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34 EL PAÍS, domingo 6 de febrero de 2011 vida &artes Le han llamado loca, monstruo e incluso ha recibido amenazas de muerte. En algunos programas de radio, los oyentes reclamaban que intervinieran las auto- ridades y que le quitaran la custodia de sus hijas. El tema de su libro se ha he- cho recurrente en cenas, corrillos de café en ofici- nas y medios de comuni- cación de todo Estados Unidos y ha llegado, en mayor o menor medida, a buena parte de los países de Occidente. Amy Chua ha calenta- do el frío invierno estado- unidense con unas memo- rias —Himno de batalla de la madre tigre— sobre su creencia de que a los hijos hay que educarlos en una estricta disciplina que de- ja fuera cosas tan comu- nes y populares como que los niños se queden a dor- mir en casa de los amigos. Chua también considera que los pequeños no pue- den ver la televisión, ju- gar en el ordenador o participar en las obras de teatro del colegio. Tampoco pueden tener notas infe- riores al sobresaliente. Y deben to- car el piano o el violín. Cualquier otro instrumento no es una op- ción; solo el piano y el violín for- jan carácter. Casada con un norteamerica- no, Chua es hija de inmigrantes chinos nacida en EE UU y profeso- ra de Derecho en la Universidad de Yale. En el libro, la autora de- fiende el estilo estricto de las “ma- dres chinas” sobre el, según ella, excesivamente sobreprotector de las madres “occidentales”. ¿Por qué se ha levantado tanta polémica con la revisión de una idea —la de la coerción y el autori- tarismo como método educati- vo— tan antigua y, en la mayor parte de los países desarrollados, tan superada? Un claro factor pa- rece ser la atracción de Occidente por Asia y, en especial, por China. “Existe hacia lo chino un imagina- rio paradójico: nos fascina y le te- memos”, dice el profesor de Psico- logía Social de la Universidad de Valencia José Vicente Esteve. De hecho, algunos analistas han apuntado que, en el fondo, la causa del revuelo es el pánico de los estadounidenses a ser devora- dos por el gran gigante chino, no solo económicamente, sino ‘tam- bién’ en la educación. A esa idea ayuda el recientemente publica- do informe PISA de la OCDE —un macroexamen de lectura, mate- máticas y ciencias a los alumnos de 15 años de 65 países del mun- do—, en el que los alumnos de Shangái y Corea del Sur han obtenido los mejores resultados, incluso por en- cima del paradigma euro- peo de educación de cali- dad: Finlandia. “Está cla- ro que a raíz del último informe PISA vamos a vi- vir en los próximos años un cambio en el referente educativo”, dice el presi- dente de la Confederación de Organizaciones de Psi- copedagogía y Orienta- ción de España, Juan An- tonio Planas. Pero quizá la clave de la gran polvareda levanta- da es que, a pesar de que la mayoría de los especia- listas rechazan de plano sus recetas, quizá Chuan tenga parte de razón en sus críticas. “Se está vien- do que una sociedad tan permisiva y sobreprotec- tora está generando perso- nas inmaduras emocionalmente. Pero en educación los extremos nunca son buenos. Ni este tipo de educación espartana como el de la madre tigre ni la excesiva permi- sividad son buenos referentes”, añade Planas. “Ciertamente, en el modelo (hablando de generalidades) occi- dental, sobre todo el de algunos estereotipos norteamericanos, los adultos parecen exhibir una inseguridad y una ansiedad que efectivamente no es beneficiosa para la educación ni familiar ni escolar”, señala la profesora de Psicología de la Universidad de Córdoba Rosario Ortega, que re- chaza, en cualquier caso, las ideas de Chua, las cuales llega a califi- car de “aberrantes” y como “una sarta de barbaridades“. El hecho es que David Brooks, columnista del diario The New York Times, escribía que son le- gión quienes ven a Amy Chua co- mo “una amenaza para la socie- dad” norteamericana. Y que la re- vista Time dedicó la portada de su último número de enero a Chua, la madre tigre que ruge sobre las consciencias de los padres norte- americanos que llevan décadas creyendo en las bondades de edu- car a sus hijos en la autoestima por encima de los logros. “La práctica tenaz es crucial para conseguir la excelencia”, ex- plica Chua en su libro. “La repeti- ción rutinaria está mal vista en EE UU”, dice, “las familias occi- dentales se preocupan más por la autoestima de los niños que por su esfuerzo personal”. Al sociólo- go de la Universidad Compluten- se Mariano Fernández Enguita, esa idea es la que más le interesa del debate: ¿Es necesaria la au- toestima para conseguir algo o hace falta conseguirlo para tener autoestima? “Probablemente sean las dos cosas, una relación circular, pero no cabe duda de que cierto pedagogismo occiden- tal ha llevado las cosas al extre- mo”, señala. Para Chua existen las madres occidentales y las madres chinas. Una madre occidental le dirá a su hijo que ha hecho algo muy bien la primera vez que lo haga y el niño perderá todo interés por vol- ver a repetirlo, según la autora. Una madre china sabe que nada resulta divertido hasta que “se do- mina”. “Hay que trabajar duro”, expone Chua. “Y los niños nunca quieren trabajar, por eso tenemos que decidir por ellos”. Inteligente, con cierto sentido del humor, ex- ¡Cuidado! La ‘madre tigre’ devora a sus hijos Un libro que defiende la disciplina extrema con los niños suscita las iras en EE UU Ni el exceso de permisividad ni demasiada rigidez funcionan Una madre tigre no permite a sus hijos: Dormir fuera de casa. Asistir a fiestas. Participar en una obra de teatro del colegio. Protestar por no estar en una obra de teatro del colegio. Ver la televisión o jugar en el ordenador. Elegir sus propias actividades extracurriculares. Sacar una nota por debajo del sobresaliente (A). No ser el número uno en todas las asignaturas (excepto gimnasia y teatro). Tocar un instrumento que no sea el violín o el piano. Las reglas Para Amy Chua hay diferencias entre las madres chinas y las occidentales Shangái y Corea del Sur coparon los primeros puestos del informe PISA Amy Chua, autora del libro. / cordon press YOLANDA MONGE / J. A. AUNIÓN sociedad Demasiados ciervos en los parques nacionales

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34 EL PAÍS, domingo 6 de febrero de 2011

vida&artes

Le han llamado loca, monstruo eincluso ha recibido amenazas demuerte. En algunos programasde radio, los oyentes reclamabanque intervinieran las auto-ridades y que le quitaranla custodia de sus hijas. Eltema de su libro se ha he-cho recurrente en cenas,corrillos de café en ofici-nas y medios de comuni-cación de todo EstadosUnidos y ha llegado, enmayor o menor medida, abuena parte de los paísesde Occidente.

Amy Chua ha calenta-do el frío invierno estado-unidense con unas memo-rias —Himno de batalla dela madre tigre— sobre sucreencia de que a los hijoshay que educarlos en unaestricta disciplina que de-ja fuera cosas tan comu-nes y populares como quelos niños se queden a dor-mir en casa de los amigos.Chua también consideraque los pequeños no pue-den ver la televisión, ju-gar en el ordenador o participaren las obras de teatro del colegio.Tampoco pueden tener notas infe-riores al sobresaliente. Y deben to-car el piano o el violín. Cualquierotro instrumento no es una op-ción; solo el piano y el violín for-jan carácter.

Casada con un norteamerica-no, Chua es hija de inmigranteschinos nacida en EE UU y profeso-ra de Derecho en la Universidadde Yale. En el libro, la autora de-fiende el estilo estricto de las “ma-dres chinas” sobre el, según ella,excesivamente sobreprotector delas madres “occidentales”.

¿Por qué se ha levantado tantapolémica con la revisión de unaidea —la de la coerción y el autori-tarismo como método educati-vo— tan antigua y, en la mayorparte de los países desarrollados,tan superada? Un claro factor pa-rece ser la atracción de Occidentepor Asia y, en especial, por China.“Existe hacia lo chino un imagina-rio paradójico: nos fascina y le te-memos”, dice el profesor de Psico-logía Social de la Universidad deValencia José Vicente Esteve.

De hecho, algunos analistas

han apuntado que, en el fondo, lacausa del revuelo es el pánico delos estadounidenses a ser devora-dos por el gran gigante chino, nosolo económicamente, sino ‘tam-bién’ en la educación. A esa idea

ayuda el recientemente publica-do informe PISA de la OCDE —unmacroexamen de lectura, mate-máticas y ciencias a los alumnosde 15 años de 65 países del mun-do—, en el que los alumnos de

Shangái y Corea del Surhan obtenido los mejoresresultados, incluso por en-cima del paradigma euro-peo de educación de cali-dad: Finlandia. “Está cla-ro que a raíz del últimoinforme PISA vamos a vi-vir en los próximos añosun cambio en el referenteeducativo”, dice el presi-dente de la Confederaciónde Organizaciones de Psi-copedagogía y Orienta-ción de España, Juan An-tonio Planas.

Pero quizá la clave dela gran polvareda levanta-da es que, a pesar de quela mayoría de los especia-listas rechazan de planosus recetas, quizá Chuantenga parte de razón ensus críticas. “Se está vien-do que una sociedad tanpermisiva y sobreprotec-tora está generando perso-

nas inmaduras emocionalmente.Pero en educación los extremosnunca son buenos. Ni este tipo deeducación espartana como el dela madre tigre ni la excesiva permi-sividad son buenos referentes”,añade Planas.

“Ciertamente, en el modelo(hablando de generalidades) occi-dental, sobre todo el de algunosestereotipos norteamericanos,los adultos parecen exhibir unainseguridad y una ansiedad queefectivamente no es beneficiosapara la educación ni familiar niescolar”, señala la profesora dePsicología de la Universidad deCórdoba Rosario Ortega, que re-chaza, en cualquier caso, las ideasde Chua, las cuales llega a califi-car de “aberrantes” y como “unasarta de barbaridades“.

El hecho es que David Brooks,columnista del diario The NewYork Times, escribía que son le-gión quienes ven a Amy Chua co-mo “una amenaza para la socie-dad” norteamericana. Y que la re-vista Time dedicó la portada de suúltimo número de enero a Chua,la madre tigre que ruge sobre lasconsciencias de los padres norte-

americanos que llevan décadascreyendo en las bondades de edu-car a sus hijos en la autoestimapor encima de los logros.

“La práctica tenaz es crucialpara conseguir la excelencia”, ex-plica Chua en su libro. “La repeti-ción rutinaria está mal vista enEE UU”, dice, “las familias occi-dentales se preocupan más por laautoestima de los niños que por

su esfuerzo personal”. Al sociólo-go de la Universidad Compluten-se Mariano Fernández Enguita,esa idea es la que más le interesadel debate: ¿Es necesaria la au-toestima para conseguir algo ohace falta conseguirlo para tenerautoestima? “Probablementesean las dos cosas, una relacióncircular, pero no cabe duda deque cierto pedagogismo occiden-tal ha llevado las cosas al extre-mo”, señala.

Para Chua existen las madresoccidentales y las madres chinas.Una madre occidental le dirá a suhijo que ha hecho algo muy bienla primera vez que lo haga y elniño perderá todo interés por vol-ver a repetirlo, según la autora.Una madre china sabe que nadaresulta divertido hasta que “se do-mina”. “Hay que trabajar duro”,expone Chua. “Y los niños nuncaquieren trabajar, por eso tenemosque decidir por ellos”. Inteligente,con cierto sentido del humor, ex-

plica que su objetivo final no eracaerles “bien” a sus hijas, sino ha-cer de ellas seres capaces de en-frentarse al mundo, competitivo ycruel como es.

El temor que expresa la profe-sora de Yale es el de que las gene-raciones posteriores a los padreschinos que hicieron el duro traba-jo de emigrar y hacerse un huecoen la sociedad norteamericana seacomoden y acaben fracasando.Chua habla de fracaso material,no fracaso emocional, aunque re-conoce en sus memorias que hu-bo un momento en que se diocuenta de que si continuaba pre-sionando a su hija pequeña de lamanera en la que lo estaba hacien-do la perdería. Lulu llegó a cortar-se ella misma el pelo ante la nega-tiva de su madre de llevarla a una

peluquería porque lo que debíade hacer era practicar y practicarcon el violín.

Fernández Enguita le quita im-portancia a la polémica generadapor un texto que “tiene mucho de(auto)parodia”, opina. “A lo largodel libro resulta difícil saber cuán-do está orgullosa de su carácterde estricta gobernanta y cuándose burla y se expone a sí mismacomo una exageración. Creo quees simplemente un alegato en de-fensa de que las estrictas madreschinas no quieren a sus hijos me-nos que las complacientes ma-dres anglosajonas y de que hayotras maneras de educar que laque se ha impuesto en el discursopedagógico, psicopedagógico yhasta popular en el occidente de-sarrollado”, añade.

Pero tanto Esteve como Orte-ga insisten en advertir en contrade discursos como el de Chua. Yaque no solo se trata de lo bien omal que cada uno vea sacrificar el

bienestar o la felicidad de los hi-jos para asegurarles un futuro me-jor, sino que, además, la eficaciade esos métodos para alcanzaresos objetivos también es muycuestionable.

“El control, la presión y el casti-go tienen efectos perversos por-que no dejan la posibilidad de ex-perimentar y gestionar por sí mis-mos áreas esenciales para una vi-

da plena, satisfactoria y feliz. Ade-más, generan resentimiento y noaseguran que cuando las condicio-nes de vigilancia no estén presen-tes, la conducta castigada no apa-rezca. Los niños aprenden a simu-lar un comportamiento correctopara que el castigo no les alcance.Como el miedo y el conformismono les permiten expresar sus inte-reses y necesidades, llegan a lamadurez con carencias importan-tes que pueden arrastrarlos a laansiedad y a la depresión o a esta-llidos violentos”, asegura el profe-sor Esteve. “La educación requie-re que los adultos próximos esténcerca de los niños, les den su apo-yo y confianza, que crean en ellos,y dulcemente (no violentamente)sostengan sus criterios y su con-fianza en ellos”, añade Ortega.

Chua estuvo presente en el últi-mo foro de Davos, algo que debe ala polémica suscitada por la publi-cación de su libro, agotado en casitodas las librerías de Washington.

Allí tuvo un cara a cara con LarrySummers, hasta hace unos mesesasesor económico de Barack Oba-ma y hoy de vuelta en su cátedraen Harvard. Durante el encuen-tro —relatado por el diario TheWall Street Journal, que fue quienprimero publicó el extracto del li-bro de Chua y abrió la caja de lostruenos— Summers le dijo a Chuaque quizá debería de reconside-rar su veneración por los logrosacadémicos. “¿Quiénes son losdos estudiantes de Harvard quemás han transformado el mundoen los últimos 25 años?”, se pre-guntó Summers. “Porque ni BillGates [fundador de Microsoft] niMark Zuzkerberg [creador deFacebook] acabaron sus estudiosuniversitarios”.

¡Cuidado! La‘madre tigre’devora a sus hijosUn libro que defiende la disciplina extrema conlos niños suscita las iras en EE UU P Ni el excesode permisividad ni demasiada rigidez funcionan

El sistema educativo en algunospaíses asiáticos y la extrema im-portancia que dan los padres enesta zona del mundo a los estu-dios de sus hijos se han converti-do en los últimos meses en moti-vo de interés y análisis en todoel mundo. En diciembre pasado,fue la publicación del informePISA, que mide los conocimien-tos de los jóvenes de 15 años enlectura, matemáticas y ciencias,quien volvió a poner de manifies-to los buenos resultados de losalumnos en los países asiáticosmás desarrollados como Coreadel Sur, Singapur y Japón, y enciudades como Shanghai y HongKong. Recientemente, ha sido lapolémica levantada por el librode la profesora de la Universi-dad de Yale (Estados Unidos)Amy Chua, y su defensa de losmétodos de extrema disciplina.

Muchos se preguntan cuálesson las claves del éxito de losestudiantes asiáticos en las prue-bas internacionales. La respues-ta, según los expertos, no es com-plicada en sí: buenos profesores,muchas horas de estudio, clasesde refuerzo, la atención cuidado-sa a los alumnos destacados y laintensa dedicación de los padresa la formación de sus hijos.

El ejemplo más destacado esel de Corea del Sur, que en lasúltimas décadas ha realizado ungran esfuerzo en inversión eneducación, ya que considera lacalidad de la enseñanza una ga-rantía esencial de su futuro eco-nómico. En Corea, los padrespiensan que una buena forma-ción es la vía para entrar en lasmejores universidades, y poderasí destacar en el competitivomundo laboral y lograr el éxitosocial. Para ello, las familias des-tinan un alto porcentaje de susingresos —16% en Seúl, en

2009— a educación privada, bue-na parte de ellos a clases extras,que llevan a los jóvenes a dedi-car unas 10 horas diarias a loslibros.

Algo similar sucede en Ja-pón, Singapur, Taiwan y algu-nos lugares de China como Shan-ghai, que ha quedado en primerlugar en las tres categorías en elúltimo informe PISA. Shanghaino es en absoluto representativade la situación en China, dondeexiste una gran desigualdad so-cial —el gasto por alumno en lasescuelas secundarias en las pro-vincias más pobres es 18 vecesinferior al de Pekín y Shanghai,y millones de jóvenes no puedenacceder a la universidad por fal-ta de recursos—, pero revela elgran esfuerzo que está realizan-do el país más poblado del mun-do para mejorar el sistema. Pe-kín ha puesto en marcha unplan para universalizar los nue-ve años de educación obligato-ria y gratuita, impulsar la inicia-tiva privada e internacionalizarlas universidades.

El éxito del modelo asiáticoviene acompañado, sin embar-go, de una paradoja: la falta decreatividad, imaginación, capaci-dad de innovación e independen-cia de pensamiento de los alum-nos, y el alto índice de infelici-dad, problemas psicológicos e in-cluso suicidios que sufren, debi-do a la gran presión a la queestán sometidos.

El libro de Amy Chua ha gene-rado reacciones encontradas enAsia, donde algunas familias seven reflejadas en sus métodos yen la tradición confuciana deconsiderar incuestionable la pa-labra de los padres, mientrasotras denuncian que la escritorano es realmente una madre chi-na ni vive en Asia y su experien-cia no es en absoluto representa-tiva.

Una madre tigre no permitea sus hijos:

E Dormir fuera de casa.

E Asistir a fiestas.

E Participar en una obra deteatro del colegio.

E Protestar por no estar enuna obra de teatro del colegio.

E Ver la televisión o jugar enel ordenador.

E Elegir sus propiasactividades extracurriculares.

E Sacar una nota por debajodel sobresaliente (A).

E No ser el número uno entodas las asignaturas(excepto gimnasia y teatro).

E Tocar un instrumento queno sea el violín o el piano.

Asia prima la formaciónde sus escolares

Las reglas

EParticipe¿Ha recibido una educaciónextremadamente disciplinada?

Para Amy Chua haydiferencias entrelas madres chinasy las occidentales

Shangái y Coreadel Sur coparon losprimeros puestosdel informe PISA

Más importante quesu autoestima esque los niños logrenobjetivos, dice Chua

Los especialistasrechazan de planolas ideas de estaprofesora de Yale

Niños y niñas, en unaescuela china en la zona deAnhui. / getty images

genteSilvio Berlusconi,visto por BorisIzaguirre

JOSE REINOSO

Amy Chua, autora del libro. / cordon press

YOLANDA MONGE / J. A. AUNIÓN

culturaLa Iglesia anglicanaquiere subastar12 ‘zurbaranes’

culturaVenecia se hundepor la falta derestauración

sociedadDemasiadosciervos en losparques nacionales

EL PAÍS, domingo 6 de febrero de 2011 31

OPINIÓN

MILAGROSPÉREZ OLIVA

El viernes 29 de enero el director de cineNacho Vigalondo alcanzó en su cuenta per-sonal de Twitter la muy respetable cifra de50.000 seguidores. Para celebrarlo, escri-bió: “Ahora que tengo más de 50.000 follo-wers y me he tomado cuatro vinos podrédecir mi mensaje: ¡El holocausto fue unmontaje!”. A lo que añadió: “Tengo algomás que contaros: la bala mágica que matóa Kennedy ¡todavía no ha aterrizado!”. Am-bas tenían, evidentemente, un propósitoprovocador, pero mientras que la segunda

pasó inadvertida, la primera provocó lareacción de algunos seguidores. Considera-ban que se había excedido y le advertían deque el humor debe respetar ciertos límites.Vigalondo les replicó con una sucesión dechistes sobre judíos y sobre el Holocausto,en una espiral de humor negro que provo-có nuevas y más enconadas reacciones.

La polémica saltó a diversos blogs muyconcurridos y lo que había comenzado conunos amigables reproches en su cuentapersonal se convirtió en un incendio quefue creciendo y acabó afectando a EL PAÍS.Vigalondo escribía un blog personal sobrecine en la edición digital y además esosdías se emitía por televisión una campañade publicidad, dirigida y protagonizada porel cineasta, sobre las nuevas aplicaciones

desarrolladas por EL PAÍS para facilitar in-formación en soportes digitales.

En cuanto trascendió la polémica, co-menzaron a llegar protestas al diario. Tam-bién al correo de la Defensora. Lectorescomo Miguel Moya, Julio Kierzszenson, Ra-quel Benchaya y Luis Artime se quejabande que el diario siguiera dando cobijo aalguien que negaba el Holocausto o lo bana-lizaba. Isabel Gómez, cuyo tío abuelo, unrepublicano español, murió en Mauthau-sen, no comprendía cómo se podía admitirque se hiciera mofa de quienes fueron vícti-ma de semejante barbarie. En su blog, elcineasta daba extensas explicaciones a loslectores, pero algunos no lo consideraronsuficiente. Jorge Tahauer, “sobrino y pri-mo de personas asesinadas en el Holocaus-

to”, declaraba que el humor negro de Viga-londo “es una herida añadida al insulto ysu liviana disculpa no demuestra arrepenti-miento alguno”.

En su edición del jueves el diario comu-nicó que, al tener conocimiento de esosdesafortunados comentarios, el sábado ha-bía decidido retirar la campaña publicita-ria: “Nacho Vigalondo bromeó en Twittersobre el Holocausto a título personal y enun soporte ajeno a EL PAÍS, pero el periódi-co considera inaceptables e incompatiblescon su línea editorial los comentarios verti-dos. EL PAÍS pide disculpas por lo sucedi-do”, escribió. Ese mismo día Vigalondo ce-rraba su blog. En su último post y en unacarta publicada en la edición impresa, pe-día perdón. Pasa a la página siguiente

D ecía el embajadorestadounidense en Chile,en un cable confidencial

enviado a Washington a comien-zos de 2007, poco después de lamuerte de Pinochet, que los chi-lenos miraban con menos ren-cor al pasado, a su dictadura,que los españoles a la de Franco.El comentario, aunque superfi-cial y bastante inexacto, puedeservir para introducir algunasobservaciones de historia com-parada, de similitudes y dife-rencias entre ambas dictaduras,y sobre la forma en que son re-cordadas.

Pinochet aprendió muchascosas de Franco. El dictador chi-leno, como antes había hecho elespañol, intentó imponer una vi-sión histórica que legitimara lanecesidad del golpe de Estado ylo presentara como salvador dela nación. Durante sus dictadu-ras, Franco y Pinochet festeja-ron el 18 de julio en España y el11 de septiembre en Chile comoun mito fundacional de “salva-ción nacional” frente a la revolu-ción marxista. Esa versión ofi-cial, establecida a partir del con-trol de la educación, de la censu-ra y de la persecución a quien seoponía públicamente, generó po-líticas de desinformación y demanipulación de la historia,muy difíciles de combatir duran-te las respectivas transiciones ala democracia.

El golpe de Pinochet, el 11 deseptiembre de 1973, no provocóuna guerra civil y su dictadura,de 17 años, duró 20 menos quela de Franco. Después de milesde asesinatos y de violencias ma-sivas de los derechos humanos,ambos dictadores gozaron deamplios apoyos entre sus ciuda-danos. Franco murió en la camay nunca tuvo que preocuparsede responder a cargos sobre crí-menes contra la humanidad. Pi-nochet sobrevivió 16 años a suGobierno autoritario y su arres-to en Londres, en octubre de1998, abrió en Chile una profun-da discusión sobre el pasado, enla que afloraron con toda su cru-

deza las historias y memorias en-frentadas de militares y de fa-miliares de los desaparecidos yvíctimas de la represión.

El legado de los crímenes delas dos dictaduras se abordó deforma muy diferente en los dospaíses. En España, tras la Ley deAmnistía aprobada el 15 de octu-bre de 1977, el Estado renuncia-ba a abrir en el futuro cualquierinvestigación judicial o a exigirresponsabilidades contra “los de-litos cometidos por los funciona-rios públicos contra el ejerciciode los derechos de las perso-nas”. Bajo el recuerdo traumáti-co de la guerra, interpretada co-mo una especie de locura colecti-va, con crímenes reprobables enlos dos bandos, y el del miedoimpuesto por la dictadura, na-die habló entonces de crear co-misiones de la verdad que inves-tigaran los miles de asesinatos yla sistemática violación de losderechos humanos practicada

hasta el final por Franco y susfuerzas armadas.

En Chile, por el contrario, ypese a que la democracia, bajo lavigilancia y el corsé impuestopor el tirano todavía vivo, no pu-do derogar la amnistía que se ha-bían concedido los propios milita-res con la Ley de 1978, el primerpresidente democrático, PatricioAlwin, decidió establecer una Co-misión Nacional de Verdad y Re-conciliación. No se podía llegar ala reconciliación nacional, pensóAlwin, sin antes conocer y reco-nocer a los desaparecidos y vícti-mas de la violencia de las fuerzasarmadas. Formada, bajo la presi-dencia del prestigioso juristaRaúl Rettig, por expertos en dere-chos humanos, pero también porpartidarios de la dictadura, comoel historiador Gonzalo Vial Co-rrea, la Comisión entregó su in-forme, de 1.350 páginas, el 8 defebrero de 1991, menos de unaño después del encargo oficial.

El informe Rettig, interpreta-do por los militares chilenos co-mo un ataque a su honor y digni-dad, fue un hito en el proceso dereconstrucción de la democraciay de la memoria colectiva. En Es-paña, durante la transición, y enla larga década posterior de Go-biernos socialistas, no hubo polí-ticas de reparación, jurídica ymoral, de las víctimas de la gue-rra y de la dictadura. No solo nose exigieron responsabilidades alos supuestos verdugos, tal y co-mo marcaba la Ley de Amnistía,sino que tampoco se hizo nadapor honrar a las víctimas y en-contrar sus restos.

Por eso, no resulta sorpren-dente que cuando comenzó aplantearse entre nosotros, porfin, casi tres décadas después dela muerte de Franco, la necesi-dad de políticas públicas de me-moria, como se había hecho enotros países, apareciera un enér-gico rechazo de quienes más in-cómodos se encontraban con elrecuerdo de la violencia, con laexcusa de que se sembraba elgermen de la discordia y se po-nían en peligro la convivencia yla reconciliación. Acostumbra-dos a la impunidad y al olvidodel crimen cometido desde el po-der, se negaron, y se niegan, arecordar el pasado para apren-der de él.

Para muchos españoles, el re-chazo de la dictadura y de lasviolaciones de los derechos hu-manos no ha formado parte de laconstrucción de su cultura políti-ca democrática. Y por eso tene-mos tantas dificultades para mi-rar con libertad, conocimiento yrigor a las experiencias traumáti-cas del siglo XX. Parece que este-mos en un eterno debate y, enrealidad, seguimos rodeados demiedos y mentiras. Y, lo que esmás importante para el futuro,sin claras políticas educativas yculturales sobre los derechos hu-manos.

Julián Casanova es catedrático deHistoria Contemporánea en la Univer-sidad de Zaragoza.

El ansiado olvido

Ninguna broma con el HolocaustoDEFENSORA DEL LECTOR. EL PAÍS retira una campaña publicitaria por los chistes antisemitas delautor. Unos lectores protestaron por albergar el ‘blog’ de Vigalondo y otros por que se suprimiera.

juliáncasanovaChile tuvo suComisión de laVerdad; España nohizo nada por lasvíctimas de Franco

FORGES

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Le han llamado loca, monstruo eincluso ha recibido amenazas demuerte. En algunos programasde radio, los oyentes reclamabanque intervinieran las auto-ridades y que le quitaranla custodia de sus hijas. Eltema de su libro se ha he-cho recurrente en cenas,corrillos de café en ofici-nas y medios de comuni-cación de todo EstadosUnidos y ha llegado, enmayor o menor medida, abuena parte de los paísesde Occidente.

Amy Chua ha calenta-do el frío invierno estado-unidense con unas memo-rias —Himno de batalla dela madre tigre— sobre sucreencia de que a los hijoshay que educarlos en unaestricta disciplina que de-ja fuera cosas tan comu-nes y populares como quelos niños se queden a dor-mir en casa de los amigos.Chua también consideraque los pequeños no pue-den ver la televisión, ju-gar en el ordenador o participaren las obras de teatro del colegio.Tampoco pueden tener notas infe-riores al sobresaliente. Y deben to-car el piano o el violín. Cualquierotro instrumento no es una op-ción; solo el piano y el violín for-jan carácter.

Casada con un norteamerica-no, Chua es hija de inmigranteschinos nacida en EE UU y profeso-ra de Derecho en la Universidadde Yale. En el libro, la autora de-fiende el estilo estricto de las “ma-dres chinas” sobre el, según ella,excesivamente sobreprotector delas madres “occidentales”.

¿Por qué se ha levantado tantapolémica con la revisión de unaidea —la de la coerción y el autori-tarismo como método educati-vo— tan antigua y, en la mayorparte de los países desarrollados,tan superada? Un claro factor pa-rece ser la atracción de Occidentepor Asia y, en especial, por China.“Existe hacia lo chino un imagina-rio paradójico: nos fascina y le te-memos”, dice el profesor de Psico-logía Social de la Universidad deValencia José Vicente Esteve.

De hecho, algunos analistas

han apuntado que, en el fondo, lacausa del revuelo es el pánico delos estadounidenses a ser devora-dos por el gran gigante chino, nosolo económicamente, sino ‘tam-bién’ en la educación. A esa idea

ayuda el recientemente publica-do informe PISA de la OCDE —unmacroexamen de lectura, mate-máticas y ciencias a los alumnosde 15 años de 65 países del mun-do—, en el que los alumnos de

Shangái y Corea del Surhan obtenido los mejoresresultados, incluso por en-cima del paradigma euro-peo de educación de cali-dad: Finlandia. “Está cla-ro que a raíz del últimoinforme PISA vamos a vi-vir en los próximos añosun cambio en el referenteeducativo”, dice el presi-dente de la Confederaciónde Organizaciones de Psi-copedagogía y Orienta-ción de España, Juan An-tonio Planas.

Pero quizá la clave dela gran polvareda levanta-da es que, a pesar de quela mayoría de los especia-listas rechazan de planosus recetas, quizá Chuantenga parte de razón ensus críticas. “Se está vien-do que una sociedad tanpermisiva y sobreprotec-tora está generando perso-

nas inmaduras emocionalmente.Pero en educación los extremosnunca son buenos. Ni este tipo deeducación espartana como el dela madre tigre ni la excesiva permi-sividad son buenos referentes”,añade Planas.

“Ciertamente, en el modelo(hablando de generalidades) occi-dental, sobre todo el de algunosestereotipos norteamericanos,los adultos parecen exhibir unainseguridad y una ansiedad queefectivamente no es beneficiosapara la educación ni familiar niescolar”, señala la profesora dePsicología de la Universidad deCórdoba Rosario Ortega, que re-chaza, en cualquier caso, las ideasde Chua, las cuales llega a califi-car de “aberrantes” y como “unasarta de barbaridades“.

El hecho es que David Brooks,columnista del diario The NewYork Times, escribía que son le-gión quienes ven a Amy Chua co-mo “una amenaza para la socie-dad” norteamericana. Y que la re-vista Time dedicó la portada de suúltimo número de enero a Chua,la madre tigre que ruge sobre lasconsciencias de los padres norte-

americanos que llevan décadascreyendo en las bondades de edu-car a sus hijos en la autoestimapor encima de los logros.

“La práctica tenaz es crucialpara conseguir la excelencia”, ex-plica Chua en su libro. “La repeti-ción rutinaria está mal vista enEE UU”, dice, “las familias occi-dentales se preocupan más por laautoestima de los niños que por

su esfuerzo personal”. Al sociólo-go de la Universidad Compluten-se Mariano Fernández Enguita,esa idea es la que más le interesadel debate: ¿Es necesaria la au-toestima para conseguir algo ohace falta conseguirlo para tenerautoestima? “Probablementesean las dos cosas, una relacióncircular, pero no cabe duda deque cierto pedagogismo occiden-tal ha llevado las cosas al extre-mo”, señala.

Para Chua existen las madresoccidentales y las madres chinas.Una madre occidental le dirá a suhijo que ha hecho algo muy bienla primera vez que lo haga y elniño perderá todo interés por vol-ver a repetirlo, según la autora.Una madre china sabe que nadaresulta divertido hasta que “se do-mina”. “Hay que trabajar duro”,expone Chua. “Y los niños nuncaquieren trabajar, por eso tenemosque decidir por ellos”. Inteligente,con cierto sentido del humor, ex-

plica que su objetivo final no eracaerles “bien” a sus hijas, sino ha-cer de ellas seres capaces de en-frentarse al mundo, competitivo ycruel como es.

El temor que expresa la profe-sora de Yale es el de que las gene-raciones posteriores a los padreschinos que hicieron el duro traba-jo de emigrar y hacerse un huecoen la sociedad norteamericana seacomoden y acaben fracasando.Chua habla de fracaso material,no fracaso emocional, aunque re-conoce en sus memorias que hu-bo un momento en que se diocuenta de que si continuaba pre-sionando a su hija pequeña de lamanera en la que lo estaba hacien-do la perdería. Lulu llegó a cortar-se ella misma el pelo ante la nega-tiva de su madre de llevarla a una

peluquería porque lo que debíade hacer era practicar y practicarcon el violín.

Fernández Enguita le quita im-portancia a la polémica generadapor un texto que “tiene mucho de(auto)parodia”, opina. “A lo largodel libro resulta difícil saber cuán-do está orgullosa de su carácterde estricta gobernanta y cuándose burla y se expone a sí mismacomo una exageración. Creo quees simplemente un alegato en de-fensa de que las estrictas madreschinas no quieren a sus hijos me-nos que las complacientes ma-dres anglosajonas y de que hayotras maneras de educar que laque se ha impuesto en el discursopedagógico, psicopedagógico yhasta popular en el occidente de-sarrollado”, añade.

Pero tanto Esteve como Orte-ga insisten en advertir en contrade discursos como el de Chua. Yaque no solo se trata de lo bien omal que cada uno vea sacrificar el

bienestar o la felicidad de los hi-jos para asegurarles un futuro me-jor, sino que, además, la eficaciade esos métodos para alcanzaresos objetivos también es muycuestionable.

“El control, la presión y el casti-go tienen efectos perversos por-que no dejan la posibilidad de ex-perimentar y gestionar por sí mis-mos áreas esenciales para una vi-

da plena, satisfactoria y feliz. Ade-más, generan resentimiento y noaseguran que cuando las condicio-nes de vigilancia no estén presen-tes, la conducta castigada no apa-rezca. Los niños aprenden a simu-lar un comportamiento correctopara que el castigo no les alcance.Como el miedo y el conformismono les permiten expresar sus inte-reses y necesidades, llegan a lamadurez con carencias importan-tes que pueden arrastrarlos a laansiedad y a la depresión o a esta-llidos violentos”, asegura el profe-sor Esteve. “La educación requie-re que los adultos próximos esténcerca de los niños, les den su apo-yo y confianza, que crean en ellos,y dulcemente (no violentamente)sostengan sus criterios y su con-fianza en ellos”, añade Ortega.

Chua estuvo presente en el últi-mo foro de Davos, algo que debe ala polémica suscitada por la publi-cación de su libro, agotado en casitodas las librerías de Washington.

Allí tuvo un cara a cara con LarrySummers, hasta hace unos mesesasesor económico de Barack Oba-ma y hoy de vuelta en su cátedraen Harvard. Durante el encuen-tro —relatado por el diario TheWall Street Journal, que fue quienprimero publicó el extracto del li-bro de Chua y abrió la caja de lostruenos— Summers le dijo a Chuaque quizá debería de reconside-rar su veneración por los logrosacadémicos. “¿Quiénes son losdos estudiantes de Harvard quemás han transformado el mundoen los últimos 25 años?”, se pre-guntó Summers. “Porque ni BillGates [fundador de Microsoft] niMark Zuzkerberg [creador deFacebook] acabaron sus estudiosuniversitarios”.

¡Cuidado! La‘madre tigre’devora a sus hijosUn libro que defiende la disciplina extrema conlos niños suscita las iras en EE UU P Ni el excesode permisividad ni demasiada rigidez funcionan

El sistema educativo en algunospaíses asiáticos y la extrema im-portancia que dan los padres enesta zona del mundo a los estu-dios de sus hijos se han converti-do en los últimos meses en moti-vo de interés y análisis en todoel mundo. En diciembre pasado,fue la publicación del informePISA, que mide los conocimien-tos de los jóvenes de 15 años enlectura, matemáticas y ciencias,quien volvió a poner de manifies-to los buenos resultados de losalumnos en los países asiáticosmás desarrollados como Coreadel Sur, Singapur y Japón, y enciudades como Shanghai y HongKong. Recientemente, ha sido lapolémica levantada por el librode la profesora de la Universi-dad de Yale (Estados Unidos)Amy Chua, y su defensa de losmétodos de extrema disciplina.

Muchos se preguntan cuálesson las claves del éxito de losestudiantes asiáticos en las prue-bas internacionales. La respues-ta, según los expertos, no es com-plicada en sí: buenos profesores,muchas horas de estudio, clasesde refuerzo, la atención cuidado-sa a los alumnos destacados y laintensa dedicación de los padresa la formación de sus hijos.

El ejemplo más destacado esel de Corea del Sur, que en lasúltimas décadas ha realizado ungran esfuerzo en inversión eneducación, ya que considera lacalidad de la enseñanza una ga-rantía esencial de su futuro eco-nómico. En Corea, los padrespiensan que una buena forma-ción es la vía para entrar en lasmejores universidades, y poderasí destacar en el competitivomundo laboral y lograr el éxitosocial. Para ello, las familias des-tinan un alto porcentaje de susingresos —16% en Seúl, en

2009— a educación privada, bue-na parte de ellos a clases extras,que llevan a los jóvenes a dedi-car unas 10 horas diarias a loslibros.

Algo similar sucede en Ja-pón, Singapur, Taiwan y algu-nos lugares de China como Shan-ghai, que ha quedado en primerlugar en las tres categorías en elúltimo informe PISA. Shanghaino es en absoluto representativade la situación en China, dondeexiste una gran desigualdad so-cial —el gasto por alumno en lasescuelas secundarias en las pro-vincias más pobres es 18 vecesinferior al de Pekín y Shanghai,y millones de jóvenes no puedenacceder a la universidad por fal-ta de recursos—, pero revela elgran esfuerzo que está realizan-do el país más poblado del mun-do para mejorar el sistema. Pe-kín ha puesto en marcha unplan para universalizar los nue-ve años de educación obligato-ria y gratuita, impulsar la inicia-tiva privada e internacionalizarlas universidades.

El éxito del modelo asiáticoviene acompañado, sin embar-go, de una paradoja: la falta decreatividad, imaginación, capaci-dad de innovación e independen-cia de pensamiento de los alum-nos, y el alto índice de infelici-dad, problemas psicológicos e in-cluso suicidios que sufren, debi-do a la gran presión a la queestán sometidos.

El libro de Amy Chua ha gene-rado reacciones encontradas enAsia, donde algunas familias seven reflejadas en sus métodos yen la tradición confuciana deconsiderar incuestionable la pa-labra de los padres, mientrasotras denuncian que la escritorano es realmente una madre chi-na ni vive en Asia y su experien-cia no es en absoluto representa-tiva.

Una madre tigre no permitea sus hijos:

E Dormir fuera de casa.

E Asistir a fiestas.

E Participar en una obra deteatro del colegio.

E Protestar por no estar enuna obra de teatro del colegio.

E Ver la televisión o jugar enel ordenador.

E Elegir sus propiasactividades extracurriculares.

E Sacar una nota por debajodel sobresaliente (A).

E No ser el número uno entodas las asignaturas(excepto gimnasia y teatro).

E Tocar un instrumento queno sea el violín o el piano.

Asia prima la formaciónde sus escolares

Las reglas

EParticipe¿Ha recibido una educaciónextremadamente disciplinada?

Para Amy Chua haydiferencias entrelas madres chinasy las occidentales

Shangái y Coreadel Sur coparon losprimeros puestosdel informe PISA

Más importante quesu autoestima esque los niños logrenobjetivos, dice Chua

Los especialistasrechazan de planolas ideas de estaprofesora de Yale

+ .com

Niños y niñas, en unaescuela china en la zona deAnhui. / getty images

genteSilvio Berlusconi,visto por BorisIzaguirre

JOSE REINOSO

Amy Chua, autora del libro. / cordon press

YOLANDA MONGE / J. A. AUNIÓN

culturaLa Iglesia anglicanaquiere subastar12 ‘zurbaranes’

culturaVenecia se hundepor la falta derestauración

sociedadDemasiadosciervos en losparques nacionales

EL PAÍS, domingo 6 de febrero de 2011 3530 EL PAÍS, domingo 6 de febrero de 2011

OPINIÓN

LA SITUACIÓN en Egipto parece estancada,pero solo porque los movimientos políti-cos de fondo ya se han producido y loúnico que se aguarda es que afloren a lasuperficie. Mubarak es un presidenteque ni gobierna ni podrá gobernar en loque le resta de mandato, a no ser a golpesde represión. La estrategia que intentódesarrollar esta semana, sembrando elcaos con ataques de sus partidarios con-tra los manifestantes y la prensa interna-cional, ha sido un órdago en el que haperdido la última baza de la que dispo-nía: ofrecerse como el dirigente que po-día llevar al país hasta unas eleccionesdemocráticas. Tras los sucesos, la CasaBlanca ha endurecido el tono contra Mu-barak, consciente de que este se ha desca-lificado para desempeñar ningún papelen una eventual “transición pilotada”.

Ni siquiera apelando a su vieja condi-ción de baluarte contra el islamismo haconseguido retener el régimen de Muba-rak sus apoyos diplomáticos. Los Gobier-nos que lo respaldaron al inicio de lasrevueltas, como los de Israel o ArabiaSaudí, han quedado fuera de juego, al apa-recer como defensores de la autocracia, ylos que intentaron propiciar un cambioreal que no implicara la salida inmediatade Mubarak han tenido que corregir laapuesta por el endurecimiento de la re-presión, que ha puesto de manifiesto lanula voluntad de cambio. El Ejército, en-tre tanto, ha mantenido la neutralidadpese a algunos tímidos vaivenes que refle-jan las tensiones internas en su cúpula.

En Egipto se está jugando una nuevaconfiguración de Oriente Próximo que po-dría romper la tenaza entre islamismo ydictadura que ha marcado su historia re-ciente, hasta colocar a la región al bordede la catástrofe. Si Egipto evoluciona enun sentido democrático, puede que enotros países del entorno estallen revuel-tas como las que se iniciaron en Túnez.E, incluso, si no estallan, es previsibleque los Gobiernos que logren mantener-se tengan que llevar a cabo las transicio-nes políticas siempre pospuestas.

La pérdida de la excepcionalidad de-mocrática por parte de Israel podría for-zar cambios sustanciales en su relacióncon los palestinos. Y tampoco cabe des-cartar que, lejos de verificarse la compa-ración del Egipto de hoy con el Irán de larevolución, hubiera que establecer los pa-ralelismos en dirección opuesta: el régi-men de los ayatolás, ya seriamente con-testado, no estaría a salvo de revueltascomo las de Egipto si estas triunfaran.

Pero este desenlace optimista no per-mite descartar en ningún caso el pesimis-ta, que es la cruz de la moneda que siguedando vueltas sobre la plaza de la Libera-ción. Si Mubarak sobrevive a las revuel-tas y queda aislado de sus propios ciuda-danos y de las potencias democráticasque verían con buenos ojos su salida, laconfrontación entre islamismo y dictadu-ra acelerará el rumbo suicida en el queestaba embarcada la región. Más sufri-miento para la población y más inestabili-dad internacional sería el horizonte.

Si Netanyahu hubieraquerido echar por tierralas protestas en Egipto,podría haber recurrido avarias operaciones psico-lógicas, como colocar aun grupo de manifestan-tes solidarizándose enlas calles de Tel Aviv conla población egipcia gri-tando consignas contraMubarak. En cuanto loretransmitiera Al Yazira,la protesta de El Cairo sehubiera ido a pique antela solidaridad israelí. (…)

En vez de hacer nadade eso, Netanyahu ha re-currido a una diploma-cia torpísima, con la pre-tensión de que los Go-

biernos amigos suaviza-ran sus comentarios so-bre el pobre Mubarak,evidenciando una totalfalta de comprensión delo que estaba ocurrien-do, de lo deprisa queiban los acontecimien-tos. Si hasta Hillary Clin-ton reclamaba una tran-sición ordenada a la de-mocracia, el mensaje is-raelí era totalmente su-perfluo. (…)

La sucesión de Muba-rak siempre ha sido unade las mayores preocupa-ciones israelíes, pero amentes más brillantes seles habría ocurrido algomejor que esa sugeren-

cia de Netanyahu de im-poner las mismas condi-ciones ideológicas a unnuevo Gobierno egipcioque a Hamás. Si cree quelos aliados de Israel se lovan a consentir, tal comohicieron en el caso de Ha-más, se engaña. (…) Lapaciencia de la comuni-dad internacional con Is-rael es cada vez menor.

La perspectiva de te-ner a los Hermanos Mu-sulmanes como eje deun Gobierno es preocu-pante, pero la desespera-ción israelí por mante-ner la estabilidad a cual-quier precio le ha cegadola visión de los cambiosen marcha. (…)

Daniella Peled / Tel Aviv, 4 defebrero

Cara y cruzEn Egipto se juega la ruptura o la consolidación

de la tenaza entre islamismo y dictadura

EL COPAGO sanitario es una fórmula decontención del gasto que aplican variospaíses europeos. Una vez más, ha sidoobjeto de controversia en España a raízde las declaraciones que Carlos Ocaña,secretario de Estado de Hacienda, realizóa este periódico a principios de semana.En un contexto de grave déficit presu-puestario de las comunidades autóno-mas, principales prestadoras de los servi-cios sanitarios, y de reformas económi-cas necesarias para contener el gasto pú-blico, Ocaña recomienda una gestiónmás racional de la sanidad y la posibili-dad de reconsiderar el copago en el futu-ro. El presidente del Gobierno ha zanjadoel debate de momento, asegurando queno merece la pena establecerlo por el es-caso ahorro que supondría y, sobre todo,por la inequidad que generaría.

Hace ya 20 años que el llamado infor-me Abril apuntó la posibilidad de introdu-cir un canon que obligara a los usuarios apagar una cantidad simbólica de carácterdisuasorio por cada acto médico. Tambiénentonces se rechazó, pero lo cierto es quegran parte de las propuestas (como la depresentar facturas informativas a los usua-rios) se han ido adoptado con el tiempo.Ciertamente, el copago representaría un

riesgo si, tal como dicen algunos de quie-nes lo critican, rompiera el alto nivel deequidad del sistema español al penalizar alos ciudadanos de menores ingresos o conmayores problemas de salud. Sería acepta-ble, por tanto, si se pudiera aplicar sinexcesivos costes administrativos adiciona-les y generara más equidad en vez de ero-sionarla. Aunque el sistema español es deuna gran eficiencia y se distingue de otrospor ser de cobertura universal, las listasde espera o la gratuidad de los fármacos apensionistas y enfermos crónicos al mar-gen de su renta ya penalizan, de hecho, alos usuarios de menor poder adquisitivo.

La resolución de tales deficiencias,una mejor gestión como la que señalaOcaña y la aplicación de las medidas deahorro acordadas en marzo pasado en elpacto sanitario deberían ser la prioridad.Es desalentador que un año después sehayan aplicado tímidamente algunas me-didas pero el grueso siga siendo una asig-natura pendiente. Cabe exigir a los res-ponsables políticos que se apliquen aello, pero no rehúyan el debate sobre eleventual establecimiento de un sistemade copago, algo que habrá que hacer sisirve, precisamente, para salvaguardaren el futuro el sistema universal de salud.

El copago a debateLa contención del gasto requiere cumplir

el pacto sanitario y explorar nuevas recetas

HAARETZ

El cambio llega a Egipto...

A lgunos episodiosinfrecuentes, pero

preciosos, desgarran elvelo del presente ypermiten a los mortalesatisbar el porvenir queles espera. Uno de esosmomentos (Stefan Zweiglo calificaría de estelar)se vivió el 1 de febrero,en el canal Veo7.Revestido de lasuficiencia del profesorque somete a un alumnoa un examen oraldecisivo, el director de ElMundo, PedroJ. Ramírez, entrevistabaplácidamente alpresidente del PP,Mariano Rajoy. En elturno de preguntas delpúblico, una joveninquirió al jefe de laoposición: “¿Quémedidas incluye suprograma para crearempleo y para apoyar alos jóvenesemprendedores?”. Lapregunta invitaba adesparramarse en unalarga cambiada trivial, alestilo de un Arenas o unGonzález Pons. PeroRajoy se quedó enblanco, balbuceó(“vamos a ver, eh, eh...”),removió sus papeles yfabricó unos segundosde silencio aterrador. Elentrevistador reaccionócon forzada ironía:“Vamos a ver si es capazde responder en menosde un minuto”, dijo.Rajoy salió de su estuporal fin: “Me ha pasadouna cosaverdaderamente notable,es que lo he escrito aquí

y no entiendo mi letra”.Dio la larga cambiadaque todo el mundoesperaba, habló deanimar la inversión yotros lugares comunes yfin del momento estelar.

P rimer misterio:¿tenía Mariano

Rajoy escrito en unpapel la solución alproblema del paro? Si esasí, sería un gravísimocontratiempo para laeconomía mundial quehubiera perdido susnotas. Segundo misterio:¿no entiende su letra unregistrador de lapropiedad, educado en elculto a una caligrafíanítida? Si es por claridad,que le escriban la recetaen mármol, sobre unasTablas de la Ley. Tercermisterio: si la únicareceta de que dispone

Mariano Rajoy paraterminar con el paro esanimar la inversión ygenerar confianza, que elmaestro Ramírez lesuspenda el examen oral.O que otro asistente deVeo7 le pregunte quéplanes tiene para animarla inversión y así puedaentrar en trance denuevo y perder el papel.

T odo lo anterior seresume en dos

certezas. Una, MarianoMariano no tiene ideasconcretas para reducir elparo; se desenvuelve hoy(y se desenvolverá en2012 si es presidente)con las nimiedades decostumbre. Dos, si el PPgana las elecciones nosespera un periodoimpreciso de pérdida deconsciencia. Como el deVeo7.

marcos balfagón

REVISTA DE PRENSA

EL ACENTO

El futuro ya está aquí