las lagunas en las lecturas que hizo don quijote

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LAS LAGUNAS EN LAS LECTURAS QUE HIZO DON QUIJOTE Louis Imperiale La cuestión fundamental que planteo en este trabajo se relaciona precisa- mente con las lecturas que Alonso Quijano hizo de los libros de caballería, fuente primaria de sus locuras y de todas sus desconcertadas aventuras ya que «[l]lenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encanta- mentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles» (I-1, 23). 1 Y me pregunto por qué, a lo largo de sus vicisitudes, don Quijote trata de remedar la vida de los caballeros andantes en sus mínimos detalles, especialmente en lo que se refiere al código de caballería, y calla sospechosamente todo lo que se refiere a la vida íntima y amorosa de aquellos intrépidos guerreros. 2 Siguiendo las teorías emitidas, entre otros por Louis Combet y Carroll Johnson trato de proponer mi propia hipó- tesis sobre el impacto que tuvieron las nocturnas y descabelladas lecturas en la conciencia del hidalgo manchego. Conviene recordar que desde el primer capítulo del Quijote, Amadís de Gaula aparece como el héroe predilecto de Alonso Quijano hasta llegar a que su propio nombre sea un calco. Y cuando don Quijote quiere volverse loco de amor, lo hace imitando a su ídolo por excelencia, al que ensalza sobremanera declarando: el famoso Amadís de Gaula fue uno de los más perfectos caballeros andantes. No he dicho bien fue uno: fue solo, el primero, el único, el señor de cuantos hubo en su tiempo en el mundo [… ] Desta mesma suerte, Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera de amor y de caballería militamos. (I-25, 188) Según la tradición, el caballero andante se identifica mediante tres cuali- dades definitorias: por su gran valentía en hechos de armas y observancia del código de caballería (el soldado aguerrido), por su fervor religioso, prácticas católicas y defensa de las virtudes cristianas (el militar cristiano) y por sus altos ideales amorosos (el amante ideal) que casi siempre culminan paradójicamente en copulaciones pecaminosas y francamente obscenas. 3 De los orígenes de Alonso Quijano no sabemos nada a ciencia cierta: nada se indica sobre su linaje, nada sobre sus padres, nada sobre su solar: estamos en un lugar de la Mancha de cuyo nombre el autor-narrador no quiere acor- darse. Don Quijote es hidalgo, de esos «hidalgos escuderiles» (II-2, 451), según la expresión adoptada por los auténticos nobles caballeros, o sea un escudero con todo lo que esto supone como «desabrimientos» (II-74, 861) y

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Las lagunas en las lecturas que hizo don Quijote

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  • LAS LAGUNAS EN LAS LECTURAS QUE HIZO DON QUIJOTE

    Louis Imperiale

    La cuestin fundamental que planteo en este trabajo se relaciona precisa-mente con las lecturas que Alonso Quijano hizo de los libros de caballera,fuente primaria de sus locuras y de todas sus desconcertadas aventuras ya que[l]lensele la fantasa de todo aquello que lea en los libros, as de encanta-mentos como de pendencias, batallas, desafos, heridas, requiebros, amores,tormentas y disparates imposibles (I-1, 23).1 Y me pregunto por qu, a lolargo de sus vicisitudes, don Quijote trata de remedar la vida de los caballerosandantes en sus mnimos detalles, especialmente en lo que se refiere al cdigode caballera, y calla sospechosamente todo lo que se refiere a la vida ntima yamorosa de aquellos intrpidos guerreros.2 Siguiendo las teoras emitidas, entreotros por Louis Combet y Carroll Johnson trato de proponer mi propia hip-tesis sobre el impacto que tuvieron las nocturnas y descabelladas lecturas en laconciencia del hidalgo manchego.

    Conviene recordar que desde el primer captulo del Quijote, Amads deGaula aparece como el hroe predilecto de Alonso Quijano hasta llegar a quesu propio nombre sea un calco. Y cuando don Quijote quiere volverse loco deamor, lo hace imitando a su dolo por excelencia, al que ensalza sobremaneradeclarando:

    el famoso Amads de Gaula fue uno de los ms perfectos caballeros andantes. No hedicho bien fue uno: fue solo, el primero, el nico, el seor de cuantos hubo en su tiempoen el mundo [ ] Desta mesma suerte, Amads fue el norte, el lucero, el sol de losvalientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajode la bandera de amor y de caballera militamos. (I-25, 188)Segn la tradicin, el caballero andante se identifica mediante tres cuali-

    dades definitorias: por su gran valenta en hechos de armas y observancia delcdigo de caballera (el soldado aguerrido), por su fervor religioso, prcticascatlicas y defensa de las virtudes cristianas (el militar cristiano) y por sus altosideales amorosos (el amante ideal) que casi siempre culminan paradjicamenteen copulaciones pecaminosas y francamente obscenas.3

    De los orgenes de Alonso Quijano no sabemos nada a ciencia cierta: nadase indica sobre su linaje, nada sobre sus padres, nada sobre su solar: estamosen un lugar de la Mancha de cuyo nombre el autor-narrador no quiere acor-darse. Don Quijote es hidalgo, de esos hidalgos escuderiles (II-2, 451),segn la expresin adoptada por los autnticos nobles caballeros, o sea unescudero con todo lo que esto supone como desabrimientos (II-74, 861) y

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  • frustraciones: ingresos nfimos, vida ramplona en una remota aldea, comidasfrugales, escasa actividad, lento suceder de los das, y ningn derecho a llevarel don. (ser don Quijote, al igual que Amads, un nio abandonado?)Augustin Redondo observa sagazmente que

    en efecto el hroe aparece desde el principio del texto perfilado como un melanclico.Ideado en una triste crcel, tambin vive recluido en una aldea, desligado de un verda-dero contexto familiar y de un linaje, insatisfecho de su estatus social, ubicado en unlugar desconocido, sin nombre seguro, defraudado de su amor, sin verdadera actividad,entregado al ocio (en un principio solo se dedicaba a la caza), retrado, aislado delmundo y en busca de identidad. Lleva en s todas las particularidades del melanclico.Alejado de la accin, se enfrasca en sus pensamientos y en la lectura y empieza a meditary a soar la vida. Claro est que este contexto no puede sino reforzar su melancolalatente que se transforma en mana libresca. (135-136)4

    Nuestro hidalgo, personificacin de la Cuaresma (por oposicin al carna-valesco y panzudo Sancho), smbolo de abstinencia y maceracin, sigueviviendo con una mentalidad retrgrada, nostlgica de tiempos pretritos, y seenfrasca en la lectura de los libros de caballera. En ellos encuentra ese pasadomtico y exaltador que ya ha dejado de existir. De ese modo compensa la frus-tracin y la inactividad con los sueos heroicos que quiere convertir enrealidad.

    Alonso Quijano lee para aliviar su tormento interior, para evitar el aburri-miento y las continuas obsesiones; se construye un mundo a travs del lenguajey smbolos que constituyen los libros de caballeras y llena su cabeza de aven-turas fantsticas, de caballeros andariegos que con grandsimo afecto abrazanel arte de la milicia corporal, animando la inmortal memoria del arte de caba-llera no menos honestsimo que glorioso (3)5: Amads de Gaula, Orlando,paladn de Francia, Reynaldos de Montalbn, Lanzarote, Cid Ruy Daz,Bernardo del Carpio, Palmern de Ingalaterra, don Galaor (hermano deAmads), don Belians de Grecia (el Caballero de la Rica Figura). Pero cabepreguntarnos por qu Alonso Quijano, en un momento dado de su existencia,se da a la lectura de novelas de caballeras y qu entraaban semejantes histo-rias para llevarlo a la locura. En una magnfica elipsis Cervantes solo nosinforma que del poco dormir y del mucho leer, se le sec el celebro de maneraque vino a perder el juicio (23).

    Alonso Quijano era un cincuentn que viva con un ama que pasaba delos cuarenta (I-1, 21) y con Antonia Quijada, una sobrina que no llegaba alos veinte (I-1, 21). Adems, conoca a una moza labradora de muy buenparecer, de quien l un tiempo anduvo enamorado, aunque segn se entiende,ella jams lo supo ni se dio cata dello. Llambase Aldonza Lorenzo (I-1, 26).

    Un individuo que llega a los cincuenta aos sin nunca haber tenido ni rela-ciones sexuales, ni un cuerpo de mujer entre sus brazos, que reprime todoimpulso ertico, as como la mnima pasin amorosa y sufre de su hipo-viri-lidad, se convierte, a lo largo de los aos en un ser frustrado y enfermizo: enun manitico frentico.6

    Ese hidalgo lector que va perdiendo el juicio ama silenciosamente a unacampesina, y se siente avergonzado de no haberse acercado a ella. Cada dasigue reprimiendo sus deseos e impulsos emocionales. No es que AlonsoQuijano enloquezca por haber ledo demasiados libros; segn lo que explica

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  • Carroll Johnson, el hidalgo se interna en la lectura de los libros en un esfuerzopor no volverse loco, en otros trminos, estaba creando su propia terapia. Contodo, la idea de amar a una mujer del Toboso no explica por qu don Quijoteabandona su hogar. Johnson avanza una hiptesis que podra ser plausible peseal hecho de que no se encuentre nada explcito en el texto cervantino a prop-sito de los sentimientos que don Quijote nutre hacia su sobrina:

    El abandono del hogar se vuelve ms problemtico que nunca si aceptamos la hiptesisunamuniana. Si queremos retener la idea, tan atrayente, de un don Quijote humano comonosotros, tenemos que buscarle otro objeto amoroso, alguna mujer capaz de motivar lahuida de su casa. Es aqu que se nos ofrece la sobrina, cuyo atractivo para su to cin-cuentn, en la intimidad del hogar, est totalmente de acuerdo con la teora cientficacontempornea, que insiste en los trastornos psquicos, tpicos de los hombres de ciertaedad, la famosa crisis de los cincuenta aos (20)7

    Como explica claramente Johnson, vemos que aunque la lectura de tantamateria caballeresca proporciona el contenido especfico de su nueva vida, lanecesidad de cambiar su identidad y lanzarse a ella, en una palabra el acto deenloquecer, se debe a una presin psquica intolerable ante la que han fracasadotodas las defensas ideadas por Alonso Quijano.8 Semejante teora se opone a laque expresaba en su poca Hlne Deutsch, quien, al estudiar la relacin de unamor no correspondido entre Alonso Quijano y Aldonza Lorenzo, refiere quede la libido del hidalgo emerge un tre passif-fminin probablement impuis-sant toute sa vie, chez qui la pr-andropause excitait manifestement le dsirsexuel, mais [] en mme temps provoquait un nouvel accs defforts passifs-fminins (188).9 Semejante lnea de pensamiento la desarrolla aos despusLouis Combet. En efecto, el hispanista francs revela una serie de indiciosque apuntan hacia la hipovirilidad de don Quijote:

    le caractre compensatoire de son hyperactivit dans le domaine social (sa mgalomaniede redresseur de torts); ses difficiles rapports avec Dulcine; galement son tat de cli-bataire (Yo no soy casado ni hasta agora me ha venido en pensamiento serlo II, 22)quinquagnaire et vierge. (365)10

    Segn Combet aquella incapacidad sexual del Caballero de la Triste Figurala encontramos en varios episodios de la novela, en particular cuando la hijadel ventero, metamorfoseada en doncella cortesana, pide al caballero que ladeje besar una de [sus] hermosas manos (I-43 358). Don Quijote replica:

    Tomad, seora, esa mano, o por mejor decir, ese verdugo de los malhechores del mundo.Tomad esa mano, digo, a quien no ha tocado otra de mujer alguna, ni aun la de aquellaque tiene entera posesin de mi cuerpo. No os la doy para que la besis, sino para quemiris la contestura de sus nervios, la trabazn de sus msculos, la anchura y espacio-sidad de sus venas, de donde sacaris que tal debe de ser la fuerza del brazo que tal manotiene. (I-43, 359)En otro contexto, cuando la duea de la duquesa penetra de noche en el

    aposento de nuestro hroe, l defiende su virginidad alegando que es hombrede una sola mujer:

    Dgame, seora doa Rodrguez, dijo don Quijote, por ventura viene vuesa merceda hacer alguna tercera? Porque le hago saber que no soy de provecho para nadie, merceda la sin par belleza de mi seora Dulcinea del Toboso. Digo, en fin, seora doa Rodr-guez, que como vuesa merced salve y deje a una parte todo recado amoroso, puede

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  • volver a encender su vela, y vuelva, y departiremos de todo lo que ms mandare y msen gusto le viniere, salvando, como digo, todo incitado melindre. (II-48, 721)11

    Si nos detenemos un momento sobre Alonso Quijano lector empedernidode literatura caballeresca, notamos que ley muchsimo acerca de la vida delrey Perin de Gaula, de su hijo Amads y de su nieto Esplandin; se enter delas hazaas de Belians de Grecia, de Palmern de Inglaterra, de Reynaldo deMontalbn, de Tristn e Isolda, de Lanzarote y Ginebra, de Rodrigo Daz deVivar. Se adentr el hidalgo manchego en estas aventuras para escapar de larealidad y evitar pensar repetidamente en Aldonza Lorenzo del Toboso o enAntonia Quijada? Es muy probable que con su gran inocencia Alonso Quijanono haya entendido que la lectura era otro tipo de veneno: dicha lectura se con-vierte paulatinamente en una droga que lo lleva al borde de la crisis existencial(la de los cincuenta aos nos dice Johnson). Si nos limitamos en la presen-tacin de hoy (por razones de tiempo) a la lectura de Amads de Gaula cabepreguntarnos qu encontr en aquel libro que lo trastorn ms de lo que estaba.

    En efecto, entre la Introduccin de la obra y el Primer Libro nos ente-ramos, en un episodio muy penetrante por cierto, que la primera noche que elrey Perin de Gaula pasa en el castillo de Garnter de Bretaa se lo introduce(vaya redundancia) a su hija Elisena de tal forma que nueve meses ms tardetenemos a un lindo y valiente hijo natural, et pour cause: el admirable ymagnnimo rey Perin de Gaula tard algunos aos antes de volver a tierrasbretonas que ms tarde tomar el nobilsimo nombre de prncipe Amads deGaula. Tan orgullosa estaba su madre de sus relaciones amorosas con el reyPerin que entreg, abandon a su hijo, Amads Sin-tiempo, (10)12 a lasaguas del ro. Verdad es que luego Elisena (la mala madre, 44) se casa conPerin pero nunca le confes que tenan un hijo (resortes novelescos de lanarracin?) hasta que lo dos le reconocieron aos ms tarde.

    Alonso Quijano devor aquellas pginas con los ojos y ley que aquellaprimera noche Darioleta, la criada/alcahueta de Elisena se fue a negociar conPerin, el cual estaba desnudo en su habitacin, asegurndole que esa mismanoche le iba a entregar a la hija del rey de Bretaa.

    El primer captulo del Amads de Gaula reza as y as ley Alonso Quijano:Como la gente fue sosegada, Darioleta se levant e tom a Elisena as desnuda como ensu lecho estaba, solamente la camisa e cubierta de un manto, e salieron ambas a la huertae la luna haca muy clara; la doncella mir a su seora, e abrindole el manto, catle elcuerpo e djole riendo: Seora, en buena hora el caballero que vos esta noche habr.E bien deca; que est era la ms hermosa doncella de rostro y de cuerpo que entoncesse saba. Elisena se sonri y dijo: As lo podis por m decir, que nac en buena venturaen ser llegada a tal caballero. (7)A raz de un sueo premonitorio que tuvo Perin, despert cuando entraron

    las dos doncellas en su cmera. Oigamos al narrador:[Perin] fue a tomar a su seora entre los brazos, y ella le abraz, como aquel que msque a s misma amaba. Darioleta [la mirona] le dijo Quedad, seora con este caballero;que aunque vos como doncella fasta aqu de muchos vos defendistes y l asimismo demuchas otras se defendi, no bastarn vuestras fuerzas para os defender el uno delotro. (7)

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  • La pgina no tiene, como podemos examinar, nada de beata. Su alusindirecta a la consumacin carnal determina e infunde una nueva conducta al cin-cuentn manchego y crea un universo equvoco de sensaciones y sentimientosextraos, muy peculiar de la literatura barroca. No es de extraar, por tanto,que Alonso Quijano prefiera vivir soando porque tiene miedo de despertar deaquel breve sueo de una mgica primera noche. Elisena (Perin y donQuijote) de seguro murmuraba, si este es sueo haga Dios que nunca yo des-pierte, 13 don Quijote pensaba lo mismo, al igual que la dulce e incrdulainfanta, palabras que recuerdan, desde luego, las de Flor-de-Espina de losinmortales versos del Ariosto (Orlando furioso): Fa, Dio (disse ella), se sonsogni questi, / chio dorma sempre.14 Imagnense al pobre Alonso Quijano,privado de todo calor y caricias femeninos, totalmente inhibido, leyendo esaslneas a la luz de un candil, en una poca de supersticin, ignorancia, oscu-rantismo y amonestaciones inquisitoriales. Alonso no supo o no quiso esta-blecer ninguna frontera entre vida y ficcin, historia y poesa, realidad eilusin: Llevsele la fantasa de todo aquello que lea en los libros (I-1, 23).

    Consideremos a nuestro hidalgo lector, cincuentn que nunca vivininguna relacin sexual, que haba reprimido todas sus emociones por muchoslargos aos, que estaba enamorado de una cierta Aldonza Lorenzo del Toboso,que cada da senta, adems, la presencia fsica del cuerpo de su sobrina, de unajoven de casi veinte aos que el to timiducho no se atreva a tocar, que ola elperfume natural de su sobrina Antonia, que a veces descubra mediante unaojeada indiscreta la punta de un pie, la curva de una pierna, la blancura delbrazo, la piel rosada del hombro o, mxima osada y tortura suprema el cuerpodesnudo de la ingenua sobrina. YAlonso soaba, soaba, soaba y sudaba. Ysegua buscando la inaccesible presencia de un cuerpo mujeril caliente paraacariciar su piel, tocar el volumen del cuerpo. Ese hombre maduro que nuncatuvo a una mujer en su cama, podra desafiar las llamas del infierno a cambiode algunos momentos de intimidad y de xtasis sensuales. Ese hombre quequiere tocar el cuerpo de una mujer, lo tocar muy pronto por cierto, desafor-tunadamente, y ser el de la pcara y fesima moza de venta, Maritornes, en unencuentro nocturno asqueroso, obsceno, crudsimo y lleno de violencia.

    Veamos ahora al esforzado et virtuoso caballero Amads, hijo del reyPerin de Gaula y de la reina Elisena. Pese a su gran valenta e incorruptibi-lidad, el prncipe Amads fue un individuo muy sensible, tmido, muy emotivo,elegaco, lloraba con frecuencia, le llamaban el doncel del mar, beltene-bros, hasta tal punto que maese Nicols el barbero, amigo de don Quijote,prefera a su hermano, don Galaor porque tena muy acomodada condicinpara todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorn como su hermano[Amads], y que en lo de valenta no le iba en zaga (23). Alonso Quijano, elescudero manchego, segua las aventuras de Amads y, en la medida en quevenan editadas y publicadas en libros, crea que fueran autnticas y que lpoda recrear un mundo tan fabuloso y una realidad tan ilusoria.

    Las novelas de caballeras son menos peligrosas por lo que cuentan quepor lo que insinan. Asimismo se relata y don Quijote lo ley que unanoche Amads

    vio a su seora [Oriana] a la lumbre de las candelas, parecindole tanto de bien, que nohay persona que creyese que tal hermosura en ninguna mujer del mundo podra caber; y

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  • ella era vestida de unos paos de seda india, obrada de oro muchas y espesas, y estabaen cabellos que los haba muy fermosos a maravilla, e no los cobra sino con una guir-nalda muy rica. Amads as la vio estremecise todo con el gran placer que en verla hobo,y el corazn le saltaba mucho, que holgar no poda. (67)Toda esta escena est empapada de vibrante sensualidad y emociones pal-

    pitantes, a la luz de las velas la atmsfera de la entrevista toma una dimensinertica que no dejar insensible a Alonso Quijano. Por esta misma razn seorganiz, en el captulo VI del Quijote, el escrutinio de la biblioteca del hroemanchego, lugar pecaminoso de baja perversin e infernal lujuria: era precisopurificar y quemar aquella literatura malvola que destilaba un veneno tansuave. El hroe manchego irnicamente denominado el matador de lasdoncellas por su escudero (II-72, 854) digno mulo de Amads de Gaulaestaba ms fascinado por el carcter mgico de la vida amorosa de Amads(amores apasionados, espontneos pero ilcitos y reprobados por la Iglesia)que por sus proezas guerreras.15 Actos sexuales, instintivos, hmedos, tiernose hipnotizantes que dejan entrever un paraso infernal o un infierno celestial decarcter celestinesco duramente atacado por Juan Luis Vives en su Instruccinde la mujer cristiana o Fray Luis de Len en La perfecta casada. Con todoAlonso Quijano no tena bastante voluntad para rechazar aquellas narracionestan pecaminosas. Soaba, se alteraba, sudaba y se enfermaba cuando lea en elAmads de Gaula:

    Mas quin sera aquel que baste a recontar los amorosos abrazos e los dulces besos, laslgrimas que boca con boca all en uno fueron mezclada? Por cierto no otro sino aquelque, siendo sojuzgado de aquella mesma pasin y en las semejantes llamas encendido,el corazn atormentado de aquellas amorosas llagas podiese dl sacar, aquellas que losya resfriados, perdida la verdura de la juventud, alcanzar no pueden. As que, a este talremitindome, se dejara de lo contar por ms extenso. Pues estando abrazados, sinmemoria tener de s ni de otra cosa, Mabilia, como si de algn pesado sueo los des-pertase, tomndolos consigo, los llev al castillo. All fue Beltenebros aposentado en lacmara de Oriana, donde segn las cosas pasadas que ya habis odo, se puede creer quemuy ms agradable le sera que el mesmo paraso. All estuvo con su seora ocho das,los cuales, si la noche no, todos los tenan en un patio donde los hermosos rboles queos contamos estaban, fuera de sus memorias con el sabroso placer, e todas las cosas queen el mundo decirse y hacerse podiesen. (221)En este segmento la mujer se transforma en el jardn del hombre, le repos

    du guerrier y ocurre lo que tena que ocurrir: en los ocho das de cpulas yorgasmos repetidos, los dos amantes conciben a una criatura fuera de los santosvnculos del matrimonio, el primognito Esplandin.

    Necesitamos aadir ms? Que hara don Quijote por tener un hijo? Elencuentra dentro y fuera de la ponzoosa lectura de las novelas de caballeras,ms all de los memorables torneos y batallas, juegos amorosos, sentimientosde pureza ertica, orgasmos y coitos totalmente vedados. No podemosimaginar que desde el agobiante silencio de su soledad Alonso ardiera pordentro?

    El drama del inadaptado y rstico hidalgo sigue siendo el drama de lasoledad del ser humano: a los cincuenta aos el melanclico Alonso Quijanopodr imitar a Amads en todo salvo en las relaciones amorosas ya que habaperdido la verdura de la juventud.16

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  • Semejante postura lo llevar a lanzarse tras insensatas quimeras, ilusionesy sueos de gloria inalcanzables que le revelarn lo que l saba y que nos dijodesde siempre, a saber, que a los cincuenta aos de edad tena plena concienciade que haba perdido los mejores aos de su vida. Aqu el hidalgo solitarioAlonso Quijano decide convertirse en el ingenioso don Quijote de la Mancha;el resto lo han ledo en el libro de don Miguel de Cervantes.

    NOTAS

    1 Todas las citas del Quijote provienen de la edicin de Tom Lathrop (Newark, Delaware:Juan de la Cuesta, 1998). Entre parntesis se seala el volumen, el captulo y el nmero de lapgina.

    2 Tampoco podemos decir que don Quijote sea un caballero muy cristiano. Como hidalgocatlico, la actitud de don Quijote me parece ms matizada, ms laica, ya que l no reza porprofunda conviccin religiosa, sino (oh supremo sacrilegio!) por imitar a los caballeros andantes(acomete a molinos de viento y embiste contra rebaos de ovejas, combate con el vizcano, liberacaprichosamente a los galeotes, regresa al len a su jaula). El fervor religioso del hroe cervantinoqueda relativamente fro. Como seala cabalmente Mauricio Molho, al acercarse a la Cueva deMontesinos, don Quijote se encuentra con una infinidad de grandsimos cuervos y grajos quedieron con [l] en el suelo. El narrador aade el siguiente comentario: Si l fuera tan agorerocomo catlico cristiano, lo tuviera a mala seal (II, 22). Conviene observar que ni una sola vez entodo el libro ese catlico cristiano se nos aparece oyendo misa, ni haciendo la seal de la cruz:no se persigna ante los grajos de la cueva, como tampoco ante el demonio que abre el cortejo deMerln en la cacera del Duque (II, 34-35). El episodio de don Quijote en Sierra Morena (I, 26),comentado ya por Amrico Castro en su da es tambin sintomtico de un comportamiento ms bienirrespetuoso ante las cosas de Dios. Se ha quedado don Quijote en la Sierra para imitar la locura deRoldn y de Amads: est solo en paos menores, preguntndose cmo mejor podra remedar losmodelos de la caballera andante: Ea, pues, mano a la obra: venid a mi memoria, cosas de Amads,y enseadme por donde tengo de comenzar a imitaros. Ms ya s que lo ms que hizo fue rezar yencomendarse a Dios, pero qu har de rosario que no le tengo? En esto le vino el pensamientocmo le hara, y fue que rasg una gran tira de las faldas de la camisa, que quedaban colgando, ydiole once udos, el uno ms gordo que los dems, y esto le sirvi de rosario el tiempo que allestuvo, donde rez un milln de avemaras. Castro comenta al respecto: Si el paal astroso de donQuijote sirve para rezar en l un milln de avemaras, poca importancia tienen para el autor elrosario y las avemaras. Ni Lope ni Quevedo se habran atrevido a tal profanacin. Adems, por serla camisa prenda interior, deba, de seguro, cubrir y rozar las vergenzas de don Quijote. (Sobre todaesta problemtica cf. Mauricio Molho, El sagaz perturbador del gnero humano: Brujas, perrosembrujados y otras demonomanas cervantinas, Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society ofAmerica, 12.2 (1992): 21-32.

    3 Vase lo que observa Daniel Eisenberg, A Study of Don Quixote. Newark, Delaware: Juan dela Cuesta, 1987, 28 n. 69).

    4 Augustin Redondo, La Melancola y el Quijote de 1605, Otra manera de leer El Quijote(Madrid: Castalia, 1998).

    5 Garci Rodrguez de Montalvo, Amadis de Gaula (Mxico D.F.: Porra, 1985. Primeraedicin, Zaragoza, 1508). Se citar a partir de esta edicin.

    6 Hablando acerca de la melancola de don Quijote, Redondo apunta que [c]uando el humornegro ha excedido su grado de equilibrio, el melanclico puede venir a ser manitico con fiebrey furioso, precipitndose sobre los dems, posedo de un fuerte enojo, y es capaz de matar. Subiendoun grado ms, aparece el delirio febril que puede desembocar en la muerte (Otra manera de leerel Quijote, 129). En cuanto al trmino ingenioso usado con la acepcin de maniaque frn-tique, cf. Louis Combet, Ingenio et mania: propos du vers 315 de Fuente Ovejuna de Lopede Vega Actes du VIIIe Congrs National des Hispanistes Franais de lEnseignement suprieur.Grenoble: Universit des Langues et Lettres, 1972.

    7 Carroll Johnson, La construccin del personaje en Cervantes, Cervantes: Bulletin of theCervantes Society of America, 15, (1995): 8-32.

    [7] Las lagunas en las lecturas que hizo don Quijote 497

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  • 8 Parece que mediante su prctica inmoderada de la lectura, Alonso Quijano buscaba apartarseimaginativa y fsicamente de la presencia de aquella mujer refugindose en una lectura solitaria, casisilenciosa, pero siempre obsesiva, defensa que por desgracia no funciona, lo que conduce a laltima y ms terrible defensa de que somos capaces los seres humanos: apartarse mentalmente deaquella mujer y de toda aquella vida refugindose en la psicosis, y fsicamente abandonando la casay lanzndose al campo libre (Johnson, La construccin del personaje en Cervantes, op. cit., 21).

    9 Hlne Deutsch, Don Quichotte et le don quichottisme (1937), La psychanalyse desnvroses et autres essais. Pars: Payot, 1965. Vase tambin Xavier Domingo, Ertica hispnica,Pars: Ruedo Ibrico, 1972, 58.

    10 Louis Combet, Cervants ou les incertitudes du dsir. Une approche psychostrcturale deloeuvre de Cervants. Lyon: Presses Universitaires de Lyon, 1983.

    11 Combet comenta atinadamente que [l]a vertu de don Quijote est mieux protge par sonincapacit virile que par sa fidlit Dulcine (Cervants ou les incertitudes du hasard, op. cit.,366). En cuanto al idealismo quijotesco enteramente dedicado a la sin par Dulcinea queda muydenigrado por el mismo Sancho ya que nadie mejor que l sabe precisamente quin es aquellamoza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, Aldonza Lorenzo. Vehemente e irrespetuosoSancho le espeta a su amo: dnde se ha de sufrir que un caballero andante, tan famoso comovuestra merced, se vuelva loco, sin qu ni para qu, por una ? No me lo haga decir la seora,porque por Dios que despotrique y lo eche todo a doce, aunque nunca se venda (I-25, 197).Tampoco tiene mucho fundamento racional la actitud de don Quijote cuando llega con su escuderoal Toboso y decide esperar, sin lgica aparente, hasta la medianoche antes de aventurarse por lascalles del pueblo.

    12 Amads de Gaula, op. cit.13 En su estudio magistral sobre La primera noche, Elena Catena observa que La primera

    noche es el primer encuentro, literalmente la primera toma de contacto sensual y sexual de unapareja humana (Eros literario, Actas del Coloquio, Madrid: Facultad de Filologa de la UniversidadComplutense, 1988, 215)

    14 L. Ariosto, Orlando Furioso, XXV, 609 (Miln: Vallardi, 1944)15 Por ms explicaciones descabelladas que le diera don Quijote, el repolludo y lujurioso

    Sancho tena muy clara la deficiencia viril de su amo. En casa de don Antonio Moreno, Sanchoobserva que su amo sigue muy poco el cdigo de caballera al ejecutar su bailador ejercicio:Pensis que todos los valientes son danzadores, y todos los andantes caballeros bailarines? Digoque si lo pensis, que estis engaado. Hombre hay que se atrever a matar a un gigante antes quehacer una cabriola. Si hubirades de zapatear [en el sentido de joder], yo supliera vuestra falta, quezapateo como un gerifalte. Pero en lo de danzar no doy puntada [otro efecto cazurro] (II-62, 807).Por otra parte, al finalizar la entrevista con Altisidora el socarrn Sancho subraya nuevamente laincapacidad sexual del amo y enuncia sentencioso: Mndote yo, dijo Sancho, pobre doncella,mndote, digo, mala ventura, pues las has habido con un alma de esparto y con un corazn deencina. A fee que si las hubieras conmigo, que otro gallo te cantara! (II-70, 847). Vase todo lo quese dice al respecto en el estudio de Monique Joly, Erotismo y marginacin social en la novela cer-vantina, Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America, 12.2 (1992): 7-19. Cf. tambin,Alfredo Baras Escol, Una lectura ertica del Quijote, Cervantes: Bulletin of the Cervantes Societyof America, 12.2 (1992): 79-89.

    16 Con relacin al estado psicolgico de don Quijote, Redondo observa que: El melanclicoest pues dominado por la tristeza, la pesadumbre, el miedo. Y entre las causas que provocan eldesequilibrio est un intenso deseo ertico insatisfecho (Otra manera de leer el Quijote, op. cit.,129). Aludiendo al episodio de la cueva de Montesinos, Combet enuncia la penosa verdad sobre elimposible e irreal encuentro entre don Quijote y Dulcinea: La tonalit burlesque ne doit pasmasquer ce qui est ici lessentiel: la froideur de la relation entre les deux amants. Don Quichotte etDulcine nont pas grand chose se donner (Cervants ou les incertitudes du dsir, cit., 381).

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