los misterios de eleusis

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"LOS MISTERIOS DE ELEUSIS" 1/ Alberto Bernabé, U.C.M. (c) F. Casadesús (ed.), Sectes, ritus i religions del món antic. Palma de Mallorca 2002, pp.133-157, ISBN-84-85932-34-X Thesaurus : Eleusis, religión, misterios, iniciación, ritos agrarios, Deméter, Perséfone. La religión griega o, lo que con mayor propiedad llamaríamos "corriente central de la religión griega" es una religión de la polis, es decir, está asociada al grupo humano organizado políticamente, es pública y colectiva, sus ritos, sus sacrificos, sus procesiones sirven como un elemento de cohesión social, para integrar al individuo en la comunidad. Si se rechaza participar en ellos, se incurre en asébeia, impiedad, que es un delito político, perseguido por las leyes civiles. Con los ritos cívicos, abiertos a todos los ciudadanos, conviven otros que son secretos y permitidos sólo a algunos, a los que se accede por una opción personal, por un acto voluntario de participación, que requiere pasar por un rito de paso, al que llamamos iniciación. El rito mistérico griego más conocido es Eleusis, pero no es desde luego, el único. El segundo tipo de ritos, los mistéricos, no se opone al primero, la religión cívica, y quienes los celebran no se segregan de las creencias colectivas. Es algo sobre lo que nunca se insistirá bastante. Por ello, la denominación religiones mistéricas, puede ser engañosa. No son otra religión, con rasgos identificadores contrarios a la religión del estado y confrontada a la oficial, sino una forma más de vivir el fenómeno religioso, complementaria con otra u otras. Nuestra información sobre los misterios es

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Page 1: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

"LOS MISTERIOS DE ELEUSIS" 1/   Alberto Bernabé, U.C.M.

(c) F. Casadesús (ed.), Sectes, ritus i religions del món antic. Palma de Mallorca 2002, pp.133-157, ISBN-84-85932-34-X

 

Thesaurus: Eleusis, religión, misterios, iniciación, ritos agrarios, Deméter, Perséfone.

La religión griega o, lo que con mayor propiedad llamaríamos

"corriente central de la religión griega" es una religión de la polis, es decir,

está asociada al grupo humano organizado políticamente, es pública y

colectiva, sus ritos, sus sacrificos, sus procesiones sirven como un

elemento de cohesión social, para integrar al individuo en la comunidad. Si

se rechaza participar en ellos, se incurre en asébeia, impiedad, que es un

delito político, perseguido por las leyes civiles.

Con los ritos cívicos, abiertos a todos los ciudadanos, conviven otros

que son secretos y permitidos sólo a algunos, a los que se accede por una

opción personal, por un acto voluntario de participación, que requiere pasar

por un rito de paso, al que llamamos iniciación. El rito mistérico griego más

conocido es Eleusis, pero no es desde luego, el único.

El segundo tipo de ritos, los mistéricos, no se opone al primero, la

religión cívica, y quienes los celebran no se segregan de las creencias

colectivas. Es algo sobre lo que nunca se insistirá bastante. Por ello, la

denominación religiones mistéricas, puede ser engañosa. No son otra

religión, con rasgos identificadores contrarios a la religión del estado y

confrontada a la oficial, sino una forma más de vivir el fenómeno religioso,

complementaria con otra u otras.

Nuestra información sobre los misterios es defectiva, precisamente

por su carácter mistérico, privado. Al menos algunas partes de su

transcurso eran secretas y no podían divulgarse, so pena de ser

castigados o al menos de recibir una repulsa social por ello. Sabemos que

un notorio ateo, llamado Diágoras de Melos (V a. C.), se dedicaba a

contarle los misterios a todo el mundo y a tratar de disuadirlos para que no

se iniciaran, lo que le costó una condena a muerte. Los propios creyentes

nos ofrecen sólo alusiones muy vagas a lo que sucedía. En cuanto a los

cristianos, enemigos naturales de los ritos paganos, y que obviamente no

estaban obligados por el secreto, tampoco nos dan información suficiente y

Page 2: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

nos dan la impresión de que no conocen bien la cuestión. Además, por

supuesto, de que su información es siempre muy sesgada, como

manifestaciones que son, en este caso, sí, de la competencia. Los

cristianos sí configuran una religión excluyente.

Como rasgos generales de los misterios, podríamos dar los

siguientes:

1) Hay una iniciación. En algunos casos lo característico es que esta

iniciación está abierta a ambos sexos y tanto a ciudadanos como a no

ciudadanos. En Eleusis, sólo pueden iniciarse personas adultas y que

supieran hablar griego.

2) Hay en ellos un fuerte componente agrario, que se manifiesta tanto

en la relación de los mitos que los sustentan con los ciclos de la

naturaleza. como de un modo más físico, porque forma parte del rito la

ingestión de productos del campo, como vino o cebada.

La ingestión de vino presenta otro aspecto que podríamos denominar

en términos eufemísticos, la expansión de la conciencia, una cierta huida

del estrecho marco del yo. Como veremos luego, teorías poco

contrastadas y muy deficientemente basadas hablan del uso de

alucinógenos.

3) También hay un fuerte componente sexual. Pero no

malinterpretemos la afirmación. No se trata de orgías dignas de una

película X, sino de que el culto es una exaltación de la vida y tal exaltación

se manifiesta, por ejemplo, en la exhibición de representaciones de

genitales.

4) Se acompañan de mitos, que generalmente hablan de dioses que

sufren, incluso que mueren, aunque habitualmente tras la extrema caída

vuelve su recuperación, su resurrección y su gloria.

Todo ello apunta a que en los orígenes de estos ritos mistéricos

pueden estar, por una parte, ritos de iniciación y por otra, ritos agrarios, y

que la unión de iniciación, exaltación agraria y sexo pueden ser los

vehículos de representar en el rito el triunfo de la vida sobre la muerte.

Page 3: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Los componentes básicos de los rituales son tres:

-acciones (drómena)

-visiones (horómena)

-un tipo de texto pronunciado (legómena).

Suelen comportar para el iniciado un cierto sufrimiento y luego una

experiencia de extrema intensidad. En cierto modo se trata de llevar una

situación al límite (el terror, anticipo del terror a la muerte) y sentir que se

sale de ella.

No siempre (aunque sí en muchos casos) comportan una promesa de

otra vida mejor en el otro mundo. Puede simplemente tratarse de que el

iniciado asuma su pertenencia al ciclo de la naturaleza.

La antigüedad de estos ritos es evidente. Se ha pensado que pueden

proceder incluso del Neolítico. Pero su desarrollo en Grecia depende de

otro factor. El descubrimiento de lo individual y la sensación de que, junto a

la religión colectiva, puede hallarse algo especial y personal. Los

santuarios mistéricos van ganando auge a partir del 600 a. C. Pero también

se desarrolla un tipo de religión mistérica sin santuarios, cuyos

representantes más conspicuos son el dionisismo y su derivación el

orfismo. Los ritos celebrados en santuarios suelen estar asociados a una

determinada familia o un determinado clan. En los que he llamado ritos

mistéricos sin santuarios es característica la ausencia de lo que podríamos

llamar una jerarquía, incluso una iglesia.

Hay tres rasgos que solían señalarse como característicos de los

misterios y que hoy se consideran prejuicios falsos, que incluso nos

impiden conocer este fenómeno de una forma más profunda:

El primero, que son tardíos. Se dice que cuando degenera la visión

racional del mundo y cuando las circunstancias políticas hacen estallar el

marco de la polis, el ciudadano desvalido busca refugio en los misterios.

Puede ser, evidentemente, un factor de desarrollo de determinados cultos

mistéricos en cierto momento y es cierto incluso que algunos misterios

(como los de Isis o los de Mitra) no se instauran hasta época imperial

Page 4: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

romana, pero los ritos eleusinos o los misterios dionisíacos son de alta

antigüedad en Grecia, digamos el 700 a. C. El fenómeno no es, desde

luego, tardío.

El segundo, que los misterios tienen orígenes y características

netamente orientales. Aparte de que "oriental" es una etiqueta imprecisa

(que abarca culturas tan dispares como la egipcia, la mesopotámica, la

persa, la hitita), la realidad es que los misterios, como tales, son más

antiguos que la entrada de cultos como la Magna Mater o Mitra. Es más,

incluso en el caso de ritos de clara procedencia oriental, como los de Isis o

la Magna Mater frigia, vemos que estos cultos no son mistéricos en sus

lugares de origen y que es sólo en Grecia (o en Roma) donde tales ritos

orientales cuajan en forma de misterios, a imagen y semejanza de los

antiguos misterios griegos.

El tercero de los prejuicios que consideramos falsos es que los

misterios constituyen una visión más espiritual de la religión que prepara el

camino al cristianismo. Incluso, en su formulación más radical, el

cristianismo sería la más exitosa religión mistérica oriental. Es esta una

visión simplista y como tal distorsionadora de los hechos, que ha

provocado, además, visiones nada matizadas y extremas, entre quienes

intentan identificar a toda costa cristianismo y religiones mistéricas y

quienes discuten hasta la saciedad tratando de demostrar el prejuicio de

que no tienen la menor relación entre sí.

Pero tras estas breves notas sobre lo que son los misterios, pasemos

a los que hoy nos ocupan: los misterios de Eleusis.

Es del ritual del que estamos mejor informados, pese a que los

autores antiguos se resisten a dar detalles; por citar un ejemplo, el autor de

la primera guía turística de Grecia, Pausanias, que describe los

monumentos, ritos y costumbres de los lugares que visita, se niega en 1,

28,7 a describir detalles de los misterios, alegando que un sueño se lo

había prohibido. Con todo, una serie de documentos nos permiten

hacernos una idea relativamente correcta, eso sí, desde un punto de vista

estrictamente externo. Me refiero a las menciones que hallamos aquí y allá

en diversos autores literarios, a lo que nos han brindado las cuidadosas

excavaciones de la propia Eleusis, como ofrendas votivas, inscripciones,

exvotos, relieves, o a los objetos hallados en otros lugares que tienen

Page 5: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

relación con los misterios, como las pinturas de vasos en número bastante

crecido, que fueron en su día exportados al sur de Rusia con dioses y

héroes eleusinos, además de inscripciones, públicas y privadas, que

mencionan detalles sueltos. Todo ello, debidamente reunido y evaluado por

historiadores, filólogos y estudiosos de la religión, nos permite saber

bastante sobre administración del santuario y sobre cuestiones externas o

históricas. También conocemos una literatura específica eleusina (como el

llamado Himno homérico a Deméter).

Los misterios eleusinos se mantuvieron un larguísimo tiempo con un

prestigio prácticamente intacto. Desde nuestras primeras informaciones (el

Himno homérico a Deméter, en pleno siglo VII a. C.) hasta la destrucción

del santuario por los godos al mando de Alarico, en 394 d. C. (poco

después de que Teodosio hubiera prohibido el culto), transcurre un milenio

de actividad del santuario. A lo largo de estos 1000 años nunca

disminuyeron la influencia y el prestigio del santuario eleusino, a los que

contribuyó no poco el gran prestigio de la propia Atenas. Diodoro 5.4.4.

asegura que el prestigio de los rituales eleusinos se basa en su gran

antigüedad y en la pureza del ritual.

Eleusis es un culto mistérico, pero de ninguna manera puede decirse

que se oponga a los ritos estatales. Todo lo contrario. Desde que lo

conocemos, Atenas ejerce sobre él un control riguroso. Ya en el 590 hay

una ley de Solón que regulaba un asunto de los Misterios, lo que indica

que ya en aquel tiempo las decisiones sobre Eleusis se tomaban en

Atenas. Del período posterior conservamos un crecido número de decretos

reguladores, emanados de la Asamblea ateniense, que muestran hasta

qué punto era evidente la tutela de las instituciones sobre este fenómeno

religioso.

Las diosas que recibían culto en Eleusis eran Deméter y Perséfone,

madre e hija. Deméter es hermana (y esposa ocasional) de Zeus. Es

evidentemente una diosa madre, ya que -meter en griego significa 'madre',

pero se discute madre de qué, esto es, qué significa el Da- inicial. Los

antiguos creían que da- era una variante de ga-, por lo que significaría la

"madre tierra", pero parece más bien una etimología popular. No es sólo

una diosa de la tierra, sino tiene rasgos típicos de una diosa de los

infiernos. Su relación más estrecha es con el grano. A menudo se la

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representa con corona de espigas o con espigas en la mano. Aparece

siempre emparejada con su hija Perséfone, hasta el extremo de que es

corriente hablar de "las dos diosas" para referirse a ellas. Aunque se

encuentra dentro del panteón olímpico, da la impresión de hallarse en él un

poco de prestado, más enraizada en cultos populares y agrarios. No

aparece mencionada en las tablillas micénicas, y Homero apenas la

menciona.

En cuanto a Perséfone, es un nombre prehelénico, con múltiples

variantes, Ferséfone, Ferrefatta, etc., pero muy a menudo se la llama

simplemente Kore 'la muchacha'. Es mencionada de antiguo como diosa

del mundo infernal, esposa de Hades.

La pareja madre-hija en relación con el grano es un prototipo familiar

en muchas culturas. En países del norte de Europa se habla de la Madre

del Grano y de la Muchacha, representaciones del grano del año pasado y

del del nuevo año, como esquema prototípico de la regeneración de la vida

(de alguna forma la Muchacha de este año será la Madre del año siguiente,

y así sucesivamente); son, pues, una especie de alter ego una de la otra,

símbolo de etapas de un mismo proceso. En honor de tales divinidades

suelen celebrarse rituales muy relacionados con el ciclo de la cosecha y

con los ciclos estacionales.

Lo que es diferencial de esta pareja griega de madre e hija frente a

los otros modelos es su asociación no sólo con los ciclos del grano, sino

con el mundo de los muertos. La pareja griega excede el marco de la

ocultación y resurgimiento del cereal para convertir éstos en una metáfora

de la desaparición del mundo de los vivos y de un resurgimiento en otra

forma de vida. Este complejo juego de relaciones se manifiesta en el mito

relacionado con Eleusis. A él vamos.

Conservamos testimonios interesantes sobre los mitos que sustentan

el ritual eleusino. El más importante de ellos y el único al que podremos

dedicar hoy nuestra atención es el llamado Himno homérico a Deméter,

que no tiene de homérico más que el nombre y la circunstancia de estar

escrito en el mismo tipo de métrica y lengua que los poemas homéricos. Es

una obra muy antigua, probablemente del VII a. C. y aunque no es el mito

que se recitaba en el interior del santuario (lo que allí se decía era secreto),

sí trata de los antecedentes míticos del santuario y nos ilustra sobre la

Page 7: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

intención de los iniciandos.

Narra cómo Perséfone adquiere su estatus de reina de los infiernos.

De acuerdo con un plan trazado por Zeus, mientras Perséfone juega con

otras muchachas a orillas del Océano, la tierra se abre y Hades la rapta

para llevársela con él. Deméter, cuando advierte que su hija ha

desaparecido, la busca incansablemente de día y de noche, con antorchas,

sin encontrarla. Por fin el Sol, testigo de excepción de cuanto ocurre sobre

la tierra, la informa de lo sucedido. Deméter entonces se irrita, abandona el

Olimpo y marcha a Eleusis disfrazada de vieja y allí es aceptada en casa

de Céleo como nodriza de un hijo recién nacido, Demofonte. En la casa,

una criada llamada Yambe consigue con sus gestos alegrar

momentáneamente a Deméter y logra que acepte beber una bebida

llamada Ciceó, compuesta de agua, harina de cebada y poleo. Deméter

cría al niño Demofonte de una forma peculiar, le da néctar y ambrosía y por

la noche lo pone al fuego para quemar su parte mortal. El propósito es

convertirlo en dios. Pero su madre la espía y al ver cómo mete al niño en el

fuego, grita, angustiada. Deméter deja al niño y renuncia a convertirlo en

dios (en la versión más antigua, lo deja que se queme). Pide entonces a

los humanos que se le erija un templo y confiere una peculiar dignidad a

Demofonte. Una vez construido el templo, Deméter se refugia en él,

irritada, y deja de propiciar que crezca la vegetación, lo que rompe

completamente el orden de las cosas. Los hombres mueren de hambre y

los dioses no reciben ofrendas. Zeus se decide a ensayar una conciliación.

Por fin, se llega a un acuerdo. Perséfone volverá una parte del año con su

madre, pero pasará otra con su marido, Hades, en los infiernos. Y es por

eso por lo que, año tras año, cuando Perséfone regresa, Deméter vuelve a

cubrir la tierra de flores y frutos. Una vez conseguida la reconciliación,

Deméter instaura los misterios y vuelve al Olimpo.

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  Alberto Bernabé, U.C.M. (c) F. Casadesús (ed.), Sectes, ritus i religions del món antic. Palma de Mallorca 2002, pp.133-157, ISBN-84-85932-34-X

 

En este mito se intentan conciliar muchos temas. En una lectura

superficial, se aluden etiológicamente diversos elementos del rito, esto

es, se presentan en el mito, como ocurridos por primera vez, una serie

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de gestos que se repiten en el ritual, actualizándolo, año tras año. Así

la búsqueda con antorchas de Deméter es como la que hacen los

iniciandos en una parte del ritual. El silencio de la diosa, el ayuno, el

asiento en un lugar cubierto de un vellón, la bebida del ciceó son

también correlatos de acciones llevadas a cabo por los iniciandos.

Incluso los gestos chuscos de la criada Yambe recuerdan los versos

yámbicos que acompañan episodios festivos y burlescos de la

celebración. Los elementos del ritual aludidos aparecen así fundados

por haber ocurrido in illo tempore, en el tiempo mítico.

Pero hay en el Himno mucho más que etiología del rito, mucho

más que fundamentación de detalles de las celebraciones de los

misterios. El rapto de Perséfone es un desencadenante de los

acontecimientos que explican también un cierto ordenamiento del

cosmos. A su vez opera por una serie complejísima de polaridades

Tierra/cielo/infierno, vida/muerte, luz/oscuridad, fertilidad/ infertilidad.

Aunque no podemos entrar en un análisis detallado de una obra

muy compleja, precisemos al menos un poco más. La situación antes

de los sucesos del mito es que mientras que la comunicación entre el

Olimpo y la tierra está abierta, no había comunicación alguna entre el

cielo y el infierno. La prueba es que Deméter no baja al mundo

subterráneo a buscar a su hija cuando sabe que está allí. Y no lo hace,

porque no puede. Si Hades atraviesa esta frontera, es sólo porque

Zeus lo permite, y lo hace abriendo un camino que luego vuelve a

cerrarse.

A esta luz, entendemos el designio de Zeus: establecer un lazo

por alianza entre el mundo superior y el subterráneo. Se trata de su

propia hija, y por tanto la novia más ilustre que puede proponerle a su

hermano Hades. Hades es, además, tío paterno de Perséfona, un

pariente que en la antropología antigua tiene un papel importantísimo

en el matrimonio de la sobrina.

Como se pretende romper con una situación establecida, el

matrimonio no puede ser normal. Por ello Zeus debe recurrir al engaño

y autorizar el rapto violento.

Pero la situación no cambia en un primer momento, tras el rapto.

Por ello, cuando a Deméter se le explican muy detenidamente todos los

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aspectos y razones del rapto, y se le aclara que el novio de su hija es

un dios de primerísima fila (en la mitología griega son tanto más

importantes los dioses cuanto más antiguos son, y Hades es de la

misma generación que el propio Zeus) Deméter no se consuela. Por el

contrario, se irrita aún más. ¿Por qué? La razón puede ser que en

cualquier otro matrimonio de dioses, la separación no existe. Todos

siguen viviendo en el Olimpo. Pero al ser un matrimonio con el dios del

mundo subterráneo, en la situación que hemos llamado anterior a los

acontecimientos míticos narrados por el himno, la comunicación entre

éste y el mundo superior no existe. Deméter está, pues, condenada a

no volver a ver nunca a Perséfone

La crítica no entendía demasiado bien qué tenía que ver el rapto

con la marcha de Deméter a Eleusis. Allí no parece que pueda

solucionar la situación provocada por la separación de su hija. No

obstante hoy entendemos la actuación de Deméter fijándonos en lo que

hace en Eleusis. Intentar conferirle a un mortal la condición de dios, la

inmortalidad. Esa es la más enorme violación del nuevo orden de Zeus,

que requiere la más estricta separación de dioses y hombres.

El intento de Deméter de recuperar un hijo inmortal, fabricándolo,

fracasa. Y es por ello por lo que en ese mismo momento (no antes),

cae de nuevo en la desolación. Pero a Deméter se le ocurre una

segunda estrategia: provocar la carestía de los seres humanos, cosa

que ella, como diosa bajo cuyo patrocinio está la fertilidad de la tierra,

puede hacer. Es curioso que la diosa lo haga encerrada en su templo.

El templo, que es el lugar en que los seres humanos se comunican con

los dioses, es aquí el lugar en que esta comunicación queda

bloqueada. No sólo es que ella esté aparte de los dioses y que también

se aparte de los mortales, al no ofrecerles el fruto. Es que interrumpe el

elemento principal de relación entre hombres y dioses, entre el Olimpo

y la tierra, que es el sacrificio. Aquí la interrupción del sacrificio significa

simplemente interrupción de los honores debidos a los dioses, porque

los hombres, en plena carestía, no tienen nada que sacrificarles. Pero

en versiones más antiguas de este tema (incluso en los mitos del

Próximo Oriente conocidos como mitos del dios que desaparece, lo que

ocurre es que los dioses, privados de sacrificio, pasan verdadera

hambre. Aquí no se ataca el estómago de los dioses (estamos en

Page 10: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Grecia, no en Oriente), sino sólo su dignidad.

En otras palabras, Deméter, de hecho, ha bloqueado la

comunicación cielo/tierra, desde su templo, que es aquí una tierra de

nadie que ni es el Olimpo ni es la tierra.

Así como el primer plan de Deméter había fracasado, este

segundo tiene éxito. Zeus, siempre providente, interviene ahora para

propiciar un arreglo con Deméter. La diosa acepta la situación de

"reparto" de su hija, lo que es una clara etiología del curso de las

estaciones. La vuelta de Perséfone coincide con el rebrote de la vida

propio de la primavera. La antigua incomunicación entre tierra e

infiernos y el bloqueo provocado por Deméter de la relación entre cielo

y tierra se desvanecen. Ahora los movimientos cíclicos de Perséfone

aseguran para siempre la relación ordenada entre los tres mundos,

celeste, terreno e infernal.

Pero hay otras polaridades interesantes. Kore, como indica su

nombre, es una doncella. Mientras está con su madre, no realiza su

fertilidad. El rapto, con toda su violencia, sirve para modificar el estatus

de Perséfone, haciendo que pase de doncella a mujer y esposa. El mito

es por lo tanto también etiológico del tránsito de la virginidad a la

madurez. Pero aún más. Al unirse a un dios infernal, se relaciona este

ciclo de la juventud y de la madurez con el gran ciclo de la vida y la

muerte. En el orden cosmológico de cielo-tierra y mundo subterráneo

se ordenan también los ciclos de la vida, nacimiento, crecimiento,

madurez y muerte. Todo ello se estructura armoniosamente en ese

edificio extraordinario que es el mito de Deméter y la muchacha.

Perséfone será la diosa del tránsito de esta vida a la otra y la que rige

los destinos de las almas en el otro mundo, mientras la ciudad de

Eleusis, que fuera testigo de los acontecimientos sagrados en el origen

de los tiempos, será por ello para siempre marcada para servir de

mediadora en la fertilidad en este mundo y la vida en el otro y será allí

donde se celebre la conmemoración del misterio sacro, allí donde los

humanos podrán comprender la historia de la organización del mundo y

del papel que los hombres tienen en ella.

Por razones obvias, me limitaré a aludir a una versión posterior

del mito, en la que tiene un papel mucho más importante Triptólemo.

Page 11: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Es la que aparentemente se impuso en el final del arcaísmo y principio

de la época clásica y será luego característica de Eleusis. Esta variante

del mito nos es conocida por fuentes diversas, literarias e

iconográficas, y debía hallar su manifestación más extensa en la

tragedia de de Sófocles llamada Triptólemo, de la que sólo quedan

fragmentos. La situación de partida es distinta: mientras que en el

himno quien informa a la diosa del rapto es el Sol y la agricultura ya

existía, por lo que Deméter se limita a bloquearla temporalmente, en el

mito de Triptólemo, quien informa a Deméter es un héroe eleusino,

Disaules, que fue casual testigo del rapto mientras cuidaba cerdos.

Según esta versión, la agricultura aún no existía, y es Deméter la que,

agradecida por la acogida e información brindada por los de Eleusis, le

ofrece al héroe Triptólemo el don de la agricultura, símbolo de la

civilización. Las diosas son denominadas Tesmóforos, `portadoras de

la ley'. Este cambio de orientación del mito está seguramente en

consonancia con los intereses políticos de los atenienses. Estos, con la

nueva versión del mito, se reclaman ante el mundo de su tiempo, como

el foco de irradiación de la agricultura, la civilización, la ley y el orden,

como verdaderos civilizadores de un mundo que antes era caníbal y

salvaje.

Pero descendamos del mito y sus interpretaciones a algo más

concreto, a los aspectos materiales del rito que nos es dado conocer.

No sabemos nada de ta legómena, de lo que se decía. Pero

parece ser que poco. No sabemos que existiera un texto sagrado

(como sí conocemos que los había para otros cultos mistéricos, como

los órficos). Probablemente el texto, que debía ser muy breve, era

guardado, quizá de memoria, por las familias encargadas del culto.

Tenemos algunas descripciones de lo que se hacía. Aunque los ritos

eran secretos, parece claro que al menos se podía aludir a algunos

aspectos, que eran los básicos de la propaganda de los propios ritos.

De la propaganda del santuario se encarga la literatura, pero

sobre todo, la iconografía. Magníficas piezas de cerámica llegan a

todos los rincones del mundo conocido entonces (Italia, el sur de Rusia,

Egipto), con ilustraciones del ritual eleusino, que adquirió un enorme

predicamento.

Page 12: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Pero, aun cuando toda esta información sea valiosa, no es posible

hacerse una idea cabal de lo que eran los misterios. No sólo porque, al

ser secretos, es una información naturalmente defectiva (y en gran

medida, procedente, bien de la propaganda, bien de sus detractores y

enemigos, y en ambos casos resulta sospechosa de ser parcial y poco

objetiva), sino sobre todo, porque los misterios son antes que ninguna

otra cosa, una experiencia, y la mirada fría del observador se aviene

pésimamente con esta experiencia colectiva, en que durante días un

gran grupo de personas en comunidad ayunan, se purifican, se agotan,

se excitan, esperan con ansiedad y temor el gran día, el gran momento,

llegado el cual tienen una visión imborrable. Pero, una vez reconocidas

nuestras limitaciones, veamos qué sabemos de la realización de los

misterios.

La gestión del culto pertenecía en exclusiva a dos familas

aristocráticas, con funciones netamente definidas cada una de ellas. El

sumo sacerdote, el llamado hierofante, debía pertenecer a la familia de

los Eumólpidas, mientras que de la familia de los Cérices procedían los

dos sacerdotes de rango inmediatamente inferior, el portador de la

antorcha y el heraldo sagrado. Una sacerdotisa vivía siempre en el

santuario. El hierofante ostentaba el privilegio de aceptar o rechazar a

los que pretendían iniciarse. Sobre todos ellos se sobreimpone otra

figura, el llamado arconte rey (archon basileus) no eleusino, sino

ateniense, (ya digo que los atenienses eran quienes controlaban el

culto), al que asiste un equipo de colaboradores, epistatai, que se

encargan del fundamental tema de las finanzas.

Un problema insoluble es que no estamos en condiciones de

saber si todos los testimonios, que son escasos y de diferentes épocas,

apuntan a un mismo tipo de rito o por el contrario evolucionó a lo largo

del tiempo En Eleusis hay restos de un santuario de época geométrica

por lo menos, es decir, hacia el 800 a. C. Un primer telesterion se

construyó en época de Pisístrato, sobre otra estructura de época de

Solón. Luego recibió sucesivas ampliaciones. Hay que asumir riesgo de

que estemos reconstruyendo un rito que nunca existió a partir de

segmentos de ritos distintos. Pero recientemente se tiende a creer que

el ritual no evolucionó demasiado desde, digamos, el VI a C. hasta la

Page 13: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

época imperial romana.

Como ocurre con todos los misterios, la iniciación era un acto de

elección individual. Muchos atenienses (pero no todos) se iniciaban. Se

admitían mujeres, esclavos y extranjeros. Había que pasar primero los

"misterios menores", muchísimo menos importantes y muchísimo más

desconocidos para nosotros. Sabemos que había dos tipos de

iniciados, los de primer año y los de la epopteia (segundo grado),

aunque no sabemos muy bien cómo coexistían ambos en los rituales.

En lo que se refiere al drama sacro que tenía lugar durante el rito,

sabemos sus límites gracias a la llamada Regina Vasorum, una hidria

con relieves policromados de San Petersburgo. En ella podemos ver

una serie de personajes, ordenados simétricamente alrededor de un

grupo central que representa el final feliz de la historia: Deméter acoge

a Core a su regreso. La diosa al extremo izquierda nos muestra el

principio de la historia. Deméter sentada en la Roca sin alegría. En el

extremo derecha está Core sentada, triste en el Hades. A la derecha de

Deméter está Iaco, el dios que lleva a los iniciados a Eleusis. Al otro

lado, a la izquierda de Core está Eubuleo, el dios eleusino que la lleva

del Hades a Eleusis. A un lado Triptólemo y, al otro, Atenea, simbolizan

la invitación de los atenienses a todos los griegos a participar del

festival y también aparecen los iniciados más famosos, Dioniso y

Heracles, que lleva el cerdito.

Lo que nos muestra la imagen es que en los Misterios el drama

comenzaba no con el rapto de Core (que se supone que ya había

sucedido), sino con la madre privada de su hija. Al principio Deméter

aparecía en la Roca Sin Alegría cuando los iniciados se acercaban a

ella (representados por Iaco). Los iniciados comparten el sufrimiento de

la diosa y luego comparten su felicidad final y su destino glorioso. "LOS MISTERIOS DE ELEUSIS" 3/4

  Alberto Bernabé, U.C.M. (c) F. Casadesús (ed.), Sectes, ritus i religions del món antic. Palma de Mallorca 2002, pp.133-157, ISBN-84-85932-34-X

 

Veamos una reconstrucción sumaria del largo proceso de la iniciación.

La primera parte tenía lugar en Eleusis o en un lugar sobre el Agora

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de Atenas, llamado Eleusinio. Cada mista (nombre que recibía el iniciando)

tenía que llevar su cerdito; el animal para que muera en su lugar. Los

cerdos tienen un papel importante en el festival y no es ajeno a ello el que

el héroe eleusino que vio desaparecer a Deméter fuera porquerizo.

El 13 del mes Boedromión (esto es, octubre) había una procesión de

Eleusis a Atenas, se sacaban las imágenes en procesión, se reunían los

que pretendían iniciarse y el hierofante excluía a los que no podían hacerlo

y que quedaban ya fuera del proceso.

El 14 los efebos llevaban los objetos sagrados de Eleusis al Eleusinio

de la ciudad.

El 15 era el agyrmós 'reunión', primer día de los rituales propiamente

dichos, ya que hasta entonces sólo habían sido preliminares. Los mistas

que iban a ser iniciados se reunían en Atenas, en el pórtico llamado Stoa

Poikile. El hierofante encargaba al heraldo que hiciera la proclama

(prórrhesis). Luego ordenaba 'aquí las víctimas', y se celebraba el sacrificio

de los cerditos. Seguía una entronización (thrónosis). Se sentaba al

iniciado, sobre una piel de carnero. En profundo silencio, se le velaba y se

le purificaba por el aire (abanicándole) y por el fuego (acercándole una

antorcha). Se pasaba sobre su cabeza una líkne, la cesta mística.

El 16 se proclamaba 'al mar, mistas' Y los iniciados se bañaban en el

mar de Fálero con sus cerditos (ya muertos).

El 17 era la Epidauria. Se conmemoraba la llegada de Asclepio a los

misterios (esta ceremonia se introdujo en 420 a. C.) y se reservaba para

quienes llegaban tarde. Seguía una procesión con un sacrificio y una

pannychís, procesión nocturna, en honor de Asclepio.

El 18 al parecer se descansaba.

En un determinado punto del proceso (ignoramos cuál era el momento

concreto), los iniciandos ayunaban y luego bebían el ciceó, bebida hecha

con agua, harina y poleo. El ciceó representa la dieta cereal, culta, frente al

"canibalismo" de la dieta carnívora anterior a que Deméter ofreciera los

cereales y la civilización.

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El 19 se iniciaba, con una serie de ritos, una procesión hacia Eleusis.

Los efebos, sacerdotes y magistrados llevaban los objetos sagrados a la

ciudad.

El 20 era la llamada Escolta de Iaco. Los iniciados partían, guiados

por el dios Iaco, llevado por un sacerdote (Iachagogos), por un camino de

más de 22 km. Sin duda en ellos los iniciados debían acordarse de las

fatigas de Deméter buscando a Core. Cuando estaban ya cerca de Eleusis

salían a su encuentro desde el santuario unos efebos para escoltar a los

que llegaban. Cuando cruzaban el puente sobre río Cefiso, los peregrinos

eran ridiculizados y zaheridos con cancioncillas satíricas e insultantes por

gente del pueblo que se congregaba para ello junto al puente (el llamado

gefyrismos 'paso del puente'). Tras esta especie de "cura de humildad"

llegaban al santuario y allí se acogía a Iaco de forma esplendorosa. Los

iniciados bailaban en una plaza llamada Calicoro (de las hermosas danzas)

en honor de Deméter y Core. Se trataba del punto más próximo a la

ciudad, antes de entrar en el santuario. Dentro del santuario estaba un

asiento natural dentro de una cueva, llamado la Roca Sin Alegría,

agelastos, donde se supone que la diosa estuvo sentada.

El 21 de Boedromión, por la tarde, tenían lugar los ritos secretos. En

un determinado momento debían pronunciar una contraseña sagrada: "He

ayunado, he bebido el ciceó, lo he tomado de la canasta, he trabajado y lo

he puesto de nuevo en la canasta y de ahí, en la cesta". Misteriosas

palabras que tendrían sin duda gran significado para los iniciados y

bastante poco para nosotros. En este punto lo ocurrido está sometido a un

alto grado de especulación, porque es de lo que estamos peor informados.

El día se pasaba en espera y sólo cuando era ya de noche los iniciados

entraban en fila en el santuario. Un muro a su derecha les impedía ver el

área de la roca sin alegría. Pero al alcanzar la puerta del muro es posible

que pudieran ver a la diosa sentada en la roca. Oían lamentos procedentes

de allí. Llegaban al telesterion (o anaktoron) y depositaban los cerditos en

las mégara, una especie de sótanos del templo. Luego peregrinaban fuera

del anaktoron a buscar a Core, en la oscuridad y con la cabeza cubierta

con una capucha que no les permitía ver nada, cada iniciado guiado por un

mistagogo. Podemos imaginar que andaban confusos y desorientados

saltando por las breñas en la oscuridad, con una sensación de ansiedad y

temor. Mientras, el hierofante golpeaba una especie de gong llamando a

Page 16: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

Core.

El regreso de Core no podía ser visto por los iniciados, ya que la diosa

(mejor dicho, quien la representaba) emergía, guiada por Eubuleo, enfrente

de donde estaba Deméter. Tras abrazarla, Core y su madre abandonaban

la cueva y se dirigían al telesterion con Eubuleo. Cuando llegaban al

telesterion, se detenían y los epoptai (que eran iniciados de segundo

grado) vislumbraban a la madre y la hija. Entonces entraban en el

anaktoron.

De repente, el anaktoron se abría y el hierofante aparecía en la puerta

con una brillante luz detrás. Los iniciados, ya sin capucha, pasaban,

entrando de la oscuridad a un espacio resplandeciente por la cegadora luz

que procedía de los centenares de antorchas llevadas por los epoptai.

En el telesterion las diosas aún serían visibles a los iniciados, pero

desaparecían en la estructura central. Probablemente aparecían también

iniciados divinos como Heracles y Dioniso, así como Triptólemo. Después

de que los iniciados del año en curso abandonaban el anactoron se les

revelaba a los epoptai una visión especial. Aparecía probablemente Pluto

niño (la riqueza) con una cornucopia, desnudo y con abundancia de grano.

El hierofante en medio del silencio y en el recogimiento, mostraba

entonces una espiga, el símbolo del don de la diosa, de la cultura, de la

civilización, casi de lo que nos hace humanos.

El 22 de Boedromión era el día de sacrificio y fiesta. Había un

sacrificio de toros a Deméter y Core y otros animales, especialmente

cerditos, eran sacrificados por los participantes en los altares de Deméter y

Core.

El 23 de Boedromión los iniciados volvían a Atenas. El último día del

festival era llamado Plemochoai. Dos vasos llamados así se derramaban,

uno mirando al este, otro al oeste, en los megara del telesterion. Los

iniciados volvían a Atenas el 23 y el 24 era la reunión de la Boule en el

Eleusinion de la ciudad, el día después de los Misterios.

La Urna Lovatelli resume algunos de esos puntos. Vemos en ella al

iniciado presentando el cerdito y cómo el sacerdote lo purifica, mientras

Page 17: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

lleva una bandeja de ofrendas en la mano. En la segunda escena el

iniciando, velado, es purificado por el sacerdote. El iniciando está sentado

en una silla, cubierta por una piel de carnero. El sacerdote pasa sobre su

cabeza lo que se llama un líknon, un tipo especial de cesta, que reproduce

la que según el mito portó a Dioniso niño. Ambas son escenas que

suponemos realistas, y que reproducirían momentos del culto. La tercera

ya no es realista, sino simbólica. Ambos planos en el mundo de la

iniciación se confunden. Ahora el iniciado aparece ante una Deméter

sedente y coronada de espigas de trigo, tras de la cual está Perséfone

llevando una antorcha. El iniciado, caracterizado por un haz de ramitas

entrelazadas, toca la cabeza de la serpiente que sale de la cesta de

Deméter. Ha superado sus miedos humanos más íntimos y ahora se

mueve libre y relajado en un ambiente divino en comunión con la divinidad.

Por último, en un estamno del Museo de Eleusis vemos al portador de

las antorchas, ricamente ataviado, tras el cual marcha un iniciando con el

característico haz de ramitas entrelazadas.

Tras este recorrido externo, planteémonos un nivel algo más

profundo: qué efectos se pretendían conseguir con la iniciación. Para ello

voy a recurrir a un puñado de testimonios significativos, sobre todo porque

pertenecen a épocas distintas y a autores de muy diversa índole, que

muestran sin embargo una notable coincidencia entre sí, haciéndonos

sospechar que los pretendidos efectos de la iniciación no debieron variar

demasiado a lo largo del tiempo.

Por empezar con los más a ras de tierra, los efectos prácticos no

estaban ausentes. Estar a bien con la dispensadora del grano se suponía

que aseguraba la provisión de cereal. Leamos los versos 486 y siguientes

del Himno homérico a Deméter, del siglo VII a. C.:

¡Muy venturoso aquel de entre los hombres que sobre la tierra

viven

a quien ellas (Deméter y Perséfone) aman benévolamente!

Pues al punto le envían a su gran morada, para que en su hogar

se asiente,

a Riqueza, que concede prosperidad a los hombres.

Los misterios procuraban bienestar terreno. Incluso tenemos

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registrados algunos milagros, como el de un tal Eucrates, que era ciego y

que recuperó la vista, según nos cuenta un relieve votivo conservado en el

Museo de Atenas.

Dicho entre paréntesis, también había efectos prácticos para el

santuario. Un decreto reclamaba a Atenas y al resto del mundo primicias

de las cosechas para el santuario como compensación por el gran don

ofrecido por Deméter.

Por otra parte, el contenido digamos "ideológico" de los misterios era

escaso. No hay un credo en los ritos mistéricos. Ni siquiera, una fe. Lo

fundamental es sentir una experiencia colectiva.

Tenemos la suerte de contar con una descripción de tal experiencia

en boca de Plutarco (ss. I-II d. C.), en el fragmento 178:

En este mundo [el alma] no tiene conocimiento, salvo cuando

llega al trance de la muerte. Entonces sufre una experiencia como la

de quienes participan en las grandes iniciaciones. Por eso se parecen

tanto una palabra a la otra (teleutan 'morir' y teleisthai 'iniciarse') como

una acción a la otra. Primero, el vagar sin rumbo, las fatigosas vueltas

y los recorridos en la oscuridad con la sospecha de que no se van a

acabar nunca y luego, antes de llegar al propio término, todos los

terrores, estremecimientos, temblores, sudor y confusión. Pero de ahí,

le sale al encuentro una luz admirable, y le acogen lugares puros y

praderas, llenas de sonidos, danzas y la solemnidad de palabras

sacras y visiones santas. Una vez que se ha saciado de ello y ha sido

iniciado, se vuelve libre y marcha liberado; coronado, celebra los

misterios y en compañía de hombres santos y puros, ve desde allí la

turba no iniciada e impura de los seres vivientes, en medio del fango y

de las tinieblas, pisoteándose y empujándose unos a otros,

persistiendo en el miedo a la muerte en unión de los malvados, por la

falta de fe en los bienes de allí.

Hay algunos aspectos muy interesantes en este texto, que merece la

pena destacar. Uno, la iniciación es una experiencia similar a la muerte,

una especie de muerte anticipada, de ensayo, para que el individuo la

experimente de antemano y no tema a la verdadera. Plutarco ve en la

similitud de las palabras 'morir' e 'iniciarse' la huella de una comunidad de

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significado.

Segundo, el iniciado en la oscuridad sufre una profunda confusión y

se aterroriza antes de acceder, por contraste, a la luz y al bienestar.

Tercero, Plutarco lleva su identificación de iniciación y muerte a pasar

en su narración de lo que se siente en la iniciación a lo que se siente en la

verdadera muerte. No nos presenta al iniciado viendo la luz en el

telesterion, en el edificio en que se celebran los misterios, sino que lo sitúa

en su arrebatada descripción, en la pradera de los bienaventurados en el

otro mundo.

Cuarto, el iniciado tiene un destino distinto del que no lo está. Tanto

en esta vida (porque el no iniciado se encuentra prisionero del temor a la

muerte, por desconocer que puede haber un destino grato en el otro

mundo), como en la otra, donde no accede al reducto feliz de los

bienaventurados, sino queda sumido en la oscuridad y el fango.

Pero tenemos que seguir. Es el propio Aristóteles (en el s. IV a. C.)

quien, con la sagacidad que le es propia, define la naturaleza de

los misterios en el fragmento 15 (citado por Sinesio, Dión 10):

Aristóteles considera que los que se inician no deben aprender

algo, sino experimentar y cambiar de mentalidad, esto es, llegar a

estar preparados.

La iniciación no es como una lección, no sigue las leyes del

pensamiento discursivo. Es sobre todo una experiencia, que produce per

se un cambio de mentalidad. La iniciación se torna así en un evento

inolvidable, una experiencia que marca para toda la vida,

fundamentalmente una experiencia anímica. Y la preparación no puede ser

para otra cosa que para la muerte.

Por su parte, Dión Crisóstomo (s. I-II d. C.) en su inspirado discurso

12 (33) nos precisa algo la naturaleza de esta experiencia:

Si alguien llevara a iniciarse a un hombre, griego o bárbaro, a un

lugar oculto místico destacado por su belleza y amplitud, donde va a

contemplar muchas visiones místicas y a oir muchos sonidos

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místicos, donde la oscuridad y la luz van a aparecer en cambios

repentinos y van a ocurrir otros innumerables sucesos, donde incluso

va a seguir la llamada ceremonia de entronización, si todo esto

ocurriera, ¿sería posible que ese hombre no experimentara nada en

su alma, que no llegara a columbrar que hay alguna idea o plan más

sabio en todo lo que está pasando?

Es lo que se ve y lo que se oye, misterioso e irracional, lo que suscita

la impresión de que existe algo más allá de la experiencia visible, la

convicción de que existe una especie de plan, un orden universal, en el

que se integra.

La experiencia es, en gran medida una "salida de uno mismo" para

sentirse integrado en una realidad más amplia. No es otra cosa lo que

define Sópatro (rétor del IV d. C.) 8:

Salí de la sala de los misterios sintiéndome como un extraño a

mí mismo.

No es sin embargo una experiencia extática y desenfrenada, como la

dionisíaca; es más bien una sensación de comunidad con otros, y sobre

todo una liberación. Asi la define Crinágoras (autor de la época de Cristo)

en la Antología Palatina 11, 42:

Aunque tu vida haya sido siempre sedentaria, y por el mar

no hayas navegado ni recorrido caminos por tierra firme,

pese a todo, acércate a la Cecrópide (e.d. El Ática) para

contemplar

aquellas noches de los ritos de la gran Deméter,

gracias a los cuales, tanto entre los vivos, como cuando vayas

al reino de la mayoría, tendrás un ánimo sin cuitas y más

ligero.

El "reino de la mayoría" es obviamente el reino de los muertos.

Una serie de estudiosos ha intentado explicar esta gran exaltación y

este sentimiento de liberación como inducida por la utilización de drogas.

Un ingrediente del ciceó, la bebida de los iniciados, era el poleo, y Kerényi

creía que podía tener propiedades alucinógenas. Otros señalan la

presencia de ciertos hongos en ciertas representaciones iconográficas y le

Page 21: LOS MISTERIOS DE ELEUSIS

atribuyen a éstos la provocación de efectos similares. Otros creen que se

usaba cornezuelo, el micelio de un hongo (claviceps purpurea) que crece

en las espigas y que contiene alcaloides. Hay algunos problemas para este

tipo de interpretaciones. Incluso si los trigales de llanura de Eleusis

estuvieran infestados de hongos, cabe dudar de que hubiera tanta cantidad

como para "colocar" a miles de iniciandos, para provocarles visiones

placenteras a todos. Además, al parecer este hongo produce más bien

efectos negativos que placenteros y eufóricos.

Más probabilidad tendría pensar en un opiáceo. La amapola, junto con

las espigas, es un atributo de Deméter, y Ovidio (Fastos 4, 531ss) nos

presenta a Deméter durmiendo a Triptólemo con zumo de amapola. Pero

sigue pesando el mismo problema del suministro para tantísimos

peregrinos. Aparte de que la utilización de droga, tiende más bien a la

experiencia individual que a la experiencia colectiva.

En realidad no debemos extrañarnos de que se puedan conseguir los

efectos descritos por la iniciación sin el uso de drogas. En este tipo de

experiencias colectivas, largas, penosas, el ánimo y la personalidad sufren

ataques muy fuertes, sin necesidad de agentes alucinógenos directos.

Pero continuemos, ya que nuestros testimonios se refieren a algo más

que a simplemente la sensación de liberación. Los misterios implican, por

una parte, un tipo de conocimiento nuevo y una especie de renacimiento.

Es lo que parece deducirse de un texto de Píndaro (ss. VI-V a. C.), el

fragmento 137:

¡Venturoso aquél que tras haberlos visto (los Misterios) va bajo

tierra,

pues conoce el fin de la vida

y conoce el principio dispuesto por Zeus!

Se trata de que el iniciado comprende el principio y el final de las

cosas, probablemente porque este final es el principio de otra cosa. En

algunos textos incluso se habla más explícitamente de beneficios en el otro

mundo, de los misterios como una especie de pasaporte para un destino

mejor en el más allá. Es lo que nos dice el propio Himno a Deméter 480-

482:

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¡Venturoso aquel que los vio de entre los hombres que sobre la

tierra viven!

Mas el no iniciado en los ritos, quien de ellos no participa,

no tiene un destino semejante, al menos una vez muerto, bajo la

sombría tiniebla.

Y nos lo reitera Sófocles (s. V a. C.) en su fragmento 837 (Radt):

¡Tres veces venturosos

los mortales aquellos que, tras haber contemplado estos ritos

se encaminan al Hades! Pues para ellos solo allí

es la vida, y para los demás, afrontar todos los males.

En suma, antes que cualquier otra cosa, la iniciación en los misterios

es una experiencia, Una gran experiencia que opera por vívidos contrastes:

vida/muerte, luz/oscuridad, terror/felicidad. Tales contrastes, producidos

bruscamente someten al espíritu a un fuerte shock no racional, que libera

de la propia identidad y hace que cada individuo se comunique con una

realidad superior. Se siente así situado en la naturaleza, en la historia del

cosmos, como si al fin lograra comprender sin palabras el lugar del hombre

en el mundo, el sentido de su vida y su destino futuro en el más allá, del

que la iniciación viene a ser una especie de ensayo general. Un

instrumento, en suma, para liberar de incertidumbres y zozobras y aceptar

la situación y el destino del hombre en este mundo y en el otro.

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