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DIRECTOR: FRANCISCO TÍMONET I qedktóói) y ^diTÚiit^ti'acióq 5 SE PUBLICA LOS lUEVES II i i | Calle de Cantareros, número 5 | Antequera 1.° dejtinio 1916 1 Toda la correspondencia se di ^ rlgirá al Director. No se devuelven originales I Núm. \i\m m ti opinon Será fuerza creer en brujas. Cuan- do el santo se pone de espaldas, todo sale mal; y eso está sucediendo á la mayoría conservadora del Ayun- tamiento y principalmente á su lea- der, el señor León Motta. La última sesión municipal, es la prueba más elocuente de que esos señores ediles están dejados de la mano de Dios, como suele decirse, y en sus ansias innobles por que fra- case en su gestión nuestro digno alcaide señor Palomo, han llegado al extremo de colocarse abiertamente frente al criterio sustentado por los mayores contribuyentes en la asam- blea convocada por el presidente de la Excma. Corporación municipal. Ya que no han podido torcer el firme derrotero que se ha trazado el partido liberal, de impedir á todo trance el déficit en el presupuesto municipal, ni aun empleando para conseguirlo las mentidas promesas de colaboración, se han dedicado á crear una serie sucesiva de obstácu- los, sin finalidad práctica, sin intento preconcebido, sin orden ni método y sin apenas cubrir con la hoja de pa- rra el bajo fondo de esos innobles propósitos, eterno guía de los proce- dimientos políticos del partido con- servador antequerano. Pesadumbre producía en todos los ánimos, el contemplar aquel pugilato sostenido por los concejales conser- vadores en el último cabildo, por no votar en pro ni en contra del pro- yecto de presupuesto sometido á su conocimiento y deliberación. Estre- chados convenientemente por la pre- sidencia, tuvieron al fin que decidir- se, aunque embozadamente, por re- chazar el reparto, que los mismos contribuyentes habían aceptado co- mo única fórmula salvadora del indi- cado déficit. Esto es, que más papis- tas que el papa, se oponían resuelta- mente á que los obligados por la ley al sostenimiento de las cargas muni- cipales escogieran la forma mejor y más eficaz de atender á su pago. Y preguntamos nosotros. ¿Qué razón fundamental se presentaba por esa mayoría, frente á la sana intención de los vecinos pudientes de Ante- quera y del señor alcalde? ¿Qué honrada mira y noble propósito han opuesto los repetidos ediles conser- dores á la justa aspiración de liqui- dar sin déficit el presupuesto muni- cipal, formado en 1915 por ellos mis- mos? Nosotros, francamente lo deci- mos, no los vemos por ninguna parte. No se nos alcanza, quizás por nuestro corto entendimiento, que existan otros fundamentos que los adecuados á la misérrima condición de nuestros adversarios políticos, que no pueden salir de esa escuela de malas intenciones, de odios mez- quinos, de bastardos intentos para ocasionar el mal, por el solo placer de producirlo. Confiamos en qtfe por esta oca- sión no han de salir airosos con su empresa, poique han procedido con tal torpeza, que no les va á ser fácil tarea escapar de la ratonera en que ellos mismos se han encerrado. Por un acuerdo municipal ejecuti- vo y firme, se consideró el Ayunta- miento de Antequera en la necesidad de formar un presupuesto extraordi- nario para nivelar el ordinario for- mado por el partido conservador en 1915. El alcalde señor Palomo, que- riendo estar en contacto con la opi- nión públicay: convocó á una asam- blea de mayores contribuyentes, pa- ra que, como los más interesados en ello, resolvieran sobre la adopción de los recursos para cubrir el déficit acusado en el mismo; y después de varias reuniones y largo estudio de- cidieron por unanimidad que no existía otro medio eficaz y positivo que el repartimiento vecinal, para atender á la solución del conflicto económico municipal. Después de esto, ¿qué le queda que hacer al partido conservador y á su representación en el Ayuntamien- to, para impedir que éste legalice la situación de su hacienda? A nuestro modesto entender solo le queda li- bre el camino de las responsabilida- des de todo orden, y por ende el d i - vorcio con la opinión pública. Ya se irá dando cuenta Antequera de que aquel amor á la patria chica que intentaba monopolizar el'partido conservador de aquí, se ha trastro- cado por diabólico conjuro, en odio á los antequeranos, evidenciado en sus propósitos de arruinar la hacien- da de su municipio, perjudicando á los pobres, y yendo contra el salva- dor criterio de los ricos. ¡Cómo va saliendo aquello de la traición á su patria chica! El señor León Motta se opone á que haya ingresos, y pregunta en cambio si el alcalde ha pagado el contingente. te fuiste sin pagar, Y ahora quieres discutir, Porque siempre por lucir Tienes que hablar por hablar. Pedagogía loeal La segunda enseñanza y el profesorado (CONTINUACIÓN) Otra cosa es el sistema pedagógico á que nos hemos referido; en San Luis revela una dislocación crónica puesto que es fuerza confesar que nunca ha preocupado la Pedagogía y desde tiem- po inmemorial no se hace sino dar las clases, sometiéndose á lo más necesario para salir del paso, en vista del reduci- do número de alumnos. Ocurre que un señor sacerdote es sufi- cientemente apto para enseñar Filosofía ó Latín y fuera de estas cosas ya uo ha de saber ninguna otra. ¿Razones? Las mismas que hay para considerar'al mé- dico insustituible en la enseñanza de las ciencias físicas sin cerciorarse de su competencia en las Matemáticas y sin acordarse de que no puede andarse por el fértil y ameno campo de las ciencias físicas sin antes haber atravesado el abrupto páramo de las exactas. Tan lejos estamos de señalar á cada materia un especialista, como de im- plantar la concentricidad de programas no obstante la clasificación de los cono- cimientos humanos en ciencias y letras. Es más, recomendamos pluralidad para un mismo ramo, pero deslindando bien las asignaturas que comprenda y que se han de enseñar. Las nociones de Aritmética y Geome- tría no son difíciles por que constituyen a, b, c de las matemáticas; son impor- tantísimas como base y para el profesor empresa ardua, á menos que conozca bien la Pedagogía é implante un hábil método. Vamos á hacer ligero hincapié en este asunto porque ¿no es verdad, padres de familia que es desconsolador en alto grado que vuestro hijo ande me- nos que mediano en los principios del cálculo? Hay que ser inexorable; sobre la sencilla base de Aritmética vulgar, y de Geometría de sastre, como diría el universa! Echegaray, va á descansar to- da la balumba de las ciencias que ha de soportar vuestro hijo; y como en las ciencias exactas todo es rigurosamente giadual,si falta el preliminar no se com- prenden verdades más elevadas del mfemo orden. Entre que vuestro hijo sea un docto abogado, un estimado lingüista ó un in- teligente ingeniero, la verdad, casi pre- fiero lo último; en Aníequera hay poquí- sima vocación á las carreras científicas en el riguroso sentido de la palabra. Esto es una desgracia. Un licenciado en Filosofía y Letras asume todo el derecho para la enseñan- za de la Gramática, arte nada fácil que llega á merecer el nombre de ciencia cuando se le estudia desde el punto de vista filosófico. Más adecuada sería pa- ra un buen literato la enseñanza de la Retórica, y la razón es obvia: la Precep- tiva literaria no será nunca nada en tan- to no sea esencialmente práctica; esto no implica el menosprecio de las reglas sino en estudio armonizado con la re- dacción, siendo indudable que por este medio se pondrían de manifiesto las do- tes del alumno y si bien se vería el dis- tinto grado de aptitud, porque este arte es más natural que adquirido, es inne- gable que las cualidades naturales se perfeccionan y las artificiales excitan la invención. Siempre será una verdad que unos hombres producen (pocos), otros juzgan (menos), otros finalmente, gozan las obras producidas (los más). La Historia demanda interés, nove- dad, mucha fantasía, porque es necesa- rio hacerla simpática, ya que en síntesis es interesante y en análisis si no le acompaña mucho arte llega á ser ina- guantable. «El purgatorio de los histo- riadores» se llama á la irrupción árabe de ocho siglos, donde aparte lo intere- sante de la reconquista, los kalifatos, y los «reinos de taifas» han quitado el sueño á más de un estudianre. ¡Oh! si el cine que nos «recrea» hoy, con sus largos y tremebundos dramas, diera en vulgarizar los conocimientos históricos ¡cuánto más ganaría el públi- co y el horizonte cultural de cada indi- viduo! Así se refrescarían los sucesos comunicándoles novedad; así se pon- dría en vigor la enseñanza que entra pol- los ojos y que es la más útil de todas. (Continuará) yo sé A viles- C asco Mayo, 916 En el último cabildo preguntó el alcalde á la mayoría conservado- ra cómo opinaban con respecto al reparto vecinal, y contestaron ácoro: "Nosotros opinamos exac- tamente lo mismo, lo mismo, que el señor León Motta,,. ¡Pero qué bien deceplinaos estáis! Cabildo mimieipal El del viernes 26 se celebró en medio de una verdadera borrazca. Cuando el cronista esperaba en las amplias gale- rías del palacio municipal la hora en que el ujier diera la voz de «Sesión pública » notó que el horizonte de aquella casa se cubría de nubarrones y presintió que ia tormenta no tardaría en descargar, pro- duciendo enorme chaparrón, y por ello procuró acomodarse lo mejor posible para presenciar el aguacero y estar á salvo de la descarga eléctrica. Ai penetrar en el salón del concejo vimos ocupando los escaños á los ediles señores Ramos Herrero, Alarcón, Paché, Muñoz, Conejo, García Talavera, Rey, Cabrera España, Burgos García, Jimé- nez Robles, Rosales y León Motta. Con gran retraso, llegó el edil de la mayoría señor Gallardo Pozo, bien obedeciendo á consigna que recibiera después ó ya motivado por su propio temperamento. Presidia el alcalde, señor Palomo. La presencia de tantos ediles de la «aplastante» mayoría, entre los que se significaban algunos que tienen perdido el hábito de asistir á los concejos y que solo lo hacen cuando reciben misión

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Page 1: m m ti opinon - COREfiero lo último; en Aníequera hay poquí sima vocación á las carreras científicas en el riguroso sentido de la palabra. Esto es una desgracia. Un licenciado

D I R E C T O R : F R A N C I S C O T Í M O N E T

I q e d k t ó ó i ) y ^ d i T Ú i i t ^ t i ' a c i ó q 5 SE PUBLICA LOS lUEVES

II i i | Calle de Cantareros, número 5 | Antequera 1.° dejtinio 1916

1 Toda la correspondencia se di ^ rlgirá al Director.

No se devuelven originales I Núm. 2é

\i\m m t i opinon Será fuerza creer en brujas. Cuan­

do el santo se pone de espaldas, todo sale mal; y eso está sucediendo á la mayoría conservadora del Ayun­tamiento y principalmente á su lea­der, el señor León Motta.

La última sesión municipal, es la prueba más elocuente de que esos señores ediles están dejados de la mano de Dios, como suele decirse, y en sus ansias innobles por que fra­case en su gestión nuestro digno alcaide señor Palomo, han llegado al extremo de colocarse abiertamente frente al criterio sustentado por los mayores contribuyentes en la asam­blea convocada por el presidente de la Excma. Corporación municipal.

Ya que no han podido torcer el firme derrotero que se ha trazado el partido liberal, de impedir á todo trance el déficit en el presupuesto municipal, ni aun empleando para conseguirlo las mentidas promesas de colaboración, se han dedicado á crear una serie sucesiva de obs tácu­los, sin finalidad práctica, sin intento preconcebido, sin orden ni método y sin apenas cubrir con la hoja de pa­rra el bajo fondo de esos innobles propósi tos , eterno guía de los proce­dimientos políticos del partido con­servador antequerano.

Pesadumbre producía en todos los ánimos, el contemplar aquel pugilato sostenido por los concejales conser­vadores en el último cabildo, por no votar en pro ni en contra del pro­yecto de presupuesto sometido á su conocimiento y deliberación. Estre­chados convenientemente por la pre­sidencia, tuvieron al fin que decidir­se, aunque embozadamente, por re­chazar el reparto, que los mismos contribuyentes habían aceptado co­mo única fórmula salvadora del indi­cado déficit. Esto es, que más papis­tas que el papa, se oponían resuelta­mente á que los obligados por la ley al sostenimiento de las cargas muni­cipales escogieran la forma mejor y más eficaz de atender á su pago. Y preguntamos nosotros. ¿Qué razón fundamental se presentaba por esa mayoría, frente á la sana intención de los vecinos pudientes de Ante­quera y del señor alcalde? ¿Qué honrada mira y noble propósi to han opuesto los repetidos ediles conser-dores á la justa aspiración de l iqu i ­dar sin déficit el presupuesto muni­cipal, formado en 1915 por ellos mis­mos? Nosotros, francamente lo deci­mos, no los vemos por ninguna

parte. No se nos alcanza, quizás por nuestro corto entendimiento, que existan otros fundamentos que los adecuados á la misérrima condición de nuestros adversarios políticos, que no pueden salir de esa escuela de malas intenciones, de odios mez­quinos, de bastardos intentos para ocasionar el mal, por el solo placer de producirlo.

Confiamos en qtfe por esta oca­sión no han de salir airosos con su empresa, poique han procedido con tal torpeza, que no les va á ser fácil tarea escapar de la ratonera en que ellos mismos se han encerrado.

Por un acuerdo municipal ejecuti­vo y firme, se consideró el Ayunta­miento de Antequera en la necesidad de formar un presupuesto extraordi­nario para nivelar el ordinario for­mado por el partido conservador en 1915. El alcalde señor Palomo, que­riendo estar en contacto con la opi­nión públicay: convocó á una asam­blea de mayores contribuyentes, pa­ra que, como los más interesados en ello, resolvieran sobre la adopción de los recursos para cubrir el déficit acusado en el mismo; y después de varias reuniones y largo estudio de­cidieron por unanimidad que no existía otro medio eficaz y positivo que el repartimiento vecinal, para atender á la solución del conflicto económico municipal.

Después de esto, ¿qué le queda que hacer al partido conservador y á su representación en el Ayuntamien­to, para impedir que éste legalice la situación de su hacienda? A nuestro modesto entender solo le queda l i ­bre el camino de las responsabilida­des de todo orden, y por ende el d i ­vorcio con la opinión pública.

Ya se irá dando cuenta Antequera de que aquel amor á la patria chica que intentaba monopolizar el'partido conservador de aquí, se ha trastro­cado por diabólico conjuro, en odio á los antequeranos, evidenciado en sus propósi tos de arruinar la hacien­da de su municipio, perjudicando á los pobres, y yendo contra el salva­dor criterio de los ricos. ¡Cómo va saliendo aquello de la traición á su patria chica!

E l señor León Motta se opone á que haya ingresos, y pregunta en cambio si el alcalde ha pagado el

contingente. Tú te fuiste sin pagar,

Y ahora quieres discutir, Porque siempre por lucir Tienes que hablar por hablar.

Pedagogía loeal L a segunda enseñanza

y el profesorado (CONTINUACIÓN)

Otra cosa es el sistema pedagógico á que nos hemos referido; en San Luis revela una dislocación crónica puesto que es fuerza confesar que nunca ha preocupado la Pedagogía y desde tiem­po inmemorial no se hace sino dar las clases, sometiéndose á lo más necesario para salir del paso, en vista del reduci­do número de alumnos.

Ocurre que un señor sacerdote es sufi­cientemente apto para enseñar Filosofía ó Latín y fuera de estas cosas ya uo ha de saber ninguna otra. ¿Razones? Las mismas que hay para considerar'al mé­dico insustituible en la enseñanza de las ciencias físicas sin cerciorarse de su competencia en las Matemáticas y sin acordarse de que no puede andarse por el fértil y ameno campo de las ciencias físicas sin antes haber atravesado el abrupto páramo de las exactas.

Tan lejos estamos de señalar á cada materia un especialista, como de im­plantar la concentricidad de programas no obstante la clasificación de los cono­cimientos humanos en ciencias y letras. Es más, recomendamos pluralidad para un mismo ramo, pero deslindando bien las asignaturas que comprenda y que se han de enseñar.

Las nociones de Aritmética y Geome­tría no son difíciles por que constituyen e¡ a, b, c de las matemáticas; son impor­tantísimas como base y para el profesor empresa ardua, á menos que conozca bien la Pedagogía é implante un hábil método. Vamos á hacer ligero hincapié en este asunto porque ¿no es verdad, padres de familia que es desconsolador en alto grado que vuestro hijo ande me­nos que mediano en los principios del cálculo? Hay que ser inexorable; sobre la sencilla base de Aritmética vulgar, y de Geometría de sastre, como diría el universa! Echegaray, va á descansar to­da la balumba de las ciencias que ha de soportar vuestro hijo; y como en las ciencias exactas todo es rigurosamente giadual,si falta el preliminar no se com­prenden verdades más elevadas del mfemo orden.

Entre que vuestro hijo sea un docto abogado, un estimado lingüista ó un in­teligente ingeniero, la verdad, casi pre­fiero lo último; en Aníequera hay poquí­sima vocación á las carreras científicas en el riguroso sentido de la palabra. Esto es una desgracia.

Un licenciado en Filosofía y Letras asume todo el derecho para la enseñan­za de la Gramática, arte nada fácil que llega á merecer el nombre de ciencia cuando se le estudia desde el punto de vista filosófico. Más adecuada sería pa­ra un buen literato la enseñanza de la Retórica, y la razón es obvia: la Precep­tiva literaria no será nunca nada en tan­to no sea esencialmente práctica; esto

no implica el menosprecio de las reglas sino en estudio armonizado con la re­dacción, siendo indudable que por este medio se pondrían de manifiesto las do­tes del alumno y si bien se vería el dis­tinto grado de aptitud, porque este arte es más natural que adquirido, es inne­gable que las cualidades naturales se perfeccionan y las artificiales excitan la invención. Siempre será una verdad que unos hombres producen (pocos), otros juzgan (menos), otros finalmente, gozan las obras producidas (los más).

La Historia demanda interés, nove­dad, mucha fantasía, porque es necesa­rio hacerla simpática, ya que en síntesis es interesante y en análisis si no le acompaña mucho arte llega á ser ina­guantable. «El purgatorio de los histo­riadores» se llama á la irrupción árabe de ocho siglos, donde aparte lo intere­sante de la reconquista, los kalifatos, y los «reinos de taifas» han quitado el sueño á más de un estudianre.

¡Oh! si el cine que nos «recrea» hoy, con sus largos y tremebundos dramas, diera en vulgarizar los conocimientos históricos ¡cuánto más ganaría el públi­co y el horizonte cultural de cada indi­viduo! Así se refrescarían los sucesos comunicándoles novedad; así se pon­dría en vigor la enseñanza que entra pol­los ojos y que es la más útil de todas.

(Continuará) yo sé A viles- C asco

Mayo, 916

En el último cabildo preguntó el alcalde á la mayoría conservado­ra cómo opinaban con respecto al reparto vecinal, y contestaron á c o r o : "Nosotros opinamos exac­tamente lo mismo, lo mismo, que

el señor León Motta,,. ¡Pero qué bien deceplinaos estáis!

Cabildo mimieipal El del viernes 26 se celebró en medio

de una verdadera borrazca. Cuando el cronista esperaba en las amplias gale­rías del palacio municipal la hora en que el ujier diera la voz de «Sesión pública » notó que el horizonte de aquella casa se cubría de nubarrones y presintió que ia tormenta no tardaría en descargar, pro­duciendo enorme chaparrón, y por ello procuró acomodarse lo mejor posible para presenciar el aguacero y estar á salvo de la descarga eléctrica.

Ai penetrar en el salón del concejo vimos ocupando los escaños á los ediles señores Ramos Herrero, Alarcón, Paché, Muñoz, Conejo, García Talavera, Rey, Cabrera España, Burgos García, Jimé­nez Robles, Rosales y León Motta. Con gran retraso, llegó el edil de la mayoría señor Gallardo Pozo, bien obedeciendo á consigna que recibiera después ó ya motivado por su propio temperamento.

Presidia el alcalde, señor Palomo. La presencia de tantos ediles de la

«aplastante» mayoría, entre los que se significaban algunos que tienen perdido el hábito de asistir á los concejos y que solo lo hacen cuando reciben misión

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L A UlMION L l B E R A Ü

especia! de quien dirige el cotarro con­servador, hizo pensar al tronista que habría obstrucción en algún asunto de importancia y de conveniencia á los in­tereses comunales, pues ya nos tienen acostumbrados nuestros ediles conser­vadores á dificultar el paso, siempre que de administración liberal se trata, seguramente encantados ó envanecidos de que el último exalcalde conservador fué un «modelo» de administradores del pueblo. Por eso decía al comenzar esta crónica, que el horizonte se cubría de nubarrones, y que la descarga estaba próxima á estallar, como estalló, pero proporcionando una gran mojadura á ios ediles de la mayoría, de la que tar­darán mucho tiempo en enjugarse.

El redactor no quiere precipitarlos acontecimientos de esta sesión, prome­tiéndose informar detalladamente lo su­cedido.

¿Que cómo descargó el horizonte? Relatémoslo con fidelidad sin bombos

ni platillos como acostumbra el redactor anónimo del «Heraldo», que á fuerza de tanta incógnita nos hace ver que es el propio fundador del «viejo» colega.

Acta Dió comienzo el cabildo con la lectu­

ra de la del anterior, que así como va­rios asuntos de escaso interés, solicitu­des de vecinos y cuentas de gastos, fueron aprobados sin discusión alguna, consignándose á instancias del señor Alarcón una aclaración, respecto al nombramiento de procurador de la Cor­poración.

Proyecto de presíipíiesto La presidencia expresa después de

ordenada la lectura del proyecto de pre­supuesto formado por acuerdo del Exce­lentísimo Ayuntamiento para cubrir el déficit que producirá lo consignado pa­ra el año actual en el arbitrio de alcoho­les y la supresión del de rodaje y paten­tes, que dicho proyecto lo somete á san­ción y aprobación del Ayuntamiento, añadiendo que aun cuando en conferen­cia tenida con la autoridad de la pro­vincia, le había manifestado esta que no obstante la disposición' administrativa prohibiéndolo, podía cobrarse e! citado arbitrio, por razón de tener que ajustar­se el Ayuntamiento al presupuesto ya aprobado con anterioridad á dicha dis­posición, él consideraba dañoso dicho tributo á los intereses del vecindario por cláusulas lesivas en el pliego de condiciones, siendo una inmoxaüdad que el Ayuntamiento solo percibiera por el citado impuesto unas 22.000 y pi­co de pesetas mientras el contratista percibía cerca de 70 ú 80 mil, lucrándo­se con ello en una suma verdaderamen­te fabulosa. Así mismo se extiende en atinadas consideraciones para demos­trar que el cálculo hecho en el arbitrio de vinos fué verdaderamente ilusorio é improcedente á todas luces como lo comprueban la elocuencia de los núme­ros, proyecto que llevó la oposición de la minoría liberal después de un con­cienzudo y detenido estudio, y que pre­valeció únicamente por la mayoría de los votos de la situación conservadora, siendo todo ello motivo hoy del des­equilibrio que comienza á notarse en el actual presupuesto. Añade que al con­sultar en sesiones anteriores el asunto del déficit con la mayoría conservadora, esta le ofreció su cooperación, no solo para buscar la compensación del de ro­daje sino también para cubrir la diferen­cia de lo que ingresare por alcoholes é indemnización á los contratistas de los aludidos arbitrios suprimidos: que re­queridos por él los señores de la mayo­ría en una de las sesiones anteriores, le expresaron no tener fórmula alguna, proponiendo entonces él, el arbitrio so­bre huecos, pero después de estudiado con detenimiento lo había desechado en razón á ser insuficiente y poco equita­tivo por ir contra la propiedad urbana, una de las mas gravadas; que en su vis­ta deseando inspirar y acomodar su gestión administrativa en procedimien­tos verdaderamente democráticos, y an­sioso de que á aquella casa lleguen los aires purificado!es de! ambiente popu­lar creyó conveniente consultar á "los contribuyentes para exponerles la situa­

ción de la hacienda municipal, pidién­doles parecer sin perjuicio de dar cono­cimiento á la corporación para que esta como autónoma aceptara ó nó lo pro­puesto, toda vez que en varias reunio­nes que han celebrado los contribuyen­tes han estudiado el asunto detenida­mente, dando como fórmula equitativa para enjugar el déficit el reparto vecinal, tomando corno base la contribución, por lo que deseaba oir la opinión de los señores concejales sobre el particu­lar.

Pide la palabra el señor Rosales que durante las manifestaciones del alcal­de, vimos le charlaba al oído su jefe de mayoría, seguramente impresionán­dole la placa que debía reproducir.

Empieza el aguacero El edil concervador, en el que se nota

una alta tensión de nervios y mucho azoramiento, empieza diciendo se extra­ña se haya prescindido en la reunión de contribuyentes de los concejales con­servadores, ya que aquéllos son unos ignorantes en la materia á discutir, sien­do ellos los llamados como representan­tes del pueblo, á resolver el particular. (Una voz) ¡Adiós, Urzáiz! (Otra voz) ¡Más financieros que su señoría!

El presidente apercibe al público de que guarde la debida compostura.

Continúa el edil conservador, al que se le cortó el hilo... (de la existencia no) de su discurso, impresionado momen­táneamente, y agrega que siempre han estado al lado del alcalde prestándole colaboración, y que si en la reunión de contribuyentes se ha acordado el repar­to, está bien, pero que ellos necesitaban un documento suscrito por los asisten­tes en que se autorizase la implantación de dicho arbitrio,pues no le merecerían garantías de otra manera ni á él ni á sus compañeros, que opinaban debía nombrarse una comisión de concejales que estudiara el mencionado presu­puesto.

Contesta el señor Alarcón Goñi á las manifestaciones del edil conservador, diciendo que no hay desconsideración alguna en el hecho de no haber convo­cado á esa reunión á los concejales puesto que ella no era para resolver lo que es facultad privativa del Ayunta­miento, sino al solo y exclusivo objeto de consultar opiniones con quienes tie­nen que pagar las cargas municipales, no siendo política dicha asamblea, pues los asistentes á ella no eran liberales ni conservadores, sino únicamente contri­buyentes, los que agradecieron la aten­ción tenida con ellos y propusieron el reparto tras de un estudio detenido y concienzudo de la cuestión, añadiendo que como aquella era la casa del pue­blo, bien pudo asistir el señor Rosales con su doble carácter de edil y contri­buyente, sin necesidad de que procedie­ra invitación.

La presidencia dice que no será el último caso en que llame á los contribu­yentes por desear estén al corriente de los asuntos administrativos todos los vecinos, siendo su propósito convocar­les nuevamente cuando vaya á confec­cionarse el nuevo presupuesto; que en la ocasión presente estima no ha habido desconsideración alguna para los concejales, quienes en los cabildos pueden emitir su opinión y ejercitar los derechos que les concede la ley, votan­do en pro ó en contra de lo propuesto por los contribuyentes; que á él no le dieron los ediles conservadores fórmula alguna cuando les requirió, y que en cuanto al arbitrio de rodaje aunque es­taba autorizado para su exacción, pre­firió no cobrarlo por los perjuicios que irrogaría al vecindario en virtud de los defectos del pliego de condiciones y porque como antes manifestó, ingresa­ría en las arcas municipales una canti­dad mucho menor de la que se cobrase, y termina manifestando que tiene el pro­pósito de vivir en contacto con la opi­nión pública, pues quiere y desea que hasta el más humilde vecino le pida, y pueda él darle cuenta estrecha de su gestión.

El señor Motta pide la palabra y sin perder su hábito de sonrojarse y de ciarle vueltas á su anillo—seguramente para que veamos que aún lo conserva

puesto en el dedo índice (k la mano derecha—dice que ratifica lo manifesta­do por su «lugarteniente» señor Rosales; que quizá sin intención haya habido desconsideración para la mayoría con­servadora al no convocársele; que en cuanto al acuerdo del reparto desearían que los contribuyentes asistentes á dicho acto suscribiesen un documento, como garantía de su acuerdo (este edil pone en tela de juicio la respetabilidad de los reunidos, que en calidad y canti­dad fueron mucho más numerosos que cuando la del acueducto de la Magdale­na) agregando que en último término opinan ellos (los ediles por cuya boca habla) que el reparto no debe alcanzar más que á los arbitrios suprimidos é in­demnizaciones consiguientes, y ocupán­dose del de rodaje, trae á colación «sus fincas y sus carros». Enterados.

El señor Alarcón le contesta manifes­tándole que incurre en una contradic­ción lamentable, pues al faltar la inten­ción mal se comprende hubiere descor­tesía en el acto de! señor alcalde, y se extraña pida el jefe de la mayoría el documento de referencia, cuando él en dos repartos no lo necesitó; que el re­parto acordado es equitativo por saber de antemano el contribuyente la cuota que ha de satisfacer. En cuanto á no poderse incluir en el presupuesto ex­traordinario más que la cantidad á que alcanzan los arbitrios suprimidos, cita y lee este edil una disposición mi­nisterial de Julio de 1912 perfectamente adaptable al particular que se debate.

L a borrasca El alcalde considera suficientemente

discutido el asunto, y dice va á proce-derse á la votación del proyecto extra­ordinario.

El señor Rosales, descompuesto, dice no votará, por entender que debe pre­ceder informe de la comisión corres­pondiente.

El señor León Motta opina lo mismo, insistiendo en que no votará.

El alcalde hace ver que no puede de­morarse un asunto urgente, y que la ac­titud de la mayoría entraña una verda­dera hostilidad y una obstrucción siste­mática á los proyectos de la alcaldía. Pero no vivo engañado—agrega,—soy un convencido; vosotros que sois unos ediles de mala fe (se refiere á León y á Rosales) procuráis dificultar mi gestión, sin tener en cuenta que mis amigos y yo facilitamos la vuestra cuando estába­mos en los bancos de la oposición; y lo hacéis con el premeditado deseo de procurarnos un fracaso, para luego des­de esos bancos exclamar como lo hicis­teis antes: ¡Aquella desastrosa adminis­tración liberal! ¡Aquellos empleados que no cobraron! ¡Aquel recuerdo de los l i ­berales! Pero no conseguiréis vuestros propósitos porque me encuentro con medios para desbaratarlos.

La presidencia se ha expresado en tonos tan enérgicos y tan llenos de sin­ceridad que arrancan muestras de apro­bación en el público, que exclama: ¡Bien, muy bien! (El presidente impone orden).

El señor Ramos Herrero dice, que los conservadores se traen el fantasma de que representan un estado de opinión contrario al reparto, opinión que en nin­gún momento está con ellos, como lo prueba el hecho de que la misma haya creído más equitativo que ningún otro el dicho arbitrio sustitutivo. Que los re­petidos ediles quieren seguir engañados ante la realidad de los hechos, y de aquí su obstrucción, para hacerles creer, aun­que no lo creen, que siguen identifica­dos y en contacto con la opinión, des­pués de lo desautorizados que han que­dado tan públicamente.

El señor Paché se extraña grande­mente de la oposición de los conserva­dores, cuando éstos acordaron en sesio­nes anteriores su colaboración al alcal­de en cualquier arbitrio que se implan­tase.

El señor Alarcón expresa que la ma­yoría conservadora se niega á votar un asunto incluido en la orden del día, lo que supone desobediencia á las órdenes del presidente.

Este, dice pone el asunto á votación, previa declaración de urgencia, por exi­

girlo así la falta de recursos, no pudien-do demorarse el asunto.

Los conservadores protestan, y de pie los señores León y Rosales, gritan ensoberbecidos, amenazando con aban­donar el salón. . .

Se promueve un violento incidente; liberales y conservadores se increpan, y el presidente al fin logra imponer or­den agitando la campanilla.

Se restablece la calma. El señor Palomo requiere por tres ve­

ces á los ediles conservadores para que emitan su voto en favor ó en contra del proyecto, haciéndoles saber que caso de negarse á ello incurrirán en el delito de desobediencia.

El señor León insiste en sus manifes­taciones y dice, explicando el voto, que no lo hará en favor ni en contra del pro­yecto po rno tenerlo estudiado; pero amonestado de nuevo por el señor Pa­lomo, lo hace con los suyos en sentido negativo.

Ruegos y preguntas A propuesta del señor Ramos Herre­

ro, es nombrado secretario interino de la Corporación, don Carlos Franquelo, acordándose publicar el oportuno con­curso para la provisión definitiva de dicha plaza.

El señor Alarcón propone y se acuer­da por unanimidad adherirse el Ayunta­miento al homenaje que varios munici­pios de España, rendirán á S. M. el rey por la nobilísima obra que viene hacien­do para libertar prisioneros de la guerra europea, siendo extensivo el acuerdo á sumarse á la petición de dichos Ayunta­mientos, para que se conceda á nuestro augusto monarca la Gran Cruz de bene­ficencia.

El señor León Mofta, pregunta á la presidencia sobre provisión del cargo definitivo de depositario, y pagos del cupo de contingente.

El señor Palomo responde á ambas preguntas convenientemente, y no ha­biendo otros asuntos, suena la campani­lla dando el acto por terminado.

Eran las 23 v 10. K. CH. T.

En la pasada sesión, el concejal señor Rosales se levantó de su escaño y enfurecido pegó un fuer­te puñetazo en la mesa presi­

dencial. ¡Cuidado, joven, no apriete tanto

que puede usted descomponerse!

Sinceridad y veracidad

La agencia Motta en su último núme­ro viene amena, interesante y literaria, en el sentido lato de la palabra.

Primera plana: Un fondo lleno de ve­racidad, exactitud y buena fe, con su reseña de la última sesión hecha capri­chosamente por su redactor anónimo, donde cita los nombres de los conceja­les asistentes empezando por la dere­cha de la presidencia, con la idea de que resulte primero Motta,ó sea el mis­mo que escribe. ¿No sería natural que siguiera el orden correlativo? Pues no; pasado él, verbo de la mayoría y su lu­gar teniente verboso señor Rosales, ya no hace caso del orden y salta del se­ñor Rosales al señor Jiménez Robles, para tener el gusto de dejar á la cola al señor Alarcón, demostrando así la tirria que tiene al novel concejal, máxime cuando el público presenció quién in­crepó á quién.

Para el que se fíe de esa reseña resul­tará que nadie argumentó, protestó, in­crepó, se levantó y se sentó, más que Motta.

Dice que el alcalde estaba nerviosisi-mo y ello demuestra que le puso el ter­mómetro para ver su temperatura y le pulsó para apreciar la tensión de sus

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nervios. Es decir, que no solamente ha­ce política del colegio de S. Luis Gon-zaga, cofradía de «Abajo >, Cruz Roja, procesión del Santo Cristo de la Salud, asamblea de contribuyentes y demás, sino que saca partido hasta de la fisio­logía animal del presidente del Ayunta­miento. ¡Pero, hombre, todos no van á tener temperamento linfático como us­ted, que como siempre está colorado no se le pudo conocer el efecto que le pro­dujo todo le que le soltó Alarcón! El al­calde se pondrá nervioso, pero no se muerde la lengua, mientras que usted, cuando se sulfura, tartamudea.

Luego dice que dijo el señor Rosales una cosa que no dijo, cual es <que en­tendía que el señor Palomo había olvi­dado que á la alcaldía no se aspira ca­prichosamente, sino cuando se está en condiciones de abordar los grandes problemas que se ofrecen en ese eleva­do puesto.»

Vamos á suponer que hubiese dicho !o que no dijo, en cuyo caso nosotros decimos que todos nu pueden tener condiciones para abordar tan alevados problemas, como dejar cobrar al avia­dor sin elevarse; elevar á S. Luis Gon-zaga de colegio incorpóreo á colegio incorporado; elevar quejas al Gobierno Dato por lo postergada que estaba An­tequera á pesar de las elevadas dotes de su insigne diputado; elevar su voz en la fiesta del árbol, para decirnos que tanto el lecho nupcial como el lecho mortuorio eran de madera, ensalzando tanto la leña, que por poco hace de ma­dera la tubería; magno problema fué la organización del reparto de los jugue­tes, y ese sí que fué un reparto odioso, en que el pagano fué el señor Perea y

aquello el Puerto de Arrebata-capas; otro importante es el de llevar los cer­dos al matadero para que se acabe la matanza en las casas y cueste un ojo de la cara el litro de agua caliente. También es otro magno problema el de la dentición escolar, para que los chicos de la escuela vean al sacamuelas y no haya quien les haga ir, á pesar de la pareja urbana ya abolida por empacho del público, de ver dos funcionarios con sueldo por no hacer nada. Magnífico plan fué también, el realizado contra la voluntad de los maestros poniendo las horas de clase más inoportunas y pesa­das; y no seguimos, porque seria mag­no problema abordar tantas cuestiones menudas hijas de tanta política chica.

En la segunda columna de la primera plana, critica al alcalde que no se haya invitado á él como concejal y á su indispensable beletín; pero como allí no palpitaba nadie, nadie tenía que echar nada en el buzón de las palpitaciones y porque si llegamos á invitarlo iba á re­sultar interviniendo también en la asam­blea la Agencia Motta y ya sabemos que está á punto de convertirse en la anti­gua Agencia Papas.

Y por último en la tercera plana pu­blica una carta y hace un comentario á los veinte y nueve bollos, quedándose tan satisfecho de que no queden rotas sus relaciones con el señor Rojas Garri­do, aunque hayan quedado hechas tri­zas las tres botellas.

El redactor anónimo cíe/Heraldo ha compuesto en su periódico una sesión municipal para los habi­

tantes de la China. Está tan bien desfigurada, que pro­

ponemos se haga al veraz cronis­ta, hijo adoptivo de aquella na­

ción.

Ilustre Imésped Para asuntos de feria, se encuentra

entre nosotros el ilustre patricio ma­lagueño, nuestro respetable amigo Excmo. señor don José Padilla Villa.

Aun retirado de la política, no po­demos menos de sentir vivo entu­siasmo por tener la honra de alber­gar entre nosotros al que fué nuestro querido jefe provincial.

Sea bienvenido y reciba la fervo­rosa expresión de nuestro cariño y de nuestro mayor respeto.

E l tenor Anglada Había gran espectación por oir cantar

a*este notable artista andaluz, dotado de esa rarísima facultad como es la voz de tenor, educada en la escuela italiana, maestra suprema del arte de cantar.

Su voz recuerda á todos los grandes tenores por su timbre y extensión, y el gusto y sentimiento del ya reputado cantante satisfacen y dejan en el ánimo un recuerdo no fácil de borrar.

La función á su beneficio en el Teatro Rodas, manifestó el gran deseo del pú­blico de disfrutar algo que aquí es raro

y excepcional, y que por su belleza pro­pia se impone á todos los gustos y sen­timientos.

Nuestra sociedad culta con el elemen­to sugestivo de la hermosura femenina, correspondió con su asistencia y pre­mió con sus ovaciones la meriíísima la­bor del joven tenor, que cantó piezas escogidas probando sus grandes facul­tades y su delicada fibra artística.

El notable profesor malagueño don Luis López lo acompañó magistralmen-te al piano.

Anglada tiene por delante un brillante porvenir y lo recordaremos desde aquí en el apogeo de sus triunfos.

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Pérdida En el trayecto de las calles General

Ríos, Encarnación y Calzada, desde el convento de la Victoria hasta la esquina de la calle del Obispo, se extravió en la tarde de! domingo un alfiler de oro, con zafiros y brillantes, rogándose á la per­sona que lo haya encontrado lopre senté en la imprenta de este periódico y se le gratificará, pues se trata de un recuerdo de familia.

Antes de decidirse á comprar máqui­na de escribir, debe usted estudiar di­versas marcas, no olvidando la „ S U N " la cual puede verse y examinarse en ca­sa del representante en Antequera: Ra­fael Vázquez, Diego Ronce, 12.

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LA ILUSSRE FREGONA

todos los tiempos del año le eran dulce y templada prima­vera: tan bien dormía en parvas, como en colchones: con tanto gusto se soterraba en un pajar de un mesón, como si se acostara entre dos sábanas de Holanda: finalmente, él salió tan bien con el asunto de picaro, que pudiera leer y dar cátedra en la facultad al famoso de Alfarache.

En tres años que tardó en parecer volver á su casa, apren­dió á jugar á la taba en Madrid, y al rentoy en las ventillas de Toledo, y á presa y pinta en pie en las barbacanas de Sevilla; pero con serle anejo á este género de vida la miseria y estrecheza, mostraba Carriazo ser un principe en sus obras: á tiro de escopeta, en mil señales descubría ser bien nacido, porque era generoso y bien partido con sus cama-radas; visitaba pocas veces las ermitas de Baco; y aunque bebía vino, era tan poco, que nunca pudo entrar en el nú­mero de los que llaman desgraciados, que con alguna cosa que beban demasiado luego se les pone el rostro como si se le hubiesen jabelgado con bermellón y almagre.

En fin, en Carriazo vió el mundo un picaro virtuoso, l i m ­pio, bien criado, y más que medianamente discreto: pasó por todos los grados de picaro, hasta que se graduó de maestro en las almadrabas de Zahara, donde es el finibuste­rre de la picaresca.

¡Oh, picaros de cocina, sucios, gordos y lucios: pobres fingidos, tullidos falsos, cicateruelos de Zocodover y de la plaza de Madrid, vistosos oracioneros, esportilleros de Se­villa, mandilejos de la hampa, con toda la caterva innume­rable que se encierra debajo deste nombre picaro! Bajad el toldo, amainad el brío, no os llaméis picaros si no habéis cursado dos cursos en la academia de la pesca de los atunes: allí, allí está en su centro el trabajo, junto con la poltronería: allí está la suciedad limpia, la gordura rolliza,

LA ILUSTRE FREGOiNA

En Burgos, ciudad ilustre y famosa, no ha muchos años que en ella vivían dos caballeros principales y ricos: el uno se llamaba don Diego de Carriazo y el otro don Juan de Avendaño .

El don Diego tuvo un hijo á quien llamó de su mismo nombre, y el don Juan otro á quien puso don T o m á s de Avendaño .

A estos dos caballeros mozos, como quien han de ser las principales personas deste cuento, por excusar y ahorrar letras, les llamaremos con solos los nombres de Carriazo y de Avendaño .

Trece años, ó poco más, tendría Carriazo, cuando, lleva­do de una inclinación picaresca, sin forzarle á ello algún mal tratamiento que sus padres le hiciesen, solo por su gusto y antojo se desgarró, como dicen los muchachos, de casa de sus padres, y se fué por ese mundo adelante, tan contento de la vida libre, que en la mitad de las incomodi­dades y miserias que trae consigo, no echaba menos la abundancia de la casa de su padre, ni el andar á pie le can­saba, ni el frío le ofendía, ni el calor le enfadaba; para él

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LA ILUSTRE FREGONA

En Burgos, ciudad ilustre y famosa, no ha muchos años que en ella vivían dos caballeros principales y ricos: el uno se llamaba don Diego de Carriazo y el otro don Juan de Avendaño.

El don Diego tuvo un hijo á quien llamó de su mismo nombre, y el don Juan otro á quien puso don Tomás de Avendaño.

A estos dos caballeros mozos, como quien han de ser las principales personas deste cuento, por excusar y ahorrar letras, les llamaremos con solos los nombres de Carriazo y de Avendaño.

Trece años, ó poco más, tendría Carriazo, cuando, lleva­do de una inclinación picaresca, sin forzarle á ello algún mal tratamiento que sus padres le hiciesen, solo por su gusto y antojo se desgarró, como dicen los muchachos, de casa de sus padres, y se fué por ese mundo adelante, tan contento de la vida libre, que en la mitad de las incomodi­dades y miserias que trae consigo, no echaba menos la abundancia de la casa de su padre, ni el andar á pie ie can­saba, ni el frío le otendía, ni el calor le enfadaba; para él