las supersticiones
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LAS
SUPERSTICIONES
"Desviación del sentimiento
religioso que nos hace
creer en cosas falsas,
temer a cosas que nos
pueden dañar.
“Las supersticiones reflejan
nuestro deseo vehemente de
que una cosa se convierta en
realidad o de evitar que nos
ocurra algo malo.
La fuente de la superstición
En general, la
humanidad ha
vivido plagada de
temores: temor a la
muerte, a lo
desconocido, al
más allá, por
nombrar solo
algunos. En su
empeño por
esclavizar a la
gente, Satanás, el
rebelde enemigo de
Dios, ha alimentado
dichos temores con
mentiras maliciosas.
Jn. 8:44
No debería hallarse en ti
nadie que emplee
adivinación, practicante
de magia ni nadie que
busque agüeros
ni hechicero, ni uno que
ate a otros con maleficio
ni nadie que consulte a
un médium espiritista o a
un pronosticador
profesional de sucesos
ni nadie que pregunte a
los muertos. Porque
todo el que hace estas
cosas es algo detestable
a Jehová” Deut. 18:10-
12
En los días del profeta
Isaías, por ejemplo,
algunos creían que
una buena cosecha
dependía de
congraciarse con el
“dios de la Buena
Suerte”.
Esta creencia
supersticiosa les trajo
consecuencias
funestas, pues
perdieron el favor y la
bendición de Jehová
(Isaías 65:11-12).
La llegada del
cristianismo no alteró
el punto de vista de
Jehová sobre la
superstición.
El apóstol Pablo instó
a los supersticiosos
habitantes de Listra a
que dejaran las “vanas
supersticiones”, y se
volvieran “al Dios vivo,
que hizo el cielo y la
tierra y el mar y todas
las cosas que hay en
ellos” (Hechos 14:15).
“Ciertamente tú
has dejado tu
pueblo, la casa
de Jacob,
porque están
llenos de
costumbres
traídas del
oriente, y de
agoreros, como
los filisteos; y
pactan con hijos
de extranjeros.”
Isaías 2: 6
“Aquel día quitará el
Señor el atavío del
calzado, las
redecillas, las
lunetas, los collares,
los pendientes y los
brazaletes, las
cofias, los atavíos
de las piernas, los
partidores del pelo,
los pomitos de olor y
los zarcillos. Isaías
3: 18-20
"Quemarás las esculturas
de sus dioses en el
fuego; no codiciarás la
plata ni el oro que las
recubren, ni los tomarás
para tí, no sea que
tropieces por ello, pues
es una abominación para
el Señor tu Dios. NO
LLEVARÁS NINGUNA
COSA ABOMINABLE A
TU CASA para que no
seas anatema (maldito).
Del todo la aborrecerás y
la abominarás, porque es
anatema"
(Deuteronomio 7,25-26).
Así que, si el Hijo os hace libres,
seréis realmente libres. Jn: 8:36.
Jn: 8:32