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  • NDICE

    Introduccin. Jos Mara Cabrera .................................................................................................................9

    1. CRITERIOS DE CONSERVACIN1.1. Conservacin y Restauracin 50 aos de proteccin del patrimonio histrico artstico, 1933-1983, Ministerio de Cultura, Madrid, 1983. .............................................................. 151.2. La piedra material base Curso de mecnica y tecnologa de los edificios antiguos, Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), 1987. .............................................. 251.3. Reinterpretacin de los factores de riesgo. VIII cursos monogrficos: El patrimonio histrico, Universidad de Cantabria, Reinosa, 1997. ............................................................................ 57

    2. MATERIALES DE CONSTRUCCIN2.1. Consolidacin de la madera Informes y trabajos del Instituto de Conservacin y Restauracin de Madrid, Nmero 4, Madrid, 1965. ......................................................... 752.2. Causas de alteracin y mtodos de conservacin aplicables a los monumentos hechos en piedra. Materiales de construccin, Nmero 170, Instituto Eduardo Torroja, C.S.I.C., Madrid, 1979. ................................................................................. 792.3. Fbricas de piedra Conservacin y restauracin. El patrimonio cultural de Castilla y Len, Consejera de Educacin y Cultura, Valladolid, 1987. ...................................1112.4. Materiales de reparacin Jornadas sobre restauracin y conservacin de monumentos, Ministerio de Cultura, Madrid, 1989. .....................................................1292.5. Tcnicas de valoracin y proteccin de las figuraciones arquitectnicas Restauracin arquitectnica, serie nmero 19, Universidad de Valladolid, 1992. ...........................................................................................1472.6. Alteracin y conservacin de estructuras y muros XIV cursos monogrficos: el patrimonio histrico, Universidad d Cantabria, Reinosa, 2003. ............................................................................161

    3. INTERVENCIONES3.1. La conservacin de la Portada de Santa Mara de Ripoll Informes y trabajos del Instituto de conservacin y restauracin, Nmero 5, Madrid, 1965 ...............................................................................1693.2. Programa para la conservacin de la Portada de Ripoll: ltimas realizaciones Bulletin de LInstitut Royal del Patrimonie Artistique Bruselas 1975. ...................2073.3. Catedral de Len: sobre algunas particularidades tecnolgicas en la conservacin de la escultura ltica exenta. II congreso de conservacin de Bienes Culturales, Comit espaol del ICOM, Teruel, 1978. ......................................................215

  • 3.4. Tratamiento para la conservacin de la piedra en la catedral de Len: La aguja de la Torre sur. En colaboracin con Miguel ngel Gutirrez Merino, en VI Congreso de conservacin de Bienes Culturales, Comit espaol del ICOM. Tarragona, 1986. .....................................................................2273.5. Reflexiones en torno a la imagen. El color. La luz Anteproyecto de restauracin interior de la cpula de la baslica de Loyola, Eusko Ikaskuntza, Ondare, Donosita, 2000. ................................235

    4. ESTUDIOS DE POLICROMA4.1. El Azul Maya Informes y trabajos del Instituto de Conservacin y Restauracin, Nmero 8, Madrid, 1969. ..............................................................................2394.2. Nota de Laboratorio sobre bronces ibricos de Despeaperros. Informes y trabajos del Instituto de Conservacin y Restauracin, Nmero 10, Madrid, 1970. ..........................................................................2654.3. Estudio de materiales y tcnica de la escultura en madera policromada Virgen de la oliva de Alonso Cano (s. XVII) En colaboracin con Alberto Recchiuto en Comit Internacional del ICOM, Madrid, 1972. ................................................................................2734.4. Conservacin y Restauracin de una escultura ibrica en piedra policromada del siglo IV a. J. C. Informes y trabajos del Instituto de Conservacin y Restauracin Nmero 12, Madrid, 1972. ...........................................274

    5. CONTAMINACIN Y PATRIMONIO5.1. La influencia de los contaminantes en el patrimonio artstico nacional. Economa industrial Nmero 107, Ministerio de Industria, Madrid, 1972. ......................................................................................................2885.2. Contribucin de la qumica a las Bellas Artes Historia de la Qumica, Real Academia de Ciencias Exentas, Fsicas y Naturales, Madrid, 1981. ......................................................2955.3. Contaminacin y patrimonio. Punto de vista del restaurador Patrimonio Histrico Artstico y Contaminacin. Encuentro Europeo, Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 1992. ................................3075.4. Climatologi au muse del Prado. En colaboracin con Ana Cifuentes en Comit Internacional del ICOM, Zagreb, 1975 .............................................................................................................3175.5. Cross-Sections En colaboracin con Carmen Garrido en Scientific Examination of Ensel Paintings Pact, Nmero 13, Council of Europe, Strasbourg 1986. ...................................................................................323

    6. ESTUDIO DE MATERIALES Y TCNICAS DE PINTURA6.1. La Virgen de la Mosca de la Colegiata de Toro (Zamora) En colaboracin con Arturo Martos Daz en Informes y trabajos del Instituto Conservacin y Restauracin, Nmero 6, Madrid, 1966. ...........................337

  • 6.2. Lannonciation de la Chatreuse de Miraflores (Burgos): Etude et traitement de conservation. En colaboracin con Carmen Garrido en Comit Internacional del ICOM, Madrid, 1972. ................................................................................3616.3. La piedad de Roger Van der Weyden. Anlisis de Laboratorio Boletn del Museo del Parado. Tomo I, Madrid, 1980. ..................................................3696.4. Dibujos subyacentes en las obras de Fernando Gallego En colaboracin con Carmen Garrido en Boletn del Museo del Prado, Tomo II, Nmero 4, 1981. ....................................................................................3796.5. Estudio tcnico del Guernica. En colaboracin con Carmen Garrido en Boletn del Museo del Prado, Tomo II, Nmero 6, 1981.....................................................................................3996.6. El dibujo subyacente y otros aspectos tcnicos de la tablas de Sopetran. En colaboracin con Carmen Garrido en Boletn del Museo del Prado, Tomo III, nmero 7, 1982. ....................................................................................4096.7. Pedro Berruguete: El dibujo Subyacente de la predela del retablo mayor de la Iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava. En colaboracin con Carmen Garrido en Informes y trabajos del Instituto de Conservacin y Restauracin, Nmero 14, Madrid, 1982. ................................................................................................................................4256.8. Estudio tcnico comparativo de dos Sagradas Familias del Greco En colaboracin con Carmen Garrido en Boletn del Museo del Prado, Tomo III, Nmero 8, Madrid, 1982 ..........................................................................4336.9. Algunas cuestiones tcnicas de Descendimiento de la Cruz de Van der Weideen En colaboracin con Carmen Garrido, J.R.J. Van Asperen de Boer y Roger Van Schoute, en Boletn del Museo del Prado Tomo II Nmero 8, Madrid, 1983. ..........................................................................................4456.10. La Fragua de Vulcano. Estudio tcnico y algunas consideraciones sobre los materiales y mtodos del XVII En colaboracin con Carmen Garrido, Gridley McKim y Richard Newman en Boletn del Museo del Prado, Tomo IV, Nmero 11, Madrid, 1983. .......................................................................................................4596.11. Le Dessing sons-Jacent chez Jerome Bosch: Ladoration des Mages du Musee du Prado. En colaboracin con Carmen Garrido y Roger Van Schoute en Colloques I et II organiss par le Laboratoire dtude des oeuvres dart par les mthodes scientifiques, Novembre, 1975 .................................................4816.12. Juan Martn Daz El Empecinado de Francisco de Goya. En colaboracin con Carmen Garrido y Mara Jess Iglesias en Aino Darwin Institute, Japn, 1997. .............................................................................485

    7. ALTAMIRA7.1. Conservacin de la Cueva de Altamira: Sugerencias para un programa de trabajo. Altamira Symposium. Ministerio de Cultura, Madrid, 1981. .....................................497

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    INTRODUCCIN

    Jos Mara Cabrera

    El Qumico que dedica su esfuerzo a estudiar y restaurar obras de contenido artstico y cultural, trabaja siempre, al menos as debera hacerlo, con el supuesto de que su material es estticamen-te valioso y de que, an rodeando su trabajo de todas las garantas, l se reserva el pice de su labor al servicio de los problemas del Arte y, por su conducto, a los de la Historia. De la falta de claridad sobre esta idea fundamental proceden los equvocos y los errores que ponen en peligro los fines ltimos, ya que, con procedimientos analticos cada vez mas refinados, puede limitar su tarea a un simple acarreo cuantitativo y, por tanto, a unas aportaciones de escaso rango cientfico. Aunque el Qumico trabaje en las mas modestas reas, debe mantener la vista alzada hacia las metas a que apunta su labor, no permaneciendo como impasi-ble recolector de datos o aplicador de recetas, sino nutrindose con el descubrimiento personal de las conexiones entre el Arte, en su espiritualidad, y la materia, en su inmutable pasividad, a travs de la historia de las formas que recubren el quehacer humano.

    Los objetos de inters artstico y cultural son manufacturas que precisan de materiales y de tcnicas, lo mas opuesto a lo espiritual que puede darse. Pero en esa materialidad manipulada se fundamentan otras cualidades internas y micros-cpicas que no apreciamos directamente, pero que hacen que en ellos se conserven testimonios innegables determinantes de su identidad, y a los que podemos acceder mediante instrumentos y tcnicas analticas. Estos otros fenmenos, a diferencia de los que examinan normalmente los historiadores, los crticos y los restauradores, son susceptibles de un preciso anlisis qumico y creo que deberamos considerarlos piezas de cons-truccin fundamentales de esa mismidad sub-yacente pues, a travs de esas hechuras suyas, individuales y nicas, resulta posible alcanzar una

  • JOSE MARA CABRERA10

    percepcin mas ntima del poder conformador del que son manifestacin.

    Para su trabajo con las Obras de Arte, la sen-sibilidad del Qumico se ha de desarrollar hasta verlas, no simplemente como materia, sino como manifestacin de algo espiritual, con lo que activa una forma de observacin, quizs mas refinada pero similar a la normalmente utilizada en la prc-tica cientfica general, en la que guardando el debi-do respeto a la relacin funcional entre las distintas disciplinas implicadas, el nfasis est firmemente situado en la relacin de estos aspectos con el todo, que no puede ser identificado con ninguno de ellos, constituyndose as en una experiencia interdiscipli-nar combinada en el objeto.

    Con estos fundamentos, introducidos por noso-tros en Espaa hace mas de cuarenta aos , hemos ido realizando y publicando los trabajos de estudio y restauracin de objetos de inters cultural que se recogen ahora en este libro.

    Esta recopilacin persigue tres cosas: una nueva aprehensin de los problemas de la restau-racin de siempre en general, un planteamiento de estos problemas desde el punto de vista del qumi-co-restaurador y transformar ciertas posibilidades tericas en tareas prcticas capaces de realizacin. Pero me dirijo a estos fines exclusivamente desde mi punto de vista personal, para lo nico que un hombre puede hacer por otro, que es tratar de esti-mularle a un pensamiento original independiente.

    Por esto, no creo que importe mucho que este libro no represente un todo arquitectnicamen-te articulado y cerrado, sino mas bien una serie de actos independientes que pretenden incitar al lector a proseguir por si mismo las lneas bosque-jadas. Entendamos pues que este libro se publica, mas para sugerir entre los restauradores la evolu-cin de nuevas ideas, que para suministrarles un lote de conocimientos hechos.

    Lo que aqu se recoge tampoco sigue un orden cronolgico, sino que agrupa los diferentes artcu-los desde una perspectiva temtica que nos permite apreciar con una distancia de varias dcadas, cosas parecidas que han evolucionado mucho. Como ejemplos de esto podramos destacar 1) que en los

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    procesos de alteracin de los Monumentos, han ido perdiendo valor las ideas nacidas del ambienta-lismo , para recuperar fuerza las consecuencias de ciertas intervenciones restauradoras basadas en las modas estticas y en la falta de mantenimiento de ciertos periodos histricos, conclusiones sacadas de nuestra tesis doctoral y aplicables a cuestiones tan variadas como nuestros edificios histricos la Cueva de Altamira, y 2) como los procedimientos tcnicos para el estudio de las obras de arte han pasado de ser un simple momento de abstraccin en la aportacin de datos auxiliares, para devenir una de las tareas mas modernas y prestigiosas, como testimonia el estudio de la Piedad de van der Weyden, propuesto en nuestra publicacin como un argumento para el laboratorio y su fun-cin en el Museo del Prado.

    Algunas de estas publicaciones tuvieron relevan-cia ya en la dcada de los sesenta, como el Azul Maya, consecuencia marginal de varias Misiones como Experto Consultor de la UNESCO en Mxico y Guatemala pues, al conseguir demostrar la composicin y la tcnica de fabricacin de los dos nicos pigmentos de color azul que permanecan sin identificar, el de los indios Seri de Sonora y el de los Mayas de Mesoamrica, tuvo su inters para los especialistas en la datacin, atribucin y restau-racin de obras de naturaleza muy diversa, desde pocas remotas hasta nuestros das. Tambin fue-ron bien recibidas en la comunidad internacional, las intervenciones en las Portadas de Ripoll (Gerona) y Plateras (Santiago de Compostela), habiendo recogido la UNESCO la intervencin en Ripoll en el nmero uno de la revista MONUMENTUM, su primera publicacin peridica dedicada a la Restauracin de Monumentos como consecuencia de las directrices nacidas en la reunin de Venecia; la intervencin en Plateras aparece ahora en el n 38 de la revista ARS SACRA, que acompaa a este libro, y nos muestra, junto con el articulo dedicado a el color de la arquitectura, como nos parece demostrado hasta la evidencia que el ser pintada la Arquitectura se debe, no solo a ser un medio eficaz de conservacin para los edificios, sino tambin a una ley mas alta de la religin y del arte.

  • JOSE MARA CABRERA12

    Desde hace mucho tiempo, en el mundo de la restauracin, lo que intelectualmente no nos satis-face tampoco nos satisface en el sentido vital, y una restauracin mejorada es hoy da indispensable si las viejas verdades han de recobrar de algn modo su vitalidad como conjunto de conflictos opuestos y sin resolver, cooperacin necesaria de lo racional y lo irracional, de lo que tiene sentido y de lo que carece de l. No pretendo decir mas que lo que he dicho, pero no he llegado an al final de la obra de mi vida y la unidad mas alta, a la que aspiro y que hace falta, es cosa de vida y no de teora. #

    Buenavista, Junio de 2006

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    Criterios de Conservacin

    1. ANTECEDENTES

    El artculo 19 de la Ley del treinta y tres, con densa muy bien las ideas de la poca en materia de conservacin y restauracin, ofreciendo una norma clara y precisa: Se proscribe todo intento de reconstitucin de los Monumentos, procurn dose por todos los medios de la tcnica su con servacin y consolidacin, limitndose a restau rar lo que fuere absolutamente indispensable y dejando siempre reconocibles las adiciones. Estas prescripciones son aplicables a los conjuntos ur banos o rsticos en virtud del artculo 33 y, aun que para los bienes muebles nada se sea-la, ca be entender que los mismos conceptos le son aplicables.

    Entre las publicaciones de la poca, prxi-mas a la redaccin de esta Ley, sealamos una que nos parece muy aclaratoria de las discusiones del momento: el Discurso de

    ingreso en la Academia de la Historia de D. Modesto Lpez Otero el 3 de enero de 1932 y la contestacin de D. Elas Tormo2, en los que se pueden apreciar la supe racin de la vieja polmica entre conservadores y restau-radores, defensores estos de la integri dad restaurada, con sus peligros de lo arbitrario y de lo falso, y manteniendo los primeros el prin cipio de la intangibilidad, que conduce al aban donismo y a la prdida del Monumento, aceptan do la frmula intermedia, aunque no equidistan te, de conservar ante todo, y con la posible auten ticidad; hacer perenne, eterna, la verdad histri ca; pero admitiendo la nece-saria intervencin, re ducida a lo preciso. D. Elas Tormo porfa en el mximo respeto a lo que qued de otras edades y se declara intransigente enemigo de todo parcial pas-ticcio as como condenador del afn de las restauraciones, que por necesidades slo fsicas de un edificio, vino la pecaminosa tentacin de restaurarlo hasta en los detalles decorativos rotos, perdidos o incompletos. D. Modesto Lpez Otero recoge la necesidad del diagnstico como base imprescindible del mtodo de conserva cin, relatando con minuciosidad las enormes posibilidades de los recursos tecnolgicos y cien tficos para garan-tizar la conservacin del Monu mento sin dejarla ver, sin tocar a su contextura aunque fuera originariamente defectuosa y sin menos-cabar ni haber de completar lo decorativo y acepta ese criterio intermedio al que antes he mos aludido al conciliar el triple inters de la im portancia de los valores estticos junto al docu mento histrico (que pone en palabras del arquelogo Paul Len) y a la necesidad de no falsificar (segn dice el arquitecto Giovannoni).

    Quizs tambin sea til traer a la memoria lo que D. Manuel Gmez Moreno publicaba

    1.1. Conservacin y Restauracin

  • JOS MARA CABRERA16

    en 1925 respecto al drama ejemplar de la historia de las restauraciones en la Catedral de Len3, describiendo el edificio enmasca-rado por enormes res tauraciones, en parte sensatas y fieles, en parte antojadizas, ya por llevar el sello de otros tiem pos, ya ideadas con un criterio fantstico de restitucin y embelle-cimiento, junto a una cantidad importante de datos y juicios sobre el insaciable afn de sustituciones que caracteriza las obras realizadas desde 1869, inducidas al parecer por problemas de mala calidad de materiales, error doctrinal, pegadizo desde Francia, al que no lo graron sustraerse el talento y saber de D. Juan de Madrazo.

    Pese al error que toda esquematizacin exage rada presupone, un resumen de los tres principa les hechos acaecidos durante el siglo XIX y ori gen de los tres intereses que trata de conciliar D. Modesto Lpez Otero, puede ser el siguiente:

    a) La Introduccin del concepto de unidad es tilstica para la restauracin que desarrolla Violet-Ie-Duc permitindole crear al modo de los antiguos a partir de los datos que le sumi-nistran las ruinas.

    b) La necesidad del dato histrico para restau rar, que acta como freno a las fantasas compo sitivas de los artistas restauradores.

    c) El concepto de falso histrico definido

    Conservacin y Restauracin

    Artculos 4 del Real Decreto Ley de 9 de agosto de 1926 y 19 de la Ley de 13 de mayo de 1933. Restauracin de las vidrieras de la Iglesia de Santo Toms, en Covarrubias (Burgos). La tonalidad utilizada en la restauracin permite distinguir con laridad los vidrios integrados de los antiguos.

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    por Camilo Boito y Gustavo Giovannoni fre-nando las reconstrucciones historicistas, con la consi guiente revalorizacin del original, ya que la obra slo existe en lo que de ella subsiste.

    Aunque no son ms que tres hitos dentro de un proceso histrico largo y denso, permiten aplicar a la restauracin lo que Leibniz deca de toda cien cia: la serie de hechos que nos propone no nos revelan el origen de esos hechos sino la historia de nuestros descubri-mientos. No se trata ya evi dentemente de enfrentar lo histrico a lo estti co, la conserva-cin a la restauracin, sino de ac tuar unitaria-mente reuniendo y confrontando los elementos de apreciacin de orden esttico, his trico y cientfico para conservar y transmitir a las generaciones futuras, con todo el valor de su autenticidad, esos objetos incuestionables, ni-cos hechos innegables que guardan la verdad de nuestro pasado.

    2. PANORAMA INTERNACIONAL

    Los conceptos que animan el espritu de nues tra ley del treinta y tres eran los reconoci-dos in ternacionalmente en su poca. Aunque el docu mento que ms se conoce sea la Carta de Ate nas, fruto de la Conferencia Internacional para la Conservacin del Patrimonio Artstico y Arqueo lgico cele-brada en Atenas en 1931, y que cons tituy el primer acto internacional para la tutela de los Monumentos5, debemos recordar que en 1930 se haba celebrado en Roma la Conferen cia Internacional para el Examen y la Preservacin de las Obras de Arte, convocada por el Oficio In ternacional de Museos (OIM) de la Sociedad de Naciones, primer paso indiscutible y fundamen tal en el intercambio de puntos de vista en mate ria de conservacin y restauracin, que condujo a la publicacin del primer tratado sobre la con-servacin de pinturas con criterios modernos6, considerndosele como el punto de partida de

    los esfuerzos a gran escala en el dominio de la res tauracin del patrimonio artstico. Como siempre, los conservadores y restauradores iban ms r pido en los bienes muebles que en los monumen tos, definiendo con mayor profun-didad y alcance los criterios y soluciones, pero es incuestionable que la simplicidad y buena redaccin de las dos pginas de la Carta de Atenas supusieron ms para la cristalizacin de las ideas, que las casi trescientas pginas de la Conferencia de Roma.

    Nota importante en las Conferencias de Roma y de Atenas es la llamada al desarrollo e investi gacin de mtodos nuevos, solicitando la partici pacin de las Ciencias Naturales, la Fsica y la Qumica. Es evidente la importan-cia que ha ban tenido los trabajos cientficos publicados, co mo el manual de F. Rathgen del Laboratorio del Museo de Berln (1905) titula-do Die Konservie rung von Altertumsfunden, la existencia desde 1919 del Laboratorio del British Museum y la apa ricin desde 1927 de la publicacin peridica Mouseion de la O.I.M. y no podemos olvidar los convincentes resultados obtenidos por los cien tficos al exa-minar los materiales de las excava ciones de Pompeya, as como de Egipto con mo tivo de las campaas de Napolen y tambin ca be recordar que las enseanzas sobre el estudio y preservacin de los objetos de arte y de arqueo loga se iniciaron con Pasteur entre 1863 y 1867 al ocupar la nueva ctedra de geologa fsica y qumica en la Escuela de Bellas Artes de Pars, curso que l nos dice7 tiene como finalidad la aplicacin de una ciencia exacta como punto de apoyo.

    En 1931 se cre el Laboratorio cientfi-co del Mu seo del Louvre, desde 1932 se editan los Techni cal Studies in the Field of Fine Arts por el Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard, en 1934 aparece el Max-Doerner Institut en Munich y el an tecesor del lnstitut Royal du Patrimoine Artistique en Bruselas y en 1939 el Instituto Centrale del Res tauro en Roma; slo en 1942 aparece

    Conservacin y Restauracin

  • Criterios de Conservacin

    JOS MARA CABRERA18

    el Centre de Recherches sur les Monuments Historiques de la France. En 1950 se orga-niza el International Institute for Conservation of Historic and Artistic works en Londres, as como el Comit Interna cional del lCOM para los laboratorios de Museos en el seno de la UNESCO y el Comit para el tra tamiento de pinturas, aunados ambos actualmen te en el Comit Internacional para la Conserva-cin8. EI ICOMOS, Consejo Internacional de Mo numentos y Sitios, se organizar quin-ce aos ms tarde como consecuencia del Congreso de Arqui tectos y Tcnicos de los Monumentos Histricos reunido en Venecia en junio de 1964 que dio luz a la Carta de Venecia y al proyecto de publicar la primera revista internacional consagrada a los pro-blemas de conservacin y restauracin de los monumentos; esta publicacin denomina-da Mo numentum, recoge desde su primer nmero es tudios cientficos y tcnicos sobre conservacin de materiales y elementos arts-ticos de los Mo numentos espaoles9, como fruto interesante de la actividad del ICROA de Madrid.

    3. EL INSTITUTO DE CONSERVACIN Y RESTAURACIN DE OBRAS DE ARTE (ICROA)

    Se crea por Decreto de 16 de noviembre de 196110 con la misin de atender con las garan tas cientficas y tcnicas necesarias a la tarea de restauracin y conservacin de las obras y ob jetos de arte, arqueologa y etnologa as como a los elementos artsticos de los Monumentos Histricos Nacionales, atendiendo tambin a la formacin de los tcnicos a los que hayan de en comendarse en el futuro las tareas de conserva cin y res-tauracin, complementando as, segn la introduccin, toda una serie de disposiciones esencialmente anteriores a 1924.

    Con el asesoramiento de la UNESCO12 se de sarrollan sus actividades paralelamente a las de los otros centros similares que existan en Euro pa y aquellos otros que con igual asesora-miento de la UNESCO se estaban creando en Mxico, Nueva Delhi, Jos, Otawa, etc..., muy en el marco del International Centre for the Study of the Pre servation and the Restoration of Cultural Pro perty (ICCROM) creado en

    Castillo de Mora de Rubielos (Teruel). Siglo XIV - XV. Restaurado 1972-1982. Se ha restaurado la estructura original, eliminando aditamentos de nulo valor esttico e histrico. Elementos de inters como la capilla, hundida a finales del siglo pasado, se han rehecho reutilizando los elementos originales.

  • 19OBRA COMPLETA

    Roma por la UNESCO en 1957. La fundacin y primera dcada de fun cionamiento corres-ponden a D. Gratiniano Nieto13 por lo que, para conocer bien su obra, es conveniente remitirse al Discurso ledo el 3-12-1971 ante la Academia Alfonso X el Sabio en Murcia14, documento sealadsimo, como indica en su discurso de contestacin D. Luciano de la Calzada, para la historia de la restauracin y con servacin en Espaa; trata con seguridad los pro blemas concretos relacionados con el tratamien to de obras artsticas, pictricas, escultricas y afronta el difcil tema de la ade-cuada conserva cin de los objetos arqueol-gicos, haciendo una recopilacin exhaustiva de los criterios de restau racin a travs de la historia y sumando lo que puede ser el primer tratado espaol sobre la mo derna implicacin de las ciencias experimentales en el mundo del arte, ya que su experiencia al fren te del lCROA le permite escribir con conocimien to de causa.

    Entendemos que el Instituto constituye la con-tinuacin natural, al estilo de los dems pases desarrollados o en vas de desarrollo, de las in tenciones sealadas en las Conferencias de Ro ma y de Atenas, y es por tanto consecuen-cia l gica del espritu de la ley del treinta y tres cuan do alude a la utilizacin de todos los medios de la tcnica, pues es bien fcil reconocer que slo un centro especializado de este tipo puede estar al tanto de los sofis-ticados avances tecnolgicos recogidos en las casi cien mil referencias biblio grficas del Art and Archaeology Technical Abs tract y transferir estos recursos adaptndolos a nuestras condiciones particulares, cuidando al mismo tiempo del reciclaje de los tcnicos que trabajan ms o menos aislados en toda la geogra fa nacional; es evidente que la conservacin y restauracin ha evolucionado desde el arte y los oficios hacia la ciencia, y que actualmente se pa rece ms a la medicina que a la fontanera, sin sentir sonrojo cuando se la califica de ortopedia remendona, sino

    ms bien orgullo de labor cien tficamente bien realizada.

    4. LA RESTAURACIN INTEGRADA Y CR-TICA

    La razn de ser del lCROA y de sus equivalen tes en otros pases, puede justificarse por la ne cesidad de realizar actuaciones inte-gradas y crticas, nicas vas con futuro en las que se crea hace medio siglo y en las que se sigue creyendo. El principio de la conserva-cin integrada, tras ha ber forzado una etapa de reflexin para sostener se en una toma de conciencia profunda, nos con duce hacia la bsqueda de una nueva tica para la utiliza-cin ms prudente y ms sensata de to dos los bienes patrimoniales de la humanidad, de tal forma que la Conservacin del Patrimonio Cul-tural se inscribe as en una corriente general de pensamiento en la que, infatigablemente, la crti ca fenomenolgica y el desarrollo cientfi-co per miten descubrir y utilizar facetas nuevas. Est cla ro que ya no nos interesa nicamente la conser vacin de las ms importantes obras de arte, y nos damos cuenta de que, incluso stas, pierden gran parte de su sentido sin la proteccin de su entorno inmediato; por otra parte, se amplan nuestros horizontes cuando valoramos las estruc turas y el carcter interno de los objetos antiguos e incluso del siglo XIX en el estudio histrico de la tecnologa, y este cambio de escala ha ofreci do una perspectiva amplia y clara del complejo problema de la Conservacin del Patrimonio Cul tural.

    Cuando se acept, en 1930, que el trata-miento de los Bienes Culturales comportaba al menos tres aspectos fundamentales inter-dependientes, se inici un camino en el que cada vez ha sido menos frecuente la consi-deracin del problema bajo alguno de estos parmetros con exclusin de los otros. Al aceptar este principio, se modifi c y se des-plaz el inters primordial de la Res tauracin hacia el de la Proteccin y Conserva cin, pero

    Conservacin y Restauracin

  • Criterios de Conservacin

    JOS MARA CABRERA20

    esta prioridad establecida no excluye que la Conservacin se realice en funcin del aspec-to final del objeto y de su adecuada y digna pre sentacin; de esta forma, la fijacin de una pin tura que se levanta en escamas, va ms all de la proteccin misma, ya que contribu-ye a resta blecer los planos, la perspectiva y en definitiva to da la unidad pictrica del cuadro y, en contrapar tida, la impregnacin de una escultura en piedra o en madera, que debe consolidar el material pe ro sin afectar por ello al aspecto ni al valor plsti co de la obra.

    La Restauracin ha sido definida por Cesare Brandi15 como el momento metodolgico de re conocimiento de la obra de arte en su consisten cia fsica y en su doble polaridad histrica y es ttica, con vistas a su transmisin al futuro, y la misin del conservador de Bienes culturales, se gn la define la Carta de la Restauracin (Comi sin Papaldo, Roma), consiste en salvaguardar los valores hist-ricos autnticos de los testimo nios del pasa-do, definiciones que expresan la esencia de esta funcin. Para conservar la autn tica dimensin cultural de una obra, monumento o conjunto, se ha de mantener dentro de un equi librio de factores cuya resultante no es la

    reno vacin ni el cambio, sino la permanencia y la es tabilidad. No se trata de volver atrs en la bsque da de un estado original, ciertamen-te irrecupera ble, sino ms bien la de buscar mediante una in vestigacin crtica extraordi-nariamente sensible, el equilibrio actualmente realizable que ms fiel mente respete los prin-cipios que inspiraban esta unidad original perturbada16. Nuestra interven cin se traduce as en un acto de interpretacin crtica des-tinado a restablecer una continuidad formal interrumpida, en la medida en que esta aun exista actual o potencialmente, intervencin que se ha de realizar, insistimos, como hipte-sis cr tica, siempre modificable, que pueda ser reempla zada por otra actuacin ms certera si el momen to llegara a presentarse.

    Barajando por ltima vez las palabras de siem pre, entenderamos los tratamientos como de res tauracin de las condiciones de conser-vacin per didas, situndolos respetuosamente entre el bi polo que definen las exigencias his-tricas y es tticas. Restaurar no es, evidente ni solo sanar la materia, ni dejar las cosas como nuevas, ni pre sentar un original fragmentado e incompleto sin el menor intento de bsqueda de su unidad per dida. En cada caso exis-

    Artculo 19 de la Ley de 1933. Una restauracin caprichosa: la de la Iglesia de Santa Mara de Lebea (Santander), realizada en 1897. La torre se reconstruye en un lugar distinto al emplazamiento original, y el gusto personal del arquitecto incide negativamente en la lectura histrica del monumento.

  • 21OBRA COMPLETA

    te una amplia gama de po sibilidades de intervencin y la toma de concien cia de los muchos grados de libertad en la elec cin de lo que debe hacerse, da la dimensin jus ta de la labor del restaurador. Por esto ms all de cualquier teora, la actitud hoy rigurosa en materia de conservacin y restauracin: es tratar en primer lugar de asegurar la proteccin y, a con tinuacin, presentar la obra dentro del respeto al valor documental y artstico que le sea propio. Conservacin y Restauracin no son, pues, en tidades opuestas sino complementarias, y requie ren una misma actitud por parte de los especia listas.

    5. LA CONSERVACIN COMO LABOR DE EQUIPO

    Los programas de conservacin elabora-dos so bre estas bases se caracterizan porque su reali zacin exige una ntima colaboracin de especia lidades, pues han de concretarse en actos que no pueden escindirse en pura decisin intelectual y pura ejecucin mate-rial18, con lo que el princi pio fundamental de trabajo en equipo adquiere una importancia primordial como punto de parti da para la Conservacin y Restauracin del Pa trimonio.

    La voluntad de un control, cuando menos tri disciplinario, en el mbito deI ICROA, viene sien do nuestro objetivo y, segn este, el Historiador, el Restaurador y el Qumico, por lo menos, deben abordar juntos el estudio de los problemas a partir de las observaciones que proceden de sus com petencias respecti-vas, confrontando todos los re sultados para obtener la mxima garanta de ob jetividad.

    6. CONCLUSIONES

    El concepto de conservacin y restaura-cin, que encuentra su origen en un estado de espritu especfico de la cultura contempor-nea con res pecto al Patrimonio, comporta una

    Con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley de 1933, tcnica tan usual como nefasta por sus dramticas conse-cuencias para el Patrimonio Artstico espaol fue la expor-tacin integral de los monumentos. El dibujo corresponde al complejo arquitectnico del Monasterio de Sacramenia, cuyo claustro y dependencias anejas, fueron desmonta-dos y trasladados a Estados Unidos. La situacin que se comenta fue proscrita y erradicada por el artculo 35 de la Ley: queda totalmente prohibida la exportacin total o parcial de inmuebles de ms de cien aos de antigedad.

    Artculo 33 de la Ley de 1933. Grabado romntico y perspectiva actual de Cuenca. El celo mostrado por autoridades y ciudadanos en la defensa de su patrimonio arquitectnico da como resultado una ciudad bien con-servada, que ha resistido el flujo prepotente de la espe-culacin urbana y del auge desarrollista mal entendido.

  • Criterios de Conservacin

    JOS MARA CABRERA22

    NOTAS

    1 El Artculo 4 del Decreto-Ley de 9 de agosto de 1926, vi gente en virtud de lo previsto en la disposicin adicional 3 de la Ley del 13 de mayo de 1933, les confiere el carcter de bienes inmuebles por destino en los monumentos (cualquie ra que sea la materia de que estn formados, formen parte de los mismos o de su exorno, o lo hayan formado, etc.).2 Discursos ledos ante la Academia de la Historia el da 3 de enero de 1932 en la recepcin pblica de D. Modesto L6 pez Otero (La tcnica moderna en la Conservacin de Monu mentos) y, contestacin del Excmo. Sr. D. Elas Tormo. Artes Grficas Faure, Madrid, 1932. Pgs. 4-40.3 Gmez Moreno, M.: Catlogo Monumental de Espaa: provincia de Len, 1907-1908. Vol. I, Madrid, 1925. Pgs. 222-224.4 Ceschi, C.: Teora e storia del Restauro. Edz. Mario Bul zoni, Roma, 1970. Pgs. 107-114.5 Op. cit. Pgs. 211-213. Reproduce la Carta de Atenas de 1931. Por otra parte, en la publicacin del Consejo General de Castilla y Len Patrimonio Arquitectnico de Castilla y Len. Soria, 1980. Pgs- 57-64, bajo el epgrafe. La Carta de Atenas (segn los principios del urbanismo establecidos en la Asam-blea de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moder na, celebrada en Atenas en 1933) se reprodu-cen slo los 95 comentarios que hiciera Le Corbusier

    accin naci da de nuestro entendimiento crtico que compa ra y juzga, por lo que vale hoy en cuanto al con junto deductivo de pruebas y anlisis en que se basa y no por nuestras preferencias personales.

    La brutal degradacin de nuestro Patrimonio, as como el envilecimiento de nuestro entorno, no pueden justificarse slo por una falta de especia listas cualificados de la conservacin, sino por causas mucho ms profundas que cada uno per cibe claramente en su entorno, como por ejemplo, el espritu de lucro y la especulacin, el individua lismo exacerbado, la prdida de la conciencia his trica, la taca-era de la administracin, etc..., que quizs slo puedan resolverse mediante una ges tin de revalorizacin de los bienes patrimonia les a partir de un estudio de normativa poltica del ms alto nivel. #

    La conservacin es sin duda una cuestin limtrofe entre mltiples disciplinas y activida-des, a la que se acercan unos y otros desde distintos puntos de vista, pero slo se entra en ella cuan do al confrontar las distintas apreciaciones intumos las razones profundas de las acciones que comporta. Aunque en Espaa existen muy impor tantes Departamentos Tcnicos, Servicios, Insti tutos, Ctedras, etc., actan como clulas ms o menos aisladas entre las que se deben estable cer los nexos multidimensionales capaces de reu nirlos en torno a la Conservacin, y esta creo que es la ms profunda razn de ser de un Instituto de Restauracin con R mayscula, como centro capaz de promover el dilogo entre las especiali-dades para buscar conjuntamente el objetivo co mn de la Conservacin del Patrimonio.

    en 1957 a esta otra car ta que slo en su captulo VII hace referencia a los monumen tos histrico-artsticos y su entorno. Aunque como bien dicen apareci este documento publicado en Pars en 1941, bajo el ttulo La Carta de Atenas, es una carta relativa a la arqui-tectura moderna, diferente, ms amplia, distinta de la que na ci exclusivamente en 1931 con el convenci-miento de que la Conservacin del Patrimonio Artstico y Arqueolgico de la hu manidad interesa a todos los Estados tutores de la civilizacin; este error tambin se aprecia en otras muchas publicaciones.6 Documents sur la conservation des peintures en Les Dossiers de IOffice Internationale des Muses, n. 2, Pars, 1933, y tambin en La Conservation des peintu-res, Museion, vol. XLI-XLII, Pars, 1938. Pgs. 1-272.Un amplio resumen de los puntos de vista fundamen-tales intercambiados en esta Conferencia de Roma en 1930, fueron publicados por: Plenderleith, H. J.: The Examination and pre servation of panting: A Digest, en The Museum Journal. T. XXXII, 1932-33. Pgs. 308-396.7 En Notes pour les leons de physique et de chi-mie ap pliques aux beaux arts. Oeuvres de Pasteur, reunies par Pas teur Valleri-Radot. Tomo VII. Pars, 1939. Pgs. 223-262.8 El Museum, vol. XXXIV, n. 1. Pars, 1982, se dedica mo nogrficamente a La Conservacin: Un desafo a

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    12 Coremans, P.: Missin UNESCO en Espagne: Ellnstitu to Central de Conservacin y Restauracin. Texto fotocopia do. Bruselas, 1963.13 En noviembre de 1982 hemos celebrado el XX aniversa rio de la fundacin del Instituto realizando una exposicin con los trabajos de restauracin ms importantes realizados ese ao, publicando el n14 de los Informes y Trabajos del lnstituto, dedicado al Profesor Nieto, y disponiendo el tercer cat logo de Obras Restauradas.14 Nieto, G.: Consideraciones en torno a la Conservacin de Bienes Culturales: Aplicaciones prc-ticas en la provincia de Murcia. Academia Alfonso X El Sabio. Murcia, 1971. Pgs. 7-89.15 Brandi, C.: Teora del Restauro. Edz. di Storia e Lette ratura. Roma, 1963.16 Philippot, A. et P.: En Bulletin de Ilnstitut Royal du Pa trimoine Artlstique, vol. II, 1959, pg. 5 y vol. IX, 1966, pg. 140. Bruselas.17 Coremans, P.: La Conservation des monuments historiques et ses perspectives davenir. Bulletin de Ilnstitut Ro yal du Patrimoine Artistique. vol. III. Bruselas, 1960. Pg. 112.18 Philippot, P. Restauracin: Filosofa, Criterios, Pautas. 1er Serlacort. Documentos de Trabajo. Seminario Regional Latino-Americano de Conservacin y Restauracin. Mxico, 1973.

    la profesin, y es un documento irreemplazable para conocer la situacin actual en el mundo. Aunque existe una edicin en espaol no se ha conseguido an una distribucin amplia entre los res tauradores interesados, pese a los mltiples requerimientos efectuados a la Secretaria del Comit Nacional Espaol.9 Cabrera, J. M.: Le portail du Monastre de Santa Mara de Ripoll. tude scientifique pour sa conservation, en Monu mentum, vol. I. Pars, 1966. Pgs. 83-102.10 Se cre por Decreto 2415/1961 de 16 de noviem-bre. Se reorganiz diez anos ms tarde, por Decreto 2093/1971 con el prncipal propsito de repartir en tres direcciones (Administrativa, Tcnica y de la Escuela) la funcin unitaria del Director fundador, con-siguindose la dimisin del mismo y la parali zacin del Instituto durante casi una dcada.11 En el prembulo del Decreto 2415/1961 se hace referen cia a: Real Decreto de 29-11-1901 sobre Restauradores de Mu seos Arqueolgicos; las dispo-siciones del Real Decreto de 14-5-1920 sobre orga-nizacin de los Talleres de Restauracin de Pintura y Escultura en el Museo Nacional del Prado; la Real Orden de 30-8-1920, que organiz el Servicio de Conservacin de Obras de Arte; la Real Orden de 14-4-1924, que constituy la Junta de Conservacin y Restauracin de Pinturas y Obras de Arte antiguo y, la Orden Ministerial de 17-5-1941, que apro b el Reglamento de Rgimen Interior del Taller de Vaciados del Museo de Reproducciones Artsticas.

    Conservacin y Restauracin

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    1.2. La piedra: Material base

    Como primer tema para nuestro traba-jo, sugerira la conveniencia de adoptar un modelo de ficha y examinar por qu camino sera ms con veniente plantear su realiza-cin, a fin de que pudiramos disponer de esta informacin sobre nuestras canteras en el plazo ms corto posible. Un modelo de ficha a realizar podra contener: 1) Nombre. 2) Lugar de origen. 3) Variedades.4) Color. 5) Otras denominaciones. 6) Localizacin de canteras en la hoja 1:50.000.7) Dimensiones de las piezas disponibles. 8) Volumen de extraccin anual en m3. 9) Posicin geolgi-ca. 10) Carac teres litolgicos. 11) Defectos ms frecuentes. 12) Caractersticas Tcnicas: 12.1) Resistencia (kg/cm2). 12.2) Masa vol-mica aparente (kg/m3). 12.3) Velocidad de propagacin del sonido (m/s). 12.4) Anchura de ra yado (mm.) 12.5) Porosidad (Po %). 12.6) Conductividad trmica Ap (kcal/m h C). 12.7) Coeficiente de saturacin. 12.8) Dimetro de po ros a 10% de Po (). 12.9) Resistencia al hielo. 12.10) Clasificacin de du reza (en escala AFNOR). 13.) Aptitud para su utilizacin en exteriores. 13.1) Plintos, zcalos, basamentos. 13.2) Escaleras, repisas de ventana, enlosados. 13.3) Sillera y reves-timentos de fachadas. 13.4) Salientes sin pro-teccin, como cornisas, balcones, albardillas y molduras. 13.5) Molduras finas, balaustres y esculturas. 14) Referencias de empleo en monumentos y edificios.

    2. ALTERACIONES y DIAGNOSTICO

    2.1. GeneralidadesIguez4, al estudiar las alteraciones en cali-zas y areniscas de unos vein te monumentos espaoles, llega a las siguientes conclusiones generales: 1) En los procesos de erosin tiene una importancia fundamental la pre-

    1. MATERIALES PETREOS UTILIZADOS EN LA CONSTRUCCION

    El conocimiento de los materiales ptreos utilizados en los monumen tos es una infor-macin fundamental que debe estar presente, junto con todos los dems datos relativos al edificio, a la hora de estudiar los diag nsticos y los tratamientos (fig. 1). Aunque son cada vez mejores y ms frecuentes los estudios que realizan diferentes profesores universita-rios en Espaa, suministrndonos datos de inapreciable valor, creemos que, de entre todos los modelos propuestos, deberamos seguir preferente mente alguno como los de Camerman1, Mamillan2 o del comit Piedra y Mrmol del CSTC de Blgica3, pues en una ficha simple y clara se con centran los datos esenciales que necesitamos.

  • Criterios de Conservacin

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    sencia de sales solubles. El ataque qumico de los componentes de la roca y la disolucin del cemento de unin tienen una importancia me nor y slo intervienen en casos concretos. 2) Los iones sulfato, cloruro, calcio y sodio tienen una importancia grande en los pro-cesos de erosin, tanto por su abundancia como por la intensidad de su accin. La de ni tratos y potasio es escasa, y prcticamente nula la de silicatos, carbo natos y magnesio. 3) El tipo de erosin est condicionado por la rique za en los distintos aniones y cationes. Cada uno de ellos, bien indepen dientemente, bien formando sales determinadas, tiene una accin pro pia. Los sulfatos sdico y clcico son caractersticas de las zonas de cos tras, los nitratos y cloruros son ms frecuentes en las reas de conver sin en arena. 4) Cada in se concentra en una zona determinada del perfil, condicionada por los dems iones con los que forma sales. En las zonas ms erosio-nadas se acumulan preferentemente los iones sulfato, cloruro, calcio y sodio. Nitrato, mag-

    nesio y potasio experimentan en esas zonas un aumento pequeo. Carbonatos y silicatos no sufren apenas va riacin. Hierro, aluminio y fosfato no aparecen como sales solubles, si bien el primero emigra en forma coloidal. 5) En un mismo sillar, en la superficie externa, an en el caso de rocas bien conservadas, con es casas cantidades de sales solubles, se acumulan los iones sulfato, calcio, cloruro y sodio; con menor intensidad lo hacen potasio, nitrato y silica to. Los carbonatos solubles se reparten homognea mente por toda la roca, mientras que el magnesio es ms abundante en el interior. 6) En el caso de los cationes su origen tiene que estar en la misma roca. Los aniones, a excepcin de los silicatos, pueden proceder tambin del exte rior. Su abundancia es independiente de la porosidad, y su com-posicin de la que tenga la roca, si bien los contenidos son mayores en las calizas que en las areniscas. 7) Las rocas que en cantera tienen un contenido mayor en sales solubles son tambin ms ricas en las zonas alteradas,

    Figura 1. Esquema del prtico oc cidental de la Catedral de Len, mostrando la distribucin de los dis tintos materiales ptreos utilizados. Inicialmente, la construccin se hizo con la caliza tosca del pas para la obra de elevacin y la martelilla de Boar para las esculturas, siendo el zcalo de una caliza ms dura, qui zs de Villalbal o Valdepilago y Ro bles. La cornisa superior de caliza de Hontoria se puso el siglo pasado, sustituyendo a la balaustrada exis tente. En la actualidad, para estimar las aptitudes de utilizacin en exte riores de las distintas piedras, deter minamos unas series de parmetros fisicoqumicos entre los que destaca la clasificacin de dureza en escala Afnor: marrn: dolomia de Boar; azul: caliza tosca del pas; rojo: ca liza de Hontoria; amarillo: dura de Villalbal; verde: arenisca de Novel-da; negro: piedra toba (bvedas).

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    pero las diferencias son pequeas. Los iones ms abundantes en las zo nas alteradas son con frecuencia muy escasos en cantera, llegan-do a fal tar en algunos casos. En muy pocos las sales solubles en las rocas enve jecidas son ms escasas que en cantera. 8.) Los procesos son idnticos, con independencia de las condicio-nes climticas, muy distintas de unas localida-des a otras, de la posicin de las rocas en el edificio y de la si tuacin de stos, ya estn en ciudades o en el campo.

    Baldini5, al estudiar los problemas de alte-racin en Florencia, analiza la accin del CO2, SO2, SO3, cloruros, nitratos, humo, agua de lluvia, agua subterrnea, plantas y animales, etc., destacando la importante participacin de las sales solubles. Dupas6 atribuye tambin a las sales solubles un importante papel en los procesos de erosin y hace una se leccin de tcnicas analticas tiles para las determinacio-nes de labora torio.

    Los compuestos de azufre y especialmente los sulfatos se consideran como los ms peli-grosos. La formacin de costras y la presin de hidra tacin conducen al deterioro de los materiales de construccin, y el gra do en que la alteracin se presenta est condicionado por la concentra cin de sulfatos en el agua que contiene la roca; las rocas sedimenta-rias, debido a su porosidad, son gravemente atacadas por el agua y por las disoluciones salinas. En varios tipos de costras calizas con varias subcapas, en Espaa, ocurre, segn Rutte7, que la costra es al principio blan da y porosa, gris, blanca o amarilla, pero despus de algn tiempo se hace dura por el continuo flujo de carbonato de calcio disuelto que va a la superficie y su color cambia a amarillo, rojizo o marrn; la unifor midad de la costra se destruye por la aparicin de estalladuras (fig. 2), por conversin en yeso, por la trans-formacin de piritas y marcasitas in cluidas en la estructura de la piedra, etc. El aire contami-nado y tam bin los sulfatos del suelo y otras sales, arrastrados por el agua al inte rior de

    los muros, pueden ser responsables de las costras. Segn Kola rov y colaboradores8, las superficies de caliza que permanecen largo tiempo hmedas son las primeras en desarro-llar costras de yeso y se os curecen rpidamen-te por el polvo y la suciedad; eventualmente estas costras se descarnan. Los bloques cali-zos que contengan sales de hierro se ponen rojizo-marrones despus de estar expuestos al aire hmedo y pueden llegar a desintegrarse por el aumento de volumen que acompaa a la hidrlisis de los compuestos de hierro; lo mismo sucede con bastante frecuencia para el mrmol.

    En un artculo respecto a la estructura cris-talina de las calizas, De Henau9 ha sugerido que el grado y distribucin de la cristalizacin de la calcita es importante para el conoci-

    La piedra: Material base

    Fig. 2. Catedral de Palma de Mallorca. La aplicacin de alumbre frrico a la superficie de la piedra origina la formacin de ampollas, fenmeno este muy generali-zado en la fachada principal. Aunque este alumbre tie muy bien las calizas blancas, es sabido que quema la superficie y genera el tipo de alteracin que muestra la imagen. Actualmente, tcnicos mal informados estn aplicando el alumbre directamente en alguna fachada monumental, lo que ocasionar daos. La aplicacin correcta del alumbre, segn nuestra informacin, lo considera como un ingrediente de una formulacin ms compleja en la que desempea el papel de protec-tor de la cola animal.

  • Criterios de Conservacin

    JOS MARA CABRERA28

    miento de la alteracin; meda so bre lminas delgadas de calizas tres parmetros: 1.) % de macroporos de dimetro medio mayor de 30,50 micras, 2.) % de estructuras com-pactas, y 3.) % de estructuras micro o cripto-cristalinas o fibrosas, ge neralmente micropo-rosas. Comparando estos parmetros con las poro sidades medidas en pequeos bloques de la misma roca, lleg a la con clusin de que en el caso de que los oolitos estn embutidos en una ma triz microcristalina, el contacto con sulfatos lleva a una desintegra-cin muy importante ya que la presin de expansin caracterstica de la con versin del carbonato de calcio en sulfato de calcio con dos molculas de agua, no se puede absor-ber por la masa cristalina compacta; por otra parte, tipos de calizas consistentes en oolitos que estaban conectados unos con otros por medio de una masa porosa, podan absorber tal pre sin y resistir la accin de las soluciones de sulfatos; las limitaciones del mtodo son muy grandes.

    En areniscas con cemento calcreo la corrosin es generalmente del mis mo tipo que para las calizas; un notable fenmeno de deteriorizacin, segn Iguez9, es la diso-lucin del constituyente silceo del cemento dando cido silcico coloidal. Las areniscas como material de construc cin aguantan rela-tivamente mejor las condiciones desfavora-bles; se ha publicado por Delvert10 un extenso estudio sobre la erosin y formacin de cos-tras sobre las areniscas de los monumentos de Camboya.

    Las rocas gneas en los monumentos son estables en contacto con el agua pero su esta-bilidad se ve disminuida por los cambios de temperatura, ya que la erosin que resulta de la expansin/contraccin alternante, las hace porosas desde la superficie hacia el interior y el agua penetra. Los granitos y el basalto estn fuertemente afectados por este tipo de dete riorizacin ya que, despus de las prdidas mecnicas de la superficie, las disoluciones acuosas penetran y disuelven el feldespato,

    etc. Este tipo de alteracin se ha observado por Burgues y Schaffer11 en la alteracin del grani-to rosado de La aguja de Cleopatra en Londres y tambin Vu tel2 lo ha reconocido en los blo-ques de andesita de Borobudur en Java.

    La aparicin de una eflorescencia blanque-cina o amarillenta, que se ha llamado mond-milch, sobre las rocas, parece ser el resultado de un pro ceso complejo que implica la accin de microfloras amonificantes y re ductoras del hierro sobre inclusiones calcreas, dolomticas o de fosfato clcico; una forma criptocristalina de la calcita, la lublinita, se ha su gerido por jatn, Pochon, Delvert y Bredillet13 como tpica del mond -milch, pero la presencia de arcilla y cuarzo pueden modificar mucho su constitu-cin; el mond-milch generalmente no es per-judicial para las ro cas, pero puede oscurecer las esculturas, como en Borobudur, o tapar los contornos de las pinturas como en Lascaux.

    Sharma14 ha publicado la alteracin de un monumento de esteatita en la India, indicando que los responsables de este caso particular fueron un depsito grande de holln y excre-mentos de murcilagos; la murcie laguina en particular suministr la materia orgnica base para el desa rrollo de una accin bacteriana; la produccin de cidos hacen al agua de lluvia ms agresiva y esto contribuye a la alte-racin del talco en ar cilla.

    2.1.1. Accin de la temperatura La estructura de los edificios no es homo-

    gnea, y al aumentar la tem peratura los dis-tintos materiales sufren diferentes expansiones de su vo lumen y esto puede causar daos. Adems, segn Warnes15, cuando la roca se enfra no se contrae la misma cantidad y esta modificacin que es permanente contribuye tambin a la erosin.

    El coeficiente de dilatacin trmica de los minerales constituyentes de una roca son diferentes entre ellos y muchos cristales tienen expansio nes diferentes segn diversas direc-ciones, por lo que los cambios de tem peratura causan tensiones internas que producen rotu-

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    ras. Segn Kies lingerl6, debido a que la calcita tiene una dilatacin ms fuerte segn su eje principal, un calentamiento repetido hace saltar los granos de cal cita y un mrmol se deshace en granos. Segn Sneyers17, este fenmeno de anisotropa trmica produce a veces en los mrmoles, incluso en las regiones templadas, importantes deformaciones por deslizamientos de los planos cristalinos entre ellos, hasta alcanzar un nuevo estado de equi-librio que se manifiesta por una deformacin permanente.

    Por otra parte, el coeficiente de conducti-vidad trmica vara para las ca lizas entre 0,8 y 2,5 kcal/m/h/C, segn que sean blandas o duras respec tivamente, llegando a valer slo 3 en las rocas eruptivas. Tan baja con-ductividad trmica, unida a las considerables variaciones de tempera tura que pueden pro-ducirse entre el da y la noche, entre las zonas al sol y a la sombra, entre el ncleo de una piedra y su superficie, etc., pue den hacer que nazcan tensiones capaces de provocar roturas y deforma ciones.

    Kieslinger piensa 18 que en muchos casos lo que ocasiona los daos es la relajacin que se produce en los materiales despus de haber

    estado so metidos a fuerte insolacin y explica por este procedimiento la forma cin de pla-cas en la superficie de los granitos y areniscas de Nubia ascomo en la arenisca eocnica del templo de Abu Simbel. Schaffer19, en el caso tan general de calizas sulfatadas, atribuye el levantamiento de costras a la accin de variaciones trmicas, puesto que la superficie transformada en yeso se calienta ms y tiene una dilatacin trmica cin co veces mayor que la calcita subyacente; de esta forma, las contraccio nes y dilataciones repetidas acaban por separar la costra sulfatada del material de base.

    Tambin las variaciones de temperatura del agua en el interior de los poros de una roca puede provocar una cierta erosin puesto que el coe ficiente de dilatacin del agua es muy superior al de las rocas y tam bin, siguien-do a Sneyers20, las variaciones de humedad reguladas por las variaciones de temperatura pueden desunir los cristales al transfor marse en gotitas una pelcula de agua intergranu-lar, puesto que se mo difica la presin capilar que es inversamente proporcional al radio de curvatura.

    Pero la importancia capital de la tempera-tura, sin llegar a heladas o fue go, es indirecta, puesto que regula la humedad en los poros de la roca, la solubilidad de los gases y de las sales disueltas, la velocidad de las reacciones qumicas y especialmente la hidrlisis que se duplica apro ximadamente para una elevacin de temperatura de diez grados cent grados.

    Respecto a los daos causados por los incendios, son numerossimos los ejemplos en los monumentos. En estos casos, el calor a que estn some tidos los materiales ptreos es mximo y la velocidad de calentamiento es grande; pero la transmisin del calor al inte-rior de la piedra se rea liza lentamente y, por esto, el interior contina estando fro mientras que el exterior se ve sometido a una rpida dilatacin que hace que salten trozos de pie-dra, tendiendo a redondear las formas.

    Fig 3. Curva de resistencia al fuego. (DlN-DVM 4102).

    La piedra: Material base

  • Criterios de Conservacin

    JOS MARA CABRERA30

    Este fenmeno se produce en todas las pie-dras, pero en aquellas que con tienen cuarzo se producen adems los efectos del cambio de estructura a 575 C y que va acompaado de una brusca dilatacin que hace explo tar a los materiales que lo contienen.

    Segn Mamillan21, los muros de piedra tie-nen la ventaja sobre otros ma teriales, de tener un buen comportamiento en caso de incendio y, segn Kieslinger18, la opinin de que las calizas no son resistentes al calor de un incen-dio porque se recuecen est en contradiccin con su experien cia y con el hecho de que, en incendios normales, ni la duracin del fue go ni la temperatura que alcanzan los materiales son suficientes para descomponer las calizas.

    El calentamiento de las piedras suele pro-ducir cambios de coloracin que aun sin tener mayor incidencia en los procesos de altera-cin que los mencionados, pueden ser impor-tantes en ciertas cuestiones de ar queologa para confirmar datos histricos y, en otros casos, dan idea de la temperatura alcanzada durante el incendio.

    2.1.2. Daos por el hieloEn pases fros y en la montaa, los mate-

    riales hmedos se alteran prin cipalmente por la accin de las heladas. El hielo es perju-dicial para los materiales porosos porque el agua al congelarse aumenta de volumen un 9% aproximadamente y puede hacer que se desagreguen los mate riales que impregna. Se ha podido comprobar que la presin ejercida por la congelacin brusca del agua a -5 C es del orden de 500 kg/cm2 y en estas condicio-nes el hielo no tiene tiempo de extenderse ni dentro de los poros vacos ni al exterior. Pero estas condiciones de congelacin repentina no se dan siempre, sino que ms bien la for-macin de hielo se produce paulatinamente, y por otra parte, el deterioro se observa tam-bin cuando un lquido como por ejemplo el nitrobenceno se hiela den tro de los poros sin aumento de volumen22.

    El mecanismo de congelacin del agua en el interior de los poros, se ex plica actualmen-te de la siguiente manera. Cuando un poro est lleno de agua, y se enfra por debajo del punto de congelacin, se empiezan a for mar depsitos laminares de hielo desde el menisco hacia adentro. Las molculas quedan inmovi-lizadas en la partcula de hielo, y por debajo de ella el movimiento molecular disminuye crendose una diferencia de presin entre el frente de congelacin y el resto del agua en el capilar; para restablecer el equilibrio el agua migra hacia la partcula de hielo y, debido a que la tensin superficial del agua es mayor que el peso del hielo, hace que la partcula se levante y el agua se extiende sobre ella aumentando as de tamao y hacindola migrar en el capilar; de su for macin resul-ta un drenaje de los capilares prximos y la partcula de hielo, en forma de lenteja, puede crecer en una zona localizada ejercien do una gran presin sobre las paredes del capilar; Esto explica por qu en las estructuras porosas que contienen grandes poros, el hielo puede formarse sin que se produzcan presiones des-tructivas.

    La interpretacin del fenmeno, por tanto, ha evolucionado y se ha mo dificado la valora-cin del mismo. En 1908 Hirschvald23 estudi la al terabilidad por el hielo de los materiales en funcin de su porosidad y en relacin con la teora del aumento del 10% en el volumen del hielo; defini un coeficiente de saturacin Cs dado por la relacin entre el vo lumen de poros fcilmente accesibles y el volumen total de poros abier tos. Segn esta teora, como el valor mximo de Cs sera de 0,9 aproxi madamente, el hielo actuara cuando los poros estn llenos en sus 9/10 partes; la experimentacin comprob la validez de esto y se vio que para un valor de Cs inferior a 0,8 no existe peligro de roturas por el hielo.

    Para obtener el valor de Cs se dictaron las Normas Din 52103 y 52105, consistentes en determinar por un lado el aumento de peso

  • 31OBRA COMPLETA

    de las mues tras despus de una inmersin paulatina en agua durante 24 horas y, por otra parte, el aumento de peso producido por la impregnacin total de los poros abier-tos aplicando vaco y luego una sobrepresin de 150 atmsferas. Es importante sealar que las pruebas realizadas demues tran que el dao por el hielo no es proporcional a la porosidad sino que depende ms bien de la morfologa de los poros, esto es, que una piedra con una porosidad grande puede ser menos alterable por el hielo que otra ms compacta, porque lo que interesa es la faci-lidad con que se al canza este valor y para los poros grandes es ms difcil que se llenen to talmente.

    En los ltimos aos se han realizado investigaciones ms amplias sobre estos pro-

    cesos, especialmente recogidas en los colo-quios del RILEM (Reunin Internacional de los Laboratorios de Ensayos y de Investiga ciones sobre los Materiales y las Construcciones)24. Actualmente se re conoce por unanimidad que todos los materiales pueden ser destrui-dos por el hielo cuando la cantidad de agua incluida dentro de los poros al canza el con-tenido crtico (contenido de agua constante a distintos tiem pos), con lo cual se provoca una expansin tal que se alcanza en el ma terial el alargamiento lmite de ruptura (figura 4).

    De todas formas, esta hiptesis general es tambin un poco simplista puesto que en la realidad los fenmenos no son puros, ya que existen mu chas veces hetereogenidades loca-les en el contenido de agua, o gradien tes de temperatura que provocan tensiones en zonas particulares, y tambin sucede que an sin alcanzarse el alargamiento lmite se produce un fenmeno de fatiga debido a la repeticin de las contracciones y ex pansiones bajo el efecto de la formacin y fusin del hielo.

    Cuando un monumento se acab de cons-truir, colocando cada material en la parte de la construccin correspondiente a sus propie-dades intrn secas, poco tiempo despus las piedras perdieron la parte peligrosa de su agua de cantera. En ese momento, ninguna piedra es, en s misma, alterable o no altera-ble por el hielo, puesto que esto depende de que con tenga en sus poros la cantidad de agua crtica. Los materiales ptreos, en funcin de su exposicin en las distintas partes de los monu-mentos, y tambin en funcin de la estructura de sus poros, son capaces de ab sorber agua y de alcanzar o no este valor crtico.

    En 1967, Mamillan26 public sus investiga-ciones experimentales del dao por el hielo en calizas y hormign. Basndose en las teoras mo dernas sobre el mecanismo de la expan-sin del agua en los poros al con gelarse, ha demostrado que para responder de una forma razonable al problema de resistencia al hielo de los materiales, es necesario tener en

    Fig 4 Proceso de absorcin de agua: Distribucin del agua () en un material poroso a diferentes tiem-pos (t).

    : Situacin del frente de agua. c : Contenido crtico.o: Contenido mximo.Segn Vos (25).

    La piedra: Material base

  • Criterios de Conservacin

    JOS MARA CABRERA32

    cuenta dos factores: estructura del material y ambiente de exposi cin. Esta concepcin nueva del problema, modifica el razonamiento clsico de que una piedra de construccin era o no alterable por el hie lo, puesto que de lo que depende este riesgo es de las posibilidades de absorcin de agua por los materiales, esto es, del emplazamiento en una construccin deter-minada y de su estructura interna. Segn esto, la re sistencia de las rocas al hielo se puede determinar en el laboratorio por dos mtodos experimentales complementarios: un ensayo rpido indi recto y un ensayo de homologacin directo, que permiten situar el em plazamiento correcto de la piedra en la construccin.

    El ensayo rpido indirecto consiste en determinar la porosidad total y la cantidad de agua absorbida. Mamillan21 representa el coeficiente de absorcin en funcin de la porosidad y delimita cinco zonas para la co locacin correcta de las piedras en los edificios, que estn tambin de acuerdo con la experiencia deducida de la observacin prctica de su comportamiento en los monu-mentos. El ensayo de homologacin direc to consiste en someter el material a ciclos acele-rados de hielo/deshielo (a -15 C en el aire y a +5 C en agua), determinando los efectos por me dida de las variaciones en el mdulo de elasticidad mecnico y conside rando que una disminucin del 5% caracteriza el estado de ruina en el material.

    Estudios de porometra como hemos visto, son del mximo inters los mtodos para deter-minar de una forma precisa la dimensin de los po ros abiertos que constituyen los espacios vacos accesibles por el agua. El porosmetro a mercurio utilizado por Mamillan, ha sido aplicado por Grad27 a la determinacin de la resistencia al hielo de los materiales de cons-truccin, reavivando las interesantes ventajas prcticas de las an tiguas teoras. El instrumen-to ha sido estudiado por el Institut Franais du Petrole (IFP) y el Commissariat a lEnergie Atomique (CEA), habien do sido realizado por la Sacit Nationale de Matriel pour

    Fig. 6. Institut Technique de Batiment et Travaux Publics, Pars. Muros experimentales para contras tar la eficacia de soluciones. Las son das instaladas permiten el estu-dio continuo de la humedad, permitien do verificar el contenido y la dis tribucin del agua antes y despus de la aplicacin de los distintos sis temas y productos existentes en el mercado, lo que ha permitido decan-tar razonablemente la informacin existente.

    Fig 5. Trabajos de sustitucin de sillares afectados por la ascensin capilar de agua en la concatedral de San Pedro de Soria. Este tipo de re paraciones se ven frecuentemente y tienden a mejorar el aspecto externo de las zonas erosionadas. Desgracia damente, al no poner solucin al movimiento unidireccional del agua absorbida por la masa del relleno del muro, ocasio-nan una ascensin mayor en las zonas interiores y ex teriores prximas, por la menor per meabilidad de la roca nueva que re duce el grado de evaporacin.

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    la Recher che et lExploitation du Petrole (SN. MAREP). El principio experimen tal consiste en inyectar el mercurio (Hg) a presin dentro de los poros del material, a fin de vencer las fuer-zas de tensin superficial que se opo nen a su penetracin, dado que el ngulo de contacto del menisco de Hg con las paredes del capilar es superior a 90; estas fuerzas de oposicin son vencidas cuando se aplica una presin, tanto mayor cuanto menor sea el radio de los capilares, y la medida del volumen del Hg inyectado a cada presin permite determinar el radio de los poros. El aparato de sarrolla una presin mxima de 1.000 kg/cm2 y ofre-ce la posibilidad de detectar las cavidades inferiores a una centsima de micra.

    La subida por capilaridad del agua en los materiales (figs. 5 y 6) im putable a la fuerza de atraccin del menisco de agua, es funcin del ra dio medio de estos capilares. Grard define as un dimetro de poros cr tico para la alterabilidad por el hielo, determinando el valor del dime tro de los poros que corres-ponden a un 10% de la porosidad abierta al canzada por el mercurio, que denomina d10, y define la regla siguiente: d10 medio menor que 2 micras: material no resistente.

    d10 medio, mayor que 3 micras: material resistente.

    2.1.3. Contaminacin atmosfricaEl aumento de la contaminacin del aire en

    reas urba nas e industriales, est cambiando la proporcin de ingredientes perju diciales en el aire. Waller28 recoge algunos datos histri-cos y nos indica que el problema se inicia en el siglo XIII con el uso del carbn: en 1309 se cre en Londres una comisin para impedir su empleo y en 1661 se hizo notar a los indus-triales de Londres que ste horrible humo oscu rece nuestras iglesias, hace que nuestros castillos parezcan viejos, etc.. La contamina-cin ha ido en aumento pero, en los ltimos aos y en Lon dres, ha disminuido notable-mente gracias al empleo de combustibles con

    menos impurezas, a la mejor regulacin de los hornos para ampliar el grado de combus-tin y otras medidas por el establecimiento de con troles eficaces.

    Cada ao se aportan al aire cientos de millones de toneladas de contami nantes y esto es debido principalmente a la combus-tin incompleta en las instalaciones doms-ticas e industriales, al quemado de basuras, a los motores de explosin y al empleo de combustibles fsiles con compues tos de azu-fre, etc. Sabemos que el aire es limitado y que lo contamina mos al usarlo como vertedero de subproductos; esto se agrava en mu chos casos por una mala ventilacin como sucede cuan-do las montaas altas disminuyen el movi-miento del aire o cuando las capas fras de la atmsfera impiden la renovacin vertical y la dispersin de los conta minantes: las inversio-nes de atmsfera son frecuentes y ocurren en to das las partes del mundo. En zonas indus-triales o muy pobladas de Oc cidente, pueden alcanzarse concentraciones muy grandes de contami nantes y podemos llegar a sentir fsi-camente sus efectos, en nuestro pro pio orga-nismo (malos olores, irritacin en garganta, ojos, etc.), en el ex terior de edificios y monu-mentos e incluso en el interior y en objetos guardados que se ensucian y se alteran, as como por el dao causado a los vegetales, de tal forma que estas marcas producidas por los con taminantes se pueden utilizar como un ndice del grado de contamina cin y ayudan a conocer el tipo de agente que ha causado el dao. Por el momento, la principal fuente de contaminantes es la combustin y uno de los sntomas que le acompaan es el humo que puede verse so bre cualquier gran ciudad o zona industrial al viajar en avin.

    Los contaminantes que ms nos interesan desde nuestro punto de vista, porque partici-pan activamente en la alteracin de las rocas y de sus mi nerales constituyentes, son: los anhdridos del azufre sulfuroso y sulf rico, los del nitrgeno nitroso y ntrico y el anhdrido

    La piedra: Material base

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    JOS MARA CABRERA34

    carbnico, as como las impurezas slidas y lquidas en especial el holln, polvo, etc., en donde tambin se encuentran concentra-dos los gases mencionados junto con otros productos de la pirlisis de los combustibles. El agua de la atmsfera disuelve los gases en forma de iones, actuando principal mente sobre las piedras en forma de disoluciones cidas. Para el estudio de estos fenmenos nos hemos basado principalmente en el trabajo de Thomson29 y desde un punto de vista general en la obra de Magill30 y colaboradores.

    En las proximidades del mar y zonas des-rticas, el aire contiene canti dades impor-tantes de sales, cloruros, sulfatos y nitratos principalmen te. Cerca de industrias especfi-cas la contaminacin puede deberse a otros elementos, como por ejemplo el polvo de cemento, pero estos ca sos particulares no sern considerados aqu.

    Por accin de los contaminantes en los edi-ficios monumentales de las grandes ciudades y zonas industriales, la enfermedad dominan-te en las piedras es, sin ninguna duda, la sul-fatacin. El S02 y el S03 son los componentes que participan activamente en esta forma de deterioriza cin y proceden principalmente de la combustin de materiales que contienen azufre. Estos anhdridos se producen normal-mente en la pro porcin 10/1 respectivamente

    pero, en la atmsfera, varios mecanismos de oxidacin conectados con la luz, la humedad, la presencia de oxido frrico, pentxido de vanadio, etc., aceleran la transformacin del pri mero en el segundo de tal forma que poco tiempo despus de la emisin la relacin es a favor del S03. En la atmsfera, estos gases tienden a aso ciarse con gotitas de agua de niebla, bruma o con partculas slidas, cons-tituyendo aerosoles. Para el S03, la presin parcial de vapor, me nor que 10-4, es capaz de reducir el punto de roco del sistema S04H2/H20 pudindose formar aerosoles de cido sulfrico a las tempe raturas normales; para las partculas slidas en suspensin el fen-meno se debe a su capacidad de adsorcin y a su higroscopicidad.

    Lo que llamamos humos son en realidad emisiones compuestas por ga ses, partculas slidas (polvo, cenizas, holln, etc.) y lquidas (condensaciones de productos sin quemar como el gasoil o productos de la piro genacin como los alquitranes). El tamao de estas partculas puede va riar desde submicrmtri-cas hasta las que tienen una fraccin de mil-metro. Las ms grandes, que son tambin por regla general las ms pe sadas, se depositan pronto y constituyen la fraccin denominada sedi mentable, pero las ms ligeras, por ser pequea su cantidad de movi miento (mv), son arrastradas segn las lneas de flujo del aire y pueden difundirse mucho. En estos aeroso-les, por ser termodinmicamente ines tables, las partculas acaban por unirse formando otras ms grandes y pesadas que tambin se depositan sobre los materiales; este fenme-no se puede producir en las partculas lqui-das porque las gotas pequeas se evaporan por su mayor tensin de vapor, haciendo que aumente el ta mao de las grandes, (regulado a su vez por la presin del vapor de agua en el aire y por las impurezas higroscpicas que contengan; adems mu chas partculas estn cargadas elctricamente y el signo de la carga de pende del proceso de dispersin en cada

    Fig 7. Composicin de una cos tra de sulfatacin sobre calizas. Se gn Romanovski (34).

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    sistema de aerosol, lo que pue de hacer que se unan entre ellas.

    Los mecanismos que hacen que estos gases entren en contacto con la su perficie de las piedras cubrindolas e impregnndolas gradualmente, son principalmente debidos a: la lluvia que lava la atmsfera, la accin de la gravedad sobre las partculas de polvo que llevan adsorbidos los gases y la humedad, la accin de los aerosoles lquidos o slidos por coa gulacin o por atraccin elctrica (los materiales ptreos suelen estar cargados negativamente), y tambin tiene marcada influencia la con ductividad trmica de la piedra, pues cuanto mayor sea sta ms rpi-damente se enfriar el material y mayor ser la condensacin de los ae rosoles.

    Los efectos del aire contaminado sobre los edificios han sido revisados recientemente por Schaffer32 y los efectos especficos del SO2 sobre los materiales de construccin han sido tratados por Stambolov33, entre otros. Los procesos de corrosin suceden a la interfase cido sulfri co/piedra, y conducen a la trans-formacin de los materiales calcreos (calizas, mrmoles, enlucidos, morteros, pinturas al fresco, etc.) en yeso, a la formacin de sales de Candlot a partir de materiales que contie-nen almina, a la alteracin de minerales de hierro y otros metales, as como a la aparicin de los extremadamente perjudiciales sulfatos de sodio y magnesio.

    La accin del cido sulfrico sobre el car-bonato de calcio empieza por la descompo-sicin del carbonato y, de la disolucin preci-pita el SO4Ca.2 H2O generalmente en forma de un agregado cristalino aunque para pH comprendido entre 3 y 6, se forman agujas finas y largas que por contener mayor super-ficie interna pueden adsorber mayor cantidad de sustancias extraas, las cuales colorean en gris, marrn o amarillo las costras formadas sobre las piedras.

    Las costras de sulfatacin estudiadas por Romanovski34 sobre calizas de monumentos de Francia, tienen un espesor de 0,1 a 1 mm y estn com puestas por 20-30% de sulfatos (principalmente yeso), 2-20% de carbo natos, 0,2-0,5% de cloruros y 0,2-0,3% de compues-tos de hierro (fig. 7). A 1 cm de profundidad, la roca tiene la misma composicin que en la cantera. Entre la costra y la roca inalterable hay varias capas con dife rentes contenidos en sulfatos.

    Mamillan35 al estudiar las caractersticas del estado de superficie en pie dras calizas sulfatadas de Francia llega a las siguientes conclusiones: 1) la dureza, sobre todo para las piedras porosas, ha aumentado inclu so hasta un 60% respecto a la parte interna, 2) la densidad aumenta in cluso hasta un 25% respecto al material subyacente y es tambin ms considerable para las piedras porosas, 3) la permeabilidad al agua de la parte superficial se reduce hasta el 50% pero nunca resulta totalmen te impermeable, 4) la evapo-racin disminuye y para piedras muy po rosas puede resultar muy compacta y las posibilida-des de evaporacin de las piedras se reducen hasta en un 50%, S:) la composicin qumica de las muestras estudiadas indica que se ha producido una disminucin en el contenido de carbonato de calcio y que estn compuestas por sul fato de calcio como elemento mayori-tario.

    Teniendo en cuenta que la solubilidad del yeso en agua es grande rela tivamente (202 mg en 100 gr de agua) y que la presencia de otras sales aumenta la solubilidad todava ms, as como la presencia de otros sul fatos como los de sodio y magnesio, muy solubles y capaces de formar cristales hidratados de gran volumen, se comprende que las repe-tidas disoluciones de estas sales acaben por disgregar las capas superficiales de las pie-dras.

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    JOS MARA CABRERA36

    Solubilidad del Yeso en disoluciones de Cloruro de Sodio (20 C)

    CINa (gr) SO4Ca.2H2O (gr/Kg)0 2,020,29 2,705,85 3,1511,70 3,7514,62 4,0029,25 4,7058,50 6,00

    En los monumentos, las costras de sulfata-cin se forman principalmen te en las super-ficies protegidas de la lluvia, esto es, en las caras expues tas al NE, en la parte baja de las cornisas y tambin dentro de los hue cos de los modelados que no se lavan fcilmen-te (fig. 8). Cuando la piedra no resiste a los humos, la costra se desprende de la piedra, se for man ampollas, se desagrega y se exfolia, dejando al descubierto una su perficie pul-verulenta fcilmente erosionable por la lluvia y el viento. Un hecho interesante consiste en que las costras de sulfatacin se forman tambin sobre piedras no calizas y sobre los ladrillos, pero un atento exa men revela casi siempre que esto se produce cuando por encima de es tos materiales hay piedras calizas o morteros de cal, los cuales cargan el agua de sulfato de calcio que se deposita sobre los materiales subya centes. Esto tam-bin puede deberse a que el polvo natural puede haber actuado como neutralizante del agua de lluvia cida; el polvo natural est compuesto principalmente por polvo elico procedente de los cam pos de cultivo o de las zonas ms desrticas y contiene compuestos car bonatados y minerales de arcilla capaces de reaccionar con el cido sul frico y, esto permite explicar el relativamente alto conte-nido de calcio en la atmsfera y en el agua de lluvia.

    Tambin los ladrillos, que han sido cocidos a una temperatura de unos 900 C, adquieren rpidamente una superficie oscura en contac-to con el aire contaminado y hmedo, mien-tras que los ladrillos refractarios con servan largo tiempo su color original. Stenestad36 supone que, en los la drillos de cocido normal, un sistema capilar submicroscpico mantie-ne la humedad superficial y atrae el polvo, mientras que los refractarios se secan pronto y carecen de la humedad necesaria para fijar las partcu las de polvo. Una diferencia simi-lar se observa entre las rocas sedimen tarias,

    Fig. 8. Catedral de Oviedo. Pr tico principal. Prueba de limpieza en la chambrana de la puerta cen tral. Aunque esta zona de la Catedral se ha tenido como ejemplo de enne grecimiento y alteracin por atms-fera contaminada, al estilo de otros monumentos de centroeuropa, y en varias ocasiones se han propuesto planes de limpieza con chorro de arena, etc., como se hizo con la to rre romnica de la Catedral y con casi todos los edificios antiguos de la ciudad, una limpieza cuidadosa pone de manifiesto la epidermis ori ginal rojiza y tersa, perfectamente conservada a excepcin de la parte baja afectada por humedades ascen dentes de capilaridad. A la vista de estos casos, se hace pre-ciso revisar nuestra interpretacin de las su perficies sulfatadas; distinguiendo los tratamientos de superficie origi nales de las transformadas por ac cin de los con-taminantes atmosf ricos.

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    morteros y yesos que se ensucian mucho y las rocas gneas que se conservan mejor.

    Aunque parece que el SO2 es la causa prin-cipal de la alteracin de las piedras calizas y dolomias, debemos sealar que slo una parte de las utilizadas en construccin son alteradas por los humos: como dijimos, las causas de deterioro son ms amplias y esto hace que la resistencia de las piedras a la atmsfera contaminada slo se conozca an de forma emprica por medio de la observacin de su comportamiento en los mo numentos.

    Los nitratos se aaden a la atmsfera durante los procesos de combus tin, aunque tambin es frecuente encontrar un contenido alto (desde 2,9 ug/m3 a 8,4 gr/m3) en zonas tropicales y subtropicales despus de in tensas tormentas elctricas. Se acepta que los nitra-tos, en parte forman do cido ntrico, contribu-yen activamente a la corrosin de las piedras. Por otra parte, estos gases contaminantes sufren una alteracin fotoqu mica al mezclar-se con los hidrocarburos presentes tambin en el aire, dando oxidantes fuertes; el nivel oxidante se mide generalmente como el con-tenido en ozono, producido tambin durante las tormentas, el cual transforma rpidamente al SO2 en SO3. Al amoniaco indica actividad humana y descargas elctricas en la atms-fera, pudiendo oxidarse para dar nitratos o neutralizar una parte de los cidos contenidos en el agua de lluvia. Haagen-Smith37 ha rea-lizado para los conservadores una im portante revisin de estas cuestiones. Un constituyente muy importante y no txico de la atmsfera es el CO2 que en zonas rurales alcanza un promedio de 0,034% (pero que en zonas contaminadas puede represen tar ms del 0,27%). Ms del 50% del anhdrido carbnico que va a la at msfera procede de la com-bustin. Es esencial conocer la cantidad de CO2 disuelto en el agua porque influye en la solubilidad de los carbona tos y acelera la des-composicin de las rocas silicatadas. Todos los mi nerales carbonatados aumentan su

    solubilidad al aumentar la presin parcial del CO2 en el agua. En los minerales silicatados, la disolucin no es un proceso tan simple. La transformacin en caoln de los feldes patos y otros aluminosilicatos (caolinizacin) comien-za cuando durante el proceso de alteracin se alcanza la proporcin correcta de Al/Si y pro gresa hacia el interior de la roca debido a la hidrlisis. Keller y colabo radores38 estudia-ron la alteracin de los minerales silicatados que ms corrientemente forman rocas, utili-zando agua cargada con CO2 y vieron que se duplica, con relacin al agua destilada, la velocidad de disolu cin de Ca, Mg, Na y K; el feldespato y la moscovita son mucho ms sen sibles que los otros minerales, pero incluso el cuarzo, que es la forma ms estable de la slice, se disuelve a razn de 4-5 ppm; la solu-bilidad de las rocas y minerales aumenta a medida que disminuye el contenido de Si02.

    La disolucin de estos compuestos es nor-malmente un proceso geolgi co de larga duracin, pero en atmsferas contaminadas el proceso es ms rpido; segn Winkler31, la velocidad de alteracin es exponencial: muy lenta al principio cuando la roca est an fresca pero que progresa rpidamente pro-duciendo la decoloracin de los feldespatos, hornblen da y micas, prdida del pulimento y disminucin de la dureza.

    2.1.4. Alteracin por agentes biolgicos.Los rboles y las plantas, cuando crecen

    sobre los muros pueden ser cau sa de alte-raciones, por ellos mismos o por impedir la evaporacin del agua. Segn Massari39, indi-can generalmente que es alto el contenido de humedad y se consideran ms como el resul-tado de la degradacin que como la causa de la alteracin.

    Los lquenes, asociacin simbitica de un alga y un hongo, se encuen tran sobre muchos monumentos e indican invariablemente que el sus trato tiene un alto contenido en humedad; por encontrarse frecuente mente cerca de las

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    bajantes de agua y en las zonas afectadas por la su bida capilar del agua del suelo, su presencia puede servir para una r pida esti-macin de la distribucin de humedades en el monumento. Schaffer32 describe con gran detalle el dao que producen. Los lquenes se caracterizan por su capacidad, de atacar las superficies de roca lim pia, constituyendo uno de los primeros pasos en la formacin de un sue lo capaz de soportal; plantas de organizacin ms complicada. Describe dos tipos de lquenes diferentes, los calcifilos, que prefieren vivir sobre las rocas carbonatadas, y los salicifilos, que se encuentran principalmen-te sobre la superficie de las rocas gneas. El mecanismo de alteracin comporta dos aspectos principales:

    a) El carcter esponjoso de los lquenes hace que retengan la humedad en la piedra subyacente pudiendo contribuir a un dao posterior, pues, cuando existen, se encuentra frecuentemente que el contenido de hume dad en el muro est casi continuamente sobre el nivel crtico y, dado que uno de los principales mecanismos de alteracin se debe al nme-ro de ciclos mojado-seco de la piedra, tales reas estn preservadas por que el nmero de ciclos es pequeo; sin embargo, en las partes adya centes y en las correspondientes del inte-rior, el deterioro se acelera.

    b) Por secrecin de cidos y cambio ini-co. El pequeo catin H+, pro ducido por los rizomas de los lquenes y por las races de las plantas, ataca de forma importante el CO3Ca y cambia en los minerales los iones metlicos nutrientes. Una vez que el proceso ha comenzado, se acelera por la accin de los cidos carbnicos, hmico y otros cidos orgnicos.

    Los hongos pueden causar daos en las pinturas murales hechas al tem ple, por atacar el sus trato orgnico de las mismas, pero su importancia en la alteracin de los materia-les ptreos no es clara. Segn Henderson y Duff40 los hongos Aspergillum niger, Spicaria

    sp. y Penicillum sp., pro ducen cantidades considerables de cidos citrico y oxlico a partir de di solucin de glucosa al 5% y se cree que stos son los ms activos que pueden producir; tambin por la accin de disolucio-nes de cultivos de hongos sobre unos pocos minerales formadores de rocas, se separaron Al, Mg y SiO2 Y el hongo ms activo parece ser el Aspergillum niger pre sente en algunos lquenes negros, pues por su accin la biotita pierde hasta un 14% de SiO2. En ocasiones, segn Reiher41, los hongos han sido emplea-dos como prueba para indicar las zonas hmedas en los muros.

    El dao causado por los insectos se refiere generalmente a los materia les orgnicos tales como madera y, por lo tanto, est fuera de nuestro estudio. Los pjaros tienen bastante influencia ya que sus excrementos contienen nitratos, lo que contribuye al deterioro de la piedra. Otros ani males como las almejas, esponjas, lombrices, erizos, etc., excavan las ro cas de monumentos sumergidos en el mar; Clapp y Kuk42, han recopi lado mucha biblio-grafa sobre este asunto para la Office of Naval Re search.

    Los microorganismos tienen una influen-cia indudable en algunos pro cesos de altera-cin de las piedras, pero desde un punto de vista cuanti tativo su influencia ha