los griegos micenicos

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Los GRIEGOS MICENICOS MDrlln s. Ruipérez y José Luis MelenD

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historia

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  • Los GRIEGOSMICENICOSMDrlln s. Ruiprezy Jos Luis MelenD

  • Esta obra ha merecidoel patrocinio cultural de:

    Banco Exterior de EspaaEndesaFbrica Nacional de Moneda y TimbreiberiaRenfe

    ~ Martn S. Ruiprez y Jos Luis Melenao Historia 16.

    Hermanos Garca Noblejas, 41.28037 Madrid.ISBN, 84-7679-175-5Depsito legal: M-18.019/1990Diseo portada: Batlle-Mart.Impreso en Espaa.Impresin: MELSA. Carretera Fuenlabrada a Pinto, km. 21.800. Pinto (Madrid).Fotocomposicin: Amoretti.Encuadernacin: Huertas.

  • Jos L.lvfelena

    ManEn S.Ruiprez

    MARTIN S. RUIPEREZCatedrtico jubilado de Filologa Griega. De 1947 a 1988 ha

    profesado en las Universidades de Madrid, Salamanca y MadridComplutense. Ha cultivado la lingstica histrica griega e in-doeuropea y la lingstica estructural, as como la filologa mi-cnica. Director de la revista Minos entre 1956 y 1980, es desde1956miembro del Comit Internacional Permanente de EstudiosMicnicos. En la actualidad es presidente de la Fundacin Pas-tor de Estudios Clsicos.

    Son internacionalmente conocidos sus estudios sobre morfo-loga verbal, que se vieron confirmados por el desciframiento delmicnico, as como sus teoras sobre el aspecto. El Instituto deLingstica Comparada de la Universidad de Innsbruck, Austria,acaba de recoger en un volumen Opuscula Selecta (1989) algu-nas de sus principales contribuciones.

    JOS E L. MELENACatedrtico de Filologa Griega de la Universidad del Pas

    Vasco, director de la revista Minos y director tambin del Insti-tuto Cultural Espaol Reina Sofa de Atenas y agregado cul-tural a la Embajada de Espaa en Atenas.

    Su produccin cientfica se centra fundamentalmente en la in-terpretacin de los textos micnicos. Actualmente trabaja en larecomposicin de las tablillas micnicas de Cnoso, Creta y Pilo,mediante la identificacin y unin de fragmentos. Por su apor-tacin personal en el campo de los estudios micnicos, la Trio-pian Foundation for Archaeological Research de Chicago le con-cedi en 1977 uno de sus galardones.

  • PRESENTACION

    No es exagerado afirmar que el desciframiento del silabario mi-noico lineal B de las tablillas encontradas en Grecia y en la islade Creta en estratos arqueolgicos del Bronce Reciente entre ca.1400 y 1200 a. C. constituye uno de los ms importantes logrosde nuestro siglo XX en el campo de las ciencias histricas de laAntigedad.

    Con ello, gracias a la labor genial de Michael Ventris y al tra-bajo metdico de los micenlogos desde 1953, la historia docu-mentada de Grecia comienza unos setecientos aos antes de lo quesuceda no hace todava cuatro decenios y la lengua griega puedeser estudiada a lo largo de cerca de tres mil quinientos aos detextos atestiguados casi sin solucin de continuidad.

    Se trata, por supuesto, no de una historia tradicional, ni si-quiera de una historia basada en textos diplomticos, sino del co-nocimiento de la lengua, de la geografa, de la organizacin po-ltica, social, administrativa y militar, de la economa, de la reli-gin de unas gentes que fueron los antepasados de los griegos del1milenio, cuya experiencia constituye una de las parcelas ms tras-cendentes y ms importantes de la historia del hombre sobre nues-tro planeta.

    Sin la utilizacin de los documentos micnicos no hubiera po-dido escribirse esta monografa. Los autores proceden ambos delcampo de la filologa griega, bien entendido que la filologa noes slo lingstica, sino el estudio de aquella cultura a partir delos datos de los textos.

    Los autores creen deber hacer dos puntualizaciones:l. Este libro, aunque basado primariamente en los nuevos

    textos y aunque no desdea adentrarse a veces en cuestiones de lin-gstica y de filologa formal con el pensamiento puesto en los he-lenistas que lo utilicen, est ms bien concebido para historiado-res, como corresponde a la coleccin en que se publica.

    2. Es aconsejable toda cautela en la utilizacin de los testi-

  • 10 Los ~os micnicos

    monios escritos mlcemcos. Los aos que siguieron al descifra-miento de Ven tris conocieron una abundante bibliografa de todotipo basada en interpretaciones de trminos micnicos hechas in-tuitivamente o sobre especulaciones etimolgicas. Ms de tres de-cenios de trabajo crtico, paciente y sistemtico han dado paso aun mtodo exigente que busca el significado de un testimonio me-diante el estudio paleogrfico y pinacogrfico que identifica lasmanos de los escribas, la organizacin y praxis de los archivos,la integracin de las tablillas en documentos de varias "hojas,todo unido a una combinatoria que con frecuencia delimita el sen-tido de una palabra aunque no la identifique, y a un conocimien-to directo de las realidades externas referenciales tomado de la ar-queologa, de la propia Grecia posterior y aun actual y de los ar-chivos contemporneos del Oriente Prximo. Nuestro deseo esque este libro refleje el estado actual de los estudios sobre el mun-do micnico.

    Esperamos que la lectura de las pginas que siguen estimulenel inters de historiadores y helenistas y sirva para enriquecer es-tos estudios con las aportaciones de nuevos cultivadores.

    Martn S. RUlPEREZ y Jos Luis MELENA

    Madrid y Atenas, febrero de 1990

  • Captulo ICaptulo ILA CUENCA DEL EGEO EN LA EDAD DEL BRONCE

    Apesar de que el trmino de Edad del Bronce parece indicaruna ruptura con el perodo anterior, marcada por laaparicin del trabajo del metal. el paso del NeolticoReciente al Bronce Antiguo en el Egeo puede ser contemplado mejorcomo una transicin, ya que la metalurgia y las primeras aleacionesmetlicas se atestiguan ya en estratos neolticos medios y recientes enlas civilizaciones balcnicas.

    El Egeo se divide arqueolgicamente en tres reas importantes: laGrecia continental, las islas y Creta. Los hallazgos de estas tresregiones se datan mediante unas secuencias de perodosconvencionales, que presentan una denominacin especca para cadarea: tenemos as el trmino de Heldico para la Grecia peninsular, elde Minoico para Creta y el de Cicldico para las islas. De estasdenominaciones dos son evidentemente de origen geogrfico(Heldico y Cicldico) y por lo tanto aspticas, mientras que larestante, impuesta por la personalidad de Evans, es de origen mtico(Minoico), que puede distorsionar peligrosamente la realidad al sugeriruna falsa homogeneidad cultural para todo el Bronce cretense.

    La Edad del Bronce (Heldico, Minoico y Cicldico) se dividetripartitamente en todas sus secuencias: hay tres perodos designadoscon los adjetivos Antiguo, Medio y Reciente, que se dividen en tressubperodos cada uno de ellos, designados con los nmeros romanos I,II y III, divisibles a su vez en tres compartimentos A, B y C, quepueden ser divididos a su vez en 1, 2 y 3.

    La cronologa relativa se establece mediante sincronismos de loshallazgos del Bronce Egeo y la absoluta mediante la comparacin ccon las civilizaciones coetneas, fundamentalmente la egipcia. Sinembargo, se percibe cierto escepticismo generalizado a la hora decalibrar los sincronismos, de modo que las particiones reejadas en latabla que se ofrece en la pgina siguiente son puramente orientativas.El carbono 14 tampoco ofrece garantas, sobretodo por lo que atae alas etapas ms antiguas.La cronologa absoluta debe ser consideradatambin con cierta precaucin ya que puede revisarse con respecto atres aspectos fundamentales: uno de ellos es la fecha de la erupcin del

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  • volcn de la isla de Santorn, situado relativamente en la transicin delMR I A al MR I B. Las observaciones dendrocronolgicas apuntanhacia una fecha de 1628-1626 y los depsitos de cenizas volcnicas deGroenlandia hacia el 1644 (+ 20 aos) a.C., lo que hara remontar elcomienzo del MR hacia el 1700 a.C.

    Otra cuestin son las fechas absolutas de la cronologa egipcia,sujetas a revisin para la XVIII dinasta y para todo el Imperio Medioy el primer periodo intermedio. Y en relacin con esta cronologaegipcia es discutible igualmente la situacin de la fase del HR/MR IIIA 2.

    Est claro que las gentes del rea del Egeo no era de una sola razao pertenecan a un grupo cultural homogneo. Parte de ellos deben serlos supervivientes de los tiempos neolticos y debieron entrar en elEgeo nuevos elementos a lo largo del BA en distintas circunstancia.Una vez establecidos, debi de producirse una fusin de gentes ycostumbres entre las comunidades vecinas. Las caractersticas de lasmigraciones aludidas son difciles de determinar, ya que resultaimposible jar con los datos puramente arqueolgicos oantropolgicos ni sus puntos de partida ni las vas de penetracin. Esprobable que los movimientos migratorios se originaran en el Este yllegaran a las costas del Egeo a travs de Anatolia.

    Los datos arqueolgicos indican que las tradiciones culturalesquedaron interrumpidas en varias ocasiones en el perodo que nosocupa. Los medios de vida neolticos fueron barridos bruscamente enla mayor parte de la regin por la llegada de otro pueblo que conocael trabajo del cobre.

    Habitantes del HA y el problema del sustrato

    Las gentes del HA II pueden ser caracterizadas gracias a laabundancia de restos, que muestran que tenan imaginacin ysensibilidad y una organizacin social avanzada, a juzgar por lospalacios de Lerna y Tirinte. Parece que vivieron una era prspera eintentaron la aventura de la mar. Pero puede obtenerse tambin unacaracterizacin lingstica.

    Blegen y Haley mostraron en 1928 que exista una correlacinsignificativa entre determinados topnimos pregriegos de Grecia y losyacimientos de la cultura tpica del HA y que dicha correlacin noexista en otros perodos prehistricos. Por lo tanto, de la observacinlingstica de estos topnimos puede obtenerse informacin preciosaque va ms all de la mera constatacin de que las gentes del HA I y

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  • AOS HELDICO CICLDICO MINOICO TROYA EGIPTODINASTAS

    350032503000 HA I CA I MA I275025002400 HA II CA II MA II I23502300 II VI22502200 MA III VII-X2150 HA III CA III III 1 PERODO2100 INTERMEDIO2050 IV2000 MM IA V XI19501900 HM I1850 MM IB VIA XII1800 CM1750 HM II MM II XIII1700 VIB XVII1650 MM III VIC HICSOS1600 HM III 2PERODO

    MR IA INTERMEDIO1550 CR I VID1500 HR I ACROTIRI VIE1450 HR IIA CR II MR IB1400 HR IIB MR II VIF XVIII

    HR IIIA 1 MR IIIA 1 VIG1350

    HR IIIA 2 MR IIIA 21300 HR IIIB 1 VIH1250 HR IIIB 2 CR III MR IIIB XIX1200 VIIA1150 HR III C MR IIIC VIIB XX1100 SUBMICNICO SUBMICNICO

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  • II no eran griegos. Se trata de los topnimos en -sss y en -nths, queaparecen en los nombres de ciertos elementos culturales prehelnicos,de los cuales quiz el ms significativo sea el nombre para la baerade arcilla cocida asminthos, atestiguada por lo dems en las tablillasmicnicas (a-sa-mi-to; incidentalmente, el trmino es de unaimportancia extraordinaria para fijar el nacimiento del griego comotal, ya que la frontera se vincula, como veremos, con la aspiracin dela silbante indoeuropea en posiciones no apoyadas, fenmeno yaconcluido cuando los micnicos adoptan la baera porttil minoica ysu designacin). Topnimos con terminaciones parejas aparecen enAsia Menor, Grecia continental, Creta y las Cclades, y su identidadpuede definirse hoy con mayor precisin gracias a nuestro mejorconocimiento de las lenguas minorasiticas del II milenio a.C. Elejemplo tpico es el del ornimo Parnasss para el monte que acoge alantiqusimo santuario de Delfos. La terminacin -assa/-assi esempleada en luvita para formar el caso posesivo o adjetivo y en estalengua minorasitica parna significa casa o templo; por lo tantoparnassas significa de la casa o del templo y un ornimo (Monte)del Templo encaja bien con las circunstancias descritas para elParnaso griego. El n del tercer milenio trae consigo un marcadocambio, que se atestigua con una gran violencia en la Arglide, peroque quiz haya sido ms gradual en la Grecia central. Este cambio seaprecia igualmente en las Cclades, mientras que Creta no parecehaber sido afectada de inmediato. La nueva fase del HA III aparececon claridad en Lerna como un estadio cultural bastante diferente delanterior y refleja la intrusin de gentes extraas, que se asientan concarcter definitivo en un rea considerable, aunque estn por precisaran la extensin exacta y la naturaleza de la ocupacin. Lossupervivientes del estadio anterior fueron absorbidos sin duda por lasnuevas comunidades, De este modo, la entrada de un nuevo pueblo enGrecia marca la transicin del Bronce antiguo al Bronce Medio.

    El proceso de cambio cultural est reflejado arqueolgicamente enmuchas partes y debe haber sido complejo. Estn por precisar tambinlas caractersticas distintas de los grupos que se asientan y el lapso detiempo que dur dicho asentamiento. La cultura que trajeron y elperodo en que esta oreci en el continente griego lo conocemoscomo Heldico Medio y es paralelo, poco ms o menos, ycontemporneo de los primeros grandes Palacios de la Creta del MM,en los primeros siglos del segundo milenio a.C.

    Esta primera parte del segundo Milenio a.C. constituye uno de losperodos ms interesantes de la historia temprana de Grecia. De un

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  • lado, la sociedad minoica y su civilizacin alcanzan su plena madurez,mientras en el continente se asiste a los humildes comienzos de unacultura que iba a alcanzar su pleno desarrollo en los siglos posteriores,ya que estas gentes continentales son los antepasados directos de losmicnicos y, por tanto, el ncleo sobre el que se va a formar la Greciaclsica. Este nuevo poblamiento debi alcanzar la Grecia Central porel siglo XX a.C., procedente del norte o del este, o de ambasdirecciones a la vez. Hablaban un habla de la familia indoeuropea quecon el tiempo y gracias al contacto con las gentes del HA se convertiren lo que denominamos griego, siendo su primera documentacin lastablillas micnicas que permiten la realizacin de esta obra.

    En contraste con Creta y las Cclades, el continente experimentodurante el HM un perodo de estancamiento. Los contactos con elEgeo se mantuvieron, pero no parecen haber afectado mucho alcontinente, cuya sociedad era, en comparacin con la egea, atrasada,debido quiz al bajo nmero de pobladores y a una falta deorganizacin y de recursos. Slo en la fase nal del HM hay unamejora que se aprecia fundamentalmente en las tumbas y que sugiereun aumento de los recursos y un incremento de la inuencia minoica.

    Hasta esta fase Micenas parece haber sido un asentamiento sinapenas importancia. Su paso a una potencia de primera lnea lotestimonian dos crculos de tumbas de pozo, en los que se inhumanreyes y personas de familia real o altos dignatarios. El ajuar funerarioest integrado por objetos de desarrollo continental, por clarasimportaciones minoicas y por novedades producidas de la fusin deambas tradiciones. El estudio de los huesos ha revelado que loshombres eran ms altos y ms corpulentos que la media del HM y estose ha atribuido a una seleccin natural fsica y a una mejora de la dietaalimentaria. Este grupo selecto parece ser un grupo humano msesbelto que la media y esta ventaja fsica ha sido puesta en relacincon el manejo del nuevo armamento hallado en las tumbas. Por lotanto, las bases del podero de Micenas pueden haber estado muy bienen este tipo de hombres. Estas gentes de las tumbas de pozo puedenhaber representado un grupo local que ampli su poder probablementepor todo el Peloponeso nororiental mediante la adpocin de nuevosmtodos de combate. En otros lugares surgen grupos dirigentessimilares. Los contenidos de las tumbas muestran materias primasilimitadas, artesanos de elevada cualicacin e intensos contactos conel Oriente. Se ha sealado que en el proceso de construccin de lasunidades organizativas micnicas no es ajeno el impulso cretenseoriginado por la bsqueda de materias primas, en especial el cobre y el

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  • estao.En la ruta comercial de estos metales desde las civilizaciones

    centroeuropeas y danubianas hacia Creta, Micenas se encontrara enuna posicin ventajosa, ya que, adems, domina la ruta ms rpidahacia el este a travs de la Arglide y a lo largo del golfo de Corinto.El testimonio arqueolgico de la vinculacin de Micenas a estas rutaslo consituye sin duda los hallazgos de mbar bltico.

    En una rpida marcha ascensional, hacia 1150 Micenas es , polticay artsticamente, un centro rico e inuyente en la pennsula, que ircreciendo en fuerza en proporcin inversa al declive de Creta. Lasrelaciones con la isla, comerciales a iniciativa minoica, como dijimos,en un primer momento, debieron tornarse depredatorias, atraidos losmicnicos por el brillo de la civilizacin egea. El resultado, encualquier caso, es una asimilacin generalizada de la civilizacinminoica por parte de los micnicos, una minoizacin que abarcatanto los aspectos materiales y externos, con objetos y tcnicasdecorativas minoicas producidas en suelo micnico, comoorganizativos, entre los cuales hay que situar la adopcin del sistemade escritura minoica para la notacin del griego. Pero en este procesode las relaciones entre ambas civilizaciones, la minoica y la micnica,jug un papel esencial uno de los cataclismos histricos de mayorenvergadura jams conocidos.

    A comienzos del MR la mayor parte de Creta fue devastada yabandonada por sus pobladores por un tiempo indeinido. Hoy da, losnuevos elementos de juicio nos permiten conocer la causa del desastrey adivinar sus proporciones y consecuencias. Si repasamos una seriede yacimientos, vemos fcilmente que los restos ponen de manifiestola existencia de un desastre. As Tiliso, Sklavkambo, Nir Jani,Amniso, Gurnia, Psira, Mojlos, Palkastro, Festo, Malia, Zacro y lapropia Cnoso conocen una violenta destruccin en el MR I B, de unascaractersticas tales que no pueden atribuirse a la accin humana.Excluida sta, los fenmenos naturales responsables slo pueden habersido o un terremoto o las consecuencias de la actividad volcnica. Elabandono generalizado de la mayor parte de los lugares mencionadosparece excluir una explicacin basada en un terremoto aislado y se haatribuido a la actividad volcnica de la isla de Santorn, Tera, unos 120km. al norte de Creta, la estela de destruccin que cierra el perodoMR I B.

    La isla de Santorn es en realidad la caldera de un volcn. El conoactual, llamado Nea Kaimeni, ha conocido erupciones en 1701, 1866 y1926, y en menor escala en 1939-1941 y 1950-1951. La mayor parte

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  • de la isla est cubierta de una mezcla de ceniza volcnica y piedrapmez conocida como tephra, y cuya estraticacin reeja lasdistintas fases de la actividad del volcn: as una capa de pmez purareeja la fase de eyeccin, una franja coloreada la erupcin secundariay la erupcin principal y la explosin estn representadas por el estratode ceniza. No sabemos si las tres fases se produjeron en un cortoperodo de tiempo y los desajustes cronolgicos entre la explosin delcrter y las capas de destruccin en Creta siguen causando problemas.

    Podemos hacernos una idea del desastre, si comparamos laexplosin de este volcn de Santorn con la del volcn de las isla deKrakatoa, en el mar de Java, ocurrida en 1883, ya que lascaractersticas de ambos volcanes son similares. Se trata de dos islas,si bien el rea encerrada por la caldera de Santorn es cuatro vecesmayor que la del Krakatoa. En los dos casos, la eyeccin de inmensascantidades de piedra pmez y ceniza termin con el colapso del cono.

    La fase eruptiva del Krakatoa dur cien das, principiando el 20 demayo de 1883 con la emisin de una elevada columna de ceniza.Durante los meses de junio, julio y agosto se suceden numerososterremotos. El 26 de agosto, con la columna de ceniza ya de unos 30km. de altura, se inician una serie de explosiones que culminan al dasiguiente con cuatro gigantescas explosiones y la desintegracin deKrakatoa. Las consecuencias del desastre son signicativas: la cenizaes llevada por el viento a ms de 5.000 km. de distancia, haciendo queen las zonas limtrofes la oscuridad sea total durante 57 horas (en unradio de ms de 80 km.). Las corrientes marinas desatadas forman loque se conoce con el trmino japons de tsunami, un raz de marea queel 27 de agosto acab con la vida de ms de 36.000 personas en lascostas de Java y Sumatra, cuyo litoral qued completamente arrasado.

    Si multiplicamos los efectos conocidos en Krakatoa por cuatropodemos hacernos una idea de la desolacin que pudo ocasionar en lasreas aledaas y en especial en Creta la explosin del volcn deSantorn. Esta debi ser responsable de la emisin de una gigantescanube de ceniza, que llevada por el viento del noroeste debidepositarse en llanuras y valles de Creta convirtiendo los campos enestriles desiertos de ceniza por algunos aos. El raz de marea, cuyasproporciones son fciles de colegir, debi provocar la destruccin detodo el litoral norte de Creta y de los barcos varados en los puertosseptentrionales. Los terremotos que preceden a la desintegracin de lacaldera debieron causar la destruccin de las edicaciones palaciales,dada la especial arquitectura de las mismas, sin que puedan descartarseasimismo la existencia de ondas de choque.

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  • La catstrofe de Tera se situa, pues, al comienzo del BronceReciente. Ya dijimos que en el continente la designacin de Micnicosustituye al Heldico Reciente, debido al papel principal quedesempea la cultura micnica en este perodo. En efecto, en elMicnico II, el poder de Micenas no hace ms que armarse en elcontinente y en el Egeo. Hacia el 1425 la capital de la civilizacinminoica, Cnoso, est en poder micnico, inaugurando un perodo desimbiosis cultural, proceso donde se ha querido situar tambin laadopcin de la escritura. Sea como fuere, el carcter ahora letrado dela civilizacin micnica constituye un acontecimiento de primeraimportancia, ya que supone la posesin de un instrumento de primerorden para la organizacin administrativa y para su expansincomercial.

    Eliminada Creta, el podero de Micenas inicia una prodigiosaexpansin por todo el Mediterrneo oriental a lo largo de los siglosXIV-XIII a. C. La cermica micnica aparece en Troya, en Sicilia y enItalia y las costas del Mediterrneo oriental se pueblan con factorasmicnicas (Mileto, Rodas, Licia, Panlia, Cilicia y Chipre) y han desuponerse barrios micnicos en Ugarit y quiz Naucratis, donde seestablecen los puntos de contacto entre las culturas semita y egipciacon la occidental micnica. Las menciones de Aiyawa en los textoshititas hacen referencia a algn asentamiento micnico vecino y susreyes estn considerados en pie de igualdad con los de Asiria,Babilonia y Egipto.

    Poco antes de 1210 a. C., que es la fecha generalmente admitidapara el nal de subperodo Micnico III B 2, un grave colapso afectal podero poltico y comercial de los griegos micnicos.Efectivamente, mientras que la cermica del Micnico III A y B, seencuentra abundantemente en las colonias micnicas del Mediterrneooriental y presenta una notable uniformidad en toda el rea de lacultura micnica, la del Micnico III C que se encuentra fuera deGrecia es escasa. Ello debe ponerse en relacin con otro hechoimportante revelado por la arqueologa. Se trata de que en Micenascierto nmero de importantes edicios, situados fuera de las murallasy llenos de cermicas del tipo III B, fueron destrudos por el fuego, alparecer intencionadamente, antes de que surgiese la cermica del tipoIII C, y al mismo tiempo que tambin era arrasado el gran poblado detalleres de alfarera de Berbati.

    Lo cierto es que Micenas fue atacada y que la ciudadela resisti (yaque estuvo habitada en el perodo de la cermica III C). Las relacionescon los centros de cultura micnica del Mediterrneo no parecen

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  • haberse interrumpido totalmente, pues la cermica encontrada enChipre y Cilicia, sea o no de fabricacin local, prueba que el arteevolucionaba en estas apartadas tierras siguiendo las mismas lneasque en el continente y que, por lo tanto, no estaban rotas las relacionescon Micenas. Pero es importante registrar el hecho de que tambinPilo por aquellos mismos aos conoci un peligro semejante, ante elque acab por sucumbir, pues el palacio fue destruido. Sobre ello, elestudio de las tablillas permite algunas precisiones.

    Por esos mismos aos, otros palacios micnicos son igualmentedestrudos violentamente (entre ellos, el muy importante de Tebas). Elproblema es que la arqueologa no detecta huellas de los atacantes.Para explicar estas destrucciones de hacia 1200 a. C., se ha formuladola hiptesis de un cambio climtico que, por un lado, habra provocadoamplias migraciones en busca de tierras hmedas (Acaya, que ahora seve poblada por primera vez con densidad apreciable; la llanura deMaratn, al E. del tica, una y otra en el pasillo de vientos hmedosdel O.), y, por otro lado, se habra manifestado en una gran sequa, enel azote del hambre, que habra impulsado a las poblacioneshambrientas al asalto de los graneros de los palacios. Pero resulta quelos anlisis del polen correspondiente a esos estratos revelan laexistencia de una vegetacin que no armoniza con el pretendidocambio climtico. Por ello, ms bien pensamos que una organizacinpoltica (no necesariamente un nico reino), social y econmicabasada en la guerra de conquista y en el comercio de ultramar, sufriel colapso final cuando hacia 1200 los llamados pueblos del marhacen acto de presencia en el Mediterrneo, sin que hayamos depensar necesariamente en un ataque directo de stos a los centrosmicnicos de la Grecia peninsular. Los griegos olvidan su escriturasilbica, que haba sido instrumento de la administracin y de uncomercio centralizado, ambos ya desaparecidos.

    La cultura material, tal como se revela en la sucesin de estilos decermica, no sufre ninguna brusca alteracin, lo que es seal de que nohubo penetracin de nuevas gentes. La desintegracin del mundomicnico fue ms bien un proceso interno.

    Hacia 1100, coincidiendo con el comienzo de la Edad del Hierro,se producen fuertes conmociones. En Micenas, un gran incendiodestruye el palacio y otros edificios dentro del recinto amurallado, loque ha venido atribuyndose a la tradicionalmente a la llamadainvasin doria, que probablemente no fue una inavasinpropiamente dicha, sino una sublevacin interna.

    El vaco dejado en el Mediterrneo por los griegos micnicos es

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  • ocupado por los fenicios, semitas cananeos establecidos en la costa delLbano, cuyos puertos eran terminales de las caravanas comercialesprocedentes del interior de Asia.

    BIBLIOGRAFIA COMENTADA

    Una buena visin de conjunto actualizada es la de Lord W. TAYLOUR, TheMycenaeans (Revised and enlarged edition), London, Thames and Hudson,1983, y muy til es tambin Mycenaean Civilization (Mycenae, Tiryns, Asine,Midea, Pylos) de K. P. KONTORLIS, Atenas 1985, que el visitante ocasional decualquier museo griego podr adquirir con facilidad. El artculo de R. HGG,El imperio martimo de los cretenses, en Mundo cientfico 56, marzo 1986,pp. 244-252, es una buena panormica de la pax minoica y de su desastrosonal. El artculo de BLEGEN y HALEY es The Coming of the Greeks, enAmerican Journal of Archaeology 32, 1928, pp. 141 ss. Los lmites de ladocumentacin para la caracterizacin de la lengua pregriega de los albores dela Edad del Bronce estn claramente establecidos en A. MORPURGO-DAVIES,The Linguistic Evidence: Is There Any?, The End of the Early Bronze Agein the Aegean, ed. G. CADOGAN, Leiden, Brill, 1986, pp. 93-123. La catstrofedel volcn de Tera puede hallarse en D. L. PAGE, The Santorini Volcano andthe Destruction of Minoan Crete, London, The Society for the Promotion ofHellenic Studies, 1970. Un buen trabajo de divulgacin es el de J. V. LUCE,The End of Atlantis, London, Thames and Hudson, 1969. Novedoso es O. T.P. K. DICKINSON, The Origins of the Mycenaean Civilisation, Goteborg, 1977.El ltimo estado de la cuestin para todos los aspectos abordados (y omitidos)en este captulo lo hallar el lector en el libro Les civilisations gennes,citado en la bibliografa general, cuya traduccin espaola es de inminenteaparicin (en la Coleccin Nueva Clo, Planeta, Barcelona).

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  • Captulo IILAS ESCRITURAS DEL II MILENIO A. C.

    CRETA es la mayor isla del Egeo, a mitad de navegacin entreel Oriente asitico y el Occidente griego (los antiguos evitabanadentrarse en alta mar), a caballo tambin entre la Grecia continental y el Egipto faranico. Como hemos visto, la isla acogi en elsegundo y tercer milenios a. C. el establecimiento y desarrollo de unacivilizacin refinada, que conocemos hoy con el apelativo de minoica,por el nombre del mtico rey Minos, hijo de Zeus y de la feniciaEuropa. Fue Arthur Evans (posteriormente Sir A. Evans) quien, acomienzos del siglo XX, descubri al mundo la existencia de estacivilizacin con su monumental excavacin del palacio de Minos en lavecindad de la pequea aldea de Cnoso, a pocos kilmetros al sur de laactual Iraklio, la veneciana Canda, en la Creta Central. El lugar delpalacio, antes de las excavaciones, era una colina no muy elevadallamada Tu Tselev i Kefala, El Cabezo del Tselev, palabra turcacon la que se designa a un propietario de tierras o bey, entre los lechosde dos riachuelos. En este lugar, un miembro de una distinguidafamilia de comerciantes de Iraklio y a la sazn cnsul de Espana enCanda, Minos Kalokerins, haba hecho las primeras excavaciones,de diciembre de 1878 a finales de febrero del ao siguiente, justo en lacumbre de la colina, encima de la zona central donde se descubrierondespus los almacenes occidentales. Pudo recuperar doce de las tpicasgrandes tinajas del palacio, lo que provoc que se rebautizara el lugarcomo Sta pitharia, Las Tinajas. Los restos atrajeron pronto laatencin de los arquelogos principales del momento, W. J. Stillman,el propio Schliemann, Drpfeld, Joubin.

    Arthur Evans vio Cnoso por primera vez el 19 de marzo de 1894cuando buscaba no un palacio, sino la pista de una escritura pictricaen la Grecia de la Edad del Bronce. Las marcas de cantero grabadas en

    Los griegos micnicos 21

  • los bloques sacados a la luz por Kalokerins y sealados por Stillmanle interesaron al momento e inici las negociaciones para adquirir losterrenos, condicin indispensable para llevar a cabo una excavacin enla Creta turco-egipcia de finales del siglo XIX. Sin embargo, adquirirla propiedad de la totalidad de Kefala no fue posible hasta 1900, unao despus de la liberacin de la isla del control turco.

    Duncan Mackenzie, el experimentado arquelogo escocs queasisti desde el primer momento a Evans, escribi en su diario elviernes 23 de marzo de 1900: Las excavaciones del seor ArthurEvans en Cnoso comenzaron esta maana a las 11 a.m. Los trabajosiban a desvelar un vasto e intrincado complejo de edificaciones. Evanshaba ido a Creta en busca de una escritura y desenterr unacivilizacin nueva, ms renada y antigua que la micenica, entrecuyos restos iba a encontrar bien pronto un considerable nmero deinscripciones, por lo general incisas sobre arcilla, con signos deescrituras desconocidas.

    Estudiando el material epigrfico Evans pudo distinguir tres tiposde escritura. La ms antigua era una escritura pictogrfica, de un tipoevolucionado similar al sistema jeroglfico egipcio, que haba sidosustituida posterior y sucesivamente por dos sistemas mssimplificados derivados de ella, a los que di el apelativo de escrituraslineales, designando al sistema ms antiguo con la letra A y al msreciente con la B.

    A grandes rasgos, la representacin del lenguaje humano mediantesignos grficos sigui en la historia de la humanidad dos grandesfases. En una primera, lo que se representa es el significado (rbol,casa, hombre) mediante el dibujo, ms o menos esquematizado,de lo referenciado: es el estadio de las escrituras ideogrficas ojeroglficas puras, cuyas limitaciones para la notacin de ideasabstractas y relaciones gramaticales son en parte compensadas por laventaja de que estn por encima de la diversidad de lenguas; los signosson entendidos cualquiera que sea la lengua y son ledos segn seasta. En una segunda fase, lo que se nota es el significante fnico: sonlas escrituras fonticas, primero silbicas y, luego, alfabticas. Lainvencin del alfabeto (lograda por los griegos hacia 850 a. C. a partirde un silabario semtico) signfic el descubrimiento y la notacin delos fonemas consonnticos.

    22 Martn S. Ruiprez - Jos L. Melena

  • Los primeros intentos de crear estos sistemas de signos seremontan a pocas muy tempranas y se dan de forma independiente endiversas partes del mundo. En el rea definida por la cuenca orientaldel Egeo, al occidente, y Mesopotamia, al oriente, la escritura sumerianace hacia finales del IV milenio a. C. aunque sus precedentes puedenincluso remontarse un par de milenios, y hacia el 3000 a. C. puedesituarse el comienzo de la escritura jeroglfica egipcia. Con referenciaa estos dos sistemas, las escrituras cretenses son ms tardas:

    1900-1625 a. C.: escritura jeroglfica1850-1450 a. C.: escritura lineal A1450-1200 a. C.: escritura lineal B

    y, a pesar de la propuesta de un origen egipcio adelantada porEvans, parece claro que se trata de una creacin autnoma en el Egeo.

    La escritura jeroglfica cretense

    De esta escritura, llamada tambin pictogrfica, se sabe bien pocoen la actualidad, salvo que no se trata de una escritura jeroglfica, nipictogrfica que emplee imgenes como signos, sino de una escriturafontica, de un silabario (al igual que los sistemas lineales derivadosde ella) de un centenar de signos que sirven para notar una lenguadesconocida.

    Aunque los primeros testimonios de este tipo de signos se danprobablemente en unos sellos que pueden fecharse a finales del IIImilenio a. C., no se sabe con certeza si se trata de escritura real (esdecir, con un significado) o son simples ornamentos. La variedad deproblemas que plantea el jeroglfico cretense se ve agravada por laescasez del propio material: unos doscientos sellos o improntas desellos con epgrafes breves y repetitivos, unas veinte fichas redondascon epgrafes de una media de cuatro signos por cada una, unoscuarenta medallones y unas treinta tablillas.

    Faltos de material para poder abordar siquiera un intento delectura, los estudiosos se han concentrado en la edicin, an en curso,de los escuetos documentos y en establecer las relaciones entre estaescritura y los sistemas lineales. De este modo, J.-P. Olivier ha podido

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  • observar que los signos jeroglcos son por lo general ms realistas,ms elaborados, ms gurativos que los de las lineales A y B, pero nosiempre. Apenas una decena de signos de la lineal A pueden encontrarun antecedente claro en el jeroglco. Por otro lado, jeroglco y linealA han coincidido en el tiempo y en el espacio. De hecho lasinscripciones cretenses ms antiguas fueron descubiertas entre losrestos del primer palacio de Festo (siglo XVIII a. C.) y se trata no deun jeroglco, sino de un lineal A arcaico. Y dentro de un mismoarchivo, en el palacio de Malia, coexisten lineal A y jeroglco en lapoca del nal de los primeros palacios. Existan, por lo tanto, en usoen el mismo lugar y tiempo dos sistemas de escritura posiblementeemparentados, pero diferentes, como se aprecia con facilidad en eldistinto sistema de notacin de fracciones. Pueden darse variasexplicaciones de este fenmeno, entre las que se en cuentra que cadasistema sirviera para notar una lengua distinta.

    El disco de Festo

    Dominando desde una pequea elevacin el impresionante paisajede la llanura de la Mesar, con el teln de fondo del macizo del Ida alnorte, el actual Psiloriti, el palacio de Festo, el segundo en importanciade la Creta central, fue excavado desde comienzos de siglo por laEscuela de Arqueologa Italiana. En la zona nororiental del primerpalacio de Festo, cuya destruccin se fecha en torno al 1700 a. C., L.Pernier encontr en 1908 una pieza singular, un disco de arcillacocida, de unos 16 cm. de dimetro y 12 mm. de grueso, impreso porambas caras con un texto corrido, dispuesto en una sucesin de 61cajetines en espiral. Decimos bien impreso, ya que para cada signose dispuso de un tipo, de un punzn con el signo en cuestin talladoen su extremo, con los que se fueron imprimiendo los textos en ambascaras. El sentido de la impresin, como ha podido establecerclaramente J.-P. Olivier en su edicin fotogrca del disco, va desde elexterior de la pieza hacia el centro, pero no hay seguridad alguna deque ste fuera tambin el sentido de su lectura. Los signos quepresentan seres u objetos de perl muestran el lado derecho, lo quesugiere un sentido de lectura de izquierda a de recha, del centro haciael exterior del disco. Hay un total de 242 signos entre las dos caras,

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  • agrupados, dentro de los cajetines, en conjuntos que van de dos a sietesignos.

    No hay ninguna seguridad de que este ejemplar de escritura sea deorigen cretense; antes bien, su origen forneo se deduce de dosconsideraciones. La primera es su propio aislamiento, que secompadece mal con la tcnica empleada para su estampacin.Difcilmente podra justificarse la creacin de un juego de punzonespara la impresin de un solo ejemplar. Por otro lado, la talla de lasmatrices no se parece en su tcnica a la empleada en la glptica de lapoca, lo que se viene a aadir a la propia representacin pictrica,totalmente ajena a los modelos minoicos al uso. As, las cabezas quemuestran lo que es bien una cabellera de tipo mohicano, bien un yelmocon penacho, slo tienen parangn en poca posterior en lasrepresentaciones pictricas de filisteos en los bajorrelieves egipcios.Lo que parecen palafitos han sido puestos en relacin con un tipoespecial de edificacin en Licia, conservado en las portadas de tumbasmonumentales.

    El nmero total de signos distintos es de 49. Dado que se trata deun ejemplar nico, no sabemos qu porcentaje de la totalidad designos del sistema representan estos 49 signos. Utilizando tcnicasestadsticas y considerando el disco como una muestra, puedeestimarse la poblacin total del sistema en torno a los 60 70 signosdiferentes. Esta cifra tiene su importancia a la hora de definir el tipo deescritura ante el que nos hallamos.

    En efecto, el total de signos de un sistema de escritura revela confacilidad el tipo del mismo. Existen tres tipos bsicos: una escrituraideogrfica o mejor logogrfica, en la que cada signo representa unapalabra y en la que es evidente que se necesitan tantos signos comopalabras distintas estn en juego; una escritura fontica silbica,evolucionada por lo general de un sistema logogrfico mediante elrecurso de convenir que un signo determinado no refleja ya la palabratoda, sino slo su slaba inicial (es el llamado principio acrofnico);en este tipo, el nmero de signos necesarios se reduceconsiderablemente y puede oscilar entre 100 y 50 signos diferentes,dependiendo de la estructura silbica de la lengua en cuestin;finalmente, tenemos un tercer tipo en la escritura fontica alfabtica,derivada histricamente de sistemas silbicos de lenguas en las que lo

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  • importante es la armazn consonntica de las palabras, hecho este quepermiti asociar un signo determinado a la notacin de la consonanteen cuestin de la slaba que en principio representaba (lenguassemticas). Es evidente que un alfabeto necesita un nmero de signosms reducido, que, en los ejemplos conocidos, oscila entreveinticuatro y treinta y dos.

    De este modo, los 60 70 signos virtuales del sistema de escrituradel disco de Festo son demasiado pocos para pertenecer a una escrituralogogrfica y demasiado numerosos para pertenecer a un sistemaalfabtico. Debe tratarse, pues, de un sistema silbico y en estocoincidira con las escrituras cretenses.

    A pesar de las decenas de desciframientos y de los centenares deartculos dedicados a este raro ejemplo de escritura, el disco de Festosigue sin descifrar y, en tanto siga siendo el nico ejemplar de estaescritura, es indescifrable.

    La escritura lineal A

    Evans denomin a esta escritura y a la siguiente lineales porquesus signos parecan menos apegados a los seres u objetosrepresentados en cada caso, es decir, eran ms esquemticos que suscorrelatos jeroglcos.

    La escritura lineal A se utiliz en Creta fundamentalmente, aunquealgunos hallazgos recientes apuntan a que tambin era utilizada fuerade la gran isla. As, por ejemplo, de las excavaciones de Sp. Marinatosen Akrotiri, en la isla de Tera, procede un tejuelo que ha sido utilizadopara anotaciones en lineal A de unas partidas de productos agrcolasentre los que pueden distinguirse el trigo. Es un nuevo ejemplo queviene a aadirse a los dos nicos lugares no cretenses, las islas de Miloy Cea, que han aportado tablillas en lineal A y que demuestra elempleo de dicha escritura sobre el terreno. El resto de los ejemplos delineal A no cretenses son inscripciones sobre cermica y puede tratarsede importaciones cretenses en la isla de Citera y en el sur delPeloponeso (Ayios Stfanos).

    En Creta, la mayor parte de la documentacin en lineal A (el 70 %,1.039 documentos) procede de un solo lugar, de las edificacionespalaciegas de Aya Triada, yacimiento situado al oeste de Festo, al pie

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  • de la serie de colinas en las que se encuentra el gran palacio. Otrosarchivos de importancia variable se sitan en Arjanes (7 tablillas), LaCanea (197 documentos), Cnoso (31 inscripciones de las que 5 sontablillas), Malia (6 tablillas), Festo (45 documentos) y Zakro (31tablillas).

    F. Vandenabeele ha establecido recientemente la cronologa de losdocumentos en lineal A, que arranca del Minoico Medio I-II, esto es,del perodo de los primeros palacios, al Minoico Reciente IB, en elque se atestigua el grueso de las inscripciones. Slo una inscripcinhallada en Cnoso (KN Zb 40) puede datarse en el Minoico Reciente II,esto es, en el momento en que los micnicos estn asentados en dicholugar.

    Del total de las inscripciones en lineal A (poco ms de 1.500), casiun centenar son textos incisos sobre vasijas o sobre distintos soportes(metal, piedra, ladrillo, estuco). El resto lo constituye una serie dedocumentos administrativos, escritos sobre arcilla sin cocer, que,segn su formato, se reparten en cuatro categoras: tablillas, ndulos(pequeas pellas de arcilla modelada en forma cnica, piramidal detres caras, almendrada, etc., y que presentan casi todas ellas una ovarias improntas de sello y un canal por el que pasaba una cuerdecillaque las uni en su momento a un documento escrito en papiro opergamino), precintos (plaquitas o capuchones de arcilla con unaimpronta de sello, aplicadas sobre algo que no deba abrirse sinautorizacin: gollete, tapadera, tapn, puerta, que ha dejado su formaimpresa en su parte posterior) y rodelas (discos de arcilla coninscripciones ms o menos extensas y que presentan la particularidadde llevar en su canto un nmero variable de improntas de sellos).

    El sentido de la escritura lineal A es por lo general de izquierda aderecha, aunque hay algunos ejemplos de otro tipo de escrituradenominada bustrofedn (esto es, en el sentido en que traza los surcosel buey, invirtiendo en cada extremo el sentido de la marcha).

    Hoy da se dan las premisas suficientes para poder llegar con xitoa un desciframiento de la lineal A: los textos estn por fin editados conrigor gracias a la monumental edicin de L. Godart y J.-P. Olivier; elrepertorio de signos est bien establecido; y se cuenta con unacantidad suficiente de textos, a pesar del carcter administrativo ycontable de la mayora de los mismos.

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  • Conocemos adems la estructura de la escritura. Escribamosarriba que existen tres tipos bsicos en que se puede manifestar unaescritura; debemos aadir ahora que los sistemas histricos apenaspresentan tipos puros, sino que la mayor parte de las veces sonsistemas mixtos con elementos pertenecientes a cualquiera de los trestipos. En nuestra escritura alfabtica no resulta extrao queempleemos elementos logogrficos como los guarismos 0, 1, 2, etc. Esste un ejemplo sencillo, pero que puede ilustrar perfectamente un tipomixto. De este modo, las escrituras cretenses pertenecen,probablemente sin excepcin, a un tipo de escritura mixto quedenominamos tcnicamente con el nombre de escrituras o sistemaslogo-silbicos y que utilizan a la par signos logogrficos y signossilbicos. Pertenecen tambin a este tipo las escrituras sumeria, proto-elamita, proto-ndica, china, egipcia e hitita.

    As la lineal A presenta un repertorio de signos silbicos (unos 80)y un acervo de signos logogrficos que comprende: cifras (en sistemadecimal e idnticas a las del lineal B: son los numerogramas, consignos para las unidades, las decenas, las centenas y los millares, sinque exista signo para el cero), fracciones (cuyo valor relativo sediscute, aunque su funcin est fuera de toda duda), puntuacin (unpequeo punto o trazo vertical se parador de palabras), ideogramas (omejor logogramas, ya que representan no el objeto o ser vivo dereferencia, sino su denominacin en la lengua; se trata derepresentaciones naturalistas o convencionales).

    A pesar del progreso realizado, la escritura lineal A sigue sin serdescifrada y las teoras propuestas no acaban de sostenerse. CyrusGordon lea en los documentos en lineal A una lengua semtica, enrigor una forma mixta de acadio e ideogramas sumerios. Vl. Georgievy L. R. Palmer defendieron, y S. Davis an lo hace hoy, la hiptesis deuna adscripcin de la lengua minoica a la familia anatlica delindoeuropeo, siendo la teora de Palmer, que la identifica con el luvitaoriental, la ms coherente, si bien los elementos en que se apoyabaeran extremadamente limitados.

    La primera cuestin que se plantea es la de leer la lineal A, ya quese parte de su adaptacin para la notacin de la lengua griega, esto es,de la lineal B. La ausencia de resultados fiables en los distintosdesciframientos ensea que existe mucho subjetivismo a la hora de

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  • decidir la igualdad de formas de signos entre los dos sistemas y entrasladar los valores fonticos de B a A. Es necesario probar, signo porsigno, la existencia de homofona en cada homomorfismo. As untopnimo conocido en la documentacin micnica aparece escritocomo su-ki-ri-ta y la misma secuencia de signos se da en lineal A enun texto de Festo, con lo que parecen asegurados los valores su, ki, ri,ta, para los cuatro signos en cuestin. Posteriormente es preciso seguirel mismo mtodo que Ventris empleara para la lineal B y tratar deintegrar los valores seguros en un casillero, en cuyas casillas vacas sesituarn los signos restantes.

    Con ello se podr llegar a leer la lineal A. Pero leer no es descifrar:es necesario comprender los textos y definir la lengua. Se puede llegaral caso del etrusco, que, a pesar de que se lee con facilidad, sigue sinhaber sido descifrado. Sobre algunas caractersticas de la lenguanotada con la lineal A, la estructura del silabario permite una limitadaserie de deducciones (ver captulo VI).

    La escritura lineal B

    Evans denomin a este sistema lineal B porque reconoci que setrataba de una forma cercana a la escritura anterior, ms reciente,evolucionada y perfeccionada. Sin embargo, las relaciones entre losdos tipos de escritura lineal no estn nada claras y permanecen abiertaslas cuestiones relativas a sus respectivos orgenes. Una forma sencillade zanjar el problema consiste en considerar que la lineal B essimplemente la adaptacin de la lineal A para notar la lengua griega,pero las diferencias existentes, por ejemplo, en el tratamiento de lascantidades fraccionarias (con fracciones en la lineal A, como hemosvisto, pero con un sistema de unidades implicadas en la lineal B, queexpondremos en su momento) son una clara llamada a la precaucin.

    Aclarar los orgenes de la lineal B supone dar respuesta a lascuestiones del lugar y de la fecha de su creacin, y explicar el porqude las diferencias de los dos sistemas de escritura.

    El impulso que llev a la creacin de la lineal B fue el con tactocultural de los micnicos con la civilizacin cretense. En el captulo Ihemos sealado el proceso de minoizacin cultural de los micnicos,proceso en el que hemos de situar la adopcin de la escritura a tenor

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  • de lo que conocemos hoy, con nes exclusivamente contables. Por lotanto, la necesidad de una contabilidad que urgiera la creacin de lalineal B ha de vincularse al incremento de podero econmico y aldesarrollo de la organizacin social y poltica de los asentamientosindoeuropeos en la Grecia continental, lo que, en trminosarqueolgicos, apunta a la poca de las tumbas de pozo de Micenas, esdecir, al Heldico Reciente I (ca. 1600 a. C.). De este modo, lacreacin de la lineal B debe ser posterior al comienzo del siglo XVI a.C.

    El lugar de la creacin de la lineal B ha sido muy discutido y lasposiciones se centran en dos visiones contrapuestas: la lineal B habrasido creada en el continente y llevada despus a Creta, en un viaje deida y vuelta, o habra sido adaptada de la lineal A en Creta y exportadadespus al continente. Los mismos argumentos pueden sostener una uotra interpretacin, pero lo que s parece claro es que existe unaextraordinaria unidad paleogrca entre todos los documentoscontinentales, impresin reforzada por los ms recientes hallazgos deTebas, que sugiere un lugar de origen nico desde donde se difundierala escritura, aunque son posibles varios modelos para explicar estehecho. J.-P. Olivier piensa en un barrio micnico, una misincomercial micnica vecina de Cnoso, desde donde se difundiera laescritura a todos los corresponsales en el continente. Sin embargo,se explicaran mal las modificaciones introducidas en la lineal A en uncontexto de utilizacin generalizada de este sistema.

    En efecto, las transformaciones del lineal A que dieron lugar allineal B son numerosas y sustanciales. Afectan al propio silabario,pues, a pesar de que ambos silabarios poseen aproximadamente elmismo nmero de signos, unos veinte signos son de nueva factura enla lineal B, por no referirnos a las diferencias de trazo entre losmismos signos en ambos sistemas. Por otro lado, nada nos garantizaque los valores consonnticos y, en menor medida, los voclicos de losdos silabarios sean idnticos.

    La lineal B ha prescindido de dos instrumentos grcosenormemente utilizados en la lineal A, los signos de transaccin y losnexos (uniones de varios signos entendidas como una sola entidad); delos ltimos quedan apenas unas reliquias. Y aunque los numerogramasperviven con ligeras modicaciones en la lineal B, se advierte un

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  • cambio radical en el sistema de fracciones (un sistema de fraccionesalcuotas susceptibles de combinacin en fracciones complejas del tipoegipcio) de la lineal A, ya que como dijimos, la lineal B utiliza unsistema de submltiplos, que trataremos en detalle en el captulo V.

    Cualesquiera que sean las respuestas a todas estas interrogantes, esevidente que la escritura lineal B, tal como se nos atestigua, constituyeun sistema maduro y coherente de comunicacin administrativa, queser descrito convenientemente en captulos sucesivos.

    Las escrituras chiprominoicas

    Idnticos problemas presenta la relacin de la lineal A con lasescrituras minoicas que, ya desde el siglo XVI a. C., se ates tiguan enla isla de Chipre y de las que, en ltima instancia, se deriva el silabariochipriota clsico, que se emplear en la isla para la notacin del griegohasta la poca de Alejandro Magno. De la poca ms tempranaprocede un fragmento de tablilla de arcilla con tres lneas de escrituraseparadas por unas pautas. Del mismo yacimiento, Enkomi, pero depoca posterior, siglos XIII XII a. C., procede una serie de fragmentosde tablillas de arcilla de aspecto y factura similar a las orientales,aunque la evolucin de los signos debe ser un desarrollo autctonocondicionado por el empleo del barro como material escriptorio y nouna influencia del vecino cuneiforme. Un sistema grfico algo distintoparece haberse empleado para escribir en otros soportes y el anlisisdetallado de Emilia Masson parece indicar que ambos sistemas puedenencubrir dos lenguas distintas.

    Con la colonizacin griega de la isla, que comienza hacia el sigloXII a. C., especialmente en su parte meridional, en la regin de Pafo,se establece en la isla un silabario en el que pueden haberse fundidolas dos tradiciones escriptorias, la chipro minoica y la del lineal B.Este silabario chipriota seguir en uso por espacio de un milenio. Debeinsistirse en este hecho, ya que tiene incidencia en la aceptacin de lalineal B como notacin del griego. Los chipriotas de la poca arcaica yclsica siguieron empleando para notar su dialecto griego su escrituraverncula, con los inconvenientes que tiene un silabario para lanotacin de una lengua como la griega, cuando desde el siglo IX a. C.se dispona ya del magnco instrumento que es el alfabeto.

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  • El silabario chipriota clsico, descifrado desde 1871 gracias aGeorge Smith, presenta la misma estructura que el silabario micnico.Cada signo representa o bien una vocal o bien la combinacin de unaconsonante con una vocal. Distingue cinco timbres voclicos, pero nola oposicin vocal larga/vocal breve, diferenciaba la serie r- de la l-,no notaba las oposiciones entre oclusivas sordas, sonoras y aspiradas,pero s las consonantes en posicin nal de palabra. Aunque laidenticacin de signos de la lineal B por su semejanza con signos desilabario chipriota se ha revelado muy insegura, el conocimiento decmo funcionaba un silabario para la notacin del griego fue deutilidad innegable en el desciframiento de la lineal B.

    BIBLIOGRAFA COMENTADA

    La vinculacin de A. J. EVANS y Cnoso ha sido descrita recientemente porla publicacin Arthur Evans and the Palace of Minos de A. BROWN, Oxford,Ashmolean Museum, 1986. Una aproximacin general a las escrituras egeas lahallar el lector en el reciente librito de J. CHADWICK, Linear B and RelatedScripts en la coleccin Reading the Past. London. British MuseumPublications, 1987. Para la escritura jeroglca cretense se consultarn losartculos de J.-P. OLIVIER La scrittura geroglica cretese, en La parola delpassato 166, 1976, pp. 17-23; The Possible Methods in Deciphering thePictographic Cretan Script, en Problems in Decipherment, edd. Y. DUHOUX,TH. G. PALAIMA, J. BENNET, Louvain la-Neuve, Peeters, 1989, pp. 39-58, y elcaptulo correspondiente del libro Les civilisations gennes citado en labibliografa selecta. Una edicin fiable del disco de Festo es la fotogrfica deJ.-P. OLIVIER, Le disque de Phaistos. dition photographique, cole FranaisedAthenes, 1975. Para la escritura lineal A, vase L. GODART, La scritturalineare A, en el nmero citado de La parola del passato, pp. 30-47, y Y.DUHOUX, Le linaire A: problmes de dchifrement, en el libro Problems inDecipherment citado, pp. 59-120. La cronologa de este sistema grfico estestablecida en F. VANDENABEELE, La chronologie des documents en linaireA, Bulletin de correspondence hellnique 109, 1985, pp. 3-20. Para lasrodelas minoicas vase el artculo de E. HALLAGER, The Use of Seals on theMinoan Roundel, en Fragen und Probleme der bronzezeitlichen gischenGlyptik, Berlin, 1989, pp. 54-78. Los textos en lineal A estn editadosmagnficamente en L. GODART, J.-P. OLIVIER, Recueil des inscriptions enlinaire A, Paris 1976-1985 (5 volmenes). Para la escritura lineal B y losproblemas de su origen vanse los artculos de A. SACCONI, La scritturalineare B, en el volumen mencionado de La parola del passato, pp. 48-65, yJ.-P. OLIVIER, Lorigine de lcriture linaire B, en Studi micenei ed egeo-

    Los griegos micnicos 33

  • anatolici 20, 1979, pp. 43-52, y el suplemento 8 de Minos, J. T. HOOKER, TheOrigin of the Linear B Script, Salamanca, 1979. Para las escrituraschiprominoicas, vase el ltimo estado de la cuestin en TH. G. PALAIMA,Cypro-Minoan Scripts: Problems of Historical Context, en Problems inDecipherment, pp. 121-188. Para el silabario chipriota clsico seguir siendoesencial O. MASSON, Les inscriptions chypriotes syllabiques Pars, 1983(reimpresin aumentada). Su origen, en J. CHADWICK, The Minoan Origin ofthe Classical Cyprot Script, Proceedings of the International ArchaeologicalSymposium The Relations Between Cyprus and Crete, ca. 2000-500 a.C.,Nicosia, 1979, pp. 139-143.

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  • Captulo IIILOS HALLAZGOS DE TEXTOS EN LINEAL B

    Cnoso

    COMO hemos sealado en el captulo anterior, Arthur Evans, alos siete das de haber comenzado sus excavaciones en Kefalahall entre las ruinas del complejo palaciego de Cnoso laprimera tablilla en lineal B, una especie de barra de arcilla alargada,de forma ms bien como un cincel de piedra o bronce, aunque roto enun extremo, con escritura encima y lo que parecen ser cifras. Hoypodemos leer este documento con facilidad y ver que se trata delasiento de un equipo de trabajo integrado por cinco mujeres, seismuchachas y dos muchachos. Ignoramos, sin embargo, su localizacinen la geografa insular o su oficio concreto, ya que no se nos conservael extremo izquierdo del documento (Ai 338), donde estara anotadouna de esas dos especificaciones. La labor principal de recuperacinde los restos de Cnoso fue llevada a cabo en seis campaas, de 1900 a1905, y sus resultados fueron publicndose anualmente de formaprovisional en el Annual of the British School at Athens (ABSA 6-11).En aos posteriores se realizaron nuevas excavaciones y sondeos, deforma ininterrumpida hasta que la primera guerra mundial impuso unlapso de inactividad de nueve aos. En 1922 Evans y su ayudanteMackenzie reanudaron la exploracin en la zona del palacio, consondeos y desescombros, hasta 1930, ao que marca el final de lostrabajos a gran escala en Cnoso.Desde el primer momento la gran incgnita de la fecha de la

    destruccin del gran palacio de Cnoso atrajo la atencin de losestudiosos. Ya tras la primera campaa, Evans se crey autorizado adatar los restos y, por lo tanto, los archivos de tablillas asociados aellos. Basndose en la presencia de tejuelos cermicos del denominado

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  • estilo palaciego, la destruccin del palacio y de sus archivos fueasignada a la fase del Minoico Reciente II, aproximadamente en tornoal 1425 a. C. Los indicios de ocupacin humana, de fecha claramenteposterior a la destruccin mencionada, fueron atribuidos por Evans aunos supuestos intrusos (squatters). Esta datacin de Evans fueconsagrada por el prestigio del arquelogo ingls y convertida endogma, hasta ser sacudida por dos hallazgos posterioresfundamentales: el descubrimiento del yacimiento palaciego de EpanoEnglians, cerca de Pilo, en Mesenia, del que nos ocuparemos msadelante, y el desciframiento de la lineal B por M. Ventris, que serobjeto de nuestra atencin en el captulo V.Como veremos, las excavaciones norteamericanas en Pilo

    sacaron tambin a la luz conjuntos de tablillas en lineal B en contextosarqueolgicos que claramente permitan una datacin ms tarda, acomienzos de la fase del Minoico Reciente III C, esto es, hacia 1190 a.C. La similitud de los documentos hallados en Pilo con losencontrados por Evans en Cnoso vena a incidir en una enconadapolmica entre los dos grandes arquelogos ingle ses de la Edad delBronce en el Egeo, el excavador de Micenas, A. J. B. Wace, y elpropio Evans, polmica en la que el primero se atrevi a poner encuestin el panorama trazado por Evans de una minoizacin de losyacimientos micnicos del continente, sosteniendo justamente la teoracontraria. Posteriormente, con el desciframiento, la presencia degriegos micnicos en el palacio de Cnoso quedaba asegurada y no escasualidad que la publicacin bsica de Ventris y Chadwick, losDocuments in Mycenaean Greek (1956), fuera prologada por el propioWace. En 1958, C. W. Blegen sugiri que las tablillas micnicas dePilo y Cnoso no podan ser otra cosa que productos ms o menoscontemporneos de una sociedad homognea, proponiendo que elincendio que destruy Cnoso en su ltima fase, en el perodo delHeldico Reciente III B, fue el responsable de la coccin ypreservacin de los archivos de tablillas.En los aos finales de la dcada de los cincuenta ya no eran

    slo los criterios arqueolgicos los que permitan cuestionar ladatacin de Evans: las tablillas podan leerse y sus textos podan serexaminados a la luz de la lingstica y, desde esta ptica, resultabadifcil de admitir un lapso de ms de dos siglos que separara unos

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  • textos tan afines como los de Pilo y Cnoso. Aunque un sistema grficoes por definicin conservador y evoluciona a un ritmo mucho mslento que la lengua que lo utiliza, el recurso al conservadurismogrfico para explicar la ausencia de diferencias entre documentos dedos estados de lengua separados por ms de doscientos aos (y,debemos sealarlo tambin, una navegacin de ms de tres das conlos medios de la poca por un mar difcil) no era de recibo. De estemodo, en el verano de 1960, el catedrtico de Lingstica Comparadade la Universidad de Oxford, el distinguido micenlogo profesorLeonard R. Palmer, public en The Observer un artculo con el quepretenda echar por tierra todo el sistema de datacin de Evans,partiendo precisamente de la apreciacin de Blegen y de la propiasimilitud de los textos de ambos palacios. Para ello, revis ladocumentacin primaria concerniente a la excavacin de Kefala, losdiarios de excavaciones llevados por el propio Evans y los de suayudante Duncan Mackenzie, depositados en el Ashmolean Museumde Oxford. En ellos poda apreciarse una serie de discrepancias entres y respecto a la publicacin final de las excavaciones, el imponenteThe Palace of Minos. La conclusin de Palmer era que Evans habacometido un desliz de doscientos aos y que los restos de destruccinque nos proporcionan las tablillas pertenecen a los aos finales delperodo Minoico Reciente III B, esto es, en torno al 1200 a. C. Lapolmica estaba servida. Se cruzaron acusaciones de mala fe, se hablde fraude y hubo descalificaciones. El fillogo Palmer demostrsaberse defender y sostener su posicin con armas arqueolgicas, yqued patente la necesidad de rehacer la excavacin de Evans.Desgraciadamente una excavacin es un hecho irrepetible, ya

    que su realizacin supone la destruccin de los testimonios in situ, demodo que volver a excavar Cnoso slo es posible en el plano terico,mediante la revisin de todas las notas escritas acumuladas, lossucesivos planos y levantamientos, las fotografas de la poca, loscajones de material arqueolgico del Museo Estratigrfico de Cnoso,etc., y, si es posible, algn sondeo que aclare determinada cuestin.En los aos sesenta se publicaron dos estudios importantes. El trabajo del epigrafista Jean-Pierre Olivier sobre los escribas

    y la organizacin burocrtica del palacio de Cnoso, al que habremosde referirnos repetidamente y en especial en el captulo IV, demostr

    Los griegos micnicos 37

  • que exista una comunidad de escribas entre los distintos depsitos detablillas de las diferentes reas del palacio y que, por lo tanto, lamayora de la documentacin perteneca a una sola destruccin.Estudiando los diarios y los cajones de material arqueolgico referidosarriba, el arquelogo britnico M. Popham rebaj la datacin de ladestruccin del palacio hasta 1375 a. C. La nueva datacin, aunquedurante algn tiempo cont con algn apoyo, no fue aceptada desde elprincipio por Palmer, quien sigui en su empeo por demostrar lacontemporaneidad de las tablillas de Pilo y de Cnoso. En 1977 elarquelogo dans E. Hallager terci en la polmica aportandotestimonios incontrovertibles de una importante ocupacin del palacioen el perodo Minoico Reciente III B, concluida por un nivel dedestruccin ocasionada por el fuego. Esta posicin recibi prontoulteriores apoyos, aunque vuelven a orse voces que tratan de acercarlas fechas extremas y sugieren una datacin intermedia (MinoicoReciente III A2, ca. 1300 a. C.), con lo que esta polmica de treintaaos sigue hoy tan viva como en sus primeros momentos.Sin embargo, dos hechos recientes, producidos los dos en 1989,

    van a tener probablemente una gran incidencia para zanjar la cuestin.El primero de ellos fue el hallazgo de un fragmento de tablilla enlineal B, en el verano de dicho ao, en las excavaciones sueco-griegasde la plaza de Santa Catalina en La Canea, Creta. El fragmento encuestin contiene nicamente una representacin pictrica de unarueda, a la que siguen un signo que significa par y la cifra 10, estmuy bien cocido y es algo ms grueso que sus semejantes de Cnoso.Fue encontrado en un vertido, esto es, fuera de su contexto originario,pero no ha podido llegar hasta all desde muy lejos y es de esperar queen futuras campaas puedan recuperarse los archivos del palaciomicnico de La Canea y conocerse su contexto arqueolgico, lo quepermitir una datacin segura. Ello ayudar a establecerdefinitivamente la fecha de la destruccin del ltimo palacio micnicode Cnoso, ya que el especimen inscrito de La Canea es tan similar alos hallados en el arsenal de Cnoso, que podra pasar por uno de ellossi no se supiera su verdadera procedencia y no tuviera un agradablecolor rojizo que denuncia una oxigenacin mayor que la que se di enla cochura de las tablillas del arsenal de Cnoso, de coloracin gris ynegra.

    38 Martn S. Ruiprez - Jos L. Melena

  • El segundo de los acontecimientos con incidencia en la datacin deCnoso fue una tesis doctoral defendida en Lovaina en la primavera de1989. Su autor, el joven micenlogo belga Jan Driessen, abord laespinosa cuestin de un conjunto de tablillas micnicas, las primerasexhumadas por Evans en la dependencia que denomin la estancia delas tablillas de carros (The Room of the Chariot Tablets), a cuyosresultados paleogrficos nos referiremos en el captulo IV. En laprimera parte de su trabajo, Driessen aborda el estudio de todo elmaterial existente y conservado referente al rea objeto de su inters yzonas aledaas, llegando a establecer una secuencia de tres niveles dedestruccin asociados a hallazgos de tablillas:i) el contexto arqueolgico de la estancia de las tablillas de

    carros pertenece a la fase de Minoico Reciente I-II, ms bien alperodo transitorio del MR II al III (ca. 1425-1385 a. C.). Por lo tanto,las tablillas de esta dependencia constituiran el depsito ms antiguode documentos.ii) con posterioridad a esta destruccin, se produjo otra que

    afect al depsito de tablillas de la estancia de las basas decolumnas (The Room of the Column Bases), todas ellas registros deaceite, a las que nos referiremos luego.iii) por ltimo tenemos la destruccin final que preserva el resto delos archivos y cuya datacin constituye la mdula de la polmica(entre MR III A2 y MR III B), en la que el estudioso belga nointerviene.Esta diferencia cronolgica entre tres depsitos de tablillas en

    Cnoso nos abre nuevas perspectivas interesantes, ya que, a pesar de loescueto de la informacin transmitida, pertenecen en rigor a tresestados de lengua sucesivos, pero estas cuestiones sern tratadas deuna forma ms conveniente en el captulo VI.En lo que llevamos visto hemos estado haciendo continuas

    referencias a los incendios que destruyeron los palacios micnicos yque incidentalmente cocieron las tablillas. A diferencia de sus vecinosorientales, los micnicos no cocan sus documentos de arcilla, sino quesimplemente los dejaban secar y endurecerse al aire y al sol hasta queadquiran la consistencia necesaria para preservar la integridad de laanotacin. La razn es evidente: para las civilizaciones del OrientePrximo y Medio las tablillas de arcilla constituan el material

    Los griegos micnicos 39

  • escriptorio por excelencia, abundante, ubicuo y barato, fcil demanejar y de conservar, ya que, una vez cocido, garantiza unasupervivencia mayor que la ofrecida por cualquier otro materialblando, pasto fcil de los efectos del tiempo, de los accidentes y de losroedores. As, los archivos de tablillas cuneiformes, por ejemplo,abarcan todos los campos de la produccin humana, desde las cartasdiplomticas y los asientos administrativos hasta los tratados demedicina, los lxicos y las obras literarias.Para los micnicos, por el contrario, las tablillas de barro eran

    simples borradores de carcter y vigencia anual, empleadosnicamente en anotaciones cotidianas de tipo econmico-administrativo. Si los griegos micnicos utilizaron la escritura paraotros fines que los puramente contables, los documentos en cuestindebieron de estar escritos sobre materiales orgnicos perecederos(pergamino o papiro), ya que no han llegado hasta nosotros. Encualquier caso, suponemos que la preciosa informacin asentada en lastablillas se trasladaba al final del ao fiscal a libros mayores depergamino o papiro y las tablillas podan desecharse nuevamentearrojndolas a un recipiente con agua, que permita utilizar la arcillapara nuevas anotaciones. La presencia en los documentos micnicosde menciones del tipo en este ao, el ao pasado carecera desentido si no se eliminaban (o reconvertan) al final del ao.Los incendios que destruyeron de una forma generalizada los

    centros administrativos micnicos supusieron la prdida de lossupuestos asientos duraderos al quemarse los libros, pero con lacoccin accidental de los borradores nos han preservado estadocumentacin parcial con la que podemos vislumbrar la economa yla sociedad micnica. La coccin accidental hace que el color de unatablilla o de un fragmento de tablilla dependa del grado deoxigenacin en cada caso y resulta frecuente ver fragmentos queforman parte de una misma tablilla y que sin embargo presentan uncolor muy distinto, sin que quepa duda de que se trata del mismodocumento. Si a esto unimos que, en la mayor parte de los casos, losdepsitos de tablillas no se encontraban en los bajos, sino en el primerpiso, comprenderemos perfectamente que el colapso de los suelos y lacada produjeran frecuentes roturas de documentos en un buen nmerode fragmentos, diseminndose stos por el suelo y cocindose cada

    40 Martn S. Ruiprez - Jos L. Melena

  • cual en sus propias circunstancias. Esto explica por qu fragmentos deuna misma tablilla pueden presentar un color y un estado distintosentre s. Explica tambin que otros fragmentos, mal cocidos ototalmente quemados, se hayan perdido para siempre. El propio Evansnarra el efecto que una noche de temporal tuvo sobre unas cuantastablillas mal cocidas de la estancia de las tablillas de carros: el aguase col por la techumbre de la vieja casa turca que utilizaban comoalmacn y al da siguiente los documentos haban quedado reducidos asimples pellas de barro.Puede entenderse as que una de las principales tareas de quien

    intentara editar los textos de Cnoso era la de reconstruir las propiastablillas a partir de los fragmentos desenterrados: haba que ir casando,pues, las piezas de un gigantesco rompecabezas y no en las mejorescondiciones. El propio Evans hizo parte de esta labor, pero la mayorparte qued sin hacer. Si se conociera la procedencia exacta de cadafragmento, esta penosa tarea sera ms fcil, pero Evans slo anotabala procedencia de los fragmentos de mayor entidad, unos 1.500 de untotal que puede cifrarse en 9.000, y aun regal alguno que otrofragmento a visitantes espordicos, fragmentos que estn hoy enmuseos y Universidades britnicas (sin contar con los especmenesque Evans fue autorizado a llevarse consigo y que hoy estn en elAshmolean Museum de Oxford, en el British Museum de Londres yen el Fitzwilliam de Cambridge).A partir de 1950, con la reapertura del museo de Iraklio en

    Creta, donde se conserva la coleccin de tablillas de Cnoso, fueposible trabajar sobre el material y proceder desde dicho momento a latarea de recomponer los documentos, tarea comenzada por Emmett L.Bennett ya en 1950 y que contina an hoy. Los nombres de MichaelVentris, de John Chadwick, de John T. Killen, de Louis Godart y,sobre todo, de Jean-Pierre Olivier constituyen la parte ms brillante dela nmina de epigrafistas que ha dedicado su esfuerzo a tal fin.Cuarenta aos de trabajos han cambiado totalmente el estado de ladocumentacin, en este gigantesco rompecabezas de unas 10.000piezas, del que seguramente el azar ha eliminado unas 3.000 parasiempre. Sin embargo, existe la sorpresa, y, en varias ocasiones,hallazgos fortuitos de pequeos lotes de fragmentos han idoincrementando las existencias y las uniones de fragmentos, todo ello

    Los griegos micnicos 41

  • ayudados por la importante contribucin de J.-P. Olivier con laidentificacin de las distintas manos de escribas.En una emocionante recapitulacin de sus treinta aos de

    vinculacin con Creta, el renombrado arquologo griego YanisSakelarakis afirma que si alguna vez narro mi vida arqueolgica, suttulo ser Mi buena suerte cretense. Sakelarakis piensa en susexcavaciones en la gruta del Ida, en la recuperacin de un palacio msen la Creta central (Arjanes), en los hallazgos de Sminzos. Para losmicenlogos, la fortuna cretense fue su sentido de la taxonomamusestica. En efecto, en su servicio como director del museo deIraklio, decidi en un momento dado poner orden en la reservacientfica del Museo, un conjunto de dependencias del primer pisodonde, precisamente, se custodia el grueso de la coleccin de tablillasde Cnoso. En esta tarea aparecieron en 1984 ocho cajas de madera confragmentos de tablillas en lineal B de cuya existencia no se tenanoticia y que representaban con toda probabilidad los vertidos delcernido de la tierra que rodeaba a determinados depsitos de tablillas,despus de haber levantado stas del suelo. Evans hace referencia envarios lugares a esta prctica de pasar por el cedazo la tierra donde encontraba tablillas, pero fue necesaria la intervencin de la fortunacretense de Yanis Sakelarakis para que estos fragmentos fueranaccesibles a los epigrafistas de la lineal B, a los pinaclogos.De 1984 a 1986 J. T. Killen, L. Godart, K. Kpaka, J.-P.

    Olivier y otros colaboradores espordicos han ido uniendo estosfragmentos nuevos, numerosos (unos 4.000), aunque de distintaentidad y condicin, entre s y a los fragmentos conocidos conanterioridad. La labor sigue: aparte de las uniones, se han recuperadoun millar de nuevos fragmentos y en septiembre de 1989 una nuevaedicin de las tablillas de Cnoso (la quinta en su serie) vea la luz enSalamanca. En la actualidad J. L. Melena trabaja con los nuevosfragmentos sin editar, procediendo a su limpieza, reconstitucin yunin a los fragmentos ya editados. Las perspectivas para lograr laintegracin del nuevo hallazgo en el material conocido sonesperanzadoras.

    Pilo

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  • Al final de la dcada de 1930, la reexcavacin del montculo deTroya, llevada a cabo con criterios ms cientficos que los utilizadospor H. Schliemann, haba ya concluido y su director, el arquelogonorteamericano Carl W. Blegen, buscaba nuevos yacimientos para suexcavacin, con la atencin puesta en la localizacin de la terceraunidad importante de la pica homrica: Schliemann haba sacado a laluz la propia Troya, Micenas (y Tirinte); haba tentado incluso lasuerte en Cnoso. Siguiendo las huellas del precursor alemn, Blegenpas desde Troya a buscar la Pilo de Nstor.La tarea no era nada fcil. Segn un dicho griego, hay una Pilo

    antes de otra Pilo y an huy otra Pilo ms. La localizacin de la Pilohomrica fue en la Antigedad cuestin largamente de batida, dada lainformacin geogrfica proporcionada por los poemas homricos,tanto en el Catlogo de las Naves de la llada, como en el relato de lashazaas juveniles de Nstor o las deducciones a partir de los viajes portierra de Telmaco desde Pilo a la Esparta de Menelao, en la Odisea.Las observaciones de un arquelogo aficionado griego, J.

    Jristpulos, y su propio instinto condujeron a Blegen a un olivar en lacumbre de Epano Englians, vecino de dos tumbas circularesmicnicas, donde afloraban unos restos rpidamente identificadoscomo ruinas de la Edad del Bronce, de piedra y adobe endurecido porun enorme incendio. Con el patrocinio de la Universidad deCincinnati, Blegen organiz la excavacin; el 4 de abril de 1939comenzaron los sondeos... y el primero de ellos fue a dar con elarchivo principal de un palacio enterrado, donde se recuperaroncientos de tablillas de arcilla similares a las halladas por Evans enCnoso. La Pilo de Nstor haba sido localizada. Las labores de excavacin y de recuperacin del material

    epigrfico fueron interrumpidas por la segunda guerra mundial.Apenas tuvo tiempo Blegen de depositar las tablillas recupera das,unas 600, en los stanos del Banco de Grecia en Atenas, y llevarse susfotografas a los Estados Unidos. Concluida la contienda, Blegenconfi a su alumno el profesor Emmett L. Bennett la publicacin delos documentos y en 1951 vea la luz la modlica edicin de The PylosTablets. En 1952 se reanudaron las excavaciones y en 1955 seencontr un grupo de documentos relativos a envos de aceite,publicados con ejemplar rapidez por el propio Bennett en Salamanca,

    Los griegos micnicos 43

  • dentro de los suplementos de la revista Minos. Las campaascontinuaron de 1957 a 1964, incrementndose cada ao el nmero dedocumentos, hasta alcanzar la cifra de 1.112 actual. El trabajo sobrelos mismos se realiza gracias a una edicin en transliteracin y seespera la publicacin del corpus completo, con fotografas y dibujosfacsmiles, en un futuro prximo.Al igual que ocurre con las tablillas de Cnoso, las de Pilo tam

    bin estaban fragmentadas, pero la ejemplar excavacin dirigida porBlegen y sus diarios permiten precisar al centmetro el lugar deaparicin de cada fragmento, de modo que la reconstitucin de laspiezas se llev a cabo principalmente por el equipo que las recuper.Queda, sin embargo, en los cajones del Museo Nacional de Atenasaproximadamente un millar de pequeos fragmentos sin editar, queesperan el tratamiento correspondiente que permita unirlos a lasgrandes piezas ya conocidas.

    Micenas

    Las excavaciones britnicas de Micenas, bajo la direccin de A.J. B. Wace, descubrieron a partir de 1950 unos reducidos depsitos detablillas en lineal B, asociados por lo general a edificios singulares: laCasa de los Escudos, la Casa del Aceitero y la Casa de lasEsfinges.En la Casa del Aceitero haba un almacn lleno de tinajas y,

    en el corredor de acceso, una serie de treinta grandes jarras de estribo,cuyos golletes se encontraban an sellados con tapones de arcillaimpresos con sellos. De los rastros oleosos de estas jarras Wacededujo que haban contenido aceite, lo que se confirm en 1952,cuando se encontraron 38 tablillas micnicas, alguna de las cualescontena anotaciones de aceite.La Casa de los Escudos y la Casa de las Esfinges,

    llamadas as por la decoracin aplicada de marfil encontrada en ellas,proporcionaron en 1953 y 1954 diez tablillas ms y un grupo de sietendulos.En 1958 N. M. Verdels despejaba una construccin al oeste de

    las tres casas mencionadas, la Casa Occidental, un ndulo y quincetablillas, la mayor parte de ellas muy fragmentarias, de las que en una

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  • visita reciente al Museo de Nafpli, donde se custodian, an hemospodido reconstruir una a partir de dos fragmentos.Todos estos lugares se sitan en un rea fuera del recinto

    amurallado de la acrpolis de Micenas, por lo que en tiempos se pensque se trataba de construcciones pertenecientes a particulares, quieneshacan uso de las escrituras para llevar cuenta de sus transaccionesprivadas. Sin embargo, hoy sabemos que no son otra cosa quedepsitos de tablillas en dependencias palaciegas externas al propiocentro administrativo. Este debi de haber estado situado en algunaparte de la acrpolis, donde se han hallado al menos ocho fragmentosde tablillas en la denominada Casa de la Ciudadela, adems de unnuevo fragmento exhumado por G. Mylons.

    Tebas

    La legendaria Tebas de las siete puertas haba sido excavada en1921 por el arquologo griego Kerampulos, quien haba desvelado unedificio palaciego de la Edad del Bronce, que l de nominKadmeion y en el que se encontraron un buen nmero de jarras deestribo, algunas de ellas con inscripciones en lineal B pintadas sobresus panzas. El hallazgo haca presentir la presencia de un archivo dedocumentos de barro, pero su descubrimiento se hizo esperar hasta1964, gracias a excavaciones del Servicio Arqueolgico Griegodirigidas por N. Platon y E. Tulupa, cuando se localiz un pequeodepsito de 21 fragmentos de tablillas pertenecientes todos ellos a unmismo tipo de documento. En 1970, en una excavacin de rescate, Th.Spirpulos sac a la luz otro grupo de 17 tablillas, todas ellasreferentes a partidas de lana, que fueron publicadas por J. Chadwicken 1975, junto con un par de piezas pertenecientes al conjunto anterior. Finalmente, en 1982, otra excavacin de rescate, dirigida estavez por J. Piters, exhum 60 ndulos de arcilla, de los que 56presentaban epgrafes en lineal B.Los tres conjuntos aludidos constituyen meros depsitos de

    tablillas asociados respectivamente a un taller o forja, un lavadero delanas o una tintorera, y una oficina de registro de entradas y salidas.El grueso de la documentacin tebana, el archivo central del palacio,espera en el centro del casco viejo de la villa a que un programa de

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  • expropiaciones y excavaciones permita su localizacin y recuperacin.

    Tirinte

    En los ltimos veinticinco aos el nmero de inscripcionesmicnicas de Tirinte se ha ido incrementando paulatinamente hastaofrecernos el mismo panorama que cualquier otro archivo en lineal B,slo que en una escala mucho menor y con un carcter muyfragmentario. El descubrimiento de mayor entidad lo constituyeron 18fragmentos de tablillas recuperados por las excavaciones alemanas deK. Kilian en la ciudad inferior, en 1981. Las circunstancias de suhallazgo, en un pozo de vertidos tras la nivelacin del archivo enpocas posteriores, hacen que no se abrigue esperanza alguna derecuperar ms material.

    Las inscripciones sobre cermica

    Al hablar de la Casa del Aceitero de Micenas,mencionbamos el hallazgo de una serie de jarras de estribo. La jarrade estribo constituye sin lugar a dudas una de las formas cermicasms caractersticas de la poca micnica y su distribucin por lacuenca de Mediterrneo denuncia claramente la existencia de uncomercio de productos manufacturados lquidos micnicos, para losque este tipo de vasija era el recipiente caracterstico. Ya volveremossobre las actividades comerciales de las gentes micnicas en elcaptulo oportuno. Los especmenes recuperados de jarras de estribo,completas o fragmentarias, son legin, pero lo que nos interesa sealaren este momento es que una mnima parte de estos recipientes presentabreves epgrafes pintados sobre su superficie antes de su cochura. Deforma general, estas inscripciones sobre cermica muestrantopnimos, antropnimos y algn que otro adjetivo, y, dado que hansido realizadas en origen, se supone que ejercen el papel de nuestrasmarcas registradas o de nuestras ms modernas denominaciones deorigen. La mayor parte proceden de la coleccin de jarras tebanasrecuperadas por Kerampulos en 1921, datables en el MR III B; otronutrido grupo de fragmentos procede de Tirinte, de las excavacionesalemanas de 1909-1910, y son de la misma fecha, como tambin lo

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  • son los especmenes de Cnoso, Mamelucas, Micenas y, muyprobablemente, La Canea. El anlisis paleogrfico y la presencia detopnimos cretenses en las inscripciones cermicas denunciaba paralas jarras de estribo un origen cretense y, ms precisamente, de la parteoccidental de Creta (regin de La Canea). Los anlisis arqueomtricosde muestras de arcilla de las jarras en cuestin, realizados hace diezaos en el Laboratorio Ficht de la Escuela Britnica de Atenas, hancorroborado que el centro de difusin de estas vasijas era la Cretaoccidental (La Canea).

    BIBLIOGRAFA COMENTADA

    La ltima revisin de las excavaciones de Evans en Cnoso y el hallazgo delas tablillas podr hallarse en J. DRIESSEN, An Early Destruction in theMycenaean Palace at Knossos, Acta Archaeologica Lovaniensia,Monographiae 2, Leeuven, 1990; una visin general del recinto arqueolgicopuede obtenerse con S. HOOD, D. SMYTH, Archaeological Survey of theKnossos Area, The British School at Athens, SUPP. Vol. 14, 1981, y S.HOOD, W. TAYLOR, The Bronze Age Palace at Knossos. Plan and Sections,The British School at Athens, SUPP. Vol. 13, 1981. Para Pilo, la publicacinbsica sigue siendo la del excavador C. W. BLEGEN, M. RAWSON, ThePalace of Nestor at Pylos in Western Messenia, Princeton, 1966. ParaMicenas, E. L. BENNETT, jr., The Mycenae Tablets II, vol. 48:1 de lasTransactions of the American Philosophical Society, Philadelphia, 1958, y J.CHADWICK, The Mycenae Tablets III, vol. 52 de las mismas Transactions,Phi ladel~hia, 1962. Para Tebas, TH. SPYROPOULOS, J. CHADWICK, TheThebes Tablets II, Suplemento n 4 de Minos, Salamanca, 1975, y CH.PITEROS, J.-P. OLIVIER, J. L. MELENA, Les inscriptions en Linaire Bdes nodules de Thbes (1982), Bulletin de correspondence hellnique 114:1,1990. Para Tirinte, L. GODART, J. T. KILLEN, J.-P. OLIVIER, EighteenMore Fragments of Linear B Tablets from Tiryns. Ausgrabungen in Tiryns1981, Archologischer Anzeiger 1983, pp. 413-426. Para las inscripcionessobre cermica, H. W. CATLING, J. F. CHERRY, R. E. JONES, J. T.KILLEN, The Linear B Inscribed Stirrup Jars and West Crete, Annual of theBritish School at Athens 75, 1980, pp. 49-113.

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  • Captulo IVLOS ARCHIVOS DE TABLILLAS EN LINEAL B

    Lo que llamamos palacios micnicos, independientemente de sucarcter ms o menos suntuario, ms o menos representativo,constituye un conjunto de dependencias articuladas en torno deuna unidad de poder (reflejada en la existencia de salones de trono),sostenida en la acumulacin de riquezas excedentarias (reflejada en laexistencia de almacenes) y en la produccin de elementossuntuarios y armamento (reflejada en la existencia de talleres yarsenales). Estas dependencias se revelan como elementosintegrantes de una organizacin palaciega merced a la presencia en lasmismas de los restos administrativos que constituyen los documentosen lineal B.

    La existencia de dichos restos es puramente accidental, pero susola presencia indica que el lugar de su hallazgo pertenece a unconjunto palaciego, en otras palabras, es una dependencia de laadministracin del palacio, por alejada que est del ncleo suntuariodel mismo y por humildes que sean los restos arqueolgicosexhumados.

    Ya sealbamos en el captulo anterior que los documentos enlineal B recuperados constituyen una mnima parte de ladocumentacin escrita de los palacios micnicos y probablemente nola de mayor importancia. Sin embargo, el carcter de los diversoslugares que concentran esta informacin admite una divisin en dostipos de conjuntos: aqullos que constituyen realmente un archivo yaquellos otros que, reflejando documentalmente informacin concretareferente a actividades determinadas, se denominan depsitos detablillas.

    La documentacin conservada en lineal B fue inscrita sobre arcilla,desecada posteriormente y cocida accidentalmente por los incendios

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  • que por lo general destruyeron los centros administrativos micnicos.Vimos ya las implicaciones que esta cochura accidental y accidentadatuvo sobre el estado actual hasta el punto de que resulta fcil hallar aveces fragmentos de tablillas en cajas con tejuelos de vasijas yviceversa, fragmentos de vasos conservados en los cajones o en losexpositores de documentos en lineal B. En algunas ocasiones podraparecer que determinados conjuntos de documentos de similarescaractersticas fueron realizados en arcillas especiales, pero lapeculiaridad del material no se debe tanto a una diferencia de origenen la materia prima escriptoria, cuanto a una circunstancia comn ensu coccin, responsable de una coloracin y consistencia pareja, porejemplo, o a caractersticas del propio lugar de hallazgo: as lastablillas de aceite de Cnoso presentan unas peculiares acumulacionesde sales debido a haber estado depositadas bajo una losa de yeso, quees el responsable de aqullas.

    La calidad de la propia arcilla vara de un palacio a otro y, a veces,de un departamento a otro. En ocasiones incluso un mismo documentopuede haber sido formado con un ncleo de arcilla ms bastarecubierto por una capa de arcilla ms na que permitiera una escriturams fcil. Adems, pequeos guijarros en la masa de arcilla no soninfrecuentes.

    Con este material primario el escriba o su ayudante (comoveremos, nos es posible identificar el escriba autor de un documento yla persona que prepar la tablilla para el escriba) confeccionaba enprimer lugar las hojas o fichas donde anotaba la informacinpertinente. En primer lugar deba elegir el formato que iba a utilizar yrealizar (o hacer que realizaran para l) un nmero indeterminado deejemplares suficientes para contener el conjunto de la informaci6n quedeseaba