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Las Estrategias en materia de Seguridad CiudadanaTRANSCRIPT
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación,
2000-2012”
DOCUMENTO METODOLÓGICO
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
Índice.
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................ I
1.- JUSTIFICACIÓN DE LA IMPORTANCIA DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN. ...................................... X
2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN. .............................................................................................. XVIII
3. PLANTEAMIENTO Y DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA. ................................................................... XX
4. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN. ................................................................................................ XXXI
5. MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA. ............................................................. XXXIII
6. FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS. ....................................................................................................... LXX
7.- PRUEBA EMPÍRICAS O CUALITATIVAS LAS HIPÓTESIS. ......................................................... LXXII
CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE INVESTIGACIÓN. ................................................................ XC
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA. .................................................................................................................... XCVIII
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
I
INTRODUCCIÓN
La seguridad pública es, sin duda, un tema complejo que merece un análisis a
profundidad sobre su origen, desarrollo y situación actual. En los últimos años, se ha
convertido en uno de los reclamos sociales persistentes y prioritarios. Ningún país
podrá evolucionar hacia el progreso, si no existe orden, respeto y paz social; para ello
es fundamental la seguridad pública.
La seguridad pública forma parte esencial del bienestar de una sociedad. Un Estado de
derecho genera las condiciones que permiten al individuo realizar sus actividades
cotidianas con la confianza de que su vida, su patrimonio y otros bienes jurídicos
tutelados están exentos de todo peligro, daño o riesgo. Ante la realidad de un Estado
que no cumple con una de sus principales funciones, la de suministrar seguridad, los
ciudadanos tendrán que centrar todos, o gran parte de sus esfuerzos, en la defensa de
sus bienes y derechos.
Si el Estado mismo no brinda una seguridad pública de acuerdo a los tiempos en que
se vive y se olvida de toda garantía social, el mismo Estado estaría generando una
situación de violencia. La violencia ha sido uno de los temas que probablemente más se
ha estudiado en las ciencias sociales y políticas dada la amplitud de esferas sociales
que trastoca, además reviste tal complejidad que en cada momento histórico se pueden
apreciar nuevos o diferentes tipos de violencia más cruentos e impactantes que los
reconocidos en otras épocas, por lo que se puede considerar como un objeto
socialmente construido.
En este sentido, este fenómeno social posee la capacidad de transformase o dar pie a
otros problemas aún más graves, esto es a lo que se ha llamado la espiral de la
violencia. Al reflexionar sobre esto se llega al punto en que es necesario indagar sobre
aquellos mecanismos que permiten que se siga reproduciendo en nuestras sociedades
a pesar de los enormes costos personales, sociales, políticos y económicos que
ocasiona.
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II
Uno de estos mecanismos podría ser el proceso de la legitimación, que puede permitir
que ciertas prácticas violentas se instauren en nuestra cotidianidad e incluso alcancen
justificación al ser utilizadas para preservar siempre un bien mayor, por ejemplo el
honor o la seguridad pública.
Es precisamente este proceso de legitimación de la violencia donde el Estado vinculada
al tratamiento del problema de la inseguridad pública, ya que ha sido uno de los
principales temas políticos usados para legitimar prácticas violentas que permiten el
control social, ejemplo de ello son las políticas represivas materializadas en la
participación del ejército y el uso de medidas violatorias de algunos derechos humanos.
Es importante mencionar que la experiencia internacional de países que en algún
momento adoptaron un modelo de atención a la inseguridad de carácter represivo y
punitivo, más que preventivo, ha señalado que existe poca evidencia de efectividad en
el largo plazo y por el contrario, se presenta el incremento de otros tipos de violencia.
No obstante, el Estado mexicano ha recurrido a este modelo de tratamiento para
legitimar la seguridad pública, provocando que por distintas causas, la violencia se
recrudezca y la sociedad civil se perciba cada vez más insegura, conduciéndola a
buscar estrategias que puedan contrarrestar el riesgo latente de ser víctima de algún
acto delictivo, y es en esta búsqueda precisamente, cuando se apela a prácticas en
ocasiones violatorias de los derechos humanos, no solamente de los delincuentes, sino
de la población misma, legitimando con esto la actuación del Estado.
De esta manera, los temas de la violencia y la inseguridad pública se vuelven
sumamente complicados por las variadas aristas que pueden ser estudiadas. En este
trabajo de investigación se tuvo el objetivo de describir, analizar y comprender el
proceso de legitimación del Estado Mexicano que permite que ciertas prácticas
violentas perpetradas por el Estado sean justificadas y legitimadas por algunas
personas para garantizar la seguridad pública.
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III
A razón de que la inseguridad pública es hoy en día el principal problema que ocupa la
mayor preocupación de los mexicanos. Durante los últimos 15 años, la incidencia
delictiva presento una tendencia ascendente hasta llegar al 2007 a su punto máximo,
para posteriormente manifestar una lenta y gradual reducción, pero sin llegar a los
niveles controlables y aceptables de principios de los años actuales; sin embargo, la
percepción de inseguridad no ha mostrado un mejoramiento, sino por el contrario, la
población se siente y actúa con mayor temor y desconfianza.
Ya que los estudios más recientes sobre inseguridad pública, se han centrado en
resaltar cifras que describen la situación por la que se está centrando las condiciones
de Inseguridad, así como también visualizan el contexto en el que se desarrolla,
resaltando la percepción que se tiene de dicha problemática.
Del año 2000 a la fecha se han llevado a cabo investigaciones sobre inseguridad
pública, con el objetivo de crear nuevas leyes que ayuden a impulsar una mayor
seguridad pública. Destacando entre estos diversas instituciones sociales que al ver
que el estado no está brindando una seguridad eficiente, estas están tratando de
impulsar medidas de acuerdo a la problemática delictiva, entre las que destacan “El
Centro de Estudios”, quien realizó un análisis económico de la delincuencia de nuestro
país, partiendo de una comparación del incremento delictivo en las dos últimas
décadas, para después elaborar un análisis sobre el costo de la misma a través del
Modelo de Costo-Beneficio, y como resultado del estudio se propone la aplicación de la
política de cero tolerancia.
Por su parte, la asociaciones civiles también han realizado investigaciones, tal es el
caso del “Centro de Estudios Económicos del Sector Privado A.C.”, que en el 2002 dio
a conocer los resultados en la publicación llamada “La inseguridad Pública en México”,
en él se puede encontrar los diversos efectos económicos que ha traído el clima de
inseguridad para el país.
Por otra parte a menos de cuatro años de haberse constituido el Instituto Ciudadano de
Estudios sobre Inseguridad A.C. (ICESI) “realizó la primera encuesta nacional sobre
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IV
inseguridad pública en las entidades federativas, el levantamiento se realizó del 2 al 24
de Marzo de 2002 con una muestra de 35,001 viviendas encuestadas. De los
resultados obtenidos a nivel nacional por cada 100 mil habitantes se cometieron 4,412
delitos, contrastado con las cifras delictivas del DF, en donde se cometieron 17,718
delitos por cada 10,000 mil habitantes, dichos resultados fueron publicados en Mayo de
2002.Teniendo como propósito “contar con un instrumento estadístico verídico y
confiable que permita analizar la criminalidad en el país, acerca de su cuantificación
fáctica y su percepción social, debido a la escasa e insuficiente información que se
recaba a través de la estadística oficial”.
A efecto de poder contar con una visión integral del problema de la Seguridad Pública,
es necesario remontarse a lo estipulado en la Carta Magna y descifrar las mediadas y
artículos que se han creado para legitimar una seguridad pública más acorde con lo que
demanda la sociedad mexicana y en primera instancia determinar cuáles son las
razones por las que el hombre se ha visto orillado a cometer delitos.
No es de extrañar que en México, existe mucha gente sin empleos y los que lo tienen
reciben bajas remuneraciones por sus esfuerzos y el problema de la falta de empleo
conlleva grandes consecuencias sociales como pobreza, inequidad e inseguridad. Al
ser el empleo la principal fuente de ingresos de las familias, la pérdida de esto implica la
incorporación de más personas a las diferentes líneas de pobreza. Por eso, entre otras
razones, cada vez son más los jóvenes que se incorporan a la criminalidad.
Generando con ello en términos de seguridad hacia la sociedad los esquemas de
desigualdad interpersonal y regional que se ven reforzados por factores que en muchos
casos tienen que ver con un diseño institucional imperfecto y falta de recursos para
solucionar el problema en estas áreas.
Por eso es importante realizar un estudio de como la inseguridad afecta a la economía,
y esta a su vez altera la seguridad pública, porque como sabemos al incrementarse la
inseguridad se destina más recursos para ofrecer un servicio público acorde con la
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V
magnitud del problema, esto trae como consecuencia, que se reduzca el presupuesto
en educación y salud.
“El aumento de la delincuencia ha producido condiciones de inseguridad elevadas, al
punto de condicionar la vida cotidiana de los habitantes de las grandes ciudades,
quienes han modificado sus hábitos de comportamiento, de movilización, de pensar e
incluso de rotar, estas son consecuencias evidentes en la forma de vivir y de apropiarse
de las ciudades”.
Bajo esta óptica en el aumento de delitos el Estado Mexicano contempló la
instrumentación de un Sistema Nacional de Seguridad Pública, reconociendo que la
función de la seguridad pública se encuentra vinculada a la idea de participación y que
no puede alcanzarse con estrategias aisladas de la autoridad, sino que exige la
articulación y coordinación de todos los órganos que intervienen en los tres niveles de
gobierno a lo cual deben sumarse instituciones encargadas de educación, salud,
desarrollo social, inclusive la sociedad civil misma. De ahí que la visión en torno a la
seguridad pública deba ser global e incluyente, que al tratar de tutelar valores
aceptados por todos nos lleve a una sociedad más justa.
Específicamente en el Derecho Positivo Mexicano, el fundamento primario del régimen
jurídico de la seguridad pública se encuentra en el artículo 21 de la Ley Fundamental,
que a partir de la reforma del 31 de diciembre de 1994 establece que: "la Federación, el
Distrito Federal, los Estados y los Municipios, se coordinarán, en los términos que la ley
señale, para establecer un Sistema Nacional de Seguridad Pública". Así, parte de un
principio orgánico de coordinación e integración, lo cual en forma alguna implica una
derogación del principio de división de poderes y autonomía de los Estados, pues lejos
de convertir la función de seguridad pública en materia federal, la voluntad del
legislador fue establecer canales permanentes de articulación institucional, que
permitan una mayor eficacia operacional, tal y como el referido precepto constitucional
lo dispone, al establecer que "la Seguridad Pública es una función a cargo de la
Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios en las respectivas
competencias que esta Constitución señala".
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VI
Para enfatizar la labor de esta investigación consiste, en primer término, en estudiar
cuales fueron las circunstancias que llevaron al Estado Mexicano a implementar un
Sistema Nacional de Seguridad Pública que pudiera mediante la coordinación nacional
en diversos planos, combatir y erradicar la delincuencia. Posteriormente a través de un
análisis de la estructura y funcionamiento de éste, se efectúa un diagnóstico sobre su
situación actual, hasta llegar a la propuesta de diversas estrategias y acciones que
deben implementarse dentro del propio Sistema para lograr una mejor coordinación y
capacidad de respuesta eficaz que contribuyan a disminuir los índices de inseguridad
que existen actualmente en el país.
Para lo cual el presente trabajo se dividió en cuatro etapas para una mejor comprensión
del tema y llegar a un mejor entendimiento de la problemática que resulta el dejar de un
lado la legitimidad del estado en el tema de la seguridad pública.
Para ello definiremos en el capítulo uno lo que significa la seguridad pública. Es un
apartado de carácter teórico, en el cual se comprenden los conceptos de seguridad
pública y seguridad nacional, los fines y elementos que los integran, sus similitudes y
diferencias, llegando a lo que se ha denominado concepción sistemática de la
seguridad pública, comprendiendo dentro de la misma a la prevención, la procuración
de justicia, la impartición de justicia, el sistema penitenciario, la readaptación social y
las victimas, como un proceso recurrente.
En el capítulo dos: analizaremos los factores que intervienen en el detonante de la
inseguridad pública Para ello, se expone la situación de la inseguridad pública en el
país en dos momentos. En el primero, se realiza un recuento de la incidencia delictiva
hasta el año 2009 y en el segundo, se expone la situación actual de la delincuencia.
Esto permitió observar que la inseguridad pública se ha agudizado, por lo cual es
urgente su comprensión y consecuente tratamiento. Otro punto central, es el desarrollo
de los elementos que participan en la construcción del proceso de legitimación de la
violencia cuando se habla de la inseguridad pública, tales como: percepción de la
inseguridad, del delito, descontento social, concepciones sobre el uso de la violencia en
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VII
las interacciones cotidianas, todo esto delimitado por una cultura de la violencia y la
participación de los medios de comunicación.
En el capítulo tres hablaremos de las estrategias del gobierno para legitimar la
Seguridad Pública como Política de Estado, contiene las diferentes políticas públicas
que ha adoptado el Estado Mexicano, encaminadas a aplicar en todo el país una
estrategia nacional de seguridad pública, que combata de manera integral y sistemática
la delincuencia, e intente responder adecuadamente a una de las más sentidas
demandas sociales. Se abordan las reformas a los artículos 21 y 73 de fracciones XXIII
constitucionales, a través de las cuales se establecieron los principios que dieron cauce
y sustento jurídico a la coordinación en materia de seguridad pública, ordenando que en
una ley se fijaran las bases sobre las cuales deberían actuar los tres órdenes de
gobierno. De esta forma surge la Ley General que establece las Bases de Coordinación
del Sistema Nacional de Seguridad Pública, como el primer ordenamiento jurídico que
comprende una estrategia para proteger a los individuos y a la sociedad en su conjunto,
enfrentando a la delincuencia con el fin de preservar el orden público. A través de ella,
se plantea la necesidad de definir diferentes líneas de acción dentro de las cuales se
contempla la premisa de administrar de manera ordenada y transparente las
instituciones de seguridad pública y los recursos con que cuentan, especificándose
diferentes materias indispensables de coordinación en los tres niveles de gobierno,
buscando como uno de sus objetivos concebir a la seguridad pública como una función
de servicio de quienes la ejercen, a favor de la sociedad. Asimismo, en este capítulo se
aborda el surgimiento en el año 2000, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal,
dependencia que busca ser el eje rector de las acciones del Gobierno Federal en
materia de Seguridad Pública constituyendo lo que se ha denominado "el nuevo modelo
de seguridad Pública", ya que dentro de ella se concentró a la Policía Federal
Preventiva, al Consejo Tutelar de Menores, al hoy denominado Órgano Desconcentrado
de Prevención y Readaptación Social y al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional
de Seguridad Pública, todos ellos anteriormente dependientes de la Secretaría de
Gobernación.
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VIII
En el capítulo cuatro describiremos las evidencias y simulaciones de un estado fallido
en la protección y resguardo de la sociedad en materia de seguridad pública, se estudia
el ascenso de la delincuencia sobre un criminal contexto y contención salarial que
empobrece sistemáticamente a la población, viéndose obligada a salir adelante a
cualquier precio. Un Ascenso delincuencial que sólo se le responde por razones de
Estado, es decir, si en su momento el Estado se volvió narco político, hay que sanearlo,
pero olvidando que para luchar de manera integral contra la delincuencia y la
inseguridad pública también se requiere hacerlo por razones ciudadanas y humanas,
que implica quitar la contención salarial, no hacer tan concentrada la distribución del
ingreso. Se analiza como en tomo a la acción penal participan negativamente
demasiados elementos como: el ministerio público, los cuerpos policiacos los jueces y
los implicados, cuando sólo debiese ser monopolio de los jueces y de los tribunales. En
ese sentido, la acción penal se convierte en una mercancía lo cual agrava la
inseguridad pública. En este capítulo se propone que para enfrentar la inseguridad
pública es necesario: un diagnóstico correcto, luchar contra la inseguridad no sólo por
razones de Estado, sino también por razones humanas. Asimismo, es necesario
diseñar un mecanismo que contribuya a mejorar el gasto y la fiscalización de los
recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y el
Distrito Federal, para disminuir el subejercicio y desvío de dichos recursos, hacia fines
ajenos a la seguridad pública.
En conclusión, esta investigación plantea que la respuesta del Estado frente a la
inseguridad al crear el Sistema Nacional de Seguridad Pública, fue acertada pero
únicamente constituye un primer paso hacia la construcción de un frente común contra
la delincuencia, puesto que se requiere de manera inmediata seguir avanzando en la
consolidación del mismo, ya que a través de él, los gobiernos federal, estatales y
municipales, han logrado definir en forma coordinada la delimitación de diversas líneas
de acción de la seguridad pública.
Método de investigación
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IX
El diseño de la investigación es de naturaleza no experimental, descriptiva y
observacional, es decir, se han identificado y descrito los principales elementos y
características de las medidas tomadas por el estado en materia de seguridad, para lo
cual se utilizaron bases de datos como estadísticas sobre el tema principal.
La actividad se centra en el uso de fuentes bibliográficas y hemerográficas, así como
referencias documentales como informes y evaluaciones sobre el tema de la seguridad
pública.
Las referencias utilizadas se encuentran adecuadamente registradas en el aparato
crítico y la bibliografía que acompaña al reporte escrito.
Asimismo en cuanto al diseño de la investigación se encuentra el haber sido de carácter
retrospectivo y transversal, dado que se preparó con información obtenida con
anterioridad al proyecto y con fines ajenos al trabajo de investigación, así como se
miden las variables una sola vez y en un momento determinado.
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X
1.- JUSTIFICACIÓN DE LA IMPORTANCIA DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN.
La violencia que padece actualmente la población mexicana se traduce en un problema
de legitimidad del estado, tanto por la dimensión que ha adquirido la muerte por dichas
causas como por los efectos materiales y emocionales que ocasiona. Su origen se
encuentra en factores históricos, demográficos, psicológicos, económicos, biológicos,
sociales, entre otros.
La seguridad en México se deterioró en cincuenta años, en un proceso constante y
acumulativo, no en un incidente instantáneo y único. Las características básicas de la
violencia delincuencial actual son cinco: incorporación de nuevas tecnologías, fuerte
dosis de violencia, alto grado de desafío, amplia organización y alta virulencia.
La seguridad pública es una demanda ciudadana que requiere atención prioritaria. El
presidente de la república en ese entonces Felipe Calderón Hinojosa propone en
materia de seguridad, lograr tres objetivos fundamentales:
1. Rescatar el espacio público dignificando zonas marginadas y espacios de
recreación, e incidiendo positivamente en aquellos problemas sociales que son
caldo de cultivo para la delincuencia organizada. La participación ciudadana será
indispensable en este campo.
2. Combatir la impunidad para que los delincuentes sepan que, realmente serán,
sancionados con estricto apego a derecho. Por ello, establecer un mapeo y
análisis sistémico del fenómeno delictivo en México es tarea prioritaria en este
rubro.
3. Garantizar los derechos de la víctima, protegiendo su identidad y procurando el
resarcimiento del daño causado.
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XI
De acuerdo con lo que el expresidente de la república establece en la plataforma
electoral de su campaña, sus propuestas enfrentan el problema desde dos frentes. El
primero contempla la aplicación de una política preventiva y de cara a la sociedad, pone
en el centro del debate al ciudadano y sus derechos, y que utilice como eje rector el
desarrollo humano sustentable, pugnando por establecer condiciones de vida dignas
que prevengan el crimen y garanticen a todos el goce de sus derechos y libertades.
El segundo frente implica seguir una política activa en el combate y sanción de los
delitos, mejorando para ello las herramientas con que cuentan los cuerpos policiales,
los ministerios públicos y los peritos investigadores, así como la capacidad y
funcionamiento del sistema penitenciario. Supone incluir acciones en el plano
internacional para establecer convenios de colaboración y mejorar el combate al crimen
organizado como son el tráfico de drogas, de personas y de mercancías.
La falta de seguridad pública ha minado la capacidad de los mexicanos de alcanzar un
desarrollo humano sustentable. Ante la creciente inseguridad generada tanto por
quienes operan por su cuenta como por los miembros del crimen organizado la
población ha sido obligada a modificar sus actividades normales buscando evitar caer
víctima de la delincuencia restringiendo su libertad y poniendo en peligro su vida e
integridad física.
Soporta también costos económicos importantes: desalienta la inversión, frena la
creación de empleos y restringe la posibilidad para que muchas familias puedan
acceder a un ingreso digno que les permita mejorar sus condiciones de vida,
incrementando la brecha de la desigualdad en el ingreso.
El problema de la inseguridad es muy serio. Según la Encuesta Internacional sobre
Criminalidad y Victimización, el promedio nacional de la población que se siente algo o
muy insegura en su entidad ronda el 44%, aunque en entidades como el Distrito
Federal, la cifra puede subir hasta 83%.
ESTADISTICAS DELICTIVAS DEL FUERO FEDERAL
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XII
En función del desempeño de las autoridades encargadas de dar protección y vigilancia
se observa que, a pesar de que el personal responsable de mantener la seguridad
pública aumentó en más de 57 por ciento de 1993 al 2000, su efectividad para disminuir
la delincuencia medido por el número de presuntos delincuentes registrados en
juzgados de primera instancia, ha sido casi nula, pues no ha tenido ningún efecto visible
en su reducción.
A luz de la magnitud del crimen que ofrecen las cifras del ICESI, lo anterior nos revela
que la contratación de personal ha sido poco eficaz para disminuir la delincuencia en el
país. Mientras que en 1993 la razón entre personal y presuntos delincuentes era de tres
a uno, en el 2000 fue de cinco a uno. Esto quiere decir que en el año 2000 se
necesitaron dos elementos de seguridad adicionales para que se consignara a un
delincuente en comparación con los que se necesitaban hace siete años.
En términos de recursos económicos, el gasto en seguridad se ha estado incrementado
paulatinamente desde principios de la década pasada. De 1990 al 2000 el gasto
administrativo en seguridad pública, que incluye el gasto de las entidades federativas y
del Poder Ejecutivo, aumentó en 160 por ciento en términos reales. En cuanto a la
eficiencia del gasto en seguridad para disminuir la delincuencia, se deberían esperar
cambios en la tendencia de presuntos delincuentes similares a los mencionados en
relación con los aumentos en el personal de seguridad.
Como se observa, el mayor presupuesto en seguridad pública no ha tenido ningún
efecto para reducir la delincuencia en términos del número de presuntos delincuentes
por cada 100,000 habitantes. La ausencia de una reducción en el número de ellos
indica una falta de eficiencia por peso gastado en seguridad.
De hecho, el presupuesto de 1996 permitía consignar el mismo número de presuntos
delincuentes que al del año 2000.
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XIII
Por otra parte, una consecuencia fundamental del combate efectivo de la delincuencia
es una reducción en el riesgo de ser víctima de un delito. Sin embargo, es claro que la
percepción sobre el riesgo de ser víctima de la delincuencia ha aumentado
considerablemente en la sociedad mexicana, lo que resulta de la ineficiencia del
personal de seguridad para disminuir la delincuencia. El riesgo que enfrentan los
ciudadanos de ser víctimas de un crimen, las cifras oficiales revelan incrementos
importantes en el riesgo en los últimos años.
Las probabilidades indican como medida del riesgo para la población que mientras al
principio de la década pasada (1991) una persona de 568 podría ser víctima de un
crimen, en el 2000 una de cada 529 personas podría serlo. Esto implica que, en un
lapso de diez años, el número de víctimas en el país con riesgo de sufrir un delito ha
aumentado en 11,682 de acuerdo a las cifras oficiales (13 nuevas víctimas por cada
100,000 habitantes).
Naturalmente, el riesgo de ser víctima de un delito es considerablemente mayor cuando
se estima con la información disponible sobre denuncias, que es una mejor medida del
nivel de crimen que el número de presuntos delincuentes.
Utilizando las cifras que reporta el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) para
el año 2001, una de cada 69 personas será víctima de un crimen, mientras que
utilizando las cifras del ICESI, una de cada 22 personas sufrirá un delito (Revista
Entorno de octubre de 2002). Se concluye que el riesgo estimado a través de los
presuntos delincuentes está subestimando el riesgo real por un factor de 8, de acuerdo
con el SNSP, y por un factor de 24 si se utilizan las cifras del ICESI. Estos niveles de
riesgo son alarmantes y reflejan la angustia de la población respecto al problema de la
inseguridad.
Por otra parte, en relación con la denuncia de los delitos de acuerdo con las cifras que
reporta el ICESI, sólo el 34 por ciento del total de las víctimas de la delincuencia
reportaron el delito ante algún tipo de autoridad, y de ese porcentaje, únicamente el 64
por ciento lo denunció ante el Ministerio Público.
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En términos de la capacidad de las autoridades para responder a las denuncias de la
sociedad resalta que, de las denuncias presentadas ante el Ministerio Público, sólo en
76 por ciento de los delitos denunciados se levantaron actas de denuncia. Esto se
resume en que, en el ámbito nacional, de cada 100 delitos cometidos, únicamente 16
fueron documentados por las autoridades del Ministerio Público, indicando la poca
efectividad del proceso para contar con una relación real sobre delitos y del problema
de la delincuencia en el país.
Las entidades donde la proporción de víctimas que no denunciaron al haber sufrido un
delito fue mayor en el Distrito Federal (76 %por ciento).
Por lo que respecta a la efectividad de las autoridades para resolver sobre actos
delictivos, del total de las actas levantadas en el Ministerio Público durante el 2001, en
45 por ciento de los casos no pasó nada, en 23 por ciento de ellos la denuncia no
procedió, en 17 por ciento estaban en trámite y sólo en 11 por ciento se consignó al
delincuente.
Estas estadísticas reflejan por sí mismas la apreciación de poca efectividad y
desconfianza que tiene la sociedad en las autoridades encargadas del sistema de
administración de justicia y seguridad pública en el país. Dado que en 68 por ciento de
las denuncias (no pasó nada y no procedió la denuncia) no ocurre absolutamente nada,
esto explica a su vez, el alto nivel de víctimas que no denuncian el delito. En otras
palabras, en siete de cada diez denuncias documentadas no se resuelve nada y sólo en
una se consigna al delincuente.
El INEGI quien reportó cifras de la delincuencia en México que muestran un vertiginoso
ascenso en el 2001: el número de los presuntos delincuentes del fuero común se
incrementó en 122.9%, los delitos con violencia se incrementaron en 69.4% (INEGI
2001. Estadísticas por tema. Estadísticas Sociodemográficas), mientras que los robos y
asaltos registraron un incremento de hasta 261.5%, confirmando así la escalada de
violencia.
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Asimismo, registran el efecto en las tasas del crimen, es decir, que una vez que las
regulaciones de delincuencia se han incrementado significativamente, tienden a
mantenerse elevadas.
Por su parte el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad Pública (ICESI) ha
llevado a cabo cinco estudios sobre las víctimas que, alternadamente, han abarcado las
entidades federativas y algunas de las zonas urbanas más importantes del país.
Dichos estudios permiten conocer datos acerca de la criminalidad que no revelan las
estadísticas oficiales, tales como la cifra negra, los patrones de los delitos, las
características de los delincuentes y la actuación de las autoridades encargadas de la
materia. Asimismo, el ICESI ha formulado propuestas para combatir diferentes aspectos
de la inseguridad en el país.
El INEGI en conjunto con el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad (ICESI),
logró realizar la Tercera Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2004 (ENSI).
Dentro de esta tercera encuesta se recabó información relacionada con la percepción
de haber sido víctima de algún delito, así mismo se recabó la percepción de la
población en general con respecto a la inseguridad y la evaluación de las autoridades
policíacas.
Las cifras de la delincuencia en México muestran un vertiginoso ascenso en los últimos
veinte años: el número de los presuntos delincuentes del fuero común se incrementó en
122.9%, los delitos con violencia se incrementaron en 69.4% (INEGI, 2001), mientras
que los robos y asaltos registraron un incremento de hasta 261.5%, confirmando así la
escalada de violencia. Asimismo, registran el efecto inercial de las tasas del crimen, es
decir, que una vez que las tasas de delincuencia se han incrementado
significativamente, tienden a mantenerse elevadas.
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Los datos que se presentan corresponden al periodo comprendido entre los años 2002
y 2004, para estos años el ICESI reportó que en Distrito Federal los delitos cometidos
fueron:
Año Delitos
2002 1, 808,201
2003 1, 684.963
2004 1,704,441
La Incidencia de delitos por género durante 2004 reporta:
947,579 Hombres
756,862 Mujeres
Total 1, 704,44117
Otros datos son resultado de la Cuarta Encuesta Nacional sobre Inseguridad en zonas
Urbanas, cuyo periodo de referencia es el año 2005.
Entre los resultados obtenidos dentro de dicha encuesta encontramos que, con
respecto al Distrito Federal la proporción es por cada diez habitantes tres han sido
víctimas de por lo menos algún delito durante su vida. De éstos la población de 18 años
o más afirmó ser víctima en su ciudad, en donde la población correspondiente a este
rango de edad en el Distrito Federal es de 26.9%, convirtiéndose en la entidad con él
más alto porcentaje respecto a dicha población.
Si bien la delincuencia afecta a toda la sociedad, la víctima es las más lastimada y
afectada por esta problemática, la estructura de personalidad, el tipo de delito y la forma
como se cometió el ilícito condicionan las secuelas que ésta experimenta.
De esta manera, la inseguridad pública es el reflejo de diversas contradicciones de la
sociedad que van desde los múltiples problemas que se pueden encontrar en el sistema
de procuración y administración de justicia hasta las transformaciones de la familia en
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XVII
los últimos años. En la ciudad de México, este fenómeno se constituye como uno de los
problemas principales para el gobierno en cuanto a su solución y la sociedad. Ante esta
situación es de gran importancia conocer el contexto del Distrito Federal.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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2. OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN.
Objetivo General.
Examinar y explicar los resultados y herramientas de la actual estrategia contra la
seguridad del Gobierno Federal, a partir de considerar el marco normativo e
institucional existente y su impacto en los niveles de legitimidad del estado, con el
objetivo de proponer reformas dados su bajo resultados manifiestos.
Objetivos Particulares.
• Realizar una revisión del carácter y forma que establece la autoridad para dar
cumplimiento a la obligación que le compete al estado como garante de la
seguridad pública, tanto en su carácter preventivo, persecutorio y punitivo.
• Identificar los diversos problemas que presenta la impartición de justicia, y como
estos impactan el grado de legitimidad sobre las acciones que establece el
estado a nivel federal.
• Examinar las distintas estrategias que ha implementado el estado con el fin de
atender los distintos efectos de la inseguridad y la delincuencia.
• Identificar los principales elementos que señalan la sociedad civil y las
organizaciones gubernamentales como temas sensibles respecto a la respuesta
del estado al tema de la inseguridad.
• Conocer los elementos que integran el concepto de la seguridad pública, así
como su evolución en la historia reciente en México.
• Identificar los principios y directrices que definen la estrategia del gobierno
mexicano para reducir la inseguridad.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XIX
• Describir el marco legal que le da coherencia a la política de seguridad pública,
así como los mecanismos desplegados para su ejecución.
• Identificar los factores sensibles que afectan el diseño y ejecución de la política
de seguridad del estado mexicano.
• Distinguir los efectos de negativos en la percepción de la opinión pública
respecto a la efectividad de las acciones en materia de seguridad pública.
• Establecer las líneas generales para una reforma de ley, por medio de la cual, se
le dé mayor énfasis a la sustitución de los mecanismos que no han logrado los
objetivos planteados.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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3. PLANTEAMIENTO Y DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA.
El aumento de la delincuencia influye para que se incremente la percepción de la
inseguridad en los ciudadanos, pues muchos factores contribuyen a fomentar la
sensación de indefensión ante los poderes fácticos que significa estar a merced del
capricho e intereses de la delincuencia en amplios sectores de la sociedad mexicana.
Si bien las condiciones de inseguridad por la proliferación de la delincuencia y los
niveles de impunidad son circunstancias innegables que afectan a muchas personas en
distintas partes del país, hay que tomar en cuenta que para muchos la sensación de
inseguridad está relacionada con percepciones derivados de un clima de opinión.
Conforme a los datos obtenidos en la ENSI-1, en la ciudad de México hay más gente
que se siente insegura, (llegando a ser casi el 80% de sus habitantes), en comparación
con el resto del país (47%). De esta forma en el D.F., existe poco menos del doble de
personas que se siente insegura en comparación con las personas del resto del país;
en los ámbitos del trabajo y la escuela, la proporción de la gente que se siente insegura
es 3 veces mayor, y en la calle llega a ser 4 veces más.
En todo caso, y por más que exista una brecha entre la realidad y la percepción pública
de inseguridad frente a la delincuencia, es evidente que los ciudadanos no se sienten
adecuadamente resguardados por las instituciones públicas en su seguridad física y
patrimonial; muchos tienen la sensación de que la criminalidad ha rebasado a las
instituciones y de que la delincuencia se encuentra prácticamente fuera de control. Esta
falta de confianza que alimenta la sensación de inseguridad se convierte en un círculo
vicioso en la medida en que el ciudadano no recurre como debiera a las autoridades
para denunciar los delitos o para aportar elementos que ayuden a esclarecerlos. Gran
parte de los habitantes de la ciudad de México no denuncian los crímenes que sufren
porque saben que es una pérdida de tiempo. No sirve de nada y a veces es peligroso,
pararse cinco o seis horas a la espera de que un agente del Ministerio Público escriba
en un acta lo que quiere.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXI
Nunca tantos ciudadanos habían declarado tan abierto rechazo hacia la inutilidad de los
servicios de la Procuraduría, así, la ENSIP demostró que la gran mayoría de la
población que sufre algún delito no denuncia el hecho ante las autoridades.
Durante el 2001 en el D.F. un 76% de las víctimas NO denunciaron el delito, mientras
que un 66% tampoco lo hicieron a nivel nacional. El motivo principal de la no denuncia
fue la pérdida de tiempo y la realización de trámites largos y difíciles, seguida por la
desconfianza en la autoridad. A esto hay que agregar que de las personas que Sí
denunciaron el hecho, la gran mayoría no obtuvieron resultado alguno de su demanda,
de esta manera se encuentra que el 53% de los denunciantes no consiguieron nada al
reportar el delito en el D.F., y un 47% de ellos a nivel nacional tuvieron el mismo
resultado. Por ejemplo, únicamente el 45% de las personas que sufrieron el delito de
asalto a nivel nacional lo denunciaron, y de esos casos sólo 15% de los delincuentes
fueron consignados.
Al no existir esta confianza aumenta la cifra negra, es decir, todos aquellos delitos que
se cometen y que las autoridades no contabilizan, ya sea porque no son denunciados o
porque el Ministerio Público no los tomó en cuenta al considerar que se derivaron de
otro ilícito.
Otros delitos que alimentan la cifra negra, son aquellos en donde aun siendo
denunciados no son contabilizados por el Ministerio, por ejemplo, cuando ocurre un
asalto a un microbús en donde los delincuentes se suben y despojan de sus
pertenencias a los usuarios, pero el Ministerio Público; en lugar de contabilizar el robo
que sufrió cada víctima, toma a todos como uno solo.
Es por ello que la única forma de tener acceso a la cifra negra, es a través de la
realización de encuestas victimológicas, en las que se le pregunta a la gente si ya o no
sufrido algún tipo de delito.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXII
Los estudios victimológicos, además de permitir calcular la totalidad de los delitos que
ocurren, son útiles porque ofrecen información acerca de las víctimas, lo que permite
diseñar estrategias de combate al delito.
Hasta el momento se ha hablado de la situación actual que vive México en cuanto al
alarmante aumento de la delincuencia, y con ello la inseguridad que experimentan en
cada momento al vivir en esta gran ciudad, pero es fundamental remitirse a los factores
y consecuencias que experimentan los ciudadanos en su cotidianidad como producto
del Crimen y la Delincuencia al habitar en las grandes ciudades.
Dentro de las posibles reacciones que sufren las personas ante el fenómeno de la
criminalidad y la violencia, destacan la inseguridad y los cambios en las formas de vida.
Estos aspectos están íntimamente relacionados con lo que implica vivir en una gran
ciudad, donde en general existen ambientes físicos amenazantes que generan
problemas en la forma de ser de sus habitantes.
Los habitantes de las grandes ciudades en donde la delincuencia ha aumentado,
experimentan lo que se ha llamado miedo al crimen y percepción de la inseguridad, dos
conceptos que se manejan como semejantes, pero que sin embargo no lo son.
"Se ha definido el miedo al crimen como: el sentimiento de inseguridad, preocupación
por ser víctima de un crimen en particular, reacciones al crimen, etc. Yin (1980) define
al miedo al crimen· como la ansiedad que siente la persona por la amenaza de ser
victimizado. Por otro lado, Rige (1981) Y Pían (1991) definen a la inseguridad como la
pérdida del sentimiento de seguridad ocasionado por ciertos factores como el deterioro
físico del medio ambiente y la oscuridad" (Zaldívar, Humberto, UNAM, 1993, p. 62).
Por lo tanto la seguridad percibida en general se define como la percepción de
vulnerabilidad que tiene una persona de ser un posible blanco de agresión en diferentes
espacios familiares y desconocidos con características físicas específicas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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"La vulnerabilidad se ha definido como percepción del riesgo y susceptibilidad y también
incluye un nivel objetivo y otro subjetivo" (Ibídem, p. 68)
“En cuanto al nivel objetivo, Skogan y Maxfield identificaron dos tipos de vulnerabilidad:
la física y la social. La física se refiere a la posibilidad de ser atacado por poseer
características físicas de debilidad, incapacidad de responder a una agresión y el riesgo
de desarrollar consecuencias físicas severas si se es atacado. La vulnerabilidad social
se refiere a una posición que ocupa el individuo en la sociedad, que le expone a la
amenaza de victimización y a sufrir consecuencias por ésta” (Ramos, Luis. 1990, p. 55).
Se han sugerido como indicadores importantes de este tipo de vulnerabilidad los bajos
ingresos y el pertenecer a una minoría étnica, ya que la gente que vive en zonas
marginadas tiene mayor contacto con un medio ambiente violento. En México los
grupos más vulnerables en este sentido son las personas que migran de zonas rurales
a las grandes ciudades como el D.F., Guadalajara, Monterrey y Puebla.
"A nivel subjetivo, la vulnerabilidad puede considerarse como un proceso cognitivo
afectivo. El componente cognitivo se observa en las creencias que pueden tener los
individuos de que son susceptibles de sufrir eventos negativos y de que están poco
protegidos contra el daño o infortunio. Acompañando esta cognición, está el
componente afectivo como los sentimientos de ansiedad, miedo y aprehensión."
(Zaldívar, Humberto, Op. cit. p. 71)
La ENSIP mostró que el sector de la población que se siente más seguro, es el de los
adultos mayores de 65 años, mientras que los adultos de entre 46 y 55 años, a nivel
nacional, y los de 56 a 65 años en el D.F., son los que se sienten más vulnerables a la
delincuencia, aunque, en el caso de la ciudad de México en todas las edades el
sentimiento de inseguridad predomina.
Las personas que no han sido víctimas de algún suceso negativo, tienden a subestimar
su posibilidad de ocurrencia. Esta percepción de inviolabilidad también puede reflejar
una necesidad de control personal o una exagerada sensación de poseer habilidades
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXIV
para controlar los resultados. En el estudio se encontró que la mayoría de las personas
entrevistadas que fueron víctimas del delito o tuvieron a una víctima dentro de su hogar,
perciben su lugar de residencia como inseguro, mientras que las personas que no
fueron victimizadas consideran por lo menos algo seguro, es decir que el haber sido
víctimas de un delito cambia su percepción de seguridad.
Dentro de los factores medio ambientales se puede mencionar que los ambientes
conocidos generan en los sujetos sentimientos de seguridad y aquellos totalmente
desconocidos provocan miedo e inseguridad. Así, la ENSIP mostró que el lugar donde
los mexicanos se sienten más seguros es el hogar, seguido por el trabajo o la escuela,
mientras que el sitio donde se sienten más vulnerables a la delincuencia es en el
transporte público y en la calle en segundo lugar. Son variadas las causas por las que
los sujetos pueden experimentar miedo en lugares nuevos, una es la exposición a
señales desorganizadas que se interpreta como peligrosas por no estar familiarizado
con ellas.
"Uno de los factores ambientales que causan más inseguridad en los sujetos es el
deterioro físico del medio. Liska, menciona que el miedo al crimen en las personas está
muy relacionado con la ansiedad, que se caracteriza por preocupación, nerviosismo e
intranquilidad urbana derivado de la desorganización física y social del entorno que les
rodea. Los símbolos asociados con desorden como adolescentes merodeando en las
calles, incrementan la intranquilidad urbana y con ésta, el miedo al crimen y la
inseguridad" (Ibídem, p. 79).
También uno de los factores que se asocia al miedo en el ambiente es la oscuridad, la
asociación frecuente de la oscuridad o la noche con el peligro es sorprendente y existe
una clara evidencia de que muchos sujetos evitan dejar la casa después de que
anochece por miedo a ser victimizados.
Entre las características del medio ambiente que se asocian con el miedo al crimen,
existen factores sociales que parecen influir en el incremento del miedo y la
inseguridad. Entre estos factores se encuentran los medios de comunicación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXV
Los medios de comunicación ejercen una gran influencia sobre las representaciones
que el público se hace de la criminalidad y del delincuente, al transmitir de ellos
imágenes estereotipadas y casi siempre incorrectas.
Entre los medios de información, la televisión es la que ha cobrado mayor importancia.
Tienen una gran trascendencia, ya que llega a un público mucho más amplio que el que
consulta la prensa escrita, sobre todo a aquellas personas que, son más sensibles al
miedo y al crimen.
"Así los medios de comunicación elaboran las noticias de una manera tan cuidadosa
que llegan a generar en ciertos receptores una percepción de vulnerabilidad y miedo
ante la posibilidad de ser victimizado, lo que origina que empiecen a tomar
precauciones en su estilo de vida" (Ibídem, p. 108).
El miedo al crimen depende del grado de exposición de los ciudadanos a la información
que la prensa transmite sobre la criminalidad. Sin embargo diversos estudios (Rico,
José Manuel, 1998, p. 35), han probado la ausencia de una correlación positiva entre la
inseguridad ciudadana y el consumo de periódicos o de emisiones televisivas. En
cambio, el miedo al crimen parece aumentar considerablemente cuando las personas
interrogadas están informadas sobre los delitos de que ha sido víctima algún familiar o
amigo, en particular si estas personas presentan características sociales similares.
El miedo al crimen tiene consecuencias más allá de la profunda sensación de ansiedad
personal. A continuación se presentan las principales consecuencias que reporta la
psicología, dividiéndolas en dos importantes rubros: consecuencias individuales y
consecuencias comunitarias.
Entre las consecuencias que surgen por el miedo al crimen a nivel de los individuos se
encuentra principalmente efectos psicológicos negativos como sentimientos de
ansiedad, desconfianza e insatisfacción con la vida cotidiana, así como esfuerzos para
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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reducir el miedo (por ejemplo ingerir drogas), para evitar la victimización (no salir de
casa en la noche, evitar a personas extrañas y limitación de actividades sociales).
La gente que teme ser víctima de algún acto criminal, tiende a permanecer más en
casa, en situaciones o medios que se han hecho más seguros con alarmas, cerraduras,
etc. Cuando salen de casa, tienden evitar actividades que perciben peligrosas. La
ENSIP mostró que un 20% de la población ha dejado de realizar ciertas actividades
para evitar ser víctimas de la delincuencia, mientras que en la ciudad de México es de
39%. Del porcentaje nacional, el 71 % no sale de noche y resalta un 7.5% que ya no
porta artículos valiosos como joyas. Mientras que de este 39% de personas en el D.F.,
el 77% ha dejado de salir de noche, seguido por haber dejado de visitar amigos o
familiares que viven lejos con un 5.6%. El sector de la población que más ha dejado de
realizar actividades por temor a la delincuencia, es el de los adultos jóvenes de entre 26
y 35 años de edad a nivel nacional y los de entre 36 y 55 años en caso del D.F.;
mientras que los jóvenes de entre 18 y 25 años y los adultos mayores de 65, son los
que menos han modificado sus actividades Aunado a estas reacciones pueden
aparecer, ciertas creencias que involucran la desconfianza en los demás. Es posible
que la victimización previa de la persona u otros conocidos de ella, pueda llevar a este
tipo de creencias. A ello se le puede agregar la sensación de "desmoralización", estado
en el que la persona se siente aislada, sin esperanzas e indefensa. Habiendo perdido la
confianza es su habilidad de defenderse contra el mundo, está expuesta a la ansiedad,
depresión, resentimiento, coraje y otras emociones.
Cabe aclarar que estas consecuencias no necesariamente tienen que aparecer en
todas y cada una de las víctimas del delito, además es posible que se presenten una o
todas de estas manifestaciones en la persona.
A nivel de la comunidad, el miedo al crimen tiene consecuencias adversas, por lo que
adquiere la relevancia de un problema social. Tiene consecuencias directas en las
relaciones y la vida social: impide la formación y mantenimiento de lazos comunitarios,
el enriquecimiento cultural o de diversión, la transformación de algunos lugares públicos
en lugares en los que no se puede entrar, lleva a ciudadanos a cambiarse de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXVII
vecindarios, convierte a los individuos en seres menos sociales, más suspicaces y con
menos confianza mutua, pues la percepción de peligro lleva a desarrollar una vigilancia
generalizada y en las relaciones interpersonales a la evitación de extraños y vecinos.
Otra consecuencia de gran importancia del miedo al crimen es que reduce la apelación
de políticas penales liberales (como la rehabilitación) y lleva a incrementar la exigencia
de encarcelamientos y castigos, con base a la creencia de que el castigo es un buen
medio para frenar la criminalidad. Del mismo modo lleva a minar la legitimidad del
sistema de justicia al propiciar que los ciudadanos se hagan justicia por sus propias
manos.
PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD.
El debate sobre la inclusión del ciudadano en la agenda de gobierno, atestigua la
configuración democrática, plural y competitiva del nuevo sistema político mexicano, en
contraparte al anterior sistema unitario y compacto, articulado por un partido
hegemónico.
Ante la falta de innovación de las autoridades y su incapacidad de dar respuesta a la
demanda de seguridad pública que debiera ser su máxima prioridad, los mexicanos
hemos decidido asumir una actitud democrática activa para hacer un reclamo público a
las autoridades en contra de la inseguridad que ha secuestrado al país y exigirles más y
mejores acciones, así como mejores resultados concretos contra la delincuencia y la
impunidad.
Hoy en día es indispensable promover mecanismos que contengan alternativas
diversas a las establecidas en el sistema penal tradicional, que contribuyan eficazmente
en la lucha contra la inseguridad. Dentro de ellos se encuentra la participación de la
comunidad en el ámbito de la seguridad pública.
Rafael Ruiz Harrell señala "La capacidad de gobernar está siendo desafiada" (Ruiz
Harrell, Rafael, México, 1998, p. 101), cada día se observa como las acciones del
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXVIII
Gobierno Federal, los gobiernos de los estados, municipios y el Distrito Federal, son
insuficientes para contener la creciente inseguridad pública que sufre la ciudadanía.
El Estado Mexicano está centrando sus actividades básicamente en fortalecer las
estructuras formales y aumentar penas establecidas por las leyes del país dedicadas a
salvaguardar el orden y la paz social de manera coactiva, más que preocuparse por
preservar la integridad y los derechos de las personas, principio que para darse
requiere de una probabilidad de la aprobación general de las normas emitidas, es decir,
de preservar el consenso. El orden se garantiza en la medida en que se dé aceptación
del Cuadro de los individuos para preservarlo en la comunidad, lo cual fortalece a las
instituciones.
La victimización aumenta y a diario aparecen nuevas formas de criminalidad cada vez
más organizadas y sofisticadas. Esta situación demanda gran capacidad de reacción
coordinada entre Gobierno y sociedad para poder cumplir las necesidades que se tiene
en el sistema de justicia penal a fin de diseñar una política criminológica previa que
consulte a todos los actores sociales como lo establece el sistema nacional de
planeación democrática.
En la actualidad en México, se ha sobredimensionado las funciones del Gobierno en el
desempeño del papel activo que le corresponde al sector privado y a la comunidad.
Esta concepción se refleja en el sistema de seguridad que aún en su desarrollo no logra
ser participativo, incluyente y eficaz.
Además en la actualidad muchos ya no acuden ante las autoridades para denunciar por
temor o desconfianza de las prácticas corruptas y se presenta una situación de
confusión social en el mensaje de control social al no diferenciar entre cuáles son las
conductas reprimidas y cuáles las toleradas. Esta confusión se agrava porque las
autoridades reaccionan en casos iguales de manera distinta; en otra tantas al
delincuente no se le castiga y a quien denuncia se le convierte en sospechoso, lo que
genera un estado de incertidumbre social respecto al Estado de derecho que se
deslegitima aunque permanezcan las normas vigentes.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXIX
"Generar un sistema de seguridad pública más participativo y eficiente representa un
desafío significativo para la evolución y consolidación del sistema democrático
mexicano. Esto obliga a replantear las políticas de seguridad pública y diseñar nuevos
modelos de participación y corresponsabilidad ciudadana que posibiliten el
restablecimiento de estándares de seguridad aceptables" (Lima Malvido, María de la
Luz. México, 2001, p. 3).
Muchos países de Latinoamérica están impulsando a través del Derecho Comunitario
reformas que reposicionen a la sociedad y la vinculen de manera permanente con las
estructuras de seguridad y justicia del Estado. Sólo así mediante la participación social
organizada será posible encontrar soluciones a la inseguridad.
"Con la coparticipación y corresponsabilidad del Gobierno el sector privado y la
sociedad civil se logrará generar las oportunidades de interacción que permitan
encontrar a las personas que deben concentrarse en soluciones de largo plazo;
atendiendo las prioridades que juntos determinen, mediante el establecimiento de
mecanismos, así como procedimientos de participación de la comunidad. Esto permite
que las instituciones, los ciudadanos y los grupos articulen sus intereses mediante sus
distintos roles y ejercicio legal de sus derechos y obligaciones" (Lima Malvido, María de
la Luz, México, 2000, p. 8).
El Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, en el rubro de orden y respeto, determina
que se iniciará un esfuerzo nacional para integrar recursos, instituciones públicas y
privadas, comités vecinales, organizaciones y asociaciones civiles o empresariales que
conformen la pluralidad de canales para la participación ciudadana en la creación de
una gran política nacional de prevención de delitos y conductas violentas que busquen
inhibir los factores de riesgo e incremente los factores de protección; asimismo,
simultáneamente se necesita, con la participación de Gobierno y ciudadanos, realizar
las actividades de educación y comunicación para fomentar los valores de tolerancia,
legalidad, diálogo, dignidad humana, convivencia, responsabilidad humana, libertad y
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXX
civismo proactivo elementos todos indispensables para crear una cultura de orden y
respeto entre los mexicanos.
Por su parte, el Programa Nacional de Seguridad Pública, 2001-2006 señala que "Con
una participación incluyente, activa, comprometida y responsable se podrán tener
efectos positivos en las acciones de gobierno para lograr resultados exitosos, máxime si
tomamos en cuenta que el crecimiento de las ciudades ha incorporado una mayor
complejidad a la estructura social caracterizada por conformar patrones de dinamismo,
crecimiento, masificación , diversificación, dispersión de intereses, pluralidad,
anonimato y decadencia de los principios de solidaridad, aspectos que favorecen la
comisión de conductas delictivas y bajo nivel de cohesión social. (Programa Nacional
de Seguridad Pública 2001-2006, el 14 de enero de 2003, primera sección p. 9)
La Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública en su artículo 8°, menciona que las autoridades establecerán
mecanismos eficaces para que la sociedad participe en la planeación y supervisión de
la seguridad pública; en el artículo 49 se señala que el Consejo Nacional establecerá
mecanismos y procedimientos para la participación de la sociedad respecto de las
funciones que realice y, en general, de las actividades de la seguridad pública en el
país.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXI
4. PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN.
• ¿En qué consiste el tema de la Seguridad pública en la perspectiva de gobiernos
democráticos, cómo llegó a las agendas de gobierno, qué herramientas en
materia de políticas públicas existen, cuál es su relevancia?
• ¿Cómo se mide el éxito o fracaso en materia de seguridad pública, la percepción
es lo más importante?
• ¿Cómo se entiende la responsabilidad del estado de brindar seguridad en los
tres niveles de gobiernos en México?
• ¿Cuál ha sido el resultado de las acciones del estado mexicano contra el crimen
organizado?
• ¿Cómo se mide y cuales han sido los niveles de inseguridad en México en los
últimos años?
• ¿Cuáles son las principales demandas de la sociedad civil y organizaciones no
gubernamentales respecto a seguridad pública e impartición de justicia?
• ¿Cómo ha participado la sociedad civil en la integración e implementación de la
estrategia contra la inseguridad?
• ¿Qué medidas de reforma al marco normativo son necesarias para fortalecer la
estrategia de seguridad pública, sin afectar los derechos ciudadanos?
• ¿Cuáles son los principales orígenes de la inseguridad pública y como se mide?
¿Cuál es el nivel de responsabilidad de los tres órdenes de gobierno?
• ¿En materia de seguridad la percepción es todo?
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXII
• ¿Cómo ha evolucionado la participación ciudadana en los mecanismos de
seguridad pública en México en los últimos 10 años? ¿Cuáles han sido las
experiencias en los tres órdenes de gobierno? ¿Cuál es el balance en cuanto a
su efectividad?
• ¿Cómo se articula la política pública en materia de seguridad pública con el
grado de legitimidad del estado?
• ¿Cuáles es el cuerpo institucional que da soporte a la aplicación de la política
pública en materia de seguridad?
• ¿Cómo se integra y cuáles son las funciones y atribuciones de las principales
instancias gubernamentales que articulan la política federal de seguridad
pública?
• ¿Cuál es el impacto de la corrupción y la falta de transparencia en los
procedimientos judiciales en la eficacia de las medidas gubernamentales que
combaten la inseguridad?
• ¿Qué resultados se han obtenidos con los programas de gobierno en materia de
seguridad pública regional y su impacto en el quehacer económico?
• ¿Qué características debería contener la reforma de ley que promueva la
aplicación de la ley en el combate al crimen organizado y la inseguridad?
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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5. MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA.
CAPITULO I. LA SEGURIDAD PÚBLICA
Garantizar la seguridad pública implica el combate de las causas que generan
situaciones que contradicen los derechos humanos, que provocan un rompimiento del
Estado de Derecho y que ponen en tela de juicio los principios de legalidad y
democracia que nos rigen como sociedad. No es una labor que corresponda
exclusivamente al Estado, aunque él tiene la principal responsabilidad en la materia.
El concepto de seguridad pública ha variado según la época, los países y los
cambiantes regímenes políticos; hace referencia, en general, a dos necesidades
básicas que toda comunidad política pretende satisfacer: el mantenimiento de la paz y
el orden público. Su objetivo es hacer posible la convivencia social, concebida ésta
como la relación pacífica entre los individuos, regulada por leyes y principios auto
determinados, siendo esta una de las obligaciones primordiales del Estado.
Dicho concepto es muy complejo el cual está comprometido a contribuir con la
sociedad, a la protección de sus derechos humanos, así como a la promoción de la
civilidad como elemento clave para el resguardo del respeto y el orden de la nación y de
sus habitantes. Su ejecución se convierte en un instrumento que genera o disminuye la
confianza hacia las instituciones de orden público y en un grado no mayor, la
legitimidad del Estado.
En el ámbito institucional, la seguridad pública ha sido definida, en la Ley de Base para
la Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad, como todas aquellas actividades
encaminadas a prevenir y disminuir las infracciones y delitos, así como las acciones
que realizan el Ministerio Público a través de la procuración de justicia, las autoridades
administrativas responsables de la readaptación social del delincuente y la adaptación
del menor infractor.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXIV
En el artículo 3° de la Ley General mencionada se define a la seguridad pública como
función del Estado que tiene como fines salvaguardar la integridad y los derechos de
las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz pública. Desde la
perspectiva de esta ley, el papel de los gobiernos locales es importante porque a ellos
corresponde la prestación de la seguridad pública.
Este concepto implica una concepción integral en dos ámbitos: un primer ámbito, con
respecto a la gestión intergubernamental de políticas (Agranoff, 1997), en el sentido de
que se contempla la participación de los tres ámbitos de gobierno, es decir,
formalmente los tres ámbitos tienen que coordinarse y cooperar, tanto en términos
normativos, como operativos. Situación que, en la práctica, no necesariamente sucede,
a causa de factores políticos, burocráticos y de gestión.
Otra dimensión de concepción integral, es la que plantea una visión de conjunto de la
seguridad y de la justicia (González, López Portillo y Yánez, 1994: p. 70). Estos autores
conciben que:
“el conjunto de los actores que participan en las políticas de seguridad, se integren en
un único órgano.”
Con ello, se pretende evitar la estructura competencial en materia de justicia y
seguridad pública fragmentada, que ha dado pie a una falta de unificación de criterios,
provocando políticas y acciones desiguales, sectorizadas, parciales y, en muchos
casos, contradictorias.
Por su parte, para Samuel González (Samuel González Ruiz, p. 49) seguridad pública
es:
El conjunto de políticas y acciones coherentes y articuladas que lleva a cabo el Estado
con el fin de garantizar la paz pública y la observancia de los derechos fundamentales
de los individuos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXV
La seguridad pública hace referencia al mantenimiento de la paz y el orden público, que
se logra a través de los mecanismos de control penal. Mediante acciones de prevención
y represión de ciertos delitos y faltas administrativas que la vulneran, particularmente, a
través de los sistemas de procuración e Impartición de justicia.
De acuerdo con las diferentes definiciones mencionadas anteriormente, podemos decir
que la idea de seguridad pública está ligada a la preservación de la paz pública, de tal
manera que puede ser conceptualizada desde un punto de vista objetivo, como la
define Luis Jiménez de Azúa (Luís Jiménez de Azúa, p. 68):
La seguridad pública es por hoy un asunto de interés nacional que debe de ser atendido
y resuelto por el Estado de manera inmediata dadas las condiciones de inseguridad que
se han venido presentado en los últimos años, y cuyas consecuencias han repercutido
en la sociedad, provocando un colapso en el Estado de Derecho.
El Sistema de Seguridad Pública adquiere gran relevancia, ya que las políticas públicas
que debe establecer el gobierno en este sentido, deberán estar encaminadas a atender
las demandas de la población, privilegiando el bienestar social y preservando los
derechos humanos.
Las cuestiones de Seguridad Pública no deben ser ajenas a la promoción de los
derechos de las víctimas, a que se les imparta justicia, a velar por sus derechos
procesales, en especial a que tengan acceso a la reparación del daño material y moral
que se les ha causado, de lo contrario seguirá habiendo un retroceso en el Sistema de
Seguridad, Procuración y Administración de Justicia.
En los artículos 21 y 73 fracción XIII Constitucionales recogen los principios que dan
sustento a la Ley que establece las bases para la coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública; entendida como un conjunto de políticas y acciones coherentes y
articuladas que se orientan a garantizar y preservar la integridad de las personas y su
patrimonio; es decir, el mantenimiento del orden social, la paz pública y la defensa de
los intereses de la sociedad.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXVI
Por lo tanto, podemos decir que se trata de una función pública dirigida a garantizar la
protección de los individuos como parte de la seguridad jurídica a la que tiene derecho
la sociedad y que el Estado está obligado a brindar, a través de las normas
establecidas para tal efecto, atendiendo las necesidades públicas esenciales como
Prevención del Delito, Procuración e Impartición de Justicia, Readaptación Social y
desde luego el Auxilio a las Víctimas del Delito.
Es fundamental que el concepto de seguridad pública no sólo se entienda con un
enfoque meramente policial sino que también en lo político, social, cultural y económico
que inevitablemente la determinan en su rol social.
Por su parte, Ramón Sosa Montes (Ramón Sosa Montes, p. 79), agrega:
“El concepto de seguridad pública va mucho más allá de la seguridad para los actos de
gobierno; tiene que ver con los bienes y los derechos de los que habitan nuestro país y
comprende tanto los derechos humanos como la administración de justicia, así como la
prestación de servicios”. Abarca aspectos complejos que se encuadran dentro del
esquema general de un Estado de derecho.
Por lo cual la participación ciudadana es fundamental en el cumplimiento de las leyes
para lograr una armonía bien equilibrada entre los gobiernos y los gobernados.
La función de seguridad pública se encuentra vinculada a la idea de participación. La
seguridad no puede alcanzarse con estrategias y acciones aisladas de la autoridad;
exige la articulación y coordinación de todos los órganos que intervienen en los tres
niveles de gobierno a lo cual deben sumarse instituciones encargadas de educación,
salud, desarrollo social, inclusive la sociedad civil misma. La visión en torno a la
seguridad pública debe ser una visión global e incluyente que al tratar de tutelar valores
aceptados por todos nos lleve a una sociedad más justa.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXVII
La participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida pública, no sólo
particularmente respecto de los procesos electorales, desde mediados de los años
ochenta, se encuentran ubicados en la agenda internacional.
En los ámbitos tanto gubernamental como el de la propia sociedad, se ha invocado a la
participación ciudadana como elemento indispensable, sin el cual, ningún problema
social podrá resolverse o al menos enfrentarse con mayor éxito. La importancia de esta
temática emerge justamente cuando el tema de la democracia formal logra avanzar en
todo el mundo. La participación ciudadana viene a señalar la necesidad de que la
democracia llegue a todos los ámbitos o rincones de la vida social y política.
Históricamente en México, al menos desde hace más de tres décadas, los gobernantes
federales, estatales y municipales, han afirmado que, para combatir con mayor éxito la
delincuencia y la criminalidad, es vital la participación ciudadana. Mientras ésta no
suceda el problema se seguirá agravando, lo cual ha venido sucediendo puntualmente.
En todo el territorio de América Latina y de México, la delincuencia tiene una presencia
y desarrolla una actividad significativa.
Existen tendencias ciudadanas que están de acuerdo con la visión gubernamental
respecto de la participación ciudadana, otras no lo estarán y probablemente, la gran
mayoría de los ciudadanos no tengan ninguna idea formada respecto de su papel ante
este problema. Todos comparten, en cambio, la preocupación generalizada por los
índices alcanzados por la delincuencia. Ello, junto con otras variables, como la
incapacidad del Estado y sus cuerpos de seguridad para contenerlos han provocado
que en la sociedad exista una percepción de casi absoluta indefensión frente a la
delincuencia.
En México y América Latina “las participación comunitaria en la prevención del delito ha
tomado un lugar central en las políticas públicas de seguridad (...) Las políticas de
participación buscan incitar el apoyo ciudadano e incrementar la legitimidad de las
instituciones encargadas del control y de la prevención de la criminalidad”. (Dimmer, p.
45)
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La participación ciudadana, hace referencia “a la participación política pero se aleja de
ésta al menos en dos sentidos: abstrae tanto la participación ciudadana mediada por los
partidos políticos, como la que el ciudadano ejerce cuando elige a las autoridades
políticas. Aunque con múltiples sentidos, la intervención directa de los agentes sociales
en actividades públicas” (Cunill, 1997: p. 74).
Remitir a lo público es aludir en un mismo movimiento a la sociedad como al Estado. Lo
público no es un dato dado, sino un proceso de construcción. Por una parte, supone
asumir la posibilidad de que la sociedad se auto-gobierne a través de un Estado
democrático. Asigna, por tanto, una virtualidad al Estado espacio de realización de lo
público, pero sólo en la medida que represente a la sociedad se satisfagan necesidades
colectivas de manera autónoma, pero sin que ello implique la abdicación de las
responsabilidades estatales.
Dentro de la legislación mexicana se contempla a la seguridad pública como un servicio
y una función del Estado. A partir de la reforma constitucional de 1994, la seguridad
pública se convirtió en una responsabilidad explícita del Estado mexicano, una
responsabilidad compartida entre los 3 niveles de gobierno; es decir, del Estado en su
conjunto. El fin es mantener o establecer el orden y la paz pública. El artículo 21 de la
Constitución establece que:
La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los
Estados y los Municipios, en las respectivas competencias que esta Constitución señala
[…] La Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios se coordinarán,
según los términos que la ley señale, para establecer un sistema nacional de seguridad
pública. Ya desde 1983 se responsabilizó al municipio de la seguridad pública; en las
reformas al artículo 115 constitucional se estableció que:
III. Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y servicios públicos siguientes:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XXXIX
h).- Seguridad pública, en los términos del artículo 21 de esta Constitución, policía
preventiva municipal y de tránsito
VII. La policía preventiva estará al mando del presidente Municipal, en los términos del
reglamento correspondiente. Aquélla acatará las órdenes que el Gobernador del Estado
le transmita en aquellos casos que éste juzgue como de fuerza mayor o alteración
grave del orden público.
Si bien esta reforma permitió que el municipio se encargara de la vigilancia preventiva,
de establecer reglamentos de policía y buen gobierno, así como establecer las reglas
de comportamiento demandado a sus ciudadanos en los espacios públicos, para la
década de 1990 era evidente que la delincuencia había rebasado al municipio.
Otro aspecto dentro de las reformas de 1994 fue la inclusión de cambios al artículo 73,
para facultar al Congreso de la Unión para que creara y legislara esta nueva
coordinación en materia de seguridad pública. El resultado de esta reforma fue la Ley
General que Establece las Bases para la Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública (aprobada en 1994 y reformada en el 2000). Dentro de esta
legislación se define cómo entiende la federación el concepto de seguridad pública; el
artículo 3 dice que la seguridad pública es la función a cargo del Estado para
salvaguardar la integridad y los derechos de las personas, así como preservar las
libertades, el orden y la paz pública. Esto se logra mediante la prevención, persecución
y sanción de las infracciones y delitos, así como la reinserción social del delincuente y
del menor infractor.
Asimismo, es responsabilidad del Estado combatir las causas de la delincuencia y
desarrollar políticas y acciones que fomenten en la sociedad valores culturales y cívicos
que induzcan el respeto a la legalidad. Para lograr estas metas cuenta con un sistema
de seguridad pública formado por distintas instituciones, cada una con una competencia
específica. Estas son la policía preventiva, el ministerio público, los tribunales, la prisión
preventiva, la ejecución de penas, el tratamiento de menores infractores, la protección a
instalaciones y servicios estratégicos, entre otras.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XL
Mediante esta legislación, el gobierno federal busca coordinar e integrar las distintas
áreas de gobierno --federales, estatales y municipales-- relacionadas con la seguridad
pública. Parte del objetivo era recuperar el lugar que correspondía a las instituciones de
seguridad pública frente a otras organizaciones que las estaban rebasando, así como
reglamentar el trabajo de la policía dentro de un nuevo marco jurídico.
La labor del Estado en materia de seguridad pública ha sido duramente cuestionada
desde hace décadas, y no podemos negar la existencia de serias complicaciones
internas que dificultan la meta de ofrecer un país en el que la seguridad no sea una
promesa sino una realidad.
1.1. EL ESTADO COMO GARANTÍA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
Las sociedades, en las diferentes etapas de desarrollo, han practicado varias formas de
organización política, es decir, distintos modos de establecer las normas que permiten
la convivencia entre las personas.
En algunos grupos primitivos, los ancianos se encargaban de establecer las normas. En
Atenas, ciudad-Estado de Grecia antigua, los ciudadanos se reunían en la plaza pública
para tratar los asuntos de la colectividad y establecer las normas sociales.
En la Edad Media, los reyes establecieron normas y concentraron en su persona todo el
poder del Estado, es decir, instauraron gobiernos absolutistas.
Siglos más tarde, en la época moderna, se produjeron importantes cambios en la forma
de establecer las normas: se reconoció la autoridad de las instituciones políticas
encargadas de formular las leyes, que debían ser obedecidas por todos los habitantes
del reino. De este modo se sentaron las bases para el surgimiento del Estado moderno.
Los pueblos sometidos a un poder extranjero generaron una conciencia de identidad
nacional que, más tarde, les permitió luchar por su independencia. De esta manera
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLI
elaboraron normas jurídicas de acuerdo con sus intereses, eligieron un gobierno propio
y surgieron como Estados-Nación.
México se constituyó como Estado- Nación en 1821, cuando se independizó de
España. Los mexicanos crearon sus propias leyes, establecieron los límites del territorio
nacional y formaron su propio gobierno. De acuerdo con la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, la forma de gobierno de México es la república
representativa, democrática y federal.
El Estado-Nación es una forma de organización política constituida por grupos humanos
que hablan la misma lengua, tienen un pasado histórico y cultura comunes. Sus
elementos constituidos son el territorio, la población y el gobierno.
Respecto al concepto y función del Estado, podemos señalar que es la institución
política que representa los intereses de la sociedad; su función consiste en fortalecer la
convivencia entre las personas. Surgió para ejercer la autoridad y garantizar él respecto
de los derechos de las personas de acuerdo con la ley.
“El Estado es un pueblo organizado bajo un poder soberano para la consecuencia de
sus intereses”. La Administración es la actividad principal del Estado para el
cumplimiento de sus fines.
Actualmente, el Estado constituye una forma de organización política característica de
las sociedades modernas. El Estado mexicano tiene su fundamento en la Constitución
Política y está integrado por el territorio, la población y el gobierno. De acuerdo con el
artículo 49 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el Supremo
Poder de la Federación se divide, para su ejercicio, en Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Este artículo establece la división de poderes, que es una de las características
fundamentales de las repúblicas democráticas y representativas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLII
Entendiendo por gobierno al conjunto de personas e instituciones que tienen la
responsabilidad de conducir las acciones del Estado; de acuerdo con la ley, el gobierno
y las instituciones ejercen la autoridad sobre la sociedad.
El gobierno de la nación mexicana está representado en su sentido amplio, por la
integración y funcionamiento de tres poderes, como lo establece el Artículo 49
constitucional, o sea, el Estado mexicano, se divide para su ejercicio en los poderes
Legislativo, Ejecutivo y judicial.
A) PODER LEGISLATIVO
El poder legislativo se deposita, según al Artículo 50 de la Constitución, en un congreso
general, que se divide en dos Cámaras, una de Diputados y otra de Senadores.
Las dos Cámaras reunidas constituyen el congreso general o Congreso de la Unión. La
Cámara de Diputados está integrado por 500 diputados, de los que 300 son electos de
manera directa por el voto mayoritario de los ciudadanos, y 200 según el principio de
representación proporcional, y representan todos en conjunto y cada uno por sí solo, a
la nación, al pueblo, en el senado del Poder Legislativo, y duran en su cargo tres años.
La Cámara de Senadores está compuesta por 128 miembros electos por el voto directo
de los ciudadanos pero, a diferencia de la otra Cámara, representan en el Poder
Legislativo a los estados o entidades federativas que componen los Estados Unidos
Mexicanos (31 estados y el D.F.), se eligen cuatro senadores por cada entidad y duran
en su cargo seis años.
La Cámara de Diputados y de Senadores tienen facultades expresas señaladas en la
propia Constitución, siendo la principal legislar, creando o modificando las leyes que el
país requiere y funcionan en periodos ordinarios y extraordinarios de sesiones; los
ordinarios se dividen en dos periodos, el primero del 1° de septiembre al 15 de
diciembre de cada año, y el segundo, del 15 de abril al 15 de julio; los extraordinarios
pueden ser durante el resto del año si es convocado por la comisión permanente.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLIII
Durante el receso del congreso, o sea, durante los meses de enero a abril, julio y
agosto, el Poder Legislativo está representado para sus funciones constitucionales por
la Comisión Permanente integrada por 15 diputados y 14 senadores, nombrados por
sus respectivas Cámaras en víspera de la clausura del periodo ordinario de sesiones.
B) PODER EJECUTIVO
De acuerdo con el Artículo 80 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos “se deposita el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un solo
individuo, que se denominará presidente de los Estados Unidos Mexicanos”.
En México, el Poder Ejecutivo está representado por el presidente de la República,
quien concentra más poder que ninguna otra institución del país, pues es a la vez jefe
del Estado Mexicano, jefe del gobierno mexicano, y jefe de las Fuerzas Armadas de
México. Como jefe del Estado, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos
representa y simboliza la unidad nacional y la soberanía del poder mexicano.
El jefe del Poder Ejecutivo es electo cada seis años por una mayoría de ciudadanos,
pero al llegar a su alto cargo no sólo representa a esa mayoría sino a todos los
mexicanos. El Poder Ejecutivo se integra además con los secretarios de Estado, jefes
de Departamento y directores de instituciones descentralizadas y empresas del Estado
o paraestatales.
La Constitución establece expresamente las facultades que tiene el presidente de la
República, siendo sus principales obligaciones guardar y hacer guardar la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen; desempeñar
leal y patrióticamente el cargo y mirar en todo por el bien y prosperidad de la unión, o
sea, de la federación, según se prevé en el texto del artículo 87 de la Constitución que
el presidente pronuncia de viva voz al rendir su protesta del cargo ante los
representantes de la nación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLIV
Tiene nuestro sistema republicano federal y representativo tres niveles básicos de
expresión real en todo el país. Ellos son el Poder Ejecutivo de la federación o
presidente de los Estados Unidos Mexicanos; el jefe del Poder Ejecutivo de cada uno
de los 31 estados, o sea, los gobernadores de esos estados y los presidentes de los
ayuntamientos, a quienes se les conoce como presidentes municipales. Al respecto, el
artículo 115 establece que los estados adoptarán para su régimen interior la forma de
gobierno republicano, representativo y federal, teniendo como base su división territorial
y su organización política y administrativa al municipio libre.
Cada municipio es administrado por un ayuntamiento de elección popular directa y no
hay ninguna autoridad intermedia entre el ayuntamiento y el gobierno del estado; los
municipios administrarán libremente su hacienda, y los estados y municipios en el
ámbito de sus competencias, expedirán las leyes, reglamentos y disposiciones
administrativas que necesiten para sus fines legales. Los ayuntamientos están
integrados por un número determinado de regidores, según la población de cada
municipio, entre los que se distribuyen las áreas de trabajo o responsabilidad social.
En el seno de las tres grandes entidades, federación, estados y municipios, existe
electo un titular de un poder ejecutivo, administrativo y político que no admite dentro de
su jurisdicción y competencia otro poder más arriba o superior; en su respectivo campo
territorial y poblacional funcionan por igual los otros dos poderes: el Legislativo y el
Judicial, pues la federación tiene su congreso general que comprende a la Cámara de
Diputados y a la Cámara de Senadores y el Poder Judicial Federal. Los 31 estados
tienen su poder legislativo, o sea, la Cámara local de Diputados para legislar y darse
sus propias leyes (en el D. F., la Cámara Local), así como sus propios poderes
judiciales representados en los tribunales superiores de justicia de cada Estado. Los
municipios cuentan con cuerpos colegiados que son los ayuntamientos reunidos con
todos sus regidores, los que están facultados para colaborar y aplicar reglamentos o
disposiciones relativas al gobierno y administración municipal, e igualmente, los
municipios disponen de su poder judicial a través de los jueces municipales que existen
para el conocimiento y resolución jurisdiccional de conflictos o problemas que por su
baja cuantía o gravedad son de su competencia.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLV
C) PODER JUDICIAL
Conforme al Artículo 94 de la Constitución, el ejercicio del Poder Judicial se deposita en
una suprema Corte de Justicia, en Tribunales de Circuito, Colegiados en materia de
amparo y Unitarios en materia de apelación y en Juzgados de Distrito.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación se compone de 11 ministros y funciona en
pleno o en salas como órgano colegiado. Es la propia Constitución quien establece la
competencia de la Suprema Corte; los periodos de sesiones; el funcionamiento del
pleno y de las salas; las atribuciones de los ministros; el número y la competencia de
los tribunales de circuito y de los jueces de distrito dispersos por todo el país, así como
las responsabilidades en que incurren los funcionarios y empleados de ese Poder
Judicial de la Federación.
Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación son nombrados por el
presidente de la República, siendo sometidos sus nombramientos a la aprobación de la
Cámara de Senadores, la que otorgará o negará esa aprobación dentro del término de
diez días. Los magistrados de tribunales de circuito y jueces de distrito son nombrados
por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Se debe destacar que miembros del Poder Legislativo elabora o aprueba las leyes del
país, el Poder Ejecutivo es el responsable de velar por su aplicación y cumplimiento y
por su parte el Poder Judicial, a través de sus respectivos ministros, magistrados y
jueces, es el órgano encargado de llevar a cabo la interpretación de las leyes para su
justa y exacta aplicación en los casos concretos; es la responsable de velar por la
seguridad jurídica de las personas y, mediante el juicio de amparo, proteger a las
personas contra las violaciones a la Constitución y a las Garantías Individuales y
sociales en que incurran las autoridades en perjuicio de aquéllas.
ESTADO DE DERECHO.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLVI
El Estado de derecho se refiere a un modelo de Estado nacido con las constituciones
modernas y caracterizadas:
a) En el plano formal, por el principio de legalidad, en virtud del cual todo poder
público está subordinado a leyes generales y abstractas que disciplinan sus
formas de ejercicio y cuya observancia se halla sometida al control de legitimidad
por parte de jueces separados del mismo e independientes;
b) En el plano sustancial, por la funcionalidad de los poderes del Estado al servicio
de la garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos, mediante la
incorporación limitada en su constitución de los deberes públicos
correspondientes, es decir, de las prohibiciones de lesionar los derechos de
libertad y de las obligaciones de dar satisfacción a los derechos sociales, así
como de los correlativos poderes de los ciudadanos de activar la tutela judicial.
El mantenimiento de la seguridad, tanto frente al enemigo exterior como frente a las
dimensiones interiores, debe constituir el fin del Estado y el objeto de su actividad. El
verdadero alcance de la actividad del Estado abarca todo aquello que puede realizar en
bien de la sociedad, pero sin lesionar el principio expuesto anteriormente.
El fin del Estado puede ser doble: puede proponerse fomentar la felicidad o
simplemente evitar el mal el cual puede ser, a su vez, el mal de la naturaleza o el de los
hombres. Si se limita al segundo fin, busca solamente la seguridad.
La seguridad es una de las funciones principales del Estado. El hombre, según
Rousseau, Locke y Hobbes, se une en sociedad para protegerse de otros y de sí
mismo. El hombre le otorga al Estado/autoridad la facultad para ejercer la violencia con
el fin de garantizar el orden y la paz dentro de cada sociedad organizada. En un
principio fueron los hombres fuertes de una comunidad, después los señores feudales y
el rey/emperador; hoy día, es el Estado moderno el que asume esta responsabilidad,
basándose en una normatividad que establece las conductas aceptadas que permiten
la convivencia civil, así como un aparato que busca garantizar y ejercer estas reglas y
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLVII
castigar a aquellos que deciden transgredirlas. Los Estados democráticos
contemporáneos presuponen la existencia de un estado de derecho que no sólo regula
la convivencia entre los ciudadanos, sino que también limita el poder del Estado para
ejercer la violencia. Se supone que éste no usará la represión, ni buscará el orden
público a cualquier costo. Existen condiciones y pasos que deben seguir. En el caso
mexicano, todos estos quedan incluidos dentro de la Constitución, los códigos penales,
los códigos de procedimientos penales y otras legislaciones que esbozan los derechos
y obligaciones del ciudadano frente al Estado.
La existencia de seguridad no significa necesariamente la vigencia del estado de
derecho, ni que esta seguridad vaya acompañada de justicia. Es por ello vital recalcar
que no es suficiente que una política garantice seguridad. Si ésta no genera justicia, ni
adhesión a las leyes de la nación y pasa por alto los derechos humanos y las garantías
constitucionales, es una política que no cumple con su cometido. La seguridad tiene
que ir de la mano de la justicia y el estado de derecho. Las políticas que no responden
a esta necesidad no son congruentes con la normatividad que regula el respeto a los
derechos de la población.
Uno de los problemas sociales de México que más están afectando actualmente a la
ciudadanía es el de la delincuencia. Este fenómeno, que no sólo lesiona el patrimonio y
la integridad física de las personas, sino también conlleva un deterioro en el estado de
derecho, desalienta la inversión - principalmente la de largo plazo-, debilita la base
competitiva del sector productivo nacional y, por ende, disminuye el potencial de
crecimiento económico del país.
Dado que entre las características inherentes a la existencia de un estado de derecho
está el adecuado control de las actividades delictivas, es fundamental que las
autoridades combatan eficazmente la delincuencia con el fin de poder mantener un
ambiente institucional que propicie la competitividad y el progreso de México.
Por sus características, la seguridad pública es un bien público que debe ser provisto
por el Estado, tanto para cumplir con su función esencial de proteger los bienes y la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLVIII
integridad física de las personas, como para que se alcance un nivel de seguridad
socialmente eficiente que promueva el desarrollo del país.
Un bien público presenta dos propiedades esenciales: la primera se refiere al principio
de no-rivalidad en el consumo -el consumo de un bien público por un individuo no limita
el consumo del mismo bien por otro individuo-; y la segunda, al principio de no-
exclusividad -no se puede excluir a otros consumidores del consumo o "disfrute" del
bien. La seguridad pública satisface ambos atributos ya que no es posible racionar su
provisión a la sociedad, ni discriminar a ciertos segmentos de la población de su uso.
De dejársele al sector privado la provisión del servicio de seguridad, su producción no
sería suficiente para proteger a la totalidad de los ciudadanos equitativamente, pues no
todos estarían dispuestos a pagar su costo una vez provisto el servicio por otros
individuos.
En virtud de las dos propiedades de bien público, el sistema de seguridad pública será
socialmente eficiente sólo si protege colectivamente a todos los ciudadanos. Este
propósito se reconoce plenamente en la Constitución, la cual establece como obligación
del Estado, en su artículo 21, la protección efectiva para la generalidad de los
ciudadanos. La eficiencia social deriva de que los beneficios de una adecuada
seguridad pública multiplican los beneficios privados que obtienen los ciudadanos. Es
decir, un sistema de seguridad eficiente no sólo genera beneficios privados a las
personas y a las empresas, como sería una adecuada protección a la integridad física y
a los bienes e inversiones, sino también genera la prevalencia de un estado de derecho
cuyos beneficios, en la esfera social, se traducen en un ambiente propicio para que los
individuos y las empresas desarrollen, sin la incertidumbre de la inseguridad, sus
actividades productivas.
De una manera contraria, cuando existe un ambiente de inseguridad, se generan
importantes costos sociales adicionales a los costos privados. Esto es manifestado por
las personas o empresas, ya que deben protegerse de ser víctimas de un delito. La
protección de la integridad física y la propiedad de los bienes requiere, entre otras
cosas, que suspendan ciertas actividades -lo que limita la libertad-, se instalen alarmas
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XLIX
u otros mecanismos de defensa, e incluso, en casos extremos, las personas adquieran
armas de fuego para defenderse de propia mano o decidan, sencillamente, mudarse de
ciudad o país. Por lo que respecta a los costos sociales, la delincuencia y la inseguridad
pública conllevan a la falta de un estado de derecho cuyas consecuencias económicas
son, entre otras, el cierre de empresas y la cancelación de inversiones, lo cual conduce
a una pérdida de fuentes de empleo y de generación de riqueza.
Con base en lo anterior, es fundamental que el Estado provea un sistema de seguridad
pública que dé a todos los que componemos la sociedad, protección y acceso
adecuado a la justicia. La efectiva protección de la ciudadanía y de sus bienes favorece
la creación de empresas, la inversión y la generación de empleos, elementos
indispensables para el progreso del país.
En México se han iniciado los cierres de empresas o la cancelación de inversiones por
la inseguridad, generándose importantes costos sociales implícitos para nuestro país.
De ahora en adelante es necesario que la autoridad redoble esfuerzos para proteger la
integridad física de las personas y la propiedad de sus bienes, no sólo porque son
derechos inalienables de los ciudadanos, sino también para alcanzar los beneficios
sociales de un ambiente de seguridad que permita la realización de un mayor desarrollo
económico y social.
1.2. ANÁLISIS Y RUMBO SOCIAL
En México, la seguridad y el control de las instituciones responsables de ella no han
sido un tema central de discusión del proceso de transición, por la naturaleza civil del
régimen mexicano. A partir de 1996 la seguridad pública comenzó a llamar la atención
de la opinión pública por el incremento percibido en robo de autos, asaltos a
transeúntes, robo en transporte público y la ola de secuestros en el Distrito Federal y
provincia. En el Distrito Federal, por ejemplo, el promedio diario de delitos del fuero
común denunciados ante el Ministerio Público local aumentó de 366 en 1993 a 679 en
1996 y a 700 en 1997.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La criminalidad en México ha presentado un crecimiento importante durante los últimos
años. El aumento de la delincuencia en el país ha sido de tal magnitud, que ha
ocasionado un fuerte sentimiento de inseguridad entre la población, particularmente en
la del Distrito Federal.
Antes de presentar las cifras de la delincuencia, cabe resaltar que en México existen
dos órdenes en la persecución de los delitos: los del fuero común y los del fuero federal.
Los primeros son responsabilidad de las autoridades locales, mientras que los
segundos, de las federales. Dado que la mayoría de los delitos que afectan a los
ciudadanos son del fuero común, éstos son los de mayor relevancia para el análisis.
Para puntualizar su importancia, en el año 2000 se identificaron cinco presuntos
delincuentes del fuero común por cada uno del federal.
Es importante advertir que en México no existe información histórica a nivel nacional
sobre el número de denuncias. La información disponible se refiere al número de
presuntos delincuentes registrados en los juzgados de primera instancia por fuero.
Dada la limitación de la información, se usará el número de presuntos delincuentes
como una variable próxima del problema de la delincuencia.
Una de las primeras complicaciones al estudiar la seguridad pública es que no hay una
definición única y precisa acerca de lo que es. Cada autor, cada dependencia
gubernamental tiene una definición distinta, dependiendo de sus funciones, objetivos,
intereses e inclinación política. Sin embargo, es posible hacer ciertas generalizaciones.
Por ejemplo cuando se habla de seguridad cada quien la percibe de distintas maneras;
esto se debe a la naturaleza dual de este término. Tiene tanto una connotación objetiva,
como una subjetiva; es decir, al hablar de seguridad, cualquier tipo de seguridad, no
sólo se hace referencia a la realidad palpable, sino también a una percepción individual
o colectiva sobre el tema. Por consiguiente, tomar en cuenta la percepción ciudadana
es crucial para las políticas de seguridad pública. No siempre sucede que las zonas con
menores índices de criminalidad sean las zonas dónde los ciudadanos dicen sentirse
más seguros, y viceversa. En la relación de datos del índice de denuncias y el índice de
percepciones sobre la seguridad que hace el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Inseguridad (ICESI), queda claramente establecido que no hay una relación directa
entre los índices de denuncia y la percepción de inseguridad (ICESI, 2001, Gaceta
informativa 2). Es importante recalcar este punto porque cualquier política encaminada
a mejorar la seguridad de los ciudadanos tiene que tomar en cuenta el carácter
subjetivo de la seguridad y diseñar estrategias no sólo para disminuir el número de
delitos cometidos, sino para que los ciudadanos se vuelvan a sentir seguros y regresen
a los espacios públicos.
Académicos mexicanos proponen cambiar el concepto de seguridad pública por el de
seguridad ciudadana, como ya ha sucedido en otros lugares de América Latina (M.
Sarre, 2001, pp. 83-114). Sus argumentos principales son que tanto la seguridad como
la justicia deben alcanzarse utilizando medios democráticos, dentro del marco del
estado de derecho. Es decir, la gestión democrática se debe convertir en una
herramienta para alcanzar estas metas. Al cambiar el concepto de seguridad pública
por seguridad ciudadana, la ciudadanía se convierte en destinataria de las políticas de
seguridad, es a ella a quien sirve la seguridad y no a la autoridad. Lo que ahora se debe
privilegiar es que las políticas de seguridad respondan a las necesidades de los
ciudadanos, y garanticen el respeto a sus derechos. La seguridad es, al fin y al cabo, un
derecho básico de todo ciudadano y ciudadana.
Es así como se trata de establecer un antes y después en las políticas de seguridad;
aquellas en las que el Estado era el actor central y respondían a sus intereses (llamada
entonces seguridad pública) y hoy día, políticas de seguridad que responden a y ante el
ciudadano (seguridad ciudadana). Miguel Sarre propone una definición de seguridad
ciudadana al describirla como: “una actividad político-administrativa, la cual podría
medirse por los resultados en la acción del Estado ante las faltas administrativas y la
prevención de delitos” (M. Sarre, art. cit., p. 86).
Sarre diferencia la seguridad ciudadana del sistema de justicia penal, y define a este
último como: “persecución, defensa y juicio, sanciona a los responsables de los delitos
y proteja a los inocentes para responder exclusivamente a normas jurídicas y no a
criterios de conveniencia u oportunidad” (Ibíd., pp. 86-87).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Es importante marcar la diferencia, porque como se mostrará más adelante, para el
Estado mexicano la seguridad pública no se limita a la prevención del delito, sino
también a la persecución e investigación de los delitos cometidos. Aun recalcando estas
distintas etapas, tiene que haber una visión sistémica del sistema penal en su conjunto,
dónde la fase de prevención del delito (seguridad ciudadana para Sarre y muchos
otros), justicia penal y readaptación social vayan de la mano. Si cualquiera de estas
etapas no funcionan cabalmente alguna de las otras dos lo va a resentir; sin acceso
efectivo a la justicia, sin un sistema penitenciario eficiente será muy difícil poder gozar
de seguridad plena.
El modelo de seguridad ciudadana debe considerar algunas condiciones que han
quedado de lado en la antigua concepción de seguridad pública.
Primeramente, debe buscar garantizar la igualdad de acceso de todos los ciudadanos al
sistema penal; debe buscar un equilibrio entre las exigencias legítimas de protección de
los individuos y las garantías constitucionales de los ciudadanos; puede experimentar
con un abanico más amplio de medidas para la resolución de conflictos (mediación,
conciliación, negociación, penas alternativas); debe incluir a las víctimas dentro del
proceso de resolución de conflictos de carácter penal; debe buscar educar a la
ciudadanía en temas de justicia y derecho, debe admitir la participación de la sociedad
civil en las discusiones y buscar la transparencia de sus procesos e información. Por
último, también se propone que la seguridad ciudadana forme parte de una estrategia
más amplia de desarrollo social (J. M. Rico y L. Chinchilla, 2002, pp. 176-177). Tal vez
este último requisito resulte ser el más complicado para crear una política de seguridad
ciudadana, pues se convierte en parte de la discusión sobre los elementos y factores
que realmente producen la inseguridad y la criminalidad: como el desempleo, la
marginación, la ignorancia. Y si la inseguridad tiene como origen una infinidad de
problemas sociales, ¿cuántos de estos problemas realmente puede atender el sistema
penal? Es decir, si se acepta esta premisa, entonces él éxito de las distintas
instituciones estatales encargadas de garantizar la seguridad depende de que se
alcance el de bienestar y la justicia social.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El ser humano es un ser de individual de naturaleza social. Como individuo es persona,
es decir, es un compuesto inseparable de materia y espíritu. La materialidad le impone
necesidades fisiológicas tales como comer, vestir, habitar, cohabitar, que deben ser
satisfechas de acuerdo a su dimensión espiritual, es decir, a su racionalidad y a su
voluntad. La espiritualidad le plantea necesidades de conocer, reflexionar, decidir-
participar, de solidaridad, estéticas, etc. En este aspecto de la espiritualidad, la
discusión en todo caso se centra en si esta espiritualidad es trascendente o no y en si
es de naturaleza distinta o no a la materia.
Los seres humanos además de ser individuos, es decir, seres únicos e indivisibles, son
seres sociales, es decir, son seres que para sobrevivir y desarrollarse como seres
humanos necesitan de la cooperación y del auxilio de los demás seres humanos.
La sociedad mexicana entiende hoy más que nunca la seguridad como un valor
necesario e importante en la vida cotidiana. Es un concepto muy amplio en el
imaginario colectivo que puede incluir, desde la concepción de una vida “en paz”,
pasando por la legalidad del estado de derecho, hasta simplemente no ser víctima de
un delito.
La seguridad entonces es un tipo de valor que se aprecia aunque no se encuentra y
precisamente, porque no se encuentra con facilidad, se le añora y aprecia más de lo
que sería el caso si estuviera presente.
Ocupa en la jerarquía de valores en la sociedad una alta responsabilidad, y la tendencia
que puede descubrirse mediante la investigación es que seguirá siendo una constante
en la vida de las personas y de la nación. Los mexicanos de hoy reclaman con voz más
fuerte seguridad para nuestro país, prueba de ello es el número cada vez más creciente
de redes sociales y organizaciones civiles que se conforman para hacer frente a todo
aquello que supone la inexistencia de seguridad (violación de los derechos humanos,
delincuencia organizada, tráfico y consumo de drogas, etc.).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LIV
Es necesario emprender acciones que repercutan en la construcción del bien común de
que es condición necesaria el orden y respeto que debe imperar en la vida pública.
El ascenso del hombre desde las cavernas, ha estado marcado por la transmisión de
los avances culturales de un grupo a otro y de una civilización a otra.
En la sociedad existen personas con intereses, aspiraciones y necesidades diferentes
y, en ocasiones, contrarias. Con frecuencia surgen divergencias entre compradores y
vendedores, entre patrones y trabajadores, entre miembros de una familia.
La dinámica social impulsa la necesidad de sustentar este Sistema de Auxilio a las
Víctimas del delito como parte de la protección jurídica que el Estado debe otorgar,
garantizando así un Sistema de Seguridad Pública más eficaz; cualquier medida que se
tome para el combate de la inseguridad resultará inadecuada sino se retoma la atención
que deben recibir tanto las víctimas directas como indirectas del delito.
La seguridad de las personas en lo individual, de sus familias y de los demás, es decir
de tranquilidad de vivir en colectivo, depende de varios factores entre los que la
percepción que la sociedad tenga de ella será determinante.
Las políticas y programas para garantizar la seguridad de todos, deben, sin duda, evitar
la comisión de delitos, pero también promover en la ciudadanía la certeza de que
eventos de este tipo serán lejanos y no, como pareciera ser por las encuestas de
opinión pública, como inminente.
No es sino hasta los años 70’s que paulatinamente se fueron incrementando en los
Sistemas Penales principios democráticos acerca de los derechos humanos y en
especial de las víctimas del delito y que fueron conformando un Sistema Penal
moderno.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Las políticas públicas en materia de educación, salud, desarrollo social y seguridad
pública deben tener un hilo conductor para mostrar mayor éxito en la prevención de la
delincuencia y la violencia.
El Sistema de Auxilio a Víctimas existente en el Distrito Federal, es sin duda un pilar
fundamental dentro del Sistema de Justicia en nuestro país, a través de él no sólo se
cumple un mandato Constitucional, sino que ha generado un precedente en la atención
a las víctimas del delito, lo cual ha permitido que no se queden en el desamparo
institucional, lo que provocaba una sobre victimización.
Distinguir entre el bien y el mal entonces, es una cuestión cultural que puede variar
según la sociedad y el momento. Recorriendo a una obviedad, no es lo mismo matar
durante una guerra o fuera de ella. Quien lo hace en el primer caso es un héroe, en el
segundo un asesino.
La violencia es considerada como un fenómeno aprendido y el primer espacio donde se
establecen las condiciones para su adquisición es el hogar, tomando como modelo a
los padres, hermanos y otros familiares.
Herbert Marcuse, en el hombre unidimensional, señala que el conflicto no resuelto entre
los intereses vitales del hombre y las exigencias de la estructura social opresiva e
irracional constituye la neurosis básica de la sociedad moderna.
De esta manera una política nacional para prevenir la violencia asociada a la
delincuencia, debe tomar en cuenta la pluri-etnicidad del país, así como las rápidas
transformaciones que se viven el interior de ciertas regiones. Las medidas preventivas
deben enfocarse hacia la reducción de las conductas de riesgo, hacia los factores de
riesgo para la violencia, potenciando aquellas conductas que promuevan la protección.
Las medidas pueden estar dirigidas hacia toda la población (prevención universal) o a
grupos de mayor riesgo como los niños que han sido sujetos de abuso, jóvenes
desempleados y fuera del sistema escolar, así como hogares monoparentales
(prevención indicada).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LVI
En el antiguo régimen, el rey se erigía en el soberano y sustentaba sus potestades en el
poder divino que le era otorgado por Dios. Por lo tanto, no se requería que rindiera
cuentas a nadie; no existían mecanismos de control al ejercicio del poder en su persona
se encarnaban las facultades de decisión última, en todos los ámbitos de la vida social,
tanto pública como privada.
Estas características de ejercicio del poder derivaron en un absolutismo. Aun cuando en
el contexto espiritual-cultural de la Edad Media se manifiestan tendencias doctrinales,
teológicas y filosóficas limitadoras de la voluntad omnímoda de la autoridad, se trata
siempre de limitaciones y controles más bien de carácter ético-religioso e iusnaturalista
que no autorizan todavía, en modo alguno hablar de un Estado de Derecho.
Como una respuesta al ejercicio ilimitado y por lo tanto incontrolado del poder durante
la época del absolutismo fueron planteados por los hombres del iluminismo primero y
después por los de los de la ilustración, con las más importantes críticas a ese régimen,
así como de los fundamentos filosóficos que permitieron construir el Estado moderno.
El humanismo colocó al hombre en el centro de la atención. El poder, en este orden de
ideas, únicamente podría justificarse en forma racional, siempre y cuando fuera en
beneficio del ser humano.
Desde esta perspectiva, el Estado contemporáneo se construyó por voluntad de los
hombres para beneficio de éstos, y no a la inversa. La única fuente de legitimación del
ejercicio del poder residiría, a partir de entonces, en la garantía del libre ejercicio de los
derechos y libertades del hombre, pensamiento éste que se cristalizó en la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Trasladar la fuente de legitimación del poder público de una deidad a la libertad del
individuo constituyó uno de los pilares fundamentales para la construcción del Estado
de derecho, y significó que la libertad del ser humano más que un límite al ejercicio del
poder es lo que le da fundamento y sentido.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LVII
A partir de una reformulación del pensamiento político, la legitimación con que se
detenta y ejerce el poder público transita del poder de la autoridad al del ciudadano: se
lleva a cabo una transformación en los fundamentos del ejercicio del poder que incluso
ahora, no termina de comprenderse o de hacerse efectiva; el rey deja de erigirse en
fuente y destino del poder, toda vez que las atribuciones le han sido conferidas por
voluntad del pueblo –que ahora es el soberano. Tales facultades pueden y deben ser
ejercidas con la facilidad de garantizar el ejercicio de los derechos de las personas.
En este orden de ideas, los derechos del hombre no constituyen límites al poder del
Estado, sino que se erigen en el verdadero sustento que le otorga legitimidad a la
autoridad.
1.5. DEFINICIONES SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Y SEGURIDAD NACIONAL.
Para poder definir los conceptos de seguridad pública y seguridad nacional, es
necesario en primer término comprender la noción de seguridad. En general, seguridad
significa la cualidad de seguro; es decir, está ligado a las nociones de garantía,
protección, defensa, libertad, salvedad y tranquilidad ante las amenazas.
El término seguridad deriva del adjetivo securus y éste, a su vez, del verbo curare, por
lo que remite a la idea de cuidarse en toda la extensión de la palabra; la seguridad
entonces supone un concepto mucho más amplio que la protección, la protección es la
acción propiamente de auxiliar o socorrer, en cambio la seguridad además de auxiliar
es también prever y restablecer.
"La seguridad implica una exigencia fundamental del hombre que tiene por objeto
controlar su destino y disponer libremente de su propia vida; así, en el hombre la
seguridad no se presenta como un anhelo accidental o de coyuntura sino como una
parte esencial de su naturaleza racional. El hombre necesita proceder racionalmente,
con conocimiento de causa, es decir con certeza para intentar lograr sus fines. La idea
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LVIII
de seguridad está relacionada íntimamente con la percepción de libertad y de orden
social. El hombre requiere de mayor seguridad en la medida que pretende ejercer
libremente su libertad de manera responsable y cuando, por consiguiente, valora el
orden social establecido que le permite condiciones para su desarrollo individual"
(Rosas Ramírez, Salomón. México, 1998, p. 29).
"La seguridad es una necesidad de la persona y de los grupos humanos, así como un
derecho inalienable del hombre y de las naciones. Bajo cualquier ángulo tiene un valor
relevante, ya sea desde el punto de vista religioso, filosófico, antropológico, sociológico,
jurídico, político, económico o militar" (Thiago Cintra, José, México, 1991).
El concepto de seguridad hay que entenderlo en su debida dimensión e importancia de
lo que significa para el desarrollo actual de una nación con necesidades, intereses y
aspiraciones propias. Si la acción humana se caracteriza por el ejercicio de la libertad y
de la racionalidad, los intereses individuales y colectivos deben confluir en el proceso
de convivencia social, de tal suerte que la articulación armónica de ambos se oriente
para alcanzar el desarrollo político, económico, social y cultural. Seguridad y desarrollo
se presentan así como dos conceptos complementarios dentro de los fines y los medios
que corresponde realizar el Estado.
Desarrollar dos conceptos como son el de seguridad pública y el de seguridad nacional,
resulta conveniente debido a que son conceptos que para mucha gente son
exactamente lo mismo y aunque ambos tienen como razón de ser prevenir, proteger y
auxiliar, lo que los distingue es su ámbito de acción.
El uso de la voz seguridad pública se ha familiarizado entre los habitantes del país, pero
fundamentalmente entre los de las principales capitales. Como en su momento el
vocablo derechos humanos alcanzó una especie de boom en la década de los
noventas, a propósito del neoliberalismo; en la última parte del siglo pasado y en lo que
llevamos de éste, el tema de la seguridad pública se ha vuelto recurrente.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LIX
En el siglo XVIII Montesquieu planteó a la seguridad como un basamento de
organización política, es decir, como un derecho pero también como una obligación del
poder público. Ésta es, afirma el investigador José Arturo Yáñez la concepción moderna
de seguridad pública, que a la tradicional protección de las personas y bienes, añade la
protección y garantía de los derechos ciudadanos, como condición de su libertad.
Partiendo de esta perspectiva algunos autores como Samuel González Ruiz y José
Arturo Yáñez en su libro Seguridad Pública en México señalan que la seguridad pública
hace referencia al mantenimiento de la paz y el orden público, se identifica con la
protección del orden jurídico público, es decir, la seguridad pública por definición
"cumple con la función conservadora del orden social, con base en un orden jurídico
que controle al poder y norme sus relaciones con los ciudadanos y de estos entre sí"
(Sánchez Sandoval, Augusto, México, 2000, p. 83), la seguridad pública, como lo
señala el abogado penalista Augusto Sánchez, es una de las manifestaciones de la
acción gubernamental que se ejerce con el fin de salvaguardar la integridad, intereses y
bienes de las personas, y de las entidades tanto públicas como privadas.
Es importante subrayar que la idea de seguridad pública está ligada a la protección de
la paz pública, de forma tal que puede ser definida, como "el conjunto de políticas
públicas y acciones coherentes y articuladas, que tienden a garantizar la paz pública a
través de la prevención y represión de los delitos y de las faltas contra el orden público,
mediante el sistema de control penal y el de policía administrativa" (González Ruíz
Samuel, México, 1994, p. 49).
Las acciones mencionadas deben apegarse al Estado de Derecho para respetar las
garantías constitucionales y evitar el abuso del poder, el cumplir con dichas atribuciones
y funciones que tiene el gobierno permite que haya un equilibrio en las relaciones
personales y entre las autoridades y los ciudadanos a lo que se le conoce como orden
público que de acuerdo a lo anterior es "la situación de tranquilidad en una comunidad y
que se traduce en el orden de la calle, de las áreas rurales y del Estado mismo"
(Sánchez Sandoval, Augusto. Op. Cit. p. 84).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LX
El investigador Modesto Suárez, señala "la seguridad pública representa un aspecto de
la seguridad nacional, entendida esta última en su sentido más amplio" (Alvarado,
Arturo y Sigrid Artz, 200 1, p. 85). En el mismo Programa Nacional de Seguridad
Pública 1995-2000 se asume una visión sistemática en que la seguridad pública va más
allá de la prevención persecución de las conductas antisociales y delictivas y se articula
a todo el proceso de justicia desde una postura sistematizada.
Las reformas constitucionales a los artículos 21 y 73 fracciones XXIII que más adelante
se comentarán a detalle, crearon un nuevo concepto de seguridad pública, ampliado e
integrado. Para efectos de esta investigación, podemos definir a la seguridad pública,
como "la función estatal a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los
Municipios, en sus respectivas competencias, que comprende todas aquellas
actividades dirigidas a la prevención y persecución de infractores y delitos; la imposición
de sanciones administrativas; la reinserción social del delincuente y del menor infractor
y en general, todas las que contribuyen a alcanzar los fines superiores de salvaguardar
la integridad y derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y
la paz pública" (Sandoval Ulloa, José G., México, 1995, p. 73).
El artículo 3° de la Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema
Nacional de Seguridad Pública, define a la seguridad pública como "la función a cargo
del Estado que tiene como fines salvaguardar la integridad y derechos de las personas,
así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos".
Esta función forma parte de todo un sistema penal, que involucra diversos sectores y a
los tres poderes de la Unión, en el afán de combatir el delito y castigar a sus autores.
La Seguridad Pública es tan sólo una de las funciones concretas que tiene a su cargo el
Ejecutivo para prevenir los delitos, más no la única.
Por lo que se refiere al concepto de seguridad nacional, éste es un término que se usa
solamente a partir de la segunda mitad del siglo pasado, mientras que nuestra Carta
Magna data de 1917 y en ella se habla de seguridad exterior e interior del Estado. La
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXI
expresión seguridad exterior del Estado se refiere a la situación de potencia nacional y
equilibrio internacional, la cual garantiza a cada país la integridad de su territorio y el
ejercicio de sus derechos, en un plano de igualdad frente a las sociedades de otras
naciones; por su parte la frase seguridad interior del Estado debe ser entendida como la
situación y sistema político que manifiesta la realidad o el propósito de un orden
nacional en el que los poderes públicos son respetados como instituciones y en las
personas que los encarnan, con la adecuada defensa del régimen, de los derechos
fundamentales de los ciudadanos, de la paz y la tranquilidad pública por parte de las
autoridades.
La seguridad nacional se puede decir que "es el conjunto de condiciones necesarias
para garantizar la soberanía, la independencia y la promoción del interés de la nación,
fortaleciendo los componentes del proyecto nacional y reduciendo al mínimo las
debilidades o inconsistencias que pueden traducirse en ventanas de vulnerabilidad
frente al exterior", (Herrera Casso, Luis, México, 1999, p. 28).
Es preciso entender que la seguridad interior del Estado, en este contexto, implica que
las Fuerzas Armadas tienen intervención solamente cuando los cuerpos de seguridad
pública han sido desbordados y los conflictos existentes atentan contra los intereses
fundamentales de la nación, tales como la soberanía, integridad del territorio, forma de
gobierno republicano, así como el pacto federal.
La seguridad nacional se ha llegado a entender como la defensa del sistema ideológico
y de producción y de los grupos de poder que lo hacen posible, motivo por el cual en la
democracia moderna dejó de ser compatible con los principios que ésta sustenta ya que
ni en la definición ni en la práctica se apega a la libertad de los ciudadanos y al respeto
de los derechos humanos, en otras palabras, la seguridad nacional se refería a la
seguridad del Estado, es decir, a la protección de sus intereses y su permanencia en el
poder. Se considera que la expresión seguridad nacional es una noción cargada de
ideología pues tiene que ver con la idea de nación que es un concepto más bien
ideológico, es por ello que algunos estudiosos prefieren hablar de seguridad de Estado
que comprende a la exterior y a la interior.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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H. D. Laswell en 1950 afirma: "El significado que distingue la seguridad nacional es la
libertad respecto de una dictadura extranjera. La política de seguridad nacional implica
un estado de alerta necesario para mantener la independencia nacional" (Sandoval
Ulloa, José G. Op. Cit. p. 47). Como se puede observar, este concepto está ligado con
el de seguridad exterior. Otra definición de Seguridad Nacional es la que presenta la
Academia de Guerra de Brasil, la que la define como" el grado relativo de garantía que
a través de acciones políticas y económicas, psicosociales y militares, un Estado puede
proporcionar en una determinada época a la nación que jurisdiccional para la
consecución y salvaguarda de los objetivos nacionales, a pesar de los antagonismos
internos o externos existentes o previsibles" (Ibídem. p. 48).
El Departamento de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme entiende que "la
seguridad es una condición en que los Estados consideran que no existe peligro de
ataque militar, presión política o coerción económica, de manera que pueden seguir
libremente su propio desarrollo y progreso" (Aguayo, Serio, México, 1993).
En México la primera alusión oficial al término seguridad nacional se presentó en el
Plan Global de Desarrollo 1980-1982. Más tarde, en el Plan Nacional de Desarrollo
1983-1988 se define a la seguridad nacional como la herramienta para mantener las
condiciones de libertad, paz y justicia social dentro del marco constitucional.
Posteriormente, en el Plan Nacional de Desarrollo de 1988-1994 se establecen como
elementos de ésta la defensa de su soberanía, su independencia y su integridad
territorial, con el objeto de asegurar el necesario ambiente de convivencia pacífica y
solidaridad, basado en un orden social justo, y en 1989 se crea el Gabinete de
Seguridad Nacional integrado por las Secretarias de Gobernación, Relaciones
Exteriores, Defensa Nacional, Marina y Procuraduría General de la República.
En el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 existe un apartado sobre seguridad
nacional en el cual se plasman las estrategias a seguir de manera que se logre el
objetivo del Estado y gobierno de proteger los intereses considerados como de la
nación, entre ellas destaca: concebir la seguridad nacional desde una visión amplia
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXIII
destinada a prever y hacer frente a las situaciones que amenacen la paz, el bienestar,
la vigencia del orden jurídico y la integridad física de la población y que pongan en
riesgo la permanencia de las instituciones o vulneren la integridad del territorio; realizar
un análisis exhaustivo de los riesgos a la seguridad nacional que posibilite la
elaboración de una agenda de riesgos sistematizada, con el fin de diseñar políticas para
su prevención y contención; coadyuvar al sostenimiento de una visión estratégica que
defina políticas de Estado que conduzcan al progreso económico, social, cultural,
tecnológico y político del país; entre otros (Véase Plan Nacional de Desarrollo 2001-
2006, México, p. 111-112).
Lorenzo Meyer señala que la seguridad nacional "por un lado se trata de un concepto
que bien que se puede denominar central o nuclear en la teoría de las relaciones
internacionales, pero por el otro, es un fenómeno de manejo difícil porque no hay, ni
remotamente un acuerdo sobre su definición y como es el caso con casi todos los
conceptos centrales de la ciencia política, la importancia del concepto no es solamente
teórica sino también práctica, pues con él se puede intentar dar o restar legitimidad a
políticas nacionales fundamentales" (Hernández Bastar, Martín, México, 200 1, p. 2).
Sin embargo, Meyer dice que el término de seguridad nacional puede entenderse desde
dos grandes ámbitos aceptados por la mayoría de los estudiosos, uno es la definición
tradicional y otro la conceptualización de ésta. La primera se refiere a que una nación
está segura cuando su gobierno tiene tanto el suficiente poder como la suficiente
capacidad militar para impedir el ataque de otros Estados a sus legítimos intereses, y si
es atacada, para defenderlos mediante la guerra, es decir, esta concepción se
circunscribe a las amenazas militares surgidas por las acciones de otros Estados. En
cambio, la conceptualización plantea que ya no es sólo la posibilidad militar la que
determina la seguridad nacional, sino que son otras esferas, las que hacen peligrar la
seguridad nacional de éstos.
En cuanto a esta seguridad de la nación, o seguridad exterior, como se decida definir,
en México por mucho tiempo la inexistencia de un marco normativo dio lugar a un alto
grado de discrecionalidad en la estrategia de su defensa, y en la toma de las decisiones
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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derivadas de esta situación. Además la confusión aún existente entre interés nacional e
interés de grupo, el cual degeneró la función de los organismos encargados de
identificar los riesgos que afectaban la seguridad nacional, en consecuencia, se
desatendieron las verdaderas amenazas; ello permitió el crecimiento de la delincuencia
organizada, la corrupción, la destrucción ambiental, entre otros fenómenos fuera del
control de las instituciones del Estado.
1.6. ELEMENTOS QUE INTEGRAN LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD
Una vez definidos los conceptos de Seguridad Pública y Seguridad Nacional, es posible
afirmar que dentro de los mismos se contemplan acciones de protección a las
instituciones, a la gobernabilidad, a la soberanía nacional, al individuo y a la sociedad
en su conjunto, en sus derechos y su patrimonio, todas ellas a cargo del Estado.
Su debida atención demanda nuevas formas de organización, visión y estrategias de
las políticas públicas, como cualquier otro Estado Nacional, frente a cambios
trascendentales en su gobierno.
La Seguridad Pública es el ejercicio del poder del Estado en sus tres ámbitos de
gobierno (Federal, Estatal y Municipal) para asegurar la integración y convivencia
social, teniendo como principal fin la defensa de la sociedad. Este ejercicio del poder
está legitimado por la razón de ser del Estado y por el reconocimiento básico de que,
más allá de la mera costumbre, existe la necesidad de la sociedad por sobrevivir y
desarrollarse.
"La Seguridad Pública está destinada a velar por el mantenimiento del orden; la
observación de las leyes; y la protección de las garantías individuales, los derechos
humanos y el patrimonio de la sociedad. Para garantizar su eficacia y eficiencia se
impone la vigilancia activa, continua y represiva dentro del marco de la ley y bajo los
principios de reconocer a la policía como parte integrante del sistema penal; de estar
siempre al servicio de la comunidad; actuar como un servicio democrático lo cual lleva
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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consigo su desmilitarización y profesionalismo" (Pegueros Díaz, Saturnino E. México,
2003, p. 53).
Los fines que persigue la Seguridad Nacional se pueden resumir en: organización y
conducción armada, en términos constitucionales para garantizar la defensa creíble,
eficiente y moderna de las fronteras y de los espacios jurisdiccionales del país. En caso
de amenaza externa, mediante la alerta y reacción del ejército en combinación con la
fuerza pública desmilitarizada y la participación civil en situaciones que vulneren la
integridad del territorio o la permanencia de las instituciones; fortalecimiento del
desarrollo nacional y la sustentabilidad social y política mediante la consolidación y
práctica de la gobernabilidad. Todas estas acciones de las fuerzas del orden que
participan, ya sea de manera exclusiva o concurrente, es deseable que lo hagan bajo el
mando del gobierno civil.
Ahora, la Seguridad Nacional ha dejado de ser un asunto de mera incumbencia
castrense. Hoy se considera que abarca al interior de los países como lo son el
fortalecimiento de la democracia, la salud pública, la atención al campo, la creación de
empleos, el mejoramiento de la educación y un sistema económico que deba ser sano y
congruente.
Hacia el exterior la Seguridad Nacional debe considerar al incremento sustantivo del
comercio internacional y transcontinental así como la cooperación entre los países,
fenómenos que se deberán fortalecer con un creciente número plural de acuerdos de
integración económica.
Todos esos rubros y algunos otros son los que ahora se consideran, o deberían de
tomarse en cuenta, para una política de Seguridad Nacional. Es claro que supera con
mucho la sola visión de carácter militar en atención a que la Seguridad Nacional se ha
transferido al pueblo y sus organizaciones y a todas las instituciones públicas y privadas
que conforman a la sociedad.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La Seguridad Nacional, se orienta a la defensa de las instituciones, a la preservación de
la gobernabilidad, tiene como misión defender al territorio y la Soberanía Nacional. La
eventual invocación de los intereses de ésta es lo que, dado el momento, justificaría
imponer decisiones contra la voluntad de los sujetos, incluso en contra de algunos
sectores sociales, en beneficio de la preservación del significado homogeneizado de la
Nación. En ocasiones puede adoptar un carácter militar e inclusive al interior del
territorio, pueden suspenderse las garantías individuales como medida para preservar a
la colectividad por sobre los intereses particulares. Sin Seguridad Nacional el gobierno
no puede garantizar la deliberación ni la competencia políticas; tampoco el trabajo
administrativo de las instituciones y menos la convivencia en paz y desarrollo de la
sociedad que representa. El desempeño gubernamental requiere de un ambiente de
seguridad y estabilidad como premisas para el cumplimiento de sus propósitos.
Conforme con lo anterior, se concluye que la Seguridad Pública se orienta más al
ámbito privado de las personas, aunque su atención sea necesariamente de carácter
público. La Seguridad Pública es un tema de la agenda de la Seguridad Nacional y la
inseguridad pública, es un riesgo. La Seguridad Pública se orienta a la protección del
individuo.
Por su parte, la Seguridad Nacional se entiende como la acción del Estado destinada a
garantizar la consecución y salvaguarda de los objetivos nacionales, a pesar y por
sobre los antagonismos internos o externos que afectan o puedan existir, por lo que
adopta un carácter eminentemente estratégico para la continuidad del desarrollo de la
Nación. En este aspecto, la Seguridad Nacional se orienta a la protección del poder y
de quién o quiénes lo ejercen.
Marco de referencia
INTRODUCCIÓN
CAPITULO I. LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.1. EL ESTADO COMO GARANTÍA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.2. ANÁLISIS Y RUMBO SOCIAL
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXVII
1.3. SITUACIÓN ACTUAL DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.4 ESTADÍSTICAS DELICTIVAS DEL FUERO FEDERAL
1.5 DEFINICIONES SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Y SEGURIDAD NACIONAL
1.6 ELEMENTOS QUE INTEGRAN LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD
1.7 SIMILITUDES Y DIFERENCIAS EN LA SEGURIDAD PÚBLICA Y EN EL D.F.
1.8 CONCEPTOS SISTEMÁTICOS DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.8.1. PREVENCIÓN
1.8.2. PROCURACIÓN DE JUSTICIA
1.8.3. ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
1.8.4. SISTEMA PENITENCIARIO Y READAPTACIÓN SOCIAL
1.8.5. VICTIMAS
1.9 PERCEPCIÓN CIUDADANA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.10 PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD
1.11 LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES
CAPITULO II. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DETONANTE DE LA
INSEGURIDAD PÚBLICA EN LA NACIÓN MEXICANA
2.1. LA SEGURIDAD PÚBLICA E INCIDENCIA DELICTIVA
2.2. CONCEPTO DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.3. LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN CIFRAS
2.4. EL SENTIDO SOCIAL DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.5. PERCEPCIÓN DEL DELITO
2.6. ELEMENTOS PARTÍCIPES EN LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA
INSEGURIDAD PÚBLICA
2.7. ALGUNAS DE LAS CARACTERÍSTICAS DE LA DELINCUENCIA QUE
REPERCUTEN EN LA PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA.
2.8. LA VIOLENCIA RELACIONADA AL FENÓMENO DELICTIVO
2.9. LA DELINCUENCIA APEGADA AL DESARROLLO Y LA TECNOLOGÍA
2.10. LA INCORPORACIÓN ANTICIPADA DE LOS JÓVENES EN LAS LÍNEAS DE LA
DELINCUENCIA
2.11. JUICIOS SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES
HABITUALES
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXVIII
2.12. LA DELINCUENCIA Y EL CRIMEN ORGANIZADO HAN PENETRADO LAS
ESFERAS DE LO POLÍTICO, LO ECONÓMICO Y LO SOCIAL
2.13. DESCONTENTO SOCIAL EN RELACIÓN A LAS INSTITUCIONES DE JUSTICIA
2.14. LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA
CAPITULO III. LAS ESTRATEGIAS DEL GOBIERNO MEXICANO PARA LA
LEGITIMAR LA SEGURIDAD PÚBLICA
3.1. DISEÑO DE LA POLÍTICA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
3.2. EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y EL PROGRAMA NACIONAL DE
SEGURIDAD PÚBLICA
3.3. LA VIOLENCIA: UN FENÓMENO DEBIDO A LA FALTA DE MEDIDAS SOCIALES
ADECUADAS PARA EVITAR LA DELINCUENCIA
3.4. SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN LA ECONOMÍA MEXICANA
3.5. LA REFORMA AL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL
3.6. LA REFORMA AL ARTÍCULO 73 CONSTITUCIONAL
3.7. PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.8. LA LEY GENERAL QUE INSTITUYE LOS CIMIENTOS DE COORDINACIÓN DEL
SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.9. EL FONDO DE CONTRIBUCIONES PARA LA SEGURIDAD PÚBLICA EN LOS
ESTADOS Y EL CENTRO DEL PAÍS
3.10. LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.11. COORDINACIÓN Y FEDERALISMO
3.11.1 INSTANCIAS DE COORDINACIÓN
3.12 CONSEJO NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.13 CONSEJOS ESTATALES Y MUNICIPALES DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.14. ELEMENTOS DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
CAPÍTULO IV LAS EVIDENCIAS Y SIMULACIONES DEL ESTADO FALLIDO EN LO
CONCERNIENTE A LA PROTECCIÓN, CUIDADO Y RESGUARDO DE LA SOCIEDAD
EN MATERIA DE SEGURIDAD PÚBLICA EN MÉXICO
4.1 INESTABILIDAD EN RECURSOS PARA COMBATIR AL NARCOTRÁFICO Y
PREVENIR LAS ADICCIONES
4.2 LA CORRUPCIÓN Y SUS RESULTADOS EN LA ECONOMÍA MEXICANA
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXIX
4.3 LA INSEGURIDAD, RESTRICTIVA PARA UN VERDADERO CRECIMIENTO DE LA
ECONOMÍA NACIONAL
4.4 LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
4.5 LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS Y SU REPERCUSIÓN EN EL CRECIMIENTO
SOSTENIDO DEL PAÍS
4.6 INDICADORES PARA EVALUAR AL ESTADO MEXICANO COMO FALLIDO
4.7 LA DISMINUCIÓN DEL CAPITAL DE LAS EMPRESAS POR LA INSEGURIDAD Y
LA DELINCUENCIA EN MÉXICO
4.8. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES POLICIALES
4.9. EL SISTEMA JURÍDICO REBASADO
4.10. NEOLIBERALISMO E INESTABILIDAD DEL GOBIERNO
4.11. LA SEGURIDAD PÚBLICA DEL ESTADO REBASADA POR LA CARENCIA EN
SU LEGITIMIDAD Y ORDEN
4.12 TENDENCIA DE LA INESTABILIDAD GUBERNAMENTAL
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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6. FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS.
Un factor decisivo para garantizar la modernización del estado mexicano, es el cuidado
de su legitimidad ante la ciudadanía, lo cual se ve severamente cuestionado cuando la
percepción generalizada es que ha dejado de cumplir con la función sustantiva de velar
por la seguridad.
Hipótesis principal
Los crecientes niveles de inseguridad han puesto en entre dicho la legitimidad del
estado, al significar que cada vez un mayor porcentaje de la ciudadanía confía menos
en que el estado pueda brindarle la seguridad que necesita para continuar con sus
actividades productivas; este cuestionamiento trastoca la autoridad del cuerpo
normativo y las instituciones encargadas de su aplicación; sin embargo la respuesta no
logra ser lo suficientemente pertinente y rápida con lo cual se genera un percepción
negativa, en México la política de seguridad pública parece descansar más atender este
fenómeno, que resolver atinadamente la problemática que le da origen; lo cual a
mediano plazo genera una espiral que termina afectando gravemente a la población
destruyendo la estructura social y productiva, deteriorando gravemente la legitimidad
del estado para gobernar siendo sustituido por los grupos criminales o por la
autogestión.
Hipótesis secundarias
1) La implementación de prácticas relativas a garantizar la legitimidad postulan
que la percepción de seguridad tiene relevancia porque el individuo actúa en
consecuencia a dicha creencia, por lo que la autoridad gubernamental se
concentra en medidas cautelares, creación de instituciones y promoción de
resultados de alto impacto; sin embargo, si no existen cambios profundos en la
forma en que se administra la justicia y se aplica la ley, la situación no es
sostenible en el mediano y largo plazo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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2) La experiencia reciente de México indica que la legitimidad ha sido trastocada
por los niveles de inseguridad, se ha observado que la sociedad civil y las
organizaciones gubernamentales refutan cotidianamente la política de
seguridad, esto nos conduce a pensar que estas acciones carecen de eficacia
y han afectado negativamente la autoridad del estado en áreas crecientes de la
vida pública y zonas del país, por lo que la crisis de legitimidad del estado es
difícilmente reversible afectando la sustentabilidad del sistema social completo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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7.- PRUEBA EMPÍRICAS O CUALITATIVAS LAS HIPÓTESIS.
Los crecientes niveles de inseguridad han puesto en entre dicho la
legitimidad del estado, al significar que cada vez un mayor porcentaje de la
ciudadanía confía menos en que el estado pueda brindarle la seguridad que
necesita para continuar con sus actividades productivas; este
cuestionamiento trastoca la autoridad del cuerpo normativo y las
instituciones encargadas de su aplicación; sin embargo la respuesta no logra
ser lo suficientemente pertinente y rápida con lo cual se genera un
percepción negativa, en México la política de seguridad pública parece
descansar más atender este fenómeno, que resolver atinadamente la
problemática que le da origen; lo cual a mediano plazo genera una espiral
que termina afectando gravemente a la población destruyendo la estructura
social y productiva, deteriorando gravemente la legitimidad del estado para
gobernar siendo sustituido por los grupos criminales o por la autogestión.
La hipótesis se corrobora mediante argumentación sustentada en un análisis cuidadoso
de literatura especializada sobre el tema. Esto es posible porque la hipótesis es
específica, mientras que existen numerosos documentos sobre experiencias prácticas,
encuentros y coloquios entre gobiernos y organizaciones, que enfatizan que lejos de
estar en marcha y estable, la incorporación del enfoque a la gobernabilidad es un
proceso complicado y dependiente de factores contextuales. Este trabajo incorpora
además de ilustrar la hipótesis.
Para comprobar la hipótesis central que guío esta investigación se desarrolló en primer
lugar el marco conceptual necesario para identificar aquellos rasgos que definen lo que
identificamos como seguridad pública y su relación con los niveles de legitimidad del
estado, por lo que en los capítulos 1 y 2, se desarrolla el marco teórico-histórico, en
donde definimos los agentes que interactúan en el deterioro de los niveles de seguridad
afectan la opinión pública y que de ese modo son responsables de la transmisión de
determinados contenidos que inciden en la legitimidad de la sociedad, entendiendo a
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXIII
esta como el conjunto de actos y pensamiento sobre la relevancia del acto político. Lo
anterior significa que es necesario la identificación de aquellas acciones políticas
determinadas y socialmente compartidas, que logran fortalecer la percepción de que se
está atendiendo el problema de la inseguridad, como son la creación de organismos y
la detección de personajes relevantes del crimen organizado, que sin embargo no
tienen efectos visibles en la cotidianidad de las personas; por otra parte, los grupos
criminales al identificar que el escenario de la lucha contra la autoridad se encuentra en
los medios y a imagen púbica, participa con acciones contundentes de mayor impacto
mediático que afectan el grado de legitimidad del estado, donde al parecer llevan la
delantera.
Ya con este conocimiento fue posible entender la relevancia que tiene el definir
acciones específicas de impacto en la problemática de inseguridad, como lo son el
recudir los márgenes de impunidad, trastocar la relación de protección e infiltración de
los cuerpos policiacos de seguridad por el crimen organizado, un marco mínimo de
conducción ética y responsabilidad social de estos cuerpos, entre otros; sin embargo
poco se avanzado, y más bien se insiste respecto a un tipo de comunicación que se
transmite a través de los medios masivos de comunicación, que tratan de incidir en la
percepción del grado de seguridad y por lo tanto de la legitimidad con resultados
escasos, por lo tanto se comprueba la hipótesis que nos ocupa.
Ya en la segunda parte de este trabajo, se desarrolló el análisis de las estrategias del
gobierno mexicano para legitimar la forma en que se ha ido construyendo un
acercamiento institucional y normativo para atender la demanda ciudadana. En este
sentido hemos podido constatar que la sociedad ha tenido que pagar los errores,
omisiones y abusos de la autoridad, esto permitió identificar momentos históricos que
han definido los causes normativos por los que se trata de responder a la situación de
inseguridad, que a su vez permiten identificar pautas especificas resultado de esta
situación, y por lo tanto su relevancia para el desarrollo del sistema político mexicano y
su legitimidad, confirmándose de esta forma la hipótesis general. Se reconoce que
estas acciones no ha asumido con responsabilidad la atención la problemática que
pretenden atacar, ya que no se observan las medidas punitivas que espera la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXIV
ciudadanía y todos los días se manifiesta el grado de impunidad del que se beneficia la
delincuencia; Respecto al surgimiento de una conciencia ciudadana respecto a las
necesidad de participación, lo cual es muy positiva, parece ser que esta situación le
complica aún más las cosas al estado, ya que la inconformidad se traslada hasta el
fundamento mismo de su legitimidad que son las elecciones, donde se llama
abiertamente a la abstención, y en casos más graves a asumir las tareas de seguridad
pública e impartición de justicia que es responsabilidad exclusiva, por lo que
reconoceríamos como una afectación grave a la legitimidad del estado, lo cierto es que
la situación no puede ser adsorbida solo a través de una estrategia mediática ya que
también estos responden a intereses económicos y políticos particulares de sus
dueños.
Asimismo en este trabajo, se analizó la eficacia de los medios que ha utilizado el estado
para el combate a la inseguridad, reconociendo que los buenos propósitos no se han
visto reflejados en un cambio en la situación de inseguridad que vive el país, sobre todo
en los estados de Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, estado de México, entre otros;
aun con la apertura democrática de la última década la situación de los cuerpos de
seguridad y la administración de la justicia tiene graves rezagos, también es cierto, que
en se han tenido algunos éxitos, que son utilizados de inmediato para justificar el
avance, sin embargo la mayor de las ocasiones han mostrado un alto grado de
inmediatez, insistiendo al manejo mediático despreciando la eficacia que las acciones
deben contener.
Lo anterior confirma la necesidad de desarrollar instrumentos y políticas tendientes a
promover que los medios con los que cuenta el estado reporten efectivamente los
logros de forma que se pueda evaluar por la sociedad de forma más efectiva,
promoviendo el fortalecimiento de los valores de la participación ciudadana, la
democracia, el fomento de una cultura cívica en la población. Confirmándose así la
segunda parte de la hipótesis planteada.
De esta forma, consideramos que la hipótesis planteada es correcta quedando
demostrado en el desarrollo del trabajo de investigación documental:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXV
Para ello pasamos por una primera aproximación en el capítulo 1, al identificar los
elementos constituyentes del sistema de seguridad pública nacional para su análisis
posterior relativo a su fragilidad o bien los elementos perniciosos que pueden
representar al presentarse omisiones o contradicciones evidentes entre los diversos
ordenamientos, en particular a aquellos referidos a la administración de la justicia, por
su impacto en la legitimidad de los gobiernos que emanan de ellos.
1) La implementación de prácticas relativas a garantizar la legitimidad
postulan que la percepción de seguridad tiene relevancia porque el
individuo actúa en consecuencia a dicha creencia, por lo que la autoridad
gubernamental se concentra en medidas cautelares, creación de
instituciones y promoción de resultados de alto impacto; sin embargo, si no
existen cambios profundos en la forma en que se administra la justicia y se
aplica la ley, la situación no es sostenible en el mediano y largo plazo.
Esta hipótesis se ha identificado que es cierta, ya que si bien, la campaña en los
medios de comunicación han tenido una presencia relevante intentando mediar la
percepción de la importancia y sentido de la seguridad en la ciudadanía, también se
observa que un impacto negativo cuando el crimen organizado actúa con acciones más
violentas y escandalosas, respondieron a intereses políticos que inciden precisamente
en que la batalla está perdida en los medios, dicha situación pone de manifiesto la
necesidad de desarticular las estructuras de corrupción, protección e impunidad que la
propia estructura de seguridad provee a favor de la operación de estos grupos; tal como
se ha analizado en el capítulo 4,.la fuerza que manifiestan estas organizaciones,
responsables del ambiente de zozobra, se explica por la complicidad de las autoridades
ministeriales y policial.
Por lo tanto que da establecido en los resultados de la presente investigación que sin
tocar las causas origen de los problemas en materia de seguridad, el impacto positivo
de algunas medidas se diluye ante la presencia creciente en los mismos medios de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXVI
situaciones de violencia e inseguridad que se levantan como los principales
cuestionadores sobre la eficacia y capacidad de las instituciones gubernamentales.
En este sentido, el desarrollo democrático, exige grados mínimos de consenso para el
sostén de la políticas públicas, cuando la legitimidad del estado se ve limitada, aun por
la percepción pública, debe venir acompañado con un mayor compromiso de los
medios en el fomento de la participación ciudadana y la cultura de la legalidad en sus
contenidos o en las líneas editoriales de los noticiarios, por lo que el problema de la
baja aportación de los medios a la valoración de la legalidad sigue existiendo, y la nota
roja que evidencia los vacíos de la autoridad y la utilización de esta dinámica por los
grupos de delincuentes afectan el grado de legitimidad de la acción pública si no va de
medidas contundentes que afecten la capacidad organizativa y operativa de las
organizaciones criminales.
Finalmente con respecto a nuestra hipótesis secundaria 2:
2) La experiencia reciente de México indica que la legitimidad ha sido
trastocada por los niveles de inseguridad, se ha observado que la sociedad
civil y las organizaciones gubernamentales refutan cotidianamente la política
de seguridad, esto nos conduce a pensar que estas acciones carecen de
eficacia y han afectado negativamente la autoridad del estado en áreas
crecientes de la vida pública y zonas del país, por lo que la crisis de
legitimidad del estado es difícilmente reversible afectando la sustentabilidad
del sistema social completo.
Para comprobar esta hipótesis se revisó en los capítulos 3 y 4, tanto la estrategia de
combate a la inseguridad desplegado por el gobierno mexicano, identificando sus
orígenes, así como sus efectos más negativos en los márgenes de gobernabilidad que
han llevado que en ocasiones sean las propias comunidades quienes tiendan a
organizarse para combatir las organizaciones criminales que operan en su territorio,
dando lugar a circunstancias de franca lucha civil que cuestionan aún más la autoridad
estatal, como ejemplo se encuentran el surgimiento en los estados de Michoacán y
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXVII
Guerrero de las llamadas autodefensas, que representan todo un reto a la rectoría del
estado como monopolio en el uso legítimo de la fuerza.
La lucha armada entre los grupos surgidos de este modo forma parte de una lógica de
poder que busca recuperar los espacios que le han sido arrebatados al estado, y donde
nuevos grupos legitimados por el uso de las armas, asumen el papel de la autoridad; la
relevancia de esas conclusiones son de primer orden, ya que a partir de considerar el
grado de penetración que tienen estas situaciones en la forma de organización
comunitaria, resulta indispensable el insistir sobre la necesidad de que las acciones del
estado tengan un alcance en múltiples materias: educación, salud, justicia, protección
civil, reconstruyendo el tejido social.
Lamentablemente la hipótesis se comprueba al observa que los problemas de
seguridad agravados por la simulación con la que se ha pretendido resolverlo, ha ido
mermando las estructuras sociales básicas en amplias regiones, afectando gravemente
la estructura social, económica y política, significando un costo social enorme y la
percepción de un estado fallido. La solución no puede ser otra más que la
implementación de acciones que impacten de forma multifactorial a los problemas,
reconociendo con la mayor objetividad posible la naturaleza de los problemas, con una
cobertura incluyente, participando de esta manera que la población vaya haciendo
suyas las aspiraciones democráticas y de la legalidad, fomentando su participación en
la renovación de las cuestiones políticas de nuestro país y fomentando la cultura
política.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXVIII
Objetivo General Objetivos
específicos Preguntas Hipótesis Desarrollo
Examinar y explicar los resultados y herramientas de la actual estrategia contra la seguridad del Gobierno Federal, a partir de considerar el marco normativo e institucional existente y su impacto en los niveles de legitimidad del estado, con el objetivo de proponer reformas dados su bajo resultados manifiestos
• Realizar una revisión del carácter y forma que establece la autoridad para dar cumplimiento a la obligación que le compete al estado como garante de la seguridad pública, tanto en su carácter preventivo, persecutorio y punitivo.
• Identificar los diversos problemas que presenta la impartición de justicia, y como estos impactan el grado de legitimidad sobre las acciones que establece el estado a nivel federal.
• Examinar las distintas estrategias que ha implementado el estado con el fin de atender los distintos efectos de la inseguridad y la delincuencia.
• Identificar los principales
• ¿En qué consiste el tema de la Seguridad pública en la perspectiva de gobiernos democráticos, cómo llegó a las agendas de gobierno, qué herramientas en materia de políticas públicas existen, cuál es su relevancia?
• ¿Cómo se mide el éxito o fracaso en materia de seguridad pública, la percepción es lo más importante?
• ¿Cómo se entiende la responsabilidad del estado de brindar seguridad en los tres niveles de gobiernos en México?
• ¿Cuál ha sido el resultado de las acciones del estado mexicano contra el crimen organizado?
Principal
Los crecientes niveles de inseguridad han puesto en entre dicho la legitimidad del estado, al significar que cada vez un mayor porcentaje de la ciudadanía confía menos en que el estado pueda brindarle la seguridad que necesita para continuar con sus actividades productivas; este cuestionamiento trastoca la autoridad del cuerpo normativo y las instituciones encargadas de su aplicación; sin embargo la respuesta no logra ser lo suficientemente pertinente y rápida con lo cual se genera un percepción negativa, en México la política de seguridad pública parece descansar más atender este fenómeno, que resolver atinadamente la problemática que le da origen; lo cual a mediano plazo genera una espiral que termina afectando gravemente a la población
CAPITULO I. LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.1. EL ESTADO COMO GARANTÍA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.2. ANÁLISIS Y RUMBO SOCIAL
1.3. SITUACIÓN ACTUAL DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.4 ESTADISTICAS DELICTIVAS DEL FUERO FEDERAL
1.5 DEFINICIONES SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Y SEGURIDAD NACIONAL.
1.6 ELEMENTOS QUE INTEGRAN LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD.
1.7 SIMILITUDES Y DIFERENCIAS EN LA SEGURIDAD PÚBLICA Y EN EL D.F.
1.8 CONCEPTOS SISTEMÁTICOS DE LA SEGURIDAD PÚBLICA.
1.8.1. PREVENCIÓN.
1.8.2. PROCURACIÓN DE JUSTICIA.
1.8.3. ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.
1.8.4. SISTEMA PENITENCIARIO Y READAPTACIÓN SOCIAL.
1.8.5. VICTIMAS
1.9 PERCEPCIÓN CIUDADANA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA.
1.10 PARTICIPACIÓN DE
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXIX
elementos que señalan la sociedad civil y las organizaciones gubernamentales como temas sensibles respecto a la respuesta del estado al tema de la inseguridad.
• Conocer los elementos que integran el concepto de la seguridad pública, así como su evolución en la historia reciente en México.
• Identificar los principios y directrices que definen la estrategia del gobierno mexicano para reducir la inseguridad.
• Describir el marco legal que le da coherencia a la política de seguridad pública, así como los mecanismos desplegados para su ejecución.
• Identificar los factores sensibles que afectan el
• ¿Cómo se mide y cuales han sido los niveles de inseguridad en México en los últimos años?
• ¿Cuáles son las principales demandas de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales respecto a seguridad pública e impartición de justicia?
• ¿Cómo ha participado la sociedad civil en la integración e implementación de la estrategia contra la inseguridad?
• ¿Qué medidas de reforma al marco normativo son necesarias para fortalecer la estrategia de seguridad pública, sin afectar los derechos ciudadanos?
• ¿Cuáles son los principales orígenes de la
destruyendo la estructura social y productiva, deteriorando gravemente la legitimidad del estado para gobernar siendo sustituido por los grupos criminales o por la autogestión.
1) La implementación de prácticas relativas a garantizar la legitimidad postulan que la percepción de seguridad tiene relevancia porque el individuo actúa en consecuencia a dicha creencia, por lo que la autoridad gubernamental se concentra en medidas cautelares, creación de instituciones y promoción de resultados de alto impacto; sin embargo, si no existen cambios profundos en la forma en que se administra la justicia y se aplica la ley, la situación no es sostenible en el mediano y largo plazo.
2) La experiencia reciente de México indica que la legitimidad ha sido trastocada por los niveles de inseguridad, se ha
LA COMUNIDAD.
1.11 LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES.
CAPITULO II. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DETONANTE DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN LA NACIÓN MEXICANA
2.1. LA SEGURIDAD PÚBLICA E INCIDENCIA DELICTIVA
2.2. CONCEPTO DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.3. LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN CIFRAS.
2.4. EL SENTIDO SOCIAL DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.5. PERCEPCIÓN DEL DELITO
2.6. ELEMENTOS PARTÍCIPES EN LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.7. ALGUNAS DE LAS CARACTERÍSTICAS DE LA DELINCUENCIA QUE REPERCUTEN EN LA PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA.
2.8. LA VIOLENCIA RELACIONADA AL FENÓMENO DELICTIVO.
2.9. LA DELINCUENCIA APEGADA AL DESARROLLO Y LA TECNOLÓGIA.
2.10. LA INCORPORACIÓN ANTICIPADA DE LOS JÓVENES EN LAS LÍNEAS DE LA DELINCUENCIA.
2.11. JUICIOS SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES HABITUALES
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXX
diseño y ejecución de la política de seguridad del estado mexicano.
• Distinguir los efectos de negativos en la percepción de la opinión pública respecto a la efectividad de las acciones en materia de seguridad pública.
• Establecer las líneas generales para una reforma de ley, por medio de la cual, se le dé mayor énfasis a la sustitución de los mecanismos que no han logrado los objetivos planteados.
inseguridad pública y como se mide? ¿Cuál es el nivel de responsabilidad de los tres órdenes de gobierno?
• ¿En materia de seguridad la percepción es todo?
• ¿Cómo ha evolucionado la participación ciudadana en los mecanismos de seguridad pública en México en los últimos 10 años? ¿Cuáles han sido las experiencias en los tres órdenes de gobierno? ¿Cuál es el balance en cuanto a su efectividad?
• ¿Cómo se articula la política pública en materia de seguridad pública con el grado de legitimidad del estado?
• ¿Cuáles es el cuerpo institucional que da soporte a la aplicación de la política pública en
observado que la sociedad civil y las organizaciones gubernamentales refutan cotidianamente la política de seguridad, esto nos conduce a pensar que estas acciones carecen de eficacia y han afectado negativamente la autoridad del estado en áreas crecientes de la vida pública y zonas del país, por lo que la crisis de legitimidad del estado es difícilmente reversible afectando la sustentabilidad del sistema social completo.
2.12. LA DELINCUENCIA Y EL CRIMEN ORGANIZADO HAN PENETRADO LAS ESFERAS DE LO POLÍTICO, LO ECONÓMICO Y LO SOCIAL.
2.13. DESCONTENTO SOCIAL EN RELACIÓN A LAS INSTITUCIONES DE JUSTICIA
2.14. LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA
CAPITULO III. LAS ESTRATEGIAS DEL GOBIERNO MEXICANO PARA LA LEGITIMAR LA SEGURIDAD PÚBLICA
3.1. DISEÑO DE LA POLÍTICA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
3.2. EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y EL PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.3. LA VIOLENCIA: UN FENÓMENO DEBIDO A LA FALTA DE MEDIDAS SOCIALES ADECUADAS PARA EVITAR LA DELICUENCIA.
3.4. SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN LA ECONOMÍA MEXICANA
3.5. LA REFORMA AL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL.
3.6. LA REFORMA AL ARTÍCULO 73 CONSTITUCIONAL
3.7. PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.8. LA LEY GENERAL QUE INSTITUYE LOS CIMIENTOS DE COORDINACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXXI
materia de seguridad?
• ¿Cómo se integra y cuáles son las funciones y atribuciones de las principales instancias gubernamentales que articulan la política federal de seguridad pública?
• ¿Cuál es el impacto de la corrupción y la falta de transparencia en los procedimientos judiciales en la eficacia de las medidas gubernamentales que combaten la inseguridad?
• ¿Qué resultados se han obtenidos con los programas de gobierno en materia de seguridad pública regional y su impacto en el quehacer económico?
• ¿Qué características debería contener la reforma de ley que promueva la aplicación de la ley en el combate al crimen organizado y la inseguridad?
SEGURIDAD PÚBLICA.
3.9. EL FONDO DE CONTRIBUCIONES PARA LA SEGURIDAD PÚBLICA EN LOS ESTADOS Y EL CENTRO DEL PAÍS.
3.10. LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.11. COORDINACIÓN Y FEDERALISMO.
3.11.1 INSTANCIAS DE COORDINACIÓN.
3.12 CONSEJO NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.13 CONSEJOS ESTATALES Y MUNICIPALES DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.14. ELEMENTOS DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
CAPÍTULO IV LAS EVIDENCIAS Y SIMULACIONES DEL ESTADO FALLIDO EN LO CONCERNIENTE A LA PROTECCIÓN, CUIDADO Y RESGUARDO DE LA SOCIEDAD EN MATERIA DE SEGURIDAD PÚBLICA EN MÉXICO.
4.1 INESTABILIDAD EN RECURSOS PARA COMBATIR AL NARCOTRÁFICO Y PREVENIR LAS ADICCIONES.
4.2 LA CORRUPCIÓN Y SUS RESULTADOS EN LA ECONOMÍA MEXICANA.
4.3 LA INSEGURIDAD, RESTRICTIVA PARA UN VERDADERO CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA NACIONAL.
4.4 LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXXII
4.5 LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS Y SU REPERCUSIÓN EN EL CRECIMIENTO SOSTENIDO DEL PAÍS.
4.6 INDICADORES PARA EVALUAR AL ESTADO MEXICANO COMO FALLIDO.
4.7 LA DISMINUCIÓN DEL CAPITAL DE LAS EMPRESAS POR LA INSEGURIDAD Y LA DELINCUENCIA EN MÉXICO.
4.8. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES POLICIALES.
4.9. EL SISTEMA JURÍDICO REBASADO.
4.10. NEOLIBERALISMO E INESTABILIDAD DEL GOBIERNO.
4.11. LA SEGURIDAD PÚBLICA DEL ESTADO REBASADA POR LA CARENCIA EN SU LEGITIMIDAD Y ORDEN.
4.12 TENDENCIA DE LA INESTABILIDAD GUBERNAMENTAL.
Primera Hipótesis secundaria
Objetivo General Objetivos
específicos Preguntas Hipótesis Desarrollo
Examinar y explicar los resultados y herramientas de la actual estrategia contra la seguridad del Gobierno Federal, a partir de considerar el marco
• Realizar una revisión del carácter y forma que establece la autoridad para dar cumplimiento a la obligación que le
• ¿En qué consiste el tema de la Seguridad pública en la perspectiva de gobiernos democráticos,
1) La implementación de prácticas relativas a garantizar la legitimidad postulan que la percepción de seguridad tiene relevancia porque el
CAPITULO I. LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.1. EL ESTADO COMO GARANTÍA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.2. ANÁLISIS Y RUMBO
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
LXXXIII
normativo e institucional existente y su impacto en los niveles de legitimidad del estado, con el objetivo de proponer reformas dados su bajo resultados manifiestos
compete al estado como garante de la seguridad pública, tanto en su carácter preventivo, persecutorio y punitivo.
• Identificar los diversos problemas que presenta la impartición de justicia, y como estos impactan el grado de legitimidad sobre las acciones que establece el estado a nivel federal.
• Examinar las distintas estrategias que ha implementado el estado con el fin de atender los distintos efectos de la inseguridad y la delincuencia.
• Identificar los principales elementos que señalan la sociedad civil y las organizaciones gubernamentales como temas sensibles respecto a la respuesta del estado al tema de la inseguridad.
cómo llegó a las agendas de gobierno, qué herramientas en materia de políticas públicas existen, cuál es su relevancia?
• ¿Cómo se mide el éxito o fracaso en materia de seguridad pública, la percepción es lo más importante?
• ¿Cómo se entiende la responsabilidad del estado de brindar seguridad en los tres niveles de gobiernos en México?
• ¿Cuál ha sido el resultado de las acciones del estado mexicano contra el crimen organizado?
• ¿Cómo se mide y cuales han sido los niveles de inseguridad en México en los últimos años?
• ¿Cuáles son las principales demandas de la
individuo actúa en consecuencia a dicha creencia, por lo que la autoridad gubernamental se concentra en medidas cautelares, creación de instituciones y promoción de resultados de alto impacto; sin embargo, si no existen cambios profundos en la forma en que se administra la justicia y se aplica la ley, la situación no es sostenible en el mediano y largo plazo.
SOCIAL
1.3. SITUACIÓN ACTUAL DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
1.4 ESTADISTICAS DELICTIVAS DEL FUERO FEDERAL
1.5 DEFINICIONES SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Y SEGURIDAD NACIONAL.
1.6 ELEMENTOS QUE INTEGRAN LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD.
1.7 SIMILITUDES Y DIFERENCIAS EN LA SEGURIDAD PÚBLICA Y EN EL D.F.
1.8 CONCEPTOS SISTEMÁTICOS DE LA SEGURIDAD PÚBLICA.
1.8.1. PREVENCIÓN.
1.8.2. PROCURACIÓN DE JUSTICIA.
1.8.3. ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.
1.8.4. SISTEMA PENITENCIARIO Y READAPTACIÓN SOCIAL.
1.8.5. VICTIMAS
1.9 PERCEPCIÓN CIUDADANA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA.
1.10 PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD.
1.11 LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES.
CAPITULO II. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DETONANTE DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN LA NACIÓN MEXICANA
2.1. LA SEGURIDAD PÚBLICA E INCIDENCIA
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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• Conocer los elementos que integran el concepto de la seguridad pública, así como su evolución en la historia reciente en México.
• Identificar los principios y directrices que definen la estrategia del gobierno mexicano para reducir la inseguridad.
• Describir el marco legal que le da coherencia a la política de seguridad pública, así como los mecanismos desplegados para su ejecución.
• Identificar los factores sensibles que afectan el diseño y ejecución de la política de seguridad del estado mexicano.
sociedad civil y organizaciones no gubernamentales respecto a seguridad pública e impartición de justicia?
• ¿Cómo ha participado la sociedad civil en la integración e implementación de la estrategia contra la inseguridad?
• ¿Qué medidas de reforma al marco normativo son necesarias para fortalecer la estrategia de seguridad pública, sin afectar los derechos ciudadanos?
• ¿Cuáles son los principales orígenes de la inseguridad pública y como se mide? ¿Cuál es el nivel de responsabilidad de los tres órdenes de gobierno?
• ¿En materia de seguridad la percepción es
DELICTIVA
2.2. CONCEPTO DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.3. LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN CIFRAS.
2.4. EL SENTIDO SOCIAL DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.5. PERCEPCIÓN DEL DELITO
2.6. ELEMENTOS PARTÍCIPES EN LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA INSEGURIDAD PÚBLICA
2.7. ALGUNAS DE LAS CARACTERÍSTICAS DE LA DELINCUENCIA QUE REPERCUTEN EN LA PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA.
2.8. LA VIOLENCIA RELACIONADA AL FENÓMENO DELICTIVO.
2.9. LA DELINCUENCIA APEGADA AL DESARROLLO Y LA TECNOLÓGIA.
2.10. LA INCORPORACIÓN ANTICIPADA DE LOS JÓVENES EN LAS LÍNEAS DE LA DELINCUENCIA.
2.11. JUICIOS SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES HABITUALES
2.12. LA DELINCUENCIA Y EL CRIMEN ORGANIZADO HAN PENETRADO LAS ESFERAS DE LO POLÍTICO, LO ECONÓMICO Y LO SOCIAL.
2.13. DESCONTENTO SOCIAL EN RELACIÓN A LAS INSTITUCIONES DE JUSTICIA
2.14. LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y MEDIOS DE
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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todo?
• ¿Cómo ha evolucionado la participación ciudadana en los mecanismos de seguridad pública en México en los últimos 10 años? ¿Cuáles han sido las experiencias en los tres órdenes de gobierno? ¿Cuál es el balance en cuanto a su efectividad?
• ¿Cómo se articula la política pública en materia de seguridad pública con el grado de legitimidad del estado?
• ¿Cuáles es el cuerpo institucional que da soporte a la aplicación de la política pública en materia de seguridad?
COMUNICACIÓN MASIVA
CAPITULO III. LAS ESTRATEGIAS DEL GOBIERNO MEXICANO PARA LA LEGITIMAR LA SEGURIDAD PÚBLICA
3.1. DISEÑO DE LA POLÍTICA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
3.2. EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y EL PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.3. LA VIOLENCIA: UN FENÓMENO DEBIDO A LA FALTA DE MEDIDAS SOCIALES ADECUADAS PARA EVITAR LA DELICUENCIA.
3.4. SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN LA ECONOMÍA MEXICANA
3.5. LA REFORMA AL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL.
3.6. LA REFORMA AL ARTÍCULO 73 CONSTITUCIONAL
3.7. PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.8. LA LEY GENERAL QUE INSTITUYE LOS CIMIENTOS DE COORDINACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.9. EL FONDO DE CONTRIBUCIONES PARA LA SEGURIDAD PÚBLICA EN LOS ESTADOS Y EL CENTRO DEL PAÍS.
3.10. LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.11. COORDINACIÓN Y FEDERALISMO.
3.11.1 INSTANCIAS DE
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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COORDINACIÓN.
3.12 CONSEJO NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.13 CONSEJOS ESTATALES Y MUNICIPALES DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.14. ELEMENTOS DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
Segunda hipótesis secundaria
Objetivo General Objetivos
específicos Preguntas Hipótesis Desarrollo
Examinar y explicar los resultados y herramientas de la actual estrategia contra la seguridad del Gobierno Federal, a partir de considerar el marco normativo e institucional existente y su impacto en los niveles de legitimidad del estado, con el objetivo de proponer reformas dados su bajo resultados manifiestos
• Identificar los principales elementos que señalan la sociedad civil y las organizaciones gubernamentales como temas sensibles respecto a la respuesta del estado al tema de la inseguridad.
• Conocer los elementos que integran el concepto de la seguridad pública, así como su evolución en la historia reciente en México.
• ¿Cómo se mide y cuales han sido los niveles de inseguridad en México en los últimos años?
• ¿Cuáles son las principales demandas de la sociedad civil y organizaciones no gubernamentales respecto a seguridad pública e impartición de justicia?
• ¿Cómo ha participado la sociedad civil en la integración e implementación de
2) La experiencia reciente de México indica que la legitimidad ha sido trastocada por los niveles de inseguridad, se ha observado que la sociedad civil y las organizaciones gubernamentales refutan cotidianamente la política de seguridad, esto nos conduce a pensar que estas acciones carecen de eficacia y han afectado negativamente la autoridad del estado en áreas crecientes de la vida pública y zonas del país, por lo que la crisis de legitimidad del estado
CAPITULO III. LAS ESTRATEGIAS DEL GOBIERNO MEXICANO PARA LA LEGITIMAR LA SEGURIDAD PÚBLICA
3.1. DISEÑO DE LA POLÍTICA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
3.2. EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y EL PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.3. LA VIOLENCIA: UN FENÓMENO DEBIDO A LA FALTA DE MEDIDAS SOCIALES ADECUADAS PARA EVITAR LA DELICUENCIA.
3.4. SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN LA ECONOMÍA MEXICANA
3.5. LA REFORMA AL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL.
3.6. LA REFORMA AL ARTÍCULO 73
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• Identificar los principios y directrices que definen la estrategia del gobierno mexicano para reducir la inseguridad.
• Describir el marco legal que le da coherencia a la política de seguridad pública, así como los mecanismos desplegados para su ejecución.
• Identificar los factores sensibles que afectan el diseño y ejecución de la política de seguridad del estado mexicano.
• Distinguir los efectos de negativos en la percepción de la opinión pública respecto a la efectividad de las acciones en materia de seguridad pública.
• Establecer las líneas generales para una reforma de ley, por medio de la cual, se le dé
la estrategia contra la inseguridad?
• ¿Qué medidas de reforma al marco normativo son necesarias para fortalecer la estrategia de seguridad pública, sin afectar los derechos ciudadanos?
• ¿Cuáles son los principales orígenes de la inseguridad pública y como se mide? ¿Cuál es el nivel de responsabilidad de los tres órdenes de gobierno?
• ¿En materia de seguridad la percepción es todo?
• ¿Cómo ha evolucionado la participación ciudadana en los mecanismos de seguridad pública en México en los últimos 10 años? ¿Cuáles han sido las experiencias en los tres órdenes de
es difícilmente reversible afectando la sustentabilidad del sistema social completo.
CONSTITUCIONAL
3.7. PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
3.8. LA LEY GENERAL QUE INSTITUYE LOS CIMIENTOS DE COORDINACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.9. EL FONDO DE CONTRIBUCIONES PARA LA SEGURIDAD PÚBLICA EN LOS ESTADOS Y EL CENTRO DEL PAÍS.
3.10. LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.11. COORDINACIÓN Y FEDERALISMO.
3.11.1 INSTANCIAS DE COORDINACIÓN.
3.12 CONSEJO NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.13 CONSEJOS ESTATALES Y MUNICIPALES DE SEGURIDAD PÚBLICA.
3.14. ELEMENTOS DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
CAPÍTULO IV LAS EVIDENCIAS Y SIMULACIONES DEL ESTADO FALLIDO EN LO CONCERNIENTE A LA PROTECCIÓN, CUIDADO Y RESGUARDO DE LA SOCIEDAD EN MATERIA DE SEGURIDAD PÚBLICA EN MÉXICO.
4.1 INESTABILIDAD EN RECURSOS PARA COMBATIR AL NARCOTRÁFICO Y PREVENIR LAS ADICCIONES.
4.2 LA CORRUPCIÓN Y SUS RESULTADOS EN LA
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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mayor énfasis a la sustitución de los mecanismos que no han logrado los objetivos planteados.
gobierno? ¿Cuál es el balance en cuanto a su efectividad?
• ¿Cómo se articula la política pública en materia de seguridad pública con el grado de legitimidad del estado?
• ¿Cuáles es el cuerpo institucional que da soporte a la aplicación de la política pública en materia de seguridad?
• ¿Cómo se integra y cuáles son las funciones y atribuciones de las principales instancias gubernamentales que articulan la política federal de seguridad pública?
• ¿Cuál es el impacto de la corrupción y la falta de transparencia en los procedimientos judiciales en la eficacia de las medidas gubernamentales que combaten la inseguridad?
• ¿Qué resultados se han obtenidos
ECONOMÍA MEXICANA.
4.3 LA INSEGURIDAD, RESTRICTIVA PARA UN VERDADERO CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA NACIONAL.
4.4 LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO.
4.5 LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS Y SU REPERCUSIÓN EN EL CRECIMIENTO SOSTENIDO DEL PAÍS.
4.6 INDICADORES PARA EVALUAR AL ESTADO MEXICANO COMO FALLIDO.
4.7 LA DISMINUCIÓN DEL CAPITAL DE LAS EMPRESAS POR LA INSEGURIDAD Y LA DELINCUENCIA EN MÉXICO.
4.8. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES POLICIALES.
4.9. EL SISTEMA JURÍDICO REBASADO.
4.10. NEOLIBERALISMO E INESTABILIDAD DEL GOBIERNO.
4.11. LA SEGURIDAD PÚBLICA DEL ESTADO REBASADA POR LA CARENCIA EN SU LEGITIMIDAD Y ORDEN.
4.12 TENDENCIA DE LA INESTABILIDAD GUBERNAMENTAL.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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con los programas de gobierno en materia de seguridad pública regional y su impacto en el quehacer económico?
• ¿Qué características debería contener la reforma de ley que promueva la aplicación de la ley en el combate al crimen organizado y la inseguridad?
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
XC
CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE INVESTIGACIÓN.
Debido a los acelerados cambios que ha sufrido el país, hoy se vive una nueva realidad
que convoca y enfrenta a grandes retos; el problema de la inseguridad pública es una
situación que preocupa principalmente a gobernantes y habitantes de las principales
urbes de la República, esto como resultado del crecimiento de la población, la
migración y la estructura poblacional de dichas ciudades. Destaca aquí el caso de la
Ciudad de México, que al ser el más importante centro económico y político del país y
la segunda urbe más grande del planeta, se ha convertido en la entidad donde el
incremento en número y gravedad de los hechos delictivos han llegado a ser
alarmantes.
Por los altos alcances de los ilícitos, la reformas constitucionales en materia de
seguridad pública que fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 31 de
diciembre de 1994, y la subsecuente expedición de la Ley General que establece las
Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, representaron
medidas de perfeccionamiento jurídico y administrativo, toda vez que elevan al más alto
nivel las tareas de seguridad pública, y armonizan la acción de los órganos en ella
involucrados, con la finalidad de cumplir eficazmente los fines de la seguridad pública.
La Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública constituyó un importante paso para dotar de elementos normativos
de coordinación a esa función estatal. No crea nuevos órganos de autoridad, porque
ello rebasaría su naturaleza y materia; sólo crea instancias jurídicas de definición y
actuación, estableciendo un ordenamiento rector de la coordinación nacional en la
materia.
El Sistema Nacional de Seguridad Pública no es el responsable directo de la seguridad
pública, sino sólo de promover, encauzar y evaluar la coordinación de las instituciones
responsables. Frente a las instituciones de seguridad pública de la Federación, el
Distrito Federal, los Estados y los Municipios, sólo tiene la posibilidad legal de fomentar
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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convenios entre ellos o establecer políticas o lineamientos que propicien la coordinación
entre los distintos niveles de gobierno.
A través del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se fortalece la coordinación entre
los gobiernos federal, estatales, del Distrito Federal y municipales, para orientar la
distribución de los fondos públicos autorizados y reforzar sus esquemas de seguridad
pública, de acuerdo a los requerimientos de cada una de las poblaciones, conforme a
su incidencia delictiva y programas de trabajo debidamente fundamentados y
justificados.
Tal y como lo establece la ley de la materia, actualmente se han sentado las bases de
Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sin embargo es el momento
de aprovechar la enorme infraestructura consolidada, explotar las grandes bases de
datos y registros con los que se cuenta, para que se comiencen a percibir avances
significativos en la lucha contra la delincuencia.
Ya que la inseguridad pública en México se encuentra en pleno crecimiento, porque a
México se le debe observar corno una enorme región delincuencial en expansión, por el
efecto Estados Unidos. Si vernos a la Unión Americana y a México y hacernos caso
omiso de la frontera geográfica lo que nos queda es, una gran región delincuencial. La
venta de droga crece entre los jóvenes y los adultos mexicanos, el tráfico de armas
también lo hace, el robo de autos por igual, la clonación de tarjetas de crédito se
amplifica, el robo predatorio se incrementa: en microbuses, a negocios pequeños, en
cajeros, ahora también dentro de los centros comerciales, el traslado de personas hacia
Estados Unidos etc., en suma los negocios ilícitos se han vuelto una extraordinaria
opción de empleo y de negocio. Y si a ello le sumarnos que la seguridad pública se ha
desregulado, que el Estado mexicano es un gran productor de pobres, y que sólo
reprime a la delincuencia pero que no acaba con ella. Entonces México enfrenta un
terrible coctel, que no ha empezado a resolver.
El mismo Estado vive en un plano de inestabilidad en sus niveles de su sistema
económico, político y en su subsistema policía. En su nivel económico no puede dejar a
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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un lado el neoliberalismo, en su parte política no ha podido reformar los tribunales del
país, mientras para los cuerpos policiacos crece en vez de disminuir la tentación de
negociar la acción penal.
Los altos índices delictivos colaboran para que la percepción ciudadana de la
corrupción y la impunidad sean factores determinantes que anulan el combate a
delincuencia. Para cualquier estrategia de seguridad pública es indispensable la
creación de mecanismos de confianza entre las autoridades y los ciudadanos. Las
circunstancias son graves, es necesario cuanto antes tomar medidas para prevenir al
menos los daños mayores. La peor actitud es negar la existencia del problema o
pretender ocultarlo hay que ver de frente a la realidad y reconocer lo que está pasando.
El papel de la comunidad y de la sociedad civil es crucial en el combate a la
inseguridad. Una comunidad que ejerce efectivo control sobre su espacio tanto privado
como público es capaz de adoptar medidas eficientes ante el fenómeno delictivo. En las
ciudades europeas se ha organizado la cooperación en forma de coalición permanente,
con independencia del nombre, consejo comunal de prevención, mesa de concertación,
asociaciones etc. La intención es celebrar contratos que recojan la voluntad de las
partes y coordinarse para obtener resultados comunes.
En el centro de la creciente controversia respecto a si los medios de comunicación
generan violencia o sólo la reflejan, lo que esta fuera de toda duda es la capacidad de
influenciar que éstos, en especial la televisión , tienen en la conformación de corrientes
de opinión y en la adopción de determinadas conductas.
Las Instituciones de Seguridad Pública tienen que asumir una actitud más activa,
protagónica y creativa para lograr que los responsables de los medios de comunicación
electrónicos e impresos tengan un adecuado manejo de la información sobre la
seguridad pública, evitando así, la formación de una percepción ciudadana negativa al
respecto.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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De esta manera, podemos establecer la primera propuesta específica en materia de
seguridad pública:
Establecer un sistema de carácter nacional de comités de seguridad pública
ciudadanizados, los cuales puedan proponer, evaluar y calificar las acciones de
seguridad implementadas por las autoridades locales y federales, la forma en que
selecciona y capacita al personal operativo que participa en la seguridad pública,
la estructura del sistema punitivo; y aun estar tener la posibilidad de emitir
opinión respecto la emisión de normatividad por parte de los cuerpos legislativos.
Es necesario fortalecer el poder civil frente a las instituciones de seguridad pública que
habían sido ajenas al control y a la supervisión democrática, para trabajar ahora bajo un
concepto de colaboración y de asistencia.
Los resultados obtenidos por las encuestas nacionales sobre Inseguridad Pública son
una herramienta fundamental para el desarrollo de políticas públicas de seguridad en
prevención y programas para el combate de la delincuencia, de esta manera
autoridades, ciudadanos e Instituciones deben unir esfuerzos para devolver la
seguridad perdida a sus habitantes.
Del mismo modo, resulta indispensable la armonización de los distintos cuerpos
legislativos que aporten al pacto federal, una perspectiva de coherencia y rumbo
respecto a un sistema de seguridad pública equilibrado, es decir que no haga énfasis
en su carácter persecutorio y punitivo del delito, sino contenga elementos de previsión
del delito, la reinserción social del transgresor y la cultura de la legalidad.
Por ello es importante nuestra segunda propuesta específica: Es imperativo y urgente,
promover las reformas jurídicas para el establecimiento de un solo Código Penal
y un solo Código de Procedimientos Penales para todo el territorio nacional, que
implique el mejorar y agilizar el ejercicio de los recursos destinados a la
seguridad pública y la impartición de justicia.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La seguridad pública se gana o se pierde en la colonia, en la manzana, en el barrio, en
el sitio de trabajo y en el ámbito individual o colectivo en que se vive. Ahí, es
indispensable cambiar las estructuras verticales de las policías, por una policía de
acercamiento por barrio y colonia, que le rinda cuentas cotidianas a la ciudadanía con la
participación de un juez cívico, con procedimientos ejecutivos e inmediatos para
combatir los delitos menores y las faltas administrativas a través del trabajo comunitario
y la reparación del daño a la víctima, porque es ahí donde se podrán detener las
carreras delictivas y donde la autoridad debe de establecer los niveles de seguridad y
justicia que los habitantes de cada colonia, de cada calle y de cada casa, necesitan.
Dado que existe una delincuencia cada vez más organizada y sofisticada, es
imprescindible avanzar en la profesionalización de los cuerpos policiacos. Hay que
prepararlos y equiparlos adecuadamente haciendo un replanteamiento de sueldos,
prestaciones y escalafones, acorde con las necesidades de cada región, de modo que
el policía sienta una seguridad para él y su familia ante los riesgos a que está expuesto
en las actividades propias de su trabajo.
Finalmente arribamos a la tercera propuesta específica en materia de líneas de acción
en políticas públicas:
Iniciar un proceso profundo de profesionalización y control ciudadano de la
actividad de los cuerpos policiacos que pase por la selección, preparación,
seguimiento, sanción o promoción de los cuerpos policiacos, esta actividad pasa
desde la confirmación de una base única a nivel nacional con los registros del
personal policial que incluye instituciones privadas; controles de confianza
periódicos e independientes de los gobiernos locales y federal; mejora de
salarios y protección jurídica; y su profesionalización (planes de carrera).
En la readaptación y reinserción social se debe poner énfasis en la reintegración social
a través del trabajo remunerado y la reparación del daño, impulsando las reformas
necesarias para aplicar sustitutivos de la pena privativa de la libertad y condena
condicional, junto con la creación de un entorno social de apoyo a liberados.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Ahora bien, una vez identificados estos elementos aún queda la tarea más ardua y
difícil por hacer, y es la de intentar salir del círculo vicioso de violencia-inseguridad
pública y hacerle frente a la espiral de la violencia. A partir de las experiencias y
observaciones emanadas de la presente investigación, surgen algunas reflexiones y
consideraciones que se presentan a continuación.
Lo primero a tomarse en cuenta es que, probablemente, el uso de métodos violentos de
ninguna manera resolverá el problema de la delincuencia, por consiguiente, no
restaurará la paz y la seguridad pública. Lo único que se conseguirá es entrar en la
espiral de la violencia, provocando significativas consecuencias, principalmente en la
población civil.
Esta investigación también permitió develar algunos de los mecanismos por los que la
violencia se reproduce y llega a institucionalizarse y en este sentido, al comprender este
proceso, es posible encontrar alternativas que permitan desmontarla e ir tratando los
elementos que participan en ella. Al centrar el tema de la legitimación de la violencia
desde una postura interpretativa y en un marco legal enfatizamos la importancia del
lenguaje y el discurso como práctica social y en este sentido, como constructores de
realidades. Al observar los fenómenos sociales desde esta postura y considerarlos
insertos en realidades y contextos históricamente dados, es posible entender que
entonces, que estos fenómenos son susceptibles de modificación.
Es importante considerar que un nuevo concepto de seguridad ciudadana requiere una
actuación conjunta, de instituciones y organismos colectivos que de forma coordinada
lleven a cabo acciones encaminadas a preservarla, por lo que es fundamental fomentar
la participación y la cooperación ciudadana, los programas específicos dirigidos a los
grupos más vulnerables (personas mayores, niños, mujeres, etcétera), la asistencia a
las víctimas de la delincuencia y tomar las medidas para incitar a los medios de
comunicación a participar en los esfuerzos para mejorar la situación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La sociedad debe intervenir y asumir el compromiso mediante su involucramiento en
políticas de refuerzo de los lazos sociales vecinales, fomentando el conocimiento mutuo
y tomando un papel activo para solicitar el rendimiento de cuentas a las distintas
instancias gubernamentales. También es importante educar a nuestra sociedad en el
sentido de infundir valores de justicia, solidaridad y paz social, es evidente que para no
contribuir con la violencia debe de existir correspondencia entre los valores de las
Instituciones y la ciudadanía. Además, Consideramos que es importante articular
programas en los que desde las escuelas se enseñen las implicaciones y las
consecuencias de la violencia e inseguridad, al mismo tiempo que se promueva la
cooperación para enfrentar los problemas sociales.
Estas propuestas están dedicadas a fomentar las estrategias dirigidas a recuperar en la
ciudadanía la confianza en las diversas instancias de procuración de justicia, a través
de la profesionalización de sus integrantes, la educación en contra de la corrupción, el
respeto a los derechos civiles, y finalmente, trabajar coordinadamente con la
ciudadanía.
Las acciones públicas de seguridad deben de caracterizarse por la proximidad, la
inmediatez, la eficacia y las sanciones visibles y garantizadas.
Una política de seguridad debe atender la superación de los vacíos jurídicos que les
permite a los delincuentes evadir a la justicia; es decir, reducir la impunidad. En lugar de
hacer leyes más enérgicas es necesario primero que se cumplan las que ya están. El
Estado tiene en sus manos la aplicación de la justicia; sin embargo, también está en
sus manos realizar un mayor fomento de las medidas preventivas más que punitivas;
pues en algunos países se ha comprobado que la prevención resulta menos costosa
económica y socialmente.
Construir un país en movimiento, es la tarea que sin duda alguna no es sencilla, pero es
el único camino que queda para salir del circulo vicioso de violencia-inseguridad,
inseguridad-violencia. Para que esto sirva desde el ámbito académico como un
componente (probablemente mínimo) del aliciente que ayude a sanar la herida que la
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violencia ha provocado, por falta de una seguridad pública capaz de frenar los males
causados por la delincuencia.
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“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación,
2000-2012”
REPORTE DE INVESTIGACIÓN
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................... 1
CAPÍTULO I. LA SEGURIDAD PÚBLICA .................................................................................................. 11
1.1. EL ESTADO COMO GARANTÍA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA ...................................... 18
1.2. ANÁLISIS Y RUMBO SOCIAL .................................................................................................. 29
1.3. SITUACIÓN ACTUAL DE LA SEGURIDAD PÚBLICA ......................................................... 37
1.4. ESTADISTICAS DELICTIVAS DEL FUERO FEDERAL ....................................................... 39
1.5. DEFINICIONES SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Y SEGURIDAD NACIONAL. .............. 45
1.6. ELEMENTOS QUE INTEGRAN LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD .......................... 53
1.7. SIMILITUDES Y DIFERENCIAS EN LA SEGURIDAD PÚBLICA Y EN EL D.F ............... 55
1.8. CONCEPTOS SISTEMÁTICOS DE LA SEGURIDAD PÚBLICA. ....................................... 62
1.8.1. PREVENCIÓN. ...................................................................................................................... 62
1.8.2. PROCURACIÓN DE JUSTICIA. ......................................................................................... 64
1.8.3. ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. .................................................................................... 66
1.8.4. SISTEMA PENITENCIARIO Y READAPTACIÓN SOCIAL........................................... 68
1.8.5. VICTIMAS ............................................................................................................................... 72
1.9. PERCEPCIÓN CIUDADANA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA. ........................................... 76
1.10 PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD. ................................................................................ 84
1.11 LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES. ....................................................... 89
CAPÍTULO II. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DETONANTE DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
EN LA NACIÓN MEXICANA ...................................................................................................................... 93
2.1. LA SEGURIDAD PÚBLICA E INCIDENCIA DELICTIVA ...................................................... 93
2.2. CONCEPTO DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA ...................................................................... 99
2.3. LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN CIFRAS. .......................................................................... 106
2.4. EL SENTIDO SOCIAL DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA .................................................. 121
2.5. PERCEPCIÓN DEL DELITO .................................................................................................... 126
2.6. ELEMENTOS PARTÍCIPES EN LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA INSEGURIDAD PÚBLICA .......................................................................................................... 130
2.7. ALGUNAS DE LAS CARACTERÍSTICAS DE LA DELINCUENCIA QUE REPERCUTEN EN LA PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA. ................................................... 130
2.8. LA VIOLENCIA RELACIONADA AL FENÓMENO DELICTIVO. ...................................... 131
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
2.9. LA DELINCUENCIA APEGADA AL DESARROLLO Y LA TECNOLÓGIA. ................... 133
2.10. LA INCORPORACIÓN ANTICIPADA DE LOS JÓVENES EN LAS LÍNEAS DE LA DELINCUENCIA. ......................................................................................................................... 138
2.11. JUICIOS SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES HABITUALES ......................................................................................................................................................... 144
2.12. LA DELINCUENCIA Y EL CRIMEN ORGANIZADO HAN PENETRADO LAS ESFERAS DE LO POLÍTICO, LO ECONÓMICO Y LO SOCIAL. ....................................... 146
2.13. DESCONTENTO SOCIAL EN RELACIÓN A LAS INSTITUCIONES DE JUSTICIA ... 150
2.14. LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN MASIVA .......... 154
CAPÍTULO III. LAS ESTRATEGIAS DEL GOBIERNO MEXICANO PARA LA LEGITIMAR LA
SEGURIDAD PÚBLICA ............................................................................................................................ 160
3.1. DISEÑO DE LA POLÍTICA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO.................................. 162
3.2. EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y EL PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA .............................................................................................................. 163
3.3. LA VIOLENCIA: UN FENÓMENO DEBIDO A LA FALTA DE MEDIDAS SOCIALES ADECUADAS PARA EVITAR LA DELICUENCIA. ............................................................... 166
3.4. SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN LA ECONOMÍA MEXICANA ................................... 168
3.5. LA REFORMA AL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL. ..................................................... 173
3.6. LA REFORMA AL ARTÍCULO 73 CONSTITUCIONAL ...................................................... 174
3.7. PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA. ...................................................... 175
3.8. LA LEY GENERAL QUE INSTITUYE LOS CIMIENTOS DE COORDINACIÓN DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA. ............................................................. 177
3.9. EL FONDO DE CONTRIBUCIONES PARA LA SEGURIDAD PÚBLICA EN LOS ESTADOS Y EL CENTRO DEL PAÍS. ..................................................................................... 181
3.10. LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD PÚBLICA. ................................................................. 190
3.11. COORDINACIÓN Y FEDERALISMO. .................................................................................. 197
3.11.1. INSTANCIAS DE COORDINACIÓN. ............................................................................. 200
3.12. CONSEJO NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA. ........................................................ 201
3.13. CONSEJOS ESTATALES Y MUNICIPALES DE SEGURIDAD PÚBLICA. .................. 203
3.14. ELEMENTOS DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA........................ 204
CAPÍTULO IV LAS EVIDENCIAS Y SIMULACIONES DEL ESTADO FALLIDO EN LO CONCERNIENTE
A LA PROTECCIÓN, CUIDADO Y RESGUARDO DE LA SOCIEDAD EN MATERIA DE SEGURIDAD
PÚBLICA EN MÉXICO ............................................................................................................................. 210
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
4.1. INESTABILIDAD EN RECURSOS PARA COMBATIR AL NARCOTRÁFICO Y PREVENIR LAS ADICCIONES ................................................................................................. 210
4.2. LA CORRUPCIÓN Y SUS RESULTADOS EN LA ECONOMÍA MEXICANA ................. 211
4.3. LA INSEGURIDAD, RESTRICTIVA PARA UN VERDADERO CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA NACIONAL............................................................................................................. 213
4.4. LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO ............................................................. 216
4.5. LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS Y SU REPERCUSIÓN EN EL CRECIMIENTO SOSTENIDO DEL PAÍS. ............................................................................................................ 218
4.6. INDICADORES PARA EVALUAR AL ESTADO MEXICANO COMO FALLIDO. ........... 220
4.7. LA DISMINUCIÓN DEL CAPITAL DE LAS EMPRESAS POR LA INSEGURIDAD Y LA DELINCUENCIA EN MÉXICO. .................................................................................................. 222
4.8. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES POLICIALES ................................. 224
4.9. EL SISTEMA JURÍDICO REBASADO ................................................................................... 234
4.10. NEOLIBERALISMO E INESTABILIDAD DEL GOBIERNO ............................................. 246
4.11. LA SEGURIDAD PÚBLICA DEL ESTADO REBASADA POR LA CARENCIA EN SU LEGITIMIDAD Y ORDEN. .......................................................................................................... 249
4.12. TENDENCIA DE LA INESTABILIDAD GUBERNAMENTAL ........................................... 251
CONCLUSIONES ...................................................................................................................................... 252
BIBLIOGRAFÍA ......................................................................................................................................... 260
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
1
INTRODUCCIÓN
La seguridad pública es, sin duda, un tema complejo que merece un análisis a
profundidad sobre su origen, desarrollo y situación actual. En los últimos años, se
ha convertido en uno de los reclamos sociales persistentes y prioritarios. Ningún
país podrá evolucionar hacia el progreso, si no existe orden, respeto y paz social;
para ello es fundamental la seguridad pública.
La seguridad pública forma parte esencial del bienestar de una sociedad. Un
Estado de derecho genera las condiciones que permiten al individuo realizar sus
actividades cotidianas con la confianza de que su vida, su patrimonio y otros
bienes jurídicos tutelados están exentos de todo peligro, daño o riesgo. Ante la
realidad de un Estado que no cumple con una de sus principales funciones, la de
suministrar seguridad, los ciudadanos tendrán que centrar todos, o gran parte de
sus esfuerzos, en la defensa de sus bienes y derechos.
Si el Estado mismo no brinda una seguridad pública de acuerdo a los tiempos en
que se vive y se olvida de toda garantía social, el mismo Estado estaría generando
una situación de violencia. La violencia ha sido uno de los temas que
probablemente más se ha estudiado en las ciencias sociales y políticas dada la
amplitud de esferas sociales que trastoca, además reviste tal complejidad que en
cada momento histórico se pueden apreciar nuevos o diferentes tipos de violencia
más cruentos e impactantes que los reconocidos en otras épocas, por lo que se
puede considerar como un objeto socialmente construido.
En este sentido, este fenómeno social posee la capacidad de transformase o dar
pie a otros problemas aún más graves, esto es a lo que se ha llamado la espiral de
la violencia. Al reflexionar sobre esto se llega al punto en que es necesario indagar
sobre aquellos mecanismos que permiten que se siga reproduciendo en nuestras
sociedades a pesar de los enormes costos personales, sociales, políticos y
económicos que ocasiona.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
2
Uno de estos mecanismos podría ser el proceso de la legitimación, que puede
permitir que ciertas prácticas violentas se instauren en nuestra cotidianidad e
incluso alcancen justificación al ser utilizadas para preservar siempre un bien
mayor, por ejemplo el honor o la seguridad pública.
Es precisamente este proceso de legitimación de la violencia donde el Estado
vinculada al tratamiento del problema de la inseguridad pública, ya que ha sido
uno de los principales temas políticos usados para legitimar prácticas violentas
que permiten el control social, ejemplo de ello son las políticas represivas
materializadas en la participación del ejército y el uso de medidas violatorias de
algunos derechos humanos. Es importante mencionar que la experiencia
internacional de países que en algún momento adoptaron un modelo de atención a
la inseguridad de carácter represivo y punitivo, más que preventivo, ha señalado
que existe poca evidencia de efectividad en el largo plazo y por el contrario, se
presenta el incremento de otros tipos de violencia.
No obstante, el Estado mexicano ha recurrido a este modelo de tratamiento para
legitimar la seguridad pública, provocando que por distintas causas, la violencia se
recrudezca y la sociedad civil se perciba cada vez más insegura, conduciéndola a
buscar estrategias que puedan contrarrestar el riesgo latente de ser víctima de
algún acto delictivo, y es en esta búsqueda precisamente, cuando se apela a
prácticas en ocasiones violatorias de los derechos humanos, no solamente de los
delincuentes, sino de la población misma, legitimando con esto la actuación del
Estado.
De esta manera, los temas de la violencia y la inseguridad pública se vuelven
sumamente complicados por las variadas aristas que pueden ser estudiadas. En
este trabajo de investigación se tuvo el objetivo de describir, analizar y
comprender el proceso de legitimación del Estado Mexicano que permite que
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
3
ciertas prácticas violentas perpetradas por el Estado sean justificadas y
legitimadas por algunas personas para garantizar la seguridad pública.
A razón de que la inseguridad pública es hoy en día el principal problema que
ocupa la mayor preocupación de los mexicanos. Durante los últimos 15 años, la
incidencia delictiva presento una tendencia ascendente hasta llegar al 2007 a su
punto máximo, para posteriormente manifestar una lenta y gradual reducción, pero
sin llegar a los niveles controlables y aceptables de principios de los años
actuales; sin embargo, la percepción de inseguridad no ha mostrado un
mejoramiento, sino por el contrario, la población se siente y actúa con mayor
temor y desconfianza.
Ya que los estudios más recientes sobre inseguridad pública, se han centrado en
resaltar cifras que describen la situación por la que se está centrando las
condiciones de Inseguridad, así como también visualizan el contexto en el que se
desarrolla, resaltando la percepción que se tiene de dicha problemática.
Del año 2000 a la fecha se han llevado a cabo investigaciones sobre inseguridad
pública, con el objetivo de crear nuevas leyes que ayuden a impulsar una mayor
seguridad pública. Destacando entre estos diversas instituciones sociales que al
ver que el estado no está brindando una seguridad eficiente, estas están tratando
de impulsar medidas de acuerdo a la problemática delictiva, entre las que
destacan “El Centro de Estudios”, quien realizó un análisis económico de la
delincuencia de nuestro país, partiendo de una comparación del incremento
delictivo en las dos últimas décadas, para después elaborar un análisis sobre el
costo de la misma a través del Modelo de Costo-Beneficio, y como resultado del
estudio se propone la aplicación de la política de cero tolerancia.
Por su parte, la asociaciones civiles también han realizado investigaciones, tal es
el caso del “Centro de Estudios Económicos del Sector Privado A.C.”, que en el
2002 dio a conocer los resultados en la publicación llamada “La inseguridad
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
4
Pública en México”, en él se puede encontrar los diversos efectos económicos que
ha traído el clima de inseguridad para el país.
Por otra parte a menos de cuatro años de haberse constituido el Instituto
Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad A.C. (ICESI) “realizó la primera
encuesta nacional sobre inseguridad pública en las entidades federativas, el
levantamiento se realizó del 2 al 24 de Marzo de 2002 con una muestra de 35,001
viviendas encuestadas. De los resultados obtenidos a nivel nacional por cada 100
mil habitantes se cometieron 4,412 delitos, contrastado con las cifras delictivas del
DF, en donde se cometieron 17,718 delitos por cada 10,000 mil habitantes, dichos
resultados fueron publicados en Mayo de 2002.Teniendo como propósito “contar
con un instrumento estadístico verídico y confiable que permita analizar la
criminalidad en el país, acerca de su cuantificación fáctica y su percepción social,
debido a la escasa e insuficiente información que se recaba a través de la
estadística oficial”.
A efecto de poder contar con una visión integral del problema de la Seguridad
Pública, es necesario remontarse a lo estipulado en la Carta Magna y descifrar las
mediadas y artículos que se han creado para legitimar una seguridad pública más
acorde con lo que demanda la sociedad mexicana y en primera instancia
determinar cuáles son las razones por las que el hombre se ha visto orillado a
cometer delitos.
No es de extrañar que en México, existe mucha gente sin empleos y los que lo
tienen reciben bajas remuneraciones por sus esfuerzos y el problema de la falta
de empleo conlleva grandes consecuencias sociales como pobreza, inequidad e
inseguridad. Al ser el empleo la principal fuente de ingresos de las familias, la
pérdida de esto implica la incorporación de más personas a las diferentes líneas
de pobreza. Por eso, entre otras razones, cada vez son más los jóvenes que se
incorporan a la criminalidad.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
5
Generando con ello en términos de seguridad hacia la sociedad los esquemas de
desigualdad interpersonal y regional que se ven reforzados por factores que en
muchos casos tienen que ver con un diseño institucional imperfecto y falta de
recursos para solucionar el problema en estas áreas.
Por eso es importante realizar un estudio de como la inseguridad afecta a la
economía, y esta a su vez altera la seguridad pública, porque como sabemos al
incrementarse la inseguridad se destina más recursos para ofrecer un servicio
público acorde con la magnitud del problema, esto trae como consecuencia, que
se reduzca el presupuesto en educación y salud.
“El aumento de la delincuencia ha producido condiciones de inseguridad elevadas,
al punto de condicionar la vida cotidiana de los habitantes de las grandes
ciudades, quienes han modificado sus hábitos de comportamiento, de
movilización, de pensar e incluso de rotar, estas son consecuencias evidentes en
la forma de vivir y de apropiarse de las ciudades”.
Bajo esta óptica en el aumento de delitos el Estado Mexicano contempló la
instrumentación de un Sistema Nacional de Seguridad Pública, reconociendo que
la función de la seguridad pública se encuentra vinculada a la idea de participación
y que no puede alcanzarse con estrategias aisladas de la autoridad, sino que
exige la articulación y coordinación de todos los órganos que intervienen en los
tres niveles de gobierno a lo cual deben sumarse instituciones encargadas de
educación, salud, desarrollo social, inclusive la sociedad civil misma. De ahí que la
visión en torno a la seguridad pública deba ser global e incluyente, que al tratar de
tutelar valores aceptados por todos nos lleve a una sociedad más justa.
Específicamente en el Derecho Positivo Mexicano, el fundamento primario del
régimen jurídico de la seguridad pública se encuentra en el artículo 21 de la Ley
Fundamental, que a partir de la reforma del 31 de diciembre de 1994 establece
que: "la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios, se
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
6
coordinarán, en los términos que la ley señale, para establecer un Sistema
Nacional de Seguridad Pública". Así, parte de un principio orgánico de
coordinación e integración, lo cual en forma alguna implica una derogación del
principio de división de poderes y autonomía de los Estados, pues lejos de
convertir la función de seguridad pública en materia federal, la voluntad del
legislador fue establecer canales permanentes de articulación institucional, que
permitan una mayor eficacia operacional, tal y como el referido precepto
constitucional lo dispone, al establecer que "la Seguridad Pública es una función a
cargo de la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios en las
respectivas competencias que esta Constitución señala".
Para enfatizar la labor de esta investigación consiste, en primer término, en
estudiar cuales fueron las circunstancias que llevaron al Estado Mexicano a
implementar un Sistema Nacional de Seguridad Pública que pudiera mediante la
coordinación nacional en diversos planos, combatir y erradicar la delincuencia.
Posteriormente a través de un análisis de la estructura y funcionamiento de éste,
se efectúa un diagnóstico sobre su situación actual, hasta llegar a la propuesta de
diversas estrategias y acciones que deben implementarse dentro del propio
Sistema para lograr una mejor coordinación y capacidad de respuesta eficaz que
contribuyan a disminuir los índices de inseguridad que existen actualmente en el
país.
Para lo cual el presente trabajo se dividió en cuatro etapas para una mejor
comprensión del tema y llegar a un mejor entendimiento de la problemática que
resulta el dejar de un lado la legitimidad del estado en el tema de la seguridad
pública.
Para ello definiremos en el capítulo uno lo que significa la seguridad pública. Es un
apartado de carácter teórico, en el cual se comprenden los conceptos de
seguridad pública y seguridad nacional, los fines y elementos que los integran, sus
similitudes y diferencias, llegando a lo que se ha denominado concepción
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
7
sistemática de la seguridad pública, comprendiendo dentro de la misma a la
prevención, la procuración de justicia, la impartición de justicia, el sistema
penitenciario, la readaptación social y las victimas, como un proceso recurrente.
En el capítulo dos: analizaremos los factores que intervienen en el detonante de la
inseguridad pública Para ello, se expone la situación de la inseguridad pública en
el país en dos momentos. En el primero, se realiza un recuento de la incidencia
delictiva hasta el año 2009 y en el segundo, se expone la situación actual de la
delincuencia. Esto permitió observar que la inseguridad pública se ha agudizado,
por lo cual es urgente su comprensión y consecuente tratamiento. Otro punto
central, es el desarrollo de los elementos que participan en la construcción del
proceso de legitimación de la violencia cuando se habla de la inseguridad pública,
tales como: percepción de la inseguridad, del delito, descontento social,
concepciones sobre el uso de la violencia en las interacciones cotidianas, todo
esto delimitado por una cultura de la violencia y la participación de los medios de
comunicación.
En el capítulo tres hablaremos de las estrategias del gobierno para legitimar la
Seguridad Pública como Política de Estado, contiene las diferentes políticas
públicas que ha adoptado el Estado Mexicano, encaminadas a aplicar en todo el
país una estrategia nacional de seguridad pública, que combata de manera
integral y sistemática la delincuencia, e intente responder adecuadamente a una
de las más sentidas demandas sociales. Se abordan las reformas a los artículos
21 y 73 de fracciones XXIII constitucionales, a través de las cuales se
establecieron los principios que dieron cauce y sustento jurídico a la coordinación
en materia de seguridad pública, ordenando que en una ley se fijaran las bases
sobre las cuales deberían actuar los tres órdenes de gobierno. De esta forma
surge la Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema
Nacional de Seguridad Pública, como el primer ordenamiento jurídico que
comprende una estrategia para proteger a los individuos y a la sociedad en su
conjunto, enfrentando a la delincuencia con el fin de preservar el orden público. A
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
8
través de ella, se plantea la necesidad de definir diferentes líneas de acción dentro
de las cuales se contempla la premisa de administrar de manera ordenada y
transparente las instituciones de seguridad pública y los recursos con que
cuentan, especificándose diferentes materias indispensables de coordinación en
los tres niveles de gobierno, buscando como uno de sus objetivos concebir a la
seguridad pública como una función de servicio de quienes la ejercen, a favor de
la sociedad. Asimismo, en este capítulo se aborda el surgimiento en el año 2000,
de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, dependencia que busca ser el eje
rector de las acciones del Gobierno Federal en materia de Seguridad Pública
constituyendo lo que se ha denominado "el nuevo modelo de seguridad Pública",
ya que dentro de ella se concentró a la Policía Federal Preventiva, al Consejo
Tutelar de Menores, al hoy denominado Órgano Desconcentrado de Prevención y
Readaptación Social y al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, todos ellos anteriormente dependientes de la Secretaría de
Gobernación.
En el capítulo cuatro describiremos las evidencias y simulaciones de un estado
fallido en la protección y resguardo de la sociedad en materia de seguridad
pública, se estudia el ascenso de la delincuencia sobre un criminal contexto y
contención salarial que empobrece sistemáticamente a la población, viéndose
obligada a salir adelante a cualquier precio. Un Ascenso delincuencial que sólo se
le responde por razones de Estado, es decir, si en su momento el Estado se volvió
narco político, hay que sanearlo, pero olvidando que para luchar de manera
integral contra la delincuencia y la inseguridad pública también se requiere hacerlo
por razones ciudadanas y humanas, que implica quitar la contención salarial, no
hacer tan concentrada la distribución del ingreso. Se analiza como en tomo a la
acción penal participan negativamente demasiados elementos como: el ministerio
público, los cuerpos policiacos los jueces y los implicados, cuando sólo debiese
ser monopolio de los jueces y de los tribunales. En ese sentido, la acción penal se
convierte en una mercancía lo cual agrava la inseguridad pública. En este capítulo
se propone que para enfrentar la inseguridad pública es necesario: un diagnóstico
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
9
correcto, luchar contra la inseguridad no sólo por razones de Estado, sino también
por razones humanas. Asimismo, es necesario diseñar un mecanismo que
contribuya a mejorar el gasto y la fiscalización de los recursos del Fondo de
Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y el Distrito Federal, para
disminuir el subejercicio y desvío de dichos recursos, hacia fines ajenos a la
seguridad pública.
En conclusión, esta investigación plantea que la respuesta del Estado frente a la
inseguridad al crear el Sistema Nacional de Seguridad Pública, fue acertada pero
únicamente constituye un primer paso hacia la construcción de un frente común
contra la delincuencia, puesto que se requiere de manera inmediata seguir
avanzando en la consolidación del mismo, ya que a través de él, los gobiernos
federal, estatales y municipales, han logrado definir en forma coordinada la
delimitación de diversas líneas de acción de la seguridad pública.
Método de investigación
El diseño de la investigación es de naturaleza no experimental, descriptiva y
observacional, es decir, se han identificado y descrito los principales elementos y
características de las medidas tomadas por el estado en materia de seguridad,
para lo cual se utilizaron bases de datos como estadísticas sobre el tema principal.
La actividad se centra en el uso de fuentes bibliográficas y hemerográficas, así
como referencias documentales como informes y evaluaciones sobre el tema de la
seguridad pública.
Las referencias utilizadas se encuentran adecuadamente registradas en el aparato
crítico y la bibliografía que acompaña al reporte escrito.
Asimismo en cuanto al diseño de la investigación se encuentra el haber sido de
carácter retrospectivo y transversal, dado que se preparó con información obtenida
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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con anterioridad al proyecto y con fines ajenos al trabajo de investigación, así
como se miden las variables una sola vez y en un momento determinado.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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CAPÍTULO I. LA SEGURIDAD PÚBLICA
Garantizar la seguridad pública implica el combate de las causas que generan
situaciones que contradicen los derechos humanos, que provocan un rompimiento
del Estado de Derecho y que ponen en tela de juicio los principios de legalidad y
democracia que nos rigen como sociedad. No es una labor que corresponda
exclusivamente al Estado, aunque él tiene la principal responsabilidad en la
materia.
El concepto de seguridad pública ha variado según la época, los países y los
cambiantes regímenes políticos; hace referencia, en general, a dos necesidades
básicas que toda comunidad política pretende satisfacer: el mantenimiento de la
paz y el orden público. Su objetivo es hacer posible la convivencia social,
concebida ésta como la relación pacífica entre los individuos, regulada por leyes y
principios auto determinados, siendo esta una de las obligaciones primordiales del
Estado.
Dicho concepto es muy complejo el cual está comprometido a contribuir con la
sociedad, a la protección de sus derechos humanos, así como a la promoción de
la civilidad como elemento clave para el resguardo del respeto y el orden de la
nación y de sus habitantes. Su ejecución se convierte en un instrumento que
genera o disminuye la confianza hacia las instituciones de orden público y en un
grado no mayor, la legitimidad del Estado.
En el ámbito institucional, la seguridad pública ha sido definida, en la Ley de Base
para la Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad, como todas aquellas
actividades encaminadas a prevenir y disminuir las infracciones y delitos, así como
las acciones que realizan el Ministerio Público a través de la procuración de
justicia, las autoridades administrativas responsables de la readaptación social del
delincuente y la adaptación del menor infractor.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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En el artículo 3° de la Ley General mencionada se define a la seguridad pública
como función del Estado que tiene como fines salvaguardar la integridad y los
derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz
pública. Desde la perspectiva de esta ley, el papel de los gobiernos locales es
importante porque a ellos corresponde la prestación de la seguridad pública.
Este concepto implica una concepción integral en dos ámbitos: un primer ámbito,
con respecto a la gestión intergubernamental de políticas (Agranoff, 1997), en el
sentido de que se contempla la participación de los tres ámbitos de gobierno, es
decir, formalmente los tres ámbitos tienen que coordinarse y cooperar, tanto en
términos normativos, como operativos. Situación que, en la práctica, no
necesariamente sucede, a causa de factores políticos, burocráticos y de gestión.
Otra dimensión de concepción integral, es la que plantea una visión de conjunto
de la seguridad y de la justicia (González, López Portillo y Yánez, 1994: p. 70).
Estos autores conciben que:
“el conjunto de los actores que participan en las políticas de seguridad, se integren
en un único órgano.”
Con ello, se pretende evitar la estructura competencial en materia de justicia y
seguridad pública fragmentada, que ha dado pie a una falta de unificación de
criterios, provocando políticas y acciones desiguales, sectorizadas, parciales y, en
muchos casos, contradictorias.
Por su parte, para Samuel González (Samuel González Ruiz, p. 49) seguridad
pública es:
El conjunto de políticas y acciones coherentes y articuladas que lleva a cabo el
Estado con el fin de garantizar la paz pública y la observancia de los derechos
fundamentales de los individuos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La seguridad pública hace referencia al mantenimiento de la paz y el orden
público, que se logra a través de los mecanismos de control penal. Mediante
acciones de prevención y represión de ciertos delitos y faltas administrativas que
la vulneran, particularmente, a través de los sistemas de procuración e Impartición
de justicia.
De acuerdo con las diferentes definiciones mencionadas anteriormente, podemos
decir que la idea de seguridad pública está ligada a la preservación de la paz
pública, de tal manera que puede ser conceptualizada desde un punto de vista
objetivo, como la define Luis Jiménez de Azúa (Luís Jiménez de Azúa, p. 68):
La seguridad pública es por hoy un asunto de interés nacional que debe de ser
atendido y resuelto por el Estado de manera inmediata dadas las condiciones de
inseguridad que se han venido presentado en los últimos años, y cuyas
consecuencias han repercutido en la sociedad, provocando un colapso en el
Estado de Derecho.
El Sistema de Seguridad Pública adquiere gran relevancia, ya que las políticas
públicas que debe establecer el gobierno en este sentido, deberán estar
encaminadas a atender las demandas de la población, privilegiando el bienestar
social y preservando los derechos humanos.
Las cuestiones de Seguridad Pública no deben ser ajenas a la promoción de los
derechos de las víctimas, a que se les imparta justicia, a velar por sus derechos
procesales, en especial a que tengan acceso a la reparación del daño material y
moral que se les ha causado, de lo contrario seguirá habiendo un retroceso en el
Sistema de Seguridad, Procuración y Administración de Justicia.
En los artículos 21 y 73 fracción XIII Constitucionales recogen los principios que
dan sustento a la Ley que establece las bases para la coordinación del Sistema
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Nacional de Seguridad Pública; entendida como un conjunto de políticas y
acciones coherentes y articuladas que se orientan a garantizar y preservar la
integridad de las personas y su patrimonio; es decir, el mantenimiento del orden
social, la paz pública y la defensa de los intereses de la sociedad.
Por lo tanto, podemos decir que se trata de una función pública dirigida a
garantizar la protección de los individuos como parte de la seguridad jurídica a la
que tiene derecho la sociedad y que el Estado está obligado a brindar, a través de
las normas establecidas para tal efecto, atendiendo las necesidades públicas
esenciales como Prevención del Delito, Procuración e Impartición de Justicia,
Readaptación Social y desde luego el Auxilio a las Víctimas del Delito.
Es fundamental que el concepto de seguridad pública no sólo se entienda con un
enfoque meramente policial sino que también en lo político, social, cultural y
económico que inevitablemente la determinan en su rol social.
Por su parte, Ramón Sosa Montes (Ramón Sosa Montes, p. 79), agrega:
“El concepto de seguridad pública va mucho más allá de la seguridad para los
actos de gobierno; tiene que ver con los bienes y los derechos de los que habitan
nuestro país y comprende tanto los derechos humanos como la administración de
justicia, así como la prestación de servicios”. Abarca aspectos complejos que se
encuadran dentro del esquema general de un Estado de derecho.
Por lo cual la participación ciudadana es fundamental en el cumplimiento de las
leyes para lograr una armonía bien equilibrada entre los gobiernos y los
gobernados.
La función de seguridad pública se encuentra vinculada a la idea de participación.
La seguridad no puede alcanzarse con estrategias y acciones aisladas de la
autoridad; exige la articulación y coordinación de todos los órganos que
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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intervienen en los tres niveles de gobierno a lo cual deben sumarse instituciones
encargadas de educación, salud, desarrollo social, inclusive la sociedad civil
misma. La visión en torno a la seguridad pública debe ser una visión global e
incluyente que al tratar de tutelar valores aceptados por todos nos lleve a una
sociedad más justa.
La participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida pública, no sólo
particularmente respecto de los procesos electorales, desde mediados de los años
ochenta, se encuentran ubicados en la agenda internacional.
En los ámbitos tanto gubernamental como el de la propia sociedad, se ha
invocado a la participación ciudadana como elemento indispensable, sin el cual,
ningún problema social podrá resolverse o al menos enfrentarse con mayor éxito.
La importancia de esta temática emerge justamente cuando el tema de la
democracia formal logra avanzar en todo el mundo. La participación ciudadana
viene a señalar la necesidad de que la democracia llegue a todos los ámbitos o
rincones de la vida social y política.
Históricamente en México, al menos desde hace más de tres décadas, los
gobernantes federales, estatales y municipales, han afirmado que, para combatir
con mayor éxito la delincuencia y la criminalidad, es vital la participación
ciudadana. Mientras ésta no suceda el problema se seguirá agravando, lo cual ha
venido sucediendo puntualmente. En todo el territorio de América Latina y de
México, la delincuencia tiene una presencia y desarrolla una actividad significativa.
Existen tendencias ciudadanas que están de acuerdo con la visión gubernamental
respecto de la participación ciudadana, otras no lo estarán y probablemente, la
gran mayoría de los ciudadanos no tengan ninguna idea formada respecto de su
papel ante este problema. Todos comparten, en cambio, la preocupación
generalizada por los índices alcanzados por la delincuencia. Ello, junto con otras
variables, como la incapacidad del Estado y sus cuerpos de seguridad para
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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contenerlos han provocado que en la sociedad exista una percepción de casi
absoluta indefensión frente a la delincuencia.
En México y América Latina “las participación comunitaria en la prevención del
delito ha tomado un lugar central en las políticas públicas de seguridad (...) Las
políticas de participación buscan incitar el apoyo ciudadano e incrementar la
legitimidad de las instituciones encargadas del control y de la prevención de la
criminalidad”. (Dimmer, p. 45)
La participación ciudadana, hace referencia “a la participación política pero se
aleja de ésta al menos en dos sentidos: abstrae tanto la participación ciudadana
mediada por los partidos políticos, como la que el ciudadano ejerce cuando elige a
las autoridades políticas. Aunque con múltiples sentidos, la intervención directa de
los agentes sociales en actividades públicas” (Cunill, 1997: p. 74).
Remitir a lo público es aludir en un mismo movimiento a la sociedad como al
Estado. Lo público no es un dato dado, sino un proceso de construcción. Por una
parte, supone asumir la posibilidad de que la sociedad se auto-gobierne a través
de un Estado democrático. Asigna, por tanto, una virtualidad al Estado espacio de
realización de lo público, pero sólo en la medida que represente a la sociedad se
satisfagan necesidades colectivas de manera autónoma, pero sin que ello implique
la abdicación de las responsabilidades estatales.
Dentro de la legislación mexicana se contempla a la seguridad pública como un
servicio y una función del Estado. A partir de la reforma constitucional de 1994, la
seguridad pública se convirtió en una responsabilidad explícita del Estado
mexicano, una responsabilidad compartida entre los 3 niveles de gobierno; es
decir, del Estado en su conjunto. El fin es mantener o establecer el orden y la paz
pública. El artículo 21 de la Constitución establece que:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal,
los Estados y los Municipios, en las respectivas competencias que esta
Constitución señala […] La Federación, el Distrito Federal, los Estados y los
Municipios se coordinarán, según los términos que la ley señale, para establecer
un sistema nacional de seguridad pública. Ya desde 1983 se responsabilizó al
municipio de la seguridad pública; en las reformas al artículo 115 constitucional se
estableció que:
III. Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y servicios públicos siguientes:
h).- Seguridad pública, en los términos del artículo 21 de esta Constitución, policía
preventiva municipal y de tránsito
VII. La policía preventiva estará al mando del presidente Municipal, en los términos
del reglamento correspondiente. Aquélla acatará las órdenes que el Gobernador
del Estado le transmita en aquellos casos que éste juzgue como de fuerza mayor
o alteración grave del orden público.
Si bien esta reforma permitió que el municipio se encargara de la vigilancia
preventiva, de establecer reglamentos de policía y buen gobierno, así como
establecer las reglas de comportamiento demandado a sus ciudadanos en los
espacios públicos, para la década de 1990 era evidente que la delincuencia había
rebasado al municipio.
Otro aspecto dentro de las reformas de 1994 fue la inclusión de cambios al artículo
73, para facultar al Congreso de la Unión para que creara y legislara esta nueva
coordinación en materia de seguridad pública. El resultado de esta reforma fue la
Ley General que Establece las Bases para la Coordinación del Sistema Nacional
de Seguridad Pública (aprobada en 1994 y reformada en el 2000). Dentro de esta
legislación se define cómo entiende la federación el concepto de seguridad
pública; el artículo 3 dice que la seguridad pública es la función a cargo del Estado
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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para salvaguardar la integridad y los derechos de las personas, así como
preservar las libertades, el orden y la paz pública. Esto se logra mediante la
prevención, persecución y sanción de las infracciones y delitos, así como la
reinserción social del delincuente y del menor infractor.
Asimismo, es responsabilidad del Estado combatir las causas de la delincuencia y
desarrollar políticas y acciones que fomenten en la sociedad valores culturales y
cívicos que induzcan el respeto a la legalidad. Para lograr estas metas cuenta con
un sistema de seguridad pública formado por distintas instituciones, cada una con
una competencia específica. Estas son la policía preventiva, el ministerio público,
los tribunales, la prisión preventiva, la ejecución de penas, el tratamiento de
menores infractores, la protección a instalaciones y servicios estratégicos, entre
otras.
Mediante esta legislación, el gobierno federal busca coordinar e integrar las
distintas áreas de gobierno --federales, estatales y municipales-- relacionadas con
la seguridad pública. Parte del objetivo era recuperar el lugar que correspondía a
las instituciones de seguridad pública frente a otras organizaciones que las
estaban rebasando, así como reglamentar el trabajo de la policía dentro de un
nuevo marco jurídico.
La labor del Estado en materia de seguridad pública ha sido duramente
cuestionada desde hace décadas, y no podemos negar la existencia de serias
complicaciones internas que dificultan la meta de ofrecer un país en el que la
seguridad no sea una promesa sino una realidad.
1.1. EL ESTADO COMO GARANTÍA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
Las sociedades, en las diferentes etapas de desarrollo, han practicado varias
formas de organización política, es decir, distintos modos de establecer las
normas que permiten la convivencia entre las personas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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En algunos grupos primitivos, los ancianos se encargaban de establecer las
normas. En Atenas, ciudad-Estado de Grecia antigua, los ciudadanos se reunían
en la plaza pública para tratar los asuntos de la colectividad y establecer las
normas sociales.
En la Edad Media, los reyes establecieron normas y concentraron en su persona
todo el poder del Estado, es decir, instauraron gobiernos absolutistas.
Siglos más tarde, en la época moderna, se produjeron importantes cambios en la
forma de establecer las normas: se reconoció la autoridad de las instituciones
políticas encargadas de formular las leyes, que debían ser obedecidas por todos
los habitantes del reino. De este modo se sentaron las bases para el surgimiento
del Estado moderno.
Los pueblos sometidos a un poder extranjero generaron una conciencia de
identidad nacional que, más tarde, les permitió luchar por su independencia. De
esta manera elaboraron normas jurídicas de acuerdo con sus intereses, eligieron
un gobierno propio y surgieron como Estados-Nación.
México se constituyó como Estado- Nación en 1821, cuando se independizó de
España. Los mexicanos crearon sus propias leyes, establecieron los límites del
territorio nacional y formaron su propio gobierno. De acuerdo con la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, la forma de gobierno de México es la
república representativa, democrática y federal.
El Estado-Nación es una forma de organización política constituida por grupos
humanos que hablan la misma lengua, tienen un pasado histórico y cultura
comunes. Sus elementos constituidos son el territorio, la población y el gobierno.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Respecto al concepto y función del Estado, podemos señalar que es la institución
política que representa los intereses de la sociedad; su función consiste en
fortalecer la convivencia entre las personas. Surgió para ejercer la autoridad y
garantizar él respecto de los derechos de las personas de acuerdo con la ley.
“El Estado es un pueblo organizado bajo un poder soberano para la consecuencia
de sus intereses”. La Administración es la actividad principal del Estado para el
cumplimiento de sus fines.
Actualmente, el Estado constituye una forma de organización política
característica de las sociedades modernas. El Estado mexicano tiene su
fundamento en la Constitución Política y está integrado por el territorio, la
población y el gobierno. De acuerdo con el artículo 49 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, el Supremo Poder de la Federación se divide,
para su ejercicio, en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Este artículo establece la
división de poderes, que es una de las características fundamentales de las
repúblicas democráticas y representativas.
Entendiendo por gobierno al conjunto de personas e instituciones que tienen la
responsabilidad de conducir las acciones del Estado; de acuerdo con la ley, el
gobierno y las instituciones ejercen la autoridad sobre la sociedad.
El gobierno de la nación mexicana está representado en su sentido amplio, por la
integración y funcionamiento de tres poderes, como lo establece el Artículo 49
constitucional, o sea, el Estado mexicano, se divide para su ejercicio en los
poderes Legislativo, Ejecutivo y judicial.
A) PODER LEGISLATIVO
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El poder legislativo se deposita, según al Artículo 50 de la Constitución, en un
congreso general, que se divide en dos Cámaras, una de Diputados y otra de
Senadores.
Las dos Cámaras reunidas constituyen el congreso general o Congreso de la
Unión. La Cámara de Diputados está integrado por 500 diputados, de los que 300
son electos de manera directa por el voto mayoritario de los ciudadanos, y 200
según el principio de representación proporcional, y representan todos en conjunto
y cada uno por sí solo, a la nación, al pueblo, en el senado del Poder Legislativo, y
duran en su cargo tres años.
La Cámara de Senadores está compuesta por 128 miembros electos por el voto
directo de los ciudadanos pero, a diferencia de la otra Cámara, representan en el
Poder Legislativo a los estados o entidades federativas que componen los Estados
Unidos Mexicanos (31 estados y el D.F.), se eligen cuatro senadores por cada
entidad y duran en su cargo seis años.
La Cámara de Diputados y de Senadores tienen facultades expresas señaladas en
la propia Constitución, siendo la principal legislar, creando o modificando las leyes
que el país requiere y funcionan en periodos ordinarios y extraordinarios de
sesiones; los ordinarios se dividen en dos periodos, el primero del 1° de
septiembre al 15 de diciembre de cada año, y el segundo, del 15 de abril al 15 de
julio; los extraordinarios pueden ser durante el resto del año si es convocado por la
comisión permanente. Durante el receso del congreso, o sea, durante los meses
de enero a abril, julio y agosto, el Poder Legislativo está representado para sus
funciones constitucionales por la Comisión Permanente integrada por 15 diputados
y 14 senadores, nombrados por sus respectivas Cámaras en víspera de la
clausura del periodo ordinario de sesiones.
B) PODER EJECUTIVO
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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De acuerdo con el Artículo 80 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos “se deposita el ejercicio del Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en
un solo individuo, que se denominará presidente de los Estados Unidos
Mexicanos”.
En México, el Poder Ejecutivo está representado por el presidente de la República,
quien concentra más poder que ninguna otra institución del país, pues es a la vez
jefe del Estado Mexicano, jefe del gobierno mexicano, y jefe de las Fuerzas
Armadas de México. Como jefe del Estado, el presidente de los Estados Unidos
Mexicanos representa y simboliza la unidad nacional y la soberanía del poder
mexicano.
El jefe del Poder Ejecutivo es electo cada seis años por una mayoría de
ciudadanos, pero al llegar a su alto cargo no sólo representa a esa mayoría sino a
todos los mexicanos. El Poder Ejecutivo se integra además con los secretarios de
Estado, jefes de Departamento y directores de instituciones descentralizadas y
empresas del Estado o paraestatales.
La Constitución establece expresamente las facultades que tiene el presidente de
la República, siendo sus principales obligaciones guardar y hacer guardar la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella
emanen; desempeñar leal y patrióticamente el cargo y mirar en todo por el bien y
prosperidad de la unión, o sea, de la federación, según se prevé en el texto del
artículo 87 de la Constitución que el presidente pronuncia de viva voz al rendir su
protesta del cargo ante los representantes de la nación.
Tiene nuestro sistema republicano federal y representativo tres niveles básicos de
expresión real en todo el país. Ellos son el Poder Ejecutivo de la federación o
presidente de los Estados Unidos Mexicanos; el jefe del Poder Ejecutivo de cada
uno de los 31 estados, o sea, los gobernadores de esos estados y los presidentes
de los ayuntamientos, a quienes se les conoce como presidentes municipales. Al
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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respecto, el artículo 115 establece que los estados adoptarán para su régimen
interior la forma de gobierno republicano, representativo y federal, teniendo como
base su división territorial y su organización política y administrativa al municipio
libre.
Cada municipio es administrado por un ayuntamiento de elección popular directa y
no hay ninguna autoridad intermedia entre el ayuntamiento y el gobierno del
estado; los municipios administrarán libremente su hacienda, y los estados y
municipios en el ámbito de sus competencias, expedirán las leyes, reglamentos y
disposiciones administrativas que necesiten para sus fines legales. Los
ayuntamientos están integrados por un número determinado de regidores, según
la población de cada municipio, entre los que se distribuyen las áreas de trabajo o
responsabilidad social.
En el seno de las tres grandes entidades, federación, estados y municipios, existe
electo un titular de un poder ejecutivo, administrativo y político que no admite
dentro de su jurisdicción y competencia otro poder más arriba o superior; en su
respectivo campo territorial y poblacional funcionan por igual los otros dos
poderes: el Legislativo y el Judicial, pues la federación tiene su congreso general
que comprende a la Cámara de Diputados y a la Cámara de Senadores y el Poder
Judicial Federal. Los 31 estados tienen su poder legislativo, o sea, la Cámara local
de Diputados para legislar y darse sus propias leyes (en el D. F., la Cámara
Local), así como sus propios poderes judiciales representados en los tribunales
superiores de justicia de cada Estado. Los municipios cuentan con cuerpos
colegiados que son los ayuntamientos reunidos con todos sus regidores, los que
están facultados para colaborar y aplicar reglamentos o disposiciones relativas al
gobierno y administración municipal, e igualmente, los municipios disponen de su
poder judicial a través de los jueces municipales que existen para el conocimiento
y resolución jurisdiccional de conflictos o problemas que por su baja cuantía o
gravedad son de su competencia.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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C) PODER JUDICIAL
Conforme al Artículo 94 de la Constitución, el ejercicio del Poder Judicial se
deposita en una suprema Corte de Justicia, en Tribunales de Circuito, Colegiados
en materia de amparo y Unitarios en materia de apelación y en Juzgados de
Distrito.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación se compone de 11 ministros y funciona
en pleno o en salas como órgano colegiado. Es la propia Constitución quien
establece la competencia de la Suprema Corte; los periodos de sesiones; el
funcionamiento del pleno y de las salas; las atribuciones de los ministros; el
número y la competencia de los tribunales de circuito y de los jueces de distrito
dispersos por todo el país, así como las responsabilidades en que incurren los
funcionarios y empleados de ese Poder Judicial de la Federación.
Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación son nombrados por el
presidente de la República, siendo sometidos sus nombramientos a la aprobación
de la Cámara de Senadores, la que otorgará o negará esa aprobación dentro del
término de diez días. Los magistrados de tribunales de circuito y jueces de distrito
son nombrados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Se debe destacar que miembros del Poder Legislativo elabora o aprueba las leyes
del país, el Poder Ejecutivo es el responsable de velar por su aplicación y
cumplimiento y por su parte el Poder Judicial, a través de sus respectivos
ministros, magistrados y jueces, es el órgano encargado de llevar a cabo la
interpretación de las leyes para su justa y exacta aplicación en los casos
concretos; es la responsable de velar por la seguridad jurídica de las personas y,
mediante el juicio de amparo, proteger a las personas contra las violaciones a la
Constitución y a las Garantías Individuales y sociales en que incurran las
autoridades en perjuicio de aquéllas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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ESTADO DE DERECHO.
El Estado de derecho se refiere a un modelo de Estado nacido con las
constituciones modernas y caracterizadas:
a) En el plano formal, por el principio de legalidad, en virtud del cual todo
poder público está subordinado a leyes generales y abstractas que
disciplinan sus formas de ejercicio y cuya observancia se halla sometida al
control de legitimidad por parte de jueces separados del mismo e
independientes;
b) En el plano sustancial, por la funcionalidad de los poderes del Estado al
servicio de la garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos,
mediante la incorporación limitada en su constitución de los deberes
públicos correspondientes, es decir, de las prohibiciones de lesionar los
derechos de libertad y de las obligaciones de dar satisfacción a los
derechos sociales, así como de los correlativos poderes de los ciudadanos
de activar la tutela judicial.
El mantenimiento de la seguridad, tanto frente al enemigo exterior como frente a
las dimensiones interiores, debe constituir el fin del Estado y el objeto de su
actividad. El verdadero alcance de la actividad del Estado abarca todo aquello que
puede realizar en bien de la sociedad, pero sin lesionar el principio expuesto
anteriormente.
El fin del Estado puede ser doble: puede proponerse fomentar la felicidad o
simplemente evitar el mal el cual puede ser, a su vez, el mal de la naturaleza o el
de los hombres. Si se limita al segundo fin, busca solamente la seguridad.
La seguridad es una de las funciones principales del Estado. El hombre, según
Rousseau, Locke y Hobbes, se une en sociedad para protegerse de otros y de sí
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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mismo. El hombre le otorga al Estado/autoridad la facultad para ejercer la violencia
con el fin de garantizar el orden y la paz dentro de cada sociedad organizada. En
un principio fueron los hombres fuertes de una comunidad, después los señores
feudales y el rey/emperador; hoy día, es el Estado moderno el que asume esta
responsabilidad, basándose en una normatividad que establece las conductas
aceptadas que permiten la convivencia civil, así como un aparato que busca
garantizar y ejercer estas reglas y castigar a aquellos que deciden transgredirlas.
Los Estados democráticos contemporáneos presuponen la existencia de un
estado de derecho que no sólo regula la convivencia entre los ciudadanos, sino
que también limita el poder del Estado para ejercer la violencia. Se supone que
éste no usará la represión, ni buscará el orden público a cualquier costo. Existen
condiciones y pasos que deben seguir. En el caso mexicano, todos estos quedan
incluidos dentro de la Constitución, los códigos penales, los códigos de
procedimientos penales y otras legislaciones que esbozan los derechos y
obligaciones del ciudadano frente al Estado.
La existencia de seguridad no significa necesariamente la vigencia del estado de
derecho, ni que esta seguridad vaya acompañada de justicia. Es por ello vital
recalcar que no es suficiente que una política garantice seguridad. Si ésta no
genera justicia, ni adhesión a las leyes de la nación y pasa por alto los derechos
humanos y las garantías constitucionales, es una política que no cumple con su
cometido. La seguridad tiene que ir de la mano de la justicia y el estado de
derecho. Las políticas que no responden a esta necesidad no son congruentes
con la normatividad que regula el respeto a los derechos de la población.
Uno de los problemas sociales de México que más están afectando actualmente a
la ciudadanía es el de la delincuencia. Este fenómeno, que no sólo lesiona el
patrimonio y la integridad física de las personas, sino también conlleva un
deterioro en el estado de derecho, desalienta la inversión - principalmente la de
largo plazo-, debilita la base competitiva del sector productivo nacional y, por
ende, disminuye el potencial de crecimiento económico del país.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Dado que entre las características inherentes a la existencia de un estado de
derecho está el adecuado control de las actividades delictivas, es fundamental que
las autoridades combatan eficazmente la delincuencia con el fin de poder
mantener un ambiente institucional que propicie la competitividad y el progreso de
México.
Por sus características, la seguridad pública es un bien público que debe ser
provisto por el Estado, tanto para cumplir con su función esencial de proteger los
bienes y la integridad física de las personas, como para que se alcance un nivel de
seguridad socialmente eficiente que promueva el desarrollo del país.
Un bien público presenta dos propiedades esenciales: la primera se refiere al
principio de no-rivalidad en el consumo -el consumo de un bien público por un
individuo no limita el consumo del mismo bien por otro individuo-; y la segunda, al
principio de no-exclusividad -no se puede excluir a otros consumidores del
consumo o "disfrute" del bien. La seguridad pública satisface ambos atributos ya
que no es posible racionar su provisión a la sociedad, ni discriminar a ciertos
segmentos de la población de su uso. De dejársele al sector privado la provisión
del servicio de seguridad, su producción no sería suficiente para proteger a la
totalidad de los ciudadanos equitativamente, pues no todos estarían dispuestos a
pagar su costo una vez provisto el servicio por otros individuos.
En virtud de las dos propiedades de bien público, el sistema de seguridad pública
será socialmente eficiente sólo si protege colectivamente a todos los ciudadanos.
Este propósito se reconoce plenamente en la Constitución, la cual establece como
obligación del Estado, en su artículo 21, la protección efectiva para la generalidad
de los ciudadanos. La eficiencia social deriva de que los beneficios de una
adecuada seguridad pública multiplican los beneficios privados que obtienen los
ciudadanos. Es decir, un sistema de seguridad eficiente no sólo genera beneficios
privados a las personas y a las empresas, como sería una adecuada protección a
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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la integridad física y a los bienes e inversiones, sino también genera la prevalencia
de un estado de derecho cuyos beneficios, en la esfera social, se traducen en un
ambiente propicio para que los individuos y las empresas desarrollen, sin la
incertidumbre de la inseguridad, sus actividades productivas.
De una manera contraria, cuando existe un ambiente de inseguridad, se generan
importantes costos sociales adicionales a los costos privados. Esto es manifestado
por las personas o empresas, ya que deben protegerse de ser víctimas de un
delito. La protección de la integridad física y la propiedad de los bienes requiere,
entre otras cosas, que suspendan ciertas actividades -lo que limita la libertad-, se
instalen alarmas u otros mecanismos de defensa, e incluso, en casos extremos,
las personas adquieran armas de fuego para defenderse de propia mano o
decidan, sencillamente, mudarse de ciudad o país. Por lo que respecta a los
costos sociales, la delincuencia y la inseguridad pública conllevan a la falta de un
estado de derecho cuyas consecuencias económicas son, entre otras, el cierre de
empresas y la cancelación de inversiones, lo cual conduce a una pérdida de
fuentes de empleo y de generación de riqueza.
Con base en lo anterior, es fundamental que el Estado provea un sistema de
seguridad pública que dé a todos los que componemos la sociedad, protección y
acceso adecuado a la justicia. La efectiva protección de la ciudadanía y de sus
bienes favorece la creación de empresas, la inversión y la generación de empleos,
elementos indispensables para el progreso del país.
En México se han iniciado los cierres de empresas o la cancelación de inversiones
por la inseguridad, generándose importantes costos sociales implícitos para
nuestro país. De ahora en adelante es necesario que la autoridad redoble
esfuerzos para proteger la integridad física de las personas y la propiedad de sus
bienes, no sólo porque son derechos inalienables de los ciudadanos, sino también
para alcanzar los beneficios sociales de un ambiente de seguridad que permita la
realización de un mayor desarrollo económico y social.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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1.2. ANÁLISIS Y RUMBO SOCIAL
En México, la seguridad y el control de las instituciones responsables de ella no
han sido un tema central de discusión del proceso de transición, por la naturaleza
civil del régimen mexicano. A partir de 1996 la seguridad pública comenzó a llamar
la atención de la opinión pública por el incremento percibido en robo de autos,
asaltos a transeúntes, robo en transporte público y la ola de secuestros en el
Distrito Federal y provincia. En el Distrito Federal, por ejemplo, el promedio diario
de delitos del fuero común denunciados ante el Ministerio Público local aumentó
de 366 en 1993 a 679 en 1996 y a 700 en 1997.
La criminalidad en México ha presentado un crecimiento importante durante los
últimos años. El aumento de la delincuencia en el país ha sido de tal magnitud,
que ha ocasionado un fuerte sentimiento de inseguridad entre la población,
particularmente en la del Distrito Federal.
Antes de presentar las cifras de la delincuencia, cabe resaltar que en México
existen dos órdenes en la persecución de los delitos: los del fuero común y los del
fuero federal. Los primeros son responsabilidad de las autoridades locales,
mientras que los segundos, de las federales. Dado que la mayoría de los delitos
que afectan a los ciudadanos son del fuero común, éstos son los de mayor
relevancia para el análisis. Para puntualizar su importancia, en el año 2000 se
identificaron cinco presuntos delincuentes del fuero común por cada uno del
federal.
Es importante advertir que en México no existe información histórica a nivel
nacional sobre el número de denuncias. La información disponible se refiere al
número de presuntos delincuentes registrados en los juzgados de primera
instancia por fuero. Dada la limitación de la información, se usará el número de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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presuntos delincuentes como una variable próxima del problema de la
delincuencia.
Una de las primeras complicaciones al estudiar la seguridad pública es que no hay
una definición única y precisa acerca de lo que es. Cada autor, cada dependencia
gubernamental tiene una definición distinta, dependiendo de sus funciones,
objetivos, intereses e inclinación política. Sin embargo, es posible hacer ciertas
generalizaciones. Por ejemplo cuando se habla de seguridad cada quien la
percibe de distintas maneras; esto se debe a la naturaleza dual de este término.
Tiene tanto una connotación objetiva, como una subjetiva; es decir, al hablar de
seguridad, cualquier tipo de seguridad, no sólo se hace referencia a la realidad
palpable, sino también a una percepción individual o colectiva sobre el tema. Por
consiguiente, tomar en cuenta la percepción ciudadana es crucial para las políticas
de seguridad pública. No siempre sucede que las zonas con menores índices de
criminalidad sean las zonas dónde los ciudadanos dicen sentirse más seguros, y
viceversa. En la relación de datos del índice de denuncias y el índice de
percepciones sobre la seguridad que hace el Instituto Ciudadano de Estudios
Sobre Inseguridad (ICESI), queda claramente establecido que no hay una relación
directa entre los índices de denuncia y la percepción de inseguridad (ICESI, 2001,
Gaceta informativa 2). Es importante recalcar este punto porque cualquier política
encaminada a mejorar la seguridad de los ciudadanos tiene que tomar en cuenta
el carácter subjetivo de la seguridad y diseñar estrategias no sólo para disminuir el
número de delitos cometidos, sino para que los ciudadanos se vuelvan a sentir
seguros y regresen a los espacios públicos.
Académicos mexicanos proponen cambiar el concepto de seguridad pública por el
de seguridad ciudadana, como ya ha sucedido en otros lugares de América Latina
(M. Sarre, 2001, pp. 83-114). Sus argumentos principales son que tanto la
seguridad como la justicia deben alcanzarse utilizando medios democráticos,
dentro del marco del estado de derecho. Es decir, la gestión democrática se debe
convertir en una herramienta para alcanzar estas metas. Al cambiar el concepto
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
31
de seguridad pública por seguridad ciudadana, la ciudadanía se convierte en
destinataria de las políticas de seguridad, es a ella a quien sirve la seguridad y no
a la autoridad. Lo que ahora se debe privilegiar es que las políticas de seguridad
respondan a las necesidades de los ciudadanos, y garanticen el respeto a sus
derechos. La seguridad es, al fin y al cabo, un derecho básico de todo ciudadano y
ciudadana.
Es así como se trata de establecer un antes y después en las políticas de
seguridad; aquellas en las que el Estado era el actor central y respondían a sus
intereses (llamada entonces seguridad pública) y hoy día, políticas de seguridad
que responden a y ante el ciudadano (seguridad ciudadana). Miguel Sarre
propone una definición de seguridad ciudadana al describirla como: “una actividad
político-administrativa, la cual podría medirse por los resultados en la acción del
Estado ante las faltas administrativas y la prevención de delitos” (M. Sarre, art. cit.,
p. 86).
Sarre diferencia la seguridad ciudadana del sistema de justicia penal, y define a
este último como: “persecución, defensa y juicio, sanciona a los responsables de
los delitos y proteja a los inocentes para responder exclusivamente a normas
jurídicas y no a criterios de conveniencia u oportunidad” (Ibíd., pp. 86-87).
Es importante marcar la diferencia, porque como se mostrará más adelante, para
el Estado mexicano la seguridad pública no se limita a la prevención del delito,
sino también a la persecución e investigación de los delitos cometidos. Aun
recalcando estas distintas etapas, tiene que haber una visión sistémica del
sistema penal en su conjunto, dónde la fase de prevención del delito (seguridad
ciudadana para Sarre y muchos otros), justicia penal y readaptación social vayan
de la mano. Si cualquiera de estas etapas no funcionan cabalmente alguna de las
otras dos lo va a resentir; sin acceso efectivo a la justicia, sin un sistema
penitenciario eficiente será muy difícil poder gozar de seguridad plena.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
32
El modelo de seguridad ciudadana debe considerar algunas condiciones que han
quedado de lado en la antigua concepción de seguridad pública.
Primeramente, debe buscar garantizar la igualdad de acceso de todos los
ciudadanos al sistema penal; debe buscar un equilibrio entre las exigencias
legítimas de protección de los individuos y las garantías constitucionales de los
ciudadanos; puede experimentar con un abanico más amplio de medidas para la
resolución de conflictos (mediación, conciliación, negociación, penas alternativas);
debe incluir a las víctimas dentro del proceso de resolución de conflictos de
carácter penal; debe buscar educar a la ciudadanía en temas de justicia y
derecho, debe admitir la participación de la sociedad civil en las discusiones y
buscar la transparencia de sus procesos e información. Por último, también se
propone que la seguridad ciudadana forme parte de una estrategia más amplia de
desarrollo social (J. M. Rico y L. Chinchilla, 2002, pp. 176-177). Tal vez este último
requisito resulte ser el más complicado para crear una política de seguridad
ciudadana, pues se convierte en parte de la discusión sobre los elementos y
factores que realmente producen la inseguridad y la criminalidad: como el
desempleo, la marginación, la ignorancia. Y si la inseguridad tiene como origen
una infinidad de problemas sociales, ¿cuántos de estos problemas realmente
puede atender el sistema penal? Es decir, si se acepta esta premisa, entonces él
éxito de las distintas instituciones estatales encargadas de garantizar la seguridad
depende de que se alcance el de bienestar y la justicia social.
El ser humano es un ser de individual de naturaleza social. Como individuo es
persona, es decir, es un compuesto inseparable de materia y espíritu. La
materialidad le impone necesidades fisiológicas tales como comer, vestir, habitar,
cohabitar, que deben ser satisfechas de acuerdo a su dimensión espiritual, es
decir, a su racionalidad y a su voluntad. La espiritualidad le plantea necesidades
de conocer, reflexionar, decidir-participar, de solidaridad, estéticas, etc. En este
aspecto de la espiritualidad, la discusión en todo caso se centra en si esta
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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espiritualidad es trascendente o no y en si es de naturaleza distinta o no a la
materia.
Los seres humanos además de ser individuos, es decir, seres únicos e indivisibles,
son seres sociales, es decir, son seres que para sobrevivir y desarrollarse como
seres humanos necesitan de la cooperación y del auxilio de los demás seres
humanos.
La sociedad mexicana entiende hoy más que nunca la seguridad como un valor
necesario e importante en la vida cotidiana. Es un concepto muy amplio en el
imaginario colectivo que puede incluir, desde la concepción de una vida “en paz”,
pasando por la legalidad del estado de derecho, hasta simplemente no ser víctima
de un delito.
La seguridad entonces es un tipo de valor que se aprecia aunque no se encuentra
y precisamente, porque no se encuentra con facilidad, se le añora y aprecia más
de lo que sería el caso si estuviera presente.
Ocupa en la jerarquía de valores en la sociedad una alta responsabilidad, y la
tendencia que puede descubrirse mediante la investigación es que seguirá siendo
una constante en la vida de las personas y de la nación. Los mexicanos de hoy
reclaman con voz más fuerte seguridad para nuestro país, prueba de ello es el
número cada vez más creciente de redes sociales y organizaciones civiles que se
conforman para hacer frente a todo aquello que supone la inexistencia de
seguridad (violación de los derechos humanos, delincuencia organizada, tráfico y
consumo de drogas, etc.).
Es necesario emprender acciones que repercutan en la construcción del bien
común de que es condición necesaria el orden y respeto que debe imperar en la
vida pública.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El ascenso del hombre desde las cavernas, ha estado marcado por la transmisión
de los avances culturales de un grupo a otro y de una civilización a otra.
En la sociedad existen personas con intereses, aspiraciones y necesidades
diferentes y, en ocasiones, contrarias. Con frecuencia surgen divergencias entre
compradores y vendedores, entre patrones y trabajadores, entre miembros de una
familia.
La dinámica social impulsa la necesidad de sustentar este Sistema de Auxilio a las
Víctimas del delito como parte de la protección jurídica que el Estado debe
otorgar, garantizando así un Sistema de Seguridad Pública más eficaz; cualquier
medida que se tome para el combate de la inseguridad resultará inadecuada sino
se retoma la atención que deben recibir tanto las víctimas directas como indirectas
del delito.
La seguridad de las personas en lo individual, de sus familias y de los demás, es
decir de tranquilidad de vivir en colectivo, depende de varios factores entre los que
la percepción que la sociedad tenga de ella será determinante.
Las políticas y programas para garantizar la seguridad de todos, deben, sin duda,
evitar la comisión de delitos, pero también promover en la ciudadanía la certeza de
que eventos de este tipo serán lejanos y no, como pareciera ser por las encuestas
de opinión pública, como inminente.
No es sino hasta los años 70’s que paulatinamente se fueron incrementando en
los Sistemas Penales principios democráticos acerca de los derechos humanos y
en especial de las víctimas del delito y que fueron conformando un Sistema Penal
moderno.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Las políticas públicas en materia de educación, salud, desarrollo social y
seguridad pública deben tener un hilo conductor para mostrar mayor éxito en la
prevención de la delincuencia y la violencia.
El Sistema de Auxilio a Víctimas existente en el Distrito Federal, es sin duda un
pilar fundamental dentro del Sistema de Justicia en nuestro país, a través de él no
sólo se cumple un mandato Constitucional, sino que ha generado un precedente
en la atención a las víctimas del delito, lo cual ha permitido que no se queden en el
desamparo institucional, lo que provocaba una sobre victimización.
Distinguir entre el bien y el mal entonces, es una cuestión cultural que puede
variar según la sociedad y el momento. Recorriendo a una obviedad, no es lo
mismo matar durante una guerra o fuera de ella. Quien lo hace en el primer caso
es un héroe, en el segundo un asesino.
La violencia es considerada como un fenómeno aprendido y el primer espacio
donde se establecen las condiciones para su adquisición es el hogar, tomando
como modelo a los padres, hermanos y otros familiares.
Herbert Marcuse, en el hombre unidimensional, señala que el conflicto no resuelto
entre los intereses vitales del hombre y las exigencias de la estructura social
opresiva e irracional constituye la neurosis básica de la sociedad moderna.
De esta manera una política nacional para prevenir la violencia asociada a la
delincuencia, debe tomar en cuenta la pluri-etnicidad del país, así como las
rápidas transformaciones que se viven el interior de ciertas regiones. Las medidas
preventivas deben enfocarse hacia la reducción de las conductas de riesgo, hacia
los factores de riesgo para la violencia, potenciando aquellas conductas que
promuevan la protección. Las medidas pueden estar dirigidas hacia toda la
población (prevención universal) o a grupos de mayor riesgo como los niños que
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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han sido sujetos de abuso, jóvenes desempleados y fuera del sistema escolar, así
como hogares monoparentales (prevención indicada).
En el antiguo régimen, el rey se erigía en el soberano y sustentaba sus potestades
en el poder divino que le era otorgado por Dios. Por lo tanto, no se requería que
rindiera cuentas a nadie; no existían mecanismos de control al ejercicio del poder
en su persona se encarnaban las facultades de decisión última, en todos los
ámbitos de la vida social, tanto pública como privada.
Estas características de ejercicio del poder derivaron en un absolutismo. Aun
cuando en el contexto espiritual-cultural de la Edad Media se manifiestan
tendencias doctrinales, teológicas y filosóficas limitadoras de la voluntad
omnímoda de la autoridad, se trata siempre de limitaciones y controles más bien
de carácter ético-religioso e iusnaturalista que no autorizan todavía, en modo
alguno hablar de un Estado de Derecho.
Como una respuesta al ejercicio ilimitado y por lo tanto incontrolado del poder
durante la época del absolutismo fueron planteados por los hombres del
iluminismo primero y después por los de los de la ilustración, con las más
importantes críticas a ese régimen, así como de los fundamentos filosóficos que
permitieron construir el Estado moderno.
El humanismo colocó al hombre en el centro de la atención. El poder, en este
orden de ideas, únicamente podría justificarse en forma racional, siempre y
cuando fuera en beneficio del ser humano.
Desde esta perspectiva, el Estado contemporáneo se construyó por voluntad de
los hombres para beneficio de éstos, y no a la inversa. La única fuente de
legitimación del ejercicio del poder residiría, a partir de entonces, en la garantía del
libre ejercicio de los derechos y libertades del hombre, pensamiento éste que se
cristalizó en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Trasladar la fuente de legitimación del poder público de una deidad a la libertad
del individuo constituyó uno de los pilares fundamentales para la construcción del
Estado de derecho, y significó que la libertad del ser humano más que un límite al
ejercicio del poder es lo que le da fundamento y sentido.
A partir de una reformulación del pensamiento político, la legitimación con que se
detenta y ejerce el poder público transita del poder de la autoridad al del
ciudadano: se lleva a cabo una transformación en los fundamentos del ejercicio
del poder que incluso ahora, no termina de comprenderse o de hacerse efectiva; el
rey deja de erigirse en fuente y destino del poder, toda vez que las atribuciones le
han sido conferidas por voluntad del pueblo –que ahora es el soberano. Tales
facultades pueden y deben ser ejercidas con la facilidad de garantizar el ejercicio
de los derechos de las personas.
En este orden de ideas, los derechos del hombre no constituyen límites al poder
del Estado, sino que se erigen en el verdadero sustento que le otorga legitimidad a
la autoridad.
1.3. SITUACIÓN ACTUAL DE LA SEGURIDAD PÚBLICA
La violencia que padecemos actualmente la población mexicana se traduce en un
problema de seguridad pública, tanto por la dimensión que ha adquirido la muerte
por dichas causas como por los efectos materiales y emocionales que ocasiona.
Su origen se encuentra en factores históricos, demográficos, psicológicos,
económicos, biológicos, sociales, entre otros.
La seguridad en México se deterioró en cincuenta años, en un proceso constante
y acumulativo, no en un incidente instantáneo y único. Las características básicas
de la violencia delincuencial actual son cinco: incorporación de nuevas
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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tecnologías, fuerte dosis de violencia, alto grado de desafío, amplia organización y
alta virulencia.
La seguridad pública es una demanda ciudadana que requiere atención prioritaria.
El presidente de la república en ese entonces Felipe Calderón Hinojosa propone
en materia de seguridad, lograr tres objetivos fundamentales:
1. Rescatar el espacio público dignificando zonas marginadas y espacios de
recreación, e incidiendo positivamente en aquellos problemas sociales que
son caldo de cultivo para la delincuencia organizada. La participación
ciudadana será indispensable en este campo.
2. Combatir la impunidad para que los delincuentes sepan que, realmente
serán, sancionados con estricto apego a derecho. Por ello, establecer un
mapeo y análisis sistémico del fenómeno delictivo en México es tarea
prioritaria en este rubro.
3. Garantizar los derechos de la víctima, protegiendo su identidad y
procurando el resarcimiento del daño causado.
De acuerdo con lo que el presidente de la república establece en la plataforma
electoral de su campaña, sus propuestas enfrentan el problema desde dos frentes.
El primero contempla la aplicación de una política preventiva y de cara a la
sociedad, pone en el centro del debate al ciudadano y sus derechos, y que utilice
como eje rector el desarrollo humano sustentable, pugnando por establecer
condiciones de vida dignas que prevengan el crimen y garanticen a todos el goce
de sus derechos y libertades.
El segundo frente implica seguir una política activa en el combate y sanción de los
delitos, mejorando para ello las herramientas con que cuentan los cuerpos
policiales, los ministerios públicos y los peritos investigadores, así como la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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capacidad y funcionamiento del sistema penitenciario. Supone incluir acciones en
el plano internacional para establecer convenios de colaboración y mejorar el
combate al crimen organizado como son el tráfico de drogas, de personas y de
mercancías.
La falta de seguridad pública ha minado la capacidad de los mexicanos de
alcanzar un desarrollo humano sustentable. Ante la creciente inseguridad
generada tanto por quienes operan por su cuenta como por los miembros del
crimen organizado la población ha sido obligada a modificar sus actividades
normales buscando evitar caer víctima de la delincuencia restringiendo su libertad
y poniendo en peligro su vida e integridad física.
Soporta también costos económicos importantes: desalienta la inversión, frena la
creación de empleos y restringe la posibilidad para que muchas familias puedan
acceder a un ingreso digno que les permita mejorar sus condiciones de vida,
incrementando la brecha de la desigualdad en el ingreso.
El problema de la inseguridad es muy serio. Según la Encuesta Internacional
sobre Criminalidad y Victimización, el promedio nacional de la población que se
siente algo o muy insegura en su entidad ronda el 44%, aunque en entidades
como el Distrito Federal, la cifra puede subir hasta 83%.
1.4. ESTADISTICAS DELICTIVAS DEL FUERO FEDERAL
En función del desempeño de las autoridades encargadas de dar protección y
vigilancia se observa que, a pesar de que el personal responsable de mantener la
seguridad pública aumentó en más de 57 por ciento de 1993 al 2000, su
efectividad para disminuir la delincuencia medido por el número de presuntos
delincuentes registrados en juzgados de primera instancia, ha sido casi nula, pues
no ha tenido ningún efecto visible en su reducción.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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A luz de la magnitud del crimen que ofrecen las cifras del ICESI, lo anterior nos
revela que la contratación de personal ha sido poco eficaz para disminuir la
delincuencia en el país. Mientras que en 1993 la razón entre personal y presuntos
delincuentes era de tres a uno, en el 2000 fue de cinco a uno. Esto quiere decir
que en el año 2000 se necesitaron dos elementos de seguridad adicionales para
que se consignara a un delincuente en comparación con los que se necesitaban
hace siete años.
En términos de recursos económicos, el gasto en seguridad se ha estado
incrementado paulatinamente desde principios de la década pasada. De 1990 al
2000 el gasto administrativo en seguridad pública, que incluye el gasto de las
entidades federativas y del Poder Ejecutivo, aumentó en 160 por ciento en
términos reales. En cuanto a la eficiencia del gasto en seguridad para disminuir la
delincuencia, se deberían esperar cambios en la tendencia de presuntos
delincuentes similares a los mencionados en relación con los aumentos en el
personal de seguridad.
Como se observa, el mayor presupuesto en seguridad pública no ha tenido ningún
efecto para reducir la delincuencia en términos del número de presuntos
delincuentes por cada 100,000 habitantes. La ausencia de una reducción en el
número de ellos indica una falta de eficiencia por peso gastado en seguridad.
De hecho, el presupuesto de 1996 permitía consignar el mismo número de
presuntos delincuentes que al del año 2000.
Por otra parte, una consecuencia fundamental del combate efectivo de la
delincuencia es una reducción en el riesgo de ser víctima de un delito. Sin
embargo, es claro que la percepción sobre el riesgo de ser víctima de la
delincuencia ha aumentado considerablemente en la sociedad mexicana, lo que
resulta de la ineficiencia del personal de seguridad para disminuir la delincuencia.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El riesgo que enfrentan los ciudadanos de ser víctimas de un crimen, las cifras
oficiales revelan incrementos importantes en el riesgo en los últimos años.
Los cambios en la probabilidad de que un ciudadano fuera víctima de un crimen
durante el periodo de 1990 al 2000. Destaca la tendencia creciente a lo largo de
todo el periodo, sin que se registre una disminución evidente después de los años
de la crisis de 1995 -año en que se alcanza un máximo-, cuando mejoran las
condiciones económicas.
Las probabilidades indican como medida del riesgo para la población que mientras
al principio de la década pasada (1991) una persona de 568 podría ser víctima de
un crimen, en el 2000 una de cada 529 personas podría serlo. Esto implica que,
en un lapso de diez años, el número de víctimas en el país con riesgo de sufrir un
delito ha aumentado en 11,682 de acuerdo a las cifras oficiales (13 nuevas
víctimas por cada 100,000 habitantes).
Naturalmente, el riesgo de ser víctima de un delito es considerablemente mayor
cuando se estima con la información disponible sobre denuncias, que es una
mejor medida del nivel de crimen que el número de presuntos delincuentes.
Utilizando las cifras que reporta el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP)
para el año 2001, una de cada 69 personas será víctima de un crimen, mientras
que utilizando las cifras del ICESI, una de cada 22 personas sufrirá un delito
(Revista Entorno de octubre de 2002). Se concluye que el riesgo estimado a
través de los presuntos delincuentes está subestimando el riesgo real por un factor
de 8, de acuerdo con el SNSP, y por un factor de 24 si se utilizan las cifras del
ICESI. Estos niveles de riesgo son alarmantes y reflejan la angustia de la
población respecto al problema de la inseguridad.
Por otra parte, en relación con la denuncia de los delitos de acuerdo con las cifras
que reporta el ICESI, sólo el 34 por ciento del total de las víctimas de la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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delincuencia reportaron el delito ante algún tipo de autoridad, y de ese porcentaje,
únicamente el 64 por ciento lo denunció ante el Ministerio Público.
En términos de la capacidad de las autoridades para responder a las denuncias de
la sociedad resalta que, de las denuncias presentadas ante el Ministerio Público,
sólo en 76 por ciento de los delitos denunciados se levantaron actas de denuncia.
Esto se resume en que, en el ámbito nacional, de cada 100 delitos cometidos,
únicamente 16 fueron documentados por las autoridades del Ministerio Público,
indicando la poca efectividad del proceso para contar con una relación real sobre
delitos y del problema de la delincuencia en el país.
Las entidades donde la proporción de víctimas que no denunciaron al haber
sufrido un delito fue mayor en el Distrito Federal (76 %por ciento).
Por lo que respecta a la efectividad de las autoridades para resolver sobre actos
delictivos, del total de las actas levantadas en el Ministerio Público durante el
2001, en 45 por ciento de los casos no pasó nada, en 23 por ciento de ellos la
denuncia no procedió, en 17 por ciento estaban en trámite y sólo en 11 por ciento
se consignó al delincuente.
Estas estadísticas reflejan por sí mismas la apreciación de poca efectividad y
desconfianza que tiene la sociedad en las autoridades encargadas del sistema de
administración de justicia y seguridad pública en el país. Dado que en 68 por
ciento de las denuncias (no pasó nada y no procedió la denuncia) no ocurre
absolutamente nada, esto explica a su vez, el alto nivel de víctimas que no
denuncian el delito. En otras palabras, en siete de cada diez denuncias
documentadas no se resuelve nada y sólo en una se consigna al delincuente.
El INEGI quien reportó cifras de la delincuencia en México que muestran un
vertiginoso ascenso en el 2001: el número de los presuntos delincuentes del fuero
común se incrementó en 122.9%, los delitos con violencia se incrementaron en
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69.4% (INEGI 2001. Estadísticas por tema. Estadísticas Sociodemográficas),
mientras que los robos y asaltos registraron un incremento de hasta 261.5%,
confirmando así la escalada de violencia.
Asimismo, registran el efecto en las tasas del crimen, es decir, que una vez que
las regulaciones de delincuencia se han incrementado significativamente, tienden
a mantenerse elevadas.
Por su parte el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad Pública
(ICESI) ha llevado a cabo cinco estudios sobre las víctimas que, alternadamente,
han abarcado las entidades federativas y algunas de las zonas urbanas más
importantes del país.
Dichos estudios permiten conocer datos acerca de la criminalidad que no revelan
las estadísticas oficiales, tales como la cifra negra, los patrones de los delitos, las
características de los delincuentes y la actuación de las autoridades encargadas
de la materia. Asimismo, el ICESI ha formulado propuestas para combatir
diferentes aspectos de la inseguridad en el país.
El INEGI en conjunto con el Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad
(ICESI), logró realizar la Tercera Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2004
(ENSI).
Dentro de esta tercera encuesta se recabó información relacionada con la
percepción de haber sido víctima de algún delito, así mismo se recabó la
percepción de la población en general con respecto a la inseguridad y la
evaluación de las autoridades policíacas.
Las cifras de la delincuencia en México muestran un vertiginoso ascenso en los
últimos veinte años: el número de los presuntos delincuentes del fuero común se
incrementó en 122.9%, los delitos con violencia se incrementaron en 69.4%
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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(INEGI, 2001), mientras que los robos y asaltos registraron un incremento de
hasta 261.5%, confirmando así la escalada de violencia. Asimismo, registran el
efecto inercial de las tasas del crimen, es decir, que una vez que las tasas de
delincuencia se han incrementado significativamente, tienden a mantenerse
elevadas.
Los datos que se presentan corresponden al periodo comprendido entre los años
2002 y 2004, para estos años el ICESI reportó que en Distrito Federal los delitos
cometidos fueron:
Año Delitos
2002 1, 808,201
2003 1, 684.963
2004 1,704,441
La Incidencia de delitos por género durante 2004 reporta:
947,579 Hombres
756,862 Mujeres
Total 1, 704,44117
Otros datos son resultado de la Cuarta Encuesta Nacional sobre Inseguridad en
zonas Urbanas, cuyo periodo de referencia es el año 2005.
Entre los resultados obtenidos dentro de dicha encuesta encontramos que, con
respecto al Distrito Federal la proporción es por cada diez habitantes tres han sido
víctimas de por lo menos algún delito durante su vida. De éstos la población de 18
años o más afirmó ser víctima en su ciudad, en donde la población
correspondiente a este rango de edad en el Distrito Federal es de 26.9%,
convirtiéndose en la entidad con él más alto porcentaje respecto a dicha
población.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Si bien la delincuencia afecta a toda la sociedad, la víctima es las más lastimada y
afectada por esta problemática, la estructura de personalidad, el tipo de delito y la
forma como se cometió el ilícito condicionan las secuelas que ésta experimenta.
De esta manera, la inseguridad pública es el reflejo de diversas contradicciones de
la sociedad que van desde los múltiples problemas que se pueden encontrar en el
sistema de procuración y administración de justicia hasta las transformaciones de
la familia en los últimos años. En la ciudad de México, este fenómeno se
constituye como uno de los problemas principales para el gobierno en cuanto a su
solución y la sociedad. Ante esta situación es de gran importancia conocer el
contexto del Distrito Federal.
1.5. DEFINICIONES SOBRE SEGURIDAD PÚBLICA Y SEGURIDAD
NACIONAL.
Para poder definir los conceptos de seguridad pública y seguridad nacional, es
necesario en primer término comprender la noción de seguridad. En general,
seguridad significa la cualidad de seguro; es decir, está ligado a las nociones de
garantía, protección, defensa, libertad, salvedad y tranquilidad ante las amenazas.
El término seguridad deriva del adjetivo securus y éste, a su vez, del verbo curare,
por lo que remite a la idea de cuidarse en toda la extensión de la palabra; la
seguridad entonces supone un concepto mucho más amplio que la protección, la
protección es la acción propiamente de auxiliar o socorrer, en cambio la seguridad
además de auxiliar es también prever y restablecer.
"La seguridad implica una exigencia fundamental del hombre que tiene por objeto
controlar su destino y disponer libremente de su propia vida; así, en el hombre la
seguridad no se presenta como un anhelo accidental o de coyuntura sino como
una parte esencial de su naturaleza racional. El hombre necesita proceder
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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racionalmente, con conocimiento de causa, es decir con certeza para intentar
lograr sus fines. La idea de seguridad está relacionada íntimamente con la
percepción de libertad y de orden social. El hombre requiere de mayor seguridad
en la medida que pretende ejercer libremente su libertad de manera responsable y
cuando, por consiguiente, valora el orden social establecido que le permite
condiciones para su desarrollo individual" (Rosas Ramírez, Salomón. México,
1998, p. 29).
"La seguridad es una necesidad de la persona y de los grupos humanos, así como
un derecho inalienable del hombre y de las naciones. Bajo cualquier ángulo tiene
un valor relevante, ya sea desde el punto de vista religioso, filosófico,
antropológico, sociológico, jurídico, político, económico o militar" (Thiago Cintra,
José, México, 1991).
El concepto de seguridad hay que entenderlo en su debida dimensión e
importancia de lo que significa para el desarrollo actual de una nación con
necesidades, intereses y aspiraciones propias. Si la acción humana se caracteriza
por el ejercicio de la libertad y de la racionalidad, los intereses individuales y
colectivos deben confluir en el proceso de convivencia social, de tal suerte que la
articulación armónica de ambos se oriente para alcanzar el desarrollo político,
económico, social y cultural. Seguridad y desarrollo se presentan así como dos
conceptos complementarios dentro de los fines y los medios que corresponde
realizar el Estado.
Desarrollar dos conceptos como son el de seguridad pública y el de seguridad
nacional, resulta conveniente debido a que son conceptos que para mucha gente
son exactamente lo mismo y aunque ambos tienen como razón de ser prevenir,
proteger y auxiliar, lo que los distingue es su ámbito de acción.
El uso de la voz seguridad pública se ha familiarizado entre los habitantes del
país, pero fundamentalmente entre los de las principales capitales. Como en su
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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momento el vocablo derechos humanos alcanzó una especie de boom en la
década de los noventas, a propósito del neoliberalismo; en la última parte del siglo
pasado y en lo que llevamos de éste, el tema de la seguridad pública se ha vuelto
recurrente.
En el siglo XVIII Montesquieu planteó a la seguridad como un basamento de
organización política, es decir, como un derecho pero también como una
obligación del poder público. Ésta es, afirma el investigador José Arturo Yáñez la
concepción moderna de seguridad pública, que a la tradicional protección de las
personas y bienes, añade la protección y garantía de los derechos ciudadanos,
como condición de su libertad.
Partiendo de esta perspectiva algunos autores como Samuel González Ruiz y
José Arturo Yáñez en su libro Seguridad Pública en México señalan que la
seguridad pública hace referencia al mantenimiento de la paz y el orden público,
se identifica con la protección del orden jurídico público, es decir, la seguridad
pública por definición "cumple con la función conservadora del orden social, con
base en un orden jurídico que controle al poder y norme sus relaciones con los
ciudadanos y de estos entre sí" (Sánchez Sandoval, Augusto, México, 2000, p.
83), la seguridad pública, como lo señala el abogado penalista Augusto Sánchez,
es una de las manifestaciones de la acción gubernamental que se ejerce con el fin
de salvaguardar la integridad, intereses y bienes de las personas, y de las
entidades tanto públicas como privadas.
Es importante subrayar que la idea de seguridad pública está ligada a la
protección de la paz pública, de forma tal que puede ser definida, como "el
conjunto de políticas públicas y acciones coherentes y articuladas, que tienden a
garantizar la paz pública a través de la prevención y represión de los delitos y de
las faltas contra el orden público, mediante el sistema de control penal y el de
policía administrativa" (González Ruíz Samuel, México, 1994, p. 49).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Las acciones mencionadas deben apegarse al Estado de Derecho para respetar
las garantías constitucionales y evitar el abuso del poder, el cumplir con dichas
atribuciones y funciones que tiene el gobierno permite que haya un equilibrio en
las relaciones personales y entre las autoridades y los ciudadanos a lo que se le
conoce como orden público que de acuerdo a lo anterior es "la situación de
tranquilidad en una comunidad y que se traduce en el orden de la calle, de las
áreas rurales y del Estado mismo" (Sánchez Sandoval, Augusto. Op. Cit. p. 84).
El investigador Modesto Suárez, señala "la seguridad pública representa un
aspecto de la seguridad nacional, entendida esta última en su sentido más amplio"
(Alvarado, Arturo y Sigrid Artz, 200 1, p. 85). En el mismo Programa Nacional de
Seguridad Pública 1995-2000 se asume una visión sistemática en que la
seguridad pública va más allá de la prevención persecución de las conductas
antisociales y delictivas y se articula a todo el proceso de justicia desde una
postura sistematizada.
Las reformas constitucionales a los artículos 21 y 73 fracciones XXIII que más
adelante se comentarán a detalle, crearon un nuevo concepto de seguridad
pública, ampliado e integrado. Para efectos de esta investigación, podemos definir
a la seguridad pública, como "la función estatal a cargo de la Federación, el
Distrito Federal, los Estados y los Municipios, en sus respectivas competencias,
que comprende todas aquellas actividades dirigidas a la prevención y persecución
de infractores y delitos; la imposición de sanciones administrativas; la reinserción
social del delincuente y del menor infractor y en general, todas las que contribuyen
a alcanzar los fines superiores de salvaguardar la integridad y derechos de las
personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz pública" (Sandoval
Ulloa, José G., México, 1995, p. 73).
El artículo 3° de la Ley General que establece las Bases de Coordinación del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, define a la seguridad pública como "la
función a cargo del Estado que tiene como fines salvaguardar la integridad y
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derechos de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz
públicos".
Esta función forma parte de todo un sistema penal, que involucra diversos
sectores y a los tres poderes de la Unión, en el afán de combatir el delito y
castigar a sus autores.
La Seguridad Pública es tan sólo una de las funciones concretas que tiene a su
cargo el Ejecutivo para prevenir los delitos, más no la única.
Por lo que se refiere al concepto de seguridad nacional, éste es un término que se
usa solamente a partir de la segunda mitad del siglo pasado, mientras que nuestra
Carta Magna data de 1917 y en ella se habla de seguridad exterior e interior del
Estado. La expresión seguridad exterior del Estado se refiere a la situación de
potencia nacional y equilibrio internacional, la cual garantiza a cada país la
integridad de su territorio y el ejercicio de sus derechos, en un plano de igualdad
frente a las sociedades de otras naciones; por su parte la frase seguridad interior
del Estado debe ser entendida como la situación y sistema político que manifiesta
la realidad o el propósito de un orden nacional en el que los poderes públicos son
respetados como instituciones y en las personas que los encarnan, con la
adecuada defensa del régimen, de los derechos fundamentales de los ciudadanos,
de la paz y la tranquilidad pública por parte de las autoridades.
La seguridad nacional se puede decir que "es el conjunto de condiciones
necesarias para garantizar la soberanía, la independencia y la promoción del
interés de la nación, fortaleciendo los componentes del proyecto nacional y
reduciendo al mínimo las debilidades o inconsistencias que pueden traducirse en
ventanas de vulnerabilidad frente al exterior", (Herrera Casso, Luis, México, 1999,
p. 28).
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Es preciso entender que la seguridad interior del Estado, en este contexto, implica
que las Fuerzas Armadas tienen intervención solamente cuando los cuerpos de
seguridad pública han sido desbordados y los conflictos existentes atentan contra
los intereses fundamentales de la nación, tales como la soberanía, integridad del
territorio, forma de gobierno republicano, así como el pacto federal.
La seguridad nacional se ha llegado a entender como la defensa del sistema
ideológico y de producción y de los grupos de poder que lo hacen posible, motivo
por el cual en la democracia moderna dejó de ser compatible con los principios
que ésta sustenta ya que ni en la definición ni en la práctica se apega a la libertad
de los ciudadanos y al respeto de los derechos humanos, en otras palabras, la
seguridad nacional se refería a la seguridad del Estado, es decir, a la protección
de sus intereses y su permanencia en el poder. Se considera que la expresión
seguridad nacional es una noción cargada de ideología pues tiene que ver con la
idea de nación que es un concepto más bien ideológico, es por ello que algunos
estudiosos prefieren hablar de seguridad de Estado que comprende a la exterior y
a la interior.
H. D. Laswell en 1950 afirma: "El significado que distingue la seguridad nacional
es la libertad respecto de una dictadura extranjera. La política de seguridad
nacional implica un estado de alerta necesario para mantener la independencia
nacional" (Sandoval Ulloa, José G. Op. Cit. p. 47). Como se puede observar, este
concepto está ligado con el de seguridad exterior. Otra definición de Seguridad
Nacional es la que presenta la Academia de Guerra de Brasil, la que la define
como" el grado relativo de garantía que a través de acciones políticas y
económicas, psicosociales y militares, un Estado puede proporcionar en una
determinada época a la nación que jurisdiccional para la consecución y
salvaguarda de los objetivos nacionales, a pesar de los antagonismos internos o
externos existentes o previsibles" (Ibídem. p. 48).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El Departamento de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme entiende que
"la seguridad es una condición en que los Estados consideran que no existe
peligro de ataque militar, presión política o coerción económica, de manera que
pueden seguir libremente su propio desarrollo y progreso" (Aguayo, Serio, México,
1993).
En México la primera alusión oficial al término seguridad nacional se presentó en
el Plan Global de Desarrollo 1980-1982. Más tarde, en el Plan Nacional de
Desarrollo 1983-1988 se define a la seguridad nacional como la herramienta para
mantener las condiciones de libertad, paz y justicia social dentro del marco
constitucional. Posteriormente, en el Plan Nacional de Desarrollo de 1988-1994 se
establecen como elementos de ésta la defensa de su soberanía, su independencia
y su integridad territorial, con el objeto de asegurar el necesario ambiente de
convivencia pacífica y solidaridad, basado en un orden social justo, y en 1989 se
crea el Gabinete de Seguridad Nacional integrado por las Secretarias de
Gobernación, Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Marina y Procuraduría
General de la República.
En el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 existe un apartado sobre seguridad
nacional en el cual se plasman las estrategias a seguir de manera que se logre el
objetivo del Estado y gobierno de proteger los intereses considerados como de la
nación, entre ellas destaca: concebir la seguridad nacional desde una visión
amplia destinada a prever y hacer frente a las situaciones que amenacen la paz, el
bienestar, la vigencia del orden jurídico y la integridad física de la población y que
pongan en riesgo la permanencia de las instituciones o vulneren la integridad del
territorio; realizar un análisis exhaustivo de los riesgos a la seguridad nacional que
posibilite la elaboración de una agenda de riesgos sistematizada, con el fin de
diseñar políticas para su prevención y contención; coadyuvar al sostenimiento de
una visión estratégica que defina políticas de Estado que conduzcan al progreso
económico, social, cultural, tecnológico y político del país; entre otros (Véase Plan
Nacional de Desarrollo 2001-2006, México, p. 111-112).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Lorenzo Meyer señala que la seguridad nacional "por un lado se trata de un
concepto que bien que se puede denominar central o nuclear en la teoría de las
relaciones internacionales, pero por el otro, es un fenómeno de manejo difícil
porque no hay, ni remotamente un acuerdo sobre su definición y como es el caso
con casi todos los conceptos centrales de la ciencia política, la importancia del
concepto no es solamente teórica sino también práctica, pues con él se puede
intentar dar o restar legitimidad a políticas nacionales fundamentales" (Hernández
Bastar, Martín, México, 200 1, p. 2).
Sin embargo, Meyer dice que el término de seguridad nacional puede entenderse
desde dos grandes ámbitos aceptados por la mayoría de los estudiosos, uno es la
definición tradicional y otro la conceptualización de ésta. La primera se refiere a
que una nación está segura cuando su gobierno tiene tanto el suficiente poder
como la suficiente capacidad militar para impedir el ataque de otros Estados a sus
legítimos intereses, y si es atacada, para defenderlos mediante la guerra, es decir,
esta concepción se circunscribe a las amenazas militares surgidas por las
acciones de otros Estados. En cambio, la conceptualización plantea que ya no es
sólo la posibilidad militar la que determina la seguridad nacional, sino que son
otras esferas, las que hacen peligrar la seguridad nacional de éstos.
En cuanto a esta seguridad de la nación, o seguridad exterior, como se decida
definir, en México por mucho tiempo la inexistencia de un marco normativo dio
lugar a un alto grado de discrecionalidad en la estrategia de su defensa, y en la
toma de las decisiones derivadas de esta situación. Además la confusión aún
existente entre interés nacional e interés de grupo, el cual degeneró la función de
los organismos encargados de identificar los riesgos que afectaban la seguridad
nacional, en consecuencia, se desatendieron las verdaderas amenazas; ello
permitió el crecimiento de la delincuencia organizada, la corrupción, la destrucción
ambiental, entre otros fenómenos fuera del control de las instituciones del Estado.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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1.6. ELEMENTOS QUE INTEGRAN LAS ESTRATEGIAS DE SEGURIDAD
Una vez definidos los conceptos de Seguridad Pública y Seguridad Nacional, es
posible afirmar que dentro de los mismos se contemplan acciones de protección a
las instituciones, a la gobernabilidad, a la soberanía nacional, al individuo y a la
sociedad en su conjunto, en sus derechos y su patrimonio, todas ellas a cargo del
Estado.
Su debida atención demanda nuevas formas de organización, visión y estrategias
de las políticas públicas, como cualquier otro Estado Nacional, frente a cambios
trascendentales en su gobierno.
La Seguridad Pública es el ejercicio del poder del Estado en sus tres ámbitos de
gobierno (Federal, Estatal y Municipal) para asegurar la integración y convivencia
social, teniendo como principal fin la defensa de la sociedad. Este ejercicio del
poder está legitimado por la razón de ser del Estado y por el reconocimiento
básico de que, más allá de la mera costumbre, existe la necesidad de la sociedad
por sobrevivir y desarrollarse.
"La Seguridad Pública está destinada a velar por el mantenimiento del orden; la
observación de las leyes; y la protección de las garantías individuales, los
derechos humanos y el patrimonio de la sociedad. Para garantizar su eficacia y
eficiencia se impone la vigilancia activa, continua y represiva dentro del marco de
la ley y bajo los principios de reconocer a la policía como parte integrante del
sistema penal; de estar siempre al servicio de la comunidad; actuar como un
servicio democrático lo cual lleva consigo su desmilitarización y profesionalismo"
(Pegueros Díaz, Saturnino E. México, 2003, p. 53).
Los fines que persigue la Seguridad Nacional se pueden resumir en: organización
y conducción armada, en términos constitucionales para garantizar la defensa
creíble, eficiente y moderna de las fronteras y de los espacios jurisdiccionales del
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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país. En caso de amenaza externa, mediante la alerta y reacción del ejército en
combinación con la fuerza pública desmilitarizada y la participación civil en
situaciones que vulneren la integridad del territorio o la permanencia de las
instituciones; fortalecimiento del desarrollo nacional y la sustentabilidad social y
política mediante la consolidación y práctica de la gobernabilidad. Todas estas
acciones de las fuerzas del orden que participan, ya sea de manera exclusiva o
concurrente, es deseable que lo hagan bajo el mando del gobierno civil.
Ahora, la Seguridad Nacional ha dejado de ser un asunto de mera incumbencia
castrense. Hoy se considera que abarca al interior de los países como lo son el
fortalecimiento de la democracia, la salud pública, la atención al campo, la
creación de empleos, el mejoramiento de la educación y un sistema económico
que deba ser sano y congruente.
Hacia el exterior la Seguridad Nacional debe considerar al incremento sustantivo
del comercio internacional y transcontinental así como la cooperación entre los
países, fenómenos que se deberán fortalecer con un creciente número plural de
acuerdos de integración económica.
Todos esos rubros y algunos otros son los que ahora se consideran, o deberían de
tomarse en cuenta, para una política de Seguridad Nacional. Es claro que supera
con mucho la sola visión de carácter militar en atención a que la Seguridad
Nacional se ha transferido al pueblo y sus organizaciones y a todas las
instituciones públicas y privadas que conforman a la sociedad.
La Seguridad Nacional, se orienta a la defensa de las instituciones, a la
preservación de la gobernabilidad, tiene como misión defender al territorio y la
Soberanía Nacional. La eventual invocación de los intereses de ésta es lo que,
dado el momento, justificaría imponer decisiones contra la voluntad de los sujetos,
incluso en contra de algunos sectores sociales, en beneficio de la preservación del
significado homogeneizado de la Nación. En ocasiones puede adoptar un carácter
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militar e inclusive al interior del territorio, pueden suspenderse las garantías
individuales como medida para preservar a la colectividad por sobre los intereses
particulares. Sin Seguridad Nacional el gobierno no puede garantizar la
deliberación ni la competencia políticas; tampoco el trabajo administrativo de las
instituciones y menos la convivencia en paz y desarrollo de la sociedad que
representa. El desempeño gubernamental requiere de un ambiente de seguridad y
estabilidad como premisas para el cumplimiento de sus propósitos.
Conforme con lo anterior, se concluye que la Seguridad Pública se orienta más al
ámbito privado de las personas, aunque su atención sea necesariamente de
carácter público. La Seguridad Pública es un tema de la agenda de la Seguridad
Nacional y la inseguridad pública, es un riesgo. La Seguridad Pública se orienta a
la protección del individuo.
Por su parte, la Seguridad Nacional se entiende como la acción del Estado
destinada a garantizar la consecución y salvaguarda de los objetivos nacionales, a
pesar y por sobre los antagonismos internos o externos que afectan o puedan
existir, por lo que adopta un carácter eminentemente estratégico para la
continuidad del desarrollo de la Nación. En este aspecto, la Seguridad Nacional se
orienta a la protección del poder y de quién o quiénes lo ejercen.
1.7. SIMILITUDES Y DIFERENCIAS EN LA SEGURIDAD PÚBLICA Y EN EL D.F
La Seguridad Pública y Nacional, son cometidos del Estado que, al llevarlas a
cabo, identifican claramente sus responsables y destinatarios. En su actuación, el
Estado procede como uno sólo realizando, de ser necesario, una actividad
conjunta aleatoria de sus recursos de fuerza para salvaguardar las instituciones, la
gobernabilidad democrática del país, la protección del territorio nacional, de su
soberanía y la seguridad interna. En cada uno de los casos, las acciones de las
fuerzas del orden que participan, incluido el ejército, es deseable que lo hagan
bajo el mando del gobierno civil.
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La Seguridad Pública es un servicio público a cargo del Estado en sus tres
ámbitos de gobierno: Federal, Estatal y Municipal. A través de la policía (urbana o
rural) está encaminada a mantener y garantizar el orden público interno, el libre
ejercicio de las libertades públicas y la convivencia pacífica del ámbito en que
opera, eliminando las perturbaciones a la seguridad, tranquilidad, salubridad,
ecología, propiedad privada y ornato públicos. De manera preferencial, la
Seguridad Pública se ocupa de velar por la persona humana para que en un
ambiente de paz y tranquilidad, ejerza sus derechos y cumpla con sus
obligaciones; velando por su vida, honra, bienes y sus garantías.
La Seguridad Pública por lo general, opera bajo el comando de la autoridad civil
de cada ámbito y forma parte de la Seguridad Nacional. En caso de emergencia,
guerra o en situación de incapacidad para controlar situaciones de perturbación,
se adscriben al mando de la fuerza de carácter civil (PFP) o militar quienes, en su
caso, actúan bajo las más estrecha comunicación y coordinación de la autoridad
civil, local o federal.
La Seguridad Pública, de acuerdo a su cobertura, es una responsabilidad que
cubren los Poderes Ejecutivos: en el ámbito federal, el Presidente de la República;
en los Estados, los gobernadores; en el Distrito Federal, el Jefe de Gobierno y en
los Municipios los Presidentes Municipales, a través de acciones efectivas de
información, disuasión y actuación firme, previniendo conductas delictivas
orientadas a establecer y garantizar la tranquilidad e integridad de la población.
En el caso concreto del Distrito Federal, el mando de los cuerpos de seguridad
pública se encuentra centralizado por la Secretaría de Seguridad Pública y la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal. Sin embargo, en las 16
delegaciones se encuentra establecido un Comité de Seguridad Pública como
instancia colegiada de consulta y participación ciudadana. En dichos Comités
además de la representación de la Secretaría de Seguridad Pública y la
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Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, participan representantes
populares así como organizaciones vecinales o ciudadanas, y son presididos y
coordinados por el Jefe Delegacional correspondiente.
Dentro de las facultades de los Comités de Seguridad Pública se destacan las
siguientes:
1. Ser órganos de consulta, análisis y opinión de las respectivas Delegaciones
en materia de seguridad pública;
2. Estudiar y proponer a la Procuraduría y a la Secretaría, mecanismos de
coordinación y desconcentración, para la mejor cobertura y calidad en los
servicios que tienen encomendados;
3. Denunciar ante el consejo de Honor y Justicia correspondiente, aquellos
casos que a su juicio constituyan faltas graves a los principios de actuación
previstos en esta ley.
4. Proponer a la Procuraduría y a la Secretaría las acciones a emprender para
prevenir la comisión de delitos y su impunidad, y
5. Fomentar la cooperación y participación ciudadana en los siguientes
aspectos:
• La difusión amplia del subprograma delegacional de seguridad Pública
con participación vecinal;
• La aportación de equipo complementario, el cual será destinado al
servicio exclusivo de la demarcación correspondiente;
• El establecimiento de mecanismo de auto seguridad o la instalación de
alarmas.
• Participar tanto en la elaboración como en la difusión de programas de
reclutamiento.
Por lo que se refiere a los Municipios, la fracción 111 incisos h) del artículo 115
constitucional señala:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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"111. Los Municipios tendrán a su cargo las funciones y servicios públicos
siguientes:
h) Seguridad pública, en los términos del artículo 21 de esta Constitución, policía
preventiva municipal y tránsito;"
"La Seguridad Pública forma parte del sistema penal e involucra diversos sectores
y a los tres Poderes de la Unión en la prevención, persecución y castigo de los
infractores de la ley y reglamentos; represión a los abusadores en el comercio,
represión de los juegos de azar y competencias prohibidas así como del uso de
armas prohibidas por la ley, represión en contra de la vagancia, la prostitución y la
mendicidad; vigilancia en la distribución y consumo de alcoholes; vigilancia y
custodia de bosques, parques y jardines; vigilancia sobre el funcionamiento de
centros de diversión, cabarets, restaurantes y "antros"; vigilancia de caminos
públicos; vigilancia de las reuniones y espectáculos públicos y, en general,
acciones para garantizar la paz, tranquilidad y seguridad de la población" (Ibídem,
p. 86).
Para que estas fuerzas de seguridad pública sean eficientes y eficaces, se
requiere su desmilitarización, su profesionalización, y que el gobierno provea de
los elementos suficientes en cuanto a preparación, equipo y retribuciones que
elimine la precariedad en la actuación de estos cuerpos evitando su corrupción.
Habrá que darle también unidad en su organización y mando así como dotarlos de
la disciplina, sentido de servicio y honor, capacidades físicas y de persuasión para
que sean aceptados y respetados y, de ser el caso, se impongan y den respeto.
Para su organización y actuación las fuerzas de Seguridad Pública requieren de
igual manera contar con una estructura de mando local y, de ser el caso, federal y
a nivel nacional.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Esencial para una organización, manejo, vigilancia y evaluación de la Seguridad
Pública es que ésta dependa del poder político, según el ámbito en que se ubica:
federal, estatal, delegacional o municipal. Su regulación, por ende, corresponde,
según el caso, a la Cámara de Diputados, a la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal, y a los Congresos Estatales. Los parlamentos en cada ámbito deberán de
lograr mayor eficiencia, eficacia y transparencia en la actuación de las fuerzas de
Seguridad Pública tanto en los temas de su organización como de sus
procedimientos operativos. Deberán estar atentos también a la formación
profesional de estos cuerpos tanto de tropa como de oficiales.
Aspecto de suma importancia, a cargo de los parlamentos, es la regulación y
vigilancia de la organización, operación y despliegue de las "inteligencias" para la
Seguridad Pública y la necesaria cooperación e interactuación entre los diversos
ámbitos civiles e inclusive militares.
Los cuerpos de Seguridad Pública deben de contar con un Código de conducta
que contemple deberes y normas éticas y las correspondientes sanciones a su
violación.
Se pretende con todo ello bajar los índices delictivos, recuperar las ciudades para
el libre y tranquilo tránsito y desarrollo de sus pobladores; tener una mayor y mejor
presencia policial en calles y barrios; y mejorar la comunicación y cooperación con
la ciudadanía.
"A las amenazas que ponen en peligro la gobernabilidad y la estabilidad de las
instituciones le corresponde enfrentarlas a la Seguridad Nacional, en tanto que
provienen de sujetos nacionales o extranjeros no fácilmente identificables que
atentan o pretenden alterar el orden público, atacar a las instituciones o crear un
clima de ingobernabilidad y cuyas acciones obligan al Estado a utilizar los medios
previstos en los ordenamientos jurídicos públicos y en particular sus fuerzas
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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públicas (no necesariamente militares) para prevenir o, si fuera el caso, restaurar
el orden alterado" (Ibídem, p. 83).
En esta visión, en la Seguridad Nacional son factores potenciales de alteración: el
incremento incontrolado del crimen organizado, los delitos conexos al tráfico de
drogas ilícitas, el surgimiento o acciones de actividades desestabilizadas del orden
y la tranquilidad social o bandas de delincuentes, el tráfico de armas y municiones,
etc.
Otros elementos potencialmente perturbadores del orden público lo son la
corrupción y la impunidad, de esencia distinta, pero igualmente peligrosas para el
país. Tienen un significado que trasciende su carácter delictivo interno. Su acción
devastadora va asociada con el narcotráfico; el tráfico ilícito de armas, de
personas y demás conexos.
El enorme poder de la corrupción (nacional y trasnacional) de manera deliberada
privilegia al poder público y en especial a las fuerzas de seguridad como el blanco
para tener mayor libertad de acción.
Otros factores que amenazan a la Seguridad Nacional son los asociados a las
políticas públicas cuando éstas no logran alcanzar el consenso político, social y
económico para su implantación ya que, por sus contenidos y falta de sensibilidad
política para su imposición, provocan fuertes disturbios y expresiones de
descontento y descalificación a las autoridades, erosionando la autoridad y
legitimidad de las instituciones públicas.
Esas y otras amenazas como lo pueden ser el descuido, desatención o ineficacia
por parte del gobierno para mejorar el campo y la ciudad, las condiciones de vida
de los grupos étnicos y en general la ausencia o ineficacia de acciones
gubernamentales para dotar de seguridad, bienestar y desarrollo de la población
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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en general, son también factores potenciales en los que la sociedad puede poner
circunstancias de inestabilidad social al país y, por ende, de ingobernabilidad.
En este contexto que afecta a la Seguridad Nacional, las acciones por parte del
Estado de previsión o 'de confrontación en contra de elementos perturbadores del
orden público y de la gobernabilidad, juega un rol sobresaliente la "inteligencia del
Estado" en la cual descansa la capacidad nacional para acopiar y procesar toda la
información pertinente y para desplegar con la debida oportunidad los recursos
legales y de fuerza pública para prevenir, contrarrestar y enfrentar a las amenazas
perturbadoras del orden público.
En suma, la Seguridad Nacional concierne a las amenazas domésticas o de fuera,
salvaguarda a las instituciones y la gobernabilidad. Su radio de acción es nacional.
Las amenazas presentes o potenciales que enfrenta básicamente se relacionan al
incremento incontrolado de las actividades del crimen organizado así como con
políticas públicas que por acción (decisiones) u omisión son contrarias a la
sociedad en su conjunto o afecten a grupos sociales o de interés cuyas reacciones
de repudio significan focos potenciales de inestabilidad social y de gobernabilidad.
En ese marco y en especial en lo relacionado con la gobernabilidad, la estrategia
de la Seguridad Nacional habrá de orientarse más al ámbito de la política que de
la fuerza del Estado (que no la excluye)" desplegando programas (políticas
públicas) hacia los gobernados que responden a sus necesidades y expectativas.
Tiene que ver también con la capacidad de interacción, coordinación y
comunicación del Poder Ejecutivo con los otros dos Poderes de la Unión, en
particular con el Legislativo, y con las fuerzas políticas ahí representadas; incluye,
por ende, buena relación con los diversos partidos políticos, relación muy
respetuosa del Titular del Poder Ejecutivo y sus colaboradores cercanos con el
Ejército así como con los diversos grupos sociales de presión. La Seguridad
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Nacional, así vista, es la negociación y la tensión. Sin llegar a la ruptura
institucional ni de la paz pública.
1.8. CONCEPTOS SISTEMÁTICOS DE LA SEGURIDAD PÚBLICA.
Dentro de la concepción sistemática de la Seguridad Pública se encuentran cinco
elementos fundamentales que se interrelacionan: prevención, procuración de
justicia, administración de justicia, sistema penitenciario y las victimas
Estos elementos, invariablemente deben ser considerados como parte de las
políticas y acciones que el Estado implementa en el combate a la inseguridad,
considerándolos a todos con el mismo grado de importancia; puesto que en la
medida que se desatienda cualquiera de ellos, repercutirá de manera directa en
los demás, ocasionando un desequilibrio que propicia posteriormente la necesidad
de implementar acciones aisladas, que rompen por completo el esquema integral
de la seguridad que debe prevalecer.
1.8.1. PREVENCIÓN.
Este elemento es el más importante del sistema de seguridad pública porque
implica atacar las causas que generan la comisión de delitos y conductas
antisociales, así como formular políticas, y realizar programas y acciones para
fomentar en la sociedad valores culturales y cívicos. "En una antigua visión de la
función de seguridad pública el Estado centraba sus acciones en los aspectos de
vigilancia y protección contra la delincuencia, actividades que aun cuando son
imprescindibles están enfocadas únicamente a los efectos y no a las causas de la
criminalidad a las cuales debe darse mayor interés; entre estas causas destacan:
educación, cultura, valores, vivienda, distribución de la riqueza, empleo y entorno
social y familiar" (González Fernández, José Antonio, México, 2002, p. 131).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La delincuencia es resultado de un problema mayor que padece todo el orden
social, problema que debe atenderse de manera integral. Por ello, no se puede
tratar el tema de seguridad pública atendiendo exclusivamente al índice delictivo,
porque el número de delitos cometidos a diario en una ciudad indican las
condiciones existentes en diversos campos.
Es ahí donde se necesita un análisis de fondo y solucionar los problemas para
evitar la comisión del delito. Por lo tanto existe una titánica tarea por realizar en los
ámbitos social y económico. Seguramente en una sociedad en que sus miembros
encuentran satisfechas sus necesidades fundamentales habrá menor tendencia a
la comisión de delitos.
Esta función de prevención y vigilancia, en principio, la realizan los cuerpos
policiacos, implica el patrullaje cotidiano, con el objeto de generar las condiciones
necesarias para evitar la comisión de ilícitos, o para detener a los autores de
conductas antisociales, que al hacerlo alteran la tranquilidad, paz y orden públicos
que deben imperar en cualquier sociedad.
Sin embargo, esta acción no es exclusiva de los cuerpos policíacos, es
indispensable la integración de la ciudadanía. El ciudadano es hoy factor
fundamental de nuestra sociedad, es importante percatarnos que estamos ante
una ciudadanía más fuerte, más participativa, más crítica, más preparada y
politizada, que exige seguridad pública, pero también exige participar en esta
función del Gobierno.
El ciudadano puede ayudar mucho a prevenir el delito, no sólo en funciones de
capacitación en las que escuelas, organizaciones sociales y comunidades tiene un
papel definitivo, sino también tomando medidas básicas de seguridad. Cada
ciudadano que se cuida y que cuida a los suyos participa en hacer una ciudad más
segura.
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A la fecha, en materia de prevención no se han logrado avances significativos, el
Estado no ha dimensionado precisamente en este rubro en donde se pueden
lograr resultados que permitan sentar las bases para enfrentar el problema de la
inseguridad desde su raíz.
1.8.2. PROCURACIÓN DE JUSTICIA.
Es inevitable destacar el papel fundamental que tiene la procuración de justicia en
la seguridad pública del país. Procurar justicia es representar a la sociedad, es
defender el derecho y es ejercer la acción penal contra quienes transgreden el
orden jurídico cometiendo un delito, o no ejercerla cuando así lo dispone la ley. El
Ministerio Público, del que es titular el Procurador General de la República o los
Procuradores de las Entidades Federativas según sea el caso, tiene a su cargo
velar por el respeto a la ley; para ello tiene el apoyo de la policía judicial, es
exclusivamente a estos funcionarios a quienes corresponde esta labor.
Hay que considerar que sin la actuación policial o una investigación policial eficaz,
el Ministerio Público está condenado al fracaso, puesto que en gran medida
depende del buen trabajo policial, del trabajo de investigación que debe realizar la
policía judicial.
El artículo 21 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
establece que: "La persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público y a la
Policía Judicial, la cual estará bajo el mando inmediato de aquél".
Son numerosas las funciones que jurídicamente corresponden al Ministerio
Público: representar los intereses sociales, perseguir e investigar delitos, integrar
averiguaciones previas, ejercer ante el Poder Judicial la actuación penal, actuar y
dar seguimiento a los procesos penales, participar en la representación de los
menores y los discapacitados, colaborar en establecer una política criminal, cuidar
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los derechos humanos, proteger los derechos de las víctimas y velar por la
observancia de todo el orden jurídico de nuestra sociedad.
El Ministerio Público debe asegurar el acceso de las víctimas a la justicia
otorgándoles en todo momento un trato digno; para ello se debe propiciar la
proliferación de mayores mecanismos de mediación o arbitraje, para llegar
rápidamente a una conciliación o reparación del daño a favor de las víctimas. Hay
que considerar que a la víctima muchas veces no le sirve la condena, lo que
realmente pretende y busca es la resolución pronta de su problema.
En la medida en que se presente mayor efectividad en la persecución penal, el
número de denuncias en principio aumentará; pero sin lugar a duda, se avanzará
en la lucha contra la impunidad.
La posibilidad de devolver al Ministerio Público el crédito y prestigio perdidos de
cara a la sociedad, debe empezar por aceptar que, de momento, éste no cumple
satisfactoriamente con sus objetivos. Así pues, el encargado de procurar justicia
actualmente no es aceptado socialmente como eficaz y confiable. Es necesario
elaborar un diagnóstico realista y completo para determinar los problemas que
presenta la práctica cotidiana del agente ministerial, revisar las leyes y reorganizar
la institución desde la base. Lo anterior posibilitará generar una auténtica
transformación que permita un mejor funcionamiento de la misma y, por ende,
lograr la eficiencia que de ella se espera. Y un ejercicio serio de revisión a esta
institución, va más allá de la reestructuración institucional pues antes que nada
ésta debe verificarse desde su génesis; por ejemplo, desde la barandilla a la cual
el ciudadano acude a denunciar la probable comisión de un delito.
"Se vuelve urgente revisar los cuerpos normativos que regulan el ejercicio de las
facultades conferidas constitucionalmente al Ministerio Público, puesto que una de
las mayores deficiencias normativas la encontramos en la dispersa e incongruente
regulación de la averiguación previa. Así la investigación y la persecución de los
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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delitos se encuentra regulada de tal forma que genera amplios espacios de
discrecionalidad por parte del agente del Ministerio Público, así como una mediana
coordinación con sus órganos auxiliares. Lo hasta ahora señalado, ocasiona que
el representante social no ejerza la autoridad que constitucionalmente le
corresponde sobre los agentes de la policía; en estas circunstancias lo que existe
realmente es una confusión de facultades" (Martínez de Murguía, Beatriz y Alicia
Azzolini Bicanz, México, 1995, p. 16).
Varios son los puntos en los que se debe poner especial atención: organización y
funcionamiento de la institución; estructura y cadena de mando; personal, sueldos
y estímulos; condiciones de trabajo; infraestructura; recursos materiales y
financieros; controles interno y externo; evaluación, promoción y capacitación.
Dentro de los esquemas que se requieren para romper con la inseguridad a través
de la legalidad, se encuentra la evolución y perfeccionamiento de la institución
ministerial. Falta unificar los criterios y procedimientos de la averiguación previa en
todo el país, puesto que hoy en día, existen una serie de variantes y obstáculos
diversos en cada Entidad Federativa, que no permiten que las diligencias se
efectúen con mayor celeridad, ocasionando un enorme rezago. En síntesis, es
necesario crear un modelo de Ministerio Público eficaz, capaz, que devuelva la
credibilidad en la función a la que está llamado a cumplir, que es, en suma, ser el
generador de la procuración de justicia. Puesto que como afirma Sergio García
Ramírez "Una sociedad injusta deviene en una sociedad insegura" (García
Ramírez, Sergio, México, 1996 p. 237).
1.8.3. ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.
Este término se usa con significados diversos: en un primer sentido se emplea
como sinónimo de la función jurisdiccional, y en segundo lugar, implica al gobierno
la administración de los tribunales.
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Desde un primer punto de vista, la actividad de los tribunales dirigida a la
resolución de controversias jurídicas a través del proceso, que se realiza en
México tanto por el conjunto de organismos que integran el poder judicial, como
por otros que formalmente se encuentran fuera del mismo pero que efectúan
también funciones jurisdiccionales. Este es el sentido del artículo 17 Constitucional
que en su segundo párrafo establece "Toda persona tiene derecho a que se le
administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los
plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta
completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en consecuencia,
prohibidos las gastos judiciales".
En esta etapa finaliza el papel del Ministerio Público como órgano investigador y,
en su caso, inicia su papel de acusador con el ejercicio de la acción penal. Así, en
el momento en que el Ministerio Público da cuenta a la autoridad judicial de la
comisión de hechos delictivos y de sus posibles autores ésta deberá seguir el
proceso previsto en los ordenamientos legales, Una de las raíces de la
inseguridad se encuentra en la incapacidad del sistema penal de poder cumplir
con los principios fundamentales que deben caracterizar a la administración de
justicia: accesibilidad, independencia, equidad, eficiencia y transparencia.
"En materia de seguridad pública, la administración de justicia comprende una
serie de elementos que participan en la solución de aquellos conflictos derivados
de la existencia de ciertas pautas de comportamiento consideradas como delito.
Dichos elementos son: 1) las normas que rigen tanto la determinación de las
conductas prohibidas (códigos penales, leyes especiales) como la organización de
cada uno de sus componentes (leyes orgánicas) y el funcionamiento real a través
del procedimiento penal); y 2) las instituciones que las promulgan, reforman o
derogan (Congreso de la Unión, Congresos Estatales, Presidente de la República
y los organismos encargados de su aplicación (Policía, Ministerio Público,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Defensa, Tribunales y Sistema Penitenciario)" (Radillo Aparicio, José Luis, México,
2003, p. 153).
La incapacidad del sistema de administración de justicia en aportar una respuesta
satisfactoria a este fenómeno, junto con otras razones, en particular su escasa
adecuación a las realidades sociales contemporáneas, han llevado a una falta
generalizada de confianza en el mismo, al recurso de mecanismos ajenos al
aparato oficial de reacción contra el delito, como es el caso de los servicios
privados de policía e incluso a la organización armada de ciudadanos.
"Cada día por estar viviendo en un ambiente de inseguridad y de desconfianza,
podemos advertir en la prensa al leerla, que el ciudadano se está haciendo justicia
por su propia mano. Hemos sido muchos los testigos por medio de la televisión de
la violación al derecho a la vida, puesto que en juicios sumarísimos la comunidad
ha decretado la pena de muerte para algunos presuntos delincuentes en varios
lugares de nuestro país. El pueblo se está haciendo justicia por propia mano
alegando que los órganos encargados de impartirla no lo hacen con la prontitud y
con la justicia que esperan los ciudadanos" (Ojeda Paullada, Pedro, Xavier Ponce
de León y et., México, 1998. p. 44).
Es necesario brindar una capacitación constante y permanente a jueces y
secretarios, con el objeto de unificar criterios que permitan el perfeccionamiento de
su función.
Las reformas indispensables y urgentes de que debe ser objeto la administración
de justicia en México deben orientarse en el sentido de corregir lo antes apuntado,
si se quiere recuperar la confianza de los ciudadanos y hacer de esta institución
uno de los pilares fundamentales del Estado.
1.8.4. SISTEMA PENITENCIARIO Y READAPTACIÓN SOCIAL.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Uno de los principales fines de la pena, como sanción que se Impone al
responsable de la comisión de un delito, es la readaptación social del delincuente,
de aquí se puede afirmar que la pena no tiene una finalidad retributiva y, por lo
tanto, el Estado, al imponerla, no sustituye la venganza social, su papel es otro:
colocar al infractor en condiciones que le permitan reingresar a la sociedad.
El artículo 18 constitucional aporta las bases sobre las que se debe estructurar un
sistema de readaptación social que garantice la reinserción del delincuente. Así,
establece que. "Los gobiernos de la Federación y de los Estados organizarán el
sistema penal en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo, la
capacitación para el mismo y la educación como medios de readaptación social
del delincuente".
Los términos sistema, régimen y tratamiento suelen usarse indistintamente. El
sistema penitenciario es una expresión de sentido eminentemente doctrinal. Es la
organización creada por el Estado en que tienen cabida los distintos regímenes
penitenciarios que eventualmente la integran. Existe una relación del género
(sistema) a especie de (régimen).
Hablar de sistema da la idea de fijeza y estatismo. Cada establecimiento posee
sus características propias de personal, arquitectura, grupo interdisciplinario,
grupo de internos, nivel de vida y su relación con la comunidad integrante, por lo
que se puede afirmar que cada establecimiento es distinto, y posee su propio
régimen penitenciario, que en conjunto conforma el sistema general.
En el segundo párrafo del artículo 18 constitucional, se sientan las bases del
sistema penitenciario mexicano, federal y estatal. En el texto de dicho artículo se
usa la expresión sistema penal como sinónimo del sistema penitenciario.
El sistema penitenciario es el instrumento básico para planear, organizar y
ejecutar la política penitenciaria en la impartición de justicia.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
70
La esencia del sistema adoptado en México, el sistema progresivo, radica en la
disminución del impacto del cautiverio sobre el recluso.
Para Sergio García Ramírez, el sistema progresivo se identifica por los periodos
que distingue en el curso del encarcelamiento que evolucionan de menos a más
libertad. La marca de un periodo a otro se obtiene gracias a la buena conducta del
penado, traducida en puntuaciones y vales favorables. El sujeto tiene en su mano
la posibilidad con su trabajo y conducta, de ganar más o menos lentamente las
etapas sucesivas hasta obtener su liberación definitiva.
El propósito del sistema penitenciario mexicano es la readaptación social del
delincuente, para lo cual se han establecido como los elementos básicos para
dicho tratamiento la readaptación, el trabajo y la educación. Sin embargo, el éxito
de estos elementos, reclama medidas y acciones que forman el marco institucional
indispensable para el despliegue de la norma constitucional como son: el principio
de legalidad de penas, personal idóneo, y unos establecimientos adecuados. La
deficiencia de ellos, en la práctica, comúnmente obstaculiza el nivel óptimo de
funcionamiento del sistema penitenciario.
El sistema penitenciario mexicano se funda en la individualización, apoyada, en el
estudio de la personalidad de cada sujeto y en la pertinente clasificación. Se
adopta asimismo. El régimen progresivo técnico que genera la creación de
organismos técnicos criminológicos en los reclusorios, los cuales constituyen la
pieza angular del sistema. La culminación es el tratamiento de la pre-liberación,
que posee diversas modalidades, tales como permisos de salidas e instituciones
abiertas. En este régimen el participe en el tratamiento lo hace voluntariamente.
Para que funcione el sistema penitenciario mexicano sobre la base de la
individualización, la ley permite la creación de establecimientos de seguridad
máxima, media y mínima.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
71
Es de todos sabido que el Sistema Penitenciario Mexicano está en crisis, la
corrupción que prevalece en las instituciones que lo conforman ha constituido el
ancla de todo progreso, situación que se agrava con la sobrepoblación que existe
en casi todos los centros de reclusión del país y la prácticamente nula
readaptación de los internos.
Por otro lado, en lo referente a la Readaptación Social, cabe señalar, que "el
término readaptación proviene del latín re, preposición inseparable que denomina
reintegración o repetición, y adaptación, acción y efecto de adaptar o adaptarse"
(Diccionario Jurídico Mexicano, México, 1994, p. 2663). Adaptar es acomodar,
ajustar una cosa a otra dicho de personas significa acomodarse, avenirse a
circunstancias, condiciones, etc. Readaptar socialmente, significa volver a hacer
apto para vivir en sociedad, al sujeto que se readaptó y que, por esta razón, violó
la ley penal, convirtiéndose en delincuente.
Se presupone entonces que: a) el sujeto estaba adaptado b) el sujeto se des
adaptó; c) la violación del deber jurídico-penal implica desadaptación social, y d) al
sujeto se le volverá a adaptar.
Como puede observarse, dicho término a pesar de ser el empleado por la ley, es
poco afortunado, ya que: a) hay delincuentes que nunca estuvieron adaptados (no
pueden des adaptarse y por lo tanto es imposible readaptarlos); b) hay
delincuentes que nunca se des adaptaron (como muchos de los culposos; es
impracticable pues la readaptación); c) la comisión de un delito no significa
necesariamente desadaptación social; d) hay sujetos seriamente desadaptados
que no violan la ley penal e) hay tipos penales que no describen conductas de
seria desadaptación social, y f) múltiples conductas que denotan franca
desadaptación social no están tipificadas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La educación, el trabajo y la capacitación son las columnas sobre las cuales se
debe sustentar la readaptación social sin embargo, en instituciones penitenciarias
con sobrepoblación, la readaptación social es una utopía.
Para lograr la readaptación social hay que conjuntar esfuerzos en los objetivos de
los programas penitenciarios realizados por el sistema. Para readaptar es
necesario llegar a una intensificación en la prevención del delito
1.8.5. VICTIMAS
Se han evidenciado los graves inconvenientes que el sistema penal presenta con
respecto a la posición de la víctima en el proceso y a sus intereses efectivos. La
intervención penal y el comienzo de un proceso sin ninguna vinculación de hecho
y de derecho con sus demandas, representa a menudo una verdadera
expropiación de su prerrogativa como parte principal de un conflicto.
La criminología y muchos otros especialistas han prestado prioritaria atención al
estudio del autor del delito, destacando la imperativa necesidad para un derecho
penal moderno y democrático, propio de un Estado de derecho; el establecimiento
y el respeto de las garantías procesales de los autores de un delito y como lo
señala el doctor Luis Rodríguez Manzanera en su ensayo Victimología y derechos
humanos, "sentimos que la atención de los especialistas se ha centrado en los
derechos de los delincuentes, olvidando en mucho los de las víctimas" (Rodríguez
Manzanera, Luis, 1987 p. 7).
Encomiendas del Séptimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del
Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en Milán, Italia, del 26 de agosto al
6 de septiembre de 1985, en el que se analizó los problemas relacionados con las
víctimas de la delincuencia; la Asamblea General aprobó el 29 de noviembre de
ese propio año, la Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia
para las Víctimas de Delitos y del Abuso de Poder, y adoptó la Resolución
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
73
complementaria núm. 40/34. Las cuales, en sus disposiciones, se establece el
acceso de las víctimas a la justicia y a un trato justo, refrendando en los artículos 5
al 7 de dicha Declaración el derecho de las víctimas al acceso a los mecanismos
de justicia y a una pronta reparación del daño; a la información; a la adecuación de
los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades de las víctimas; a
la asistencia apropiada durante el proceso; a la protección de su intimidad, en
caso necesario; a la protección de su seguridad, como la de sus familiares y
testigos contra todo acto de intimidación y represalia; a la posibilidad de utilizar
todo mecanismo que facilite la conciliación y la reparación en su favor. Por
consiguiente, en dicha Declaración y Resolución complementaria se instan a los
estados miembros a adoptar un grupo de medidas con el fin de respetar los
derechos de las víctimas, dentro de ellas, sus garantías en el proceso penal. Y
acorde con esta posición "se hace necesario realizar un esfuerzo dirigido a
establecer en la legislación positiva la participación de la víctima en la
administración de justicia" (Material Informativo de la Organización de las
Naciones Unidas, de los años 1985-1989). La reforma efectuada al artículo 20
constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el 21 de septiembre
de 2000, mediante la cual se incluyó un apartado especial que contempla las
garantías de la víctima o el ofendido en el proceso penal, únicamente fue el inicio
de un largo camino por recorrer.
La palabra "víctima" puede tener dos significados distintos; por una parte, se
refiere al ser vivo sacrificado a una deidad en cumplimiento de un mito religioso o
dedicado como ofrenda a algún poder sobrenatural. Por otra parte, la misma
palabra se relaciona con la persona que sufre o es lesionada por otra que actúa
movida por una gran variedad de motivos o circunstancias. Por tanto, excluyendo
los factores fortuitos, que nada tienen que ver con el contenido del presente
trabajo, víctima "es el que sufre por la acción de otro" (Enciclopedia Jurídica
Omega, Buenos Aires, Argentina, 1989).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
74
El concepto de víctima dado en la declaración de la ONU sobre los principios
fundamentales de justicia relacionados a las víctimas, expresa "se entenderá por
víctima las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños,
inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o
menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de
acciones y omisiones que violen la legislación penal vigente en los estados
miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder'. Continúa dicha declaración
conceptualizando que podrá considerarse víctima a una persona, independiente
de que se identifique, aprehenda, enjuicie o condene al perpetrador e
independientemente de la relación familiar entre el perpetrador y la víctima. "En la
expresión víctima se incluye además, en su caso, a los familiares o personas a su
cargo que tengan relación inmediata con la víctima directa y a las personas que
hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en peligro o para prevenir
la victimización" (Material Informativo Op. cit.). Con arreglo a esta otra definición,
de un contenido mucho más amplio, "víctima" no es sólo el que sufre por la acción
de otro, alcanza este concepto a las personas, individual o colectivamente, que
como consecuencia de una violación del ordenamiento jurídico penal hayan
sufrido daños, en los que se incluyen las lesiones físicas o mentales, el sufrimiento
emocional, la pérdida financiera o el menoscabo de los derechos fundamentales.
Asimilándose en este concepto a los familiares o personas a cargo de estas y a
las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en
peligro o prevenir la victimización. Por tanto, víctima del delito puede ser una
persona, sus familiares o personas a su cargo, o grupos de personas, en los que
se pueden entender grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos, incluso
sociedades o pueblos completos, como en el caso de los delitos que atentan
contra la soberanía y la integridad de un Estado, genocidio, crimen del apartheid y
otros.
Conforme a este concepto víctima, no sólo es el sujeto pasivo del delito, sino todo
aquel que sufre las consecuencias de la comisión de un hecho delictivo. Como
dice Luis Rodríguez Manzanera, "La víctima no coincide por fuerza con el sujeto
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
75
pasivo del delito considerado por los juristas, ya que para la victimología, víctima
es todo aquel sujeto que sufre por la comisión de una conducta antisocial aunque
no sea detentador el derecho vulnerado" (Rodríguez Manzanera, Luis. Op. Cit., p.
29). Bajo ese concepto es como se debe considerar a la "víctima" en su rol con el
derecho penal, tanto sustantivo como adjetivo.
La víctima juega un rol primordial, pues el acto ilícito que sirve como causa a esa
relación recae individualmente en ella y es quien generalmente decide o no
denunciar el delito; por su decisión, pone en movimiento o no la maquinaria judicial
en la mayoría de los casos, por lo cual debe concedérsele la primacía en cuanto a
la intervención penal y, de desearlo, reconocérsele como parte en el proceso con
la capacidad procesal de hacer actos procesales para hacer valer conforme al
derecho sustantivo sus intereses y en un plano de derecho procesal.
En el derecho procesal mexicano, la víctima no es parte en el proceso, sólo puede
coadyuvar con el Ministerio Público o juez de instrucción, y en la gran mayoría de
los casos únicamente le interesa la reparación del daño que le fue causado.
A la víctima también le es de aplicación la reforma penal, César Beccaria, dice: "no
hay libertad cuando las leyes permiten que en algunos casos el hombre deje de
ser persona para convertirse en cosa" (Beccaria, Césare, México, 1991 p. 29). Por
tanto, para resolver dicha contradicción o incompatibilidad de principios lo más
beneficioso es adoptar un proceso penal liberal y participativo.
Que propicie un balance entre las necesidades y derechos de la víctima, el
ofensor y la sociedad. Y que dicho proceso esté estructurado sobre la base de un
conjunto de principios coherentes que garanticen esas necesidades y derechos;
tales como el principio del libre acceso a la justicia , esto es, la posibilidad de que
cualquier persona sin limitaciones pueda llegar a la administración de justicia; a un
Tribunal o juez imparcial.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Un proceso penal liberal y participativo no sólo equipara en garantías a las
víctimas con las demás partes, es incuestionable que también va a contribuir a
que se imparta una justicia más objetiva, eficiente y menos costosa.
Se estima que en aquellas infracciones penales no peligrosas para la paz y la
seguridad social, debe posibilitarse en el ordenamiento jurídico, a que la víctima
decida la intervención del derecho penal e incluso la autocomposición, con una
mayor amplitud, a como se prevé en la actualidad, y no obstinarse el Estado en
monopolizar la composición de los litigios penales, alimentando con ello en exceso
la caldera procesal con los consiguientes gastos judiciales y el terrible
congestionamiento de los tribunales.
Es importante destacar que tanto en materia federal como en el fuero común, hay
delitos de querella, que permiten que el ofendido pueda otorgar perdón.
Por las razones anteriormente expuestas, se considera que la víctima es un
elemento integrante de la seguridad pública. A la víctima, en la concepción que se
ha planteado, debe reconocérsele como parte en el proceso penal, garantía que le
permitirá luchar por una sentencia justa.
1.9. PERCEPCIÓN CIUDADANA DE LA SEGURIDAD PÚBLICA.
El aumento de la delincuencia influye para que se incremente la percepción de la
inseguridad en los ciudadanos, pues muchos factores contribuyen a fomentar esa
sensación de inseguridad que abarca amplios sectores de la sociedad mexicana.
Si bien las condiciones de inseguridad por la proliferación de la delincuencia y los
niveles de impunidad son circunstancias innegables que afectan a muchas
personas en distintas partes del país, hay que tomar en cuenta que para muchos
la sensación de inseguridad está relacionada con percepciones derivados de un
clima de opinión. Conforme a los datos obtenidos en la ENSI-1, en la ciudad de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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México hay más gente que se siente insegura, (llegando a ser casi el 80% de sus
habitantes), en comparación con el resto del país (47%). De esta forma en el D.F.,
existe poco menos del doble de personas que se siente insegura en comparación
con las personas del resto del país; en los ámbitos del trabajo y la escuela, la
proporción de la gente que se siente insegura es 3 veces mayor, y en la calle llega
a ser 4 veces más.
En todo caso, y por más que exista una brecha entre la realidad y la percepción
pública de inseguridad frente a la delincuencia, es evidente que los ciudadanos no
se sienten adecuadamente resguardados por las instituciones públicas en su
seguridad física y patrimonial; muchos tienen la sensación de que la criminalidad
ha rebasado a las instituciones y de que la delincuencia se encuentra
prácticamente fuera de control. Esta falta de confianza que alimenta la sensación
de inseguridad se convierte en un círculo vicioso en la medida en que el
ciudadano no recurre como debiera a las autoridades para denunciar los delitos o
para aportar elementos que ayuden a esclarecerlos. Gran parte de los habitantes
de la ciudad de México no denuncian los crímenes que sufren porque saben que
es una pérdida de tiempo. No sirve de nada y a veces es peligroso, pararse cinco
o seis horas a la espera de que un agente del Ministerio Público escriba en un
acta lo que quiere.
Nunca tantos ciudadanos habían declarado tan abierto rechazo hacia la inutilidad
de los servicios de la Procuraduría, así, la ENSIP demostró que la gran mayoría
de la población que sufre algún delito no denuncia el hecho ante las autoridades.
Durante el 2001 en el D.F. un 76% de las víctimas NO denunciaron el delito,
mientras que un 66% tampoco lo hicieron a nivel nacional. El motivo principal de la
no denuncia fue la pérdida de tiempo y la realización de trámites largos y difíciles,
seguida por la desconfianza en la autoridad. A esto hay que agregar que de las
personas que Sí denunciaron el hecho, la gran mayoría no obtuvieron resultado
alguno de su demanda, de esta manera se encuentra que el 53% de los
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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denunciantes no consiguieron nada al reportar el delito en el D.F., y un 47% de
ellos a nivel nacional tuvieron el mismo resultado. Por ejemplo, únicamente el 45%
de las personas que sufrieron el delito de asalto a nivel nacional lo denunciaron, y
de esos casos sólo 15% de los delincuentes fueron consignados.
Al no existir esta confianza aumenta la cifra negra, es decir, todos aquellos delitos
que se cometen y que las autoridades no contabilizan, ya sea porque no son
denunciados o porque el Ministerio Público no los tomó en cuenta al considerar
que se derivaron de otro ilícito.
Otros delitos que alimentan la cifra negra, son aquellos en donde aun siendo
denunciados no son contabilizados por el Ministerio, por ejemplo, cuando ocurre
un asalto a un microbús en donde los delincuentes se suben y despojan de sus
pertenencias a los usuarios, pero el Ministerio Público; en lugar de contabilizar el
robo que sufrió cada víctima, toma a todos como uno solo.
Es por ello que la única forma de tener acceso a la cifra negra, es a través de la
realización de encuestas victimológicas, en las que se le pregunta a la gente si ya
o no sufrido algún tipo de delito.
Los estudios victimológicos, además de permitir calcular la totalidad de los delitos
que ocurren, son útiles porque ofrecen información acerca de las víctimas, lo que
permite diseñar estrategias de combate al delito.
Hasta el momento se ha hablado de la situación actual que vive México en cuanto
al alarmante aumento de la delincuencia, y con ello la inseguridad que
experimentan en cada momento al vivir en esta gran ciudad, pero es fundamental
remitirse a los factores y consecuencias que experimentan los ciudadanos en su
cotidianidad como producto del Crimen y la Delincuencia al habitar en las grandes
ciudades.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Dentro de las posibles reacciones que sufren las personas ante el fenómeno de la
criminalidad y la violencia, destacan la inseguridad y los cambios en las formas de
vida. Estos aspectos están íntimamente relacionados con lo que implica vivir en
una gran ciudad, donde en general existen ambientes físicos amenazantes que
generan problemas en la forma de ser de sus habitantes.
Los habitantes de las grandes ciudades en donde la delincuencia ha aumentado,
experimentan lo que se ha llamado miedo al crimen y percepción de la
inseguridad, dos conceptos que se manejan como semejantes, pero que sin
embargo no lo son.
"Se ha definido el miedo al crimen como: el sentimiento de inseguridad,
preocupación por ser víctima de un crimen en particular, reacciones al crimen, etc.
Yin (1980) define al miedo al crimen· como la ansiedad que siente la persona por
la amenaza de ser victimizado. Por otro lado, Rige (1981) Y Pían (1991) definen a
la inseguridad como la pérdida del sentimiento de seguridad ocasionado por
ciertos factores como el deterioro físico del medio ambiente y la oscuridad"
(Zaldívar, Humberto, UNAM, 1993, p. 62).
Por lo tanto la seguridad percibida en general se define como la percepción de
vulnerabilidad que tiene una persona de ser un posible blanco de agresión en
diferentes espacios familiares y desconocidos con características físicas
específicas.
"La vulnerabilidad se ha definido como percepción del riesgo y susceptibilidad y
también incluye un nivel objetivo y otro subjetivo" (Ibídem, p. 68)
“En cuanto al nivel objetivo, Skogan y Maxfield identificaron dos tipos de
vulnerabilidad: la física y la social. La física se refiere a la posibilidad de ser
atacado por poseer características físicas de debilidad, incapacidad de responder
a una agresión y el riesgo de desarrollar consecuencias físicas severas si se es
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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atacado. La vulnerabilidad social se refiere a una posición que ocupa el individuo
en la sociedad, que le expone a la amenaza de victimización y a sufrir
consecuencias por ésta” (Ramos, Luis. 1990, p. 55).
Se han sugerido como indicadores importantes de este tipo de vulnerabilidad los
bajos ingresos y el pertenecer a una minoría étnica, ya que la gente que vive en
zonas marginadas tiene mayor contacto con un medio ambiente violento. En
México los grupos más vulnerables en este sentido son las personas que migran
de zonas rurales a las grandes ciudades como el D.F., Guadalajara, Monterrey y
Puebla.
"A nivel subjetivo, la vulnerabilidad puede considerarse como un proceso cognitivo
afectivo. El componente cognitivo se observa en las creencias que pueden tener
los individuos de que son susceptibles de sufrir eventos negativos y de que están
poco protegidos contra el daño o infortunio. Acompañando esta cognición, está el
componente afectivo como los sentimientos de ansiedad, miedo y aprehensión."
(Zaldívar, Humberto, Op. cit. p. 71)
La ENSIP mostró que el sector de la población que se siente más seguro, es el de
los adultos mayores de 65 años, mientras que los adultos de entre 46 y 55 años, a
nivel nacional, y los de 56 a 65 años en el D.F., son los que se sienten más
vulnerables a la delincuencia, aunque, en el caso de la ciudad de México en todas
las edades el sentimiento de inseguridad predomina.
Las personas que no han sido víctimas de algún suceso negativo, tienden a
subestimar su posibilidad de ocurrencia. Esta percepción de inviolabilidad también
puede reflejar una necesidad de control personal o una exagerada sensación de
poseer habilidades para controlar los resultados. En el estudio se encontró que la
mayoría de las personas entrevistadas que fueron víctimas del delito o tuvieron a
una víctima dentro de su hogar, perciben su lugar de residencia como inseguro,
mientras que las personas que no fueron victimizadas consideran por lo menos
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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algo seguro, es decir que el haber sido víctimas de un delito cambia su percepción
de seguridad.
Dentro de los factores medio ambientales se puede mencionar que los ambientes
conocidos generan en los sujetos sentimientos de seguridad y aquellos totalmente
desconocidos provocan miedo e inseguridad. Así, la ENSIP mostró que el lugar
donde los mexicanos se sienten más seguros es el hogar, seguido por el trabajo o
la escuela, mientras que el sitio donde se sienten más vulnerables a la
delincuencia es en el transporte público y en la calle en segundo lugar. Son
variadas las causas por las que los sujetos pueden experimentar miedo en lugares
nuevos, una es la exposición a señales desorganizadas que se interpreta como
peligrosas por no estar familiarizado con ellas.
"Uno de los factores ambientales que causan más inseguridad en los sujetos es el
deterioro físico del medio. Liska, menciona que el miedo al crimen en las personas
está muy relacionado con la ansiedad, que se caracteriza por preocupación,
nerviosismo e intranquilidad urbana derivado de la desorganización física y social
del entorno que les rodea. Los símbolos asociados con desorden como
adolescentes merodeando en las calles, incrementan la intranquilidad urbana y
con ésta, el miedo al crimen y la inseguridad" (Ibídem, p. 79).
También uno de los factores que se asocia al miedo en el ambiente es la
oscuridad, la asociación frecuente de la oscuridad o la noche con el peligro es
sorprendente y existe una clara evidencia de que muchos sujetos evitan dejar la
casa después de que anochece por miedo a ser victimizados.
Entre las características del medio ambiente que se asocian con el miedo al
crimen, existen factores sociales que parecen influir en el incremento del miedo y
la inseguridad. Entre estos factores se encuentran los medios de comunicación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Los medios de comunicación ejercen una gran influencia sobre las
representaciones que el público se hace de la criminalidad y del delincuente, al
transmitir de ellos imágenes estereotipadas y casi siempre incorrectas.
Entre los medios de información, la televisión es la que ha cobrado mayor
importancia. Tienen una gran trascendencia, ya que llega a un público mucho más
amplio que el que consulta la prensa escrita, sobre todo a aquellas personas que,
son más sensibles al miedo y al crimen.
"Así los medios de comunicación elaboran las noticias de una manera tan
cuidadosa que llegan a generar en ciertos receptores una percepción de
vulnerabilidad y miedo ante la posibilidad de ser victimizado, lo que origina que
empiecen a tomar precauciones en su estilo de vida" (Ibídem, p. 108).
El miedo al crimen depende del grado de exposición de los ciudadanos a la
información que la prensa transmite sobre la criminalidad. Sin embargo diversos
estudios (Rico, José Manuel, 1998, p. 35), han probado la ausencia de una
correlación positiva entre la inseguridad ciudadana y el consumo de periódicos o
de emisiones televisivas. En cambio, el miedo al crimen parece aumentar
considerablemente cuando las personas interrogadas están informadas sobre los
delitos de que ha sido víctima algún familiar o amigo, en particular si estas
personas presentan características sociales similares.
El miedo al crimen tiene consecuencias más allá de la profunda sensación de
ansiedad personal. A continuación se presentan las principales consecuencias que
reporta la psicología, dividiéndolas en dos importantes rubros: consecuencias
individuales y consecuencias comunitarias.
Entre las consecuencias que surgen por el miedo al crimen a nivel de los
individuos se encuentra principalmente efectos psicológicos negativos como
sentimientos de ansiedad, desconfianza e insatisfacción con la vida cotidiana, así
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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como esfuerzos para reducir el miedo (por ejemplo ingerir drogas), para evitar la
victimización (no salir de casa en la noche, evitar a personas extrañas y limitación
de actividades sociales).
La gente que teme ser víctima de algún acto criminal, tiende a permanecer más en
casa, en situaciones o medios que se han hecho más seguros con alarmas,
cerraduras, etc. Cuando salen de casa, tienden evitar actividades que perciben
peligrosas. La ENSIP mostró que un 20% de la población ha dejado de realizar
ciertas actividades para evitar ser víctimas de la delincuencia, mientras que en la
ciudad de México es de 39%. Del porcentaje nacional, el 71 % no sale de noche y
resalta un 7.5% que ya no porta artículos valiosos como joyas. Mientras que de
este 39% de personas en el D.F., el 77% ha dejado de salir de noche, seguido por
haber dejado de visitar amigos o familiares que viven lejos con un 5.6%. El sector
de la población que más ha dejado de realizar actividades por temor a la
delincuencia, es el de los adultos jóvenes de entre 26 y 35 años de edad a nivel
nacional y los de entre 36 y 55 años en caso del D.F.; mientras que los jóvenes de
entre 18 y 25 años y los adultos mayores de 65, son los que menos han
modificado sus actividades Aunado a estas reacciones pueden aparecer, ciertas
creencias que involucran la desconfianza en los demás. Es posible que la
victimización previa de la persona u otros conocidos de ella, pueda llevar a este
tipo de creencias. A ello se le puede agregar la sensación de "desmoralización",
estado en el que la persona se siente aislada, sin esperanzas e indefensa.
Habiendo perdido la confianza es su habilidad de defenderse contra el mundo,
está expuesta a la ansiedad, depresión, resentimiento, coraje y otras emociones.
Cabe aclarar que estas consecuencias no necesariamente tienen que aparecer en
todas y cada una de las víctimas del delito, además es posible que se presenten
una o todas de estas manifestaciones en la persona.
A nivel de la comunidad, el miedo al crimen tiene consecuencias adversas, por lo
que adquiere la relevancia de un problema social. Tiene consecuencias directas
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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en las relaciones y la vida social: impide la formación y mantenimiento de lazos
comunitarios, el enriquecimiento cultural o de diversión, la transformación de
algunos lugares públicos en lugares en los que no se puede entrar, lleva a
ciudadanos a cambiarse de vecindarios, convierte a los individuos en seres menos
sociales, más suspicaces y con menos confianza mutua, pues la percepción de
peligro lleva a desarrollar una vigilancia generalizada y en las relaciones
interpersonales a la evitación de extraños y vecinos.
Otra consecuencia de gran importancia del miedo al crimen es que reduce la
apelación de políticas penales liberales (como la rehabilitación) y lleva a
incrementar la exigencia de encarcelamientos y castigos, con base a la creencia
de que el castigo es un buen medio para frenar la criminalidad. Del mismo modo
lleva a minar la legitimidad del sistema de justicia al propiciar que los ciudadanos
se hagan justicia por sus propias manos.
1.10 PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD.
El debate sobre la inclusión del ciudadano en la agenda de gobierno, atestigua la
configuración democrática, plural y competitiva del nuevo sistema político
mexicano, en contraparte al anterior sistema unitario y compacto, articulado por un
partido hegemónico.
Ante la falta de innovación de las autoridades y su incapacidad de dar respuesta a
la demanda de seguridad pública que debiera ser su máxima prioridad, los
mexicanos hemos decidido asumir una actitud democrática activa para hacer un
reclamo público a las autoridades en contra de la inseguridad que ha secuestrado
al país y exigirles más y mejores acciones, así como mejores resultados concretos
contra la delincuencia y la impunidad.
Hoy en día es indispensable promover mecanismos que contengan alternativas
diversas a las establecidas en el sistema penal tradicional, que contribuyan
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
85
eficazmente en la lucha contra la inseguridad. Dentro de ellos se encuentra la
participación de la comunidad en el ámbito de la seguridad pública.
Rafael Ruiz Harrell señala "La capacidad de gobernar está siendo desafiada"
(Ruiz Harrell, Rafael, México, 1998, p. 101), cada día se observa como las
acciones del Gobierno Federal, los gobiernos de los estados, municipios y el
Distrito Federal, son insuficientes para contener la creciente inseguridad pública
que sufre la ciudadanía.
El Estado Mexicano está centrando sus actividades básicamente en fortalecer las'
estructuras formales y aumentar penas establecidas por las leyes del país
dedicadas a salvaguardar el orden y la paz social de manera coactiva, más que
preocuparse por preservar la integridad y los derechos de las personas, principio
que para darse requiere de una probabilidad de la aprobación general de las
normas emitidas, es decir, de preservar el consenso. El orden se garantiza en la
medida en que se dé aceptación del Cuadro de los individuos para preservarlo en
la comunidad, lo cual fortalece a las instituciones.
La victimización aumenta y a diario aparecen nuevas formas de criminalidad cada
vez más organizadas y sofisticadas. Esta situación demanda gran capacidad de
reacción coordinada entre Gobierno y sociedad para poder cumplir las
necesidades que se tiene en el sistema de justicia penal a fin de diseñar una
política criminológica previa que consulte a todos los actores sociales como lo
establece el sistema nacional de planeación democrática.
En la actualidad en México, se ha sobredimensionado las funciones del Gobierno
en el desempeño del papel activo que le corresponde al sector privado y a la
comunidad. Esta concepción se refleja en el sistema de seguridad que aún en su
desarrollo no logra ser participativo, incluyente y eficaz.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
86
Además en la actualidad muchos ya no acuden ante las autoridades para
denunciar por temor o desconfianza de las prácticas corruptas y se presenta una
situación de confusión social en el mensaje de control social al no diferenciar entre
cuáles son las conductas reprimidas y cuáles las toleradas. Esta confusión se
agrava porque las autoridades reaccionan en casos iguales de manera distinta; en
otra tantas al delincuente no se le castiga y a quien denuncia se le convierte en
sospechoso, lo que genera un estado de incertidumbre social respecto al Estado
de derecho que se deslegitima aunque permanezcan las normas vigentes.
"Generar un sistema de seguridad pública más participativo y eficiente representa
un desafío significativo para la evolución y consolidación del sistema democrático
mexicano. Esto obliga a replantear las políticas de seguridad pública y diseñar
nuevos modelos de participación y corresponsabilidad ciudadana que posibiliten el
restablecimiento de estándares de seguridad aceptables" (Lima Malvido, María de
la Luz. México, 2001, p. 3).
Muchos países de Latinoamérica están impulsando a través del Derecho
Comunitario reformas que reposicionen a la sociedad y la vinculen de manera
permanente con las estructuras de seguridad y justicia del Estado. Sólo así
mediante la participación social organizada será posible encontrar soluciones a la
inseguridad.
"Con la coparticipación y corresponsabilidad del Gobierno el sector privado y la
sociedad civil se logrará generar las oportunidades de interacción que permitan
encontrar a las personas que deben concentrarse en soluciones de largo plazo;
atendiendo las prioridades que juntos determinen, mediante el establecimiento de
mecanismos, así como procedimientos de participación de la comunidad. Esto
permite que las instituciones, los ciudadanos y los grupos articulen sus intereses
mediante sus distintos roles y ejercicio legal de sus derechos y obligaciones" (Lima
Malvido, María de la Luz, México, 2000, p. 8).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, en el rubro de orden y respeto,
determina que se iniciará un esfuerzo nacional para integrar recursos, instituciones
públicas y privadas, comités vecinales, organizaciones y asociaciones civiles o
empresariales que conformen la pluralidad de canales para la participación
ciudadana en la creación de una gran política nacional de prevención de delitos y
conductas violentas que busquen inhibir los factores de riesgo e incremente los
factores de protección; asimismo, simultáneamente se necesita, con la
participación de Gobierno y ciudadanos, realizar las actividades de educación y
comunicación para fomentar los valores de tolerancia, legalidad, diálogo, dignidad
humana, convivencia, responsabilidad humana, libertad y civismo proactivo
elementos todos indispensables para crear una cultura de orden y respeto entre
los mexicanos.
Por su parte, el Programa Nacional de Seguridad Pública, 2001-2006 señala que
"Con una participación incluyente, activa, comprometida y responsable se podrán
tener efectos positivos en las acciones de gobierno para lograr resultados
exitosos, máxime si tomamos en cuenta que el crecimiento de las ciudades ha
incorporado una mayor complejidad a la estructura social caracterizada por
conformar patrones de dinamismo, crecimiento, masificación , diversificación,
dispersión de intereses, pluralidad, anonimato y decadencia de los principios de
solidaridad, aspectos que favorecen la comisión de conductas delictivas y bajo
nivel de cohesión social. (Programa Nacional de Seguridad Pública 2001-2006, el
14 de enero de 2003, primera sección p. 9)
La Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública en su artículo 8°, menciona que las autoridades establecerán
mecanismos eficaces para que la sociedad participe en la planeación y
supervisión de la seguridad pública; en el artículo 49 se señala que el Consejo
Nacional establecerá mecanismos y procedimientos para la participación de la
sociedad respecto de las funciones que realice y, en general, de las actividades de
la seguridad pública en el país.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
88
El artículo 50 del referido ordenamiento, determina que dentro de los Consejos de
Coordinación para la Seguridad Publica que prevé esta Ley, se promoverá la
participación de la comunidad, para:
• Conocer y opinar sobre políticas de seguridad pública.
• Sugerir medidas específicas y acciones concretas para mejorar esta
función.
• Realizar labores de seguimiento.
• Proponer reconocimientos por méritos con estímulos para los miembros de
las instituciones policíacas.
• Realizar denuncias o quejas respectos a irregularidades; y
• Auxiliar a las autoridades competentes en el ejercicio de sus tareas y
participar en las actividades no confidenciales o que pongan en riesgo el
buen desempeña de la seguridad pública debiendo contar cada institución
de seguridad pública con un organismo ciudadano.
Por último en el artículo 51 de la ley en comento se establece que los Consejos de
Coordinación promoverán que las instituciones de seguridad pública cuenten con
una entidad de consulta y participación de la comunidad para alcanzar los
propósitos del artículo anterior.
"Crear una infraestructura de seguridad de la democracia supone el fortalecimiento
del poder civil frente a instituciones que habían sido ajenas al control y a la
supervisión democrática para trabajar ahora bajo un concepto de colaboración y
tolerancia" (Lima Malvido, María de la Luz. México, 2001, p. 8).
La mediación para solucionar los conflictos, las penas alternas y de ayuda a la
comunidad, órganos de control y fiscalización, elección de las autoridades
policiacas, etc., son algunas de las alternativas que la democracia permite.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
89
Al respecto se puede afirmar que el más democrático de los controles de la policía
es el que ejerce directamente la comunidad o la sociedad civil. Si la policía es un
servicio a la ciudadanía, ésta tiene derecho a velar por ·su buena prestación.
La participación de la ciudadanía en la toma de decisiones públicas se ha vuelto
indispensable para superar las carencias que hay en todos los ámbitos de la vida
nacional; y se ha constituido en un factor fundamental de perfeccionamiento de la
democracia al contribuir a fortalecer el control de los representantes por sus
representados, a reducir las cuotas de poder de aquellos y a superar el carácter
intermitente del control electoral. Sin embargo para ser constructiva debe ser
consciente, crítica , libre, permanente, responsable y respetada y no encontrarse
condicionada ni por dogmatismos ideológicos ni por manipulaciones informativas,
con el objeto de poder promover la construcción de una auténtica cultura política
cívica que mueva a la gente, fomente su organización, garantice el debate y la
libre deliberación y promueva una participación responsable en los asuntos
públicos, En síntesis, que edifique una verdadera ciudadanía.
1.11 LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES.
Como ya ha quedado señalado, actualmente la participación ciudadana es un
elemento indispensable en el combate a la inseguridad. Sin embargo para ser más
eficiente, requiere que se efectúe sobre bases sólidas, con una actitud de
colaboración responsable y ordenada. Es aquí donde juegan un papel
fundamental las Organizaciones No Gubernamentales como vínculo entre los
ciudadanos, el sector privado y el gobierno; permitiendo una evaluación de las
acciones realizadas al margen de intereses políticos o partidistas.
Dentro de las diversas Organizaciones No Gubernamentales constituidas
formalmente para contribuir al combate a la delincuencia se encuentran: el
Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal AC., el Comité Nacional
de Consulta y Participación de la Comunidad (CONSEGU), el Instituto Ciudadano
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI), México Unido contra la Delincuencia AC.
Ante tantos organismos nos vemos en la necesidad de examinar solo una
organización, se abordara al Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad
(ICESI).
El Consejo Coordinador Empresarial, la Confederación Patronal de la República
Mexicana, la Fundación "Este País", el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Monterrey y la Universidad Nacional Autónoma de México,
preocupados por la situación que vive el país, en materia de inseguridad pública,
constituyeron un órgano ciudadano autónomo al cual denominaron "Instituto
Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A.C. " (ICESI).
El ICESI es una asociación civil, constituida conforme a las leyes mexicanas y
recibe donativos de todas aquellas organizaciones, empresas, instituciones
académicas y dependencias tanto públicas como privadas, con el propósito de
cumplir con su objeto social. Para ello, ha buscado la autorización de la SHCP
para contar con la deducibilidad de impuestos (Información obtenida de la página
www.ices i.org.mx).
La información disponible antes de la creación del ICESI no se sustentaba en el
empleo de instrumentos estadísticos suficientemente confiables que permitieran el
análisis óptimo de las tendencias de la criminalidad en México. La generación de
un sistema permanente de estadística veraz es una necesidad primordial para la
planeación de acciones que permitan, mediante la planeación adecuada, el
combate eficaz contra la inseguridad.
"La difusión de información poco confiable ha generado una percepción
distorsionada de las tendencias de la criminalidad y ha ocasionado un profundo
escepticismo social respecto de las cifras oficiales.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
91
De ahí la necesidad de la creación de un organismo no gubernamental, con
autonomía jurídica, política y técnica, un organismo ciudadano, que genere
estudios y encuestas sobre tendencias en materia de inseguridad" (De la Barreda,
Luis, 2002, p. 153).
La creación del ICESI obedece al requerimiento de poder contar con la instancia
ciudadana que genere, utilice y difunda permanentemente información estadística
estratégica en materia de inseguridad pública, para desarrollar, a su vez,
investigaciones rigurosas mediante el acopio, procesamiento, interpretación y
difusión de indicadores e índices sobre la violencia social en México, que sirvan de
sustento para el diseño de políticas públicas en materia de seguridad.
Dentro de los principales trabajos realizados por el ICESI, se destacan las dos
Encuestas Nacionales sobre Inseguridad Pública realizadas en las Entidades
Federativas, a través de las cuales se ha logrado contar con información periódica
sobre la percepción de la inseguridad existente y de las experiencias de aquellos
mexicanos que han sido víctimas de la delincuencia en el país, elementos
indispensables que sirven para tener un instrumento eficaz y confiable que permita
marcar la tendencia sobre los índices delincuenciales.
El ICESI se propone constituirse en un organismo capaz de generar y aglutinar la
información, y certificar su veracidad y su consistencia. Las cifras oficiales son
indispensables, pero son asimismo imprescindibles las que proceden de los
ciudadanos y muy especialmente las que provienen de las víctimas.
"El ICESI lleva a cabo sus tareas sirviéndose de la infraestructura de las
instituciones que le han dado origen. Trabaja con los métodos probados
científicamente y adoptando el máximo rigor teórico en sus encuestas,
investigaciones y propuestas, las que tendrán el máximo nivel de calidad
internacional. Al hacerlo, irá formando los especialistas en la materia que harán
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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posible darle continuidad a sus afanes de una seguridad pública integral" (Ibídem,
p. 154).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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CAPÍTULO II. FACTORES QUE INTERVIENEN EN EL DETONANTE DE LA
INSEGURIDAD PÚBLICA EN LA NACIÓN MEXICANA
2.1. LA SEGURIDAD PÚBLICA E INCIDENCIA DELICTIVA
El tema de la seguridad pública es complejo desde su conceptuación hasta las
diversas teorías que se gestan a su alrededor. En primer lugar, es importante
mencionar que, aunque en su concepción más amplia la expresión seguridad
pública se refiere a numerosos aspectos inherentes a la vida social, como
mantener los niveles de bienestar social y económico y protección ante desastres
naturales, entre otros, generalmente se utiliza en relación con el tema de la
delincuencia. De esta forma, atendiendo a su concepción general, la seguridad se
define como la preocupación por la calidad de vida y la dignidad humana en
términos de libertad, acceso al mercado de trabajo y mejores oportunidades de
desarrollo (Arraigada y Godoy, 2000).
Echavarría (2005) considera que la seguridad parece ser uno de los temas
fundamentales en la sociedad y aparece como una de las necesidades y derechos
básicos; pero el término de seguridad, como se mencionó, es bastante amplio.
Bartra (1997) considera que al sustantivo seguridad se agregan los adjetivos
nacional, pública y ciudadana; éstos tratan siempre de connotaciones colectivas,
no personales de seguridad; es decir, no tratan propiamente de la seguridad de los
derechos de los sujetos individuales, cualquiera que sea su posición en el contexto
social, sino de la seguridad de la nación, de la comunidad y de la ciudad. Así, el
término seguridad nacional sirvió a la ideología de amigo-enemigo, en donde el
uso del sistema penal ilegal paralelo al legal, se justificaba.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
94
El concepto de seguridad ciudadana atribuye a la policía una dimensión local y
participativa, multidisciplinaria. Sin embargo, estas consideraciones de “seguridad”
sólo contemplan a los sujetos en calidad de ciudadanos, no como a las personas
portadoras de derechos fundamentales universales. Por otra parte, la seguridad
pública e incluso la seguridad ciudadana, se refieren únicamente a los lugares
públicos y se restringen a solo un pequeño número de delitos que entran en la
criminalidad tradicional, como todo tipo de robos y agresiones, pero la violencia
doméstica, los delitos económicos, ecológicos, de corrupción y desviaciones
criminales en las esferas de poder, no son contemplados por este sistema de
seguridad.
En este proyecto se entenderá a la inseguridad pública como la ausencia de los
derechos individuales que aseguran la integridad física ante cualquier ataque
violento, mantienen el bienestar común y resguardan la propiedad privada.
La definición del concepto de “seguridad” lleva implícito a los actores encargados
de la procuración e impartición de la seguridad a los habitantes, así como a las
políticas adoptadas para este fin. Anteriormente, era considerado que el
mantenimiento de la seguridad urbana era una tarea que competía sólo a las
fuerzas del orden. Sin embargo, el concepto de seguridad requiere una actuación
conjunta, de instituciones y organismos colectivos que de forma coordinada lleven
a cabo acciones encaminadas a preservarla.
De esta manera, el término de inseguridad pública va más allá de la consideración
de los índices de criminalidad, ya que se empiezan a incorporar elementos de
orden estructural, por ejemplo, la pobreza, desigualdad y la ausencia de derechos
fundamentales como la salud, el trabajo y la vivienda. Sin embargo, la política del
gobierno en materia de seguridad se ha enfocado casi exclusivamente a la
delincuencia. Este tratamiento al problema se evidenció aún más en los últimos
sexenios en donde la estrategia de lucha contra el narcotráfico se centró en la
noción de seguridad nacional bajo un modelo de amigo- enemigo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
95
De esta manera, este tipo de violencia ha recibido gran atención por parte de los
medios de comunicación, lo que la ha vuelto muy visible a todos los sectores de la
población, a diferencia de otros tipos de violencia, como la violencia basada en el
género.
Su alcance se puede observar en distintos niveles, desde el macro social hasta el
micro, expresado en los delitos cotidianos cara a cara como el robo con y sin
violencia, hasta la violencia más descarnada que es el sello distintivo del
narcotráfico.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad
Pública, en 2009 por cada cien mil habitantes se reportaron 1, 665,792 delitos,
cabe mencionar que este año es donde se registraron más delitos desde 1997, en
donde se presentaron 1, 490,923 delitos. A partir del siguiente año, la tasa de
delitos comienza a disminuir por nueve años hasta el 2006, cuando vuelve a
repuntar la incidencia delictiva (Secretaría de Gobernación, 2011).
Ahora bien, con este aparente descenso en el índice delictivo hay que considerar
que por lo menos a partir del 2006, se presentaron importantes acontecimientos
en el terreno del delito federal, en especial con el narcotráfico siendo este delito la
base en los programas de seguridad pública de Felipe Calderón, lo que pudo
haber volcado la atención pública hacia este delito y tal vez le restó un poco de
atención a algunos delitos del fuero común (Zepeda, 2008).
Para el 2010, se registró un leve deceso en los delitos reportados ante las
Procuradurías de Justica de los Estados un total 1, 704,099 y para 2011 se
registraron 1, 694,398 lo que de acuerdo con esta fuente, se puede interpretar
como un leve descenso en la comisión de delitos tanto del fuero común como del
federal (Secretaría de Gobernación, 2011).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
96
Al realizar un desglose por el fuero del delito, común o federal, que a partir del año
2006 se presenta una alza importante de delitos de fuero federal principalmente
los delitos contra la salud y la portación de armas de fuego. Sin embargo, es
importante no perder de vista que la mayor comisión de delitos se presenta dentro
los denominados delitos del fuero común, concretamente el robo en todas sus
manifestaciones (Ibídem).
Ahora bien, es fundamental subrayar que la calidad de las fuentes de información
y el registro de la incidencia delictiva en México, tiene que ser considerada con
reservada ya que por un lado, la cifra negra de delitos que no son reportados ante
el Ministerio Público es alta, pues existe una percepción en la ciudadanía de poca
confianza en las instituciones de procuración e impartición de justicia. De acuerdo
con el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI), en 2009 del
total de personas que mencionaron que fueron víctimas de un delito, el 78% no
acudió a denunciar, lo que representa una cifra negra del 85%. Dentro de las
principales motivaciones para no hacerlo, estuvo porque es una pérdida de
tiempo.
Adicionalmente, al sub-registro de los delitos, especialmente del fuero común,
existen otros delitos que por situaciones políticas no es dada a conocer su
incidencia real a la opinión pública y son los delitos que están relacionados con el
narcotráfico en todas sus modalidades. Al respecto, en el 2010 la agencia de
Inteligencia global Stratfor contabilizó 15,273 homicidios (Stratfor, 2012) y en 2011
se calcularon alrededor de 16,600 muertes (Guerrero, 2012).
A pesar de estas lastimosas cifras, es fundamental no perder la atención en el
grueso de los delitos, que como ya se mencionó, lo constituye fundamentalmente
el robo a transeúnte, robo de autopartes, extorsión y fraude, en menor prevalencia
se encuentran los delitos sexuales y secuestros. Estos delitos son a los que están
más expuestos la mayor parte de los mexicanos, sobre todo en la regiones del
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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centro del país como Ciudad de México, Aguascalientes y el Estado de México
(Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad, 2010).
Los datos presentados sobre delincuencia indican que el país se encuentra en una
etapa de violencia que es urgente atender de una manera más integral y menos
centrada en las instituciones de control del Estado, pues como sustento de este
problema se encuentran aspectos económicos, políticos y sociales manifestados
en la proliferación y fácil acceso a las armas, en el aumento de la venta y
distribución de drogas, en la cada vez más indignante inequidad social -dada por
el incremento del número de personas en pobreza extrema en contraste de la
acumulación de la riqueza en muy pocas familias del país-, y muy importante, en
la desconfianza en las instituciones de procuración e impartición de justicia.
Algunos autores como Del Olmo (2000), Hopenhayn (2002) y Robert (2003), han
sugerido que el delito ha tenido un aumento a nivel mundial de forma cuantitativa y
cualitativa que se ha agravado a partir de la década de los ochentas. Dicho
despunte se ha presentado durante las crisis económicas que han vivido algunos
países de América Latina, lo que ha profundizado la pobreza y la desigualdad
social, y aunado a la corrupción y la impunidad de los sistemas encargados de la
justicia, se suscitó un clima propicio para nuevas formas criminales, como el
narcotráfico y otras ilegalidades como el comercio informal. En México, como se
presentó en párrafos anteriores, la delincuencia ha experimentado aumentos y
reducciones que algunos autores asocian a las condiciones económicas, la crisis
de valores, los cambios en los roles y las relaciones de poder en el seno de la
familia, así como las expectativas de movilidad social y la aparición del crimen
organizado.
Sin embargo, existen autores como Sanabria (2007) y Vélez (s/ f), que ponen en
tela de juicio el argumento de que realmente se haya dado o se esté dando un
aumento en los hechos delictivos en América Latina, pues consideran que el
ascenso de la violencia y el delito presenta una tendencia a la baja, pero son los
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Estados los que promueven modelos violentos de relación, basados en un orden
político y comercial.
La postura que se adopta es que no se puede negar que el problema de la
delincuencia está a la alza, pero no todos los delitos muestran la misma tendencia,
como se observó en los datos presentados. El robo a transeúnte con o sin
violencia es el que más incidencia presenta. Tampoco se puede ocultar que hoy
en día los delitos relacionados con el narcotráfico han aumentado, pues al darse
un cambio en las negociaciones entre cárteles inició una violencia más cruenta.
Así como no se puede refutar esta alza, tampoco se puede negar que el tema de
la inseguridad ha sido un ardid para sostener políticas de carácter represivo
(Correa, 2009; Pérez, 2009) o con un grado de violencia menos evidente que en
ocasiones no es conceptuado como violencia, pero que tiene el mismo objetivo;
aunado a esto, la inseguridad también ha servido para intereses geopolíticos (En
1989, Estados Unidos justificó la invasión a Panamá con el argumento de
relacionar al coronel Antonio Noriega con el narcotráfico y el lavado de dinero),
muestra de ello es el plan Colombia en 2004, antecedente inmediato del plan
Mérida en México.
Esta iniciativa permite que se reciba apoyo de Estados Unidos de Norteamérica
para las labores de seguridad en México bajo el argumento de “lucha contra las
drogas”, también implica la participación del ejército y la marina en el tratamiento
de la seguridad; sin embargo, este método no garantiza la contención del
problema, pues varios países de América Latina han tenido experiencias negativas
con la mayor inserción del ejército, por lo que algunos estudios (Venezuela, Chile,
Argentina) sustentan cada vez más la idea de que el ingreso del ejército a las
labores cotidianas y sobre todo el de la seguridad pública, no ha tenido buenos
resultados, y sí se han incrementado los abusos por parte de esta institución en la
sociedad civil. Martín-Baro quien vivió la guerra civil de El Salvador, cuestionó la
participación del ejército en el gobierno de aquel país pues colaboró a que la
represión y la violencia cada vez fueran más brutales.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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En cuanto a las medidas para tratar a la delincuencia cotidiana, se han sugerido
acciones explícitamente violentas como la pena de muerte (La propuesta de pena
de muerte fue sugerida en las anteriores contiendas políticas por el partido Verde
Ecologista. Esta acción es catalogada como populismo punitivo, y no puede ser
aplicada en el contexto mexicano, pues representa una inconstitucionalidad), pero
también se han propuesto medidas que pudiesen no considerarse así, tal es el
caso de los operativos policiacos realizados en el transporte público con el
llamado programa “pasajero seguro”, en el cual arbitrariamente, se seleccionan
trasportes para revisar a los pasajeros (generalmente de sexo masculino) en
busca de algún objeto ilícito, en un primer momento se proponía que elementos
armados viajaran a bordo de los camiones y microbuses, sin embargo, esto
resultaba ser poco efectivo. Aunque a primera vista esto no se pueda considerar
violencia, la medida resulta ser una violación al libre tránsito al que toda persona
tiene derecho, ya que se realiza de manera arbitraria, pasando por alto el derecho
a la presunción de inocencia, aunado a esto, no se tiene evidencia de que
resuelva o siquiera disminuya el robo a bordo de estos transportes.
Dentro de las principales consecuencias que el aumento del delito ha traído a la
sociedad en general, está que nuestro país ha sido considerado uno de los más
inseguros, comparado incluso con Colombia o El Salvador, por lo que la
inseguridad pública referida al delito se ha convertido en uno de los principales
temas en la agenda nacional y ha sido objeto de un sinnúmero de debates
políticos. Es así que la inseguridad pública se presenta como una forma de la
espiral de la violencia social, y siendo que es el ejemplo para hablar de la
legitimación de la violencia.
2.2. CONCEPTO DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
Ahora bien, otro aspecto de relevancia a considerar en el tema sobre la seguridad
pública es la percepción de la inseguridad que tienen los habitantes de cualquier
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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ciudad, ya que Robert (2003) considera que el aumento real de delitos no coincide
por completo con la percepción, aunque pareciera que la delincuencia y la
inseguridad tienen un nacimiento simultáneo; sin embargo, esto no es así, debido
a que la inseguridad “irrumpió” cuando el crimen violento se incrementó
considerablemente (El sociólogo Robert (2003) menciona que “el delito tiene una
historia ancestral, mientras que la inseguridad no se remonta más allá de
mediados de los 70s”. (p. 68). De esta manera, es factible considerar una noción
de inseguridad pública más allá de los índices de criminalidad).
Otro factor que influye en esta situación, fueron los medios de comunicación
masiva, mismos que priorizaron la nota roja sensibilizando a las personas sobre el
delito violento.
Como se mencionó, en México se ha volcado la atención al narcotráfico, que ha
cobrado relevancia por el número de asesinatos y la crueldad con la que son
cometidos.
Sin embargo, el mayor número de delitos cometidos en nuestro país están
constituidos por el delito de robo en sus variadas manifestaciones, como ya se
expuso. Robert (2003), menciona que el robo o las “depredaciones” constituyen el
origen del desajuste y es el fenómeno originario de los demás delitos, además se
encuentran en la base del fenómeno de la percepción de inseguridad, pues son
amenazas que afectan a todos los grupos en mayor o menor medida, y se han
convertido en un riesgo generalizado y pocos se consideran fuera de ese peligro.
Este mismo autor enfatiza que la inseguridad es un fenómeno sumamente
complejo, porque se nutre de factores económicos, políticos y sociales e incluso
de actitudes personales. Esta consideración se debe tomar en cuenta en cualquier
estudio, pues el no hacerlo conduciría a respuestas erróneas y a creer que estos
fenómenos están indistintamente en el contexto actual; es decir, se considera que
“si hay delitos hay inseguridad”, pero esto no siempre es así, porque la percepción
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
101
de inseguridad se nutre de otros elementos que están más relacionados con las
vivencias de las personas y formas de interpretar su realidad.
Por ejemplo, existen sectores de la población que perciben que la delincuencia se
ha desbordado provocándoles profundos sentimientos de inseguridad; y por otro
lado, existen otros sectores que consideran que la inseguridad no es un problema
para sus vidas cotidianas e incluso consideran al país como un lugar seguro.
Llaman la atención los resultados de la ENSI -7 correspondientes a la percepción
de inseguridad, pues no se corresponden del todo con los niveles de victimización
por entidad. Aunque Chihuahua no es el estado que presenta las mayores tasas
de victimización, sí se encuentra en primer lugar en percepción de inseguridad por
sus residentes con el 88%, posteriormente está el Distrito Federal con el 85% y
Sinaloa con el 83%. Aguascalientes a pesar de encontrarse entre los tres primeros
estados que tenían mayor porcentaje de victimizaciones reportadas en esta
encuesta, no aparece dentro de los estados percibidos como más inseguros
(Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad, 2010). Estos datos
permiten constatar que la percepción de inseguridad es compleja y va más allá de
las tasas de victimización; pues incluye un complejo proceso de significaciones en
los que intervienen los niveles de bienestar en general que el Estado pueda
proporcionar a sus habitantes, entre otras cosas.
Estudios que han abordado el tema con técnicas cualitativas han dado cuenta de
que el tema de la inseguridad es aún más complejo de lo que parece, porque en él
confluyen innumerables elementos sociales que a simple vista poco tienen que ver
con el delito. Autores como González (2002), González y Kala (2007), Ramos
(1994), Romero (2007) entre otros, han sugerido que la percepción de inseguridad
se encuentra más relacionada con la forma en que la persona interpreta su riesgo
de ser víctima de algún acto delictivo y el lugar donde vive; esa interpretación, está
más relacionada con sus creencias y significados que las personas tienen sobre el
problema, que con la inseguridad “objetiva” que crea el delito.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
102
Así, cada colectivo tiene una percepción distinta de lo seguro y de lo peligroso,
aún más complejo, cada individuo difiere en la intensidad del miedo ante un mismo
hecho delictivo (Ute y Werner, 2003). Las vivencias y necesidades de unos y otros
van a determinar su percepción de la seguridad, que en más de una ocasión será
completamente opuesta; resulta frecuente que lo que para un colectivo suponga
seguridad, para otro pueda producir inseguridad, este fenómeno se puede
observar en zonas como Tepito en la Ciudad de México.
Respecto a la percepción de que el problema se ha incrementado, un estudio
realizado por López en el 2005, basado en las representaciones sociales, trató de
explorar mediante un cuestionario abierto y un ejercicio de asociación libre, lo que
un grupo de estudiantes y un grupo de comerciantes piensa acerca de la
globalización. Lo que cabe resaltar en este estudio, son los resultados que se
dieron sobre las preocupaciones y soluciones, y modos de vida del pasado y del
presente, incluyendo el tema de la violencia, pues consideraron que era menor en
el pasado e incluso se percibía seguridad a comparación de hoy en día. Lo más
interesante es que la percepción en cuanto a las prácticas políticas, era que
existía corrupción y mal gobierno y esta percepción persiste actualmente.
Por otra parte, otro de los elementos a tomar en cuenta, son las consecuencias
producto de la inseguridad. Las personas que perciben a la inseguridad pública
como un verdadero problema, pueden limitar sus actividades o transformar sus
hábitos cotidianos; por ejemplo, algunas personas evitan salir de noche, cargar
dinero en efectivo o circular por ciertos sectores de la ciudad, evitan de forma
general los ambientes oscuros, llevar dinero en exceso o joyas, utilizar taxis y
usan el transporte público cuando es estrictamente necesario; en resumen, se
evitan las actividades que se perciben como peligrosas y ciertas zonas de la
ciudad consideradas como de alta incidencia delictiva (Hasam, 2000; Instituto
Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, 2010; Miranda, 2003; Ramos 1994).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
103
Algunas personas han optado por adquirir armas o perros, la instalación de rejas o
alarmas en la casa y el vecindario, la contratación de vigilancia privada y la
privatización de algunas calles (Del Olmo, 2000). Paralelamente, Galeano (1996)
apunta que muchos de los grandes negocios promueven el crimen y del crimen
viven; es decir, se crea el miedo como necesidad social, como lucro económico y
como motivo para desarrollar tecnología que le haga frente al miedo (Uribe, 2002).
Robert (2003) planteó que el mercado reemplazó a los poderes públicos como
promotores de seguridad, y lo que impulsa a esta privatización defensiva del
espacio es la conciencia de que la criminalidad no pertenece sólo a ciertos
lugares, sino que puede ser creada en cualquier momento en toda la ciudad.
La percepción de inseguridad también provoca la segregación física de los
espacios. García (1997) menciona al respecto que la cultura de la protección
sobre vigilancia, se alía con nuevas reglas de distinción para privatizar espacios
públicos y separar más abruptamente que en el pasado a los sectores sociales.
Miranda (2003) coincide en este punto y considera que las estrategias defensivas
que van más allá de la vivienda extendiéndose al espacio urbano se caracterizan
por una amplia privatización de espacios antes públicos, especialmente la calle y
sus banquetas. Esta situación es más seria de lo que parece, pues además de
favorecer la segregación, viola los derechos al libre tránsito de los ciudadanos no
pertenecientes a ese barrio.
Estos hábitos de vida condicionan enormemente el modo de relacionarse y la
forma de percibir a las otras personas, generando a menudo desconfianza y
estigmatización de sectores sociales minoritarios o de las clases sociales bajas
(en la mayoría de los casos estos grupos resultan ser la población joven y de
escasos recursos), lo que culmina en nuevos tipos de violencia (Cajas, 2007;
Guerrien, 2006; Ruíz, 2007).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
104
Como se observó, estas soluciones lejos de arreglar el problema, agravan la
situación, ya que impiden la acción preventiva y contribuyen a exacerbar los
conflictos sociales poniendo en riesgo la consolidación democrática. Del mismo
modo, llevan a minar el sistema de justicia y a legitimar la violencia, pues los
ciudadanos en busca de garantizar la seguridad que perciben que han perdido
realizan reclamos a las autoridades, solicitando el endurecimiento de las penas
(incluyendo la pena de muerte) y en casos extremos, se permiten tomar la justicia
por cuenta propia, culminando en prácticas sumamente violentas, como los
linchamientos.
Adicionalmente, en aras de la seguridad, las personas aceptan prácticas
violatorias a sus derechos humanos por parte del Estado, como la militarización
del país o la invasión a la privacidad. Hopenhayn (2002) al realizar un estudio
sobre el problema de las drogas y la violencia en América Latina y su participación
en la seguridad nacional, postuló que estos problemas son vistos como el “caballo
de Troya”, pues son utilizados para instaurar sistemas de seguridad nacional más
tecnificados pero al mismo tiempo más violentos, lo que conlleva a la violación de
derechos humanos al permitir excepciones al estado de derecho. Así, se
reproduce un estilo autoritario de gobierno o de control social.
Al no tomar en cuenta estos aspectos, se cae en políticas descontextualizadas y
que fomentan situaciones en ocasiones más peligrosas que la delincuencia, como
por ejemplo, la política estadounidense de cero tolerancia, la cual conduce en
parte al etiquetamiento de ciertos grupos de la población (en su mayoría gente de
las clases menos favorecidas) y al rompimiento de las redes sociales al
predisponer a la sociedad a un ambiente de riesgo.
En resumen, la acción de la seguridad pública en nuestro país se concreta al
terreno delincuencial; es decir, la seguridad de los ciudadanos depende
directamente de la cantidad de delitos cometidos y por lo tanto, se han propuesto
soluciones para fortalecer el sistema policial, equiparlo con más y mejor
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
105
armamento y tener elementos eficientes y preparados con el fin de asegurar la
tranquilidad de la ciudadanía, y se ha subestimado el papel de la prevención en
las políticas de seguridad pública. Las acciones gubernamentales están dirigidas
principalmente hacia dos mecanismos para hacerle frente a la inseguridad, y éstos
son el control y represión de la violencia delictiva, mediante el incremento de
recursos económicos para las policías, el ejército y la marina, a pesar de que la
experiencia de distintos países ha demostrado, que estas políticas poco ayudan
para resolver el problema (Buvinic, Morrison y Orlando, 2005; Lozada, 2004;
Martín-Baró, 2003 y Mockus, 2002). Como resultado de estas políticas, se tiene un
aumento de la población carcelaria y la deslegitimación de las instituciones, el
aumento de las víctimas por abusos policiales y la pérdida de recursos
económicos.
Ahora bien, el objetivo de haber presentado este apartado fue situar el contexto en
el que se desarrolla el tema de la inseguridad, así como la necesidad de legitimar
la violencia que se puede generar en el tema. Del Olmo (2000), Echavarría (2005),
Fernández (1997), Hopenhayn, (2002) y Martín-Baró (2003), consideran que la
inseguridad que prevalece puede haber sido un discurso que permitiera justificar
las acciones represivas del Estado, ya que si no estuviesen escudadas bajo la
preservación de la seguridad, éstas no podrían ser admitidas por la sociedad civil.
Así, “la percepción de inseguridad se ha convertido en un problema en sí mismo
no sólo por la posibilidad de constituirse en un fuerte obstáculo para la convivencia
pacífica y la solidaridad ciudadana, sino por su capacidad de generar una espiral
de violencia, ya que el temor hace que la población pida mayor represión y
justifique los excesos e ignore la importancia del respeto a los derechos humanos
y a la gobernabilidad democrática” (del Olmo, 2000; p. 8).
Es importante considerar que en este caso, se está hablando de una relación de
poder entre el Estado y la sociedad civil, en donde se le otorga al primero la
autoridad legítima para usar la violencia con el objetivo de mantener seguridad.
Ahora, recordando lo expuesto en el capítulo anterior respecto del proceso de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
106
legitimación y la evaluación de quién ejerce la violencia, este aspecto de relación
de poder Estado-sociedad civil es prioritaria para comprender las posibles
justificaciones hacia el uso o rechazo de la violencia en el tratamiento de la
inseguridad pública por parte de los ciudadanos.
Aunado a este aspecto, existen otros elementos que participan en que una
práctica violenta sea considerada como digna de apoyo por parte de los
ciudadanos.
2.3. LA INSEGURIDAD PÚBLICA EN CIFRAS.
En primer lugar, se debe señalar que la sensación de inseguridad en la sociedad
capitalina no es fortuita, ya que en términos reales responde a un incremento real
en los últimos 30 años, agravándose en su punto más alto en 1997, aunque de
entonces a la fecha se ha observado una paulatina tendencia a la baja. El periodo
que analizaremos comprende del 2003 al año 2005; sin embargo, es menester
señalar como antecedente, que el incremento en la ola delictiva se ha dado desde
1975 cuando en la ciudad se denunciaron 95,359 delitos, incrementándose para
1988 a 178,487 actos ilícitos. A simple vista dicho incremento, coincide en tiempo
con los efectos económicos de la crisis financiera de 1987, el cual afectó a gran
número de personas que tenían relación con el mercado especulativo, lo cual a su
vez, afectó a empresas, ahorradores, comercios, fuentes de trabajo, etc. Esta
situación descendió aparentemente en 1993, situación que no se debe en rigor
estricto a un descenso en la ola delictiva, sino más bien a una situación técnico-
jurídica, propiciada por las reformas a la normatividad penal (conocidas
coloquialmente como contrarreformas), las cuales consistieron en la
desaparecieron del Código Penal de varios delitos antes tipificados, y la
modificación de procedimientos penales, que produjeron vacíos jurídicos que
facilitaron la detonación y reproducción de la delincuencia y de la impunidad.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
107
Gráfica 2.1.1
Actuación del Índice delictivo en el Distrito Federal
Fuente: Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, GDF, 2005
Desde 1993 se empezó nuevamente a registrar una tendencia sostenida a la alza,
hasta llegar a su máximo nivel en 1997 en el que en promedio se registraban 700
delitos denunciados diariamente, de los cuales, 466.62 corresponden a ilícitos de
alto impacto que para el gobierno son considerados como principales delitos de
atención (En esta clasificación se encuentran el homicidio doloso, las lesiones
dolosas, el robo a transeúnte, el robo de vehículo, el robo a transporte, el robo a
negocio, el robo a casa habitación y violación).
Esta alza coincide en tiempo con los acontecimientos de violencia política de 1993
y 1994 (Muerte de jueces, periodistas y sobre todo el asesinato del Secretario
General y del candidato presidencial del PRI), y con una crisis económica y
financiera derivada de errores en el manejo de las riendas económicas por parte
del gobierno del entonces – recién electo- presidente Ernesto Zedillo Ponce de
León, con sus respectivos efectos sociales.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
108
Desde finales de 1998 se empezó a registrar una disminución que coincidió con la
administración del primer Jefe de Gobierno electo en la ciudad –de extracción
perredista- en relevo de Oscar Espinoza Villarreal quien fuera el último regente
designado por un presidente.
El hecho de que el gobierno del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas surgiera del voto de
los ciudadanos capitalinos implicó asumir como uno de los compromisos
prioritarios el de mejorar la seguridad pública. En este periodo, se observa una
reducción en el promedio diario de delitos denunciados de 1997 a 2000, pasando
de 700 a 482.92 ilícitos, lo que representa una disminución promedio de 217.17
casos por día; sin embargo, el esfuerzo no bastó, ni se reflejó en el mejoramiento
de la percepción ciudadana sobre la seguridad pública.
El 5 de diciembre del año 2000 nuevamente toma posesión un gobierno de
extracción perredista, que asume como una de sus tareas prioritarias la seguridad
pública, observándose que el fenómeno delictivo continúa su tendencia
decreciente. Así pues, en el periodo de regencia de Oscar Espinoza Villareal se
denunciaron en total 719,387 delitos en 3 años, disminuyendo en similar periodo a
641,861 ilícitos registrados en el periodo de la gestión de Cuauhtémoc Cárdenas y
Rosario Robles, sosteniéndose la tendencia en los primeros 4 años y 5 meses de
la administración de Andrés Manuel López Obrador alcanzando 747,556
denuncias ante las Agencias del Ministerio Público, lo que equivale a un promedio
diario de 464.90 delitos – denunciados-, frente a 585.64 y 653.99 que ocurrían en
los periodos de Cuauhtémoc Cárdenas y Oscar Espinoza, respectivamente.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
109
Gráfica 2.1.2
Comparativo de Índices Delictivos por Periodo de Gobierno
Fuente: Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, GDF, 2005
El dato anterior es relevante, toda vez que como se muestra en la gráfica, la
tendencia de disminución es en delitos principales o de alto impacto, los cuáles, a
diferencia de otras administraciones según el gobierno capitalino deberá presentar
una reducción sostenida a partir del año 2004 de un ritmo del 15% anual en
relación con el año inmediato anterior.
Es necesario resaltar que el grueso de delitos enmarcados en la categoría de
“delitos principales” es de carácter patrimonial; es decir, que atentan contra la
propiedad de las personas; tal es el caso del robo en todas sus formas. Según el
Código Penal en su artículo 367, “comete el delito de robo: el que se apodera de
una cosa ajena mueble, sin derecho y sin consentimiento de la persona que puede
disponer de ella con arreglo a la ley” (Código Penal para el Distrito Federal. Edit.
Porrúa. 52ª. Edición. México, 1994).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
110
La tendencia de reducción no aplica en “otros delitos”, donde incluso, se valora un
aumento de 9.8% frente a la gestión de su antecesor, lo que da cuenta que en
delitos de bajo impacto social se ha recobrado paulatinamente la confianza
ciudadana en las instituciones de procuración de justicia, o bien, es el resultado de
las modificaciones a las normas penales que han ampliado el espectro de
conductas que antes no eran tipificadas como delito o que han ampliado su
sanción, lo que atrae la denuncia de dichos actos.
Si se analiza el comportamiento delictivo por cada uno de los delitos de alto
impacto, se observará la misma tendencia de la gráfica general arriba citada; no
obstante hay que diferenciar que en el caso de los delitos patrimoniales como el
robo de vehículo, a negocio y a casa habitación, incluye tanto los realizados con
violencia y sin violencia.
Este hecho permite visualizar que el ambiente de inseguridad no es un problema
relacionado a cualquier tipo de delito, sino más bien, es un problema asociado a
unos cuantos delitos que se cometen con mayor frecuencia, pero que son
ejecutados en los ámbitos y espacios donde los habitantes de la ciudad
desarrollan las actividades de su vida cotidiana como son el transporte, la calle,
los comercios, los bancos, etc. Esta situación, deja mayor huella en quien los ha
padecido en su propia persona o en alguien cercano.
Generalmente estos delitos además de las lesiones, violaciones y homicidios los
que se fijan en la memoria individual y colectiva de la población. En lo cotidiano,
es frecuente escuchar sobre el asalto a tal o cual persona o a un establecimiento
comercial, lo cual propicia una socialización bastante rápida de la información
sobre el delito, lo que influye a su vez en la percepción del problema.
Pese a la reducción sostenida desde 1998 a la fecha, profundizándose en la
gestión de López Obrador, las cifras oficiales distan de la percepción social,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
111
cuanto más, por el grado de violencia que acompaña a la comisión de los delitos,
fenómeno que antiguamente era menos notorio. En este sentido, las encuestas
sobre victimización juegan un papel importante no solo como medio de estimación
del comportamiento delictivo, sino también para identificar la percepción de sus
víctimas directas (las que lo viven) e indirectas (las que no lo padecen pero tienen
conocimiento de él y se sienten afectadas).
Sin embargo, pese a que la violencia es un hecho real ratificado por la percepción
de los ciudadanos, ésta no se refleja significativamente en las estadísticas, si
comparamos los índices de violencia del Distrito Federal con otras ciudades
importantes del país. Al respecto, en un estudio realizado por la Secretaría de
Desarrollo Social (SEDESOL), se muestra que el Distrito Federal ocupa el lugar
118 de un total de 121 ciudades, en un índice que cuantifica el grado de violencia
a partir del número de homicidios de mujeres, violaciones, accidentes violentos de
mujeres, suicidios de mujeres, homicidios hombres, accidentes violentos de
hombres y suicidios de hombres en ciudades del sistema urbano principal del país;
es decir, que cuentan con más de 50 mil habitantes (Datos proporcionados por la
PGJDF a través de su página en Internet). Según el documento, las ciudades con
mayor índice de violencia son Ciudad Juárez, San Luis Potosí y Acapulco;
mientras que Guadalajara y Monterrey ocupan los sitios 72 y 75 respectivamente
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
112
Gráfica 2.1.3
Número de Delitos por cada 1000 Habitantes
Por otra parte si comparamos al Distrito Federal con el resto de las entidades
federativas, pese a que la Ciudad de México es una de las urbes con mayor
densidad demográfica del país, no es la primera en ocupar una alta tasa de delitos
por cada mil habitantes. Según cifras del gobierno federal (Presidencia de la
República, 2004), en materia de delitos del fuero común, en el año de 2003, esta
ciudad presentó una tasa de 19.61 ilícitos (Por cada 1,000 habitantes), siendo
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
113
superada por estados con tasas mayores como es el caso de Baja California
Norte, Yucatán, Baja California Sur, Quintana roo y Tabasco.
Asimismo, si comparamos a las entidades federativas con el Distrito Federal en
cuanto al número absoluto de denuncias de delitos del fuero común, el primer
lugar lo ocupa el Estado de México con 218,326 denuncias.
En otro orden de ideas, en los últimos años se ha presentado otro elemento hora
las cifras oficiales sobre la incidencia delictiva en la ciudad, del Distrito Federal son
172, 827 delitos, y subsecuentemente Baja California Norte (96,139), Jalisco
(91587) y Veracruz (66,708). Sobresale en el comparativo que Baja California Sur
que ocupa el tercer lugar en la tasa más alta de delitos por cada cien mil
habitantes, su incidencia delictiva absoluta es muy baja, con tan solo 13, 300
delitos en 2003; sin embargo, la cifra es significativa si se considera que el estado
en cuestión sólo tiene 424,041 habitantes (INEGI, 2000. Aguascalientes, 2001),
población comparable con las delegaciones Azcapotzalco (441,008), Iztacalco
(411,321) o Venustiano Carranza (462,806 habitantes) (INEGI. Aguascalientes,
2001).
En otro orden de ideas, en los últimos años se ha presentado otro elemento a
considerar en el análisis de la problemática delictiva. En 1995 durante la gestión
de Oscar Espinoza Villarreal, la población interna de sentenciados y procesados
de la ciudad fue de 8,142 internos, mientras que para el año 2000 ascendió a
21,854 casos y hacia mediados del 2004, ya en la administración de Andrés
Manuel López Obrador, el número fue de 26,531 procesados y sentenciados, lo
que da cuenta de una tasa de 3.01 internos por cada mil habitantes (Presidencia
de la República, 2004). De éstos 22,490 casos corresponden a la comisión de
delitos del fuero común, mientras que 4,041 pertenecen a procesos y sentencias
de delitos del fuero federal.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
114
Ahora bien, si las cifras oficiales sobre la incidencia delictiva en la ciudad, dan
cuenta que existe una tendencia a la baja; además de que no es la ciudad, ni
entidad federativa con la mayor tasa delictiva, ni con mayor violencia; Asimismo,
se ha triplicado el número de procesados y sentenciados por la comisión de
delitos, entonces ¿por qué la población percibe que la inseguridad ha aumentado,
cuanto más violentos son los delitos?
Como se explicó al principio de éste apartado, otro método para conocer la
incidencia delictiva real son las encuestas sobre victimización, que paulatinamente
se han ido establecido como un método recurrente y confiable, sin embargo,
también con frecuencia se les confunde o utiliza con fines de medición de la
opinión pública o de evaluación de acciones de gobierno, más que de
acercamiento objetivo a la realidad.
De acuerdo al apartado de México de la Encuesta Internacional sobre Criminalidad
y Victimización (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, México
2004), realizada en el primer semestre del 2004, se informa que en el 47% de las
viviendas en las que se realizaron las entrevistas, al menos una persona ha sido
víctima de un delito. Del total de los casos, 51% sufrió un ilícito, mientras que el
46% padeció de 2 a 4 delitos. Según la encuesta, el 84% de las víctimas sufrieron
un delito patrimonial, principalmente algún tipo de robo.
Es de notar el gran porcentaje de actos no denunciados que varía según el tipo de
delito, el cual, en el robo de autopartes y robo con violencia supera 8 de cada 10
casos y en el robo sin violencia solo se dio parte a la autoridad en 6 de cada 100
hechos sufridos. En forma global, sólo 1 de cada 4 casos fueron denunciados ante
el Ministerio Público. En cuanto al robo de vehículo automotor, se puede apreciar
que el índice de no denuncia es de 1 por cada 5 casos lo que confirma que las
cifras oficiales por este delito muestran mayor confiabilidad frente a las del resto
de los delitos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Cuadro 2.1
Tipo de Delito Delitos por cada
1000 personas
Porcentaje de
no denuncia
Insatisfacción con la
actuación del M.P.
Robo de autopartes 134 85% 63%
Robo de viviendas 113 72% 72%
Robo de vehículo automotor 38 22% 68%
Robo con violencia 108 84% 80%
Robo sin violencia 132 94%
Lesiones y amenazas 86 74% 53%
Fuente: Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, “Encuesta Internacional sobre
Criminalidad y Victimización – México ENICRIV 2004”, México 2004.
Otro aspecto considerado por el estudio, es el grado de insatisfacción con la
actuación del Ministerio Público, el cual es muy alto (63% en relación al total de
delitos), sobre todo en las denuncias relacionadas con el robo con violencia y el
robo de viviendas. El motivo de dicha insatisfacción es que “las autoridades no
hicieron lo suficiente” (33%) o porque “no se interesaron” (28%). En suma, el
estudio concluye que en los últimos 5 años, más de 30 millones de personas
mayores de 18 años fueron víctimas de la delincuencia.
Por otra parte, el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, realizó la
primera y segunda Encuesta Nacional sobre Inseguridad (ENSI I y ENSI 2), para
medir el fenómeno en el segundo semestre de 2001 y el primer semestre de 2002.
En el primer caso, resulta que en el año 2001, a nivel nacional sólo el 14% de los
entrevistados o personas que viven con él, sufrieron un delito; sin embargo, la cifra
contrasta con el 39% de los entrevistados del Distrito Federal que manifestaron
haberlo padecido en el mismo periodo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
116
Cuadro 2.2
Indicador Distrito Federal Nacional
Fue víctima de un delito 39% 14%
Fueron víctimas de un solo delito 59% 80%
Fueron víctimas de más de un delito 41% 20%
Casos en los que el delito sufrido fue un robo 98% 92%
Sufrieron amenaza u otra forma de violencia en el delito 55% 44%
Fueron amenazados con arma de fuego 50% 45%
Sufrieron pérdidas materiales a causa del delito 89% 85%
Reportó el delito ante las autoridades 24% 34%
Casos en los que fue nulo el resultado de la denuncia 51% 45%
Monto estimado de las pérdidas materiales (promedio) $13,245.00 $11,854.00
En comparación con los resultados nacionales en el año 2001, el Distrito Federal
presenta el triple de casos que manifestaron haber sido víctimas de ilícitos y el
doble de casos que sufrieron más de un delito.
Gráfica 2.1.4
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
117
De igual forma, en esta urbe son más frecuentes los hechos delictivos
acompañados de amenazas u otras formas de violencia. En este sentido,
sobresale que en la mitad de los hechos con violencia hubo un arma de fuego
como instrumento intimidatorio.
Diez puntos porcentuales por debajo de la media nacional, se encuentra el índice
de denuncia en la Ciudad de México; y en el caso de las víctimas que
denunciaron, la mitad considera que el resultado fue nulo; en el 22% de los ilícitos
no procedió la denuncia, y sólo en 9 de cada 100 casos se consignó al
delincuente. En cuanto a las pérdidas materiales sufridas, el promedio de la ciudad
es inferior al nacional e incluso del Estado de México, en donde las pérdidas
promedio fueron de 19,523 pesos.
En el año 2002 se realizó nuevamente la encuesta resaltando que el periodo de
medición fue la mitad que la primera investigación, por lo que con esta salvedad
se aprecia que en algunos indicadores, el nivel de variación porcentual fue bajo.
Cuadro 2.3
Indicador ENSI 1 ENSI 2
Fue víctima de un delito 14% 9%
Fueron víctimas de un solo delito 80% 77%
Fueron víctimas de más de un delito 20% 23%
Casos en los que el delito sufrido fue un robo 92% 90%
Sufrieron amenaza u otra forma de violencia en el delito 44% 47%
Reportaron el caso ante alguna autoridad 34% 26%
Periodo de medición (Retrospectiva) 1 año 6 meses
En esta aplicación se incluyeron nuevos indicadores que nos permiten conocer
otras características del fenómeno delictivo. El 41% de los entrevistados manifestó
que el victimario era un joven de aproximadamente 26 años. Con el mismo
porcentaje se ubicaron los encuestados que expresaron que su agresor estaba
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
118
bajo el influjo de alguna droga. Asimismo, el 63% percibió que el delincuente era
experimentado y en el 57% de los casos participaron un mínimo de 2 delincuentes.
Gráfica 2.1.5
El segundo estudio concluye que en México, durante el primer semestre del 2002,
en 2 millones de hogares; es decir, 9% de los hogares del país, hubo víctimas de
delitos. Ascendió a 3.7 millones de personas las víctimas de la delincuencia
(Instituto Ciudadano de Estudios Sobre Inseguridad, México, Agosto, 2002).
Tres años más tarde nuevamente se aplicó la Encuesta Nacional sobre
Inseguridad (Instituto Ciudadano de Estudios Sobre Inseguridad, México,
Septiembre de 2005) en su tercera edición, pero apegando el estudio a estándares
internacionales y métodos estadísticos recomendados por la ONU para este tipo
de investigaciones, en la que se analizó el periodo de enero a diciembre de 2004,
obteniendo los siguientes resultados:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
119
Cuadro 2.4
Porcentaje Indicador
22% Fue víctima de un delito antes de 2004
11% Fue víctima de un delito después del 2004
88% De las víctimas sufrieron el delito en la entidad donde viven
73% De las víctimas sufrieron el delito de robo
Fuente: ICESI. “Tercera Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2005 - ENSI 3”, México, Septiembre
2005.
Según el análisis realizado por los organizadores del estudio, la media en la
prevalencia (Prevalecía es la estimación del número de víctimas), fue de 11,246
personas por cada 100 mil habitantes a nivel nacional en el año 2004; mientras
que la incidencia (Incidencia es la estimación del número de delitos), fue según
estadísticas oficiales de 1,336 casos.
Cuadro 2.5
Estado Porcentaje de
víctimas
Porcentaje de
Viviendas
Tasa por cada 100
mil habitantes
Baja California 20% 28.8% 20,720
Distrito Federal 19% 24.7% 19,663
Estado de México 15% 22.9% 16,147
Media Nacional 11,246
Fuente: ICESI. “Tercera Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2005 - ENSI 3”,
México, Septiembre 2005.
Como se observa en el Cuadro, el Distrito Federal tiene una alta prevalencia,
aunque proporcionalmente inferior a otras entidades como Baja California, cuya
población es considerablemente inferior a la de la Ciudad de México.
Ahora bien, lo que es de resaltar, es que de este universo de ilícitos solamente se
registra el 12%, mientras que el promedio mundial es del 33%. Sobre el particular,
según la ENSI 3, 77% de los delitos no son denunciados a nivel nacional, mientras
que el promedio en diversas regiones del mundo no rebasa el 65%.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
120
Cuadro 2.6
Región Promedio de no denuncia
América Latina 63%
África del Norte 60%
África Sub-Sahariana 50%
Asia 65%
Fuente: ICESI. “Tercera Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2005 -
ENSI 3”, México, Septiembre 2005.
El porcentaje de no denuncia del Distrito Federal es del 74%, lo cual, es muy alto;
sin embargo, es inferior al de otras entidades como el Estado de México (86%);
San Luis Potosí (90%); Guerrero (91%) o Puebla (95%). Es decir, aunque es
considerable el índice delictivo, el porcentaje de no denuncia – aunque alto- no
alcanza niveles de otros estados.
La misma investigación, arroja que más de la mitad de las víctimas (53%), no
denunció por considerarlo una pérdida de tiempo o por desconfianza en la
autoridad. En el caso de las víctimas que sí denunciaron, solo en 20 de cada cien
casos se inició la averiguación previa; de estas indagatorias iniciadas, en la mitad
de los casos (49%), no sucedió nada. Si a esto le restamos, los casos
consignados ante un Juez, y más aún los casos en los que se emitió sentencia, el
número de casos que llegaron a término sancionando al delincuente es mínimo.
Esto genera un círculo vicioso y perverso de la impunidad. Ejemplo de ello es que
solo en 12.6% de las víctimas de robo, recuperaron el objeto robado. El promedio
de la pérdida económica a nivel nacional es de $7,819.00 M.N.
Otros estudios sobre el tema son las publicadas periódicamente en medios
impresos como el periódico Reforma, El Universal o la Revista Este País, entre
otras publicaciones, algunas con un alcance de medición nacional y otras
específicamente en el Distrito Federal, sin embargo, en virtud de que varias de
ellas no son estrictamente encuestas sobre victimización, sino más bien de opinión
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
121
o percepción del problema y sus soluciones. Como se puede observar, en estas
encuestas se presentan tendencias semejantes, lo cual nos permite ubicarlas
como un medio distinto y adicional que permite identificar un reflejo o fotografía de
la problemática delictiva en el Distrito Federal y parte de la nación en la que la
inseguridad y la delincuencia han invadido ya la cotidianidad de la población.
2.4. EL SENTIDO SOCIAL DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA
Los estudios sobre inseguridad pública aunque importantes y valiosas, corren el
riesgo de volverse poco útiles y poco creíbles por la subjetividad en las que puede
incurrir al tema. Ejemplo de ello, fue la nota publicada en el Periódico La Jornada
el día 22 de septiembre de 1998 (Periódico La Jornada, septiembre de 1998), en
la que se señaló que en una encuesta realizada por el Centro de Estudios de
Opinión de la Universidad de Guadalajara, “el 73.4 por ciento de los entrevistados
opinó que en los últimos seis meses han sido víctimas de algún delito”, lo cual
significaría que 3 de cada 4 de los habitantes del D.F. mayores de 18 años fueron
víctimas en el primer semestre de 1998, lo anterior, en caso de ser verídico,
hubiera generado un desborde social generalizado.
No obstante, se analizara a continuación los resultados de algunos estudios cuyos
realizadores gozan de prestigio y reconocimiento por su experiencia en este tipo
de análisis:
Según la Encuesta Internacional sobre Criminalidad y Victimización ENICRIV-
2004, en México “una de cada tres personas se siente insegura o muy insegura
caminando de noche por su colonia o poblado”; mientras que el “37% de las
personas consideran probable que alguien entre a robar a su vivienda en los
próximos 12 meses” (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad,
México, 2004). Haciendo una revisión retrospectiva, de acuerdo a la Primera
Encuesta Nacional sobre Inseguridad en Entidades Federativas, realizada por el
Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI), “el 75% de los
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
122
mexicanos percibió incremento de algunos delitos en el 2001 respecto al
2000”…”el robo es el delito que la población percibe que sufrió un mayor
incremento durante ese periodo”…”el 47% de los mexicanos se sienten inseguros
en el lugar donde radican”…”casi la cuarta parte modificó ciertos hábitos o
actividades por la inseguridad” (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la
Inseguridad, México, 2002). Resalta el estudio al hacer una revisión por entidad
federativa, que el 80% de los entrevistados pertenecientes al Distrito Federal, se
sienten inseguros (Ibídem).
Nuevamente en el primer semestre del año 2002, el ICESI aplicó la Encuesta,
contrastando que el 83% de los entrevistados en el DF manifestó sentirse algo o
muy inseguro a diferencia del 44% a nivel nacional que expresó la misma
respuesta (Ibídem). Los espacios en los que la población se percibe más insegura
son el transporte público y la vía pública. Asimismo, los mayores porcentajes de
respuesta relativos a los tipos de robo que se han incrementado son el “robo en la
vía pública”, de “autos”, y a “casas”. Un dato importante es que aparte de los
robos, el 54% considera que ha aumentado la venta de drogas al menudeo y el
42% el Narcotráfico (Op. cit.). Como consecuencia, las personas analizadas
manifestaron que por la inseguridad han dejado de realizar actividades tales como:
salir de noche, llevar dinero, usar joyas, visitar a parientes o amigos que viven
lejos, salir muy temprano y tomar un taxi o transporte público.
En el año 2004, el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara
de Diputados, realizó un informe sobre 25 indicadores sobre la inseguridad pública
en México, recurriendo a una serie de fuentes y encuestas realizadas a nivel
nacional y local, entre las que resaltan: ICESI, Reforma, El Universal, Consulta
Mitotsky, Parametría, entre otras, haciendo un análisis retrospectivo entre 1999 y
2004, obteniendo -entre otros- los siguientes resultados:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
123
Cuadro 2.6
“Actualmente, cuatro de cada diez mexicanos
se sienten “inseguros” o muy “inseguros” en el
lugar en el que viven”
“En junio de este año (2004), 43% señaló que,
considerando la situación de hace un año, la
inseguridad ha aumentado”
“A mayores niveles de urbanización, ingreso y
escolaridad de la población crece la sensación
de inseguridad”
“Los asaltantes, en general, son menores de 35
años, percibidos como experimentados y, en un
30 por ciento de los casos, actúan en pareja”
“Alrededor de la mitad de quienes no
presentaron la denuncia, argumentaron que
esto no tendría ninguna utilidad o bien que son
trámites largos y difíciles”
“Alrededor de una quinta parte de los
entrevistados han adoptado alguna medida
para sentirse más seguro”
“A mayores niveles de urbanización, ingreso y
escolaridad se incrementan cambios de
conducta para prevenir la delincuencia”
“Actualmente la mitad de la población considera
que las principales causas son económicas”
“Para ocho de cada diez personas
entrevistadas, la policía en general es corrupta”
“En el D.F. predomina la percepción de que la
policía está coludida con los delincuentes y que
otorga trato preferencial a gente con poder y
dinero”
“Los ciudadanos perciben que las condiciones
en que trabaja la policía son precarias”
“El combate a la corrupción aparece como una
de las principales demandas ciudadanas”
“Cuatro de cada diez ciudadanos aprueban la
justicia por propia mano”
Dicho reporte, nos permite ubicar un perfil de la percepción social sobre la
inseguridad a nivel nacional en los últimos años, nuevamente resaltando que la
percepción de inseguridad se agudiza en el Distrito Federal. Es significativo que
en las encuestas señaladas, se mantiene como constante la percepción de
inseguridad asociada al lugar de residencia, así como del aumento de la
problemática en referencia a años anteriores, lo cual, contrasta con las cifras
oficiales que han señalado una tendencia –aunque lenta- a la baja. Por otra parte,
la población percibe mayor violencia en los actos delictivos, esto coincide con la
información gubernamental, particularmente, en cuanto al uso de armas y la
participación de jóvenes en los ilícitos. En cuanto a la denuncia de los delitos, la
población continúa percibiendo que no tiene utilidad o escaso resultado, además
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
124
de asociar a la policía y a las instituciones de seguridad y justicia con actos de
corrupción y a vínculos con los delincuentes. Ante ello, como se muestra en los
datos referidos, es de notar que el 40% aproximadamente de la población,
aprueben la justicia por su propia mano.
En cuanto al análisis segmentado de la percepción social, es importante destacar
lo señalado por el reporte referido, toda vez que a mayores niveles de
urbanización, ingreso, y escolaridad aumenta no sólo la percepción de
inseguridad, sino también los casos de víctimas reales (Centro de Estudios
Sociales y de Opinión Pública. Septiembre, 2004). No es fortuito que la percepción
sea mayor en el Distrito Federal en relación a la media nacional, pese a los
esfuerzos realizados para contener la ola delictiva por parte del gobierno local.
Si recurrimos nuevamente a la Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2005, ENSI-3
(Instituto Ciudadano de Estudios Sobre Inseguridad, 2005) para identificar la
percepción nacional de la inseguridad se encuentra que el 85% de los mexicanos
considera que los delitos “siguen igual o aumentaron durante el año 2004 en el
municipio donde viven”.
Asimismo, “el 54% de la población se siente insegura en la entidad en que radica”
La gente se siente más insegura fuera de casa, en diversos espacios en los que
desarrolla su vida cotidiana, principalmente relacionados a la calle. Lo anterior, ha
provocado que el 26% haya cambiado algún hábito o dejo de realizar actividades,
por temor a ser víctima de algún delito durante el año 2004.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
125
Cuadro 2.7
Porcentaje Indicador
42.7% Ha dejado de usar joyas
32.7% No portan tarjetas de crédito
27.9% Ha dejado de llevar dinero
25.0% Ha dejado de tomar taxis
23.2% Ha dejado de visitar parientes
Fuente: ICESI. “Tercera Encuesta Nacional sobre Inseguridad 2005 - ENSI 3”,
México, Septiembre 2005.
Según el estudio, resaltan entre las medidas de autoprotección utilizadas por la
población la adopción de acciones con sus vecinos, colocar rejas, bardas,
cerraduras, tener perro guardián, aumentar la seguridad para el auto, vigilancia
privada en la calle o colonia y contratar seguros para casa o negocio. Un dato
importante es que 6 de cada 100 entrevistados manifestaron como medida
adoptada el portar armas.
En síntesis 8 de cada 10 personas “aseveran que su vida se ha visto afectada a
causa de la inseguridad.” Al igual que la incidencia y la prevalencia del delito, la
percepción social tiene un reflejo diferenciado entre entidades federativas.
Mientras que el 73% de la población local se percibe insegura en Sinaloa, 71% en
el Estado de México, 62% en Baja California, sólo el 19% de los habitantes de
Colima se siente en tal situación, en contraste con el 86% de los capitalinos.
Este dato es de suma importancia porque como se observó, el Distrito Federal no
tiene la tasa más alta de incidencia, ni los mayores índices de violencia, ni de
prevalencia por cada cien mil habitantes, pero si la mayor percepción social de
inseguridad.
La inseguridad pública, continúa siendo y será en el futuro mediato una de la
mayores preocupaciones de la población capitalina, en tanto no sólo se ataque el
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
126
problema real (inseguridad objetiva), sino también la percepción del problema
(inseguridad subjetiva); dicho en otras palabras, se requiere además de mejorar la
seguridad, el incidir para que la población se sienta más segura. Los niños y los
jóvenes no escapan a este sentimiento de inseguridad generalizado. En el caso de
los menores capitalinos le temen más a la muerte (18%) y a los robos (15%),
sobre otros factores de miedo como las enfermedades, perder su casa, que lo
abandonen sus padres, al maltrato, a los animales, insectos, e incluso, sobre el
temor a la oscuridad y a los fantasmas (Consulta Mitofsky, 2004). A este grupo de
edad al realizarles preguntas focalizadas, el 81.8% manifestó que les daba miedo
que roben su casa; respuesta con un porcentaje muy elevado, sólo antecedido por
el temor a que los atropelle un carro (92.7%) y la guerra (90.5%).
2.5. PERCEPCIÓN DEL DELITO
De acuerdo con los mecanismos por los que la legitimación de la violencia actúa,
la percepción que se tiene de la situación a la que se le aplica la violencia es
crucial (Fernández y cols, 2007).
Romero (2007) considera que no es suficiente investigar solamente lo que la gente
piensa acerca del crimen y del delito, sino que es necesario incluir las formas en
como los sujetos reaccionan frente a esta temática y los significados que le
atribuyen; se trata de acercarse a las experiencias que particularmente ellos han
tenido con estos temas y cómo los han significado.
Así que la reacción del individuo y los grupos ante la forma de castigar un hecho
delictivo o lo que reconocen y significan como criminal, está fuertemente
atravesada por estas construcciones. Como se expuso en párrafos anteriores, si
se considera que el delito es un fenómeno que está fuera de control y éste puede
ser una amenaza latente para las personas, se justifica con mayor razón el uso de
la violencia para protegerse de cualquier acto delictivo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
127
Un aspecto sumamente interesante en esta percepción del delito y su relación con
la legitimidad es la figura del delincuente; ya que dependiendo de los significados
que se le otorguen será la forma en que se responda a él. Tricornia (2000)
considera que “el sospechoso” es una categoría que se ha construido
estereotipando rasgos físicos tales como la tez oscura, la ropa pobre o descuidada
y el pelo largo.
Sabucedo y cols. (2004) mencionan que atribuirles una serie de rasgos y
características que justifiquen el recurso de la violencia a unas acciones que, en
principio, son moral y socialmente condenables, es una estrategia muy a menudo
utilizada por los gobiernos. Además de este factor, existen otros como los de
despersonalización del delincuente y valoración asimétrica del sufrimiento de la
víctima.
En este contexto, Martín-Baró (2003) desarrolló la categoría de “polarización” con
base en la imagen del “enemigo”:
El enemigo constituye el estereotipo por excelencia que sirve para encarnar la
causa de todos los males para justificar aquellas acciones en su contra que de
otro modo resultarían políticamente inaceptables. El matar a otra persona deja de
ser delito para convertirse en necesidad social tan pronto como esa persona es
definida como enemigo, así su asesinato es amparado por la autoridad (Martín-
Baró, 2003; p.42).
Martín-Baró (2003) entiende por polarización el proceso psicosocial por el cual las
posturas ante un problema tienden a limitarse cada vez más a dos esquemas
opuestos y excluyentes al interior de un determinado ámbito social. Esta
polarización es parte de la cultura de la violencia y está presente en la
construcción social de la imagen del enemigo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
128
De esta manera, se da en las personas una victimización y estrechamiento de la
percepción del otro, de tal forma que ocurre una división entre “nosotros” y “ellos”,
y se perciben aspectos negativos del grupo o la persona extraña o percibida como
contraria (Martín-Baró, como se citó en Lozada, 2004). Sin embargo, esta
percepción del otro y de justificación de la violencia propia es más compleja que lo
expuesto, ya que intervienen un sinnúmero de elementos en este proceso.
La polarización impulsa la naturalización de la violencia y su legitimación, todo
esto a través de una especie de habituación a las violencias cotidianas. El temor
hacia el otro, que es parte de reconocer al otro como enemigo, genera una
angustia que permite que la persona utilice métodos violentos para
salvaguardarse.
Por lo tanto, cuando un discurso de seguridad establece cuáles eventos y actores,
qué y a quién debemos temer, necesariamente establece al “otro” (el delincuente o
simplemente el extraño que merodea el vecindario).
Lozada (2004), en un análisis que realiza sobre la situación de violencia política y
estructural en Venezuela, retoma lo que Martín-Baró muchos años atrás
desarrollaría en el conflicto de El Salvador. Menciona que el problema de la
percepción estereotipada de los grupos opuestos impide o dificulta el diálogo y la
solución de conflictos por distintos medios a la violencia, situación que entorpece
en demasía la convivencia cotidiana.
Bar-Tal (Saucedo y cols. 2004), destaca esta estrategia de deshumanización del
adversario, y señala que habitualmente se siguen tres procedimientos:
a. Calificar a los adversarios como violadores de las normas sociales
b. Atribuirles rasgos de personalidad o características que provocan un fuerte
rechazo social
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
129
c. Compararlos con otros grupos sociales o políticos que son negativamente
evaluados por la ciudadanía
Todo ello tiene como finalidad construir una imagen hostil, siniestra e inhumana
del otro que impida la aparición de cualquier tipo de empatía cuando se utilice la
violencia hacia ellos.
Por otro lado, también se puede dar un efecto contrario, en donde se tienda a
deslegitimar la violencia hacia el otro, y esto ocurre cuando las personas se
identifican con las figuras del delincuente. Cuando no existe tal identificación, se
justifica su castigo “si ha sido castigado es porque se lo merecía”.
En un estudio realizado por Sánchez, Barreto, Correa y Fajardo (2007) sobre las
representaciones sociales de un grupo de 20 estudiantes universitarios frente a un
acto terrorista en Bogotá (carro bomba), se encontró mediante la entrevista
abierta, que algunos entrevistados consideraban que los responsables podrían ser
los grupos armados ilegales (FARC, AUC), los terroristas y el gobierno, y
dependiendo del responsable, se dotaba de distintos significados al acto. Por
supuesto, todos consideraban la explosión del carro bomba como una medida
inadmisible, pero ciertos actores que se sentían más impactados emocionalmente
hacían una crítica más fuerte de los posibles grupos que utilizaron esta acción
violenta.
Fernández (1997) considera que la degradación de los valores y de los lazos
comunitarios puede conducir a desear el aniquilamiento del otro, el castigo
indiscriminado o la pena de muerte. “El castigo se confunde con la venganza en la
lucha imaginaria donde se fusionan el crimen con el criminal, perdiendo de vista
que el crimen, no se suprime matando al criminal” (p.32).
Por este tipo de razones, Mockus (2002) planteó en su programa para reducir los
índices de violencia y el delito, entre otras cosas, ver al “otro” como similar a uno,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
130
creer que uno al igual que los demás puede entender predominantemente por “las
buenas”, constituyen las bases de un respeto ciudadano. Esto incluye tanto a la
sociedad civil como a las personas que se dedican a delinquir o a violentar los
espacios sociales.
2.6. ELEMENTOS PARTÍCIPES EN LA JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN
LA INSEGURIDAD PÚBLICA
Lo expuesto hasta ahora en la investigación, permite observar que el tema de la
legitimación de la violencia como resultado del abandono de las estrategias de
seguridad resulta ser complejo y sobre entendido. En las siguientes afirmaciones
se presentaran los distintos elementos que participan en el proceso legitimador,
tales como la percepción general del delito, la percepción de inseguridad, el
descontento social basado en las instituciones de procuración e impartición de
justicia y las concepciones sobre el uso de la violencia en la vida cotidiana.
Además, se tomara en cuenta la participación de la cultura y los medios de
difusión masiva. Ahora bien, tomando en cuenta la complejidad del tema, también
se explica la manera en que estos elementos se interrelacionan para que se
pueda dar o no legitimidad a las medidas violentas sobre seguridad que el Estado
ha propuesto y llevado a cabo para tratar el tema de la inseguridad pública en
México.
2.7. ALGUNAS DE LAS CARACTERÍSTICAS DE LA DELINCUENCIA QUE
REPERCUTEN EN LA PERCEPCIÓN DE LA INSEGURIDAD PÚBLICA.
Por otra parte, para conocer mejor el fenómeno delictivo en sus manifestaciones
objetivas que ahora trascienden a la esfera de lo subjetivo, se considera pertinente
mencionar 4 características nuevas de la actuación de la delincuencia como son:
a. Apto a la ola delictiva, se nota un alza en los índices de violencia y
agresividad en la comisión de dichos actos;
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
131
b. La delincuencia, ha desarrollado una serie de nuevas prácticas, como es el
estar mejor estructurada y organizada, cuenta con mayor tecnología y
recursos que las fuerzas de seguridad pública;
c. La delincuencia cada día absorbe a más jóvenes en este tipo de actos;
d. La delincuencia se ha apropiado de formas de organización y relaciones
sociales-comunitarias, e incluso ha penetrado las esferas de la economía y
la política así como los órganos de seguridad y justicia.
Y el gobierno no ha entendido nada en lo que respecta a la seguridad pública en
estos aspectos para una pronta solución a estas medidas de delincuencia.
2.8. LA VIOLENCIA RELACIONADA AL FENÓMENO DELICTIVO.
Como se pudo observar en los apartados anteriores, resalta que en casi la mitad
de los casos de robo en sus diferentes tipos y modalidades, las víctimas sufrieron
amenazas o alguna forma de violencia. Asimismo, en casi la mitad de los delitos
violentos, el instrumento de amedrentamiento fue un arma de fuego, lo que da
cuenta que aparejado al fenómeno delictivo se han generado mercados alternos
como el tráfico de armas, que paradójicamente, en el mes de mayo del 2005,
dicho sea de paso-como medida frente a la inseguridad, los legisladores
modificaron la normatividad en la materia para facilitar el acceso a la compra de
armas reglamentadas para fines de defensa familiar en el hogar.
A la población de México, no solo le preocupa la comisión de actos que atentan
contra la propiedad de las personas, sino sobre todo el riesgo que corren en su
integridad física al ser victimizados. Dicha preocupación social no es fortuita, ya
que la comisión de delitos va acompañada de una carga de violencia, como es el
caso de robo en sus modalidades de asalto, robo de vehículo con violencia, robo
en transporte, entre otros. Tanto los delitos denunciados como la información
periodística muestra, que en muchos de los casos éstos van acompañados de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
132
violencia psicológica o física. Pareciera que la delincuencia no sólo se reproduce
numéricamente, sino que ahora es más violenta.
Se estima que en el 40% de los delitos, el agresor iba armado. De estos, en el
31% de las situaciones delictivas el delincuente agredió con el arma a su víctima.
El 58% de los delincuentes armados, portaba arma de fuego y el 36% arma
blanca. En el caso de robo, destaca que en el 75% de los eventos, el delincuente
iba armado, y de éstos en el 59% el arma de agresor era de fuego. No hay que
olvidar que según la estimación de la prevalencia delictiva, 3 de cada 4 delitos son
robos. Por lo anterior, el 48% de las víctimas de robo manifiesta haber obtenido
daño emocional a raíz del suceso (Op. cit.).
Según la ENSI el 92.3% de los delitos son cometidos por hombres. En cuanto al
número de los delincuentes, señala que 4 de cada 10 robos son cometidos por
tres o más delincuentes. Lo anterior es relevante, ya que el 40% de los robos con
violencia son a transeúntes. “La mayoría de los robos con violencia a transeúnte
suceden durante la tarde y las primeras horas de la noche” (Ibídem).
El caso extremo del ejercicio de la violencia es el homicidio, pero no es el único
indicador de la violencia urbana, los son también las lesiones dolosas, el
secuestro, el secuestro exprés, la extorsión disfrazada de secuestro y la amenaza
psicológica, pese a que en las encuestas y las cifras oficiales, el secuestro no
rebase el 1% de las víctimas.
Para un delincuente, el portar un arma facilita el logro de su objetivo; mientras el
arma provoque mayor temor en la víctima, ocupará menor tiempo y obtendrá
mejor resultado al cometer un ilícito. Sin embargo, el ejercicio de la violencia sobre
una víctima de robo por ejemplo-no siempre responde a que ésta fue utilizada
como último recurso para despojar a una persona, sino en muchas de las veces es
utilizada sin motivo. Es el sello particular de la delincuencia actual.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
133
La violencia, caracteriza tanto a la delincuencia organizada como a la delincuencia
convencional. Por citar tan solo algunos ejemplos:
• Ahora es más frecuente que las bandas de asaltantes en los transportes
públicos dejen en los pasajeros secuelas de violencia física o psicológica e
incluso de muerte.
• Algunas bandas de secuestradores mutilan algún miembro de sus víctimas
(orejas, dedos de las manos, etc.) para presionar a los familiares y acelerar
la entrega del rescate. (Recuérdese el caso de la banda de “los Arizmendi”,
cuyas formas de trabajo fueron tan ampliamente presentadas por los
medios de comunicación).
• Asimismo, el asesinato por presuntos ajustes de cuentas entre particulares,
entre narcotraficantes, entre delincuentes y policías, éstos entre muchos
otros casos, son historias recurrentes en algunas ciudades y recientemente,
van cobrando importancia en México.
El grado de violencia que acompaña a la ola delictiva, provoca que la sociedad
también quiera que con violencia se enfrente el problema. Al respecto, Tello Peón
sostiene que “se asume acríticamente la idea de que la violencia se combate con
violencia sin reparar en que con ello se activa una dinámica espiral ascendente la
cual, una vez detonada, es muy difícil y complejo detener” (Tello Peón, Nelia.
2007).
En síntesis, además de los indicadores del fenómeno delictivo, no se puede dejar
de lado que la inseguridad se reproduce no solo en la esfera de lo objetivo, de lo
concreto, de lo real; sino también y con efectos sociales mayores en el plano de lo
subjetivo. Es cierto, que la delincuencia cada día es más violenta, pero también,
existe una carga de imparcialidad en la población sobre la magnitud del problema.
2.9. LA DELINCUENCIA APEGADA AL DESARROLLO Y LA TECNOLÓGIA.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
134
La delincuencia, ha desarrollado una serie de nuevas prácticas, como es el estar
mejor estructurada y organizada, cuenta con mayor tecnología y recursos que las
fuerzas de seguridad pública. La delincuencia no es un concepto ni un cuerpo
homogéneo, existen diversos tipos de delincuencia y en consecuencia de
delincuentes. Para efectos de este análisis, es necesario diferenciar entre
delincuencia convencional o también denominada espontánea de la delincuencia
organizada.
La delincuencia convencional se refiere a aquellos sujetos que cometen actos
delictivos en forma aislada y desarticulada. Los motivos que propician la comisión
de delitos van desde la necesidad económica, problemas psicológicos, por asumir
la ilegalidad como forma de vida o por circunstancias específicas. Este tipo de
delincuentes, es el que se inicia por robos a pequeña escala, para posteriormente
estos sujetos formarán parte de las filas de la delincuencia organizada. En este
rubro de delincuentes convencionales, se encuentran los ladrones de autopartes,
los que roban ocasionalmente a los transeúntes para obtener recursos para la
compra de sustancias tóxicas, algunos defraudadores menores, entre otros. En el
caso de los jóvenes, algunos se inician por diversión, placer, sentimientos de
frustración, reconocimiento, resistencia social o necesidad económica, entre otros
factores.
A diferencia de la anterior, la delincuencia organizada cuenta con formas
organizativas y objetivos diferentes de la delincuencia convencional, pero también
se diferencia de los grupos terroristas o de grupos guerrilleros, aunque en algunos
casos puedan cometer el mismo tipo de ilícitos como son los atentados y los
secuestros.
Según Brian Sullivan (Sullivan, Brian. 1997), la delincuencia organizada se
caracteriza por los siguientes aspectos:
• Carece de ideología.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
135
• Tiene una jerarquía organizada.
• Tiene continuidad a través del tiempo.
• Tiene consentimiento para amenazar o usar la fuerza.
• Tiene miembros restrictivos.
• Obtiene ganancias mediante la actividad delictiva.
• Provee mercancías y servicios ilegales demandados por los segmentos de
la población general.
• Neutraliza a algunos políticos y funcionarios públicos por la corrupción o la
intimidación.
• Busca monopolios de mercancías específicas o servicios.
• Asigna actividades especializadas a miembros de la pandilla. (sic)
• Tiene un código de reserva.
• Cuidadosamente planifica metas a largo plazo.
Cabe señalar, que la delincuencia organizada tampoco es un grupo delictivo, sino
una diversa gama de organizaciones criminales. En México, existen diversas
organizaciones delictivas especializadas en robos a bancos, secuestros, robo de
vehículos, robo a transportistas, piratería, lenocinio, tráfico de personas, armas y
sobre todo las relacionadas a la producción, tráfico y comercialización de drogas.
A simple vista puede pensarse que cada organización criminal se especializa en la
comisión de algún tipo de ilícito, lo cual es cierto en forma parcial, ya que cada día
se va consolidando una tendencia a la polivalencia en las actividades delictivas de
las bandas; es decir, las bandas relacionadas al tráfico y venta de drogas en la
ciudad, también pueden participar significativamente en el robo de vehículos o en
lenocinio, lo cual hace más complejo entender y atender la problemática.
Lo anterior, según las autoridades ha contribuido a la modificación de ciertos
comportamientos delictivos, como es el caso del robo de auto, ya que según el
Secretario de seguridad Pública “los delincuentes que estaban recibiendo por un
carro robado para remarque hasta 5 mil pesos, se les depreció el mercado
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
136
también a ellos, están recibiendo ellos 3 mil pesos”…”Entonces, estas mismas
personas que utilizan el mismo proceso para robarse un banco(sic), lo han hecho
similar al robo a cuenta habiente, entonces pueden estar utilizando su mismo
esquema y el dinero es directo. No están adquiriendo un vehículo caliente, no lo
tienen que andar cuidando, lo tienen que andar guardando para entregárselo a la
persona que se los va a comprar, si no es dinero que llega, recogen el dinero, y
esa podría ser la explicación ya de esta posible migración”. Es decir, ahora es más
atractivo y se corre menor riesgo al robar a un cuenta habiente que un auto.
Otro aspecto importante, es que no necesariamente los grupos de la delincuencia
organizada están confrontados, sino por el contrario, están desarrollando alianzas
y negociaciones y coexisten en un determinado territorio o giro de la actividad
criminal, salvo en los casos en los que existe una clara confrontación de intereses,
particularmente en el narcotráfico.
En 1997, la Comisión del Crimen de Chicago realizó el informe titulado: “La Cara
Cambiante del Crimen Organizado en América”, el cual en su idea original fue
planteada para los ciudadanos de aquel estado norteamericano, pero los
resultados permiten comprender la criminalidad organizada en forma global,
incluyendo la de nuestra Ciudad.
Señala el informe: “los cambios dramáticos en sistemas sociales, políticos y
económicos alrededor del mundo, así también como avances extraordinarios en la
tecnología de comunicación y en el transporte, han abierto nuevas vías para la
actividad criminal organizada y métodos nuevos de operación” (Linberg, Kirsten.
1997).
El reporte menciona que existen grupos tradicionales y nuevos de criminalidad
organizada que al paso del tiempo han desarrollado las siguientes tendencias:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
137
• El crimen organizado no se limita a los ámbitos nacionales e
internacionales.
• Los grupos del crimen organizado están formando alianzas para capitalizar
fuerzas.
• Explotan mercados nuevos cada vez más sofisticados.
• Invierten sus recursos ilícitos en negocios legítimos (restaurantes, fábricas,
bines raíces, inversiones, etc.).
Según F. Carrión, el crimen organizado opera a través de “economías ilegales (no
informales) bajo reglas impuestas bajo la propia violencia. Son escenarios de
mercados ilegales donde se comercian armas, drogas ilícitas, sexo, artículos
robados, o se desarrolla la “industria” del secuestro y del ajuste de cuentas.” Las
nuevas formas de las violencias, no solo que han acarreado el nacimiento de
nuevos actores y la transformación de los anteriores, sino que la propia
organización del delito requiere de otros personajes: el sicario, el pandillero, etc.,
todos de condición juvenil” (Carrión, Fernando).
Este mismo autor comenta que el crimen organizado funciona con un criterio
empresarial, con mayores y más variados recursos, y con una mayor infiltración en
la sociedad y el Estado.
Dentro de los giros del crimen organizado en la Ciudad de México, se encuentran
los traficantes de drogas, robo de vehículos y autopartes, robo a transportistas y
venta de artículos robados, lenocinio, asalto a transeúntes, el secuestro, entre
otros. En este sentido, se requiere una gran red bien estructurada para la
distribución y venta de drogas, al grado de poder llegar fácilmente al consumidor
final; situación similar se requiere, para desmantelar o vender aproximadamente
100 vehículos robados por día (Véase Ortiz V., Roberto. 1997, México).
La importancia de caracterizar a la delincuencia organizada, se debe a que no se
desea incurrir en el error de descontextualizar la problemática de inseguridad en el
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
138
país. La realidad de los habitantes de México es que deben enfrentar tanto las
expresiones de la delincuencia convencional, como a la delincuencia organizada.
Más aún, ambos tipos de delincuencia aunque diferentes no significa que no
cuenten con canales de comunicación y entrelazamiento, lo que hace aún más
compleja la problemática. La delincuencia convencional es la antesala de la
delincuencia organizada, es por tanto, una dinámica fuerte de recursos humanos
para fortalecer filas.
Se puede pensar que la delincuencia o más bien las mismas descritas forman
parte de los sótanos de México si es que se puede utilizar la expresión, pero la
delincuencia se ha convertido en una especie de micro sociedad o de un
segmento social, que cuenta con reglas internas y formas de hacerlas respetar,
con gran poderío económico, y formas de relación y convivencia (coexistencia)
social. Pero no solo coexisten e interactúan ambos tipos de delincuencia, sino que
además no son ajenos a la sociedad formal integrada por los habitantes de
México. Han penetrado en ella, sus integrantes y sus víctimas son parte de ella.
Otro aspecto a resaltar, es que la presencia y multiplicación de la delincuencia
organizada, ha encontrado tierra fértil en las ciudades donde se han venido
relajando las ligas sociales, donde se profundiza la despersonalización y cada
individuo se pierde en el anonimato. Es más fácil para la delincuencia penetrar en
sociedades fracturadas e individualizadas, que en sociedades tradicionales y de
mayor cohesión.
2.10. LA INCORPORACIÓN ANTICIPADA DE LOS JÓVENES EN LAS LÍNEAS
DE LA DELINCUENCIA.
El fenómeno de la delincuencia no se podría explicar e incluso difícilmente podría
existir sin un actor principal: los jóvenes. La presencia juvenil en la ola delictiva es
una característica de suma importancia, no solo como autora de ilícitos, sino
también como foco o víctimas de la delincuencia. Ejemplo de ello, es la dificultad
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
139
para comprender al narcotráfico sin un mercado potencial y también real de
consumidores de sustancias tóxicas en su mayoría conformado por jóvenes. La
vigencia hasta hace solo 30 años, era una parte considerable de este sector de la
población la cual se encontraba en condiciones de marginación. Se ubicaba al
joven como un actor importante en el desarrollo del país, sin embargo, con el
agotamiento del Modelo de Desarrollo que tuvo vigencia hace 30 años, un aparte
considerable de este sector de la población se encuentra en condiciones de
marginación y exclusión social.
En este sentido, “uno de los grupos más afectados, son los jóvenes de los
sectores medios y populares, los cuales han enfrentado problemas crecientes para
incorporarse a un mercado laboral cada vez más restringido y cada vez más
exigente en términos de calificación” (Alvarado Garibaldi, Salvador, 1997, México.
p. 18-20). Al respecto, cabe señalar, que no son necesariamente los jóvenes más
pobres los que se incorporan a las filas de la delincuencia convencional u
organizada, sino más bien, son aquellos que han sufrido un proceso de
pauperización paulatina, aquellos que presentan algún tipo de resentimiento social
o frustración, los que se encuentran en la frontera del tener y no tener (acceso a
satisfactores secundarios e incluso suntuosos) y la delincuencia se les presenta
como alternativa a sus aspiraciones, o bien, encuentran en la delincuencia
expresiones de aceptación, integración y reconocimiento, pero a la vez de acceso
a determinados bienes materiales, que por otras vías como el trabajo y un ingreso
lícitos, difícilmente podrían obtener. Es posible hacer extensivo este caso, cuando
se señala que “en quienes se concentra en mayor medida la frustración y la
inconformidad por las difíciles condiciones de vida actuales no es en quienes
menos han tenido siempre, sino en los empobrecidos a raíz de los resultados de
las políticas de ajuste, es decir, los excluidos; aquellos que no encuentra
respuestas a sus expectativas y en los cuales prevalece el sentimiento de engaño,
la ira contenida y la incertidumbre (Alvarado Garibaldi, Salvador. Op. Cit. p. 20).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
140
Para muchos jóvenes, la delincuencia es una alternativa riesgosa pero real para
acceder a los bienes que se imponen como estereotipo en la sociedad de
consumo, es un medio de integración, pero no siempre es transitorio, sino por el
contrario la delincuencia se convierte en un mecanismo sustitutivo de trabajo
(lícito), que en las mayorías de las veces cuando se cuenta con uno es mucho
menos rentable.
En este orden de ideas, Ratinoff plantea que, “los datos sugieren que a medida
que la delincuencia aumenta, crece también la proporción de hombres jóvenes
que habitan en ambientes socialmente segregados y que se convierten en
víctimas o victimarios.”...”Hoy día hay indicios claros no sólo de pérdida de los
ideales (y por lo tanto de esperanza) sino además de activa adaptación a las
circunstancias, aferrándose a nuevos modelos e identidades que aseguran algún
poder territorialmente circunscrito, o a veces acceso a ingresos y oportunidades.
La afiliación a bandas juveniles expresa en parte la necesidad de utilizar los
factores de la segregación para adquirir poder sobre un ambiente hostil o
indiferente, y a su vez la territorialidad de estas organizaciones es una manera de
afirmar una identidad en medio del más radical anonimato” (Ratinoff, Luis. Mimeo
p-12). En este sentido Ratinoff y Alvarado G. utilizan dos categorías de análisis
diferentes (segregación y exclusión respectivamente) pero que en el fondo tratan
de dar cuenta de la misma problemática. La realidad y futuro inmediato que se les
presenta a los jóvenes no es alentadora, por lo que buscan otros espacios de
expresión, pertenencia y construcción de identidad y donde objetivamente tengan
acceso a determinados satisfactores básicos, secundarios o suntuosos.
En este sentido, Carrión M. dice que “el grupo poblacional masculino ubicado
entre 15 y 25 años se convierte en el segmento de la población más afectados por
la violencia, con lo cual la juventud asume la condición de principal actor de las
violencias, en cuanto agente y víctima (Carrión, Fernando).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
141
Al respecto, otro dato revelador es que “en el penal de Santa Marta, por ejemplo,
de la gente procesada por homicidio, más del 50% tiene una edad promedio de 25
años” (Tello Peón, Nelia, 1997).
Como ya se explicó en las cifras de la inseguridad, “más de 7 de cada 10 delitos
son cometidos por personas entre 19 y 35 años.” (Instituto Ciudadano de Estudios
Sobre Inseguridad, 2005). Señala el informe de la encuesta citada “el uso de
armas es proporcionalmente mayor entre los delincuentes jóvenes de 12 18 años
“los delincuentes armados pasan del arma blanca al arma de fuego a partir de los
doce años de edad” (Ibídem).
De acuerdo con cifras oficiales, el 66.4% de internos y preliberados de reclusorios
del Distrito Federal, tienen entre 18 y 30 años. De este grupo el 83% fueron
recluidos por el delito de robo en sus diversas modalidades (Secretaría de
Desarrollo Social, 2002).
De acuerdo a las estadísticas del Consejo de Menores en el Distrito Federal, el
68% de los niños y adolescentes fueron ingresados a esa institución, por el delito
de robo calificado, mientras que el 11.1% fue por robo simple o tentativa de robo;
es decir, 3 de cada 4 ingresos fueron asociados al delito de robo.
Asimismo, la mayor parte de los menores tenían por ocupación ser estudiantes
(30.7%), comerciantes (14.7%), desempleados (13.6%), o alguna ocupación en la
calle (8.2%); es decir, actividades realizadas fuera del seno familiar que les facilita
relación con el entorno. En cuanto al nivel educativo, el 69.3% cuenta con estudios
entre el 6to. De primaria y el 3er. Grado de secundaria. El 60.2% cometieron la
infracción en la delegación Cuauhtémoc, siendo Iztapalapa y Gustavo A. Madero
las subsecuentes con porcentajes menores (Estadísticas del Consejo de Menores
del Distrito Federal. Secretaría de Seguridad Pública, México, D.F., 2003).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
142
De acuerdo a un estudio realizado por un grupo de trabajo interinstitucional
encabezado por la Secretaría de Desarrollo Social., en el cual realizaron estudios
a jóvenes reclusos, obtuvieron algunos datos relevantes entre los que destacan:
Resultados de encuentros con jóvenes reclusos:
• 88% presentan rasgos de desintegración familiar.
• 68% de los jóvenes son receptores de violencia en sus familias.
• 40% de las familias de éstos jóvenes desconocen las características del
grupo de referencia de su hijo, así como las actividades que desarrollan
regularmente
• 42%Abandonan la escuela por motivos económicos
• 45% Abandonan su empleo por la frustración de realizar actividades que no
son de su agrado e interés, y debido a la mala remuneración económica
• 63% De los jóvenes identificados como principal lazo de afectividad su
grupo de amigos en la colonia
• 46% Manifestaron consumir o haber consumido algún tipo de droga ilícita.
Asimismo, en cuanto al problema de las adicciones, un estudio sobre consumo de
drogas en los estudiantes de secundaria (Subsecretaría de Servicios Educativos,
Junio, 2004), resalta que el 11% de estos alumnos de secundaria consumieron
alguna droga. En el año 2000 fue de 10.5%, mostrando una ligera alza en el año
(2003), el 20.7% de bachillerato técnico, y 21.5% de estudiantes de bachillerato ha
consumido al menos una vez algún tipo de drogas; lo que implica que en el
promedio global, el 15.2% de estudiantes entre 12 y 17 años ha experimentado su
consumo.
En este tenor, el 7.2% alumnos de educación secundaria y media superior ha
consumido marihuana, lo cual contrasta, con el 3.5% que la consumía hace 10
años. En cuanto al consumo de cocaína en este sector escolar, pasó del 1.6% en
1993 al 4% en el 2003 (Subsecretaría de Servicios Educativos, Junio, 2004).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Panorama menos alentador se presenta en el consumo de alcohol, el cual han
ingerido alguna vez el 54.5% de los alumnos de secundaria; mientras que el
38.4% ha fumado tabaco (El consumo de tabaco ha disminuido sustancialmente
pasando de 49.4% en 1997 al 38.4% en 2003).
En el reporte de la SEP, se puede apreciar que el 28.1% de los estudiantes del
Distrito Federal, percibe que es "muy fácil" y "fácil" conseguir drogas, lo cual tiene
correlación con el mayor consumo de drogas ilícitas.
Otro aspecto relevante es que "el consumo de drogas, en particular de las
llamadas "duras" se de manera importante cuando los estudiantes no viven con
ambos padres" (Han consumido alguna vez drogas el 14.1% de los estudiantes
que viven únicamente con su padre; el 9.1% de los menores que viven con otros
familiares y el 10.6% de los que viven con otras personas que no son sus
familiares), y cuando los estudiantes tienen algún tipo de actividad laboral.
En contraste, según datos de Centros de Integración Juvenil, el 94.1 % de sus
pacientes atendidos, se inició en el consumo de drogas entre los 10 y 19 años de
edad (Centros de Integración Juvenil. "Perfiles de consumo en Tlalpan" DIE-CIJ,
Presentación, 2005). No hay que olvidar que entre consumo de drogas hay un
claro hilo conductor con la delincuencia.
En este orden de ideas, si uno observa las escenas televisadas o las fotos de
presuntos delincuentes detenidos, nuevamente aparecerá que los autores de los
actos ilícitos son principalmente los jóvenes. Al realizar un análisis social de la
inseguridad, se puede hacer un pronóstico poco alentador, ya que la composición
de la pirámide de edad de México, está fincada en su mayor proporción en niños y
jóvenes. Considerando lo anterior, la problemática de no incorporación de jóvenes
al mercado productivo o a la educación post-básica, así como el reducido acceso
a espacios de recreación, esparcimiento, deporte y cultura, serán aún mayores y
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
144
más graves, si no se desarrollan políticas integrales de atención a los jóvenes, no
como grupos vulnerables, sino como factor estratégico para garantizar la
gobernabilidad y viabilidad de la ciudad. El gobierno y la sociedad, deben
prepararse para atender las necesidades de los jóvenes, ya que en caso contrario,
las problemáticas de desempleo, delincuencia juvenil, adicciones entre otras, se
podrán desbordar aproximadamente desde el año 2010 (Véase las proyecciones
de la pirámide de edades de México en la revista Este País, abril de 1998 p. 86-
89).
2.11. JUICIOS SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA EN LAS RELACIONES
HABITUALES
Un semblante que puede llevar a las personas a legitimar la violencia en el tema
de la inseguridad es la forma en que ellas conceptúan a la violencia y la forma en
que la utilizan para resolver aspectos en sus vidas cotidianas, es decir, el uso que
se le da en las interrelaciones cotidianas. Aunque en el lenguaje existe poca
información sobre este aspecto, algunos autores como Barreto y Borja (2007);
Martín-Baró (2003); Mockus (2002) y Restrepo (2002) lo consideran fundamental
para legitimar otras formas de violencia.
Martín- Baró (2003) habla de que para que se desarrollen y legitimen ciertos actos
violentos tiene que haber un contexto que posibilite su ejecución. Para él existen
dos contextos que permiten estas prácticas: un contexto social y un contexto
inmediato situacional. El primero siempre tiene que estar presente, es lo que se
podría denominar una cultura que permite y justifica ciertos tipos de violencia. Este
autor se refiere a un marco de valores y normas, formal o informal que aceptan la
violencia como una forma de comportamiento posible e incluso la enarbola como
necesaria para lograr ciertos fines.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El segundo, es decir, el contexto inmediato se da en las interacciones sociales
cotidianas, como la que ocurre con los padres, maestros, compañeros de trabajo,
etcétera.
Al respecto, Restrepo (2002) afirma que en ciertos contextos es a partir de la
violencia que se generan formas de relacionarse comunitariamente y crear una red
de solidaridad social que tiene como base un “estar bien”, pero a través del delito.
Esto también lo podemos observar en nuestro país en lugares en donde se podría
decir, se convive diariamente con el delito.
Ante este fenómeno, Restrepo (2002) ofrece algunas consideraciones que pueden
servir como una posible línea de explicación. Él habla de cómo ciertas acciones
son significadas por la gente dándoles un valor superior en el caso que trabaja el
autor, el de la defensa de la comunidad como grupo amenazado por lo que se
llegan a “justificar” ciertos comportamientos. Es aquí en donde el estudio de los
significados, lenguajes e imaginarios de la vida cotidiana adquieren un papel
primordial en la compresión de las manifestaciones violentas, ya que permiten
orientar a las personas en la práctica social, y proporcionan un código de
intercambio social, pero esto únicamente puede llevarse a cabo en la interacción
con otras personas.
En un estudio realizado en México, concretamente en el centro del país, dedicada
a explorar la cultura ciudadana, se encontró que por lo menos la mitad de sus
habitantes (aproximadamente cuatro millones de personas) muestran gran
tolerancia hacia las ilegalidades, justificando actos corruptos con el fin de proteger
el patrimonio económico o defender a algún familiar principalmente. Además, un
punto central que destaca el estudio es que esta tolerancia a la corrupción tiene
sus bases en la desconfianza que existe en las autoridades (Encuesta de Cultura
Ciudadana, 2008).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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2.12. LA DELINCUENCIA Y EL CRIMEN ORGANIZADO HAN PENETRADO LAS
ESFERAS DE LO POLÍTICO, LO ECONÓMICO Y LO SOCIAL.
Otro aspecto socialmente preocupante, es que la delincuencia, en especial la
organizada ha invadido no recientemente, sino desde tiempo atrás, las esferas de
la política e incluso de la economía. En México es ampliamente reconocido que las
instituciones de seguridad pública, procuración, impartición y administración de
justicia, así como de readaptación social están infestadas de corrupción, desde los
casos de policías que aceptan o exigen una dádiva para no levantar una multa de
tránsito o remitir un sujeto al juzgado cívico por ingerir bebidas embriagantes en la
vía pública, hasta aquellos actos de corrupción en los cuales funcionarios públicos
reciben grandes recompensas para que delincuentes gocen de impunidad e
incluso protección.
Esta situación no es nueva, lo nuevo es que la relación entre criminalidad y
funcionarios públicos ahora es más evidente y sobre todo, se cuenta con mayor
información al respecto. Dentro de los antecedentes de protección policíaca,
resalta la labor del ex Secretario de Protección y Vialidad del DDF, Arturo Durazo,
quien fundo la ahora conocida "hermandad policiaca" desde finales de los 70´s, la
cual era una mafia interna que había dominado las fuerzas de seguridad pública
de la capital en los últimos 20 años (Aunque se ha ido debilitando esta estructura
organizativa, aún es un grupo de poder al interior de la SSP). En un artículo de la
revista Expansión, se señala que "El negro Durazo, no inventó la protección
policíaca para delincuentes pero, a tenor de todos los datos presentados, si lo
convirtió en una práctica institucionalizada de beneficios para él y sus secuaces.
En esos años, el mantenimiento de cierta tranquilidad en la capital del país pasó
por una "negociación" obligatoria entre autoridades y mafias policíacas. Si bien no
se hacía justicia, al menos se conservaba un orden" (Véase revista Expansión,
Artículo de portada, Agosto 26 de 1998, p. 27).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Este es tan solo un ejemplo, pero cada día salen a la luz pública otros casos más
relacionados a la complicidad de bandas criminales con policías preventivos,
agentes del Ministerio Público, policías judiciales, jueces, entre otros funcionarios
públicos. El problema de penetración de la delincuencia en instituciones públicas
se extiende más allá, ya que no solo se han invadido las instituciones de
seguridad y justicia, sino también espacios de la política y la economía.
Delincuencia, corrupción y lucha por el poder aparecen cruzadas en los asesinatos
de personajes de la vida pública, como fueron los casos del candidato presidencial
Luis Donaldo Colosio Murrieta, del ex Secretario General del PRI, Francisco Ruíz
Massieu. Otros ejemplos son los multimillonarios fraudes cometidos por directivos
bancarios, entre muchos casos más que forman parte de las conversaciones
cotidianas de los mexicanos.
En el ambiente social se percibe que "impera la impunidad" ya que no importa que
se detenga a un presunto delincuente, pues con relativa facilidad se puede evadir
la ley. Ahora bien, el problema no termina en la complicidad y tolerancia de las
fuerzas de seguridad y justicia, sino que ahora también se observa que son los
propios policías preventivos y judiciales los que cometen directamente robos,
secuestros, extorsiones, lenocinio, tráfico de drogas y armas, entre muchos delitos
más, es decir, los encargados de hacer cumplir la ley, en algunos casos son los
primeros que la violentan.
En un informe de la Unidad de Análisis Prospectivo del periódico El Financiero,
publicado el 26 de junio de 1994, se indica que "penetrados por las bandas del
narcotráfico, vía la corrupción, los cuerpos policíacos tienden a transmitir la
imagen del delincuente más que la del agente que brinda protección y seguridad a
la ciudadanía".
En este mismo sentido, Adolfo Aguilar Zinser comenta que "los policías civiles han
demostrado con evidencias cotidianas y apabullantes ser casi el enemigo público
número uno de los ciudadanos. No hay prácticamente ningún atraco que se
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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cometa en esta ciudad donde un policía no sea de alguna forma copartícipe,
cómplice o encubridor de los atracadores (Véase Periódico Reforma, 14 de marzo
de 1997 p 4-b).
El problema de la corrupción aunque se asocia a la policía, no es la única
instancia vinculada, sino en diversas esferas del poder el crimen organizado ha
extendido sus redes (Véase Revista Proceso, números 1443 (junio 2004),
(diciembre 2004), números 1471 y 1473 (enero 2005)). "En México, de acuerdo
con estimaciones del Banco Mundial, la corrupción absorbe alrededor de 9 por
ciento del Producto Interno Bruto, cifra superior al total del gasto educativo del
país" (Arellano Trejo, Efrén. "Impacto de la corrupción en la desconfianza política"
en Boletín del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Número 1).
Esta situación ha provocado que la ciudadanía muestre rechazo y deje de creer en
las fuerzas del orden; la relación entre ciudadanía y fuerzas de seguridad, es una
relación rota caracterizada por la corrupción, el abuso de poder y la desconfianza.
Poco impacto tienen las acciones de mejoramiento, depuración y moralización de
las policías, si no van acompañadas del crimen organizado.
Pero la afectación de la delincuencia a la sociedad no se limita a la penetración de
las instituciones públicas, sino que va más allá, pues la delincuencia se ha
apropiado de formas de organización y relaciones sociales-comunitarias. En
buena medida, la delincuencia finca sus bases en estructuras y redes que
incorporan lazos familiares, de amistad, de vecindad y solidaridad. Las bandas
criminales están perfectamente estructuradas, en ellas cada integrante juega un
papel específico, es una pieza en un gran rompecabezas.
Así como la mafia en Palermo, no sólo se confrontaba con el Estado, sino que era
el Estado mismo, porque lo había permeado a través de sus redes; el crimen
organizado ha ido generando paulatinamente un fenómeno hasta cierto punto
similar en México: el narcotráfico, que se ha ido imponiendo como una subcultura.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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No es fortuito que en algunas zonas del país se asuma al narco como factor de
desarrollo e identidad.
Asimismo, en lo que se refiere a otras expresiones delictivas, es común que en
algunas colonias y barrios, la policía -cuando desarrolla su función- tenga dificultad
para realizar sus patrullajes o detenciones de presuntos delincuentes, porque la
banda cuenta con el apoyo de cientos de ojos y oídos, que los apoyan, esconden
y protegen. Así se puede entender como en cuestión de minutos se vacíen
bodegas de autopartes robadas, o tráileres llenos de mercancías (alimentos,
aparatos eléctricos, etc.).
Aunque las bandas criminales estén regidas por sus propios códigos y normas
internas, no se puede negar sus muestras de solidaridad, fraternidad, lealtad,
entre otros valores. Otro ejemplo es la protección comunitaria que brindan los
habitantes de algunos pueblos del interior de la república a narcotraficantes en
agradecimiento o respuesta a los mecanismos de inyección de recursos, apoyo
para obras públicas, infraestructura, entre otros beneficios directos para sus
comunidades.
Existen varios ejemplos no documentados en los cuales el delincuente pasa de ser
un agresor del orden social a benefactor comunitario; en algunos casos se
presentan como una versión moderna y desideologizada de Robín Hood. Hay que
señalar que no todas las organizaciones criminales utilizan métodos de
apropiación de redes comunitarias. Asimismo, varias bandas utilizan a niños y
jóvenes para realizar actividades aparentemente de trabajo lícito o de
sobrevivencia. El caso más socorrido es el narcomenudeo, un ejemplo de ello es
que para "sus actividades, los traficantes de drogas a nivel hormiga han reclutado
a menores de edad. En varias de las regiones. La forma de operar es la siguiente:
los adolescentes, de entre 13 y 17 años, recorren las calles y cuando detectan a
algún cliente potencial lo abordan para ofrecerle lo que están buscando; reciben el
dinero, van con el vendedor real y regresan con la droga. En muchas ocasiones,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
150
usan bicicletas" (Informe de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de la
Ciudad de Cancún, 2004).
Estos son sólo algunos ejemplos, pero sin duda existen muchas otras formas en
que la delincuencia se apropia de relaciones y actividades aparentemente
normales y que forman parte de la vida cotidiana de las colonias, barrios y
unidades habitacionales en cualquier parte del país.
2.13. DESCONTENTO SOCIAL EN RELACIÓN A LAS INSTITUCIONES DE
JUSTICIA
Autores como Guerrero (2003) y Lozada (2004), consideran que cuando se
desconfía de los sistemas de justicia y se percibe que las tácticas de solución de
conflictos han fallado, se puede llegar a legitimar la violación de los derechos
humanos. Fernández (1997) reflexiona sobre el descontento de la población y la
forma en que puede ser utilizado para legitimar la intervención autoritaria del
Estado y sus órganos de represión.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Cultura Constitucional (2011), las
instituciones en las que menos confían las personas son el Ministerio Público, la
policía y los partidos políticos. Por lo menos el 22% consideró que la corrupción
imperante en las instituciones gubernamentales, es el principal factor por el que la
justicia en México se encuentra tan rezagada (Instituto de Investigaciones
Jurídicas, UNAM, 2011).
Así, el descontento social es un buen discurso para justificar la violencia hacia el
otro considerado como delincuente, incluso hacia la propia sociedad civil, ya que
por un lado, esto puede provocar que se susciten los linchamientos, se apelen a
medidas represivas, o simplemente se acaten estas medidas sin realizar ningún
reclamo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
151
Grossi (1998) refiere que la impunidad y la corrupción conducen, por un lado, al
descrédito de las instituciones de impartición de la justicia y la preservación del
orden público; y por otro, a producir un alto grado de libertad cuando un victimario
toma la decisión de producir un acto violento.
Galeano (1996) opina:
En sociedades que prefieren el orden a la justicia, hay cada vez más gente que
aplaude el sacrificio de la justicia en los altares del orden: hay cada vez más gente
convencida de que no hay ley que valga ante la invasión de los fuera de la ley.
Hay un clamor creciente por la pena de muerte en la opinión pública de varios
países y continúa diciendo se considera normal la tortura del delincuente común, o
de quien tenga cara de; y llama la atención el silencio de algunos organismos de
derechos humanos, en países donde la policía tiene la costumbre de arrancar
confesiones mediante métodos de tortura idénticos a los que las dictaduras
militares aplican contra los presos políticos.
Fernández (1997) considera que ante la pérdida de la seguridad, la confianza en
las autoridades se cuestiona desde las raíces, lo que conduce a la indefensión que
lleva a las personas a sostener y pedir formas de protección autoritarias Por
ejemplo, el ejército que pretende reemplazar a otros organismos de seguridad, y
pretende que gracias a ellos se va a llegar a la paz social.
En cuanto a la procuración de justicia, el estudio llevado a cabo por Tello y Garza
(2000) sobre la cultura de la legalidad mostró que la mayoría de los entrevistados
consideró que la ley no cumple su propósito general y únicamente sirve a los
intereses de los políticos y clases adineradas del país. Además, consideraron que
los principales obstáculos para que México sea un país de leyes son precisamente
las autoridades y los políticos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
152
Al respecto, Sanders y Ferreira (1999) en su estudio sobre las representaciones
de justicia de denunciantes e impartidores de justicia, encontraron que las
relaciones que estos entrevistados tenían con la corrupción eran ambiguas, ya que
por una parte se le rechazaba; pero por otra parte, se le solapaba en la vida
cotidiana, tal vez como una forma de sobrevivencia.
Lo anteriormente dicho pone de manifiesto que el tema de estudio es sumamente
complicado; sin embargo, es fundamental desmenuzar su estructura para poder
comprender cómo se lleva a cabo el proceso de legitimación. Sin duda alguna el
tema de la inseguridad pública es uno de los que más pone a reflexionar junto con
la situación económica a los habitantes de este país, por lo que es preponderante
ofrecer, si bien no soluciones definitivas al problema de la violencia y delincuencia
que como se observó son difíciles, construir opciones eficaces de acción situadas
en el contexto y momento histórico particular.
Una vez que se han revisado brevemente los factores y escenarios propicios para
la generación y reproducción de la inseguridad y de sus fenómenos asociados, se
hará puntual la identificación objetiva y subjetiva del fenómeno.
Para tal efecto, es preciso recurrir en primer término a fuentes estadísticas de
información como son los índices de denuncia, así como los estudios de
victimización, y complementar el análisis con otras referencias de información que
permitan caracterizar en forma integral la inseguridad en el país.
Como se ha mencionado con anterioridad en esta investigación, la delincuencia ha
sido un problema presente a lo largo de la historia de cualquier sociedad, pero la
inseguridad se desborda cuando se pierde su control real y la población se ve
afectada por este fenómeno en los diversos ámbitos de su vida cotidiana
(Entiéndase control real a la capacidad del Estado de brindar seguridad pública y
mantener los índices delictivos bajos y tolerables por una sociedad concreta; es
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
153
decir, que la población no perciba como un problema prioritario al fenómeno
delictivo y de violencia).
Una forma de valorar el comportamiento delictivo en una sociedad son las
estadísticas sobre los índices de delitos denunciados, la cual se obtiene a partir de
los registros de denuncia sobre actos ilícitos ante la autoridad respectiva. Este
método, tiene como ventaja que detrás de cada cifra de las estadísticas existe un
expediente sobre un delito cometido; sin embargo, la falta de credibilidad e
ineficiencia de las instituciones de procuración de justicia, con el tiempo ha
provocado la pérdida de la confianza para denunciar los actos ilícitos. Es por ello
que este método aunque directo, su representatividad es parcial, ya que no refleja
los índices globales y reales de la delincuencia. A este sesgo en la información se
le conoce típicamente como “cifra negra” de la delincuencia. Otro método para
procurar tener un acercamiento a dichos índices, son los estudios sobre
victimización, las cuales “tienen la intención de cuantificar el verdadero volumen
de los delitos ocurridos y al mismo tiempo, identificar las características sociales y
económicas de las personas que han sido sus víctimas” (Arroyo Juárez, Mario,
1998).
Este tipo de acercamiento metodológico plantea llegar a las víctimas reales hayan
o no presentado la denuncia correspondiente, con lo cual, se obtendría
información real sobre la delincuencia y sus víctimas. Al respecto, se puede
mencionar que éste tipo de método ya es utilizado en forma cotidiana y con
experiencia sólida en varios países, lo que permite a las autoridades el contar con
información objetiva para el diseño de políticas de prevención y atención al delito y
sus consecuencias en la sociedad. En el caso de México, éste es un método que
ha empezado a utilizarse por medios de comunicación, empresas de estudios de
opinión e instituciones académicas. Ejemplo de ello son las encuestas realizadas
periódicamente por los medios de comunicación impresa: Reforma, El Universal,
Revista Este País, entre otros; así como por instituciones públicas o privadas entre
las que destacan: Fundación Rosemblueth, GEA-ISA, el Centro de Estudios de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
154
Opinión (CEO) de la Universidad de Guadalajara, entre otros. Sin embargo, éste
tipo de método tiene varias desventajas, como pueden ser: fallas en su diseño
metodológico, intereses de quien proporciona su patrocinio o financiamiento,
objetivos no explícitos (o encubiertos para utilizarlas como instrumento político),
pero sobre todo la subjetividad en que puede incurrir en sus respuestas el
entrevistado.
Conociendo en forma general las ventajas y desventajas de ambos métodos, se
recurrirá a ellos con las debidas reservas, pero como medios necesarios para
identificar el comportamiento delictivo en el centro el país. Para con ello tratar de
poner nuevas trabas a la delincuencia por parte del estado, con nuevas formas de
seguridad pública
2.14. LA CULTURA DE LA VIOLENCIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
MASIVA
La violencia puede ser entendida como parte de la cultura en donde se ha dejado
de lado la resolución de conflictos familiares, sociales, económicos y políticos; y se
ha exaltado el individualismo y el consumismo en buena parte por los medios de
comunicación masiva, situación que se ve reafirmada por una serie de sistemas
de creencias sociales en las cuales se exalta la supremacía de los más fuertes
sobre los “débiles”; quizá éste sea uno de los factores primordiales para la
persistencia y permanencia de la violencia. El sobreponer el interés individual
sobre el colectivo, alimentando comportamientos violentos como la intolerancia, la
discriminación y el racismo.
De acuerdo con Martín-Baró (2003), la relación entre violencia y justificación obliga
a analizarla en el marco de los intereses y valores que caracterizan a cada
sociedad o cada grupo social, ya que uno de los factores que desata las prácticas
violentas es la posibilidad y permisividad de realizarlos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
155
Se podría hablar de que la violencia constituye un modo habitual de resolución de
conflictos y hasta de relación social (Grossi, 1998). Las diversas sociedades tienen
patrones culturales más o menos violentos para la solución de sus conflictos. Así,
por ejemplo, en algunos países la solución del conflicto rara vez llega a la
violencia, mientras que en otras partes, la solución violenta aparece legitimada
(Guerrero, 2003).
Pedrazzini y Sánchez (1990) comentan que se puede hablar de la presencia de un
nuevo modelo violento de socialización, ya que cada día, y de manera cada vez
más evidente, nuevas legitimidades sociales se imponen a través de un proceso
socio-cultural.
Una serie de acciones, hechos o realidades ordinariamente calificados de
“ilegales” van tomando poco a poco nuevas connotaciones.
Así, la instauración de este orden a nivel cultural naturaliza hechos que son
socialmente construidos, ubicándolos en un estatuto de análisis. Aquello que es
obligatorio se vive como natural; y es tan íntimo al sujeto que no se ve lo arbitrario
del funcionamiento, creando una especie de olvido (Pimentel, 1997 p. 78). Aquí es
donde se pueden ubicar los discursos sociales, definidos como un conjunto de
prácticas lingüísticas que tienden a mantener y a promover ciertas relaciones
sociales. Además, estructuran el sentido para orientar la acción, al ser ante todo
componentes pragmáticos de la comunicación social. Los discursos se han
transformado en los portadores, censuradores y socializadores del conocimiento
general sobre lo que la sociedad está definiendo como problemático (Sandoval,
2007). Al respecto, Sabucedo y cols. (2006) comentan que los discursos no son
algo estático, sino que se van modificando, en mayor o menor medida, en función
de los cambios que se vayan produciendo en ese ámbito de conflicto intergrupal.
Fernández (1997) apunta que la violencia ha pasado a formar parte de la
experiencia cotidiana de los ciudadanos. A través de los medios de comunicación,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
156
podemos conocer la situación que en distintos países se vive sobre el tema de la
inseguridad y la petición de medidas represivas para combatir las consecuencias
que este fenómeno ha tenido a nivel social e individual. Hay países que han
adoptado las medidas represivas y violentas para combatir el delito; sin embargo,
se han hecho estudios en los que se ha demostrado que este tipo de medidas son
poco efectivas para resolver o siquiera paliar el problema.
Sobre el papel de los medios de comunicación en la violencia, se ha investigado
mucho, sin que hasta el momento se esclarezca por completo la intervención de
éstos en la problemática (Fernández, 1997; Martín-Baró, 2003). Al respecto, se
pueden considerar dos vertientes en el estudio de los medios de comunicación,
una que los vincula con la creación y posterior alimentación del fondo ideológico, y
otra que es la más tradicional y se enfoca sobre la influencia de los medios en los
comportamientos agresivos.
La televisión principalmente, tiene la capacidad de transformar la relación entre el
entender y el ver y el actuar. Así, la televisión se convierte en un medio poderoso
de legitimación o deslegitimación de la violencia (Fernández et al., 2004) y
precisamente los métodos que utiliza para legitimarla son los estereotipos, la
desinformación y la trivialización (Penalva, 2002).
Varios autores (Chiricos, Padgett y Gertz, 2000; Naredo 2001; Ramos, 1994) han
destacado sobre todo el papel de la televisión, ya que tiene una gran
trascendencia porque llega a un público mucho más amplio que el que consulta la
prensa escrita, y sobre todo a aquellas personas que son más sensibles al miedo
al crimen. Penalva (2002) argumenta que los medios han considerado a la
violencia como un medio sumamente redituable porque es el público el que
demanda este tipo de “espectáculo”, lo cual puede ser producto del morbo o de la
búsqueda de emociones extremas, además este autor considera que también esta
atracción a ver violencia puede ser también por habituación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
157
Lagrange (2003) subraya el efecto de la pérdida de la realidad que le quita valor a
la experiencia sensible. Con relación a esto, Chiricos et al. (2000) encontró que
entre más “real” o creíble sea el contenido de la noticia, más influirá en los
sentimientos de inseguridad; sin embargo, para que suceda esto, debe de existir
un evento o experiencia en el sujeto que le permita identificarse con la situación;
es decir, que las personas tengan un conocimiento o experiencias con el delito.
En el estudio realizado por Fernández (2004) establece conocer las formas de
legitimación de la violencia principalmente en la televisión, se encontró a través del
análisis e interpretación de 28 segmentos de programas de televisión, que una
forma para legitimar violencia hacia un grupo en particular es distorsionar los
rasgos y características de los personajes, y así la violencia puede ser utilizada y
justificada. Según sus resultados, se pudo observar que cuando aparecía un
agresor “bueno” era castigado con muy poca frecuencia, logrando que su violencia
se legitimara, a comparación del agresor que era considerado “malo”, el cual era
castigado en más de la mitad de las emisiones por lo que su castigo era
justificado.
Correlativamente a la descripción de los agresores, se sitúa la descripción de las
víctimas, ya que sin ellas no es posible llegar a una conclusión legitimadora. Sobre
las víctimas, se utiliza un mecanismo parecido que opera del modo inverso a la
caracterización de los agresores. Hay que tener en cuenta, además, que la
relación agresor-víctima es un proceso universal que se utiliza en la evaluación de
los hechos violentos.
Cuando los niveles de violencia a justificar son muy grandes o los daños muy
desproporcionados, se suele utilizar la acentuación de sus aspectos negativos, su
maldad, su desmedido poder o su mala intención.
Resumiendo, los estudios de estos autores, la legitimación de la violencia en la
televisión depende de tres dimensiones: a) la consideración de los actores, las
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
158
víctimas y sus intenciones, b) el daño representado en las consecuencias
producidas por la violencia, c) la interpretación de las acciones.
El papel de los medios de comunicación en el tema es fundamental y su
participación se demostró en el programa de combate a la violencia que Antanas
Mockus (2002) llevó a cabo en Bogotá, en el cual los medios participaron
transmitiendo campañas sobre resolución de conflictos pacíficamente,
alcanzándose resultados muy favorables.
Es así como el aspecto cultural tiene una importancia fundamental para poder
entender la manera en que se legitiman distintas prácticas violentas, y cuando se
pone atención a estos aspectos se puede lograr desarticular aquellos mecanismos
que permiten que la violencia se legitime y se reproduzca, como ya lo mencionaba
Martín-Baró. Ejemplo de esto es el programa que puso en marcha Antanas
Mockus (2002), en donde reconoce que parte del problema de los altos índices de
violencia estaban en la convivencia con ésta, de tal suerte que una de las medidas
de su proyecto era que se desaprobaran moral y culturalmente acciones que
pudieran contribuir al clima de la violencia. Este autor denominó “divorcio entre ley,
moral y cultura” a la falta de congruencia entre la regulación cultural del
comportamiento y sus regulaciones morales y jurídicas, y la falta de congruencia
que se expresa como violencia, delincuencia, corrupción, ilegitimidad de las
instituciones, debilitamiento del poder de muchas de las tradiciones culturales y
crisis o debilidad de la moral individual.
En el libro Nuevos escenarios de violencia, se desarrolla la idea de que en la
violencia que se observa en los últimos tiempos se fundamenta en la creencia de
que existen vidas que carecen de valor, ya que la condición humana se ha
desvalorizado. El valor que pudiera residir en la persona proviene del poder que
tenga y del significado que las personas le atribuyan a la propia vida (Vidal, 2008),
ya que al estar los objetos vacíos de significado pueden ser violentados sin
conciencia alguna.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
159
De esta manera, es innegable la participación de estos aspectos en el posible
proceso legitimador, porque las personas al aceptar y justificar alguna medida,
tomarán en cuenta el medio social en el que se han desenvuelto, el cual se ha
desarrollado en este clima de permisividad hacia muchos actos violentos sean o
no considerados como tales.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
160
CAPÍTULO III. LAS ESTRATEGIAS DEL GOBIERNO MEXICANO PARA LA
LEGITIMAR LA SEGURIDAD PÚBLICA
Así como analizamos que la delincuencia puede llevar a que la democracia pase
por alto ciertos derechos con la finalidad de garantizar otros. Por ejemplo, a que
los gobiernos no respeten los derechos humanos de los criminales en aras de
proteger los derechos humanos, políticos y sociales del resto de la sociedad.
La incapacidad del gobierno para enfrentar retos como este y el crimen organizado
contribuye a la inconformidad de la sociedad respecto de la democracia (Godson,
Roy y José Manuel Vergara, 2008).
El crimen aumenta las percepciones de la inseguridad personal y reduce la
legitimidad de las instituciones democráticas, aminora la inversión directa y
demanda el gasto de recursos para su combate y prevención.
El descrédito del combate gubernamental contra el crimen organizado se alimenta
de la debilidad institucional, lo cual se evidencia en la incapacidad para valer el
Estado de derecho, lo que permite altos niveles de impunidad, la implementación
de políticas públicas que no enfrentan las causas del crimen organizado como la
pobreza y la falta de oportunidades y las constantes discusiones entre las fuerzas
políticas nacionales que impiden la definición de una estrategia consensuada.
El crimen organizado no se refiere a una actividad específica, este fenómeno
puede entenderse como una asociación del tipo empresarial con ocupaciones
delictivas que no se reducen al tema del narcotráfico, sino que involucran
actividades cuya persecución es exclusiva del gobierno federal, pero también
delitos de impacto internacional y local.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
161
Dicha situación obliga a suscribir acuerdos tanto entre los diferentes países para
atacar el reto de las redes trasnacionales del narcotráfico como entre el gobierno
federal y los estados.
El crimen organizado emplea la violencia para eliminar a sus competidores e
intimidar a las autoridades, sin atentar directamente contra la sociedad, aunque
esta resulta afectada por encontrarse en medio de esta lucha, se apoyan en
pandillas y grupos de jóvenes y corrompen a las instituciones policiales y de
gobierno, ocupando a veces el vacío de poder que se produce por la pérdida de
autoridad gubernamental.
Es indispensable el desarrollo de actividades de inteligencia que diferencien entre
la actuación de los grupos criminales y su organización, que detecten la infiltración
de las instituciones gubernamentales para definir claramente el objetivo que se
ataca, que determinen si la materia es de seguridad pública o de seguridad
nacional, así como la jurisdicción de la autoridad que debe resolverlo y por último,
que sean capaces de diseñar las políticas para su atención.
En México, el crimen organizado paso de conflicto policial a uno de seguridad
nacional debido al aumento de la violencia que se le relaciona y en particular al
narcotráfico.
El número de homicidios violentos o ejecuciones lo convirtieron en un problema
saliente o emergente en la agenda del gobierno, pero las políticas públicas
empleadas por el gobierno no han mostrado efectividad para resolverlo. (Eder,
Charles y Roger Cobb, 2000)
A partir de la presidencia de Felipe Calderón, la lucha contra el crimen organizado
se insertó en la agenda del gobierno como tarea prioritaria. Sin embargo la
violencia y el número de homicidios que se le relacionan se le han multiplicado,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
162
motivo que ha llevado a cuestionar la estrategia del gobierno federal y a exigir su
modificación.
La sociedad se ha manifestado en contra de la violencia producida por el crimen
organizado y por el ejercicio de la fuerza pública que lo ataca, porque esto ha
provocado el incremento de la muerte de civiles inocentes.
3.1. DISEÑO DE LA POLÍTICA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
El propósito de la política de seguridad pública se basó en actuar frontalmente
contra la delincuencia y en función de la Defensa Nacional (SEDENA) , la Marina
(SEMAR), la SSP y la PGR, dependencias a las que el presidente Calderón
encargo esta tarea, se le considero como un compromiso de seguridad nacional y
no solo de seguridad pública.
No existe una política pública concreta que coordine los esfuerzos
gubernamentales e intergubernamentales, por esta razón se ha recurrido a la
normatividad, los planes y programas correspondientes a la acción gubernamental
para inferir cual es la política del gobierno federal en su batalla contra el crimen
organizado.
Para la ley de Seguridad Nacional, el crimen organizado constituye una amenaza
a la seguridad nacional. Sin embargo de acuerdo con la ley federal contra la
delincuencia organizada, la política para enfrentarla es responsabilidad del
Ministerio Publico de la Federación, a través de la PGR, el cual puede auxiliarse
de otras dependencias relacionadas con el sistema fiscal, bancario y financiero,
pero esta misma ley no define con claridad la responsabilidad de otras como la
SSP, la SEDENA o la SEMAR que integran el Consejo de Seguridad Nacional
(CSN) y son actores de cruciales en la implementación de la política para atacar el
crimen organizado.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La determinación de la política pública de combate al crimen organizado como
asunto de seguridad pública o de seguridad nacional, decide las dependencias
que participan en su implementación. Si el asunto fuera de seguridad nacional, la
estrategia seria diseñada por la Secretaria de Gobernación (SEGOB) y
particularmente por del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN),
además de la colaboración de otras dependencias del gobierno federal.
Tomando en cuenta que el crimen organizado es un asunto de seguridad pública y
de seguridad nacional, el dilema organizacional consiste en determinar quién o
quienes están encargados de definir la estrategia para contraatacarlo.
Para saber si se trata de políticas de seguridad nacional o solo de seguridad
publica enseguida se analiza el diseño de la política de combate al crimen
organizado con base en los planes y programas que construyen el marco que le
da forma a una estabilidad social.
3.2. EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO Y EL PROGRAMA NACIONAL DE
SEGURIDAD PÚBLICA
Las políticas de seguridad pública y de seguridad nacional trazan sus estrategias a
través del Plan Nacional de Desarrollo (PND) y el Programa de Seguridad Pública
(PNSP), los planes sectoriales y un comunicado de la presidencia de la republica
titulado “La lucha por la seguridad pública”.
La estrategia se delinea en el PND y los objetivos de la política se integran en el
eje 1, titulado “Estado de Derecho y Seguridad” , el cual se compone de trece
temas: certeza jurídica, procuración e impartición de justicia, información e
inteligencia, crimen organizado, confianza en las instituciones públicas, cultura de
la legalidad, derechos humanos, defensa de la soberanía, seguridad fronteriza,
cooperación internacional, prevención del delito, cuerpos policiales y participación
ciudadana.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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La lectura de dichos objetivos y estrategias demuestra que para el gobierno el
problema consiste en la perdida territorial frente a las organizaciones criminales,
por lo que ha establecido la lógica de que su recuperación depende únicamente
del uso de la fuerza pública.
La solución permite pensar que el asunto es consecuencia de la falta de la fuerza
del Estado. Esta afirmación se consolida al revisar los informes de ejecución del
Plan Nacional de Desarrollo, los cuales concentran las cifras de operativos
realizados, aprehensiones de criminales y decomisos de drogas y armas, pero no
cuantifican la recuperación del número de espacios públicos y del nivel de
“fortaleza del Estado” con cada aprehensión, o el incremento de la “seguridad en
la convivencia frontal”.
En otras palabras, existe una asimetría entre el objetivo del PND y los caminos
propuestos para alcanzarlo; por lo tanto, los resultados no conducen a cumplir la
meta establecida. (Programa Sectorial de Seguridad Publica, 2007 – 2012)
Un segundo documento estratégico en materia de seguridad es el Programa
Nacional de Seguridad Pública (PNSP). El programa busca combatir frontalmente
el fenómeno delictivo y consolidar el Estado de Derecho, apoyándose en la
colaboración de los diferentes órdenes de gobierno, en los mecanismos de
participación ciudadana y en la Estrategia Nacional de Prevención al Delito y
Combate a la Delincuencia.
Al igual que el PND y el PNSP sustenta el combate al crimen organizado con el
uso de la fuerza pública, con ello se puede deducir que el gobierno federal espera
que al incrementar el número de operativos y acciones contra la delincuencia
organizada se reducirán los homicidios, los secuestros y los robos, pero no toman
en cuenta las posibles causas del fortalecimiento del crimen organizado.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Asimismo, que la política de seguridad pública no combate al crimen organizado,
sino a los delitos relacionados con este, esto es, la política ataca los productos del
crimen organizado, en particular la violencia, pero no su estructura organizacional.
La política de seguridad nacional derivada del plan sectorial del CISEN a pesar de
sostener que la tarea contra el crimen organizado no solo depende del ejercicio de
la fuerza pública, propone pocas estrategias complementarias para abrir más
oportunidades de desarrollo económico y social.
De igual modo, en cuanto a los planes sectoriales de las fuerzas armadas,
destacan por su disposición para colaborar con las dependencias encargadas de
la seguridad, pero no plantean métodos diferentes.
Al analizar al crimen como asunto de seguridad pública, el objetivo sería combatir
y prevenir el delito, pero también alcanzar el restablecimiento del orden y la paz
pública, los cuales impulsan el desarrollo económico y social.
Al pensar el crimen como asunto de seguridad pública, el objetivo sería combatir y
prevenir el delito, pero también alcanzar el restablecimiento del orden y la paz
pública, los cuales impulsan el desarrollo económico y social.
Por un lado, el combate del delito se propone mediante el ejercicio de la fuerza
pública y la procuración de justicia; y la prevención se cumple con las
investigación y la desarticulación de organizaciones criminales, sin embargo, es
destacable que la política de seguridad pública no utiliza otras acciones
complementarias para la prevención del delito, la generación de oportunidades
para el desarrollo.
La política de seguridad reduce el problema a un asunto policial y de procuración
de justicia. Por otra parte, el restablecimiento del orden y la paz pública significa
que hay espacios donde esto no existe.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El crimen organizado debe ser un asunto de seguridad nacional y no solo de
seguridad pública, para ello se requiere de la intervención de otras dependencias
del gobierno federal y de otras órdenes de gobierno, así como políticas públicas
que estimulen el desarrollo económico y social para reactivar los espacios vacíos
unas vez que fueron reconquistados.
3.3. LA VIOLENCIA: UN FENÓMENO DEBIDO A LA FALTA DE MEDIDAS
SOCIALES ADECUADAS PARA EVITAR LA DELICUENCIA.
La pobreza progresiva aumenta la violencia social, no cabe duda. Los expulsados
del sistema no toleran que en una economía mejorada globalmente no haya
habido mejora individual, sino concentración de ingresos y riqueza. De manera
que muchos pobres recurren a medidas desesperadas en busca de ingresos, ahí
donde se encuentran el origen de la delincuencia.
Pero la pobreza no es una causa fundamental de la violencia. La gente que
padece hambre y roba lo hace de manera casual. Por lo general no son violentos y
se defienden. Esta pequeña criminalidad, el robo, el hurto se circunscribe
generalmente a gente sin otras oportunidades, mientras que existen criminales
profesionales que recurren a la violencia porque es una actividad lucrativa que
queda prácticamente impune.
Aunque parezca extraño entonces la violencia común constituye en primera
instancia una actividad económica. Se trata del primer criterio económico, es decir,
la maximización de las ganancias con un minino de gastos. Lo mismo ocurre con
el tráfico de drogas, de armas y seres humanos.
Delincuentes profesionales organizan este tipo de violencia de manera técnica,
altamente sofisticada. La única manera de bajar el margen de ganancia para estos
casos de transgresión de normas consistente en aumentar la probabilidad de que
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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sean aprehendidos y de que cumplan con el castigo. Esta violencia profesional
tiene mucho que ver con el subdesarrollo económico, que reduce las
oportunidades para las ganancias rápidas y también se relaciona con la creciente
globalización de la economía, donde solo quedan oportunidades a los de alta
posición.
El problema de las drogas incide de una manera notoria en la causalidad de la
violencia. La violencia en torno a las drogas se manifiesta bajo modalidades
diversas, se ha comprobado que el uso de narcóticos aumenta la agresividad y
que muchos delitos se cometen precisamente por obtener recursos para
comprarlos.
Los comerciantes de estupefacientes recurren a la violencia en contra de la policía
y del ejército. Para lo anterior disponen de armas y de medios de comunicación
que ya la misma autoridad quisiera poseer en sus arsenales.
En este contexto cabe mencionar el efecto tremendamente negativo de la
exhibición y justificación en el nivel subliminal de lo violento en la televisión y otros
medios. En este caso la violencia se enarbola de manera increíble, cuando no se
ensalza como algo carismático y entretenido. Lo anterior de ninguna manera
favorece el establecimiento de soluciones pacíficas a los conflictos. Brandon
Certerwell, profesor de la Escuela de Salud Pública de Washington, afirma que
desde la introducción de la televisión de los años ochenta, la cantidad de crímenes
se duplico en Estados Unidos.
Es así como los infantes, ya a los catorce meses incorporan en su subconsciente
lo que perciben en la pantalla chica. Niños muy jóvenes no aprenden, sino que
imitan. Hasta la edad de cuatro años no suelen establecer la diferencia entre
realidad y ficción. Muchos de los crímenes cometidos por adultos tendrían su
origen en imágenes televisivas que durante su infancia marcaron su cerebro. Esto
incita a pensar que la violencia se sirve a diario vía la televisión, no solo como
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
168
distractor, sino como ingrediente básico de los noticieros, por algo este portento
tecnológico se ha llamado “idiot box”.
En México la justicia civil se aplica insuficientemente porque las instituciones
encargadas son totalmente subdesarrolladas e ineficientes, cuando no son
partidistas y corruptas. La justicia resulta además tremendamente lenta. En más
de una oportunidad, la policía y los funcionarios carecen de formación adecuada o
no disponen de equipo necesario para reprimir la violencia o castigarla. Por lo
demás por la baja densidad poblacional y la alta concentración urbana, no es raro
que territorios inmensos queden sin la menor presencia policial o judicial. El
coeficiente delictivo de las grandes ciudades se sitúan igual de alto que en México,
sin embargo, la diferencia estriba en la impunidad, las causas de la impunidad
generalizada pueden ser los siguientes factores:
No hay suficiente cantidad de policías ni administradores de la justicia y los pocos
que hay no tienen suficiente formación. Como mencionamos, quedan zonas
inmensas donde estos ni siquiera aparecen. La ausencia de métodos científicos y
de equipo a la hora de la instrucción de los crímenes resulta pavorosa. A falta de
pruebas contundentes, cantidad de malhechores son puestos en libertad
prematuramente.
3.4. SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN LA ECONOMÍA MEXICANA
El precio humano, social, económico y político del hecho delictivo resulta enorme.
En caso de agresiones físicas a las personas, para los sobrevivientes
evidentemente quedan heridas, interferencias mentales y en caso de violencia
domésticas, hasta pérdida de autoestima. Una consecuencia importante para la
sociedad consistente en el aumento de la impresión subjetiva de inseguridad,
temor de ser otra víctima y preocupación ante la incapacidad de las autoridades
de remediar la situación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
169
La sociedad carga también con los costos: la amenaza que la violencia implica
para cantidad de valores considerados fundamentales en un orden social
determinado, como el derecho a la integridad física, la convivencia social, la
solidaridad. La criminalidad no es sino un reflejo de otras fisuras en el tejido social.
Pone al desnudó cuales grupos son más frágiles o tienen menos posibilidad de
resistencia. Los que no tienen oportunidades, las mujeres y los niños, soportan
una proporción desmesurada como victimas sociales.
La factura económica de la violencia en determinada sociedad es alta y diversa:
La destrucción material que genera, los gastos por cuidado médico de los
sobrevivientes ,el rescate ,las inversiones productivas desviadas, fuentes de
trabajo que quedaron sin concretar por causa del clima de inversiones
desmejorado, el efecto negativo de todo aquello sobre el turismo, con su
incidencia en el nivel de ocupación de los hoteles y su repercusión en la
infraestructura turística drásticamente reducida, la imagen negativa en el exterior,
etc.
El turismo y las inversiones hechas por pequeños y grandes empresarios se
muestran hipersensibles a la delincuencia. Medir el costo preciso de la violencia
en términos económicos y sociales no resulta nada fácil, porque en realidad no
existe una medición cuantitativa respecto de la pérdida de un ser querido.
Quedan otras cargas económicas por considerar, en relación con medidas
preventivas de tipo privado, como la instalación de rejas y equipo electrónico de
vigilancia o la contratación de servicios de seguridad. Cuánto cuesta la inversión
de una empresa cuando esta se desvía del aparato productivo hacia equipos de
seguridad. Con frecuencia se constata que la intensidad de la violencia se
incrementa a medida que se perfeccionan las mismas técnicas de seguridad.
La represión publica y las medias preventivas repercuten en los recursos
presupuestarios de los gobiernos. No hay más remedio que invertir para mejorar el
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
170
mantenimiento del orden, construir cárceles, hacerlas funcionar y contribuir a que
el aparato judicial funcione adecuadamente. No es posible elaborar una estrategia
tendiente a remediar la degradación social sin tomar en consideración tremendos
gastos.
La corrupción de los funcionarios públicos, por empresarios, por traficantes de
drogas y por el crimen organizado tiene un precio muy alto.
Transparency International, una organización no gubernamental con sede en
Berlín, establece que la corrupción económica absorbe anualmente, bajo forma de
soborno, 5% de toda la inversión directa extranjera e importación de bienes en los
países en desarrollo. Lo anterior representa solo el costo directo.
Por lo general las implicaciones indirectas y sociales son muchos más altas que
los dineros entregados bajo la mesa.
La corrupción implica una errónea toma de decisiones en lo que se refiere a la
elección del proveedor, el precio pagado, los bienes de inversión, la tecnología o
los sitios de inversión.
El que paga los platos rotos es el ciudadano, que se ve forzado a contribuir con un
aparato estatal parasitario, que frena el desarrollo económico y social y aumenta la
brecha social.
Las perdidas y gastos en que incurrieron los hogares en México a causa de la
inseguridad ascendieron a 212 mil millones de pesos en 2011.
Tal monto equivale a 1.4% del Producto Interno Bruto (PIB), y resulto
principalmente de las pérdidas por 150 mil 619 millones de pesos a causa de
delitos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
171
Otros ocho mil 797 millones representaron los gastos que realizaron las victimas
por dañaos en la salud y 52 mil 443 millones de pesos suman las erogaciones que
tuvieron que realizar las familias en medidas preventivas contra la delincuencia.
Los mayores costos se observaron en el Estado de México y el Distrito Federal,
con 40 mil 831 y 20 mil 994 millones de pesos respectivamente, mientras que
Nayarit y Tlaxcala reportaron los menores montos con mil 179 y mil 350 millones
en la misma relación.
La inseguridad se encuentra en cuarto lugar en importancia, dentro de los factores
que podrían afectar el desempeño de la actividad económica.
Además, mejorar la seguridad pública se encuentra en la segunda posición dentro
de las tareas que se requieren para propiciar mayores niveles de seguridad en el
país.
Para el Foro Económico Mundial (WEF), la inseguridad es un freno a la
competitividad del país, y los costos en que incurren las empresas a causa de la
delincuencia están entre los más elevados del mundo.
Basados en los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción
Sobre la Seguridad Publica 2012 (ENVIPE) del INEGI, 57.5% de la población
considera que la inseguridad y la delincuencia son los problemas que más afectan
a su entidad federativa. Le siguen el desempleo con 49.3%.
La guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente Felipe Calderón,
coloco a México entre las naciones más violentas del continente, solo por debajo
de países como Honduras, El Salvador y Venezuela, según informe de la
Organización de Estados Americanos (OEA).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
172
La situación en materia de seguridad ciudadana en la región, a pesar de que
México registro durante la última década, una tasa de homicidios de 17.86 por
cada cien mil habitantes, muy por debajo de países como Honduras que tuvo la
tasa más alta con 91.6, o El Salvador, con 69.2 por cada cien mil habitantes, del
año 2000 a 2010 el número de homicidios en nuestro país creció casi 4.2%, la
mayor cifra registrada entre las naciones de América del Norte.
El estudio registra además, un aumento de 70% en la utilización de armas de
fuego involucradas en los homicidios registrados en el mismo periodo de diez
años, así como de 13 por ciento legalmente registradas por el Estado, cuya cifra
proporcionada por las autoridades mexicanas al organismo fue de dos millones
824 mil 231 para el año 2007.
La cifra de secuestros en nuestro país también registro un crecimiento al pasar de
591 en el año 2000 a 1220 en el año 2011.
Destaca también la relación entre violencia y tráfico, producción y consumo de
drogas, en donde la competencia por el mercado ilícito utiliza también medios
ilícitos.
Por otra parte, los gobiernos de México y Estados Unidos acordaron refrendar la
relación estratégica y continuar en la institucionalización de la cooperación en
seguridad establecida bajo la estrategia binacional contra el narcotráfico y el
crimen organizado.
Ambos países han invertido más de diez mil millones de dólares en el
fortalecimiento de las instituciones de seguridad y justicia de este lado de la
frontera, como parte del plan anticrimen. Esa inversión ha permitido avanzar en el
fortalecimiento del marco jurídico, incluyendo la protección legal a los derechos
humanos, el incremento en la transparencia de las instituciones públicas, la mejora
en la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, mediante la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
173
restructuración institucional, la mejora en la capacitación y el uso de controles
internos para las fuerzas del orden público en México.
El gasto en seguridad ha crecido a un ritmo acelerado y ha desplazado otras
prioridades de gasto público como son la educación y la salud.
El repunte de la violencia constituye un saldo negativo difícil de aceptar que
plantea nuevos desafíos y que deberá atenderse de forma más eficaz por los
próximos gobiernos en turno.
3.5. LA REFORMA AL ARTÍCULO 21 CONSTITUCIONAL.
El 31 de diciembre de 1994 surgida de una iniciativa del Ejecutivo Federal, se
publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto de Reforma a los artículos
21 y 73, fracción XIII, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Con esta Reforma Constitucional se dio un importante avance, al establecer las
bases y los principios jurídicos, sobre los que se sustenta la política nacional de
seguridad pública y de una política criminológica, entendida esta última como la
disciplina que se ocupa de las formas o medios a poner en práctica por el Estado,
para una eficaz lucha contra el delito.
Al reformarse el párrafo cuarto del artículo 21 de la ley fundamental, en aras de
una mejor procuración de justicia se estableció, por un lado, que las resoluciones
del Ministerio Público que concluyan no instruir en la acción penal (en contra de
algún presunto delincuente, que haya cometido conductas posiblemente
constitutivas de un delito) podrán ser impugnadas y combatidas mediante los
particulares o víctimas afectadas por la comisión de delitos, mediante un recurso
de tipo jurisdiccional. Esta reforma implica también un cambio sustantivo en la
concepción de la defensa social al permitir que la víctima coadyuve en la
protección de sus intereses.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
174
En lo que respecta al párrafo quinto del mencionado artículo, se introducen dos
nuevos conceptos. El primero de ellos señala que la seguridad es una función a
cargo de la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios, en los
respectivos ámbitos de competencia que les señala la propia Constitución. De tal
forma que se concibe a la seguridad pública, no sólo como una obligación de la
autoridad, sino como una Función del Estado, donde todos los órdenes de
gobierno y todos los sectores de la sociedad tienen un espacio de participación y
corresponsabilidad en esa finalidad común que es la seguridad pública.
Asimismo, al final del citado párrafo quinto, se establecen por primera vez en
nuestra Carta Magna, los principios fundamentales que habrán de regir la
actuación de todas las Instituciones Policiales: legalidad, eficiencia,
profesionalismo y honradez.
El segundo concepto que se introduce en la citada Reforma Constitucional, es la
coordinación entre entidades; así queda ordenado en el párrafo sexto del referido
precepto que establece: "La Federación, el Distrito Federal, los Estados y los
Municipios se coordinarán, en los términos que la ley señale, para establecer un
Sistema Nacional de Seguridad Pública".
La coordinación que desde hace ya varias administraciones y en diversas materias
había operado la Federación con los Estados y Municipios como la Fiscal,
Educativa, de Salud, se estableció también, para enfrentar de mejor modo la
incidencia delictiva.
3.6. LA REFORMA AL ARTÍCULO 73 CONSTITUCIONAL
El artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, señala
las facultades que tiene el Congreso de la Unión. Como ya se ha comentado, el 31
de diciembre de 1994, se publicó en el Diario Oficial de la Federación una reforma
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
175
a la fracción XXIII de dicho artículo comprendiendo una nueva redacción que
señala "Para expedir leyes que establezcan las bases de coordinación entre la
Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios, en materia de
seguridad pública; así como para la organización y funcionamiento, el ingreso,
selección, promoción y reconocimiento de los integrantes de las instituciones de
seguridad pública en el ámbito federal."
Como se puede observar, se autorizó al Congreso de la Unión para que pudiera
expedir la Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema
Nacional de Seguridad Pública, y para que expida leyes relativas a la organización
y el funcionamiento de las corporaciones de seguridad pública federal y lo
referente al estatuto de sus miembros.
Por lo que toca a la organización y desarrollo de las instituciones de las demás
policías del país y de los principios de actuación de sus miembros, corresponde
regularlos a los legisladores de los Estados y en su caso a los ayuntamientos, por
medio de leyes y reglamentos respectivos.
De esta forma se destacó de manera sobresaliente a la coordinación como
método de acción para enfrentar los graves niveles de delincuencia, y se sientan
las bases y principios para una verdadera profesionalización de los cuerpos
policiales, que permita superar el rezago histórico que en muchos aspectos
presentan estas corporaciones.
3.7. PROGRAMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
El primer ejercicio formal de planeación programática específica en materia de
seguridad pública, lo constituyó el Programa Nacional de Seguridad Pública 1995-
2000, el cual buscó convertirse en "el principal elemento de coordinación
programática para que los tres órdenes de gobierno constitucionales unan sus
esfuerzos para abatir las incidencias delictivas, dar mayor seguridad a las
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
176
personas, sus bienes y sus derechos y logren dar respuesta a una de las
demandas más sentidas de la población, involucrando en sus acciones a los
núcleos comunitarios que componen la dinámica sociedad mexicana." (Véase
Programa Nacional de Seguridad Pública 1995-2000, Secretaría de Gobernación,
México, 1996, p. 5)
El Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, establece entre sus objetivos rectores
el salvaguardar la seguridad pública, proteger y garantizar la libertad, la integridad
física y el patrimonio de la población, con apego estricto al marco jurídico y al
respeto a los derechos humanos (Véase Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006).
A la Secretaría de Seguridad Pública le corresponde llevar a cabo las funciones
para cumplir con sus atribuciones contenidas tanto en el artículo 30 bis de la Ley
Orgánica de la Administración Pública Federal, como en el Reglamento Interior de
la propia dependencia; todo ello, en beneficio de la sociedad.
Como resultado de una consulta ciudadana y recogiendo las aportaciones que en
su momento formularon los diversos sectores de la sociedad, la Secretaría de
Seguridad Pública, "en el marco del Sistema Nacional de Planeación Participativa
y con fundamento en los artículos: 21 y 26 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos; 16, 20, 21, 22, 23, 26,29,30,31,32 Y 37 de la Ley de
Planeación; 30 Bis de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal; la Ley
General que Establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública; y en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, elaboró el
Programa Nacional de Seguridad Pública 2001-2006. En él se plasman las
políticas, objetivos, estrategias y líneas de acción para la prevención de conductas
delictivas, el mantenimiento del orden público y la preservación de los derechos,
las libertades y el patrimonio de las personas, contribuyendo al bienestar social."
(Véase Programa Nacional de Seguridad Pública 2001-2006).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
177
El Programa Nacional de Seguridad Pública es un instrumento normativo y de
planeación que guía la acción del Gobierno Federal y propone criterios para la
coordinación interinstitucional con los gobiernos estatales, del Distrito Federal y
municipales. Se sustenta en los criterios básicos de la acción gubernamental
plasmados en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006: federalismo,
participación ciudadana, transparencia y rendición de cuentas.
El Programa es de observancia obligatoria para las Dependencias y Entidades de
la Administración Pública Federal, en lo que les corresponde como instancias de
coordinación, apoyo o cooperación y conforme a las disposiciones legales
aplicables. La coordinación en la ejecución del Programa se plantea a los
gobiernos de las entidades federativas en el marco del Sistema Nacional de
Seguridad Pública.
El Programa parte de un análisis sobre los factores que interactúan en la
seguridad pública, estudiando las causas y efectos, así como los retos que
enfrentan las corporaciones policiales, integrantes del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, en materia de corrupción, equipamiento e infraestructura
inmobiliaria, de comunicaciones y tecnológica.
3.8. LA LEY GENERAL QUE INSTITUYE LOS CIMIENTOS DE COORDINACIÓN
DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
En México, hasta finales de 1995 se carecía de un marco jurídico sobre seguridad
pública, que permitiera encauzar la coordinación en el territorio nacional, situación
que puede visualizarse mediante el análisis de las disposiciones jurídicas en la
materia. Estas son distintas entre una Entidad Federativa y otra, incluso hay casos
en que aun municipios conurbados tienen criterios jurídicos discordantes y, en
algunas ocasiones, existen regulaciones que muestran apreciaciones muy
distintas sobre lo que la seguridad pública significa para la ciudadanía.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
178
"Este vacío comenzó a subsanarse con la publicación en el Diario Oficial de la
Federación, el 11 de diciembre de 1995, de la Ley General que establece las
Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la cual señala
las materias en que la Federación, los estados, el Distrito Federal y los Municipios
tienen la obligación de coordinarse para crear el Sistema Nacional al que se
refiere el último párrafo del artículo 21 constitucional/" (Gil Elorduy, Ernesto, 1999
p. 419).
Bajo esta cobertura, varias Entidades Federativas han promovido reformas a sus
legislaciones y se está promoviendo un esfuerzo muy significativo en todo el país
para que las leyes estatales y los bandos municipales, incorporen el sentido de la
ley a sus regulaciones normativas.
La Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, crea instancias y mecanismos de coordinación, que de manera
concertada y con pleno respeto a las soberanías estatales y a la autonomía de los
municipios, definen cuáles son las políticas y estrategias más adecuadas para
garantizar la seguridad pública en el ámbito de su competencia y necesidades
particulares.
Para ser eficaz, la seguridad pública requiere coordinarse con las políticas de las
distintas autoridades de los tres órdenes de gobierno que tienen bajo su
responsabilidad alguna o algunas de las tareas definidas por el artículo 3° de la
citada Ley: la prevención, la persecución y sanción de las infracciones y delitos,
así como la reinserción social del delincuente y del menor infractor.
El Sistema que se deriva de este instrumento jurídico, se concibe de manera
integral, con esquemas de información estratégica, de actuación eficaz y
altamente profesional para los integrantes de las instituciones de seguridad
pública; con una dinámica y muy activa participación de la sociedad.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
179
"Desde el punto de vista de su jerarquía, la Ley General que establece las Bases
de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, es una ley
secundaria que reglamenta el artículo 21 constitucional, expedida por el Congreso
de la Unión con base en la facultad que le confiere la primera parte de la fracción
XXIII del artículo 73 de la Constitución.
En cuanto a su ámbito espacial de validez, es una ley de aplicación nacional; es
decir; es aplicable a y por los tres órdenes de gobierno. Asimismo, constituye una
ley marco que, desarrollando los principios constitucionales, orienta el
funcionamiento coordinado de las diversas instituciones encargadas de la
seguridad pública; es decir, no amplía, ni restringe, ni subordina la competencia de
los diferentes órdenes de gobierno" (Cuevas, Francisco, México, 1999, p. 41).
Establece deberes para los órganos públicos, más no obligaciones en un sentido
técnico-jurídico, toda vez que sus disposiciones están desprovistas de sanciones.
Es aplicable a órganos de gobierno y no a particulares, con excepción de la
regulación de los servicios privados de seguridad.
La función de la seguridad pública se realiza en los diferentes ámbitos de
competencia, por conducto de las autoridades de la policía preventiva, del
Ministerio Público, de los tribunales, de las responsables de la prisión preventiva,
ejecución de penas y tratamiento de menores infractores, de los órganos
encargados de la protección de instalaciones y servicios estratégicos del país y de
otras autoridades que, por razón de sus atribuciones deban contribuir directa o
indirectamente al objeto de la Ley.
No obstante que no son sujetos de la Ley, se advierte la tendencia de involucrar
en el ámbito de la seguridad pública la actividad de los particulares. Ello ocurre
porque la acción de las instancias encargadas de la seguridad pública, además de
coordinada y concertada, debe estar soportada en el apoyo social, puesto que
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
180
sería erróneo hacer descansar la seguridad pública en el puro y simple acto de
autoridad.
Por ello, se considera correcto que el marco jurídico otorgue participación a la
sociedad tanto en la planeación de las políticas como en la supervisión de las
acciones concretas, e incluso en la prestación de algunos servicios de seguridad.
Respecto de los servicios privados de seguridad, la Ley reconoce la posibilidad de
que los particulares coadyuven limitadamente al semblante específico de
prevención, inmerso en el concepto de seguridad pública.
La Ley General que establece la Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, tiene la particularidad de ser el primer ordenamiento federal,
emanado de la Constitución de 1917, en el que para la validez de alguno de sus
preceptos, intervinieron los tres Poderes de la Unión: el Ejecutivo, mediante la
iniciativa, sanción, promulgación y publicación de la Ley; el Legislativo, en cuanto
a la discusión y aprobación; y el Judicial, en cuanto al reconocimiento de validez
constitucional de la disposición que se impugnó, puesto que en enero de 1996,
varios integrantes de la Quincuagésima Sexta Legislatura de la Cámara de
Diputados, promovieron acción de inconstitucionalidad en contra de las fracciones
111 y IV del artículo 12 de la misma, por considerar que la participación de los
secretarios de la Defensa y Marina, era contraria a los artículos 21 y 129 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sin embargo, el 5 de
marzo de 1996 el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoció la
validez constitucional de las mismas señalando que dicha participación de los
referidos secretarios de despacho, era perfectamente válida, puesto que el
Consejo Nacional de Seguridad Pública es una instancia consultiva que no usurpa
facultades constitucionales ni legales de ninguna autoridad y el hecho de que ellos
participen se encuentra acorde con lo que disponen las Leyes Orgánicas del
Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos y de la Armada, mismas que señalan, dentro
de sus atribuciones, numerosas funciones relacionadas con la seguridad pública,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
181
ya que aun cuando no tenga funciones ejecutivas, se tendrán que examinar,
programar y tomar decisiones sobre todos los aspectos de la seguridad pública.
3.9. EL FONDO DE CONTRIBUCIONES PARA LA SEGURIDAD PÚBLICA EN
LOS ESTADOS Y EL CENTRO DEL PAÍS.
En el año de 1997 el Presidente de la República envió al Congreso de la Unión
una iniciativa para reformar la Ley de Coordinación Fiscal, en ella se advertía el
planteamiento de la coordinación no solamente en el ámbito recaudatorio sino
también en el presupuestario.
"Originalmente cuando el Ejecutivo Federal encomendó el dar una figura jurídica
nueva a los recursos que tradicionalmente se habían aportado por la vía
presupuestaria para algunas actividades prioritarias del desarrollo del país, se
pensó exclusivamente en el esquema de la educación básica y normal; ya desde
el año de 1992, se había iniciado un proceso de descentralización de los servicios
educativos y en base al mismo se había planteada la forma en que los diversos
ámbitos de gobierno habrían de financiar las responsabilidades que en materia
educativa les correspondían" (Gómez Gordillo, Ismael. 1999, p. 18).
Se habían manejado por la vía presupuestaria a través de los ramos
correspondientes a la Secretaria de Educación Pública, pero la intención del
Presidente era institucionalizar formalmente estos recursos, para que no tuvieran
que ser objeto de determinación específica año con año en el Decreto del
Presupuesto de Egresos de la Federación, como hasta entonces había venido
sucediendo.
Bajo este esquema, de lograr que los recursos que la Federación entregaba a la
Entidades Federativas para el financiamiento de los servicios de educación básica
y normal se institucionalizaran, se buscó ésta nueva figura, y es precisamente de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
182
aquí de donde se adopta la denominación de "Fondos de Aportaciones
Federales".
El artículo 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su
Fracción XXV, al hablar de diversas competencias que en materia de educación
habrían de tener los tres niveles de gobierno, señala que las leyes
correspondientes establecerán la forma en que la Federación, Estados y
Municipios realizarán las aportaciones necesarias para el financiamiento de estos
servicios y de ahí se tomó la denominación aportaciones federales que como se
advierte es una previsión especifica que en materia de educación contempla la
Constitución y que se amplió de ahí para todos los ramos, para todos los fondos
que el Presidente de la República propuso a consideración del Congreso de la
Unión y que originalmente fueron solamente tres.
En ellos estaba señalado el Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y
Normal y el Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud, basados también
en los esquemas de descentralización administrativa y en dos convenios, que por
conducto de la Secretaría de Salud, la Federación había venido asignando con
todas la Entidades Federativas. Por último se buscaba dar también esta misma
fórmula de institucionalización a los recursos que se manejaban para la vía
presupuestaria del ramo 26 a cargo de la Secretaria de Desarrollo Social,
estableciendo para ello el Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social.
"Es de destacar, que en el proceso legislativo por iniciativa de los propios señores
Diputados se incorporaron dos fondos adicionales que no estaban inicialmente
previstos: el Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios y del
Distrito Federal y el Fondo de Aportaciones Múltiples, estos dos fondos si
representaron y han representado recursos netos adicionales para las Entidades
Federativas y los municipios los otros tres fondos no eran sino darle un nuevo
escenario jurídico a los recursos que tradicionalmente se habían venido
repartiendo por la vía del subsidio" (Ibídem, p. 18).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Sobre esta base eran necesarias fórmulas para que el reparto de estos recursos
fuera de manera objetiva transparente y ajena al Ejecutivo Federal; por eso se
buscaron los convenios asignados entre la Federación y las Entidades Federativas
y las fórmulas que si bien son complejas, permiten desarrollar de una manera
inequívoca la cuantificación de los recursos que se distribuirían de la Federación a
las Entidades Federativas, y la obligación establecida en la Ley para que de la
misma manera, con una fórmula 'igual, fueran distribuidos los recursos por la
Entidades Federativas a los Municipios.
"Cabe recordar que en la iniciativa del Ejecutivo respecto del Fondo de
Aportaciones para la Infraestructura Social en su parte correspondiente a los
Municipios, no se propuso que su distribución se hiciera utilizando también una
fórmula similar a la Federal, y fue un reclamo de la Cámara de Diputados en
particular, el que se utilizara la misma fórmula prevista para la entrega de recursos
de la Federación a las Entidades Federativas" (Ibídem, p. 19).
Han surgido múltiples discusiones y dudas en primer lugar sobre la naturaleza
jurídica de los Fondos de Aportaciones Federales, una tendencia ha sido la de
confundir estos Fondos con las Participaciones que les corresponden a los
Estados y a los Municipios sobre la Recaudación Federal Participable.
Sin embargo bajo el esquema de la Ley Coordinación Fiscal, estos recursos es
decir las Participaciones, corresponden en propiedad de la Entidades Federativas
y a los Municipios y es precisamente lo que reciben de la recaudación federal a
cambio de estar coordinados con la Federación, con las ventajas que hasta ahora
ha generado el esquema de coordinación fiscal vigente.
Los Fondos de Aportaciones Federales por su parte, no son propiedad de las
Entidades Federativas y de los Municipios, sino que son recursos de origen
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Federal, que se establecen en beneficio de las Entidades Federativas y de los
Municipios, en su caso.
"En el texto original que los contempló en la Ley de Coordinación Fiscal, se
hablaba de que estos fondos se establecían en beneficio de los Estados y
Municipios con cargo a recursos federales, y en algunos de los fondos se utiliza el
concepto de Recaudación Federal Participable, esto exclusivamente como un
elemento de referencia" (Gómez Gordillo, Ismael. Op. Cit. p. 19).
Efectivamente, al cuantificar algunos de los fondos, el legislador utilizó la figura de
la Recaudación Federal Participable señalando que el monto de determinado
Fondo sería equivalente a un porcentaje de aquélla, lo cual se hacía solamente
con la intención de que sus montos fueran fijados al margen de la voluntad del
Ejecutivo, al margen de la voluntad de las Entidades, y al margen de la voluntad
de los Municipios que reciben los recursos, y no con la intención de entregar un
porcentaje de la Recaudación Federal Participable. Es decir la referencia que se
hace a la Recaudación Federal Participable sirve exclusivamente para efectos de
cuantificación.
A diferencia de lo anterior, la Recaudación Federal Participable que esta
conceptualizada en la Ley y que tiene contemplados cuáles tributos se deben
incluir en la misma, señala con toda claridad que se distribuye un parte de ella con
motivo de la adhesión al Sistema Nacional de Coordinación Fiscal. Es decir, se
entrega una parte de la Recaudación. Mientras tanto, los recursos que integran los
Fondos de Aportaciones Federales pueden tener cualquier origen en los recursos
públicos, inclusive el déficit o la deuda pública pueden ser la fuente de
financiamiento para integrar estos Fondos de Aportaciones.
Ahora bien en el año de 1998, recogiendo la experiencia de un año de
operaciones de los Fondos de Aportaciones Federales, el Ejecutivo propuso
fundamentalmente dos cambios a la Ley:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
185
El primero, la inclusión de dos nuevos fondos, el Fondo de Aportaciones para la
Educación Tecnológica y de Adultos, con el cual se complementaba y se
terminaba el esquema de descentralización de los servicios de educación pública:
y el Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública en los Estados y en el
Distrito Federal, con el cual se recogían las inquietudes de la población sobre
Seguridad Publica, así como aquello que las Entidades Federativas y la
Federación habían acordado en torno al Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El segundo de estos cambios consistente en puntualizar el esquema de
supervisión y manejo de estos recursos federales que se enteran a las Entidades
Federativas y a los Municipios.
Se puede decir que "el esquema presupuestario que había venido operado hasta
el año de 1997, implicaba por la vía de Decreto del presupuesto, es decir por
decisión del Congreso de la Unión a través de la Cámara de Diputados, la
asignación de recursos a actividades presupuestarias para complementar en
nuestro esquema de federalismo, todos los recursos que se hacían llegar a las
Entidades Federativas" (Op. cit. p. 20).
Bajo este esquema la naturaleza jurídica de estos recursos nunca dejaba de ser
Federal y por ello las Entidades Federativas aplicaban los recursos conforme al
Régimen y a las leyes federales de Presupuesto, Contabilidad y Gasto Público
Federal, así como a las leyes relativas a la Administración Pública Federal, la ley
de adquisiciones y obras públicas y en su caso, la Ley Federal de
Responsabilidades de los Servidores Públicos.
Cabe señalar que la intención expresa del Presidente de la República era, que
junto con la descentralización de las funciones, se descentralizaran las
responsabilidades sustantivas en la ejecución de programas importantes, que
tuvieran un componente de recursos federales. Pero esto no lo podría establecer
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
186
solamente el Decreto de los presupuestos de egresos, se requería establecer
excepciones a los principios generales que rigen el manejo de los recursos de
carácter Federal. Y fue por ello que en este apartado poco ortodoxo de los Fondos
de Aportaciones de la Ley de Coordinación Fiscal, se señala expresamente que el
manejo y la administración de los recursos que reciban las Entidades Federativas
y los Municipios por parte de la Federación, deberá hacerse conforme a las leyes
que fueran aplicables en la Entidades Federativas.
Esta fórmula tan general, fruto de una amplia discusión en el Congreso de la
Unión, no resultó suficiente para explicar la aplicación de regímenes jurídicos
diversos en estos casos en las Entidades Federativas. Y por eso se hizo
conveniente que en la reforma vigente a partir del 10 de enero de 1999, se
señalara de manera específica que estos recurso de los Fondos de Aportaciones
Federales son Transferencias que la Federación realiza a las Entidades
Federativas, condicionando su gasto a la consecución y cumplimiento de sus fines
a los que expresamente señala la propia Ley.
No es que no lo dijeran el texto anterior de la Ley, sino que ahora lo puntualiza
porque toda la naturaleza jurídica de los nuevos Fondos gira en torno a las
finalidades con que se han creado.
Actualmente, El artículo 25 de la Ley de Coordinación Fiscal señala: "Con
independencia de lo establecido en los capítulos I a IV de esta Ley, respecto de la
participación de los Estados, Municipios y el Distrito Federal en la recaudación
federal participable, se establecen las aportaciones federales, como recursos que
la Federación transfiere a las haciendas públicas de los Estados, Distrito Federal,
y en su caso, de los Municipios, condicionando su gasto a la consecución y
cumplimiento de los objetivos que para cada tipo de aportación establece esta
Ley, para los Fondos siguientes:
I. Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal;
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
187
II. Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud;
III. Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social;
IV. Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de los Municipios;
V. Fondo de Aportaciones Múltiples.
VI. Fondo de Aportaciones para la Educación Tecnológica y de Adultos, y
VII. Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y del
Distrito Federal.
Dichos Fondos se integrarán, distribuirán, administrarán, ejercerán y supervisarán,
de acuerdo a lo dispuesto en el presente capítulo".
Atendiendo al contenido de dicho artículo, mediante aportaciones que la
Federación transfiere a las haciendas públicas de los Estados, Distrito Federal y
en su caso, de los Municipios, se constituye el Fondo de Aportaciones para la
Seguridad Pública de los Estados y del Distrito Federal (FASP), cuyo gasto al igual
que el de los demás fondos que están señalados en el mismo, se encuentra
condicionado a la consecución y cumplimiento de los objetivos que para cada tipo
de aportación establece la propia Ley de Coordinación Fiscal.
Por su parte, el párrafo tercero del artículo 44 del citado ordenamiento, establece
que "El Ejecutivo Federal, a través de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público,
entregará a las Entidades Federativas el Fondo de Aportaciones para la Seguridad
Pública de los Estados y del Distrito Federal con base en los criterios que el
Consejo Nacional de Seguridad Pública, a propuesta de la Secretaría de
Gobernación, determine, utilizando para la distribución de los recursos, criterios
que incorporen el número de habitantes de los Estados y del Distrito Federal; el
índice de ocupación penitenciaria; la tasa de crecimiento anual de indiciados y
sentenciados; así como el avance en la aplicación del Programa Nacional de
Seguridad Pública en materia de profesionalización, equipamiento, modernización
tecnológica e infraestructura. La información relacionada con las fórmulas y
variables utilizadas en el cálculo para la distribución y el resultado de su aplicación
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
188
que corresponderá a la asignación por cada Estado y el Distrito Federal, deberá
publicarse en el Diario Oficial de la Federación a más tardar el 31 de enero del
ejercicio fiscal de que se trate."
Con base en ello, la fórmula de distribución aprobada por el Consejo Nacional de
Seguridad Pública, se integra por las siguientes variables:
I Número de habitantes de los Estados y del Distrito Federal (valor ponderado
35%)
II. índice delictivo. (Valor ponderado 15 %)
III. Ocupación Penitenciaria. (Valor ponderado 20%)
IV. Avance en la aplicación del Programa Nacional de Seguridad Pública. (Valor
ponderado 10%)
V. Proyectos nacionales, convenidos en proceso. (Valor ponderado 20%)
"Como se puede observar, existen dos grandes grupos que combinados se llevan
el 65% de los recursos del FASP; a saber: el criterio poblacional y el criterio
administrativo, conformado por el avance en el Programa del Sistema Nacional de
Seguridad Pública y en la inversión de los proyectos nacionales convenidos"
(Arango Durán, Arturo, 2003 pp. 13 y 14).
El siguiente criterio está dado por la población penitenciaria con el 20 % y por
último se halla el índice delictivo que tiene el 15% del FASP, el cual a su vez se
encuentra integrado por tres rubros: el índice delictivo en cuanto tal, con el 6%; el
índice de delitos de alto impacto, también con un 6%, y el índice de delitos
cometidos por crimen organizado.
Para el presente ejercicio fiscal, el gobierno federal, asignó al FASP la cantidad de
2,500 millones de pesos (Véase Presupuesto de Egresos de la Federación para el
ejercicio fiscal 2004), los cuales, de conformidad con el Acuerdo mediante el cual
se mantienen vigentes los criterios de asignación y la fórmula de distribución de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
189
los recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados
y del Distrito Federal (FASP), publicado en el Diario Oficial de la Federación el 30
de enero del año en curso, se distribuyeron de la siguiente manera:
RESULTADO DE LA APLICACIÓN DE LA FORMULA DE DISTRIBUCIÓN POR
ENTIDAD FEDERATIVA
Repartición del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y
del Distrito Federal por Receptor (Pesos)
Cuadro 3.1
ENTIDADES TOTAL
Aguascalientes 37,632,409
Baja California 105,511,521
B. California Sur 43,420,792
Campeche 37,758,665
Coahuila 73,349,507
Colima 35,998,918
Chiapas 109,512,890
Chihuahua 85,018,568
Distrito Federal 154,274,578
Durango 61,288,428
Guanajuato 90,646,748
Guerrero 77,835,027
Hidalgo 59,409,734
Jalisco 116,716,269
México, Edo. 202,376,212
Michoacán 94,182,122
Morelos 50,866,280
Nayarit 46,350,007
Nuevo León 98,569,979
Oaxaca 81,538,438
Puebla 93,329,543
Querétaro 45,598,202
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
190
Quintana Roo 42,761,675
San Luis Potosí 74,650,452
Sinaloa 73,269,984
Sonora 104,527,429
Tabasco 60,286,955
Tamaulipas 96,500,362
Tlaxcala 30,783,622
Veracruz 124,479,842
Yucatán 51,257,222
Zacatecas 40,297,620
TOTAL $ 2,500,000,000
3.10. LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD PÚBLICA.
Con anterioridad a la creación de la Secretaría de Seguridad Pública, existen una
serie de antecedentes que constituyeron la base de ésta, uno de ellos está en la
Dirección Federal de Seguridad (DFS) la cual constituía una Dirección General
dentro de la Secretaría de Gobernación, considerada por algunos estudiosos
como una verdadera policía política, debido a las atribuciones que el Reglamento
Interior de esa Secretaría en el año de 1973 le otorgaba, como son: vigilar,
analizar e informar de hechos relacionados con la Seguridad de la Nación y, en su
caso, hacerlos del conocimiento del Ministerio Público Federal; proporcionar
seguridad, cuando se requiera, a funcionarios extranjeros que visiten oficialmente
el país, y realizar todas las actividades que, en la esfera de su competencia, le
confiera el titular de la Secretaría y otras disposiciones legales. Como se observa,
las facultades de dicha Dirección eran extensas y prácticamente sin regulación, a
ello obedece que en 1986 haya desaparecido, al comprobarse que había sido
corrompida por el narcotráfico.
En 1993 con la creación de la Coordinación Federal de Seguridad Pública y la
subsecuente publicación por primera vez del Programa Nacional de Seguridad
Pública (1995-2000) cuyo gran acierto fue poner a funcionar el Sistema Nacional
de Seguridad Pública, se emprende otro gran esfuerzo sobre el tema, dándole
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
191
congruencia con la publicación de la Ley General que establece las Bases de
Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública. No obstante, no se
pensó en la posibilidad y conveniencia de integrar en un solo órgano de gobierno
las funciones que se tenían distribuidas entre un gran número de instituciones, ya
que la actividad policíaca se desarrollaba por diferentes corporaciones que
dependían de la Secretaría de Gobernación a través del Instituto Nacional de
Migración con su policía correspondiente; la Subsecretaría de Seguridad Pública,
dentro de la cual se encontraban las Direcciones Generales de Prevención y
Tratamiento de Menores, de Prevención y Readaptación Social y la de
Normatividad y supervisión de Seguridad Privada.
Por otro lado, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la de Hacienda y
Crédito Público, tenían a su cargo respectivamente, la dirección de las Policías
Federal de Caminos y Fiscal Federal. El que se encontraran el control, el mando y
los ordenamientos tan dispersos, provocó que los esfuerzos fueran insuficientes y
los recursos mal aprovechados, además de que existían espacios no cubiertos
debido a que ninguna corporación deseaba extralimitar sus facultades ni invadir
competencias del resto de las corporaciones. Por tal razón el gobierno Federal
consideró la posibilidad jurídica de unificar los cuerpos de policías, a través de una
Ley que diera paso a la creación de una Policía Federal con funciones preventivas
y con las atribuciones que para ella se establecieran, es así como en 1999 se
publica la Ley de la Policía Federal Preventiva y en el año 2000 se expide su
Reglamento para determinar entre otras cosas, su estructura orgánica, funciones y
atribuciones de las unidades administrativas.
Otra de las propuestas fue crear la Secretaría de Seguridad y Servicios de la
Justicia, la cual integraría los esfuerzos de investigación, desarrollo de políticas
para combatir la delincuencia, la defensa de oficio y el sistema penitenciario
federal que brindaría apoyo a la Fiscalía General de la Federación (PGR) y al
Poder Judicial. Sin embargo, este proyecto se modificó pues con la publicación del
Diario Oficial de la Federación el 30 de noviembre de 2000, "sobre una base de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
192
reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, la Ley General
que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad
Pública y la Ley de la Policía Federal Preventiva, se culminan los esfuerzos de
siete años en la búsqueda de un adecuado marco jurídico que diera respuesta a la
constante demanda de la ciudadanía en materia de seguridad pública" (Ramos
López, Juan, México, 2002, p. 20), se crea la Secretaría de Seguridad Pública
Federal, teniendo como propósitos fundamentales el desarrollar las políticas de
seguridad pública, proponer una política federal contra la criminalidad, que
comprendiera las normas, instrumentos y acciones para prevenir de manera eficaz
la comisión de delitos, así como fomentar la participación ciudadana en la
formulación de planes y programas de prevención en materia de delitos federales
y, por conducto del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los delitos del
fuero federal.
A partir de su creación, la Secretaría de Seguridad Pública integró los órganos
administrativos desconcentrados dependientes de la Secretaría de Gobernación
que a continuación se nombran:
• Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
• Policía Federal Preventiva.
• Consejo de Menores.
Asimismo, se constituyó un nuevo órgano administrativo desconcentrado derivado
de la fusión de las extintas Direcciones Generales de Prevención y Readaptación
Social y de Tratamiento de Menores, ambas adscritas a la Secretaría de
Gobernación y dictaminadas el 27 de noviembre de 1998 por la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público.
Por otra parte, con la finalidad de enmarcar las atribuciones de las unidades
administrativas de la Secretaría tendientes a la consecución de sus propósitos
fundamentales, así como para salvaguardar la integridad y el patrimonio de las
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
193
personas, prevenir la comisión de delitos del orden federal, preservar la libertad, el
orden y la paz públicos en estricto apego al respeto a los derechos humanos, fue
publicado en el Diario Oficial de la Federación el 6 de febrero de 2001, el
Reglamento Interior de la Secretaría, documento, en donde, también, conforme al
transitorio tercero, se consideró integrar a la estructura orgánica del recién creado
órgano administrativo desconcentrado Prevención y Readaptación Social, el
Patronato para la Reincorporación Social por el empleo, también dependiente de
la Secretaría de Gobernación.
Una vez dictaminada por la Unidad de Servicio Civil de la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público, la estructura de la Secretaría de Seguridad Pública quedó
conformada con 1 Secretario, 2 Subsecretarías, 1 Oficial Mayor, 10 Direcciones
Generales, 2 Coordinaciones Generales, 4 Órganos Administrativos
Desconcentrados y 1 Unidad de Contraloría Interna.
Es importante destacar que, la Secretaría de Seguridad Pública se integró como
miembro de la Comisión de Orden y Respeto, creada por Acuerdo Presidencial,
publicado en el Diario Oficial de la Federación, el 11 de diciembre de 2000, la cual
tiene como compromiso específico, garantizar y preservar el orden e interés
públicos, la justicia, la protección de la población y el respeto a los derechos y
libertades ciudadanas, en el marco de una nueva gobernabilidad democrática, una
nueva arquitectura de los gobiernos federal, estatales y municipales que resulte en
un auténtico federalismo.
En julio de 2002, se dictaminaron y autorizaron modificaciones a la Estructura
Orgánica Básica de la Secretaría, con el propósito de reorientar funcionalmente
los procesos de trabajo de la misma que contribuyeran a la atención eficaz y
eficiente de los asuntos de su competencia conforme a los Programas
Institucionales, efectuándose los cambios orgánicos que se inician:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
194
• La Subsecretaría de Servicios a la Ciudadanía, se transformó en Unidad de
Evaluación.
• Las Direcciones Generales de Servicios a la Comunidad y Participación
Ciudadana; de Registro y Supervisión a Empresas de Seguridad y servicios
de Seguridad Privada y de Protección de los Derechos Humanos adscritas
a dicha Subsecretaría, se reubicaron dentro de la Subsecretaría de
Seguridad Pública y la Dirección General de Vinculación con Instituciones
Policiales, también dependiente de la citada Subsecretaría, se transformó
en Dirección General de Evaluación, enlistándose a la referida Unidad de
Evaluación junto con la Dirección General de Innovación y Calidad.
• La Dirección General de Planeación y Estadística se transformó en
Coordinación General de Planeación de Operaciones de Seguridad Pública,
y se reescribió de la Subsecretaría de Seguridad Pública a las Áreas del C.
Secretario del Ramo.
Cabe señalar que la vigencia de las modificaciones anteriormente descritas,
efectuadas a la Estructura Orgánica Básica de la Secretaría de Seguridad Pública,
quedó sujetas a la publicación del nuevo Reglamento Interior de la Dependencia.
En el mes de agosto de 2002, se produjeron nuevos cambios en la estructura
orgánica básica de la Secretaría de Seguridad Pública, que no requirieron de
dictamen, pero sí de autorización, por tratarse de cambios funcionales que no
implicaban reformas al Reglamento Interior, como fue la readscripción de la
Coordinación General de Asuntos Internos de las áreas del C. Secretario del
Ramo, a la Subsecretaría de Seguridad Pública.
En el mes de septiembre, a fin de lograr una mayor eficiencia y eficacia en el
desarrollo de las atribuciones conferidas en materia de servicios a la comunidad y
participación ciudadana, así como de derechos humanos, se dictamina y autoriza,
la transformación de las Direcciones Generales de Protección de los Derechos
Humanos; y de Servicios a la Comunidad y Participación Ciudadana, en
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
195
Coordinación General de Derechos Humanos y Participación Ciudadana,
adscribiéndose a la Subsecretaría de Seguridad Pública, de la cual dependían las
Direcciones que se transformaron.
Derivado de las modificaciones efectuadas a la Estructura Orgánica Básica de la
Secretaría de Seguridad Pública, dictaminadas y autorizadas en los meses de
julio, agosto y septiembre de 2002, descritas en los párrafos anteriores, el 9 de
diciembre del mismo año, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, un
nuevo Reglamento Interior de la Dependencia.
Finalmente, conforme a lo expuesto, la Estructura Orgánica Básica actual de la
Secretaría de Seguridad Pública, quedó conformada por: 1 Secretario, 1
Subsecretaría, 1 Oficial Mayor, 1 Unidad, 4 Coordinaciones Generales, 8
Direcciones Generales y 4 Órganos Administrativos Desconcentrados, así como 1
Órgano Interno de Control.
La Ley Orgánica de la Administración Pública Federal fue modificada en su
artículo 26 donde se crea a la Secretaria de Seguridad Pública y adicionándose a
la misma el artículo 30 bis en el que se establecen las atribuciones y funciones de
dicha dependencia.
Las principales atribuciones de la Secretaría de Seguridad Pública son:
• Desarrollar las política de seguridad pública y proponer la política criminal
en el ámbito federal para prevenir la comisión de delitos;
• Presidir el Consejo Nacional de Seguridad Pública;
• Fomentar la participación ciudadana en la formulación de planes y
programas preventivos en materia de delitos;
• Organizar administrar dirigir y supervisar a la Policía Federal Preventiva;
• Establecer un sistema destinado a obtener, analizar y procesar información
para la prevención de delitos;
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
196
• Salvaguardar la integridad y el patrimonio de las personas prevenir la
comisión de delitos del orden federal así como preservar la libertad el orden
y la paz públicos.
• Otorgar las autorizaciones a empresas que presten servicios privados de
seguridad en dos o más entidades así como supervisar su funcionamiento;
• Colaborar en el marco del Sistema Nacional de Seguridad Pública con
autoridades federales estatales y municipales competentes cuando ellas lo
soliciten;
• Auxiliar al poder judicial de la federación y a la procuraduría general de la
república cuando sea requerido
• Ejecutar las penas por delitos del orden federal y administrar en el sistema
federal penitenciario, así como organizar y dirigir las actividades de apoyo a
liberados;
• Participar conforme a los tratados respectivos en el traslado de los reos a
que se refiere el quinto párrafo del Art. 18 constitucional y
• Administrar el Sistema Federal para el tratamiento de menores infractores.
En este contexto y como consecuencia de las modificaciones y adiciones a Ley
Orgánica de la Administración Pública Federal, la Ley General que establece las
Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Publica fue reformada
en sus artículos 12, 14, 52, facultando al Secretario de Seguridad Publica para
presidir el Consejo Nacional de Seguridad Pública, proponer al Consejo Nacional
de Seguridad Pública el nombramiento del Secretario Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Pública y removerlo libremente; así como autorizar y
supervisar a empresas de seguridad privada que presten sus servicios en dos o
más entidades federativas respectivamente.
Como consecuencia de los cambios generados en el cuerpo normativo referente a
seguridad pública fue necesario reformar la Ley de la Policía Federal Preventiva
en su artículo 2 el cual transfiere el mando, dirección y disciplina de la Policía
Federal Preventiva, al Secretario de Seguridad Pública.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
197
3.11. COORDINACIÓN Y FEDERALISMO.
Uno de los principales retos a los que se enfrentan los responsables de las áreas
de seguridad pública en su quehacer diario, es el de buscar los mecanismos
adecuados para sumar todos los esfuerzos a su alcance en el combate contra la
delincuencia.
Entre los factores que se buscan en el diseño de las estrategias operativas, uno
prioritario es el estar presente en las zonas que más requieran su presencia y
sobre todo el de contar con una capacidad de respuesta adecuada a las
contingencias que se presenten en cualquier llamado de auxilio a la población.
No se puede concebir nuestro sistema federal como un conjunto de entidades
anárquicas y aisladas que tiene su razón de ser en la defensa radical de sus
ámbitos de acción.
Negar la posibilidad de que los tres órdenes de gobierno se coordinen para
desempeñar la función de seguridad pública es no conocer el sistema de
competencias establecido en la constitución y es negar uno de los principios
básicos que la inspiran: el federalismo.
"El federalismo es un sistema de cooperación donde se establecen distintos
órdenes de gobierno para el mejor desempeño de las funciones públicas; pero
cuando este mejor desempeño lo requiere, se prevé que estas instancias
gubernamentales cooperen para la consecución de objetivos comunes esta es la
esencia del federalismo cooperativo" (Guillén López, Tonatiuh, México, 2001, p.
13).
El doctor Ignacio Burgoa Orihuela señala que "el sistema federal se caracteriza
por:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
198
• Autonomía democrática de las entidades en el sentido de designar a sus
órganos de gobierno administrativo, legislativo y judicial ;
• Autonomía constitucional , traducida en la potestad de dichas entidades
para organizarse jurídica y políticamente, sin transgredir o acatando
siempre los principios de la Constitución nacional;
• Autonomía legislativa, administrativa y judicial, en lo que concierne a las
materias no comprendidas en la órbita federal;
• Participación de las propias entidades en la expresión de la voluntad
nacional, tanto por lo que respecta a la integración del cuerpo legislativo
federal, como por lo que se refiere a la formalidad de la Constitución
general" (Burgoa Orihuela, Ignacio. México, 1991, p. 414).
Para definir los alcances del sistema de coordinación en materia de Seguridad
Publica hay que entender el sistema de competencias establecido en la
Constitución.
El artículo 124 de nuestro ordenamiento jurídico supremo establece que "las
facultades que no están expresamente concedidas por esta Constitución a los
funcionarios federales, se entienden reservadas a los Estados (Véase artículo 124
Constitucional). Así se puede decir que la Constitución de nuestro país establece
un sistema de competencia residual.
En el sistema constitucional mexicano, se consagran facultades atribuidas a la
Federación contenidas en el artículo 73 distinguiéndose las facultades expresas
enunciadas en las primeras veintinueve fracciones y las facultades implícitas que
son las que el poder legislativo puede concederse a sí mismo para ejecutar las
expresas.
También están las facultades prohibidas a la Federación y las facultades
prohibidas a la Entidades Federativas, cuya prohibición puede ser absoluta como
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
199
las que contiene el artículo 117 constitucional, o pueden ser relativas si las pueden
ejercer con el consentimiento del Congreso de la Unión casos determinados en el
artículo 118 constitucional.
Hay una serie de facultades que por disposición constitucional pueden realizar
tanto la Federación como las Entidades Federativas, estas son las facultades
coincidentes que están establecidas en forma amplia cuando no se faculta a la
Federación o a las entidades federativas a establecer leyes o criterios generales
que regulen la actividad y este es el caso de la seguridad pública, que con las
modificaciones al artículo 21 constitucional, ha pasado a ser una facultad
coincidente establecida de modo restringido al facultar al Congreso Federal en la
fracción XXIII del artículo 73 para establecer las bases de coordinación para
desempeñar esta función.
Por tales razones, se puede inferir que el hecho de que la Federación, el Distrito
Federal, los Estados y los Municipios desempeñan de modo coincidente y
coordinado la actividad tendiente a garantizar la seguridad pública no viola ningún
precepto del ordenamiento jurídico supremo y no vulnera competencia
constitucional alguna.
Lo que se pretende con las leyes que todas las capacidades del Estado mexicano
se pongan de manera coordinada al servicio de la población para que con respeto
irrestricto a las esferas de competencia se garantice la vigencia del estado de
derecho.
Las bases de la coordinación son tres: primero definir la seguridad pública como
una función del Estado mexicano está en todos sus ámbitos de competencia y por
lo tanto como articulación de sociedad y gobierno para lograr la paz y la
estabilidad social; segundo las materias en las cuales las instancias de gobierno
se van a coordinar; y tercera, una base sistemática que le dé sentido a la
permanente y necesaria relación entre todas las instancias de gobierno.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
200
Derivado de lo anterior, se puede afirmar que "el Sistema Nacional de Seguridad
Pública es el conjunto de instancias, instrumentos, servicios y mecanismos
jurídicos de coordinación que establecen y promueven las reglas, políticas,
lineamientos y acciones que tienden a armonizar el ejercicio de las atribuciones de
las Instituciones de la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios
que tienen a su cargo constitucionalmente la función estatal de la seguridad
pública" (Sandoval Ulloa, José G. Op. Cit. p. 43).
3.11.1. INSTANCIAS DE COORDINACIÓN.
Las instancias de Coordinación son los órganos colegiados, en los que participan
los diferentes niveles de gobierno, de discusión y resolución, del Sistema Nacional
de Seguridad Pública. Estos son:
• El Consejo Nacional de Seguridad Pública, con jurisdicción en todo el país.
• Los Consejos Locales de Coordinación, como instancias en el ámbito
estatal.
• Los Consejos Regionales de Coordinación, como instancias en las que
participan dos o más Entidades Federativas.
• Consejos Delegacionales o Municipales, en el ámbito de las delegaciones
del Distrito Federal y de los Municipios de los Estados.
• La Conferencia de Prevención y Readaptación Social, como auxiliar para el
conocimiento de la materia respectiva a nivel nacional.
• La Conferencia de Procuración de Justicia, como órgano auxiliar en su
materia.
• La Conferencia de Participación Municipal, también como órgano auxiliar
que a nivel nacional promueve la participación coordinadora de los
Municipios.
• Las Comisiones que lleguen a formarse en la materia y, en particular, para
el estudio de la incidencia delictiva.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
201
Cabe señalar, que recientemente fue aprobada una reforma al primer párrafo del
artículo 13 de la Ley General que establece las Bases de Coordinación del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, en la cual se incluye la Conferencia
Nacional de Secretarios de Seguridad Pública como una instancia más de
coordinación .
Estas instancias no constituyen entes de la administración pública que venga a
engrosar el aparato administrativo, sino exclusivamente son mecanismos a través
de los cuales se logran acuerdos respecto a estrategias y acciones conjuntas en
materia de seguridad pública, entre los sectores públicos y privados involucrados.
3.12. CONSEJO NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA.
El Consejo Nacional de Seguridad Pública es la instancia superior de coordinación
del Sistema Nacional de Seguridad Pública y de acuerdo a lo dispuesto por el
artículo 12 de la Ley General que establece las Bases de Coordinación del
Sistema Nacional de Seguridad Pública está integrado por:
I. El Secretario de Seguridad Pública, quien lo preside.
II. Los Gobernadores de los Estados;
III. El Secretario de la Defensa Nacional;
IV. El Secretario de Marina;
V. El Secretario de Comunicaciones y Transportes;
VI. El Procurador General de la República;
VII. El Jefe de Gobierno del Distrito Federal; y
VIII. El Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
En términos del artículo 15 de la Ley General que establece las Bases de
Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los asuntos que conoce
y resuelve el Consejo Nacional de Seguridad Pública son los siguientes:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
202
I. La coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública;
II. La determinación de lineamientos para el establecimiento de políticas
generales en materia de seguridad pública;
III. La formulación de propuestas para el Programa Nacional de Seguridad
Pública, así como la evaluación periódica de éste y otros relacionados;
IV. La determinación de medidas para vincular el Sistema Nacional con otros
nacionales, regionales o locales;
V. La emisión de bases y reglas para la realización de operativos conjuntos
entre corporaciones policiales federales, locales y municipales;
VI. La realización de programas de cooperación internacional sobre seguridad
pública, en coordinación con las entidades y dependencias competentes;
VII. La elaboración de propuestas de reformas a leyes y reglamentos en materia
de seguridad pública;
VIII. El análisis de proyectos y estudios que se sometan a su consideración por
conducto del Secretario Ejecutivo;
IX. La expedición de reglas para la organización y funcionamiento del Sistema
Nacional de Seguridad Pública; y
X. Los demás que sean necesarios para cumplir los objetivos de esta ley.
El Consejo designa a propuesta de su Presidente al Secretario Ejecutivo del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, quién puede ser removido libremente por
dicho Presidente.
El artículo 16 de la Ley General que establece las Bases de Coordinación del
Sistema Nacional de Seguridad Pública señala que el Consejo se debe reunir por
lo menos cada seis meses a convocatoria de su Presidente, quien integra la
agenda de los asuntos a tratar y le corresponde la facultad de promover en todo
tiempo la efectiva coordinación y funcionamiento del Sistema Nacional.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
203
Desde su instalación el 7 de marzo de 1996, el Consejo Nacional de Seguridad
Pública ha sesionado en 16 ocasiones.
3.13. CONSEJOS ESTATALES Y MUNICIPALES DE SEGURIDAD PÚBLICA.
Los Consejos Estatales y Municipales de Seguridad Pública, tienen su fundamento
jurídico en los artículos 18, 19, 20 y 21 de la Ley General que establece las Bases
de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En dichos preceptos
se señala que en el Distrito Federa y en los Estados se conformarán Consejos
Locales, Municipales o Delegacionales, que tendrán a su cargo la coordinación,
planeación y supervisión del Sistema Nacional de Seguridad Pública en sus
respectivos ámbitos de competencia.
Por lo que se refiere a los consejos estatales, en ellos participarán los municipios
atendiendo a las características regionales y demográficas de cada Entidad
Federativa.
Cuando para el cumplimiento de la función de seguridad pública sea necesaria la
participación de dos o más Entidades Federativas, la Ley General que establece
las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública contempla
la posibilidad de establecer instancias regionales de coordinación, con carácter
temporal o permanente (Véase artículo 19 de la Ley General que establece las
Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública). Asimismo,
cuando se requiera la participación de dos o más Municipios, ya sea de un mismo
Estado o de diferentes, existe la posibilidad legal de constituir instancias
intermunicipales, con apego a los ordenamientos estatales correspondientes.
Los Consejos Locales y las Instancias Regionales se deben organizar de manera
similar al Consejo Nacional de Seguridad Pública, teniendo las funciones relativas
para hacer posible la coordinación y los fines de la seguridad pública, en sus
ámbitos de gobierno, y gozando de facultades para proponer al Consejo Nacional
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
204
acuerdos, programas específicos y convenios sobre las materias de la
coordinación.
3.14. ELEMENTOS DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
Los elementos del Sistema Nacional de Seguridad Pública son los instrumentos
creados con el objeto de auxiliar en el ejercicio de la función de coordinación y
operación en materia de seguridad pública. Dentro de dichos instrumentos se
encuentran:
a. El Servicio Nacional de Apoyo a la Carrera Policial; y
b. El Subsistema Nacional de Información que comprende:
• El Registro Nacional del Personal de Seguridad Pública.
• El Registro Nacional de Armamento y Equipo.
• La Estadística de Seguridad Pública
• La información de apoyo a la Procuración de Justicia.
Conforme a lo dispuesto por las fracciones VI y VII del artículo 17 de la Ley
General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, le corresponde al Secretario Ejecutivo de dicho sistema
administrar los instrumentos citados.
Servicio Nacional de Apoyo a la Carrera Policial.
Para dar cumplimiento a lo que señala la última parte del párrafo sexto del artículo
21 constitucional, que establece que "La actuación de las instituciones policiales
se regirá por los principios de legalidad, eficiencia, profesionalización y honradez",
la Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, en su artículo 22, prevé una serie de normas mínimas para que
la actuación de los integrantes de dichas instituciones se apeguen a los principios
constitucionales, y en sus artículos 23 y 24 asienta el principio de que la carrera
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
205
policial es el elemento básico para la formación de los miembros de los cuerpos
policiales y por ello deberá establecerse con carácter de obligatoria y permanente,
instrumentándose por la Federación, los Estados, el Distrito Federal y los
Municipios, en sus respectivos ámbitos de competencia, y de manera coordinada
a través de un servicio nacional de apoyo que homologue procedimientos y
busque la equivalencia de los contenidos mínimos de planes y programas para la
formación de los integrantes de las instituciones policiales.
Subsistema Nacional de Información.
Para responder a la ausencia de un sistema integral de información, la Ley
General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública, en su Capítulo Cuarto, sienta las bases normativas para la
instalación y funcionamiento de un sistema de información nacional sobre
seguridad pública, el cual para fines didácticos se le denomina subsistema para
destacar su pertenencia al Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El subsistema nacional de información, se sustenta en la obligación general de la
Federación, los Estados, el Distrito Federal y los Municipios, de suministrar,
intercambiar y sistematizar la información sobre seguridad pública, que permita el
fácil y rápido acceso a los usuarios que se refiere la Ley General que establece las
Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Las Instituciones de Seguridad Pública del país generan cuantiosa y valiosa
información en el ejercicio de las acciones · propias de su competencia. En su
mayor parte esta información será sólo utilizada por la institución que la creara.
Con la obligación legal de los diversos niveles de gobierno, se promovió la
concentración y consolidación de dicha información, siendo esto el principal
sustento del subsistema nacional de información.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
206
"La información sobre seguridad pública concentrada, sistematizada y analizada a
nivel nacional, se constituyó en un instrumento operativo que sostiene y hace
posible la acción coordinada esencial del Sistema Nacional sobre Seguridad
Pública" (Sandoval Ulloa, José G. Op. cit. p. 103).
A través de la consulta al Registro Nacional de Personal de Seguridad Pública, las
instituciones de seguridad pueden efectuar una buena selección y contratación de
los integrantes de los cuerpos policíacos, evitando incorporar a policías o
expolicías que fueron rechazados por ineficacia, irresponsabilidad o
involucramiento en hechos delictivos.
El buen ejercicio de acciones policiales depende en buena medida de la existencia
y funcionamiento de un Registro Nacional de Armamento y Equipo, que evita
desviaciones de recursos, indebida utilización de armas y vehículos y abusos de
autoridad.
El conocimiento de la incidencia delictiva, de la estructura y modo de operar de los
delincuentes, especialmente del crimen organizado, permite una mayor eficiencia
y eficacia de las acciones policiacas, para ello es de vital importancia la
Estadística de Seguridad Pública que también forma parte del subsistema de
información nacional.
La necesidad de información sobre responsables de delitos, diferenciando
procesados o sentenciados, hizo indispensable la creación de una base de datos
que tuviera información de apoyo a la procuración de justicia, motivo por el cual
ésta de igual manera íntegra el subsistema de información nacional.
El Sistema Nacional de Seguridad Pública es coordinado y administrado por un
Secretariado Ejecutivo, el cual como ya se ha mencionado, constituye un órgano
administrativo desconcentrado de la Secretaría de Seguridad Pública y
anteriormente dependía de la Secretaría de Gobernación.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
207
El artículo 17 de la Ley General que establece las Bases de Coordinación del
Sistema Nacional de Seguridad Pública señala:
"Serán funciones del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional:
1. Elaborar las propuestas de contenido del Programa Nacional de Seguridad
Pública y someterlas a la aprobación del Consejo;
2. Levantar y certificar los acuerdos que se tomen en el Consejo, llevar el
archivo de éstos y de los instrumentos jurídicos que refiere el artículo;
3. Ejecutar y dar seguimiento a acuerdos y resoluciones del Consejo;
4. Proponer para su aprobación al Consejo políticas, lineamientos y acciones
para el buen desempeño de las instituciones de seguridad pública del país;
5. Elaborar y publicar informes de actividades del Consejo;
6. Coordinar el servicio nacional de apoyo a la carrera policial y las
instituciones nacionales de formación de las policías;
7. Administrar y sistematizar los instrumentos de información del Sistema
Nacional, así como recabar todos los datos que se requieran;
8. Informar periódicamente al Consejo de sus actividades;
9. Formular sugerencias a las autoridades competentes, para que las
instituciones de seguridad pública de la Federación, los Estados, el Distrito
Federal y los Municipios, desarrollen de manera más eficaz sus funciones;
10. Promover, por conducto de las instituciones de seguridad pública, la
realización de acciones conjuntas, conforme a las bases y reglas que emita
el Consejo y sin menoscabo de otras que realicen las autoridades
competentes;
11. Tomar las medidas necesarias para hacer efectiva la coordinación y
preservación de la seguridad pública;
12. Realizar estudios especializados sobre las materias de seguridad pública; y
13. Coordinar acciones entre las policías federales preventivas."
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
208
Para el ejercicio de dichas funciones, el Secretariado Ejecutivo cuenta con
diversas unidades administrativas dentro de las que se destacan las siguientes:
• Dirección General de Planeación.
• Dirección General del Sistema Nacional de Información sobre Seguridad
Pública.
• Dirección General de la Academia Nacional de Seguridad Pública.
• Dirección General de Coordinación con Instancias del Sistema Nacional de
Seguridad Pública.
• Dirección General de la Red Nacional de Telecomunicaciones.
• Dirección General de Infraestructura y Equipamiento de Seguridad Pública.
• Los objetivos principales de estas Direcciones Generales son:
• Formular y dar a conocer a las entidades federativas, de conformidad con
los criterios aprobados por el Consejo Nacional, los lineamientos y las
propuestas de programación y presupuestario para la asignación y ejercicio
de los recursos del financiamiento conjunto tendientes a realizar las
acciones previstas en el Programa Nacional de Seguridad Pública.
• Promover la eficiencia, profesionalismo y honradez del recurso humano que
integra la cadena de seguridad pública a través de acciones destinadas a la
evaluación, certificación y capacitación, así como al fortalecimiento de
academias y centros regionales en el país.
• Fortalecer el suministro, intercambio y sistematización de la información
sobre seguridad pública, mediante los instrumentos tecnológicos modernos,
que permitan a las instancias de seguridad pública brindar un óptimo
servicio a la ciudadanía.
• Integrar y coordinar a todas las instituciones de seguridad pública de la
Federación, estados, Distrito Federal y municipios con pleno respeto a su
ámbito de competencia, para que el Estado cumpla su función de
salvaguardar la integridad y los derechos de las personas; así como
preservar el orden y la paz públicos.
• Modernizar y hacer más eficiente la infraestructura de telecomunicaciones
utilizada por las instancias de seguridad pública, para reforzar el
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
209
intercambio de voz, datos e imágenes, que posibiliten la coordinación y
articulación de acciones en materia de seguridad pública, así como brindar
un servicio telefónico de emergencia expedita y de calidad a la población.
• Mejorar la labor de las instituciones de seguridad pública y dignificar sus
ambientes de trabajo mediante la instrumentación de las acciones de
infraestructura y equipamiento.
• Facilitar la coordinación entre las distintas instancias federales, estatales y
municipales, tanto del sector público como de los sectores sociales y
privado, así como las Conferencias Nacionales y las relaciones con el
Poder Judicial de las entidades federativas, como el mecanismo que
establece la ley para fortalecer los programas específicos que desarrolla el
Sistema Nacional de Seguridad Pública.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
210
CAPÍTULO IV LAS EVIDENCIAS Y SIMULACIONES DEL ESTADO FALLIDO
EN LO CONCERNIENTE A LA PROTECCIÓN, CUIDADO Y RESGUARDO DE
LA SOCIEDAD EN MATERIA DE SEGURIDAD PÚBLICA EN MÉXICO
4.1. INESTABILIDAD EN RECURSOS PARA COMBATIR AL NARCOTRÁFICO
Y PREVENIR LAS ADICCIONES
De acuerdo con el PEF 2012, a la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena) se
destinaron 45,536 millones; a la Secretaria de Marina Armada de México (Semar),
16,820 millones y para la Procuraduría General de la Republica (PGR), 15,385
millones, en total suman 18,836 millones de pesos.
En 2008, el gobierno federal ya había reconocido una brecha entre el gasto en el
control de la oferta y el encaminado a reducir a la demanda, al presentar el
programa de acción especifico 2007 – 2012, Prevención y tratamiento de las
adicciones de la Secretaria de Salud, (SSA).
La existencia de un desequilibrio de 16 a 1 en la inversión de recursos públicos a
cada estrategia en el país, el combate al narcotráfico, y la prevención y el
tratamiento de las adicciones.
La lucha contra el narcotráfico es necesaria, pero también es necesario reducir el
desequilibrio que existe en el programa de ayuda contra las adicciones.
El programa que el gobierno lanzo en 2007 tiene un respaldo empírico pobre y
problemático ya que no distingue entre tipos de drogas y confunde las ilícitas con
las licitas.
Existe una importante relación entre el consumo de sustancias y la comisión de
delitos. En más de la mitad de los casos del delito hay consumo de alcohol previo,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
211
entonces el programa no sabe diferenciar entre drogas legales e ilegales,
haciendo una mescolanza a la vez.
La meta del programa no ha sido alcanzada ya que no se ha logrado disminuir las
adicciones en los jóvenes de 12 a 17 años como se tenía programado. Por el
contrario se han incrementado en ese sector en los últimos años. De ahí entonces
que los jóvenes al no tener recursos para obtener algún tipo de droga se vean en
la necesidad de delinquir para obtenerla, sin importarles la forma y las causa para
satisfacer sus necesidades.
4.2. LA CORRUPCIÓN Y SUS RESULTADOS EN LA ECONOMÍA MEXICANA
El crimen y la corrupción y evasión fiscal han costado a la economía mexicana
más de 87,2000 millones de dólares de 1994 a 2011.
Los flujos financieros ilícitos (FFI) pasaron de 1000 millones de dólares en 2000 a
68,500 millones en 2010, con un nivel histórico de 91,000 millones de dólares en
2007.
Durante estas cuatro décadas los flujos medios anuales de salida de capitales
ilícitos crecieron dramáticamente, de tres mil millones de dólares en los años
setenta a diez mil 40 en los ochenta; 17 mil 400 millones en los noventa y 46 mil
90 millones de dólares del 2000 al 2010.
A lo largo de estas dos décadas en cuestión, la media de los flujos de dinero ilícito
represento 5.2 por ciento del PIB, de acuerdo con el informe de México: flujos
financieros ilícitos, desequilibrios macroeconómicos y la economía sumergida.
Como proporción del PIB, el máximo nivel de flujos ilícitos que alcanzó en 1995
son 12.7 por ciento.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
212
Los FFI (Flujos Financieros Ilícitos) se han venido incrementando al pasar de una
media de 4.5 por ciento del PIB antes de la entrada en vigor del TLCAN en enero
de 1994, hasta 6.3 por ciento en los años siguientes.
En 2012, México fue seleccionado por la firma Global Financial Integrity (GFI) para
elaborar un estudio profundo sobre las causas y dinámicas detrás de sus FFI,
paralelo al reporte mundial que cada año realiza las firma acerca de los flujos
emanados de todos los países en vías de desarrollo.
Así el nuevo estudio global analiza los FFI procedentes de México de 1970 a
2010, midiendo y siguiendo la pista de la cantidad de dinero ilícito, las ganancias
del crimen, corrupción y evasión fiscal que abandono al país ilegalmente en este
periodo.
Los modelos utilizados no pueden detectar transacciones en efectivo que son
utilizadas en el tráfico de drogas y de personas, los estimados representan dos
escalas que son; extremadamente conservadores y de negación, evidentemente
las cifras serían mucho más altas si contáramos con la información del flujo de
dinero emanado del narcotráfico.
El reporte de GFI relativo a México señala que los FI como porcentaje de la deuda
externa se incrementaron de 15 por ciento en 2003, a 28.7 por ciento en 2011, con
una media de 16.8 por ciento en el lapso de 2003 a 2011. El brusco incremento de
este índice se produjo principalmente después de la entrada en vigor del TLCAN
en excepción de pocas alzas significativas, como porcentaje de nuestras
exportaciones, las FFI descendieron desde 74.4 por ciento en 2003 a 23.0 por
ciento en 2011.
Esto principalmente como consecuencia del crecimiento de las exportaciones de
petróleo a lo largo del tiempo.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
213
Existe una relación estable entre el volumen de flujos ilícitos salientes y la base
previa e inmediata posterior a la crisis que México ha sufrido en este periodo.
4.3. LA INSEGURIDAD, RESTRICTIVA PARA UN VERDADERO CRECIMIENTO
DE LA ECONOMÍA NACIONAL
La inseguridad pública en el país se ha constituido en los últimos años como una
de las cinco principales causas de limitación económica para México. Conforme se
ha extendido la inseguridad, los costos que esta genera también se han elevado,
ya que pasaron de 12.3 por ciento del PIB en 1996, a más de 15 por ciento para
2011 (Banco de México y Centro de Estudios Económicos del Sector Privado
(CEESP). 2011. p. 15).
Los problemas de inseguridad pública representan un obstáculo para la evolución
productiva del país, porque los principales costos ocasionados por el crimen y la
violencia son la destrucción de infraestructura, las pérdidas de capital humano, el
ambiente de incertidumbre que genera para los negocios, así como la canalización
de recursos hacia el cómbate de la delincuencia.
Uno de cada siete pesos que se generan en México representa un gasto asociado
a la inseguridad. Gastos que engloban todos los que inciden en pérdidas de salud
y materiales sobre el bienestar de la sociedad, y que derivan de la contratación de
equipos y servicios de seguridad personal o el trabajo. Además de la disminución
del bienestar por perdidas en productividad, inversión y oportunidades de
consumo, como el caso de los turistas que ya no visitan México.
La delincuencia organizada en México, principalmente las dedicadas al tráfico de
drogas, los ha llevado a una dinámica irreversible de transnacionalización, como
imperativo para mantener la hegemonía en esa actividad delictiva y vincularse con
organizaciones criminales que se dedican a otros ilícitos que también trascienden
fronteras como el tráfico y trata de personas o de dinero.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
214
El proceso tiene efectos en el ámbito internacional con el desplazamiento de
grupos criminales centroamericanos, principalmente colombianos, que se dedican
al tráfico y distribución de drogas o incluso a posicionar a grupos criminales
mexicanos de la costa del pacifico en la producción y distribución de drogas
sintéticas.
La dinámica delincuencial los inserta en nuevos mercados de consumo de drogas
en Norteamérica y Europa con grandes ganancias. La colocación de mariguana de
su punto de producción al mercado estadounidense genera ganancias de 25%, la
cocaína del 100% y en el caso de las drogas sintéticas les produce rentas del
1000%.
Las cifras dan una idea de la capacidad económica y de permeabilidad de las
comunidades donde se asientan esos grupos criminales, así como del poder
corruptor que potencialmente puede ejercer sobre diferentes autoridades de
México y el extranjero.
Es tal su capacidad que pueden disponer del armamento y la tecnología más
modernos en apoyo de actividades ilícitas. Entre ellas el monitoreo ilegal de
comunicaciones para elaborar contra inteligencia y neutralizar la estrategia y
acciones en contra del crimen organizado o bien, tecnología para la producción de
drogas con innovaciones técnicas avanzadas.
El mayor efecto de la delincuencia organizada es la de garantizar rutas y
mercados, propiciando pugnas, disputas, reacomodos o concertación de alianzas
de conveniencia. Pretenden así el control territorial y de autoridades, pero sobre
todo avanzar rápidamente en la ocupación de espacios sociales e institucionales
que hagan posible la supremacía sobre sus adversarios y garantizar a sus
seguidores condiciones de seguridad para sus negocios ilícitos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
215
El crimen organizado ha rebasado la frontera de la seguridad pública y sus
acciones cada vez más atentan o tienden a vulnerar la seguridad interior del
Estado, apropiándose de funciones y atribuciones que son propias de este.
Imponen condiciones para el libre tránsito, cobran impuestos, definen horarios y
lineamientos para la convivencia de la ciudadanía, con la ocupación territorial de
espacios generan virtuales situaciones de pérdidas de soberanía.
Se introducen en los círculos financieros, las actividades económicas en general e
incluso en la economía informal, inyectando recursos de procedencia ilícita que
fortalecen sus capacidades de maniobra, influencia y control.
La penetración de los círculos financieros representa un riesgo adicional que no se
presentaba en los esquemas tradicionales de operación de los grupos criminales.
Los flujos de dinero de procedencia ilícita y a los que suman los flujos de armas,
tanto en proporciones como en rutas, son equiparables y paralelas, a los flujos de
drogas hacia los países industrializados.
En el marco de las operaciones financieras internacionales están la de congelar
recursos financieros de empresas de origen mexicano hacia Estados Unidos, en
las que exista la presunción de presencia de recursos de procedencia ilícita, con el
daño en la imagen como país que esto genera y en la confianza de los
inversionistas.
El impacto entre los inversionistas que tienen las situaciones de violencia en
algunas regiones y localidades, en las que en efecto es un decremento de la
actividad económica formal, cuyo lugar es ocupado por los flujos ilícitos del
narcotráfico, provocando participación de los pobladores a la cadena
delincuencial.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
216
Las acciones del crimen organizado han impactado en la creación de patrones
culturales. La mayor difusión de actos de violencia se empezó a transmitir en
horarios previos a los noticieros de cobertura nacional, con lo que se aseguraba
que sus venganzas o acciones contra organizaciones rivales o incluso contra la
población civil, se difundieron en el ámbito nacional e internacional.
El impacto entre los grupos sociales por acciones de intimidación y terror en contra
del núcleo de la población involucra factores relacionados con la educación, los
valores, las adicciones, las oportunidades de empleo, las expectativas de vidas y
convivencia social, que en conjunto tienden a impactar en el deterioro del tejido
social y en la posibilidad de que haya terreno fértil para la captación de nuevos
adeptos a la delincuencia organizada.
4.4. LA LUCHA CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO
Hasta el 30 de septiembre de 2011, la denominada guerra contra el crimen
organizado llamada así por el propio presidente Felipe calderón al inicio de su
gestión, había dejado 47 mil 515 muertos.
De acuerdo con cifras dadas a conocer por la Procuraduría General de la
Republica (PGR) de enero a septiembre de 2011 se registraron 12 mil 903
fallecimientos por presunta rivalidad delincuencial.
Así la lucha contra el crimen organizado ha dejado 15 mil muertos en 2010, nueve
mil 614 en 2009, seis mil 838 en 2008; dos mil 825 en 2007.
La PGR considero que 2011 es el primer año en que el crecimiento de la tasa de
homicidios es significativamente menor en comparación con los observados en
años anteriores.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
217
Es decir, aclaró que en septiembre de 2011, en contraste con 2010, hubo una
disminución del 11%, mientras que para el comparativo 2009 – 2010 un
crecimiento del 70%; del 2008 – 2009 creció en 63 por ciento y del 2007 – 2008
creció un 110 por ciento.
Informes de la PGR destacan que el 70 por ciento de los fallecimientos que por
características podrían haber ocurrido en el contexto de rivalidad entre
organizaciones delincuenciales, sucedieron en ocho entidades del país.
En este sentido las entidades donde se registró el mayor número de asesinatos
son: Chihuahua con dos mil 276; Guerrero con mil 153; Sinaloa con mil cien;
Veracruz con 535 y Baja California con 250.
El gobierno del presidente Calderón se comprometió a seguir trabajando en la
conformación de la base de datos de homicidios dolosos por presunta rivalidad
delincuencial, con el fin de que sea una herramienta efectiva que permita tanto
garantizar el acceso a la justicia a los deudos de quienes han solicitado el
intercambio de información entre órdenes de gobierno
Gráfica 4.1.1
Violencia en México Registrada durante el gobierno de Calderón
Fuente PGR. Informe Anual 2011.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
218
Ya que 12,903 personas murieron a causa de la violencia de las bandas criminales
en México, entre enero y septiembre del 2011 11% más que en el mismo periodo
anterior. Y el programa de seguridad pública emanado por el gobierno si es que lo
aplica brilla por su ausencia ante este mal social.
4.5. LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS Y SU REPERCUSIÓN EN EL CRECIMIENTO
SOSTENIDO DEL PAÍS.
La Secretaria de Hacienda y Crédito Publico identifico que al termino del año fiscal
(2011) se registró un excedente de 10 mil millones de dólares dentro del sistema
financiero mexicano los cuales presuntamente provienen de actividades ilícitas,
según un documento del Centro de estudios sociales y de opinión publica de la
cámara de diputados (CESOP).
El dato oficial, revelado a través del documento lavado de dinero: indicadores y
acciones del gobierno binacionales, señala que el congreso estadounidense
calcula entre 19 mil millones de dólares en el monto de las ganancias ilícitas que
fluyen anualmente desde Estados Unidos hacía cárteles del narcotráfico y otros
grupos criminales en México.
Los carteles del narcotráfico blanquean efectivo por un valor que va de 8 mil
millones de dólares a 25 mil millones de dólares anuales.
Mientras que ONG estadounidenses estiman que en México los carteles del
narcotráfico obtienen ganancias por alrededor de 5 por ciento del Producto Interno
Bruto, cifra que ascendería a poco más de 59 mil 500 millones de dólares, si se
considera el PIB nominal del segundo trimestre de 2011 (INEGI) y el tipo de
cambio FIX al cierre de junio de igual año (Banco de México).
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
219
Al comparar las dimensiones que adquiere en cada país el blanqueo de dinero, el
documento de la CESOP refiere que según los modelos de Global Financial
Integrity y de la Universidad de Columbia en Nueva York, las ganancias de las
actividades criminales en Estados Unidos ascienden a unos 196 mil 100 millones
de dólares, equivalentes a 1.36 por ciento del PIB de la economía estadounidense,
de los cuales 186 mil 600 millones serán lavados.
A su vez en México, los ingresos de las actividades ilícitas van de 36 mil a 38 mil
800 millones de dólares, que representan 3.6 por ciento del PIB y de estos, de 10
mil a 14 mil 500 millones de dólares serán blanqueados.
Según esos modelos, en Estados Unidos se lavan alrededor de 90 por ciento de
las ganancias de las actividades criminales, mientras en México una tercera parte
de los ingresos que generan los cárteles se reincorporan a la economía formal.
Las mismas fuentes (CESOP), indican que la distribución del blanqueo de dinero
en Estados Unidos según las actividades criminales de las que procede, es la
siguiente: 46 por ciento de las drogas, 32 por ciento del tráfico de personas, 15 por
ciento de la piratería y 7 por ciento del fraude.
En México, 41 % del dinero blanqueado proviene del narcotráfico, 33 por ciento
del tráfico de personas, 20 por ciento de la piratería y 6 por ciento del fraude.
Al comparar el número de reportes y los resultados de investigaciones judiciales
entre Estados Unidos y México, se observan las siguientes diferencias: mientras
en estado Unidos se hicieron cerca de 50 por ciento de las investigaciones
iniciadas en el blanqueo de dinero durante 2010, y ocurrió lo mismo con el 40 por
ciento de las realizadas conforme a la ley del secreto bancario , en México el
porcentaje de sentencias por lavado de dinero es de 2 por ciento en igual año y no
se cuenta con datos específicos sobre el secreto bancario.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
220
La impunidad es el enemigo a vencer. La inseguridad obstruye el progreso
individual y colectivo del país, quebrantando el orden jurídico y las oportunidades
para generar crecimiento y bienestar social.
La población desconfía de sus gobernantes, lo cual desgasta el respeto a la
autoridad y debilita el Estado de derecho. Las causas de inseguridad se
encuentran, por un lado, en las debilidades e insuficiencias técnicas de las
instituciones policiales, de procuración y de administración de justicia y de
reinserción social, así como en su precaria coordinación y organización, aunadas
a la corrupción que en parte de ella anida.
La falta de oportunidades de educación, salud, vivienda, empleo, recreación y
bienestar general en amplias capas de la población, al igual que la pérdida de
valores, de identidad y de integración familiar que ayuden a disminuir la brecha
social que cada día se acentúa más.
Por lo tanto los efectos que tanto pregona el gobierno federal en seguridad pública
para generar bienestar y protección en el Estado mexicano, resultan inversos.
4.6. INDICADORES PARA EVALUAR AL ESTADO MEXICANO COMO
FALLIDO.
Un centro académico con sede en Washington, D.C. presenta anualmente un
índice de estados fallidos con base en doce variables de tipo social, económico,
político y militar, cuyas mediciones pueden ir del 1 al 10.
Entre más alta sea la cifra asignada al indicador de que se trate, menos bien
evaluado resulta el Estado en cuestión, de ahí que el mejor evaluado ocupa el
último lugar de la lista y el peor evaluado el primero.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
221
Para el 2011 esos datos son los siguientes: mejor evaluado (lugar 17) el Estado de
Finlandia, con un índice de 19.7 puntos y el peor evaluado (lugar 1°) el Estado de
Somalia, con 113.4 puntos.
Entre las conclusiones que presenta este estudio para el caso mexicano en el
tema que nos ocupa de seguridad pública, destaca la afirmación de que el
gobierno de México está bajo creciente presión para desmantelar a los carteles de
la droga y restablecer el orden. Si el gobierno de México resulta inhábil para
proteger a sus ciudadanos de la violencia, empezara a perder los avances que
había conseguido en materia de legitimidad, donde logro para de 7.7 puntos en
2005 a una calificación de 6.6 puntos durante los últimos tres años.
Entre los avances y presiones recientes se menciona que se ha deteriorado
ligeramente el respeto a los derechos humanos en México, junto con una
calificación más alta (y bajo la lógica de ese índice, más negativa) de los aparatos
de seguridad, debido al incremento de la violencia entre las fuerzas armadas y los
carteles, lo que ha ocasionado la muerte de civiles inocentes; en tanto que la
policía en México es notoriamente corrupta y actúa en un clima de impunidad. Por
lo tanto una conclusión central de ese documento es que son necesarias reformas
serias para arreglar a las instituciones mexicanas.
El narcotráfico fue calificado como una amenaza a la seguridad nacional en
respuesta, en gran medida, a la presión ejercida por el gobierno de los estados de
América sobre su contraparte mexicana; lo que se buscaba era reducir la oferta en
el territorio del vecino del norte de los narcóticos que entraban de corte represiva
centrada en la oferta que ha seguido el gobierno estadounidense, bajo la premisa
de que al disminuir la oferta se contraerá el consumo, propósito final de la misma.
Esta estrategia ha generado resultados muy endebles por el lado del consumo
debido a la gran adaptabilidad que muestra el mercado ilícito de narcóticos: al
bajar la demanda de un cierto tipo de drogas ilícitas en una zona geográfica a
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
222
consecuencia de las medidas de fiscalización aumenta el otro tipo de narcóticos;
mientras que la oferta de los primeros tiende a desplazarse hacia otros mercado
menos vigilados.
De modo que un efecto no deseado de esa estrategia ha sido el propiciar la
dispersión geográfica del consumo y el surgimiento de nuevos tipos de drogas que
se consumen ilícitamente, en tanto el negocio continúa siendo altamente rentable,
tal y como lo confirma el Informe Mundial sobre las Drogas 2011,que
recientemente dio a conocer la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el
Delito (ONUDD).Entre las conclusiones principales de este informe señala que los
mercados mundiales de cocaína, heroína y cannabis se redujeron o se
estabilizaron, pero aumentaron la producción y el abuso de opioides y de nuevas
drogas sintéticas, de venta con receta. El uso de la fuerza del Estado en contra de
los narcotraficantes está orientado a tratar de desmantelar a esos grupos
mediante la eliminación física de sus integrantes no a que sean cumplidas las
órdenes de aprehensión en su contra, porque para eso hacen falta elementos de
prueba para poder apresarlos y juzgarlos de acuerdo a derecho.
4.7. LA DISMINUCIÓN DEL CAPITAL DE LAS EMPRESAS POR LA
INSEGURIDAD Y LA DELINCUENCIA EN MÉXICO.
A consecuencia de la inseguridad y delitos criminales, las empresas en México
perdieron 15 mil millones de pesos en 2011, equivalente a 56 mil 700 pesos por
unidad económica, según datos del INEGI. El 41.4% por gastos de victimización
se van en el gasto para medicinas de protección y el restante 58.6% representa
las pérdidas económicas de los actos delictivos, donde 3 de cada 10 compañías
fueron víctimas de un delito en 2011, entre los que se encuentran corrupción, robo
o asalto de mercancías insumos, dinero o bienes, extorsión y robo hormiga.
Empresas victimas por la inseguridad
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
223
Un millón 389 mil unidades económicas fueron víctimas de algún delito durante
2011, lo que representa 37.4% del total que existen.
De este conjunto el 41.6% perteneció al sector comercio, mientras que el 36.6% a
la industrial y el 32.7% a servicios.
Los datos del INEGI reportan que para el comercio las perdidas por la inseguridad
ascendió a 49 mil 651 pesos, siendo el sector más propenso a ser víctima de
algún delito, principalmente robo o asalto de mercancías, dinero, bienes, robo
hormiga y extorsión.
Por el tamaño de las empresas, las principales víctimas fueron las grandes con
63.1% de los casos, seguido de las medianas en 62.5%, mientras que 57.8% las
pequeñas y en un 36.3% las micro.
En cuanto a estimaciones del costo por la inseguridad, las de tamaño grande
perdieron en 2011 un millón 158 mil 561 pesos; le siguieron las empresas medias
con 406 mil 473 pesos, en tanto las de menor tamaño (pequeñas), tuvieron
pérdidas por 182 mil 479 pesos y las micros 39 mil 501 pesos.
Entre los delitos más comunes para las compañías grandes estuvo el robo o
asalto de mercancías, dinero, bienes y mercancías en tránsito.
Las medianas fueron víctimas de robo hormiga y las micro y pequeñas de
corrupción.
Tocante a las denuncias de los delitos, solo se denunció el 14% de los delitos de
los cuales el 84.6% llevo al inicio de averiguación previa en el Ministerio Publico.
Entre los motivos que llevo a los responsables de las unidades económicas
víctima de un delito a no denunciar, fue por desconfianza a la autoridad, miedo a
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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que lo extorsionaran, pérdida de tiempo, trámites largos y difíciles. Otras cifras del
INEGI reportan que del total de delitos a empresas, en el 52.7% de los casos
estuvo presente una víctima (personal), en este caso los delincuentes portaban
arma en el 18% de las veces.
Mientras que de los delitos donde el delincuente portaba una arma, en el 19.8% de
los casos fue utilizada para cometer la agresión.
Gráfica 4.1.2
Incluye delito informático, secuestro de algún propietario, robo total de vehículo, robo en forma
distinta a los anteriores y otros delitos distintos a los anteriores. FUENTE: INEGI, 2011. Víctimas
del delito
4.8. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES POLICIALES
Construir ciudades incluyentes dónde la toma de decisiones la tomen en conjunto
toda la sociedad, resulta utópico. Ya que sobre su seguridad depende de acuerdos
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
225
con las instituciones policiales, y esto se convierte en un factor básico en el
momento actual. Para ello las instituciones policiales deberán entrar en un proceso
de democratización. Deben dejar de ser aquellos entes cerrados incapaces de leer
a su sociedad, y por ende grandes productores de impunidad.
Las ciudades deben volverse incluyentes para resolver infinidad de asuntos de la
ciudadanía sólo con el acercamiento entre instituciones y ciudadanos será posible
derrumbar el monopolio de la toma de decisiones. Toma de decisiones que le
hace falta el manejo político del acuerdo en la negociación.
La toma social de decisiones en México atraviesa por dos planos muy visibles: el
primero dónde el gobierno se configuró como una enorme organización
centralizadora de decisiones, pero que en el conocido periodo neoliberal priista las
llamadas reformas estructurales conducen al gobierno a reducir la inversión
pública y en esa medida se desploma su esquema centralizador de decisiones. Al
mismo tiempo, la toma de decisiones de la sociedad civil en el ámbito de una
democracia representativa, a través de su homus políticus no se le respetaba el
voto, ni existía alternancia real en los poderes, por ello el ciudadano no asumían
en estricto sentido su ciudadanía.
El segundo plano de la toma social de decisiones, se expresa con la tendencia al
interior de la democracia representativa de respeto al voto, con el crecimiento de
la alternancia en los poderes, la posibilidad de la democracia directa y el
incremento de la conciencia política individual y colectiva de los ciudadanos.
En ese sentido, la toma de decisiones de la sociedad civil se convierte en un punto
de referencia básico que debe establecerse con plenitud a través de la democracia
representativa y la democracia directa. Hacer avanzar la democracia
representativa se convierte en un proceso que es necesario acrecentarlo en forma
continua. Actualmente, la democracia representativa en México, conlleva un
respeto al voto sólo como una tendencia que ha crecido pero sin una garantía de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
226
que ello siga sucediendo, además el abstencionismo es otro factor que no permite
a la democracia representativa establecerse con plenitud.
El crecimiento de la alternancia en México no se debe reducir a la alternancia de
los partidos en asuntos como la inseguridad. Así, el respeto al voto, la alternancia
al interior de los partidos y la participación de los ciudadanos en muchos puntos de
la vida social, son dinámicas de la democracia representativa que deben
imponerse en nuestro país. Para que de esa manera, la toma de decisiones o las
decisiones de la sociedad civil empujen el equilibrio de poderes a un mejor nivel.
No permitir la participación de la ciudadanía: golpearía de frente la toma de
decisiones de la sociedad civil, destrozaría el incipiente avance de la democracia
representativa y destruiría la alternancia al interior de los partidos, las conciencias
políticas individuales y colectivas se tensionarían y desencantarían, acotando
autoritariamente la libertad política de los mexicanos, ahora que buscan y se
construyen los propios espacios de participación política, y se interesan más que
nunca en los asuntos sociales, como en la inseguridad que es el punto de
discusión.
La toma de decisiones de la sociedad civil mexicana ha sido la más golpeada en la
historia política del país. Por eso en particular, consideramos que la democracia
representativa del lado de la sociedad civil tiene que crecer y consolidarse. Sin
menos cabo de lo que se tendrá que seguir haciendo del lado de la sociedad
política. Ya que apenas comienza el ascenso de la democracia representativa y ya
se le quiere romper la continuidad, cuando lo mejor es un marco de decisión que
incremente dicha democracia representativa.
Respecto a la democracia directa en México, como el otro componente de la toma
de decisiones de la sociedad civil, en el contexto actual se nota que el gobierno
federal no quiere la presencia de sus figuras jurídicas como: el referéndum, el
plebiscito y la consulta popular, en la medida en que serían desde la lógica de
gobiernos, focos de presión para el tipo de política que está llevando acabo. El IVA
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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a medicinas, libros etc., contracción de la economía vía subejercicio del gasto, el
corto, el recorte presupuestal, la amenaza de una política de racionamiento con
todo el problema social atrás.
Entonces, figuras como plebiscito y referéndum presionando la política federal, el
gobierno lo observaría como algo riesgoso en su poder. Y si a esto le sumamos la
posible reelección inmediata de los diputados de mayoría relativa, propuesta de un
secretario de gobernación para discutirse, nos permite observar un doble
acotamiento, meter en un puño a la democracia representativa y olvidarse de la
democracia directa implicando, un control de la toma de decisiones de la sociedad
civil.
Es cierto que en algunos Estados sus constituciones poseen las figuras de
plebiscito y referéndum, como en el caso de Veracruz y que bueno que se usen,
pero lo sustancial es su uso en el terreno federal. Claro que el contenido del
plebiscito veracruzano tiene su matiz de beneficio del actual gobernador para
presionar al gobierno federal, como forma de lucha política.
La toma de decisiones de la sociedad política no puede observarse fuera del
contexto llamado bloque de poder. Tal bloque expresa una tendencia histórica, en
principio en dicho bloque se articularon las fracciones de la clase dominante para
el control económico y el dominio del aparato de Estado. Bloque de poder que se
legitima a través de un régimen político de alianza de clases (organizaciones
obreras, campesinas. populares, sector nacionalista de la clase dominante).
La alianza y la burocracia política se fracturaron, fortaleciéndose el bloque de
poder en su cordón industrial-financiero-capital extranjero. Fracción que en el
momento actual ejerce en parte el poder político, es decir no sabemos en qué
grado tiene el poder político pero que en parte gobierna. En ese sentido, la toma
de decisiones de la sociedad política, se mete en una dinámica de definición
hegemónica entre sus componentes: el cordón económico-financiero-capital
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
228
extranjero como fracción que gobierna busca ampliar la hegemonía, y una prueba
de ello es que el famoso pacto político entre las fracciones dominantes, y las
fracciones políticas ha sido pospuesto a propósito: la alta burocracia política otrora
eje de la alianza de clases y del bloque de poder intenta reconstruirse: las clases y
los estratos sociales que fueron parte de la alianza se movilizan para amplificar su
participación en la democracia representativa y la democracia directa con el objeto
de al menos ser partícipes de la toma de decisiones. Dado que para otro tipo de
movilización si bien las condiciones se están construyendo, la represión brutal
también se construye potencialmente al luchar contra la inseguridad sólo por
razones de Estado, (con el pretexto de la inseguridad se viene estructurando la
logística de un cerco social. Sin que los gobiernos municipales se den cuenta,
pero si siendo corresponsables indirectos al apoyar la política neoliberal de
seguridad. Política neoliberal que vulneró la seguridad pública y ahora la
medicinan. Es decir crearon la descomposición del tejido social y ahora el
neoliberalismo lo administra y los gobiernos municipales son corresponsables de
esa administración). En ese contexto el discurso de un equilibrio de poderes
vuelve un cascarón, porque tal equilibrio sólo es un espacio de la lucha
hegemónica. Por eso es que reducir la democracia representativa, vía reelección
inmediata de diputados de mayoría relativa y no establecer la democracia directa,
es un juego sucio del bloque de poder, que no equilibra sino desequilibra los
poderes formales.
Por otro lado, los partidos políticos de ninguna manera son propiedad ni de sus
militantes ni de sus dirigentes. La sociedad mexicana es la que los mantiene a
través de sus impuestos, y esa misma sociedad es la que hace política. Es la que
busca participar en política a través de los partidos, en empujar para resolver los
problemas sociales.
La alternancia política al interior de los partidos de por si dominada por las familias
históricas en todos los partidos, ante una reelección inmediata de los diputados se
reduciría aún más la oportunidad de las masas partidistas de manifestar sus
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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visiones políticas y sociales en la práctica política. Familias históricas a nivel
nacional estatal, municipal e incluso por distritos electorales, traban la alternancia
política de la militancia de base al interior de los partidos, lo que se agravaría con
la reelección inmediata de los diputados. Familias genéticas, que se amplifican al
derivar como consecuencia del control político del poder, en familias gansteriles
construyendo intereses económico-político mafiosos que crecerían con la
reelección inmediata de los diputados. Familias históricas que hablan de
democracia cuando ellas mismas obstaculizan la democracia interna de los
partidos al negar la alternancia política adentro de los partidos. Alternancia como
fuente de equilibrio político de contrapeso y de gobernabilidad.
La alternancia al interior de los partidos deben ser las vías dónde fluyan no las
ideas técnicas sino los mejores posicionamientos de la sociedad y no de las
familias histórica, ni de los grupos.
Algunos analistas señalan que en México se da una sobre representación política
a través de la diputación plurinominal. Sobre representación y problemas de
representatividad hacen ambiguo y contradictorio el sistema republicano, que
según los estudiosos nos conducirán a la república parlamentaria. Dónde los
diputados de mayoría relativa tendrán que ser reelectos para que conozcan a la
perfección su oficio, pues tendrán que elegir al jefe de gobierno y al jefe de Estado
y entonces si gobernar junto con ellos.
Lo que equilibra los poderes es el desarrollo de la democracia representativa, y
de la democracia directa, lo contrario sería la derrota de la sociedad y del equilibrio
de poderes. La fuerza de los ciudadanos en todo el país es innegable, su
participación en política a nivel individual y a través de organizaciones ha sido
creciente (Cfr. Ramírez. José Manuel, México, 1986, pp. 38-55).
Por ello se hace necesario desarrollar la democracia representativa y la
democracia directa para una toma de decisiones lo más amplia posible. La toma
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
230
de decisiones no puede seguir como hasta ahora ya que las sociedad mexicana
está más informada, es más participativa en política, es más plural y culta por eso
necesita los mecanismos de la democracia directa, para participar de las
decisiones que le van a afectar. En la medida en que la sociedad mexicana no
pueda participar de esa toma de decisiones en el terreno real tendrá que seguir
soportando los excesos del Estado mexicano.
En el caso de México como sistema republicano no se puede seguir dependiendo
sólo del presidente de la república y de las Cámaras, para la toma de decisiones.
Se ha avanzado en los municipios en la toma de decisiones con la presencia de
los Consejos de Participación Ciudadana, pero lo que se requiere es participar en
la toma de decisiones a nivel de la política federal, de manera simple y eficiente,
sobre los grandes temas nacionales.
Si los ciudadanos pudiesen expresar en forma oficial sus opiniones, el Estado o
gobierno tendrá credibilidad siendo éste un componente público básico para
gobernar con confianza, ya que ello conduce al Estado a un manejo más flexible
de la acción de gobernar y por lo tanto mayor consenso, y la sociedad le
impactarían en menor medida la conducta irracional del Estado
Un cambio de condición que tiene que ver no sólo con el crecimiento exponencial
de los pobres sino fundamentalmente como resultado de la asociación de
organizaciones del crimen con determinadas autoridades. El incremento de la
pobreza en el país es sin duda un elemento detonante del incremento
delincuencial.
El incremento de la cantidad y calidad del delito que se comete, la impunidad con
la que se actúa, el despliegue técnico que se observa en determinados secuestros
asesinatos o robos nos hablan de un crimen que rebasó la esfera del individuo o
del grupo desesperados por sobrevivir, para entrar en el terreno de organizaciones
criminales claramente profesionalizadas en su actividad y tecnificadas en sus
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
231
instrumentos. Pero eso ocurre prácticamente en todo el mundo. La novedad
mexicana radica en la articulación de los grupos organizados para delinquir con
algunas esferas del aparato estatal con las que configuran una suerte de magma
desde donde se organizan, promueven y protegen dichas actividades.
Lo que resalta, sin embargo, es que el crimen organizado se ha ubicado en el
tablero de ajedrez del poder con cada vez mejores piezas. Se lo posibilita el
tablero donde el rey de nuestro ajedrez es un rey asediado. Sin piezas suficientes
y de peso que mover. Es el contexto de un sistema político que carece ya de la
técnica y la sabiduría institucionales para desalojar de raíz al crimen de aquellas
habitaciones de autoridad en las que goza de impunidad. El problema de la
criminalidad en México es finalmente un destacadísimo problema tanto político
como de seguridad nacional.
La criminalidad organizada plantea en efecto no sólo un desafío a la seguridad de
los ciudadanos sino que emblemática junto con la narco- política el mayor reto
para la seguridad nacional y. por tanto para la articulación y despliegue eficientes
del Estado.
Los Estados en general se han construido como soportes de la convivencia social
civilizada. Ninguna otra entidad dentro de la sociedad tiene los instrumentos
judiciales la fuerza o el estatuto legal para rearmar la convivencia segura que la
delincuencia organizada se encarga de volver un rompecabezas. Pero si los
ciudadanos no cuentan con los instrumentos para hacer valer de manera definitiva
sus expectativas si cuentan con ideas, organizaciones y con una posibilidad de
organización y movilización que ha hecho necesario renombrar el carácter de su
participación en los espacios públicos mexicanos: de la ausencia, dependencia, y
heteronomía de la sociedad al poder, se ha transitado a una sociedad cada vez
más autónoma en el ejercicio de hacer oír su voz y hacer visible su presencia,
como actor y sujeto de la regeneración social.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
232
Estas organizaciones de ciudadanos se multiplican en México a partir de
mediados de la década de los ochenta, ubicándose como entidades diferenciadas
de los partidos políticos y el gobierno. Son resultado de causas múltiples: el retiro
del Estado de sus funciones asistenciales, el derrumbe de los parámetros
tradicionales políticos de socialismo – capitalismo, la complejidad de la demanda
social que no podía tramitarse toda por las vías partidarias, parlamentarias y
gubernamentales, la cerrazón de un sistema político autoritario. Estas
organizaciones ciudadanas que fueron bautizadas como ONG´s desde los ochenta
por la ONU son un fenómeno internacional expresivo de cuán compleja es la
construcción política del poder en nuestros días antes coto exclusivo de gobierno y
partidos. Participación ciudadana, en suma que al hacerse concepto se le designa
como "sociedad civil" organizaciones no gubernamentales tercer sector, etc. sin
que aún exista una valoración estricta de su significado y el lugar que ocupan en la
arquitectura de la cosa pública estas organizaciones actúan por los diferentes
andamios de la construcción de lo social: desde la demanda del medio ambiente a
la cultura política: de la defensa de los derechos humanos a las reivindicaciones
de género: de la filantropía a las acciones en pro de la seguridad pública.
Por sus estructuras organizativas así como por el carácter de sus demandas estas
organizaciones se distinguen netamente de los partidos políticos pues los partidos
se estructuran para la disputa y el ejercicio del poder político de Estado mientras
que las organizaciones ciudadanas lo hacen para atender misiones específicas
que si bien pueden tener una resonancia global como por ejemplo las causas de la
seguridad pública o de la cultura democrática su referente principal continua
siendo la ganancia social que de ello derive, y no la conquista del poder. Lo que
para los partidos es regularmente un medio, para las organizaciones ciudadanas
es un fin.
Las organizaciones ciudadanas pretenden hacer valer, por ejemplo, las jerarquías
y preeminencias del ciudadano en el mundo de la cosa pública, dado que no
siempre coinciden expectativa ciudadana con prioridad partidaria o
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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gubernamental. La seguridad pública, por ejemplo, es preponderante para la
ciudadanía, tema puntero de cualquier encuesta o sondeo de opinión. Un asunto
que, si bien es tema significativo para quienes se desenvuelven en la sociedad
política (Estado y partidos) el tratamiento que le otorgan en términos normativos y
presupuesta les sigue en espera, haciendo cola, después de los temas que los
partidos consideran de emergencia.
Por otro lado el combate a la delincuencia organizada, a sus mafias, a sus
articulaciones con las autoridades, no se gana con rosarios de declaraciones o
con profesiones de buena voluntad, con ganas, e incluso, no sólo con honradez de
parte de los gobernantes.
No pueden ya omitirse entonces, de los procesos de construcción del poder, ni a
las organizaciones cívicas, ni las expectativas y prioridades del ciudadano
considerado singularmente. Pero glorificar cada acto declaración, o posición
ciudadanas puede resultar una desorientación mayor.
Probablemente la primera reacción emocional ante el sadismo de algunos
delincuentes y la impunidad de la que gozan sea la venganza. La aplicación de
una pena simétrica a su violencia. El odio y la rabia que generan la impotencia
ante el victimario y su impunidad hacen comprensible el discurso de quienes
abogan por la pena de muerte. Comprensible psicológicamente pero no justificable
socialmente. Como Freud lo analizo todas las civilizaciones se construyeron a
contracorriente de pulsiones inmediatas destructivas del ser humano. Los
procesos civilizatorios de las sociedades instituyeron procedimientos en efecto,
que desplazaron como respuesta ante el delito el "ojo por ojo" o "el poner la otra
mejilla" por mejilla" por mecanismos racionales de tratamiento de la violencia
criminal. Esos mecanismos suponen una sublimación social que no es fácil de
aceptar por mucho más propensas a la revancha o la venganza cuando hemos
sido víctimas. Por ello las racionalizaciones que abogan por la pena de muerte
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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parecen en realidad, enmascaramientos de una revancha psicológica ante el
delito, pero no una propuesta eficaz y, sobre todo socialmente civilizatoria.
Si el asunto lo viéramos pragmáticamente, en efecto la pena de muerte es
ineficaz. En los países donde se encuentra instituida no disminuye la incidencia
del delito. Si lo viéramos a la luz del análisis sociológico podría ser monstruoso: si
la idea del maridaje entre delincuentes y autoridades en nuestro país es de fondo,
¿quiénes estarían aplicando la pena de muerte? Pero con todo, el argumentos
decisivos es de orden ético- político Ético, porque ningún hombre tiene e l derecho
de disponer de la vi da de otro. Político porque el Estado se construye para
sostener y alentar el proceso civilizatorio no para gozar de fuero institucional sobre
la vida de los particulares.
El combate al crimen organizado supone de entrada, (desde luego hay
muchísimas cosas más) dos prioridades: una un despliegue estratégico formidable
al interior del mismo Estado para trazar una frontera infranqueable entre quienes
procuran y administran justicia por un lado y los delincuentes por el otro. Segunda
que la sociedad continúe alerta y movilizada en torno de las acciones que
fortalezcan el combate a la delincuencia no desde la tentación de la barbarie que
busca el "ojo por ojo", sino desde las fortalezas de la ley racional que indican el
grado civilizatorio de una sociedad. Para ello se requiere la democratización de las
instituciones policiales que permitan la participación en la toma de decisiones
sobre el fenómeno de la inseguridad.
4.9. EL SISTEMA JURÍDICO REBASADO
Los delitos dentro de su evolución histórica, han sido reprimidos de muy diversas
maneras, pues lo que hoy se considera como delictuoso, al cambiar las formas de
vida se reduce a un simple hecho inmoral. Con el devenir del tiempo vuelve a
transformarse el medio ambiente y la injusticia de nueva cuenta se impone con
menor o mayor rigor.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
235
La delincuencia en la época del Anáhuac se movía sobre un plano de 565 tribus
distintas con 120 lenguas y dialectos y constituyendo algo así como una República
en que para poder subsistir se tenía que hacer la guerra. El espíritu guerrero de
los aztecas imprimió una gran dureza a la vida entera del pueblo, lo que determinó
un sello especial a su delincuencia, de tal manera que al aplicar la sanción, esto
no se hacía de acuerdo con el interés social, sino en virtud de que se había
desobedecido el mandato expreso del Emperador o General con lo que se le
causaba agravio. La justicia estaba debidamente organizada y el procedimiento
penal tenía algunas particularidades no muy distintas a las leyes actuales. Las
más graves y crueles penas correspondían a los delitos contra la seguridad del
imperio; traición al soberano; espionaje; rebelión y Hechicería. Las penas eran:
descuartizamiento: desollamiento en vida: confiscación de bienes: demolición de la
casa: esclavitud para los hijos y parientes hasta el cuarto grado: muerte a golpes
de porra en la cabeza: o abrirle el pecho al culpable.
El que maltrataba a un embajador, ministro o correo del Rey perdía la vida, así
mismo dichos ministros no debían separarse del camino señalado ni de las
instrucciones del soberano so pena de perder la inmunidad o la vida por degüello.
Eran también reos de muerte los que suscitaban alguna sedición del pueblo los
jueces que daban una sentencia injusta o contraria a las leyes. El que en una
guerra hacia alguna hostilidad al enemigo sin orden del jefe, o los atacaba antes
de darse la señal, o abandonaba la señal, o infringía la orden general, era
decapitado.
El que en un mercado alteraba las medidas establecidas por los Magistrados, era
reo de muerte, cuya sentencia se ejecutaba en la plaza misma. En el Derecho
Penal Azteca, las penas eran más duras cuando le aplicaban a los nobles, la pena
de muerte para ellos y la esclavitud o penas deshonrosos para los plebeyos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
236
A los delitos enumerados se les puede considerar como antecedentes de los
delitos que integran actualmente los fueros federales y militares. Los delitos
propiamente comunes, eran el homicidio, robo de menor o mayor cuantía, el robo
cometido con agravantes, como con horadación, robo en despoblado, empleo de
bebidas soporíferas en el templo o en el mercado, abuso de confianza, despojo,
fraude, embriaguez de los jóvenes, mentira de la mujer y los niños, incontinencia
sexual de los sacerdotes, adulterio, aborto, violación, estupro, incesto,
homosexualidad, injurias a los padres. Eran castigados en la mayoría de las
ocasiones con la pena de muerte, apedreados, apaleados, agarrotamiento,
aplastamiento de la cabeza entre dos piedras, desollamiento vivos, arrastrándolos
o bien sometiéndolos a la esclavitud, cárcel, arruinamiento de la casa, quema
pública del cabello, incisiones en los labios (Cfr. García, Edmundo, México, 1976.
p. 91).
Los padres podían aplicar a sus hijos jóvenes penas infamantes como, pintarles
las orejas, los brazos o los muslos, cortarles el cabello, si eran viciosos, y si los
hijos se conducían indebidamente pena de muerte para ellos.
Examinando los delitos que se han descrito tendremos una idea más clara del
medio en que se movían los aztecas y cómo se perfilaba la delincuencia entre
ellos. Principiaremos con el delito de adulterio. El que mataba a la mujer propia, al
ser sorprendida en adulterio, era reo de muerte porque usurpaba a los
magistrados a quienes correspondía juzgar y castigar los delitos. El adulterio se
castigaba con el último suplicio, los adúlteros plebeyos eran apedreados o se les
aplastaba la cabeza con dos piedras en el mercado o tianguis: los nobles con
agarrotamiento y cremación. No constituía adulterio la relación sexual entre
hombre casado y la manceba de otro, salvo que el amancebamiento de ésta fuera
de tiempo atrás y se consideraba públicamente a la mujer como casada.
La adultera comparecía ante los jueces y si se le condenaba, ahí mismo se le
descuartizaba y se dividían los cuartos entre los testigos. En Itztepec, los
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Magistrados mandaban al marido que cortara la nariz y las cejas de la mujer infiel;
en algunas partes del imperio, se daba muerte al marido que cohabitaba con su
mujer, constándole su infidelidad.
La embriaguez en los jóvenes, era delito capital pues el varón moría a palos en la
cárcel y la joven era apedreada. En los hombres hechos se castigaba con rigor,
aunque no con la muerte. Si era noble, lo privaban de su empleo, le cortaban el
pelo y le arruinaban la casa, diciendo que no era digno de habitar entre los
hombres. Esta ley no prohibía la embriaguez en las bodas y en otras festividades,
en que era lícito beber dentro de una casa más de lo acostumbrado, ni
comprendía a los que pasaban de sesenta años, que en razón de su edad podían
beber cuanto quisieran.
El aborto era castigado con pena de muerte para la abortadora y sus cómplices,
por practicar en la mujer maniobras abortivas o por proponerle el aborto.
Siendo el indígena nuestro antecesor, de grandes cualidades humanas y heredero
de grandes culturas, se le conquista y esclaviza basándose en el derecho divino
de los Reyes Españoles y para convertirlo a la fe cristiana, le aplican las reglas
imperantes en las guerras contra los moros o infieles, sin que en muchos casos se
haya conseguido dicha conversión y sí se les consideraba como delincuentes,
pues por la falta de preparación de los predicadores quienes enseñaban el
catecismo en latín y con dibujos, lo único que lograron fue la sustitución de los
ídolos por imágenes, prevaleciendo el paganismo. El choque de las dos culturas:
española e indígena fue explosivo.
Queriéndose imprimir a lo americano el sello de España, se trató de borrar todo
vestigio de cultura prehispánica, pero era tal su fuerza que en cuanto a su
sensibilidad, costumbres y tradiciones siguió viviendo y llega a nuestros días, no
obstante que su práctica por la fuerza del vencedor, origino una nueva clase de
delitos, al respecto es notable un mandamiento poco conocido que puede ser
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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considerado como el primer código penal de México, destinado a los indios y que
fue dictado en la Ciudad de México el 30 de junio de 1546, y que da una idea de la
delincuencia de esa época.
Si el indígena persistía con sus adoraciones al solo a la luna se le acusaba de
delitos contra dios nuestro señor, o el dejar de ser cristiano o que no quisiere
confesión siendo cristiano; el que después de bautizado estuviere amancebado
con una o muchas mujeres: el que siendo casado tuviere manceba; a los que por
primera vez se emborrachaban con vino de Castilla; para el que comiere carne
humana; para la mujer que abortara por su propia culpa; para el indio que no
estando enfermo se bañara con agua caliente: el que no se arrodille al Ángelus, o
al pasar delante de él la cruz o una imagen: al que hurtare: al que hiciese a otro
esclavo de nuevo; al que juegue al batey: al adulterador del cacao o de la miel: al
falsificador de moneda; el despojo de tierras.
Terminando el citado Código Penal, diciendo que todos estos delitos y penas eran
para que supieran los indios que les queremos mucho y deseamos su salvación y
conservación. Del trato de Marina y Cortés, surge una nueva raza que habiendo
nacido en las duras losas de las cocinas y atolerías de los barrios de la Merced y
de la Mariscala crece y se desarrolla en las blasfemias y albures del juego de los
ladrones y asesinos y como léperos ensabanados, sin ningún oficio ni beneficio y
prolifera en las ocupaciones más bajas de la sociedad: mozos de cuerda,
cocheros, palafreneros y serenos. Clase social que ante tanta adversidad, tal
parecía que desde el momento mismo de su nacimiento estaba destinada a
desaparecer. Pero había algo en ella que fue su salvación, su inteligencia y
generosidad. Y a partir de ese momento trabaja y lucha no sólo para sí, sino para
sus hermanos: el indio y el negro que ante su número y calidad se convierte en la
base de nuestra nacionalidad.
En la Nueva España con cuatro millones de habitantes, coexiste la anti-historia y
la historia propiamente dicha. En la primera, se encuentran los españoles o
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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señores feudales y el fanatismo institucionalizado, los dos dueños de la miseria de
los indios, mestizos y negros. Así la población de la Nueva España estaba
formada por los que nada tienen y los que tienen todo.
Indios, mestizos y negros en el contexto de los factores determinantes del delito,
fácilmente eran atrapados, en cambio los que todo lo tenían si bien caían en el
delito, su riqueza los hacía impunes.
Paralelamente en esta época encontramos a la justicia penal común, con las
justicias que correspondían a los fueros eclesiásticos y militares.
Las penas en lo general, eran la horca, el garrote vil, la hoguera, la mutilación, la
decapitación y el fusilamiento. En esta época virreinal, todo se vendía o se
compraba, incluso el cargo de virrey: como es el caso del Marqués de Villena y
Duque de Escalona, así mismo los mejores oficios de justicia en pública subasta,
los estancos, la comisión de policía, el agua de las fuentes y charcos, con lo que
se causaban pestes y enfermedades, el puesto de juez de pulques y los
carniceros, por no quedarse atrás, vendían reses flacas y daban menos peso. El
juicio de residencia, por medio del cual se investigaban los manejos de los
Virreyes, por lo común fue letra muerta.
Siendo la siembra del tabaco y su tráfico un monopolio del Estado y el cual se
vendía en los estancos oficiales, creció en la Nueva España una verdadera
cofradía, la de los contrabandistas del tabaco. Otra práctica delictiva muy
extendida era el peculado y el cohecho entre los funcionarios aduanales de
Acapulco. Veracruz y ciudad de México.
Desde el derecho penal azteca en que la justicia estaba debidamente organizada
el procedimiento penal tenía algunas particularidades no muy distintas a las leyes
actuales.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
240
Las más graves y crueles penas correspondían a los delitos contra la seguridad
del imperio; traición al soberano; espionaje; rebelión y hechicería, las penas eran
más duras cuando se aplicaban a los nobles, la pena de muerte para ellos y la
esclavitud o penas carcelarias para los plebeyos, y el que es considerado como el
primer código penal de México, destinado a los indios y que fue dictado en la
Ciudad de México el 30 de junio de 1546.
Pasando por el sistema jurídico juarista, el de Porfirio Díaz que rápidamente fue
endurecido, el de los años treinta gran constructor de códigos, nuestro sistema
jurídico actual es el que más rápido al menos parcialmente quedó rebasado, por el
impresionante disparo de la delincuencia, y el que más lentamente se ha ido
reformando. Sobre todo en lo que se refiere al endurecimiento de las penas.
Como el gobierno mexicano le ha dado prioridad a la lucha contra la delincuencia
por razones de Estado, dejando de lado la lucha contra la delincuencia por
razones humanas, ha dado pie a que surjan tensiones en el sistema jurídico
mexicano, por la acción militar en labores policiacas amplificando la inestabilidad
gubernamental jurídica, de por sí ya existente en el manejo de la política
económica.
La aparición de nuevos grupos armados disidentes de distinto tipo ha provocado,
no solo el recrudecimiento de prácticas de control por las fuerzas de seguridad
sino además sometimiento indiscriminado de organizaciones dirigentes sociales.
Actualmente la militarización se extiende a varios estados, justificándose con
argumentos de combate al tráfico de droga, y la delincuencia. Sin embargo, esa
presencia ha traído consigo el aumento de denuncias de violaciones a los
derechos de la población civil, inclusive su derecho a la vida.
En numerosas partes del país existen retenes militare, ya sea en carreteras,
autopistas o caminos rurales. Se han instalado una gran cantidad de
campamentos móviles y permanentes en las afueras y dentro de las comunidades
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
241
y constantemente se efectúan operativos policiaco-militares, repercutiendo en el
aumento de graves violaciones a los derechos humanos, además de afectar la
vida de las comunidades al fomentar la prostitución, el alcoholismo, la presión
psicológica, la contaminación y uso de recursos naturales, y fomentar la división
entre las comunidades. Incluso organismos de esta Red, han registrado que en
regiones de Guerrero, miembros de la delincuencia dan capacitación no solo a
policías sino a agentes del Ministerio Público, lo que indica que no solo la
persecución de los delitos se está militarizando, sino el sistema de procuración de
justicia en su conjunto, lo cual es muy preocupante porque nos aleja de un estado
de derecho civilizado. A esto se añade el aumento de grupos armados civiles
organizados y paramilitares que aumentan la violencia en las diversas regiones del
país.
Dentro de este contexto, el tema de las fuerzas armadas (FFAA) en México, desde
una agenda de Derechos Humanos, debe contemplar por lo menos dos horizontes
de concepción y acción.
A raíz de la sentencia de la SCJN derivada de la acción de inconstitucionalidad, la
SCJN confirmó que las Fuerzas Armadas no están impedidas para participar en
labores de seguridad pública. Lo anterior se debió a una desafortunada confusión
entre los términos de seguridad interior, seguridad pública.
La Constitución faculta al Poder Ejecutivo para echar mano de las fuerzas
armadas para salvaguardar la seguridad interior, que estrictamente hablando, se
refiere solamente a casos de rebelión y sedición. Solo en esos dos casos puede el
Presidente de la República disponer de las fuerzas de armadas, siempre y
cuando, al mismo tiempo suspenda algunas garantías individuales, en los términos
del artículo 29 constitucional. La rebelión y la sedición son delitos que atentan
contra la seguridad interior, y por tanto provocan el cese de una situación de paz.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
242
El artículo 129 constitucional prohíbe terminantemente que, en tiempos de paz, las
fuerzas armadas se dediquen a cualquier actividad que no tenga estricta conexión
con la disciplina militar.
El artículo 21 de la constitución establece que la función de seguridad pública
corresponde a los cuerpos policiacos, sin mencionar a las fuerzas armadas.
La SCJN confundió los términos, por lo que concluyó que las fuerzas armadas
pueden, en tiempos de paz, realizar labores de seguridad pública.
El Código Penal Federal distingue diversas clases de seguridad, como valor
jurídico tutelado, a través de la tipificación de diversas conductas delictivas, y de
ahí podemos distinguir conceptos tales como "Seguridad Nacional", "Seguridad
Interior" y "Seguridad Pública".
Así, por Seguridad Nacional, debe entenderse el respeto y protección a la
soberanía, independencia o integridad de la Nación, El Título Primero del Libro
Segundo del Código Penal Federal señala como delitos contra la Seguridad de la
Nación a la traición a la Patria, el Espionaje, la Sedición, el Motín, la Rebelión, el
Terrorismo, el Sabotaje y la Conspiración.
El Código de Justicia Militar, por su parte, en el Libro Segundo "De los Delitos,
Delincuentes y Penas". Titulo Séptimo, relativo a los "Delitos contra la Seguridad
Interior de la Nación" se incluyen dos capítulos, el I que se refiere a "Rebelión" y el
II a la "Sedición", La Rebelión implica el alzamiento en armas de elementos del
ejército contra el Gobierno de la República. El delito de Sedición consiste en
reunión tumultuaría de cuando menos diez personas que resistan o ataquen a una
autoridad. La diferencia entre los tipos penales de estos delitos, descritos en el
Código Penal Federal y en el de Justicia Militar consisten en el caso de la
Rebelión, en que en el Código de Justicia militar los alzados son elementos del
Ejército, y en el Código Penal no son militares en ejercicio, y en el caso de la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
243
Sedición, que el Código Penal Federal solamente se refiere "a los que en forma
tumultuaria", sin indicación un número mínimo de personas que conforman el
tumulto.
Lo anterior significa que, los delitos contra la Seguridad Interior son delitos contra
la Seguridad Nacional, pero que, en consecuencia, no todos los delitos contra la
Seguridad Nacional constituyen actos contra la Seguridad Interior.
La Seguridad Pública, como valor jurídico, que no como función o servicio a cargo
del Estado, también se encuentra especificada en el Código Penal, a través de la
tipificación de ciertas conductas que constituyen atentados contra ella. El Título
Cuarto del mismo Libro Segundo del Código mencionado, señala como delitos
contra la Seguridad Pública los de Evasión de Presos. Quebrantamiento de
Sanción, portación, fabricación, importación o acopio de Armas Prohibidas,
Asociación Delictuosa.
Por lo tanto, no es jurídicamente correcto decir que el acopio de armas prohibidas
o la asociación delictuosa constituyen atentados contra la Seguridad Nacional,
sino que lo son contra la Seguridad pública.
A pesar de que sociológicamente se afirma que el narcotráfico es un atentado
contra la Seguridad de la Nación, jurídicamente no queda incluido como un delito
de este tipo, sino como uno que atenta contra la Salud, al quedar bajo este rubro
en el título séptimo del mismo libro Segundo del Código Penal Federal, los delitos
de producción, tenencia, tráfico, proselitismo y otros actos en materia de
estupefacientes y psicotrópicos.
La confusión de los anteriores términos, particularmente la asimilación de
seguridad interior y seguridad pública, como sinónimos, ha provocado la
militarización de las policías, la presencia de fuerzas militares de tropa en diversos
lugares del país en donde no se ha declarado una suspensión formal de garantías,
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
244
y la realización de operativos por parte de dichos cuerpos armados que no se
restringen a la disciplina militar.
No obstante que la SCJN indica que deben respetarse las garantías individuales,
la participación de las fuerzas armadas en las labores que se les han venido
encomendando, han provocado diversas violaciones graves a los derechos
humanos y una suspensión de facto de las mismas, lo que favorece la
arbitrariedad, un clima de inseguridad para la población.
Los policías civiles deben estar entrenados para proteger a la población civil,
utilizar, en la medida de lo posible, medios no violentos en la consecución de sus
fines. Los militares por el contrario, deben estar entrenados para la eficaz
realización de su misión principal, que es el combate, ya sea del enemigo
extranjero o interno, en caso de rebelión o sedición, lo que los inhabilita para
desempeñar labores de seguridad pública.
Existen algunos ejemplos de órganos que realizan labores materialmente
jurisdiccionales, que dependen formalmente del Poder Ejecutivo. Tales son el
Tribunal Fiscal de la Federación. El Tribunal de lo Contencioso Administrativo. Las
Juntas de Conciliación y Arbitraje los Tribunales.
Lo anterior produce un alejamiento dañino al principio de la división de poderes,
que tiñe de sospechas de parcialidad a algunos de dichos órganos. En tal virtud, la
administración de justicia debiera ser desempeñada exclusivamente por el Poder
Judicial, no por el Poder Ejecutivo. Particular preocupación representa la
permanencia del llamado "fuero militar", como competencia por lo que debiera
revisarse el artículo 13 constitucional en el sentido de que garantice la no
impunidad de los mandos altos de militares en el que caso de que comentan
delitos.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
245
Otra forma de la impunidad es la que permite que funcionarios y servidores
públicos actúen sin el control y la fiscalización ciudadana. Para acabar con la
impunidad en México debemos empezar a crear una cultura de corresponsabilidad
entre el gobierno y la sociedad para decidir sobre aquellos asuntos que nos
incumben a todos los servidores públicos deben aprender que la elección popular
no es un cheque en blanco, que sus acciones u omisiones tienen consecuencias
que deben ser sancionadas por la sociedad para mantener un equilibrio de poder y
un normalidad democrática, garantizando un control y seguridad ciudadana. Los
ciudadanos y ciudadanas debemos tener garantizado en el marco jurídico
nacional, el derecho a la información y a la rendición de cuentas, para ellos son
necesarios los siguientes elementos:
• Legislar para hacer obligatoria la rendición de cuentas por parte de
cualquier autoridad. En cualquier ámbito de gobierno, reconociendo el
derecho de los ciudadanos a participar en el diseño de políticas públicas.
• .Reglamentar el Artículo 8 Constitucional para que al derecho de petición se
le garantice el respectivo derecho a la información.
• Reformar y actualizar el marco legal del derecho de réplica. Permitir la
supervisión los centros de reclusión por parte de grupos y organizaciones
civiles para lo cual deberán establecerse criterios claros.
• Garantizar la plena e irrestricta libertad de los miembros del Congreso de la
Unión, para ingresar a cualquier recinto militar, incluidos los cuarteles, para
realizar visitas e inspecciones, así como para dialogar y conocer el punto de
vista de los servidores públicos del nivel que se considere necesario.
• Exigir la rendición de cuentas de la Secretaría de la Defensa Nacional
frente al Congreso Federal como la hacer cualquier otra secretaría de
gobierno para que éste tenga control del presupuesto militar, y en particular
en la compra, venta y uso de armas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
246
Reconocer la facultad del Congreso de la Unión para participar en la definición de
políticas militares, vigilancia de la curricula militar y la supervisión de los cuerpos
especiales.
4.10. NEOLIBERALISMO E INESTABILIDAD DEL GOBIERNO
De 1982 a 1990 es la presencia mundial de la búsqueda de un nuevo balance
entre la actividad del Estado y los particulares, como discurso político o como
estilo diferente de pensar los problemas y soluciones de la economía
norteamericana, impactan dada la hegemonía norteamericana en los organismos
multilaterales como el FMI, y el Banco Mundial al grueso de los países. El nuevo
balance implicaba disminuir el tamaño del Estado capitalista conservando su peso.
Tal visión como discurso político se fue construyendo al interior de los Estados
Unidos desde la segunda mitad de la década de los sesentas, cuando comienza a
desacelerarse en la Unión Americana el auge de la segunda posguerra,
volviéndose dominante con el desplazamiento del electorado norteamericano al
inicio de la década de los años ochenta, haciendo ganar a Reagan (Cfr. Boron.
Atilio, México. 1981. p. 31).
La crisis integral-económica, política, militar, hegemónica, cultural, los obliga a los
países a la construcción de un nuevo estilo de pensar sus problemas y sus
soluciones, dicho estilo de pensar o discurso político contra el liberalismo
estatalista de Roosevelt se va traduciendo como proyecto global, y como
respuesta totalizante a la crisis integral norteamericana. La redefinición entre
Estado y sociedad civil se convierte en el eje de las nuevas ideas, revalorando los
logros del capitalismo de la segunda posguerra, construyéndose una estructura
institucional con vínculos orgánicos entre los distintos estratos de la sociedad
norteamericana como: los intelectuales, los comunicadores, los empresarios, la
clase gubernamental, los sindicatos, surgiendo una voluntad colectiva nacional
que acepta que el Estado ha sido sobrecargado, disminuyendo la autoridad
gubernamental. De ahí que en la elección de 1980 el electorado norteamericano
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
247
se desplace hacia la racionalidad neoconservadora de disminuir el tamaño del
Estado, arrastrando hegemónicamente al mundo, a Latinoamérica y por supuesto
a México, a través de los instrumentos del FMI., como: la asesoría técnica dónde
el Fondo determina el tipo de política económica; los programas de consulta
dónde se hace seguimiento a los países de su política económica; las cartas de
intención y los créditos paralelos. En ese sentido, la política económica De la
Madridista de 1982-1988 pone en marcha el neoliberalismo en México, iniciando la
venta de paraestatales en 1985, quitando los permisos previos de importación en
1985, haciendo a un lado la protección al sector industrial mexicano, cambiando la
concepción del Estado mexicano. Concepción neoliberal que: acelera la caída del
poder adquisitivo del salario; refuerza la política gubernamental de contención
salarial: concentra más la distribución del ingreso: hace crecer la pobreza en
México; la política de generación de empleo deja de ser el eje de la política
económica, ahora el eje es mantener bajo control la inflación a costa del
crecimiento económico. Ese tipo de política crea condiciones para la delincuencia
predatoria y organizada, y para la inestabilidad gubernamental.
La inestabilidad gubernamental entonces se convierte en un plano de análisis de
primer orden, porque el área gubernamental tiene la obligación social y
constitucional de crear las condiciones para que los ciudadanos tengan empleo,
pero al mismo tiempo con la presencia del neoliberalismo, el área gubernamental
también se ve obligada a desplomar el empleo para reducir la inflación y
estabilizar la reinversión de utilidades del gran capital nacional y extranjero. Por un
lado intenta que haya empleos y por el otro los cancela. El gobierno que debe
coadyuvar a la estabilidad, se ha movido en casi 20 años, en un plano
terriblemente inestable y contradictorio, fabricando millones de pobres en México.
Eso lo podemos observar en el caso del crecimiento económico, ya que si
revisamos las tasas medias anuales de su comportamiento, observaremos antes
del neoliberalismo tendencias opuestas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
248
En efecto, en el gran período que va de 1971 a 1981 antes del neoliberalismo, el
país crece en 6.9% mientras que en plena etapa neoliberal, de 1982 a 1996 el
crecimiento económico se desploma a 1.1 %. Neoliberalismo que por lo demás
continúa hasta hoy en 2013. En ese sentido de ninguna manera intentamos
justificar a la época del Estado del Bienestar que se expresa antes del
neoliberalismo, sólo comparamos dichos períodos para demostrar que en el
neoliberalismo el crecimiento económico se desploma, es evidente que así se
manifiesta, y eso nadie lo puede negar. Y a partir de ahí junto con una
concentrada distribución del ingreso, infinidad de variables sociales se agravan.
Por ejemplo: la pobreza extrema en México en el inicio del neoliberalismo en
México era de 20 millones de personas, mientras que para el 2000 llegaba a 39
millones de pobres extremos.
CUADRO 4.1
LA POBREZA EN MÉXICO
1984 Y 2000
MILLONES DE PERSONAS
CONCEPTO 1984 2000
Pobres Extremos 20 000 000 39 000 000
Fuente: Economía Moral: Pobreza en la Ciudad de México. Diario La Jornada. Articulista: Julio
Boltvinik. 25 de enero del 2002. p. 26.
Si bien la pobreza extrema llegaba a 39 millones de personas el número de
habitantes en condiciones de pobreza es decir: la suma de pobres extremos y
pobres moderados llegaba para el 2002 a 65 millones.
O de otra manera: de 1963 a 1984 la pobreza extrema tiende a reducirse la
pobreza no extrema crece y la población no pobre se incrementa. Mientras que
para el período de 1984 a 1996 la pobreza extrema aumenta, la pobreza no
extrema disminuye y la población no pobre vuelve a aumentar.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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CUADRO 4.2
LA POBREZA EN MÉXICO
1963-1996
ESTRUCTURA PORCENTUAL
Concepto 1963 1984 1996
Pobreza Extrema 63.3 % 23.8% 24.5%
Pobreza no Extrema 14.8 % 36.1% 28.3%
Población no Pobre 21.9% 40.1% 47.2%
Fuente: Hernández Laos y Toledo O. México. Escenarios económicos de largo plazo y efectos
sobre la utilización de recursos naturales. Reporte final de investigación para el programa PNUD-
SEMARNAP. Abril, México, 1999.
Entonces lo que ocurre en el período 1984- 2006 es que al crecer la pobreza
extrema lógicamente la pobreza no extrema disminuye, porque su población
tiende a engrosar la pobreza extrema y la población no pobre aumenta en vez de
disminuir a pesar del desplome del crecimiento económico, porque la participación
de los pobres y de la clase media en el ingreso en el intervalo 84%, se desploma
mientras la población más rica del país acrecienta su participación.
Cuadro 4.3
PARTICIPACIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POBRES, MEDIOS Y
RICOS EN LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO
1984 Y 2006
Concepto 1984 2006
Hogares pobres 14.3% 13.2%
Hogares medios 52.9% 48.9%
Hogares ricos 32.8% 37.9%
Fuente: Ibid.
4.11. LA SEGURIDAD PÚBLICA DEL ESTADO REBASADA POR LA
CARENCIA EN SU LEGITIMIDAD Y ORDEN.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
250
La seguridad pública del Estado mexicano se ve vulnerada desde dentro, en la
medida en que sus sistemas y subsistemas lo han conducido a una inestabilidad y
a un plano delincuencial. El sistema económico gran creador de una política
pública de menor inflación por más desempleo. Sistema económico que desploma
el crédito afectando la inversión productiva, sistema económico que reduce la
demanda agregada destruyendo los negocios. Sistema económico gran destructor
de la actividad productiva que produce para sí mismo inestabilidad gubernamental
y para la propia sociedad crea pobreza.
El Estado en México ha pasado de ser un gran creador de instituciones y
benefactor de problemas a un extraordinario creador de problemas para la
sociedad, entre esos problemas tenemos el crecimiento extraordinario de la
pobreza de la población y la destrucción de los valores sociales.
La protección a la vida de los individuos, a los bienes materiales de su propiedad y
la defensa de la ley y la paz pública que son la fuerza ideológica y de la seguridad
del Estado, se vulneran aún más por la autonomía de los cuerpos policiacos.
Entonces los valores sociales tienden a desaparecer. Valores familiares valores
educativos valores de los jóvenes etc., valores que provienen de la cultura del
conocimiento y de la relación hombre-mundo (Cfr. Ribeiro. Lidio, México, 1999. pp.
65-66) La inseguridad en México no tiene una sola causa sino su origen es una
enorme variedad de elementos que el Estado como institución creadora de
instituciones debe resolver o en apariencia trata de sobrellavar este problema.
El Estado concebido como mega-institución debe dejar de producir su enorme
variedad de figuras delincuenciales, e iniciar una lucha frontal contra la
inseguridad aunque ello implique una presencia frontal ante las élites nacionales y
extranjeras. Si el Estado como mega-institución no recorre dicho camino la
inseguridad pública no tendrá solución y desprenderá una inestabilidad
gubernamental.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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4.12. TENDENCIA DE LA INESTABILIDAD GUBERNAMENTAL
La tendencia de la inestabilidad gubernamental en 2003 es extraordinariamente
dinámica. Ya que sus puntos neurálgicos a nivel nacional no han sido atacados, y
los negocios ilícitos provocados por el Estado y los negocios ilícitos externos
siguen en pleno crecimiento. Es decir, todo el esquema tan amplio generador de
inseguridad pública, sigue presente en un nivel poderoso. El Estado como mega-
institución se ha contentado con reprimir a la delincuencia, con el ejército y la
Policía Federal Preventiva sin emprender el camino correcto porque ahí se
encuentran los intereses de las élites.
La inestabilidad gubernamental ha tenido que ser reconocida tanto por el lado del
desempleo y por el lado de la pobreza, cuando eran puntos que no se aceptaban
(Víctor Chávez: 2002. p. 50). El modelo gubernamental inhibe el crecimiento, el
empleo y provoca pobreza, pues por esa vía concentra el ingreso y hace crecer el
número de pobres. Ese modelo hace un gobierno inestable, y pese a ello se
continúa con él. Por eso decimos que como punto neurálgico el modelo de la
seguridad pública no ha sido tocado. Los tribunales nacionales al no estar
especializados provocan la negociación de la acción penal, ahí los cuerpos
policiacos pueden participar en dicha negociación, haciendo crecer su autonomía
cerrando el círculo de la inestabilidad gubernamental, al reproducir por esa vía la
delincuencia predatoria y delincuencia organizada nacional y transnacional, aquí
también ese punto neurálgico subsiste. A fines de los noventas el consumo de
cocaína creció en los jóvenes mexicanos en un 500% y entre los adultos
mexicanos en un 150%. Ello demuestra que los negocios ilícitos en México siguen
creciendo, así la represión de la delincuencia que ejerce el ejército y la Policía
Federal Preventiva, es sobre el vacío ya que mientras el negocio crezca la
delincuencia también crecerá, Aquí el punto neurálgico de los negocios ilícitos
tampoco se han tocado, o sea demandado por falta de una legitimidad en las
funciones de una seguridad pública eficiente que cumpla con los propósitos y
metas por el cual fue creado para beneficio y orden dentro de la sociedad mexica.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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CONCLUSIONES
Debido a los acelerados cambios que ha sufrido el país, hoy se vive una nueva
realidad que convoca y enfrenta a grandes retos; el problema de la inseguridad
pública es una situación que preocupa principalmente a gobernantes y habitantes
de las principales urbes de la República, esto como resultado del crecimiento de la
población, la migración y la estructura poblacional de dichas ciudades. Destaca
aquí el caso de la Ciudad de México, que al ser el más importante centro
económico y político del país y la segunda urbe más grande del planeta, se ha
convertido en la entidad donde el incremento en número y gravedad de los hechos
delictivos han llegado a ser alarmantes.
Por los altos alcances de los ilícitos, la reformas constitucionales en materia de
seguridad pública que fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 31
de diciembre de 1994, y la subsecuente expedición de la Ley General que
establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública,
representaron medidas de perfeccionamiento jurídico y administrativo, toda vez
que elevan al más alto nivel las tareas de seguridad pública, y armonizan la acción
de los órganos en ella involucrados, con la finalidad de cumplir eficazmente los
fines de la seguridad pública.
La Ley General que establece las Bases de Coordinación del Sistema Nacional de
Seguridad Pública constituyó un importante paso para dotar de elementos
normativos de coordinación a esa función estatal. No crea nuevos órganos de
autoridad, porque ello rebasaría su naturaleza y materia; sólo crea instancias
jurídicas de definición y actuación, estableciendo un ordenamiento rector de la
coordinación nacional en la materia.
El Sistema Nacional de Seguridad Pública no es el responsable directo de la
seguridad pública, sino sólo de promover, encauzar y evaluar la coordinación de
las instituciones responsables. Frente a las instituciones de seguridad pública de
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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la Federación, el Distrito Federal, los Estados y los Municipios, sólo tiene la
posibilidad legal de fomentar convenios entre ellos o establecer políticas o
lineamientos que propicien la coordinación entre los distintos niveles de gobierno.
A través del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se fortalece la coordinación
entre los gobiernos federal, estatales, del Distrito Federal y municipales, para
orientar la distribución de los fondos públicos autorizados y reforzar sus esquemas
de seguridad pública, de acuerdo a los requerimientos de cada una de las
poblaciones, conforme a su incidencia delictiva y programas de trabajo
debidamente fundamentados y justificados.
Tal y como lo establece la ley de la materia, actualmente se han sentado las bases
de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, sin embargo es el
momento de aprovechar la enorme infraestructura consolidada, explotar las
grandes bases de datos y registros con los que se cuenta, para que se comiencen
a percibir avances significativos en la lucha contra la delincuencia.
Ya que la inseguridad pública en México se encuentra en pleno crecimiento,
porque a México se le debe observar corno una enorme región delincuencial en
expansión, por el efecto Estados Unidos. Si vernos a la Unión Americana y a
México y hacernos caso omiso de la frontera geográfica lo que nos queda es, una
gran región delincuencial. La venta de droga crece entre los jóvenes y los adultos
mexicanos, el tráfico de armas también lo hace, el robo de autos por igual, la
clonación de tarjetas de crédito se amplifica, el robo predatorio se incrementa: en
microbuses, a negocios pequeños, en cajeros, ahora también dentro de los
centros comerciales, el traslado de personas hacia Estados Unidos etc., en suma
los negocios ilícitos se han vuelto una extraordinaria opción de empleo y de
negocio. Y si a ello le sumarnos que la seguridad pública se ha desregulado, que
el Estado mexicano es un gran productor de pobres, y que sólo reprime a la
delincuencia pero que no acaba con ella. Entonces México enfrenta un terrible
coctel, que no ha empezado a resolver.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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El mismo Estado vive en un plano de inestabilidad en sus niveles de su sistema
económico, político y en su subsistema policía. En su nivel económico no puede
dejar a un lado el neoliberalismo, en su parte política no ha podido reformar los
tribunales del país, mientras para los cuerpos policiacos crece en vez de disminuir
la tentación de negociar la acción penal.
Los altos índices delictivos colaboran para que la percepción ciudadana de la
corrupción y la impunidad sean factores determinantes que anulan el combate a
delincuencia. Para cualquier estrategia de seguridad pública es indispensable la
creación de mecanismos de confianza entre las autoridades y los ciudadanos. Las
circunstancias son graves, es necesario cuanto antes tomar medidas para prevenir
al menos los daños mayores. La peor actitud es negar la existencia del problema o
pretender ocultarlo hay que ver de frente a la realidad y reconocer lo que está
pasando.
El papel de la comunidad y de la sociedad civil es crucial en el combate a la
inseguridad. Una comunidad que ejerce efectivo control sobre su espacio tanto
privado como público es capaz de adoptar medidas eficientes ante el fenómeno
delictivo. En las ciudades europeas se ha organizado la cooperación en forma de
coalición permanente, con independencia del nombre, consejo comunal de
prevención, mesa de concertación, asociaciones etc. La intención es celebrar
contratos que recojan la voluntad de las partes y coordinarse para obtener
resultados comunes.
En el centro de la creciente controversia respecto a si los medios de comunicación
generan violencia o sólo la reflejan, lo que está fuera de toda duda es la capacidad
de influenciar que éstos, en especial la televisión , tienen en la conformación de
corrientes de opinión y en la adopción de determinadas conductas.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Las Instituciones de Seguridad Pública tienen que asumir una actitud más activa,
protagónica y creativa para lograr que los responsables de los medios de
comunicación electrónicos e impresos tengan un adecuado manejo de la
información sobre la seguridad pública, evitando así, la formación de una
percepción ciudadana negativa al respecto.
De esta manera, podemos establecer la primera propuesta específica en materia
de seguridad pública:
Establecer un sistema de carácter nacional de comités de seguridad pública
ciudadanizados, los cuales puedan proponer, evaluar y calificar las acciones
de seguridad implementadas por las autoridades locales y federales, la
forma en que selecciona y capacita al personal operativo que participa en la
seguridad pública, la estructura del sistema punitivo; y aun estar tener la
posibilidad de emitir opinión respecto la emisión de normatividad por parte
de los cuerpos legislativos.
Es necesario fortalecer el poder civil frente a las instituciones de seguridad pública
que habían sido ajenas al control y a la supervisión democrática, para trabajar
ahora bajo un concepto de colaboración y de asistencia.
Los resultados obtenidos por las encuestas nacionales sobre Inseguridad Pública
son una herramienta fundamental para el desarrollo de políticas públicas de
seguridad en prevención y programas para el combate de la delincuencia, de esta
manera autoridades, ciudadanos e Instituciones deben unir esfuerzos para
devolver la seguridad perdida a sus habitantes.
Del mismo modo, resulta indispensable la armonización de los distintos cuerpos
legislativos que aporten al pacto federal, una perspectiva de coherencia y rumbo
respecto a un sistema de seguridad pública equilibrado, es decir que no haga
énfasis en su carácter persecutorio y punitivo del delito, sino contenga elementos
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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de previsión del delito, la reinserción social del transgresor y la cultura de la
legalidad.
Por ello es importante nuestra segunda propuesta específica: Es imperativo y
urgente, promover las reformas jurídicas para el establecimiento de un solo
Código Penal y un solo Código de Procedimientos Penales para todo el
territorio nacional, que implique el mejorar y agilizar el ejercicio de los
recursos destinados a la seguridad pública y la impartición de justicia.
La seguridad pública se gana o se pierde en la colonia, en la manzana, en el
barrio, en el sitio de trabajo y en el ámbito individual o colectivo en que se vive.
Ahí, es indispensable cambiar las estructuras verticales de las policías, por una
policía de acercamiento por barrio y colonia, que le rinda cuentas cotidianas a la
ciudadanía con la participación de un juez cívico, con procedimientos ejecutivos e
inmediatos para combatir los delitos menores y las faltas administrativas a través
del trabajo comunitario y la reparación del daño a la víctima, porque es ahí donde
se podrán detener las carreras delictivas y donde la autoridad debe de establecer
los niveles de seguridad y justicia que los habitantes de cada colonia, de cada
calle y de cada casa, necesitan.
Dado que existe una delincuencia cada vez más organizada y sofisticada, es
imprescindible avanzar en la profesionalización de los cuerpos policiacos. Hay que
prepararlos y equiparlos adecuadamente haciendo un replanteamiento de sueldos,
prestaciones y escalafones, acorde con las necesidades de cada región, de modo
que el policía sienta una seguridad para él y su familia ante los riesgos a que está
expuesto en las actividades propias de su trabajo.
Finalmente arribamos a la tercera propuesta específica en materia de líneas de
acción en políticas públicas:
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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Iniciar un proceso profundo de profesionalización y control ciudadano de la
actividad de los cuerpos policiacos que pase por la selección, preparación,
seguimiento, sanción o promoción de los cuerpos policiacos, esta actividad
pasa desde la confirmación de una base única a nivel nacional con los
registros del personal policial que incluye instituciones privadas; controles
de confianza periódicos e independientes de los gobiernos locales y federal;
mejora de salarios y protección jurídica; y su profesionalización (planes de
carrera).
En la readaptación y reinserción social se debe poner énfasis en la reintegración
social a través del trabajo remunerado y la reparación del daño, impulsando las
reformas necesarias para aplicar sustitutivos de la pena privativa de la libertad y
condena condicional, junto con la creación de un entorno social de apoyo a
liberados.
Ahora bien, una vez identificados estos elementos aún queda la tarea más ardua y
difícil por hacer, y es la de intentar salir del círculo vicioso de violencia-inseguridad
pública y hacerle frente a la espiral de la violencia. A partir de las experiencias y
observaciones emanadas de la presente investigación, surgen algunas reflexiones
y consideraciones que se presentan a continuación.
Lo primero a tomarse en cuenta es que, probablemente, el uso de métodos
violentos de ninguna manera resolverá el problema de la delincuencia, por
consiguiente, no restaurará la paz y la seguridad pública. Lo único que se
conseguirá es entrar en la espiral de la violencia, provocando significativas
consecuencias, principalmente en la población civil.
Esta investigación también permitió develar algunos de los mecanismos por los
que la violencia se reproduce y llega a institucionalizarse y en este sentido, al
comprender este proceso, es posible encontrar alternativas que permitan
desmontarla e ir tratando los elementos que participan en ella. Al centrar el tema
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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de la legitimación de la violencia desde una postura interpretativa y en un marco
legal enfatizamos la importancia del lenguaje y el discurso como práctica social y
en este sentido, como constructores de realidades. Al observar los fenómenos
sociales desde esta postura y considerarlos insertos en realidades y contextos
históricamente dados, es posible entender que entonces, que estos fenómenos
son susceptibles de modificación.
Es importante considerar que un nuevo concepto de seguridad ciudadana requiere
una actuación conjunta, de instituciones y organismos colectivos que de forma
coordinada lleven a cabo acciones encaminadas a preservarla, por lo que es
fundamental fomentar la participación y la cooperación ciudadana, los programas
específicos dirigidos a los grupos más vulnerables (personas mayores, niños,
mujeres, etcétera), la asistencia a las víctimas de la delincuencia y tomar las
medidas para incitar a los medios de comunicación a participar en los esfuerzos
para mejorar la situación.
La sociedad debe intervenir y asumir el compromiso mediante su involucramiento
en políticas de refuerzo de los lazos sociales vecinales, fomentando el
conocimiento mutuo y tomando un papel activo para solicitar el rendimiento de
cuentas a las distintas instancias gubernamentales. También es importante educar
a nuestra sociedad en el sentido de infundir valores de justicia, solidaridad y paz
social, es evidente que para no contribuir con la violencia debe de existir
correspondencia entre los valores de las Instituciones y la ciudadanía. Además,
Consideramos que es importante articular programas en los que desde las
escuelas se enseñen las implicaciones y las consecuencias de la violencia e
inseguridad, al mismo tiempo que se promueva la cooperación para enfrentar los
problemas sociales.
Estas propuestas están dedicadas a fomentar las estrategias dirigidas a recuperar
en la ciudadanía la confianza en las diversas instancias de procuración de justicia,
a través de la profesionalización de sus integrantes, la educación en contra de la
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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corrupción, el respeto a los derechos civiles, y finalmente, trabajar
coordinadamente con la ciudadanía.
Las acciones públicas de seguridad deben de caracterizarse por la proximidad, la
inmediatez, la eficacia y las sanciones visibles y garantizadas.
Una política de seguridad debe atender la superación de los vacíos jurídicos que
les permite a los delincuentes evadir a la justicia; es decir, reducir la impunidad. En
lugar de hacer leyes más enérgicas es necesario primero que se cumplan las que
ya están. El Estado tiene en sus manos la aplicación de la justicia; sin embargo,
también está en sus manos realizar un mayor fomento de las medidas preventivas
más que punitivas; pues en algunos países se ha comprobado que la prevención
resulta menos costosa económica y socialmente.
Construir un país en movimiento, es la tarea que sin duda alguna no es sencilla,
pero es el único camino que queda para salir del circulo vicioso de violencia-
inseguridad, inseguridad-violencia. Para que esto sirva desde el ámbito académico
como un componente (probablemente mínimo) del aliciente que ayude a sanar la
herida que la violencia ha provocado, por falta de una seguridad pública capaz de
frenar los males causados por la delincuencia.
“Las Estrategias de Seguridad Pública en México, su Efecto en la Legitimidad del Estado, Evidencia y Simulación, 2000-2012”
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