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Las lámparas de bajo consumo Marzo de 2011

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Las lámparas de bajo consumo

Marzo de 2011

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Indice

1.Introducción

2. Las lámparas de bajo consumo2.1- Composición2.2- Cómo funcionan2.3- Por qué consumen menos

3. Ahorro global: Argentina y el impulso del PRONUREE

4. Iluminación artificial: legislación argentina.

5. Controversias sobre el uso de las lamparas de bajo consumo.

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1. Introducción

En diciembre de 2007, el Gobierno Nacional, anunciaba públicamente la implementación del PRONUREE, un programa que buscaba conseguir un uso más racional y eficiente de la energía en el país. Una de las medidas que integraba ese programa fue el canje gratuito de lámparas de bajo consumo por las tradicionales incandescentes. A partir de entonces, las lámparas de bajo consumo cobraron plena visibilidad ante todos los argentinos, generando, por supuesto, adhesión, asombro, dudas, desconfianza y hasta temor.

A partir de entonces, la gente supo que las lámparas fluorescentes compactas (LFC) o

lámparas de bajo consumo utilizaban entre un 50 y un 80% menos de energía que una lamparita normal incandescente para producir la misma cantidad de luz, que cuestan siete veces más, sí, pero, también, que suelen durar, en promedio, hasta 10 veces más. A pesar de eso, la inercia social volvió a mostrarse una vez más y la gente mostró reticencia al cambio. Esta resistencia no sucedió ni sucede sólo en Argentina.

Cada cambio tecnológico conlleva renuencia. La frase “más vale malo conocido que bueno por conocer” no pierde protagonismo a lo largo de la historia, a pesar de todas las mejoras que ha demostrado el desarrollo tecnológico mundial. Y este caso no fue la excepción. Sin embargo, a pesar de todas las controversias que se han generado a nivel mundial respecto de desechar las lámparas incandescentes y reemplazarlas por las de bajo consumo, las LFC han ganado terreno al punto tal de que en varios países, incluyendo Argentina, está prohibido comercializar lámparas incandescentes.

¿Por qué razón consumen tanto menos? ¿Generan realmente ahorro? ¿Benefician o

perjudican al medio ambiente? ¿Es peligroso para la salud usar lámparas de bajo consumo? En el presente informe, intenta responder estos y otros interrogantes.

2. Las lámparas de bajo consumo

Las lámparas compactas fluorescentes o LCF son un tipo de lámparas que utilizan la tecnología que, tradicionalmente, usaban los tubos fluorescentes pero con dos grandes diferencias que hacen a la mejora que permitió la popularización de su uso.

En primer lugar, las LFC adaptaron su conexión replicando los casquillos que se utilizan en las lámparas incandescentes, que son los que responden a la llamada rosca Edison normal (E27) o pequeña (E14).

En segundo lugar, fue el reemplazo de los balastos magnéticos o cebadores (transformadores usados para su encendido) por otros electrónicos. Esto fue lo que permitió la eliminación del parpadeo y el encendido retardado que, anteriormente, presentaban los tubos fluorescentes.

FUNDELEC

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Uno de los logros del mercado de las LFC fue lograr adaptar su conexión

utilizando la misma rosca que las lámparas incandescentes.

Las lámparas modernas tienen un balastro electrónico que permite que

el encendido sea instantáneo.

2.1. Composición

Normalmente, están conformadas por tres partes: el tubo fluorescente, el balasto o balastro electrónico y el casquillo.

El tubo tiene alrededor de 6 mm. de diámetro y puede estar doblado en forma de “U” invertida o en forma de espiral. Su longitud depende de la potencia en watts que tenga la lámpara. A ambos extremos de la lámpara, hay dos filamentos de tungsteno cuyo objetivo es calentar los gases inertes que están dentro del tubo, como el argón. Junto con los gases inertes, el tubo también contiene vapor de mercurio. Mientras que las paredes del tubo se encuentran recubiertas por dentro con una delgada capa de fósforo.

El balastro electrónico es el que permite que el encendido de la lámpara sea instantáneo, aunque su potencial lumínico total será adquirido unos segundos después de haber sido activada. Se encuentra en la base de la lámpara, entre el tubo fluorescente y la rosca metálica, y no es visible porque está en su interior. El balastro es el que suministra la tensión o voltaje necesario para encender el tubo de la lámpara y regular, posteriormente, la intensidad de corriente que circula por dentro del propio tubo después de encendido. Esta tecnología, sin embargo, es uno de los dos adelantos que le permitieron a la LFC dar el salto a la masividad.

Casquillo. Es la rosca metálica, sin más, que permite la conexión eléctrica de la lámpara en cualquier portalámpara existente utilizado por las anteriores lámparas incandescentes. Es decir que las LFC no necesitan reemplazar los portalámparas de las conexiones eléctricas de cualquier hogar.

Casquillo Tubo

Balastro

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Hoy en día, las lámparas de bajo consumo utilizan un 80% menos de energía y pueden durar hasta 12 veces más, ahorrando así dinero en la factura eléctrica, sobre todo en el caso de las empresas del Interior del país que tienen tarifas más altas, y para aquellos usuarios que tienen muy alto consumo.

2.2. Cómo funcionan

Cuando se enrosca la LCF en un portalámpara y se acciona el interruptor de encendido, la corriente eléctrica alterna fluye hacia el balasto electrónico, donde se origina una corriente alterna con una frecuencia que llega a alcanzar entre los 20 mil y los 60 mil ciclos por segundo.

La función de esa frecuencia tan elevada es disminuir el parpadeo que provoca el arco eléctrico que se crea dentro de las lámparas fluorescentes. De esa forma, se anula el efecto estroboscópico que normalmente se crea en las antiguas lámparas fluorescentes de tubo recto que, a diferencia de las LFC, funcionan con balastos electromagnéticos (y no electrónicos).

Desde el mismo momento en que los filamentos de una lámpara CFL se encienden, el calor que producen ionizan el gas inerte que contiene el tubo en su interior, creando un puente de plasma entre los dos filamentos. A través de ese puente se origina un flujo de electrones, que proporcionan las condiciones necesarias para que se encienda un arco eléctrico entre los dos filamentos. En este punto del proceso, los filamentos se apagan y se convierten en dos electrodos, cuya misión será la de mantener el arco eléctrico durante todo el tiempo que permanezca encendida la lámpara. El arco eléctrico no es precisamente el que produce directamente la luz en estas lámparas, pero sí es el que permite que se produzca ese fenómeno.

Los balastros electrónicos de las actuales LFC generan una corriente a una frecuencia tan elevada que elimina el efecto parpadeo que tenían las antiguas lámparas fluorescentes.

Casquillo electrodos:

Son emisores de electrones

Tubo de cristal:Posee un revestimiento interno de fósforo

Electrodos: En el interior se crea una atmósfera de argón y vapor de mercurio que, gracias a los electrodos, provocan una reacción en el revestimiento y lo convierte en luz.

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La única y determinante misión del arco eléctrico será la de mantener el proceso de ionización del gas inerte. De esa forma los iones desprendidos del gas inerte, al chocar contra los átomos del vapor de mercurio contenido también dentro de tubo provocan que los electrones del mercurio comiencen a emitir fotones de luz ultravioleta. Dichos fotones, cuya luz no es visible para el ojo humano, chocan contra las paredes de cristal del tubo recubierto con la capa fluorescente, provocando que los átomos de fluor emitan fotones de luz blanca, que sí son visibles para el ojo humano, haciendo que la lámpara se encienda.

2.3. Por qué consumen menos

Debido a su tecnología, las lámparas de bajo necesitan menos energía para producir la misma luminosidad que una lámpara incandescente.

La razón es porque una lámpara incandescente desperdicia mucha de la energía utilizada en calor que se disipa. Una de las pruebas es que si alguien toca sin protección una lámpara incandescente cuando está encendida o recientemente apagada seguramente se quemará.

La lámpara incandescente, se basa en la emisión de luz a través de un filamento de tungsteno, que se vuelve incandescente al paso de la corriente eléctrica. La mayor parte de la energía se convierte en calor y no en luz: el 94% de la energía de una lámpara de 100 Watts, se pierde en calor sin que ello reporte ningún beneficio lumínico.

Esta incandescencia, lógicamente, disminuye su vida útil. Por eso las lámparas comunes tienen, dentro del bulbo de vidrio, gases como el nitrógeno y el argón para reducir la evaporación del metal y así prolongar su vida útil. No obstante, duran entre ocho y doce veces menos que las de bajo consumo.

Por otra parte, en las LFC, el encendido y apagado más frecuente no aumenta su consumo sino que disminuye su vida útil, por eso es más conveniente colocarlas en lugares en donde están encendidas durante tiempos más prolongados.

En tanto, su vida útil puede llegar a su fin en forma repentina (no funciona más de golpe) o ir “apagándose” de a poco, perdiendo progresivamente su capacidad de luminosidad.

3. Ahorro global: Argentina y el impulso del PRONUREE

A fines de 2007, el Gobierno Nacional implemento el Programa Nacional de Uso Racional y Eficiente de la Energía. Entre las medidas que lo conformaban, se anunció que el estado se encargaría de llevar adelante un plan de canje de lámparas incandescentes por otras de bajo consumo. Este plan, a su vez, constaría de dos etapas, una correspondiente a 2008, en la que se cambiarían unas 5 millones de lámparas, y una segunda etapa, de 2009 a 2010, en la que

El encendido y apagado más frecuente no aumenta su consumo sino que disminuye su vida útil.

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se sustituirían otras 20 millones, diez en cada año.

Este parte del programa global apuntaba a reducir 2.050 GWh anuales y una potencia de 1.200 MW en el consumo eléctrico instantáneo.

En un reciente comunicado, el Ministerio de Planificación Federal, anunció a fines de marzo de 2011, que el PRONUREE lleva entregadas con éxito 23 millones de lámparas de bajo consumo, a nivel nacional, que llegaron a un total de 6,5 millones de hogares argentinos. En el mismo informa, el gobierno destacó que esto permite un ahorro de entre 600 y 700 MW de potencia de consumo instantáneo, algo que, hoy en día, ronda el 3 por ciento del consumo nacional.

A pesar de no alcanzar a los valores anunciados oportunamente, a estos datos habría que sumar el crecimiento en las ventas de las lámparas de bajo consumo en Argentina: antes del 2007, se comercializaban unas 16 millones de lámparas; en 2010, en tanto, se vendieron 44 millones, configurando un incremento en las ventas del 175 por ciento.

En este sentido, se estima que el reemplazo voluntario que ha realizado el usuario residencial bajo su propia inversión, estaría produciendo un ahorro extra cercano al 7 por ciento.

Asimismo, a partir de enero de 2011, está prohibida la venta de lámparas incandescentes, razón por la cual, se estima que el crecimiento del mercado de las LFC seguirá creciendo.

4. Iluminación artificial: legislación argentina

Según datos de Greenpeace, Argentina contribuye sólo con un 0,6% al recalentamiento global. No obstante, en un informe que apunta a la necesidad de hacer un uso racional de la nergía, la organización ambientalista señala que, “en el año 2007, las emisiones per cápita de Argentina fueron de 3,7 toneladas de CO2. Esto nos ubica entre los mayores emisores de GEI per cápita en América Latina y mucho mayor a la mayoría de los países del mundo en desarrollo”.

En este sentido, evalúa Greenpeace, “la necesidad de adoptar medidas urgentes en materia de eficiencia, tanto por razones climáticas como por la necesidad de asegurar el suministro energético en Argentina, no nos permite la adopción de programas basados en el 'voluntarismo'. Tenemos un problema: las lámparas incandescentes son de una enorme ineficiencia, el 80% de la energía que consumen se pierde en calor, y tenemos un reemplazo idóneo para ellas… (por eso) la prohibición de la comercialización de lámparas incandescentes es una tendencia mundial”.

El PRONUREE lleva entregadas con éxito 23 millones de lámparas de bajo consumo. Además, las ventas a nivel nacional ascienden a 44 millones de lámparas por año.

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La Unión Europea prohibió el uso de las lámparas incandescentes a partir de septiembre de 2009 y en forma escalonada dependiendo la potencia de las lámparas; Irlanda ya lo había prohibido en enero de 2009; en Australia, quedaron prohibidas a partir de 2010; en Canadá, se hará efectiva la prohibición en enero de 2012; y en EE.UU. rige ya en algunos Estados con la intención de que, en los próximos diez años, esté vigente en todo el país. Rusia, al igual que Europa, diseñó una prohibición escalonada que empezó en 2011 con las lámparas de 100 w., proseguirá en 2013 con las de 75 w. y culminará en 2014 con las de 60 w. Otro país que se plegó a la erradición de las lámparas incandescentes es Taiwán, que las prohibió parcialmente a partir de 2010 y totalmente, desde 2012.

En América Latina, los países que han avanzado en este sentido han sido Cuba, Venezuela, Nicaragua, Colombia y Honduras.

En tanto, en Argentina, la prohibición de la venta de lámparas incandescentes rige desde enero de 2011.

Dicha legislación, excluye de la prohibición a las lámparas incandescentes cuya potencia sea igual o menor a 25 W, y aquellas cuya tensión nominal sea igual o menor a 50 V, independientemente de la terminación de la ampolla de la lámpara, éstas incluyen aquellas que suelen utilizarse en electrodomésticos (hornos microondas, hornos convencionales y heladeras).

5. Controversias sobre el uso de las lámparas de bajo consumo

Ya se vio que el uso masivo de las lámparas de bajo consumo es un fenómeno mundial. Pero, como con todo cambio, la obligatoriedad, en algunos casos, del uso de las LFC causó oposición, temores y resistencia en los usuarios. Algunos de esos temores son que las LFC causan migrañas, afecciones en la piel o que, al contener mercurio, si se rompen puede ser peligroso para las personas que están dentro de la habitación.

Respecto a las posibles migrañas causadas por la exposición a la luz emitida por estas lámparas, la directora de la Asociación de Acción contra la Migraña de Inglaterra aseguró que no existe evidencia científica de que la exposición a las LFC aumente la aparición de migrañas. En este sentido, es sólo un temor planteado por los usuarios que se ha investigado pero que no podido ser confirmado en los estudios realizados en este sentido.

Sobre la posible afección en la piel de personas con extrema sensibilidad a la exposición solar, la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA), esclarece esta cuestión: el nivel de radiación ultravioleta que producen estas lámparas es bajo, y menor que el de fluorescentes tradicionales, por tanto, su sustitución no parece peligrosa.

Desde enero de 2011, en Argentina está prohibida la comercialización de lámparas incandescentes con una potencia superior a 25 watts.

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Otro argumento en contra de la proliferación de estas lámparas ha sido su contenido en mercurio, metal pesado altamente tóxico. Según los especialistas, una lámpara contiene poco más de cinco miligramos de mercurio, cantidad sumamente inferior a los tres gramos que puede contener un termómetro familiar. Asimismo, los investigadores recalcan que la exposición al mercurio no es aconsejable para nadie, pero que si una bombilla de estas características se rompe en casa, al contener tan poca cantidad de este metal, no supondrá un problema para la salud.

El problema podría estar en exposiciones prolongadas, si no se recogiera adecuadamente. Por esta razón, tanto el ministerio británico de medio ambiente, como la EPA, recomiendan que si las lámparas se rompen, desalojar la habitación, recoger los pedazos en el momento y con cuidado de que no queden restos, y ventilar la habitación por el lapso de 15 minutos.

Para aquellas personas sensibles a alergias o con tendencia a afecciones en la piel, se aconseja no utilizar aspiradoras automáticas para recoger los restos y evitar inhalar el polvo. Asimismo, se recomienda el uso de guantes para recoger los restos de la lámpara y embalar bien los vidrios para evitar lastimar a quienes manipulan las bolsas de basura.

Por otro lado, en cuanto a la liberación de mercurio al medio ambiente, en las lámparas de bajo consumo es cuatro veces menor respecto de las lamparitas incandescentes: la iluminación artificial libera leves cantidades de mercurio a la atmósfera. Dado que las LFC consumen mucha menos energía, también se reduce la emisión de este metal. Mientas el uso de una lámpara incandescente puede requerir la liberación al ambiente de 10 mg de mercurio, una fluorescente requiere la liberación de 2,4 mg, lo cual implica beneficios adicionales para el ambiente.

Por otra parte, el Comité Científico de los Riesgos Sanitarios Emergentes y Recientemente Identificados (CCRSERI), del Área de Salud Pública de la Comisión Europea sostiene que “no existen pruebas que demuestren que el parpadeo y los campos electromagnéticos de las lámparas compactas fluorescentes constituyen un riesgo para los individuos sensibles”. Asimismo y respecto de las enfermedades cutáneas para las personas de extrema sensibilidad a la luz, aconsejan el uso de “las lámparas de doble envoltura (ya que) mitigan los riesgos en estos pacientes fotosensibles”.

Por último, algunas personas afirman que la potencia teórica de las LFC no es la que se dice, y que iluminan menos de lo que se anuncia en las etiquetas. Esto muchas veces es cierto: sin embargo, esto se debe a que muchas marcas de lamparitas etiquetan sus productos con una potencia sensiblemente mayor a su potencia real. Pero esto es un problema de la falta de control de calidad, y no de la tecnología en sí.

Las asociaciones de salud del mundo descartan que el uso de las LFC sea nocivo para las personas, pero aconsejan ventilar 15 minutos el ambiente si se rompiera una de ellas y su recolección diferenciada cuando entran en desuso.

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Envoltura simple Doble envoltura

Oportunamente, el INTI publicó los resultados de un análisis en el que se evaluó una muestra de 600 lámparas de distintas marcas que comercializan en Argentina.

En base a ese estudio, el Laboratorio de Luminotecnia del Centro INTI determinó que las lámparas de muchas marcas no cumplían con la potencia eléctrica o la vida útil especificada en el envase. Así, el INTI determinó que las lámparas que mayormente cumplían con lo prometido en sus envolturas eran, en este orden, las de Philips, Sylvania, Osram, GE y Alic.

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