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Consejo editorialJorge Rodríguez GómezFelipe SaldiviaGustavo Borges Revilla

direCtoraMercedes Chacín

editor jefeCarlos Cova

direCtora de arteEdarlys Rodríguez

Coordinador de fotoGrafÍaJesús Castillo

asesor editorialReinaldo González

Coordinadora 2.0Yanira Albornoz

Web y redesKay Yam Hung Bárbara Baralt

redaCCiónNathali Gómez MoscosoGustavo MéridaAnder De TejadaMarlon Zambrano

diseñadores Lisbeth MontellÓscar Hernández

ilustradorAlfredo Rajoy

fotóGrafoMichael Mata

CorreCtorRodolfo Castillo

loGÍstiCaIdania BracamonteDaniela FernándezEdi Cordero

Colaboran en esta ediCiónClodovaldo Hernández, Jessica Dos Santos, José Roberto Duque, Reinaldo Iturriza, Enrique Hernández, Jessica Mena, Franklin Alviárez, L. “Razor” Balza y Andrés Palacios.Archivo Ciudad CCS.Fotografía de portada: Jesús Castillo.

impresión Complejo Editorial Alfredo ManeiroEditorial Metropolis, C.A.

www.epaleccs.info [email protected] @epaleccs @epaleccs

Comercialización y Ventas: 0212-8080323/0426-5112114Distribución: 0212-8085843 Depósito Legal: pp201202dc4166

Una publicación de la

Contenido

Revista GRatuita CirCula los domingos Con el diario Ciudad CCs búsCala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jaCinto, edif. gradillas “C”, piso 1, al lado de la taquilla úniCa de serviCios muniCipales y en la librería-bar el teCho de la ballena, edif. gradillas “a”, planta baja, bulevar del eterno retorno

Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014 y 2015.Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.

02 — el menjurjeMancheta y demás

04 — perfil Muhammad Alí

10 — músiCa Golpes musicales

12 — miradas Cuando no fuimos campeones

20 — CiudadEl boxeo vibra en Petare

24 — miradasLo que nos falta es rematar

31 — CróniCasManual del levante (VI)

35 — CruCiverbo’sCrucicentrifugado

07 — entrevista La Monita Rivas

17 — mitos Revisión general de un trueno

23 — CróniCasofiCinesCas

28 — entrevista Simón Piña

36 — el rumorde las bolas

37 — la bitáCorade amón-ra

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el menjurje02

Caracas, 5 de junio de 2016. Edición Número Ciento ochenta y uno. Año 04. ÉPAle CCS

Otro Chávez

Édgar Ramírez está de moda. Porque es bo-nito, dicen las muchachas, porque actúa con el mítico Robert “Toro Salvaje” de Niro, dicen los muchachos, y porque aprendió a pelear, dice él. La película se llama Manos de Piedra (¿no debería ser Mano ’e Piedra?) y se estre-na a nivel mundial el 26 de agosto. Los dirige Jonathan Jakubowicz, el mismo de Secuestro Exprés, y comparten protagonismo Rubén Blades, un rapero gringo llamado Usher y un rapero criollo apodado Budú. Lo bueno es que Ramírez protagoniza y dijo que el boxeo “es una de las actividades más nobles que existen”. Fue bien recibida en Cannes.

Puño y letra«

«

Si algo se ha dicho es que Julio César Chávez fue uno de los mejores de todos los tiempos. También que se vinculó con algunos líderes del cartel de la droga mexicana, la más sanguinaria del mundo. El actor Diego Luna, esta vez como direc-tor, se lanzó por esos derroteros en 2007, recogiendo en entrevistas y documentos personales la vida del polémico y siempre vigente pegador para realizar el docu-mental J. C. Chávez. Destaca lo de siem-pre: el origen humilde, la lucha del ego y la dignidad, los triunfos, las derrotas. El documental, de 78 minutos, es un relato épico sobre el combate de los olvidados contra la pobreza. Está en Youtube.

La gran pelea es una película sobre boxeo femenino hecha

en Oriente. En Anaco, para ser precisos, bajo los precep-tos de la Escuela de Cine en Formación. La historia nos habla de dos hermanas que

se detestan, María y Helena, que después de tanto tira y

encoje terminan enfrentadas en el cuadrilátero. La dirige

Luis Cerasa y se estrenó hace unos días en los cines

del país. Nos enseña, aparte de las trompadas, que des-pués de Caracas no todo es

monte y culebra.

manos de piedra

Que podamos soñar con otra medalla de oro olímpica en boxeo, para Río 2016

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03

Edición Número Ciento ochenta y uno. Año 04. ÉPAle CCSCaracas, 5 de junio de 2016.

ESTÁ ESCRITO

“A la mitad de la pelea la empecé a pasar mal, después no me acuerdo mucho. Me-jor no acordarse, no te parece. Son cosas que para qué. Me quisiera olvidar de todo. Mejor dormirse, total aunque soñés con las peleas a veces le acertás una linda y la gozás de nuevo. Como cuando el príncipe, qué plato. Pero mejor cuando no soñás, pibe, y estás durmiendo que es un gusto y no tosés ni nada, meta dormir nomás toda la noche dale que dale”.

“Torito” de Julio Cortázar

“El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja de que siem-pre gana la máquina y la desventaja de que no se permite tirar la toalla”.

G. G. Márquez

“Uno tiene un promotor, el otro un editor. Uno tiene un mánager, el otro un agente literario. Uno tiene un entrenador, el otro un corrector de estilo. Pero cuando suena la campana todo es accesorio. Estás ahí fue-ra, bajo las lámparas, desnudo y solo. Y lo que hagas o dejes de hacer puede formarte una reputación o destruirla de por vida. Eso es lo que hace tan fuertes los nexos entre boxeadores y escritores”.

Budd Schulberg, autor de La ley del silencio

Mucha tinta ha corrido para mal nombrarlo. A tono de burla, por muchos años se ha citado la súplica que, lamentablemente, lo hizo famoso: “La bendición a Foster y que me traigan a mi mamá”, al sacudirse de la pela que le propinó Bob Foster el 27 de febrero del año 1971, cuando fue derribado en el segundo asalto por el título mundial de los Semipesados. Tanto abandono que ni en la versión en español de Wikipedia aparece, pero sí en la de inglés. Es la historia del boxeo, de su origen humilde, de su destino áspero. Si vale, un homenaje epalero.

Quién sabe cuánto se ha escrito sobre boxeo. Parece que la gesta de un

pegador que conquista la vida a punta de trompadas les gusta a todos. Es que

se parece demasiado a la vida real. José Roberto Duque lo hizo también. Pero con una potencia y una cercanía

que nos recuerda a los nuestros. No escuches su canción de trueno se llama el libro, narra la historia de El Trueno

del Litoral, un personaje extraído de la ficción perfectamente transmisible al periodismo. Un crítico dice que “Du-

que logra en su novela una lírica del barrio”. El libro es largo, se descarga en internet. También escribe en esta

edición especial. Duque es de los que pegan dos veces.

manos de piedra

Que una gloria deportiva reciba una beca-ayuda de Bs. 1.500 al mes, aunque se anunció un aumento

Homenaje a Rondón

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PERFIL04

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POR CLodovaLdo HERnándEz • [email protected] / IlUSTRacIóN aLFREdo RaJoY

Considerado una de las grandes figuras del boxeo de todos los tiempos y uno de los más notables deportistas

del siglo xx, el antes llamado Cassius Clay dio sus me-jores golpes fuera de los ensogados, al oponerse a la

guerra de Vietnam y denunCiar el raCismo. Con los guan-tes puestos, el llamado “boCazas” implantó el estilo de fanfarronear antes, durante y después de las peleas

Para hacer el retrato escrito de Muhammad Alí (antes Cassius Clay, nacido en Louisville, Kentucky, Estados Unidos, 1942) busqué a varios de los mejores periodistas expertos en boxeo que conozco. Esperaba hacer un perfil muy boxístico, pero resultó ser que todos esos especialistas coincidieron en señalar que este púgil ha sido una figura más importante fuera del ring que dentro de él. Y eso es bastante decir, pues en el ring fue un titán.

“Alí fue mucho, muchísimo más allá del boxeo”, enfatizó Simón Piña, una biblia viviente del deporte de los puños, capaz de recitar fechas de peleas, récords de boxeadores y hasta rounds en los que ocurrieron determinados nocauts desde los tiempos de Joe Louis hasta el sol de hoy. “Lo que él hizo como denunciante del racismo y de la guerra no lo ha hecho ningún otro boxeador; nadie de ese deporte ha tenido su influencia política y religiosa”.

Juan Cermeño, otro periodista con miles de rounds de experiencia, destacó que los dos golpes más duros que pegó Alí en su carrera no se los dio a sus rivales en el ensogado. “Se negó a combatir en Vietnam. Dijo que esa gente no le había hecho nada como para que él fuese a matarse con ellos. Y se cambió el nombre, alegando que Cassius Clay era el que le venía de los esclavistas que habían sido dueños de sus abuelos negros”.

Claro que, muchas veces, el genial gladiador se las arreglaba para que los golpes que daba a los otros peleadores fueran también trompadas ideológicas y sociales. Así lo recuerda otro grande del periodismo deportivo, Jesús Cova, quien para ello se remonta a la pelea con Ernie Terrel. La pega tuvo lugar en Nueva York el 6 de febrero de 1967. “El combate tuvo una duración de siete asal-tos y terminó con una rotunda victoria de El Bocazas (uno de sus famosos apodos). No habría tenido ninguna trascendencia a no ser porque desde el inicio hasta el final Alí mortificó a Terrell: con

cada golpe que conectaba le machacaba la pregunta: ‘¿Cuál es mi nombre, cómo me llamo?’”.

Explica Cova que Terrel, en los días previos a la pelea, nunca dejó de llamarle Cassius Clay, su nombre de nacimiento, del que Alí había abjurado para tomar el de Muhammad Alí, “el amado de Dios”, en su nueva religión musulmana.

Según recuerda Cova, la actitud de Alí generó muchos abucheos del público y críticas periodísticas. Pero para él eso era parte de su faena, y fue algo que hizo en la mayoría de sus combates.

Insultar a los rivales fue una de sus marcas de fábrica. Cova recuerda que “a Sonny Liston lo llamó ‘Oso Feo’, y es un hecho absolutamente cierto que, poco antes de enfrentarlo por primera vez, colocó en el jardín de su casa una trampa para plantígrados. A Joe Frazier, con seguridad su más encarnizado rival, Alí lo tildó de feo, desabrido y estúpido, entre otras minucias. De Floyd Patterson decía que era un Tío Tom (prototipo del esclavo dócil, que no se rebela contra el amo), porque Paterson criticó su posición religiosa y sus críticas al establishment estadounidense”.

Estos jabs verbales comenzaban a llover sobre los adversarios desde que se anunciaba la pelea, se hacían más zahirientes durante el de-sarrollo del combate y seguían después, cuando el hombre se vana-gloriaba de sus triunfos. Uno de los momentos legendarios de estos insultos en plena refriega se produjo en 1965, cuando Alí despachó a Sonny Liston en el primer round. Era una pelea de revancha, pues Alí le había arrebatado la corona a Liston el año anterior. La caída resultó sospechosa, pues nadie vio una conexión lo suficientemente fuerte como para noquear al exmonarca. Simón Piña dice que ese combate aparece en la lista de los más grandes tongos (peleas arregladas) de la historia. También ha sido calificado recientemente como “el nocaut

MuhaMMad alí gLadIadoR dEntRo Y FuERa dEL RIng

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más fotogénico”, pues es mítica la imagen de Liston en la lona y Alí re-tándolo a pararse y proseguir. “¡Levántate y pelea, cabrón!”, le gritaba.

El periodista y poeta Jimmy López se une al consenso sobre la impor-tancia de Alí en el plano extraboxístico: “Tal vez la épica batalla legal que libró contra los cabecillas del imperio por negarse a participar en una guerra que no era la suya, ni la del pueblo estadounidense en ge-neral, haya sido la más importante de cualquier individualidad frente al gobierno gringo”, resumió.

Otro notable comunicador, que se reparte entre el boxeo y la política, Diógenes Carrillo, coincide con sus colegas en que la demostración de coraje más importante que dio Alí no fue boxística, aunque en ese campo dio muchas, sino “cuando anunció que no participaría en la invasión gringa a Vietnam, diciendo, palabra más o menos, que no tenía razones para agredir a un país que nada le había hecho y mucho menos en nombre de un gobierno que todos los días violaba los dere-chos humanos de sus hermanos de raza”.

Carrillo afirma que aquella declaración fue de un impacto universal tremendo, pero le costó carísimo, pues lo suspendieron por casi cuatro años, los cuales perdió en un momento clave de su carrera profesional.

Esa carrera había comenzado nada menos que con la medalla de oro de las Olimpíadas de Roma, en 1960, y había alcanzado el esplendor cuando se tituló campeón de peso Completo en 1964, ante Liston, con 22 años de edad.

Desde muy temprano adoptó la costumbre de pronosticar en qué round iba a acabar con su rival. Varias veces cumplió con su vaticinio y comenzó a adquirir fama de fanfarrón. En esa primera época llega-ron a llamarle El Bocón de Louisville y luego Bocazas. Él, por su par-te, decía de sí mismo cosas como “soy el más bello del mundo”, “soy el mejor”, y también adoptó el lema inventado (según explica Jesús Cova) por Drew “Bundini” Brown, uno de sus seconds: “Vuela como una mariposa y pica como una abeja”.

Algunas veces esos pronósticos estuvieron a punto de fracasar. Así pasó en febrero de 1962, cuando enfrentó a Lucien “Sonny” Banks, en su primera presentación en uno de los grandes templos del boxeo, el Madison Square Garden de Nueva York. Alí había dicho que de-rrotaría a Banks en el cuarto asalto, pero este lo tumbó en el primero. Era la primera vez que besaba la lona. Sin embargo, se recuperó de tal manera que terminó cumpliendo su palabra. En esa ocasión, el má-nager del todavía Cassius Clay, Angelo Dundee (figura clave en casi toda su carrera), declaró que nunca había visto un boxeador con tal capacidad para recuperarse.

Otro momento en que estuvo a punto de hacer el ridículo con sus profecías fue cuando enfrentó a Henry Cooper en Londres, en 1963. En ese caso, habló del quinto round. La cosa se le puso cuesta arriba porque Cooper le rompió la nariz en el primer round y lo hizo caer al finalizar el cuarto con un portentoso izquierdazo. En el intermedio, Dundee ensayó una de las más famosas tretas de la historia del boxeo. Informó al árbitro que a Clay se le había roto un guante. Mientras traje-ron uno de repuesto, el aporreado tuvo tiempo de recuperarse y al salir a la quinta vuelta le dio una felpa a Cooper.

Clay se graduó de bravucón en su primer combate con Liston. Fue en ese momento cuando lo llamó Oso Feo y dijo que lo vencería en el octavo round. Las apuestas estuvieron en su contra porque Liston no solo era el campeón, sino que había estado en prisión y tenía fama de ser un tipo muy rudo. Clay, sin embargo, lo derrotó sin atenuantes. Cuando Liston no salió para el séptimo asalto, Clay se dirigió a los periodistas: “¡Tráguense sus palabras, soy el mejor!”.

Montado en la ola de esa victoria fue cuando anunció que se llamaría Muhammad Alí, nombre que le había sido otorgado por el líder del grupo Nación del Islam, Elijah Muhammad.

Ya convertido en leyenda, Alí sostuvo choques tremendos con rivales como George Foreman, Joe Frazier (tres veces), Ken Norton y Leon Spinks (dos veces con cada uno). Conoció derrotas duras ante Frazier, Norton (quien le fracturó la mandíbula) y Spinks. También logró victo-rias épicas que llevaron hasta niveles de fábula una historia que, en nú-meros, se expresa en 56 victorias (37 nocauts y 19 decisiones) y cuatro derrotas (una por nocaut). “No creo que haya sido el mejor de todos los tiempos, pero sí fue el más inteligente y el mejor aguantando castigo, y mucho se especula si eso influyó en la enfermedad de Parkinson que padece desde hace ya varios años —dice Piña—. Fue de esos grandes que sobre el ring devolvía el dinero que el público pagaba”.

dundEE EnSaYó una dE LaS máS FamoSaS tREtaS dE La HIStoRIa dEL boxEo. InFoRmó aL áRbItRo quE a CLaY SE LE Había Roto un guantE. mIEntRaS tRaJERon uno dE REPuESto, EL aPoRREado tuvo tIEmPo dE RECuPERaRSE Y aL SaLIR a La quInta vuELta LE dIo una FELPa a CooPER —

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ENTREVISTA

dos días con mayerlin

UNO EN CARACAS Y OTRO EN LA GUAIRA...“LA mONITA” RIvAS ENTRENA INTENSAmENTE pARA dEfENdER

SU TíTULO mUNdIAL GALLO dE LA Amb EL pRóxImO 18 dE jUNIOPOR REINALDO GONZÁLEZ D. • @ODLANIERØØ / FOtOgRAFíAs JESÚS CASTILLO

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Cuando está con él, poco importa lo de-más. Ella lo mira, se acerca, lo provoca. Él se tambalea, la roza, se aleja. Ella lo rodea, lo acorrala, lo empuja. Él parece molesto y embiste, o al menos lo intenta, porque ella lo esquiva una y otra vez. Eso lo exaspera. Ella mantiene la calma, pero llegado el momen-to, lanza un ataque certero. Nada que hacer. Uno, dos tres y hasta cuatro golpes. Cada se-guidilla culmina con un grito: “¡Ja!”.

Mayerlin va los miércoles al gimnasio de “Caraota”, en La Guaira, para entrenar en condiciones similares a las que afrontará en el Domo José María Vargas el próximo sá-bado 18 de junio, cuando haga la tercera de-fensa de su título mundial peso Gallo de la AMB (Asociación Mundial de Boxeo) ante la catalana Melania Sorroche, invicta en 12 peleas. Inicialmente la rival era la argentina Carolina Duer, campeona de la OMB (Orga-nización Mundial de Boxeo), “pero se rajó”, sentencia el mánager de la venezolana, Ra-fael Morón, previa advertencia de que sus dichos son inadecuados. “Las he visto a to-das. Mayerlin es la mejor del mundo en su categoría”, afirma con la seguridad que le dan más de 20 años de experiencia en el boxeo, incluidos tres viendo pelear a mujeres de di-ferentes pesos.

Debajo del techo sin frisar conviven varios sacos, una pera rápida, un ensogado redu-cido en sus medidas y decenas de fotos y afiches que hablan de los logros de Carlos Lozano y sus entrenados. Es un espacio es-condido, ubicado en los intrincados callejo-nes de Montesano. La Monita, así apodada porque en sus peleas se hacía acompañar de un pequeño primate llamado Monchi, viste un sostén deportivo naranja, una ma-lla negra-gris que dejar ver las letras CK de su ropa interior y unos Nike color salmón. Luego de calentar y saltar la cuerda, al ritmo de versiones electrónicas de temas que se hi-cieron populares en los años 80 y 90, como I wanna dance with somebody y Unbreak my heart, está lista para lanzar golpes. Sobre las vendas coloca unos guantes blancos y en su cabeza una máscara roja.

“Me gusta guantear con hombres. Siempre lo he hecho. Pegan más duro. Cuando te toca pelear con mujeres, no sientes los golpes”.

***

Desde que Mayerlin Rivas llegó a las manos de Jorge Zerpa, en 2014, no conoce la derro-ta. El entrenador, nacido en la Maternidad Concepción Palacios, fue boxeador aficio-nado de 1976 a 1981. Peleó contra Antonio Esparragoza y Bernardo Piñango, entre otros púgiles que luego destacaron en profesional. “Hice 68 peleas y no gané ninguna. Como dicen por ahí: mal boxeador pero buen en-trenador”, revela con el recocijo que da haber descubierto su talento real.

Zerpa ha alcanzado campeonatos mundiales con los venezolanos Fulgencio Obelmejías, Félix Machado, Lorenzo Durán, Edwin Va-lero, Jorge Linares, Nehomar Cermeño, Jo-

han Pérez e Ildemar Paisán, y los panameños Celestino Caballero y Luis Concepción, ade-más de Mayerlin Rivas.

En su carro guarda un álbum fotográfico que da fe de sus glorias. También la pera rápi-da y la pera loca que Mayerlin golpeará ese viernes en el Brígido Iriarte, a partir de la 1:30 pm. Habla rápido, y de todo. Dice que “el Inca” Valero es “el (peleador) más arre-cho que he tenido, el más disciplinado en el gimnasio”, no así en la calle. Ha dictado siete cursos para entrenadores: seis en Venezue-la y uno en España. “Allá se quedaron locos. Me dijeron que volviera”. Comenzó a formar boxeadores de la mano de Luis Barreto, su suegro, quien fue campeón nacional peso Ligero. Tiene cuatro hijos y 37 años de ma-

Mayerlin golpea la gobernadora y Zerpa se tambalea

Todo entrenamiento requiere calentamiento

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Edición Número Ciento ochenta y uno. Año 04. ÉPALE CCSCaracas, 5 de junio de 2016.

trimonio. Vive en Los Teques y baja a diario. “Por la Carretera Vieja es un paseo”.

El 24 de mayo, Mayerlin compartió en Fa-cebook una foto que mostraba su peso: 54,1 kilos. “Eso es un récord —dice Zerpa—. ¿600 gramos por encima faltando 23 días para el pesaje y 24 para la pelea? Y hoy no ha entrenado. Otros peleadores en este mo-mento dejan de comer. Esa coño ’e madre se ve fuerte pa’ peso Gallo. Pega muy duro. El estilo de ella no es de caerse a coñazo, pero a la hora de pelear, se cae a coñazo. Y cuando ve que la mujer empieza a correr, la busca pa’ ve qué es lo que es”.

—¿Están pensando en subir de categoría?

—No, porque hace el peso tranquila. Pode-mos subir siempre y cuando haya una oferta grande, con una campeona del peso superior a ella, Supergallo.

***

Como buena maracucha, Mayerlin adora las mandocas, los tequeyoyos y, por supues-to, los patacones “con bastante salsa”, pero el entrenamiento le exige una dieta estricta.

“Pescado, pollo, todo a la plancha, seco, sin grasas. Muchas frutas y muchos jugos”.

—¿Qué significa el boxeo para ti?

—Me eriza la piel. Lo llevo dentro de mis ve-nas, de mi cuerpo, de mi corazón. Estuve de reposo a partir de noviembre del año pasado por una lesión en el hombro, una recupe-ración larga, pero venía al gimnasio, hacía sombras. En febrero me puse a guantear. El boxeo está en mí. No puedo vivir sin él.

—Tus tres derrotas han sido fuera del país…

—He ido cambiando, mejorando, gracias a Dios, a mi desempeño, al entrenador que tengo, porque es un gran entrenador a esca-la nacional e internacional. Está un poquito enfermo, pero trabaja con nosotros día a día. Ya no soy la misma peleadora de antes. Va-mos creciendo, vamos evolucionando.

—¿Cuál ha sido la pelea más difícil?

—La que hice con Yazmín Rivas. Fue una de las grandes peleas, a pesar de que pasé tres días sin poder dar el peso, porque no me pre-paré bien. Tenía 100 gramos por encima. Me

Prefiere guantear con ellos, aunque mal peguen

deshidraté por completo para la pelea, pero salí sin un aruño. Mírala a ella. Quedó con una partidura en la ceja, toda morada, toda roja. Le aguanté los diez asaltos. Peleé de tú a tú, fajada. Le corría, me perseguía, le tiraba golpes. Los mexicanos tienen mucho aguante.

—¿Quién te ha dado más duro?

—Ella. Yazmín Rivas. Vi estrellitas. Me nu-bló un poco. Estábamos en la esquina y tropecé. Fue con una derecha. Me fui hacia atrás. Poco a poco me recuperé. Es la única que me ha dado un golpe así.

—¿Con quién te gustaría pelear?

—Solo siento admiración por una boxea-dora: “la Tigresa” Acuña (argentina), que es una embajadora del boxeo. Respeto a todas las boxeadoras del mundo, hasta el día que nos toque pelear.

—¿Qué planes tienes luego de esta pelea?

—Estoy pensando en irme del país, a Panamá. Terminar mi carrera por allá. A lo mejor me llevo a mi entrenador. Que se vaya conmigo. A ese no lo dejo ni lo cambio por nadie.

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MÚSICA

golpes musicaleslos boxeadores no solo son puños y sudor.

también han demostrado que pueden ser voz y melodía, a pesar de ellos mismos

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POR NATHALI GÓMEZ • @LAESPERGESIA

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Esta historia no se trata de hombres sobre un ring que les pegan a otros hasta dejarlos en la lona. Se trata de hombres que, para bien o mal, toman el micrófono y golpean a través de la música. Aunque las experiencias de estos campeones devenidos en cantantes, para algunos, son producto de la nebulosa tóxica llamada fama, han quedado discos, videos musicales, presentaciones, declaraciones y, por supuesto, críticas para la posteridad. Habría que pensar qué da más miedo: enfrentarse con un contrincante por la corona mundial o pararse frente al público y comenzar a cantar.

MANo ’E PIEdrACuando Roberto Durán tenía 14 años entraba a la cantina De Los Torres, en su natal Chorrillo, Panamá, miraba una foto del Gran Combo y pensaba que quería conocerlos. Faltaban tres años para que debutara profesionalmente en la categoría Gallo en la Arena de Colón, donde venció a Carlos Mendoza el 23 de febrero de 1968. A esa misma edad participó en las orquestas Colaquito Cortez y Arena Blanca. En 1975, cuando ya poseía el título de campeón mundial del peso Ligero, grabó su primer disco junto a su hermano Armando “Pototo” Durán, quien consideraba que se defendía “bastante bien”, aunque “no es un cantante de los cantantes”. Sinceridad familiar, le llaman.

Mano ’e Piedra, El Ciclón del Istmo o simplemente El Cholo, como también se le apoda, ha sido cinco veces campeón mundial y se le considera uno de los más grandes boxeadores del siglo XX, junto a Joe Louis, Muhammad Alí, Rocky Marciano, Sugar Ray Robinson, entre otros.

“Ha sonado el campanazo, se inicia el primer asalto, que salga Durán con su canto”. En 1984 sacó su disco más conocido, llamado Dos campeones y la Orquesta Felicidad, junto al músico Camilo Azuquita. La agrupación de Durán lleva ese nombre en honor a su esposa Felicidad Iglesias, con quien tiene nueve hijos y 42 años de matrimonio.

En 2001 rebautizó a su orquesta como La Nueva Felicidad, después de sufrir un accidente automovilístico en Argentina.

“Si pudieras nacer de nuevo, ¿qué serías: boxeador o un cantante de salsa famoso?”, le preguntaron en una entrevista en 2014. “Boxeador”, respondió. Que suenen las congas.

VEN A Mí“De la Hoya no sabe nada de la salsa. Debería seguir como mariachi y dejarme la salsa a mí. Yo soy bueno en eso”, dijo

Mano ’e Piedra al evaluar el trabajo musical de su colega en una entrevista hecha en 2006. Pero el mal estaba hecho, pues Ven a mí, el primer y último álbum del Golden Boy, nacido en Montebello, California, ya tenía seis años rodando.

A pesar de que su álbum fue producido por Diane Warren, compositora de canciones de Laura Branigan y los Bee Gees, se encuentra entre las “diez peores excusas para hacer un disco” de la publicación elsalvador.com, donde dicen que Ven a mí provocó burlas por “su aguda voz”.

Lo que vino después en la vida de este campeón en seis divisiones distintas es lo que siempre acompaña a la fama: alcohol, drogas y fotos vestido de mujer. En 2014, en una entrevista, habló de su rehabilitación y de una etapa de su vida lejos de los vicios y, ojalá, de la música.

roCk EN TAGALoCuando Manny Pacquiao se lanzó a pelear, a mediados de los 80, lo hizo para ganar dinero y alimentar a su familia. Desde ese primer combate hasta ahora, el también llamado Pac-Man, es considerado como uno de los mejores boxeadores de la historia y el único en lograr ocho títulos en ocho categorías diferentes. Durante ese lapso, además del ring, se ha movido en las arenas de la música, la actuación y la política.

La revista Rolling Stone, habla de “su pasión por el soft rock ultrameloso y su desapego por la entonación”, al referirse a sus trabajos musicales Laban Nating Lahat Ito (2006) en tagalo, lengua hablada en Filipinas, su país natal, y Sometimes when we touch (2011). Tal vez le va mejor como senador que como músico.

“dE LA HoyA No SAbE NAdA dE LA SALSA. dEbEríA SEGuIr CoMo MArIACHI y dEjArME LA SALSA A Mí. yo Soy buENo EN ESo”, dIjo MANo ’E PIEdrA AL EVALuAr EL TrAbAjo MuSICAL dE Su CoLEGA EN uNA ENTrEVISTA HECHA EN 2006 —

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Cuando no fuimos Campeones

MIRADAS

AL PRoMotoR RAfIto CEDEño hAbRá quIEn PuEDA REConoCERLE EL tRAbAjo DE ILuSIonIStA En AquELLoS tIEMPoS En quE EL btv ERA “ALgo MáS quE un bAnCo”. MAnEjAnDo EL hAMbRE y LA ESPERAnzA DE un gRuPo

DE PugILIStAS, noS hIzo SoñAR Con unA tIERRA DE CAMPEonES MunDIALES, “ALgo MáS quE un PAíS”

POR joSÉ RobERto DuquE • @EPALECCS

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en Venezuela) y el logo del Banco de los Trabajadores de Venezuela. Nada de lo que ocurría en los alrededores ni en la ciu-dad de Las Vegas tenía nada que ver con nuestro país, pero ese espectáculo estaba patrocinado por el BTV, una entidad cuya existencia se suponía era para resolverle problemas a nuestra clase trabajadora.

El “jueves negro” del buen Cassius Clay fue una premonición de nuestro Viernes Negro.

“EL PRESIDEntE quE hAbLA Con EL PuEbLo”No fue esa la única pelea famosa que pa-trocinamos los venezolanos al final de la borrachera saudita. El 20 de junio de 1980 se había celebrado el primer combate entre “Sugar” Ray Leonard y Roberto “Mano ’e Piedra” Durán, que fue publicitada como el acontecimiento más visto de la historia de la televisión hasta ese momento. No recuer-do la cantidad de televidentes que certifica-

Corría el año 1980 y el nombre de Venezue-la sonaba mucho, bastante, más de la cuen-ta, en los corrillos deportivos del mundo. Mucha gente se preguntaba por qué, otra tal vez ni siquiera lo notaba. Y uno, mu-chacho chiquito, ignorante y medio pen-dejo al fin, se sentía hasta orgulloso de que la publicidad hiciera la magia de poner el nombre de nuestro país en el mero centro de los acontecimientos deportivos más fas-tuosos y resonantes del mundo. Era el inicio de la década de los años 80. A los venezola-nos se nos avecinaba el fin de la era de las “vacas gordas” y al boxeo se le avecinaba el comienzo de su triste decadencia depor-tiva. Es decir, el comienzo de su apoteosis comercial.

El boxeo hervía en figuras interesantes, en héroes en ascenso o en franco apogeo y otras que veían llegar su ocaso de for-ma lastimosa o abominable. Por ejemplo: aquel Muhammad Alí que partió en dos el tiempo del boxeo profesional a punta de carisma, grandes declaraciones y grandes bolsas; Alí fue el primer ser humano que se ganó un millón de dólares por caerse a trompadas en una sola pelea. Aquel Alí, cuya leyenda ya estaba consolidada y gal-vanizada, cometió el error de regresar al ring para disputarle el título a Larry Hol-mes y lo que se desplazó por la lona del Caesar’s Palace fue el fantasma de “el más grande”, un fantasma que por dar aquel feo y triste espectáculo cobró cerca de 30 mi-llones de dólares (no, no deje que la man-díbula se le caiga al piso; recuerde que Ma-yweather y Pacquiao se repartieron el año pasado 300 millones).

Pero lo que nos ocupa en este momento es un acontecimiento que tal vez parez-ca periférico, y en cuanto a la puesta en escena en cierta forma lo era: en aquella pelea, realizada el 2 de octubre de 1980, el centro del ring y las esquinas estaban de-coradas con un par de singulares motivos: la leyenda “Invest in Venezuela” (Invierta Durán pasó de lo sublime a lo ridículo en la revancha contra Leonard

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Rafael “Pantoño” Oronó y Fulgencio Obelmejías

ba el evento, pero los comentaristas se ase-guraban de decir cada pocos minutos que esa transmisión iba a ser (y fue) más vista que la llegada del hombre a la luna. Miles de millones de personas vimos en vivo ese combate, y en el decorado el nombre de Ve-nezuela, el logo del banco y la invitación a invertir en esta tierra de gracia.

Leonard y Durán volvieron a enfrentarse en noviembre de ese año y allí estaba otra vez la publicidad pagada con dinero de los “trabajadores de Venezuela”. No hay que ser muy sagaz (“no hay que ser petejota”, decía un pana malandro de Sarría) para sospe-char que tantos llamados no convocaron a suficientes inversionistas, porque meses después se decretó la bancarrota e interven-ción de esa entidad y, de ñapa, la catástrofe cambiaria venezolana.

Uno de los responsables de todo aquel ar-matoste publicitario fue un empresario del boxeo y de los espectáculos, un maracu-cho llamado Rafael “Rafito” Cedeño, suje-to hábil y definitivamente buen promotor y organizador de eventos internacionales, quien además de esa hazaña (convencer al gobierno venezolano para que invirtiera dinero en eventos que concitaban la aten-ción del mundo) coronó otra muy pecu-liar: que el canal del Estado, Venezolana de Televisión, transmitiera en vivo todas las semanas una cartelera boxística orga-nizada por él mismo a través de su em-presa Promociones Internacionales Rafito Cedeño. En un momento de euforia de sus programas boxísticos, las peleas se trans-mitían todos los lunes a las 9 de la noche, justo después de la rueda de prensa del presidente Luis Herrera Campíns en un programa llamado El Presidente que habla con el pueblo.

LoS buEnoS, LoS MALoSy LoS MEDIoCRESAquello fue un paraíso artificial organiza-do por Rafito con el fin de intentar conver-

tir a uno, o más, boxeadores venezolanos en figuras de alcance mundial. Bastante patrióticas sonaban sus intenciones: si el Estado invertía para figurar en grandes es-cenarios era justo, y hasta obligante, que al menos un venezolano apareciera por allá arriba entre las figuras rutilantes del show.

El promotor convenció al BTV y a la televi-sora estatal de que la única forma de cons-truir ídolos era metiéndoselos por los ojos al público venezolano, ya un poco nostálgico de la época de oro de nuestro boxeo (y a Rafi-to había que creerle: por sus manos acababa de pasar la leyenda colombiana y universal Antonio Cervantes “Kid Pambelé”). Una década atrás habíamos tenido hasta cuatro campeones mundiales de manera simultánea (Betulio, Gómez, Marcano y Rondón) y los 80 nos agarraron con apenas un monarca: Ernesto España, quien perdió su título en julio. No había otra figura que despuntara como posible gloria.

De modo que Rafito tenía excelentes planes pero los ejecutó de manera irresponsable y un poco cómica: como no había ídolos vene-zolanos a la vista se propuso fabricarlos a la fuerza, de manera express, poniendo a un pu-ñado de peleadores inexpertos a enfrentarse a otros más inexpertos aún o a viejos guerreros que ya estaban retirados o listos para retirar-se. A un boxeador, llamémoslo “promedio” (ni bueno ni malo sino que estaba por verse), lo ponían a pelear contra cualquier joven o viejo con algo de musculatura y cierta cara de malo; por supuesto que en esa locura salía ga-nando el normalito, el aspirante a ídolo. A esa clase de boxeadores, a quienes invitan solo para inflarle el récord, currículum o historial al muchacho de la película, los han llamado en todas las épocas “paquetes”: los mediocres de la partida.

El resultado fue que, al cabo de pocas se-manas, nuestro boxeo profesional conta-ba con una generación de ídolos patrios

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Bernardo Piñango revalidó lauros olímpicos en el campo profesional

AquELLo fuE un PARAíSo ARtIfICIAL oRgAnIzADo PoR RAfIto Con EL fIn DE IntEntAR ConvERtIR A uno, o MáS, boXEADoRES vEnEzoLAnoS En fIguRAS DE ALCAnCE MunDIAL —

cuyo historial numérico de victorias era impresionante. Si alguien decía en tono de crítica: “Ah, pero ese récord está lleno de paquetes”, desde el canal del Estado res-pondían: “Ajá, súbete tú a echarte coñazos con uno de esos paquetes a ver”. Así que, bueno, eran los ídolos que teníamos y a al-guien había que aplaudir.

Rafael “Pantoño” Oronó fue una de las excepciones de aquella norma. Peleador olímpico en sus años de aficionado y due-ño de un estilo impecable, este humilde peleador tenía un problemita: era muy grande para ser peso Mosca y muy pe-queño para ser peso Gallo. Pero para eso estaba Rafito: tan hábil era este compatrio-ta que logró algo nunca visto: después de casi un siglo de historia de ese deporte, convenció al Consejo Mundial de Boxeo de crear una división intermedia, la Su-permosca, donde el Pantoño se sentía có-modo. El 2 de febrero de 1980 Oronó se

hizo campeón en una pelea conmovedora contra el surcoreano Seung Hoon Lee: el muchacho se fracturó la mano derecha (su mano de noquear) en el segundo round, y el resto de la pelea (15 en total) estuvo haciendo magia con la mano zurda y unos elegantes desplazamientos por el ring para ganarla. Rafito tenía su campeón; pero no en las divisiones “serias” o cotizadas.

Por ejemplo: en el peso Welter, donde re-cién reinaba una gloria del boxeo mundial en proceso de formación llamada Thomas Hearns. Este muchacho, un verdadero ase-sino del cuadrilátero, nacido en Detroit, había horrorizado al mundo meses atrás al despedazar en tres rounds al mexicano “Pipino” Cuevas. Pues bien, Rafito con-siguió que la primera defensa de Hearns fuera contra uno de sus muchachos de ré-cord artificial (16 peleas, todas ganadas, 14 por nocaut), Luis Primera. No lo hizo mal el criollo: tres veces lo tiró a la lona el nor-

teamericano y tres veces se levantó el mu-chacho haciendo unos gestos así como de estar muy bravo consigo mismo (“coño ’e la madre”, se leía clarito en sus labios). En el sexto asalto el réferi decidió parar aque-llo para resguardarle la integridad física al buen Luis.

El 7 de julio de 1980, a otro gladiador del patio, Carlos Piñango, un peso Pluma bue-no (pero no tanto), le tocó enfrentarse a Eusebio Pedroza, uno de los inmortales de Panamá. Un día después de la pelea (que perdió Piñango, por supuesto) trascendió en la prensa que Rafito había ido a visitar a Pedroza para pedirle un pequeño favor: “No le vayáis a pegar muy duro al mucha-cho”, le dijo al campeón.

El 1° de diciembre de ese mismo año Rei-naldo Becerra, un Minimosca bueno (pero a quien se le notaba el hambre hasta en la manera de caminar), cayó guerreando

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contra Hilario Zapata, otro monarca pa-nameño. Diez días más tarde tuvo lugar en el Olympic Auditorium de Los Angeles, California, una de las peleas más horribles que recuerdo haber visto en mi vida: nues-tro pupilo Idelfonso Bethelmí, apodado El Ciclón de Güiria, seguramente con el fin de inspirar respeto o pánico en los rivales, se fajó en un larguísimo baile inorgánico, la-dilla, ridículo, pasteurizado y homogenei-zado, contra el mexicano Rafael “Bazooka” Limón que, eso sí, nos zampó a los vene-zolanos el chiste del año a costas del pobre Bethelmí: “El avisito ese del banco venezo-lano deberían ponérselo en las suelas de los zapatos, porque eso es lo que más le van a ver por televisión”. No era para tanto; una sola vez cayó El Ciclón, por allá en el round 15, cuando todos los espectadores estaban dormidos, y al levantarse el réferi le pregun-tó si quería seguir peleando y el muchacho le dijo que no. Para qué.

El año 1981 y siguientes nos depararon la de-bacle total de aquella generación, y en general del boxeo profesional. De los ídolos venezo-lanos, los que mayor estrépito causaron en su caída fueron Elio Díaz y Fulgencio Obelme-jías. El primero, un guayanés invicto que llegó a Texas con la encomienda de destronar al mo-narca Donald Curry y que salió del ring entre carcajadas, pues era obvio, evidente y notorio que estaba más asustado que el campeón. Y el segundo, un peso Mediano realmente bueno, dueño de una pegada fulminante, que fue a re-tar a Marvin Hagler y este lo zarandeó a placer dos veces, en 1981 y en 1982.

A la sombra de todos ellos se cocinaba el ver-dadero ídolo popular, el potencial verdugo de cuanto campeón le pusieran enfrente: Alfre-do “Novillo Negro” Paiva. En esta misma re-vista aparece un perfil de este “caso” formida-ble; recomiendo su lectura, para no abundar y reiterar aquí en su figura.

A la larga esa cohorte venezolana sí pro-dujo campeones, pero esto no siempre re-veló la calidad de nuestro boxeo profesio-

El formidable Alfredo “Novillo Negro” Paiva y Ramón Cotúa

Los últimos gigantes del boxeo romántico: Leonard, Durán y Hearns

nal sino la decadencia del boxeo mundial. Antonio Esparragoza, Bernardo Piñango, un muchacho voluntarioso pero absolu-tamente gris llamado Ildemar Paisán, y el mismo Obelmejías obtuvieron títulos a mediados y finales de esta década, que terminó exhausta de glorias y desangrada de talentos.

En el show business fue la década de los últimos grandes peleadores, los de la era romántica. Argüello, Leonard, Durán, Holmes, Tyson, Hagler, Hearns, Aaron Pryor y otras luminarias vienen a confor-mar una generación de transición entre los grandes combates pautados a 15 rounds y la “humanización” del boxeo, suerte de relajamiento de algunas normas que na-die está seguro de que protejan realmente

la integridad de los peleadores: 12 rounds para los campeonatos mundiales, conteos de protección a los boxeadores sin que hu-bieran caído. La creación de varias organi-zaciones de boxeo trajo como resultado la proliferación de campeones de todo pelaje, asunto que, por cierto, detonó o hizo de-tonar otro venezolano. Bernardo Piñango le dio un paseo en febrero de 1988 al cam-peón Supergallo Julio Gervasio. A raíz de esto el promotor de Gervasio decidió crear un nuevo organismo: la Federación Inter-nacional de Boxeo.

A partir de entonces hubo tres, y luego cua-tro, y luego cinco y seis campeones mun-diales por categoría, y el negocio fue susti-tuyendo al espectáculo, que ya más nunca fue noble ni romántico ni sorprendente.

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MITOS

Revisión geneRal de un tRueno

Bastante, por lo menos en la narrativa cinematográfica del bo-xeo hollywoodense, uno se encuentra con esos personajes que, sin conseguir el total dominio de la técnica, tienen unos recursos sobrenaturales, y con tan solo activarlos el juego cae a su favor. Alfredo “El Novillo Negro’’ Paiva era un boxeador así. Su mano derecha era una mandarria de acero capaz de fracturar cualquier hueso que se atravesara en su camino. Desde que se calzó unos guantes junto a sus amigos de la infancia, por allá por tierras bar-loventeñas, su lugar de nacimiento, sus rivales le temieron a esa extremidad de otro mundo.

Después fue apadrinado por aquel que, en esa época, se encarga-ba de prometerles la gloria a los principiantes. Rafito Cedeño, se llamaba el hombre. Alfredo comenzó a ganar peleas y un 14 de febrero de 1981 lo llevaron a competir en Panamá contra Reynaldo Hidalgo. Se suponía que iba a ser una pelea fácil para el panameño. Pero el mirandino resistió su golpiza como si no solo su mano es-tuviera hecha de hierro, y en el noveno round activó la mandarria. El derechazo lo conectó directamente a la mandíbula de Hidalgo, dejándolo con una fractura maxilar a pesar de los guantes, a pesar de la ventaja, a pesar de que fuera la primera pelea internacional de su contrincante

Al final de su carrera de peso Ligero Junior (57-59 kgs), Paiva que-dó con un récord de 17 peleas ganadas, 16 de ellas por nocaut.

POR AndEr dE TEjAdA@ePaleccs

IlUsTRacIÓN jESSICA MEnA

Como suele suceder con los memorables del deporte, no siempre los caracteriza la vida llana dentro y fuera de las prácticas, sino que son recordados también por aquello que les sucede fuera de sus disputas institucionales. Este tipo estaba loco y sus problemas psi-quiátricos fueron, al final, los que truncaron su carrera. Se le mani-festaba de formas distintas, ya fuera al correr desnudo por la playa o al ser incapaz de canalizar las emociones a una actividad que no fuera destructiva: de ahí ese gusto por drenar las frustraciones en coñazas de bar que, varias veces, lo llevaron a la cárcel. Quizás, si se permite hipotetizar, la manera de estamparle la derecha a otro rostro rival fuera causada por esa inestabilidad psíquica, por esa necesidad de los locos que algunos no entendemos.

Sin embargo, a pesar del vuelo corto y accidentado que tuvo, per-siste en la mente de los fanáticos del boxeo. Algo tenía. Algo había en sus formas de combatir que, para los aficionados, era inadmisi-ble pelar una de sus peleas. La promesa, probablemente, de lo que nunca fue pero pudo ser. Fíjense que uno de sus panas, que le temía a la mandarria diestra que le colgaba de la muñeca, era Fulgencio Obelmejías, campeón mundial de peso Mediano, 18 kgs más pesa-do que El Novillo Negro.

Nobleza obliga: gracias a José Roberto Duque, suministrador de esta información y creador de la novela que relata la historia de Alfredo: No escuches su canción de trueno.

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CIUDAD

El boxEo vibra En PEtarE

A veces poco visibles, los semilleros pArA lA prácticA boxísticA sAlpicAn lAs bArriAdAs cArAqueñAs. en petA-

re, grupos de todAs lAs edAdes perseverAn por noqueAr viejos estigmAs vinculAdos con el Arte de FistiAnA

POR JESSICA DoS SAntoS • @ePaleccs / FOTOGRaFÍas mIChAEL mAtA

y todo el personal trabajamos ad honorem, aquí nadie percibe sueldo y solo tenemos cuatro pares de guantes y cuatro de guan-tines para los dos turnos”, nos relata en las inmediaciones de su pequeño local, ubica-do a la par del gimnasio, Ana Fernández, conocida desde los 17 años como La Polla de Petare, la primera campeona mundial venezolana.

La Polla fue cuñada del campeón Carlos Barreto, apodado El Gallo de Petare, quien murió a los 23 años tras ser noqueado en el décimo round en una pelea por el título Fedelatin de los Supergallos. Por cierto, aún queda pendiente saber por qué no había ca-milla que sirviera para bajarlo del ensogado ni médico a la mano para darle la primera atención, sin contar que fue autorizado para pelear pese a la sospecha de que no estaba bien de salud.

“Él fue un gran boxeador profesional, a mí me apodaron así por él. Tengo 22 años en el boxeo, fui la primera mujer que peleó en este gimnasio en una Copa Navidad, tengo varios títulos internacionales: Fedebol, Fedecaribe y el título de la WIBA (Asociación Internacio-nal de Boxeo de Mujeres). Algunos amigos

Al salir de la estación Palo Verde, por la calle principal, en pleno corazón de Petare, se en-cuentra el gimnasio de boxeo Ramón “Mon-cho” Navas, remodelado hace poco menos de un año en honor a Antonio Cermeño, exmo-narca universal Supergallo y Pluma de la Aso-ciación Mundial de Boxeo (AMB), hallado sin vida el 25 de febrero de 2014 en la autopista Gran Mariscal de Ayacucho.

Cermeño, quien de un total de 39 peleas ganó 28, de la cuales 23 fueron por nocaut, se dedi-có los últimos diez años de su vida a entrenar a chamos de barrios caraqueños y mirandinos a través de la Fundación Kantarón Cermeño, un Nocaut a las Drogas, creada por él mismo en 2003. Antonio demolió este gimnasio con el fin de reconstruirlo completamente, pero el tiempo no le alcanzó.

“Quien se ha encargado de esto es Carolina de Cermeño, su viuda. A ella le bajaron los recursos y logramos la inauguración de la primera etapa, pero todavía faltan muchas cosas por hacer. Esperamos un segundo ni-vel donde habrá canchas múltiples para vo-libol, fútbol sala y una sala de fórum. Elías Jaua y su gente son los que nos están dando el apoyo económico, pero los entrenadores

me animan para una última pelea. Tengo que quitarme como diez kilos, pero a mí me gustan los retos; además, yo digo que no hay nada vie-jo y es difícil renunciar a un deporte, el atleta se acostumbra a esto y aceptar el retiro es algo muy duro”, agrega Ana.

Mientras tanto, su esposo entrena con una forma imperiosa de saltar la cuerda. Afuera suena el ir y venir de las motos, se cuela el sonido de uno que otro vallenato y no falta el saludo de la gente de la zona. “¡Epa, Pi-tufo! ¿Tú viniste o te trajeron? El chino te anda buscando porque vamos a empezar a montar la electricidad aquí”, le grita La Polla a uno de esos transeúntes mientras le recuerda a sus clientes que solo le quedan empanadas de “cazón, queso y salchicha”.

En el gimnasio hacen vida personajes de la talla de Pedro Verdú (primo de Antonio Cermeño y mejor conocido como El Tren de Petare), el joven Leonardo Padilla (quien se prepara para los Juegos Olímpicos Río 2016), Jesús Cuadro (quien también es entrenador en José Félix Ribas) y Luis Ojeda (quien nos comenta que logró ganar 12 combates profesionales, nueve por KO). Así como Anys Cedillo, La Zurda (42), quien recuerda que 20 años atrás vio pe-

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lear a La Polla en este gimnasio y se convenció de practicar un deporte históricamente reser-vado para los hombres. De hecho, antes en Venezuela solo existían alrededor de cinco boxeadoras profesionales reconocidas: La Polla, Ámbar Fajardo (la segunda que in-cursionó en este mundo), Carolina “La Fie-ra” Álvarez, Ogleidis “La Niña” Suárez (que estaba empezando) y La Zurda. “Eso ha ido cambiando. Actualmente hay muchas mu-jeres en el boxeo. Soy instructora acá de lu-nes a viernes, a las 2 pm; tengo un grupo de

siete y tres son mujeres, tienen solo 12 años y ya van para el primer campeonato junior”, explica La Polla.

Sin embargo, el boxeo, se trate de hombres o mujeres, aún es un deporte tergiversado (lo que genera el rechazo de ciertos sectores) e invisibilizado (pocos boxeadores venezo-lanos han logrado ser inmortales pese a la amplia historia pugilística de nuestro país). Además, el boxeo siempre fue ligado al ba-rrio —en su acepción más negativa—, pues

supuso una forma de “ganarse el pan” para los personajes más irreverentes de nuestras clases populares, de los cuales muchos mu-rieron en la más profunda pobreza (Vicente Paúl Rondón) o sumergidos en los más fe-roces vicios (Edwin “El Inca” Valero).

“Al boxeo lo han considerado un deporte marginal y eso ha hecho que no crezca y sur-ja como debería. Sin embargo, es un deporte que convoca a muchísima gente y deberían tomarnos en cuenta. Hoy en día, Mayerlín Ri-

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Anys Cedillo, La Zurda, evidenciando el porqué de su apodo

Los jóvenes que allí entrenan comparten el deporte con los estudios

Destaca el talento entre los instructores del gimnasio

vas seguro gana una cantidad de dinero más elevada de la que yo gané, yo peleé peleas de título mundial por dos mil bolívares, por cinco mil bolívares. Aquí, uno de los requisitos para poder entrenar es la constancia de inscrip-ción en el liceo, porque hay que tumbar esa imagen del boxeador bruto o que no estu-dia, acá hasta los ayudamos a hacer tareas. Tenemos boxeadores que son bachilleres y otros en la universidad”, agrega La Polla.

Por otra parte, Ana nos relata: “De paso los promotores te ven, te firman y se hacen cargo, entre comillas, de tus gastos; o sea, te meten en un cuarto y te dan dos mil bo-lívares y con eso te dicen que debes desayu-nar, almorzar, cenar, tener para el pasaje y vestirte, pese a que son personas que tienen plata como para tirar pa’l techo. La mayoría, realmente, son unos mafiosos que terminan aprovechándose del talento ajeno”.

Ante una leve resistencia a ahondar en el pun-to, nos despedimos con la promesa de regre-sar para las competencias programadas, y al recordarles que el artículo saldrá publicado en la Épale CCS surgió la duda y la sonrisa: “¿Del Ciudad CCS? ¿El de Chavito?”.

“AL boxEo Lo hAn ConSIDErADo Un DEPortE mArgInAL y ESo hA hECho qUE no CrEzCA y SUrJA Como DEbEríA” (LA PoLLA fErnánDEz)—

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CRÓNICAS OFICINESCAS

Hay gente que parece hecha a imagen y semejanza de las oficinas. Floreros vivientes, con el alma empozada. Árboles centenarios en sequía perma-nente, que ya no dan sombra, pero que han esparcido a tal punto sus raí-ces que tienen el poder de hacer tropezar a todo lo que se mueve.

No van juntas, pululan. No conversan, cotillean. Esconden la mi-rada, pero lo observan todo, cual si vivieran no más que para ser testigos de la vida que no se resigna, que todavía no se resigna. Si alguien las retratase, el resultado sería una naturaleza muerta.

En los pasillos ministeriales, en las antesalas de los ascensores, en los comedores, en los auditorios, ya no pelean. En el gran cuadri-látero de la vida solo saben lanzar golpes bajos.

Varias veces me descubrí sentado en el suelo, cabizbajo, retor-ciéndome del dolor.

Pero es un error imaginarse aquellos espacios como pura penitencia. Que la autocompasión jamás se una a nuestros nombres. Trabajar en una institución pública también puede ser un deporte de combate.

Durante los primeros días de mi paso por Comunas, algún periodis-ta me preguntó qué pensaba hacer ahora que estaba inmerso en la misma burocracia que tantas veces había cuestionado públicamente. Respondí, palabras más, palabras menos: aprovechar la oportunidad.

POR REINALDO ITURRIZA@REINALDOI

ILUSTRACIÓN FRANkLIN ALvIáREZ

La peLea es peLeando

Aprovechar la oportunidad y dar unos cuantos golpes, que oportu-nidades como esa no se presentan a diario.

Es lo que hicieron muchos hombres y mujeres que me acompaña-ron, es lo que continúan haciendo y es lo que hacen e hicieron mu-chos hombres y mujeres en cada una de las instituciones del Estado.

Con más desventajas que ventajas en muchas de ellas, con infinitas limitaciones, la pelea que hemos dado, y seguimos dando, quienes militamos en la construcción de una sociedad justa e igualitaria ha sido una pelea digna de librar. Era lo que correspondía hacer. Es lo que corresponde seguir haciendo.

A diferencia de todas las precedentes, nuestra generación ha tenido la oportunidad y la fortuna históricas de infiltrarse en las instituciones para trabajar en la creación de las condiciones que hicieran posible el autogobierno popular. No tiene sentido limitarnos a hablar de los que han desaprovechado la oportunidad o han fracasado en el intento.

La experiencia acumulada por nuestra generación habrá de ser trans-mitida a nuestros hijos e hijas. Y la pelea continuará.

Seguiremos recibiendo golpes bajos, pero también golpearemos con reciedumbre. No dejaremos de aspirar al nocaut. Aquí no aplica esa de suspender el combate. La pelea es peleando.

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Lo que nos faLta es rematar

MIRADAS

EL boxEo ES un DEPoRtE ÉPICo, Con LogRoS y fRACASoS PRoMInEntES. VEnEzuELA hA DADo A LoS MEjoRES y

PREPARA nuEVAS gEnERACIonES. PARA unoS, PoDEMoS ASPIRAR A unA MEDALLA En Río, PARA otRoS ES unA VAnA

ILuSIón. MIEntRAS, En CARACAS LoS MuChAChoS EntREnAn DuRo, DISPuEStoS A DAR EL gRAn SALto A LA gLoRIA, CASI

SIEMPRE ESquIVA

POR MARLon zAMbRAno • @maRlOnzambRanO / fOtOgRafías EnRIquE hERnánDEz

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distancia dialéctica entre la humildad y la decencia. Prepara a 40 chamos de 8 a 11 de la mañana de lunes a viernes, y los sábados, si le toca, los acompaña a cualquier parro-quia caraqueña según lo indique la agenda de Boxeo Bolivariano de Calle. Zigzaguea-mos con él por el gimnasio donde funcio-nan en total seis escuelas de la modalidad, dirigidas o gravitadas por los mejores de todos los tiempos que aún viven: Fulgencio Obelmejías, Kiki Rojas, Pantoño Oronó, José Rincones, Marco Tulio Polanco, An-tonio Hidalgo, Reyes Arraiz. Esquivamos manotazos, el rebote del costal, jabs de izquierda, fintas y ganchos, mientras hace un alto para desgajar los guantes de los mu-chachos, a punto de deshacerse, los ama-rres torpes y firmes con adhesivos o trenzas de zapatos, los lockers desechos, las suelas quebradas de sus botines. “Fíjate en estos muchachos: vienen porque les gusta, ellos no gozan de una beca, de un comedor, tie-nen que costearse sus gastos, sus estudios. En otros países es diferente y, sin embargo, nosotros competimos con esos otros paí-ses y ganamos. Aparte de eso se cree que el boxeador es un tipo inculto. Aquí se puede apreciar que la mayoría son licenciados, técnicos, otros están por graduarse de ba-chiller. Aquí todos son muchachos humil-des, pero decentes”.

Estamos en medio del semillero y se ve la entrega apasionada. Las narices partidas son un síntoma del amor por lo que hacen. “Son mis hijos”, dice Salgado y lo refrenda Rony Betancourt, un espigado muchacho

de 30 años y condición especial tras una afectación neurológica, que está esperan-do su chance para ser campeón. Mientras tanto acompaña cada día a su mamá, Yelitza Betancourt, a pie desde la calle La Zulia en La Vega hasta El Paraíso. Él entrena y ella le hace mantenimiento al recinto, a cambio de lo que puedan recoger los técnicos y los chamos como pago. Algunos le dan dinero, otros le llevan un producto alimenticio. De regreso a casa, entrena otro rato más con su muchacho, de 7 a 12 de la noche, como si lo único que les interesara en este mundo fuera pelear.

Salgado, para quien el mejor boxeo de todos los tiempos fue el de los años 60, con Mo-rocho Hernández y Morochito Rodríguez a la cabeza, la disciplina se ha ido desarro-llando mucho en el nivel cultural. “Aquí yo les exijo que estudien, y, si no, tienen que trabajar. Antes de ser campeón mundial tie-nes que ser un buen ciudadano. Demostrar condiciones de compañerismo, solidaridad y respeto”. Señala a un pegador inquieto que no deja de dar saltos y hacer chistes con los demás. Es Alexander Márquez, un peso Ligero al que le recomienda una dieta rica en proteínas y de quien se enorgulle-ce como uno de sus prospectos ejemplares. Estudia Comunicación Social en la Univer-sidad Santa Rosa y trabaja en el Metro de Caracas. Pasó toda la mañana recibiendo y dando trompadas. En su brazo derecho lle-va tatuado el Salmo 23:4: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”, escrito en inglés. “El país debería estar más atento de sus hijos”, dice Salgado.

DonDE hAy goLPE hAy gEntEUn campeón olímpico, dos subcampeones, dos medallas de bronce y 37 campeonatos mundiales en boxeo profesional avalan una larga y fructífera trayectoria del deporte que más glorias ha cosechado fuera de las fron-teras. En todos los casos, los protagonistas

“Con la ayuda de Dios, voy a llegar a ser grande”. Intenta sacarse el sudor con el guante. No lo logra. Se restriega el rostro, pero suda más. Gotea. Brilla bajo los fogo-nazos de luz que se cuelan por los boquetes de una pared ahuecada. Sus hombros son una exquisita talla de huesos de aceituna. Sus piernas dos potentes piezas de carne magra, de músculos gemelos tensos y abul-tados como el helénico Boxeador del Quiri-nal, la escultura en bronce del siglo I antes de Cristo. Francisco Javier Márquez pesa 81 kilos y viene de Oriente, de un pueblo, Cariaco, acostumbrado a dar poetas. Está desempleado pero les prometió a Frannelys Sinaí, a Ray Jonás y a Rafael que lo iba a lograr. Su mujer lo zarandeó para que se decidiera: “Negro, pero si es lo que te gusta vamos a hacer un esfuerzo”. Partió a Cara-cas a echar el resto pese a que el médico le recomendó no boxear, por un asunto del corazón. Comparte muchas coincidencias con nuestro segundo monarca mundial, Vi-cente Paúl Rondón: tiene 27 años, vive en Carapita y se trasladó desde la provincia a la capital persiguiendo un sueño y espanta-do por la pobreza. Cuenta el periodista de-portivo José Enrique Cuevas que una vez le preguntaron a Rondón sobre sus combates más difíciles: “Derrotar el hambre y perder todas la batallas con mis apoderados…”. Murió alcoholizado, miserable, loco, en el barrio. Francisco ha ganado todos sus com-bates por nocaut, menos uno por decisión. Tiene pinta de campeón, camina como campeón, se ríe como campeón. Tiene, además, ese perfil que distancia al atrevido del insensato. Se ve juicioso. Deslumbra en el medio del gimnasio del Brígido Iriarte, donde cada golpe en el saco retumba como una bomba atómica. Su mirada es firme y compasiva. Le palpita la ambición en los ojos.

huMILDES PERo DECEntESRafael Salgado entrena a Francisco, y a los otros, por una beca salario de 5.600 men-sual. Es karateca, músico, auditor, contador, cantante, dirige la Líder Band y plantea una

“DICEn LoS VIEjoS hoMbRES DEL boxEo quE En ESto no ExIStE LA VoCACIón. ExIStE EL hAMbRE”(fRAnCISCo uMbRAL) —

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La FVB aspira conseguir ocho cupos para Río 2016

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Reyes Arraiz, campeón del 66, aún hace sombras como un muchachito

son muchachos (y ahora muchachas) de los estratos más humildes, que se apasionan por la disciplina del ring, con la esperanza de enarbolar el tricolor nacional y, además, dar ese brinco triunfal hacia el “éxito” eco-nómico. Las más de las veces suele ser una conquista superficial y momentánea, que no tarda en escurrirse cuando se acaba la fama y aparecen las deudas. La literatura, el cine y la crónica están plagados de esas historias.

“Aquí les enseñamos a defenderse de la ca-lle… o, mejor, a que aprendan a salir co-rriendo”, dice Kiki Rojas a modo de chiste. Quien lo ve no puede imaginarse que en dos ocasiones paralizó al país cuando se ba-tió a puños por el campeonato mundial: en

medios impresos del país dedicados ín-tegramente al boxeo. Fue boxeador y por años editor de publicaciones especializadas. Puntualiza que Venezuela vive desde los 80 una larga sequía de figuras relevantes, aunque siente que el boxeo ha cambiado en positivo, se ha “humanizado”, lo cual no quiere decir que haya mejores boxeadores actualmente. De hecho, afirma que es casi imposible que consigamos medallas en las Olimpiadas de Río 2016.

“Los entrenadores de ahora vienen vincu-lando la escolaridad con el boxeo. Incluso, en muchos casos se establecen acuerdos en-tre los liceos y los gimnasios para que los muchachos estudien, mientras van moni-toreando su rendimiento escolar. Eso debe reforzarse al máximo, para que cuando se retire no quede solo esperando que lo con-traten como entrenador”.

Reyes Arraiz, campeón en los Juegos Cen-troamericanos y del Caribe de San Juan, Puerto Rico, en 1966, dos años antes de que Morochito Hernández conquistara nuestra primera medalla dorada en las Olimpiadas de México, llega pegando brincos como un ca-rajito inquieto. Con sus 70 años hace fintas y sombras para demostrar cómo es que se debe preparar un peleador. “Antes el boxeo aficio-nado era más fuerte, yo veo a esos muchachos hoy como con flojera. Necesitan mucho apoyo para alejarlos de las drogas y de la delincuen-cia”. Arraiz, quien ha sido entrenador de la se-lección de la Región Capital en torneos nacio-nales, coincide, como todos, en lo importante que ha sido el programa Boxeo de Calle para descubrir nuevos talentos, iniciativa surgida con el respaldo del Comité Olímpico Vene-zolano (COV) hace nueve años y que hoy día lleva Mindeportes, extendiéndolo por todo el país con la idea de captar peleadores “en bru-to”.

LLEgó LA hoRA“Nuestro boxeador de ahora es más integral: estamos detrás del muchacho para que estudie y se gradúe, casi 90% son bachilleres. Antes no, antes solo eran unos pegadores. Tenemos que pensar en eso cuando recordamos cómo ter-minaban los boxeadores”, dice Félix Almeida, director ejecutivo de la Federación Venezola-na de Boxeo (FVB).

1989 por el peso Mosca y en 1998 por el Su-permosca, ganando. Fue de esas glorias que hizo algo más. Se dedicó a estudiar a partir de una premisa que parece ser común en el boxeo venezolano de hoy: al final te pue-den arrebatar el título, pero una profesión nadie te la baila. Se graduó como profesor de Educación Física en 2012 en el Institu-to Pedagógico de Caracas, y actualmente cursa un postgrado en Gerencia Deportiva. También tiene su escuelita y su fundación, donde forma a más de 50 niños y jóvenes, de 9 años en adelante. “El boxeo está y no está, el atleta tiene su ciclo, en cambio el que estudia tiene un oficio para toda la vida”.

Coincide con José Camejo Suárez, editor del periódico Jabeando, uno de los pocos

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Francisco Javier Márquez y Rafael Salgado, soñando con la gloria

Cree, al contrario de Camejo, que llegó la hora de alcanzar otra medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Apuesta por ocho cupos al encuentro del próximo agosto en Brasil, gracias a los esfuerzos de la Revolu-ción Bolivariana en la preparación; progra-mas como el Boxeo de Calle, la rotación por los torneos internacionales y la afiliación a la franquicia Caciques de Venezuela, que ha desarrollado un altísimo nivel de competi-ción. Ya existen cuatro cupos garantizados, explica, y en los próximos días asistirán cuatro atletas a Bakú, Azerbaiyán, con as-piraciones a dos cupos más: Anyelino Cór-doba (49 kgs), Joel Finol (52 kgs), José Díaz (56 kgs) y Joan González (75 kgs), bajo la dirección técnica de Alfredo Lemus. Adi-cionalmente es posible captar dos cupos más en julio, aquí mismo en Venezuela, en un campeonato de Caciques, con el peso Completo Alfonso Flores y el Supercomple-to Édgard Muñoz, con mucha posibilidad.

También dice algo muy curioso: “Los nuestros no tienen malicia, nadita”, refiriéndose al esti-lo de los pegadores criollos, uno de los mitos, hasta ahora, más extendidos sobre las caracte-rísticas de nuestra manera de ser, y de pelear. “Me di cuenta en Varsovia, peleando con el

Kiki Rojas: “El atleta tiene su ciclo... el que estudia tiene un oficio para toda la vida”

equipo polaco, los periodistas se sorprendían por la rapidez de Finol, la picardía de José Tías, la forma de pasar golpes de Javier Maestre, pero somos muy inocentes, nos falta malicia. Hasta mi viejo, que tiene 69 años y es de Cu-maná, tierra de boxeadores, me decía la otra

vez que ahí es donde los peleadores de antes remataban, los molían, el de ahora no”.

Por eso será que Javier, el de Cariaco, admi-ra tanto a Tyson, porque ese tiraba a matar, como los de antes.

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ENTREVISTA

simón piña:fiebrúo del boxeo

Guanteó en la universidad, fue juez al lado de josé laurino, un uruGuayo autor de unos 15 libros sobre boxeo,

y le escribió una breve reseña de un campeón a chávez, por si acaso

POR guSTAVo mÉRIdA• @gusmeRida1 / FOtOgRaFías ENRIquE hERNáNdEz

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Día Mundial de No Fumar. Casalta 1, Blo-que 6, media tarde.

EL PRINCIPIo“Nosotros vivíamos aquí desde el año 59. Antes, vivíamos en Güigüe, estado Ca-rabobo. Como soy hijo único, los primos casi que vivían con nosotros. Teníamos un televisor grandote, con tubos, en la sala, y mi papá se ponía a ver la lucha li-bre y un programa que se llama Nocaut, que todavía lo pasan y era con Buck Ca-nel en aquel entonces. Había dos que eran fanáticos de Carmen Basilio, que era un boxeador de Nueva York, pero del estado de Nueva York y de un pueblo de agricul-tores; le decían El Cebollero de Canasto-ta porque el pueblo se llama Canastota, y ahí queda el Salón de la Fama del Boxeo, como el de beisbol queda en Copperstone. Otra cosa que fue importante para mí fue que en el 66, estando en bachillerato, pasé de año y me ofrecieron tres regalos típi-cos de esa época: un crucero, una cámara de video o un televisor pequeño para el cuarto; no me entusiasmó ninguno y le dije a mi mamá: ‘Quiero ir con mi papá a ver la pelea de Pedro Gómez (hermano de Antonio Gómez que después fue cam-peón mundial) y ‹Mochila› Herrera (un colombiano que estaba ranqueado)’. Mi papá le tenía culillo a mi mamá, por eso tuve que decirle yo mismo. Ella no qui-so, porque ahí había muchos borrachos. Había un autobús que le decían El Perro Caliente, porque era de color mostaza con una franja roja, y bajaba por aquí, se metía por El 23, salía a la plaza O’Leary, se metía por la Bolívar y llegaba al Nue-vo Circo, daba la vuelta y se devolvía. Ese era el perfecto. Fue el 12 de agosto del 66. Compré las entradas temprano, al mediodía, 20 bolos las gradas y a la gen-te le parecía caro. Llegamos como a las 6 de la tarde, cayó un palo de agua. Cuan-do oscureció, empezó la gente a chiflar: ‘Epa, boxeo, qué pasó, queremos boxeo’, y la gente presionando. De pronto ¡pim!, apagaron las luces, quedó prendida solo la luz del ring... ¡no joda!, yo creí que esa vaina era Las Vegas, qué vaina tan arre-cha. Se dio la pelea. Pedro Gómez ganó, un peleón. Se fue la luz, nos mojamos. El

venezolano lo tumbó tres veces en el oc-tavo, una vez en el noveno y una vez en el décimo”.

La esposa de Simón, Janitzia Vallenilla, cuela café, muestra sus muñequitas, sus carteras, todo hecho por ella con material reciclado. Todo. Simón recuerda con fa-cilidad nombres, detalles, colores, nacio-nalidades, discursos. Ambos tienen que cerrar las ventanas porque las guachara-cas se meten en la casa y tumban las co-sas. Escribe para la Asociación Mundial de Boxeo. “El 25 de mayo se cumplieron 51 años de la revancha entre Muhammad Alí y Sonny Liston, que era tremendo pe-leador, pero después de eso no fue más. Por cierto, Liston apareció muerto en su apartamento de Nueva York”.

LoS gRANdES“Hay etapas del boxeo que las marcan los grandes. En los 30, Joe Louis. Los 40, Rocky Marciano y también Sugar Ray Robinson, pero hablemos de los peso Completo para no irnos más abajo. Después, en los 60, se fue Rocky Marciano, sin perder, y en una

etapa de transición lo sustituyó Floyd Patterson, un peso Completo pequeño. Duró un tiempo hasta que vino Sonny Liston y lo noqueó dos veces en el pri-mer round. Ya eso era en los 70. Apareció Cassius Clay, que duró tres años preso por lo de Vietnam. Ahorita acaba de terminar la etapa de Pacquiao y Mayweather, pero en los 80 cada peso tenía un campeón que era una estrella. Estaba Holmes, en peso Me-diano estaba Marvin Hagler, en el Wélter Leonard, Durán, ‘Tommy’ Hearns. Vene-zuela tuvo una época de oro, no tanto por la cantidad de campeones sino por la cantidad de ranqueados y la cantidad de programas de boxeo que se montaban. Rafito llegó a tener 27 venezolanos ranqueados, todos de su cuadra. Era un magnate: primero vi-vía en el hotel Peral y después se mudó al Hilton. Algunos famosos no compraron casa nunca sino que vivieron en hoteles. Uno de ellos fue Millard Ziadie, el entrena-dor de caballos jamaiquino: siempre vivió en el Tamanaco. El hombre era un ídolo, todos los caballos ganaban y todo el que compraba caballos decía: ‘No, no, no. Yo le doy mi caballo a Millard Ziadie, que es el

Hechas a mano, con cariño, animada por Simón

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que le da melón y no sé qué vaina’. Rafito tuvo de campeón a Oronó... No es machis-mo, pero el boxeo femenino no es igual. A la gente le gusta. Me di cuenta una vez cuando no había servicio de cable y había que ver las peleas estelares con antenas pa-rabólicas. El programa era con Mike Tyson y Evander Holyfield y había cupo para tres peleas en la transmisión, estábamos en un local en Altamira, que nunca me acuerdo como se llamaba. Pasaron esa, pasaron otra y esa noche peleaba el venezolano Antonio Cermeño con un nicaragüense llamado Eddy Sáenz y dijimos: primero Holyfield y Tyson, la segunda otros dos, que son más o menos, y la tercera debe ser la de Cermeño. ¡Pasaron la pelea de Christy Martin contra una puertorriqueña que se llamaba Belin-da Laracuente! Dejaron fuera a Cermeño. Bien hecho, porque Cermeño peleaba más feo que el carajo. Fíjate el programa del 18 de junio: la estelar es Mayerlin Rivas contra una española y cuatro campeonatos más”.

mEmoRIAS“Yo vi entrenando a Edwin Valero bastante. El hombre era una bestia, duro como una pie-

dra. Después que entrenaba durísimo, salta-ba cuerda por media hora y hablaba contigo tranquilo, sin jadear. Había estudiado mucho a Pacquiao, se lo sabía de memoria. Decía: ‘Mira, Pacquiao no te ataca. Cuando te pega bien, se mete por aquí, hace esto’. Claro, sabér-selo de memoria no significa que le iba a ga-nar, porque yo me lo puedo saber de memoria pero eso no significa que yo le voy a ganar. Un tipo que se llama Segundo Lujano, que tenía una chivera en la curvita esa que está al entrar a El Pescozón, fue quien se arriesgó y puso los reales para Valero, lo llevó a Japón y me llama-ba al programa. Nunca se sabrá quién ganaba esa pelea... Fue Joselo quien inventó eso de ‘pega Betulio, pega Betulio, ¡se cayó Betu-lio’! Todo lo que decía Joselo lo repetíamos nosotros. Si Joselo decía ‘ahaheheh’, noso-tros decíamos ‘ahaheheh’. Miguel Thoddé nunca dijo eso”.

—ImAgINA uN CoNTRINCANTE PARA mAduRo, quE ES uN PESo PESAdo—Obama. No está fácil. Maduro ha engor-dado, tendría que ganar al principio, por-que si no se cansa.

“Aquí estaba yo, jovencito. Esta la envió Ramón Corro”

CredibilidadCafé de Goyo, en Ciudad CCS. Felipe Saldivia pide un marrón pequeño y oscuro. Medio sobre de azúcar, sorbo, pregunta: “¿Sabes con quién tengo yo una foto?”. Los tres espectadores negamos. “Con Muhammad Alí”. Antes de preguntarle dónde está, apura el resto de café, ya en 130, y narra sin interrupciones: “Estaba en el aeropuerto de Nueva York. Era de madrugada y esperaba a una prima que venía de Europa. Ladillado, ca-minaba por allí, viendo todo cerrado y, a lo lejos, veo a un hombre sentado entre dos monjitas. Me acerco y creo ver a Muhammad Alí. Me acerco más, lo confirmo y me devuelvo casi que corriendo a buscar a mi concuñado que tenía la cámara y habla inglés. Cuando llegamos, él se estaba yendo. Con el apuro por su partida, la foto quedó mala, pero es una foto con Muhammad Alí”. “¿Y dónde está la foto?”, preguntamos casi que al uní-sono. “No sé”.

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crónicas

Manual del levante (vI)DE PEDrO cHacín / ilustracionEs JEssica MEna

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En una edición anterior entrevistamos a un seductor. La entrevista ha sido bastante polé-mica y han llegado por igual felicitaciones y cuestionamientos. Los calificativos van desde “genial” hasta “cómo es posible que Feriado publique una basura como esa”.

De cualquier manera, la entrevista ha levanta-do un conjunto de opiniones que, favorables o no, han sido motivo suficiente para que con-tinuemos con nuestras investigaciones relati-

vas a las técnicas de seducción de acuerdo al tipo de chica que se quiera levantar. Ya hemos explicado cómo levantarse a una feminista, a una intelectual, a una señora casada y a una artesana. Complaciendo un sinnúmero de peticiones, hoy abordaremos la extenuante ru-tina que hay que seguir para levantarse a una deportista.

Lo primero que haremos en este trabajo es delimitar el target preciso del mismo, es

decir, ubicar con exactitud a quién va di-rigido, de tal manera que nadie pierda su tiempo. Comenzaremos, como es normal, por el principio. Aquí vamos.

cOnsiDEraciOnEs PrEviasLas deportistas son un contingente feme-nino bastante complejo, pero en general hay dos grandes bandos: las que se mueren por el músculo, “ese tipo sí está bueno”, y

Cómo levantarse a una deportista

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las que, probablemente para compensar carencias, se derriten ante cualquier inte-lectual... o quien finja serlo. Estas últimas chiquillas son las que dicen —con desco-razonado simplismo, por lo que hay que estar preparados para soportarlo— “tú si eres chévere, me gustas mucho, tienes una forma de ser tan linda”. Cuando una mujer le hable de su “forma de ser”, dé por seguro que usted no es un atraco desde el punto de vista físico, al igual que a la mujer a quien los demás se refieran con la apela-ción de “ella es muy simpática”, es fijo que no está buena.

Pero continuemos con la precisión de nuestro target. Si usted es de verdad un intelectual, habrá leído solamente el tí-tulo de este trabajo porque levantarse a una deportista o, mejor dicho, levantar-se a quien sea, no le interesa. Usted está en la búsqueda del sentido de la vida, tarea en la cual le deseamos la mejor de las suertes. Le recomendamos leerse los trabajos de José Balza o Edmundo Bracho en el “Papel Literario”, en este mismo pe-riódico, ya que usted, a pesar de todo, es miembro de la amplia y plural colectivi-dad y queremos llegar a todos los secto-res, incluyéndolo a usted (discúlpeme, de paso, por llamarlo “sector”).

Pero si en cambio usted, primero, no es un intelectual, y, además, le gustan esas deportistas de carnes duras, que van en mono hasta cuando las invitan a un ma-trimonio (el mono es para las deportistas lo que la bata guajira extraancha es para las feas), que andan casi siempre sin una gota de perfume en la piel y siempre olo-rosas a jabón y Mum Bolita, entonces, por fin, usted es nuestro target. Por cierto, ¿se ha fijado usted que los monos deportivos son “reveladores” mientras que las batas guajiras son “ocultadoras”? Dicho de otra manera, las deportistas enseñan lo que las feas intentan tapar. Pero sigamos adelante con nuestro asunto. Ya de las feministas he hablado en estas páginas y tengo la impre-sión de que si lo hago una vez más lo de misógino será el calificativo más blando que me van a endilgar.

DEfinición DEL ObJEtivOSi la atleta pertenece a la categoría de las que se marean por un amasijo de músculos bronceados, búsquese otra, ya que usted nunca podrá optar por una musculatura de ese tenor, por muchas sesiones de ejercicio que se mande. A lo sumo podría desarro-llar algunos musculitos que lo harían ver en franelilla tan patético como esas gordi-tas que se pasean en ajustadas licras por el bulevar de Sabana Grande... o el bulevar Pérez Almarza... o el María Guevara, que las hay con la consabida frasecita de “tú sí eres chévere” y la “forma de ser tan linda”. Pero no se precipite demasiado. Confirme este diagnóstico esperando prudentemen-te que la deportista comience a expresar su vena poética: todas las de esta clase son poetisas frustradas y escriben versitos kindergarterianos tan malos que, proba-blemente, le hagan sentir la tentación de abandonar sus planes. Refuerce su deci-sión pensando fijamente en su triangular objetivo final. Por otro lado, es posible que se vea envuelto en situaciones como esta: cierto amigo mío estaba saliendo desde hacía algunas semanas con una hermosa y esbelta lanzadora de jabalina. La atleta ha-blaba muy poco por lo que, erróneamente, pensó que era un poco inteligente y el día de sus cumpleaños le regaló un buen libro, Carta a un niño que nunca nació de Oriana Fallaci. Como a los tres días se encontra-ron de nuevo:

—¿Leíste el libro? —preguntó mi amigo.

—¡Ay sí!, es muy chévere, es mi tipo de li-bro preferido.

—¿Te refieres a ese estilo tan intimista y social a la vez de la Fallaci? —dijo mi ami-go para darse bomba.

—¡No, chico! Qué intimista ni que nada. Es flaco y con la letra grandota, como a mí me gustan.

cóMO EntrarLEsLo más efectivo es colocarse a su lado mien-tras ella trota en el Olímpico. Y buscarles con-versación tratando de disimular al máximo el

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sofoco que al físico de los lectores de este tipo de pendejadas les ocasiona ir más allá del cuarto de vuelta a la cancha.

Un buen tema puede ser el de los desga-rrones. Los musculares, claro. Todos los atletas viven en un solo desgarrón mus-cular de la misma manera que las inte-lectuales, “sector” del cual también nos ocuparemos en una próxima entrega, viven desgarradas espiritualmente. Des-garrar es un verbo que se conjuga por igual y con la misma gran frecuencia en las escuelas de Letras y Psicología de las universidades... y en el estadio Olímpico.

Prepárese un stock de frases deportivas, de ocurrencias ingeniosas que mezclen lo deportivo con lo intelectual. Le indi-camos el siguiente modelo ilustrativo: “Todos hemos caminado hacia la de-recha, pero Kiko es Ben Johnson con esteroides y todo”. Mantenga perma-nentemente una cháchara relativa a la definición muscular, desintoxicación, etc. Mienta sin rubor propiciando esta-blecer diálogos de este tipo:

—Ayer en la madrugada, trotando por Los Próceres... —en este punto, muy asombrado, el “objetivo” le interrumpi-rá, orgásmica:

—¡Ay! ¡¿Y tú trotas de madrugada?!

Usted, modesto, debe responder.

—Bueno, no mucho, unos 30 kilómetros diarios —y continúe, con ojos lo más in-telectual que le salgan—. Es que corrien-do me siento libre —e inclusive puede añadir archilugares comunes como este, seguro que el “objetivo” le hace swing—. Me encuentro conmigo mismo corrien-do, dialogo con mis misterios, con mis dudas, me siento desnudo ante ellos.

Esto último, como ve, es de lo más cur-silón, pero a las sportwomen les encanta. Seguro que ahí le repiten lo de la “forma de ser tan linda”.

ÚLtiMOs DatOsDespués, podemos incluir una serie de reco-mendaciones generales, muchas de las cua-les usted seguramente ya ha pillado. ¡Aquí van algunas!

Evidentemente, acertó, sí, no hay duda: in-vitarlas a un partido de la Liga Especial de Básquet es mucho mejor que llevarlas a una sesión de Arte y Ensayo —y ladilla, diría yo— en la Cinemateca con Ingmar Bergman y Perán Erminy. Aclaro que lo de ladilla no es tanto por Perán, sino más bien por el “ge-nial director sueco”, como escriben de segui-das los críticos de cine cada vez que ponen “Bergman” en sus crónicas.

Prepárese adecuadamente para subir el Ávila, aunque sea por la parte más papaya, Sabas Nie-ves. Cómprese un par de monos, unos zapatos deportivos y, una que otra vez, cargue bajo el brazo Sport Illustrated u otra revista similar. Otra cosa importante es que aprenda a meter la barriga, porque aunque no es definitivamen-te vital para este tipo de niñas, hay que cuidar ciertos detalles: métase una dietecita, si visto de perfil alguna deportista tan ingenua como El Principito de Saint-Exupéry lo confunde con una serpiente que se tragó un sombrero.

Haga EL EsfuErzO finaLSi ha seguido las instrucciones debida-mente hasta este punto, la deportista ya estará prendada de usted y probable-mente ya haya recibido de ella media resma de poemitas como este:

Cuando te vi por vez primerayo no sé lo que sentími corazón se lanzó a la carreray supe que eras para mí.

Repito, no abandone por el poemita. Sé que en este momento usted se estará diciendo que “por muy buena que esté, yo no soy capaz de rasparme a esta sub-normal”. ¡Pero, hombre, no es para tan-to, después de todo la chica es bachiller, algo debe tener en el coco!

Publicado en Letras, abril de 1991

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Comenzando por el cuadro central se sigue elsentido del laberinto, tomando como inicio de lasiguiente palabra la última sílaba de la anterior

InstruccIones

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T L T A A G U T R V D U E

A I A S S R O T O A N G S

R N B C E I P R T N A A E

D O A I O C U E A A M C P

A R N V D O R O L S A U S

N U O O U C T O D A L A A

Z E M L U M I N O S A C J

A G I N O T I C I A T I A

A C E L A H A B A N A V

1 … Gutiérrez, el autor de la música de “Alma Llanera”2 Calidad de áspero3 Falsa, traidora4 “Pedro …”, personaje cantado por el panameño Rubén Blades5 Lance del ajedrez6 La mayor y más poblada de las Islas Canarias7 Dichosos, afortunados8 Tejidos de mimbre9 Taberna, bar10 Puerto …, ciudad portuaria del estado Carabobo11 Salto La …, atractivo turístico del estado Bolívar12 Conceder a un extranjero los derechos del natural del país13 Golpe ruidoso14 Tontos, abrutados15 Parte lateral del cuerpo humano16 Casa que uno habita

17 Embrollado, confuso18 Pieza subterránea entre los cimientos de un edificio19 No nacido naturalmente20 Que da vigor21 Santa …, población del estado Miranda22 Cualquier insecto o reptil pequeño23 … Bond, el agente secreto 00724 Hijo de padre y madre de diferentes razas25 Parque donde se encuentran reunidos animales salvajes26 Hermandad de devotos27 Sustancia dulce extraída de la caña del mismo nombre28 Multitud de peces que van juntos29 Pedir limosna30 Cepillo grande de carpintero31 Un estado centroamericano32 Población del estado Sucre33 Red de barras de hierro para cerrar un hueco

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Siempre pone cara de noqueado cuando sus amigos quieren ver boxeo y usted no. Tiene que sufrir en silencio los golpes del destino, tirar la toalla y morir callado. Como nos solidarizamos con su causa, le ofrecemos estas opcio-nes para hacer oír su voz.

1. Diga: “Cierro los ojos cuando Rocky le va a pegar al ruso” o “Lo que más me gusta de Rocky es cuando sube las escaleras”.

2. Durante una conversación informal use “cuadrilátero” en vez de ring y “pugilista” en lugar de boxeador.

3. Cuando esté viendo una pelea dedíquese a criticar “esos chores horribles” que tiene Pacquiao.

4. Diga que vio la película Million Dollar Baby y que “más nunca me lleven al cine para ver una vaina así”.

5. Póngase filosófico y suelte: “El boxeo es como la vida: hay que llevar coñazos para que el dinero se lo ganen otros”. Desarmará a quien lo critique por su ignorancia en el tema.

6. Diga que prefiere a los boxeadores salidos de las plu-mas de Hemingway, de Cortázar o de Talese que a los de las pantallas de TV. Al menos lo catalogarán de intenso.

7. Critique la mercantilización del boxeo y la explotación de los deportistas, mientras ve emocionado un partido de fútbol.

8. Diga que el único combate cuerpo a cuerpo que le gusta ocurre en la cama.

9. Utilice expresiones como “estar contra las cuerdas”, “colgar los guantes”, “estar en la lona”, “quedar noquea-do” para que crean que sabe algo. Así hacen los periodis-tas y les funciona.

10. No lea esta edición de la revista.

¿por qué algunos no piensan en

boxeo cuando les hablan de golpes?

minimanual para admitir que no sabe nada de boxeo

tuit de

¿ ¿ImagInarIo

¿Qué haces después de aQuí?

@laespergesiaPOR NATHALI GÓMEZ

Ilustración: L. "Razor" Balza

Edición Número Ciento ochenta y uno. Año 04. ÉPALE CCS Caracas, 5 de junio de 2016.

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