las paradojas de la identificación* · 200 e. montero moliner flexionar con ustedes sobre los...

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Las paradojas de la identificación* Es posible que muchos de ustedes, cuando se han enterado de que me voy a ocupar de la «identificación”, hayan pensado que se trata de la que protagoniza el estudio de Strawson sobre los individuos. Y, cierta- mente, en buena medida no se habrán equivocado. Pero quisiera preci- sar que no es mi intención atenerme de modo estricto al espléndido tra- bajo del profesor de Oxford, desplegado en su libro IndividuaL. Mi pro- pósito es ampliar su tratamiento de la identificación y dramatizar algu- nos aspectos del problema que no fueron considerados por él. Es decir, recurriré a otras fuentes de información que no fueron consignadas en su obra, pero que ponen de manifiesto algunos elementos importantes del problema. Y que son elementos paradójicos porque contribuyen a crear una falsa creencia en la racionalización que se realiza mediante la identificación. Pues quisiera sugerir que ésta, la identificación, está lejos de constituir un recurso plenamente racional con el que ponemos en or- den nuestro trato con las cosas. De manera tal que, cuando identificamos un individuo, queda en el fondo de su objetividad un núcleo de irracio- nalidad que sostiene, en definitiva, la individualidad estricta y que la ha- ce paradójica. Pues una paradoja es, en cualquier caso, una creencia ficti- cia. Ciertamente, entre los griegos la doxa era una forma de conocimien- to inferior a la plena diánoia. Pero también encierra una guome, una in- íerpretación que adopta visos de verosimilitud. Y, en nuestro caso, es oportuno hablar de la opinión que tenemos sobre la individualidad pues, como intentaré precisar, ésta no se constituye mediante una rotunda ra- cionalidad. Por tanto, quisiera ocuparme de las trampas que encierra nuestra creencia en los individuos. O, dicho de otra manera, quisiera re- () Texto de la conferencia pronunciada en la. inaugar-ación del cur-so 198 7-88 en la So- ciedad Española de Filosofía (12-XI-87). Anales del Seminario de Mcta fisica, XXI J. 1987-88. EJ. Universidad Complutense. Madrid.

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Lasparadojasde la identificación*

Es posible quemuchosde ustedes,cuandose hanenteradode queme voy a ocuparde la «identificación”,hayanpensadoquesetratade laque protagonizael estudiode Strawsonsobrelos individuos. Y, cierta-mente,en buenamedidano sehabránequivocado.Pero quisierapreci-sarqueno esmi intenciónatenermede modoestrictoal espléndidotra-bajo del profesorde Oxford, desplegadoen sulibro IndividuaL. Mi pro-pósito esampliar su tratamientode la identificación y dramatizaralgu-nosaspectosdel problemaque no fueron consideradospor él. Es decir,recurriréa otrasfuentesde informaciónqueno fueron consignadasensuobra, peroqueponende manifiestoalgunoselementosimportantesdel problema.Y que son elementosparadójicosporque contribuyenacrearunafalsa creenciaen la racionalizaciónquese realizamediantelaidentificación.Puesquisierasugerirqueésta,la identificación,estálejosde constituirun recursoplenamenteracionalconel queponemosen or-dennuestrotratocon lascosas.De maneratal que,cuandoidentificamosun individuo, quedaen el fondode suobjetividadun núcleode irracio-nalidadquesostiene,en definitiva, la individualidadestrictay quela ha-ceparadójica. Puesunaparadojaes,en cualquiercaso,unacreenciaficti-cia. Ciertamente,entrelos griegosladoxaeraunaforma de conocimien-to inferior a la plenadiánoia. Perotambiénencierraunaguome,unain-íerpretación queadoptavisos de verosimilitud. Y, en nuestro caso, esoportunohablarde la opinión quetenemossobrela individualidadpues,comointentaréprecisar,éstano seconstituyemedianteunarotundara-cionalidad.Por tanto, quisieraocuparmede las trampasque encierranuestracreenciaen los individuos.O, dicho de otra manera,quisierare-

() Textode la conferenciapronunciadaen la. inaugar-acióndelcur-so 1987-88en la So-ciedadEspañoladeFilosofía (12-XI-87).

AnalesdelSeminariodeMctafisica, XXIJ. 1987-88. EJ. Universidad Complutense.Madrid.

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flexionarcon ustedessobrelos límitesqueencierrala identificacióndelo individual que,en la medidaen quesonignoradoscuandohablamosde los individuos, generanunafalsa creenciaen suevidencia.

Y, aunqueseamuyde pasada,quisierarecordarqueesteasuntode laidentificación de los individuostieneunalargahistoria,puescorrespon-de a unade las aplicacionesdel viejo principio de identidad. El pensa-mientohumanose mueve,en efecto,ainstanciasdelaconviccióndequetodo lo que objetivaha de seruno e idéntico a sí mismo.«Omneensestunumet idem»,dijo FranciscoSuárezen la terceraDisputadometaphysi-ca. Y es que, en efecto,no podemosobjetivar o entenderalgo si no lounificamosdiferenciándolode lo queno es;y si no completamosesauni-¡icación mediantela identificación de sus diversosaspectos.Es decir, sino superamossudiversidadmediantesureducciónaunaidentidadqueestálatenteen ellosy quelos constituyecomocarasde una mismaenti-dad.Por ello la filosofía se lanzódesdesusmomentosinicialesa la bús-quedade la unidade identidadpropiade aquelloque,en cadafasede sudesarrollo,considerócomo el serprimordial de las cosas,Heraclitoyaapelóa la unidadcon quese concilian las oposicionesquetraspasanelcosmos.Parmenidesrecurrióalaunidadde lo enequesuperaladiversi-dady mutabilidadde los aspectosluminososy oscuroscon queapareceesemismoente.Y Platónconsagrósusmássutilesesfuerzosala«gimna-sia’> dialécticaque,en la segundapartedel Parménides,esclareciócómose puededecir la unidad de todo lo que,de formasdiversas,puedeserpensado.Pero fue Aristótelesel quecentróel temade launidaden la in-dividualidad de esto o aquello (tóde tU, de lo que es <‘numéricamenteuno”, esdecir, de laausía. Pueséstaes la entidad, laesenciaprimordial yabsoluta,la queasumeel protagonismoen las varias formascon quepuedeserdicho eí ‘<sen’. Y precisamenteestaunidade identidadde los in-dividuosquepuedensersefialadosdiciendo‘<esto” o ~<aquello»(tóde ti..) esla quereapareceráen el estudiode Strawsontitulado Jndividuals. Sóloquedescargadade todoslos supuestosde la“metafísicarevisionista”(asílahubieratitulado el mismo Strawson)queAristótelespusoenjuegopa-ra “revisan’ lo quees la individualidad desdesus últimas dimensionesontológicas.

Se me permitiráqueen el cursode estaconferenciame atengaa laperspectivade la <‘metafísicadescriptiva”(utilizandootra vez la termino-logía de Strawson)paraexplicar la identificación de los individuos entantoquede ellos hablamosy, mediantenuestrolenguaje,constituimossu individualidad. Pueshe de reconocerqueno puedosustraermedelprejuicio de que las palabrascontribuyende mododecisivo(aunquenoexlusivo) a la constituciónde los objetos, tantoporqueson el vehículoprimordial de la concienciaquede ellostenemos(dicho a lamaneradeHusserl)o porqueasumenla significaciónde las cosaspresenciadaspornuestrasactividadesmundanas(remedandoahoraaHeidegger).

Pero,comoya be advertido,me interesacentrarmeen las paradojas

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queconciernenala identificación delos individuosquepodemossellalaren nuestrocontornodiciendo‘<esto» o ‘<aquello».Y, de entrada,espara-dójica la simplediferenciacióndel individuo con respectoaaquelloqueconstituyesucontorno,susituacióno sumundo.Esdecir, mealarmalafacilidadconquesuponemosqueun individuo poseeunaentidadqueleespropiay queencierradentro de unoslímitesprecisosquele separande lo queno es. Pues,comodecía<‘el Loco” (uno de los protagonistasdelfilm La stradade FedericoFellini) en unahumildepiedrase refleja todoel universo.O, comodijo con másampulosidadLeibniz, «omniaconspi-rant», es decir, en la entidadde cadacosao de cadahechorespiraal uníso-no todo lo queexiste.La piedra mantienesu identidadporqueestá en unplanetacuyascondicionestérmicasy radioactivas,cuyapresiónatmosféri-ca permitenqueexista. Yen la piedra estápresenteel río que la convirtióen un canto rodado,el vientoy el agua que la hanpulido. Una cosacual-quiera essolidaria de una situacióncósmicaqueseextiendehastalas máslejanasestrellas.Porquela Tierra quecondicionala existenciade lapiedraforma parte, a suvez, de una galaxia que requierela existenciade los mi-llonesdegalaxiasquese confabulancon ella en la expansióndel Universomundo. Pero, si queremosejemplosmás dramáticosde esa insercióndelCosmosen cada individuo, tenemosel de los vivientes,en los que la de-pendenciadel medioessuperlativa:en suserse introduceel aire que res-piran, las sustanciasambieñtalesde quesealimentan, la presiónatmosfé-rica que les impide estallar, el contorno que perciben. Y, en eí caso delhombre, esaintegración de su circunstanciaen supropia entidadha sidoreconocidapor numerosospensadores.Ya Aristótelesafirmó que«el almaes, en cierto modo, todoslos entes».A su maneralo repitió Wittgensteinaldecir en el Tractatus <‘yo soy mi mundo».Y Heidegger,apelandocierta-menteal testimoniode Aristótelesparaintroducirsuteoríasobrelaexis-tencia humana (el Dasein), desplegósuanalíticasobrelabasedel hechode que su entidad se despliegasobretodo aquello que constituyesumundo,de formatal queesimposibledarcuentade un serhumanoo decualquierade sus actividadessin constatarla presenciade aquellassi-tuacionesqueforman su contorno.

Con todo ello quiero sugerirque, si la unificación de un individuorealizadamediantesu identificacióncomoestoo aquello suponeel tra-zadodc unafronteraidealquelo diferenciede lo otro, conello se realizaunacierta“trampa” semántica,quedisimulasuradicalintegraciónen elmedioquecondicionasuexistenciay que fingeunaautonomíade suen-tidad comosi sólo tuvieraen si mismolaclavede suser. Puedeserpaté-tico que,diciendo‘<yo», hagaalardede mi individualidad, comosi fuesedecisivamentemía,diferenciabledrásticamentede todolo queforma mimundomaterialy espiritual.Tal vez ello seatambiénprácticoporqueasíjustifico mi responsabilidad,mi libertad, etc. Pero es de temerqueeseuso nominaldel ‘<yo” favorezcala ilusoria convicciónde quedisfruto deunaautonomíaquemehaceserdueñode mi entidad.Es posiblequeel

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mismo Descartesy toda la legiónde cartesianosque,sin reconocersufi-liación, handesfiladopor la historia, hayansido víctimasde esatrampa.Aunque,ciertamente,la arroparoncon otros argumentosmás alambi-cados.

Pero tampocohay que exagerardemasiadolos riesgosquearrastraconsigo la identificación de las cosaso de las gentes.De hechoescapa-mosde suseduccióncuandoexplicamoslo queesun individuoy nosve-mos obligadosa insertarloen un mundo o, lo que es igual, inyectamosesteen su entidadindividual. En realidadlos actosde hablaestándomi-nadosporinfinidad de ficcionessemejantes.Y no sólo cuandohacemosusode metáforas,de símboloso de abstracciones(quetendemosacon-fundir con realidades),sino cuandodecimosalgo tan elementalcomoque ‘<Wellington venció a Napoleónen Waterloo», pasandopor alto losmilesde ingleses,prusianosy francesesquecombatieronen esabatallay quedecidieronsu resultado.

Ahorabien, en el casode la identificaciónde los individuos,¿dequéresortesdisponeel lenguajepara«instituir» susercomo unidadesdistin-tasde lo quees sumundo,a pesardequeesténvolcadosen él y traspasa-dospor susestructuras?¿Quéfacilia lo quehayade ficción en su clan-suraen supropiaentidadindividual,apesardequeéstase halle entretejidacon la presenciade las cosasy situacionesque forman sumundo?

Quisieraesbozaruna solución a estos interrogantesrecurriendoaunadoctrinaqueya puedeserconsideradacomo clásica.Me refiero a ladistinción entrereferenciao denotación(Bedeutung)y sentido ‘Sinn) plan-teadapor Fregeen suconocidoartículo «Sobrela referenciay el senti-do”. Y, recurriendotambién a su manoseadoejemplo de! «Lucerode lamañana»y ‘<Lucero de la tarde»,recordaréque ambasfórmulas nomina-lestienenunacomún referencia,se refierena un objeto idéntico,aunquedifieren en susentido. Es cierto que la mayorpartede las vecesFregeconsideraeí sentidocomo un «pensamiento”,poseedordc un contenidoabstractoquedebeserdistinguido tantodel objetocomo de la «represen-tación” o fenómenopsíquicoque acaececuandose haceuso del nom-bre. Peroconsideromás interesanteotra interpretacióndel sentidoquecl mismo Fregepropone: Se tratade quecl sentidoconsistetambién enel “modo dedarselo designado».Así, en el casodel «Lucerode la maña-na” y «Lucero de la tarde»,es manifiestoqueambasdenominacionesdi-fieren porquecon ellasse da deformasdiferentesel mismo objeto referi-do, que también se da de otra maneracuando se le mencionacomo~‘planeta Venus». En los dos primeros casosse hace presentecomo un«lucero»,es decir, un objeto brillante, que luce por la mañanao por latarde. En cambio,cuandose le denomina«planetaVenus”, su luminosi-dades sólo aludidametafóricamente,al servinculado con la diosade labelleza.Lo que ahorase poneen primer plano es sudonacióncomo unplaneta.Y otra forma de darsedistinta, es decir, poseedorade un nuevosentida, se constituiría si se ¡e denominase«el segundoplanetasolar»,

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haciendoalusióna suproximidad al Sol. Y, si se me permiteunatermi-nologíaque realmenteno utilizó Frege,sino quecorrespondea las co-rreccionesde quefue objetopor partede BertrandRussell,sepodríade-cir quecon esosdistintossentidosse formulandiversasdescripcionesdelmismo objeto, siemprequepor talesdescripcionesse entiendanlas ex-presionesquedancuentade sus manerasde darse.

Puesbien, ateniéndomea la problemáticade la identificación,quisie-ra indagarcómo se puedeexplicar quevariossentidoso descripcionespuedanidentificar un mismoobjeto. Con otraspalabras,¿porquéseha-ce referencia al mismoobjetocuandose le denomina<‘Lucero de la ma-ñana»o «Lucerode la tarde»?Me temo que Frege no facilitó una res-puestasatisfactoriaa estaspreguntas.En rigor, sus escritossólo dancuentade queunamismareferenciaobjetivao, lo quees igual, un mis-mo objeto puedecorrespondera diversossentidos,adiferentesformasdedarseeseobjeto.No dejade sersintomáticoqueen suartículo«Sobrela referenciay el sentido»considereal objeto y su entidadcomo algo<‘presupuesto”(emeVoraussetzungj,como si sufunción aglutinanteestu-viese másallá que lo en él dadoo conocido. Y creoque no resuelveelproblemasurecursoa la «sustitución”mutuade los términosidentifica-bies. En efecto,en un momentode suargumentaciónapelaaunasolu-ción quecreehallar en Leibniz: «Eademsunt,quaesibi mutuo substituipossunt,salva veritate». Es decir, son términosquedenotanun mismoobjeto los que puedenser sustituidosmutuamentedentro de un enun-ciado,dejandoa salvo la verdadde eseenunciado.Portanto, «Lucerodela mañana”y «Lucerode la tarde” hacenreferenciaal mismo objeto por-queen el enunciado«El Lucerode la tardees el planetaVenus”podemossustituir «Lucero de la tarde»por «Lucero de la mañana»,diciendo <‘ElLucero de la mañanaes el planetaVenus»,sin quehayapadecidola ver-daddel enunciado.Sin embargo,creo queFregeno sepercatóde queelprincipio de Leibniz valía sólo para entesabstractos:Lo expusoen unopúsculotitulado «Non inelegansspecimendemonstrandiin abstractis.Peroel Lucerode la tardeo de la mañanaesalgo muy concreto,que sedaen tiemposy espaciosreales.Porello, no valesumutuasustituciónenel enunciado“El Lucerode la tardeseve a las 19 horas>’,puesno esver-dadque el Lucero de la mañana,se veatambiéna las 19 horas. Pero,endefinitiva, todo esetejemanejeno explicapor qué es legítimauna identi-ficación entreel «Lucerode la tarde” y el «tucerode la mañana».Es de-cir, por quésetratade mencionesde un mismoobjeto que,teniendodis-tinto sentido, coincidanal identificarlo.

Sin embargo,no se tratade un problemainédito. Y no estoypensan-do en sussoluciones«metafísicasrevisionistas»,es decir, las basadasenpurasespeculacionesque pretendierancalarhastadimensionesocultasescondidasen la estructuraabsolutade las cosas.Me refiero a plantea-mientosde talantemáspositivo o fenomenológico,peromenossugestio-nadaspor los simplesjuegos de palabras.O más conscientesde que

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estosjuegosde palabrasresponden,en rigor, a la presenciay a la consti-tución de los objetosde quehablamos.Queyo sepa,Hume fue el prime-ro que,dentro de estaorientación, inició una explicación satisfactoriadel problema.En el Libro 1, parte4.» sección2.» del Tratado sobrela na-turalezahumana,cuandoquieredistinguir entrelos objetos y las impre-siones,dice de aquellosqueposeenunacierta«constancia”frenteala fu-gacidadde las impresiones.Pero setratade unaconstancia«ordenada”:«Aquellasmontañas,casasyárbolesquese hallanen estemomentoantemi vistasemehanaparecidosiempreen el mismoorden...”.Luegopre-cisa que ese«orden»impone una«coherencia”o «dependenciaregularentresus diversosaspectos”:«Los cuernoscambian con frecuenctaenposición y cualidadesy, despuésde una pequeñaausenciao interrup-ción,puedenllegar aserdifícilmente reconocibles.Perosepuedeobser-var aquí que, incluso en esoscambios,conservanunacoherenciay tie-nen una cierta dependenciaregular entresí... Esta coherenciaen suscambios,porconsiguiente,esunade las característicasde los objetosex-ternos,al igual quesuconstancia».

Unaconsideraciónmásdetalladay rigurosadelos procesosde identi-ficación sepuedehallar ene1Libro 1, sección4.», capitulo 1.0 dc las Ideaspara unafenomenologíapura de Husserl.Al dilucidar la constituciónin-teligible de un objeto, diferencia,por una parte, las «capasnoemáticas”que registranla valoración que sobreél recae,sus«cualidadesdóxicas”(esdecir, el gradode certezacon que sc le juzga). Y, por otra, señalalaexistenciade un «núcleonoemático”o «sentido”,a saber,el “objetoen elcómode susdeterminaciones’>,el conjuntode rasgosquelo caracterizanydeterminancomoun peculiarobjeto.Y, dentrodeese«núcleonoemáti-co»,aúnseñalalaexistenciadel puro objetocomo«X» o término de refe-renciade la menciónqueen él incide. Esa«X» es,en definitiva, el mero“soporte»delas estructurasqueintegranel «núckonoemático”o «senti-do” y de las formasaxiológicaso dóxicasqueconstituyenlas «capasnoe-máticas»querevistenese núcleo. Puesbien, acogiéndonosal casodel«Lucero de la mañana»,se puededecirque tiene unas«capasnoemáti-cas»decididaspor nuestracertezao dudasobresuíndole de astroo pornuestraestimaciónde su belleza. Un «núcleo noemático” o «sentido»consistenteen suíndole de astroquebrilla por la mañanacercadel hori-zontepor el queasomael Sol. Y todo ello secentraen la referenciaquehaciaél seenderezay queterminaen la pura«X» que lo constituyecomotérminosingularde esadenotación.

Pero lo que importa es examinarel papelque juegaesaestructuranoemáticadel objeto en los procesosde identificaciónque lo determi-nancomo un mismo objeto que aparececon diversosaspectos,dandopie a las descripcionescorrespondientes.Husserllo explicamediantela«combinacióncoherente»de los sentidosconquesedanaentenderesosaspectos.Esdecir, las estructurasqueun objeto muestraen susdistintasapariciones«se sueldanen la unidad de la identidad» porqueregistran

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unacoherenciatal entresusvariadoselementosquejustifica quesetra-te del «mismoobjeto». Pero esa«coherencia”es la quehacequecoinci-dan las respectivasreferenciasquedenotandicho objeto. O, dicho deotra manera,esasmúltiplesdeterminacionesobjetivaspuedenagrupar-se en torno a la misma «2<» queexpresala identidadreferencialqueenellasopei-aporquecasanmutuamentey valencomo carascoincidentesde un solo objeto.Ahorabien, másadelante,en el § 131 de las Ideaspre-cisaráque esa«combinacióncoherente”respondeen cadacasoa la«Idea»queregulecadaunade las especieso géneros,cadaunade las «re-giones»aqueperteneceel objetoidentificado.Por ejemplo,la «coheren-cia” de los aspectosquedebemostrarun insectoparaquedigamosquees«el mismo»cuandoaparececomocrisálida,orugao mariposaestáre-guladapor la «Idea»de la especiede insectode quesetrate.Y, evidente-mente,esa«coherencia»o regularidadde aspectosesdistintacuandoseidentifica una casa desdesusvariadasperspectivaso cuandointeresaidentificar unapersonaalo largode suvida o en diversosmomentosdesuactividad(trabajandoen suoficina, haciendodeporteo reposandoensucasa).En cadaespecieo «región” de sereshayuna«Idea” quefija el ti-po de combinacióno de <‘coherencia”quedebedarseentresusaspectospat-aqueseaglutinenen torno a unaúnica«X”, es decirparaquevalgancomo manifestacionesqueposeanreferenciascoincidentes.

Quisieravolver sobreel casodel «Lucerodela tarde»y del«Lucerodela mañana”,no sólo porque seaun ejemplo clásico, respaldadopor elprestigiode Frege,sino porqueponede manifiestounoselementosquejuegan un papel relevanteen esa«combinación»o «coherencia”de lasdeterminacionesobjetivasque hacen posiblela identificación de un‘<mismo objeto”. Aplicandola teminologíaquehastaaquí seha ido propi-ciando, se puededecir que los distintos sentidosquetienen esasexpre-sionesnominales,en tanto queconstituyendosmodosde dat-seun obje-to, correspondíana lo queHusserlhubierallamado,no sólodossetitidos,sino tambiéndosnúcleosnoemáticos,revestidospor lacualidad noemá-tica de la <‘certeza” de quesetratade un mismo astro.Y la identidaddereferenciaque,segúnFrege,animabaa las dos expresiones,seexpresa-ría en términoshusserlianosdiciendoque esasreferenciasterminan enunamisma«X» quefuncionacomo el mismoy único «soporte»de susva-riadasdeterminacionesnoemáticas.Y, utilizando unaterminologíacuyapaternidadse podría atribuir a BertrandRussell, se podríadecir queesosdistintos sentidoso núcleos noemáticosson, en definitiva, las des-cripcionesqueseexpresancuandoqueremo~identificar eseobjeto.Puesbien, lo queme interesasubrayaresqueentreesasdeterminacionesqueintegran el sentidoo el núcleo noemáticocon quees descrito eí objetoidentificado y quefacilitan por sucombinacióncoherentela identifica-ción del <‘Lucero de la tarde’> y del «Lucerode la mañana»,destacanlasespacialesy temporales.Es decir, todo lo quedigamossobrela semejan-za del aspectovisible delos dosastros,sugiriendosuidentidad,quedará

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definitivamenteconfirmado si reconstruimosidealmentesu órbita, sutrayectoriacomo planetasolary suapariciónpor la mañanao por la tar-de, a consecuenciadel movimiento rotatorio de la Tierra, de forma talque podamosasegurarquesu apariciónpor la mañanaen las proximi-dadesdel Sol levantecoincidecon sunuevaapariciónen la tarde,cercatambiéndel Sol poniente.Esdecir, losparámetrosespacialesy tempora-lesjueganen muchoscasosun papeldecisivoen la identificacióndel ob-jeto. Los lectoresde las novelaspolicíacaslo sabenbien: Paraidentificarel autorde un crimen con un determinadosospechoso,lo primero quehaceel detectivees averiguardóndeseencontrabaéste en el momentodel crimen.

Pero me ha interesadodestacarestacontribución del espacioy deltiempo como determinacionesintegrantesdel sentidoo del núcleo noe-mático quefacilitan la identificaciónde un objeto,no sólo por su impor-tancia intrínseca,sino porqueéstaha sido destacadapor una seriedeautoresinsignes.Ya la hizo constarLocke en el § 3 del capítulo 27 del Li-bro II del Ensayosobre el entendimientohumano.Insistió en ella Kanten el Apéndicede la«Analíticatrascendental”de laCrítica de la razónpu-ra titulado «La anfibologíade los conceptosde reflexión”. Peroha sidoStrawsonel quemásdifusión ha dadoaestateoría en Individuals, ha-ciendode la espacialidady la temporalidadla claveparala identificacióny reidentificaciónde los individuos. Por mi partesólo quisieradestacarque esasdeterminacionesespacialesy temporalesson notasobjetivasque funcionandentro de esa coherenciao combinacióndc los rasgosnoemáticosde un objetopropuestaspor Husserl.Y queentreesosras-gos coherentesno sólo hayquecontarcon los espacialesy temporales,sino contodoslos queconstituyenel sentidoo el núcleonoemóticode unobjeto, de acuerdocon la Idea quemarcalas condicionesde su índoleespecíficao genérica.

Pero,aestasalturas,deborecordarquehabíaprometidotratardc las«paradojasde la identificación»,Y me temo quehaceya un rato que miexposiciónse ha hechoapacibley parecehaberolvidado la crispaciónque encierratodaparadoja.En verdad,ha quedadopendientede solu-ción la que se planteó inicialmente:¿Cómose identifica un individuo,distinguiéndolode lo queno es, si se admitequesuconstituciónes soli-dariade sucontorno,de maneraque lo «refleja” en supropia entidad?¿Cómoidentificar un individuo humanosi su existenciaestáradical-menteproyectadaen su mundo,de modo tal que éstese hacepresenteen lapresenciade suindividualidad?Permítanmeque,en buscade unasolución,trasladeestosinterrogantesalo quehe venidodiciendoen losúltimos minutossobre la constituciónde los individuos identificables.En rigor, las descripcionescon quedemoscuentadel sentidoo del nú-cleo noemáticoquetiene un objeto no han logrado superarsu proyec-ción en el mundoy lacorrespondienteintegraciónde esemundoen suindividualidad.Al decir«Lucerode la tarde”y describirlo queseaelsen-

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tido de esaexpresión,comprometoconello la «tarde»,la situacióncre-puscularen quesehacevisible eseastro,el Solponiente,la luminosidadmortecinaqueexpandepor la tierra, etc.Lo mismoque,al desplegarlasdescripcionesimplícitas en el sentidoo núcleo noemáticode «Felipe U»,tendréque introducir en ellasalos turcosde Lepanto,a los protestantesde los PaisesBajos,a la ArmadaInvencibley a El Escorial.Es decir, todoaquelloqueconstituíasumundo.Pero,si consideramosa la maneradeStrawsonal espacioy al tiempo como elementosfundamentalesde laidentificación,¿noson ambosde por sí estructurascósmicasquecom-prometenla totalidadde la realidadconlo quees temporalizadoy espa-cializado?¿Cómohablarde un tiempoo dc un espaciosin ponerenjue-go la totalidadde los tiemposy de los espaciosquedefinenaaquéllos?

Y, sin embargo,lo que he indicadosobrela teoría de Husserlde lacombinacióny coherenciade las determinacionesobjetivasquehacenposible la identificaciónpuedesolucionaresaparadoja:Los aspectosqueconstituyenun individuo aparecenordenadosy combinadosde ma-neratal queperfilan la individualidad,recortándolafrentea los queres-pondena otrospatronesde coherencia.La peculiaridadde esosaspectoshacequeconstituyansistemasidentificadoresen los quese trazanes-tructurasde proximidady distancia,de coexistenciapermanenteo deevolución progresivaque permiten fijar distincionesindividuales. Escierto queeí ‘<Lucero de la tarde»incluye en susentidola proximidaddelSol, suluz crepusculary los paisajessobrelos quebrilla. Pero lamismadistanciacon queaparecerespectoal Sol estableceentreeííosunaalteri-dad que posibilita su distinción y su identificación por separado.Encambio, la continuidadde la trayectoriade su recorridolo uney fundeconel «Lucerode la mañana»,estableceun ordenentresusdiversasapa-ricionesque significa, en definitiva, su identidadcomo el mismo astro.Pero,además,aunquesu presenciasea solidariadel paisajevespertino,es fácil admitir queesepaisajepuedesersustituidopor otrosmuchos,sin quevaríeel brillo azuladodel Lucero de la tarde,su situaciónconrespectoal Sol ponientey, sobretodo,su cursoen unaórbitaplanetariaquelo identificaconel Lucerode lamañana.Y, en elcasode FelipeII, estambién fácil advertir quesu compromisocon un mundo histórico ogeográficoy condiversassituacionesdel mismono impide suidentifica-ción comoun individuo si se coordinantodosesoselementosmundanosconla iniciativa queradicaen sucornoreidadsingulary queseproyectaen esassituaciones.El sentidode lo quese diga de Felipe II, el núcleonoemáticode su entidadquese describecon su biografía, ha de hacerconstarquesuinserciónen su mundose realizaapartir de unasactivi-dadesque, con cierta continuidad,emergíande su cuernoviviente. Yque, irradiandode él, trazabanlos círculosde un contornoque,por lomismo que se distanciabanprogresivamente,dejabanen el centro laidentidadde supersona.Es posibleque,como se apuntóen un comien-zo, sobrela coordinaciónde las determinacionesqueconfiguranunain-

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dividualidad instituimos la ficción de unos individuos que se recortandrásticamentefrente a su contorno. Es decir, tendemosa concebirlaidentidadindividual comounaentidadqueseaislade sumundo.Es unaficción quetiendeapasarporalto la proyecciónde los individuosen susámbitosobjetivosy quealimentael señuelode mónadasautosuficientesen suser. Sin embargo,aunqueseadmitaquecadaindividuo seproyec-ta esencialmenteen sumundoy quelo representamediantesus propiasestructuras,esposiblereconstruirsuidentidadmediantela coordinaciónycombinaciónde esasmismasestructuras,en la medidaen quetracenlasiluetade un individuo querecorresus diversassituacionesmundanascomo un centropersistentede actividades.

Pero me temoquecon estono se han disipadotodaslas paradojasquegravitan sobrela identificaciónde los individuos.Tal vez sehayaad-vertido queen esteintentode explicarlaidentificacióncomounacoordi-nación y combinaciónde los aspectosdescriptiblesquedeterminanunobjetoy queconstituyensu sentidoc núcleonoemático,he olvidadoalu-dir a la referencia. Es decir, cuandohe consideradola posibilidaddeidentificar el «Lucerode la tarde»conel «Lucerode la mañana»,sólo hecontandocon caracteresintegrantesde susentido o núcleo noemótico.La asimilación entresus aspectosbrillantes, su proximidadal Sol po-nienteo levante,su coordinacióncon unaúnicatrayectoriay su perte-nenciaaunamismaórbita, etc., todoello se reducealo queseha llama-do el «sentido” (en tanto quemodo de dat-sede un objeto),o al nóemacon queentendemoseseastroy que llena sus descripciones.Pero,¿enquéhaquedadola referenciao denotaciónqueapuntabahaciaeseobjetoy queconcluíaen aquellaX o punto de referenciaque“sostenía”losca-racterescon quese ledescribía?¿Esquela identificaciónquereconstru-ye la individualidadde un objetosólo sevale de los recursospropiosdelsentido,de lo quese puededescribirde un objeto?¿Acasola referenciaseresuelvesóloconelementosintegrantesdel sentidoo de lo quehayde in-teligible en su núcleo noemático?¿Equivalenadamás a la coordinaciónque hayaentresusdistintos sentidosy sus correspondientesdescripcio-nes,con tal quese anudenentresí trazandola configuraciónde un obje-to en el quetodosellos coincidan?Entoncesy en definitiva, ¿estabadesobrala distinción queestablecióFregeentreel sentiday la referencia?¿Eséstasólo la coincidenciaentrelos diversossentidasde un objeto,entantoquesuselementossecoordinan haciendopensaren un mismoob-jeto poseedorde los múltiplesaspectosqueregistransusdescripcionesosus diversossentidos?

Sin embargo,quisierasalir en defensade esadistinción entresentidoy referenciay queinsistaen queéstaesalgomásque todolo queintegraelsentido,es decir,ajenaa lo quehayde inteligible en un objetoy lo quede él sepuededescribir. Y quemonteestadefensarecurriendoatestimo-nios de Kanty Husserl.En efecto,el primerode ellos introdujo en la Crí-tica de la razónpura unosapuntessemánticosque,apesarde subreve-

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dad,constituyenunavaliosaaportación a la teoríade la referenciaa laquealudetanto con los términosBedeutregy Beziehungcomo con el.Sinn que,utilizado por Frege,seha traducidocomo«sentido»).Dice asíen el § 23 de la ‘<Deducción transcendentalde los conceptospurosdelentendimiento”que,privadosdelconcursode la intuición sensible,esosconceptos‘<no nos sirven de nada».Son entoncesconceptosvacíos deobjetos,de cuyaposibilidadno podemossiquierajuzgar si no hayintui-ciónquelós represente.«Sólonuestraintuición sensibley empíricapue-de darles sentidoy significación(Sinn und Bedeutung)»(B 148-149).Laequivalenciaentre«referencia”(Reziehung),“sentido” (Sinn) y «significa-ción» (Bedeutung)(siempresobreel supuestode queseconstituyenme-dianteel curso de la intuición sensible)aparececonfirmadapor otrostextosde la Crítica, Así, dentrodel capítulosobreel«Sistemadetodoslosprincipios del entendimientopuro”, dice que«si un conocimientoha deposeerrealidadobjetiva,es decir, ha de referir (beziehen)un objetoy te-neren él mismo significación(Bedeutungy sentido(Sinn), debeserposi-ble quesedéel objetodealgunamanera” (A 155/B 194).Y, comopreci-sa acontinuación,esa«donación”sólo acaecemediantela expenencia.Pero en la páginasiguiente(A 156/B 195) añadeque«lo mismo puededecirsede todoslos conceptos,seanlosquesequiera».Es decir,no sólolos ‘<conceptospuros»del entendimiento,sino tambiénlos ‘<conceptosempíricos»tienen referencia en virtud del cumplimiento empírico. Deotra suerte,seriansimplesmencionesvaciasde contenidoobjetivo. Másadelante,haciael final de la«Analíticatrascendental»,en el capítulodedi-cadoa la distinción entre«fenómenos”y «números»,insiste en que, siprescindimosde las condicionesde la sensibilidad,«desaparecetodasig-nificación (Bedeutung),estoes,la referencia(Bezíehung)haciael objetoyno sepuedecomprendermedianteningúnejemplolo quebajoesoscon-ceptospurosse puedementarpropiamentecomo una cosa» (A 241/B300).

Pareceociosoinsistirdemasiadoen el alcancede estateoría: De porsí los «conceptospuros»del entendimientosonsimples«formasdel pen-samiento»quese pierdenenlavaciedadde níerasfuncioneslógicascuyavalidez consisteen la síntesisquerealizande una diversidadempírica.Pero, sin la aportaciónfenoménicaquela sensibilidadefectúa,los con-ceptosno hacenreferenciaaningún objeto. Estesólo se constituyeco-motal, sólo esreferido cuandoun materialempíricolo hacepresenteco-moun objetodado. Y, como diceen el texto queantesse hareproducido,ello valepara<‘todos los conceptos»:Un «conceptoempírico»,tal comoeíde «roca>’ o «león»,seríaunamenciónvacía,carentede validezobjetiva ode referencia,si no hubieraun repertoriode fenómenosquehiciesequeeseobjetofueradado, esdecir,queseconstituyesecomo un objetoem-pírico propiamentedicho.

Si la teoríade la referenciade Kant secorísagraespecialmentea la di-lucidaciónde las funcionesde los «conceptospuros»y sólo de lejosalu-

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de a los «conceptosempíricos”quellenan nuestrosenunciadossobrelascosas,en el casode Husserlla situación esla inversa:Suteoríadela «re-ferencia»tienequeverprimariamentecon los enunciadosquedancuen-ta de los estadosde cosas <‘die Sachverhalte.)que forman nuestraexpe-riencia mundana.Es decir cogede lleno nuestro manoseadoejemplodel «Lucerode la tarde”,o lo queKant hubierallamado«conceptosempí-ricos’>. Y, en definitiva,vienea decir quesólo hay propiamentereferencia(Beziehung)cuandoe! objeto mentadopor medio de unaexpresiónno-minal se hacepresentegraciasal cumplimientoempírico de esaexpre-sión. Es importanteconsignarqueparaHusserllasexpresionesverbales(lasoracionesy los nombres)tienenpor si mismassignificación (ala quealude medianteel término Bedeutung,).Cuandohablo del «Lucerode latarde” significo algo,doy a entenderalgo que luce en el cielo vespertino.Pero,si me limito aemitir estaspalabrasanteunapersonaqueentiendeel castellano,esamenciónadoleceráde una lamentablevaciedad,aun-queseaaclaradacomo unaalusiónal «planetaVenus”,queestambién el«Lucerode la mañana».El objetoasí mendionado,mediantesimplesjue-gos de palabras,seríasólo un objeto ausente,meramentepensado.Noimporta quesehableasí de algo quepretendeserunarealidadconcreta:Su estrictamenciónconstituirásuobjetividadcon la vaciedadetéreaquetienen las mencionesde entidadesabstractastales como la ~~justicia»,la«verdad»,el «infinito», etc. Sólo que el ‘<lucero de la tarde»pretendeserun objeto realy como tal puedeserdefinido. A pesarde ello, quedarásu-mido en la vaguedadde lo queesaludido como ausente.Aunque seaña-da todos los detallesque se quiera sobre sus caracterescomo planetasolar, seguirásiendo un objeto menesteroso,aquejadopor una funda-mental indeterminación,la de lo que no estáa la vista y, a pesarde loquesediga sobresuconstitución,bien podríaserunaficción. Al nombrecon quese le mencionase le puedeadjudicaruna referencia,por lo mis-mo que significa algo: Pero se trata de una referencia frustrada, insa-tisfecha.

Sólo el cumplimientoempíricosalvaa las expresionesde suvaciedad.Con la experiencia el objeto mentadose hace presente«en persona”.Ciertamentela expresiónpuededecirmás de lo quela percepciónpongaa la vista. Y también cabe la posibilidad de que lo percibido enriquezcanotablementelo que se mencionópreviamentecon respectoal mismoobjeto.Pero,en cualquiercaso,el cumplimientoempíricoda ala simplemenciónuna riquezaqueantesno tenía.Realizala referencia,conviertela dirección objetiva sólo apuntadapor la mención en una auténticamostracióndel objeto.

El análisisde estetránsitode la referenciainsatisfechade las simplesmencionesasuverificación sensiblefuedesarrolladocon prolijidad porHusserla lo largode susInvestigacioneslógicas. Ya en el § 9 de la prime-ra hacenotarque la experienciade un objeto no es esencialpara la ex-presión en cuantotal, ni para suestrictafunción significativa. Es decir,

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la significación no consisteen la trama sensiblequepuedacumplir unaexpresión:es la función objetivantequeanimaa estamisma.Sin embar-go, los actosdel cumplimientoempíricomantienencon la expresión«larelación lógica fundamentalde cumplir (erftillen) (confirmar, robuste-cer, ilustrar) su intención significativa más o menosadecuadamentey,por tanto, de actualizarsureferenciaobjetiva (seinegegenstandlicheBe-ziehungk.Y en el § 5 de la sextaInvestigaciónlógica añade:«...Sinla per-cepción —o un acto que funcione de modo análogo—el mentarseríavano, careceríade diferenciacióndeterminada,seríaabsolutamenteim-posiblein concreto...La percepciónrealiza, pues,la posibilidad dequesedesplieguela mención...con su referenciadeterminada(bestimmtenBe-ziehung)al objeto; por ejemplo,aestepapelquetengo antemis ojos.”

Ahorabien, meinteresadestacardosaspectosde estateoríadel cum-plimíento empírico de las mencionessignificativasque van atener unaespecial importanciapara nuestroproblemade la identificación. Hastaaquí, valiéndomede las teoríasde Husserl y Strawson,habíaadmitidoque varios enunciadospuedenvaler paraidentificar un mismo objetocuandolas diferentesdescripcioneso sentidosque pusieranenjuego secoordinaseno combinasende formatal quediesencuentadedistintas fa-cetascongruentesdel mismoobjeto.Yqueesacongruenciaestabadeter-minada por las leyes propias de la especiede objeto que se estuvieseidentificando. Puesbien, las percepcionesque den cumplimiento a lasexpresionesque entranen juego en un procesode identificación debe-rán coordinarseconéstasparamostrarun objetoquevalgacomo el mis-mo que fuera aludido por dichas expresiones.Es decir, el objeto dadoempíricamentedeberásertambién congruentede alguna forma con elobjeto mencionadoverbalmentepara que aquel seaentendidocomo elmismo de que se estuviera hablando.Sin embargo,hay que recordarque, según Husserl, la coordinación que hacía posible la identificaciónde un objeto por medio de distintasexpresionesteníaquever con susen-tido o núcleo noemático.O, según la versión de Strawson,con los ele-mentosdescriptivosque funcionasenen ellas. De un modo u otro, eraunaidentificaciónbasadaen lo quehabíade inteligible en un objeto. En-tonces,¿cómosepuedeverificar unaidentificaciónentreun objetoexpe-sadointeligentementepor unosactosde hablay esemismo objeto cuan-do semuestraen la experiencia?¿Hastaquépunto hayun saltocualitativo(que, segúnla tradición platónica,podríaser«abismal»)entrelo inteligi-ble y lo sensible,quedificultara la coordinacióno congruenciaquedebenhaberentrelos actosde unay otraclasecuandose fundenpara identifi-car un mismo objeto?

No esésteel momentomásoportunopara intentardilucidar la largahistoria de las avenenciasque se han propuestoentreesosdos planos.Me contentarécon recordarqueHusserl no pareció amilanarseanteelclásico«abismo”quecon frecuenciasehabíaabiertoentreellos, esdecirlo queél denominóel ámbitode la significaciónverbaly sucumplimiento

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empírico. Porel contrario, el hechode queesecumplimientose realizaconstantementevalió paraél como unapruebasuficientede quelasper-cepcionesposeenun sentidoimpletivo (erfallendeSinn) quecasacon lasignificación que anima a las palabras.O sea,que los elementossensi-blesdisponende un sentidoqueesafin con la significaciónverbal.Así, enel § 14 de la primera de las Investigacioneslógicasdice que,<‘cuandolaintenciónsignificativa estácumplidasobrela basede la intuición corres-pondiente;o, con otras palabras,cuandouna expresiónes referida <‘istbezogen)en nominación actual al objeto dado,entoncesseconstituyeelobjeto como dado” en ciertoscasosy nosesdadoen ellos —si la expre-sión se acomodarealmentea lo intuitivamentedado— de la misma ma-nera en que la significación lo mienta. En estaunidad de coincidenciaentrela significacióny el cumplimientode la significación,correspondea la significación, como esenciadel significar, la esenciacorrelativadelcumplimientode la significación; y ésteesel sentidoimpletivo (der erfa-tiendeSinn) y, como tambiénpuededecirse,el sentidoexpresadopor laexpresión”.He de reconocerque una lecturade las Investigacioneslógi-cas no permite aclarar lo que seaese«sentidoimpletivo». Sin embargo,no es difícil salvaresaomisión considerandola riquezade estructurasque el mismo Husserl, en su obra póstumaExperienciay juicio, teníaqueadvertirquetiene lo empírico.Puesello abrela posibilidaddequeseadmitaquetodo elementosensibleestambiénsignificativo en tanto quefuncionacomo un signoqueremitea los otros elementosempíricosquecon él estánconcertados.El frío, por ejemplo, remite al hielo, como elcolor rojo remitea la sangreo el olor de humo remiteal fuego. Esasre-misiones(Verweisungen,diría Heidegger)sonprecisamentelas quedeci-denla índolesignificativa de lascosas.Esdecirla riquezaestructuraldelcampode los fenómenossensibleshacequecadauno de ellos seasignode los que forman con él situaciones frecuentes,complejosempíricoscaracterísticosde ciertos objetos.Lo empíricoposee,por tanto,una na-turalezasignificativa similar a la que tienen los términos quesignificanlas familias lingúisticasquelessonafines. Pareceque,despuésdel fabu-loso desplieguede la riquezasignificativaqueposeela percepción,reali-zadopor Merleau-Pontyen la Fenomenologíade la percepción,esociosoinsistir sobreel particular.

En cambio, me interesa detenermeen un segundoaspectode esecumplimientoempíricode las expresionesrealizadopor las experienciasque identifican el mismo objeto de que se habla. Se trata, para decirlobrevemente,de la irracionalidad de la misma referenciaque así se estácumpliendo. En verdad, no deja de seralarmanteque los autoresquehantratadode la referencia objetiva querealizanlas expresioneslingílís-ticas, a partir del mismo Frege,la hayanpresentadocomo algo distinto,de índolediversadel sentido,de la significación, de lo naemáticoo dc lassimplesdescripcionesqueestánen juego en unaexpresión.Se ha discu-tido hasta la saciedadcómo puedefuncionar la referenciamediante la

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apoyaturadel sentidoy de las descripciones.Y, ciertamente,orillando to-das estasdiscusionesy los problemasquegiranen torno a los llamados‘<nombrespropios”, pareceque,por muy «rígida»que sea la referenciaque apuntaadeterminadoobjeto, no puedefuncionar sin unacohortede descripcionesquedigan cómo es eseobjeto. Perolo queme interesasubrayaressimplementeque,con todo ello, seha admitido que la refe-rencia esde otra índole queesemarcode descripciones,significaciones,sentidoso entidadesnoemáticasque la encuadran.Pues,para decirlopronto, todo esto esde naturalezainteligible. Máso menosracional,pe-ro siempresusceptiblede serexplicado.En cambio,la referenciamisma,el actoconcretode señalaro denotarun determinadoobjeto queseexhi-be satisfaciendolo quede él sedice,es irracional De surealizaciónmis-ma,de suefectivarealizaciónno cabedecir nadamásqueseefectúa.Loquesedigaya perteneceal ámbito de lo descriptible,del sentido.Es de-cir, a lo que no es la misma referencia.Adviértaseque Fregeya hizo deéstael componentede la expresiónnominal que la dirige haciaun deter-minado objeto y quees la mismaparavariasexpresionesque, teniendodiversosentido,hablande un objeto idéntico.Es cierto queHusserl sos-tuvo que la referencia serealiza medianteunosdatosempíricosquetie-nenun sentidoimpletivo. Y queestesentidocuadracon lo quehay dein-teligible (noemático) en la expresión. Pero la donación misma de loempíricoes lo quecorrespondeala referenciaverbaly, en sufácticarea-lización, estan irracional como estareferencia.Es el hechobruto dequeunosfenómenossensiblesesténahí, produciéndose.Lo quede ellospo-damosdescribir, internretandosusentidoimpletivo, no es esaescuetarealizaciónde supresenciaempírica.Por tanto, lo queahoranos asaltaes la paradoja de que esareferencia seairracional, absurda,aunquefun-cioneacompañadapor descripcioneso por elementossensiblesquesoninteligibles a su manera.O seaque,en definitiva, la identificación de losindividuosse montasobreun factor irracional

Creoque el puntocrucial de estatesisconsisteen que la referencianopuedeser sustituidapor elementosdescriptivosposeedoresde un senti-do. Y que sólo ella señalala individualidad de modoinequívoco.Dichode otra forma, que cualquierexpresiónquesevalesólo de descripciones,quetieneun sentidoqueno seestácumpliendomedianteunaexperienciaque realice su referencia,es incapazde denotarun determinadoindivi-duo de forma genuina.Porque,en principio, esaexpresiónpuedealudira infinidad de individuos. Tan sólo la referenciaquese ejercede hecho,que seefectúacon unapercepción,es capazde exhibir la individualidadde lo queconella se identifica.

Intentaréjustificarlo recurriendoa la individualizacióna quecoope-ran las coordenadasespacialesy temporales.Como se recordará,éstasson los elementosdecisivosparaidentificar un individuo, segúnStraw-son. Puesbien, lo quepretendosugeriresquela alusióna unafechao aun lugardeterminadono logran determinarefectivamenteel sucesoque

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en elloshayaacaecidosi no serecurrea unareferenciaquetienequeserrealizada,peroqueya no puedeserdescritay que,por decirloasí,escapade las coordenadasque se hayan utilizado. Si digo que estoyhablandoen Madrid en el día de noviembrede 1987,metemo queesafechanolograráfijar esesucesocomo no acabepor decir«ahora”,realizandounapura referencia.En efecto,el año 1987 puedecorrespondera muchoscalendarios,segúncual seael añoO, apartir del cual sefijen las distintasfechas.Pero,en nuestrocaso,tendréquedecirqueestoyapelandoal ca-lendariocristiano,quefija su fechainicial 1987añosantesdel queahoraestádiscurriendo.O seaque eí ahora, que sólo se puedefijar haciendoreferenciaa lo queestápasando,asu merafacticidad,decideel uso decualquier fecha. Igualmente,la fijación de «Madrid” como lugar de miactuación,debido al carácterconvencionalde cualquierdenominacióntopográfica,sólo se podrádeterminaren última instanciase>~alando loque ahoranosrodea,un edificio situadoen Madrid. Y, si quieroescaparde eseconvencionalismodel término «Madrid”, utilizando unalocaliza-ción más rigurosa,como seríala de las coordenadasgeográficas,es detemer que la mención de una longitud y una latitud podría conveniracualquier cuerno o astro esférico.Por lo que tendríaque terminar di-ciendoqueconciernena la Tierra queestoypisandoaquíy ahora. Es de-cir, terminaríatambiénpor hacerreferencia,una simpley purareferen-cia, aesto quedesignocomo «la Tierra”.

Es cierto quehabitualmentenosvalemosde descripcionesparareali-zar identificacionesy que nos contentamoscon ello. Que hablamosde«FelipeII» sin haberlopercibidorealmente,esdecir, sin haberdispuestode la auténticareferenciaque,como antesindiqué,sólo operamediantepercepciones.Pero es evidentequeutilizamos sucedáneosde esagenui-nareferenciaparaidentificarlo. Nos valemosde retratossuyos,miramosEl Escorial como el monasterioque él construyó,etc. O, simplementedisponemosde una confluenciade noticias sobre susandanzas,su ca-rácter,susempresasque,por suriquezay coincidenciaparecequeseña-lan haciaun único individuo. Confiamosen que lo hemos identificadocomo una individualidad intransferible porque damos cuenta de losnombresde susesposase hijos, de suspeleascontra los protestantesocontralos turcose ingleses,etc. La reuniónde esasdescripcionesparececorresponder,en efecto,aunasola persona.Sin embargo,no cabedudade que muchagenteha sido «Reyde España»,muchoshantenido espo-sase hijos con los mismosnombresquenuestromonarca,muchoshanhechola guerraa los protestantes,turcose ingleses.Es decir, que lo asídescritoes eí puntode coincidenciade unaseriede descripcionesgene-rales.Y lo queasí se fija tiene,por tanto, la vaguedad,la indeterminaciónde lo quees genérico.Me temo queasí sólo estamosdandocuentade loqueun escolásticollamadaun «individuumvagunvtY quede esavague-dad sólo podremos escaparmedianteauténticasreferenciasque, pormedio de percepciones,nos lleven hastaimágenespictóricasde Felipe

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II, ante El Escorial o cualquierotro lugarquetuvo relación con él. Perocon eiio estaremosutilizando referenciasque,en la medidaen queseña-len cosasque se hacenpresentespor sí mismasy que,con su estrictafacticidad,debenserdiferenciadasde lo quesedescribe,sondistintasdelo quepodemosentender,es decir, de lo quepodemosdescribircon unsentidointeligible. En definitiva,esaindividualidadseráidentificadame-diante el recursode unasreferenciasque son irracionales, queno sede-jan reducir a ningunadescripción.

Paraterminar, quisiera enlazarestaconsideraciónde la irracionali-dad de la referenciarealizadamedianteunapercepcióncon la paradojaquesepresentóen un comienzo,esdecir, la concemienteaque todo in-dividuo arrastracon supropia identidadunapresenciade todo aquelloqueforma sumundoy que,de modosvariados,decide sumismaidenti-dad individual. Como ya se adelantó, la combinación coherentede losrasgosdescriptiblesde un individuo permite trazarunafrontera, másomenos definida, entre lo que seasu identidady lo que catalogamosco-ffi() ajenoa la misma. Pero,con la apelacióna la referencia,esaidentifi-caciónha recibido un refuerzo: los individuos son identificadosporquehacemosincidir esareferenciaen el conjunto de los caracteresquehanquedadoaglutinadospor su mutuacoherencia.Es ciertoque eserefuer-¡o le llega a la identidaddesdeun dominio maldito, el de lo irracional.Pero,de todos modos,el objeto seconstituyeasí con unaespecialrotun-didad, desdeel momentoen quela referenciafija un centrode objetivi-dadque actúade soportede las característicasque se condicionanmu-tuamenteen virtud de susvínculoslegales.

No sé si estaponderaciónde la irracionalidad radical de los indivi-duosme colocaen los aledañosde la posmodernidad.En todo caso,noha sido mi intención.Y me consuelapensarque,en definitiva, desdelostiemposen que Platón escribió la primera partedel Parménides,ya fueun enigmala participación de lo ideal por partede los individuos. Creoquefue la primera vezquesalióa la palestrala problemaricidadde lo in-dividual, aunquequedaseenmascaradapor las aporíasde la participa-clon.Y, desdeentonces,antes,dentroy fuerade la modernidad,siempreha asomadola irracionalidad de lo individual por entre las mallas conque el hombre ha queridotejer la razón de serde las cosas.Porlo me-nos, cuantasvecesel hombre ha hechode lo universal el campode surazón.Es decir, siempre.

FernandoMONTERO MOLINER