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LA HUMANIDAD DOLIENTE DE CARLOS PARRA DEL RIEGO
1. EL AUTOR
En Sanatorio (1938) Carlos Parra del Riego (Lima. 1896-1939) presenta el
universo de un hospital de tuberculosos, como lo harán también Pedro del Pino
Fajardo, en Sanatorio al desnudo (1941), Miguel A. Martínez, Víctor Modesto
Villavicencio y otros narradores en cuentos y relatos breves, pero con menos
brío y menos calidad literaria. Más que un documento testimonial, la novela de
Parra del Riego es una recreación poética del drama íntimo y tierno de la vida
del protagonista y los demás pacientes allí internados. El libro abarca el periodo
de un año y pico. Se desarrolla en forma lineal y se basa en la acumulación de
historias y anécdotas. Junto con la propia peripecia del narrador, se refiere la
de otros personajes, creando así un entramado novelesco fascinante, en tomo
a unas vidas irremisiblemente condenadas a morir, El autor sabe conferirle
movimiento y color artístico a esa desconsoladora realidad.
Carlos Parra del Riego fue un periodista y escritor que vivió mucho tiempo
fuera del país. «Rebelde y amable, pinturero y ático, realista y discreto, irónico
y fino -sobre todo, observador y psicólogo-, dice su amigo Emilio Delboy,
escribía como hablaba, trasuntando su hermoso carácter». Gran parte de la
obra de este malogrado escritor está desperdigada en revistas y diarios
extranjeros. Los únicos libros que se conocen de él son la novela citada y el
libro de cuentos Por qué maté al niño (1939), publicados casi póstumamente.
Delboy, en el prólogo de éste, dice que Sanatorio es «la crónica, en forma
episódica, de todo lo que vio y sufrió, durante su agonía lenta, entre las
paredes, blancas de cal. de una clínica provinciana». En buena cuenta es el
relato de la propia tragedia del autor, sin ser por ello una autobiografía estricta.
Poco antes de morir, Paira del Riego estaba empeñado en componer «una
novela política», en tomo a la penetración del fascismo en el Perú. «En puertas
ya Sanatorio, y listo mí , volumen de cuentos -le refiere a Delboy-, quisiera
disponer un año más de vida, para escribir la novela que ronda mi cerebro y
darle fin a mi obra». Y, luego, le inquiere: «¿No te parece, Emilio, que hay que
combatir el peligro con el libro?». Lastimosamente, el escritor falleció en
Huancayo, en enero de 1939, antes de ejecutar este acariciado proyecto.
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2. EL DRAMA PERSONAL
El sujeto del enunciado narrativo es un escritor limeño, culto, liberal y
demócrata, que hace gala de su saber y de sus aventuras. «He mariposeado -
dice- por las artes y las letras, y he ejercido además todos esos vagos oficiosque ayudan a vivir un momento» (p. 27). Reconoce paladinamente que su
juventud estuvo entregada a los placeres, a la buena vida y al puro disfrute:
«Fui sólo un hedonista, atento al goce inmediato, peregrino de las sendas
fáciles, pasajero de todas las posadas del amor sin amor... Yo he sido el joven
inadvertido y confiado, el hombre que soñaba con los ojos abiertos din querer
despertar. Y el despertar al fin ha sido tan violento, que he rodado al abismo;
un tal abismo del que no es posible salir sin magulladuras incurables» (p.20).De niño, dice, había sido un «soñador empedernido»
(p. 20), con una «imaginación ardiente» (p.21). Ahora, no es más que un
hombre escéptico y sin fe.
La llegada del protagonista al hospital es de lo más penosa, pues nadie lo
espera. «No es la primera estación donde nadie aguarda mi llegada», confiesa
y agrega, con aire resignado: «Quizás sea éste mi último viaje» (p. 12). De
entrada no más, debe guardar cama, durante un mes, aunque le disguste.Comprende que no está en su casa, donde sus deseos eran órdenes, que se
halla sometido a la disciplina de un establecimiento hospitalario. En las horas
de descanso y monotonía hace el balance de su existencia y vuelve una y otra
vez sobre sus pasos. En rápida sucesión de imágenes evoca, sin querer, el
pasado. Los días felices, las horas de llanto, los instantes veloces de la dicha,
los tropiezos del camino «que no obstante, recorrí con pie liviano y frívolo» (p.
19). Todo el relato está escrito en primera persona, pero en ningún caso utilizael monólogo interior o la corriente de conciencia, técnicas que aún no se habían
impuesto en la escritura narrativa del país. Por eso, las evocaciones
constituyen simples intermedios o apartados.
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3. EL ESPECTRO DEL AMOR
En el hospital, Fernández conocerá a una paciente joven, huérfana y de origen
humilde, que no tiene más familiares que una abuela y un primo que es guardia
civil. La soledad infinita y el ansia de afecto harán que se aproxime a ella, através de una furtiva correspondencia epistolar, ya que en el sanatorio no está
permitido ni el más mínimo roce entre hombres y mujeres. Durante más de un
año se vinculará a ella mediante esta única forma de comunicación. Para él
será, sin embargo, un maravilloso consuelo que le permitirá sobrellevar su
encierro y alentar una brizna de esperanza en la vida.
Cuando María es dada de alta, el protagonista le hace saber que irá a su
encuentro a la estación de Huancayo. Logra conseguir el permiso del director,a costa de someterse a un tratamiento que todavía está en prueba (el
neumotorax). En la ciudad de Huancayo alquila una habitación en una mísera
posada, porque en los hoteles de primera no lo reciben por su ostensible
enfermedad. Manda adornar la habitación con flores y velas, para hacerla algo
más presentable. Cuando la ve descender del tren «con su aire modesto y
recogido -dice-, una pena de ternura llenó .mi corazón. ¡Mi pobre y dulce
amiguita!» (p. 304). La lleva a pasear por el campo, donde disfrutarán un día decompañía y libertad. En la noche se dirigen al hotelucho. Este es el pasaje más
atroz. Lo que pudo ser un momento de felicidad plena, se trocará pronto en el
más lacerante drama, cuando Fernández descubra que el amor de ella había
sido sólo un sentimiento de compañerismo, nacido del dolor y del desamparo.
Fernández entenderá que lo que María sentía por él era únicamente gratitud y
reconocimiento por sus cuidados y atenciones. Lo de ellos no había sido pues
sino «la comunicación de dos almas, que buscaban a través del dolor, elconsuelo de un afecto cálido y generoso, más parecido a la amistad por lo que
ésta tenia de abnegación y altruismo, que el amor mismo» (p. 163).
Romanticismo puro.
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4. EL MUNDO DEL HOSPITAL
Casi toda la novela transcurre dentro del nosocomio. La ciudad apenas es
entrevista. «Jauja -dice el narrador- es una ciudad muerta». El novelista no se
ocupa tanto de las circunstancias anteriores, ni de la descripción de lospaisajes y escenarios, por lo que se diferencia de las novelas regionales. En
cambio, ofrece espléndidos cuadros y viñetas, llenos de colorido y vivacidad,
sobre el clima y la atmósfera.
«Vestida de oro, esplende la mañana. ¡Qué cielo tan límpido, qué atmósfera
tan pura! Respiro a pulmón henchido el aire oxigenado y salutífero, que
perfuma con sita ve fragancia las flores del jardín. Ebrias de luz zumban las
moscas, agitando sus tenues alitas de mica que irisa el sol. Parleros ytraviesos, unos cuantos gorriones van y tornan de un árbol vecino a una
charquita de cristal, donde se bañan gozosamente, esponjando las plumas más
consteladas de líquidos brillantes. Se diría una banda de colegiales en día de
asueto» (p. 59).
El sanatorio es un mundo increíblemente cerrado y rígido donde todos los días
se experimenta el dolor y la angustia. «Tiene un no sé qué de convento, una
parte de hospital y mucho de prisión; es decir, algo de todos aquellos lugaresque repugnan a los espíritus libres» (p. 46). Quienes ingresan allí tienen que
someterse a la disciplina y al rigor de los reglamentos que los frailes, monjas,
enfermeros y veladores hacen cumplir estrictamente. Un viejo enfermero retó
que no siempre fue así. En otros tiempos, dice los pacientes eran mejor
tratados y la pasaban mejor (p. 239), aunque había menos comodidades (el
agua, por ejemplo, se traía de una fontana en grandes cubos sobre carretas).
Al hospital llegan gentes de todos los estratos sociales: hombres de fortuna
económica que destruyeron sus vidas en la bohemia y la disipación; obreros
atacados por la enfermedad durante el trabajo brutal en las minas; soldados de
origen campesino que contrajeron el mal en los cuarteles de la costa y la selva;
hijos de sirvientas abandonados en manos ajenas, porque las madres no
pueden tenerlos en casas donde trabajan. Y también luchadores sociales,
como Barcia, que sueña con “salvar al Perú” (p.61). Hay otros personajes más
como Ramona, un ser que “vive en el reino feliz de la simplicidad” (p.g 76); elmago, «absorto en el mundo de sus sueños y fantasías” (p. 85) el Monito, joven
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“alegre y dicharechero”, cuya risa fresca y musical “llegaba a nuestra triste vida
como un don precioso” (p. 2SS).
Esta variopinta, diversa y abigarrada población es la imagen lúgubre de una
sociedad terrible donde se explota y se aniquila a los hombres, para luegosegregarlos y expulsarlos como desechos.
Los internos son pagantes y gratuitos. En su mayor parte, son seres
abandonados por quienes nada reclama y a quienes nadie visita sólo algunos
tienen el apoyo de sus familiares y reciben la visita de amigos. Los varones no
pueden juntarse con las mujeres, quienes ocupan un pabellón aparte. Por lo
general los enfermos son incurables durante meses viven postrados en cama,
sin esperanza alguna de recuperar su salud. “Mártires anónimos que nadiecompadece, que nadie ensalzará mañana, cuyos sufrimientos no figurarán en
ninguna hagiografía, ni servirán de ejemplo a nadie” (p. 122). Ellos viven
resignados al régimen cuartelado. Los que protestan o se quejan son
expulsados inmediatamente, como les ocurre a los cuatro soldados que
reclaman sobre la mala alimentación. Unos esperan con paciencia y fervor que
les llegue la muerte, otros se desesperan, blasfeman y gritan ante la presencia
de ella.
4. LA VISIÓN DEL NARRADOR
Lo mejor de la obra es el enfoque y el punto de vista literario. El narrador pinta
con mucha agudeza y penetración a las autoridades y a los religiosos que
regentan el sanatorio. Su visión es crítica e irónica, propia de un hombre de
mundo, limeño y cosmopolita. Lo que más atrae en la novela es esta
perspectiva desde la cual el protagonista-narrador ve las cosas: su
conmiseración, su’ ira, su manera de burlarse y reír. El director es un
funcionario frio o inhumano, siempre predispuesto a darle toda la razón a sus
subalternos; el Capellán prefiere irse de cacería (su deporte favorito), antes que
atender la solicitud de confesión de un paciente moribundo; los enfermeros y
veladores son, a su vez, sujetos despiadados que, con escalofriante
impasibilidad, dejan morir a los pacientes. Las mismas religiosas no están allí
para aliviar el dolor y la pena de los internos: «Ellas sólo acuden solícitas al
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lecho de los moribundos, armadas de su baldecillo de agua bendita, para poner
en fuga a la legión de diablos que ronda a los agonistas» (p. 144). La predica
religiosa, no deja de tener respuesta favorable en muchos pacientes. «A pesar
de cierto exterior de escepticismo y descreimiento, palpita en los más un
sincero fervor religioso». Las enseñanzas del hogar, el temor a Dios adquirido
en la infancia, el recuerdo de la piedad materna que junta las manos de los
niños en la primera oración, todos esos sentimientos que yacen como dormidos
en lo íntimo de la conciencia, afloran de repente mudando el ánimo de los que
aparentan mayor impiedad.
La vida en el hospital es naturalmente monótona y gris. La rutina sólo se rompe
algunos días del año, cuando se celebran los carnavales, las procesiones o lasfiestas de cumpleaños del director; o bien, los domingos, cuando los pacientes
salen a pasear, si es que no están impedidos de hacerlo «El día de salida
constituye un suceso dichoso, ansiosamente esperado», p. 175).
La descripción de las diversiones adquiere un tono patético, casi tragicómico.
La fiesta del carnaval es un espectáculo penoso, que linda con lo grotesco. Los
enfermos se preparan con anticipación (confeccionan sus máscaras y
disfraces, arman el muñeco de Ño Carnavalón. alistan las antorchas, colocancadeneteas, etc.). La salida de la comparsa es una escena tremendamente
alucinante y melancólica: «Ya casi había oscurecido cuando, la grotesca
procesión se puso en marcha. Una orquesta de cuerdas, tocando aires
populares, glosaba las cabriolas de los enmascarados, que avanzaban
chillando en falsete y haciendo mil alharacas y festejos. Las llamas oscilantes
de las antorchas despeinaban al viento sus densas cabelleras de humo y le
prestaban al cuadro una apariencia fantástica, casi irreal, pesadillesca como la
visión de un Goya atormentado que hubiese querido reproducir en los tintes de
una amarga ironía lo que había de macabro y aún de lúgubre en aquel cortejo
de tísicos desesperados de alegría que, en buena cuenta, pirueteaban cada
cual en tomo a su propia fosa» (pp. 91-92). Lo más patético es que, cuando al
final del desfile los enfermos se disponen a bailar, las monjas dan de inmediato
la orden de concluir el jolgorio.
El narrador dirá, con desconcierto y pesar: «Encontraba grotesco, absurdo,sarcástico aquel afán de jolgorio que agitaba a los pobres enfermos, pues no
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comprendía entonces de cuánto son capaces los humanos para lograr un
pasajero instante de olvido» (p. 89).
La procesión del Señor de los Milagros es otra escena tétrica: Los hombres y
mujeres reunidos acompañan la imagen con inmenso recogimiento: «Todosrezan con igual devoción; una misma plegaria angustiosa y suplicante, palpita
en todos los labios. Todos ruegan y esperan. Una infinita confianza en el poder
taumatúrgico del Señor alivia los corazones lacerados por el sufrimiento. Los
cánticos adquieren una intensidad dramática. Son voces que imploran y gimen,
que reclaman y lloran, con acentos desgarradores, la misericordia divina.
Hierático y terrible en su augusta fealdad, el Cristo milagrero abre los brazos
con la inexorable impasibilidad de los dioses sobre la multitud dolorida ygimiente que se arrastra a sus pies abatida de humildad» (p. 289).
5. PEQUEÑAS HISTORIAS DE PACIENTES
La novela está hecha de pequeñas historias. La mayor parte de ellas son
consternantes, pero también hay algunas que encierran inefables pasajes de
alegría, de frenesí y de felicidad. En algunos casos vienen a constituir relatos
autónomos dentro de la novela. Entre ellos, descuella «Vida, pasión y muerte
del Capitán Pantoja», cuento realista, festivo y dramático, que refiere las
descabelladas aventuras de un militar mujeriego, jugador e irresponsable.
Pantoja es un tipo que tiene la «viveza innata propia de las gentes color» y que
finca su alta vanidad “en sus méritos varoniles” (p. 208). Un buen día, cansado
de la disciplina institucional, abandona el hospital, cuando faltaban pocos
meses para curarse. Alquila un departamento en la ciudad y busca una
querida. Se pasa las noches jugando a las cartas y se entrega la vida
desordenada. «Era -dice el narrador- la piedra de escándalos de la pacifica
Jauja, cuyo ritmo sosegado turbaba con sus francachelas y desbordes» (p.
212). A los cuatro meses lo devuelven al hospital con una terrible hemoptitis,
convertido en poco menos que un cadáver. Las monjas lo instan a reconciliarse
con su esposa, de quien estaba separado. El día de los funerales será
piadosamente acompañado por las dos mujeres.
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La novela pasa constantemente de la narración personal a la narración de otras
vidas y acontecimientos. Varias de estas historias son sumamente trágicas y
desgarradoras, como la de la sirvienta y su niño enfermo que no quiere
separarse de ella o la del obrero que ve morir a sus hijos con tuberculosis, o la
de los cuatro soldados que son arrojados del sanatorio («insurrección militar»),
relato que Alberto Escobar incluirá en su antología de la narración en el Perú.
Hay también historias fantásticas de aparecidos, como el de «la mujer que
llora» y la del «muerto que no quiso morir».
El autor no se limita pues a exponer los hechos: los analiza, los juzga y los
comenta, ofreciendo siempre su punto de vista personal. Es allí donde radica el
interés y la seducción de la novela. Es una pintura, a veces tierna y dolorosa, aveces burlona, irreverente y sarcástica. El narrador se mueve entre lo
dramático, irónico y lo poético. Todas sus páginas están atravesadas de una
visión melancólica y sombría.
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LITERATURA DEL SIGLO XX
Por Manuel J. Baquerizo
LAS NOVELAS DE LA REGIÓN
I. Visión preliminar
En los últimos años se puede advertir una justificada preocupación por dar a
conocer a los estudiantes nuestra literatura. Lo cual es plausible. Pero, se trata,
claro esté, de hacerles leer obras de calidad y no de atiborrar sus mentes con
una retahila de títulos de libros y nombres de autores. Si lo que se busca es
que los alumnos se ejerciten en la lectura, que enriquezcan su vocabulario y
afinen su lenguaje, que tengan una imagen del mundo a través de las obras de
ficción y que en fin, sientan gusto por el arte de la palabra, lo que hay que
hacer es ofrecerles un repertorio amplio y, a la vez selectivo.
En las notas siguientes queremos valorar algunas de las novelas que podrían
servir para los fines antes indicados y las cuales no deberían dejar de ser
conocidas y leídas, tanto por los alumnos como por sus propios maestros de la
especialidad. Antes, hagamos un recorrido histórico del asunto.
Desde 1861, en que se publicó Sé bueno y será feliz, hasta los años recientes,
en que aparecen Ximena de dos caminos (1994) y País de Jauja (1993), se
editaron no menos de treinta novelas, pertenecientes a escritores de la región.
Si bien no todas son dignas de figurar en el parnaso de la creación literaria,
cabe al menos mencionarlas como esforzados antecedentes del género en
nuestro ámbito.
La primera novela la escribió Ladislao Graña, un español que se había
radicado en Jauja, algunos años después de la Independencia. Fue publicada
por entregas, en La Revista de Lima, que fundara y dirigiera Manuel Pardo,quien también se establece en la provincia cerca de dos años, donde conocería
al autor. A él se debe la edición de esta novelita en Lima. Lamentablemente,
fue muy pronto olvidada.
Debieron transcurrir muchos años para que Oscar O. Chávez dé a luz La
capilla de las rosas (1910) y Churinanay (1921), publicadas en Huancayo y
Huánuco, respectivamente.
Las tres novelas mencionadas son de escasa calidad artística, sin embargomerecen ser recordadas, pues se trata de las primeras obras de ficción que se
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escribieron en la región e, incluso, en el país. Sé bueno y serás feliz precede
largamente a Aves sin nido (1889) y es casi coetánea de El padre Horán
(1848), con lo que arranca la novela en el Perú. Y las de Oscar O. Chávez, por
su parte, son muy anteriores a la corriente indigenista de los años veinte.
EI interés que hoy puedan suscitar estos relatos seria exclusivamente de índole
histórica, pues constituyen valiosos y precursores testimonios de la realidad
campesina del valle del Mantaro, importancia más sociológica que literaria,
desde luego. Ladislao Graña en Sé bueno y serás feliz, hace una abierta
denuncia de los abusos que se cometían con los indígenas al reclutar
contingentes para engrosar las huestes de los caudillos militares que andaban
siempre enfrentados en guerras internas. Graña alude en concreto, a las
pugnas bélicas que sostuvieron Castilla y Echenique en el valle. El abuso debió
ser tan persistente y agobiador que Oscar O. Chávez volverá sobre el tema,
con trazos más sombríos y .naturalistas, en Churinanay. El mismo autor había
presentado antes, en La capilla de las rosas, un cuadro terriblemente
espantoso del estado social del campesinado en la sierra central.
En 1922 José Gálvez publica La boda, novelita que ofrece, en prosa galana y
modernista, una visión de la ciudad de provincia (en este caso, Tarma), donde
el autor aplica sus teorías sobre la literatura regional y americanista. Años
después, Fortunato Cárdenas, en La llamita de Capia (1956) intentará hacer
algo parecido, pero, con menor fortuna: o sea, retratar la ciudad, sus
personajes típicos y costumbres tradicionales.
Los años más pródigos en novelas fueron, ciertamente, los del cuarenta. A
esos tiempos corresponden las siguientes obras: Sanatorio (1938) de Carlos
Parra del Riego; Sanatorio al desnudo (1941) de Pedro del Pino Fajardo;
Deshojando la rosa (1941) de Sergio Quijada Jara; La tierra es el hombre(1942) de Serafín Delmar; Más allá de la trocha (1943) y En el Valle de
Huánchar (1948) de Pilar Laña Santillana; La selva y la sierra (1945) de Carlos
Z. Angulo: y Vidas frustradas (1946) de Modesto Villavicencio. Estas novelas
describen el mundo de los pacientes del hospital de tuberculosos (Parra del
Riego y del Pino Fajardo), el amor de un adolescente (Quijada Jara), la vida
comunitaria y las luchas sociales (Laña Santillana y Delmar), la guerra con
Chile (Carlos Z. Angulo), el trabajo infernal en las minas y el acontecer político(Villavicencio). En su mayoría, son relatos de ambiente campesino y de
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tendencia social. Entre ellos, destaca La tierra es el hombre, por su vivida
descripción de una comunidad campesina del valle, su emoción paisajista y
costumbrista, solamente empañada al final del libro por la desbordante pasión
política del autor.
Algunos años después, aparece El retoño (1950) de Julián Huanay, breve
relato, cuyo protagonista es un niño y donde se encara por primera vez el tema
de la migración. A esta novela, le seguirán La puna y la selva (1950) de Ángel
Combina Roggia; El antro de las brujas (1956) de Alfonso Lazarte; Del barro
nació la luz (1959), y Lobos y no corderos (1977) de Antenor Samaniego;
Diosas (1959) de Antonio J. Saba; La cruz del mortal (1960) de Francisco
Quispe López; Madre cerreña (1967) de Ricardo Jurado Castro; Un romance
en San Ramón de Pangoa (1972) de Nora Narrea; Jaujali (1980) de Hernán
Villar; y El resplandor en el Huancamayo (1986) de Magdalena Espinoza
García, entre otras.
Igualmente, son relatos campesinistas y sociales, en los que se aborda la vida
en la selva (Ángel Combina y Narrea), el trabajo minero (Jurado), el régimen
feudal de la hacienda (Villar), la historia (Espinoza) y las costumbres de la
aldea (Samaniego). En general, no pasan de ser obras menores, de estructura
muy elemental y de lenguaje pobre.
La novela urbana, moderna y de dimensión universal, se inicia, propiamente
con El truco de los ojos (1978) y Ximena de dos caminos (1994) de Laura
Riesco; y País de Jauja (1993) de Edgardo Rivera Martínez. Laura Riesco es la
primera escritora que instaura la novela de la mujer en el Perú. Son obras que
se distinguen por la originalidad de su composición, por la variedad de sus
recursos técnicos y la excelencia de su prosa artística. En una encuesta
reciente, efectuada por la revista Debate, fueron consideradas como lasmejores novelas escritas en el país durante la última década. A ellas se
sumarán Ilusiones perdidas (1998) de Ernesto Ramos y La Muchacha de la
sonrisa más bella del mundo (1998) de Rafael Gutarra.
No todos los autores nacieron en la región, pero aquí vivieron y aquí hicieron su
obra.
En las próximas ediciones nos ocuparemos, en forma sucesiva, de cada una de
las novelas seleccionadas.
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LAS NOVELAS DE LA REGIÓN.
RETOÑO DE HUANAY
Por Manuel J. Baquerizo
1. “NOVELA DE CARÁCTER FORMATIVO”
El retoño de Julián Huanay, publicado en 1950, podría ser una “novela de
Iniciación”, género narrativo ya bien definido por la crítica europea. También se
le llama “novela del aprendizaje” y “novela de educación sentimental”. A este
tipo de narración pertenecen David Copperfield, el Wilheim Meister de Goethe,
el Juan Cristóbal de Romain Rolland; y, en la literatura hispanoamericana, DonSegundo Sombra.
Por su estructura, podría ser relacionada también con la novela picaresca (al
menos, con El lazarillo de Tormes), género de narración autobiográfica que se
caracteriza por el relato de hechos y acaeceres, sin una historia precisa. El
personaje de El retoño es un niño de origen aldeano, socialmente humilde y
culturalmente marginal. Juanito Rumi busca tener un sitio en el campo laboral,
intenta pasar al mundo de los adultos e integrarse al espacio social y citadino.Después de haber conocido todos los problemas de esta transición existencial
(el trabajo y las condiciones de vida en las minas, v. gr.), al final de la novela,
su aventura se interrumpe bruscamente. El autor no indica el tiempo de
duración del relato, pero es fácil inferir que transcurre en pocas semanas. El
protagonista no aumenta sensiblemente de edad, ni sufre grandes
transformaciones. Solamente ha padecido la experiencia breve e inesperada de
su noviciado proletario. El carácter inconcluso del relato -obra abierta- y elhecho de que no se diga nada sobre la derrota o el triunfo de Juanito Rumi,
resulta muy significativo.
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2. EL TÓPICO DE LA MIGRACIÓN
El retoño inaugura en nuestra narrativa la novela de viaje y migración. Que
sepamos, ningún relato había hecho antes del peregrinaje un objeto de
representación literaria. En La tierra es el hombre (1942), de Serafín Delmar, seregistra solamente un episodio incidental de migración compulsiva a la selva. El
retoño es la primera ficción narrativa que habla del deslumbramiento que
produce Lima en los niños aldeanos de la sierra y de la costa. El retomo del
joven Vicente Salas, licenciado del ejército, es lo que provoca esta extraña
fascinación: “Aprendimos muchas cosas que no habíamos estudiado en la
escuela. Nos asombró con la descripción que hizo de las casas de cinco o más
pisos y de otras que estaban rodeadas de bellos jardines. Pero lo que más nosdeslumbró fue el relato que hizo del mar y de los buques grandazos del tamaño
de cinco cuadras. Hay que imaginarse el deslumbramiento de nosotros, niños
aldeanos, que sólo conocíamos nuestro apacible Rio Mantaro y, a la distancia,
el ferrocarril que cruzaba el valle... Aquellas narraciones eran para nosotros
como la revelación de un mundo fabuloso.
Todas las noches, después de escucharlo, nos marchábamos pensando en las
maravillosas cosas que existían más allá de los cerros que circundabannuestras aldeas... Fascinados por aquellos relatos muchos ansiábamos fugar a
Lima y entre ellos estaba yo que por entonces tenía once años" (p. 12).
Desde el regreso del ex soldado al pueblo y luego de haber escuchado sus
asombrosos relatos sobre la Capital, todos los niños (entre ellos, el
protagonista de la novela) no piensan en otra cosas que en “fugar a Lima” (p.
12). “La ilusión de conocer Lima ocupaba todos mis pensamientos" confiesa
Rumi (p. 13). Con la afiebrada ventolera en el alma, se dedica a preparar diversos proyectos de huida. Claro que siente pena por abandonar a su tía,
pero más pesa la invencible atracción que crece ardientemente en su espíritu
("ansiaba conocer Lima", repite, con vehemencia, una y otra vez). El arriero
que lo encuentra en su ruta, caminando solo, no se extraña de su resolución y
se limita a comentar: “Todos los muchachos están locos por irse a Lima" (p.
17). Uno de los niños que lo ayuda en La Oroya, también opina, con
indisimulada ansiedad: “Dicen que en Lima hay cines bien grandazos ybastantes aviones y autos” (p. 48). En cambio, el panadero costeño que le
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ofrece un pequeño trabajo, le advierte: “Tú no sabes lo que es Lima, por eso te
quieres ir. Lima es una porquería. Todas partes es lo mismo para el pobre" (p.
55), tratando de desalentarlo.
Al llegar, finalmente a la Capital. Rumi es invadido por una alegría intensa:“¡Lima! Exclamé alborozado. Me parecía increíble" (p. 98). Pero, su júbilo será
momentáneo, porque el engachador se lo lleva al poco instante a una hacienda
algodonera. Allí se enfrenta a la burla y al desprecio de los negros y criollos. “A
estos desgraciados los traen como chanchos para hacerlos trabajar como
burros" (p. 100), vocifera uno de ellos. En vez de la ciudad soñada, el destino lo
arroja a una plantación como peón agrícola. Poco a poco, su ilusión se
desvanece. Atacado por la enfermedad del paludismo, es trasladado a unhospital y abandonado en ese tugar. Luego del examen médico, sale a la
puerta del hospital, pero ya no encuentra al camionero que lo había conducido
ni a los otros peones. Nuevamente, se queda solo, sin saber a dónde ir. Todo
es incierto. “Y si no regresaban los peones y el camión, ¿a dónde iría?”, Se
pregunta, desolado. “Tenía hambre. También tenía miedo a la gran ciudad
desconocida que se alzaba frente a mi” (p. 122). El niño es devorado por la
gran urbe.
No se sabe cuál será su suerte final, aunque queda flotando una vaga luz de
esperanza, y un aliento de vida. En la nota introductoria, el autor (renunciando
a la omnisciencia) escribe: “Juanito Rumi, después de hacemos esta primera
narración de su vida y ofrecemos continuarla se ha perdido en los intricados
senderos de la vida. ¿Lo encontraremos algún día? Ojalá. Es nuestro mayor
anhelo”. La historia no se cierra definitivamente. Queda sin resolverse el
enigma de su destino. ¿No es ésta la misma incógnita que palpita en el mundo
real, entre los miles de migrantes que, desde entonces, llegaron
torrentosamente a Lima y otras ciudades de la costa?. No en vano el autor
advierte que “los personajes de esta novela son reales" (p.9)
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3. VISIÓN LINEAL Y ORDENADA DEL MUNDO.
El protagonista de la novela es un niño inocente e inexperto que mira la ciudad
como un paraíso y que no tiene todavía el estado de ánimo perturbado por el
enfrentamiento de dos mundos y el agitado remolino cultural que esto supone.Su visión es perfectamente objetiva.
El relato lo escribió Julián Huanay treinta años después de haber emigrado a la
Capital. La visión que nos ofrece de la realidad tiene una secuencia ordenada y
continua, es una sucesión lineal de acontecimientos y episodios breves. El eje
argumental es el viaje. En esto se diferencia del desgarrado y contradictorio
discurso narrativo que hoy prevalece en la novela moderna -con planos
superpuestos, discontinuos y laberínticos-. El protagonista de El retoño sueñacon un mundo nuevo y no siente ningún desgarramiento cultural al abandonar
lo suyo para asumir la utopía urbana. Podría decirse que la historia de Rumi es
hasta cierto punto, una historia, romántica y esperanzada.
4. OBJETIVIDAD LITERARIA
Cuando, a la edad de 43 1años, Julián Huanay publicó su primera novela corta,
ya era un hombre fogueado en las luchas sindicales y en el oficio de chofer.
Había escrito además folletos de difusión gremial. Sin embargo, en El retoño no
encuentran digresiones, glosa acotaciones que revelen el de propaganda o al
menos reclamo social o político, cierto que el pequeño Rumi tenga una vaga
percepción del trabajo duro y explotador y de las grandes injusticias que pesan
sobre la sociedad, pero casi nunca hay comentarios o apreciaciones sobre
estos hechos. Se limita a contar forma llana y espontánea, y bastante
objetividad, su desvarada saga migratoria. José M. Arguedas hará lo propio en
ríos profundos (publicada 1958, en el momento que él tenía 47 años). La
travesía (espiritual) del niño Ernesto es la contraparte del recorrido (físico)
pequeño Juanito Rumi. El re de Huanay es narrativamente mental, carece del
análisis psicológico, propio de las novelas relacionadas como El viaje
sentimental de Laurence Sterne, Infancia Tolstoi o Los ríos profundos.
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5. LA PRIMERA PERSONA GRAMATICAL
Julián Huanay es el primer narrador, después de Zavala que utiliza la primera
persona gramatical en la novela. Se dirá Ciro Alegría ya había empleado esta
técnica, en La serpiente oro (1935), pero aquí el narrador solamente es testigo.Como está fuera del plano de los acontecimientos. Lo que el balsero cuenta es
la aventura de otros personajes. En El retoño, en cambio el narrador es el eje
del discurso novelesco. La obra trata de un personaje individual. Hasta la
publicación del relato de Julián Huanay, prevalecía en la literatura peruana la
novela panorámica omnisciente, escrita en otra persona. La realidad era ver
desde gran distancia épica, especial y era más abarcadora. De los mejores y
más grandes novelas. El mundo es ancho y ajena, Yawar fiesta, ambas de1941 son de este género. “Está técnica del autor omnisciente -señala Aguiar e
Silva- (ya) fue crítica y acerbamente combatida en la segunda mitad del siglo
XIX, por autores como Flaubert, Maupasant, Henry James, que aboga por un
método objetivo de construcción de la novela, utiliza la tercera persona, pero
eliminando la presencia demiùrgica del autor, dejando actuar a los personajes
sin la constante interferencia del novelista". Esto es lo Julián Huanay hace
coincidiendo con los planteamientos modernos: deja que el protagonista hable
y actúa por sí mismo.
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LA TIERRA ES EL HOMBRE de SERAFIN DELMAR (I)
Por Manuel J. Baquerizo
La tierra es el hombre (1943) es una novela de índole política y denunciatoria,
donde el interés del escritor está puesto más en el acontecer social que en la
vida del individuo o en el desarrollo de una historia. Estudia la anatomía del ser
colectivo y no la del ser individual. La técnica consiste en acumular episodios y
sucesos diversos. Los actores aparecen y desaparecen inopinadamente; la
trama se difumina y los escenarios se multiplican, sin alcanzar unidad. Al
comienzo, la comunidad campesina ocupa el primer plano; el único personaje
que sobresale es Waman Poma. Pero, a la mitad del relato, éste se desvanece
para dar paso a otros actores y a otras historias que se relacionan muy poco
con la comunidad. En el curso de la novela se interpolan diversos’ episodios (el
de Luis Mayta y Kina Kani -cuyas penalidades en las plantaciones cafetaleras
del Perené son descritas con bastante detalle-, el de los comuneros en
Pariahuanca y otros más), con la intención de enfatizar el drama social del
campesinado. En los capítulos finales se cuenta la historia de Rumi, hijo de
Waman Poma y Trini. La novela termina con un discurso ideológico,reemplazando el tono poético del inicio por la retórica militante y árida. El
narrador es aquí, ante todo, un misionero, un crítico, un político y un pedagogo.
Ralph Fox, en La novela y el pueblo (1975), escribe, al respecto: "No es asunto
del autor predicar, sino ofrecer un cuadro histórico real de la vida. Es muy fácil
sustituir hombres y mujeres por maniquíes, la carne y la sangre por conjuntos
de opiniones, la gente real, torturada por dudas, viejas lealtades y tradiciones,
por ’héroes’ y ‘criminales abstractos. Mas esto no es escribir una novela" (p.106).
1. LA MÍSTICA DE LA TIERRA
El relato empieza con una hermosa y bucólica descripción de la comunidad de
Huancán, un mundo casi idílico, donde reina la paz y la felicidad. Allí, los días
transcurren plácidamente, en medio del canto y la música de las aves y de los
hombres. "La tierra es - legre, alegre la semilla, alegres los hombres, las
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mujeres, los niños, los animales y el cielo con su sol de color de la chicha" (p.
22). Como en Los trabajos y los días de Hesiodo, en Bendición de la tierra de
Knul Hamsum y en Los campesinos de Ladislao Reymonl, el narrador se
esmera en mostrar el universo cotidiano de los labradores de la tierra: las
faenas agrícolas, ganaderas y caseras (la siembra, el cultivo, la cosecha, la
trilla y la herranza) y las festividades del pueblo (el Santiago. San Juan y los
carnavales). La vida tiene aquí un ritmo cíclico sempiterno:
Días pasan, días llegan a Huancán, y los comuneros que han terminado de
cultivar sus parcelas de maíz, de trigo, de cebada, de quinua, de ocas, de
ollucos, de mashuas, de arvejas, de habas, se dedican ahora a pisar los cueros
del buey en las pozas abiertas a los lados del rio que divide en dos a lacomunidad: a chancar cortezas de nogal, de chinche y de tara para la
curtiembre" (p. 21)
- Algunos pasajes- recuerdan
El mundo es ancho y ajeno. De hecho, Serafín Delmar comparte con Ciro
Alegría el mismo placer estético y la misma emoción social en la pintura de una
aldea comunal, pero sin alcanzar la belleza fulgurante de su prosa. Con todo,
las escenas sobre la siega y la trilla en La tierra es el hombre tienen másvivacidad, más colorido y animación que las que ofrece Pilar Laña Santillana.
en El valle de Huánchar (1946). Leamos:
Mujeres y niños en continuo movimiento juntan los montones que los
segadores van dejando al lado izquierdo por donde avanzan. Y los males de
fresca chicha vuelan de uno a otro lado, calmando la sed de los segadores, que
trabajan al son de la música, contemplados con orgullo por el sol y por las
mujeres que endulzan la siega con sonrisas y cantos" (p. 34)
El narrador humaniza a los seres irracionales (una corrida de toros, por
ejemplo, es descrita desde la perspectiva del animal, (pp.19-20) y a las cosas
inanimadas les atribuye cualidades del ser humano, revelando así su filiación
expresionista. El libro es un canto al hombre a la tierra y al trabajo colectivo, un
canto que destella en metáforas e imágenes vanguardistas. La narración
obedece más a las leyes de la poesía que a las del relato. La alabanza del
mundo rural, pastoril y gregario y el vituperio de la ciudad letrada, tienen
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correspondencia igualmente con El mundo es ancho y ajeno y Yawar Fiesta,
publicadas por los mismos años. Época de auge del indigenismo, como se
sabe, en que todos los escritores y artistas engrandecían e idealizaban a la
comunidad campesina, a la que tenían por paradigma de institución social, de
organización solidaria y equitativa, y como el legado más valioso de la
civilización prehispánica. Serafín Delmar, que había empezado cuestionando
las ideas de patria, de región y de aldea, para sostener los postulados del
universalismo cosmopolita, vuelve sobre sus pasos y termina asumiendo una
ferviente posición nativista. "La idea de la tierra -dirá, ahora, en una nota
introductoria a la novela- es inseparable de la idea del hombre, sobre todo, sino
queremos desvincularlo de su origen. La Cercanía a la tierra es lo único que da
la exacta dimensión del hombre y de su destino” (p. 7). La novela muestra los
resabios de un discurso anticapitalista. El título es, ya de por sí, una metáfora
clave.
2. LA LUCHA POR LA EDUCACIÓN Y EL PROGRESO
Veremos, sin embargo, que al autor no le eran ajenos los conceptos de
progreso y modernidad. Al inicio de la novela se perfila un personaje queencama estos ideales: Waman Poma, el joven comunero que ha trabajado en
las minas, donde asimila los patrones culturales de la civilización urbana ("ya
no viste como los comuneros, y como para sentirse distinto, se ha comprado un
terreno y construido una pequeño casa al otro lado de la comunidad", p. 13) y
las doctrinas sociales y políticas de avanzada. Poma se acaba de unir a una
mujer que no es del lugar, por lo cual ni él ni ella son estimados en la
comunidad. Como se ve, la supervivencia de las costumbres endogámicas estodavía palpable. No por ello, Waman Poma deja de sentirse parte del
vecindario.
Waman Poma presiente que la comunidad está amenazada por diversas
fuerzas extrañas. Esto lo lleva a sugerir la creación de una escuela, para que
los niños se instruyan. Piensa que hasta ese momento los hombres vivieron
estancados: "Son como las raíces viejas de tara que se pudren en la tierra" (p.
23). Juzga que para enfrentar a los gamonales y a las malas autoridades y paraalcanzar el progreso, es necesario saber leer y tener instrucción. Los viejos
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comuneros, salvo uno, discrepan con él: creen que la escuela sólo provocará el
alejamiento de los jóvenes del seno de la aldea. El padre de Wamán Poma (la
vez por haberlo experimentado en su propia carne) es el más conservador de
todos. El arguye: "Cuando los hijos despiertan ya no aman la tierra y hasta se
avergüenzan de sus padres ignorantes. Y lo peor de todo es que no paran en la
comunidad" (p. 33). Por esta razón, se opone a la construcción de la escuela.
En la comunidad se forman dos grupos: el de Ande Poma, que defiende a toda
costa las tradición ("El pasado es lo que hay que conservar como oro", dice): y
el de Melchor Guzmán, presidente de la institución que apoya decididamente la
creación de la escuela y la contratación de una profesora, a fin de lograr el
mismo nivel educativo que posee la gente de la ciudad. "¡Progreso! El progresosólo está en la tierra", exclama Ande Poma. "La tierra -le replica otro comunero-
sin la educación del hombre nada vale". El debate concluye con la sabia
reflexión de un joven campesino: " La comunidad debe ser siempre
movimiento, igual que los ríos que arrastran todos los días nuevas aguas" (p.
62)
Sin duda, esta es la primera vez que se escucha en una novela hablar a los
indios en tono ilustrado y altivo. En las obras de Ladislao Graña. Oscar O.Chávez y José Gálvez, según se vio los campesinos son por lo general mudos
y silenciosos, seres extrañamente pasivos, e inescrutables. En cambio, los de
Serafín Delmar son hombres rebeldes e insolentes, más atrevidos que; los de
Ciro Alegría y José María Arguedas.
No solamente los viejos; comuneros están contra la educación campesina:
también se oponen a ella el Cura de la parroquia vecina y las mismas
autoridades del ramo. ("Es que las comunidades -arguyen- no tienen derechode crear escuelas sin autorización del gobierno, y mucho menos nombran;
profesoras poco honestas" p. 94)
Al final, se construye el local de la escuela y se toma los servicios de una
profesora, con quien habrá de estudiar Rumi, el vástago de Waman Poma y
Trini.
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LAS NOVELAS DE LA REGIÓN
LA TIERRA ES EL HOMBRE DE SERAFIN DELMAR (II)
Por Manuel J. Baquerizo
3. LA CRISIS DE LA SOCIEDAD TRADICIONAL
El autor quiso ofrecer en esta novela una imagen del valle del Mantaro y un
perfil de la época, en el momento en que se producían sucesos sociales e
históricos que afectarían enormemente la vida de la comunidad campesina: la
llegada del ferrocarril a Huancayo, en 1908; la construcción de carreteras hacia
el interior; la instalación de un enclave minero norteamericano en La Oroya; la
formación de la hacienda Perene de la Peruvian en la selva; la usurpación de
tierras por los nuevos gamonales (cuyos nombres menciona el autor); y la
introducción de la escuela y la civilización en el ámbito rural. La novela pinta el
desmoronamiento de las relaciones precapitalistas y la modernización impuesta
desde fuera. "Ahora -dice al narrador- el destino de los jóvenes comuneros es
igual al de otros hombres de todo el Perú. La tierra buena no es de ellos” (p.
121).
Hasta entonces la comunidad había gozado de una continua era de esplendor.
La alteración empieza con los desastres naturales, anunciados por el funesto
paso del cometa Haley y de la "jarjaria": inundaciones, heladas, plagas de
langostas, epidemia de hidrofobia y hambruna. El Cura dirá taimadamente "que
Dios está castigando a los comuneros por haber llevado a una maestra atea"
(p. 114), mientras la vieja Santosa "se pondrá a decir que es castigo de Dios
por la mala vida que hacen algunos comuneros" (p. 116). Tras los infortunios
naturales, sobrevendrán otros sucesos dramáticos, ésta vez por obra de
hacendados y agentes del Estado: como la conscripción vial, la "leva" y el
"enganche". La conscripción vial era el sistema de trabajo coercitivo y gratuito
que había instaurado el gobierno de Leguía en 1920, mediante la Ley 4113; el
"enganche" constituía un método ominoso que las empresas mineras y las
haciendas cafetaleras de la selva empleaban para obtener mano de obra. En
Huancayo se amasaron muchas fortunas mediante este negocio vil. La "leva”
fue, a su vez, una forma de reclutamiento para engrosar los contingentes del
ejército.
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A consecuencia de estos flagelos sociales los comuneros se ven obligados a
emigrar a las ciudades o a esconderse en sitios alejados. La novela hace el
relato minucioso y puntual de los hechos, en un estilo naturalista y por demás
patético. Asistimos a las escenas más violentas y atroces, como la agonía de
una campesina con hidrofobia ("El miedo se ha extendido a todo el valle y los
comuneros se vigilan desconfiados, sintiéndose ahora enemigos entre sí", p.
117); a la muerte de tres comuneros aplastados por los derrumbes, durante los
trabajos de construcción de la carretera a Ayacucho (pp. 112-113); al
lanzamiento de varios "enganchados", enfermos de paludismo, a los ríos de la
selva (pp. 138-139); y al horrible, sufrimiento de los presos en las cárceles de
Huancayo y Lima. Como en la novela Churinanay de Oscar O. Chávez, la
mayor parte de los hijos de la comunidad son exterminados, unos tras otros.
"La unidad comunitaria se va aflojando en cada desgracia. Los jóvenes
principian a emigrar. Unos se van a las minas, a la montaña, a la capital; otros
se van a trabajar a las haciendas, a las casas "grandes" de la provincia" (p.
105). Los pocos sobrevivientes (como Rumi) se desplazan a la capital, en
busca de otros horizontes, donde protagonizarán nuevas gestas sociales y
políticas.
4. Las peripecias de Rumi
La historia de Rumi abre un nuevo capítulo en la novela. Rumi había sido
levado antes de concluir los estudios de secundaria. Waman Poma tiene que
vender sus animales, para llevarle dinero al jefe Provincial "que acepta
exceptuar al muchacho a cambio de cuatro libras" (145). Luego, debe hipotecar
su parcela de terreno, a fin de comprar otra yunta y "como ni los interesespuede pagar, la chacra pasó amaños de Alonso" (151). Sin más alternativa,
Waman Poma se marcha a la mina de Morococha y ya no volvemos a saber
nada de él. Rumi aparece en Lima, trabajando en una imprenta, mientras
estudia en un colegio nocturno.
El relato se cierra con las peripecias de Rumi en medio de los turbulentos
sucesos políticos que se desencadenan en la capital, a fines de los años
veinte. Acusado de imprimir volantes sediciosos, el muchacho termina en lacárcel, lo que le da pie al narrador para volver, una vez más, a describir la
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sórdida existencia de las prisiones. "Si hay infierno -dice-, vengan a ver estos
calabozos, donde tantos hombres se han derretido hasta irse en un grito de
sangre" (148)
En una especie de epílogo o capítulo final, el narrador enuncia su esperanza enel próximo amanecer revolucionario.
Por lo que se ha podido ver. La tierra es el hombre, más que una obra de
creación literaria, es un documento social e histórico que muestra el
desmoronamiento de la comunidad campesina en el valle del Mantaro. Serafín
Delmar fue un artista que dedicó los mejores años deja su vida a la lucha
política. Su concepción de la literatura fue el resultado de su compromiso
político al que todo lo sacrificó. Lo más penoso es que, después de haber puesto tanta fe en el partido que abrazó, terminase apartándose de él,
profundamente desengañado. Tal vez, por eso, nunca más volvió a publicar.