libro banderas del rey (Ángel r. lombardi b.)

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Banderas del rey

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La lucha por la independencia de Venezuela, analizada desde la perspectiva de los españoles

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  • Banderasdel rey

  • ngel Rafael Lombardi Boscn

    Ediciones del Rectorado

    Banderasdel rey

    Prlogo de Enrique Martnez Ruiz

    (La visin realista de la independencia)

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    Coleccin Ediciones del RectoradoSerie: Estudios

    Coordinador de las ediciones: Miguel ngel Campos

    Banderas del rey

    ngel Rafael Lombardi Boscn

    2006, Universidad Catlica Cecilio Acosta 2006, Universidad del Zulia

    ISBN 980-6992-15-6Depsito legal: lf 770200681610

    Diseo de portada: Nubardo CoyDiagramacin: Javier Ortiz

    Impreso en Ediciones Astro Data, S.A.Maracaibo, Venezuela

  • vEste libro ha sido posible por el generoso apoyo de mi Universidad del Zuliay la Universidad Cecilio Acosta a travs de sus respectivas autoridades y su

    personal, con ello se ratifica que las alianzas institucionales son esfuerzosinteligentes en procurar fortalecer la cultura en nuestro medio. Gracias a

    todos.

    Igualmente quisiera sealar los desvelos de amigos como Miguel ngelCampos (quien acertadamente sugiri el ttulo) y Enrique Martnez Ruiz;

    quienes me respaldaron en todo momento y saben que cuentan con miaprecio y sincero agradecimiento.

    De igual forma agradezco a mi familia: Corina del Valle, ngel Eduardo yAlejandro Rafael por acompaarme en todo lo que hago y emprendo, y que

    entiendan que ste libro es un homenaje de amor hacia ellos.A mis padres y ocho hermanos, siempre trincheras, siempre a nuestro lado.

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    Prlogo

    P ara todo profesor universitario es un motivo muy especial de satisfaccinasistir a la consumacin de un Doctorado. Si el doctorando es unapersona prxima a l, esa satisfaccin es doble y si, adems de todoeso, el profesor ha estado vinculado a la elaboracin de la Tesis Doctoral, lasatisfaccin es an mayor. Cuando la Tesis se imprime y llega a conocimientogeneralizado de la comunidad cientfica, podemos considerar que se cierra elciclo culminando felizmente una aventura intelectual sin parangn, por cuantono slo se ha alcanzado la cima acadmica, sino tambin se ofrece a laconsideracin general un fruto muy granado en el quehacer profesional de unestudioso. Todas estas circunstancias se cumplen en la presente ocasin.

    Conozco a ngel Rafael Lombardi Boscn desde hace muchos aos.Tambin a su familia, un grupo de personas de excepcional calidad profesionaly humana, que siempre me ha distinguido con su trato, al que yo procurocorresponder en la medida de mis posibilidades. Nuestro encuentro _hace variosaos_ en la Universidad del Zulia en Maracaibo result decisivo en cierto sentido;nuestras conversaciones y las actividades acadmicas que desarrollamos entoncesabrieron unas perspectivas al joven profesor Lombardi Boscn, que una posteriorestancia suya en la Universidad Complutense de Madrid acabaron por consolidar,decidindole a realizar su doctorado en ese centro universitario madrileo, dondetrabaj con una dedicacin y entrega encomiable durante cuatro largos aos.

    Para m, su decisin supuso una gran alegra, que se acrecent cuandome eligi como director de su Doctorado. Y he de confesar que mi labor alrespecto ha sido muy cmoda, pues ngel Rafael demostr una vez ms supreparacin y seriedad y muy pronto progres en la investigacin con tanto tinoque redujo mi papel a meras precisiones sin mayor relevancia.

    Por otra parte, el Doctorado de ngel Rafael Lombardi tiene para mun significado aadido: de acuerdo con la tradicin acadmica espaola, su

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    Tesis Doctoral debera haberla hecho en el programa del Departamento deHistoria de Amrica, pero siguiendo mis consejos accedi a realizarla dentrodel programa del Departamento de Historia Moderna de la UniversidadComplutense, al que pertenezco. Eso era, por mi parte, otra forma de llamar laatencin sobre la organizacin de los planes universitarios espaoles de estudiosde Historia, una organizacin cuyo planteamiento no comparto en lo que a mirea de conocimiento _Historia Moderna_ y a la de Historia de Amrica serefiere, pues en nuestros planes de estudios estn separadas y si bien hay algunospuentes entre ellas, deberan estar mucho ms integradas, ya que Espaa yAmrica durante ms de trescientos aos eran partes de un mismo cuerpo ycuya artificial separacin en los medios acadmicos es una anomala que yahe manifestado en numerosas ocasiones, pues considero que el periodo de lahistoria de Espaa desde fines del siglo XV hasta principios del siglo XIX escrucial no slo para mi pas, sino para la Historia Universal, por razones que noes necesario exponer _son sabidas de sobra por cualquier estudioso_, pero nome resisto a sealar el contrasentido histrico que supone fragmentar un todoy estudiar sus partes por separado sin ms que unas conexiones mnimas. ElDoctorado de ngel Rafael Lombardi Boscn vino a demostrar la eficacia deun planteamiento nuevo, pues se dio la feliz coincidencia de un tema de granenvergadura y la persona adecuada para realizarlo.

    En efecto. ngel Rafael quera trabajar sobre la historia de su pas, enun periodo en el que las relaciones con Espaa fueran especiales y muy prontonos pareci que la poca adecuada era la transicin de colonia a repblica.Las posibilidades del tema eran grandes: permita la revisin de la historiografade una y otra parte, adems de incorporar fuentes nuevas que aportaran datosinditos con los que renovar los enfoques existentes, muy cargados de juiciosapriorsticos, no exentos de apasionamiento, desinformacin y simplismo.

    El objetivo de la Tesis Doctoral, pues, fue recrear el proceso histricoque lleva a Venezuela desde su condicin de colonia espaola a repblicaamericana independiente, poniendo especial nfasis en el bando realista: poreso, se titul Venezuela de colonia a repblica: la visin espaola (1740-1824).Sin embargo, ese objetivo qued desbordado muy pronto por los resultados dela investigacin que realizaba el Prof. Lombardi Boscn y su Tesis ha sidomucho ms que la visin espaola: es una revisin de la trayectoria conjuntade Espaa y Venezuela en esos aos. Tal ampliacin del campo de estudio hasido posible, evidentemente, por la riqueza de las fuentes encontradas: el autorde la Tesis ha recorrido los principales centros de investigacin espaoles

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    (Archivo Histrico Nacional _Madrid_, Archivo General de Simancas, ArchivoGeneral de Indias _Sevilla_, Real Academia de la Historia _Madrid_, BibliotecaNacional _Madrid_, etc.) reuniendo un acervo de datos que aadi a losproporcionados por las fuentes venezolanas y a los contenidos en la bibliografaespecializada. El resultado de la Tesis Doctoral calificada con la mxima nota_fue realmente esplndido, pero su voluminosa extensin ha impedido lapublicacin ntegra del texto.

    La parte que ha sido seleccionada para formar este volumen abarca losaos que van desde 1810 a 1818, una seleccin en manera alguna gratuita. Enefecto, el punto de arranque es una autntica encrucijada histrica: Espaa estinvadida por las tropas francesas; su rey permanece prisionero en Bayona,retenido por Napolen, que ha conseguido que su hermano Jos sea proclamadorey de Espaa, siendo reconocido como Jos I, figura muy denostada por losespaoles y ridiculizado con el mote de Pepe botella. Mientras, los insurgentesque rechazan el orden francs tratan de levantar un nuevo orden polticoradicalmente diferente al que imperaba antes de 1808; las Cortes reunidas en laisla de Len y posteriormente trasladadas a Cdiz comienzan sus sesiones el 25de septiembre de 1810: unicamerales y con mayora liberal entre los diputados,ellas sern las instauradoras del liberalismo en Espaa, que tiene en laConstitucin de 1812 su mejor exponente. En tan azarosos momentos, uno delos objetivos perseguidos por los introductores del nuevo orden poltico en Espaaes conservar la ventajosa posicin _poltica y comercial_ de la metrpoli consus territorios americanos. Por su parte, la Francia napolenica se encuentra enpleno apogeo en Europa, pero sufre en Amrica el mismo rechazo que en Espaa,quedando muy claro que sus naturales no iban a admitir que la conquista deEspaa la convirtiera en la nueva duea de los territorios que sta posea al otrolado del mar. Inglaterra _el tercero de los principales elementos en discordia_acta como una de las grandes animadoras de la resistencia en Europa contra elorden napolenico, al tiempo que muestra claras pretensiones de sustituir aEspaa en la privilegiada posicin que sta tiene en sus relaciones con Amrica.

    Con estas lneas maestras como fondo, Lombardi Boscn inicia sunarracin en 1810, un ao de indudable significacin para Espaa y paraVenezuela. Para Espaa, porque como ya hemos anticipado empiezan sussesiones las Cortes reunidas en Cdiz, primer paso del liberalismo hispano, degran impacto en los orgenes de los regmenes liberales europeos. Para Venezuela,porque se registran los primeros pasos del cambio que se avecinaba, pues siinicialmente venezolanos y espaoles actuaban al unsono, en ese ambiente

  • xempieza a gestarse la independencia de la naciente repblica tras dar el 19 deabril de 1810 el primer paso autonomista. La radicalizacin posterior de lasposturas de ambos bandos cargar de significado diverso para unos y otros esoshechos inicialmente inequvocos.

    Desde este mismo momento el lector queda prendido en la narracin delos hechos que siguieron. Unos hechos en cuya exposicin no se olvida ningunaopinin y a todas se les da cabida con ecuanimidad, sin dejarse atraer por tesisconsagradas ni cantos de sirena que distorsionaran el afn revisionista queaflora en el texto.

    Con maestra y precisin, el autor clarifica espacios y actitudes, respetandolas singularidades sin caer en el recurso fcil de la generalizacin, lograndoreconstruir el mosaico poltico y social de los orgenes de la repblica venezolana,con sus miedos, sus aciertos, sus titubeos, sus seguridades, as como su incidenciaen las relaciones internacionales y en la diplomacia de aquellos aos.

    En el relato nos encontramos con muchos personajes. Algunos tanemblemticos y ampliamente conocidos como Bolvar, cuya entrada en escenaresultara determinante. Otros nos aparecen trazados con la rotundidad que loshechos dan a su figura, caso de Morillo, por ejemplo, al tiempo que otrosmantienen los rasgos inquietantes de su personalidad, como sucede con JosToms Boves, sin faltar conductas equvocas y desconcertantes, como las delos capitanes generales Vicente de Emparan y Salvador de Mox, ni de hbilessupervivencias en los distintos avatares, como demuestra la figura de NarcisoColl y Prat, arzobispo de Caracas. Los perfiles biogrficos de estos personajes,su significacin en el conflicto, las aspiraciones que los mueven aparecentrazadas con nitidez y nos ayudan a comprenderlos mejor.

    Pero el presente volumen es mucho ms que un conjunto de biografassuperpuestas o conectadas entre s. El lector va a encontrar muchas cuestionesanalizadas con gran lucidez, como sucede con el proceso que lleva desde lasublevacin a la independencia, en el que se desentraan realidades de indudabletrascendencia posterior, hasta el punto de que en ellas podemos encontrar losorgenes de situaciones actuales. Especialmente acertado me parece destacar lasingularidad de las realistas Maracaibo (cabeza de la contrarrevolucin), Coroy Guayana en un entorno de postura diferente, generndose un conflictointerprovincial antes de la independencia.

    La reaccin espaola de la Regencia fue declarar la provincia de Venezuelaen rebelda, tomando medidas para su sometimiento y pacificacin, empezando

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    por procurar aislarla del exterior. El 11 de agosto de 1810 fue el comienzo efectivodel bloqueo de las costas venezolanas, siempre poco eficaz, situacin que Inglaterra(neutral en las palabras, pero no en los hechos) quiere aprovechar ofreciendo sumediacin a cambio de ventajas comerciales, a lo que Espaa se niega. Son momentosen los que todava no hay nada perdido ni definitivo y as lo seala el autor:

    La Independencia de Venezuela no puede nunca ser entendidacomo un acto de traicin en contra de la Nacin espaola. Alcontrario, por ms de tres aos los venezolanos se mantuvieron lealesa una Metrpoli que les abandon a raz de su crisis interna. Y losactos de solidaridad de los venezolanos a favor de la resistenciaespaola no slo fueron de carcter moral, sino tambin en formade generosos donativos materiales.

    La moderacin inicial del proceso de separacin de Espaa se radicalizapor la accin de elementos como la Sociedad Patritica (que lleg a funcionarcomo un Congreso paralelo) o la llegada de Francisco Miranda en diciembrede 1810 para desembocar el 5 de julio de 1811 el momento en que el Congresoproclama la independencia con la sola excepcin entre todos los diputados delP. Maya, el nico partidario todava de los derechos de Fernando VII. Luegosigue la definicin de los smbolos y perfiles de la nueva repblica, como labandera tricolor: son momentos y actos de verdadero inters, a los que asistimosllevados por el buen hacer de ngel Rafael Lombardi, que estudia en paralelotambin la actuacin de los diputados venezolanos en las Cortes de Cdiz.

    Las reacciones de los partidarios del Rey ante la proclamacin de laindependencia no tardaron en producirse y en esta lnea tenemos losprotagonizados por los canarios de Caracas (dura y rpidamente reprimidos) ylos realistas en Guayana, adems del alzamiento de Valencia y, sobre todo, lacontrarrevolucin iniciada por Monteverde en los primeros meses de 1812,generando un clima de violencia que empez como un conflicto interprovincialpara convertirse en una feroz contienda civil, en la que la reaccin republicanaes una realidad imparable en 1813, ao en que en septiembre comienzan a llegarlos escasos refuerzos que la metrpoli poda enviar.

    En esta parte del libro, el lector toma contacto _ya sin paliativos_ con lacruda, dura, sangrienta y trgica realidad de la guerra. Son pginas impactantesen muchos momentos y en ellas vemos la multiplicidad de formas que adquierela lucha (guerrillas, golpes de mano, deserciones), las deficiencias de losejrcitos (intendencia precaria, malo y escaso armamento, deficiente

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    equipamiento), malas artes y abusos cometidos por unos y otros (prisionerospor los que se peda rescate para perdonarles la vida, represalias, venganzas,fusilamientos, ultrajes a la poblacin) y el peso de una geografa a la que nosiempre era fcil adaptarse. A todo ello hay que sumar los efectos de lasconsabidas enfermedades tropicales, que produjeron gran nmero de bajas.

    En semejante panorama, la irrupcin de Bolvar constituy un autnticohito al declarar la guerra a muerte en su decreto de 15 de junio de 1813, unaguerra en la que el protagonismo popular alcanza su mxima cota con JosToms Boves, el caudillo de los llanos y en la que Morillo encarna la figura delrestaurador del Antiguo Rgimen, como consecuencia de la reaccin espaolatras la vuelta a Espaa de Fernando VII, quien anula todo lo hecho por lasCortes de Cdiz poniendo fin a la primera etapa del liberalismo en Espaa,donde el rey restaura el absolutismo.

    Especial intensidad encuentro en el relato de la expedicin pacificadorade Morillo en 1815, que me parece muy bien estudiada. Sigue la contraofensivarepublicana en 1816 para llegar a 1817, quizs _apunta el autor_ el msimportante en toda la guerra de la independencia de Venezuela desde el puntode vista militar. Un ao despus, todo pareca estar claro y resulta premonitorioel contenido de un prrafo de la carta que Morillo dirige al Ministro de la Guerraespaol el 22 de julio de 1818:

    Sin Marina, sin recursos y con muy pocas fuerzas europeascomo estamos en el da, cuente V. E. con que estas provinciassucumbirn precisamente al enemigo.

    Algo despus, el 14 de septiembre, se produjo una repentina crisisministerial en Espaa: fueron destituidos bruscamente los ministros que habansido nombrados a fines de 1816, dando la apariencia de configurarse una especiede equipo gubernamental. Lo constituan Garca de Len y Pizarro (Estado),Vzquez Figueroa (Marina) y Martn Garca (Hacienda). Su cada en 1818 seha explicado tradicionalmente invocando los manejos de la Camarilla, comose denomina a un grupo de individuos muy afectos a Fernando VII, de variacondicin y con la intriga y la delacin como norma y pauta de conducta, entrelos que estaban el embajador ruso Tatischef, el duque de Alagn, Escoiquiz yCollado, alias Chamorro. Sin embargo, hoy se tiende a interpretar esa crisiscomo un deseo de mejorar la gestin gubernamental: Hidalgo de Cisneros, otroexperimentado marinero, fue el sucesor de Vzquez de Figueroa; Casa Irujorelev a Garca de Len y Pizarro, mientras que Garay fue reemplazado por sus

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    colaboradores con el pretexto de su mala salud. Pero el cambio ministerial nobast para enderezar el rumbo de la situacin en Amrica.

    En el contenido del presente volumen no se olvida ningn aspecto. Laacertada inclusin de epgrafes precisos evita que el lector se pierda en laprofusin de datos y le permite seguir el hilo conductor principal de los hechos,conociendo muchos elementos colaterales muy interesantes del rico contenidoque nos ofrece este libro. Y as, el ya Doctor _con todos los honores y laudes_Lombardi Boscn nos presenta la prensa republicana, nos retrata la actitud de laIglesia, nos introduce en el terremoto de 1812 y nos enfrenta magistralmentecon el fenmeno del caudillismo, que se manifiesta con Monteverde como suprimer exponente en medio de una atomizacin provocada por la floracin denumerosos caudillos regionales y provinciales, favorecidos por la falta degobierno y el consiguiente vaco de poder.

    Igualmente interesante es seguir la participacin de los diversos sectoressociales, trazada hbilmente por el autor, de forma que conocemos todos losentresijos de su posicin en el conflicto: criollos, espaoles, pardos, negrosdesfilan por estas pginas como sujetos pacientes y agentes de la anarquadesencadenada, de la guerra social, expectantes ante la internacionalizacin delconflicto y sus consecuencias.

    Creo que estas breves consideraciones _elegidas entre las muchassuscitadas por el contenido del presente volumen_, son suficientes para hacerllegar al lector la calidad, la profundidad y las novedades de un trabajo que meatrevo a calificar de excelente, cuyo enfoque, metodologa y contenidoconstituyen una gran aportacin al tema estudiado.

    La verdad es que este libro no necesita introduccin ni presentacin alguna.Su calidad lo avala por s solo. El lector lo comprobar enseguida por s mismo.Pero para m ha sido una gran satisfaccin escribir estas lneas, que no slonacen del afecto que es grande_ que tengo al autor. Son un modesto tributo aun trabajo bien hecho, a un quehacer sincero e intenso, a unos resultados que atodos nos enriquecen y a un profesor que, adems, es gran persona con unagranada carrera profesional por delante, cuyos xitos me gustara seguir desdeposicin similar a la que he tenido hasta ahora.

    Enrique Martnez RuizPremio Nacional de Historia

    Universidad ComplutenseEnero de 2006. Madrid

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  • 1del reyBanderas

    Introduccin

    El hombre, en su miserable condicin,levanta con la mente complicadas arquitectu-ras y cree que aplicndolas con rigorconseguir poner orden al tumultuoso y cati-co latido de su sangre.

    lvaro Mutis l estudio del perodo sobre la Independencia de Venezuela pareciera ser un tema maldito. Deformado por unos, ocultado por otros. Asociado ms a creencias que a ideas e interpretaciones histricas.

    Vinculado estrechamente al mito y la leyenda, ha servido para robustecer unaconciencia e identidad nacional sobre la deformacin del mismo pasado. Losucedido en esa dcada de desolacin, guerra y muerte nos ha marcado y siguemarcando inexorablemente a todos los venezolanos.

    La Independencia de Venezuela, al igual que en el resto de Amrica,signific una ruptura en el tiempo; un verdadero proceso revolucionario conrepercusiones mundiales que termin indigestndose a sus propios protagonistas.Guerra a favor de la Libertad para los republicanos; Guerra a favor de laMonarqua para los realistas; en el fondo, la violencia como ltimo recursopara dirimir la supremaca entre distintos sectores sociales que pugnaban tantopor sus intereses como por el control de las redes de poder dentro de una sociedaden transicin desde el Antiguo Rgimen a la modernidad poltica.

    La quiebra de la Monarqua Hispana, despus de la invasin napolenicaen 1808, supuso la circunstancia histrica que sirvi de detonante para el en-frentamiento entre los partidarios del viejo rgimen colonial y quienes deseabanverlo superado por las innovaciones polticas, sociales, religiosas, econmicasy culturales de los recientes procesos revolucionarios ocurridos en los EstadosUnidos y Francia.

    E

  • 2ngel RafaelLombardi Boscn

    Pero a pesar de la ruptura siempre hay continuidad. Dentro del cambio ylo nuevo se mantienen pervivencias que contribuyen a definirnos, y a las quehay que reconocer. Los primeros pobladores indgenas se remontan hasta 10.000a. C. y la presencia imperial espaola desde 1498 d. C., perodos histricosambos a los que no hay que desestimar bajo ningn concepto. Lo que all sefragu forma parte de la venezolanidad; y adems, los hombres que hicieron laIndependencia formaron parte directa de ese legado. El venezolano de hoyprimero tiene que reconocerse en lo indgena, luego en lo espaol y negro africa-no, y ya por ltimo, asumiendo la riqueza de tantas herencias, en lo que es. Evitarla amputacin del pasado a travs del olvido y la deformacin de la memoria y elrecuerdo es la gran tarea del historiador en nuestro medio. Llevar a las escuelas yuniversidades una visin ms profesional y responsable de lo que ha sido nuestrodevenir histrico, he ah un programa digno de llevar a cabo.

    Siempre nos ha parecido un error de perspectiva histrica el asumir laIndependencia como el hito que divide en dos a la Historia de Venezuela. Lahistoria es el pasado y el presente desde la continuidad y larga duracin. LaIndependencia como tema ha sido exaltada romnticamente como un perodoluminoso donde naci la libertad y acab la tirana. Su estudio se ha realizado atravs de hroes y anti/hroes; con un excesivo formalismo en el discurso noexento de superficialidad a la hora de presentar los bandos enfrentados; es decir,el recurso simplista y maniqueo de dividir y explicar la historia entre buenos ymalos. Cuando en realidad fue un proceso de lo ms complejo, todava hoysujeto a las ms variadas interpretaciones: guerra social, conflicto de castas,guerra civil, guerra inter/provincial, guerra internacional, conflicto inter/colonialentre otras muchas denominaciones y perspectivas. Para los llamados patriotasvenezolanos fue una guerra de liberacin en contra de un rgimen ya obsoletohistricamente, mientras que para las autoridades realistas signific tener queenfrentarse a una sublevacin por parte de unos sbditos rebeldes a los quehaba que someter y castigar.

    La Independencia ha representado una Edad de Oro, el perodo estelar detodo nuestro proceso histrico; la justificacin de lo afirmativo venezolano.Venezuela y sus soldados, de la mano de Bolvar y Sucre, llevaron los idealesde libertad a medio continente y propusieron la idea generosa de una granconfederacin de pases para consolidar y defender la recin adquirida nuevanacionalidad. No obstante, la cruda realidad se encargara de demostrar cmo

  • 3del reyBanderas

    el proyecto ilustrado y liberal de Bolvar y otros prceres terminara claudican-do ante las exigencias pragmticas de una oligarqua terrateniente y mercantilms preocupada en afianzar su nueva posicin de liderazgo y poder ante laderrota de la Metrpoli.1 Ese mismo sector se encargar con el tiempo dereelaborar el discurso histrico y no tendr reparos en hacer confluir a la historianacional junto con la historia patria, imponiendo un discurso oficialistaclaramente tendencioso cuya principal premisa ha sido la exaltacin casi mgicade la figura e ideario del Libertador y la generacin de prceres que leacompaaron. Esto naturalmente ha pasado por la negacin de lo hispano y elasumir el perodo colonial de trescientos aos de duracin como algooscurantista. Desde entonces el tema de la Independencia se ha convertido enalgo anacrnico, y su estudio, por lo general, se hace de una maneradescontextualizada y parcial.

    Algo semejante les ha ocurrido a Espaa y sus historiadores. Despus deAyacucho (1824), Amrica se desvaneci para los espaoles. Los ya clsicosestudios de Melchor Almagro, Jaime Delgado y Enciso Recio2 han puesto en

    1. El historiador venezolano Manuel Caballero ha sostenido en un reciente artculo de opinin queVenezuela ha tenido dos proyectos nacionales: el proyecto liberal de los aos treinta del siglo XIXy el proyecto democrtico de la dcada del treinta en el siglo XX. La Independencia en s nopermiti el establecimiento de un proyecto de pas con continuidad en el tiempo; todos los intentosrepublicanos desde 1811 tropezaron con la reaccin realista hasta la rendicin de Puerto Cabelloen 1823. En 1830, a travs del movimiento de la Cosiata, Venezuela rompi sus vnculos con laRepblica de Colombia e inici su andadura como nueva nacin bajo el sello personalista decaudillos como Pez, Monagas, Falcn, Guzmn Blanco, Joaqun Crespo y tantos otros. El puntode partida del proyecto liberal fue la Constitucin de 1830 y sus caractersticas principales, segnCaballero, sern: 1. Liberarse del Libertador como jefe del Estado colombiano, mas no de suideologa e impronta como mximo lder durante la guerra; 2. Liberarse de los libertadores, esdecir, de los jefes militares patriotas con aspiraciones desmedidas en la obtencin de privilegios,para ello la oligarqua civil se aliar con el general Jos Antonio Pez y 3. La elaboracin de unaConstitucin que refleje al pas tomando como referencia el territorio de la antigua CapitanaGeneral de Venezuela, con un gobierno representativo y alternativo y en lo econmico con unproyecto liberal ortodoxo. El ascenso al poder del teniente coronel Hugo Chvez Fras en el ao1999 puede interpretarse de distintas maneras, por un lado existe entre sus principales allegados laidea de hacer una revolucin bolivariana, es decir, proponen la construccin de un nuevo pas,no obstante muchos de sus ministros y principales aliados en el mbito civil forman parte dealgunas organizaciones polticas excluidas por el Pacto de Punto Fijo firmado por Betancourt yCaldera, lo cual indica que el ciclo democrtico iniciado en 1958 mantiene su vigencia a pesar delarribo a la escena poltica de nuevos protagonistas. El Universal, abril, 2002, CABALLERO, M.:Transicin y proyecto nacional.

    2. FERNNDEZ MELCHOR, A.: La Emancipacin de Amrica y su reflejo en la concienciaespaola, Madrid, 1957; DELGADO, J.: La Independencia de Hispanoamrica, Madrid, 1989;DELGADO, J.: La Independencia de Amrica en la Prensa Espaola, Madrid, MCMXLIX; yENCISO RECIO, L.: La Opinin espaola y la Independencia Hispanoamericana 1819-1820,Valladolid, 1967.

  • 4ngel RafaelLombardi Boscn

    evidencia la apata colectiva de todo un pueblo hacia los asuntos americanostanto durante el conflicto como en los aos posteriores. Habr que esperar a laguerra con los Estados Unidos en Cuba (1898) para que los espaoles tenganun reencuentro con una Amrica hasta entonces prcticamente desaparecida yreducida solamente a las islas de Cuba y Puerto Rico.

    Al considerar desde el oeste del Atlntico el proceso histrico de la Monar-qua espaola, ms preocupada siempre por las cuestiones europeas que por lasamericanas, adems de su propia incapacidad para ejercer eficazmente sus fun-ciones gubernamentales por la suma de circunstancias adversas a las que tuvoque hacer frente, todava nos causan asombro y sorpresa las resistencias queexistieron de parte de un sector venezolano, partidario del realismo y ganado a laidea de mantenerse bajo el rgimen monrquico espaol. De igual manera merecennuestra atencin los esfuerzos realizados por el gobierno peninsular para impedirmediante el uso de la fuerza el triunfo de los separatistas, llamados en la pocarebeldes,3 dentro de unas circunstancias de extrema precariedad para mantenerun esfuerzo de guerra prolongado en unos escenarios caracterizados por elgigantismo y los adversos ambientes climticos y geogrficos tpicos del trpico.A esto hay que agregar el problema de la distancia y las comunicaciones a travsdel Atlntico en un perodo donde las luchas intercoloniales se encontraban enpleno apogeo y era fundamental poder contar con una robusta marina mercante yde guerra, que no era el caso precisamente de Espaa.

    Segn el decir de Raymond Carr, una especie de locura gloriosa ha inva-dido a muchos de los principales lderes y dirigentes espaoles desde los tiemposde Felipe II, como consecuencia de una mentalidad forjada dentro de la construc-cin y terca defensa de uno de los imperios ms poderosos de la Historia siguien-do unos designios divinos. La falta de flexibilidad y el concepto de no renun-cia4 a pesar de las circunstancias ms adversas dan el tono de muchas de lasactitudes realistas y espaolas durante la Guerra de Independencia en Venezuela.

    3. En el trabajo, a los venezolanos partidarios de conseguir la Independencia del Imperio espa-ol les hemos denominado republicanos en vez de patriotas, ya que fueron patriotas tantounos como otros en la defensa de su causa. La documentacin realista de la poca no concedea sus enemigos la condicin de beligerantes, sino que les consider como rebeldes hasta elao 1820. Bolvar, el principal lder republicano, fue tildado de sedicioso. Tampoco hemosdenominado a los partidarios del Rey como godos sino sencillamente realistas.

    4. En esto hay una interpretacin psicolgica y cultural que define actitudes y conductas del colec-tivo espaol y sus lderes a lo largo de la Historia y que es fundamental comprender. El pueblo

  • 5del reyBanderas

    La coyuntura histrica a la que hacemos referencia es rica en hechos yprocesos significativos que merecen mltiples acercamientos ms all de losestrechos lmites de las historias nacionales. La Historia de Venezuela no puedecomprenderse sin tener conocimiento de la Historia de Espaa; y a la vez laHistoria de Espaa dejara de ser coherente si menoscaba la Historia de Amricay la de cada una de las naciones que surgieron luego de la Independencia. Hoyen da las evidencias de este desencuentro son ms que palpables.

    Creemos que ni Espaa ni los pases hispanoamericanos han sido capacesde aprender del pasado para estrechar relaciones en el presente.5 Las actitudeschauvinistas y nacionalistas de una y otra parte han sido un impedimento paraello, adems hay que agregar una apata e ignorancia generalizada entre lapoblacin de una y otra parte sobre ese pasado comn de trescientos aos. Enuna poca donde se proclama la idea de la globalizacin como acercamientoecumnico entre todos los pases y distintas culturas a travs de lasrevolucionarias nuevas tecnologas y avances cientficos que han surgido en

    espaol vivi dcadas de desengao histrico con relacin a una decadencia que les cost asumircon la lucidez necesaria para atajarla a tiempo y evitar con ello una mayor erosin a su prestigiomundial. La irrealidad se instal la mayor parte de las veces en la Corte de Madrid y sus decisionesen poltica exterior estuvieron influidas por un destino manifiesto impuesto por los reinados deCarlos V y Felipe II que muy pronto desbord las limitadas fuerzas hispanas. Tanto GeoffreyParker como Raymond Carr han detectado una actitud intransigente por parte de los lderes ygobernantes espaoles respecto a la conservacin de sus territorios ms all de sus reales posibili-dades de defensa. Una especie de fatalismo divino que se resiste a ceder ante el adversario porquecarece de la verdad, mientras que Espaa, bajo el liderazgo del Monarca y Dios, est obligada avencer recurriendo no slo a los medios materiales sino sobre todo a los halos de la providencia.Este pensamiento mgico religioso cargado de supersticiones es de una completa herencia medie-val. Casos paradigmticos en donde se manifiesta esta conducta de no renuncia son la larga ycostosa guerra en Flandes contra los protestantes; las luchas por la Independencia en Hispano-amrica en donde se pretendi acabar con los rebeldes con una fuerza expedicionaria de slo15.000 hombres en el ao 1815 y la guerra contra los Estados Unidos en Cuba en el ao 1898 enque se enfrentaron barcos de madera contra acorazados de hierro que con dureza inusitada hicie-ron abrir los ojos de los espaoles que crean que la guerra iba a ser un paseo triunfal. No creemosen los condicionamientos deterministas a ultranza, pero no hay ninguna duda de que las circuns-tancias histricas que a un conglomerado humano le ha tocado vivir en el pasado van delineandosus actitudes vitales en el presente y le explican. Vase: PARKER G.: Felipe II Condenado alFracaso, en Historia 16, Ao XXV, Nro. 303, julio 2001, pgs. 11-27 y en el Suplemento CulturalSignos en Rotacin del diario La Verdad, 2 de septiembre de 2001, Ao III, nro. 174, LOMBARDIBOSCN: El mundo no es suficiente.

    5. Afirmamos esto entendiendo que el tiempo fundamental de los hombres y las sociedades es elpresente. Los malos recuerdos y la manipulacin de esa memoria con fines chauvinistas o paraapuntalar a los sectores que detentan el poder puede generar grandes errores impidiendo estrecharalianzas y acuerdos entre los pases cuya mira es la de maximizar sus intereses y beneficios entodos los mbitos posibles.

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    todos los mbitos imaginados por el hombre, ofreciendo promisorias posibili-dades de intercambio y cooperacin, sera una pena seguir repitiendo viejoserrores desde posturas mezquinas. Existe una historia y cultura comn a la quehay que afianzar a travs de hechos reales, con alianzas y acuerdos de carcterestratgico sobre los ms diversos aspectos como el de la inmigracin, los in-tercambios comerciales, el fomento de la cultura hispana en el mundo, la luchacontra la pobreza, el terrorismo y tantos otros temas que exigen un cambio deactitud de parte de nuestros dirigentes.

    La causa del rey Fernando VII en Costa Firme entre los aos 1810 y 1823estuvo defendida ardientemente por venezolanos y espaoles convencidos dela legitimidad de sus principios. Sacar de las sombras al bando derrotado en laguerra es una tarea necesaria e indispensable para descubrir una de las partesamputadas de la memoria histrica del pas, y diramos tambin de todo uncontinente.

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    Parte I

    La Independencia (1810-1823)

  • 8ngel RafaelLombardi Boscn

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    La junta del 19 de abril de 1810: un Golpe deEstado?

    Las derrotas de los ejrcitos espaoles en la Pennsula, laabdicacin de Fernando VII y el desprestigio total de la Junta Centraldej a los espaoles de Amrica desarraigados y sin saber a quatenerse. No es que los americanos se levantaran contra Espaa:Espaa se ape de Amrica.

    Raymond Carr

    l 19 de abril de 1810 representa el inicio formal de la Independen- cia de Venezuela, o en todo caso, el primer paso autonomista. En esa histrica jornada un grupo de venezolanos del sector blanco

    criollo y algunos espaoles alrededor del Cabildo en la ciudad de Caracas, sealiaron para organizar un movimiento conspirador cvico/militar que depusoa las autoridades realistas que estaban al frente de la Capitana General deVenezuela. Esta conspiracin, que devino en un Golpe de Estado, segn elpunto de vista de algunos historiadores espaoles6 que han estudiado el proceso,ha sido un acontecimiento emblemtico dentro de la historiografa deVenezuela. Venezuela en esa jornada dio su primer paso como repblica ynacin independiente; por ello es obvio que esa jornada haya sido convertidaen casi un mito fundacional ms que un acontecimiento histrico percibidodentro de un proceso de larga duracin que entronca directamente con elperodo colonial y el pasado indgena, y lo que hemos sido posteriormentedesde que accedimos a la vida republicana.

    6. RAMOS PREZ D. y LUCENA SALMORAL, M. son dos de los historiadores espaoles quehan interpretado los sucesos del 19 de abril de 1810 como un Golpe de Estado. Los testimo-nios documentales realistas de la poca son inapelables al sealar la conspiracin criolla bajo laptica de un Golpe de Estado.

    E

  • 10ngel RafaelLombardi Boscn

    Desde el punto de vista de los contemporneos partidarios del realismo,el 19 de abril de 1810 inaugur una era de horror y males sobre todas lasprovincias de Venezuela. Hecatombe poltica que puso en cuestin la legitimidadde la unidad imperial entre Espaa y sus colonias. Las antiguas previsiones yalertas de Abalos, Aranda y otros funcionarios reales que conocan y habanmostrado preocupacin sobre el futuro y permanencia de Espaa en Amricavenan a cumplirse. El sentimiento autonomista criollo imbuido de una identidadamericanista propia, encontr en la usurpacin napolenica el pretexto adecuadopara manifestarse de una manera decidida.

    Las autoridades realistas ms importantes en ese entonces, con el capitngeneral en ejercicio, don Vicente Emparan, a la cabeza, fueron expatriadas haciadistintos destinos, entre ellos los Estados Unidos y las otras posesiones espaolasvecinas a Venezuela.

    El movimiento secesionista fue llevado a cabo por algunos de los antiguosconspiradores del fallido intento de crear una Junta en el ao 1808. Fue ungolpe bien orquestado, que cont con la colaboracin de civiles y militares queante las noticias negativas que se recibieron sobre el curso de la guerra en laMetrpoli, decidieron actuar para asumir el control del Gobierno por sus propiasmanos y en representacin del mismo rey Fernando VII. No hubo niderramamiento de sangre ni la necesidad de militarizar a la sociedad caraque-a. La mayora de los lderes criollos invocaron razones y principios jurdicospara hacer recaer la legtima autoridad del Gobierno en una Junta bajo losauspicios del Cabildo caraqueo como genuino representante de la soberanapopular ante la ausencia del Rey.7

    7. Juan Germn Roscio (1763-1821) fue un destacado protagonista de la Primera Repblica y uno delos redactores del Acta de la Independencia; puede considerrsele como el principal idelogoentre los primeros republicanos del ao 1810. En 1812, despus de la contrarrevolucin realista,fue apresado y enviado a una crcel en Espaa, de donde posteriormente se fug. En 1816 regreshasta Jamaica, dominio britnico, y luego estuvo en Filadelfia, lugar que le sirvi para trabajar enla divulgacin de las ideas republicanas, tomando como claros influjos tanto el pensamientoescolstico de tradicin hispana como la doctrina de los enciclopedistas franceses y los hombresde la emancipacin de los Estados Unidos de Amrica. Roscio consider, como hicieron muchosde sus contemporneos, que ante la ausencia del Rey la soberana recaa en el pueblo a travs desus representantes. Uno de sus textos ms emblemticos fue el que llev por ttulo: El Triunfo dela Libertad sobre el Despotismo, elaborado en el ao 1817. Para tener una visin de conjuntosobre el pensamiento y las ideas de los hombres que fueron protagonistas el 19 de abril de 1810 espertinente consultar los dos tomos de la obra: Epistolario de la Primera Repblica, Biblioteca dela Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1960, 2 Vols.; y tambin la recopilacin de lasObras de GERMN ROSCIO, J., Publicaciones de la Secretara General de la Dcima Conferen-cia Interamericana, Coleccin Historia, Nro. 8, Caracas, 1953, 2 vols.

  • 11del reyBanderas

    La disolucin de la Junta Central debido a la invasin de la regin deAndaluca en Espaa por parte de los franceses en los primeros meses del ao1810, trajo como consecuencia el nacimiento de la Regencia,8 rgano facultativo,integrado por cinco personas, encargado de mantener el funcionamiento delgobierno espaol dentro de una nacin prcticamente ocupada por fuerzasextranjeras y de unas posesiones ultramarinas completamente incomunicadas.Precisamente, el principal argumento de los juntistas caraqueos para hacersecon el control del Gobierno colonial, fue el de considerar a la Regencia y lasdistintas corporaciones que le precedieron en Espaa como ilegtimas en ga-rantizar la representacin popular y americana.

    En una palabra, desconocemos el nuevo Consejo de Regen-cia; pero si la Espaa se salva, seremos los primeros en prestarobediencia a un Gobierno constituido sobre bases legtimas y equi-tativas. Proporcionaremos a nuestros hermanos de Europa los auxi-lios que nos permitan nuestra actual escasez, mientras dura la san-ta lucha en que se hallan empeados; y los que desesperados de subuen xito busquen otra Patria, en Venezuela hallarn una hospita-lidad generosa y una verdadera fraternidad.9

    Un paso incierto

    Ni los criollos ni los espaoles que se sumaron a la accin del 19 de abrilsospecharon las desastrosas consecuencias que traera para el pas semejantepaso. La mayora pens y crey que lo que se estaba haciendo era lo correctoante las delicadas circunstancias que atravesaba la Madre Patria. Se tema quelos franceses luego de ocupar Espaa se trasladasen a las Amricas y reclama-ran para s estos territorios; tampoco se quera que los ingleses sustituyeran a laantigua Metrpoli ni que el orden social interno quedase alterado. El movi-miento autonomista caraqueo pretendi hacer un cambio de administracin yde gobierno a travs de los cauces ms pacficos y sin sobresaltos. El ordentena que mantenerse inalterable resguardando la paz y la seguridad. Los bandosy proclamas emitidos por la Junta caraquea estuvieron orientados en ese sentidoen los das posteriores al suceso.10 Los espaoles de nacimiento no fueron

    8. Todo el proceso poltico e institucional que vivieron los espaoles a partir del descabezamientode la Monarqua desde el ao 1808 puede seguirse a travs de ARTOLA, M.: La Espaa deFernando VII, Madrid, 1999, pgs. 285-396.

    9. A.G.I., Caracas, 437-A, Caracas, 3 de mayo de 1810, documento firmado por Joseph de lasLlamosas y Martn Tovar Ponte.

    10. A.G.I., Caracas, 437-A.

  • 12ngel RafaelLombardi Boscn

    percibidos como enemigos ni rivales, sino por el contrario, se les pidi su msferviente colaboracin ante la nueva situacin;11 de igual manera se hicieronrpidos llamamientos a los cabildos de las otras provincias que integraban laCapitana General de Venezuela para que reconocieran las nuevas autoridadescaraqueas y evitar, con ello, las disensiones internas que pudiesen alterar lapaz.12

    En el plano internacional los caraqueos se apresuraron a buscar el reco-nocimiento diplomtico y para ello enviaron embajadores a los Estados Unidose Inglaterra.13 La actividad econmica/comercial se liberaliz y se orient ha-cia los Amigos y Neutrales.14 Los revolucionarios caraqueos hicieron to-dos los esfuerzos posibles para disimular cualquier actitud sospechosa de radi-calismo tanto en lo interno, con relacin a la poblacin civil, como en la arenainternacional. Pero las agujas del reloj de la Historia se activaron y de manerairreversible. El acto autonomista llev a los criollos de Venezuela a asumir unprotagonismo siempre aspirado, pero pospuesto y desalentado por las autorida-des realistas de procedencia peninsular. El ingreso a la modernidad polticatuvo para los criollos un costo terrible en ese momento insospechado.

    Vaco peninsular: una colonia sin Metrpoli

    Venezuela, dentro del mbito colonial, para los momentos en que ocurreel movimiento juntista, era un espacio econmicamente prspero y relativamente

    11. La Suprema Junta Gubernativa de esta Capital, ha recibido con la mayor satisfaccin el votosincero y generoso de muchos Individuos Espaoles Europeos del Comercio de esta Ciudad,que se han apresurado a manifestarle su pronta obediencia a las rdenes dimanadas de suAutoridad, y la disposicin de sus Caudales particulares para todo lo que consideren necesarioso tiles al bien y seguridad comn de estos pueblos. A.G.I., Caracas, 437-A.

    12. Las provincias adyacentes por s solas seran un cuerpo sin cabeza, y divididas en faccionesharan infructuosa la feliz resolucin de Caracas; pero sus habitantes estn bien convencidosde esta verdad, y los de la Capital lejos de querer sembrar la divisin, se han apresurado atributar el juramento a la Suprema Junta Gubernativa; y as no temis, Pueblos amigos: unoscon nosotros por una alianza inviolable, que no conceda ni ambicin, ni tirana; formemos unanacin que sepa mantener el honor del pueblo Espaol, y que se haga respetar de los extraos.A.G.I., Caracas, 437-A.

    13. Es famosa y est muy bien documentada la misin diplomtica venezolana en Londres quecoloc al Gobierno ingls en una difcil situacin respecto a su aliada Espaa y sus interesescomerciales en Amrica. Vase el estudio clsico de PARRA-PREZ C.: Historia de la PrimeraRepblica de Venezuela, Caracas, 1992, pgs. 234-269.

    14. A.G.I., Caracas, 437-A.

  • 13del reyBanderas

    tranquilo de paz social;15 y esto, en vez de contribuir a la inhibicin de loscriollos en asumir algn tipo de protagonismo poltico, lo que hizo fue generarun efecto contrario. Los criollos, blancos en su mayora, dueos de las msimportantes fortunas del pas y herederos de los primeros conquistadores delsiglo XVI, llegaron a interiorizar un sentimiento de identidad y orgullo alrededordel propio terruo. Espaa cada vez se volva algo remoto y difuso; sus pesadoscontroles burocrticos, las largas distancias y las lentas comunicaciones, laarbitrariedad y el despotismo de sus funcionarios, las trabas al comercio, lainmoralidad en el comportamiento de muchos sacerdotes y, sobre todo, elrelajamiento en las costumbres y la disciplina social por el abandono de laMetrpoli, hicieron creer a los criollos que haba llegado el momento histricopara actuar. Aunque hay que reconocer que en un primer momento la rupturacon la Madre Patria se aspir a que fuese algo pactado y sin traumas.

    Ya desde Espaa los movimientos juntistas se haban desarrollado conuna vitalidad impresionante desde el mismo ao 1808, constituyndose en losprincipales focos de la resistencia contra el invasor francs. La Junta CentralGubernativa del Reino instalada el 25 de septiembre en Aranjuez, hizo esfuerzospor reunirlas a todas bajo una nica direccin, intentando con ello establecer launidad en el esfuerzo de la guerra. Entre lo ms destacable hay que sealar queorient sus principales proclamas y manifiestos en reconocer el protagonismopopular ante la ausencia del Monarca. Igualmente anunci en abril del ao 1809el llamado a la eleccin de diputados, tanto en la pennsula como en Amrica,para las Cortes Nacionales que se abriran en 1810. Los espaoles, impulsadospor las circunstancias, estaban llevando a cabo una autntica revolucin poltica,aunque sin plantearse an sus dirigentes una radical ruptura con las principalesinstituciones del Antiguo Rgimen; estos cambios no pasaron desapercibidosentre los sbditos americanos de ultramar.16

    15. Es la interesante tesis del investigador McKINLEY, P. M. desarrollada en la obra: Caracasantes de la Independencia, Caracas, 1993, la cual ha arrojado nuevas luces interpretativassobre un tema y perodo excesivamente estudiado bajo pticas por lo general bastante cerradasy poco susceptibles de ser revisadas crticamente.

    16. Los ensayos contenidos en la obra del mexicano GUERRA F.X.: Modernidad e independen-cias. Ensayos sobre las revoluciones hispnicas, Mxico, 1993, son ilustrativos de esteinteresante proceso. GUERRA se pasea a lo largo de su obra analizando las complejas relacionesentre la Revolucin Francesa, la Revolucin Liberal espaola y las revoluciones enHispanoamrica demostrando que todas ellas se influyeron entre s. Para GUERRA la invasinnapolenica sobre Espaa en 1808 aceler la cada o desmontaje del Antiguo Rgimen enEspaa generando las condiciones polticas e ideolgicas para que los americanos diesen elpaso hacia la modernidad poltica a partir de los movimientos juntistas que empezaron por

  • 14ngel RafaelLombardi Boscn

    En los primeros meses del ao 1810 la situacin poltica y militar enEspaa fue de completa confusin. La Junta Central se haba disuelto en enerodando paso a una Regencia de cinco miembros17 y la guerra se consider perdida.Las noticias que los americanos pudieron recibir desde el ao 1808 fueron com-pletamente fragmentadas e irregulares; se impuso un filtro que distorsion lapreciada informacin sobre asuntos tan vitales como la misma supervivenciade la Metrpoli. Y a pesar del aislamiento, los americanos se mantuvieronpendientes, preocupados y atentos sobre el destino final de Espaa. Fue preci-samente en esos dos aos cuando ms se discuti sobre la conveniencia de loscriollos por asumir un mayor protagonismo dentro de la sociedad colonial. Entreesas escasas noticias hubo una que caus especial impacto sobre los criollos, yno fue otra que la proclama de la Junta Central que consider a los DominiosAmericanos como partes integrantes y esenciales de la Monarqua Espaola.18

    En Venezuela la eleccin del representante a las Cortes espaolas de 1810estuvo cargada de polmica ya que la eleccin recay en el regente Joaqun deMosquera, considerado por los criollos como enemigo de su clase social. Todonos indica que esta eleccin no fue algo transparente y que se hizo fraudulenta-mente con la complicidad del capitn general en ese entonces, don Juan deCasas. Los balbuceantes decretos democrticos espaoles tuvieron que enfrentarunas fuertes resistencias de parte de las autoridades monrquicas en Amrica,renuentes a compartir las prerrogativas tanto del poder como de la autoridadque emanaba de sus investiduras. Para los criollos estos agravios se sumaban amuchos otros y les sirvieron para justificar su irrupcin el 19 de abril de 1810.

    darse en el ao 1810. Nacin y modernidad nacen juntas durante el proceso de ruptura con laMetrpoli, pero posteriormente nos dimos cuenta de que esa modernidad segua arrastrandoexpresiones pre-modernas que se han seguido manifestando hasta los tiempos presentes y quecontradictoriamente nos sigue explicando como colectividades histricas dentro de Amrica Latina.

    17. El Consejo de Regencia estuvo conformado por el Obispo de Orense, Saavedra, Castaos,Escao y Lardizbal y se instal el 31 de diciembre de 1810.

    18. A.G.I., Caracas, 437-A. Ese importante documento fue hecho pblico el 14 de febrero de 1810y all se dijo algo tan significativo como: Desde el principio de la revolucin declar laPatria esos dominios parte integrante y esencial de la Monarqua Espaola. Como tal lecorresponden los mismos derechos y prerrogativas que a la metrpoli. Siguiendo este principiode eterna equidad y justicia fueron llamados esos naturales a tomar parte en el gobiernorepresentativo que ha cesado: por l la tienen en la Regencia actual; y por l la tendrntambin en la representacin de las Cortes nacionales, enviando a ella Diputados, segn eldecreto que va a continuacin de este Manifiesto. Los espaoles en la pennsula confiaron enque bastaba con otorgar una representacin a los americanos en las Cortes para disuadirles desus ansias autonomistas y secesionistas. Se crey que desde el Congreso Nacional podan

  • 15del reyBanderas

    De poco se necesita para demostrar que la Junta Centralcareca de una verdadera representacin nacional; porque su auto-ridad no emanaba originariamente de otra cosa que de la aclama-cin tumultuaria de algunas Capitales de Provincias y porque ja-ms han tenido en ella los habitantes del nuevo hemisferio la parterepresentativa que legtimamente les corresponde.19

    La jornada del 19 de abril estuvo justificada tanto por los hechos militaresen Espaa, como por toda una argumentacin de carcter histrico como deprincipios jurdicos, llevados a cabo por los lderes polticos e intelectualescriollos que decidieron actuar.20

    Para los caraqueos las noticias que conocieron sobre la disolucin de laJunta Central en Andaluca como efecto de la invasin de esta regin por lastropas napolenicas, fue el hecho determinante para la toma del poder. Lasautoridades realistas se volvieron de pronto ilegtimas y por lo tanto su autoridadprecaria. El pueblo, reunido alrededor del Ayuntamiento, asumi la sobera-na popular como fundamento de la representacin poltica de la sociedad antela ausencia del Monarca.

    El capitn general don Vicente de Emparan y otros colaboradores de suentorno haban sido nombrados por Murat, en el momento de la Capitulacinde las autoridades espaolas ante las francesas a su entrada en Madrid en el mesde mayo del ao 1808.21 Esta acusacin hecha por los criollos juntistas no slobusc desacreditar a la principal autoridad de la Provincia, sino que con ellohizo alarde de patriotismo. No hay que olvidar que el principal argumento delos criollos caraqueos fue preservar con el nuevo gobierno los derechossecuestrados del rey don Fernando VII, ante la sospecha de afrancesamiento de

    trabajar para restituir, restaurar y recomponer a la Monarqua hispana sobre un nuevo proyectopoltico de sociedad que involucrara a espaoles y americanos. El 15 de octubre del ao 1810las Cortes espaolas declararon solemnemente la igualdad entre los espaoles peninsulares yultramarinos. Algunos historiadores espaoles han considerado una tremenda torpeza eirresponsabilidad ese pronunciamiento ya que en vez de disuadir a los americanos en conducirsehacia la Independencia lo que hizo fue alentarlos an ms.

    19. A.G.I., Caracas, 437-A.

    20. Para una completa relacin sobre el pensamiento poltico y filosfico de la Emancipacin deHispanoamrica vase la obra: Pensamiento Poltico de la Emancipacin Hispanoamericana,Caracas, 1985, 2 tomos, prlogo, seleccin, notas y cronologa a cargo de ROMERO, J. L.

    21. A.G.I., Caracas, 437-A. Sala Capitular de Caracas, 3 de mayo de 1810, Joseph de las Llamosasy Martn Tovar Ponte.

  • 16ngel RafaelLombardi Boscn

    las principales autoridades espaolas en Venezuela y la amenaza de invasinpor parte de Napolen al pas.

    La versin oficial realista

    Los miembros del repuesto Ayuntamiento caraqueo, luego de la exitosacontrarrevolucin llevada a cabo por Monteverde a lo largo del ao 1812, todosellos rabiosamente pro-realistas, elaboraron una extensa Representacin dirigidaal rey D. Fernando VII, con fecha 3 de octubre de 1812, donde relataron losprincipales acontecimientos ocurridos desde el 19 de abril de 1810 hasta eltriunfo de Monteverde. Dicho testimonio es de gran valor, porque nos permiteentender y explicar los acontecimientos desde la versin realista en un tonobastante autocrtico.

    Despus de dos aos y tres meses de anarqua, de horrores,de tirana, y lo que es ms sensible, de una escandalosa y violentaseparacin de la Madre Patria, el Ayuntamiento de la ciudad deCaracas, Capital de las Provincias de Venezuela, tiene hoy la dulcesatisfaccin de volver a entablar con ella sus antiguas relaciones, yde anunciar a V.M. la reduccin de estas Provincias a la justa ylegtima obediencia del Seor Don Fernando Sptimo.22

    El 19 de abril de 1810 es presentado como algo ignominioso, un hechoque dio inicio a una hecatombe social y natural que desol al pas; un acto dedeslealtad ante la Monarqua de la que Venezuela era parte integrante. Unaruptura que trajo graves y perniciosas consecuencias sobre todos los venezolanos.

    Caracas querra poder borrar aun con la sangre misma desus hijos de las pginas de su historia el da diecinueve de Abril demil ochocientos diez, da funesto en que un puado de hombres sintalentos, sin virtudes y sin opinin usurparon el nombre y los dere-chos del Pueblo, depusieron a las legtimas autoridades, violaron lasantidad de la religin, encadenaron a los hombres de bien, cubrie-ron de luto a las familias honradas, sedujeron la sencillez de lospueblos, fascinaron a los ignorantes, y echaron sobre su desgracia-da Patria el borrn ms ignominioso y menos merecido.23

    22. A.G.I., Caracas, 62. El Ayuntamiento de Caracas, Capital de Venezuela, informa a V.M. sobre larevolucin comenzada en diez y nueve de abril de mil ochocientos diez y terminada en treinta dejulio de 1812, que entraron en dicha ciudad las armas de V.M. Caracas, 3 de octubre de 1812.

    23. A.G.I., Caracas, 62.

  • 17del reyBanderas

    El 19 de abril fue producto de una larga serie de manifestaciones de tiposubversivo en contra del orden establecido, que se remontan al ao 1797 en LaGuaira y continuaron con los intentos de invasin de Francisco de Miranda en1806 hasta llegar al frustrado proyecto de formar una Junta por parte de ungrupo de criollos en 1808. Los contemporneos realistas en Venezuela tuvieronplena conciencia de las repercusiones que trajeron al pas los intentosrepublicanos de Picornell, Gual y Espaa entre otros, y los decididos, perofallidos, ataques de Francisco de Miranda sobre las costas venezolanas. Lasnuevas ideas revolucionarias se asumieron como peligrosas por ir en contra delorden colonial que haba que preservar inclume.

    Mucho se ha dicho de la influencia que tuvieron sobre los criollos lasideas revolucionarias de origen ilustrado a travs de la propaganda, losmanifiestos, libros y peridicos que arribaron clandestinamente desdeNorteamrica y Europa hacia el Caribe y sobre los puertos venezolanos, burlandolas ms estrictas medidas gubernamentales que persiguieron dichas ideas porperniciosas y subversivas. No olvidemos que la colonia o los reinos indianosfueron espacios de pensamiento nico, a pesar de que hay que reconocer que lacultura y la educacin formaron parte de la preocupacin de las autoridades yfuncionarios espaoles, y muy especialmente, de doctos telogos, quienes parala poca gozaban del privilegio del conocimiento y la cultura a travs de sustrabajos y servicios a favor de la fe catlica.

    El mundo colonial era en esencia un mundo bajo las creencias que hastaentonces haban persistido en el Antiguo Rgimen. La razn de Estado al ladode la fe catlica; ambas sirvindose y necesitndose a la vez. Es por ello que laIndependencia represent una ruptura contra ese mundo y la mayora de suscdigos. La modernidad poltica lleg con la Independencia.

    Entre tanto la filosofa propagaba sus ideas en esta Capital,los libros impos y subversivos del orden se multiplicaban, la con-ducta de algunos Magistrados autorizaba los escndalos de los par-ticulares, y los talentos superficiales, confundiendo el derecho conlos hechos, adoptaban sin discernimiento las teoras que en la prc-tica son a veces tan erradas como ilcitas.24

    Pero no escapa a estos realistas que el verdadero motivo que llev alsector criollo a actuar desde el ao 1808 fue la grave crisis acaecida en la

    24. A.G.I., Caracas, 62.

  • 18ngel RafaelLombardi Boscn

    pennsula, donde el gobierno de la Monarqua se derrumb. A pesar de la dis-tancia y los niveles de semi/autonoma que haban alcanzado los territoriosindianos, no cabe la menor duda de que fue la crisis de la Monarqua espaolael detonante que desencaden las guerras de la Independencia en Hispanoam-rica. Lo que llama la atencin es que el sentimiento colectivo de los venezolanos,tanto de sus sectores dirigentes como del pueblo, estuvo siempre en favor demantener sus lazos con la Metrpoli. Las circunstancias adversas que llevaronal colapso del poder metropolitano, la torpeza de sus dirigentes, tanto en Europacomo en Amrica, incapaces de actuar en un momento de crisis extrema,adoptando polticas y actitudes ms flexibles y realistas, crearon las condicionespara la ruptura con los territorios indianos. Pero no seamos tan duros en nuestrojuicio; es ms fcil juzgar y reprochar hechos y situaciones que comprenderlos;y como dice el historiador ingls E. H. Carr, el trabajo del historiador no esprecisamente el de ser juez respecto a los hechos humanos en el pasado. Espaadesde 1808 fue impotente en atender una crisis mltiple, global, en todos losrdenes de su vida como nacin; y a pesar de todo, logr resistir y expulsar alos franceses y nunca acept, con una terquedad tremenda, propia de su carc-ter nacional, desprenderse de sus territorios americanos, sus colonias.

    La conmocin de Aranjuez, la prisin del Monarca, las intri-gas del Tirano de la Europa, la Autoridad vacilante y dividida de laPennsula en tantas Juntas y Gobiernos sucesivos que produjeronah tan diversas opiniones, e hicieron tanto mal a la unidad delsistema que desde entonces haba salvado a la Espaa, presentaronaqu a los genios turbulentos y facciosos una brecha para llegar asus fines;....25

    Otra autocrtica fue la de considerar como torpes los nombramientos ylas actuaciones que se hicieron desde la Metrpoli de muchas de las autoridadesy funcionarios al frente de los rganos de direccin y poder en la administracincolonial, cuyas omisiones y actos pasivos permitieron el cultivo de los nimosrevolucionarios. Situacin que pudiera ser explicada como consecuencia de lacrisis de la Monarqua Hispnica, que toc fondo con el reinado de Carlos IV yel encumbramiento del favorito Manuel Godoy, personaje polmico quesimboliz el punto ms bajo del desprestigio espaol.

    25. A.G.I., Caracas, 62.

  • 19del reyBanderas

    Para colmo de nuestros males los nuevos Jefes que vinieron aesta Provincia no fueron los ms aptos para aquellas circunstan-cias. Censure otro sus errores y sus opiniones particulares; lo cier-to es que la ignorancia de los unos y la arbitrariedad de los otrosalentaron a los malvados que no conocen el precio de la paciencia,ni las ventajas de la prudencia. El fuego maligno de la revolucincomenz entonces a minar ocultamente y a preparar la explosinfunesta del diecinueve de Abril.26

    Sobre la actuacin de Emparan, se confirma lo que expresan la mayorade los testimonios realistas de la poca: fue voluble, entre dubitativo y fuerte.Antes de que estallara el complot, ya se le haba informado de algunos extraosmovimientos de quienes conspiraban y por lo tanto, entre las medidas que adopt,una fue la de mandar a confinar a distintos puntos de las Provincias de Venezuelaa algunos oficiales del Batalln Veterano, que estaban involucrados en laproyectada rebelin contra su autoridad. Pero la infausta noticia que lleg aCaracas el 18 de abril sobre la ocupacin de toda la Andaluca por parte de losfranceses, aceler el proyecto de deponer a las autoridades legtimas de laCapitana General de Venezuela. En ese entonces se percibi como un hechoconsumado la prdida de toda Espaa.27

    26. A.G.I., Caracas, 62.

    27. No hay que olvidar que la fama de invencibles que tuvieron los ejrcitos napolenicos fue algoconocido por todo el mundo occidental desde la dcada de los 90 del siglo XVIII. La RevolucinFrancesa comenzada en 1789 trastoc todo el orden geopoltico europeo con evidentesrepercusiones en la cuenca atlntica. Las victorias militares francesas se sucedieron unas trasotras y entre los aos 1808 y 1810 se crey que Espaa y Portugal muy poco podan hacer ante lainevitable conquista. La relativa monotona de los xitos franceses hace innecesario hablar condetalle de las operaciones militares de la guerra terrestre. En 1793-1794 las tropas francesassalvaron la revolucin. En 1794-1795 ocuparon los Pases Bajos, Renania y zonas de Espaa,Suiza, Saboya y Liguria. En 1796, la famosa campaa de Italia de Napolen les dio toda Italia yrompi la Primera Coalicin contra Francia. La expedicin de Napolen a Malta, Egipto y Siria(1797-1799) fue aislada de su base por el podero naval de los ingleses, y, en su ausencia, laSegunda Coalicin expuls a los franceses de Italia y los rechaz hacia Alemania. La derrota delos ejrcitos aliados en Suiza (batalla de Zurc en 1799) salv a Francia de la invasin, y pronto,despus de la vuelta de Napolen y su toma de poder, los franceses pasaron otra vez a la ofensiva.En 1801 haban impuesto la paz a los aliados continentales, y en 1802 incluso a los ingleses.Desde entonces, la supremaca francesa en las regiones conquistadas o controladas en 1794-1798fue indiscutible. Un renovado intento de lanzar la guerra contra Francia, en 1805-1807, sirvipara llevar la influencia francesa hasta las fronteras de Rusia. Austria fue derrotada en 1805 en labatalla de Austerlitz (en Moravia) y hubo de firmar una paz impuesta. Prusia, que entr porseparado y ms tarde en la contienda, fue destrozada a su vez en las batallas de Jena y Auerstadt,en 1806, y desmembrada. Rusia, aunque derrotada en Austerlitz, machacada en Eylau (1807) yvuelta a batir en Friedland (1807), permaneci intacta como potencia militar. El tratado de Tilsit(1807) la trat con justificado respeto, pero estableci la hegemona francesa sobre el resto del

  • 20ngel RafaelLombardi Boscn

    La jornada religiosa del Jueves Santo sirvi de escenario para el desa-rrollo de los acontecimientos, donde:

    ... un puado de impos se present a trastornar con una manosacrlega el trono y el altar, y a sepultar en todos los horrores y losmales que trae consigo una revolucin ms de setecientos mil habi-tantes que vivan felices en este suelo dichoso. S, un puado deimpos, Seor, se presenta a ejecutar esta subversin escandalosa yfunesta, y lo consigue.28

    Fueron los miembros del Cabildo caraqueo los principales autores delcomplot, casi todos ellos miembros de la aristocracia criolla, quienes con elpretexto de las festividades y los servicios santos hicieron concurrir al CapitnGeneral a la Sala Capitular y le esgrimieron sus vivos temores sobre las noti-cias29 que se acababan de recibir desde Espaa sobre la disolucin de la JuntaCentral y la segura prdida de toda la Metrpoli, y, por consiguiente, la muyevidente amenaza francesa sobre los dominios espaoles en Amrica.

    Respecto a la Regencia,30 organismo que sustituy a la Junta Central, loscabildantes consideraron que sta era ilegtima y que por lo tanto no le iban abrindar ningn tipo de reconocimiento, por lo tanto propusieron la creacin de:

    ... la Junta Suprema propuesta el veinticuatro de Noviembrede mil ochocientos ocho que conforme a la supuesta voluntad de los

    continente, con la excepcin de Escandinavia y los Balcanes turcos. Una tentativa austriaca desacudir el yugo de 1809 fue sofocada en las batallas de Aspern-Essling y Wagram. Sin embargo,la rebelin de los espaoles en 1808, contra el deseo de Napolen de imponerles como rey a suhermano Jos Bonaparte, abri un campo de operaciones a los ingleses y mantuvo una constanteactividad militar en la pennsula, a la que no afectaron las peridicas derrotas y retiradas de losingleses (por ejemplo, en 1809-1810). HOBSBAWM, E.: La Era de la Revolucin, BuenosAires, 1997, pg. 93.

    28. A.G.I., Caracas, 62

    29. El 13 de abril de 1810 arrib a la baha de Puerto Cabello un buque mercante con procedenciade Cdiz con la noticia de la invasin de Andaluca por parte de las fuerzas francesas y ladisolucin de la Junta Central.

    30. A principios de febrero, una Regencia de cinco miembros reemplaz a la desaparecida Junta.Originalmente constituida por Francisco de Saavedra, Pedro de Quevedo y Quintana (obispode Orense), Antonio Escao, Francisco Castaos y el mexicano Miguel de Lardizbal, la Re-gencia tena bajo su gobierno a la Espaa libre. Aunque era mucho ms conservadora que loque fue la Junta Central, estaba ubicada en la tierra natal de una prspera poblacin empresa-rial de la clase media y del liberalismo espaol. ANNA, T. E.: Espaa y la independencia deAmrica, Mxico, 1986, pg. 92.

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    Pueblos, gobernase en nombre del Rey, asegurase sus derechos, yvelase sobre la conservacin de estas Provincias con ms celo queel Capitn General, a quien suponan dispuesto a cederlas al usur-pador del trono de las Espaas.31

    Emparan escuch con atencin los argumentos que se le presentaron ydispuso tratarlos con atencin ms tarde. Sali del Cabildo y al dirigirse a lamisa en la Catedral, fue detenido y obligado a volver. All Emparan descubricon asombro y desconcierto que las fuerzas militares encargadas de obedecerley de garantizar su seguridad personal y el respeto a la autoridad y legalidad queemanaban de su investidura, estaban unidas al complot que dirigen los miem-bros del Cabildo caraqueo. No obstante los juntistas necesitaron de laparticipacin popular para obtener algn tipo de legitimidad en la accin queestaban emprendiendo.

    Colocadas las Tropas en la plaza principal y frente del Ayun-tamiento era necesario an echar sobre esta medida de terrorismoel velo hipcrita de la voluntad general del Pueblo, que no se halla-ba bastantemente figurado en la despreciable porcin de la canallaque el inters haba asociado a sus dignos seductores. Pero en dndehallar hombres honrados y virtuosos de todos los estados y corpo-raciones, que quisiesen comparecer siquiera en este corrillo de in-solentes, para autorizar con su presencia la historia de las revolu-ciones? .32

    Los lderes del plan subversivo lograron ganar la voluntad y la represen-tacin popular a travs del apoyo de dos miembros del clero: el cannigo donJos Corts y Madariaga, quien tuvo una estelar y decisiva actuacin, y el pres-btero Dr. don Francisco Jos Rivas, ambos miembros activos en la conspira-cin. Don Jos Felix Ribas y Herrera fue nombrado representante del sector delos pardos o mulatos, para de esta manera tomar en cuenta al sector social msnumeroso de toda la Provincia de Venezuela.

    El diecinueve de abril de mil ochocientos diez despus dedepuestas las autoridades que gobernaban la Provincia, con legti-mo ttulo, por un grupo de gente amotinada, y la mayor parte deella la ms despreciable del pueblo, se cre una Junta Suprema conel ttulo de conservadora de los Derechos del seor Don FernandoSptimo, compuesta de los individuos que componan el Muy Ilustre

    31. A.G.I., Caracas, 62.

    32. A.G.I., Caracas, 62.

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    Ayuntamiento, de tres sujetos que nombr este grupo de gente porrepresentantes del Pueblo, de otro que eligi el gremio de Mulatospor su parte, de dos clrigos que se titulaban representantes delClero, de un General, de un Comandante de Armas y de un Gober-nador Militar: todos nombrados por el mismo grupo de gente, opopulacho.33

    Despus de una serie de debates acalorados _donde supuestamente tuvouna participacin importante un grupo de personas del pueblo que desde lasafueras del Cabildo respaldaban la propuesta de los revolucionarios en deponera las autoridades_, el capitn general Emparan trat de resistir a los miembrosdel cabildo invocando el argumento de que sobre su persona recaa la legitimaautoridad en las Provincias de Venezuela y que toda mudanza traeraconsecuencias funestas; pero sus esfuerzos fueron infructuosos y no tuvo msremedio que ceder ante las fuerzas de las circunstancias.

    En vano les hace ver Emparan lo infundado de sus motivos.La incompetencia de su autoridad para cometer este atentado, lailegalidad de lo que se llamaba all Pueblo, y aun las consecuenciasque iba a traer este paso tan violento, como impoltico. Sus manossin entera libertad tuvieron que firmar las rdenes para la entregadel Puerto de la Guaira y que dejan caer de ellas un bastin quepudo haber sostenido, si hubiera sido ms previsivo.34

    Para garantizar la usurpacin y evitar cualquier reaccin imprevista,los revolucionarios mandaron de una manera corts y respetuosa a los tresdas del golpe al Capitn General, el Intendente, algunos Oidores y otrosimportantes funcionarios al Norte de Amrica.35 Luego se instal la Junta,

    33. Carta del general don Pablo Morillo al Secretario de Estado, en que trata acerca de las Actascelebradas en Caracas desde el 19 de abril de 1810 hasta el 30 de julio de 1812, en el Boletn dela Academia Nacional de la Historia, Caracas, s/f. En este importante documento se puedeapreciar los nombres de todas las personas que ocuparon los distintos cargos en el nuevoGobierno y en los que se sucedieron luego. Nos ha llamado la atencin la manera en que elgeneral Morillo finaliz esta misiva, exculpando a la mayora de los criollos que participaronen estos gobiernos revolucionarios:Que muchos de los sujetos que fueron nombrados paratodas estas Juntas, son hombres de bien, buenos cristianos adictos al Soberano, y al GobiernoEspaol, y que solo por temor y por fuerza sirvieron los oficios para que fueron electos, puesaunque hacan renuncias, no se les admita, como las hicieron muchos de ellos, que lo queconsiguieron fue atraerse por esto el encono y odio de los que se llamaban Patriotas, porconsiguiente la persecucin de sus personas, hasta llegarlos a sumariar; todo lo que se expresaen esta nota es bien sabido, pblico y notorio, y bien conocidos son de todos estos tales suje-tos. Don Pablo Morillo al Secretario de Estado, Caracas, 21 de diciembre de 1815.

    34. A.G.I., Caracas, 62.

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    que se llam Suprema y Conservadora de los Derechos del Seor Don Fer-nando Sptimo. Esta Junta se constituy en el nuevo Gobierno de la Capita-na General de Venezuela y tuvo jurisdiccin suprema, legislativa, ejecutivay judicial, y as es que ella todo lo dispona, ejecutaba, y determinaba a suarbitrio.36 Inmediatamente se despacharon mensajeros al resto de las Pro-vincias anunciando la novedad y proponiendo la constitucin de un Gobiernoconfederado bajo la direccin central de Caracas.

    Otras versiones

    Son tantas las versiones sobre la jornada del 19 de abril que es buenopoder cotejarlas unas con otras.37 De acuerdo con la obra del historiador espaolMariano Torrente: Historia de la Revolucin Hispano-Americana, publicadaen Madrid en el ao 1829, los sucesos del 19 de abril de 1810 han quedadoreferidos de la siguiente forma:

    Los conjurados caraqueos, que aunque dispersos habanprincipiado a reunirse a principios de este ao en la casa de Mise-ricordia, que serva de cuartel a los granaderos de Aragua, llevan-do por objeto seducir aquellas tropas, mandadas por el marqusdel Toro y por su hermano don Fernando, y atacar con ellas al go-bierno, creyeron tocar el deseado momento de derribar sin tropiezola autoridad Real, tan pronto como recibieron las expresadas noti-cias de la embarazosa y crtica posicin en que se hallaba envueltala madre patria.

    La conspiracin se puso en marcha el mircoles santo, 18 de abril, pero elda escogido para dar el golpe final fue el 19.

    35. Los expulsos fueron el Capitn General don Vicente Emparan, los Oidores don Felipe Martnezde Aragn y don Antonio Julin lvarez, el Fiscal don Jos Gutirrez de Rivero, el Subinspectorde Artillera don Agustn Garca, el Intendente don Vicente Basadre, el Auditor don Jos Vi-cente Anca, el Coronel don Manuel del Fierro, y el Teniente Coronel don Joaqun Osorno.HEREDIA J. F.: Memorias del Regente Heredia, Caracas, 1986, pg. 23.

    36. Boletn de la Academia Nacional de la Historia, op.cit. Carta de Morillo al Secretario de Esta-do, Caracas, 21 de diciembre de 1815.

    37. Las distintas versiones realistas sobre la jornada del 19 de abril se encuentran en Jos Francis-co Heredia, Jos Domingo Daz, Urquinaona y Pardo, Level de Goda, don Juan Manuel deCajigal y en la documentacin realista de la poca dispersa en los muchos archivos espaoles,siendo el ms relevante de todos por el volumen y la calidad de la informacin el ArchivoGeneral de Indias en Sevilla en la seccin Audiencia de Caracas.

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    El dbil Emparan vio levantarse esta terrible borrasca, y notuvo fuerza para disiparla. Algunos de los iniciados en los tenebro-sos misterios le hicieron ver el inminente riesgo que corra su auto-ridad: la circunstancia de haber sido convocado el ayuntamientosin su anuencia daba nuevo peso a los primeros avisos: sujetos derango y respeto, entre ellos el magistral de aquella iglesia, trataronde despertar su dormida energa; pero nada fue capaz de hacerletomar las vigorosas medidas que exiga lo crtico de aquellas cir-cunstancias.

    Cuando Emparan arrib al ayuntamiento, los miembros del Cabildo lepropusieron que trasladase su autoridad a una Junta que el mismo CapitnGeneral presidira, de la misma forma que se propuso en el frustrado proyectodel ao 1808. Emparan intent ganar tiempo asistiendo al oficio religioso en laCatedral, pero en el trayecto fue detenido violentamente por Francisco Salias,quien le increp regresar al Ayuntamiento. Fue en ese momento cuando Emparandescubri atnito que las fuerzas militares, en especial el importante regimientode la Reina, formaba parte de la conjura. Igualmente, la actuacin del sacerdoteMadariaga, de origen chileno, fue determinante para hacer girar el plan conspi-rador hacia acciones ms contundentes como la de proponer la salida, es decir,el abandono del poder del propio Capitn General.

    Al principio se acord crear una junta presidida por el mis-mo Emparan, dejando a la Audiencia y dems juzgados en el libreejercicio de sus atribuciones. Mientras que don Germn Roscio ex-tenda la minuta de estas primeras deliberaciones, se present en lasala el presbtero chileno don Jos de Madariaga, cannigo de lacatedral de Caracas, y principal director de la conspiracin: apo-yado por todos los revoltosos, llev el descaro y la arrogancia has-ta el extremo de destruir el acuerdo, pidiendo la exoneracin delcapitn general en nombre de un pueblo que l diriga a su antojocon su audacia, charlatanera, y fingida austeridad de costumbres.38

    Otro importante testimonio realista es el de don Pedro de Urquinaona yPardo, quien escribi en el ao 1813 en la Plaza de Puerto Cabello una: Rela-cin Documentada del Origen y Progresos del Trastorno de las Provincias deVenezuela hasta la exoneracin del Capitn General Don Domingo deMonteverde. Los principales argumentos que utiliz para explicar esa impor-

    38. TORRENTE, M. Historia de la revolucin Hispano-Americana, Madrid , 1829, pgs. 131-139.

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    tante fecha histrica, verdadero comienzo de la Independencia de Venezuela,son como sigue. Lo primero que destaca Urquinaona y Pardo fue la sorpresa eindecisin del Capitn General, en permitir que los criollos alrededor del Ca-bildo le robasen la iniciativa al convocar una reunin de carcter extraordinariosin su previo consentimiento.

    Emparan, que tena la autoridad privativa de citar a cabildoextraordinario sin que pudiera arrogrsela ni el Alcalde ni otro al-guno de sus miembros; Emparan, que debi tener muy presentes lastentativas de julio y noviembre de 1808, y el proyecto ulterior de lacasa de Misericordia; este presidente que debi calificar de atenta-do el mero hecho de convocarse el cabildo extraordinario sin suorden ni anuencia y tomar previamente las medidas para cortar ensu origen el desorden manifestado, tuvo la imprevisin de someter-se a la asistencia, contentndose con exponer que no convena ha-cerse innovacin alguna hasta la llegada de los emisarios de laRegencia, aguardados por momentos. Este dictamen fue seguido porla pluralidad que no estaba iniciada en los misterios reservados alos pocos agentes de la conjuracin. Fenecido el acuerdo se dirigiel cuerpo capitular a los oficios del da Jueves Santo que iban aempezarse en la Catedral. Los espectadores coligados (que no pa-saban de una docena) estaban diseminados por la plaza, y al verfrustrados sus designios se agolparon en la puerta de la iglesia,pidiendo que el Ayuntamiento volviese a las casas consistoriales.La tropa formada para solemnizar la festividad, prepar las armasoyendo el bullicio; enmudeci el Capitn General, y don Luis Pon-te, capitn de la compaa, mand retirarlas, animando el temor ycobarda que se dej ver en el semblante y confusin de los faccio-sos, a quienes hubiera entonces dispersado y confundido la menordemostracin de Emparan o de Ponte, pocos das despus nombra-do comandante del batalln.39

    Las fuerzas militares que deban natural obediencia al Capitn General ya las legtimas autoridades de la Provincia de Venezuela se sumaron a la propuestade los criollos en asumir el control del pas ante la desafeccin de la Metrpoli.La tropa y su oficialidad fueron influidas a travs de la promesa de obtener departe del nuevo Gobierno generosos beneficios, y a las tropas pardas, la msnumerosa, se les gan con vagas promesas de igualdad y promocin social. Elsiguiente testimonio de uno de los militares realistas expatriados a los Estados

    39. URQUINAONA y PARDO: Manifestacin de las calumnias producidas por el Excmo. Sr. D.Domingo Monteverde y el Sr. Andrs Level de Goda, Madrid, 1821, pgs. 18-27.

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    Unidos expresa claramente las razones que llevaron a los miembros de las fuer-zas armadas a colaborar con los criollos del Cabildo.

    Tambin se asign desde el principio doble prest a la tropa, yse aument el sueldo de los oficiales, igualando en esta parte a losde color con los blancos, y es de considerar que luego pretendern,si ya no lo han hecho, que se les declare en toda la igualdad, y comosu nmero es mayor que el de los blancos, ser preciso concedrse-lo, y por ltimo vendr a parar en que los esclavos reclamarn sulibertad, y se ver en aquel desgraciado Pas la misma catstrofeque en la Isla Santo Domingo por culpa de sus principales patricios.40

    No est an claro si el proyecto original contempl la salida del CapitnGeneral y de todos sus ms importantes colaboradores. Los testimonios realistasrefieren que en un principio los criollos slo buscaron un mayor protagonismoal lado de las legtimas autoridades, sin necesidad de plantear su extraamientofuera del pas. Urquinaona y Pardo hace mencin del famoso episodio cuandoEmparan se dirigi al grupo de personas reunidas en las afueras del Ayuntamientoy les pregunt si queran que siguiera en el mando, y ante la respuesta negativadel populacho, decidi abandonar el poder. Este episodio se ha constituido enuna autntica representacin teatral de corte patritico conocido y recitado porcasi todos los escolares de Venezuela. Ahora bien, segn las fuentes realistaslos acontecimientos se presentaron de otra manera. Tambin causa extraezaese atpico comportamiento por parte del Capitn General haciendo uso de unosmodales democrticos inusuales para la poca.

    La siguiente relacin de hechos llevada a cabo por el realista Urquinaonay Pardo pone en entredicho la esencia del acto patritico del 19 de abril de1810 en su versin hasta ahora canonizada por la historiografa venezolana mstradicional.

    Restituido el Ayuntamiento a la sala, aparecieron los aboga-dos don Flix Sosa y don Germn Roscio, conocidos ambos en losprogresos de la revolucin. Como en aquel momento obraba el re-celo de la inferioridad de su partido y se tema con razn el choquea que se exponan las medidas violentas, se acord crear una Juntapresidida por Emparan, dejando la audiencia y dems juzgados enel libre ejercicio de sus atribuciones. Ocupado Roscio en extenderla minuta concebida en estos trminos, se present en la sala el

    40. S.H.M. M.G. Caja 120. Representacin de Martn Garca, Filadelfia, 12 de junio de 1810.

  • 27del reyBanderas

    cannigo de Chile, conducido por los amotinados (sin embargo deque en ms de tres aos no haba asistido al coro pretextando enfer-medades), y con la desfachatez que lo caracteriza empez a des-truir el acuerdo, proponiendo la exoneracin del capitn general,bajo el supuesto de que el pueblo la peda, hostigado de su gobier-no. Emparan, que ciertamente no tena motivos para creerse abo-rrecido, se asom al balcn y el populacho, ignorante de lo quepasaba dentro, empez a gritar, viva, viva nuestro capitn general.Desmentido el cannigo con una demostracin tan libre y conformea la franqueza e integridad del gobernador, sali impvido a pero-rar a su miserable auditorio; y mientras le preguntaba con arte yprevencin, si quera ser gobernado por el general Emparan, el re-gidor Dionisio Palacios, colocado a su espalda, diriga a la plebelas seales del tono negativo en que deba responder. El mdicoVillarreal, relacionado con Mndez, compaero de Tobar, Anzola yPalacios, fue el primero en contestar acorde a sus delirios, y lachusma sigui el tolle, tolle sin or lo que se le preguntaba, ni saberlo que responda, como siempre sucede en estas escenastumultuarias. Tanto fue el alboroto, que un tal Blasco, de oficio bo-deguero, pretendi despus de algn tiempo el empleo de capitnefectivo, alegando el mrito de estar an ronco por lo mucho que seesforz en gritar aquel da; y tal fue el abuso de la voz del inocentepueblo, que a uno de los facciosos llamado Moxica le qued porapodo el Pueblo, a causa de la insolencia e incesante desentonocon que gritaba, el Pueblo pide; el Pueblo quiere; el Pueblo man-da; cuantos absurdos salan de los arrebatos de su frenes. Lasprovincias de Venezuela en su manifiesto a todas las naciones civi-lizadas de Europa, impreso en Caracas por don J. Gutirrez, aode 1819 y firmado por 57 Ayuntamientos de su distrito, dicen: Unpuado de hombres conocidos en los pueblos por sus vicios trastor-n la obra de 300 aos a presencia de una multitud asombrada consuceso tan inesperado, y del leal Ayuntamiento de la capital, queteniendo en su seno tres del nmero de los conjurados fue la vctimade su audacia, del terror y de la sorpresa.41

    Este ltimo testimonio posee indudablemente un sesgo peyorativo querecae sobre los protagonistas criollos de esa jornada. Pero nos permite hacer elcontraste con la versin republicana elaborada muy posteriormente. Lascoincidencias y similitudes entre una y otra versin fueron alteradas por el enconoque se suscit entre los dos adversarios a partir de entonces.

    La conducta entre dubitativa e indecisa de Emparan, tomadocompletamente por sorpresa, trajo como consecuencia el fin de su autoridad

    41. URQUINAONA y PARDO, op.cit., pgs. 18-27.

  • 28ngel RafaelLombardi Boscn

    como principal jefe poltico y militar del pas. A pesar de que algunos colabo-radores de Emparan en el gobierno colonial intentaron ordenar a los jefes mili-tares de regimientos y cuarteles que cumpliesen con su deber de restituir elorden pblico alterado, estos no hicieron nada en ese sentido.

    Para el regente Heredia, uno de los testimonios civiles dentro del realis-mo ms significativo, quizs el ms equilibrado, ecunime y autocrtico, loocurrido el 19 de abril de 1810, segn su apreciacin, fue lo siguiente:

    El Ayuntamiento de Caracas, que fue el autor de esta revolu-cin, o el instrumento de la gavilla oculta que la haba tramado, seapoder del gobierno, y agregndose algunos otros individuos conel ttulo de Diputados por varias clases del pueblo que no los ha-ban elegido, tom el dictado de la Junta Suprema Conservadora delos Derechos del seor don Fernando Sptimo. No hubo desgraciaalguna, porque estaban ganados casi todos los oficiales de las tro-pas acuarteladas en la plaza, y el pueblo vio tranquilamente la mu-danza, creyendo que no era malo el hacer lo que haban hecho to-das las provincias de Espaa, y que por este medio se precava elpeligro de caer bajo la dominacin Francesa.42

    Como es evidente, al ser la Junta defensora y conservadora de los De-rechos de Fernando VII, la accin de los criollos logr ser moderada y percibidacomo bien intencionada en sus propsitos ltimos. Los criollos actuaronprevisiblemente evitando suspicacias entre la poblacin en general y haciendopasar el golpe de fuerza como una necesidad salvadora ante la difcil coyunturaque atravesaba la metrpoli.

    No compartimos las opiniones de algunos historiadores espaoles endescalificar a la jornada del 19 de abril de 1810 sealando que este hecho nofue ms que un traicionero y vulgar atentado en contra de la legalidad colonial.Si bien se depone a las autoridades legtimamente constituidas, aunque de manerapacfica y hasta caballerosa, lo que hicieron los criollos fue asumir desde elcabildo caraqueo la representacin popular a imitacin de lo que ya habanhecho los mismos espaoles, a travs de la formacin de Juntas provinciales,desde el ao 1808.43

    42. HEREDIA, op.cit., pg. 23.

    43. El mismo juicio de valor que se ha hecho respecto a las acciones de las Juntas provincialesespaolas lo merecen las Juntas hispanoamericanas. Aunque el realista Jos Domingo Daz des-calific ese acto por considerarlo que la situacin en la provincia de Venezuela era de completa

  • 29del reyBanderas

    No fue una traicin a Espaa

    Qu les llev a los criollos precisamente a actuar en ese momento? Enmuchos de ellos influy la noticia de que los franceses haban ocupadocompletamente la Andaluca y que la Junta Central se haba trasladadoapresuradamente a la Isla de Len al frente de Cdiz; para otros se trat dehacer realidad el antiguo proyecto de 1808 y con ello acceder a una mayorinfluencia en el mbito de las decisiones polticas y gubernamentales de la pro-vincia. Lo que hay que destacar, ms all de la pertinencia o no de dichomovimiento, es que ste se asume a favor de resguardar los Derechos de FernandoVII en las provincias de Venezuela. Que los cabildantes caraqueos tuvieronplena conciencia de que avanzaban hacia la Independencia plena de Espaa,porque el sistema colonial que les mantuvo unidos por trescientos aos fue algooprobioso e indeseable que haba que superar de una vez por todas, es una tesisque hay que desestimar.44

    El siguiente testimonio inserto en una proclama de los caraqueos, indicaclaramente que estos actuaron no por traicin, sino al contrario, en solidaridadcon la misma Espaa, ofreciendo sus tierras y casas para acoger a sus habitantesante la inevitable, opinin en ese momento aceptada por la mayora, ocupacinfrancesa de toda la pennsula.

    Nuestra inviolable fe al Rey, a la Patria y a la religin quenos es comn ha conservado suspendida sobre la Espaa la espada

    paz y normalidad. Apartada la cabeza del cuerpo ste tena que reaccionar ante la falta de direc-cin, situacin sta que fue entendida p