

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y enseguida la mezcla que prendía, sal y penca, y se pasaba la mano y no se caía, eran

las mezclas sostenidas348 y se echaban con brochas de fique.

La mezcla para los pañetes consistía en arenas débiles, que no tienen tanta fuerza, y se

traían ahí detrás del cementerio, todo eso eran sacaderos de esa arena delgaditica;

enseguida, venía el estiércol que se molía a pura vara, póngalo y machúquelo en el

suelo hasta que se espolvorizara, pero era estiércol de caballo o de pollino; en después,

se hacía esa mezcla de la arena, la cal viva y el estiércol y se revolvía y eso duraba

siglos, no se tenía que hacer otro cambio. Todo ese material lo contenía el pueblo, no

había que traerlo de otra parte; y cuando eran las fiestas de aquí de la Villa, que eran de

la patriarca Virgen, todo el mundo tenía que hacer esas mezclas. Eran mezclas que se

llamaban naturales, pero hoy ya no se usa; el que usa eso hoy es una persona que está de

ordinaria, porque la gente quiere tener cosas finas y la finura no está sino en el orgullo,

pero era la mejor gente en ese tiempo. Los maestros que decoraban el pueblo eran Pacho

y Patricio Pedraza, ellos eran los grandes maestros que tenía el pueblo; los ocupaban en

toda parte, la alcaldía que era la que necesitaba los trabajos diarios, el juzgado, las casas

de habitación, ellos eran los nombrados”.349

“Ya no hacen la pared en adobe ni tapia pisada, tampoco el pañete a lo antiguo, que

quedaba tantico asperiado porque, antiguamente, era pegando la mezcla a lo fino, a lo

que daba el palustre, y al tercer o cuarto día, cuando ya estaba seco, ya le pasaban y no

se dejaba llevar; era muy, muy, bueno. Ahora ya no hay quién lo haga, y el material

también escaseó; claro que la cal la hay, la arena también, pero esa no era arena de mina

sino de aquí de barranco rodada que llamaban, y eso se remolía bien pa’l fino y quedaba

lisitico.

Yo sé hacer tapia pisada, adobe y el pañete con estiércol; eso nada de cemento en ese

tiempo; cal, arena y estiércol de caballo bien machacado, y eso prendía que daba gusto

en la pared. La tapia pisada es una pared que se hace de sesenta centímetros, con

tapiales, unos tableros en tabla: se hacen unas cerchas y en una espiga se clava la tabla,

un planchón de cuatro pa’ que se aguante la golpeada, y se hace un testero y se aprieta;

mejor dicho, como un tortón350 que quede bien tenido, y échele tierra y pise con un pisón

de madera, que tiene dos manijas, hasta que quede a diez centímetros máximo de altura,

y así hasta que termine el tablerado que es de un metro de alto. Se prepara que quede la

tierra que ni se pegue a la mano, ni se caiga; si está muy blanda, al quitar el tapial se

abre; si queda regular y pisa inmediatamente que pase la tapa, se quita el tablero y no se

abre. Eso es una ciencia que hay que saberla, toda tierra no sirve, la tierra amarilla no

sirve porque es muy floja para agua y se humedece; hay que utilizar, ojalá, capa vegetal,

casi tierra negra, mantenida con su abono y todavía se aprieta más; y luego, como se ha

lavado tanto, se le echa cal y eso aprieta mejor. Yo me hice una pared aquí en la iglesia

de San Agustín, la edifiqué y ahí está: veinte metros de larga por seis de alta, después le

echaron la cubierta encima, la dejaron un año sin cubrirla y no le pasó nada.

348

Se refiere al proceso de fijar la pintura. 349

Félix Torres 350

Tortor.

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En ese tiempo los maestros eran pocos, entonces por eso éramos llamados; en

Moniquirá, nos querían mucho; en el campo, en el centro…pero ya le digo, se han tirado

la estética por la razón de que vienen de otra parte, compran su lote y hacen su casa a su

gusto y traen maestros de otra parte, que no entienden lo colonial, y a los de aquí no nos

dan trabajo, a los que sí sabemos cómo es el estilo colonial. Francamente, un baño si no

se puede hacer colonial porque el baño es muy exigente; antiguamente, había era una

ramada con unas tablas, pero sin agua ni nada, eso les echaban no sé qué vaina y se

controlaba esa mugre”. 351

“Para los techos de los ranchos, antes se iba emparejando la paja puntero, esa paja

blanca que llaman; aquí nomás se utilizaba el carrizo: se cortaba, se hacían manojitos, se

ponían en el enmaderado, se emparejaba y se iba apretando con cabuya. El enmaderado

antiguamente era más distinto, eso le ponían cumbrera, le ponían pendolón, rey, su

cuchillo, su costillera que ahora llaman madero; sobre la vara iba la paja y había pajares

que duraban quince, veinte años; esa técnica ya poco la están conservando, porque la

paja se pudre mucho ligero, pero es más abrigada que, por lo menos, una teja de zinc,

eso se hiela, se suda; entonces, ahora, echamos fue a meterle teja. El adobe ya casi no se

usa, pero, para mi concepto, tengo que el ladrillo es más cómodo de trabajar, más rápido,

ocupa menos espacio y se cubre con menos techo; el adobe se cubre con más harto techo

y queda poco espacio interno, y, ahora como son máquinas pa’cortar, el ladrillo sale más

económico y por eso se está olvidando el asunto del adobe. Eso si pa’la salud, es más

superior una casa de adobe, porque es más calientita cuando hace frío y menos se

encierra el calor, pues conserva una sola temperatura, haga frío o haga calor; en cambio,

en las otras construcciones no se siente si cambia la temperatura”. 352

Maestros de la construcción

“Allá en la vereda de Capilla, no habían sino como tres grandes maestros que hacían

las casas de adobe y madera que mandaban a hacer los campesinos, no se usaba

cemento. Había un maestro Pedro Antonio Cortés, un tal Matías Cortés, y Alcibíades

Robles que todavía existe, ya no trabaja. Después estuve haciendo casas también, en

varias veredas, allá en la veredas de Cardonal, de Llano Blanco”. 353

“Yo he trabajado como constructor desde muy pequeño, siempre a la pata de mi papá,

Lino Sanabria; él era de Gachantivá viejo. Yo trabajé en Moniquirá, Güepsa, San José de

Pare, Barbosa, y toda esa región edificando, haciendo casas, ramadas de molino, toda

esa vaina. Yo trabajé en Bogotá, en Tunja, y no me quedó grande ningún plano, a pesar

de los tres años de escuela que me dieron; yo desarrollaba el plano sobre la escala sin

que los arquitectos le explicaran a uno nada, porque esos son pura teoría, ahí conocen el

plano por la teoría que saben pero del trabajo no”. 354

351

Miguel Arturo Sanabria 352

Parmenio Pineda 353

Teodolindo Espitia 354

Miguel Arturo Sanabria

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Herreros

“En la puerta redonda de arco de la entrada para la parroquia, o sea la casa cural hoy

día, funcionaba la herrería de mi papá, Manuel Neira Vargas y, en esa época, no

hacíamos sino trabajar para los ocho o diez molinos que habían aquí; arreglábamos ejes,

cuñas, crucetas, todo eso para las piedras y, además, se calzaban rejas para los arados de

yunta de bueyes; también hacíamos los trabajitos manuales que llegaban, arreglar

canales, máquinas de coser, de moler y hasta de escribir; de toda esa vaina hacía papá en

esa época, él arreglaba relojes, los relojes de los padres, de las monjas carmelitas,

dominicas, todo eso”.355

Carpinteros

“Eso por allá en 1942, en adelante, éramos poquitos carpinteros: la carpintería de un

señor Luis Hernández, el maestro Filemón, era casi el único carpintero aquí, y había

otro, un tal Félix Amador”. 356

“Aprendí la carpintería en el ejército, y luego en Tunja prestando servicio en el penal;

empecé a trabajar en el campo como en 1960, y cuando llegué al pueblo, 1970, ya

estaban otros carpinteros antiguos, como don Luis Pinzón, don Eugenio Reina, Belisario

Reyes, Luis Hernández, Donato Ramírez. En ese tiempo construyeron la carretera de

Naranjos a Gachantivá, ahí puse una tienda y una carpintería y hacía taburetes con

madera de aliso y después eché a hacer de todo: camas, puertas, ventanas, en pino

hayuelo del monte de Mamarramos; trabajaba a pura mano, con azuela y serrucho, y

luego con máquinas. Le transmití a mis hijos desde pequeños todos mis conocimientos,

y después resultaron ingeniándose las cuestiones de las tallas bien hechas y los violines,

ellos hacen cualquier figura. Aprendí a tocar muy bien bandola y tiple y estuve en el

festival del Mono Núñez, lo mismo que mis hijos que tocan música andina, pasillos,

bambucos y tal cual joropo”. 357

Venta de antigüedades

“En mi casa había muchas antigüedades y se las pedí a mi papá para adornar un local

que había alquilado por veinticinco pesos en la calle Caliente; recogí fósiles en toda la

región, Sutamarchán, Sáchica, Villa de Leyva y conocí al padre Huertas que estaba

recolectando fósiles para el museo que fundó en la Villa; él ya tenía una piezas muy

bonitas que traía de Barranco Hondo, entre Villa de Leyva y Sutamarchán por la

carretera antigua, en esa época estaban en plena actividad las minas de yeso y de ahí

salían amonitas, mucho fósil, y los campesinos los botaban, los partían, los dañaban.

355

Jesus Neira 356

Teodolindo Espitia 357

Ernesto López, también ver su testimonio en el capítulo: vegetación, aserríos.

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Donde había más fósiles era en el Alto de Los Migueles, yo no sabía de eso, pero los

mismos turistas le decían a uno que eran animales que vivieron hace miles de años.

Empezamos a recoger fósiles de todas las variedades y formas; unos españoles me

trajeron unos libros, estuve estudiándolos y ahí aprendí, porque yo pasaba por encima

de muchas piedras que eran fósiles y nunca las recogía; ahora, por las experiencia, uno

recoge variedades de conchas, almejas, amonitas de unas cuarenta variedades que hay

en Villa de Leyva.

En el año setenta y cinco, empezó a llegar mucho turismo a Villa de Leyva y el turismo

llevó cualquier cantidad de fósiles; el más raro que encontré, fue una amonita que tenía

unas bolas en la cabeza como ojos y su boquita era como de setenta centímetros de

altura, no estaba en los libros de paleontología que tenía, lo encontré en Barranco

Hondo; después encontré como la jeta de un perro con muelas; en esa época, le

conseguí al maestro Acuña muchas piezas para el museo y al finado Enrique Zubieta,

también muchos fósiles, erizos y almejas.

Después amplié el negocio con precolombinos, los campesinos del lado de Sáchica, me

traían ollitas de barro que encontraban cuando estaban arando y, en la vereda de Roa,

encontré piezas de oro, husos y volantes, uno sacaba cabezas indígenas, sacaba bultos de

cerámica. Luego seguí con las antigüedades, vendía estribos de cobre, tinteros de pluma

de avestruz, frascos franceses del siglo pasado, instrumentos de ginecología, máquinas

para choques eléctricos, libros de medicina; le compraba a los campesinos tallas de

madera, molinos de piedra, yugos, arados antiguos, barriles de vino, herramientas raras,

y una vez compré una olla contramarcada con un sello español, que le cabían dos bultos

de cebada.

También, en una época, estuve como fotógrafo pues un día hubo un matrimonio de unos

duros de Samacá y el fotógrafo no vino, les tomé las fotos con una instantánea y salieron

muy bien, y seguí sacando fotografías en los bautismos, primeras comuniones, cuando

venía el obispo, cuando habían fiestas y vendía rollos para los turistas”. 358

Músicos

“Mi padre, José Gaona, se vinculó mucho a la vida sagrada de la iglesia, cantaba en los

coros de la catedral música sagrada; él era músico, tocaba su clarinete, el armonio y el

órgano y pertenecía a una banda de músicos de Puente Nacional; también ejercía la

sastrería”. 359

358

Gilberto Ramírez 359 Manuel Gaona q.e.p.d

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Educación

“Yo aprendí en la cartilla Charry, acabé la primera y comencé la segunda y la terminé;

si hubiera seguido, aunque hubiera sido los cinco años de primaria, sería un picarito. En

esa época enseñaban en pizarra, el profesor lo cogía a uno hasta que se le grabara el

alfabeto de memoria: repetía y repetía hasta que se le encajaba a uno, ese era el modo de

enseñar; al que no fuera a misa, lo cogía de las manos y con la férula, ¡tas! le pegaba, o

sino le cogía a uno la cabeza entre las piernas y le daba en las nalgas...” 360

“En los años veinte, la mayoría de la gente era analfabeta pero eran muy inteligentes de

otras cosas; de la sabiduría no había progreso, no habían casi escuelas, y a uno lo ponían

a estudiar porque había unas profesoras que ponían su escuela, cobraban cinco centavos

mensuales, y uno aprendía a leer con esa mujeres en poco tiempo”. 361

Zona Urbana

“Hace unos pocos tiempos, se cumplieron cien años de la Escuela Urbana de la Villa

de Leyva, era en la Fábrica de Licores. Ahí estuvo José María Vargas Vila de maestro de

varios señores, como Juan de La Cruz Cortés, don Juan Hurtado, don Prisciliano Castro,

don Juan Neira y mucha gente importante. Mi abuelo estuvo unos cuatro o cinco años en

la escuela, en esa época la gente era muy poco instruida, muy poco leían. Se aprendía

con la la citolegia362que tenía, digamos, unas letras como góticas dibujadas y letras

cursivas: bra, bre,bri, bro, a, b, c, d, e, y cada letra tenía su verso y así se aprendía.

Decía mi abuelo que por el sitio donde se ubicaban ellos a estudiar, entonces de ahí

derivaba el nombre citolegia”. 363

“En los años veintes, no habían sino tres escuelas que eran: el Colegio de Nuestra

Señora del Rosario de Leyva que era de las dominicas, en San Agustín; la Escuela

Urbana de mujeres ahí también; y la Escuela Urbana de varones que era ahí en el mismo

parque. La casa de la escuela era distinta, existía un corredor, adentro un salón, y donde

está la pieza de Ricaurte, eso era un pasillo hasta dentro, hasta la orilla del río, las

paredes eran antiguas, gruesas; seguramente, cuando la guerra de los Dos Mil días,

estuvieron disparando y se veían ahí los torterones de los fusiles.

En esa época la educación entraba con sangre, eso si el maestro nos daba palo, pero eran

maestros que verdaderamente enseñaban. Conocí un maestro, Alipio Nosa, era de

Ventaquemada, y tenía tres cursos en un mismo salón: elemental, media y superior. En

la elemental, aprendía uno los primeros años; en la media, ya era primero y segundo de

bachillerato; en la superior, ya eran cursos que se salía preparado para ir a estudiar a

360

Adolfo Velásquez 361

Manuel Rodríguez 362

Citolegia: método de lectura, silabario. 363 Noe Leví Cortés

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Bogotá. Después nos llegó otro maestro, Francisco Vargas, que fue muy bueno, muy

rígido, eso si castigaba y no perdonaba una falta que fuera en la escuela; y el padre fray

Tomás Mendieta y el padre Galán, no perdonaban un domingo que un alumno faltara a

misa. Lo que uno aprendía era a pura sangre y teníamos cuatro verdugos: el padre, el

cura párroco, el maestro de escuela y el comisario escolar, que llevaba a zurriago para la

escuela al niño que faltara. ¡Fuete el papá, fuete el comisario y fuete el maestro de

escuela!, ¿quién aguantaba?, nadie; me tocó volarme por eso. Yo venía unos días a ver a

papá, volvía y me iba; la primera vez me fui para Bogotá, entonces, no conseguí vida y

me vine otra vez; luego salí para Santander y por allá, con todo lo que me enseñó mi

papá, compré herramientas y me puse a trabajar en canales, lavamanos, baños, toda esa

vaina, en estufas de carbón que todavía existían, a cambiar calderas y así me ganaba la

vida”. 364

“La primaria la hice en la escuela de Ricaurte; en la época nuestra era con férula y vara

de rosa que le quitaban las espinas y con eso le daban a uno azotainas, fuerte; eso era

tremendo. Ya empezaban las cartillas. La escuela era solo de hombres, las niñas iban al

colegio de las terciarias. Dos veces a la semana nos sacaban a baños: en el potrero de

don Joaquín Madero había un pozo, era del agua que venía de lo que llamábamos la

termal, que era un agua no tan fría que salía de la piscina del Mesopotamia, el pozo nos

quedaba a dos cuadras de la escuela y eso nos bañábamos hasta cinco veces al día. Cada

vez que salíamos de clase, íbamos a aprender a nadar con las vejigas de buey infladas,

que se amarraban con granos de maíz en los extremos, para que quedaran como un

flotador”. 365

“El único colegio era el de las hermanas terciarias, en San Agustín,366 era internado para

niñas que venían de distintas partes del departamento y de Santander; para los varones

era únicamente la escuela Antonio Ricaurte, en la casa donde nació Ricaurte. A uno lo

ponían después de los siete años a hacer la primaria, se acostumbraba la férula y la

arrodillada con las manos extendidas, que era un castigo por llegar tarde y hacer

pilatunas. Estaba el profesor Nosa que era bravísimo y el profesor Prieto, pero el mando

lo tenía el padre Mendieta que era muy tremendo. Llegaba a la escuela y tenía la lista

de lo muchachos que habían hecho diabluras; entonces, llegaba el inspector y lo llamaba

a uno y le averiguaba que tenía estas quejas de la familia tal: que habían robado una

gallina para el paseo, que se metían a los solares a robar las frutas, esto y lo otro; y

luego, el padre Mendieta venía con el látigo, que lo traía escondido, y nos pegaba sus

cuerazos”. 367

“Todas aquí fuimos educadas con monjas, las terciarias eran las profesoras, tenían

colegio y tenían las escuelas; la escuela era hasta quinto de primaria y pasaba uno al

colegio. Las monjas eran muy celosas, no dejaban que los muchachos se nos arrimaran

y, cuando uno se iba para la casa, salían hasta el atrio a mirar si uno cambiaba de calle o

no para cosas de males. Yo le pregunté a las monjas porqué retiraron el colegio,

364

Jesús Neira 365

Miguel Arturo Ruget S 366

Existió también el colegio para señoritas de Nuestra Señora de Lourdes, de las Buitrago y Umaña. 367

Manuel Gaona q.e.p.d.

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entonces, me dijeron que ya no tenían nada que hacer aquí, porque en ese tiempo no eran

preparadas las mujeres, hoy sí”. 368

“Aquí me eduqué porque había un colegio muy bueno, era de las monjas terciarias, y

mi mamá, antes de morirse, habló con ellas y les pidió que me enseñaran a leer y a

escribir allá y que me recibieran como semi-interna. El semi-internado era así: el sábado

mandaban el mercadito de la casa y las monjitas me hacían el desayuno y las onces de

refresco, porque entonces refrescábamos agüita de panela con pan; y en la casa

cocinaban y me mandaban el almuerzo y la comida.

El colegio era en San Agustín y lo tenían muy bien arregladito, allá enseñaban bastante

unas monjas muy buenas personas. Los castigos eran arrodillarnos en un pretil, un

ratico, pero no eran muy rígidas de castigar. Las monjas eran muy pobres, casi no les

caía platica. Cuando yo entré, alcancé a conocer como cincuenta o sesenta niñas, eso era

como en mil novecientos dieciséis, y enseguida que entré al colegio, murió mi mamá;

del colegio salíamos para profesoras, yo duré allá hasta los dieciocho años y me estuve

por ahí unos días soltera y luego me casé”. 369

“En las veredas no habían escuelas, solo estaba la escuela de varones, Antonio

Ricaurte, y la de niñas; en ese tiempo no utilizábamos sino una pizarra y el gis, ese era

todo el instrumental de estudio. Mi mamá se educó con las terciarias, ellas se fueron del

pueblo y eso quedó en ruinas; después, el Ministerio de Educación fundó la Normal”. 370

“Estudié en el colegio de las hermanas terciarias dominicanas desde mil novecientos

veintinueve hasta el treinta y dos, era en San Agustín. Tocaba entrar en punto de las siete

porque cerraban la puerta, y a los cinco o diez minutos después abrían, y si mucho era la

demora teníamos la penitencia: nos arrodillaban al pie de la Virgen y rezábamos tres

padrenuestros y tres avemarías; ellas eran muy delicadas y tenían una férula redonda y,

en la mano, le daban a uno tres ferulazos si molestaba. A las once, salíamos a almorzar y

regresábamos a las doce, y de ahí hasta las cinco de la tarde. El padre Mendieta iba por

la mañana a ver cuáles llegaban temprano o no, y cuáles teníamos que ir a cantar al

convento y allá nos tenían de cuatro a cinco de la tarde. Había un cantor Ramón

Agudelo, de Gachantivá, que tocaba el armonio, después Carlos Russi, de Santa Sofía,

eran muy buenos cantores, todo era religioso.

Se enseñaba aritmética, religión, geografía, urbanidad, economía, historia sagrada y

patria. En las clases nos enseñaban cómo preparar los alimentos, ¡hoy cocinan como

para los marranos!; hacíamos pañolones de lana con dos agujas; nos enseñaban a cortar

y a coser la ropa interior, camisolas, pantaloncillos y camisetas para hombre. Los cursos

eran elemental, media y superior; y a las que ya sabían, nos ponían a enseñar y teníamos

que hacerles examen en público. Rosa Elvira Martínez enseñaba historia sagrada,

Trinidad Neira, geografía, yo enseñaba religión a las de primero, se enseñaban los

mandamientos de la ley, los artículos, las obras de misericordia. En urbanidad nos

368

Teresa Buitrago q.e.p.d. 369

Aura María Borrás de Páez 370

Luis Madero

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enseñaban que el inferior tenía que saludar primero al superior, siempre y cuando el

superior lo autorizara con una mirada; también a respetar a los mayores en edad,

dignidad y gobierno, dignidad eran lo de los puestos; nos enseñaban cómo entrar a la

iglesia y pasar por el altar: si la Majestad no estaba expuesta, se dobla una rodilla; si

está, se doblan ambas rodillas haciendo una inclinación reverente; para comulgar era en

ayunas, nada de alimentos, y antes de ir a confesarse rezar el yo pecador.

Íbamos de paseo al baño a los pozos de La Colorada, a los Tintales, a la termal en la

Mesopotamia; llevábamos chingue que nos cubría, porque nos enseñaron que fuéramos

cultas y tener moralidad. Nos daban muchos buenos consejos; nos decían que teníamos

que ser delicadas y respetuosas, que lo importante era que fuéramos mujeres de hogar,

de juicio; que guardáramos el honor que una vez perdido, no se volvía a encontrar”. 371

“Vine como profesora, trasladada de la Normal de Sincelejo a la de Villa de Leyva, en

1955.Cuando llegué, la Normal372 ya llevaba diez años de fundada y era en el propio

convento de San Agustín. El convento estaba restaurado, el Ministerio de Educación

hizo un tramo nuevo para aulas; y lo que es propiamente el convento, eran dormitorios y

comedores, y decían que salía una monja que se paseaba el corredor principal frente a la

capilla. Siempre tuvimos de capellán a los padres carmelitas, que fueron también

fundadores de la Normal, uno de ellos fue el padre Bernardo Restrepo.

La Normal era muy agradable, tenía setenta alumnas internas, todas becadas por el

gobierno nacional, de los cuatro puntos cardinales de Colombia: desde la Guajira a Los

Llanos Orientales, Nariño, el sur de Santander y el oriente de Boyacá y Cundinamarca.

Era una Normal rural, es decir, las niñas salían como maestras pero la orientación era

con bastante énfasis en saber ordeñar las vacas, la crianza de animales y huerto también;

las prácticas eran en un predio dentro de la misma escuela y se hacían visitas al campo

con las niñas. Los cursos eran durante los últimos tres años del bachillerato y se les daba

un grado de maestras rurales, las niñas eran más o menos de catorce y quince años.

Las profesoras todas éramos internas, salíamos después de almuerzo a dar una vueltecita

a la manzana y por la tarde, íbamos a rezar el rosario a El Carmen; luego regresábamos a

comer y, por la noche, en un radio de pilas, escuchábamos una novela; los sábados y

domingos, nos invitaban a las fincas y hacíamos cabalgata a Sáchica, Suta. Las niñas

solo podían salir de la Normal cuando venían sus padres y las profesoras de vigilancia,

hasta en Semana Santa, hacíamos turno para cuidarlas porque no salían; eran casi como

de clausura pero no se veían aburridas, ni protestaban por eso. Después de almuerzo,

daban una vuelta por la plaza y se sentaban un rato en el atrio de la iglesia y regresaban a

la Normal; organizábamos paseos al Cane y al olivar, allá llevábamos el piquete y se

pasaba el día, era indescriptible esa belleza: parecía una gran catedral con todos los

371

Ismenia López 372 “Se fundó en el edificio del viejo convento de San Agustín, después de la restauración que efectuó

el arquitecto Carlos Salamanca (…) inauguración llevada a cabo el 18 de agosto de 1945 (…) Enseguida

se hicieron unas construcciones contiguas, hacia el norte –donde funciona la Casa de la Cultura, con

lamentables planeamientos (…) Ese plantel se elevó a la categoría de Escuela Normal Superior.”N.I

Sáenz, obra citada

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árboles entrelazados y una sombra linda, y daba unas pepotas que parecían de esas que

vienen de España; también íbamos al Ecce Homo, invitadas por el padre Prieto, que

tenía un colegio en la plaza y le traían esos niños difíciles para que los enderezara”. 373

“Fui profesor y capellán de la escuela Normal, que quedaba en el convento de San

Agustín, de 1957 a 1960. Cuando estuve, ya lo había restaurado el maestro Acuña

poniéndole mayólica en los pisos, él adaptó lo que había del edificio que habían dejado

las dominicas para la Normal; el arquitecto Carlos Ulises Salamanca, hizo la parte anexa

del colegio, donde hoy funciona la Casa de la Cultura.

Las dominicas abandonaron el pueblo porque esto no tenía porvenir, ni tenía alumnas

suficientes para el colegio. Una de las señoritas fundadoras del colegio era pariente del

Libertador y otra de Rojas Pinilla; ellas resolvieron, con el padre Gutiérrez, hacerse

religiosas y fue la primera comunidad femenina fundada en Colombia, las dominicas

terciarias, que hoy se llaman dominicas de Santa Catalina de Siena”.374

“La escuela anexa fue construida en 1948 durante el gobierno de Laureano Gómez y

por iniciativa del ministro de educación Rafael Azula Barrera; el establecimiento y

construcción del Instituto tuvo lugar durante la gobernación de Octavio Rosselli Quijano

en 1961”. 375

Zona Rural

“Yo tuve hermanos y a ellos si les daban educación; pero a las mujeres, la educación

de las escuelas,¡nunca!, decían que las mujeres hacíamos las primeras cartas era para los

novios; yo no sé leer ni escribir. A lo que ya fuimos grandecitas, nos enseñaban los

oficios de la casa y a rezar, a lo doméstico, a la cocina; hilábamos, batíamos guarapo y

chicha, amasábamos y hacíamos de todo, esa era mi profesión”. 376

“Educación no me dieron mis papaes porque no había maestros de escuela, ni escuela;

ellos no sabían leer y así se levantaron”. 377

“Estuvo de entusiasta un padre Antonio Buitrago, él inventó hacer una escuela, allá

abajo en Monquirá, en las columnas al pie del olivar de una familia Corredor, pagando

de a dos centavos diarios para que nos enseñaran tan solo a persignar.378 Estando

373

Fermina Gómez 374

Padre Rafael Eugenio Mejía 375

N.I. Sáenz, obra citada 376

María del Carmén de Montañés 377

Aracely Cortés de Rodríguez

378

Antecedentes: La iglesia ejercía el control de la educación pública teniendo como base la Constitución

de 1884 y el Concordato de 1887. Las clases de religión eran obligatorias y seguían el catecismo Astete;

de igual forma, era obligatoria la asistencia a misa y el control de la lectura. Con esto se suprimió el

método Pestalozzi introducido por una misión alemana, y se eliminó el carácter laico y neutral que tuvo la

educación en 1870, bajo el gobierno de Eustorgio Salgar, reforma a la cual se había opuesto radicalmente

el clero. La misma guerra civil de 1876 fue organizada en contra de las escuelas “laicas, neutras y

heréticas,”el cura boyacense Peñuela afirmaba: “la enseñanza se refiere esencialmente a la religión”; con

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funcionando la escuela, hubo escandola; el padre tenía de novia a la maestra y se acabó

la escuela”.379

“En Monquirá hubo una escuela en unos corredores, la educación era como más mejor

que hoy en día, porque ahí si enseñaban la doctrina primero que todo; enseguida, por

ahí preguntas que les decía la profesora a los criaturos”. 380

“Como se dificultaba la venida al pueblo, se formó un grupo de jóvenes y trajeron un

hombrecito, Servelión Pereira, que había sido guerreante y había sufrido la herida de un

cuadril y andaba en muletas, y nos enseñaba únicamente a leer; después, ya se ofreció ir

a hacer la escuela en la Chapa, eso fue como en el año veintitrés y veinticuatro. Luego,

los Morales se dieron cuenta de que sabía leer y le dijeron a mi papá que me mandara a

Leyva, que ellos me daban alimentación y posada; y que a cambio, yo llevara el caballo

del papá del campo a la casa, me tocaba madrugar a ir a traerlo y por la tarde ir a

llevarlo, y me daban los dos centavitos. Eso era en el año veinticinco, el profesor era

Elías Prieto, de Sora, y estaba recién hecha la escuela en el Ricaurte; el salón quedaba

en la mitad de dos corredores que tenía la casa y atrasito quedaba un lugar donde

guardaban los libros; y para el servicio de los niños, tocaba salir al solar, no había

servicio de agua ni nada”.381

“Inventamos una escuela y se hizo en el pie de la vereda del Roble; sucede que primero

la escuela, en la vereda de Salto y la Lavandera, era en la casa que llamaban Caballo

Matao y de ahí la bajaron a Chacón, a la casa de la familia del difunto Luis Vega.

Entonces en una reunión que hubo, le dije al difunto Bernabé Casallas: ya que usted

tiene harta tierra, por qué no dona un pedacito para que se haga una escuelita, aquí,

para los niños del presente, para que no queden ignorantes y brutos como nosotros lo

somos, entonces me dijo: si señor, si se puede dar un pedazo de tierra, voy a destinar

que se dé una fanegada, y certificó que dejaba el lote para la escuela en el plan de la

loma de Peña Negra. Un día topamos con el señor alcalde y el señor personero y les

pedimos que nos ayudaran para hacer una escuelita allá, que eso era un desierto y que

ahí podían aprovechar niños de Salto y La Lavandera, niños de Monquirá, niños del

Roble, niños de Sabana y niños de Gachantivá Viejo. Entonces, yo eché a llamarle la

atención a toda la gente, para que pusieran su granito de arena para hacer la escuelita y

así se hizo por la junta de Acción Comunal. Cuando fui presidente de la junta de Acción

Comunal de la vereda de Sabana, como en el año setenta y cinco, le hicimos a la escuela

un salón grande, porque no tenía sino dos piezas”. 382

esta concepción, el cura se convierte además en instructor e inspector de educación. Boyacá, en 1905,

tenía una población de 503.600 (la cual había disminuido en relación a 1889) y solo el 2% de ella estaba

estudiando, era una de las más bajas en el país. (Fuentes: José David Cortés: Curas y políticos.

Mincultura, 1998. Jaime Jaramillo Uribe: El proceso de la educación a la época contemporánea. En

Manual de historia de Colombia, tomo III.Procultura, 1982)

379

Argemiro Torres 380

Aquileo Peña Rojas 381

Gabino Casallas

382

Ananías Cárdenas

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“Habían unas dos escuelas por allá abajo en el campo, pero esas escuelas no eran del

gobierno, eran de unas señoritas Morales que enseñaban mucho; entonces me dejaban

tres, cuatro meses ahí; y después, por ser hijo mayor, me sacaban a trabajar, a ir a

manejar las mulas. Las primeras letras las conocí en el valle de Santo Ecce Homo,

estuve seis meses ahí, ¡tanto juete que nos echaba el padre Rojas y el padre Mendieta!

En esas escuelas enseñaban la ortografía por medio de versos: con zeta se escribe

hozada, durazno, lechuza, coraza, calzones y trenza y seguía una retahíla en verso, y

con ve van mover, aleve, desvencijar, relieve, vaca virola; antes de h y m se escribe

como aljibe, bar y caribe, todas eran palabritas que estaban escritas en un libro y uno se

las aprendía de memoria; por eso digo yo, que si me hubieran dado estudio, hubiera sido

un hombre más aplomado, mi papá tenía mucha riqueza pero no se preocupaba por el

estudio”. 383

“Mi mamá me puso a la escuela en el valle de Santo Ecce Homo, eso éramos sentados

en unos palos, entonces ¡qué pupitres ni qué nada!; la profesora era hermana del padre

Rojas, era muy fregada, y nos cogía del pelo y contra la pared como una yunta de

carneros nos despedazaba; y estaba el padre Mendieta, veníamos libres a las cinco de la

tarde, por una falda que se llama la Loma del Tabacal, abajo de Santa Bárbara, y ahí en

eso nos lo encontrábamos, él pa’l valle y nosotros pa’ nuestras casas, y tenía un caballo

sumamente gordo, un caballo acanelado, una tranca de caballo conforme de matrozo384

era el padre; entonces se le saludaba, su reverencia y él decía: qué hay, asoliado y cogía,

con las mismas riendas del caballo, y échele juete y nos acorralaba a echarnos el caballo

encima y nosotros llore.

Estando en la escuela del valle del Ecce Homo se presentó un verano tan terrible, fue

como en el treinta, y se secó el agua que venía del pueblo pa’ el valle; no hubo agua para

el gasto de la casa de la profesora y le dijo al padre que dejaría de estudiar niños. Como

los padres dominicanos eran dueños de unas fincas, abajo en las vegas, ahí en el río, le

dijo a la profesora: se va pa´ las Vegas y allá estudia sus niños; entonces se fueron los

que tenían sus posibilidades, y como mi mamita era pobre, no tuvo plata pa’ pagar la

pensión, me sacó de la escuela, ¡pero eso era muchos los sufrimientos, eso era a las

patadas con esa profesora!”. 385

“En Capilla no había escuela en ninguna parte sino en el centro;386 la primera maestra

fue Carmen Tamayo, en Llano Blanco hizo clase con ciento veinte muchachos, con

cinco cursos: pa’ todos había garrote y había la clase completa; en ese entonces, era con

una pizarra y cuando a uno se le perdía el gis, busque aun cuando sea una puntilla y

aruñaba; había piojos y niguas, y pillaban uno ¡y encima las tijeras!; ya cuando López

Pumarejo, echaron a mandar cepillitos, jaboncitos, cuadernitos, borradores, lapicitos”. 387

383

Manuel Rodríguez 384

De Matronazo, corpulento. 385

Marco Tulio Aguasaco 386

Se refiere al área urbana 387

Simón Pedro Pineda Igua

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“Yo estuve en la escuela de Capilla como en 1942, un pariente me llevó y me mandó

matricular; en ese tiempo, los estudiantes eran cada año con una cartilla: la cartilla

primera y hasta que la terminaran, entonces entraba la segunda y así; me dieron una

pizarra y un pedazo de cascajo, eso era la pobreza más grande, y después me quitaron la

pizarra y me regalaron un cuaderno de cuarenta hojas y un lápiz. Eso era dele tarea y

tarea y tarea hasta salir hasta noviembre; pasé la primera cartilla, la segunda, la tercera y

quedé en el libro cuarto. La profesora se llamaba Carmen Tamayo, una señora muy

buena para enseñar, de rigor y muy especial. Hubiera yo seguido estudiando, pero ni más

porque no había quién le ayudara a uno ni nada; me tocaba a mí mismo hacer de comer,

hacer el desayuno para mis tíos y para mí llevar por ahí una bobada de almuerzo, o me

tocaba por allá comer con moras, con guayabas, con naranjas… ¡y lejos!”. 388

“Como en el año sesenta fue hecha la escuela aquí en Capilla, tocaba estudiar y prestar

la colaboración para terminarla de hacer, el sábado y domingo; yo ya estrené la escuela,

eso fue en el sesenta y dos cuando hice el primero, estuve dos años y eso no completos:

no hubo formas de darle estudio a uno, sino de ir a jornaliar”.389

“En la vereda de Llano Blanco, siempre se ha manejado la creencia que los niños

tienen que ir a estudiar a la escuelita; por eso, esta escuela la hizo la gente a escala de la

necesidad; por allá en mil novecientos cuarenta y cinco, existió también una escuela en

la casa de María Hernández, que fue la escuela que en la región tuvo más trayectoria en

la antigüedad, y después la trasladaron a Capilla y, luego, a Cardonal. La escuela la

hicieron para tener un centro donde vinieran a estudiar todos los niños de la vereda,

pero después, por la necesidad de trabajo, emigró muchísima gente a Bogotá. Esta

escuela cumplió cuarenta años, yo estudié en Villa de Leyva toda mi primaria, pero mis

hermanos estudiaron en la escuela de Cardonal”. 390

388

Teodolindo Espitia 389

Parmenio Pineda 390

María Gladis Velásquez

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Salud

“Fue este año de mil y quinientos y ochenta y ocho uno de los más desgraciados de

que tienen noticias los naturales habidos en estas tierras y el más que han conocido

ni experimentado los españoles después que entraron en ellas, por una enfermedad

que dio de viruelas (…) que habiendo comenzado en la ciudad de Mariquita en este

nuevo Reino en sólo una negra que entró infestada de esta enfermedad en la ciudad

trayéndola de Guinea (…) que destruyó así naturales como españoles más de la tercera

parte de la gente. Sólo se libró de este Nuevo Reino la ciudad de Pamplona (…) Fue

tan grande la mortandad de este contagio pestilente, que no se daban manos los

sacerdotes, clérigos y de todas órdenes, en especial entonces, que eran pocos a

enterrar, pues solían en una fosa meter ciento y aun doscientos cuerpos (…) No

bastaban (tanta era la fuerza de la enfermedad),las diligencias de médicos y medicinas

humanas. Y así se acudió a las diligencias de todas partes de este Nuevo Reino, en

especial la ciudad de Tunja, que determinó llevar a su iglesia aquella santísima imagen

de nuestra Señora de Chiquinquirá (…) Se puso en efecto con tanta devoción de los

pueblos de los naturales por donde iba pasando con ella, que salían a recibirla dos

o tres leguas con mucha cantidad de cera, y tanta piedad que las gotas de la que

ardía que caían en el suelo, por haber hervido delante de esta divina imagen, cogían y

guardaban por reliquias. (…) así españoles como naturales, pidiéndole socorro en

angustias tan de muerte, que como Princesa de la vida se sirvió darlo y fin a la

enfermedad, que no duró más que seis meses en toda suerte de gente”. 391

Peste y Cementerio de los virulentos

“En la época de la viruela392enterraban a la gente en el campo, no los llevaban al pueblo

porque decían que era contagiosa”. 393

“Se decía por los padres míos, dizque, hubo una viruela, que esa viruela era un mal

contagioso; a toda la humanidad que iba quedando, ya no los enterraban, ya no los

recibían en el cementerio sagrado sino afuera. En la vereda de Sabana, hubo varios

cementerios: uno fue a la pura orilla de la carretera que va pa’ Arcabuco, llegando al

ramal que va pa’ Chaina; y al frente, en las tapias, hay otros dos; y más adelante se

encuentra otro, conociendo la tierra de don Cayo Moreno; también hay uno cerca a La

Rosita, en tierras de la señorita Roncancio, donde habían unos encerrados para

cimientos; y donde llaman la Loma de La Cruz, que es un sector grande que queda por

la carretera que sale por el Alto del Espino a dar a Chaina, y que se llama así porque

391

Fray Pedro Simón. Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales.

Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1981. pág.512 392

Los finales del siglo XIX y los primeros del XX fueron épocas de epidemias 393 Baudilio Igua

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se conoció una cruz y una piedra grande de señal donde se divisa para la pata del cerro

que continúa para una parte que llama El Gaque, había otro.

En ese tiempo dejaban las señales, eran señales sagradas: piedras, matas de rosa, laureles

de hacer cruces de mayo, ahí no entraba un animal a comer pasto, y el viviente que

fuera a mirar eso, el miedo lo participaba uno. En el pueblo había otro cementerio que

yo conocí, fue donde es el tiro al pichón, cuando hicieron la calle que sube por detrás de

la escuela del Duruelo: al echar la excavación ahí se encontraban los entierros, los

precipicios donde estaban los muertos; ahí habían vasijas, pedazos de tiestos, ollas y

de esas ollas salían huesos; no se sabe por qué los echaron en esas profundidades, ahí

habían reliquias, nadies cogió eso, ahí quedaban como para visibilidad. Eso fueron

cosas que se conocieron verdaderas, ya eso desapareció porque el agua hizo bahías,

arrastres, en el barranco que quedó”.394

“ A mi mamá le dio tifo, eran muy escasos los médicos pero se trajeron de afuera; con

el tifo y la viruela quedaban las casas casi desocupadas de la mortandad, los ranchos

quedaron desocupados, eso fue en los años veinte”. 395

“Al revisar una tesis de grado, encontré lo de la lepra en Boyacá; ahí se hablaba que, a

fines del siglo XIX, Villa de Leyva era un leprocomio pero no oficial, y que en cada casa

vieja de la Villa había su leproso. En todo caso, en el siglo XIX, se convierte Leyva casi

en una ciudad maldita, la gente no quiere ir a la Villa pues decían: de pronto en una

pieza de esas estuvo un leproso y les daba miedo comprar; entonces, prácticamente

muchas familias se fueron”.396

“Se decía que aquí había mucho leproso; cuando tenía la agencia de cerveza en Leyva,

me llevaba la ropa a lavar en Chiquinquirá porque la familia tenía cierta prevención con

eso; aunque, en esa época solo conocí una mujercita que tenía los síntomas. Cuando

llegaba a Chiquinquirá, con las consignaciones de plata de la cerveza, como que me

recibían con precaución, se lavaban las manos con alcohol porque el dinero venía de

Leyva”.397

394

Félix Torres 395

Aura María Borrás de Páez 396

Javier Ocampo López 397

Alfonso Páez

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Medicina tradicional

“En ese tiempo como casi poca ciencia médica había, entonces por cualquier cosa se

enfermaban y no se alcanzaba a saber la medicina. Más antes, las plantas tenían buena

virtud y fortaleza, siempre muy grave tenía que ser una persona pa’ llevarla al centro; yo

que me acuerde, siempre trataban con plantas. Las enfermedades eran sarampión,

viruela, gripas, parásitos; que pa’ un dolor de estómago, la matricaria y el ajenjo eran las

yerbas más apetecidas; ahora hay mucha enfermedad, ¡tantas que resultan que uno ni

comprende qué serán!” .398

“En ese tiempo, en los veintes y treintas, todo era con yerbas aromáticas: manzanilla,

albahaca, canelón, cidrón, salvia; y si nos daba fiebre, nos machucaban una tazada de

verbena con tinto y ese era el remedio; pa’ las lombrices era la yerbabuena y pa’ los

dientes, una yerbita blanca, lanetas, que se llama Santa María: se cocinaba, se hacían los

buches y con eso se aliviaba uno. Cuando los animales se enfermaban les hacíamos una

changua: cilantro, cebolla, cominos, ajos y les quitábamos el dolor de tripa”. 399

“Ante tiempo se presentaba a las personas una fiebre terrible nomás, no era sino

recoger chovas y moras, ¡y coma lo que más pudiera!, y eso le iba pasando; a veces,

decían que se descuajaban, pero ahora la gente se enferma más. Antes, seguramente, la

alimentación era más fuerte; y como se comía tanto la harina de cebada, y la cebada es

cultivada en tierra que sea caldesa, entonces eso tiene mucha cal, mucha sustancia”. 400

“Acá en Villa de Leyva había un Ruget, don Miguel Ruget, tenía algo de estudio y le

recetaba a los pacientes jarabe de cáscara de quina cocinada y por ahí inyecciones; sabía

sus cosas, entonces él formulaba. Recuerdo que en 1930, vino un hombrecito de por allá

de Moniquirá a hacerse ver, ¡quién sabe qué mal le conocería!, le recetó una inyección y

le dijo, que no podía tomar licor ninguno mientras tres días; pero, el hombrecito traía un

piquetonón de gallina, arracacha y yuca y se fue pa’la chichería, pidió una totumita de

chicha buena y dijo: si me muero que me muera, y al ratico colgó la gorra.

En la época del tifo, eso me dio tan fuerte que duré como seis días inconsciente, era una

fiebre tan alta que no había remedio para eso y sabían que estaba vivo por el resuello del

corazón, mandaron a traer el cajón pa’echarme porque pensaban que estaba muerto;

entonces, ya en el último día que estaba privado del tifo, vi que llegó una vieja vestida

de blanco, tenía un sombrero grande, unos ojazos y unos dientes, con unas uñas tan

largas, y se sentó en la cama y me hizo dos veces señas, muerta de risa; y al otro día, ya

me recordé de la vieja que vino a llevarme y no me llevó”. 401

“En el parto una vieja nodriza acompañaba al caso, y había mucho yerbatero; para el

dolor de cabeza, purgar con verbena; para purgar los niños, orines con jabón de tierra,

paico, agua de verbena; para la tosferina, leche de burra negra; para la tos y las paperas,

398

Eloy Pineda q.e.p.d. 399

Anastasia Aguasaco 400

Ananías Cárdenas 401

Manuel Rodríguez

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barba de cabro y lana de oveja negra, agua de cloruro, salicilato de hierro y quinina,

analgesina de ipecacuana; para los asmáticos, una pasta “mendaco”que la vendía un

doctor Germán Roncancio, el asma era lo más común porque la tostadera de la cebada

atrae el humo del fogón de leña”.402

“Decían que para la viruela era muy bueno el sudor de la boñiga hervida con

leche”.403

“También dábamos agüitas de yerbas, manzanilla, yerbabuena; para la tos, orégano,

poleo, las florecitas de las matas de saúco, jarillo, jarillo blanco. Para tener los hijos

había partera, otras veces era solitas en la casa, y el marido también ayudaba; nos

cuidábamos unos tres días y después a trabajar”. 404

“Cuando enfermábamos, fuéramos los unos o los otros, eso no era sino ir y conseguir la

altamisa, el tinto, la sábila y haga zumo de eso y tome; o échele baños de guarapo bien

fermentado frotado a la espalda, y una venda con el cristal de la sábila amarrada a la

frente pa’ que le retirara la fiebre, y así uno se alentaba.

Decían que antes, los sacerdotes no dejaban enterrar al que le diera una enfermedad que

se llamaba el tifo; y con esa cosa del tifo, la persona se volvía negro, le daba un

fiebronón, se carbonizaba y se moría. El padre Gutiérrez no dejaba enterrar en el

cementerio a una persona que le diera tifo, viruela o sarampión; tocaba en el campo, en

los potreros, en un llano; seguro de eso sería, esos restos que se topaban. A mí me

alcanzaron a tocar los accidentes, yo me vide en la orillita cuando era pequeño, pero me

dieron la verbena machucada con la baba de la sábila en un tomo y con eso se me retiró.

Y cuando las fiebres, había un tal Ambrosio y me dijo que, yéndonos a la parte fría tal

vez no me pasaba nada porque el frío me retiraba la fiebre; entonces, me llevaron pa’

Iguaque y allá duré quince días. Eso fue en una finca del difunto Emiliano Neira,

salimos por la Hondura, allá habían sembrado y se dio un papalón y nos llevaron a

escoger la papa: la gruesa aparte, la de segunda y la otra, y yo carraquiaba de la maleza;

mucha gente fue a trabajar allá, nos pagaban el diario a cinco centavos y una carga de

papa costaba por más doscientos pesos”.405

“ Como eso no había ni hospital, para que arrojara el niño y pa’ que más le apurara, uno

tomaba agua de manzanilla chiquita o de laurel y una yerbita que se llama buenas tardes;

y había parteras bien especiales, mejores que los médicos porque en esas no se moría un

niño de descuido”. 406

402 José Heliodoro Cortés C 403

Testimonio campesino vereda Capilla 404

Juliana Pardo 405

Marco Tulio Aguasaco 406

Aracely Cortés de Rodríguez

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Curanderos

“Mi abuela era la yerbatera del pueblo, se llamaba Inés, vivía en una casita en la plaza

mayor y usaba todo tipo de yerbas para curar a la gente; ella me contaba que los

anteriores seguían sus tradiciones y ella aprendió mucho de eso. Todos los días llegaba

harta gentecita del campo a visitarla, a que le hicieran los remedios, y le cogían

confianza: que me duele por acá, que me duele por aquí, que el niño se me descuajó,

entonces ella los sobaba. Cuando no podían venir del campo, la mandaban a llamar y le

traían un caballo para que fuera y por allá duraba sus días, hasta que quedara bien la

persona; le tenían mucha fe porque a los niños apenas con mirarlos, ya sabía que darles y

les daba. Ella asistía a los fracturados, si se rompían los brazos o las piernas, los sobaba

con el sebo de chivo y abría bien unos maguey y los ponía donde era la fractura y, como

no tenía ligas, les hacía una envoltura de lana negra donde fuera la fractura.

Los indios también traían sus remedios; una pomada que se llamaba tigre, unos

purgantes para las lombrices, hojas de chuchucuaza para el reumatismo y todo eso; les

encargaban y venían a vender tantas cosas de yerbas que traían, pero secas. En ese

tiempo, eso hace unos cincuenta años, no había más médicos sino el doctor Miguelito

Ruget, pero casi no atendía porque ya estaba viejito; él tenía la farmacia arribita de la

casa donde nosotros vivíamos y, también, vendía sus yerbitas y hacía cucharadas de

yerbas y todo eso; la gente de las veredas venía a ambas partes, pero como él no asistía

partos, entonces iban donde mi abuelita. Como aquí en Villa de Leyva nunca había

médico, la gente venía y la llamaban la yerbatera, ella hacía sus aguas y les daba, les

sobaba la barriga, les sobaba lo que fuera, y al rato ya salía la gente alentada sin ninguna

pasta.

Ella usaba mucho las yerbas aromáticas; la quincharita, esa yerba era muy buena para

los riñones; la matricaria y mastranto para el estómago y para los riñones; para el

reumatismo calentaba unas hojas anchas que llaman arboloco, les echaba sebo de

cordero y se las colocaba en las rodillas, en la espalda, en la cabeza o donde tuviera el

problema; cuando les daba diarrea y vómito decían que se descuajaba, entonces ella

tenía en un frasco grande lo que sacaba de la piedra de las gallinas, una telita pequeñita

amarilla, la ponía a secar, la molía y les daba eso. La jarilla se usaba para la artritis, se

calentaba, ojalá con orina de un niño chiquito, en un tiesto de barro y se la ponía en las

piernas, en las manos, donde fuera; eso tanta fe le tenían a la tal jarilla, que hubo mucha

gente que con eso se curó de la artritis, no como ahora que todo es a son de médico;

también los traía a un pozo termal, aquí a la salida de Sáchica, los lavaba, los llenaba de

yodo, los metía en el pozo de barro, los sacaba, los envolvía en una sábana y los cargaba

en caballo o a la espalda pa’l pueblo. Para el parto ella atendía las personas, las acostaba

y ponía un lazo de la viga o de la cama para que, a lo que fueran a pujar, tuvieran fuerzas

y se cogieran de ahí; se bañaba muy bien las manos, porque en ese tiempo qué guantes

ni qué nada, las dejaba en la cama y les hacía baños de brevo; y cuando ya iban a tener

los niños, les daba el agua de ramo bendito y de los cogollitos del brevo y al ratico ya

empezaban a chillar los niños; y también les nacía la matriz, no dejaba que la botaran en

ninguna parte sino que la enterraba en una parte seca, donde no hubiera humedades,

porque la barriga se les inflamaba y les daba el madre madre; entonces, ella les daba

agüita de ruda y de aroma para que limpiaran el estómago; ya entonces las arreglaba, las

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apretaba con una sábana y no las dejaba levantar. Durante los cuarenta días, les mandaba

dar huevos tibios con ruda y con caraña, un remedio que le traían unos indios y eso les

desinflamaba el estómago, su caldito de pollo, su caldito de pata de res, su chocolate

bien hervido. Como no había hospital, a veces le llegaban tres o cuatro a la vez y se

acostaban en juncos, en esteras de panguas de maíz, y tendían sus sabanitas en la cama

de barbacoa que llamaban en ese tiempo”. 407

“Curanderos todavía hay, era lo más tradicional; habían muchas viejas comadronas408

que decían eran hechiceras, y decían que tal niño iba a ser muy inteligente porque había

nacido de pie; aquí existía una viejita llamada Fausta Cortés, una mujer que en su vida

recibió más de mil niños como comadrona, lo que se trata hoy enfermera. Las viejas

conocían que la mujer estaba ya embarazada cuando les salían paños en el cutis; y

cuando ya eran delicados los papás, las jóvenes de dieciocho o veinte años, tomaban

aguas amargas y arrojaban el niño con esa materia; y cuando una persona tenía tifo, le

daban agua de raíz de choco machacado con verbena y limón y con eso trataban de

bajarle la fiebre.

Aquí en la vereda existía un señor Hilario Espitia, un viejo inteligente y chiquito que lo

llamaban el Quincho, por las quinchitas que son verdes y bonitas; era un tipo certero

para las enfermedades y la gente decía: vamos para donde don milagro a que nos cure;

machacaba unas dos o tres hierbas y los curaba; después cogió la cabuya Jesús Cortés,

también fue un tipo certero, él castraba, daba consejos, sacaba muelas con una hebra de

fique, operaba cualquier cosita, y decían que era un gran científico porque cortaba esas

verruguitas que salían en una mano; un médico sumamente inteligentísimo, un master,

era Miguel Cortés Cortés, mi primo hermano que nació en 1913; él era un médico

veterinario, sabía inyectar, sabía castrar, inyectar humanos, un tipo preparado que sabía

mucho de plantas, era enfermero, comadrón, sabía de todo”. 409

407

Aurora Aguilera S

408

“Cuando una mujer de la zona rural ha constatado su embarazo por diagnóstico médico, la partera

entra en acción; ella se encargará de interpretar los sueños con el fin de establecer el sexo; si sueña con

colores azules será un varón y si es rosado, será una niña; el destino del embarazo y la vida que va a

tener la criatura también están relacionados en los sueños: soñar con la visión de una criatura borrosa

es indicio de que el parto va a ser difícil y que su futuro será incierto, o en la mayoría de los casos,

será débil y propensa a las enfermedades. Pero la acción de la partera no se limita solo a esto; durante el

embarazo ella irá indicando las dietas que debe seguir, si hay necesidad o no de sobar con el fin de

acomodar a la criatura para el parto (…) La posición del estómago está también relacionado con el sexo:

si la barriguita está paradita y bajita, será un niño; si está alta y redonda será niña. Si llora en el

vientre, dicen que será sacerdote y si habla, será un buen curandero (...) La placenta debe ser

enterrada con el fin de evitar que la criatura vaya a ser dependiente de su mamá. Finalmente, el

estado de las cosechas determinará el destino social del bebé: si nace en tiempos de sequía, su vida

estará llena de enfermedades y de infortunios, en cambio si nace en cosecha, será saludable y le

sonreirá la prosperidad" Carlos Pinzón Castaño: Tradiciones aborígenes, en Villa de Leyva: Huella de

los Siglos. Bogotá, 1986

409

Noe Leví Cortés C

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Plantas medicinales y Recetas populares 410

“Altamisa para las hemorragias. Apio y paico para la digestión. Arrayán para bajar el

azúcar. Borraja y saúco para la tos. Cola de caballo para los riñones.Caléndula para las

heridas y el dolor de muelas. Cidrón para el dolor de estómago. Chiripiorca para

cicatrizar. Gaque para la tos. Limonaria para la leche materna. Llantén para las heridas

y la úlcera gástrica. Malva para la mastitis del ganado. Matricaria para el dolor de

estómago y las alergias. Mejorana y toronjil para el dolor de estómago. Mora silvestre

para la gripa. Miel de abejas y limón para la tos. Naranja agria para los bebes con

estómago duro.Ortiga para los espasmos. Papayuela, tote y violeta para la tos o

papayuela y mora. Perejil para el corazón. Pino y orégano para la tos. Sábila para las

cicatrices. Cáscara de sauce para el reumatismo. Saúco para el dolor de estómago. Saúco

con miel de abejas para la tos. Toronjil para los nervios. Yerbabuena y toronjil para el

estómago. Yerbabuena para las lombrices y la fiebre”.

Homeopatía

“Yo soy de Tunja, nací en 1911,y me vine aquí porque el clima era mejor para mi salud

y también era más tranquilo. Llegué en la época de la violencia, me amañé y así me fui

quedando. Mi profesión, la meopatía,411 la aprendí hace más de cincuenta años con un

doctor que venía por allá del lado de Venezuela, él me dio unas clases; el meópata tiene

que pensar cual es la droga que le pertenece al enfermo y en que diluciones se puede dar.

Ese conocimiento de las plantas, también lo aprendí cuando entré en contacto con los

botánicos, ellos le enseñaban a uno el nombre de las plantas y para que servían. En

cuanto a la iridiología, es una devoción que me vino allá en Tunja, la aprendí en el

Colegio Boyacá con un hermano español, yo cursaba el cuarto año de bachillerato. La

iridiología no señala enfermedades, solo descubre los órganos más afectados; y de ahí,

saca uno la conclusión de donde puede depender la novedad del paciente.

Mi personal es toda la gente del campo, ellos llegan porque los he tratado y se han

aliviado, y uno le cuenta al otro y así; también, viene gente del centro del pueblo y de

todos los medios, y los diagnósticos han sido acertados: uno llega y mira lo que siente el

enfermo, se anotan las señales que aparenta el iris, observándolo con una lupa, y de ahí

se concluye. Eso se complementa con la quirología médica, la mano es una cosa esencial

a conocer porque hay señales que no niegan, y también con la astrología, que influye en

la constitución de la persona que se lee en el iris; luego se formula el tratamiento para

cada persona. La consulta tiene un precio módico que cualquiera puede pagar, aquí viene

la gente cuando ya ha ido a todas partes, entonces, toca aliviarlos sin cobrar y ayudarles

con la droga; y yo les digo que, si algún día se mejoran y consiguen, pues, me pagan. Yo

viajé a otros países por practicar y darme cuenta de los estudios de la meopatía y allá no

le ponían tacha; en cambio, aquí, por eso el gobierno le pone problemas a uno”. 412

410

Información obtenida de varias curanderas 411

Homeopatía 412

Tulio Montejo

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Sanación

“Yo vivía en el centro de Villa de Leyva, en una casa que teníamos propia, estaba

enferma y no había médico donde ir porque ya no tenía curación; un día, un señor que

ya murió, Gabriel Robles, me dijo: ¿porqué está tan flaca, tan fea? y yo le dije: pues yo

estoy muy enferma, y me dijo: yo conozco un centro en Tunja, que dicen que es centro

pero yo no creo, si quiere vaya.

Isidro estaba por allá con su tractor trabajando; y era tanto lo que yo sufría, que un día

les dije a mis hijitos: yo estoy muy enferma, yo voy a buscar curación por allá en Tunja;

me fui y me encomendé a Dios, porque yo siempre he orado mucho; por el camino

encontraba mucho tropiezo, yo preguntaba porque eso era en el barrio San Antonio, y

me decían: ¡ah! si, va pa’ donde la bruja esa, la que mata gente; claro, yo me asustaba

pero tenía una fe grande en Dios, y decía:¡ilumíneme, ayúdeme Señor, ya he sufrido

mucho!, llevaba como diez años sufriendo; entonces llegué allá y había mucha gente,

estaban en el momento de la oración; sin embargo, yo le suplicaba tanto a Dios, le

suplicaba con tanta fe: Dios mío, Padre mío, ten misericordia de mis hijos, ayúdame

Señor; y ya pasaba la última persona, les daban un vaso de agua, y una señora allá de

rodillas oraba y decía: se le hace de presente no sé qué… dé el perdón, entonces ya me

tocaba a mí y dije: ¡Dios mío, que no me vuelva a equivocar!, porque ya había ido donde

brujos, espiritistas y nada, y gaste y gaste plata; y ya con toda la fe en Dios dije: si es

bueno que me acerque, sino que me retire, intenté retirarme, no miento porque es una

cosa muy delicada, y sentí que alguien me sostuvo por la espalda y no había nadie; sin

embargo, me acerqué un poquito y la señora que estaba de rodillas dijo: se hace de

presente el espíritu de su esposo carnal, tiene que traerlo acá para la ayuda, dele el

perdón; repetí lo que ella me dijo y salimos, se terminó la labor. Nos saludamos con la

señora y me dijo: tiene que traer su esposo porque hay muchas causas, Dios les repara

y tienen que seguir, tiene que venir el martes próximo a la una de la mañana a recibirle

su espíritu. Le conté a mis hijos, a mi mamá y a mi papá, volví y me volé; allá recibieron

el espíritu de mi esposo, según ellos decían, y el espíritu decía, que le dijera a mi esposo

que tenía que entrar a esa obra sino moriría; así que me dio mucho miedo y le dije a la

hermana: ¿yo qué hago?, es que él me puede pescar. Él no sabía nada, me tocaba ir la

tercer vez a la una de la mañana, -entonces no se nos olvida a ambos que le cambió los

cachos al tractor y me dijo que no venía sino hasta el sábado- y llegó el espíritu tan

enfurecido, él me preguntaba por medio de la voz de la médium ¿porqué no vino su

compañero?, le dije: porque no cree en esto y es muy delicado, entonces me dijo: tendrá

que creer o morirá. Al otro día, cogí el bus de La Reina y me vine, y ¡cuál sería mi

sorpresa!, cuando veo el tractor en la casa, casi no me puedo bajar del susto, Isidro me

dijo enfurecidísimo: llegó la patrona, le respondí: yo vengo en sana paz, déjeme llegar,

después le explico; dialogamos y me dijo: sabe, se me partieron los cachos del tractor,

¿y ahora qué hacemos sin plata, ni nada?, le dije: mire, a usted, le toca ir a donde esa

hermana que estoy yendo yo porque, dizque, usted tiene que hacerse cargo de eso y yo

no sé que será, yo veo que eso es ahí con Dios y un vaso de agua y rezan cosas. Él no

quería, pero al fin nos fuimos y dijo la hermana, es el arisco, venga hermanito; y el

divino maestro Jesús le ordenó, a él, recibir la obra, ya le echaron a explicar todo y él les

dijo: yo estoy enseñado a coger mi platica con mis brazos y vivir de limosna sería muy

duro, yo no puedo mantener mi familia; entonces de ver que quedó sin plata, le tocó irse

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para allá a prácticas, a leer la obra; y así siguió nuestra historia, eso hace dieciocho años

que fueron esas pruebas.413

.

“Sí, yo de noche veía que me botaban piedritas, pepitas de durazno podridas, yo las

recibía en la mano y le decía a Julia: mire lo que me botan y quién me bota esto, nadie;

yo soñaba y me veía vestido de blanco, operando gente y salían muy bien; entonces, ya

me llegó la señora con la razón de que tenía que ir. Fuimos, se me hizo de presente el

maestro Jesús de Galilea, y me dijo: materia, tiene que seguir el camino que llevaba mi

materia cuando mi Padre celestial me envió a este mundo, y me envió a sanar y curar a

las materias, le contesté: Divino Maestro, pero qué hago para vivir de limosna, eso de

trabajar gratis…, me respondió: no, yo te enviaré gente y no te hará falta nada.

Entonces ya se me hizo de presente la doncella Juanita de Arco, se me hizo de presente

la Virgen María y me dijo: materia, tendrás que seguir este camino, volvió y me dijo el

maestro Jesús: materia, si no sigues este camino, será destruida tu materia porque tienes

que ayudar a la humanidad, hay mucha humanidad que lo necesita, pero nada te va a

hacer falta. Ya eché a practicar y practicar, y me dijo la señora: usted ya puede abrir su

centro y empezar a trabajar; era el espíritu que llegaba y se impregnaba en la persona y

ya empezamos a trabajar. Nos ordenaron vender la casa en el centro y que tenía que

comprar aquí, y yo dije: ¿ pero a quién le vendo?, y me dijo: yo le enviaré la persona

para que venda y comprarán allá donde viven sus padres carnales; de un momento a

otro, me llegó el cliente, eso fue rapidito, nos trasladamos y empezamos a trabajar, pero

se presentaron muchas dificultades.

Empezamos nuestra misión; la forma de empezar es haciendo dejar sus prendas

materiales a la persona que llega a pedir la ayuda; luego, sigue la limpieza con las siete

hierbas para desinfluenciar el cuerpo, porque hay personas que vienen muy cargadas de

influencias, de espíritus y de eso lo enferman a uno; eso es ordenado por las entidades, le

dan a uno la lista y se saca ese zumo de plantas, que mi Padre celestial puso en el

terrestre, entonces se hacen bañar afuera y entrar descalzos; después pasan a hacer

oración a Dios, se hacen arrodillar y se elevan una serie de plegarias a Dios y a los

santos que están en el cielo, no se adoran imágenes sino directamente a los que están en

el cielo; se pide la irradiación del agua, la droga espiritual, como pedir el sacerdote que

sea bendecida la hostia, y se le da una copa de agua a la persona y se le hace una

limpieza con las manos. El agua es la fuerza positiva, Dios llega o una entidad que envía

Él irradia el agua, bota una droga en el agua que pueden ser polvos o ser un aceite, pero

el vidente ve la droga que otra persona no ve; hay personas que vienen de espíritu puro y

se arrodillan concentrados, cierran los ojos y elevan el pensamiento a Dios; entonces, se

les concede la videncia, una cosa como si tuviera las vistas abiertas, y ven lo que hay en

el agua o en el recinto al pie de la mesa maestra con vasos, insignias y todo eso; uno

recibe una entidad de la altura, ella trae la energía y pasa por las manos, arrima uno las

manos a la persona, se hace la limpieza y desaparece el daño, y hay personas que salen

bien de una vez.

Con el agua yo les hacía explicación: si ustedes tienen fe en Dios, van a tener la

curación; pero si no hay fe no hay curación, y pídanle a Él que es quien concede la

413

María Julia Ruiz de Sáenz

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curación; y les hacía limpieza, les pasaba las manos donde estaba el cáncer y quedaban

curados. Todos los días venía la gente, pero una persona que no era de la curación de

acá, a esos, los echaba donde el médico terrenal; y así esté entre todas las entidades, si

era una orden del cielo que ya llegaba, que después de esa fecha, esa hora, ese punto y

esa raya no puede pasar la vida de esa materia, entonces el cuerpo muere, pues eso es

cosa de mi Padre celestial.

Acá ha llegado gente de Bogotá, Bucaramanga, Santa Sofia, Gachantivá, Moniquirá,

Arcabuco, Barbosa, Puente Nacional, Samacá, Toca, Siachoque, de todas esas regiones;

pero uno se cansa y nos pusieron mucho problema las autoridades, de resto la gente muy

agradecida. A mí llevaron a Bucaramanga, a San Gil, de Venezuela me han llamado, no

me explico porqué la gente no cree; al menos aquí, de Villa de Leyva, la gente duda y

hay sacerdotes que dudan pero hay otros que creen; acá estuvo el padre Rito, traté al

padre Mora de un dolor de garganta, yo le dije: yo no curo, el que cura es Dios; y

vinimos y le hice la limpieza y quedó bien y dijo: bendito sea Dios, esto son las manos

de Dios”. 414

“Ahora estamos pidiéndole a Nuestro Padre celestial y a todas las divinas entidades que

nos ordenaron pasar acá, que nos concedan vender y trasladarnos pero las divinas

entidades no nos dejan; han llegado cantidades de clientes pero sienten un desanimo y se

van”.415

Médicos

“Mi padre, Miguel Ruget Castellanos, era oriundo de Chiquinquirá, era de muy buen

carácter, tranquilo, muy asequible; él no estudio medicina en ninguna facultad, pero era

muy estudioso. Cuando ya fue joven, empezó a trabajar con un médico de Tunja, me

parece que era el doctor Vicaría, - en esa época, los médicos se educaban casi todos en

Francia y él tenía su buena biblioteca en francés- el doctor Vicaría le sirvió de maestro y

tutor en los aspectos médicos; mi papá se vino a Villa de Leyva porque conoció a mi

madre, cuando estudiaba en Tunja, y después que se casaron se vinieron a la Villa de

Leyva.

Mi papá ejerció la medicina, él no era médico titulado, pero tenía mucha experiencia y

leía mucho, era un autodidacta y muy inteligente. El consultorio era en la casa de La

Roca, él le compró ese local del consultorio a doña Cándida Castillo, la dueña de la

casa, y ahí instaló su farmacia como en los años veinte, y tenía ahí su consultorio y

droguería que, además, era un tertuliadero de los viejos del pueblo.

Las enfermedades desde de la época de mi padre no ha cambiado mucho, salvo en el

aspecto del paludismo, pues, de aquí emigraron muchos campesinos jóvenes a trabajar

en la colonización del Quindío y también por el Carare, y los que regresaban venían con

el paludismo, eso era lo exótico. Mi papá los trataba con extracto de quina, una corteza

414

Isidro Sáenz 415

María Julia Ruiz de Sáenz

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que existía o creo que hay todavía en el cerro de la Villa, en un sitio que llaman la

Hondura. En relación con el agua, no era una cosa como hoy porque las aguas, en esa

época, no estaban tan contaminadas; Villa de Leyva tenía muchas fuentes de aguas

cristalinas, nadie arrojaba basuras en las fuentes y, como no había alcantarillado, había

letrinas en todos los solares y no había una contaminación del agua. El agua era de muy

buena calidad, y no había sino una fuente o dos: la pila grande de la plaza y la pila

chiquita al frente al convento de los dominicos, y otra pilita al frente de San Agustín; esa

agua venía de La Cajita, del herrerún, era muy buena provisión de agua y magníficas,

porque todos tomamos de esa agua y no nos pasó nada.

En febrero de mil novecientos cincuenta y tres, vine a hacer mi rural; el puesto de salud

quedaba en la plazuela de Ricaurte, donde hoy es el Instituto Industrial, era un puestico

de salud con una camilla, unas tres pinzas viejas que no servían para nada, unas

soluciones hidratantes, sueros y algunas drogas, pero no más; y ahí nació la idea de

hacer el hospital pues llegó una mujer en trabajo de parto; y como no había sino un catre

viejo de malla, sin colchón ni nada, le tendí un poco de rollos de algodón ya pasado que

había y le atendí el parto de las gemelas, fue el primer parto que se atendió en el puesto

de salud.

La patología no ha cambiado mucho, las enfermedades eran las afecciones respiratorias,

las gripas y las infecciones pulmonares, había algo de tuberculosis, había unos casos de

lepra y la Secretaría de Salud le mandaba a uno la droga para los tratamientos, eso era de

obligatoria denuncia: los leprosos y los tuberculosos, casi que eran los de tratamiento

más o menos sostenido; y de resto, pues, todas las afecciones digestivas, diarreas,

amebiasis; había piojos, pulgas, parásitos de esos que transmiten muchas enfermedades.

La calidad de vida mejoró mucho gracias a la fundación de la Normal de señoritas,

entonces ya empezaron a educar a la gente campesina sobre los cuidados higiénicos, la

presentación personal, el aseo de las viviendas. Como el factor de educación era el

mínimo, la gente no entendía el origen hídrico y de la suciedad de muchas

enfermedades, pues la mayoría se pueden evitar con medicina preventiva, higiene y

buena calidad de agua.

En cuanto a los nombres de las enfermedades: a una lipotimia, un trastorno, eso lo

llaman váguido, la úlcera gástrica o duodenal la llamaban tucutucu mal de madre, a los

ataques epilépticos les decían botacoral, a la artritis rengadera o renguera, que siempre

ha sido muy común con la fiebre reumática; con ese término descuajada mataron mucho

chinito, y yo les digo que cuajar no tienen sino las vacas; eso es una infección intestinal

que viene con diarrea y vómito, y los dejaban deshidratar y les hacían toda clase de

torturas y sobijos.

Oí en la tradición de las gentes antiguas, sobre una epidemia de tifo y otra de viruela,

muy fuertes; tan así, que en la vereda de Monquirá había un terreno, a orillas del río

Leyva, que llamaban la Vega de Los Virolientos porque la cantidad de muertos era tal,

que los enterraban ahí en un potrero; eso fue mucho antes de los treinta.

Yo no he sido partidario de combatir a los yerbateros porque, de todos modos, el que

está inclinado por su tradición a ir a los brujos y a las cosas, sigue yendo; solo la realidad

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de las enfermedades, y cuando no tienen éxito con sus brujos y aguas y rezos, hace que

vayan donde el médico. La gente del campo todavía persiste muchísimo en eso; tal vez,

por su componente indígena todavía tiende mucho al chamán, al curandero; y dizque hay

un brujo famosísimo en Barbosa, otro en Saboyá, un sacerdote en Motavita…, pero ya

con la llegada del hospital ha cambiado un poco.

Los curanderos han existido toda la vida; en esa época decían que había gentes que eran

brujas o brujos; y creo que cometieron muchas injusticias con gentes que decían que

daban tierra de difuntos, eso era muy asimilable al cáncer gástrico, y como en esa época

la gente no lo conocía, entonces decían: eso fue que le dieron tierra de difunto, le

hicieron maleficio.

La botánica se manejaba, pues muchas de las drogas que usamos hoy en día son extracto

de las plantas; mi papá usaba la corteza de quina para obtener la quinina, la tintura de

árnica como resolutivo, las gárgaras de dividivi para la amigdalitis, pues como eso tiene

ácido tánico las va secando, las va curtiendo”.416

Dentista

“Mi papá era dentista rural del departamento y llegó a Leyva, recién graduado, por

ahí en los años veinte. Él venía a caballo y con una mula, donde traía un cajón con la

silla de odontología, su fresa de pedal; se vino de Tunja por el camino real de Samacá,

y llegó y se paró en la esquina de la plaza y duró dos horas esperando a ver si pasaba

alguien, si llegaba un cristiano que le dijera si este pueblo era Villa de Leyva. Entonces,

ahí sentado se puso a pensar, que si él llegaba a viejo se venía para Leyva y así lo hizo.

Duró mucho tiempo como dentista de la escuela y después venía como dentista; y

muchas veces, yo lo acompañaba a darle pedal a la fresa”. 417

416

Miguel Arturo Ruget S 417

Germán Zubieta

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Hospital de San Francisco418

“El origen del hospital es puramente cívico, yo fui el fundador; y como después estuve

de secretario de salud del Departamento, lo doté completamente y en el gobierno del

doctor Romero Hernández lo inauguramos, lo entregamos a la comunidad y lo

418 Hospital antiguo. Durante de la primera fundación de la Villa, en 1576, el Cabildo le señala al

hospital dos solares “hacia la parte de abajo, pasando el arroyo que baja del Molino de Francisco

Rodríguez de Morales.” En la segunda fundación de Villa de Leyva, el primer hospital llamado Hospital

de Nuestra Señora de Monserrate de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, funcionó en la parte

oriental de la Villa, -donde posteriormente estuvo ubicado el cementerio viejo- hacia el oriente, arriba de

la actual plaza de mercado. En el documento “Tunja en 1610”, tomo IX de los Documentos Inéditos

del Archivo de Indias, en Relación de Santa Maria de Leiva, se dice: “Hace comenzado a edificar

un hospital, y están hechas las paredes de buen edificio; mandóle fundar el licenciado Caraza,

presbítero, vecino que fue de esta villa; dióle una estancia que se vendió en mil y cientos y setenta

pesos de oro de a veinte quilates, que están echados a censo, y demás de esto tiene en los

diezmos de esta villa la parte que le cabe, conforme a la erección de la catedral de este reino;

tiene una casa cubierta de teja y es mayordomo un vecino de esta villa. Hay un convento de frailes

Agustinos, un sacerdote, dos coristas; está comenzada a edificar una hermita de Santa Bárbara

dentro de la villa…”

Los terrenos fueron donados por el Licenciado Oger de Zaraza con el objeto de construir “iglesia de

33 varas de largo, con altar de mampostería; sala de enfermería y aposentos; las puertas del

Hospital y de la Iglesia serán de piedra y ladrillo; los muros en tapia. Zaraza da 1.200 patacones a

Laitón, y proporciona herramientas, materiales y obreros; dispone, además, a favor del hospital dos

estancias de ganado mayor en Vélez con 388 cabezas de ganado vacuno (que remata luego Simeón

de Torres por 1.522 patacones); todo se protocoliza en el testamento otorgado (por Oger de Zaraza)

en la Villa en este año de 1604. Fueron benefactores: Doña María de Mayorga, hermana de Juan de

Mayorga, fundador del Convento del Ecce-Homo.” Fueron sus constructores los maestros Hernando de

Laitón y de Pedro de Sosa, los mismos de la iglesia parroquial.

En 1648, los religiosos de la Orden de los Hospitalarios toman posesión del hospital. Ya para el año de

1752 tiene 12 camas y es atendido por seis religiosos. En 1752, el hospital reclama una capellanía sobre

la estancia en “El Arbol.” En 1829 se hace un convenio entre el párroco Domingo Antonio Riaño y el

Superior Fr. José de Santos de Torres y se permuta el hospital por el Convento de San Francisco, que

había sido suprimido en 1821 (El Congreso de Cúcuta de 1821, expidió la Ley de 28 de julio de 1821,

dice el artículo primero: “se suprimen todos los conventos de regulares que el día de la sanción de la

ley no tengan por lo menos ocho religiosos de misa, exceptuando solamente los hospitalarios.) El

hospital pasa a ser cementerio y los hospitalarios se pasan a San Francisco. ”

En 1837, por carencia de fondos para el manejo del hospital, el Superior de la Orden Fr. José Martínez

hace entrega del mismo al párroco. Fray. Alberto Ariza afirma que: “según Memorial del Provincial

Fr. Lorenzo Manuel Amaya O.H., dirigido al Congreso el 18 de marzo de 1824, ya para entonces la

Comunidad no contaba entre sus Casas el Hospital de la Villa, pero siguió manteniéndolo todavía

por trece años más. ” (Fuente: Fr. Alberto Ariza: La Villa de Nuestra Señora de Leiva)

Las hermanas dominicas, en 1880, entran a manejar el hospital. En 1926, el padre Fr. Manés Mendieta

O.P. restaura el hospital. Entre 1962 y 1965, el Dr. Miguel Arturo Ruget funda el nuevo hospital y

posteriormente se instala en la nueva sede ubicada a un costado.

Basilio Vicente Oviedo, escribe en 1761, en su obra Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino: “ El

convento de San Juan de Dios, a cuyo cargo está el hospital y monasterio y monjas carmelitas.”

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oficializamos como entidad gubernamental; también fui presidente de la junta del

hospital por muchos años.

Lo primero que hice fue ponerme en la tarea de reunir a las señoras, porque las mujeres

siempre dinamizan mucho cualquier proyecto social en los pueblos, y acogieron con

mucho entusiasmo la idea de crear un hospitalito; entonces con mi señora, con Inés de

Zubieta y con todas las señoras de acá, de todos los estratos, con todo el que tuviera

alguna relación política con gentes influyentes, empezamos a hacer bazares y toda clase

de actividades para tener auxilios para el hospitalito; constituimos una junta prohospital,

la cual presidí; Roberto Borrás que ya murió, nos ayudó mucho, él era el tesorero; el

doctor Enrique Zubieta fue el primer tesorero de la junta. Con los pesos que hubo, se

adaptaron en el antiguo hospital de San Francisco, en la casa vieja, unas piezas para una

salita de pequeña cirugía y habitaciones para enfermos; y se trasladó allá el puesto de

salud mientras se hacía el hospital. El hospital empezó con ocho camas, se hizo un

contrato con el maestro Acuña para no dañar el aspecto colonial de la edificación y él

adaptó las piezas; era el único hospital de la provincia del Alto Ricaurte, en los otros

pueblos no había nada.

Cuando fui médico acá, me tocaba ir a caballo a Gachantivá, Santa Sofía, Sutamarchán,

Sáchica, porque no había carretera y eran de mi jurisdicción, dependían de Villa de

Leyva. Como era en la época de la belicidad política de las gentes, en Santa Sofía y

Gachantivá de mayoría conservadora, había unos curitas muy influyentes y muy

acusadores y me acusaban porque no iba, dizque, regularmente; y era tremendo pues

tocaba ir a caballo, y los días en que había gente en esos pueblos era los domingos, el día

del mercado, y yo no podía repartirme en dos para ir a esos pueblos. Mi sueldo en esa

época eran seiscientos cuarenta pesos mensuales; pero vivíamos muy bien con ese

sueldo, a mí me sobraba plata cuando pagaban a tiempo, porque eso duraban cuatro o

seis meses sin pagar; pero en la casa del médico nunca hay hambre porque, en esa época,

acostumbraban los campesinos traerle de regalo al médico una pollita, una gallinita,

frutas, algo; y decían los campesinos: aquí le traje un gratis”. 419

Boticas

“Mi tío, Germán Roncancio, tenía la botica donde hoy es la tienda de Vicenta, pero

con este ítem: en ese tiempo se usaban las fórmulas magistrales, él hacía la fórmula y

como buen farmaceuta de la época, él la realizaba; y entonces, para los efectos del

mantenimiento de todos esos productos químicos y farmacéuticos, tenía un juego

completísimo de frascos antiguos, azules y blancos, bellísimos, que infortunadamente,

cuando murió él, en el año de 1927, su familia vendió con la botica”. 420

419

Miguel Arturo Ruget S. 420

Tulio Jiménez Barriga

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Religión

Bautismo y Matrimonio

“Adiós padre, adiós madre, échame la bendición,

que me voy a recibir yugo, coyunda y barzón.” 421

“Yo fui nacido en 1917, en la vereda El Carmen, de Suta, donde llaman un punto La

Asomada. Mi mamá se llamaba Valentina Aguasaco y existía con una tía; y la tía la

recogió porque quedó huérfana pequeña y se crió, todo lo más, con la tía que era

madrina de bautismo, ella existía al lado de Sutamarchán. Los familiares de mi mamá

vivían en Barranco Hondo, que queda pendiente aquí a Villa de Leyva; entonces, mi

mamá ya llegó a señorita, y en esas no faltan los problemas, y topó por’ay con mi papá y

ella resultó enferma de yo. Me tuvo y ya estaba criándome, y ella estaba con la idea de

mandarme bautizar, pero le dijeron que no me trajera a bautizar aquí porque me ponían

un nombre que no convenía. El párroco era el padre Mendieta, un sacerdote muy, mucho

jodido, propasado, que ponía los nombres a los niños a lo que él quisiera; entonces, mi

mamá hizo caso y me llevó a Suta y me mandó bautizar: mis padrinos eran Natividad

Sánchez y Secundino Vargas, de Suta, y me pusieron Marco Tulio”. 422

“En ese entonces había que llevarle al cura regalo, una vez le llevé mis chinos a un

cura, un tal Pedro J Corredor, que manejaba la iglesia en Arcabuco y la de Suta. Le llevé

un gallo y le dije: Padre, le traje ese pollito para que se lo coma en mi nombre, y ahí le

traigo estos niños que están sin el apellido mío, entonces a ver si me hace el favor y los

legitima... y recibió el pollo, llamó a la sirvienta y se lo entregó, y ahí mismo quedaron

con el apellido mío…” 423

“A nosotros los leyvanos de esa época, nos bautizaba el cura Mendieta y nos ponía el

nombre del santo del día y el del día que lo bautizaron; a uno lo pusieron Sinforoso José

421

Copla popular 422

Marco Tulio Aguasaco 423

Adolfo Velásquez Rodríguez

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Celestino, a mí me pusieron Cipriano. Cuando la época de la violencia, el cura Báez

reunió con la policía, a más de cien campesinos cerca de la alcaldía y les dijo que tenían

que jurar, con un Cristo en la mano, pasarse a las filas del partido conservador porque

sino los excomulgaba”. 424

“Me llamo Teodolindo porque el cura, a todos los que eran naturales, les ponía ese

nombre; habemos hartos Teodolindos en Villa de Leyva. En las religiones todas las

historias son arregladas; para mí, Dios es todo lo que vemos, las plantas y la tierra, que

trae otras enseñanzas y los antiguos la tenían era como nuestra Madre Tierra. Esto aquí

era bien católico, tenían todavía una ley de las tradiciones antiguas, porque perseguían a

los amancebados; amancebados era que se juntaban dos sin permiso, sin casarse ni nada,

y ni de riesgos que fuera a haber alguno porque eso era un delito, un pecado grande. Por

allá en el año treinta y cinco había un tifo sumamente bravo, un tío mío vivía así con la

esposa; y como se iban a morir, llegó el padre a confesarlos y les dijo: tienen que

casarse o sino no los confieso; a otros les hacían cacería y los traían amarrados, y el cura

póngale juete en una pieza adentro, y así casaron a muchos indios. El cura que había era

muy amigo con yo y me contaba todo eso, me mostraba en los libros: el indio y la india

tal, casados en tal tiempo; eso era delicadísimo y tenían que ser los padrinos muy amigos

con el padre”. 425

“Ante tiempo, no podía vivir un par de novios y tener hijos sin casarse,426eso era

maluco y juete les echaban los curas; también, cuando había una pareja y que hubiera

habido niños, el cura no les ponía ni José ni Juan ni nada, decía: ¿cómo vas a poner el

niño?, Josecito... ¡qué Josecito, ponelo Alpargate Viejo!, ¿cómo se llama ese chino?

Ambrosio, respondían, ¡qué Ambrosio, Camino Real!; un padre Buitrago, no se me

olvida a mí jamás: ¿Y a la niña? ¡Regla, ponela Regla!; y ojalá que uno dijera algo pa’

él mandarle su juetazo”. 427

“Según la historia de mis padres, los curas cuando casaban ponían una cadena sobre

el hombro de la novia, el novio, la madrina y el padrino; y si la cadena se le caía a la

novia o al novio, decían que se iba a morir primero; eso era una historia muy sagrada

pero les tocó a los curas quitar eso porque se cometía un delito y un pesar, bien para

el novio o para la novia. Mi papá decía que a una difunta Presencia, tía de mi mamá,

le pasó ese caso; fue casada en la iglesia catedral de Villa de Leyva, a ella se le escurrió

424

Luis Madero 425

Teodolindo Espitia

426 La iglesia ejerció un fuerte control sobre la familia utilizando el modelo de la Sagrada Familia; se atacó

el concubinato como “desquiciamiento de la sociedad doméstica” y “verdadera peste,”quienes vivían en

concubinato eran marginados de la sociedad y convertidos en parias sociales, los hijos “ilegítimos” eran

“hijos del mal.” Las mujeres, particularmente las liberales, fueron vistas como infernales: “la peste

más infernal que tiene hoy la sociedad y la Iglesia misma son las mujeres liberales; en efecto, la

ceguedad, torpeza y capricho que las dominan son tan malas (sic) y de tan funestas consecuencias.”

(El Revisor Católico, Tunja, año V, Nº 19, junio de 1895)

427

Andrés Cortes C.

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la cadena fuertemente y fue verdad que ella murió primero; por eso, mi padre decía

que era una sagrada historia que no fallaba”.428

“Hoy en día la Villa, la tierra, se está desvaneciendo por las personas que están

encargadas a no tener juicio con lo que se hizo antes para dejarle el pan a un hijo; en

ese tiempo habían herencias y las mismas herencias eran los matrimonios: se hacía el

arreglo entre los dos contratantes, no los novios sino los dos dueños de cada aporte, el

hombre hijo tenía que hablarlo con el padre de la hija; y si le gustó al viejo, los dejaba

casar. Nadie se casaba antes de los veinticinco años, se hacía el negocio entre los dos

padres de familia y los dejaban vivir tres meses queriéndose, pero nada de llevarlo a la

casa del uno ni el otro; en después, ya venía el concreto del matrimonio y el papá llevaba

a su hijo ante el padre, para que hiciera las informaciones de los quince días, y el otro

llevaba la hija, ahí se formaba el matrimonio entre los dos viejos y los dos mozos.

Los vestidos de esa gente no eran vestidos reales como hoy en el orgullo, eso eran

vestidos prestados o como uno quisiera; pero, el matrimonio tenía la consagración de

que esa gente vivía bajo el domino de la ley de no de separarse, esa gente le temía

mucho a la religión, no salirse al evangelismo como lo hay hoy en día; y si no les

convino, no había la separación del mundo del matrimonio, era a vivir tiesamente así

sufriera el hombre las cualidades de la mujer y sufriera la mujer las cualidades del

marido. La mujer era fiel y no fue persona esclava sino persona humilde al hombre,

porque era a lo que el hombre supusiera pa’ hacerse grande con lo que trabajaba, la

mujer no tenía mando a vender nada de ella y el hombre decidía las ventas de los

artículos en caso de necesidad; en ese tiempo existía la nobleza, la mujer tenía joiste429 y

trabajaba duramente para poder tener algo; pero hoy ya la persona es ¡vénganos en tu

reino, yo no tengo porqué fregarme! y se ha venido una ingratitud al hombre, que hoy

está mano abajo por la educación de la mujer; entonces, perdimos esa humillación a

nosotros mismos y ya hoy no hay juicio para vivir”. 430

Órdenes religiosas

“Los capellanes de las monjas carmelitas, desde la fundación, eran sacerdotes del clero

diocesano; pero, los dominicos empezaron a venir aquí como capellanes un poco antes

de 1930. Ellos vivieron en el Santo Ecce Homo, los dominicos no tienen historia en

Villa de Leyva propiamente; su historia es muy reciente, no es de la colonia.431 Al padre

428

Marcolino Munevar Peña 429

Aguante. 430

Félix Torres

431

Los dominicos fueron los primeros evangelizadores en el Valle de Saquencipá desde la fundación

del Convento de Santo Domingo de Tunja en 1551; pero, ya fray Domingo de las Casas había entrado a la

región con Gonzalo Jiménez de Quesada en 1537. Los mercedarios trataron de establecerse en la Villa

en 1575, pero no fueron autorizados; de igual manera, las concepcionistas en el año de 1640, por

solicitud de doña Luisa de la Torre, esposa de Gaspar Ramírez de Figueredo, madre de los curas Sancho

y Melchor Ramírez de Figueredo. En 1811, fray Manuel León O.P. representa a la Villa en la Asamblea

Constituyente de Tunja.

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Páez lo reemplazó el padre Gutiérrez, el fundador de las dominicas terciarias en San

Agustín, vivió treinta y pico de años como capellán de las monjas y era al mismo tiempo

párroco de la población, pero vivía y atendía en una casa que había donde hoy está el

convento del Carmelo; y únicamente iba los domingos a celebrar misa a la parroquia,

que tenía muy poco movimiento porque la población ya estaba muy diezmada, Villa de

Leyva tendría, en ese entonces, unos mil ochocientos habitantes”.432

“Los dominicos y los carmelitas no se iban bien, a los dominicos como que les gustaba

molestar a la gente; en cambio, a los carmelitas no. Los leyvanos íbamos a la misa del

Carmen y los dominicos decían en los sermones que había que ir era a la parroquia; era

la rivalidad por lo de la Virgen porque todo mundo llegaba al Carmen”. 433

Carmelitas

“Yo soy conocedor del convento y de todo lo que ha pasado, desde cuando vinieron los

padres el 5 de julio de1911,434estaban recién llegados precisamente de la madre España,

la que lleva el clero a todo el mundo entero. Los padres carmelitos están después que

murió el padre fray Saturnino Gutiérrez, el capellán del monasterio de las monjitas que

era también párroco de la catedral; y a lo que él murió, el señor obispo Maldonado, de

Tunja, vio la historia y dijo: aquí corresponde al clero carmelitano por la festividad

de la Virgen del Carmen Santísima.

A mí me tocó verlos llegar, ese día me mandó mi mamá a vender unas guayabas

y a traer alguna cosa, me puse una ruana grande y me fui para la Villa de Leyva;

estaba con otros chivatos centranos y ya me venía yo, a las tres de la tarde, cuando

llegaron los padres. Llegaron por el camino de Tunja montados en caballitos, con

macheticos a la cintura, venían todos embarrados, se quitaron el sombrero y dijeron:

buenas tardes, ¿dónde es el Carmen?, y salió un don Domingo Rojas y dijo: llegaron,

llegaron los padres; y, como en media hora, la plaza se colmó de gente a recibirlos

y, después, se fueron a saludar a las monjitas. Para la Villa de Leyva la llegada de ellos

ha sido una buena cosa, ha sido la venida de Dios, porque de ahí ha venido el aumento

de la festividad de Nuestra Señora y el honor a la ciudad”. 435

“Recién pasada la persecución de Mosquera, las monjitas se preocuparon por traer los

curitas y los mandaron pedir a España; entonces, el general Pedro Martín Páez, mi

432

Padre Rafael Eugenio Mejía 433 Benedicto González

434

“…a principios del año 1911 falleció el Padre dominicano que durante treinta y cuatro años había

sido Capellán de la Comunidad. Ellas vieron llegado el momento oportuno para intentar de nuevo

la traída de sus Hermanos (…) llegaron a Barranquilla el 13 de junio de 1911(…) llegaron a

Leiva el 5 de julio de 1911 (…) El convento de Leiva fue por algún tiempo Colegio de

Teología(…) hoy es noviciado para todas las vocaciones” P. Bernardo Restrepo G, Compendio

Historial de la Orden del Carmen”, Cali, 1956.

435

Maximino Alfonso Bautista q.e.p.d.

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suegro, fue a Buenaventura a traerlos y los trajo, desde Bogotá, disfrazados en comitiva

de artistas, de toreros, y entre ellos había un lego que era ventrílocuo. Cuando llegaron a

Tunja, se les acabó el pasto y el heno para los caballos y salieron a ver adónde

conseguían; al rato, pasaba una indiecita con una carga de avena a las costillas y el

ventrílocuo proyectó su voz y comenzó a llorar un niño en la carga, la indiecita volteaba

a mirar y oía el niñito berreando; entonces, la tiró y salió corriendo y ellos la

aprovecharon para los caballos”.436

“Las carmelitas le encargaron a la monja Elvira, que era hermana del general Páez,

que hiciera las diligencias de entrada de los padres carmelitas al país; y, a él, le enviaron

los superiores un telegrama de España avisándole de la llegada; él viajó hasta Honda a

esperarlos, los trajo a Bogotá y los acompañó hasta la estación del tren; y a caballo

llegaron aquí y se hizo gran fiesta cuando entraron a Villa de Leyva.

La época más floreciente de la comunidad fue cuando la república española, que vino un

grupo muy numeroso de estudiantes a terminar la carrera en Villa de Leyva por las

dificultades que encontraban en España, la quema de iglesias y conventos; entonces

vinieron varios, llegaron a ser como unos dieciocho o veinte; en el año treinta y dos,

cuando se fundó el noviciado los colombianos empezaron a entrar aquí, porque antes la

comunidad era toda española, y tuvieron que ir a hacer los estudios a España, a mí me

tocó ir allá.

La razón para establecer el convento, fue porque varias comunidades religiosas de

Carmelitas Descalzas de los monasterios que hay en Colombia, como fueron Medellín,

El Poblado y Villa de Leyva, reclamaban la presencia de los padres carmelitas como sus

directores espirituales. Pero, desde el siglo XIX, las únicas que lo lograron fueron las

carmelitas de Villa de Leyva; en esa época, ellas estaban muy bien económicamente por

la cuestión de que habían entrado hijas de familias muy ricas, con sus herencias y las

ayudas familiares, etc., y ellas se comprometieron a pagar los viajes de los primeros

cuatro que vinieron y a sostenerlos, mientras ellos podían por su cuenta conseguir

medios de vida.

Las carmelitas les ofrecieron esta casa437 que era la capellanía del monasterio, aquí vivía

un sacerdote que hacía de capellán del Carmen. La casa era más pequeña y se fue

agrandando con el tiempo, los padres le añadieron desde la mitad del corredor hasta el

patio y, en 1948, me tocó estrenar la mayor parte del ala del segundo piso. Las

habitaciones son amplias y cada una tiene su ventana y su puerta primitiva, tenemos que

tener habitaciones independientes, no tenemos salones comunes ni aun para los novicios,

eso es parte del reglamento de la orden”. 438

436

Aura María Borrás de Páez

437

El actual convento de los carmelitas. 438

Padre Rafael Eugenio Mejía

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“Conocí a un padre Pacífico,439 era muy estudiado como agrónomo y compró lo que se

llama San Marcos o La Palma, de la carretera para arriba por el camino viejo que había,

y sembró una cantidad de eucaliptos, todavía hay matas de esas, y después construyeron

la carretera. El convento de los padres carmelitos era de un solo piso y después lo

reconstruyeron de dos pisos, me parece que fue antes del año veinte; y al venir esa

reconstrucción, vinieron a tener mando los padres dominicanos en la catedral de arriba,

y ya quitaron de ahí esos servicios440 ”. 441

Devociones

Mama Linda Renovada y la Virgen de Chiquinquirá

“Nuestra Señora del Rosario que es la patrona, Ella, vivía primero aquí en la Villa de

Leyva y nació en el cerro más alto, Iguaque, donde están las columnas que soportan el

mundo; y dicen que, después, en una sábana se presentó el rostro de una niña que miraba

al cielo, se sonreía y bendecía el cielo, y ahí fue que la trajeron las monjitas.

Ahora vino el Sumo Pontífice a ver la Virgen,442pues Dios quiso que este fuera su paraje;

Ella es la institución del mandato para la venida del Señor y tiene que presentarse porque

lo que es espíritu de Dios no tiene vuelta, se cumple. La Virgen es una sola, pero al

principio eran tres hermanas; nuestra Mama Linda, la de Chiquinquirá y la de Monguí;

allá discutieron un poquito las tres hermanitas: ¿y para dónde se va usted?, yo me voy

pa’ aquel pantano que hay allá, en la laguna de Fúquene; la otra dijo que se venía pa’ el

pie del cerro de Iguaque; y la otra que se iba al barranco, porque Monguí es entre una

barranquera. Entonces, cuando las monjitas se vinieron aquí, Ella se les presento ahí en

el convento y es el ampara rayos del mundo entero; hace tiempos que hubo un sacudón,

ellas creían que el coro se derrumbaba abajo, pero no pasó nada porque la Virgen las

salvó.

Nuestra Señora se fue de Leyva porque Dios lo quiso así, Ella ya estaba instalada en el

mundo cuando posó en Aposentos y la gente decía que ese era el momento de dejarse

ver; y una india se asomó por la hendija de la puerta y notó que la Santa Madre de Dios

estaba postrada de rostro en el piso y manaba el resplandor en la iglesia. Ella se fue de

aquí presentándose en Aposentos, vecindario de Sutamarchán; y cuando pasó una cosita

en Chiquinquirá,443

les advirtió que sí seguían así se venía para su tierra porque en mi

tierra no se ve esto, porque la Virgen es del cielo y de la tierra; pero, aquí fue donde el

439

Ver referencia del padre Pacífico en las excavaciones en Saquencipá, en patrimonio indígena y

arqueología: El Infiernito. “Se destacan el papel jugado por el padre Elías, viejo político español, y el

padre Pacífico, propulsor del desarrollo agropecuario de la región y de una campaña de reforestación;

la mayor parte de la arborización existente en Leyva se debe a él.” N. I. Sáenz, obra citada

440

En el convento funcionó temporalmente el despacho parroquial. Ver La Villa siglo XX: Casa Cural.

441 Gabino Casallas 442

En la época de la entrevista vino el Papa a Chiquinquirá. 443

Se refiere al problema del “entredicho;” ver nota 453.

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Señor quiso que se dejara ver en manos del padre Murcia,444dominico. Ella, a lo que

estuvo organizada y a bien en Chiquinquirá, hizo el segundo viaje a Tunja, adonde

llaman la Picota, esa roca no la podían derribar y allá eso alumbraba; y cuando se vino

de regreso, encima del Alto de Las Cruces, arriba de la Piedra de Los Compadres, se

desmontó de la burrita a descansar y puso sus piecitos sobre la tierra y bendijo este Alto

de Sopotá.Ya entonces, a lo que se declaró eso, por aquí cruzaba toitica la gente de

todas partes, de Ráquira, de Suta, de Venezuela, pa’ la promesa; y todo mundo que

cruzaba, dejaba una piedra con una cruz, pero hoy ya nadie hace eso porque los

caminos se acabaron.

La señora que se reveló fue Nuestra Señora Renovada, Ella se dejó ver del padre en

un olivo que había en un ranchito por San Agustín; al padre Murcia le dio por salir antes

de las cinco la mañana y lo fue acompañando un reflejo; aparecía el reflejo y él se

limpiaba sus ojitos, y miraba y miraba y seguía más adelante y otra vez el reflejo lo

acompañaba, hasta que topó con un lienzo sucio y lo recogió. Lo tuvo varios años y, a

los dos, se dio cuenta qué era, Dios le dio su misterio y en el lienzo estaba la figura;

luego, llamó a las monjitas y dijo: hijitas mías, ved este lienzo que es de la Madre de

Cristo, pedidle con todo corazón que se deje ver lo más posible, más que nos cueste

mucho sacrificio… hijitas mías, mirad, tomad este liencito, que les acompañe su

riqueza…es la Virgen, ponedla por con curiosidad y adoradle siempre. Las monjitas lo

recibieron, y el padre Murcia les volvió a preguntar y les dijo: hijitas mías, no habéis

tenido cuidado, Ella no se está dejando ver de ustedes; y a lo que tuvieron cuidado,

vieron que se formaba una llama en el lienzo y, de rato en rato, la luz en el lienzo

resplandecía; entonces, ya lo curiosearon hasta que ya se dejó ver, pero eso fue como

después de veinticinco o treinta años de que el padre Murcia le topó.

Luego, Nuestra Señora salió de aquí después de un dieciséis de julio, porque Ella tenía

que estar aquí; salió por el cerro, llegó a Tunja y se fue para la iglesia catedral, y como

allá estaba el Cristo grandote, le dijo: hijo, camine, vamos a hacer una correría a

ver qué hay que hacerle a Tunja; y acercándose las cuatro de la mañana ya dentraron y,

¡cómo es el misterio de Dios!, lo puso donde estaba y Ella amaneció en la Villa de

Leyva; y de ahí pa’cá vino el empuje de Tunja, pero cuando uno cuenta estas cosas las

gentes no creen que sea la realidad, porque ahora viven inmersos en la fantasía.

Después, hará unos treinta años, tal vez más, hubo una visión aquí en la iglesia de Ella;

cruzaban unas gentes y se sorprendieron al ver una luz que salía por la ventana de la

iglesia y se trasladaba iluminando toda la plazuelita del Carmen; le preguntaron a las

monjitas y dijo una monja viejita, llamada Salustiana, a las hermanas: no se les haga

raro hijas, hay que poner cuidado y rezar porque la Virgen está probando el misterio a

ver si la adoran en la hora de su llegada, porque Ella va a Chiquinquirá y se vuelve

a su templo aquí en la Villa de Leyva.

La Virgen Santísima anda en el mundo por tierra, Ella habla con nosotros; hace unos

días vino una Señora, volvió porque ya había venido de antes, yo estaba frente al

arbolito en mis oraciones cuando, de pronto, sentí una cosa bien rara en mi cuerpo, en

444

Se refiere a fray Joaquín Páez Murcia

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mi cabeza, y voltié y vi como una sombra que me habló: usted se va a curar de las

piernas, va a venir una persona, él lo va a curar, ¡póngale mucha atención, hay

que creer! y ahí me hablaba y me hablaba, y yo quietecito escuchándola, era una voz

suave, así como cuando viene un vientecito y lo envuelve a uno, así me hablaba”.445

Virgen Renovada: Mama Linda446

“Toda la semana voy a la divina misa mayor de las ocho y pido a mi Mamita Linda que

me socorra y ayude a los que me ayuden, que eso es lo más. Mama Linda nació en una

casa aquí, todos la saludábamos pero Ella no decía nada jamás... ya estaba grandecita

cuando se la llevó el padre pa’l Carmen y allá se quedó viviendo”. 447

“Pasando la casa llamada de Ventanas de Hierro, que en ese entonces era un potrero,

existía una casa en la esquina con unas ventanas de hierro y dicen que de ahí se llevaron

el lienzo de la Virgen Renovada para el convento de las monjas; ellas juran que ese

lienzo está renovado y lo veneran en una forma tal, que no existía la iglesia grande sino

la capillita pequeña; entonces viene un dominico, el padre Baez, y dice que es Mama

Linda Renovada y le hace la iglesia”. 448

“El lienzo, un trapito, lo habían encontrado y lo trajeron y lo guardaron las monjitas del

Carmen, ya había pasado lo de Chiquinquirá; las monjitas lo veneraban pero no se veía

nada de imagen ni nada y vieron que poco a poco se fue renovando, renovando; cuando

eso, ahí estaba el sacerdote fray Joaquín Páez Murcia”. 449

“El padre Alfredo del Sagrado Corazón estuvo promoviendo e intensificando la

devoción a la Virgen Renovada, pero siempre hemos pensado que no debemos

promoverla mucho por ser la misma devoción que la de Chiquinquirá, como para no

445

Alfonso Maximino Bautista. q.e.p.d

446 Sobre la renovación del cuadro de la Virgen se ha realizado una completa investigación y se

conservan en documentos auténticos numerosos testimonios. Existe un estudio de Luis Martínez

Delgado en la Revista de Historia de 1950. “La imagen de Mamá Linda…es un cuadro que tiene su

parecido con el de la Virgen de Chiquinquirá…”refiérese que el día 12 de marzo de 1810 el señor

don José Benedicto de la Borda, Capellán ejemplarísimo del Monasterio, halló en una casa arruinada

de la Villa, en compañía de dos sobrinos suyos, un bastidor con un lienzo casi podrido y roto,

donde no se percibía pintura alguna, sin duda por la acción del sol y del agua que en tiempo de

lluvia le caía en abundancia. A pesar de notarlo tan desfigurado y sucio, el buen sacerdote ordenó

a los sobrinos Marcos María y Juan Borda, que lo llevasen a la casa por creer que hubiese sido

alguna imagen de la Santísima Virgen. Colocado en un lugar preferente de la casa, no hubo un día en

que no se rezase por todos sus moradores larga y fervorosamente, cosa que se prolongó por espacio

de unos tres años. Poco después se verificó la restauración milagrosa. La renovación tuvo lugar entre

el 27 de diciembre de 1836 y el 5 de enero de 1837.” (Luis Martínez Delgado: La ExVilla de Leiva. En:

Repertorio Boyacense, vol. 38 nº. 150-160)

447

Trinidad Roldán Siatama q.e.p.d 448

Tulio Jiménez Barriga 449

Aura María Borrás de Páez

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andar con una competencia; pero, existen los documentos sobre la renovación y, cuando

yo estuve aquí en los primeros años, había una devoción concreta y la procesión a Mama

Linda era como el veintiocho de diciembre, día de la renovación; pero se trasladó al

primero de enero con los cambios de liturgia del Concilio Vaticano II, en que el Papa

declaró que se celebrara ese día a María Madre de Dios para no tener con la navidad dos

fiestas de la Virgen tan seguidas. Luego, ya la devoción a la Virgen había disminuido

mucho; en 1969, vino el padre Gabriel y se propuso promover esa devoción con la misa

de los martes, a las seis de la tarde, y viene mucha gente; las monjas son las que han

sostenido esa devoción y nos piden que hagamos esto o aquello; pero la devoción aquí es

la Virgen del Carmen que, también, absorbió a la de Mama Linda”450

“La fiesta de Mama Linda Renovada era muy pomposa, muy bella, la gente concurría

mucho a esa festividad que trasladaron para el primero de enero; y cuando le robaron la

corona, el padre que había de capellán la sacó a los pueblos, como Gachantivá, Santa

Sofía, Sutamarchán, Tinjacá, Ráquira y Samacá”. 451

La Virgen de Chiquinquirá 452

“La Virgen del Rosario de Chiquinquirá fue renovada en Aposentos, en lo de los

abuelos de Manuel Borrás; ahí tenían una sirvienta llamada María Ramos, estaba

barriendo y resultó un pedazo de lienzo, y ella ¡échelo al chiquero! y ese lienzo volvía;

a la segunda, a la tercera, a la cuarta vez lo alzó y lo echó al seno, ahí se renovó el lienzo

de la Virgen”.453

450

Padre Rafael Eugenio Mejía 451

Ananías Cárdenas

452 “De los primeros Conquistadores del Nuevo Reino, el que especialmente se mostró devoto de la

Madre de Dios del Rosario, fue Antonio de Santa Ana vecino de la ciudad de Tunja, y por sus

servicios Encomendero de los pueblos de Suta (que al presente se llama de Merchán) y de

Chiquinquirá. Fabricó Antonio de Santa Ana en el pueblo de Suta sus aposentos y en frente de

ellos una Capilla pequeña de vara en tierra, y paja, y con deseo de poner en ella una imagen de

la Madre de Dios del Rosario, se fue a la ciudad de Tunja y mandó a Alonso de Narváez, que

era el pintor, que había en dicha ciudad, que le pintara una Imagen de Nuestra Señora del Rosario,

en una Manta de Algodón (que era el lienzo que había en aquel tiempo) (…) mandó a pintar a un

lado a San Andrés Apóstol, y al otro San Antonio de Padua (…) Recibió la Imagen Antonio de

Santa Ana, pintada en la manta de algodón, con los colores al temple, y por su trabajo dio al pintor

veinte pesos de oro (…) habiendo acomodado el lienzo en un bastidor de madera, lo colocó en el

Altar de la Capilla, donde quedó adorada y reverenciada, no sólo de los Españoles, sino también de

los indios recién convertidos. Pasaron algunos años, y por el 1565, se reconoció, que la imagen de

Nuestra Señora del Rosario estaba desfigurada, borrada, y perdidos los colores, de manera, que

parecía muy antigua; porque el lienzo, en que estaba pintada, estaba ya muy maltratado, y con seis

ruturas (…) Fuente: Pedro Tobar y Buendía: La virgen de Chiquinquirá. Siglo XVII. Biblioteca de la

Academia Boyacense de Historia. Tunja, 1986.

453

Luis Felipe Núñez

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“Se le reveló, sino que a Ella se la llevaron de allá del vecindario de Suta; una que era

española, la puso en unas cañitas y le pedía todos los días que por favor se renovara; y

un buen día, prendió candela el cuadro y la Virgen le habló”. 454

“Dicen que en unas ventanas de hierro encontraron una estampa, la miraban y, día a

día, se iba revelando hasta que quedó revelada; en esa época, había un viejito incrédulo

llamado Anastasio Prieto que decía, que un español había venido y la había dibujado en

un lienzo; luego, la sirvienta llamada María Ramos le comunicó al dueño de la finca, un

señor Antonino Borrás, la cosa y día a día se fue revelando la cosa”. 455

“Yo tenía tal vez como diez años, era pastorero de cuarenta ovejas que tenían mis

papaes, y oía que en un punto llamado Aposentos, en la vecindad de Sutamarchán, en

una hacienda de los Borrás pero de los antiguos, antiguos, ahí tenían una sirvienta que se

llamaba María Ramos; y ella un día se madrugó a levantar a barrer en ese caserón de

ricos y se presentó un pedacito de lienzo y ella cogía y lo botaba y el pedacito de lienzo

volvía a lo limpio, a la cuarta vez ya dijo: este pedazo de lienzo que lo boto y vuelve otra

vez... y lo alzó y lo echó al seno y en el seno de María Ramos se reveló la Virgen. Luego

sacaron afotos y la pasiaron por Tunja, por Samacá, Cucaita, Sora, pero la Virgen no se

amañó, no le gustó; entonces la llevaron a la casa, en esa época los cerros eran llenos de

penco, dividivi, choco, moro, cucharo… y venían centenares de gentes, pero centenares,

a mirar a donde se había presentado pero la Virgen tampoco se amañó; luego vinieron

los curas y buscaron al finado Manuel Borrás, para que les vendiera un pedazo para

hacer una capilla para cantar misa; pero, el difunto Manuel no lo permitió porque dizque

la tierra se volvía mostrenca; y en vista de que no la vendían, venían a mirar centenares

de curas de hábito negro, hábito blanco, hábito carmelito, y el último contingente de

sacerdotes que llegaron fueron de alto rango; y si la Virgen se hubiera amañado, ahí

hubiera sido Chiquinquirá”. 456

Venida de la Virgen de Chiquinquirá a Villa de Leyva457

454 Micaelina Rodel 455

Noe Levi Cortés C 456 Adolfo Velásquez Rodríguez.

457 La Virgen de Chiquinquirá vino a la Villa el 16 de agosto de 1633; en septiembre de 1841, de regreso

de Tunja; y el 13 de agosto de 1919, de regreso de Bogotá hacia Chiquinquirá.

En 1633, debido a la peste que azota a Tunja, se toma la determinación de “traer la imagen de la Virgen

de Chiquinquirá para que cure a los apestados tunjanos, el cabido debate si se debe pasar por la Villa y,

“botado sobre ello ocho capitulares quatro [votaron] que pasase por la villa y quatro que biniese bia rrecta

a Tunja”; se presentaba la oportunidad para mostrar las prerrogativas tunjanas sobre la imagen, así que “su

mrd. del dho Theniente dijo que se comete a los diputados que ban por la dha sta. ymagen para que

pidiendoles la villa de nra sra. de leiva que entre en ella biniendo a pedirlo con la desencia devida se haga

noche con la dha Sta. ymagen en la dha villa [...]”457

El asunto quedó en “que a la vuelta pase por la villa la

ymagen. La venida sea en tres jornadas: la primera a la capilla de Diego Guebara [...] la segunda al pueblo

de ququeita y la tercera a esta ciudad [de Tunja]”. C.1633, 9 de Agosto, 131 v. En: Ernesto Porras C. :

“La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja durante la colonia.” Es importante anotar que en ese

momento existía una fuerte rivalidad entre Villa de Leyva y Tunja. Ver también Anexo: Fray Bernardino

de Almanza

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“La Virgen de Chiquinquirá se supo que la llevaron para coronarla a Bogotá, dicen que

estuvo muy hermosa, y la trajeron por Samacá en hombros y esa sí la conocí; y hubo un

bonche en Chiquinquirá, eso estuvo feo, hubo piedra, hubo hachazos y cerraron la

iglesia; y en ese tiempo que no había misa se decía: está cerrado el entredicho.458

En el año diecinueve la vimos aquí en la parroquia, la trajeron y con la guardia de la

artillería al pie del altar respaldando el cuadro; todo el mundo corría ahí a poner el

hombro, eso fue como visita de promesero, de un día para otro, y la llevaron a

Aposentos; allá hubo misa campal y predicó el párroco: que esa imagen se había

revelado ahí, pero como no la curiosiaron, Ella se fue para Chiquinquirá y allá la

encontró una señora María de Ramos, y allá quedó la imagen porque allá sí la

curiosaron. La Virgen se fue por el camino de herradura que pasaba por la Piedra de Los

Compadres, ahí en el Alto de Las Cruces tenían un punto de ceremonia, eran seis días

de pasada: tres días pa’ Chiquinquirá y tres días de allá para acá y llegaban ¡quién sabe

desde dónde caminando!; y los que vinieron, aquí compraban una vela de sebo de dos

centavos, ¡entón qué esperma!, la fábrica era allá en La Roca, y el posadero de los

promeseros era un punto llamado El Muelle,459donde Simón Solórzano y Margarita

Usáchegui”. 460

“Contaban los abuelos que ellos escucharon en palabra, que decían que la Virgen de

Chiquinquirá era de aquí abajo, de Aposentos; y que la paseaban por todos estos lados y

toda la gente salía a saludarla y pedirle la salud461 ”. 462

458

El llamado “entredicho” se presentó en 1918. El obispo de Tunja, E. Maldonado Calvo, decretó el

traslado de la imagen de Chiquinquirá a Bogotá para su coronación como patrona de Colombia y circuló,

entre la población, el rumor de que los dominicos la habían vendido y que no regresaría. La decisión de

Maldonado alborotó al pueblo, especialmente, a los artesanos que vivían de las romerías y se veían

afectados en sus intereses; estos atacaron la iglesia y el convento el 21 de junio. La imagen fue

trasladada a otro templo, se cerró la Iglesia y se “puso en entredicho al templo;” los dirigentes de la

protesta, incluido el alcalde, fueron excomulgados; el problema finalizó en octubre. (Fuente: José David

Cortés: Curas y Políticos. Mincultura, Bogotá, 1998)

459

Ver: Veredas y Haciendas 460

Argemiro Torres

461

La imagen de la Virgen de Chiquinquirá fue utilizada para “limpiar los aires de las pestes,”salió la

primera vez para “exterminar” la peste de viruela, el 3 de diciembre de 1587, pasó por Tinjacá, Suta y

Sáchica a Tunja, de donde regresó el 20 de enero de 1588. La segunda vez, fue contra la Peste Grande:

salió el 18 de agosto de 1633 por Tinjacá, Suta, Monquirá, Villa de Leyva, Sáchica, Cucaita y Sora y

llegó el 21 a Tunja, donde estuvo hasta el 12 de septiembre; prosiguió por Turmequé, Chocontá, Sesquilé,

Gachancipá, Tocancipá, Sopo, Usaquén; el 16 llegó a San Diego, el 17 a Las Nieves…el 26 a la Catedral

donde estuvo hasta noviembre de 1635. Los santafereños quisieron retenerla, pero los tunjanos se

opusieron y forzaron su regreso a Chiquinquirá, como se hizo por los pueblos de Chía, Cajicá, Zipaquirá,

Cogua, Tausavita, Sutatausa, Ubaté, Fúquene, Susa y Simijacá (…) contra la epidemia de viruela fue

llevada a Bogotá en 1841…por la misma causa salió, salió el 4 de septiembre del mismo año de 1841

por Ráquira, La Candelaria; regresó de Tunja por Motavita y Villa de Leyva. La tercera vez que salió

de Chiquinquirá fue por “el general Manuel de Serviez, comandante de las fuerzas patrióticas, ante

la tremenda expectativa de la reconquista, y en la esperanza de que los pueblos engrosaran las fuerzas

de la libertad, el 21 de abril de 1816 tomó la Sagrada Imagen y la llevó a Cáqueza, donde fue rescata

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Romerías 463

“Cuando la gente de las romerías iba a Chiquinquirá, mi diversión era pararme en la

barda al frente de la casa paterna, a ver pasar los promeseros y los carros que

atravesaban por la calle Caliente y contar los promeseros que subían por el Cerro de Las

Cruces, que los distinguía por el tierrero que levantaban; habían los que iban en bus, era

la gente como pudiente; los que iban en camiones; y los que iban a caballo o a pie, que

era la mayoría; todos llevaban ollas, canastos, gallinas… y siempre pasaban diez grupos

a pie, cada grupo como de veinte personas”. 464

por las Fuerzas Reales; después de solemnes homenajes, salió de Santafé, custodiada por el Ejército

Real.” Fr. Alberto Ariza: Los Dominicos en Colombia.

462

Andrés Sierra 463

Para mayor información ver : Fiesta del Carmen 464

Jaime Castellanos

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La Violencia

“En Leyva comenzó en el año cuarenta y seis, pero esa violencia se atribuye a aquella

división de los partidos;¡cuántos huérfanos de lo horrible que pudo haberle sucedido a

un pueblo, el acabóse de la buena esperanza y el devenir que tiene Colombia! Fue

terrible.

El general Próspero Pinzón, del norte de Boyacá, del Cocuy, dejó adiestrada a su gente y

al llegar la violencia, esa gente adiestrada que eran los chulavitas, formó la policía; la

suerte la experimentaron en Leyva y las familias se fueron totales, la mayoría se

estableció en Bogotá: Sánchez, Quintero, Rodríguez, Neira… en el campo quedó muy

poca gente y era muy pavoroso, no se podía salir ni leer periódico; duró del cuarenta y

seis hasta el cincuenta y dos, hubo gente que se perdió y encontraban los cuerpos sin

cabeza; no se podía salir a trabajar y, en los planteles de educación, las niñas no podían

llevar ni un pañuelito rojo. Los comisarios eran el alcalde, el alcalde era el juez, el juez

los comisarios; eso era un tejemaneje tergiversando las cosas con Lorenzo, Pacho,

Emilio y Gabriel, los comisarios, que desde la guerra de los Mil Días venían sembrando

el terror y lo renovaron en el cuarenta y seis; otros también hicieron barbaridades, un

alcalde y los policías cogieron una maestra e hicieron de las suyas con ella…sufrimos

mucho, el coronel que mandaba eso era Isidro Castro; era el primer jefe, ¡todos eran

jefes!”. 465

“Yo me vine a vivir aquí de Tunja, en el cuarenta y ocho; entonces, principió la

violencia política y era tan fuerte que uno no podía salir; en una ocasión, iba yo a Tunja

y el señor alcalde ordenó que nos requisaran, yo tenía una peinilla negra recuerdo

mucho, y el policía dijo peinilla y el alcalde dijo: a la cárcel, y yo solo alcancé a decir

pe y me tocó a la cárcel; alguien dijo que yo estaba preso en Arcabuco y me soltaron,

pero después ya se hizo imposible vivir aquí y resolví pensar con los pies y viajar a

Bogotá.

Mi padre, desde que empezó a llegar el periódico por carretera, era el agente de El

Tiempo y, en una ocasión, unos señores policías pidieron el periódico a la agencia y lo

quemaron y me gritaban esa palabra que rima con fruta; y como mi madre estaba viva, la

llevamos con un hermano a Bogotá y permanecimos unos cinco años; volvíamos de

noche al pueblo y no podíamos asomarnos ni a la ventana; luego, cuando regresé, puse la

tienda y reabrí la agencia porque empezó a llegar de nuevo el periódico”. 466

“Cuando la violencia teníamos tienda, venía gente de fuera, y esto echó a ponerse tan

feo, que no podía uno salir a la calle por ahí a noveleriar”. 467

“Cuando el mandato de Laureano Gómez, por lo menos en Leyva, fue la corrupción

más grande que yo he conocido, el gobernador era José María Villareal; este era un

465

José Heliodoro Cortés C 466

Florentino Sánchez q.e.p.d. 467

Teresa Buitrago q.e.p.d.

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pueblo muy pasivo y toda esa tropa que venía de policía, porque era una confrontación

muy tremenda, agarraba y abusaba de toda esa cantidad de señoras, ahí no se quedaba

nadie: el caso de la señorita Amalia, la señorita Florinda… y en alguna época, cuando

iba la tropa pa’l Carmen, dizque les salió el difunto Tulio Jiménez y les dijo: si van para

allá pues toca matarnos o alguna otra cosa. En el campo a uno le tocaba, cuando veía

venir una volqueta o un carro, echar pa’l monte porque alguno decía: ¡aquél puede ser

liberal, cójalo!; aquí no los mataban, pero si los cogían y los arrastraban y les daban

juete, los alcanzaban a llevar hasta el lado de Arcabuco y los devolvían …¡había tanto

trigo, tanto trigo! y allá en esos montones de trigo iba o mandaban la tal policía y, nada

menos por saber que eran de liberales, le metían candela; todo eso fue ardido, les ardían

las casas, les baleaban los animales, a unos los bañaban en la pila; los comisarios eran

civiles y esos andaban con sus garrotes, con sus espadas que eran como de a metro de

largas, porque cuando mandaban policía eso era por alguna cosa grave; en Leyva lo que

hicieron más fue lo de las pobres viejas, pero en Arcabuco si era temeroso: cuando se

venían los choferes por allá de Santander con sus viajes de panela, los agarraban y ahí

mismo saqueaban la carga y, por la noche, esos carros iban a dar a Barbosa y los

choferes iban a dar al Monte del Diablo; ese era un monte muy verraco, ¡qué cuentos de

carretera, un camino pero feroz que había! y los llevaban a ese lado y allá les robaban

todo lo que llevaban y enseguida los echaban a despresar, a quitarles los pedazos, y ya

los dejaban colgados ahí al borde de la carretera”.468

“Cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán nos tocó meternos a las lomas, a la Loma de

Monsalve que todavía era virgen y no habían subido a sacar material, yeso pa’l cemento;

entonces, habían unas lajas como un corredor y nos tocó guarecernos allá, arriesgarnos

a que nos picaran los alacranes y las culebras para que los conservadores no nos echaran

rejo, ni nos lavaran ni nos pegaran culata; y en esa loma falleció mucha gente de Villa

de Leyva, de Sutamarchán y del lado de Santo Ecce Homo. Eso solo tomábamos agua

pura del río o aguapanela o guarapito de panela, llevábamos para compartir maíz tostado

revuelto con alverja o habas y, a veces, yuquita y papita; y allá bien escondidos; eso se

sufrió mucho pero no nos dejamos, por eso yo les dije: no se si se ofendan, pero yo soy

liberal y toda mi familia es refinada liberal, entonces yo no puedo ser arepa de dos

caras...¡qué Dios me dé licencia! pero nada saca uno con decir yo soy liberal o soy

conservador, si uno no trabaja no come, ¿qué político lo ayuda a uno?”.469

“Cuando llegó la violencia, la gente se fue para las ciudades y por eso aquí quedó solo;

los que se fueron vinieron a vender y los que tenían con que compraban y los que no,

nos quedábamos mirando. Como aquí todo ha sido muy sano siempre, en la violencia yo

me vide en medio de la gente que me habría quitado la vida; me fui yo para el Arcabuco

y allá se me pusieron dos policías al pie, yo estaría denunciado, pero por ser yerno de un

señor liberal.

Aquí también me escapé cuando estaba de alcalde el sargento Mondragón, él estaba con

el tipo que era recaudador de Santa Sofía y yo dentré con mi mercadito a la tienda; y ese

señor, me preguntó si era conservador y me vino una llama de candela a la cara; volvió y

468

Simón Pedro Pineda Igua 469

Adolfo Velásquez Rodríguez

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me preguntó la misma cosa, y más candela a mi cara; a la tercer vez, yo le dije: sí señor,

yo sí soy conservador, hasta por más soy comisario aquí del municipio de Leyva en la

vereda del Roble y me favorecí por eso; si yo hubiera dicho que era liberal, me mata

porque esa dizque era la intención.

Al miércoles siguiente, me vine con un poco de cebada que tenía para vender a Bavaria,

en esa época aquí estaba la agencia, y a lo que yo iba me dijo el sargento: Cárdenas

venga acá, dígame una cosa,¿usted en verdad es conservador? y yo le dije: pues, la

verdad no cree pero, mi sargento, mis papaes son arrendatarios de los señores Morales

y ellos son liberales y nos hacen votar por ellos, nosotros no tenemos la culpa. Y me

respondió: a mí se me ponía eso, pero ustedes son muy católicos, entonces le dije: si, mi

sargento, porque nosotros tenemos que buscar primero las cosas de Dios y ya lo demás

nos llega por añadidura, y me despedí y me favorecí también de eso”. 470

“Cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán sufrimos mucho, tanto en Suta como en Villa

de Leyva, fue una cosa terrible y éramos a meternos entre un charrascal y agazaparnos

pa’ que no nos vieran; en Monsalve, habían unas lajas como alares y allá nos metíamos

mucha gente para que no nos atropellaran; y si sabían que era liberal, ahí mismo se iban

y le hacían males en la casa, con las mujeres hacían lo que se les diera la gana y por

cualquier cosa nos cogían a juete, nos echaban culata, nos lavaban en la plaza y metían a

la cárcel a ver si nos volteábamos; y no se ofenda, yo soy liberal desde mi cuna y hasta

que me muera”. 471

“Cuando vino la violencia liberal y conservadora, se empezó a dañar el pueblo porque

llegaban del resguardo y la policía y le daban muenda a los liberales, eso eran las

gazaperas más negras del siglo, eso volvían todo hecho una nada, fue una época bastante

dura”.472

“La violencia me tocó aquí y en Santa Sofía, y desde esa época me fui porque lo

perseguían a uno mucho; nos tocaba a los liberales esconder el cuerpo porque lo buscaba

a uno la policía pa’ matarlo, decían que eran comunistas, era orden del presidente

Laureano Gómez; entonces, me resolví a irme para Bogotá en el año cincuenta, que era

cuando estaba ardiendo la candela”. 473

“La gente se ha ido, pero hoy ya la gente se está viniendo por la violencia que hay, ha

sido y es terrible. Yo llamo violencia a esto que viene acá desde 1948, cuando mataron

a Gaitán; y las gentes, creo que por mucha ignorancia, se mataron por un aspirante a la

presidencia que decía ayudarle al campesino, al más necesitado, y ahí se formó la

violencia hasta hoy; y nosotros nos moriremos y nunca veremos nuestro país tranquilo.

Acá, mi papá fue preso únicamente por ser liberal, llegaron gentes de distintas partes a

vivir en Villa de Leyva, que ha sido una región muy pacífica, y entonces un señor lo

470

Ananías Cárdenas 471

Luis Felipe Núñez 472

Jesús Neira 473

Manuel Rodríguez

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ultrajó por ser liberal y mi papá pelió y lo metieron a la cárcel; pero, había allí un señor

que era gran conservador, era personero él, Julio Corredor, y dijo: a mi tío no me lo

encierran”.474

“Cuando vinieron los tales chulavitas, eran unos señores vestidos de uniforme gris y los

puñitos del saco eran azules, venían armados con revólver y la cachucha era entre gris y

azul; este pueblo la mayoría era liberal, y ellos venían amedrentando a toda la gente que

ellos no podían ver, venían únicamente a atropellar y agredir el partido liberal porque el

partido liberal no era un famoso partido de negocios, sino concientizado por la cuestión

humana. Cuando comenzó la violencia, las gentes no podían salir a la calle, permanecían

arriba, en un lugar llamado la Placita del Diablo, y allá llevaban sus mecatos, sus

comidas y lo que podían para hacer unas ranchitas y no quedar al sereno, porque habían

decretado un toque de queda y siempre la situación estaba muy tremenda; el resto de la

otra gente poco permanecía, venía amedrentada y ya no podía vivir aquí”. 475

“La violencia fue terrible, en ese tiempo vine a hacer año rural como médico, era 1953;

y aquí nos encerraban, porque la policía y unas gentes que se llamaban Resguardos de

Rentas eran terribles; era una violencia oficial que era lo peor: el gobierno contra la

ciudadanía”. 476

“En la época de la violencia, me tocó vender una finca que tenía del cementerio para

abajo, la Tordolla, por trece mil pesos; se perseguía por el hecho de ser liberal, aquí me

cogió un policía, un día que venía de Tunja con una carga de arena, se me acercó y me

preguntó si era fulano de tal y me dijo: se baja o lo bajo y me tocó bajarme; me metió

debajo de la escalera del portón de Acuña, el policía estaba con el revólver montado y el

fusil, me insultaba terriblemente con unas palabras soeces y, en ese momento, apareció

un tipo de Rentas del Resguardo, que era peligrosísimo, y llegó con el revólver y se lo

montó al policía y le dijo: si usted va a matar al señor Madero, usted se muere, téngalo

por seguro, suelte el revólver y el fusil; y me dijo: vuélese.

Otro policía me hizo seis tiros y no le reventó ninguno; aquí en los arcos de la plaza

había un café, el dueño era un familiar mío, y oyó cuando el teniente le dio la orden; el

policía me hizo los tiros y el tesorero, que era conservador, se le vino por encima y le

dijo que no fuera asesino; el policía se vino y le dijo al teniente: me falló; entonces, le

quitó el revólver a ver si a él le fallaba, hizo un tiro al aire y, como otro muchacho le

contestó, se fueron; pero a mí me tocó irme para Bogotá”.477

“Aquí nunca han sido apasionados pero, antes, en la época de la pasión política la gente

fue muy humillada y le tocó salirse y abandonar sus fincas. Villa de Leyva francamente

fue muy liberal, pero a nadie le hicieron la guerra; en la época de la violencia, después

474

Julio Edgar Cortés 475

Ignacio Fitatá 476

Miguel Arturo Ruget S 477

Luis Madero

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del nueve de abril, los señores conservadores si fregaron, fue mucho lo que humillaron a

los liberales”. 478

“Mi papá trabajó con el difunto Anselmo Quintero en la finca de La Palma, todo eso

del Pedregal hasta San Marcos era una sola hacienda de ellos, y mi papá fue el que les

hizo capital ahí porque, cuando fue el 9 de abril, a ellos los sacaron de aquí; entonces

sembraban trigo y cebada, llegaba la policía a meterle candela y mi papá les decía: miren

que eso es compañía conmigo,¡cómo me van a hacer ese mal, tengan compasión de yo

que soy un hombre pobre!; y así no le metían candela a los montones, y nos tocaba

dormir en los barrancos porque llegaban de noche con linternas a matar”. 479

“Y vino la violencia, ahora más de cuarenta años, y nos robaron nuestro ganado, nos

robaron nuestras vacas, nos robaron todo; estaba de presidente Laureano Gómez y

Alvaro era el jefe, porque yo fui guardaespaldas del viejo Laureano”. 480

478

Miguel Arturo Sanabria 479

Isidro Sáenz 480

Andrés Cortés C

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Vida Municipal

La Política

“En los cincuenta, no existía mucha rivalidad política entre los grupos; por ejemplo,

para escoger los candidatos para el Concejo Municipal, se reunían en la casa de don

Floro una serie de notables, que tenían intervención en la vida social y política de

Villa de Leyva, y elaboraban la lista para el Concejo”. 481

“Estaba Rojas recién dentrado en el poder y, un sábado, venían unos carros cargados de

Chiquinquirá para una manifestación en Tunja y, cuando pasaron por aquí, a uno se le

ocurrió echar un viva al partido liberal, la policía fue averiguar quien había sido y le

dijeron que el pesero; pero como estaba el romanero, se confundieron y lo mataron y ese

era conservador. Cuando Rojas fundó la Anapo, en la plaza no cupo los buses que

venían de Bogotá, eso era todo lleno, tanta, tanta gente”. 482

“Han existido dos alcaldes, como en todos los pueblos, y tal vez en Boyacá con mayor

razón; siempre ha existido el cacique, el mandamás, el que pone los votos, ese es el

poder detrás del trono, son los que insinúan los nombramientos; eso ha existido siempre

y creo que todavía existe.

Decían que cada vez que salían tres marranos a la plaza iban a cambiar el alcalde,

coincidía que cambiaban, seguro se quejaban de los cerdos en las calles y esa era la

solución”. 483

“Acá existía mucho caciquismo; y si los caciques no imponían las cosas, no dejaban

hacer nada, aquí se quiso hacer mucha obrita a pesar de que el presupuesto era muy

reducido. En 1968, cuando recibimos el concejo, el presupuesto valía noventa mil pesos

y, con las reformas que se hicieron, subió como a ciento ocho mil; con eso, escasamente

alcanzaba para la administración, la nómina y para regalarle a cada escuela dos mil

pesos para reformas necesarias, eso lo manejaba el alcalde”. 484

“Como en los años treinta, había cuatro o cinco conservadores notables: Tulio Jiménez,

Daniel Rubio, Manuel González Umaña y, curiosamente, un herrero que se llamaba

Mateo Roldán; en todas las elecciones, los liberales lavaban a Mateo Roldán en la pila,

pero, en una no lo lavaron y el viejito decía: señores liberales,¿hoy por qué no me han

lavado?”. 485

481

Jorge Nassar 482

Manuel Rodríguez 483

Miguel Arturo Ruget 484

Agustín Neira 485

Miguel Arturo Ruget S

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Alcaldía

“El Cabildo nombraba: los Alcaldes Ordinarios, Alcaldes de la Santa Hermandad, Alcaldes de la Santa Cruzada,

Regidor, Procurador General, Alcalde de Ejidos y Portero del Cabildo. Existía Alcalde de primero y segundo voto.

Según se puede ver, durante los siglos XVII , XVIII y XIX, la gran mayoría de los alcaldes y procuradores eran

de la misma familia o se repetían en el cargo..En el siglo XVII , fueron alcaldes de la Villa tres hijos de Don

Dionisio Pérez Manrique de Lara, Marqués de Santiago: Carlos, Andrés y Antonio Pérez; este último murió de

viruela, en 1667.

1784 Alcaldes Ordinarios: Juaquín de Neyra y Castro y Josef de Neyra Páez, Regidor.

Alcalde Provincial: Josef de Neyra y Castro.

1785 Alcaldes Ordinarios: Antonio de Mesa y Roberto del Ferro y Cárdenas.

Alcalde de la Santa Hermandad: Luis Sánchez.

Alcalde de la Santa Cruzada: Juan de Neyra Páez y Josef Custodio Páez.

1788 Alcalde Ordinario: Agustín de Neyra Rigueyros, Joaquín de Neyra y Castro.

Alcalde de la Santa Hermandad: Bartolomé Mendieta y Juan de Neyra Páez.

Procurador General: Roque del Ferro y Cárdenas.

1790 Alcaldes: Fernando de Neyra y Castro y Diego del Ferro y Cárdenas.

Alcaldes de la Santa Hermandad: Ambrosio de Neyra y Castro y Salvador de Neyra y Páez.

1795 Alcalde Ordinario: Antonio del Ferro y Martín de Neyra Villate.

Procurador General: José María de Neyra y Castro.

Alcaldes de la Santa Hermandad: Ambrosio de Neyra y Castro y Joaquín de Neyra Villate.

1796 Alcaldes: Fernando de Neyra y Roque del Ferro.

Alcaldes de la Santa Hermandad: Juan Antonio Páez y Miguel de Neyra Castellanos.

Procurador General: José de Neyra.

1798 Alcalde Ordinario: Antonio del Ferro y Ignacio Joaquín de Cárdenas.

Procurador General: Joaquín de las Casas Novas.

Alcaldes de la Santa Hermandad: Ignacio Mendieta y Gabriel Velásquez.

1799 Alcaldes: Miguel de Silva y Juan Ignacio Mendieta.

Procurador General: Antonio del Ferro.

Alcaldes de la Santa Hermandad: Miguel de Mendieta y Mariano Ramírez.

1801 Alcaldes: José María Neyra y Segura y Antonio Angel.

Procurador: Ignacio de Cárdenas.

Alcaldes de la Santa Hermandad: José Gregorio Amaya y Vicente Rodríguez.

1809 Alcaldes Ordinarios: Juan Ignacio Mendieta y Francisco Javier Venegas.

Procurador General: Mariano Ramírez.

1810 Alcalde Ordinario: Martín de Neyra Villate.

Procurador General: Juan Nepomuceno Neyra.

Regidores: Ignacio Mendieta y Mariano Ramírez.

Alcaldes de la Santa hermandad: José María Neyra y Segura y Manuel José Sánchez.

1811 Alcalde de la Santa Hermandad: Juan Nepomuceno Neyra.

1812 Alcaldes Ordinarios: Luis Pardo y Miguel Borrás..

Regidores: Mariano Ramírez y José María Vega.

Procurador General: Ignacio Forero.

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Alcaldes de la Santa Hermandad: José María Salazar y Cayetano Rojas.

1819 Alcaldes: Mariano Forero y José María Vega.

Regidores;: Mariano Ramírez y Mateo Correa.

Procurador General: Martín de Neyra..

Alcaldes de la Santa Hermandad: Juan González y Andrés Páez.

Alcalde de Ejido: José Nicolás Malo.” 486

“Yo fui alcalde del sesenta y cuatro para acá, duré como cuatro o cinco años, y fui muy

estricto en la alcaldía: en la calle era uno y en la alcaldía era otro. No le alcahueteaba

nada de hippies ni nada. Pedí permiso a la gobernación para sacar las multas en especie,

nada de dinero; todas las multas las aplicaba en cemento para las obras del pueblo; las

faltas más comunes eran las peleas, y en las demandas, al que saliera responsable le

hacía una multa y, fuera de eso, una caución para que no volvieran a pelear y así por

muchos casos.

En mi administración se iniciaron los juicios de pertenencia del municipio. Yo trabajé

con las uñas; el presupuesto no era más de cien o ciento veinte mil pesos. La mayoría de

la plata se iba en pago de empleados y lo que había para obras era muy poquito;

Cementos Boyacá, me ayudó mucho.Yo inicié los empedrados de las calles, hice la

segunda etapa de la empedrada de la plaza principal; el empedrado de los arcos, frente al

café de don Pablito; remodelé el parque de Ricaurte y les hice la cancha de básquet. Hice

alcantarillado hasta el barrio Santander, y fabriqué la tubería con una formaleta que

levanté de la Secretaría de Higiene, ahí en el hospital.

Cuando la película Los Aventureros, tenía una licencia y la volví a solicitar para dejarle

la alcaldía a Próspero Morales, que estaba muy vaciado…Acá mandaban eran el alcalde

y el juez, la inspección de policía se implantó del cincuenta para acá”. 487

“Los alcaldes que nombraban eran figuras, como Pedro Restrepo Peláez, Próspero

Morales, Carmen Rosa Morales, Quico Zubieta; y el que puso un poco de orden a las

cosas fue, en 1972,Olimpo Poveda. Estuve la primera vez en la alcaldía en 1979, me

nombró el gobernador porque este era un pueblo a la deriva, y me dijo que me

necesitaban; después volví en 1980. En ese tiempo, en la Villa, no había problemas

mayores porque el magisterio dependía del departamento y del ministerio; el hospital era

un puestico de salud incipiente, pero con buen servicio y muy buenos médicos, que

prestaba un servicio regional extraordinario; ya habían treinta y seis calles empedradas,

además de la plaza; entonces, había que continuar para presentar un pueblo hermoso.

El presupuesto del municipio era irrisorio, nueve millones al año; tocaba pararle bolas a

las escuelas, a las carreteras, a los caminos vecinales; la gobernación mandó doce

volquetas, una moto niveladora, un cargador y empezamos a volver todos los caminos

carretera, eso era muy rápido y había que buscar plata para la gasolina y la alimentación

486

Archivo 487

Luis Madero

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de los obreros; así hicimos muchas vías: Cane-Gachantivá, Alejandría, la carretera del

molino Las Vegas… y cuando consideré que ya había hecho lo que se podía hacer, con

la plata que había de auxilios de la gobernación y de las secretarias, renuncié.

La recuperación del convento de San Francisco488 fue el 1 de abril de 1982, yo estaba en

la alcaldía; el gobernador estaba alarmado, pues, era un problema grave perder un

monumento, una joya.

En 1986 fui alcalde por cuatro meses, tuve que tratar de recuperar los empedrados que

habían dañado las acometidas de los servicios públicos, ya no las hacían los

empedradores sino los maestros de la construcción; los avisos eran prohibidos, si acaso

en piedra el aviso publicitario, porque era un pueblo, tan pequeño, que todo mundo sabía

donde quedaban las cosas”. 489

“Me nombraron alcalde como en junio del setenta y dos, después de Pedro Restrepo; en

ese tiempo, la alcaldía era sencilla y no había la cantidad de oficinas que existen hoy,

funcionaba en el segundo piso de la Real Fábrica de Licores y no eran sino el alcalde, la

secretaria, un inspector de policía y los comisarios. El presupuesto era de trescientos mil

pesos y para el cuarto centenario nos dieron una partidita como de cuatrocientos mil; sin

embargo, logré arreglar el parque de Nariño y se empedró la carrera hasta el parque de

Ricaurte; en ese año se construyó el primer acueducto rural que fue para cuatro veredas:

Llano del Arbol, Sopotá, Cañuela y Monquirá que eran las que más lo necesitan, porque

recibían todas las aguas negras de la población por el río Leyva; fue una necesidad

apremiante para que la gente no tomara de esas aguas contaminadas; a la hacienda del

Cárcamo durante mucho tiempo, nos tocó llevar el agua en cantinas desde el pueblo”. 490

En una de esas fiestas que se hacían en la casa, le dio a mi papá lo que llamaba la juma

patriótica y aceptó la alcaldía, no me acuerdo el año pero todavía tiene pleitos porque

resolvió pintar el pueblo de blanco. Él resolvió declararse alcalde honorario, le daban

como cincuenta pesos de sueldo, y con eso, él pagaba unos obreros y ponía a barrer el

pueblo. Aquí habían dos alcaldes titulares al mismo tiempo; uno, era para atender los

reclamos de que me robó la gallina y no sé qué; el otro, era el alcalde de levantar plata

en Tunja, en Bogotá, en los ministerios; era una cosa rara y fue por mucho tiempo”. 491

“Antes, en algunos pueblos, los alcaldes no sabían ni leer ni escribir; yo conocí en

Arcabuco un alcalde que no sabía leer ni escribir. Un día, el alcalde de Villa de Leyva

le mandó un mensaje con un muchacho, que era como el correo, pero no le contestó

nada; entonces, el alcalde, por la tarde, lo mandó otra vez a ver porqué no le contestaba,

y le dijo el de Arcabuco: me tiene jodido ese alcalde de Villa de Leyva, le tengo dicho

que no me escriba, ni por la mañana ni al medio día ni por la tarde...” 492

488

Ver Convento de San Francisco 489

Roberto Borrás 490

Vicente Rodríguez 491

Germán Zubieta 492

Manuel Rodríguez.

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Concejo municipal493

“Yo estuve en el Concejo Muncipal antes del sesenta y, en esa época, el municipio no

manejaba nada, inclusive, el archivo lo empezamos a hacer con el maestro Pérez, cuando

estaba de personero; luego estuve del año setenta al setenta y dos, se hizo un gobierno

con las uñas, recibimos un saldo en rojo por cemento, a favor del difunto Tiburcio

Bautista y de otras personas, y nos tocó pagar como treinta mil pesos que eso era plata

en esa época; también se empedraron varias calles, se compró el lote donde funciona el

Terminal y se compró la casa de Juan de Castellanos.

Yo hice destapar muchas calles, esa calle del hospital que la volvieron a cercar, ese

puente donde tumbaron un pedazo que no lo han arreglado… Otra cosa que hicimos, y

nos costó plata, de nuestro bolsillo, fue traer la comisión de topógrafos para el trazo de

la perimetral”. 494

“A las veredas no les daban mucho presupuesto, cuando estuve en el Concejo se les

empezó a dar un poco”. 495

Personería municipal

“Yo estuve en la Personería tres veces y, en la última, me preocupó mucho eso de los

bienes del municipio porque el municipio, sabiendo uno que tenía gran cantidad de lotes

y casas, no tenía títulos; se hicieron los juicios de pertenencia y se incluyeron todos los

bienes que me contaron eran de propiedad municipal: San Francisco, la casa del Cabildo,

los linderos con el Mesopotamia por el camino a Chiquiza, el tiro al pichón que se lo

habían cedido, entre la alcaldía y el concejo, al Club de Caza y Pesca pero no podían

hacer escritura porque no la tenían y, luego, se hace el juicio de pertenencia y aparece el

Municipio como dueño.

Se han perdido muchos bienes por negligencia, se han perdido los caminos496 y las calles,

la vía pública; igual sucede con las piedras, como la piedra de La Suerte y la de Los

Compadres, a esta le rompieron una parte, eso era una admiración y esas piedras son

parte del patrimonio”. 497

“Villa de Leyva no era dueña de nada y tenía todo perdido, pero con el maestro

Antonio Pérez iniciamos los juicios de pertenencia; por ejemplo, había gente que cerraba

493

En la colonia el Cabildo elegía: los Alcaldes Ordinarios, Procurador General, Alcalde de la Santa

Hermandad, Mayordomo de la Renta de Propios y Regidor. Asimismo, el nombramiento de alcaldes

de los pueblos que dependían de Villa de Leyva.

494

Agustín Neira 495

Benedicto González 496

Ver Caminos 497

Mario Antonio Pérez

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los caminos, hoy todos están cercados; cuando salí del concejo, dejé mucha cosa en statu

quo en la Inspección; y por eso, creo que todo ese archivo desapareció.

El lote de la casa de Ventanas de Hierro era del municipio. Allá, como testimonio,

funcionaba la granja de la escuela de Ricaurte, yo tenía las pruebas necesarias porque

eso quedó en statu quo en la Inspección; el difunto Manuel Quintero, que fue tesorero

por veintisiete años, me dijo: yo manejé ese lote; el difunto José Joaquín Páez también

me dijo eso; cuando estuvo en la personería en el cincuenta y pico, decía: yo manejé ese

lote, había un muro alto en tapia pisada que dividía las dos propiedades. Tiempo

después lo vendieron y construyeron una casa.

El lote entre la quebrada y el convento de San Francisco es del municipio; el predio al

frente del puente de La Alcaldesa, en la quebrada de San Agustín, hoy de Eduardo

Morales Gómez, eso era de una tía del difunto Pedro Castellanos pero él tenía el

dominio en un corralito de unos dos mil metros, por ahí pasaba uno para la planta que

quedaba arribita; y ese fue uno de los chancucos que hicieron, porque la escritura del

doctor Gómez fue cogiendo hasta Marmolejo, hasta arriba de la Piedra de La

Resbaladera, y eso siempre ha sido del municipio.

Lo de la Real Fábrica de Licores fue una cesión del difunto Próspero Morales al

Ministerio de Comunicaciones; hay un salón en el segundo piso que se llama el Salón

del Cabildo, nuestras primeras sesiones del concejo fueron ahí.

El lote del Puente de la Alcaldesa, en lo de Santos Sotelo, era del municipio y se perdió

porque no se pudo probar la propiedad.

La casa que hoy es del Banco Popular, se le vendió a Groffe como el mejor postor;

cuando el banco vio que se iba a quedar sin local, inmediatamente dijo que la pagaba y

nos dio lo que Groffe había pagado; eso valía como predio, en esa época, cinco mil

pesos y el banco nos dio ciento cincuenta mil.

El lote que es del tiro al pichón, el municipio se lo prestó al Club de Caza y Pesca, nunca

se le dio; yo voté ese permiso para que se llevara a cabo el Primer encuentro nacional de

tiro al pichón en 1964”. 498

“Estando de personero, se compró la casa de Juan de Castellanos a Carlos Rivadeneira;

eso fue cuando Groffe compró la casa que hoy es del Banco Popular en ciento veinte mil

pesos, él dio cuarenta mil de arras y el banco se negó a entregarla; entonces se resolvió

que el banco se quedara con la casa y el concejo autorizó, para poder pagarle a Groffe,

cambiar tierra del municipio por el valor de las arras, se hizo el negocio por una hectárea

y después llovieron las críticas: que como se había regalado eso. Los cuarenta mil pesos

de las arras se destinaron para comprar la casa que hoy es la alcaldía municipal, que

Carlos Rivadeneira estaba vendiendo en doscientos ochenta mil pesos; y, además, nos

498

Agustín Neira

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ofrecieron cinco millones para restaurar una casa municipal y ese dinero se utilizó en

la restauración, pues la casa estaba prácticamente en ruinas”. 499

Inspección de Policía

“En 1974 estuve en la inspección de policía, las quejas eran que se pasó la vaca y se

comió tres surcos de maíz y eso le representaba a la gente hartísimo, pero mucho; los

pequeños problemas eran las gallinas, los cerdos y el ganado del vecino, que los

amarraban de la linde y el ganado se soltaba y comía en lo propio y donde el vecino, y

ahí venía el conflicto. Otro problema era la cuestión por la servidumbre de agua, eso era

un problema generalizado en todo el Municipio.

Había mucha violencia familiar, pero la gente no lo denunciaba; yo conocí muchos

problemas, llegaba la pareja y me decía: que me pegó, porque mientras él iba al trabajo,

ella era infiel; y él le daba su tarumba y yo los conciliaba, a veces los metía a la cárcel.

Los delitos aumentaban en la época de las fiestas de julio, hubo muertes, pero eran

foráneos de Chiquiza, Cucaita que venían a agredirse acá; y ya como las fiestas se

hicieron grandes, eran peleas de puños o de botella pero no de tiros, y en ese entonces

no había las tales verbenas populares.

La gallera era lo más difícil, era cada quince días, la gente no sabía apostar, había trampa

o no reclamaban las apuestas, y se formaban unas peloteras en esa gallera y la sellé; en

eso me colaboraban mucho los alcaldes. El día que la sellábamos, hacíamos una requisa

por todo el pueblo y quitábamos pero por montones de cuchillos, navajas y bordones

hasta que la gente se educó, porque todos los campesinos eran con palo y al que se los

pisara, le daban un palazo de puro borrachos. Los robos eran de gallinas, de maíz, no

robos grandes; pero ya como en el 1990, los chinos malosos empezaron a meterse a las

casas a robar, a esos los metía a la cárcel.

Los alcaldes eran nombrados por decreto y no sabían hacer nada, eran allá sentados y el

inspector resolvía las demandas; yo hacía de inspector de higiene, del agua, de salud,

hacía mis diligencias del despacho y, también, hacía de precios, pesas y medidas porque

una libra de carne era un cuarto.

También los conflictos eran por los bebedizos para amañar al marido, venía la esposa y

decía que la amante del marido le dio chocolate con cabello molido, que le dio el

bebedizo en el guarapo, en el tinto, en la sopa entonces que por eso él no salía de allá y

decían: yo lo demando porque a ella le sembró primero el maíz y a mí me dejó de

última, y cuando el mío apenas está naciendo, el de ella ya lo tiene matiado; y eran los

celos por todo eso. Yo con la mayor discreción, no me reía, me salía con ella y me

tomaba un tinto, la animaba y le decía: usted tiene que descubrir por qué su marido no

se amaña, usted se baña bien, se arregla y así todos los días le parece bonita a su

marido, yo trataba de arreglarlos, y a él le decía: no le vaya a pegar, tenga su amiguita

499

Germán Borrás

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muy por debajito, pero,¡por Dios! no le vaya a pegar; y les decía que apartaran las

camas, las de los niños y las de los esposos, porque la promiscuidad de los campos era y

es algo terrible; la gente tenía mucha confianza conmigo y me contaban las cosas, había

ocasiones en que el niño cogía a la hermanita, niños de diez y doce años, o el abuelo

con la nieta...” 500

“Algunos alcaldes eran muy arbitrarios, una vez, un alcalde había metido a la cárcel

unos tipos acusados de estar jugando naipe y para salir tuvieron que darle plata; otra vez,

a una señora que la cogió el Resguardo batiendo chicha para fiestas, vino el juez de

rentas y la conminó a pagar una multa y el alcalde le dijo que le dieran tanto y le quitaba

esa multa; entonces, conseguimos como unas ocho declaraciones más y, como el alcalde

no quiso renunciar, eso se pasó a la Procuraduría en calidad de denuncia y vino al

juzgado, pero pidieron el traslado a Moniquirá y por allá se perdió; y todo con el

consenso de un concejal que favoreció que no lo mandaran a la cárcel”.

“La Villa de Leyva se transformó ya, cada cuatro años hay una transformación del

pueblo, de las casas y de la gente. Juventud nueva y entendimientos nuevos; tal vez,

como más inteligentes que los antepasados, me parece a mí. Aquí en Leyva no hay

justicia que valga, ninguno sirve para nada, yo se lo dije a la inspectora: ¿para qué sirve

ir a poner una demanda a la justicia, sino es para perder el tiempo y perder la plata?

Allí me acaba de contar un hombre, que hace como tres o cuatro años, le vendió una

yunta de bueyes que trajo desde La Rosita a uno de Gachantivá viejo que es matarife y

vive en Sáchica. Los llevó, los mató y no le dio sino como unos veinte mil pesos de los

ochocientos o novecientos mil que valía. Al hombre le tocó demandarlo, siete veces en

Sáchica y dos aquí; y allá sí lo metieron a la cárcel y mandaron ir al hombre a Sáchica

para pagarle o para arreglar, o para que lo saque de la cárcel; si hubiera sido acá, no lo

habían metido”. 501

“Aquí es que, mejor dicho, ni siquiera a las madres de familia que tienen cinco, seis

hijos, son capaces de hacerles pasar la plata para mantener a sus hijos. Ayer, una mujer

me lloraba aquí sentada, que no tenía para la sal del día, que al papá de sus hijos lo

demandaba y que no le hacían pasar nada porque era amigo de la inspectora de la

Comisaría de Familia; así mucha gente me ha dicho. Esas mujeres, por ejemplo, que

tienen un hijo con uno y otro; entonces, trabajan por ahí en cualquier restaurante, hacen

lavadas, planchadas y no les pagan el sueldo, se lo niegan; así es la situación. No tienen

en cuenta que esa persona tiene que comer y tiene que pagar arriendo; es que ni siquiera

tiene los cuatro mil pesos para dar en la escuela para el almuerzo de las criaturas que,

muchas de las veces, se van únicamente con una agua de panela y un pan a estudiar". 502

500

Aminta Cortes 501

Alcibíades Robles

502

Pureza Robles

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El Archivo de Villa de Leyva

“No hay historia porque no hay archivo; en una candelada encontré una cosa bien alta,

un bulto, era el Archivo del Concejo y yo alcancé a rescatar algunos documentos

importantes. Eso eran componendas de esa época, del caciquismo que había, y por eso

era que escondían el archivo; le prendieron candela para que no tuviéramos orientación,

pues los negocios del municipio se manejaban como finca particular”.503

“Yo recuerdo aún el archivo de Villa de Leyva tirado en el piso de una casa…no se

volvió a saber nada de él ”.504

503

Agustín Neira 504

Javier Ocampo López

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Cronología

12.000 a.p El pueblo amerindio (cazadores-recolectores del pleistoceno tardío) se

establece en el territorio del altiplano oriental.

7.000-5000 a.n.e Etapa agrícola. Período pre-muisca.

800 a.n.e - 800 d.n.e Período “Herrera.”

800 d.n.e - 1000 d.n.e Período Muisca Temprano.

1000 d.n.e - 1600 d.n.e Período Muisca Tardío.

1537 Marzo 7-12 Jiménez de Quesada entra al territorio muisca rumbo a las tierras del

Zipa, por el extremo noroeste de este territorio. Entre el 7 y el 12 de marzo de 1537,

pasó por Sorocotá, el valle de Monquirá, Suta y Tinjacá. Posteriormente todo el

territorio, dentro de la nueva división administrativa colonial, quedó bajo la jurisdicción

de la provincia de Tunja y del corregimiento de Sáchica.

1539 Agosto 6 El capitán Gonzalo Suárez Rendón, funda la ciudad de Tunja sobre el

poblado indígena de Hunza, capital del cacicazgo de los zaques. Es la primera

fundación española en territorio boyacense. Se señalan los límites de la provincia de

Tunja, que cubre por el occidente el poblado indígena de Saquencipá.

En la fundación de Tunja, se distribuyen las primeras encomiendas505 de la zona norte

del territorio. La Provincia se divide en nueve unidades administrativas menores,

llamadas corregimientos, cada uno de los cuales tenía bajo su jurisdicción un

determinado número de pueblos indígenas; estos corregimientos se designaban con el

nombre del pueblo indígena que constituía la cabecera de esta porción administrativa.

Monquirá, Saquencipá, Ráquira, Sutamarchán, Samacá, Motavita, Cucaita, Sora,

Chíquiza y Yuca estaban bajo jurisdicción del corregimiento de Sáchica.

505

Los encomenderos estuvieron vinculados desde un principio con los conquistadores, “esta línea parece

haber sido trazada por la constitución de linajes a cuya cabeza figuraban uno o más conquistadores.

A la tercera generación, las encomiendas se acumulaban en descendientes de conquistadores unidos

entre sí por una intrincada red de parentescos -nota: entre ellas la de Chiquiza- … es posible que la

prohibición contenida en las Nuevas Leyes de gozar de una encomienda por más de dos vidas haya

contribuido a esta cohesión. Es indudable, en todo caso, que la constitución del linaje permitió la

perpetuación del privilegio más allá de las previsiones de la Corona (…) Hacia 1610 el presidente

Borja buscó recompensar con encomiendas a quienes habían intervenido en las guerras contra los pijaos

(…) De la misma manera Pedro Merchán de Velasco –encomendero de Suta- fue favorecido -de manera

excepcional por esta época- con la prolongación de una vida en la encomienda que heredaría de su

padre Alfonso Sánchez Merchán. Este estaba casado con una hija del conquistador Pedro Ruiz

Corredor…Pedro Merchán aportó a la guerra contra los pijaos, sesenta soldados armados, pertrechados

y pagados a su costa y doscientas cabalgaduras.” Germán Colmenares: La Provincia de Tunja en el

Nuevo Reino de Granada.1984

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159

1539 Segunda visita española a la región, pasa el capitán Martín Galeano en expedición

para fundar a Velez. Al respecto dice fray Pedro Simón: Pasaron adelante con ellos

al pueblo de Suta, donde no faltaron pareceres se poblara, y sin duda fuera más

acertado por ser tan agradable el sitio, la tierra tan fértil, la templanza del país

tan acomodada, pero al fin dejando el sitio, fueron adelante por el camino que se

sabían de Sorocotá y Moniquirá…

Noviembre 21 Establecimiento de los aposentos del encomendero Juan Barrera, de

Tunja, en el valle de Saquencipá.

1547 Juan de Mayorga obtiene las encomiendas de Uvaza y otras; así mismo, las de

Sorocotá, Yuca y Monquirá.

1549 Proyecto de traslado de Tunja a Sáchica.

1553 La Audiencia otorga licencia a los encomenderos del norte de la provincia de

Tunja, para que puedan traer provisiones destinadas a su uso personal. El primer

agraciado con esta concesión fue García Arias Maldonado, encomendero de Sora y

Tinjacá y compañero de Federman (…) era un activo comerciante, asociado con otros

comerciantes como Miguel Sánchez (encomendero también) y Juan de Fonseca.506

1553 Doctrinero de Saquencipá, Monquirá y Sáchica, fray. Bartolomé de Ojeda.

1556 Se fundan las poblaciones de Sutamarchán, Cucaita, Sora, Sáchica y Samacá.

1562 Doctrineros en el valle de Saquencipá: fr. Domingo de Cárdenas, fr. Antonio de

Sevilla y el Hermano fr. Andrés de Xadraque.507

1567 En Sáchica, sus encomenderos Juan López y Elvira Sánchez de López ceden al

convento de Tunja (de los dominicos) la hacienda de Sáchica, la cual es vendida en

1779, a Manuel Neira y, posteriormente, pasa de nuevo al convento por medio de fr.

Manuel Cándido Torrijos.

1571 Levantamiento en Tunja “de algunos de los soldados que habían participado en

la fracasada expedición que había partido de España a órdenes de Pedro Malaver de

Silva y Diego Fernández de Serpa,” conflicto social que da lugar a la fundación de

Villa de Leyva.

1571 Abril Visita de Andrés Venero de Leyva a Tunja. Propuesta de “formación

de filiales villetas donde los alzados apaciguaran su revuelta.”

506

Germán Colmenares: Historia económica y social de Colombia. 1537-1719.

507

Hacia 1562 “vino a ayudar a los doctrineros del valle de Saquencipá el hermano fr. Andrés de

Xadraque, a cuya solicitud el encomendero de Suta Don Antonio de Santana, pidió a su amigo, pintor

y platero en Tunja, Don Alfonso de Narváez, la imagen de la Santísima Virgen del Rosario (Virgen

de Chiquinquirá).” Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992.

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Visita del Oidor de la Real Audiencia, Juan López de Cepeda al valle de Saquencipá.

Se lleva a cabo un interrogatorio a los indígenas, se menciona que indios arcabuqueros

o cimarrones, huyen por el tributo y las imposiciones de los españoles. Se da una fuerte

resistencia indígena frente a la presión sobre sus tierras y las exigencias de mano de

obra y de tributos.508

“Viajan al valle de Saquencipá los comisionados oficiales capitán Hernán Suárez

de Villalobos (Fernando Xuárez o Suárez de Villalobos), Corregidor y Justicia Mayor

de Tunja y Vélez; el señor don Miguel Sánchez, Alcalde Ordinario de Tunja y sus

cabildantes perpetuos Francisco Rodríguez y Diego Montañes. Ante el Notario Público,

Joan Ruiz Cabeza de Vaca declaran que el lugar más cómodo, conveniente y acertado

para tal fundación es el Valle de Saquencipá. El lugar está ubicado “cerca de una sierra

de lomas de donde bajan dos quebradas, y al lado de un arroyo próximo a los aposentos

del Encomendero Juan Barrera. El sitio escogido estaba situado en un lugar intermedio

a la casa de la actual hacienda El Cárcamo y el sitio que ahora ocupa la Villa.”509

Junio 12 Fundación de Nuestra Señora de Leyva

Se incluye un inciso de previsión en que se dice, que en cualquier tiempo, cuando

conviniere más al servicio de la Corona, podría ser mudada la dicha Villa a otro lugar,

por cualquier Justicia y Regimiento que tuviere la ciudad de Tunja. En el Acta también

se dice que la posesión había sido tomada quieta y pacíficamente, sin contradicción de

persona alguna –“que yo viese y oyese”- puesto que estaba presente mucha gente; y

que todos manifestaron ser cosa muy acertada y conveniente al servicio del Rey…y

de los vecinos que de ella fueren. La ceremonia de fundación estuvo presidida por

fray Sebastián de Ocando, Guardián del Monasterio Franciscano de Tunja. Se señalan

plaza y solares y extensiones de tierra sin tener en cuenta las tierras cultivadas de los

indígenas y si eran suficientes para albergar toda la gente.

“Otálora inicia la formación de un Libro de Fundación, en el cual incluye los autos

de la Real Audiencia, y otro documento muy curioso que fue dirigido a los Virreyes,

Presidentes y Gobernadores con las instrucciones que deben cumplir para fundar

Villetas y Pueblos en el Perú, diferentes de las ciudades principales, el cual parece

haber guiado en muchos aspectos las determinaciones finales del comisionado, sobre

todo en lo relativo al tiempo mínimo de dominio que debería ejercer cada vecino

508

“La apropiación de excedentes por parte de los ocupantes españoles a través de la exacción del

tributo no sólo multiplicó las cargas que pesaban sobre la sociedad primitiva sino que dislocó un sistema

tradicional de relaciones con otros pueblos o lo modificó sustancialmente en provecho del conquistador.

La elaboración de mantas, la manufactura más importante de la producción indígena por su carácter

homogéneo y sus posibilidades comerciales, implicaban un intercambio activo puesto que los pueblos del

altiplano no disponían de algodón. Este género provenía de las regiones de Vélez y de los llanos –de

Támara, principalmente- …El comercio de coca se realizaba a través de pueblos intermedios, entre

los mismos indios.” Germán Colmenares: La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada.1984.

509 Alberto Corradine: Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo en: “Villa de Leyva: Huella de

los Siglos.” Bogotá, 1986.

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beneficiado con solar en el asiento de la villa, con huerto en sus inmediaciones y con

tierras dentro de la jurisdicción de la misma, para asegurar en plenitud su derecho”. 510

1572 Junio 15 Bernardino Mojica presenta ante el Cabildo la solicitud para que no se

funde la villa de Leyva “por considerar que tal fundación iba en detrimento de Tunja”.511

Agosto 12 La Real Audiencia encomienda al Contador Real, don Juan de Otálora, la

comisión de revisar todo lo actuado y tomar las determinaciones más convenientes para

asegurar la perpetuidad de la Villa. Se asignan solares en la villa.

Diciembre 14 Se ratifica la fundación, mediante un auto especial se declara que está

bien escogido el sitio de la fundación inicial de Villalobos. Se anula el repartimiento

anterior de solares.

Diciembre 15 Por auto de esta fecha se ordena la realización de un plano señalando

el nombre de los beneficiados. Se elabora el primer plano de Villa de Leyva, en el cual

se indican las veintisiete cabezas de familias beneficiadas de solares. Este plano es el

más antiguo que se conoce en Colombia correspondiente a la fundación de una ciudad o

villa.

Diciembre 19 Se hace el señalamiento de Ejidos, el contador de la Real Audiencia,

Corregidor y Justicia Mayor don Juan de Otálora “dijo que señalaba por ejido común a

la dicha villa toda la tierra que hay desde una barranca bermeja y unos robles que

están en una quebrada de agua al pie de la sierra en esta villa, a la banda del monte,

pasando por un cerrito pequeño de piedras hasta más abajo del molino de Juan

Barrera; corriendo cerro abajo desde la dicha quebrada hasta debajo de donde están

medidas la postrera acera de las cuatro aceras de huertas, frontera de esta Villa,

camino de Saquencipá; y de allí atravesando el cerro de Las Piedras, camino de

Saquencipá y Monquirá, y todo el dicho cerro de Las Piedras, aguas vertientes, a una

banda y a otra, y el cerro arriba hasta donde fenece en un cerro gordo, camino de

Tunja, adonde se entra en los términos de Sáchica, y desde allí revolviendo por la sierra

que está sobre esta villa corriente hasta la dicha barranca bermeja y quebradilla de

Robles, desde donde comenzaron en este auto a señalar los términos en redondo de

esta Villa, y más toda la dicha sierra desde una banda y desde la otra hasta las minas,

y que esto se tenga y guarde por ejidos comunes de esta villa, y así lo proveyó y mandó

por este auto, que firmó.- JUAN DE OTALORA.- Fuí presente, Diego de la Peña”.

Diciembre 29 La Real Audiencia imparte su aprobación a todo lo actuado por el señor

Juan de Otálora. “En todos los interrogatorios realizados a los testigos sobre la

conveniencia de la fundación y localización de la nueva población se hace hincapié

sobre la bondad del clima, lo adecuado de sus tierras para el cultivo de toda clase de

510

Alberto Corradine: Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo en: “Villa de Leyva: Huella de

los Siglos.” Bogotá, 1986. 511

C,1572, 15 de junio, 177 y 179 r. Ernesto Porras C.:La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja

durante la colonia.

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plantas y de árboles, sean ellos nativos de América o de origen europeo; además

coinciden en señalar la presencia de diversos grupos indígenas en toda la región,

aspecto que parecía limitar el número de los posibles vecinos de Leyva. Este último

aspecto fue el más criticado de la actuación de Villalobos, pues él ofreció tierras a

tantas personas que no podrían caber en toda la comarca circunvecina, al decir del

Contador Juan de Otálora”.512

El presidente Venero de Leyva al ratificar los autos del Corregidor dice en su

providencia: “a los indios no se les han tomado ni quitado tierras de que reciban

notable daño, ni a sus encomenderos ningunas labranzas”.

1573 Enero 29 Don Juan de Otálora, Corregidor y Justicia Mayor en la ciudad de

Tunja, Vélez y Pamplona y Río de Oro, convoca a la Justicia y Regimiento y vecinos de

la nueva villa para que se juntasen en su cabildo a concejo abierto. Expone la necesidad

urgente de levantar la iglesia y pide que se les exija a los caciques de los pueblos

circunvecinos, una cuota de ayuda para la construcción del templo.

1573 Marzo 12 Ratificación de la fundación.“En el asiento que llaman de los

aposentos de Serrezuela de la Encomienda de Alfonso Díaz vecino de la ciudad de

Santafé a doce días del mes de marzo de mil quinientos y setenta y tres el muy ilustre

doctor Venero de Leiva del Consejo de su Majestad y su Gobernador y Capitán

General de este Nuevo Reino de Granada y Presidente de la Real Audiencia de él,

habiendo visto los autos de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de Leiva que

por mandato de su señoría fundó y pobló y confirmó y repartió el contador Juan de

Otálora en los vecinos y labradores que en la dicha villa señaló y la confirmación

y aprobación que su señoría hizo de todo ella…”

1573 Julio 31 El Presidente Venero de Leyva, en auto expedido en esa fecha, confirmó

la fundación, pero instruyó a Juan de Otálora, nuevo Corregidor de Tunja, “ para anular

los proveimientos de huertas que se hicieron el mes de junio, teniendo en cuenta el

desorden creado por su desatinada repartición”. 513

Diciembre 14 Constancia de la comisión cumplida por Otálora: “aunque todo

Saquencipá, Monquirá, Sáchica, Suta y las demás tierra comarcana despoblada

de indios, vecinos y encomenderos, no sería lo bastante para dar a tantas personas

como avecinaron en la Villa”.

El cacique de Sáchica y su encomendero García Zárate, acusan ante la autoridad real

las actuaciones de Otálora. Se quejan de“que por causa de su proveimiento hizo muy

grande agravio y perjuicio a sus tierras y labranzas que de tiempo inmemorial

habían tenido y poseído”.

512

A. Corradine, Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo” en: “Villa de Leyva: Huella de los

Siglos.” Bogotá, 1986. 513

Gabriel Camargo. Fundación y Proceso de Villa de Leyva. Boletín de Historia y Antigüedades

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Don Luis de Iguaque, por medio de otro memorial a la Real Audiencia, pide el

“despueble de la Villa.” Se violaban las Leyes de Castilla que prohibían el

“establecimiento de poblados en tierras debidamente explotadas…hacer esclavos a los

indios y arrebatarles sus bienes…y no se tomara nada contra su voluntad”.

1574 Enero El oidor Francisco de Auncibay es encargado de atender estas demandas;

constata que las adjudicaciones se habían hecho desconociendo los legítimos derechos

de los indígenas y que, efectivamente, en Saquencipá no había tierras desocupadas

para los españoles. Don Juan de Castellanos se compadece y condena los atropellos

denunciados, pero opina que en Saquencipá deben dejarse unos doce o veinte

españoles para “que no quede despoblada de españoles”.

Los frailes dominicos de los pueblos vecinos, entre ellos el superior de Tunja, exponen

que se devuelvan las propiedades arrebatadas a los indígenas. El procurador de la Villa,

don Diego de Gómez Caballero, señala que terrenos arriba de Saquencipá, existen

espacios desocupados que pueden ser utilizados para el traslado de la Villa. Continúan

los reclamos y denuncias de los indígenas.

Se inicia un transitorio y lento traslado de la Villa al otro lado del arroyo, en terrenos

abajo de los aposentos, donde tenía un molino el encomendero Barrera.

1574 Martín de Saavedra y Guzmán establece que los pueblos de Iguaque y Chíquiza,

del corregimiento de Paipa, sirvieran a los vecinos de la Villa; y que los indios del

corregimiento de Sáchica, fueran reservados de conducciones a las minas de plata de

Mariquita.514

Julio 12 Juan de Alvis, escribano de cámara del rey Felipe, de acuerdo con el presidente

y oidores de la Audiencia y Cancillería Real, escribe un oficio a Diego Hidalgo de

Montemayor, factor de la Real Hacienda de las provincias de Santa Marta y Nuevo

Reino de Granada, donde se ordena requisar los santuarios y prohibir los ritos y

ceremonias de los indígenas.

1578 El cacique de Turmequé, Diego de Torres, presenta el primer memorial de

agravios contra los encomenderos por los atropellos y torturas contra los indígenas;

denuncia el incumplimiento de las cédulas reales, el fraude en los tributos y el engaño

con las encomiendas.

1579 Villa de Leyva se opone a la jurisdicción que sobre ella tiene Tunja y “solicita

muy pronto, que se la exima o libere de la jurisdicción que sobre ella ejerce Tunja”, y

que se le acuerde la condición de ciudad. Tunja se opone a esa aspiración (…)el 12 de

junio de ese año, Tunja da instrucciones a Juan Rodríguez Gil, para que solicite que “por

ser como es el govierno de la dha Villa perteneciente a este Cabildo,” que la Real

514

En 1654 se intentó desagregar a los dos pueblos del corregimiento de Paipa para incorporarlos al de

Sáchica pero el corregidor de Paipa ofreció dar el servicio a los vecinos de la Villa y la agregación

se suspendió en 1656. Esta debió tener lugar más tarde puesto que en el siglo XVIII Chiquiza (al

que se había agregado Iguaque) pertenecía al corregimiento de Sáchica. (C e I., f.745 r.ss).

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Audiencia no permita que se haga otra cosa sino que alcaldes, regidores, alguaciles y

oficiales de la Villa sigan siendo proveídos por el Cabildo de Tunja. Y el 14 de agosto

se trata, en el Cabildo tunjano, sobre las capitulaciones que se firmaron el 29 de abril de

1570 para fundar la Villa, y por las cuales lo civil y criminal -pero, especialmente lo

civil- quedaba sujeto a Tunja”.515

1582 Mayo 2 El Procurador General de la Villa, don Diego Gómez Caballero, eleva

una solicitud de visita. El Corregidor y Justicia Mayor de Tunja, capitán Antonio Jove,

conoce las nuevas protestas y demandas. La Real Audiencia ordena una nueva visita al

corregidor Jove; este examina la región, verifica las afirmaciones de los vecinos y

acepta la propuesta de traslado “no sin antes conocer que la mayor parte de los

primeros pobladores habían abandonado el lugar y renunciado a las tierras

otorgadas, mientras que el número de los aspirantes se había aumentado

sensiblemente”. 516

Mayo 6 El corregidor Jove pide que, atendiendo las justas causas alegadas, se mude

la Villa (al actual sitio) “ por ser mejor y más sano.” Luego, es aprobado por el

Cabildo y la Audiencia de Santa Fe.517 Mediante un auto se ordena el traslado de la villa

al actual emplazamiento y se ordena la elaboración de un nuevo plano con la indicación

de los nuevos beneficiados. En el plano realizado se indican los nombres de unos 120

adjudicatarios, además de dos conventos, San Francisco y Santo Domingo, y casas de

Cabildo y carnicería. Se asignan solares a los caciques de Saquencipá, Monquirá y Suta

y a un indígena yanacona llamado Diego Yaya y dos solares para los molinos de

Francisca Morales; el número de manzanas crece considerablemente, este sería el

segundo plano más antiguo.

Las principales razones invocadas para propiciar el traslado son: “la disposición de

la tierra, asiento y aguas ser muy conbenyentes para los hedificios por ser los

materiales muy perpetuos… el sitio donde al presente está el dh pueblo está dispuesto

para coger mucha cantidad de trigo”.

Villa de Leyva surge como centro de poder, los pueblos de indios quedan bajo su

jurisdicción. La mano de obra indígena ya no concurre a concentrarse en Tunja, lo

hace en Leyva.

Mayo 10 Se hace el acta de la nueva fundación con el nombre de Villa de Nuestra

Señora de La Candelaria. Así mismo, el “auto y nombramiento del nombre de la Villa

que de hoy en adelante debe tener”.

515

C.1579, Agosto 14, 225 rv, En: Ernesto Porras C. : “La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja

durante la colonia. 516

A. Corradine: Fundación de la Villa de Leyva y su Desarrollo en: “Villa de Leyva: Huella de los

Siglos.” Bogotá, 1986. 517

Archivo de Indias. Audiencia de Santafé, 88.

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La jurisdicción de Villa de Leyva abarcó administrativamente el territorio de Ráquira,

Suta y los pueblos vecinos, extendiéndose por el occidente hasta los páramos de Tinjacá

y Chiquinquirá, y por el norte hasta la región de Moniquirá.

1582-95 Fundación del Convento de San Agustín. En 1603, se estableció en el convento

un colegio de novicios y el templo se utilizó en reemplazo de la iglesia matriz.

1583 Se presenta el primer conflicto con Tunja; desde su fundación, la Villa estaba

sujeta a ella, pertenecía a sus términos y nombraba alcaldes y regidores; además, sus

tierras eran de los encomenderos de Tunja. Ese año, el procurador general de la Villa,

Salvador de la Hoya, se queja ante el Cabildo de Tunja y alega que los nombramientos,

por parte del Cabildo, de personas ajenas a la Villa se “hace en desmedro de la Villa;”

argumenta que esto se hace como “una rivalidad económica” dado que en la Villa se

produce trigo en más cantidad y calidad y se hace más comercio del mismo. 518

1584 Por orden del arzobispo fr. Luis Zapata de Cárdenas OFM, se secularizan muchas

de las doctrinas regulares de franciscanos y dominicos –que son restituidas por Cédula

del 23 de marzo de 1588-, entre otras: Sáchica, Saquencipá, Iguaque,519 Chíquiza.

1585 Abril . El procurador general de la Villa, Salvador de la Hoya, se queja de

que el Cabildo de Tunja elige personas como alcaldes que ni siquiera son vecinos de la

villa; insiste que esta política de Tunja se debe a una rivalidad económica, puesto que en

la Villa “se cosechaba trigo en abundancia y de mejor calidad y por eso acudían allí

las recuas de los comerciantes y no a la ciudad de Tunja”. 520

1586 El encomendero Antonio de Santana funda a Chiquinquirá.

1592 Motín de las Alcabalas en Tunja contra el impuesto colonial.

1592 Surgen los Resguardos de Indígenas. Las primeras comunidades que recibieron las

tierras del Resguardo fueron, en 1595, las de Chiquinquirá, Moniquirá e Iguaque. Las

comunidades indígenas enfrentan muchos problemas debido a los intereses de los

latifundistas por sus tierras.521

518

R.B., t.3. f.331 r

519

Iguaque Perteneció a la doctrina del convento de los dominicos de Tunja; fue administrada,

alternativamente, por franciscanos y dominicos. Doctrineros: fr. Domingo Molina, 1637, fr. José Navarro

Polanco, 1732.

520

Ibid., nota 518 521

“En tierras más parejas el resguardo era casi siempre un rectángulo regular, al que se asignaban

tantos ´pasos´ en redondo y que se medía con una cabuya ajustada en 76 o 100 varas (= 100 pasos).

Las varas eran usualmente ´de la tierra´, es decir, equivalentes a unos 89 centímetros. (…) La regla

general parece haber sido la de otorgar a cada tributario no más de 1.5 Has. Los resguardos de

Monquirá, por ejemplo, tenían 110.2 Has. Hacia 1636, época de visita de Valcárcel, habrían correspondido

1.6 Has. a cada tributario. En 1596 Egas de Guzmán confirmó a los indios de Suta los 2.500 pasos

en cuadro otorgados un poco antes por el presidente González. Reducidos a la cabuya de 65 varas

empleada por Egas equivalían a 1.491 varas de la tierra o sea que se trataba de 222.3 Has., extensión

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1595 Visita de Egas de Guzmán a Iguaque, se hacen averiguaciones sobre la existencia

de santuarios y cucas, se procesa al gobernador indígena. Como consecuencia de esta

visita, se establece un cambio en el monto del tributo debido la alta disminución de

los indígenas. “El monto del tributo podía ser de tres mantas o de 45 pesos de oro de

13 quilates…pero se suprimía la obligación de hacer labranzas…También, a partir de

esta visita, algunas comunidades indígenas dispusieron de resguardos. Como sobre ellos

pesaba ya la obligación de hacer labranzas para sus encomenderos, los indios podían

disponer de una mayor libertad de contratación…Así parecían entenderlo los

encomenderos. Juan de Otálora, encomendero de Iguaque, objetó la tasa de Andrés de

Guzmán con el pretexto de que el visitador había tasado a los indios en oro, sin que

éstos tuvieran minas. Según el encomendero, debía tasarse a los indios en mantas y

labores agrícolas porque de no hacerse así cesaría todo comercio:“no hay otra gente que

los pueda hacer, y de la experiencia que dellos se tiene muestra que los tales, por ser

para sí aprovechados, no lo harán, cesará la dicha contratación y ventas, como

cosa no digna de ser permitida”. 522

1598 Continúa la rivalidad Villa de Leyva-Tunja. En abril, el capitán Juan Pérez de

Salazar, vecino de Tunja, “se encamina a España, y el Cabildo le da una Instrucción

con 26 capítulos de súplicas a su Majestad, entre ellas, una sobre la causa que esta

ciudad tiene con la Villa de Leyva que está en su jurisdisçion tres leguas della y es de

besindad de cinquenta vezinos labradores poco mas o menos sobre la esençion que

pretende desta çiudad se bea en el rreal consejo para que en el como en todas causas se

provea segun y como se a pedido y suplicado”. 523

Tunja es la primera ciudad del Nuevo Reino que solicita una universidad laica.

1607 El cabildo de Tunja eleva al rey la petición que“se imponga silencio a la

pretensión de la Villa de Leiva de separarse de Tunja por lo que ha prometido 10.000

ducados, pues esta fue fundada en tierras de la ciudad con aprobación Real, y los

Regidores han pagado fuertes sumas por sus oficios en consideración de serlo

también de la Villa de Leiva”.524

Se termina la construcción de las primeras casas; entre ellas, la del cronista y

beneficiado de la iglesia de Tunja, don Juan de Castellanos.

1613 Un cabildo abierto, autoriza la fundación del Convento de San Francisco; en 1614,

la comunidad franciscana toma posesión del lugar con el nombre de Convento de la

casi insignificante al lado de la estancia de 1.904.6 Has. otorgada a Juan Núñez Maldonado en 1586

y que en 1620 pasó al encomendero de Suta, Pedro Merchán de Velasco. Según esta medida habría

correspondido a cada tributario 1.3 Has. en la época de la confirmación.” Germán Colmenares, La

Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada,1984.

522

Ibid., VB., t.3,f.s14 r. 523

C, 1598, 3 de abril, 57 rv. En: Ernesto Porras C. : La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja

durante la colonia. 524

Archivo General de Indias, Santafé 56.

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Inmaculada Concepción, que a mediados del siglo XVIII entra en decadencia debido al

reducido número de frailes.

1630 Rivalidad entre Villa de Leyva y Tunja por la posesión de Chiquinquirá. “El

procurador de la Villa presenta a Tunja unos autos sobre jurisdicción que tiene sobre

Chiquinquirá y sobre elección de alcaldes, el 9 de enero de 1630. Tunja se opone al

asunto último”. 525

Tunja toma posesión sobre Chíquiza.

1633 Muere en Villa de Leyva, el Arzobispo Bernardino de Almanza.

1636 La población indígena queda reducida a sesenta y ocho tributarios, incluidos los de

Saquencipá.

1639. El arzobispo de Santafé, fr. Cristóbal de Torres, en su segunda visita a la villa,

ordena fundar la cofradía del Rosario.

1644 Enero 30 El alcalde Bernardino Barrera “se entró con procesión al sitio de

Chiquinquirá con vara de alcalde” sin tener allí jurisdicción e hizo causa contra el

alcalde de ese sitio y lo puso en prisión”. 526

Tunja toma posesión de Tinjacá.

1648 Se establece el monasterio de las Carmelitas, el rey lo había autorizado en 1642.

Las Carmelitas Descalzas permanecen ahí hasta su expulsión, en 1863, y regresan en

1870. La iglesia se construyó entre 1845 y 1850.

1659 Tunja toma posesión de Chiquinquirá.

1661 Elección de alcaldes en la Villa de Nuestra Señora de Leyva.

“Así congregados el sr. Corregidor y Justicia mayor propuso. La obligación que

tiene el cavildo a hazer la elección de alcaldes ordinarios de la hermandad Regidores y

Procurador General de la Villa de Nuestra Sra. de Leyva como está en uso y costumbre

y que se haga en personas de prendas partes y buenas obligaciones de buena vida y

costumbres que mantengan aquella República en paz y justicia distributiva como Mgd

Dios legue Lo tiene dispuesto… y aviendo conferido dicha elección Los dhos señores

cavildo y corregimiento unánimes y conformes de un acuerdo y plena deliberación

dijeron que sus votos y parecer es que este presente año de mil seiscientos y sesenta y

uno sean alcaldes ordinarios de la villa de nuestra sra de Leiva don Nicolás de la

Serna Música más antiguo, don Bartolomé Martínez de Angulo su compañero. De la

525

Ernesto Porras C. : La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja durante la colonia. C, 1630, 9 de

enero, 304 rv 526

Ibid C.1644, 30 de enero, 41 r.

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santa hermandad Juan Sánchez Marchan. Regidor más antiguo Antonio Galeano. Juan

Antonio de la Asención. Xtoval de Cepeda Sta Cruz. Juan Domínguez de Figueredo.

Procurador General Bartolomé Russi.

…y hagan la solemnidad del juramento acostumbrado y den fianza de la residencia y

causas de bienes de difuntos los alcaldes como deben y son obligados se despache

como son a uno de los señores de este cavildo…

Señores del cavildo:

Don Juan de Guevara - don Juo Suarez de Figueroa - Don Joan Ortiz de Polanco –

Joseph Descobar Tamayo – Don Diego de Paredes Calderon – Jacinto Ortiz de

Lisaracu – Berbd de Escobar Tamayo - Don Antonio de Rojas - Don Diego Rincón

– Dn Domez Merchan de Velasco Monsalve – Don Phelix de la Serna Música -

Joan de Ayala Malddo – ssan de Ossa y Arauna - Dn Juan de Medrano y puebl - Dn

Manuel de Espinosa.527

Ante mí, JUA XIMENEZ SERRANO.Es fiel copia- Luis Alberto Castellanos.

1665 Se concluye la construcción de la Iglesia Matriz o catedral, proyectada en 1604.

1684 Traslado del pueblo de Sáchica de la orilla del río al sitio actual, fue luego

doctrina franciscana.

1691 12 de junio: “… se lee en el Cabildo de Tunja lo que parece ser, al fin, un triunfo

parcial de la causa abogada por la Villa de Nuestra Señora Santamaría de Leiva: se

dice que en la Real Audiencia ha salido fallo favorable que le permite la elección de

alcaldes (…)En libros de Cabildo de Tunja, encontramos que la Villa es aún

jurisdicción de Tunja, en 1724”. 528

Agosto 23 Leyenda del eclipse de sol y la destrucción del trigo.

1700 Los dominicos adquieren la “Hacienda de Sorocotá en 3.600 pesos, en términos

de Guatoque, hoy Santa Sofia, que Dña. Andrea de Espitia, de Villa de Leiva acrece

con una hacienda contigua”. 529

1740 Levantamiento de Vélez, en la Provincia de Tunja, en rechazo a los impuestos y

empréstitos forzosos para ayudar al virrey Eslava en la lucha contra los ataques ingleses

en las costas del Nuevo Reino de Granada.

527

En: Repertorio Boyacense. 528 C. 1691, 12 de junio,, 109 rv. En: Ernesto Porras C. : La difícil relación entre Villa de Leyva y Tunja

durante la colonia. 529

Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992

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1755 “A finales del siglo XVIII se da una desintegración de los resguardos, el visitador

Andrés Verdugo y Oquendo, señaló la decadencia de los indígenas de la Provincia

de Tunja… dispuso la venta total o parcial de algunos de ellos”. 530

1778 José María Campuzano, por iniciativa de Moreno y Escandón,“procedió a la

extensión de Sáchica”. 531

530

Javier Ocampo López: Identidad de Boyacá. Tunja, 1997

“La visita de Verdugo y Oquendo, en 1755, suscitó una serie de cuestiones que condujeron a la

postre a la extinción de una gran parte los resguardos indígenas (…) Al rendir su informe insistía en la

desproporción en que se encontraba la población mestiza con respecto al número menguante de

indígenas. Según el argumento del visitador, los indios, disminuidos en un 50%, disponían de la

totalidad de los resguardos que les habían sido otorgados sin que pudieran aprovecharse de ellos (…)

El visitador recomendaba que se restringieran los resguardos de los indios y se dieran los sobrantes a

los vecinos. Para justificar esta expoliación argumentaba que las tierras eran improductivas en manos

de los indios (…)Con todo, el visitador, no esbozaba el argumento capital: la presión de los habitantes

no indígenas que tenían necesidad de tierras (…) En algunos casos concretos el visitador propuso la

extensión de los pueblos y su agregación a otros, cuando no alcanzaran a tener más de 100

habitantes… En ocasiones, ni siquiera los vecinos, en cuyo beneficio se había ideado la

expropiación pudieron competir con los criollos de Tunja o con los vecinos más ricos en las

ofertas para adquirirlos (… ) A partir de la visita de Verdugo y Oquendo se había iniciado,

tímidamente, es cierto, el proceso de extinción de los resguardos indígenas. Puede concebirse cómo,

desde ese momento, la administración virreinal fue presionada cada vez más a tomar una decisión

radical. Los vecinos pugnaban por convertir los pueblos de indios, en los cuales vivían precariamente,

en parroquias de ´españoles´. (…)Las extinciones de 1755 encontraban una justificación aparente en el

crecimiento incontrolado de la población mestiza que no hallaba acomodo dentro de la estructura

institucionalizada de una sociedad dualista (…) En realidad, el reconocimiento de los resguardos

había coincidido con la racionalización del tributo, como un esfuerzo por asegurar el pago de salarios

en dinero y con la supresión del monopolio de la mano de obra indígena de que gozaban los

encomenderos. Con estas medidas quería integrarse a la sociedad indígena en procesos de producción

más activos que los que habían sido organizados casi exclusivamente en torno a la relación personal

de la encomienda (…) Los encomenderos habían desaparecido pero no el tipo de relación personal

que inmovilizaba toda iniciativa en el seno de la sociedad indígena. Las concentraciones ordenadas

por Luis Hernández habían debilitado aún más la encomienda pero en cambio habían sentado las

bases para sustituir la sujeción personal a otros dos tipos de personajes: el doctrinero y el

corregidor de indios. El primero, ahora casi siempre perteneciente al clero secular, aseguraba su

subsistencia no sólo a través del estipendio (que se satisfacía con parte del tributo) sino que

imponía, además, de pagar una serie interminable de fiestas y aún la prestación de servicios

personales.(…) Los corregidores de indios, por su parte, disponían a su antojo de la facultad de

concertar indios a los españoles propietarios de estancias. Esto los convertía en aliados naturales

del sector más influyente de la sociedad criolla. (…) El tributo, que había servido para fijar las

relaciones entre las dos sociedades por más de dos siglos, ya no desempeñaba esta función puesto

que los indios no tenían a menudo siquiera con qué pagarlo.” Germán Colmenares, La Provincia

de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984.

531

A finales del siglo XVII comenzaron a erigirse parroquias “constituidas por vecinos españoles y a

dar un asentamiento urbano a estancieros y pequeños propietarios independientes. En el caso de

Sáchica, por presión de la población mestiza sobre los resguardos indígenas y para arrebatarles sus tierras

más fértiles “..donde les resulten mayores utilidades en lo espiritual y temporal, pues su mayor bien

no consiste en complacerles en lo que por capricho apetecen, sino en obligarlos a lo que por razón

y justicia les es más provechoso y de menor gravamen al real erario…” VB., t.16, f. 800 r. ss Fuente:

Germán Colmenares, La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984

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1781 Movimiento insurreccional de Los Comuneros, que tiene por eje la ciudad del

Socorro y se extiende a San Gil, Mogotes, Charalá, Vélez y Sogamoso. La mayor

parte de los pueblos de Boyacá participan, envían gentes y capitanes para conformar las

tropas populares. En 1781, los capitanes charaleños Ignacio Calvino y Antonio José

Araque, junto con los socorranos Isidro Molina y Benigno Plata y otros, entran a la

Villa y sublevan al pueblo; se quema el tabaco, se arman y nombran como capitanes

a los leyvanos José de Neira y Páez, Juan Ignacio Páez y Gregorio Suárez y marchan

hacia Tunja.

1785 Son nombrados como Alcaldes Ordinarios de la Villa: Don Joaquín de Neyra

y Castro y Dn. José de Neyra Páez Dn. Antonio Chacón, Regidor Alférez Real y

Dn. Josef de Neyra y Castro Regidor Alcalde Provisional.

1802 El cura de Villa de Leyva, Salvador José Sánchez, levantó el siguiente censo

de habitantes: eclesiásticos, 18; nobles, 79; blancos, 1.213; mestizos, 1.388; indios, 147;

esclavos, 31.

1810 Revolución del 20 de julio.

1811 Junio 5 Se firma en Leyva el acta de separación de Tunja y se reconoce al

gobierno de Santa Fe como su legítima autoridad. Los cantones que no habían sido

reconocidos como provincias soberanas y federales se anexan a Santa Fe.

La Provincia de Tunja defiende el federalismo y, en la Constitución del 9 de diciembre,

se transforma en la República de Tunja. Se crea la Universidad de Tunja y se ordena

la organización de escuelas en todos los pueblos. El alcalde de la Villa es Juan

Nepomuceno Neira, quien firma la Constitución de la República de Tunja de 1811.

1812 Octubre 4 Se reúne, en Villa de Leyva, el Congreso General de las Provincias

Unidas bajo la presidencia de Camilo Torres.532

1813 Diciembre 10 La República de Tunja declara la independencia absoluta de

España.

1815-19 Régimen del terror: reconquista española. Invasión“pacificadora”de Pablo

Morillo, general en jefe de la expedición. Se establecen tres instituciones para restaurar

el régimen colonial: el tributo de Purificación, la Junta de Secuestros y el Consejo de

Guerra Permanente; se implanta la violencia oficial, el terrorismo y el militarismo lo que

estimula el sentimiento patriota y los levantamientos populares. En Villa de Leyva son

fusilados Manuel José Sánchez, Juan Bautista Gómez, José Umaña y Joaquín Viana.

532

“Siempre me llamó la atención la participación de la Villa en la independencia. En la independencia

es la capital de las Provincias Unidas, luego pasa a Tunja; Villa de Leyva siempre ha tenido problemas

con Tunja y Tunja con Villa de Leyva, Villa de Leyva quiso ser más alrededor de Nariño, con

Cundinamarca y eso tiene una razón de ser.” Testimonio de Javier Ocampo López.

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1816 El comandante patriota, general Manuel Roergas de Serviez, establece un Cuartel

General en la Villa. En abril, las fuerzas realistas, ocupan el convento del Ecce Homo.

1819 Campaña Libertadora, lucha revolucionaria de los patriotas contra los realistas.

1821 Con la Constitución de Cúcuta, la República se divide en departamentos, los

departamentos en provincias, las provincias en cantones y los cantones en parroquias.

Se crea el Departamento de Boyacá y se divide en las provincias de Tunja, Socorro,

Pamplona y Casanare.

Ley 28 de julio del Congreso de Cúcuta.

1822 Se inicia el período de las intendencias y, en 1828, Simón Bolívar las reemplaza

por las prefacturas. Es nombrado el primer intendente del departamento de Boyacá,

Pedro Fortoul. Se crea el Colegio Boyacá.

1827 Se establece la Universidad de Boyacá que inicia labores en 1828, en el Colegio

de Boyacá, con las carreras de jurisprudencia, filosofía y letras, medicina, ingeniería,

ciencias naturales, artes y oficios, integradas al colegio como estudios superiores

universitarios.

1828 Bolívar restablece los conventos suprimidos y revoca las leyes sobre la enseñanza

católica. Estos posteriormente fueron derogados por la ley 13 de 1832.

1830 Se desintegra la Gran Colombia y surge el Estadode la Nueva Granada.

1831 Se suprimen los departamentos y prefacturas y se divide el país en dieciocho

provincias, divididas en cantones y estos en distritos parroquiales. Se crea la Provincia

de Tunja, el poder ejecutivo de las provincias se le asigna al gobernador y en cada

provincia se constituye una Cámara Provincial integrada por diputados de todos

los cantones.

1839-1841 Guerra denominada de los Conventos o de los Supremos, causada por la

ejecución de una disposición legal tomada desde 1821, que se venía posponiendo, y

que consistía en suprimir, por antifuncionales, los conventos que albergaran menos

de ocho religiosos y que estos destinaran sus locales y bienes a la educación.

1840 Guerra Civil, se declaran los gobiernos de facto; en la provincia de Tunja se

genera una gran inestabilidad

1845 El cantón de Villa de Leyva, de la provinciade Tunja, comprende ocho parroquias.

1851 Durante el gobierno liberal se suprime el fuero eclesiástico; y por medio de la ley

del 27 de mayo, se dispone que los curas párrocos serán nombrados por votación en

el cabildo municipal entre los candidatos presentados por el diocesano; por la ley de

1850, se cedían los diezmos a las provincias con facultad de suprimirlos o

administrarlos; ese año los jesuitas son expulsados del país.

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1857 El 13 de mayo, el Congreso de la Nueva Granada, determina la formación del

Estado Soberano de Boyacá, que comprende las provincias de Tunja, Tundama y

Casanare, con excepción del antiguo cantón de Vélez que se incorpora al Estado de

Santander.

1858 Se promulga la nueva Constitución siendo presidente Mariano Ospina Rodríguez,

y se crea la Confederación Granadina afirmando con ello el federalismo para el país.

1860 Se inaugura en Villa de Leyva el Convento de San Martín de Porres, a exigencias

del delegado apostólico e insinuación del P. fr. Joaquín Páez Murcia, y se le asigna

el personal del Santo Ecce Homo. 533

1861 El gobierno de Mosquera dicta el decreto del 9 de septiembre de 1861 sobre

desamortización de bienes de manos muertas, que en su artículo primero decía: "todas

las propiedades rústicas y urbanas, derechos y acciones, capitales de censos, usufructo,

servidumbre u otros bienes que tienen o administran como propietarios o pertenezcan a

las corporaciones civiles o eclesiásticas y establecimientos de educación, beneficencia

o caridad, en el territorio de los Estados Unidos de Colombia, se adjudicarán en

propiedad a la nación por el valor correspondiente a la renta neta que en la actualidad

producen o pagan, calculada como rédito al 6....” Este decreto también se aplicó para

la enajenación de los ejidos municipales. También se expidió el decreto de “inspección

o tuición de cultos,”por lo cual, bajo pena de destierro, se establece que ningún

eclesiástico podrá ejercer sus funciones sin la autorización de la Autoridad Civil. 534

1861 Mediante un pacto de unión, se confederan algunos estados y se da el nuevo

nombre: República de Estados Unidos de Colombia, posteriormente ratificada en la

Convención de Rionegro, en 1863.

533

Fuente: Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992

534

Fuente: Alvaro Tirado Mejía: El Estado y la Política en el siglo XIX.

Se calcula, que en 1861, año de la desamortización, la iglesia poseía una tercera parte de los bienes

inmuebles del país. "Para Boyacá, hacía 1875, el total de los bienes desamortizados se aproximaba al

millón y medio de pesos y gran parte de este valor procedía de la venta de bienes raíces, los

cuales estaban representados en propiedades situadas en el sector rural. En general existían 205

fincas que pertenecieron a la iglesia, con un valor de $1.719.391.35. Un poco más del 60% de las

fincas rematadas lo fueron por menos de 1000 pesos y sólo un 21.5 alcanzó un valor superior a

los 3.000 pesos, lo cual sugiere la posibilidad de la existencia de casi 20.554 hectáreas de terrenos

en poder de la Iglesia (...) Las instituciones más ricas en bienes raíces eran, en su orden: el

Convento de Santo Domingo, Monasterio de Santa Clara, Iglesia de Somondoco, Convento de La

Candelaria.. (...) al mismo tiempo, existían instituciones como el Convento del Carmen de Leiva...

con importantes capitales representados en actividades crediticias bajo la modalidad de capitales o

censos (...) Gran parte de los bienes eclesiásticos enajenados en Boyacá mediante subasta pública

pasaron a manos de los personajes más influyentes de Tunja (...) los mayores beneficios en los

remates de los bienes de manos muertas los obtuvo un grupo de comerciantes y negociantes en

finca raíz, que en algunas ocasiones eran también miembros activos de la burocracia oficial.

Fernando Díaz Díaz: Estado, Iglesia y desamortización.

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1870 Se funda la Escuela Normal de Varones de Tunja.

1875 Se funda la Escuela Normal de Señoritas de Tunja.

1885 Durante la Revolución del 85, un grupo integrado por Agustín y Ramón Neira,

Anatilio Gómez, David Forero, Luis Páez B y otros que habían salido de Chiquinquirá,

conformaron un grupo que atravesando Iguaque pasó a Sogamoso, donde estaba el

general Sergio Camargo, jefe supremo, y se incorporaron a las fuerzas revolucionarias

del general Daniel Hernández y pelearon en la batalla de La Humareda.

1886 La Constitución Nacional crea la República de Colombia y los antiguos estados

federales se denominan departamentos. El Departamento de Boyacá, nombra su primer

gobernador y conserva los mismos límites de 1857.

1904 Reyes reconstruye el país. Establecimiento del peso oro como unidad monetaria.

1908 Por medio de la Ley 1 del 5 de agosto, la República de Colombia se divide en

treinta y cinco departamentos; de Boyacá surgen los departamentos de Tunja:capital

Tunja, con las provincias de Márquez, Tenza, Neira y Chocontá; departamento de Santa

Rosa: capital Santa Rosa de Viterbo, con las provincias de Tundama, Gutiérrez, Norete,

Sugamuxi y Valderrama; departamento de Chiquinquirá: capital Chiquinquirá, con las

provincias de Occidente y Ubaté. Asimismo, se establece la Intendencia de Casanare.

1909 El cura de Suta, Parmenio Rodríguez, demuele la iglesia de Yuca de propiedad

del Convento de los Dominicos, se lleva los objetos religiosos y los materiales.

“Subrepticiamente se lleva la Sagrada Imagen del Ecce-Homo a Suta, donde desde

entonces permanece en el aposento del párroco, ilegalmente”. 535

La Ley 65 restablece la división territorial de 1905 y aparece de nuevo el Departamento

de Boyacá; en 1913, se separa Casanare y se conforma en Intendencia.

535

Fray Alberto Ariza S., OP. Los Dominicos en Colombia, T.I. Bogotá, 1992

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Anexos

Anexo Nº 1

Época amerindia

1. Cronología y Cultura

Hace, aproximadamente, 12.000 años a.p, pueblos amerindios se establecieron en el

territorio del altiplano oriental y desarrollaron una importante y compleja cultura dentro

del contexto amerindio; se dieron tres etapas formativas: una primera de caza, pesca y

recolección; una segunda protoagrícola; y una tercera fase, “formativo desarrollado,”

caracterizada por el establecimiento de comunidades agrícolas, alfareras, tejedoras y

minero-metalúrgicas. Según Carl Langebaek, la investigación realizada por el proyecto

Medio Ambiente Pleistocénico Holocénico y Hombre prehistórico, “encontró evidencias

de cazadores-recolectores del pleistoceno tardío (12.000 a.p) y del holoceno temprano

en diversos sitios del altiplano oriental” (Langebaek R.,C.H., 1995).536 Se ha afirmado

que, es factible que cuando se produjo la última glaciación, hace unos 10.000 años, ya

estuviesen asentados los primeros indígenas en este territorio.

La etapa agrícola, de carácter comunal, se establece entre 7000 a 5000 a.n.e; se inicia

un proceso de domesticación de las primeras plantas cultivadas, domesticación de

animales, desarrollo de la cerámica, tejidos, metales y técnicas hidráulicas, todo lo cual

revela una compleja organización social para poder acceder a la naturaleza. Según

Molano, “con el empleo de la energía bajo distintas formas inició el manejo de las

cadenas tróficas haciéndolas más simplificadas y a su vez controlando las especies

animales que podían hacerle competencia… todo el conocimiento adquirido sobre la

misma naturaleza desembocó en el poder almacenar energía metabólica, como

producto de la revolución agrícola”.

Es indudable que por la necesidad de tierras de calidad para cultivos, se modificaron

los bosques; y los sistemas técnicos de tala y quema, los llevaron a plantearse un tipo

de agricultura itinerante para dejar descansar y recuperar los suelos intervenidos y

permitir una regeneración natural de los bosques con plantas pioneras dinamogenéticas.

Como se puede observar, se adoptaron una serie de intervenciones armónicas con la

naturaleza, a partir del principio de que también se es parte de la naturaleza, junto con

una estrategia productiva; lo que se ha llamado el concepto de “complementariedad

vertical,” es decir, una “integración vertical de los distintos pisos ecológicos” (Molano,

1990) por los distintos grupos asentados sobre laderas, valles y altiplanos, “donde cada

uno ofrece una producción diferenciada acorde con sus características ambientales, en

la medida, de que cada piso térmico es un conjunto integrado de ecosistemas con

producción diferenciada y especializada;” unido a esto, se dejan quietos los corredores

536

Estudios de polen han planteado la posibilidad de que la agricultura se dio en el altiplano antes del

período muisca (Van der Hammen 1962 y 1991; Van Geel y Van der Hammen 1973)

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biológicos y se hace una utilización racional de los variados de recursos de esa gran

diversidad ambiental.

Esta complementariedad, con el uso de las vertientes “como fuente de producción de

muchos elementos diversos, no permitió el agotamiento de los recursos donde se

estableció el grupo, pues la demanda por ellos era parcial, importando los demás de

otros ecosistemas”( Molano, Op.Cit.); además, la utilización de excedentes, el manejo

directo de ecosistemas distintos y la ocupación de amplios espacios de montaña, genera

un intenso y rico comercio.

La dinámica poblacional, el medio ambiente y las relaciones interregionales se

articularon para crear un cambio social (Langebaek R.,C.H., 1995) que les permitió

alcanzar notables adelantos desde el punto de vista de sus complejos sistemas políticos,

culturales y sociales. Se agrupaban en aldeas nucleadas, pueblos y centros de

producción, con una densidad de treinta y cinco a cuarenta habitantes por kilómetro

cuadrado (Chaunu,1974); tenían un sistema de descendencia matrilineal con un régimen

de castas, pero con propiedad comunal sobre la tierra.“Grupos corporativos

matrilineales denominados capitanías eran las unidades básicas de producción y

consumo: varias capitanías formaban lo que los españoles denominaron pueblo y hoy

son veredas, aunque muchas veces permanecían autónomas”(Broadbent 1964;

Villamarin1972);los cacicazgos eran unidades territoriales que corresponden a lo que

hoy en día se denominan municipios ( Broadbent 1964); las fronteras eran cambiantes,

flexibles y permeables, llegándose, incluso, a la inestabilidad como característica de la

centralización política; fue así como los cacicazgos, incorporados en confederaciones,

pudieron conservar en gran parte su autonomía política y económica. (Colmenares

1970, Villamarin 1972; Langebaek 1987 y 1995)

El medio ambiente, la gran riqueza de los recursos naturales, tuvo un papel importante

en el surgimiento de esta sociedad compleja; las condiciones climáticas del territorio, la

abundancia de agua, la fertilidad del suelo y la diversidad de flora y fauna, dieron origen

a una estructura social compleja cuya base económica se fundamentaba en el

conocimiento de los astros, de los ciclos de cultivos regidos por éstos, de la afectación

de las plantas, animales y seres humanos, según los cambios ambientales. “Todo este

conocimiento sirvió de fundamento para la solución de problemas alimentarios,

medicinales, técnicos, culturales y rituales según el uso, cuya utilidad les era indicada

por la experiencia acumulada durante siglos; fundamentaron el manejo de los recursos

en la idea de que la vida y los intereses individuales y grupales eran exitosos en

la medida que se consultara y se respetara el querer de la naturaleza”. (Ideam)

El desarrollo político y el origen de los cacicazgos, se encuentra relacionado con una

situación ambiental que favoreció la especialización de la producción y la redistribución

desde un centro de control. (Service 1994;163-164 citado por Langebaek R.,C.H.,

1995)537 Para Reichel-Dolmatoff, en Colombia, las sociedades complejas surgieron como

537

La importancia que tiene el medio ambiente en el surgimiento de sociedades complejas se manifiesta

también en la “tendencia hacia la competencia en la producción de excedentes entre los cacicazgos para

así mantener a los caciques” (Langebaek R,C.H, 1995, Sahlins 1958; Fried 1967, Plog 1991) “Este

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resultado de la introducción del maíz de mesoamérica, que ocasionó cambios socio-

culturales y demográficos y, además, permitió la especialización artesanal; para otros,

como Haury y Cubillos(1953), el medio ambiente, particularmente el altiplano oriental,

fue un fuerte límite para el desarrollo de la sociedad muisca; y anotan que al estar los

valles inundados, al momento de la llegada de los españoles, los muiscas sólo pudieron

desarrollar su actividad agrícola en las laderas que rodeaban las llanuras y que en tales

sitios se presentaban serios problemas para la producción en razón a la erosión y las

heladas periódicas; de igual manera, argumentan Reichel-Dolmatoff (1961;87) y

Domínguez (1981:90) al afirmar que la agricultura estuvo limitada por la heladas; en

cambio otros autores, como Donkin (1968) anotan que los suelos de laderas son mejores,

son más profundos, menos ácidos y con mejor drenaje que los suelos de la parte plana

de los valles que son problemáticos, entre otras cosas, por el drenaje deficiente.

Langebaek dice que algunos investigadores han afirmado que los muiscas construyeron

una civilización “en algunos aspectos similar a la de los incas, y al parecer, en mucho

menor tiempo” debido a los patrones del uso de la tierra y a factores ambientales. (Edit,

1959;374 citado por Langebaek R.C.H., 995) Así mismo, otros investigadores afirmaron

que el proceso de desarrollo cultural llegó a su culminación en los estados muiscas

populosos y bien organizados en razón de que el medio ambiente era más favorable…y

que el desarrollo político de los muiscas se debió también a “las condiciones

geográficas de los suelos templados, planos y fértiles, la abundante agua y la

topografía que favorecía la intercomunicación”. (Carneiro, R.,1961; Angulo, C, 1961)

2. Características sociales, políticas y económicas.

La cultura muisca fue una sociedad compleja, organizada jerárquicamente a través de

cacicazgos, que tenían un desarrollo no homogéneo y una centralización política

desigual; existieron diferencias regionales muy marcadas y, al parecer, relaciones de

conflicto entre algunos de ellos. Los cacicazgos de Saquencipá, Sáchica, Chiquiza,

Gachantivá, Ráquira y Tinjacá eran independientes políticamente del Zaque y del Zipa, a

quienes no tributaban las tierras de los caciques de Sáchica y Tinjacá, señores libres;”

(Fernández de Piedrahita, 1666/1973) sólo Aguado opina que la región hacía parte de

Tunja (Aguado, 1581/1956).En el siglo XVI, en la región existían los cacicazgos de

Saquencipá, Monquirá, Sáchica, Ráquira, Uranchá, Tinjacá (Londoño 1985) e Iguaque.

Antes de la llegada de los españoles al territorio, se dieron fuertes tensiones entre las

comunidades asentadas en el valle de Samacá, llamado La Laguna, y el cacicazgo de

Hunza,( Tunja), que venía desarrollando una política de expansión y control

territorial en búsqueda de mejores tierras. En documentos citados por Londoño (1985) se

excedente se destinaría a alimentar a los artesanos, quienes podrían así dedicarse exclusivamente a la

manufactura de sus artículos, los cuales ya no se limitarían a abastecer las necesidades internas del

grupo local, sino que cumplirían además una función comercial.” (Falchetti, A.M.,1976) Igualmente

existe la hipótesis que el cultivo del maíz “por su alto nivel productivo el cual permite la existencia del

excedente requerido por la elite permitió el desarrollo de jerarquías sociales” (Leeds 1961 citado por

Langebaek R,C.H, 1995) También se ha argumentado que los muiscas eran una población “hambrienta

y enfermiza” por la escasez de alimentos y que parte de la dieta de la elite eran productos marinos.

(Boada1988)

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dice que, originalmente las comunidades de Saquencipá, Monquirá y Sáchica se habían

establecido en el valle de Samacá y que fueron desplazadas por grupos sujetos a Tunja,

de Ramiriquí, Cucaita, Sora, Boyacá, Samacá, Tibaquirá, Furaquirá, Buisa, Foaca y

Cupachaine e, incluso, algunos de la cuenca alta del río Garagoa . En un documento

del siglo XVI, el cacique de Cucaita afirma:“las tierras que tengo en La Laguna…las

ganamos los indios comarcanos desta provincia que ahora tenemos…y echamos dellas

al cacique de Saquencipa y Sacheca e yo quede por guarda y amparo de las mismas

tierras.” 538 “En tiempo pasado y ahora presente están entremetidas las tierras y

labranzas de Sorá y Cuqueyta y Ramirique porque solían ser muy amigos entre los

caciques viejos y solían ayudarse en las guerras que tenían con los caciques de

Sáchica y Monquirá.” 539 Según lo han interpretado varios autores, las comunidades

desplazadas del valle de Samacá -las de Sáchica, Saquencipá y Monquirá- se

establecieron a la orilla norte del río Sáchica y en el valle ubicado al costado oriental

del río Suta; y las poblaciones asentadas en estas zonas, se desplazaron y asentaron en

la vertiente occidental (Suta, Tinjacá, Pavachoque, Tijo) (Langebaek 1998).

Los grupos en la sociedad muisca estaban divididos en parcialidades, capitanías o

partes; “a la cabeza de cada parcialidad había un capitán con cuyo nombre, en

ocasiones, se distinguía del grupo entero. Lo mismo ocurría, por lo demás, con los

cacicazgos, al menos en los títulos de las primeras otorgaciones de encomiendas”. 540

Según Silvia Broadbent, las relaciones de los capitanes con los caciques habrían sido

las de feudatarios y las capitanías constituían unidades territoriales. A partir de la

intervención española, muchos de los cacicazgos se transforman en capitanías o partes

de estas, la sucesión de los cacicazgos, como de las capitanías, era matrilineal; es

decir, recaía en el hijo mayor de la hermana del cacique o del capitán y alrededor del

cercado del cacique se daba un asentamiento nuclear; con la ocupación española, las

capitanías primitivas perdieron el papel que tenían en la jerarquía de la sociedad muisca.

“Los encomenderos emplearon a los capitanes para cobrar los tributos de los indios que

les estaban sujetos directamente y como un reconocimiento de su autoridad, los

eximieron de pagarlos ellos mismos. Los capitanes también recibían los salarios que

el encomendero adeudaba a la comunidad por trabajos colectivos (…)Las agregaciones

de pueblos, realizadas a partir de 1602, constituyeron nuevas capitanías al incorporar

como capitanes dentro de un pueblo “agregado” a los que habían sido caciques. Estos

nuevos caciques conservaron la función de cobrar tributos hasta el siglo XVIII. La

ocupación española modificó, también, la pertenencia a las parcialidades, que se daban

por línea materna, lo mismo que las reglas de residencia; el interés de los encomenderos

entraba a menudo en conflicto con una estructura social del todo extraña y, por lo

tanto, tendían a modificarla en su provecho”. 541

538

Doc 1.9 en Londoño 1985, citado por Langebaek 1998 539

D. 1.3.4 en Londoño 1985 540

Germán Colmenares, La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984. 541

Ibid.

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3. Intercambio.

El intercambio tuvo un papel primordial en el desarrollo de las interacciones sociales,

económicas y culturales de estos grupos y otros pueblos vecinos y quizás con sociedades

de otros territorios; está comprobado que se realizó un intercambio de excedentes entre

las comunidades de Tinjacá y Suta, Saquencipá y Monquirá; a la llegada de los

españoles, estos realizaban un amplio intercambio en el mercado de Sorocotá542 al cual

tenían acceso otros grupos. Según parece, existía un mercado ubicado en una loma

situada entre Monquirá, Saquencipá y Suta (Ariza 1972) (quizás la Loma de Monsalve

en la actual vereda de Cañuela en el municipio de Villa de Leyva); en gran cantidad

de poblados se efectuaban mercados cada cuatro días (AGI, Stafé 5612v) y, en 1573, se

ordenó que estos se realizaran en Villa de Leyva;543 los caminos fueron fundamentales

542 “El otro puesto donde se hacían los más famosos mercados era en la tierra del cacique Sorocotá,

que ahora se comprende en los términos de la ciudad de Vélez. Aquí, por ser comunes bogotaes, tunjas,

sogamosos, guanes, chipataes, agataes, saboyaes y otras muchas provincias comprendidas dentro de

éstas, se juntaban de ocho en ocho. Véseles gran suma de gente con los frutos de sus tierras, en que

también bullía buena suma de oro, en especial de los que acudían del poniente, como eran agataes

y sus vecinos que viven a las vertientes del Río Grande de la Magdalena, donde siempre se ha hallado

mucho de este metal, aunque nunca el de plata. Y así se tuvo por cosa rara lo que sucedió en este

mercado de Sorocotá y algunos años después de fundado por los españoles, los cuales dejaron

pasase adelante, unos negros esclavos cimarrones acudían allí el día del mercado, haciendo a los

indios mil agravios que después pagaron en la horca por industria de las justicias.

Para evitar estos y otros inconvenientes, mandó la -ciudad- de Vélez le mudará el puesto del

mercado a una loma alta cerca del otro puesto, donde aunque comenzaron a acudir, era de tan

mala gana que los más se volvían a su primer sitio, haciendo sus contratos de mayor cuantía

sobre una piedra de hasta cuatro quintales que había en un cerrillo del puesto, a cuya redonda

estaba toda la gente. Advirtiendo de esto la ciudad de Vélez y habiendo los alcaldes de ella

buscado la causa, hallaron que aquella piedra era lo que les podía arrancar de su primer sitio,

por las supersticiones que en ellas tenían para sus contratos. Con que determinaron con más veras

quitarlos de allí, y para que del todo tuviera efecto hacer pedazos la piedra. La cual hallaron,

quebrándola, tan rica de plata, que se sacaron de ella más de ochenta marcos, de que se hicieron

muchas piezas que algunas permaneces hoy. Llenóse con esto la tierra de esperanzas, entendiendo

ser aquella piedra de algunas minas ricas de algún metal que hubiese cerca, haciendo de esto

apretadas diligencias por más de cuatro años, en que se trastornaron las quebradas, cerros y

amagamientos de la redonda con extraordinarios cuidados, que todos fueron en vano por no

haberse podido rastrear hasta hoy cosa de este metal en minas en toda la tierra que lo buscaron.

De donde salió opinión entre muchos, que aquella piedra se la había traído allí el demonio de

alguna mina rica de plata de las ciudades de Mariquita, Potosí, u otra parte, para las

supersticiones que sobre ella hacían.” Fray Pedro Simón: Noticias Historiales de las Conquistas de

Tierra Firme en las Indias Occidentales. Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1981, pág. 404

543

En 1573, el Corregidor de Tunja, don Juan de Otálora, expidió la siguiente orden:“…teniendo

consideración al grande y excesivo trabajo que los indios de Sáchica y Saquencipá, Monquirá y Suta y

Tinjacá…y Chiquisa..y Turca y Sorocotá…padecen en irse a alquilar a la dicha ciudad de Tunja, por

estar a cuatro y a cinco leguas y otros a seis y siete de dicha ciudad de Tunja y por ir como van los dichos

indios cargados con leña y otras cosas, desde los dichos sus pueblos a la dicha ciudad de Tunja…por lo

cual parecen grande y excesivo trabajo, por lo cual muchos de los indios enferman y otros mueren con la

pesadumbre de dichas cargas, lo cual es justo remediar. Y por que todos los dichos indios están dentro

de dos leguas de la comarca desta dicha Villa, de la cual más lejos y otros a legua y otros a media legua,

y por obviar las dichas molestias y extorsiones y también porque esta Villa y los vecinos della sean

ayudados con el servicio de los dichos indios para sus edificios y labores, y por el bien que dello a los

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para el desarrollo de esta amplia red de intercambios, y hay pruebas etnohistóricas de

que, diversos cacicazgos tenían acceso a otros ecosistemas, en búsqueda de recursos

diferentes.

4. Medio Ambiente

¿Cuál era la situación ambiental a la llegada de los españoles? ¿Cuál fue el manejo

que las comunidades indígenas le dieron? Se han planteado varías hipótesis, ninguna

probada, pues no están suficientemente sustentadas: primero, que dicha relación y

manejo fue armónica y que los cambios ambientales se debieron a los modelos

agroculturales de los españoles; entre ellos, la introducción del trigo y la ganadería

que implicó la destrucción del bosque (Molano 1990, Arango 1998); y otra que plantea

que, los ecosistemas fueron impactados por los sistemas productivos prehispánicos,

principalmente, por el método de cocción de la cerámica. Falchettí afirma que: “este

estado de la zona se debe esencialmente a la acción del hombre: desmontes y talas

sistemáticas acabaron con los bosques allí existentes en alguna época y privaron al

suelo de su capa vegetal. Pero esta acción no se inició con la conquista, pues el

problema citado debe tener sus orígenes en tiempo precolombinos. El método de

cocción al aire libre empleado por los indígenas, presupone la utilización de grandes

cantidades de leña, para la cocción de cada lote de cerámica. Por lo tanto, esta

actividad practicada a gran escala, por una alta proporción de la población local,

durante un largo tiempo, constituiría una causa de la iniciación de una tala

sistemática de las áreas forestales.”(Falchetti 1975) Este concepto lo comparten los

arqueólogos Therrien, Boada y Mora. Hay evidencias de que las tierras más degradadas,

erosionadas, son las que muestran menos indicios de haber sido ocupadas por las

poblaciones indígenas; esta teoría también la comparten algunos investigadores, entre

otros, Langebaek (1998).

5. Poblados

Los cacicazgos de Saquencipá y de Monquirá, que estaban muy próximos uno del otro,

al parecer ocupaban un territorio que había sido de las comunidades de Yuca

(Tovar1980) Ambos cacicazgos, posteriormente fueron parte de una misma encomienda;

y en el siglo XVI integraron un sólo pueblo; no obstante, los dos se reclamaban

independientes. En un documento (AGN vis Boy 7 f 57Or), los de Saquencipá declaran

que no están “…sujetos a ningún otro cacique antes todas las comarcas le eran sujetas;”

dichos naturales se sigue, mandaba y mando que agora de aquí adelante…de que todos los indios que los

caciques que de los dichos pueblos envíen y son obligados a enviar alquiler a la ciudad de Tunja, vengan

desta dicha villa y en ella se alquilen por el precio y el tiempo que en dicha ciudad de Tunja…para que

con el ayudar dellos las labores y edificios desta Villa vayan adelante…”

“Otro si dijo que mandaba y mando que el mercado que por los naturales de esta comarca se acostumbra

hacer en la loma que está entre Monquirá, Suta y Saquencipá, de hoy en adelante se vengan a hacer y se

hagan en la plaza pública desta dicha Villa, conviene que los dichos indios lo hagan, según dicho es, en

la dicha plaza, para estar más cerca de la Justicia Real de su Magestad, que los defienda y ampare y

tenga en paz y justicia de cualquier agravio que les fuere hecho así por los españoles como por otros

naturales…” (6, págs. 77-78)

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y en otro, del siglo XVI, se dice que: “nunca fueron sujetos a otros caciques nyngunos

fuera de su pueblo a el cual le daban mantas y tujielos de oro e le hazian sus cercados

e buhíos e cavaba sus labranzas y le cazaban venados e conejos e que es más lo que

pagan agora que lo que le daban a su cacique.” (AGN Vis Boy 17 f 562r, en Tovar

1980).Al parecer, el poblado de Saquencipá estaba ubicado en el sitio que hoy se

denomina El Infiernito, es decir, sobre la margen oriental del río Sutamarchán; y

Monquirá, en el lugar donde hoy están las ruinas de la escuela y capilla de Monquirá; y

aun cuando fueron desplazadas del valle de Samacá, La Laguna, conservaron en el valle

tierras para sembrar en épocas de sequía. La base económica era la producción agrícola;

cultivaban, maíz, fríjol, yuca, auyamas, ají , batatas, turmas544 y algodón.

Es importante destacar el hecho que, a diferencia del resto del territorio muisca,

rotaban la tierra y construían canales de irrigación; esto lo corroboran varios documentos

del siglo XVI:“…no están por sembrar por ser tierras que nos sobran sino porque las

dejamos descansar para que luego que se cansen de la labor las otras a ellas

comarcanas…pasemos a labrar en ellas y huelguen las otras…” (AGN Prob Boy 2

f 364r) y en un documento del siglo XVI, citado por Langebaek, se dice que cerca a

Sáchica existían tierras “toda de riego desde antigüedad” y que si esas tierras “no son

de riego, no valen cosa ninguna”. (AGI Santafé 56ª, en Langebaek 1998)

544

Papas

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ANEXO Nº 2

UNIDADES SOCIALES Y POBLACIÓN DE SAQUENCIPA EN 1572545

Fuente: Clara Ines Casilimas-María Imelda López: Las visitas del siglo XVI al territorio muisca: fuente

de datos culturales. Trabajo inédito, Bogotá, 1985

545

En 1572, los indígenas de Saquencipa acostumbran a desplazarse a Chiquiza, Iguaque, Lenguazaque,

Pavachoque, Tinjacá, Sáchica, Ubaté y otras poblaciones, con el fin de trabajar para los encomenderos y

establecer vínculos matrimoniales.

546

En el momento de la visita estaban en “lo de Pedro Ramírez de León”, Taquira, Lenguazaque y dos de

ellos en Ubaté, pueblos de donde eran nativas sus mujeres.

547

En el momento de la visita se encuentran en la laguna de Maldonado, en la laguna de Partearroyo,

Pavachoque de Angulo, Suta de Santana, Suta, pueblos de donde eran nativas sus mujeres.

548

En el momento de la visita se encontraban en Iguaque, y dos en “lo de Ramírez”, de donde eran nativas

sus mujeres.

549

En el momento de la visita se encontraban en Pavachoque y dos de ellos en Tinjacá, de donde eran

nativas sus mujeres.

UNIDADES

SOCIALES

HOMBRES MUJERES NIÑOS HUIDOS AUSENTES ENFERMOS VIEJOS VIUDOS EN DISPUTA

Cacique

CUPAQUÉN

21 15 7 1 - - 1 - -

Capitán

TIBASAQUE

6 4 2 - - - - - -

Capitán CIPAMEA 17 7 4 - 5546 - - - - Capitán NEASOCA 4 1 1 - - - - - - Capitán

PIRAQUEUSA

20 11 11 - 6547 - - - -

Capitán SAYRIA 19 13 6 - 3548 - - - 1 Capitán

NEYABANE

17 11 9 - - 2 - - -

Capitán

CHIASAQUE

31 22 18 - 3549 2 - 1 -

Capitán

AGOACHAQNE

22 15 13 - - 3 - 1 -

TOTAL 156 99 71 1 17 7 1 2 2

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ANEXO Nº. 3

Población indígena siglo XVI -XVII

La disminución de la población indígena en el siglo XVI y XVII “oscila entre el

93% y el 65%. Los porcentajes más extensos corresponden al Valle de Tenza… Por el

contrario, una región periférica en el extremo noroeste de la provincia, en el

corregimiento de Sáchica experimentó una declinación más lenta. Este fenómeno puede

atribuirse a la fundación relativamente tardía de un centro urbano, Villa de Leyva, que

pudo en cierto momento competir con Tunja, pero cuyos rasgos dominantes no eran

señoriales como los de la capital de la provincia.

Porcentajes de disminución de la población indígena:

1562 1635-36

Sáchica……… 570 142

Tinjacá ……... 450 278

Chíquiza……. 60 65

Iguaque…….. 300 91

Población indígena en el siglo XVIII Vecinos

1755 1777-8 1755 1777-8

Chíquiza……….. 100 139 106 243

Monquirá …….. 88

Yuca ………….. 109 195

Sáchica……….. 177 146

Ráquira………. 210 125 761 1.513

Fuente: Germán Colmenares “La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada,1984.

Según otras fuentes la población indígena, en 1571-72, para Saquencipá (Monquirá)

era de 308 y de Monquirá, 451.

La sociedad indígena declina por el impacto cultural, las epidemias (epidemias de

viruelas en 1558, 1566,1568-1569, 1587, 1633). “Por este año de 1566, empezó en todo

este Reyno una gravísima peste de viruelas, contagio tan riguroso, que murieron dél

muchos Españoles, y de los indios fue tan grande la mortandad, que disminuyó mucho

su numeroso gentio;”550 y por las condiciones de sobreexplotación. Las familias

indígenas son desvertebradas, los indígenas son separados de sus comunidades de origen

para trabajar en hatos, haciendas, casas de los encomenderos (particularmente mujeres)

y minas. También “las llamadas ‘conducciones´ a las minas de plata de Mariquita

pesaron como una amenaza de deterioro constante de los pueblos indígenas en el siglo

550

Fray Alonso de Zamora: Historia de la Provincia de San Antonio del Nuevo Reino de Granada.

1945

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XVII. Muchos indios reclutados por este trabajo preferían huir en el curso del trayecto

y otros, que ya habían prestado el servicio, no regresaban a sus pueblos temerosos de

ser reclutados de nuevo. De los 146 pueblos de la Provincia de Tunja, “cuya existencia

se ha podido comprobar para 1562, se habían reducido a 125 en 1602-1603”.551

551

Germán Colmenares La Provincia de Tunja en el Nuevo Reino de Granada, 1984

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ANEXO Nº 4

Resguardos

Por orden del Consejo de Indias, el Presidente Antonio González introdujo los

resguardos. Estos fueron terrenos más o menos alinderados ocupados por grupos

indígenas. “Vivían dentro de un estatuto socio-político y régimen económico más o

menos tradicionales, bien si se tratase de indios encomendados o indios ‘libres',

tributarios a la Corona”.552

“Los resguardos que se hicieron entre 1590-1605 y se completaron en 1636,

significaron un confinamiento de la población indígena al mínimo vital dejando

disponibles para mercedes y agrupando a los indios de tal manera que pudieran ser

accesibles simultáneamente a varios estancieros españoles(...)Los resguardos

contribuyeron a fijar una residencia nucleada de los indios que hasta entonces se

habían resistido a varios intentos de las autoridades españolas para poblarlos. La

construcción de capillas doctrineras a comienzos del siglo XVII y la residencia

permanente de un doctrinero, contribuyeron también a abolir la dispersión (...) Los

indígenas pudieron también distribuirse mejor entre los estancieros mediante conciertos

(trabajadores permanentes) y alquileres (trabajadores temporales) quienes proveyeron

de mano de obra las propiedades durante todo el siglo XVII y gran parte del XVIII”.553

552

Juan Friede: La Conquista del Territorio y el poblamiento. 553

Germán Colmenares : La Economía y la Sociedad Coloniales, 1550-1880. En Manual de Historia de

Colombia.

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ANEXO Nº. 5

Arqueología

La primera referencia a la cultura material de este territorio, se encuentra en los

cronistas españoles del siglo XVI y tiene que ver con las columnas monolíticas de la

zona de Monquirá y Saquencipá, “El Infiernito;” fray Pedro Simón relata que, antes de

la llegada de los españoles a los Andes orientales, el cacique de Tunja o Hunza tenía el

propósito de construir un templo al sol y para ello se estaban llevando columnas de

diversas zonas, entre ellas Monquirá (escribe Moniquirá). Al respecto anota:“mandó que

le trajesen de diversas partes gruesos y valientes mármoles. Llegaron al sitio con tres

de ellos, como hoy se ven, aunque dicen nunca vieron la cara a los que los traían, por

llegar con ellos de noche…otros dos se ven en el camino de Ramiriquí y otros dos en

Moniquirá, que no llegaron al sitio como ni la fábrica a ponerse en ejecución, porque

cuando ya estaba de eso, era en tiempo en que los españoles ya estaban poblados

en Santa Marta”.554

Posteriormente, no se vuelve a hacer mención exacta sobre los restos culturales de este

sitio; la primera descripción detallada de las ruinas líticas de Saquencipá, corresponde a

Manuel Vélez, en el año de 1847, quien se refiere a ellas como restos de una “antigua

ciudad”y menciona un círculo formado por trece piedras, con un diámetro de trece

metros y un campo rectangular, con orientación este-oeste, integrado por veintinueve

monolitos verticales, con una dimensión de treinta y seis metros de largo por

diecisiete metros con sesenta centímetros de ancho.

Después, Fortunato Pereira y el geógrafo Joaquín Acosta, describen a Saquencipá;

Pereira alude al hecho de que el sitio ha sido saqueado ( ver más adelante,

Intervenciones y guaquería) y plantea también la tesis de que, quizás, las piedras eran

llevadas para ser talladas; pero, a su vez, describe una doble fila de monolitos en

piedra orientados en dirección oeste-este. Vicente Restrepo interpreta el sitio y las

ruinas líticas como una construcción o templo solar; años más tarde, Liborio Zerda,

escribe acerca del mismo lugar; está de acuerdo con la descripción y tesis de Vélez,

pero, agrega que corresponde a un pueblo anterior a los muiscas de la época de la

llegada de los españoles; en 1921, Peregrino Sáenz menciona algunos hallazgos de

petroglifos en la zona de Santa Sofía.

Miguel Triana, en su obra “Civilización Chibcha” (1922), hace referencia a la hipótesis

planteada por varios autores, según la cual, estas piedras fueron transportadas al valle

de Leyva para construir un templo al sol, que había quedado trunco por la invasión

554

Fray Pedro Simón/1625/ 1981, “…tallados por orden del cacique Goranchochá para sublimar los

templos erigidos en honor al sol, su padre.” Según el mito, Goranchacha nace de una doncella de

Guachetá, en el cerro de la luna, que fue preñada por el sol y da a luz una esmeralda, que luego se

convierte en Goranchacha. Este, después, mata al Zaque de Hunza, que era cacique también de Ramiriquí,

y se convierte en gobernante de toda la provincia de Tunja. Este relato junto con el de el cacique de

Sogamoso, que manda a su sobrino a que suba al cielo, se convierta en sol e ilumine el mundo que

estaba oscuro, son los únicos que hacen mención al sol como creador.

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española, y que esto se evidencia en el hecho de “que aquellas piedras tienen una

muesca labrada a cincel, como para arrastrarlas al lugar que ocupan…las llamadas

vigas son nativas y que su forma original indujo a los emigrantes procedentes de lejana

costa que los encontraron a su paso hacia el Valle de Iraca, a complementar su

figura para rendirle allí culto al dios phalo.” También menciona varios “jeroglíficos,”

que interpreta como de origen caribe, y que los mismos desvirtúan la hipótesis del

templo al sol que se construía cuando la llegada de los españoles; afirma que estos

“sirven para señalar la traza del pueblo emigrante que ocupó el valle de Sogamoso,

acaso con anterioridad a la colonización procedente del Orinoco. Entre los dijes de

oro que se encuentran en la región, vuelve a aparecer, la figurilla fálica desconocida en

el resto del país;” y concluye que el culto al sol no era propio de la cultura muisca:

“el evangelio del Sol, predicado por las migraciones llaneras, fue para los hijos

del Agua una deslumbradora revelación”.

En los años sesenta, el arqueólogo Eliécer Silva Celis, inicia trabajos en el territorio y

se concentra principalmente en la zona de Saquencipá, El Infiernito; la Universidad

Pedagógica y Tecnológica de Colombia adquiere estos terrenos. Silva no está de acuerdo

con la teoría de que los monolitos hubiesen sido tallados para ser transportados a Hunza,

para la construcción del templo del sol, sino que interpreta el sitio como “campos

sagrados de observación astronómica y meteorológica,” argumentando que las hileras

de monolitos están en dirección este-oeste y que los espacios entre las columnas son

perfectamente regulares con el objeto de medir el movimiento del sol y que, además,

existía un monolito central, vertical, de cinco metros, (descrito por Joaquín Acosta) que

servía para señalar la altura del sol en el firmamento; y cronológicamente presenta tres

fechas de C-14, análisis de radiocarbono 14, que van del 2880 al 2180 a.p.

Silva Celis, también, realiza algunos trabajos de prospección arqueológica en la zona

de Sáchica; a partir de una información proporcionada por la familia Zubieta, efectúa un

trabajo en la orilla sur-este del río Sáchica, a siete kilómetros de Villa de Leyva y a tres

de Sáchica, donde se habían encontrado un conjunto de pinturas rupestres, las llamadas

pictografías de Sáchica. Estas están trabajadas sobre rocas correspondientes al cretáceo

inferior, en estratos horizontales de roca arenisca muy dura, distribuidas a diversas

alturas; aparecen representaciones de figuras geométricas, fitomorfas, antropomorfas y

zoomorfas, en colores rojo, negro y blanco. Silva, caracteriza el área como ceremonial

al decir que:“corresponden a simbolismos que sugieren o permiten evocar objetos o

ideas abstractas, en conexión con la magia y con la religión.” Predominan las figuras

en rojo, seguidas por las blancas y negras; ubica las pinturas rojas y blancas como

pertenecientes a dos épocas distintas y dice que con estas pinturas se constata el hecho,

por él planteado, de que “con la pintura negra, un elemento cultural muy antiguo, que

creemos es posible referir a un pueblo anterior al chibcha (...) son rasgos culturales

que nosotros nos inclinamos a atribuir a un pueblo pre-chibcha, posiblemente de tipo

arawak… pensamos que hubo en Sáchica tres ocupaciones, una, la más antigua, por

gentes de posible estirpe arawak, a la cual siguieron dos por los chibchas (...) La

Sierra Nevada de Santa Marta comparte con Sáchica muchos de los simbolismos aquí

señalados.” En 1962, hace una descripción de una estratigrafía con un manto

arqueológico de 1.80 m. de espesor total, que comprende tres estratos: un inferior, de

0.70 m, con despojos de cocina (cenizas, carbones vegetales, fragmentos quemados de

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huesos de pequeños mamíferos y fragmentos de cerámica lisa y unos pocos en rojo);

un segundo, de 0.80 m, totalmente estéril, con algunos residuos de carboncillo sobre una

arcilla roja; y una tercera capa superior, de 0.30 m, con fragmentos de cerámica lisa

pintada en rojo y residuos de carbones vegetales, fragmentos de hueso de venado y

piedras trabajadas. Plantea que la capa arqueológica que allí se formó, fue prácticamente

destruida por una crecida del río Sáchica que, en ese punto, alcanzó una altura de cerca

de cinco metros por encima del nivel que tenía en ese entonces. Cuando inicia los

trabajos en El Infiernito, realiza un reconocimiento de las zonas aledañas y describe un

buen número de columnas talladas, pictografías y petroglifos. (Ver más adelante

Saquencipá o El Infiernito)

Ana María Falchetti publica, en 1975, Arqueología de Sutamarchán, Boyacá, resultado

de sus investigaciones sobre arqueología y cerámica actual en Ráquira y Sutamarchán;

este trabajo con un amplio análisis del contexto histórico y asentamientos, es uno de los

más importantes efectuados hasta el momento; los sitios estudiados corresponden a

basureros asociados con la producción de cerámica. En su investigación arqueológica

de Sutamarchán, plantea que la cerámica hallada pertenece a diferentes tipos muiscas y

describe dos clases de cerámica: Suta arenoso y Suta naranja pulido, y reporta una fecha

C-14 de 1050 d.c., asociada al tipo Suta naranja pulido. En excavaciones realizadas en

Leyva y Samacá, (Boada, Mora y Therrien 1988) dicen que la introducción del tipo

arenoso antecede a los desarrollos muiscas tardíos y describen grandes poblados de diez

hectáreas, aproximadamente, con cerámica tipo arenoso; en Saquencipá, El Infiernito, se

encontraron fragmentos de cerámica tipo arenoso y de cerámica pertenecientes a

diversos períodos asociados con las construcciones de columnas monolíticas (Cardale,

1987) lo cual sugiere importantes y numerosas actividades ceremoniales.

Diez años después, Boada y Therrien inician trabajos en el territorio y plantean un

poblamiento de “oleadas colonizadoras,” una primera ocupación Herrera; y luego una

ocupación humana, que elaboró la cerámica del llamado estilo arenoso, que operó un

cambio abrupto durante el siglo VII d.n.e.(Período Muisca Temprano) en “un área de

ocupación bastante extensa cuyos pobladores parecen venir del norte siguiendo la

ruta del cañon del Río Suárez.” (Boada, Mora y Therrien 1988) Identifican una serie

de sitios, -entre ellos El Muelle, en Sutamarchán, y El Infiernito, en Leyva- y postulan

la existencia de grandes aldeas separadas, con gran densidad poblacional, estructuradas a

través de un poder central. A esta ocupación, a la que pertenece el estilo arenoso, le

sucedió otra caracterizada por el estilo cerámico naranja, que establece asentamientos

cercanos unos de los otros, más numerosos, “pero más pequeños que durante el período

anterior” (Boada, Mora y Therrien 1988).

En 1995, Langebaek comienza trabajos en la zona; realiza un reconocimiento regional

sistemático y lleva a cabo una recolección de evidencias culturales con el fin de

identificar áreas de ocupación y establecer cambios en la distribución espacial a través

del tiempo y, además, poder evaluar problemas de deterioro ambiental. Su objetivo

general es hacer una “reconstrucción de los procesos sociales en el Valle de Leyva,

desde sus orígenes hasta la actualidad” y reconstruir los cambios demográficos, manejo

del medio ambiente y acceso a recursos; también se plantea el objetivo de contextualizar

El Infiernito y hacer un mapeo de las estructuras líticas de la región.

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Con relación a las poblaciones alfareras, varios investigadores han establecido tres

períodos: Herrera, Muisca Temprano y Muisca Tardío.

PERÍODO DURACIÓN

HERRERA 800 a.n.e - 800 d.n.e 1600 años

MUISCA TEMPRANO 800 d.n.e – 1000 d.n.e 200 años

MUISCA TARDÍO 1000 d.n.e – 1600 d.n.e 600 años

1.- El llamado Período Herrera, va del 800 a.n.e. hasta el 800 a.n.e; se conforman las

primeras aldeas, se cultiva la tierra y se trabaja la cerámica. Existe, también, la tesis de

que la población no ocupó aldeas nucleadas y habitó lugares dispersos y pequeños. Los

asentamientos se dan en las tierras más fértiles, especialmente, a lo largo de los ríos

Cane, Suta y Sáchica, quizás, debido a consideraciones ambientales. (¿precipitación?)

(Langebaek 1998).

2.- Período Muisca Temprano, entre el 800 d.n.e y el 1000 d.n.e; aparece la cerámica

pintada con diseños bastante creativos y gran valor simbólico, además, se introducen

nuevas formas, como jarras y cuencos; se inicia la metalurgia con el trabajo de la

orfebrería de carácter eminentemente ritual y se práctica la momificación. Se da un

alto incremento poblacional, como consecuencia de ello quizás varían los patrones de

asentamiento, y se producen importantes cambios sociales; por ejemplo, las relaciones

de intercambio y desplazamiento de los asentamientos hacia zonas menos fértiles, tal

vez, por razones estratégicas de defensa; aunque se siguen ocupando tierras fértiles. No

obstante, las dos aldeas más importantes hacen sus asentamientos en tierras aluviales

fértiles, las más fértiles permanecen sin ocupar (por ejemplo, las ubicadas en las tierras

aluviales del río Cane y otras microcuencas importantes.) Los asentamientos son más

pequeños (Langebaek,1998), se incrementan la población y la producción agrícola, pero

por debajo de la capacidad de carga; a este período corresponden las ruinas líticas de

Saquencipá (El Infiernito) (Cardale 1987, Langebaek, 1998)

3.- Período Muisca Tardío, a partir del 1000 d.n.e. hasta la llegada de los españoles.

Aumenta el tamaño de los asentamientos, al igual que la densidad poblacional; surgen

grandes aldeas nucleadas y viviendas dispersas; “parece que cada unidad doméstica

tenía residencias diversas, algunas en aldeas, otras dispersas por el campo.”(Langebaek

1987) Según parece, las familias nucleares tenían la posibilidad de acceso a diferentes

ecosistemas y pisos térmicos por medio de desplazamientos, de acuerdo con las épocas

de siembra y recolección, lo cual les permitió una mayor autonomía y un manejo más

armónico con la diversidad ambiental; se establecen los asentamientos en tierras más

fértiles y, quizás, una mayor competencia por los recursos, pero por debajo de la

capacidad de carga de los ecosistemas. Algunos investigadores, como Castillo (1984),

caracterizan la cerámica Muisca Temprano como experimental, transicional y de mezcla

cultural por la llegada de nuevas poblaciones; de igual manera, Falchetti, Boada, Mora y

Therrien al afirmar que se dan diversas corrientes migratorias en la región.

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Saquencipá o el “Infiernito”.

Conjunto de monumentos líticos ubicado en la actual vereda de Monquirá, Villa de

Leyva; Silva Celis inicia, en 1974, trabajos de investigación y prospección arqueológica;

y, en 1980, la UPTC establece el Parque Arqueológico, mal llamado El Infiernito. Silva

Celis caracteriza este conjunto lítico como “astronómico-metereológico, perteneciente a

la cultura muisca, quienes sacralizaron este lugar con el fin de rendir culto a la fertilidad

y fecundidad; y, según algunos análisis de carbono 14, se precisa una antigüedad de I y

II milenios a.C.”(informe UPTC 999) Se registran los siguientes hallazgos:

Conjunto de columnas líticas talladas.

Ruinas de una tumba dolménica con esqueletos humanos.

Monumentos “fálicos” dispersos por toda el área.

Fragmentos cerámicos, líticos y fósiles. (informe UPTC)

Los monolitos de Saquencipá se han situado como correspondientes al Período Muisca

Temprano (Cardale, 1987; Boada et al 1988, Therrien 1988, Langebaek,1998). En el

sitio aparece cerámica perteneciente tanto al Período Muisca Temprano, (Cerámica

Arenosa) (Cardale,1987) como Muisca Tardío (Boada et al).

Silva plantea que, en este lugar se iba erigir un templo al sol y que los monolitos son de

carácter fálico para propiciar mágicamente “la acción bienhechora de las fuerzas y

fenómenos naturales sobre la fecundidad de la tierra…la erección con fines astronómico-

religioso, de las dos singulares construcciones rectangulares en piedra tallada convirtió

los sitios en lugares sagrados…” Se apoya en los siguientes hechos y testimonios:

“la orientación exacta este a oeste de estas estructuras no la hubieran podido lograr

los chibchas sin el previo conocimiento de los movimientos del sol y de la luna; cuando

vemos las dos construcciones rectangulares fueron concebidos y realizadas, abiertas

al espacio celeste, para la observación de los astros y, principalmente, el sol;

constituyen, además, sendas vías de recepción sagrada al Astro-Rey en su movimiento

aparente este a oeste (…) La separación intercolumnar de los pilares del campo

sagrado del norte, facilita, ciertamente, el control del movimiento del astro del día y,

por consiguiente, la posición celeste del mismo, con ayuda de la sombra formada en

cada una de ellas según la época del año(…)El número de columnas, calculada, 55 o

56, de cada una de las alineaciones del campo sagrado del norte, pudo haber tenido,

según muchas probabilidades, un valor calendárico relacionado con el cielo, de

algunos eventos y fenómenos astronómicos…” 555

En un artículo de 1981, escribe que hasta el siglo pasado existía una columna cilíndrica

de cinco metros de longitud, en posición vertical, que cumplía la función, entre otras,

de señalar el momento cuando la altura del sol sobre el horizonte alcanzaba los 90

grados, dos veces anualmente; y que por medio de estas columnas alineadas y de puntos

fijos, como la laguna de Iguaque y de marcas en el horizonte, por ejemplo las Pléyades,

los sacerdotes chibchas calcularon los solsticios y los equinoccios. También anota que

555

Silva, obra cit.

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la presencia de huellas de numerosas fogatas, ofrendas y sacrificios, demuestra que las

actividades ceremoniales y rituales fueron muy intensas en estos campos sagrados,

pues su objeto era “mantener al sol funcionando y en permanente actividad ya que

éste y la madre tierra son los responsables de la fecundidad de los campos”. 556

En cuanto a la cronología, señala que con las muestras de carbón recogidas en las

excavaciones arqueológicas en los diversos niveles estratigráficos, analizadas por el

Instituto de Asuntos Nucleares, y con las que fueron proporcionadas por el Museo del

Oro del Banco de La República, se pudieron establecer las siguientes fechas:

IAN - 119 “El Infiernito”, Nº 2 2.490 -+ 195 B.P.

IAN - 128 “El Infiernito”, Nº 1 2.180 -+ 140 B.P.

IAN - 148 “El Infiernito”, Nº. 2 2.280 -+ 95 B.P. Fuente: Silva Celis 1983.

Para llegar a la conclusión, con la primera cifra, que “los sacrificios y demás actos

rituales culturales anotados, fueron realizados…en el curso de los siglos VI y/o VII antes

de Cristo” y que esta fue la época de“gran esplendor de la civilización chibcha.” En

cuanto al segundo análisis, con la cifra de 2.180 +- 140 B.P, señala que en los siglos III

y/o IV a.C, los “chibchas realizaban sacrificios de productos vegetales, como el maíz,

por medio del fuego.”Y para el tercer resultado, que arrojó la fecha de 2.880 +- 95 B.P

(muestra de carbón vegetal ) que da la cifra de 930 +- 95 años a.C, “proyecta muy

lejos en el pasado el origen y el desarrollo de la civilización chibcha. Al señalar y

fechar el cumplimiento de un acto ritual tan importante y complejo como el del

sacrificio hecho por medio del fuego”.557

La cronología planteada por Silva Celis, ha sido puesta en tela de juicio por algunos

investigadores; Langebaek (1998) afirma que las tres fechas de C-14 (entre el 2880 y el

2.180 a.p) tienen problemas: “el primero es que los contextos de asociación no son

claros, excepto referencias sobre que pueden estar asociadas a huesos de animal y

restos de maíz (Silva 1980:13); otro problema, es que fueron procesadas por el Instituto

de Asuntos Nucleares, famoso pero no precisamente por su exactitud”. 558

Acerca del carácter y significado del sitio se han dado varias hipótesis, diferentes a

las de Silva Celis. Langebaek (1998) plantea, que si bien es cierto las columnas de El

Infiernito son comparables a las de Tunja, la situación que se vivía en ambas zonas era

bien diferente. En Saquencipá, el poder político no se había consolidado en un cacique

“que dominara la región” y no se daba un poder político centralizado…aunque en el sitio

se desarrolla una gran aldea.

556 Silva C., Boletín Museo del Oro, año 4, 1981 557

Silva 1981 558

Langebaek, 1998

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Intervenciones y Guaquería.

La guaquería ha sido muy intensa y continua en el territorio desde siglos pasados;

Vicente Restrepo refiriéndose a Saquencipá, El Infiernito, menciona que el propietario

de la tierra, donde están las ruinas, vendía las columnas para construcciones. “…los

indios tenían bastante material preparado, pues del Infiernito (antiguo Saquencipá) se

han llevado en diversas épocas piedras labradas para emplearlas en la construcción

de edificios públicos y privados; en el claustro del Convento del Ecce-homo…se

cuentan 32 de estos zócalos, 12 en la Casa de Capellanías de Leiva, 2 en Sutamarchán,

etc…fuera de las piedras que sirven de puentes y zanjas y barrizales;” lo mismo

afirman Joaquín Acosta y Manuel Vélez B, en un informe del Boletín de la Sociedad

Geográfica de París. En varios documentos se menciona que, las columnas que

conforman las arcadas de la casa de Juan de Castellanos, en la Villa, fueron extraídas de

Saquencipá. Silva Celis escribe que “ en el curso de las últimas guaquerías practicadas

hace unos 45 años en el sitio (Sanquencipá) fue extraída de allí una hermosa estatua de

piedra como del tamaño de un hombre.” Dicha estatua fue trasladada y erigida frente a

la iglesia colonial de Monquirá…después de permanecer allí un tiempo, un religioso la

llevó a un convento de Villa de Leyva y, añaden los informantes, nunca más supieron de

dicha figura; parece que la pieza fue hecha pedazos con un martillo “para acabar con

las perturbaciones demoníacas,” afirmación que explica el porqué de el nombre El

Infiernito, que se le dio a Saquencipá.

Silva Celis, anota que “los españoles toparon con varios monolitos tallados, tendidos

en los campos de Monquirá y El Infiernito;” al mismo tiempo, con dos series de puntas

mutiladas a flor de tierra y que llamaron“zócalos.” Gran cantidad de estos materiales

fueron trasladados y utilizados en construcciones civiles y conventuales de la región.“La

guaquería se fomentó desde los tiempos coloniales. De la acción destructiva moderna,

iniciada con la primera fundación de Villa de Leyva en 1572, dan cuenta los

exploradores y visitadores del sitio del “Infiernito” como Manuel Vélez, Barrientos,

Joaquín Acosta y Fortunato Pereira(…) Testimonio objetivo de está depredación son

varias casonas de Villa de Leyva, el claustro conventual del Ecce Homo. Con el saqueo

de los monumentos de piedra, que ya eran ruinas, repetimos, se cumplió un segundo

proceso de destrucción y, por consiguiente, de trastorno de las viejas estructuras que

habían sido erigidas en tiempos remotos… A tiempo que eran arrancados y trasladados

de aquí para allá monolitos labrados para ser empleados en edificaciones de toda

clase, y afanosamente la acción iconoclasta colonial buscaba y perseguía las estatuas

para hacerlas trizas por “demoníacas” en presencia de los indios, apareció la guaquería

en el mencionado lugar, estimulada por algunos hallazgos de piezas arqueológicas de

valor económico como esmeraldas y objetos de oro. La guaquería, que violó y saqueó

tumbas y movió, desenterró y destrozó columnas de piedra, fue otro medio de

destrucción que causó tremendos males durante doscientos cuarenta y siete años de vida

colonial. La independencia política de España y la venida de la República no

contuvieron el saqueo del “Infiernito.” Sobre este particular son claros los testimonios

históricos”. 559

559

Silva, 1983

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Efectivamente, muchas de las columnas talladas de Saquencipá fueron empleadas en

la construcción de la Villa; tal es el caso, de las columnas de las arcadas de la

casa de Juan de Castellanos, con el propósito de representar los doce apóstoles.

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193

ANEXO Nº. 7

Hidrografía

El sistema hidrográfico560 municipal, es parte de la cuenca del río Suárez que conduce

las aguas del altiplano de Ubaté y Chiquinquirá, desde la laguna de Fúquene, y drena la

vertiente occidental de la Cordillera Oriental. El municipio está atravesado por tres ríos:

Cane o Iguaque, Sáchica y Sutamarchán que vierten sus aguas al río Moniquirá; y

constituye la parte alta de un valle longitudinal de alta montaña ecuatorial.

En la actualidad, algunas microcuencas están extintas; otras, en vías de extinción; y

muchas, bastante contaminadas, con caudales reducidos y sin cobertura vegetal. Las

transformaciones y alteraciones de los ecosistemas por acciones antrópicas, han influido

en el potencial físico-biótico del medio y, en consecuencia, en las corrientes acuíferas o

cuerpos de agua de esta región. Las alteraciones del paisaje y los cambios en la

vegetación, han generado grandes cambios en cadena en las corrientes de agua. Según

M.Baena y C.Samper, “al comparar la diversidad de la etnofauna acuática en los

cuerpos de agua localizados alrededor de Villa de Leyva, se observa que la riqueza y

abundancia de especies disminuye de manera considerable en las quebradas: San

Francisco, San Agustín, Tíntales, La Picona, La Colorada (pueblo) río Leyva y el Roble.

Los cuerpos de agua con mayor diversidad son: Cane, Carrizal o Mamarramos, La

Colorada y río La Cebada”.

Cuenca Principal: río Moniquirá; ríos principales: Cane o Iguaque, Sutamarchán; ríos

secundarios: Sáchica, La Cebada y Leyva.

Quebradas: Amoladero, Amotuas, Barranco Hondo, Bernal, Canales, Cañuela, Capilla,

Carrizal (Capilla), Carrizal (Roble) Casateja, Ciral, Colorada alta, Colorada baja,

Colorada centro, Cucubos, Curies, Chaina, Chorrera (o Guamo), El Cerezo, El Curo, El

Chorrerón (o Chorrera), El Espino, El Morro, El Pencal, El Pino, El Roble, Hueuza,

La Cabrera, La Linde, Las Manas, La Palma, La Palma-Tabacal, La Picona, Los

Cucubos, Los Francos, Los Magos, Los Micos, Los Murciélagos, El Zorro, Marmados,

Moro Macho, Ortigal, Piedra Gorda, Pozo Negro, Ritoque, Tabacal, Tintales,

Travesías, San Agustín, San Francisco, San Marcos, Sausalito, Zanjón del Pantano

o Las Coloradas.

El acuífero principal de la gran mayoría de fuentes, está ubicado en el anticlinal

de Arcabuco -formación Arcabuco y formación Ritoque- con buena infiltración y

percolación. Hay ocho lagunas de origen glacial, que dan nacimiento a numerosas

quebradas en el flanco oriental, nor-oriental y occidental del anticlinal. La serranía

conocida como Morro Negro, con un núcleo conformado de areniscas cuarcíticas

fracturadas pero compactadas y cimentadas, constituye una rica zona de recarga

ubicada a lo largo de la cuchilla que da origen a quebradas, como San Agustín y San

Francisco, y a manantiales.

560

Apartes del estudio: Diego Arango R: Los Recursos hídricos en Villa de Leyva. P.O.T, Leyva, 1999.

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Proyectos de riego

Han existido numerosos proyectos de riego. El primero se dio por medio de la Ley de

1922, que constituyó la Junta de Desecación de la Laguna de Fúquene y contrató un

estudio técnico con la casa alemana Julius Berger Consortium. Esta propuso la irrigación

del valle de Ráquira a Leyva, derivando las aguas de la laguna de Fúquene por un

túnel, a través de la colina de San Miguel de Sema, y las aguas se verterían por la

quebrada de Los Cerezos al río Sutamarchán y Moniquirá. La obra se inició y luego

fue suspendida, aún puede observarse parte del túnel construido. Posteriormente, en

los años 80 y 90, el HIMAT presentó otros dos proyectos.

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195

ANEXO Nº 8

Clima

“A veces, uno ve que las hojas de las matas de papa

empiezan a cerrarse y es seguro que llueve ese día”.

“Cuando mi burro se rasca, segura borrasca”. 561

Este espacio de montaña tiene una gran diversidad de condiciones climáticas y

variaciones altitudinales. Existen tres grandes zonas climáticas: seca-árida, semi-húmeda

y húmeda, con altitudes comprendidas entre los 2100 m.s.n.m y los 3600 m.s.n.m.

La zona seca-árida 562 comprende el valle de Saquencipá o valle del río Sáchica, Suta

y Moniquirá ubicado en la parte sur-occidente del territorio; esta zona incluye las

veredas de: Sopotá, Monquirá, Llano del Arbol, Salto y La Lavandera. La zona semi-

húmeda, corresponde a la parte central, noroccidental y oriental de las veredas del

municipio: Centro, Ritoque, Roble, Sabana, Llano Blanco, Cardonal y Capilla. La

zona húmeda, situada en la parte oriental, comprende las veredas de Capilla, Sabana y

Centro, junto con el área que integra el Santuario de Flora y Fauna de Iguaque.

Cuadro Síntesis de Clima * (Ver Mapa) Estudio ““Restauración ecológica y biodiversidad en el paisaje de Villa de Leyva”

Instituto Alexander von Humboldt. Andrade-Rubio-Galvis-Marin

Zona Precipitación

mm

Lugar

representativo

seca 700-800 Valle Río Sáchica,

Leyva y Sutamarchán

subhúmeda 1000-1400 Río Leyva - Río Cane

Loma el Esterillal

húmeda > 1400 Río Cane - Arcabuco

En dirección occidente-oriente, las altitudes van desde los 2100 m.s.n.m en la parte

baja occidental del alto Ricaurte, ríos Sáchica, Suta y Moniquirá, a los 3400 m.s.n.m

en Morro Negro y 3600 m.s.n.m en los cerros de Iguaque, ubicado en el anticlinal de

Arcabuco.

Esta variación altitudinal incide en el comportamiento hídrico,“a causa del

enrarecimiento y enfriamiento del aire y de la disminución de la humedad absoluta

y un descenso del umbral de saturación.” (Coque, 1984)

561

Creencias populares. 562

La aridez, no sólo está determinada por las características climáticas naturales propias de un

valle longitudinal, sino también por factores antrópicos.

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196

La zona que atraviesa la cuenca formada por los ríos Sáchica y Suta, tiene las

características de un valle longitudinal “protegido lateralmente, por cadenas de

montañas, de la influencia de las masas de nubosidad y vientos,” (J. Molano,

1990) que provienen del valle medio y de los valles orientales de los Llanos que

determinan que el clima sea seco, en el área central del valle, y húmedo, en las

cúspides y laderas”. (Klaus Schutze Páez, Op. Cit)

“Los vientos alisios ejercen su acción sobre las laderas altas y medias de las

vertientes, en tanto que la circulación local de los vientos genera masas secas y frías,

las cuales actúan conjuntamente con los alisios, provocando erosión y resecamiento

sobre los suelos y rocas expuestas a la acción eólica …Los vientos que inciden sobre las

montañas circundantes, cambian su comportamiento al entrar al valle, tornándose

frecuentes y veloces (particularmente en los meses de junio, julio y agosto) debido al

cambio de las condiciones de calor, presión y configuración del relieve en las partes

bajas. Las características de las montañas inciden en el comportamiento de los

vientos haciendo que la humedad que contienen se condense en forma de bandas de

nubosidad, las cuales se posan preferentemente sobre las cumbres donde se hallan los

cinturones de robles y encenillos. Así , se da una humedad relativa del aire, la cual

contrasta con los paisajes secos y erodados que dominan el centro del valle

frecuentemente de poca nubosidad” (J. Molano,1999).

El clima tiene un régimen bimodal con “dos estaciones de lluvias y dos secas

distribuidas en forma alterna durante el año.” De acuerdo con el registro de lluvias se

puede observar que en el centro del valle “éstas se concentran en períodos muy cortos

presentándose en éstos lluvias con altos volúmenes de precipitación convirtiéndose ésta

así en una las causas principales de la erosión y lavado”. En consecuencia, se da un

fuerte impacto de la acción hidráulica de la lluvia sobre los suelos con baja o nula

cobertura vegetal, haciendo que el flujo del agua disgregue los suelos. El Valle

despejado de nubes facilita una alta insolación y por lo tanto un incremento de las

temperaturas con la consecuente pérdida de agua en el suelo y en la vegetación. (J.

Molano, 1999)

Los registros muestran una variación de la precipitación entre 412 mm. y 1800 mm., en

las partes del valle y la vertiente oriental, con un promedio de 922.1 mm. en la zona de

laderas y de 287.5 mm., en las zonas circundantes. Fuera del área, los registros se ubican

entre 600 mm.y 2800 mm.,con un valor promedio de 1279.6 mm.(Molano BJ.1986.p.32-

33) y 1349.3 mm.(IDEAM) La zona presenta un incremento de lluvias en septiembre,

octubre y noviembre y se produce un descenso en enero y febrero.

La evaporación es alta y constante; se calculan 1250 mm. año, lo cual indica que es

mayor que el índice de precipitación, 953mm., y se manifiesta de manera inversa a la

precipitación. Los meses de diciembre a marzo son los de mayor evaporación, con un

índice de 3.1 mm. al día, y de junio a noviembre, con 0 a 0.5 mm. La evaporación

promedio, diaria anual, es de 2.71 mm. La humedad relativa promedio anual es del

78%; alta en las mañanas (85%) y baja en el curso del día (62%). Según el INAT, los

meses de abril a julio son los de mayor humedad (90%); y los de diciembre a

marzo, los de menor porcentaje (51%).

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ANEXO Nº 9

Trigo

Por las características ambientales de suelos, clima y, principalmente, abundantes

aguas, la región se convierte en la despensa y el granero del Nuevo Reino de Granada;

despensa centrada en la producción de trigo por lo que se establecen veintisiete molinos.

Prácticamente, el “ordenamiento”del territorio se hace teniendo como referente los

distintos cursos de agua para poder sostener el modelo productivo; no sólo se utilizan

las diversas fuentes sino que, también, se construyen diferentes sistemas extractivos

y de conducción a través de canales, pues el agua era indispensable para la

producción harinera de los molinos. En la primera cartografía del territorio, siglo

XVI, se encuentra la ubicación estratégica de algunos de ellos; cabe señalar, entre

otros, los molinos de Pedro de León Patiño.

El paisaje físico y cultural cambia radicalmente, “ya no por procesos físico-bióticos

sino por la introducción de valores de uso de la tierra ajenos;” (Molano) se cambian los

productos tradicionales y se desarrolla un tipo agricultura que altera los ecosistemas. Se

inicia un proceso ininterrumpido de destrucción de los bosques nativos, para dar lugar a

la creación de hatos ganaderos y la siembra de trigo y cebada.

Economía, producción y comercio de trigo

Durante la Colonia existió una gran demanda de trigo y harinas, que estimuló la

producción y comercialización del mismo. “A comienzos del siglo XVII, se calculaba

(en la provincia de Tunja) la existencia de 1200 estancias con labores de trigo, cebada,

maíz, etc., o cría de ganados (…) Las sumas obtenidas (por la Caja Real) dan una idea

de la importancia agrícola de las diferentes regiones. Tunja y Santa Fe se colocaban a

la cabeza con dieciocho y doce mil pesos de plata cada una, lo cual implicaba que sus

propiedades se avaluaran, someramente, en algo más de un millón de pesos de plata.

Venían enseguida Villa de Leyva y Pamplona con cinco mil quinientos y tres mil

quinientos pesos”.563 Estas estancias llegaron a abastecer las ciudades más importantes,

e incluso los centros mineros.

Tunja durante la colonia, era un paso obligado del intercambio comercial entre

la costa atlántica y el interior del país, a través de la ruta del río Magdalena y el camino

de Vélez, (Puerto de Vélez llamado Carare.) Esta ruta cambió en el siglo XVIII, cuando

se prefirió el camino de Honda para llegar directamente a Santa Fe, circunstancia que

trajo la decadencia económica de la provincia de Tunja.

En cuanto a los comerciantes de trigo, “desde tiempos de la conquista el comerciante

estuvo por encima del resto de los ocupantes, sino en condición social, por lo menos

563

Germán Colmenares: Historia económica y social de Colombia. 1537-171.

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198

en cuanto a las oportunidades de amasar una fortuna excepcional”.564 El contrabando y

el comercio ilegal del trigo, permitieron un incremento de las fortunas de algunos

comerciantes; los comerciantes que no estaban vinculados a la política local fueron

perseguidos y enjuiciados por vender trigo “a precios diferentes de los estipulados por

el Cabildo”. Durante los siglos XVI y XVII, se adelantaron numerosos procesos

judiciales contra comerciantes de trigo. La harina producida en Villa de Leyva, salía

por el Puerto Nuevo de Vélez.

Cuando se incrementa la demanda interna de harina, se impone una política fiscal

tributaria que restringe su producción y regula los precios del excedente que se

comercializa. En 1561, se dan las cosechas más significativas y se produce una crisis

en el precio del trigo; entre 1561 y 1569, se expiden varias ordenanzas que fijan

precios y se imponen multas a los infractores de la ley de precios. Para 1571, el trigo

producido en Santa Fe era de menor calidad que el de Tunja y Villa de Leyva, aunque

el precio era el mismo; por esto, los comerciantes de trigo de Villa de Leyva y Tunja,

Gustavo de León, Antonio Maldonado y Pedro de Bolívar, a través de su apoderado

Diego de Vergara, se quejan de los precios establecidos y de la persecución del Cabildo,

afirmando que “con tener el mejor trigo y los acarreos ser más lejos sale a menos

precio el bueno que el malo”.565 Ya para finales del siglo XVI y comienzos del XVII,

debido a las medidas impuestas, el agotamiento de las tierras, la precaria tecnología, el

comercio ilícito y la falta de una política clara en torno a los problemas originados, se

genera una fuerte crisis y se expide una norma que establece pena de cárcel y destierro

a quienes saquen harina: “se tiene prohibido que se saque harina de trigo de este

reino para cualquier parte…,”566 crisis que afecta a Villa de Leyva y Tunja. “Esta

Villa de Leiva y la dicha ciudad de Tunja por la esterilidad deste año tienen gran

necesidad de bastimentos y los pocos que hay en la tierra los sacan della sin

consideración del daño que reciben las dichas repúblicas. Y por estar a cargo de

Su Majestad el buen gobierno de ellas y acudiendo al remedio conveniente

mandó que se pregone públicamente que ninguna persona ni harria saque harina

desta villa sin licencia expresa de Su Majestad so pena del que lo contrario

hiciere de pérdida las harrias y la harina…y si los dueños de las harrias y las

harinas fueren indios los condena en doscientos ducados y si fuere español y no

pudiendo pagar la dicha pena por no ser la harria suya le condena en cien pesos

de oro corriente y cuatro años de destierro desta villa.”567 “ Por cuanto el

presente año ha habido general esterilidad en todo el Reino de pan y para

reparo della por mando de su señoría se han comenzado hacer prevención más

útiles y necesarios que por ahora han parece convenir y porque entre todas

ninguna es más útil ni de mayor importancia que prohibir generalmente la sacada

de harinas desde Reino sino que todas las que hubieren se gasten en él, mandar

y mando que se pregone públicamente en esta Corte y en la ciudad de Tunja y

Villa de Leiva que ninguna persona de cualquier estado, preminencia o dignidad

que sea saque del Reino las harinas que en él hay que en poca ni en mucha sin

564

Germán Colmenares: La provincia de Tunja en el Nuevo Reino. 565

A. H. N. Fondo Abastos, 25, ff, 50-54 566

Ibid., 10. ff, 32-41 567

Ibid., 23. ff. 238-243

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licencia especial de Su Señoría so pena de doscientos pesos de trece quilates por

cada vez que se le probare la dicha saca, la tercia para el denunciador y otra

par el juez que lo sentenciare y siendo de los que conforme a derecho no la

puedan llevar desde luego se conformen a aplicar a obras pías, lo cual se

ejecute irremisiblemente luego que contare haber contravenido…” 568

El comercio ilegal de harina incrementó los precios y generó escasez, ocasionando

hambre; a partir de ese momento, su comercio solo podía hacerse con licencia escrita; y

pese a las medidas establecidas, se suscitaron numerosos conflictos: rivalidades entre

provincias, sobornos, acaparamiento, especulación, comercio por caminos no

controlados, camuflaje de los productos, etc. Toda esta política, particularmente la

fiscal y tributaria, afectó más a los productores de trigo que a los mismos comerciantes.

Santa Fe quedó subordinada a Tunja en la producción de trigo; así mismo, en 1585,

surge una rivalidad económica entre la Villa y Tunja“ puesto que en los términos de la

Villa se cosechaba trigo en abundancia y de la mejor calidad y por eso acudían allí

las recuas de los comerciantes y no a la ciudad de Tunja”. 569

Entre 1693 y 1700, baja la producción harinera debido a las malas cosechas, lo que

afecta el mercado de Cartagena; y a partir de 1713, “este mercado estuvo controlado

por las introducciones inglesas de trigo, amparadas por la trata negrera”.570

En 1713, se otorga un indulto a los comerciantes involucrados en el contrabando de

harina; y en 1729, se expide un nuevo arancel “que haciendo caso omiso del informe

del intendente Bartolomé Tienda de Cuervo que recomienda proteger la producción y

comercio de trigo, se suspende la importación de harina de Nueva España, ocasionando

incremento en las cantidades que introducían los factores de asiento de Inglaterra,

encareciendo el valor de la harina en la costa, suspendiéndose entonces el tráfico

interno de este producto hacia los puertos”. 571

Hacia 1749, durante el virreinato de José Alfonso Pizarro, se toman nuevas medidas

para controlar el contrabando e impedir la introducción de harinas inglesas. En el

interior, existe un exceso de producción que carece de salida a los mercados externos;

como medida se determina la apertura (o reconstrucción) del antiguo camino de Vélez al

Opón, pero, simultáneamente el virrey Pizarro expide la orden de mejoramiento de la

vía Santa Fe-Honda y el establecimiento de un impuesto de peaje que grava los costos

del trigo, medida que no es bien recibida por los comerciantes.

568

Ibid., 5. ff. 89-92.

569

R.B., t. 3. f.331 r. 570

Germán Colmenares : La Economía y la Sociedad Coloniales, 1550-1880, en: Manual de Historia de

Colombia. 571 Memoria del Intendente Bartolomé Tienda de Cuervo sobre el estado de Nueva Granada y

conveniencia de reestablecer el Virreynato. En: El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII,

Becker, Jerónimo y Rivas Groot, José María. Imprenta del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón

de Jesús, Madrid, 1921. Citado por E. Satizabal Villegas, obra citada

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En 1755, el virrey José Solis Folch de Cardona, a causa del incremento del contrabando,

organiza el comercio y la apertura de nuevas vías, particularmente la del Opón, para

llevar harinas a Cartagena; asimismo, reglamenta la cantidad de trigo que los

comerciantes pueden llevar y se produce un mejoramiento en el volumen del comercio

de harinas. En 1774, bajo el gobierno del virrey Manuel de Guirrior, se declara la

libertad de comercio y se suprimen los impuestos, con lo que se reducen el comercio

ilegal y el contrabando; estas nuevas condiciones, permiten un incremento de la

exportación harinera a la capitanía de Venezuela, Guyana, Trinidad y Cumaná.572

En 1776, durante el gobierno de Manuel Antonio Flórez, se da un fortalecimiento de

la agricultura y se establecen incentivos o “premios a los labradores para que no faltasen

víveres en la plaza.”A causa de la guerra con Inglaterra, en 1778, y debido a las

medidas económicas adoptadas, se vuelve a afectar la producción y comercio del

trigo. En 1780, por la “Instrucción general para la recaudación del reclamo de Alcabalas

y Armada de Barlovento,” a fin de incrementar el tesoro real se gravan con impuestos

los artículos de primera necesidad; entre ellos el trigo y la harina, medida que afecta

los intereses de los productores trigueros. Por esta medida impositiva se producen los

primeros levantamientos populares, originados en la provincia de Socorro, con el

Movimiento de los Comuneros; en las Capitulaciones firmadas en Santa Fe, el 4 de junio

de 1778, se establecen beneficios al trigo. Entre los firmantes está Pedro de Ugarte, uno

de los principales comerciantes de trigo que, en 1780, hace una importante exportación

de trigo a la provincia de Cumaná.573 A partir de ese momento crece el comercio de trigo,

principalmente, por la apertura de nuevas rutas comerciales por los Llanos Orientales y

la navegación por los ríos Meta y Orinoco.

Durante las guerras de independencia, el comercio de trigo se vuelve a debilitar, sobre

todo, por la exportación de trigo de los Estados Unidos a la Nueva Granada; para finales

del siglo XVIII, el comercio de harina está determinado por políticas internacionales y,

a partir del siglo XIX, crece la importación de los Estados Unidos llegando, en 1805,

a 60.000 arrobas. Esto lleva al gran colapso de la producción de harina en todo el

territorio nacional y, especialmente, Villa de Leyva. A inicio del siglo XX, con la

introducción de la nueva tecnología hidráulica de la rueda Pelton, vuelve a medio

reactivarse la producción de trigo en la Villa la cual, definitivamente, colapsa a finales

de los años sesenta con la importación de trigo norteamericano.

Otro aspecto, que incide en la disminución del trigo, es el ambiental; la intensa y

despiadada explotación de los recursos naturales y la “introducción de sistemas

agroculturales ajenos a las condiciones biológicas,” ecológicas y culturales, hacen que

ya, en el siglo XVIII, los cultivos de productos exógenos decaigan, esterilicen los suelos,

572 “La estructura de este comercio puede deducirse de las cuentas detalladas de dos años (1773 y

1775). En 1773 pasaron por Honda con destino a Cartagena (y otras ciudades) 1930 cargas (de 10

arrobas) de harina. La harina pago el 28.7 % de los derechos (...) para 1716/18 se calculaba que

las solas regiones de Tunja y Villa de Leiva cogían 30 cargas de trigo.” Germán Colmenares, en : La

Economía y la Sociedad Coloniales, 1550-1880, en Manual de Historia de Colombia.

573

E.Satizabal Villegas, obra citada

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se agoten principalmente los recursos hídricos y se produzca una crisis económica que

cambia substancialmente la vida de la región, que es interpretada dentro de la tradición

muisca como una “venganza del maíz.” Es importante recordar, que las razones que se

argumentaron en la escogencia del actual sitio, para la segunda fundación de Villa de

Leyva fueron: “abundantes aguas, calidad de suelos y bondad del clima;” y un escrito

de la Real Audiencia anota: “…y lugar de mucha abundancia de aguas y leñas y

muy buenas y los demás materiales para edificio y ornato y permanencia de la

dicha villa. Asimismo que la tierra que les está adjudicada y repartida es la mejor

que hay en todas estas partes de Indias y en los reinos de España para pan

coger, por que todo lo que en este Reino se coge, lo mejor es de aquel valle…”

“La excesiva explotación del suelo y la poca tecnología utilizada, produjeron la aridez

del suelo de Villa de Leyva, de las haciendas trigueras de Sogamoso y Pamplona. Solo

las haciendas que explotaron los jesuitas como la de Firavitoba o de la Compañía

y la de la Borriquera de Tópaga, donde adelantaron una recuperación de la fertilidad

del suelo importando desde los llanos pastos, hacia el siglo XVII, lograron mantener

una apreciable producción de trigo y de harina con la que abastecían las misiones de

los Llanos”. 574

En el siglo XVII, la zona es declarada en emergencia “ecológica;” la gran producción

triguera colapsa y todos los poblados decaen; los veintisiete molinos entran en receso

y, en consecuencia, se interrumpe la exportación de harina a Santa Fe de Bogotá,

Mompóx y Cartagena. Después de que decae la producción triguera, se intensifica la

ganadería y se abren nuevos espacios donde antes existían importantes ricos bosques

de roble en las vertientes y partes altas, entre los 2.500 y 3.000 m.s.n.m; y se genera

una colonización de altura y emigración hacia las vertientes medias y bajas del

Magdalena y los Llanos Orientales.

Moreno y Escandón en su visita a este territorio, en el siglo XVIII, describe como

crítica la situación de suelos y recursos; el conjunto de los ecosistemas encontrados

por los españoles, fue modificado sustancialmente gracias a una economía interesada

únicamente en la exploración y explotación de materias primas, caracterizada por la

producción intensiva y la concentración de la propiedad territorial; también, es

importante resaltar que las nuevas formas agropecuarias, se realizaron sobre las tierras

de cultivo utilizadas por los indígenas.

574 Andrés Eduardo Satizabal Villegas: Arquitectura Industrial. Molinos de trigo siglo XVII-XVIII.

Investigación. Bogotá, Convenio Icetex-Colcultura, Becas Francisco de Paula Santander. 1993

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Anexo Nº 10

CABILDO ABIERTO 1963. ACTA PLAN DECENAL

Apartes:

Los suscritos ciudadanos y amigos de la Villa de Leyva, nos hemos congregado en la

plaza principal de la población, para darle al señor Gobernador de Boyacá y demás

funcionarios del gobierno nacional y departamental (…)para expresarles (…) a fin de

realizar mediante nuestro esfuerzo, el Plan Decenal preparatorio del IV Centenario de la

Fundación de esta histórica villa. Para tal efecto, con el objeto de dejar constancia (…)

levantamos la presente acta.

Primero. Fundamentamos todo el valor moral y la eficiencia práctica de nuestra

operancia en la conciencia que tenemos de grupo comunitario municipal, con múltiple

significación dentro de la vida de la República, que logra sus objetivos no en la actividad

señera y esporádica de algunos de sus individuos componentes, sino en la forma

solidaria, alegre y esforzada de su ejemplar acción comunal.

Segundo. Por la suavidad de su clima, por la bondad de sus aguas, por la belleza extraña

y geología desnuda de su paisaje, por la variedad y fecundidad de sus minas y de sus

cultivos, por ser el lugar de hechos verificados en el transcurso de su existencia que se

incorporaron para siempre en el dominio de la Historia Nacional, por sus diversas vías

de comunicación, por ser un refugio silenciosamente apacible y pintoresco, apto para la

recreación turística, para la labor meditativa y para el reposo de las biologías alteradas

por la velocidad inhumana de la era atómica, creemos sin género de duda que la Villa de

Leyva puede y debe convertirse en municipio satélite de la gigantesca Bogotá del

mañana, preferentemente escogido por su economía y sus encantos como incomparable

sitio de convergencia para el desahogo urbano y la vida aldeana desacelerada.

Tercero. Que por lo dicho anteriormente expresamos que ni la adversidad geográfica, ni

la marcha destructora del tiempo ni los obstáculos provenientes del subdesarrollo

mental, económico y social del medio ambiente en que nos debatimos, ni el olvido o la

negligencia de sus poderes centrales serán capaces de hacernos vacilar o desistir de las

finalidades que perseguimos sino que las mayores dificultades que se nos presente, nos

servirán de acicate mágico que sacuda nuestro orgullo y enardezca nuestro entusiasmo.

Cuarto. A la manera como los pueblos europeos al finalizar la última guerra, (…)se

apresuraron a remover los despojos (…) vamos a remover las ruinas, vamos a

reconstruir la villa con la exacta fisonomía colonial que la caracteriza y bajo el signo del

Nuevo Boyacá, vamos a reestructurar y transformar nuestra existencia municipal,

obligándonos a presentar terminado y perfeccionado para mil novecientos setenta y dos

el siguiente conjunto básico y mínimo de obras celebratorias del referido cuarto

centenario.

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Primera. Perfeccionamiento de los servicios de: acueducto, alcantarillado, energía

eléctrica y telecomunicaciones.

Segunda. Reconstrucción de las casas ruinosas, arreglo típico de las calles y

urbanización de los solares urbanos, de conformidad con el plan regulador de la Villa o

correspondiente reglamento aprobado por el Consejo de Monumentos Nacionales y

elevado a Acuerdo Municipal.

Tercera. Remodelación de la plaza principal y reacondicionamiento al estilo colonial de

las fachadas de la iglesia de la parroquia y demás casas que miran a ella.

Cuarta. Construcción de la casa consistorial en el lugar donde se encontraba en la

colonia.

Quinta. Construcción de un colego de segunda enseñanza para varones y otro de la

misma índole para señoritas.

Sexta. Terminación y ampliación del hotel de turismo.

Séptima. Reforestación de todo el antiguo Cantón de la Villa de Leyva empezando por

los nacimientos de las aguas, mediante una vigorosa acción intercomunal de los diversos

municipios.

Octava. Construcción de los caminos vecinales.

Novena. Reconstrucción de las casas del Precursor de la Independencia don Antonio

Nariño y del héroe don Antonio Ricaurte.

Décima. Establecimiento de una poderosa organización cooperativa para la producción y

el consumo de todo el territorio del antiguo Cantón.

En constancia se firma por los que mediante esta se obligan a los quince días del mes de

junio de mil novecientos sesenta y tres.

Entre los firmantes figuran: Gustavo Romero Hernández, Gobernador de Boyacá y Tulio

Jiménez Barriga

____________________

Antecedentes del Cabildo Abierto: “El gobernador de Boyacá vino a inaugurar las

obras del centro de salud de San Francisco y, con ese motivo, me pidieron las

autoridades que produjera el discurso correspondiente; yo aproveché la ocasión, para

hacer un recuento de las condiciones históricas, económicas y culturales de Villa de

Leyva y, sobre todo, me referí al Cuarto Centenario, que tendría lugar nueve años más

tarde. En el discurso propuse toda una especie de programa, que tenía sus fundamentos

ideológicos y objetivos, eminentemente, prácticos y preparatorios para ese Cuarto

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Centenario. Después de eso, constituimos con el señor gobernador un cabildo abierto, y

el señor alcalde manifestó que ese cabildo estaba ya constituido con las personas que se

encontraban en la recepción. En todo caso, los villaleyvanos se comprometieron a que

adoptaban esos puntos del acta; esto fue muy importante porque, ahí, se establecía una

filosofía en relación con lo que debe ser el tratamiento de las obras restauradoras en

Villa de Leyva”. 575

575

Tulio Jiménez Barriga.

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Anexo Nº 11

Casa Museo Acuña.

“En concepto de doña Gloria Zea, directora de Colcultura, la portada de la casa de

Acuña era un adefesio, una cosa aberrante que no tenía que ver nada con la tradición de

Villa de Leyva y que, por lo tanto, había que quitar; para el desarrollo de esa orden,

vinieron aquí personas del Consejo Nacional de Monumentos, presidido por el doctor

Bateman en su condición de secretario general del Ministerio de Obras; yo planteé que,

antes de que fueran a tomar una determinación, hiciéramos un poco de reflexión sobre

el caso y que yo estaba de acuerdo, esencialmente, con doña Gloria. Después de mucho

dilucidar, se determinó que como el maestro era un artista benemérito del país, que ya

se encontraba en estado de edad avanzada, había que tenerle una consideración especial

pues él le había dado a la villa su casa museo, y que la portada se destruiría después de

su muerte. La conclusión fue dada por el doctor Bateman, él la impuso y la aceptó doña

Gloria porque las cosas no volvieron a tocarse a ese respecto; vino la muerte del

maestro y la portada quedó incorporada dentro de la plaza de la Villa de Leyva, a pesar

de todas las tremendas críticas, y ninguna autoridad se ha pronunciado sobre eso.

Recuerdo, cuando Acuña me comentó: “ le voy a mostrar lo que tengo proyectado

porque resulta que en Tunja encontré una portada y voy a pasarla acá.” Cuando el

maestro me empezó a mostrar el proyecto, con esa cantidad de elementos disociados, yo

me callé porque no quise herirlo, hizo la portada y la portada resultó un esperpento, esa

es toda la historia.

Otras intervenciones del maestro Acuña, son las arcadas entre la casa del Congreso y la

Real Fábrica de Licores; en cuanto a la restauración de la casa del Congreso,

desafortunadamente, vino un simulador de cultura que fue un señor Acevedo, que estuvo

aquí de alcalde, y desbarató lo que había hecho Acuña en la casa del Primer Congreso;

no hizo nada nuevo que fuera de verdadera consideración y valor histórico, hizo lo

mismo en la casa de Nariño y después fue a Tunja y restauró la iglesia de San Ignacio a

su manera; en Villa de Leyva, hemos sido víctimas de personas que han intervenido no

siempre acertadamente”. 576

576

Tulio Jiménez B.

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ANEXO Nº 12

Fray Bernardino de Almanza. 577

Nació en Lima, en el siglo XVII. Se inició en el oficio pastoral en los curatos de indios:

Guadalchili y Pachacama; más tarde fue nombrado comisario del Santo Oficio.

Fue tesorero de la iglesia de Cartagena; llegó a ser provisor y vicario general del obispo

y, de nuevo, comisario del Santo Oficio de Cartagena donde se dedicó, con todo esmero,

a juzgar y condenar “hechiceros y hechiceras,” particularmente mujeres del pueblo, que

para él “tenían el pecado marcado en su piel negra.” De Cartagena pasó a Madrid,

donde reedificó el Convento de Jesús María y José de Religiosas Descalzas de Nuestro

Padre San Francisco. Las monjas agradecidas, le prometieron la capilla mayor para su

entierro.

Estando en Madrid, fue nombrado arzobispo de Santa Fe a donde llegó en 1631; allí

inició una fuerte controversia y pleito con la compañía de Jesús, a los cuales dedicó toda

su vida. Después de candentes enfrentamientos, que llevaron a excomuniones, cárcel,

etc. para algunos, el arzobispo “cayó en una ira eterna” y decidió emprender una gran

actividad de agitación por todo su arzobispado. Al salir de Santa Fe, profetizó que esa

ciudad no lo volvería a ver vivo y viajó a Tunja.

En ese momento, los cronistas de la época aseguraron, que “en todo el Reyno se

descargó uno de los azotes de la justicia divina manifestado en una rigurosa pestilencia

de tarbadillo (o tifo) que empezó en Facatativa,” donde según ellos, “se le faltó al

respeto al Arziobispo y luego pasó a toda la Sabana donde destruyó la mayor parte de

los pueblos. Fueron miles los muertos y según los cronistas a “causa de la persecución

que los impíos con el demonio hicieron contra el arzobispo”.

La peste se extendió por ciudades, pueblos, villas y aldeas, muchas quedaron asoladas

y murieron cientos de miles, especialmente, indígenas cuyas muertes fueron atribuidas a

las profecías hechas por algunos religiosos, que afirmaron que “los que no se plegaren a

la gracia divina serían exterminados por la justicia divina.” Afirmaban que “este reyno

lo vamos a consagrar para siempre a Nuestro Señor Jesucristo y será limpiado de todos

los impíos y pecadores que viven bajo el amparo del demonio.” Las personas rendidas

por la enfermedad, se refugiaron en las iglesias para asistir de continuo a las misas y

acompañar a los frailes y monjas que, en coro, clamaban por el perdón por los atropellos

infringidos al arzobispo. A todas estas, el arzobispo Almanza, desde Pamplona,

clamaba: “gracias te doy Nuestro Señor por la ocasión que me das de padecer con tus

ovejas, ofreciendo con ellas la vida”.

De regreso a Tunja, ciudad que ya padecía el contagio de la peste, tuvo noticia de la

imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, a la cual se le atribuían milagros, y

determinó con el cabildo que fuera traída, en comisión, por todos los pueblos y aldeas,

577

Apartes de la obra Diego Arango R.: Fray Bernardino de Almanza. Inédita.

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acompañada de procesiones y fiestas, y que con ella se “purificase el aire y espantara el

demonio que aún habita en la región.” En Tunja fue recibida con honores, por el clero y

las autoridades, y se inició un solemne novenario para neutralizar la peste.

Los sacerdotes y conventos no dieron abasto para enterrar a los apestados, y muchos

vieron acrecentar sus ingresos con las limosnas de los entierros. Día y noche, de los

coros de las iglesias surgían alabanzas y lamentos, que se extendían como la misma

peste por ciudades, pueblos, villas y aldeas. Los enfermos se amparaban en las iglesias

para asistir a las misas conventuales; otros ayudaban, en las parroquias, a suministrar

los sacramentos y los santos óleos y a enterrar a los muertos, que ya no cabían en

los cementerios. Dice Zamora “fuera de la multitud de gente española que murió en

este reyno, de que muchas familias principales quedaron acabadas, y sus casas,

haciendas y campos destruidas. De los indios fueron millones que murieron, quedando

asolados pueblos enteros y el contagio que los destruyó con el título de la peste grande,

con que hasta hoy se refieren sus calamidades”.

La noticia de la procesión de la imagen llegó a Santa Fe, que envió dos regidores con la

solicitud de pedirla prestada, pues “querían participar de la salud que está manando de

aquella sombra de tan Sagrado Original.” La imagen partió hacia Santa Fe, precedida

por un coro de monjas; el arzobispo ordenó comprar dos mil cirios, fiambres, bestias,

vino y gallinas para la numerosa comitiva; y, además, mandó que la Virgen viniese

siempre acompañada, por el camino, con las luces encendidas y que, en todos los

pueblos de indios, se detuvieran tres días y se le organizaran misas y fiestas, para así

purificar los aires contaminados con la peste.

En Santa Fe, fue recibida con honores por los cabildos y las comunidades de todas las

religiones y cofradías, allá permaneció dos años. El cabildo secular intentó quedarse con

la reliquia y los chiquinquireños amenazaron con irse a las armas, si no les era devuelta;

para evitar una guerra religiosa, el presidente y la Real Audiencia ordenaron su

devolución. De regreso, en cada uno de los pueblos por donde pasó, se pintaron réplicas

de la imagen y se le consagró una fiesta anual. En Chiquinquirá, afirmaron que “habían

vivido un prolongado desconsuelo de más de dos años ( …) y que cuando llegó todo

comenzó a lograrse y a fecundarse la tierra con sus benignas influencias”.

Mientras todo esto sucedía, el arzobispo Almanza enfermó y fue conducido a Villa de

Leyva, población famosa, en ese entonces, por su clima especial para “curar el cuerpo

y el espíritu,” pero allí, su salud empeoró y un cura-cirujano, de la orden dominica,

declaró que “era el mismo contagio de la peste.” El arzobispo expresó que había llegado

la hora de “pasar a otra vida…y esperar la muerte con más quietud,” escribió su

testamento y declaró que, entre los clérigos pobres, se repartieran dos mil pesos para que

le dijeran mil misas; y que su cuerpo y bienes, fueran entregados al Convento de Jesús

María y José de Madrid y al Convento del Carmen, su capital se estimó en más de cien

mil pesos de la época.

Almanza murió en Villa de Leyva, el 23 de septiembre de 1633. Por el temor del

contagio de la peste, su cuerpo no se embalsamó, se le echó gran cantidad de cal para

que, con más rapidez, se consumiera y lo enterraron en la iglesia principal, bien

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profundo, para que la humedad facilitara la corrupción de su cuerpo y trasladarlo a

España. En Santa Fe, los oidores escribieron a Felipe IV “con esta muerte la Audiencia y

el Reino goza de paz y quietud”.

Un año después, el licenciado Francisco Rincón, en cuya casa se había hospedado,

hizo abrir la sepultura. El escribano anota: “el presente escribano y notario, entra en

la dicha sepultura, con una candela en la mano, y aviendo otras encendidas alrededor

del hoyo, palpé un cuerpo difunto, revestido con tunicales, casullas y demás

ornamentos sacerdotales, y guantes en la mano… y está entero de piés a cabeza…y le

meneé los brazos y el cuerpo, lo que se puede menear dentro del ataúd…y toqué las

carnes que está enjuta, pegada a los huesos…tiene asimismo la cabeza pegada al

cuello, y el rostro cubierto con la piel, la barba y el bozo, como si estuviera vivo…y

no olía a cosa que pudiera decir está malo… antes, había un olor que asemejaba al

que tienen las piñas…”578 El ataúd, algo deteriorado por la humedad, fue colocado en el

atrio de la iglesia y, al abrirlo, se pudo observar que su cuerpo estaba perfecto… Fray

Alonso de Zamora escribió: “…quedó su cuerpo despidiendo un suavísimo olor,

semejante al de las piñas, fruta de muy agradable fragancia, que hay en estas

partes de las indias (…) En su cuerpo difunto se descubrió un cilicio de agudas

puntas de acero y una cruz que tenía los pechos, correspondiente a la de oro y

esmeraldas del pectoral…”

Al año siguiente, una comisión de la Sede Vacante, integrada por el canónigo

licenciado Miguel Jerónimo de la Cerda y el notario eclesiástico Estacio Sanguino

Rangel, abrió de nuevo la sepultura y, otra vez, se encontró su cuerpo intacto y se

esparció un aroma de piña por la iglesia parroquial. La comisión mandó que le

echaran más cal y agua para que se corrompiera su cuerpo.

Posteriormente, el cartujo doctor don Fernando de Valenzuela, llamado don Bruno,

fue comisionado para traer desde Villa de Leyva el cuerpo de Almanza y llevarlo a

España. A la vez, dos amigos, uno de los cuales era Antonio Acero de la Cruz, pintor

y poeta santafereño, se reunieron en el Convento de La Candelaria y fraguaron un plan

para rescatar el cadáver del arzobispo de la iglesia parroquial de la villa; pero, cuando

llegaron ya estaba Fernando de Valenzuela, que presentó toda suerte de censuras,

órdenes y documentos a las autoridades para cumplir su misión. Sin embargo, los

vecinos de la villa organizaron una fuerte protesta, vigilaron día y noche la iglesia

parroquial, para impedir que el cuerpo fuera sacado, pues lo consideraban “reliquia

milagrosa; no obstante, los otros subrepticiamente entraron, se apoderaron del cuerpo

del arzobispo y se lo llevaron por trochas y caminos no regulares. Al otro día, los

leyvanos, al darse cuenta del secuestro del cuerpo, emprendieron la persecución de

los secuestradores pero no lograron alcanzarlos. Estos llevaron el cuerpo a Santa Fe,

donde fue descubierto en la catedral y se le organizaron pomposas exequias y, según

afirman algunos, una fragancia de piña inundó la plaza principal. El cuerpo permaneció

expuesto durante un año en la iglesia de San Francisco y numerosos peregrinos y

enfermos acudieron en solicitud de milagros.

578

Pedro Solís de Valenzuela (1624-1711): Epítome Breve De la vida y muerte del Ilustrísimo dotor don

Bernardino de Almanza.

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Después su cuerpo partió rumbo a Cartagena; una nutrida comitiva salió a despedirlo

hasta Facatativá, luego fue trasladado a Honda, para ser embarcado y llevado por el río

Magdalena hasta Cartagena y, por último, a España donde fue enterrado con todos los

honores en la capilla mayor del Convento de las Religiosas de Jesús, María y José de

Madrid, orden por él fundada, que lo distinguió con el título de “Caballero de Gracia”.

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Anexo N° 13

Valle de Saquencipá

Saquencipá significa: Fuerza de la noche, nuestro padre o Fuerza del creador de la

tierra,

Saquencipá es el territorio sagrado que fue para el pueblo Muisca el campo de la

observación astronómica y meteorológica. Centro ceremonial de culto a la luna y el sol,

lugar para “promover la acción de los espíritus, fuerzas y fenómenos dispensadores de la

fecundidad de la tierra. Lugar donde se marcaba el origen de los tiempos y de la vida”.

En el sitio sagrado –hoy parque arqueológico de Saquencipá mal llamado “el infiernito”

las 56 columnas estaban relacionadas con la cifra 18.61 (stonehenge) correspondiente al

ciclo de los eclipses Su orientación este-oeste marca los equinoccios (las estaciones de

lluvia) y el solsticio de vernano del 24 de junio, inicio del calendario.

En Saquencipá se organizaba el ciclo de producción agrícola y las ceremonias

propiciatorias y esta asociado con Iguaque, la “montaña vigorosa”, lugar e origen de

Bachue o Huitaca representativa de la serpiente sagrada cósmica, del río celeste o la via

láctea y de las aguas terrestres. Bachue, símbolo de la cultura del agua, la madre de los

pueblos prominentes, que hace 12.000 años fueron glaciales y dieron origen a las

lagunas en el Macizo de Iguaque y a la fecundidad de la tierra y de la vida

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Personas que participaron con sus testimonios:

Anselmo Acero Olivares. Nació en Mortiñal, 1920; vive en Villa de Leyva.

Hermelinda Acero. Nació en Mortiñal, 1936; vive en Villa de Leyva.

Luis Alberto Acuña. Pintor y escultor santandereano, radicado en Villa de Leyva desde mediados de los

cincuenta.

Anastasia Aguasaco. Nació en Sutamarchán,1923; vivió en la vereda Monquirá.

Marco Tulio Aguasaco. Nacido en Suta en 1917; vive en la vereda de Monquirá.

Aurora Aguilera Saavedra

Elba Eulice Amado de Pineda. Nació en la vereda Carrizal, Iguaque; vive en la vereda de Capilla.

Fideligno Amado. Nació en 1938 en la vereda Carrizal; Iguaque, municipio de Chiquiza; vive en la

vereda de Capilla.

Gabriel Amado. Nació en la vereda Carrizal, Iguaque, 1919.

Maximino Alfonso Bautista. Nació en 1902, en la vereda Sopotá; murió en 1998.

Juan Enrique Botero Bogotá.

Aura Maria Borrás de Páez. Villa de Leyva, 1912; vive en Villa de Leyva.

German Borrás 1942, vive en Villa de Leyva.

Guillermo Borrás vive en Villa de Leyva.

Leonor Borras de Rodríguez vive en Villa de Leyva.

Roberto Borrás vive en Villa de Leyva.

Dioselina Buitrago

Maria Alicia Buitrago Espitia. Profesora. Vereda Llano Blanco.

Teresa Buitrago. Villa de Leyva, 1913; murió en 1994.

Beatriz Camargo. Dramaturga nacida en Sogamoso, 1946. Vive en Villa de Leyva.

Ananías Cárdenas. Nació en la vereda El Roble, 1907; vive enVilla de Leyva.

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Aura Maria Cárdenas. Vereda Capilla.

Gabino Casallas. Vereda de Monquirá, 1911; vive en Villa de Leyva.

Rosa Maria Casallas. Salto y la Lavandera, 1936.

Jaime Castellanos. Bogotá, 1932; vive en Villa de Leyva.

Familia Castillo. Vereda Monquirá.

Mercedes Castillo. Vereda El Roble, 90 años; vive en Villa de Leyva

Maria Rosario Cetina.

Melquisedec Contreras. Vereda Sopotá,1937.

Sergio Corredor. Profesor. Villa de Leyva.

Aminta Cortés. Vereda Salto y la Lavandera.

Andrés Cortés C. El Caney, vereda de Llano del Árbol, Villa de Leyva, 1917.Vive en la vereda

Pavachoque, municipio de Sutamarchán.

Hermilda Cortés de Cortés.

Heroína Cortes Abril. Villa de Leyva.

Jose Heliodoro Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera, 1919.

Juan Nepomuceno Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera.

Julio Edgar Cortés. Vereda Salto y La Lavandera, 1937.

Melquisedec Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera.

Noe Levi Cortés C. Vereda Salto y La Lavandera, 1932.

José Maria Cubillos. Vereda Capilla, 1922; vive en la vereda de Ritoque.

Julio Antonio Cuevas Roberto. Vereda Llano Blanco.

Teodolindo Espitia. Vereda Capilla, 1929.

Eleuteria Margarita del Rosario Fino. Vereda Ritoque, 1929

Ignacio Fitatá. Vereda Centro, 1937.

Victor Forero. Villa de Leyva.

Gonzalo Franklin. Villa de Leyva.

Filomena Gamboa. Vereda Llano del árbol, 1919.

Manuel Gaona. Villa de Leyva, 1914; murió en el 2000.

José Ignacio Gil

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Priscila Gil Medina. Vereda de Ritoque, 1924.

Fermina Gómez. Riohacha, 1923. Vivió en Villa de Leyva.

Alejandrina González de Castellanos. Nacida en el Santo Ecce Homo, 1913. Vive en Villa de Leyva.

Benedicto González. Villa de Leyva, 1934.

Oliva González. Vereda Monquirá, 1920.

Anastasio Guerrero. Villa de Leyva, 1913.

Abraham Hernández. San Pedro de Iguaque.

Luis Hernández. Villa de Leyva.

José Hernández. Carmen de Carupa.

Maria Oliva Hernández Avila. Villa de Leyva, 1940.

Rita Hernández. Gachantivá, 1910. Vive en la vereda Sabana.

Maria Briceida Hurtado. San Pedro de Iguaque.

Faustino Hurtado. Moniquirá, 1914. Vive en Moniquirá.

Baudilio Igua. Vereda Capilla, 1939.

Gilma Jerez. Vereda Sopotá, 1937.

José Miguel Jerez. Vereda Ritoque, 1950.

Isabel Jiménez. Toca.

Tulio Jiménez Barriga. Abogado y político. Villa de Leyva, 1917; vive en Bogotá.

Josefa y Blasina. Villa de Leyva.

Ismenia López. Sora, 1920. Vive en Villa de Leyva.

Ernesto López. Nació en Montesuárez, Arcabuco. Vive en Villa de Leyva.

Luis Madero. Villa de Leyva, 1926; vive en Bogotá.

Rafael Eugenio Mejia. Sacerdote carmelita, 1929.

Octavio Mendoza Morales. Bogotá, 1949.

Antonio Montaña. Vereda Cañuela, Villa de Leyva, 1951.

Humberto Montañés. Paipa.

María del Carmen de Montañés Vereda de Capilla, 1910.

Tulio Montejo. Tunja, 1912; vive en Villa de Leyva.

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214

Joaquín Aristóbulo Munevar. Vereda Salto y la Lavandera

Marcolino Munevar Peña. Vereda Monquirá,. 1930.

Armando Muñoz. Jesús María, Santander.

Jorge Nassar. Vive en bogotá

Agustín Neira. Villa de Leyva.

Jesús Neira. Villa de Leyva, 1922.

Luis Felipe Núñez. Vereda Cañuela, 1914.

Javier Ocampo López. Historiador. Nacido en Aguadas (caldas) 1939. Residenciado en Tunja desde

1957

Juliana Pardo. Vereda El Roble.

Maria Ascensión Pardo de Corredor. Villa de Leyva.

Aquileo Peña Rojas. Vereda Monquirá, 1915.

Luis Pereira. Villa de Leyva.

Antonio Pérez Vargas. Pintor nacido en Málaga, Santander en 1930.Se vincula a Villa de Leyva en

1953.

Eloy Pineda. Vereda Capilla, 1922.

Parmenio Pineda. Vereda Capilla, 1953.

Maximino Pineda. Vereda Capilla.

Simón Pedro Pineda Igua. Vereda Capilla, 1929.

Nieves Pinilla. Vereda Capilla.

Gilberto Ramírez. Moniquirá, 1948. Vive en Villa de Leyva.

Dolores Reina. Vereda Capilla.

Belisario Reyes. Río Abajo, Iguaque, 1935.

Jorge Rico. Villa de Leyva.

Alcibíades Robles. Vereda Llano Blanco, Villa de Leyva,1916

Aleja Rodríguez de Páez. Villa de Leyva.

Eduarda Rodríguez. Villa de Leyva, 1920.

Gregorio Rodríguez. Bogotá. Vive en Villa de Leyva desde 1949.

Jorge Rodríguez. Villa de Leyva, 1957.

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Manuel Rodríguez. Vereda Salto y La Lavandera, 1914.

Vicente Rodríguez. Villa de Leyva. 1932.

Trinidad Roldán Siatama. Villa de Leyva, 1921; murió en 1999.

Miguel Arturo Ruget Solarzano. Médico. Villa de Leyva, 1927.

Vicenta Ruiz de Bautista. Villa de Leyva.

Maria Julia Ruiz de Sáenz. Arcabuco, 1935. Vive en la vereda El Roble, Villa de Leyva.

Aida Sáenz. Villa de Leyva, 1960.

Isidro Sáenz. Villa de Leyva, 1932.

Eufrasia Eusebia de Jesús Saiz Rodríguez. Vereda El Roble, 1928.

Maria Teresa Salas. Villa de Leyva.

Miguel Arturo Sanabria. Vereda Centro, 1921.

Florentino Sánchez. Villa de Leyva, 1911- 1997.

Maria del Carmen Sierra. Llano del Arbol, 1936.

Argemiro Torres. Vereda Cañuela, 1912. Vive en Villa de Leyva.

Micaela de Torres. 1914. Vive en Villa de Leyva.

Felix Torres. Vereda Sabana, 1930.

Padre Enrique Uribe.. Sacerdote Carmelita.

Faustina Velandia. Villa de Leyva.

Adolfo Velásquez. Sutamarchán 1914; actualmente vive en La Palma, Villa de Leyva.

Maria Gladys Velásquez. Profesora. Vereda Llano Blanco.

Eva Yagama. Vereda de Canales, Sáchica. Vive en la vereda Ritoque.

Germán Zubieta. Tunja. Vive en Villa de Leyva.

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Indice General

Tomo I

Prólogo I

CAPÍITULO I ÉPOCA AMERINDIA

Cuentan los cronistas

Creación 2

Bachué 3

Comentarios de los cronistas

Estatua en oro

Adoración al Agua

Cultura del agua

Huitaca

Bochica

Libertad

Origen del pueblo americano y Conquista

4

5

5

6

7

7

8

CAPÍTULO II SIGLOS XVI-XVII

Entrada al territorio

Proyecto de traslado de Tunja a Sáchica

Conflicto social en Tunja

Saquencipá

Interrogatorio del Licenciado Juan López de Cepeda

a caciques e indígenas en Saquencipá

10

12

13

13

15

Descripción de los indígenas del pueblo de Saquencipá en 1572 17

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Fundación de Villa de Leyva

Acta de Fundación

Lista de las personas a quienes se distribuyeron huertas o tierras en la Villa.

Auto de confirmación

Ratificación y Rectificación

Medición y adjudicación de huertas

Penas a quienes contradigan

Señalamiento de ejidos

Colocación de rollo y picota

Términos de jurisdicción

Se ratifica la Fundación

Auto para el mercado

Auto para la iglesia

Alquiler de los indígenas para la villa

Pleito por la fundación de la Villa

Provisión real sobre reclamo de Sáchica

Provisión Real

Declaraciones de los indígenas

Declaración de Juan de Castellanos

Declaraciones de los misioneros dominicos

Declaraciones de los indígenas

Último acuerdo

Informe del Procurador de Corte D. Domingo Oribe

Segunda fundación de la Villa

Acta de fundación

Auto y nombramiento del nombre de la Villa que de hoy en adelante ha

de tener

Acerca del Canal de los Españoles

Encomiendas y Encomenderos

Destrucción de la cultura

Comisión encomendada al factor Diego Hidalgo de Montemayor para

que vaya a la provincia de Tunja a recoger los santuarios de los indios

Destrucción del adoratorio de Iguaque

Otros hechos

El territorio

Cuentan los habitantes. Visiones Actuales.

19

19

22

22

24

27

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30

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CAPÍTULO III SIGLOS XVIII-XIX

La Villa y el Territorio: Cuentan los viajeros 68

Mercado 69

Resguardos 70

Curatos 70

Iglesia parroquial 70

Monquirá 70

Gachantivá 71

Sáchica 71

Chíquiza e Iguaque 72

Sutamarchán 72

Yuca y Santo Ecce Homo 73

Lagos 73

Riquezas naturales 74

Comercio 75

Población 75

Producciones Agrícolas 76

Manufacturas 76

Minerales 76

Maderas 76

Tintes 76

Plantas medicinales 77

Resinas 77

Comercio 77

Ríos y vegetación 77

CAPÍTULO IV SIGLO XX

Tradiciones, leyendas y creencias 80

Laguna de Iguaque o la cultura del agua 80

Laguna de Confites 90

Leyendas diversas 91

Las señales en el cielo 91

La palma voladora 92

Los cálices voladores 93

La tierra 94

Leyenda del cerro de la Campana en Iguaque 94

El fraile de Iguaque 94

Los encantos 95

El encanto del Peladero 95

La plazuela del Diablo 100

El diablo y la campana 100

Leyendas acerca de las piedras 101

El diablo y el tejo 101

La piedra de Los Compadres 102

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Piedra de La Suerte 104

La sombrerona de la calle Caliente 104

La culebra del Molino de la Mesopotamia 105

El niño del Mesopotamia 105

El fantasma de la Plaza Mayor 105

La candileja de la quebrada de San Agustín 105

El viejo del Roble 106

El caballo encantado de la calle del Silencio 106

El cura sin cabeza 106

Leyenda del Pozo de La Vieja 106

El cabro de La Colorada 107

El salto encantado 107

La cueva encantada 108

La vieja de La Laguna 109

El hoyo de La Romera 109

La dama de azul de la quinta de los virreyes 109

Leyendas diversas 110

Leyendas del Desierto de La Candelaria 110

El velorio y los duendes 111

Maldición a la Villa: el eclipse 113

El eremita 115

Espiritismo 116

Brujas 118

Entierros y tesoros 123

Rostros del patrimonio 127

Saquencipá o “El Infiernito” 129

Pictografías y petroglifos 137

Ruinas de Monquirá 140

Restos fósiles 143

Artesanías y oficios

Loza de suelo 147

Sombreros de palmicho y tapia pisada 150

Hilado y tejido 152

Fabricación de instrumentos musicales 152

Comida tradicional 154

Chicha y chicherías 159

Prohibición y “entierro” de la chicha 162

Fiestas 165

Fiestas religiosas 167

Fiesta de San Isidro 167

Fiesta del Carmen 170

Romerías y Promeseros 175

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220

Fiesta de Corpus 180

Fiesta de la Virgen del Rosario 181

Fiesta de San Pedro y San Pablo 181

Fiestas del Ecce Homo 183

Tradición de la Cruz de Mayo 183

Coplas 184

El territorio

Recursos hídricos 202

Río Cane 206

Río Sutamarchán 207

Río Sáchica 208

Río La Cebada 209

“La Periquera” 209

Río Leyva 210

Quebrada de San Agustín 210

Quebrada de San Francisco 211

Quebrada de Ritoque 212

Quebrada de Carrizal o Mamarramos 214

Quebradas La Colorada (Centro), Tintales y Cerezos 214

Quebrada de Barranco Hondo 214

Quebrada de Los Micos 215

Quebrada de La Iguana 215

Canal de “Los Españoles” o del Municipio 215

Acequia de los molinos 217

Reservorios 218

Agua en el casco urbano 219

Vereda de Monquirá 220

Vereda Salto y La Lavandera 221

Vereda Llano del Arbol 222

Vereda El Roble 222

Vereda Capilla 223

Vereda de Sopotá 223

Vereda de Llano Blanco 223

Vegetación 224

Incendios forestales 228

Vías

Caminos 229

Camino a Tunja 232

Camino a Vélez. Camino Las Vegas -Moniquirá-Vélez 233

Correo por el camino a Tunja 234

Camino a Gámbita 235

Camino del Uvalito 235

Camino a Moniquirá 236

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221

Camino a Arcabuco 238

Camino a Monquirá 238

Camino de Sopotá 239

Camino a Sáchica 239

Camino a Chiquinquirá 240

Camino a la Hondura 241

Camino Villa de Leyva -Pavachoque 241

Carreteras 242

Carretera Villa de Leyva-Arcabuco 243

Carretera a Santa Sofía 244

Carretera a Gachantivá 245

El primer automóvil 245

Ferrocarril 247

Veredas y Haciendas 249

Nombres de las veredas 250

Vereda Capilla e Iguaque 253

La Hondura 258

Vereda Llano Blanco 259

Vereda Sabana 262

Vereda de Monquirá 263

Vereda Sopotá 263

Hacienda de Sopotá 263

Villa Paz 263

Hacienda El Muelle 264

Vereda de Ritoque 265

Hacienda El Emporio. Antigua Hacienda de Sáchica 265

Vereda Salto y La Lavandera 268

Vereda de Llano del Árbol 268

Hacienda-Molino del Cárcamo 269

Otras haciendas 271

Santa Sofía 271

Gachantivá viejo 271

Producción

Agricultura 274

Vereda Capilla 276

Vereda Cardonal 277

Vereda de Llano Blanco 277

Vereda El Roble 278

Vereda de Monquirá 280

Vereda Salto y La Lavandera 281

La maldición al garbanzo 282

El verano del 28 282

Vereda Ritoque 284

Vereda Cañuela 285

“El Peladero” 285

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Olivos 287

El dividivi 289

Molinos, haciendas y comercio de trigo 290

Ganadería 302

Minas

Minas de plata 303

Minas de travertino 305

Minas de yeso 309

Tomo 2

La Villa 2

La Villa a principios y mediados del siglo XX 4

Su Arquitectura 9

Cuentan los habitantes 10

La villa y su arquitectura 10

Casas 26

Barrios 33

Plaza principal de la Villa 34

El mercado 41

Restauración y ordenamiento urbano 43

Calles 46

Iglesia Parroquial 47

Iglesia del Carmen 51

Convento del Carmen 53

Convento de San Francisco 54

Convento de San Agustín 57

Convento de los Dominicos 58

Museo de Arte religioso 59

Museo Acuña 60

Patrimonio artístico 60

Cementerio 63

Hoteles, pensiones y hospederías 63

Panaderías 69

Otros establecimientos 70

Servicios públicos 70

Comunicación

71

Vida en la Villa 73

Vida social 74

Vida cotidiana en la Villa 75

Tiendas y Cafés 75

El Cine 77

La aventura tras “ Los Aventureros” 77

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Juegos de azar 80

Cacería 81

Personajes en la Villa 87

El turismo 92

Condiciones de Vida 95

Oficios 105

Construcción 105

Maestros de la construcción 107

Herreros 107

Carpinteros 108

Vendedores de antigüedades 108

Músicos 109

Educación 110

Zona Urbana 110

Zona Rural 114

Salud 118

Peste y cementerio de los virulentos 118

Medicina tradicional 120

Curanderos 122

Plantas medicinales y recetas populares 124

Homeopatía 124

Sanación 125

Médicos 127

Dentista 120

Hospital de San Francisco 130

Boticas 131

Religión 132

Bautismo y Matrimonio 132

Órdenes religiosas 134

Carmelitas 135

Devociones: 137

Mama Linda Renovada y la Virgen de Chiquinquirá 137

Virgen Renovada: Mama Linda 139

La Virgen de Chiquinquirá 140

Venida de la Virgen de Chiquinquirá a Villa de Leyva 142

Romerías 142

La violencia 144

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Vida Municipal 149

La Política 149

Alcaldía 150

Concejo municipal 153

Personería municipal 153

Inspección de Policía 155

El Archivo de Villa de Leyva 157

Cronología 158

Anexos

Anexo Nº 1. Época amerindia 174

Anexo nº 2. Unidades Sociales y Población de Saquencipá en 1572 181

Anexo Nº 3. Población indígena. Siglos XVI-XVII 182

Anexo Nº 4. Resguardos indígenas 184

Anexo Nº 5. Arqueología

Anexo Nº 5. Paleontología

185

Anexo Nº 7. Hidrografía 193

Anexo Nº 8. Clima 195

Anexo Nº 9. Trigo

Anexo Nº 10. Acta Cabildo Abierto 1963

Anexo Nº 11. Casa-Museo Acuña

197

202

205

Anexo Nº 12. Fray Bernardino de Almanza 206

Anexo N° 13 Valle de Saquencipá

Personas que participaron con sus testimonios 211 228

210

Bibliografía general . Documento anexo

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Esta obra se terminó

el día 12 de diciembre del 2000

en Villa de Leyva