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SAVE THE CHILDREN NICARAGUA Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de madres, padres y maestros respecto al castigo físico y humillante en los territorios de intervención de Save The Children Nicaragua Informe preliminar Elaborado por: Camilo Antillón Agosto de 2012 Managua

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SAVE THE CHILDREN NICARAGUA

Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de madres, padres y maestros respecto al castigo físico y humillante en los territorios de intervención de Save The

Children Nicaragua

Informe preliminar

Elaborado por:Camilo Antillón

Agosto de 2012Managua

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ÍndiceIntroducción...............................................................................................................................................1Marco Teórico............................................................................................................................................3Resultados..................................................................................................................................................5

Características de las personas encuestadas..........................................................................................5Concepciones y actitudes......................................................................................................................8Prácticas...............................................................................................................................................16

Conclusiones............................................................................................................................................25Recomendaciones.....................................................................................................................................27Referencias...............................................................................................................................................28

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Índice de gráficosGráfico 1: Porcentaje de personas encuestadas según sexo, área de residencia y vínculo con las/os NNA....................................................................................................................................................................5Gráfico 2: Porcentaje de personas encuestadas según departamento.........................................................6Gráfico 3: Porcentaje de personas encuestadas según nivel de escolaridad..............................................6Gráfico 4: Porcentaje de personas encuestadas según organización que realizó la encuesta....................6Gráfico 5: Como se comportaban su madre y su padre cuando tenían situaciones de conflicto...............7Gráfico 6: ¿Qué tan a menudo le pegaban a usted?...................................................................................8Gráfico 7: ¿Qué opina usted sobre ese castigo que recibió cuando era NNA?..........................................8Gráfico 8: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre las dinámicas de relación en la familia..................................................................................................................................9Gráfico 9: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con las afirmaciones sobre motivos que justifican violencia...................................................................................................................................10Gráfico 10: Porcentaje que considera que estaría bien que le peguen a un NNA en cada una de las siguientes situaciones...............................................................................................................................11Gráfico 11: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre uso de castigo físico en la familia y la escuela................................................................................................................12Gráfico 12: Tabla: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre el tipo de castigos que se consideran apropiados.....................................................................................................13Gráfico 13: Prácticas correctivas consideradas más aceptables si un/a NNA se está portando muy mal en la casa..................................................................................................................................................14Gráfico 14: Prácticas correctivas consideradas más aceptables si un/a NNA se está portando muy mal en la escuela.............................................................................................................................................14Gráfico 15: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre género y castigos físicos.......................................................................................................................................................15Gráfico 16: Porcentaje que refleja mayor aceptación de castigos físicos y humillantes en el índice de actitudes, según características seleccionadas (1)....................................................................................16Gráfico 17: Porcentaje que refleja mayor aceptación de castigos físicos y humillantes en el índice de actitudes, según características seleccionadas (2)....................................................................................16Gráfico 18: Porcentaje de personas encuestadas según la manera en que reportan que se corrige a las/os niñas/os en su hogar.................................................................................................................................17Gráfico 19: Porcentaje de personas encuestadas según formas en que más comúnmente ha corregido a sus hijos/as o NNA en su hogar...............................................................................................................17Gráfico 20: Porcentaje de personas encuestadas que han dicho groserías o han insultado a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad, según características seleccionadas..............................................18Gráfico 21: Porcentaje de personas encuestadas que alguna vez le han pegado a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad, según características seleccionadas (1).............................................................19Gráfico 22: Porcentaje de personas encuestadas que alguna vez le han pegado a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad, según características seleccionadas (2).............................................................19Gráfico 23: Porcentaje de personas encuestadas según la frecuencia con la que reportan que la gente de su casa le pega a NNA.............................................................................................................................20Gráfico 24: Porcentaje de personas encuestadas según cuándo fue la última vez que le pegaron con la mano o con faja a un/a NNA de la casa o bajo su responsabilidad..........................................................21Gráfico 25: Porcentaje de personas encuestadas que le pegaron por última vez con la mano o con faja a un NNA hace una semana o menos, según características seleccionadas (1)..........................................21Gráfico 26: Porcentaje de personas encuestadas que le pegaron por última vez con la mano o con faja a un NNA hace una semana o menos, según características seleccionadas (2)..........................................22

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Gráfico 27: Porcentaje de personas encuestadas según cómo se sintieron después de la última vez que le pegaron a un/a NNA.............................................................................................................................22Gráfico 28: Porcentaje de personas encuestadas que han dado alguna expresión de cariño a sus hijos/as en el último mes, según resultado en el índice de actitudes.....................................................................23Gráfico 29: Porcentaje de expresiones de cariño más reportadas por las personas encuestadas.............24

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IntroducciónLa violencia contra la niñez y la adolescencia constituye un importante problema en Nicaragua, y muchas veces asume la forma de castigos físicos y humillantes, relacionados con una finalidad correctiva por parte de padres y madres de familia y otras personas adultas. Así lo demuestran datos de investigaciones recientes, como la última Encuesta de Demografía y Salud (ENDESA 2006/2007). Ese estudio revela que el 34.4 por ciento de las mujeres de 15 a 49 años que tienen algún/a hijo/a menor de 16 años utilizaba castigos físicos con ellos/as (INIDE, 2008).

Una encuesta realizada por Save the Children a finales del 2006 y principios del 2007 reveló también que el 51 por ciento de las/os niñas/os de 10 a 12 años, y el 62 por ciento de las/os adolescentes de 13 a 17 años habían sufrido alguna forma de violencia psicológica en sus hogares en los 6 meses previos a la encuesta. La proporción que había vivido violencia física en su casa en los 6 meses previos era de 51 por ciento en el grupo de 10 a 12 años, y 54 por ciento en el grupo de 13 a 17. Las personas más frecuentemente referidas como perpetradoras de estos tipos de violencia en el hogar eran las madres y los padres de familia (39 por ciento para la violencia psicológica, y 41 por ciento para la violencia física) (Antillón Najlis & Martínez Cruz, 2009).

Ante esta situación, el Programa de Protección de los Derechos de la Niñez de Save the Children se ha propuesto contribuir a reducir la ocurrencia de casos de violencia contra la niñez y la adolescencia e incrementar las respuestas sociales e institucionales adecuadas para quienes viven situaciones de violencia. En el marco de este esfuerzo ha llevado a cabo en años recientes estudios sobre las concepciones, actitudes y prácticas de las personas adultas en relación con el castigo físico y humillante contra niños, niñas y adolescentes, siendo el más reciente un estudio de línea de base realizado en 2011.

A partir de los datos de ese estudio de línea de base se ha querido elaborar un documento en el que se presente un análisis de los principales resultados y se discutan los vínculos con los estudios anteriormente realizados por Save the Children sobre la violencia contra la niñez en Nicaragua. El presente informe responde a ese interés.

Originalmente, el estudio de línea de base se planteó dos objetivos:

1 Describir las actitudes y concepciones de las personas adultas entrevistadas sobre el castigo físico y otras formas de castigo humillante hacia las niñas, niños y adolescentes.

2 Identificar las prácticas y frecuencia del castigo físico y otras formas humillantes por parte de las personas adultas hacia las niñas, niños y adolescentes.

Para la elaboración del presente informe se formuló también un objetivo adicional:

3 Identificar factores asociados a las actitudes de aceptación y a la utilización de castigos físicos y humillantes hacia niñas, niños y adolescentes.

El estudio fue de carácter descriptivo y siguió una metodología cuantitativa. Se recolectaron datos a partir de una encuesta con una muestra de docentes, y madres y padres de familia que participan en los proyectos ejecutados por ocho organizaciones socias de Save the Children: INPRHU (Ocotal y Managua), Consorcio MINED, FUNARTE, La Cuculmeca, Asociación Pa´lante, IPADE, CAPRI, CESESMA. El estudio se realizó en cinco departamentos en los que estas organizaciones tienen presencia: Jinotega, Managua, Matagalpa, Nueva Segovia y la RAAN.

Para la recolección de datos se utilizó un cuestionario de encuesta diseñado a partir de ítems desarrollados y empleados en estudios anteriores de Save the Children. El cuestionario incluía una

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primera sección sobre información general de las personas encuestadas, seguida de una escala de Likert sobre actitudes respecto a los castigos físicos y humillantes. La tercera sección explora los antecedentes de violencia intrafamiliar y castigo físico en la infancia de las personas encuestadas. Finalmente, el cuestionario incluye una serie de preguntas que indagan sobre el la utilización de castigos físicos y humillantes, el tipo y la frecuencia de los mismos, los sentimientos de las personas encuestadas después de utilizarlos, lo que se percibe como motivos que justifican esas formas de castigo y las prácticas correctivas que se consideran más apropiadas.

La recolección de datos se realizó en el año 2011, y a partir de estos se elaboró un primer informe de línea de base en noviembre de ese mismo año. El presente informe corresponde a un análisis posterior de esos mismos datos. Este análisis consistió en recodificar algunas de las variables existentes, computar algunas variables nuevas, elaborar un índice de actitudes con algunos de los ítems de la escala de Likert, habiendo previamente probado su consistencia interna, realizar cruces de variables y aplicar la prueba de chi cuadrado y la prueba exacta de Fisher (según conviniera en cada caso), para valorar la asociación estadística entre variables. Para la realización del análisis estadístico se utilizaron los programas GNU-PSPP y R-Commander (adjunto a este informe se remite como anexo un archivo electrónico con la sintaxis utilizada para el análisis cuantitativo y otro archivo con las tablas de salida y los gráficos elaborados).

Una vez realizado el análisis se procedió a la redacción del presente informe. Éste está organizado en cinco secciones. Después de esta primera sección introductoria se presenta un breve marco teórico donde se exponen los principales conceptos utilizados en el estudio. En el tercer apartado se describen los resultados de la investigación en relación con las concepciones, actitudes y prácticas de docentes, madres y padres de familia respecto a los castigos físicos y humillantes. Luego se presentan las conclusiones del estudio en una cuarta sección, seguidas de algunas recomendaciones para intervenciones e investigaciones futuras en el apartado final del informe.

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Marco TeóricoEn esta sección se presenta brevemente los principales conceptos utilizados en este estudio. Aquí se entienden los castigos físicos y humillantes como formas de violencia utilizadas por personas adultas en contra de niños, niñas y adolescentes, con la finalidad de modificar ciertas conductas que consideran indeseables. Es importante, entonces, explicitar cómo se define el concepto de violencia, los distintos tipos que se pueden identificar, y como se entiende en el contexto más amplio de las relaciones de poder dentro de las familias.

La definición de violencia que aquí utilizamos ha sido tomada del Informe Mundial sobre Violencia y Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ahí se define la violencia como el “uso intencional de la fuerza física o el poder, en amenaza o en hecho, en contra de sí mismo, otra persona, o en contra de un grupo o comunidad, el cual resulta o tiene alta probabilidad de resultar en lesiones, muerte, daño psicológico, maldesarrollo o privación”. Dentro de esto se incluyen “la negligencia y todos los tipos de abuso físico, sexual y psicológico, así como el suicidio y otros actos auto-abusivos” (Krug, Dahlberg, Mercy, Zwi, & Lozano, 2002; traducción propia).

En ese mismo informe se propone, además, una tipología de violencia que parte de dos criterios: por un lado, el agente que ejerce la violencia y, por otro, el tipo de actos violentos que se ejercen. De acuerdo con el primer de estos criterios, la violencia se clasifica en: auto-dirigida, interpersonal y colectiva. A continuación se explica brevemente cada uno de estos tipos:

Violencia auto-dirigida: es la violencia que una persona inflige en sí misma, y se subdivide en comportamientos suicida y auto-abuso.

Violencia interpersonal: es la violencia infligida por otro individuo o por un pequeño grupo de individuos, y se divide en dos subcategorías:

1. Violencia familiar y de pareja: violencia entre miembros de la familia y parejas íntimas, que usualmente, aunque no exclusivamente, tiene lugar en el hogar.

2. Violencia comunitaria: violencia entre individuos que no tienen un parentesco, que pueden o no conocerse, y que generalmente ocurre fuera del hogar.

Violencia colectiva: es la violencia infligida por grupos más grandes, como estados, grupos políticos organizados, grupos militares y organizaciones terroristas. Se subdivide en violencia social, política y económica. A diferencia de las dos categorías anteriores, las subcategorías de la violencia colectiva sugieren posibles motivos para la violencia colectiva (motivos sociales, políticos y económicos).

De acuerdo con el segundo criterio, es decir, los tipos de actos violentos, la violencia se puede clasificar en cuatro categorías: violencia física, violencia sexual, violencia psicológica, y violencia que involucra privación o negligencia. A continuación se retoma la definición de cada uno de estos tipos que se ofrece en otro documento de la OMS:

Abuso físico:

El abuso físico de un/a niño/a se define como el uso intencional de fuerza física contra un/a niño/a que resulta en – o tiene una alta probabilidad de resultar en – un daño a la salud del/la niño/a, su sobrevivencia, desarrollo o dignidad. Mucha de la violencia física contra niños/as en los hogares es infligida con el objetivo de castigar.

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Abuso sexual:

Abuso sexual es definido como el involucramiento de un/a niño/a en actividades sexuales que el/ella no comprende plenamente, a las que no puede dar su consentimiento informado, o para las cuales el/la niño/a no está preparado/a por su desarrollo, o que viola las leyes o los tabúes sociales. Las/los niñas/os pueden ser abusadas/os sexualmente por personas adultas u otros/as niños/as que están – en virtud de su edad o etapa de desarrollo – en una posición de responsabilidad, confianza o poder sobre la víctima.

Abuso psicológico y emocional:

El abuso psicológico y emocional involucra tanto incidentes aislados, como patrones de faltas en un período de tiempo de parte del padre, la madre o cuidadores, en proveer un ambiente favorable y apropiado para el desarrollo. Los actos dentro de esta categoría tienen una alta probabilidad de dañar la salud física o mental del/la niño/a, o su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. El abuso de este tipo incluye: restricción del movimiento; patrones de descalificación, culpabilización, amenazas, intimidación, discriminación o ridiculización, y otras formas no físicas de rechazo y tratamiento hostil.

Negligencia:

La negligencia incluye tanto incidentes aislados, como patrones de faltas en un período de tiempo de parte de los padres u otros miembros de la familia en proveer para el desarrollo y bienestar del/la niño – cuando los padres están en posición de hacerlo – en una o más de las siguientes áreas: salud; educación; desarrollo emocional; nutrición; refugio y condiciones de vida sanas (Butchart & Phinney Harvey, 2006, p. 10; traducción propia).

Para finalizar esta sección, es importante considerar la manera en que los distintos tipos de violencia contra la niñez y la adolescencia están siempre inmersos en un contexto social, económico, cultural y político más amplio, y en determinadas relaciones de poder. Los actos de violencia individual en contra de niños, niñas y adolescentes están insertos en estructuras sociales que condicionan su ocurrencia. Estas condiciones estructurales se manifiestan en diversos niveles: interpersonales, familiares, comunitarios, institucionales, y a nivel de la sociedad en general. Además, las condiciones en que se da la violencia tienen tanto una dimensión material, objetiva, como una dimensión simbólica, subjetiva.

Es importante tomar en cuenta la manera en que la violencia contra la niñez y la adolescencia se vincula con diversas condiciones materiales y subjetivas a distintos niveles, pues es justamente la correspondencia entre estos distintas dimensiones y niveles lo que hace que este fenómeno sea visto con tanta naturalidad y resulta tan difícil de transformar. Para un análisis más detallado sobre este tema se puede consultar uno de los estudios anteriormente publicados por Save the Children (Antillón Najlis, 2009).

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ResultadosEn esta sección presentamos los hallazgos del análisis realizado. Se empieza por presentar una caracterización de las personas encuestadas. Luego se abordan los resultados relativos a las concepciones y actitudes respecto a los castigos físicos y humillantes, para cerrar después con el apartado relativo a las prácticas.

Características de las personas encuestadas

Más de tres cuartas partes de la muestra estaba constituida por mujeres, y dos tercios residía en el área urbana. La muestra estaba distribuida de manera bastante equitativa entre madres y padres de familia (45.8 por ciento), por un lado, y docentes (54.2 por ciento), por otro. En cuento al departamento de residencia, el mayor porcentaje se encontraba en Managua, con 30.5 por ciento, seguido de los departamentos de Jinotega, Nueva Segovia y Matagalpa, que rondaban el 20 por ciento, y finalmente la RAAN, con un 7 por ciento de la muestra.

La mayor parte de las encuestas fueron realizadas por las organizaciones Palante, INPRHU y CESESMA, que juntas suman casi dos tercios de las encuestas realizadas. Le siguen la CUCULMECA, CAPRI y el MINED, que realizaron entre el 11 y el 7 por ciento de las encuestas, mientras que IPADE, FUNARTE y MONSEVID, aplicaron entre el 5 y 2 por ciento de los cuestionarios.

Más de la mitad de las personas encuestadas tenían educación superior o formación como maestra/o de primaria (30.5 y 24.1 por ciento, respectivamente), mientras que una cuarta parte tenía educación secundaria y un quinto de la muestra nivel de primaria.

5

Gráfico 1: Porcentaje de personas encuestadas según sexo, área de residencia y vínculo con las/os NNA

Femenino Masculino Urbano Rural Madres y padres

Docentes

Sexo Area Vínculo

0

20

40

60

80

10077.2

22.8

66.2

33.845.8

54.2

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Entre las personas encuestadas se indagó sobre posibles experiencias de violencia intrafamiliar en su infancia, previendo que estas experiencias pudieran tener una influencia en sus actitudes y comportamientos posteriores con respecto a los castigos físicos y humillantes hacia la niñez y

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Gráfico 2: Porcentaje de personas encuestadas según departamento

Jinotega Managua Matagalpa Nueva Segovia RAAN 0

10

20

30

40

24.530.5

18.9 19.3

6.9

Gráfico 3: Porcentaje de personas encuestadas según nivel de escolaridad

NingunoPrimaria

SecundariaMaestra/o Primaria

Educación Superiror

0

10

20

30

40

1

20.224.1 24.1

30.5

Gráfico 4: Porcentaje de personas encuestadas según organización que realizó la encuesta

Palante 22.8

INPRHU 20.6

CESESMA 18.9

Cuculmeca 11.2

CAPRI 8.6

MINED 7.7

IPADE 4.7FUNARTE 3.4 MONSEVID 2.2

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adolescencia. Se encontró que más de la cuarta parte fue testigo en su infancia de agresiones verbales entre sus padres (26.2 por ciento), mientras que un sexto de las personas encuestada presenció agresiones físicas entre ellos/as (16.3 por ciento). Una/o de cada tres informantes presenció al menos una de estas dos formas de violencia (verbal o física) entre sus padres, mientras que una/o de cada diez presenció ambos tipos de agresiones (verbal y física).

Si comparamos estos resultados con los de un estudio anterior de Save The Children, vemos que los resultados coinciden en que las discusiones calmadas fueron la forma más reportada en que los padres de las/os encuestadas/os resolvían sus conflictos. Sin embargo, en ese estudio, a diferencia del actual, las/os informantes reportaron haber presenciado en su infancia más agresiones físicas que verbales entre sus padres (Espinoza & Montoya, 2009).

Se encontró además que casi el 80 por ciento personas encuestadas era objeto de castigos físicos en su infancia. Cerca de dos de cada cinco informantes dijo recibir castigos físicos una o dos veces al mes, mientras que al 18 por ciento le pegaban una o dos veces a la semana, y a uno de cada cinco le pegaban todos o casi todos los días. Respecto a los castigos físicos recibidos, más de la mitad de las/os encuestados que alguna vez los recibieron consideraba que éstos no eran necesarios, sin embargo, más de la tercera parte los consideraba necesarios y se sentía agradecido por ello.

En la encuesta realizada anteriormente en Managua y Rancho Grande, la proporción de personas adultas que reportó haber recibido castigos físicos en su infancia fue ligeramente inferior (73.2 y 69.5 por ciento, respectivamente) a la observada en este estudio. No obstante, el porcentaje de personas que los consideraba necesarios y se sentía agradecido era mucho mayor (61.3 y 82.4 por ciento, respectivamente) (Espinoza & Montoya, 2009).

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Gráfico 5: Como se comportaban su madre y su padre cuando tenían situaciones de conflicto

Discutían con calma

Se agredían verbalmente

Se agredían físicamente

Nunca presencio esas situaciones

Sólo tenía padre o madre

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

30.9

26.2

16.3

27.9

16.7

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Concepciones y actitudes

En el estudio se exploró las actitudes de las personas encuestadas con respecto a las dinámicas de relación y la autoridad entre NNA y sus madres y padres. Vemos que la casi totalidad de las/os informantes (entre 93.8 y 99.1 por ciento) se pronunció a favor del derecho de NNA de expresar su opinión, del diálogo entre padres e hijos/as para resolver los problemas, de la participación de las/os hijos/as en las decisiones y los planes de la familia, y de que los padres admitan el error si se equivocan con un castigo. Sin embargo, una cantidad considerable apoyaba proposiciones que contradicen lo anterior. Vemos, por ejemplo, que más de la cuarta parte creía que el hecho de ser la madre de un/a NNA le da derecho a saber todo y hacer todo con sus hijos/as. Más de la mitad de las/os respondientes pensaban que los padres no deben permitir que sus hijos/as los/as contradigan, y una cuarta parte no consideraba que las/os hijas/os tuvieran derecho a no estar de acuerdo con sus padres.

En uno de los estudios anteriores de Save The Children, todas las respuestas de las personas adultas de Managua y Rancho Grande a estos mismos ítems reflejaron actitudes menos favorables a las relaciones horizontales entre padres e hijas/os y a la participación de las/os NNA en las decisiones de la familia, en comparación con los resultados de la presente investigación (Espinoza & Montoya, 2009).

8

Gráfico 6: ¿Qué tan a menudo le pegaban a usted?

Nunca 1 ó 2 veces al mes o menos

1 ó 2 veces a la semana

Todos o casi todos los dias

01020304050

22.5

39.1

17.9 20.5

Gráfico 7: ¿Qué opina usted sobre ese castigo que recibió cuando era NNA?

Necesario y agradecido

No era necesario

Necesario, pero no agradecido

0102030405060

37.8

55.6

6.6

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A partir de los resultados de la encuesta podemos ver que según la opinión de varias/os respondientes, los castigos físicos son necesarios para la adecuada formación de niños, niñas y adolescentes, y para evitar que presenten problemas de conducta. Esto queda ilustrado en el hecho de que entre una tercera parte y la mitad de las personas consultadas (entre 33 y 46.5 por ciento) estaba de acuerdo con que los/as niños, niñas y adolescentes a los/as que no se les pega se vuelven malcriados, irresponsables, vagos o vagas.

En la encuesta realizada anteriormente en Managua y Rancho Grande, en las respuestas a ítems similares se pudo observar que las/os informantes tendían a justificar mucho más los castigos físicos como una práctica necesaria para educar apropiadamente a las/os NNA (Espinoza & Montoya, 2009).

9

Gráfico 8: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre las dinámicas de relación en la familia

8. Ser madre da derecho a sabery hacer todo con hijos

9. Padres no deben permitirque hijos/as contradigan

11. Hijos tienen derecho a noestar de acuerdo con padres

12. Si padre se equivoco concastigo, debe admitir error

26. Al hacer planes, hijos/asdeben participar en decisiones

27. Papas y mamas deberían dialogarcon hijos/as para resolver problemas

28. Un NNA tiene derechoa expresar punto de vista

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

27.9

54.4

74.4

93.8

98.3

99.1

98.2

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También se puede observar que existen ciertas situaciones en las que el uso de castigos físicos se considera más legítimo que en otras. Por un lado, vemos que una minoría de alrededor del 5 por ciento consideraba aceptable que se le pegara a las/os NNA cuando botan algo y lo rompen, cuando salen mal en clases o cuando un vecino llega a poner quejas, y que poco más de una décima parte lo considera adecuado cuando un/a NNA está involucrado/a en drogas o en pandillas. Por otro lado, la proporción de personas que justificaban el uso del castigo físico era mucho mayor cuando se trataba de situaciones que desafiaban de manera más directa la autoridad del padre o la madre. Como podemos observar, entre el 22.8 y el 38.6 por ciento de las personas encuestadas pensaban que estaba bien pegarle a las/os NNA cuando le mentían, le desobedecían, le contestaban mal o le querían pegar a sus padres.

10

Gráfico 9: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con las afirmaciones sobre motivos que justifican violencia

13. NNA a los que no sepega se vueven malcriados

14. NNA a los que no se pegase vuelven adultos irresponsables

15. Niños a los que no sepega se vuelven vagos

16. Niñas a las que no sepega se vuelven vagas

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

46.5

38.5

34.2

33

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En otros ítems de la encuesta en los que se indagaba sobre la tolerancia al uso de castigos físicos por parte de los padres como estrategia correctiva, se encontraron algunos contrastes interesantes. Tres cuartas partes no consideraba que el respeto por los padres debiera inculcarse aunque para eso hubiera que pegarle a los/as hijos/as, y casi nueve de cada diez pensaba que había que llamarle la atención a las personas adultas que le pegan a sus hijos/as para corregirlos/as. Sin embargo, una aceptación considerable al uso de castigos físicos quedó evidenciada en las opiniones respecto a si los padres tienen derecho a pegarle a sus hijos/as para corregirlos/as, y a si es necesario pegarle a veces a las/os hijas/os para que después no manden a sus padres. Casi la mitad de las/os respondientes estuvieron de acuerdo con esas afirmaciones (46 y 47.8 por ciento, respectivamente).

Resulta claro que las/os participantes en el estudio encuentran mucho menos aceptable el uso de castigos físicos en las escuelas que en las familias. Sólo un 17 por ciento estaba de acuerdo con que hubiera que corregir a las/os NNA en la escuela, incluso si esto implicaba pegarles con una regla.

De manera correspondiente a lo observado en los ítems anteriores, si comparamos estos resultados con los del estudio realizado previamente en Rancho Grande y Managua, encontramos que en ese estudio las personas adultas encuestadas tenían actitudes mucho más favorables al uso de castigos físicos en la casa y en la escuela (Espinoza & Montoya, 2009).

11

Gráfico 10: Porcentaje que considera que estaría bien que le peguen a un NNA en cada una de las siguientes situaciones

a. Bota algo y lo rompe

b. Sale mal en clases

c. Vecino pone quejas

d. Miente a sus padres

e. Es desobediente

f. Contesta mal

g. Quiere pegar a sus padres

h. Anda en drogas/pandillas

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

5.2

5.6

5.6

23.6

22.8

29.6

38.6

11.6

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En varios de los ítems de la encuesta se indagó sobre los niveles de aceptación de distintos tipos de castigos. Una proporción importante de personas que rondaba el 70 por ciento pensaba que era incorrecto gritarle, amenazar con pegarle, o pegarle a los/as hijos/as. De manera correspondiente, poco más del 30 por ciento dijo que a veces es necesario pegarle o amenazar con pegarle a las/os hijas/os para que hagan caso, y un 14.5 por ciento estuvo de acuerdo con que en ocasiones es necesario gritarles.

Sin embargo, la intensidad del castigo parece introducir un matiz importante que influye en qué tan aceptable se le considera. Vemos que más del 30 por ciento de las/os respondientes estaban de acuerdo con que no hace daño gritarle a las/os NNA, siempre y cuando no se les diga groserías. Más sorprendente aún es que más de la mitad de la muestra opinara que pegarle a las/os NNA no hace daño, siempre y cuando no se les pase la mano. Esto nos muestra que los castigos físicos y humillantes son mucho más tolerados cuando se cree que tienen la intensidad apropiada y que no son excesivos. También llama la atención que los gritos gocen de menos aceptación que el castigo físico.

Nuevamente podemos observar que en el estudio realizado antes en Rancho Grande y Managua las respuestas a estos ítems demuestran una mayor aceptación a distintos tipos de los castigos físicos y humillantes, tanto los que incluyen gritos y amenazas, como los que incluyen violencia física. También había una mayor tendencia a minimizar el daño que pueden provocar los castigos físicos y humillantes, siempre y cuando éstos se consideraran moderados (Espinoza & Montoya, 2009).

12

Gráfico 11: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre uso de castigo físico en la familia y la escuela

1. Padres tienen derecho apegar a hijos/as para corregir

4. Hay que llamar la atención a adultosque pegan a hijos/as para corregir

10. A veces necesario pegar paraque no manden a padres después

19. Respeto a padres debeinculcarse aunque haya que pegar

7. NNA deben ser corregidos enescuela, aunque haya que pegarles

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

46

85.8

47.8

26.2

17

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Para indagar más sobre las prácticas correctivas que madres, padres y docentes encuentran apropiadas, en la encuesta se pidió a las/os informantes que seleccionaran las tres prácticas que consideraran más adecuadas cuando un/a niño/a se estaba portando mal en la casa, por un lado, y en la escuela, por otro. Vemos que en ambos contextos las/os encuestadas/os tendían a favorecer estrategias correctivas no violentas, como aconsejar o hablar con las/os niñas/os, llevarla/os donde un/a profesional (consejera/o, psicóloga/o, trabajador/a social), prohibirle ver televisión o salir a jugar (cuando era en la casa), y llamar a los padres o mandarles un reporte (cuando era en la escuela). Muy pocas personas incluyeron entre lo que consideraban más apropiado castigos físicos o humillantes, como pegarles con una faja o una regla, pegarles palmadas, jalarles el pelo o las orejas, dejarlos/as sin comer o gritarles. Sin embargo, el que no se les perciba como lo más apropiado no quiere decir que, como vimos antes, no encuentren justificado su uso en algunas ocasiones como recurso extremo, y siempre y cuando no sean excesivos.

13

Gráfico 12: Tabla: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre el tipo de castigos que se consideran apropiados

17. Pegar no hace daño,si no se le pasa la mano

18. Gritar no hace daño,si no se dicen groserías

20. Para que hijos/as hagancaso, a veces hay que gritarles

21. Para que hijos/as hagan caso,a veces hay que amenazar con pegar

22. Para que hijos/as hagancaso, a veces hay que pegar

23. Pegar a hijo/a para quehaga caso es incorrecto

24. Amenazar a hijo/a con pegarpara que haga caso es incorrecto

25. Gritar a hijo/a para queobedezca es incorrecto

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

62.3

30.8

14.5

33.9

32.7

72.3

69.6

69.8

Page 18: Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de ... · propuesto contribuir a reducir la ocurrencia de casos de violencia contra la niñez y la adolescencia e ... de

Resulta positivo que una sólo proporción relativamente pequeña de encuestadas/os se pronunciara de acuerdo con algunas frases que justificaban el uso de los castigos físicos o humillantes para reforzar normas de género inequitativas y heteronormativas. Solamente una de cada diez personas estuvo de acuerdo con que a los niños varones hubiera que pegarle más duro que a las mujeres, con que a las muchachas se les deba castigar encerrándolas porque no deben andar en la calle, o que a los niños varones que se comportan “como mujeres” y a las niñas mujeres que se comportan “como varones” hubiera que pegarles para que no se volvieran homosexuales o lesbianas.

En la encuesta realizada anteriormente por Save The Children en Rancho Grande y Managua, de manera correspondiente con lo antes expuesto, los resultados de estos ítems reflejaron una tolerancia mucho mayor, sobre todo en Rancho Grande, al uso de castigos físicos para promover la reproducción de normas de género desiguales (Espinoza & Montoya, 2009).

14

Gráfico 13: Prácticas correctivas consideradas más aceptables si un/a NNA se está portando muy mal en la casa

Aconse-jar o hablarle

Llevar a profe-sional

Prohibir TV o jugar

Regañar Pegar con faja

Gritar Pegar con la mano

Jalar pelo u orejas

Dejar ence-rrado

Dejar sin comer

Puñe-tazos o patadas

Tirar ob-jetos

0

20

40

60

80

100 92.3

57.151.1

24.9

2.2 0.9 0.9 0.9 0.4 0.4 0 0

Gráfico 14: Prácticas correctivas consideradas más aceptables si un/a NNA se está portando muy mal en la escuela

Aconsejar

Llamar a pa-dres

Llevar conse-jera

Llevar a di-rección

Re-gañar

Dejar sin recreo

Bajar nota

Pegar pal-madas

Gritar Lanzar objetos

Pegar con regla

Expul-sar de escuela

Hincar Ence-rrar

Jalar pelo/orejas

Poner en el sol

0

20

40

60

80

10087.6

79

64.4

7.7 3.9 2.6 2.2 1.3 0.9 0.4 0.4 0.4 0 0 0 0

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Un aspecto importante del análisis realizado fue la elaboración de un índice de actitudes respecto a los castigos físicos y humillantes. Para esto se seleccionó 18 de los ítems utilizados para indagar en las actitudes de las personas encuestadas. El criterio para seleccionar estos 18 ítems y excluir los otros 10 fue el nivel de consistencia interna que existía entre ellos, valorada a partir del coeficiente de confiabilidad alfa de Cronbach. Según los resultados de esta prueba, los ítems seleccionados tenían una excelente consistencia interna (alfa = 0.9).

A cada uno de los ítems que conforman el índice se le asignó un puntaje de 1, si la respuesta indicaba una actitud contraria a los castigos físicos y humillantes, y un puntaje de 0 si la respuesta indicaba una actitud favorable a los mismos. Esto quiere decir que una puntuación alta es indicativa de una actitud desfavorable a los castigos físicos o humillantes, mientras que una puntuación baja indica lo contrario. La puntuación promedio obtenida por las personas encuestadas fue de 12.7, lo que resulta considerable si se tiene en cuenta que el índice va de 0 a 18 puntos.

A partir de los resultados del índice separamos la muestra en dos grupos aproximadamente iguales, según si sus puntajes habían sido más altos o más bajos. Esto nos permite explorar qué variables pueden estar relacionadas con una mayor o menor aceptación de los castigos físicos y humillantes, y también valorar la relación entre las actitudes y las prácticas con respecto a estas formas de castigo.

Al cruzar los resultados en el índice de actitudes con distintas variables, encontramos que quienes mostraban un mayor nivel de aceptación de los castigos físicos y humillantes eran los hombres, en comparación con las mujeres (67.5 vs. 42.9 por ciento; p = 0.01), las personas de la RAAN en comparación con las de otros departamentos (100 por ciento vs. 44.4 por ciento; p = 0.00), las madres y los padres, en comparación con las/os docentes (72.5 vs. 27.2 por ciento; p = 0.00), las personas con menor nivel de escolaridad, en comparación con las de mayor nivel escolar (75.3 vs. 23.8 por ciento; p = 0.00), las que recibían castigos físicos en su infancia con más frecuencia, en comparación con las que los recibían con menos frecuencia (63.6 vs. 38.0 por ciento; p = 0.03), y las que consideraban que el castigo físico recibido en su niñez fue necesario, en comparación con las que lo consideraban innecesario (70.8 vs. 36.4 por ciento, p = 0.00).

15

Gráfico 15: Porcentaje que está de acuerdo y algo de acuerdo con afirmaciones sobre género y castigos físicos

2. A niños varones, para corregirlos,hay que pegar más duro que a niñas

3. Muchachas no deben andar en la calle,por eso hay que castigar encerrandolas

5. A niños varones que se comportan como mujereshay que pegarles para no se vuelvan homosexuales

6. A niñas mujeres que se comportan como varoneshay que castigarlas para que no se vuelvan lesbianas

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

11.9

9.4

9.8

9.8

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Prácticas

Además de indagar en las concepciones y actitudes de padres, madres y maestras/os, en el estudio se exploraron también sus prácticas en relación con los castigos físicos y humillantes. En dos de los ítems de la encuesta se solicitó a las/os informantes que dijeran cuáles eran las prácticas correctivas más utilizadas con las/os NNA por parte de las personas de su hogar en general, por un lado, y por parte de las/os informantes mismas/os, por otro lado. A partir de sus respuestas podemos ver que, tanto para las personas de su hogar en general, como para ellas mismas, las personas encuestadas reportaron más el uso de prácticas correctivas que no involucraban castigos físicos, como por ejemplo prohibir algo que el/la niño/a gusta, conversar con el/ella o regañarlo/a.

Sin embargo, llama la atención que para ambos ítems se ubicó en tercer lugar el uso de los fajazos

16

Gráfico 16: Porcentaje que refleja mayor aceptación de castigos físicos y humillantes en el índice de actitudes, según características seleccionadas (1)

Masculino Femenino RAAN Otros. deptos. Madres/padres DocentesSexo(p = 0.01)

Departamento(p = 0.00)

Vínculo con NNA(p = 0.00)

0

20

40

60

80

100

67.5

42.9

100

44.4

72.5

27.2

Gráfico 17: Porcentaje que refleja mayor aceptación de castigos físicos y humillantes en el índice de actitudes, según características seleccionadas (2)

Secundaria o menos

Magisterio o educ superior

1 a la semana o más

2 al mes o menos

Necesario Innecesario

Nivel de estudios(p = 0.00)

Frecuencia con que le pegaban(p = 0.01)

Cómo considera castigo recibido(p = 0.00)

0

20

40

60

80

100

75.3

23.8

63.6

38

70.8

36.4

Page 21: Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de ... · propuesto contribuir a reducir la ocurrencia de casos de violencia contra la niñez y la adolescencia e ... de

como una forma de castigo. Esta práctica fue reportada por sólo el 13.3 por ciento de respondientes en uno de los ítems, y por el 9 por ciento en otro. No obstante, esta proporción es considerable, teniendo en cuenta que en estas preguntas no se indagaban por todas las prácticas utilizadas, sino únicamente por las dos que se utilizaban con más frecuencia.

Respecto al uso de la violencia verbal como una forma de castigo, los datos de la encuesta nos muestran que más de una tercera parte (36.4 por ciento) de las/os informantes reportaron alguna vez haber insultado o dicho groserías a un/a NNA de su hogar o bajo su responsabilidad. El análisis bivariado nos muestra también que estas manifestaciones de violencia verbal están relacionadas con ciertas características. Estas prácticas aparecieron con una frecuencia significativamente mayor entre las personas de la RAAN, en comparación con las de otros departamentos (73.3 vs. 34 por ciento, p = 0.00); entre las que fueron testigos de violencia verbal o física entre sus padres, en comparación con las

17

Gráfico 18: Porcentaje de personas encuestadas según la manera en que reportan que se corrige a las/os niñas/os en su hogar

Prohibir algo que gusta

Regaños Fajazos Más trabajo Mecate o palo

Bofetada Puñetazos No corrigen

0

20

40

60

80

100

55.8 51.9

13.37.3

2.2 1.7 1.3 0.4

Gráfico 19: Porcentaje de personas encuestadas según formas en que más comúnmente ha corregido a sus hijos/as o NNA en su hogar

Conversar Regaños Fajazos Dejar de hablarle

No presta atención

Gritos Pegar con la mano

Amenaza con cas-tigo físico

Insultos Jalar ore-jas

0

20

40

60

80

100 89.7

25.8

9 7.7 4.7 3.9 2.6 2.2 0.4 0

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que no lo fueron (54.7 vs. 27.1 por ciento, p = 0.00), y entre las que, según el índice de actitudes, mostraban mayor aceptación a los castigos físicos y humillantes, en comparación a las que los aceptaban menos (43.6 vs. 24.4 por ciento, p = 0.01). Cabe señalar que, aunque no alcanzó el nivel de significación estadística establecido como aceptable, la frecuencia con la que las/os respondientes recibieron castigos físicos en su infancia aparece ligeramente relacionada con el ejercicio de la violencia verbal contra NNA (p = 0.098).

Resulta llamativo que, en correspondencia con los hallazgos presentados en la sección de concepciones y actitudes, la violencia física parece ser más extendido que la violencia verbal entre las prácticas correctivas utilizadas por las personas que participaron en el estudio. La mitad de las personas encuestadas (50.5 por ciento) dijeron haberle pegado alguna vez a un/a NNA de su hogar o bajo su responsabilidad. Esta práctica fue reportada con más frecuencia en la RAAN que en otros departamentos (86.7 vs. 47.6 por ciento, p = 0.00), entre madres y padres, que entre docentes (65.8 vs. 39.4 por ciento, p = 0.00), entre las personas con nivel de secundaria o menos, que entre las que estudiaron magisterio o educación superior (61 vs. 40.4 por ciento, p = 0.01), entre las que recibieron castigos físicos en la infancia, que entre las que nunca lo recibieron (59.2 vs. 30 por ciento, p = 0.00), y entre las que en el índice de actitudes demostraron mayor tolerancia a los castigos físicos y humillantes, que entre las que mostraron una menor tolerancia (66.7 vs. 34.2 por ciento, p = 0.00).

Resulta un tanto paradójica la comparación entre los resultados de la presente encuesta y la encuesta realizada anteriormente en Managua y Rancho Grande, en cuanto al ejercicio de violencia verbal contra NNA. Como vimos, en la encuesta anterior las/os informantes demostraron mayor aceptación de los castigos físicos y humillantes en todos los ítems de actitudes. Sin embargo, al preguntar si alguna vez habían insultado o dicho groserías a un/a niño/a de la casa o bajo su responsabilidad, las/os informantes en el estudio anterior reportaron estas prácticas mucho menos que las/os informantes del presente estudio. El 10.2 por ciento en Rancho Grande y el 20.3 por ciento en Managua admitió haber hecho alguna de estas cosas (Espinoza & Montoya, 2009).

En cuanto al uso de castigos físicos, los resultados fueron similares en ambos estudios. Vemos que en el

18

Gráfico 20: Porcentaje de personas encuestadas que han dicho groserías o han insultado a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad, según características seleccionadas

RAAN Otros. deptos. Sí No 1 a la semana o más

2 al mes o menos

Bajo Alto

Departamento(p = 0.00)

Padres se agredían verbal o físicamt.(p = 0.00)

Frecuencia con que le pe-gaban(p = 0.098)

Índice de actitudes(p = 0.01)

Total

0

20

40

60

80

100

73.3

34

54.7

27.1

49.1

34.943.6

24.4

36.4

Page 23: Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de ... · propuesto contribuir a reducir la ocurrencia de casos de violencia contra la niñez y la adolescencia e ... de

estudio anterior, el 48.9 por ciento de las personas encuestadas en Rancho Grande, y el 51.3 por ciento de las encuestadas en Managua dijeron haberle pegado alguna vez a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad para corregirlo/a (Espinoza & Montoya, 2009).

Algunos ítems de la encuesta permiten valorar también la frecuencia con las que ocurren los castigos físicos. Vemos que, mientras que casi dos de cada cinco personas encuestadas reportó que las personas de su hogar nunca utilizan el castigo físico con NNA, más de la mitad refirió que esto ocurre alrededor de 1 ó 2 veces al mes. Las que reportaron que estos hechos se daban con mayor frecuencia representaban una proporción menor, pero aún considerable. En suma, una de cada diez personas dijo que en su casa recurren al castigo físico una vez a la semana o más.

Comparando estos datos con los del estudio anterior encontramos que en esa investigación el

19

Gráfico 21: Porcentaje de personas encuestadas que alguna vez le han pegado a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad, según características seleccionadas (1)

RAAN Otros. deptos. Madres/padres Docentes Secundaria o menos

Magisterio o educ superior

Departamento(p = 0.00)

Vínculo con NNA(p = 0.00)

Nivel de estudios(p = 0.01)

0

20

40

60

80

10086.7

47.6

65.8

39.4

61

40.4

Gráfico 22: Porcentaje de personas encuestadas que alguna vez le han pegado a un/a niño/a de su casa o bajo su responsabilidad, según características seleccionadas (2)

2 al mes o más Nunca Bajo AltoFrecuencia con que le pegaban(p = 0.00)

Índice de actitudes(p = 0.00)

Total

0

20

40

60

80

100

59.2

30

66.7

34.2

50.5

Page 24: Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de ... · propuesto contribuir a reducir la ocurrencia de casos de violencia contra la niñez y la adolescencia e ... de

porcentaje de personas que reporto que en su hogar se castigaba pegándole a los niños era ligeramente mayor. La proporción que refirió que esto se daba una o dos veces al mes o menos era del 36.7 por ciento en Managua y el 42.4 por ciento en Rancho Grande, mientras que quienes reportaron una frecuencia de una o dos por semana representaban el 14.8 y el 21.2 por ciento, respectivamente, y el 9.8 y el 6.2 por ciento, respectivamente, dijo que esto ocurría todos o casi todos los días. (Espinoza & Montoya, 2009).

Para valorar la frecuencia con la que utilizaban el castigo físico, también se preguntó a las/os informantes por la última vez en que utilizaron este tipo de práctica correctiva. Se encontró que poco más de un tercio le había pegado con la mano o con faja a un/a NNA por última vez hacía un mes o más, mientras que el 13.4 por ciento lo había hecho durante la última semana. Cabe señalar que la gran mayoría (92.8 por ciento) de las personas encuestadas que habían ejercido castigos físicos contra NNA dijeran haberse sentido muy mal, mal o regular después de la última vez que lo hicieron.

El qué tan reciente hubiera sido el último episodio en el que se ejerció un castigo físico contra un/a NNA estaba significativamente asociada con variables como el departamento, el vínculo con las/os NNA, el nivel de estudios, la frecuencia con la que le pegaban en su infancia, su opinión respecto al castigo físico que recibió en su niñez y los resultados en el índice de actitudes. Era más probable que hubieran ejercido un castigo físico en la semana más reciente las personas de Managua, en comparación con las de otros departamentos (21.4 frente a 9.5 por ciento, p = 0.02), las madres y los padres, en comparación con las/os docentes (25 frente a 4 por ciento, p = 0.00), las personas con nivel de secundaria o menos, en comparación con las que estudiaron magisterio o educación superior (22.4 frente a 5.6 por ciento, p = 0.00), las personas que en su niñez recibían castigos físicos con más frecuencia, en comparación con las que los recibían con menos frecuencia (26.4 frente a 11.1 por ciento, p = 0.00), las que consideraban necesario el castigo físico que recibieron en su infancia, en comparación con las que lo consideraban innecesario (21.3 frente a 7.8 por ciento, p = 0.02), y las que en el índice de actitudes demostraron mayor aceptación de los castigos físicos y humillantes, en comparación con las que demostraron menor aceptación (28.7 frente a 2.4 por ciento, p = 0.00).

20

Gráfico 23: Porcentaje de personas encuestadas según la frecuencia con la que reportan que la gente de su casa le pega a NNA

Nunca 1 ó 2 veces al mes o menos

1 ó 2 veces a la semana

Todos o casi todos los dias

0102030405060

38.651.3

1.58.6

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21

Gráfico 24: Porcentaje de personas encuestadas según cuándo fue la última vez que le pegaron con la mano o con faja a un/a NNA de la casa o bajo su responsabilidad

Nunca Hace un mes o más

Hace una semana o menos

0102030405060 52.1

34.6

13.4

Gráfico 25: Porcentaje de personas encuestadas que le pegaron por última vez con la mano o con faja a un NNA hace una semana o menos, según características seleccionadas (1)

Managua Otros. deptos. Madres/padres Docentes Secundaria o menos

Magisterio o educ superior

Departamento(p = 0.02)

Vínculo con NNA(p = 0.00)

Nivel de estudios(p = 0.00)

0

20

40

60

80

100

21.49.5

25

4

22.4

5.6

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Finalmente, para tener una caracterización más completa sobre las relaciones entre las personas adultas y las/os NNA, entre las prácticas de los/as informantes se indagó también sobre las expresiones de cariño hacia sus hijas/os. Más del 90 por ciento de las personas encuestadas dijo haber dado alguna expresión de cariño o haber hecho algo para demostrarle a sus hijas/os que las/os quieren durante el último mes. Se encontró que la proporción que reporta estas expresiones de cariño es significativamente mayor entre las personas que en el índice de actitudes presentaron mayor rechazo a los castigos físicos y humillantes, en comparación con las que aceptaban más estas prácticas (98.8 frente a 90.5 por ciento, p = 0.03).

También se solicitó a las/os participantes de la encuesta que refirieran las dos formas en las que más comúnmente habían expresado a sus hijas/os que las/os quieren en el último mes. Las demostraciones de cariño más frecuentes eran los besos y abrazos, referidos por más de la mitad de la muestra (57.9 por ciento), seguido de decirles que las/os quieren o que son importantes (34.8 por ciento), y de felicitarlas/os (30.5 por ciento). Otras expresiones de cariño, como jugar con las/os niñas/os, darles

22

Gráfico 26: Porcentaje de personas encuestadas que le pegaron por última vez con la mano o con faja a un NNA hace una semana o menos, según características seleccionadas (2)

1 a la semana o más

2 al mes o menos

Necesario Innecesario Bajo Alto

Frecuencia con que le pegaban(p = 0.00)

Cómo considera castigo recibido(p = 0.02)

Índice de actitudes(p = 0.00)

0

20

40

60

80

100

26.4

11.121.3

7.8

28.7

2.4

Gráfico 27: Porcentaje de personas encuestadas según cómo se sintieron después de la última vez que le pegaron a un/a NNA

Muy mal, mal oregular

Normal, tranquilo,bien o muy bien

0

20

40

60

80

100 92.8

7.2

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regalos, salir a pasear o leer cuentos fueron reportadas con menos frecuencia (entre 18 y 3.4 por ciento). Esto podría tener que ver, por un lado, con las limitaciones materiales con las que viven algunas familias, que podría dificultarles expresar su afecto a través de regalos u organizando paseos, y por otro, con normas culturales que desalienten ciertas prácticas, como que las personas adultas jueguen con las/os niñas/os o que les lean cuentos.

Los porcentajes de personas adultas en Managua y Rancho Grande que en la encuesta anterior dijeron haberle dado recientemente alguna expresión de cariño a sus hijas/os eran muy similares a los encontrados en el presente estudio, llegando al 95.1 y 93.2 por ciento, respectivamente. Las formas más comunes de expresar cariño, según dijeron las/os participantes de ese estudio, también fueron los besos y los abrazos, seguidos de decirles que las/os quieren o que son importantes (Espinoza & Montoya, 2009).

23

Gráfico 28: Porcentaje de personas encuestadas que han dado alguna expresión de cariño a sus hijos/as en el último mes, según resultado en el índice de actitudes

Bajo AltoÍndice de actitudes(p = 0.03)

Total

85

90

95

100

90.5

98.8

94.2

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24

Gráfico 29: Porcentaje de expresiones de cariño más reportadas por las personas encuestadas

Abrazos y besos

Decirles que los quiereo que son importantes

Felicitarlos/as

Jugar con ellos/as

Darles regalo

Salir a pasear

Leer cuentos

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

57.9

34.8

30.5

18

16.7

15.9

3.4

Page 29: Línea de base sobre concepciones, actitudes y prácticas de ... · propuesto contribuir a reducir la ocurrencia de casos de violencia contra la niñez y la adolescencia e ... de

ConclusionesEn este estudio se exploraron las concepciones, actitudes y prácticas respecto a los castigos físicos y humillantes, entre docentes y madres y padres de familia de varios territorios en los que Save the Children Nicaragua desarrolla su trabajo.

En general, los resultados pueden considerarse bastante alentadores. Las personas encuestadas reportaron niveles de aceptación y de uso de castigos físicos y humillantes relativamente bajos, sobre todo si los comparamos con los encontrados en estudios anteriores de Save the Children.

No obstante, es importante matizar estos hallazgos, tomando en cuenta las importantes diferencias observadas entre los distintos grupos de personas que conformaron la muestra. Debemos considerar especialmente que las/os docentes que participaron en la encuesta presentaron niveles de tolerancia y utilización de los castigos físicos y humillantes mucho menores que las madres y los padres de familia. El hecho de las/os docentes constituyeron poco más de la mitad de las personas encuestadas hizo que la muestra en su conjunto gravitara hacia las concepciones, actitudes y prácticas promovidas por las intervenciones de Save the Children y sus organizaciones aliadas. Esto podría explicar, al menos en parte, las diferencias observadas con respecto a las investigaciones antes realizadas por Save the Children.

Por otro lado, a pesar de que los resultados globales pueden verse como bastante positivos, también hay indicios de lo mucho que aún falta por hacer si se quiere erradicar el uso de castigos físicos y humillantes. Aunque en general los este tipo de castigos tendían a verse como incorrectos, innecesarias y poco deseables como estrategia correctiva, un número considerable de personas los sigue considerando como necesarios para la formación de niñas, niños y adolescentes responsables y respetuosas/os, y como prácticas que no tienen consecuencias negativas, siempre y cuando se utilicen con moderación.

El tipo de prácticas correctivas que se utilicen está muy vinculado con los estilos de relación y autoridad que existen en la familia. Si bien la mayoría de las personas encuestadas se mostraba a favor de modelos de relación más horizontales entre padres e hijas/os, también se pudo ver el arraigo que conservan los estilos de autoridad más verticales entre algunas personas.

El vínculo entre el uso de los castigos físicos y humillantes y los estilos autoritarios de relación en la familia quedó ilustrado por el hecho de que las situaciones en las que más se legitimó el uso de estas formas de corregir son aquellas en las que se percibe un desafío a la autoridad del padre o de la madre, y por el considerable apoyo a la creencia de que la utilización de este tipo de castigos era un derecho de los padres e incluso una necesidad para mantener su autoridad. Por otro lado, la idea de que fueran las/os maestras/os quienes utilizaran este tipo de prácticas correctivas era mucho menos aceptada.

Resulta positivo que las prácticas correctivas que fueron reportadas como las más utilizadas sean de carácter no violento, como por ejemplo conversar con las/os NNA, regañarlas/os o prohibirles algo que les gusta. Sin embargo, se puede ver que los castigos físicos, como los fajazos, siguen siendo utilizados como recursos correctivos, posiblemente cuando se percibe que las prácticas no violentas han fallado o que la falta cometida es muy grave. En efecto, la mitad de las personas encuestadas admitió haberle pegado a un/a niño/a de la casa o bajo su responsabilidad.

Llama la atención que las manifestaciones de violencia verbal, como los gritos e insultos, sean menos aceptados y menos utilizados por las personas encuestadas como prácticas correctivas que los castigos físicos. Habría que indagar más en este hallazgo, pero es posible que tenga que ver con una creencia,

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por demás cuestionable, de que la violencia verbal puede ocasionar un daño psicológico durable, mientras que los castigos corporales moderados sólo ocasionan un dolor físico pasajero.

A través del análisis bivariado, el presente estudio mostró, además de las diferencias entre docentes y madres y padres de familia, que la aceptación y la utilización de castigos físicos y humillantes estaba asociada de manera significativa con distintas variables. Estas variables incluyen el género masculino, la residencia en la RAAN, una menor escolaridad, el haber sido testigos de violencia verbal o física entre los padres, el haber recibido castigos físicos en la infancia y el considerar estos castigos recibidos como necesarios. También demostró que las actitudes de mayor tolerancia hacia el castigo físico y humillante están asociadas a un mayor uso de estas prácticas.

Finalmente, es importante señalar que si bien este estudio nos muestra la persistencia de las prácticas correctivas violentas en las familias de los territorios estudiados, también nos recuerda que en estas mismas familias existen también fuertes lazos afectivos entre personas adultas y niños, niñas y adolescentes, que encuentran su expresión a través de distintas demostraciones de cariño. Estos vínculos constituyen una fortaleza muy importante para continuar con el trabajo de protección contra la violencia hacia la niñez y la adolescencia.

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Recomendaciones 1 Es importante considerar en las intervenciones las importantes diferencias entre docentes y madres

y padres de familia en cuanto a sus concepciones, actitudes y prácticas frente a los castigos físicos y humillantes. Estas diferencias nos indican la necesidad de priorizar el trabajo con madres y padres de familia, y la gran importancia que pueden tener las/os maestras/os como aliadas/os en esta labor.

2 Sería interesante profundizar en el estudio de cuáles han sido los procesos que han llevado a las/os maestras/os ha rechazar el uso de los castigos físicos y humillantes, y a favorecer prácticas correctivas no violentas. Esto podría ofrecer lecciones importantes para el trabajo con madres y padres de familia, y con la comunidad en general.

3 En el trabajo por la erradicación del castigo físico y humillantes se debe considerar cómo las estrategias correctivas están imbuidas en dinámicas de relación y estilos de autoridad dentro de la familia. No será posible lograr transformaciones de fondo sin tomar en cuenta las desigualdades de poder materiales y simbólicas en estos vínculos. Al abordar temas como los castigos físicos y humillantes, y sus alternativas, es importante ponerlos en el contexto más amplio de las relaciones familiares y la autonomía y los derechos de niños, niñas y adolescentes.

4 Es importante que como parte de las intervenciones se cuestione la idea de que los castigos físicos y humillantes son necesarios para la adecuada formación de niños, niñas y adolescentes. Esto contribuye a que las personas adultas justifiquen los castigos violentos, tanto los que recibieron en su infancia, como los que ejercen en su vida adulta. Sería necesario enfatizar en las prácticas correctivas no violentas y los estilos de relación más horizontales como alternativas viables a los castigos físicos y humillantes y a las relaciones basadas en la dominación y la sumisión.

5 También se debería incluir en las intervenciones una reflexión sobre los vínculos que existen entre la violencia física y la violencia psicológica, con miras a cuestionar el uso de cualquier tipo de violencia como práctica correctiva. Esto con el fin de contrarrestar la creencia de que los castigos físicos son menos malos que las formas de castigo basadas en la violencia psicológica, y poner el énfasis en que no se trata de buscar las formas menos malas de violencia, sino de erradicarla en todas sus manifestaciones.

6 En el diseño de las intervenciones se debe tomar en cuenta cuales han sido las variables que en este y otros estudios se han encontrado vinculadas con la aceptación y el ejercicio de castigos físicos y humillantes, de manera que se puedan dedicar mayores esfuerzos a aquellos grupos y territorios donde más se necesitan, y se puedan potenciar mejor las posibles fortalezas y alianzas.

7 Finalmente, es de gran importancia que las intervenciones y los futuros estudios sean sensibles a los contextos sociales, económicos y culturales específicos de cada población. Esto permite adaptar el trabajo a las particularidades de cada lugar y de cada grupo; particularidades, por ejemplo, en las formas de relación, las estrategias educativas, las manifestaciones de violencia y las expresiones de afecto.

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