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Espiritualidad Salesiana

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  • P. Gumersindo Daz SDB

    ManantialMeditaciones

  • Dedicatoria : A mis padres, quienes me dieron un bello ejemplo de fe, en una gozosa experiencia de Dios. A mis Amigos en la Fe, que me han apoyado en mi camino y han sido parte de mi feliz sacerdocio.

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  • MANANTIALP. Gumersindo Daz sdb

    Primera edicin : Diciembre / 20002500 ejemplares

    Nihil Obstat : S. E. Rvdma. Mons. Jess Mara de Jess Moya. Obispo de San Fco. de Macors. R.D.

    Puede imprimirse : Rvdmo. P. Angel R. Soto SDB Inspector. Inspectora San Juan Bosco de las Antillas.

    ISBN 99934-23-08-4 Santo Domingo R. D. Dic. / 2000

    Fotografas y diagramacin : P. Gumersindo Daz sdb

    Impreso en Repblica Dominicana Amigo del Hogar. Los Prados. Santo Domingo. R.D.

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  • 3MEDITACIONES Siguiendo a Jesucristo.

    El camino es largo y la marcha es lenta, pero sabemos que la fuerza del amor

    va quitando el pecado del mundo, y construyendo el Reino de Dios.

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  • 5CONTENIDO

    Introduccin 9Comentario del Rvdmo. P. Inspector. 13Comentario del seor Obispo de San Fco. de Macors. 14Jess en el Sagrario. 17 I. JESUS Y MARIA1. Jess de Nazaret. 212. Mara de Nazaret. 35 II. DIOS PADRE3. Eterno Padre. 514. El Dios en quien yo creo. 575. Confesin pblica al Padre de la Misericordia. 596. Huellas del Amor de Dios. 617. La sed de Dios. 63 III. LA EUCARISTIA 8. Al pie del Altar. 699. Invitados al Banquete del Seor. 7110. La Eucarista, Pan de Vida. 8711. Jess, Ofrenda Eucarstica. 9512. Eucarista, alimento y apoyo. 99 IV. LA CRUZ 13. La Cuaresma y el sentido de la Cruz. 10514. El camino de la Cruz y el Silencio de Dios. 111 15. El misterio de la Cruz. 11716. Los mandamientos y la moral cristiana. 12117. Amor y Perdn. 127 V. LA FE 18. El Reino de los cielos. 13519. La alegra de la fe. 14120. El miedo en la fe. 14321. Crecer en la fe. 14722. Mensajeros de la fe. 150

  • 6 VI. VIDA INTERIOR23. Trabajo interior. 15924. Renovacin espiritual. 16325. Pensamientos para crecer. 167 26. Pinceladas de reflexin. 17327. Caridad pastoral. 177

    VII. EL BAUTISMO 28. El bautismo del Seor. 18529. El nuevo nacimiento. 18730. Gracia y pecado. 19131. La verdad y el hombre. 19532. La bsqueda de Dios. 200

    VIII. HORA DE ALABANZA33. Jess es el camino. 20734. Docilidad al Espritu Santo. 21135. La pedagoga de Cristo. 21536. La samaritana. 21737. La caridad de Cristo nos urge. 22138. Desprendimiento y libertad. 223

    IX. DIOS SIGUE LLAMANDO39. Dios llama a Abrahn. 23340. El buen Pastor. 23941. Consagrados para servir. 24241b. Despedida 24942. Vida de Comunidad. 25143. La esperanza salesiana. 254

    X. TEMAS VARIOS44. La Oracin: Tema Oraciones Salmos Ritos. 26145. Adviento: Tiempo de conversin. 28346. Adviento: Vivir en la esperanza. 28647.Teologa de la vida religiosa apostlica. 288

  • 748. Santa Teresita del Nio Jess. 29549. La Iglesia al servicio de los pobres. 29850. Pasajes bblicos apropiados para la meditacin. 30151. Respeto a la vida. 30252. Celebracin de la muerte. 30553. La bondad. La paradoja de Carlin. De todas maneras. 309 54. De todas maneras. 31255. Pgina del autor. 315

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  • INTRODUCCION

    Este libro es como un pequeo manantial que brota de las ex-periencias de fe que he tenido en mi accin pastoral, y de las ideas fundamentales que han guiado mi vida al transmitir a mis hermanos el mensaje del Evangelio de Jesucristo. Enumero slo algunas de esas experiencias de fe :1. Fui ordenado sacerdote el 29 de Marzo de 1970, Pascua de Res-urreccin. Desde 1970 hasta 1984 estuve trabajando en la Pastoral Vocacional. Ese trabajo me ayud mucho a meditar en la belleza del seguimiento de Cristo. En este clima de la llamada de Dios, he tratado de manifestar al mundo que, en mi sacerdocio, he sido y soy plena-mente feliz. Gracias, mi Dios! Para enriquecer mi trabajo en la pas-toral vocacional entr muy de lleno en el campo de la fotografa. Esto me ha permitido adornar este libro con bellas fotos de la naturaleza, devolvindole a Dios algo de lo que El me ha regalado y que me ha sido tan til en mi trabajo pastoral.2. A partir de 1978 prediqu ejercicios espirituales a algunos gru- pos de religiosas. Los temas de Laudes eran muy sencillos y aptos para mover el deseo de seguir a Jesucristo. Esos pequeos temas han sido reelaborados y son parte de este libro. 3. Hace 14 aos que escribo peridicamente a un grupo de perso- nas de Puerto Rico, Repblica Dominicana y Estados Unidos. Son perso-nas que gustan de la vida espiritual y de la oracin. Mis mensajes han tenido por ttulo: Carta a mis amigos en la fe. Muchas ideas de esas pginas han pasado a este libro. 4. Una de las experiencias ms hermosas de mi vida sacerdotal ha sido y sigue siendo la ADORACION EUCARISTICA. He creado mi propio estilo de Adoracin y para ello he escrito dos folletos: Ado-racin(1991), y Jess, Pan de Vida(1999). Parte de ese material lo he integrado al libro. 5. Siempre me ha gustado meditar en el Misterio de la Cruz.

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  • La Cruz tiene sentido de ofrenda, y por ello, la Cruz nos ofrece la va ms hermosa para amar. Para santa Teresita del Nio Jess, cada su-frimiento era una flor para su amigo Jess. La idea de la Cruz es parte fundamental de este libro. Desde 1982 he estado tratando de poner por escrito estas expe-riencias pastorales. Pero la idea tard 16 aos en madurar y hacerse posible. Dios es el que nos gua, y lo que El determina es siempre lo mejor. Es hoy, Domingo 2 de Agosto de 1998, cuando empiezo a lle-var al papel estos mensajes de fe, y s que debo trabajar en ellos unos tres aos hasta que pueda entregar esta herencia en manos de mis AMIGOS EN LA FE. Con este libro espero ayudar a muchas personas a vivir la alegra de la fe en una bella experiencia de Dios. La experiencia de Dios produce alegra, seguridad y paz, que son los frutos de una entrega plena al seguimiento de Cristo y de una op-cin hecha por Jess con verdadero amor. El ttulo Manantial representa a Cristo que es la fuente de todo bien. Manantial es tambin la vida del cristiano sencillo que se convierte en corriente de agua viva para muchos de los que reci- ben su herencia espiritual. Estas pginas pueden ayudarnos a vivir como en un manan-tial de agua fresca en las montaas. Al abrir este libro se entra como en un recinto sagrado que conduce hacia la presencia de Dios. Como en un Sagrario viviente, en cada captulo, se sienten los latidos de la misericordia de Jess, el sello de su presencia amorosa. En este libro Dios va a ir mostrando su presencia como se muestra en el susurro del viento, en una tarde apacible, en una meditacin serena, en el canto de las aguas de un ro, en el calor del fuego, en una flor que se abre, en la sonrisa de un nio, en la paz de un anciano, o en las manos levantadas de alguien que est rezando. Mientras lo estemos buscando con un corazn abierto, El se ir manifestando en mltiples circunstan- cias de la vida, donde El ha dejado su delicada huella para encon- trarse con su obra maestra de la creacin que somos nosotros, sus hijos. Este libro tiene una estructura un poco especial. Cada tema guarda

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  • relacin con todo el conjunto, pero, al mismo tiempo, tiene sentido en s mismo. El tema central es el seguimiento de Cristo, y todos los captulos estn enfocados hacia eso. Pero un captulo puede ser quitado o aadido y no se afecta el conjunto. Cada tema es pensado como una pequea meditacin independiente, que puede servir para cualquier ocasin de reflexin. Mi vida se ha visto envuelta en muchos proble-mas, y con frecuencia, mis pasos han sido muy dolientes y dbiles. El Seor ha bajado hasta all, hasta mis debilidades y mis deficiencias, y all se ha hecho mi gran amigo. Es en medio de esa debilidad donde El me ha invi-tado a escribir. Este libro es algo ms de lo que yo puedo hacer. La mano del Seor ha empujado mi pluma, y ha ido ms all de lo que yo puedo decir. Le estoy eternamente agradecido. MANANTIAL recoge, pues, la experiencia de mi predicacin y de mi unin con Dios en estos 30 aos de vida sacerdotal. Palabras escritas con la mente, pero sobre todo con el corazn, pues son parte de toda mi vida, la de ayer, la de hoy y la de siempre.

    El autor

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  • Comentario del Rvdmo. P. InspectorInspectora salesiana de las Antillas.

    Doy gracias a Dios porque, a travs de estas pginas, brotan, como torrentes de agua viva, mensajes profundos que llegarn al alma de los que se adentren en ellas. No hay desperdicio, ni en el arte de las fotos, ni en las lneas escri-tas, ni an en las pginas en blanco. Aqu estn plasmados treinta aos de vida sacerdotal y dieciocho aos de proyectos concretos. Aqu hay muchas horas de oracin, de dolor y alegra, de triunfo y fracasos, aqu hay DIOS, aqu hay VIDA. No slo las pginas y las fotos frutos de la mano y del lente del artista se ven reflejados aqu. Aqu est el sentimiento del hombre, la viven-cia del sacerdote, el carisma del salesiano que ha querido compartir con nosotros sus vivencias ms reconfortantes. Estas pginas son el reflejo de una vida forjada al lado de Dios, junto a sus hermanos, los seres humanos, junto al silencio de su habit-acin, en la riqueza del altar o del sagrario, junto al fragor de un apos-tolado intenso, junto a la defensa de los ms dbiles. Me uno a la satisfaccin que llena al P. Daz hoy al ver cristalizado uno de sus ms caros sueos, y le agradezco que nos haya revelado, en estas pginas, los grandes tesoros que han forjado su existencia. Gracias a estas lneas cargadas de vida, otros podremos tener fuentes perennes de agua cristalina, manantiales de esperanza, rutas de luz, senderos de infinito, puertas abiertas a Dios. Que todo sea para Su mayor gloria y honor!

    Santo Domingo, Agosto 2000

    P. Angel R. Soto Inspector Salesiano Antillas

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  • Comentario de su Excelencia Rvdma.Mons. Jess Mara de Jess Moya

    Obispo de San Francisco de Macors. R.D.

    Este hermoso libro de meditaciones, titulado con gran acierto MANANTIAL, es todo l una fuente inagotable de espiritualidad para todos los estilos de vida en la Iglesia. De la misma manera que se llama Manantial, igual pudo llamarse Una gua vocacional para vivir la vida diaria segn el Espritu. En este manantial el protagonista es Jess, al que se llega y se vive por los medios sobresalientes de las mediaciones en nuestro peregrinar hacia el Padre: Jess que muere amando y nos seala el camino: Ven y sgueme! Qu hermosa y sencilla manera de llamar a uno! Jess que llama en un contexto de cruz y de gloria, de Bautismo y Eucarista, de vida interior y de oracin en los diversos tiempos litrgicos; el ejemplo de los santos, entre los que sobresale Mara, llamada tambin de Nazaret, modelo del seguimiento de Cristo y de toda vocacin. El querido P. Gumersindo Daz, con un estilo fluido, sencillo, claro y completo, nos ofrece esta riqueza extraordinaria, las huellas del amor de Dios, el hambre y la sed de El, sin olvidar su sabia y rica vocacin salesiana alrededor de Don Bosco y de Mara Auxiliadora. Aqu se ve la bendicin de la humildad y del abandono en esa fu-ente del amor, en el que todo es presencia del Reino. La alegra de ser feliz en la fe, como camino de crecimiento, nos hace mensajeros de ese Reino que deseamos que llegue a todos. Que estas pginas reciban mi bendicin y sirvan para el crecimiento espiritual de la Comunidad Cristiana. Y todo para gloria de Dios!

    San Francisco de Macors, Agosto 2000

    Mons. Jess Mara de Jess Moya

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  • JESUS ESTA EN EL SAGRARIO

    ESCONDIDO El es la fuerza poderosa y el misterio de fe

    de la Iglesia del silencio.

    CALLADOescuchando las alabanzas y proyectos de sus hijos.

    CUIDANDOa sus hijos predilectos que se acercan

    al Sagrario con alegras y penas para convertirlas en

    ORACION y OFRENDA.

    El es el alimento de las almas fuertes, de aquellos que encuentran su felicidad

    en una dulce mirada hacia el cielo. 17

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    Ensame Seor ... ... a comulgar

    muriendo

  • I. JESUS Y MARIA

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  • 1. JESUS DE NAZARET

    La Iglesia nos llama a aceptar el mensaje de Jess, a creer ms en su Amor y su en Palabra, y a fortalecer cada da nuestra esperanza del cielo. Jess es Seor de la Historia. Centro del Universo. Principio y fin del Cielo y de la Tierra. El mismo ayer, hoy y siempre.Jess de Nazaret es la Herencia de la Iglesia, la luz en las tinie- blas, la fuerza de los dbiles, el consuelo de los desamparados. El nos ofrece un camino estrecho que, al vivirlo con amor, se vuelve ancho. Nos presenta una cruz que tiene aspecto de llanto, pero que sabe a felici-dad. El es la gran bandera discutida, la nica luz que permite entrar en el misterio de Dios, la nica puerta para entrar en el Reino del Amor. Naci en un pesebre: En un rincn olvidado, en el fro del in- vierno, al calor de la respiracin de unos pocos animales, custo- diado por cuatro ojos bondadosos que lo miraban a cada instante, que sentan una gran nostalgia al no poder ofrecerle algo mejor a ese Nio que llegaba envuelto en tantos misterios. Lucas 2, 6-7 :Y sucedi que mientras estaban en Beln, le lleg a Mara el tiempo de dar a luz. Y all naci su primer hijo, y lo envol- vi en paales, y lo acost en el establo, porque no haba alojamien- to para ellos en el Mesn.Se ocup de sus hermanos, los hombres : Vino a mezclarse con los pecadores. Se hizo parte de una humanidad cansada de sufrir, hom-bres y mujeres enfermos, desesperados, leprosos, hasta posedos del demonio. Se meti en esa atmsfera pesada de este valle de lgrimas, de unos cuerpos dolientes. Entr hasta el fondo del alma humana, y encontr que, en el corazn de Mara, de Pedro, de la Magdalena, de Zaqueo, el amor no se haba muerto. Estaba vivo. Aprendi a sufrir y a amar como nosotros. Le gust nuestra manera de amar, y nos dio bellas lecciones de comprensin.

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    Por amor carg una cruz que despedaz su cuerpo, pero su rostro segua sereno y sus ojos tenan fuerza de infinito, traspasando las fron-teras concretas para deslizar su alma sobre la esperanza del ms all. Se volvi descanso para los que le siguen y comida para los que tienen hambre de Dios.* Jess contest: Vayan y dganle a Juan lo que estn viendo y oy-endo: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida, y a los pobres se les anuncia el mensaje de la salvacin. Y dichoso aqul que no pierda su confianza en Mi. Mateo 11, 4-6. ** Mientras coman, Jess tom en sus manos el Pan, y habiendo dado gracias a Dios, lo parti y se lo dio a sus discpulos diciendo: Coman, esto es mi Cuerpo. Luego tom en sus manos una copa, y ha-biendo dado gracias a Dios, se la pas a ellos diciendo: Beban todos ustedes de esta copa, porque sta es mi Sangre, la cual es derramada en favor de muchos para la remisin de los pecados. Mateo 26, 26-28Fue perseguido y vivi sereno: Trat de comprender hasta a sus ver-dugos, considerndolos parte de la Escritura, parte del plan del Padre. Se entreg serenamente en el Huerto de los Olivos. Atraves tranquilo la tragedia de los palacios de Ans y Caifs, de Pilatos y de Herodes. El silencio era la coraza de su fuerza espiritual. Por aquel tiempo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judos se reunieron en el palacio de Caifs, sumo sacerdote, e hicieron planes para arrestar a Jess mediante algn engao y matarlo.(Mateo 26, 3) Como cordero llevado al matadero, enmudeca y no abra la boca.(Hechos 8, 32-33). Muri lleno de paz : Antes de morir celebr la ltima Cena e insti-tuy el Sacerdocio. Habl de su muerte con naturalidad. Sud sangre en el Huerto de los Olivos, pero su rostro estaba sereno, pues tena el consuelo de los ngeles. Una vez que lo prendieron, Pedro lo neg, y Jess, al pasar, le dio una mirada a Pedro tan compasiva que trans-form su pecado en llanto, y el llanto se volvi amor. Antes de morir

  • dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espritu(Lucas 23, 46). Sufri todas las persecuciones, todos los insultos, todas las burlas, hasta el martirio, pero nada pudo contra El, pues permaneci sereno hasta que entreg su Espritu. Por eso pudo decir: Vengan a M los que estn cansados y agobiados que yo los aliviar. Carguen con mi yugo y aprendan de M que soy manso y humilde de corazn. Mt.11,28-30Nos prepara un lugar en el cielo : Ms que hermoso debe ser ese lugar donde Jess y Mara nos esperan. Preciosa debe ser esa vida que mere-ci la Sangre de Cristo y los innumerables sacrifi- cios que han hecho tantos santos y santas, hombres y mujeres de fe. No se angustien ustedes porque me voy. Confen en Dios y confen tambin en M. Me voy a prepararles un lugar. Y vendr otra vez para llevarlos conmigo, para que donde Yo est, estn tambin ustedes. Juan 14, 1-3. Considero que los sufrimientos de la vida presente no son nada, com-parados con la gloria que un da se nos mostrar(Romanos 8, 18) Nos dio una Ley de Amor : Comprendi nuestra manera de amar. Des-pert en nosotros un estilo nuevo de amar. Nos ense un amor que es un camino claro para llegar al Reino. Por el amor lo encontraremos siempre vivo en medio del mundo. Hijos mos, ya no estar mucho tiempo con ustedes. Ustedes me van a buscar, pero lo mismo que les dije a los judos, les digo ahora a Uds.: A donde yo voy no pueden ir ustedes. Les doy este mandamiento nue-vo: Que se amen unos a otros como Yo los he amado. Si se aman unos a otros, todo el mundo se dar cuenta de que ustedes son discpulos mos. Juan 13, 33-34. Nos dej su Cuerpo y su Sangre : Mientras coman, Jess tom el pan en sus manos, y habiendo dado gracias a Dios, lo parti y se lo dio a los discpulos diciendo: Coman, esto es mi Cuerpo. Luego tom en sus manos una copa, y habiendo dado gracias a Dios, se la pas a ellos diciendo: Beban todos ustedes de esta copa, porque sta es mi Sangre, la cual es derramada en favor de muchos para la remisin de

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  • los pecados. Mateo 26, 26-28. El Cuerpo y la Sangre de Cristo es alimento que nos fortalece mien-tras vamos hacia la casa del Padre. La Iglesia vive para partir el Pan, para dar gracias a Dios por la vida de Cristo, para rendir culto a la Eu-carista, para alimentar a sus hijos en el largo camino de la vida, para llenarnos de Esperanza a los pies del Altar. No mira al hombre desde su pecado, sino desde su debilidad : Con-virti a la pecadora samaritana en mensajera del Mesas. La mir desde su sed, no desde sus pecados. Mir a Pedro desde su miedo, y no desde su negacin. Le dio una mirada compasiva y convirti su pecado en llanto y su llanto en amor. Comprendi el amor confundido de la Magdalena y la llev hacia la claridad de un verdadero amor. Por la fuerza de su mirada comprensiva rescat a la santa que dorma en la crcel del espritu de esa pobre mujer. Con una propuesta amis-tosa desbarat la avaricia de Zaqueo y la convirti en generosidad. Al morir en la cruz se llev al cielo el primer salvado : un ladrn. As es Jess. Vale la pena seguirlo, vale la pena amarlo, vale la pena ser de El.

    Jess de NazaretUna vida diferente. -Un llamado a un amor nuevo.

    * Naci en un pesebre. * No tuvo una casa propia. * Nunca fue a la escuela. * Trabaj en un pequeo taller.* Se convirti en un predicador itinerante. * Nunca tuvo una oficina. * Su credencial fue El mismo. * Han pasado 20 siglos y El es el centro de la raza humana. Grandes ejrcitos han marchado, grandes flotas han navegado, Parlamentos han legislado, grandes reyes han reinado, y nada, ni nadie ha infludo tanto en la vida del hombre como Jesucristo.

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  • BANDERA DISCUTIDA

    El anciano Simen al tomar en sus brazos al Nio Jess, dijo: Este ser una bandera discutida. El primero que enfrent la bandera de Jesucristo fue el demonio : En el monte de las tentaciones, y en la persona de los endemoniados. Se lo decan claramente: A qu has venido, Jess de Nazaret? Quie-res acabar con nosotros? El demonio saba que Jess vena a echarlo de su reino, que Jess iba a liberar al hombre esclavo del pecado. Jess venci al demonio con la oracin y el ayuno. La segunda guerra contra Jess fue la de su pueblo. Juan dice : Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Las au-toridades judas enfrentaron a Jess, pues ellos regan al pueblo con una legislacin de exhibicin y de poder. Jess los quera conducir a una legislacin de Amor y de Servicio. En vez de apariencias, Jess siempre quiso hombres y mujeres sencillos, humildes, que alaben a Dios en espritu y verdad. Por eso se fue a la orilla del lago a escoger a sus primeros discpulos. Jess venci la intriga de los judos llevando su vida hasta la muerte en obediencia al Padre, creando as una vida nueva, regida por una Ley Nueva, la Ley del Espritu con fuerza de comprensin y amor. Esa Ley Nueva sera indestructible ante el poder del mundo. La tercera guerra la sufri Jess de parte de la debilidad humana. Talvez fue la que ms le doli : Judas lo entreg, Pedro lo neg, los dems discpulos lo abandonaron en la hora triste, y una muchedumbre del pueblo que haba disfrutado de sus milagros ter-min gritando: crucifquenlo. Eso fue lo que ms le lleg al alma, y fue lo que le hizo sudar sangre en el Huerto de los Olivos. Sobre esas tres guerras, sobre ese camino doliente, Jess sembr el bien. Y en Jess, el bien se llam AMOR. Jess venci la debilidad humana, Jess venci la frialdad del mundo con el perdn y el amor. Jess reuni esas tres victorias y las ofreci al Padre en una ofrenda de obediencia perfecta. Y Jess reuni esas tres victorias y las ofreci al hombre convertidas en un pedazo de Pan Eucarstico por amor.

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    Este es el gran misterio: La Palabra de Dios se hizo carne, y el su-frimiento de Cristo se hizo Pan. Pan que es signo de Amor. La Resur-reccin de Jess no fue slo el hecho de que se levant de la tumba. La verdadera Resurreccin de Jess fue el hecho de haber padecido tanto, y todava morir amando. Por eso venci al peca- do y venci a la muerte, porque su amor fue ms grande que todas las guerras y todas las injusticias que sufri. Jess muri, pero su alma todava llevaba el sello de la vida, porque no haban podido matar su amor y su misericordia. Nosotros llevamos demasiados signos de muerte, porque nuestro amor es muy pequeo. La Resurreccin de Jess nos va resucitando, o sea, el poder de su amor nos va incorporando a una fuerza espiritual indestructible, a una conexin con el ms all que nos ayude a hacer de esta tierra el comienzo de las Bienaventuranzas en Jesucristo, la felicidad de un Reino que ya ha comenzado. Nosotros, frente a cualquier promesa que hagamos, fallamos, y ante cualquier ofensa que nos hagan, explotamos. Son los signos de muerte que hay en nosotros. Esto significa que hay muchos aspectos de nuestra vida que no estn evangelizados, que no estn unidos a la Resurreccin de Jess. Jess, desde esa tumba para siempre abierta, y desde esos brazos para siempre abiertos nos invita a demostrarle a Dios, a dem-ostrarle al mundo, y a demostrarnos a nosotros mismos que con su amor podemos vencer al pecado y vencer la muerte, por- que la vida que El ofrece es vida nueva, es su propia vida. El est en nosotros y nosotros en El. Tomando parte en sus sufrimientos podremos resucitar con El. Vencer el mal con el bien es un gran desafo, pero se puede.

    CONOCER A JESUCRISTOEste apartado se inspira en el folleto bblico de A. Giorges: Conocer a Jesucristo, inspirado en los sinpticos. Jesucristo es un acontecimiento histrico y meta histrico. Jess vivi hace 20 siglos, y todava hoy podemos decir: Est vivo!

  • Jess es el centro de la historia, pero desborda la historia. El tiempo no aprisiona su persona, pues an viviendo en el tiempo, tiene dimen-sin de eternidad. El hoy de su sacrificio est en el tiempo y fuera del tiempo. Hecho histrico: Toda su actividad, Jess la dedica a sus contem-porneos, judos de Galilea y de Judea, fariseos y saduceos, discpulos de Juan el Bautista y de otros ascetas del desierto. Todo un pueblo encorvado bajo el yugo de los romanos, y en apa- sionada espera del Mesas. Para comprender mejor el hecho de Je- ss hay que tener pre-sente este ambiente y esta poca. Ante este hecho histrico de Jess tenemos tres posiciones : 1. Los doce apstoles : Han percibido, poco a poco, un hecho mis-terioso, una presencia divina. El naci como todo hombre del cuerpo de una mujer, pero se autodenomina igual a su Padre Dios. Los mi-lagros del maestro, su penetracin religiosa, su autoridad excepcional les han planteado la cuestin fundamental del origen de Jess. Esta cuestin, algo confusa primero, ha alcanzado luz plena en el adven-imiento pascual: Jess es Mesas, Seor divino.2. La Iglesia : A travs del tiempo, la Iglesia ha vuelto a empren- der, de poca en poca, la misma tarea: Encontrando a Dios en el mismo personaje histrico de Jess de Nazaret. Confiesa su fe y la expresa en sntesis teolgicas ms elaboradas que antes. En primer lugar la Iglesia ve la necesidad de conservar en sntesis lo que es la herencia espiritual del Maestro, y adems, para proteger- se de las corrientes confusas y herticas. 3. Nuestra postura de hoy : Seguimos reconociendo el hecho mis-terioso del Hijo de Dios en el hecho histrico de Jess. Para cuantos reconocemos este hecho, la Palabra de Dios, el mensaje de Jess ad-quiere un significado trascendental : Es el cumplimien- to de antiguas promesas, el anuncio de la llegada del Reino de Dios. Es el Centro de toda la Historia. Es el Mesas esperado. Es importante observar que, para cada poca, el mensaje es nuevo.

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  • Nuestra fe adquiere, en la historia de Jess, un significado eterno, una luz sobre la totalidad del tiempo, una llamada personal y trascen-dente que se formula a cada uno de nosotros hoy da: El Seor habla contigo, te llama por tu nombre. Al penetrar en el estudio histrico de Jess encontramos el hecho perturbador de su actitud, de sus exigencias, de la respuesta luminosa que aporta a tantas llamadas nuestras, secretas y profun- das. Aqu es donde la fe distingue la presencia del Misterio. El misterio del hom-bre slo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado(Vat.II, L.G. 13, # 22). Sin fe se conoce el dato Jess, pero no al Hijo de Dios. Jess hace los milagros para que crean que El es el Hijo de Dios. Cuando a la gente le faltaba fe, El no poda hacer los milagros. A ejemplo de los profetas antiguos, se ha entregado entera- mente a anunciar el Reino de Dios. Esta predicacin tom auge en los aps-toles tras el advenimiento de la Pascua y Pentecosts. Es importante ver cmo, este mensaje que se transmite en forma oral, est centrado en los acontecimientos de la Cruz y de la Pascua, y en las consecuencias actuales para cada creyente, sin entrar en los detalles de la vida terrena de Jess. Lo que sobresale es el hecho salvfico. De esa predicacin nace la Iglesia. Este Kerigma, este mensaje que alimenta a la Iglesia, no es algo pasivo, exige la fe de cada uno. Nos exige una postura de fe definida. Ante las palabras, los actos, la vida entera de Jess, es imposible permanecer como simple espectador. Jess no permite la neutralidad. Es un hecho tan grande que desborda la realidad humana. Por la trascendencia de su papel le impone a cada uno que decida su posicin. Se ha de creer o rechazar. Se ha de aceptar el ser juzgado por El, recibir de El el sentido y la ley de nuestra vida, incluso seguirle hasta la cruz. Sencillamente, si crees te salvars. Lo que antiguamente pidi a Pedro, a Santiago, a Juan y a Andrs, hoy, Jess lo espera de Nosotros. Es una llamada permanente, siempre actual. Leer el Evangelio no es escoger a nuestro gusto lo que convie- ne a nuestras ideas o a nuestros deseos. Hay muchos lectores que

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  • slo han buscado en el texto un ideal a su medida, una justi- ficacin de sus sueos, un Jess utpico o sentimental, un revolu- cionario, o un defensor del orden establecido. Son tentativas falsas, pues quieren servirse del maestro y no servirle al Maestro. Leer el Evangelio es acoger a Jess con todas las exigencias de su misterio. Es, sobre todo, entrar en el acontecimiento salvfico de Muerte y Resurreccin. Leer el Evangelio es entenderlo como una llamada que exige una respuesta, que nos juzga, que nos abre el Reino de Dios. Hay que unirse a su caravana o se corre el riesgo de morir en la desolacin del desierto. No se trata de un camino: El es el Camino. Hay que comprometerse totalmente con El : Ven y sgueme. Para quien no prueba a vivirlo, el Evangelio carece de su ver- dade-ro sentido. Slo en la intimidad con Jess se llega a percibir su mis-terio salvador. La verdad que encierra el Evangelio no se encuentra ms que llevndolo a la prctica. Si te dejas llevar slo por la letra, esa letra te saca del contenido, y entonces la letra mata, dice san Pablo. Aquellos que se han dejado embriagar por esta palabra de Dios, sus vidas se han transformado. Es importante ser fieles al hecho histrico de Jess para evitar la tentacin constante de forjar un Cristo a nuestro gusto. Es muy fcil construir un Cristo a la propia medida y desconectarse de la Iglesia y de toda estructura exterior que intenta ayudar a la trans- misin del mensaje salvfico. Para nosotros, los creyentes, un trabajo crtico es slo una fase preliminar. No leemos el Evangelio como arquelogos, curiosos por un pasado muerto. En las palabras y hechos del Jess de antao buscamos el mensaje que nos dirige hoy. Incluso en una profunda oracin, intentamos escuchar su voz. La simple lectura del Evangelio no santifica, el Evangelio hay que rezarlo. Al leerlo rezando tratamos de entrar en dilogo personal con el Cristo vivo, siempre con docilidad activa, en bs-queda ardiente y leal. La escucha silenciosa del Maestro, la inteligencia de su llamada, la respuesta del corazn que se entrega, es a eso a lo que la Biblia llama Conocer a Jesucristo.

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    Jess vino al mundo como la gran Noticia, el gran acontecimiento de la historia y que al mismo tiempo se sale de la historia y del tiempo. La meta historia de Jess consiste en que hoy puedo decir: Est vivo!. Los apstoles, animados por el hecho pascual y por la fuerza del Espritu Santo, comprendieron esto y dieron sus vidas para anunciar a Jess como Mesas salvador, como Hijo de Dios. La vida de la Iglesia es y ser siempre la Evangelizacin, anunciar a Jesucristo con la vida y la Palabra. La vida del cristiano adquiere significado cuando es vida que anuncia. Cuando repite en s mismo el gran aconte-cimiento de Jess de Nazaret, expresin fiel del mensaje de Dios al mundo. El apstol san Pablo nos dice: Yo, sin merecerlo, he sido puesto al servicio de este mensaje, por la accin poderosa de Dios. Yo soy menos que el ms pequeo de to-dos los que pertenecen al pueblo de Dios; pero El me ha conce- dido este privilegio de anunciar a los no judos la buena noticia de las in-contables riquezas de Cristo. Y me ha encargado hacerles ver a todos cul es el plan que desde siempre era un secreto de Dios, creador de todas las cosas. Sucedi as, para que ahora, por medio de la Iglesia, todos los poderes y autoridades en el cielo lleguen a conocer la sabi-dura de Dios en todas sus formas. Dios hizo esto de acuerdo con el propsito eterno que llev a cabo en nuestro Seor Jesucristo. Y en Cristo tenemos libertad para acercarnos a Dios, con la confianza que nos da nuestra fe en El. Efesios 3, 7-13.

    JESUS Y MARIA : Jess se nos presenta en las Escrituras en forma muy sencilla, y en esa forma sencilla es como El quiere que lo amem-os. El se nos presenta en una parbola, curando a un leproso, sanando a los enfermos, dando de comer a la multitud, dialogando con sus discpulos o simplemente caminando a pie y descalzo por los caminos de Galilea. El fue esperado as, el Dios con nosotros, que camina a nuestro lado, que nos acompaa y nos cuida.

  • No olvidemos que ese hombre y Dios, sencillo y poderoso, divino y humano, este mensajero del amor y de la paz que trae la salvacin, vino al mundo a travs del cuerpo de una madre. Encontrar a Jess es encontrar a Mara. Jess sin Mara sera un Dios sin carne, no sera un Dios encarnado. La comunidad cristiana ha entendido esto per-fectamente a travs de estos 2000 aos de Evangelizacin. El gran amor que el pueblo cristiano tiene a la Virgen Mara garantiza un amor firme y duradero a Jesucristo. Los grandes sacrificios, las grandes of-rendas, los grandes amores, los millones de rosarios rezados, y las grandes peregrinaciones que se viven a los pies de la Virgen Mara son un terreno propicio para cultivar una autntica devocin cristolgica. La grandeza de Mara le viene de Jess, y ver a Mara es ver la gran obra de Jesucristo en Ella. En torno a las apariciones de la Virgen Mara se realizan grandes sacrificios, grandes caminatas, un fervor increble de todo un pueblo que vibra con fe mariana, como hechizado por una voz sobrenatu-ral. Lourdes en Francia, Ftima en Portugal, Guadalupe en Mjico, Medjugorje en Yugoslavia y centenares de otros lugares son un feliz testimonio del entusiasmo del pueblo cristiano por Mara.

    Todos los devotos de la Virgen Mara sabemos que Ella es un puente que nos facilita el paso hacia el Misterio de Cristo. Por Mara vamos a Jess.

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  • ** JESUS **Su nombre supera a todo nombre. Su nombre est por encima de to-dos. Su nombre es admirable. Su nombre es consejero. Prncipe de la Paz. El Hijo de Dios hecho hombre. Sufri y muri por amor.

    Resucit al tercer da para darnos la vida. Nos ama. Nos espe-ra con paciencia para recibirnos. Nos dice que est a la puerta de nuestro corazn tocando dulcemente. Enva su Espritu sobre no-sotros. Cuando lo recibimos nos da el poder de llegar a ser hijos de Dios. Nos da el regalo de la salvacin. Planta en nuestro cora-zn la semilla de la fe cuando lo recibimos personalmente como Seor y Salvador. Siembra en nosotros las semillas del amor, el gozo, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad, la delicadeza y el dominio propio, y las hace crecer.

    El es el buen Pastor, y la Resurrec-cin y la Vida. Hermano nuestro. Cordero de Dios. Emmanuel (Dios con nosotros). Hombre de dolores. Profeta y Redentor. Rey de reyes y Seor de seores. Nuestro Rey es-piritual. La Vid. Maestro, Mesas, Sanador. El que bautiza en el Espri-tu. Dios todopoderoso. Salvador del mundo. Luz y Vida. Creador. Alfa y Omega. Principio y Fin. JESUS DE NAZARET. Seor de la Historia Centro del universo. El mismo ayer, hoy y siempre. Por siglos y siglos. Amn. (Larry Wajer. USA. 1982).

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  • El nos esperaen el cielo.

    Su fuerza salvadorasigue atrayendoa todoshacia l.

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    No pretendas encontrar muchas flores en tu camino.

    Te toca a ti convertir las espinas en rosas y vivir siempre feliz.

  • 2. MARIA DE NAZARET

    LA ELEGIDA DE DIOS : La Iglesia aplica a Mara el pasaje (Prov. 8, 22-31) que habla de la Sabidura creadora, elegida por Dios antes de la creacin del mundo para colaborar al lado de Dios en su obra. Mara fue as, elegida por Dios desde toda la eternidad para la vocacin especialsima de Madre y colaboradora del Redentor. El Apocalipsis presenta dos seales (Apoc. 11, 19. 12, 1-6). Una seal es de gran poder: Un enorme monstruo que devora hasta a las estrellas del cielo. La otra es dbil: Una Virgen embarazada que va a dar a luz y tiene miedo, pues no sabe si todo saldr bien. Tiene miedo porque su hijo puede ser devorado por el enorme dragn que est a sus puertas. Es la batalla del bien y del mal Y la Virgen Mara est dentro de esa batalla. La Virgen representa la fuerza dbil, y en esa debilidad se esconde el poder divino para que el mal no lo encuentre. No es que el poder divino no pueda vencer al demonio. Esto sucede para ensearnos que la va ms hermosa para vencer al demonio y llegar hasta el trono de Dios es la humildad, siguiendo el estilo de esta jovencita de Israel, Mara de Nazaret. Mara representa la vic-toria de los humildes. Cuando se oye el gritero diciendo: Ya lleg la victoria, reina nuestro Dios y su Cristo manda, Mara es parte de esa victoria, porque ese Cristo que ha vencido, es su hijo. Por eso creemos que Dios no poda dejar que el pecado se posara ni por un instante en el alma de Mara, pues estaba destinada a ser la Madre del Redentor. De ah surge el dogma de la Inmaculada Concepcin. Y tambin creemos, con toda la Iglesia, que si el cuerpo de Jess no su-fri corrupcin, tampoco El iba a dejar que esa Madre, toda pura y sin mancha de pecado, sufriera la corrup- cin. De aqu surge el dogma de la Asuncin de Mara en cuerpo y alma al cielo. Esa es nuestra fe, creemos en la Asuncin de Mara, y ni siquiera discutimos nuestra postura, pues nuestra conviccin es firme.

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    La corrupcin del cuerpo humano despus de la muerte es fruto del pecado. Cristo y Mara no tuvieron pecado, y por tanto, sus cuerpos no sufrieron corrupcin. Slo pasaron del estado de cuerpo temporal al estado de cuerpo glorioso. Por el pecado, el cuerpo humano perdi el derecho a ser cuerpo sutil, y ahora, despus de la purificacin de la muerte, incorporado a la Resurec- cin de Cristo, recupera su digni-dad de cuerpo glorioso. En Lucas 1, 39-56 leemos que Mara parti a prisa hacia la monta-a a visitar a su prima Isabel. Mara desborda de gozo por lo que est pasando despus de la Anunciacin. Va a prisa donde su prima para hacerla partcipe de la gran alegra que la llena despus de la visita del ngel. Isabel se llena de gozo y entona su cntico: Bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. Dichosa, t, que has credo, pues lo que te ha dicho el Seor se cumplir. Es un encuentro muy especial. La Madre de Jesucristo y la madre del precursor, Juan el Bautista. Las dos, movidas por el Espritu Santo, en encuentro de aleluya. Dos mujeres protagonistas de la llegada del Mesas. Es una atmsfera llena de oracin y canto. El Espritu mueve la mente y el corazn de Mara para entonar su cntico de alabanza y de victoria, que no es slo el cntico de Mara, es el cntico de todo el pueblo de Israel, el cntico de los apstoles, el cntico de toda la Iglesia de Jesucristo, el cntico de cada uno de nosotros que sentimos el poder de la salvacin.

    Engrandece mi alma al Seor, y mi espritu se alegra en Dios, mi sal-vador Porque Dios ha mirado la humildad de su sierva y ha hecho obras grandes por m Dichosa me dirn todas las generaciones.

    Qu ha visto Dios en Mara? Su humildad. Dios se ha recre-ado en la humildad de Mara, y Mara se ha convertido en alegra para Dios. Mara enton su cntico en el momento en que todo era alegra, novedad, felicidad. Era el cumplimiento de las Promesas hechas por Dios al pueblo de Israel. Cantar en el da bueno es fcil.

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    Mara cant en el momento de la anunciacin, y toda su vida fue una cancin, incluso cuando estuvo al pie de la cruz. Era, para Ella, el momento cumbre de la prueba, y ah, en el gran silencio de su cora-zn, Ella pudo volver a entonar su cntico de alabanza : Engrandece mi alma al Seor, y se alegra mi espritu en Dios mi salvador. Cuando todo va bien en nuestras vidas, nosotros tambin cantamos: Engrandece mi alma al Seor, y se alegra mi espritu en Dios mi Sal-vador. Pero en el da de la prueba, cuando el dolor, la enfermedad o el infortunio llaman a nuestras puertas, entonces las notas de nuestra msica se apagan, y en vez de cnticos, sola- mente nos salen quejas o lamentos. El alma se nos vuelve pesada, y un bello amanecer nos parece como una noche sombra. Por eso, la humildad de Mara, la sencillez de esta elegida de Dios, la dul-ce entrega de Mara sigue siendo el modelo y la meta para todos aquellos que deseamos entregar nuestras vidas a Jesucristo y se- guirle en la forma como El desee, atentos siempre a su divina voluntad.

    Mara es la gran Tabla de la Alianza. Si alguien encontrara las Tablas que Dios le dio a Moiss, con esos diez Mandamientos escritos por el mismo Dios, habra un desfile enorme para rendirle adoracin. En el monte Sina Dios grab su Palabra en piedra, indicndole a su pueblo el camino para ser santo. En Nazaret Dios grab su Palabra en el seno de Mara, y la Palabra se hizo carne, y esa Palabra es Jess de Nazaret. El es el Camino, la Verdad y la Vida. Por El llegamos al Padre. Ese Cristo que Dios escribi en Mara como Palabra de Vida, es el Cristo que el Padre quiere grabar en nuestras almas como camino de salvacin.

    Las fiestas de la Virgen Mara son para nosotros fiestas gran- des, pues en la escuela de Mara nosotros aprendemos a vivir nuestra fe, a vivir nuestra relacin con Dios. Con Mara, la humil- dad del mundo se convierte en un poder, en el imperio de los que alegran el corazn de Dios. Toda la Biblia es un cntico a los humildes, a los sencillos

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    de corazn. Dios se recrea en las almas humildes. Slo el camino de la humildad es camino de victoria. La primera virtud de los santos ha sido y sigue siendo la humil- dad. Las familias humildes son familias felices. Donde hay humil- dad, la convivencia se hace ms hermosa. La oracin une a la familia, porque la oracin vuelve humilde el cora-zn. La mayor parte de los problemas que aquejan la vida humana, son proble- mas de egosmo y competencia. Cuando una persona es bien devota de la Virgen Mara, en su corazn hay armona, hay paz y alegra, porque la humildad de Mara es el terreno propicio para la comprensin y el amor. Cuando nos sentimos poderosos, fuertes en la vida, se nos hace difcil rezar, pues la humildad es sentir necesidad de alguien. Los hombres y mujeres de almas sencillas, aquellos que llevan una vida serena, han comprendido que la solu- cin de todos sus problemas est en el Seor. Todos ellos forman el jardn de Dios, donde Dios se pasea al caer la tarde. Construyamos tambin nosotros un jardn para Dios, donde la pri- mera flor sea la humildad, al estilo de la Santsima Virgen.

    MARIA, FIEL A SU VOCACION. Si echamos una ojeada histri-ca y nos trasladamos hasta la casita de Joaqun y Ana, padres de la Santsima Virgen, nos encontramos all con una jovencita sencilla que lleva en su corazn el ms grande tesoro de todos los tiempos: La Es-peranza del Mesas. En esta virgen anunciada por los profetas vive la FE SUPREMA del Pueblo de Israel. Ella va creciendo en una santidad que no conoce, pues lo que Dios ha hecho por su humilde sierva, des-borda todo lo imagi- nable. Cuando el ngel termina aquel maravillo-so encuentro, la Virgen entona un himno de alabanza que cantaremos todas las generaciones, pues ella es el smbolo del agradecimiento a Dios. Lo que Dios ha hecho con Mara es el signo de lo que El quiere hacer con cada uno de nosotros. Dentro de la Iglesia, Mara repre- senta una meta sublime para toda alma que ha aprendido a saborear la vida de Dios. Ella es mujer liberada del pecado y del egosmo,

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    liberada de todo inters terreno, viviendo con los pies en la tierra y su espritu en Dios, su Salvador. La vocacin de Mara como Madre de Dios se extiende a todos nosotros que luchamos por liberarnos del poder del mal, llegando a disfrutar de la libertad de los hijos de Dios. San Lucas, al hablar de la vida de la Virgen Mara, resume su historia en estas palabras: Ella guardaba en su corazn cuanto le suceda y lo meditaba en el silencio. Ella es la mujer del gran silencio para entender y aceptar cada momento de la voluntad de Dios. La vida de Jess se resume en hacer la voluntad del Padre. La vocacin de Mara tambin se resume as: He aqu la esclava del Seor, hgase en m segn tu Palabra. Isabel dice: Dichosa t que has credo, dichosa t que has vivido en ese clima de fe, en esa sencillez, en esa entrega a la voluntad de Dios. Mara asiste a nuestra lucha de fe, a nuestra purificacin. Como madre, vela da a da por nosotros. Mara recibi un llamado a entrar en el plan de Dios y fue fiel du-rante toda su vida. En esa fidelidad a Dios, ella es Madre y modelo de nuestra vida de todos los das. En esa fidelidad, ella experiment, no slo la gloria de los grandes momentos, sino tambin la difcil rutina de cada da. Y en esa vida diaria florecie- ron en ella las grandes vir-tudes. Sobre cada uno de nosotros hay un plan de Dios. El espera que ese plan sea aceptado y cumplido como lo acept y cumpli Mara. Ella es Madre de la misericordia: (Dives in misericordia, # 9) Mara es la que de manera singular y excepcional ha experimen- tado como nadie- la misericordia, y ha hecho posible con el sa- crificio de su corazn, la propia participacin en la revelacin de la Misericordia divina. Tal sacrificio est estrechamente vincula- do con la cruz de su Hijo, a cuyos pies ella se encontrara en el Calvario. Este sacrificio suyo es una participacin singular en la revelacin de la Misericordia, es decir, en la absoluta fidelidad de Dios al propio amor, a la alianza querida por El desde la eternidad y concluida en el tiempo con el hombre. Nadie ha experimentado, como la Madre del Crucificado, el misterio de la Cruz, el pasmoso encuentro de la trascendente justicia

  • divina con el amor: el beso dado por la Misericordia a la justicia. Nadie como ella ha acogido tan de corazn ese misterio: La dimen-sin divina de la redencin llevada a efecto en el Calvario mediante la muerte de su Hijo, junto con el sacrificio de su corazn de madre, junto con su FIAT definitivo. Mara es la que conoce ms a fondo el misterio de la Misericordia divina. Sabe su precio, y sabe cun alto es. En este sentido, se la llama tambin, la Madre de la divina Mise-ricordia.

    En cada una de las llamadas de Dios: en Abrahn, en Moiss, en Jeremas, en Isaas, en Mara, Dios exige siempre una respuesta libre en la fe. Y en esa respuesta libre y decidida, en esa entrega al plan de Dios, consiste la fidelidad a la vocacin de cada uno.

    Mara en la Iglesia : La naciente Iglesia fue dejada en oracin y con ella estuvo presente la Santsima Virgen. La Virgen Mara sigue aso-ciada a la obra de Cristo, sigue asociada a toda actividad apostlica que se realiza en la Iglesia. Donde hay dos o tres reunidos en oracin all est Cristo, y all est tambin Mara. Donde hay alguien que reza all est Mara cuidando la fe del creyente, y donde hay alguien que dude, all est Mara que sufre con la Iglesia peregrina. (L.G., # 65 ) La Virgen sigue presente en las angustias y expectativas de la hu-manidad. Las apariciones de la Virgen en las distintas regiones de la tierra, la fe de cada nacin en la Madre de Dios, dan garanta de su maternidad universal. La vibracin del pueblo cristiano por Mara es increble. Hay un pequeo estudio de las devociones marianas, hecho por los Devotos de Mara Auxiliadora de Mjico, que trae unos 84 ttulos de la Virgen Mara. Estos ttulos cubren los principales lugares del mundo. De esos 84 ttulos, hay muchas naciones que tienen uno o dos. Israel tiene 3, Argentina tiene 4, Espaa tiene 4, Italia tiene 5, Nicaragua tiene 6, Ecuador tiene 10, y Mjico tiene 24 ttulos con que se honra a la Virgen a nivel nacional o regional. En todos nues-tros pases latinoamericanos se realizan grandes peregrinaciones.

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  • Las peregrinaciones constituyen un gran entusiasmo mariano que desemboca en un gran amor por Jesucristo. Las devociones marianas estn muy por encima de toda la predicacin de la Iglesia para conser-var la fe del pueblo de Dios. Es un verdadero contagio espiritual, un misterioso camino de la fe. Al ser elegido Papa, Karol Wojtyla, en su breve alocucin al pue-blo, hizo una doble mencin de la Virgen, y en su primer mensaje a la Iglesia y al mundo, Juan Pablo II, el 17 de Octubre de 1978 dijo: En esta gran hora que hace temblar, no podemos menos de dirigir, con filial devocin, nuestra mente a Mara, que siempre vive y acta como Madre en el misterio de Cristo y de la Iglesia. El Papa repeta las dulces palabras TODO TUYO que haba grabado en su corazn y en su escudo al ser elegido obispo 20 aos atrs. En esa ocasin memorable, el santo Padre dijo estas palabras: Mi pensamiento se dirige ahora hacia el mundo de len- gua espaola, una porcin tan considerable de la Iglesia de Cristo. Unidos por los vnculos de una fe comn catlica, sean fieles a su tradicin cristiana, hecha vida en un clima cada vez ms justo y solidario, y mantengan la devocin a nuestra Madre, Mara Sant- sima. Los pueblos latinoamericanos han sido fieles a este llamado del Papa a mantener la devocin a la Virgen Mara. La Virgen Mara en la Congregacin salesiana : El 16 de Agosto de 1815 naca el nio Juanito Bosco. El 2 de Mayo de 1817 muri su padre, Francisco Bosco, quedando hurfano antes de cumplir los 2 aos. La providencia empezaba a probar este nio, sobre cuya vida estaba asignada una gran misin. Cuando Francisco Bosco estaba casi agonizando le dijo a su esposa Mar- garita: Te recomiendo dos cosas: Ten mucha confianza en la Providencia, y cuida mucho a los nios, especialmente a Juanito. Fue una poca dura, cuenta Don Bosco en su autobiografa. Ese ao se estrope la cosecha, a causa de una gran sequa. Los mendigos buscaban con angustia un poco de comida y no la encontraban. Era tan fuerte el hambre que se hallaban en los

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  • prados personas muertas con la boca llena de hierba. Aquella santa mujer, Margarita Occhiena, con el rezo del Angelus tres veces al da, con el rosario en familia, y con una catequesis familiar, iba infudiendo en sus hijos un gran amor a la Virgen. Por las noches los sentaba en el patio, les enseaba las estrellas y les hablaba de Dios y de la Virgen. Basta recordar como, algunos das despus de su vesticin clerical, en Octubre de 1835, la vspera de su partida para el Seminario, mam Margarita lo llam y le dirigi estas memorables palabras : Cuan-do viniste al mundo te consagr a la Virgen. Cuando empezaste los estudios te recomend la devocin a la Madre del cielo. Ahora te re-comiendo que seas todo suyo, ama a los compaeros que sean devotos de Mara, y si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devocin a Mara(carta de Don Egidio Vigan, pag. 12).

    En ese contexto de vida familiar mariana tiene lugar el sueo de los nueve aos. Juanito vio una multitud de muchachos muy ma-los, peleando y blasfemando. Juanito trataba de detenerlos a golpes. Se le aparece un bello personaje que le dice: No con golpes, sino con la mansedumbre podrs ganrtelos. El nio pregunta : Cmo podr hacer eso? , y el personaje le responde: Yo te dar la maestra. Y aparece la gran seora, la gran Maestra, la que guiar a Juanito, a travs de una gran misin en el mundo, hasta las puertas del cielo. Es una seora que muestra particulares preocupaciones pastorales por la juventud. Digamos, pues, que no es Juanito que escoge a la Virgen Mara. Es Mara que elige al nio para la gran misin. Ella, a peticin de su Hijo, ser la inspiradora y la maestra de su vocacin. Esto sucede en torno al ao 1825, cuando Len XIII ha proclamado un Jubileo en torno a Mara para enfervorizar la comunidad cristia-na. Juanito est viviendo un clima mariano antes del sueo. Desde 1825 hasta 1846, este sueo se repetir unas 18 veces, siempre con distintas modalidades. Este sueo define su vocacin por los jvenes, pero con una caracterstica muy especial: tiene una maestra que lo ir

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  • orientando en lo que debe hacer, vez por vez. En el sueo, llega un instante en que los muchachos se vuelven animales feroces: significa que se trata de una misin difcil, y por eso, necesita una maestra. Ten-er maestra significa dejarse ensear. De ah la recomendacin que le da la Virgen: Hazte humilde, fuerte y robusto. A este instante, los animales se vuelven un rebao alegre y festivo. Don Bosco dice: Vi una seora, de aspecto majestuoso, que tomndome bondadosamente de la mano, me dijo: he aqu tu campo. Lo que ves que les pasa a estos animales, t debers hacerlo con mis hijos. Juanito se despert llo-rando. El sueo haba sido muy fuerte y muy pesado. Juan a sus nueve aos ha entendido algo y quiere estudiar. Pero, Cmo estudiar? Su madre no tiene para darle ni siquiera un pedazo de pan. A los 12 aos sale de casa buscando amparo, y posibilidad de estudiar. All en el cielo hay dos ojos esclavos que lo guan y lo cuidan. Juanito es acogi-do con cario en casa del sr. Moglia, su to. All le encargan dirigir las oraciones y el rosario. La imagen del altarcito es la Dolorosa. De este modo se inicia el largo viacrucis del jovencito Bosco, que , a travs de 15 aos de estudios y grandes dificultades, lo llevar hasta la meta del sacerdocio. En ese largo camino Don Bosco pas hasta hambre, pero tena una maestra, y eso era suficiente. El 5 de Junio de 1841 se ordena sacerdote y sigue pensando en sus muchachos. El 8 de Diciembre de 1841, tras celebrar la santa Misa, se sienta con un nio, hurfano de padre y madre, le ensea el Avemara, y le pide que, das despus le traiga otros amiguitos como l para continuar su clase de catecismo. Tras celebrar la Misa el da de la Inmaculada de 1841 Don Bosco reci- bi de la Virgen el llamado de empezar su magna obra en favor de la juventud y la niez, especial-mente los ms necesitados. Despus de esta escena de la catequesis con Bartolom Garelli, los muchachos se fueron multiplicando y pronto llegaron a supe-rar los trescientos. Con ellos recorri plazas, calles, prados, hasta que, despus de 5 aos, 1841-1846, errante y sin un lugar donde

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  • reunir a sus muchachos, se estableci en un pequeo centro, pobre y estrecho, llamado casa Pinardi. Lo primero que hizo fue una capil-lita y la dedic a la Virgen del Consuelo. Ah se levant, ms tarde, el Templo de Mara Auxiliadora. Para conseguir el dinero necesario para construir esa iglesia, y para mantener a sus mucha-chos, Don Bosco debi llamar a muchas puertas y pasar muchos ratos en oracin. Cuando necesitaba dinero, dejaba ante el Sagra- rio o ante el altar de la Virgen a un grupito de muchachos, ense- ndoles desde ya, a confiar primero en las fuerzas de lo alto, antes que en la seguridad humana. Una cadena de milagros que, ni el mismo Don Bosco podra contar, fue tejiendo la vida del Oratorio de Valdocco, la construccin de la ig-lesia de Mara Auxiliadora, y el templo del Sagrado Corazn de Jess en Roma. Durante la Misa de la inauguracin del Templo de Mara Auxiliadora, Don Bosco llor unas diez veces, considerando que cada ladrillo haba sido un milagro de la Virgen.

    BENDICION DE MARIA AUXILIADORA. Don Bosco, pro- pa-gando el amor a la Virgen y al mismo tiempo buscando ayuda para sus muchachos, se vali de la Bendicin de Mara Auxiliado- ra. Para ocultar su propia fe y su accin milagrosa, l suministraba a los en-fermos unas pastillitas junto con la bendicin. Corri la voz de las pastillas milagrosas. Alguien las conserv y las llev a un laboratorio para analizarlas. Resultado: all no haba ms que pan. Eran pedacitos de pan amasado. Don Bosco estaba seguro que el pan ms la fe cura. Don Bosco llevaba a la Virgen muy dentro de s. Era la herencia de su madre, mam Margarita. Vea en Mara a la Madre dela Iglesia, y por lo tanto, a su propia madre. Domingo Savio se santific bajo el manto de la Virgen. Este nio tena una intensa devocin mariana. Haca lo imposible para llevar sus compaeros a la Virgen. En el Oratorio de Valdocco se respiraba un gran amor a la Virgen. Las fiestas de Mara (Inmaculada, Navidad, Mara Auxiliadora) eran fiestas muy solemnes y revestidas de un clima familiar. A la muerte de su madre Margarita

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  • el 25 de Noviembre de 1856, fue a la iglesia de la Consolata y le dijo a la Virgen: Ya no tengo madre. T la sustituye. Don Bosco cuando hablaba de la Virgen lloraba. Realmente la senta. Este amor a la Vir-gen es una valiosa herencia que Don Bosco nos dej a los salesianos. Y cuando fund las Hijas de Mara Auxiliadora, quiso que fueran un monumento viviente de su gratitud a Mara Auxiliadora.

    Don Egidio Vigan fue el septimo sucesor de San Juan Bosco (1977-1996). Fue un hombre lleno de amor a la Virgen y potenci la devo-cin a Mara Auxiliadora. Escribi una carta titulada Mara renueva la familia salesiana de Don Bosco. He aqu algunos prrafos : Pag. 25 : Nuestro fundador nos asegura que la vocacin salesiana es inexplicable, -tanto en su nacimiento como en su desarrollo-, sin el concurso materno e ininterrumpido de Mara. Muchas veces l mis-mo confes que la Virgen es la fundadora y la sustentadora de este proyecto salesiano, asegurando que nuestra Congregacin est desti-nada a cosas grandes y a extenderse por todo el mundo, si los salesia-nos se mantienen siempre fieles a las Reglas que les ha dado Mara Santsima Al presenciar la coronacin de la Virgen en Valdoc-co el 17 de Mayo de 1903, Don Ra, primer sucesor de Don Bosco, despus de haber descrito con gozosa efusin la ceremonia, aadi : No me cabe la menor duda de que, creciendo en los salesianos la devocin a Mara Auxiliadora, crecer tambin el amor y la estima a Don Bosco, y no menos el empeo por conservar su espritu e imi-tar sus virtudes. Igualmente Don Albera, segundo sucesor de San Juan Bosco, al reflexionar, con aquella delicada sensibilidad tan suya, sobre los aspectos ms espirituales de nuestra vocacin, insiste en la continua presencia de Mara. El escribe as: Hablando a sus hijos es-pirituales, Don Bosco no se cansaba de repetir que la obra que l haba llevado a cabo le haba sido inspirada por Mara Santsima, que Mara la sostena, y que por ello, nada tena que temer de la oposicin de sus adversarios Ahora bien, la devocin a la Auxiliadora resulta,

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  • de hecho, como hemos visto, un factor integrante del fenmeno salesiano en la Iglesia, ya que entra a formar parte de su totalidad. No tendra sentido pretender separar nuestra espiritualidad de la devocin a Mara Auxiliadora, de igual manera que tampoco se puede sepa- rar, pues sera absurdo, a Don Bosco de la Virgen. La devocin a la Auxiliadora es, pues, un elemento imprescindible de nuestro carisma, impregna su fisonoma, y da vida a sus diversos compo-nentes. Mara, la pastorcita de los sueos, es quien seala la naturaleza y los destinatarios, asignndonos un campo, la pastoral juvenil. Su caracterstica de Auxiliadora abre la misin salesiana a los grandes hori-zontes de los problemas socio-religiosos de actua-lidad, y una clara opcin de servicio a la Iglesia universal, y de colaboracin con los Pastores. Su bondad materna inspira nuestra criteriologa pastoral y nos ensea un tpico mtodo de acerca- miento a nuestros destinatarios.

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  • Jesucristo es la vida.Quien cree en l

    vive para siempre.48

  • II. DIOS PADRE

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  • 3. ETERNO PADRE

    Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Seor Jesucristo. Efesios 1, 3.

    En la Creacin, Dios le dio al hombre dos grandes regalos: 1.Le dio parte de su vida divina (Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. 2. Le regal el universo como un verdadero paraso ter-renal. Por un insondable misterio, el mal entr en el bien, la cizaa se esparci por el trigo, y la hermosa relacin con Dios, tanto del hom-bre como del universo, se destruy. El mundo qued envuelto en un cierto caos, donde la naturaleza se volvi hostil, y el hombre le dio la espalda a su Dios. Pero, aunque el hombre abandon a Dios, Dios no abandon al hombre. Dios dej su imagen cabalgando sobre las fuerzas del universo, y sobre todo, qued grabada en lo ms profundo del alma humana. Dios, hasta prometi hacerse hombre para rescatar al hombre devolvindolo a la casa del Padre. Al llegar la plenitud de los tiempos, despus del misterioso desastre del diluvio y de la ruina de Sodoma y Gomorra, cansado de esperar la vuelta del hijo predilecto de la creacin, Dios empez a hablar. Esto significa que sali de su expresin infinita y empez a hacer historia con el hombre. Dios dej de ser simple imagina- cin en la mente hu-mana, para convertirse en dato histrico, acontecimiento, interlocutor y amigo, como signo de preocupacin por el hombre, como el mejor de los padres. En Dios, la justicia y el amor han ido siempre juntos, y donde la justicia no ha podido entrar, el amor, convertido en miseri-cordia, sigue adelante hasta completar su misin. Al llegar la plenitud de los tiempos se encontraron, frente a frente, el pecado del mundo y el amor de Dios, y triunf el amor. Tres grandes acontecimientos recuerdan las intervenciones de Dios en su pueblo: 1. El dilogo con Moiss en el monte Horeb.

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  • Desde la zarza ardiendo, Dios le habla a Moiss. Se declara Dios increado(Yo soy el que Soy), le exige santidad (quita el calzado de tus pies), y le ofrece ayuda para liberar a su pueblo. Desde el primer momento Dios le habla al hombre con amor, empieza a ser consid-erado como padre y no como un dios poderoso que puede daarlo. 2. La Alianza del Sina. Dios habla con Moiss durante 40 das, graba su Palabra en unas tablas de piedra como signo de su presencia, y en el fuego y el terremoto les mostr a todos un signo de su gran-deza. Su Palabra escrita en piedra empieza a actuar como una Ley de Amor(Amar a Dios sobre todas las cosas). 3. La Encarnacin del Hijo de Dios. Esta fue la intervencin ms clara y definida de Dios en me-dio de nosotros. Escribi su Palabra, no ya en piedras, sino en el seno de una mujer, la Virgen Mara. Esa Palabra fue tan definida y tan clara que se hizo carne, asumiendo la naturaleza humana. Dios acta en la persona de Jesucristo como el mejor de los padres, se encarna por amor, muere y resucita por amor, y se va al cielo a preparar un lugar, donde, por toda la eternidad, reine slo el amor. Dios sigue llamando y sigue actuando. Jess nos present a Dios como un padre bueno, lleno de amor y de perdn. En esta gran peregrinacin hacia la casa del Padre, los que imitan a Jesucristo en misericordia, perdn y generosidad, son la alegra de Dios, nuestro Padre. En este caminar humano, las leyes principales son stas: Misericordia para el necesitado, perdn para el malo, y ge-nerosidad para con todos. Se trata de imitar el estilo de Jess en las relaciones de unos con otros, y eso agrada a Dios Padre. Dios trata al hombre con Misericordia, perdn y generosidad, porque no mira al hombre como pecador, sino como un ser dbil que camina jadeante y cansado por una tierra hostil, un hombre que vive en su interior una naturaleza doliente. Dios puede salvarnos ms fcilmente mirando nuestra debilidad que mirando nuestros pecados. Lo importante no es que el pecado se vea, sino que el pecador se salve. As es Dios, l es Padre.

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  • As lo present Jess: lleno de amor, que cuida y bendice. La aceptacin y la contemplacin de Dios como Padre, representa el descanso del alma humana. La idea de padre incluye una gran pro-teccin y una gran tranquilidad en este valle de lgrimas: El Seor es mi Pastor, nada me falta. Nada te turbe, slo Dios basta Este mundo que es un gran regalo de Dios es hermoso, pero es frgil y peligroso. Un terremoto, un fuego, un huracn, una epi- demia, e incluso un meteorito desprendido de una lejana galaxia puede acabar con millones de vidas, e incluso, con una gran canti- dad de frutos del esfuerzo humano. El tiempo, al pasar por encima de las cosas y acon-tecimientos los va relegando a la ruina y al olvido. Nada es estable. La preciosa figura humana, la obra ms hermosa que brotara de la mente y el corazn de Dios, con el tiempo y la enfermedad va termi-nando en muerte y polvo. Nuestros suspiros se pierden en el espacio, y los gritos del alma vuelan hasta el infinito buscando respuesta al misterio de la humanidad. El hombre sabe que es un ser atrapado por fuerzas ocultas y enig-mas indescifrables, pero nuestro corazn no se turba. Los as-trnomos miran hacia el infinito y no encuentran ni principio ni fin a la simple realidad material del universo. Las tumbas se van tragando la deses-peracin de tantos y tantos que no quieren morir, y mientras se aferran a un puado de vida, sus anhelos se desva- necen como una luz que se apaga. Pero an as, nuestro corazn no tiembla. Creemos en Dios, El es nuestra respuesta. Ms all de las fuerzas de la naturaleza, ms all de la historia del mundo y de la vida, la fe nos dice que hay un poder espiritual que lo controla todo, que no es un monstruo indefinido que puede destruir-nos, sino la figura de un padre lleno de amor, que cuida de nosotros. Al morir tenemos que atravesar la espesa noche de la vida, y all, en medio de la oscuridad, encontramos unas manos de padre que nos acogen con amor infinito. Por eso, nuestro corazn no tiembla y nues-tro espritu no se inquieta. Sabemos que el poder ms grande

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  • del mundo es el Amor, y cobijados por un gran amor, vamos peregri-nos a la casa del Padre. Dios, Padre bueno, nos cuida y nos defiende, y guarda para nosotros, bellezas inenarrables. Aunque camine por caadas oscuras, nada temo, porque T vas conmigo, tu vara y tu cayado me sostienen. (Salmo 23). Ni ojo vio, ni odo oy, ni pas por la mente del hombre lo que Dios tiene preparado para los que le aman(San Pablo).

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  • 4. EL DIOS EN QUIEN YO CREO

    El Dios en quien yo creo es un Dios grande, inmensamen- te bueno, lleno de misericordia. No es el Dios del fusil en las manos para vengar las faltas de sus hijos. Mi Dios es Dios de Amor. Mi Dios acoge con cario al corazn doliente que ha sido maltratado por la vida. Mi Dios es frgil. El am mi barro para que yo pudiera saborear su divinidad. El amor ha hecho frgil a mi Dios. Acept el dolor, pero no lo am. Por eso cur a los enfermos. Mi Dios fue alimentado por una madre, y bebi toda la ternu- ra femenina. Trabajaba con sus manos. Gritaba como los profetas. Muri joven, porque fue sincero. Lo ma-taron porque les traicionaba la Verdad que haba en sus ojos. Pero mi Dios muri sin odiar. El es el Dios que le permite a la delicada flor abrirse al sol, al viento y a la lluvia, aunque el sol, el viento y la lluvia la puedan maltratar. Mi Dios ve caminar por las calles los grandes criminales mezclados con los nios frgiles y sencillos, porque El sabe que ste es un mundo de trigo y de ciza-a, de mal y de bien, pero que ya la victoria del bien est ganada, slo hay que esperar hasta el final. Mi Dios me permite confiar en El hasta el riesgo de mi destino eterno. Mi Dios, arrojado en el surco, aplastado contra la tierra, traicio- nado, abandonado, incom-prendido, continu amando. Por eso mi Dios venci a la muerte. A veces venimos a la Iglesia a adorar a un Dios que no es el que nos present Jesucristo. Un Dios que impone muchas normas, un Dios que tortura la conciencia cargndola de cul-pas en casi todo lo que uno hace. Ese es un Dios pequeo, un Dios que no tiene tiempo para amar, porque acusa continua mente. Ese es el Dios fantasma, que per-sigue al pecador hasta hacerlo llorar. Ese es el Dios del miedo. Que no genera amor, sino el miedo al infierno. Ese no es mi Dios. Mi Dios es el Dios de los msticos, como dijo uno de ellos:

    No me mueve, mi Dios, para quererteel cielo que me tienes prometido.

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  • ni me mueve el infierno tan temidopara dejar por eso de ofenderte.

    Muveme, Oh Dios, muveme el verteclavado en una cruz y escarnecido;

    muveme el ver tu cuerpo tan herido,muvenme, en fin, tus afrentas y tu muerte.

    Mi Dios es delicado hasta con la flor del campo. Mi Dios ve todo limpio, porque El cre al mundo y al hombre con una mente y un corazn limpios. Mi Dios lo fui a buscar a Nazaret, en ese Jess de carne y hueso que el Padre nos dio. Ese Jess que bendeca los lirios y se extasiaba en las monta- as. Ese es mi Dios grande, el Dios que transforma el cora- zn con su misericordia y su bondad. Es el Dios que te acom- paa en las horas difciles y fuertemente te ama.

    Mi Dios cautiva el alma. Vale la pena dar la vida por El. Por eso mi vocacin la veo cada da ms hermosa. Por eso trabajo mucho por El, por su Reino. A ese Dios lo amo loca- mente y soy feliz con El. No tengo que mendigarle al mundo ni un cario, ni un privilegio, ni un aplauso, porque El me basta. Junto a El se siente la explosin de un amor nuevo, y se cambia la visin de la vida, porque el amor quita los temo-res y ayuda a entrar en la espiral de la confianza divina. Es bello andar con mi Dios, porque mi Dios es grande, y es eterna aventura de hermosos caminos.

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  • 5. Confesin pblica al Padre MisericordiosoMonjes CisterciensesJarabacoa. R.D.

    Padre, quiero abrirte mi alma, confesarte todo mi pecado. Qui-nes de los que me rodean podran ayudarme a ver mis faltas? Si ellos me ayudaran, yo podra arrepentirme y T, por ellos, me perdonara. Porque Me perdonarn los hambrientos del mundo? Me per-donarn los drogadictos, los alcohlicos, los enfermos y los presos? Podrn decir que hice por ellos todo lo que poda? Habr personas sufriendo por mi culpa? Habr apartado a alguno de tu camino? Mi pecado es grande y pesa sobre m. Y qu dir de mi silenciosa complicidad? Deb denunciar daos y crmenes y me he callado. Ya me acostumbr a vivir con el mal. Me estoy haciendo insensible a los crmenes que veo a mi alrededor Aborto, blasfemias, calumnias, abusos y violencia sobre el dbil. Ya nada me impresiona. Slo protesto cuando es a m a quien se le causa injusticia. Las in-justicias contra el prjimo no me quitan el sueo, porque el pr-jimo no soy yo. Y por ms que T digas Ama a tu prjimo como a ti mismono soy capaz de sentir como mo el problema ajeno, a vivir en mi carne la angustia de mi hermano. Por otra parte, mi amargura personal la proyecto contra los dems. No estoy contento conmigo mismo y me irrito contra todos y contra todo. Echo contra otros la indignacin que me caus mi propio fra-caso. Qu egosta soy, programo mi vida como si todos debieran vivir para m. Yo declaro, ante T, Seor, mi hipocresa. Soy una contradiccin viviente. Yo hablo de paz, y siembro discordia. Exijo libertad y quiero dominar a los dems. Rezo y mi corazn y mis manos estn vacos. Digo que hay que amar y guardo rencor. Soy exigente y duro con los dems, pero no consiento que se me exija. Condeno a otros porque no hacen nada, pero yo tampoco hago nada. Tengo el corazn seco,

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  • sin deseos de Ti, Seor. Un aburrido desierto es mi oracin. No tengo tiempo para Ti, cuando T me das 24 horas. Tus palabras me resbalan. Mi trato contigo se ha hecho rutinario. Ya no puedo decir que te amo sobre todas las cosas. Seor, aydame a entrar en mi propia concien-cia. Tengo tanta oscuridadTengo miedo. Ya no s si llamo a lo malo, bueno, o a lo bueno, malo. Acaso la forma de ser del mundo se me ha infiltrado y me ha contaminado. Ya no me horroriza el pecado, lo trago como un vaso de agua. Dame tu luz, Seor, limpia la neblina que me impide ver, Seor. Malgas-to tiempo, dinero, inteligencia, energasMe quejo y lloro por m. Siento lstima de m mismo. Busco la admiracin de los dems. Hago continua propaganda de m. No hay como los pro- blemas mos, los trabajos mos, los esfuerzos mos. Soy un eglatra, slo me veo a m mismo, slo me hago caso a m mismo. No resisto la alabanza a los otros. Mi envidia sigue dentro de m. Tengo la impresin de que si te abro mi alma de par en par T me sanars. Porque T no vuelves la espalda a quien se refugia en tu regazo, a quien te confa su vida. Que tu misericordia venga sobre este pobre pecador, Seor. Tengo muchas ansias de placer. Mis ojos y mi imaginacin buscan locamente una presa, convir- tiendo as a las personas en simples objetos de satisfaccin. Y me domina el afn de aprovecharme de otros, doblegarles a mis deseos y a mi voluntad. Y no me detengo ante la licitud o ilicitud de los medios para conseguirlo. A veces paso por encima mi fe, y llego a la mentira, halagos, fingimien-tos, sobornos, y siempre estudiando el flanco dbil de los otros para atacar con xito. Porqu se esconde, Seor, en m, tanta maldad. Yo soy se, o es otro el que est en m? EN RESUMEN, CONFIESO QUE: Te he olvidado, he blasfe- mado, he incitado al mal, he condenado al inocente, soy orgulloso, he actuado con violencia, he sido falso, he hablado mal del prjimo, he endurecido mi corazn, no hice el bien que deba, he abandonado tus mandamientos, he hecho sufrir al prjimo. Contndote todo esto

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  • Cmo puedo desear tu presencia? Me alegra saber que T existes y me perdonas. Reconozco mi pecado, pues s que es el nico requisito que T has establecido para entregarme tu inmenso amor. Dame fuer-za para invocarte, yo que soy pecador, y que nunca deje de hacerlo, pues T eres Padre Misericordioso. Bendito seas, Seor!!

    Dad gracias al Seor, porque es bueno, porque es eterna su Misericordia !!

    6. HUELLAS DEL AMOR DE DIOS En el principio solo exista el amor, y el amor era Dios. Y los hijos del amor fueron el hombre y la mujer. Ellos eran igual mente buenos y felices, y llenos del amor, porque eran la imagen de Dios, su Creador. La tierra se haba hecho buena con el hombre. Y Dios le dio al hombre la tierra y el amor. Y le pidi que llenara la tierra de paz y de amistad, y la sembrara de flores y la conservara con su amor. Dios ha querido siempre un mundo bueno para el hombre. Dios ofrece siempre a la tierra de su amor, una paz grande como grande es el corazn de Dios. El hombre, con frecuencia, se apar- ta de Dios, y anda por caminos que no debe andar. Y pierde la paz y pierde el amor, y Dios parece que se aleja y se le pierde, pero Dios ama al hombre con amor eterno. Los montes se corrern, las colinas se movern, pero mi amor por ti no se apartar jams. Isaas 54, 10.

    El Espritu del Seor est sobre M, porque me ungi. Me envi a evangelizar a los pobres, a dar la libertad a los cautivos y a los ciegos la vista, a liberar a los oprimidos y a promulgar un ao de gracia del Seor. Lucas 4, 18. En el mar donde navega Jess no hay gaviotas pequeas. Slo hay gaviotas de cielo azul, gaviotas grandes, hermosas. Gaviotas

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  • de alas desplegadas. Para seguir a Jess hay que ser realmente libres en el espritu, y eso no es fcil. Nos sentimos muy inseguros y no nos atrevemos a partir, a sentarnos con Jess en la barca de la fe. Vivimos muy asfixiados por este mundo materialista. Nuestras almas necesitan salir a respirar, a volar como Juan Salvador Gaviota, como san Pablo, como san Francisco de Ass, como san Juan Bosco, quienes vivieron batallando en esta tierra, pero con sus esperanzas nicamente en el cielo. Vivieron en una estrecha unin con Dios, y Dios era el amigo de cada da, de cada hora, de cada latido de sus corazones. La fe los condujo por un ca- mino de sufrimientos, pero ms all del dolor, en-contraron la feli-cidad de Dios. Santa Teresita del Nio Jess pas del xtasis del dolor al xtasis del amor, en una larga agona, vivida en la unin con Dios. JESUS, el da antes de morir, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los am hasta el extremo. Reuni a sus discpu-los en una cena de despedida, y para dejarles un recuerdo perpetuo y vivo de su muerte salvadora en la cruz Tom el Pan en sus manos, lo parti y se lo dio, dicindoles : Tomen y coman, esto es mi Cuerpo que va a morir por ustedes. (Lucas 22, 7-23) En una copa de vino les dej el memorial de su Sangre derramada. Su Cuerpo y su Sangre es el alimento que nos fortalece hasta la vida eterna. Yo soy el Pan de Vida. El que viene a M nunca tendr hambre; el que cree en M, nunca tendr sed. Jn. 6, 34-35.

    Quien cree en M vivir para siempre. Jn. 6, 47.

    Para entender este lenguaje de Jess, para que este alimento deje la huella de Dios en nuestra alma, hay que tomarlo con paladar de nge-les. Se trata de aprender a morir con Jess, y en esa muerte, saborear la vida. Ser propiedad de Dios, dejar que El plante su tienda en no-sotros, es vivir en una ofrenda continua de toda nuestra vida. OFRENDA DIARIA : En nuestra vida, poco a poco, vamos en-contrando algunas seales de muerte. Vamos haciendo la ofrenda

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  • de nosotros cada da. Eso significa que vamos muriendo un poqui-to cada da, y mientras morimos, la vida se vuelve ofrenda. Pero la muerte es amarga. No tiene buen sabor, y no nos gusta morir. Nos vamos ofreciendo al Dios del silencio. No vemos a Dios, no lo omos, y casi ni lo sentimos. Es la experiencia del vaco de la cruz. Con-tinuamente nos arrodillamos buscando ayuda en lo alto, y Dios en silencio ! Pero, en silencio, El nos ve morir, y va cortando la espiga, y recibiendo la ofrenda. El camino es largo y duro, y al final slo nos queda en las manos: Muerte y vaco. As llegamos a decir como Jess : Todo est cumplido. Amn.

    7. LA SED DE DIOS

    Isaas 55, 1-3 : Ustedes, los que andan con sed, vengan a tomar agua, sin pagar. Pidan trigo, vino y leche aunque no tengan dinero. Este es un lenguaje oriental, un lenguaje mstico. Es gente que vive en el desierto, y el profeta identifica la sed del agua con la sed de Dios. El hambre es hambre de Dios. El es quien ofrece una vida hermosa, gratuitamente. Atindanme y acrquense a M, y su alma vivir. Slo en Dios hay vida. Todo lo dems es camino de muerte. Har con ustedes un trato. Es alianza de amor, y ustedes deben desear estar conmigo. Los profetas siempre contemplan a Dios como el gran gene-roso, el que cuida de los otros con amor. Abres t la mano, Seor, y nos sacias de favores (salmo 145). Dios es el que enva el sol y la lluvia sobre buenos y malos. Todos los bienes que tenemos son un regalo del gran amor de Dios. Dios es el que aparece como el generoso, el que cuida, el que amapero eso no es slo un dato, una informacin. Eso es una es-cuela donde Dios nos va enseando. El comportamiento de Dios es una enseanza diaria para el hombre. Su bondad es una escuela de bondad. Dios quiere ayudarnos a ser como l, quiere conducirnos

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  • a una vida nueva. Todo el trabajo de la Iglesia: Misas, oraciones, escritos, obras de caridad, retiros, trabajo interior, meditaciones, todo esto es para ayudarnos a acercarnos a Dios, para sentir hambre y sed de estar con El. Es la bsqueda constante de la cercana de Dios. San Pablo ha hecho un camino maravilloso en su acercamiento a Jesucristo. El se siente tan atado a Jess en su sed espiritual, que llega a decir: Quin me separar de este amor tan grande que me une a Cristo?(Romanos 8, 35). El tiene tanta sed de Dios, ama tanto a Jesucristo, que hasta aguarda con gozo el martirio. Mateo 14, 13-21 :La gente supo que Jess estaba all y salieron de los pueblos para seguirlo. El Evangelio presenta una multitud que llega de todas partes, porque quieren estar con Jess y or sus mensajes. Jess mir al cielo, bendijo los panes, y todos comieron hasta saciarse. Con la comida material, Jess aliment tambin sus almas con el amor y la bsqueda del Reino. El despert en ellos el hambre de Dios.

    Cuando nos acercamos al Sagrario a adorar al Seor, o cuando comemos el Pan de Vida para alimentar nuestro espritu, necesita- mos tener un gran deseo de estar con El, una gran necesidad de recibir su energa sobrenatural para no desmayar en el camino de nuestra fe, para hacernos cada vez ms fuertes en la lucha diaria. Que nuestro deseo de El sea tan grande que lleguemos a romper el velo que en-vuelve el misterio del Pan de Vida, que la fe pase por encima de la materia y palpe la presencia de Dios. Si alimentamos esa sed de Dios, llegar un momento en que po-dremos decir con San Pablo: Quin nos separar de ese gran amor? Cuando se entra en ese amor de Dios, los sufrimientos, en vez de apagar el amor, lo que hacen es fortalecerlo, hacerlo crecer. Por eso el apstol san Pablo nos dice: Ya nada nos separar del amor de Cristo: ni las pruebas, ni la angustia, ni las persecuciones, ni el hambre, ni los peligros, ni la espada, ni la misma muerte, porque estamos enraizados en Jesucristo para siempre.

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  • 65

  • Misteriode

    amor

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  • III. LA EUCARISTIA

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  • 8. AL PIE DEL ALTAR

    Al pie del Altar significa vivir en la presencia de Dios. No se trata de una vivencia pasiva de la presencia de Dios. Es una contemplacin activa. Es vivir en la presencia de Dios en actitud de ofrenda. Es una respuesta a la presencia de Dios que es siempre ofrenda de S mismo a la humanidad. Dios es amor, amor perma- nente, y su amor es ofrenda sin fin. La tierra es altar de Dios, y tambin altar del hombre. Es el altar donde Dios ofrece su amor, en la expresin ms grande y ms sencilla, desde una gota de agua o un rayito de luz hasta el xtasis sublime de la muerte de Cristo en la Cruz y la Institucin de la Eucarista. O sea, desde esas pequeas cosas que Dios da a la hoja o a la flor, hasta el gran sacrificio por la salvacin del hombre, todo se va desarrollando en la tierra como en un altar donde Dios se ofrece. Y este mundo es tambin altar del hombre. Toda nuestra vida es como una Misa, con un largo ofertorio: La ofrenda de toda la vida. Ese es nuestro ofertorio: La vida entera. Mientras ms gozosa es nuestra ofrenda, ms hermosa es nuestra Misa. Y mientras ms hermosa es nuestra Misa, Cristo est ms vivo en nosotros, y vibra mucho ms en nuestra existencia. La muerte cierra nuestro ofertorio para dar paso a la eter-na comunin. Nosotros copiamos la realidad de Jess hecho pan. Nosotros, ofrecidos, consagrados por el amor de Dios, y entrando en eterna comunin en el xtasis del amor. Esto es hermoso. Eso es la Eucarista: Pan ofrecido, Pan consagrado, Pan de comunin. No-sotros: Ofrecidos, consagrados, en comunin. Vivir al pie del altar es saber que el amor consagra todo lo que hacemos, y lo hace ofrenda a Dios que es amor, y es tambin percibir que la vida consiste en celebrar, en estilo de ofertorio, nuestro retorno a la casa del Padre. Mientras vamos de camino, la manera de estar unido a Dios es la ofrenda, porque vamos muriendo a nosotros y a nuestras cosas para entrar en comunin con El. Cada da nos vamos

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  • despidiendo del mundo y de todo lo que nos ata a esta vida. Cada ofrenda es partir hacia El. Nadie quiere partir, a todos nos gusta es-tacionarnos. Nadie quiere morir, sin embargo, el amor se realiza en la muerte, dndose. El amor slo puede generar la vida a travs del morir. Esto es misterio. Si hay amor, la vida nace de la muerte. La muerte de Cristo gener la vida eterna, porque fue muerte por amor. Cuando la semilla muere en la tierra, genera una nueva planta. Por la muerte se da el paso a la vida. Pero la muerte no es meta, es lugar de paso, y es fuente de purificacin para poder entrar en una vida completamente limpia. Vivir al pie del altar es vivir muriendo, pero con muerte gozo- sa, generando y dando amor. Vivir al pie del altar es realmente vivir. Todo esto implica mucha meditacin y oracin. Todo esto implica mucho silencio para conectar con Dios en profundidad. En la superficie hay mucho ruido, muchos intereses creados, mu-cho cansancio, pocas ga-nas de andar y recorrer bellas aventuras del espritu. Jess se ha quedado con nosotros al pie del altar, muriendo cada da en el altar para volverse comida para sus hijos. Su pre- sencia en este mundo es presencia sacramental, presencia en el Espritu. El est guiando la Iglesia del silencio, en oracin al Padre, continuando la obra de salvacin hasta la consumacin. El ya resucit, nosotros todava no. Las manos y los corazones abiertos siguen clamando: Abba, Padre. Ven, Seor. Venga tu Reino. Esta Iglesia peregrina sigue rezando, sigue clamando, con la mirada en el cielo y las manos cargadas de ofrenda. Nuestra relacin con Dios es relacin de oracin, tanto en la tierra como en el cielo, para terminar en el xtasis eterno en la casa del Pa-dre. Jess es vctima y tambin altar. En El nos vamos ofreciendo, y toda nuestra vida se vuelve ofrenda al pie del altar.

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  • 9. INVITADOS AL BANQUETE DEL SEOR

    El man que el pueblo de Israel comi en el desierto era smbo- lo del nuevo manjar de Dios, smbolo de la Eucarista. Les dio a comer un pan que no conocan, no para sentarse en el camino, sino para seguir andando hasta llegar a la Tierra Prometida. La Eucarista es un apoyo en el largo camino de nuestra vida. El Sa- crificio Eucarstico tiene sentido de Iglesia peregrina. Todo peregrino necesita alimentarse bien, pues tiene mucho que an-dar. Los pasos del peregrino de Dios construyen vida nueva. Son pies de pecadores que van dejando huellas de santos. En la mesa del Seor encontramos un alimento fuerte para poder vivir al aire libre sin de-jarnos atrapar por las cadenas de este mundo. En esa mesa se aprende a gustar de la inmensidad del mar, de un vuelvo en las alturas, como Juan Salvador Gaviota, como san Pedro, como san Juan, como san Francisco de Ass, como san Juan Bosco, como san Juan de la Cruz, como Santa Teresita del Nio Jess, como los millones de hombres y mujeres que se han acercado a la mesa eucarstica con hambre de Dios, con sed de infinito. La Hostia Santa debe ser un verdadero ali-mento espiritual, una fuerza de Dios para el alma, tomndola cada da con paladar de ngeles. Para entender y saborear este manjar hay que renunciar a muchos panes, a muchos panes que hacen dao, a muchos panes que no ali-mentan porque no pueden saciar el hambre de Dios. El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna (Jn.6, 51). La vida verdadera nos viene por la posesin de Cristo. Jess entra a hablar con su pueblo con una doctrina muy difcil:comer su cuerpo, beber su sangre, eran nuevos elementos de fe a los que muchos no podan llegar. Toda la vida de Cristo viene prea-nunciada en el A.T., pero esta doctrina del Pan de Vida, en la forma como Jess la presenta, aparece slo en el N.T. Es una doctrina que exige una profunda fe, y sus amigos no estaban preparados para eso.

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  • Por eso se van yendo, poco a poco, y dejan a Jess solo con los aps-toles, los cuales tampoco entienden. En el Evangelio de san Mateo se lee: Donde est el cadver all se reunirn los buitres Mt. 24, 28. Es lenguaje mstico. El cadver se refiere a la Vctima sobre el Altar. Los buitres significa que se trata de aves poderosas, guilas capaces de estre- llarse sobre el altar y ar-rebatar a Dios como manjar, un manjar conquistado por la fuerza de la fe. Es alimento de aves grandes, de almas de una fe muy grande. No es alimento de hormigas, de pequeos insectos que se arrastran por la tierra. Este alimento constituye toda la fuerza de nuestra espe-ranza, pues nos lanza hacia la unidad con El. No somos nosotros que comemos a Cristo. Es Cristo que nos come a nosotros. Al comulgar nosotros vamos muriendo y va naciendo en nosotros otro Cristo. Existe una gran diferencia entre el pan material y ese Pan de los ngeles. El manjar material lo comemos para saciar nuestra hambre. Este manjar espiritual lo comemos para tener ms hambre. Mientras ms comemos el pan eucarstico ms hambre tenemos de Dios, ms deseo tenemos de vida espiritual, ms deseo de seguir comulgando, de seguir comiendo de ese Pan y transformando nuestra vida en la vida de Cristo. El telogo Teylard de Chardin se encontr en un desierto de Australia y quiso celebrar la Misa. No tena pan ni vino. Entonces coloc sobre el altar las penas, los trabajos y las alegras de la humanidad y celebr el sacrificio del mundo como el sacrificio de Dios. Pero al llegar a la comunin, no teniendo materia para comulgar, rez as : Ensame, Seor, a comulgar muriendo. Teilard comprendi que nuestra hu-manidad va muriendo para recibir la vida nueva en el Espritu Santo. Nuestras pequeas vidas se van introduciendo en el gran misterio re-dentor, y beben de la fuente de la verdadera vida. Vamos dejando de ser nosotros mismos para sentir el poder de la vida de Cristo y em-pezar a gozar la vida nueva del Reino de Dios. Ensame, Seor, a comulgar muriendo y que en la muerte yo pueda saborear la vida.

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  • Como ciervos sedientos que van hacia la fuente, vamos hacia tu encuentro, Seor.

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  • Toda la vida de Jess fue configurada en la imagen de un banquete. Banquete para dar gracias a Dios, banquete para ofrecerse a Dios, banquete para alimentar la vida nueva. El banquete de Jess no fue slo la celebracin del Jueves Santo con su ltima Cena. El Banquete que configur la vida de Cristo como co-mida fue todo el Triduo Pascual. La muerte en la Cruz le dio sentido a la Cena Pascual y a la Resurreccin. Por eso, invitados al banquete del Seor significa : Invitados a Cenar con El, invitados a morir con